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FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
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Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Capítulo 12
POV Brittany
Ella es encantadora. No sé por qué alguna vez pensé que era una estúpida arrogante. Esto sirve para demostrar cómo la percepción de los demás puede ser errónea. Ella es considerada, amable, educada; de verdad parece estar genuinamente interesada en mí. Me dice que luzco bella y luego me da una sonrisa tímida. Una vez que estamos sentadas en el restaurante, traduce cada ítem en el menú para mí y no se ríe ni parece sorprendida cuando le digo que nunca he probado antes las alcachofas. Me hace muchas preguntas, pero cuando le explico que mi situación familiar es complicada, entiende la insinuación y retrocede. Está de acuerdo en que Belmont es una mierda y admite que no puede esperar a salir. Me pregunta por Santana y dice que le gustaría poder llegar a conocerla mejor.
Confiesa que su padre está más interesado en su negocio que en su única hija y le compra regalos ridículos, como un coche, para calmar su culpa por estar en el extranjero la mitad del año. Sí, ella es rica y mimada, sin embargo, está tan abandonada como nosotros.
Un conjunto de circunstancias completamente diferente, el mismo triste resultado.
Hablamos durante mucho tiempo. Mientras me lleva a casa, me pregunto si va a besarme.
En un momento dado, cuando los nos estiramos para bajar la radio, nuestras manos se tocan y la suya se queda sobre la mía por un momento. Se siente extraña, sus dedos son desconocidos.
—Puedo caminar hasta tu puerta o sería eso… ¿incómodo?— Me mira vacilantemente y sonríe cuando yo lo hago. Me imagino las caras pequeñas mirando desde las ventanas de arriba y acuerdo en que probablemente sea mejor que salga sola.
Afortunadamente, en la oscuridad, ha sobrepasado la puerta de entrada por dos casas, así que nadie de mi casa nos puede ver.
—Gracias por la cena. Me lo pasé muy bien—digo, y me sorprendo porque lo quiero decir de verdad.
Ella sonríe. —Yo también. ¿Crees que tal vez podríamos hacerlo de nuevo alguna vez?
—Sí, ¿por qué no? Su sonrisa se amplía. Se inclina hacia mí.
—Buenas noches entonces.
—Buenas noches. —Vacilo, con mis dedos sobre la manija de la puerta.
—Buenas noches—dice de nuevo, con una sonrisa, pero esta vez me toma de la barbilla con la mano. Su rostro se acerca al mío y de repente, la comprensión me golpea. Me agrada Kitty. De hecho, creo que es una persona bastante decente. Es guapa y me siento atraída por ella. Pero no quiero besarla. Ahora no. Ni nunca… Vuelvo la cabeza justo cuando su rostro se reúne el mío y su beso aterriza en mi mejilla en su lugar.
Cuando retrocede, parece sorprendida. —Ok, bueno, hasta la próxima vez. Respiro profundamente, buscando a tientas mi bolso a mis pies, agradecida por la oscuridad que oculta la el rubor que se extiende por mi cara.
—Me gustas mucho como amiga, Kitty—le digo rápidamente. —Pero, lo siento, yo no creo que pueda salir contigo otra vez.
—Oh. —Suena sorprendida y un poco dolida ahora. —Bueno, mira, sólo piensa en ello, ¿vale?
—Está bien. Nos vemos el lunes. —Salgo del coche y cierro la puerta detrás de mí. Me despido, y ella todavía tiene esa mirada de diversión perpleja cuando se marcha, como si pensara que estoy jugando.
Me apoyo contra el grueso tronco de un árbol, mirando a través de la llovizna un cielo sin luna. Nunca me he sentido tan avergonzado en toda mi vida. ¿Por qué me pasé toda la noche engañándola? ¿Actuando fascinada por sus historias, confiando en ella? ¿Por qué acordé volver a verla diez segundos antes de decirle que sólo podíamos ser amigas? ¿Por qué rechacé a una chica que, además de ser sexy, en realidad resultó ser agradable?
Porque estás loca, Brittany. Porque eres loca y estúpida y quieres pasar el resto de tu vida como una paria social. Porque también querías que esto funcionara, querías que funcionara tan desesperadamente, incluso te engañaste para creer que las cosas iban muy bien. Hasta que te diste cuenta de que la idea de besar a Kitty, o a cualquier otra chica que te hubieras podido imaginar, no era lo que querías, en absoluto.
¿Qué significa esto entonces?… ¿tengo miedo? ¿Miedo a la intimidad física? No. Lo anhelo, sueño con eso. Pero para mí no hay nadie. Nadie. Cualquier chica, incluso imaginaria, sólo se siente como la segunda mejor. ¿La segunda mejor de qué? Ni siquiera tengo una imagen de la novia perfecta.
Sólo sé que debe existir. Porque tengo todos estos sentimientos… de amor, deseo, ganas de ser tocada, y sueños de ser besada… pero enfocados en nadie. Me dan ganas de gritar de frustración. Me hace sentir como un bicho raro. Pero peor que eso, me siento tan desesperadamente decepcionada. Porque toda la noche creí que Kitty era la elegida. Y luego, cuando trató de besarme en el coche, me di cuenta con una total y estremecedora certeza de que nunca se sentiría bien.
Camino de regreso a la casa. Este estúpido vestido es tan corto y pequeño que estoy empezando a congelarme. Me siento tan vacía, tan defraudada. Sin embargo, sólo me he decepcionado a mí misma. ¿Por qué no me he comportado normal para variar? ¿Por qué no me he obligado a darle un beso? Tal vez no habría sido tan terrible. Tal vez podría haberlo soportado… Las luces de la sala están encendidas. Miro el reloj: once menos cuarto. Oh, por favor, no otra discusión entre Sam y Santana. Abro la puerta y se pega. La pateo con los estúpidos tacones, dudo que alguna vez los use de nuevo. La casa, como una tumba gigante, no hace ningún sonido. Me saco los zapatos y ando a pasos quedos en calcetines por el pasillo para apagar la luz en la habitación principal. Todo lo que quiero hacer es ir a la cama y olvidarme de toda esta noche terrible en la que me engañé a mí misma.
Una figura sentada en el borde del sofá me hace saltar. Santana está encorvada, con la cabeza entre las manos.
—Estoy de vuelta. Ni siquiera un destello de reconocimiento. — ¿Sam todavía está afuera?— Digo con miedo, temiendo otra escena.
—Llegó hace unos veinte minutos. —Santana ni siquiera levanta la mirada. Encantadora.
—Tuve una gran noche, por cierto. —Mi tono es cáustico. Pero si siente lástima de sí misma sólo porque tuve que acostar a los niños por su cuenta, por una vez, me niego a darle la satisfacción de que sepa que mi noche fue una mierda también.
— ¿Sólo fuiste a cenar?— De pronto, levanta la cabeza y me favorece con una mirada penetrante.
Consciente de mí misma bajo su repentino escrutinio, me doy cuenta de que mi peinado se está cayendo, que cuelgan mechones sueltos colgando sobre mi rostro húmedo por haber estado afuera en la llovizna.
—Sí…— contesto lentamente. — ¿Por qué?
—Saliste a las siete. Son casi las once. —No puedo creer que es Santana la que está hablando.
— ¿Me estás diciendo que tengo que estar en casa a una hora determinada?— mi voz se eleva con indignación.
—Por supuesto que no— estalla, irritada. —Estoy sorprendida. Cuatro horas es un tiempo malditamente largo para gastar en la cena.
Cierro la puerta de la sala detrás de mí mientras siento que mi presión arterial comienza a subir. —No fueron cuatro horas. Por el tiempo que pasamos cruzado media ciudad, encontramos un lugar para estacionar, y esperamos por una mesa… Simplemente hablamos… mucho. Resulta que es una chica muy interesante. No lo tiene fácil, tampoco.
Tan pronto las palabras salen de mi boca, Santana salta, camina con grandes pasos hacia la ventana, luego gira de nuevo salvajemente. —Me importa una mierda si la pobre niña rica no tuvo el auto que quería para su cumpleaños dieciocho… He oído hablar de todo eso en Belmont. ¡Con lo que estoy teniendo problemas para entender es por qué diablos finges que acabas de salir de cenar cuando has estado fuera cuatro horas!
Esto no puede estar pasando. Santana se ha vuelto loca. Nunca ha hablado conmigo de esta forma en su vida. Nunca antes la había visto tan furiosa conmigo.
— ¿Me estás diciendo que tengo que dar cuenta de todos mis movimientos?— La reto, con mis ojos se abriéndose con incredulidad. — ¿De verdad me estás pidiendo una cuenta detallada de lo que pasó en toda la noche?— Mi voz sigue elevándose.
— ¡No! ¡Simplemente no quiero mentiras! —Santana comienza a gritar.
— ¡Lo que yo haga o no haga en una cita no es de tu maldita incumbencia!— Le grito en respuesta.
— ¿Pero por qué tiene que ser secreto? ¿No puedes ser simplemente honesta?
— ¡Estoy siendo honesta! Fuimos a cenar, hablamos, ella me trajo a casa. ¡Fin de la historia!
— ¿De verdad crees que soy tan ingenua? Esto es el colmo. Una riña con Santana después de una semana de ser ignorada: el final perfecto para una noche de amargo desengaño que, si me lo hubiera permitido, podría haber sido genial. Todo lo que quería hacer cuando llegué, era meterme en la cama y tratar de sacar de mi mente esta oportunidad perdida, y en cambio me encuentro sometida a esto.
Empiezo a retroceder hacia la puerta, levantando las manos en señal de rendición.
—Santana, no sé cuál demonios es tu problema, pero que estás siendo una absoluta bastarda. ¿Qué te está pasando? Entré esperando que me preguntaras si me había divertido, ¡y en cambio me das el tercer grado y luego me acusas de mentir! Incluso si algo hubiera pasado en esta cita, ¿qué diablos te hace pensar que querría decírtelo?— Me dirijo hacia la puerta.
—Así que te acostaste con ella— afirma rotundamente. —De tal palo, tal astilla. Sus palabras cortan el aire entre nosotras. Mi mano se congela alrededor de la perilla de metal frío. Giro poco a poco, y dolorosamente.
— ¿Qué?— La palabra se me escapa en una pequeña bocanada de aire, apenas más que un susurro.
El tiempo parece estar suspendido ella está de pie con su camiseta verde y jeans gastados, apretando los nudillos de una mano con la palma de la otra, de espaldas a la porción gigante de noche. Y me encuentro frente a una extraña. Su rostro tiene una curiosa mirada de cruda, como si hubiera estado llorando, pero el fuego en sus ojos quema mi cara. ¡Qué tonta fui por creer que la conocía tambien! Es mi hermana y, sin embargo, por primera vez, aparece ante mí como una extraña.
—No puedo creer que hayas dicho eso. —Mi voz, temblando de incredulidad, emana de un ser que apenas reconozco, una que está aplastada, herida sin remedio. —Siempre pensé en ti como la única persona…―estabilizo mi respiración―…la única persona que nunca, nunca me haría daño.
Se lo ve afectada, su rostro refleja el dolor y la incredulidad que siento por dentro.
—Brittany, no me siento bien… fue imperdonable. Ya no sé lo que estoy diciendo. —Su voz está temblando, tan horrorizada como la mía. Llevando las manos a su cara, osciló hacia mí, se aleja de mí, paseándose por la habitación, sin aliento, con sus ojos llenos de una mirada salvaje, casi maníaca. —Sólo necesito saber, por favor entiende. ¡Tengo que saber, de lo contrario voy a perder la cabeza!— Cierra los ojos con fuerza y aspira desigualmente.
— ¡No pasó nada!— Grito, mi ira repentinamente reemplazada por el miedo. —No pasó nada. ¿Por qué no me crees? —La agarro por los hombros. — ¡No pasó nada, San! No pasó nada… ¡nada, nada, nada!— Estoy prácticamente gritando, pero no me importa. No entiendo qué le está pasando. Qué me está pasando.
—Pero ella te besó. —Su voz es hueca, carente de toda emoción. Alejándose de mí, se pone de cuclillas sobre sus talones. —Ella te besó, Britt, ella te besó. —Sus ojos están medio cerrados, su rostro está sin expresión ahora, como si estuviera tan agotada que ya no tuviera la fuerza para reaccionar.
— ¡No me besó!— Le grito, agarrando sus brazos e intentando sacudirla para que vuelva a la vida. —Lo intentó, está bien, ¡pero yo no se lo permití! ¿Sabes por qué? ¿Quieres saber por qué? ¿De verdad, de verdad quieres saber por qué?—Todavía agarrándola con ambas manos, me inclino hacia delante, jadeando, mientras las lágrimas calientes y pesadas, caen por mis mejillas. —Esta es la razón…— Llorando, beso la mejilla de Santana. —Esta es la razón… —Con un sollozo ahogado, beso la esquina de los labios de Santana. — ¡Esta es la razón…!— Cierro los ojos y beso la boca de Santana.
Me estoy cayendo, pero sé que estoy bien, porque estoy con ella, con San. Mis manos están en sus mejillas ardientes, mis manos están en su cabello húmedo, mis manos están en contra de su cuello caliente. Me está devolviendo el beso, con extraños soniditos que sugieren que puede estar llorando también; me besa con tanta fuerza que es estremecedor, agarrando la parte superior de mis brazos y tirándome hacia ella. Saboreo sus labios, su lengua, los bordes afilados de sus dientes delanteros, el calor suave dentro de su boca. Me deslizo hacia arriba a horcajadas sobre su regazo, con ganas de acercarme aún más, con ganas de desaparecer en ella, de mezclar mi cuerpo con el suyo. Nos separamos brevemente para tomar aire y vislumbro su rostro. Sus ojos están llenos de lágrimas no derramadas.
Emite un sonido irregular, nos besamos una vez más, suave y tiernamente, luego intensa y fuertemente, con sus manos sujetando los tirantes de mi vestido, torciéndolos, apretando el material en sus puños, como si la luchara contra el dolor. Y sé cómo se siente… es tan bueno que duele. Creo que me voy a morir de felicidad. Creo que me voy a morir de dolor. El tiempo se ha detenido; el tiempo está corriendo. Los labios de Santana son ásperos y suaves, duros pero suaves. Sus dedos son fuertes: los siento en mi pelo y en mi cuello, en mis brazos y mi espalda. Y no quiero que me deje ir, nunca.
Un sonido estalla como un trueno por encima de nosotras, nuestros cuerpos se sacuden al unísono y de repente ya no nos besamos, aunque me aferro al cuello de su camiseta, y sus fuertes brazos se aprietan a mí alrededor.
Se oye el ruido de la descarga del inodoro, y luego el familiar crujido de la escalera de Sam. Ninguna de las dos parece capaz de moverse, a pesar de que el silencio que sigue hace claro que Sam ha vuelto a la cama. Mi cabeza cae contra el pecho de Santana, escucho los sonidos amplificados de su corazón… muy fuerte, muy rápido, muy fuerte. Puedo escuchar su respiración también: agudos picos dentados perforando el aire helado.
Ella es la primera en romper el silencio. —Britt, ¿qué demonios estamos haciendo?— Aunque su voz es apenas más que un susurro, suena a punto de llorar. —No entiendo: ¿por qué… por qué demonios nos está pasando esto?
Cierro los ojos y me aprieto contra ella, acariciándole el brazo desnudo con mis dedos. —Todo lo que sé ahora es que te amo—digo en silenciosa desesperación, las palabras se derraman por propia voluntad. —Me gustas mucho más que como una hermana. Yo…te quiero de… de todo tipo de formas.
—Me siento así también… —Su voz está conmocionada. —Es… es un sentimiento tan grande que a veces pienso que me va a tragar. Es tan fuerte que siento que me puede matar.
Sigue creciendo y no puedo…no sé qué hacer para detenerlo. Pero… pero no se supone que debamos hacer esto… ¡amarnos así una a la otra! —Su voz se quiebra.
—Ya lo sé, ¿de acuerdo? ¡No soy tonta!— Estoy repentinamente enojada porque no quiero escucharla. Cierro los ojos, porque simplemente no puedo pensar en eso ahora. No me puedo permitir pensar sobre lo que significa. No voy a pensar en cómo se llama. Me niego a dejar que las etiquetas del mundo exterior estropeen el día más feliz de mi vida. El día que me besó la chica que había tenido siempre en mis sueños, pero nunca me permití ver. El día que finalmente dejé de mentirme a mí misma, dejé de fingir que era sólo un tipo de amor que sentía por ella, cuando en realidad era todo el tipo de amor posible. El día que finalmente me liberé de nuestras restricciones y dimos paso a los sentimientos que tanto tiempo habíamos negado, sólo porque nos tocó ser hermanas.
—Hemos… oh Dios… hemos hecho una cosa terrible. —La voz de Santana está temblando, ronca y sin aliento, con horror. —Yo… ¡Te he hecho una cosa terrible!
Me limpio las mejillas y vuelvo la cabeza para mirarla. — ¡No hemos hecho nada malo! ¿Cómo se le puede llamar terrible a un amor así puede cuando no le estamos haciendo daño a nadie?
Ella me mira, sus ojos brillan a la débil luz. —No sé— susurra.
— ¿Cómo algo tan malo puede sentirse tan bien?
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Bueno Bueno chicas aqui les dejo el capitulo !
Como responden ustedes a la pregunta de Britt ¿como algo tan malo puede sentirse tan bien?
Saludos y Besos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Wooow super y con respecto a la pregunta de britt es algo que no se puede explicar pero cuando las cosas se dan nada ni nadie puede impedirlo el amor siempre triunfa aunque no sea correcto de eso se trata
:)**** - Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 32
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Por que no es algo malo!!! Es algo socialmente no aceptado, pero no algo malo.
Ahora esta historia va a alcanzar niveles nunca antes conocidos de interes porque sin beso ya me subia por las paredes esperando una actualizacion ahora....
Ahora esta historia va a alcanzar niveles nunca antes conocidos de interes porque sin beso ya me subia por las paredes esperando una actualizacion ahora....
monicagleek- ---
- Mensajes : 523
Fecha de inscripción : 25/11/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Por favor, que la madre de laa chicas haya engañado al padre y no sean hijas... por favor!!!
Me fascina la historia, la desesperanza y el amor.
sigue pronto
saludos
Me fascina la historia, la desesperanza y el amor.
sigue pronto
saludos
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
:) escribió:Wooow super y con respecto a la pregunta de britt es algo que no se puede explicar pero cuando las cosas se dan nada ni nadie puede impedirlo el amor siempre triunfa aunque no sea correcto de eso se trata
Hola Hola!
Pienso igual que tu (:
Saludos y besos.
monicagleek escribió:Por que no es algo malo!!! Es algo socialmente no aceptado, pero no algo malo.
Ahora esta historia va a alcanzar niveles nunca antes conocidos de interes porque sin beso ya me subia por las paredes esperando una actualizacion ahora....
Hola Hola!
Exactamente amor es amor !
jajajaja ya actualizo ;)
Saludos y besos.
Tat-Tat escribió:Por favor, que la madre de laa chicas haya engañado al padre y no sean hijas... por favor!!!
Me fascina la historia, la desesperanza y el amor.
sigue pronto
saludos
Hola Hola!
jajajaja ya veremos :)
Me alegra que te guste la historia y que comentes!
Saludos y Besos.
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Capitulo 13
POV Santana
Le digo a Brittany que necesita dormir porque sé que yo no puedo; estoy demasiado asustada de subir las escaleras, sentarme en mi cama y volverme loca en ese pequeño cuarto, solo con mis pensamientos aterradores. Ella dice que quiere estar conmigo: tiene miedo de que si se aleja, desapareceré.
Ella no necesita explicarlo; también lo siento: el miedo de que si nos separamos ahora, esta increíble noche sólo desaparecerá, se evaporará como un sueño, y nos despertaremos en la mañana de regreso a nuestros cuerpos separados, de regreso a nuestras vidas comunes. Todavía aquí en el sofá, con mis brazos alrededor de ella mientras está acurrucada contra mí con la cabeza apoyada en mi pecho, me siento asustada, más asustada de lo que lo haya estado antes. Lo que acaba de pasar fue increíble, pero de algún modo completamente natural, como si en el fondo siempre hubiera sabido que este momento llegaría, aunque nunca me permití pensar conscientemente en ello, ni imaginarlo de ninguna manera. Ahora que esto ha llegado, sólo puedo pensar en Brittany, sentada aquí contra mi, su cálido aliento contra mi brazo desnudo.
Es como si existiera un gran muro que me impide cruzar al otro lado, lanzando mi mente hacia el mundo exterior, el mundo más allá de nosotras dos. La válvula de seguridad de la naturaleza está trabajando, impidiéndome incluso contemplar las implicaciones de lo que acaba de pasar, manteniéndome, por lo menos por el momento, a salvo del horror de lo que he hecho. Es como si mi mente supiera que no puede ir ahí todavía, supiera que ahora no soy lo suficientemente fuerte para tratar con los resultados de estos sentimientos abrumadores, estas acciones trascendentales.
Pero el miedo permanece, el miedo a que en la luz fría del día seremos forzadas a llegar a un final con lo que fue, simplemente, un error terrible; el miedo a que no tendremos más remedio que renunciar a esta noche como si nunca hubiera pasado, un secreto vergonzoso para ser guardado por el resto de nuestras vidas hasta que, frágil con la edad, se desmorone hecho polvo; un débil y distante recuerdo, como el polvo de las alas de una polilla en un cristal, el fantasma de algo que quizás nunca ocurrió, existiendo solamente en nuestra imaginación.
No puedo soportar la idea de que esto sólo sea un momento en el tiempo, que haya terminado antes de haber empezar, retirándose ya en el pasado. Debo aferrarme a eso con todas mis fuerzas. No puedo permitir que Brittany se escape lejos porque, por primera vez en mi vida, mi amor por ella se siente completo, y todo lo que ha llevado hasta este punto de repente tiene sentido, como si todo esto estuviera destinado a ser. Pero mientras miro hacia su cara soñolienta, los pómulos pecosos, la piel blanca, las curvas oscuras de sus pestañas, siento un dolor enorme, como una nostalgia aguda; un anhelo por algo que nunca puedo tener. Sintiendo mis ojos sobre ella, me mira y sonríe, pero es una sonrisa triste, como si también supiera qué tan efímero es nuestro nuevo amor, que tan peligrosamente amenazado está por el mundo exterior. El dolor en mi interior se profundiza, y todo en lo que puedo pensar es en como se sintió besarla, cuán breve fue ese momento y qué tan desesperadamente quiero vivirlo una vez más.
Ella sigue mirándome con esa pequeña sonrisa nostálgica, como si esperara, como si supiera. Y la sangre se siente caliente en mi cara, mi corazón se acelera, mi respiración se acelera, y ella se da cuenta de eso también. Levanta su cabeza de mi pecho y me pregunta: —¿Quieres besarme otra vez?
Asiento, enmudecida, el corazón golpeando de nuevo.
Me mira expectante, esperanzada. —Entonces, vamos.
Cierro mis ojos, mi respiración es entrecortada, mi pecho está lleno con una creciente sensación de desesperación. —Yo no-no creo que pueda.
—¿Por qué no?
—Porque estoy preocupada… Brittany, ¿qué pasa si no podemos parar?
—No tenemos que hacerlo…
Respiro profundamente y volteo, el aire a mi alrededor está zumbando con el calor. —¡Ni siquiera pienses así!
Su expresión se pone seria, frota sus dedos de arriba a abajo por el interior de mi brazo; sus ojos llenos están de tristeza. Sin embargo, su contacto me llena con nostalgia. Nunca pensé que el simple toque de una mano pudiera estimularme tanto.
—Está bien, San, pararemos.
—Tienes que parar. Prométemelo.
—Te lo prometo. —Toca mi mejilla, girándome de nuevo hacia ella. Tomo su cara en mis manos y comienzo a besarla, suavemente al principio; y mientras lo hago, todo el dolor, la preocupación, la soledad y el miedo comienzan a evaporarse hasta que todo en lo que puedo pensar es en el sabor de sus labios, el calor de su lengua, el olor de su piel, su tacto, sus caricias. Después, lucho por mantener la calma y sus manos están presionando contra ambos lados de mi cara, su aliento caliente y rápido contra mejilla, su boca cálida y húmeda. Mis manos quieren recorrerla toda, pero no puedo, no puedo. Nos besamos con tanta fuerza que duele; duele que no pueda hacer más, duele que por mucho que la bese no puedo… no puedo…
—San…
No me importa la promesa. Ni siquiera recuerdo por qué la sugerí. No me importa nada, nada excepto…
—Tranquila, San…
Presiono mis labios de nuevo sobre su boca, sosteniéndola con fuerza para que deje de alejarse.
—San, detente. —Esta vez ella se aparta y me empuja hacia atrás, sosteniéndome con los brazos extendidos, sus dedos agarrando mis hombros. Sus labios están rojos: se ve sonrojada, salvaje y exquisita.
Respiro muy rápido. Demasiado rápido.
Me hiciste prometerlo. —Se ve acongojada.
—¡Lo sé, esta bien!— Brinco lejos, empiezo a pasear por la habitación. Deseando que hubiera una piscina de agua helada para zambullirme.
—¿Estás bien?
No, no lo estoy. Nunca me he sentido así antes y me da miedo. Mi cuerpo parece haberse hecho cargo. Estoy tan excitada que apenas puedo pensar. Tengo que calmarme. Tengo que mantener el control. No puedo dejar que esto pase. Paso mis manos por mi pelo repetidamente y el aire escapa de mis pulmones rápidamente.
—Lo siento. Debería haberlo dicho antes.
—¡No!— Giro en redondo. —No es tu culpa, ¡por el amor de Dios!
—¡Está bien, está bien! ¿Por qué estas tan enojada?
—¡No lo estoy! Yo sólo…—me detengo y apoyo mi frente contra la pared, luchando con la urgencia de golpearme. —Oh, Jesús, ¿qué vamos a hacer?
—Nadie podrá saberlo— dice en voz baja, mordiendo la punta de su pulgar.
—¡No!—Grito.
Irrumpiendo en la cocina, revuelvo con furia el congelador para buscar cubitos de hielo para una bebida fría. El ácido caliente se dispara por mis venas y mi corazón está golpeteando tan fuerte que lo puedo oír. No sólo es la frustración física, es la imposibilidad de nuestra situación, el horror de en lo que nos hemos metido, la desesperación de saber que nunca seré capaz de amar a Brittany en la forma en que quiero.
—San, por el amor de Dios, cálmate. —Su mano toca mi brazo mientras lucho con el congelador.
Empujo su mano. —¡No lo hagas! Retrocede un paso.
—¿Sabes lo que estamos haciendo aquí? ¿Tienes alguna idea? ¿Sabes como le llaman a esto?— Cierro de golpe el congelador y me muevo hacia el otro lado de la mesa.
—¿Qué te pasa?— Ella exhala. —¿Por qué de repente te volviste contra mi?
Me detengo abruptamente y la miro fijamente. —No podemos hacer esto— exclamo, horrorizada con la súbita comprensión. —No podemos. Si comenzamos, ¿cómo nos detendremos? ¿Cómo diablos vamos a ser capaces de mantener esto en secreto a todo el mundo por el resto de nuestras vidas? No tendremos vida, estaremos atrapadas, viviendo en secreto, siempre teniendo que fingir…
Ella mira de nuevo hacia mí, sus ojos azules amplios por el shock. —Los niños...—dice suavemente, de repente una nueva comprensión aparece. —Los niños… incluso si una persona se entera, ¡podrían llevárselos!
—Sí.
—¿Así que no podemos hacer esto? ¿Realmente no podemos?— Es formulado como una pregunta, pero puedo ver por la mirada afligida en su cara que ya conoce la respuesta.
Sacudiendo la cabeza lentamente, trago saliva y giro a mirar por la ventana de la cocina para ocultar las lágrimas de mis ojos. El cielo está en llamas y la noche ha terminado.
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Bueno chicas aqui un nuevo capitulo espero que les guste y comenten (:
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Y ahora se ven reflejadas las consecuencias de sus actos pero el amor es mas fuerte esa promesa les durara poco buen capitulo!!
:)**** - Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 32
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
En realidad aún no llegan las consecuencias, sólo las.están pensando.
Me has dejado con mucha curiosidad cuando has colocado que debo esperar por si no son hermanas.
Uff... eso sería la salvación.
Y claro que ha gustado la historia, realmente crees que a alguien no.le guste el.morbo o los amores imposibles???
Me has dejado con mucha curiosidad cuando has colocado que debo esperar por si no son hermanas.
Uff... eso sería la salvación.
Y claro que ha gustado la historia, realmente crees que a alguien no.le guste el.morbo o los amores imposibles???
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Me niego!!! Las consecuencia seran las que ellas quieran y ellad proboquen.
Amor es amor!!! Si nade se pese enterar pues que sea un secreto, si esta mal socialmente solo tienen que amarse con mas fuerza.
Amor es amor!!! Si nade se pese enterar pues que sea un secreto, si esta mal socialmente solo tienen que amarse con mas fuerza.
monicagleek- ---
- Mensajes : 523
Fecha de inscripción : 25/11/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
:) escribió:Y ahora se ven reflejadas las consecuencias de sus actos pero el amor es mas fuerte esa promesa les durara poco buen capitulo!!
Tat-Tat escribió:En realidad aún no llegan las consecuencias, sólo las.están pensando.
Me has dejado con mucha curiosidad cuando has colocado que debo esperar por si no son hermanas.
Uff... eso sería la salvación.
Y claro que ha gustado la historia, realmente crees que a alguien no.le guste el.morbo o los amores imposibles???
monicagleek escribió:Me niego!!! Las consecuencia seran las que ellas quieran y ellad proboquen.
Amor es amor!!! Si nade se pese enterar pues que sea un secreto, si esta mal socialmente solo tienen que amarse con mas fuerza.
Hola Hola!
Perdon por no contestar sus mensajes hoy paso un poco muy rapido!
Saludos y besos!
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Capitulo 14
POV Brittany
Estoy cansada. Tan terriblemente cansada. Me aplasta como una fuerza invisible, destruyendo todo pensamiento racional, todos los otros sentimientos. Estoy cansada de arrastrarme cada día, usando mi máscara, fingiendo que todo está BIEN. Tratando de comprender los que los otros dicen, tratando de concentrarme en clases, tratando de parecer normal frente a Sam, Quinn y Hanna.
Estoy cansada de pasar cada minuto de cada hora de cada día luchando con las lágrimas, tragando repetidamente para tratar de aliviar el constante dolor de mi garganta. Incluso de noche, mientras estoy en mi cama abrazando mi almohada, mirando hacia afuera por las cortinas abiertas, no me permito ceder, porque si lo hago me desmoronaré, me fragmentaré en miles de pedazos como un vidrio roto. La gente me pregunta constantemente cuál es el problema y eso me da ganas gritar. Rachel piensa que es porque Kitty me dejó y yo la dejo creerlo; es más fácil que venirle con otra mentira Kitty intenta hablarme un par de veces durante el recreo, pero le dejo en claro que no estoy de humor para conversar. Se ve herida, pero estoy más allá de preocuparme. Si no fuera por ti…me encuentro pensando. Si no fuera por esa cita…
¿Pero cómo puedo culpar a Kitty por hacer que me diera cuenta de que estaba enamorada de mi hermana? El sentimiento ha estado ahí por años, acercándose más y más a la superficie con cada día que pasa; solo era cuestión de tiempo antes de que rompiera nuestra frágil red de negación, forzándonos a enfrentar la verdad y reconocer quiénes somos: dos personas enamoradas; un amor que posiblemente nadie más podría comprender. ¿Realmente me arrepiento de esa noche? Ese único momento de placer más allá de toda comparación. Algunas personas nunca lo experimentan en toda una vida. Pero el lado malo de ese momento de pura felicidad es eso, es como una droga, un atisbo del paraíso, te deja queriendo más. Y después de ese momento, nada importa de la misma forma que antes; todo es gris en comparación. El mundo se vuelve soso y vacío, ya no parece tener mucho sentido. Ir a la escuela… ¿Para qué? ¿Para aprobar exámenes, obtener buenas calificaciones, ir a la universidad, conocer gente nueva, encontrar un trabajo, mudarme lejos? ¿Cómo seré capaz de vivir una vida lejos de Santana? ¿La veré un par de veces al año como mamá y el tío Ryan? Ellos crecieron juntos, fueron cercanos alguna vez. Pero luego él se casó y se mudó a Glasgow. Así que ¿qué es lo que tienen en común mamá y el tío Rayan ahora? Separados por mucho más que la distancia y su estilo de vida, incluso los recuerdos compartidos de la infancia se han borrado de sus mentes. ¿Eso es lo que nos pasará a Santana y a mí? E incluso si ambas nos quedamos en Londres, cuando ella encuentre una novia, cuando yo encuentre una novia, ¿cómo lo soportaré? ¿Cómo seré capaz de observarnos dirigiéndonos a vidas separadas, sabiendo lo que pudimos ser?
Intento sacudirme el dolor pensando en la alternativa. ¿Tener una relación física con mi hermana? Nadie hace eso, es desagradable ¿Por qué, entonces… por qué es tan diferente con Santana? Pero la repuesta es muy simple: porque Santana nunca se ha sentido como mi mayor y mandona. Ella y yo siempre hemos sido iguales. Hemos sido mejores amigas desde pequeñas.
Compartimos un lazo más estrecho que la amistad toda nuestra vida. Juntas criamos a Sam, Quinn y Hanna. Lloramos juntas y nos hemos consolado la una a la otra. Nos hemos visto en nuestros momentos más vulnerables. Hemos compartido una carga inexplicable para el mundo exterior. Estuvimos ahí para la otra; como amigas, como compañeras. Siempre nos hemos amado, y ahora queremos hacerlo de un modo físico.
Quiero explicarle a ella todo esto, pero sé que no puedo. Sé que, cualquiera que sean las razones para nuestros sentimientos, sin importar cuánto queramos justificarlos, no cambia nada; Santana no puede ser mi novia. De todas las millones y millones de personas que habitan este planeta, ella es una de las pocas de las que nunca podré tener. Y esto es algo que debo aceptar… aunque como el ácido al metal, me corroe por dentro.
La estación se vuelve gris, sombría, implacable. En casa, la rutina diaria continúa siguiendo su curso, una y otra vez. El otoño da paso al invierno, los días se vuelven más cortos Santana se comporta como si nada hubiese pasado. Ambas lo hacemos. ¿Qué alternativa tenemos? Hablamos de cosas mundanas, pero nuestras miradas rara vez se encuentran, y cuando lo hacen, es sólo por un momento o dos antes de desviarlas nerviosamente. Pero me pregunto qué está pensando. Sospecho que, viéndolo como algo malo, lo ha empujado lejos de su cabeza. De todas maneras, tiene demasiado en su mente. Su profesora de inglés es todavía una mujer con la misión de hacerla hablar en clase y sé que ella teme sus clases. El comportamiento de mamá es cada vez más errático: pasa cada vez más y más tiempo en casa de Dave y rara vez vuelve a casa sobria. De vez en cuando sale de compras y regresa con regalos inducidos por la culpa: juguetes frágiles que se romperán a los pocos días, más juegos de computadora para mantener a Sam pegado a su pantalla, dulces que harán a Quinn hiperactiva. Miro todo eso como si estuviera a una gran distancia, incapaz de participar en algo más. Santana, con la cara pálida y tensa, trata de mantener algún orden en la casa pero siento que está muy cerca de un punto de quiebre del que soy incapaz de ayudarle.
Sentada frente a ella en la mesa de la cocina, observándola ayudar a Hanna con su tarea, me viene este dolor terrible, el profundo sentido de pérdida. Revolviendo mi té frío, veo todos sus rasgos familiares: la forma en que saca el cabello de sus ojos cada pocos minutos, muerde su labio inferior cuando está tensa. Miro sus manos, con sus uñas mordidas, descansando en la mesa, sus labios, que una vez tocaron los míos, ahora resquebrajados y descoloridos. El dolor que siento cuando la miro es más de lo que puedo soportar, pero me obligo a seguir viéndola, para absorber de ella todo lo que pueda, tratando de recapturar en mi mente todo lo que he perdido.
—El chico entró en la c – u – e – v – a. —Hanna entona las letras. De rodillas en la silla de la cocina, apunta a cada letra por turnos. Su fino cabello dorado cubre su cara y las puntas rozan la página de su libro con un débil sonido susurrante.
— ¿Qué palabra forma?— le pregunta Santana.
Hanna estudia el dibujo. — ¿Piedra?— dice con optimismo, dándole una mirada a Santana, sus ojos azules amplios de esperanza.
—No. Mira la palabra: c – a - v - e. Junta los sonidos y dilos rápidamente. ¿Qué palabra forma?
—¿Kav?— Dice de forma inquieta y distraída, desesperada por irse a jugar, sin embargo, contenta por la atención.
—Cerca, pero hay una e al final. ¿Cómo pronunciamos la e?
— ¿Una e mayúscula? Santana saca la lengua, frotándose los labios con impaciencia. —Mira, esta es una e mayúscula. —Hojea el libro en busca de busca una, falla, y escribe una ella misma en una servilleta usada.
—Eugh Quinn se sonó la nariz en eso.
—Hanna, ¿estás mirando? Ésta es una e mayúscula.
—Una mocosa mayúscula. —Hanna empieza a reírse; captura mi mirada y me siento sonreír también.
—Hanna, esto es muy importante. Es una palabra fácil; sé que puedes leerla si lo intentas. Esta es una e mágica. ¿Qué es lo que hace una a mágica?
Frunce el ceño duramente y se inclina de nuevo sobre el libro, curvando su lengua sobre su labio en concentración, su cabello oscureciendo parcialmente la hoja. — ¡Hace que la vocal diga su nombre!— grita súbditamente, golpeando el aire triunfalmente con su puño.
—Bien. ¡Entonces cuál es la vocal!
—Hm…— Vuelve a la página con el mismo ceño, la misma lengua curvada. —Hm…—dice de nuevo, ganando tiempo. —¿La a?
—Buena chica. Entonces la e mágica convierte el sonido de la a en un…
—Ey.
—Sí. Intenta hacer sonar la palabra de nuevo.
—C - ey -v. ¡Cave! ¡El chico entró a la cueva! Mira San, ¡lo leí!
— ¡Chica lista! ¡Ves, sabía que podías hacerlo! Ella sonríe, pero hay algo más en sus ojos. Una tristeza que nunca se iba Hanna termina de leer su libro y va para unirse a Quinn en frente de la televisión. Finjo que tomo mi té, mirando a Santana sobre el borde de la taza.
Demasiado cansada para moverse, se sienta, lacia, con pedazos de papel y libros por doquier y cartas de la escuela y la mochila de Hanna tirada en frente de ella un largo silencio se extiende entre nosotras, tan tenso como una banda de goma.
— ¿Estás bien?— le pregunto finalmente. Me da una sonrisa irónica y parece dudar, bajando la vista a la mesa llena.
—No realmente— responde al fin, evitando mi mirada. — ¿Tú?
—No. —Con el borde de mi taza presiono mi labio contra mis dientes en un intento de detener las lágrimas.
—Te extraño— susurro.
—Yo también te extraño. —Todavía está mirando la cubierta del libro de texto de Hanna Sus ojos parecen atrapar la luz. —Tal vez…— Su voz sale inestable así que lo intenta de nuevo.
—T-tal vez deberías darle a Wilde otra oportunidad. Se rumorea que ella está… ¡bastante loca por ti! —Fuerza una risa.
Me le quedo mirando en un silencio atónito. Me siento como si me hubiesen dado un golpe en la cabeza — ¿Eso es lo que quieres?— pregunto con una calma forzada.
—No, no. Eso no es lo que quiero en absoluto. Pero tal vez podría… ¿ayudar?— Me echa una mirada de pura desesperación.
Continúo presionando mis dientes contra mi labio hasta que estoy segura de que no voy a comenzar a llorar, su propuesta escandalosa está girando como un torbellino. — ¿Ayudarme a mí o a ti?
Su labio inferior tiembla por un momento e inmediatamente lo muerde, inconsciente de que está haciendo un acordeón con la cubierta del libro de Hanna —No lo sé. Tal vez a ambas— dice apresuradamente.
—Entonces deberías salir con Rachel— le disparo de vuelta.
—Está bien. —Ella no mira hacia arriba.
Me quedo momentáneamente sin palabras. —Tú… pero… ¿No era que no te gustaba?— El horror de mi voz resuena a través de la habitación.
—No me gusta, pero tenemos que hacer algo. Tenemos que salir con otra gente es… es la única manera…
— ¿La única manera de qué?
—De… de superar esto. De sobrevivir. Bajo la taza de un golpe sobre la mesa, salpicando de té mi mano y el puño de mi camisa.
— ¿Crees que simplemente voy a superar esto?— grito, la sangre golpeando mi cara.
Agachando la cabeza y acobardándose como si estuviera a punto de asestar un golpe, levanta su mano para calmarme. —No… no puedo… por favor no lo hagas peor.
— ¿Cómo podría?— jadeo. — ¿Cómo podría hacer algo para empeorarlo?
—Todo lo que sé es que tenemos que hacer algo. No puedo seguir… ¡no puedo seguir así!— Inhala bruscamente y se da vuelta.
—Lo sé. —Bajo mi voz, forzándome a mí misma para lograr algo parecido a la calma. —Yo tampoco.
— ¿Qué más podemos hacer?— Sus ojos me imploran.
—Está bien. —Apago mis pensamientos, apago mis sentidos. —Le diré a Rach mañana. Estará sobre la luna. Pero ella es una persona decente, Santana. No puedes solo dejarla después de una semana.
—No lo haré. —Me mira, su mirada es intensa. —Estaré con ella tanto tiempo como ella quiera. Me casaré con ella, si eso es lo que quiere. Quiero decir, que al final del día, ¿qué demonios importa con quién termine si no puede ser tú?
Todo se siente diferente hoy. La casa es fría y extraña Sam, Quinn y Hanna parecen imitadores de su propio yo. No puedo siquiera mirar a Santana, la personificación de mi pérdida. Las calles de camino a la escuela parecen haber cambiado en la noche. Podría estar en un pueblo extranjero, en algún país lejano. Los peatones que me rodean no parecen vivos. No me siento viva. Ya no estoy segura de quién soy. La chica que existía antes de esa noche, antes del beso, ha sido borrada de la vida. Ya no soy quien solía ser; todavía no sé en quién me convertí. Los nerviosos bocinazos de los autos me enfrascan, como los sonidos de los pies sobre el pavimento, los autobuses viniendo, las persianas de los negocios abriéndose, las charlas en voz alta de los niños haciendo su camino a la escuela.
El edificio es más grande de lo que recuerdo: un paisaje austero, de concreto incoloro. Hay alumnos apurándose como extras en una set de filmación. Debo moverme en orden para encajar en esta actividad, justo como un electrón debe obedecer la corriente. Subo las escaleras muy lentamente, una a la vez, mientras la gente empuja y empuja para pasarme. Cuando busco mi aula, veo cosas que antes no había notado: las marcas de dedos en las paredes, el linóleo gastado, agrietado como una cáscara de huevo delicado, desapareciendo rítmicamente bajo mis pies. Lejos, las voces intentan llegar a mí, pero las repelo. Los sonidos rebotan en mí sin registrarlos: el chirrido de las sillas, las risas y las charlas, el cotorreo de Rachel, el profesor de historia. La luz del sol atraviesa la capa de nubes, pasando a través de las grandes ventanas de vidrio, cruzando mi escritorio, hasta mis ojos. Se forman puntos blancos en el espacio delante de mí, con burbujas danzantes de color y luz que me mantienen cautiva hasta que suena la campana Rachel está a mi lado, su boca llena de preguntas, sus labios pintados de rojo formando y reformando…labios que pronto tocarán los de Santana tengo que decirle ahora antes de que sea muy tarde, pero mi voz se desvanece y todo lo que sale es aire vacío.
Me salto el segundo período para escapar de ella. Camino alrededor de la escuela vacía, mi celda de prisión gigante, buscando respuestas que nunca podré encontrar. Mis zapatos golpean contra los escalones mientras voy arriba y abajo, rodeo y rodeo cada piso, buscando… qué… ¿alguna clase de absolución? La dura luz de invierno se fortalece, inunda a través de las ventanas y rebota en las paredes. Siento la presión de eso contra mi cuerpo, quemando agujeros en mi piel. Estoy perdida en estos corredores, escaleras, pisos encajados unos sobre otros como una pila de cartas. Si continúo, quizás encuentre mi camino de vuelta; de vuelta a la persona que solía ser. Me muevo más despacio ahora. Tal vez hasta flotando. Nado a través del espacio. La tierra ha perdido la gravedad, todo se siente líquido a mí alrededor. Busco otra escalera, los peldaños se fusionan. La suela de mi zapato despega de lo más alto y doy un paso a la nada.
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Bueno aqui un nuevo capitulo espero que les gusten y comenten !
Saludos y besos.
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
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Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Joder!!!!!
No saltara al vacio!!!????
Dios espero que santana no salga con rachel (que no tengo nada en contra) pero que forma de sumarse problemas a sus vidas.
No saltara al vacio!!!????
Dios espero que santana no salga con rachel (que no tengo nada en contra) pero que forma de sumarse problemas a sus vidas.
monicagleek- ---
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Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Lo que propone santana es una solucion fallida solo las hara sufrir mas
:)**** - Mensajes : 196
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Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
me encanta el fic!!!
pero Santana no puede salir con Rachel ni Britt con Kitty porfas!!! solo sufriran todos.
tienen k estar juntas!!!!!!
pero Santana no puede salir con Rachel ni Britt con Kitty porfas!!! solo sufriran todos.
tienen k estar juntas!!!!!!
bslyforever27* - Mensajes : 18
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Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Te he alcanzado, ¡vaya historia!
Muero por saber más sobre esta enigmática historia
Muero por saber más sobre esta enigmática historia
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
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Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
monicagleek escribió:Joder!!!!!
No saltara al vacio!!!????
Dios espero que santana no salga con rachel (que no tengo nada en contra) pero que forma de sumarse problemas a sus vidas.
Hola Hola!
Si salto :l
Ya veremos el amor Brittana lo puede mas (:
Besos.
:) escribió:Lo que propone santana es una solucion fallida solo las hara sufrir mas
Hola Hola!
Exactamente veremos so cambia de opinion!
Besos.
bslyforever27 escribió:me encanta el fic!!!
pero Santana no puede salir con Rachel ni Britt con Kitty porfas!!! solo sufriran todos.
tienen k estar juntas!!!!!!
Hola Hola!
Me alegro que te guste y comentes (:
El amor Brittana lo puede mas :) por el momento!
Saludos y Besos!
Anddy Rivera Morris escribió:Te he alcanzado, ¡vaya historia!
Muero por saber más sobre esta enigmática historia
Hola Hola!
Aqui te dejo otro capitulo (:
Besos!
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Capítulo 15
POV Santana
Observo la parte de atrás de la cabeza de Kitty Wilde. Veo su mano oscura, con los dedos cerrados, descansando sobre su pupitre y el pensamiento de esos dedos tocando a Britt me hace sentir físicamente enferma. No estoy preparada para ver que alguien salga con mi hermana, más de lo que me veo a mí misma saliendo con Rachel o cualquier otra chica y fingir que puede reemplazarla. Necesito encontrar a Britt y espero, por Dios, que no sea demasiado tarde. Necesito decirle que el trato está roto. Quizás, con el tiempo, ella pueda encontrar a alguien con quien estar. Y yo seré feliz, aunque sólo sea por ella. Pero, para mí, nunca habrá nadie más. La absoluta certeza de ese hecho me sofoca.
Por encima del pupitre, las manecillas del reloj se mueven. El segundo periodo está por terminar. Ella aún no se lo habrá dicho a Rachel, ¿verdad? Debió planear esperar hasta el descanso de la mañana. Me siento terriblemente enferma. Sólo porque yo no puedo seguir adelante, eso no significa que ella se sienta igual. Pudo haber sido mi idea, pero ella propuso el intercambio. Quizás tomó la decisión para darle una segunda oportunidad a Wilde Tal vez, la agonía de las semanas que pasaron la ha hecho darse cuenta del alivio que sería una relación normal.
Suena la campana y salgo disparada de mi asiento, agarrando mi mochila y mi chaqueta al pasar, haciendo caso omiso de las indicaciones de la profesora sobre la tarea. Hay un atasco masivo en las escaleras del quinto piso. Me dirijo a las de la otra punta. Una multitud de personas se ha acumulado también aquí. Excepto que éstas no se mueven. Se han detenido en su camino, taponando como una ameba, girándose los unos hacia los otros para hablar en un tono urgente, excitado. Empujo para pasar. Una cinta roja y gruesa atravesando la parte superior de la escalera me obliga a detenerme. Intento escurrirme por debajo, pero me detiene una mano sobre mi hombro.
—No puedes pasar por ese lugar—dice una voz. —Hubo un accidente doy un involuntario paso hacia atrás. Oh, esto es simplemente genial.
—Se cayó una chica. Acaban de trasladarla a la sala médica. Estaba inconsciente—añade alguien más en un tono reverente.
Miro la cinta, tentado otra vez, a simplemente pasar por debajo.
— ¿Quién cayó?—oigo que pregunta otra voz, detrás de mí. —Era una chica de mi clase Brittany López-Pierce yo vi lo que sucedió… No se cayó, ella saltó…
— ¡Hey!
Me zambullo por debajo de la cinta y bajo corriendo los dos tramos de escaleras, las suelas de mis zapatos chirriando contra el linóleo. La planta baja está llena de alumnos que salen al recreo, todo el mundo se mueve en cámara lenta. Continúo mi camino entre la multitud, hombros golpeando hombros, personas empujándome desde todos los ángulos, gritos furiosos siguiéndome, después que yo me abriera paso a la fuerza.
—Hey, Hey, Hey…—. Alguien me coge por el brazo. Me giro, dispuesto a apartarlo de un empujón y me encuentro mirando el rostro de la Srta. Azley. —Santana, tienes que esperar aquí afuera… La enfermera está ocupada…
Libero mi brazo de su agarre y ella se mueve para bloquearme la entrada.
— ¿Qué es lo que te sucede?—pregunta. — ¿No te encuentras bien? Siéntate aquí y déjame ver si puedo ayudarte.
Doy un paso atrás en forma involuntaria. —Déjeme pasar—jadeo. —Por el amor de Dios, necesito…
—Necesitas esperar aquí. Alguien acaba de accidentarse y la Sra. Shah la está tratando en este momento…
—Es Britt…
— ¿Qué?
— ¡Mi hermana!
Su rostro se transforma. —Oh, Dios Santana, escucha, ella va a estar bien. Sólo se desmayó. No cayó de muy alto
— ¡Por favor, déjeme verla! —Siéntate aquí por un segundo y le preguntaré a la enfermera
La Srta. Azley desaparece por la puerta. Me siento en una de las sillas de plástico y aprieto un puño contra mi boca, mis pulmones están clamando por aire.
Minutos después, sale la Srta. Azley a decirme que Britt está bien, sólo un poco conmocionada y con moretones. Me pide el número de teléfono de mi madre. Le digo que está afuera, y que yo llevaré a Britt a casa. Ella parece preocupada y me informa que es necesario llevar a Britt hasta A&E para que la revisen, por si tiene una conmoción cerebral. Insisto en que puedo encargarme de eso también.
Finalmente, me dejan entrar a verla. Ella está en la pequeña antesala blanca, sentada en la cama, hundida en el colchón, con una manta color verde lima doblada a mitad de su regazo.
Le han quitado la corbata, y la manga derecha está enrollada, revelando un delgado brazo pálido con un vívido moratón rosa. Una gran escayola le cubre el codo. También le han quitado los zapatos y sus piernas desnudas cuelgan por un costado de la cama, un blanco vendaje elástico envuelve una de sus rodillas. Su cabello rubio, liberado de su cola de caballo, cae suelto sobre sus hombros. Su rostro ha sido drenado de todo color. Sangre seca y agrietada rodea un pequeño corte en el pómulo, la mancha carmesí contrastando dolorosamente con el resto de su rostro. Las sombras violetas enmarcan sus ojos enrojecidos y vacíos. Ella no sonríe cuando me ve; la luz se ha ido de su rostro, una mirada de sorprendente resignación ocupa su lugar.
Cuando doy un paso en el pequeño espacio entre la puerta y la cama, ella parece encogerse. Retrocedo con rapidez, apretando mis palmas sudorosas contra la fría pared detrás de mí. — ¿Qué… qué sucedió?
Ella parpadea un par de veces y me estudia cansinamente por un momento. —Todo está bien. Estoy bien…
— ¡Sólo di-dime qué sucedió, Brittany!—. Hay un borde filoso en mi voz que no puedo controlar.
—Me desmayé mientras bajaba las escaleras. Me salteé el desayuno y estaba deshidratada, eso es todo.
— ¿Qué dijo la enfermera?
—Que estoy bien. Que no debo perderme las comidas. Ella quiere llevarme al hospital para que me revisen, por si tengo conmoción cerebral, pero no es necesario. Mi cabeza no duele.
— ¿Creen que te desmayaste porque te perdiste el desayuno?— mi voz comienza a elevarse. — ¡Pero eso es absurdo! Nunca te has desmayado antes y raramente desayunas
Ella cierra los ojos, como si mis palabras la lastimaran. —San, estoy bien. En verdad.
¿Podrías, simplemente, convencer a la enfermera que me deje salir de aquí?—. Abre los ojos de nuevo y se ve perturbada por un momento. — ¿O… o tienes clases que no puedes perderte?
La miro fijo. —No seas ridícula. Te voy a llevar conmigo, a casa, ahora mismo. Ella me brinda una pequeña sonrisa y me siento como si estuviera cayendo.
—Gracias.
La Sra. Shah llama un taxi para que nos lleve al hospital local, pero tan pronto como cruzamos las puertas, Britt aleja al conductor. Me adelanta por la acera, con una mano apoyada en la pared para mantener el equilibrio. —Vamos. Me voy a casa.
— ¡La enfermera dijo que podrías tener una conmoción cerebral! ¡Tenemos que ir al hospital!
—No seas tonta. Ni siquiera me golpeé la cabeza—. Ella continúa caminando inestable por la acera, luego se gira un poco y me tiende la otra mano. Al principio sólo me quedo mirándola, sin comprender.
— ¿Puedo apoyarme un poco en ti?—. Su mirada es de disculpa. —Mis piernas se sienten algo inseguras.
Me apresuro a alcanzarla, agarro su mano, envuelvo su brazo en torno a mi cintura y la rodeo con mi brazo.
— ¿Así? ¿Es… está bien? —Es genial, pero no tendrías que apretarme tan fuerte…
Aflojo un poco mi agarre. — ¿Mejor?
—Mucho mejor—. Nos movemos por la carretera, su cuerpo apoyado contra el mío, tan ligero y frágil como el de un ave.
— ¡Hey, mira esto!— dice ella, con un toque de diversión en su voz. —Nos conseguimos un día libre de la escuela por completo, y ni siquiera son…— aparta mi mano de su cintura para echar un vistazo a mi reloj —… las once en punto—. Con una sonrisa levanta su rostro, para que sus ojos encuentren los míos, y el sol del mediodía baña su rostro sin color.
Obligo a mis pulmones a que respiren en forma entrecortada. —Eso fue astuto— me las arreglo para decir, tragando con dificultad.
Caminamos por unos minutos en silencio Britt se aferra a mí con fuerza. Una y otra vez, reduce su paso hasta detenerse, pero cuando le pregunto si quiere sentarse, ella sacude la cabeza.
—Lo lamento— dice en voz baja.
Dios. No. El aire empieza a estremecerse en mi pecho.
—También fue idea mía— añade.
Tomo una inspiración profunda y la sostengo, volviendo la cabeza hacia un lado. Si me muerdo los labios con fuerza y me obligo a ignorar las miradas de los transeúntes curiosos, puedo mantenernos juntas un poco más, sólo un poco más. Pero ella puede hablar. Siento su preocupación impregnando mi piel como una suave calidez.
— ¿San?
Alto. No hables. No puedo soportarlo, Britt. No puedo. Por favor, entiende. Ella gira su rostro hacia el otro lado. —No te culpes al respecto, San. No fue tu culpa— susurra contra mi hombro.
Britt va a la cocina, mientras yo me quedo atrás, fingiendo ordenar el correo para intentar reponerme. Y entonces, de repente, soy consciente de su silueta en el marco de la puerta.
Ella se ve maltratada, con su cabello enmarañado, sus ropas arrugadas y una rodilla vendada. Una mancha color vino se está expandiendo por debajo de la piel de su pómulo: en un par de días, habrá florecido en un gran moretón directamente sobre su mejilla.
Britt, lo siento mucho, quisiera decirle. Jamás quise lastimarte.
— ¿Te importaría mucho hacerme una taza de café?— pregunta, con una sonrisa vacilante.
—Claro…—. Bajo la mirada, sin ver, a los sobres en mis manos. —P-por supuesto…
Ella me sonríe en forma apropiada esta vez. —Creo que podría acurrucarme en el sofá frente a uno de esos terribles programas de TV matutinos.
Hay un silencio. Hojeo algunos correos basura y me tomo un momento para responder, como si fuera doloroso, una astilla de vidrio que poco a poco penetra en el fondo de mi garganta.
— ¿Vendrás a hacerme compañía?—. Ahora está dudando, aun esperando por mi respuesta.
Un lazo invisible aprieta mi garganta. No puedo responder.
— ¿San?
No puedo moverme. Si lo hago, pierdo. —Hey…— De repente, ella da un paso hacia mí e, inmediatamente, yo retrocedo, golpeándome el codo contra la puerta principal.
—San, estoy bien—. Lentamente, levanta las manos. —Mírame. Estoy bien puedes verlo, ¿verdad? Sólo me resbalé, eso es todo. Estaba cansada. Todo está bien.
Pero no es así, no lo es, porque, lentamente, me estoy rasgando en dos. Estás ahí, cubierta de cortes y moretones que pude haberte causado con mis propias manos. Y te amo, tanto que me está matando, pero todo lo puedo hacer es presionarte y hacerte daño, hasta que tu amor, finalmente, se convierta en odio.
El dolor agujerea mi pecho, mi respiración comienza a fragmentarse, y lágrimas ardientes se abren camino hasta mis ojos. Bruscamente, estrujo los coloridos anuncios entre mis manos y me inclino pesadamente contra la pared, apretando el brillante papel contra mi rostro.
Hay un momento de sorprendido silencio, antes de sentir que Britt está a mi lado, empujando suavemente mis manos.
—No, San, todo está bien. Mírame. ¡Estoy bien!
Tomo una inspiración irregular. —Lo lamento… ¡Sólo lo lamento tanto!
— ¿Lamentas qué, San? ¡No lo entiendo!
—La idea… de anoche… era tan horrible, tan estúpida…
—Eso no importa ahora. Se acabó, ¿de acuerdo? Sabemos que no podemos hacerlo, así que nunca volveremos a pensar en hacer algo como eso otra vez—. Su voz es firme y tranquilizadora.
Arrojo lejos el periódico y me golpeó la cabeza contra la pared, frotando salvajemente mi brazo sobre mis ojos. — ¡No sabía qué más hacer! Estaba desesperada… ¡Aún lo estoy! ¡No puedo dejar de sentir esto!—. Estoy gritando ahora, histérica. Siento como si estuviera perdiendo la razón.
—Escucha…—. Ella toma mi mano y la frota, en un esfuerzo por calmarme. —Nunca quise a Kitty o a alguien más. Sólo a ti.
La miro, el sonido de mi respiración es áspero e irregular en el repentino silencio. —Puedes tenerme —susurro con voz temblorosa. —Estoy aquí. Siempre estaré aquí.
Su rostro se inunda de alivio, mientras sus manos alcanzan mi rostro. —Hemos sido estúpidas… Pensamos que pueden detenernos—. Acaricia mi cabello, besa mi frente, mis mejillas, la línea de mis labios. —No nos detendrán. Nada es tan grande como esto, es lo que ambas queremos. Pero tienes que dejar de pensar que está mal, San. Es exactamente lo que piensan los demás; es su problema, sus estúpidas normas, sus prejuicios. Ellos son los que están equivocados, los de mente estrecha, cruel…—. Ella besa mi oreja, mi cuello, mi boca.
—Ellos son los que están equivocados— repite. —Porque no lo entienden. No me importa si resultas biológicamente mi hermana. Nunca fuiste simplemente una hermana para mí.
Siempre has sido mi mejor amiga, mi alma gemela, y ahora también estoy enamorada de ti. ¿Por qué eso debería ser un crimen? Quiero ser capaz de abrazarte, besarte y… y hacer todas las cosas que se les permite hacer a las personas enamoradas—. Toma una inspiración profunda. —Quiero pasar el resto de mi vida contigo.
Cierro mis ojos y aprieto mi rostro caliente contra su mejilla. —Lo haremos encontraremos un modo. Britt, tenemos que…
Cuando abro la puerta de su dormitorio con el codo, un vaso de jugo en una mano, un sándwich en la otra, la encuentro profundamente dormida, tendida boca abajo sobre la cama, el edredón lo ha pateado lejos, los brazos rodean su cabeza sobre la almohada. Se ve tan vulnerable, tan frágil. La brillante luz del mediodía ilumina un lado de su rostro dormido, una franja de su arrugada y demasiado grande camisa de la escuela, el borde de sus bragas blancas, la parte superior de su muslo.
Esquivando la falda descartada, los calcetines y zapatos tirados en la alfombra, coloco el plato y el vaso junto a una pila de papeles sobre su escritorio y la enderezo con cuidado. La observo largamente. Después de un tiempo, mis piernas empiezan a doler y me deslizo hasta quedar sentado contra la pared, los brazos descansando sobre mis rodillas. Temo que, si la dejo, incluso por un momento, algo podría sucederle de nuevo; temo que, si la dejo, regrese el negro muro del miedo. Pero aquí, a su lado, la visión de su rostro dormido me recuerda que nada más me importa, que no estoy solo en esto. Esto es lo que Britt quiere, esto es lo que yo quiero. Luchar no sirve de nada, sólo nos lastimaría a ambos. El cuerpo humano necesita un flujo constante de nutrientes, aire y amor para sobrevivir. Sin Britt, pierdo los tres; además, moriremos lentamente.
Debí dejarme ir, porque el sonido de su voz envía una descarga a través de mi cuerpo y me enderezo, frotándome el cuello. Ella parpadea soñolienta, la mejilla apoyada contra el borde del colchón, su cabello rubio barriendo el suelo. No sé qué fue lo que dijo para despertarme, pero ahora su brazo está extendido, la palma de su mano vuelta hacia mí. Tomo su mano y ella sonríe.
—Te hice un sándwich— le digo, señalando hacia el escritorio. — ¿Cómo te sientes?
Ella no responde, sus ojos me absorben. El calor de su mano se filtra a la mía y aprieta sus dedos, mientras me jala suavemente hacia ella. —Ven aquí—dice, con la voz aún áspera por el sueño.
Me quedo mirándola, siento que mi pulso se acelera. Ella suelta mi mano y se mueve hacia el lado más apartado de la cama, dejándome un espacio. Me quito los zapatos y los calcetines, y me pongo de pie vacilante, mientras ella me tiende los brazos.
Mientras bajo mi cuerpo hacia el colchón junto a ella, inhalo su fragancia y siento cómo sus piernas se entrelazan con las mías. Ella me besa con suavidad, besos dulces, susurrantes, que hacen que mi rostro hormiguee y envían temblores a lo largo de mi cuerpo, creando una excitación instantánea. Estoy plenamente consciente de sus piernas desnudas atrapadas entre las mías; temo lo que ella va a sentir, temo lo que sabrá. Cierro mis ojos e inhalo profundamente, en un esfuerzo por mantener la calma, pero ella me besa los párpados, su cabello hace cosquillas en mi rostro y en mi cuello, y oigo que mi respiración se vuelve rápida y superficial.
—Está bien— dice ella, con una sonrisa en su voz. —Te amo.
Abro los ojos, levanto la cabeza de la almohada y comienzo a besarla, suavemente al principio, pero luego, ella pone su brazo alrededor de mi cuello y me acerca más, y nuestros besos se aceleran, cada vez más profundos y más urgentes, hasta que se vuelve difícil encontrar tiempo para respirar. Acuno su cabeza con un brazo, enlazando su mano con el otro. Cada beso es más feroz que el anterior, hasta que ciento miedo de estar lastimándola. No sé dónde ir, no sé qué hacer.
Presiono mi rostro contra la curva caliente de su cuello con un extraño sonido y me encuentro acariciando sus pechos, la camisa de algodón arrugada bajo mis dedos. Siento la punta de sus dedos subiendo y bajando por mi espalda, por debajo de mi camisa, entonces viajan por debajo de mis brazos para alcanzar mi pecho, tocando mis pechos. Pequeñas descargas eléctricas rebotan a través de mi cuerpo. Mi boca llega a la suya de nuevo, y jadeo en busca de aire mientras ella hace sonidos que hacen que mi corazón lata más y más rápido. Me siento arrastrada por algún tipo de ardiente torbellino de locura, bombardeado por un millón de sensaciones a la vez: el calor de sus labios, la presión de su lengua, el sabor de su boca, el olor de su cabello, la sensación de sus pechos, los botones de su camisa raspándome la palma mientras deslizo mi mano hacia abajo, los ángulos de sus costillas dan paso abruptamente a la suave curva interior de su estómago, la sorpresa de explorar bajo su camisa y sentir la piel tensa y caliente.
Britt tiene una mano en mi cabello y la otra en mi estómago. Mis músculos convulsionan en respuesta a su tacto, apartándose de un tirón, aún desesperadas por seguir el contacto de su mano, y estoy muy consciente de sus dedos deslizándose por debajo del reborde de mis pantalones, presionando contra mi estómago, vacilando en la cinturilla de mis bragas; tengo que romper el beso y apretar mi rostro contra la almohada para contenerme de rogarle que continúe. No puedo pensar en nada más, excepto esta ciega locura; quiero detenerme, pero aún soy incapaz de sostenerlo. Quiero fingir que es un accidente, que no sé qué es lo que estoy haciendo, pero sí lo sé.
Mis manos se aferran a las sábanas, retorciéndola en nudos mientras me empujo contra ella, me froto contra ella, imperceptiblemente al principio, con la esperanza que no lo note, pero pronto, esto también queda fuera de mi control, mientras el ritmo y la presión se incrementan por voluntad propia, mi entrepierna contra el hueso de su pelvis, la fina y suave tela de nuestra ropa lo único que queda entre nosotras. Deseo poder sentir su piel desnuda, incluso cuando el sentimiento de su cuerpo bajo el uniforme es suficiente para enviarme a un torbellino de lujuria y deseo. Puedo oír el sonido de mi áspera respiración, la fricción entre nuestros cuerpos de mi centro con su pierna. Sé que debo detenerlo, sé que debo pararlo ahora, porque si sigo, si continúo, sé lo que sucederá… Tengo que detenerlo, tengo que hacerlo, tengo que hacerlo…
Entonces, su boca encuentra la mía, ella me besa profundamente y una crepitante corriente eléctrica se dispara a través de mi cuerpo, enviando rojas chispas de una euforia exquisita. Y de repente, me encuentro temblando con fuerza contra ella, el éxtasis explotando por todo mi cuerpo como el sol…
Britt rueda sobre su costado para enfrentarme y me aparta el cabello de la cara, una mirada de sorpresa, un toque de diversión en sus labios. Cuando sus ojos sonrientes encuentran los míos, tomo aire con fuerza y siento que me baña una gran ola de vergüenza.
—Me he… me he entusiasmado un poco—. Hago una mueca para tratar de ocultar mi agudo malestar. ¿Ella sabe, realmente, lo que sucedió? ¿Está disgustada?
Ella alza las cejas y esboza una sonrisa. — ¡No bromees! Lo sabe. Mierda.
—Bueno, eso es lo que sucede cuando… cuando haces cosas como ésta—. Mi voz suena más fuerte de lo que pretendo: a la defensiva, temblorosa y desigual.
—Lo sé—dice ella en voz baja. —Wow.
—No podía… no podía parar—. Mi corazón late con fuerza. Me siento desesperadamente avergonzada.
Ella besa mi mejilla. —San, está bien… ¡Yo no quería que pararas! El alivio fluye a través de mí, y me acerco tanto que su cabello cae sobre mi rostro. — ¿En serio?
— ¡En serio!
Cierro mis ojos, aliviada. —Te amo.
—Yo también te amo.
Obligo a mis ojos que se abran y río avergonzada. Es cierto. Estoy aniquilada. Mis párpados son arrastrados por algún peso invisible y cada onza de energía se ha evaporado de mi cuerpo. Acabo de experimentas los minutos más intensos de mi vida y mi cuerpo entero se siente débil. Cambio de lugar, incómoda, sobre la cama y hago una mueca de vergüenza.
—Creo que necesito una ducha…
No puedo dejar de pensar en ello, en la noche, pero también durante el día. ¿Qué hemos hecho? ¿Qué habríamos hecho? Incluso cuando nunca nos quitamos la ropa, incluso cuando lo que hicimos, técnicamente, no es ilegal, sé que hemos comenzado a transitar una peligrosa pendiente resbaladiza. Dónde podríamos aterrizar eventualmente, es tan aterrador y tan fantástico a la vez, como para pensarlo siquiera. Trato de decirme a mí misma que no es nada, que sólo estaba tratando de consolarla; pero aún no me he auto-engañado tanto como para creer esa excusa ridícula. Y ahora, es como una droga, y no puedo creer que haya podido vivir tanto tiempo, con la presencia diaria de Britt, sin este nuevo nivel de intimidad…
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Aqui vengo a dejar un nuevo capitulo espero que les guste y comenten (:
Saludos y Besos.
PD: ¿Que harian ustedes si les pasara esto de enamorarse de su hermana/o ?
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Vaya santana y brittany han pasado de no aceptarlo y querer buscar a otras personas a aceptarlo todo y mucho mas jeje
Pues...si yo me enamorara de mi hermana y si ella me correspondiera lo mantendria en secreto el mayor tiempo posible y luego intentaria tener una vida feliz
Pues...si yo me enamorara de mi hermana y si ella me correspondiera lo mantendria en secreto el mayor tiempo posible y luego intentaria tener una vida feliz
monicagleek- ---
- Mensajes : 523
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Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Que tal las chicas yo sabia que ese trato no iba a servir de nada...san quedo muy acalorada y con ganas de mas jaja prohibido y secreto me encanta
:)**** - Mensajes : 196
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 32
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
cambiarás el final, verdad? porque, porque no puede tener el final que tiene el libro :'( yo sigo sin superarlo :c
Saludos :)
Saludos :)
Yourethestar* - Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 10/03/2014
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Es muy complejo... En realidad cuento con un sólo hermano y es 9 años menor...
No creo jamás estar en una situación parecida... Sin embargo, estaría como San, tratando de
hacer que esa clase de amor muera, porque en primera no es sano, va contra mi moral...
Agh no sé como expresarme en realidad xD sólo sé que no se podría porque nunca acabaría bien >.<
Excelente capítulo, hasta la próxima
No creo jamás estar en una situación parecida... Sin embargo, estaría como San, tratando de
hacer que esa clase de amor muera, porque en primera no es sano, va contra mi moral...
Agh no sé como expresarme en realidad xD sólo sé que no se podría porque nunca acabaría bien >.<
Excelente capítulo, hasta la próxima
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
ufff Que alivio!!!!
me encanto el capitulo y espero que continuen asi de bien hasta el final hahhahah
Brittana puede con todo!! <3
me encanto el capitulo y espero que continuen asi de bien hasta el final hahhahah
Brittana puede con todo!! <3
bslyforever27* - Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
monicagleek escribió:Vaya santana y brittany han pasado de no aceptarlo y querer buscar a otras personas a aceptarlo todo y mucho mas jeje
Pues...si yo me enamorara de mi hermana y si ella me correspondiera lo mantendria en secreto el mayor tiempo posible y luego intentaria tener una vida feliz
Hola Hola!
Este capitulo sera duro !
Y creo que haria los mismo que ti!
Saludos
:) escribió:Que tal las chicas yo sabia que ese trato no iba a servir de nada...san quedo muy acalorada y con ganas de mas jaja prohibido y secreto me encanta
Hola Hola!
Este duro VA SER DURO DURO!
Saludos!
Yourethestar escribió:cambiarás el final, verdad? porque, porque no puede tener el final que tiene el libro :'( yo sigo sin superarlo :c
Saludos :)
Hola Hola!
No se si cambiralo ahi vere pero no creo o no se depende (:
Saludos
Anddy Rivera Morris escribió:Es muy complejo... En realidad cuento con un sólo hermano y es 9 años menor...
No creo jamás estar en una situación parecida... Sin embargo, estaría como San, tratando de
hacer que esa clase de amor muera, porque en primera no es sano, va contra mi moral...
Agh no sé como expresarme en realidad xD sólo sé que no se podría porque nunca acabaría bien >.<
Excelente capítulo, hasta la próxima
Hola Hola!
jajajajaja creo que tienes mucha logica jajajja
Saludos y besos
bslyforever27 escribió:ufff Que alivio!!!!
me encanto el capitulo y espero que continuen asi de bien hasta el final hahhahah
Brittana puede con todo!! <3
Hola Hola!
un DURO capitulo :l
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Capítulo 16
POV Brittany
Al final del día, todo se reduce a cuánto puedes soportar, cuánto puede durar. Estar juntas, no dañamos a nadie; permanecer apartadas, nos extinguimos. Quería ser fuerte, quería mostrarle a Santana que si ella podía irse después de aquella primera noche, entonces yo también; que si ella podía distraerse saliendo con una chica, entonces yo podría hacer lo mismo con una chica. Mi mente estaba puesta en la idea, pero el resto de mi cuerpo no obedecía. En lugar de seguir adelante con nuestro trato, mi cuerpo escogió derrumbarse peligrosamente por un tramo de escaleras.
Santana aún es Santana, excepto que no lo es. Cuando la miro ahora, me parece diferente. Mi mente continúa recordando aquella tarde en la cama: el sabor de su boca caliente, el roce de sus yemas contra mi piel. Quiero estar con ella todo el tiempo. La sigo de habitación en habitación, buscando cualquier excusa para estar cerca de ella, para verla, para tocarla. Quiero abrazarla, acariciarla, besarla, pero por supuesto, con los demás siempre alrededor, no puedo. Amarla de este modo se ha convertido en un profundo dolor psíquico. Me invade un caleidoscopio de emociones conflictivas: por un lado, burbujeo con tanta adrenalina y excitación que me resulta difícil comer, por el otro, me consume el terror de que Santana vaya a decirme de repente que no podemos hacer esto porque es un error. O que alguien pueda descubrirnos y forzarnos a que nos separemos. No voy a escuchar el tic-tac de la bomba de tiempo dentro de mi cabeza, no voy a pensar en el futuro, aquel enorme agujero negro en el que ninguna de nosotras puede existir, juntas o separadas… Me niego a permitir que mis temores por el futuro arruinen mi presente. Todo lo que importa, en este momento, es que Santana está aquí, conmigo y que nos amamos. Nunca me he sentido tan feliz en mi vida.
Santana también parece más viva. La tensa mirada de agotamiento y falsa alegría se ha borrado de su rostro. Se ríe de las bromas de Quinn, le hace cosquillas a Hanna y la hace girar, dándole vueltas y vueltas hasta que tengo que pedirle que se detenga. Le lleva la corriente a Sam y ha dejado de lado sus habituales comentarios incendiarios; incluso dejó de morderse los labios. Y cada vez que sus ojos encuentran los míos, su rostro se ilumina con una sonrisa.
El viernes por la mañana, dos semanas completas desde la última vez que estuvimos una en brazos de la otra en la cama, me acerco por detrás mientras ella se encuentra sola ante el fregadero, de espaldas a la puerta, bebiendo su café matutino y mirando por la ventana. Su cabello negro aún está revuelto por la noche, las mangas de su camisa blanca enrolladas sobre los codos como de costumbre. La piel de sus brazos se ve tan suave, que anhelo a acariciarla. Incapaz de contenerme, deslizo mi mano en la suya, relajada ella se vuelve hacia mí con una sonrisa de sorpresa, pero puedo reconocer un toque de alarma en sus ojos, acompañado por otra emoción: un deseo atormentado, una dolorosa desesperación.
—Los demás bajarán en un minuto— me advierte Santana suavemente. Echo un vistazo a la puerta de la cocina cerrada, deseando que tuviera una cerradura. Retornando a ella, acaricio el interior de su palma con la punta de mis dedos. —Te extraño— susurro.
Ella sonríe ligeramente, pero sus ojos están tristes. —Sólo tenemos que… que esperar el momento adecuado, Britt.
—Nunca hay un momento adecuado— le respondo. —Entre los niños, el colegio y Sam llegando a medianoche, nunca estamos solas.
Ella comienza a morderse el labio otra vez, volviéndose a mirar por la ventana. Apoyo mi cabeza contra la parte superior de su brazo.
— ¡No!— dice con voz ronca. —Pero, yo sólo… — ¿No lo entiendes? Lo hace aún más difícil. Hace que sea aún peor— inspira de forma inestable. —No puedo… no puedo soportar cuando tú…
—Cuando yo, ¿qué? Ella no responde. — ¿Por qué me estás embrollando?
—No entiendes— se vuelve hacia mí casi con furia, su voz empieza a temblar. —Verte, estar contigo cada día pero no ser capaz de hacer algo… es como el cáncer, ¡es como este cáncer creciendo dentro de mi cuerpo, dentro de mi mente!
—Está bien. Lo sé. Lo siento— intento desasir mi mano, pero sus dedos se ciñen alrededor de los míos.
—No lo hagas… Me inclino hacia ella y la aprieto con fuerza mientras ella me envuelve con sus brazos. El calor de su cuerpo fluye hacia el mío como una corriente eléctrica. Sus mejillas calientes rozan mi rostro, sus labios tocan los míos antes de apartarse otra vez; su aliento es húmedo y apremiante contra mi cuello. Deseo tanto que me bese que duele.
La puerta cruje al abrirse como el sonido de un disparo. Nos separamos con premura Quinn está allí, tirando de su corbata, su camisa sin fajar. Sus ojos están muy abiertos, oscilando entre mi rostro y el de Santana.
— ¡Wow, la primera en estar lista!— mi voz sale estridente con una alegría falsa. —Ven aquí y te ataré la corbata. ¿Qué te gustaría para el desayuno?
Ella aún no se mueve. — ¿Qué sucedió?— pregunta al fin con el rostro preocupado.
— ¡Nada!— Santana pasa de hacer el café y le brinda una sonrisa tranquilizadora. —Todo está bien. Ahora, ¿muesli, tostadas o ambos?
Quinn ignora los intentos de Santana por distraerla. — ¿Por qué estabas abrazando a Britt?— pregunta en cambio.
—Porque… porque… Britt está un poco molesta por ese examen que tiene que hacer hoy— responde Santana entrecortada. —Se siente muy nerviosa.
Asiento como si estuviera de acuerdo, borrando rápidamente mi falsa sonrisa.
Poco convencida, Quinn camina lentamente hacia su silla, olvidando sus quejas habituales mientras Santana le llena su tazón con muesli.
Mi corazón golpetea como un martillo. Sólo oímos la puerta hasta después que ella la hubiera abierto por completo y ésta golpeara la esquina del aparador. ¿Quinn vio a Santana besando mi cuello… notó que mis labios rozaron los suyos? Quinn empieza a comer su muesli sin más comentarios y sé que no ha creído nuestra historia. Sé que siente que algo no está bien. Me siento casi aliviada cuando llegan Sam y Hanna, ruidosos y demandantes, uno protestando por el menú del desayuno, la otra por haber perdido su álbum de estampas. Miro nerviosamente a Quinn, pero ella permanece inusualmente silenciosa.
Santana está claramente alterada. El color es fuerte en sus mejillas y se está mordiendo el labio. Golpea el jugo de Hanna y esparce los cereales sobre la mesa. Sirve café tras café y trata de apurar a todo el mundo a que desayune, incluso cuando aún no son ni las ocho y sus ojos continúan regresando al rostro de Quinn.
Después de dejar las niñas en la escuela, me vuelvo hacia ella y le digo: —Quinn no pudo haber visto nada. No hubo tiempo.
—Ella sólo me vio dándote un abrazo y ahora está preocupada porque estés molesta por algo más serio que un examen. Nunca debí haber salido con esa patética excusa. Pero, para esta tarde ya habrá olvidado todo esto o, si no lo hace, se dará cuenta de que estás bien. Todo está bien.
Aún puedo sentir el retorcijón del miedo en mi estómago. Pero sólo asiento con la cabeza y sonrío tranquilizadoramente.
En matemáticas, Rachel masca goma y apoya los pies sobre la silla vacía que tiene enfrente, pasándome notas sobre el modo en que Salim Kumar me está mirando y especulando sobre lo que le gustaría hacer conmigo.
Pero todo lo que puedo pensar es en que algo tiene que cambiar Santana y yo tenemos que encontrar una manera de estar juntas sin temor a ser interrumpidos por, al menos, un ratito todos los días. Sé que después de lo que sucedió esta mañana, ella no va a volver a tocarme cuando los demás estén en la casa, lo que es, básicamente, cuando nosotras estamos. Y aun no entiendo por qué no puedo quedarme cerca de ella, sujetar su mano, descansar mi cabeza contra su brazo mientras estemos en una habitación vacía ella dice que le hace peor, ¿pero qué podría ser peor que no tocarla en absoluto?
Hoy es mi turno de recoger a Quinn y Hanna porque Santana tiene una clase en la tarde. De camino a casa, ellas cargan hacia delante como siempre, dándome un infarto cada vez que cruzan una carretera. Cuando llegamos, les doy unos aperitivos y me pongo a hurgar dentro de sus mochilas buscando notas de profesores y tareas mientras ellas luchan por el control remoto en la sala. Pongo a lavar la ropa, retiro las cosas del desayuno y subo las escaleras a ordenar su habitación. Cuando regreso a la sala, ya se han aburrido de la televisión, la GameBoy no está funcionando correctamente y las amigas de Quinn del vecindario están todas fuera, en un club de fútbol. Empiezan a discutir, por lo que sugiero un juego de Cluedo agotados por la larga semana aceptan, así que dispongo el juego sobre la alfombra de la sala: Quinn se recuesta sobre el estómago, con la cabeza apoyada en una mano, su rubia melena cubriéndole los ojos; Hanna se sienta de piernas cruzadas a los pies del sofá, con un enorme agujero nuevo en sus medias rojas escolares que revelan parte de un esparadrapo aún mayor.
— ¿Qué te sucedió?— le pregunto señalándolo.
— ¡Me caí!— anuncia, sus ojos iluminados de anticipado deleite mientras empieza su relato del drama. —Fue muy, muy grave. Mi rodilla tenía un gran corte abierto y había sangre por toda mi pierna ¡y la enfermera dijo que tendría que ir al hospital para recibir puntos de sutura!—. Mira a Quinn para asegurarse que tiene un público cautivo. —De todos modos, yo no lloré mucho. Únicamente hasta el final del recreo. La enfermera dijo que yo era realmente valiente.
— ¡Te dieron puntos de sutura!— me quedo mirándola, horrorizada.
—No, porque después de un rato dejó de salir la sangre, así que la enfermera dijo que ella pensaba que estaría bien. Siguió intentado llamar a mamá, pero le dije y le dije que era el número equivocado.
— ¿Qué quieres decir con que era el número equivocado?
—Yo le decía que ella tenía que llamarte a ti o a San en su lugar, pero ella no me escuchaba, incluso cuando le dije que me sabía los números de memoria. Sólo dejó un montón de mensajes en el móvil de mamá. Y me preguntó si tenía una abuela o abuelo que pudiera ir y recogerme en su lugar.
—Oh, Dios, déjame ver. ¿Aún te duele?
—Sólo un poco. No… ¡ay!... ¡no quites el esparadrapo, Britt! ¡La enfermera dijo que tenía que dejármelo!
— ¡OK! ¡OK!— digo rápidamente. —Pero la próxima vez, le dices a la enfermera que tiene que llamarnos a mí o a San. Le dices que tiene que hacerlo, Hanna, ¿ok? ¡Tiene que hacerlo!— de repente, me descubro casi gritando.
Hanna asiente distraídamente, con la atención puesta en las piezas del juego ahora que su drama ha terminado. Pero Quinn me está mirando solemnemente, sus ojos verdes entornados.
— ¿Por qué la escuela siempre tiene que llamarlos a ti o a Santana?— pregunta ella en voz baja. — ¿Ustedes son, en secreto, nuestras verdaderas progenitoras?
El sobresalto corre como agua helada a través de mis venas. Soy incapaz de respirar por un momento.
—No, por supuesto que no, Quinn. Simplemente, somos mucho mayores que tú, eso es todo. ¿Qué… qué rayos te hizo pensar tal cosa?
Quinn continúa concentrada en mí con su penetrante mirada y me encuentro literalmente conteniendo la respiración, esperando su comentario sobre lo que fue testigo esta mañana.
—Porque mamá ya no está aquí nunca más. Ni siquiera los fines de semana. Tiene una nueva familia ahora, en casa de Dave. Vive allí e incluso tiene nuevos hijos.
La miro, con la tristeza filtrándose a través de mí. —No es su nueva familia— hago el último intento con desesperación. —Ellos se quedan sólo durante el fin de semana y son hijos de Dave, no de ella. Nosotros somos sus hijos. Ella sólo pasa mucho tiempo allí en estos momentos porque trabaja hasta muy tarde… es peligroso que vuelva a casa sola en medio de la noche.
Mi corazón está latiendo demasiado rápido. Desearía que Santana estuviera aquí para decir lo correcto, yo no sé cómo explicárselos. No sé cómo explicármelo.
— ¿Entonces, cómo es que ella nunca más está aquí, ni siquiera los fines de semana?— pregunta Quinn, su voz súbitamente tiene un filo de ira. — ¿Cómo es que nunca nos lleva a la escuela o nos recoge para traernos a casa como solía hacer en su día libre?
—Porque…—. Mi voz flaquea. Sé que, aquí, voy a tener que mentir. —Porque ahora también está trabajando los fines de semana y no tomará más días libres durante la semana. Es sólo para que pueda ganar más dinero, para comprar cosas bonitas para nosotros.
Quinn me da una larga y dura mirada y con un sobresalto, veo la adolescente que será en unos pocos años.
—Estás mintiendo— dice en voz baja. —Todos ustedes están mintiendo—. Se levanta y corre escaleras arriba.
Me siento allí, paralizada por el miedo, la culpa y el horror. Sé que debería ir tras ella, pero ¿posiblemente, qué pueda decirle? Hanna está tirando de mi manga, exigiendo que juegue. Afortunadamente la conversación ha pasado desapercibida para ella. Y por eso, recojo las piezas con una mano temblorosa y empiezo a jugar.
Conforme el tiempo pasa, la tarde que me desmayé empieza a sentirse como un sueño que lentamente se evapora desde los espirales de mi mente. No trato de tocar a Santana nuevamente. Sigo diciéndome que esto es sólo temporal, sólo hasta que las cosas se calmen con Quinn y ella empiece a enfocarse en otras cosas y regrese a su descarada personalidad habitual. Eso no le toma mucho tiempo, pero sé que el recuerdo aún está allí, junto con la duda, el dolor y la confusión. Y eso es suficiente para detenerme de acercarme a Santana.
La pesadilla de Navidad comienza: películas navideñas, disfraces que hacer de improviso, una discoteca para los alumnos de sexto año, a la cual Santana es el único alumno que no asiste. Entonces, todo el mundo se dispersa y la Navidad está sobre nosotros, la casa decorada con guirnaldas y banderolas que Santana birló de la escuela. Toma los esfuerzos combinados de los cinco cargar el árbol hogareño desde lo alto de la calle y Hanna se mete una aguja de pino en un ojo, y por unos pocos momentos terribles pensamos que tendríamos que llevarla a urgencias, pero Santana, finalmente, consigue sacársela Quinn y Hanna adornan el árbol con decoraciones hechas en casa y en la escuela, e incluso cuando el resultado final fue un gran desastre desproporcionado y brillante, nos anima tremendamente a todos. Incluso Sam se digna a unírsenos con los preparativos, aunque se pasa la mayor parte del tiempo tratando de probarle a Hanna que Santa Claus no es real. Mamá nos da nuestro dinero de Navidad y voy a hacer compras para Hanna, mientras Santana se ocupa de Quinn: un sistema que diseñamos un desafortunado año, cuando yo le compré a Quinn un par de guantes para fútbol con una franja rosada a los lados Sam sólo quiere dinero pero Santana y yo colaboramos para conseguirle el par de zapatillas de diseñador ridículamente caras que ha estado deseando por años. En vísperas de Navidad, esperamos hasta oírlo roncar suavemente antes de colocar la caja envuelta a los pies de su escalera con las palabras De Parte de Santa Claus escritas en buen tamaño.
Mamá hace una aparición tardía la mañana de Navidad, cuando el pavo ya está en el horno. Trae regalos también, principalmente cosas de segunda mano de las que los niños de Dave ya se han cansado: Lego y barbies para Quinn, a pesar que dejó de jugar con ese tipo de cosas hace algún tiempo, una segunda copia de Bambi para DVD y un Teletubby desastrado para Hanna, que ella mira con una mezcla de confusión y horror Sam consigue algunos videojuegos viejos, que no funcionan en su consola pero él estima que puede vender en la escuela. Yo obtengo un vestido, varias tallas más grandes que la mía, que luce como si, probablemente, una vez perteneció a la ex esposa de Dave, y Santana es la orgullosa nueva propietario de una enciclopedia, generosamente adornada con dibujos obscenos. Todos hacemos las apropiadas exclamaciones de alegría y sorpresa, y mamá se siente en el sillón, se sirve un gran vaso de vino blanco, enciende un cigarrillo y jala a Hanna y a Quinn a su lado, su rostro ya encendido por el alcohol.
De algún modo, sobrevivimos al día. Dave pasa la ocasión con su familia y mamá se desmaya en el sofá justo pasadas las seis. Hanna y Quinn son engatusadas para irse a la cama temprano, mediante permitirles llevarse sus regalos con ellos y Sam desaparece, escaleras arriba con sus videojuegos para comenzar sus negociaciones.
Santana se ofrece a limpiar la cocina y, para mi vergüenza, la dejo hacerlo, y colapso en la cama, agradecida de que el día haya llegado a su fin.
Es casi un alivio cuando la escuela comienza de nuevo Santana y yo tenemos remordimientos, y mantener entretenidos a Quinn y Hanna cada día durante dos semanas ha cobrado su precio. Volvemos a la escuela agotadas y admiramos los nuevos iPods, móviles, ropas de diseñador y laptops que nos rodean.
En el almuerzo, Santana pasa caminando junto a mi mesa. —Encuéntrame en las escaleras— susurra Rachel deja escapar un fuerte aullido lobuno mientras ella se aleja y yo me giro a tiempo para ver que su rostro se torna carmesí.
Aquí arriba, el viento es casi un vendaval, cortándote como si fueran astillas de hielo. No tengo idea cómo Santana puede soportarlo día tras día ella se abraza a sí misma contra el frío, sus dientes castañetean, sus labios están tintados de azul.
— ¿Dónde está tu abrigo?— le reprocho.
—Lo olvidé en la carrera matutina de costumbre. — ¡Santana, vas a coger una neumonía y morir! ¿No podrías, al menos, ir a leer a la biblioteca, por el amor de Dios?
—Estoy bien— está tan helada que apenas puede hablar. Pero en un día como éste, la mitad de la escuela abarrota la biblioteca.
— ¿Qué pasa?— Pensé que no te gustaba que yo viniera aquí. ¿Ha sucedido algo?
—No, no—. Ella se muerde los labios intentando contener una sonrisa. —Tengo algo para ti.
Frunzo el ceño, confundida. — ¿Qué? Ella busca dentro del bolsillo de su blazer y saca una pequeña caja plateada. —Es un regalo de Navidad retrasado. No fui capaz de conseguirlo hasta ahora. Y no quería dártelo en casa porque, tú sabes…—. Su voz va menguando torpemente.
Lo tomo suavemente. —Pero hicimos un pacto hace años— protesto. —La Navidad es para los niños. No íbamos a gastar más dinero del que debíamos, ¿recuerdas?
—Quise romper el pacto este año—. Se ve emocionada, con sus ojos sobre la caja, instándome a abrirla.
—Pero, entonces tendrías que habérmelo dicho. ¡Yo no tengo nada para darte a ti!
—No quiero que me des nada. No te lo dije porque quería que fuera una sorpresa.
—Pero… Ella me toma por los hombros y me da una gentil sacudida, riendo.
— ¡Aargh! ¿Podrías simplemente abrirlo?
Yo sonrío. — ¡Está bien, está bien! Pero aún objeto esta ruptura del pacto sin mi consentimiento…—. Levanto la tapa. —Oh… Dios… San…
— ¿Te gusta?—. Está prácticamente brincando sobre sus pies, sonriendo con alegría, un destello de triunfo brillando en sus ojos. —Es de plata maciza— me informa con orgullo. —Debería encajarte perfectamente. Tomé la medida de la marca en la pulsera de tu reloj.
Continúo con la vista fija en la caja, consciente que no me he movido ni hablado por varios minutos. El brazalete de plata que yace allí, contra el terciopelo negro, es la cosa más exquisita que nunca he visto. Compuesta de intrincados lazos y remolinos, brilla mientras captura la luz blanquecina del sol invernal. — ¿Cómo has pagado esto?— mi voz es un susurro conmocionado.
— ¿Eso importa?
— ¡Sí! Ella duda por un momento, el resplandor se desvanece y baja la mirada.
—He… he estado ahorrando. Tuve una especie de trabajo…
Levanto la mirada del bello brazalete, incrédula. — ¿Un trabajo? ¿Qué? ¿Cuándo?
—Bueno, no fue un verdadero trabajo—. La luz se ha apagado de sus ojos y ahora suena avergonzada. —Me ofrecí a escribir algunos ensayos para unas pocas personas y se corrió la voz.
— ¿Has hecho las tareas de la gente por dinero?
—Sí. Bueno, de las curriculares, principalmente— mira tímidamente hacia abajo.
— ¿Desde cuándo?
—A partir del último semestre.
— ¿Has estado ahorrando para esto por cuatro meses? Sus zapatos trazan líneas en el suelo y sus ojos rehúsan encontrarse con los míos. —Al principio, era sólo dinero adicional para, tú sabes, cosas del hogar. Pero luego pensé en Navidad y en que tú no habías recibido un regalo desde… nunca… Me resulta difícil recuperar el aliento. Es un esfuerzo retomar todo esto.
—Santana, tenemos que regresar esto inmediatamente y hacer que te devuelvan tu dinero.
No podemos—. Su voz flaquea.
— ¿Qué quieres decir? Ella gira el brazalete. En el interior están las palabras: Brittany, te amaré por siempre Santana x.
Me quedo mirando el grabado, paralizada por el estupor, el silencio entre nosotros interrumpido sólo por los gritos distantes en el patio de recreo Santana dice en voz baja. —Pensé… no debería ser demasiado holgada, así nadie podría ver el grabado. Y si te preocupa, siempre podrás tenerla escondida en casa. C-como un amuleto de la buena suerte o algo… quiero decir, sólo… sólo si tú quieres, por supuesto…— su voz se desvanece en el silencio otra vez no puedo moverme—Probablemente, esto fue una idea estúpida—. Está hablando demasiado rápido ahora, tropezando con sus propias palabras. —Es… es probable que no lo hubieras elegido para ti; Debí haber esperado y preguntarte. Debí haber dejado que tú eligieras o darte algo más útil como, um, como… como…
Levanto la mirada del brazalete de nuevo. A pesar del frío, las mejillas de Santana se ven calientes de vergüenza, sus ojos irradian decepción. —Britt, mira, realmente no importa. No tienes que usarlo o algo así. Tú… simplemente puedes tenerlo escondido en casa… por el grabado—. Me da una sonrisa vacilante, desesperada por desentenderse de todo el asunto.
—No, San, no. Es… es la cosa más hermosa que tuve nunca. Es el regalo más increíble que nunca me han dado. Y el grabado… voy a usarlo toda mi vida. Simplemente, no puedo creer que hayas hecho esto. Sólo por mí. Todo ese trabajo, noche tras noche. Pensé que te estabas volviéndote loca por los exámenes o algo así. Pero todo era sólo… sólo para darme…— no puedo terminar la frase y, sujetando firmemente la caja, me inclino hacia ella, mi rostro apretado contra su pecho.
Puedo oírla soltar el aliento, aliviada. —Hey, tú sabes, lo políticamente correcto es sonreír y decir ¡gracias!
—Gracias— susurro contra ella, pero las palabras no significan nada comparadas con lo que siento.
Ella toma la caja y me levanta el brazo. Siento que me rodea y empuja hacia arriba la manga de mi abrigo. Después de unos pocos momentos de torpeza, siento la fría plata contra mi piel.
—Hey, ¿qué tal va? Échale un vistazo— dice con orgullo. Tomo una profunda inspiración, parpadeando para contener las lágrimas. La intrincada plata que rodea mi muñeca emite destellos. Contra mi pulso, descansan las palabras Te amaré por siempre. Aunque ya sabía que lo hará.
Uso el brazalete todo el tiempo. Sólo me lo quito en la seguridad de mi propia habitación, lo hago descansar en la palma de mi mano y miro embelesada el grabado. Por la noche, duermo con las cortinas parcialmente abiertas, de modo de que la luz de la luna sea capturada por el metal, haciéndolo resplandecer. En la oscuridad, siento sus relieves con los labios, como si besándolo me llevara más cerca de San.
En la tarde del sábado, mamá nos sorprende entrando de golpe en la casa, con el maquillaje corrido y el cabello húmedo por la lluvia. —Oh, están todos aquí— suspira, sin hacer ningún intento por ocultar su decepción, de pie en el umbral de la puerta de la sala, con un anorak de hombre demasiado grande, medias de red y tacones vacilantes Quinn está practicando ponerse de cabeza en el sofá, Hanna está tirada sobre la alfombra mirando desganada la televisión y yo estoy tratando de terminar mi tarea de historia sobre la mesa de café. Sam ya ha salido con sus compañeros y Santana está en el piso superior, repasando.
— ¡Mami!—. Hanna se levanta de un salto y corre hacia ella, tendiéndole los brazos para que la abrace. Mamá le da unas palmaditas en la cabeza sin mirar hacia abajo y Hanna se conforma con abrazar sus piernas, en lugar de ello.
— ¡Mamá, mamá, mira lo que puedo hacer!— grita Quinn triunfante, lanzándose en una voltereta aérea y tirando mi pila de libros al suelo.
— ¿Cómo es que no estás en casa de Dave?— le pregunto mordazmente.
Tenía que irse y rescatar a su ex esposa— responde ella, curvando los labios con disgusto.
—Aparentemente, ahora es agorafóbica o algo así. Es más como una necesidad crónica de llamar la atención, si me lo preguntas.
—Mami, salgamos a algún lado. ¡Por favor!— suplica Hanna, colgándosele de una pierna.
—Ahora no, pastelito. Está lloviendo y mami está muy cansada. —Podrías llevarlos al cine— sugiero rápidamente. —Superhéroes empieza en quince minutos. Iba a llevarlas yo, pero como no te han visto por cerca de dos semanas…
— ¡Sí, mamá! Superhéroes parece muy buena… ¡te encantará! En mi clase, todos la han visto—. El rostro de Quinn se ilumina — ¡Y palomitas!— pide Hanna, brincando de arriba abajo. — ¡Amo las palomitas! ¡Y Coca-Cola!
Mamá produce una sonrisa tensa. —Niñas, tengo un terrible dolor de cabeza y sólo quiero quedarme aquí.
— ¡Pero has estado en casa de Dave por dos semanas completas!— grita Quinn de pronto, su rostro se pone morado.
Ella se estremece ligeramente. —Ok, ok. Está bien—. Me lanza una mirada enfadada. — ¿Te das cuenta que he estado trabajando por las pasadas dos semanas, cierto?
La miro con frialdad. —Nosotros también. Ella se gira sobre sus talones y, tras una discusión sobre un paraguas, gritos furiosos sobre un abrigo desaparecido y lamentos de angustia sobre el pie que alguien pisó, la puerta de entrada se cierra. Dejo caer mi cabeza contra el sofá y cierro los ojos. Luego de un momento, los abro de nuevo y sonrío. Se han ido. Todos se han ido. Esto es demasiado bueno para ser verdad. Por fin tenemos la casa para nosotros solos.
Subo la escalera de puntillas, mi ritmo cardíaco acelerado. Voy a darle una sorpresa. Me acercaré sigilosa por detrás, me deslizaré en su regazo y anunciaré nuestra inesperada ventana de libertad con un largo y profundo beso. Me paro fuera de la puerta de su dormitorio, contengo la respiración y giro suavemente el picaporte.
Poco a poco, empujo la puerta semi abierta. Entonces, me detengo. Ella no está frente al escritorio, con la cabeza inclinada sobre su libro, como esperaba. En su lugar, está en la ventana: una mano toqueteando atentamente el móvil roto que aún piensa que puede salvar, la otra intentando quitarse un calcetín mientras se tambalea precariamente sobre un pie. Está medio girada, de espaldas a mí, así que aún no me ha notado tras la puerta y veo con diversión su lucha por quitarse el otro calcetín, los ojos aún fijos en la pantalla rota del teléfono. Entonces, con un suspiro de molestia, lo tira sobre la cama y, tirando de su camiseta, se la pasa con rapidez por la cabeza, y su cabello emerge cómicamente despeinado. Viendo la toalla colgada del respaldo de su silla, me doy cuenta que está a punto de tomar una ducha y empezar a dibujar otra vez, cuando algo me detiene. Me siento súbitamente afectada por lo mucho que ha cambiado su cuerpo. Siempre manteniendo su delgadez, ahora se ha vuelto más musculosa, sus grandes pechos en ese sujetador y los seis cuadraditos exactamente.
Acechando por detrás de él, deslizo mis brazos alrededor de su cintura y la siento tensarse—Ella se los ha llevado— susurro en su oído ella se gira en mis brazos y, de repente, nos estamos besando fuerte, frenéticamente; nadie nos detiene, no hay límites en nuestro tiempo. Pero en lugar de hacernos languidecer, esto añade un nuevo elemento de emoción y urgencia a la situación. Las manos de Santana tiemblan mientras acuna mi rostro en ellas Entre besos, ella jadea audiblemente contra mis mejillas y el dolor de la añoranza pulsa a través de todo mi cuerpo ella besa cada parte de mi rostro, mis orejas, mi cuello. Mis manos recorren, hacia arriba y hacia abajo, el calor de sus pechos, sus brazos, sus hombros.
Quiero sentir cada parte de su cuerpo. Quiero respirarla. La deseo tanto, que duele ella me está besando con tanta fuerza ahora, que no me da tiempo de tomar aliento. Sus manos están en mi cabello, contra mi nuca, bajo mi cuello. Su piel desnuda se eriza bajo mi tacto.
Pero todavía hay demasiada ropa, demasiados obstáculos entre nuestros cuerpos. Deslizo mi mano por debajo de la parte superior de sus jeans. —Espera…— suspiro su respiración se estremece contra mi oído e intenta besar mi cuello, pero la empujo suavemente.
—Espera— le digo. —Detente por un segundo. Tengo que concentrarme. Mientras bajo mi cabeza, siento que su cuerpo se tensa de frustración y sorpresa. Me obligo a centrarme en lo que estoy haciendo, procurando no apresurarme. No quiero hacerlo mal, cometer un error, hacerme parecer una tonta, lastimarla…
Soltar el botón es fácil. Bajar la cremallera no tanto: al primer intento se traba y tengo que volver a subirlo hasta poder deslizarlo completamente hasta abajo. Pero, de repente, Santana me sujeta por las muñecas, retorciendo hacia atrás mis manos.
— ¿Qué estás haciendo?—. Suena incrédula, casi enojada. —Shhh…—. Regreso a sus pantalones abiertos. — ¡Britt, no!—. Está jadeando con fuerza, un dejo frenético en su voz. Sus manos están entre las mías ahora, tratando de subir nuevamente la cremallera, pero sus dedos son torpes, temblando en estado de shock.
Tirando de la cinturilla de sus bragas, deslizo mis dedos en su interior y siento una oleada de euforia cuando hago contacto. Se siente sorprendentemente caliente y mojada. Con un pequeño jadeo, Santana se curva hacia atrás, conteniendo el aliento, tensándose y mirándome con una expresión de completo asombro como si hubiera olvidado quién soy, el color inundando sus mejillas, su respiración rápida y superficial. Luego, con un pequeño quejido, me toma por los hombros y me empuja hacia atrás.
— ¿Qué demonios estás haciendo? Retrocedo enmudecida mientras ella lidia con sus ropas. Está gritando al máximo de su voz, literalmente temblando de rabia. — ¿Qué mierda está mal contigo? ¿Qué demonios estabas tratando de hacer? Sabes que no podemos nunca…
—Lo siento— susurro. —Yo… yo sólo… yo sólo quería tocar…
— ¡Todo esto se nos está yendo de las manos!—. Me está gritando, los tendones sobresalen en su cuello. —No eres más que una enferma, ¿lo sabías? ¡Todo esto es simplemente enfermizo!—. Me empuja al pasar a mi lado.
Escaleras abajo, en la sala, me paseo por el piso, respirando fuerte, la ira y la culpabilidad están atravesándome por cantidades iguales. Ira por el modo en que ella sólo me gritó.
Culpa por no haberme detenido la primera vez que me lo pidió. Aun así, no lo entiendo, simplemente no lo entiendo. Pensé que habíamos decidido no molestarnos por lo que podían pensar los demás tengo miedo de haber arruinado lo que pensé que teníamos.
El sonido de sus pasos golpeando en la escalera, me hace retroceder hasta el rincón más alejado de la habitación. Pero, desde el pasillo, sólo escucho el tintineo de las llaves, el rechinar de los zapatos, el cierre de una chaqueta. Y luego, la puerta principal se cierra.
Me quedo allí, aturdida. Horrorizada. Estaba esperando una confrontación de algún tipo, la oportunidad de ofrecerle una explicación, al menos. El lugar de eso, ella simplemente se fue y me dejó. No voy a aceptar esto, no lo haré. No es como si hubiera hecho algo tan terrible.
Me calzo los zapatos y agarro mi abrigo de la escuela. Ni siquiera me molesto en detenerme a por mis llaves y corro fuera de la casa. Apenas alcanzo a ver su figura, desapareciendo en la húmeda oscuridad al final de la casa. Echo a correr.
Cuando el sonido de mis pisadas llega hasta ella, se desvía a través del camino, acelerando aún más su paso.
— ¿Podrías simplemente dejarlo? ¡Sólo regresa y déjame en paz! ¡
¿Por qué?!— grito, jadeando en el aire helado mientras la lluvia lancea mi cabello y mi rostro con afiladas agujas húmedas. — ¿Qué demonios he hecho que sea tan horrible? Fui sigilosa para sorprenderte. Quería decirte que mamá había regresado y la acorralé para que llevara a los niños al cine. Cuando empezamos a besarnos, yo sólo quería tocar…
— ¿Te das cuenta qué tan jodidamente estúpido fue eso? ¿Qué tan peligroso? ¡Simplemente no puedes hacer cosas como ésas!
—San, lo siento. Pensé que, por lo menos, podríamos tocarnos. No significa que quería que fuéramos más lejos…
— ¿Ah, sí? ¡Bueno, puedes olvidar tu maldito cuento de hadas! ¡Bienvenida al mundo real!—. Ella se gira brevemente, lo suficiente para que yo vea su rostro teñido por la furia. —Si no lo hubiera detenido, ¿te das cuenta de lo que pudo haber pasado? No solamente es desagradable, Brittany, ¡es jodidamente ilegal!
— ¡San, es una locura! Sólo porque no podemos tener sexo, no significa que no podamos tocarnos y…— me acerco a ella, pero aparta mi brazo de nuevo. Abruptamente, gira por el callejón hacia el cementerio, sólo para encontrar una reja cerrada con candado al final. Sin tener un lugar a dónde ir, todavía se niega a girarse hacia mí. De pie, en mitad del camino mojado por la lluvia, mi cabello azotando mi rostro, la veo aferrar la reja de alambre, sacudirla demencialmente, golpearla con ambas manos, patearla salvajemente.
— ¡Estás loca, ¿lo sabías?!—. Le grito, mi miedo de repente ha sido reemplazado por ira. — ¿Por qué esto tiene que ser la gran cosa? ¿Cómo podría ser diferente a lo que sucedió esa vez en la cama?
Ella gira sobre sí misma, chocando su espalda con violencia contra la verja. — ¡Bueno, tal vez eso fue un maldito error también! ¡Pero, al menos… al menos, aquella vez una de nosotras no estaba medio desnuda! Y yo nunca… nunca tendría que haberlo dejado ir más lejos…
— ¡Yo no lo estaba planeando en este momento!— exclamo, aturdida.
— ¡Ya no puedo hacer esto!— dice, su voz ronca y quebrada y, abruptamente, mi rabia es barrida por un frío torrente de miedo. —Es demasiado doloroso, demasiado peligroso. Estoy aterrorizada… Estoy simplemente aterrorizada de lo que podríamos terminar haciendo.
Su desesperación es casi tangible, drenando del aire helado que nos rodea hasta la última pizca de esperanza. Me rodeo a mí misma con mis brazos y empiezo a temblar—Entonces, ¿qué estás diciendo?— mi voz comienza a elevarse. —Si no podemos tener sexo, ¿prefieres no tener nada en absoluto?
—Eso creo—. Me observa, sus ojos cafés súbitamente endurecidos a la luz artificial—Enfrentémoslo, todo esto es muy enfermizo. Quizás, el resto del mundo tiene razón. Quizás sólo somos una pareja de jodidas adolescentes emocionalmente perturbadas que sólo…
Se interrumpe, alejándose con un impulso de la verja mientras yo, lentamente, me alejo de ella, con el dolor y el temor corriendo a través de mí como hielo líquido.
—Britt, espera… no quise decir eso—. Su expresión cambia abruptamente y se aproxima a mí cautelosamente, con sus brazos extendidos como si yo fuera un animal salvaje dispuesto a huir. —Yo… yo no quise decirlo. Yo… no estoy pensando con claridad. Me dejé llevar. Necesito calmarme. Vayamos a algún lado y hablemos. Por favor…
Sacudo la cabeza y me muevo en un amplio arco alrededor de ella, de repente me escabullo y me arrojo a través de un hueco en el borde de la cerca. Una vez dentro, giro dentro del viento helado, encaminándome por el camino oscuro y resquebrajado, colmado de las habituales botellas de cerveza, colillas de cigarrillos y jeringas. El resplandor de las farolas me llega desde una gran distancia, el sonido del tráfico se desvanece en un murmullo lejano, el contorno de las lápidas rotas y abandonadas no son más que formas amorfas en la oscuridad. No puedo creer que esto esté sucediendo. Trato de darle un sentido a lo que acaba de suceder, a procesar las palabras de Santana sin caerme completamente a pedazos. A aceptar, de algún modo, que la magia de esa noche cuando nos besamos y esa tarde en mi habitación son, para ella, simplemente un horrible y perverso error que debe ser archivado en el fondo de nuestras mentes hasta que, eventualmente, nos convenzamos de que nunca sucedió. Necesito absorber los verdaderos sentimientos de Santana hacia esta situación, los sentimientos que ha estado ocultándome desde el comienzo. Y necesito evaluar cómo sobrevivir a esta súbita revelación. ¿Pero, cómo puede algo lastimar tanto? ¿Cómo puede ser que sólo unas pocas palabras me den ganas de acurrucarme y morir?
—Vamos, Britt—. Oigo sus pasos resonando en el camino tras de mí, y un grito se empieza a formar en mi garganta. Tengo que estar sola en este momento, o perderé la razón, lo haré— ¡Sabes que no quise decir nada de eso! Sólo estaba avergonzada por lo que yo… yo estuve a punto de… tú sabes. ¡Sólo estaba asustada de mis propios sentimientos, de lo que podríamos haber hecho!—. Ella luce frenética y salvaje. —Por favor, sólo regresemos a casa. Los demás estarán de vuelta en un minuto y se van a preocupar.
El hecho que ella piense que puede apelar a mi sentido del deber, muestra cuán poco entiende el efecto de sus palabras anteriores, la violencia de las emociones que corren a través de mí.
Intenta sujetar mi brazo — ¡Suéltame!— grito, mi voz magnificada por el silencio del cementerio. Retrocede como si le hubieran disparado, protegiéndose el rostro de la histeria en mi voz.
—Britt, sólo trata de calmarte— me pide con voz temblorosa. —Si alguien nos escucha, ellos…
— ¡¿Ellos qué?!— le interrumpo agresiva, girándome para enfrentarlo.
—Ellos van a pensar…
— ¡¿Qué pensarán?!
—Quizás piensen que te estoy atacando…
— ¡Oh, todo es acerca de ti!— le grito, los sollozos amenazan con explotar en mi garganta.
— ¡Todo esto… siempre ha sido acerca de ti! ¿Qué pensará la gente? ¿Cómo me veré? ¿Cómo podrían juzgarme? Cualquiera fuera el sentimiento que una vez existió entre nosotras, es claro que no significa nada para ti, comparado con tu patético miedo a la mente estrecha de otras personas, a los intolerantes prejuicios parroquiales que una vez despreciaste, ¡pero ahora has adoptado como propios!
— ¡No!— aúlla ella, desesperada, lanzándose en pos de mí cuando empiezo a alejarme de nuevo. —No es así… ¡no tiene nada que ver con eso! Britt, por favor, escúchame. ¡No lo entiendes! Sólo dije esas cosas porque siento como si estuviera volviéndome loca: verte cada día, pero no ser capaz de… poseerte, tocarte cuando nadie está cerca. Sólo quiero tomar tus manos, besarte, abrazarte, sin tener que ocultarlo todo el tiempo. ¡Todas esas pequeñas cosas que cualquier otra pareja simplemente da por sentado! Quiero ser libre para hacerlo sin estar aterrada de que alguien nos descubra, nos obligue a separarnos, llame a la policía, se lleve a los niños, destruya todo. No puedo soportarlo, ¿no lo entiendes? Quiero que seas mi novia, quiero que seamos libres…
— ¡Muy bien!— grito con lágrimas brotando de mis ojos. —Si todo es tan enfermo y retorcido, si te está causando tanto sufrimiento, entonces tienes razón, ¡debemos acabar con esto, aquí y ahora! ¡De ese modo, al menos no tendrías andar por allí con una conciencia tan terriblemente culpable, pensando qué desagradables somos por tener estos sentimientos!—desesperada ahora por alejarme, echó a correr a tropezones.
— ¡Por el amor de Dios!— grita tras de mí. — ¿No escuchaste lo que dije? ¡Eso es lo último que quiero!
Intenta sujetarme de nuevo, tratando de obligarme a reducir la velocidad, pero no puedo… voy a desmoronarme, romper en lágrimas y me rehúso a tenerle, a ella o a cualquier otra persona, como testigo girándome, estrello las manos contra su pecho y la empujo lo más fuerte que puedo. — ¡Sólo aléjate de mí! —grito. — ¿Por qué no puedes sólo dejarme sola por cinco minutos? ¡Por favor, vete a casa! ¡Tienes razón, nunca debimos empezar esto! ¡Así que aléjate de mí! ¡Sólo dame algo de tiempo y espacio para pensar!
Sus ojos están desesperados, su expresión demudada. — ¡Pero yo estaba equivocada! ¿Por qué no me escuchas? Todo lo que dije fue una mierda… sólo me estaba dejando llevar por la frustración, ¡eso no es lo que quiero!
— ¡Bueno, pero es lo que yo quiero!— chillo. — ¡Dios no quiera que tengas que quedarte conmigo por lástima! Todo lo que has dicho es cierto: somos enfermas, somos retorcidas, estamos trastornadas, ¡y tenemos que terminar con esto, ahora! ¿Entonces qué demonios estás haciendo aquí? ¡Vete a casa, a tu normal y socialmente aceptable vida y fingiremos que nunca sucedió nada!
Con un gemido desesperado, ella se mueve hacia mí, alcanzándome otra vez. Doy un paso atrás. — ¡Lo digo en serio, Santana! ¡Vete a casa! ¡No me toques o gritaré por ayuda!
Ella deja caer sus brazos extendidos y da un paso atrás, derrotada. Sus ojos se llenan de lágrimas. — ¿Britt, qué demonios quieres que haga?
Tomo una respiración irregular. —Sólo vete— digo en voz baja.
— ¿Pero no me entiendes?— dice ella, con una tranquila desesperación. —Quiero estar contigo, no importa qué. Te amo…
—Pero no lo suficiente. Nos miramos la una a la otra. Su cabello se ondula por el viento, sus ojos cafés son luminosos en la oscuridad, la cremallera de su chaqueta negra está rota, revelando debajo su camiseta gris. Sacude su cabeza, sus ojos están escrutando el oscuro cementerio que nos rodea como si estuviera buscando ayuda. Regresa su mirada hacia mí y se le escapa un áspero sollozo. — ¡Britt, esto no es cierto!
—Acabas de decir que nuestro amor es enfermizo y desagradable, Santana— le recuerdo suavemente.
Se clava las uñas en los costados de su rostro. — ¡Pero eso no es lo que quería decir!— su mentón empieza a temblar.
— ¿Entonces, por qué lo has dicho? Eso es lo que querías decir, y ahora yo también quiero decirlo. Tienes razón, San. Tú me has hecho ver este sórdido embrollo como lo que es. Sólo un terrible error. Las dos simplemente estábamos aburridas, perturbadas, solitarias, frustradas, lo que sea. Nunca estuvimos enamoradas…
— ¡Pero sí lo estábamos!—. Su voz se quiebra. Aprieta con fuerza los ojos y presiona el puño contra su boca para amortiguar un sollozo. — ¡Nos amábamos!
La miro, insensible. —Entonces, ¿cómo es que ya no? Ella se queda mirándome horrorizada, las lágrimas humedeciendo sus mejillas.
— ¿D-de qué estás hablando? Tomo una respiración tranquilizadora, abrazándome a mí misma para contener un ataque de llanto.
—Quiero decir, Santana, ¿cómo es que ya no te amo más?
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Hola nuevo capitulo ! UN TOQUE MUY DURO
Espero que comenten Saludos y Besos.
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Forbidden (FINAL 5/08/14 )
Holaa un capitulo que deja en shock
mary04- - Mensajes : 1296
Fecha de inscripción : 30/09/2011
Edad : 31
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