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FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
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Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Que fuerte....muchos sentimientos encontrados al ponerme en el papel de ellas
:)**** - Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 32
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Genial el capitulo, muy cargado de sentimientos!
Desde la felicidad por el regalo de santana hasta esa fuerte discusion en el cementerio.
Pero brittany tiene razon para estar enfadada y triste santana ha criticado su amor y ella misma no lo acepta.
Espero que no tardes en volver a actuLizar
Desde la felicidad por el regalo de santana hasta esa fuerte discusion en el cementerio.
Pero brittany tiene razon para estar enfadada y triste santana ha criticado su amor y ella misma no lo acepta.
Espero que no tardes en volver a actuLizar
monicagleek- ---
- Mensajes : 523
Fecha de inscripción : 25/11/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
What!!!????
me ha dejado de piedra!!
nooooo puede ser, porque no puden ir bien las cosas y punto?!
me ha dejado de piedra!!
nooooo puede ser, porque no puden ir bien las cosas y punto?!
bslyforever27* - Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
mary04 escribió:Holaa un capitulo que deja en shock
Hola Hola!
Capitulo muy muy duro
:) escribió:Que fuerte....muchos sentimientos encontrados al ponerme en el papel de ellas
Hola Hola!
A mi me paso lo mismo
monicagleek escribió:Genial el capitulo, muy cargado de sentimientos!
Desde la felicidad por el regalo de santana hasta esa fuerte discusion en el cementerio.
Pero brittany tiene razon para estar enfadada y triste santana ha criticado su amor y ella misma no lo acepta.
Espero que no tardes en volver a actuLizar
Hola Hola!
Muchas emociones en un capitulo pero paso porque santana se dejo llevar por todo y no penso y britt bueno
bslyforever27 escribió:What!!!????
me ha dejado de piedra!!
nooooo puede ser, porque no puden ir bien las cosas y punto?!
Hola Hola!
Es una historia demasiado dura que te dire
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Capítulo 17
POV Santana
Algo dentro de mí se ha roto. Hay momentos durante el día en los que me detengo y, simplemente, no puedo encontrar la energía para dar otro aliento. Me quedo de pie allí, inmóvil, frente a la cocina o en la clase o escuchando leer a Hanna y todo el aire sale de mis pulmones y no puedo reunir la fuerza que necesito para llenarlos de nuevo. Si continúo respirando, entonces tengo que seguir viviendo, y si continúo viviendo, entonces tengo que seguir herida y no puedo… no de esta forma. Intento dividir el día en secciones, tomar una hora a la vez: pasar el primer periodo, luego el segundo, entonces el descanso, luego el tercero, luego el almuerzo… En casa, las horas se dividen en tareas del hogar, supervisar los deberes del colegio, cena, hora de acostar las niñas, revisar todo, cama. Es la única vez que me siento agradecida por la implacable rutina. Me mantiene funcionando de una sección a la siguiente, y cuando empiezo a pensar demasiado y me siento derrumbarme, me las arreglo para animarme diciéndome a mí misma: Es sólo una sección más y luego, sólo una más tras esta. Consigue pasar el día… podrás venirte abajo mañana. Pasa mañana, podrás venirte abajo el día después…
Cuando Brittany me dijo que ya no me amaba, no tuve más opción que retirarme, que retractarme. Al principio, me dije que lo había dicho por estar furiosa, una reacción a mis propias palabras estúpidas, mi tonta declaración de que todo había sido un error enfermizo, pero ahora sé que es diferente. Puedo reproducir una y otra vez esa frase en mi cabeza, preguntándome de dónde demonios vino cuando nunca creí eso, ni por un solo momento. Debió ser la ira del momento, mi bochorno y vergüenza; vergüenza por querer más de lo que podría tener, lo que me hizo dejar escapar la cosa más dañina, dolorosa que se me vino a la mente. En lugar de hacerle frente con mi propia miseria y frustración, los volví contra Brittany, como si culpándola a ella pudiera absolverme a mí…
Pero ahora, a través de mi propia estupidez y egoísta crueldad, lo he perdido todo, he degradado todo, incluso nuestra amistad. A pesar de la tristeza en sus ojos, Brittany ha sido muy buena en esto de regresar a la normalidad, fingir que todo está bien, ser amistosa mientras mantiene su distancia. Sin aturdimientos, que podrían alarmar a los demás; de hecho, ella está casi alegre. Tan animosa que, a veces, incluso me pregunto si no estará secretamente aliviada de que todo haya terminado, si realmente creerá que todo fue un error enfermizo, una aberración nacida de la necesidad física. Ella ha dejado de amarme, Brittany ha dejado de amarme… Y ese sólo pensamiento está carcomiendo mi mente lentamente.
Concentrarme mucho en la escuela se ha convertido en una cosa del pasado, ahora, para mi horror, los profesores se han percatado de mí y todo por las razones equivocadas. Apenas logro resolver media página de trigonometría antes de darme cuenta que he estado sentada inmóvil, mirando al vacío la mayor parte de la hora. Me preguntan si estoy bien, si necesito ir a la enfermería, qué es lo que no entiendo. Sacudo la cabeza y evito mirarlos a los ojos, pero sin el contrapeso de las mejores notas, mi reticencia ya no es aceptable y por eso me llaman al frente, exigiendo respuestas a las preguntas sobre el pizarrón, temerosos de que esté decayendo, de que vaya a decepcionarlos al no obtener una A en sus materias este verano. Cuando me llaman a la pizarra frente a toda la clase, titubeo ante preguntas fáciles, cometo errores estúpidos y veo el desconcertado horror en los rostros de los profesores mientras regreso a mi pupitre en medio de risas y burlas, demasiado consciente de las risitas de satisfacción porque la Rara López finalmente ha perdido el rumbo.
En inglés, estamos leyendo Hamlet. Lo he leído varias veces, así que ni siquiera necesito fingir estar prestando atención. Además, la Srta. Azley y yo tenemos un acuerdo tácito desde su desafortunada charla de ánimo: ella no se mete conmigo en clase, siempre y cuando yo responda una pregunta voluntariamente de vez en cuando, generalmente cuando nadie más puede dar ni siquiera la respuesta más estúpida. Pero hoy no estoy por la labor: la doble lección se encuentra en su segunda ahora y ya el familiar dolor en mi pecho se ha transformado en un dolor punzante. Dejo caer la pluma y miro por la ventana, observando un trozo de cable de televisión roto que gira y se retuerce en el viento.
—… de acuerdo con Freud, la crisis personal que sufre Hamlet despierta en él deseos incestuosos reprimidos—. La Srta. Azley ondea el libro en el aire y se pasea desde el frente al fondo de la clase, intentando mantener a todos despiertos. Siento que su mirada se detiene en la parte posterior de mi cabeza y aparto la mía de la ventana.
—Lo que nos conduce al Complejo de Edipo, un término acuñado por el propio Freud a principios del siglo XX.
— ¿Quiere decir cuando un tipo quiere tener sexo con su madre?— pregunta alguien, la voz enferma de asco.
De repente, la Srta. Azley tiene su atención. La clase es un hervidero.
— ¡Pero eso es demente! ¿Por qué un tipo se querría joder a su propia madre?
—Sí, has oído sobre ello en las noticias y esas cosas, supongo. Madres que joden con sus hijos, padres que joden con sus hijas e hijos. Hermanas que joden entre ellas…
— ¡El lenguaje, por favor!—, protesta la Srta. Azley.
—Eso es pura mierda. ¿Quién querría joder, perdón, tener sexo, con sus propios padres?
—Se llama incesto, hombre.
—Eso es cuando un tío viola a su hermana, idiota.
—No, es…
— ¡Ok, ok, no nos salgamos de tema! Ahora recuerden, esto es sólo una interpretación y ha sido refutada por muchos críticos—. Cuando se detiene para apoyarse sobre el borde de su escritorio, los ojos de la Srta. Azley súbitamente encuentran los míos. —Santana, encantada de tenerte de nuevo con nosotros. ¿Qué opinas de la afirmación de Freud de que el Complejo de Edipo fue el motivo principal para que Hamlet asesinara a su tío?
La miro fijamente. De repente, estoy profundamente asustada. A través del instantáneo silencio, mi rostro es abrasado por una llama invisible. Presa del pánico, al borde de la histeria, me preocupa, con un repulsivo estremecimiento, que quizás no sea coincidencia que la Srta. Azley me haya escogido para abrir esta discusión. ¿Cuándo fue la última vez que me escogió para responder cualquier cosa? ¿Cuándo surgió con anterioridad el tema del incesto? Sus ojos perforan los míos, abriendo hoyos directamente a mi cerebro. Ella no sonríe. No, esto es planeado, artificial, premeditado y deliberado. Está esperando mi reacción… De repente, recuerdo de qué forma la encontré frente a la oficina de la enfermera, después de la caída de Brittany. Ella debió estar allí, ayudó a trasladarla, le hizo preguntas Brittany se golpeó la cabeza, posiblemente estaba sufriendo una conmoción cerebral. ¿Qué explicación habrá dado por su desmayo? ¿Cuánto tiempo transcurrió entre su caída y mi llegada? ¿En su estado de confusión, qué podría haber dicho Brittany?
Los ojos de toda la clase están sobre mí. Cada uno se ha girado en su asiento para mirarme con la boca abierta. De algún modo, ellos también parecen estar en esto. Todo es una gigantesca puesta en escena.
— ¿Santana?— la Srta. Azley se ha apartado de su escritorio. Camina rápidamente hacia mí, pero por alguna razón extraordinaria, no me puedo mover. El tiempo se ha detenido; el tiempo está corriendo. Mi pupitre entrechoca contra mí, como si la tierra estuviera siendo sacudida por un terremoto. Mis oídos se llenan de agua y me centro en el zumbido de mi cabeza, el entramado eléctrico de mi mente se rompe y destella con luces. Un extraño sonido llena la habitación. Todo el mundo está congelado, mirándome, esperando a ver qué sucede a continuación, qué terrible destino me espera. Quizás los de Servicios Sociales ya están en la escuela. El mundo exterior se expande y presiona contra las paredes, intentando capturarme, tratando de comerme viva. No puedo creerlo. No puedo creer que algo como esto esté sucediendo…
—Tienes que venir conmigo, Santana, ¿está bien?—. La voz de la Srta. Azley es firme, pero no desagradable. Tal vez, incluso siente cierto grado de compasión. Después de todo, soy una enferma. Tan enferma como malvada. La misma Brittany me dijo lo que era nuestro amor.
Las manos de la Srta. Azley rodean mis muñecas. — ¿Puedes ponerte de pie? ¿No? Ok, sólo quédate sentada donde estás. ¿Reggie, podrías correr, buscar a la Sra. Shah y pedirle que venga de inmediato? El resto de ustedes… a la biblioteca, ahora, en silencio, por favor.
El réquiem de sillas chirriando y pies traqueteando me ahoga. Destellos de colores y luces cegadores desdibujan el rostro de la Srta. Azley y lo desvanecen ante mí. Está llamando a la enfermera, la otra persona involucrada cuando cuidaron a Brittany tras su caída. Bajo mi brazo, mi pupitre sigue repicando. Miro a mí alrededor y todo parece estar sacudiéndose, las paredes de la clase vacía amenazan con desplomarse sobre nosotras como un castillo de naipes. Mi corazón continúa deteniéndose y arrancando cada pocos segundos, golpeando salvajemente contra la jaula en mí pecho. Cada vez que se detiene, siento este terrible vacío antes que la contracción regrese con un aleteo, seguido de un sonido violento. El oxígeno está siendo drenado del salón: mis frenéticos esfuerzos por respirar y permanecer consciente son en vano, la oscuridad se cierra lentamente. Mi camisa húmeda se pega contra mi espalda, las gotas de sudor corren por mi cuerpo, mi cuello, mi rostro.
— ¡Cariño, está bien, todo está bien! Quédate quieto, no luches, que vas a estar bien. Intenta sentarte un poco más hacia delante. Eso es. Pon tus codos sobre las rodillas e inclínate hacia delante, eso ayudará a tu respiración. No, estás bien donde estás… no te muevas, no trates de levantarte. Espera, espera… todo lo que hago es quitarte la corbata y deshacerte el cuello. ¿Leila, qué estás haciendo todavía aquí?
—Oh, señorita, ¿ella se va a morir?—. La voz es aguda por el pánico. — ¡Por supuesto que no, no seas tonta! Sólo estamos esperando que la Sra. Shah venga y le eche un vistazo Santana, ahora escúchame… ¿eres asmática? ¿Alérgica a algo? Mírame… sólo asiente o niega con la cabeza… Oh, Cristo. Leila, rápido, mira en su mochila, ¿sí? Fíjate si puedes encontrar un inhalador o píldoras o algo. Comprueba su abrigo y los bolsillos de su blazer. Mira en su billetera… ve si puedes encontrar algún tipo de tarjeta médica…
Ella está actuando muy extraño, la Srta. Azley, como si aún estuviera fingiendo… fingiendo que no lo sabe. Pero ya no tengo la fuerza como para preocuparme. Sólo quiero que esto se detenga. Es demasiado doloroso, estas descargas eléctricas disparándose a través de mi pecho y contra mi corazón, todos los músculos de mi cuerpo convulsionándose fuera de control, balanceando mi silla y sacudiendo mi pupitre, mi cuerpo se está rindiendo a una fuerza superior.
— ¡Señorita, señorita, no puedo encontrar ningún inhalador o nada! Pero ella tiene una hermana en Sexto Inferior… ¿tal vez ella lo sepa?
Leila está haciendo esos extraños, sonidos gimientes, como un perro siendo apaleado. Sin embargo, cuando ella se aleja, los sonidos parecen acercarse. No puede ser la Srta. Azley, así que debe haber algún animal acurrucado en el rincón…
—Santana, toma mi mano. Escúchame, amor, escucha. La enfermera estará aquí en cualquier segundo, ¿está bien? La ayuda está en camino.
Sólo cuando los sonidos se intensifican, me doy cuenta de que, en realidad, provienen de mi propia boca. Soy repentinamente consciente del sonido de mi voz, rascando el aire como una sierra.
—Leila, sí, su hermana, buena idea. Ve si puedes encontrarla, ¿quieres?
El tiempo del hipo, llega tarde o temprano, no puedo decir cuál. La enfermera ha llegado. No estoy seguro de por qué… Ahora estoy confundida por todo. Tal vez me equivoqué. Tal vez realmente están tratando de ayudarme. La Sra. Shah tiene un estetoscopio en los oídos y está abriendo mi camisa. Forcejeo inmediatamente, pero la Srta. Azley sujeta mis brazos y estoy demasiado débil incluso para apartarla.
—Todo está bien, Santana— dice ella, su voz baja y tranquilizadora. —La enfermera sólo está tratando de ayudarte. No va a hacerte daño. ¿Está bien?
El ruido aserrado continúa. Echo hacia atrás mi cabeza, mis ojos se revuelven y me muerdo para detenerlo. El dolor en mi pecho es insoportable.
— ¿Santana, podemos sacarte de la silla?— pregunta la enfermera. — ¿Puedes recostarte en el piso, así puedo examinarte mejor?
Me aferro al pupitre. No. No van a mantenerme sujeta.
— ¿Debería llamar a una ambulancia?— está preguntando la Srta. Azley. —Es sólo un mal ataque de pánico… los ha tenido antes. Está hiperventilando y su pulso está por encima de 200.
Ella me alcanza una bolsa de papel para que respire dentro. Me giro, me doy la vuelta y trato de apartarla, pero no tengo la fuerza. Me he rendido. Ni siquiera intento seguir forcejeando, pero aun así, la enfermera tiene que pedirle a la Srta. Azley que sujete la bolsa sobre mi nariz y mi boca.
Veo cómo se infla y después se arruga frente a mí. Se infla y arruga, se infla y arruga, el sonido crujiente del papel llena el aire. Trato desesperadamente de apartarla, se siente como si estuviera sofocándome; no queda más oxígeno en la bolsa, pero tengo un vago recuerdo de haber respirado en una bolsa como ésta antes, y eso ayuda.
—Ok, Santana, ahora sólo escúchame. Estás respirando demasiado rápido y tomando demasiado oxígeno, por lo que tu cuerpo reacciona de este modo. Sigue respirando en la bolsa. Eso es… ya lo estás haciendo mucho mejor. Trata de ir respirando más lento. Es sólo un ataque de pánico, ¿de acuerdo? Nada más serio que eso. Vas a estar bien…
Respirar dentro de una bolsa dura para siempre, o toma menos de un minuto, un segundo, un milisegundo; toma tan poco tiempo que parece que no sucede en absoluto. Me estoy sujetando a un lado de mi escritorio, con la cabeza descansando sobre mi brazo extendido. Todo está sacudiéndose aún a mi alrededor, el pupitre vibra bajo mi mejilla, pero se está haciendo más fácil respirar – ahora me estoy concentrando en regularizar cuidadosamente mi respiración y la bolsa de papel yace descartada a mi lado. Las descargas eléctricas parecen ser menos frecuentes y estoy comenzando a ver, oír y sentir con más claridad las cosas que me rodean. La Srta. Azley está sentada a mi lado, su mano frotando la espalda de mi camisa húmeda. La enfermera está arrodillada sobre el piso, sus dedos índice y pulgar apretando mi muñeca, el estetoscopio colgando de sus orejas. Me doy cuenta de que su cabello castaño se está volviendo gris en las raíces. Puedo sentir una hoja garabateada por mí bajo mi mejilla. El ruido rasposo ha desaparecido, reemplazado por cortos y agudos sonidos, como hipidos, similares a los que hace Hanna tras un largo periodo de llanto. El dolor en mi pecho está menguando. Mi corazón ahora está más estable… un sonido rítmico, doliente.
— ¿Qué sucedió?
La voz familiar me sorprende y forcejeo para sentarme, mi mano sujeta débilmente el borde de mi pupitre para evitarme caer hacia atrás. Las respiraciones irregulares se intensifican y empiezo a temblar de nuevo. Ella está de pie frente a mí, entre la enfermera y la profesora, sus manos ahuecadas sobre la nariz y la boca, sus ojos azules aterrados. El alivio por verla me recorre e intento alcanzarla frenéticamente, con miedo a que se aleje de repente.
—Hey, San, está bien, está bien, todo está bien—. Ella toma mi mano entre las suyas, apretándola con fuerza— ¿Qué demonios ha pasado?— le pregunta a la enfermera, el pánico colándose en su voz.
—Nada de lo que preocuparse, amor, sólo un ataque de pánico. Puedes ayudar manteniéndote a ti misma agradable y tranquila. ¿Por qué no te sientas un rato con ella?—. La Sra. Shah ajusta el cierre de su maletín y se aparta de la vista, seguida por la Srta. Azley.
Enfermera y profesora se desdibujan al otro lado del salón, hablando suave y rápidamente entre ellas Brittany agarra una silla y se sienta frente a mí, con sus rodillas tocando las mías. Ella está pálida, conmocionada, sus ojos, agudos e interrogantes, están hundidos en los míos.
Con los codos sobre los muslos, la miro y esbozo una sonrisa vacilante. Quiero hacer algún tipo de broma, pero es demasiado esfuerzo respirar y hablar al mismo tiempo. Trato de dejar de temblar por el bien de Brittany y presiono mi puño derecho contra mi boca para amortiguar los hipidos. Mi mano izquierda aprieta la suya con toda mi fuerza, temerosa de dejarla ir.
Acariciando mi mejilla húmeda y tomando mi mano derecha en la suya, ella la aparta suavemente de mi boca—Oye, tú…— dice ella con la voz llena de preocupación. — ¿Qué te provocó todo esto?
Vuelvo a pensar en Hamlet y en mi completa teoría conspirativa y me doy cuenta, con un estremecimiento, cuán ridícula me estuve portando.
—N-nada—. Respiro. —Ser estúpida—. Tengo que concentrarme mucho para conseguir cada palabra entre jadeos, una sílaba a la vez. Siento mi garganta constreñida y sacudo mi cabeza con una sonrisa irónica. —Demasiado estúpida. Lo siento…— me muerdo el labio con fuerza.
—Deja de disculparte, idiota—. Ella me da una sonrisa tranquilizadora y me frota el interior de la mano. Me encuentro a mí misma involuntariamente aferrada a su manga, temerosa de que ella sea un milagro y se evapore súbitamente ante mis ojos.
Suena la campana, sobresaltándonos a ambas. Siento que mi pulso empieza a correr de nuevo. — ¡Brittany, n-no te vayas! ¡No te vayas todavía…!
—San, no tengo intención de irme a ninguna parte.
Es lo más cerca que hemos estado en toda la semana, la primera vez que ella me ha tocado desde aquella terrible noche en el cementerio. Trago fuerte y empiezo a morderme el labio, consciente de las otras dos personas en el salón, aterrorizada de quebrarme.
Brittany lo nota. —San, todo está bien. Esto ya ha sucedido antes. Cuando empezaste en Belmont, justo después que papá se fuera, ¿recuerdas? Vas a estar bien.
Pero yo no quiero estar bien, no si eso significa que ella va a soltar mi mano; no si eso significa que nos vamos a convertir en corteses extrañas.
Después de un rato, nos vamos a la enfermería. La Sra. Shah comprueba mi pulso y presión sanguínea y me alarga un folleto sobre los ataques de pánico y problemas de salud mental. Una vez más, habla de consultar al consejero de la escuela, menciona la presión de los exámenes, el peligro del exceso de trabajo, la importancia de dormir lo suficiente… De alguna forma, me las arreglo para hacer todos los sonidos correctos, asiento y sonrío tan convincente como puedo, todo eso mientras me siento tensa como un resorte a punto de saltar.
Caminamos a casa en silencio Brittany me ofrece su mano pero me rehúso; mis piernas están más estables ahora. Ella me pregunta si hubo algún detonante, pero cuando sacudo la cabeza, ella lo comprende y no insiste.
En casa, me siento en el extremo del sofá. Justo en este momento, solas y sin interrupciones, sería el momento perfecto para esa conversación… ésa, donde yo me disculpo con ella por lo que dije esa noche, le explico de nuevo la razón de mi loco arrebato, intento averiguar si aún está enfadada conmigo, mientras de algún modo, trato de aclararle que no se trata de coaccionarla para que retome algún tipo de relación anormal. Pero no puedo encontrar las palabras y no confío en mí misma para decir una sola cosa. Las réplicas del ataque de pánico asociadas con la suave preocupación de Brittany me han catapultado, y me siento como si estuviera haciendo equilibrios al borde de un precipicio.
El hecho de traerme un jugo y una manzana pelada y cortada en cuadros, como para Hanna o Quinn amenaza con desmoronarme Brittany me observa desde el umbral cuando enciendo la televisión y la dejo sin sonido, arremango los puños de mi camisa, tiro de un botón flojo. Puedo decir cuán ansiosa está por el modo en que juega con el lóbulo de la oreja, un signo característico que comparte con Hanna.
— ¿Cómo te sientes?
Intento una sonrisa brillante, alegre y el dolor en mi garganta se intensifica. — ¡Bien! Sólo fue un estúpido ataque de pánico,Quiero hacer algún tipo de broma, pero en cambio siento un repentino temblor en la barbilla. Hago una mueca para disimularlo.
Su sonrisa se desvanece. —Quizás debería dejarte en paz por un tiempo…
— ¡No!— La palabra suena más alto de lo previsto. El calor me sube al rostro y fuerzo una sonrisa desesperada. —Quiero decir, ahora que tenemos algún tiempo libre, quizás deberíamos… tú sabes… pasar un rato juntas, c-como en los viejos tiempo. A menos, por supuesto, que tengas tareas que hacer o algo así…
Un toque de diversión roza sus labios. —Sí, seguro. ¡No voy a desperdiciar una tarde libre de la escuela haciendo tareas, Santana Marie López-Pierce! Cerrando la puerta tras ella, se acurruca en el sillón. —Así que, ¿qué vamos a ver?
Agarro el control remoto y toqueteo los botones. —Eh… bien… seguro que hay otra cosa además de CBeebies … ¿Qué tal esto?—. Detengo el zapping cuando encuentro un viejo episodio de Friends y miro a Brittany para ver si lo aprueba.
Ella me da otra de sus sonrisas tristes. —Genial. Las risas enlatadas llenan la habitación, pero ninguna de las dos parece capaz de unírseles. El episodio se prolonga. Soy dolorosamente consciente que las dos estamos solas, juntas y sin tener absolutamente nada que decirnos la una a la otra ¿Nuestra amistad también se ha destrozado? Quisiera preguntarle, rogarle que me diga qué está pasando por su cabeza. Quiero intentar explicarle qué estaba pasando por mi cabeza esa noche, por qué reaccioné como una bastarda. Pero ni siquiera puedo girarme a mirarla. Siento sus ojos, llenos de preocupación, sobre mi rostro. Y me estoy hundiendo en las arenas movedizas de la desesperación.
— ¿Quieres hablar de ello?— su voz, suave por la preocupación me hace sobresaltar. De repente, soy consciente del dolor que siento por morderme el labio, del peso de las lágrimas que se han acumulado lentamente en mis ojos. Con un jadeo de pánico, sacudo rápidamente la cabeza, me paso una mano por el rostro. Aprieto brevemente mis dedos contra mis ojos y sacudo la cabeza con despreocupación. —Me he estado sintiendo un poco rara desde antes—Me esfuerzo por mantener mi voz calmada. Todavía puedo oír su reborde rasposo.
Girándome, me obligo a enfrentar su mirada angustiada con una sonrisa desesperada. —Pero estoy bien ahora. No es nada. En serio.
Después de dudar un momento, se levanta y viene a sentarse en el extremo opuesto del sofá, un pie metido bajo su cuerpo, mechones de cabello rubio enmarcando su pálido rostro.
Vamos, tonta, no puede ser nada, si eso te hace llorar—. Las palabras flotan en el aire, su preocupación expandiéndose en el silencio.
— ¡No estoy… no es…!—, respondo con vehemencia, las mejillas ardiendo. —Es sólo… yo sólo…—. Tomo una inspiración profunda, desesperado por aliviar su preocupación, por reponerme. Lo último que quiero es que ella sepa cuán devastada estoy por haberla perdido, que ella sienta cualquier presión por reasumir una relación que, en su mente, es fundamentalmente errónea.
Ella no se ha movido. — ¿Tú sólo qué?— pregunta con gentileza. Aclaro mi garganta y elevo mis ojos hacia el cielorraso, forzando una risa corta, dolorosa. Paso rápidamente mi manga por sobre mis ojos mientras, para horror mío, una lágrima corre por mi mejilla.
— ¿Quieres tratar de dormir un rato?
La preocupación en su voz me está matando. —No. No sé. Creo… Creo… ¡Oh, qué carajo…!
— Otra lágrima cae por mi mejilla y la enjugo furioso. — ¡Mierda! ¿Qué es esto?
—San, cuéntamelo. ¿Qué pasó? ¿Qué sucedió en la escuela?— Sonando sobrecogida, se inclina hacia mí, estirando la mano para tocarme.
Inmediatamente, alzo mi brazo para evitarla. — ¡Sólo dame un minuto!— No puedo detenerlo… no hay nada que pueda hacer. Mi pecho se estremece con sollozos reprimidos. Cubro mi rostro con mis manos e intento controlar mi respiración.
— ¡San, todo va a estar bien. Por favor, no…— su voz es suave, implorante.
El aire se desborda de mis pulmones. —Maldita sea, lo intento, ¿de acuerdo? No puedo…Simplemente no soy capaz de…
Ahora estoy fuera de control y eso me aterroriza. No quiero que Brittany presencie esto. Pero tampoco quiero que se vaya. Necesito salir de este sofá, de esta casa, pero mis piernas no me obedecen. Estoy atrapada. Puedo sentir que el pánico ciego desciende de nuevo.
—Hey, Hey, Hey—. Brittany sujeta firmemente mi mano con una de las suyas y acaricia mi mejilla con la otra. —Shh. Está bien, está bien. Es sólo una acumulación de estrés, San, eso es todo. Mírame. Mírame. ¿Fue la discusión? ¿Fue eso? ¿Podemos hablar un poquito de eso?
Estoy demasiado cansada para seguir luchando. Siento que mi pecho se encoje, me inclino lentamente hacia ella hasta que un lado de mi rostro descansa contra el de ella, mi mano cubriendo mi rostro. Ella me acaricia el cabello y, alcanzando mi otra mano, empieza a besarme los dedos.
—En… en el cementerio— me ahogo, cerrando mis ojos. —Por favor, sólo dime la verdad. Lo que dijiste, era… ¿era cierto?— respiro profundamente, las lágrimas calientes se escapan por debajo de mis pestañas.
—Dios, San, no— jadea ella. — ¡Por supuesto que no! ¡Sólo estaba enojada y molesta!
Oleadas de alivio corren a través de mí, tan fuerte que casi lastima. —Britt, Jesús, pensé que todo había terminado. Pensé que había arruinado todo— me enderezo, respirando con dificultad, frotándome el rostro con fuerza. — ¡Lo siento mucho! Todas esas horribles cosas que dije. Estaba completamente asustada. Pensé que querías… pensé que querías irte…
—Yo sólo quería tocarte— dice ella en voz baja. —Sé que no podemos seguir el camino completo. Sé que es ilegal. Sé que se llevarían a los niños, si alguien se entera. Pero pensé que aún podríamos tocarnos, aún podíamos amarnos en otras formas.
Tomo una inspiración frenética. —Lo sé. Yo también. ¡Yo también! Pero tenemos que ser cuidadosas. No nos podemos dejar llevar. No podemos… no podemos arriesgarnos… Los niños…
Veo la tristeza en sus ojos. Me hace tener ganas de gritar. Es tan injusto, tan terriblemente injusto.
—Tal vez algún día, ¿eh?— dice Britt en voz baja, con una sonrisa. —Un día, cuando hayamos crecido, podemos huir. Empezar de nuevo. Como una pareja de verdad. No más hermanas libres de estos feísimos lazos.
Asiento, tratando desesperadamente de compartir en algo sus esperanzas para el futuro. —Quizás. Sí.
Ella me da una sonrisa cansada y envuelve sus brazos alrededor de mi cuello, descansando su mejilla contra mis hombros.
—Y, hasta entonces, aún podemos estar juntas. Podemos abrazarnos y tocarnos y besarnos y estar juntas de cualquier otro modo.
Asiento y sonrío a través de las lágrimas, repentinamente consciente de lo mucho que tenemos. —Lo bueno es que tenemos la cosa más importante de todas— susurro.
Una esquina de su boca se curva. ¿Qué es, entonces? Sin dejar de sonreír, parpadeo con rapidez. —Podemos amarnos—. Trago fuerte para calmar la constricción de mi garganta. —No hay leyes ni límites en los sentimientos, Britt. Podemos amarnos tan profundamente como queramos. Nadie, Britt, nadie podrá quitarnos eso, nunca.
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Bueno Bueno chicas un nuevo capitulo (:
Espero que les guste y comenten !
PD: Uds creen que ellas puedan llegar a tener un futuro donde solo sean ellas sin lazos sin nada que amor ?
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Si mandan a la porra a su familia to quiero pensar que si.
Al menos han hablado y han arreglado las cosas ufff
Al menos han hablado y han arreglado las cosas ufff
monicagleek- ---
- Mensajes : 523
Fecha de inscripción : 25/11/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Yo creo que deben esperar la situacion que viven con su familia no es facil debes estabilizar a sus hermanos y ahi podran hacer lo que quieran....me contaron el final por favor cambia ese final tan tragico ellas merecen otra cosa
:)**** - Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 32
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
monicagleek escribió:Si mandan a la porra a su familia to quiero pensar que si.
Al menos han hablado y han arreglado las cosas ufff
Hola Hola!
El amor lo puede todo
Saludos!
:) escribió:Yo creo que deben esperar la situacion que viven con su familia no es facil debes estabilizar a sus hermanos y ahi podran hacer lo que quieran....me contaron el final por favor cambia ese final tan tragico ellas merecen otra cosa
Hola Hola!
Todo tiene un equilibrio y voy a preguntar como quieren el final
Saludos!
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Hola!! al fin me puse al día con tu historia que es uuufffffff tremenda!!!!
La lees y se te pone la piel de gallina!!!
Obvio que la voy a seguir.
Gracias.PD: solo te pido un final no doloroso por favor!!!
La lees y se te pone la piel de gallina!!!
Obvio que la voy a seguir.
Gracias.PD: solo te pido un final no doloroso por favor!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
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Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Por favor cambiale el final!!!!!! Me encantan tus fics
VictoriaRivera** - Mensajes : 69
Fecha de inscripción : 27/05/2013
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
monica.santander escribió:Hola!! al fin me puse al día con tu historia que es uuufffffff tremenda!!!!
La lees y se te pone la piel de gallina!!!
Obvio que la voy a seguir.
Gracias.PD: solo te pido un final no doloroso por favor!!!
Hola Hola!
Me alegro que la quieras seguir (:
y cambiare el final ya e pensado en eso
VictoriaRivera escribió:Por favor cambiale el final!!!!!! Me encantan tus fics
Hola Hola!
Me alegro que te gusten (:
Cambiare el final y ahorita actualizo !
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Capítulo 18
POV Brittany
— ¿Por qué estás hoy aquí?
—Porqué Santana no se siente muy bien.
— ¿Vomitó?— Hanna tira su largo cabello detrás de los hombros y los pequeños aros de oro en sus orejas brillan en el sol de la tarde desvaneciéndose. Hay restos de crema de manzana en frente de su delantal y está sin su cardigán de nuevo.
—No, no. Nada grave como eso.
—Vomitar no es grave. Mamá lo hace todo el tiempo. Haciendo caso omiso de este último comentario, dirijo mi atención a su ropa.
—Hanna, ¿podrías abrochar tu abrigo? ¡Está haciendo frío!
—No puedo. No tengo botones.
— ¿Ninguno? ¡Debiste habérmelo dicho!
—Lo hice. La señorita Hubble dice que no se me permite pegar con cinta adhesiva mi mochila también. Ella dice que tengo que comprar una nueva. —Toma mi mano y cruzamos el patio de recreo hacia el campo de fútbol, donde se produce un desgarro de Quinn está corriendo alrededor, medio desnuda con una docena de otras niñas. —Y no se nos permite agujeros en nuestras medias. Me dijeron eso delante de toda la asamblea.
— ¡Q! Es hora de irnos—le grito tan pronto sale disparada más allá de nosotras. El juego se detiene brevemente para un tiro libre y le grito otra vez.
Ella por encima del hombro, enojada. — ¡Cinco minutos más!
—No. Vamos ahora. Hace mucho frío, y puedes jugar al fútbol en casa con Aria.
— ¡Pero estamos en medio de un partido! Se reanuda el juego y trato de acercarme, bordeando nerviosamente a las chicas corriendo, lanzándose, gritando, con las mejillas ardiendo, los ojos fijos en la pelota, con los gritos haciendo eco en el patio oscureciéndose. Cuando corre pasándome, intento capturar a Quinn, valientemente, fallando por kilómetros. Detrás de mí, Hanna se encuentra pegada a la cerca, con su abrigo ondeando abierto. Está temblando fuerte.
— ¡Quinn López-Pierce! ¡A casa, ahora! —Grito a voz en cuello, con la esperanza de avergonzarla y someterla. En cambio, se tira a un ataque, engaña a su adversaria y el balón vuela hacia el otro lado de la cancha a la velocidad del rayo. Hace una pausa por un momento mientras que una niña de dos veces su tamaño se va a toda velocidad hacia ella luego tira la pierna hacia atrás y patea, el balón rozando el borde interior del arco.
— ¡Gol!— Sus manos golpean el aire. Gritos y alaridos se unen al suyo, mientras sus propias compañeras de equipo corren para golpearla en la espalda. Le doy un momento antes de sumergirme y arrastrarla por el brazo.
— ¡No me voy a ir!— me grita, mientras el partido se reanuda detrás de nosotras. — ¡Mi equipo estaba ganando! ¡Anoté el primer gol!
—Lo vi y fue un gran gol, pero se está haciendo de noche Hanna se está congelando y tú tienes mucha tarea para hacer.
— ¡Pero siempre tenemos que ir directamente a casa! ¿Cómo es que a las otras se les permiten jugar? ¡Estoy harta de la estúpida tarea! ¡Estoy harta de estar siempre en casa!
—Quinn, por el amor de Dios. Actúa como una niña de tu edad y deja de hacer una escena.
— ¡No es justo!— La punta del zapato de repente hace contacto violento con mi espinilla.
—Nunca puedo hacer nada divertido. ¡Te odio!
Para el momento en que localizamos la mochila perdida de Quinn y las saco del campo de juego, es casi de noche y Hanna tiene tanto frío que sus labios están púrpura. Quinn camina con paso majestuoso más adelante, su cara está roja, el cabello rubio salvaje, está arrastrando su abrigo por el suelo deliberadamente, para molestarme, pateando con rabia los neumáticos de los coches aparcados. Mi pierna palpita dolorosamente. Cuatro malditas horas hasta la hora de dormir, pienso con tristeza. Una hora antes de que en realidad estén durmiendo. Cinco. Dios mío, casi todo un día escolar. Todo lo que quiero es llegar al momento en que la casa queda en silencio, cuando Sam finalmente le baja el volumen al rap y Hanna y Quinn dejen de bombardearme con pedidos. Ese momento en que la prisa y la tarea a medio terminar son dejadas de lado y Santana está ahí, con su sonrisa tentativa, sus ojos brillantes, y todo, casi todo parece posible…
—…así que ya no creo que ella quiera ser mi amiga. —Hanna termina tristemente, su mano helada está enterrada en la mía.
—Mm, no importa, estoy segura que Lucy va a cambiar de opinión mañana. Siempre lo hace.
La pequeña mano de repente se arranca de la mía. — ¡Britt, no estás escuchando!
— ¡Lo estoy, lo estoy!— Protesto rápidamente. —Ha dicho que…eh… Lucy no quería ser tu amiga porque…
—No Lucy, ¡Georgia!—. Hanna grita tristemente—Te dije ayer que Lucy y yo no somos amigas porque ella me robó mi lápiz morado favorito, el que tiene un corazón azul, ¡y ella no lo devolvió incluso aunque Georgia la vio tomarlo!
—Oh, es cierto—. Busco a tientas, desesperadamente tratando de recordar la conversació—Tu lápiz.
—Siempre se te olvidan todas las cosas en estos días, al igual que mamá cuando vivía en casa—murmura.
Caminamos por unos minutos en silencio. La culpa se enrosca a mi alrededor, fría e implacable como una serpiente. Trato en vano de recordar la odisea del lápiz perdido, y fallo.
—Apuesto a que ni siquiera sabes quién es mi mejor amiga ahora— dice Hanna, lanzando el guante.
—Por supuesto que sí— contesto rápidamente. —Es… es Georgia Hanna niega con la cabeza hacia el pavimento en un gesto de derrota.
—No.
—Bueno, entonces, es Lucy en realidad, porque estoy segura de que una vez que ella te devuelva el lápiz, las dos serán…
— ¡Nadie!— grita Hanna de repente, su voz corta a través del aire frío. — ¡Ni siquiera tengo una mejor amiga!
Me detengo a mirarla con asombro Hanna nunca me ha gritado con tanta furia antes.
Trato de poner mi brazo alrededor de ella. —Hanna, vamos, simplemente tuviste un mal día…
Ella se aleja. — ¡No, no tuve un mal día! La señorita Hubbell me dio tres estrellas doradas y deletreé todo bien. Te lo dije, pero lo único que dijiste fue Mm ¡Ya nunca me escuchas!
Alejándose de mí, ella echa a correr. La alcanzo ella justo cuando está doblando la esquina de nuestra calle. Obligándola a dar la vuelta para que me mire a la cara, me pongo en cuclillas y trato de sujetarla. Solloza en silencio, frotándose la cara con rabia, con las palmas de sus manos.
—Hanna, lo siento. Lo siento, mi amor, lo siento mucho. Tienes razón. No he estado escuchando correctamente y eso fue realmente malo de mi parte. No es que no me interese, no es que no me importe; es sólo que he estado tan ocupada en la revisión de mis exámenes y tengo mucho trabajo y he estado tan cansada…
— ¡Eso no es cierto!— Da un sollozo ahogado y las lágrimas se derraman sobre sus dedos, corriendo por entre ellos. —Ya no… escuchas… o juegas conmigo… tanto… como lo hacías… antes…
Me agarro de una barandilla cercana para apoyarme. —Hanna, no… No es eso…he…—Pero aun buscando excusas a tientas, estoy obligada a enfrentarme a la verdad detrás de sus palabras—Ven aquí—digo, al fin, envolviendo mis brazos con fuerza alrededor de ella. —Eres mi chica favorita en el mundo entero y te quiero mucho, mucho. Tienes razón. No he estado escuchando correctamente porque San y yo siempre estamos tratando de resolver todas las cosas del hogar pero toda esa cosa es aburrida. A partir de ahora voy a empezar a divertirme contigo otra vez. ¿De acuerdo?
Ella asiente con la cabeza, sorbe la nariz y se saca el cabello de la cara. La levanto y ella envuelve sus brazos y piernas a mí alrededor como un mono bebé. Pero a través de la calidez de sus brazos alrededor de mi cuello, el calor de su mejilla contra la mía, siento que mis palabras no la han dejado convencida.
******
A pesar de los fuertes golpes de los zapatos contra los escalones de concreto, ella no baja su libro. Me detengo a mitad de camino en el tramo de las escaleras y me apoyo en la barandilla, a la espera, los sonidos del patio de recreo se elevan desde debajo de mí.
Todavía se niega a mirar hacia arriba, sin duda con la esperanza de quien quiera que sea la ignore y continúe su camino. Cuando se hace evidente que esto no va a pasar, se asoma brevemente por encima del libro de bolsillo antes de casi dejarlo caer de sorpresa. Su rostro se ilumina con una sonrisa lenta— ¡Hola!
— ¡Hola, tú! Ella cierra su libro y me mira expectante. Me quedo de pie mirándola, luchando contra una sonrisa. Se aclara la garganta, de repente tímida, y el rubor se arrastra a sus mejillas— ¿Qué… um… qué estás haciendo aquí?
—Vine a saludar.
Se estira para tomar mi mano y empieza a levantarse, dispuesta a subir más las escaleras, fuera de la vista de los alumnos en el patio de abajo.
—Está bien, no me voy a quedar—le informo rápidamente. Se detiene y la sonrisa se desvanece. Notando la mochila de la escuela en mi espalda, el uniforme de gimnasia colgado al hombro, parece preocupada.
— ¿A dónde vas?
—Me tomaré la tarde libre.
Sus ojos se agudizan y su expresión se vuelve seria—Britt…
—Es sólo una tarde. Sólo tengo arte y mierda.
Ella da un suspiro de preocupación, luciendo molesta. —Sí, pero si te pillan, sabes que puede haber problemas. No podemos arriesgarnos a llamar más la atención sobre nosotras ahora que mamá no está cerca.
—No lo haremos. No si vienes conmigo y usamos tu pase de Sexto Superior ella me mira a los ojos con una mezcla de incertidumbre y de sorpresa.
— ¿Quieres que vaya yo también?
—Sí, por favor.
—Podría darte mi pase—señala.
—Pero entonces no tendría el placer de tu compañía. —El rubor se alza de nuevo, pero la comisura de su boca tira hacia arriba.
—Mamá dijo algo acerca de aparecer hoy por casa para recoger algo de ropa…
—No estaba pensando en irme a casa.
— ¿Quieres caminar por las calles hasta las tres y media? No tengo nada de dinero conmigo.
—No. Quiero llevarte a un lugar.
— ¿Dónde?
—Es una sorpresa. No es muy lejos. Puedo ver que su curiosidad se despertó.
—O-ok.
—Genial. Ve a buscar tus cosas. Te veré junto a la entrada principal desaparezco bajando al patio, antes de que tenga tiempo de empezar a preocuparse de nuevo y de que cambie de opinión.
Santana tarda una eternidad. En el momento en que ella llega, el recreo casi ha terminado y me temo que será cuestionado por salir del edificio justo antes de la campana. Pero el guardia de seguridad apenas mira su pase mientras me deslizo desapercibida por delante de ella a través de las puertas de cristal.
En la calle, Santana vuelve el cuello de su chaqueta para protegerse del frío y me pregunta: — ¿Ahora vas a decirme de qué se trata todo esto?
Sonrío y me encojo de hombros. —Se trata de tener una tarde libre.
—Deberíamos haber planeado esto. Sólo tengo cincuenta peniques conmigo.
— ¡No estoy pidiendo que me lleves al Ritz! Simplemente vamos al parque.
— ¿El parque?— Me mira como si estuviera loca.
Ashmoore en un día de semana en medio del invierno está previsible vacío. Los árboles están desnudos en su mayoría, sus largas ramas con pinchos destacan contra el cielo pálido, y las grandes extensiones de hierba están salpicadas de parches de hielo color plata. Seguimos el ancho camino del centro hacia la zona boscosa en el otro lado, el zumbido de la ciudad poco a poco va desapareciendo detrás de nosotras. Algunos bancos húmedos salpican en el paisaje vacío, abandonado y redundante. A lo lejos, un anciano le tira palos a su perro, el agudo ladrido del animal interrumpe el aire inmóvil. El parque se siente enorme y desolado: una isla fría, olvidada en medio de una gran ciudad. Hojas rizadas de higuera lija de arroyo cubren todo el camino, llevados por un susurro del viento.
Un grupo de palomas se lanza y se dispersa entusiasta en torno a algunas migajas, con las cabezas moviéndose de arriba a abajo, picoteando febrilmente suelo. Mientras nos acercamos a los árboles, las ardillas se lanzan con valentía frente a nosotras, girando la cabeza de un lado a otro para mirarnos con unas brillantes perlas negras, esperando ver señales de comida. Muy por encima de nosotras, en un cielo anémico, la esfera blanca del sol, como un foco gigante, está fijo en el parque con sus fuertes rayos de invierno. Abandonamos el camino y entramos al pequeño bosque, el follaje está seco y las ramas crujen en contra de la tierra helada bajo nuestros pies. El terreno irregular se inclina suavemente hacia abajo.
Santana me sigue en silencio. Ninguna de nosotras ha hablado desde que entramos por las puertas del parque y abandonamos el mundo detrás de nosotras, como si estuviéramos tratando de dejar nuestros ‘yo’ diarios atrás en el ruidoso alboroto de calles sucias y tráfico a empellones. Cuando los árboles comienzan a engrosarse a nuestro alrededor, me agacho junto a un tronco caído, luego me detengo y sonrío.
—Aquí es. Nos encontramos en un pequeño claro. La pendiente poco profunda en el suelo está cubierta de hojas y rodeada por algunos helechos aún verdes y por arbustos de invierno, dentro de un círculo de árboles desnudos. La tierra debajo de nosotras es un tapiz de color rojizo y dorado. Incluso en las profundidades del invierno, mi pequeño pedazo de paraíso es todavía hermoso.
Santana mira a su alrededor con desconcierto — ¿Estamos aquí para enterrar a un cuerpo o para desenterrar uno?
Le doy una mirada sufrida, pero en ese momento una repentina ráfaga de viento hace que las ramas sobre nosotras se balanceen, dispersando los rayos de hielo del sol como fragmentos de vidrio en mi corral, haciendo que se sienta mágico, misterioso.
—Aquí es donde vengo, cuando las cosas en casa se vuelven demasiado cuando quiero estar sola por un rato— le digo.
Ella me mira con asombro. — ¿Vienes aquí sola?— Parpadea desconcertada, con sus manos enterradas profundamente en los bolsillos de su chaqueta, aun mirando a su alrededor— ¿Por qué?
—Porque cuando mamá empieza a beber a las diez de la mañana, cuando Hanna y Quinn se corren alrededor de la casa gritando, cuando Sam está intentando empezar una pelea con todos los que se cruzan en su camino, cuando deseo no tener una familia que cuidar, este lugar me da paz. Me da esperanza. En el verano es hermoso aquí. Silencia el ruido que está constantemente en mi cabeza… Tal vez, de vez en cuando, esta podría ser tu lugar también— le sugiero con calma—Todo el mundo necesita un tiempo fuera, Santana incluso tú.
Asiente otra vez, aun mirando a su alrededor, como si tratara de imaginarme aquí, sola.
Entonces gira de nuevo hacia mí, el cuello de su chaqueta negra aleteando contra su camisa blanca, con la corbata floja, el bajo de su pantalón gris está manchado por la tierra blanda. Sus mejillas están sonrosadas por la larga caminata en el frío, tiene el cabello despeinado por el viento. Sin embargo, estamos refugiadas aquí, con el sol calentando nuestros rostros. Repentinamente, una bandada de pájaros se posa en la rama más alta de un árbol, y cuando Santana levanta la cabeza, la luz se refleja en sus ojos, convirtiéndolos color miel.
Su mirada encuentra la mía. —Gracias—dice. Nos sentamos en mi enclave de hierba y nos acurrucamos para darnos calor Santana envuelve su brazo a mi alrededor y me tira hacia ella, besando la parte superior de mi cabeza.
—Te amo, Brittany Pierce-López— dice en voz baja. Sonrío e inclino mi cara para mirarla.
— ¿Cuánto?
No contesta, pero oigo que su respiración se acelera: baja la boca sobre la mía y un extraño zumbido llena el aire.
Nos besamos durante mucho tiempo, deslizando nuestras manos entre las capas de ropa y absorbiendo el calor de la otra hasta que estoy cálida, caliente incluso. Mi corazón está latiendo fuerte, una sensación chispeante, de hormigueo, corre a través de mis venas. Las aves siguen picoteando la tierra que nos rodea, en algún lugar a la distancia el grito de un niño rompe el aire. Aquí, estamos verdaderamente solas. Verdaderamente libres. Si alguien pasara caminando, todo lo que verían sería una chica y su novia besándose siento la presión de los labios Santana se hace más fuerte, como si ella también se diera cuenta de que este pequeño momento de libertad no tiene precio. Su mano se desliza por debajo de mi camisa de la escuela y aprieto mi mano en su muslo.
Entonces, de repente, se tira hacia atrás, dándome la espalda, respirando con dificultad. Miro alrededor con sorpresa, pero sólo están los árboles que nos rodean como testigos mudos, sin cambios, sin moverse y sin molestar. A mi lado, Santana se sienta con los brazos rodeando sus rodillas, con la cabeza girada hacia otro lado. —Lo siento… —Se ríe un poco, avergonzada.
— ¿Sobre qué? Su respiración es rápida y superficial.
—Tenía que parar. Algo se aprieta en mi garganta.
—Pero eso está bien, San. No tiene que pedir disculpas.
Ella no responde. Hay algo en su quietud que me molesta. Me acerco para apretarme contra ella y le doy un empujoncito— ¿Vamos a pasear? Se inclina un poco alejándose de mí y levanta hombro sin girar. No responde— ¿Estás bien?— Le pregunto a la ligera. Da una breve inclinación de cabeza un aleteo de preocupación se alza en mi pecho. Acaricio la parte trasera de su cabeza— ¿Estás segura?— No hay respuesta.
—Tal vez deberíamos acampar aquí, lejos del resto del mundo—la molesto, pero ella no responde—Pensé que sería bueno tener un tiempo a solas, las dos juntas— digo en voz baja— ¿Fue… venir aquí fue un error?
— ¡No! Cubro sus mano con la mía y acaricio la parte de atrás con mi pulgar.
— ¿Qué, entonces?
—Sólo...—Su voz tiembla. —Tengo miedo de que todo esto vaya a ser sólo un recuerdo lejano algún día.
Trago saliva—No digas eso, San. No tiene que ser así.
—Pero nosotras… esto… no durará. No durará, Britt, ambas sabemos que en algún momento vamos a tener que parar —Se interrumpe de repente y contiene la respiración, moviendo la cabeza sin decir palabra.
— ¡San, por supuesto que va a durar!— Exclamo horrorizada. —No nos pueden parar. No voy a dejar que nadie nos separe…
Toma mi mano en la suya, comienza a besarla, sus labios son suaves y cálidos—Pero es todo el mundo—dice, su voz es un susurro angustiado— ¿Cómo?... ¿cómo podemos hacer frente a todo el mundo?
Quiero decirle a Santana que encontrará la forma. Necesito decirle que juntas encontraremos la forma. Juntas vamos a manejarlo. Juntas somos tan fuertes. Juntas hemos criado a toda una familia.
— ¡La gente no nos puede separar!—empiezo con enojo. —No pueden, ¡no pueden! ¿Pueden…?—Y de repente me doy cuenta de que no tengo ni idea. Sin importar lo cuidadosas que seamos, siempre existe la posibilidad de que nos puedan atrapar. Sólo así, sin importar lo mucho que ocultemos a mamá, la amenaza de que alguien lo descubra y alerte a las autoridades se hace más fuerte cada día. Tenemos que ser muy cuidadosas, todo tiene que estar oculto, mantenido en secreto. Un desliz y toda la familia podrían derrumbarse como un castillo de naipes. Un desliz, y todos podríamos ser separadas… la actitud derrotista de Santana me aterroriza. Es como si ella supiera algo que yo no.
—San, ¡dime que podemos estar juntas! Ella me extiende los brazos y me acurruco contra ella con un sollozo. Envolviendo sus brazos alrededor de mí, me abraza fuerte.
—Lo haré todo— susurra en mi cabello—Te doy mi palabra. Haré todo lo que pueda, Britt. Encontraremos la forma de estar juntas. Lo voy a averiguar, lo haré. ¿De acuerdo?
Levanto la vista hacia ella y parpadeo para contener las lágrimas, y ella me da una brillante sonrisa tranquilizadora, y esperanzadora. Asiento con la cabeza, sonriendo a cambio—Juntas somos fuertes— le respondo, mi voz más audaz de lo que siento.
Cierra los ojos por un momento, como si le doliera, y luego los abre de nuevo y levanta mi cara de su pecho, me besa suavemente. Nos abrazamos con fuerza durante mucho tiempo, mucho tiempo, calentándonos la una a la otra, hasta que el sol poco a poco comienza a bajar en el cielo.
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Hola Hola aqui un nuevo capitulo (: espero que les guste !!
PD: Por sus comentarios voy a cambiar el final de fic x algo feliz
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Me encanto que encuentren un momento para ellas se lo merecen,,, si se merecen otro final despues de tanta tragedia
:)**** - Mensajes : 196
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Edad : 32
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Paralelo a la historia, yo alucino con eso de que su madre vive ahora en casa de su novio y que pasa por alli a por ropa o_0 !!!!!
Al fin han tenido un momento para ellas aunque santana verdaderamente es un poco pasimista
Al fin han tenido un momento para ellas aunque santana verdaderamente es un poco pasimista
monicagleek- ---
- Mensajes : 523
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Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Adoro esta historia!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
:) escribió:Me encanto que encuentren un momento para ellas se lo merecen,,, si se merecen otro final despues de tanta tragedia
Hola Hola!
Exactamente
monicagleek escribió:Paralelo a la historia, yo alucino con eso de que su madre vive ahora en casa de su novio y que pasa por alli a por ropa o_0 !!!!!
Al fin han tenido un momento para ellas aunque santana verdaderamente es un poco pasimista
Hola Hola!
Estoy pensando muy bien el final no se como sera pero sera un buen final
monica.santander escribió:Adoro esta historia!!!
Hola Hola!
Me alegra demasiado
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Capítulo 19
POV Santana
Por las mañanas me baño a la velocidad del rayo, me pongo la ropa, y tan pronto como tengo a Quinn y a Hanna instaladas en la mesa del desayuno, vuelvo a subir las escaleras con la excusa de una chaqueta olvidada o un reloj o un libro para unirme a Brittany, quien tiene la poco envidiable tarea de intentar levantar a Sam de la cama por las mañanas.
Generalmente se está atando el pelo o abrochándose los puños de la camisa o echando libros en su mochila, con la puerta de su dormitorio entreabierta, y aparece de forma esporádica para gritarle a Sam que se dé prisa, pero se detiene cuando me ve, y con una mirada de emoción nerviosa, toma mi mano extendida. Mi corazón late con fuerza por la anticipación, nos encerramos en mi dormitorio. Con sólo unos minutos preciosos de sobra, mi pie presionado firmemente contra la esquina inferior de la puerta, una mano agarrando la manija, la tiro suavemente hacia mí. Sus ojos se iluminan con una sonrisa, sus manos se estiran hacia mi cara, o a mi pelo, o incluso a veces presionan contra mis pechos, con sus dedos raspando contra la fina tela de mi camisa. Nos besamos con timidez al principio, medio asustadas. Puedo saborear si se ha lavado con Colgate o si simplemente agarró la pasta de color rosa para niños, mientras supervisa el cepillado para ahorrar tiempo.
Siempre me da una sacudida el momento en que nuestros labios se encuentran por primera vez, y tengo que recordarme que debo respirar. Sus labios son suaves y cálidos y lisos, los míos se sienten duros y ásperos contra los suyos. Ante el sonido de los lentos pasos arrastrados de Sam al otro lado de la delgada pared, Brittany intenta dar marcha atrás. Sin embargo, tan pronto como la puerta del baño golpea, ella cede y se desliza dándose la vuelta para que su espalda esté presionada contra la puerta. Hundo mis uñas en la madera a ambos lados de su cabeza en un intento de mantener las manos bajo el control mientras nuestros besos se vuelven cada vez más frenéticos, el deseo dentro de mí calma el temor de ser atrapada mientras siento que los últimos segundos preciosos de éxtasis se escapan a través de mis dedos como la arena. Un grito desde abajo, el sonido de Sam saliendo del baño, golpeando los pies por la escalera: todas las señales de que nuestro tiempo ha terminado, y Brittany me empuja con firmeza, con las mejillas encendidas, la boca teñida de rojo con el color de besos inconclusos. Nos miramos, nuestros jadeos calientes llenan el aire, pero cuando me presiono contra ella otra vez, con mis ojos pidiendo sólo un segundo más, ella cierra los ojos con una mirada de dolor y vuelve la cabeza. Por lo general, ella es la primera en salir de la habitación, caminando hacia el baño desocupado para salpicarse con agua la cara mientras yo cruzo hasta la ventana de mi dormitorio y la abro, apretando en el borde de la solera e inhalando grandes bocanadas de aire frío.
No entiendo, no entiendo. Seguramente esto ha pasado antes. Seguramente otras hermanas se han enamorado. Seguramente se les ha permitido expresar su amor, tanto física como emocionalmente, sin ser vilipendiadas, marginadas, e incluso encarceladas. Pero el incesto es ilegal. Al amarnos la una a la otra, tanto física como emocionalmente, estamos cometiendo un delito. Y me aterra. Una cosa es esconderse del mundo, otra, esconderse de la ley. Así que sigo repitiéndome a mí misma: Mientras no lleguemos al final, va a estar bien. Mientras no tengamos sexo de verdad, técnicamente no estamos teniendo una relación incestuosa. Siempre y cuando no crucemos la línea final, nuestra familia estará a salvo, no nos quitarán a los niños, Brittany y yo no seremos forzadas a separarnos. Todo lo que tenemos que hacer es ser pacientes, disfrutar lo que tenemos, hasta que quizás algún día, cuando los demás sean adultos, podamos alejarnos y forjar nuevas identidades y amarnos libremente.
Tengo que obligarme a dejar de pensar en ello o no puedo hacer nada: tarea, revisión, hacer la cena, la compra semanal, ir a buscar a Quinn y a Hanna de la escuela, ayudarles con las tareas, asegurarme de que tengan ropa limpia para el día siguiente, jugar con ellas cuando están aburridas. Mantener un ojo en Sam, comprobar que hace su tarea y que hace que el dinero que le damos le dura la semana, engatusarlo para que cenar con nosotros en lugar de desaparecer con sus amigos en McDonald, asegurarme de que no falte a la escuela y regrese a casa por la noche. Y, por supuesto, discutir con mi madre sobre el dinero, siempre el dinero, ya que cada vez nos da menos y cada vez más se lo gasta en alcohol y trajes nuevos para impresionar a Dave. Mientras tanto, la ropa de Quinn se hace más pequeña, el uniforme de Hanna se vuelve más andrajoso, Sam se queja amargamente de todos los aparatos nuevos que tienen sus amigos, y las facturas nos siguen inundando…
Cada vez que me aparto de Brittany, me siento incompleta… menos que incompleta. Siento que no soy nada, como si no existiera en absoluto. No tengo ninguna identidad. No hablo, ni siquiera miro a la gente. Estar rodeada de personas es tan insoportable como siempre, tengo miedo de que si me ven bien, puedan adivinar mi secreto. Tengo miedo de que incluso si me las arreglo para hablar o interactuar con la gente, pueda revelar algo. En los tiempos de descanso veo a Brittany de la parte superior de mi libro en mi puesto en la escalera, queriendo que venga a sentarte conmigo, hablar conmigo, que me haga sentir viva y real y amada, pero incluso hablar es demasiado riesgoso. Así que ella se sienta en la pared en el otro extremo del patio, charlando con Rachel, cuidadosa de no mirar hacia mí, tan consciente como yo de los peligros de nuestra situación.
Por las noches la busco tan pronto Hanna y Quinn han sido arropadas, es demasiado pronto para que sea seguro. Se gira de su escritorio, con su pelo rozando la página de su libro de texto, y apunta de manera significativa la puerta detrás de mí para indicar que las más pequeñas aún no están dormidas. Pero para el momento en que lo están, Sam está vagando de la casa, en busca de comida o viendo la televisión, y para el momento en que finalmente se va a la cama, Brittany se ha ido a la suya.
La mitad del semestre trae poco alivio. Llueve toda la semana, estamos encerrados en el interior sin dinero para salir o incluso para ir al cine, Quinn y Hanna discuten constantemente mientras Sam duerme todo el día y luego desaparece con sus amigos hasta altas horas de la madrugada. Tarde una noche, inquieta y ardiendo con la agitación incesante, me pongo los zapatos para correr y salgo de la casa durmiente, y corro todo el camino hasta el Parque Ashmoore, trepo las barandillas a la luz de las estrellas, y corro por la hierba iluminada por la luna. Tropezando por el bosque oscuro, finalmente encuentro el oasis de paz de Britt, pero no me trae ninguna paz. Caigo de rodillas ante el tronco de un roble enorme y, haciendo un puño, rozo los nudillos hacia arriba y abajo de su dura corteza irregular, descortezándolo implacablemente hasta que mis nudillos están llenos de sangre y en carne viva.
—San necesita un esparadrapo—le anuncia Hanna a Brittany, la encargada de los primeros auxilios en la familia, la tarde siguiente cuando entra a través de la puerta viéndose agotada. —Uno grande.
Brittany deja caer el bolso y el blazer al suelo y le da una sonrisa cansada.
— ¿Mal día?— Le pregunto.
—Tres exámenes—. Rueda los ojos. —Y educación física en la tormenta de granizo.
—Estoy ayudando a San a preparar la cena—dice Hanna con orgullo, de rodillas sobre un taburete de la cocina y organizando en patrones unas papas fritas congeladas en la bandeja del horno. — ¿Quieres ayudar, Britt?
—Creo que lo estamos haciendo bastante bien las dos solas—señalo antes de que Britt se lance sobre una silla, con la corbata torcida, empujando de su cara mechones de cabello desordenado y soplándome un beso discreto.
— ¡Britt, mira! ¡Escribí mi nombre con papas fritas mayúsculas! —Hanna empieza a hablar, notando nuestras miradas intercambiadas, ansiosa de ser incluida.
—Muy inteligente. —Britt se levanta y levanta a Hanna antes de sentarse con ella en su regazo y apoyarse en la bandeja para tratar de crear su propio nombre. Las observo por un momento. Los brazos largos de Britt rodean los más cortos de Hanna.
Hanna está llena de charla acerca de su día, mientras que Britt es la oyente atenta, hace todas las preguntas correctas. Las cabezas juntas e inclinadas, su largo lacio cabello se mezclan: Los dorados cabellos de las dos las dos tienen la misma piel pálida y delicada, la misma mirada azul claro, la misma sonrisa. En su regazo, Hanna es sólida y viva, llena de borboteo y risa. Britt, de alguna manera, parece más delicada, más frágil, más etérea. Hay una tristeza en sus ojos, un cansancio que nunca se va. Para Britt, la infancia terminó hace años. Mientras se sienta con Hanna en su regazo, pienso: Hermana y hermana. Madre e hija.
—Puedes hacer la B así—declara Hanna importantemente.
—Eres buena en esto, Hanna—le dice Brittany.
—Ahora, ¿qué estabas diciendo sobre qué Santana necesitan un esparadrapo?
Me doy cuenta que he estado cortando el mismo grupo de cebollas de primavera desde que entró Britt. Tengo el mostrador lleno de confeti verde y blanco.
—San se lastimó la mano— declara Hanna con toda naturalidad, con sus ojos todavía estrechados sobre las papas fritas.
— ¿Con un cuchillo?—Brittany me mira agudamente, con sus ojos registrando alarma.
—No, sólo es un rasguño— le tranquilizo con un movimiento desdeñoso de cabeza y una sonrisa indulgente hacia Hanna.
Hanna se vuelve a mirar a Brittany. —Está mintiendo— susurra teatralmente con complicidad.
— ¿Puedo verlo?—pregunta Britt.
Le muestro rápidamente la parte trasera de mi mano. Ella se estremece a la vista y al instante se mueve para levantarse, pero luego, anclada a su asiento por Hanna, se ve obligada a sentarse de nuevo. Estira la mano.
—Ven aquí.
— ¡No quiero verla! —Hanna baja la cabeza hacia la bandeja. —Está sangrado y toda pegajosa. ¡Eww, asco, asco!
Dejo que Brittany tome mi mano, sólo por el placer de tocarla. —No es nada. Acaricia el interior de mi mano con sus dedos. —Jesús, ¿qué pasó? ¿Seguramente no fue una pelea…?
—Por supuesto que no. Sólo tropecé y me raspé contra la pared del patio de recreo.
Ella me da una larga mirada de incredulidad. —Tenemos que limpiarla bien— insiste.
—Ya lo hice. Haciendo caso omiso de mi último comentario, desliza a Hanna suavemente de su regazo. —Voy a subir para curar la mano de San— dice. —Vuelvo en un minuto.
En los confines del pequeño cuarto de baño, rebusco el antiséptico en el armario de las medicinas. —Agradezco el interés, pero no es nada.
Haciendo caso omiso de mí, Britt se encarama sobre el borde de la bañera y extiende la mano hacia mí. —Es sólo porque te amo mucho. Ven aquí.
La complazco, apoyándome y cerrando los ojos por un instante, saboreando el tacto y el sabor de sus labios suaves contra los míos. Suavemente me acerca más y me doy la vuelta, agitando la botella de antiséptico en el aire. — ¡Pensé que quería jugar la enfermera!
Ella me mira con una mezcla de incertidumbre y sorpresa, como si tratara de medir si le estoy tomando el pelo.
—Por mucho que me guste limpiar sangre, no se ajusta exactamente con acaparar un raro momento para besar a la chica que amo.
Fuerzo una risa— ¿Estás diciéndome que prefieres que muera desangrada? Finge considerarlo un momento.
—Ah, bueno, esa es una pregunta difícil. Empiezo a destapar la botella.
—Vamos. Hagamos esto y terminemos.
Excelencia
Atrapando mi muñeca suavemente con sus dedos, atrae mi mano hacia ella, inspecciona los nudillos sangrantes en carne viva, la piel retirada de la herida: un irregular rectángulo blanco rodeando las húmedas laceraciones carmesí. Hace una mueca—Cristo, Santana ¡Te hiciste esto cayéndote contra una pared? ¡Pareciera que te pasaste un rallador por la parte trasera de tu mano!
Suavemente toca mis nudillos lacerados. Tomo una respiración profunda y veo su rostro: sus ojos están estrechados por la concentración, su tacto es muy suave. Trago dolorosamente.
Después de vendarlo con gasa y guardar todo, regresa al lado de la bañera y me besa de nuevo, y mientras me echo hacia atrás, me frota el brazo con una sonrisa incierta.
— ¿De verdad te duele?
— ¡No, por supuesto que no!— Exclamo sinceramente—De todos modos, gracias señorita Nightingale —Le doy un beso en la cabeza, me pongo de pie y llego a la puerta.
— ¡Hey!— Estira una mano para detenerme, un brillo de malicia en sus ojos. — ¿No crees que merezco un poco más por mis esfuerzos?
Hago una mueca me muevo torpemente hacia la puerta. —Hanna…
— ¡Debe estar sentada frente a la televisión ahora!
Doy un paso reacio hacia adelante—Está bien… Pero me detiene poniéndome la mano en el pecho, antes de que tenga tiempo de llegar hasta ella, sosteniéndome suavemente con el brazo extendido. Su expresión es curiosa.
— ¿Qué te pasa hoy?
Sacudo la cabeza con una sonrisa irónica. —No lo sé. Creo que estoy un poco cansada.
Me da una mirada larga, frotando la punta de la lengua contra su labio superior—San, ¿todo está bien?
— ¡Por supuesto! —Sonrío brillantemente. —Ahora, ¿salimos de aquí? ¡Este no es exactamente el lugar más romántico!
Puedo sentir su desconcierto con tanta fuerza como si se tratara del mío. A lo largo de la cena, sigo atrapándola mirándome, desvía rápidamente sus ojos tan pronto encuentra los míos. Está distraída, eso es obvio, sin advertir que Hanna está comiendo con las manos, que Sam abiertamente molesta a las más pequeñas haciendo caso omiso de su comida y comiendo los Jaffa Cakes los cuales están hechos para el postre. Tengo la sensación de que es mejor dejar que sólo hagan lo que demonios quieran en lugar de poner reparos, por temor a que si comienzo, no vaya a ser capaz de detenerme y las grietas vayan a empezar a mostrarse. Simplemente entré en pánico en el baño. Tenía miedo, mucho miedo de que si la dejaba acercarse tanto lo sentiría, se daría cuenta de que algo iba mal.
Pero por la noche no puedo dormir, mi mente está plagada de temores. Con los cursos constantes y las molestias del día a día de la vida a los que hacer frente, añadido al hecho de que nunca podemos hacer ningún muestra de afecto en público o incluso dentro de nuestra propia familia, las cadenas familiares sofocante se están apretando aún más.
¿Tendremos alguna vez la libertad de existir como una pareja normal? Me pregunto. ¿De vivir juntas, darnos la mano en público, besarnos en la esquina de una calle? ¿O seremos condenadas para siempre a llevar una vida encerradas, escondidas detrás de puertas cerradas y cortinas corridas? O peor aún, una vez que nuestros hermanos tengan la edad suficiente, ¿tendremos otra opción que huir y dejarlos atrás?
Me sigo diciendo que hay que tomar un día a la vez, pero ¿cómo es esto posible realmente? Estoy a punto de terminar la escuela, entrar a la universidad, y por lo tanto, por defecto, estoy obligada a contemplar mi futuro. Lo que de verdad me gustaría hacer es escribir, para un periódico o para una revista tal vez, pero sé que no es más que un ridículo vuelo de la imaginación. Lo que importa es el dinero: es imperativo aspirar a un trabajo con un sueldo decente de partida y un buen potencial de ingresos.
Pero tengo poca fe que una vez en que esté ganando, nuestra madre nos seguirá apoyando. Para el momento en que deje la uni, Hanna tendrá ocho años, todavía requerirá toda una década de apoyo financiero y práctico Quinn necesitará otros siete, Sam otros dos… Los años y los números y los cálculos golpean mi mente. Sé que Britt va a insistir en ayudar, pero no quiero tener que depender de ella, no quiero que se sienta atrapada. Si ella quisiera ir a la universidad, si de repente quisiera lograr su sueño de la infancia de ser Bailarina, yo nunca dejaría que la familia se interpusiera en su camino. Nunca podría negarle ese derecho, el derecho de todo ser humano a elegir la vida que quiere llevar.
Por mi parte, la elección ya se ha hecho. Que los niños caigan en centros de acogida es algo que he estado tratando de evitar desde la edad de doce años. Ningún sacrificio es demasiado grande como para mantener a mi familia unida, sin embargo, el largo camino por delante se ve tan rocoso y empinado que regularmente despierto en la noche temiendo caerme. Sólo el pensamiento de Brittany a mi lado hace que el ascenso parezca absolutamente posible. Pero últimamente, los sacrificios sólo parecen ser cada vez más grandes.
Nuestra madre ha estado desesperada por casarse con Dave desde el momento en que puso los ojos en él, pero Dave, a pesar de que su divorcio ya finalizado, no se lo ha propuesto, porque ella claramente no está preparada para asumir el exceso de equipaje de otra gran familia. Nuestra madre ya ha hecho su elección, pero ahora estoy a punto de cumplir los dieciocho y convertirme legalmente en una adulta y me temo que nos pueda abandonar por completo, en un intento final por conseguir ese anillo en su dedo. Cada vez que la fuerzo a dividir algo de dinero para lo básico (comida, gastos, ropa, cosas de la escuela) empieza a gritar acerca de que ella salió de la escuela y empezó a trabajar a los dieciséis años, se mudó y no les pidió nada a sus padres. Recordarle que ella no tenía tres hermanos más jóvenes que cuidar, es su señal para seguir hablando de que ella nunca quiso niños en primer lugar, que sólo nos tuvo que agradar a nuestro padre, que él había querido otro y otro hasta que, cansado de todos nosotros, había huido para comenzar de nuevo con otra persona. Señalo que la deserción de nuestro padre no le da el derecho por arte de magia de abandonarnos también. Pero esto sólo la provoca más, lo que provoca el golpe bajo en que me recuerda que ella nunca se habría casado con nuestro padre si no hubiera quedado embarazada de mí accidentalmente. Sé que dice esto en furia de borracha, pero también sé que es verdad: es por eso que sigue resentida conmigo, mucho más que con los demás, toda mi vida. Esto lleva a la perorata habitual sobre cómo trabaja catorce horas al día sólo para mantener un techo sobre nuestras cabezas, que todo lo que me pide es que cuide a mis hermanos por unas pocas horas después de la escuela cada día. Si trato de recordarle que, si bien ese fue el trato inicial cuando nuestro padre se fue, y que la realidad actual es muy diferente, empieza a gritar sobre su derecho a una vida, también. Finalmente me encuentro reducida a hacer un chantaje: sólo la amenaza de que todos aparezcamos en la casa de Dave, con maletas en mano, la forzará a dividir el dinero. En muchos sentidos, estoy agradecida de que finalmente haya salido de nuestras vidas, incluso si esto significa que los pensamientos sobre el futuro, nuestro futuro, son un gran peso sobre mis hombros. El sueño se me escapa una vez más, por lo que en las primeras horas de la mañana voy a la cocina para hacer frente a la pila de cartas dirigidas a mi madre que se han ido acumulando en el aparador, desde hace semanas. En el momento en que termino de abrirlas todas, la mesa de la cocina está completamente cubierta con cuentas, estados de tarjetas de crédito, demandas de pago… Brittany toca la parte de atrás de mi cuello, haciéndome saltar.
—No fue mi intención asustarte. —Toma la silla a mi lado, descansa sus pies desnudos en el borde de mi silla, rodeando sus rodillas con los brazos. Con camisón, el pelo suelto y liso, del color del oro, me mira con los ojos tan amplios e inocente como los de Hanna. Su belleza me produce dolor.
—Te pareces a Quinn, cuando ha perdido un partido y está tratando de poner buena cara— comenta, con la risa en los ojos.
Me las arreglo para soltar una pequeña risa. A veces, ser incapaz de ocultarle mis emociones es frustrante.
La risa deja de un silencio inquietante Britt tira suavemente de mi mano. —Cuéntame. Tomo una respiración fuerte, profunda y sacudo la cabeza hacia el suelo.
—Sólo, ya sabes, el futuro y esas cosas.
Aunque ella sigue sonriendo, veo que sus ojos cambian y siento que ha estado pensando en esto también—Ese es un gran tema para las tres de la mañana. ¿Alguna parte en particular?
Obligo mis ojos a que se encuentren con los de ella. —Aproximadamente desde aquí hasta la parte donde Hanna va a la universidad o comienza a trabajar.
— ¡Creo que te estás adelantando un poco!—exclama Brittany, claramente decidida a sacarme de mi estado de ánimo—Hanna está destinada a grandes cosas. El otro día tuve que llevarla a Belmont conmigo para recoger un poco de tarea me había olvidado ¡y todos se volvieron a papilla! Mi profesor de arte dijo que debería hacerla firmar con la agencia de modelos para niños. Así que supongo que acabamos de invertir en ella, y para el momento en que tenga dieciocho años, ¡ella estará en la pasarela y apoyándonos! Luego está Quinn Corre el rumor, ¡de que el entrenador Simmons nunca ha visto tanto talento en alguien tan joven! ¡Y sabes lo que le pagan a las futbolistas! —Ella se ríe, frenética en su esfuerzo por levantarme el ánimo.
—Buen punto. Exactamente… —Trato de imaginar Hanna en una pasarela con la esperanza de dar una sonrisa genuina— ¡Eso es una gran idea! Puedes ser su, eh, estilista y yo puedo ser su manager.
Pero el silencio vuelve a bajar. Está claro por su expresión que Brittany es consciente de que sus tácticas no han funcionado. Roza las uñas en la palma de mi mano, su expresión es seria—Oye, tú. En primer lugar, no sabemos qué va a pasar con mamá y la situación financiera general. Incluso si ella se casa con David y trata de abandonarnos financieramente, simplemente podríamos amenazarla de llevarla a los tribunales y demandarla por negligencia; es demasiado estúpida para darse cuenta de que nunca iríamos por los de Servicios Sociales. Y por nuestra mera existencia, siempre tendremos la posibilidad de echar a perder su relación; las amenazas de aparecer en la casa de Dave con el fin de lograr que pagar las cuentas han funcionado hasta ahora, ¿no? En tercer lugar, para el momento en que termines la uni, un montón habrá casi cambiado Hanna tendrá casi nueve años, Quinn será casi una adolescente. Van a ir solas a la escuela, serán responsables de sus deberes Sam puede que haya desarrollado conciencia para entonces, pero incluso si no lo ha hecho, insistiremos en que o bien va y consigue un trabajo o se hace cargo de su parte justa de las tareas de la casa…incluso si tenemos que recurrir al chantaje —Sonríe, levantando mi mano hasta su boca para besarla. —La parte más difícil está sucediendo ahora mismo, San; con la mamá fuera de la foto y Quinn y Hanna siendo tan pequeñas. Pero sólo se hará más fácil: las cosas se pondrán mejor para todos nosotros, y tú y yo tendremos más y más tiempo para estar juntas. Confía en mí, mi amor.
También lo he estado pensando y no estoy diciendo todo esto para intentar alegrarte.
Levanto mis ojos para encontrar los de ella y siento que parte del peso se levanta de mi pecho.
—No lo había pensado de esa manera…
— ¡Eso es porque siempre estás ocupada pensando en el peor de los casos! Y porque siempre te empiezas a preocupar cuando estás sola. —Me da una sonrisa encantadora y sacude la cabeza— ¡Además, siempre se olvida lo más importante!
Me las arreglo para coincidir con su sonrisa— ¿Qué es eso entonces?
—Yo—declara con una floritura, lanzando el brazo y tirando al suelo la caja de leche en el proceso. Afortunadamente, está casi vacía.
—Tú y tu capacidad de enviar las cosas volando.
—Bueno, exactamente— coincide. —Y el hecho muy importante aquí es que estoy para preocuparse contigo y pasar por todo esto, por cada pequeña parte, a tu lado; incluso en tu “peor de los casos”, debe de alguna manera de solucionar eso. No harás sola nada de esto. —Su voz baja y mira hacia abajo a nuestras manos con los dedos entrelazados, descansando sobre su regazo. —Pase lo que pase, siempre estaremos nosotras.
Asiento, de repente incapaz de hablar. Quiero decirle que no puedo meterla en esto.
Quiero decirle que tiene que dejar ir de la mano para nadar. Quiero decirle que tiene que vivir su propia vida. Pero tengo la sensación de que ya sabe que estas opciones están abiertas para ella. Y que también ha hecho su elección.
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Hola Hola perdon por tardar tanto pero espero que les guste el capitulo y comenten
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
hola, creo que nunca he comentado, lo siento por eso, sin embargo he leido la historia desde el principio, paso para decir una cosa: y es que dejes el final tal como es, o al menos hagas dos finales el original y el tuyo, ya que, aunque no conozco la historia original, el final debe ser lo que le da ese valor agregado, lo que le da su relevancia, asi que pues hay te dejo la duda de dejar los dos.
atercio********- - Mensajes : 650
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 32
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Hola!! que importante es la una para la otra por Dios!!!
Me encanta!!!
Saludos
Me encanta!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Que contenta estoy de que hayas decidido cambiar el final ^_^
Me ha encantado este capitulo las dos muy lindas juntas♡♡
Me ha encantado este capitulo las dos muy lindas juntas♡♡
monicagleek- ---
- Mensajes : 523
Fecha de inscripción : 25/11/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
atercio escribió:hola, creo que nunca he comentado, lo siento por eso, sin embargo he leido la historia desde el principio, paso para decir una cosa: y es que dejes el final tal como es, o al menos hagas dos finales el original y el tuyo, ya que, aunque no conozco la historia original, el final debe ser lo que le da ese valor agregado, lo que le da su relevancia, asi que pues hay te dejo la duda de dejar los dos.
Hola Hola!
Me alegra que leas la historia y que te guste (:
Gracias tambien habia pensado en eso mucho!
monica.santander escribió:Hola!! que importante es la una para la otra por Dios!!!
Me encanta!!!
Saludos
Hola Hola!
Ellas son dios :3
Saludos
monicagleek escribió:Que contenta estoy de que hayas decidido cambiar el final ^_^
Me ha encantado este capitulo las dos muy lindas juntas♡♡
Hola Hola!
Claro estoy pensado en todo eso (:
Ellas
Saludos !
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Capítulo 20
POV Brittany
—Quince minutos— ruega Rachel—Oh, vamos, entonces… diez. ¡Santana sabe que tienes una clase tarde, así que seguramente, un retraso de diez minutos no va a hacer ninguna diferencia!
Miro el rostro suplicante y esperanzado de mi amiga y una tentación momentánea corre a través de mí. Una Coca-Cola helada y tal vez un muffin en Smileys, con Rachel, mientras ella trata de llamar la atención de la nueva y joven camarera que ha descubierto allí, posponiendo la frenética rutina vespertina de tareas, cena, baños y cama… de repente se siente como un absurdo lujo.
—Sólo llama a Santana— persiste Rachel mientras cruzamos el patio de recreo, con las mochilas colgando de nuestros hombros, las mentes freídas y los cuerpos inquietos tras el largo y desperdiciado día escolar—¿Por qué diablos le molestaría?
No le molestaría, ése es el punto. De hecho, me incitaría para que fuera, y ese conocimiento me pesa con la culpa. Dejarla para que haga la cena, supervisar las tareas y lidiar con Sam cuando su jornada escolar ha sido casi tan larga como la mía e, indudablemente, más dolorosa. Pero, más que eso, deseo verla, incluso si implica pasar otra noche luchando contra el doloroso impulso de abrazarla, tocarla, besarla. La extraño después de estar todo un día separadas… literalmente, la extraño. E incluso si eso significa zambullirse directamente en una mortal lección de historia durante la maníaca refriega hogareña, no puedo esperar a ver sus ojos iluminarse al verme, la sonrisa de placer con la que me saluda cada vez que cruzo la puerta de entrada, incluso cuando está haciendo malabarismos con las cacerolas en la cocina, tratando de persuadir a Quinn de que ponga la mesa y a Hanna de que deje de llenarse con cereal.
—Simplemente, no puedo. Lo siento— le digo a Rachel—Tengo un montón de cosas que hacer.
Pero, por una vez, no me demuestra simpatía. En cambio, se chupa el labio inferior, apoyando un hombro contra la pared externa del patio de recreo de la escuela, el lugar en el que normalmente, nos despedimos—Pensé que era tu mejor amiga— dice de repente, con el dolor y la decepción resonando en su voz.
Respingo de sorpresa. —Lo eres, tú sabes que lo eres, esto no tiene nada que ver con…
—Sé lo que está pasando, Britt— me interrumpe, sus palabras cortan el aire entre las dos.
Mi pulso empieza a acelerarse— ¿De qué demonios estás hablando?
—Has conocido a alguien, ¿no?—lo pronuncia como una sentencia, cruza los brazos frente a su pecho, se gira para apoyar la espalda contra la pared, mirando más allá de mí, con su mandíbula apretada.
Me quedo sin palabras por un momento— ¡No!—. La palabra no es más que un jadeo de sorprendido asombro—No he conocido a nadie. Lo prometo. ¿Por qué…? ¿Qué te hizo pensar…?
—No te creo—sacude la cabeza, aun mirando rabiosa a la distancia—Te conozco, Britt, y has cambiado. Cuando hablas, siempre pareces estar pensando en otra cosa. Es como si estuvieras soñando despierta o algo así. Y pareces extrañamente feliz estos días. Y siempre sales corriendo apenas suena la última campana. Sé que tienes toda esa mierda con la que tratar en tu casa, pero es como si estuvieras ansiosa por irte, como si no pudieras esperar para marcharte…
— ¡Rachel, realmente no tengo una novia secreta!— protesto desesperada— ¡Sabes que serías la primera en saberlo si fuera así!—. Las palabras suenan tan sinceras cuando salen de mis labios que me siento ligeramente avergonzada. Pero ella no es simplemente una novia, me digo a mí misma ella es mucho más.
Rachel escudriña mi rostro como si continuara probándome, pero después de unos momentos, comienza a calmarse y aparenta creerme. Tengo que maquinar algún enamoramiento con un muchacha del Sexto Superior para explicar el que sueñe despierta, pero afortunadamente, tengo la suficiente presencia de ánimo para elegir alguien que ya tiene novia estable para que Rachel no trate de emparejarme. Pero la conversación me deja sacudida. Me doy cuenta de que tengo que tener más cuidado. Incluso tengo que vigilar el modo en que me comporto cuando estoy lejos de ella Incluso el más mínimo desliz podría delatarnos.
Llego a casa para encontrar a Sam y a Quinn en la sala, viendo televisión, lo que me sorprende. No tanto el hecho de que estén mirando televisión, pero sí el que lo estén haciendo al mismo tiempo y que Quinn sea la que tiene el mando a distancia Sam está encorvado en un extremo del sofá, sus embarrados zapatos del colegio medio sueltos, la cabeza apoyada en una mano, mirando la pantalla inactivamente Quinn tiene rastros de kétchup en su camisa y está arrodillada al otro extremo del sofá, hipnotizada por algún violento dibujo animado, con los ojos dilatados y la boca completamente abierta como un pez. Ninguno de los dos voltea cuando entro.
—¡Hola!— exclamo.
Quinn sostiene un paquete de Coco Pops y lo agita vagamente en mi dirección, su mirada aún fija hacia delante—Tenemos permiso— anuncia.
—¿Antes de la cena?— inquiero suspicaz, sacudo mi blazer contra el sofá y lo arrojo en la parte superior de éste. —Quinn, no creo que eso sea una buena…
—Esta es la cena— me informa, toma otro gran puñado de la caja y se lo mete en la boca, rociando todo lo que lo rodea. —San dijo que podíamos comer lo que se nos antojara.
—¿Qué?
—Se han ido al hospital—Sam gira su cabeza para mirarme con un aire de amplio sufrimiento—Y tengo que quedarme aquí con Quinn y vivir de cereales por el futuro inmediato.
Me siento lentamente— ¿San y Hanna se han ido al hospital?— pregunto con la incredulidad resonando en mi voz.
—See— llega la respuesta de Sam.
—¡¿Qué demonios pasó?!— Mi voz se eleva, pego un brinco y empiezo a hurgar en mi bolso buscando mis llaves. Sorprendidos por mi grito, los dos por fin apartan sus ojos de la pantalla.
—Apuesto a que no es nada— dice Sam con amargura—Apuesto a que van a pasarse toda la noche esperando en Urgencias, Hanna se quedará dormida y cuando despierte, dirá que ya no le duele.
—¿De qué estás hablando?— Quinn se gira hacia él, con sus ojos verdes abiertos y acusadores.
—Quizás tengan que operarla, quizás tengan que amputarle…
—¡¿Qué sucedió?!—grito frenética ahora.
—¡No lo sé! ¡Se lastimó el brazo, yo ni siquiera estaba aquí abajo!— dice Sam a la defensiva.
—Yo sí— dice Quinn dándose importancia y sumergiendo el brazo entero dentro de la caja de cereal—Se resbaló de la encimera, cayó al suelo y empezó a gritar. Cuando San la levantó, empezó a gritar todavía más, así que ella la cargó a la calle para conseguir un taxi y ella todavía estaba gritando…
—¿Dónde han ido?— sujeto a Sam por el brazo y lo sacudo—¿Al St Joseph’s?
—¡Ay, suéltame! ¡Sí, eso es lo que ella dijo!
—¡Ninguno de los dos se mueve de aquí!—grito desde la puerta de entrada. —Quinn, no salgas, ¿me has oído? ¿Sam, puedes prometerme que te quedarás con Quinn hasta que yo regrese? ¿Y qué responderás el teléfono apenas suene?
Sam rueda los ojos con dramatismo—Santana ya ha hecho todo eso…
—¿Me lo prometes?
—¡Sí!
—¡Y no le abras la puerta a nadie, y si hay algún problema, llamas a mi móvil!
—¡OK, OK!
Corro todo el camino. Es un buen par de kilómetros, pero la hora pico de tráfico hace que tomar un autobús sea más lento, si no más tortuoso. Correr activa la válvula de seguridad de mi cerebro, forzándome a ver visiones de Hanna herida y gritando. Si algo terrible le sucede a esa niña, moriré, lo sé. Mi amor por ella es como un ardiente dolor en mi pecho y la sangre pulsa en mi cabeza, un resonante martilleo de culpa que me obliga a reconocer que desde que comenzó mi relación con Santana, a pesar de mis recientes esfuerzos, no le he estado prestando tanta atención a mi hermanita como antes. La he apresurado durante sus baños, a la hora de dormir y cuando le relato cuentos, la he reprendido cuando Quinn era la culpable, he rechazado propuesta tras propuesta de jugar con ella, poniendo como excusas las tareas del hogar o de la escuela, también la he obligado a mantener todo en orden para darle sólo diez minutos de mi tiempo Sam demanda atención constante con su volatilidad y Quinn con su hiperactividad, dejando a Hanna relegada, ahogada por sus hermanos durante las charlas en la cena, solía jugar a las muñecas y a las fiestas de té con ella, la vestía y la peinaba. Pero estos días he estado tan preocupada por otras cosas, que incluso no me di cuenta que se había peleado con su mejor amiga, no me di cuenta de que me necesitaba: para escuchar sus historias, preguntarle sobre su día y felicitarla por su casi impecable comportamiento, el cual, por su misma naturaleza, no llama la atención. La herida en su pierna, por ejemplo: no sólo Hanna soportó el dolor en la escuela toda la tarde sin nadie que la fuera a buscar y la consolara, sino (lo que es peor y más significativo aún) ni siquiera pensaba decirme nada sobre el incidente hasta que tuve que percatarme del vendaje por debajo del enorme agujero en sus medias.
Estoy a punto de llorar para el momento en que llego al hospital y, una vez más, trato de obtener indicaciones que casi me envían al otro lado. Eventualmente, localizo Pediatría Ambulatoria y me dicen que Hanna está bien pero descansando y que podré verla tan pronto como despierte. Me conducen a una pequeña habitación fuera de un largo pasillo y me informan que el cuarto de Hanna está justo doblando la esquina y que, en breve, un médico vendrá a hablarme. Tan pronto como la enfermera desaparece, hecho a correr de nuevo.
Rodeo la esquina y reconozco, al final de otro pasillo de un blanco cegador, una figura familiar frente a las puertas pintadas de colores brillantes de la sala de pediatría. Con la cabeza baja, se inclina apoyándose en sus manos que sujetan el borde de un ventanal.
—¡San!
Ella se gira como si la hubieran golpeado, se endereza con lentitud y entonces se aproxima con rapidez, alzando las manos como si se estuviera rindiendo.
—Ella está bien, está bien, está absolutamente bien… le dieron un sedante y le pusieron anestesia y oxígeno para el dolor y pudieron acomodarle el hueso de vuelta. Acabo de verla y está dormida, pero parece estar completamente bien. Después de hacerle radiografías por segunda vez, los médicos dijeron que están seguro de que no habrá daños a largo plazo… ¡ni siquiera va a necesitar una escayola y su hombro regresará a la normalidad en una semana o incluso antes! ¡Dicen que dislocarse los hombros es algo que le sucede a los niños todo el tiempo, que realmente es bastante común, que lo ven siempre, no hay nada de qué preocuparse!—Está hablando increíblemente rápido, sus ojos irradian una especie de optimismo exaltado, mirándome con una expresión frenética, casi suplicante, como si esperara que me pusiera a brincar de alivio.
Me detengo en seco, resoplando, aparto los mechones sueltos de mi rostro y la miro.
—¿Se dislocó el hombro?— jadeo.
Ella se estremece, como picada por mis palabras. — ¡Sí, pero eso es todo! ¡Nada más! Le han hecho radiografías y todo eso y…
—¿Qué sucedió?
—¡Simplemente se cayó de la encimera de la cocina!—. Intenta tocarme, pero me aparto de su camino.
—Mira, ella está bien, Britt, ¡te lo juro! No tiene nada roto: el hueso sólo se salió de la articulación del hombro. Sé que suena dramático, pero todo lo que tuvieron que hacer fue empujarlo de vuelta a su lugar. Le aplicaron anestesia y oxígeno, así que no fue demasiado… demasiado doloroso, y… ahora está descansando.
Su comportamiento maníaco y su habla apresurada son un poco espeluznantes. Tiene el cabello de punta, como si se hubiera pasado los dedos y tirado de el repetidamente, el rostro pálido, su camisa de uniforme cuelga fuera de sus pantalones, y se pega a su piel en manchas de sudor.
—Quiero verla…
—¡No!—. Me atrapa cuando intento pasar. —Ellos quieren que se le pase el sedante… no te permitirán entrar hasta que se despierte…
—¡Me importa una mierda! ¡Ella es mi hermana, y está herida, y por eso voy a entrar a verla y nadie me lo va a impedir!— empiezo a gritar.
Pero Santana me está reteniendo por la fuerza y, para mi sorpresa, me encuentro de repente luchando contra ella en este pasillo de hospital largo, brillante y vacío. Por un momento, estoy casi tentada de golpearla, pero entonces la oigo susurrar,
—No hagas una escena, no debes hacer una escena. Eso sólo empeorará las cosas.
Retrocedo, respirando con dificultad. — ¿Empeorar las cosas? ¿De qué estás hablando?
Ella se me acerca y sus manos alcanzan mis hombros, pero retrocedo, negándome a que me tranquilice con cualquier insensata palabra de consuelo Santana deja caer sus brazos con una mirada desesperada y sin esperanzas.
—Quieren ver a mamá. Les dije que estaba fuera por negocios, pero insisten por un número de teléfono. Así que les di el de su móvil, pero les pasó directamente al buzón de voz…
—No—Santana alza sus manos en un gesto defensivo. —Ella… no está allí…— bajando sus manos, traga saliva y camina lentamente hacia la ventana. Me doy cuenta de que cojea. —Ella… ella se marchó con él. Sólo por el día festivo, aparentemente. A algún lugar de Devon, pero el hijo de Dave no sabe dónde. Sólo dijo que creía… creía que estarían de vuelta para el domingo.
Jadeo, el horror corre a través de mis venas.— ¿Se ha ido por toda la semana?
—Aparentemente, Luke no lo sabe… o no le importa. Y su teléfono ha estado apagado por días. Ya sea porque olvidó su cargador o lo desconectó deliberadamente— Santana vuelve a apoyarse contra la ventana, como si el peso de su cuerpo fuera demasiado para que lo soportaran sus piernas. —He intentado llamarla por las facturas. Ayer, después del colegio, me di una vuelta por allí y ahí fue cuando Luke me lo dijo. Se está quedando en el piso de su padre, con su novia. No quería preocuparte…
—¡No tenías derecho de ocultármelo!
—Lo sé, lo siento, pero supuse que no había nada que pudiéramos hacer…
—¡¿Y ahora qué?!—ya no estoy hablando en tono mesurado. Una cabeza se asoma por una puerta más allá y trato de contenerme.
—¿Tiene que permanecer en el hospital hasta que mamá venga a buscarla?— siseo.
—No, no…— ella me pone una mano tranquilizadora y vuelvo a esquivarla. Estoy furiosa con ella por tratar de callarme, por mantenerme afuera, por tratarme como uno de los niños y sólo repetir que todo va a estar bien.
Antes de que tenga la ocasión de volver a interrogarla, un médico bajo y medio calvo, sale a través de las puertas dobles, se presenta como el Dr. Maguire y nos conduce otra vez a la pequeña sala. Todos nos sentamos en unas sillas esponjosas y de baja altura y, alargándonos una gran radiografía, el médico nos muestra las imágenes del antes y el después, explicando qué procedimiento se realizó y qué esperar a continuación. Es alegre y tranquilizador, y repite la mayoría de lo que Santana me ha dicho ya, asegurándome que aunque el hombro de Hanna le dolerá por unos días y tendrá que usar un cabestrillo, todo debería volver a la normalidad en una semana. También nos informa que ella ya está despierta y cenando y que nos la podemos llevar a casa tan pronto como esté lista.
Nos la podemos llevar a casa. Me siento relajada. Nos ponemos todos de pie y Santana le agradece al Dr. Maguire, el cual sonríe ampliamente, reitera que nos podemos llevar a Hanna a casa tan pronto como esté lista y luego pregunta si estaría bien enviar a la señora Leigh ahora Santana apoya una mano en la pared como para procurarse equilibrio y asiente con rapidez, mordisqueándose el pulgar mientras el doctor se retira.
—¿La señora Leigh?— me giro hacia Santana con un ceño interrogante.
Ella se tambalea y me mira, respirando dificultosamente. —No digas nada, ¿de acuerdo? Sólo no digas nada—. Su voz es baja y urgente. —Déjame hablar a mí… No podemos arriesgarnos a contradecirnos entre nosotras. Si te pregunta cualquier cosa, sólo mantén la historia del viaje de negocios habitual y dile la verdad… Tenías una clase tarde y no volviste a la casa hasta después de que había ocurrido.
Observo a Santana a través de la pequeña sala, con desconcierto. —Creí que habías dicho que estaban bien sobre lo de mamá.
—Lo están. Es… es sólo el procedimiento… para este tipo de lesiones, dicen.
Aparentemente, tienen que llenar algún tipo de informe…—. Antes que ella pueda agregar algo más, suena un golpe y entra una mujer alta, de cabello rizado color jengibre.
—Hola. ¿El médico les dijo que iba a venir a tener unas palabras con ustedes? Soy Allison… de la Agencia de Protección Infantil—. Ella tiende una mano hacia Santana.
Se me escapa un pequeño sonido. Lo convierto en una tos.
—Santana López-Pierce En-encantada de conocerla ¡Ella lo sabía! Soy consciente de que me han presentado. Tomo su mano regordeta en la mía. Por un momento, literalmente, no puedo hablar. Mi mente se queda en blanco y olvido mi propio nombre. Luego, fuerzo una sonrisa, me presento y tomo asiento en el pequeño triángulo.
Allison está revolviendo en un gran bolso, saca una carpeta, un bolígrafo y varias formas, charlando mientras lo hace. Le pide a Santana que confirme la situación con mamá, lo que ella hace con una voz sorpresivamente firme. Ella parece estar satisfecha, garabatea un par de cosas y luego levanta la vista de sus notas con una amplia sonrisa artificial.
—Bueno, ya he hablado con Hanna sobre lo que sucedió. Es una niña encantadora, ¿no es así? Ella me explicó que estaba en la cocina contigo, Santana, cuando se cayó. Y que tú, Brittany, aún estabas en la escuela, pero sus dos hermanos estaban en la casa.
Miro hacia Santana, instándola a hacer contacto visual conmigo. Sin embargo, ella parece mirar hacia otro lado deliberadamente—Sí.
Otra de aquellas sonrisas falsas. —Ok, entonces, explícame cómo ocurrió el accidente en tus propias palabras.
No entiendo. Esto no es sobre mamá. Y, seguramente, Santana le dio los detalles de la caída al doctor a cargo cuando trajo a Hanna.
—E-está bien. Ok—. Santana se inclina hacia delante, los codos sobre las rodillas, como si deseara desesperadamente contarle cada detalle a la mujer. —Y-yo entré a la cocina y Hanna estaba subida sobre la encimera, donde no tiene permitido estar, porque es… es realmente bastante alto, y… y ella estaba de puntillas, tratando de alcanzar una caja de bizcochos de la alacena superior…— está hablando en ese modo maníaco y entrecortado de nuevo, casi tropezando con las palabras en su prisa por hablar. Puedo ver cómo tiemblan los músculos de sus brazos y se ha mordido tan fuerte la rozadura bajo su boca que está empezando a sangrar.
Allison sólo asiente con la cabeza, garabatea algo más y levanta la mirada, expectante.
—Yo l-le dije que se bajara. Ella se negó, diciendo que sus hermanos ya había comido algunas y que luego d-deliberadamente pusieron los bizcochos fuera de su alcance— ella está jadeando, mirando la forma como si tratara de leer lo que está escrito.
—Continúa…
—Así que yo… repetí lo que acabo de decir…
—¿Qué fue exactamente lo que dijiste?—. La voz de la mujer ahora es más aguda.
—S-sólo… bueno, básicamente: Hanna, bájate
—¿Eso fue hablando o gritando?
Ella parece tener problemas para respirar, el aire hace un sonido rasposo en el fondo de su garganta.
—Um… bueno… bueno… la primera vez, hablé en voz un poco alta p-porque me preocupaba verla allí, y… y la segunda vez, después que ella se negó, yo… supongo que s-sí, de cierto modo le grité—Ella la mira, mordiéndose la comisura de los labios, su pecho sube y baja rápidamente.
¡No puedo creer lo de esta mujer! ¿Hacer que Santana se sienta culpable por gritar a su hermana cuando ella estaba haciendo algo peligroso?
—¿Y entonces?—. Los ojos de la mujer son muy agudos. Parece particularmente atenta ahora.
—Hanna… ella, bueno, ella me i-ignoró.
—¿Y entonces qué hiciste?
Hay un terrible silencio. ¿Qué hiciste?, repito para mí misma, desesperada hasta el tope, pero atrapada por mi promesa de dejar que Santana hable, aparte del hecho de que realmente yo no estaba allí. ¿Protección Infantil hace esto con los padres de cada niño lastimado que llega al hospital, aunque sea el padre el que lo ha llevado? ¿Culpable hasta que se demuestre lo contrario? ¡Eso es ridículo! ¡Los niños se caen y se lastiman todo el tiempo!
Pero Santana aún no responde. Siento que mi corazón empieza a golpetear. No es momento para un episodio de miedo escénico, le ruego en mi mente. ¡Que no se vea como que tienes algo que ocultar!
Santana frunce el ceño, suspira y se muerde los labios como si estuviera tratando de recordar y, con un sobresalto, me doy cuenta que está a punto de echarse a llorar. Me aprieto contra la silla y me remuerdo para contenerme de intervenir.
—Yo la b-bajé—. Su barbilla tiembla brevemente. No levanta la mirada.
—¿Podrías explicar exactamente cómo lo hiciste?
—Fui… me acerqué y la agarré del brazo y entonces… y entonces la bajé de la encimera—. Su voz se quiebra y alza un puño hasta su rostro, apretando los nudillos con fuerza contra su boca.
¿Santana, de qué demonios estás hablando? Nunca lastimarías deliberadamente a Hanna… lo sabes tan bien como yo.
—¿La agarraste del brazo y la bajaste al suelo?—. La mujer arquea las cejas.
El silencio se extiende por toda la habitación. Puedo oír los latidos de mi propio corazón.
Finalmente, Santana baja el puño de su boca y toma una respiración entrecortada. —La jalé de su brazo y… y…— mira hacia arriba, hacia la esquina del techo y las lágrimas se acumulan en sus ojos como canicas translúcidas. —Sé que no debí hacerlo… no estaba pensando…
—Sólo dime qué sucedió.
—Yo la j-jalé del brazo y ella se resbaló. Ella… estaba en calcetines y su pie sólo se deslizó por la superficie de la encimera. Yo… mantuve su brazo sujeto para tratar de detenerla y evitar que se lastimara y fue entonces cuando oí ese… ¡ese chasquido!—Ella aprieta los ojos cerrándolos por un momento, como si sufriera un terrible dolor.
—¿Así que tú mantuviste su brazo sujeto cuando ella se golpeó contra el piso y el peso de su cuerpo sacó el hueso de la articulación?
—Fue instintivo soltarla cuando se cayó. Yo… creí que iba a cogerla, no… ¡no que le arrancaría el hueso de la articulación! ¡Jesús!—. Las lágrimas caen por sus mejillas, se las enjuga con rapidez. —No lo pensé…
—¡San!
Sus ojos encuentran los míos esta vez. —Fue… fue un accidente, Britt.
—¡Ya lo sé!— exclamo con suave indignación.
La maldita mujer está garabateando de nuevo. — ¿Quedas a menudo a cargo de tus hermanos, Santana?— pregunta.
Retrocedo en la silla Santana presiona sus dedos contra sus ojos y toma algunas inspiraciones cortas, tratando de recuperarse. Sacude vehementemente la cabeza.
—Sólo cuando nuestra madre sale en viaje de negocios.
—¿Y cuán a menudo sucede eso?
—Eso… eso depende… Cada un par de meses o algo así…
—Y, cuando ella está lejos, presumo que tienes que recogerlos de la escuela, cocinarles, ayudarles con la tarea, entretenerlos, llevarlos a la cama…
—Lo hacemos juntas— digo con rapidez.
La mujer se vuelve hacia ambas, ahora. —Debe ser agotador, después de un largo día en la escuela…
—Ellos son buenos en entretenerse solos.
—Pero cuando se portan mal, ustedes tendrán que disciplinarlos.
—No realmente— digo con firmeza. —Tienen muy buen comportamiento.
—¿Con anterioridad, alguna vez has lastimado a uno de tus hermanos?—pregunta la mujer, volviéndose hacia Santana.
Ella toma aire. La pelea con Sam cruza como un relámpago por mi mente—¡No!— exclamo con indignación—¡Nunca!
En el autobús, camino a casa, las tres estamos en silencio, cansadas, exhaustas Hanna está acurrucada en el regazo de Santana, con el brazo en cabestrillo sobre el pecho, el pulgar de su otra mano en su boca. Su cabeza descansa contra el cuello de Santana, los puntos luminosos de los autos pasan flotando sobre su cabello dorado Santana la sostiene fuertemente contra ella, su mirada fija en la ventana, el rostro pálido y aturdido, los ojos vidriosos, rehusándose a mirarme.
Llegamos a casa y para encontrarnos que un tornado ha golpeado la cocina, la alfombra de la sala está llena con copos de cereal, bizcochos y migajas. Sin embargo, para nuestra sorpresa, Quinn está realmente acostada y Sam aún está en casa, arriba en el ático, la música resuena a través del cielorraso. Mientras Santana le da una bebida y algo de Calpol a una atontada Hanna y la mete en la cama, subo las escaleras para hacerle saber a Sam que ya hemos vuelto.
—Así que, ¿se rompió el brazo o qué?— a pesar del tono despreocupado de su voz, reconozco una nota de preocupación en sus ojos mientras su mirada va desde mí hacia su GameBoy. Empujo sus piernas hacia un lado para hacerme lugar sobre el colchón y me siento junto a su espatarrada figura.
—No tenía nada roto en realidad—. Le explico sobre el hombro dislocado.
—Sí Q dijo que San perdió los estribos y sacó a Han de la encimera de la cocina— su rostro se ensombrece de repente.
Pongo mis rodillas contra mi pecho y tomo una profunda inspiración—Sam, tú sabes que fue un accidente. Sabes que Santana nunca lastimaría a Hanna a propósito, ¿no es así?—. Mi voz lo está cuestionando seriamente. Conozco la respuesta y sé que él también, pero necesito que sea honesto conmigo por un momento y lo admita en realidad.
Sam toma aire, listo para una réplica sarcástica, pero parece vacilar mientras su mirada me encierra—Sí—confiesa tras un momento, con un toque de derrota en su voz.
—Sé que estás enojado…— digo en voz baja. —… por cómo sucedieron las cosas con mamá y papá, por cómo Santana y yo siempre somos las que estamos a cargo… y Sam, tienes todo el derecho a estarlo… pero, tú sabes cuál es la alternativa.
Sus ojos se han deslizado de vuelta a su GameBoy, incómodo por el súbito cambio de tema.
—Si los de Servicios Sociales encuentran que mamá ya no vive más aquí, que estamos por nuestra propia cuenta…
—Sí, sí, lo sé— interrumpe bruscamente, golpeando con saña los botones de su consola con los pulgares. —Nos tomarán en custodia y nos separarán y toda esa mierda— su voz suena harta y molesta, pero puedo sentir el miedo tras ella.
—Eso no sucederá, Sam—le aseguro con rapidez. —Santana y yo nos aseguraremos de eso, lo prometo. Pero eso significa que tenemos que ser cuidadosos, realmente cuidadosos, sobre lo que le decimos a otras personas. Incluso si es sólo un amigo de la escuela. Todo lo que tendría que hacer es mencionarlo a sus padres o a otro amigo… y todo lo que tendría que hacer es una llamada a Servicios Sociales.
—Britt, lo capto— sus pulgares cesan de moverse sobre los botones y me mira sombríamente, de repente parece mucho mayor de sus trece años—No le diré a nadie sobre el brazo de Hanna… o de cualquier otra cosa que pueda meternos en problemas, ¿de acuerdo? Te lo prometo.
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Hola Hola aqui un nuevo capitulo espero que comenten
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Uf intenso la mama de estos chicos realmente esta loca pobre hanna y pobre san las cosas tienen que controlarse
:)**** - Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 32
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Que cabrona haciendole esas preguntas a santana.
Por fin sam ha mostrado algo de sensatez!!
Por fin sam ha mostrado algo de sensatez!!
monicagleek- ---
- Mensajes : 523
Fecha de inscripción : 25/11/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
:) escribió:Uf intenso la mama de estos chicos realmente esta loca pobre hanna y pobre san las cosas tienen que controlarse
Hola Hola!
Bahhhhh ni madre tienen :l
SaludosC:
monicagleek escribió:Que cabrona haciendole esas preguntas a santana.
Por fin sam ha mostrado algo de sensatez!!
Hola Hola!
ESA VIEJA -______-
Sam solo es un pequeño niño :l
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
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