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Mensaje por Dani(: Miér Mayo 14, 2014 5:05 pm

monicagleek escribió:Que duras las palabras de la madre de britt ufffff.
Pero megusta que brittany defienda a santana

La madre de britt es muy mala aveces !! Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 3718790499 
Saludos!!
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Mensaje por Dani(: Miér Mayo 14, 2014 5:06 pm

3:) escribió:odio a los padres de britt, son un asco,..... peroooo tienen su justificativo de ser así no es cierto???
a ver como va la fiesta de bienvenida!!!

nos vemos!!!


Yo odio a la madre de britt! pero si todo tiene su razon pronto se va a decir el porque !!
Saludos gracias x comentar  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1215408055 Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1215408055 
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Mensaje por Dani(: Miér Mayo 14, 2014 5:11 pm

Capítulo 21

Dios mío, mujer. —Su respiración era tan dificultosa, que su voz no sonaba más como suya—. Misericordia. —No creo en la misericordia —le contesté, arrastrando mis labios por su cuello.

—Está bien, no voy a echar un polvo en el asiento delantero de un coche, y si sigues haciendo eso —dijo, tratando de arquearse lejos de mis labios. Fue un intento fallido—. Tendré que sacar toda mi fuerza de voluntad, para cambiar de escenario.

La puerta se abrió de golpe, trayendo una ráfaga de aire fresco y el ruido de música cliché de baile de secundaria. Gemí.

Se rió entre dientes mientras me sacó fuera de su regazo y del coche empañado.
Ajustando mi suéter, me pasé los dedos por el pelo.

—Tu ramillete —dijo, la sesión completa de media hora archivada en la parte posterior de su mente así como así. Yo todavía respiraba como un perro en celo.

Recuperando la caja de plástico del asiento de atrás, salió del coche. —Ya que tu vestido es negro, le pondré a la dama alguna cinta negra y plateada entre las rosas —dijo, deslizando el ramillete en mi muñeca como si fuera uno de los momentos de mayor orgullo de su vida—. ¿Te gusta?

—Ahora —le dije, sonriendo. Debe de haber gastado una fortuna. Rosas rojas corrían hasta la mitad de mi antebrazo—, es un ramillete muy bonito, Sra. López.

Sonrió abiertamente. —Vaya, gracias, Sra. Pierce —
Manteniendo su codo para mí, miró hacia el gimnasio—. ¿Vamos?
Suspiré. —Ya que no me dejas otra opción.

Cubriendo mi mano con la suya, besó la parte superior de mi cabeza. —No es que me preocupe o me queje, pero ¿qué fue eso de allá atrás? —Oí la risa tonta en su voz.

— ¿Desde cuándo las chicas necesitan una explicación para llegar a segunda base con una chica?

—Desde que la chica eres tú —dijo, su mirada fija sosteniéndome como si yo fuera algo que perdería si miraba lejos. Nunca me habían mirado de esa manera. Toda mi vida lo había esperado, y aquí llegó, ahora, a los diecisiete años, en el estacionamiento de la secundaria de mi nueva escuela, con una chica llamada Santana López.

Esto, aquí mismo, era algo muy poderoso. Manteniendo la puerta del gimnasio abierta, me llevó dentro. Algunas canciones de hip hop eran tocadas sólo para darles a las chicas una excusa para frotarse contra una chica como un jodido perro y el gimnasio entero parecía haber sido rociado en Pepto-Bismol.

El arco iris entero de rosas se hacía presente: fucsia en los globos, tulipán en el papel crepé, pastel en los recortes de cartón de corazón, magenta en las serpentinas espirales que caían desde el techo.


Este empapado terreno rosa era una imagen robada de mi peor pesadilla.
—Oh. Mi… —Rosa —insertó Santana, haciendo una mueca mientras entrábamos al gimnasio.

Al otro lado de la habitación, pegada a una tipa como un pedazo de Velcro, Taylor agitó los brazos hacia mí. Casi me estremecí de nuevo cuando noté su vestido cóctel rosa fluorescente, lleno de lentejuelas. Que alguien llame a los admiradores del Club de los años 80 porque esta perra sólo arrancó uno de sus vestidos. Mi vestido largo con corpiño tipo corsé era insípido en comparación con todos los otros vestidos de ahí.

—Bien, apresúrate y baila conmigo antes de que corra —le dije, tirando de su chaqueta.

—Con mucho gusto —respondió ella, entregando nuestros pases. Caminando hacia la pista de baile, bajó la mirada a sus pies y luego a mí. —Bien, aquí está otro pequeño dato sobre mí ya que dices que no soy la próxima especie.

Levanté las cejas y esperé.

—No soy muy buena bailarina —dijo, rascándose la parte posterior de su cuello.

— ¿Como que no puedes bailar o no bailas? —Me encontraba familiarizada con ambos tipos.

—Más bien como que nunca he bailado. — ¿En serio? —le pregunté. —En serio. Era la primera vez que la había visto insegura. —Por suerte para ti, trajiste a una chica que bailó antes de que empezara a caminar.

Envolvió sus brazos alrededor de mí y me acercó. —Qué suerte la mía.

—Está bien, voy a hacer esto sencillo —dije, deslizando mis manos sobre sus hombros—. Sólo tienes que seguir mi ejemplo y estarás bien. —Entonces, como la pro baile que yo era, me paré de puntillas hasta que me encontraba a nivel del labio.

—Tal vez tengo esta cosa de bailar en mí después de todo —dijo, apretándome fuerte contra ella.

—Seré yo quien juzgue eso —dije en voz baja, presionando mis labios en los suyos y, sin más, éramos las únicas personas en la pista de baile. Las únicas en el universo santana era la enfermedad de la que no quería ser curada. Era el intoxicante del que nunca quería librarme.

Sus manos acunaron mi cara y me besó más fuerte. Quería embotellar aquel beso y tomar un trago de ello cada hora de cada día.

— ¿Britt? —dijo, pasando su dedo por mi mejilla. — ¿Sí? —dije, escondiendo mi cabeza bajo su barbilla. —Tus tacones de aguja están perforando un infierno en mis pies. Bajando la mirada, vi que mis pies, de hecho, cubrían los suyos. Dando un paso atrás, puse mis tacones de aguja de nuevo en tierra firme. —Vaya.

Se rió. —Algo de la bailarina que eres. —Lo siento, no tengo mucha experiencia tratando de enseñar a alguien a bailar al mismo tiempo que está poniéndome fuera de mí con sus besos.

—Poniéndote fuera de ti con mis besos, ¿eh? —dijo, metiendo mi cabello detrás de mí oreja.
—Al igual que tú, absolutamente, no te regodeas en aquella hazaña.

La canción de los empujones y rozamientos terminó y comenzó otra santana y yo nos estremecimos al mismo tiempo. —Estos golpes musicales —dijo, agarrando mi mano—. Y te ves como que necesitas un poco de ponche.

—No sé nada de ponche, pero necesito algo —le dije, levantando las cejas.

—Tú —me acercó más, hablándome al oído—, estás haciendo extremadamente difícil mantener mi mejor comportamiento.

Mirando hacia adelante, traté de fingir que cada toque que me daba no me desintegraba. —No es mi problema.

Enrollando su brazo alrededor de mí, me tiró cerca. —Está a punto de serlo.
—Santana López—Las palabras que eran más arrastradas que habladas se oyeron detrás de nosotros—. Si no estuviese tan malditamente caliente aquí, habría pensado que el infierno se había congelado santana yo-no-tengo-compromisos-conversaciones–telefónicas -o-desayuno López en un baile de instituto.

Dándose la vuelta, Santana me mantuvo cerca de ella. —Allie —dijo, sonando como si acabara de emitir un anti-saludo.

—Ah, y por cierto, eso no era lo mejor para mí. Y ya que sé que te has estado preocupando sin parar sobre ello —dijo ella, apoyando una mano sobre su cadera—, encontré un viaje a casa.

Clásicamente encajaba en el molde de lo que las chicas buscan para una sola noche, casi me sentí mal por ella. "Casi" terminó cuando cerró sus dedos alrededor del escote de santana mis garras proverbiales salieron.

— ¿Qué es lo que quieres, Allie? —ella perdía la paciencia y yo estaba muy familiarizada con cuan rápidamente las pistas se agotaban una vez que empezaba por ese camino.

—Ahora hay una pregunta capciosa si alguna vez he oído una —dijo ella, tirando su pelo rayado rojo y rubio sobre su hombro.

—Bueno, he estado sobre esta montaña rusa de locos antes y me voy a bajar ahora mismo —dijo ella, dirigiéndome lejos.

—Vamos, estoy bromeando. —Se rió ella, agarrando su brazo—. Sólo quería conocer a tu nueva amiga. —Me sonrió toda inocencia, pero yo conocía su juego y no iba a ser su peón para jugar.

—Esta es Britt —dijo, inclinando mi barbilla hacia arriba con su dedo y presionando el beso más dulce que alguna vez le habían dado a mis labios.

—Tendría que serlo si estás con ella. Ese dulce beso fue casi destripado por el comentario desagradable. Los ojos de Santana flamearon mientras se volvía hacia ella.

—Si no fueras una mujer con una triste excusa como lo eres tú, te enseñaría un poco de respeto, Allie. —Su voz temblaba por la ira, que se hallaba tan cerca de desbordarse.

—Santana, detente —ordené, dando un paso por delante y empujándola hacia atrás—. No sabe lo que dice, está borracha.

—Mira a quién estás llamando borracha, puta —se burló Allie. Quería darme la vuelta y golpear su cara maquillada, tanto que mi mano hormigueaba, pero por una vez en mi vida, no era la única exaltada.

Intenté contenerla cuando ella se lanzó de nuevo hacia delante.

—No, no está borracha —dijo Santana, paseándose en su lugar—. Por una vez. ¿Cómo funciona esta cosa de completa sobriedad para ti, Al?
Ella resopló. —Como si te preocupara. A ti no te importa si estoy borracha o drogada o sobria. Mientras esté horizontal y servicial.

Había sido suficientemente malo para ella insinuar que yo era una chica fácil, pero ahora saber que había tenido relaciones íntimas con santana de un modo que yo aún no, me hizo querer golpear algo con fuerza. Lo más cercano, salvo Santana, era su huesuda y burlona cara.

Tomando un respiro, aparté la mirada de ella y miré a santana. —Vamos, vamos a salir de aquí. No vale la pena.

—Y tú tampoco lo valdrás mañana, cariño. Negué con la cabeza hacia ella, pero no tomó mí no tan sutil advertencia. Pasando alrededor de mí, le dio una sonrisa torcida a Allie.

—Hay dos tipos de chicas en el mundo, Al —dijo, hablando en voz tan alta que la mitad del gimnasio podía oírlo—. El tipo de chicas con las que follas y el tipo de chicas con las que te casas. Esta es la manera en la que el mundo fue hecho, así que no lo tomes contra Britt porque tú eres de una clase y ella es de la otra. —La cara de Allie tomó el color de su corto vestido de calle, y no era del tipo rojo de vergüenza, sino el tipo de rojo lívido "te mataría ahora mismo si no fuera ilegal"—. Ahora vete y búscate algún otra tipa para follar así puedes perseguirla a cada paso en vez de a mí.

—Santana —dije en voz baja, mirándola. Esa sonrisa todavía seguía inclinada sobre su rostro, pero sus ojos eran de color negro. No sabía que era capaz de decir palabras tan crueles, y si Allie no hubiera arrojado el bocado de mierda que tenía, me habría sentido mal por ella—. Vamos —le dije, llevándola lejos de una molesta ex-amante y algunas docenas de curiosos—. Vamos a un lugar tranquilo.

No dejé ir su muñeca hasta que estuvimos fuera de la puerta del gimnasio y a mitad de un pasillo oscuro, no confiando en que ella no regresaría de nuevo a otras cincuenta rondas con Allie. Cuando estuvimos lo suficientemente lejos en el pasillo como para poder oírnos hablar sobre la música, me detuve.

No logré decir mi primera palabra antes que ella.

—Britt, sé que dije algunas cosas allí que probablemente no debería haber dicho, y no traté a una mujer como una mujer debería, pero no puedo y no voy a tolerar que alguien, hombre o mujer, hable de mi chica así. —Me miró, con sus ojos pidiéndome perdón tanto como no lo hacían.

Sólo escuché dos palabras. — ¿Tu chica? —repetí porque necesitaba confirmación.
Agarró mi cara, descansó su frente contra la mía. —Mi chica. — ¿Y la fecha de caducidad indicada en el título sería? —pregunté porque tenía que hacerlo. Era Santana López la leche dejada sobre el mostrador no expiraba tan rápidamente como las chicas de Santana lo hacían.

— ¿Qué tal si lo tomamos un día a la vez? —respondió, aquel aliento cálido nublando mi mente otra vez.

Quería tanto besarla que tuve que luchar contra cada impulso y el instinto primitivo para impedirme no entregarme al deseo porque necesitaba aclaraciones. Necesitaba respuestas. —Pensé que una chica como yo, del tipo que se casa —comencé, dándole una mirada— tenía derecho a más de un día a la vez.

—Lo tienes —dijo, dejando ir mi cara y dando un paso atrás hasta que se encontraba apoyado contra la pared opuesta—. Pero yo no.

Procesar pensamientos lógicos era más fácil con ella a un metro de distancia. — ¿Es esta una de tus líneas para romper cuándo una chica te pide algo más que un permiso de veinticuatro horas, Santana?

Tocando la parte posterior de la pared con sus talones, miró por el pasillo. —No, esto es lo que contesto cuando la chica de la que me estoy enamorando fuertemente, la única chica de la que me he enamorado duramente, quiere estar en una relación con alguien como yo.

Y estábamos de vuelta en la línea de salida. El conjunto Santana-no-merezco-nada-sino-pila-tras-pila-de-mierda lo llevaba sobre mi último nervio. —Sabes, santana, eres la mitad de lo difícil que crees que eres —dije—, y dos veces más buena de lo que esperas ser. Así que no trates de venderme lo de soy-una-cosa-cancerígena otra vez porque no lo compro.

Los ojos le brillaban cuando me miró. —No lo haces, ¿eh? —Nop. Te conozco, Santana López, y espero que alguien como tú pueda darle a alguien como yo, algo más que un día a la vez.

—Y luego ¿qué? ¿Quieres que haga algún comentario lame culo de que estaremos juntas siempre? ¿Que tomaremos nuestros últimos alientos juntas una al lado de la otra en la cama? —dijo, su voz suave.

—Soy realista —le dije— Mentir y hacer promesas acerca de para siempre es casi tan malo como un día a la vez.

— ¿Y entonces, mi dulce, hermosa y complicada Britt, qué quieres de mí?

Me quedé mirándola, pero no me sentía segura de sí podría tenerla.

No estaba segura de sí una persona como santana podría ser reclamada. —Eso es algo que yo sé y tú averiguarás.

—Oh, Britt —dijo, haciendo una mueca—, justo cuando pensaba que mejorabas, me ofreces una línea como esa.

—López —advertí— buen intento de intentar desviar el tren, pero estoy al volante y tengo el derecho de permanecer en las vías hasta que respondas a mi pregunta.
Golpeó la parte trasera de su cabeza contra la pared varias veces. —Está bien, así que algo entre un día a la vez y para siempre —dijo, buscando en el techo una respuesta que me tranquilice—. Pero quieres una respuesta sincera, ¿no?

—Sólo tendrías que aclararlo —gemí. Asintió con la cabeza una vez, mirándome a los ojos. — ¿Qué tal… —dijo, haciéndome tonta con la mirada en sus ojos—… estaré aquí, otro día y cada día, mientras tú lo quieras?

Finalmente conseguí aquel todo, sin embargo, mi corazón latía acelerado. — ¿Y esa es la respuesta honesta?

Santana cruzó los dedos sobre sus pechos. —Honestamente. —Esa es una respuesta malditamente buena, López —le dije, caminando hacia ella era un momento de intimidad y vulnerabilidad y pasión sin duda se encontraba allí también, pero todo lo que quería era estar en sus brazos. Las bocas se unieron, las manos explorando, ninguna otra cosa podría haber hecho el momento más devorante de lo que ya era.
Acercándome más, sus brazos me abrazaban como si fueran incapaces de dejarme ir. —Esta es una respuesta malditamente buena también, Britt.

Me reí en pecho, preguntándome cómo una chica con su reputación podía oler a jabón y a sol y podía decir las cosas más dulces que había oído. Entonces fue cuando, como se convertía en un patrón en Southpointe High, tuve una revelación.

Nuestras reputaciones no dicen quién somos realmente, sólo lo que la gente dice que somos. Algunos de nosotros cayeron en aquella trampa, mientras otros lucharon su vida entera para liberarse de ella. Santana no era la chica mala con un futuro sin salida, más de lo que yo era la puta desagradable que todo el mundo decía. La diferencia entre nuestras reputaciones asignadas fue que Santana la aceptó como si fuera su penitencia por alguna fechoría.

— ¿Así que crees que me conoces completamente? —preguntó después de unos minutos de silencio.

—Más o menos santana asintió con la cabeza encima de la mía. —Está bien. Entonces, ¿cuándo es mi cumpleaños?

No tengo ni idea. — ¿Cuál es mi segundo nombre? —preguntó—. ¿Cuál fue el nombre de mi primera mascota? ¿Cuál es mi promedio? ¿Cuántos puntos he tenido? ¿Qué talla de tacones llevo? —continuó, lanzando un torrente interminable de preguntas, ninguna de las cuales sabía y todas eran impersonales y respuestas de una sola palabra.
—Así que tal vez lo que necesitamos es tener un día de P y R o algo para sacar todos los detalles fuera del camino —le contesté, preguntándome cómo podía saber tan poco de ella, y sentir aún que nunca había conocido a alguien mejor—, pero sé lo suficiente como para saber que nada de lo que puedas decirme sobre ti, me podría hacer cambiar esto.
—No sabes cuánto me gustaría que fuera verdad —dijo sobre mi cabeza, pasando sus dedos hacia arriba y abajo de la longitud de mi espalda.

Mientras me debatía sobre si responder o simplemente dejar que cuelgue en el aire, algunas parejas llegaron corriendo por el pasillo.

—López, mujer —llamó la tipa de delante, moviendo sus cejas a los dos presionados contra la pared—. Pensé que el vestuario era más tu dominio.

—Sigue corriendo, idiota —gruñó santana, golpeando el aire detrás de su cabeza—. Morrison —dijo Santana, agarrando a la segunda mujer corriendo—. ¿Cuál es el asunto? ¿Sus citas los persiguen con una alianza o algo así?

—Hay una carga de mierda de policía que acaba de llegar. Están buscando por todo el gimnasio y tenemos un problema de parafernalia sobre nosotras —dijo, dando golpecitos en el bolsillo de la chaqueta—. Podrías querer tomar la salida trasera si tienes el mismo problema.

Los brazos de santana se tensaron a mí alrededor. —Mierda —maldijo por lo bajo. Empujándonos de la pared, agarró mi mano y empezó a correr por el pasillo—. Vamos, Britt. Tenemos que salir de aquí.

Mi estómago cayó. Ninguna mujer inocente correría de la policía del modo que lo hizo.

No podía creer que tenía drogas, porque había visto bastantes drogadictas en el patio, entre las clases de mi última escuela para reconocer los síntomas y santana no presentaba ninguno, pero yo no tenía el coraje para creer que corría debido a algo peor. Solamente le dejé halarme por el camino porque huir de los policías con ella era mejor que quedarse atrás.

Santana dobló a otro pasillo justo cuando, al final del primero, la banda de chicas corría hacia la puerta abierta de golpe con un flujo de linternas y gritos.

—Maldita sea —susurró Santana, empujándome más rápido por el pasillo. Me merecía algún tipo de medalla o premio por la velocidad en la que corría a pesar de la altura de los tacones que llevaba puestos.

— ¿Te importaría decirme qué está pasando? —grité mientras empujaba una puerta de metal. Nos encontrábamos afuera, cerca del estacionamiento.

Dándose la vuelta, la cara de Santana lucía torturada. Nunca la había visto tan deshecha. —Me tengo que ir, Britt. Y no puedo llevarte conmigo.

Tantas palabras querían salir, pero ninguna lo hizo. La mejor respuesta que pude decir fue—: Ellos están aquí por ti. Asintió con la cabeza, mirando entre yo y la puerta a través de mi hombro. —Y si estás conmigo, te van a llevar también.

Me mordí el labio, dándome cuenta de que me hallaba a punto de ser abandonada en la acera. —Está bien.

—Maldita sea, Britt, lo siento. Hice algo realmente estúpido —dijo, agarrando mis brazos.

Me hice una promesa a mí misma que no iba a llorar. Me obligué a mirarla, mirándola airadamente a la cara, lo que era una hazaña imposible. —Será mejor que te vayas entonces.

—Britt —dijo, rogándome por algo que no me disponía a dar. —Sólo tienes que irte, Santana —dije en voz baja, mirando al estacionamiento.

Se inclinó, queriendo besarme o abrazarme, pero no me sentía lista para ser consolada.

—No —dije, dando un paso atrás—. Vete. Su rostro se rompió, sombreando sus ojos casi al instante. Retrocediendo, mantuvo los ojos fijos en mí por un momento antes de girarse y correr como si el diablo acabara de llegar a Southpointe High.
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Finalizado Re: Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14)

Mensaje por Dani(: Miér Mayo 14, 2014 5:16 pm

Capítulo 22

Santana y el Chevelle tenían una ventaja de diez segundos antes de que una línea de ruidosos coches de policía llegara al estacionamiento después de ella me quedé allí, congelada como un gnomo de césped, mirando todo como si no fuera la realidad.

La mujer de la que yo pensaba que me había enamorado derrapó fuera de la zona de estacionamiento, golpeando los reductores de velocidad con tanta fuerza que el Chevelle volaba, mientras un escuadrón de coches de policía iba detrás, no podía ser verdad. Capté un breve atisbo de ella antes de que saliera del aparcamiento y su rostro se veía extrañamente tranquilo. La única manera en que una persona pueda estar tranquila en una situación como ésta es porque ha estado en muchas otras antes, es como despertarte y ponerte tus pantalones una pierna a la vez.

Un montón de oficiales entraron por la puerta por la que acabábamos de salir y corrieron a la derecha por delante de mí, sin tener ni idea de que yo había estado asociada con Santana.

—Sospechosa de robo de vehículo se dirige al norte de la Avenida Hemlock —dijo la voz en el otro extremo del radio transmisor cuando el último oficial pasó junto a mí.
Robo. Robo de un auto. Este último dato fue la gota que colmó el vaso. Me caí al suelo, envolviendo mis brazos alrededor de mis piernas y cerré los ojos, rezando para despertar.

—Así que aún no lo han hecho durante la noche —dijo una voz chasqueando la lengua mientras un destello de tela metálica roja entró en la vista—. Déjame adivinar —dijo Allie, despreciándome—, ¿en el armario del conserje?

No necesitaba esta mierda ahora mismo. — ¿No? Entonces en el vestidor de las chicas, ¿no? Esa es una de las favoritas de Santana.

Yo era una chica dura, pero esta noche fue más que difícil. No tenía lo que hacía falta para pasar por esta montaña de mierda.

—Está bien, así que fue en el sofá del despacho del director. — ¡Fuera de aquí! —le dije, en mis brazos cruzados. — ¿Cómo se siente? Ser dejada en la acera como el pedazo de basura que eres —dijo, de rodillas junto a mí—. Por lo menos cuando terminaba de follarme, tenía unos pocos minutos de caricias y una cama cálida.

—Allie —gritó una voz desde atrás—. La fiesta en lo de Morrison está recién empezando. No querrás llegar tarde.

—Bueno, si es Emily Fields cabalgando en su caballo blanco. —
Se rió Allie, Emily llegó a mí alrededor, con la chaqueta colgando de un hombro—. ¿Esperas anotar con las sobras de Santana? Porque apostaría a que está madura para un rollo de rebote en la cama ahora mismo.

—Maldita sea, Allie —dijo Emily, agarrando su codo y dirigiéndola lejos, cojeando en su tobillo malo—. Es mucho más fácil estar a tu alrededor cuando estás destrozada, en tu forma alegre es mejor mantenerte lejos.

—No eres divertida —dijo ella, tratando de quitar su codo fuera de su alcance.

— ¡Conner! —Le gritó Emily a un hombre que subía a una camioneta cuya parte trasera desbordaba con estudiantes—. ¿Tienes sitio para una más?

— ¿Se ve como que lo tengo, Fields? —Gritó de nuevo Conner, acelerando su motor—. Hay sólo un sitio en un regazo.

—Eso es perfecto —respondió, entregándole a Allie a otro chico en la camioneta que la montó sobre él. A ninguno de los dos parecía importarle el acuerdo del regazo.

— ¿Nos vemos en lo de Morrison? —llamó Conner por la ventana mientras el circo humano salió del estacionamiento.

—Tal vez más tarde —dijo Emily, tocando la caja de la camioneta, cuando pasó de largo.

Acercándose, se puso en cuclillas junto a mí, balanceando su chaqueta sobre los hombros encorvados. — ¿Brittany? ¿Estás bien?

Decidir con quién preferiría estar encerrada en un armario ahora mismo, Emily o Allie, era como escoger el menor de dos males. —Estoy fantástica —le respondí, con mi cabeza todavía acurrucada en mis rodillas—. ¿Podrías darme algo de espacio, Emily?

—No —dijo, pasando rápidamente junto a mí—. Eso no va a suceder. —Está bien, te lo pedí agradablemente una vez, pero no lo haré otra vez —le dije, el calor goteando en mi torrente sanguíneo—. Vete. Lejos.

—Tal vez no me escuchaste la primera vez. No. ¿Todo lo demás se había ido al infierno esta noche, por qué no esperaría que Emily fuera con la corriente infernal?

—Si estás esperando las sobras, puedes dejar de esperar ahora —comencé—. Si estás ofreciendo ser un hombro para llorar, no lloro. Si estás esperando decirme “te lo dije" o convencerme de lo perdedora que es santana, guarda tu respiración. Si…

—En realidad —interrumpió Emily—, sólo quería asegurarme de que llegues a casa a salvo.

Silencio. Mortal. —Emily, lo siento —le dije, sintiéndome como un ser humano terrible—. Estoy muy enojada y la tomó contigo porque eres la única aquí adelante con quien tomarla.

—Tengo tres hermanas mayores —dijo, empujándome—. Estoy acostumbrada a esto.
Girando mi cabeza, la miré. Sonreía abiertamente, mirándome como si fuéramos buenas amigas. Necesitaba a una buena amiga.

— ¿A tu cita no le importará si me llevas a casa? —le pregunté, mirando alrededor por alguna mujer sola flotando en la distancia.

—Vine sola —dijo, haciendo saltar sus hombros. —Oh —dije, sentándome. No sabía mucho de Emily Fields aparte de saber que no era el tipo de mujer que iba sola a los bailes por necesidad—. ¿En serio?

—Realmente esperaba ir con esta chica —dijo, mirando por encima de mí—, pero terminó yendo con otra chica.

Exhalé, mirando hacia el espacio vacío en la parte posterior del estacionamiento. — ¿Alguna otra tipa que la abandonó debido a que los policías fueron tras de ella?
—Algo así —dijo, poniéndose de pie—. Vamos, deja que te lleve a casa para que puedas poner fin a esta noche. —Extendió su mano para que la tome, y sentí natural aceptarla. Como si no luchara con cada fuerza de la naturaleza en este universo y el próximo, por mantener un asimiento de ello.

Poniéndome de pie, me quité el polvo y alisé las arrugas de mi vestido. —Estoy tan aliviada de que hayas llegado y te hayas hecho cargo de la situación con Allie, que podría darte un beso ahora mismo —le dije, antes de darme cuenta de lo que había dicho y a quien se lo había dicho.

Por supuesto que ella no podría sólo reírse de ello o fingir que no lo había oído todo. —Y felizmente obligaría.

Traté de reírme de su respuesta, pero el resultado fue muy malo.
Sonaba más como la histeria del permanentemente torpe.

Otros pocos segundos de risa digna y Emily inclinó la cabeza. —Estoy aquí —dijo, agarrando mi mano y caminando conmigo a través del estacionamiento.

Su mano era cálida y fuerte. Bajando la mirada a nuestras manos entrelazadas, la mía parecía encajar perfectamente en la suya, pero se sentía mal.

Deslizándonos hasta un elegante coche blanco, abrió la puerta del pasajero. Levanté mis cejas.

—Estoy pasada de moda —explicó—. No lo digas. —Además, tienes tres hermanas mayores. —Me deslicé en el asiento, mirándola.

—Exactamente —dijo antes de cerrar la puerta—. ¿Hacia dónde me dirijo? —preguntó mientras se arrastraba en el asiento del conductor y giró la llave de nuevo.

—Vivo a través del lago en Sunrise Shore —le dije, tratando de no pensar en lo que había estado haciendo hace una hora, en esta misma zona de aparcamiento.

Traté de tragar el nudo asfixiante en mi garganta mientras Emily salía fuera de la zona de estacionamiento, dejando tras de sí unos pocos buenos y un montón de malos recuerdos.

***

—Tomaré un helado con chocolate caliente con chocolate extra y dos cerezas en la parte superior. —Emily me miró a través del asiento, levantando las cejas.

—Eso va a ser tres cincuenta y ocho en la primera ventana —crujió el altavoz trasero.

—Realmente, no tengo hambre —le dije mientras Emily salió adelante. No podía imaginar comer en estos momentos.

—No tienes que tener hambre para disfrutar de las propiedades curativas de una montaña de helado y un río de chocolate —dijo, sacando su billetera le entregó a la cajera uno de cien y ella lo miró como si no hubiera delito mayor en el país de la comida rápida.

—Y yo aquí bajo la creencia de que el helado te engorda —le dije, tratando de fingir que mi corazón se hallaba en lo que Emily hacía para animarme. Nada, ni siquiera un pase VIP a Disneyland, podía saltar por encima de ese obstáculo.

—Tonterías —dijo, entregándome un helado tamaño gigante—. El helado hace que cualquier situación, especialmente de este tipo, al menos, sea el cincuenta por ciento mejor. —El cajero le entregó una cuchara que ella clavó en la montaña de crema batida, esperándome. Los autos se alinearon detrás de nosotros, pero obviamente no se movería hasta que yo diera un mordisco.

Hice rodar mis ojos y hundí la cuchara. Era sólo una cucharada de crema batida, con un toque dulce de azúcar, pero Emily tenía razón. Me sentí mejor, no mejor como para levantarte en tu asiento y alzar las manos al cielo, pero lo suficiente para contar.

— ¿Mejor? —preguntó. Asentí con la cabeza lentamente. —Mejor. —Bueno, mi misión aquí ha terminado. —Con eso, Emily puso el coche en marcha y salió rápido del autoservicio como si estuviéramos viajando por Rodeo Drive.

Tomando una cucharada de helado, eché un vistazo hacia ella. Lo notó.

— ¿Qué tienes en mente, Pierce? —preguntó, tratando de sonar como si estuviera hablando con una de sus compañeras, pero no me miraba como a una de sus amigas.

—No quieres saber —le respondí con la boca llena de helado. —Claro que sí. Di otro mordisco, así podría pensar en algo diplomático para decir.
Sip, nada venía a la mente.

—Lo que quiero decir con que no quieres saber es que no quiero decirte. — ¿Por qué tengo que ser tan francamente honesta?

—Oh —dijo, girando hacia Sunrise Drive—. Cambiemos de tema, entonces.

Guardó silencio durante un kilómetro más o menos, sin presionar. Cualquier otro estudiante del instituto habría exigido cada detalle del drama del evento de esta noche. Otro punto para Emily. Había marcado muchos esta noche, y empecé a darme cuenta de que había sido rápida para juzgarla, como todo el mundo lo había hecho conmigo. No era la atleta cliché de preparatoria. Quiero decir, realmente hacía deportes y llevaba una gran cantidad de polos de marca, pero también era atenta y amable y ayudó a una chica cuando nadie más lo haría.

Emily Fields se encontraba en peligro de ser etiquetada como una chica buena en mi libro.

Nos detuvimos en la entrada de mi casa un minuto más tarde y me sorprendí al encontrar que había terminado casi la mitad de la tina de helado. Estaría bailando el culo mañana por la mañana. Literalmente.

—Gracias por el paseo, Emily —le dije, dándome vuelta en mí asiento—. Estoy segura de que hay alrededor de mil otras cosas que preferirías estar haciendo en la noche de regreso a casa, pero significa mucho para mí.

—En este momento —dijo, desabrochando su cinturón de seguridad e inclinándose hacia mí—, no hay ningún otro lugar donde prefiera estar.

Me obligué a no rodar los ojos en esa línea. Un punto hacia adelante y un punto hacia atrás señora Fields.

—Buenas noches —le dije, agarrando el mango. —Espera, Brittany. —La mano de Emily tomó la mía—. He estado yendo y viniendo todo el viaje aquí sobre si es conveniente o no decirte nada, pero no sería una amiga muy buena si no lo hago. —Tomó la cubeta de helado derritiéndose y lo puso en el asiento trasero—. Sé que te gusta Santana, y tal vez eso es en tiempo pasado después de esta noche.

Ese hoyo en mi estómago volvió, el helado estaba condenado. —Emily —comencé, con ganas de pararla porque no me sentía segura de querer saber todo lo que era Santana, porque entonces no podría tener ninguna excusa para quedarme con ella.

—No es la mujer adecuada para ti, Brittany —comenzó, pero algo en la mirada que le di o la ira empezando a irradiar fuera de mí lo detuvo.

—Yo voy a decidir quién es y quién no es la adecuada para mí, Emily—le dije, dándole otro empujón a la puerta.

No me soltó la mano. —No, espera, no te vayas así, Brittany —dijo, tomando una respiración profunda—. Tienes razón. No tengo que decirte qué hacer o de quien tienes que mantenerte alejada.

Condenadamente correcto, mi voz interior respondió. —Pero hazme un favor. La próxima vez, si hay una próxima vez, que veas a López —Emily hizo una pausa, mirando como si estuviera librando una batalla que se encontraba a punto de perder— pregúntale sobre Holly.

Aquella sensación punzante me ponía los pelos de punta. — ¿Quién es Holly?

—Esa es una historia sobre la que tiene que contarte Santana, no yo. ¿Y se suponía que las mujeres eran criaturas exasperantes? Ya era hora de otro censo. — ¿Entonces por qué la mencionaste?

—Porque tienes derecho de saber en lo que te estás metiendo. Sabía que tenía el derecho, pero no estaba segura de querer reclamarlo. No había nada más que decir. —Buenas noches otra vez —le dije, saliendo del coche. Me dejó ir—. Gracias de nuevo por el viaje.

Me sonrió. —Gracias por dejarme darte un paseo —dijo—. ¿Nos vemos el lunes?

Me deslicé en mi suéter. —A menos que la costa oeste caiga en el océano.

—Entonces, con todas las catástrofes naturales, personales y económicas a un lado, ¿nos vemos el lunes? —Su sonrisa infantil me hacía sonreír, era imposible de resistir.

—Sólo saca el infierno fuera de aquí, Fields —dije, cubriendo mi sonrisa cuando cerré la puerta.

Dando un saludo, Emily dio la vuelta al camino de entrada y agitó la mano mientras se iba.

Vi a su auto irse hasta que sus luces traseras fueron devoradas por la noche, tratando de decidir lo que sentía por Emily. Por su buena apariencia, sería la candidata perfecta para el premio a la joven del año, pero hay algo más, algo que todavía no podía identificar, que hacía que el pelo de mi nuca se erizara cada vez que me encontraba a su alrededor. No era nada más que un instinto, pero era algo que no podía ignorar.

Preguntándome por qué seguía de pie en medio camino de la entrada contemplando algo sobre Emily Fields en la medianoche, sacudí mi cabeza para aclararla y me di la vuelta para entrar.

Una luz aún se encontraba encendida en la sala de estar. Un encogimiento era total cuando abrí la puerta principal. Por supuesto que era mamá, encorvada sobre su escritorio en su computadora portátil.

Sus hombros se levantaron cuando la puerta se cerró detrás de mí.

—Hola, mamá —le dije, porque mientras más rápido esto comenzara, más rápido podría terminar.

Girando en su silla, se quitó las gafas y me miró. Realmente me miró, como si no me hubiera visto en años y tratará de memorizar cada línea y plano de la Brittany de diecisiete años de edad.

— ¿Fue una chica diferente quien te dejó del que te ha llevado? —No había rabia, ni hielo en su voz, sólo preguntó.

Asentí, deslizándome de mis tacones y pateándolos a un lado. — ¿Y la razón de esto es...? No tenía una respuesta. No sólo para ella, ni siquiera para mí, pero me esperaba.

—Creo que todavía ni siquiera sé por qué —le contesté, mirando hacia las escaleras. No quería nada más que lanzarme en un pijama y ahogar esta noche completa con algún sueño.

Mamá se mordió el labio, enfrentándose a algún debate. — ¿Te lastimó? —escupió, mirándome casi tan asustada de la pregunta como de mi respuesta.

Una vez más, hay una respuesta fácil para esto, pero yo sabía lo que quería decir exactamente. —Por supuesto que no —le contesté, en dirección a las escaleras.

—Brittany —dijo, parándose. —Mamá, sé que estoy en graves problemas —le dije, apoyando mi mano en la barandilla—. Sé que estoy castigada hasta el día en que cumpla los dieciocho por mentirte y escaparme esta noche, pero en este momento sólo quiero ir a la cama y olvidar que esta noche alguna vez ocurrió. ¿De acuerdo? —Por tercera vez esta noche, me sentía a punto de llorar. Eso era inaceptable.

—Está bien —dijo, sentándose de nuevo—, pero quería decir lo que dije, Britt. Puedes hablar conmigo si lo necesitas.

—Sí, está bien. Gracias —le dije, arrastrando los pies por las escaleras. —Y ¿Britt? —gritó detrás de mí—. Tenías razón, estás castigada, pero sólo hasta el final de la semana.

Por primera vez en mucho tiempo, sentí que mi madre y yo acabábamos de tener una conversación constructiva.



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Historia original trilogia crash de Nicole Williams.

Aqui les dejo dos capitulos mas  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 

Dejen sus comentario de que les parecio el capitulo  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 2145353087  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 2145353087 
y si les gustaria que el viernes haga una maraton grande  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 4061796348  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 4061796348 
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Mensaje por monica.santander Miér Mayo 14, 2014 6:55 pm

Bien por Britt en creer en San!!!!
Quiero saber de esa fiesta.
Saludos
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Mensaje por micky morales Miér Mayo 14, 2014 7:49 pm

santana robo un auto para llevar a britt al baile, ok malo, pero pq no se sinceran y ven si vale la pena o no, en fin.... quien sera holly?
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Mensaje por 3:) Miér Mayo 14, 2014 8:06 pm

manera "sutil" de joderla que tiene san,..
y quien carajos es holly en la vida de san ahora???
y cuanto tarda en aparecer san,.. por lo que hizo san!!!

nos vemos!!
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Mensaje por monica.santander Miér Mayo 14, 2014 8:12 pm

Por que Santana??? En que lio se habra metido??
Saludos
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Mensaje por monicagleek Jue Mayo 15, 2014 12:12 pm

Wowwww pero quepasa ppr lacaveza de santana???!!!!
Predicando que quiere cambiar y ha robado un coche!!!????
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Mensaje por Mirna-Brittana Jue Mayo 15, 2014 12:56 pm

san robo el auto para llevar ah britt al baile esa es una muestra de amor jajajaja
Emily ya no parece tan idiota pero como dice britt tiene algo que.... no se
y ahora emily lanza esa bomba de quien es Holly! espero la actualización saludos!
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Mensaje por Dani(: Jue Mayo 15, 2014 1:12 pm

monica.santander escribió:Bien por Britt en creer en San!!!!
Quiero saber de esa fiesta.
Saludos

Holaaa saludos !!
Gracias x comentar  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Jue Mayo 15, 2014 1:13 pm

micky morales escribió:santana robo un auto para llevar a britt al baile, ok malo, pero pq no se sinceran y ven si vale la pena o no, en fin.... quien sera holly?


Ya van a hablar ya veras  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864  y pronto se hablara de ella !!
Saludos gracias x comentar !!
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Mensaje por Dani(: Jue Mayo 15, 2014 1:14 pm

3:) escribió:manera "sutil" de joderla que tiene san,..
y quien carajos es holly en la vida de san ahora???
y cuanto tarda en aparecer san,.. por lo que hizo san!!!

nos vemos!!

Ya san aparecera y hablara con britt  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 2145353087 
Y a casi hablaran de ella !!
Saludos gracias x comentar  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Jue Mayo 15, 2014 1:15 pm

monica.santander escribió:Por que Santana??? En que lio se habra metido??
Saludos

Ya veras pero san tiene una explicacion  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 
Saludos gracias x comentar!!
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Mensaje por Dani(: Jue Mayo 15, 2014 1:16 pm

monicagleek escribió:Wowwww pero quepasa ppr lacaveza de santana???!!!!
Predicando que quiere cambiar y ha robado un coche!!!????

san tiene su explicacion ya lo veras  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 
Saludos gracias x comentar  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Jue Mayo 15, 2014 1:17 pm

Mirna-Brittana escribió:san robo el auto para llevar ah britt al baile esa es una muestra de amor jajajaja
Emily ya no parece tan idiota pero como dice britt tiene algo que.... no se
y ahora emily lanza esa bomba de quien es Holly! espero la actualización saludos!

Exactamente  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864  y emily es muy buena !! y pronto se hablara de esa holly!!
Saludos gracias x comentar  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Jue Mayo 15, 2014 1:21 pm

Capítulo 23

Temía poner un pie en los pasillos de Southpointe el lunes en la mañana —qué rumores se habían desatado durante el fin de semana, cuáles verdades fueron confirmadas, y qué nueva reputación me esperaba.

Esa podría ser la razón por la que me quedé encerrada en el Mazda después de haber aparcado en mi espacio. Me convencí a mí misma de que no me había acobardado, simplemente disfrutaba de las últimas canciones de mi nuevo CD, pero el hecho de que me había puesto mis lentes de sol con forma de ojos de gato y que me encorvaba hacia abajo, era cobardía sin ninguna duda.

Sabía que la primera campana sonaría pronto porque el aparcamiento se encontraba mayormente lleno de autos y vacío de estudiantes, pero aún no podía alejarme de la seguridad de mi auto. Me había preparado durante todo un día para este momento, salir delante de todo el mundo que sabía lo que había pasado la noche del sábado, con la cabeza en alto y mucha confianza, pero no funcionaba.

De nuevo contemplando las ventajas de la educación en casa, encendí el auto de nuevo, concluyendo la calificación del día de hoy como un día libre. No pude pensar en un momento en el que me sintiera más enferma.

Revisando mi espejo retrovisor, puse al Mazda en reversa, encontrándome a mí misma con la esperanza de echarle un vistazo a alguien a quien no debería. Entonces, algo brilló en mi visión periférica mientras un golpe en mi ventana le siguió.

Ahí se encontraba Emily Fields, sonriéndome como si fuera la mañana de un lunes cualquiera, sosteniendo un ramo de flores.

Me saludó con la mano.

— ¿A dónde crees que vas? Bajé mi ventana.

—A cualquier lugar menos aquí.

— ¿Y la razón es? —dijo, dándome las flores a través de la ventana, era un ramo mixto envuelto en papel de estraza y una cuerda comprada en una de esas elegantes boutiques sin duda. Eran hermosas, pero no sabía si me sentía lista para aceptar flores de Emily o de lo que aceptar esas flores significaría.

—Estoy contemplando establecer nuevas metas y convertirme en desertora de la escuela —le dije, mirando hacia la escuela—. Escuché que hay una escuela de belleza genial en el centro de la ciudad.

Emily se rió, inclinándose en mi puerta. —Sí hay una, de hecho, pero es para chicas que quedaron embarazadas o que no saben diferenciar la parte trasera de la portada de su libro de álgebra.

—Suena perfecto —dije, tomando fuertemente el volante, tratando de fingir que un par de chicas que pasaban a un lado de nosotros no susurraban una a la otra sobre mí. No fue fácil dado que lanzaron al menos cuatro miradas de reojo en mi dirección antes de que se perdieran de vista.

—Vamos —dijo Emily, inclinándose sobre mi regazo y arrebatando las llaves fuera de la ignición—. Hora de ir a clases.

—Dame eso —le ordené, tratando de quitárselas. —Puedes tenerlas de vuelta después del sexto periodo —dijo con calma, guardándolas en su bolsillo. Por el brillo en sus ojos, no pude decir si lucía más entusiasmada sobre la posibilidad de que yo tratara de tomarlas o sobre tenerme de rehén aquí todo el día.

—Emily —gemí, calculando cuánto tiempo me llevaría el caminar hasta mi casa—. No necesito esto en este momento.

—Sí, como que sí lo necesitas —dijo, moviendo mi puerta abierta—. He visto las vidas de muchas chicas descarrilarse gracias a una respetable ciudadana —Lo fulminé con la mirada a través de mis ojos de gato, quien no será nombrada, editó, tendiéndome la mano

— No quiero ver a otra más.

—Todos van a estar mirándome y hablando y susurrando durante las clases sobre mí. Necesito estar en un mejor estado mental para manejar ese tipo de ridículo.

Tomó mi mano en la suya y la apretó. —No, no lo harán —prometió— No los dejaré.
— ¿No los dejarás? —Repetí, mirando su mano alrededor de la mía— ¿Qué eres, la madrina de la mafia de Southpointe?

—Mis antepasados eran Menonitas o algo así, así que no estamos muy interesados en la cosa de la mafia —dijo, pasando a través de mi regazo y tomando mi bolso—. Pero dame un poco de crédito. He acumulado mucha influencia en esta escuela con los años. —Dándole un tirón a mi mano, señaló hacia la escuela.

—Déjame adivinar, es tu atractivo juvenil y tu sonrisa —dije, deslizándome fuera de mi asiento y cerrando la puerta, no podía creer que era obligada a asistir a clases por Emily.

Me sonrió.

—Mi familia es dueña de un agradable lugar junto al lago y he hecho algunas fiestas geniales a través de los años.

—Ah —le dije, mientras unas chicas la saludaban a través del patio.

Los saludó, y continué

—Nada como el señuelo del alcohol y nada de acompañantes para convertirte en la diosa del mundo de las adolescentes.

—Precisamente. —Se rió, abriendo la puerta para mí. Después de pasar los detectores de metales, Emily seguía justo a mi lado, dando vuelta por el pasillo—. Creí que tenías que estar con el cuerpo académico estudiantil en el primer periodo —le dije, mientras unas estudiantes pasaban a nuestro lado, chocando manos con Emily y apenas notándome.

Era como si ella fuera un dispositivo de camuflaje personal.
—Así es.

— ¿Entonces por qué vienes a Literatura conmigo?

—Porque quiero —dijo sin detenerse era un poco extraño, Emily pegada a mí como pegamento, trayéndome flores, y todo el rollo, pero me sentía más firme con ella a mi lado, con los pies en la tierra y necesitaba tener los pies sobre la tierra para pasar un día como éste.

— ¿Y el Sr. Peters va a estar de acuerdo contigo paseándote por la clase y pasando el rato como si fueras la dueña del lugar? —Emily tenía influencias, pero no tantas.

—No creo que le importe.

— ¿De verdad? —dije, deteniéndome fuera de la puerta de la clase. Me dio una sonrisa tímida.

—Mi papá está en el consejo escolar, mi abuelo estuvo antes que él. Mi familia ha cavado más de metro y medio de profundidad dentro de esta escuela.
Increíble. —Bueno, entonces —dije, moviendo mi brazo a través de la puerta—, después de ti.

Deslizándose a través de la puerta, tomó mi mano y me llevó consigo.

Todos en clase alzaron la mirada, mirando entre nosotras como si no estuvieran muy seguros de lo que pasaba, pero casi se podía ver a la mitad de la clase haciendo poco caso de inmediato y la otra mitad mirando otro segundo y volviendo a tomar sus libros de texto. ¿Qué clase de influencia tenía Emily aquí en Southpointe y cómo podría replicar ese elixir?

—Hola, Sr. Peters —saludó mientras nos guiaba hacia un par de asientos en la parte de atrás del salón— Me voy a sentar aquí esta mañana.

Los ojos del Sr. Peters cayeron sobre mí en una manera que yo reconocía, incluso él sabía lo que había pasado en el baile de bienvenida, antes de asentir a Emily.

—Espero que disfrute los puntos más finos de la literatura, Sra. Fields —dijo, volviéndose hacia el pizarrón.

Me miró, sus ojos brillaban. —Oh, lo haré Sr. Peters —dijo—. Lo haré. Los siguientes tres periodos fueron de igual manera, a pesar de que dije “de ninguna manera” a Emily cuando trató de venir conmigo, no era porque no me sentía agradecida por todo lo que ha hecho, cómo suavizó lo que debió haber sido un día infernal, pero no podía llevarla a todas partes como si fuera una manta de seguridad durante todo el año me dio la luz de la confianza que necesitaba para pasar el resto del día.

No era totalmente inmune a las miradas de lado o las voces silenciadas, pero eran una fracción de lo que había anticipado y sabía que eso tenía que ver con Emily, me encontraba en deuda con ella, pero no sabía si eso era algo que quería.

Taylor se veía como si su cabeza estuviera a punto de estallar en el momento en el que yo serpenteaba hacia nuestra mesa en la cafetería. Después de haber ignorado sus primeras cinco llamadas el domingo en la mañana, sólo apagué el teléfono. No sería capaz de esquivar sus preguntas por más tiempo.

— ¿Se te cayó tu teléfono en el servicio o algo así? —preguntó antes de siquiera haberme sentado.

—Mi batería murió y no pude encontrar mi cargador —le dije, sonriendo inocentemente como ella ¿Se consideraba una mentira si lo había hecho para mantener a bocas chismosas como la de Taylor en la oscuridad?
Su rostro cambió, realmente se la creyó

—Pobrecita —dijo Taylor, apoyando su mano en mi brazo— Como si tu fin de semana necesitara ponerse peor.

Le dije “mm-Hmm” a través de un sorbo del jugo de naranja. —Bueno, ¿por dónde empezamos? —dijo, inclinándose más cerca. Lexie y Samantha dejaron caer sus ramas de apio y se inclinaron sobre la mesa.

Yo sólo quería acabar con esto. No cesarían hasta que me sacaran toda la información, y sabía que si no les daba lo que querían, las mentiras serían creadas para llenar los espacios vacíos.

— ¿Por dónde quieren empezar? —les pregunté, poniéndole la tapa a mi jugo de naranja.

— ¿Sabías que ella había robado el auto? —susurró Taylor, mirando con complicidad alrededor de la mesa.

—Por supuesto que no —les respondí ofendida, hasta que me di cuenta de que mi respuesta las había decepcionado. En los libros de esas chicas, sería al menos uno o dos tonos más genial si hubiera estado al tanto o hubiera sido parte de toda la cosa del robo del auto.

— ¿Has hablado con ella? Me dolía pensar en ella; dolía aún más admitir que no había escuchado nada sobre ella.

—Nop. Taylor y sus apóstoles lucían decepcionadas de nuevo. —El rumor por aquí es que evadió cerca de cien autos de policía, devolvió el auto a su dueña, y luego caminó directo hacia el precinto del centro y se entregó a sí misma —dijo Taylor, moviendo y sacudiendo sus manos tan neuróticamente que me deslicé unos centímetros hacia atrás—. ¿Qué escuchaste tú, Brittany?

—Un montón de nada —le contesté, ya agotada por la gran inquisición y sólo llevábamos tres minutos de la hora del almuerzo. A penas empezábamos.

— ¿Entonces es cierto que sólo te dejó atrás? —preguntó Lexie, masticando la punta de su palito de zanahoria.
Estas chicas comían más maldit
os vegetales crudos que una familia de conejos.
—Sip —dije, mirando sobre mi hombro, rogando por algún tipo de distracción—. Fue trágico.
— ¿Cómo llegaste a tu casa? —preguntó Lexie, moviendo su zanahoria.
Iba a contestarle cuando Taylor me sonrió, arqueando una ceja.

—Escuché que te llevaron al instante en un cierto BMW 325i.

—Ni siquiera sé qué significa eso —dije, mirando hacia atrás de nuevo. Aún nadie viene a mi rescate. Rayos, a este punto de la interrogación, no me importaría que fuera un loco enmascarado llevando una motosierra sobre su cabeza.

— ¿Emily te llevó a tu casa? —La zanahoria media masticada cayó de la mano de Lexie.

— ¿Sí? Levantándose rápidamente de su silla.
Lexie me miró.

— ¿Cómo?, Brittany Pierce sin duda ha hecho sus rondas alrededor de Southpointe, ¿verdad? Todo en una sola semana. —Afilando su mirada hacia mí, se giró y salió de la cafetería.

—No te preocupes, ya se le pasará —dijo Taylor, moviendo sus manos en el aire— Ella y Emily salieron durante un par de años y tuvieron una desagradable ruptura unas semanas antes de empezar las clases.

— ¿Dos años? —dije, teniéndole un nuevo respeto a Emily un compromiso de dos años con el genio que era Lexie Hamilton debió haberle garantizado un asiento entre los dioses— Ella me odia. Me va a odiar por un largo, largo tiempo.

Enroscando su dedo hacia mí, Taylor se inclinó. No me moví más cerca.

—Lexie odia a todo el mundo sólo no le digas que te lo dije.

—Que bien por ella —dije.

—Guau, Brittany Pierce—dijo Taylor, sacando unos polvos compactos de su bolso—. De alguna manera, te las arreglaste para domar a la indomable de Santana López, por poco tiempo pero lo hiciste, y luego pasaste directo a la soltera más cotizada y codiciada a-ser-esposa de Southpointe. Eres oficialmente mi héroe.

Samantha soltó una risita. — ¿Estás buscando aprendices en este momento?


—Sólo los moralmente perjudicados —murmuré, mientras Taylor se empolvaba la nariz y Samantha tomó un sorbo de su refresco de dieta con una pajita. Me encontraba rodeada de un conjunto de futuras esposas de Stepford, con suéteres color duraznos y cremas. ¿Qué demonios hacía?

—Emily alucinante Fields —dijo Taylor, sacudiendo la cabeza.

—Increíble. —Lo soy, ¿no? No sé cuál de las tres saltó más, pero los polvos compactos de Taylor se hicieron añicos al caer al suelo, así que ganó algún tipo de premio.

—Dios, Emily—dijo Taylor, recogiendo los triángulos destrozados de polvo—. No vuelvas a atacar sigilosamente a un grupo de chicas a menos que quieras obtener un codazo en las tetas.

Ella se tocó la cabeza —Anotado.

— ¿Qué quieres? —preguntó Taylor, derritiéndose un poco bajo su sonrisa.

—Vine a pedir prestada a Britt—Sus manos apoyándose sobre mis hombros— No les importa, ¿verdad chicas?

—Eso depende —dijo Taylor, mirando las manos de Emily en mí. — ¿De qué? Taylor me deslizó una mirada. —De para qué vienes a pedirla prestada.

—Los negocios de una mujer son solo de ella —le respondió, tirando de mi silla.

—Excepto cuando no lo son —dijo Taylor en voz baja, antes de hacer un túnel con sus manos y susurrarme al oído—. Espero un reporte completo.

Saltando de mi silla, me despedí de Taylor y Samantha y me volví hacia Emily.

—Sácame de aquí —articulé. Me tomó de la mano y me llevó fuera de la cafetería. —Vamos.

Si esto es lo que tener cada cabeza volviéndose hacia mí, con ojos escandalizados se sentía, no quería nunca tomar ese puesto. No entendí cuál era el gran problema con el hecho de Emily y yo caminando juntas, pero ellas sí. Probablemente tenía que ver con ella tomándome de la mano, la cual debí haber alejado, y los rumores que se formaron y fueron escritos en el libro de los hechos después del baile de bienvenida.

Una vez que estuvimos fuera de la cafetería, exhalé. —Gracias.

—Te veías como si tuvieras dolor físico allá dentro —dijo, llevándome a un pasillo más tranquilo—. Tenía que salvarte de eso.

—Estoy feliz de que lo hicieras —le dije, mirando alrededor. No había nadie cerca y sabía que si alguien pasaba por aquí, Emily y yo juntos en un pasillo despejado comenzarían una nueva ronda de rumores—. ¿Por qué lo hiciste?

Inclinándose en unos casilleros, Emily metió sus manos en los bolsillos de sus pantalones. —Quería disculparme —comenzó, tomándome por sorpresa—, no debí haberte dicho nada, bueno o malo, sobre Santana cualquier relación que tuvieron no era de mi incumbencia siento haber tratado de meterme.

Su disculpa me tomó por sorpresa, pero escuchar el nombre de Santana me afectaba más. Cada vez que lo escuchaba, otra daga se clavaba en mi corazón. Se convertía rápidamente en un alfiletero.

—No estoy segura de si alguna vez hubo una relación —admití, dejando que mi cabeza cayera contra la pared—, y si hubo una, ya no hay más.

Debía ser porque ella había robado un auto, o porque había sido arrestada más veces de las que podía contar con las dos manos, o porque personificaba todo lo que a las chicas se nos enseñaba a mantener lejos desde que estábamos en primaria. Pero no era por ninguna de esas razones. Yo conocía a Santana y no tenía ninguna relación porque si en serio se hubiera entregado, no se había tomado la molestia de llamarme primero. Ni para asegurarse de que había llegado bien a mi casa ni para explicarme qué demonios había pasado el sábado en la noche. Si tuviéramos algún tipo de relación, Santana se habría preocupado lo suficiente por contactarme, pero no lo hizo.

—Lo siento, Britt —dijo Emily, volviendo su cabeza y mirándome.

—No, no es cierto —dije, riendo sobre el hecho de que Emily había sido con quien me había abierto sobre Santana, pero sabía que tenía que ver con la manera en la que su rostro siempre era cálido y sus ojos nunca me juzgaban.

—Lo siento por ti y el dolor que esto te ha causado —dijo—. Pero no me siento mal por López me puede besar el trasero la próxima vez que la vea.

Otra daga justo a través del ventrículo izquierdo. —Me gustaría ver eso.

—Quédate atenta —dijo mirando lejos—, que tal vez sí Santana López finalmente podría recibir una dosis de su propia medicina antes de que todos vayamos a la universidad y ella se quede atrás como un desperdicio del espacio condenada de por vida.
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Finalizado Re: Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14)

Mensaje por Dani(: Jue Mayo 15, 2014 1:28 pm

Capítulo 24

La segunda semana de clases fue diez veces menos dramática que la primera. De hecho, me sentía como si me estuviera estableciendo en un patrón de normalidad, cuando me abrí camino a través del detector de metales, el viernes en la mañana. Obtuve As en todas mis clases, era un poco difícil pero cuando se calcula que uno es igual a uno y que el escribir preguntas, era tan difícil como saber que pasaría en mi último año.

También me había unido al equipo de baile, ignorando las advertencias de Taylor, sobre que mi popularidad bajaría al menos un cincuenta por ciento e ingrese al club del Medio Ambiente, el cual según ella haría caer el otro cincuenta por ciento que faltaba.
Ahora era cero por ciento popular. Incluso he tenido que poner algunos límites entre la Srta. Taylor y sus amigas, tratando de respetarse la mayoría de días. Hasta mamá y yo habíamos tenido un par de conversaciones tranquilas.

La vida no se había sentido así de normal en años, y mientras había llorado por normalidad hace tanto tiempo, debí haberme sentido cautivada por ella, pero no lo hacía. Sabía que tenía algo que ver con cierta persona de la cual aún no había escuchado nada, y era a la que debía evitar desde hoy hasta mi muerte, pero había aprendido de la manera difícil que el corazón quiere lo que el corazón quiere. Y yo quería a Santana.

Pero no dejaría que me tenga, como un padre que no dejaría a su hijo comer un segundo pedazo de pastel porque sabe que no es lo mejor para su goloso, amado e impulsivo hijo. No podía dejar que mi corazón tuviera lo que más quería porque sabía que eso lo llevaría a su destrucción.

—Buenos días, hermosa - Le di un codazo a Emily mientras nos instalábamos en nuestra rutina matutina.

—Vete fea, y no vuelvas hasta que se te ocurra algo mejor que decir.

—Sólo espera, he trabajado en unas cuantas frases y creo que vas a estar bastante impresionada el próximo lunes —me respondió, entregándome mi café con leche y chocolate de las mañanas que había comenzado a traerme hace un par de días atrás.

—Lo dudo —le dije.

—Tú diciéndome fea cada m
añana, eso realmente podría herir mi delicado ego, si no estuviera seguro de que sólo estás bromeando —dijo saludando con la cabeza a un par de compañeras del equipo de fútbol que pasaban de largo.

—O si no, estás realmente segura de que no eres fea.

— ¿Estás diciendo que piensas que soy ardiente? —preguntó sonriéndome malvadamente.

—Si eso es lo que escuchaste, necesitas un par de audífonos —le dije tomando un sorbo de mi café—. Simplemente confirmaba que no eres fea.

—Creo que ese es el peor cumplido que me han dado —dijo abrazándome y juntándome hacia ella.

La relación con Emily era fácil, la mayor parte del tiempo, pero cuando se iba por otro camino, siempre trataba de atraerme en un incómodo abrazo o me tocaba con cierta mirada en sus ojos.

— ¿Cómo está tu tobillo Fields? —Una voz gritó detrás de nosotras.
Una voz que me congeló los pies al suelo, pero que me derretía en cualquier otro lugar.

Viniendo hacia nosotros, Santana se cruzó de brazos, mirando fijamente el brazo que Emily tenía a mí alrededor, antes de mirarme. Nunca había recibido una mirada tan llena de emociones. Jamás me habían mirado de esa manera, haciendo que mi respiración se hiciera lenta y dolorosa a la vez.

Levantando un hombro, Emily miró hacia su tobillo vendado. —Tratando de sanarse.
Los ojos de Santana no dejaban los míos. —Hablaba de tu otro tobillo.

Tomándola por sorpresa, Emily hizo una pausa. —Está bien —respondió.

— ¿Quieres tomar este camino? —le preguntó Santana, avanzando hacia nosotras, mientras todavía me miraba. El moretón en su mejilla todavía se veía igual. Yo no sabía que esperar de una persona que había estado una semana en prisión, la cual pudiera haber salido luciendo diferente, tal vez ese hubiera sido el caso, pero para alguien que había estado en prisión trece veces hasta ahora, era como un día más en el parque.

—Tienes tu brazo en algo mío —dijo Santana, sus ojos destellaron cuando miró a Emily.

—Creo que esta propiedad cambió de dueño cuando tú la dejaste botada en la acera.

—Emily trató de sujetarme juntándome hacia ella, pero no antes de que yo me saliera por debajo de su brazo.

Volviéndome hacia ella, le di una mirada clara antes de girar hacia Santana y darle la misma mirada. No había trabajado hasta el cansancio para sacar las notas que obtuve, ni trabajé incansables días de verano sirviendo mesas, ni había creado mi camino como una mujer fuerte, para ser reducida a un objeto por el que dos chicas celosas peleaban.

—No soy propiedad de nadie —dije levantándole mi dedo a Emily—. No soy tuya —dije, antes de darme vuelta y encontrar los ojos de Santana—. Y tampoco soy tuya.

Decir eso la primera vez fue definitivamente más fácil de lo que pensaba y eso enfurecía a mi psicoparental de yo sé lo que es mejor para ti.

—Ahora ustedes dos, déjenme en paz. Empujé con los hombros a Emily, poniendo el café con leche de vuelta en sus manos, no quería nada de ella antes de salir a través del pasillo lleno de gente, tratando de calmar a mi corazón que por primera vez esta semana, se sentía tranquilo.

Y no quise aceptar la razón del por qué, tal vez sería porque podía sentir sus ojos en mí durante todo el recorrido del pasillo, e incluso después de dar la vuelta a la esquina, aún podía sentir su mirada sobre mí.

Me sentía tentada a saltarme el primer periodo y aún más tentada a saltarme todo el día, pero no lo hice. Me levanté por mi propio esfuerzo y me recordé a mí misma que no iba a dejar que dos chicas, sobre todo una chica, me tomarán como una de esas chicas que tiraban sus vidas por el excusado. Yo era fuerte y sabía cómo superarme, maldita sea, era mejor que eso.

Sin embargo lo que tenía en mente era que pude haberme saltado el primer periodo, pero en el momento que la campana sonó y yo no había escrito ni una línea sobre Oliver Twist. Aunque, lo leí hace dos años y obtuve una A en mi resumen.

Mientras recogía mis libros, noté a cada estudiante mirándome mientras se dirigían hacia la puerta. Eso fue suficiente para ponerme en alerta y no querer descubrir lo que me esperaba al otro lado de esa puerta.

La clase se había vaciado, incluso el Sra. Peters se había ido antes de que hubiera tomado el valor de tomar mi bolso.

—Hola Britt. —Santana dio un par de pasos dentro del aula, cerrando la puerta detrás.
Me odiaba a mí misma por querer que venga a abrazarme y me diga que todo estaba bien, que no había nada que no pudiéramos superar y que lo del último fin de semana había sido un terrible malentendido.

Era una ilusa. —No voy a hablar contigo —le dije, tratando de caminar a un lado de ella, pero se paró delante de la puerta.

— ¿Y por qué no? Mirándola, crucé mis brazos. —No pretendas que nada pasó. Sabes por qué no voy a hablar contigo o por qué no voy a hablarte nunca más.

—Eh Britt—dijo, inclinándose contra la puerta—. Estás hablando conmigo en este momento.

No me sentía de humor para tonterías, menos de Santana. —No estoy hablando, te estoy casi gritando lo suficientemente para dejarte saber que ya se terminó lo que sea que teníamos —dije, sin tener nada más que decir, sobre lo que tuvimos—. Ya se terminó.

Bajando la mirada, examinó el suelo parado. — ¿Se terminó?

—Sip —dije, tratando de sonar como si no me importara.

— ¿Esto tiene algo que ver con Fields? —La furia hizo su camino en su rostro.

—No —dije, tratando de empujarla fuera de la puerta—. Tiene que ver contigo.

—Déjame explicarte —dijo, tomándome por los brazos. Me solté lejos.

—Podrías explicarme hasta que tu rostro se ponga azul y no hay nada que puedas decir que me haga cambiar de opinión.

Los músculos en su cuello se estiraron

— ¿Entonces finalmente has decidido tomar mi consejo y mantenerte lejos de mí?

—Finalmente —dije, mientras mi garganta se trababa alrededor de esa palabra.

Asintió—Bien —dijo—. Es lo mejor de todos modos. Justo cuando empezaba a creer que mi herida no podía doler más.

—Entonces creo que no hay nada más que decir —dije, apartándola de la puerta.
No se movió. —Sí, sí hay —dijo, mirándome con sus ojos color marrón—. Sigo debiéndote una explicación.

—Gracias, pero no —dije, tratando de deslizarme junto a ella—. Seguiré mi camino.
La mano de Santana se centró sobre la manija de la puerta. —No antes de que te explique lo que pasó el sábado. Me encontraba a punto de caer otra vez, dejándola entrar de nuevo. No estaba segura si tenía algo que ver con la manera en que sus ojos se veían perdidos o la manera en la que me sentía perdida, pero sabía que no podía dejarla volver.

— ¡No necesito una explicación, santana! —dije gritándole—. Estuve ahí. Pude ver todo por mí misma, en lo que a mí respecta, cualquier relación que tuvimos se acabó, y ya terminé de hablar, de gritar, y de escucharte, así que guarda tu aliento porque ya terminé de gastar el mío contigo.

Esta vez cuando la empujé para pasar, no me detuvo. Y sin embargo, una parte de mí deseaba que lo hiciera.

Santana me siguió todo el día, lo que significaba que todos miraban como si yo fuera un fenómeno de circo y todo el mundo se mantuvo alejado de mí y de mi sombra de un metro sesenta y seis centímetros y 48 kilos. No dijo nada más, pero era obvio que quería, y era claro también que esperaba que yo diera el primer paso. Espero que disfrute esperando por eso toda la vida.

Me escapé del sexto periodo unos minutos antes, corriendo hacia mi auto, exhalando una vez que estuve en el estacionamiento y ninguna sombra imponente apareció en mi espejo retrovisor. Una montaña de cosas por hacer requería de mi atención, tenía que resolverlas, eso me daba tiempo para así poder levantarme mañana con un plan en mente, pero no podía solucionarlas aún.

Sólo una cosa era capaz de ahogar todo lo que tenía en mi mente y, por suerte para mí, el estudio de baile se encontraba vacío cuando llegué. Era el mismo lugar en el que había aprendido a bailar. Pasé de ser una niña dando vueltas en tutu a una bailarina competente con su vista puesta en Juilliard, todo gracias a la ética profesional que había aprendido de mi padre, la gracia que mi madre juraba que la obtuve de su lado de la familia, y la paciencia de la casi santa Madame Fontaine.

Ella abrió su estudio hace treinta años, convirtiendo un edificio viejo, en el histórico estudio más famoso del distrito. No era nada lujoso, y tampoco tenía muchos estudiantes, pero Madame Fontaine había formado a las señoritas más importantes de todo el este europeo. Era una leyenda en el mundo del baile, bien conocida por su actitud de mastícalos y escúpelos, pero para mí, era una santa.

Fue la única persona con la que pude hablar durante un tiempo de mi vida en el que nadie más era capaz de hablar. Me ayudó a encontrar la luz en la oscuridad, me amenazó con mi vida e integridad física cuando le dije que pensaba renunciar al baile. Sólo porque temía que fuera en serio, me quedé, trabajando a través del dolor, y pronto me di cuenta de que el baile no sólo simulaba el dolor, también lo sanaba. El baile me salvó en formas que ni mis padres, ni los doctores, ni yo pudimos.

Desde que el baile se convirtió en mi cielo, Madame Fontaine se convirtió en mi ángel.
Metiendo mi cabeza en la oficina, la encontré oscura y vacía así como al resto del estudio. En su escritorio había una bandeja de galletas de avena envueltas con plástico, con una nota rosa pálido encima en forma de tipi que decía britt.

Sacando una galleta por debajo de la envoltura, tomé la nota. Como sé que te olvidaste de comer, aquí tienes el intento de nutrirte. No le digas a nadie que me he ablandado con mi vejez. Trabaja duro y baila con más fuerza.

Y ahí se encontraba la Matilda Fontaine que era una leyenda.
Galletas primero a cambio de trabajar hasta tener los pies despellejados.

Trabajar mis dedos, pies, piernas y mente hasta que estuvieran heridos era exactamente lo que necesitaba. No me molesté en cambiarme mis pantalones ni mi suéter; sólo me hice un moño en mi pelo y até mis zapatillas. Poniendo a Tchaikovsky en el equipo de sonido, subí el volumen y realicé un Grand jeteantes de que la primera nota hiciera vibrar los vidrios en el estudio.

Por regla general, los bailarines siempre calientan antes de hacer que la pista de baile se prenda en llamas, pero mi corazón había retumbado desde las nueve en punto de la mañana. No sólo había entrado en calor, me había sobre calentado.

Bailé hasta que se puso el sol y el cielo se oscureció. Bailé hasta que el mismo CD sonó por tercera vez consecutiva. Bailé hasta que ya me había tomado dos litros de agua. Pero no importaba qué tanto había bailado, o qué tan intensamente me concentraba en perfeccionar cada uno de mis movimientos, nunca dejé de pensar en Santana.
El salón quedó en silencio por cuarta vez mientras el final del Lago de los Cisnes de Tchaikovsky llegaba a su fin. Yo me encontraba empapada, sin aliento, y con un dolor desde el cuello hasta los dedos de los pies. Fue un buen día de baile.
Alcanzando mi otro litro de agua, un silbido resonó a través del salón.
Incluso en un silbido, sabía que era su voz.
—Dios, eres hermosa —dijo mientras me daba la vuelta para mirarla—. Una Mujer podría vivir una vida eterna viéndote bailar así.
—Me preguntaba cuánto tiempo te llevaría encontrarme —dije mientras Santana salía de las sombras de la oficina. Había envejecido una década en seis horas. Las ojeras debajo de sus ojos eran de un tímido tono de negro, su piel oliva se había palidecido, pero eran sus ojos los que habían envejecido aún más.

—Sólo el tiempo que me llevó caminar de la escuela hasta aquí —respondió, a horcajadas en la puerta.

—He estado aquí durante unas buenas seis horas. —Tomé un largo sorbo de agua y luego me dejé caer en el suelo, colocando mi espalda contra el espejo en la pared.

—He estado aquí casi todo ese tiempo —dijo, señalando detrás, donde la oficina de Madame Fontaine miraba hacia el estacionamiento—. Pero no quise interrumpirte, así que sólo actué como Tom el mirón y te observe a través de la ventana. —Sonrió, arrastrando sus botas hasta el marco de la puerta—. Además me sentía un poco asustada sobre qué dirías o harías si te interrumpía.

—Ah —dije doblándome a través de mis piernas para estirar los músculos que se encontraban a punto de romperse—. Ahí está la verdad, por fin —murmuré lo suficientemente alto para que pudiera escucharme.

—Necesito decirte más verdades, Britt—dijo, luciendo tan perdida como jamás la había visto. Esa apariencia atrajo a las emociones más profundas de mi corazón, y me vi como algo más que una amiga para Santana. Antes de saber lo que iba a hacer, di unas palmadas en el suelo de madera para que se sentara junto a mí.

—Necesito estirarme, y parece que tú necesitas hablar —dije, forzándome a mí misma parecer normal tratando de no quebrarme—. Terminemos con esto.

Cruzó el cuarto, su cuerpo lucía aliviado pero su rostro se veía preocupado.

—Era cierto lo que dije. Esa fue la cosa más hermosa que he visto —dijo, deslizándose a mi lado—. No sabía que eras tan talentosa. Vas a ser la estrella de alguna enorme producción de ballet donde los millonarios pagaran como mil dólares por un asiento en primera fila —dijo, mientras yo trataba de no sonreír ante su obvia ignorancia sobre el ballet.

Me reí mientras me enderezaba y cruzaba mi brazo izquierdo frente a mí.
—Creo que tienes razón. Estoy bastante segura de que mi vida está destinada a tener mucha mierda —cité, codeándola con mi otro brazo.

—La tuya y la mía nena —dijo, inclinando su cabeza hacia arriba—. Pero la mía de verdad y la tuya sólo en sentido imaginario. Tu nombre va a terminar iluminado y el mío va a ser remplazado por un número en la lista de algún guardia.

Estirando el otro brazo, inhalé, tratando de unir todo el enojo que tenía por ella unas horas antes. No pude hacerlo.

— ¿No has escuchado el dicho de que tu pasado no tiene que dictar tu futuro?
Su frente se arrugó mientras desenvolvía su regalo filosófico. Abrió su boca; nada salió, así que la cerró de nuevo. Ver a Santana trabarse al hablar me hizo sonreír; es algo que la hace menos intimidante.

Finalmente, dijo—: Esa es una mierda fastidiosa muy inteligente —dijo, colgando sus brazos sobre sus rodillas—. ¿Quién dijo eso?

Doblando una pierna sobre la otra, me encogí de hombros. —Yo.

—Eres una pequeña señorita muy lista, ¿sabías Britt? —dijo, admirándome con ojos cálidos—. No sólo tu nombre estará iluminado, vas a tener cerca de tres acrónimos después de tu nombre: Brittany Pierce, M.D, P.H.D, y alguna otra palabra inteligente que poner.

—Suficiente con los halagos, López—dije, secándome la frente con la parte de atrás de mí brazo—. Tienes algunas explicaciones que dar. Algunas explicaciones honestas que dar —edité

—Sí, así es —dijo, golpeando su cabeza contra el espejo—. ¿Por qué la verdad es tan difícil de admitir?

—Porque es honesta —dije.

—Eres tan condenadamente inteligente —dijo en voz baja, mirándome.

Esta mujer era la madre de Calcuta, la presidenta y la diosa en esquivar temas.

Lástima porque trataba con la reina, madre santa y emperatriz que podía ver a través de toda su mierda.

—López. —Volví su cara hacia la mía. La encaré con una mirada sin sentido—. Explicación. —Me incliné, levantando las cejas—. Ahora.

—Mandona también —murmuró. Como que jugar gentilmente no llevaba a ningún lado, la codeé en las costillas y decidí hacer que esta conversación rodará.

— ¿Entonces robaste un auto? — ¿Cómo podía hablar tan normal sobre esto? Sólo hay una respuesta para esa pregunta Santana López.

—Prefiero el término tomar prestado —dijo juntando sus manos.
—Supongo que la mayoría de las criminales lo hacen —dije, mordiendo mi lengua por las palabras que salieron de mi boca, aunque ya era muy tarde.

—No, tienes razón —dijo, tratando de aliviarme después de mi malvada observación—. Soy una criminal. Una criminal en repetidas ocasiones, y si tuviera dieciocho años, habría sido encerrada por al menos un mes entero, y no sólo unas noches. Va para mi expediente como ladrona de autos, pero sí, en mi mente esa noche, tomé prestado el auto.

Inhalé una dosis de paciencia. Esta conversación era territorio nuevo para mí y me quedaba sin compasión. —Explícame por qué a tus ojos, tomaste prestado un auto robado.

Se movió en su lugar. —El Chevelle se encontraba parqueado en el garaje de una amiga. Caroline es unos años mayor que yo y se habría graduado de Southpointe, pero se retiró después de su primer año y abrió su propio garaje. Se especializa en reconstruir autos viejos, con piezas reales y los transforma en verdaderas bellezas, doctores y abogados pagan mil dólares por ellos —dijo, animado—. Debiste haber visto cuando este llegó, era en verdad un pedazo de chatarra, ni siquiera muy bueno para ser chatarra, y Caroline…

—Santana —la detuve—, me emociona ver que tienes una pasión en tu vida aparte de las mujeres y ser la presidenta honoraria del Club de las Chicas Malas de América, pero tengo cerca de quince minutos antes de que mis padres comiencen a llamar a mi teléfono si no estoy en la casa.

—Lo siento —dijo, resonándose el cuello—. Así que hago trabajos para Caroline de vez en cuando. Tengo la habilidad de meterme debajo del capote de una máquina sexy y hacerla ronronear.

Mordí mi labio para no reírme. —Apuesto a que sí.

—Ah Britt —dijo arrugando su nariz—. Tienes una mente muy enferma.

—Aprendí de la mejor.


—Ouch —dijo.

—. Bien merecido. —Mucho —añadí. —Entonces alguien sólo llevo el Chevelle la semana pasada para tener todo un trabajo detallado en él. Caroline salió de la ciudad por el fin de semana para visitar a su novia en el lado este del estado, así que me dejó a cargo del garaje.

Aquí es donde empecé a contraerme de dolor porque comencé a ver la imagen conectada en los puntos que dibujaba para mí.

—Vino el sábado y Caroline se fue, el dueño no esperaba su auto de vuelta hasta el lunes, y las llaves aún seguían en el taller —dijo tomando aire—. Y yo, siendo la moralmente corrupta e idiota que soy vi una oportunidad que no podía pasar por alto.

—Si Caroline fue al lado opuesto del estado, y el dueño no planeaba recogerlo hasta dentro de un par de días, ¿cómo los policías descubrieron que tú lo tenías? —pregunté, sintiendo una compasión que emergía poco a poco dentro de mi corazón.

—Porque no seguí mi regla número uno de siempre esperar lo peor. —Suspiró, frotándose sus antebrazos—. La chica de caroline escogió la noche del sábado para terminar con ella, así que cuando regresó al garaje y vio que el Chevelle desapareció, asumió que lo habían robado y llamó a los policías.

—Espera —dije sintiéndome un poco tonta—. ¿Por qué Caroline iría al garaje a las diez, un sábado por la noche? Eso es trabajar veinticuatro horas y siete días a la semana.
—Hay un pequeño ático sobre el garaje donde vive —respondió Santana, mirando al frente.

—Y los policías encontraron el auto y te encontraron a ti, y te arrestaron.

—Abreviando ese fue el peor momento, en que todo se complicó. —Más o menos. — ¿Pero no pudiste decir tu parte de la historia? —pregunté, tomándome mi tiempo para desatar mis zapatillas porque necesitaba algo más en que enfocarme.

— ¿No entendieron que fue sólo un honesto error? —Tomé un auto que no era mío Britt—dijo Santana, su voz tranquila—. Desde el punto de vista de los policías, no es un honesto error. Además, llamaron al dueño y el tipo ese está tan enojado, que está amenazando con demandar caroline. Por nada más que unos pocos kilómetros en uno de los seis autos que ni siquiera se hubiera dado cuenta que desapareció si Caroline —interrumpiéndose a sí misma, golpeó el piso con el puño—. Si yo no hubiera tomado el carro en primer lugar.

—Dios Santana—De nuevo, no tenía palabras.

—Lo sé, lo sé —dijo—. Así que no sólo he puesto en peligro el negocio de una amiga por el que se ha matado trabajando para convertirlo en algo, le adicioné otra marca a mi expediente, y probablemente me quedé sin trabajo también.

No sabía cómo solucionar ninguno de esos problemas, y era la experta en solucionar problemas. Lánzame un problema y te daré una respuesta, pero ahora no se me ocurría nada.

— ¿Puedes buscar un nuevo trabajo? —pregunté finalmente, con un débil intento de solucionar los problemas de Santana.

Se rió en voz baja. —Vivo en un hogar para chicas y tengo el expediente de una criminal experimentada. Ni siquiera puedo ser contratada para freír hamburguesas. Trabajé fuera de los estándares legales para Caroline porque no apruebo el chequeo de antecedentes y el estado dice que el hogar satisface todas nuestras necesidades, así que técnicamente no nos permiten tener ingresos remunerados hasta que nos vayamos.

Tomando una de mis zapatillas, admiró los listones rosa pasando sus dedos entre ellos.

—Si alguna vez necesitas algo, dinero o lo que sea —dije aclarando mi garganta—. Tengo algún dinero ahorrado de haber trabajado sirviendo mesas durante los veranos. Podrías tomar un poco cuando...

Santana levantó su mano. —Britt gracias, pero no —dijo cerrando sus ojos—. Es muy dulce que lo ofrezcas, pero no voy a tomar dinero de nadie, de ti mucho menos. No soy un caso de caridad y no recibo limosnas.

—Nunca dije que lo fueras.

—No, no lo hiciste —dijo, abriendo sus ojos y mirando directamente a los míos—. Pero todos los demás sí.

Eso puso un bulto en mi garganta que no podía tragar. Aclarándola de nuevo, dije—: ¿Para qué necesitas el dinero? ¿Estás ahorrando para la universidad o un auto o algo así?

Rodó sus ojos sobre lo de la universidad. — ¿O piensas gastarlo en goma de mascar? —pregunté apoyándome en ella.

—Ese es más mi estilo, pero no. Tengo responsabilidades, ¿sabes?

Cosas que necesitan que me ocupe de ellas.

Eso no lo sabía, pero no me sentía lista para saber cuáles eran sus responsabilidades
—Cosas de las que me tengo que hacer cargo y, antes de trabajar para Caroline, el único trabajo para el que era capaz de trabajar era el de tráfico de drogas. —Me miró, observando mi reacción.

Por fuera, no le mostré nada. Por dentro, me caía en pedazos. Santana muy probablemente tenía el corazón más grande que he visto en una mujer. También tenía el historial de arrestos más largo que he visto en una chica. Era el clásico ejemplo, tener buenas intenciones pero no las lograba. Tiene tantos problemas sobre sus hombros y no hay manera de que yo los solucione por ella. Jamás me había sentido tan impotente en cinco años.

Apoyé mi frente en mis rodillas dobladas. — ¿Por qué tomaste el carro, Santana? —No era algo que haya querido decir en voz alta, sólo una meditación interna de ¿por-qué-es-el-universo-tan-injusto?

—Vamos Britt—dijo mientras jugaba con su sombra en el espejo—. No podía llegar a tu puerta principal con nada más que mis dos piernas para ir al baile.

— ¿Por qué no fuimos con otra pareja entonces? —Dije frotando las curvas de mis dañados pies—. ¿O por qué no pudimos ir en mi auto? Incluso te habría dejado manejar. —Ya ni siquiera me sentía enojada con toda la situación. Una mala decisión hecha con buenas intenciones, seguida por una cadena de desafortunados eventos que chocaron contra ella como dominós.

—Porque ya estoy cansada de ser una sanguijuela de la sociedad o de todos a mí alrededor. Porque estoy cansada de tomar limosnas y estoy cansada de los rostros de los que dan limosnas. Pero realmente, sobre todas las cosas, porque la chica a la que llevaba se merecía lo mejor —dijo, deslizándose junto a mis piernas, cogiendo mi pie de mis manos—. Déjame hacerlo —dijo, mientras sus manos agarraban mi pie mientras gentilmente masajeaba mis músculos.

—Santana, no soy una chica que quiere o necesita lo mejor, estaría en el arco iris sólo por el hecho de estar con una chica que cumpla con las expectativas y siempre y cuando la chica con sea la mejor.

Se concentró en mis pies, tocándolos como si fuera capaz de quebrarlos por la mitad.

—A ti siempre te toca lo peor. Me quedé callada porque no estaba segura que decir, no me desharía de todo lo que aún siento por ella, a pesar de que sé que debía hacerlo. Una parte de mí quería a Santana como nunca he querido a nadie antes, y la otra parte me aseguraba de que si seguía el impulso de este deseo, terminaría en más pedazos que cuando empecé.

—Y para que sepas, sé que esos pedazos de mierda están diciendo que te dejé porque me harté de ti o no quería que fuéramos tan despacio o al menos una docena más de otras explicaciones basuras, el hecho es que te dejé porque no quería que estuvieras conmigo si me atrapaban —dijo, sus hombros se tensaban debajo de su suéter gris—. No quería que trataran de etiquetarte como una cómplice o algo parecido. —Me miró con esa apasionada mirada suya—. Así que ahí está, esa es la verdad. No dejes que esos idiotas traten de torcerla para hacerte sentir mal, ¿está bien?

Debí haberme sentido mejor, sabiendo que no me había abandonado como si fuera la basura de la semana pasada, pero no pude, sabiendo que había sido una de las que creían esa teoría.

Santana merecía tener al menos a una persona de su lado, y esa persona debí haber sido yo.

—Oye Britt—dijo girando sus manos sobre mi otro pie—. ¿Estás bien?

Cerré mis ojos, porque esa era mi última defensa contra las lágrimas.

—Estoy bien.

— ¿Britt? —dijo con voz

Respiré dos veces lentamente antes de abrir mis ojos. —No estoy llorando —dije tratando de convencernos a ambas—. Sólo estoy frustrada y se me ponen los ojos llorosos cuando me pongo así.

Me estudió durante otro momento antes de desviar su atención de vuelta a mis pies.
— ¿Por qué estás así? —Escoge un tema, cualquier tema y hay una gran posibilidad de que estaré frustrada por eso.

—Ese fue un buen intento tratando cambiar de tema britt, dime la verdad —dijo mientras abría su boca para hablar—. ¿Por qué estás frustrada exclusivamente ahora?
Para responder esto honestamente requeriría de tomar en cuenta múltiples aspectos, un día entero de explicaciones que me dejen transparente y expuesta en todos los sentidos que una chica teme. Así que escogí la menos complicada, la respuesta más acertada que podía darle en este momento.

—Estuve frustrada desde las doce de la noche hasta las doce del mediodía del sábado pasado y todo el maldito día a causa de eso —comencé, tratando de detener la explosión de palabras—. Sigo frustrada porque no entiendo cómo pudo salir mal todo, no entiendo por qué tomaste el auto en primer lugar.

—Tomé el auto —dijo comenzando antes de que lo interrumpiera—. Y tomaría mil más, porque incluso aunque digas que no quieres lo mejor, quiero darte lo mejor.
— ¿Por qué, Santana? ¿Por qué estás tan determinada en que necesito lo mejor? —pregunté inclinándome hacia adelante.

Levantó un hombro con ojos decaídos. —Porque Britt, eres la persona más importante en mi vida. Y ese fue el punto para estallar.

No pude detener las malditas lágrimas, una persona a la que había conocido hace unas semanas, la que dio la espalda cuando más necesitaba a una amiga, la persona que trató y seguía tratando de convencerse a sí misma de que no era la mujer de la que debía enamorarse. Y esta persona era la más importante para ella.

—No merezco ese título —dije jugando con la manga de mi suéter.

— ¿Por qué? —preguntó, levantando mí barbilla con su mano hasta mirarnos
—. ¿Porque por fin aceptaste la clase de tumor que soy y te sientes culpable?
Mis ojos destellaron. —No.

— ¿Entonces por qué? —preguntó con curiosidad pero no lucía enojada.

—Porque tú y yo tenemos muy malas experiencias como para tener un buen futuro. —Esa era la verdad, sin tener que excavar dentro del asunto. No tenía que sacar lo del incendio, ni los rumores o el auto robado, porque todo se hallaba ahí entre las líneas.
—Mierda, Britt. —Arrugó la frente—. ¿No fuiste tú quien dijo que tu pasado no tiene que dictar tu futuro?

Nunca me había sentido tan hipócrita. Mis hombros cayeron de puro agotamiento, mental y físico.

— ¿O eso va para todos menos para mí? La vida de santana había estado llena de suficiente mierda, así que no me necesitaba, pero yo no podía hacer esto. Lo sabía, con total certeza, saldría en peores condiciones de las que ya había salido si dejaba a Santana entrar a mi vida de la forma en la que ella quería.

—Santana —dije, mordiendo mi labio—. Es sólo que no puedo. No puedo hacer esto.

Su expresión se entristeció. —Sé que no merezco una segunda, tercera o la maldita oportunidad que sea, pero tú y yo tenemos algo especial Britt y lo sabes. Dame otra oportunidad, una más, y caminaré en una línea tan recta que todo el mundo pensará que he sido poseído.

Dios, quería mirar lejos de esos ojos, pero no podía. Eran imposibles de ignorar.

—Una oportunidad más. No porque la merezco, sino porque las dos la merecemos.


Si estas primeras lágrimas de cocodrilo que he llorado en años eran una indicación de que debíamos tener un futuro juntas, eso hacía que mi decisión fuera más fácil.
—No puedo —susurré.

— ¿Por qué? ¿Porque no puedes o porque no quieres? Una mentira era la única esperanza que tenía para convencerla de que no luchaba contra el impulso de estar con ella.

—Porque no quiero estar contigo, Santana. —Las palabras ardían en mi garganta.
Su rostro se deprimió por apenas un segundo antes de que se volviera más serio.

—Mentira —dijo sacudiendo su cabeza—. Estoy tan acostumbrada a lidiar con mentirosos que sé cuándo una mentira viene antes de que la persona abra la boca.
Era la peor mentirosa y Santana era la mejor en descubrirlo, lo que significaba que no podía salirme con la mía. Razón número mil del por qué Santana y yo nunca funcionaríamos.

—No soy exactamente una matona, ladrona o una traficante indistinguible, como para mentir sobre lo que digo, así que deberías evaluar tu detector de mentiras.
Sus ojos se quedaron mirándome fijamente. —Bien, convénceme entonces, convénceme de que no me quieres como yo te quiero.

No me iba a dejar ir tan fácil. Era tan romántica como irritante.


—Que se jodan las palabras —me interrumpió—. No creo nada de lo que has dicho, convénceme con acciones.

Respirar se volvió algo difícil de hacer. — ¿Quiero saber qué significa eso? Luego, sin ningún aviso me jaló de los pies, deslizándome a través del suelo hacia ella. Inclinándose hacia mí, sus ojos miraban hacia mis labios.

—Bésame —dijo mientras su boca se acercaba a la mía—. Convénceme de que no soy más que una chica cualquiera que dejaste en el pasado.
No sabía qué hacer y en ese momento sabía que estaba arruinada. —No es buena idea —dije con voz temblorosa.

Su mandíbula se tensó mientras sus brazos se enrollaban alrededor de mí.
—Diablos, bésame, britt. Así que lo hice, y en el momento que mis labios tocaron los suyos, el dolor que sentía en mis huesos desde la semana pasada, se evaporó así de fácil.

Presionándose contra mí, Santana bajó mi espalda hacia el suelo, su boca nunca dejo la mía. Su peso se encontraba sobre el mío, aprisionándome, evitando que me desmoronara. Esto sólo hizo que la besara con más fuerza.
—Diablos, Britt—respiró cuando mis manos deslizaron hacia su camisa intentándola sacarla de su apretada espalda.
Y luego su mano se encontraba bajo mi suéter levantándolo, tocando partes de mí que yo necesitaba que explorara. Nos sentamos por un momento y levanté mis brazos en el aire, esperando que me sacara lo que llevaba. Empezó a quitarlo con una sola mano en un segundo, antes de acostarme de nuevo en el piso.

Estábamos cerca, una palabra mía se interponía entre ella y yo durante todo el camino. Ella se encontraba lista, y yo había estado lista desde el día que la vi por primera vez. No pensaba sobre nuestro pasado cuando su mano se deslizó por debajo de mi sostén, y no pensaba sobre nuestro futuro cuando su boca tomó la mía; no pensé siquiera sobre el presente, porque ya lo vivía.

Su boca se movió hacia mi cuello mientras sus manos viajaban debajo del elástico de mis pantalones, bajándolos. Levanté mis caderas para hacerle el trabajo más fácil.

— ¿Estás segura? —dijo cubriéndome de besos en la línea que llegaba hasta mi cabello.

Nunca había estado más segura sobre lo que me preguntaba, pero una señal de realidad se abría camino dentro de mi nirvana como si no necesitara que me lo recordaran, la realidad realmente apestaba algunas veces.

—Espera —dije respirando entrecortadamente, queriendo poner un pedazo de cinta adhesiva en mi boca inmediatamente después de haber dicho eso.
Su cuerpo se tensó sobre el mío, sus manos se detuvieron en seguida.
Pero a su boca le tomó un poco más de tiempo.

Finalmente movió su rostro hacia al mío, mostrándome una sonrisa inquieta.
—Está bien —dijo—. Esperaré Podía escuchar sus silenciosas preguntas escritas en su rostro. ¿Por qué? y ¿Durante cuánto tiempo?

Felicitaciones a Brittany Pierce, por ser capaz de cambiar a una tonta Don Juan.

—No es porque no quiera, porque sí quiero —dije mientras mi corazón aún latía a mil por hora—. De verdad quiero, pero no quiero que nuestra primera vez sea en un piso de madera estando toda sudorosa y usando ropa interior vergonzosamente aburrida.
Es por eso que siempre salía de casa con algo no tan divertido. Sonriéndome, me besó en la nariz. —Será en algún otro momento —dijo subiendo mis pantalones hasta mi cintura.

—En cualquier otro momento —enfaticé, convencida de que el sudoroso sexo con Santana en el piso en el que he bailado por quince años era mucho mejor que retrasar el sexo. Iba a decirle eso cuando se sentó, poniéndose a mi lado.

—Por cierto, fallaste la prueba de convencimiento. —Tomó mi suéter y lo puso sobre mi cabeza.

— ¿Eso fue antes o después de que me quitara esto? —dije poniendo el suéter en su lugar.

Me dio una mirada tranquila. —Antes.

—Sólo comprobaba —dije, poniendo las mangas de mi camiseta hacia arriba de mis codos, porque besar a Santana López era en todo sentido una de las cosas más ardientes, subiéndome hasta la temperatura de mi cuerpo.

— ¿Entonces esta fue tu primera vez? —Voy a pedir que me aclares eso, antes de que no pueda mantener mis manos alejadas de ti —dijo respondiéndome con ojos excitados.

— ¿Esta fue la primera vez que estás con una chica en un estudio de ballet… —comencé—… y te rechaza? —Sonreí, tomando un sorbo de agua.

—Es la primera vez —dijo sujetándome entre sus brazos. —Por lo menos tengo una de ellas —la molesté, mientras envolvía mis brazos sobre los suyos.

Levantó mi barbilla con su mano y la inclinó hacia arriba. No habló hasta que lo miré a los ojos. —Tú tienes todas mis primeras veces —dijo—. Eso es todo lo que importa.

Le di un beso en la boca. —Pero, Britt, necesito que me prometas algo —dijo frunciendo el rostro—. Sé que tengo una suerte de mierda pero si alguna vez llegó a echar a perder las cosas de nuevo, por un malentendido o si sólo hago algo estúpido para lo que fui creada y arruino todo —se detuvo, exhalando—, quiero que me prometas que te alejaras de mí. Abandóname como si fuera un mal hábito y no mires atrás porque Dios sabe no puedo ser yo quien se vaya de tu vida, ya que soy incapaz de hacerlo.
En realidad, si me estás escuchando, púdrete.

—No lo harás —dije queriendo y deseando que esas palabras fueran ciertas.

—Lo sé, pero me sentiría mejor si lo prometieras —dijo acariciando con su mano mi mejilla—. Más motivación para no echarlo a perder.

—Está bien —dije, arrepintiéndome por lo que iba a decir—. Lo prometo.



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Historia original trilogia crash de Nicole Williams.

Aqui les dejounos capitulos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 

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Mensaje por Mirna-Brittana Jue Mayo 15, 2014 5:45 pm

Emily estaba ganando puntos!!
Oh Dios Santana esta haciendo todo lo posible para no joder lo que tienen con Britt  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 3637566961 lo  que paso en el estudio de baile fue tan WANKY 
como siempre me encanto saludos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864
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Mensaje por Dolomiti Jue Mayo 15, 2014 6:52 pm

Oww super el maratón!! Santana es impulsiva a más no poder!! Y britt bueno es bueno q tenga si carácter Saludos hasta la siguiente actu
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Mensaje por 3:) Jue Mayo 15, 2014 9:15 pm

holap,...

Emily va o iba ganando puntos,...
me encanta san como es con britt,...
a ver como sigue la relación de ahora en adelante,..

nos vemos!!!!
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Mensaje por micky morales Jue Mayo 15, 2014 9:33 pm

pq emily siempre aparece cuando nadie la llama y britt creo es la unica que pde lograr que santana sea mejor persona, hasta pronto!
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Mensaje por Dani(: Vie Mayo 16, 2014 1:47 am

Mirna-Brittana escribió:Emily estaba ganando puntos!!
Oh Dios Santana esta haciendo todo lo posible para no joder lo que tienen con Britt  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 3637566961 lo  que paso en el estudio de baile fue tan WANKY 
como siempre me encanto saludos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864

San se va esforzar esperemos que funcione!! y ya vendra una parte mas wanky :)
Saludos gracias x comentar !!  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Vie Mayo 16, 2014 1:48 am

Dolomiti escribió:Oww super el maratón!! Santana es impulsiva a más no poder!! Y britt bueno es bueno q tenga si carácter Saludos hasta la siguiente actu

Me alegra que te gustara !! ellas se complementan  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1215408055 Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1215408055 
Saludos gracias x comentar !! Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Vie Mayo 16, 2014 1:49 am

3:) escribió:holap,...

Emily va o iba ganando puntos,...
me encanta san como es con britt,...
a ver como sigue la relación de ahora en adelante,..

nos vemos!!!!

Ya veras que pasa con Emily :/ !! san es muy tierna a su forma  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1215408055 Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 5 1215408055 
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