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Mensaje por Dani(: Lun Jun 16, 2014 2:10 am

mary04 escribió:Holaaaaa creo q todas amamos a san asi sea callada jajaj

Hola !
Jajajajajaj definitivamente  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1215408055 
Saludos!

:) escribió:Si me encanta esta faceta de santana continua

Hola hola!
Me alegro que te guste y sigas comentando!
Saludos!

monicagleek escribió:Awwww santana va abriendo su corazon ^_^ <3<3

Hola hola!
Poco a poco todo se va a ir dando  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1215408055 
Saludos!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por Dani(: Lun Jun 16, 2014 2:15 am

Capitulo 7


POV Santana

El verano da paso al otoño. El aire se vuelve más frío, los días se acortan, las nubes grises y la persistente llovizna alternan con cielos azules y vientos tonificantes. Hanna pierde su tercer diente. Quinn accede a cortarse el cabello cuando una profesora suplente lo confunde con una niña de la calle. Sam es suspendido por tres días por fumar hierba. Mamá empieza a pasar sus días libres con Dave e, incluso cuando trabaja, con frecuencia se queda en su departamento encima del restaurante para evitar los viajes diarios. En las escasas ocasiones que regresa a casa, raramente se mantiene sobria por mucho tiempo y Quinn y Hanna han renunciado a pedirle que juegue con ellas o que las saque a pasear.

Hago viajes regulares al contenedor para reciclaje de vidrio después del anochecer.

El semestre en la escuela me agota; me olvido de ir de compras, Quinn necesita pantalones nuevos, Hanna necesita zapatos nuevos, las facturas aguardan ser pagadas, mamá pierde otra vez su talonario de cheques. A medida que ella continúa desligándose de la familia, Brittany y yo nos dividimos tácitamente las tareas: ella limpia, ayuda con los deberes del colegio, hace la rutina de la hora de dormir; yo voy de compras, cocino, arreglo las cuentas, recojo a Quinn y a Hanna del colegio. Algo que ninguna de las dos pueda manejar, sin embargo, es Sam. Ahora ha empezado a fumar abiertamente, aunque desterrado a la puerta o la calle. Brittany le habla con calma sobre los riesgos para su salud y él se ríe en su cara. Yo intento un enfoque serio y me gano una serie de improperios. Los fines de semana, sale con una pandilla de problemáticos de la escuela. Convenzo a mamá de que me de dinero para comprarle un móvil de segunda mano, pero él rehúsa responder cuando lo llamo. Le imploro que le imponga un toque de queda, pero ella rara vez está cerca como para hacerlo cumplir o, cuando sí lo está, llega a casa más tarde que él. Pongo el toque de queda por mi cuenta, y Sam, inmediatamente, empieza a quedarse afuera hasta más tarde inclusive, como si regresar a casa a la hora acordada fuera un signo de debilidad, de capitulación. Y entonces, sucede lo inevitable: una noche no vuelve a casa, en absoluto.

A las dos de la mañana, después de llamarlo repetidas veces y que me desvíe directamente al buzón de voz, telefoneo a mamá por pura desesperación. Ella está en un club, en alguna parte; el ruido de fondo es ensordecedor: música, gritos, risas. Como ya estamos en las primeras horas de la madrugada, sus palabras suenan arrastradas y apenas registra el hecho que su hijo ha desaparecido. Riendo y deteniéndose cada pocas palabras para hablar con Dave, me informa que necesito aprender a relajarme, que Sam es un hombrecito ahora y que debe tener algo de diversión.

Estoy a punto de señalar que podría estar tumbado boca abajo en alguna alcantarilla, cuando me doy cuenta que estoy malgastando mi aliento. Con Dave, ella puede fingir que es joven de nuevo, libre de las restricciones y responsabilidades de la maternidad. Ella nunca quiso madurar.

Recuerdo a nuestro padre citando eso como una de las razones para irse. La acusó de ser una mala madre, pero la única razón por la que se casaron es que ella, accidentalmente, quedó embarazada de mí, un hecho que a ella le gusta recordarme cada vez que tenemos una discusión. Y ahora que estoy sólo a pocos meses de ser considerada legalmente una adulta, ella se siente más libre de lo que lo ha hecho en años. Dave ya tiene una joven familia propia. Ha dejado muy en claro que no quiere hacerse cargo de la de alguien más. Y así ella lo mantiene astutamente alejado, sólo trayéndolo a la casa cuando todo el mundo está dormido o en la escuela. Con Dave, ella se ha reinventado a sí misma: una mujer joven, atrapada en un apasionado romance. Se viste como una adolescente, gasta todo su dinero en ropas y tratamientos de belleza, miente sobre su edad y bebe, bebe, bebe para olvidar aquella juventud y belleza que dejó atrás, para olvidar que Dave no tiene intenciones de casarse con ella, para olvidar que, al final del día, sólo es una divorciada de cuarenta y cinco años, en un trabajo sin futuro, con cinco hijos no deseados. Sin embargo, comprender las razones tras su comportamiento no ayuda a que la odie menos.

Ya son las dos y media y estoy empezando a sentir pánico. Sentada en el sofá, estratégicamente ubicada para que la débil luz de la bombilla desnuda caiga directamente sobre mis libros, he estado esforzándome por leer mis apuntes por al menos las últimas tres horas. Las palabras garabateadas se enredan unas con otras, bailando a través de la página. Brittany bajó a darme las buenas noches hace una hora, con sombras púrpuras bajo los ojos, sus pecas contrastando fuertemente contra la palidez de su piel. Todavía llevo mi uniforme, los puños manchados de tinta como siempre, la camisa medio desabotonada.

Desde algún lugar dentro de mi cráneo, un eje metálico de dolor perfora su camino hacia mi sien derecha. Una vez más, echo un vistazo al reloj y mi interior se anuda de miedo e ira.

Contemplo mi reflejo fantasmal sobre el cristal oscurecido de la ventana. Mis ojos me duelen, mi cuerpo entero vibra de estrés y agotamiento. No tengo la más mínima idea de qué hacer.

Parte de mí quiere, simplemente, desechar el asunto, ir a la cama y sólo rogar para que Sam esté de vuelta para la hora en que me despierte por la mañana. Pero la otra parte de mí se esfuerza en recordarme que apenas es poco mayor que un niño. Un infeliz y autodestructivo niño, que anda con la clase equivocada de gente, porque ellos le proporcionan la compañía y admiración que su familia no. Él puede haber estado en una pelea, puede haber consumido heroína, puede haber quebrado la ley y arruinado su vida antes que ésta siquiera empiece. Peor aún, puede haber sido víctima de algún asaltante o alguna pandilla rival, su comportamiento le ha hecho ganar una buena reputación en la zona. Puede yacer sangrando en alguna parte, apuñalado o baleado.

Puede estar odiándome, puede estar resentido conmigo, puede culparme de todo lo que está mal en su vida, pero si me doy por vencido con él, no le quedará absolutamente nadie. Su odio hacia mí quedará completamente justificado. Aun así, ¿qué posibilidades tengo? Se niega a compartir cualquier parte de su vida conmigo, así que no conozco a sus amigos o dónde pasa el tiempo. Ni siquiera tengo una bicicleta para revisar las calles.

En el reloj se leen las tres menos cuarto: casi cinco horas pasado el toque de queda de Sam para los fines de semana. En realidad, nunca llega a casa antes de las diez, pero rara vez se queda fuera mucho más de las once. ¿Qué lugares de por aquí están abiertos a estas horas? Los clubes nocturnos piden carnet de identificación; podría falsificar uno, pero sólo un idiota lo confundiría con un chico de dieciocho años. Nunca ha llegado, ni de lejos, tan tarde como ahora.

El miedo serpentea dentro de mi mente. Se curva sobre sí mismo, su cuerpo presiona contra las paredes de mi cráneo. Esto no es rebeldía: algo ha pasado. Sam está en problemas y nadie está allí para ayudarlo. Me siento temblorosa y empapada en sudor. No tengo más remedio que salir a recorrer las calles buscando un bar abierto, un club nocturno… cualquier cosa. Pero primero, tengo que despertar a Brittany para que ella me llame si Sam regresa. Mi mente retrocede al agotamiento impreso en su rostro y la idea de sacarla de la cama me enferma, pero no tengo opción.

Mi primer golpe es demasiado leve, tengo miedo de despertar a las pequeñas. Pero si Sam está lastimado o en problemas, no hay tiempo que perder. Giro el picaporte y abro la puerta. La luz de las lámparas se filtra a través de la capa de cortinas, iluminándole el rostro dormido, su cabello rubio desplegado sobre la almohada. Ha apartado las sábanas de una patada y duerme boca abajo, estirada como una estrella de mar, con las bragas a la vista. Me siento en la cama y la sacudo suavemente.

— ¿Brittany?

—Mm…—Se enrosca, apartándose de mí, como protesta. Lo intento de nuevo. —Britt, despierta, soy yo.

— ¿Eh?—. Rodando sobre su costado, se apoya sobre un codo, mirándome con ojos soñolientos, parpadeando tras una cortina de cabello.

—Britt, necesito tu ayuda—. Las palabras salen con más fuerza de lo que pretendo, el pánico creciente capturado en mi garganta.

— ¿Qué?— Súbitamente alerta, intenta incorporarse, apartándose el cabello del rostro. Echa un vistazo a la mesita de luz y me mira de reojo haciendo una mueca. — ¿Qué pasa?

—Es Sam… No ha regresado a casa y son casi las tres. C-creo que debería ir a buscarlo. Pienso que algo le debe haber sucedido.

Aprieta sus ojos, cerrándolos y luego los abre de par en par, como si estuviese intentando ordenar sus pensamientos.

— ¿Sam aún está afuera?

— ¡Sí!

— ¿Has intentado llamarlo al móvil? Le cuento mis inútiles intentos de localizarlos a ambos, tanto a Sam como a mamá. Brittany sale a tropezones de la cama y me sigue al pasillo mientras doy caza a mis llaves. —Pero, San, ¿tienes alguna idea de dónde pueda estar?

—No, tendré que revisar…—. Revuelvo los bolsillos de mi chaqueta, y luego hago lo mismo con la pila de correo basura y facturas sin abrir de la mesa del vestíbulo, enviándolos a volar. Mis manos empiezan a temblar. — ¿Jesús, dónde mierda están mis llaves?

—San, nunca lo encontrarás peinando las calles. ¡Él podría estar en la otra punta de Londres!

Me giro para enfrentarla. — ¿Qué demonios sugieres que haga, entonces? Me sobresalto con el volumen de mi voz. Brittany retrocede un paso. Me detengo y respiro profundamente, ahuecando mis manos sobre mi boca y luego pasándomelas por el cabello. —Lo siento. S-sólo no sé qué hacer. Mamá sonaba incoherente al teléfono. ¡Ni siquiera pude persuadir a esa perra de regresar a casa!—. Me ahogo con la palabra perra y encuentro que apenas tengo el aliento suficiente para terminar de hablar.

—Está bien—dice Brittany rápidamente. —Está bien, San. Me sentaré aquí y esperaré. Y te llamaré en el momento en que él regrese. ¿Tienes tu teléfono?
Palpo los bolsillos de mis pantalones. —No… mierda… y mis llaves…

—Aquí—. Brittany recoge su abrigo del perchero y saca su teléfono y sus llaves.
Agarrándolas, abro precipitadamente la puerta.

— ¡Espera!—Me arroja mi chaqueta. Me la pongo y me sumerjo en el frío aire de la noche. Está oscuro, todas las casas dormidas, excepto por unas pocas iluminadas con la parpadeante luz azul de las pantallas de televisión. El silencio es inquietante; puedo oír los camiones de transporte llevando sus cargas, a kilómetros de distancia sobre la autopista. Camino con rapidez hacia el final de nuestra calle y giro por la calle principal.

El lugar tiene un aspecto desértico y embrujado, las tiendas tienen las persianas cerradas sobre sus interiores oscuros.

La basura de la parada del mercado sigue amontonada en la calle, un borracho se tambalea fuera del Tesco abierto toda la noche y dos mujeres jóvenes, ligeramente vestidas, siguen su camino cruzando el asfalto tomadas del brazo, sus voces agudas traspasando el aire nocturno.

De repente, un coche vibrando con la música acelera a lo largo de la ruta, esquiva por poco al borracho, y los neumáticos chirrían cuando toma una curva. Veo un grupo de tipos haraganeando cerca de un bar cerrado. Todos están vestidos del mismo modo: sudaderas con capucha grises, jeans holgados deslizándose por sus caderas, zapatillas blancas. Pero mientras cruzo la carretera y me dirijo hacia ellos, me doy cuenta que son demasiado mayores para ser parte del grupo de Sam.

Doy vuelta la cara con rapidez, pero uno de ellos me grita. — ¡Hey, ¿qué mierda estás mirando?!

Lo ignoro y sigo adelante, las manos enterradas en los bolsillos, luchando contra el instinto de acelerar el paso. Como lobos, ellos siguen el olor del miedo. Por un momento, pienso que van a venir en pos de mí, pero sólo sus risas y obscenidades flotan a mi espalda.

Mi corazón continúa palpitando cuando alcanzo el final de la calle principal y cruzo la intersección, mi mente corriendo a toda velocidad. Ésa es exactamente la razón por la cual un chico de trece años no debería andar por las calles a estas horas de la noche. Esos tipos estaban aburridos, borrachos o drogados, o ambas cosas, y sólo buscaban pelea. Al menos uno de ellos tenía un arma de algún tipo: una botella rota, sino un cuchillo. Atrás quedaron las simples peleas a puñetazos, por lo menos en esta zona. ¿Y qué posibilidades tendría un calentón como Sam contra esa pandilla?

Está empezando a lloviznar y los faros de los taxis que pasan cortan la oscuridad, iluminando el asfalto mojado. Cruzo la intersección a ciegas y un taxista irritable me toca bocina. Me limpio el sudor del rostro con la manga de mi camisa, la adrenalina corriendo a través de mi cuerpo. La repentina sirena de un coche policial me hace saltar violentamente; el sonido se desvanece en la distancia y yo salto de nuevo cuando una cacofonía de dementes ladridos estalla en mi bolsillo. Cuando saco el teléfono de Britt, mis manos están temblando. — ¿Qué?— grito.

—Ha regresado, San. Está en casa. — ¿Qué? —Sam está de vuelta. Acaba de cruzar la puerta en este segundo. Así que puedes regresar a casa. ¿Dónde estás, a todo esto?
—Bentham Junction. Te veo en un minuto. Regreso el teléfono a mi bolsillo y doy la vuelta.

Con el pecho agitado y mi respiración entrecortada, observo las luces de los coches nocturnos. Bien, cálmate, me digo. Está en casa. Está bien. Pero puedo sentir el sudor que corre por mi espalda y hay una presión en mi pecho, como un globo a punto de estallar.

Estoy caminando demasiado rápido, respirando demasiado rápido, pensando demasiado rápido. Hay un dolor agudo en mi costado y mi corazón late con fuerza contra mi caja torácica. Está en casa, continúo diciéndome. Está bien; pero, no sé por qué no me siento aliviada. De hecho, me siento físicamente enferma. Estaba tan segura de que algo malo le había sucedido. ¿Por qué no ha podido responder el teléfono… hacer una llamada?

Para cuando me acerco a la casa, las luces de la calle se difuminan y bailan, y todo parece extrañamente irreal. Mis manos tiemblan tan fuerte que no puedo destrabar la puerta, las llaves de metal se escurren de mis dedos pegajosos. Termino por dejarlas caer y apoyo una mano sobre la puerta, para mantener el equilibrio mientras me inclino a buscarlas. Cuando la puerta se abre de repente, tropiezo a ciegas dentro del vestíbulo brillantemente iluminado.

— ¡Hey, cuidado!—. La mano de Brittany me estabiliza.

— ¿Dónde está? El sonido de risas enlatadas me llega desde la sala principal y la empujo para pasar. Sam yace de espaldas, un brazo detrás de la cabeza, los pies sobre el sofá, riéndose de algo en la televisión. Apesta a tabaco, alcohol y hierba.

De repente, la ira comprimida de tantos meses, explota a través de mi cuerpo como roca fundida.

— ¿Dónde demonios has estado? Haciendo girar el control remoto en su mano, se toma un momento antes de apartar brevemente sus ojos de la pantalla. —En ningún lugar que sea, de algún modo, asunto tuyo—. Su mirada regresa al televisor y empieza a reírse otra vez, subiendo preventivamente el volumen para ahogar cualquier intento posterior de conversación.

Agarro el control remoto y se lo arrebato de la mano, capturándolo sin que él se dé cuenta.

— ¡Regrésamelo, Estúpida!—. Está de pie en un instante, coge mi brazo y lo retuerce.

— ¡Son las cuatro de la mañana! ¿Qué rayos has estado haciendo? Lo enfrento, tratando de empujarlo, pero es sorprendentemente fuerte. Un relámpago de dolor golpea mi brazo, desde la mano hasta mi hombro y el control remoto cae al piso. Cuando Sam se zambulle para alcanzarlo, lo agarro de los hombros y lo pongo de espaldas. Él rueda sobre sí mismo y hay un cegador crujido de dolor cuando su puño conecta con mi mandíbula. Me tiro sobre él, agarrándolo por el cuello, pierdo el equilibro y lo arrastro al suelo. Mi cabeza golpea la mesa de café y, por un momento, toda claridad parece irse, pero me repongo y llevo mis manos alrededor de su garganta, y su rostro se vuelve carmesí, sus ojos dilatados y salidos. Me golpea en el estómago, una y otra vez, pero no lo dejo ir, no puedo dejarlo ir, incluso cuando me da un rodillazo en la ingle. Hay alguien más empujando mis manos, alguien más se interpone en el camino, alguien me grita, vociferando en mi oído. — ¡Detente, San, detente! ¡Vas a matarlo!

Lo suelto, él toma distancia, doblado sobre sus manos y rodillas, tosiendo y haciendo arcadas, hay hilos de saliva colgando de su boca. Alguien me detiene por detrás, sujetando mis manos contra mis costados, pero toda mi fuerza me ha abandonado de repente y apenas puedo sentarme. Escucho los sonidos jadeantes de Sam, mientras él se tambalea sobre sus pies y, de repente, se yergue sobre mí.

—Vuelves a tocarme de nuevo y te mato—. Su voz es ronca y áspera. Lo oigo marcharse, lo oigo subir a como trueno las escaleras de madera, oigo el sonido de una niña llorando. Me parece que estoy cayendo, excepto que la alfombra es sólida debajo de mí y la fría dureza de la pared presiona contra mi espalda. A través de una tenue bruma, veo a Hanna envolver sus piernas en torno a la cintura de Brittany, mientras Brittany la levanta en un abrazo y murmura: —Está bien, todo está bien, mi amor… sólo acaban de tener una tonta pelea.

Todo está bien ahora. Vamos a subir las escaleras y te meterás en la cama. ¿Está bien?
Ellas abandonan la habitación y los sollozos se desvanecen, pero continúan sobre mí, una y otra y otra vez.

Mis piernas están inestables en el camino hasta mi habitación. A salvo en el interior, me siento en el borde de la cama, los codos sobre las rodillas, ahuecando mis manos sobre mi nariz y boca, intentando detener la hiperventilación, el dolor en mi estómago enviando pequeñas réplicas a través de mi cuerpo. Siento el sudor que corre por mi rostro y no puedo parar de temblar. El halo que rodea la bombilla de luz sobre mí se expande y se retrae, creado danzantes puntos de luz. El horror completo de lo que sucedió apenas está empezando a golpearme. Nunca me metí en ningún tipo de pelea física con Sam con anterioridad, pero esta noche, provoqué una, casi quería una; una vez que puse mis manos alrededor de su garganta, honestamente no quería dejarlo ir. No entiendo lo que me está pasando… me parece que me estoy perdiendo. Así que Sam llegó a casa unas horas tarde, ¿qué adolescente no lo hace? Los padres se molestan con sus hijos, seguro: les gritan, amenazan, insultan quizás, pero no tratan de estrangularlos.

El golpe en la puerta envía otro estremecimiento a través de mi cuerpo. Pero sólo es Brittany, completamente borrosa mientras se apoya contra el marco de la puerta. — ¿Estás bien?

Con las manos aun cubriéndome la boca, asiento, desesperada porque se vaya, pero incapaz de hablar. Ella me observa con seriedad en la oscuridad, duda por un momento, luego enciende la luz sobre mi cabeza y entra.

Me quito las manos del rostro, apretándolas en puño para evitarme temblar. —Estoy bien— digo, mi voz ronca y vacilante. —Sólo deberíamos irnos a la cama.

—No te ves bien—. Cierra la puerta y se apoya contra ésta, sus ojos dilatados, su expresión inescrutable. No puedo decir si está enojada, horrorizada, asqueada…

—Britt, lo siento, y-yo, sólo perdí…—. Un dolor irregular corre a través de mi cuerpo.

—Lo sé, san, lo sé. Quiero decirle cuánto lo siento. Quiero preguntarle si Hanna está bien.

Quiero pedirle que vigile a Sam, que se asegure que no esté haciendo las maletas y planeando huir, que me confirme que no lo he lastimado, a pesar que sé que lo he hecho.

Pero no puedo sacar las palabras. Sólo el sonido de mi respiración jadeante llena el aire.

Aprieto mis manos contra mi nariz y mi boca para intentar amortiguar el sonido, mis codos se hunden en mis rodillas en un esfuerzo por dejar de temblar y me encuentro balanceándome de atrás hacia delante sin saber por qué.

Apartándose de la puerta, Brittany se acerca hacia mí, toma asiento a mi lado en la cama. Instintivamente, mi brazo se mueve para hacerla a un lado. —Britt, n-no… no necesito…
Ella toma mi mano extendida y la apoya suavemente en su regazo, frotando mi palma en movimientos circulares con su pulgar. —Trata de relajarte—. Su voz es suave, demasiado suave. —Todos están bien. Hanna volvió a dormirse y Sam está bien.

Yo me alejo de ella, forcejeando para soltar mi mano de entre las suyas. —Y-yo sólo necesito dormir un poco…

—Lo sé, pero tienes que calmarte primero.

— ¡Eso intento! Su rostro se tensa de preocupación y soy consciente que, verme en este estado, hace poco por tranquilizarla. Sus dedos se sienten cálidos contra mi muñeca, moviéndose para acariciar el interior de mi brazo, el toque de su mano es, de algún modo, reconfortante. —San, no fue tu culpa.

Me muerdo con fuerza y giro la cabeza.

—No fue tu culpa—dice ella de nuevo. —San, tú lo sabes. Sam ha intentado provocar algo como esto por mucho tiempo. Cualquiera se habría quebrado.

Hay un dolor creciente en el fondo de mi garganta, una presión de aviso detrás de mis ojos.

—No puedes continuar culpándote por todo, sólo porque eres la mayor. Nada de esto es tu culpa: que mamá beba, que papá nos haya abandonado, que Sam haya tomado el camino que tomó. No podrías haber hecho nada más.

No sé cómo ha descubierto todo esto. No entiendo cómo es capaz de leer mi mente de ese modo. Giro el rostro hacia la pared, sacudiendo la cabeza para hacerle comprender que está equivocada. Saco mi mano de entre las suyas y froto un lado de mi cara, tratando de ocultarla de su mirada.

—San… No, no puedo sostenerlo más, no puedo, no puedo. Ni siquiera voy a sacarla de la habitación antes que sea demasiado tarde. Mis ojos pulsan con un dolor en aumento. Si me muevo, si hablo, si pestañeo siquiera, voy a perder la batalla.

Su mano me toca el hombro, acaricia mi espalda. —No siempre va a ser así. Una lágrima roza un lado de mi mejilla. Me llevo la mano a los ojos para detener la siguiente. Mis dedos están húmedos, de repente. Tomo una inspiración profunda e intento contenerlo, pero se me escapa un pequeño sonido.

—Oh... san, no. No… ¡no más!—. Brittany suena suavemente desesperada. Me acerco más a la pared, deseando poder desaparecer dentro. Aprieto con fuerza el puño contra mi boca.

Entonces, el aliento contenido explota de mis pulmones con un violento sonido asfixiante.

—Hey, Hey…— A pesar de su tono tranquilizador, reconozco una nota de pánico. —San, por favor, escúchame. Sólo escucha. Esta noche fue horrible, pero no es el fin del mundo. Sé que, recientemente, las cosas se han vuelto real, realmente duras, pero todo está bien, todo está bien. Sam está bien. Tú sólo eres un ser humano. Estas cosas pasan…
Intento secar mis ojos con la manga de mi camisa, pero las lágrimas siguen saliendo y no entiendo por qué soy completamente incapaz de detenerlas.

—Shhh, ven aquí…—. Brittany trata de girarme para que la enfrente, yo la empujo para alejarla. Ella lo intenta de nuevo. Frenéticamente, la aparto con un brazo.

— ¡No! Britt, detente, por el amor de Dios… ¡por favor! ¡Por favor! ¡No puedo…! ¡No puedo…!— Los sollozos explotan con cada palabra. No puedo respirar. Estoy aterrada. Me estoy cayendo a pedazos.

—San, cálmate. Sólo quiero contenerte, esto es todo. Déjame abrazarte—. Su voz adopta el tono sedante que usa cuando Hanna y Quinn están molestas. No se va a dar por vencida.
Raspo las uñas de una mano contra la pared, los violentos sollozos recorren mi cuerpo como ondas de choque, las lágrimas empapan la manga de mi camisa. — ¡Ayúdame!—me encuentro jadeando. — ¡No entiendo qué está mal conmigo!

Brittany se desliza en el espacio entre la pared y yo, y súbitamente, ya no hay lugar dónde esconderme. Mientras me rodea con los brazos y me acerca hacia ella, intento resistirme una última vez, pero toda mi fuerza se ha vaciado. Su cuerpo es cálido contra el mío, vivo, familiar, tranquilizador. Presiono mi rostro contra la curva de su cuello, mis manos crispadas contra la espalda de su pijama como si ella fuera a desaparecer de repente.

—Yo… yo no quise… no quise… ¡Britt, no quería hacerlo!

—Sé que no querías, San. Lo sé, lo sé. Ella me habla en voz baja, casi susurrando, un brazo envuelto fuertemente a mí alrededor, el otro acariciando mi nuca, meciéndome con suavidad hacia delante y hacia atrás. Me aferro a ella mientras los sollozos estremecen mi cuerpo, con tanta fuerza, que creo que nunca voy a ser capaz de detenerme.


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Hola Hola aqui vengo a dejar un capitulo algo duro para san!!
Dejen sus comentarios si quieren que siga y si les gusta
 FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1206646864  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1206646864 
Saludos y besos.
Dani(:
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por monicagleek Lun Jun 16, 2014 4:06 am

Wow.... fue un capitulo duro.
Que mal todo con sam no me extraña que santana acabara explotando.
Me encanta lo tranquila que es brittany.
Espero que actualizes pronto!!
monicagleek
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por :) Lun Jun 16, 2014 8:14 am

Muy intenso siento pena por san todo muy duro para ella
:)
:)
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por Dani(: Mar Jun 17, 2014 2:38 pm

monicagleek escribió:Wow.... fue un capitulo duro.
Que mal todo con sam no me extraña que santana acabara explotando.
Me encanta lo tranquila que es brittany.
Espero que actualizes pronto!!

Hola Hola!
Si sam esta dolido es rebelde y esta en la edad mas dificil ishhh jajaja
Ella es la paz de san :)
Saludos y gracias por comentar!

:) escribió:Muy intenso siento pena por san todo muy duro para ella

Hola Hola!!
San necesita pasarlo para progresar (:
Saludos y gracias por comentar!
Dani(:
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por Dani(: Mar Jun 17, 2014 2:47 pm

Capítulo 8


POV Brittany

Abro mis ojos y me encuentro mirando un techo desconocido. Mi cabeza se siente confusa con el sueño, y no es hasta que me encuentro parpadeando hacia una mesa cargada de libros de texto de nivel A, una silla cubierta de camisas desechadas y pantalones, que me acuerdo de dónde estoy.

Hay un olor característico también, no desagradable, pero sin lugar a dudas de Santana. Un peso ligero en mi pecho me impulsa a mirar hacia abajo, y al comienzo veo un brazo colgando de mi caja torácica, uñas mordidas, un gran reloj digital negro asegurado alrededor de la muñeca. Santana está profundamente dormida a mi lado, tendida boca abajo, pegado a la pared, con el brazo cubriéndome.

Mi mente revive la noche anterior y recuerdo la pelea, recuerdo venir y encontrarla de un modo realmente malo, el shock de verla al borde de las lágrimas, el sentimiento de horror e impotencia mientras se venía abajo y sollozaba, la primera vez desde el día en que papá se marchó. Verla así me regresa a través de los años, de vuelta a cuando papá llegó un día a casa para la ‘despedida especial’ antes de coger el vuelo que lo llevaría a él y su nueva esposa al otro lado del mundo. Hubo regalos, y fotos de la nueva casa con piscina, y promesas de vacaciones escolares con él, asegurándonos que volvería con regularidad. Los demás naturalmente habían comprado toda la charada (todavía eran jóvenes), pero de alguna manera Santana y yo sentimos que no veríamos a nuestro padre otra vez, nunca. Y no pasó mucho tiempo antes de que nos dieran la razón.

Las llamadas telefónicas semanales se convirtieron en mensuales, sólo en ocasiones especiales, luego se detuvieron por completo. Cuando mamá nos dijo que su esposa había dado a luz, sabíamos que sólo era cuestión de tiempo antes de incluso los regalos de cumpleaños cesaran. Y cesaron. Todo cesó. Incluso la manutención infantil de mamá.

Las dos mayores lo esperábamos, simplemente nunca supusimos que nos borraría a todos de su vida tan rápido. Recuerdo claramente el momento después de la despedida final, después que la puerta principal se cerrara y el sonido del coche de mi padre se desvanecía en la calle. Acurrucada contra la almohada con mi nuevo perro de peluche y la imagen de la casa que sabía que nunca iba a llegar a visitar, me sobrevino de repente una enorme oleada de rabia y odio para un padre que una vez había clamado que me amaba tanto. Pero para mi sorpresa y disgusto, Santana parecía estar de acuerdo con todo, regocijándose con los otros en la idea de que todos volaríamos a Australia muy pronto.

En realidad, pensé que era estúpida. Puse mala cara y la ignoré todo el día mientras que ella se obligaba a sí misma a creer en su farsa. Sólo más tarde esa noche, una vez que creyó que yo estaba dormida, rompió a llorar, sollozando suavemente en su almohada en la litera sobre mí. Había estado inconsolable entonces, también, luchando contra mí cuando había intentado darle un abrazo antes de finalmente ceder, dejando que me acurrucara bajo el edredón y llorara con ella. Nos prometimos la una a la otra, entonces, que cuando creciéramos nos mantendríamos siempre juntas. Finalmente, agotadas después de haber llorado, nos habíamos quedado dormidas. Y ahora aquí estamos, cinco años después. Tanto ha cambiado, y aun así tan poco.

Me siento extraña, acostada en la cama de Santana con ella durmiendo a mi lado. Hanna solía meterse a la cama conmigo cada vez que tenía pesadillas, en la mañana me despertaba para encontrar su pequeño cuerpo presionado contra el mío. Sin embargo, esta es Santana: mi hermana, mi protectora.

El ver su brazo colgado casualmente sobre mí me hace sonreír, lo quitaría muy rápido si se despertara. Sin embargo, no quiero que se despierte por el momento. Su pierna está presionada contra la mía, aplastándola ligeramente. Todavía está con su ropa para la escuela, su hombro fuerte contra mi brazo, sujetándome a la cama. Estoy bien y verdaderamente encajada a la cama, de hecho, ambos lo estamos: su otro brazo ha desaparecido por la estrecha grieta entre el colchón y la pared. Vuelvo la cabeza con cuidado para ver si se ve como si fuera a despertar en cualquier momento pronto. No lo parece.

Está profundamente dormida, respirando en bocanadas largas, profundas y rítmicas, con su rostro vuelto hacia mí. No la tengo tan cerca muy a menudo, no desde que éramos niñas. Es curioso observarla tan de cerca: veo cosas que apenas he notado antes. La forma en que su cabello, empapado en un rayo de sol entrando oblicuo a través de las cortinas, no es del todo negro como el azabache, sino que en realidad tiene pelos de color dorado. Puedo distinguir un patrón en el fino trazado de venas bajo la piel de sus sienes, incluso distinguir los pelos individuales de sus cejas. La débil cicatriz blanca sobre su ojo izquierdo debido a una caída de la infancia que no ha terminado de desvanecerse, y sus párpados están bordeados con pestañas negras sorprendentemente largas.

Mis ojos siguen la cresta suave de su nariz hasta el arco de su labio superior, tan claramente definido, ahora que su boca está relajada. Su piel es suave, casi transparente, la única mancha es una herida auto-infligida por debajo de la boca, donde sus dientes han rozado en repetidas ocasiones, irritando y raspando la piel para dejar una pequeña herida carmesí: un recordatorio de su batalla con el mundo que la rodea. Quiero frotarla suavemente, borrar el daño, el estrés, la soledad.

Me encuentro pensando en el comentario de Rachel. Una boca besable. . . ¿Qué significa eso exactamente? En ese momento pensé que era divertido, pero ya no. No me gustaría que Rachel besara la boca de Santana. No me gustaría que nadie lo hiciera ella es mi hermana, mi mejor amiga. La idea de que alguien la vea así, tan de cerca, tan expuesta, de repente es insoportable. ¿Y si la hieren, si le rompen el corazón? No quiero que se enamore de una chica. Quiero que se quede aquí, amándonos. Amándome.

Se mueve un poco, con el brazo deslizándose en mi caja torácica. Puedo sentir su calor sudoroso contra mi lado. La forma en que se contraen las fosas nasales de su nariz cada vez que inhala me recuerda a la situación precaria que mantenemos todos en la vida. Dormida, se ve tan vulnerable que me asusta.

Hay gritos, aullidos desde abajo. Pies tronando en las escaleras. Un fuerte golpe contra la puerta. La inconfundible voz sobreexcitada de Quinn gritando:

— ¡Está en casa! ¡Está en casa!

Santana contrae el brazo y abre los ojos con un sobresalto. Durante un largo momento, sólo me mira, su iris marrón salpicado de más marrón, su rostro inmóvil. Entonces su expresión comienza a cambiar.

— ¿Qué… qué está pasando? Le sonrío a lo turbio de sus palabras.

—Nada. Estoy atascada. Mira su brazo, todavía colgando en mi pecho, y lo retrae rápidamente, tratando de incorporarse.

— ¿Por qué estás…? ¿Qué diablos estás haciendo aquí?—Parece desorientada y un poco presa del pánico por un momento, el pelo alborotado colgando de sus ojos, la cara confusa de sueño. La huella de la almohada le ha dejado marcas escarlata en la mejilla.

—Estuvimos hablando ayer por la noche, ¿recuerdas?— No quiero mencionar la pelea, o sus consecuencias. —Supongo que ambas caímos muertas. —Me siento contra la cabecera, doblo mis piernas debajo de mí y me estiro. —No he sido capaz de moverme los últimos quince minutos, porque estabas medio aplastándome.

Ella se retira al otro extremo de la cama, apoyándose en la pared, dejando caer la cabeza hacia atrás con un ruido sordo. Cierra los ojos por un momento. —Me siento torpe—murmura como para sí misma, abrazándose las rodillas, su torso flácido y rendido.

Me preocupo, no es como si Santana se quejara.

— ¿Dónde te duele? Deja salir la respiración con una sonrisa fantasmal.

—En todas partes. —La sonrisa se desvanece cuando no se la devuelvo y me sostiene con su mirada, los ojos cargados de tristeza. —Hoy es sábado, ¿no?

—Sí, pero todo está bien. Mamá está levantada, oí su voz hace unos minutos. Y Sam está levantado también. Parece que todos están abajo desayunando o almorzando o algo así.

—Oh. Ok. Bueno—. Santana suspira con alivio y cierra los ojos. No me gusta la forma en que está hablando, sentándose, comportándose. Parece indefensa —Quédate aquí mientras voy a conseguir un poco de café y analgésicos, ¿está bien?

—No, no…—Me atrapa por la muñeca para retenerme. —Estoy bien. Me levantaré una vez que haya tomado una ducha.

—Ok. Hay paracetamol en el armario del baño. Me mira fijamente, en blanco. —Bien—dice con voz apagada. No pasa nada. No se mueve. Empiezo a sentirme inquieta. —No te ves demasiado bien, ya sabes—le informo con delicadeza. — ¿Qué tal si vuelves a la cama un momento y te traigo el desayuno?

Gira la cabeza para mirarme de nuevo. —No, en serio, Britt, estoy bien. Sólo dame un minuto, ¿de acuerdo?

La regla no escrita en nuestra familia es que Santana nunca está enferma. Incluso el invierno pasado, cuando tuvo gripe y un alta temperatura, insistió en que estaba lo suficientemente bien para ir a la escuela.

—Entonces voy a conseguirte un café—declaro abruptamente, saltando de la cama.
—Ve y toma una ducha caliente y…

Me detiene, capturando mi mano antes de que llegue a la puerta.

—Britt… Volteo, apretando mis dedos alrededor de los suyos.

— ¿Qué? Su mandíbula se tensa y la veo tragar. Sus ojos parecen estar buscando los míos, con la esperanza de alguna señal de comprensión, tal vez.

—No puedo, realmente no creo que pueda…— Se interrumpe, respirando profundamente. Espero. —No creo que hoy tenga la energía para hacer toda esa cosa de la comida familiar.
— Pone cara de disculpa.

—Bueno, ¡por supuesto que yo lo haré, tontita!—Pienso por un momento y comienzo a sonreír. —Hey, tengo una idea incluso mejor.

— ¿Qué?—Se ve esperanzado de repente. Sonrío. —Voy a deshacerme de todos ellos, ya verás.

Estoy en la puerta por un momento, absorbiendo el caos. Están sentados alrededor de la mesa de la cocina, un lío de Coco Pops, latas de Coca-Cola, Jaffa Cakes y patatas fritas delante de ellos. Mamá debe haber enviado a Quinn a la tienda de la esquina cuando sólo descubrió pan, café y muesli para el desayuno. Pero al menos está levantada antes del mediodía, aunque todavía con su vestido de color rosa de mala calidad, su pelo rubio sin peinar, grandes bolsas debajo de los ojos inyectados en sangre. A juzgar por el cenicero, ya se ha fumado medio paquete de cigarrillos, pero a pesar de su apariencia, parece sorprendentemente ágil y alegre, ayudada sin duda, por el trago de whisky que se puede oler en el café.

— ¡Princesa!— Tiende los brazos. —Pareces un ángel con ese vestido. —Mamá, este es el mismo camisón que he estado usando durante los últimos cuatro años—le informo con un suspiro.

Mamá sonríe complacida, apenas registrando mis palabras, pero Sam se ríe con la boca llena de Coco Pops, regando la mesa. Me alivia ver que se no está peor por su riña con Santana ayer por la noche. Junto a él, Quinn está tratando de hacer malabares con tres naranjas del frutero, claramente con el nivel de azúcar por las nubes. Hanna está hablando con rapidez e indistintamente, su boca atiborrada a toda su capacidad con chocolate untado en su barbilla. Hago un poco de café, recupero el muesli del armario y empiezo a cortar el pan en el aparador.

— ¿Quieres barra de Mars?— me ofrece Quinn, generosamente.

—No, gracias, Q. Y creo que has comido suficiente chocolate por hoy. ¿Recuerdas lo que sucede cuando comes demasiada azúcar?

—Se me va a la cabeza—responde Quinn de forma automática. —Pero no está en la escuela ahora.

—No estoy en la escuela ahora—la corrijo. —Hey, adivinen qué, ¡he tenido una muy buena idea para un día familiar!

—Oh, ¡qué bonito!—exclama mamá con entusiasmo. — ¿Dónde los vas a llevar? —En realidad, estaba pensando en pasar un día con toda la familia— sigo jovialmente, cuidadosa de mantener el filo fuera de mi voz. — ¡Y definitivamente me gustaría que vinieras también, mamá!

Sam me mira con ojos oscuros y desconfiados, resoplando en tono de burla. —Sí, vamos a la playa o algo y hagamos un picnic de mierda y finjamos que sólo somos una gran familia feliz.

— ¿Dónde, dónde?—grita Quinn. —Bueno, estaba pensando que podríamos ir a… — ¡El zoológico, el zoológico!— Grita Hanna, prácticamente cayendo de su silla por el entusiasmo.

— ¡No, al parque!—demanda Quinn. —Podemos jugar fútbol de tres a un lado. — ¿Qué hay de los bolos?—sugiere Sam de forma inesperada. —Tienen juegos de arcade allí.

Sonrío con indulgencia. —Podríamos ser capaces de hacer los tres. Hay una gran feria que acaba de abrir en Battersea Park, hay un zoológico en el otro lado del parque, y creo que el parque de atracciones incluso tiene juegos de arcade, Sam. —Un destello de interés se registra en sus ojos.

—Mamá, ¿me compras algodón de azúcar?—grita Quinn. — ¡Y a mí, y a mí!—grita Hanna. Mamá sonríe tristemente. —Un día con todos mis conejitos. Qué bonito.

—Pero todos tendremos que estar listos doblemente rápido—advierto. —Es casi mediodía.

—Mamá, ¡vamos!—le grita Quinn. —Tienes que ponerte tu maquillaje y vestirte ahora mismo.

—Sólo un último cigarri… Pero Quinn y Hanna ya han regresado a la habitación para ponerse los abrigos y los zapatos.

Incluso Sam baja los pies de la mesa. — ¿Viene Santana a esta pequeña excursión?—me pregunta mamá, continuando su cigarrillo. Me doy cuenta de que los ojos de Sam se agudizan de repente.

—No, tiene un montón de tareas para ponerse al día—. Dejo de limpiar la mesa y de repente me doy un golpe con la mano a la frente. — ¡Oh, no! ¡Maldita sea!

— ¿Qué te pasa, cariño? —Me olvidé por completo. No puedo ir hoy. Prometí que cuidaría al nuevo bebé de los Davidson esta tarde.

Mamá me mira alarmada. —Bueno, ¿no puedes cancelar y decir que estás enferma o algo así?

—No, van a una boda y les dije que lo haría hace mucho tiempo. —No puedo creer lo buena mentirosa que soy. —Además ―añado enfáticamente― de lo que podemos hacer con el dinero.

Quinn y Hanna vuelven a la cocina envueltos en sus abrigos, y se detienen, sintiendo al instante el cambio en la atmósfera.

—La inteligente Brittany acaba de darse cuenta de que no podemos ir, después de todo—informa Sam.

— ¡Iremos mañana!—exclama mamá alegremente.

— ¡Nooo!— aúlla Quinn, desesperad Hanna me mira acusadoramente, con sus ojos azules afligidos.

—Pero todavía pueden ir con mamá—digo por casualidad, evitando con cuidado su mirada.
Quinn y Hanna voltean a mirarla, sus ojos suplicantes. — ¡Mamá! Mamá, ¡por favooooor!

—Oh, está bien, está bien—suspira, disparándome una mirada de dolor, casi enojada. —Cualquier cosa para mis bebés.

Cuando mamá sube las escaleras para vestirse y Hanna y Quinn corren por la casa en un frenesí inducido por el azúcar, Sam vuelve sus pies a la mesa y comienza a hojear un cómic. —Bueno, mira cómo resultó—murmura, sin levantar la vista.

Me tenso, pero sigo limpiando la mesa. — ¿Cuál es la diferencia?— Replico en voz baja. —Hanna y Quinn saldrán a divertirse y tú llevarás cinco veces más dinero que de costumbre para gastar en arcade.

—No me estoy quejando—dice. —Creo que es conmovedora la forma en que fabricaste toda esta mentira complicada sólo porque Santana está demasiado avergonzada para enfrentar el hecho de que es una bastarda violenta.

Dejo de limpiar la mesa, apretando la esponja con tanta fuerza que el agua tibia y el jabón fluyen a través de mis dedos.

—Santana no sabe nada acerca de esto, ¿de acuerdo?—replico, con ira reprimida en mi voz.—Esto fue mi idea. Porque, francamente Sam, es fin de semana, y Quinn y Hanna merecen tener un poco de diversión, y Santana y yo estamos completamente destrozadas de manejar la casa toda la semana.

—Apuesto a que lo está… después de intentar matarme anoche. —Él me mira, sus ojos oscuros tan duro como guijarros.

Me encuentro a mí misma agarrando el borde de la mesa. —De lo que recuerdo, fue un asunto de dos vías. Y Santana está tan golpeada que apenas puede moverse. Una lenta sonrisa de triunfo se extiende por la cara de Sam. —Sí, bueno, no puedo decir que esté sorprendido. Si no pasara sus días escondiéndose en las escaleras y, de hecho aprendiera a pelear como una verdadera…

Golpeo el puño sobre la mesa. —No me vengas con tu mierda de macho de pandilla—siseo en un susurro furioso. — ¡Anoche no era una especie de competencia enferma! Santana está muy molesta por lo que pasó. Nunca quiso hacerte daño.

—Qué considerado de su parte—responde Sam, y su voz gotea con sarcasmo, todavía hojeando exasperantemente su revista. —Pero es un poco difícil de creer cuando apenas hace unas horas tenía las manos alrededor de mi cuello.

—Tú tuviste un papel en esto también, y lo sabes. ¡Le diste un puñetazo primero!— Miro con nerviosismo la puerta cerrada la cocina. —Mira, no voy a entrar en una discusión contigo sobre quién empezó. En lo que se trate de la pelea, ambos son tan culpables como el otro. Pero pregúntate esto primero: ¿por qué demonios crees que Santana estaba tan molesta, en primer lugar? ¿Cuántos de tus amigos tienen una hermana que permanece hasta la mitad de la noche esperando a que vuelvan? ¿Cuántos de ellos tienen una hermana que va recorriendo las calles a las tres de la mañana porque tiene un miedo horrible de que algo pudiera haber pasado? ¿Cuántos tienen hermanas que compran para ellos, cocinan para ellos, asisten a reuniones de padres y maestros dando la cara por ellos cuando están suspendidos en la escuela? ¿No lo entiendes, Sam? ¡Santana lo perdió anoche porque se preocupa por ti, porque te ama!

Sam lanza la revista sobre la mesa, haciéndome saltar, sus ojos encendiéndose de cólera. — ¿Le pedí que hiciera alguna de esas cosas? ¿Crees que me gusta depender de mi maldita hermana para cualquier mínima cosa? No, tienes razón, mis amigos no tienen hermanos mayores así. Tienen hermanos que salen con ellos, se molestan con ellos, los ayudan a conseguir documentos de identidad falsos y colarse en los clubes nocturnos. ¡Mientras que yo tengo una hermana que me dice a qué hora tengo que estar en casa y luego me da una paliza si llego tarde! ¡Ella no es mi padre ni madre! Puede fingir que le importa, ¡pero es sólo porque está enferma de poder! Ella no me quiere como papá lo hizo, ¡pero seguro como el infierno que cree que puede decirme lo que debo hacer todos los segundos del día!

—Tienes razón ―le digo en voz baja―. Ella no nos ama como papá lo hizo. Papá se largó al otro lado del mundo con su nueva familia en el momento en que las cosas se pusieron difíciles. Santana podría haber dejado la escuela el último año, conseguirse un trabajo y mudarse. Podría haber decidido escaparse el próximo año a una universidad en el otro extremo del país. Pero no, sólo aplicó a las de Londres, a pesar de que sus maestros estaban desesperados porque intentara entrara a Oxford o a Cambridge. Se quedó en Londres para poder vivir aquí y cuidar de nosotros y asegurarse de que estamos bien.

Sam se las arregla para soltar una risa sardónica. —Vives en la ignorancia, Brittany. ¿Sabes por qué no se va a cualquier lugar? Porque ella es una maldita miedosa, por eso. La has visto, ni siquiera puede hablar con sus compañeros de clase sin tartamudear como una especie de retardada. Y ciertamente no se queda aquí por mí. Se queda porque es una borracha de poder, consigue su placer al dar órdenes a Q y Han porque le hace sentirse mejor acerca del hecho de que ni siquiera puede articular una sola palabra en la escuela. Y está aquí porque te adora, porque siempre estás de su lado en todo, crees que es algún tipo de Diosa, y su hermana es la única amiga que tiene en el mundo. —Sacude la cabeza. — ¿Cuán patético es eso?

Miro a Sam, observando la ira en su rostro, el color en sus mejillas; pero sobre todo, la tristeza en sus ojos. Me duele ver que todavía sufre mucho por papá y no dejo de recordarme a mí misma que sólo tiene trece años. Pero no puedo encontrar una manera de hacerle salir de su círculo concentrado en sí mismo, aunque sea por un segundo, y ver la situación desde cualquier punto de vista distinto al suyo.

Finalmente, desesperada, le digo: —Sam, entiendo por qué te molesta la posición de autoridad de Santana, en serio. Pero no es culpa suya que papá se fuera y no es su culpa que mamá sea de la forma que es. Sólo está intentando cuidar de nosotros, porque no hay nadie más que lo haga. Te prometo Sam, que Santana habría preferido mantenerse como tu hermana y amiga Pero piensa, dadas las circunstancias, ¿qué otra cosa podría haber hecho, posiblemente? ¿Qué otra opción tuvo?

Cuando finalmente la puerta se cierra de golpe y las voces se desvanecen emocionadas por la calle, lanzo un suspiro de alivio y miro el reloj de la cocina. ¿Cuántas horas tenemos hasta que Quinn y Hanna empiecen a discutir, Sam comience a quejarse sobre el dinero y mamá decida que ha hecho más que suficiente para compensar su ausencia durante toda la semana? Contando con el tiempo de viaje, podemos esperar tres horas, cuatro si tenemos suerte. Me siento como si debiera empezar a hacer todo inmediatamente, probar todas esas cosas que siempre estoy planeando hacer, pero que pospongo porque siempre hay algo más apremiante a la mano… Pero de repente, se siente absurdamente lujoso sólo estar sentada aquí en la cocina, en silencio, con la moteada luz del sol cayendo por la ventana de la cocina y calentando mi cara; sin pensar, sin moverme, sin preocuparme por las tareas o de discutir con Sam o tratar de controlar o entretener a Quinn y a Hanna. Simplemente ser.

Siento como si pudiera quedarme aquí para siempre, en la tarde soleada y vacía, colgando de lado en una silla de madera, con mis brazos cruzados contra la suave curva del respaldar, viendo los rayos del sol bailar entre las hojas, y las ramas mirando por la ventana, creando sombras balanceándose en el suelo de baldosas.

El sonido del silencio llena el aire como un olor hermoso: no hay voces elevándose, ni portazos, ni pies pisoteando fuerte, no hay música ensordecedora o balbuceo de dibujos animados. Cierro los ojos, el sol caliente acariciando mi rostro y cuello, llenando mis párpados con una neblina de color rosa brillante, y apoyo la cabeza en mis brazos cruzados.

Debo de haberme quedado dormida, porque el tiempo de repente parece haber saltado hacia adelante y me encuentro sentada en un rayo de luz blanca y brillante, haciendo una mueca y masajeando un calambre en el cuello y la rigidez en mis brazos. Me estiro y me pongo de pie con rigidez, moviéndome hacia la tetera y llenándola. Salgo hacia el pasillo con dos tazas humeantes y me dirijo a la escalera, oigo el crujir de papel detrás de mí y volteo.

Santana se ha instalado en la sala, con archivadores, libros de texto y muchas notas distribuidas en la mesa de café y en la alfombra alrededor de ella mientras está sentada en el piso contra el borde del sofá, una pierna estirada debajo de la mesa, la otra dispuesta para mantener abierto un mamotreto. Se ve mucho mejor, mucho más relajada en sus vaqueros favoritos y su camiseta verde, descalza, con el pelo todavía mojado por la ducha.

— ¡Gracias!—Deslizando el libro de texto de su regazo, acepto la taza que le tiendo. Se inclina hacia atrás en el sofá, sopla el café cuando me siento en la alfombra en la pared opuesta, bostezando y frotándome los ojos. —Nunca he visto a nadie dormir con la cabeza colgada del respaldo de una silla de madera antes, ¿el sofá no fue lo suficientemente cómodo para ti?— Su cara se ilumina con una sonrisa rara. —Así que dime, ¿cómo diablos te deshiciste de todos ellos?

Le cuento de mi sugerencia del parque de atracciones y mi mentira sobre cuidar niños.

— ¿Y te las arreglaste para convencer a Sam que los acompañara en este día en familia?

—Le dije que había juegos de arcade en la feria. — ¿Y hay? —No tengo ni idea. Los dos nos reímos. Sin embargo, la diversión de Santana desaparece rápidamente.

— ¿Sam parecía…? ¿Estaba…? —Absolutamente bien. En forma verdaderamente antagónica. Santana asiente, pero sus ojos permanecen preocupados. —Honestamente, Santana, él está bien. ¿Cómo va la revisión?—Pregunto rápidamente.

Empujando el gran libro de texto lejos de ella con disgusto, emite un suspiro entrecortado. —No entiendo estas cosas. Y si el señor Parris lo entendiera, al menos no tendría que estar enseñándome a mí misma con algún libro de la biblioteca.

Gimo interiormente. Tenía la esperanza de que saliéramos e hiciéramos algo por la tarde, dar un largo paseo por el parque o tomar un chocolate caliente en “Joe’s” o ir solos al cine, pero los exámenes de simulacro de Santana son en sólo tres meses, y tratar de estudiar en las vacaciones de Navidad con los niños en casa todo el día, será una pesadilla. No puedo decir que esté particularmente preocupada acerca de mis AS, a diferencia de Santana, sólo estoy apuntando a los temas que encuentro más fáciles. Mi extraño hermana, por otra parte, ha decidido, por razones mejor conocidas por ella, tomar las dos materias más complicadas, matemáticas y física, así como inglés e historia, la de los dos grandes ensayos. Mi simpatía es limitada: justo como nuestro ex-padre, es una académica natural.

Sorbiendo su café distraídamente, toma su lápiz de nuevo y comienza a esbozar algunos diagramas complejos en el trozo más cercano de papel, etiquetando diferentes formas y símbolos con código ilegible.

Cerrando los ojos por un momento, toma el trozo de papel y lo compara con el diagrama del libro. Arruga la hoja, la tira a través del cuarto hecho un asco y empieza morder su labio.

—Tal vez necesitas un descanso—le sugiero, levantando la vista del periódico extendido a mi lado.

— ¿Por qué demonios no puedo entender esto?— Me mira suplicante, como si estuviera esperando que mágicamente invocara la respuesta. Miro su rostro pálido, las sombras bajo los ojos y pienso: Porque estás exhausta.

— ¿Quieres que te pregunte?

—Sí, genial. Sólo dame un minuto. Mientras regresa a su libro de texto y sus diagramas y garabatos, sus ojos se estrechan concentrándose y continúa mordiéndose los labios. Doy golpecitos ociosamente a través del periódico, mi mente revoloteando brevemente a la tarea francesa enterrada en el fondo de mi bolso, antes de decidir qué puede esperar. Llego a la sección de deportes sin encontrar un solo artículo de interés y, repentinamente aburrida, me echo sobre mi estómago y saco uno de los archivos de Santana de la mesa de café.

Lo hojeo, miro con envidia las páginas y páginas de ensayos, siempre acompañado por nada más que marcas y exclamaciones de alabanza. Nada más que A y estrellas de A. Me pregunto si el año que viene podría hacer pasar algunos de los trabajos de Santana como míos. Pensarían que me convertí en una genia de la noche a la mañana. Un trozo reciente de escritura creativa me hace hacer una pausa: un ensayo, escrito hace menos de una semana, su habitual lista de superlativos a los márgenes. Pero es el comentario del profesor al final lo que me llama la atención: Una representación extremadamente evocativa y poderosa de los conflictos internos de una mujer joven, Santana. Esta es una historia maravillosamente creada sobre el sufrimiento y la psique humana.

Por debajo de esta alabanza, en letras grandes, el profesor ha añadido: Por favor, por lo menos considera leer esto en clase. Sería realmente inspirador para los demás y sería una buena práctica para ti antes de tu presentación.

Llena de curiosidad, vuelvo atrás a través de las páginas y comienzo a leer el ensayo de Santana. Es acerca de una mujer joven, una estudiante de pregrado, que vuelve a la universidad en las vacaciones de verano para saber si tiene su título.

Uniéndose a las multitudes que llenan los tableros, la mujer descubre para su sorpresa, que ha recibido el primero, el único en su departamento. Pero en lugar de alegría, sólo siente una sensación de vacío, y mientras se aleja de las multitudes de estudiantes abrazando a amigos afligidos o para celebrar con los demás, nadie parece reparar en ella, ni siquiera miran en su dirección. No recibe ni una sola palabra de felicitación.

Lo primero que pienso es que esto era una especie de historia de fantasmas, que esta chica, en algún punto entre los finales y cuando ve sus resultados, ha muerto en un accidente o algo así, pero un saludo final de uno de sus profesores que logra pronunciar mal su nombre, demuestra que estoy equivocada. La tipa está muy viva. Sin embargo, cuando le da la espalda al departamento y cruza el patio, mira los altos edificios que lo rodean, tratando de determinar cuál le garantiza una caída fatal.

La historia termina y yo levanto la cabeza de la página, atónita y conmovida, impresionada por la fuerza de la prosa y de repente al borde del llanto. Miro a Santana, que tamborilea con los dedos sobre la alfombra, los ojos cerrados, cantando alguna fórmula física en voz baja.

Intento imaginarla escribiendo esta pieza trágicamente conmovedora, y fallo. ¿Quién podría inventar una historia así? ¿Quién sería capaz de escribir sobre algo como esto tan claramente, a menos que hubiera experimentado tanto dolor, tanta desesperación, tal enajenamiento por sí misma…?

Santana abre los ojos y me mira. —La fuerza por unidad de longitud entre las largas rectas paralelas y conductores portadores de corriente: F es igual a mu a la potencia de cero, ápice del poder de uno, ápice de la potencia de dos en dos pi r. . . ¡Oh, por el amor de Dios que sea correcto!

—Tu historia es increíble. Ella parpadea hacia mí. — ¿Qué? —El ensayo de inglés que escribiste la semana pasada. —Miro las páginas en mi mano. —Altos Edificios.

Los ojos de Santana se afilan de repente y lo veo tensarse. — ¿Qué estás haciendo?

—Estaba hojeando tu archivo de inglés y me encontré con esto. —Lo sostengo en el aire.

— ¿Lo leíste? —Sí. Es malditamente bueno. Aparta la mirada, pareciendo muy incómoda. —Sólo lo tomé de algo que vi en la televisión. ¿Podrías preguntarme ahora?

—Espera…— Me niego a dejar que haga esto a un lado tan fácilmente. — ¿Por qué escribiste esto? ¿De quién trata esta historia?

—Nadie. Es sólo una historia, ¿está bien?— Suena enojada de repente, sus ojos se alejan de los míos.

El ensayo aún está en mi mano, no me muevo, dándole una mirada larga y dura. — ¿Crees que se trata de mí? No se trata de mí. —Su voz se eleva a la defensiva. —Ok, Santana. Está bien. —Me doy cuenta que no tengo más remedio que dar marcha atrás.

Ella se muerde el labio duramente, consciente de que no estoy convencida. —Bueno, ya sabes, a veces tomas algunas cosas de tu propia vida, las cambias, exageran las partes—admite, dándose la vuelta.

Tomo una respiración profunda. — ¿Alguna vez…? ¿A veces te sientes así? Me preparo para otra reacción airada. Pero en cambio, sólo mira fijamente la pared opuesta. —Creo, creo que tal vez todos se sienten así… una y otra vez.

Comprendo que esto es lo más cercano que voy a llegar a un reconocimiento y sus palabras hacen que me duela la garganta.

—Pero tú sabes… Sabes que nunca jamás te encontrarás sola como la mujer en tu historia, ¿verdad?—digo apresuradamente.

—Sí, sí, por supuesto. —Se encoge de hombros rápidamente. —Porque, San, siempre tendrás alguien que te ama, sólo a ti, más que a nadie en el mundo.

Estamos en silencio por un momento y Santana vuelve a sus fórmulas, pero el color sigue siendo brillante en sus mejillas y puedo decir que en realidad no está comprendiendo nada. Vuelvo a mirar el mensaje del profesor escrito al final. —Así que, Hey… ¿Has leído esto en la clase?—. Pregunto intensamente.

Alza la mirada hacia mí con un suspiro entrecortado. —Britt, sabes que soy una mierda en ese tipo de cosas.

— ¡Pero esto es tan bueno! Ella hace una mueca. —Gracias, pero aun si eso fuera cierto, no habría ninguna diferencia.

—Oh, San… Atrayendo sus rodillas, se recuesta en el sofá, volviendo la cabeza para mirar por la ventana. —Pronto tengo que dar esta maldita presentación—dice en voz baja. —No sé, realmente no sé qué diablos hacer. —Parece estar pidiéndome ayuda.

— ¿Le preguntaste si podías entregarlo como un trabajo escrito? —Sí, pero es esa loca Aussie. Te lo digo, está obsesionada conmigo.

—De los comentarios y las calificaciones que te ha estado dando, es claro que piensa muy bien de ti—señalo suavemente.

—No es eso. Ella quiere… me quiere convertir en una especie de oradora—. Se ríe forzadamente.

—Tal vez sea hora de que te permitas convertirte—le sugiero tentativamente. —Sólo un poco. Lo suficiente como para darte una oportunidad.

Un largo silencio. —Britt, sé que no puedo. —Se vuelve de pronto, mirando por la ventana a dos niños en bicicleta haciendo acrobacias en la calle. —Se, se siente como si la gente me estuviera quemando con sus miradas. Como si no hubiera aire en mi cuerpo. Tiemblo estúpidamente, mi corazón late con fuerza, y las palabras sólo…simplemente desaparecen.

Mi mente se pone totalmente en blanco y ni siquiera puedo distinguir la escritura en la página. No puedo hablar lo suficientemente alto como para que la gente me escuche, y sé que todo el mundo está esperando, esperando a que me desmorone para que se puedan reír. Todos saben, todos ellos saben que no puedo hacerlo. —Se interrumpe, la risa se ha ido de sus ojos, su respiración es superficial y rápida, como si fuera consciente de que ya ha dicho demasiado. Su pulgar frota adelante y atrás sobre la llaga. —Jesús, sé que no es normal. Sé que es algo que tengo que resolver. Y… y, estoy segura que lo haré. Tengo que hacerlo. ¿Cómo conseguiré un trabajo, si no? Voy a encontrar un camino. No siempre voy a ser así…— Toma una respiración profunda, tirando de su cabello.

—Por supuesto que no—la tranquilizo rápidamente. —Una vez que estés libre de Belmont, de toda la escuela y su estúpido sistema…

—Pero todavía tendré que encontrar una manera de pasar a través de la universidad; y el trabajo, después de eso…— Su voz tiembla de repente y veo la desesperación en sus ojos.

— ¿Has hablado con la profesora de Inglés al respecto?— Pregunto. —Ella no suena tan mal, ya sabes. Tal vez podría ayudar, darte algunos consejos. Mejor que la inútil consejera que te obligó a… ¡la que te impulsó a hacer ejercicios de respiración y te preguntó si fuiste amamantada cuando eras una bebé!

Ella comienza a reírse antes que yo. —Oh Dios, casi me había olvidado de ella, ¡de verdad era una chiflada!— Se pone seria de repente. —Pero la cosa es… la cosa es que no puedo…realmente no puedo.

—Sigues diciéndolo―señalo suavemente―Pero te subestimas enormemente, San. Sé que puedes leer algo en clase. Tal vez no comenzar con una presentación completa, pero tal vez podrías acordar leer uno de tus ensayos. Algo más corto, un poco menos personal. Ya sabes, es como con cualquier cosa: una vez que das el primer paso, el siguiente es mucho más fácil. —Me interrumpo con una sonrisa. — ¿Sabes quién fue la primera que me dijo eso?
Sacude la cabeza y rueda los ojos. —No tengo idea. ¿Frida?

—Tú, San. Cuando estabas tratando de enseñarme a nadar. Ella sonríe brevemente haciendo memoria, luego exhala lentamente. —Está bien. Tal vez podría probar…—Me dispara una sonrisa burlona. —La sabia Brittany ha hablado.

— ¡Por supuesto!— De repente salto sobre mis pies, decidiendo que nuestro raro día libre pide un poco de diversión. — ¡Y a cambio de toda esta sabiduría, quiero que hagas algo por mí!

—Oh, oh. Enciendo la radio, sintonizando la primera estación de pop que encuentro. Me vuelvo hacia Santana y extiendo los brazos.

Ella se queja, dejando caer la cabeza contra los cojines. —Oh, Britt, por favor, ¡estás bromeando!

— ¿Cómo voy a practicar sin una compañera?—protesto. — ¡Pensé que habías dejado de bailar salsa! —Sólo porque el club se mudó a la hora de comer después de la escuela. De todos modos, he aprendido un montón de nuevos movimientos de Rachel. — Empujo la mesa de café fuera del camino, amontono los papeles y libros, y me agacho para agarrarlo de la mano. — ¡De pie, compañera!

Obedece con un show dramático de renuencia, murmurando enfadada por su tarea inconclusa.

—Le restaurará el flujo sanguíneo a tu cerebro— le digo. Tratando de no verse avergonzada y decaída, Santana se queda de pie en el centro de la habitación con las manos en los bolsillos. Subo el volumen un par de decibeles, poniendo una mano en la suya y la otra en su hombro. Comenzamos con unos pocos pasos. A pesar de que constantemente mira sus pies, no es una mala bailarina. Tiene buen sentido del ritmo y aprende nuevos movimientos con mayor rapidez que yo.

Le muestro los nuevos pasos que Rachel me enseñó. Una vez que los tiene, estamos moviéndonos. Pisa mis dedos algunas veces, pero como estamos las dos descalzas sólo nos hace reír. Después de un rato me pongo a improvisar. Santana me da vueltas alrededor y casi me manda a la pared. Encontrándolo muy divertido, trata de hacerlo una y otra vez. El sol está en su cara, un remolino de partículas de polvo a su alrededor en la luz dorada de la tarde.

Relajada y feliz, de repente, por un breve momento, parece en paz con el mundo.
Pronto estamos sin aliento, sudorosas y riéndonos. Después de un tiempo el estilo de la música cambia, un cantante melódico con un ritmo lento, pero no importa porque estoy demasiado mareada de dar vueltas y riendo para continuar. Engancho mis brazos alrededor del cuello Santana y colapso contra ella. Me doy cuenta del cabello húmedo pegado a su cuello y aspiro el olor a sudor fresco. Espero que se aleje y vuelva a su física, ahora que nuestro momento de estupidez ha terminado, pero para mi sorpresa, ella sólo pone sus brazos a mí alrededor y me balancea de lado a lado. Pegada a ella, puedo sentir el golpeteo de su corazón contra el mío, sus costillas se expanden y contraen con rapidez contra mi pecho, el susurro de su aliento cálido cosquillea al lado de mi cuello, el roce de su pierna contra mi muslo.

Descansando los brazos sobre sus hombros, me tiro un poco hacia atrás para echar un vistazo a su rostro. Pero ya no sonríe.


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Dejen sus comentarios de que les parecio el capitulo!
Saludos y besos
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Mensaje por :) Mar Jun 17, 2014 3:27 pm

Muy bueno me encanto
:)
:)
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Mensaje por monicagleek Mar Jun 17, 2014 5:44 pm

Pero porque ya no sonrie!!??????
Tengo dos hipotesis:
Que haya visto a un duende o, posiblemente sea esta, es que todos hayan regresado.
Dios sam.... diossssss lo estoy empezando a odiar ok santana lo estrangulo pero el grrrr!!!
Espero que los sentimientos de santana y brittany salgan a flote pronto y pase algo un poco feliz ^_^ ♡♡
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Mensaje por Dani(: Miér Jun 18, 2014 5:49 pm

:) escribió:Muy bueno me encanto

Hola Hola!
Me alegro que te gustara !
Saludos  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1206646864 

monicagleek escribió:Pero porque ya no sonrie!!??????
Tengo dos hipotesis:
Que haya visto a un duende o, posiblemente sea esta, es que todos hayan regresado.
Dios sam.... diossssss lo estoy empezando a odiar ok santana lo estrangulo pero el grrrr!!!
Espero que los sentimientos de santana y brittany salgan a flote pronto y pase algo un poco feliz ^_^ ♡♡

Hola hola!
Creo que san ve duendes jajajaj
Sam ufff que te dire hasta mi me dan ganas de estrangularlo jajaja
Ya veras estan a nada :)
Saludos !!  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Miér Jun 18, 2014 5:53 pm

Capítulo 9


POV Santana

El cuarto está sumergido en luz dorada. Brittany todavía está sonriéndome, su rostro se ilumina con la risa, mechones de cabello dorado cuelgan sobre sus ojos y caen por su espalda, cosquilleando en mis manos abrazadas a su cintura. Su rostro resplandece como un farol antiguo, encendido desde el interior, y todo lo demás en el cuarto desaparece como en una niebla oscura.

Aún estamos bailando, meciéndonos ligeramente con la dulce voz, y Brittany se siente cálida y viva entre mis brazos. Simplemente estando aquí de pie, moviéndonos suavemente de lado a lado, comprendo que no quiero que este momento termine.

Me encuentro maravillada de cuán bonita es, de pie aquí, apoyándose contra mí con su blusa azul de mangas cortas, sus brazos desnudos y cálidos contra mi cuello. Los botones de arriba no están abotonados, revelando la curva de su clavícula, la extensión de su piel blanca y lisa. Su falda blanca de algodón se detiene bien sobre sus rodillas y soy consciente de sus piernas desnudas que rozan contra el tejido delgado y estropeado de mis vaqueros.

El sol resalta su pelo rubio dorado, alcanza sus ojos azules. Absorbo cada pequeño detalle, desde su suave respiración hasta el toque de cada dedo en la parte de atrás de mi cuello. Y me encuentro llena con una mezcla de excitación y euforia tan fuerte que quiero que el momento nunca acabe… Y entonces, salido de ninguna parte, soy consciente de otra sensación: una oleada de hormigueo por todo mi cuerpo, una familiar humedad en mi parte de abajo. Abruptamente, me aparto de ella, alejándola de mí, y camino hacia la radio y paro la música.

Mi corazón golpea con fuerza contra mis costillas, me retiro al sofá, me enrosco buscando a tientas el libro de texto más cercano para tirarlo en mi regazo. Aún donde la dejé, Britt me mira con una expresión aturdida en el rostro.

—Ellos van volver en cualquier momento— le digo a modo de explicación, mi voz apresurada y entrecortada. —Tengo… tengo que terminar esto.

Aparentemente impasible, ella suspira, aun sonriendo, y se deja caer en el sofá a mi lado. Su pierna toca mi muslo y retrocedo violentamente. Necesito una excusa para dejar la habitación pero parece que no puedo pensar nada bueno, mi mente es un revoltijo desastroso de pensamientos y emociones. Me siento sonrojada y jadeante, mi corazón martillea tan ruidosamente que tengo miedo de que ella lo oiga. Necesito alejarme tanto de ella como me sea posible.

Apretando el libro de texto contra mis muslos, le pregunto si podría hacerme un poco más de café y ella me complace. Recogiendo las dos tazas usadas se encamina hacia la cocina.

En el momento en el que oigo el ruido metálico del fregadero, me precipito hacia las escaleras, tratando de hacer tan poco ruido como me sea posible. Me encierro con llave en el baño y me apoyo contra la puerta como para reforzarla. Me saco toda la ropa, casi rompiéndola con mi prisa, camino bajo una ducha helada, exhalando de conmoción. El agua es tan fría que hiere, pero no importa: es un alivio. Tengo que detener esta… esta… esta locura. Después de estar ahí por un momento, con mis ojos firmemente cerrados, me empiezo a entumecer y mis nervios terminan disminuyendo, borrando todas las señales de mi temprana excitación. Esto calma los rápido pensamientos, alivia la presión de la locura que ha empezado a agobiar mi mente. Me apoyo contra la pared, permitiendo que el agua glacial azote mi cuerpo, hasta que todo lo que hago es temblar violentamente.

No quiero pensar. Mientras no piense o sienta, estaré bien y todo volverá a la normalidad. Sentada en el escritorio de mi habitación con una camiseta limpia y pantalones deportivos, con el pelo mojado enviando arroyos fríos por mi espalda, estudio atentamente las ecuaciones cuadráticas, peleando para mantener las figuras en mi cabeza, luchando por encontrarle sentido a los números y símbolos. Repito la formula murmurando, cubriendo página tras página con cálculos, y cada vez que siento una grieta en mi armadura auto-impuesta, una grieta de luz entrando en mi cerebro, me obligo a trabajar más arduamente, más rápidamente, borrando los demás pensamientos. Soy débilmente consciente de cuando vuelven los demás, de sus voces altas en el vestíbulo, del martilleo de platos abajo en la cocina. Me concentro en desconectarlo todo. Cuando Hanna entra para decir que han pedido pizza, le digo que no tengo hambre; tengo que terminar este capítulo para esta noche, debo hacer cada ejercicio a velocidad máxima, no tengo tiempo para detenerme y pensar. Todo lo que puedo hacer es trabajar o me volveré loca.

Los sonidos de la casa me invaden como ruido blanco, la rutina de la noche por una vez se desarrolla sin mí. Una discusión, una puerta cerrándose de golpe, mamá gritando… no me importa. Ellos pueden arreglárselas, debo concentrarme en esto hasta que sea tan tarde que todo lo que pueda hacer sea derrumbarme en la cama, y entonces será de mañana y nada de esto habrá pasado. Todo regresará a la normalidad, pero ¿de qué estoy hablando? ¡Todo es normal! Sólo olvidé, por un loco momento, que Brittany era mi hermana.

Por el resto del fin de semana me mantengo encerrado en mi habitación, enterrada en tareas, y dejo a Britt a cargo. En clase el lunes, me esfuerzo por quedarme tranquila, pues estoy nerviosa e inquieta. Mi mente se ha vuelto extrañamente difusa; estoy poseída por miles de sensaciones a la vez. Hay una luz centellante en mi cerebro, como el faro de un tren en la oscuridad. Un tornillo está apretándose despacio alrededor de mi cabeza, agarrando mi sien.

Cuando Brittany entró en mi cuarto ayer para decir buenas noches, informándome que había dejado mi cena en la nevera, ni siquiera pude voltear a mirarla. Esta mañana le grité a Hanna durante el desayuno y la hice llorar, arrastré a Quinn por la puerta, al parecer causándoles lesiones corporales graves, ignoré completamente a Sam y le contesté bruscamente a Britt cuando me preguntó por tercera vez qué pasaba... soy un persona deshaciéndose. Estoy tan asqueada conmigo misma que quiero arrastrarme fuera de mi propia piel.
Mi mente sigue retrocediendo a ese baile: Britt, su cara, su toque, ese sentimiento. Sigo diciéndome que esas cosas pasan, estoy segura de que no son tan raras; después de todo, soy una chica, tengo diecisiete años… cualquier cosa nos enciende, sólo porque esto pasó cuando estaba bailando con Britt no significa nada. Pero las palabras hacen poco para tranquilizarme. Estoy desesperada por escaparme, porque la verdad es que ese sentimiento sigue ahí, quizás siempre ha estado, y ahora que lo he reconocido, me aterra que sin importar cuánto pueda quererlo, nunca podré regresar las cosas a cómo eran.

No, eso es ridículo. Mi problema es que necesito alguien en quien enfocar mi atención, algún objeto de deseo, alguna chica con quien fantasear. Echo una mirada alrededor de la clase pero no hay nadie. Chicas atractivas, sí. Alguna chica que me importe, no. Ella no puede ser simplemente un rostro, un cuerpo; tiene que ser más que eso, tiene que haber algún tipo de conexión. Y no puedo conectar, no quiero conectar, con nadie.

Le envió un mensaje de texto a Britt preguntándole si puede recoger a Hanna y Quinn, entonces me salto el último período, voy a casa para cambiarme la ropa por mi equipo para correr y me arrastro por la periferia empapada del parque local. Después de un glorioso fin de semana, el día es gris, mojado y miserable: árboles desnudos, hojas agonizantes y barro resbaladizo bajo los pies
.
El aire es tibio y húmedo, una fina capa de llovizna salpica mi cara. Corro tan lejos y rápido como puedo, hasta que la tierra parece brillar débilmente bajo mis pies, y el mundo a mí alrededor se extiende y se repliega; borrones de rojo-sangre perforan el aire delante de mí. Eventualmente, el dolor se hace camino a través de mi cuerpo, forzándome a detenerme, y vuelvo a casa para darme otra ducha helada y trabajo hasta que los otros vuelven y empiezan los quehaceres de la noche.

Cuando ha pasado medio semestre, juego fútbol en la calle con Quinn, intento entablar conversaciones con Sam y jugar a los interminables juegos de Escondite y ¿Adivina Quién? con Hanna. En la noche, después de que mi mente se cierra por el exceso de información, reorganizo los cajones de la cocina y los armarios. Paso por la habitación de Quinn y Hanna, recogiendo ropa y juguetes descartados, y los llevo a la tienda de caridad. O estoy entreteniendo o limpiando o cocinando o estudiando: registro minuciosamente las notas de revisión tarde en la noche, estudio detenidamente mis libros hasta ya entrada la madrugada, hasta que no hay nada más que hacer que colapsar en mi cama y caer en un sueño corto y profundo, sin sueños. Brittany hace comentarios por mi ilimitada energía pero me siento adormecida, absolutamente drenada por tratar de mantenerme siempre ocupada. De ahora en adelante sólo haré y no pensaré.

Volviendo a la escuela, Brittany está ocupada con sus clases. Si nota la diferencia en mi comportamiento hacia ella, no lo menciona. Quizás también se siente incómoda desde esa tarde. Quizás también comprende que tiene que haber más distancia entre nosotras.

Negociamos con la cautela como un pie desnudo que evita fragmentos de vidrio, confinando nuestros breves intercambios a los aspectos prácticos: el camino a la escuela, la compra semanal, las maneras de persuadir a Sam para que lave la ropa, la probabilidad de mamá se quede sobria en la tarde de los padres, actividades de fin de semana para Hanna y Quinn, citas dentales, resolver cómo hacer que la nevera deje de gotear. Nunca estamos solas.

Mamá está cada vez más ausente de la vida familiar, la presión de equilibrar los trabajos escolares y los quehaceres domésticos se intensifica y doy la bienvenida a las tareas interminables, pues me dejan literalmente sin tiempo para pensar. Las cosas están empezando a mejorar, estoy empezando a volver a un estado de normalidad, hasta que una noche alguien llama a la puerta de mi habitación.

El sonido es como una bomba que explota en un campo abierto.

— ¿Qué?— Estoy terriblemente nerviosa por una dosis excesiva de cafeína. Mi consumo diario de café ha alcanzado nuevas alturas, es la única manera de mantener mi energía nivelada a través de los días y las tardes y las noches en vela. No hay ninguna respuesta pero oigo que la puerta se abre y se cierra detrás de mí. Me vuelvo de mi escritorio, el bolígrafo sigue presionado contra las hendiduras de mis dedos, la computadora portátil que me prestó la escuela anclada en medio de un océano de notas garabateadas. De nuevo está usando ese camisón, el blanco que hace mucho le ha quedado pequeño y que apenas alcanza sus muslos. Cómo deseo que ella no caminara con esa cosa; cómo deseo que su cabello rubio no fuera tan largo y brillante; cómo deseo que no tuviera esos ojos, que simplemente no hubiera entrado sin ser invitada. Cómo deseo que el verla no me llenara de tal incomodidad, torciendo mis interiores, tensando cada músculo de mi cuerpo, poniendo mi pulso a tamborilear.

—Hola—dice. El sonido de su voz me duele. Esa sola palabra destila ternura y preocupación. Con sólo una palabra transmite tanto… su voz me llama fuera de una pesadilla. Intento tragar, mi garganta está seca, hay un sabor amargo atrapado en mi boca.

—Hola.

— ¿Te molesto? Quiero decir que sí. Quiero pedirle que se vaya. Quiero que su presencia y su delicado olor jabonoso se evaporen de este cuarto. Pero cuando no contesto, ella se sienta en el borde de mi cama, a centímetros de mí, con un pie desnudo metido bajo ella, inclinándose hacia adelante.

— ¿Matemáticas?— pregunta, mirando mis fajos de papel.

—Sí. —Devuelvo mi mirada al libro de texto, con el lápiz en equilibrio.

—Oye… —Extiende la mano hacia mí, haciéndome retroceder. Su mano no alcanza a tocar la mía cuando me alejo, y la suya vuelve a descansar, suelta y vacía, contra la superficie del escritorio. Bajo mis ojos a la pantalla de mi computadora, la sangre hiere mis mejillas, mi corazón duele en mi pecho. Aún soy consciente de su cabello, cayendo como una cortina alrededor de su rostro, y no hay nada entre nosotras excepto el tortuoso silencio.

—Dime— dice simplemente, sus palabras agujerean la frágil membrana que me rodea.

Siento mi respiración acelerarse. Ella no puede hacerme esto. Alzo mi mirada y miro fijamente fuera de la ventana, pero todo lo que veo es mi propio reflejo, esta pequeña habitación, la suave inocencia de Brittany a mi lado.

—Ha pasado algo, ¿no?— Su voz continúa punzando el silencio como un sueño no deseado.

Empujo mi silla lejos de ella y froto mi cabeza. —Simplemente estoy cansada. — Mi voz rechina contra la parte de atrás de mi garganta. Sueno extraña, incluso a mis propios oídos.

—Lo he notado— continúa Brittany. —Y es por eso que he estado preguntándome por qué continúas tropezando con el suelo.

—Tengo mucho trabajo que hacer. El silencio aprieta el aire. Me doy cuenta de que ella no se va a ir tan fácilmente.

— ¿Qué pasa, San? ¿Fue algo en la escuela? ¿La presentación?

No puedo decirte. No puedo decirte a ti, de entre todas las personas. A lo largo de mi vida, fuiste la única persona a la que podía dirigirme. La única persona con la que siempre podía contar para que me entendiera. Y ahora te he perdido, he perdido todo.

— ¿Sólo estás alicaída por cosas en general?

Muerdo mi labio inferior hasta que reconozco el sabor metálico de la sangre. Brittany se da cuenta y sus preguntas se detienen, dejando en su lugar un silencio turbio.

—San, di algo. Me estás asustando. No puedo soportar verte así. —Se estira de nuevo para tomar mi mano y esta vez hace contacto.

— ¡Detente! ¡Simplemente vete a dormir y déjame malditamente sola!

Las palabras se disparan de mi boca como balas, rebotando contra las paredes antes de que pueda siquiera registrar lo que estoy diciendo. Veo cambiar la expresión de Brittany, su rostro se congela en una mirada de incrédula sorpresa, sus ojos se amplían sin comprender. Tan pronto mis palabras se estrellan de golpe contra ella, se marcha, agachando la cabeza para esconder las lágrimas que se juntan en sus ojos.

La puerta hace clic al cerrarse tras ella.

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Pequeño adelanto del capítulo 12

POV Brittany

—¡No me besó! — Le grito, agarrando sus Brazos e intentando sacudirla para que vuelva a la vida. —Lo intentó, está bien, ¡pero yo no se lo permití! ¿Sabes por qué? ¿Quieres saber por qué? ¿De verdad, de verdad quieres saber por qué?—Todavía agarrándola con ambas manos, me inclino hacia delante, jadeando, mientras las lágrimas calientes y pesadas, caen por mis mejillas. —Esta es la razón…— Llorando, beso la mejilla de Santana. —Esta es la razón… —Con un sollozo ahogado, beso la esquina de los labios de Santana. — ¡Esta es la razón…!— Cierro los ojos y beso la boca de Santana.


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Para que vean que no soy malita les deje un adelanto (:
Que dicen les gusto ??
Saludos y besos !
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por monicagleek Miér Jun 18, 2014 6:47 pm

Diossssss!!!!!!
TE ADORO ♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡
Ya ni se me habia ocurrido pensar el los sentimientos entre ambas.
... aunque cuando alguien se da cuenta de que ha caido en la magia del amor no se si es motivo para ponerse serio y de trabajo hasta el culo jejeje
Por otra parte he leido el adelanto y estoy que me subo por las paredes.... asi que PORFAAAA!!!! NO TARDES EN ACTUALIZAR!!!! ^_^
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por :) Miér Jun 18, 2014 11:32 pm

Si si me encanta voy a esperar el prox capitulo
:)
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por marcoheath Jue Jun 19, 2014 6:08 pm

me encanta este fic jajajaja actualizas todos los dias?

saludos!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por Dani(: Jue Jun 19, 2014 8:28 pm

monicagleek escribió:Diossssss!!!!!!
TE ADORO ♡♡♡♡♡♡♡♡♡♡
Ya ni se me habia ocurrido pensar el los sentimientos entre ambas.
... aunque cuando alguien se da cuenta de que ha caido en la magia del amor no se si es motivo para ponerse serio y de trabajo hasta el culo jejeje
Por otra parte he leido el adelanto y estoy que me subo por las paredes.... asi que PORFAAAA!!!! NO TARDES EN ACTUALIZAR!!!! ^_^

Hola Hola!
Me alegro que te gustara el adelanto y todo C:
Los sentimientos ya van a ir saliendo ya ya no falta nada !
Saludos y Gracias por comentar!  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1206646864 

:) escribió:Si si me encanta voy a esperar el prox capitulo

Hola!
Me alegro que te gustara!
Saludos  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1206646864 

marcoheath escribió:me encanta este fic jajajaja actualizas todos los dias?

saludos!

Hola Hola!
Me alegro que te guste y comentes ! y si actualizo casi todos los dias  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1206646864 
Saludos  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 2145353087 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por Dani(: Jue Jun 19, 2014 8:38 pm

Capítulo 10


POV Brittany

— ¡Oh Dios mío, Oh Dios mío, nunca adivinarás lo que pasó esta mañana!— los ojos de Rachel están ardiendo con entusiasmo, las esquinas de sus labios rojo-cereza se levantan para formar una sonrisa.

Dejo caer mi bolso al piso y colapso en el asiento a su lado, mi cabeza todavía haciendo eco a los gritos de Quinn cuando tuvo que ser arrastrada a la escuela esta mañana, después de una furiosa pelea con Sam por un Transformer de plástico en la parte inferior de una caja de cereales. Cierro los ojos.

— Kitty Wilde estaba hablando con Tina y… Abro mis ojos con esfuerzo y la interrumpo. —Pensé que tenías una cita con Danielle Spencer.

—Britt, puede que haya decidido darle una oportunidad a Dani mientras espero a que tu hermana entre en sus sentidos, pero esto no tiene nada que ver con eso. Kitty estaba hablando con Tina esta mañana, y adivina lo que dijo… ¡adivina!— Su voz aguijonea con entusiasmo y el Sr. McIntyre deja de hacer chirriar su pluma contra el pizarrón blanco por un momento para girarse y darnos un suspiro resignado.  

—Chicas, si pudieran por lo menos fingir que están prestando atención.  Rachel le muestra su sonrisa dentuda y después se vuelve a girar en su asiento para mirarme de frente. — ¡Adivina!

—No tengo idea. ¿Su ego se hizo tan grande que explotó y ahora necesita cirugía?

— ¡Nooo!— Rachel hace sonar sus zapatos no reglamentarios para la escuela contra el linóleo, zapateando con entusiasmo. — ¡Lo escuché diciéndole a  Tina que iba a invitarte a salir hoy después de la escuela!— Abre tanto la boca que puedo distinguir sus amígdalas.
La miro aturdida. — ¿Bueno?— Rachel me sacude brutalmente por el brazo. — ¿Esto no es enorme? Todas han estado detrás de ella desde que rompió con Annie la Anoréxica, ¡y va y te elige a ti! ¡Y tú eres la única chica en la clase que no usa maquillaje!

—Estoy tan alagad Rachel tira hacia atrás su cabeza dramáticamente y gime. — ¡Aargh! ¿Cuál es tu problema estos días? ¡A inicio de año me dijiste que ella era la única chica en Belmont con la que considerarías besuquearte!

Lanzo un suspiro. —Sí, sí. Así que es atractiva. Pero ella sabe eso. Podría haber fantaseado con ella como todo el mundo, pero nunca dije que quería salir con ella.

Rachel sacude la cabeza en desacuerdo. — ¿Sabes cuántas chicas matarían por una cita con Kitty? Creo hasta hubiera puesto a Santana en espera por una oportunidad de besar a la Señora Rubia.

—Oh, Dios, Rachel. Entonces tú sal con ella. — ¡Fui a averiguar si era en serio y ella me pregunto si creía que estarías interesada! ¡Así que, por supuesto, dije que sí!

— ¡Rachel! Dile que lo olvide. Díselo en el descanso de la mañana.

— ¿Por qué?

— ¡No estoy interesada!

– Britt, ¿te das cuenta de lo que estás haciendo aquí? Quiero decir, ¡puede que no te dé una segunda oportunidad!

Me arrastro por el resto del día. Rachel no me habla porque la acusé de ser una vaca entrometida cuando se rehusó a volver y decirle a Kitty que no estaba interesada. Pero, honestamente, no me importa si no vuelve a hablarme otra vez.  

Un frío bloque de depresión comprime mi pecho, dificultándome el recuperar mi respiración. Mis ojos duelen con lágrimas reprimidas. A media tarde incluso Rachel está preocupada, rompiendo su voto de silencio y ofreciéndose a acompañarme a ver a la enfermera. ¿Qué podría ofrecerme la enfermera de la escuela? Me pregunto.

¿Una pastilla para hacer desaparecer la soledad? ¿Una tableta que puede hacer que Santana me hable otra vez? O, quizás, una cápsula para volver el tiempo, rebobinando los días para poder alejarme de Santana cuando terminamos de bailar salsa, en lugar de permanecer en sus brazos, moviéndonos al gentil compás de Katie Melua. ¿Está enojada conmigo porque piensa que lo planeé de algún modo? ¿Qué la salsa fue sólo una estrategia para hacer que bailara un lento conmigo, nuestros cuerpos presionándose el uno contra el otro, su calor penetrando en el mío? No era mi intención acariciar la parte trasera de su cuello… simplemente pasó. Mi muslo rozando contra el interior del suyo fue sólo un accidente. Nunca quise que nada de eso pasara. No tenía idea de que algo como un baile lento podía excitar tanto a Santana.

No puedo soportar pensar que podría haber perdido nuestra cercanía, nuestra amistad, nuestra confianza. Ella siempre ha sido mucho más que sólo una hermana. Es mi alma gemela, mi aire fresco, la razón por la que espero levantarme cada mañana. Siempre supe que la amaba mucho más que a nadie más en el mundo, y no sólo de una manera fraternal, de la forma en la que me siento acerca Sam y Quinn. Sin embargo, de alguna manera, nunca se cruzó por mi mente que podría haber un paso más allá…  

Pero sé que es ridículo, demasiado estúpido como para siquiera pensar en eso. Nosotras no somos así. No estamos enfermas. Sólo somos una hermana y hermana que también resultan ser mejores amigas. Esa es la manera que siempre ha sido entre nosotras. No puedo perder eso o no sobreviviré.

Al final del día Rachel me está molestando sobre Kitty Wilde otra vez. Parece que piensa que estoy deprimida y que tener una novia, especialmente una de las más sexys de la escuela, me ayudará a salir de mi estado de depresión. Quizás tiene razón. Quizás necesito una distracción.

¿Y qué mejor manera de mostrarle a Santana que lo que pasó el otro día fue sólo un accidente, un poco de diversión? Si tengo novia entonces ella se dará cuenta que nada de esas cosas significan algo. Y Kitty es muy linda.

Aunque que Rachel está muy equivocada cuando afirma que ellas están en la misma liga. De ninguna manera. Santana es ferozmente brillante, emocionalmente inteligente, la más amable, la persona más considerada que conozco. Santana tiene alma. Kitty puede tener la misma edad pero sólo es una niña en comparación, una niña rica y mimada, expulsada de su lujosa escuela privada por fumar marihuana, una cara bonita con un pavoneo arrogante, un encanto tan cuidadosamente elaborado como su ropa y peinado. Pero sí, supongo que la idea de salir con ella, besarla incluso, no es totalmente repulsiva.

Después de la última campana, mientras estamos cruzando el patio hacia las puertas, la veo dirigiéndose hacia nosotras. Ha estado esperando, eso está claro. Rachel da un grito medio estrangulado y me codea en las costillas tan fuerte que estoy sin aliento por un momento, antes de alejarse. Kitty está viniendo directamente hacia mí. Como si fuéramos atraídas la una a la otra por una cuerda invisible, caminamos y caminamos.

—Brittany, ¡hola!— Su sonrisa se agranda. Es muy suave, muy confiada, ha estado haciendo esto durante años. Se detiene cerca de mí, demasiado cerca, y tengo que dar un paso atrás. — ¿Cómo te va? ¡No he tenido la oportunidad de hablar contigo desde hace años!
Está actuando como una vieja amiga, a pesar del hecho de que apenas hemos intercambiado más que unas palabras hasta ahora. Me obligo a encontrar su mirada y sonreír.

— ¿Estás apurada— pregunta, —o tienes tiempo para una bebida en Smileys?
Jesús, no pierde nada de tiempo. —Tengo que ir a recoger a mis hermanitos— respondo con la verdad.

—Escucha, voy a ser directa contigo. —Pone la mochila entre sus pies como para indicar que esta se ha convertido en una verdadera conversación, y aleja el cabello de sus ojos. —Eres una chica genial, ya sabes. Siempre sentí, ya sabes, algo por ti. No pensé que fuera recíproco así que no he dicho nada hasta ahora. Pero diablos, ya sabes, carpe diem y todo eso.

¿Piensa que me va a impresionar con su dominio del latín? —Siempre te he considerado una buena amiga, pero ¿sabes qué? Pienso que podría ser incluso más fuerte que eso, ya sabes. Todo lo que estoy diciendo es, quizá podríamos llegar a conocernos un poco mejor, ¿sabes?
Si dice ya sabes una vez más, juro que voy a gritar. —Estaría muy honrada si me dejaras llevarte a cenar una noche. ¿Existe la remota posibilidad de que consiga que aceptes?— Me muestra sus dientes otra vez en lo que casi podría pasar por una sonrisa triste. Oh, es bueno en esto, está bien.

Finjo considerarlo por un momento. Su sonrisa no decae. Estoy impresionada.

—Está bien, supongo…

Su sonrisa se agranda. —Eso es grandioso. Realmente grandioso. ¿Qué te parece el viernes?
—El viernes está bien. —Genial. ¿Qué tipo de comida te gusta? ¿Japonesa, tailandesa, mexicana, libanesa?

—Pizza está bien para mí. Sus ojos se iluminan.

—Conozco este gran restaurante… sirven la mejor comida italiana de por aquí. Te pasaré a buscar en coche a, digamos, ¿las siete?

Estoy a punto de protestar y decir que sería más fácil encontrarnos allí, cuando me doy cuenta de que ella que venga a casa podría no ser algo malo.

—Muy bien. Viernes a las siete en punto. —Sonrío otra vez. Mis mejillas están empezando a doler.

Ella ladea la cabeza y levanta las cejas. — ¡Tendrás que darme tu dirección! Ella consigue una pluma mientras rebusco entre mis bolsillos y encuentro un recibo arrugado. Escribo mi dirección y número y se lo entrego. Cuando hago eso, sostiene mis dedos por un momento y muestra otra de sus sonrisas de alto voltaje.  

—Espero con ansias. Estoy empezando a pensar que esto podría ser un poco divertido, incluso si es sólo para reírme de ella al día siguiente con Rachel. Logro una sonrisa genuina esta vez y digo:

—Sí, yo también. Rachel salta de atrás de la cabina telefónica al final de la calle.

— ¡Oh Dios mío, oh Dios mío, cuéntame todo!

Me estremezco y llevo mi mano a mi oído. —Aargh, Jesús. Anda, trata de darme un infarto, ¿por qué no?

— ¡Estás sonrojada! Oh Dios mío, dijiste que sí, ¿no es así? Relato la conversación brevemente. Rachel me agarra por los hombros, me sacude bruscamente y empieza a chillar. Una mujer mira alrededor con alarma.

—Cálmate— me río. —Rachel, ¡ella es una completa idiota!

— ¿Y? ¡Dime que no te gusta!

—Ok, tal vez la encuentro ligeramente atractiva…

— ¡Lo sabía! ¡Te estabas quejando sólo hace una semana de que nunca habías besado a una chica! A partir del viernes, serás capaz de tachar eso de tu lista.

—Tal vez… Escucha, tengo que correr. Llego tarde para Quinn y Hanna. Rachel me sonríe cuando empiezo a alejarme. —Vas a contarme todo, Brittany. Cada pequeño detalle. ¡Me debes eso aunque sea!

Tengo que confesar que la perspectiva de una cita con Kitty me hace sentir ligeramente mejor. Ligeramente menos anormal, por lo menos, y eso es bastante. Esa noche, cuando me siento en la mesa de la cocina para ayudar a Quinn y a Hanna con sus tareas, mi mente sigue volviendo al coqueteo, la forma en la que ella me sonrió. No es mucho, no lo suficiente para llenar el gran vacío dentro de mí, pero es algo. Siempre es bueno ser elegido, siempre es bueno ser querido; incluso si es por la persona equivocada.

Sin querer se lo dije a Quinn y a Hanna. Llegué diez minutos tarde a buscarlas, y cuando Quinn demandó saber por qué, en mi estupidez, todavía un poco aturdida, le dije que estaba hablando con una chica de la escuela. Pensé que se terminaría ahí, pero olvidé que Quinn tiene casi nueve años.

“¡Britt tiene novia, novia, novia, novia!” Cantó todo el camino a casa.

Hanna se veía preocupada. — ¿Eso significa que te irás lejos y te casarás?

—No, claro que no— me reí, tratando de tranquilizarla. —Sólo significa que tengo una amiga que es una chica y tal vez vaya a verla de vez en cuando.

— ¿Cómo mamá y Dave?

— ¡No! Nada parecido a mamá y Dave. Probablemente sólo saldré con ella una o dos veces. Y si realmente salgo con ella más que eso, todavía será casi nunca. Y por supuesto será sólo cuando San esté en casa para cuidar de ti.

— ¡Britt tiene novia!—anuncia Quinn cuando Sam cierra la puerta y ejecuta un viaje relámpago a la cocina, cazando bocadillos.

—Genial. Espero que ambas tengan montones de bebés y sean muy felices juntas.

A la hora de la cena Quinn tiene otras cosas en su mente, es decir, el partido de fútbol que sus amigas están jugando ruidosa e inútilmente justo fuera de la casa cuando ella está atrapada adentro, simultáneamente siendo forzada a comer judías verdes y siendo interrogada por Santana por las tablas de multiplicar. Hanna está estudiando ‘materiales’ en la escuela y quiere saber de qué está hecho todo: los platos, los cubiertos, la jarra de agua. Sam, aburrido, se encuentra en uno de sus estados de ánimo más peligrosos, tratando de molestar a todos así puede sentarse en el ojo de la tormenta y reírse del caos que creó a su alrededor.

— ¿Cuatro sietes?— Santana levanta el tenedor de Quinn y clava dos habichuelas antes de devolvérselo. Quinn las mira y hace una mueca.

—Vamos. Cuatro sietes. Tienes que ser más rápida que eso.

— ¡Estoy pensando!

—Hazlo como te dije. Rebusca en tu cabeza. Una vez siete es siete, ¿dos veces siete es…?

—Treinta y tres— interrumpe Sam.

— ¿Treinta y tres?— Quinn hace eco con optimismo.

—Q, tienes que pensar por ti misma.


— ¿Por qué pusiste dos habichuelas en mi tenedor? ¡Hará que me ahogue! ¡Odio las judías!— exclama Quinn con enojo.  

— ¿De qué están hechas las judías verdes?— pregunta Hanna.

—Caca de serpiente— le informa Sam. Hanna deja caer su tenedor y mira hacia su plato con horror.

—Una vez siete es siete— continúa Santana tercamente. — ¿Dos veces siete es…?

—San, ¡tampoco me gustan las judías!— protesta Hanna. Por primera vez en mi vida no siento la menor intención de ayudar. Santana me ha dicho exactamente cuatro palabras desde que llegó a casa hace dos horas: ¿Han hecho sus deberes?

—Quinn, ¡tienes que saber cuánto es dos veces siete! ¡Sólo súmalos por el amor de Dios!

— ¡No puedo comer todo esto, me diste demasiado!

—Hey— Sam ladea su cabeza, — ¿escuchas esos gritos, Q? Suena como si Aria acabara de anotar otro gol.

— ¡Es mi pelota con la que están jugando!

—Sam, simplemente déjala tranquila, ¿podrías?— Suelta Santana.

—He terminado— Hanna aleja su plato tan lejos como puede, golpeando el vaso de Sam en el proceso.

— ¡Hanna, mira lo que estás haciendo!— grita Sam.

— ¿Cómo es que ella puede dejar todas sus habichuelas?—Quinn  empieza a gritar.

—Hanna, ¡sólo come tus habichuelas! Quinn, ¡si no sabes cuánto es cuatro veces siete, vas a reprobar tu examen de mañana!— Santana está perdiendo la tranquilidad. Me da un tipo de placer perverso.  

—Brittany, ¿tengo que comer mis habichuelas?— Hanna se gira hacia mí lastimosamente.
—Pregúntale a Santana, ella es la cocinera.

—Creo que estás usando la palabra cocinera muy libremente allí— remarca Sam, riendo consigo mismo.

—La jefa, entonces— reemplazo. —Sí, ¡esa es! Santana me manda una mirada que dice:
¿Qué te he hecho? Otra vez, soy consciente de una sensación fugaz de satisfacción.

— ¡Hanna, mierda, limpia este desastre! ¡Tiraste agua por toda la mesa!

— ¡No puedo!

— ¡Deja de ser un bebé y consigue la esponja! —Santana, Sam dijo la palabra con M.

— ¡No voy a seguir comiendo!— ruge Quinn. — ¡Y no voy a seguir con las tablas, tampoco!

— ¿Quieres reprobar tu examen de matemática?— Grita Santana.

— ¡No me importa, no me importa, no me importa!

—Santana, ¡Sam dijo la palabra con M!— Gime Hanna, ahora enojada.

—Mierda, mierda, mierda— canta Sam.  

— ¡Podrían callarse todos! ¡Diablos, cuál es su problema!— Santana  golpea su puño contra la mesa.

Quinn, aprovechando esta distracción, se levanta, agarra sus guantes de fútbol y corre fuera de la casa. Hanna estalla en un llanto ruidoso, se desliza de su silla y sube pisando muy fuerte hacia su habitación. Sam vuelca tres platos de judías verdes sin comer de vuelta en la cacerola y dice: —Mira, puedes alimentarnos con la misma mierda mañana.

Con un gemido, Santana pone la cabeza en sus manos. De repente, me siento horrible. No sé qué estaba tratando de probar. Que Santana me necesita, ¿quizás? O ¿era yo tratando de tener mi propia venganza por su tratamiento de silencio? De cualquier manera, me siento fatal. No me habría costado nada meterme y calmar la situación. Lo hago todo el tiempo, sin siquiera tener que pensarlo. Podría haber prevenido que los niveles de estrés de Santana llegaran al techo, detenerla de sentirse como un fracaso porque otra comida familiar terminó en caos. Pero no lo hice. Y lo peor de todo es que, en verdad disfruté ver como todo se derrumbaba.

Viéndose exhausta, Santana se frota los ojos con una tensa sonrisa. Echándole un vistazo a todos los restos de comida, intenta hacer una broma.

—Brittany, ¿más judías verdes? ¡No seas tímida! Ella tiene todo el derecho de estar enojada con todos nosotros, pero en su lugar, es tan compasiva que me duele. Quiero decir algo, hacer algo para retroceder todo, pero no puedo pensar en nada. Mordiendo su labio, Santana se levanta y empieza a limpiar, y de repente me doy cuenta de que últimamente la lastimadura se ha agrandado, que ella la ha estado mordiendo más y más. Se ve tan dolorosa, tan cruda, que verla morderla así hace que mis ojos se humedezcan. Levantándome para ayudarla a limpiar la mesa, le recuerdo a Sam que es su turno de lavar las cosas y, sin pensar, toco la mano de Santana para tener su atención… pero esta vez, para mi sorpresa, ella no se aleja.

—Ouch, tu pobre labio—digo gentilmente. —Vas a empeorarlo.

—Lo siento. —Deja de morderlo y presiona la palma de la mano contra su boca tímidamente.

—Sí, Dios, esa cosa se ha puesto realmente asquerosa. —Sam aprovecha la oportunidad de meterse, su voz alta y descarada mientras deja caer fuertemente una pila de platos en el fregadero. —Los chicos de la escuela me estaban preguntando si era algún tipo de enfermedad.

—Sam, eso es una tontería…— empiezo.

— ¿Qué? Sólo estoy de acuerdo contigo. Esa cosa es asquerosa, y si continúa mordiéndola, va a terminar desfigurada.

Trato de darle una de mis miradas de advertencia pero él evita cuidadosamente mis ojos, estrellando la vajilla en el fregadero. Santana apoya un hombro contra la pared, esperando a que hierva la tetera, mirando por la oscura ventana. Decido darle una mano a Sam con el lavado de platos. Santana parece haberse paralizado y no quiero dejarlos solos mientras Sam todavía tiene el bocado entre los dientes.

—Así que finalmente te has conseguido una novia—comenta Sam mordazmente cuando me uno a él en el fregadero. — ¿Quién diablos es?

Siento mi interior apretarse. Instintivamente mi mirada vuela hasta Santana, que deja caer la mano de su boca, sacudiendo su cabeza sorprendida.

—No es una novia— lo corrijo rápidamente. —Sólo…sólo una chica cualquiera de la escuela que me invitó a salir por…eh…— me interrumpo. Santana me está mirando.

— ¿Por, eh, sexo?— sugiere Sam.

—No seas tan infantil. Ella me invitó a salir para cenar.

—Whoa, sin la preliminar bebida en Smileys, ¿entonces? Directamente allí, ganando y cenando contigo. —Sam claramente está disfrutando el verme retorcer. — ¿Qué chica en Belmot puede darse el lujo de llevar a una chica a cenar? ¡No me digas que es una de tus profesoras!— Sus ojos se iluminan de placer.

—Deja de ser ridículo. Es una chica en el año superior llamada Kitty. Ni siquiera lo conoces.
— ¿Kitty Wilde?— Pero, por supuesto, Santana la conoce. Mierda.

—Sí. —Me obligo a encontrar su mirada de asombro por encima de la cabeza de Sam. —Yo… ella me invitó a salir el viernes. Está…puedes… ¿está bien eso?— No sé por qué, repentinamente, me resulta tan difícil hablar.

—Oh-oh, ¡deberías haber pedido permiso primero!— canta Sam. —Tendrás que a pegarte al toque de queda, recuerda.

—Ok, Sam, ¡es suficiente!— grito, golpeando un plato sobre el mostrador. — ¡Ve y trae a Quinn adentro y después haz tu tarea!— Ahora soy yo la que lo está perdiendo.

— ¡Bien! ¡Perdóname por respirar!— Sam lanza el cepillo de lavar en el fregadero con un chapoteo y sale de la habitación.

Santana no se ha movido de su posición junto a la ventana, raspando la herida con su uña. Su cara se ve acalorada, sus ojos muy preocupados.

— ¿Kitty? ¿La conoces? Quiero decir, la tipa es bastante, eh… tú sabes. Como que tiene una reputación…

Mantengo mi inclinada, fregando los platos duramente. —Sí, bueno, es sólo una cita. Veremos cómo sale.

Santana da un paso hacia mí y después cambia de opinión y retrocede otra vez.
—Te… te… quiero decir, ¿te gusta?

Siento el calor precipitarse en mi cara y, de repente, estoy enojada otra vez.

¿Cómo se atreve Santana a interrogarme cuando acepté la cita por nosotras, por ella?

—Sí, de hecho, sí, ¿ok?— Dejo de fregar y me obligo a encontrar sus ojos. —Ella es la chica más sexy de la escuela, me ha gustado por años. No puedo esperar para salir con ella.


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Mensaje por marcoheath Jue Jun 19, 2014 9:25 pm

ahhhhh jajajja habia entendido mal, pense que el adelanto que nos habias dado era del capitulo de hoy, pero acabo de darme cuenta que es del 12 aajjajaja

Bueno el cap! espero que ellas se acerquen rapido!

saludos!
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Mensaje por Pao Up Jue Jun 19, 2014 10:36 pm

Queee.....!? uno mas!
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Mensaje por monicagleek Vie Jun 20, 2014 4:04 am

Queeeeeeee......????????
TONGO TONGO TONGO TONGO!!!!!!!!!!
No me fije que la actualizacion era del capitulo 12 :'( :'( :'(
Actualiza pronto porfaaaaaaa!!! ^_^
Estoy muy impaciente jeje
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Mensaje por Dani(: Sáb Jun 21, 2014 10:36 pm

marcoheath escribió:ahhhhh jajajja habia entendido mal, pense que el adelanto que nos habias dado era del capitulo de hoy, pero acabo de darme cuenta que es del 12 aajjajaja

Bueno el cap! espero que ellas se acerquen rapido!

saludos!

Hola Hola!
Ya casi el proximo capitulo ser el gran momento jajaja
Saludos y besos FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1206646864 

Pao Up escribió:Queee.....!? uno mas!

Hola Hola!
El proximo (:
Saludos y besos.

monicagleek escribió:Queeeeeeee......????????
TONGO TONGO TONGO TONGO!!!!!!!!!!
No me fije que la actualizacion era del capitulo 12 :'( :'( :'(
Actualiza pronto porfaaaaaaa!!! ^_^
Estoy muy impaciente jeje

Hola Hola!
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Mensaje por Dani(: Sáb Jun 21, 2014 10:40 pm

Capítulo 11


POV Santana

Está bien. De hecho, ¡es genial! Brittany finalmente ha encontrado a alguien que le gusta, y lo que es más, a ella le gusta también, y justamente van a salir juntas este viernes.

Las cosas se están arreglando para ella, por fin; es el principio de su vida como adulta, lejos de este manicomio, de su familia, de mí. Ella se ve feliz, se ve entusiasmada. Kitty podría no ser la tipa que yo hubiera elegido para ella, pero está bien. Ha tenido un par de novias adecuadas, no parece estar buscando sólo una cosa. Es normal sentirse ansiosa pero no voy a perder el sueño por esto.

Brittany está cerca de los diecisiete después de todo, Kitty es sólo un año mayor. Brittany estará bien. Ella es una persona muy sensible, responsable más allá de su edad; será cuidadosa, y tal vez funcionará. Ella no la lastimará, no intencionalmente, por lo menos. No, estoy segura de que no la lastimará, no lo haría. Ella es una persona tan adorable, tan preciosa… ella verá eso: debe hacerlo.

Sabrá que no puede romper su corazón, nunca lastimarla. No lo haría. No podría. Así que, bien, voy a ser capaz de dormir al final. No necesito pensar sobre esto ahora. Lo que necesito desesperadamente es dormir. De otra manera me desmoronaré. Me voy a desmoronar. Me estoy desmoronando.

Los primeros rayos del amanecer empiezan a tocar el borde de los techos. Me siento en mi cama y veo la pálida luz diluir la negra oscuridad, un ligero lavado de color difundiendo ligeramente el cielo del este. El aire es frío cuando sopla a través de las grietas en el marco de la ventana, y esparce marcas de salpicaduras de lluvia en el panel mientras los pájaros empiezan a despertar. Un dorado parche de luz solar se inclina por la pared, agrandándose lentamente como una mancha. ¿Cuál es el punto en todo esto? Me pregunto, ¿en este ciclo sin fin? No he dormido en toda la noche y me duelen los músculos por permanecer inmóvil tanto tiempo. Tengo frío pero no puedo encontrar la elegía para moverme o incluso para poner la manta a mi alrededor.

De vez en cuando empieza a caer mi cabeza, como sucumbiendo a un narcótico, y mis ojos se cierran y después se reabren con un sobresalto. A medida que la luz se empieza a intensificar, también lo hace mi miseria, y me pregunto cómo es posible que duela tanto cuando no pasa nada malo. Una inflamada desesperación presiona hacia fuera desde el centro de mi pecho, amenazando con romper mis costillas. Lleno mis pulmones con el aire frío y después lo dejo salir, pasando mis manos gentilmente adelante y atrás sobre las ásperas sabanas de algodón, como anclándome a esta cama, a esta casa, a esta vida, en un intento de olvidar mi soledad absoluta. La herida debajo de mi labio está latiendo y es una lucha dejarla tranquila, no irritarla en un intento de aniquilar la agonía dentro de mi mente. Continúo acariciando las mantas, el movimiento rítmico me relaja, recordándome que, incluso si me estoy rompiendo por dentro, las cosas a mí alrededor permanecen iguales, sólidas y reales, dándome la esperanza de que, quizás un día, yo también me sienta real otra vez.

Un sólo día abarca tanto. La frenética rutina matutina: tratar de asegurarme de que todos coman su desayuno, el alto tono de la voz de Quinn que irrita mis oídos, el continuo parloteo de Hanna que deshilacha mis nervios, Sam reforzando sin descanso mi culpa con cada uno de sus gestos, y Brittany… Es mejor si no pienso en Brittany. Pero, perversamente, quiero hacerlo. Debo irritar la herida, volver a rascar la costra, pinchar la piel dañada. No puedo dejar de pensar en ella.

Como anoche en la cena, ella está aquí pero no aquí: su corazón y su mente han dejado esta casa sucia, los hermanos molestos, la hermana socialmente inepta, la madre alcohólica. Sus pensamientos están con Kitty ahora, en su cita de esta noche. Por muy largo que pueda parecer el día, la noche llegará y Brittany se irá. Y desde ese momento, parte de su vida, parte de sí misma, se separará de mí para siempre. Sin embargo, incluso mientras espero a que pase esto, hay mucho por hacer: convencer a Sam para que salga de su guarida, llevar a Quinn y a Hanna a la escuela a tiempo, recordar tomarle las tablas a Quinn mientras trata de ir por delante en el camino.

Conseguir pasar por la puerta de mi propia escuela, comprobar que Sam está en clases sin ser vista, sentarme durante una mañana completa de clases, buscar nuevas formas de desviar la atención si un maestro me presiona a participar, sobrevivir al almuerzo, asegurarme de evadir a Wilde, explicarle a la maestra por qué no puedo dar una presentación, llegar a la última campana sin desmoronarme. Y, finalmente, recoger a Hanna y a Quinn, mantenerlas entretenidas durante la noche, recordarle a Sam su toque de queda sin provocar un escándalo… y todo el tiempo, al mismo tiempo, tratar de purgar todo pensamiento de Brittany de mi mente. Y las manillas del reloj de la cocina continuarán moviéndose hacia delante, acercándose a la medianoche antes de empezar todo de nuevo, como si el día que acaba de terminar nunca hubiera empezado.

Una vez fui muy fuerte. Era capaz de superar todas las cosas pequeñas, todos los detalles, la rutina sobre la cinta de correr, día tras día. Pero nunca me había dado cuenta de era que Brittany la que me daba esa fuerza. Era porque ella estaba allí que yo podía arreglármelas, nosotras dos a la cabeza, apoyándonos la una a la otra cuando una de nosotras estaba deprimida. Es posible que hayamos pasado la mayor parte de nuestro tiempo cuidando a los pequeños, pero bajo la superficie, en realidad, nos estábamos cuidando a nosotras y eso hizo todo soportable, más que sólo soportable. Eso nos unió en una existencia que sólo nosotras podíamos entender. Juntas estábamos a salvo (diferentes, pero a salvo), del mundo exterior… Ahora todo lo que tengo es a mí misma, mis responsabilidades, mi deber, mi interminable lista de cosas por hacer… y tengo mi soledad, siempre mi soledad, esa burbuja de desesperación sin aire que lentamente me está asfixiando.

Brittany se va a la escuela por delante de mí, arrastrando a Sam con ella. Parece molesta conmigo por alguna razón. Hanna pierde el tiempo, recogiendo ramas y hojas quebradizas, enrolladas por el camino. Quinn nos abandona cuando ve a Aria al final de la carretera, y no tengo la fuerza para hacerla volver, a pesar del concurrido cruce en frente de la escuela. Es un esfuerzo monumental no gritarle a Hanna, no decirle que se apure, el preguntarle por qué parece tan decidida a hacernos llegar tarde a las dos.

Tan pronto como alcanzamos las puertas de la escuela, ella ve a una amiga y echa a correr tropezando, su abrigo ondeando y volando detrás de ella. Por un momento sólo me paro y la veo irse, su pelo dorado fluyendo detrás de ella en el viento. Su delantal gris está manchado con el almuerzo de ayer, al abrigo de la escuela le falta la capucha, su mochila se está cayendo a pedazos, sus medias rojas tienen un gran agujero detrás de la rodilla, pero ella nunca se queja. Incluso cuando está rodeada de mamás y papás despidiendo a sus hijos, incluso cuando no ha visto a su madre por dos semanas ya, incluso cuando no tiene memoria de haber tenido padre.
Sólo tiene cinco años, sin embargo, ya ha aprendido que no tiene sentido pedirle a su madre un cuento para dormir, que invitar amigos a la casa es algo que solamente otros niños pueden hacer, que juguetes nuevos son un raro lujo, que en casa Sam y Quinn son los únicos que se salen con la suya. A la edad de cinco años, ya ha aceptado una de las lecciones más duras de la vida: que el mundo no es justo… A mitad de los escalones de la escuela, con la mejor amiga a cuestas, de repente recuerda que ha olvidado decir adiós y se gira, buscando mi cara en el patio casi vacío.

Cuando me encuentra, su rostro rompe en una sonrisa radiante y cachetona, la punta de su lengua asomándose a través del espacio de sus dientes caídos. Saluda levantando una mano pequeña. Le devuelvo el saludo, con mis brazos abanicando el cielo.

Entrando al edificio de la escuela, me golpea una pared de calor artificial: los radiadores tienen la temperatura demasiado alta. Pero no es hasta que camino hacia el salón de inglés y me encuentro cara-a-cara con la Srta. Azley que me acuerdo. Ella me sonríe, un intento apenes disimulado de ánimo. — ¿Vas a necesitar el proyector?

Me congelo en su escritorio, con una sensación horrible de hundimiento que aprisiona mi pecho, y digo rápidamente: —En realidad… en realidad, pensé que podría funcionar mejor con un trabajo escrito; hay demasiada información para resumir en sólo, sólo media hora…

Su sonrisa se desvanece. —Pero no era un trabajo escrito, Santana la presentación es parte de tu educación curricular. No te puedo calificar por esto. —Ella toma mi trabajo y lo lee rápidamente. —Bueno, ciertamente has conseguido un montón de material, así que supongo que podrías leerlo.

La miro, una fría mano de terror se cierra alrededor de mi garganta. —Bueno, la cosa es… —Apenas puedo hablar. De repente mi voz no es más que un susurro.

Ella me da un gesto perplejo. — ¿La cosa es? —Es… es que no va a tener mucho sentido si simplemente lo leo…

— ¿Por qué no le das una oportunidad?— Su voz se suaviza repentinamente, demasiado. —La primera vez siempre es la más difícil.

Siento el calor en mi rostro. —No va a funcionar. Yo… lo siento. —Tomo la carpeta de su mano estirada. —Me aseguraré de compensar la nota con, con el resto de mi estudio curricular.

Girándome rápidamente, encuentro un asiento, con ondas carmesí chocando a través de mí. Para mi alivio, ella no me llama de nuevo.

Tampoco trae el tema a colación el tema de la presentación durante la clase. En su lugar, cubre el espacio dejado por mi falta de contribución hablándonos sobre las vidas de Sylvia Plath y Virginia Woolf, y se plantea un acalorado debate sobre la conexión entre la enfermedad mental y el temperamento artístico. Normalmente este es un tema que encuentro fascinante, pero hoy las palabras simplemente pasan sobre mí. Afuera, el cielo vomita lluvia, que retumba contra las sucias ventanas, lavándolas con lágrimas. Miro el reloj y veo que sólo faltan cinco horas para la cita de Brittany. Quizás Wilde se rompió la pierna haciendo porrismo. Quizás está en la enfermería en este momento con un envenenamiento por comida. Quizás, de repente, encontró a otra chica para salir. Cualquier otra chica menos mi hermana. Ella tiene a la escuela entera para elegir. ¿Por qué Brittany? ¿Por qué la única persona que me importa más en el mundo?

— ¿Santana López-Pierce?— La alta voz me sacude cuando me dirijo hacia la puerta en medio del caos de los alumnos al salir. Volteo mi cabeza lo suficiente para ver a la Srta.
Azley haciéndome señas desde su escritorio y me doy cuenta de que no tengo otra opción que luchar a través del caos para hacer mi camino de vuelta.

—Santana, creo que necesitamos tener una pequeña charla. Cristo, no. Esto no, hoy no.

—Um, lo siento. Yo…en realidad tengo matemática— digo apurada.

—Esto no tomará mucho tiempo. Te daré una nota. —Indica la silla frente a su escritorio. —Toma asiento.
Levantando la correa de mi mochila sobre mi cabeza, tomo el asiento ofrecido, dándome cuenta que no hay salida. La Srta. Azley camina hacia la puerta y la cierra con un duro golpe metálico que suena como la puerta de una prisión.

Ella vuelve hacia mí y toma la silla a mi lado, girándose hacia mí con una sonrisa tranquilizadora. —No hay necesidad de que estés tan preocupada. ¡Estoy segura de que a esta altura ya sabes que mi ladrido es peor que mi mordida!

Me obligo a mirarla, esperando que recite la perorata sobre la importancia de la participación en clase más rápido si parezco cooperativa. Pero, en cambio, ella elige la ruta indirecta.

— ¿Qué le pasó a tu labio? Consciente de que lo estoy mordiendo otra vez, me fuerzo a detenerme, mis dedos vuelan hacia él, estoy sorprendida. —Nada… no, no es nada.

—Deberías ponerle algo de vaselina y mascar un lápiz en su lugar. —Se estira sobre su escritorio y coge un par de bolígrafos roídos. —Menos doloroso y hace el trabajo igual de bien. —Me da otra sonrisa.

Con toda la voluntad en el mundo, no puedo devolvérsela. La pequeña conversación amigable me está lanzando fuera de balance. Algo en sus ojos me dice que no está a punto de darme una lección sobre la importancia de la participación en clase, trabajo en equipo y toda la mierda de costumbre. Su mirada no es una de amonestación, sino de genuina preocupación.

—Sabes por qué te he retenido, ¿no es así? Contesto con un rápido asentimiento de cabeza, mis dientes automáticamente raspando mi labio otra vez. Mire, este no es un buen día, quiero decirle. Puedo apretar mis dientes y asentir para salir a través de una conversación de corazón-a-corazón con una exagerada profesora en otro momento, pero hoy no. Hoy no.

— ¿Por qué hablar en frente de tus compañeros te asusta tanto, Santana? Me ha tomado por sorpresa. No me gusta la forma en que usó la palabra asusta.

No me gusta la forma en que parece saber tanto sobre mí.

—Yo no… no lo…—Mi voz es peligrosamente inestable. El aire circula lentamente en el salón. Estoy respirando demasiado rápido. Me ha acorralado. Soy consciente del sudor brotando de mi espalda, del calor irradiando de mi cara.

—Hey, está bien. —Se inclina hacia delante, su preocupación es casi tangible. —No te voy a atacar, Santana, ¿está bien? Pero sé que eres lo suficientemente brillante para entender por qué necesitas ser capaz de hablar en público de vez en cuando; no sólo por el bien de tu futuro académico sino también por el del personal.

Sólo desearía poder levantarme e irme. — ¿Es un problema en la escuela solamente o es todo el tiempo? ¿Por qué diablos está haciendo esto? Dirección, detención, expulsión; no me importa. Cualquier cosa menos esto. Quiero hacerla callar, pero no puedo. Es esa maldita preocupación, que corta a través de mi consciencia como un cuchillo.

—Es todo el tiempo, ¿no es así?— Su voz es demasiado amable. Siento que el calor sube a mi cara. Tomando una respiración aterrada, dejo a mis ojos escudriñar el salón, como buscando un lugar para esconderme.

—No es nada de qué avergonzarse, Santana. Es sólo que tal vez valga la pena abordar ahora.

Con la cara temblando, empiezo a masticar mi labio otra vez, el agudo dolor es un alivio bienvenido.

—Como la fobia, la ansiedad social es algo que se puede superar. Estaba pensando que tal vez podríamos idear juntas un plan de acción para prepararte para el próximo año en la universidad.

Puedo escuchar el sonido de mi respiración, fuerte y rápida. Contesto con un asentimiento apenas perceptible.

—Nos lo tomaríamos muy lentamente. Un pequeño paso a la vez. Tal vez podrías tratar de levantar la mano y responder una pregunta por clase. Ese sería un buen comienzo, ¿no lo crees? Una vez que te sientas cómoda ofreciéndote a responder una pregunta, encontrarás mucho más fácil responder dos, y después tres… y, bueno, entiendes la idea. —Ella se ríe y siento que está tratando de aligerar la atmósfera. —Entonces, antes de que lo sepas, estarás contestando todas las preguntas y ¡nadie más va a tener ni la más mínima oportunidad!

Intento devolverle la sonrisa pero no funciona. Dar un paso a la vez… Solía tener a alguien ayudándome a hacer eso precisamente. Alguien que me presentó a su amiga, me alentó a leer mi ensayo en clase; alguien que estaba sutilmente tratando de ayudarme con mi problema, sin embargo, nunca me di cuenta. Y ahora la he perdido, la he perdido por Kitty Wilde. Una noche con ella, y Brittany se dará cuenta de la perdedora en la que me he convertido, se empezará a sentir conmigo de la misma forma en que se sienten Sam y mi madre…

—He notado que pareces un poco estresada últimamente— remarca de repente la Srta. Azley. —Cosa que es perfectamente entendible; es un año duro. Pero tus notas están tan bien como siempre y te destacas en los exámenes escritos. Por lo que pasarás a través de tu As. Allí no hay nada de qué preocuparse.

Doy un tenso asentimiento de cabeza. — ¿Están difíciles las cosas en casa? Entonces, la miro, incapaz de ocultar mi sorpresa. —Tengo dos hijos que cuidar—dice con una pequeña sonrisa. — ¿Tengo entendido que tú tienes cuatro?

Mi corazón tartamudea y casi se detiene. La miro fijamente. ¿Con quién diablos ha estado hablando?

— ¡N-no! Tengo diecisiete. Sí, tengo un hermano y-y Tres hermanas, pero vivimos con nuestra madre, y ella…

—Sé eso, Santana. No pasa nada. —No es hasta que ella me interrumpe que me doy cuenta de que no estoy hablando en un tono particularmente medido.

¡Por el amor de Dios, intenta tranquilizarte! Me suplico. ¡No reacciones como si tuvieras algo que esconder!

—Lo que quise decir era que tienes hermanos más jóvenes a los que ayudar a cuidar—continúa la Srta. Azley. —Eso no puede ser fácil, por encima de todo tu trabajo escolar.

—Pero yo no, yo no los cuido. Ellos son-son sólo un montón de mocosos molestos. Sin duda vuelvan loca a mi madre…— Mi risa suena dolorosamente artificial.

Otro tenso silencio se extiende entre nosotras. Le echo un desesperado vistazo a la puerta. ¿Por qué me está hablando sobre esto? ¿Con quién ha estado hablando? ¿Qué otra información tienen en ese maldito expediente? ¿Han pensado en contactar a los Servicios Sociales? ¿St. Luke se contactó con Belmont cuando los niños desaparecieron?

—No estoy tratando de entrometerme, Santana—dice ella de repente. —Sólo quiero asegurarme de que sepas que no tienes que llevar la carga sola. Tu ansiedad social, las responsabilidades en casa… es mucho con lo que lidiar a tu edad.

De la nada, un dolor asciende por mi pecho hacia mi garganta. Me encuentro mordiendo mi labio para que deje de temblar.

Veo que su cara cambia y se inclina hacia mí. —Hey, Hey, escúchame. Hay montones de ayuda disponible. Está el consejero escolar o cualquiera de tus profesores con los que puedes hablar, o ayuda de afuera que puedo recomendarte si no quieres involucrar a la escuela. No tienes que cargar con todo esto por tu cuenta…

El dolor en mi garganta se intensifica. Lo voy a perder. —Yo… en serio tengo que irme. Lo siento…

—Bien, no pasa nada. Pero, Santana, estoy siempre aquí por si quieres hablar, ¿está bien? Puedes hacer una cita con el consejero escolar en cualquier momento. Y si hay alguna manera de que pueda hacerte las cosas más fáciles en clase… Nos olvidaremos de las presentaciones por el momento. Sólo las calificaré como trabajos escritos como sugeriste. Y dejaré de hacerte preguntas y dejaré de presionarte para que participes. Sé que no es mucho, pero ¿ayudará en algo?

No lo entiendo. ¿Por qué no puede simplemente ser como los otros profesores? ¿Por qué tiene que importarle?

Asiento sin palabras.

—Oh, amor, ¡lo último que quería era hacerte sentir peor! Es sólo que pienso muy bien de ti y estoy preocupada. Quería que supieras que hay ayuda disponible…

Sólo cuando escucho la derrota en su voz, cuando veo la mirada de sorpresa en su rostro, que me doy cuenta que mis ojos se han llenado de lágrimas.

—Gracias. ¿P-puedo irme ahora? —Claro que puedes, Santana. ¿Pero podrías pensar sobre eso, pensar sobre hablar con alguien?

Asiento, incapaz de pronunciar otra palabra, agarro mi mochila y corro del salón.

****

—No, estúpida. Sólo debes poner cuatro lugares. —Quinn saca uno de los platos de la mesa y lo regresa a la alacena con un estrépito.

— ¿Por qué? ¿Sam va a ir a Burger King de nuevo?— Hanna mordisquea la punta de su pulgar nerviosamente, sus grandes ojos lanzándose alrededor de la cocina como si estuviera buscando señales de problemas.

—Brittany tiene su cita esta noche, ¡estúpida! Le doy la espalda a la estufa.

—Deja de llamarla estúpida. Ella es más chica que tú, eso es todo. Y ¿cómo es que ella ha terminado con tu trabajo y tú ni siquiera has empezado el tuyo?

—No quiero que Britt salga a una cita— protesta Hanna.

—Si Brittany sale y Sam sale y mamá sale, ¡eso significa que sólo quedamos tres en la familia!

—En realidad, eso significa que quedan dos, porque yo voy a dormir a la casa de Aria—le informa Quinn.

—Oh no, no lo harás— intervengo rápidamente. —Eso no se discutió, la madre de Aria nunca llamó, y ya te he dicho que dejes de auto-invitarte a las casas de otras personas; es muy descortés.

— ¡Muy bien, entonces!— grita Quinn. — ¡Le diré que te llame! ¡Ella fue la que me invitó, así que verás!— Sale de la cocina justo cuando empiezo a servir.

— ¡Q, vuelve aquí o estarás sin GameBoy por una semana! Ella llega diez minutos después de las siete. Brittany ha estado en el borde desde que llegó. Por la última hora ha estado arriba, compitiendo con mamá por el baño. Incluso las escuché a las dos riendo juntas. Sam salta, golpeando su rodilla con la pata de la mesa en su prisa de ser el primero en conocerla.

Lo dejo ir y cierro rápidamente la puerta de la cocina detrás de él. No quiero ver a la tipa.
Afortunadamente, Brittany no la invita a entrar. Escucho sus pies golpeando las escaleras, voces alzándose en señal de saludo, seguido de: —Estaré contigo en un minuto.

Sam regresa, luciendo impresionado y exclamando ruidosamente, —Whoa, esa tipa está cargada. ¿Has visto su ropa de diseñador?

Brittany entra apresuradamente. —Gracias por hacer esto. —Ella viene directamente hacia mí y aprieta mi mano de esa manera molesta que tiene. —Los sacaré fuera todo el día mañana, lo prometo.

Me alejo. —No seas tonta. Sólo pásala bien. Ella está usando algo que nunca he visto antes. De hecho, se ve totalmente diferente: lápiz labial color vino tinto, su largo cabello rubio levantado, algunos mechones perdidos enmarcan delicadamente su rostro. Pequeños pendientes plateados cuelgan de sus orejas. Su vestido es corto, negro y abrazado a su figura, sexy de una forma sofisticada. Huele a algo aterciopelado.

— ¡Beso!— Llora Hanna, levantando los brazos. La veo abrazar a Brittany, besar la cima de la cabeza de Quinn, darle a Kit un golpe en el hombro y sonreírme de nuevo. — ¡Deséenme suerte!

Me las arreglo para devolverle la sonrisa y un pequeño asentimiento. — ¡Buena suerte!— dicen Quinn y Hanna a los gritos. Brittany se encoge y se ríe mientras corre hacia el corredor.

Se escuchan puertas azotándose y después el sonido de un motor arrancando.
Me giro hacia Sam. — ¿Vino en auto?

—Sí, te lo dije, ¡está cargada! No era exactamente un Lamborghini, pero cielos, ¿tiene sus propias ruedas a los diecisiete?

—Dieciocho— lo corrijo

—Espero que no intente beber.

—Deberías haberla visto— dice Kit. —Esa tipa tiene clase.

— ¡Britt se veía como una princesa!— Exclama Hanna, sus ojos azules bien abiertos. —Se veía como una adulta también.

—Ok, ¿quién quiere más patatas?— pregunto. —Tal vez se case con ella y entonces será rica— se mete Quinn.

— ¿Si Britt es rica y yo soy su hermana, eso significa que yo seré rica también?

—No, significa que se deshará de ti como hermana porque eres una vergüenza… ni siquiera te sabes las tablas de multiplicar— responde Sam.

La boca de Quinn se abre y sus ojos se llenan de lágrimas. Me giro hacia Sam. —Ni siquiera eres gracioso, ¿te das cuenta de eso?

—Nunca he afirmado ser comediante, sólo realista— replica Sam. Quinn sorbe por la nariz y se pasa el dorso de la mano por sus ojos.

—No importa lo que digas, Britt nunca haría eso, y de todos modos, soy su hermana hasta que me muera.

—En ese momento te irás al infierno y nunca verás a nadie más— dispara Sam de nuevo.

—Si hay un infierno, Sam, créeme, tú estarás en él. —Puedo sentir como pierdo mi tranquilidad.

— ¿Ahora podrías simplemente callarte y terminar tu cena sin atormentar a nadie más?
Sam tira su cuchillo y tenedor en su plato medio terminado con un estrépito. —Al diablo con esto. Voy a salir.

— ¡Diez en punto y no más tarde!— Grito detrás de él.

En tus sueños, compañera— responde a mitad de camino de las escaleras. Nuestra madre es la siguiente en entrar, oliendo a perfume y luchando por encender un cigarrillo sin arruinar sus uñas recién pintadas. La antítesis completa de Brittany: ella es todo brillo y labios color carmesí, su mal ajustado vestido rojo dejando poco a la imaginación. Pronto desaparece otra vez, ya inestable en sus tacones altos, gritándole a Sam por haberle robado su último paquete de cigarrillos.

Paso el resto de la noche mirando TV con Quinn y Hanna, simplemente demasiado exhausta y harta como para intentar algo más productivo. Cuando empiezan a discutir, las preparo para la cama. Hanna llora porque le entra shampoo en los ojos, y Quinn olvida colgar la cortina de baño dentro de la bañera e inunda el suelo. El cepillado de dientes parece tomar horas: el tubo de pasta para niños está casi vacío así que, en su lugar, uso el mío, lo que hace aguar los ojos de Quinn y que Hanna escupa en la pileta. Después, Hanna se toma quince minutos para elegir una historia, Quinn se mueve furtivamente escaleras abajo para jugar a su GameBoy y, cuando me opongo, se pone irracionalmente molesta y reclama que Britt siempre lo deja jugar mientras le lee a Hanna. Una vez que están en la cama, Hanna está inmediatamente hambrienta, Quinn está sedienta por asociación, y para el momento en que el clamor finalmente se detiene son las nueve y media y yo estoy destrozada.

Pero una vez que están dormidas, la casa se siente extrañamente vacía. Sé que debería ir a la cama y tratar de dormir temprano, pero me siento cada vez más agitada y en el borde. Me digo a mí misma que me tengo que quedar levantada para comprobar que Sam llegue a casa en algún momento, pero muy en el fondo sé que es sólo una excusa. Estoy mirando una estúpida película de acción pero no tengo idea de qué se trata o quién debería perseguir a quién. Ni siquiera me puedo concentrar en los efectos especiales. Todo en lo que puedo pensar es en Wilde.

Son más de las diez ahora: ellas deben haber terminado de comer, deben haber dejado el restaurante. Su padre a menudo está fuera por negocios, o eso afirma Kitty, y no tengo ninguna razón para no creerle. Lo que significa que tiene su mansión para ella sola… ¿La ha llevado allí? ¿O están en un estacionamiento de poco fiar, sus manos y labios encima de ella? Me empiezo a sentir enferma. Tal vez es porque no he comido en toda la noche. Quiero esperar levantada y ver por mí misma en qué estado está cuando llegue a casa. Si decide venir a casa.

De repente, se me ocurre que la mayoría de las chicas de dieciséis años tienen algún tipo de toque de queda. Pero sólo soy trece meses mayor que ella, así que difícilmente estoy en una posición para imponer uno. Me sigo diciendo que Brittany siempre ha sido tan sensible, tan responsable, tan madura, pero ahora recuerdo la sonrojada expresión en su rostro cuando entró en la cocina para decir adiós, el brillo en su sonrisa, la efervescencia de la emoción en sus ojos. Ella sigue siendo una adolescente, me doy cuenta; todavía no es una adulta, sin importar lo mucho que haya sido forzada a comportarse como una. Tiene una madre que no piensa en nada más que en sexo en el suelo de la sala mientras sus hijos duermen en el piso de arriba, que se jacta con ellos acerca de sus conquistas de adolescente, que sale a beber cada semana y llega tambaleándose a las seis de la mañana con el maquillaje corrido y la ropa al revés. ¿Qué clase de modelo a seguir ha tenido Brittany alguna vez? Por primera vez en su vida es libre. ¿Estoy tan segura de que no se verá tentada a sacar el máximo provecho de ello?

Es estúpido pensar así. Brittany es lo suficiente mayor para tomar sus propias decisiones. Muchas chicas de su edad duermen con sus novias. Si ella no lo hace esta vez, lo hará la siguiente, o la que le sigue, o la que le sigue a esa. De una forma u otra va a pasar. De una forma u otra voy a tener que lidiar con eso. Excepto que no puedo. No puedo lidiar con eso en lo absoluto. La misma idea me hace querer golpear mi cabeza contra la pared y estrellar cosas. La idea de Wilde, o de cualquiera, sosteniéndola, tocándola, besándola…

Hay una explosión ensordecedora, una grieta cegadora, y un dolor lacerante sube por mi brazo antes de que me dé cuenta de que he golpeado la pared con todas mis fuerzas: pedazos de pintura y de yeso caen desde la impresión de mis nudillos sobre el sofá. Doblándome, agarro fuertemente mi mano derecha con la izquierda, apretando los dientes para evitar hacer algún sonido. Por un momento todo se oscurece y creo que me voy a desmayar, pero entonces el dolor me golpea repetidamente en ondas sorprendentes y aterradoras. En realidad, no sé qué me duele más, mi mano o mi cabeza. Lo que he temido y negado durante las pasadas semanas (la total pérdida de control sobre mi mente), se ha asentado, y ya no tengo forma de luchar. Cierro mis ojos y siento el espiral de locura subir por mi columna hacia mi cerebro. Lo veo explotar como al sol. Así que esto es todo, esto es lo que se siente después de una larga y dura lucha… perder la batalla y finalmente volverse loca.

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Bueno chicas vengo a dejar un capitulo (:
Espero que les guste y recuerden el proximo capitulo sera
"El momento" !!
Espero que comenten y me dejen saber si les gusto  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 1206646864 
Dani(:
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Mensaje por mary04 Sáb Jun 21, 2014 11:40 pm

Holaaaa espero el momento jajajaj
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por :) Dom Jun 22, 2014 12:11 am

Magnifico voy a esperar el gran capitulo 12
:)
:)
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por marcoheath Dom Jun 22, 2014 2:24 am

UUUUUUUUUUUUY que cosa mas bueeeeeena! estooy esperaaando el 12 y esas dos se demuestren su amooor ! pobre Santanitaaa...

No te tardes de actualizaaaaar porfa! Me voy a morir de desesperacion jaajjaja

saludoooooooos! Nos leemos mañana :P
marcoheath
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por monicagleek Dom Jun 22, 2014 5:11 am

A la espera del capitulo 12 como quien espera la navidad!!!!
monicagleek
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )

Mensaje por Dani(: Dom Jun 22, 2014 11:27 pm

mary04 escribió:Holaaaa espero el momento jajajaj

Hola Hola!
Aqui viene!  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 2145353087 

:) escribió:Magnifico voy a esperar el gran capitulo 12

Hola Hola!
Aqui viene  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 2145353087 

marcoheath escribió:UUUUUUUUUUUUY que cosa mas bueeeeeena! estooy esperaaando el 12 y esas dos se demuestren su amooor ! pobre Santanitaaa...

No te tardes de actualizaaaaar porfa! Me voy a morir de desesperacion jaajjaja

saludoooooooos! Nos leemos mañana :P

Hola Hola!
Aqui viene todo los sentimientos acumulados !
Espero que te guste  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 2145353087 

monicagleek escribió:A la espera del capitulo 12 como quien espera la navidad!!!!

Hola Hola!
Jjajajajajajajaja me hiciste la noche con ese comentario jajaja aqui te lo dejo!
Saludos  FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 ) - Página 2 2145353087 
Dani(:
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