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Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
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Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Esta historia me encanta pero solo dire algo si Britt se muere me morire con ella, no se como, hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Capitulo 19
CAPITULO 19
Habíamos estado conduciendo por cuatro horas cuando Santana salió de la autopista y se detuvo por gasolina. —Voy a llenarla, y luego buscaremos algo para comer —dijo mientras salía del auto. Salí y caminé alrededor estirando mi espalda y piernas. Me acerqué a la gasolinera donde Santana bombeaba gas y le di un beso en la mejilla.
—¿Por qué fue eso? —preguntó.
—Es sólo un gracias por decirme acerca de tu familia. —Me dio esa sonrisa suya derrite corazones.
—Iré a la tienda por un par de cosas.
Entré a la tienda y me dirigí directamente a la góndola de los dulces. Escaneé las filas tratando de decidir que quería cuando Santana se acercó por detrás. —¿Vas a llenar tu cuerpo con esta basura? —preguntó.
Me volví rápidamente para enfrentarla, y una ola de mareos cayó sobre mí mientras me tropezaba hacia ella y me atrapaba. —Brittany, ¿estás bien?
Sostuve mi cabeza. —Estoy bien. Simplemente me mareé. —Me sostuvo hasta que pasó.
—Sabía que deberíamos haber esperado un día más antes de irnos. No estás lista para viajar todavía, y necesitas descansar más.
Me estaba sintiendo mejor y podría haber levantado mi cabeza de su pecho, pero me gustaba donde estaba. —Santana, deja de ser protectora, estoy bien, probablemente sean las pastillas para el dolor que tomé —mentí; nunca tomé ninguna, pero no la quería preocupándose por mí.
—Bueno, nos encontraré un hotel, y nos detendremos a descansar por el resto del día. Continuaremos mañana a primera hora. Estaremos en Ohio con un montón de tiempo para el funeral.
—Está bien, pero obtengamos algo para comer y vamos a conducir durante un par de horas más antes de detenernos para la noche. Ve a tomar una de esas pequeñas canastas de por allá —le dije a Santana mientras apuntaba hacía la puerta.
—No vas comprar tanto realmente, ¿verdad?
—Está bien Señora Lopez, si quieres saber la verdad estoy en mi síndrome premenstrual.
Dio un paso atrás y levantó sus manos. —Guau, has dicho suficiente.
Sonreí mientras tomaba una bolsa de Fritos, Cheetos, una barra de Hersey (tamaño grande), una barra de Twix, un paquete pequeño de donas de chocolate, 3 latas de Coca-Cola, una bolsa de pequeños pretzels y un tarro de Nutella. Santana miró en la canasta y luego a mí con una mirada de horror en su cara.
—Oye, fuiste tú la que quiso llevarme en este viaje. Sólo estoy tratando de mantener la paz, ya que sin estos alimentos para una mujer rubia en esta época del mes —moví mi mano—, bueno, realmente ya sabes.
Puse la canasta en el mostrador. La cajera escuchó nuestra conversación, miró hacia Santana y dijo—: Confía en ella; nosotras las rubias somos dos hojas del resumen de la locura cuando se trata de nuestro tiempo especial.
Ella sólo se quedó allí y nos miró a ambas, sin poder hablar, mientras ella pasaba por la registradora la comida. Me dio el total, y miré a Santana.
Ella me miró confundida. —¿En serio? ¿Quieres que pague por esta basura?
La cajera se inclinó sobre el mostrador y la miró directo a los ojos. — Recuerda, dos hojas del resumen de la locura.
Sacó su cartera del bolso y pagó mientras murmuraba por lo bajo. Tomó la bolsa y salió. Miré a la cajera y choqué los cinco con ella. —Gracias.
—Nosotras las rubias necesitamos estar unidas —dijo ella. Salí de la tienda sonriendo mientras ella se sentaba en el auto esperando por mí.
Nos dirigimos nuevamente a la interestatal mientras me miraba.
—¿Qué? —sonreí.
—Estás loca; sólo quería que lo supieras.
Me reí. —Oh, cariño, lo sé, pero te prometo que sólo será por unos días.
Sacudió la cabeza, y vi cuan duro trataba de luchar con una sonrisa. Vimos señales de algunos restaurantes en la interestatal. Iba a ser cortés y dejarla decidir dónde quería comer. Tomó la siguiente salida, y entramos en el paraíso de los restaurantes.
—Haga su elección Señora Lopez, la decisión es suya —dije mientras movía mi mano en círculos.
—¿En verdad no te importa donde comamos?
La miré e incliné mi cabeza. —No, elige el que quieras, me gusta casi todo.
—Está bien, entonces —sonrió—. Hay un restaurante de mariscos por allá.
Presioné mis labios y no dije nada. No me gustaban los mariscos, pero dije que era su elección, y si eso es lo que ella quería es lo que tendríamos. Deben tener algo que no tenga mariscos. Bajamos del auto mientras ella sostenía su brazo hacia mí. Puse mi brazo alrededor del suyo mientras entrábamos en el restaurante.
—Guau —dije mientras echaba una mirada alrededor a los tiburones y el pez espada montados en las paredes. Una linda rubia se acercó a nosotros y dijo que había una espera de 30 minutos, lo que era mi oportunidad de salir pitando de aquí. No me gustaba mirar a esas cosas colgadas en las paredes; son aterradoras.
—Treinta minutos es mucho tiempo para esperar Santana; quizás deberíamos ir a otro lado.
Me miró sonriendo. —Treinta minutos no es nada, y el tiempo pasará volando. Ve a mirar a las langostas por allá.
Me estremecí porque odiaba verlas en los tanques de cristal, moviéndose sin saber que estaban por ser arrojadas a una olla de agua hirviendo. Me agarró de la mano y me llevó a la barra. —Nos sentaremos aquí y tomaremos algo hasta que nos llamen.
Me senté en el taburete mientras la camarera, una mujer muy atractiva con cabello castaño largo y rizado y grandes tetas, se acercó a nosotras, pero sólo hizo contacto visual con Santana. Se inclinó sobre la barra, sin siquiera notar que estaba sentada justo al lado de ella, y con su top de corte bajo y su escote saliendo dijo—: ¿Qué va a ser, hermosa?
Ella le dio una sonrisa coqueta y se apoyó en la barra más cerca. —Quiero sexo con la camarera. —Di un grito ahogado, y con una mirada de horror en la cara, la miré.
—Un sexo con un camarero viene enseguida. —Le guiñó un ojo.
Ella me miró mientras apretaba la mandíbula y tomó una respiración profunda. No podía creer que había hecho eso y delante mío. Mordí el interior de mi mejilla y medité.
—Ummm, cariño, cuando termines su bebida no te olvides de traer esas deliciosas tetas por aquí —sonreí. La mirada en el rostro de Santana no tenía precio después de esa declaración.
—Brittany, ¿qué diablos estás haciendo? —susurró.
—¿Qué? ¿Te estoy avergonzando Señora tendré sexo con la camarera?
Ella volvió y le dio su copa, me miró y de manera irritada me preguntó qué quería. La miré e hice una mueca. —¿No crees que es justo que me des el mismo tipo de servicio que le estás dando? ¿Por qué ha de ser la única que llegue a ver tus tetas? También me gustan.
Santana arrojó algo de dinero en la barra y se puso de pie. —Vamos cariño, creo que nuestra mesa está lista.
Sonreí y le guiñé un ojo mientras ella me daba una mirada asesina y se alejó. Santana se inclinó hacia mí y susurró en mi oído—: Buen punto, niña mala.
—Lo adoras Señora Lopez y lo sabes. —Sonrió mientras la mesera nos mostraba nuestra mesa.
Abrí el menú y adivina qué, ningún ítem sin mariscos existía. Mierda, pensé para mí misma. ¿Qué iba a ordenar? Bueno, tengo un auto lleno de comida chatarra si se reduce a eso.
—¿Qué vas a pedir Brittany?
Levanté la vista de mi menú y la miré. —No estoy segura, estoy indecisa por el momento.
La mesera se acercó y pidió nuestras órdenes de bebidas. Santana habló antes de que pudiera decirle que quería un Cosmopolitan.
—Estoy bien, y ella va a pedir una Coca-cola.
Fruncí el ceño. —Quería un Cosmo, Santana.
—No después de ese pequeño truco, ¿quién sabe lo que la camarera le haría a la bebida?
Me reí y continué mirando el menú. Tan pronto como la mesera trajo mi coca-cola, nos preguntó si estábamos listas para ordenar. Santana cerró su menú y me miró. Miré a la camarera y mordí mi labio. Santana la miró. —Danos un minuto por favor. —La miré; creo que se dio cuenta que no me gustan los mariscos.
—No te gustan los mariscos, ¿verdad? —Me quedé mirándola mientras me mordía el labio inferior—. ¿Por qué no dijiste algo? —dijo mientras pasaba una mano por su cabello.
—Bueno, quería que tuvieras lo que querías.
Me miró con esos hermosos ojos negros y de repente se llenaron de maldad. No dijo una palabra, pero me estaba asustando mientras le hacía señas a la mesera para que volviera.
—Voy a pedir por ambas —dijo. Uh oh, ahora estoy en problemas.
—Vamos a empezar con una orden de calamares, piernas de cangrejo y una cola de langosta para cada uno de nosotros, también una orden de vieiras asadas.
La mesera me miró, y le dirigí una leve sonrisa. Santana cruzó sus manos y apoyó los codos en la mesa.
—¿Recuerdas los momentos en los que me hiciste comer cosas; pizza, perros calientes y no olvidemos el uso de los palillos?
Solamente la miré. Dos pueden jugar a este juego.
—Sí, lo recuerdo y estoy bien con todo lo que ordenaste.
—Eso lo veremos —sonrió.
Me incliné sobre la mesa. —Eres una mujer despiadada, Santana Lopez.
Se inclinó más cerca hasta que estábamos cara a cara. —No tan despiadada como tú, querida. —Me senté de nuevo, sonreía y me deleitaba en el momento en que me llamó querida.
La mesera regresó y puso el calamar en el centro de la mesa. Lo miré a él y luego a Santana. Saqué mi teléfono y busqué en Google Calamar; mis ojos se abrieron cuando apareció “Calamardo”. Levanté la mirada a Santana; se estaba riendo de mí.
—Lo buscaste en Google, ¿verdad?
Sacudí mi cabeza y tomé un sorbo de mi coca-cola. Su risa se calmó y me miró con cara seria.
—No tienes que comerlo, lo siento.
Tomé una respiración profunda. —No, está bien, y voy a intentarlo. Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que hiciste por mí. —Sonrió ligeramente mientras tomaba un trozo del plato y lo inspeccionaba.
—En serio, Britt, no lo hagas, sé que no quieres hacerlo.
Tomé un pequeño bocado y empecé a mascar, sus ojos me miraban fijamente mientras estaba comiendo el calamar y haciendo muecas. Sacó su teléfono y comenzó a tomar fotos de mí. —Este es un clásico —se rió. El calamar no era tan horrible como pensé que sería.
—Está bien, chica mala, trae el siguiente.
Santana echó la cabeza hacia atrás y se rió cuando la camarera trajo las vieiras y las colas de langosta. Pinché una vieira con mi tenedor y la sostuve en mi boca mientras ella sonreía y tomaba una foto. La comí y para mi sorpresa, la disfruté. Levanté una cola de langosta e hice una mueca mientras tomaba una foto. Ambas nos reímos y hablamos a lo largo de la cena. Tengo que admitir que me gustó todo, esta nueva experiencia de mariscos está bien conmigo. Puse la cabeza en su hombro y mi mano en su cintura mientras caminábamos hacia el Range Rover.
Conducimos hasta que encontramos un hotel. Sólo pasamos millones de ellos, pero la Señora vestidos Elegantes tiene que tener lo mejor, así que nos desviamos hacia el Ritz Carlton.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Uno más, ¿que les pareció? en lo personal me reí mucho con la camarera, se lo merecía. Quinn no tiene nada que ver con Rachel que solo es la hermana de Santana, si recuerdan la cena donde van juntas es para recaudar fondos para una organización a favor del autismo, entonces Santana no respondió al porque su empresa ayudaba esa organización, ahora le responde a Brittany el porque. No olviden los pequeños detalles, son importantes. Espero sus comentarios y nos vemos más tarde con un par de capitulos más. Saludos
Habíamos estado conduciendo por cuatro horas cuando Santana salió de la autopista y se detuvo por gasolina. —Voy a llenarla, y luego buscaremos algo para comer —dijo mientras salía del auto. Salí y caminé alrededor estirando mi espalda y piernas. Me acerqué a la gasolinera donde Santana bombeaba gas y le di un beso en la mejilla.
—¿Por qué fue eso? —preguntó.
—Es sólo un gracias por decirme acerca de tu familia. —Me dio esa sonrisa suya derrite corazones.
—Iré a la tienda por un par de cosas.
Entré a la tienda y me dirigí directamente a la góndola de los dulces. Escaneé las filas tratando de decidir que quería cuando Santana se acercó por detrás. —¿Vas a llenar tu cuerpo con esta basura? —preguntó.
Me volví rápidamente para enfrentarla, y una ola de mareos cayó sobre mí mientras me tropezaba hacia ella y me atrapaba. —Brittany, ¿estás bien?
Sostuve mi cabeza. —Estoy bien. Simplemente me mareé. —Me sostuvo hasta que pasó.
—Sabía que deberíamos haber esperado un día más antes de irnos. No estás lista para viajar todavía, y necesitas descansar más.
Me estaba sintiendo mejor y podría haber levantado mi cabeza de su pecho, pero me gustaba donde estaba. —Santana, deja de ser protectora, estoy bien, probablemente sean las pastillas para el dolor que tomé —mentí; nunca tomé ninguna, pero no la quería preocupándose por mí.
—Bueno, nos encontraré un hotel, y nos detendremos a descansar por el resto del día. Continuaremos mañana a primera hora. Estaremos en Ohio con un montón de tiempo para el funeral.
—Está bien, pero obtengamos algo para comer y vamos a conducir durante un par de horas más antes de detenernos para la noche. Ve a tomar una de esas pequeñas canastas de por allá —le dije a Santana mientras apuntaba hacía la puerta.
—No vas comprar tanto realmente, ¿verdad?
—Está bien Señora Lopez, si quieres saber la verdad estoy en mi síndrome premenstrual.
Dio un paso atrás y levantó sus manos. —Guau, has dicho suficiente.
Sonreí mientras tomaba una bolsa de Fritos, Cheetos, una barra de Hersey (tamaño grande), una barra de Twix, un paquete pequeño de donas de chocolate, 3 latas de Coca-Cola, una bolsa de pequeños pretzels y un tarro de Nutella. Santana miró en la canasta y luego a mí con una mirada de horror en su cara.
—Oye, fuiste tú la que quiso llevarme en este viaje. Sólo estoy tratando de mantener la paz, ya que sin estos alimentos para una mujer rubia en esta época del mes —moví mi mano—, bueno, realmente ya sabes.
Puse la canasta en el mostrador. La cajera escuchó nuestra conversación, miró hacia Santana y dijo—: Confía en ella; nosotras las rubias somos dos hojas del resumen de la locura cuando se trata de nuestro tiempo especial.
Ella sólo se quedó allí y nos miró a ambas, sin poder hablar, mientras ella pasaba por la registradora la comida. Me dio el total, y miré a Santana.
Ella me miró confundida. —¿En serio? ¿Quieres que pague por esta basura?
La cajera se inclinó sobre el mostrador y la miró directo a los ojos. — Recuerda, dos hojas del resumen de la locura.
Sacó su cartera del bolso y pagó mientras murmuraba por lo bajo. Tomó la bolsa y salió. Miré a la cajera y choqué los cinco con ella. —Gracias.
—Nosotras las rubias necesitamos estar unidas —dijo ella. Salí de la tienda sonriendo mientras ella se sentaba en el auto esperando por mí.
Nos dirigimos nuevamente a la interestatal mientras me miraba.
—¿Qué? —sonreí.
—Estás loca; sólo quería que lo supieras.
Me reí. —Oh, cariño, lo sé, pero te prometo que sólo será por unos días.
Sacudió la cabeza, y vi cuan duro trataba de luchar con una sonrisa. Vimos señales de algunos restaurantes en la interestatal. Iba a ser cortés y dejarla decidir dónde quería comer. Tomó la siguiente salida, y entramos en el paraíso de los restaurantes.
—Haga su elección Señora Lopez, la decisión es suya —dije mientras movía mi mano en círculos.
—¿En verdad no te importa donde comamos?
La miré e incliné mi cabeza. —No, elige el que quieras, me gusta casi todo.
—Está bien, entonces —sonrió—. Hay un restaurante de mariscos por allá.
Presioné mis labios y no dije nada. No me gustaban los mariscos, pero dije que era su elección, y si eso es lo que ella quería es lo que tendríamos. Deben tener algo que no tenga mariscos. Bajamos del auto mientras ella sostenía su brazo hacia mí. Puse mi brazo alrededor del suyo mientras entrábamos en el restaurante.
—Guau —dije mientras echaba una mirada alrededor a los tiburones y el pez espada montados en las paredes. Una linda rubia se acercó a nosotros y dijo que había una espera de 30 minutos, lo que era mi oportunidad de salir pitando de aquí. No me gustaba mirar a esas cosas colgadas en las paredes; son aterradoras.
—Treinta minutos es mucho tiempo para esperar Santana; quizás deberíamos ir a otro lado.
Me miró sonriendo. —Treinta minutos no es nada, y el tiempo pasará volando. Ve a mirar a las langostas por allá.
Me estremecí porque odiaba verlas en los tanques de cristal, moviéndose sin saber que estaban por ser arrojadas a una olla de agua hirviendo. Me agarró de la mano y me llevó a la barra. —Nos sentaremos aquí y tomaremos algo hasta que nos llamen.
Me senté en el taburete mientras la camarera, una mujer muy atractiva con cabello castaño largo y rizado y grandes tetas, se acercó a nosotras, pero sólo hizo contacto visual con Santana. Se inclinó sobre la barra, sin siquiera notar que estaba sentada justo al lado de ella, y con su top de corte bajo y su escote saliendo dijo—: ¿Qué va a ser, hermosa?
Ella le dio una sonrisa coqueta y se apoyó en la barra más cerca. —Quiero sexo con la camarera. —Di un grito ahogado, y con una mirada de horror en la cara, la miré.
—Un sexo con un camarero viene enseguida. —Le guiñó un ojo.
Ella me miró mientras apretaba la mandíbula y tomó una respiración profunda. No podía creer que había hecho eso y delante mío. Mordí el interior de mi mejilla y medité.
—Ummm, cariño, cuando termines su bebida no te olvides de traer esas deliciosas tetas por aquí —sonreí. La mirada en el rostro de Santana no tenía precio después de esa declaración.
—Brittany, ¿qué diablos estás haciendo? —susurró.
—¿Qué? ¿Te estoy avergonzando Señora tendré sexo con la camarera?
Ella volvió y le dio su copa, me miró y de manera irritada me preguntó qué quería. La miré e hice una mueca. —¿No crees que es justo que me des el mismo tipo de servicio que le estás dando? ¿Por qué ha de ser la única que llegue a ver tus tetas? También me gustan.
Santana arrojó algo de dinero en la barra y se puso de pie. —Vamos cariño, creo que nuestra mesa está lista.
Sonreí y le guiñé un ojo mientras ella me daba una mirada asesina y se alejó. Santana se inclinó hacia mí y susurró en mi oído—: Buen punto, niña mala.
—Lo adoras Señora Lopez y lo sabes. —Sonrió mientras la mesera nos mostraba nuestra mesa.
Abrí el menú y adivina qué, ningún ítem sin mariscos existía. Mierda, pensé para mí misma. ¿Qué iba a ordenar? Bueno, tengo un auto lleno de comida chatarra si se reduce a eso.
—¿Qué vas a pedir Brittany?
Levanté la vista de mi menú y la miré. —No estoy segura, estoy indecisa por el momento.
La mesera se acercó y pidió nuestras órdenes de bebidas. Santana habló antes de que pudiera decirle que quería un Cosmopolitan.
—Estoy bien, y ella va a pedir una Coca-cola.
Fruncí el ceño. —Quería un Cosmo, Santana.
—No después de ese pequeño truco, ¿quién sabe lo que la camarera le haría a la bebida?
Me reí y continué mirando el menú. Tan pronto como la mesera trajo mi coca-cola, nos preguntó si estábamos listas para ordenar. Santana cerró su menú y me miró. Miré a la camarera y mordí mi labio. Santana la miró. —Danos un minuto por favor. —La miré; creo que se dio cuenta que no me gustan los mariscos.
—No te gustan los mariscos, ¿verdad? —Me quedé mirándola mientras me mordía el labio inferior—. ¿Por qué no dijiste algo? —dijo mientras pasaba una mano por su cabello.
—Bueno, quería que tuvieras lo que querías.
Me miró con esos hermosos ojos negros y de repente se llenaron de maldad. No dijo una palabra, pero me estaba asustando mientras le hacía señas a la mesera para que volviera.
—Voy a pedir por ambas —dijo. Uh oh, ahora estoy en problemas.
—Vamos a empezar con una orden de calamares, piernas de cangrejo y una cola de langosta para cada uno de nosotros, también una orden de vieiras asadas.
La mesera me miró, y le dirigí una leve sonrisa. Santana cruzó sus manos y apoyó los codos en la mesa.
—¿Recuerdas los momentos en los que me hiciste comer cosas; pizza, perros calientes y no olvidemos el uso de los palillos?
Solamente la miré. Dos pueden jugar a este juego.
—Sí, lo recuerdo y estoy bien con todo lo que ordenaste.
—Eso lo veremos —sonrió.
Me incliné sobre la mesa. —Eres una mujer despiadada, Santana Lopez.
Se inclinó más cerca hasta que estábamos cara a cara. —No tan despiadada como tú, querida. —Me senté de nuevo, sonreía y me deleitaba en el momento en que me llamó querida.
La mesera regresó y puso el calamar en el centro de la mesa. Lo miré a él y luego a Santana. Saqué mi teléfono y busqué en Google Calamar; mis ojos se abrieron cuando apareció “Calamardo”. Levanté la mirada a Santana; se estaba riendo de mí.
—Lo buscaste en Google, ¿verdad?
Sacudí mi cabeza y tomé un sorbo de mi coca-cola. Su risa se calmó y me miró con cara seria.
—No tienes que comerlo, lo siento.
Tomé una respiración profunda. —No, está bien, y voy a intentarlo. Es lo menos que puedo hacer después de todo lo que hiciste por mí. —Sonrió ligeramente mientras tomaba un trozo del plato y lo inspeccionaba.
—En serio, Britt, no lo hagas, sé que no quieres hacerlo.
Tomé un pequeño bocado y empecé a mascar, sus ojos me miraban fijamente mientras estaba comiendo el calamar y haciendo muecas. Sacó su teléfono y comenzó a tomar fotos de mí. —Este es un clásico —se rió. El calamar no era tan horrible como pensé que sería.
—Está bien, chica mala, trae el siguiente.
Santana echó la cabeza hacia atrás y se rió cuando la camarera trajo las vieiras y las colas de langosta. Pinché una vieira con mi tenedor y la sostuve en mi boca mientras ella sonreía y tomaba una foto. La comí y para mi sorpresa, la disfruté. Levanté una cola de langosta e hice una mueca mientras tomaba una foto. Ambas nos reímos y hablamos a lo largo de la cena. Tengo que admitir que me gustó todo, esta nueva experiencia de mariscos está bien conmigo. Puse la cabeza en su hombro y mi mano en su cintura mientras caminábamos hacia el Range Rover.
Conducimos hasta que encontramos un hotel. Sólo pasamos millones de ellos, pero la Señora vestidos Elegantes tiene que tener lo mejor, así que nos desviamos hacia el Ritz Carlton.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Uno más, ¿que les pareció? en lo personal me reí mucho con la camarera, se lo merecía. Quinn no tiene nada que ver con Rachel que solo es la hermana de Santana, si recuerdan la cena donde van juntas es para recaudar fondos para una organización a favor del autismo, entonces Santana no respondió al porque su empresa ayudaba esa organización, ahora le responde a Brittany el porque. No olviden los pequeños detalles, son importantes. Espero sus comentarios y nos vemos más tarde con un par de capitulos más. Saludos
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Lo de la hermana de santana y su sobrino ya lo entendi lo que todavia no entiendo quien es quinn en esta historia bueno mas adelante lo sabremos
Hasta la siguiente actualizacion
Saludos
Hasta la siguiente actualizacion
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Hola de nuevo!!
Cuando escribis que vienen mas capitulo me haces feliz jajaja!!!
Saludos
Cuando escribis que vienen mas capitulo me haces feliz jajaja!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Jajjajaja!! Muy buen cap!!
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Estos capítulos me encantaron cómo todos los demás, pero no me gusta que la entrometida ya tenga nombre.
Espero los siguientes capítulos.
Espero los siguientes capítulos.
Linda23**** - Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/12/2013
Capitulo 20
CAPITULO 20
Nos detuvimos mientras ella le dejaba su Range Rover al valet del aparcamiento. Se acercó al mostrador y les dio su apellido. Observé a las chicas de detrás del mostrador reírse y mirarle. Ella debió de haberlas visto porque les dedicó su sonrisa coqueta. Hice rodar los ojos.
El botones llevó nuestras maletas y nos guió hasta el ascensor. — Bienvenidas al Ritz Carlton, Señoras, es el mejor lugar para iniciar su luna de miel.
Miré a Santana cuando empezó a hablar—: Oh, nosotras no… —Le corté.
—Muchas gracias, lo que mi esposa está intentando decir es que no nos quedaremos mucho tiempo. —Santana me dedicó una mirada perpleja.
El ascensor nos llevó a la Suite Presidencial. La puerta se abrió y miré hacia Santana. —¿La Suite Presidencial, de verdad, para una noche?
—No tendré nada excepto la mejor habitación para mi hermosa esposa. ¿No es hermosa mi esposa? —le preguntó Santana al botones con una amplia sonrisa.
—Sí, señora, es muy hermosa. —Miré a Santana y luego le sonreí al botones.
—Querida esposa, asegúrate de que le das una buena propina a este joven tan agradable.
Sacó un fajo de billetes del bolso y empezó a hojear a través de ellos. Caminé hacia ella y agarré un billete de cien dólares y se lo entregué al botones.
—¿Tienes novia o esposa? —pregunté.
—Sí, tengo, gracias señora.
—Ve y cómprarle algo bonito, quizás un bonito collar. —Santana me miró y apretó la mandíbula.
—Gracias, señora. —dijo emocionado mientras salía cerrando la puerta detrás de él.
—¿De verdad, una propina de cien dólares?
—Bueno, es lo que le diste de propina al taxista.
—¿Taxista?, ¿de qué estás hablando?
—La noche que te llevé a casa, tuve que pagar al conductor, y no tenía suficiente dinero, así que cogí tu cartera y le di un billete de cien; eso fue antes de que me dijeras que ibas a follarme realmente duro.
Su mandíbula cayó. —¿Te dije eso?
Sonreí. —Sí, pero estabas borracha, así que te perdono.
Comenzó a caminar hacia mí. —Cien dólares —siguió diciendo mientras sonreía con una mirada juguetona en sus ojos.
—Santana, relájate, es sólo dinero, y tú misma has dicho que tienes un montón.
Se dirigía directamente hacia mí. Grité y corrí hasta detrás de una silla; ella comenzó a acecharme alrededor de la habitación diciendo una y otra vez—: Cien dólares.
Me atrapó cuando corrí hacia la habitación y me lanzó sobre la cama. Se sentó a horcajadas y me sujetó los brazos por encima de la cabeza. Estábamos ambas sin respiración, bajó la vista hacia mí y me miró fijamente a los ojos. Dejé de luchar y le sostuve la mirada; mi corazón estaba acelerado y mi piel ardiendo. Me dolía el cuerpo por ella, y mis labios le suplicaban que me besara. Sostuvo mis muñecas y bajó la cabeza hasta que sus labios rozaron suavemente los míos. Me miró de nuevo y soltó mis muñecas. Acarició mi mejilla con suavidad con el dorso de la mano y me miró a los ojos mientras yo movía mis manos por su pelo. Tragó con fuerza. Podía oír el fuerte latido de su corazón; se sentía del mismo modo que yo. Me miró como si estuviera buscando mi alma; luego sus labios tocaron los míos cuando nos besamos, y cayó sobre mí mientras nuestras lenguas se encontraban por primera vez. Este era nuestro primer beso, y estaba lleno de tanta pasión y emoción. Fue suave, sin forzarme. Se tomó su tiempo explorando mi boca de tal forma que me hizo sentir amada. De repente rompió el beso y se apartó, separándose de mí y sentándose en el borde de la cama.
—Lo siento, Britt, no puedo.
¿No puede? ¿Básicamente viola mi boca y ahora se sienta allí y dice que no puede? Una ola de dolor y rechazo asaltó mi cuerpo.
—¿Por qué no, Santana, por qué no soy una de tus putas? —Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
Se levantó y me miró. —Tú no eres una puta, simplemente no puedo, Britt.
Me senté y le rogué. —Por favor, sólo dime qué está mal y por qué no me deseas.
—Te deseo, Brittany, ese es el problema; te deseo jodidamente demasiado.
—¿Cómo es eso un problema? —grité.
Se volvió y me miró con furia en los ojos. —Tú no quieres conocer mi yo real. No soy una buena persona; uso a las mujeres para el sexo. No puedo tener relaciones reales; no quiero hacerlo.
—No tenemos que tener una relación; podemos ser sólo amigas con beneficios.
Sí, allí estaba, acababa de gritarle la cosa que más odiaba a la mujer de la que me estaba enamorando. Se quedó allí de pie y se pasó las manos a través del pelo. Me acerqué a ella.
—Santana, por favor, te necesito. —Una única lágrima cayó de mi ojo.
—No, Britt, no me hagas esto a mí, a nosotras; no puedo dormir contigo.
La ira y la rabia crecieron en mi interior. Ella no me daría una respuesta correcta o una explicación, así que hice lo que mejor hago.
—Que te jodan, Santana Lopez, que te jodan. —Me di la vuelta y salí de la habitación, cogí mi bolso y me dirigí hacia la puerta. Santana me siguió.
—No te atrevas a salir por esa puerta, Brittany —gritó.
Puse la mano sobre el picaporte y lo sostuve por un segundo mientras tomaba una profunda respiración. Empecé a abrir la puerta, cuando Santana se acercó por detrás de mí y la cerró de golpe. Me dio la vuelta y me empujó contra la puerta.
—Follo mujeres por el placer que eso supone, no hay emoción para mí cuando las follo; nunca ha habido. —Más lágrimas cayeron por mis mejillas—Las seduzco, las uso, las follo y las dejo. ¿Es eso lo que quieres? ¿Es así cómo quieres que te trate? —me gritó—. Tú eres diferente, Brittany, y me asustas. Me haces sentir cosas que nunca antes he sentido. Eres todo en lo que pienso día y noche. Me siento vacía por dentro cuando no estás alrededor. ¿No lo entiendes? No se supone que sea de esta manera, y si me acuesto contigo todo esto se arruinará.
—¿Qué te pasó para hacerte de esta manera? —susurré.
Apartó la mirada mientras aún tenía mi cuerpo pegado contra la puerta.
—Tuve una novia cuando tenía dieciocho años. Empezó a volverse obsesiva y quería pasar cada minuto del día conmigo. Fue demasiado para tratar de mantenerla feliz y sentía que me ahogaba, así que rompí con ella. —Hizo una pausa y alzó la vista hacia mí mientras sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas—Se suicidó dos días después. Dejó una nota explicando que si no podía tenerme, entonces no quería vivir y les dijo a todos que me culparan de su suicidio. —Tomó mis muñecas y les dio la vuelta—Ves, es por eso que me siento triste cuando veo esto en ti. Es un recuerdo de lo que hice, y de cómo la maté. —Me quedé sin aliento ante sus palabras mientras rompía su agarre y ahuecaba su rostro con mis manos.
—Tú no hiciste nada malo, no fue culpa tuya que ella se suicidara. Fue su debilidad e incapacidad de hacerle frente; no puedes culparte a ti misma.
—Después de eso juré que nunca me enamoraría o me involucraría emocionalmente con otra mujer, pero contigo es demasiado tarde, ya estoy emocionalmente ligada y estoy haciendo todo lo posible para detenerme a mí misma, pero no puedo. —Se dio la vuelta, con la respiración agitada.
Fui hasta ella y envolví mis brazos alrededor de su cintura. —Estoy emocionalmente ligada y todo dentro de mí me dice que me mantenga alejada, pero veo un lado de ti que no creo que le permitas ver a otras personas; una mujer cariñosa, tierna y dulce que daría su mundo por alguien que le importa.
Se dio la vuelta y me miró. Antes de darme cuenta, sus labios estaban sobre los míos, besándome apasionada y calurosamente. Nuestras lenguas bailaban la una con la otra cuando empezamos a caminar hacia la habitación. Mi corazón corría con el suyo, y mi cuerpo sufría por su toque. Me depositó con delicadeza sobre la cama mientras levantaba mi camisa y me la quitaba suavemente. Se arrancó la blusa y se desabrochó los jeans sin apartar los ojos de mí quedando solo en sujetador. Me puse de pie, me quité los pantalones y los tiré al suelo. Me tumbe sobre la cama con sólo mi sujetador y bragas mientras ella examinaba mi cuerpo medio desnudo.
—Eres tan malditamente hermosa —susurró pasando su mano arriba y abajo por mi estómago. Se subió encima de mí y envolví mis brazos alrededor de su cuello. Sus labios encontraron los míos por un breve segundo hasta que su lengua empezó a explorar mi cuello. Gemí e incliné la cabeza para darle pleno acceso. Arqueé la espalda mientras ella bajaba los tirantes de mi sujetador y exponía mis pechos. Gimió suavemente, degustando cada pezón y trazando círculos con su lengua por mi estómago. Presioné mis caderas contra las suyas intentando sentir un poco más de fricción con su cuerpo, pude sentir su calor lo que me hizo necesitarle aún más.
Con mi mano tiré de la parte delantera de sus pantalones mientras ella gemía. Trazó el borde de mi ropa interior con ligereza, sus dedos haciendo su camino hacia el punto en el que más la necesitaba. Hizo círculos con sus dedos a su alrededor antes de insertarlos suavemente en mi interior. —Estás tan húmeda, Brittany. Dios, te deseo —gimió, llevando sus labios hasta los míos. Movió sus dedos dentro de mí, con un delicado movimiento de entrada y salida—. Prometo que seré delicada contigo, pero si soy demasiado brusca, prométeme que me detendrás.
Sacudí la cabeza mientras le ayudaba a quitarse los pantalones, el sujetador y las bragas. Se deslizo sobre mi cuerpo, estremeciéndome con cada roce de su piel sobre la mía, sentí sus manos recorrer mi piel hasta que su mano quedo entre nosotras, mirándome a los ojos sentí como invadía mi interior y comenzaba a moverse lentamente, con cada pequeño avance, lento y constante. Una vez que estuvo totalmente dentro de mí, su empuje se hizo más rápido. Grité por la excitación. Su toque era suave y duro a la vez y me llenaba de tanto placer, algo como nunca antes había experimentado. Mis manos viajaron a su trasero mientras se movía, logrando que sus dedos entraran y salieran de mí, estabilizando su movimiento. Llevó su boca a mis pechos, lamiendo y mordiendo suavemente mis pezones. Esto era lo que yo necesitaba. Era lo que quise desde el momento en el que la vi de pie en su cocina. Mis manos se movieron arriba y abajo por su espalda mientras yo empezaba a elevarme; sus gemidos parecieron hacerse más altos y sus golpes más contundentes. Tomó mi pierna y la envolvió alrededor de su cintura, logrando que cada embestida fuera más profunda, pude ver como su rostro se contraía por el placer que ella también estaba obteniendo y eso me coloco en el borde junto a ella.
—Vente conmigo, Britt. Vamos, nena —susurró en mi oído. Empecé a gritar cuando el placer se hizo tan intenso que estaba a punto de explotar. Una embestida más y eso fue todo, grité el nombre de Santana mientras mi cuerpo se sacudía por el placer y ella me llevaba a un lugar en el que nunca había estado.
—Cristo, Brittany, te sientes tan bien.
Sus gemidos crecieron cuando gritó mi nombre llenándome con su calor. Me miró, jadeando, mientras acariciaba mi rostro con su mano y se bajaba de encima de mí. Envolvió sus manos alrededor de mi cabeza y se enterró en mi cuello. Los rápidos latidos de nuestros corazones empezaron a disminuir, al igual que nuestras respiraciones. Estaba hecho; no había vuelta atrás, y tenía miedo de estar dirigiéndome a dolores de cabeza y problemas.
Se sentó y tiró suavemente de mí para que cayera contra su costado, mirándome. Me tumbé a su lado, de cara a ella, mientras me apartaba delicadamente el pelo de mi rostro.
—Eres increíble —sonrió.
Me sonrojé. —No, tú eres increíble; nunca había sentido nada como esto antes.
Me dio un beso en la nariz. —¿Puedo ser honesta contigo? —Oh, Dios, pensé, ¿qué hice mal?
—Por supuesto que puedes. Puedes decirme cualquier cosa.
Trazó el contorno de mi mandíbula con el dedo, pasándolos suavemente por mis labios. —Has dicho que nunca habías sentido nada como esto antes. Yo tampoco lo he hecho. Era como si estuviera teniendo sexo por primera vez.
Tomé su mano y la besé. —Eso es porque nosotras hicimos el amor, Santana. No era sólo un acto sexual; era sexo con sentimientos y emoción.
—Me acercó a ella y rozó mis labios con los suyos tan suavemente, que podría haberme corrido en ese mismo momento. Sin necesidad de decirlo, ¡eso empezó la segunda ronda!
____________________________________________________________________________
Historia original Forever de Sandi Lynn.
Sorpresa con este capitulo, quiero sus comentarios, sus impresiones, emociones, ¿Se lo esperaban? Imaginaron cual sería el motivo de que Santana no quisiera tener una relación con nadie, ¿Que piensan de sus motivos para no querer enamorarse?
La sombra de Santana tiene nombre, la mujer que siempre aparece y lo seguira haciendo es Quinn.
Espero sus comentarios, posiblemente deje otros dos capitulos, saludos.
Nos detuvimos mientras ella le dejaba su Range Rover al valet del aparcamiento. Se acercó al mostrador y les dio su apellido. Observé a las chicas de detrás del mostrador reírse y mirarle. Ella debió de haberlas visto porque les dedicó su sonrisa coqueta. Hice rodar los ojos.
El botones llevó nuestras maletas y nos guió hasta el ascensor. — Bienvenidas al Ritz Carlton, Señoras, es el mejor lugar para iniciar su luna de miel.
Miré a Santana cuando empezó a hablar—: Oh, nosotras no… —Le corté.
—Muchas gracias, lo que mi esposa está intentando decir es que no nos quedaremos mucho tiempo. —Santana me dedicó una mirada perpleja.
El ascensor nos llevó a la Suite Presidencial. La puerta se abrió y miré hacia Santana. —¿La Suite Presidencial, de verdad, para una noche?
—No tendré nada excepto la mejor habitación para mi hermosa esposa. ¿No es hermosa mi esposa? —le preguntó Santana al botones con una amplia sonrisa.
—Sí, señora, es muy hermosa. —Miré a Santana y luego le sonreí al botones.
—Querida esposa, asegúrate de que le das una buena propina a este joven tan agradable.
Sacó un fajo de billetes del bolso y empezó a hojear a través de ellos. Caminé hacia ella y agarré un billete de cien dólares y se lo entregué al botones.
—¿Tienes novia o esposa? —pregunté.
—Sí, tengo, gracias señora.
—Ve y cómprarle algo bonito, quizás un bonito collar. —Santana me miró y apretó la mandíbula.
—Gracias, señora. —dijo emocionado mientras salía cerrando la puerta detrás de él.
—¿De verdad, una propina de cien dólares?
—Bueno, es lo que le diste de propina al taxista.
—¿Taxista?, ¿de qué estás hablando?
—La noche que te llevé a casa, tuve que pagar al conductor, y no tenía suficiente dinero, así que cogí tu cartera y le di un billete de cien; eso fue antes de que me dijeras que ibas a follarme realmente duro.
Su mandíbula cayó. —¿Te dije eso?
Sonreí. —Sí, pero estabas borracha, así que te perdono.
Comenzó a caminar hacia mí. —Cien dólares —siguió diciendo mientras sonreía con una mirada juguetona en sus ojos.
—Santana, relájate, es sólo dinero, y tú misma has dicho que tienes un montón.
Se dirigía directamente hacia mí. Grité y corrí hasta detrás de una silla; ella comenzó a acecharme alrededor de la habitación diciendo una y otra vez—: Cien dólares.
Me atrapó cuando corrí hacia la habitación y me lanzó sobre la cama. Se sentó a horcajadas y me sujetó los brazos por encima de la cabeza. Estábamos ambas sin respiración, bajó la vista hacia mí y me miró fijamente a los ojos. Dejé de luchar y le sostuve la mirada; mi corazón estaba acelerado y mi piel ardiendo. Me dolía el cuerpo por ella, y mis labios le suplicaban que me besara. Sostuvo mis muñecas y bajó la cabeza hasta que sus labios rozaron suavemente los míos. Me miró de nuevo y soltó mis muñecas. Acarició mi mejilla con suavidad con el dorso de la mano y me miró a los ojos mientras yo movía mis manos por su pelo. Tragó con fuerza. Podía oír el fuerte latido de su corazón; se sentía del mismo modo que yo. Me miró como si estuviera buscando mi alma; luego sus labios tocaron los míos cuando nos besamos, y cayó sobre mí mientras nuestras lenguas se encontraban por primera vez. Este era nuestro primer beso, y estaba lleno de tanta pasión y emoción. Fue suave, sin forzarme. Se tomó su tiempo explorando mi boca de tal forma que me hizo sentir amada. De repente rompió el beso y se apartó, separándose de mí y sentándose en el borde de la cama.
—Lo siento, Britt, no puedo.
¿No puede? ¿Básicamente viola mi boca y ahora se sienta allí y dice que no puede? Una ola de dolor y rechazo asaltó mi cuerpo.
—¿Por qué no, Santana, por qué no soy una de tus putas? —Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas.
Se levantó y me miró. —Tú no eres una puta, simplemente no puedo, Britt.
Me senté y le rogué. —Por favor, sólo dime qué está mal y por qué no me deseas.
—Te deseo, Brittany, ese es el problema; te deseo jodidamente demasiado.
—¿Cómo es eso un problema? —grité.
Se volvió y me miró con furia en los ojos. —Tú no quieres conocer mi yo real. No soy una buena persona; uso a las mujeres para el sexo. No puedo tener relaciones reales; no quiero hacerlo.
—No tenemos que tener una relación; podemos ser sólo amigas con beneficios.
Sí, allí estaba, acababa de gritarle la cosa que más odiaba a la mujer de la que me estaba enamorando. Se quedó allí de pie y se pasó las manos a través del pelo. Me acerqué a ella.
—Santana, por favor, te necesito. —Una única lágrima cayó de mi ojo.
—No, Britt, no me hagas esto a mí, a nosotras; no puedo dormir contigo.
La ira y la rabia crecieron en mi interior. Ella no me daría una respuesta correcta o una explicación, así que hice lo que mejor hago.
—Que te jodan, Santana Lopez, que te jodan. —Me di la vuelta y salí de la habitación, cogí mi bolso y me dirigí hacia la puerta. Santana me siguió.
—No te atrevas a salir por esa puerta, Brittany —gritó.
Puse la mano sobre el picaporte y lo sostuve por un segundo mientras tomaba una profunda respiración. Empecé a abrir la puerta, cuando Santana se acercó por detrás de mí y la cerró de golpe. Me dio la vuelta y me empujó contra la puerta.
—Follo mujeres por el placer que eso supone, no hay emoción para mí cuando las follo; nunca ha habido. —Más lágrimas cayeron por mis mejillas—Las seduzco, las uso, las follo y las dejo. ¿Es eso lo que quieres? ¿Es así cómo quieres que te trate? —me gritó—. Tú eres diferente, Brittany, y me asustas. Me haces sentir cosas que nunca antes he sentido. Eres todo en lo que pienso día y noche. Me siento vacía por dentro cuando no estás alrededor. ¿No lo entiendes? No se supone que sea de esta manera, y si me acuesto contigo todo esto se arruinará.
—¿Qué te pasó para hacerte de esta manera? —susurré.
Apartó la mirada mientras aún tenía mi cuerpo pegado contra la puerta.
—Tuve una novia cuando tenía dieciocho años. Empezó a volverse obsesiva y quería pasar cada minuto del día conmigo. Fue demasiado para tratar de mantenerla feliz y sentía que me ahogaba, así que rompí con ella. —Hizo una pausa y alzó la vista hacia mí mientras sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas—Se suicidó dos días después. Dejó una nota explicando que si no podía tenerme, entonces no quería vivir y les dijo a todos que me culparan de su suicidio. —Tomó mis muñecas y les dio la vuelta—Ves, es por eso que me siento triste cuando veo esto en ti. Es un recuerdo de lo que hice, y de cómo la maté. —Me quedé sin aliento ante sus palabras mientras rompía su agarre y ahuecaba su rostro con mis manos.
—Tú no hiciste nada malo, no fue culpa tuya que ella se suicidara. Fue su debilidad e incapacidad de hacerle frente; no puedes culparte a ti misma.
—Después de eso juré que nunca me enamoraría o me involucraría emocionalmente con otra mujer, pero contigo es demasiado tarde, ya estoy emocionalmente ligada y estoy haciendo todo lo posible para detenerme a mí misma, pero no puedo. —Se dio la vuelta, con la respiración agitada.
Fui hasta ella y envolví mis brazos alrededor de su cintura. —Estoy emocionalmente ligada y todo dentro de mí me dice que me mantenga alejada, pero veo un lado de ti que no creo que le permitas ver a otras personas; una mujer cariñosa, tierna y dulce que daría su mundo por alguien que le importa.
Se dio la vuelta y me miró. Antes de darme cuenta, sus labios estaban sobre los míos, besándome apasionada y calurosamente. Nuestras lenguas bailaban la una con la otra cuando empezamos a caminar hacia la habitación. Mi corazón corría con el suyo, y mi cuerpo sufría por su toque. Me depositó con delicadeza sobre la cama mientras levantaba mi camisa y me la quitaba suavemente. Se arrancó la blusa y se desabrochó los jeans sin apartar los ojos de mí quedando solo en sujetador. Me puse de pie, me quité los pantalones y los tiré al suelo. Me tumbe sobre la cama con sólo mi sujetador y bragas mientras ella examinaba mi cuerpo medio desnudo.
—Eres tan malditamente hermosa —susurró pasando su mano arriba y abajo por mi estómago. Se subió encima de mí y envolví mis brazos alrededor de su cuello. Sus labios encontraron los míos por un breve segundo hasta que su lengua empezó a explorar mi cuello. Gemí e incliné la cabeza para darle pleno acceso. Arqueé la espalda mientras ella bajaba los tirantes de mi sujetador y exponía mis pechos. Gimió suavemente, degustando cada pezón y trazando círculos con su lengua por mi estómago. Presioné mis caderas contra las suyas intentando sentir un poco más de fricción con su cuerpo, pude sentir su calor lo que me hizo necesitarle aún más.
Con mi mano tiré de la parte delantera de sus pantalones mientras ella gemía. Trazó el borde de mi ropa interior con ligereza, sus dedos haciendo su camino hacia el punto en el que más la necesitaba. Hizo círculos con sus dedos a su alrededor antes de insertarlos suavemente en mi interior. —Estás tan húmeda, Brittany. Dios, te deseo —gimió, llevando sus labios hasta los míos. Movió sus dedos dentro de mí, con un delicado movimiento de entrada y salida—. Prometo que seré delicada contigo, pero si soy demasiado brusca, prométeme que me detendrás.
Sacudí la cabeza mientras le ayudaba a quitarse los pantalones, el sujetador y las bragas. Se deslizo sobre mi cuerpo, estremeciéndome con cada roce de su piel sobre la mía, sentí sus manos recorrer mi piel hasta que su mano quedo entre nosotras, mirándome a los ojos sentí como invadía mi interior y comenzaba a moverse lentamente, con cada pequeño avance, lento y constante. Una vez que estuvo totalmente dentro de mí, su empuje se hizo más rápido. Grité por la excitación. Su toque era suave y duro a la vez y me llenaba de tanto placer, algo como nunca antes había experimentado. Mis manos viajaron a su trasero mientras se movía, logrando que sus dedos entraran y salieran de mí, estabilizando su movimiento. Llevó su boca a mis pechos, lamiendo y mordiendo suavemente mis pezones. Esto era lo que yo necesitaba. Era lo que quise desde el momento en el que la vi de pie en su cocina. Mis manos se movieron arriba y abajo por su espalda mientras yo empezaba a elevarme; sus gemidos parecieron hacerse más altos y sus golpes más contundentes. Tomó mi pierna y la envolvió alrededor de su cintura, logrando que cada embestida fuera más profunda, pude ver como su rostro se contraía por el placer que ella también estaba obteniendo y eso me coloco en el borde junto a ella.
—Vente conmigo, Britt. Vamos, nena —susurró en mi oído. Empecé a gritar cuando el placer se hizo tan intenso que estaba a punto de explotar. Una embestida más y eso fue todo, grité el nombre de Santana mientras mi cuerpo se sacudía por el placer y ella me llevaba a un lugar en el que nunca había estado.
—Cristo, Brittany, te sientes tan bien.
Sus gemidos crecieron cuando gritó mi nombre llenándome con su calor. Me miró, jadeando, mientras acariciaba mi rostro con su mano y se bajaba de encima de mí. Envolvió sus manos alrededor de mi cabeza y se enterró en mi cuello. Los rápidos latidos de nuestros corazones empezaron a disminuir, al igual que nuestras respiraciones. Estaba hecho; no había vuelta atrás, y tenía miedo de estar dirigiéndome a dolores de cabeza y problemas.
Se sentó y tiró suavemente de mí para que cayera contra su costado, mirándome. Me tumbé a su lado, de cara a ella, mientras me apartaba delicadamente el pelo de mi rostro.
—Eres increíble —sonrió.
Me sonrojé. —No, tú eres increíble; nunca había sentido nada como esto antes.
Me dio un beso en la nariz. —¿Puedo ser honesta contigo? —Oh, Dios, pensé, ¿qué hice mal?
—Por supuesto que puedes. Puedes decirme cualquier cosa.
Trazó el contorno de mi mandíbula con el dedo, pasándolos suavemente por mis labios. —Has dicho que nunca habías sentido nada como esto antes. Yo tampoco lo he hecho. Era como si estuviera teniendo sexo por primera vez.
Tomé su mano y la besé. —Eso es porque nosotras hicimos el amor, Santana. No era sólo un acto sexual; era sexo con sentimientos y emoción.
—Me acercó a ella y rozó mis labios con los suyos tan suavemente, que podría haberme corrido en ese mismo momento. Sin necesidad de decirlo, ¡eso empezó la segunda ronda!
____________________________________________________________________________
Historia original Forever de Sandi Lynn.
Sorpresa con este capitulo, quiero sus comentarios, sus impresiones, emociones, ¿Se lo esperaban? Imaginaron cual sería el motivo de que Santana no quisiera tener una relación con nadie, ¿Que piensan de sus motivos para no querer enamorarse?
La sombra de Santana tiene nombre, la mujer que siempre aparece y lo seguira haciendo es Quinn.
Espero sus comentarios, posiblemente deje otros dos capitulos, saludos.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
No me esperaba para nada este capitulo
Menos lo que escondia santana
Ahora quiero saber la conexion de santana con quinn
Y ya quiero saber tambien lo que esconde britt
Saludos
Y si porfavor deja los otros capitulos
Gracias!
Menos lo que escondia santana
Ahora quiero saber la conexion de santana con quinn
Y ya quiero saber tambien lo que esconde britt
Saludos
Y si porfavor deja los otros capitulos
Gracias!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Juaaaaaaa inesperadisimo todo en este capitulo!!!!!
Me encanto.
Por favor regalanos mas capítulos!!!!
Me encanto.
Por favor regalanos mas capítulos!!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Woooow!!! este capitulo ha sido el mejor!!! Ahora entiendo porque Santana no quería involucrarse con alguien y sigo intrigada por lo que esconde Britt... ¿Qué le preocupa tanto?
Esperando próxima actu!!
Esperando próxima actu!!
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Capitulo 21
CAPITULO 21
Me desperté la mañana siguiente acurrucada en los brazos de Santana. Me sostenía firmemente mientras mi cabeza descansaba en su pecho. Abrí los ojos, y por primera vez en mi vida, sentí paz y serenidad. Ella me hacía sentir entera y segura como jamás me había sentido. Hicimos el amor tres veces anoche, y fue la experiencia más hermosa que jamás he tenido, nada que ver con Tom. Sentía pasión y amor con Santana; era como si no pudiéramos tener suficiente de la otra.
Finalmente tuvimos nuestro momento, y ahora me enfrentaba a un nuevo problema. Tenía un secreto que podría destruir a esta mujer que finalmente se había entregado a mí.
—Buen día, nena —dijo Santana mientras me besaba en la cabeza.
Levanté la mirada y le sonreí.
—Buen día, ¿dormiste bien?
—Dormí genial, ¿qué tal tú? —preguntó.
Pasé mi dedo suavemente alrededor de su pecho.
—Sí, también; alguien me dejó exhausta. —Sonrió mientras yo me movía más cerca de su rostro, cubriendo mi boca con la mano—. Tengo mal aliento en la mañana.
Rió, y antes de saberlo, estaba acostada de espaldas con ella encima de mí.
—No me importa, no me molesta ni un poco.
Le eché un vistazo al reloj.
—Mira la hora; tenemos que salir de aquí, o jamás vamos a llegar a tiempo al funeral.
Santana se deslizó fuera de mí, salió de la cama, y sostuvo su mano hacia mí.
—Parece que tendremos que ducharnos juntas para ahorrar tiempo—Me mordí el labio inferior mientras tomaba su mano y caminamos al baño.
Habría preferido el agua un poco más caliente, pero con lo que estábamos haciendo, ya estaba lo suficientemente cálida. Ella sujetó mis brazos contra la pared de la ducha y me tomó desde atrás, besándome el cuello mientras movía sus dedos dentro y fuera de mí. Dejó ir mis brazos mientras agarraba un pecho con su mano, frotándolo y sintiéndolo mientras que profundos gemidos salían de la parte trasera de su garganta. Se movía perfectamente y ya me tenía lista para venirme en el minuto en que me tocaba.
—¿Estás lista, Britt? —jadeó.
Gemí con cada empuje profundo.
—Sí, córrete conmigo, Santana —rogué.
Las palabras fueron suficientes para ella mientras sus sexys gemidos se hacían más fuertes. Empujó más fuerte dentro de mí, con cada roce podía sentir su humedad golpear mi trasero, y sentí su calidez. Me sostuvo fuerte mientras ambas nos hundíamos en el suelo de la ducha, y nos sentamos allí con pura dicha.
Una vez que fuimos capaces de salir de la ducha, nos vestimos, y me senté en la cama un momento mientras comenzaba a sentirme un poco débil y cansada.
—¿Qué va mal, nena? —preguntó Santana mientras se paraba a mi lado.
Sonreí para esconder lo que sentía en realidad.
—Nada, sólo estoy sentada mirando alrededor y deseando que pudiéramos pasar otra noche aquí; es tan hermoso.
Tomó mi mano y me ayudó a levantarme.
—Habrá cientos de hoteles en nuestro futuro, no te preocupes. —Sonreí cuando usó la palabra futuro, lo que significaba una relación.
¿Qué he hecho? Necesito decirle algo, pero no puedo, no ahora. Una vez que volvamos a Nueva York, le diré todo y observaré su perfecto corazón roto. Las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos mientras me miraba.
—¿Brittany qué pasa contigo? ¿Por qué luces como si fueras a llorar? — Envolvió sus brazos alrededor mío.
—Simplemente estoy tan feliz, eso es todo; me has hecho tan feliz.
—Tú también me has hecho feliz, nena; ni siquiera puedo decirte cuánto.
Me besó y agarró nuestros equipajes mientras nos dirigíamos de vuelta por la carretera hacia Ohio. La seguí por detrás intentando luchar contra las lágrimas.
Estábamos manejando y decidiendo la música de quién escucharíamos. A ella le gustaba más que nada el rock clásico, y yo era más una chica del tipo pop contemporáneo, así que nos pusimos de acuerdo y escuchamos un poco de cada uno. Eventualmente iba a lograr que pasara a mi lado de la música, pero eso iba a necesitar un poco más de trabajo.
Su teléfono estaba entre nosotras en la consola, y sonó. Le eché un vistazo y vi aparecer el nombre de Quinn. De repente, mi estómago se contrajo en puños; me sentía enferma y comencé a sudar. De ninguna manera en el jodido infierno ella iba a seguir hablándole o viéndola. Presionó ignorar y mantuvo la cabeza observando firme hacia el frente en el camino. Ella era alguien de quien necesitaba saber, e iba a ser doloroso, pero Santana ahora es mía y me va a tener que decir la verdad. Respiré profundamente.
—¿Quién es ella, Santana? —Levanté la mano y apagué la radio.
Suspiró fuertemente. —Sabía que me ibas a preguntar.
—De acuerdo, entonces necesitas contarme sobre ella si vamos a seguir adelante.
Tomó mi mano y la levantó hacia sus labios.
—No quiero hablar de ella ahora, Brittany, el auto no es el lugar.
—Bien. Esperaré, y discutiremos sobre ella más tarde. Pero sea lo que sea que me digas estará bien porque las cosas con nosotras son diferentes ahora, y vamos a poner todo nuestra carga emocional en el pasado, ¿de acuerdo?
Me echó un vistazo y sonrió.
—Puedes apostar a que lo haremos.
—Tengo una pregunta para ti —dije mientras tomaba el envoltorio de mi barra de chocolate Twix—. Denny me dijo que has sido diferente desde que me conociste.
Rodó sus ojos.
—Denny no debería decirte cosas como esa, pero es verdad. Me intrigaste en el momento en que te vi en mi cocina. Cuando me desperté y escuché a alguien en la cocina, bajé las escaleras para gritarle a quien sea que fuera por hacer tanto ruido. Imagina mi sorpresa cuando vi a esta hermosa extraña parada allí haciendo café.
—Sí, pero me gritaste sobre tus reglas.
Se encogió de hombros.
—Bueno, creí que te había traído a casa desde el club; perdón por eso. —Le di una bofetada a su brazo. Sonrió mientras miraba la carretera en frente—. Cuando me dijiste lo que habías hecho por mí y me demostraste tal actitud, fue en ese momento que supe que no podría dejarte salir de mi vida. Denny lo sabía porque seguía hablando acerca de ti y no me daba cuenta. —Reí y me estiré para besarle la mejilla, pero en su lugar metí la barra Twix en su boca.
Llegamos a Ohio cuando me comenzaba a poner más nerviosa de estar de vuelta en un lugar que albergaba tantos malos recuerdos. Santana debió haberlo sentido por mi reacción. Cuando vi el cartel de Bienvenidos a Ohio, agarró mi mano y la sostuvo con fuerza. Mi teléfono sonó y era Hanna llamando.
—Hola, Hanna —respondí.
—Oh por Dios, Britt, tengo que contarte sobre mi fantástica cita con la Doctora Ardiente anoche.
Comencé a reír.
—Entonces, ¿te las arreglaste para que te invitara a salir? —La pongo en altavoz para que Santana pueda oír.
—No, yo la invité, y fuimos a cenar, luego a un club y de vuelta a su casa. Britt, fue fenomenal. Folla como nadie jamás lo ha hecho. —Santana me miró y comenzó a reír.
—Guau, Hanna, eso es genial. —Rodé los ojos.
—En serio, Britt, me hizo hacer cosas que jamás pensé que haría antes y mierda que tiene unas manos fabulosas. Estaba preocupada de no estar a la altura. Britt, me puse tan nerviosa de que no iba a ser capaz de disfrutar a esta mujer ardiente.
La boca de Santana cayó ante la sorpresa de que Hanna sea tan abierta. Yo ya estaba acostumbrada a eso, así que no me perturbaba.
—Hanna, cariño, te tengo en altavoz y Santana escuchó cada palabra que acabas de decir.
—¿Y? No tengo nada que ocultar, tal vez ustedes dos deberían intentarlo. Vive un poco, Santana, lleva a esa chica a la cama y demuéstrale tu sensualidad. —Quería morir justo allí, en el asiento de cuero del Range Rover de Santana.
Ella gritó inesperadamente—: Ya lo hice y ella estuvo increíble, me hizo hacerle cosas que incluso me sorprendieron. —La golpeé en el brazo y le dirigí una mirada.
—Vaya, bien hecho, chica, intercambiaremos notas cuando regreses. Tengo que irme, la Doctora Ardiente está citándome de vuelta en la cama —rió.
Colgué y sacudí la cabeza hacia ella.
—¿Cómo pudiste decirle eso?
—Oh, por favor, amor, como si no me hubieras avergonzado antes.
No podía discutir eso, especialmente con el barista en el restaurante y luego el botones. Me reí y observé por la ventana al lugar demasiado familiar al que me dirigía. Aparcamos dentro de la casa funeraria e instantáneamente, mi estómago se sintió enfermo. Salí del auto y respiré hondo.
—Esta es la misma casa funeraria que tuvimos para mi mamá y mi papá —dije mientras me detenía en frente de ella.
Santana pasó un brazo alrededor de mí.
—No tienes que hacer esto; puedes llamar a tu prima y decirle que te enfermaste o algo.
—No, esa es la manera cobarde de salir de ésta. No puedo escapar de la realidad. Además, te tengo conmigo.
Caminamos a través de las puertas. Mi prima Debbie me vio y rápidamente caminó hacia mí mientras nos abrazábamos fuertemente.
—Lamento tanto tu pérdida, Debbie.
Comenzó a llorar en mi hombro.
—Lo sé y lo siento por ti también; sé que fueron como tus padres sustitutos cuando crecías. ¿Qué pasó? —preguntó mientras apuntaba a mis puntos.
—Nada grave; sólo me caí y me golpeé la cabeza.
Levanté la mirada hacia Santana.
—Debbie, esta es mi amiga, Santana.
Se dieron la mano y ella luego me susurró—: Escuché que tú y Tom rompieron, lo siento.
Sonreí. —Yo no, pero gracias de todas formas.
Nos dirigió hacia la habitación donde mis tíos yacían en sus hermosos ataúdes de madera. Caminé hacia allí y me arrodillé en frente de ellos, rezándole a Dios que los mantuviera a salvo. Santana se paró detrás de mí con sus manos aferradas a mis hombros. Me levanté y caminé a través de la multitud, saludando a los viejos amigos y manteniendo conversaciones simples con la familia distante. Podía oír los susurros de la gente hablando sobre mi intento de asesinato hacía siete años. Podía oír la lástima en sus voces. Los susurros siguieron acerca de mi padre; sobre cómo era un alcohólico y no podía dejar de beber lo suficiente como para criar a su única hija. Siguieron para hablar de que si mi madre hubiera estado viva si yo no habría intentando sacarme la vida. Me había vuelto el centro de atención en el funeral de alguien más, y comenzaba a enojarme. Santana escuchó por encima las charlas suaves y pasó un brazo alrededor mío.
—No los escuches; no saben de lo que hablan.
Respiré hondo, pero no pude controlarme más cuando escuché a una mujer decir—: Ella es la que intentó cometer suicidio para salvarse de su padre alcohólico. Él estaba demasiado envuelto alrededor de la muerte de su madre para siquiera darse cuenta de que ella existía. Ella debería habérsela sacado a él y luego no debería haber intentado...
Antes de que pudiera terminar su oración, interrumpí rudamente—: ¿Quién demonios te crees para hablar de mi padre y mi familia de esa manera?
Puse mi muñeca en su rostro.
—Aquí, mira las cicatrices. Eso es, míralas bien, no hubiera importado si me sacaban de allí o no, porque todavía estarían allí.
La habitación entera estaba parada en silencio observándome. Santana me agarró la mano.
—Vamos, nena, vámonos. No lo vale. —Me di la vuelta mientras me sacaba de la casa funeraria. El aire enfrió mi piel ardiendo.
—Debo decir, que realmente puedes hacer una escena. —Santana me sonrió para suavizar mi humor.
—Lo siento, simplemente no pude soportarlo más; sabía que esto iba a pasar si volvía aquí.
Me abrazó y susurró—: Está bien, te has despedido de tu tía y de tu tío, le echaste la bronca a un par de personas, y ahora nos podemos ir; ¿a menos que quieras quedarte?
Sacudí la cabeza. —No, salgamos de aquí.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
¿Que les pareció el capitulo? De nuevo aparece Quinn, al menos ya tiene nombre, ¿que tendrá que ver con Santana? Supongo que alguna idea se harán y ahora el secreto de Brittany cada vez más cerca, preparen sus pañuelos.
Espero sus comentarios y veré si puedo dejar un último capitulo por el día de hoy.
Me desperté la mañana siguiente acurrucada en los brazos de Santana. Me sostenía firmemente mientras mi cabeza descansaba en su pecho. Abrí los ojos, y por primera vez en mi vida, sentí paz y serenidad. Ella me hacía sentir entera y segura como jamás me había sentido. Hicimos el amor tres veces anoche, y fue la experiencia más hermosa que jamás he tenido, nada que ver con Tom. Sentía pasión y amor con Santana; era como si no pudiéramos tener suficiente de la otra.
Finalmente tuvimos nuestro momento, y ahora me enfrentaba a un nuevo problema. Tenía un secreto que podría destruir a esta mujer que finalmente se había entregado a mí.
—Buen día, nena —dijo Santana mientras me besaba en la cabeza.
Levanté la mirada y le sonreí.
—Buen día, ¿dormiste bien?
—Dormí genial, ¿qué tal tú? —preguntó.
Pasé mi dedo suavemente alrededor de su pecho.
—Sí, también; alguien me dejó exhausta. —Sonrió mientras yo me movía más cerca de su rostro, cubriendo mi boca con la mano—. Tengo mal aliento en la mañana.
Rió, y antes de saberlo, estaba acostada de espaldas con ella encima de mí.
—No me importa, no me molesta ni un poco.
Le eché un vistazo al reloj.
—Mira la hora; tenemos que salir de aquí, o jamás vamos a llegar a tiempo al funeral.
Santana se deslizó fuera de mí, salió de la cama, y sostuvo su mano hacia mí.
—Parece que tendremos que ducharnos juntas para ahorrar tiempo—Me mordí el labio inferior mientras tomaba su mano y caminamos al baño.
Habría preferido el agua un poco más caliente, pero con lo que estábamos haciendo, ya estaba lo suficientemente cálida. Ella sujetó mis brazos contra la pared de la ducha y me tomó desde atrás, besándome el cuello mientras movía sus dedos dentro y fuera de mí. Dejó ir mis brazos mientras agarraba un pecho con su mano, frotándolo y sintiéndolo mientras que profundos gemidos salían de la parte trasera de su garganta. Se movía perfectamente y ya me tenía lista para venirme en el minuto en que me tocaba.
—¿Estás lista, Britt? —jadeó.
Gemí con cada empuje profundo.
—Sí, córrete conmigo, Santana —rogué.
Las palabras fueron suficientes para ella mientras sus sexys gemidos se hacían más fuertes. Empujó más fuerte dentro de mí, con cada roce podía sentir su humedad golpear mi trasero, y sentí su calidez. Me sostuvo fuerte mientras ambas nos hundíamos en el suelo de la ducha, y nos sentamos allí con pura dicha.
Una vez que fuimos capaces de salir de la ducha, nos vestimos, y me senté en la cama un momento mientras comenzaba a sentirme un poco débil y cansada.
—¿Qué va mal, nena? —preguntó Santana mientras se paraba a mi lado.
Sonreí para esconder lo que sentía en realidad.
—Nada, sólo estoy sentada mirando alrededor y deseando que pudiéramos pasar otra noche aquí; es tan hermoso.
Tomó mi mano y me ayudó a levantarme.
—Habrá cientos de hoteles en nuestro futuro, no te preocupes. —Sonreí cuando usó la palabra futuro, lo que significaba una relación.
¿Qué he hecho? Necesito decirle algo, pero no puedo, no ahora. Una vez que volvamos a Nueva York, le diré todo y observaré su perfecto corazón roto. Las lágrimas comenzaron a llenar mis ojos mientras me miraba.
—¿Brittany qué pasa contigo? ¿Por qué luces como si fueras a llorar? — Envolvió sus brazos alrededor mío.
—Simplemente estoy tan feliz, eso es todo; me has hecho tan feliz.
—Tú también me has hecho feliz, nena; ni siquiera puedo decirte cuánto.
Me besó y agarró nuestros equipajes mientras nos dirigíamos de vuelta por la carretera hacia Ohio. La seguí por detrás intentando luchar contra las lágrimas.
Estábamos manejando y decidiendo la música de quién escucharíamos. A ella le gustaba más que nada el rock clásico, y yo era más una chica del tipo pop contemporáneo, así que nos pusimos de acuerdo y escuchamos un poco de cada uno. Eventualmente iba a lograr que pasara a mi lado de la música, pero eso iba a necesitar un poco más de trabajo.
Su teléfono estaba entre nosotras en la consola, y sonó. Le eché un vistazo y vi aparecer el nombre de Quinn. De repente, mi estómago se contrajo en puños; me sentía enferma y comencé a sudar. De ninguna manera en el jodido infierno ella iba a seguir hablándole o viéndola. Presionó ignorar y mantuvo la cabeza observando firme hacia el frente en el camino. Ella era alguien de quien necesitaba saber, e iba a ser doloroso, pero Santana ahora es mía y me va a tener que decir la verdad. Respiré profundamente.
—¿Quién es ella, Santana? —Levanté la mano y apagué la radio.
Suspiró fuertemente. —Sabía que me ibas a preguntar.
—De acuerdo, entonces necesitas contarme sobre ella si vamos a seguir adelante.
Tomó mi mano y la levantó hacia sus labios.
—No quiero hablar de ella ahora, Brittany, el auto no es el lugar.
—Bien. Esperaré, y discutiremos sobre ella más tarde. Pero sea lo que sea que me digas estará bien porque las cosas con nosotras son diferentes ahora, y vamos a poner todo nuestra carga emocional en el pasado, ¿de acuerdo?
Me echó un vistazo y sonrió.
—Puedes apostar a que lo haremos.
—Tengo una pregunta para ti —dije mientras tomaba el envoltorio de mi barra de chocolate Twix—. Denny me dijo que has sido diferente desde que me conociste.
Rodó sus ojos.
—Denny no debería decirte cosas como esa, pero es verdad. Me intrigaste en el momento en que te vi en mi cocina. Cuando me desperté y escuché a alguien en la cocina, bajé las escaleras para gritarle a quien sea que fuera por hacer tanto ruido. Imagina mi sorpresa cuando vi a esta hermosa extraña parada allí haciendo café.
—Sí, pero me gritaste sobre tus reglas.
Se encogió de hombros.
—Bueno, creí que te había traído a casa desde el club; perdón por eso. —Le di una bofetada a su brazo. Sonrió mientras miraba la carretera en frente—. Cuando me dijiste lo que habías hecho por mí y me demostraste tal actitud, fue en ese momento que supe que no podría dejarte salir de mi vida. Denny lo sabía porque seguía hablando acerca de ti y no me daba cuenta. —Reí y me estiré para besarle la mejilla, pero en su lugar metí la barra Twix en su boca.
Llegamos a Ohio cuando me comenzaba a poner más nerviosa de estar de vuelta en un lugar que albergaba tantos malos recuerdos. Santana debió haberlo sentido por mi reacción. Cuando vi el cartel de Bienvenidos a Ohio, agarró mi mano y la sostuvo con fuerza. Mi teléfono sonó y era Hanna llamando.
—Hola, Hanna —respondí.
—Oh por Dios, Britt, tengo que contarte sobre mi fantástica cita con la Doctora Ardiente anoche.
Comencé a reír.
—Entonces, ¿te las arreglaste para que te invitara a salir? —La pongo en altavoz para que Santana pueda oír.
—No, yo la invité, y fuimos a cenar, luego a un club y de vuelta a su casa. Britt, fue fenomenal. Folla como nadie jamás lo ha hecho. —Santana me miró y comenzó a reír.
—Guau, Hanna, eso es genial. —Rodé los ojos.
—En serio, Britt, me hizo hacer cosas que jamás pensé que haría antes y mierda que tiene unas manos fabulosas. Estaba preocupada de no estar a la altura. Britt, me puse tan nerviosa de que no iba a ser capaz de disfrutar a esta mujer ardiente.
La boca de Santana cayó ante la sorpresa de que Hanna sea tan abierta. Yo ya estaba acostumbrada a eso, así que no me perturbaba.
—Hanna, cariño, te tengo en altavoz y Santana escuchó cada palabra que acabas de decir.
—¿Y? No tengo nada que ocultar, tal vez ustedes dos deberían intentarlo. Vive un poco, Santana, lleva a esa chica a la cama y demuéstrale tu sensualidad. —Quería morir justo allí, en el asiento de cuero del Range Rover de Santana.
Ella gritó inesperadamente—: Ya lo hice y ella estuvo increíble, me hizo hacerle cosas que incluso me sorprendieron. —La golpeé en el brazo y le dirigí una mirada.
—Vaya, bien hecho, chica, intercambiaremos notas cuando regreses. Tengo que irme, la Doctora Ardiente está citándome de vuelta en la cama —rió.
Colgué y sacudí la cabeza hacia ella.
—¿Cómo pudiste decirle eso?
—Oh, por favor, amor, como si no me hubieras avergonzado antes.
No podía discutir eso, especialmente con el barista en el restaurante y luego el botones. Me reí y observé por la ventana al lugar demasiado familiar al que me dirigía. Aparcamos dentro de la casa funeraria e instantáneamente, mi estómago se sintió enfermo. Salí del auto y respiré hondo.
—Esta es la misma casa funeraria que tuvimos para mi mamá y mi papá —dije mientras me detenía en frente de ella.
Santana pasó un brazo alrededor de mí.
—No tienes que hacer esto; puedes llamar a tu prima y decirle que te enfermaste o algo.
—No, esa es la manera cobarde de salir de ésta. No puedo escapar de la realidad. Además, te tengo conmigo.
Caminamos a través de las puertas. Mi prima Debbie me vio y rápidamente caminó hacia mí mientras nos abrazábamos fuertemente.
—Lamento tanto tu pérdida, Debbie.
Comenzó a llorar en mi hombro.
—Lo sé y lo siento por ti también; sé que fueron como tus padres sustitutos cuando crecías. ¿Qué pasó? —preguntó mientras apuntaba a mis puntos.
—Nada grave; sólo me caí y me golpeé la cabeza.
Levanté la mirada hacia Santana.
—Debbie, esta es mi amiga, Santana.
Se dieron la mano y ella luego me susurró—: Escuché que tú y Tom rompieron, lo siento.
Sonreí. —Yo no, pero gracias de todas formas.
Nos dirigió hacia la habitación donde mis tíos yacían en sus hermosos ataúdes de madera. Caminé hacia allí y me arrodillé en frente de ellos, rezándole a Dios que los mantuviera a salvo. Santana se paró detrás de mí con sus manos aferradas a mis hombros. Me levanté y caminé a través de la multitud, saludando a los viejos amigos y manteniendo conversaciones simples con la familia distante. Podía oír los susurros de la gente hablando sobre mi intento de asesinato hacía siete años. Podía oír la lástima en sus voces. Los susurros siguieron acerca de mi padre; sobre cómo era un alcohólico y no podía dejar de beber lo suficiente como para criar a su única hija. Siguieron para hablar de que si mi madre hubiera estado viva si yo no habría intentando sacarme la vida. Me había vuelto el centro de atención en el funeral de alguien más, y comenzaba a enojarme. Santana escuchó por encima las charlas suaves y pasó un brazo alrededor mío.
—No los escuches; no saben de lo que hablan.
Respiré hondo, pero no pude controlarme más cuando escuché a una mujer decir—: Ella es la que intentó cometer suicidio para salvarse de su padre alcohólico. Él estaba demasiado envuelto alrededor de la muerte de su madre para siquiera darse cuenta de que ella existía. Ella debería habérsela sacado a él y luego no debería haber intentado...
Antes de que pudiera terminar su oración, interrumpí rudamente—: ¿Quién demonios te crees para hablar de mi padre y mi familia de esa manera?
Puse mi muñeca en su rostro.
—Aquí, mira las cicatrices. Eso es, míralas bien, no hubiera importado si me sacaban de allí o no, porque todavía estarían allí.
La habitación entera estaba parada en silencio observándome. Santana me agarró la mano.
—Vamos, nena, vámonos. No lo vale. —Me di la vuelta mientras me sacaba de la casa funeraria. El aire enfrió mi piel ardiendo.
—Debo decir, que realmente puedes hacer una escena. —Santana me sonrió para suavizar mi humor.
—Lo siento, simplemente no pude soportarlo más; sabía que esto iba a pasar si volvía aquí.
Me abrazó y susurró—: Está bien, te has despedido de tu tía y de tu tío, le echaste la bronca a un par de personas, y ahora nos podemos ir; ¿a menos que quieras quedarte?
Sacudí la cabeza. —No, salgamos de aquí.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
¿Que les pareció el capitulo? De nuevo aparece Quinn, al menos ya tiene nombre, ¿que tendrá que ver con Santana? Supongo que alguna idea se harán y ahora el secreto de Brittany cada vez más cerca, preparen sus pañuelos.
Espero sus comentarios y veré si puedo dejar un último capitulo por el día de hoy.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Eso de los pañuelos no me gusto!!!
Por fa actualiza prontito
Por fa actualiza prontito
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Si dejalo porfavor
Y ya me imagino mas o menos el secreto
De britt
Saludos
Y ya me imagino mas o menos el secreto
De britt
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
No sé como empezar este pequeño comentario más que con un: ¡genial!, estoy amando está historia no adaptación o como quieras llamarle, es tan... cómica, encantadora y dolorosa, creo que al combinar todo en determinada cantidad se obtiene una buena historia como esta, ahora queda esperar por conocer el secreto de Brittany, del cual tengo una sospecha y de igual manera saber cual será la razón de Santana, ¿quién es Quinn en su vida? y varias dudas que se tienen que despejar, lo reitero me encanta ese fic :)
anna_gleek****** - Mensajes : 348
Fecha de inscripción : 24/05/2012
Edad : 31
Capitulo 22
CAPITULO 22
Nos montamos en el Range Rover mientras Santana busca hoteles en su GPS. —Si estás buscando lujo, entonces te sugiero el Suite Hotel Athenuem.
Me miró y sonrió. —Gracioso, eso es lo que mi teléfono me está diciendo. Puedo reservar la suite presidencial aquí en línea. —Hizo exactamente eso y luego me tomó la mano—. ¿A dónde quieres ir?
Llevé su mano a mis labios y suavemente la besé. —Necesito ir a visitar la tumba de mi madre y mi padre, no es demasiado lejos.
Marcó la dirección en su GPS mientras nos dirigíamos hacia el cementerio. Le pregunté si podíamos hacer una breve parada en la tienda de flores así podía recoger algunas. Llegamos al cementerio. Dirigí a Santana dónde pudiera aparcar para que sea más fácil llegar a sus tumbas. Nos bajamos del coche. Tomé su mano y la llevé a donde estaban enterrados mis padres. El aire era fresco para el final de septiembre. Recordé los días más calurosos en esta época del año. Caminamos hacia las tumbas de mis padres que se hallaban una al lado de la otra.
—Mi padre se aseguró de comprar la parcela junto a donde estaba enterrada mi madre porque así podrían estar juntos para siempre. Amaba mucho a mi madre y él la consideraba su alma gemela, por eso cuando ella murió, una parte de él murió con ella.
Santana se arrodilló a mi lado y me dio un beso en la cabeza. —Eso es hermoso. —Puse las flores en la tumba de mi madre primero y luego mi padre. Santana se levantó—. Voy a darte algo de privacidad —dijo mientras caminaba a unos metros de distancia.
Me senté sobre la hierba y coloqué las flores sobre cada tumba. —Hola mamá, hola papá, no puedo creer que ha pasado más de un año desde que los visité por última vez. Mucho ha cambiado en el último año. Me mudé a Nueva York y empecé a vender mis cuadros en una pequeña galería de arte. Conocí a una increíble mujer allí, de hecho está aquí conmigo ahora. Sé que te gustaría papi. Es dulce, encantadora, amable, muy sexy, y creo que haría cualquier cosa por mí.
Me incliné más cerca de sus tumbas y susurré—: La amo mamá y papá, por primera vez en mi vida estoy verdaderamente enamorada. Nos vamos de Ohio mañana, así que quería pasar por aquí y decir hola y hacerles saber que estoy bien. —Las lágrimas en mis ojos incrementaron. Santana se acercó y puso sus manos sobre mis hombros—. Los amo mucho y los extraño. —Ella me ayudó a levantarme mientras tomaba una respiración profunda y me compuse a mí misma.
Santana me tomó en sus brazos y me abrazó. —Eres demasiado joven para haber experimentado tanta muerte Brittany, me duele saber lo que has pasado.
Mi pecho se empezó a apretar, y el pánico comenzó a asentarse. Necesitaba decirle mi secreto, pero estaba demasiado asustada de cómo iba a reaccionar. No podía perderla, no ahora, la amaba demasiado.
Permaneció a mi lado y se quedó mirando la tumba de mi padre. —Ni siquiera puedo imaginar perder a mis padres, especialmente a una edad tan joven. Me sorprendes Brittany con tu fuerza, porque no sé si yo podría haberlo superado.
Salí de ella y me agaché para sacar algunas hierbas que rodeaban el área de la tumba. —Eso es algo que uno decide si va a hacer. Puedes seguir adelante y tratar de vivir tu vida lo más normal posible, o puedes tomar la decisión de abandonar la vida y dejar que la tristeza te consuma. Soy una gran creyente del destino, y creo que Dios se llevó a mi padre para que su dolor y sufrimiento pararan, y pudiera estar con mi madre. —
Me acarició el pelo y pasó el dedo por mi mejilla.
—Eres increíble, y no sé lo que hice para merecer tenerte en mi vida—Besé sus labios fríos y sonreí mientras caminábamos de regreso al Range Rover y nos dirigimos al hotel.
Llegamos al hotel y tomamos el ascensor hasta el salón señorial. Podría acostumbrarme a esta cosa de Suite Presidencial. Santana se dirigió a la chimenea y la encendió. Me acerqué a ella y envolví mis brazos alrededor de su cintura. —Te sientes tan bien —le dije mientras aspiraba su aroma.
—No tan bien como te sientes tú bebé —susurró mientras enterraba su nariz en mi cabeza.
—Baila conmigo —le pedí.
Una bella sonrisa apareció en su rostro. —Me encantaría bailar contigo, pero déjame poner un poco de música primero.
Se acercó al pequeño equipo de música que estaba sobre una mesa junto a la ventana. Caminó hacia mí y puso sus brazos alrededor de mi cintura. Nos abrazamos y nos movimos lentamente a la suave melodía que venía de la radio. Me miró a los ojos mientras se inclinaba y rozaba mis labios con los suyos. Mis manos se movían arriba y abajo de su espalda mientras nuestro beso suave se volvía apasionado e hicimos el amor con suavidad por el fuego. Nos quedamos allí, mirándonos entre sí; nuestros cuerpos desnudos envueltos en una manta.
—¿Tienes hambre? —preguntó besando mi hombro.
—De ti, sí —sonreí.
Sonrió mientras acariciaba mi mejilla con sus dedos suaves. —Siempre estoy hambrienta de ti, pero eventualmente tendrás que comer comida de verdad. Odio tener que decírtelo bebé, pero no podemos sobrevivir únicamente de sexo.
Empezó a hacerme cosquillas mientras me reía y trataba de agarrar sus manos. Finalmente se detuvo cuando dije ouch porque mi ojo empezó a doler. Besó suavemente mis puntos antes de levantarse y pedir servicio de habitación.
No pasó mucho tiempo antes de que el servicio de habitación llegara, nos levantamos y nos vestimos. —¿Te sientes bien, Britt? ¿Te ves un poco pálida?
—Estoy bien cariño, sólo cansada, y creo que tengo que culparte por eso.
Me mostró su sonrisa sexy. —Si mal no recuerdo, tú eras la que hizo todo el trabajo.
Me sonrojé cuando me levanté de mi asiento y le tendí la mano. —¿Le importaría acompañarme a un baño caliente Señora Lopez?
—Me encantaría señorita Pierce, no demasiado caliente, no quiero que se desmaye. —Me reí mientras caminábamos hacia el amplio baño de mármol.
La bañera era lo suficientemente grande para 4 personas. Santana inició el agua y entró mientras yo me quitaba la bata y me torcía el pelo hacia arriba, para no mojarlo.
—Maldita sea eres tan sexy. —Sonrió mientras caminaba hacia la bañera.
—No tan sexy como tú. —Le sonreí cuando me deslicé en la bañera y apoyé la espalda contra sus pechos. Puso sus brazos alrededor de mí y nos quedamos allí, disfrutando de la calidez del agua y la suavidad de la piel húmeda. Suavemente me besó en el cuello.
—Me encanta cuando te recoges el pelo.
—¿Ah sí? —Sonreí mientras seguía plantando pequeños besos delicados en mi cuello.
—No tienes idea de lo mal que te quería esa noche de caridad. Hice todo lo que pude para contenerme y no tomarte en el baño y hacerlo contigo.
Froté ligeramente su brazo con los dedos. —Me gustaría que lo hubieras hecho.
—No, no, yo habría sido demasiado agresiva, y podría haberte espantado.
—Nunca podrías espantarme. —Volví la cabeza, por lo que estaba frente a ella. —El Infinito es para siempre, y eso es lo que eres para mí, eres mi Señora Lopez por siempre.
Besó mis labios. —No hay límite a lo que no haría por ti. Sólo pídelo y lo haré, sin importar el sacrificio.
Tracé sus labios con mis dedos. —Esas son las palabras más hermosas que nadie me ha dicho nunca.
—Son verdad, hasta la última palabra —susurró mientras nuestros labios se encontraron por última vez antes de que nos dirigiéramos a la cama.
A la mañana siguiente Santana y yo tomábamos café en la habitación cuando un mensaje de texto de Tom llegó.
Britt, oí que estabas en la ciudad, ¿dónde vives? Necesito verte, es importante. Suspiré mientras lo leía.
—¿De quién es? —preguntó Santana.
—Tom dice que tiene que verme. Dice que es importante, y quiere saber donde nos estamos quedando.
—Dile entonces, obviamente tiene que verte por algo. —Santana parecía tranquila al respecto, pero yo tenía una sensación terrible.
Le respondí a Tom y le dije en qué hotel estaba, preguntándome qué demonios hacía en Ohio. Santana y yo nos vestimos y terminamos de empacar nuestras cosas para regresar a Nueva York. Poco después, alguien llamó a la puerta. Me acerqué y abrí.
—Hola Tom, entra. —Lo miré.
—Hola Britt. —Entró y se quedó helado cuando vio a Santana venir del dormitorio. Tom me miró—. No sabía que estaba aquí contigo.
—Hola Tom. —Santana lo saludó con la mano.
Tom dio un pequeño saludo y me miró. —Brittany, necesito hablar contigo en privado.
—Si tienes algo que decir, puedes decirlo delante de Santana. —Tom me miró con severidad.
—No creo que te gustaría que escuche esto.
Mi estómago se ató a sí mismo en nudos, y empecé a ponerme extremadamente nerviosa.
—Tom, ¿qué es? Dilo de una jodida vez, vamos a volver a Nueva York en un momento, y no tengo tiempo para juegos.
Miró a Santana, que comenzó a caminar hacia el dormitorio. —Voy a darles un poco de privacidad.
Tom asintió y se volvió hacia mí. —He cometido un terrible error Britt, nunca debería haberte dejado.
Me quedé sin aliento, porque era totalmente inesperado. —Es un poco tarde, hiciste lo que hiciste, y seguí adelante al igual que tú.
—No, eso es lo que estoy tratando de decirte, no seguí adelante. Infiernos, salí con algunas chicas, pero ninguno de ellas eres tú, te amo bebé. Tuvimos cuatro malditos años juntos, no puedes tirarlos a la basura.
La rabia comenzó a tomar el control de mi cuerpo. ¿Cómo se atreve a decirme que tiré a la basura nuestra relación cuando fue él quien hizo las maletas y se fue? Mi voz se hizo incontrolable fuerte.
—¿Yo… no puedo echarlos a la basura? Tú eres el único jodido que se fue, dejándome sola porque necesitabas espacio, ¿y ahora vienes aquí a nuestra ciudad y esperas que regrese contigo? —Santana me oyó gritar y salió de la habitación.
—Tenía miedo Britt. Escapé porque tenía miedo, pero ahora me doy cuenta de lo imbécil que soy y te quiero. Quiero que estemos de nuevo durante el tiempo que podamos estar.
Lo señalé con mi dedo. —Fuera de aquí, Tom.
Sus ojos se volvieron fríos mientras miraba a Santana. —¿Lo sabe Britt? ¿Se lo dijiste?
Santana se acercó y me miró. —¿Decirme qué?
Miré a Tom con ojos suplicantes. —Tom, por favor vete, por favor, por el bien de ambos.
Sus ojos se abrieron más amplios. —¿No se lo dijiste?
—Tom, para por favor —le supliqué.
Santana se volvió hacia Tom. —¿Qué es lo que no me dijo?
Las lágrimas llenaron mis ojos cuando Tom comenzó a hablar.
—Lo siento, Britt. —Miró a Santana y se puso a hablar—: Ella tiene cáncer, y se niega a ir a buscar tratamiento, sólo va a dejarse morir. Es por eso que me fui, porque no podía sentarme allí y verla morir.
Las lágrimas fluían libremente por mi cara mientras Santana me miraba con una expresión de horror en su rostro. —Brittany, ¿es cierto?
Tom se dio la vuelta. —Lo siento Britt —dijo mientras negaba con la cabeza y salía por la puerta.
—Brittany, ¿es cierto? —gritó Santana.
Me estremecí y asentí. —Sí, es verdad.
Apretó los puños y apretó la mandíbula. —¿Sabías que el cáncer había regresado, incluso antes de que te conociera y me lo ocultaste después de todo lo que hemos pasado? ¿Qué clase de persona eres?
Nunca he visto o experimentado tanta rabia e ira en una persona como la que se encontraba delante de mí. Sus ojos se oscurecieron mientras me miraba con lástima y asco.
—Por favor, Santana permíteme explicar.
—¿Explicar qué? ¿Qué hay que explicar? ¿Acaso ibas a decirme algún día que estabas muriendo? ¿Y por qué diablos no estás recibiendo ningún tratamiento?
—Por favor, cálmate —le supliqué.
—¿Calmarme? ¿Esperas que esté calmada cuando me entero de que la mujer que amo y con la que quiero pasar el resto de mi vida se está muriendo? No quiero saber nada de ti. Me das asco Brittany. No puedo hacer esto, ni siquiera puedo mirarte. —Se volvió hacia el dormitorio. Corrí tras ella y la agarré del brazo.
—Por favor, Santana, no hagas esto, permíteme explicar.
Apartó bruscamente su brazo y caí al suelo. Se volvió y me miró, su voz ahora tranquila, pero dolió. —Tus ataques de vértigo, el cansancio, todo es parte del cáncer. Te estás poniendo peor, y lo sabías, pero aún así no me lo dijiste. Desnudé mi alma para ti. Te dije cosas que nadie en este mundo sabe. Me compartí a mí misma contigo. ¿Cómo pudiste hacerme esto Brittany? —Sus ojos se llenaron de lágrimas y se volvió al dormitorio y
cerró la puerta.
Mi corazón se rompió, y empecé a temblar. Me senté en el suelo en estado de shock por la rapidez con la que mi vida había cambiado. Una hora más tarde la puerta se abrió y salió con su maleta pasándome.
—Santana espera, por favor —le dije levantándome de un salto.
Se dio la vuelta y me señaló. —Aléjate de mí. Reservé un vuelo para ti de regreso a Nueva York, sale en 2 horas, así que tranquilízate y alístate. Voy a conducir sola. No puedo soportar verte ahora mismo, y mucho menos viajar en un coche contigo durante 10 horas.
Me tapé la boca con la mano mientras abría la puerta y salió. Caí de rodillas. Se sentía como si el viento acabara de ser eliminado de mí. No podía respirar y rogué a Dios que me llevara en ese mismo momento. Ella se había ido. Me dejó como todos los demás en mi vida.
Me levanté del suelo y me las arreglé para llamar a la recepción, diciéndoles que necesitaba un coche para llevarme al aeropuerto. Arrastré mis pies hacia el baño y miré al espejo en las rayas negras de rímel que mancharon mi cara. Tomé un trozo de tela y las limpié. No necesitaba agua, mis lágrimas eran suficientes para empapar el paño. Me puse las gafas de sol para ocultar los ojos rojos e hinchados y me dirigí a la recepción con mi maleta. Estaba inestable y todavía temblando.
El coche esperaba por mí mientras el conductor tomaba mi maleta y abría la puerta. Todo lo que podía pensar era que debí haberle dicho la verdad desde el principio, tal vez las cosas habrían sido diferentes. Yo era la culpable de su dolor, y me odié por eso. Ella no se merecía esto. Sabía que podría perdonarme, si me dejara explicarle por qué no se lo dije.
Mientras estaba sentada en el aeropuerto, marqué su número. Se fue directamente al correo de voz. Mi vuelo fue llamado, y me subí al avión. En lo único que podía pensar era en Santana y cómo sentí como si la hubiera matado. ¿Quién soy yo? Busqué en el fondo de mi alma por esa respuesta. La única cosa que me vino a la mente fue una perra sin corazón que era egoísta y sólo pensaba en ella.
Nunca debí dejar que la relación con Santana llegara tan lejos. Sabía que estaba mal, pero me hizo sentir cosas que nunca antes había sentido, y la amaba. Nunca sentí amor de nadie en mi vida, no de mi papá y ciertamente no de Tom. Nuestra relación fue por conveniencia. Hubo momentos en que sabía que Tom me engañaba, pero preferí no decir nada porque tenía miedo de estar sola. Pasé toda mi vida sola. No me malinterpreten, quise a Tom, pero nunca me había enamorado de él.
Llegué a Nueva York, y caminaba por el aeropuerto cuando vi a Denny de pie junto a la limusina. Me detuve mientras se acercaba a mí, me abrazó y luego tomó mi maleta. Intenté tan duro no llorar, pero mis ojos no escuchaban. Lloré y lloré en la parte posterior de la limusina, mientras Denny me llevaba a casa.
—Lo siento mucho señorita Pierce.
—¿Qué te dijo? —Sorbí por la nariz.
—Ella me dijo que ya no la verá más y que tenía que recogerla en el aeropuerto y llevarla a casa.
—¿No dijo por qué?
—No señorita, no lo hizo.
Supongo que iba a ser yo quien se le diga. Se merecía saber la verdad.
—Estoy enferma Denny. Tengo cáncer. Santana me dejó porque no se lo dije. —Empecé a llorar de nuevo.
Llegó a mi apartamento y me siguió dentro con la maleta. Me volví hacia él mientras me abrazaba.
—Señorita Pierce, cambiará de opinión.
Negué con la cabeza. —No esta vez Denny, ya es demasiado tarde.
Me tomó la mano y me entregó un pedazo de papel. —Este es mi número de teléfono. Quiero que me llame si necesita algo y no se preocupe, no voy a decirle a la señora Lopez.
Miré el papel y lo abracé mientras nos despedíamos. Cerré la puerta detrás de él y miré alrededor de mi apartamento, era una representación de lo que sentía, oscuro, solitario y pequeño.
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Historia original Forever de Sani Lynn.
Espero hayan tenido sus pañuelos a la mano y los sigan teniendo. Creo que el secreto de Brittany ya lo estaban adivinando, acuérdense de los pequeños detalles, ahora sabemos que Tom es un gran pedazo de mier... y porque dejo a Brittany ¿Que opinan de la reacción de Santana? ¿Que opinan de la decisión de Brittany de no querer tratamiento?
Espero sus comentarios, es el último capitulo por hoy, volveré mañana con más capítulos. Leo sus comentarios y uno en especial me gusto mucho porque describió la historia en tres palabras: cómica, encantadora y dolorosa. Saludos y comenten.
Nos montamos en el Range Rover mientras Santana busca hoteles en su GPS. —Si estás buscando lujo, entonces te sugiero el Suite Hotel Athenuem.
Me miró y sonrió. —Gracioso, eso es lo que mi teléfono me está diciendo. Puedo reservar la suite presidencial aquí en línea. —Hizo exactamente eso y luego me tomó la mano—. ¿A dónde quieres ir?
Llevé su mano a mis labios y suavemente la besé. —Necesito ir a visitar la tumba de mi madre y mi padre, no es demasiado lejos.
Marcó la dirección en su GPS mientras nos dirigíamos hacia el cementerio. Le pregunté si podíamos hacer una breve parada en la tienda de flores así podía recoger algunas. Llegamos al cementerio. Dirigí a Santana dónde pudiera aparcar para que sea más fácil llegar a sus tumbas. Nos bajamos del coche. Tomé su mano y la llevé a donde estaban enterrados mis padres. El aire era fresco para el final de septiembre. Recordé los días más calurosos en esta época del año. Caminamos hacia las tumbas de mis padres que se hallaban una al lado de la otra.
—Mi padre se aseguró de comprar la parcela junto a donde estaba enterrada mi madre porque así podrían estar juntos para siempre. Amaba mucho a mi madre y él la consideraba su alma gemela, por eso cuando ella murió, una parte de él murió con ella.
Santana se arrodilló a mi lado y me dio un beso en la cabeza. —Eso es hermoso. —Puse las flores en la tumba de mi madre primero y luego mi padre. Santana se levantó—. Voy a darte algo de privacidad —dijo mientras caminaba a unos metros de distancia.
Me senté sobre la hierba y coloqué las flores sobre cada tumba. —Hola mamá, hola papá, no puedo creer que ha pasado más de un año desde que los visité por última vez. Mucho ha cambiado en el último año. Me mudé a Nueva York y empecé a vender mis cuadros en una pequeña galería de arte. Conocí a una increíble mujer allí, de hecho está aquí conmigo ahora. Sé que te gustaría papi. Es dulce, encantadora, amable, muy sexy, y creo que haría cualquier cosa por mí.
Me incliné más cerca de sus tumbas y susurré—: La amo mamá y papá, por primera vez en mi vida estoy verdaderamente enamorada. Nos vamos de Ohio mañana, así que quería pasar por aquí y decir hola y hacerles saber que estoy bien. —Las lágrimas en mis ojos incrementaron. Santana se acercó y puso sus manos sobre mis hombros—. Los amo mucho y los extraño. —Ella me ayudó a levantarme mientras tomaba una respiración profunda y me compuse a mí misma.
Santana me tomó en sus brazos y me abrazó. —Eres demasiado joven para haber experimentado tanta muerte Brittany, me duele saber lo que has pasado.
Mi pecho se empezó a apretar, y el pánico comenzó a asentarse. Necesitaba decirle mi secreto, pero estaba demasiado asustada de cómo iba a reaccionar. No podía perderla, no ahora, la amaba demasiado.
Permaneció a mi lado y se quedó mirando la tumba de mi padre. —Ni siquiera puedo imaginar perder a mis padres, especialmente a una edad tan joven. Me sorprendes Brittany con tu fuerza, porque no sé si yo podría haberlo superado.
Salí de ella y me agaché para sacar algunas hierbas que rodeaban el área de la tumba. —Eso es algo que uno decide si va a hacer. Puedes seguir adelante y tratar de vivir tu vida lo más normal posible, o puedes tomar la decisión de abandonar la vida y dejar que la tristeza te consuma. Soy una gran creyente del destino, y creo que Dios se llevó a mi padre para que su dolor y sufrimiento pararan, y pudiera estar con mi madre. —
Me acarició el pelo y pasó el dedo por mi mejilla.
—Eres increíble, y no sé lo que hice para merecer tenerte en mi vida—Besé sus labios fríos y sonreí mientras caminábamos de regreso al Range Rover y nos dirigimos al hotel.
Llegamos al hotel y tomamos el ascensor hasta el salón señorial. Podría acostumbrarme a esta cosa de Suite Presidencial. Santana se dirigió a la chimenea y la encendió. Me acerqué a ella y envolví mis brazos alrededor de su cintura. —Te sientes tan bien —le dije mientras aspiraba su aroma.
—No tan bien como te sientes tú bebé —susurró mientras enterraba su nariz en mi cabeza.
—Baila conmigo —le pedí.
Una bella sonrisa apareció en su rostro. —Me encantaría bailar contigo, pero déjame poner un poco de música primero.
Se acercó al pequeño equipo de música que estaba sobre una mesa junto a la ventana. Caminó hacia mí y puso sus brazos alrededor de mi cintura. Nos abrazamos y nos movimos lentamente a la suave melodía que venía de la radio. Me miró a los ojos mientras se inclinaba y rozaba mis labios con los suyos. Mis manos se movían arriba y abajo de su espalda mientras nuestro beso suave se volvía apasionado e hicimos el amor con suavidad por el fuego. Nos quedamos allí, mirándonos entre sí; nuestros cuerpos desnudos envueltos en una manta.
—¿Tienes hambre? —preguntó besando mi hombro.
—De ti, sí —sonreí.
Sonrió mientras acariciaba mi mejilla con sus dedos suaves. —Siempre estoy hambrienta de ti, pero eventualmente tendrás que comer comida de verdad. Odio tener que decírtelo bebé, pero no podemos sobrevivir únicamente de sexo.
Empezó a hacerme cosquillas mientras me reía y trataba de agarrar sus manos. Finalmente se detuvo cuando dije ouch porque mi ojo empezó a doler. Besó suavemente mis puntos antes de levantarse y pedir servicio de habitación.
No pasó mucho tiempo antes de que el servicio de habitación llegara, nos levantamos y nos vestimos. —¿Te sientes bien, Britt? ¿Te ves un poco pálida?
—Estoy bien cariño, sólo cansada, y creo que tengo que culparte por eso.
Me mostró su sonrisa sexy. —Si mal no recuerdo, tú eras la que hizo todo el trabajo.
Me sonrojé cuando me levanté de mi asiento y le tendí la mano. —¿Le importaría acompañarme a un baño caliente Señora Lopez?
—Me encantaría señorita Pierce, no demasiado caliente, no quiero que se desmaye. —Me reí mientras caminábamos hacia el amplio baño de mármol.
La bañera era lo suficientemente grande para 4 personas. Santana inició el agua y entró mientras yo me quitaba la bata y me torcía el pelo hacia arriba, para no mojarlo.
—Maldita sea eres tan sexy. —Sonrió mientras caminaba hacia la bañera.
—No tan sexy como tú. —Le sonreí cuando me deslicé en la bañera y apoyé la espalda contra sus pechos. Puso sus brazos alrededor de mí y nos quedamos allí, disfrutando de la calidez del agua y la suavidad de la piel húmeda. Suavemente me besó en el cuello.
—Me encanta cuando te recoges el pelo.
—¿Ah sí? —Sonreí mientras seguía plantando pequeños besos delicados en mi cuello.
—No tienes idea de lo mal que te quería esa noche de caridad. Hice todo lo que pude para contenerme y no tomarte en el baño y hacerlo contigo.
Froté ligeramente su brazo con los dedos. —Me gustaría que lo hubieras hecho.
—No, no, yo habría sido demasiado agresiva, y podría haberte espantado.
—Nunca podrías espantarme. —Volví la cabeza, por lo que estaba frente a ella. —El Infinito es para siempre, y eso es lo que eres para mí, eres mi Señora Lopez por siempre.
Besó mis labios. —No hay límite a lo que no haría por ti. Sólo pídelo y lo haré, sin importar el sacrificio.
Tracé sus labios con mis dedos. —Esas son las palabras más hermosas que nadie me ha dicho nunca.
—Son verdad, hasta la última palabra —susurró mientras nuestros labios se encontraron por última vez antes de que nos dirigiéramos a la cama.
A la mañana siguiente Santana y yo tomábamos café en la habitación cuando un mensaje de texto de Tom llegó.
Britt, oí que estabas en la ciudad, ¿dónde vives? Necesito verte, es importante. Suspiré mientras lo leía.
—¿De quién es? —preguntó Santana.
—Tom dice que tiene que verme. Dice que es importante, y quiere saber donde nos estamos quedando.
—Dile entonces, obviamente tiene que verte por algo. —Santana parecía tranquila al respecto, pero yo tenía una sensación terrible.
Le respondí a Tom y le dije en qué hotel estaba, preguntándome qué demonios hacía en Ohio. Santana y yo nos vestimos y terminamos de empacar nuestras cosas para regresar a Nueva York. Poco después, alguien llamó a la puerta. Me acerqué y abrí.
—Hola Tom, entra. —Lo miré.
—Hola Britt. —Entró y se quedó helado cuando vio a Santana venir del dormitorio. Tom me miró—. No sabía que estaba aquí contigo.
—Hola Tom. —Santana lo saludó con la mano.
Tom dio un pequeño saludo y me miró. —Brittany, necesito hablar contigo en privado.
—Si tienes algo que decir, puedes decirlo delante de Santana. —Tom me miró con severidad.
—No creo que te gustaría que escuche esto.
Mi estómago se ató a sí mismo en nudos, y empecé a ponerme extremadamente nerviosa.
—Tom, ¿qué es? Dilo de una jodida vez, vamos a volver a Nueva York en un momento, y no tengo tiempo para juegos.
Miró a Santana, que comenzó a caminar hacia el dormitorio. —Voy a darles un poco de privacidad.
Tom asintió y se volvió hacia mí. —He cometido un terrible error Britt, nunca debería haberte dejado.
Me quedé sin aliento, porque era totalmente inesperado. —Es un poco tarde, hiciste lo que hiciste, y seguí adelante al igual que tú.
—No, eso es lo que estoy tratando de decirte, no seguí adelante. Infiernos, salí con algunas chicas, pero ninguno de ellas eres tú, te amo bebé. Tuvimos cuatro malditos años juntos, no puedes tirarlos a la basura.
La rabia comenzó a tomar el control de mi cuerpo. ¿Cómo se atreve a decirme que tiré a la basura nuestra relación cuando fue él quien hizo las maletas y se fue? Mi voz se hizo incontrolable fuerte.
—¿Yo… no puedo echarlos a la basura? Tú eres el único jodido que se fue, dejándome sola porque necesitabas espacio, ¿y ahora vienes aquí a nuestra ciudad y esperas que regrese contigo? —Santana me oyó gritar y salió de la habitación.
—Tenía miedo Britt. Escapé porque tenía miedo, pero ahora me doy cuenta de lo imbécil que soy y te quiero. Quiero que estemos de nuevo durante el tiempo que podamos estar.
Lo señalé con mi dedo. —Fuera de aquí, Tom.
Sus ojos se volvieron fríos mientras miraba a Santana. —¿Lo sabe Britt? ¿Se lo dijiste?
Santana se acercó y me miró. —¿Decirme qué?
Miré a Tom con ojos suplicantes. —Tom, por favor vete, por favor, por el bien de ambos.
Sus ojos se abrieron más amplios. —¿No se lo dijiste?
—Tom, para por favor —le supliqué.
Santana se volvió hacia Tom. —¿Qué es lo que no me dijo?
Las lágrimas llenaron mis ojos cuando Tom comenzó a hablar.
—Lo siento, Britt. —Miró a Santana y se puso a hablar—: Ella tiene cáncer, y se niega a ir a buscar tratamiento, sólo va a dejarse morir. Es por eso que me fui, porque no podía sentarme allí y verla morir.
Las lágrimas fluían libremente por mi cara mientras Santana me miraba con una expresión de horror en su rostro. —Brittany, ¿es cierto?
Tom se dio la vuelta. —Lo siento Britt —dijo mientras negaba con la cabeza y salía por la puerta.
—Brittany, ¿es cierto? —gritó Santana.
Me estremecí y asentí. —Sí, es verdad.
Apretó los puños y apretó la mandíbula. —¿Sabías que el cáncer había regresado, incluso antes de que te conociera y me lo ocultaste después de todo lo que hemos pasado? ¿Qué clase de persona eres?
Nunca he visto o experimentado tanta rabia e ira en una persona como la que se encontraba delante de mí. Sus ojos se oscurecieron mientras me miraba con lástima y asco.
—Por favor, Santana permíteme explicar.
—¿Explicar qué? ¿Qué hay que explicar? ¿Acaso ibas a decirme algún día que estabas muriendo? ¿Y por qué diablos no estás recibiendo ningún tratamiento?
—Por favor, cálmate —le supliqué.
—¿Calmarme? ¿Esperas que esté calmada cuando me entero de que la mujer que amo y con la que quiero pasar el resto de mi vida se está muriendo? No quiero saber nada de ti. Me das asco Brittany. No puedo hacer esto, ni siquiera puedo mirarte. —Se volvió hacia el dormitorio. Corrí tras ella y la agarré del brazo.
—Por favor, Santana, no hagas esto, permíteme explicar.
Apartó bruscamente su brazo y caí al suelo. Se volvió y me miró, su voz ahora tranquila, pero dolió. —Tus ataques de vértigo, el cansancio, todo es parte del cáncer. Te estás poniendo peor, y lo sabías, pero aún así no me lo dijiste. Desnudé mi alma para ti. Te dije cosas que nadie en este mundo sabe. Me compartí a mí misma contigo. ¿Cómo pudiste hacerme esto Brittany? —Sus ojos se llenaron de lágrimas y se volvió al dormitorio y
cerró la puerta.
Mi corazón se rompió, y empecé a temblar. Me senté en el suelo en estado de shock por la rapidez con la que mi vida había cambiado. Una hora más tarde la puerta se abrió y salió con su maleta pasándome.
—Santana espera, por favor —le dije levantándome de un salto.
Se dio la vuelta y me señaló. —Aléjate de mí. Reservé un vuelo para ti de regreso a Nueva York, sale en 2 horas, así que tranquilízate y alístate. Voy a conducir sola. No puedo soportar verte ahora mismo, y mucho menos viajar en un coche contigo durante 10 horas.
Me tapé la boca con la mano mientras abría la puerta y salió. Caí de rodillas. Se sentía como si el viento acabara de ser eliminado de mí. No podía respirar y rogué a Dios que me llevara en ese mismo momento. Ella se había ido. Me dejó como todos los demás en mi vida.
Me levanté del suelo y me las arreglé para llamar a la recepción, diciéndoles que necesitaba un coche para llevarme al aeropuerto. Arrastré mis pies hacia el baño y miré al espejo en las rayas negras de rímel que mancharon mi cara. Tomé un trozo de tela y las limpié. No necesitaba agua, mis lágrimas eran suficientes para empapar el paño. Me puse las gafas de sol para ocultar los ojos rojos e hinchados y me dirigí a la recepción con mi maleta. Estaba inestable y todavía temblando.
El coche esperaba por mí mientras el conductor tomaba mi maleta y abría la puerta. Todo lo que podía pensar era que debí haberle dicho la verdad desde el principio, tal vez las cosas habrían sido diferentes. Yo era la culpable de su dolor, y me odié por eso. Ella no se merecía esto. Sabía que podría perdonarme, si me dejara explicarle por qué no se lo dije.
Mientras estaba sentada en el aeropuerto, marqué su número. Se fue directamente al correo de voz. Mi vuelo fue llamado, y me subí al avión. En lo único que podía pensar era en Santana y cómo sentí como si la hubiera matado. ¿Quién soy yo? Busqué en el fondo de mi alma por esa respuesta. La única cosa que me vino a la mente fue una perra sin corazón que era egoísta y sólo pensaba en ella.
Nunca debí dejar que la relación con Santana llegara tan lejos. Sabía que estaba mal, pero me hizo sentir cosas que nunca antes había sentido, y la amaba. Nunca sentí amor de nadie en mi vida, no de mi papá y ciertamente no de Tom. Nuestra relación fue por conveniencia. Hubo momentos en que sabía que Tom me engañaba, pero preferí no decir nada porque tenía miedo de estar sola. Pasé toda mi vida sola. No me malinterpreten, quise a Tom, pero nunca me había enamorado de él.
Llegué a Nueva York, y caminaba por el aeropuerto cuando vi a Denny de pie junto a la limusina. Me detuve mientras se acercaba a mí, me abrazó y luego tomó mi maleta. Intenté tan duro no llorar, pero mis ojos no escuchaban. Lloré y lloré en la parte posterior de la limusina, mientras Denny me llevaba a casa.
—Lo siento mucho señorita Pierce.
—¿Qué te dijo? —Sorbí por la nariz.
—Ella me dijo que ya no la verá más y que tenía que recogerla en el aeropuerto y llevarla a casa.
—¿No dijo por qué?
—No señorita, no lo hizo.
Supongo que iba a ser yo quien se le diga. Se merecía saber la verdad.
—Estoy enferma Denny. Tengo cáncer. Santana me dejó porque no se lo dije. —Empecé a llorar de nuevo.
Llegó a mi apartamento y me siguió dentro con la maleta. Me volví hacia él mientras me abrazaba.
—Señorita Pierce, cambiará de opinión.
Negué con la cabeza. —No esta vez Denny, ya es demasiado tarde.
Me tomó la mano y me entregó un pedazo de papel. —Este es mi número de teléfono. Quiero que me llame si necesita algo y no se preocupe, no voy a decirle a la señora Lopez.
Miré el papel y lo abracé mientras nos despedíamos. Cerré la puerta detrás de él y miré alrededor de mi apartamento, era una representación de lo que sentía, oscuro, solitario y pequeño.
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Historia original Forever de Sani Lynn.
Espero hayan tenido sus pañuelos a la mano y los sigan teniendo. Creo que el secreto de Brittany ya lo estaban adivinando, acuérdense de los pequeños detalles, ahora sabemos que Tom es un gran pedazo de mier... y porque dejo a Brittany ¿Que opinan de la reacción de Santana? ¿Que opinan de la decisión de Brittany de no querer tratamiento?
Espero sus comentarios, es el último capitulo por hoy, volveré mañana con más capítulos. Leo sus comentarios y uno en especial me gusto mucho porque describió la historia en tres palabras: cómica, encantadora y dolorosa. Saludos y comenten.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Te juro que salieron mis lagrimas
Espero tu pronta actualizacion
Saludos y gracias por esta increible historia!
Espero tu pronta actualizacion
Saludos y gracias por esta increible historia!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
De lo mejor y llegó el drama con todo.
No me gusto la aptitud de Santana xq no dejó que le explicaran las razones de xq la rubia lo oculto. Y tom mes un completo imbécil.
No me gusto la aptitud de Santana xq no dejó que le explicaran las razones de xq la rubia lo oculto. Y tom mes un completo imbécil.
Linda23**** - Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/12/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Bueno, hay que entender a santana, se permitio confiar y se siente traicionada y en cuanto a britt antes no tenia una razon para seguir viviendo ahora tal vez se decida a intentar hacer algo con su enfermedad!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Un capitulo digno para pañuelos.
San reacciono asi,creo, por miedo mas que por otra cosa.
Conozco gente que ha hecho lo de Britt.
Saludos
San reacciono asi,creo, por miedo mas que por otra cosa.
Conozco gente que ha hecho lo de Britt.
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Capitulo 23
CAPITULO 23
Caminé hacia la habitación y caí en mi cama. La rabia crecía dentro de mí mientras agarraba mi almohada con ambas manos y grité. Me senté y miré alrededor de mi pequeña habitación. El dolor en mi interior era mucho peor de lo que imaginé que podría ser. Mi pecho se sentía pesado, y mi destrozado corazón me perforaba desde adentro. Apreté mi mandíbula mientras mis manos se aferraron a la cama. Arranqué mis sábanas y las hice una bola, así enmascaraban los sonidos de mis gritos. Caminé hacia la cocina por un vaso de agua para tratar de calmarme, pero tiré el vaso hacia la pared y vi cómo se rompió en pequeños pedazos, como mi corazón. Miré alrededor. Tomé mi escritorio y lo volqué, la gaveta cayó, y mi lista estaba tirada en el piso. La tomé y la observé. Tenía en la mano mi lista de deseos. Una lista de todas las cosas que necesitaba y quería hacer antes de morir. Hice pedazos el papel y lo arrojé al suelo.
Entré en el baño. Me sentía tan enojada por mi vida y por lo que le hice a Santana que no podía ver bien. Llegué a la bañera y tomé la maquinilla de afeitar que estaba en el borde. Tomé la cuchilla y la sostuve contra mi muñeca; iba a poner fin a este dolor ahora. Miré la hoja que se adaptaba perfectamente a mi cicatriz cuando los recuerdos de esa noche inundaron mi mente. Tiré la cuchilla. ¿Qué demonios estaba haciendo? Caí al suelo sollozando mientras sentí los brazos de alguien envolverse a mí alrededor.
—Está bien cariño; estoy aquí —susurró Hanna. Bajó la mirada, tomó la cuchilla y entonces miró mis muñecas—. Jesús Britt.
Nos sentamos en el suelo del baño por lo que pareció una eternidad. Me ayudó a levantarme y caminamos hacia mi habitación.
—Veo que entraste en una ola de destrucción.
Me senté en el suelo con mis rodillas en mi pecho mientras ella rehacía mi cama. Me sentí como si hubiera acabado de tener una crisis nerviosa; como si todo lo que pasó en mi vida me hubiera golpeado.
Hanna me tomó por los hombros y me ayudó a ponerme de pie. Ella fue a mi gaveta y sacó una camiseta para dormir y me ayudó a ponérmela. Me sentí como una muñeca de trapo, mis brazos y piernas estaban débiles. Trepé a mi cama mientras Hanna me cubría con las sábanas. Ella se deslizó a mi lado y puso sus brazos a mí alrededor.
—Santana llamó y me contó todo. Britt lo siento, y desearía que me hubieras dicho sobre el cáncer, pero ahora no es el momento para hablar de esto —dijo mientras quitaba mi cabello de mi rostro—. Duerme un poco, no me iré a ningún sitio, y si te sientes con ánimos, hablaremos cuando despiertes.
No dije nada; no pude. Simplemente agité mi cabeza y caí en un sueño profundo.
Me levanté y miré alrededor de la habitación. Me senté en el borde de la cama mientras Hanna entraba. —Finalmente, estás despierta.
Bostecé y pasé mi mano por mi cabello. —¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?
Puso sus manos en sus caderas y torció su rostro como si no quisiera decirme. —Dos días.
Mis ojos se abrieron, —¿Qué? ¿Dos días? ¿Hanna por qué no me despertaste?
Se acercó y se sentó en el borde de la cama. —Cariño tú obviamente lo necesitabas. Cuando te encontré en el suelo del baño, Dios Britt, pensé que tú… —Giró su rostro y miró hacia la pared.
Suavemente toqué su mano. —Lo sé Hanna y lo siento.
Recostó su cabeza en mi hombro. —Lo único que importa es que no lo hiciste. Estás despierta ahora, y necesitas comer. Emily hizo la más deliciosa sopa de pollo con fideos.
La miré con el ceño fruncido. —¿Quién es Emily?
Inclinó la cabeza y sonrió. —Dra. Ardiente, estuvo aquí ayudándome cuando estuviste durmiendo.
Rodé mis ojos. —En serio Hanna, ¿le dijiste todo?
—Sí Britt, lo hice; estamos en una relación ahora, y necesitaba alguien con quien hablar, además, ha sido de gran ayuda.
Me levanté y me sentí mareada. Hanna tomó mi brazo. —Necesitas comer Britt; han sido dos días.
Me ayudó a ir hacia la cocina. Todo lo que podía oler era el aroma de la sopa de pollo, y era increíble. No me sentía con ánimos para comer pero mi cuerpo me dijo que debía hacerlo. Me senté en la mesa mientras Hanna colocaba el cuenco de sopa frente a mí. —Come.
—¿Dónde está mi teléfono? —le pregunté.
—Está sobre tu escritorio, lo cargué por ti.
Caminé hacia allí, lo saqué del cargador y lo encendí. Pacientemente esperé que se prendiera así podía ver si Santana había llamado o enviado un mensaje. No había nada, ni siquiera un correo de voz. Debería haber empezado a llorar, pero no quedaban lágrimas en mis ojos.
Hanna se sentó frente a mí mientras yo, lentamente, comía la sopa que hizo Emily. —Brittany, ¿por qué no me dijiste que tu cáncer había vuelto? ¿No éramos mejores amigas?
No podía mirarla porque me sentía avergonzada. Yo sabía que mi secreto lastimaría a las personas cercanas a mí. Ya lo había vivido, y no podía ir a través de ello de nuevo.
—Hanna, de verdad lo siento por no haberte dicho. Quería hacerlo, créeme, pero no podía soportar estar frente a ti y ver la mirada en tu rostro después de contarte. Fue suficientemente malo que haya tenido que decirle a Tom.
Se inclinó y tocó mi mano que descansaba en la mesa. —Britt, yo me hubiera quedado y te hubiera apoyado. Realmente no puedo entender por qué no me dirías. Entiendo que estabas asustada, y que no querías que me preocupara, pero ¿qué ibas a hacer? ¿Simplemente irte y morir sola?
Me levanté de la mesa y me senté en el sofá, abrazando mis rodillas contra mi pecho y enterrando mi cabeza en mis manos. —Mi vida está hecha de herir personas Hanna. Necesito que entiendas eso. Luego de que mi madre murió, quedé como un recordatorio de ella para mi padre, y eso lo lastimó mucho, tuvo que beber hasta la muerte sólo para hacerle frente. Entonces estuvo mi intento de suicidio y cáncer. —Podía sentir las lágrimas empezando a volver a la vida.
Hanna se sentó al lado mío, puso su brazo a mí alrededor y me acercó. —Entiendo de dónde vienes Britt, pero ¿quieres saber qué creo? Creo que tomaste la decisión incorrecta al no contarle a nadie, especialmente a Santana, y ahora tienes que lidiar con las consecuencias. Lo siento; no intento patearte cuando estás caída, pero el no decirle a nadie causó más dolor que si hubieras sido honesta desde el comienzo.
Apoyé mi cabeza en su hombro. —Lo siento Hanna; espero que en tu corazón puedas perdonarme.
—Puedo y te he perdonado Britt, pero tienes que prometerme que vas a llamar al doctor y empezar los tratamientos inmediatamente porque… —Hanna comenzó a llorar—. No puedo imaginar mi vida sin ti en ella.
Me volví hacia ella y la abracé con fuerza. —Lo siento, y prometo buscar ayuda.
Hanna se levantó para limpiar la cocina mientras yo fui a darme una ducha. Me vestí y me puse mi abrigo.
—Disculpa, ¿a dónde crees que vas? —preguntó.
—Hay un par de cosas que necesito hacer.
—No creo que sea una buena idea que vayas a ningún lado.
Reí suavemente. —¿Eres mi madre ahora?
—No, pero me preocupo por ti y quiero que estés a salvo, oh Dios sueno como una madre. —Sonrió.
—No estaré fuera mucho tiempo, lo prometo. —Salí del corredor y me dirigí hacia abajo por las calles llenas de gente. Pensarías que el frío del aire congelaría mis huesos, pero cada parte de mi existencia ya estaba entumecida.
Caminé hacia una iglesia que había admirado desde que me mudé a Nueva York. Necesitaba buscar consuelo en la casa de Dios. Tenía preguntas sin respuesta y asuntos sin terminar. Llegué a los escalones de la iglesia y abrí la pesada puerta que daba al interior. He querido visitar esta iglesia desde que me mudé aquí, pero Tom no era un fanático de ellas y no iría conmigo.
Miré alrededor, la belleza de los vitrales abarrotaban las ventanas y los bancos de madera que estaban delante de mí. Me arrodillé en uno de los bancos y dije hola a Dios antes de sentarme. Miré hacia el altar mientras las memorias de mi infancia destellaban frente a mis ojos; memorias de sentarme en un banco justo como este, en la primera fila, mirando el largo ataúd de madera que contenía a mi madre. Mi padre llorando mientras los extraños de alrededor me daban sus miradas de simpatía.
Una sola lágrima cayó de mi ojo. Mientras la secaba, un hombre en una túnica negra se sentó junto a mí.
—Buen día hija mía, ¿hay algo que pueda hacer por ti?
—Hola reverendo, sólo estoy aquí porque tengo algunos asuntos pendientes con Dios.
Me dio una mirada sorprendida. —Asuntos pendientes ¿eh?
Bajé la mirada y entrelacé mis dedos juntos. —Sí, necesito respuestas a unas preguntas sobre mi vida, y esperaba obtenerlas aquí.
El reverendo se sentó y me escuchó mientras le contaba sobre mi vida. Le confesé sobre la muerte de mi madre y de mi padre, mi pasado y recurrente batalla contra el cáncer y cómo le escondí la verdad a Santana. No le dije sobre mi intento de suicidio, pero no fue muy difícil de esconder cuando levanté mi mano y empujé mi cabello detrás de mi oreja. El reverendo me miró y ligeramente tocó mi muñeca.
—Eres una sobreviviente y Dios te ha dado una segunda oportunidad en la vida.
Agité mi cabeza. —Sé eso padre pero, ¿qué hay de bueno en esa segunda oportunidad si no puedo vivir una vida larga y completa?
Palmeó mi mano suavemente. —No sabes que no vas a vivir una vida larga y completa, y no importa por lo que hayas pasado antes; lo que importa que sobreviviste a ello. Dios no va a darte más de lo que puedas manejar. Sabe que eres lo suficientemente fuerte para manejar esto de nuevo.
Miré hacia abajo y mordí mi labio. Mis emociones estaban por todo el lugar. —La quimioterapia fue horrible —susurré.
—La quimioterapia no se supone que sea divertida, pero sobreviviste a ella y te hizo más fuerte. Lo que necesitas comprender es que negarte a recibir tratamientos son sólo otra forma suicidio.
Miré su rostro; mis ojos picando con lágrimas. Él tenía razón. Nunca había pensado que lo que había estado haciendo era otra forma de suicidio. Tomó mi mano y la palmeó una vez más mientras sonrió y se alejó.
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Historia original Forever, Sandi Lynn.
Espero que la historia les este gustando, como ven se ha complicado la situación no solo por la relación de las chicas sino también ahora la salud de Brittany, les dejo un capitulo más y en el transcurso del día estaré dejando unos más, solo espero sus comentarios sobre la historia y creo que continuare con la segunda parte vista desde el punto de vista de Santana, aclara muchas dudas que se podrían tener en esta, sobre todo por cierta mujer que aparece en los momentos menos indicados.
Caminé hacia la habitación y caí en mi cama. La rabia crecía dentro de mí mientras agarraba mi almohada con ambas manos y grité. Me senté y miré alrededor de mi pequeña habitación. El dolor en mi interior era mucho peor de lo que imaginé que podría ser. Mi pecho se sentía pesado, y mi destrozado corazón me perforaba desde adentro. Apreté mi mandíbula mientras mis manos se aferraron a la cama. Arranqué mis sábanas y las hice una bola, así enmascaraban los sonidos de mis gritos. Caminé hacia la cocina por un vaso de agua para tratar de calmarme, pero tiré el vaso hacia la pared y vi cómo se rompió en pequeños pedazos, como mi corazón. Miré alrededor. Tomé mi escritorio y lo volqué, la gaveta cayó, y mi lista estaba tirada en el piso. La tomé y la observé. Tenía en la mano mi lista de deseos. Una lista de todas las cosas que necesitaba y quería hacer antes de morir. Hice pedazos el papel y lo arrojé al suelo.
Entré en el baño. Me sentía tan enojada por mi vida y por lo que le hice a Santana que no podía ver bien. Llegué a la bañera y tomé la maquinilla de afeitar que estaba en el borde. Tomé la cuchilla y la sostuve contra mi muñeca; iba a poner fin a este dolor ahora. Miré la hoja que se adaptaba perfectamente a mi cicatriz cuando los recuerdos de esa noche inundaron mi mente. Tiré la cuchilla. ¿Qué demonios estaba haciendo? Caí al suelo sollozando mientras sentí los brazos de alguien envolverse a mí alrededor.
—Está bien cariño; estoy aquí —susurró Hanna. Bajó la mirada, tomó la cuchilla y entonces miró mis muñecas—. Jesús Britt.
Nos sentamos en el suelo del baño por lo que pareció una eternidad. Me ayudó a levantarme y caminamos hacia mi habitación.
—Veo que entraste en una ola de destrucción.
Me senté en el suelo con mis rodillas en mi pecho mientras ella rehacía mi cama. Me sentí como si hubiera acabado de tener una crisis nerviosa; como si todo lo que pasó en mi vida me hubiera golpeado.
Hanna me tomó por los hombros y me ayudó a ponerme de pie. Ella fue a mi gaveta y sacó una camiseta para dormir y me ayudó a ponérmela. Me sentí como una muñeca de trapo, mis brazos y piernas estaban débiles. Trepé a mi cama mientras Hanna me cubría con las sábanas. Ella se deslizó a mi lado y puso sus brazos a mí alrededor.
—Santana llamó y me contó todo. Britt lo siento, y desearía que me hubieras dicho sobre el cáncer, pero ahora no es el momento para hablar de esto —dijo mientras quitaba mi cabello de mi rostro—. Duerme un poco, no me iré a ningún sitio, y si te sientes con ánimos, hablaremos cuando despiertes.
No dije nada; no pude. Simplemente agité mi cabeza y caí en un sueño profundo.
Me levanté y miré alrededor de la habitación. Me senté en el borde de la cama mientras Hanna entraba. —Finalmente, estás despierta.
Bostecé y pasé mi mano por mi cabello. —¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?
Puso sus manos en sus caderas y torció su rostro como si no quisiera decirme. —Dos días.
Mis ojos se abrieron, —¿Qué? ¿Dos días? ¿Hanna por qué no me despertaste?
Se acercó y se sentó en el borde de la cama. —Cariño tú obviamente lo necesitabas. Cuando te encontré en el suelo del baño, Dios Britt, pensé que tú… —Giró su rostro y miró hacia la pared.
Suavemente toqué su mano. —Lo sé Hanna y lo siento.
Recostó su cabeza en mi hombro. —Lo único que importa es que no lo hiciste. Estás despierta ahora, y necesitas comer. Emily hizo la más deliciosa sopa de pollo con fideos.
La miré con el ceño fruncido. —¿Quién es Emily?
Inclinó la cabeza y sonrió. —Dra. Ardiente, estuvo aquí ayudándome cuando estuviste durmiendo.
Rodé mis ojos. —En serio Hanna, ¿le dijiste todo?
—Sí Britt, lo hice; estamos en una relación ahora, y necesitaba alguien con quien hablar, además, ha sido de gran ayuda.
Me levanté y me sentí mareada. Hanna tomó mi brazo. —Necesitas comer Britt; han sido dos días.
Me ayudó a ir hacia la cocina. Todo lo que podía oler era el aroma de la sopa de pollo, y era increíble. No me sentía con ánimos para comer pero mi cuerpo me dijo que debía hacerlo. Me senté en la mesa mientras Hanna colocaba el cuenco de sopa frente a mí. —Come.
—¿Dónde está mi teléfono? —le pregunté.
—Está sobre tu escritorio, lo cargué por ti.
Caminé hacia allí, lo saqué del cargador y lo encendí. Pacientemente esperé que se prendiera así podía ver si Santana había llamado o enviado un mensaje. No había nada, ni siquiera un correo de voz. Debería haber empezado a llorar, pero no quedaban lágrimas en mis ojos.
Hanna se sentó frente a mí mientras yo, lentamente, comía la sopa que hizo Emily. —Brittany, ¿por qué no me dijiste que tu cáncer había vuelto? ¿No éramos mejores amigas?
No podía mirarla porque me sentía avergonzada. Yo sabía que mi secreto lastimaría a las personas cercanas a mí. Ya lo había vivido, y no podía ir a través de ello de nuevo.
—Hanna, de verdad lo siento por no haberte dicho. Quería hacerlo, créeme, pero no podía soportar estar frente a ti y ver la mirada en tu rostro después de contarte. Fue suficientemente malo que haya tenido que decirle a Tom.
Se inclinó y tocó mi mano que descansaba en la mesa. —Britt, yo me hubiera quedado y te hubiera apoyado. Realmente no puedo entender por qué no me dirías. Entiendo que estabas asustada, y que no querías que me preocupara, pero ¿qué ibas a hacer? ¿Simplemente irte y morir sola?
Me levanté de la mesa y me senté en el sofá, abrazando mis rodillas contra mi pecho y enterrando mi cabeza en mis manos. —Mi vida está hecha de herir personas Hanna. Necesito que entiendas eso. Luego de que mi madre murió, quedé como un recordatorio de ella para mi padre, y eso lo lastimó mucho, tuvo que beber hasta la muerte sólo para hacerle frente. Entonces estuvo mi intento de suicidio y cáncer. —Podía sentir las lágrimas empezando a volver a la vida.
Hanna se sentó al lado mío, puso su brazo a mí alrededor y me acercó. —Entiendo de dónde vienes Britt, pero ¿quieres saber qué creo? Creo que tomaste la decisión incorrecta al no contarle a nadie, especialmente a Santana, y ahora tienes que lidiar con las consecuencias. Lo siento; no intento patearte cuando estás caída, pero el no decirle a nadie causó más dolor que si hubieras sido honesta desde el comienzo.
Apoyé mi cabeza en su hombro. —Lo siento Hanna; espero que en tu corazón puedas perdonarme.
—Puedo y te he perdonado Britt, pero tienes que prometerme que vas a llamar al doctor y empezar los tratamientos inmediatamente porque… —Hanna comenzó a llorar—. No puedo imaginar mi vida sin ti en ella.
Me volví hacia ella y la abracé con fuerza. —Lo siento, y prometo buscar ayuda.
Hanna se levantó para limpiar la cocina mientras yo fui a darme una ducha. Me vestí y me puse mi abrigo.
—Disculpa, ¿a dónde crees que vas? —preguntó.
—Hay un par de cosas que necesito hacer.
—No creo que sea una buena idea que vayas a ningún lado.
Reí suavemente. —¿Eres mi madre ahora?
—No, pero me preocupo por ti y quiero que estés a salvo, oh Dios sueno como una madre. —Sonrió.
—No estaré fuera mucho tiempo, lo prometo. —Salí del corredor y me dirigí hacia abajo por las calles llenas de gente. Pensarías que el frío del aire congelaría mis huesos, pero cada parte de mi existencia ya estaba entumecida.
Caminé hacia una iglesia que había admirado desde que me mudé a Nueva York. Necesitaba buscar consuelo en la casa de Dios. Tenía preguntas sin respuesta y asuntos sin terminar. Llegué a los escalones de la iglesia y abrí la pesada puerta que daba al interior. He querido visitar esta iglesia desde que me mudé aquí, pero Tom no era un fanático de ellas y no iría conmigo.
Miré alrededor, la belleza de los vitrales abarrotaban las ventanas y los bancos de madera que estaban delante de mí. Me arrodillé en uno de los bancos y dije hola a Dios antes de sentarme. Miré hacia el altar mientras las memorias de mi infancia destellaban frente a mis ojos; memorias de sentarme en un banco justo como este, en la primera fila, mirando el largo ataúd de madera que contenía a mi madre. Mi padre llorando mientras los extraños de alrededor me daban sus miradas de simpatía.
Una sola lágrima cayó de mi ojo. Mientras la secaba, un hombre en una túnica negra se sentó junto a mí.
—Buen día hija mía, ¿hay algo que pueda hacer por ti?
—Hola reverendo, sólo estoy aquí porque tengo algunos asuntos pendientes con Dios.
Me dio una mirada sorprendida. —Asuntos pendientes ¿eh?
Bajé la mirada y entrelacé mis dedos juntos. —Sí, necesito respuestas a unas preguntas sobre mi vida, y esperaba obtenerlas aquí.
El reverendo se sentó y me escuchó mientras le contaba sobre mi vida. Le confesé sobre la muerte de mi madre y de mi padre, mi pasado y recurrente batalla contra el cáncer y cómo le escondí la verdad a Santana. No le dije sobre mi intento de suicidio, pero no fue muy difícil de esconder cuando levanté mi mano y empujé mi cabello detrás de mi oreja. El reverendo me miró y ligeramente tocó mi muñeca.
—Eres una sobreviviente y Dios te ha dado una segunda oportunidad en la vida.
Agité mi cabeza. —Sé eso padre pero, ¿qué hay de bueno en esa segunda oportunidad si no puedo vivir una vida larga y completa?
Palmeó mi mano suavemente. —No sabes que no vas a vivir una vida larga y completa, y no importa por lo que hayas pasado antes; lo que importa que sobreviviste a ello. Dios no va a darte más de lo que puedas manejar. Sabe que eres lo suficientemente fuerte para manejar esto de nuevo.
Miré hacia abajo y mordí mi labio. Mis emociones estaban por todo el lugar. —La quimioterapia fue horrible —susurré.
—La quimioterapia no se supone que sea divertida, pero sobreviviste a ella y te hizo más fuerte. Lo que necesitas comprender es que negarte a recibir tratamientos son sólo otra forma suicidio.
Miré su rostro; mis ojos picando con lágrimas. Él tenía razón. Nunca había pensado que lo que había estado haciendo era otra forma de suicidio. Tomó mi mano y la palmeó una vez más mientras sonrió y se alejó.
____________________________________________________________________________
Historia original Forever, Sandi Lynn.
Espero que la historia les este gustando, como ven se ha complicado la situación no solo por la relación de las chicas sino también ahora la salud de Brittany, les dejo un capitulo más y en el transcurso del día estaré dejando unos más, solo espero sus comentarios sobre la historia y creo que continuare con la segunda parte vista desde el punto de vista de Santana, aclara muchas dudas que se podrían tener en esta, sobre todo por cierta mujer que aparece en los momentos menos indicados.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
holaa
debo decirlo me encanta la adaptación, al principio no me llamo la atención, pero dije leer un capitulo no me matara y ahora estoy hasta el capitulo 23 excelente trabajo
cuéntame como una fiel lectora. sigue así y no nos abandones
xao
debo decirlo me encanta la adaptación, al principio no me llamo la atención, pero dije leer un capitulo no me matara y ahora estoy hasta el capitulo 23 excelente trabajo
cuéntame como una fiel lectora. sigue así y no nos abandones
xao
kendragorlop* - Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 37
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Semejante historia se merece la adaptación de los tres libros, no te parece???
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Pobre Britt!!
Adoro la historia!!! Espero que le vaya bien en la quimioterapia Quiero que tenga una
larga vida feliz... con Santana... Hay que ver que trae el siguiente cap!! Saluditos
Adoro la historia!!! Espero que le vaya bien en la quimioterapia Quiero que tenga una
larga vida feliz... con Santana... Hay que ver que trae el siguiente cap!! Saluditos
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Capitulo 24
CAPITULO 24
Estaba caminando por la calle, sin saber exactamente a dónde iba, pensando en mi conversación con el reverendo, cuando me detuve frente a Pizzapopolous. Mi estómago se ató en nudos mientras miraba por la ventana, recordando cuando hice que Santana comiera pizza con las manos. Sonreí ligeramente mientras entraba en el Starbucks que estaba al lado. El aroma del café me hizo agua la boca, y pedí un mocha latte. Me tomé mi café, sentándome en una mesa en la parte trasera. Miré la hora en mi teléfono. Ya eran las 14:00. Marqué el número que me había estado llamando constantemente durante los últimos cuatro meses.
—Buenas tardes. Habla con la oficina del Dr. Taub, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo una voz alegre en el otro extremo.
—Hola, soy Brittany Pierce. Necesito pedir una cita para ver al Dr. Taub.
—Oh, bien. Así que… La primera cita que tengo es el 5 de noviembre a las 3 pm.
Suspiré. —¿Te das cuenta de que es 30 de septiembre, y el 5 de noviembre está muy lejos?
—Lo siento, pero esa es su primera cita disponible.
Ahora empezaba a agitarme. —¿Puedo hablar con el Dr. Taub, por favor?
—Lo siento, pero está con un paciente en este momento, ¿puedo tomar un mensaje para él?
Una vez más, suspiré. —Sí, dile que Brittany Pierce llamó, y que estoy lista. Él sabrá lo que quiero decir. —Colgué antes de que pudiera decir nada más.
Puse mi teléfono en la mesa. Casi tuve un ataque al corazón cuando levanté la vista y vi a Santana entrando por la puerta. Se veía hostil, como si no hubiera dormido en días. Llevaba vaqueros oscuros y mi blusa gris preferida, que definía sus curvas. Una sombra de ojeras se asentaba debajo de sus ojos. Tenía el pelo suelto y revuelto de una manera diferente, pero todavía parecía perfecta y caliente como el infierno. Me entró el pánico, No quería que me viera, así que hice lo único que podía hacer, me escondí debajo de la mesa.
El lugar estaba lleno de gente conversando y estudiando, por lo que las posibilidades de que alguien me viera debajo de la mesa eran escasas, con excepción de la Dra. Ardiente, quien se arrodilló y miró, poniendo su cabeza debajo de la mesa.
—¿Estás bien ahí abajo, Brittany?
Moví mi mano para espantarlo fuera de la vista y así poder ver cuando Santanase fuera.
—Me estoy escondiendo de ella —murmuré apuntando a la línea.
—Lo tengo. —Me guiñó un ojo.
Emily se levantó, se acercó a Santana y le estrechó la mano. Ella la mantuvo hablando hasta que Santana consiguió su café, y luego se despidio mientras se dirigía hacia la puerta. Me levanté del suelo y me senté en mi silla. Emily se acercó y se sentó frente a mí.
—Gracias, te debo una.
Sonrió y tomó un sorbo de su café. —No, ahora estamos en paz.
Incliné la cabeza hacia un lado y levanté una ceja. —¿Qué quieres decir?
Se rió una vez más. —Si no hubieras necesitado puntos ese día que llegaste al hospital, yo nunca habría conocido a Hanna.
Apreté los labios. —Realmente te gusta, ¿no?
La sonrisa en su rostro no tenía precio. —Sí, y sé que es pronto, pero voy a pedirle que viva conmigo.
—Sé que ella está loca por ti, me alegra que mi lesión las juntara —le sonreí.
Se inclinó sobre la mesa y llevó su mano por encima de mi ojo. —Debo decir que hice un trabajo excepcional con esos puntos —sonrió—.Me tengo que ir, tengo rondas en el hospital. Te hablaré pronto, Brittany. —Me despedí mientras ella caminaba hacia la puerta.
Mi teléfono, boca abajo sobre la mesa, comenzó a sonar. Mi imaginación se volvió loca con la esperanza de que tal vez fuera Santana. Lo tomé y miré. Era el número del Dr. Taub.
—Hola —contesté.
—Brittany, soy el Dr. Taub, me alegro de que hayas llamado. Quiero que vengas para unos exámenes de sangre mañana por la mañana. Después de obtener los resultados, vamos a seguir adelante y a programar la quimioterapia. Estoy feliz de que hayas cambiado de opinión.
Quería tirar el teléfono contra la pared porque no tenía ganas de pasar por eso otra vez.
—Yo también, Dr. Taub. Lo veré mañana. —Suspiré y tomé un sorbo de mi latte.
Cuando llegué a casa ese mismo día, Hanna me dijo que Emily estaba llevándola a un lugar especial para la cena. Estaba realmente feliz de que ella hubiera encontrado a alguien digna de su corazón, aunque el mío estuviera destrozado y sin remedio.
—Adivina qué más. —Saltó arriba y abajo—. Emily me pidió que vuele a Colorado mañana para conocer a sus padres.
La miré, puse mi cara feliz, y salté arriba y abajo con ella. No quería arruinar su viaje diciéndole que iba a comenzar la quimioterapia, así que no le dije nada de la llamada del Dr. Taub.
—¿Vas a estar bien, cariño? —Hizo un puchero.
Moví mi mano delante de mi cara, y me acerqué al fregadero. —Voy a estar bien. Voy a perderme en mis pinturas, así que no te preocupes por mí.
Me abrazó con fuerza. —De acuerdo, tengo que ir a casa y empacar. Nos iremos dos semanas, así que si necesitas algo, o simplemente quieres hablar, es mejor que me llames, Brittany Susan Pierce. ¿Me entiendes? —Tomó su abrigo y abrió la puerta.
—Hanna —la llamé.
—Sí. —Se dio vuelta y me miró.
—Estoy muy feliz por ti, ve a divertirte, y mantente en contacto — hablé con una felicidad falsa.
—Gracias, Britt. Lo haré. Te quiero —me gritó mientras cerraba la puerta.
No era que yo no estuviera feliz por ella, lo estaba. Pero también sentía lástima por mí misma, porque había arruinado las cosas con Santana. ¿Cómo pude ser tan estúpida? ¿Qué demonios pensaba? Sabía lo que tenía que hacer, y el primer paso era pedirle disculpas.
Llamé a un taxi y salí al aire de la noche, a paso ligero. Le dije al taxista que me dejara en el comedor, quería ser voluntaria una vez más antes de empezar la quimioterapia. Una vez que empezara, no podría estar cerca de grupos de personas, especialmente de las personas sin hogar con sus resfriados y enfermedades. Me ofrecí para un par de horas y le dije a Julius lo que pasaba.
—Oh, Britt, lo siento.
—No lo hagas, Julius. Ya he pasado por esto antes y lo vencí. Puedo hacerlo de nuevo.
Me chocó los cinco. —Esa es mi chica. Sé que lo harás, y si necesitas algo, cualquier cosa, llámame, o a alguien de aquí, y estaremos a tu lado en un instante.
—Gracias Julius, lo haré. Y dile a tu esposa que le mando saludos. —Me sonrió y asintió.
Caminé hasta la siguiente cuadra, hacia el salón de tatuajes donde trabajaba mi amiga Shane. —Pero si es Brittany Pierce. Que bueno verte, cariño—dijo Shane mientras se acercaba y me daba un abrazo de oso—. No te he visto en mucho tiempo, ¿cómo está Hanna?
—Hola, Shane. Ella está bien.
Me miró y giró su rostro. —¿Qué está pasando en esa cabecita tuya? ¿Estás pensando en un tatuaje?
Me mordí el labio inferior. —Sí, estoy segura de que lo estoy.
—Ven y siéntate aquí. Déjame terminar este, y luego tú eres la siguiente. —Me guiñó un ojo.
La chica sentada en la silla se estaba haciendo un tatuaje de alas de ángel en su hombro izquierdo, con la inscripción: “Tuya por siempre”. Miré. —¿Lindo tatuaje?
Me sonrió. —Gracias, es para mi novio. Mañana es su cumpleaños, y esta es mi manera de hacerle saber que siempre voy a ser suya y nadie más podrá tenerme.
La miré a sus pequeños ojos de dieciocho años. —Guau. Para siempre, ¿no?
Se rió. —Sí, él dice que vamos a estar juntos para siempre.
Shane me miró y entornó los ojos. Tuve que contener la risa. Terminó su tatuaje y me hizo señas para que me siente en la silla. —¿Qué es lo que quieres y cómo lo quieres, Britt?
Le tendí mis dos muñecas. Señalé mi cicatriz izquierda. —Quiero SANTANA en ésta, y el símbolo del infinito en ésta. —Señalé la derecha—. Asegúrate de que las cicatrices queden totalmente cubiertas.
Shane me miró y frunció el ceño. —¿Quién es Santana?
—Es una larga historia. —Negué con la cabeza.
—Va a doler, Britt. Te das cuenta de eso, ¿cierto?
—Lo sé, Shane. Vamos a terminar con esto de una vez. —Nada me podría lastimar más de lo que ya estaba lastimada.
____________________________________________________________________________
Historia original Forever de Sandi Lynn.
Un capitulo más ¿que les pareció? espero sus comentarios, aún nos faltan unos cuantos capitulos más el día de hoy y debo decirles que ya comencé con el segundo libro. Veremos que pasa con las chicas, por lo menos Brittany comenzara su tratamiento. Otra cosam si les parecen demasiados capitulo en un día diganme y bajo el ritmo o si continuamos así de rápido.
Estaba caminando por la calle, sin saber exactamente a dónde iba, pensando en mi conversación con el reverendo, cuando me detuve frente a Pizzapopolous. Mi estómago se ató en nudos mientras miraba por la ventana, recordando cuando hice que Santana comiera pizza con las manos. Sonreí ligeramente mientras entraba en el Starbucks que estaba al lado. El aroma del café me hizo agua la boca, y pedí un mocha latte. Me tomé mi café, sentándome en una mesa en la parte trasera. Miré la hora en mi teléfono. Ya eran las 14:00. Marqué el número que me había estado llamando constantemente durante los últimos cuatro meses.
—Buenas tardes. Habla con la oficina del Dr. Taub, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo una voz alegre en el otro extremo.
—Hola, soy Brittany Pierce. Necesito pedir una cita para ver al Dr. Taub.
—Oh, bien. Así que… La primera cita que tengo es el 5 de noviembre a las 3 pm.
Suspiré. —¿Te das cuenta de que es 30 de septiembre, y el 5 de noviembre está muy lejos?
—Lo siento, pero esa es su primera cita disponible.
Ahora empezaba a agitarme. —¿Puedo hablar con el Dr. Taub, por favor?
—Lo siento, pero está con un paciente en este momento, ¿puedo tomar un mensaje para él?
Una vez más, suspiré. —Sí, dile que Brittany Pierce llamó, y que estoy lista. Él sabrá lo que quiero decir. —Colgué antes de que pudiera decir nada más.
Puse mi teléfono en la mesa. Casi tuve un ataque al corazón cuando levanté la vista y vi a Santana entrando por la puerta. Se veía hostil, como si no hubiera dormido en días. Llevaba vaqueros oscuros y mi blusa gris preferida, que definía sus curvas. Una sombra de ojeras se asentaba debajo de sus ojos. Tenía el pelo suelto y revuelto de una manera diferente, pero todavía parecía perfecta y caliente como el infierno. Me entró el pánico, No quería que me viera, así que hice lo único que podía hacer, me escondí debajo de la mesa.
El lugar estaba lleno de gente conversando y estudiando, por lo que las posibilidades de que alguien me viera debajo de la mesa eran escasas, con excepción de la Dra. Ardiente, quien se arrodilló y miró, poniendo su cabeza debajo de la mesa.
—¿Estás bien ahí abajo, Brittany?
Moví mi mano para espantarlo fuera de la vista y así poder ver cuando Santanase fuera.
—Me estoy escondiendo de ella —murmuré apuntando a la línea.
—Lo tengo. —Me guiñó un ojo.
Emily se levantó, se acercó a Santana y le estrechó la mano. Ella la mantuvo hablando hasta que Santana consiguió su café, y luego se despidio mientras se dirigía hacia la puerta. Me levanté del suelo y me senté en mi silla. Emily se acercó y se sentó frente a mí.
—Gracias, te debo una.
Sonrió y tomó un sorbo de su café. —No, ahora estamos en paz.
Incliné la cabeza hacia un lado y levanté una ceja. —¿Qué quieres decir?
Se rió una vez más. —Si no hubieras necesitado puntos ese día que llegaste al hospital, yo nunca habría conocido a Hanna.
Apreté los labios. —Realmente te gusta, ¿no?
La sonrisa en su rostro no tenía precio. —Sí, y sé que es pronto, pero voy a pedirle que viva conmigo.
—Sé que ella está loca por ti, me alegra que mi lesión las juntara —le sonreí.
Se inclinó sobre la mesa y llevó su mano por encima de mi ojo. —Debo decir que hice un trabajo excepcional con esos puntos —sonrió—.Me tengo que ir, tengo rondas en el hospital. Te hablaré pronto, Brittany. —Me despedí mientras ella caminaba hacia la puerta.
Mi teléfono, boca abajo sobre la mesa, comenzó a sonar. Mi imaginación se volvió loca con la esperanza de que tal vez fuera Santana. Lo tomé y miré. Era el número del Dr. Taub.
—Hola —contesté.
—Brittany, soy el Dr. Taub, me alegro de que hayas llamado. Quiero que vengas para unos exámenes de sangre mañana por la mañana. Después de obtener los resultados, vamos a seguir adelante y a programar la quimioterapia. Estoy feliz de que hayas cambiado de opinión.
Quería tirar el teléfono contra la pared porque no tenía ganas de pasar por eso otra vez.
—Yo también, Dr. Taub. Lo veré mañana. —Suspiré y tomé un sorbo de mi latte.
Cuando llegué a casa ese mismo día, Hanna me dijo que Emily estaba llevándola a un lugar especial para la cena. Estaba realmente feliz de que ella hubiera encontrado a alguien digna de su corazón, aunque el mío estuviera destrozado y sin remedio.
—Adivina qué más. —Saltó arriba y abajo—. Emily me pidió que vuele a Colorado mañana para conocer a sus padres.
La miré, puse mi cara feliz, y salté arriba y abajo con ella. No quería arruinar su viaje diciéndole que iba a comenzar la quimioterapia, así que no le dije nada de la llamada del Dr. Taub.
—¿Vas a estar bien, cariño? —Hizo un puchero.
Moví mi mano delante de mi cara, y me acerqué al fregadero. —Voy a estar bien. Voy a perderme en mis pinturas, así que no te preocupes por mí.
Me abrazó con fuerza. —De acuerdo, tengo que ir a casa y empacar. Nos iremos dos semanas, así que si necesitas algo, o simplemente quieres hablar, es mejor que me llames, Brittany Susan Pierce. ¿Me entiendes? —Tomó su abrigo y abrió la puerta.
—Hanna —la llamé.
—Sí. —Se dio vuelta y me miró.
—Estoy muy feliz por ti, ve a divertirte, y mantente en contacto — hablé con una felicidad falsa.
—Gracias, Britt. Lo haré. Te quiero —me gritó mientras cerraba la puerta.
No era que yo no estuviera feliz por ella, lo estaba. Pero también sentía lástima por mí misma, porque había arruinado las cosas con Santana. ¿Cómo pude ser tan estúpida? ¿Qué demonios pensaba? Sabía lo que tenía que hacer, y el primer paso era pedirle disculpas.
Llamé a un taxi y salí al aire de la noche, a paso ligero. Le dije al taxista que me dejara en el comedor, quería ser voluntaria una vez más antes de empezar la quimioterapia. Una vez que empezara, no podría estar cerca de grupos de personas, especialmente de las personas sin hogar con sus resfriados y enfermedades. Me ofrecí para un par de horas y le dije a Julius lo que pasaba.
—Oh, Britt, lo siento.
—No lo hagas, Julius. Ya he pasado por esto antes y lo vencí. Puedo hacerlo de nuevo.
Me chocó los cinco. —Esa es mi chica. Sé que lo harás, y si necesitas algo, cualquier cosa, llámame, o a alguien de aquí, y estaremos a tu lado en un instante.
—Gracias Julius, lo haré. Y dile a tu esposa que le mando saludos. —Me sonrió y asintió.
Caminé hasta la siguiente cuadra, hacia el salón de tatuajes donde trabajaba mi amiga Shane. —Pero si es Brittany Pierce. Que bueno verte, cariño—dijo Shane mientras se acercaba y me daba un abrazo de oso—. No te he visto en mucho tiempo, ¿cómo está Hanna?
—Hola, Shane. Ella está bien.
Me miró y giró su rostro. —¿Qué está pasando en esa cabecita tuya? ¿Estás pensando en un tatuaje?
Me mordí el labio inferior. —Sí, estoy segura de que lo estoy.
—Ven y siéntate aquí. Déjame terminar este, y luego tú eres la siguiente. —Me guiñó un ojo.
La chica sentada en la silla se estaba haciendo un tatuaje de alas de ángel en su hombro izquierdo, con la inscripción: “Tuya por siempre”. Miré. —¿Lindo tatuaje?
Me sonrió. —Gracias, es para mi novio. Mañana es su cumpleaños, y esta es mi manera de hacerle saber que siempre voy a ser suya y nadie más podrá tenerme.
La miré a sus pequeños ojos de dieciocho años. —Guau. Para siempre, ¿no?
Se rió. —Sí, él dice que vamos a estar juntos para siempre.
Shane me miró y entornó los ojos. Tuve que contener la risa. Terminó su tatuaje y me hizo señas para que me siente en la silla. —¿Qué es lo que quieres y cómo lo quieres, Britt?
Le tendí mis dos muñecas. Señalé mi cicatriz izquierda. —Quiero SANTANA en ésta, y el símbolo del infinito en ésta. —Señalé la derecha—. Asegúrate de que las cicatrices queden totalmente cubiertas.
Shane me miró y frunció el ceño. —¿Quién es Santana?
—Es una larga historia. —Negué con la cabeza.
—Va a doler, Britt. Te das cuenta de eso, ¿cierto?
—Lo sé, Shane. Vamos a terminar con esto de una vez. —Nada me podría lastimar más de lo que ya estaba lastimada.
____________________________________________________________________________
Historia original Forever de Sandi Lynn.
Un capitulo más ¿que les pareció? espero sus comentarios, aún nos faltan unos cuantos capitulos más el día de hoy y debo decirles que ya comencé con el segundo libro. Veremos que pasa con las chicas, por lo menos Brittany comenzara su tratamiento. Otra cosam si les parecen demasiados capitulo en un día diganme y bajo el ritmo o si continuamos así de rápido.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
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