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FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
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Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
de verdad san esta actuando como una estupida, cree que britt tiene poderes para saber que le pasa? en fin..... hasta pronto.
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Creo que a San la estan chantajeando o amenazando... pero aún asi es una estupida! Bueno... Dani me alegro que estes mejor, gracias por todo a estado increible :3 see ya!
lauravm98******* - Mensajes : 489
Fecha de inscripción : 04/06/2014
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
No entiendo nada!!!
Me alegra saber que estas un poquito mejor!!!!
saludos
Me alegra saber que estas un poquito mejor!!!!
saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
micky morales escribió:de verdad san esta actuando como una estupida, cree que britt tiene poderes para saber que le pasa? en fin..... hasta pronto.
Hola HOla!
Creo que San es tan idiotaaaaaa que te puedo decir !
Saludos
lauravm98 escribió:Creo que a San la estan chantajeando o amenazando... pero aún asi es una estupida! Bueno... Dani me alegro que estes mejor, gracias por todo a estado increible :3 see ya!
Hola Hola!
Creo que ya veremos maso menos de que se trata todo ! y mcuhas gracias por el apoyo besos
monica.santander escribió:No entiendo nada!!!
Me alegra saber que estas un poquito mejor!!!!
saludos
Hola Hola!
jajajaj ya maso menos veras de que trata!
Muchas gracias por el apoyo :) Besos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Capítulo 15
Me detuve junto a la habitación de Rachel antes de salir para el trabajo el jueves por la mañana. Abrí la puerta y asomé la cabeza.
Cuando vi que estaba dormida, me dispuse a salir.
—Hola —murmuró parpadeando.
—Hola. —Entré— ¿Cómo estás?
—Contenta de estar en casa. —Se tocó el rabillo de los ojos— ¿Va todo bien?
—Sí... Sólo quería verte antes de irme a trabajar Volveré sobre las ocho compraré algo de cenar cuando venga de camino, así que espero un mensaje tuyo a eso de las siete diciendo qué te apetece... —Me interrumpí con un bostezo.
— ¿Qué tipo de vitaminas toma López?
— ¿Cómo?
—Yo siempre estoy cachonda, pero aun así no puedo estar metiendo mis dedos de esa forma toda la noche.
Pensaba todo el rato: «Ahora sí que ha terminado». Y entonces, empezaba otra vez.
Me ruboricé y cambié el peso de un pie a otro.
Se rio a carcajadas.
—Aquí está oscuro, pero sé que te has puesto colorada.
—Deberías haberte puesto los auriculares —farfullé.
—No te preocupes por eso me alegra saber que mi equipo sigue funcionando no me había puesto mojada desde antes del asalto.
—No seas asquerosa, Rachel —Me dispuse a salir de la habitación— Mi padre viene esta noche prácticamente mañana su vuelo aterriza a las cinco.
— ¿Vas a recogerle?
—Claro.
Su sonrisa desapareció.
—Vas a matarte como sigas así, No has dormido en toda la semana.
—Ya lo recuperaré, Hasta luego.
—Oye, ¿lo de anoche significa que tú y López volvéis a estar bien?
Me apoyé en el quicio de la puerta con un suspiro.
—Hay algo que va mal y no quiere contármelo le escribí una carta vomitándole prácticamente todas mis inseguridades y neuras.
—Nunca pongas cosas así por escrito, nena.
—Sí, en fin... Lo único que he conseguido ha sido que me folle hasta casi morirme sin saber nada más de cuál es el problema ha dicho que tiene que ser así, Ni siquiera sé qué significa eso.
Asintió
—Parece que tú sí lo entiendes.
—Creo que entiendo lo del sexo.
Eso hizo que me recorriera un escalofrío por la espalda.
— ¿Sexo para desahogarse?
—Es posible —asintió suavemente.
Cerré los ojos y dejé que aquella confirmación no me afectara.
Entonces, me incorporé.
—Tengo que irme, Hablamos luego.
Lo malo de las pesadillas es que una no puede prepararse para ellas.
Aparecen de repente, cuando eres más vulnerable, provocando estragos y caos cuando estás completamente indefensa.
Y no siempre suceden cuando estás durmiendo.
Yo estaba sentada, aturdida y angustiada mientras Kurt y el señor Waters repasaban los detalles de los anuncios del vodka Kingsman, dolorosamente consciente de que Santana estaba presidiendo la mesa vestida con un vestido negro.
Me había ignorado deliberadamente desde el momento en que entré en la sala de conferencias de López Industries, aparte de un rápido apretón de manos cuando el señor Waters nos presentó aquella breve caricia de su piel contra la mía había provocado una descarga por todo mi cuerpo, que inmediatamente la reconoció como la persona que le había dado placer durante toda la noche Santana no pareció detectar ese contacto en absoluto, dirigiendo la mirada por encima de mi cabeza cuando dijo:
«Señorita Pierce».
El contraste con la última vez que habíamos estado en aquella sala era enorme en aquella ocasión no había sido capaz de apartar los ojos de mí.
Su mirada había sido abrasadora y descarada y cuando salimos de la habitación, me dijo que quería follarme y que eliminaría cualquier cosa que se interpusiera en su camino impidiéndole hacerlo.
Esta vez, se puso de pie de repente cuando terminó la reunión, dio un apretón de manos a Kurt y al señor Waters y salió por la puerta dedicándome una breve e indescifrable mirada sus dos directoras salieron a toda prisa detrás de ella, las dos morenas y atractivas.
Kurt me dirigió una mirada inquisitiva desde el otro lado de la mesa.
Yo negué con la cabeza.
Volví a mi escritorio trabajé aplicadamente el resto del día durante mi descanso para almorzar, me quedé en la oficina y busqué cosas que podía hacer con mi padre me decidí por tres posibilidades: el edificio del Empire State, la Estatua de la Libertad y un espectáculo de Broadway, reservando la excursión a la Estatua de la Libertad por si tenía verdadero interés en ir.
Imaginé que también podíamos saltarnos el trayecto en ferry y simplemente verla desde la orilla. Su estancia en la ciudad iba a ser corta y no quería sobrecargarle teniendo que correr de un lado a otro.
En mi último descanso del día, llamé al despacho de Santana.
—Hola, Scott —dije saludando a su secretario— ¿Sería posible hablar con tu jefa rápidamente?
—Espera un momento, Voy a ver.
Casi esperaba que rechazara mi llamada, pero un par de minutos después, me pasó.
— ¿Sí, Brittany?
Dediqué el tiempo que dura un latido del corazón para saborear el sonido de su voz.
—Siento molestarte. Probablemente sea una pregunta estúpida, considerando cómo están las cosas, pero... ¿v as a venir a cenar mañana para conocer a mi padre?
—Allí estaré —contestó con aspereza.
— ¿Vas a llevar a Ireland? —Me sorprendió que la voz no me temblara, teniendo en cuenta el abrumador alivio que sentí.
Hubo una pausa.
—Sí —dijo después.
—Vale.
—Hoy tengo una reunión hasta tarde, así que tendré que verte en la consulta del doctor Petersen Angus te llevará, Yo iré en taxi.
—De acuerdo. —Me dejé caer en la silla sintiendo un destello de esperanza que quisiera continuar con la terapia y conocer a mi padre no podían ser más que señales positivas Santana y yo estábamos peleadas.
Pero ella no se había rendido aún—Te veo allí.
Angus me dejó en la puerta de la consulta del doctor Petersen a las seis menos cuarto entré y el doctor Petersen me saludó con la mano a través de la puerta abierta de su consulta, levantándose de la silla de detrás de su mesa para estrecharme la mano.
— ¿Cómo estás, Britt?
—He estado mejor.
Recorrió mi rostro con sus ojos.
—Pareces cansada.
—Eso me dice todo el mundo —contesté con frialdad.
Miró por detrás de mí.
— ¿Dónde está Santana?
—Tenía una reunión a última hora, así que hemos venido por separado.
—De acuerdo. —Señaló el sofá—. Ésta es una buena ocasión para que podamos hablar a solas. ¿Hay algo en particular de lo que te gustaría hablar antes de que llegue?
Me acomodé en el sofá y le conté todo al doctor Petersen: el maravilloso viaje a las Outer Banks y, después, la extraña e inexplicable semana que habíamos tenido desde entonces.
—Simplemente no lo comprendo, Creo que tiene problemas, pero no puedo conseguir que me cuente nada. Me ha aislado por completo emocionalmente. La verdad es que empieza a hacerme daño. También me preocupa que su cambio de comportamiento se deba a Emily Cada vez que nos damos contra uno de estos muros es por ella.
Me miré los dedos, que estaban retorcidos entre sí. Me recordó a la costumbre de mi madre de retorcer el pañuelo y me obligué a relajar las manos.
—Es como si ejerciera algún control sobre ella y Santana no pudiese liberarse de ello, por mucho amor que sienta por mí.
El doctor Petersen levantó la vista de sus notas y me observó.
— ¿Te dijo que no iba a asistir a su cita del martes?
—No—Aquella noticia supuso un mazazo—No me dijo nada.
—Tampoco me lo dijo a mí no me parece un comportamiento propio de ella, ¿verdad?
Negué con la cabeza.
El doctor Petersen cruzó las manos sobre su regazo.
—A veces, una de vosotras, o las dos, podéis retroceder un poco eso es de esperar, teniendo en cuenta la naturaleza de vuestra relación. No sólo estáis trabajando en vuestra relación, sino también como personas individuales para poder formar una pareja.
—Pero yo no puedo seguir con esto. —Respiré hondo—. No puedo seguir con esta dinámica de sube y baja. Me está volviendo loca la carta que le envié... Fue terrible. Todo lo que había en ella era cierto, pero terrible. Hemos pasado unos momentos realmente bonitos juntas. Me dijo que...
Tuve que parar un momento y, cuando continué, mi voz sonó entrecortada.
—Me dijo cosas maravillosas. No quiero perder esos recuerdos bajo otros más feos. Sigo pensándome si debería dejarla mientras pueda, pero estoy resistiendo porque le prometí a ella... y a mí misma... que no huiría más. Que iba a clavar mis pies en el suelo y que iba a luchar por esto.
— ¿Eso es algo en lo que sigues trabajando?
—Sí, así es. Y no es fácil. Porque algunas de las cosas que hace... Yo reacciono de formas que he aprendido a evitar. ¡Para no perder el juicio! Hay un momento en el que hay que saber decir que has hecho todo lo que has podido pero que no ha funcionado, ¿no es así?
El doctor Petersen tenía la cabeza ladeada.
—Y si no, ¿qué es lo peor que puede pasar?
— ¿Me lo pregunta a mí?
—Sí, El peor de los casos.
—Pues... —extendí los dedos sobre mis piernas—, que ella se distancie de mí, que eso provoque que yo me enganche aún más y pierda toda la autoestima. Y que terminemos volviendo ella a su vida tal y como era antes y yo volviendo a someterme a terapia para tratar de recuperar el juicio.
Él seguía mirándome y había algo en su paciente atención que hacía que continuara hablando.
—Temo que no me deje marchar cuando llegue el momento y que yo no sepa cómo hacerlo, que siga enganchada a ese barco que se hunde y termine hundiéndome con ella Simplemente desearía poder confiar en que ella le pondrá fin, si llega el momento.
— ¿Crees que tiene que ser así?
—No lo sé, Puede. —Aparté la mirada del reloj de la pared—. Pero considerando que son casi las siete y que nos ha dejado plantados a los dos, parece probable.
Me pareció una locura que no me sorprendiera ver el Bentley esperando en la puerta de mi apartamento a las cinco menos cuarto de la mañana el conductor que apareció de detrás del volante cuando yo salí no me era familiar era mucho más joven que Angus; imaginé que tendría treinta y pocos años parecía latino, con un tono de caramelo en la piel, y pelo y ojos oscuros.
—Gracias —le dije cuando dio la vuelta por la parte delantera del vehículo—, pero voy a coger un taxi.
Al oír aquello, el portero de noche de mi edificio salió a la calle para llamar a uno.
—La señora López me ha dicho que debo llevarla al aeropuerto de La Guardia —dijo el conductor.
—Puede decirle a la señora López que no voy a necesitar su servicio de transporte ni ahora ni en el futuro—Me acerqué al taxi que el portero había detenido, pero me detuve y me di la vuelta—. Y dígale también que se vaya a la mierda.
Entré en el taxi y me acomodé mientras se ponía en marcha.
Admito que no soy muy imparcial cuando digo que mi padre destaca entre la multitud, pero eso no hace que sea menos cierto.
Cuando salió de la zona de seguridad, Victor Pierce llamó la atención.
Medía más de un metro ochenta, estaba en forma, era corpulento y tenía la presencia autoritaria de alguien que lleva una placa de policía. Su mirada rastreó la zona más próxima que le rodeaba, comportándose siempre como un policía incluso cuando no estaba de servicio llevaba un bolso de viaje colgado al hombro y vestía vaqueros azules con camisa negra. Tenía el pelo oscuro y ondulado y ojos azules, como los míos.
Estaba realmente atractivo con su aire taciturno y peligroso de chico malo y traté de imaginarlo junto a la frágil y altiva belleza de mi madre. Nunca los había visto juntos, ni siquiera en fotos, y lo cierto es que deseaba hacerlo aunque sólo fuera una vez.
— ¡Papá! —grité moviendo la mano en el aire.
Su rostro se iluminó al verme y en su boca se dibujó una amplia sonrisa.
—Aquí está mi chica. —Me cogió con un abrazo y me levantó los pies del suelo—. Te he echado muchísimo de menos.
Empecé a llorar no podía evitarlo estar de nuevo con él era y a la última gota que colmaba el vaso de mi estado emocional.
—Oye —Me balanceó—. ¿A qué vienen esas lágrimas?
Apreté los brazos alrededor de su cuello, agradecida por tenerlo conmigo, sabiendo que los demás problemas de mi vida quedarían a un lado mientras él estuviera cerca.
—Yo también te he echado muchísimo de menos —dije sorbiéndome la nariz.
Cogimos un taxi de vuelta a mi casa durante el camino, mi padre me hizo las mismas preguntas sobre el ataque a Rachel que me había hecho la policía en el hospital. Traté de tenerlo distraído con esa conversación cuando nos detuvimos en la puerta de mi edificio, pero no funcionó.
Los ojos de lince de mi padre miraron el saliente moderno de cristal anexo a la fachada de ladrillo del edificio. Se quedó mirando al portero, Paul, quien se tocó la visera de su gorro y nos abrió la puerta. Observó la recepción y a la conserje y se meció en sus tacones mientras esperábamos al ascensor.
No dijo nada y mantuvo el rostro impasible, pero yo sabía que estaba pensando en lo mucho que debía costar mi alojamiento en una ciudad como Nueva York cuando le enseñé el interior del apartamento, echó un vistazo a toda la casa. Las grandes ventanas tenían una sensacional vista dela ciudad y la televisión de pantalla plana que estaba anclada a la pared era sólo uno de los muchos aparatos de primera calidad que había a la vista.
Él sabía que yo no me podía permitir esa casa por mí misma. Sabía que el marido de mi madre corría con gastos míos que él nunca podría costear. Y me pregunté si pensaba en mi madre y en que lo que ella necesitaba quedaba más allá de sus posibilidades.
—La seguridad aquí es muy estricta —le expliqué—. Es imposible pasar la recepción si no estás en la lista y no puede responder un vecino por ti.
Mi padre dejó escapar un suspiro.
—Eso está bien.
—Sí, No creo que mamá pudiera dormir por las noches de no ser así.
Eso hizo que desapareciera algo de tensión de sus hombros.
—Deja que te enseñe tu habitación. —Le conduje por el pasillo hasta la habitación de invitados. Tenía su propio baño y un mini bar con frigorífico.
Vi que se fijaba en esas cosas antes de dejar su bolsa de viaje en la enorme cama—. ¿Estás cansado?
Me miró.
—Sé que tú sí lo estás, Y hoy tienes que trabajar, ¿no? ¿Por qué no dormimos un poco antes de que te tengas que ir?
Contuve un bostezo, sabiendo que podía utilizar esas dos horas para descansar.
—Suena bien.
—Despiértame cuando te levantes —dijo echando los hombros hacia atrás—. Te prepararé el café mientras te arreglas.
—Estupendo. —La v oz me salió ronca al tratar de aguantar las lágrimas.
Santana tenía casi siempre café esperándome los días en que se quedaba a pasar la noche, porque se levantaba antes que yo echaba de menos ese ritual nuestro.
De algún modo, tendría que aprender a vivir sin ello.
Me puse de puntillas y besé a mi padre en la mejilla.
—Estoy muy contenta de que estés aquí, papá.
Cerré los ojos y me apreté a él cuando me abrazó.
Salí del pequeño mercado con las bolsas de comida para la cena y fruncí el ceño al ver a Angus parado en el bordillo había rechazado que me llevaran por la mañana y, de nuevo, cuando salí del edificio Lópezfire, pero continuaba siguiéndome como una sombra era ridículo. No pude evitar preguntarme si Santana ya no me quería como novia, pero que su neurótico deseo de mi cuerpo implicaba que no quería que me tuviera nadie más, es decir, Kitty.
De camino a casa, me entre tuve pensando qué pasaría si invitaba a Kitty a cenar, imaginándome a Angus teniendo que hacer esa llamada a Santana cuando Kitty entrara en mi casa. No fue más que una rápida fantasía vengativa, puesto que no quería dar a Kitty falsas esperanzas y, de todas formas, estaba en Florida, pero con eso me bastó.
Dejé todas las cosas de la cena en la cocina y, a continuación, fui a ver a mi padre estaba en la habitación de Rachel entretenido con un videojuego.
Rachel manejaba un mando con una mano, pues la otra la tenía escayolada.
— ¡Vaya! —Gritó mi padre—. ¡Toma!
—Debería darte vergüenza —le espetó Rachel—, aprovechándote de una inválida.
—Oh, qué pena me das.
Rachel me vio en la puerta y me guiñó un ojo la quise tanto en ese momento que no pude evitar acercarme a ella y darle un beso en su magullada frente.
—Gracias —susurré.
—Dame las gracias con una cena, Estoy hambrienta.
Me incorporé.
—He traído ingredientes para hacer enchiladas.
Mi padre me miró, sonriendo, porque sabía que necesitaría su ayuda.
— ¿Sí?
—Cuando hayas terminado —le dije— Voy a darme una ducha.
Cuarenta y cinco minutos después, mi padre y yo estábamos en la cocina enrollando queso y pollo, que había comprado y a asado —mi pequeña trampa para ahorrar tiempo—, en tortillas de maíz empapadas en manteca. En el salón, el reproductor de C D pasó al siguiente disco y la enternecedora voz de Van Morrison sonó a través de los altavoces de sonido envolvente.
— ¡Oh, sí! —Exclamó mi padre agarrándome de la mano y apartándome de la barra—. Ta-ri-rá, ta-ri-rá, moondance —cantó con su profunda voz de barítono, dándome la vuelta.
Yo me reí, encantada.
Colocando la parte posterior de la mano sobre mi espalda para no tocarme con los dedos grasientos, me hizo bailar alrededor de la isla de la cocina mientras los dos cantábamos la canción y nos reíamos estábamos en nuestro segundo giro cuando me di cuenta de que había dos personas de pie junto al mostrador de desayuno.
Mi sonrisa desapareció y tropecé, obligando a que mi padre me cogiera.
—Qué mal bailas —se mofó con sus ojos fijos sólo en mí.
—Brittany baila de maravilla —intervino Santana, con esa máscara implacable en su rostro que yo tanto detestaba.
Mi padre se giró y su sonrisa también desapareció.
Santana rodeó la barra y entró en la cocina. Se había vestido para la ocasión, con unos vaqueros ajustados y una camiseta del equipo de los Raiders.
Una elección apropiada e informal y un buen comienzo de conversación, pues mi padre era un acérrimo admirador del equipo de los Raiders.
—No me había dado cuenta de que también es buena cantando, Soy Santana López —se presentó con la mano extendida.
—Victor Pierce —Mi padre le enseñó los dedos grasientos—. Estoy un poco sucio.
—No importa.
Encogiéndose de hombros, mi padre le estrechó la mano y la examinó.
Yo les lancé un paño a los dos y me acerqué a Ireland, que estaba resplandeciente sus ojos azules brillaban y tenía las mejillas enrojecidas de placer.
—Me alegra mucho que hayas podido venir —le dije abrazándola con cuidado— ¡Estás preciosa!
— ¡Tú también!
Era mentira, pero lo agradecí igualmente. No me había hecho nada en la cara ni en el pelo después de la ducha porque sabía que a mi padre no le importaría y no esperaba que apareciera Santana A l fin y al cabo, la última vez que había tenido noticias suyas había sido cuando dijo que me vería en la consulta del doctor Petersen.
Ireland miró al mostrador donde yo lo había dispuesto todo.
— ¿Puedo ayudar?
—Claro, Pero no te pongas a contar calorías o la cabeza te explotará. —Le presenté a mi padre, que fue mucho más cálido con ella de lo que había sido con Santana, y después la llevé al fregadero para que se lavara.
De inmediato, la puse a ayudarme a enrollar las últimas enchiladas mientras mi padre metía en el frigorífico las ya frías cervezas Dos Equis que había traído Santana Ni siquiera me molesté en preguntarme cómo sabía Santana que iba a preparar comida mexicana para la cena sólo quería saber por qué había dedicado su tiempo a saberlo cuando estaba muy claro que tenía otras cosas que hacer, como dejar plantadas a sus citas.
Mi padre fue a su habitación para lavarse Santana se acercó a mí por detrás y me puso las manos en la cintura, rozando sus labios contra mi sien.
—Britt.
Yo me contuve ante el deseo casi irresistible de dejarme caer sobre ella.
—No —susurré— Prefiero que no finjamos.
Me despeinó al dejar escapar el aire con fuerza. Sus dedos apretaron mi cintura masajeándola durante un momento. Entonces noté que su teléfono vibraba, me soltó y se retiró para mirar la pantalla.
—Perdona —dijo con brusquedad y salió de la cocina antes de contestar.
Ireland se acercó sigilosamente y susurró. —Gracias, Sé que has sido tú quien la ha obligado a que me trajera.
Yo conseguí mirarla con una sonrisa—Nadie puede obligar a Santana a que haga nada si ella no quiere.
—Tú si—Zarandeó la cabeza echándose por encima del hombro su pelo moreno, lacio, que le llegaba hasta la cintura—. No la has visto cómo te miraba mientras bailabas con tu padre. Le brillaban los ojos. Creía que iba a llorar. Y mientras subíamos en el ascensor, ha tratado de disimularlo, pero estoy completamente segura de que estaba nerviosa.
Bajé la mirada hacia la lata de salsa de enchilada que tenía en las manos, sintiendo que el corazón se me partía un poco más.
—Estás enfadada con ella, ¿verdad? —preguntó Ireland.
Me aclaré la garganta—Algunas personas es mejor que sean sólo amigas.
—Pero tú dijiste que la querías.
—Eso no siempre es suficiente—Me di la vuelta para coger el abrelatas y vi a Santana en el otro lado de la isla, mirándome me quedé petrificada se retorció un músculo de su mandíbula antes de que lo relajara.
— ¿Quieres una cerveza? —preguntó en tono brusco.
Asentí.
También me habría venido bien un chupito Quizá unos cuantos.
— ¿Quieres vaso?
—No.
Miró a Ireland.
— ¿Tienes sed? Hay soda, agua, leche...
— ¿Y una de esas cervezas? —respondió, lanzándole una encantadora sonrisa.
—En otra ocasión —contestó ella con ironía.
Observé a Ireland y noté cómo relucía cuando Santana la miraba. No podía creerme que ella no viera el cariño que le tenía su hermana. Quizá ahora se basara en cosas superficiales, pero estaba ahí y, con un poco de estímulo, iría a más. Esperaba que ella se esforzara en conseguirlo.
Cuando Santana me pasó la cerveza fría, sus dedos acariciaron los míos.
Los mantuvo ahí un momento mirándome a los ojos. Yo sabía que estaba pensando en la otra noche.
Ahora me parecía un sueño, como si su visita no hubiese ocurrido nunca en realidad. Casi me creí que me la había inventado en un delirio desesperado, tan deseosa de sus caricias y de su amor que no pude pasar un minuto más sin darle a mi mente un alivio de tanta locura de deseo y ansia. Si no fuese por el ligero dolor que aún sentía dentro de mí, no sabría distinguir entre lo real y una simple y falsa esperanza.
Cogí la cerveza de sus manos y me di la vuelta. No quería decir que habíamos terminado, pero ahora estaba claro que necesitábamos un descanso la una de la otra Santana tenía que saber qué estaba haciendo, qué buscaba y si yo podía ocupar un lugar importante en su vida porque este viaje en montaña rusa en el que nos encontrábamos iba a terminar destrozándome y yo no podía dejar que eso ocurriera, No lo haría.
— ¿Puedo ayudar en algo? —preguntó.
Le respondí sin mirarla, porque hacerlo era demasiado doloroso.
— ¿Puedes ver si podemos traer a Rachel aquí? Tiene una silla de ruedas.
—De acuerdo.
Salió de la habitación y, de repente, pude respirar tranquila.
Ireland se me acercó enseguida.
— ¿Qué le ha pasado a Rachel?
—Te lo contaré mientras ponemos la mesa.
Me sorprendió ver que podía comer. Creo que estaba demasiado fascinada por el silencioso enfrentamiento entre mi padre y Santana como para darme cuenta de que me estaba metiendo comida en la boca. En un extremo de la mesa, Rachel cautivaba a Ireland a base de carcajadas que me hicieron sonreír. En el otro extremo, mi padre presidía la mesa, Santana estaba sentada a su izquierda y yo a su derecha.
Estaban hablando. La conversación había empezado con el Futbol americano, tal y como yo esperaba, y luego pasó al golf. Desde fuera, los dos parecían relajados, pero la atmósfera que había entre ambos estaba muy cargada. Noté que Santana no se había puesto su reloj caro. Había planeado cuidadosamente tener una apariencia lo más «normal» posible.
Pero nada de lo que Santana hiciera por fuera podría cambiar quién era por dentro. Era imposible ocultar lo que era —una mujer dominante, una magnate de los negocios, una mujer privilegiada—. Se veía en cada gesto suyo, en cada palabra que decía, en cada mirada.
A un así, comprendí que a mi padre sólo se le había permitido en realidad ser un padre en los últimos cuatro años y no estaba dispuesto a rendirse.
Sin embargo, Santana estaba compitiendo por un puesto que yo ya no estaba dispuesta a concederle.
Pero llevaba el anillo que yo le había regalado. Traté de no sacar ninguna conclusión, pero quería tener esperanzas. Quería creer.
Todos terminamos el primer plato y me estaba poniendo de pie para despejar la mesa para el postre cuando sonó el portero automático.
Respondí.
— ¿Brittany? Están aquí los detectives Graves y Michna del Departamento de Policía de Nueva York —me informó la chica de recepción.
Miré a Rachel, preguntándome si la policía habría descubierto quién le había atacado. Di permiso para que subieran y volví corriendo a la mesa.
Rachel me miró sorprendida, curiosa.
—Es la policía —les expliqué—. Quizá traigan noticias.
La atención de mi padre cambió de inmediato.
—Yo los recibo.
Ireland me ayudó a quitar las cosas. Acabábamos de dejar las copas en el fregadero cuando sonó el timbre de la puerta. Me sequé las manos con un trapo de cocina y salí a la sala de estar.
Los dos policías que llegaron no eran los que yo esperaba, porque no se trataba de los que habían interrogado a Rachel en el hospital el lunes.
Santana salió del pasillo metiéndose el teléfono en el bolsillo.
Me pregunté quién estaría llamándola toda la noche.
—Brittany Pierce —dijo la detective a la vez que entraba en el apartamento.
Se trataba de una mujer delgada de rostro severo y unos ojos azules, inteligentes y agudos que eran su mejor rasgo. Tenía el pelo castaño y rizado y llevaba la cara sin maquillar. Vestía pantalones y zapatos planos y oscuros, una camisa de popelina y una chaqueta ligera que no ocultaba la placa de policía ni la pistola sujeta al cinturón—. Soy la detective Shelley Graves, del Departamento de Policía de Nueva York Éste es mi compañero, el detective Richard Michna. Sentimos molestarla un viernes por la noche.
Michna era mayor, más alto y corpulento. Tenía el pelo grisáceo por las sienes y escaso por arriba, y también un rostro duro y unos ojos oscuros que echaron un vistazo a la habitación mientras Graves se centraba en mí.
—Hola —los saludé.
Mi padre cerró la puerta y hubo algo en su modo de moverse o comportarse que llamó la atención de Michna.
— ¿Pertenece al cuerpo?
—En California —confirmó mi padre—. Estoy visitando a Brittany, mi hija ¿De qué se trata?
—Sólo queremos hacerle unas preguntas, señorita Pierce—dijo Graves.
Miró a Santana—. Y también a usted, señora López.
— ¿Tiene esto algo que ver con el ataque que sufrió Rachel? —pregunté.
La miró.
— ¿Por qué no nos sentamos?
Pasamos todos a la sala de estar, pero sólo Ireland y yo terminamos tomando asiento. Todos los demás permanecieron de pie, con mi padre empujando la silla de ruedas de Rachel.
—Tiene una bonita casa —observó Michna.
—Gracias. —Miré a Rachel preguntándome qué demonios estaba pasando.
— ¿Cuánto tiempo va a estar en la ciudad? —le preguntó el detective a mi padre.
—Sólo el fin de semana.
Graves me sonrió.
— ¿Va mucho a California a ver a su padre?
—Me acabo de mudar desde allí hace un par de meses.
—Yo fui una vez a Disneylandia de pequeña —dijo—. De eso hace mucho tiempo, claro. He querido volver alguna vez.
Fruncí el ceño sin comprender por qué estábamos hablando de esas tonterías.
—Sólo necesitamos hacerle un par de preguntas —intervino Michna, sacando un cuaderno del bolsillo interior de su chaqueta—. No queremos entretenerlos más tiempo del necesario.
Graves asintió con sus ojos aún puestos en mí.
— ¿Puede decirnos si conoce a un hombre llamado Nathan Barker, señorita Pierce?
La habitación empezó a dar vueltas Rachel maldijo y se puso de pie tambaleándose, dando unos cuantos pasos hasta llegar al asiento que había a mi lado. Me agarró de la mano.
— ¿Señorita Pierce? —Graves se sentó en el otro extremo del sofá.
—Es su antiguo hermanastro —contestó Rachel bruscamente—. ¿Qué es todo esto?
— ¿Cuándo fue la última vez que vio a Barker? —preguntó Michna.
En un tribunal... Traté de tragar saliva, pero tenía la boca seca como el serrín.
—Hace ocho años —continué con voz ronca.
— ¿Sabía usted que estaba aquí, en Nueva York?
Dios mío. Negué moviendo la cabeza con fuerza.
— ¿A dónde quiere llegar? —preguntó mi padre.
Miré con desesperación a Rachel y, después, a Santana Mi padre no sabía lo de Nathan. Y yo no quería que lo supiese.
Rachel me apretó la mano Santana ni siquiera me miraba.
—Señora López —dijo Graves—, ¿y usted?
— ¿Yo, qué?
— ¿Conoce a Nathan Barker?
Supliqué con los ojos a Santana que no dijera nada delante de mi padre, pero no miró ni una sola vez hacia donde yo estaba.
—No me haría esa pregunta si no supiese ya la respuesta —contestó.
El estómago me dio un vuelco. Una fuerte sacudida me atravesó el cuerpo. A un así, Santana no me miró. Mi cerebro trataba de procesar qué estaba ocurriendo... qué significaba aquello... qué pasaba...
— ¿Hay algún motivo para estas preguntas? —preguntó mi padre.
La sangre me zumbaba en los oídos. El corazón me latía con algo parecido al terror. La simple idea de que Nathan estuviese tan cerca era suficiente para que me entrara el pánico.
Empecé a jadear.
La habitación daba vueltas ante mis ojos creí que me iba a desmayar Graves me miraba con atención.
— ¿Puede decirnos dónde estuvo ayer, señorita Pierce?
— ¿Que dónde estuve? —Repetí— ¿Ayer?
—No respondas —me ordenó mi padre—. Esta entrevista no va a continuar hasta que sepamos qué ocurre.
Michna asintió, como si esperase aquella interrupción.
—Han encontrado muerto a Nathan Barker esta mañana.
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Hola Hola !
Bueno chicas aqui vengo a dejar otro capitulo espero que les guste :)
PD ¿QUE CREEN DE ESA NOTICIA?
Saludos Y besos
COMENTEN!
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Dani! Como lo dejas ahi de por dios! Me dejaste sin palabras, no tardes esta tan ajsnnxmxkdooewokj see ya!
lauravm98******* - Mensajes : 489
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Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Porfavor dime que mi sany no hiso que mataran a nathan ....y que mis brittanas se reconcilien plisss.....hasta pronto..;)
minerva ortiz*** - Mensajes : 126
Fecha de inscripción : 30/03/2014
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Hola!! si antes no entendia, ahora menos!!!!
San tendrá algo que ver???
Saludos por favor actualiza pronto!!
San tendrá algo que ver???
Saludos por favor actualiza pronto!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
lo vi todo, santana lo mato, hasta pronto.
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
lauravm98 escribió:Dani! Como lo dejas ahi de por dios! Me dejaste sin palabras, no tardes esta tan ajsnnxmxkdooewokj see ya!
Hola Hola!
Aqui traigo otro capitulo C:
Saludos
minerva ortiz escribió:Porfavor dime que mi sany no hiso que mataran a nathan ....y que mis brittanas se reconcilien plisss.....hasta pronto..;)
Hola Hola!
Ya veremos ! y creo que se viene unos pocos capitulos de drama necesario :l
Saludos
monica.santander escribió:Hola!! si antes no entendia, ahora menos!!!!
San tendrá algo que ver???
Saludos por favor actualiza pronto!!
Hola Hola!
mmm ya veremos ;)
Saludos
micky morales escribió:lo vi todo, santana lo mato, hasta pronto.
Hola Hola!
mmm ya veremos que hizo o que no hizo ;)
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Capítulo 16
En cuanto el detective Michna terminó la frase, mi padre acabó con el interrogatorio.
—Esto se ha acabado —dijo con tono serio—. Si tienen más preguntas pidan una cita para que mi hija acuda con un abogado.
— ¿Y usted, señora López? —La mirada de Michna se dirigió a Santana— ¿Le importaría decirnos dónde estuvo ayer?
Santana se movió de su posición detrás del sofá.
— ¿Por qué no hablamos mientras los acompaño a la puerta?
Yo me quedé mirándola, pero ella siguió sin prestarme atención.
¿Qué más no quería que yo supiera? ¿Cuántas cosas me estaba ocultando?
Ireland entrelazó sus dedos con los míos Rachel estaba sentada a un lado mío y Ireland al otro, mientras que la mujer a la que amaba estaba a varios metros de distancia y no me había mirado en casi media hora sentí como si en el estómago se me hubiese instalado una roca fría.
Los detectives tomaron nota de mi número de teléfono y, a continuación, salieron con Santana Vi cómo salían a los tres y también cómo mi padre observaba a Santana con una mirada reflexiva.
—Puede que estuviese comprándote un anillo de compromiso y no quiere que le echen por tierra la sorpresa —susurró Ireland.
Le apreté la mano por mostrarse tan dulce y por pensar tan bien de su hermana Esperé que ella nunca la decepcionara ni la desilusionara del mismo modo que yo había perdido ahora la ilusión si era sincera conmigo misma, Santana y yo no éramos nada, no teníamos nada.
¿Por qué no me había hablado de Nathan?
Soltando a Rachel y a Ireland, me puse de pie y fui a la cocina Mi padre me siguió.
— ¿Quieres explicarme qué está pasando? —me preguntó.
—No tengo ni idea, Me acabo de enterar.
Apoyó la cadera en el mostrador y me observó.
— ¿Qué es lo que pasó entre tú y Nathan Barker? Al escuchar su nombre parecía que ibas a desmayarte.
Empecé a enjuagar los platos y a meterlos en el lavavajillas.
—Era un matón, papá eso es todo no le gustaba que su padre se hubiese vuelto a casar y, sobre todo, no le gustaba que esa nueva madrastra tuviera una hija.
— ¿Por qué iba Santana a tener nada que ver con él?
—Ésa es una muy buena pregunta. —Agarrándome al filo del fregadero, bajé la cabeza y cerré los ojos era eso lo que había abierto una brecha entre Santana y yo Nathan, Lo sabía.
— ¿Brittany? —Mi padre colocó las manos sobre mis hombros y masajeó los duros y doloridos músculos— ¿Estás bien?
—Yo... estoy cansada no he dormido bien últimamente. —Corté el aguay dejé el resto de los platos donde estaban. Fui al armario donde guardaba las vitaminas y los medicamentos sin receta y saqué dos analgésicos para la noche quería dormir profundamente y sin sueños lo necesitaba, para poder despertarme en un buen estado para decidir qué tenía que hacer.
Miré a mi padre.
— ¿Puedes ocuparte de Ireland hasta que vuelva Santana?
—Desde luego. —Me besó en la frente—Hablaremos por la mañana.
Ireland me encontró antes de que yo la viera a ella.
— ¿Estás bien? —me preguntó entrando en la cocina.
—Voy a acostarme, si no te importa sé que es una grosería.
—No, no te preocupes.
—De verdad, lo siento. —La acerqué para darle un abrazo—Repetiremos esto ¿Qué te parece un día de chicas en un spa o de compras?
—Claro ¿Me llamarás?
—Lo haré. —La solté y atravesé la sala de estar para ir hacia el pasillo.
Se abrió la puerta de la calle y entró Santana Nuestras miradas se cruzaron y se mantuvieron así durante un rato no podía leer nada en sus ojos aparté la mirada, fui a mi cuarto y cerré la puerta con pestillo.
Me levanté a las nueve de la mañana siguiente, aturdida y de mal humor pero ya no tan terriblemente cansada sabía que tenía que llamar a Stanton y a mi madre, pero primero necesitaba cafeína.
Me lavé la cara, me cepillé los dientes y salí arrastrando los pies hacia la sala de estar casi había llegado a la cocina —el origen del delicioso olor a café— cuando sonó el timbre de la puerta el corazón me dio un vuelco.
No podía evitar esa reacción instintiva al pensar en Santana, que era una de las tres personas que tenían mi permiso en la recepción para pasar.
Pero cuando abrí la puerta, era mi madre esperé no parecer demasiado decepcionada aunque, de todos modos, creo que no se dio cuenta pasó por mi lado con un vestido verde agua que parecía pintado y que ella lucía como muy pocas mujeres podrían hacerlo, consiguiendo de algún modo que pareciera seductor y elegante y también apropiado para su edad.
Desde luego, parecía lo suficientemente joven como para ser mi hermana.
Echó un vistazo a mi cómodo pantalón de chándal de la Universidad de San Diego y a la camiseta que llevaba antes de decir:
—Dios mío, Britt, no tienes ni idea...
—Nathan ha muerto. —Cerré la puerta y miré nerviosa por el pasillo en dirección a la habitación de invitados, rezando porque mi padre estuviera aún con el horario de la costa oeste y siguiera durmiendo.
—Ah —Se giró para mirarme y por primera vez me gustó su mirada tenía los labios apretados por la preocupación y una mirada de angustia— ¿Ha venido ya la policía? Acaban de salir de nuestra casa.
—Estuvieron aquí anoche—Fui hacia la cocina y directa a la cafetera.
— ¿Por qué no nos llamaste? Deberíamos haber estado contigo debías haber avisado a un abogado, al menos.
—Fue una visita muy rápida, mamá. ¿Quieres un poco? —dije sosteniendo la jarra.
—No, gracias no deberías beber tanto de eso no es bueno para ti.
Volví a soltarla y abrí el frigorífico.
—Dios santo, Britt —murmuró mi madre observándome— ¿Te das cuenta de la cantidad de calorías que tiene la leche con nata?
Dejé una botella de agua delante de ella y me di la vuelta para aclarar el café.
—Estuvieron aquí unos treinta minutos y después se fueron. No les dije nada aparte de que Nathan había sido mi hermanastro y que no le había visto desde hacía ocho años.
—Gracias a Dios que no dijiste nada más. —Abrió la botella.
Yo cogí una taza.
—Vamos a la sala de estar de mi dormitorio.
— ¿Qué? ¿Por qué? Tú nunca te sientas allí.
Tenía razón, pero yéndonos allí evitaríamos un encuentro sorpresa entre mis padres.
—Pero a ti te gusta —contesté. Entramos en la habitación y cerré la puerta, dejando escapar un suspiro de alivio.
—Sí que me gusta —dijo mi madre girándose para mirarlo todo.
Claro que le gustaba la había decorado ella. A mí también me gustaba, pero en realidad no la utilizaba. Había pensado en convertirla en un dormitorio contiguo para Santana, pero ahora todo podría cambiar. Se había apartado de mí, me había ocultado lo de Nathan y la cena con Emily Yo quería una explicación y, dependiendo de cuál fuera, volveríamos a comprometernos para continuar adelante o daríamos los pasos dolorosos para separarnos.
Mi madre se acomodó elegantemente en el diván y me miró.
—Debes tener mucho cuidado con la policía, Britt Si quieren volver a hablar contigo, díselo a Richard para que sus abogados estén presentes.
— ¿Por qué? No entiendo por qué debo preocuparme por lo que diga o no diga. Yo no he hecho nada malo. Ni siquiera sabía que estaba en la ciudad—Vi cómo apartaba rápidamente los ojos de mí, y continué hablando con tono firme— ¿Qué está pasando, mamá?
Bebió un poco antes de contestar.
—Nathan apareció en el despacho de Richard la semana pasada. Quería dos millones y medio de dólares.
De repente, sentí un zumbido en los oídos.
— ¿Qué?
—Quería dinero —dijo con frialdad—Mucho dinero.
— ¿Por qué demonios iba a pensar que se lo ibais a dar?
—Tiene... tenía fotos, Brittany —Su labio inferior empezó a temblar— Y vídeos Tuyos.
—Dios mío. —Dejé a un lado el café con manos temblorosas y me eché hacia delante colocando la cabeza entre las rodillas—. Dios, voy a vomitar.
Y Santana había visto a Nathan lo había confesado cuando respondió a las preguntas de la policía. Si había visto las fotografías... se habría enfadado... y eso explicaría por qué se había distanciado de mí, por qué estaba tan atormentada cuando vino a mi cama puede que aún me quisiera, pero quizá no era capaz de vivir con las imágenes que ahora inundaban su cabeza.
Tiene que ser así, me había dicho.
Un sonido terrible salió de mí. Ni siquiera podía imaginar qué era lo que había grabado Nathan. No quería saberlo.
Estaba claro que Santana no podía soportar mirarme cuando me hizo el amor por última vez había sido en una absoluta oscuridad, en la que podía oírme y olerme, pero no verme.
Reprimí un grito de dolor mordiéndome el brazo.
— ¡Cariño, no! —Mi madre cayó de rodillas delante de mí, haciendo que me bajara de la silla al suelo para que ella pudiera acunarme—. Ya ha acabado todo está muerto.
Me acurruqué en su regazo, sollozando y dándome cuenta de que realmente había acabado había perdido a Santana Se odiaría así misma por apartarse de mí, pero yo entendía que posiblemente no pudiese evitarlo cuando me mirara ahora le recordaría a su propio pasado cruel, ¿cómo iba a soportar eso Santana? ¿Cómo iba a soportarlo yo?
Mi madre me acarició el pelo noté que ella también lloraba.
—Mi pequeña, estoy aquí. Yo cuidaré de ti. —Me calmaba con voz temblorosa.
Al final no me quedaron más lágrimas que llorar estaba vacía, pero con ese vacío llegó una nueva lucidez no podía cambiar lo que había sucedido, pero sí podía hacer lo que fuese necesario para asegurarme de que ninguno de mis seres queridos sufriera por ello.
Me incorporé y me froté los ojos.
—No deberías hacer eso —me reprendió mi madre—. Si te frotas los ojos así te saldrán arrugas.
Por algún motivo, su preocupación por mis futuras patas de gallo me pareció graciosísimo traté de contenerme, pero se me escapó una carcajada.
— ¡Brittany Susan Pierce!
Su indignación me pareció igual de divertida me reí un poco más y, una vez que había empezado, no podía parar me reí hasta que me dolió la cara y me caí.
— ¡Basta! —Exclamó dándome un empujón en el hombro—. No tiene gracia.
Me reí hasta que conseguí sacar unas cuantas lágrimas más.
— ¡Brittany, de verdad! —Pero estaba empezando a sonreír.
Seguí riéndome hasta que la risa empezó a convertirse de nuevo en sollozos, secos y silenciosos. Oí que mi madre se reía tontamente y, de algún modo, eso se combinaba a la perfección con mi incontrolable dolor.
No podía explicarlo, pero al sentirme tan mal y desesperada, la presencia de mi madre, con todas sus pequeñas rarezas y amonestaciones que me volvían loca, era justo lo que necesitaba.
Llevándome la mano al estómago lleno de calambres, respiré hondo.
— ¿Lo hizo él? —pregunté en v oz baja.
Su sonrisa se desvaneció— ¿Quién? ¿Richard? ¿Hacer qué? ¿Lo del dinero? Ah...
Esperé.
— ¡No! —Exclamó enérgicamente— Él no haría nunca algo así. Su mente no funciona así.
—Vale. Simplemente tenía que saberlo. —Yo tampoco me imaginaba a Stanton ordenando que dieran una paliza. Pero Santana...
Por sus pesadillas, yo sabía que su deseo de venganza estaba teñido de violencia. Y la había visto pelearse con Kitty Aquel recuerdo estaba marcado a fuego en mi mente Santana sí era capaz de hacerlo y con su historial...
Tomé aire y, a continuación, lo expulsé.
— ¿Qué es lo que sabe la policía?
—Todo. —Su mirada se había ablandado y humedecido, llena de culpa— El precinto de los antecedentes de Nathan se rompió al morir.
— ¿Y cómo ha muerto?
—Eso no lo han dicho.
—Supongo que no es importante. Nosotros teníamos un móvil. —Me pasé la mano por el pelo—. Probablemente no importe que no tuviésemos la ocasión de hacerlo en persona te han pedido que justifiques lo que hacías en ese momento, ¿no? ¿Y a Stanton?
—Sí, ¿A ti también?
—Sí. —Pero no sabía si a Santana No es que importara. Nadie se esperaría que unas personas como Santana y Stanton se fueran a mancharlas manos deshaciéndose de un problema como Nathan.
Teníamos más de un móvil el soborno y la venganza por lo que me había hecho. Y también medios. Y esos medios nos proporcionaban la oportunidad de hacerlo.
Volví a cepillarme el pelo y me eché agua en la cara mientras pensaba en cómo iba a sacar a mi madre de mi apartamento sin que se diera cuenta.
Cuando la vi hurgando en el vestidor de mi dormitorio, preocupada como siempre por mi estilo y mi apariencia, supe qué tenía que hacer.
— ¿Recuerdas esa falda que compré en Macy ’s? —le pregunté— ¿La verde?
—Ah, sí Muy bonita.
—No he podido ponérmela porque no se me ocurre nada con lo que pueda ir bien. ¿Me ayudas a buscar algo?
—Britt —dijo con exasperación—, ya deberías haberte decidido por un estilo personal... ¡Y que no sea de sudaderas!
—Échame una mano, mamá. Vuelvo enseguida. —Cogí la taza de café para tener un motivo para dejarla allí—No te vayas a ningún sitio.
— ¿A dónde iba a ir? —contestó con la voz amortiguada, pues se había adentrado aún más en el vestidor.
Miré rápidamente en la sala de estar y en la cocina no vi a mi padre por ningún sitio y la puerta de su dormitorio estaba cerrada, al igual que la de Rachel Volví rápidamente a mi habitación.
— ¿Qué tal esto? —preguntó sosteniendo una blusa de seda de color champán la combinación resultaba preciosa y elegante.
— ¡Me encanta! Eres estupenda. Gracias. Pero seguro que tienes que irte ya, ¿no? No quiero entretenerte.
Mi madre me miró frunciendo el ceño.
—No tengo ninguna prisa.
— ¿Y Stanton? Tiene que estar preocupado con todo esto Y es sábado él siempre se reserva los fines de semana para ti, Tiene que dedicarte tiempo.
Dios mío, sí que me sentía fatal por la presión que le causábamos.
Stanton había dedicado una gran cantidad de tiempo y dinero a asuntos relacionados conmigo y con Nathan durante los cuatro años que llevaba casado con mi madre. Aquello era mucho pedir, pero no nos había fallado.
Durante el resto de mi vida me sentiría en deuda con él por querer tanto a mi madre.
—Esto también está suponiendo una gran preocupación para ti —protestó—. Quiero estar a tu lado, Brittany Quiero ayudarte.
Sentí un nudo en la garganta al darme cuenta de que estaba tratando de compensarme por lo que me había pasado, porque era incapaz de perdonarse.
—No pasa nada —respondí con la voz quebrada—. Estaré bien. Y sinceramente, me sentiría fatal alejándote de Stanton después de todo lo que ha hecho por nosotras. Tú eres su recompensa, su pequeño paraíso al final de su infinita semana laboral.
En sus labios se formó una encantadora sonrisa.
—Qué cosa tan hermosa has dicho.
Sí, yo también había pensado lo mismo las veces en que Santana me había dicho cosas parecidas.
Me parecía imposible que sólo una semana antes hubiéramos estado en la casa de la playa, locamente enamoradas y dando pasos firmes y seguros en nuestra relación.
Pero esa relación se había roto y ahora sabía por qué. Yo estaba enfadada y dolida por el hecho de que Santana me hubiese ocultado algo tan importante como que Nathan estaba en Nueva York.
Me enfurecía que no me hubiese hablado de lo que pensaba y sentía. Pero también la comprendía era una persona que durante años había evitado hablar de nada que fuese personal y nosotras no llevábamos juntas el tiempo suficiente como para que cambiara esa costumbre de toda una vida.
No podía culparla por ser quien era, lo mismo que tampoco podía culparla por haber decidido que no podía vivir con lo que yo era.
Con un suspiro, me acerqué a mi madre y la abracé.
—Tenerte aquí... es lo que necesitaba, mamá. Llorar, reír y simplemente sentarme contigo. Nada podría haber sido mejor que eso. Gracias.
— ¿De verdad? —Me abrazó con fuerza y la sentí pequeña y delicada entre mis brazos, pese a que éramos de la misma estatura y sus tacones la hacían más alta— Creía que te estabas volviendo loca.
Me separé de ella y sonreí.
—Creo que ha sido así durante un momento, pero tú has hecho que me recupere. Y Stanton es un hombre bueno. Le agradezco todo lo que ha hecho por nosotras. Por favor, díselo de mi parte.
Pasando mi brazo bajo el suyo, hice que se levantara de la cama y la llevé hasta la puerta de la calle. Ella me volvió a abrazar acariciándome la espalda arriba y abajo.
—Llámame esta noche y mañana quiero estar segura de que te encuentras bien.
—De acuerdo.
Me observó.
—Y planeemos un día de spa para la semana que viene. Si al médico no le parece bien que Rachel vaya, haremos que vengan aquí los masajistas creo que a todas nos vendrá bien un poco de mimos y cuidados.
—Ésa es una forma agradable de decir que tengo un aspecto horrible—Las dos necesitábamos un buen repaso, aunque ella lo ocultaba mucho mejor que yo Nathan seguía gravitando sobre nosotras como una nube oscura, aún capaz de destrozar nuestras vidas y alterar nuestra paz. Pero fingiríamos que nos encontrábamos mucho mejor de lo que estábamos. Así era como hacíamos las cosas—. Pero tienes razón. Nos vendrá bien y hará que Rachel se sienta mucho mejor, aunque sólo le puedan hacer una manicura y una pedicura.
—Yo me encargo de organizarlo. ¡Qué ilusión! —Mi madre mostró su luminosa sonrisa tan propia de ella......que fue lo que vio mi padre cuando abrí la puerta de la calle estaba en el umbral con las llaves de Rachel en la mano y le había sorprendido justo en el momento en que iba a meterlas por la cerradura. Iba vestido con pantalones cortos para correr y zapatillas de deporte, con la camiseta sudada echada despreocupadamente sobre el hombro aún tenía la respiración acelerada y el sudor le brillaba sobre la piel bronceada y los músculos tensos Victor Pierce es era todo un monumento.
Y miraba a mi madre de un modo absolutamente indecente.
Aparté la mirada de mi atractivo padre para mirar a mi glamorosa madre y me sorprendió ver que ella miraba a mi padre del mismo modo que él la miraba a ella.
Menudo día para darme cuenta de que mis padres estaban enamorados el uno del otro bueno, yo había sospechado que mi madre le había roto el corazón a mi padre, pero creía que ella se avergonzaba de él, como si se hubiese tratado de una gran equivocación, de un error del pasado.
—Mónica —La voz de mi padre sonó más baja y profunda de lo que yo la había oído nunca y con más acento.
—Victor—Mi madre se había quedado sin aliento— ¿Qué estás haciendo aquí?
Él la miró sorprendido.
—Visitando a mi hija.
—Y ahora mamá tiene que irse —dije dándole a ella un codazo, dividida entre la novedad de ver a mis padres juntos y la lealtad hacia Stanton, que era exactamente lo que mi madre necesitaba—Te llamo luego, mamá.
Mi padre se quedó inmóvil un momento, deslizando la mirada por el cuerpo de mi madre desde la cabeza hasta los pies y, a continuación, subiéndola otra vez respiró hondo y se hizo a un lado.
Mi madre salió al pasillo y se dirigió hacia el ascensor y, después, en el último momento, se dio la vuelta colocó la mano sobre el pecho de mi padre y se puso de puntillas, dándole dos besos en las mejillas.
—Adiós —susurró.
La vi caminar con paso inseguro hacia el ascensor y pulsar el botón con la espalda vuelta hacia nosotros. Mi padre no apartó la mirada hasta que las puertas del ascensor se cerraron cuando ella entró.
Dejó escapar un suspiro y entró en el apartamento.
Cerré la puerta.
— ¿Cómo es que yo no sabía que vosotros dos estáis locamente enamorados el uno del otro?
Resultaba doloroso ver la mirada en sus ojos, el verdadero dolor como en una herida abierta.
—Porque eso no significa nada.
—No lo creo, El amor lo es todo.
—No lo conquista todo, como suelen decir —contestó con un bufido— ¿Ves a tu madre siendo la esposa de un policía?
Hice una mueca.
—Pues eso —dijo secamente, secándose la frente con la camiseta— A veces, el amor no es suficiente. Y si no lo es, ¿qué tiene de bueno?
El resentimiento que escuché en sus palabras era algo que yo conocía muy bien por mí misma. Pasé por su lado y fui a la cocina.
Mi padre me siguió.
— ¿Estás enamorada de Santana López?
— ¿No es evidente?
— ¿Ella está enamorado de ti?
Como no tenía fuerzas, dejé la taza en el fregadero y saqué otras limpias para mí y para mi padre.
—No lo sé. Sé que me quiere y que, a veces, me necesita. Creo que haría lo que fuese por mí si se lo pidiera, porque he entrado en su corazón.
Pero no podía decirme que me quería. No me hablaba de su pasado. Y, al parecer, no podía vivir con las pruebas del mío.
—Tienes la cabeza sobre los hombros.
Saqué café en grano del frigorífico para preparar una nueva cafetera.
—Eso es muy debatible, papá.
—Eres sincera contigo misma eso es una virtud. —Me sonrió cuando yo giré la cabeza para mirarle—. He utilizado antes tu tableta electrónica para ver mi correo. Estaba en la mesita. Espero que no te importe.
Negué con la cabeza.
—Úsala cuando quieras.
—He buscado en internet cuando la he cogido. Quería ver qué salía sobre López.
Sentí un pequeño vacío en el estómago.
—No te gusta.
—Me reservo mi opinión. —La voz de mi padre fue desvaneciéndose a medida que entraba en la sala de estar y, a continuación, volvió a sonar con fuerza cuando volvió con la tableta en la mano.
Mientras yo molía el café, él abrió la funda protectora de la tableta y empezó a dar toques en la pantalla.
—Anoche pasé un mal rato mientras le echaba un vistazo. Sólo quería un poco más de información. Encontré algunas fotos de vosotras dos juntas que parecían prometedoras. —Tenía los ojos sobre la pantalla—. Después vi otra cosa.
Le dio la vuelta a la pantalla para que yo la viera.
— ¿Puedes explicarme esto? ¿Es otra hermana suya?
Dejé de moler café para sentarme, me acerqué con la vista puesta en el artículo que mi padre había encontrado en la web de la revista Page Six. La foto era de Santana y Emily en una especie de fiesta. Había puesto el brazo alrededor de la cintura de ella y la actitud de las dos era de familiaridad e intimidad. Estaban muy cerca y los labios de ella casi rozaban la sien de Emily, que tenía una copa en la mano y se reía.
Cogí la tableta y leí el pie de foto: «Santana López, directora general de López Industries, y Emily Fields en la fiesta de promoción de Vodka Kingsman».
Los dedos me temblaron mientras subía a la parte superior de la página y leía el breve artículo buscando más información. Me quedé muda cuando vi que la fiesta se había celebrado el jueves, de seis a nueve, en uno de los locales de Santana, uno que yo conocía demasiado bien. Me había follado allí, tal y como había hecho con docenas de mujeres.
Santana me había dado plantón en nuestra cita con el doctor Petersen para llevar a Emily al hotel que le servía de picadero.
Era eso lo que había querido contarle a los policías y que no quería que yo escuchara: su coartada era una velada, quizá toda la noche, en compañía de otra mujer.
Solté la tableta con más cuidado del necesario y dejé escapar la respiración que había estado conteniendo.
—Ésa no es ninguna hermana suya.
—Eso pensaba yo.
Lo miré.
— ¿Me haces el favor de terminar de preparar el café? Tengo que hacer una llamada.
—Claro, Luego me daré una ducha. —Extendió una mano y la puso sobre la mía—. Vamos a salir a olvidarnos de esta mañana. ¿Te parece bien?
—Me parece perfecto.
Cogí el teléfono de la base y volví a mi dormitorio. Pulsé la marcación rápida del móvil de Santana y esperé a que contestara. Cuando sonó la tercera llamada descolgó.
— ¿Diga? —contestó, aunque en la pantalla y a habría visto que era yo—No puedo hablar ahora.
—Entonces, simplemente escúchame seré breve un minuto, un maldito minuto de tu tiempo ¿Me concedes eso?
—La verdad es que...
— ¿Acudió Nathan a ti con unas fotografías mías?
—No es...
— ¿Lo hizo? —insistí con brusquedad.
—Sí —espetó.
— ¿Las viste?
Hubo una larga pausa.
—Sí.
Solté un suspiro.
—Muy bien creo que eres una completa gilipollas por haber dejado que fuera a la consulta del doctor Petersen cuando sabías que no ibas a ir porque pensabas salir con otra mujer es despreciable, Santana Y lo que es peor, fuisteis a la fiesta de Kingsman, lo cual debía tener algún valor sentimental para ti, considerando que fue así como...
Se oyó el fuerte chirrido de una silla arrastrándose. Yo me apresuré a seguir hablando, desesperada por soltar lo que necesitaba decir antes de que ella colgara.
—Creo que eres una cobarde por no venir directamente y decirme que hemos terminado, sobre todo antes de empezar a follarte a otra.
—Brittany Maldita sea.
—Pero quiero que sepas que pese a que el modo en que has actuado en esto ha sido jodidamente malo y que me has roto el corazón en mil pedazos y que te he perdido el respeto, no te culpo por lo que sientes después de haber visto esas fotografías mías, Lo comprendo.
—Basta—Su v oz era poco más que un susurro, lo cual hizo que me preguntara si Emily estaba con ella incluso en ese momento.
—No quiero que te culpes, ¿de acuerdo? Después de lo que tú y yo hemos pasado, aunque no es que yo sepa qué es lo que tú has sufrido puesto que nunca me lo has contado pero de todos modos... —Suspiré y en mi rostro apareció una mueca de dolor al ver lo temblorosa que me salía la voz Y lo que es peor, cuando volví a abrir la boca, mis palabras estaban inundadas en lágrimas—No te culpes, Yo no lo hago sólo quiero que lo sepas.
—Dios mío —dijo en voz baja—Por favor, no sigas, Brittany.
—Ya he terminado, Espero que encuentres... —Apreté la mano en mi regazo—Da igual, Adiós.
Colgué y dejé caer el teléfono en la cama me desnudé de camino a la ducha y dejé en el mueble el anillo que Santana me había regalado abrí el grifo poniendo el agua todo lo caliente que mi cuerpo podía aguantar y me hundí aturdida en el suelo de la ducha.
No me quedaba nada.
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Hola Hola Chicas :)
Bueno aqui les vengo a dejar un nuevo capitulo ! Se viene el Drama pero es necesario y es por poco, Prontamente sabremos la Historia de San !
PD: ¿Que creen?
Saludos Y besos
COMENTEN!
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Omg! Ya anhelo saber la hostoria de San! Vuelve pronto! Dios Britt ya saco todo de ella!
lauravm98******* - Mensajes : 489
Fecha de inscripción : 04/06/2014
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Esta historia me encanta pero me desespera!!!
Podrás actualizar prontito???
Saludos
Podrás actualizar prontito???
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
me encanto el capitulo pero sin animos de ofender repito lo que siempre he dicho si tardan tanto en actualizar se pierde el hilo de la historia y por consiguiente el enteres, sin embargo sigo aqui!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
lauravm98 escribió:Omg! Ya anhelo saber la hostoria de San! Vuelve pronto! Dios Britt ya saco todo de ella!
Hola Hola!
Para el proximo capitulo la sabremos! Ya veremos que sucede en este capitulo
Saludos
monica.santander escribió:Esta historia me encanta pero me desespera!!!
Podrás actualizar prontito???
Saludos
Hola Hola!
Aquiiiiiiiiiiiii estoy :)
Saludos
micky morales escribió:me encanto el capitulo pero sin animos de ofender repito lo que siempre he dicho si tardan tanto en actualizar se pierde el hilo de la historia y por consiguiente el enteres, sin embargo sigo aqui!
Hola Hola!
Si lo siento pero ya estoy aquí no ?
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
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Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Capítulo 17
El resto del sábado y del domingo mi padre y yo dimos brincos por toda la ciudad me aseguré de que disfrutara de las comidas llevándolo a Junior’s para que probara la tarta de queso, al Gray ’s Papaya por los perritos calientes y a John’s por la pizza, que nos llevamos al apartamento para compartirla con Rachel Subimos a lo alto del Empire State, con lo que quedó satisfecha la opción de ir a la Estatua de la Libertad por lo que a mi padre respecta disfrutamos de un espectáculo de Broadway por la tarde.
Fuimos paseando hasta Times Square, que estaba abarrotado y olía fatal, pero donde vimos a unos artistas callejeros interesantes y medio desnudos.
Hice algunas fotos con el teléfono y se las envié a Rach para que se riera.
Mi padre se quedó impresionado con la presencia del servicio de emergencias en la ciudad y le gustó tanto como a mí ver oficiales de policía a caballo dimos una vuelta por Central Park en un carro tirado por caballos y nos adentramos juntos en el metro. Lo llevé al Rockefeller
Center, a Macy’s y al Lópezfire, del cual admitió que era un edificio extraordinario capaz de competir con otros edificios impresionantes. Pero durante todo el tiempo, simplemente estuvimos juntos la mayor parte del rato caminando, charlando y sencillamente haciéndonos compañía.
Por fin supe cómo había conocido a mi madre al elegante deportivo de ella se le había pinchado una rueda y terminó en el taller de coches donde él trabajaba aquella historia me recordó al viejo éxito de Billy Joel, «Uptown Girl», y así se lo dije mi padre se rio y dijo que era una de sus canciones preferidas me contó que aún podía verla saliendo de detrás del volante de su caro cochecito de juguete poniendo su mundo del revés.
Era la cosa más bonita que había visto nunca... hasta que llegué yo.
— ¿Estás resentido con ella, papá?
—Antes sí. —Me pasó el brazo por encima de los hombros—. Nunca le perdonaré que no te pusiera mi apellido desde que naciste hasta meses después Pero ya no estoy enfadado por la cuestión del dinero. Nunca podré hacerla feliz a largo plazo y ella se conocía lo suficientemente bien como para saberlo.
Asentí, y me compadecí de todos nosotros.
—Y lo cierto es que —soltó un suspiro y apoyó la mejilla sobre mi cabeza un momento—, por mucho que desearía darte todas las cosas que sus maridos pueden proporcionarte, me alegra saber que las estás recibiendo no soy tan orgulloso como para no apreciar que tu vida es mejor por las decisiones que ella ha tomado. Y no me siento mal por mi parte. Tengo una buena vida que me hace feliz y una hija de la que me siento terriblemente orgulloso me considero un hombre rico porque no hay nada en este mundo que desee y que no tenga.
Me detuve para abrazarlo.
—Te quiero, papá estoy muy contenta de que hayas venido.
Me rodeó con sus brazos y pensé que al final me pondría bien tanto mi madre como mi padre tenían una vida plena sin la persona a la que amaban.
Yo también podría tenerla.
Cuando mi padre se fue caí en una depresión los siguientes días pasaron sin más todos los días me decía que no esperaba ninguna forma de contacto por parte de Santana, pero cuando por la noche me arrastraba hasta la cama, lloraba hasta quedarme dormida porque había pasado otro día sin tener noticias suyas.
La gente que me rodeaba estaba preocupada Blaine y Kurt se mostraron excesivamente solícitos durante la comida del miércoles fuimos al restaurante mexicano donde trabajaba Shawna y los tres se esforzaron por hacerme reír y porque disfrutara así lo hice, porque me encantaba pasar el tiempo con los tres y odiaba la preocupación que veía en sus miradas, pero había un agujero dentro de mí y no había nada que pudiera llenarlo, además de la exasperante preocupación por la investigación de la muerte de Nathan.
Mi madre me llamaba todos los días para preguntarme si la policía se había puesto en contacto conmigo otra vez —no lo habían hecho— y para informarme de si habían contactado con ella o con Stanton ese día.
Me preocupaba que estuvieran dando vueltas alrededor de Stanton, pero tenía que creer que puesto que mi padrastro era evidentemente inocente, no había nada que pudiesen encontrar a un así... me preguntaba si terminarían encontrando algo claramente había sido un homicidio o, de lo contrario, no estarían investigando como Nathan era nuevo en la ciudad, ¿a quién conocía que quisiera matarle?
En el fondo, no podía evitar pensar que Santana lo había organizado.
Eso hacía que me resultara más difícil pasar página, porque había una parte de mí, la niña pequeña que había sido antes, que durante mucho tiempo había deseado la muerte de Nathan, que había deseado que sufriera lo mismo que él me había hecho sufrir durante años perdí mi inocencia con él, al igual que mi virginidad había perdido mi autoestima y el respeto por mí misma. Y, al final, había perdido un bebé en un terrible aborto cuando no era más que una niña.
Fui pasando cada día minuto a minuto me obligué a ir a las clases de Krav Maga de Sam, a ver la televisión, a sonreír y a reír cuando tocara—la mayoría de las veces con Rachel— y a levantarme cada mañana para enfrentarme a un nuevo día trataba de no hacer caso a lo muerta que me sentía por dentro nada me parecía real más allá del sufrimiento que vibraba en todo mi cuerpo como un dolor constante y sordo por día dormía mucho sin estar cansada.
El jueves, sexto día sin Santana, segunda ronda: dejé un mensaje a la recepcionista del doctor Petersen para decirle que Santana y yo ya no íbamos a regresar a nuestras sesiones esa noche, le pedí a Clancy que se pasara por el edificio de apartamentos de Santana para dejarle en la recepción el anillo que me había regalado y la llave de su piso en un sobrecerrado no dejé ninguna nota porque ya había dicho todo lo que tenía que decirle.
El viernes, uno de los auxiliares de cuentas contrató a una ayudante y Kurt me preguntó si podía ayudarla a que se instalara se llamaba Bette y me gustó de inmediato tenía el pelo oscuro, rizado pero corto y unas gafas de montura cuadrada que le favorecían mucho.
Bebía soda en lugar de café y seguía saliendo con su novia del instituto.
Pasé buena parte de la mañana enseñándole las oficinas.
— ¿Te gusta esto? —preguntó.
—Me encanta —contesté sonriendo.
Bette me devolvió la sonrisa.
—Me alegro al principio, no estaba segura no parecías tan entusiasta, aunque lo que decías sonaba bien.
—Perdona estoy pasando por una dura ruptura. —Traté de quitarle importancia—. Me resulta difícil emocionarme por nada ahora mismo, incluso con cosas que me vuelven loca este trabajo es una de ellas.
—Siento lo de tu ruptura —dijo con sus ojos oscuros llenos de compasión.
—Sí, yo también.
Para el sábado, Rachel se encontraba mejor y tenía mejor aspecto tenía todavía las costillas vendadas y el brazo iba a seguir escayolado un tiempo, pero caminaba sin ayuda y ya no necesitaba a la enfermera.
Mi madre trajo un equipo de belleza a nuestro apartamento —seis mujeres vestidas con bata blanca que se adueñaron de mi sala de estar—Rachel se sentía en el paraíso no puso ningún reparo en absoluto al hecho de disfrutar de un día de balneario mi madre parecía cansada, lo cual no era propio de ella. Yo sabía que estaba preocupada por Stanton. Y quizá estaba pensando también en mi padre me parecía imposible que no lo hiciera después de haberlo visto por primera vez en veinticinco años el deseo que él sentía por ella me había parecido fuerte y vivo no podía imaginarme qué le habría hecho sentir a ella.
En cuanto a mí, era estupendo estar rodeada de dos personas que me querían y me conocían lo suficiente como para no sacarme el tema de Santana ni hacérmelo pasar mal dándome la lata por haber salido con ella Mi madre me trajo una caja de Knipschildt, mis trufas favoritas, y las saboreé despacio aquél era el único exceso por el que nunca me reprendía.
Incluso estaba de acuerdo en que una mujer tenía derecho a tomar chocolate.
— ¿Qué te van a hacer a ti? —me preguntó Rachel mirándome con un montón de mejunje negro por toda la cara. Le estaban recortando el pelo con su habitual estilo atractivo y flexible y también las uñas de los pies, limándoselas perfectamente redondeadas.
Me lamí el chocolate de mis dedos y pensé en la respuesta la última vez que tuvimos una sesión de spa acepté tener una aventura con Santana era nuestra primera cita y yo sabía que íbamos a tener sexo elegí un paquete elaborado para la seducción, haciendo que mi piel se volviera suave y fragante con aromas que supuestamente tenían propiedades afrodisíacas.
Ahora todo era diferente en cierto sentido, se me daba una segunda oportunidad para volver a hacer las cosas la investigación de la muerte de Nathan constituía una preocupación para todos nosotros, pero el hecho de que hubiese desaparecido de mi vida para siempre me liberó de un modo que no me había dado cuenta cuánto necesitaba en algún lugar profundo de mi mente, el miedo debía haber estado oculto. Siempre existía la posibilidad de que pudiera volver a verle mientras estuviese vivo.
Ahora era libre.
También tenía una nueva oportunidad de abrazar mi vida en Nueva York de una forma que no había hecho antes no tenía que rendirle cuentas a nadie podría ir adonde fuera con quien fuera. Podría ser cualquiera ¿Quién era la Brittany Pierce que vivía en Manhattan y tenía el trabajo de sus sueños en una agencia de publicidad? Aún no lo sabía.
Hasta ahora había sido la recién llegada de San Diego que había entrado en la órbita de una mujer enigmática y poderosa esa Brittany estaba viviendo su octavo día sin Santana, segunda ronda, acurrucada en un rincón, lamiéndose las heridas. Y así sería durante mucho tiempo. Quizá para siempre, porque no podía imaginar que pudiera enamorarme otra vez como me había pasado con Santana Para bien o para mal, ella era mi alma gemela, Mi otra mitad, En muchos sentidos, era mi reflejo.
— ¿Britt? —Rachel me dio un codazo mientras me observaba.
—Quiero que me hagan de todo —respondí con determinación—.Quiero un nuevo corte de pelo. Algo corto, coqueto y elegante. Quiero que me pinten las uñas de un rojo brillante e intenso, las de las manos y las de los pies quiero ser una nueva Brittany.
Rachel me miró sorprendida.
—Uñas, sí. Pelo, quizá. No se deben tomar decisiones radicales cuando se está jodida por una tía terminan obsesionándote.
La miré desafiante.
—Voy a hacerlo, Rachel Berry Puedes ayudarme o cerrar la boca y mirar.
— ¡Britt! —Mi madre prácticamente me chilló— ¡Vas a estar impresionante! Sé exactamente qué es lo que tienes que hacerte en el pelo ¡Te va a encantar!
Los labios de Rachel se retorcieron.
—De acuerdo, nena veamos cómo es esa nueva Brittany.
La nueva Eva resultó ser un bombonazo ligeramente provocador el que había sido un pelo largo, liso y rubio ahora quedaba a la altura del hombro y cortado en capas, con reflejos de platino y enmarcándome la cara.
También me habían maquillado para ver qué tipo de aspecto iba bien con mi nuevo peinado y vi que el gris ahumado para mis ojos era el más adecuado junto con un brillo de labios rosa suave.
Al final no me habían pintado las uñas de rojo y en su lugar, elegí el color chocolate me encantaba al menos, por ahora estaba dispuesta a admitir que quizá estaba atravesando una fase.
—De acuerdo, lo retiro —dijo Rachel—Está claro que sabes llevar bien las rupturas.
— ¿Ves? —Alardeó mi madre sonriendo— ¡Te lo dije! Ahora tienes un aspecto urbano y sofisticado.
— ¿A sí es como se llama? —Estudié mi reflejo en el espejo, sorprendida ante la transformación.
Parecía un poco más mayor decididamente más elegante. Y claramente más atractiva me subió el ánimo ver que me devolvía la mirada otra persona aparte de la joven de ojos hundidos que llevaba viendo desde hacía casi dos semanas en cierto modo, mi rostro más delgado y mis ojos tristes combinaban bien con este estilo más atrevido.
Mi madre insistió en que saliéramos a cenar, y a que todos teníamos tan buen aspecto llamó a Stanton y le dijo que se preparara para salir por la noche y por lo que oí de la conversación, puedo decir que ella le estaba haciendo disfrutar con su excitación infantil dejó que fuera él quien eligiera el lugar y se encargara de todo después, continuó con mi transformación escogiendo un vestidito negro de mi armario mientras yo me lo ponía, ella sostuvo en la mano uno de mis vestidos de cóctel de color marfil.
—Póntelo —le dije, encontrando divertido y bastante sorprendente que mi madre fuera capaz de ponerse ropa de alguien veinte años más joven.
Cuando estuvimos arregladas, fue a la habitación de Rachel y la ayudó a prepararse.
Yo miraba desde la puerta cómo mi madre se ocupaba de ella, hablándole todo el rato con esa forma tan suya que no necesitaba de una conversación recíproca Rachel estaba allí de pie, con una dulce sonrisa en la cara, siguiéndola con los ojos por la habitación con algo parecido a la felicidad.
Ella le pasó las manos por los hombros, andaba con un vestido color gris en corte por la espalda que le quedaba hermoso y su brazo escayolado aún tenía magulladuras amarillas y púrpuras en la cara, pero nada restaba méritos al efecto general que provocaba Rachel Berry vestida para una elegante salida nocturna.
La sonrisa de mi madre iluminó la habitación.
—Impresionante, Rachel Simplemente impresionante.
—Gracias.
Dando un paso adelante, le dio un beso en la mejilla.
—Casi tan guapa por fuera como lo eres por dentro.
Vi que ella pestañeaba y me miraba, con sus ojos cafés llenos de confusión yo me apoyé en el quicio de la puerta.
—Algunos podemos ver tu interior, Rachel Berry Esas miradas de mujer guapa no nos engañan. Sabemos que hay un precioso y enorme corazón dentro de ti —dije.
— ¡Vamos! —exclamó mi madre agarrándonos a las dos de la mano y tirando de nosotras para salir de la habitación.
Cuando bajamos al vestíbulo, vimos que la limusina de Stanton nos esperaba mi padrastro bajó del asiento de atrás y rodeó con sus brazos a mi madre, besándola suavemente en la mejilla, pues sabía que ella no querría estropearse el lápiz de labios. Stanton era un hombre atractivo, de pelo blanco y ojos azules su rostro reflejaba algunos indicios de su edad, pero seguía siendo un hombre atractivo que se conservaba en forma y activo.
— ¡Britt! —Me abrazó también y me besó en la mejilla—Estás deslumbrante.
Sonreí, no muy segura de sí estar «deslumbrante» significaba que iba a deslumbrar a alguien o si esperaba que me deslumbraran a mí.
Stanton estrechó la mano de Rachel y le dio un beso en la mejilla.
—Me alegra ver que vuelves a estar de pie, jovencita nos diste un buen susto a todos.
—Gracias, Por todo.
—No tienes que dármelas —respondió Stanton con un movimiento de la mano.
Mi madre respiró hondo y, a continuación, dejó salir el aire. Sus ojos brillaban mientras miraba a Stanton. Vio que yo la miraba y sonrió, y era una sonrisa tranquila.
Terminamos en un club privado con una orquesta y dos cantantes excelentes, un hombre y una mujer se fueron intercambiando a lo largo de la noche, proporcionando el acompañamiento perfecto a una cena convelas servida en un reservado con respaldo alto y de terciopelo como si estuviese directamente sacado de una fotografía de la alta sociedad del Manhattan clásico no pude evitar sentirme encantada.
Entre la cena y el postre, Rachel me sacó a bailar. Habíamos asistido juntas a clases de bailes de salón por insistencia de mi madre, pero teníamos que ir con cuidado con las heridas de Rachel básicamente nos limitamos a balancearnos en el sitio, disfrutando de la satisfacción que nos daba terminar un día feliz con una buena cena compartida con nuestros seres queridos.
—Míralos —dijo Rachel mientras veía a Stanton llevando hábilmente a mi madre por la pista de baile—Está loco por ella.
—Sí. Y ella es buena para él se dan lo que necesitan.
Bajó los ojos hacia mí.
— ¿Estás pensando en tu padre?
—Un poco. —Levanté el brazo y le pasé los dedos por el pelo, pensando en otros mechones más largos y oscuros que al tacto eran como la seda gruesa—Nunca me he considerado una persona romántica es decir, me gusta el romanticismo y los gestos especiales y esa sensación achispada que te entra cuando te enamoras mucho de alguien pero toda esa fantasía del príncipe azul y la princesa rosa y lo de casarse con el amor de tu vida no era lo mío.
—Nena, tú y yo estamos demasiado hastiadas sólo queremos tener sexo estupendo con gente que sepa que estamos jodidas y que lo acepten.
Torcí el gesto con sarcasmo.
—Hubo un momento en que me engañé a mí misma pensando que Santana y yo podríamos tenerlo todo que estar enamoradas era lo único que necesitábamos supongo que fue porque, en realidad, nunca pensé que me iba a enamorar de esa forma; y luego está el famoso mito de que cuando te pasa, se supone que vas a vivir feliz por siempre jamás.
Rachel presionó sus labios contra mi frente.
—Lo siento, Britt Sé que lo estás pasando mal. Ojalá yo pudiera arreglarlo.
—No sé por qué nunca he podido encontrar a alguien con quien ser feliz.
—Una pena que no queramos follar tú y yo seríamos perfectas.
Me reí y apoyé la mejilla en su pecho.
Cuando terminó la canción nos separamos y nos dirigimos hacia nuestra mesa sentí unos dedos que me rodeaban por la cintura y giré la cabeza.
Me encontré mirando a los ojos de Christopher Vidal, hijo, el hermanastro de Santana.
—Quiero que me concedas el siguiente baile —dijo con la boca curvada formando una sonrisa infantil. No había rastro del hombre malvado que había visto en un vídeo secreto que Rachel había grabado durante una fiesta en la residencia de los Vidal.
Rachel se me acercó esperando que yo le diera alguna indicación.
Mi primer instinto fue el de rechazar a Christopher, pero, entonces, miré a mi alrededor.
— ¿Has venido solo?
— ¿Importa eso? —Me atrajo hacia sus brazos—. Es contigo con quien quiero bailar me quedo con ella —le dijo a Rachel, y me llevó con él.
La primera vez que nos vimos fue justo así, con él sacándome a bailar.
Yo estaba teniendo mi primera cita con Santana y las cosas y a habían empezado a ir mal en ese momento.
—Estás fantástica, Brittany Me encanta tu peinado.
Conseguí poner una sonrisa tensa.
—Gracias.
—Tranquila —dijo— Estás muy rígida no te voy a morder.
—Perdona, Sólo quiero estar segura de que no voy a ofender a quien sea que esté aquí contigo.
—Sólo mis padres y el representante de un cantante que quiere firmar con Vidal Records.
—Ah. —Mi sonrisa se amplió convirtiéndose en otra más sincera eso era justo lo que esperaba oír.
Mientras bailábamos, seguí inspeccionando la sala lo consideré una señal cuando terminó la canción y Elizabeth Vidal se puso de pie atrayendo mi atención se excusó en su mesa y yo me excusé con Christopher, que protestó.
—Tengo que refrescarme —le dije.
—De acuerdo. Pero insisto en invitarte a una copa cuando vuelvas.
Salí detrás de su madre, pensando si terminaría diciéndole a Christopher que era un verdadero mierda de proporciones colosales. No sabía si Magdalene le había hablado del vídeo y, en caso de que no lo hubiese hecho, supuse que probablemente habría un motivo para ello.
Esperé a Elizabeth en la puerta del baño cuando volvió a aparecer, me vio en el pasillo y sonrió la madre de Santana era una mujer hermosa, de cabello oscuro, largo y liso y los mismos y alucinantes ojos cafés que tenían su hija y Ireland. Sólo con mirarla, sentí dolor. Echaba mucho de menos a Santana Para mí suponía una batalla continua conmigo misma el no ponerme en contacto con ella y quedarme como estaba.
—Brittany —Me saludó dando besos en el aire junto a mis dos mejillas—Christopher ha dicho que eras tú al principio no te reconocía estás muy distinta con el pelo así me parece precioso.
—Gracias, Necesito hablar con usted en privado.
—Ah. —Frunció el ceño— ¿Algo va mal? ¿Es por Santana?
—Venga conmigo. —Hice una señal para que entráramos por el pasillo hacia la salida de emergencia.
— ¿Qué es lo que pasa?
Cuando nos apartamos de los baños, le conté.
— ¿Recuerda si Santana le dijo de niña que habían abusado de ella o la habían violado?
Su rostro empalideció.
— ¿Te lo ha contado?
—No, Pero he presenciado sus pesadillas sus terribles, desagradables salvajes pesadillas donde pide compasión—El tono de mi voz era bajo, pero vibraba lleno de rabia aquello era lo único que podía hacer para contener mis manos mientras ella estaba allí, avergonzada y violenta— ¡Su deber era protegerla y apoyarla!
Me miró desafiante.
—Tú no sabes...
—Usted no tiene la culpa de lo que ocurrió antes de que lo supiese —dije enfrentándome a ella y sintiendo satisfacción cuando dio un paso atrás—Pero la culpa de lo que ocurriera después de que ella se lo contara es únicamente suya.
—Vete a la mierda —me espetó—No sabes de lo que estás hablando ¿Cómo te atreves a venir a mí de esa forma y decirme estas cosas cuando no tienes ni idea de nada?
—Sí que me atrevo su hija está gravemente herida por lo que le ocurrió y su negativa a creerle hizo que se convirtiera en algo un millón de veces peor.
— ¿Crees que yo iba a tolerar abusos sobre mi propia hija? —Tenía el rostro encendido de la rabia y los ojos le brillaban—. Hice que dos pediatras diferentes examinaran a Santana buscando... traumatismos. Hice todo lo que se esperaba que podía hacer.
—Excepto creerle, que es lo que debería haber hecho como madre suya que es.
—También soy la madre de Christopher y él estaba allí. Jura que no ocurrió nada. ¿A quién se supone que tenía que creer cuando no tenía pruebas? Nadie pudo encontrar nada que demostrara lo que Santana decía.
—Ella no debía aportar pruebas ¡Era una niña! —La rabia que sentía me recorría todo el cuerpo apreté los puños contendiendo el deseo de darle un puñetazo no sólo por lo que Santana había perdido, sino por lo que habíamos perdido las dos—. Se supone que debía haberse puesto de su lado pasara lo que pasara.
—Santana era una chica problemática sometida a terapia desde la muerte de su padre y deseosa de llamar la atención no sabes cómo era entonces.
—Sé cómo es ahora. Una Mujer destrozada y dolida que no cree que merezca la pena amar. Y usted le ha ayudado en eso.
—Vete al infierno. —Se fue enojada.
—Ya estoy en él —grité a sus espaldas— Y también su hija.
Pasé todo el domingo siendo la antigua Brittany.
Finn tenía el día libre y se llevó a Rachel a comer por ahí y a ver una película yo estaba encantada de verlos juntos, entusiasmada porque los dos se estuviesen esforzando Rachel no había invitado a venir a casa a ninguna de las personas que llamaban a su teléfono móvil y me pregunté si estaría replanteándose sus amistades. Supuse que muchas eran relaciones superficiales, con las que divertirse mucho pero sin ninguna seriedad.
Al contar con el apartamento entero para mí sola, dormí mucho, me alimenté de comida basura y no me molesté en quitarme el pijama. Lloré por Santana en la intimidad de mi habitación, mirando el collage de fotos que tenía antes en mi mesa del trabajo echaba de menos el peso de su anillo en el dedo y el sonido de su voz echaba de menos notar sus manos y sus labios en mi cuerpo y la forma tierna y posesiva con que cuidaba de mí.
Cuando llegó el lunes salí del apartamento como la nueva Brittany con ojos ahumados, labios rosas y mi nuevo y alegre corte de pelo decapado, sentía que podía fingir ser otra persona durante todo el día alguien que no tuviese el corazón destrozado, ni estuviera perdida y furiosa.
Cuando salí vi el Bentley, pero Angus no se molestó en salir del coche, sabiendo que yo no aceptaría que me llevara me desconcertaba que Santana lo tuviera perdiendo el tiempo por ahí sólo por sí yo quería que me llevara a algún sitio. No tenía sentido, a menos que Santana se sintiese culpable. Yo odiaba la culpa, odiaba que ésta afligiera a tantas personas que formaban parte de mi vida. Deseaba que simplemente la ignoraran y siguieran adelante como yo intentaba hacer.
La mañana en Waters Field & Leaman pasó rápidamente porque tenía a Bette, la nueva asistente, que también me ayudaba a hacer mi trabajo habitual. Me alegraba que no tuviese miedo a hacer montones de preguntas, porque así me mantenía ocupada y evitaba que contara los segundos, minutos y horas desde la última vez que había visto a Santana.
—Tienes buen aspecto, Britt —dijo Kurt la primera vez que fui a verlo a su despacho—. ¿Estás bien?
—La verdad es que no, Pero lo estaré.
Se inclinó hacia delante apoyando los codos en su mesa.
—Blaine y yo rompimos una vez, cuando llevábamos alrededor de año y medio de relación. Habíamos pasado un par de semanas malas y decidimos terminar. Fue terrible —dijo con vehemencia—. Odié cada minuto. Levantarme por las mañanas era una verdadera hazaña y para él fue lo mismo. Así que, bueno... Si necesitas algo...
—Gracias, Lo mejor que puedes hacer por mí ahora mismo es mantenerme ocupada no quiero tener tiempo para pensar en nada que no sea trabajo.
—Eso puedo hacerlo.
Cuando llegó la hora del almuerzo, Bette y yo recogimos a Megumi y fuimos a una pizzería cercana. Megumi me puso al tanto de su relación con su cita a ciegas y Bette nos habló de sus aventuras en Ikea y de que ella y su novia estaban equipando su loft con muebles que estaban montando ellas mismas me alegré de poder hablar de mi día de tratamientos de belleza.
—Vamos a ir a los Hamptons este fin de semana —dijo Megumi cuando volvíamos al Lópezfire—. Los abuelos de mi chico tienen una casa allí ¿No os parece estupendo?
—Mucho. —Pasé a su lado por los torniquetes de la entrada—. Me da envidia que puedas huir del calor.
—Lo sé.
—Mejor que montar muebles —murmuró Bette siguiendo a un grupo de personas que subían en uno de los ascensores— Estoy deseando acabar.
Las puertas empezaron a cerrarse y, entonces, se abrieron de nuevo Santana entró en el ascensor después de nosotras la energía familiar y palpable que siempre fluía entre nosotras me llegó con fuerza un estremecimiento me bajó por la columna vertebral y estalló hacia fuera, haciendo que la carne de gallina recorriera mi piel, el pelo de la nuca me picaba.
Megumi me miró y yo negué con la cabeza sabía que era mejor no mirarla directamente. No estaba segura de no terminar haciendo algo imprudente o desesperado. La deseaba con toda mi alma y había pasado mucho tiempo desde que me había tenido antes tenía derecho a tocarla, a agarrarla de la mano, a echarme sobre ella, a pasarle los dedos por el pelo.
En mi interior sentí el terrible dolor de que ya no se me permitiera hacer esas cosas tuve que morderme el labio para sofocar un gemido de agonía por volver a estar tan cerca de ella.
Mantuve la cabeza agachada, pero sentí los ojos de Santana puestos en mí seguí hablando con mis compañeras de trabajo, obligándome a centrarme en la conversación de los muebles y los acuerdos necesarios para vivir con alguien.
A medida que el ascensor siguió con su ascenso y sus frecuentes paradas, el número de gente en la cabina se redujo. Yo era plenamente consciente de dónde estaba Santana, sabiendo que nunca montaba en ascensores tan llenos de gente, sospechando, esperando y rezando porque simplemente quisiera verme, estar conmigo, aunque sólo fuese de este modo tan terriblemente impersonal.
Cuando llegamos a la planta número veinte respiré hondo y me dispuse a salir, odiando la inevitable separación de la única persona en el mundo que me hacía sentir realmente viva.
Las puertas se abrieron.
—Espera.
Cerré los ojos me detuvo aquella orden proferida con su voz ronca y baja yo sabía que tenía que continuar caminando como si no le hubiese oído sabía que iba a sufrir mucho más si le daba más de mí, aunque sólo fuera un minuto más de mi vida pero ¿cómo iba a resistirme? Nunca sería capaz de hacerlo cuando se trataba de Santana.
Me hice a un lado para que mis compañeras pudiesen salir Bette frunció el ceño cuando yo no las seguí, confundida, pero Megumi tiró de ella para que saliera las puertas se cerraron yo me fui a un rincón con el corazón acelerado Santana esperó en el lado opuesto, irradiando expectación y necesidad mientras subíamos a la planta superior, mi cuerpo reaccionó ante su deseo casi palpable los pechos se me hincharon y me volví pesada el sexo se me agrandó y se volvió húmedo.
Estaba ávida de ella.
Necesitada la respiración se me aceleró.
Ni siquiera me había tocado y yo casi jadeaba de deseo.
El ascensor se detuvo Santana sacó la llave y la metió en el panel dejando el ascensor sin servicio entonces, se acercó a mí.
Había apenas unos centímetros entre las dos yo mantuve la cabeza agachada mirando sus resplandecientes zapatos de tacón alto oí su respiración, profunda y rápida como la mía olí el sutil aroma de vainilla de su piel y el corazón me dio un brinco.
—Date la vuelta, Brittany.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo al escuchar aquel conocido y querido tono autoritario cerré los ojos, me giré y, a continuación, ahogué un grito cuando inmediatamente se echó sobre mi espalda, aplastándome contra la pared de la cabina entrelazó sus dedos con los míos sujetándomelas manos por encima de los hombros.
—Estás muy guapa —susurró acariciando mi pelo con la nariz—Me duele al mirarte.
—Santana, ¿qué estás haciendo?
Sentí el deseo que salía de ella y me envolvía su constitución era pequeña pero caliente y vibraba por la tensión tenía los pezones erectos que me hacían presión contra mi espalda y también su pelvis que hacia presión contra la que no pude evitar apretarme la deseaba la quería dentro de mí. Llenándome.
Completándome, Estaba vacía sin ella.
Respiró hondo con una fuerte sacudida flexionaba los dedos nerviosamente entre los míos, como si quisiera tocarme por todas partes pero se contuviese.
Sentí el anillo que le había regalado clavándose en mi carne giré la cabeza para verla y me puse tensa cuando la vi, confundida y angustiada.
— ¿Por qué? —susurré—. ¿Qué quieres de mí? ¿Un orgasmo? ¿Quieres follarme, Santana? ¿Es eso? ¿Correrte entre mis muslos?
Soltó un bufido al oír esas crudas palabras en su cara.
—No sigas.
— ¿No quieres que le ponga nombre a lo que es esto? —Dije cerrando los ojos—De acuerdo. Simplemente hazlo. Pero no te pongas ese anillo ni actúes como si fuera lo que no es.
—Nunca me lo quito, Ni me lo quitaré, Nunca. —Su mano derecha soltó la mía y se la metió en el bolsillo vi cómo deslizaba de nuevo en mi dedo el anillo que me había regalado y, a continuación, se llevó mi mano a la boca.
La besó y, después, apretó sus labios sobre mi sien rápido, con fuerza y con furia.
—Espera —dijo bruscamente.
Entonces, se fue el ascensor empezó a bajar mi mano derecha se cerró en un puño y yo me aparté de la pared, respirando con dificultad.
Esperar ¿A qué?
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Hola Hola!
Bueno chicas aqui estoy intentando de estar mas seguido asi que aqui otro capitulo :)
Espero que les guste y me dejen su opinion :)
Saludos Y besos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
santana me tiene harta, a dejado a britt sola todo este tiempo y ahora solo aparece para ponerle el bendito anillo, sera que no pde hablar y explicarse, hasta pronto.
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Que poca paciencia me queda con Santana!!!!! Ya se esta poniendo pesado esto de tanta intriga.
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
micky morales escribió:santana me tiene harta, a dejado a britt sola todo este tiempo y ahora solo aparece para ponerle el bendito anillo, sera que no pde hablar y explicarse, hasta pronto.
Hola Hola!
Ya veremos todo tendra su explicacion ;)
Saludos
monica.santander escribió:Que poca paciencia me queda con Santana!!!!! Ya se esta poniendo pesado esto de tanta intriga.
Saludos
Hola Hola!
Ya veremos tranquilidad :)
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Capítulo 18
Cuando salí del ascensor en la planta veinte iba con paso sereno y decidido Megumi me vio a través de las puertas de seguridad y se puso de pie.
— ¿Va todo bien?
Me detuve en su mesa.
—No tengo la más jodida idea, Esa mujer es toda una experiencia.
Me miró con sorpresa.
—Mantenme informada.
—Lo que debería hacer es escribir un libro —murmuré, volviendo a retomar mi camino hacia mi cubículo y preguntándome por qué demonios todo el mundo estaba tan interesado en mi vida amorosa.
Cuando llegué a mi mesa dejé el bolso en el cajón y me senté para llamar a Rachel.
—Hola —dije cuando contestó—Por si te aburres...
— ¿Por sí? —bufó.
— ¿Recuerdas esa carpeta con información sobre Santana que recopilaste? ¿Puedes hacerme una igual sobre el doctor Terrence Lucas?
—De acuerdo, ¿Lo conozco?
—No, Es un pediatra.
Hubo una pausa.
— ¿Estás embarazada, Santana te hizo algún tratamiento forzado o qué? —preguntó después.
— ¡No! Por Dios Y si lo estuviese, necesitaría a un tocólogo.
— ¡Uf! Vale deletréame su nombre.
Le di a Rachel lo que necesitaba y, después, busqué la consulta del doctor Lucas y pedí una cita para verle.
—No voy a necesitar rellenar ningún papel como paciente nuevo —le dije al recepcionista— Sólo quiero una consulta rápida.
Después de eso, llamé a Vidal Records y le dejé un mensaje a Christopher para que me llamara.
—Cuando Kurt volvió del almuerzo, fui a su despacho y llamé a su puerta abierta.
—Hola, Necesito pedirte una hora por la mañana para asistir a una cita ¿Te parece bien si vengo a las diez y me quedo hasta las seis?
—De diez a cinco está bien, Britt —Me miró con atención— ¿Va todo bien?
—Cada día mejor.
—Bien—Sonrió—Me alegra mucho oírlo.
Volvimos a sumergirnos en el trabajo, pero Santana seguía ocupando mi mente no paraba de mirarme el anillo, recordando lo que había dicho la primera vez que me lo dio: «Las equis son mi forma de aferrarme a ti».
Esperar ¿A ella? ¿Esperar a que vuelva a mí? ¿Por qué? No entendía por qué se había apartado de mí de la forma en que lo había hecho y que, después, esperara volver a recuperarme sobre todo, estando Emily en escena.
Pasé el resto de la tarde repasando mentalmente las últimas semanas, recordando conversaciones que había mantenido con Santana, cosas que ella había dicho o hecho, buscando respuestas cuando salí del Lópezfire al final de la jornada, vi el Bentley esperando en la puerta y saludé con la mano a Angus, quien me respondió con una sonrisa yo tenía problemas con su jefa, pero Angus no tenía la culpa de ellos.
En la calle hacía calor y bochorno, Terrible fui a la tienda de la esquina a comprar una botella de agua fría para bebérmela de camino a casa y un paquete de mini-chocolatinas para comérmelas después de la clase de Krav Maga.
Cuando salí de la tienda, Angus estaba esperando justo en el bordillo de delante, siguiéndome de cerca al girar la esquina de nuevo en dirección hacia el edificio Lópezfire para volver a casa, vi que Santana salía a la calle con Emily Tenía la mano apoyada en la parte inferior de la espalda de ella y la acercaba a un elegante automóvil negro de marca Mercedes que reconocí como uno de los suyos.
Ella sonreía, La expresión de ella era indescifrable.
Horrorizada, no podía moverme ni apartar la mirada me quedé allí, en mitad de la acera abarrotada de gente, con el estómago retorciéndose por el dolor, la rabia y una terrible y espantosa sensación de traición.
Ella levantó la vista y me vio, quedándose inmóvil en el sitio igual que yo.
El chófer latino al que conocí el día que llegó mi padre abrió la puerta de atrás y Emily desapareció en el interior del coche Santana continuó donde estaba, con sus ojos fijos en los míos.
Era imposible que no viera cómo levantaba la mano y le hacía una peineta con el dedo.
De repente, me asaltó una idea.
Le di la espalda a Santana, me hice a un lado y me puse a buscar el teléfono en el bolso cuando lo encontré pulsé la marcación automática de mi madre.
—Ese día que salimos a comer con Megumi tú te asustaste cuando volvíamos al Lópezfire —le dije cuando contestó—Lo viste, ¿verdad? A Nathan, Viste a Nathan en el Lópezfire.
—Sí —admitió—Por eso Richard decidió que sería mejor pagarle lo que quería Nathan dijo que se mantendría alejado de ti siempre que consiguiera el dinero para irse del país ¿Por qué lo preguntas?
—No se me había ocurrido hasta ahora mismo que Nathan fue el motivo por el que reaccionaste de aquel modo—Volví a darme la vuelta y empecé a caminar rápidamente en dirección a casa el Mercedes había desaparecido, pero mi mal humor iba en aumento—Tengo que dejarte, mamá te llamo luego.
— ¿Va todo bien? —me preguntó preocupada.
—Todavía no, pero estoy en ello.
—Estoy aquí para lo que necesites.
Solté un suspiro.
—Lo sé, Estoy bien Te quiero.
Cuando llegué a casa, Rachel estaba sentada en el sofá con el portátil en las piernas y los pies descalzos sobre la mesita.
—Hola —dijo con la mirada aún en la pantalla.
Yo dejé mis cosas y me quité los zapatos de una patada.
— ¿Sabes una cosa?
Levantó los ojos hacia mí por debajo de un mechón de pelo que había caído sobre ellos.
— ¿Qué?
—Creía que Santana me había dejado por culpa de Nathan, Todo iba bien y, de repente, ya no. Y poco después, la policía vino a contarnos lo de Nathan supuse que las dos cosas estaban relacionadas.
—Tiene sentido —dijo frunciendo el ceño—Supongo.
—Pero Nathan estuvo en el Lópezfire el lunes antes de que te atacaran sé que fue allí a ver a Santana, Lo sé Nathan no iría allí para verme a mí no a un lugar con tanta seguridad y tantas personas que conozco a mi alrededor.
Ella se apoyó en el respaldo.
—Muy bien. Entonces, ¿qué significa?
—Significa que Santana estaba bien después de ver a Nathan—Levanté las manos— Estuvo bien toda la semana estuvo mejor que bien ese fin de semana que nos fuimos juntas estaba bien el lunes por la mañana después de que volviéramos. Y luego... ¡pum!... Se le fue la cabeza y se volvió loca conmigo el lunes por la noche.
—Te sigo.
—Entonces, ¿qué pasó el lunes?
Rachel me miró sorprendida.
— ¿Me lo preguntas a mí?
—Joder—Me agarré el pelo con las manos—Se lo pregunto al maldito universo, A Dios, A quien sea ¿Qué demonios le pasó a mi novia?
—Pensaba que habíamos acordado que se lo ibas a preguntar.
—He tenido dos respuestas suyas: «Confía en mí» y «Espera» Hoy me ha vuelto a dar mi anillo—Le enseñé la mano— Y ella sigue llevando el que yo le regalé ¿Tienes idea de lo confuso que es todo esto? No son simples anillos, son promesas son símbolos de propiedad y compromiso ¿Por qué sigue llevando el suyo? ¿Por qué es tan importante para ella que yo lleve el mío? ¿De verdad cree que la voy a esperar mientras se folla a Emily para desahogarse?
— ¿Eso es lo que crees que está haciendo? ¿De verdad?
Cerré los ojos y dejé caer la cabeza hacia atrás.
—No, Y no sé si eso me convierte en una ingenua o en una ilusa testaruda.
— ¿El tal doctor Lucas tiene algo que ver con esto?
—No—Me incorporé y me senté con ella en el sofá— ¿Has encontrado algo?
—Nena, es un poco difícil cuando no sé qué es lo que estoy buscando.
—Se trata tan sólo de un presentimiento—Miré la pantalla—. ¿Qué es eso?
—La transcripción de una entrevista que le hicieron ayer a Kitty en una radio de Florida.
—Ah ¿Y para qué la lees?
—Estaba escuchando la canción de «Rubia», he decidido buscar cosas sobre ella y ha aparecido esto.
Traté de leer, pero era difícil desde mi ángulo.
— ¿Qué dice?
—Le han preguntado si de verdad existe una Brittany y ella ha contestado que sí, que existe, que recientemente se ha vuelto a poner en contacto con ella y que espera que funcione esta segunda vez.
— ¿Qué? ¡No!
—Sí—Rachel sonrió— Así que ya tienes sustituta en caso de que López no se aclare.
Me puse de pie.
—Me da igual, Tengo hambre ¿Quieres algo?
—Si te ha vuelto el apetito, es una buena señal.
—Todo vuelve —dije— Y con ganas.
A la mañana siguiente esperé a Angus en la acera apareció y Paul, el portero de mi edificio, me abrió la puerta de atrás.
—Buenos días, Angus —lo saludé.
—Buenos días, señorita Pierce —Me miró a través del espejo retrovisor y sonrió.
Mientras ponía el coche en marcha me incliné hacia delante entre los dos asientos delanteros.
— ¿Sabes dónde vive Emily Fields?
Me miró.
—Sí.
Yo me apoyé en el respaldo de mi asiento.
—Ahí es adonde quiero ir.
Emily vivía a la vuelta de la esquina de la calle de Santana Estaba segura de que no se trataba de una casualidad.
Dije mi nombre en la recepción y esperé veinte minutos hasta que me dieron permiso para subir a la décima planta llamé al timbre de su apartamento y la puerta se abrió apareciendo una Emily ruborizada y despeinada, vestida con una bata de seda negra que le llegaba a los pies.
Estaba realmente guapa con su pelo negro y sedoso y sus ojos oscuros y se movía con una ágil elegancia que admiré en ella. Yo iba con mi vestido favorito gris y sin mangas y me alegré de haberlo hecho.
Ella me hacía sentir muy poco atractiva.
—Brittany —dijo con voz entrecortada—Qué sorpresa.
—Siento irrumpir sin haber sido invitada, Sólo necesito hacerte una pregunta rápida.
—Ah —Mantuvo la puerta parcialmente cerrada y se apoyó en el quicio.
— ¿Puedo pasar? —pregunté con voz firme.
—Pues... —Miró hacia atrás—Será mejor que no lo hagas.
—No me importa si estás acompañada y te prometo que no tardaré más de un minuto.
—Brittany —Se lamió los labios— ¿Cómo te lo puedo decir...?
Las manos me temblaban y mi estómago no paraba de agitarse mientras mi cerebro se mofaba de mí con imágenes de Santana desnuda detrás de ella y el polvo de la mañana interrumpido por una ex novia que no se enteraba. Yo sabía muy bien lo mucho que le gustaba el sexo por las mañanas. La conocía lo suficiente como para decir:
—Déjate de idioteces, Emily.
Abrió los ojos de par en par.
Yo adopté una sonrisa burlona.
—Santana está enamorada de mí, No está follando contigo.
Ella se recuperó enseguida.
—Tampoco está follando contigo lo sabría, puesto que pasa todo su tiempo libre conmigo.
Bien, Hablaríamos de ello en el rellano.
—La conozco, No siempre la comprendo, pero eso es otra historia sé que te habrá dicho directamente que tú y ella no vais a ninguna parte porque no quiere engañarte ya te hizo daño antes no volvería a hacerlo.
—Todo esto es fascinante, ¿Sabe ella que estás aquí?
—No, pero se lo vas a decir tú Y no me importa sólo quiero saber qué estabas haciendo en el Lópezfire aquel día que saliste con aspecto de recién follada igual que ahora.
Su sonrisa era afilada.
— ¿Qué crees tú que estaba haciendo?
—No con Santana —respondí con decisión, pese a que en silencio rezaba por no estar comportándome como una verdadera imbécil—Me viste, ¿verdad? Desde el vestíbulo, tenías una vista directa del otro lado de la calle y me viste Santana te dijo en la cena del Waldorf que yo era de las celosas ¿Echaste un polvete con alguien de los otros despachos? ¿O te revolviste el pelo antes de salir?
Vi la respuesta en su cara fue tan rápido como un rayo, apareció y desapareció, pero lo vi.
—Las dos opciones son absurdas —contestó.
Yo asentí, saboreando un momento de profundo alivio y satisfacción.
—Escucha, Nunca vas a conseguirla del modo que quieres Y sé lo mucho que eso duele llevo dos semanas sufriéndola, Lo siento por ti de verdad.
—Podéis iros a la mierda tú y tu compasión —espetó— Ahórratela para ti soy yo la que pasa su tiempo con ella.
—Y eso es lo que te salva, Emily Si prestas atención, sabrás que te está haciendo sufrir ahora mismo sé su amiga. —Me dirigí de nuevo a los ascensores—Que tengas un buen día —dije mirando hacia atrás.
Cerró de un portazo.
Cuando regresé al Bentley, le dije a Angus que me llevara a la consulta del doctor Terrence Lucas.
Él se detuvo mientras cerraba la puerta y se me quedó mirando.
—Santana se va a enfadar, Britt.
Asentí, dándome por avisada.
—Ya me encargaré de eso cuando ocurra.
El edificio donde estaba la consulta privada del doctor Lucas era sencillo, pero su consulta era cálida y acogedora. La sala de espera estaba recubierta de madera oscura y las paredes llenas con retratos mezclados de niños y bebés había revistas destinadas a padres sobre las mesas y bien ordenadas en estantes, mientras que la zona dedicada a juegos estaba limpia y vigilada.
Me presenté y tomé asiento, pero apenas me había sentado cuando me llamó la enfermera me llevó al despacho del doctor Lucas, no a una sala de reconocimiento médico, y cuando entré, él se levantó de la silla y rodeó la mesa rápidamente.
—Brittany —Extendió la mano y se la estreché—. No tenías por qué pedir cita
—No sabía de qué otra forma ponerme en contacto contigo.
—Siéntate.
Me senté, pero él permaneció de pie, prefiriendo apoyarse en la mesa y agarrarse al filo con las dos manos aquélla era una postura de poder y me pregunté por qué sentía que necesitaba hacer uso de él conmigo.
— ¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó. Tenía una actitud de tranquilidad y seguridad y una sonrisa amplia y abierta con su buena apariencia y su comportamiento afable estuve segura de que cualquier madre confiaría en sus aptitudes y su integridad.
—Santana López fue paciente tuya, ¿verdad?
Su expresión cambió al instante y se volvió tensa.
—No tengo libertad para hablar de mis pacientes.
—Cuando en el hospital me hablaste de esa falta de libertad para hablar no até cabos como debería haber hecho. —Mis dedos golpeteaban el brazo del sillón—Le mentiste a su madre, ¿Por qué?
Él volvió al otro lado de la mesa, dejando que el mueble se interpusiera entre los dos.
— ¿Eso te ha dicho ella?
—No, Lo estoy dilucidando sobre la marcha hipotéticamente hablando, ¿por qué ibas a mentir sobre los resultados de un examen médico?
—No lo haría nunca, Tienes que irte.
—Vamos. —Me apoyé en el respaldo y crucé las piernas—. Esperaba más de ti ¿Dónde están esas afirmaciones de que Santana es una monstrua desalmada empeñada en corromper a las mujeres de todo el mundo?
—He hecho lo que debía y te he advertido. —Su mirada era dura y tenía los labios encorvados con gesto de desdén ya no estaba tan atractivo—Si sigues echando tu vida a perder no hay nada que yo pueda hacer al respecto.
—Voy a averiguarlo, Sólo necesitaba ver tu cara quería saber si tenía razón.
—No la tienes, López no fue nunca paciente mía.
—Cuestión de semántica su madre acudió a ti Y mientras te dedicas a estar furioso por el hecho de que tu mujer se hubiese enamorado de ella, piensa en lo que le hiciste a una niña pequeña que necesitaba ayuda—Mi voz adoptó un tono de impaciencia a medida que iba brotando la rabia no podía pensar en lo que le había ocurrido a Santana sin desear emplear la violencia contra alguien que había contribuido a su sufrimiento.
Descrucé las piernas y me puse de pie.
—Lo que pasó entre ella y tu mujer ocurrió entre dos adultas que sabían lo que hacían lo que le pasó a ella cuando era niña fue un delito y la forma en que tú contribuiste a ello fue una farsa.
—Vete.
—Con mucho gusto—Abrí la puerta y casi me choco con Santana, que estaba apoyada contra la pared justo al lado del despacho su mano me agarró por la parte superior del brazo, pero sus ojos estaban dirigidos al doctor Lucas, una mirada gélida llena de furia y odio.
—Mantente alejado de ella —dijo con tono áspero.
La sonrisa de Lucas se llenó de malicia.
—Ha sido ella la que me ha buscado.
La sonrisa que le devolvió Santana me estremeció.
—Si ves que ella se acerca, te sugiero que salgas corriendo en la dirección opuesta.
—Qué curioso, Ése es el consejo que yo le he dado a ella con respecto a ti.
Le hice un corte de mangas al buen doctor.
Con un bufido, Santana me agarró de la mano y tiró de mí por el vestíbulo.
— ¿Qué es eso de ir haciéndole cortes de mangas a la gente?
— ¿Qué? Es un clásico.
— ¡No puede irrumpir aquí sin más! —exclamó la recepcionista cuando pasamos junto al mostrador.
Ella la miró.
—Puede anular esa llamada a los de seguridad, ya nos vamos.
Salimos al pasillo.
— ¿Me ha delatado Angus? —murmuré tratando de soltar mi brazo.
—No Y deja de escabullirte todos los coches tienen localización por GPS.
—Estás loca ¿Lo sabes?
Pulsó el botón del ascensor con un golpe y me miró.
— ¿Yo? ¿Y tú? Estás por todos lados con mi madre, con Emily, con el maldito doctor Lucas ¿Qué cojones estás haciendo, Brittany?
—No es asunto tuyo —contesté desafiante—Hemos roto, ¿recuerdas?
Apretó la mandíbula estaba allí con su vestido de trabajo, con un aspecto tan pulcra y urbana, mientras irradiaba una energía salvaje y febril el contraste entre lo que veía cuando la miraba y lo que sentía provocaba mi deseo me gustaba que me hubiese tocado a mí la mujer que había dentro de ese vestido cada delicioso e indomable centímetro de su cuerpo.
El ascensor llegó y entramos en él La excitación me recorría de arriba abajo había venido a por mí eso la volvía muy atractiva Introdujo una llave en el tablero de botones del ascensor.
— ¿Hay algo en Nueva York que no te pertenezca? —refunfuñé.
Se echó sobre mí al instante, haciendo que me pusiera de puntillas para que el contacto fuera mayor.
Hundió los dientes en mi labio inferior con la suficiente fuerza como para hacerme daño.
— ¿Crees que diciendo unas cuantas palabras vas a terminar con lo nuestro? No vamos a terminar, Brittany.
Me empujó contra un lado de la cabina estaba clavada por una mujer de un metro setenta gracias a sus tacones y muy excitada.
—Te echo de menos —susurré agarrándole el culo y atrayéndola a mí con más fuerza.
—Cielo —respondió con un gemido.
Me estaba besando Besos profundos y descaradamente desesperados que hicieron que apretara los dedos de los pies dentro de mis zapatos.
— ¿Qué estás haciendo? —susurró— Vas por ahí revolviéndolo todo.
—Me sobra tiempo desde que dejé a la estúpida de mi novia —contesté jadeando también.
Ella soltó un gruñido de intensa pasión y me tiraba del pelo con tanta fuerza que me dolía.
—No puedes arreglar esto con un beso o un polvo, Santana esta vez no—Me costaba dejarla marchar, era casi imposible tras varias semanas en las que se me había negado el derecho y la oportunidad de tocarla, La necesitaba.
Apretó la frente contra la mía.
—Tienes que confiar en mí.
Coloqué las manos sobre su pecho y la empujé ella me dejó, buscando mis ojos con los suyos.
—No si no me hablas. —Levanté la mano, saqué la llave del panel y se la di el ascensor empezó a descender—Me has sometido a un infierno aposta me has hecho sufrir Y no veo un final a la vista no sé qué coño haces, campeona, pero esta mierda del doctor Jek y ll y Mister Hy de no va conmigo.
Puso sus manos entrelazadas y las movía de adelante atrás, que era cuando se volvía más peligrosa.
—Eres imposible de controlar.
—Cuando estoy vestida, Vete acostumbrando—Las puertas del ascensor se abrieron y salí me puso la mano en la espalda y un escalofrío recorrió mi cuerpo aquella caricia
inofensiva por encima de varias capas de tejido me incitaba a la lujuria desde el principio—Si vuelves a poner la mano en la espalda de Emily como haces ahora, te rompo los dedos.
—Sabes que no quiero a ninguna otra —murmuró—No puedo me consume el deseo que tengo de ti.
Tanto el Bentley como el Mercedes esperaban en la calle el cielo se había oscurecido mientras estuve dentro, como si estuviera pensativo, como la mujer que estaba a mi lado había en el aire una fuerte expectación, como una señal de que se avecinaba una tormenta de verano.
Me detuve bajo la marquesina de la puerta y miré a Santana.
—Diles que vayan juntos, Tenemos que hablar.
—Ése era el plan.
Angus se tocó la visera de su gorra y se colocó tras el volante el otro conductor se acercó a Santana y le dio unas llaves.
—Señorita Pierce —dijo a modo de saludo.
—Brittany, éste es Raúl.
—Ya nos conocemos —dije— ¿Le diste el mensaje que te dejé la última vez?
Los dedos de Santana se apretaron contra mi espalda.
—Lo hizo.
Sonreí.
—Gracias, Raúl.
Raúl pasó al asiento del pasajero del Bentley mientras Santana me acompañaba al Mercedes y me abría la puerta sentí un pequeño estremecimiento cuando ella se sentó tras el volante y ajustó el asiento para adecuarlo a sus piernas puso en marcha el motor y se unió al tráfico, conduciendo con destreza y confianza el potente coche a través dela locura de las calles de la ciudad de Nueva York.
—Verte conducir hace que te desee —le dije, notando cómo sus manos se aferraban con más fuerza al volante.
—Dios mío—Me miró—Tienes un fetiche relacionado con los coches.
—Tengo un fetiche relacionado con Santana —Bajé la voz—Han pasado semanas.
—Y he odiado cada segundo de ellas esto supone un tormento para mí, Britt No puedo concentrarme no puedo dormir pierdo los estribos con el más mínimo fastidio mi vida es un infierno sin ti.
Yo nunca quise que sufriera, pero mentiría si dijera que mi tristeza no se aliviaba al saber que me echaba de menos tanto como yo a ella.
Me giré en mi asiento para mirarla.
— ¿Por qué nos estás haciendo esto?
—Tuve una oportunidad y la aproveché—Su mandíbula se endureció— Esta separación es el precio no será para siempre, Necesito que seas paciente.
Negué con la cabeza.
—No, Santana No puedo, No más.
—No me vas a dejar, No voy a permitírtelo.
—Ya lo he hecho ¿No te das cuenta? Estoy haciendo mi vida y tú no estás en ella.
—Estoy en todos los aspectos que puedo estar ahora mismo.
— ¿Diciéndole a Angus que mi siga por ahí? Venga ya eso no es una relación. —Apoyé la mejilla en el asiento—Al menos, no la que yo quiero.
—Britt—Dejó escapar el aire con fuerza—Mi silencio es el menor de los males tengo la sensación de que tanto si te lo cuento como si no, te estoy apartando de mí, pero las explicaciones acarrean un riesgo mayor crees que quieres que te las dé, pero si lo hago, te arrepentirás confía en mí cuando te digo que hay ciertos aspectos de mi vida que no quieres conocer.
—Tienes que darme algo con lo que aguantar—Coloqué la mano sobre su muslo y sentí cómo se le tensaba el músculo y, a continuación, se retorcía respondiendo a mi caricia—Ahora mismo no tengo nada, Estoy vacía.
Puso su mano sobre la mía.
—Confía en mí, A pesar de que creas lo contrario, has llegado a confiar en lo que sabes eso es mucho, Britt Para las dos para nosotras.
—No existe un nosotras.
—Deja de decir eso.
—Querías mi confianza ciega y la tienes, pero eso es todo lo que puedo darte has compartido conmigo una parte muy pequeña de ti y yo lo he aceptado porque te tenía Y ahora no...
—Me tienes —protestó.
—No de la forma en que te necesito. —Levanté un hombro encogiéndolo de una forma torpe—Me has dado tu cuerpo y yo he estado ávida de él porque era el único modo en que te abrías ante mí y ahora no lo tengo Y cuando miro lo que sí tengo, son sólo promesas no es suficiente para mí en tu ausencia, lo único que tengo es un montón de cosas que no me quieres contar.
Ella miraba fijamente hacia delante, manteniendo el perfil rígido retiré la mano de debajo de la suya y me giré hacia el otro lado, dándole la espalda mientras miraba por la ventanilla la pululante ciudad.
—Britt, si te pierdo me quedaré sin nada —dijo con voz quebrada—Todo lo que he hecho ha sido para no perderte.
—Necesito más. —Apoyé la frente en el cristal—. Si no puedo tener tu exterior, necesito tu interior, pero no me dejas entrar.
Avanzamos en silencio, arrastrándonos por el tráfico de la mañana una gruesa gota de lluvia golpeó el parabrisas seguida de otra más.
—Después de que mi padre muriera lo pasé mal teniendo que enfrentarme a los cambios —dijo en voz baja—Recuerdo que la gente lo apreciaba, que le gustaba estar cerca de él los estaba haciendo ricos a todos. Y luego, de repente, el mundo se puso boca abajo y todo el mundo le odió. Mi madre, que había sido muy feliz durante toda aquella época, lloraba sin parar. Y ella y mi padre se peleaban todos los días. Eso es lo que más recuerdo, los gritos y los chillidos constantes.
La miré, estudiando su pétreo perfil, pero no dije nada, temerosa de echar a perder aquel momento.
—Ella se volvió a casar enseguida nos fuimos de la ciudad. Se quedó embarazada. Yo nunca sabía cuándo me cruzaba con alguien a quien mi padre había jodido y tragué mucha mierda de otros niños. De sus padres de profesores. Era la gran noticia. Incluso hoy la gente sigue hablando de mi padre y de lo que hizo. Yo estaba furiosa con todos. Tenía pataletas constantemente. Rompía cosas.
Se detuvo en un semáforo respirando con dificultad.
—Cuando llegó Christopher, fui a peor, y cuando cumplió cinco años, me imitaba, con berrinches en la cena y empujando su plato en la mesa para tirarlo al suelo. Mi madre estaba embarazada de Ireland en aquel entonces y ella y Vidal decidieron que había llegado el momento de llevarme a terapia.
Las lágrimas caían por mi rostro al imaginar aquella escena que había descrito de la niña que había sido, asustada, sufriendo y sintiéndose como una extraña en la nueva v ida de su madre.
—Vinieron a casa, la psiquiatra y el estudiante de doctorado al que ella supervisaba empezaron enseguida. Los dos eran agradables, atractivos y pacientes. Pero pronto la psiquiatra empezó a pasar más tiempo tratando a mi madre, que estaba teniendo un embarazo difícil, además de dos hijos pequeños que estaban fuera de control. Me dejaban sola con él cada vez con mayor frecuencia.
Santana se detuvo y aparcó sus manos agarraban el volante con enorme fuerza y la garganta se le movía el continuo tamborileo de la lluvia se calmó para dejarnos a solas con nuestras dolorosas verdades.
—No tienes por qué contarme nada más —susurré, desabrochándome el cinturón de seguridad y extendiendo los brazos hacia ella Le acaricié la cara con los dedos húmedos por las lágrimas.
Sus fosas nasales se ensancharon al inhalar aire con fuerza.
—Me obligaba a que me corriera cada maldita vez, no paraba hasta que me corría, y de ese modo podía decir que me había gustado.
Me quité los zapatos y retiré su mano del volante para así poder montarme a horcajadas en su regazo y abrazarla me agarró con una fuerza terrible, pero no me quejé estábamos en una calle muy concurrida, con multitud de coches que pasaban con gran estruendo por un lado y con montones de peatones por el otro, pero a ninguna de las dos nos importó ella temblaba con gran violencia, como si estuviese llorando de forma descontrolada, pero no emitía ningún ruido ni derramaba ninguna lágrima.
El cielo lloraba por ella y la lluvia caía con fuerza y rabia, convirtiéndose en vapor al llegar al suelo.
Agarrando su cabeza entre mis manos, apreté mi cara húmeda contra la suya.
—Ya está, cariño. Te entiendo. Sé lo que se siente, el modo en que se regodean después. Y la vergüenza, la confusión y la sensación de culpa no es culpa tuya, Tú no querías, No disfrutabas.
—Al principio, dejé que me tocara —susurró— Decía que era mi edad...las hormonas... que necesitaba masturbarme y así me tranquilizaría que estaría menos enfadada me tocaba, decía que me iba a enseñar a hacerlo bien que yo lo hacía mal que él era hombre y entendía a las mujeres...
—Santana, no. —Me retiré para mirarla, imaginándome cómo seguiría a partir de ahí, las cosas que le debió decir para que pareciera que era Santana la instigadora de su propia violación—Eras una niña en manos de un adulto que conocía los botones adecuados que debía pulsar quieren que sea culpa nuestra para así no ser culpables de su delito, pero no es verdad.
Sus ojos me miraban enormes y oscuros en su pálido rostro acerqué suavemente mis labios a los suyos saboreando mis lágrimas.
—Te quiero Y te creo Y nada de esto ha sido culpa tuya.
Las manos de Santana estaban en mi pelo, agarrándome mientras ella saqueaba mi boca con besos desesperados.
—No me dejes.
— ¿Dejarte? Voy a casarme contigo.
Inspiró bruscamente después, me atrajo más a ella y sus manos se deslizaron por mi cuerpo de forma despreocupada y violenta.
Un golpeteo impaciente contra la ventana hizo que diera un brinco de sorpresa un policía con chubasquero y chaleco reflectante nos miraba a través del cristal sin tintar del asiento delantero, frunciendo el ceño bajo la visera de su gorra.
—Tienen treinta segundos para marcharse o las denunciaré a las dos por escándalo público.
Avergonzada y con el rostro encendido bajé hasta mi asiento y caí sobre él de una forma poco elegante Santana esperó a que me abrochara el cinturón y, a continuación, puso el coche en marcha. Se dio un toque en la frente a modo de saludo al oficial y volvió a unirse al tráfico.
Me cogió la mano y se la llevó a los labios, besándome las yemas de los dedos.
—Te quiero.
Me quedé inmóvil y el corazón se me aceleró.
Entrelazando los dedos, los puso sobre su muslo los limpiaparabrisas se movían a uno y otro lado, y su ritmo cadencioso imitaba los latidos de mi corazón.
—Dilo otra vez —susurré tragando saliva.
Ella se detuvo en un semáforo girando la cabeza, Santana me miró.
Parecía agotada, como si toda su habitual y vibrante energía se hubiese acabado y estuviese echando humo pero sus ojos eran cálidos y brillantes y la sonrisa de su boca encantadora y esperanzada.
—Te quiero, Sigue sin ser la expresión correcta, pero sé que quieres oírla.
—Necesito oírla —confirmé en voz baja.
—Mientras entiendas la diferencia—El semáforo cambió y el coche siguió avanzando—La gente se olvida del amor pueden vivir sin él, pueden seguir adelante el amor se puede perder y volver a encontrarse pero a mí no me pasará eso Yo no podré sobrevivirte, Britt.
Se me cortó la respiración cuando vi su cara y cómo me miraba.
—Estoy obsesionada contigo, cielo soy adicta a ti eres todo lo que he querido y he necesitado siempre, todo lo que he soñado lo eres todo Vivo y respiro por ti, Por ti.
Coloqué mi otra mano sobre las nuestras ya unidas.
—Hay muchas otras cosas ahí afuera para ti, sólo que no lo sabes todavía.
—No necesito nada más, Me levanto de la cama todas las mañanas y me enfrento al mundo porque tú estás en él—Giró por una calle y se detuvo en la puerta del Lópezfire detrás del Bentley paró el motor, soltó su cinturón de seguridad y respiró hondo—Por ti, el mundo cobra un sentido para mí que no tenía antes ahora ocupo un lugar, contigo.
De repente, comprendí por qué había trabajado tan duro, por qué había tenido un éxito tan enorme siendo tan joven había luchado por buscar su lugar en el mundo, para ser algo más que una intrusa.
Pasó los dedos por mi mejilla había echado tanto de menos aquel tacto que mi corazón se desangró al volver a sentirlo.
— ¿Cuándo vas a volver conmigo? —pregunté con tono suave.
—En cuanto pueda—Se inclinó hacia delante y apretó sus labios contra los míos—Espérame.
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Hola Hola!
Bueno chicas vine a dejar un capitulo :)
EH! Aqui parte de la historia de Santana y sus traumas ! que les parecio la historia de nuestra bella San?
Saludos y besos!
COMENTEN!
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
pobre san, solo espero que tanto misterio se resuelva pronto, hasta luego!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Idem al comentario anterior!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
micky morales escribió:pobre san, solo espero que tanto misterio se resuelva pronto, hasta luego!
Hola Hola!
Todo ira poco a poco !
Saludos
monica.santander escribió:Idem al comentario anterior!!!
Saludos
Hola Hola!
Pronto se sabran mas cosas :)
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
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Edad : 28
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Capítulo 19
Cuando llegué a mi mesa encontré un mensaje de Christopher en mi contestador.
Durante un momento consideré si debía continuar buscando la verdad Christopher no era una persona a la que me apeteciera tener más presente en mi vida.
Pero me angustió la mirada que había visto en el rostro de Santana cuando me habló de su pasado, así como el sonido de su voz, tan quebrada al recordar la vergüenza y el sufrimiento.
Sentía su dolor como si fuese mío.
Al final, no tuve otra opción le devolví la llamada a Christopher y le pedí que saliéramos a comer.
— ¿Almorzar con una mujer guapa? —Adiviné una sonrisa en su voz—Por supuesto.
—Cualquier momento que tengas libre esta semana me vendrá bien.
— ¿Qué te parece hoy? —Sugirió—De vez en cuando, me dan ganas de ir a ese restaurante al que me llevaste.
—Me parece bien ¿A las doce?
Confirmamos la hora y colgué justo cuando Bette pasaba junto a mi mesa.
Me miró con ojos de cachorrito.
—Ayúdame —dijo.
—Claro —contesté esforzándome por sonreír.
Las dos horas pasaron volando cuando llegó la hora del mediodía, bajé y me encontré a Christopher esperando en el vestíbulo llevaba su pelo rojizo despeinado lleno de ondas cortas y sueltas y sus ojos verdes grisáceos brillaban vestía pantalones negros y camisa blanca con los puños remangados y tenía un aspecto seguro y atractivo.
Me saludó con una sonrisa infantil y entonces, lo pensé: no podía preguntarle por lo que le había dicho a su madre hacía mucho tiempo.
Él era un niño que vivía en un hogar disfuncional.
—Me ha hecho mucha ilusión que me llamaras —dijo—Pero debo admitir que siento curiosidad por saber el motivo me pregunto si tiene algo que ver con el hecho de que Santana haya vuelto con Emily.
Aquello me dolió tuve que tomar aire y, a continuación, soltarlo para dejar que la tensión se fuera sabía lo que tenía que pensar no tenía dudas, Pero fui lo suficientemente honesta como para admitir que quería ser la dueña de Santana, Quería reivindicarla, poseerla, que todos supiesen que era mía.
— ¿Por qué la odias tanto? —pregunté pasando por delante de él en la puerta giratoria a lo lejos se oía el estruendo de unos truenos, pero la lluvia caliente y torrencial había cesado, dejando las calles inundadas de agua sucia.
Se unió a mí en la acera y colocó la mano en la parte inferior de mi espalda sentí que un escalofrío de repulsión me recorría el cuerpo.
— ¿Por qué? ¿Quieres que intercambiemos datos?
—Claro, ¿Por qué no?
Cuando terminamos de comer yo ya me había hecho una idea de qué era lo que alimentaba el odio de Christopher lo único que le importaba era el hombre al que veía en el espejo Santana era más atractiva, más rica, más poderosa, más segura... simplemente más era la niña consentida de mamá Y estaba claro que a Christopher se lo comían los celos sus recuerdos de Santana estaban teñidos por la creencia de que había recibido todas las atenciones cuando era pequeña lo cual podría haber sido verdad, considerando lo problemática que era Y lo que era peor, aquella rivalidad fraternal había pasado al terreno de sus vidas profesionales cuando López Industries adquirió una participación mayoritaria de Vidal Records.
Me escribí una nota mental para preguntarle a Santana por qué lo había hecho.
Nos detuvimos en la puerta del Lópezfire para separarnos un taxi que pasaba a toda velocidad por un enorme charco me lanzó un montón de gotas de agua maldiciendo entre dientes, esquivé las gotas y casi tropecé contra el cuerpo de Christopher.
—Me gustaría salir contigo alguna vez, Britt ¿A cenar quizás?
—Yo te llamaré —dije tratando de evitar una respuesta—Mi compañera de piso está muy enferma en estos momentos y tengo que estar a su lado el mayor tiempo posible.
—Tienes mi número—Sonrió y me besó en la mano, un gesto que estoy segura de que le parecía encantador—Y seguiremos en contacto.
Entré por la puerta giratoria del Lópezfire y me dirigí a los torniquetes de entrada.
Uno de los guardias de seguridad que había en la recepción vestido contraje negro me detuvo.
—Señorita Pierce —dijo con una sonrisa— ¿Podría venir conmigo, por favor?
Curiosa, le seguí al despacho del personal de seguridad donde me habían dado mi tarjeta de identificación cuando me contrataron abrió la puerta para que yo pasara y Santana estaba esperando en el interior.
Apoyada en la mesa con los brazos cruzados, tenía un aspecto atractivo, follable e irónicamente divertida La puerta se cerró cuando entré y ella suspiró negando con la cabeza.
— ¿Hay más personas de mi vida a las que tengas planeado acosar en mi nombre? —preguntó.
— ¿Estás espiándome otra vez?
—Echándote un ojo protector.
La miré sorprendida.
— ¿Y cómo sabes si le he estado acosando o no?
Su débil sonrisa se hizo más grande.
—Porque te conozco.
—Pues no le he estado acosando, De verdad no lo he hecho —contesté cuando ella me miró incrédula—Iba a hacerlo, pero no ¿Y por qué estamos en esta habitación?
— ¿Has emprendido alguna especie de cruzada, cielo?
Estábamos tratando de convencernos la una a la otra y no estaba segura de por qué. Y tampoco me importaba, porque me había venido a la mente algo más importante.
— ¿Te das cuenta de que tu reacción ante mi almuerzo con Christopher está siendo muy calmada? ¿Y también la mía con respecto a que estés pasando tiempo con Emily? Las dos estamos reaccionando de una forma completamente diferente a como lo habríamos hecho hace un mes.
Ella estaba distinta Sonrió, y había algo único en el modo cálido en que curvó sus labios.
—Confiamos la una en la otra, Brittany es una buena sensación, ¿verdad?
—Que confíe en ti no significa que sienta menos confusión ante lo que está pasando entre las dos ¿Por qué nos escondemos en este despacho?
—Se llama negación plausible. —Santana se incorporó y se acercó a mí cogiendo mi cara entre sus manos, me inclinó la cabeza hacia atrás y me besó dulcemente—Te quiero.
—Se te está dando bien decirlo.
Me pasó los dedos por mi nuevo flequillo.
— ¿Recuerdas aquella noche que tuviste la pesadilla y yo me fui? Te preguntaste dónde había ido.
—Aún me lo pregunto.
—Estuve en el hotel, limpiando la habitación mi picadero, como tú lo llamaste explicarte eso cuando tú estabas vomitándolo todo no me pareció lo más oportuno.
La respiración se me entrecortó de pronto era un alivio saber dónde había estado Y otro aún mayor saber que el picadero ya no era tal cosa.
Sus ojos me miraban con dulzura.
—Me había olvidado por completo de ello hasta que surgió con el doctor Petersen las dos sabemos que nunca más lo voy a volver a utilizar Mi chica prefiere los vehículos de transporte a las camas.
Sonrió y se fue.
Yo me quedé mirándola.
El guardia de seguridad apareció en la puerta y yo dejé a un lado mis turbios pensamientos para revisarlos más adelante, cuando tuviese tiempo de comprender de verdad adónde me estaban llevando.
De camino a casa, compré una botella de zumo de manzana con gas en lugar de champán vi el Bentley de vez en cuando, siguiéndome, siempre dispuesto a detenerse para recogerme antes me molestaba, porque la conexión latente que representaba hacía aún mayor mi confusión con respecto a mi ruptura con Santana Ahora, cuando lo veía, me hacía sonreír.
El doctor Petersen tenía razón la abstinencia y un poco de espacio me habían aclarado las ideas en cierto modo, la distancia entre Santana y yo nos había vuelto más fuertes, había hecho que nos apreciáramos más la una a la otra y que no diéramos las cosas por sentado la amaba ahora más de lo que la había amado nunca y sentí aquello mientras planeaba una noche a solas con mi compañera de piso sin tener ni idea de dónde estaría Santana ni con quién podría estar no me importaba sabía que yo estaba en sus pensamientos, en su corazón.
Mi teléfono sonó y lo saqué del bolso al ver el nombre de mi madre en la pantalla, respondí:
—Hola, mamá.
— ¡No entiendo qué es lo que están buscando! —Se quejó con voz furiosa y llorosa—No dejan a Richard en paz han ido hoy a su despacho y han hecho copias de las grabaciones de seguridad.
— ¿La policía?
—Sí, Son incansables ¿Qué es lo que quieren?
Giré la esquina que daba a mi calle.
—Cazar a un asesino probablemente sólo quieran ver a Nathan entrando y saliendo comprobar las horas o algo así.
— ¡Eso es ridículo!
—Sí. Pero es sólo una suposición, No te preocupes no van a encontrar nada porque Stanton es inocente todo saldrá bien.
—Ha sido muy bueno con todo esto, Britt —dijo suavizando la voz— Es muy bueno conmigo.
Dejé escapar un suspiro mientras escuchaba el tono de súplica que había en su voz.
—Ya lo sé, mamá lo he captado Papá también lo comprende estás donde debes estar nadie te está juzgando todos estamos bien.
Tardé en calmarla lo que duró el trayecto hasta mi puerta. Y durante ese tiempo me pregunté qué vería la policía si pedían también las grabaciones de seguridad del Lópezfire el historial de mi relación con Santana podría ser narrado a través de las veces que yo había estado en el vestíbulo de López Industries con ella la primera vez que se me declaró fue allí, dejando claro cuáles eran sus deseos sin ningún rodeo me había inmovilizado contra la pared allí, justo después de que yo aceptara salir con ella en exclusiva Y había rechazado mi caricia aquel día terrible en que empezó a separarse de mí la policía lo vería todo si retrocedían en el tiempo lo suficiente, aquellos momentos privados y personales.
—Llámame si me necesitas —dije mientras dejaba el bolso en el mostrador del desayuno— Estaré en casa toda la noche.
Colgamos y vi un impermeable desconocido colgado de uno de los taburetes grité para que Rachel me oyera.
— ¡Cariño, estoy en casa!
Puse la botella de zumo de manzana en la nevera y me dirigí hacia el pasillo camino de mi habitación para darme una ducha estaba en la puerta de mi dormitorio cuando se abrió la puerta de Rachel y salió Quinn abrí los ojos de par en par al ver su disfraz de enfermera traviesa que iba acompañado de ligas y medias de rejilla.
—Hola, guapa —dijo con petulancia estaba increíblemente alta con sus tacones mirándome desde arriba como modelo de éxito, Quinn Fabray tenía el tipo de rostro y de cuerpo que podría detener el tráfico—Cuídamela.
Parpadeando, vi a aquella rubia de piernas hermosas desaparecer por la sala de estar oí que la puerta de la calle se cerraba poco después Rachel apareció en su puerta, despeinada, colorada y vestida tan sólo con un top y unas bragas se apoyó en el quicio de la puerta con una sonrisa relajada y de satisfacción.
—Hola.
—Hola, Parece que has pasado un buen día.
—De escándalo.
Aquello me hizo sonreír.
—No pretendo juzgarte, pero había supuesto que Quinn y tú habíais terminado.
—Yo nunca he creído que hayamos empezado nada—Se pasó una mano por el pelo, alborotándoselo—Pero se ha presentado hoy aquí toda preocupada deshaciéndose en disculpas ha estado en Praga y no se había enterado de lo mío hasta esta mañana se ha presentado enseguida vestida así, como si hubiese leído mi mente perversa.
Yo también me apoyé en la puerta.
—Supongo que te conoce.
—Supongo que sí. —Se encogió de hombros—Ya v eremos adónde nos lleva esto sabe que Finn está en mi vida y que espero que continúe en ella pero Finn... Sé que no le va a gustar.
Sentí lástima por los dos Iban a tener que transigir en muchas cosas para que su relación funcionara.
— ¿Y si nos olvidamos por una noche de las personas más importantes de nuestras vidas y disfrutamos de una maratón de películas de acción? He traído champán sin alcohol.
— ¿Qué tiene eso de divertido? —Preguntó con mirada de sorpresa.
—Ya sabes que no puedes mezclar las medicinas con el alcohol —contesté fríamente.
— ¿No vas a Krav Maga hoy?
—Lo recuperaré mañana, Me apetece relajarme contigo quiero tumbarme en el sofá y comer pizza con palillos y comida china con los dedos.
—Nena, eres toda una rebelde —dijo sonriendo—Y tienes una cita.
Sam cayó sobre la esterilla con un resoplido y yo grité, encantada de mi propio éxito.
—Sí —dije levantando el puño aprender a tirar a un hombre como Sam no era ninguna tontería buscar el equilibrio adecuado para poder hacer palanca me había llevado más tiempo del que probablemente debería porque me había costado mucho concentrarme en las últimas dos semanas.
No había equilibrio en mi vida cuando mi relación con Santana estaba torcida.
Riéndose, Sam me extendió la mano para que lo levantara le agarré del antebrazo y tiré de él para que se pusiera de pie.
—Bien, Muy bien —dijo elogiándome—Esta noche estás a pleno rendimiento.
—Gracias, ¿Quieres que probemos otra vez?
—Descansa diez minutos y bebe agua —dijo—Tengo que hablar con Jeremy antes de que se vaya.
Jeremy era uno de los compañeros instructores de Sam, un hombre gigante al que los estudiantes tenían que mirar desde abajo no podía imaginarme esquivando nunca a un asaltante de su tamaño, pero había visto a mujeres realmente pequeñas hacerlo en su clase.
Cogí mi toalla y mi botella de agua y me dirigí a la gradería de aluminio que se alineaba en la pared.
Mis pasos vacilaron cuando vi a uno de los policías que había venido a mi casa pero la detective Shelley Graves no iba vestida con su ropa de trabajo llevaba una camiseta de deporte y unos pantalones a juego con zapatillas de atletismo y su cabello moreno y rizado recogido en una coleta.
Como ella estaba entrando en el edificio y la puerta se encontraba al lado de las gradas, me vi caminando hacia ella me obligué a aparentar despreocupación cuando lo que sentía era todo lo contrario.
—Señorita Pierce —me saludó—. Qué casualidad encontrármela aquí ¿Lleva mucho tiempo con Sam?
—Alrededor de un mes me alegra verla, detective.
—No, no se alegra. —Adoptó un gesto irónico—Por lo menos, no lo piensa aún. Y puede que siga sin alegrarse cuando hayamos terminado de hablar.
Fruncí el ceño, confundida ante aquel enredo de palabras pero una cosa estaba clara:
—No puedo hablar con usted sin la presencia de mi abogado.
Ella extendió los brazos.
—No estoy de servicio pero de todos modos, usted no tiene que decir nada seré yo la que hable.
Graves señaló las gradas y, a regañadientes, me senté tenía una muy buena razón para mostrarme recelosa.
— ¿Y si nos ponemos un poco más arriba? —Subió a lo alto y yo me puse de pie y la seguí.
Una vez acomodadas, colocó los antebrazos sobre las rodillas y miró a los alumnos que había abajo.
—Por las noches esto es diferente normalmente vengo a las sesiones diurnas me había prometido a mí misma que si alguna vez me encontraba con usted sin estar de servicio, le diría algo suponía que las posibilidades de que eso ocurriera eran nulas y, mire por dónde, aquí está debe ser una señal.
Yo no me estaba creyendo aquella explicación adicional.
—No me parece que sea de las personas que creen en las señales.
—Ahí me ha pillado, pero por esta vez haré una excepción—Frunció los labios un momento, como si estuviera pensando seriamente en algo a continuación, me miró—Creo que su novia ha matado a Nathan Barker.
Yo me puse tensa y recobré el aliento de forma audible.
—Nunca podré probarlo —dijo con gravedad—Es demasiado inteligente demasiado cuidadosa Todo ha sido premeditado al detalle en el momento en que Santana López tomó la decisión de asesinar a Nathan Barker, lo tenía todo bien organizado.
Yo no sabía si debía irme o quedarme ni cuáles serían las consecuencias de cualquiera de las dos decisiones Y durante ese momento de indecisión, ella continuó hablando.
—Creo que empezó el lunes siguiente al ataque que sufrió su compañera de piso cuando registramos la habitación de hotel donde se descubrió el cadáver de Barker, vimos unas fotos muchas fotos de usted, pero de las que le estoy hablando eran de su compañera de piso.
— ¿De Rachel?
—Sí yo presentara esto al ayudante del fiscal del distrito para pedir una orden de arresto, diría que Nathan Barker atacó a Rachel Berry como una forma de intimidar y amenazar a Santana López Yo creo que Santana López no estaba cediendo al chantaje de Barker.
Retorcí las manos en la toalla no podía soportar la idea de que Rachel estuviese sufriendo todo aquello por mi culpa Graves me miró con ojos afilados y rotundos ojos de policía mi padre también los tenía.
—En ese momento, creo que Santana pensó que usted corría un peligro mortal ¿Y sabe qué? Tenía razón he visto las pruebas que recopilamos en la habitación de Barker:
fotografías, notas pormenorizadas de su agenda diaria, recortes de prensa... incluso parte de su basura. Normalmente, cuando encontramos este tipo de cosas es demasiado tarde.
— ¿Nathan me estaba vigilando? —Sólo de pensarlo un fuerte escalofrío me recorrió el cuerpo.
—La estaba acechando el chantaje que hizo a su padrastro y a López no fue más que una intensificación de lo mismo creo que López se estaba acercando demasiado a usted y Barker se sintió amenazado por esa relación estoy segura de que esperaba que López se alejaría cuando conociera su pasado.
Me llevé la toalla a la boca, por si el mareo que estaba sintiendo me hacía vomitar.
—Así que, esto es lo que creo que ocurrió—Graves se dio golpecitos en las yemas de los dedos mientras su atención parecía dirigirse a los agotadores ejercicios que se desarrollaban más abajo—: López cortó con usted con eso consiguió dos cosas, que Barker se relajara y que desapareciera el móvil de López para matarlo ¿Por qué iba a asesinar a un hombre por una mujer a la que había dejado? Eso lo preparó bastante bien y no se lo contó a usted, que reforzó la mentira con sus sinceras reacciones.
Empezó a dar golpes con el pie además de con los dedos y su esbelto cuerpo irradió una agitada energía.
—López no encargó el trabajo a otro eso habría sido una estupidez no quiere que haya un rastro de dinero ni un sicario que la puedan delatar además, esto era un asunto personal Usted es un asunto personal quiere que la amenaza desaparezca sin ninguna duda organiza una fiesta en el último momento en una de sus propiedades para una empresa de vodka que le pertenece a sí, consigue tener una coartada bien sólida incluso la prensa está allí para hacer fotos Y sabe exactamente dónde está usted y que su coartada es igual de sólida.
Mis dedos se retorcían en la toalla, Dios mío...
Los sonidos de los cuerpos golpeando las colchonetas, el murmullo delas instrucciones que se daban y los gritos triunfantes de los alumnos se desvanecieron convirtiéndose en un zumbido uniforme dentro de mis oídos había una gran actividad desarrollándose justo delante de mí y mi cerebro no podía procesarla tenía la sensación de estar alejándome por un túnel infinito y de que mi realidad iba encogiéndose hasta un punto negro y diminuto.
Abriendo su botella de agua, Graves dio un largo trago y, después, se secó la boca con el reverso de la mano.
—Debo admitir que lo de la fiesta me confundió un poco ¿Cómo romper una coartada como ésa? Tuve que volver al hotel tres veces hasta que supe que esa noche hubo un incendio en la cocina nada importante, pero todo el hotel tuvo que ser evacuado durante casi una hora todos los huéspedes se arremolinaron en la acera López salía y entraba del hotel haciendo lo que sea que hace una propietaria en esas circunstancias hablé con media docena de empleados que la vieron o que hablaron con ella en esos momentos, pero ninguno de ellos podía establecer las horas con exactitud todos estaban de acuerdo en que fue un caos ¿Quién iba a seguir el rastro de una mujer en medio de todo ese jaleo?
Yo misma negué con la cabeza, como si la detective me estuviese haciendo la pregunta a mí.
Echó los hombros hacia atrás.
—Cronometré los pasos desde la entrada de servicio, donde vieron a López hablando con los bomberos, hasta el hotel de Barker, que estaba a dos manzanas Quince minutos de ida y otros quince de vuelta a Barker lo liquidaron con una sola puñalada en el pecho, Justo en el corazón debió bastar menos de un minuto no había heridas de forcejeo y lo encontraron justo detrás de la puerta mi teoría es que le abrió la puerta a López y ésta lo mató antes de que pudiese pestañear. Y fíjese... Ese hotel es propiedad de una filial de López Industries. Y resulta que las cámaras de seguridad del edificio estaban apagadas por unas mejoras que llevaban varios meses en proceso.
—Una coincidencia —dije con la voz quebrada el corazón me latía con fuerza en un lugar escondido de mi cerebro, yo era consciente de que había una docena de personas a pocos metros de distancia que seguían con sus vidas sin tener ni idea de que otro ser humano, en aquella misma sala, estaba atravesando un momento de catástrofe.
—Claro, ¿Por qué no? —Graves se encogió de hombros, pero sus ojos la delataban ella sabía la verdad, No podía demostrarlo, pero lo sabía—Así que, esto es lo que hay: puedo seguir buscando y perdiendo el tiempo con este caso mientras tengo otros sobre mi mesa pero ¿qué sentido tiene? López no es un peligro para la sociedad. Mi compañero le diría que no está bien tomarse la justicia por su mano. Y en la mayoría de los casos, yo estoy de acuerdo pero Nathan Barker iba a matarla puede que no fuera en una semana puede que tampoco en un año. Pero algún día lo haría.
Se puso de pie y se alisó los pantalones, cogió su botella de agua y su toalla e ignoró el hecho de que yo estuviese llorando de forma incontrolable.
Santana...
Me apreté la toalla contra la cara, abrumada.
—He quemado mis notas —continuó—Mi compañero cree también que hemos llegado a un callejón sin salida a nadie le importa que Nathan Barker haya dejado de respirar incluso su padre me dijo que para él su hijo había muerto hacía años.
Levanté la vista hacia ella, pestañeando para hacer desaparecer la neblina que las lágrimas me provocaban en los ojos.
—No sé qué decir.
—Usted rompió con ella el sábado siguiente a que interrumpiéramos su cena, ¿verdad? —Ella asintió conmigo—Ella estuvo después en la comisaría prestando declaración salió de la sala, pero yo la pude ver a través del cristal de la puerta la única vez que he visto un dolor así es cuando tengo que informar a los parientes cercanos si le soy sincera, ésa es la razón por la que le estoy contando esto ahora, para que pueda volver con ella.
—Gracias—Nunca había pronunciado esa palabra con más sentimiento que entonces.
Negó con la cabeza y empezó a bajar las escaleras entonces, se detuvo, se giró y me miró.
—No es a mí a quien debe dárselas.
De algún modo, terminé en el apartamento de Santana.
No recuerdo haber salido del estudio de Sam ni de decirle a Clancy adónde me tenía que llevar.
No recuerdo haberme presentado en la recepción ni haberme dirigido al ascensor cuando me vi en el vestíbulo privado ante la puerta de Santana, tuve que detenerme un momento, sin saber cómo había llegado desde las gradas hasta allí.
Llamé al timbre y esperé cuando no hubo respuesta, me hundí en el suelo y apoyé la espalda en la puerta.
Santana me encontró allí las puertas del ascensor se abrieron y ella salió, deteniéndose de repente al verme iba vestida con ropa de deporte y aún tenía el pelo húmedo por el sudor en una coleta nunca estuvo más maravillosa.
Se me quedó mirando, inmóvil.
—Ya no tengo llave —le dije.
No me puse de pie porque no estaba segura de que mis piernas pudieran con mi peso.
Se agachó.
—Britt, ¿qué pasa?
—Esta noche me he encontrado con la detective Graves—Tragué saliva, a pesar del nudo que sentía en la garganta— Abandonan el caso.
Su pecho se expandió respirando hondo.
Con aquel sonido lo supe.
Una oscura desolación ensombreció los hermosos ojos de Santana sabía que yo lo sabía la verdad planeaba pesadamente entre nosotras, casi como si pudiésemos tocarla.
Mataría por ti, dejaría todo lo que tengo por ti... pero no te abandonaré.
Santana cayó de rodillas sobre el frío y duro mármol con la cabeza agachada esperando.
Yo me moví, imitando su posición le levanté el mentón le acaricié la cara con mis manos y mis labios susurrándole por la piel mi gratitud por su regalo.
—Gracias... gracias... gracias.
Me agarró apretando los brazos con fuerza alrededor de mi cuerpo.
Apretó su rostro contra mi cuello.
— ¿Qué va a pasarnos ahora?
—Lo que tenga que pasarnos, Juntas.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hola Hola Chicas :)
Espero que les guste el capitulo y que comenten!
PD: Bueno todas Sabemos que paso con nathan no ? !
Bueno Eh aqui el final del Segundo libro :)
EL PROXIMO LIBRO ES "ATADA A TI" Déjenme sus comentarios si quieren que adapte el otro libro :)
Saludos Y besos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: No te escondo nada #3 ( Capítulo 17 7/6/15)
Hola!! Pero que pregunta es esa, si queremos que adaptes el tercer libro??? OBVIO que si!!!!
Al fin sabemos la verdad de San, como la quiero!!!!
Saludos
Al fin sabemos la verdad de San, como la quiero!!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
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