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FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 Primer15
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Mensaje por laura.owens Mar Jun 24, 2014 1:32 pm

Hola! Me encantó el capítulo FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 en algun punto de la historia se sabrá por qué San no recuerda a Britt?? o acaso si la recuerda pero se hace la que no? jaja
Me encanta que actualizas super rapido  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1202786940
Cuídate, hasta la próxima actualización . 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por micky morales Mar Jun 24, 2014 3:25 pm

me encanto la hermana de santana, solo espero que las cosas mejoren con la fiera lopez!!!!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dani(: Mar Jun 24, 2014 7:57 pm

3:) escribió:Holap dan!!!

me encanta,...
quizás solo quizás,... miss lopez siente celos por rachel este serca del conejo!!!
me gusta como lucy trata a san jajajajaj,... a ver como va la amistad britt y que tanto acerca a san!!!
es raro que nadies aya preguntado quien o que es ¿"ella"? jajajajaj
AME AMO Y AMARE ESTA FRASE----->!!!
señorita Pierce, pero yo soy un imán para el pecado

nos vemos!!!,...

Hola Hola!
Quizas Quizas jajajaja pobre conejito :P
SOMOS DOS QUE AMAMOS ESA FRASE DIOS MISS LÓPEZ  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1215408055  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1215408055 
saludos y besos.

:) escribió:Muy bueno santana gruñona me gusta

Hola Hola!
Ella sera asi mucho :P
Saludos y Besos.

monica.santander escribió:Hola Genial capitulo!!!
De la persona de la foto que piensa Britt es San???
Saludos

Hola Hola!
Este capitulo te dejara saberlo ;)
Saludos y Besos.  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 

laura.owens escribió:Hola! Me encantó el capítulo FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 en algun punto de la historia se sabrá por qué San no recuerda a Britt?? o acaso si la recuerda pero se hace la que no? jaja
Me encanta que actualizas super rapido  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1202786940
Cuídate, hasta la próxima actualización . 

Hola Hola!
Ya veras primero es un poco confunso pero despues todo va ser claro claro como el agua ;)
Estoy en vacaciones por eso actualizo todos los dias C:
Saludos y besos.  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 

micky morales escribió:me encanto la hermana de santana, solo espero que las cosas mejoren con la fiera lopez!!!!!

Hola Hola!
Lucy es Lucy que te puedo decir jajaja
Saludos y besos.  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dani(: Mar Jun 24, 2014 8:04 pm

Capítulo 7


Brittany dejó la bicicleta cerca de casa de los Clark-López, un edificio grande y blanco, y se dirigió al porche. Nunca llamaba a la puerta antes de entrar, así que subió el escalón de un salto y abrió la puerta mosquitera. La escena que se encontró la dejó helada la mesa auxiliar del salón estaba hecha añicos y había manchas de sangre en la alfombra las sillas y los cojines estaban tirados por el suelo y Lucy y Aarón estaban abrazados en el sofá. Lucy estaba llorando.
 
— ¿Qué ha pasado? —preguntó Brittany, con los ojos como platos.
 
—Santana —respondió Aarón.  
 
— ¿Santana? ¿Está herida?  
 
— ¡Ella está bien! —respondió Lucy, riendo histéricamente—. Hace menos de veinticuatro horas que está en casa y ya se ha peleado con mi padre a empujones, ha hecho llorar a mi madre dos veces y ha enviado a Scott al hospital — Aarón, muy serio, siguió acariciando la espalda de su novia para tranquilizarla.
 
Brittany ahogó un grito — ¿Por qué?  
 
— ¿Quién sabe? Es imposible saber qué le pasa por la cabeza. Ha discutido con papá y cuando mamá se ha interpuesto entre ellos, la ha empujado. Scott le ha dicho que la mataría si volvía a ponerle un dedo encima, y Santana le ha dado un puñetazo y le ha roto la nariz—Brittany bajó la vista hacia la mesita. Vio que había trozos de cristal clavados en la alfombra, junto a la sangre, restos de tazas de café rotas y galletas desmenuzadas.
 
— ¿Y qué ha pasado aquí? —preguntó, señalando la macabra escena.  

—Scott se ha caído sobre la mesa por culpa de un empujón de Santana Papá y Scott están en el hospital. Mamá se ha encerrado en su habitación y yo voy a pasar la noche en casa de Aarón.  

Dicho esto, Lucy se levantó y arrastró a su novio hacia la puerta de la calle Brittany seguía inmóvil en el sitio —Tal vez debería ir a hablar con tu madre.  

—No pienso quedarme aquí ni un minuto más. Mi familia está rota. —Con estas palabras, su amiga se marchó Brittany se acercó a la escalera, pero entonces oyó un ruido que venía de la cocina, por lo que se dirigió a esa parte de la casa. La puerta trasera estaba abierta y vio que había alguien sentado en el porche, llevándose una botella de cerveza a los labios. Tenía una abundante mata de pelo negro, que brillaba a la luz del atardecer la reconoció por las fotos que tenía Lucy.    

Sin pensarlo dos veces, salió de la casa y se sentó cerca de ella, en una tumbona de jardín, abrazándose las rodillas y apoyando la barbilla en ellas.    
Santana la ignoró.  
 
Brittany la examinó a conciencia, grabándose su imagen a fuego en la memoria. En persona era todavía más guapa. Tenía los ojos marrones inyectados en sangre, pero aun así resultaban impresionantes y contrastaban vivamente con sus cejas oscuras. Resiguió el ángulo de sus pómulos, de su nariz, noble y recta, y de su mandíbula y vio un hoyuelo.

Finalmente, clavó la vista en sus labios, observando la forma y grosor del labio inferior antes de darse cuenta de los moratones tenía sangre en la mano derecha y un cardenal en la mejilla izquierda. El puño de Scott la había alcanzado, pero sorprendentemente, Santana no había perdido el conocimiento.    

—Llegas tarde para la sesión de las seis. Ha acabado hace media hora —Su voz era suave, casi tan agradable como sus rasgos. Por un instante, Brittany pensó cómo sería oír esa voz pronunciando su nombre se estremeció.  

—Aquí hay una manta —le ofreció ella, señalando una manta de lana a cuadros escoceses que tenía junto a la cadera. Sin levantar la vista, dio unos golpecitos a la prenda.  
 
Brittany la miró con desconfianza. Cuando se convenció de que ya no era peligrosa, se acercó y se sentó en un taburete, aunque todavía manteniendo cierta distancia. Se preguntó si sería rápida corriendo. Y luego se preguntó si ella podría correr más rápido si la persiguiera Santana le dio la manta.
 
—Gracias —murmuró Brittany, cubriéndose los hombros con ella la miró de reojo. Era bastante alta y se le veía encogida en la silla Adirondack de jardín. La cazadora de cuero negro hacía que su  pelo se viera más negro. La llevaba desabrochada y Brittany vio sus voluminosos pechos cubiertos por la ceñida camiseta, de color negro, igual que los vaqueros. Tenía las piernas pequeñas pero trabajadas se dio cuenta de que estaba más alta y fuerte que en las antiguas fotos de su hermana.

Quería decir algo, pero no se atrevía. Quería preguntarle por qué había actuado de un modo tan violento con la familia más agradable que conocía. Pero era demasiado tímida y, además, estaba un poco asustada. Así que, en vez de eso, le preguntó si tenía un abridor Santana frunció el cejo, pero llevándose la mano al bolsillo trasero del pantalón, sacó uno y se lo ofreció  ella le dio las gracias y se quedó inmóvil ella se volvió hacia la caja de cervezas medio vacía que tenía a la espalda, cogió una botella y se la ofreció.
 
—Permíteme —le dijo, sonriendo al mirarla por fin a la cara Brittany le devolvió el abridor y ella destapó la cerveza con facilidad, brindando después haciendo entrechocar las botellas—. ¡Salud!    Ella bebió para no hacerle un feo, tratando de no atragantarse cuando aquella bebida con sabor a cebada le llegó a la boca. Sin darse cuenta, ronroneó.  
 
— ¿Habías probado la cerveza alguna vez? —le preguntó ella sonriendo Brittany negó con la cabeza.
   
—Pues me alegro de haber sido la primera —Ella se ruborizó y ocultó la cara bajo su mata de pelo color caoba.    

— ¿Qué haces aquí? —Santana la miraba con curiosidad Brittany tardó unos segundos en responder, buscando una manera delicada de decirlo.  

—Estaba invitada a cenar. «Esperaba conocerte al fin.» Ella se echó a reír.
 
—Pues me temo que he estropeado la velada. Bien, señorita Ojos Azules, añada eso a mi cuenta.    

— ¿Puedo preguntarte qué ha pasado? —Brittany lo preguntó en voz muy baja, casi en un susurro, para que no se le notara el temblor.  

— ¿Puedo preguntarte por qué todavía no has salido corriendo? —contraatacó ella, mirándola fijamente con sus ojos marrones ella volvió a agachar la cabeza. Esperaba que, si se mostraba sumisa, se le pasaría el enfado. Sabía que estar allí con Santana después de lo que había pasado era una tontería. Estaba borracha y, si se ponía violenta, Brittany no tenía a nadie cerca a quien pedir ayuda.

Era un buen momento para marcharse inesperadamente, ella alargó el brazo y le apartó el pelo de la cara, colocándoselo detrás del hombro. Le acarició el cabello con los dedos durante unos momentos antes de soltárselo Brittany notó una especie de conexión entre los dedos de Santana y su pelo y volvió a ronronear con los ojos cerrados, olvidándose de lo que le había preguntado.    

—Hueles a vainilla —comentó ella, cambiando de postura para verla mejor.  
 
—Es el champú —Santana se acabó la cerveza y abrió otra inmediatamente, bebiendo un buen trago antes de volverse hacia Brittany otra vez.  

—No sé cómo ha pasado.    

—Te quieren mucho. Se pasan el día hablando de ti.    

—La hija pródiga. O un demonio, tal vez. El demonio Santana —dijo, riendo amargamente antes de acabarse la nueva cerveza de un trago y abrir otra.  
 
—Estaban tan contentos de que volvieras a casa... Por eso tu madre me invitó a cenar.  
 
—No es mi madre. Y tal vez Grace te invitase porque sabía que necesitaba a un ángel de pelo rubio que velara por mí —Se inclinó hacia ella y le apoyó la mano en la mejilla Brittany ahogó una exclamación. Levantó la vista, sorprendida por su contacto, y quedó prisionera de sus ojos marrones, que también la estaban mirando con sorpresa Santana, claramente ebria, le acarició la mejilla ruborizada con el pulgar y pareció dudar, como si no comprendiera de dónde salía el calor que desprendía la cara de la recién llegada cuando apartó la mano, Brittany sintió ganas de llorar ya la echaba de menos dejando la botella en el suelo, ella se levantó.    

—El sol se está poniendo. ¿Quieres venir a dar un paseo? —Ella se mordió el labio sabía que no debería acompañarla pero era Santana, la de la fotografía, y sabía que ésa sería seguramente su única oportunidad de estar con ella después de lo que había pasado, dudaba que volviera de visita nunca más. O, por lo menos, durante una buena temporada dejó la manta en el porche y la siguió—Tráete la manta —le indicó ella Brittany la enrolló y se la puso bajo el brazo Santana le cogió la otra mano.

Ella ahogó un grito al notar un cosquilleo que le empezaba en la yema de los dedos y le subía por el brazo. Tras superar la curva del hombro, se lanzó en picado hacia su corazón, haciendo que éste le latiera mucho más de prisa Santana le rozó la cabeza con la suya — ¿No habías ido nunca de la mano de una chica? —Cuando ella negó con la cabeza, ella se echó a reír suavemente—. Pues me alegro de ser la primera —se adentraron lentamente en el bosque y pronto dejaron de ver la casa de los Clark-López.

A Brittany le gustaba la manera en que su mano encajaba con la suya, la sujetaba con delicadeza pero con decisión y, de vez en cuando, le apretaba los dedos como si quisiera recordarle que seguía allí Brittany pensó que tal vez ir de la mano con alguien era siempre así, aunque no tenía experiencia y no podía comparar sólo había entrado en ese bosque una o dos veces anteriormente y siempre con Lucy si algo iba mal, probablemente se perdería, pero apartó esos pensamientos de su mente y se concentró en la agradable sensación de ser llevada de la mano por la fuerte y cálida de la enigmática Santana—Antes pasaba mucho tiempo aquí —comentó ella—. Es muy tranquilo.

Un poco más lejos hay un huerto de manzanos abandonado. ¿Te lo ha enseñado Lucy?—Brittany negó con la cabeza  Santana la miró muy seria—Estás muy callada. Puedes hablar conmigo. Te prometo que no te morderé —dijo, con una de sus sonrisas características, una sonrisa que Brittany había visto en las fotos de Lucy.  
 
— ¿Por qué has venido a casa? Ella ignoró su pregunta y siguió andando, pero le agarró la mano con más fuerza ella le devolvió el apretón para demostrarle que no estaba asustada. Aunque en realidad sí lo estaba.  

—No quería venir a casa. No en este estado. Perdí algo y llevo semanas borracha —Su honestidad la sorprendió.    

—Pero si has perdido algo, puedes recuperarlo.  

—No lo he perdido para siempre —replicó ella, entornando los ojos luego aceleró el paso y Brittany tuvo que esforzarse para seguirle el ritmo.  

—He venido a buscar dinero estoy desesperada y sí, estoy bien jodida también —dijo, estremeciéndose—. Ya estaba jodida antes de liarme a hostias con todo el mundo. Antes de que llegaras.  

—Lo siento mucho—encogiéndose de hombros, Santana tiró de ella hacia la izquierda.
   
—Ya casi hemos llegado— A través de una zona de vegetación menos tupida, entraron en un pequeño claro cubierto de hierba y salpicado de flores silvestres, malas hierbas y algún tocón de árbol. El silencio era tan intenso que casi podía oírse. En un extremo del claro había varios manzanos viejos y de aspecto abandonado —Aquí es —anunció ella, señalando con el brazo a su alrededor—Esto es el Paraíso—Guiándola hasta una gran roca que inexplicablemente había caído en medio de aquel campo, Santana la sujetó por la cintura y la sentó en ella. Luego trepó y se sentó a su lado Brittany se estremeció. La roca estaba fría a la débil luz del atardecer y el frío se coló con facilidad a través de la fina tela de sus vaqueros Santana se quitó la cazadora y se la colocó sobre los hombros —Pillarás una pulmonía y te morirás —le advirtió distraídamente, rodeándole los hombros con el brazo y acercándola a ella el calor corporal que irradiaba la calentó inmediatamente Brittany inspiró hondo y suspiró, maravillándose de lo bien que encajaba bajo su brazo como si hubiera sido creada para estar allí.  
 
—Eres Beatriz.
 
— ¿Beatriz?  

—La Beatriz de Dante—ella se ruborizó.
 
—No sé quién es.    

Santana se echó a reír y Brittany sintió su cálido aliento en la mejilla antes de que le acariciara la oreja con la nariz — ¿No te han contado eso? ¿No te han dicho que la hija pródiga está escribiendo un libro sobre Dante y Beatriz? Al ver que no respondía, la besó suavemente en la cabeza—Dante era un poeta y Beatriz era su musa. La conoció cuando ella era muy joven y la amó a distancia toda la vida. Beatriz fue su guía en el Paraíso —Brittany la escuchaba con los ojos cerrados, aspirando el aroma de su cuerpo. Olía a almizcle, a sudor y a cerveza, pero no hizo caso de eso y se centró en el aroma que era únicamente suyo Santana tenía un olor muy peligroso —Hay un cuadro de un pintor llamado Holiday te pareces mucho a su Beatriz —añadió ella y, cogiéndole la mano, se llevó sus pálidos dedos a los labios, besándoselos con veneración.    

—Tu familia te quiere. Deberías hacer las paces con ellos. —Brittany no sabía de dónde habían salido aquellas palabras Santana se limitó a abrazarla con más fuerza
—No son mi familia. No la de verdad. Además, es demasiado tarde, Beatriz —ella se sobresaltó al oírla llamarla así. Realmente había bebido demasiado. Pero ni siquiera entonces apartó la cabeza que descansaba en su hombro. Poco después, Santana llamó su atención acariciándole el brazo—No has cenado— Brittany negó con la cabeza.  
 
—No.  

— ¿Quieres que te dé de cenar?  A regañadientes, levantó la vista para mirarla ella sonrió y, bajando de la roca, se acercó a uno de los pocos manzanos que sobrevivían. Estudió los frutos y escogió el más grande y rojo que encontró. Luego cogió otro más pequeño y se lo guardó en el bolsillo mientras regresaba a su lado—Beatriz —dijo, ofreciéndole la manzana.    
Ella se la quedó mirando, hipnotizada, como si se tratara de un tesoro Santana se echó a reír y la movió delante de sus ojos, como habría hecho un niño con un azucarillo delante de un poni Brittany cogió la manzana y se la llevó a la boca, mordiéndola con decisión ella observó cómo lo hacía; observó cómo tragaba. Luego volvió a su lado en la roca y la abrazó de nuevo, aparentemente satisfecha manteniéndole la cabeza apretada contra su hombro con delicadeza, se sacó la otra manzana del bolsillo y se la comió se quedaron allí quietas mientras el sol se ponía cuando el claro estuvo a punto de quedar envuelto en sombras, Santana extendió la manta sobre la hierba —Ven, Beatriz —la invitó, tendiéndole la mano Brittany sabía que era una locura sentarse con ella en la manta, pero lo hizo igualmente estaba enamorada de Santana desde la primera vez que Lucy le enseñó una foto suya. Sin poder resistirse, había robado esa foto. Y ahora que la tenía ante ella en persona, en carne y hueso, no podía hacer otra cosa que darle la mano — ¿Alguna vez te has tumbado en el suelo al lado de una chica para mirar las estrellas? —preguntó ella, tirando de ella hasta que estuvo tumbada a su lado.    

—No— Santana entrelazó los dedos con los suyos y las colocó encima de su corazón. Su latido firme y regular la tranquilizó.  

—Eres hermosa, Beatriz. Como un ángel de ojos azules —Brittany se volvió para mirarla y sonrió.

—Pues yo creo que tú eres hermosa —dijo tímidamente, acariciándole la mandíbula y maravillándose de la sensación ella sonrió a su vez y cerró los ojos ella le resiguió los rasgos de la cara con los dedos durante un buen rato, hasta que el brazo se le empezó a dormir.
 
—Gracias —dijo ella, abriendo los ojos ella sonrió y le apretó la mano, sintiendo que el corazón de Santana se aceleraba— ¿Te han besado alguna vez? Ruborizándose intensamente, Brittany negó con la cabeza—Pues me alegra de ser la primera —Incorporándose un poco y apoyándose en un brazo, se inclinó sobre ella con una sonrisa en los labios y los ojos brillantes.  

Ella cerró los ojos justo antes de que sus labios se encontraran estaba flotando los labios de Santana eran cálidos y acogedores y se posaron sobre los suyos con cuidado, como si tuviera miedo de lastimarla insegura y recelosa, Brittany permaneció quieta, con la boca cerrada Santana le acarició la mejilla con el pulgar, mientras su boca se movía delicadamente sobre la de ella el beso no fue lo que Brittany esperaba se había imaginado que sería un beso descuidado, algo violento. Se había imaginado que sus besos serían desesperados, urgentes, que sus dedos buscarían partes de su cuerpo que no estaba lista para dejarle tocar pero Santana dejó las manos donde las tenía, una acariciándole la parte baja de la espalda y la otra la mejilla. Fue un beso tierno y dulce, el tipo de beso que Brittany se imaginaba que un amante le daría a su amada después de una larga ausencia la estaba besando como si la conociera, como si le perteneciera. Era un beso apasionado, lleno de emoción, como si cada fibra de su ser se hubiera fundido y extendido sobre sus labios para poder transmitírselas a ella. Su corazón dio un brinco ante esa idea. Nunca se habría imaginado que un primer beso pudiera ser así cuando la presión de los labios de Santana disminuyó, sintió ganas de llorar era consciente de que nadie volvería a besarla así nunca más. Ninguna mujer  podría estar nunca a su altura. Nunca ella suspiró hondo y la besó en la frente antes de apartarse—Abre los ojos.  

Al hacerlo, Brittany se encontró con un par de ojos marrones excepcionalmente oscuros y llenos de sentimiento, aunque no fue capaz de descifrar sus emociones Santana sonrió y la besó en la frente una vez más antes de tumbarse y mirar las estrellas— ¿En qué piensas? —preguntó ella, cambiando de postura y acurrucándose a su lado, muy cerca de ella pero sin llegar a tocarla.  

—Pensaba en lo mucho que te he esperado esperaba y esperaba y nunca llegabas —respondió ella con una sonrisa melancólica.  

—Lo siento, Santana.
 
—Pero ahora estás aquí  Apparuit iam beatitudo vestra.
 
—No sé qué significa —contestó tímidamente.  

—Significa «ahora aparece tu bendición», aunque debería ser «mi bendición», porque soy yo la que recibe la bendición de tu presencia. —Santana la abrazó. Pasándole un brazo por detrás, la sujetó por la cintura, abriendo los dedos—. Durante lo que me quede de vida soñaré con tu voz susurrando mi nombre Brittany sonrió en la oscuridad— ¿Te has quedado dormida alguna vez entre los brazos de un chica, Beatriz? Ella negó con la cabeza—Pues me alegro de ser la primera —Cambió de postura para que le apoyara la cabeza en el pecho, cerca del corazón. Su delicado cuerpo encajaba a la perfección a su lado—. Como la costilla de Adán —murmuró Santana contra su pelo.  

— ¿Tienes que marcharte? —susurró Brittany, acariciándole el pecho con dedos vacilantes.    
—Sí, pero no esta noche.  
 
— ¿Volverás? —Su voz era casi un gemido ella suspiró profundamente.  
 
—Mañana seré expulsada del Paraíso, Beatriz nuestra única esperanza es que tú me encuentres. Búscame en el Infierno la volvió delicadamente, tumbándola en el suelo. Luego colocó una mano a cada lado de su cuerpo y se cernió sobre ella. Con los ojos muy abiertos, la miró con nostalgia, intensamente, como si pudiera ver dentro de su alma.    
Y entonces, la besó.  

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Bueno aqui un nuevo capitulo (:
Dejen sus opiniones de que les va pareciendo es muy importante para mi !!
Saludos y besos.
 FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864

PD: Este capitulo es un tipo de recuerdo para que sepan (:


Última edición por Dani(: el Mar Jun 24, 2014 9:13 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Elita Mar Jun 24, 2014 9:04 pm

Aaaaw *----* la besó *-----------*

Bueno, me encantó el capítulo!!
Entonces... segun entendí. . San discutio con su familia por estar borracha? ?
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Mensaje por 3:) Mar Jun 24, 2014 9:40 pm

holap dan!!!

me encanta el capitulo,...
privilegio de pocos ser la primera en todo,... Miss Lopez con el Conejo/Beatriz!!!!
ya espeso la danza de los pecados!!!! a ver como va a reaccionar el conejo, esta en la puerta del infierno!!! a ver cuanto tiempo puede estar lejos del infierno mejor dicho de Miss Lopez,....

nos vemos!!!
3:)
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Mensaje por micky morales Mar Jun 24, 2014 9:55 pm

por Dios por muy borracha como pudo olvidarla? sera que tenian una historia!
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Mensaje por micky morales Mar Jun 24, 2014 9:57 pm

disculpa no quise decir que sera que tenian una historia sino que sabia que tenian una historia, a veces le meto a la ciega!
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Mensaje por monica.santander Mar Jun 24, 2014 11:25 pm

Ok, pero tan borracha estaba santana que no recuerda a Britt???
Veremos que pasa.
Saludos
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Mensaje por marcy3395 Mar Jun 24, 2014 11:35 pm

sabes? hoy es mi cumple y por ser una lectora muy fiel, deberias de regalarme otro capitulo, estoy el escuela y esta super aburrida la materia FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 4065562827 FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 4065562827 
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Mensaje por :) Miér Jun 25, 2014 12:14 am

Por lo visto santana era muy problematica y creo. Que ella no recuerda el beso con britt o no quiere recordar britt no debe dejar que santana la humille
:)
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Mensaje por Anddy Rivera Morris Miér Jun 25, 2014 12:05 pm

Cómo me hubiese encanto que eso estuviera pasando y no haya sido en el pasado... Sin embargo fue un excelente capítulo ya que ahora entiendo más la historia o al menos eso espero.
Gracias por subir dos capítulos *-* fhkdjf muero por saber lo que viene!!!
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Mensaje por Dolomiti Miér Jun 25, 2014 1:13 pm

Wow! Ahora entiendo un poco mejor! Es increíble que Santana no recuerde a britt! Y bueno, creo que después de todo "Beatriz" si fue a encontrarla, la pregunta aquí es.. Santana quería ser encontrada?? Saludines! Actualiza pronto
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Mensaje por Dani(: Miér Jun 25, 2014 11:42 pm

Elita escribió:Aaaaw *----* la besó *-----------*

Bueno, me encantó el capítulo!!
Entonces... segun entendí. . San discutio con su familia por estar borracha? ?

3:) escribió:holap dan!!!

me encanta el capitulo,...
privilegio de pocos ser la primera en todo,... Miss Lopez con el Conejo/Beatriz!!!!
ya espeso la danza de los pecados!!!! a ver como va a reaccionar el conejo, esta en la puerta del infierno!!! a ver cuanto tiempo puede estar lejos del infierno mejor dicho de Miss Lopez,....

nos vemos!!!

micky morales escribió:por Dios por muy borracha como pudo olvidarla? sera que tenian una historia!

micky morales escribió:disculpa no quise decir que sera que tenian una historia sino que sabia que tenian una historia, a veces le meto a la ciega!

monica.santander escribió:Ok, pero tan borracha estaba santana que no recuerda a Britt???
Veremos que pasa.
Saludos

marcy3395 escribió:sabes? hoy es mi cumple y por ser una lectora muy fiel, deberias de regalarme otro capitulo, estoy el escuela y esta super aburrida la materia FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 4065562827 FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 4065562827 

:) escribió:Por lo visto santana era muy problematica y creo. Que ella no recuerda el beso con britt o no quiere recordar britt no debe dejar que santana la humille

Anddy Rivera Morris escribió:
Cómo me hubiese encanto que eso estuviera pasando y no haya sido en el pasado... Sin embargo fue un excelente capítulo ya que ahora entiendo más la historia o al menos eso espero.
Gracias por subir dos capítulos *-* fhkdjf muero por saber lo que viene!!!

Dolomiti escribió:Wow! Ahora entiendo un poco mejor! Es increíble que Santana no recuerde a britt! Y bueno, creo que después de todo "Beatriz" si fue a encontrarla, la pregunta aquí es.. Santana quería ser encontrada?? Saludines! Actualiza pronto


Hola Hola Chicas perdon por no contestar hoy paso sumamente rapido solo a dejar capitulo prometo mañana dejar dos capitulos (:
Saludos y Besos
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Mensaje por Dani(: Miér Jun 25, 2014 11:55 pm

Capítulo 8


Lucy estaba sentada a la barra de la cocina de Santana, tomándose un café con leche y hojeando el Vogue, edición francesa. No era su lectura habitual. Su mesita de noche en Filadelfia estaba siempre llena de libros de política, relaciones públicas, economía y sociología, con la esperanza de que algún día sus superiores le pidieran su opinión en vez de pedirle que fotocopiara la opinión de alguna otra persona. Ahora que estaba de baja, tenía tiempo de leer otras cosas aparte de política municipal.

Esa mañana se encontraba mejor. Mucho mejor. La conversación con Aarón de la noche anterior había ido bien. Aunque seguía disgustado por la cancelación de la boda, no había dejado de repetirle que prefería mil veces tenerla a ella que una boda «No hace falta que nos casemos ahora mismo. Podemos aplazarlo hasta que hayas superado el duelo. Pero te quiero a mi lado, Lucy siempre te querré a mi lado. Como mi esposa, como mi amante... Aceptaré tus condiciones porque te amo. Vuelve conmigo.» Sus palabras atravesaron la nebulosa de dolor y depresión que se había apoderado de la mente de ella y, de pronto, lo vio todo claro. Había creído que huía de Scott, de su padre y del fantasma de su madre, pero tal vez también hubiese estado huyendo de Aarón. Al oírlo decir esas palabras se dio cuenta de que no podría abandonarlo nunca. No podría vivir lejos de él.

Su declaración había roto sus defensas y le había hecho darse cuenta de que realmente deseaba ser su esposa. Fue consciente de que no quería esperar mucho para que Aarón se convirtiera en su marido. La vida era demasiado corta para desperdiciarla siendo infeliz. Su madre así se lo había enseñado Santana entró en la cocina. Llevaba puestas las gafas. Tras besarla en la cabeza, le puso delante un fajo de billetes Lucy se los quedó mirando con desconfianza. Tras comprobar de cuánto dinero se trataba, abrió mucho los ojos.

— ¿Para qué es esto? Ella se sentó a su lado, aclarándose la garganta.

— ¿No ibas a ir de compras con Susan? Su hermana puso los ojos en blanco.

—Se llama Brittany, Santana Y no. Está ocupada. Pasará todo el día haciendo un trabajo con una tipa llamada Rachel. Y cuando acaben, irán a cenar.

«Follaángeles», pensó Santana. El insulto apareció en su mente sin pensar. Se tensó y gruñó para sus adentros Lucy empujó el dinero en su dirección y siguió leyendo la revista ella volvió a ponérselo delante.

—Quédatelo.

— ¿Para qué?

—Cómprale algo a tu amiga —Su hermana entornó los ojos.

— ¿Por qué? Es mucho dinero.

—Lo sé —murmuró.

—Aquí hay quinientos dólares. Sé que los dólares canadienses no valen tanto, pero igualmente es demasiado, Santana.

— ¿Has estado en su apartamento?

—No. ¿Tú sí?

Ella se revolvió incómoda en el taburete alto —Sólo un momento. Estaba lloviendo y la acompañé a su casa en coche. Y...

— ¿Y...? —Lucy le pasó un brazo por el hombro y se le acercó con una sonrisa cómplice—. Cuenta, cuenta —Santana se liberó de su brazo con un movimiento de hombros y la fulminó con la mirada.

—No hay nada que contar. Vi un momento su apartamento y es espantoso. Ni siquiera tiene cocina, ¡por el amor de Dios!

— ¿No tiene cocina? ¿Qué demonios...?

—Es más pobre que un ratón de iglesia. Por no hablar de esa espantosa mochila que lleva a todas partes. Gástate todo el dinero en comprarle una cartera decente si hace falta, pero haz algo, porque si vuelvo a ver esa bolsa, te juro que le prendo fuego se pasó las manos por el pelo varias veces y luego las dejó allí mientras permanecía encorvada sobre la barra. Con el poder de percepción que sólo tiene una hermana, Lucy se le quedó mirando Santana aparentaba ser la jugadora de póquer perfecta. Era impasible, fría, cerebral... No un poco fría, como la brisa o como el agua de un arroyo en otoño, sino muy fría. Fría como el contacto de una roca en la piel al anochecer.

Lucy pensaba que la frialdad era su peor defecto, esa capacidad tan suya de decir y hacer cosas sin preocuparse por los sentimientos de los demás, y en los demás incluía a su familia pero a pesar de sus defectos, Santana era su hermana favorita. Y, como la pequeña de la familia, diez años menor que ella, Lucy era la favorita de Santana. Nunca había discutido con ella de la misma forma que con Scott o con su padre. Siempre la había protegido. A su manera, la quería. Nunca le haría daño de manera intencionada. Sin embargo, le había hecho daño varias veces al ver cómo se lo hacía a los demás. Y, especialmente, cómo se hacía daño a sí misma.

Sabía que, si se fijaba bien, Santana no era tan buena jugadora de póquer. Había demasiados detalles que delataban cuándo estaba sufriendo. Cuando estaba a punto de perder los nervios, cerraba los ojos; cuando se sentía frustrada se frotaba la cara, y recorría la habitación de un lado a otro cuando estaba preocupada o asustada. Al ver que empezaba a caminar por la estancia, Lucy se preguntó de qué tendría miedo.
— ¿Por qué te preocupas tanto por ella? Cuando cenó aquí no estuviste demasiado simpática. Ni siquiera la llamabas Brittany.

—Es mi alumna. Tengo que mantener una actitud profesional.

— ¿Profesionalmente mezquina? — Ella se detuvo y la fulminó con la mirada.

—Vale, vale. Me quedaré el dinero y le compraré una cartera. Aunque preferiría comprarle zapatos —Santana volvió a sentarse en el taburete.

— ¿Zapatos?

—Sí. ¿Y qué te parece si le compro también algo de ropa? Le gustan las cosas bonitas, pero no puede permitírselas. Y es guapa, ¿no crees? — Santana empezó a sentir una humedad incesante en sus bragas, cruzo las piernas para intentar de disimularlo.

—Gástate el dinero en lo que quieras. Lo único que pido es no volver a ver esa mochila.

— ¡Bien! Le compraré algo fabuloso... aunque probablemente necesite más dinero. Y luego tendremos que llevarla a algún sitio para que luzca el nuevo modelito. —Lucy miró a su hermana mayor y parpadeó sin molestarse en discutir ni en negociar, Santana sacó una tarjeta de visita de la cartera, cogió su estilográfica Montblanc y desenrolló el capuchón.

— ¿La gente normal aún usa esas cosas o sólo los medievalistas? —Preguntó ella, inclinándose hacia ella con curiosidad— Me extraña que no uses una pluma de ave — Santana frunció el cejo.

—Es una Meisterstück 149 —respondió, como si eso lo aclarara todo Lucy puso los ojos en blanco mientras su hermana usaba la reluciente plumilla de oro de dieciocho quilates para escribir una nota en el dorso de su tarjeta con una caligrafía segura pero anticuada. Decir que Santana era pretenciosa era quedarse corto.

—Aquí tienes —dijo ella, deslizando la tarjeta sobre la encimera de la barra—. Tengo cuenta en Holt Renfrew. Enséñale esto al conserje y él te llevará hasta Hilary, mi personal shopper. Ella se encargará de que lo carguen todo en mi cuenta. Pero no te vuelvas loca, Lucy. Ah, y quédate con el dinero en efectivo. Considéralo un regalo de cumpleaños con seis meses de adelanto ella se inclinó y le dio un beso en la mejilla.

—Gracias. ¿Qué es Holt Renfrew?

—La versión canadiense de Saks Fifth Avenue. Tienen de todo. No te olvides, lo importante es sustituir la vieja mochila. Lo demás son... detalles insustanciales. —Su voz sonaba de pronto malhumorada.

—De acuerdo, pero ¿me podrías explicar por qué te altera tanto una mochila L. L. Bean? Todos los estudiantes tienen una. Yo misma tenía una, hasta que maduré y descubrí Longchamp.

—No lo sé —reconoció Santana, quitándose las gafas y frotándose los ojos.

—Hum. ¿Añado ropa interior a la lista? ¿Te gusta... de gustarte? —preguntó Lucy con una sonrisita irritante su hermana resopló.

— ¿Cuántos años tenemos, Lucy? Es mi alumna, ¿lo has olvidado? Esto no tiene nada que ver con romanticismo. Tiene que ver con penitencia.

— ¿Penitencia?

—Penitencia por los pecados. Mis pecados —Esta vez fue Rachel la que resopló.

—Realmente te has quedado anclado en la Edad Media. ¿Se puede saber qué pecado has cometido contra Brittany? ¿Aparte de comportarte como una idiota? Si ni siquiera la conoces... Ella volvió a ponerse las gafas y se removió incómoda en el asiento. Sus bragas no paraban de mojarse sólo de pensar en la señorita Pierce y pecado en la misma frase. Las dos juntas en la misma habitación. Sin ropa. Quizá ella sólo con unos zapatos de tacón... que ella por fin podría tocar...

— ¿Santana? Estoy esperando.

—No tengo que confesarte mis pecados, Lucy sólo tengo que expiarlos —respondió, arrebatándole la revista de las manos.

— ¿Hablas francés? ¿Y te interesa la moda femenina? —Preguntó su hermana apretando los dientes —Santana miró la revista abierta y vio la foto de una modelo muy pintada y despatarrada, cubierta con un biquini très petite. Los ojos se le abrieron Lucy se cruzó de brazos y la miró enfadada—A mí no me hables en ese tono. No soy una de tus alumnas y no pienso aguantar tus tonterías —Suspirando, ella volvió a quitarse las gafas para frotarse los ojos.

—Lo siento —murmuró, devolviéndole la revista, no sin antes echarle otro vistazo a la modelo, por interés puramente académico, bien sûr.

— ¿Por qué estás tan tensa? ¿Problemas de mujeres? ¿Estás saliendo con alguien ahora mismo? ¿Cuándo saliste con una mujer por última vez? Y, por cierto, ¿qué significan esas fotos en tu...?

—No pienso hablar de estas cosas contigo —la interrumpió Santana— Yo no te pregunto a quién te estás tirando —Lucy se mordió la lengua y respiró hondo.

—Voy a pasar por alto ese comentario, a pesar de que ha sido de muy mal gusto. Cuando estés de rodillas haciendo penitencia, no te olvides de añadir el pecado de envidia a los demás. Sabes que nunca he estado con nadie más que con Aarón y también sabes que lo que hay entre nosotros es mucho más que tirarse a alguien. ¿Qué demonios te pasa? —Ella murmuró una disculpa, pero no levantó la mirada. Aunque sabía que su comentario había estado fuera de lugar, había logrado su objetivo, que era que se olvidara de las preguntas que le había hecho. Así que, en realidad, no se arrepentía su hermana jugueteó con la tarjeta de visita mientras se calmaba.

—Si no te gusta Britt, entonces es que sientes lástima por ella. ¿Por qué? ¿Porque es pobre?

—No lo sé —respondió ella, suspirando y negando con la cabeza.

—Britt suele despertar el instinto protector de la gente. Tiene ese aspecto frágil, como de oveja perdida. Pero no te equivoques. Es una mujer fuerte. Sobrevivió a una madre alcohólica y a una novia que...

Santana se volvió hacia ella con interés— ¿Una novia que...?

—Me dijiste que no querías saber nada de su vida privada. Es una lástima. Si no tuvierais una relación profesional, creo que te gustaría. Creo que incluso podríais ser buenas amigas— Sonrió mirando a su hermana para ver cómo reaccionaba, pero ella volvió a bajar la vista y se frotó la barbilla, absorto en sus pensamientos.

— ¿Quieres que le diga que la cartera y los zapatos son un regalo tuyo? —preguntó Lucy, tamborileando con los dedos sobre la encimera.

— ¡Por supuesto que no! Podrían despedirme sólo por eso. Alguien sacaría conclusiones equivocadas y me llevarían ante un tribunal académico.

—Pensaba que los profesores adjuntos teníais plaza fija.

—Eso no importa —murmuró ella.

—A ver si lo he entendido. Quieres gastarte un montón de dinero en Britt, pero no quieres que ella se entere de que eres tú quien paga. Esto es un poco como Cyrano de Bergerac, ¿no crees? Ya veo que el francés te resulta más familiar de lo que pensaba —Santana se levantó sin decir nada y se dirigió hacia la enorme cafetera exprés que tenía en otra de las encimeras. Se concentró en el proceso algo laborioso de preparar un café perfecto y aprovechó para darle la espalda a su irritante hermana.

Lucy suspiró—De acuerdo, quieres hacer algo por Britt tú prefieres llamarlo penitencia, aunque tal vez sea simple amabilidad. Bueno, simple no. Es doble amabilidad, porque no quieres que sepa de dónde sale el dinero para que no se sienta avergonzada o en deuda contigo. Estoy impresionada. Bastante.

—Quiero que sus pétalos vuelvan a abrirse —susurró Santana —O eso le pareció oír a Lucy, aunque lo descartó en seguida. No tenía sentido.

— ¿No crees que deberías tratarla como a una persona adulta y decirle de dónde han salido los regalos? ¿Dejar que sea ella quien decida si quiere aceptarlos o no?

—Si supiera de dónde salen no los aceptaría. Me odia— Su hermana se echó a reír.

—Brittany no es del tipo de personas que odian a los demás. Es demasiado indulgente. Si de verdad te odia, probablemente te lo mereces. Pero tienes razón. No acepta caridad. Sólo en ocasiones muy especiales me deja que le compre algo.

—Dile que son regalos de Navidad atrasados. O que son de parte de Grace — Ambas hermanas intercambiaron una elocuente mirada.

—De la única persona que Britt aceptaba caridad era de mamá —dijo Lucy con los ojos llenos de lágrimas—. Era como una madre para ella —Santana se le acercó rápidamente y la abrazó para consolarla en el fondo, sabía que al intentar convencer a su hermana de que le comprara cosas bonitas a Britt estaba buscando indulgencia. Comprando una bula para un pecado que aún no había cometido. Nunca le había pasado nada parecido con ninguna otra mujer. Pero no quería pensar en ello, no serviría de nada sabía que vivía en el Infierno y lo aceptaba. No solía quejarse, pero para ser sincera, tenía que admitir que deseaba escapar de allí desesperadamente. Por desgracia, no tenía a un Virgilio ni a una Beatriz que fueran a buscarla. Sus oraciones no recibían respuesta y sus intentos de reformarse siempre se veían frustrados por una cosa u otra. Casi siempre por alguna rubia de pelo largo, con zapatos de tacón, que le arañaba la espalda mientras gritaba su nombre una y otra vez. Y otra. Y otra.

En su actual estado de ánimo, la mejor manera que se le ocurría de gastarse el dinero manchado de sangre de su padre era un ángel de ojos azules. Un ángel que no se podía permitir un apartamento con cocina y cuyos pétalos se abrirían un poco si su mejor amiga le regalaba un vestido bonito y unos zapatos nuevos Santana quería hacer mucho más que comprarle una cartera, pero nunca admitiría que lo que deseaba en realidad era verla sonreír.

Mientras las hermanas discutían sobre penitencia, perdón y ridículas abominaciones que hacían las veces de mochila, Rachel esperaba a Brittany en la entrada de la biblioteca Robarts, la más grande del campus de la Universidad de Toronto. Aunque Brittany sólo lo sospechaba, durante el corto tiempo que había pasado desde que se conocieron, Rachel le había cogido mucho cariño a su compañera de clase.

Era muy sociable y tenía muchos amigos, gran parte de los cuales eran mujeres. Había salido con un montón de chicas, tanto centradas como con problemas. Ahora, su última relación había llegado a su fin Allison quería quedarse en Vermont y trabajar como maestra de escuela Rachel quería trasladarse a Toronto y seguir sus estudios para llegar a ser profesora universitaria. Tras dos años de relación a distancia, se habían rendido a la evidencia: su relación no iba a ninguna parte. Sin embargo, su ruptura no había sido traumática. Nadie había salido derrapando de ningún aparcamiento ni se habían quemado fotos. Seguían siendo amigas y Rachel se sentía muy orgullosa de haber podido mantener esa amistad.

Pero ahora que había conocido a Conejito, le parecía que una relación con alguien con quien compartía intereses y objetivos profesionales podía ser muy interesante y enriquecedora.

Rachel era una chica clásica, de la vieja escuela. Creía en la importancia de cortejar a una mujer y le gustaba tomarse su tiempo para ello. Por eso estaba encantada de ir paso a paso con la preciosa y tímida Conejito hasta conocerla mejor. Sólo cuando estuviera segura de lo que ella sentía, le expresaría sus sentimientos había decidido que lo mejor sería pasar mucho tiempo a su lado, tratarla bien y prestarle mucha atención. Así, si alguna otra tipa aparecía y trataba de comerle terreno, ella se enteraría en seguida y podría decirle que apartara las zarpas de su Conejito.

Brittany lamentó no ir de compras con Lucy, pero le había prometido a Rachel que pasaría el día con ella en la biblioteca. Tenía que empezar a preparar su proyecto, ahora que la profesora López había aceptado dirigirlo. Estaba muy motivada. Quería sorprenderla tanto en las clases como con la propuesta, aunque sabía que ni una cosa ni la otra iban a ser fáciles.
—Hola —la saludó Rachel alegremente, quitándole la mochila de la espalda y cargándosela al hombro como si no pesara nada Brittany le sonrió, agradeciendo que la liberara del peso durante un rato.

—Gracias por aceptar ser mi guía. La última vez que vine por aquí me perdí. Acabé en una oscura sección de la cuarta planta, donde no había más que mapas —recordó ella, estremeciéndose.

Ella se echó a reír—Es una biblioteca enorme. Te enseñaré la colección Dante de la novena planta y luego te llevaré a mi despacho.

Le sostuvo la puerta abierta para que pasara y Brittany entró en el edificio sintiéndose como una princesa Rachel tenía unos modales exquisitos y no los usaba como una arma. Reflexionó sobre la actitud de algunas personas —que no hacía falta nombrar—, que usaban los modales para intimidar y controlar, mientras que otras —como Rachel— los usaban para hacer que su acompañante se sintiera especial. Muy especial — ¿Tienes un despacho aquí? —preguntó Brittany, mientras las dos le enseñaban el carnet de estudiante al guarda de seguridad sentado junto a los ascensores.

—Algo así —respondió ella, aguantando la puerta del ascensor hasta que Brittany entró—. Tengo una pequeña zona de estudio junto a la sección dedicada a Dante.

— ¿Puedo solicitar una para mí? —Ella hizo una mueca.

—Están más buscadas que el oro. Es casi imposible conseguir una, sobre todo si estás en un curso de doctorado al ver la expresión de incredulidad de ella, se apresuró a añadir: —Personalmente, pienso que estos cursos tienen el mismo valor que los seminarios, pero no hay despachos para todo el mundo. El mío tampoco es mío; es de López— Si Brittany no se hubiera vuelto en ese momento para apretar el botón del ascensor, Rachel habría notado que dejaba de respirar un instante y palidecía al llegar a la novena planta, la guió por la colección Dante con paciencia, mostrándole tanto las fuentes primarias como las secundarias. Le gustó verla acariciar los lomos de los libros con delicadeza, como si estuviera saludando a viejos amigos. —Brittany, ¿te importa si te hago una pregunta personal? —Ella permaneció muy quieta, con la mano sobre un volumen tamaño cuartilla con la cubierta de cuero hecha jirones. Aspiró su aroma profundamente para calmarse y asintió—López me pidió que recogiera tu expediente de la señora Jenkins y... —Ella la miró con los ojos muy abiertos «Oh, no», pensó Rachel levantó las manos para calmarla —No lo leí, no te preocupes —dijo sonriendo—, aunque no hay nada demasiado personal en esos expedientes. Al parecer, López quería coger algo. Pero lo que me extrañó fue lo que hizo luego.
Brittany alzó las cejas—Telefoneó a Greg Matthews, catedrático del Departamento de Lenguas Románicas y de Literatura en Harvard.

— ¿Cómo lo sabes? —preguntó ella, parpadeando lentamente.

—Fui a llevarle unas fotocopias y la oí hablar con él. La conversación iba sobre ti.

— ¿Y por qué iba a hacer algo así?

—Eso precisamente quería comentarte. Le preguntó por qué no tenían becas lo suficientemente generosas para sus alumnos de doctorado López es una alumnus de ese departamento, una especie de mecenas. Matthews ocupaba la cátedra cuando ella se doctoró «Mierda. Estaba comprobando si era cierto que había obtenido una plaza en Harvard. No se lo creía. ¡Qué típico!» Cerró los ojos y se apoyó en el estante más cercano—No sé qué respondió Matthews, pero oí a López— Ella mantuvo los ojos cerrados esperando a que Rachel remachara el clavo. Sólo esperaba que lo hiciera rápido y, a ser posible, que no se lo clavara en el pie —No sabía que hubieses conseguido plaza en Harvard, Britt. Es impresionante López le pidió que le confirmara si habías sido admitida y luego le preguntó en qué posición habías quedado.

—Por supuesto —murmuró ella—. Vengo de una ciudad pequeña en Pensilvania. Fui a una universidad jesuita con unos siete mil alumnos. ¿Cómo iba a entrar a Harvard? — Rachel frunció el cejo. «Pobre Conejito. Esa cabrona le tiene la moral comida. Debería darle una patada en el culo y luego volver a trabajar para ella como si no hubiera pasado nada...»

— ¿Qué tienen de malo las universidades católicas? Yo me licencié en la Universidad de Saint Michael, en Vermont, y mi educación no tiene nada que envidiar a la de otros. Tenían a un especialista en Dante en el Departamento de Lengua y a un especialista en Florencia en el Departamento de Historia—Brittany asintió como si le estuviera prestando atención—Escúchame, aún no he acabado. El caso es que Matthews trató de convencerla de que te envíe a Harvard para hacer el doctorado cuando acabes el curso. Dijo que estabas entre los alumnos con mejor nota y, considerando la fuente, es muy buena noticia. Piensa que yo también me presenté y me rechazaron —reconoció Rachel, sonriendo sin ganas, no sabiendo cómo reaccionaría ella cuando se enterara—. Así que, si no es demasiado personal, ¿por qué no fuiste a Harvard?

—No quería venir aquí —susurró Brittany como si se sintiera culpable—. Sabía que me la encontraría. Pero no me quedó otro remedio. En Saint Joseph me endeudé mucho con préstamos de estudiante. Debo varios miles de dólares y no podía seguir endeudándome para ir a Harvard. Así que decidí hacer el curso aquí y volver a solicitar una beca más generosa para el curso que viene. Si me la conceden, podré ir sin tener que pedir más dinero —Rachel asintió con la cabeza.

Mientras Brittany volvía a concentrarse en examinar los libros que tenía delante, ella la observó. Al parecer, no se había dado cuenta de lo que acababa de confesar. Lo que había dicho sin darse cuenta era mucho más revelador que la razón por la que supuestamente no había ido a Harvard.

Mientras Brittany abría y cerraba los polvorientos volúmenes, con los ojos muy abiertos y una sonrisa en sus deliciosos labios, Rachel se dio cuenta de que el apodo que le había puesto era mucho más adecuado de lo que pensaba en un principio Brittany era como un conejo asustado en medio de un prado o una carretera, pero también le recordó mucho a El conejo de terciopelo Rachel no lo reconocería nunca y si alguien se lo preguntara, mentiría mirando a los ojos del interlocutor y juraría que no sabía de qué le estaban hablando, pero ése era uno de los cuentos favoritos de Allison. Al principio de su relación, ella le había pedido que lo leyera para poder entenderla mejor. Y Rachel, la granjera de Vermont, se había leído el maldito libro a escondidas porque la amaba y, aunque nunca lo reconocería, le había encantado al mirar a Conejito, tuvo la sensación de que estaba esperando desesperadamente convertirse en un ser real. Y también que alguien la amara. Pero la larga espera se había cobrado su precio. No en su aspecto físico, que era muy atractivo —aunque para el gusto de Rachel estaba demasiado pálida y delgada, algo que una buena ración de productos de Vermont solucionaría rápidamente—, sino en su alma, que era bonita pero triste ella nunca se había parado a pensar en el tema del alma hasta que había conocido a Conejito. Pero ahora que la conocía, era una creyente fervorosa. Esperaba que algún día consiguiera la que deseaba; que alguien la amara para que dejara de ser un conejito asustado y se convirtiera en otra cosa. En alguien más valiente. Y más feliz.

Pensando que ya había dejado volar demasiado la imaginación con libros infantiles, sonrió, decidido a distraerla de sus problemas. La guió hasta una puerta y le mostró la placa de latón donde, en elegante letra cursiva, había escrito: Profesora Santana M. López, Departamento de Estudios Italianos —Brittany se fijó en que ninguna de las otras puertas tenía placa. Y se fijó también en que Rachel había puesto una tarjeta suya debajo de la placa. Se imaginó a La Profesora viéndola y arrancándola malhumorada. Al leer el nombre completo de su amiga, vio que su segundo nombre empezaba por B: Rachel B. Berry, MA.
— ¿Qué significa la B? —le preguntó, señalando el improvisado cartel.

—No me gusta mi segundo nombre —respondió ella, incómoda.

—A mí tampoco me gusta el mío. Si no quieres decírmelo, lo entenderé —contestó ella, sonriendo, antes de volverse hacia la puerta cerrada.

—Te reirás.

—Lo dudo. Mi apellido es Pierce. No me siento particularmente orgullosa de él.

—Pues a mí me gusta— Brittany se ruborizó, pero no demasiado.

Rachel suspiró — ¿Me prometes que no se lo dirás a nadie?

—Por supuesto. Y yo te diré el mío: es Susan.

—Es un nombre precioso. —Rachel cerró los ojos e inspiró hondo. Luego esperó. Cuando no pudo más y los pulmones le estaban pidiendo a gritos oxígeno, soltó el aire rápidamente, diciendo—: barbra.

— ¿Barbra? —repitió Brittany, mirándola con incredulidad.

—Sí. —Rachel abrió los ojos, temiendo que ella empezara a reírse.

—Pues me parece un nombre precioso es un gran honor llevar el nombre de una gran cantante.

—Sí, Brittany Susan Me parece muy adecuado para ti —añadió, mirándola con dulzura y admiración ella apartó la vista, avergonzada Rachel carraspeó para aligerar la tensión que se había creado.

—López nunca usa este despacho; sólo viene de vez en cuando a dejarme cosas. Pero es suyo, ella paga la factura.

— ¿Son de pago? — Ella asintió con la cabeza y abrió la puerta —Sí, pero lo valen. Tienen calefacción, aire acondicionado y acceso a Internet. Además, se pueden cerrar con llave, por lo que son muy prácticos para dejar libros que estás usando sin tener que devolverlos cada día. Cualquier material que necesites, incluso si es material de referencia, del que no se puede sacar de la biblioteca, puedes guardarlo aquí cuando quieras —Brittany miró el cuarto pequeño pero cómodo como si fuera la tierra prometida. Abrió mucho los ojos al ver el espacio de trabajo con la mesa empotrada, las cómodas sillas y estanterías que iban desde el suelo hasta el techo. A través de una ventanita, se veía parte de la ciudad y la torre CN. Se preguntó cuánto costaría vivir allí. Sería mucho mejor que su agujero de hobbit, no apto ni para un perro.

—De hecho —siguió diciendo Rachel mientras retiraba unos papeles—, puedes usar este estante. Y te dejaré mi llave de repuesto —Cogió la llave y escribió un número en un trozo de papel —Éste es el número del despacho, por si te cuesta encontrarlo al principio. Y ésta es la llave— Brittany se le quedó mirando con la boca abierta.

—No puedo aceptarla —reconoció finalmente—. Me odia. No le gustará verme por aquí.
—Que se joda —Esta vez fueron los ojos de ella los que se abrieron sorprendidos—Perdón —dijo Rachel—. Normalmente no digo tacos. Bueno, al menos, no tantos ni delante de las chicas, quiero decir, de las mujeres —Brittany asintió, aunque no había sido su lenguaje lo que la había sorprendido—López no viene casi nunca por este despacho. Puedes dejar tus cosas tranquilamente; pensará que son mías. Si no quieres encontrártela, no hace falta que trabajes aquí. Pásate de vez en cuando, yo suelo venir a menudo. Si te ve, supondrá que estamos trabajando juntas. O algo así —Sonrió con timidez. Le estaba dando la clave de lo que buscaba en su relación con ella. Quería que se vieran con frecuencia. Quería ver sus cosas en su estante. Quería estudiar y trabajar a su lado... Pero Brittany no quería que le diera claves ni llaves—Por favor —insistió ella, cogiéndole la mano y abriéndole los dedos con delicadeza al notar que dudaba, le acarició el dorso de la mano con el pulgar para tranquilizarla. Tras ponerle la llave y la nota en la mano, volvió a cerrarle los dedos con cuidado de no hacerle daño. Sabía que López ya se había encargado de eso—«Lo real no es algo que te venga dado. Es algo que te pasa. Y ahora mismo, necesitas que te pasen cosas buenas.» —Brittany se sobresaltó al oírlo Rachel no podía saber lo ciertas que eran sus palabras « ¿Está citando un cuento infantil? Imposible.» Al levantar la cara hacia ella, vio que sus ojos eran cálidos y amables. No había en ellos nada grosero ni calculador. Nada turbio ni agresivo. Tal vez sencillamente le gustaba. O sentía lástima por ella. Fueran cuales fuesen sus auténticas motivaciones, en ese momento Brittany decidió creer que el universo no era un lugar completamente oscuro y decepcionante; que siempre quedaban rincones luminosos con vestigios de bondad y de virtud, y aceptó la llave con la cabeza baja —No llores, Conejito. —Rachel alargó una mano para recoger una lágrima que aún no había caído, pero lo pensó mejor y dejó caer el brazo a un lado Brittany se volvió, avergonzada por la intensidad de las emociones que le estaban provocando cosas tan inocentes como una llave o un cuento infantil. Al mirar a su alrededor buscando desesperadamente algo con lo que distraerse, vio un CD en un estante y lo cogió: era el Réquiem de Mozart — ¿Te gusta Mozart? —Preguntó, volviendo la caja para leer el dorso Rachel sorprendida, ella alargó el brazo para devolverlo a su sitio, pensando que la había molestado al tocar sus objetos personales —No, no pasa nada, puedes mirarlo si quieres. Pero no es mío, es de López —Una vez más, Brittany sintió un escalofrío y notó que le daba vueltas la cabeza al darse cuenta de su reacción, Racel empezó a hablar muy de prisa —No se lo digas a nadie. Se lo robé.
Ella levantó las cejas—Lo sé, es horrible. Pero es que ponía el mismo tema una y otra y otra vez en su despacho mientras yo catalogaba su biblioteca personal. «Lacrimosa, Lacrimosa», jodida «Lacrimosa». ¡No podía más! Es deprimente. Así que robé el CD y lo traje aquí. Problema resuelto.

Brittany cerró los ojos y se echó a reír con ganas Rachel sonrió aliviada ante su reacción.

—Pues no lo has escondido demasiado bien. Yo lo he encontrado en treinta segundos —dijo ella, ofreciéndoselo. — Ella le colocó el pelo detrás de los hombros para verle la cara sin obstáculos.

— ¿Por qué no lo guardas tú en tu casa? —propuso Brittany se puso tensa y dio un paso atrás Rachel la vio agachar la cabeza y morderse el labio inferior y se preguntó qué había hecho mal. ¿No debería haberla tocado? ¿Estaba preocupada por si López encontraba el CD en su casa? — ¿Britt? Lo siento —se disculpó en voz baja, sin hacer ningún movimiento—. ¿Qué he hecho mal?

—No, no, nada —lo tranquilizó ella, mirándola nerviosa y dejando el CD en su sitio—. Me encanta el Réquiem de Mozart y «Lacrimosa» es mi parte favorita. No sabía que a ella también le gustaba. Me ha... sorprendido.

—Tómalo prestado. —Rachel se lo volvió a dar—. Si López pregunta, le diré que lo tengo en mi casa. Llévatelo el fin de semana, lo cargas en el iPod y lo devuelves el lunes —Brittany se quedó mirando el CD.

—No sé...

—Hace una semana que lo tengo y no ha preguntado por él. Tal vez esté de mejor humor. Empezó a escucharlo cuando regresó de Filadelfia. No sé por qué —Impulsivamente, ella se lo guardó en su maltrecha mochila.

—Gracias.

—Por ti lo que sea, Britt —replicó ella, sonriendo habría querido darle la mano. O, al menos, apretársela durante un instante, pero era asustadiza, así que se reprimió y se mantuvo a distancia mientras volvían al pasillo y le seguía enseñando la biblioteca —El Festival de Cine de Toronto es este fin de semana. Tengo una entrada doble para ver varias películas el sábado. ¿Te gustaría acompañarme? —le propuso, tratando de no parecer nerviosa mientras se acercaban a los ascensores.

— ¿Qué películas?

—Una es francesa y la otra alemana. Yo prefiero el cine europeo —reconoció con una tímida sonrisa—, aunque podría cambiarlas por otras entradas para ver algo más local... — Brittany negó con la cabeza.

—A mí también me gustan las películas europeas. Siempre y cuando estén subtituladas. Tengo escasas nociones de francés y en alemán sólo conozco palabrotas — Rachel apretó el botón de la planta baja y se volvió para mirarla con curiosidad.

— ¿Sabes palabrotas en alemán? —le preguntó con una sonrisa traviesa—. ¿Cómo es eso?
—En la universidad, vivía en la residencia internacional y una de las estudiantes de intercambio era de Frankfurt. Siempre estaba diciendo palabrotas. Al final de aquel curso, todas las alumnas decíamos palabrotas en alemán. Cosas de las residencias de estudiantes, ya sabes —dijo, ruborizándose un poco y arrastrando un pie calzado con una zapatilla deportiva de un lado a otro.

Rachel era una alumna de doctorado, así que lo más seguro era que hubiera estudiado francés y alemán. Probablemente se burlaría de su falta de conocimientos, como había hecho Quinn en el primer seminario. Esperó en tensión un comentario burlón, pero no llegó la chica sonrió mientras le aguantaba la puerta del ascensor para que saliera—Mi alemán es espantoso. Tal vez podrías enseñarme unas cuantas palabrotas. Sería una gran mejora—Ella le devolvió la sonrisa, esta vez más relajada.

— ¿Por qué no? Me encantará acompañarte al cine el sábado. Gracias por invitarme.

—De nada— Rachel estaba muy contenta. La encantadora Brittany la acompañaría al festival de cine y después irían a cenar. Todavía no la había llevado nunca a su restaurante hindú favorito. Aunque también podrían ir esa misma noche y después del cine a un restaurante chino. Luego la llevaría a Greg’s para que probara el helado casero. Y una vez allí, la invitaría a acompañarla a la Galería de Arte de Ontario el siguiente fin de semana, para ver la remodelación que había hecho Frank Gehry.

Mientras seguían la visita, Rachel se recordó que debía ser paciente. Muy paciente. Y muy cautelosa cada vez que alargara la mano para ofrecerle una zanahoria o para acariciarle el suave pelaje. Si no, el Conejito se asustaría y no tendría la oportunidad de ayudarlo a convertirse en un ser real.

A la mañana siguiente, Brittany estaba sentada en su estrecha cama, trabajando en su propuesta de proyecto con su viejo ordenador portátil y escuchando a Mozart. Los gustos musicales de la profesora López la sorprendían bastante. ¿Cómo le podía gustar aquella música a alguien que escuchaba a los Nine Inch Nails? ¿Habría escuchado el Réquiem sólo como homenaje a Grace? ¿O tendría alguna otra razón para torturarse con la misma pieza deprimente una y otra vez? Cerró los ojos y se concentró en las palabras de «Lacrimosa», cantada a todo pulmón por el coro, en latín:

Día de llanto, en el que de las cenizas resurgirá el culpable para ser juzgado.
Ten piedad, oh, Dios, de ese hombre.
Ten piedad, Oh, Señor, de él. Señor Jesús, tú que tienes piedad de todos, Otórgale el descanso eterno.
Compasivo Señor Jesús, otórgale el descanso.
Amén.

« ¿Qué problema tiene Santana que necesita escucharlo una y otra vez? ¿Y yo? ¿Por qué me siento más cerca de ella oyendo esta música? Lo único que he hecho ha sido sustituir su foto por este CD. Estoy enferma. Menos mal que, al menos, no duermo con el CD debajo de la almohada.»

Santana sacudió la cabeza y trató de concentrarse en el proyecto. Para librarse de la melancolía de la pieza, pensó en Rachel y en las actividades del día anterior se había mostrado muy servicial. Aparte de darle una llave del despacho de La Profesora, le había ofrecido consejos sobre cómo estructurar el proyecto. Y la había hecho reír más de una vez. Hacía tiempo que no se reía tanto le abría las puertas y llevaba su fea y pesada mochila. Era tan amable y educada que era imposible que no le gustara. Resultaba agradable estar con alguien guapa y dulce al mismo tiempo. Era una combinación que se encontraba con poca frecuencia y que muchas veces no era valorada. Le estaba muy agradecida por sus consejos. Quería que su propuesta impresionara a la profesora López; que se diera cuenta de que era una estudiante capaz, inteligente. Aunque sabía que probablemente ella estaría en desacuerdo con ambos calificativos, sin importarle la opinión del catedrático Matthews de Harvard. Y mentiría si dijera que no estaba tratando de manera subliminal de que López se acordara de ella se preguntó qué sería peor, ¿qué Santana la hubiera olvidado o que se hubiera convertido en la profesora López? La segunda opción la ponía enferma, así que la descartó rápidamente. Era preferible que la hubiera olvidado pero siguiera siendo la mujer dulce y tierna que la había besado en el viejo huerto de los manzanos, a que la recordara convertida en el profesor López, con todos los vicios y defectos de éste.

El proyecto de tesis de Brittany era sencillo. Pretendía comparar el amor cortesano propio de la casta relación entre Dante y Beatriz y la lujuria apasionada de los adúlteros Paolo y Francesca, los dos personajes que Dante sitúa en el círculo de la lujuria en el Infierno Brittany quería abordar las virtudes y defectos de la castidad, un tema por el que sentía un gran interés, y compararla con el erotismo subliminal de La Divina Comedia mientras trabajaba en su propuesta, se encontró con que la vista se le dirigía alternativamente al cuadro de Holiday y a una postal que mostraba la escultura de Rodin El beso. Rodin había esculpido a Paolo y Francesca de tal manera que sus labios no llegaban a tocarse, pero la escultura era sensual y erótica. Brittany no había comprado una réplica de la escultura porque la excitaba demasiado. Y, al mismo tiempo, le rompía el corazón.

Se había conformado con una postal pegada a la pared con cinta adhesiva sabía el francés justo para desenvolverse sin problemas en una boulangerie y en una fromagerie, pero su nivel básico del idioma le permitía darse cuenta de que buena parte del poder subversivo de la escultura de Rodin estaba en su título, Le baiser. Porque, en francés, baiser podía aplicarse tanto a un inocente beso, como a un acto tan poco inocente como follar. Uno podía decir baiser y referirse a un beso, pero si alguien decía baise-moi, estaba rogando que lo follaran. La inocencia y el ruego estaban reflejados en el abrazo de los amantes cuyos labios no llegaban a tocarse: inmovilizados juntos, pero separados por toda la eternidad Brittany quería liberarlos de su abrazo congelado y, secretamente, deseaba que su proyecto le permitiera hacerlo a lo largo de los años, se había permitido pensar de vez en cuando en el episodio del viejo huerto de casa de los Clark-López y revivir aquel primer beso de Santana y algunas de las cosas que vinieron después. Pero casi siempre era en sueños. No solía pensar nunca en la mañana siguiente, cuando se despertó llorando, aterrorizada. Ésa era una evocación en extremo dolorosa. El recuerdo de esa traición sólo la visitaba en sus pesadillas, demasiado a menudo para su gusto. Y también era la causa de que nunca hubiera tratado de ponerse en contacto con ella.

Justo entonces sonó su móvil—Hola, soy Lucy, ¿tienes planes para esta noche? —Brittany oyó a Santana al fondo, refunfuñando.

Inmediatamente apretó el botón de mute en el ordenador para silenciar a Mozart. Esperó unos instantes para asegurarse de que ella no lo había oído — ¿Britt? ¿Sigues ahí?

—Sí, aquí estoy— Por el sonido de la voz de Santana, fue incapaz de distinguir si estaba enfadada o sólo protestaba. Cualquiera de los dos comportamientos era normal en ella.

— ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras bien?

—Sí, perfectamente. Ejem, no, no tengo planes para esta noche —respondió finalmente, cuando se convenció de que Santana no había oído el CD.

—Bien, porque quiero ir a una discoteca.

—Oh, venga ya. Sabes que odio esos sitios. No sé bailar y la música siempre está demasiado alta.

Lucy se rió con ganas—Es gracioso que digas eso Santana acaba de decir prácticamente lo mismo. Aunque ella no reconoce que no sabe bailar. Dice simplemente que no quiere—Brittany se incorporó en la cama.

— ¿Tu hermana vendría con nosotras?

—Vuelvo a casa dentro de dos días. Va a llevarme a cenar a un buen restaurante y luego quiero ir a una discoteca. No está encantada con la idea, pero tampoco se ha negado en redondo. Me gustaría que te reunieras con nosotras después de cenar. ¿Qué te parece?

Ella cerró los ojos—Me encantaría, Britt, pero no tengo nada que ponerme. Lo siento.

Su amiga se echó a reír —Ponte un vestidito negro algo sencillo. Estoy segura de que tienes algo que puedas llevar—En ese instante llamaron a la puerta.

—Un momento, Lucy, alguien está llamando—Lucy vio que había un repartidor frente a la puerta de su casa y le abrió— ¿Sí?

—Traigo un paquete para Brittany Pierce ¿Es usted?— Ella asintió y firmó el recibo de lo que resultó ser una caja rectangular muy grande.

—Gracias —murmuró, poniéndose la caja debajo del brazo y recolocándose el teléfono en la oreja—Lucy, ¿sigues ahí? —Le pareció que su amiga se seguía riendo.

—Sí. ¿Quién era?

—Un paquete para mí.

—Ajá. ¿Y qué hay dentro?

—No lo sé, pero es una caja muy grande.

— ¿A qué esperas? Ábrela— Brittany cerró la puerta del apartamento y dejó la caja en la cama, sujetando el teléfono entre la oreja y el hombro para poder seguir hablando mientras abría el paquete.

—Tiene una etiqueta. Pone... Holt Renfrew. ¿Quién me enviará un regalo? ¡Luce! ¡No me digas que has sido tú! —Brittany oyó sus carcajadas al otro lado del teléfono al abrir la caja, vio un precioso vestido de cóctel lila con un solo tirante formado por tiras de tela entrecruzadas. No reconoció la marca, Badgley Mischka, pero era uno de los vestidos más femeninos que había visto nunca en un extremo de la caja, al lado del vestido, encontró una caja de zapatos con un par de Christian Louboutins de piel negra. Se quedó mirando las suelas rojas y los altísimos tacones con incredulidad. Los zapatos tenían un bonito lazo de terciopelo en la punta y Brittany era muy consciente de que costaban el alquiler de un mes por lo menos. Casi oculto en otro rincón de la caja, vio un bolso pequeño, adornado con cuentas por un momento, se sintió como Cenicienta.

— ¿Te gusta? —preguntó Lucy, insegura—. La dependienta se encargó de elegirlo. Yo sólo le dije que te enviara un vestido lila.

—Es precioso, Luce. Todo. Un momento, ¿cómo sabías mi talla?

—No estaba segura, pero no me pareció que hubieras aumentado de peso. De todos modos, será mejor que te lo pruebes.

—Pero es demasiado. Sólo los zapatos ya... No puedo aceptarlo.

—Britt, por favor, estoy tan contenta de que volvamos a ser amigas... Aparte de encontrarme contigo y de visitar a Santana, no me ha pasado nada bueno desde que mi madre se puso enferma. Por favor, no me quites esta alegría «Caramba Lucy sabe cómo hacer que alguien se sienta culpable.» Brittany respiró hondo.

—No sé...

—No lo he pagado con mi dinero. Es dinero de la familia. Cuando mamá murió... —Dejó la frase a medias, esperando que su amiga sacara sus propias y erróneas conclusiones y eso fue exactamente lo que pasó —A tu madre le habría gustado que te gastaras el dinero en ti.

—A ella le gustaba que todos sus seres queridos fueran felices y tú te contabas entre ellos. No tuvo demasiadas oportunidades de malcriarte después de... de lo que pasó. Estoy segura de que en este momento nos está viendo y está sonriendo. Hazlo por mí. Hazla feliz a ella, Britt.

Lucy notó que su amiga estaba a punto de llorar y empezó a sentirse mal por ser tan manipuladora Santana, que no tenía ganas de llorar ni se sentía culpable, sólo esperaba a que acabaran de hablar de una vez para poder usar su teléfono.

— ¿Puedo pagar una parte? ¿Puedo pagarte los zapatos... poco a poco? Santana debió de oírla, porque se lo oyó maldecir. No paraba de refunfuñar. Decía algo sobre un ratón y una iglesia.

—Santana, déjame a mí —dijo Lucy.

Brittany oía fragmentos de la discusión entre los hermanos —Si eso es lo que quieres, así lo haremos Santana, cállate. Pero es nuestra última noche juntas y quiero que vengas. Así que cámbiate y ven con nosotras. Ya hablaremos de dinero más tarde. Mucho más tarde.

Cuando esté en Filadelfia, viviendo a cargo del Estado — Brittany suspiró y elevó una oración de gracias a Grace, que siempre se había portado muy bien con ella.

—Gracias, Rachel. Te debo una. Otra vez.

— ¡Santana! ¡Brittany va a venir! —Gritó su amiga—Ella se apartó el teléfono de la oreja para no quedarse sorda con sus gritos —Pasaremos a buscarte por tu casa hacia las nueve Santana dice que ya conoce el camino.

—Es bastante tarde. ¿Estás segura?

— ¡Oh, vamos, por favor! Santana ha elegido la discoteca. Dice que no abren hasta las nueve, así que, de hecho, seremos de los primeros. Mientras te arreglas, el tiempo se te pasará volando. ¡Estarás impresionante!

Con esas entusiastas palabras, Brittany colgó el teléfono y empezó a admirar su precioso vestido nuevo Lucy había heredado de su madre su carácter generoso y caritativo. Era una lástima que parte de ese carácter no se le hubiera pegado a Santana se preguntó si sería capaz de bailar subida a aquellos zapatos, tan seductores como peligrosos. Y se planteó la excitante pero levemente amenazadora posibilidad de bailar con cierta profesora.

«Pero a Rachel le ha dicho que no baila. ¡Qué raro!»

En un momento de inspiración, se dirigió a la cómoda y abrió el cajón de la lencería. Sin mirar la foto que tenía escondida al fondo del mismo, eligió un pequeño y sugerente trozo de tela que había que ser muy caritativo para calificar de ropa interior. El término era adecuado porque iba a llevarlo debajo del vestido, no porque pudiera considerarse «ropa» Brittany sostuvo el tanga en la palma de la mano —tan pequeño era—, meditando como si estuviera ante una imagen de Buda. Finalmente decidió ponérselo. Como si de un talismán se tratara, esperaba que le diera el valor que necesitaba para hacer lo que tenía que hacer. Lo que quería hacer. Que era recordarle a Dante a lo que había renunciado al abandonarla.

No más «Lacrimosa» para Beatriz.

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Bueno aqui un nuevo capitulo (:
Espero que les guste y comenten que les parecio :P
Saludos y Besos!


PD: Creen que Rachel lograra conquistar a Britt ?  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 

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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por VictoriaRivera Jue Jun 26, 2014 12:30 am

Cuando va a ser el maldito día que Santana se acuerde de britt? :(
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dolomiti Jue Jun 26, 2014 3:55 am

Wow, como les irá en la discoteca? Ya quiero saber que pasara! Nos leemos mañana, saludos
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por micky morales Jue Jun 26, 2014 2:21 pm

no creo que rachell conquiste a britt, ademas no se ven nada bien juntas, en fin......!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por 3:) Jue Jun 26, 2014 2:23 pm

holap dan,..

me encanta,...
según la teoría de dante y la cual que me gusta muchoo!!!!,... a ver en que nivel del infierno esta san,.. para que "beatriz" la rescate!!! el conejo ya empezó a jugar con fuego y parece que le va a gustar,.... a ver como termina la noche en la disco!!!
es mas divertido pacer por el infierno,... antes que el conejo de deje amaestrar con rachel!!!!

nos vemos!!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dani(: Jue Jun 26, 2014 9:36 pm

VictoriaRivera escribió:Cuando va a ser el maldito día que Santana se acuerde de britt? :(

Hola Hola!
Puede que falte bastante para ese dia !! Pero llegara ;)
Saludos  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 

Dolomiti escribió:Wow, como les irá en la discoteca? Ya quiero saber que pasara! Nos leemos mañana, saludos

Hola Hola!
Aqui veras :P
Saludos  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 

micky morales escribió:no creo que rachell conquiste a britt, ademas no se ven nada bien juntas, en fin......!

Hola Hola!
Nunca se sabe si conejito pueda hacer cosas :)
Saludos  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 

3:) escribió:holap dan,..

me encanta,...
según la teoría de dante y la cual que me gusta muchoo!!!!,... a ver en que nivel del infierno esta san,.. para que "beatriz" la rescate!!! el conejo ya empezó a jugar con fuego y parece que le va a gustar,.... a ver como termina la noche en la disco!!!
es mas divertido pacer por el infierno,... antes que el conejo de deje amaestrar con rachel!!!!

nos vemos!!!

Hola Hola!
El conejito le encanta jugar con fuego JAJAJA (:
JAJAJAJAJAJAJ creo que si mejor el infierno no ? :P
Saludods  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 1206646864 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dani(: Jue Jun 26, 2014 9:46 pm

Capítulo 9


Lobby era una coctelería exclusiva de la calle Bloor Santana, siempre fiel a la obra de Dante, se refería al local como El Vestíbulo y se imaginaba que los parroquianos eran como los paganos virtuosos que pasaban la eternidad en la versión de Dante del Limbo. Aunque, en realidad, muchos de los clientes de Lobby tenían más en común con los habitantes de varios de los círculos del Infierno.  

A Santana no le apetecía ir allí con Susan, y mucho menos con Lucy, ya que Lobby era su terreno de caza. El lugar adonde iba a satisfacer sus apetitos. En ese sitio lo conocía demasiada gente, o al menos conocía su fama. Tenía miedo de lo que pudieran decir unos labios rojos liberados por el alcohol pero al menos en Lobby estaría en su terreno, podría tratar de controlar el entorno. De ninguna manera se arriesgaría a llevar a Lucy y a Susan a un local que no pudiera controlar. Por una noche cambiaría de papel. Dejaría de ser Dante y se convertiría en Beowulf; sería una guerrera en vez de una poeta. Llevaría la espada en la mano y mataría al monstruoso Grendel y a todos sus parientes si se atrevían siquiera a mirar a cualquiera de las dos jóvenes a su cargo. Sabía que era muy hipócrita por su parte, pero no le importaba. Esa noche sería una tortura, pero haría cualquier cosa para que Lucy estuviera contenta cuando ésta y Brittany salieron del taxi tras ella, las tres se dirigieron a la entrada del club, donde había una larga fila de gente que quería entrar. Ignorando la fila, Santana se acercó al guardia de seguridad, un enorme gorila calvo afrocanadiense, con diamantes en las orejas. El hombre la saludó estrechándole la mano formalmente.  

—Señora López.  
 
—Ethan, quiero presentarte a mi hermana Lucy y a su amiga, Susan —dijo señalándolas el vigilante las saludó con una inclinación de cabeza y se apartó para dejarlos pasar.  
 
— ¿Cómo ha hecho eso? —susurró Brittany al oído de Lucy, mientras entraban en un espacio moderno y elegante, decorado en blanco y negro.  
 
—Al parecer, Santana está en la lista de los vip. No preguntes —respondió su amiga, arrugando la nariz.  

Santana las guió hacia la parte trasera del club, una área exclusiva donde había reservado sitio, llamada «El salón blanco», que debía su nombre a su decoración monocromática. Las amigas se sentaron en un banco largo acolchado y se acomodaron entre los cojines forrados de armiño. Desde su mirador privilegiado se veía la pista de baile, situada en el centro, con acceso privado a todos los reservados. En ese momento todavía no había nadie bailando Lucy dedicó una mirada de admiración a su protégée.    

—Britt está preciosa, ¿no crees, Santana? Espectacular —Ella se ruborizó mucho más de lo habitual y acabó de un color parecido al carmesí.  
 
—Luce, por favor —susurró, jugando con el dobladillo del vestido.  
 
— ¿Qué pasa? —Insistió su amiga, fulminando con la mirada a su hermana, que le estaba lanzando a su vez una mirada de advertencia—. ¿Está guapa o no está guapa?  
 
—Las dos estáis muy bien —dijo ella, no admitiendo nada y cambiando de postura como si le doliera algo Brittany negó con la cabeza discretamente, reprendiéndose. Se preguntó por qué seguía importándole su opinión y por qué le costaba tanto a aquella mujer ser agradable.  

A su lado, Lucy se encogió de hombros. Era el dinero de Santana. Si a ella no le importaba gastarse casi dos mil dólares para que Britt estuviera guapa, ¿quién era ella para objetar nada? El problema era que le daba rabia ser incapaz de conseguir que su hermana reaccionara, así que decidió provocarlo un poco —Britt —empezó a decir, mirándolo a ella de reojo y asegurándose de que estaba atenta a sus palabras antes de seguir hablando—, ¿qué tal fue tu cita con Rachel?

La piel de su amiga mantuvo su profunda tonalidad carmesí —Muy agradable es una auténtica persona agradable y muy amable—respondió, resistiéndose al impulso de volverse para ver si Santana estaba escuchando no debería haberse molestado Lucy ya se estaba ocupando de mirar por las dos.  

— ¿Fuisteis a cenar?  
 
—Sí. Fuimos al Nataraj, su restaurante hindú favorito. Y mañana iremos a ver una sesión doble al Festival de Cine y después a cenar al barrio chino.  

— ¿Es mona?  

Brittany se revolvió en el asiento, inquieta —Bueno, me cuesta llamar «mona» a una jugadora de rugby, pero es guapa y amable y me trata como a una princesa.
 
Follaángeles.  
 
Las dos se volvieron hacia Santana al mismo tiempo, sin acabarse de creer lo que habían oído Brittany alzó las cejas, pero en seguida apartó la vista satisfecha de haber conseguido provocar una reacción en su hermana, Lucy se volvió hacia el espejo que cubría la pared para retocarse el maquillaje. Se estaba aplicando un toque de pintalabios Chanel color rosa cuando se detuvo en seco y se quedó observando a alguien que venía hacia ellas—Santana, ¡esa mujer se te está comiendo con los ojos! ¿Qué demonios...?   Antes de poder acabar de preguntar, una camarera rubia de bote llegó a su lado.
 
—Señora López, me alegro de volver a verla —dijo y se inclinó sobre ella, mostrándole el escote y apoyándole una mano en el hombro. Llevaba las uñas pintadas de color coral y le brillaban a la suave luz del local con el cejo fruncido, Brittany se preguntó si tendría previsto hacerle algo a Santana con esas uñas o si enseñarlas sólo era su manera de ahuyentar a las demás mujeres —Me llamo Alicia —añadió, saludándolas—. Seré su camarera esta noche.
 
—Abre una cuenta a mi nombre, por favor. Y apunta las bebidas de las tres —le dijo Santana, poniéndole un billete doblado en la mano y soltándose así el hombro—. Ponle también una copa a Ethan de mi parte. Y otra para ti, por supuesto — Alicia sonrió y se guardó el billete en el bolsillo.

— ¿Señoras? —preguntó, sin dejar de mirarla y sonriéndole provocativamente. La punta de la lengua asomaba entre sus labios.  

—Para mí un Cosmo— Brittany no supo qué pedir.  

— ¿Qué te apetece? —la animó Lucy.
 
—No... No lo sé —balbuceó, preguntándose qué decir para no quedar en evidencia en un sitio como Lobby no podía pedir una cerveza o unos chupitos de tequila, que eran sus opciones habituales.  

—Pues dos Cosmopolitans —encargó Lucy y volviéndose hacia ella, añadió—: Te encantará. Está buenísimo.    

—Laphroaig de veinticinco años para mí. Doble y sin hielo. Y un vaso de agua mineral sin gas —pidió Santana, sin devolverle la mirada a la camarera cuando ésta se hubo marchado, Lucy empezó a reír.    

—Hermanita, sólo tú puedes conseguir que pedir una copa suene pretencioso— Brittany se echó a reír, divertida ante la expresión indignada de ella— ¿Qué es Laphroaig? —preguntó.    
—Un whisky escocés de malta.  

— ¿Y para qué quieres el agua mineral?  
 
—Una o dos gotas potencian el sabor del whisky. Te lo dejaré probar cuando me lo traigan.
Cuando Santana le sonrió, Brittany apartó la vista en seguida y se quedó contemplando sus preciosos zapatos nuevos Santana siguió la dirección de su mirada y se quedó hipnotizada por los deliciosos zapatos de tacón Luce no tenía ni idea de la buena compra que había hecho. Estaba encantada de haber pagado hasta el último céntimo que hubieran costado sólo por poder ver las preciosas piernas de la señorita Pierce, estilizadas y arqueadas por los exquisitos zapatos. Se removió incómoda en el asiento, esperando que el movimiento hiciera que sus bragas no se mojaran tanto no fue así—Santana, tú puedes quedarte a esperar las bebidas si quieres, pero Britt y yo nos vamos a bailar.  

Antes de que ella pudiera protestar, Lucy la había llevado a la pista de baile y, tras hacerle un gesto al DJ para que subiera el volumen de la música, empezó a bailar con entusiasmo Britt, en cambio, se sentía muy incómoda Santana se había cambiado de sitio y la estaba observando reclinada cómodamente en el asiento. Su mirada era intensa. Parecía que ni siquiera parpadeara. Se preguntó si se habría dado cuenta de que no llevaba ropa interior convencional debajo del vestido ¿Se dará cuenta de que llevo tanga? Brittany no podía apartar la mirada de ella y vio cómo la recorría con los ojos de arriba abajo, deteniéndose más tiempo del necesario en sus largas piernas y en sus zapatos de suela roja.    
—No puedo bailar con estos zapatos —le dijo a Lucy al oído.

—Tonterías. Deja los pies quietos y mueve el cuerpo. Por cierto, estás impresionante. Mi hermana es idiota—Brittany le dio la espalda a López y empezó a bailar, cerrando los ojos y dejándose llevar por la música. Era una sensación increíble. En cuanto logró olvidarse de La Profesora y de sus penetrantes ojos  cafés, empezó a disfrutar un poquito de la noche « ¿Se marcará el tanga debajo del vestido? Espero que sí. Espero que Santana se fije y sufra. Disfruta del espectáculo, profesora, porque es lo único que vas a conseguir esta noche.»  Cuando la canción llegó a su fin, Lucy se acercó al DJ con una sonrisa y le preguntó qué canciones tenía previsto poner a continuación. Su respuesta le gustó, porque levantó el puño en el aire de un modo nada femenino y soltó un grito.    — ¡Genial! —Exclamó, regresando junto a Britt, cogiéndola de las manos y haciéndola girar al verlas bailando —y pasándolo tan bien—, varias personas de los reservados cercanos empezaron a unirse a ellas, incluido un joven rubio muy guapo.  
 
—Hola —saludó, acercándose a Britt y moviéndose al ritmo de la música.  
 
—Hola —contestó ella, un poco incómoda por estar llamando la atención recordó la vieja asociación femenina entre baile y el sexo en los hombres. No sabía quién era el recién llegado, pero sin duda debía de ser excelente en lo segundo, porque era un bailarín muy bueno, con un estilo muy heterosexual. Cortaba la respiración.  

—No te había visto nunca por aquí —dijo él, sonriendo Brittany se fijó primero en sus dientes, muy blancos, y luego en sus ojos, azules como la flor del aciano. Perdida en ellos, se olvidó momentáneamente de responderle.    

—Yo soy Sam ¿Cómo te llamas tú? —insistió él, inclinándose y casi rozándole los labios con la oreja para poder oír su respuesta por encima de la música.  
 
Ella se sobresaltó un poco al notar su cercanía —Brittany —respondió.  

—Encantado de conocerte, Brittany. Es un nombre precioso —ella asintió con la cabeza para que supiera que lo había oído y dirigió una mirada desesperada a Rachel, pidiéndole en silencio que la rescatara. Pero su amiga estaba bailando con los ojos cerrados. Al parecer, le encantaba aquella canción.  

— ¿Puedo invitarte a una copa? Mis amigos y yo estamos en una mesa de allí delante —dijo, haciendo un vago gesto con la mano.  
 
—Gracias, pero estoy con mi amiga.  
 
Él sonrió más ampliamente, acercándose un poco más —Tráetela también. Tienes unos ojos preciosos. No me perdonaría nunca dejarte escapar sin pedirte el número de teléfono.    
—Bueno... no sé.    

—Al menos, deja que te dé el mío — Brittany se volvió hacia Lucy, lo que no fue muy buena idea, pues eso impidió que viera que Sam se acercaba todavía más. Al volverse, lo pisó. Él hizo una mueca de dolor y Brittany perdió el equilibrio Sam la sujetó antes de que cayera al suelo y la mantuvo abrazada contra su pecho. La verdad era que tenía un pecho musculoso y unos brazos sorprendentemente fuertes para ser alguien que trabajaba con traje—Cuidado, preciosa. Siento haberte hecho caer. ¿Estás bien?  — La siguió sujetando con la mano izquierda, mientras con la derecha le apartaba el pelo de la cara. Cuando los ojos le quedaron al descubierto, la miró y sonrió.
 
—Estoy bien. Gracias por no dejarme caer.
 
—Sería un idiota si te dejara escapar, Brittany — Ella vio que tenía una bonita sonrisa. De hecho, todo él era muy agradable. Su traje le dijo que había ido al club directamente del trabajo. Probablemente debía de estar en alguna gran empresa del centro de la ciudad. Una de esas compañías donde los empleados todavía tenían que llevar traje y corbata. Y zapatos negros muy brillantes.  

Se lo veía seguro de sí mismo, pero no arrogante. Sus palabras, aunque elegidas cuidadosamente, no parecían calculadas Brittany se podía imaginar saliendo con él unas cuantas veces, pero no creía que esa relación fuera a llegar muy lejos. No creía que tuvieran demasiado en común. Bailar, por ejemplo. Aunque a ella no le habían quedado ganas de repetir la experiencia en un futuro próximo. Sin embargo, no le importaría bailar con él en privado... Era demasiado tímida para alargar la conversación, de modo que abrió la boca para disculparse, pero justo entonces alguien la agarró por el otro brazo y se colocó entre Sam y ella. Sintió que un escalofrío le recorría la piel y supo con certeza quién era la dueña de aquellos dedos largos y fríos que le sujetaban el brazo desnudo — ¿Estás bien? —le preguntó Santana, hablando y mirándola como si estuviera sola el tono tranquilo de su voz contrastaba con el inexplicable enfado que se reflejaba en sus ojos. Ese enfado la sorprendió tanto que no respondió. Se quedó inmóvil, perpleja y Sam se dio cuenta enseguida.  

— ¿Te está haciendo daño esta idiota? —preguntó, enderezando la espalda. Y, mirando a Santana amenazadoramente, dio un paso al frente  Brittany negó con la cabeza, todavía sorprendida.
 
—Está conmigo —gruñó Santana, sin molestarse en mirarlo su tono había sido tan agresivo que Sam otro dio un paso atrás—Vamos —ordenó Santana, apartándola de la pista y dirigiéndose con ella hacia el reservado con una mirada de disculpa por encima del hombro, Brittany la acompañó de buen grado Santana le acercó una copa mientras por su parte trataba de recuperar el aliento se había sorprendido a sí misma con su reacción. Se había lanzado al rescate de Brittany sin pararse a pensar en las consecuencias mientras ella bebía unos sorbitos de su Cosmopolitan, tratando de procesar lo que acababa de pasar, Santana se volvió y la miró, sujetando con fuerza su copa, ya medio vacía—Debes ir con más cuidado. Estos locales pueden ser peligrosos para chicas como tú... ¡que eres una calamidad andante!
 
Brittany apretó los dientes, indignada—Estaba bien. ¡Y él ha sido muy amable!
   
—Te ha puesto las manos encima.  
 
— ¿Y qué? Me ha sujetado para que no me cayera al suelo. Estaba bailando con él. ¿Me has invitado tú a bailar? Porque no lo he oído — Santana volvió a reclinarse en el asiento y le dirigió una sonrisa lenta y sinuosa.  

—Eso frustraría el objetivo de la noche, que es mirar, ¿no crees? — Ella se echó el pelo por encima del hombro y apartó la mirada de los brillantes ojos marrones en que se habían convertido los ojos de Santana con ayuda del whisky escocés. Vio que Sam trataba de llamar su atención desde la pista de baile y, mediante lenguaje corporal, le transmitió el mensaje de que Santana y ella no estaban juntas. Los ojos del joven se iluminaron al entender lo que le decía. Asintió con la cabeza y desapareció.  
—Te he prometido que te lo dejaría probar —dijo Santana, acercándose a ella y levantando la copa a la altura de sus labios.    

—No —replicó Brittany desdeñosa, volviendo la cara.  
 
—Insisto. —La voz de ella se había endurecido ella suspiró y trató de coger la copa, pero Santana no la soltó—Deja que te lo dé yo —susurró con voz ronca una voz que sonaba a sexo. O, al menos, como Brittany se imaginaba que sonaría el sexo de estar éste sentado en un banco blanco, con los ojos cafés brillantes, mandíbula arrogante y tratando de acercarle un vaso helado a la boca «Oh, Dios mío, Santana Oh, Dios mío, Santana. Oh, Dios mío, Santana. Oh... Dios... mío... Santana.»
 
—Puedo hacerlo sola —murmuró, insegura.    

—Por supuesto. Pero ¿por qué hacerlo sola si estoy yo aquí para dártelo? —insistió ella con una sonrisa que dejó al descubierto sus dientes perfectos Brittany no quería tirar su caro whisky escocés al suelo por accidente, así que dejó que apoyara la copa en su labio inferior. Los movimientos de Santana eran lentos y sensuales y ella cerró los ojos y se concentró en la sensación de frío que le transmitía el cristal Santana levantó la copa con delicadeza hasta que el líquido ahumado penetró en sus labios y se derramó en su boca abierta, expectante qué extraño que se estuviera comportando de un modo tan atrevido y sensual, pensó Brittany. Pero en cuanto el whisky le alcanzó la lengua, abrasándole la boca, se olvidó de todo lo demás y tragó rápidamente.
 
— ¡Es horrible! —exclamó—. ¡Es como beberse una hoguera!  

Santana se echó hacia atrás y la contempló. Estaba sofocada y muy animada  —Es por la turba. No es algo que guste la primera vez que se prueba. Cuando lo hayas probado dos o tres veces, puedes decidir si quieres seguir insistiendo hasta que te guste —replicó ella con una sonrisa irónica Brittany negó con la cabeza y tosió.  
 
—Lo dudo mucho. Y, por cierto, no soy una niña pequeña y sé cuidarme sola. Así que, a menos que te pida ayuda, te agradecería que me dejaras ocuparme a mí de mis asuntos.
   
—Tonterías. —Santana señaló hacia la pista de baile—. Grendel y sus parientes te devorarían si les diera la menor oportunidad, así que no te molestes en discutir conmigo.
 
— ¿Cómo dices? ¿Quién te has creído que eres?    

—Alguien que reconoce la inocencia y la ingenuidad cuando las ve. Ahora, bébete tu copa despacio como una niña buena y deja de actuar como si estuvieras acostumbrada a moverte en este ambiente. —Le dedicó una mirada sombría y se acabó el whisky de un trago—. ¡Calamity Susan!  
 
— ¿Qué quieres decir con eso de inocencia e ingenuidad? ¿Qué me estás diciendo exactamente, Santana?  

— ¿Tengo que deletrearlo?   Haciendo una mueca, se le acercó Brittany puso los ojos en blanco mentalmente cuando su cálido aliento le rozó el cuello —Te ruborizas como una adolescente, Susan —susurró ella—. Y puedo sentir tu inocencia. Es obvio que eres virgen, así que deja de aparentar que no es así.
 
— ¡Eres una...! ¡Eres...! —Se apartó bruscamente de su lado mientras buscaba un insulto adecuado en inglés. Al no encontrarlo, pasó al italiano—: Stronzo!    

Santana la miró furiosa durante un instante, pero en seguida la expresión de la cara se le suavizó y empezó a reír. Echando la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y se rió con tantas ganas que acabó sujetándose el vientre con las manos Brittany estaba furiosa. Allí sentada, bebiéndose su Cosmopolitan muy de prisa, se preguntó cómo era posible que ella supiera la verdad habiéndose visto tan pocas veces. No creía que Lucy... No, Lucy no haría algo así.

Era una información muy personal y no se la habría contado a nadie. Tal vez a Aarón, pero a nadie más. Y Aarón era demasiado caballero como para repetir eso por ahí mientras Santana seguía riendo, ella lamentó haber perdido la oportunidad de conocer a alguien que parecía agradable. Probablemente no le habría dado su número de teléfono, pues no solía hacer esas cosas, pero en todo caso habría preferido tomar personalmente la decisión, no que le viniera impuesta por La Profesora. En efecto era una capulla. Y ya era hora de que dejara de serlo poco después, la camarera rubia de bote se acercó a Brittany y le entregó una cajita dorada.  
 
—Es para ti.
 
—Lo siento, debe de haber un error. Yo no he pedido nada.
   
—Es obvio, cariño. Uno de esos tipos de la mesa de los banqueros te lo envía. Y me ha pedido que te diga que le romperás el corazón si lo rechazas. —Con una seductora sonrisa en dirección a Santana, añadió—: ¿Le traigo otra copa, señora López?  
 
—Creo que estamos servidas, gracias —respondió ella, con la mirada clavada en Brittany mientras ella examinaba la caja, dándole vueltas  al abrirla, encontró una tarjeta de visita y un bombón envuelto en papel metalizado azul. En la tarjeta leyó:
     

Sam Evans, MBA  Vicepresidente, Mercado de capitales
Banco de Montreal  Calle Bloor, oeste, n.º 55, 5.ª planta  Toronto, Ontario
Tel. 416-555-2525


Al darle la vuelta, vio que había escrito una nota con una letra que denotaba confianza:        
Britt:    
Siento que hayamos empezado con mal pie.
 

El chocolate me recuerda tus preciosos ojos Sam
      Por favor, llámame: 416-555-1491
 
 
   
Ella le dio la vuelta a la tarjeta y sonrió Sam bromeaba sobre el incidente, no pensaba que su timidez fuera un obstáculo y no la había llamado «virgen» como si fuera una palabrota. Había elogiado sus ojos y le había hecho saber que le parecía atractiva con delicadeza, abrió el envoltorio y se metió el bombón en la boca. «Celestial.» ¿Cómo había sabido que le encantaba el chocolate caro? Tenía que ser el destino. Cerró los ojos y paladeó el sabor intenso, oscuro, pasándose la lengua por los labios para asegurarse de que no desperdiciaba ni una pizca. Se le escapó un gemido involuntario « ¿Por qué no conocí a alguien así en mi primer año en Saint Joseph?»

Mientras tanto, Santana se estaba mordiendo los nudillos de la mano derecha como una animal desquiciada. Una vez más, la visión de la señorita Pierce disfrutando de los pequeños placeres de la vida estaba siendo uno de los espectáculos más eróticos que había presenciado nunca. Su manera de abrir los ojos al ver el bombón; el rubor que le había cubierto las mejillas al metérselo en la boca; el gemido; la lengua asomando para recoger los restos de chocolate de sus labios rojos como el rubí... Era demasiado tenía que ponerle fin de alguna manera — ¿No te habrás comido eso?  —Brittany volvió la cabeza bruscamente. Había estado tan perdida en las sensaciones cuasi orgásmicas inducidas por el bombón que se había olvidado de Santana.
 
—Estaba delicioso.
 
—Podrían haberte drogado. ¿Nadie te ha dicho que no debes aceptar dulces de extraños, niña?
 
—Supongo que esa norma no se aplica a las manzanas, ¿no, Santana? —Ella entornó los ojos ante el brusco cambio de tema. ¿Se había perdido algo? —Y no soy una niña —añadió, refunfuñando.  

—Pues deja de comportarte como si lo fueras. No pensarás guardar eso, ¿no?  —Señaló la caja que ella acababa de meter en el bolsito.  
 
— ¿Por qué no? Parecía simpático.
 
— ¿Serías capaz? ¿Serías capaz de liarte con un hombre al que has conocido en un bar? —Brittany frunció el cejo y el labio inferior le empezó a temblar.
 
— ¡No me he liado con nadie! ¿Y tú? ¿No te has liado nunca con una mujer en un bar? ¿Y no te la has llevado a casa? Yo no lo he hecho nunca, aunque no veo que eso sea asunto tuyo, profesora. —Santana se ruborizó. No podía contradecirla, sería demasiado hipócrita por su parte. Pero algo de lo que había pasado entre ella y Grendel, el banquero rubio, la había alterado mucho, aunque aún no sabía exactamente qué había sido. Con un gesto de la mano, pidió otro whisky.    

Por su parte, Brittany pidió otro Cosmopolitan, esperando que el combinado afrutado pero potente la ayudara a olvidarse de la mujer cautivadora y cruel que estaba sentada a su lado, pero que nunca podría ser suya cuando Lucy regresó y se dejó caer agotada en el asiento, Brittany se excusó y buscó los servicios. La arrogancia y condescendencia de Santana la ponían furiosa. Al parecer, no la quería, pero tampoco quería que nadie más se le acercara. ¿Qué demonios le pasaba?  

Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se percató de que había un hombre en el pasillo y tropezó con él. Cuando estaba a punto de caerse al suelo, el hombre la agarró.    
—Gracias —murmuró ella. Al levantar la cabeza, vio que se trataba de Ethan, el gorila de la entrada.  

—No pasa nada —dijo él, soltándola de inmediato.    

—Estaba buscando el baño.  
 
Ethan señaló con el teléfono móvil—Está hacia el otro lado.

—Y volviendo a mirar el mensaje de texto que estaba escribiendo, exclamó—: ¡Maldita sea!
   
— ¿He roto algo?    

Él negó con la cabeza—No, no. Es que tengo problemas... para expresarme.    
Brittany le dirigió una sonrisa compasiva—Lo siento.  

—Yo también. —Ethan la miró de arriba abajo y añadió—: Estoy impresionado López no suele venir nunca con compañía femenina.    

— ¿Ah, no? ¿Por qué?    

El hombre rió con ironía — ¿Lo preguntas en serio? Mira a tu alrededor. ¿Cuántas de las parejas que ves crees que han venido juntas?
 
—Oh. ¿Y viene a menudo?  

—Eso vas a tener que preguntárselo a ella—Brittany se sintió mal.  
Al darse cuenta de su expresión, Ethan trató de tranquilizarla—Eh, esta noche está aquí contigo. Eso debe de significar algo, sin duda.
 
Ella se miró las manos y jugueteó con sus uñas—Bueno, en realidad no está conmigo. No soy más que una vieja amiga de su hermana tenía un aspecto tan triste, con aquellos Azules  y el labio tembloroso, que Ethan trató de distraerla con lo primero que se le ocurrió—Susan, ¿no hablarás italiano, por casualidad?    

Ella sonrió—Me llamo Brittany Y de hecho, sí, estudio italiano en la universidad—Los ojos del hombre se iluminaron.  

— ¿Podrías ayudarme a escribirle un mensaje de texto a mi novia? Es italiana y me gustaría impresionarla.    

—Santana lo habla mucho mejor que yo. Deberías pedírselo a ella.  
 
Ethan la miró como si se hubiera vuelto loca—Estás de broma, ¿no? No quiero que Santana se acerque a mi pareja. Veo cómo reaccionan las mujeres cuando está cerca. No puede quitárselas de encima.  
 
Brittany volvió a sentir náuseas, pero luchó contra ellas—Por supuesto. ¿Qué quieres traducir?

Ethan le entregó el teléfono y ella empezó a escribir palabras en italiano. Con alguna de las frases más íntimas se le escapó la risa, pero en general se quedó impresionada de que un tipo de aspecto tan duro e insensible como Ethan se molestara en asegurarle a su novia que la quería y que estaba manteniendo a raya a las clientas de Lobby. Cuando estaba acabando, alguien tosió a sus espaldas.

Brittany alzó la vista y se encontró con un par de ojos cafés muy enfadados—Señora López —saludó Ethan.  
 
—Ethan —contestó Santana—Brittany pensó que sus oídos la habían engañado, pues le había parecido que la voz de Santana había sonado como un gruñido animal surgido de lo más profundo de su pecho, pero no podía ser tras apretar el botón de ENVIAR, le devolvió el teléfono a Ethan.

—Ya está. Listo.  
 
—Gracias, Brittany te debo una copa —dijo, antes de despedirse con una inclinación de cabeza y desaparecer ella se dirigió hacia el baño.  

— ¿Adónde crees que vas? —preguntó Santana, siguiéndola.
 
—Al servicio de señoras, aunque no sabía que fuera asunto tuyo—Ella  la sujetó por la muñeca y no pudo resistirse a acariciarle con el pulgar las venas que latían bajo su pálida piel Brittany ahogó una exclamación Santana tiró de ella, arrastrándola hasta un pasillo largo y oscuro y empujándola contra la pared. Sin dejar de acariciarle la muñeca, sintió cómo el pulso se le aceleraba y apoyó la otra mano en la pared, a la altura de su hombro. Estaba atrapada se permitió un momento para aspirar su aroma a vainilla mientras se pasaba la lengua por los labios, pero no parecía contenta en absoluto.  

— ¿Por qué le has dado tu número de teléfono? Ethan vive con una mujer. ¿Por qué de repente te llama Brittany y te invita a copas?  

— ¡Me llama Brittany porque ése es mi nombre! Tú eres la única que no lo usa. Y, a estas alturas, aunque quisieras hacerlo, te diría que no. Será mejor que de ahora en adelante me llames señorita Pierce Y no le he dado mi número de teléfono.
 
— ¿Cómo qué no? Te he visto. Se lo estabas anotando. ¿Con cuántos hombres a la vez piensas quedar? — Ella negó con la cabeza, demasiado enfadada para responder, y trató de escabullirse por debajo de su brazo, pero ella la atrapó por la cintura.
   
—Baila conmigo.
 
—¡Ja! ¡Ni de coña!
 
—No seas rebelde.  
 
—Sólo estoy empezando a ser rebelde, profesora.
 
—Ten cuidado —susurró ella en tono amenazador Brittany sintió que un escalofrío le recorría la espalda.    

— ¿Por qué no me clavas un puñal en el corazón y acabamos antes? —susurró, mirándola fijamente—. ¿No me has hecho ya bastante daño? —la soltó inmediatamente y se tambaleó hacia atrás.  
 
—Susan —Su tono estaba a medio camino entre un reproche y una pregunta. Frunció el cejo, muy disgustada. No estaba enfadada. Más bien parecía herida—. ¿Tan perversa soy? —murmuró ella negó con la cabeza, con los hombros hundidos—No tengo ningún deseo de hacerte daño. Todo lo contrario —dijo ella al ver que había vuelto a adoptar una postura sumisa y le buscó la boca con la mirada. Vio que el labio inferior le temblaba. Y también que no sabía a dónde mirar «Está asustada, payasa. Afloja un poco.» —Antes has dicho que no te había invitado a bailar. Te invito ahora —añadió, suavizando mucho su tono de voz—. Susan, ¿me harías el honor de bailar conmigo, por favor? —Y sonrió con la cabeza un poco ladeada, un gesto que usaba mucho cuando quería seducir a una mujer, pero que no tuvo el efecto deseado, porque Brittany no alzó la vista.

Alargando la mano, volvió a acariciarle la muñeca, como si estuviera pidiéndole disculpas a su piel, aunque ésta no las habría aceptado de haber podido hablar Brittany se llevó a mano al cuello instintivamente, como si estuviera sufriendo un latigazo cervical por culpa de su vaivén emocional al levantar la vista hacia su garganta blanca como la nieve, Santana volvió a fijarse en sus venas azules, que vibraban con cada latido «Como un colibrí —pensó—. Tan diminuta, tan frágil. Ten cuidado...» Brittany tragó saliva y buscó una salida con la vista—Por favor —insistió Santana, con los ojos brillándole en la oscuridad.
 
—No sé bailar.    

—Estabas bailando hace un momento.
 
—Bailar lento es distinto. Te pisaré y te haré daño con los tacones. O tropezaré y acabaré en el suelo y te sentirás avergonzada. Ya estás bastante enfadada conmigo... —El labio le empezó a temblar de un modo más evidente Santana dio un paso hacia ella, que se apretó contra la pared casi como si tratara de desaparecer a través del muro Santana le cogió la mano y se la llevó a los labios ceremoniosamente. Con una sonrisa decidida, se inclinó y le acercó la boca a la oreja. La piel de Brittany vibraba con su cercanía y la calidez de su aliento.  

—Brittany, ¿cómo podría estar enfadada con alguien tan dulce? Te prometo que no me enfadaré ni me sentiré humillada. Ya verás como sí sabes bailar —susurró. Su voz era suave pero decidida; seductora y sexual; whisky escocés y licor de menta—. Ven conmigo.  

Al tomarla de la mano, un nuevo escalofrío le recorrió el brazo. Mientras Santana esperaba su reacción, ella se quedó muy quieta. Se sentía muy rara. Un momento antes estaba temblando, pero en ese instante parecía no poder moverse—Por favor, profesora —le rogó con un hilo de voz, con los ojos clavados en sus pechos.
 
—Pensaba que esta noche éramos Santana y Susan.  
 
—En realidad no quieres bailar conmigo. Es el whisky el que habla por tu boca—Ella enarcó las cejas. Habría respondido de mala manera, pero se reprimió. La estaba provocando. Parecía que supiera exactamente qué botones tenía que pulsar para que saltara.
 
—Sólo un baile. No es mucho pedir.  
 
— ¿Por qué quieres bailar con una virgen? —murmuró ella, súbitamente fascinada por la punta de sus zapatos Santana se puso tensa.    

—No quiero bailar con una virgen, quiero bailar contigo, Susan. Pensaba que tú también querrías bailar con alguien que no fuera a acosarte en la pista y que no se tomara libertades contigo en un club lleno de hombres sexualmente agresivos  ella la miró con escepticismo, pero no dijo nada—Estoy tratando de mantener a los lobos a raya —añadió Santana en voz baja «Una leona manteniendo a raya a los lobos —pensó ella—. Muy adecuado.»    Pero ella no parecía tomárselo a broma. Sus intensos ojos cafés la mantenían clavada en el sitio—Si bailas conmigo, aunque sólo sea una vez, nadie te molestará. Y eso será muy de agradecer —aclaró con una débil sonrisa—. Con suerte, nadie volverá a acercarse a ti y podré bajar la guardia durante el resto de la noche.
 
A ella no le hizo ninguna gracia, pero se dio cuenta de que era una tontería discutir con ella.

A esas alturas de la vida estaba acostumbrado a salirse con la suya «Pero no siempre fue así. ¿No es cierto, Santana?» — ¿Qué quieres que bailemos? —Preguntó Santana, con una mano apoyada en la parte baja de su espalda, mientras volvían al reservado—. Pediré que pongan lo que tú quieras. ¿Qué tal los Nine Inch Nails? Podría pedir Closer —Santana sonrió para que viera que estaba bromeando, pero Brittany no se dio cuenta, porque estaba mirando el suelo para no tropezar y no avergonzar a La Profesora. Sin embargo, en cuanto el nombre de la canción salió de sus labios, se quedó petrificada se detuvo tan bruscamente que fue ella quien casi chocó contra su espalda Santana sintió la tensión de su cuerpo con la punta de los dedos y se arrepintió de haber pronunciado el nombre del grupo. La rodeó para mirarla a la cara y lo que vio lo dejó muy preocupado—Susan, mírame— Ella contuvo la respiración—Por favor —insistió Santana.

Obedientemente, Brittany levantó la vista y la miró a través de sus largas pestañas. Vio que estaba asustada y, sobre todo, muy incómoda y se le encogió el estómago—Ha sido una broma... de mal gusto. No ha tenido ninguna gracia. Nunca pediría esa canción para bailar contigo. Sería una blasfemia horrible someter a alguien como tú a unas palabras como ésas—Brittany parpadeó, confusa—He sido una auténtica... stronzo esta noche. Pero elegiré algo bonito. Te lo prometo.

No queriendo soltarla por miedo a que saliera huyendo, se la llevó con ella hasta la cabina de DJ y, deslizando un billete en su dirección, susurró su petición. El DJ sonrió y asintió, saludando a Brittany con la mano antes de ponerse a buscar su encargo.  
 
Santana la guió hasta la pista de baile y la acercó a ella, aunque no demasiado. Se fijó en que sus manos, mucho más blancas que las suyas, habían empezado a sudar. Ni se le ocurrió pensar que esa reacción pudiese tener algo que ver con la canción de los Nine Inch Nails que había mencionado. Lo que pensó fue que Brittany le tenía una gran antipatía y que ella había empeorado las cosas con su prepotencia y sus modales insultantes, cuando lo único que pretendía era ahuyentar a los lobos que habían acudido a olisquear sus faldas « ¿Y por qué tengo que preocuparme yo de quién se le acerca? Ya no es una niña. Ni siquiera somos amigas.» Ella se estremeció y Santana volvió a lamentar haber sido tan brusca. Era un ser delicado y evidentemente muy sensible. No debería haber mencionado que había notado que era virgen.

Había sido un comentario zafio. Grace se habría sentido horrorizada, y con razón trataría de compensarla. Trataría de demostrarle a la hermosa Susan que era capaz de comportarse como una dama sujetándola con delicadeza por la cintura, la acercó un poco más. La respiración de ella se aceleró inmediatamente—Relájate —susurró ella, rozándole la mejilla con los labios accidentalmente sus cuerpos se acercaron hasta que sus pechos entraron en contacto separados sólo por la ropa Brittany no reconoció la canción que había pedido. La vocalista cantaba en español y, aunque no entendía la letra, reconoció las palabras «bésame mucho». Sabía poco español, pero lo suficiente para entender eso. Moviéndose al compás del lento ritmo latino, Santana la guió como una experta por la pista de baile. Que hubiera elegido una canción tan romántica hizo que ella se ruborizara «Te besé mucho, Santana, durante una única y gloriosa noche. Pero tú no te acuerdas. Me pregunto si te acordarías si te besara otra vez...»   Notó que el dedo meñique de ella rozaba la tira del tanga por encima del vestido y se preguntó si sabría lo que estaba tocando. Al pensar que probablemente sí, sintió que la piel se le encendía. Disimuló fijando la mirada en los botones de la camisa de Santana—Sería mejor que me miraras a los ojos. Te sería más fácil seguirme.    

Al hacerlo, vio que la estaba mirando con una sonrisa amplia y genuina que hacía muchos años que no veía en su cara. Aunque el corazón le dio un brinco, Brittany le devolvió la sonrisa y, por un instante, bajó la guardia, aunque por el momento eso era lo único que pensaba bajar la expresión de Santana se volvió más solemne—Tu cara me resulta familiar. ¿Estás segura de que Luce no nos presentó durante alguna de mis visitas? Los ojos de Brittany se iluminaron esperanzados.  

—No, Luce no nos presentó, pero...  

—Habría jurado que nos habíamos visto antes —la interrumpió ella, arrugando la frente.
 
—Santana —dijo ella, tratando de revelarle la verdad con la mirada pero ella respiró hondo, negando con la cabeza.  

—No, supongo que no. Pero me recuerdas a la Beatriz del cuadro de Holiday. ¿No te parece curioso que tú también tengas ese cuadro en tu habitación? Si Santana hubiera sabido qué buscar, o si se hubiera fijado un poco más, habría visto que el brillo esperanzado desaparecía de los ojos de Brittany esta se mordió el labio inferior.
 
—Una... una amiga me habló de ese cuadro. Por eso compré la lámina.  
 
—Tu amiga tenía buen gusto— La respuesta de ella le molestó, pero le quitó importancia diciéndose que lo que le molestaba era que hubiera vuelto a tensarse entre sus brazos. Suspiró y apoyó la frente en la suya, acariciándole el rostro con su aliento olía a Laphroaig y a algo genuinamente suyo y potencialmente peligroso, pensó Brittany.    

—Susan, te prometo que no te morderé. No estés tan tensa. — Aunque sabía que Santana estaba tratando de hacerla sentir cómoda, se tensó un poco más. Estaba harta de su temperamento voluble. No era una marioneta con la que pudiera jugar dependiendo de sus cambios de humor. No podía librarse de la sensación de que todo aquello había sido provocado por un banquero rubio que le había enviado un bombón. Más que un baile, era una oportunidad de proclamar su supremacía.
 
—No me parece que esto sea muy profesional —dijo ella, molesta— La sonrisa de Santana se desvaneció y sus ojos destellaron.  
 
—No lo es, señorita Pierce. No estoy siendo profesional contigo. En mi defensa, sólo puedo alegar que quería bailar con la chica más bonita del club—La preciosa boca de Brittany se abrió ligeramente, pero en seguida apretó los labios con fuerza.  

—No te creo.    

— ¿Qué es lo que no crees? ¿Que eres de lejos la mujer más hermosa que hay aquí esta noche, con el debido respeto para mi hermana? ¿O que una cabrona insensible como yo quiera bailar una canción romántica contigo?    

—No te burles de mí.    

—No lo estoy haciendo, Susan. —Cuando la sujetó con más fuerza por la zona lumbar, ella ahogó una exclamación Santana había esperado provocarle una reacción, pero sus propias entrañas eran las que habían reaccionado. Pero lo que ella no sabía era que no era la primera vez que la tenía agarrada de esa manera. Había sido la primera mujer en hacerlo y la piel de Brittany nunca había dejado de añorar su contacto cuando la excitación dio paso a la indignación, Santana la observó divertida—Cuando no estás frunciendo el cejo y me miras con tus ojos grandes y dulces, eres muy bonita. Eres atractiva siempre, pero en esos momentos pareces un ángel. Casi como si fueras... Te pareces a...La miró como si la hubiera reconocido y Brittany dejó de bailar apretándole la mano, lo miró a los ojos, animándolo a recordar.  

— ¿A quién, Santana? ¿A quién te recuerdo?   La cara de ella perdió toda expresión. Negó con la cabeza y sonrió tristemente.  

—Ha sido una ilusión pasajera. No te preocupes, señorita Pierce, el baile casi ha llegado a su fin. Pronto te librarás de mí.  

—Ojalá pudiera —murmuró ella.  

— ¿Qué has dicho? —preguntó Santana, pegando su frente a la suya una vez más.  Sin pensar en que su acción iba a resultar demasiado íntima, le soltó la mano y le apartó un mechón de cabello de la cara, aprovechando para rozarle la piel del cuello con los nudillos mucho más tiempo del necesario—Eres preciosa —susurró.  

—Me siento como Cenicienta. Lucy me ha comprado el vestido y los zapatos —replicó ella, cambiando totalmente de tema Santana bajó la mano.
 
— ¿De verdad te sientes como Cenicienta? Brittany asintió.  

—Cuesta tan poco hacerte feliz... —reflexionó ella en voz alta—. El vestido es precioso. Luce debía de saber que el lila es tu color favorito.
 
— ¿Cómo sabes que el lila es mi color favorito?  

—En tu apartamento hay cosas lila por todas partes. — Ella hizo una mueca y desvió la vista al recordar su primera y única visita a su agujero de hobbit Santana quería que la mirara a ella. Sólo a ella—Y los zapatos son exquisitos —añadió, mirándola de arriba abajo. Ella se encogió de hombros.
 
—Tengo miedo de caerme.  
 
—No lo permitiré.
 
—Luce es muy generosa.  
 
—Lo es. Igual que lo era Grace. Brittany asintió. —Pero no como yo. —Las palabras que salieron de la boca de ella sonaron más como una pregunta que como una afirmación.
 
—Yo no he dicho eso. De hecho, creo que puedes ser muy generosa cuando quieres.
 
— ¿Cuando quiero?    

—Sí. Estaba hambrienta y tú me diste de comer. —«Dos veces», añadió para sus adentros.
 
— ¿Estabas hambrienta? —repitió Santana horrorizada, con la voz ronca y dejando de bailar—. ¿Estás pasando hambre? —Sus ojos se convirtieron en dos piedras preciosas, frías como el hielo y su voz se enfrió a la temperatura del agua que corre bajo un glaciar.    

—No literalmente, profesora, sólo he echado de menos algunas cosas. Filetes. Y manzanas—La miró con timidez, tratando de calmarla.
 
Pero ella estaba demasiado alterada como para darse cuenta de la referencia a las manzanas. Se le había hecho un nudo en la garganta al enfrentarse a la realidad de la vida de muchos estudiantes. Una realidad con la que estaba familiarizada, pero que no podía soportar ligada a la señorita Pierce. No era de extrañar que estuviera tan delgada y pálida—Dime la verdad. ¿Te llega el dinero para vivir? Si no, el lunes iré a hablar con el jefe del departamento y haré que te suban el importe de la beca. No, mejor te doy mi American Express esta misma noche. Por el amor de Dios, no pienso permitir que pases hambre.

Brittany lo contemplaba en silencio, estupefacta por su reacción—Estoy bien, profesora. Si me organizo, tengo suficiente dinero. Y cocinar en mi apartamento no es cómodo, pero no paso hambre. — Muy lentamente, Santana volvió a bailar, guiándola con suavidad por la pista de baile.    Bajando la vista hacia sus pies, preguntó: — ¿Vas a tener que vender los zapatos para comprar comida? ¿O para pagar el alquiler?  

— ¡Por supuesto que no! Son un regalo de Grace. Más o menos. Nunca me desprenderé de ellos. Pase lo que pase.    

— ¿Me prometes que si alguna vez necesitas dinero acudirás a mí? ¿Por la memoria de Grace? Brittany apartó la vista y guardó silencio Santana suspiró y añadió en voz más baja: —Sé que no me he ganado tu confianza, pero te pido que en esto y sólo en esto confíes en mí. ¿Me lo prometes?  Ella inspiró hondo y contuvo el aire.  
 
— ¿Tan importante es para ti?  
 
—Ni te lo imaginas. Muchísimo.  

Brittany soltó entonces el aire ruidosamente. —En ese caso, sí. Te lo prometo.  
—Gracias —dijo Santana, aliviada.  

—Luce y Grace siempre se portaron muy bien conmigo, especialmente después de la muerte de mi madre.  
 
— ¿Cuándo murió tu madre?
 
—Durante mi último año de instituto. En aquella época yo ya estaba viviendo con mi padre en Selinsgrove. Ella vivía en San Luis.    
—Lo siento.
 
—Gracias. —Brittany abrió la boca como si fuera a decir algo más, pero se quedó callada.
 
—No pasa nada —susurró ella—. Puedes decir lo que quieras.
 
La animó con la mirada y, por un momento, Brittany se olvidó de lo que quería decir. Pero se obligó a concentrarse. —Iba a decir que si alguna vez necesitas hablar con alguien... sobre Grace... Quiero decir que... sé que Luce va a volver pronto a Filadelfia y... bueno, yo seguiré aquí. No será muy profesional, pero bueno, eso —Evitó mirarla a los ojos y Santana notó que se estaba tensando otra vez, como si esperara que pasara algo horrible. « ¿Qué le he hecho a esta pobre criatura? Está aterrorizada. Tiene miedo de que empiece a gritarle en medio de toda esta gente.»    Sabía que se había ganado a pulso su desconfianza, así que optó por colmarla de amabilidad... al menos hasta que la canción terminase y volvieran a asumir sus roles profesionales. Entonces seguiría siendo amable, pero distante.  
 
—Susan, mírame. No tengo ninguna regla en contra de que la gente me mire a los ojos.
 
Ella levantó la vista, no muy convencida—Es una oferta muy generosa. Gracias. No me gusta hablar de ciertas cosas, pero lo tendré en cuenta. —Sonrió y, esa vez, mantuvo la sonrisa—. Posees amabilidad y caridad, dos de las principales virtudes. De hecho, estoy seguro de que posees las siete.    «Especialmente, la castidad», pensaron los dos a la vez. «Y ella cree que la castidad es algo digno de burla», pensó Brittany.  

—Nunca había bailado así con nadie —confesó, melancólica.  
 
—Pues me alegro de ser la primera —replicó ella, apretándole la mano cariñosamente Brittany se quedó inmóvil.
 
—Susan, ¿qué te pasa? —Los ojos de ella se nublaron y la piel se le enfrió rápidamente. El rubor que se había extendido por sus mejillas un par de minutos antes desapareció por completo, dejándole la piel más que blanca, translúcida, como papel de arroz. Tenía la vista clavada en algún lugar lejos de allí. Cuando Santana le apretó el trasero, fue como si no lo notara cuando salió de aquella especie de trance, ella trató de hacerla hablar, pero estaba demasiado alterada para ello. Santana no tenía ni idea de qué le había pasado, por lo que optó por ser prudente y le pidió a Luce con un gesto que la acompañara al baño de señoras.

Luego se acercó a la barra y encargó un whisky doble, que se bebió antes de que regresaran en ese momento tomó una decisión: era hora de volver a casa. Era obvio que la señorita Pierce no se encontraba bien y El Vestíbulo no era un lugar adecuado para ella en ninguna circunstancia.    Sabía que en algún momento de la noche los hombres se emborracharían y tendrían las manos demasiado largas y las mujeres se emborracharían también y se pondrían cachondas. No quería exponer a su hermana ni a la virginal señorita Pierce a cualquiera de esos tipos de comportamiento. Así que pagó la cuenta y le pidió a Ethan que les consiguiera dos taxis. Pensaba darle una buena propina al taxista de la señorita Pierce para que dejara a ésta en la puerta de su casa y esperara hasta que estuviera a salvo en el interior pero por desgracia para ella, Lucy tenía sus propios planes.
   
— ¡Buenas noches, Britt! Te veo luego en casa, Santana. Gracias por acompañarla a casa —dijo, entrando en uno de los taxis, cerrando la puerta de golpe y alargándole un billete de veinte dólares al taxista para que arrancara antes de que su hermana pudiera preguntarle nada.    

Era obvio que estaba tratando de lanzarlas a la una en brazos de la otra. Sin embargo, era menos probable que Lucy se encontrara con algún indeseable en el vestíbulo del edificio Manulife, donde siempre había un vigilante de guardia, que la señorita Pierce en la avenida Madison. Así que no pudo enfadarse demasiado con ella ayudó a Brittany a entrar en el otro taxi antes de entrar ella. Cuando se detuvieron delante de su bloque de pisos, le indicó al taxista que la esperara. La acompañó hasta la puerta y aguardó mientras ella buscaba las llaves. Por supuesto, se le cayeron al suelo, porque seguía alterada por lo que había pasado en el club Santana las recogió y abrió. Al devolvérselas, le acarició la mano con un dedo y se la quedó mirando con expresión enigmática.

Brittany inspiró hondo y empezó a hablarles a sus zapatos negros —que eran un poco demasiado lujosos y brillantes incluso para Santana—, porque no podía decir lo que tenía que decir mirando aquellos ojos preciosos pero tan fríos.  

—Profesora López, quiero darle las gracias por abrirme las puertas y por bailar conmigo. Estoy segura de que se ha sentido mal por tener que comportarse así con una estudiante. Sé que sólo tolera mi presencia porque Lucy está aquí y que, cuando se marche, todo volverá a la normalidad entre nosotras. Prometo que no le diré nada a nadie. Se me da muy bien guardar secretos »Voy a solicitar un cambio de directora de proyecto. Sé que piensa que no soy demasiado brillante y que si no pidió el cambio fue porque sintió lástima al ver mi apartamento. Es evidente que piensa que no estoy a su altura y que le resulta muy duro tener que tratar con una estudiante virgen y tonta. Así que, adiós con el corazón encogido, se volvió para entrar en el edificio.  

— ¿Has terminado? —preguntó Santana, barrándole el paso.  

Brittany alzó la vista, temblando al oír la dureza en su voz. —Tú has dicho lo que querías decir. Creo que las leyes de la cortesía me otorgan el derecho de réplica. —Se apartó de la puerta y se la quedó mirando fijamente, con furia reprimida—. Te abro las puertas porque es así como se trata a las damas, y tú, señorita Pierce, eres una dama. Sé que yo no siempre me comporto como una dama también, aunque Grace intentó inculcármelo.  »Lucy es una chica muy dulce, pero demasiado sentimental. Si por ella fuera, estaría recitando sonetos bajo tu ventana, como un adolescente. Así que vamos a dejar a mi hermana fuera de todo esto, ¿de acuerdo?  »Por lo que a ti respecta, si Grace te adoptó como me adoptó a mí, quiere decir que vio en ti algo muy especial.

Ella tenía un modo muy particular de curar a la gente, gracias al amor. Por desgracia, en tu caso, igual que en el mío, probablemente llegó demasiado tarde Brittany levantó la vista al oír esas últimas palabras. Habría querido preguntarle a qué se refería, pero no se atrevió. —Te he pedido que bailaras conmigo porque me apetecía estar contigo. Tienes una mente brillante y una personalidad encantadora. Si quieres otra directora, no me opondré, pero francamente, me decepcionas. No creía que fueras de las que se rinden ante la primera dificultad.  

»Y si piensas que hago cosas por lástima es que no me conoces. Soy una cabrona egoísta y egocéntrica que no suele darse cuenta de los problemas de la gente que lo rodea. ¡Maldito sea tu discurso, maldita sea tu baja autoestima y maldito sea el curso de especialización! —Resopló, tratando de no perder la compostura—. Tu virginidad no es algo de lo que debas avergonzarte y, desde luego, no es asunto mío. Sólo quería hacerte sonreír y...    Se calló y le acarició la barbilla.

Luego le levantó la cara con delicadeza hasta que sus ojos se encontraron se inclinó hacia ella hasta que sus labios quedaron a escasos centímetros de distancia. Estaban tan cerca que Brittany podía notar su aliento en la cara «Whisky escocés y licor de menta.»    Las dos aspiraron, empapándose del aliento de la otra. Ella cerró los ojos y se humedeció el labio inferior, esperando.

—Facilis descensus Averni —susurró Santana y sus palabras agoreras y premonitorias golpearon a Brittany en el alma—. Qué fácil es descender al infierno.  

Enderezando la espalda, le soltó la barbilla y se dirigió al taxi, cerrando la puerta con un golpe seco Brittany abrió los ojos y vio que el coche se alejaba. Las piernas le temblaban tanto que tuvo que apoyarse en la pared para no caerse.

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Bueno aqui un nuevo capitulo espero que comenten que les parecio el capitulo (:
Saludos Y Besos.


PD: Han escuchado Closer de inch nine nails ? jajaja les voy a contar un secreto jajaja es una de mis canciones favoritas de ellos jaja  FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15) - Página 3 3637566961[/i]
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por micky morales Jue Jun 26, 2014 11:14 pm

entiendo un poco a brittany pero tambien veo que santana trata y ella no se lo hace facil!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por :) Vie Jun 27, 2014 12:23 am

Santana super bipolar y un toque de celos tiene jaja creo que con el tiempo va a reconocer a britt me pregunto que pasara cuando lucy se valla quedaran solas!!! Britt no tiene que sentirse menos que nadie su autoestima esta por el piso creo que san la va a ayudar con eso y lo ultimo san tuvo que tener mucha resistencia para no besarla espero la actu
:)
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Dolomiti Vie Jun 27, 2014 3:11 am

Wow! Increíble el cap! Por un momento creí que la besaria, pero me intriga porque no recuerda a britt! Saludines, espero puedas actualizar pronto!
P.d la cancion no la he escuchado pero la buscaré jeje
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

Mensaje por Anddy Rivera Morris Vie Jun 27, 2014 2:45 pm

¡Estos capítulos no pudieron ser más que perfectos!
Tengo una duda enorme y es, ¿quiero a un "Dante" o quiero a una "Beatriz"? *-*
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Finalizado Re: FanFic Brittana: El infierno de Santana #3 (Capitulo FINAL 02/2/15)

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