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[Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:holap,...
me gusto,...
me divertir con kitty cuando les arruino a rachel la alegría jajajajajaj a veces son divertidas las guerras de celos!!!
a britt la esta consumiendo el trabajo,... por suerte que san volvió y no se quedo sola!!! va con lordy,...!!!
nos vemos!!!
Hola, jajajaaj sip fue muy buena esa parte xD jaajajaj JAAJAJAJ sip tambien hacer que otros se coloquen celosos es bueno . Si britt es todo trabajo, pero sabe cuando salir de el, le cuesta pero lo logra, =O no te puedes olvidar de lord!!!!!! es ta chistoso!. Saludos =D
micky morales escribió:pq ellas son tan lindas? hasta pronto.
Hola, jajajajajaajaj nose, nose, solo lo son! jajaaj. Saludos =D
lauravm98 escribió:Hola! Dime una cosa es que Marley no lo puede superar!? Y kitty como siempre dando celos, es que no colabora o que?! San tan jodidamente tierma con Britt, pobre Britt aunque el trabajo no le impide hacer lo mejor con su wallbanger yo quiero una!
Jajaja si creo que si, hice todo lo posible por responderte en inbox ;) see ya Dayan! :3
Hola, mmm esk para algunas personas es dificil superar cosas y para otras nop, jajaaj marley y kitty son un caso xD. San es la mejor siempre!. Britt sabe bn cuales son sus prioridades al fin y al cabo jaajajajaj xD. JAJA sip lo vi y yo tambien y lo sigo intentando xD jajaajajaj "seee ya dayan" jajaaj me da risa xD jaajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana:Wallbanger 2 "RustyNailed" (Adaptada) Cap11
Capitulo 11
El tiempo entre Acción de Gracias e ir a Filadelfia paso volando.
Siempre estaba en el trabajo antes de cualquier otro, y casi sin falta cerré la oficina todos los días. Apague incendios, entrene a Mónica, incluso hice la nómina de pago un par de veces más. Era una locura, frenético, increíblemente agitado.
Había días en que apenas veía la luz del día, comíamos cada comida directamente desde el horno microondas, y la única vez que me senté fue a hacer pis. E incluso entonces, leía los correos electrónicos. Por favor, ¿Cómo si todo el mundo no llevara su teléfono al baño para leer?
Y a través de la locura, lo frenético, la vida increíblemente agitada que lideraba, conseguía hacer mi mierda. No solo estaba manejándolo, ahora realmente me encontraba delante de la curva. Me había convertido en una especie de acaparadora de la gestión del tiempo, reteniendo el mío propio.
Caminaba no con un arrastre, sino con un rebote, corría de reunión en reunión y de un sitio de trabajo a otro con un renovador sentido de propósito. Me hallaba cansada, pero a la vez feliz de una forma extraña. Cogiendo el ritmo de las cosas. Aun me sentía estresada, pero era un estrés bueno.
Estaba antes de lo previsto d en el proyecto del hotel, y ni siquiera era capaz de empezar a trabajar en un par de proyectos de Navidad. Si eras muy rico, no hacías tu propia decoración de Navidad.
¡Cielos, no!
Contratabas a alguien. Al principio pensé que con Emma desaparecida, necesitaría contactar con algunas de las demás empresas de diseño con las que nos llevábamos bien y cultivar algo de ellas, y sin embargo no podía hacerlo.
Necesitaba asegurarme de que todo en Emma Designs funcionaba de la misma manera que cuando estaba Emma realmente en la residencia. Por lo que dormía menos. Y me puse a trabajar en las cubiertas de los pasillos con amas de Red Bull.
Santana se hallaba en casa. Su viaje a Plymouth debería haberla mantenida ocupada hasta justo antes de la reunión, pero ahora tenía algo de tiempo libre.
Algo que generalmente no poseía mucho. Pero en este momento sí. Después de llegar a casa una noche para encontrar un regalo de Lord Tubbington en su propio zapato, acordó que, en vez de pasar un par de noches a la semana en Sausalito, resultaría más fácil simplemente salir de allí y traer el pequeño cagador de zapatos. Así Lord Tubbington era ahora un gato viajero. Y tenía otra madre ama-de-casa.
Ambos tenían una pelota, explorando la nueva casa y pasando horas mirando por la ventana de la pared. Lord Tubbington tuvo tanto espacio, y disfrutaba de todos los armarios y camas en donde pudiera esconderse arriba y abajo.
Santana se hizo cargo del juego nocturno de Ocultar Premios, algo para lo que, desafortunadamente, yo ya no tenía tiempo. Una fría noche llegue tarde a casa y halle a Santana sosteniendo a Lord Tubbington en la ventana, haciendo huellas impresas donde estaba empañado y hablando de lo lejos que estaba la ciudad de San Francisco.
Sonrió al verme, pero no dejo de hablar de lo fría que era el agua y como Lord Tubbington debería intentar nadar de regreso a la ciudad. Lord Tubbington asintió sabiamente y presiono otra huella en la ventana.
Ahora que Santana tenía mucho tiempo libre, practicaba ciclismo la mayoría de los días, enviándome textos e imágenes de todo el condado de Marin.
Tenía un restaurante favorito, un lugar favorito para tomar café en la mañana, un deli favorito, tenía un nuevo favorito para todo.
Para tu información, su posición favorita continuaba siendo en la que sea que estuviera yo dentro y sus dedos dentro de mí. Y que aunque me sentía agotada casi todas las noches, me las arreglaba para tener un tiempo desnuda con mi Wallbanger.
Que dificultades.
Y como todo ese tiempo libre llegaron visitas inesperadas. Más visitas entrometidas. Varias llamadas telefónicas al día. Tenía todo el tiempo, y no parecía entender por qué yo no estaba todo el tiempo. Lógicamente entendía que trabajaba más que nunca, y que era feliz. No le impedía tratar de tirarme nuevamente en la cama cada mañana.
Y mierda, eso era difícil. Porque es muy difícil salir de la cama cada mañana cuando tienes a una despeinada Wallbanger aferrándose a tu pijama. Porque, y digo esto con orgullo, “su posición favorita continuaba siendo en la que sea que estuviera yo dentro y sus dedos dentro de mí”.
En serio, estaba allí todo el tiempo. También me había recordado varias vece que yo no estaba. Mmm
Emma y Will dejaron Italia y se dirigieron a Praga, pensando en pasar uno días en la ciudad y luego explorar la campiña Checa. Me maraville por las fotos que me envió por correo electrónico, dejándole decirme todo sobre el maravilloso momento que pasaba con su marido. Se relajó en una forma que no la había visto en años, y mea segura de que me diría lo mucho que apreciaba que su “dinamo oficina” manejara todo para poder tener este momento con su nuevo esposo. Era raro escucharla referirse a Will como su esposo; estuvieron comprometidos durante tanto tiempo que había sido su novio todo el tiempo que la conocía.
Le pregunte una vez que los hizo decidir avanzar finalmente y elegir una fecha.
Habíamos estado sentadas en la sala de conferencias, con la muestra de pasteles que el panadero trajo por una mañana, tratando de decidir cuál sería el pastel de bodas. La atrape mirando su anillo, teniendo una sonrisa secreta, y le pregunté.
—No lose. Un día, solo lo mire y supe que me encontraba lista para ser su esposa. Había construido mi negocio, logre todas las metas que me propuse en mis veinte años y un montón que había puesto en mis treinta años, y se sentía como el momento adecuado—sonio, colocando a un lado la crema de chocolate con relleno de frambuesa para tomar otro sabor. Tuve la sensación de que aquel seria el ganador. Lo fue—Además, ¿has visto su trasero? Oh, mira lo que le estoy preguntando a la presidenta del Club de Fans de Will—bromeo.
—Tendrías que saber que gane esa elección limpiamente. No es mi culpa que Rach y Marley no supieran que votábamos ese día. Sin trucos ni nada—explique.
Hablando de mis amigas, todo estaba tranquilo respecto a Marley y Kitty. No las había visto desde la noche de juegos, y Rach planeaba volver a intentarlo antes de Navidad. Algo para lo que no algo para lo que trataba de convencerla de que no lo hiciera. Pero cuando nos invitó a su fiesta de Navidad, ninguna trato de salir de ella. De hecho, las dos parecían estar deseando que llegara. ¿Quién sabía que me darían esta vez? Ambas continuaron saliendo, y mucho, pero rara vez fueron más allá de una segunda cita.
Imagínate mi sorpresa.
Con el fin de salir de viaje a Filadelfia para un fin de semana en el centro de una de mis temporadas más concurridas, trabaje prácticamente todo el día, noches, y los Sábados para despejar mi agenta lo suficiente para conseguir dejar todo atrás y simplemente estar con mi Santana. Nunca fue una cuestión de no ir, no existía forma en la tierra en que le permitiría hacer esto sola.
Se encontraba tan nerviosa.
La noche antes de irnos tuvo una pesadilla, y hoy en el avión apenas hablaba. Cuando lo hacía, era cortante y rápido. En lo que el avión aterrizo, se volvió hacia mí y dijo:
—Voy a pedir disculpas ahora por ser una idiota este fin de semana, en caso de serlo. No estoy planeándolo pero si sucede, lo siento.
Le acaricie la mano y la bese en la nariz.
—Disculpa pre-aceptada. Ahora muéstrame tu ciudad, no puedo esperar para ver tu Campana de la Libertad.
Medio sonrió, mostrando apenas sus hoyuelos, y me cogió la mano mientras salíamos del avión.
*******************************************************************************
Filadelfia era una ciudad en la que nunca había estado, y me hubiera gustado tener más tiempo para explorar. Pero este fin de semana no se trataba de complacer mi recreación de Rocky Run hasta la escalinata del museo de arte, sino más bien de ser cualquier cosa y lo que sea que Santana necesitara. Además, aparentemente trasladaron la estatua de Rocky desde lo alto de las escaleras a uno de sus costados, de todos modos. Pffff.
Recogimos el coche de alquiler, tiramos nuestras maletas en la parte de atrás, y nos dirigimos al hotel. Con el viaje a través del campo, ya era de noche cuando llegamos a la parte de la ciudad donde Santana creció, pero se ilumino mientras comenzó a nombrar los lugares que reconocía. Y lugares que no.
—¿En qué momento cerro la tienda de bicicletas? Oh, aquel era el lugar donde conseguí mi primera bicicleta sin ruedas de entrenamiento. ¿Por qué hay un mini-centro comercial alii, cuando fue que eso abrió?
—¿Cuándo fue la última vez que estuviste aquí, Sanny? —le pregunte.
—Um, unas pocas semanas posteriores a la graduación, supongo—dijo distraídamente, sus ojos iban y venían de ambos lados de la calle.
—¿De verdad no has estado aquí desde que tenías dieciocho años? —pregunté, asombrada.
—¿Por qué volvería? —pregunto, haciendo un giro y llevándonos justo en medio de la plaza del pueblo.
Cuando Santana dijo que creció en Filadelfia, eso no era técnicamente cierto. Ya sus padres eran latinos y cuando llegaron a Estados Unidos y se mudaron a Filadelfia poco antes que ella naciera. Se crio en una de las muchas comunidades secundarias, los municipios más pequeños que componen las áreas periféricas. Sabía que ella tenía dinero, no óbstate no sabía que venía de Villa Dinero.
Su ciudad natal era lujosa. Y encantadora en la forma en que todas las ciudades del noroeste se veían para alguien que se crío en California. Tenía algo que decir por haber crecido en una ciudad que era casi trescientos años más vieja de donde me crie yo. La mayoría de las casas que pasamos solo podrían describirse como fincas.
La plaza del pueblo era pintoresca, con pequeñas tiendas enmarcadas con el ayuntamiento en el centro. En su mayoría, de dos plantas con algunas históricas de tres torreones en casa esquina. Las personas estaban de compras mientras los más ligeros copos de nieve caían, brillando en el techo metal forjado
Oh, Dios mío. Lo juro por Dios, ¡reales cabezas de caballo de metal clavados ahí! ¡Como, donde la gente solía atar a sus caballos! ¡Al igual que, en los viejos tiempos!
—Sanny, tenemos que caminar un poco, ¡mira lo linda que es tu ciudad! ¡Mira todas las tiendas, y oh, ¡mira el árbol de Navidad en el centro! —exclame, señalando.
Enfrente del Ayuntamiento se encontraba un gran árbol, adornado con lazos rojos, adornos dorados y las luces blancas.
—Britt-Britt, ponen un árbol de Navidad frente al Ayuntamiento de San Francisco cada año.
—Esto es diferente, ¡esto es tan lindo! ¡Todo es tan viejo! ¿Qué es eso? —le pregunte, señalando una antigua casa gótica con una placa exterior. Cada ventana poseía una corona, las ventanas de arriba incluso tenían velas también.
Era tan bonita, debía tener algún significado histórico.
—Eso solía ser… sip, eso todavía es un Subway.
—¿Estación? —pregunte, confundida.
—No, como la tienda de sanwiches—respondió, riéndose de mi decaída expresión—No puedo creer que todavía este abierto, nadie come allí. No cuando hay un Lirrle Luigi´s. ¿Todavía quieres un bistec?
—¿Estoy respirando?
—Un bistec viene en camino—dijo, girando el coche por la ultima esquina de la plaza del pueblo—tienes que entender que aquí todo es viejo. Cada edifico solía ser algo más, cada edificio es reutilizado para otra cosa—explico, entrando en uno de los estacionamientos que estaba en diagonal a lo largo de la plaza—Excepto por ese estúpido centro comercial donde solía estar mi tienda de bicicletas.
Apago el motor y camino a mi lado. Al salir, respire el aire cubierto de nieve, sintiendo un cosquilleo en mis pulmones. El frio se sentía bien después del largo viaje en avión, y luego fue agradable estar un poco las piernas mientras caminábamos por la cuadra.
Mientras caminábamos, señalo las diferentes tiendas: la panadería donde fabricaban las mejores galletas azucaradas, el lugar donde conseguía sus zapatos nuevos cada año para la escuela, y mientras caminábamos y hablábamos, parecía cada vez menos nerviosa.
—Gracias a Dios, aún está aquí. Little Luigi´s—dijo, donde había una fila en la puerta en la noche fría. Se movía rápido, sin embargo, y pronto nos encontrábamos dentro. Tenía un agujero en la pared, con solo tres mesas y una barra. Asaban los filetes en una gran plancha negra, los pimientos y las cebollas chisporroteando. La gente ladraba órdenes, envolviendo emparedados, y el olor era celestial.
Cuando llego nuestro turno, Santana ordeno por las dos. Dos filetes, queso, cebolla, champiñones, con pimientos dulces calientes a un lado. Y lo más gracioso ocurrió. ¿Cuándo ordeno? Ese acento salió de la nada. Nunca la había oído antes. No de Nueva York o Nueva Jersey, este fue muy específico.
Mientras escuchaba a todos a mí alrededor, todos tenían el mismo acento, pero el de Santana era un acento latino combinado con el acento de los demás que vivían aquí, era bastante ligero, pero definitivamente apareció.
¿Eh?
Agarro un puñado de servilletas, vio a una familia dejando una de las mesas y fue capaz de atraparla. Dejándome con la mesa, se volvió por los emparedados. Había visto a Santana ordenar a un hombre con diez canasta de rollitos de primavera en la cabeza en Saigon. Le había visto pedir salchichas de una mujer gigante con un delantal en Salzburgo. Y en ninguna parte jamás la había visto más en casa de lo que se hallaba en esta tienda de emparedados en los suburbios de Filadelfia.
Con una amplia sonrisa y haciendo gala por fin de sus hoyuelos, volvió a la mesa.
Me enseño a extender el papel para atrapar las gotas, añadió sal y pimienta, y a continuación, como sostenerlo para que no se derramada por los lados. Luego mordió, y pura felicidad se apodero de su rostro. E hizo un sonido que solo le había escuchado hacer una vez. Y estaba muy feliz cuando lo hacía.
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—¿Santana López? —dijo una voz desde atrás, y se dio la vuelta con la boca llena de bistec. Rápidamente trago y se levantó. Una mujer mayor con un elegante moño plateado y un collar de perlas que podrían ahorcar a un caballo, la miraba con asombro.
—¿Sra. White? —pregunto, pasándose una mano a través de su cabello largo y suelto.
—¡Oh, Dios mío, eres, tu! ¡Nunca pensé que volvería a verte por aquí!—le dio un abrazo—¿Dónde, en el mundo, has estado? Lo último que escuche era que habías salido de Stanford.
—Sí, señora, y estoy todavía en la Costa Oeste, San Francisco, en realidad. ¿Cómo esta, como está la familia?
—¡Oh, bien, bien! Con la firma de Todd ahora, y ejerciendo el derecho corporativo. Está casado, con su primer pequeño en camino, y Tina se acaba de casar el pasado verano, y tienes que estar aquí para la reunión, ¡No puedo creer que seas tú! —dijo nuevamente, abrazándola fuerte. Se movió hacia delante, fuera de balance, mientras miraba sonriendo.
Me espió por encima de su hombro, y me miro de arriba abajo con interés perspicaz
—¿Y quién podría ser esta, San?
Se pasó la mano por el pelo nerviosamente de nuevo.
—Esta es Brittany Pierce. Britt, esta era nuestra vecina de al lado, la Sra. White—me dio una palmadita en el hombro tan duro que por poco se me cayó lo que quedaba de mi bistec. Lo cual era básicamente una mancha de grasa.
Extendí una mano hacia ella.
—Sra. White, es un placer conocerla, puede llamarme Britt. Usted ha de ser la persona que sabe todas las historias sobre las que San solía meterse en problemas, ¿Estoy en lo correcto?
—Me acuerdo de todo, Britt, mi mente es como una trampa de acero—dijo, tocando su sien—Pero olvide recordarle a Arthur sacara el pollo de la nevera, por lo que va a tener emparedado en la sala de TV—dijo, saludando al hombre en el mostrador que sostenía dos paquetes de torpedos.
Mirando a Santana cuidadosamente, ella le dio un palmadita en la mejilla.
—San, no puedo decir lo bueno que es verte. ¿Pasaras a vernos mientras estés en le ciudad? No aceptare un no por respuesta.
—Bueno, Sra. White, no estoy segura de sí tendremos tiempo puesto que la reunión es mañana por la noche, y antes de eso me gustaría mostrarle a Britt los alrededores y algo más. Nos vamos el domingo, así que…
—Almuerzo.
—¿Almuerzo? —pregunto.
—El almuerzo de mañana. Tienen que comer, ¿no?
Santana asintió.
Sonreí.
Me gustaba ella.
—Entonces está decidido. Nos vemos a las doce—asintió, resolviendo el asunto—Oh, no puedo esperar para decirle a Arthur que vendrás mañana, ¡estará tan contento!
—Gracias, señora—acordó.
—Tengo que correr, nos vemos entonces—dijo por encima del hombro, dirigiéndose a la noche.
—Ella es genial—comente, observando como Santana recogía los papeles de y servilletas restantes y los arrojaba a la papelera.
—Mmmm-hmmm.
—Eso estuvo bien—le dije, acariciando mi estómago.
—Mmm-hmm.
—Entonces, ¿ahora qué? —le pregunte, levantando las cejas ante el repentino cambio.
Los nervios volvían.
—¿Qué? Oh, bueno, iremos al hotel, ¿para registrarnos? Si, haremos eso—dijo, cambiando y saliendo del local.
Caminamos en silencio hasta el coche con la ligera viene que caía. Este viaje era muy importante para ella, y si solo me hubiera dado cuenta de lo que significaba el almuerzo: que estaría al lado de la casa en la que creció. Por primera vez en diez años.
Alcanzo mi mano y con esto se fue.
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Me tome unos minutos para limpiar mi bandeja de correo cuando regresamos al hotel. Intentaba muy duro dejar la oficina atrás, de modo que me limitaba a unos minutos aquí y allá, respondiendo solo a las preguntas que no podía dejar hasta el Lunes. Entonces me di una ducha, con ganas de deshacerme del avión y el olor a bistec, los cuales se quedaron.
Todavía húmeda, me dirigí a la habitación con mi toalla en mi cuerpo y con la otra en la cabeza, encontrando a Santana acostada en la cama. Las manos entrelazadas detrás de la cabeza, mirando al techo.
—Oye—dije en voz baja.
—Oye, ¿Qué tal la ducha?
—Fantástica, tienen una de esas regaderas tipo lluvia. Deberías tomar una antes de dormir.
—Podría.
Se hizo el silencio una vez más, y me acerque a la cama, sentándome a su lado.
—Gracias por traerme aquí. Es agradable ver el lugar donde creciste.
—Seguro—dijo, mirándome por primera vez.
Puse mi mano entre sus pechos suavemente.
—Oye.
—Oye—susurro de vuelta,
Me agache despacio, mirándola a los ojos. Roce mis labios suavemente contra los suyos, ligeros y rápidos. Cuando no se parto, la bese ora vez. Ella me dejo, mis labios tomando los suyos una tercera vez. Presione un poco más fuerte, y ella me dejo. Acaricie su lengua con la mía, sintiéndola responder mientras nos retorcíamos y enredábamos.
Su respiración se profundizo, su pulso se aceleró debajo de mí, y me apoya para alzarme. Sin quitar mi boca de la suya, deje que mis dedos desabrocharan sus botones, exponiendo la piel y sus pechos de bajo. Besándola a lo largo de la mandíbula, deje que mis labios saborearan justo por debajo de su oreja, sintiendo su suave cuello.
La sentí tensarse y sacudí mi lengua contra su lóbulo, provocando un siseo. Sus manos se alzaron a mi cintura mientras me arrastraba hacia atrás, dejando besos al bajar por su clavícula. Tirando de su camisa, sacándola de la cinturilla de sus pantalones, abrí de par en par, presionándome conto sus pechos. Su piel estaba caliente, se sentí divina contra la mía.
Necesitaba sentir más de ella.
Levantándome, mantuve las manos sobre ella todo el tiempo mientras le quitaba delicadamente la camisa, el sontén, luego el cinturón, y luego ultimo los calcetines y sus pantalones ajustados, hasta que la tuve desnuda y deseosa de pies a la luz de la luna, deje caer mi toalla.
—Britt—suspiro, y volví a trepar encima de ella montándola a horcajadas en la parte baja de sus piernas, la acaricie con mis manos. Sus manos fueron a mis pechos amasándolos. La acaricie su femineidad de arriba abajo, tocando su clítoris y dejando que sus caderas me dieran lo que ella necesitaba.
Jadeó.
Su pecho subiendo y bajando mientras tiraba con mi mano uno de sus pezones y con la otra seguía en su foco de placer. Arriba y abajo, tocando y retorciendo su clítoris, el cual estaba duro.
Era ella era la persona más erótica que había visto jamás en mi vida. Pase un dedo por su entrada a y ella envistió con fuerza.
—No durare mucho si sigues haciendo eso—gimió, sus dos manos torturando mis pezones.
—Esto no es sobre ellos—respondí, elevándome por encima de ella.
Me posicione para que nuestras caderas y centros se juntaran a la perfección. Introduje dos dedos dentro de ella. Preparada por solo la manera en que me miraba, me hundí centímetro a centímetro de perfección en ella, lentamente. Tan exquisitamente, mientras ella se esforzaba por permaneces inmóvil.
Una vez que estaba en lo profundo de ella y nuestros centros se rozaban a la perfección hice un lento giro de caderas, jadeando cuando la sentí entrar en mí con dos dedos también.
Imposible.
—¿Qué es… imposible? —gruño, cada musculo más tenso.
No sabía que había hablado en voz alta. No importaba, ella debería saberlo.
—Que nunca me cansare de esto, de lo que siento al tenerte dentro de mí y que yo esté dentro de ti—dije, estremeciéndome mientras ella empujada sus caderas y dedos hacia arriba. Me incline un poco hacia atrás, descansando mi mano libre en su muslo para hacer palanca mientras la tomaba y ella a mi nuevamente.
Alzándose sobre un codo, observo con fascinación la visión de nuestras manos deslizándose dentro y fuera de nuestros cuerpos. Luego su mano libre aparto mi pelo de mi cara, después la arrastro hasta mi cuello, entre mis pechos, descendió por mi estómago y se sumergió más abajo.
Esa mano, haciendo cirulos perfectos en mi clítoris, mientras su otra mano entraba y salía de mí, al igual que la mía. Nuestras caderas tomaron el control. La monte con fuera, subiendo y bajando, entrando y sacando mis dedos de ella y ella de mí.
—¡San. Eso. Es. Perfecto! —grite, sintiendo aproximarse mi orgasmo.
Ella se sentó por debajo de mí, y yo envolví mis pierdas alrededor de su cintura.
Penetrándome a un ritmo implacable, estrellándose contra mí.
Me sacudí mientras me venía, su propia liberación siguiéndome en un frenesí.
La sostuve contra mí, sin salir de ella y ella de mí, sin permitir que se alejara, mi cuerpo moldeado al suyo en un revoltijo de piel pegajosa y sudorosa, deslizándose y envistiendo, freática y furiosa.
Se quedó en silencio mientras me veía, sus ojos ardiendo al mirar los míos mientras la sostenía contra mi pecho, con mi mano libre, haciéndose pedazos, echo al cabeza hacia atrás, su fuerza se apoderó de mí, en seguida cayó sobre mí. Saque mi mano de ella, lamí mis dedos, ahora con mis dos manos libres la sostuve meciéndola, aun sintiendo sus dedos dentro de mí.
—Es imposible para mi amarte más—susurre, besando su frente.
Ella saco sus dedos de mí. También los lamio y se aferró a mi incluso con más fuerza.
***********************************************************
Ella tenía la cara blanca cuando nos presentamos en su calle al día siguiente, sus carnoso labios apretados en un línea. Y hablando de apretado, con el agarre que tenía sobre el volante, estaba cerda de arrancarlo. Cuando no estaba miraba a Santana, contemplaba las casas que pasábamos. Este era dinero de ricos viejos, apestoso dinero de sangre azul.
Ninguna McMansion a la vista. Solo propiedades de verdad.
Canchas de tenis, casas de piscina, y kilómetros de vallas. Seguía siendo un vecindario, sin embargo, las casas no se hallaban tan separadas como esas aisladas. Solo un barrió bordeado de robles majestuoso y lámparas de gas.
Y tres vehículos de seguridad. Hasta aquí.
No obstante era hermoso. Nos detuvimos en una casa de piedra y ladrillo de estilo Tudor con postigos negros. La poquita nieve que había caído estaba casi retirada, el camino y entrada prolijamente bordados. Las luces de navidad brillaban desde dentro, perfilando un enorme árbol, y había una corona de flores tan grande como mi cama sobre la puerta principal. La casa a la izquierda debía de ser de Santana, ya que era la que ella evitaba mirar por completo.
Algunos pinos a lo largo de la propiedad suavizaban la vista, pero una casa de ladrillo de estilo colonial, tan grande como las del resto del vecindario. Había bicicletas en el camino de entrada, bicis de niños.
Mientras caminábamos por el sendero de la casa, Santana dejo escapar una carcajada.
—No puedo creer que eso aun este aquí.
—¿El qué?
—Ellos renovaron los adoquines cuando yo estaba en la escuela primaria, y su hijo y yo escribíamos nuestros nombres en el cemento—señalo el primer escalón, y en la esquina puede distinguir su nombre.
Santana López.
—No habrías sido una muy buena vándala, firmaste con tu nombre completo, por amor de Dios—dije mientras ella tocaba el timbre.
Extendí la mano y le di un apretón en sus preciosas nalgas. Mientras me miraba con sorpresa, la puerta se abrió.
—¡Ahí estas, justo a tiempo! —canturreo la Sra. White, abriendo la puerta y apresurando a una sonrojada Santana a entrar. Ella insistió en que yo fuera primero y conseguí mi propio apretón en el trasero—Hace tanto frio afuera, ¡mira tus mejillas, de un rojo brillante! Es bueno que haya hecho que Arthur preparara un fuego. ¡Arthur, baja aquí!
Intercambiamos abrazos y besos en la mejilla, fuimos acompañadas a una sala de estar formal, pero muy cómoda, en donde, realmente, había un fuego crepitando.
Hice una pequeña charla con la Sra. White mientras Santana asimilaba todo subrepticiamente: la gran venta, el escritorio antiguo, el barco dentro de una botella sobre la repisa de la chimenea. La vi tomar una respiración profunda, volviéndose cuando entro el Sr. White.
—¡Santana, es tan genial verte! —dijo, caminando directo hacia Santana y estrechando su mano, y por consiguiente atrayéndola en un abrazo con un solo brazo.
—Sr. White, también es bueno vero, señor.
—No puedo decir como Peny seguía y seguía hablando sobre verte, cuando llegó ayer a casa por la noche. ¿Cómo has estado?
—Bien. He estado bien. ¿Oí que Todd está casado?
—Oh, sí, una muchacha agradable. Pero más importante, ¿Cómo estás tú? ¿Qué has hecho todos estos años? Oímos que fotografías, háblame sobre ello—el Sr. White coloco un brazo alrededor de los hombros de Santana y le guio a la biblioteca, la cual era toda de madera y se encontraba llena de libros, suficientes para necesitar una de esas escaleras deslizantes.
A lo que ellos desaparecieron al girar la esquina, mire hacia la Sra. White. Ella sonreí, pero sus ojos parecían un poquito húmedos.
—Sra. White, su casa es hermosa—empecé, y ella volvió su mirada vidriosa hacia la mía.
—Llámame Penny.
—No hasta que lo haga San—sonreí.
—Sra. White, entonces, esa chica nunca me llamara nada excepto eso. ¿Puedo traerte algo de beber, cariño? —pregunto, indicándome que la siguiera hacia donde había limonada, café, y…
—¿Es eso una barra de Bloody Mary? —pregunte.
—Oh, cielo, si—asintió, limpiándose un poco bajo los ojos con una mano con manicura—¿De qué tipo, Olive o Celery?
—¿Ambos?
—Siempre supe que San terminaría con una chica lista—me guiño un ojo y me sirvió. Mucho de Mary en ese Bloody…
Nos sentamos en el sofá y charlamos, manteniendo las coas ligeras.
Discutimos el diseño de su casa, ella estaba fascinada ro los interiores y había ayudado con todas las habitaciones de la casa. Hablamos un poco sobre la ciudad, y el número de años que su familia vivió aquí.
Muchos.
Y puesto que todos parecían estar pasando su tiempo en la bicicleta, finalmente cambiamos a Santana.
—No puedo decirte lo bueno que es verla. Todo el mundo aquí se había resignado a no verla nunca más otra vez luego de graduarse.
—No me dije de que ella no había vuelto desde… bueno, desde ese tiempo.
—No, ella se marchó ese Junio y esa fue la última vez que nadie la vio. Se mantuvo en contacto con unos pocos de sus amigos durante un tiempo, pero parecía necesitar la ruptura. Todos la entendimos, perder a su familia tan repentinamente.
—Me alegro de que volviera, este parece un lugar encantador para crecer.
—Lo era, y lo es. Maribel y Ricardo, sus padres, eran gente maravillosa. Tan trágico…—se interrumpió y se volvió hacia el escritorio—Creo que tengo alguna foto de ellos, fuera de su granja. Pasábamos tiempo allá con ellos casi cada verano. ¿Sabías que los López tenían una granja?
Negué con la cabeza.
No sabía nada.
Ella no compartía nada. No sobre esto.
La Sra. White revolvió algunos cajones luego saco un álbum.
—Creo que esto es todo… ¿Sí! Sí, aquí esta. Este es el verano en que Todd y San fueron atrapadas nadando desnudos con las chicas Wilson. ¡Esos dos!, como se criaron juntos desde chiquititos, no tenían tapujos sobre el sexo.
Se rio, dándole la vuelta a las fotos.
—Échale un vistazo a esta—dijo, tendiéndome una foto.
Dude.
Santana nunca me había mostrado nada sobre su familia.
¿Debería ser ella la que me la mostrara?
La curiosidad gano, y tome la foto.
Primero, deberíamos ser claros. La palabra granja significaba cosas diferentes para personas diferentes. Esto no era un huerto. Este era el escenario que significaba colinas, una casa de tres pisos y la imagen perfecta de un granero rojo asomándose entre los árboles. Esto era una granja del tipo “Pottery Barn”.
Pero es lo que había en el centro de la imagen lo que lleno mis ojos de lágrimas y me hizo querer abrazar a Santana por el resto de mis días.
Su padre era moreno, alto y de aspecto fantástico. ¿Su madre? Maravillosa. Saludable y vibrante, estaban de pie con su hija apenas en sus años de adolescencia, eran una muy linda y hermosa familia de latinos, los tres eran muy guapos.
Santana se hallaba en esa edad en la que todo el mundo es nada más que codos y rodillas, sin embargo lograbas ver que esta tipa seria devastadora. Entre escrutaba sus rostros, puede ver a Santana consiguió sus increíbles ojos marrones de su padre y su cegadora sonrisa y perfectos hoyuelos de su madre.
Aunque nunca les había conocido, nunca tuve una conversación con la gente que dio forma a Santana para ser la perfecta mujer maravillosamente perfecta que era hoy, sabía que miraba a una pequeña familia extraordinaria.
—Oh—fue todo lo que pude decir.
—Tan trágico—repitió la Sra. White, sacudiendo la cabeza y arrullando de forma reconfortante.
Le devolví la fotografía, respirando profundamente y asegurándome de que las lágrimas que habían aflorado estaban bajo control.
Ella cogió la imagen, el álbum y lo guardo.
—Ahora bien, ¿Qué en el mundo, están haciendo esos dos? ¿Arthur? ¿A dónde has llevado a San? —llamo, poniéndose de pie en un saldo.
Le pregunte si le importaría mandarme una copia de la foto. Sonrió y me dijo que me enviaría la original.
Nos encaminamos hacia la biblioteca, en donde encontramos otra chimenea con otro fuego crepitante. El Sr. White y Santana estaban sentados en sillas de cuero, con unos vasos junto a ambos.
El de Santana se encontraba vacío, pero el del Sr. White todavía tenía un resto de un licor de color oscuro.
La cara de Santana ya no estaba pálida, y en cambio sus ojos estaban un poquito rojos. Y los del Sr. White también. Ambos se levantaron cuando nos vieron.
Santana camino hasta mí. Vocalice ¿estás bien? Ella asintió, y tomo mi mano.
—Creo que la comida esta lista—anuncio la Sra. White, y nos encabezó el camino hasta el comedor.
Desapareció durante un momento todo el mundo se sentaba alrededor de la enorme mesa, con otra acogedora chimenea detrás de nosotros.
Mientras ella tomaba su asiento enfrente de su marido, le pregunte si había algo en lo que pudiera ayudar.
—Gracias, Britt, pero le he pedido a nuestra ama de llaves que nos ayude hoy—dijo.
Eso no parecía fuera de lugar en absoluto para comer ese día. Me sirvieron lubina asada con hinojo y puerro en una vajilla de porcelana blanca por un ama de llaves llamada Fran.
Dinero antiguo.
Gente muy dulce.
Al final, fue un rato muy agradable. Los White adularon a Santana y me mostraron fotos de ella que fueron todas con su familia mientras crecía. Contaron historias.
Santana conto historias, y todos nos reímos mucho.
Santana pregunto por la familia que vivía en la casa ahora.
—Gente muy agradable, se mudaron a la ciudad desde Boston después de casarse. Ambos son médicos, han tenido a sus hijas tarde. Dos chicas, de ocho y seis años. Hay varias familias nuevas en el vecindario, es agradable tener niños alrededor otra vez—dijo la Sra. White.
—Eso es bueno. Era una buena casa para vivir de niña—Santana se aclaró la garganta y fue hacia la ventana con los hombros tensos.
La ventana daba a si casa.
El fuego crepito y chisporroteo.
—Deberíamos irnos. Quiero llevar a Britt por los alrededores antes de que tengamos que prepararnos para la reunión de esta noche—dijo, su voz ronca. Empecé a camina hacia ella se volvió—Muchas gracias por tenernos aquí hoy, Sr. y Sra. White. No puedo decirles cuanto… Gracias.
Hora de irse.
La Sra. White fue hacia ella y la beso en la mejilla.
—Vuelve cuando quieras, ¿lo prometes?
Santana asintió.
Nos marchamos en una ráfaga de despidas y números intercambiados. Prometí enviarles fotos de San Francisco cuando volviéramos a casa, y mientras Arthur y Santana se despedían, Penny me llevo a un lado.
—Cuida de ella. Todavía tiene una bola de dolor dentro que nunca ha salido, y en el momento en que lo haga, será un infierno.
Asentí.
—Estoy en ello.
Me estudio durante un momento.
—Te creo, Brittany—me atrapo en un abrazo sorpresa.
Mientras que nos acomodábamos en el coche, ellos se despidieron con la mano desde los escalones delanteros antes de volver dentro.
—Parecen personas muy agradables—dije.
—Son los mejores. —respondió.
Mientras salíamos del camino de entrada, los árboles se aclararon y pude ver la casa de al lado. Era magnifica. Ladrillo por un día, camino circular, decorada para las vacaciones. Setos recortados, coronas en cada ventana, incluso en las ventanas del ático bajo los aleros. Un amplio jardín con lo que parecía la cochera original situada detrás de la casa principal.
—San—susurre mientras ella desacelero solo un poquito—Es una hermosa casa.
—Lo era, sí.
Giro el coche.
Cerebro quería pensar, Corazón dijo que la dejara. Escuche a Corazón.
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No me sentía segura de sí Santana todavía querría ir a la reunión. Parecía tan triste al dejar a los White, después de tener una visita tan buena con ellos.
Creo que ver la casa le había sacudido más de lo que ella pensó que lo haría. Pero una vez que volvimos a la ciudad, ella parecía recuperada. Su estado de ánimo se recuperó, me llevo a su escuela secundaria, al campo en donde jugaba la Pequeña Liga, y al lugar junto al arroyo a donde iba todo el mundo a darse el lote.
Me ofrecí. No puedes culpar a una chica…
Pero una vez que volvimos al hotel, compartimos una ducha.
Para ahorrar agua, obviamente.
Y para asegurarme de que Santana tenía un poco de ánimo extra en su paso, me puse de rodillas y le hice unos masajes en su centro de placer, justo allí en la ducha.
Porque soy así de considerada.
Cuando Santana y yo entramos con energía en el vestíbulo del Hotel Wainwright, ella estaba calmada y serena. Con un toque de resplandor. Vestida con unos pantalones váquenos negros ajustados, una camisa que se ajustaba perfecto a sus pechos de color azul, una chaqueta de cuero negra y unas botas de tacón negras.
Una mujer de mundo una trotamundos, una susurradora de gatos que vendería su alma por un pastel de manzana.
Y era mía.
Seguimos los carteles para la reunión de diez años de la escuela secundaria de Newbury, deteniéndonos fuera del salón de baile para dejar mi abrigo. Mientras ella me ayudaba a deslizar el abrigo por mis brazos, silbo.
—Britt—dijo en voz baja—Me doy cuenta de que dije esto antes, pero te ves jodidamente fantástica.
Sonreí, dando una vuelta para que pudiera ver mi vestido. Fui por el estilo bomba sexual, como haces cuando vas a la reunión de la escuela secundaria de tu pareja.
Falta roja, botas negras de cuero, y ella no estaría sorprendía más tarde cuando descubriera que aquello era todo lo que llevaba.
Supuse que era mejor ir a lo grande o irse a casa. Y si ella necesitaba algo de ánimo luego, no me oponía a que colocara su mano por debajo de mi falda y dejarle tener algo de roce.
Ahora estamos a menos de cinco metros del escritor de registro, y mientras nos acercábamos al grupo que se reunía allí, ella se detuvo el instante más pequeño.
Le di un apretón a su mano, y sus ojos chocan con los míos.
—Vamos, Wallbanger, muéstrame—bromeé, y ella sonrió.
Nos movimos hacia el escritorio, y cuando le dijo su nombre a la señora, oí un jadeo detrás de nosotras en la fila.
—De ninguna jodida manera. ¿Santana López está aquí? ¿Vino?
La voz se extendió rápidamente, y para el momento en el que ella tenía su nombre en una etiqueta pegada en la parte delantera de su chaqueta, todo el mundo estaba vibrando de excitación. Entramos, y de repente puede apreciar el sentimiento que deben experimentar las estrellas de cine cuando salen de una limusina en un estreno. Todo el mundo nos miraba.
Siempre estaba en el trabajo antes de cualquier otro, y casi sin falta cerré la oficina todos los días. Apague incendios, entrene a Mónica, incluso hice la nómina de pago un par de veces más. Era una locura, frenético, increíblemente agitado.
Había días en que apenas veía la luz del día, comíamos cada comida directamente desde el horno microondas, y la única vez que me senté fue a hacer pis. E incluso entonces, leía los correos electrónicos. Por favor, ¿Cómo si todo el mundo no llevara su teléfono al baño para leer?
Y a través de la locura, lo frenético, la vida increíblemente agitada que lideraba, conseguía hacer mi mierda. No solo estaba manejándolo, ahora realmente me encontraba delante de la curva. Me había convertido en una especie de acaparadora de la gestión del tiempo, reteniendo el mío propio.
Caminaba no con un arrastre, sino con un rebote, corría de reunión en reunión y de un sitio de trabajo a otro con un renovador sentido de propósito. Me hallaba cansada, pero a la vez feliz de una forma extraña. Cogiendo el ritmo de las cosas. Aun me sentía estresada, pero era un estrés bueno.
Estaba antes de lo previsto d en el proyecto del hotel, y ni siquiera era capaz de empezar a trabajar en un par de proyectos de Navidad. Si eras muy rico, no hacías tu propia decoración de Navidad.
¡Cielos, no!
Contratabas a alguien. Al principio pensé que con Emma desaparecida, necesitaría contactar con algunas de las demás empresas de diseño con las que nos llevábamos bien y cultivar algo de ellas, y sin embargo no podía hacerlo.
Necesitaba asegurarme de que todo en Emma Designs funcionaba de la misma manera que cuando estaba Emma realmente en la residencia. Por lo que dormía menos. Y me puse a trabajar en las cubiertas de los pasillos con amas de Red Bull.
Santana se hallaba en casa. Su viaje a Plymouth debería haberla mantenida ocupada hasta justo antes de la reunión, pero ahora tenía algo de tiempo libre.
Algo que generalmente no poseía mucho. Pero en este momento sí. Después de llegar a casa una noche para encontrar un regalo de Lord Tubbington en su propio zapato, acordó que, en vez de pasar un par de noches a la semana en Sausalito, resultaría más fácil simplemente salir de allí y traer el pequeño cagador de zapatos. Así Lord Tubbington era ahora un gato viajero. Y tenía otra madre ama-de-casa.
Ambos tenían una pelota, explorando la nueva casa y pasando horas mirando por la ventana de la pared. Lord Tubbington tuvo tanto espacio, y disfrutaba de todos los armarios y camas en donde pudiera esconderse arriba y abajo.
Santana se hizo cargo del juego nocturno de Ocultar Premios, algo para lo que, desafortunadamente, yo ya no tenía tiempo. Una fría noche llegue tarde a casa y halle a Santana sosteniendo a Lord Tubbington en la ventana, haciendo huellas impresas donde estaba empañado y hablando de lo lejos que estaba la ciudad de San Francisco.
Sonrió al verme, pero no dejo de hablar de lo fría que era el agua y como Lord Tubbington debería intentar nadar de regreso a la ciudad. Lord Tubbington asintió sabiamente y presiono otra huella en la ventana.
Ahora que Santana tenía mucho tiempo libre, practicaba ciclismo la mayoría de los días, enviándome textos e imágenes de todo el condado de Marin.
Tenía un restaurante favorito, un lugar favorito para tomar café en la mañana, un deli favorito, tenía un nuevo favorito para todo.
Para tu información, su posición favorita continuaba siendo en la que sea que estuviera yo dentro y sus dedos dentro de mí. Y que aunque me sentía agotada casi todas las noches, me las arreglaba para tener un tiempo desnuda con mi Wallbanger.
Que dificultades.
Y como todo ese tiempo libre llegaron visitas inesperadas. Más visitas entrometidas. Varias llamadas telefónicas al día. Tenía todo el tiempo, y no parecía entender por qué yo no estaba todo el tiempo. Lógicamente entendía que trabajaba más que nunca, y que era feliz. No le impedía tratar de tirarme nuevamente en la cama cada mañana.
Y mierda, eso era difícil. Porque es muy difícil salir de la cama cada mañana cuando tienes a una despeinada Wallbanger aferrándose a tu pijama. Porque, y digo esto con orgullo, “su posición favorita continuaba siendo en la que sea que estuviera yo dentro y sus dedos dentro de mí”.
En serio, estaba allí todo el tiempo. También me había recordado varias vece que yo no estaba. Mmm
Emma y Will dejaron Italia y se dirigieron a Praga, pensando en pasar uno días en la ciudad y luego explorar la campiña Checa. Me maraville por las fotos que me envió por correo electrónico, dejándole decirme todo sobre el maravilloso momento que pasaba con su marido. Se relajó en una forma que no la había visto en años, y mea segura de que me diría lo mucho que apreciaba que su “dinamo oficina” manejara todo para poder tener este momento con su nuevo esposo. Era raro escucharla referirse a Will como su esposo; estuvieron comprometidos durante tanto tiempo que había sido su novio todo el tiempo que la conocía.
Le pregunte una vez que los hizo decidir avanzar finalmente y elegir una fecha.
Habíamos estado sentadas en la sala de conferencias, con la muestra de pasteles que el panadero trajo por una mañana, tratando de decidir cuál sería el pastel de bodas. La atrape mirando su anillo, teniendo una sonrisa secreta, y le pregunté.
—No lose. Un día, solo lo mire y supe que me encontraba lista para ser su esposa. Había construido mi negocio, logre todas las metas que me propuse en mis veinte años y un montón que había puesto en mis treinta años, y se sentía como el momento adecuado—sonio, colocando a un lado la crema de chocolate con relleno de frambuesa para tomar otro sabor. Tuve la sensación de que aquel seria el ganador. Lo fue—Además, ¿has visto su trasero? Oh, mira lo que le estoy preguntando a la presidenta del Club de Fans de Will—bromeo.
—Tendrías que saber que gane esa elección limpiamente. No es mi culpa que Rach y Marley no supieran que votábamos ese día. Sin trucos ni nada—explique.
Hablando de mis amigas, todo estaba tranquilo respecto a Marley y Kitty. No las había visto desde la noche de juegos, y Rach planeaba volver a intentarlo antes de Navidad. Algo para lo que no algo para lo que trataba de convencerla de que no lo hiciera. Pero cuando nos invitó a su fiesta de Navidad, ninguna trato de salir de ella. De hecho, las dos parecían estar deseando que llegara. ¿Quién sabía que me darían esta vez? Ambas continuaron saliendo, y mucho, pero rara vez fueron más allá de una segunda cita.
Imagínate mi sorpresa.
Con el fin de salir de viaje a Filadelfia para un fin de semana en el centro de una de mis temporadas más concurridas, trabaje prácticamente todo el día, noches, y los Sábados para despejar mi agenta lo suficiente para conseguir dejar todo atrás y simplemente estar con mi Santana. Nunca fue una cuestión de no ir, no existía forma en la tierra en que le permitiría hacer esto sola.
Se encontraba tan nerviosa.
La noche antes de irnos tuvo una pesadilla, y hoy en el avión apenas hablaba. Cuando lo hacía, era cortante y rápido. En lo que el avión aterrizo, se volvió hacia mí y dijo:
—Voy a pedir disculpas ahora por ser una idiota este fin de semana, en caso de serlo. No estoy planeándolo pero si sucede, lo siento.
Le acaricie la mano y la bese en la nariz.
—Disculpa pre-aceptada. Ahora muéstrame tu ciudad, no puedo esperar para ver tu Campana de la Libertad.
Medio sonrió, mostrando apenas sus hoyuelos, y me cogió la mano mientras salíamos del avión.
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Filadelfia era una ciudad en la que nunca había estado, y me hubiera gustado tener más tiempo para explorar. Pero este fin de semana no se trataba de complacer mi recreación de Rocky Run hasta la escalinata del museo de arte, sino más bien de ser cualquier cosa y lo que sea que Santana necesitara. Además, aparentemente trasladaron la estatua de Rocky desde lo alto de las escaleras a uno de sus costados, de todos modos. Pffff.
Recogimos el coche de alquiler, tiramos nuestras maletas en la parte de atrás, y nos dirigimos al hotel. Con el viaje a través del campo, ya era de noche cuando llegamos a la parte de la ciudad donde Santana creció, pero se ilumino mientras comenzó a nombrar los lugares que reconocía. Y lugares que no.
—¿En qué momento cerro la tienda de bicicletas? Oh, aquel era el lugar donde conseguí mi primera bicicleta sin ruedas de entrenamiento. ¿Por qué hay un mini-centro comercial alii, cuando fue que eso abrió?
—¿Cuándo fue la última vez que estuviste aquí, Sanny? —le pregunte.
—Um, unas pocas semanas posteriores a la graduación, supongo—dijo distraídamente, sus ojos iban y venían de ambos lados de la calle.
—¿De verdad no has estado aquí desde que tenías dieciocho años? —pregunté, asombrada.
—¿Por qué volvería? —pregunto, haciendo un giro y llevándonos justo en medio de la plaza del pueblo.
Cuando Santana dijo que creció en Filadelfia, eso no era técnicamente cierto. Ya sus padres eran latinos y cuando llegaron a Estados Unidos y se mudaron a Filadelfia poco antes que ella naciera. Se crio en una de las muchas comunidades secundarias, los municipios más pequeños que componen las áreas periféricas. Sabía que ella tenía dinero, no óbstate no sabía que venía de Villa Dinero.
Su ciudad natal era lujosa. Y encantadora en la forma en que todas las ciudades del noroeste se veían para alguien que se crío en California. Tenía algo que decir por haber crecido en una ciudad que era casi trescientos años más vieja de donde me crie yo. La mayoría de las casas que pasamos solo podrían describirse como fincas.
La plaza del pueblo era pintoresca, con pequeñas tiendas enmarcadas con el ayuntamiento en el centro. En su mayoría, de dos plantas con algunas históricas de tres torreones en casa esquina. Las personas estaban de compras mientras los más ligeros copos de nieve caían, brillando en el techo metal forjado
Oh, Dios mío. Lo juro por Dios, ¡reales cabezas de caballo de metal clavados ahí! ¡Como, donde la gente solía atar a sus caballos! ¡Al igual que, en los viejos tiempos!
—Sanny, tenemos que caminar un poco, ¡mira lo linda que es tu ciudad! ¡Mira todas las tiendas, y oh, ¡mira el árbol de Navidad en el centro! —exclame, señalando.
Enfrente del Ayuntamiento se encontraba un gran árbol, adornado con lazos rojos, adornos dorados y las luces blancas.
—Britt-Britt, ponen un árbol de Navidad frente al Ayuntamiento de San Francisco cada año.
—Esto es diferente, ¡esto es tan lindo! ¡Todo es tan viejo! ¿Qué es eso? —le pregunte, señalando una antigua casa gótica con una placa exterior. Cada ventana poseía una corona, las ventanas de arriba incluso tenían velas también.
Era tan bonita, debía tener algún significado histórico.
—Eso solía ser… sip, eso todavía es un Subway.
—¿Estación? —pregunte, confundida.
—No, como la tienda de sanwiches—respondió, riéndose de mi decaída expresión—No puedo creer que todavía este abierto, nadie come allí. No cuando hay un Lirrle Luigi´s. ¿Todavía quieres un bistec?
—¿Estoy respirando?
—Un bistec viene en camino—dijo, girando el coche por la ultima esquina de la plaza del pueblo—tienes que entender que aquí todo es viejo. Cada edifico solía ser algo más, cada edificio es reutilizado para otra cosa—explico, entrando en uno de los estacionamientos que estaba en diagonal a lo largo de la plaza—Excepto por ese estúpido centro comercial donde solía estar mi tienda de bicicletas.
Apago el motor y camino a mi lado. Al salir, respire el aire cubierto de nieve, sintiendo un cosquilleo en mis pulmones. El frio se sentía bien después del largo viaje en avión, y luego fue agradable estar un poco las piernas mientras caminábamos por la cuadra.
Mientras caminábamos, señalo las diferentes tiendas: la panadería donde fabricaban las mejores galletas azucaradas, el lugar donde conseguía sus zapatos nuevos cada año para la escuela, y mientras caminábamos y hablábamos, parecía cada vez menos nerviosa.
—Gracias a Dios, aún está aquí. Little Luigi´s—dijo, donde había una fila en la puerta en la noche fría. Se movía rápido, sin embargo, y pronto nos encontrábamos dentro. Tenía un agujero en la pared, con solo tres mesas y una barra. Asaban los filetes en una gran plancha negra, los pimientos y las cebollas chisporroteando. La gente ladraba órdenes, envolviendo emparedados, y el olor era celestial.
Cuando llego nuestro turno, Santana ordeno por las dos. Dos filetes, queso, cebolla, champiñones, con pimientos dulces calientes a un lado. Y lo más gracioso ocurrió. ¿Cuándo ordeno? Ese acento salió de la nada. Nunca la había oído antes. No de Nueva York o Nueva Jersey, este fue muy específico.
Mientras escuchaba a todos a mí alrededor, todos tenían el mismo acento, pero el de Santana era un acento latino combinado con el acento de los demás que vivían aquí, era bastante ligero, pero definitivamente apareció.
¿Eh?
Agarro un puñado de servilletas, vio a una familia dejando una de las mesas y fue capaz de atraparla. Dejándome con la mesa, se volvió por los emparedados. Había visto a Santana ordenar a un hombre con diez canasta de rollitos de primavera en la cabeza en Saigon. Le había visto pedir salchichas de una mujer gigante con un delantal en Salzburgo. Y en ninguna parte jamás la había visto más en casa de lo que se hallaba en esta tienda de emparedados en los suburbios de Filadelfia.
Con una amplia sonrisa y haciendo gala por fin de sus hoyuelos, volvió a la mesa.
Me enseño a extender el papel para atrapar las gotas, añadió sal y pimienta, y a continuación, como sostenerlo para que no se derramada por los lados. Luego mordió, y pura felicidad se apodero de su rostro. E hizo un sonido que solo le había escuchado hacer una vez. Y estaba muy feliz cuando lo hacía.
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—¿Santana López? —dijo una voz desde atrás, y se dio la vuelta con la boca llena de bistec. Rápidamente trago y se levantó. Una mujer mayor con un elegante moño plateado y un collar de perlas que podrían ahorcar a un caballo, la miraba con asombro.
—¿Sra. White? —pregunto, pasándose una mano a través de su cabello largo y suelto.
—¡Oh, Dios mío, eres, tu! ¡Nunca pensé que volvería a verte por aquí!—le dio un abrazo—¿Dónde, en el mundo, has estado? Lo último que escuche era que habías salido de Stanford.
—Sí, señora, y estoy todavía en la Costa Oeste, San Francisco, en realidad. ¿Cómo esta, como está la familia?
—¡Oh, bien, bien! Con la firma de Todd ahora, y ejerciendo el derecho corporativo. Está casado, con su primer pequeño en camino, y Tina se acaba de casar el pasado verano, y tienes que estar aquí para la reunión, ¡No puedo creer que seas tú! —dijo nuevamente, abrazándola fuerte. Se movió hacia delante, fuera de balance, mientras miraba sonriendo.
Me espió por encima de su hombro, y me miro de arriba abajo con interés perspicaz
—¿Y quién podría ser esta, San?
Se pasó la mano por el pelo nerviosamente de nuevo.
—Esta es Brittany Pierce. Britt, esta era nuestra vecina de al lado, la Sra. White—me dio una palmadita en el hombro tan duro que por poco se me cayó lo que quedaba de mi bistec. Lo cual era básicamente una mancha de grasa.
Extendí una mano hacia ella.
—Sra. White, es un placer conocerla, puede llamarme Britt. Usted ha de ser la persona que sabe todas las historias sobre las que San solía meterse en problemas, ¿Estoy en lo correcto?
—Me acuerdo de todo, Britt, mi mente es como una trampa de acero—dijo, tocando su sien—Pero olvide recordarle a Arthur sacara el pollo de la nevera, por lo que va a tener emparedado en la sala de TV—dijo, saludando al hombre en el mostrador que sostenía dos paquetes de torpedos.
Mirando a Santana cuidadosamente, ella le dio un palmadita en la mejilla.
—San, no puedo decir lo bueno que es verte. ¿Pasaras a vernos mientras estés en le ciudad? No aceptare un no por respuesta.
—Bueno, Sra. White, no estoy segura de sí tendremos tiempo puesto que la reunión es mañana por la noche, y antes de eso me gustaría mostrarle a Britt los alrededores y algo más. Nos vamos el domingo, así que…
—Almuerzo.
—¿Almuerzo? —pregunto.
—El almuerzo de mañana. Tienen que comer, ¿no?
Santana asintió.
Sonreí.
Me gustaba ella.
—Entonces está decidido. Nos vemos a las doce—asintió, resolviendo el asunto—Oh, no puedo esperar para decirle a Arthur que vendrás mañana, ¡estará tan contento!
—Gracias, señora—acordó.
—Tengo que correr, nos vemos entonces—dijo por encima del hombro, dirigiéndose a la noche.
—Ella es genial—comente, observando como Santana recogía los papeles de y servilletas restantes y los arrojaba a la papelera.
—Mmmm-hmmm.
—Eso estuvo bien—le dije, acariciando mi estómago.
—Mmm-hmm.
—Entonces, ¿ahora qué? —le pregunte, levantando las cejas ante el repentino cambio.
Los nervios volvían.
—¿Qué? Oh, bueno, iremos al hotel, ¿para registrarnos? Si, haremos eso—dijo, cambiando y saliendo del local.
Caminamos en silencio hasta el coche con la ligera viene que caía. Este viaje era muy importante para ella, y si solo me hubiera dado cuenta de lo que significaba el almuerzo: que estaría al lado de la casa en la que creció. Por primera vez en diez años.
Alcanzo mi mano y con esto se fue.
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Me tome unos minutos para limpiar mi bandeja de correo cuando regresamos al hotel. Intentaba muy duro dejar la oficina atrás, de modo que me limitaba a unos minutos aquí y allá, respondiendo solo a las preguntas que no podía dejar hasta el Lunes. Entonces me di una ducha, con ganas de deshacerme del avión y el olor a bistec, los cuales se quedaron.
Todavía húmeda, me dirigí a la habitación con mi toalla en mi cuerpo y con la otra en la cabeza, encontrando a Santana acostada en la cama. Las manos entrelazadas detrás de la cabeza, mirando al techo.
—Oye—dije en voz baja.
—Oye, ¿Qué tal la ducha?
—Fantástica, tienen una de esas regaderas tipo lluvia. Deberías tomar una antes de dormir.
—Podría.
Se hizo el silencio una vez más, y me acerque a la cama, sentándome a su lado.
—Gracias por traerme aquí. Es agradable ver el lugar donde creciste.
—Seguro—dijo, mirándome por primera vez.
Puse mi mano entre sus pechos suavemente.
—Oye.
—Oye—susurro de vuelta,
Me agache despacio, mirándola a los ojos. Roce mis labios suavemente contra los suyos, ligeros y rápidos. Cuando no se parto, la bese ora vez. Ella me dejo, mis labios tomando los suyos una tercera vez. Presione un poco más fuerte, y ella me dejo. Acaricie su lengua con la mía, sintiéndola responder mientras nos retorcíamos y enredábamos.
Su respiración se profundizo, su pulso se aceleró debajo de mí, y me apoya para alzarme. Sin quitar mi boca de la suya, deje que mis dedos desabrocharan sus botones, exponiendo la piel y sus pechos de bajo. Besándola a lo largo de la mandíbula, deje que mis labios saborearan justo por debajo de su oreja, sintiendo su suave cuello.
La sentí tensarse y sacudí mi lengua contra su lóbulo, provocando un siseo. Sus manos se alzaron a mi cintura mientras me arrastraba hacia atrás, dejando besos al bajar por su clavícula. Tirando de su camisa, sacándola de la cinturilla de sus pantalones, abrí de par en par, presionándome conto sus pechos. Su piel estaba caliente, se sentí divina contra la mía.
Necesitaba sentir más de ella.
Levantándome, mantuve las manos sobre ella todo el tiempo mientras le quitaba delicadamente la camisa, el sontén, luego el cinturón, y luego ultimo los calcetines y sus pantalones ajustados, hasta que la tuve desnuda y deseosa de pies a la luz de la luna, deje caer mi toalla.
—Britt—suspiro, y volví a trepar encima de ella montándola a horcajadas en la parte baja de sus piernas, la acaricie con mis manos. Sus manos fueron a mis pechos amasándolos. La acaricie su femineidad de arriba abajo, tocando su clítoris y dejando que sus caderas me dieran lo que ella necesitaba.
Jadeó.
Su pecho subiendo y bajando mientras tiraba con mi mano uno de sus pezones y con la otra seguía en su foco de placer. Arriba y abajo, tocando y retorciendo su clítoris, el cual estaba duro.
Era ella era la persona más erótica que había visto jamás en mi vida. Pase un dedo por su entrada a y ella envistió con fuerza.
—No durare mucho si sigues haciendo eso—gimió, sus dos manos torturando mis pezones.
—Esto no es sobre ellos—respondí, elevándome por encima de ella.
Me posicione para que nuestras caderas y centros se juntaran a la perfección. Introduje dos dedos dentro de ella. Preparada por solo la manera en que me miraba, me hundí centímetro a centímetro de perfección en ella, lentamente. Tan exquisitamente, mientras ella se esforzaba por permaneces inmóvil.
Una vez que estaba en lo profundo de ella y nuestros centros se rozaban a la perfección hice un lento giro de caderas, jadeando cuando la sentí entrar en mí con dos dedos también.
Imposible.
—¿Qué es… imposible? —gruño, cada musculo más tenso.
No sabía que había hablado en voz alta. No importaba, ella debería saberlo.
—Que nunca me cansare de esto, de lo que siento al tenerte dentro de mí y que yo esté dentro de ti—dije, estremeciéndome mientras ella empujada sus caderas y dedos hacia arriba. Me incline un poco hacia atrás, descansando mi mano libre en su muslo para hacer palanca mientras la tomaba y ella a mi nuevamente.
Alzándose sobre un codo, observo con fascinación la visión de nuestras manos deslizándose dentro y fuera de nuestros cuerpos. Luego su mano libre aparto mi pelo de mi cara, después la arrastro hasta mi cuello, entre mis pechos, descendió por mi estómago y se sumergió más abajo.
Esa mano, haciendo cirulos perfectos en mi clítoris, mientras su otra mano entraba y salía de mí, al igual que la mía. Nuestras caderas tomaron el control. La monte con fuera, subiendo y bajando, entrando y sacando mis dedos de ella y ella de mí.
—¡San. Eso. Es. Perfecto! —grite, sintiendo aproximarse mi orgasmo.
Ella se sentó por debajo de mí, y yo envolví mis pierdas alrededor de su cintura.
Penetrándome a un ritmo implacable, estrellándose contra mí.
Me sacudí mientras me venía, su propia liberación siguiéndome en un frenesí.
La sostuve contra mí, sin salir de ella y ella de mí, sin permitir que se alejara, mi cuerpo moldeado al suyo en un revoltijo de piel pegajosa y sudorosa, deslizándose y envistiendo, freática y furiosa.
Se quedó en silencio mientras me veía, sus ojos ardiendo al mirar los míos mientras la sostenía contra mi pecho, con mi mano libre, haciéndose pedazos, echo al cabeza hacia atrás, su fuerza se apoderó de mí, en seguida cayó sobre mí. Saque mi mano de ella, lamí mis dedos, ahora con mis dos manos libres la sostuve meciéndola, aun sintiendo sus dedos dentro de mí.
—Es imposible para mi amarte más—susurre, besando su frente.
Ella saco sus dedos de mí. También los lamio y se aferró a mi incluso con más fuerza.
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Ella tenía la cara blanca cuando nos presentamos en su calle al día siguiente, sus carnoso labios apretados en un línea. Y hablando de apretado, con el agarre que tenía sobre el volante, estaba cerda de arrancarlo. Cuando no estaba miraba a Santana, contemplaba las casas que pasábamos. Este era dinero de ricos viejos, apestoso dinero de sangre azul.
Ninguna McMansion a la vista. Solo propiedades de verdad.
Canchas de tenis, casas de piscina, y kilómetros de vallas. Seguía siendo un vecindario, sin embargo, las casas no se hallaban tan separadas como esas aisladas. Solo un barrió bordeado de robles majestuoso y lámparas de gas.
Y tres vehículos de seguridad. Hasta aquí.
No obstante era hermoso. Nos detuvimos en una casa de piedra y ladrillo de estilo Tudor con postigos negros. La poquita nieve que había caído estaba casi retirada, el camino y entrada prolijamente bordados. Las luces de navidad brillaban desde dentro, perfilando un enorme árbol, y había una corona de flores tan grande como mi cama sobre la puerta principal. La casa a la izquierda debía de ser de Santana, ya que era la que ella evitaba mirar por completo.
Algunos pinos a lo largo de la propiedad suavizaban la vista, pero una casa de ladrillo de estilo colonial, tan grande como las del resto del vecindario. Había bicicletas en el camino de entrada, bicis de niños.
Mientras caminábamos por el sendero de la casa, Santana dejo escapar una carcajada.
—No puedo creer que eso aun este aquí.
—¿El qué?
—Ellos renovaron los adoquines cuando yo estaba en la escuela primaria, y su hijo y yo escribíamos nuestros nombres en el cemento—señalo el primer escalón, y en la esquina puede distinguir su nombre.
Santana López.
—No habrías sido una muy buena vándala, firmaste con tu nombre completo, por amor de Dios—dije mientras ella tocaba el timbre.
Extendí la mano y le di un apretón en sus preciosas nalgas. Mientras me miraba con sorpresa, la puerta se abrió.
—¡Ahí estas, justo a tiempo! —canturreo la Sra. White, abriendo la puerta y apresurando a una sonrojada Santana a entrar. Ella insistió en que yo fuera primero y conseguí mi propio apretón en el trasero—Hace tanto frio afuera, ¡mira tus mejillas, de un rojo brillante! Es bueno que haya hecho que Arthur preparara un fuego. ¡Arthur, baja aquí!
Intercambiamos abrazos y besos en la mejilla, fuimos acompañadas a una sala de estar formal, pero muy cómoda, en donde, realmente, había un fuego crepitando.
Hice una pequeña charla con la Sra. White mientras Santana asimilaba todo subrepticiamente: la gran venta, el escritorio antiguo, el barco dentro de una botella sobre la repisa de la chimenea. La vi tomar una respiración profunda, volviéndose cuando entro el Sr. White.
—¡Santana, es tan genial verte! —dijo, caminando directo hacia Santana y estrechando su mano, y por consiguiente atrayéndola en un abrazo con un solo brazo.
—Sr. White, también es bueno vero, señor.
—No puedo decir como Peny seguía y seguía hablando sobre verte, cuando llegó ayer a casa por la noche. ¿Cómo has estado?
—Bien. He estado bien. ¿Oí que Todd está casado?
—Oh, sí, una muchacha agradable. Pero más importante, ¿Cómo estás tú? ¿Qué has hecho todos estos años? Oímos que fotografías, háblame sobre ello—el Sr. White coloco un brazo alrededor de los hombros de Santana y le guio a la biblioteca, la cual era toda de madera y se encontraba llena de libros, suficientes para necesitar una de esas escaleras deslizantes.
A lo que ellos desaparecieron al girar la esquina, mire hacia la Sra. White. Ella sonreí, pero sus ojos parecían un poquito húmedos.
—Sra. White, su casa es hermosa—empecé, y ella volvió su mirada vidriosa hacia la mía.
—Llámame Penny.
—No hasta que lo haga San—sonreí.
—Sra. White, entonces, esa chica nunca me llamara nada excepto eso. ¿Puedo traerte algo de beber, cariño? —pregunto, indicándome que la siguiera hacia donde había limonada, café, y…
—¿Es eso una barra de Bloody Mary? —pregunte.
—Oh, cielo, si—asintió, limpiándose un poco bajo los ojos con una mano con manicura—¿De qué tipo, Olive o Celery?
—¿Ambos?
—Siempre supe que San terminaría con una chica lista—me guiño un ojo y me sirvió. Mucho de Mary en ese Bloody…
Nos sentamos en el sofá y charlamos, manteniendo las coas ligeras.
Discutimos el diseño de su casa, ella estaba fascinada ro los interiores y había ayudado con todas las habitaciones de la casa. Hablamos un poco sobre la ciudad, y el número de años que su familia vivió aquí.
Muchos.
Y puesto que todos parecían estar pasando su tiempo en la bicicleta, finalmente cambiamos a Santana.
—No puedo decirte lo bueno que es verla. Todo el mundo aquí se había resignado a no verla nunca más otra vez luego de graduarse.
—No me dije de que ella no había vuelto desde… bueno, desde ese tiempo.
—No, ella se marchó ese Junio y esa fue la última vez que nadie la vio. Se mantuvo en contacto con unos pocos de sus amigos durante un tiempo, pero parecía necesitar la ruptura. Todos la entendimos, perder a su familia tan repentinamente.
—Me alegro de que volviera, este parece un lugar encantador para crecer.
—Lo era, y lo es. Maribel y Ricardo, sus padres, eran gente maravillosa. Tan trágico…—se interrumpió y se volvió hacia el escritorio—Creo que tengo alguna foto de ellos, fuera de su granja. Pasábamos tiempo allá con ellos casi cada verano. ¿Sabías que los López tenían una granja?
Negué con la cabeza.
No sabía nada.
Ella no compartía nada. No sobre esto.
La Sra. White revolvió algunos cajones luego saco un álbum.
—Creo que esto es todo… ¿Sí! Sí, aquí esta. Este es el verano en que Todd y San fueron atrapadas nadando desnudos con las chicas Wilson. ¡Esos dos!, como se criaron juntos desde chiquititos, no tenían tapujos sobre el sexo.
Se rio, dándole la vuelta a las fotos.
—Échale un vistazo a esta—dijo, tendiéndome una foto.
Dude.
Santana nunca me había mostrado nada sobre su familia.
¿Debería ser ella la que me la mostrara?
La curiosidad gano, y tome la foto.
Primero, deberíamos ser claros. La palabra granja significaba cosas diferentes para personas diferentes. Esto no era un huerto. Este era el escenario que significaba colinas, una casa de tres pisos y la imagen perfecta de un granero rojo asomándose entre los árboles. Esto era una granja del tipo “Pottery Barn”.
Pero es lo que había en el centro de la imagen lo que lleno mis ojos de lágrimas y me hizo querer abrazar a Santana por el resto de mis días.
Su padre era moreno, alto y de aspecto fantástico. ¿Su madre? Maravillosa. Saludable y vibrante, estaban de pie con su hija apenas en sus años de adolescencia, eran una muy linda y hermosa familia de latinos, los tres eran muy guapos.
Santana se hallaba en esa edad en la que todo el mundo es nada más que codos y rodillas, sin embargo lograbas ver que esta tipa seria devastadora. Entre escrutaba sus rostros, puede ver a Santana consiguió sus increíbles ojos marrones de su padre y su cegadora sonrisa y perfectos hoyuelos de su madre.
Aunque nunca les había conocido, nunca tuve una conversación con la gente que dio forma a Santana para ser la perfecta mujer maravillosamente perfecta que era hoy, sabía que miraba a una pequeña familia extraordinaria.
—Oh—fue todo lo que pude decir.
—Tan trágico—repitió la Sra. White, sacudiendo la cabeza y arrullando de forma reconfortante.
Le devolví la fotografía, respirando profundamente y asegurándome de que las lágrimas que habían aflorado estaban bajo control.
Ella cogió la imagen, el álbum y lo guardo.
—Ahora bien, ¿Qué en el mundo, están haciendo esos dos? ¿Arthur? ¿A dónde has llevado a San? —llamo, poniéndose de pie en un saldo.
Le pregunte si le importaría mandarme una copia de la foto. Sonrió y me dijo que me enviaría la original.
Nos encaminamos hacia la biblioteca, en donde encontramos otra chimenea con otro fuego crepitante. El Sr. White y Santana estaban sentados en sillas de cuero, con unos vasos junto a ambos.
El de Santana se encontraba vacío, pero el del Sr. White todavía tenía un resto de un licor de color oscuro.
La cara de Santana ya no estaba pálida, y en cambio sus ojos estaban un poquito rojos. Y los del Sr. White también. Ambos se levantaron cuando nos vieron.
Santana camino hasta mí. Vocalice ¿estás bien? Ella asintió, y tomo mi mano.
—Creo que la comida esta lista—anuncio la Sra. White, y nos encabezó el camino hasta el comedor.
Desapareció durante un momento todo el mundo se sentaba alrededor de la enorme mesa, con otra acogedora chimenea detrás de nosotros.
Mientras ella tomaba su asiento enfrente de su marido, le pregunte si había algo en lo que pudiera ayudar.
—Gracias, Britt, pero le he pedido a nuestra ama de llaves que nos ayude hoy—dijo.
Eso no parecía fuera de lugar en absoluto para comer ese día. Me sirvieron lubina asada con hinojo y puerro en una vajilla de porcelana blanca por un ama de llaves llamada Fran.
Dinero antiguo.
Gente muy dulce.
Al final, fue un rato muy agradable. Los White adularon a Santana y me mostraron fotos de ella que fueron todas con su familia mientras crecía. Contaron historias.
Santana conto historias, y todos nos reímos mucho.
Santana pregunto por la familia que vivía en la casa ahora.
—Gente muy agradable, se mudaron a la ciudad desde Boston después de casarse. Ambos son médicos, han tenido a sus hijas tarde. Dos chicas, de ocho y seis años. Hay varias familias nuevas en el vecindario, es agradable tener niños alrededor otra vez—dijo la Sra. White.
—Eso es bueno. Era una buena casa para vivir de niña—Santana se aclaró la garganta y fue hacia la ventana con los hombros tensos.
La ventana daba a si casa.
El fuego crepito y chisporroteo.
—Deberíamos irnos. Quiero llevar a Britt por los alrededores antes de que tengamos que prepararnos para la reunión de esta noche—dijo, su voz ronca. Empecé a camina hacia ella se volvió—Muchas gracias por tenernos aquí hoy, Sr. y Sra. White. No puedo decirles cuanto… Gracias.
Hora de irse.
La Sra. White fue hacia ella y la beso en la mejilla.
—Vuelve cuando quieras, ¿lo prometes?
Santana asintió.
Nos marchamos en una ráfaga de despidas y números intercambiados. Prometí enviarles fotos de San Francisco cuando volviéramos a casa, y mientras Arthur y Santana se despedían, Penny me llevo a un lado.
—Cuida de ella. Todavía tiene una bola de dolor dentro que nunca ha salido, y en el momento en que lo haga, será un infierno.
Asentí.
—Estoy en ello.
Me estudio durante un momento.
—Te creo, Brittany—me atrapo en un abrazo sorpresa.
Mientras que nos acomodábamos en el coche, ellos se despidieron con la mano desde los escalones delanteros antes de volver dentro.
—Parecen personas muy agradables—dije.
—Son los mejores. —respondió.
Mientras salíamos del camino de entrada, los árboles se aclararon y pude ver la casa de al lado. Era magnifica. Ladrillo por un día, camino circular, decorada para las vacaciones. Setos recortados, coronas en cada ventana, incluso en las ventanas del ático bajo los aleros. Un amplio jardín con lo que parecía la cochera original situada detrás de la casa principal.
—San—susurre mientras ella desacelero solo un poquito—Es una hermosa casa.
—Lo era, sí.
Giro el coche.
Cerebro quería pensar, Corazón dijo que la dejara. Escuche a Corazón.
**************************************************
No me sentía segura de sí Santana todavía querría ir a la reunión. Parecía tan triste al dejar a los White, después de tener una visita tan buena con ellos.
Creo que ver la casa le había sacudido más de lo que ella pensó que lo haría. Pero una vez que volvimos a la ciudad, ella parecía recuperada. Su estado de ánimo se recuperó, me llevo a su escuela secundaria, al campo en donde jugaba la Pequeña Liga, y al lugar junto al arroyo a donde iba todo el mundo a darse el lote.
Me ofrecí. No puedes culpar a una chica…
Pero una vez que volvimos al hotel, compartimos una ducha.
Para ahorrar agua, obviamente.
Y para asegurarme de que Santana tenía un poco de ánimo extra en su paso, me puse de rodillas y le hice unos masajes en su centro de placer, justo allí en la ducha.
Porque soy así de considerada.
Cuando Santana y yo entramos con energía en el vestíbulo del Hotel Wainwright, ella estaba calmada y serena. Con un toque de resplandor. Vestida con unos pantalones váquenos negros ajustados, una camisa que se ajustaba perfecto a sus pechos de color azul, una chaqueta de cuero negra y unas botas de tacón negras.
Una mujer de mundo una trotamundos, una susurradora de gatos que vendería su alma por un pastel de manzana.
Y era mía.
Seguimos los carteles para la reunión de diez años de la escuela secundaria de Newbury, deteniéndonos fuera del salón de baile para dejar mi abrigo. Mientras ella me ayudaba a deslizar el abrigo por mis brazos, silbo.
—Britt—dijo en voz baja—Me doy cuenta de que dije esto antes, pero te ves jodidamente fantástica.
Sonreí, dando una vuelta para que pudiera ver mi vestido. Fui por el estilo bomba sexual, como haces cuando vas a la reunión de la escuela secundaria de tu pareja.
Falta roja, botas negras de cuero, y ella no estaría sorprendía más tarde cuando descubriera que aquello era todo lo que llevaba.
Supuse que era mejor ir a lo grande o irse a casa. Y si ella necesitaba algo de ánimo luego, no me oponía a que colocara su mano por debajo de mi falda y dejarle tener algo de roce.
Ahora estamos a menos de cinco metros del escritor de registro, y mientras nos acercábamos al grupo que se reunía allí, ella se detuvo el instante más pequeño.
Le di un apretón a su mano, y sus ojos chocan con los míos.
—Vamos, Wallbanger, muéstrame—bromeé, y ella sonrió.
Nos movimos hacia el escritorio, y cuando le dijo su nombre a la señora, oí un jadeo detrás de nosotras en la fila.
—De ninguna jodida manera. ¿Santana López está aquí? ¿Vino?
La voz se extendió rápidamente, y para el momento en el que ella tenía su nombre en una etiqueta pegada en la parte delantera de su chaqueta, todo el mundo estaba vibrando de excitación. Entramos, y de repente puede apreciar el sentimiento que deben experimentar las estrellas de cine cuando salen de una limusina en un estreno. Todo el mundo nos miraba.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
por piedad actualiza lo mas pronto que pdas, quiero saber que pasara en ese reencuentro!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Estuvo fantástico como siempre, :3 ohhh pobre San se nota que aun no po ha superado D: ojala lo pueda superar con Britt :3 no tardes, por que te dio risa lo de "seeee ya Dayan"? See ya Dayan! XD
lauravm98******* - Mensajes : 489
Fecha de inscripción : 04/06/2014
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
eee me hbia perdido unos cap , nunca me llegaron los mail!! excelente como siempre!! ya quiero leer que pasara esta noche!!??? pobre mi nena con su historia besitos!
tatymm-*- - Mensajes : 2406
Fecha de inscripción : 20/08/2012
Edad : 34
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
holap,..
oooohhhhhhh,...!!! la visita a san le afecta de cierta manera volverse a cruzar con su pasado después de lo que les paso a sus padres!!
a ver como termina la fiesta,... mas sabiendo que santana esta ahí!!! jajaja
nos vemos!!!
oooohhhhhhh,...!!! la visita a san le afecta de cierta manera volverse a cruzar con su pasado después de lo que les paso a sus padres!!
a ver como termina la fiesta,... mas sabiendo que santana esta ahí!!! jajaja
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:por piedad actualiza lo mas pronto que pdas, quiero saber que pasara en ese reencuentro!!!!!!
Hola, jajajaajjaaj tranquila aqui un nuevo cap. Saludos =D
lauravm98 escribió:Estuvo fantástico como siempre, :3 ohhh pobre San se nota que aun no po ha superado D: ojala lo pueda superar con Britt :3 no tardes, por que te dio risa lo de "seeee ya Dayan"? See ya Dayan! XD
Hola, sip ojala britt ayude a san a superar lo de sus padres =D. jajajja nose fue como un "aajjaaj si sisis yayaya dayan" ajaja nsoe x Djajajaaj. Saludos =D
tatymm escribió:eee me hbia perdido unos cap , nunca me llegaron los mail!! excelente como siempre!! ya quiero leer que pasara esta noche!!??? pobre mi nena con su historia besitos!
Hola, jajaja lo bueno esk te diste cuenta no¿? jajaaj, jajajaaj sip pobre san =(. Saludos =D
3:) escribió:holap,..
oooohhhhhhh,...!!! la visita a san le afecta de cierta manera volverse a cruzar con su pasado después de lo que les paso a sus padres!!
a ver como termina la fiesta,... mas sabiendo que santana esta ahí!!! jajaja
nos vemos!!!
Hola, jaja sip pobre san =(, pero! este viaje cambiara las cosas. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana:Wallbanger 2 "RustyNailed" (Adaptada) Cap12
Capitulo 12
Entramos en el salón de baile en medio de susurros y miradas asesinas.
El lugar se encontraba lleno con jóvenes profesionales engalanados con sus trajes más elegantes de socio minoristas/tiburón de finanzas/magnate. Y los chicos también estaban impresionantes.
Las secundarias eran las mismas por todo el país. Esta paso a estar establecida en una de las ciudades más ricas de América, pero todavía había verdades universales. Todos y cada uno de los arquetipos del “Club de los Cinco” la película, estaban representados aquí, y también un par de híbridos. Y todos ellos tenían sus ojos sobre Santana.
Quien estaba extrañamente relajada. Una vez que llegamos a la habitación, sus hombros se echaron para atrás, sus zancadas se alargaron y se paseó. Junto a las paredes se encontraban amplias fotografías de anuarios: porristas, jugadores de futbol americano, alguien en una peluca de una obra, y alguien con una peluca corriendo desnudo por el campo de futbol. Y ahí estaba Santana, en la pared con una corona sobre su cabeza y un chico sexy en su brazo. La reina del baile.
—Acabo de entenderlo—dije, mirándola un poco soñadora.
—¿Qué cosa?
—¡Eras la mierda popular en la secundaria!
Sus ojos se arrugaron y se sonrojo un poco.
—Bueno, estaré maldito. Me preguntaba si aparecerías—escuché detrás de nosotras, y mientras nos girábamos, una extraña mirada apareció en el rostro de Santana. Jhonny Wall Street se encontraba ahí, respaldado por el Club de Chicos Millonarios. Todos ellos bien parecidos. Todos más grandes que al vida.
Santana los observó, entrecerrando los ojos sobre el tipo del medio.
—Henderson.
—López.
Observé todo tipo de hormonas echar chispas. Si hubiera sido una película del Viejo Oeste, habrían pasado plantas rodando entre ellos. Pero ya que era Wall Street…
Una línea de cocaína.
La tensión solo duro el coro de Usher “Yeah” antes de…
Wall Street le dio un abrazo a una ahora sonriente Santana y gritos como “Eso es de lo que estoy hablando” y “Tan malditamente feliz de que estés aquí, mujer” y “Hermana, Tammy Watkins tiene tetas nuevas y son jodidamente inmensas, ¡tienes que verlas!”
Retrocedí y vi cómo fue tragada por un grupo de chicos y chicas. Nunca los había conocido, nunca antes la escuche mencionar a ninguno de ellos, pero ellos conocían a Santana de una manera en la que yo nunca podría.
Estos chicos estuvieron ahí cuando Santana crecía, cuando todo su mundo era exámenes parciales y hacer tonterías y conseguir quitarle el suéter a alguna chica.
Una vez Santana me había contado que ella siempre supo que era lesbiana y lo conto abiertamente, siendo aceptada por sus padres, vecinos, profesores y compañeros del colegio. Y por lo que veo es verdad lo que me dijo. Mi dinero estaba en Tammy Watkins.
Y en este enclave privilegiado de chicos de colegio privados vio la muerte de la familia de Santana. Y Santana se retrajo, tomando la primera oportunidad que tuvo para quitarse del camino por completo, mudándose tan lejos como se puede de la universidad, excepto Hawái. Entró en una profesión que la llevó por todo el mundo, y escogió vivir en su ciudad adoptiva, San Francisco. El único lazo que tenía con alguien en este mundo era con Will, con quien estaba más agradecida que nunca.
Pero había venido a casa, y esta familia estaba lista para asegurarse que ella supiera que la había extrañado.
Santana sonrió ampliamente y haciendo gala de sus perfecto y tiernos hoyuelitos, los cuales me siguen matando y domando. Estrechado la mano, chocando los cinco, abrazos y besos de mejilla con su pandilla, luego me vio por el rabillo del ojo.
—Britt, ven aquí, tienes que conocer a estas personas.
El mar de personas se separó y camine hasta el centro, donde ella se encontraba.
—Esta es Brittany—comenzó y oí al menos un silbido. Me alegre de ponerme las botas—, Y este es Trevor Henderson—Wall Street me tendió la mano y la estreché, mirando su atractivo rostro. Cálidos ojos azules brillaron en mi dirección, sin dejarme ir cuando también me presentaron a Matthew, Johanna, Luz y Mark.
No bromeo. Eran como los apóstoles que estaban alrededor. ¿Era blasfemo que todas esas personas fueran calientes? No importaba, Trevor seguía sosteniendo mi mano.
—En serio, López, ella está ardiente—dijo.
Santana aparto mi mano de la suya, riendo.
—Ya basta, imbécil—este tipo era inofensivo.
Y tenía buen gusto.
—Vamos, servirán la cena pronto. Pueden sentarse en nuestra mesa. ¿Recuerdas a Megan Littlefield? —pregunto Trevor mientras todos se movían juntos hacia el comedor.
—Mmm, tal vez. Littlefield me suena familiar—dijo Santana, perpleja mientras caminábamos.
—Ahora es Henderson, ella es mi esposa.
—¿Estas casado? vaya—exclamo Santana, agitando el dedo anular en el rostro de Santana.
—Vaya—repitió, y me miro.
Solo me reí y entrelace mi brazo con el suyo.
—Vamos, reina del baile.
Tomamos un trago en el bar, saludamos a un par de personas más, y nos sentamos con sus amigos. Y dije eso en general, porque todos aquí parecían haber sido sus amigos en un tiempo u otro. Mientras bebía mi coctel, observe a algunas chicas comenzar a dar vueltas alrededor. Santana obviamente era conocida por aquí, y me pregunte cuantas de ellas habían llegado a conocerla mucho mejor.
Conocí a la esposa de Trevor antes de que comenzaran a servir la cena, y mientras Santana me dejaba para ir a saludar a un antiguo maestro, platiqué con ella. Megan había ido a la escuela con ellos, dos años más joven.
—Sin embargo, no importaba, todos conocían a Santana. Era la chica que toda persona quería—suspiro, una mirada soñadora en su rostro. Luego, se sorprendió a sí misma, y me miro con culpabilidad—Lo siento, ¿eso es raro?
—Nop, lo entiendo totalmente—sonreí, tal vez sonriendo con un poco de satisfacción. Ella estrechaba la mano con un señor mayor, el maestro, asumí—Así que se acaban de casar, ¿eh? Felicidades.
—¡Gracias! Fue genial. Fue aquí, a pesar de que ahora vivimos en Nueva York. Simplemente fue más fácil con los familiares aquí.
—¿Nueva York? ¿Estado o ciudad?
—La ciudad. Así que ambas, ¿verdad? —se rio.
—¿Y qué haces ahí? —pregunte.
—Ya no trabajo. Trabaje hasta que nos comprometimos, ¿para el canal Food Network? Era una estilista culinaria. De todos modos, una vez que comenzamos a planear la boda, simplemente fue muy difícil, viajando mucho para acá y organizar todo, así que renuncie. Nos casamos el…
Estaba viendo estrellas.
—Lo siento, ni siquiera puedo fingir haber escuchado algo que dijiste después de Food Network. ¡Trabajaste ahí! ¡Y renunciaste! ¿Por qué, mujer? ¿Por qué en el nombre de Dios? —exclame, mi mandíbula tan desencajada que era bueno que estuviéramos sentadas. De otra manera, me caería al suelo.
Se echó a reír y alzo sus cejas.
—Déjame adivinar. ¿Cocinando con Condesa de los Pies Descalzos?
—¡Sí! —grite. Todo el mundo se detuvo para mirarnos, y me sonroje.
Santana miro por encima del bar, y le hice saber que todo estaba bien.
Me reorganice.
—Quiero decir, sí. Soy una fan—dije tranquilamente.
—También yo. Ella es genial.
—¿La has conocido?
Para este momento, Santana se había excusado con quien hablaba y comenzó a dirigirse hacia mí, con Trevor y los apóstoles a cuestas.
Sé que no es lógico; sé que no es ni siquiera físicamente posible, pero juro por todo lo sagrado, que caminaron en cámara lenta. Como en alguna película de acción. Santana iba al frente, Trevor justo a si izquierda, y el resto un poco más atrás, como gansos formando una V. todo el mundo se detuvo para mirar. Era como el más sexy choque de trenes de la historia, nadie podía apartar la mirada, de esas personas guapas.
Diría que todo estaba lo suficientemente callado como para escuchar un alfiler caer, pero la música de la década del 2000 se escuchaba, y “In Da Club” de 50 Cent les dio a esas personas su propia banda sonora. Todo lo que veía eran los marrones ojos, que parecían hablarme. Estaba familiarizada con esta Santana.
La Santana Fuerte.
La Santana Autoritaria.
La Famosa Santana. Y con esto, podía confirmar.
La Santana Wallbanger.
Se acercó a nuestra mesa, se sentó junto a mí con una mirada divertida en su rostro, y deslizo su brazo alrededor de mi hombro.
Oh. Mi. Dios. ¡Santana López puso su brazo a mí alrededor! ¡En frente de todo el mundo!
Espera, esto no era la secundaria.
Esto ni siquiera era mi secundaria.
Pero eso no detuvo a las chicas de tirarme miradas asesinas desde todas las esquinas del salón, creo que los chicos eran más disimulados o bien ya lo tenían asumido que Santana no iba con ellos.
Sonreí con suficiencia un poco, pavoneándome con mi dulce hombro.
—¿Quieres decirme porque estás aquí gritando—susurro en mi oído, y me derretí.
Pero antes de que me derritiera por completo, conseguí controlarme.
—Esta chica, Megan, conoció a Ina Gartem ¡en persona!—anuncie, mirándola con cariño—¡Eres mi nueva mejor amiga!
—Apuesto a que puedo conseguirte un libro de cocina firmado—ofreció.
—Trevor, tu esposa es la persona más genial del mundo—dije efusivamente—Te comprare un trago, ¿Qué estas bebiendo?
—Solo agua mineral—dijo, lanzándole una sonrisa tímida a Trevor, que rebosaba de alegría.
Los mire, luego le arqueé una ceja a Megan, quien asintió.
—¡Felicidades! ¡Guau, eso es genial! No debes estar tan avanzada, ¡eres tan pequeña! —exclame.
—Espera, ¿Qué me perdí? —pregunto Santana.
—Esta solo de ocho semanas, nos acabamos de enterar—Trevor sonrió, tomando su mano a través de la mesa.
—Espera, ¿Qué me perdí?
—Es estupendo—dije—Y tan pronto después de la boda. Pero qué año para ustedes… ¿Qué, Santana? —me estaba dando golpecitos en el hombro.
—No lo entiendo. ¿Qué son ocho semanas? —pregunto, desconcertada.
—Está embarazada—dije, rodando los ojos, Megan respondiendo igual.
Santana miro a Trevor en Shock.
—¿Trevor?
Trevor asintió.
—Santana.
Santana lo dirigió, luego sonrió ampliamente, sip otra vez sus hoyuelos.
—¡Trevor!
Aprendan: Así es como te comunicas con alguien que no has visto en diez años.
************************************************
La cena fue fantástica, sus amigos fueron fanáticos, toda la noche fue fantástica.
Una vez que sirvieron la cena, todos se mezclaron de nuevo y la gente realmente feliz de ver a Sanana. De lo que pude deducir de chismes por aquí y por allá, la mayoría de sus compañeros sabían que era fotógrafa, y algunos sabían lo exitosa que era en su campo. Pero escucharla contar su historia, decirle a las personas lo que había estado haciendo por los últimos diez años, fue realmente fantástico.
¡Y debieron haber visto su rostro cuando los apóstoles comenzaron a sacar sus carteras para mostrarle foto de sus hijos! Todos ellos y todas ellas, casados y casadas; todos ellos y ellas, con niños; todos ellos y ellas, asentados en la buena vida. La buena vida que estaba predestinada para los apóstoles de Villa Dinero, EE.UU. Tuve que morderme el labio para no reírme cuando Luz saco que tenía trillizos. Santana parcia que se iba a desmayar. Solo hice círculos en su espalda con mi mano y la envié de nuevo a la batalla cuando otra ola de viejos amigos se dirigió a la mesa.
Nadie dijo ni una palabra sobre su familia, y había estado poniendo atención, lista para lanzarme en picada con mi alternativa de nada de bragas.
Todos solo se encontraban contentos y contentas de que finalmente apareciera de nuevo en el radar, y saber que le iba bien, que era feliz.
Después de la cena, caminamos alrededor del salón y vi más fotos de anuarios en la pared, incluyendo Elogios Mayores; Payaso de la Clase, Pareja Más Linda, ese tipo de cosas. Después de lo que había visto esta noche, sabía que estaría aquí en algún lugar; solo era cuestión de en donde ¿Mejor cabello? ¿Mejor Sonrisa? ¿Más Guapa? Podía ver las tres, pero resulto que fue la que se encontraba al final: Con Más Posibilidades de Éxito.
—Bueno, mírate. Todo el mundo supo que irías a muchos lugares en ese entonces—bromee, poniéndola de frete de la foto y comparando lo que hicieron diez años.
En la fotografía, ella era guapa, estatura media, ojos brillantes y esperanzados, una sonrisa sincera en su cara. Un poco más delgada de lo que era ahora, por supuesto, solo el más mínimo asomo de línea de expresión aquí o allá.
Miro la imagen y sonrió con pesar.
—No puedo creer que pusieran esas fotos. Que vergonzoso.
—No, es linda. Me gusta verte en ese entonces.
—Es gracioso ver esto ahora. ¿Sabes por qué conseguí esta?
—¿A diferencia de la Mas Follable? Porque tienes mi voto por ese.
—Porque entraría en los negocios con mi papá—respondió, sus ojos oscureciéndose un poco.
—Lo siento, San—susurre cuando me acerco con la mano que había estado en mi espalda toda la noche.
Se quedó callada por un momento, observando la foto. Respiro profundamente. Me pregunte si debería decirle lo que no estaba usando bajo mi vestido, había un rincón oscuro no muy lejos…
—No, está bien—dijo—De hecho, ha sido bueno pensar en estas cosas de nuevo. Hace que no parezca tan lejos.
—Lejos, mi trasero. Lejos está Estambul—dijo la voz de una mujer detrás de nosotras.
Nos volteamos y vimos a una pequeña chica con cabello negro azabache muy corto, un arete en la nariz, varias perforaciones en la ceja, y los ojos verdes más penetrantes que había visto en mi vida. El pequeño vestido negro, las medias de red, y las botas militares ponían tus ojos en su cuerpo de inmediato, y cuando pones todo eso junto, la chica era un maldito golpe de gracia. Con un brazo asesino de tinta.
—Estambul, donde tú dejaste mi trasero—termino.
—Viv Franklin—suspiro Santana, sus ojos encendiéndose.
Oh, oh.
—¿Deje tu trasero? ¡Y una mierda! Mi trabajo había terminado, sabias que es iría. Solo que estabas demasiado involucrada con ese guía turístico para notarlo.
—Nunca pudiste contener tu licor.
—Contén esto.
—¡Ja! En tus sueños, López—ella sonrió y se lanzó hacia Santana, envolviendo sus brazos al redor de con el mayor abrazo de oso que jamás había visto.
Santana le dio la vuelta y de hecho le dio una palmadita en el culo. Yo no llevaba ropa interior, pero todavía podía patear algunos traseros. Aunque para ser justos, parecía difícil.
Bajándola pero manteniendo su brazo cómodamente alrededor de su cintura, se volvió hacia mí.
—Britt, esta es Viv Franklin. Viv, esta es mi novia…
—¿Novia? ¿Tú?
—…Brittany Pierce—concluyo, liberándola para acercarme a su lado.
—No jodas, López tienes novia. Que noche—se rio, golpeándola en el hombro y estirando su mano en mi dirección. La estreche, sin saber qué otra cosa hacer.
—Encantada de conocerte—ofrecí, pero esas dos ya estaban en otra cosa.
—¿Qué estás haciendo ahora? ¿Trabajando para tu viejo? —pregunto Santana.
—Nah, me fui por mi cuenta. Analista de datos.
Oh, ¿Ella era una analista?
—Guau, bien por ti. ¿Sigues escribiendo?
Oh, ¿Ella era una escritora?
—Sí, acabo de vender una nueva aplicación a uno de los grandes. Graaaan paga, ¿sabes a lo que me refiero?
Oh, ella hizo una aplicación para, espera. ¿Qué demonios hizo ella?
—Ya lo creo—dijo Santana—Sabes, me encontré con uno de tus hermanos cuando estuve en el Cairo el año pasado. Él estaba allí trabajando en algún nuevo sistema, que parecía ser una gran cosa.
—Oh, ya conoces a mi familia. Siempre están a lo último y lo mejor.
—Sí, tu hermano no estaba en lo último y lo mejor cuando coló algo de porno en mi mochila cuando no estaba mirando. No creerás en los problemas en los que me metí cuando…
—¿Qué diablos está pasando? ¿A qué te dedicas? ¿A dónde fueron ustedes dos juntas? ¿Y quién diablos estaba poniendo porno en tu mochila? —grite, por tercera vez esta noche. Necesitaba salir más, mis modales estaban fuera de práctica
—Lo siento, Britt. Viv y yo fuimos juntas a la escuela…
—Obviamente—dije, en un tono más tranquilo. Viv se limitó a ver a Santana como si ella hubiese puesto un lazo a la luna y lo metiera como relleno en su sujetador. El cual ya estaba bastante lleno, para una pequeña persona, tenía un gran bastidor.
—… Pero no hala había visto en años, hasta que literalmente me topé con ella dentro de un bar Estambul.
—Y paso la siguiente semana tratando de escabullirse dentro de mi grupo de excursión yo estaba en una gran viaje de mochila por Europa, hasta que me encontré con esta mujer—intervino Viv, dándole palmaditas firmemente a su dulce culo.
Buen, eso iba a parar.
—Sí, y la noche que supuestamente “la deje” ella lo estaba haciendo con el guía del tour, como si el mundo estuviese a punto de acabar—Santana sonrió, arrugándole el pelo como una hermana pequeña.
Casi hermana, puedo majear eso.
—Y ahora que estas aquí… ¡No puedo creerlo! Apuesto a que sorprenderá la mierda de todos. Nadie pensaba que volverías, después de que tus padres murieron y eso.
Hice una mueca, esperando a que Santana se tensara y se apagara.
—Pensé que ahora sería un momento tan bueno como cualquier otro, ¿correcto? Ha sido bueno estar de vuelta, ¿sabes? —luego Santana le pregunto directamente más acerca de la aplicación que acaba de vender.
Increíble.
Diez minutos más tarde, las tres estábamos en el bar. Con tragos. Ellas continuaron hablando, rápido y furioso, y yo comencé a atar cabos. Viv y Santana fueron amigas en la escuela secundaria, los padres de ambas eran amigos, bla, bla, bla. El padre de ella era dueño de una compañía de software, y los cinco, si los conté, cinco de sus hermanos mayores se habían ido al mismo campo. Tratando de salir del molde, ella se fue por un camino diferente, estudiando artes liberales en general y gastando semestres y veranos en el extranjero. Pero el juego de los números, finalmente la mordió también, y ella termino en el negocio familiar.
—Odie las matemáticas en la escuela secundaria. ¡Las odie! Pero soy buena en eso, esas cosas solo tienen sentido para mí—me explico entre tragos—Con el tiempo me fui por mi cuenta, poco tiempo en un principio, pero luego tuve suerte un par de veces con ciertos programas en el momento oportuno, ¿sabes?
No lo hacía, pero asentí.
Cuando ella y Santana estuvieron en Estambul juntas, no se involucraron.
Ella fue muy clara en eso. Siempre fueron solo amigas, a ella también les gustaban las mujeres, pero solo fueron amigas que fueron arrojadas a un escenario irreal y unidas de forma rápida.
—Santana es solo eso tipo de personas, ¿sabes? El tipo que únicamente puedo ver una vez cada cinco años, pero si necesito algo, estará allí en un segundo—me dijo, y yo le compre otro trago—Es una gran mujer.
Santana se apartó para despedirse de alguien que se estaba yendo.
—Ustedes dos parecen serias. ¿No romperás su corazón, o si? —pregunto Viv.
—¿Qué? —farfulle, tomando poda por sorpresa.
—¿Lo harás? —pegunto, sus ojos verdes estrechados en mí.
—Es aquí donde me dice que si rompo su corazón ¿me patearas el culo?
—Mierda, no… te matare—sonrió. Realmente no quiera que me gustara esta chica, pero lo hacía.
—Bueno, no tengo ninguna intención de morir pronto. ¿Suficientemente bueno?
—Lo suficientemente bueno para mí. Hablando en serio, ella estuvo mal por un largo tiempo. Tratando de ser toda una playboy, que toda esa mierda de una-chica-en-cada-ciudad, gracias a Dios ha terminado. Parece feliz contigo, así que estoy contenta.
—Me… alegra.
—San y yo venimos de un ambiente parecido, misma educación. Si sus padres no hubiesen muerto, probablemente nunca habría dejado esta vida. La cual es una gran vida, no me malinterpretes. Pero Santana siempre me pareció una tipa que necesitaba más. Necesitaba un empujón para hacer lo que ella quería, pero después de que sus padres se fueron, ella salió y exploro un poco, haciendo algo más con su vida—reflexiono, pensativa, girando su bebida en su vaso.
—Es una aventurera, no hay duda de eso—concorde—Tú también debes serlo.
—¿Yo? Tal vez una vez, pero ahora estoy bastante establecida. Tengo mi negocio, lo está haciendo bien… ¿para que necesito la aventura?
Mire a esta chica, quien se veía tan diferente a todos los demás en este lugar. Ella casi vibraba con energía, parecía que podía manejas cualquier cosa. Y sus ojos brillaban antes la idea de una aventura. Sin embargo, ¿trabajaba con computadoras todo el día?
—Sí, te ves como si estuvieras realmente establecida—le conteste, arqueando una ceja.
Giro su mirada hacia mí, desafiándome.
—Acabas de conocerme… ¿Cómo en el mundo crees que tienes derecho a hacer una observación como esa?
—Tú tenías las manos en el trasero de mi novia… eso más o menos me da derecho de llamarlo como lo veo.
—Cásate con esta chica, San—dijo sin apartar los ojos de mí. Ella acaba de aparecer detrás de Viv, algo que supo sin tener que mirar—Cásate con esta chica y haz bebes por todo el mundo con ella. Como mañana.
Viv tintineo su vaso con mi copa, bebiéndose todo, beso a Santana profundamente en la boca, y se paseó entre la muchedumbre de fondos fiduciarios, sus medias de rejilla Chocano con su ropa de la manera más deliciosa.
—Oh, la amo—dije, riendo aún más cuando vi la cara de Santana—Relájate, Wallbanger. Nadie se casara mañana.
Me estudio por un momento, luego sonrió.
—¿Estas lista para irte?
—¿En serio? ¿Ya? ¿No te quieres quedar?
—He visto a la gente que quería ver, y ha sido genial. Pero hay algo que he estado pensando toda la noche—dijo, apoyando la mano en la parte baja de mi espalda y llevándome a su espacio de baile.
—¿Qué es eso?
—No llevas nada de bajo de ese vestido, ¿verdad? —murmuro, metiendo su nariz a lo largo de mi mandíbula, haciéndome temblar.
—Atrapada—admití. Su mano se movió al sur de la parte baja de mi espalda, pero no tan baja como para ser indecente.
—Chica perversa—soplo.
—Vamos a decir adiós a los apóstoles—conteste, haciendo que su ceño se frunciera confundida—Me siento como que me voy a fallar a la reina del baile.
***************************************************************
Nos despedimos de todo el mundo, felicitando nuevamente a Trevor y Megan. Santana parecía estar realmente feliz por ellos, y un poco triste por despedirse. En medio de promesas de mantenerse en contacto y de narraciones de último minuto de la gloria pasada, se rio hasta que malditamente lloro. Los apóstoles se reunión, le desearon lo mejor y le hicieron jurar que no estaría fuera por tanto tiempo. Santana prometió volver.
Finalmente vimos a Tammy Watkins. Y eran realmente enormes.
Santana y Viv intercambiaron números de teléfono, entonces ella abrazo con fuerza a Santana.
Hicimos un paseo corto en coche a nuestro hotel, su mano se enredó con la mía en el camino, con el pulgar haciendo pequeños círculos en el interior de la palma de mi mano.
Cuando sus ojos encontraron los míos, ardieron.
No hablamos mucho, y cuando entramos por el pasillo de nuestra habitación, mantuvo esa mano sólidamente en la parte baja de mi espalda.
Sin embargo una vez dentro de la habitación, esa mano vago.
Fui presionada contra la parte interior de la puerta, su boca ardiente y demandante.
Mis manos fueron a sus hombros de inmediato, tratando de quitarle la chaqueta.
—¿Sabes cómo de dura fue esta noche para mí? —dije, jadiando. Sus manos se cerraron brevemente alrededor de mi garganta mientras volvía a la cara para besarme el cuello. Mmm, posesiva. Quería ser poseída por esta mujer, esta noche y todas las noches—Ver a todas esas mujeres, y algunos hombres, que probablemente tuvieron su primer orgasmo en la escuela secundaria solo de pensar en ti.
Se echó hacia atrás para mirarme, llena de lujuria loca.
—La mitad de esas personas allí esta noche querían follarte, San… pero no lo conseguirán—desabroche los botones, tirando cuando mis dedos no lo hicieron lo suficientemente rápido—Yo sí.
Me tuvo fuera del vestido en cuestión de segundo, mi sujetador estuvo fuera un segundo después.
—Deja las botas—instruyo, deshaciéndose de sus pantalones—Y ponte sobre la cama.
Me tendí hacia atrás, el edredón fresco deslizándose contra mi piel caliente.
Apareció sobre mí, sin camisa, sin sujetador, con el pantalón desabrochado, su cabello alborotado por mis manos frenéticas. Me miro, sus ojos deslizándose por encima de mi cuerpo mientras me estremecía únicamente por su apariencia.
—Eres malditamente impresiónate—murmuro, quitándose el pantalón y las bragas—No tienes ni idea, ¿verdad?
—Cristo, San—respire, viéndola correr su manso hacia arriba y abajo por su femineidad.
—Abre las piernas para mí—ordeno y mis rodillas ase abrieron como si ella hubiese lanzado un hechizo—tócate a ti misma, Britt.
Mi corazón exploto fuera de mi pecho, el deseo palpitando a través de mí al pensar que me quería ver. Mis manos flotaron hacia mis pechos, haciendo círculos con los dedos, y apenas rozando mis pezones. Ellos se pusieron rígidos al instante, y cerré los ojos. Pude ver la forma en que Santana miraba cuando me acariciaba, torturándome con la lengua y mordisqueando con eso endemoniados dientes, me pellizque los pezones, imaginando su boca, chupando y retorciéndolos con un placer que rayaba el dolos.
—Más abajo—ordeno, y mi espalda se arque fuera de la cama una vez más.
Deje mi mano derecha viajara más al sur bajando para descubrir que ya estaba empapada para ella.
Gran sorpresa.
En la primera pasada con mis dedos, ella tomo una respiración alternada. En la segunda pasada roce mi clítoris, teniendo mi propia respiración entrecortada mientras mis rodillas se cerraban por las sensaciones abrumadoras.
—Ah, mantén las piernas abiertas—dijo, y se sus manos en mis rodillas, apenas en el interior de mis muslos—¿Cómo voy a ver cuándo tu misma te hagas venir?
Gimoteé, mi mano ahora explorando mi sexo con desenvoltura. Detrás de los ojos cerrados, sentía los dedos de Sanana arremolinándose a través y sumergiéndose en mi interior, haciendo eso círculos perfectos exactamente donde la necesitaba, presionando y resbalando y deslizándose.
Me iba a venir, y me iba a venir duro.
Se lo dije
Abrí los ojos para ver a Santana mirándome, con los ojos entrecerrados y ebrios de lujuria, su otra mano moviéndose aun por su femineidad. Me bien rápidamente, con una mano en mis pechos, mis dedos enterrados en el fondo, y su nombre cayendo de mis labios. Apenas me recuperaba cuando movió su mano bajo de mí.
—Date vuelta… colócate en tus manos y rodillas para mi—su voz era ronca y llena.
Haciéndome estremecer una vez más. Lo hice y me volví para mirarla. Una mano salió dispara para agarrar mi hombro, la otra recorrió mi trasero. Se ajustó, y empujo tres dedos en mí, en una oleada fuerte, hundiendo sus dedos de una vez.
Gemí mientras me empujaba más debajo de la cama, antes de que su mano libre se posara en mi cadera.
Se estrellaba contra mí, empalándome con cada movimiento de su mano y sus caderas.
Implacable.
Inolvidable.
Increíble.
Me tomo con fuerza, sexy y salvaje. Grite cuando me bien a su alrededor, mi tierna carne hinchada y sensible a todos sus movimientos, con cada arremetida. Luces estallaron detrás de mis ojos, mi cuerpo entero atrapado mientras ella seguía empujando sus dedos y caderas hacia mí.
—No te puedes imaginar, como se siente—me dijo, en voz baja al oído mientras se inclinaba sobre mí—De que te vengas mi mano.
Explote una vez más, cuando se dirigía a si misma dentro de mí por última vez, su mano libre clavándose en mi piel mientras cargaba a su orgasmo profundo en mí.
Caímos en la cama en un montón de piel sudorosa y con la respiración pesada.
Después que recupere el uso de mis miembros, me esforcé para rodarnos, empujando la masa de mi cabello fuera de mi cara mientras apoyaba la barbilla entre sus pechos.
—¿Si consigo un uniforme de porrista, podemos jugar a darle la bienvenida a la reina de nuevo en algún momento?
—Simpre y cuando te pongas las botas, Britt—respondió, besándome a fondo.
No jugamos a darle la bienvenida a la Reina de nuevo esa noche, pero jugamos a La Vaquera se encuentra con la Presidenta del Consejo Estudiantil.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
super lujuriosas, me alegra que todo le haya salido bn a san en ese reencuentro. Hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
holap,...
me gusto,...
san la reina del baile!!! un mmmm super star jajajajaja
me gusto el viaje de las dos!!! mas para san y encontrarse con sus amigos,.. y con viv en un momento pensé que con britt se iba a ver pelea jajaja
nos vemos!!!
me gusto,...
san la reina del baile!!! un mmmm super star jajajajaja
me gusto el viaje de las dos!!! mas para san y encontrarse con sus amigos,.. y con viv en un momento pensé que con britt se iba a ver pelea jajaja
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
excelente cap como siempre, asi que mi chica era una diosa desde joven!!! aaawww me encanta!!! besitos!
tatymm-*- - Mensajes : 2406
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Edad : 34
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Increíble! Sensacional como siempre! Dayan amo tu fic enserio! Son Wanky y tiernas, britt como que pensaba que San no se habia dado cuenta lo se sus bragas! Salvaje... mmmm me gusta
lauravm98******* - Mensajes : 489
Fecha de inscripción : 04/06/2014
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Que bien que San y Britt se la pasaron bien en la reunión!! vaya vaya!! La reina del baile wallbanger destacando por doquier saludos!!
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:super lujuriosas, me alegra que todo le haya salido bn a san en ese reencuentro. Hasta pronto!
Hola, jajaajajaj ellas son... XD jajaaj ellas jajajaaj. Saludos =D
3:) escribió:holap,...
me gusto,...
san la reina del baile!!! un mmmm super star jajajajaja
me gusto el viaje de las dos!!! mas para san y encontrarse con sus amigos,.. y con viv en un momento pensé que con britt se iba a ver pelea jajaja
nos vemos!!!
Hola, jaaja no se puede esperar nada menos de san =D jajaa yo igual pense que abria pelea o algo, pero menos mal que nop =D. Saludos
tatymm escribió:excelente cap como siempre, asi que mi chica era una diosa desde joven!!! aaawww me encanta!!! besitos!
Hola, jajajaajajajaja san jamas nos deja de sorprender ajajaj. Saludos =D
lauravm98 escribió:Increíble! Sensacional como siempre! Dayan amo tu fic enserio! Son Wanky y tiernas, britt como que pensaba que San no se habia dado cuenta lo se sus bragas! Salvaje... mmmm me gusta
Hola, jajaaj son lo mejor juntas jajajaaj. Nada pasa desapercibido para san, britt ya deberia saberlo. Saludos =D
Dolomiti escribió:Que bien que San y Britt se la pasaron bien en la reunión!! vaya vaya!! La reina del baile wallbanger destacando por doquier saludos!!
Hola, jajaajaajaaj esa es san, es normal en ella po xD jajaajaja. Saludos =D
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Ahora maratón por no haber actualizado el sábado y domingo =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana:Wallbanger 2 "RustyNailed" (Adaptada) Cap13
Capitulo 13
Una vez que volamos de regreso a la costa oeste, la planificación de las vacaciones se encontraba en pleno apogeo. Estaba tan ocupada como siempre, tratando de hacer tanto como pudiera antes de que los equipos de trabajo comenzaran a tomar su descanso de Navidad. Trabajamos en la decoración de Navidad en algunos hogares claves y hoteles en los alrededores de la ciudad, y el proyecto de Sausalito me mantuvo ocupada. Estábamos adelantados y el señor Camden parecía muy satisfecho con, no sólo con la construcción, sino el interés que se generaba alrededor de la ciudad.
Rach y Quinn planeaban su fiesta navideña una semana antes de Navidad y prometía ser una noche fabulosa. Teniendo lugar en su nuevo departamento, habían invitado a amigos y compañeros de trabajo de los dos lados.
Y Marley y Kitty estarían presentes.
Por supuesto, ambas llevarían citas. Tenía la esperanza de que la falta de Pictionary las mantuviera un poco más en línea.
Que ilusión: Fiesta para uno.
Y ¿Santana? Bueno, no sé cómo describir como estaba Santana.
Estaba… cerca.
No puedo explicarlo mejor que eso. Ella solo parecía siempre estar, cerca.
Cancelo un viaje que planeo a Vancouver, cancelo un viaje que planeo a Honduras. Se suponía que iba a estar fuera casi todo el mes de Diciembre, pero ahora lo único en sus libros era nuestro viaje a Rio. Ella no había tenido tiempo de inactividad como este en, bueno, no sé cuándo. No desde que la conozco.
Andaba en bicicleta casi todas las mañanas y luego pasaba la mayoría de las tardes estudiando detenidamente viejos discos compactos de sus fotos, catalogándolos y fechándolos.
Ella estaba… cerca.
La cuestión era que yo no. Pensé que debía sentirme mal por trabajar tanto, pero no era así. Es decir, esta era mi temporada alta y si ella estuviera de viaje como de costumbre, no estaría tanto tiempo cerca para notarla.
¿Debería sentirme mal?
Dijo que entendía. Me trajo el almuerzo casi todos los días, intento una vez más persuadirme a volver a la cama por la mañana con la promesa de cosas sucias…
Y Dios mío, la amaba, pero casi me alegraba cuando…
Bueno, voy a decir lo que se supone que no se puede decir.
Me alegraba cuando tenía la cama para mi sola otra vez.
Odio decirlo, pero a veces dormir mejor cuando ella se encontraba en la carretera. Pero se supone que no se debe decir eso, ¿verdad? Se supone que debes acurrucarte todas las noches durante ocho horas seguidas abrazándose y haciéndose mimos… pero ¿la verdad? Necesitaba mi propia cama de vez en cuando.
Me gustaba un tiempo a solas.
¿Eso es malo?
Pero sabía que tenía trabajo que hacer. No había manera de que fuera capaz de salir para nuestro viaje de Navidad a menos que realizara todo mi trabajo. Y no había manera de que me perdiera eso: Esta chica se va a Ipanema.
La mañana de la fiesta de Navidad de Rach, planeé un poco de tiempo de calidad a solas con mi KitchenAid. Rach me pidió que hiciera galletitas para su fiesta y aproveche la oportunidad, a pesar de que estaba estúpidamente ocupada.
Toda mujer necesitaba un poco de cariños de vez en cuando.
¿Tengo razón?
Y mi máquina de amor propio era de acero inoxidable, de gran alcance y venía con un dispositivo opcional para hacer salchichas.
Casi terminaba el día cuando llamo Emma. Cuando conteste, al principio casi no la escuche con todos los estornudos y soplos de la nariz.
—¿Qué demonios, Emma? ¿Reapareció la peste bubónica?
—Ugh, nunca te enfermes en Europa; vas a pasar horas tratando de explicar tus síntomas. Pero eso no importa, ¿Qué tienes para mí?
—¿Qué quieres decir? —le pregunte, hojeando mi agenta. Necesitaba que Mónica corra a la casa de un cliente en Pacific Heighth y le entregue una corona, y había dos entregas más después de eso, y…
—Brittany. Oye, Brittany, ¿oíste lo que dije?
—Lo siento, es un día ajetreado. ¿Qué pasa?
—Pregunte que tenías para mí… ¿tu lista? ¿No tienes alguna pregunta? ¿Algún incendio que apagar? Soy toda oídos, ¿Qué tienes?
—Oh, lo siento. Um, vamos a ver. En realidad, las cosas están bastante bien, bajo control. Me voy pronto, Rach y Quinn están organizando una fiesta esta noche y debería ser divertida—le dije, mirando el reloj debajo de la mesa. De verdad necesitaba ir por Mónica para que hiciera sus mandados para que pudiera salir a tiempo—Las cosas están funcionando bastante bien.
—Oh. Oh, eso es bueno. Solo pensé en revisar si necesitabas algo, pero parece…
—Lo siento, Emma—la interrumpí cuando Mónica entro por la puerta—Oye, Mónica, ¿puedes pasar por la casa de los Nelson en tu camino a dejar los cubiertos? ¡Gracias!—la salude con la mano—Bien, ¿Dónde estábamos?
—¿Le pediste a una interna que se encargue de las decoraciones de Navidad para uno de nuestros clientes más importantes?
—No, le pedí a Mónica que deje una corona floral. Este año me ayudo a diseñar toda su sala de estar y el comedor y la aman. La señora Nelson prácticamente la adopto la última vez que estuvimos allí. ¿Por qué, hay algún problema? —le pregunte, confundida. Ella me supo a cargo, ¿no?
—No, no hay problema, solo me sorprende que lo haga una interna. Pero supongo que cada uno tiene su manera de hacer las cosas, ¿no?
Apreté los puños bajo la mesa. Las dos nos quedamos en silencio. Aspire, odiando esta tensión.
—De cualquier manera, ¿Cómo a la gira mundial? ¿Dónde vas a pasar la Navidad?
—Will tiene algunos amigos en Múnich que quieren que pasemos las vacaciones con ellos, así que mañana nos dirigimos allí.
—Suena bien.
—Si. Así que siento enterrarme lo de Rio, tal vez ustedes puedan ir el año que viene.
—Sí, yo también… espera, ¿Qué?
—Rio. Will dijo que no se concretó, que iban a pasar la Navidad en ¿San Francisco? Eso es importante, ¿cierto? ¡Bien hecho, San! Eso es una novedad para ella.
—¿Eh?
Mónica volvió a aparecer en la puerta y le susurre que la atendería en un minuto.
Emma lo pillo.
—Parece que tienes las manos ocupadas, así que te dejo. ¡Diviértete en tu fiesta de esta noche!
Colgó.
Colgué.
Bien podrías haberme derribado con una sandalia Inapema.
******************************************************
Me dirigí a mi departamento tan pronto como termine con el trabajo, la conversación se reproduciría una y otra vez en mi cabeza. Realmente necesitaba un tiempo tranquilo. Le envíe un mensaje a Santana y le dije que me encontrara en mi departamento justo antes de la fiesta. No mencione nada acerca de Rio, quería ver su cara cuando la trajera a colación. No entendía que rayos pasaba.
Entre en mi departamento con un gran suspiro de alivio, el sonido se me escapo antes de que me diera cuenta. El aire era un poco sofocante. Había pasado un tiempo desde que estuve aquí. Abrí un par de ventanas y pase la mano por los profundos alfeizares de las ventanas. Lord Tubbington amaba un alfeizar profundo. Mire los adornos cuidadosamente escogidos, recordando cómo me deleitaba al seleccionar todas las piezas. Era el primer departamento que tuve por mi cuenta. Al otro lado de la puerta de la cocina vi el metal reluciente, todas las curvas y el cielo.
Mi batidora KitchenAid.
Hice crujir mi espalda, rodé mi cuello y pensé en todas las galletas que estaba a punto de hornear. Me quite los zapatos de tacón, me molestaron mis pies todo el día. Y mientras lo hacía, también me quite la falda lápiz ajustada.
Horneaba mejor cuando me sentí acomoda.
Había trabajado, literalmente, durante cada hora del almuerzo y me quedaba hasta tarde casi todos los días, solo para poder salirme unas horas temprano y hornear las galletas que le prometí a Rach. Anoche trate de mezclar unos pocos lotes de masa en done Emma, pero no era lo mismo.
Batidora sin marca.
Palas mediocres.
Eh.
Sintonizando mi equipo de música en una estación Toda-Navideña, me amarre el delantal, coloque mi pelo en un moño en la cima de mi cabeza y me puse a trabajar. Acaricie mi KitchenAid, sintiendo que el frio metal calmaba mis nervios crispados.
Mientras que Bing me daba serenata, hice bolas de chispas de chocolate y las puse sobre una bandeja de horno cubierta con papel pergamino. Mientras que Frank me dijo que mejor me cuidara y o llorara, mezcle un lote de galletas, rodadas en azúcar con canela extra. Mientras Judy me cantaba que tuviera una pequeña Feliz Navidad, bañe las galletas de nuez en azúcar en polvo, colocándolas a enfriar suavemente sobre los bastidores de alambre que cubrían la mesa del comedor. Y cuando Elvis esta triste, glaseaba galletas de azúcar rojas, verdes, cortadas en muñecos de nieve, ángeles y forma de pinos.
Mientras rodaba y sumergía, azucaraba y glaseaba, mi mente no dejaba de reproducir la conversación con Emma. ¿Por qué diablos Santana habría cancelado el viaje sin preguntarme? Tal vez ella lo había entendido mal. Tal vez no había oído correctamente a Will. Pero, ¿Por qué Will tendría la idea de que pasábamos aquí la Navidad?
Me sentía enojada.
Más que enojada.
Si esto era cierto, estaba francamente más cabreada. Si bien o hay lugar como el hogar para las fiestas (gracias, Perry Como), y no quería nada más en el mundo que llevar a mi novia a casa para dichas fiestas, ¡estas vacaciones quería RIO!
Mientras horneaba, me irritaba cada vez más.
La Brittany adulta decía cosas como: “Habla con Santana, averigua lo que está pasando”.
La Brittany cabreada decía cosas como: “”Ya he comprado un bikini nuevo, maldita sea, ¡y quiero usarlo!
Adivina, ¿Cuál iba ganando?
En el momento en que llego Santana, apreté a un pobre hombre de pan de jengibre justo donde hubieran ido sus genitales de jengibre.
—¿Crees que así luce el paraíso? —pregunto alegremente. Santana, no el hombre de pan de jengibre sin genitales.
—¿El paraíso de galletas?
—No, mi paraíso: Las galletas y tú en bragas—respondió, tomando una galleta e inhalando profundamente.
Me sonroje.
Me había olvidado de las bragas. Me di vuelta para tomar la última ronda de los hombres de pan de jengibre salidos del horno.
—Hoy hable con Emma. Dijo la cosa más graciosa acerca de…
—Me estas matando, inclinada así ¡y con galletas! De ensueño, estoy soñando—bromeo, viniendo detrás de mí y de forma inesperada agarrando mis caderas.
Sorprendida, se me cayó el molde para hornear, los hombres de pan de jengibre se derramaron por el suelo y se destrozaron. Parecía una escena desastrosa, piernas rotas, brazos cortados, incluso algunas decapitaciones.
—¡Maldita sea! —baje el molde un poco más fuerte de lo necesario y luego me volví para mirar a Santana con las manos en las caderas y las cejas arqueadas.
—Oh, lo siento, Britt. No era mi intención… guau. Son un poco tenebroso de esa manera, ¿no es así? —dijo, mirando alrededor por mis pies.
Tome aire, lo contuve, conté hasta trece y luego lo solté.
—¿Cancelaste nuestro viaje a Brasil?
—¿Brasil? —pregunto, luciendo culpable.
—Sí, Brasil. Cuando hable con Emma, me coto de una conversación que tuviste con Will, que cancelaste nuestro viaje. ¿Lo hiciste?
Guardo silencio durante un minuto, con los ojos ilegibles.
—Sí.
Ella tuvo que hacerlo.
Realmente tuvo que hacerlo.
—¿Quieres decirme por qué?
—Iba a sorprenderte—comenzó, caminando hacia mí y esquivando las piezas de jengibre.
—La mayoría de las parejas sorprenden a sus parejas con viajes, Santana, no lo contrario—le espete, tirando la bandeja de galletas en el fregadero y enjabonándola. La frote con furia, salpicando espuma por todas partes—¿Por qué en el mundo harías eso?
—Quería hacer…
—¿Tienes alguna idea de cuánto he estado trabajando? ¿Cuánto planifique ese viaje?
—Lo sé, pero pensé que…
—¡No puedes cancelar algo así sin hablar conmigo! literalmente, no puedo creer que tu…
—¿Podrías escucharme un segundo? ¡Jesús! —exploto, golpeando su mano sobre el mostrador y aplastando a más hombres de pan de jengibre—Quería pasar la Navidad con tus padres, Brittany. Los invite aquí.
La esponja se cayó de mi mano.
—¿Tu… que?
—Quería que este año tuviéramos una Navidad de verdad, así que llame a tus padres y los invite a quedarse con nosotras. Pensé que te sorprendería. Estarán aquí el día antes en que se suponía que debíamos irnos. Se lo decepcionada que te sentías cuando no pudiste ir a casa para el día de Acción de Gracias, así que pensé que ellos podían venir para casa—dijo—No tenía idea de que te molestarías tanto, créeme, o primero lo habría hablado contigo.
Mis pensamientos giraron, las emociones chocaron y golpearon en mi interior.
¿Emocionada?
¿Abrumada?
¿Sorprendida?
Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras me acercaba a ella a través de la matanza de galletas de jengibre
—¿De verdad quieres pasar la Navidad con mi familia? —le pregunte, tomando su rostro entre mis manos.
—Sí—murmuro, con los ojos llenos de algo que no pude identificar—¿Es extraño?
—No, Sanny, es tan adorable—susurre, abrazándola con fuerza.
Sus brazos se deslizaron alrededor de mi cintura y beso la cima de mi cabeza.
—¿Todavía estas molesta?
—Lo estaba, pero ya no—le respondí, inclinándome más cerca de su oído—Pero la próxima vez, habla conmigo, ¿de acuerdo?
—Lo prometo—susurro en mi odio y luego me beso con fuerza—Voy a conseguirnos el árbol de Navidad más grande que hayas visto—sonrió, con el rostro lleno de emoción. Superamos la crisis. Se quitó la chaqueta e inspecciono la galleta dañada—Ahora, ¿Qué puedo hacer para ayudar?
—Puedes empezar ayudándome a limpiar este desastre. Luego tenemos que empacar si vamos a lograr llegar a la fiesta antes de que comience el tercer Round de Marley y Kitty—dije, dándole una escoba.
Comenzó a limpiar, silbando junto con la canción de Navidad “Frosty the Snowman”. Me di la vuelta hacia el fregadero cubierto de jabón, limpiándome las lágrimas. Una de ellas le pertenecía a Rio.
*****************************************************
El escenario para el tercer Round de Marley vs Kitty (conocido en los círculos convencionales como la fiesta de Navidad de Rach y Quinn) comenzó en el segundo en que Kitty apareció con una nerd sexy.
¿Una nerd sexy?, te preguntaras.
Permíteme retroceder un poco….
Marley conoció a un tipo en un concierto benéfico de la sinfónica. Bernard Firzsimmons, profesor asociado de física aplicada en Berkeley y vicepresidente de la Sociedad de la Apreciación Musical en el Área de la Bahía de San Francisco, tuvo el placer de conocer a Marley en un musical en las escuelas del programa de recaudación de fondos en el que se presentó. Siendo increíblemente talentosa al igual de hermosa, ella era a menudo llamada para presentarse en funciones caritativas, especialmente las que se inclinaban musicalmente.
Compartieron un taxi y un beso después del evento y Marley lo invito a la fiesta. Él era endiabladamente inteligente y endiabladamente lindo, dos atributos que se complementaban muy bien entre sí.
Kitty se enteró de ese evento, orquestado a propósito y muy cuidadosamente por Rach para ser claro
—Oh, ahora le gustan las personas nerds sexy, ¿eh?
Y Kitty fue a la caza de su propia nerd sexy. Termino conociendo a Polly Pinkerton, la jefa de un laboratorio de investigación en el Centro Medico de la Universidad de California de San Francisco, especialista en los efectos de pesticidas e insecticidas del desarrollo infantil. Se presentó en el programa de la mañana en el canal local afiliado a NBC, y Kitty paso todo el tiempo en la sala verde coqueteando con ella sobre un pote de avellana de café torrado.
Ilusionada con la cafeína, la vio como la nerd sexy perfecta para traerla a la fiesta. Pero genuinamente también disfruto de su compañía y la había visto un par de veces antes de la fiesta.
Ambas trajeron a nerds a una pelea de ex y ninguna estuvo lista para el resultado
¿Bernard? Lindo, sí.
Inteligente, sí.
Aburrido, sí.
Estuve atascada en la cocina con él y Marley durante casi treinta minutos discutiendo sobre las partes de color beige y su lugar en el interior de la casa, porque a Bernard le cantaba el canal de televisión HGTV, no me digas. Marley me daba la mirada de “disculpa” toda la noche, pero yo comprendía.
Él era lo que Carrie Bradshaw nombro como un chico “genial en teoría”. Desafortunadamente también era tan aburrido como la teoría. Me encontraba en medio de la discusión de arena vs piedra e intentando detenerme de morder mi propio brazo así tenía algo con que golpearlo, cuando escuche la voz de Kitty desde la entrada.
Marley se paralizo.
Yo me paralicé.
Bernard se puso poético sobre la belleza de una tabla periódica pintada en el más suave de los tonos de masilla y hueso.
—Masilla y Hueso—le die a Marley—¡Qué gran nombre para una…!
—Oh, shhhhh con tu gran nombre para una banda, aquí viene Kitty—siseo Marley, envolviendo el brazo alrededor de Bernard, que fue persuadido de su discurso sobre el beige por unos senos muy suaves presionados en su costado.
Sus ojos se ensancharon y movió los pies nerviosamente. Casi sentí un poquito de lastima por él, el pobre chico no tenía ni idea en lo que se encontraba atrapado.
—Masilla y Hueso es un gran nombre para una banda—murmure, saliendo y tomando un buñuelo de camarón de la mesa donde se hallaba la comida que trajeron todos.
La fiesta se hallaba en su máximo esplendor, hermosas parejas se movían con canciones country de Navidad al estilo del rock and roll en el estéreo, con ponches calientes y sidra siendo vertidas generosamente por Quinn, mientras Rach disponía bandeja tras bandeja de dulces.
Mientras comía buñuelos de camarones, escanee la multitud en busca de Santana. Hablaba con uno de los amigos de Quinn del trabajo. Atraje su atención y señale hacia el pasillo, donde Kitty caminaba hacia la cocina. La chica que la acompañaba era encantadora, con ojos penetrantes y una curiosa mirada en su rostro mientras observaba a la multitud.
Se encontraban en un rumbo de colisión con Marley y Bernard Beige. Metí otro buñuelo en mi boca y camine en modo de espía de regreso a la cocina, encontrándome con Santana, quien también había alertado a Rach y Quinn, en la esquina.
—Sabes, esto se está poniendo ridículo—dije mientras las cuatro adoptábamos una posición de mirar y esperar, flaqueando cada entrada de la cocina.
—Sólo vigilamos a nuestras amigas—dijo Santana, recostándose contra la pared. ¿Cuándo esto se convirtió en Misión Imposible?
Junto cuando Marley y Kitty posaban sus ojos una en la otra por primera vez desde la Noche de Juego y recordaban que mientras que Bernard Beige y Linda Polly estuvieran perfectos, ellos nunca iban a volver a voltear sus mundos de cabeza.
Nunca iban a ser “único”. Pero eso no los detenía de intentarlo.
—Marley.
—Kitty.
Que dramáticas, estas dos.
—¿Bernard?
—¿Polly?
Espera, ¿Qué?
Nosotras cuatro echamos un vistazo alrededor de la esquina como tótems, observando como colapsaban Linda y Beige en el centro de la habitación en una maraña de brazos y risas.
—¡Guau, Polly! No te he visto desde la conferencia sobre la rehabilitación genética en el Hilton en Anaheim—dijo Bernard, luciendo emocionado de verla.
—¿Ha pasado tanto tiempo? Te busque en la Cumbre de Quantum en San Diego, pensé que estarías allí de seguro—respondió Polly, levantando la mirada tímidamente a través de sus pestañas.
—Me encontraba en Suiza… con el Hadron—dijo el, sacando un poco el pecho.
No lo entendí, pero ella se veía impresionada.
—El Gran Colisionado de Hadrones, está en la Organización Europea para la Investigación Nuclear, conocida como CERN en Suiza—susurro Quinn al otro lado de la entrada.
Rach también se veía impresionada. Junto con Quinn.
—Eh, Bernard, ¿Por qué no me presentas a tu amiga? —intervino Marley, tirando de su brazo.
Él no se dio cuenta.
Ella saco sus lolas.
Él se dio cuenta.
—Oh, lo siento, Polly, estas son, quiero decir, esta es Marley—dijo, sonrojándose—Marley, esta es Polly. Ella dirige un laboratorio en la UCSF…
—Toco el chelo en la orquesta sinfónica de San Francisco—espeto Marley, viéndose sorprendida ante su propio vomito de palabras.
Me mordí mi puño para evitar reírme.
—Es un placer conocerte, Marley. Esa es Kitty. Nos acabamos de conocer, ella…
—Hola. NBC. Canal 11—dijo Kitty, dándole un fuerte apretón de mano a Bernard con furia—¿Deportes?—termino, cuando Bernard la miro con perplejidad—Soy la locutora deportiva. Ya sabes, Kitty hace el llamado todos los días a las seis con once minutos—termino con su mejor voz de radiodifusión.
—Ah, claro, hola. Gusto en conocerte… ¿Kitty?
Santana contuvo su risa.
Polly y Bernard continuaron hablando en el centro de la habitación mientras Kitty y Marley retrocedían hacia sus propias esquinas, confundidas.
Regrese a los buñuelos de camarones con Santana, contenta de que esta noche se resolvería por sí misma.
***************************************************************
Una hora más tarde me encontraba en el baño con Marley y Rach, debatiendo los beneficios de mostrar un seno a propósito. Bernard y Polly continuaban rememorando las conferencias a las que asistieron, quien había publicado tal artículo en tal periódico, y ahora hablaban sobre un tipo encantador llamado quark que era un ¿fondo? Quinn había intentado explicar lo último, pero cuando se introdujo en fuerzas fundamentales y decaimiento de partículas, no pude escuchar más. Principalmente porqué Rach jadeaba muy fuerte, le encantaba cuando Quinn daba buena ciencia.
Así que ahora aquí nos encontrábamos, debatiendo el resbalón de dicho seno y si sería suficiente para reencaminar la noche de Marley. Un poco borracha por demasiados ponches y todavía impactada por el hecho de que no iba a ir a Rio, perdí el interés rápidamente.
—Oh, por el amor de Dios, solo ve a mostrarle un poco de escote al profesor aburrido de allí, ¿quieres? —espete, regresando a la fiesta. Linda Polly y Bernard Beige se encontraban en el sofá, con las narices prácticamente tocándose y tenía la certeza de que más partes del cuerpo iban por el mismo camino.
Su química era del tipo que era cultivada en una placa de Petri y conocida a fuego lento sobre un mechero Bunsen hasta que estuviera caliente y cachonda. El hadrón de alguien iba a colisionar esta noche, eso era seguro.
Espié a Kitty dirigiéndose hacia donde Marley acabada de aparecerse desde el baño, y rodé los ojos.
—¿Cómo estas Britt? —pregunto Santana, agarrando mi brazo.
—¡Genial! ¿Qué hay de ti?
—¿Segura que estas bien?
—¿Por qué no lo estaría? —me tome mi ponche y mire alrededor en busca de otro.
—Porque la mitad de tu seno está afuera de tu camisa—respondió, girándome hacia la pared y lejos de algunos invitados bastantes encantados.
—Mierda—exclame, metiéndolo de regreso—Demostraba como… oh, no importa.
—Tal vez deberíamos pensar en irnos a casa—sugirió.
Iba a decirle lo que yo pensaba sobre eso cuando escuchamos un golpe desde la cocina. Todas llegamos allí al mismo tiempo para encontrar a Kitty usando un tazón de ensalada de papa y a Marley sosteniendo un plato de buñuelos de camarones sobre su cabeza. Con un seno afuera a propósito.
Los ojos de Kitty se encontraban fijos en el seno y la rabia ardía a través de la ensalada de papa.
—¡Cúbrete—grupo Kitty.
—¡Cubre eso! —grito Marley.
—¡Mis buñuelos de camarones! —gimió Rach.
—¿Qué tan lejos está tu coche? —pregunto Polly mientras Bernard y ella salían por la puerta principal.
Sacudí la cabeza, recogiendo mis galletas y mi Wallbanger, y dirigiéndome hacia Sausalito.
Santana y yo habíamos estado juntas aproximadamente un año y por supuesto que había noches en las que no teníamos sexo cuando ella se encontraba en casa.
¿Dolor de cabeza?
Algunas veces me daban.
¿Esa época del mes? Definitivamente no pasaba.
Pero esta era la primera vez que decía que no porque me sentía irritada.
Y ahora ella se sentía irritada porque yo estaba irritada.
Es justo decir que culpe a Rio.
Rach y Quinn planeaban su fiesta navideña una semana antes de Navidad y prometía ser una noche fabulosa. Teniendo lugar en su nuevo departamento, habían invitado a amigos y compañeros de trabajo de los dos lados.
Y Marley y Kitty estarían presentes.
Por supuesto, ambas llevarían citas. Tenía la esperanza de que la falta de Pictionary las mantuviera un poco más en línea.
Que ilusión: Fiesta para uno.
Y ¿Santana? Bueno, no sé cómo describir como estaba Santana.
Estaba… cerca.
No puedo explicarlo mejor que eso. Ella solo parecía siempre estar, cerca.
Cancelo un viaje que planeo a Vancouver, cancelo un viaje que planeo a Honduras. Se suponía que iba a estar fuera casi todo el mes de Diciembre, pero ahora lo único en sus libros era nuestro viaje a Rio. Ella no había tenido tiempo de inactividad como este en, bueno, no sé cuándo. No desde que la conozco.
Andaba en bicicleta casi todas las mañanas y luego pasaba la mayoría de las tardes estudiando detenidamente viejos discos compactos de sus fotos, catalogándolos y fechándolos.
Ella estaba… cerca.
La cuestión era que yo no. Pensé que debía sentirme mal por trabajar tanto, pero no era así. Es decir, esta era mi temporada alta y si ella estuviera de viaje como de costumbre, no estaría tanto tiempo cerca para notarla.
¿Debería sentirme mal?
Dijo que entendía. Me trajo el almuerzo casi todos los días, intento una vez más persuadirme a volver a la cama por la mañana con la promesa de cosas sucias…
Y Dios mío, la amaba, pero casi me alegraba cuando…
Bueno, voy a decir lo que se supone que no se puede decir.
Me alegraba cuando tenía la cama para mi sola otra vez.
Odio decirlo, pero a veces dormir mejor cuando ella se encontraba en la carretera. Pero se supone que no se debe decir eso, ¿verdad? Se supone que debes acurrucarte todas las noches durante ocho horas seguidas abrazándose y haciéndose mimos… pero ¿la verdad? Necesitaba mi propia cama de vez en cuando.
Me gustaba un tiempo a solas.
¿Eso es malo?
Pero sabía que tenía trabajo que hacer. No había manera de que fuera capaz de salir para nuestro viaje de Navidad a menos que realizara todo mi trabajo. Y no había manera de que me perdiera eso: Esta chica se va a Ipanema.
La mañana de la fiesta de Navidad de Rach, planeé un poco de tiempo de calidad a solas con mi KitchenAid. Rach me pidió que hiciera galletitas para su fiesta y aproveche la oportunidad, a pesar de que estaba estúpidamente ocupada.
Toda mujer necesitaba un poco de cariños de vez en cuando.
¿Tengo razón?
Y mi máquina de amor propio era de acero inoxidable, de gran alcance y venía con un dispositivo opcional para hacer salchichas.
Casi terminaba el día cuando llamo Emma. Cuando conteste, al principio casi no la escuche con todos los estornudos y soplos de la nariz.
—¿Qué demonios, Emma? ¿Reapareció la peste bubónica?
—Ugh, nunca te enfermes en Europa; vas a pasar horas tratando de explicar tus síntomas. Pero eso no importa, ¿Qué tienes para mí?
—¿Qué quieres decir? —le pregunte, hojeando mi agenta. Necesitaba que Mónica corra a la casa de un cliente en Pacific Heighth y le entregue una corona, y había dos entregas más después de eso, y…
—Brittany. Oye, Brittany, ¿oíste lo que dije?
—Lo siento, es un día ajetreado. ¿Qué pasa?
—Pregunte que tenías para mí… ¿tu lista? ¿No tienes alguna pregunta? ¿Algún incendio que apagar? Soy toda oídos, ¿Qué tienes?
—Oh, lo siento. Um, vamos a ver. En realidad, las cosas están bastante bien, bajo control. Me voy pronto, Rach y Quinn están organizando una fiesta esta noche y debería ser divertida—le dije, mirando el reloj debajo de la mesa. De verdad necesitaba ir por Mónica para que hiciera sus mandados para que pudiera salir a tiempo—Las cosas están funcionando bastante bien.
—Oh. Oh, eso es bueno. Solo pensé en revisar si necesitabas algo, pero parece…
—Lo siento, Emma—la interrumpí cuando Mónica entro por la puerta—Oye, Mónica, ¿puedes pasar por la casa de los Nelson en tu camino a dejar los cubiertos? ¡Gracias!—la salude con la mano—Bien, ¿Dónde estábamos?
—¿Le pediste a una interna que se encargue de las decoraciones de Navidad para uno de nuestros clientes más importantes?
—No, le pedí a Mónica que deje una corona floral. Este año me ayudo a diseñar toda su sala de estar y el comedor y la aman. La señora Nelson prácticamente la adopto la última vez que estuvimos allí. ¿Por qué, hay algún problema? —le pregunte, confundida. Ella me supo a cargo, ¿no?
—No, no hay problema, solo me sorprende que lo haga una interna. Pero supongo que cada uno tiene su manera de hacer las cosas, ¿no?
Apreté los puños bajo la mesa. Las dos nos quedamos en silencio. Aspire, odiando esta tensión.
—De cualquier manera, ¿Cómo a la gira mundial? ¿Dónde vas a pasar la Navidad?
—Will tiene algunos amigos en Múnich que quieren que pasemos las vacaciones con ellos, así que mañana nos dirigimos allí.
—Suena bien.
—Si. Así que siento enterrarme lo de Rio, tal vez ustedes puedan ir el año que viene.
—Sí, yo también… espera, ¿Qué?
—Rio. Will dijo que no se concretó, que iban a pasar la Navidad en ¿San Francisco? Eso es importante, ¿cierto? ¡Bien hecho, San! Eso es una novedad para ella.
—¿Eh?
Mónica volvió a aparecer en la puerta y le susurre que la atendería en un minuto.
Emma lo pillo.
—Parece que tienes las manos ocupadas, así que te dejo. ¡Diviértete en tu fiesta de esta noche!
Colgó.
Colgué.
Bien podrías haberme derribado con una sandalia Inapema.
******************************************************
Me dirigí a mi departamento tan pronto como termine con el trabajo, la conversación se reproduciría una y otra vez en mi cabeza. Realmente necesitaba un tiempo tranquilo. Le envíe un mensaje a Santana y le dije que me encontrara en mi departamento justo antes de la fiesta. No mencione nada acerca de Rio, quería ver su cara cuando la trajera a colación. No entendía que rayos pasaba.
Entre en mi departamento con un gran suspiro de alivio, el sonido se me escapo antes de que me diera cuenta. El aire era un poco sofocante. Había pasado un tiempo desde que estuve aquí. Abrí un par de ventanas y pase la mano por los profundos alfeizares de las ventanas. Lord Tubbington amaba un alfeizar profundo. Mire los adornos cuidadosamente escogidos, recordando cómo me deleitaba al seleccionar todas las piezas. Era el primer departamento que tuve por mi cuenta. Al otro lado de la puerta de la cocina vi el metal reluciente, todas las curvas y el cielo.
Mi batidora KitchenAid.
Hice crujir mi espalda, rodé mi cuello y pensé en todas las galletas que estaba a punto de hornear. Me quite los zapatos de tacón, me molestaron mis pies todo el día. Y mientras lo hacía, también me quite la falda lápiz ajustada.
Horneaba mejor cuando me sentí acomoda.
Había trabajado, literalmente, durante cada hora del almuerzo y me quedaba hasta tarde casi todos los días, solo para poder salirme unas horas temprano y hornear las galletas que le prometí a Rach. Anoche trate de mezclar unos pocos lotes de masa en done Emma, pero no era lo mismo.
Batidora sin marca.
Palas mediocres.
Eh.
Sintonizando mi equipo de música en una estación Toda-Navideña, me amarre el delantal, coloque mi pelo en un moño en la cima de mi cabeza y me puse a trabajar. Acaricie mi KitchenAid, sintiendo que el frio metal calmaba mis nervios crispados.
Mientras que Bing me daba serenata, hice bolas de chispas de chocolate y las puse sobre una bandeja de horno cubierta con papel pergamino. Mientras que Frank me dijo que mejor me cuidara y o llorara, mezcle un lote de galletas, rodadas en azúcar con canela extra. Mientras Judy me cantaba que tuviera una pequeña Feliz Navidad, bañe las galletas de nuez en azúcar en polvo, colocándolas a enfriar suavemente sobre los bastidores de alambre que cubrían la mesa del comedor. Y cuando Elvis esta triste, glaseaba galletas de azúcar rojas, verdes, cortadas en muñecos de nieve, ángeles y forma de pinos.
Mientras rodaba y sumergía, azucaraba y glaseaba, mi mente no dejaba de reproducir la conversación con Emma. ¿Por qué diablos Santana habría cancelado el viaje sin preguntarme? Tal vez ella lo había entendido mal. Tal vez no había oído correctamente a Will. Pero, ¿Por qué Will tendría la idea de que pasábamos aquí la Navidad?
Me sentía enojada.
Más que enojada.
Si esto era cierto, estaba francamente más cabreada. Si bien o hay lugar como el hogar para las fiestas (gracias, Perry Como), y no quería nada más en el mundo que llevar a mi novia a casa para dichas fiestas, ¡estas vacaciones quería RIO!
Mientras horneaba, me irritaba cada vez más.
La Brittany adulta decía cosas como: “Habla con Santana, averigua lo que está pasando”.
La Brittany cabreada decía cosas como: “”Ya he comprado un bikini nuevo, maldita sea, ¡y quiero usarlo!
Adivina, ¿Cuál iba ganando?
En el momento en que llego Santana, apreté a un pobre hombre de pan de jengibre justo donde hubieran ido sus genitales de jengibre.
—¿Crees que así luce el paraíso? —pregunto alegremente. Santana, no el hombre de pan de jengibre sin genitales.
—¿El paraíso de galletas?
—No, mi paraíso: Las galletas y tú en bragas—respondió, tomando una galleta e inhalando profundamente.
Me sonroje.
Me había olvidado de las bragas. Me di vuelta para tomar la última ronda de los hombres de pan de jengibre salidos del horno.
—Hoy hable con Emma. Dijo la cosa más graciosa acerca de…
—Me estas matando, inclinada así ¡y con galletas! De ensueño, estoy soñando—bromeo, viniendo detrás de mí y de forma inesperada agarrando mis caderas.
Sorprendida, se me cayó el molde para hornear, los hombres de pan de jengibre se derramaron por el suelo y se destrozaron. Parecía una escena desastrosa, piernas rotas, brazos cortados, incluso algunas decapitaciones.
—¡Maldita sea! —baje el molde un poco más fuerte de lo necesario y luego me volví para mirar a Santana con las manos en las caderas y las cejas arqueadas.
—Oh, lo siento, Britt. No era mi intención… guau. Son un poco tenebroso de esa manera, ¿no es así? —dijo, mirando alrededor por mis pies.
Tome aire, lo contuve, conté hasta trece y luego lo solté.
—¿Cancelaste nuestro viaje a Brasil?
—¿Brasil? —pregunto, luciendo culpable.
—Sí, Brasil. Cuando hable con Emma, me coto de una conversación que tuviste con Will, que cancelaste nuestro viaje. ¿Lo hiciste?
Guardo silencio durante un minuto, con los ojos ilegibles.
—Sí.
Ella tuvo que hacerlo.
Realmente tuvo que hacerlo.
—¿Quieres decirme por qué?
—Iba a sorprenderte—comenzó, caminando hacia mí y esquivando las piezas de jengibre.
—La mayoría de las parejas sorprenden a sus parejas con viajes, Santana, no lo contrario—le espete, tirando la bandeja de galletas en el fregadero y enjabonándola. La frote con furia, salpicando espuma por todas partes—¿Por qué en el mundo harías eso?
—Quería hacer…
—¿Tienes alguna idea de cuánto he estado trabajando? ¿Cuánto planifique ese viaje?
—Lo sé, pero pensé que…
—¡No puedes cancelar algo así sin hablar conmigo! literalmente, no puedo creer que tu…
—¿Podrías escucharme un segundo? ¡Jesús! —exploto, golpeando su mano sobre el mostrador y aplastando a más hombres de pan de jengibre—Quería pasar la Navidad con tus padres, Brittany. Los invite aquí.
La esponja se cayó de mi mano.
—¿Tu… que?
—Quería que este año tuviéramos una Navidad de verdad, así que llame a tus padres y los invite a quedarse con nosotras. Pensé que te sorprendería. Estarán aquí el día antes en que se suponía que debíamos irnos. Se lo decepcionada que te sentías cuando no pudiste ir a casa para el día de Acción de Gracias, así que pensé que ellos podían venir para casa—dijo—No tenía idea de que te molestarías tanto, créeme, o primero lo habría hablado contigo.
Mis pensamientos giraron, las emociones chocaron y golpearon en mi interior.
¿Emocionada?
¿Abrumada?
¿Sorprendida?
Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras me acercaba a ella a través de la matanza de galletas de jengibre
—¿De verdad quieres pasar la Navidad con mi familia? —le pregunte, tomando su rostro entre mis manos.
—Sí—murmuro, con los ojos llenos de algo que no pude identificar—¿Es extraño?
—No, Sanny, es tan adorable—susurre, abrazándola con fuerza.
Sus brazos se deslizaron alrededor de mi cintura y beso la cima de mi cabeza.
—¿Todavía estas molesta?
—Lo estaba, pero ya no—le respondí, inclinándome más cerca de su oído—Pero la próxima vez, habla conmigo, ¿de acuerdo?
—Lo prometo—susurro en mi odio y luego me beso con fuerza—Voy a conseguirnos el árbol de Navidad más grande que hayas visto—sonrió, con el rostro lleno de emoción. Superamos la crisis. Se quitó la chaqueta e inspecciono la galleta dañada—Ahora, ¿Qué puedo hacer para ayudar?
—Puedes empezar ayudándome a limpiar este desastre. Luego tenemos que empacar si vamos a lograr llegar a la fiesta antes de que comience el tercer Round de Marley y Kitty—dije, dándole una escoba.
Comenzó a limpiar, silbando junto con la canción de Navidad “Frosty the Snowman”. Me di la vuelta hacia el fregadero cubierto de jabón, limpiándome las lágrimas. Una de ellas le pertenecía a Rio.
*****************************************************
El escenario para el tercer Round de Marley vs Kitty (conocido en los círculos convencionales como la fiesta de Navidad de Rach y Quinn) comenzó en el segundo en que Kitty apareció con una nerd sexy.
¿Una nerd sexy?, te preguntaras.
Permíteme retroceder un poco….
Marley conoció a un tipo en un concierto benéfico de la sinfónica. Bernard Firzsimmons, profesor asociado de física aplicada en Berkeley y vicepresidente de la Sociedad de la Apreciación Musical en el Área de la Bahía de San Francisco, tuvo el placer de conocer a Marley en un musical en las escuelas del programa de recaudación de fondos en el que se presentó. Siendo increíblemente talentosa al igual de hermosa, ella era a menudo llamada para presentarse en funciones caritativas, especialmente las que se inclinaban musicalmente.
Compartieron un taxi y un beso después del evento y Marley lo invito a la fiesta. Él era endiabladamente inteligente y endiabladamente lindo, dos atributos que se complementaban muy bien entre sí.
Kitty se enteró de ese evento, orquestado a propósito y muy cuidadosamente por Rach para ser claro
—Oh, ahora le gustan las personas nerds sexy, ¿eh?
Y Kitty fue a la caza de su propia nerd sexy. Termino conociendo a Polly Pinkerton, la jefa de un laboratorio de investigación en el Centro Medico de la Universidad de California de San Francisco, especialista en los efectos de pesticidas e insecticidas del desarrollo infantil. Se presentó en el programa de la mañana en el canal local afiliado a NBC, y Kitty paso todo el tiempo en la sala verde coqueteando con ella sobre un pote de avellana de café torrado.
Ilusionada con la cafeína, la vio como la nerd sexy perfecta para traerla a la fiesta. Pero genuinamente también disfruto de su compañía y la había visto un par de veces antes de la fiesta.
Ambas trajeron a nerds a una pelea de ex y ninguna estuvo lista para el resultado
¿Bernard? Lindo, sí.
Inteligente, sí.
Aburrido, sí.
Estuve atascada en la cocina con él y Marley durante casi treinta minutos discutiendo sobre las partes de color beige y su lugar en el interior de la casa, porque a Bernard le cantaba el canal de televisión HGTV, no me digas. Marley me daba la mirada de “disculpa” toda la noche, pero yo comprendía.
Él era lo que Carrie Bradshaw nombro como un chico “genial en teoría”. Desafortunadamente también era tan aburrido como la teoría. Me encontraba en medio de la discusión de arena vs piedra e intentando detenerme de morder mi propio brazo así tenía algo con que golpearlo, cuando escuche la voz de Kitty desde la entrada.
Marley se paralizo.
Yo me paralicé.
Bernard se puso poético sobre la belleza de una tabla periódica pintada en el más suave de los tonos de masilla y hueso.
—Masilla y Hueso—le die a Marley—¡Qué gran nombre para una…!
—Oh, shhhhh con tu gran nombre para una banda, aquí viene Kitty—siseo Marley, envolviendo el brazo alrededor de Bernard, que fue persuadido de su discurso sobre el beige por unos senos muy suaves presionados en su costado.
Sus ojos se ensancharon y movió los pies nerviosamente. Casi sentí un poquito de lastima por él, el pobre chico no tenía ni idea en lo que se encontraba atrapado.
—Masilla y Hueso es un gran nombre para una banda—murmure, saliendo y tomando un buñuelo de camarón de la mesa donde se hallaba la comida que trajeron todos.
La fiesta se hallaba en su máximo esplendor, hermosas parejas se movían con canciones country de Navidad al estilo del rock and roll en el estéreo, con ponches calientes y sidra siendo vertidas generosamente por Quinn, mientras Rach disponía bandeja tras bandeja de dulces.
Mientras comía buñuelos de camarones, escanee la multitud en busca de Santana. Hablaba con uno de los amigos de Quinn del trabajo. Atraje su atención y señale hacia el pasillo, donde Kitty caminaba hacia la cocina. La chica que la acompañaba era encantadora, con ojos penetrantes y una curiosa mirada en su rostro mientras observaba a la multitud.
Se encontraban en un rumbo de colisión con Marley y Bernard Beige. Metí otro buñuelo en mi boca y camine en modo de espía de regreso a la cocina, encontrándome con Santana, quien también había alertado a Rach y Quinn, en la esquina.
—Sabes, esto se está poniendo ridículo—dije mientras las cuatro adoptábamos una posición de mirar y esperar, flaqueando cada entrada de la cocina.
—Sólo vigilamos a nuestras amigas—dijo Santana, recostándose contra la pared. ¿Cuándo esto se convirtió en Misión Imposible?
Junto cuando Marley y Kitty posaban sus ojos una en la otra por primera vez desde la Noche de Juego y recordaban que mientras que Bernard Beige y Linda Polly estuvieran perfectos, ellos nunca iban a volver a voltear sus mundos de cabeza.
Nunca iban a ser “único”. Pero eso no los detenía de intentarlo.
—Marley.
—Kitty.
Que dramáticas, estas dos.
—¿Bernard?
—¿Polly?
Espera, ¿Qué?
Nosotras cuatro echamos un vistazo alrededor de la esquina como tótems, observando como colapsaban Linda y Beige en el centro de la habitación en una maraña de brazos y risas.
—¡Guau, Polly! No te he visto desde la conferencia sobre la rehabilitación genética en el Hilton en Anaheim—dijo Bernard, luciendo emocionado de verla.
—¿Ha pasado tanto tiempo? Te busque en la Cumbre de Quantum en San Diego, pensé que estarías allí de seguro—respondió Polly, levantando la mirada tímidamente a través de sus pestañas.
—Me encontraba en Suiza… con el Hadron—dijo el, sacando un poco el pecho.
No lo entendí, pero ella se veía impresionada.
—El Gran Colisionado de Hadrones, está en la Organización Europea para la Investigación Nuclear, conocida como CERN en Suiza—susurro Quinn al otro lado de la entrada.
Rach también se veía impresionada. Junto con Quinn.
—Eh, Bernard, ¿Por qué no me presentas a tu amiga? —intervino Marley, tirando de su brazo.
Él no se dio cuenta.
Ella saco sus lolas.
Él se dio cuenta.
—Oh, lo siento, Polly, estas son, quiero decir, esta es Marley—dijo, sonrojándose—Marley, esta es Polly. Ella dirige un laboratorio en la UCSF…
—Toco el chelo en la orquesta sinfónica de San Francisco—espeto Marley, viéndose sorprendida ante su propio vomito de palabras.
Me mordí mi puño para evitar reírme.
—Es un placer conocerte, Marley. Esa es Kitty. Nos acabamos de conocer, ella…
—Hola. NBC. Canal 11—dijo Kitty, dándole un fuerte apretón de mano a Bernard con furia—¿Deportes?—termino, cuando Bernard la miro con perplejidad—Soy la locutora deportiva. Ya sabes, Kitty hace el llamado todos los días a las seis con once minutos—termino con su mejor voz de radiodifusión.
—Ah, claro, hola. Gusto en conocerte… ¿Kitty?
Santana contuvo su risa.
Polly y Bernard continuaron hablando en el centro de la habitación mientras Kitty y Marley retrocedían hacia sus propias esquinas, confundidas.
Regrese a los buñuelos de camarones con Santana, contenta de que esta noche se resolvería por sí misma.
***************************************************************
Una hora más tarde me encontraba en el baño con Marley y Rach, debatiendo los beneficios de mostrar un seno a propósito. Bernard y Polly continuaban rememorando las conferencias a las que asistieron, quien había publicado tal artículo en tal periódico, y ahora hablaban sobre un tipo encantador llamado quark que era un ¿fondo? Quinn había intentado explicar lo último, pero cuando se introdujo en fuerzas fundamentales y decaimiento de partículas, no pude escuchar más. Principalmente porqué Rach jadeaba muy fuerte, le encantaba cuando Quinn daba buena ciencia.
Así que ahora aquí nos encontrábamos, debatiendo el resbalón de dicho seno y si sería suficiente para reencaminar la noche de Marley. Un poco borracha por demasiados ponches y todavía impactada por el hecho de que no iba a ir a Rio, perdí el interés rápidamente.
—Oh, por el amor de Dios, solo ve a mostrarle un poco de escote al profesor aburrido de allí, ¿quieres? —espete, regresando a la fiesta. Linda Polly y Bernard Beige se encontraban en el sofá, con las narices prácticamente tocándose y tenía la certeza de que más partes del cuerpo iban por el mismo camino.
Su química era del tipo que era cultivada en una placa de Petri y conocida a fuego lento sobre un mechero Bunsen hasta que estuviera caliente y cachonda. El hadrón de alguien iba a colisionar esta noche, eso era seguro.
Espié a Kitty dirigiéndose hacia donde Marley acabada de aparecerse desde el baño, y rodé los ojos.
—¿Cómo estas Britt? —pregunto Santana, agarrando mi brazo.
—¡Genial! ¿Qué hay de ti?
—¿Segura que estas bien?
—¿Por qué no lo estaría? —me tome mi ponche y mire alrededor en busca de otro.
—Porque la mitad de tu seno está afuera de tu camisa—respondió, girándome hacia la pared y lejos de algunos invitados bastantes encantados.
—Mierda—exclame, metiéndolo de regreso—Demostraba como… oh, no importa.
—Tal vez deberíamos pensar en irnos a casa—sugirió.
Iba a decirle lo que yo pensaba sobre eso cuando escuchamos un golpe desde la cocina. Todas llegamos allí al mismo tiempo para encontrar a Kitty usando un tazón de ensalada de papa y a Marley sosteniendo un plato de buñuelos de camarones sobre su cabeza. Con un seno afuera a propósito.
Los ojos de Kitty se encontraban fijos en el seno y la rabia ardía a través de la ensalada de papa.
—¡Cúbrete—grupo Kitty.
—¡Cubre eso! —grito Marley.
—¡Mis buñuelos de camarones! —gimió Rach.
—¿Qué tan lejos está tu coche? —pregunto Polly mientras Bernard y ella salían por la puerta principal.
Sacudí la cabeza, recogiendo mis galletas y mi Wallbanger, y dirigiéndome hacia Sausalito.
Santana y yo habíamos estado juntas aproximadamente un año y por supuesto que había noches en las que no teníamos sexo cuando ella se encontraba en casa.
¿Dolor de cabeza?
Algunas veces me daban.
¿Esa época del mes? Definitivamente no pasaba.
Pero esta era la primera vez que decía que no porque me sentía irritada.
Y ahora ella se sentía irritada porque yo estaba irritada.
Es justo decir que culpe a Rio.
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FanFic Brittana:Wallbanger 2 "RustyNailed" (Adaptada) Cap14
Capitulo 14
El siguiente montaje ha sido reproducido del especial de televisión La Espectacular Navidad de Brittany. Si eres capa de escuchar “It´s Beginning to Look a Lot Like Chrismas”, preferiblemente la versión de Johny Mathis, por favor hazlo ahora.
Comenzamos en una entrada. Un viejo Ranger Rover negro está estacionado allí, cubierto casi completamente por un enorme árbol abeto azul navideño. Una mujer extraordinariamente hermosa con cabello negro, con una piel canela y una sonrisa que brilla con malicia está desatando el árbol, atrapándolo justo antes de que caiga en el concreto. Se ríe, lanzando una mirada por encima de su hombro a una hermosa -no, una impresionante- rubia ojos azules que mira desde la acera. Con sus senos levantados presionando contra un suéter decorado con renos. Mientras ella mira la mujer hermosa piel canela luchar con el árbol, le grita y ella se ríe de nuevo.
Cambiamos de cámara con la misma pareja, ahora junto con otra feliz joven pareja. Una mujer con cabello rubio liso de ojos verdes, lentes de carey, y apariencia de estudiante sentada junto a una pequeña mujer morena, con impecable y brillante cabello negro y una falda imposiblemente corta. Las cuatro están sentadas en una mesa de cuero rojo en Chinatown mientras abren una ronda de galletas de la suerte, la mujer morena bajita desliza un regalo con envoltura festiva sobre la mesa hacia su rubia amiga de ojos azules. Las cuatro amigas sonríen mientras leen sus fortunas. La mujer rubia ojos verdes levanta la mirada y ve un manojo de muérdago, incitándola a robarle un beso a la pequeña morena.
Cambiamos de cámara a una despampanante castaña, vestida con un largo vestido negro. Está en un escenario rodeada de una sinfonía completa mientras toca un solo de chelo. Mientras la música aumenta, trayendo tonadas navideñas para todos los asistentes, ella inclina la cabeza con aprecio por los aplausos. Mientras su música es adsorbida por el resto de los músicos una vez más, ella parece tener una mirada lejana en sus ojos… insinuando tristeza, ¿tal vez? ¿Por qué una chica tan encantadora tendría que estar triste en Navidad?
Cambiamos de cámara a un estudio de televisión, adonde una mujer rubia ojos verdes, atlética y una sonrisa de triunfadora narra a la audiencia las ultimas noticias de deporte. En medio de los aspectos más destacados del fútbol y las tomas fallidas, uno puede imaginar a todos los espectadores sintonizando. ¿Es uno de ellos la castaña despampanante? ¿Ella espera que sea así?
Cambiamos de cámara hacia la rubia hermosa ojos azules sentada frente a una pared con ventana gigantesca. A través de la ventana podemos ver el profundo azul grisáceo de un largo cuerpo de agua y en la distancia podemos ver el contorno de una gran ciudad. El horizonte sugiere que es San Francisco. En el reflejo de la ventana podemos ver un enorme árbol de Navidad, decorado con centelleantes luces y adornos brillantes. La mujer hermosa piel canela entra, con un gato majestuoso a sus talones. Cuando se sienta al lado de la rubia hermosa ojos azules, vemos que ella está leyendo una revista. Apresuradamente la cierra, pero antes de que pueda, vemos sobre su hombro que estaba abierta en un artículo sobre Brasil.
Cambiamos de cámara hacia una habitación donde podernos ver a la rubia ojos verdes y a la morena bajita… se desvanece a negro. Programa familiar.
Cambiamos de cámara de vuelta hacia nuestra pareja original, ahora sentada ante una mesa llena de delicias navideñas platos con puré de papa, tazones de frijoles verdes y batatas, coronados por un pavo perfectamente asado. Cuando la rubia hermosa ojos azules trae un pastel de manzana de la alhacena, la mujer hermosa piel canela, le da una sonrisa secreta que la hace sonrojarse. ¿Sabe ella algo que nosotros no?
Junto a ellas en la mesa hay una pareja mayor. La mujer es la viva imagen de la rubia hermosa ojos azules, ¿su madre? Ah sí y este dese ser su padre, estrechando en un abrazo a la mujer hermosa de piel canela. Mientras se sientan juntos, hacemos un acercamiento a la rubia hermosa ojos azules. Se ve muy feliz de tener a su familia cerca en esta víspera de Navidad, pero cuando la mujer hermosa piel canela aprieta su mano bajo la mesa, podemos ver una mirada casi nostálgica en sus ojos. ¿Qué podría estar soñando en esta noche mágica?
Cambiamos de cámara hacia la alhacena, donde somos los único que vemos a un gato encaramado, mordisqueando el borde del pastel.
Cambiamos de cámara hacia las cuatro reunidos alrededor del árbol de Navidad. El papel de regalo desechado de color verde y rojo, dorado y plateado, está disperso por todas partes. Ocasionalmente una de las pilas se mueve y podemos ver bigotes sobresaliendo. Cuando los padres se dirigen hacia la cocina la rubia hermosa ojos azules toma un paquete detrás del sofá. La mujer hermosa piel canela se ve sorprendida, no sabía que había más regalos para dar. La rubia hermosa ojos azules se lo ofrece, posándose sobre el brazo del sofá junto a ella. Ella sonría cuando lo toma, desenvolviendo este último regalo.
Hacemos un acercamiento y podemos ver que es un portarretrato. No podemos ver a la fotografía, pero hace que la mujer hermosa de piel canela se tense. Vemos emociones cruzar su rostro.
Incomodidad.
Dolor.
La rubia hermosa ojos azules contiene la respiración. Y entonces, la mujer hermosa piel canela comenzó a reír. Y es impresionante.
Cuando ella jala hacia su regazo a la rubia hermosa ojos azules para abrazarla, hacemos un alejamiento y vemos que sus padres comienzan a volver a la sala de estar. Espiando a las dos que están sentadas en el sofá, se retiran hacia la cocina.
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FanFic Brittana:Wallbanger 2 "RustyNailed" (Adaptada) Cap15
Capitulo 15
Mensaje de Marley a Rach:
No puedo creer que sigas furiosa…
No puedo creer que no puedas creer que siga furiosa.
Lo siento, ¿de acuerdo? ¡Una vez más! ¿Cuántas veces puedo decir que lo siento?
Debes hacerlo una vez más.
BIEN. Lamento. Arruinar. Tú. Fiesta. De. Navidad.
Perdonada. ¿Ahora quieres decirme de qué se trataba todo eso?
No sé.
Oh, lo sé y sé que lo sabes. Sólo quiero oírte decirlo.
Quiero recuperar mi disculpa…
No puedes. ¿Cómo está el profesor?
Ahora preguntas por eso.
Risita.
Mensaje de San a Kitty:
¿Mañana quieres ir a montar en bicicleta?
¿No podemos simplemente tomarnos de las manos y saltar?
Kitty.
No puedo. Trabajo. Hablando de eso, has estado un tiempo en casa. ¿Cuándo saldrás?
Me estoy tomando un pequeño descanso.
Vamos, en serio, ¿cuándo saldrás?
No, en serio, me estoy tomando un tiempo libre.
Ajá.
Ajá, ¿qué?
Simplemente ajá. De todos modos, mañana no puedo, pero, ¿qué tal este fin de semana?
Hecho. ¿Quieres mandarle el mensaje a la idiota o lo hayo yo?
Yo lo haré. Desaparece.
Nos vemos.
Mensaje de Rach a Britt:
¿Puedes reservar el desayuno el Sábado por la mañana?
Sí, si puedes temprano. Necesito trabajar después.
¿Qué hay de las 7:30?
Perfecto.
Mierda, Brittany, bromeaba.
Oh, ¿a qué hora pensabas?
¿A las 9?
Tengo reuniones por la tarde. ¿Te dije que acabo de tomar un nuevo trabajo en Sausalito? Alguien caminaba por Claremont, el otro, día, le gustó lo que vio, salí de la oficina, y ¡BAM! Voy a hacer una remodelación por aquí.
¡Vaya, mi chica será la diseñadora del año!
No es broma. Bueno, el desayuno. ¿Qué tal a las 08:15, en el medio?
Guau, de acuerdo, voy a ver si puedo levantar a Mar tan temprano. Todavía me debe de la fiesta.
Sin dudas, lanzar la comida nunca está bien.
¡Las dos son tan estúpidas! Quinn dijo que Kitty trató de llamar a Marley de nuevo, pero ella no cederá.
Quizás es el momento de quedarse fuera de esto. Es decir, ¿cuáles son las probabilidades de que tres mejores amigas, que además son lesbianas guapísimas y otras tres mejores amigas que gracias a Dios! Son bisexuales guapas, mágicamente se conozcan, follen, y vivan felices para siempre?
¡Bah! Cierto. Es lo que haría una novela romántica. Pero 2 de 3 no está nada mal. Y sigo pensando que volverán a estar juntas…
Vieja blandengue.
¿Quieren ver una película el próximo fin de semana? ¡O San está fuera de la ciudad?
Oh, no. Ella está aquí. Está mucho por aquí.
???
Olvídalo. Ya veremos. Tengo que volver a trabajar.
Parte de un e-mail de Emma a Britt:
… Así que parece que nos vamos a España antes de lo que pensábamos. Tengo un viejo amigo de la universidad que está renovando una finca a las afueras de Nerja. ¿No es donde se quedaron San y tú? ¿Y cómo esta ella? ¿Will dijo que no viaja tanto?
Hablé con el contador, me va a enviar todo los impuestos de fin de año por FedEx. Parece que te has mantenido al día con todo. Me di cuenta, sin embargo, que tienes que organizar tus comidas cuando estas con los clientes, necesitamos recibos reales de los artículos pedidos, no solo el sello de recibo. Puedo sugerirte algunos ejemplos, si eso es más fácil. Hazme saber y te los enviare.
Parece que tu Navidad fue interesante, ¡Viena fue encantador! Que ciudad tan maravillosa para pasar vacaciones.
Ignore ese correo, una vez más, pero volví a pensar en la conversación que tuvimos antes de Navidad. Estaba segura que ella había dicho que iban a Múnich para las vacaciones. Menciono a los amigos de Will y todo. ¿Pero ahora decía que fueron a Viena?
Algo olía mal en Viena.
Aparte mi teléfono mientras caminaba hacia el sitio del hotel. Me iba a encontrar con el asistente de Camden para tomar la decisión final de los artefactos de iluminación en el bar. Tomando ventaja de la luz natural y siendo consciente que las mañanas a veces eran muy nubladas, había diseñado un espacio que podría pasar de un lugar para compartir una copa por la tarde o incluso una reunión de negocios, a algo infinitamente más sexy por la noche.
Trate de concentrarme en la reunión, pero no podía evitar la sensación de que pasaba algo. Cuando Emma se fue, estuvo casi en contacto constante, tanto como podría estar recién casada. Pero a medida que pasaban las semanas, convirtiéndose en mese, los correos electrónicos y llamadas telefónicas disminuyeron significativamente. Al principio, estuve tan ocupada que no me di cuenta de cómo empezaron a escasear. Una vez que las vacaciones llegaron a su apogeo y volvimos al este por la reunión, tuve el control suficiente como para necesitar las llamadas, pero en realidad ese no era el punto.
¿Y cuándo volvía a casa? No parecía haber ningún fin a la vista. Necesitaba tener una reunión urgente con Emma, pero no estaba segura de cómo hacerlo. Pero si estaba segura de que ella me había dicho que iba a Múnich…
—¿Brittany? ¿Has estado esperando mucho tiempo? —una voz me sacó de mis pensamientos. El ayudante de Camden, me miraba con expectación.
—Lo siento, no, en absoluto. ¿Listo para empezar? —le pregunté y plasmé una sonrisa.
*********************************************
Esa noche cuando llegué a casa, Santana se encontraba allí y había hecho espaguetis y albóndigas. Por supuesto que estaba. En casa, quiero decir.
—Es impresionante cuanto necesito bolas en este momento—bromeé, sentándome en la mesa con mi chaqueta y bufanda, y apuntando hacia arriba mi cuchillo y tenedor.
—Tuve un presentimiento. Esta mañana encontré este gran mercado italiano en mi paseo en bicicleta y es uno de los únicos lugares que he encontrado en Estados Unidos que muele juntos la carne de cerdo y ternera—dijo, sirviéndome una copa de vino y colocando la pasta en el agua hirviendo—Hace que las bolas estén más blandas—dijo, inexpresiva.
—Así que ese es tu secreto—le die, bebiendo el vino.
La noche era fría, pero por dentro era cálido y acogedor. Un fuego ardía en la sala de estar y su luz se reflejaba en la pared de la ventana. Lord Tubbington se hizo un ovillo en el interior del departamento de gato que le compro Santana. Alfombra naranja, de varios pisos con un poste de una pelota en la cima de toda la cosa, era horrible. Le dije que a Lord Tubbington nunca le gustaría algo tan llamativo, pero obviamente al gato le encanto.
Ocurría algo simpático entre mi chica y mi gatito. Sin duda pasaban suficiente tiempo junto…
Ah regreso. Ese rincón de algo que seguía corriendo en mi cabeza, muy al borde de completarse. Desapareció cunado Santana dejo la ensalada y la tonta me beso.
—¿Cómo fue la reunión sobre el bar? —preguntó.
Anoche había estado escuchando cuando le dije lo que haría hoy.
—Bien, a pesar de que me distraje un poco. Recibí un e-mail de Emma.
—¿Cómo le va? No he sabido nada de Will por un tiempo, pero la semana que viene vamos a hablar sobre algunas inversiones.
—¿Sigue manejando todo por ti?
—Puso a alguien más mientras esta fuera, pero también lo sigue vigilando. ¿Emma dijo cuándo volverán a casa?
—No, y ese es el problema. Cada vez que trato de sacar el tema, lo cambia—dije, masticando un pedazo de lechuga que robe de la ensaladera.
Limón y vinagreta de mostaza.
Lindo.
—Will también. Supuse que con su luna de miel y todo, se están divirtiendo mucho para pensar en volver a casa.
—Debe ser lindo no tener responsabilidades—murmure, chocando de nuevo con ese rincón.
—Yo no diría eso—critico, echando la pasta con pinzas—¿Quieres rallar ese queso?
—Yo sí diría eso—agarre el queso y empecé a rallar—No lo sé, tal vez mañana le diga algo a las chicas, para ver lo que piensan.
—¿Las chicas?
—Sí, ¿el desayuno en el restaurante? No las he visto en mucho tiempo—dije, todavía rallando. Ella murmuro algo en voz baja por mis salidas continuas, pero la ignore—Y otra cosa, cuando hablamos antes de Navidad, ella me dijo que iban a Múnich. Pero hoy recibí un e-mail que decía que estaban en Viena.
—Creo que oí de Viena. Al menos eso es lo que dijo Will.
—Sé que ella dijo Múnich, dijo que era porque Will tenía amigos allí—seguí rayando.
—Will tiene amigos en todas partes—dijo, probando la pasta y dándole el visto bueno.
—No importa si tiene o no amigos allí. El punto es que se lo que he oído—dije, rallando furiosamente.
—¿Es posible, y solo pregunto—dijo, sacudiendo la pasta un poco de salsa y luego vertiendo todo en un bol—, que no la hayas escuchado correctamente?
—No—ralle.
—¿No es posible? —pregunto, poniendo el cuenco sobre la mesa y luego volviendo a las albóndigas—No hay posibilidad en lo más mínimo.
—Por supuesto que hay una posibilidad—dije con los dientes apretados—Pero se lo que escuche.
—Bueno entonces pregúntale. Eso lo resolverá, ¿no es así? Mejor que rallar tus uñas en ese bol—respondió con calma, cubriendo mi mano con la suya y deteniéndome justo antes de que yo hiciera lo mismo.
Baje la mirada.
Me destroce toda la uña.
—O puedo preguntarle, ella depende de mí—le dije, soltado el rayador y dirigiéndome al lavado para lavarme las manos.
—Así es, pero también es tu amiga. Si hay un problema, ella querría saber al respecto, ¿no creer? —pregunto, sacando mi silla para mí.
—Es mi amiga, pero primero es mi jefa. Y si, probablemente debería hablar con ella—le conteste, sentándome y sonriendo brevemente cando me dio un beso en el hombro antes de sentarse frente a mí—Maldita sea, odio cuando tienes razón.
—Entonces tienes mucho para odiar. No tenía ni idea—bromeo, pasándome el recipiente con varios kilos de queso parmesano rallado.
Tome el bol y, luego le mostré un dedo en particular.
Para que conste, las bolas estaban increíbles.
*****************************************************************
—Panqueques de trigo integral, salsa de arándanos, y un lado salchicha de pavo, por favor.
—Tortilla de clara de huevo con jamón, cebolla verde y una taza de bayas, por favor.
—Huevos revueltos, croquetas de patata sin mantequilla, tostadas de centeno. ¿Y podría también poner una media toronja?
Nos sentamos en nuestra mesa normal del restaurante, Marley y Rach poseían grandes vasos extra de café.
—Gracias por venir tan temprano. Sé cuánto les gusta dormir en los Sábado—dije, sorbiendo mi propia taza grande adicional.
Hoy que encargarme de una instalación de arte, y sabía que iba a ser un día para la cafeína extra.
—¿Cómo te va con lo del hotel? ¿Crees que serás capaz de parar un poco cuando todo este completo? —pregunto Rach.
—No es probable. Hemos aminorado la marcha de algunos de nuestros diseños de viviendas para asumir este proyecto, pero una vez hecho esto, tenemos clientes que literalmente han puesto sus remodelaciones en espera unos meses con el fin de trabajar con nosotros—le dije con orgullo—Pero varios de esos dependen de Emma.
—¿Todavía no hay noticias de cuándo va a volver?
—No, pero no hablemos de eso. Hablemos de tu boda, ¿Cuándo empezara la planificación? —pregunte, cambiando de tema sin problema.
No había hecho ningún progreso en lo que iba a decirle a Emma y no sabía cómo abordar el tema, así que tenía muchas ganas de pensar en otra cosa.
Podría decir que Rach comenzado a planear su boda desde que Quinn le puso un anillo de dos quilates en el dedo, pero eso sería una mentira.
Había estado planeándola desde que supo lo que era una boda. Tenía cuadernos y carpetas llenas de hojas grandes de papel que colecciono durante años. Los arreglos de mesa, flores, vestidos, ropa de cama, lo que sea lo tenía todo en una carpeta. Quinn no hizo ninguna pregunta ni sugerencia, simplemente se sentó y dejo que se encargara el tren Rach. Obvio que de vez en cuando Rach le decía que aportara en algo y cuando la pobre Quinn lo hacía, Rach la ignoraba diciendo que sus idas no eran buenas. Pero Quinn solo sonreía.
—Fue tan genial ver la boda de Emma y como la planeo. Me dio muchas ideas y me ayudo a centrarme en lo que quiero y lo que no quiero. Si miras en la página diecisiete…
Puso una carpeta sobre la mesa.
—… se puede ver cómo voy a capturar la luz de la capilla para acentuar no solo las rosas en colores pasteles y melocotones, sino también para resaltar el tono dorado natural de mi piel.
—Bueno, sí, pero eso depende de la hora del día—dijo Marley, echándome una mirada maliciosa.
Rach aparto la carpeta.
—En base a la posición del sol en el cielo esa semana, he cronometrado la ceremonia para reflejar tanta luz en la iglesia como sea posible—señalo un gráfico del sol.
—Oh, Dios mío, debes estar bromeando—dijo Marley, agarrando la carpeta para ver—Esto es impresionante, mujer.
—Gracias. También te alegraras de saber que cuando elegí sus vestidos tuve en cuenta tu tono de piel y el de Britt.
—¿Nuestros vestido? ¿Elegiste nuestros vestidos? —pregunto Marley.
—Espera, ¡ni siquiera nos has preguntado oficialmente! ¿No crees que sería mejor elegirnos a nosotras antes de elegir los vestidos? —resople, pasando la mantequilla cuando nos colocaron los paltos.
—Por favor, como si necesitara preguntar. Obviamente las dos son damas de honor—se burló, cortando su salchicha en rodajas y colocándolas a cada lado del plato.
—Bueno, obviamente—imite, riéndome de ella cuando lucio sorprendida—Por supuesto que vamos a ser tus damas de honor.
—Tiene sentido, ya que San y Kitty serán las madrinas de boda. Y veo esa mira en tu cara, Marley—dijo Rach, sin levantar la vista, pero anticipando la reacción de Marley—Estará en la boda y eso es definitivo. Y no se lanzara la comida.
Amortigüe una risa en mi servilleta.
—Asegúrate de que San sepa la fecha. No quiero que falte la semana de la boda porque va a estar sacando fotos de cebras en Australia—continuo Rach, apuntándome con su cuchillo.
—Las cebras se encuentran en África. Los canguros están en Australia—intervino Marley.
—Australia, África, no me importa si esta en Akron, solo asegúrate de que estará en casa—dijo Rach, tachando algo de su agenta nupcial.
—Oh, va a estar en casa. No te preocupes por eso—murmuré. Antes de que pudiera decir anda más, blandí mi propio cuchillo—Y no creas que no he notado el uso de frases como semana de boda. Es un día de boda, Srta. Altanera.
—Con todo lo que tengo que planear para esta boda necesito una semana entera y Quinn dice que puedo tenerla. Y no creas que no he notado que refunfuñas en voz baja porque San esta en casa. ¿Qué esta pasando? —pregunto.
—No hay anda que decir. Se está tomando un tiempo libre, eso es todo.
Las dos me miraron.
—¿Qué? Siempre dicen que nunca está en casa, bueno, ahora lo está.
Seguían mirándome.
Les regrese la mirada.
—Es muy bueno. En serio. Fantástico.
Paso un momento más de silencio y luego volvimos a nuestros platos.
—Quinn se enteró de que hay grupo interesado en patrocinar un capítulo de su caridad en San Diego—ofreció Rach y comenzó la parte de las noticias de nuestro desayuno.
—En esta calle se va abrir un nuevo estudio de Krav maga y estoy pensando en tomarlo. Tanto tiempo como pueda proteger mis manos—comento Marley.
—Lord Tubbington por fin ha notado al gato que corre al otro lado de la ventana y anticipa cada movimiento en su propio reflejo—dije.
Masticamos.
—Finalmente hable con Quinn para tomar clases de baile de salón para la boda. ¡Tenemos la oportunidad de aprender a bailar el tango!
—He oído del profesor Bernard Fitzsimmons, Polly y él se acaban de mudar juntos.
—Creo que Emma me está mintiendo.
Resonaron los tenedores.
—Espera, ¿Qué? —preguntó Rach.
Y Marley me miro con confusión.
—No puedo explicarlo. Creo que pasa algo y ella no me conto—tan pronto como lo dije en voz alta, me convencí aún más—No sé lo que esta pasando, pero pasa algo.
Escucharon mientras les conté todo lo que sucedía: las llamadas telefónicas, las llamadas no telefónicas, los correos electrónicos, todo. Me senté y espere a que lo notaran, a que estuvieran de acuerdo conmigo.
—¿Basas todo eso en el hecho de que ella podría haber dicho Múnich cuando quiso decir Viena? —pregunto Marley, agitando un paquete de azúcar.
—No. Quiero decir, en parte, pero…. No sé, siento como si pasara algo—insistí, sin entender por qué nadie más lo veía.
—Está en su luna de miel si yo estuviera montando al tren de Will cada noche, puedes estar absolutamente segura de que te olvidaría. Mmm, ¿crees que le guste sucio? ¿Crees que el guste cuando…?
—¡Dios mío, Rach!
—¡Jesucristo, mujer!
Miramos a Rach.
Para ser justas, todas teníamos fantasías sobre él. Pero nunca hablábamos de ellos.
Ella tuvo la decencia de sonrojarse como sus rodajas de salchichas.
—De todos modos, no, no se trata solo de confundir los nombres de las ciudades. Debía estar fuera un tiempo, pero esto es casi ridículo. Y ya difícilmente se reporta…
Rach se echó a reír.
—¿Cómo podría reportarse, cuando está demasiado ocupada quitándole eso diminutos trajes de baño europeos a Will? Apuesto a que lo hacen en…
—¡Basta! —dije, golpeado al mano en la mesa y haciendo rebotar los cubiertos—No tengo tiempo para esto, estoy tratando de decirles que… olvídenlo. ¿Saben qué? Tengo que ir a trabajar—espete, dejando un billete de veinte sobre la mesa y levantándome.
—¿De verdad te vas? —pregunto Marley cuando me puse el abrigo.
—Sí, de verdad me voy. ¡Tengo que ir a recibir una instalación de arte para el hotel en Sausalito!
Al salir del restaurante, mi corazón latía con fuerza.
Me sentía furiosa y había llegado allí tan rápido.
Maldita sea.
Volví a entrar a donde seguían sentadas, con los ojos muy abiertos.
—Muchas gracias por pedirme que sea tu dama de honor, en realidad fue muy dulce—entonces me volví a ir.
Me metí en el Mercedes de Emma y regrese por el puente para esperar a mi instalación de arte.
La cual nunca apareció.
Oye, ¿instalación de arte? Chúpame la polla.
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Esa noche, me sentía frustrada por haber perdido toda una mañana y la mayor parte de la tarde, cuando mi tiempo libre era bien escaso. Quedarme esperando obra de arte después de repetidas llamadas a la prestación de servicios, las cuales me decían que se hallaba “en tránsito”, solo irrito más mi estado de ánimos y me sentía cansada, así que decidí desconectarme y animarme. No iba a pensar más en el trabajo.
Encontré a Santana en la cocina, revisando los menús de comida china para llevar. Me pregunto si quiera quedarme en casa esta noche y comer cerdo en empanadas chinas. Era exactamente lo que necesitaba y así se lo dije.
Necesitaba relajarme. Todo el mundo tenía el tiempo libre, yo también lo tendría.
Después de pedir la comida, nos retiramos en la bañera de hidromasaje. Santana puso algo de Count Basie y pasamos rápidamente por el camino helado. Sentada bajo un manto de estrellas, me recosté en el agua burbujeante con una copa de vino y trate de relajarme. Trate de dejar de lado la inquietud que sentía por Emma, mi estrés del trabajo y la mini pelea que tuve esa mañana con Rach y Marley.
Les envié un mensaje a ambas con disculpas que fueron recibidas con un “Oh, por favor, está bien” y “Eres una idiota pero te quiero de todos modos”.
—Pareces tranquila esta noche—comento Santana, curvando sus brazos firmes detrás de ella en el borde de la bañera de hidromasaje.
Una Wallbanger húmeda era algo que nunca se podía describir.
Pero lo intentare.
Era… oh, diablos, era muy bueno.
—Me estoy relajando, ¿no lo notaste? —conteste, arqueando la espalda y dejando escapar un suspiro de satisfacción para hacer una gran demostración.
—Eso es bueno. Necesitas relajarte más, si me preguntas—inclino el rostro hacia el cielo, destacando su mandíbula en contraste a la noche fría.
Mientras la admiraba, note que su mandíbula que estaba tensa.
—¿Estas bien?
—Mejor que nunca—respondió mientras respiraba pesadamente.
¿Había estado ignorando a Santana? Seguramente no.
¿Cómo se podría ignorar a alguien así? Pero solo para estar segura…
Sintiendo una chispa abajo, nade a su lado y me senté en su regazo. Sus mansos fueron alrededor de mi cintura, enredando los dados en los bordes de mi braga del bikini.
—¿Te acuerdas de la prima vez que estuvimos en un jacuzzi, Wallbanger?
—Si. Estabas muy cachonda—recordó y apareció la insinuación de una sonrisa.
—Muy. Y tú también, por lo que recuerdo—rodé los ojos. Y mis caderas. Lo que no pasó desapercibido—Hasta que pusiste freno a mis avances.
—Nunca sabrás lo duro que fue.
—Oh, se lo duro que fue—me reí cuando se presionó contra mí.
Me di la vuelta, sentada con la espalda contra su pecho y mire al otro lado de la bahía, a las luces de la ciudad brillando en el agua.
Desde este punto de vista, pude ver la ciudad debajo, a su propia luz reflejándose en las olas. Era tan tranquilo aquí, lo extrañaría cuando nos mudáramos a la ciudad a tiempo completa.
Apareció un momento de tensión, pero lo ignore.
Respire profundamente, inhalando el aroma a laurel y pino, la salinidad del aire del mar que siempre se hallaba en el fondo. Ella a aparto el pelo de mis hombros, dejando un rastro de cálidos besos húmedos. La pasión era una cosa, pero, ¿la comodidad tranquila de tocas sin prisas?
Era muy bueno.
—Esto es bueno—suspire, recostándome contra ella.
—Estoy de acuerdo—murmuro en mi piel y sus mansos comenzaron a moverse por mi vientre.
—Me refería a estar aquí en Sausalito—me reí, temblando cuando su boca se sumergió en el hueco entre mi hombro y la oreja.
—Se lo que querías decir y estoy de acuerdo—respondió, mordiéndome como si fuera una mazorca de maíz—No lo creí posible, pero me gusta mucho este lugar. Es hogareño.
Chille, su toque me hacía brotar la piel de gallina.
—¿A quién le dices hogareño? —me reí.
—Calla, te estoy seduciendo—instruyo, levantándome el brazo y besando su longitud como una villana antigua de Cartoon—Pronto serás masilla en mis manos y seré capaz de hacértelo con perversidad.
—Entonces, continua, por supuesto—caí hacia atrás contra ella, haciendo una imitación de masilla.
—Vaya, eres fácil.
—¿Acaso de darte cuenta? —me reí, rebotando en su regazo y salpicando agua por todas partes.
Su respuesta fue hundirme bajo el agua.
Subí escupiendo y salpicando. Mientras refunfuñaba y me limpiaba la cara, la sentí quitándome el top del bikini.
Fingí una mirada de sorpresa.
—¡Mira lo que has hecho!
—Estoy mirando.
Y entonces me tocaba…
Y luego me hacia otras cosas…
Cosas…
…Desnudas…
…Húmedas…
…Cariñosas…
…Mordientes…
…Penetrantes.
Fue muy bueno.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
holap,..
me encanto,...
bueno por ahora 2 de 3 nop??? en serio llevar a dos nerds a una fiesta para darle celos a tu ex y que encima se conozcan es mala jugada para e tablero,... a ver como va en el cuarto round!!!!
a planear la boda de rachel y quinn va a ser super divertido!!!
no van a empezar a lo sherlok para investigar lo que pasa entre emma y will por que no vuelven!!!
nos vemos!!
me encanto,...
bueno por ahora 2 de 3 nop??? en serio llevar a dos nerds a una fiesta para darle celos a tu ex y que encima se conozcan es mala jugada para e tablero,... a ver como va en el cuarto round!!!!
a planear la boda de rachel y quinn va a ser super divertido!!!
no van a empezar a lo sherlok para investigar lo que pasa entre emma y will por que no vuelven!!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Jajajajajaja mori con lo de Maey y Kitty junto a los "nerds" xD que escondera Emma?! :O ya quiero el otro! Jummmm Britt anda muy estresada con todas esas situaciones, y con San... problemas en el paraíso? Jajajajajaja see ya Dayan!
lauravm98******* - Mensajes : 489
Fecha de inscripción : 04/06/2014
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Hey!! Muy buenos caps *-* las kittley son todo un caso pero bueno, menos mal que no afectan a lasbrittana y las faberry por cierto, que ocultará Emma?? se le escapará a britt en frente de San que extraña la cama para ella sola?? saludos!! Y hasta la siguiente Actu!
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:holap,..
me encanto,...
bueno por ahora 2 de 3 nop??? en serio llevar a dos nerds a una fiesta para darle celos a tu ex y que encima se conozcan es mala jugada para e tablero,... a ver como va en el cuarto round!!!!
a planear la boda de rachel y quinn va a ser super divertido!!!
no van a empezar a lo sherlok para investigar lo que pasa entre emma y will por que no vuelven!!!
nos vemos!!
Hola, jaajajajjaaj eso es mala jugada xD jaajajjaajajja haber como va¿? jajaajajajaj britt sera la unica sherlok xD ajjajajaj. Saludos =D
lauravm98 escribió:Jajajajajaja mori con lo de Maey y Kitty junto a los "nerds" xD que escondera Emma?! :O ya quiero el otro! Jummmm Britt anda muy estresada con todas esas situaciones, y con San... problemas en el paraíso? Jajajajajaja see ya Dayan!
Hola, jajaaj esas dos estan "separadas" pero mas juntas xD. Emmmm emma, emma, emma se las trae. Sip britt pobre de britt no sabe bien que hacer xq no kiere dejar mal a emma, ella, a sus amigas, a san xD pobre. jajajajajajajajajaajaj aun me rio de eso cuando lo leo xD jajaaj. Saludos =D
Dolomiti escribió:Hey!! Muy buenos caps *-* las kittley son todo un caso pero bueno, menos mal que no afectan a lasbrittana y las faberry por cierto, que ocultará Emma?? se le escapará a britt en frente de San que extraña la cama para ella sola?? saludos!! Y hasta la siguiente Actu!
Hola, jajaja si la verdad es que lo son xD. =O Emma, emma nose =/ descansar despues de tanto trabajo¿?. Y ver que pasa con las brittana =D. Saludos
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana:Wallbanger 2 "RustyNailed" (Adaptada) Cap16
Capitulo 16
El tiempo libre continuo hasta el Domingo, necesitaba desesperadamente un día libre. Podría haber estado en el Claremont. Debería estar aprobando las cortinas y la varilla para colocarlas, debería estar revisando las baldosas de mármol en los baños y si deberían ser colgadas verticalmente para darle un toque de fantasía, debería aprobar un trozo de madera regenerada para una mesa de entrada que se está diseñado, debería estar… debería estar… debería estar haciendo novillo.
Así que lo hice.
Dormí, comí huevos sentada en lugar de pan tostado camino hacia la puerta, y me encontraba en una tarde de paseo con Santana, sin ningún tipo de dirección y ningún lugar al que ir. Haciendo novillos.
Comenzamos a caminar por la calle principal, paramos para tomar un café y luego giramos por un camino oculto al otro lado de una puerta antigua de jardín hacia las colinas. Charlamos mientras caminábamos, con las manos entrelazadas. Me hablaba de una llamada que tuvo con Trevor. Se habían mantenido en contacto después de la reunión, y su esposa de hecho me envió un libro de cocina autografiado que había sido firmado nada menos que por la misma Ina Garten.
Ella toco el libro que ahora vivía en mi mesita de noche. Me pregunto si su esposo, Jeffrrey, lo habrá tocado. Tal vez el día en que firmo incontables libros de cocina, el paso por su oficina. Mientras charlaban sobre matorrales de romero y rollos de langosta (al igual que tú lo haces), él le palmeo la mano, cansada de firmar su propio nombre. Tal vez su mano (y ahora la de Jeffrey) descansaron en el libro de cocina que se convirtió en ¡mi libro de cocina! Eso podría haber ocurrido.
Nos paramos en una esquina, sin saber muy bien donde nos encontrábamos. Podía ver un poco al Pacifico aquí y allá pero no lo suficiente como para orientarme.
—¿Dónde está la casa? —le pregunte, mirando atrás a la ladera. No había puntos de referencia que reconociera.
—Estamos a pocas cuadras de distancia. Creo que gire hacia la derecha cuando debería haber ido a la izquierda. No hay problema, no debe estar muy lejos—dijo, mirando a la izquierda, luego a la derecha, luego a la izquierda otra vez—Creo que es por aquí—dijo.
Mientras caminábamos, sonó mi teléfono.
Metí la mano en mi bolsillo y lo apague.
—No creo que te haya visto hacer eso en las últimas semanas—comentó y sonreí con pesar.
—Me sentiré culpable el Lunes, pero hoy no puedo pensar en nada relacionado con el trabajo. Mi cabeza va a estallar, literalmente.
Asintió, apretando mi mano mientras caminábamos.
—Vamos a hablar de lo que debemos hacer esta noche para la cena, me apetece cocinar. ¿Qué tal si nos detenemos en ese mercado de agricultores del que estas tan enamorada y vemos si podemos encontrar algo de diversión…?
Seguí caminando, sin darme cuenta que se había parado en seco.
Jale su brazo.
—Oye. Vamos, lenta. Oye, San—apreté mis dedos para llamar su atención.
Miraba a una casa al final de la calle, parcialmente oculta por los árboles y una selva de maleza.
—Britt, mira eso.
—¿Qué cosa… esa choza? Si, se ve bastante abandonada. Regresemos. ¿Mercado de agricultores? ¿Cena?—le conteste, jalando su mano nuevamente.
Se mantuvo firme, asomándose por los escombros.
—No, mira esa casa. ¿No es interesante?
—Interesante no es la palabra que yo usaría…—pero me llevo hacia la casa. Que tenía una señal de venta en el patio.
Eh… ¿Qué?
—Estas bromeando ¿verdad? —le pregunte, arrastrando mis pies mientras me guiaba por el camino.
Mientras nos acercábamos, vi que probablemente una vez fue una casa muy bonita. Victoriana, pero no recargada. La pintura descascarada le daba una apariencia melancólica, pero tenía líneas puras y parecía ser un amaño decente. Eche un vistazo alrededor, a las otras casas en la calle, unas hileras de casas muy bien cuidadas.
¿Cómo se había deteriorado esta casa?
—Es bonita ¿no? —dijo una voz y nos giramos para ver a una mujer mayor mirando por encima de su periódico desde su porche delantero.
—Mmm, bueno—evadí en contestar, sonriéndole.
—Bueno, solía ser bastante bonita. ¿Quieren ver el interior? —pregunto.
—Oh, no, no podemos…—empecé, solo para ser interrumpida por Santana.
—Sí, nos encantaría.
—San ¿Qué estas haciendo? —le susurre entre dientes mientras la mujer sacaba un juego de llaves de su bolsillo y lo tiraba hacia nosotras.
Santana las tomo en el aire, diciendo:
—Gracias.
—No es ninguna molestia. El agente de bienes raíces solo la ha mostrado un par de veces, pero todavía tengo un juego de llaves. La señora Shrewsbury, la vieja propietaria, se fue a vivir con su hija en Sacramento. Dejo que la casa obtuviera lo mejor de ella en los últimos años, pero tiene huesos buenos—dijo, volviendo a su periódico.
Huesos buenos. Bufe mentalmente. Alguien ha estado viendo HGTV…
—¿Te vas vuelto loca? —pregunte en voz baja mientras nos abríamos paso por la acera. Esquivando matas de hierba y ramitas, nos dirigimos hacia el porche.
—No lo sé. Quiero ver el interior, ¿tu no? —pregunto y sus ojos se iluminaron con algo que no podía identificar.
—¿Claro? —mientras ella jugueteaba con la cerradura, mire alrededor, tomando nota de los naranjos, las madreselvas, las rosas de arbusto.
Esta señora Shrewsbury era definitivamente una jardinera. Mirando más allá de los escombros, pude ver la madera blanca, las contraventanas descoloridas envolviendo un enorme ventanal. Una casa tradicional de dos pisos, el porche se curvaba lejos de la calle y se envolvía hacia la parte trasera.
—Ahí vamos—anuncio Santana y las puertas se balancearon hacia adentro.
Entramos y la luz de la tarde nos mostró un interior anticuado. Contemple el papel tapiz color malva con un borde de colores cálidos. Pero a medida que nos adentrábamos más en la casa, toda la pared del fondo se abrió en una vista de la bahía.
—¡Oh! —jadee al ver las lucecitas de Sausalito empezando a brillar allá abajo y mas allá, las de San Francisco. El porche rodeaba la parte trasera, con dos tumbonas de aspecto cómodo situadas para disfrutar de las vistas. El césped necesitaba un corte, había que quitarle la maleza a las hierbas, pero era un porche asesino.
Me gire hacia Santana, que se apoyaba en la repisa de una chimenea de piedra, rodeado por estanterías con puertas de vidrio tallado. Se hallaban cubiertas por papel de estantería, pero la mano de obra era inconfundible.
Al golpear mis pies sobre las alfombras rosas de pared, hice una suposición.
—Te apuesto lo que quieras a que hay madera debajo de esta alfombra—le dije, con mi corazón un poco acelerado.
Vaya, disminuye la velocidad, Corazón.
¿Qué demonios hacíamos aquí?
Pase a Santana camino hacia la cocina, encontrando electrodomésticos color verde aguacate pero con un amplio espacio.
Mi mente comenzó a trabajar.
No, tú también, Cerebro… ¡Cálmate!
—¿Interesante? —pregunto, extendiéndome la mano.
—Interesante—permití que me llevara hacia las escaleras.
En el caminó pasamos por un comedor formal, con ventanales con vistas a la… bahía. La alfombra en las escaleras continuaba rosa, pero solo era un pequeño corredor, dejando al descubierto la madera debajo. Mientras hacíamos nuestro camino hacia arriba, la luz del sol rompió la tranquilidad, ya que había otra ventana enorme escondida bajo un alero, pero hecha para dar una gran luz. Contuve la respiración cuando llegamos a la segunda planta, mirando a escondidas en el interior de las habitaciones y contando uno, dos, tres dormitorios, un baño de pasillo con azulejos del subterráneo, probablemente original y a la cabecera el… dormitorio principal.
A la altura de los árboles, dando al porche y a la innegable vista, se encontraba una habitación grande con ventanas a ambos lados. El piso de madera se hallaba manchado con algo color miel que fácilmente podría ser limpiado u oscurecido. Mi mente empezó a dar vueltas, colocando una cómoda alta en una pared y un escritorio en el rincón.
¿Podría ser una cama con dosel o de trineo…?
¡Oh no, escenificaba toda la habitación!
Santana salió del baño con una sonrisa.
—Mierda, vas a enloquecer cuando veas lo que hay aquí.
Me empuje por delante de ella.
Garra.
Pie.
Bañera.
—Dulce Dios misericordioso—me las arregle para decir, apoyándome contra la pared mientras ella se reía.
Me atrapo en un abrazo estrecho, apoyando su frente sobre a la mía.
—Chica camisón, debemos comprar totalmente esta puta casa—dijo riendo cuando grite.
Mis piernas literalmente se convirtieron en gelatina. Todo mi centro se licuo, y si no fuera por la fuerza que posea por las horas pasadas en el estudio de yoga, me hubiera derretido en el piso de madera y goteado sobe la alfombra.
—Santana—comencé, moviendo una ceja hacia el norte.
—Brittany—respondió y su ceja imito burlonamente la mía.
—Santana—repetí—Más despacio. ¿Y cuándo empezaste a fumar marihuana?
Se rio de nuevo y luego desapareció en uno de los armarios. La seguí, aprisionando la histeria que amenazaba en mi interior.
—Escúchame. En serio, ¿estas drogada? Debes estarlo, porque de lo contrario… Mierda—me detuve, mi voz haciendo eco.
Se hizo eco, veras, porque el armario era tan grande como toda la cuadra. Inmediatamente me imagine kilómetros y kilómetros de gabinetes a la medida; cajones, estantería abierta, bastidores de zapatos. Deje escapar un gemido.
Santana se puso de pie delante de la ventana (el armario tenía una ventana. No siquiera puedo describirlo) e hizo un gesto a la vista.
—Me pregunto si mi armario también tiene una ventana.
Trague saliva.
—¿Hay otro armario? —me di la vuelta a la habitación.
Si ahí se encontraba.
Dos armarios.
Quiero más que gemir en este momento.
Mire a Santana que salió de mi armario (el armario) y se acervaba a mí. Retrocedí contra la pared mientras que con cada paso se acercaba más.
—No. No, Santana.
—Podríamos totalmente hacerlo.
—¡Podríamos totalmente no hacerlo! No es broma.
—Esta casa es increíble.
—Esta casa es un pozo de dinero. ¿Nunca has visto esa película?
—¿Alguna vez has visto una vista como la de ese porche?—pregunto, poniendo las manos a cada lado de la pared, atrapándome—Deja de tratar de escaparte de esto—dijo con una pequeña… ¿molestia?
—Ni siquiera has visto el sótano—le dije.
—Entonces vamos al sótano.
—Le tengo miedo a los sótanos, Sanny.
—Todo el mundo le tiene miedo a los sótanos, Britt-Britt.
—¿Tú también? Una vez, cuando era una niña, yo…
Pero no puede terminar mi historia sobre esa vez que me quedo un ojo negro por correr por las escaleras del sótano con todas las Barbie que poseía porque me acechaba la mujer lobo, ya que de repente tuve una lengua muy hábil e insistente pasando mis labios y adentrándose en mi boca.
Apenas había tenido tiempo de tomar aliento antes de que regresara el asalto a mis sentidos. Sus manos se apretaron en la parte baja de mi espalda, para jalarme hacia ella, termino el beso, y ahora descansaba su frente contra la mía. Había necesidad y deseo en sus ojos, pero de una manera diferente a lo normal. Lleve mi mano hasta su cara y trace un camino hacia su mandíbula.
—No digo completamente que no—dije en voz baja y una alegría súbita recorrió su rostro.
La empuje y mire de nuevo al dormitorio. Coloca las manos alrededor de mi cintura, lo que permitía ver mejor.
Francamente, necesitaba el ancla.
Esto era una locura.
—¿Desde cuando quieres vivir en Sausalito?
—Fui tomándole cariño. Además, van a convertir nuestro edificio en condóminos… nos tendremos que mudar tarde o temprano.
—Eso es un rumor.
—Es un hecho. Me lo dijo la señora del 2A.
—La señora del 2A solo quiere meterse en tus pantalones. ¿De verdad estamos hablando de esto? ¿Y nos lo podemos permitir?
—Yo puedo y tú puedes ayudar. Sé que ya piensas en todas las cosa que quieres cambiar.
—Podríamos empezar con la alfombra, eso saldría de inmediato—le respondí sin demora y luego puse una mano sobre mi boca.
—Lo sabía—se río y me jalo hacia el asiento de la ventana.
Por el amor de Cristo. Un asiendo de la ventana. Nunca había tenido una oportunidad. Cuando me tiro en su regazo, la deje.
—De acuerdo, mira—le dije—, vamos a hablar de esto por un minuto. Hace un año apenas acababas de dejar atrás a tu harén. ¿Ahora quieres mudarte conmigo a los suburbios?
—No lo llamaría los suburbios.
—Sabes lo que quiero decir. Es que… mira, tienes que admitir que las cosas han sido diferentes des…—me calle.
—¿Desde? —me estimulo.
—Esto no es lo que esperaba. Me preguntas… espera. ¿Qué me preguntas?—le pregunte de pronto y todo mi cuerpo se tensó.
—Te pregunto si quieres que vivamos juntas, tonta. Que compremos esta impráctica y hermosa casa, que es de demasiado grande para dos personas, y vivas en ella, conmigo. Juntas.
Y yo pensé que solo íbamos a dar un paseo hoy.
Mire alrededor de la habitación, observe la venta a la vista asesina.
La mire, viéndola directamente a los ojos y trate descubrir lo que pensaba.
—¿Estas segura de que quieres todo esto? —le pregunte, sin referirme solamente a la casa.
—Diablos, sí. Te amo, eso no va a cambiar. Quiero esto, te quiero, y creo… oh, demonios, aquí viene Dawson´s Creek—hice una mueca y me reí a pesar del momento.
Su mirada anhelante aumento y se veía tan joven.
—No quiero posponer las coas, a pesar de que no hemos estado juntas mucho tiempo. No quiero esperar, nunca se sabe lo que puede… mira. Te adoro y quiero una casa. Una vez más. Contigo.
Con eso fue suficiente. Señal de lágrimas.
—Me estas matando Sanny—solloce, las lágrimas comenzaron a correr.
—Lo sé, soy muy linda cuando estoy vulnerable—dijo, haciéndome resoplar de una manera muy poco femenina.
—Entonces, sin saber cuánto cuesta esta casa, sin saber nada de comprar una casa en Sausalito, sin una inspección o una agente de bienes raíces y sabiendo que hay un montón de mierda de trabajo por hacer ¿quieres esto? Todo, ¿de verdad lo quieres?
Asintió, luciendo determinada, pero un poco de miedo en mi respuesta.
Me baje de su regazo y camine por la habitación una vez más. Había por lo menos un centenar de razones por las que esto tal vez no era la mejor idea. Me asome por la venta grande una vez más, mirando hacia los viejos rosales en la mezcla. Apuesto a que esto era hermoso en la primavera.
Me apoye en el alfeizar de la venta, viendo lo último del sol que dejaba la ciudad al otro lado de la bahía. Los marcos de las ventanas eran profundo, el tamaño adecuado para que un gato muy especial durmiera ahí. Me volví hacia Santana, ahora de pie en la pieza con la mirada más esperanzadora que vi en mi vida.
¿Quería yo hacer esto?
¿Así era esto, ser adulto?
¿Tomar decisiones importantes, y luego pasar a una nueva fase de tu vida?
¿No era demasiado rápido, demasiado impulsivo, demasiado…?
Quería esto. Y lo quería con Santana.
Asentí, y sonrió y luego me beso.
Tres horas más tarde, ella había hecho una oferta. Que fue aceptada.
Ser adulto ¿no?
***********************************************
—¿Nos estamos apresurando?
—No, hemos estado en esto bastante tiempo. Se llama juego previo, Britt—murmuro Santana, al sur de mi ombligo.
—Estoy familiarizada con el concepto—le conteste, apretando mis piernas alrededor de su cintura y levantándome sobre mis codos para mirarla—No me refiero al juego previo, aunque es bueno.
—¿Bueno? ¿Solamente bueno?—se arrastró por mi cuerpo, besándolo todo el camino, me estremecí—Te di una de mis mejores cosas allá abajo.
—¿He dicho bueno? Quise decir fantástico. Fenomenal—le di un beso en la comisura de sus labios—Fuera de este mundo.
—Eso está mejor. Ahora, ¿Qué es eso de apresura las cosas?—uso mi pecho izquierdo como almohada mientras sus dedos trazaban ligeramente sobre el derecho.
—Con la casa. ¿Nos estamos apresurando con esto? —le pregunte, pasando las manos por su cabello y haciendo que se erizara.
Lo retorcí de un lado a otro, haciéndole crestas, coretes de tazón y flequillo. Enrolle su pelo en cada dedo, sintiendo los mechones sedosos mientras ella besaba mi seno.
—¿Sigues pensando eso?—pregunto con un suspiro—Si pensara que era demasiado pronto, no habría hecho una oferta—la sugerencia más leve de su lengua mojo la punta de mi seno—Si pensara que era demasiado pronto, no le habría dicho al agente de bienes raíces que quería esa casa, sin importar lo que estuviera mal con ella.
Sus caderas chocaron con las mías. Podía sentir su excitación con ganas e insistentes.
—Si pensara que era demasiado pronto, no tendría un presupuesto de diseño para convertir esa casa en nuestro hogar—susurro con voz ronca y gruesa.
Bajo su mano y empujo un dedo hacia mi interior, apenas.
—Calefacción para el suelo, Britt-Britt—mi espalda se arquea—Encimeras de mármol—mis piernas se abrieron considerablemente.
—¿Carrara?
—No sé lo que significa eso, Britt-Britt—dijo jadeando y cerniéndose sobre mi cuerpo.
Apoyo todo su peso sobre sus rodillas, dejando que la otra mano libre bajara para empezar a trazar esos círculos perfectos, exactamente donde sabía que iba a enviarme a volar, mientras que introducía un segundo dedo en mí.
—Es un tipo de mármol que, mmm…—gemí y mi cabeza cayó sobre la almohada mientras se deslizara dentro de mí por completo con un tercer dedo.
—Lo que sea. Puedes tener lo que quieras. ¿No lo sabias? —gimió, presionándome bajo mi espalada, acercándome mas con la mano que hacia magia antes. Se inclinaba la cadera de manera que cada embestida acompañada de sus dedos y me pegaba justo en al carrara—Solo te necesito a ti—sus ojos ardían en los míos, tormentosamente llenos de deseo—A ti… te necesito a ti—repitió, empujando sus dedos profundamente y encadenándome directo al abismo.
Fueron esos ojos que me empujaran sobre el abismo. Y cuando siguió, fue épico.
Nos acostamos, enredadas y sin aliento.
Sosteniéndola cerca, le susurre al oído lo mucho que la amaba y lo genial que sería esta casa, este hogar.
Solo esperaba que pudiera hacer lo que ella necesitaba.
Así que lo hice.
Dormí, comí huevos sentada en lugar de pan tostado camino hacia la puerta, y me encontraba en una tarde de paseo con Santana, sin ningún tipo de dirección y ningún lugar al que ir. Haciendo novillos.
Comenzamos a caminar por la calle principal, paramos para tomar un café y luego giramos por un camino oculto al otro lado de una puerta antigua de jardín hacia las colinas. Charlamos mientras caminábamos, con las manos entrelazadas. Me hablaba de una llamada que tuvo con Trevor. Se habían mantenido en contacto después de la reunión, y su esposa de hecho me envió un libro de cocina autografiado que había sido firmado nada menos que por la misma Ina Garten.
Ella toco el libro que ahora vivía en mi mesita de noche. Me pregunto si su esposo, Jeffrrey, lo habrá tocado. Tal vez el día en que firmo incontables libros de cocina, el paso por su oficina. Mientras charlaban sobre matorrales de romero y rollos de langosta (al igual que tú lo haces), él le palmeo la mano, cansada de firmar su propio nombre. Tal vez su mano (y ahora la de Jeffrey) descansaron en el libro de cocina que se convirtió en ¡mi libro de cocina! Eso podría haber ocurrido.
Nos paramos en una esquina, sin saber muy bien donde nos encontrábamos. Podía ver un poco al Pacifico aquí y allá pero no lo suficiente como para orientarme.
—¿Dónde está la casa? —le pregunte, mirando atrás a la ladera. No había puntos de referencia que reconociera.
—Estamos a pocas cuadras de distancia. Creo que gire hacia la derecha cuando debería haber ido a la izquierda. No hay problema, no debe estar muy lejos—dijo, mirando a la izquierda, luego a la derecha, luego a la izquierda otra vez—Creo que es por aquí—dijo.
Mientras caminábamos, sonó mi teléfono.
Metí la mano en mi bolsillo y lo apague.
—No creo que te haya visto hacer eso en las últimas semanas—comentó y sonreí con pesar.
—Me sentiré culpable el Lunes, pero hoy no puedo pensar en nada relacionado con el trabajo. Mi cabeza va a estallar, literalmente.
Asintió, apretando mi mano mientras caminábamos.
—Vamos a hablar de lo que debemos hacer esta noche para la cena, me apetece cocinar. ¿Qué tal si nos detenemos en ese mercado de agricultores del que estas tan enamorada y vemos si podemos encontrar algo de diversión…?
Seguí caminando, sin darme cuenta que se había parado en seco.
Jale su brazo.
—Oye. Vamos, lenta. Oye, San—apreté mis dedos para llamar su atención.
Miraba a una casa al final de la calle, parcialmente oculta por los árboles y una selva de maleza.
—Britt, mira eso.
—¿Qué cosa… esa choza? Si, se ve bastante abandonada. Regresemos. ¿Mercado de agricultores? ¿Cena?—le conteste, jalando su mano nuevamente.
Se mantuvo firme, asomándose por los escombros.
—No, mira esa casa. ¿No es interesante?
—Interesante no es la palabra que yo usaría…—pero me llevo hacia la casa. Que tenía una señal de venta en el patio.
Eh… ¿Qué?
—Estas bromeando ¿verdad? —le pregunte, arrastrando mis pies mientras me guiaba por el camino.
Mientras nos acercábamos, vi que probablemente una vez fue una casa muy bonita. Victoriana, pero no recargada. La pintura descascarada le daba una apariencia melancólica, pero tenía líneas puras y parecía ser un amaño decente. Eche un vistazo alrededor, a las otras casas en la calle, unas hileras de casas muy bien cuidadas.
¿Cómo se había deteriorado esta casa?
—Es bonita ¿no? —dijo una voz y nos giramos para ver a una mujer mayor mirando por encima de su periódico desde su porche delantero.
—Mmm, bueno—evadí en contestar, sonriéndole.
—Bueno, solía ser bastante bonita. ¿Quieren ver el interior? —pregunto.
—Oh, no, no podemos…—empecé, solo para ser interrumpida por Santana.
—Sí, nos encantaría.
—San ¿Qué estas haciendo? —le susurre entre dientes mientras la mujer sacaba un juego de llaves de su bolsillo y lo tiraba hacia nosotras.
Santana las tomo en el aire, diciendo:
—Gracias.
—No es ninguna molestia. El agente de bienes raíces solo la ha mostrado un par de veces, pero todavía tengo un juego de llaves. La señora Shrewsbury, la vieja propietaria, se fue a vivir con su hija en Sacramento. Dejo que la casa obtuviera lo mejor de ella en los últimos años, pero tiene huesos buenos—dijo, volviendo a su periódico.
Huesos buenos. Bufe mentalmente. Alguien ha estado viendo HGTV…
—¿Te vas vuelto loca? —pregunte en voz baja mientras nos abríamos paso por la acera. Esquivando matas de hierba y ramitas, nos dirigimos hacia el porche.
—No lo sé. Quiero ver el interior, ¿tu no? —pregunto y sus ojos se iluminaron con algo que no podía identificar.
—¿Claro? —mientras ella jugueteaba con la cerradura, mire alrededor, tomando nota de los naranjos, las madreselvas, las rosas de arbusto.
Esta señora Shrewsbury era definitivamente una jardinera. Mirando más allá de los escombros, pude ver la madera blanca, las contraventanas descoloridas envolviendo un enorme ventanal. Una casa tradicional de dos pisos, el porche se curvaba lejos de la calle y se envolvía hacia la parte trasera.
—Ahí vamos—anuncio Santana y las puertas se balancearon hacia adentro.
Entramos y la luz de la tarde nos mostró un interior anticuado. Contemple el papel tapiz color malva con un borde de colores cálidos. Pero a medida que nos adentrábamos más en la casa, toda la pared del fondo se abrió en una vista de la bahía.
—¡Oh! —jadee al ver las lucecitas de Sausalito empezando a brillar allá abajo y mas allá, las de San Francisco. El porche rodeaba la parte trasera, con dos tumbonas de aspecto cómodo situadas para disfrutar de las vistas. El césped necesitaba un corte, había que quitarle la maleza a las hierbas, pero era un porche asesino.
Me gire hacia Santana, que se apoyaba en la repisa de una chimenea de piedra, rodeado por estanterías con puertas de vidrio tallado. Se hallaban cubiertas por papel de estantería, pero la mano de obra era inconfundible.
Al golpear mis pies sobre las alfombras rosas de pared, hice una suposición.
—Te apuesto lo que quieras a que hay madera debajo de esta alfombra—le dije, con mi corazón un poco acelerado.
Vaya, disminuye la velocidad, Corazón.
¿Qué demonios hacíamos aquí?
Pase a Santana camino hacia la cocina, encontrando electrodomésticos color verde aguacate pero con un amplio espacio.
Mi mente comenzó a trabajar.
No, tú también, Cerebro… ¡Cálmate!
—¿Interesante? —pregunto, extendiéndome la mano.
—Interesante—permití que me llevara hacia las escaleras.
En el caminó pasamos por un comedor formal, con ventanales con vistas a la… bahía. La alfombra en las escaleras continuaba rosa, pero solo era un pequeño corredor, dejando al descubierto la madera debajo. Mientras hacíamos nuestro camino hacia arriba, la luz del sol rompió la tranquilidad, ya que había otra ventana enorme escondida bajo un alero, pero hecha para dar una gran luz. Contuve la respiración cuando llegamos a la segunda planta, mirando a escondidas en el interior de las habitaciones y contando uno, dos, tres dormitorios, un baño de pasillo con azulejos del subterráneo, probablemente original y a la cabecera el… dormitorio principal.
A la altura de los árboles, dando al porche y a la innegable vista, se encontraba una habitación grande con ventanas a ambos lados. El piso de madera se hallaba manchado con algo color miel que fácilmente podría ser limpiado u oscurecido. Mi mente empezó a dar vueltas, colocando una cómoda alta en una pared y un escritorio en el rincón.
¿Podría ser una cama con dosel o de trineo…?
¡Oh no, escenificaba toda la habitación!
Santana salió del baño con una sonrisa.
—Mierda, vas a enloquecer cuando veas lo que hay aquí.
Me empuje por delante de ella.
Garra.
Pie.
Bañera.
—Dulce Dios misericordioso—me las arregle para decir, apoyándome contra la pared mientras ella se reía.
Me atrapo en un abrazo estrecho, apoyando su frente sobre a la mía.
—Chica camisón, debemos comprar totalmente esta puta casa—dijo riendo cuando grite.
Mis piernas literalmente se convirtieron en gelatina. Todo mi centro se licuo, y si no fuera por la fuerza que posea por las horas pasadas en el estudio de yoga, me hubiera derretido en el piso de madera y goteado sobe la alfombra.
—Santana—comencé, moviendo una ceja hacia el norte.
—Brittany—respondió y su ceja imito burlonamente la mía.
—Santana—repetí—Más despacio. ¿Y cuándo empezaste a fumar marihuana?
Se rio de nuevo y luego desapareció en uno de los armarios. La seguí, aprisionando la histeria que amenazaba en mi interior.
—Escúchame. En serio, ¿estas drogada? Debes estarlo, porque de lo contrario… Mierda—me detuve, mi voz haciendo eco.
Se hizo eco, veras, porque el armario era tan grande como toda la cuadra. Inmediatamente me imagine kilómetros y kilómetros de gabinetes a la medida; cajones, estantería abierta, bastidores de zapatos. Deje escapar un gemido.
Santana se puso de pie delante de la ventana (el armario tenía una ventana. No siquiera puedo describirlo) e hizo un gesto a la vista.
—Me pregunto si mi armario también tiene una ventana.
Trague saliva.
—¿Hay otro armario? —me di la vuelta a la habitación.
Si ahí se encontraba.
Dos armarios.
Quiero más que gemir en este momento.
Mire a Santana que salió de mi armario (el armario) y se acervaba a mí. Retrocedí contra la pared mientras que con cada paso se acercaba más.
—No. No, Santana.
—Podríamos totalmente hacerlo.
—¡Podríamos totalmente no hacerlo! No es broma.
—Esta casa es increíble.
—Esta casa es un pozo de dinero. ¿Nunca has visto esa película?
—¿Alguna vez has visto una vista como la de ese porche?—pregunto, poniendo las manos a cada lado de la pared, atrapándome—Deja de tratar de escaparte de esto—dijo con una pequeña… ¿molestia?
—Ni siquiera has visto el sótano—le dije.
—Entonces vamos al sótano.
—Le tengo miedo a los sótanos, Sanny.
—Todo el mundo le tiene miedo a los sótanos, Britt-Britt.
—¿Tú también? Una vez, cuando era una niña, yo…
Pero no puede terminar mi historia sobre esa vez que me quedo un ojo negro por correr por las escaleras del sótano con todas las Barbie que poseía porque me acechaba la mujer lobo, ya que de repente tuve una lengua muy hábil e insistente pasando mis labios y adentrándose en mi boca.
Apenas había tenido tiempo de tomar aliento antes de que regresara el asalto a mis sentidos. Sus manos se apretaron en la parte baja de mi espalda, para jalarme hacia ella, termino el beso, y ahora descansaba su frente contra la mía. Había necesidad y deseo en sus ojos, pero de una manera diferente a lo normal. Lleve mi mano hasta su cara y trace un camino hacia su mandíbula.
—No digo completamente que no—dije en voz baja y una alegría súbita recorrió su rostro.
La empuje y mire de nuevo al dormitorio. Coloca las manos alrededor de mi cintura, lo que permitía ver mejor.
Francamente, necesitaba el ancla.
Esto era una locura.
—¿Desde cuando quieres vivir en Sausalito?
—Fui tomándole cariño. Además, van a convertir nuestro edificio en condóminos… nos tendremos que mudar tarde o temprano.
—Eso es un rumor.
—Es un hecho. Me lo dijo la señora del 2A.
—La señora del 2A solo quiere meterse en tus pantalones. ¿De verdad estamos hablando de esto? ¿Y nos lo podemos permitir?
—Yo puedo y tú puedes ayudar. Sé que ya piensas en todas las cosa que quieres cambiar.
—Podríamos empezar con la alfombra, eso saldría de inmediato—le respondí sin demora y luego puse una mano sobre mi boca.
—Lo sabía—se río y me jalo hacia el asiento de la ventana.
Por el amor de Cristo. Un asiendo de la ventana. Nunca había tenido una oportunidad. Cuando me tiro en su regazo, la deje.
—De acuerdo, mira—le dije—, vamos a hablar de esto por un minuto. Hace un año apenas acababas de dejar atrás a tu harén. ¿Ahora quieres mudarte conmigo a los suburbios?
—No lo llamaría los suburbios.
—Sabes lo que quiero decir. Es que… mira, tienes que admitir que las cosas han sido diferentes des…—me calle.
—¿Desde? —me estimulo.
—Esto no es lo que esperaba. Me preguntas… espera. ¿Qué me preguntas?—le pregunte de pronto y todo mi cuerpo se tensó.
—Te pregunto si quieres que vivamos juntas, tonta. Que compremos esta impráctica y hermosa casa, que es de demasiado grande para dos personas, y vivas en ella, conmigo. Juntas.
Y yo pensé que solo íbamos a dar un paseo hoy.
Mire alrededor de la habitación, observe la venta a la vista asesina.
La mire, viéndola directamente a los ojos y trate descubrir lo que pensaba.
—¿Estas segura de que quieres todo esto? —le pregunte, sin referirme solamente a la casa.
—Diablos, sí. Te amo, eso no va a cambiar. Quiero esto, te quiero, y creo… oh, demonios, aquí viene Dawson´s Creek—hice una mueca y me reí a pesar del momento.
Su mirada anhelante aumento y se veía tan joven.
—No quiero posponer las coas, a pesar de que no hemos estado juntas mucho tiempo. No quiero esperar, nunca se sabe lo que puede… mira. Te adoro y quiero una casa. Una vez más. Contigo.
Con eso fue suficiente. Señal de lágrimas.
—Me estas matando Sanny—solloce, las lágrimas comenzaron a correr.
—Lo sé, soy muy linda cuando estoy vulnerable—dijo, haciéndome resoplar de una manera muy poco femenina.
—Entonces, sin saber cuánto cuesta esta casa, sin saber nada de comprar una casa en Sausalito, sin una inspección o una agente de bienes raíces y sabiendo que hay un montón de mierda de trabajo por hacer ¿quieres esto? Todo, ¿de verdad lo quieres?
Asintió, luciendo determinada, pero un poco de miedo en mi respuesta.
Me baje de su regazo y camine por la habitación una vez más. Había por lo menos un centenar de razones por las que esto tal vez no era la mejor idea. Me asome por la venta grande una vez más, mirando hacia los viejos rosales en la mezcla. Apuesto a que esto era hermoso en la primavera.
Me apoye en el alfeizar de la venta, viendo lo último del sol que dejaba la ciudad al otro lado de la bahía. Los marcos de las ventanas eran profundo, el tamaño adecuado para que un gato muy especial durmiera ahí. Me volví hacia Santana, ahora de pie en la pieza con la mirada más esperanzadora que vi en mi vida.
¿Quería yo hacer esto?
¿Así era esto, ser adulto?
¿Tomar decisiones importantes, y luego pasar a una nueva fase de tu vida?
¿No era demasiado rápido, demasiado impulsivo, demasiado…?
Quería esto. Y lo quería con Santana.
Asentí, y sonrió y luego me beso.
Tres horas más tarde, ella había hecho una oferta. Que fue aceptada.
Ser adulto ¿no?
***********************************************
—¿Nos estamos apresurando?
—No, hemos estado en esto bastante tiempo. Se llama juego previo, Britt—murmuro Santana, al sur de mi ombligo.
—Estoy familiarizada con el concepto—le conteste, apretando mis piernas alrededor de su cintura y levantándome sobre mis codos para mirarla—No me refiero al juego previo, aunque es bueno.
—¿Bueno? ¿Solamente bueno?—se arrastró por mi cuerpo, besándolo todo el camino, me estremecí—Te di una de mis mejores cosas allá abajo.
—¿He dicho bueno? Quise decir fantástico. Fenomenal—le di un beso en la comisura de sus labios—Fuera de este mundo.
—Eso está mejor. Ahora, ¿Qué es eso de apresura las cosas?—uso mi pecho izquierdo como almohada mientras sus dedos trazaban ligeramente sobre el derecho.
—Con la casa. ¿Nos estamos apresurando con esto? —le pregunte, pasando las manos por su cabello y haciendo que se erizara.
Lo retorcí de un lado a otro, haciéndole crestas, coretes de tazón y flequillo. Enrolle su pelo en cada dedo, sintiendo los mechones sedosos mientras ella besaba mi seno.
—¿Sigues pensando eso?—pregunto con un suspiro—Si pensara que era demasiado pronto, no habría hecho una oferta—la sugerencia más leve de su lengua mojo la punta de mi seno—Si pensara que era demasiado pronto, no le habría dicho al agente de bienes raíces que quería esa casa, sin importar lo que estuviera mal con ella.
Sus caderas chocaron con las mías. Podía sentir su excitación con ganas e insistentes.
—Si pensara que era demasiado pronto, no tendría un presupuesto de diseño para convertir esa casa en nuestro hogar—susurro con voz ronca y gruesa.
Bajo su mano y empujo un dedo hacia mi interior, apenas.
—Calefacción para el suelo, Britt-Britt—mi espalda se arquea—Encimeras de mármol—mis piernas se abrieron considerablemente.
—¿Carrara?
—No sé lo que significa eso, Britt-Britt—dijo jadeando y cerniéndose sobre mi cuerpo.
Apoyo todo su peso sobre sus rodillas, dejando que la otra mano libre bajara para empezar a trazar esos círculos perfectos, exactamente donde sabía que iba a enviarme a volar, mientras que introducía un segundo dedo en mí.
—Es un tipo de mármol que, mmm…—gemí y mi cabeza cayó sobre la almohada mientras se deslizara dentro de mí por completo con un tercer dedo.
—Lo que sea. Puedes tener lo que quieras. ¿No lo sabias? —gimió, presionándome bajo mi espalada, acercándome mas con la mano que hacia magia antes. Se inclinaba la cadera de manera que cada embestida acompañada de sus dedos y me pegaba justo en al carrara—Solo te necesito a ti—sus ojos ardían en los míos, tormentosamente llenos de deseo—A ti… te necesito a ti—repitió, empujando sus dedos profundamente y encadenándome directo al abismo.
Fueron esos ojos que me empujaran sobre el abismo. Y cuando siguió, fue épico.
Nos acostamos, enredadas y sin aliento.
Sosteniéndola cerca, le susurre al oído lo mucho que la amaba y lo genial que sería esta casa, este hogar.
Solo esperaba que pudiera hacer lo que ella necesitaba.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
holap,...
definitivamente san va por todo con britt y a lo grande jajajaja
britt no puede con su genio y quiere cambiar las cosas de la casa jajajaja
a ver como se lo toma el resto la noticia de la casa!!!
nos vemos!!!
definitivamente san va por todo con britt y a lo grande jajajaja
britt no puede con su genio y quiere cambiar las cosas de la casa jajajaja
a ver como se lo toma el resto la noticia de la casa!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
me parece a mi o no se, pero britt no esta segura de lo que siente por santana, san se va con todo y britt esta llena de reservas, creo que deberia ser sincera, como pde ser que te fastidie que tu pareja no viaje pq quieres tu cama para ti sola? pobre san, siento que va a sufrir muy pronto!!"!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Vaya!! Van a vivir juntas (que bueno, ya prácticamente lo hacían) insisto en que quizás britt va a hablar de más y le dirá a san que.extraña su espacio saludos! Nos leemos pronto
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
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