[Resuelto]FanFic Brittana: Vampira (Adaptada) Epílogo

Prólogo

Vivimos en una guerra oscura por el control del mundo como lo conocemos.

Una raza superior renegada quiere determinar el futuro de la humanidad estableciendo sus propias reglas, donde la piedad y la compasión no existen.

Brittany es una estudiante universitaria solo preocupada por culminar su carrera en Yale, pero un día queda inmersa en esta guerra a la que no fue invitada.

Ella puede intentar olvidar que esto ocurre y seguir con su vida normal, pero nunca podrá sacar a esa oscura y bella mujer de su corazón… seguirla es encontrar la muerte.

Dime, ¿Estas dispuesta a morir por amor?

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Hola, aquí les prólogo de la siguiente historia, el algo distinta a todas las que he adaptado xD espero y les guste también.

Gracias por leer y comentar!

Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D


Pd2: aquí mis anteriores historias (adaptadas todas):

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SE QUE ESTÁN SACANDO MIS ADAPTACIONES, POR "MI" PARTE Y "MIS" ADAPTACIONES NO ME MOLESTA, PERO AL MENOS NOMBREN AL FORO... SI SUBEN OTRO CAPITULO Y NO LO NOMBRAN, "EN CADA CAPITULO QUE SUBAN", VOY A BORRAR MIS ADAPTACIONES Y DENUNCIAR LA ADAPTACIÓN. Saludos =D

Capitulo 1

—Rachel por favor presta atención, estamos en clases—le dije a mi amiga.

—Brittany es que muero de sueño, ayer me fui de fiestas.

—Rachel, este es nuestro último año, tenemos que estudiar, ¿Qué pasa contigo?

—Tranquila Brittany, todo está controlado.

Estaba preocupada por mi mejor amiga, aunque he tratado de ayudarla si no ponía los pies sobre la tierra no se graduaría, al menos no este año.

Estudiamos derecho en la prestigiosa Universidad de Yale y aquí tenías que esforzarte si realmente te quieres graduar.

Rachel y yo siempre hemos sido buenas estudiantes y con una vida social casi inexistente.

Yo porque siempre fui muy tímida y la verdad siempre preferí tener pocas amistades, pero sinceras a tener muchos amigos hipócritas. Cuando entré en la pubertad deje de ser un poco menos fea y eso atrajo al grupo de los populares a los cuales rechace sin mucho interés.

Pero en el caso de Rachel siempre me pareció que era más por su sobrepeso, algo no aceptado por los populares que por convicción.

Aún recuerdo cuando se mudó con sus abuelos porque sus padres murieron en un accidente de auto. Estaba tan triste y afligida, tenía apenas 10 años, desde ese entonces no convertimos en muy buenas amigas.

Siempre fue un sueño venir a Yale como lo habían hecho mis padres, pero en el camino Rachel tenía otro propósito, trabajar su cuerpo hasta llevarlo al peso ideal.

Fue bueno para mí tener también una compañera de ejercicios, pero para mi amiga se ha convertido en una fijación. No sólo mejoró su salud si no su aspecto hasta convertirse en una hermosa mujer; Rachel es ahora delgada y esbelta. Es morena de ojos marrones, cabellos bien peinados y unos senos magnificos, sus abuelos nunca han podido negarle nada.

No me molesta que sea hermosa, al contrario me alegra porque ayuda a levantar su confianza; lo que me preocupa es que se deje llevar por sus nuevos amigos a un mundo frívolo y sin sentido.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz en susurro de Rachel.

—¿Viste a la chica que está sentada en la primera fila? Es extraño que no la reconozca.

—La verdad es que yo tampoco recuerdo haberla visto—le respondí.

—Está muy bien vestida, fíjate que la chaqueta que lleva es Boss y las botas también son de marca.

Debido al comentario de Rachel me fijo mejor en la desconocida.

No soy del tipo que detalla la ropa de otras personas; sin embargo, no pude evitarlo, la chica vestía totalmente de negro y tenía el cabello largo medio despeinado, pero de seguro con cada cabello en su lugar.

Estaba sentada lo que no me permitía verla muy bien. En eso se escuchó la voz del profesor por encima de la clase.

—Muy bien señores, espero que todos entreguen el trabajo sin falta la próxima semana, no me hagan perder el tiempo con documentos mediocres, quiero lo mejor de ustedes—advirtió.

Terminó de hablar y se levantaron todos.

—Ven Brittany, vamos a ver a donde va.

La chica desconocida continuó caminando hasta que llegó a un banco que estaba bajo la sombra de un árbol y se sentó, sacó un libro y comenzó a leerlo.

—Está para devorarla, ¿No te parece?

—Vamos Rachel, siempre usas esa frase, las personas no son comida.

Cuando dije esto me pareció ver a la desconocida sonreír levemente.

—Mírala toda vestida de negro. Aunque la chaqueta es si se quiere formal, a ella le queda como si no quisiera verse bien, incluso parece una niña mala, con lo que a mí me gustan las niñas malas—dijo Rachel.

—La verdad es que si se ve como una rebelde, su cabello negro está como despeinado, es largo, pero no en exceso, varios mechones cortos revueltos alrededor de su cara. No se puede ver nada más, está metida en su libro.

De pronto Rachel se sobresaltó.

—Dios Brittany, parece como si te hubiera escuchado porque justo levantó la cara y está mirando en nuestra dirección.

Yo no pude responderle a Rachel porque sentí la mirada de la desconocida taladrar mis ojos. Me detalló sin reparo o al menos eso me parecía.

Sus ojos eran negros como la noche, sus labios eran gruesos, su nariz era pequeña, unos prominentes pómulos cubierta de un cabello liso con mechones sin sentidos, pero en perfecta armonía. Y todo era en sincronía con su color de piel moreno.

Era hermosa, la mujer más linda que había visto nunca.

Se levantó y caminó hacia nosotras con un paso lento y sin cuidado como quien se siente dueña del mundo.

Era alta, pero no tanto como yo, 1.65 mts., por lo menos, un cuerpo fuerte y muy delineado.

Pude notar que todo el campus se le quedó mirando, era imposible no sentirse atrapada por su belleza.

Continuó caminando pasando de largo nuestra posición, mi amiga y yo no pudimos más que darnos vueltas y seguirla mirando, mientras tomaba rumbo al comedor.

—Creo que se me antoja un café—dijo Rachel.

Fuimos caminando en su misma dirección y nos sentamos unas mesas a su derecha, yo podía verla si me giraba y Rachel quedaba justo en frente de ella.

—Es arrebatadoramente sexy, ¿No te parece Brittany?

—La verdad es que si, pero quisiera hablar contigo de algo.

—Bien, suéltalo.

Sabía que debía ir con tacto sobre el tema.

—Rachel tienes que dejar de salir tanto, al menos entre semana, no puedes descuidar tus deberes.

—Vamos Brittany, lo tengo todo controlado.

—Hoy te estabas durmiendo en clase.

—Sí, está bien, pero fue porque me encontré que Linda y tú sabes cómo se pone de cariñosa, es que no te imaginas lo divino que hace el amor esa mujer.

—Me lo imagino porque cada vez que te la encuentras, pasas la noche fuera.

—Hablando de sexo, ¿Desde cuándo no te acuestas con alguna mujer?

Esa pregunta me tomó por sorpresa.

—Rachel, no quiero hablar de eso.

—Hace seis meses que terminaste con la idiota de Marley, ¿No crees que ya es hora de seguir con tu vida?

—Yo continúo con mi vida, sólo que no es fácil. Yo pensé que ella era sincera, pero definitivamente debo ser más cuidadosa.

—Si eres más cuidadosa Brittany, vas a terminar siendo una monja. Yo sólo espero que eso no afectara en nada nuestra amistad, ella fue la que me besó. Yo estaba cansada de decirle que no quería nada con ella, pero ese día me tomó por sorpresa y me besó.

—Debiste decirme Rachel—le reproché.

—Es que pensé que no me creerías.

—Eres mi amiga desde la infancia, ¿Cómo piensas que no voy a creerte? Y aunque no lo hiciera, ella te estaba besando, si realmente me hubiera amado eso nunca habría pasado.

Me giré porque realmente no soportaba hablar más de ese tema con Rachel; me dolió mucho encontrarla besándose con Marley.

Ella me dijo que había sido mi novia quien la besó y yo prefiero creerlo, quiero pensar que al menos no me traicionaron las dos, aunque ya pasaron seis meses, para mi es como si apenas hubiera pasado una semana, no sé si por el dolor de la traición o era porque realmente quería a Marley.

La extraña me miró de nuevo de una manera como si estuviera de acuerdo conmigo o al menos esa fue la impresión que me dio, como si hubiera escuchado nuestra conversación, pero eso no era posible estaba muy lejos para eso.

—Bueno, no hablemos más de ese tema Brittany. Te invito a Excalibur, es un lugar nuevo de ambiente y de mucha onda que quiero conocer esta noche.

—No se Rachel, tengo que estudiar.

—Brittany, es viernes. Vamos compláceme, regresaremos temprano al apartamento—me pidió poniendo esa cara a la que es difícil negarle algo.

—No vas dejarme en paz, ¿Verdad?

—No—respondió con una enorme sonrisa.

—Está bien, voy a ir—claudiqué finalmente.






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La noche llegó y estábamos en nuestro departamento arreglándonos para ir a Excalibur.

Rachel como siempre estaba arrebatadora en un vestido azul que se le ajustaba al cuerpo como un guante; llevaba tacones altos y maquillaje ligero, pero bonito, definitivamente estaba muy bonita.

—Brittany, ¿No crees que pudiste vestirte un poco mejor?—me dijo en cuanto me vio.

—Me parece que estoy bien—dije mirándome a mí misma.

—Brittany eres bella, pero parece que no quisieras mostrarlo, mírate—me dijo Rachel girándome al espejo.

Podía ver mi abundante cabello largo a la altura de mis hombros. Soy rubia por eso tengo unas pequeñas pecas en mi pómulos y hombros, mis ojos son azules, pero están siempre detrás de mis lentes, sin ellos soy totalmente ciega.

Me había puesto una falda a la altura de la rodilla y una franela ajustada al cuerpo cubierta por una chaqueta, zapatos de vestir, pero cómodos. Creo que con mi 1.70 mts., tengo suficiente.

—Recuerda quitarte la chaqueta cuando lleguemos para que puedan ver tus atributos—me dijo señalando mis senos—Así como tu redondeado trasero, también podrías ponerte unos zapatos más altos y tal vez una falda más corta.

—No Rachel, así estoy bien.

—Mujer, la naturaleza fue buena contigo, no se por qué lo ocultas, pero en fin así no tendré competencia, ¿Nos vamos?

—Sí, vámonos y ya sabes regresaremos temprano.



Pusimos la capota del convertible de Rachel porque el clima estaba frío.

—Adoro este auto Brittany, deberías pedirle uno así a tus padres.

—¿Un Camaro?

—Te puedo vender este, el color amarillo haría juego con tu cabello. Yo quiero el nuevo modelo de este año.

—Mis padres bastante tienen con pagar mis estudios, no sólo los míos si no los de mis hermanos mellizos.

Rachel sonrió.

—Como extraño a esos pilluelos, ellos sí que saben divertirse.

—No como la aburrida de su hermana, ¿Correcto?

—No quise decir eso Brittany, yo se que eres lo mejor de la familia Pierce, pero dime si tu hermanos no son magníficos. ¿Te acuerdas cuando nos presentaron aquellas chicas? Esa fue una tremenda fiesta.

—No te puedo negar que la pasamos muy bien, son adorables, realmente los adoro al igual que a mis padres.

—No puedo esperar a que sea navidad para visitarlos y a mis abuelitos también.

Rachel adoraba a sus abuelos paternos, además era lo único que tenía en su vida ya que era hija única.

En cambio yo que tengo dos hermanos que me llevan un par de años con lo que comparto mucho y dos padres metiches, pero adorables que se mueren porque consiga novia… bueno, mi papá no tanto.




Al fin llegamos a Excalibur, el lugar estaba repleto de gente, apenas nos vieron nos dejaron entrar.

La decoración era medieval, por dentro era como un castillo con espadas de decoración en las paredes y las mesas eran redondas.

El Dj tenía puesta una música tecno y el ambiente era muy bueno. Había muchas mujeres bonitas por todas partes en especial en la zona VIP donde seguramente Rachel iba a querer entrar, lo único bueno de esas zonas es que son más tranquilas.

En seguida se acercaron un montón de amigas de Rachel entre las cuales solo dos me agradaban, pero trataría de pasar bien la noche porque de verdad que me estaba haciendo falta un poco de diversión.

—¿Cómo estas Brittany?—me preguntó Sugar.

—Bien, ¿Y tú?—le respondí sonriéndole.

—Muy bien, tenías tiempo que no venias.

—Tú sabes, los estudios me toman mucho tiempo.

—Te falta poco así que no te rindas, sigue estudiando siempre es bueno tener un abogado de amiga.

Sugar me caía bastante bien y Rachel decía que estaba loca por mí, pero la verdad es que a mí no me gustaba. Era una mujer muy guapa, como de 1,50 mts., de ojos café, alegre y extrovertida, pero yo hace tiempo que no quiero algo de sólo una noche, aunque tal vez eso era lo que necesitaba después de Marley.

—Chicas, ¿Algunas de ustedes sabe cómo llegar al VIP?—preguntó Rachel.

—Es un local nuevo y no he logrado saber quién es la dueña o dueño, pero apenas lo haga seguro estaremos en el VIP—Respondió Milán.

Milán era una chica alta, rubia, de ojos azules, parecía una Barbie y a los ojos de cualquiera parecía la mejor amiga de Rachel; sin embargo, para mi lo que tenían era competencia fuerte entre ellas por ser la más hermosa.

En eso, escuché una voz encantadora.

Suave, pero fuerte a la vez y todas giramos hacia ella como una serpiente ante la música de una flauta.

—¿Les gustaría subir a la zona VIP señoritas?—dijo la chica extraña de la Universidad.

Estaba vestida de nuevo toda de negro con un traje de cuero que se le ajustaba perfectamente al cuerpo.

Tenía una mirada penetrante, capaz de derretir un tempano de hielo y ese cabello medio despeinado que me encantaba, me sonrojé sin querer y desvié la mirada.

—¿Quién tan amablemente nos invita?—preguntó Rachel con su voz más seductora.

—Soy Santana López, pero mis amigos me llaman San. Mi tía es dueña de este local y me pareció que una chicas como ustedes deberían estar en el VIP.

—Mi nombre es Rachel Berry y concuerdo contigo en todo.

En seguida todas se agolparon para presentarse; si no me aparto, creo que me hubieran arrojado al piso en ese mismo instante solo por estar cerca de la chica extraña de la Universidad.

Todas fueron pasando al área VIP y al fin llegó mi turno, extendí mi mano y me presente como todas las demás.

—Mi nombre es Brittany Pierce—mi voz sonó sosa y tenue aunque trate de que sonara lo mejor posible.

—Un placer Brittany.

Sus ojos me taladraron.

Era como si su mirada me atrapara porque no podía despegar mis ojos de ella y sostuvo mi mano un poco más del tiempo requerido.

—¿Quieres tomar algo Brittany? ¿Tal vez otra cerveza o prefieres algo más? Puedo complacerte en lo que quieras.

“Dios mío, ¿Esa mujer podía decir algo que no sonara sexy?”

Tenía que moverme o al menos hablar, estaba haciendo el ridículo en ese mismo instante.

—Una copa de vino tinto estaría bien.

Apenas terminé de hablar se marchó en silencio, cuando llegué a donde estaban las demás chicas, me interrogaron.

—¿Qué te dijo?

—Solamente me preguntó qué quería tomar.

—Qué extraño que no me lo preguntó a mí—dijo Rachel.

En eso llego una chica con una bandeja llena de vasos con cerveza para todas que era lo que estaban bebiendo antes de que llegáramos al área VIP; a todas menos a mí que me entregaron una copa de vino.




La noche transcurrió alegremente, todas reían y se movían al ritmo de la música.

La extraña… corrijo Santana, no había pasado de nuevo por nuestra mesa.

Rachel pregunto por ella a la mesera, pero no le dio respuesta de donde estaba.


Ya era la una y como me había esperado, nadie decía nada sobre marcharse, pero mañana tenía que estudiar así que era hora de que al menos yo me retirara.

—Chicas, ya me tengo que ir, mañana tengo que estudiar—anuncié.

—No seas aguafiestas Brittany, que la estamos pasando muy bien.

—Tengo que estudiar y tu Rachel deberías hacer lo mismo.

—Mañana es sábado, seguro tendremos tiempo de estudiar—respondió Rachel mientras tomaba su cerveza.

—¿Te marchas?—preguntó Santana que apareció detrás de mi sin que me diera cuenta y por la cara de las demás chicas, tampoco ellas.

—Sí, tengo que estudiar—alcance a decir.

—¿Trajiste auto?—Pregunto con voz aterciopelada.

—Realmente vino conmigo, pero no logro hacer que se quede más tiempo—intervino Rachel.

—Yo te llevaré, sólo espérame un momento—me pidió dijo Santana.

—Ella se puede ir en taxi, seguro que alguna de tus chicas le puede pedir uno y así nos podemos conocer mejor tú y yo—dijo Rachel.

—¿Qué te parece si la llevo y regreso contigo Rachel? Así podemos conocernos como dices.

No me gustó que Santana le dijera eso Rachel, no había razón para ello, pero sencillamente no me agradó.

Se alejó, supongo, que a buscar sus llaves y regresó. Me condujo hasta la puerta trasera del local donde estaba una Hummer negra, me abrió la puerta de la camioneta sin decir palabras y esperó a que subiera para cerrarla.

Los vidrios eran todos negros, yo aun con mis lentes no podría manejar ese auto de noche. Se giró y me miró. Conseguía dejarme congelada cada vez que ponía sus ojos en mí.

—¿Me das tu dirección por favor?

—Claro… vivimos en un departamento que está a dos cuadras antes de llegar al campus.

—¿Te vas por qué tienes que estudiar o por qué no te gusto el ambiente?

—Me gusta divertirme, el área VIP es muy agradable, felicita a tu tía de mi parte, pero mis estudios son mi prioridad.

De nuevo nos quedamos en silencio, al parar en un semáforo se giró de nuevo y me miró. Descaradamente recorrió todo mi cuerpo casi como si me tocara, mi corazón se aceleró solo por eso, no necesitaba pedir permiso ni tampoco disculparse se podía ver que estaba acostumbrada a tomar lo que quisiera.

Yo aproveché para mirarla también cuando continúo conduciendo, tenía las manos largas y se podían ver que eran fuertes cuando las apretaba contra el volante.

—¿Te gusta lo que ves Brittany?

—Disculpa yo no quería… aunque tú también me miraste hace unos minutos—le respondí a defensiva.

—Es cierto, supongo que estamos iguales entonces—hubo una breve pausa—¿Sabías que solo el  40% de la población es rubia?

—Sí, somos común.

—El cabello se presentan en personas que tienen copias de gen recesivo del cromosoma 16. El gen no es más que una mutación de la proteína.

—Para ser una estudiante de derecho Santana, conoces muy bien el tema. Además de bella, inteligente una combinación agradable.

Llegamos demasiado rápido al departamento, detuvo la camioneta frente al edificio.

—Fue un placer traerte a casa.

—Muchas Gracias Santana, buenas noches.

Dije eso y me baje del auto. Ella no arrancó el auto hasta que entré en el edificio.

Me agradó hablar con ella aunque fueran pocas palabras; sin embargo, tenía algo que me erizaba la piel, pero era mejor sacar de mi cabeza a Santana tenía que descansar para poder estudiar mañana.

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Capitulo 2

Estaba estudiando y de vez en cuando me encontraba pensando en Santana que desde que la vi llenó mis pensamientos, algo que no era costumbre en mí.

Tenía algo que no podía descifrar, estaba llena de oscuridad y no solo por sus ropas negras, pero tenía que concentrarme, así que la saqué de mis pensamientos y me enfoqué en mis estudios.



Cuando ya eran como las tres de la tarde, me disponía a descansar y darme un baño con el fin de hacer algunos repasos y tener la noche libre para ir al cine o comer un helado, cuando se levantó Rachel.

—Buenos días Brittany—me saludó.

—Buenas tardes Rachel, ¿Cómo estás?

—Me duele la cabeza, necesito un calmante y café. Déjame ir a la cocina, lo necesito para contarte como me fue anoche, realmente la pasé muy bien.

—No sólo toma café y un calmante, dejé comida para ti, aprovecha y come algo mientras yo me doy un baño.

Cuando salí del baño me encontré a mi amiga que estaba terminando de comer, así que me senté a la mesa con ella y procedió a contarme.

—Cuando Santana regresó de traerte, se sentó conmigo y me prestó toda su atención. Su tía debe quererla mucho porque todos se comportaban con ella como si fuera la dueña del bar. Me preguntó sobre mi familia y mis expectativas para el futuro, escuchó sin interrumpir, fue increíble.

—Me alegro que te la pasaras bien, imagino que no terminaron solo en hablar.

—La verdad es que yo quise avanzar más, pero Santana se mantuvo siempre en el plan de amigas. Esta noche voy por ella, esto sólo me la pone más interesante.

—Rachel, ¿No crees que puede que no esté interesada?—le pregunté.

—Lo pensé por un momento, pero luego como quien no quiere la cosa me abrí un botón de la camisa y créeme, es de la que les gusta nuestra mercancía. Creo que le encanta jugar a ese plan distante, ¿Vienes conmigo esta noche al bar?

—No lo creo, prefiero hacer algo más tranquilo.

—Vamos Brittany, tienes que divertirte, no todo en la vida es estudio.

—Hace algún tiempo Rachel, pensabas que era lo más importante—le recordé.

Ella lo pensó unos segundos.

—Puede que ahora no esté prestando toda la atención que debería a los estudios, pero vivir también es importante Brittany—se levantó de la mesa.

—Y ahora mi querida amiga aburrida, voy a ponerme a estudiar.


Yo también me puse a estudiar tratando de avanzar con unos de los trabajos que tenía que entregar, pero en un momento mi mente viajó hasta Santana que, por lo que me dijo mi amiga, estaba interesada en ella; lo que resultaba normal porque Rachel era muy bella.

Sin embargo, dolió un poquito, pero no era nada con lo que no pudiera vivir.

Cuando terminé con Marley, ella me dijo que Rachel se le había metido por los ojos, que ella rechazó varias veces sus avances, pero que esa noche no pudo negarse a la tentación ya que se sentía abandonada por mí, que solo pensaba en mis estudios.

¿Cómo podía pensar que yo le creería algo como eso?, nadie estaría conmigo si tiene la posibilidad de estar con Rachel.

Santana es una prueba de eso.





La noche llegó y con ella la alegría de Rachel que se vistió impecablemente para ir a Excalibur a encontrarse con Santana.

—¿Estas segura que no quieres ir Brittany?—me preguntó.

—Creo que mejor me quedo—le dije.

—Si cambias de opinión ya sabes dónde encontrarme.

Rachel se marchó y me quedé en el departamento caminando de un lado a otro, quería salir por un helado, pero ya no me parecía tan buena idea.

Saqué los libros, pero no logré concentrarme en ellos; había pasado todo el día estudiando, tal vez mi cabeza estaba agotada o era que sencillamente quería ver a Santana.

Aunque lo más seguro era que la encontrara en los brazos de mi amiga.

¿Cómo alguien que acababa de conocer me inquietaba tanto?

Siempre que me he interesado por alguien era después de tener la oportunidad de conocer bien a la persona, ver si teníamos cosas afines que pudiéramos compartir.

Las relaciones se debían basar en el compartir y no en esa extraña magia que tanto relata Disney en sus historias.

Estaba dando vueltas por todo el departamento cuando al fin me decidí a ir al bar, podría tomarme un trago o dos y regresar a casa más relajada.

Me cambié de ropa, revise mi cartera y tenía efectivo para un taxi ya en el local me las arreglaría con la tarjeta para pagar los tragos y el taxi de regreso, si es que no me traía alguna de las chicas.

A l llegar al local me encontré con mucha gente en la puerta, debía estar a reventar, ya era tarde y el local estaba muy de moda en la zona. Tenía que hacer el intento de entrar, no me parecía que regresar caminando al edificio fuera una buena idea.

Me acerque al guardia de seguridad que parecía un hombre muy bien vestido para ese tipo de trabajo.

—Buenas noches señor, quisiera entrar al local—le dije.

—Estamos llenos, mejor ven el jueves temprano a ver si tienes mejor suerte.

—Es que mis amigas están adentro y me están esperando.

—No puedes entrar.

—Soy amiga de Santana, por favor déjeme entrar.

—Parece que esa es la palabra clave de esta noche. Dime, ¿Santana te dio un pase especial?

—No, pero necesito entrar.

—Mejor retírate y no me hagas perder la paciencia—me advirtió.

Me alejé de la entrada preocupada, no tenía cómo regresar al edificio. Afortunadamente recordé que unas tres calles más abajo había un cajero automático, no era lo más seguro por la hora, pero era mejor que regresar a casa caminando.

La primera calle no fue problema porque había mucha gente en los alrededores esperando para entrar o pensando a dónde más podían ir para divertirse esa noche.

La segunda calle ya estaba mucho más sola, pero estaba más cerca de mi objetivo, apuré el paso.

Cuando estaba apunto de llegar al cajero para retirar el dinero, un hombre me tomó por el cabello y me puso un cuchillo en el cuello.

—Hola preciosa, espero que traigas mucho dinero para mí—me dijo con voz rasposa al oído.

El hombre me giró y me empujó contra la pared.

Sentí mis piernas flaquear, mi corazón iba a mil, me costaba respirar.

—Le daré dinero, pero por favor no me haga daño—le dije con la poca voz que salió de mí, pero tratando de parecer calmada.

—Creo que me vas a dar muchas cosas esta noche.

El ladrón estaba tan cerca que podía sentir como apestaba y su aliento era puro alcohol. Sentí las manos del hombre sobre los senos, los apretaba con fuerza. Traté de quitármelo de encima, pero me empujó de nuevo con más fuerza contra la pared.

Me golpeé la cabeza y mis lentes cayeron al suelo. Unas lágrimas comenzaron a deslizarse por mis ojos, un poco por el dolor y otro por el pánico que estaba sintiendo.

Sin embargo, no me rendiría, junté todas mis fuerzas para apartar al hombre y de repente ya no lo tenía sobre mí.

Por un momento pensé que había alejado al ladrón, pero luego vio a Santana estampar al hombre contra la pared dejándolo inconsciente. Parecía una sombra en la noche.

Aunque Santana era visiblemente más baja y menos fuerte que yo, me pareció increíble cómo pudo apartar el hombre de encima de mí y estamparlo así contra la pared.

Si bien el hombre estaba inconsciente, a Santana no le pareció suficiente, lo tomó de la camisa y lo golpeó. Estaba dispuesta a asestarle un golpe más, pero la llamé para detenerla.

—San, está inconsciente, no lo golpees más—le pedí.

—¿Cómo lo defiendes después de lo que quería hacerte?

—Por favor San, yo solo quiero irme al departamento.

Todas las emociones de esos minutos se me vinieron encima, perdí mis fuerzas y me deslicé al suelo llorando. Santana inmediatamente soltó al hombre y vino a mi lado a consolarme. Me levantó del suelo.

—Te llevaré a casa Britt, todo está bien—me dijo con cierta ternura.

—Deberíamos llamar a la policía Santana.

—No por ahora, ya fue suficiente para él. Y me gusta más cuando me dices San.

Santana me tomó en sus brazos sin el menor esfuerzo, detuvo un taxi en la calle y me llevó al edificio. Se bajaron del taxi frente al edificio y subieron al departamento, Santana se detuvo en la puerta no muy segura de entrar.

—San, por favor entra no quiero quedarme sola, al menos no ahora—le dije.

Comencé a llorar de nuevo si querer. No podía parar, ese hombre estuvo a punto de violarme y quien sabe que más, si no fuera por Santana posiblemente estaría muerta.

De nuevo Santana me tomó en sus brazos y me llevo al sofá para que me recostara.

El cuerpo de Santana estaba frío, no como el hielo, pero si a una temperatura más baja de lo normal. En el taxi había pensado que era mi imaginación, pero ahora, más calmada, podía afirmar sin lugar a dudas que su cuerpo se sentía frío.

—San, ¿Te sientes bien?, estas fría.

Santana inmediatamente retiró su abrazo y me sentí vacía.

—Estoy bien Britt, creo que debo marcharme, ya estás segura.

—No por favor San, no te vayas, tengo miedo por favor quédate.

Pude sentir como la defensa que Santana había levantado tan solo unos minutos antes, bajaba un poco. Estiré mi mano para invitarla a sentarse a mi lado nuevamente.

Algo que aceptó mi acompañante sin dudarlo.

—Dime Britt, ¿En qué diablos estabas pensando cuando te aventuraste a caminar por esas calles sola?

—Es que fui a tu local, pero estaba lleno y no pude entrar. Cuando fui revise que tenía dinero sólo para el taxi y tenía planeado conseguir efectivo en tu local, por eso cuando no pude entrar me fui caminando hasta el cajero automático para tratar de conseguir dinero.

Contarle a Santana lo que había ocurrido me hizo revivir el momento y comencé a llorar de nuevo.

—Ya estás segura Britt, tranquila.

—Yo no suelo ser así de llorona, pero no sé cómo parar.

—Está bien, es normal,—me abrazó un poco—Pero prométeme que nunca más lo harás de nuevo, la noche puede ser muy peligrosa. Créeme, afuera existen cosas peores que ese hombre.

—Te lo prometo—dije llorando en el hombro de Santana.

—Me encargare de que nunca más se te niegue la entrada al local —se alejó un poco de mi sacó algo del bolsillo del pantalón—Y toma mi tarjeta, guarda el número en tu móvil, si necesitas algo, llámame a la hora que sea.

—¿El móvil? Que idiota soy, porque no lo pensé antes, pude tratar de llamar a Rachel o a alguien más. En qué demonios estaba pensando, soy una completa idiota—me reproché.

—No te digas así,—me dijo acomodando un mechón de mi cabello detrás de la oreja—Cuando estamos bajo presión muchas veces no pensamos con claridad.

—Quiero darme un baño San y buscare mis lentes de repuesto, no puedo ver casi nada sin ellos.

—¿Los usas desde muy pequeña?

—Sí, desde que tenía trece años. Intenté usarlos lo menos posible en ese entonces, pero era inevitable soy miope, ¿Estarás aquí cuando termine de bañarme?

—Estaré aquí esperándote Britt—me aseguró.

—Ponte cómoda entonces San.



Me quite la ropa y me metí al baño, necesitaba quitarme el olor pestilente de ese hombre.

Por más que unté jabón por mi cuerpo percibía su olor. Volví a sentí tanto miedo, fue un momento tan horrible; lo peor que me daba cuenta que todo esto lo cree yo misma por mi imprudencia, menos mal Santana llegó a tiempo.

Y ahora que lo pienso, ¿Cómo supo dónde estaba?

Esa mujer es una caja de sorpresas; tenía tantas preguntas y esperaba que ella pudiera responderlas.


Salí del baño me sequé y me puse una pijamas de patitos.

Desee tener algo más sexy, pero no esperaba que Santana estuviera en mi casa esta noche. Traté de peinarme el cabello para no parecer tan triste, busqué los lentes de repuesto y me los puse.

Cuando salí de la habitación, Santana estaba sentada en el sofá, me acerque y senté a su lado, ansiaba su contacto y su protección.

—Britt, encontré tus lentes, debí tomarlos y ponerlos en mi chaqueta sin darme cuenta—dijo dándole los lentes.

—Gracias San… por los lentes y por todo—hice una pausa porque no sabía que más decir, estaba nerviosa—Pero que mal educada soy, por favor quítate tú chaqueta, ponte cómoda. ¿Quieres tomar un té, vino, comer algo?

—No quiero nada, estoy bien—me dijo de manera amable, pero seria.

—Pero quítate la chaqueta por favor, así estarás más cómoda.

Santana se quitó la chaqueta y la arrojó despreocupadamente en el sofá.

—¿Cómo me encontraste Santana?—pregunté sin poder esperar más.

—Estaba revisando las cámaras de seguridad del local y te vi en la puerta, traté de salir para dejarte entrar, pero era sumamente difícil caminar entre tanta gente. Cuando llegue a la puerta ya no estabas, entonces Puck me dijo por dónde te habías ido y fui a buscarte. Lamento haber demorado tanto en encontrarte.

—¿Pero qué dices? Si no fuera por ti estaría…

No pude completar la frase las lágrimas comenzaron a salir irremediablemente. Santana se acercó a mí, me tomó en sus brazos y me apretó contra ella.

Su cuerpo se sentía fuerte, tal como lo había imaginado, la única diferencia era que Santana ya no estaba tan fría como antes, no estaba a la misma temperatura que yo, pero si más caliente que antes.

Sentía curiosidad, aun así preferí no preguntarle por temor a que se alejara de mi como ocurrió anteriormente; tal vez se le había bajado la tensión por el susto y por eso era que estaba tan fría.

—San, eres increíblemente fuerte, ese hombre era alto y pesado, tú lo arrojaste como si fuera un saco de papas.

—Algunas veces la adrenalina te hace hacer cosa que nunca imaginaste que pudiera hacer—fue su explicación.

—Eres mi héroe Santana, me salvaste.

Ella se levantó del sofá, parecía incómoda.

—No soy un héroe Brittany, y por favor no me llamas así que estoy muy lejos de ser lo que tú piensas.

—Está bien no te llamare de esa forma, pero eso no quiere decir que para mí no lo seas.

Se hizo un largo silencio entre las dos.

—Tengo sueño Santana, ¿Te quedarías conmigo hasta que me duerma por favor?—le pedí.

—Claro Britt, lo que quieras.


Lleve a mi habitación a Santana y me acosté en la cama, apartándome para darle espacio a que se acostara conmigo. Fue una invitación que nuevamente no pudo rechazar y se acostó a mi lado.

Así estábamos, una al lado de la otra sin tocarse.


A los pocos minutos me sumergí en un sueño inquieto moviéndose en la cama buscando una posición cómoda que no encontraba. Santana al ver mi incomodidad se sentó en la cama, pero no se atrevió a despertarme.

Yo, en mi pesadilla, me encontraba corriendo en una calle oscura perseguida por el ladrón que cada vez se me acercaba más; sentía que mis fuerzas fallaban y que era inevitable que el hombre me atrapara.

Comencé a llamar a Santana y el hombre me gritaba desde atrás, “Ella es más peligrosa que yo, ¿Y tú la llamas?” me decía mientras reía.

Era una risa maléfica.

No lo soporté más y desperté gritando en la oscuridad.

—Britt, tranquila, todo está bien, estas en casa—me decía Santana mientras sujetaba mis brazos.

—¡Él me perseguía!

Mi respiración estaba agitada, estaba confundida aun abrumada por el sueño y la oscuridad de la habitación, no sabía qué era real y que no.

Sólo la voz de Santana me daba seguridad.

—Fue una pesadilla, todo está bien, cálmate.

Me abracé a Santana temblando de miedo.

—Ven Britt, vamos a acostarnos—me dijo Santana mientras se acostaba de nuevo a mi lado y me metía con decisión entre sus brazos.

—No me dejes sola San por favor, tengo miedo.

—Tranquila que no voy a ningún lado, me quedare contigo. Ahora duerme, las dos necesitamos descansar.

Brittany se sintió segura en sus brazos y se quedó dormida profundamente hasta la mañana siguiente.




Ya eran casi las doce del mediodía cuando despertaron. Brittany despertó en los brazos de Santana que la miraba sonriente.

—Roncas Britt—me dijo.

—¡Mentira Santana!—me senté en la cama—Dios mío que vergüenza—dije tapándome la cara.

Santana sonrió.

—Es solo un poco, además me ayudó a dormir, descanse bastante.

—Gracias San por quedarte conmigo, te invito a desayunar para agradecerte.

—Ya es mediodía Britt y te agradezco el gesto, pero debo marcharme tengo cosas que hacer, pero me lo agradeces en la cena, pasare por ti a las ocho, ¿Qué te parece?

—Mejor yo preparo la cena y tu vienes, la verdad es no tengo ganas de salir hoy.

—Está bien, sólo no prepares mucha comida, seguro comeré algo a media tarde con mi tía y no tendré mucho apetito para la cena.

—Prepararé algo ligero no te preocupes. Gracias San.

—Voy a ducharme y me voy Britt.

Santana se levantó y se fue al baño, a los pocos minutos escuchó el agua caer.

No podía creer que la mujer maravilla le hubiera salvado la vida y pasado la noche en sucama, aunque solo durmieron, era increíble pasar la noche con ella.

Estaba sentada en su cama recordando lo maravilloso que era dormir con Santana cuando ésta salió del baño vestida con la misma ropa que llevaba puesta antes de entrar, su cabello mojado y despeinado la hacia ver más hermosa aún como si eso fuera posible.

Se acercó a la cama y me dio un beso en la mejilla.

—Descansa, regresaré esta noche—me dijo Santana saliendo de la habitación.

Brittany se levantó muy feliz, fue al baño se duchó y salió a prepararse algo de comer.



Estaba en la cocina almorzando cuando escuchó el grito de Rachel.

—¡¿Así que por eso no querías salir anoche picarona?!

—¿De qué hablas?

—De esto—dijo Rachel entrando en la cocina con la chaqueta de Santana que debió dejar olvidada en el sofá.

—No es lo que piensas.

—Así que por eso querías quedarte sola en casa anoche, para recibir a tu invitada secreta y adinerada porque es una chaqueta de alta costura.

—Es de Santana—dije simplemente.

Rachel me miró extrañada.

—¿Santana? ¿Cuál Santana?—pregunto Rachel, pero esta vez si una pizca de alegría en su voz.

—Santana López, solo que no es mi invitada secreta.

Brittany procedió a contarle a Rachel todo lo ocurrido en la noche anterior.

—Brittany, ¿Cómo es posible? Que peligro, gracias a Dios Santana estaba cerca y el hombre se asustó.

No sabía por qué, pero había preferido omitir la parte de la historia de cómo Santana acabó con el ladrón.

—Sí, fue tan amable, no sé qué sería de mí en este momento si ella no llega a tiempo.

—Es que esa mujer es especial, con razón anoche no me buscó en el local, estaba ocupada con su buena acción del día. Tenemos que agradecérselo porque te salvo la vida, yo no sé qué haría sin ti Brittany.

Después de decir eso Rachel me abrazó.

—Gracias Rachel y estoy de acuerdo contigo, por eso la invité a cenar esta noche.

—¡Excelente idea!, tienes que preparar esos platos tan deliciosos que tú haces.

—Me dijo que prefería algo ligero porque tenía que verse en la tarde con su tía para comer; estaba pensando en hacer una ensalada.

—Claro, tiene sentido tiene que cuidar su figura, me parece muy bien. Voy a comprar un buen vino para esta noche, me ducharé y salgo a comprarlo, avísame si quieres que compre algo para tu ensalada.

Rachel se fue tan animada a arreglarse para salir a comprar el vino que no tuve valor para decirle que quería tener esa cena a solas con Santana.

Aunque igual era solo un plan de amigas, así que tal vez sería mejor que estuviéramos las tres.

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Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D

Capitulo 3

Al llegar la noche Santana llegó a nuestro departamento con un ramo de flores y una botella de vino.

Me resultó curioso y gracioso, ¿Quién se acuerda de las flores a estas alturas?, pero también me pareció muy romántico.

Mi compañera en seguida tomó las flores como si fueran para ella. Si nuestra visitante se sintió defraudada porque estuviéramos las dos, no se le notó en ningún momento.

—Santana, me encantó la idea que vinieras a cenar con nosotros y gracias por salvar a Brittany, ella siempre tan loca—dijo Rachel.

—No fue nada, fue pura casualidad—respondió Santana en tono despreocupado.

—Es que eres un héroe, se te nota por encima.

Rachel dijo esto último pasando su mano por el brazo de Santana, algo que no me gusto.

—Santana, ¿Quieres una copa de vino o estas lista ya para comer?—pregunté.

—Estoy lista para comer, pero no mucho estaba con mi tía y comimos hace muy poco—contestó Santana.

—Yo voy a destapar el vino, por favor sirve la cena Brittany—pidió Rachel.

Santana no pareció muy cómoda con la idea de la cena y que la llamaran héroe, me agradecí en silencio haber omitido gran parte de la historia a Rachel.

Nos sentamos en la mesa para la cena, había preparado una sencilla ensalada César con camarones para cenar.

—Por favor, cuénteme toda la historia—solicitó Rachel.

En realidad no quería repetir la historia, pero sabía que mi amiga no pararía hasta que lo hiciera. Así que tomé una profunda respiración y comencé el relato.

—Yo me fui caminando hasta un cajero porque ya no pude entrar al bar y no tenía dinero. Entonces me atacó un hombre para robarme y quien sabe cuántas cosas más.

Realice una pausa para calmar mis recuerdos y pude ver cómo Santana apretaba la mandíbula, recordarlo tampoco era nada grato para ella.

—¿Qué más pasó?

—Yo estaba pasando por la calle y al ver lo que ocurría comencé a hacer ruido y a acercarme, entonces el hombre se asustó y se fue, después de eso traje a casa a Brittany—relató Santana.

—Yo estaba tan asustada que le pedí a Santana que me acompañara. Quedé hecha un manojo de nervios—con eso di por finalizada la historia.

—Claro, me imagino que la compañía de Santana te ayudo a superarlo. Me alegro que estuviera pasando por ese lugar justo en ese momento—dijo Rachel con un tono que me resultó molesto en su voz.

—Cuéntenme, ¿Cómo se conocieron Brittany y tú?

Rachel comenzó a relatar cómo sus padres murieron, algo que siempre la entristecía, pero esta vez fue un poco más que de costumbre, tanto que derramó algunas lágrimas en el hombro de Santana.

Entonces siguió refiriendo que yo era la vecina de sus abuelos y que eso nos llevó a ser amigas; evitó contar como fui yo la que me acerque a ella para trata de consolarla y levantarle el ánimo.

Santana, mientras tanto, sólo daba vueltas a la ensalada con su tenedor, apenas probó la comida.

—Santana, ¿No te gusta la ensalada?

—Si me gusta Brittany, es sólo que comí demasiado—dijo sonriendo levemente—Díganme, ¿Qué tienen pensado para su futuro?

—Primeramente graduarme—dijo Rachel.

—Yo quisiera poder trabajar en algún bufete de abogados que me permita ayudar a las personas—contesté por mi parte.

—Rachel, después de graduarte, ¿Qué piensas hacer?—le preguntó Santana.

—Me tomare unas vacaciones, luego buscaré un trabajo bien pagado.









******************************************************************************************************************** ***




La noche continuó con algunas preguntas de Santana soltadas con ligerezas, pero parecía que quería interrogarnos, en especial a Rachel que tenía toda su atención.

Estaba metida en su papel, no podía ver ni la sombra de la mujer que me consoló la noche anterior.

—Ya es tarde señoritas, mañana tenemos clases, así que mejor me voy. Además estoy cansada—dijo Santana mientras se levantaba del sofá.

—Sí, yo también tengo que descansar, me tomo muy en serio los estudios—comentó Rachel.

—Que pasen buenas noches—se despidió ya en la puerta.

Santana salió del departamento evitando el contacto y dejando a Rachel muy emocionada, que pensó que era una forma de conquistarla.

—Ella solo quiere ponérmela difícil Brittany, todas las chicas se rinden a mis pies y ella quiere ser diferente.

—Si tú lo dices Rachel, ahora me voy a dormir, hasta mañana.

Así dejé a mi amiga en la sala con una sonrisa satisfecha.






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La semana trascurrió con Rachel hablando de Santana ya que compartían casi todas las asignaturas; esperaba a ver dónde se sentaba para correr a su lado.

Yo comencé a evitarlas, me estaba molestando mucho la idea de imaginarlas como pareja, algo a lo que tendría que acostumbrarme porque si Rachel la quería, seguro la tendría.



El jueves entré a clases y me topé con Santana, justo era la única asignatura que compartíamos.

Se sentó a mi lado y me saludó; no pude prestar atención en toda la clase, estaba distraída con ella tan cerca, sentía su perfume y tenía que averiguar cuál era porque me encantaba.

Al fin la clase terminó y me levanté dispuesta a salir corriendo, pero me tomó de la mano. De nuevo pude notar que su temperatura mucho más cálida que la última vez.

—Britt, ¿Podemos hablar unos minutos?

Eso me sorprendió.

—Claro Santana.

—Vamos a la cafetería, ¿Quieres tomar algo?

—Creo que un jugo de naranja sería buena idea—le respondí.

Fuimos caminando en silencio hasta la cafetería, buscamos una mesa y entonces fue a comprarme el jugo, no trajo nada para ella, de nuevo no comía o tomaba nada.

—Quería invitarte a ir a Excalibur mañana, quisiera que lo que ocurrió la última vez no afecte tus salidas nocturnas.

—Créeme Santana, el negocio de tu tía no se va a afectar porque yo pasara un susto.

No podía creer que me invitara solo para que no se afectara el negocio de su tía.

“Estoy tan embobada por esta mujer que no me doy cuenta de lo que pasa.”

—No es por lo que estás pensando Britt—me dijo.

—¿Ahora resulta que puedes leer la mente?

—Eso es solo un mito,—se tensó ante su rápida respuesta, pero intentó disimularlo—yo sólo quiero que no tengas miedo de salir de noche—de pronto en sus ojos se reflejó una leve tristeza—Sin embargo, existen muchos peligros en la noche, más de los que te puedas imaginar, pero tomando las previsiones adecuadas no es razón para que te la pases metida en casa.

No entendí nada de lo que dijo, ¿Qué quería decir con mitos?

¿Más de lo que imagino?, debió ver mi cara de confusión porque en seguida retomo la palabra.

—Me quedé preocupada por ti Britt, no quisiera que te quedaras en casa por lo que ocurrió. Además, me gustaría verte mañana en Excalibur, te aseguro que nadie va a impedir que entres, ya me encargué de eso. No puedo buscarte porque tengo algo que atender antes, un compromiso que no puedo cambiar.

—Si no fuera por eso, ¿Me buscarías en el edificio?—le pregunté.

—Claro, ¿Por qué lo dudas?—me cuestionó a su vez mirándome fijamente.

Estaba a punto de preguntarle si como una cita cuando llego Rachel a la mesa.

—Qué bueno encontrar a mis dos chicas favoritas en la cafetería.

—Realmente tendré que dejarte con tu amiga Brittany porque tengo algo que hacer, pero nos vemos en la próxima clase—dijo Santana.

Apenas Santana se alejó de la mesa, Rachel comenzó a interrogarme sobre lo que hablábamos.

—No hablábamos nada en particular, solo estaba preocupada porque sintiera miedo de salir, quería estar segura que superé lo del robo—le expliqué.

—Es tan linda—dijo Rachel suspirando.

—Sí, es muy amable. Ahora me voy, tengo clases, nos vemos en la casa.

Realmente no tenía que ir, pero no tenía ganas de seguir con el interrogatorio, solo quería pensar en ver mañana a Santana en Excalibur.

Seguramente no era una cita, pero era emocionante pensar en ello.

No quería ilusionarme, pero era inevitable, algo tenía esa mujer que me hacia desear estar cerca de ella.






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Santana llegó a Excalibur a la reunión que tenía.

Primero revisó que todo estuviera bien para abrir el local, las bebidas, la música.

Tenía a buenas personas trabajando con ella y eso permitía que todo funcionara bien; de esa manera podía encargarse de los dos trabajos que hasta ahora ocupaban todo su tiempo, la organización y su cadena de locales nocturnos.

Todo estaba listo para abrir el local.

Esa debería ser una noche interesante y tal vez divertida.

Necesitaba tomarse un tiempo para ella, hacía mucho tiempo que no salía con una mujer… hacía ya mucho tiempo.

Había tenido alguna noche de sexo con una chica que le gustara en el bar y realmente no buscaba nada más que eso; salir con Brittany podría ser interesante ya que habían cruzado algunas palabras y compartido algunos momentos cortos, pero intensos.

Esa chica le había gustado desde el primer día que la vio llegando a la Universidad con Rachel. Sin embargo, siempre se había planteado no tener nada serio con alguien.

En ese momento entró su amiga, la Señora B, que la saco de sus pensamientos.

La recibió con una sonrisa.

—Hola Señora B, como siempre muy bonita.

—Gracias Santana, como siempre tan educada—le devolvió la mujer.

La Señora B era una mujer morena, alta, de marrones, de aproximadamente unos 46 años; era solo cinco años menor que su mamá con un puesto importante en la organización y, además, era una muy buena amiga.

—Sincera diría yo—dijo Santana guiñándole un ojo.

La mujer sólo pudo sonreír.

—¿Cómo va la operación? Cuéntame lo que tienes por favor. Estoy muy interesada, como sabes, en tu reporte.

—Siéntate y te pongo al tanto.

Ambas mujeres se acomodaron en una de las mesas.

—La operación está avanzando bastante bien. Rachel es una chica amable, muy bonita, inteligente. Sin embargo, no tiene la cabeza bien puesta.

—¿Qué quieres decir con eso?—preguntó la Señora B.

—Veras B, está muy pendiente de cómo se ve, del auto que usa, la ropa que lleva, pero también supongo que va con la edad, tiene solo veintitrés años y fue muy consentida por sus abuelos paternos. No parece consumir drogas, tal vez un poco más de alcohol de lo regular, solo tengo eso hasta ahora.

—Comprendo, me parece que vamos avanzando, ¿Qué tal es su compañera de piso?

Una levísima sonrisa se dibujó en el rostro de Santana.

—Me parece que es una buena chica, estaba pensando en divertirme un poco con ella, me agrada, de esa manera podré estar más cerca de Rachel.

—Me parece bien Santana, necesitas disfrutar un poco, no todo puede ser trabajo. Además, es importante que estés muy pendiente de Rachel, ya que podría correr peligro.

—Esta noche te presentare como mi tía, ¿Estas preparada?

B se recostó en la silla con una sonrisa socarrona.

—Siempre estoy preparada

—Hablo en serio Señora B.

B rió.

—Si Santana, voy a estar bien.






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Mientras tanto en su departamento, Brittany no terminaba de decidir qué ponerse.

No quería creer que eso podía ser una cita. Sin embargo, el corazón es traicionero y una vez que toma las riendas no puedes detenerlo.

Finalmente, me decidí por un vestido azul que hacia juego con mis ojos, se ajustaba a mi cuerpo resaltándolo sin llegar a ser vulgar. Me puse unos tacones medianos; me deje el cabello suelto y me fui a Excalibur.

“Ya veremos que nos depara la noche”.




Al llegar me tope de nuevo con el guardia de la última vez.

—Buenas noches, me gustaría poder entrar al local—le dije con amabilidad.

Para mi sorpresa, esta vez me miró.

—Claro señorita Brittany, mi nombre es Puck, entiendo que usted tendrá acceso esta noche—dijo mientras abría la puerta.

—Un placer Puck, muchas gracias.

No me gustó eso de “esta noche”, como si mi acceso fuera solo por hoy, aunque tal vez esa fue la orden que le dio su jefa.

Al entrar, el área VIP estaba como era limitada por un cordón; no quise aventurarme a preguntar si tenía acceso. Para era mejor dar una vuelta por la pista y ver si lograba ubicar a Santana.

Todo estaba muy oscuro y no lograba ver nada más de dos metros adelante.

No estaba muy acostumbrada a usar tacones, así que preferí sentarme en la barra. Pedí una copa de vino y continúe mirando por el local.

—Buenas noches, ¿Puedo hacerte compañía?—me dijo de pronto una extraña que apareció junto a mí.

No soy dada a tratar con extraños, pero mi buena educación pudo.

—Buenas noches. La verdad es que estoy esperando a alguien.

—Debe estar loca para dejarte aquí esperando.

Dijo enfatizando esta última palabra.

—Mi nombre es Johana y mientras llega esa persona a quien esperas, tal vez te gustaría conversar un poco.

—Mi nombre es Brittany—le dije.

—Eres muy hermosa Brittany—me dijo mirándome sin ningún disimulo.

Me sentí un poco tímida, no estaba acostumbrada a este tipo de abordamientos.

—Gracias, tú también eres muy guapa.

—Dime, ¿Te gustaría bailar?

En eso sentí una mano en mi espalda y un perfume ya conocido invadió mis fosas nasales.

—Britt, pensé que me esperarías en la zona VIP—dijo Santana poniéndole mala cara a la que hasta ahora era mi acompañante.

—No sabía si tenía acceso Santana.

—Veo que quien esperaba llego. Un placer Brittany—dijo Johana mirando a Santana con cierta reserva y luego se marchó.

—Vamos a la zona VIP, estarás más cómoda.

Me levanté del asiento, caminaba entre la gente y durante el recorrido, Santana nunca quitó la mano de mi espalda, justo estábamos por llegar cuando llegaron unas chicas a saludar a Santana.

—Hola Santana.

—Hola Chicas—respondió.

—Gracias por invitarnos.

—A ustedes por venir.

La decepción cayó sobre mí.

Entonces la invitación era solo al local, me invitó como a esas mujeres y a quien sabe a cuantas más al local.

“Cómo pude ser tan idiota pensando que esto era una cita. Seguro que Rachel está en el VIP y por eso me lleva a allá. La verdad es que no me apetece ver a Santana con mi amiga ni con nadie, mejor salir de aquí y regresar a casa”.

Seguimos caminando y ya no acercábamos a la zona cuando me detuve.

—Santana, no tengo ganas de ir al VIP si no de bailar. Gracias por invitarme y no te preocupes por mí, puedes seguir con lo que estabas haciendo.

Sin esperar más me fui a la pista.

Lo mejor era dejar que Santana continuara con lo que sea que estuviera haciendo y salir de esta penosa situación lo antes posible.

La música en el local era muy buena así que era fácil integrarse a la pista de baile, comencé a bailar y con eso drenar la rabia que tenía por ser tan tonta.

En eso pude ver que Santana camina hasta donde yo estaba, sus ojos estaban fijos en mí. Me inquietó tanto su mirada que me detuve sin saber qué hacer.

Cuando estuvo frente a mí, me tomó por la cintura y comenzó a bailar conmigo.

—Estas muy bella esta noche Britt, si te dejo en la pista seguro que alguien querrá bailar contigo y eso no creo que me guste—me dijo mirándome directo a los ojos, yo estaba como hipnotizada—Creo que te sobraría con quien bailar.

Me apretó más contra ella y tuve que poner mis brazos en su cuello; estaba tentada a tocar los mechones de cabello que caían sobre su camisa Armani blanca.

Comenzó a acariciar mi espalda y yo me derretía en sus brazos; me animé a meter mis dedos entre sus cabellos y la sentí estremecerse, le gustaba mi contacto podía notarlo.

—Britt, ¿Te gustaría ir conmigo a un lugar más íntimo?

La pregunta de Santana me dejó desorientada.

Era una mujer que iba directo al grano, acostumbrada de seguro a ligar con facilidad, pero yo no estaba segura que estuviera lista para eso.

—Mejor tomamos algo en la zona VIP—le respondí en cambio.

Apenas dije esto, me arrepentí.

Enseguida rompió el contacto y me condujo a la zona VIP. Tal vez no tendría de nuevo una oportunidad con ella, pero es que todo fue tan rápido, no estaba segura si quería dar ese paso.

Santana no me estaba ofreciendo una relación si no una noche de pasión; yo tenía ya seis meses que había terminado una relación, tal vez no debía ser tan puritana y disfrutar esa noche de pasión que me ofrecía una mujer que, desde que la conozco, me vuelve loca.

No tenía sentido pensar nada más, la oportunidad estaba perdida.

Al llegar solicitó dos copas de vino. Era la primera vez que la veía tomar algo y fue bastante de prisa, pidió otra copa y esta si la tomó más lentamente.

Rachel estaba ahí y se nos acercó.

—Brittany, viniste—dijo realmente sorprendida—Y que guapa te pusiste.

—Gracias Rachel. Si, la verdad es que llegué hace rato, pero estaba abajo.

—¿Por qué no subiste? ¿Verdad Santana que ella también puede venir a el área VIP?

—Claro Rachel, siempre que quieran, las dos son bienvenida—respondió Santana.

En ese momento, se acercó a nosotras una mujer muy hermosa y un poco mayor que saludó a Santana con un beso en la mejilla, algo que no me gusto.

Lo que me faltaba, que comenzará a sentir celos y justo con alguien con quien acaba de perder una única oportunidad.

—Brittany, Rachel, les presento a mi Tía. Todos la llaman Señora B.

—Hola chicas un placer—dijo la Señora B.

—Señora B, un placer conocerla. Su local es lo mejor de la ciudad—habló Rachel.

—Me alegro que te guste Rachel, ¿Quieren tomar un copa conmigo? Vengan a mi mesa.

La seguimos y sin en el área VIP nos trataban bien, en esa mesa se desvivían por atendernos.

Se veía que la dueña del local estaba con nosotras aunque, sinceramente, a mi me parecía que quien recibía la atención de jefa era Santana.

Conversamos un rato, la tía de Santana me pareció muy agradable aunque físicamente no se parecían en nada.

La Señora B era morena, casi el mismo tono que Santana, pero mas claro, sus ojos eran de color marrón como los de Rachel.

Luego de un rato tanto Santana como la Señora B se ausentaron porque tenían que atender cosas del local, ya para ese momento yo tenía mucho sueño de tanto estudiar esa semana y ya que la noche estaba perdida, decidí irme.

—Rachel, me voy, tengo sueño.

—No amiga, no vas a dejarme sola, tengo ganas de bailar, vamos a la pista.

—No Rachel, mejor no.

—Por favor Brittany, vamos—me insistió.

No pude resistirme a sus ruegos y tal vez no estaría mal bailar un rato, antes de irme.

Comenzó a sonar música que nos hizo recordar nuestra época de adolescente, me encantaba bailar e incluso para algunas canciones Rachel y yo teníamos nuestra propia rutina, así que fue muy divertido.

Mi amiga y yo reíamos recordando la época y bailamos hasta no poder más.

La música cambió y en seguida Rachel fue robada por otra pareja, la vi perderse en la pista y cuando estaba decidida a marcharme sentí que me abrazaban por detrás y pegaban su cuerpo al mío.

—¿No bailas conmigo Britt?—me preguntó al oído.

—Pensé que ya no querías bailar más conmigo Santana.

—Bailas muy sensual Britt, y me estaba volviendo loca nada más verte.

Santana comenzó a besarme el cuello y apretarme más contra ella mientras se movía al ritmo de la música, me giró para tenerme de frente.

—¿Quieres que te deje Britt?—preguntó mientras clavaba sus ojos en los míos.

—No Santana, no quiero que hagas eso—respondí con el corazón acelerado.

—Ven conmigo entonces.

Yo no pude decir nada más, me estaba muriendo por estar con ella, apenas logré asentir y eso bastó para que Santana me tomara de la mano y me llevara a la zona VIP.

Justo al terminar las escaleras pasamos por una puerta que, si no sabías que estaba en ese lugar, nunca la encontrarías.

Eso nos llevó a una oficina que supuse era la oficina de Santana en el local y luego pasamos nuevamente por una puerta oculta que además tenía un teclado digital.

Me pareció exagerada la seguridad, pero no dije nada estaba embriaga de la proximidad de Santana.

Esta nueva puerta nos llevó a una habitación sencilla, pero acogedora con una inmensa cama en el medio y una puerta que daba a un baño, al menos esa no estaba oculta.

Sentí un poco de miedo, en ese momento nadie sabía dónde estaba y tenía poco tiempo de conocer a Santana. Sin embargo, por alguna extraña razón estar con ella me daba seguridad.

—¿Quieres tomar algo Britt?

—No, gracias.

—Britt, si quieres marcharte, este es el momento—me dijo mirándome a los ojos y se acercó un poco a mí.

Su voz sonó un poco ronca.

—Santana, vine aquí porque quiero.

Santana cubrió la poca distancia que nos separaba y me besó con ferocidad, con hambre; de inmediato me perdí en su pasión.

Me apretó contra ella y me sentí enloquecer. Me hizo girar y se pegó a mi espalda de nuevo, sus manos tocaban mis senos y todo mi cuerpo al mismo tiempo mientras besaba mi cuello, deslizando su lengua de fuego por él.

Sin querer, dejé escapar un gemido, algo que pareció gustarle porque su respiración se aceleró.

Sus manos fueron a la cremallera de mi vestido y lo bajó. Mi ropa cayó al suelo en un segundo dejándome totalmente expuesta solo con mi ropa interior.

Una vez más me giro y mis ojos se encontraron con los de ella, los ojos de Santana eran totalmente negros, más de lo que yo podría decir que era normal, pero lejos de asustarme me excitó.

Se separó de mí y camino a mí alrededor como si yo fuera su presa y estuviera a punto de devorarme.

—Eres hermosa Brittany, más de lo permitido para una humana.

Volvió a besarme y me pego de nuevo a su cuerpo, yo quería sentirlo, sentir su piel, pero ella estaba aun completamente vestida. Comencé a quitarle la camisa y por un momento me detuvo y sentí su fuerza, pero luego se relajó un poco más terminé mi tarea.

Fui botón a botón, lentamente y mientras besaba la piel de ella que quedaba expuesta y, aunque sus ojos estaban cada vez más oscuros y su respiración más irregular, no me apuró.

Se dejó hacer, le quite finalmente la camisa y la abracé, necesitaba sentir su cuerpo contra el mío.

Con mucha agilidad soltó mi sujetador y comenzó a succionar mis senos.

Me estaba volviendo loca, así que metí los dedos en sus cabellos y la apreté con más fuerza contra mí.

Quería todo de esta mujer, la deseaba.

Sonidos inteligibles salían de mi boca, no podía controlarlos y mis piernas perdían fuerza, podría caer al piso en cualquier momento. Con la poca conciencia que me quedaba, logré preguntarle.

—Santana, puedes conmigo, ¿Verdad?

Santana desvío la mirada, pero asintió.

—Vamos a la cama San, hazme tuya—le pedí sin pudor.

Un rugido salió de su interior y me levantó como si fuera una pluma del suelo para llevarme a la cama. Me acostó en ella con delicadeza, se quitó los zapatos y el pantalón, subió sobre mí dejándome sentir parte de su peso.

Me besó profundamente, con ansias mientras sus manos acariciaban mi cuerpo. Con avidez metió una de sus manos entre mis piernas e introdujo uno de sus dedos entre mis pliegues.

Grite de deseo y placer, abrí mis piernas para ella, la deseaba dentro.

—Britt, estas mojada y estoy loca por estar dentro de ti—me dijo con voz ronca y la respiración agitada, como pidiendo mi permiso.

—Por favor Santana, te estoy desando desesperadamente.

No dijo más y entró con dos dedos de una vez, mi cuerpo se estremeció pidiendo más, sentí su fuerza, sus manos expertas dentro de mi, continuo empujando dentro de mi en un ritmo continuo que estaba segura no podría resistir mucho.

Con su otra mano acarició mi clítoris y eso fue todo, estallé en un profundo orgasmo; debió sentirlo, sentir mis pulsaciones, pero ella no quedó satisfecha, continuó empujando dentro de mí y comenzó a devorar mis senos con su boca.

El segundo orgasmo llegó más fuerte que el primero como si eso fuera posible en mí.

Yo estaba flotando de placer.

Santana se acostó a mi lado y me abrazó, fue tan dulce, pero podía sentir que su respiración era irregular y sabía que estaba necesitando su propia liberación así que aunque estaba agotada me subí a ella y comencé a besarla.

Tocar su cuerpo era un placer.

Su cuerpo se sentía fuerte, muy fuerte. Su piel era morena, le quité suavemente su ropa interior, estaba caliente y se estremecía cuando rozaba mis dedos por su piel.

Me acosté sobre ella y comencé a besar y lamer sus senos. Me deleité en ellos, los lamí, los succioné, eran realmente deliciosos. Ella acariciaba mi espalda. Subí a su cuello y mordí su oreja, apretó mis nalgas como respuesta así que lo volví a hacer.

No pregunté nada, sentí que no eran necesarias las palabras, sólo metí mi mano entre sus piernas y sentí su humedad, acaricie su clítoris lentamente, en círculos y fui aumentando la velocidad.

El cuerpo de Santana se estremecía, se movía debajo de mí contra mi mano pidiendo más, no la hice esperar y entre en ella, empuje con fuerza mientras con mi pulgar acariciaba su clítoris.

Santana llegó al orgasmo dejando escapar un grito más animal que humano, pero fue maravilloso verla llegar al éxtasis.

El sexo con Santana no era como lo había experimentado con otra mujer.

Ella era diferente.

Hasta qué punto, no lo sé, pero no sentí miedo, al contrario estaba justo donde deseaba estar.

Santana me abrazó y me besó el cabello, no dijo nada, pero sentí su ternura en sus besos, yo estaba agotada y satisfecha.

Me quede dormida al instante.

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Capitulo 4

Me desperté en la habitación de Santana, la llamé, pero no respondió por lo que comprendí rápidamente que estaba sola.

Revisé mi teléfono celular y cuando vi la hora me quede fría, eran las 10:00 a.m.

“Por Dios, que vergüenza. ¿Cómo pude dormirme de esa forma?”

Entré al baño, me duché rápido y volví para vestirme, fue entonces cuando pude ver una nota sobre la mesa de noche.



“¿Llamarte Santana?, si lo que quiero es salir corriendo”.

Seguro querías echarme de su cama después del sexo y yo me quede dormida, es que me había desvelado estudiando, tome algunas copas demás y, ¡Dios!, Santana es tan apasionada, nada más recordar lo vivido la noche anterior, me hizo poner caliente de nuevo.

Fui hacia la puerta, pero estaba cerrada y recordé que se tenía que presionar una combinación para abrirla, podía ver el teclado, pero ni idea del código, así no me quedo más que llamar a Santana.

—Buenos días Santana—la saludé con timidez.

—Buenos días Britt, voy a buscarte ahora—y cortó la llamada.

Seguro estaría molesta porque me quedé dormida en su habitación y con toda razón.

Tenía que disculparme con ella; por otro lado esta Rachel, ¿Qué le iba a decir?

Me va a interrogar como loca sobre dónde me quedé.

En ese momento entró Santana a la habitación, me miró, camino hasta mí y sin decir palabras, me besó.

Fue un beso dulce, pero apasionado, lleno de necesidad y deseo.

—Gracias por esta noche Britt, fue maravillosa—me dijo con suavidad.

Yo estaba sorprendida, pero aun así, sus palabras me inundaron de calidez.

Me ruboricé.

—Santana, no tienes que dar las gracias—le dije mirándola a sus hermosos ojos—Y para mí también fue maravillosa.

Santana me sostenía por la cintura, manteniéndome pegada a ella.

—Anoche regresé al local y Rachel estaba preguntando por ti, le dije que te sentiste mal y te llevamos a una de las habitaciones donde llevamos a los chicos que se pasan de tragos o alguna otra cosa. Tenemos vigilancia, están seguros en ellos, es lo mejor que se me ocurrió hacer, pero si quieres decirle la verdad a Rachel, no tengo ningún problema, es solo que me pareció que debía ser tu decisión.

—Eso quiere decir que tengo muchas horas a solas en esta habitación.

Ella sonrió.

—La verdad es que no, se presentó algo en el local y tuve que regresar, pero después que todo terminó volví aquí contigo; también me quedé dormida, realmente me desperté hace poco.

—¿Por qué no me despertaste Santana?

—Te ves linda cuando duermes,—me dijo mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de mí oreja—Y apenas regrese a la cama te abrazaste a mí, no tuve el valor de despertarte.

No sabía qué hacer, ni sabía qué quería ella.

Me pareció que lo mejor era irme, tenía muchas cosas en que pensar y en esta habitación con Santana mi cerebro no es capaz de funcionar.

—Tengo que irme Santana—le dije finalmente.

—Te llevo.

—No es necesario.

—No es necesario, pero te llevo a casa.

Santana se puso una chaqueta y se dirigió a la puerta. No me parecía necesario, a esta hora el clima estaría bastante bien, pero no dije nada.

Cuando salimos de la habitación necesitaba sentir cercanía con Santana, sabía que sólo había sido una noche de pasión, no esperaba nada más, pero quería sentirla cerca, así que tomé su mano.

Al sentir el contacto se detuvo y me miró sorprendida, pero no dijo nada y tampoco me soltó.

Siguió caminando.

Cuando ya estábamos a punto de salir nos encontramos con Puck, el vigilante de la entrada.

—¿Qué hace ella aquí Santana? ¿Y a esta hora?—la interrogó de inmediato, no parecía contento.

—Nada que necesites saber Puck, además ya nos vamos.

Santana dio unos pasos intentado seguir nuestro camino, pero el hombre volvió a hablar.

—Santana, esa mujer no debe estar aquí a esta hora.

—Puck, es mejor que te calles, no es tu problema.

—Es mi problema si nos pones en peligro con tu actitud.

Santana me soltó la mano y caminó hacia Puck. Lo estaba retando, sentí miedo por Santana, ese hombre era más alto y fuerte que ella. Se detuvo a milímetros de él.

—No tienes derecho a hablarme así, si no te gusta las decisiones que tomo, puedes marcharte.

—Cuidado Santana, te lo estoy diciendo por tu bien.

Puck mantuvo su posición unos segundos y luego se marchó, no sin antes darme una mirada de desprecio.

Terminamos de salir del local, subimos al auto. Santana no decía nada, pero podía notar que estaba molesta. Traté de decir alguna tontería para iniciar cualquier conversación solo para sacarla de ese estado; además tenía preguntas que hacerle.

—Santana, ¿Ya desayunaste?

—¡Por dios Britt! Olvidé que no has desayunado, ya debes tener apetito—giró la camioneta con brusquedad y fuimos a dar a la calle contraria—Te llevare a comer.

—¿Tú vas a comer?

—Yo ya desayuné Britt.

Nos detuvimos en una cafetería que tenía unas mesas afuera donde daba el sol y quise sentarme en ellas, el día estaba hermoso; Santana se sentó conmigo, pero nunca se quitó la chaqueta. Pedí unos huevos con tocino y jugo de naranja.

—Santana, ¿Por qué ese hombre dijo que te estabas poniendo en peligro?

Ella se removió un poco inquieta en la silla.

—Puck es un idiota, no le hagas caso—me respondió Santana poniendo mala cara.

Aun así, insistí.

—Me parece que pasa algo más.

—Britt, por tu propio bien, déjalo, no hablemos de eso—me miró con advertencia.

—Está bien Santana—le dije y removí un poco la comida—Hablando de otra cosa, quiero pedirte disculpa por quedarme a dormir en tu habitación, debí marcharme es solo que estaba cansada y el sueño me tomó desprevenida.

—Está bien Britt, no te preocupes por eso, además yo pude despertarte y no lo hice—me dijo suavizando un poco la expresión de su rostro—Ahora pregunto yo, ¿Por qué me rechazaste la primera vez?

Esa pregunta me sorprendió un poco y no sabía qué tanto explicar.

—Es que hace poco salí de una relación y no estaba segura de estar lista para estar con alguien más.

—¿Estas enamorada de esa otra persona?—pregunto Santana.

—No, pero no estaba segura si lo de anoche era lo que buscaba—fui sincera.

Ella asintió.

—¿Por qué aceptaste entonces cuando insistí?

—Quería estar contigo Santana y fue mejor de lo que imagine; algunas veces sencillamente es mejor no pensar mucho las cosas.

Ella sonrió con cierta ironía.

—Me alegro que aceptaras la pasé muy bien. Sin embargo, haces bien en pensar las cosas, en especial cuando se trata de mí.

No me pasó desapercibido que eso pareció una advertencia.

La miré fijamente intentado ir más allá de sus palabras, fue entonces cuando pude darme cuenta que Santana estaba transpirando. Era la primera vez que la veía transpirar, debía ser por el sol y la chaqueta que llevaba puesta.

—Tienes calor Santana, ¿Por qué no te quitas la chaqueta?

—No te preocupes estoy bien, me gusta llevarla la puesta.

Asentí sabiendo que no iba a cambiar de parecer.

—Tu tía es muy amable. Es bueno que la ayudes porque es difícil llevar un negocio así.

—Realmente da mucho trabajo, pero es también muy lucrativo.

—Me gusta mucho lo que haces por los jóvenes, ese sistema de habitaciones seguras es muy bueno.

—Sí, pero solo puedo ayudar a unos pocos, no tengo espacio para todos los que se meten en líos.

Santana continuaba transpirando, algunas gotas comenzaban a rodar por su cuello, así que apuré mi comida.

Apenas terminé, pidió la cuenta y pagó.

Cuando llegamos, detuvo el auto frente al edificio, estábamos ahí sentadas y era el momento de la despedida. No sabía cómo despedirme de Santana, pero no fue necesario pensarlo mucho, ella se acercó a mí y me beso en los labios.

Estaba más fría que la noche anterior, pero no pude pensarlo mucho porque mi cuerpo respondió a su beso alejando mi mente de cualquier pensamiento coherente.

Metí mis manos dentro de su cacheta y comencé a acariciarla tal como ella lo hacía conmigo. Entonces me di cuenta que tenía un arma en la espalda, me alejé de ella ante la sorpresa.

Ella pareció confundida.

—Estas armada Santana.

—Siempre lo estoy Britt, el mundo esconde más peligros de lo que puedes ver.

La presencia de esa arma no era cómodo para mí.

—Será mejor que entré, tengo que estudiar.

Santana asintió comprendiendo.

—Si Britt, pienso que es lo mejor.

Me bajé del auto rápidamente y entré al edificio.



Llegue al apartamento y me encontré con Rachel que en seguida me interrogó sobre lo ocurrido.

Lo cierto es que yo no quería decirle la verdad porque era posible que ella luego pudiera tener una relación con Santana y esto, bueno había sido lo que fue, yo ni siquiera podía definirlo bien.

—¿Qué pasó Brittany? Me quedé preocupada—me preguntó Rachel.

—Nada solo, tomé un poco más de la cuenta, así que me ofrecieron una habitación para descansar, solo que estaba tan cansada que dormir hasta muy tarde.

—Que amable fue Santana al tener ese detalle contigo.

—Sí, la verdad es que sí—dije sin saber qué más decir.

—Vamos esta noche Brittany, ¿Te animas a ir conmigo?

—Tal vez Rachel, ahora quiero salir a trotar un poco, necesito aclarar mis pensamientos—fue mi excusa para cambiar el tema.

—Estás muy extraña últimamente, recuerda que soy tu amiga Britt.

—Todo está bien Rach, no te preocupes.

Sin decir más me fui a mi habitación y me cambié la ropa, fue cuando me di cuenta que tenía una pequeña marca en mi pecho.

Seguramente por lo ocurrido en la noche.

Fue tan intenso, tan maravilloso, me sentí tan de ella y tan mía a la vez, tenía que tratar de no pensar en ella, solo había sido una noche nada más.

No llevaba ni 100 metros trotando cuando mi mente se llenó de imágenes de Santana.

Era tan bella, tan sexy, pero mi yo tenía muchas preguntas.

¿Cómo podía ser tan fuerte?

¿Por qué estaba armada?

Su forma de amar, no comía y transpiraba solo cuando le daba el sol.

Algo estaba claro, ella no era normal.

¿Serían drogas?

¿Alguna enfermedad extraña?

¿Esteroides?

Necesitaba averiguarlo, no podía quedarme con la duda o tal vez eso no era más que una excusa para volver a ver a Santana.

Continúe trotando y me di cuenta que me estaba alejando de la Universidad algo que no era recomendado y recordé las palabras de Santana sobre que existen mucho más peligros de los que puedo ver, pero ya tengo varios años viviendo aquí y sé muy bien cuáles son las zonas en las que puedes estar; aunque esta es una de las universidades más prestigiosas del mundo, las zonas que las rodean tienen un alto índice de inseguridad comparado con el resto de Estados Unidos por lo que recomiendan a los estudiantes mantenerse cerca del Campus, no creo que el tema de seguridad sea algo que Santana necesite enseñarme.


Regresé al departamento y le dije a Rachel que esta noche iría con ella, me puse a estudiar y a prepararme para lo que me esperara en la noche.

Puede que Santana actuara como si nada hubiera pasado o que al menos me salude, incluso yo tampoco sabía cómo reaccionaría con ella.

—Brittany, ¿Estas listas? Ya nos vamos—anunció Rachel desde la sala.

—Estoy lista—le dije saliendo de la habitación.

Al mirarme, Rachel arqueó una ceja.

—Estas muy bonita Brittany, ¿Tienes una enamorada?

—No, ¿Por qué lo dices?

—Estas muy linda, esa falda te luce genial con ese suéter y tu melena rubia, está más que peinada esta noche.

—Tal vez sea hora que conquiste algún corazón.

Rachel sonrió.

—Así me gusta amiga, ahora vámonos que se nos hace tarde.




Cuando llegamos a Excalibur, rápidamente Puck nos dio acceso saludando muy amablemente a Rachel y a mí, apenas me dijo un “Hola”.

Pasamos al local y Rachel se dirigió inmediatamente al VIP, yo me frené de inmediato, me dio pánico ver a Santana, no sabría qué decirle ni como saludarle y menos delante de Rachel.

—Rach, mejor voy a dar una vuelta por aquí, no tengo ganar de ir al VIP.

—Ya te comprendo,—sonrió con picardía—Quieres estar aquí donde puedes tener más chance de pescar algo.

—Puede ser—le dije tratando de imitar su sonrisa, pero yo tan solo no quería ir al VIP.

—¿Quieres que te acompañe?

—No, mejor ve tú al VIP.

—Está bien, la verdad es que no me gusta estar mezclada con toda esta gente.

Comencé a caminar y como siempre el local estaba full, me senté en el bar y pedí una copa de vino, la mujer de la barra me saludó y me dijo que esa copa era por la casa.

La música estaba muy buena y todo era muy animado. En ese momento se acercó a mí la mujer de la otra noche.

—¿Hoy también esperas a alguien?—me preguntó muy cerca de mi oreja sorprendiéndome un poco.

—No, la verdad es que esta noche solo quiero tomarme algo y escuchar música.

—Se pone muy bien esta noche entonces, si tu salieras conmigo alguna vez, yo no te dejaría sola.

—No diría precisamente que me dejaron sola; no soy de las que necesita compañía para salir y tampoco de las que anda buscando.

—Me gustan las mujeres independientes—argumentó.

—Bueno de seguro que en este local podrás encontrar muchas—dijo Santana sorprendiéndonos a ambas, ya que no nos dimos cuenta de cuándo se había acercado tanto.

Miró a la mujer fijamente y, para más sorpresa aún, mía, especialmente, me dio un beso en los labios marcando su territorio.

La mujer nos miró.

—Ya veo amiga, comprendo el mensaje, me voy a dar una vuelta—dijo Johana.

Santana observó a la mujer irse y luego tomó asiento a mi lado.

Yo estaba nerviosa.

¿Qué significaba todo eso? Me pregunté, pero trate de mantener una calma que estaba lejos de sentir.

—Hola Santana, ¿Cómo estás?

—Mejor, ahora que estas aquí, ¿Qué estas tomando?

—Vino tinto, como siempre.

—Por favor, otra copa para la señorita—le pidió Santana a la mujer de la barra y agregó—Nada de lo que mi rubia pida puede ser cobrado.

La mujer asintió.

—Claro Santana, no te preocupes que no pagara nada.

—Santana, puedo pagar mi bebida.

—Puedes Britt, pero no en mi local—me dedicó una levísima sonrisa—Me alegro que vinieras.

—No estaba segura de venir, pensé que podría incomodarte, pero a la final la tentación fue mayor.

Esta vez no hubo sonrisa, su rostro se tornó serio.

—Lo mejor para ti es no venir, soy peligrosa Britt, mi vida es peligrosa, pero para mí también eres una tentación a la que no puedo negarme.

Mi corazón se aceleró.

¿Qué estaba pasando?

—¿Cómo es eso de mi rubia?—le pregunté para cambiar el tema, no quería discutir si esto estaba bien o no, yo solo quería estar con ella.

—Mis noches son todas oscuras y desde que apareciste, tú eres mi única persona, y de lo que paso anoche más aun—dijo mirándome intensamente.

Escuchar esas palabras de Santana me descolocaron, sentí una emoción muy grande por su dulzura, pero era un contraste que no armonizaba con ella o sencillamente eso era lo que me gustaba, que era capaz de llevarme a los dos extremos en un instante.

Me acerqué a ella y la besé en los labios, ansiaba su contacto. Santana no me defraudó, me tomó por la cintura y me apretó a ella.

En ese momento llegó Puck y le habló a Santana en el oído que rápidamente buscó algo en su espalda lo que supuse era su arma, pero no la tenía, llevaba solo con suéter negro ajustado y no llevaba chaqueta.

—Tengo que atender algo Britt, espérame aquí no salgas del local hasta que regrese, por favor promételo—me pidió.

—Te lo prometo San.

Después de eso se marchó con Puck, seguí tomando mi copa de vino mientras pensaba en lo ocurrido.

Estaba segura que estaba tratando de tocar su arma y no le gustó recordar que no la tenía. Seguramente se la quitó para estar conmigo por la última vez que salí corriendo cuando me di cuenta que la tenía.

No sé en qué estaba metida Santana, pero era peor saber que corría peligro y estaba desarmada.

Comencé a observar a los empleados del local y me percaté que estaban inquietos. Algunos se marchaban dejando lo que estaban haciendo, me giré y le pregunté a la chica que atendía la barra:

—¿Cuál es tu nombre?

—Soy Quinn, pero mis amigos me dicen Q—me respondió con amabilidad.

—El mío es Brittany, pero puedes decirme Britt. Quinn, ¿Pasa algo con Santana? ¿Ella está bien?

Quinn pareció inquietarse.

—Puedes decirme Q, y no te preocupes por ella. Mejor te sirvo otra copa.



El tiempo pasaba y Santana no regresaba, mis nervios aumentaban, no quería que le pasara nada y mucho menos por mi culpa. No me importaba en lo que estuviera involucrada siempre y cuando supiera que estaba bien.

Entonces se me ocurrió algo.

—Quinn, fue un placer conocerte, eres muy amable, pero ya es tarde y me voy a casa.

—No puedes salir del local Brittany, aquí estas segura, si te dejo salir Santana no me lo perdonaría.

—Entonces si pasa algo, ¿Verdad?—pregunté muy preocupada ya.

Quinn no dijo nada, se limitó a seguir sirviendo tragos, pero yo quería hacer algo, no podía quedarme de brazos cruzados, así que una idea se paseó por mi mente.

—Quinn por favor, diles que me permitan subir a la zona VIP, estoy segura que estaré más cómoda ahí.

Apenas subí, comencé a golpear la puerta de la oficina de Santana con la esperanza de que me abriera sonriente y yo quedara como una idiota al pensar que algo le pasaba.

La puerta se abrió y pude ver a Santana de pie frente a mí. No lo pensé, solo me arrojé sobre ella para abrazarla, con mis manos toqué su cuerpo buscando algún daño y encontré la costura de su suéter en el hombro desgarrada y manchado de sangre.

Inmediatamente comencé a revisar su hombro mientras escuchaba a Santana decir que estaba bien, pero yo necesitaba comprobarlo por mí misma.

Su hombro estaba bien, solo podía ver una pequeña línea de color rosa en él, pero su camisa estaba bañada en sangre, incluso yo me había manchado la mía cuando la abracé.

Esto no tenía lógica.

—Santana, ¿Cómo es posible? Tu brazo está bien.

Ella me miró como sin saber qué decir.

—Tranquila amor, no pasa nada.

Me llevó con ella hasta su silla y me sentó en sus piernas.

—Yo estaba en la cocina atendiendo un tema.

Santana estaba hablando, pero yo no escuchaba.

Comencé a percatarme de esos pequeños detalles que en ella comenzaban a ser muy importantes.

Estaba muy fría y su piel estaba más pálida que de costumbre. No estaba bien aunque ya no tenía la herida en el brazo algo le había pasado, puse mis dedos sobre sus labios para callarlos.

—No pretenderás que crea lo que estás diciendo, tú no estás bien, puedo notarlo.

—Britt, estoy bien y contigo cerca de mí, siempre estaré bien.

Estaba a punto de pedirle que me dijera la verdad cuando tocaron a la puerta.

Era Quinn, la chica de la barra.

Traía consigo un recipiente con lo que parecía vino.

—Santana, te traigo…—se detuvo cuando se percató que yo también estaba en la habitación—Disculpa, pensé que estabas sola—dijo Quinn.

—No te preocupes Quinn, ¿Qué necesitas?—preguntó Santana levantándome de su piernas, ella también se puso de pies.

—Tú necesitas tomar esto—le dijo ofreciéndole el recipiente.

—Ahora no Q, más tarde.

—Santana, es importante que lo tomes ahora, por tu bien.

Santana pareció impacientarse.

—Quinn, dije que ahora no—le respondió Santana molesta por su insistencia.

Quinn no quería marcharse; sin embargo, lo que le indicaba Santana era una orden directa.

Cuando hizo un movimiento para irse, la detuve.

—Quinn, espera—le pedí.

Caminé hasta ella y tomé el recipiente que, definitivamente, no era vino, lo lleve hasta Santana y se lo ofrecí.

—San, por favor tómalo, necesito que estés bien.

Ella me miró algo sorprendida, pero también renuente. Tardó casi un minuto, pero tomó el recipiente.

—Gracias Britt, eres maravillosa—me dijo mostrándome una tierna sonrisa.

Yo asentí complacida.

—Ahora me voy, quiero cambiarme de ropa, ¿Podrías pasar cuando termines aquí en el local?

—Si Britt, pasaré, pero no puedes irte sola.

—No te preocupes, tomaré un taxi—le dije.

Nos interrumpió Quinn.

—Santana, no te preocupes, yo la llevaré.

Santana asintió, le di un beso en los labios y me marché con Quinn.




Ya estábamos a mitad de camino a al departamento, cuando Quinn comenzó a hablar.

—Brittany, eres una gran chica y puedo ver que Santana está interesada en ti.

Eso me sorprendió.

—Yo estoy muy interesada en ella—respondí sin pensarlo.

No sé por qué, pero Quinn me simpatizó al instante que la conocí.

—Eso también puedo verlo,—me dijo mirándome y guiñándome un ojo. Yo no pude evitar reír—Si quieres estar a su lado debes tener paciencia. Santana tiene mucho tiempo sola y va a tratar de cuidarte por encima de todo. Nuestras vidas son peligrosas y si estas cerca, también lo será la tuya.

—No comprendo que me quieres decir Quinn.

—Solo te digo Brittany que si estas segura, muy segura que quieres estar con Santana, trates de llevarlo con calma y no quieras saber más de lo que es posible decir.

Quise preguntarle más, pero llegamos al edificio y bajé del auto. Al igual que Santana, Quinn se quedó esperando a que entrara al edificio.

Sabía que Santana vendría esta noche y yo tenía muchas cosas que preguntar, pero, aunque parezca tonto, esa no era mi prioridad.

Entré a mi habitación para buscar una ropa interior adecuada, no tenía precisamente mucha ropa sexy, pero encontré un conjunto negro que al menos no me dejaría mal parada.

Pasé por el baño.

Me depilé, exfolie mi cuerpo, retoque el secado de mi cabello, algo difícil debido a mi gran melena rubia.

Me puse el conjunto negro y sobre éste, una bata suave, me perfumé y me recosté en mi cama lista para esperar a Santana. Sabía que demoraría un poco más, así que quise descansar un poco y cerré los ojos.


Cuando los abrí de nuevo tenía los labios de Santana sobre los míos.

—No te asustes, soy yo.

La miré, estaba a unos centímetros de mí.

—No me asustas San, por alguna extraña razón no lo haces—acaricié una de sus mejillas con un dedo.

Ella me miró.

—Me gusta ese conjunto Britt…—tragó saliva—Lástima que tendré que quitártelo inmediatamente.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral.

—Puedo ver que ya te quitaste la ropa.

Mi cuerpo respondió totalmente al ver frente a mí a Santana totalmente desnuda.

¡Dios!

Qué cuerpo tenía esa mujer.

Era sencillamente perfecta, bien definida, con un cuerpo delineado por los ángeles y sus senos eran perfectos para mí, ni mucho ni poco, podía cubrirlos con mis manos.

—Me pareció que estorbaría—dijo con la voz ronca.

—Estoy de acuerdo.

A pesar que deseaba hundirme en sus brazos, antes quería asegurarme de que ella estuviera realmente bien.

—Por favor, levántate quiero estar segura que estas bien.

Se levantó con una sonrisa graciosa, sé que se estaba burlando de mí, pero yo necesitaba sentirme segura.

Sus ojos brillaban, su temperatura era bastante normal, acaricie su cuerpo lentamente con mis manos, detallando especialmente su hombro donde solo quedaba una muy delgada línea aun de color rosa.

Me sentí conforme de que estuviera bien, pero no quise parar de tocarla y seguí delineando su cuerpo con mis dedos, podía ver como su cuerpo se crispaba a mi contacto.

—Te necesito Britt,—susurró con voz ronca—No puedo esperar más.

Me tomó en sus brazos y me pegó contra la pared, comenzó a besarme con intensidad, sus manos recorrieron mi cuerpo, acariciándolo con urgencia.

Sentía que sus manos estaban por todas partes, adoraba sus caricias lograban hacer temblar mi cuerpo con tanta facilidad.

La bata y el conjunto cayeron fácilmente a mis pies.

Tomó mis senos en su boca y comenzó a succionarlos, primero suave, luego con más fuerza mientras sus manos apretaban mis nalgas. Estaba perdiendo las fuerzas para sostenerme.

Ella pareció percibirlo porque se agachó y me elevó del suelo sujetándome por mis muslos abriéndolos para ella y comenzó a besar mi sexo ligeramente mientras yo me sostenía de sus hombros.

—Hueles delicioso Britt, quiero devorarte.

Un nuevo escalofrío recorrió todo mi ser y aceleró mi sangre.

—Hazlo San, te deseo—apenas pude decir.

Hundió su lengua dentro de mis pliegues y comenzó a lamerme suavemente, pero poco después su ritmo aumentó. Aumentó a un nivel indescriptible como nunca lo había sentido.

Yo no podía pensar, era una sensación maravillosa, estallé en un orgasmo increíble como todos los que había tenido con Santana.

No tenía fuerzas para sostenerme, pero no la necesité, a los pocos segundos estaba acostada en mi cama con Santana sobre mí.

Comenzó a frotarse contra mi desesperadamente, estaba buscando su liberación, yo comencé a acariciar su espalda y deslicé mis uñas sobre ella.

Santana se tensó.

—Britt, eres maravillosa y tu cuerpo es una delicia.

—Soy tuya San y yo también te necesito.

Santana rugió sobre mí y hundió su cabeza en mi cuello. Era maravilloso sentirla así, con toda su energía derramada sobre mí.

Yo quería verle la cara mientras llegaba al éxtasis, pero ella lo evitaba. Yo sentía que buscaba algo más cuando finalmente llegó al orgasmo, solo que no sabía que era, sentí su cuerpo sobre mi relajado y fue maravilloso, solo que yo quería más y estaba dispuesta a tomarlo.

La empujé un poco para que se acostara a mi lado, lo entendió inicialmente como que su peso me molestara, pero no era así, yo quería su sabor y lo tendría.

Finalmente pude moverme y bajé un poco, separé sus piernas y metí mi lengua directamente en ella para saborear todos sus jugos que una parte había dejado en mi pierna, lentamente, sin apuros, pero sin dejar un solo milímetro de su clítoris sin recorrer.

Sentí sus manos tocar mi cabeza.

—Así Britt, me encanta, no pares amor.

Escuchar a Santana hablarme así, decirme amor, intensificó mis deseos de beber todo de ella, así que continúe cada vez con más ímpetu, deletreando sobre ella todo el abecedario hasta que sentí convulsionar su cuerpo contra mí.

Subí sobre su cuerpo y me dejé caer; comencé a besarla lentamente sintiendo la mezcla de su sabor con el mío.

—Britt, eres maravillosa, nunca imagine toparme con una mujer como tú en mi vida.

Yo sonreí tímida.

—Seguro que con mejores San.

—No Britt, y no lo vuelvas a decirlo nunca. Eres capaz de darme mucho placer tanto que no puedo dejar de desearte y mucho menos mantenerme lejos de ti.

—Entonces quédate conmigo amor, no te alejes nunca—le pedí.

Ella no respondió, pero me mantuvo sobre ella metida en sus brazos. Era maravilloso estar así con ella y más increíble aun fue cuando se quedó dormida.

Debía estar agotada por lo ocurrido y su cuerpo necesitaba recuperarse, estaba segura que la sangre en su camisa, que luego se pegó a la mía cuando la abracé, era de ella.

Me dejé ir también para dormir un poco con ella.






Me desperté sintiendo frio y un poco de sed, me levanté con cuidado de no despertarla.

Vi el reloj y apenas teníamos, aproximadamente, un par de horas desde que nos quedamos dormidas.

Fui a la cocina por un poco de agua y fue cuando caí en cuenta de cómo había llegado Santana a mi habitación.

Mis llaves estaban sobre la mesa y la puerta estaba cerrada sin signos de haber sido violentada; Rachel todavía no llegada, así que no pudo ser ella quien le abriera la puerta.

Las ventanas estaban abiertas, pero era imposible que eso ocurriera.

No podía seguir más con estas dudas.

Entre a la habitación y comencé a caminar alrededor de la cama. Realmente no sabía cómo comenzar la conversación, si lo pensaba bien era una locura, pero yo no estaba loca, algo pasaba y yo necesitaba saber en qué me estaba metiendo.

Santana se movió buscándome y al no encontrarme, abrió los ojos. Me miró sin comprender.

—Britt, ¿Qué pasa?—preguntó Santana apenas moviendo los labios.

—Santana, tenemos que hablar.

Santana se levantó de la cama y se sentó prestándome toda su atención.

—¿Cómo entraste Santana?

—Forcé la puerta.

—No lo creo, la cerradura está intacta—la contrarresté.

—¿Ahora eres una experta?

—Muy bien Santana, dime, ¿Por qué no comes nunca?—enumeraba con los dedos mientras mis dudas salían a flote—Transpiras solo bajo el sol. Te lastiman, sangras y no tienes herida. Estas armada.

Santana iba a hablar, pero no la dejé:

—Y no me trates como una loca porque no lo soy y yo tengo saber en qué me estoy involucrando.

—¿Te estas involucrando Brittany? ¿Solo porque me he acostado un par de veces contigo ya crees que tenemos una relación?—la mirada de Santana se volvió dura—Esto es solo sexo, si te interesa, vamos bien, pero si no, entonces hasta aquí llegamos.

Dicho esto Santana comenzó a vestirse.

Yo me sentí tan dolida, realmente no había compromisos entre nosotras; sin embargo, yo sentía que había algo más, algo especial que nos unía.

Traté de contener las lágrimas, pero fue imposible un par de traicioneras rodaron por mis mejillas.

—Lo siento Santana, pero no es lo que estoy buscando, por favor márchate—le pedí.

—Como quieras Brittany.

Fui a la sala, abrí la puerta y Santana se marchó sin decir tan siquiera adiós.

Volví a la habitación y lloré desconsoladamente toda la noche.

Yo quería algo más con ella, no solo sexo o una aventura, tenía que aceptarlo, estaba enamorada de Santana, pero fue tan directa, tan cruel, o mejor dicho, sincera.

Yo solo le interesaba para pasar unas noche, más nada.






Afortunadamente llegó el lunes y me refugie en mis libros.

Su recuerdo me perseguía todo el día y más porque tenía muchas clases con Rachel y cuando la buscaba para irnos a casa o tomarnos un café, tenía que verla y eso era algo que me ametrallaba el corazón.

Apenas nos saludábamos, aunque la verdad yo no quería ni hablarle; los estudios no eran suficientes, así que aumente la frecuencia de los días que salía a trotar para tratar de sacarla de mi mente.

Las preguntas sobre ella me agobiaban no podía definir exactamente qué era; sin embargo, algo estaba claro al menos ya para mí, Santana no era humana.

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D