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[Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:holap,...
hasta ahora van bien las amigas,.. es normal que de ves en cuando las amigas duerman juntas,..???? jajajaj
me encantan los apodos de cada una jajajaja
a ver como va el fin de semana y que pasa??? y si las casamenteras logran lo que quieren o,....????
nos vemos!!!
Hola, sip es normal o no¿? jajajaaj sipo xD, pero amigas con lo son san y britt¿? es otra cosa jajjaajjaaj igual es bueno no¿? =P... para ver lo que pasa tendras que leer el siguiente cap =P.Saludos =D
lauravm98 escribió:Omg! Lo que viene es bueno! Las chicas no se dan cuenta que estan cpn la persona equivocada o que?! Actualiza pronto :D
Hola, yo creo que si se dan cuenta, pero se hacen las locas noma. Saludos =D
LilianaM. escribió:bjsfgbvusdfbsdfbsdfcbasjlcbxalusf *-* Todo lo que tu digas esta bien para mi :)
jajajaja que mas puedo decirte? Me encanta, me encanta, me encanta aah y me encanta.
Gracias y saludos
PD: Ya espero tu actualización con ansias <3
Hola, mmm bien, buen juego de palabras, eso se lo tendrias que decir a mi familia y amigos xD jajajajajaaj ahora viene minimini drama, pero miniminimi. Saludos =D
Dolomiti escribió: Vaya vaya! si que van por buen camino esas amigas jajaj ese tiempo en tahoe les hará mejor para su amistad verdad Jajaja muero por leer mas Así que hasta la próxima Saluditos!!!
Hola,mmmmen las tres parejas mejorar la amistad mmm diria que otra cosa xD, pero entre amigas sip, mejorara y se ven el sentido de la amistad. Saludos =D.
micky morales escribió:espero que en este viaje cada oveja con su pareja hasta Wallbanger y la chica camison!!!!! hasta muy pronto, espero!!!!!!!
Hola, sip ahora sip casa oveja con su pareja, PERO no todas altiro =/. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana:Wallbanger (Adaptada)12
Capitulo 12
—¿De quién es ese pie?
—Es mío, Kitty. Deja de frotarlo.
—¡Amiga! ¡Deja de intentar juguetear conmigo, Quinn!
—¡Tú eres la que sigue sosteniendo mi pie!
Quinn y Kitty trataban de parecer indiferentes mientras se desacoplaban de la sesión de jugueteo con los pies bajo el agua burbujeante. Me reí mientras captaba la atención de Santana al otro lado del jacuzzi y ella me devolvió la sonrisa.
—¿Quieres otra? —musitó, señalando mi vaso vacío.
—He tenido suficiente por esta noche, ¿no crees? —murmuré en respuesta mientras nuestras amigas se reían a nuestro alrededor.
—Pensé que eras una chica que siempre quería más —musitó. La característica sonrisa y hoyuelos regresaron.
La miré; la imagen de Santana en el jacuzzi que había estado rondando por mi cabeza durante el último par de semanas, en realidad, palidecía en comparación con la real. Brazos firmes extendiéndose sobre el borde del jacuzzi, pelo largo mojado y peinado artísticamente. Si pensaba que verla húmeda y media desnuda en el suelo de mi cocina era tentador, no era nada como tenerla iluminada por antorchas tiki y estando bastante borracha.
Particularmente ahora era la mujer más increíble que había visto nunca, y si no me equivocaba, trataba de emborracharme. Mi cerebro se volvía un poco borroso.
Mi corazón comenzaba a cantar canciones de Etta James.
—¿Intentas emborracharme? —pregunté, riéndome mientras apartaba el vaso vacío, asegurándome a mí misma no más alcohol.
—Nop. Una descuidada Chica Camisón no me lleva a ninguna parte.
Sonrió mientras le salpicaba agua a su lado. Nuestras amigas se habían calmado y nos observaban con interés no disimulado.
Después de que Santana y yo llegáramos buscamos nuestras bebidas y luego le mostré el resto de la casa. Dejé mis maletas en la puerta, sin saber cómo se habían hecho los arreglos para dormir. Regresamos al patio para encontrar que Marley y Kitty se habían unido a Quinn y a una Borracha Rach en el jacuzzi. Un rápido viaje a la caseta de la piscina me dejó en nada más que un bikini de un oscuro verde y una sonrisa mientras me acercaba a los demás. Santana ya había entrado, y la vi observarme. Mientras me deslizaba bajo el agua caliente, tomé un sorbo de mi cocktel y bebí bajo la mirada de mi vecina, mojada y en un bikini, delante de mí.
De hecho, Marley tuvo que empujarme para que deje de mirar.
Ahora nos encontrábamos justo en el medio de una sopa sexual, burbujeando con dos parejas de amantes desiguales y más feromonas de las que podíamos manejar.
¿Así que quería otro cocktel? No importaba. No me lo podía permitir.
Tuve que sacudir un poco la cabeza para despejarme mientras miraba al resto de las chicas. Rach tenía demasiado calor y se encaramó al borde, pateando a Kitty mientras balanceaba sus pies. Ella la consintió de la misma manera en la que una hermana complace a su hermana pequeña. Marley y Quinn se hallaban abrazadas en el otro lado, Marley acariciando la espalda de Quinn mientras ella y Kitty discutían sobre los cuarenta y nueve jugadores en el partido o la línea defensiva o alguna cosa de fútbol, francamente aburrida.
—Entonces, ¿qué hacen este fin de semana? —pregunté, enfocando mi atención en el grupo en general y no en los marrones ojos que me miraban. ¡Maldita sean esos ojos! Serían mi muerte.
—Pensábamos ir de excursión mañana. ¿Quién se apunta? —preguntó Quinn.
Marley sacudió la cabeza.
—No cuenten conmigo. De ninguna manera voy de excursión.
—¿Por qué no? —preguntó Kitty.
Santana y yo intercambiamos una rápida mirada por su repentino interés.
—No puedo. La última vez que me fui de excursión tomé un atajo y me torcí la muñeca. No puedo correr el riesgo durante la temporada —dijo, agitando y recordándonos que se ganaba la vida con sus manos. Como una violonchelista, podía exagerarlo todo un poquito. Una vez esquivó un trabajo de manos durante todo el invierno. El banquero de inversión, Bob, no era un campista feliz.
—¿Y tú que, Rach? —Kitty levantó a Rach.
—Um, no, Rach no va de excursión —respondió, ajustándose su escaso bikini negro. Su actual ligue no se dio cuenta, pero vi los ojos de Quinn crecer hasta el tamaño de tartas al otro lado del jacuzzi cuando sus pechos casi se revelaron.
—¿Tampoco irás? —Santana me señaló.
—Diablos, no. ¡Voy de excursión con las chicas mañana! —Me reí cuando Marley y Rach rodaron los ojos. Nunca entendieron por qué amaba las “actividades de montaña”, como las llamaban.
—Genial —ronroneó Santana, y por un segundo calculé la distancia entre mi boca y la suya. Luego nos quedamos en silencio, las seis pérdidas en nuestros pensamientos. Recordé el plan para esas cuatro y me lancé directamente a el.
—Así que, Quinn, ¿sabías que Rach, hace una donación cada año a tu organización benéfica? —pregunté, sorprendiéndolos a ambas.
—¿En serio?
—Síp, cada año —dijo—He visto lo que el tener acceso a los ordenadores puede hacer, especialmente a niños que de otra manera no tendrían la oportunidad—Le miró tímidamente, y comenzaron una conversación sobre el proceso que usaba para determinar qué escuelas recibirían las becas cada año.
Santana y yo nos sonreímos la una a la otra. Mirando de reojo a Marley, Santana puso en marcha la segunda fase del ataque.
—Oye, Kitty, ¿cuántos asientos conseguiste para la sinfonía de este año?—preguntó.
Kitty se sonrojó.
—¿Compraste entradas? —preguntó Marley.
—Entradas de temporada —añadió Santana, mientras Kitty asentía. Entonces Marley y Kitty se lanzaron en una discusión sobre dónde se encontraban los asientos, y Santana levantó el pie por encima de la superficie del agua.
—Vamos, no me dejes colgada.
—¿Qué?
—Choca un pequeño cinco. No llego a tu mano —insistió, moviendo su pie. Me reí y me deslicé más abajo en mi asiento, estirando el pie y chocando el suyo ligeramente.
—Ugh, debilucha. —Se río.
—Te daré yo debilucha —advertí, sumergiendo el pie y salpicándole brevemente.
*******************************************************************************
—No podría estar más cómoda. En serio, literalmente no podría sentirme más a gusto ahora mismo si de hecho estuviéramos dentro de un malvavisco —murmuré a través de una gruesa lengua recubierta de Bailey‘s y café. Me había acurrucado sobre unas cincuenta almohadas cerca de la chimenea… una chimenea con un corazón de casi diez metros de ancho y una columna de casi tres pisos de altura.
Hecha de piedra de una cantera cercana, era enorme. Era el punto central de toda la casa, con habitaciones radiando desde el centro. Y proporcionaba un calor masivo.
Nos habíamos congelado hasta los huesos cuando finalmente regresamos al interior. Una por una, nos habíamos acalorado en el jacuzzi, así que nos salimos para refrescarnos un poco. Para cuando nos dimos cuenta de lo fría que se había vuelto la noche, temblábamos y jadeábamos, y no queríamos nada más que acurrucarnos cerca del fuego. Mientras que todavía teníamos que escoger las habitaciones, como pronto aprendí, nosotras tres nos colamos en la habitación principal para ponernos nuestros pijamas y reunirnos con las otras chicas, quienes se encontraban ahora en camisetas ajustadas y pantalones de pijama.
Hicimos una rápida cafetera y corté un poco más del pan de arándanos y naranja que había estado escondiendo sabiamente de Santana. Un par de tragos de Bailey‘s en las tazas de café y todas nos relajábamos junto al fuego como un anuncio de Currier and Ives.
Santana se había reclinado majestuosamente junto a la chimenea y palmeado la pila de almohadas a su lado. Me sumergí en ella y un par de perdidas plumas se arremolinaron en torno a nuestras cabezas. Descubrimos que las otras tres chidas tenían cada una un método diferente para encender el fuego —con leña, periódicos, leña y periódicos—
Cuando finalmente Marley asomó la cabeza y declaró que la chimenea todavía se encontraba cerrada. Bajando algunas maderas, las mismas chicas en ese punto demoraron a Quinn, por la simple razón de que era la única que sostenía los cerillos. Pero en cuestión de minutos tenían un fuego ardiendo y ahora todas estábamos sentadas alrededor de la chimenea, con sueño y contentas.
Respiré profundamente. No había nada como el olor de un fuego real —no una chimenea de gas, ni un montón de velas, sino un honesto fuego como Dios manda, con crujidos y divertidos chisporroteos que zumbaban cuando el vapor encontraba una grieta en la madera.
—Entonces, Britt, ¿ya le has pedido a Santana que te enseñe a hacer vela?—preguntó Rach de repente desde su posición en el brazo del sofá. Llevábamos un rato en silencio, adormiladas y casi soñando, y me asusté un poco cuando habló.
—¿Qué? Quiero decir, ¿qué? —pregunté, regresando a mis almohadas y de vuelta al presente.
—Bueno, todas estas chicas hacen vela. Querías aprender y apuesto a que aquí Santana te enseñaría, ¿no, San? —Se echó a reír, tomándose lo último de su café y deslizándose desde el brazo del sillón hasta el regazo de la convenientemente situada Quinn. Se sonrieron la una a la otra por un momento antes de darse cuenta de lo que hacían y de que Quinn, bromeando, la lanzara sobre el regazo de Kitty.
Esta no parecía muy despierta con la pregunta anterior, pero ahora sí con la intrigante Rach sobre su regazo.
—¿Quieres aprender a hacer vela? —preguntó Santana, volviéndose hacia mi pila de almohadas.
—De hecho, sí. Siempre quise probarlo.
—Es duro, no voy a mentirte. Pero merece totalmente la pena. —Sonrió, y Quinn asintió desde el otro lado de la habitación.
—Seguro, San te enseñará. Le encantaría —intervinó Quinn, ganándose un guiño de Rach y unos ojos en blanco de mi parte.
—Podemos planear algo para cuando volvamos a la ciudad —sugerí.
—No más charla esta noche. Esta chica ha tenido suficiente—dijo Marley—Estoy hecha caca. ¿Dónde dormimos?—Apoyó la cabeza sobre el respaldo del sillón en donde había estado acurrada.
—Bueno, ¿de cuántas habitaciones estamos hablando? —preguntó Santana mientras me sentaba y bostezaba.
—Hay cuatro habitaciones, así que escoge —respondió Marley, luego sabiamente vació una botella de agua entera.
—¿Estamos haciendo la cosa de amigas nuevas – amigas conocidas? —pregunté, riéndome cuando vi la sorprendida cara de Santana.
—Podemos, claro —respondió Rach, mirando nerviosamente a Kitty.
Contuve una risita cuando vi a Marley y a Quinn negociar con un similar aspecto asustado. Santana también lo captó.
—¡Sí, seguro! ¡No dejen que Britt y yo nos interpongamos en el camino de las tortolitas! Rach, tú y Kitty escojan una habitación, Marley y Quinn otra, y Britt y yo tomaremos las habitaciones restantes. Perfecto. ¿No, Britt?
—Suena perfecto para mí. Iré a fregar estas tazas. Ahora, a la cama todas ustedes. ¡Fuera! ¡Fuera! —grité. Santana y yo nos apresuramos a limpiarlas mientras echábamos miradas furtivas por encima del hombro hacia las cuatro. Lucían como si hubieran empezado una marcha fúnebre.
—Oh, mujer, espero que esto funcione… por mi bien—Me detuve detrás de Santana mientras las observábamos convertirse en parejas de dos cuando se separaban en las puertas de sus dormitorios.
—¿Por qué por tu bien? —susurró, girando la cara sólo un poco para estar a centímetros de la mía.
—Porque ahora mismo, ¿detrás de esas puertas?, Marley y Rach intentan averiguar la mejor manera de hacerme daño. De herirme físicamente—suspiré, regresando a enjuagar la última taza de café y colocándola en el lavavajillas.
Santana añadió el jabón y lo encendió. Mientras caminábamos, apagando las luces, hablamos sobre la caminata que haríamos mañana.
—No me retrasarás, ¿verdad? —bromeó.
La empujé contra la pared.
—Por favor, estarás comiéndote el polvo de mi rastro mañana, imbécil —advertí, agarrando mi bolsa y dirigiéndome a los dormitorios.
—Ya lo veremos, Chica Camisón. Hablando de eso, ¿tienes alguno ahí para mí?—Metió la mano en mi bolsa mientras me seguía por el pasillo.
—Aléjate de ahí. No hay nada aquí dentro para ti, o en cualquier lugar para el caso—Me detuve en la habitación que había elegido.
Pasó por mi lado hacia la siguiente habitación.
—Mira eso, compartiendo la pared del dormitorio de nuevo—Sonrió.
—Bueno, sé que estás sola, así que será mejor que no escuche ningún golpe —le advertí apoyándome en la puerta.
—No, sin golpes. Buenas noches, Britt—dijo en voz baja, inclinándose en su puerta.
—Buenas noches, San —respondí, dándole un pequeño meneo con los dedos mientras cerraba la puerta. Coloqué la mochila en mi cama y sonreí.
********************************************************************************
—Vamos, chicas, no está mucho más lejos —grité hacia atrás mientras aumentaba el ritmo en el tramo final del recorrido. Habíamos estado caminando durante aproximadamente dos horas, y aunque todas permanecimos juntas durante un tiempo, en los últimos treinta minutos o así, Quinn había reducido la marcha considerablemente, y Kitty se había quedado con ella. Santana y yo seguíamos juntas el ritmo y estábamos a punto de llegar a la cima del camino.
Me las arreglé para evitar estar a solas con Marley o Rach, aunque los ojos hinchados y los rostros cansados de las cuatro probaban que nadie había dormido bien —excepto Santana y yo.
Después del desayuno esquivé un pelotón de fusilamiento cambiándome rápidamente y esperando a las chicas que íbamos a la caminata afuera. Sabía que cuando regresara a la casa no me libraría de ello, aunque reconocía que tenía curiosidad por ver cómo habían planeado enojarse sin llegar a admitir que dormir con las chicas que llevaban viendo desde hace semanas no era, de hecho, lo que querían hacer.
Pero como Santana había dicho, “No puedes huir de las cosas”. Esta noche sería interesante.
Me esforcé en el último y pequeño tramo y llegué a la cima. Santana se encontraba a sólo un par de metros detrás de mí y podía escucharle caminando.
Respiré profundamente, el limpio aire que hormigueaba en mis pulmones. Hacía frío, pero tenía calor por el esfuerzo. Había pasado mucho tiempo desde que había salido de la ciudad y mi cuerpo extrañaba las caminatas como esta. Mis piernas ardían, mi nariz funcionaba rápidamente, sudaba como un cerdo y no podía recordar cuándo me había sentido mejor. Me reí en voz alta mientras miraba hacia el lago de abajo, observando a algunos halcones deslizarse en una corriente descendiente. El acerado azul del lago, el profundo verde del bosque, la pureza y cremosa superficie de las rocas: era hermoso.
Y luego ahí estaba mi nuevo marrón favorito. Santana apareció a mi lado, respirando tan fuerte como yo. Estiró los brazos y echó un vistazo al valle de abajo.
Se había ido desprendiendo de capas de ropa mientras subíamos y ahora llevaba una camiseta blanca apretada a su figura, con una camisa de franela anudada a la cintura. Pantalones caquis ajustados, botas de montaña y una amplia sonrisa completaban el sueño húmedo al que miraba, en vez de las maravillas naturales de nuestro alrededor. Y esos ojos marrones —podía verlos encuadrándolo todo mientras contemplaba el paisaje.
—Hermoso —suspiré y se volvió hacia a mí. Me pilló mirándole—. Quiero decir, ¿no es hermoso? —tartamudeé, gesticulando ampliamente con mi brazo.
Ella parecía saber exactamente qué había hecho y sentí el rubor subir hasta mis mejillas. Afortunadamente aún seguía un poco sin aliento por la caminata y esperaba que estuviera lo suficientemente roja.
—Sí, es hermoso de hecho. Muy hermoso. —Sonrió y nos miramos la una a la otra. Se acercó unos pasos, y sentí el aire tensarse y cambiar. Me mordí el labio.
Se pasó una mano por la frente. Sonreímos. No había palabras, pero incluso los animales del bosque podrían decir que algo sucedería pronto y sabiamente permanecieron escondidos en sus agujeros.
—Hola —dijo suavemente.
—Hola —contesté.
—Hola —dijo de nuevo, dando un último paso hacia a mí y adentrándose en mi pequeño círculo. Un paso más y estaría prácticamente sobre mí. Y cómo.
—Hola —dije una vez más, inclinando mi cabeza hacia un lado y haciéndole saber que podía dar ese último paso.
Santana se inclinó, a duras penas, pero casi como si fuera a…
—¡López!—Tronó desde abajo y ambas nos apartamos—¡López!—Vino de nuevo y reconocí la voz de Quinn sin aliento bajo el grito de la mujer de la jungla.
—Quinn —dijimos ambas y sonreímos.
Ahora que la magia ya no era tan concentrada, pude ver las cosas con claridad de nuevo, y me repetí la palabra harén una y otra vez en mi cabeza.
—¡Aquí arriba! —gritó Santana y Quinn apareció por un recodo.
—¡Hola! Kitty está acabada, kaput, ha tirado la toalla, por así decirlo. ¿Están listas para regresar, chicas? —gritó, saltando de una roca al suelo y de nuevo a la roca con la facilidad de una cabra montés. Ni siquiera parecía jadear. Umm…
—Síp, estábamos a punto de ir a buscarlas —dije, pateando mi pierna por detrás para un rápido estiramiento.
—¿De verdad está rindiéndose tan cerca de la cima? —preguntó Santana, de regreso en el sendero.
—Está tumbada en medio del camino como si fuera la dueña del lugar, rehusándose a ir más arriba —rió Quinn, adelantándose y llamando a Kitty para hacerle saber que íbamos en camino.
—¿Estás segura de que no quieres quedarte un rato más? Digo, hemos trabajado tan duro para llegar hasta aquí —preguntó Santana, extendiendo la mano para detenerme antes de que bajara la montaña detrás de Quinn.
Sentí la calidez de su mano en mi hombro y quise que mis hormonas huyeran al otro lado de mi cuerpo.
—Estoy segura. Deberíamos volver. Parece que una tormenta se acerca—Asentí hacia el horizonte, donde había empezado a construirse un grupo de oscuras nubes. Sus ojos siguieron los míos y frunció el ceño, se veía tan linda cuando lo hacia Ufff estoy perdida.
—Probablemente tengas razón. No queremos quedarnos atrapadas aquí solas —murmuró.
—Además, si no nos damos prisa, no podremos tomarle el pelo a Kitty sobre como una chica de caminata no pudo subir una montaña. —Sonreí, y se echó a reír en voz alta.
—Diablos, no queremos perdernos eso. Vamos.
Y hacia abajo fuimos.
***********************************************************************
—Entonces, ¿cómo estuvo tu orgía, Britt? —cantó Marley dulcemente cuando nos encontró a todos en la cocina bebiendo agua después de nuestra caminata. Las tres chicas hicieron cada una diferentes versiones de escupir el agua, pero yo continué bebiendo tranquilamente como una dama.
—Fantástica, gracias. Especialmente Kitty. Prácticamente tuvimos que llevarla de vuelta montaña abajo después de que terminara con ella—le contesté muy dulcemente.
Las chicas recuperaron sus caras de juego, pero Kitty apenas podía dejar de mirar la parte superior de la camiseta apretada de Marley. ¿Su pretendiente real? Jugando a encontrar Rach, su cabeza giraba tan rápido que podría haber jurado que era una lechuza. Negué con la cabeza y la saqué de su miseria.
—¿Dónde está Rach? —pregunté.
—En la ducha, la que claramente necesitan ustedes cuatro. Está helando fuera. ¿Cómo podéis haber llegado tan sudorosas? —preguntó arrugando la nariz.
—Hemos trabajado duro haciendo ejercicio en esa montaña. El senderismo es más difícil de lo que piensas —resopló Kitty y el resto mantuvimos sabiamente silencio sobre el ataque al corazón que casi había tenido a quince metros de la cumbre.
Cogí una manzana y me dirigí en dirección a mi habitación con Marley pegada a mí, como esperaba. Sonreí un poco y contemplé el facilitárselo, sólo preguntándole por esto, dándole una salida.
—Esos pantalones cortos se ven terribles en ti, Britt —remarcó mientras me seguía hasta mi habitación.
No. No va a suceder. Ninguna salida fácil.
—Gracias, querida. ¿Debería haber empacado un poco de comida para gatos para ti cuando empaqué la bolsa de viaje de Lord T.? —me burlé.
Se dejó caer en mi cama, doblando su cuerpo alrededor de una de las almohadas gigantes.
—¿Dónde está él de todos modos? ¿Quién lo está vigilando este fin de semana?
—Se está quedando con el tío Kurt y el tío Blaine. Ese gato está tumbado en una cama de seda siendo alimentado a mano con rollos de atún ahora mismo. Está viviendo la vida.
—Él tiene una vida, eso es seguro —dijo con el rostro nublado brevemente mientras se acomodaba.
Me quité la ropa sudada y me envolví en una bata de toalla que colgaba detrás de la puerta.
Ella felicitó mi elección de sujetador deportivo y se rió cuando vio que lo había emparejado con bragas de leopardo, pero luego volvió a su anterior expresión melancólica.
—¿Qué pasa, Marley? —le pregunté, acostada en la cama junto a ella y envolviéndome alrededor de una almohada también.
—Nada, ¿por qué? —preguntó.
—Te ves como un saco de tristeza.
—Eh, solo no dormí bien, supongo.
—¿En serio? La Srta. Quinn te mantuvo despierta hasta tarde anoche, ¿eh? No tenía mucha energía en la montaña... —La empujé con mi codo.
—No, no, nada de eso. Es solo... no sé. No podía lograr acomodarme anoche. Normalmente duermo muy bien aquí, pero había tanta tranquilidad anoche, yo solo... —Golpeó la almohada con el puño, dándole una nueva forma.
—Ya veo. Bueno, ¡yo dormí de maravilla! —Me reí y empezó a tratar de darle una nueva forma a mi cabeza con su puño.
—¿Quieres emborracharte esta noche? —preguntó cuando finalmente se calmó.
—Diablos, sí. ¿Y tú?
—Sí, señora.
Hubo un toque en la puerta y la cabeza envuelta en una toalla de Rach se asomó.
—¿Es esto una sesión privada, o puede otra bicuriosa entrar en esta cama?—gritó.
Nosotras le hicimos señas con la mano para que entrara y ella saltó sobre la cama y cayó encima de nosotras.
—¿Qué estamos haciendo aquí, señoras? ¿Juegos previos o directo al grano? —preguntó.
—Por favor, di juegos previos —dijo ora voz desde la puerta ahora abierta.
Nos dimos la vuelta para ver a las otras tres mujeres que se encontraban en la casa. Estaban en la entrada, con diferentes versiones de la misma mirada de “oh, Dios mío, otras chicas juntas en la cama” en sus rostros.
—Oh, supérarlo. Como si nosotras necesitáramos a otra tipa diciéndonos si necesitamos juegos previos o no. —Marley se rió, levantando un pie y saludándolas por encima de mi hombro. Ellas cambiaron su peso de un pie al otro y se aclararon las gargantas. Tan predecibles.
—Estamos planeando emborracharnos esta noche. ¿Ustedes, muchachas, se unen? —gritó Rach. A pesar de que actualmente no había nada de alcohol presente en su sistema, ya hacía acto de presencia el nivel de volumen de la Rach Borracha.
—Trato hecho —respondió Quinn, haciéndonos un pequeño y extraño saludo que nos hizo reír aún más fuerte.
—Ahora huyan, chicas, y déjennos tener nuestro tiempo de amigas muy cercanas —soltó Marley por encima de su hombro, levantando un poco mi bata y dándome un golpe rápido en el trasero. Grité y traté de taparme, pero ya era demasiado tarde.
—Amiga. Estampado de leopardo—le susurró Kitty a Santana con el tipo de susurro que en realidad es más alto que sólo hablar.
—Lo sé, lo sé —respondió Santana, luego se pasó la mano por la cara como si estuviera tratando de eliminar físicamente la imagen de su cerebro.
A Santana le gustaban los estampados animales. Tomé la debida nota.
—Vamos, chicas. Las damas han solicitado un poco de tiempo a solas, así que vamos a dejarlas. —Quinn las llevó hacia el pasillo y cerró la puerta detrás con un guiño que hizo que todo el cuello de Rach se volviera rojo brillante. Marley examinó sus uñas.
Realmente iba a divertirme esta noche con estas dos.
***********************************************************************
—¿Dónde diablos aprendiste a cocinar así? ¡Jesús, esto está bueno! —exclamó Kitty, tomando su tercera ración de paella de la sartén gigante que había en el centro de la mesa.
—Gracias, Kitty. —Me reí mientras elal se hundía en otro montón de arroz.
Santana hizo un gesto con la cabeza hacia mi copa de vino y yo asentí.
Había pensado en hacer una rápida de paella cuando vi toda la maravillosa comida de mar a la venta en el mercado local y cuando vi su especial vino Cava y Español Rosado, mis planes se unieron. Habíamos empezado con Cava mientras preparaba la cocina. El vino espumoso español iba a la perfección con las rodajas de queso Manchego que había recogido, así como las pequeñas aceitunas.
Una vez más, Santana fue mi ayudante y nos mudamos juntas a la cocina. Las otras cuatro se colocaron sobre taburetes en la barra frente a nosotras mientras cocinábamos, alguien colocó un disco viejo de Otis Redding en el tocadiscos antiguo y nos pusimos a trabajar.
El vino fluyó tan libremente como la conversación y me di cuenta de que este tenía el potencial para convertirse en un grupo de chicas muy unido. Intereses similares, sentidos del humor similar, pero todo lo suficientemente diferente como para mantenerlo vivo.
Hablando animadamente, mientras el alcohol era absorbido, las paredes se vinieron abajo. Rach y Marley apenas ocultaban intereses fuera de lugar. No es que las chicas estuvieran preocupados. De hecho, ellas la animaban.
Quinn examinaba el pie de Rach por lo que ella insistía que era una picadura de araña.
El hecho de que ella había estado inspeccionándolo durante varios minutos que dicha inspección incluyó un masaje en la pantorrilla, no escapó a mi atención o a la de Santana.
Ella sonrió y me hizo señas para que me acercara. Me deslicé a través del banco e incliné la cabeza hacia la suya. Puso su boca junto a mi oído e inhalé. Vino, calor y sexo corrió directo a mis fosas nasales e invadió mi cerebro, volviendo todo un poco borroso.
—¿Cuánto tiempo antes de que ellas se besen? —susurró, su boca tan cerca que juro que sentí sus labios rozar mi oído.
—¿Qué? —le pregunté, comenzando a reír como lo hacía cuando había bebido demasiado y alguien demasiado sexy se paseaba delante de mí.
—¿Cuánto tiempo? Ya sabes, antes de que besen a la persona equivocada—preguntó mientras me giraba para mirarla a los ojos.
Esos ojos, oh, esos ojos me llamaban.
—¿Te refieres a la persona correcta? —susurré.
—Sí, la persona correcta —respondió, arrastrándose un poco más cerca en el banquillo.
—No lo sé, pero si el beso no llega pronto, voy a reventar —admití, a sabiendas de que ya no hablaba de nuestras amigas. Y sabiendo muy bien que ella sabía por completo que no hablaba de ellas.
—Umm, yo no querría que reventaras. —Se encontraba ahora a escasos centímetros de mi cara.
Harén. Harén. Harén. Repetí este mantra una y otra vez.
—Quiero ir al jacuzzi.
Ella lloriqueo me apartó del encantamiento y de vuelta a la cocina. Donde había gente presente.
—Yo quiero ir al jacuzzi. —Oí de nuevo y me volví para hacer frente a Rach.
Imaginen mi sorpresa cuando vi que en realidad la llorona era Marley, y ahora colgaba de Kitty como una mochila.
—Está bien, pues ve al jacuzzi. Nadie te lo impide —insistí, apartándome de Santana y colocándome de nuevo frente a mi plato donde empecé a separar los guisantes de la langosta. Me había llenado, pero nunca dejaría langosta en el plato. Tenía normas, después de todo.
—Tienes que venir también —se quejó Marley otra vez mientras yo empezaba a comprender. Marley estaba borracha. Ella se vuelve pegajosa cuando se emborrachaba. Oh, muchacha.
—Adelante. Voy a limpiar la cocina un poco y luego nos reunimos con ustedes allá afuera —dijo Santana, tomando mi plato y empezando a ponerse de pie.
—¡Oye, oye, oye! Bocado de langosta, hola —protesté mientras cogía mi tenedor.
—Toma, nunca me metería entre una mujer y su langosta. —Sonrió, ofreciéndome mi tenedor de regreso. Acepté el bocado con una sonrisa y me levanté.
Me emborraché un poco más de lo que creía y este hecho se dio a conocer mientras la gravedad comenzaba a burlarse de mí.
—Vaya, ¿estás bien? —preguntó, estabilizándome mientras Marley partía hacia el dormitorio.
—Sí, estoy bien, estoy bien —respondí, plantando los pies y ganando la batalla.
—¿Tal vez debas desacelerar? —preguntó, tomando mi copa de vino.
—Oh, relájate, es una fiesta —exclamé, comenzando a reír. De repente, todo era gracioso.
—Bueno, es una fiesta. —Sonrió mientras me dirigía al dormitorio para ponerme el traje de baño. Lo que resultó más difícil de lo que pensaba. Las cuerdas de los bikinis son difíciles de atar cuando estás más que un poco borracha.
*************************************************************************
—Está bien, Britt es la siguiente. Verdad o Reto —gritó Rach, demostrando una vez más que Rach Borracha sólo tenía un nivel de volumen.
—Verdad —grité de regreso, salpicando accidentalmente a Marley en la cara mientras me estiraba buscando mi copa de vino. Habíamos sacado la última botella de Cava y la consumíamos sostenidamente. Y esto funcionaba firmemente en nosotras, nuestro juego volviéndose cada vez más y más peligroso.
El cielo crujió un poco con un relámpago lejano y el retumbar bajo del trueno apenas comenzaba a hacerse oír por encima de las risas y salpicaduras.
Una vez que salimos y nos acomodamos en el jacuzzi, fue sólo cuestión de minutos antes de que Kitty sugiriera un juego de Verdad o Reto, y sólo unos segundos después de eso para que Marley aceptara. Me reí al principio, diciendo que no había manera de que pudiera jugar un juego infantil. Pero cuando Santana insinuó que yo era una gallina, el alcohol levantó su fea cabeza y grité algo en el sentido de:
— ¡Voy a jugar Verdad o Reto hasta que tú no puedas decir la verdad de tu desafío!
Esta afirmación tenía mucho sentido en mi cabeza y también debió de haberles parecido lógico a Rach y Marley porque inmediatamente comenzaron a chocar los cinco con el “vamos chicas”. Estoy bastante segura de que vi a Santana sacudir la cabeza, pero sonreía, así que lo dejé pasar. Y me serví otro vaso del chispeante vino.
—¿Dónde está el único lugar al que quieres viajar, y en el que no has estado todavía? —preguntó, tarareando la melodía que llegaba a través de las puertas francesas.
Marley había encontrado todos los discos antiguos de su abuelo y a Santana casi le da un ataque cuando vio la colección. Ella había seleccionado un álbum de Tommy Dorsey y la gran banda acentuaba la noche perfectamente.
—¡Aburrido, hazla escoger desafío! —cantó Santana y yo le saqué la lengua.
—No es aburrido y ella eligió verdad, por lo que tendrá verdad. Britt, ¿Dónde queda el único lugar en la tierra al que quieres ir? —preguntó de nuevo.
Apoyé la cabeza contra el borde del jacuzzi. Levanté la vista hacia las estrellas y una imagen inmediatamente vino a la mente: el viento soplando suave, el cálido sol en mi cara, el océano extendido delante de mí salpicado de rocas escarpadas.
Sonreí solo pensando en ello.
—España —suspiré en voz baja, la sonrisa persistente mientras me imaginaba en una playa en España.
—¿España? —preguntó Santana.
Volví mi cara hacia la suya. Me sonreía.
—España. Ahí es donde quiero ir. Pero es tan caro, va a tener que esperar un tiempo. —Sonreí de nuevo, mi cabeza todavía recreando la imagen.
—Oye, espera, Santana, ¿no vas a España el próximo mes? —preguntó Quinn, y mis ojos se abrieron.
—Um, sí. Sí, en realidad voy —respondió.
—¡Genial! Britt, puedes ir con ella —decidió Rach, aplaudiendo y volviéndose hacia Quinn.
—Quinn, eres la siguiente.
—No, no, espera un minuto. En primer lugar, no puedo solo ir con Santana a España. Y en segundo lugar, es mi turno —protesté, mientras Santana se sentaba.
—En realidad, tú puedes “solo ir con San a España” —dijo, dirigiéndose a mí por completo. El otro lado del jacuzzi se volvió muy tranquilo.
—Um, no, no puedo. Tú estás trabajando. Yo no puedo permitirme un viaje así, y además, no sé si puedo tomarme un tiempo libre el próximo mes. —Sentí que mi corazón se hinchaba mientras procesaba lo que ella acababa de decir.
—De hecho, oí a Emma decirte el otro día que el próximo mes sería un buen momento para tomar tus vacaciones antes de la temporada de fiestas —empezó a decir Rach. Ella se dejó caer de nuevo en las sombras mientras la miraba fijamente.
—Sea como sea, yo tampoco me lo puede permitir, por lo que la discusión terminó. Ahora bien, creo que es mi turno. Vamos a ver, ¿a quién debo elegir? —Miré alrededor a todo el mundo.
—No sería tan caro. Voy a alquilar una casa, por lo que eso estaría pagado. El pasaje aéreo y el dinero para gastos, eso es todo lo que tendrías que cubrir —agregó Santana, no dejando pasar esto.
—Oye, ese es un buen negocio, Britt —recitó Rach, su energía haciendo pequeñas ondas a través de la bañera.
—Está bien, Rach, ¿verdad o reto? —pregunté, apretando los dientes y siguiendo adelante con el juego.
—Oye, estamos hablando de algo aquí. No cambies el tema —objetó ella.
—Bueno, he terminado la discusión. Verdad o reto, pedazo de mierda —dije otra vez, haciéndole saber que hablaba en serio.
—Está bien. Reto. —Hizo un mohín.
—Genial. Te reto a besar a Kitty —le respondí, sin perder el ritmo.
—¿Qué? —gritó, mientras todo el jacuzzi estallaba en gritos de asombro.
—Oye, solo estamos jugando un juego, ¿no? Y Rach, en realidad, no es tan sorprendente que te atrevieras a besar a la tipa que has estado viendo desde hace semanas, ¿verdad?
—Bueno, no, yo solo, no me gustan las demostraciones públicas —farfulló, casi hundiéndose. Lo dice la chica que casi detuvieron por estar desnuda en público cuando la encontraron debajo de las gradas en un partido de fútbol de primer año en Berkeley.
—Oh, vamos, ¿cuál es el problema? —intervinó Santana, y la miré con gratitud.
—Nada, es sólo… —dijo ella de nuevo y Kitty interrumpió.
—Oh, ven aquí, Rach —exclamó y tiró de ella otra vez. Se miraron la una a la otra durante un segundo y luego Kitty apartó el pelo de su cara. Ella sonrió, y Rach se inclinó. Oí a Marley inhalar al mismo tiempo que Quinn lo hizo, y todas vimos como Rach besó a Kitty.
Y fue raro.
Ellas se separaron y Rach nadó de vuelta hasta su lado. Junto a Quinn. Todo estuvo en silencio por un momento. Santana y yo nos miramos la una a la otra, sin saber qué hacer a continuación. Habíamos sido burladas. Y me molesta cuando me engañan. Empecé a arder. El hecho de que estuviera borracha no tenía nada que ver con mi reacción exagerada.
—Bueno, supongo que es mi turno. Umm... Quinn, ¿verdad o reto? —comenzó Kitty, y me puse de pie, salpicando a todo el mundo a mi alrededor mientras lo hacía.
—¡No, no, no! ¡Eso no es lo que se suponía que pasara! —grité, golpeando mi pie, perdiendo el equilibrio y hundiéndome en el proceso. Las firmes manos de Santana me trajeron de vuelta a la superficie y yo continué mi diatriba inducida por el alcohol. Los destellos de los rayos, ahora mucho más cerca, ardían en el cielo.
—¡Tú, no se suponía que la dejaras besarla! —farfullé, escupiendo agua y apuntando a Quin y luego a Rach. Giré sobre Marley—. ¡Y tú se suponía que te enojarías con ella!
—¿Por qué me enojaría con Rach? ¿Por besar a su novia? —murmuró Marley, tomando un repentino interés en sus uñas.
—¡Ah! —grité y me volví hacia Rach.
—Rach, ¿estás siquiera remotamente interesada en Kitty? —la reté, con las manos en mis caderas mientras echaba vapor en el aire nocturno.
—Kitty es exactamente lo que siempre he querido en una mujer. Ella es mi tipo con T mayúscula —respondió robóticamente, estremeciéndose cuando Quinn la miró con dolor en los ojos.
—Bla, bla, bla, ¿has follado ya con Kitty? —chillé, señalando frenéticamente como tiendo a hacer cuando bebo.
—Está bien, Britt, lo has dejado claro —dijo Santana calmada, tratando de hacer que me volviera a sentar.
—¿Lo ha dejado claro? ¿De qué estás hablando? —preguntó Marley, inclinándose hacia adelante.
—Oh, por favor, ¡ustedes cuatro son ridículas! No me importa lo que todos crean que quieren sobre el papel. ¡En realidad, lo están haciendo todo mal! —respondí, golpeando la superficie del agua para dar énfasis. ¿Por qué ellas no lo entendían?
No sé cuándo me había sacado tanto de quicio, pero en los últimos sesenta segundos más o menos, me había convertido en una ardiente loca.
—¿Estás bromeando? —gritó Rach, poniéndose de pie en el jacuzzi, lo que mantuvo el agua a aproximadamente al mismo nivel.
—¡Rach, vamos! ¡Cualquiera que tenga ojos puede ver la forma en que Quinn y tú se sienten la una por la otra! ¿Por qué demonios estás perdiendo el tiempo con alguien más? —la provoqué.
Santana me hizo volver a su regazo y trató de tranquilizarme.
—Bueno, esto ha ido demasiado lejos —dijo Kitty, empezando a salir de la bañera.
—¡No, no! Kitty, mira a Marley. ¿No puedes ver que ella está totalmente contigo? ¿Por qué diablos son todas tan torpes? ¿En serio? ¿Somos Santana y yo las únicas que podemos verlo claramente aquí? —grité una vez más, trayendo a Santana a la conversación lo quisiera o no.
Kitty miró a Quinn y luego a Santana.
—¡Quinn! —exclamó Kitty.
—Quinn —respondió Santana, haciendo un gesto hacia Marley, que se puso en pie como si fuera a decir algo. Kitty puso su mano sobre su hombro, ella se detuvo y volvió a sentarse. Kitty asintió hacia Quinn.
—¿Quinn? —preguntó ella, y Quinn asintió con la cabeza en respuesta. Kitty respiró hondo y miró a Marley.
—Marley, ¿verdad o reto? —preguntó Kitty.
—No vamos a jugar más… —Traté de gritar, pero Santana escogió ese momento para poner su mano sobre mi boca.
—Todo bien hasta aquí —anunció Santana mientras me acomodaba más firmemente en su regazo con la otra mano en mi cintura. El trueno se presentó, cubriendo la escena con un aire siniestro.
—¿Marley? —preguntó Kitty de nuevo. Ella se encontraba tranquila, y sin mirar en la dirección de Rach y Quinn.
—Desafío —susurró y cerró los ojos.
El alcohol hace que todo sea mucho más dramático.
—Te reto a que me beses —dijo Kitty, y todo lo que se podía oír era al ocasional chapoteo sobre el lago. Los chapoteos en la bañera finalmente cesaron.
Todas vimos como Marley se volvió hacia Kitty y le puso una mano en la parte posterior de su cabeza, tirando de ella, hacia ella. Ella la besó, lenta pero segura, y esto se prolongó durante días. Sonreí en la mano de Santana y ella me dio unas palmaditas en mi estómago, lo que me hizo marearme.
Cuando finalmente se separaron, Marley se reían en la boca de Kitty, y ella respondió con su gigante y boba risita de mujer enamorada.
—Bueno, es un momento extraño —dijo Santana, liberando mi boca.
—Rach, yo… —Marley comenzó, volviéndose hacia Rach y encontrando un jacuzzi vacío.
Rach y Quinn se habían ido. Vislumbré justo el borde de la toalla de Quinn dirigiéndose a la casa de la piscina, con una compañera resbalosamente húmeda del brazo.
—Bueno, entonces, supongo que nos despediremos por esta noche —suspiró Marley, agarrando a Kitty de la mano.
—Buenas noches. —Me reí mientras entraba en la casa con Kitty a cuestas. Se acurrucaron, ya una imagen formándose. Miré hacia la casa de la piscina y no noté ninguna luz que se hubiera encendido todavía. Es probable que no se fuera a encender en un futuro cercano.
—Bueno, eso fue una buena muestra de emparejamiento, a pesar de que tu poca delicada presentación dejó mucho que desear. —Santana se rió entre dientes, dejando que su cabeza descansara contra mi espalda. Todavía me sentaba en su regazo. Su mano había dejado mi boca y ahora iba a la deriva hacia el sur, mientras que la otra mano se mantuvo firmemente en mi cintura.
—Sí, por lo general dejo mucho que desear —observé con ironía, sin querer dejar este lugar exquisito, pero sabiendo que lo necesitaba, y pronto. Santana se encontraba en silencio detrás de mí y empecé a salir de su regazo.
—Tú dejas todo por desear, Britt—dijo en voz baja y me congelé. Hubo silencio por un momento, las dos sin movernos, pero aun moviéndonos la una hacia la otra.
Sin mirar hacia atrás, solté una risita.
—Sabes, realmente nunca entendí esa frase. ¿Eso significa que soy deseable o…?
Sus dedos comenzaron a trazar pequeños círculos sobre mi piel.
—Sabes exactamente lo que quiere decir —dijo en voz baja en mi oído. El aire crujía a nuestro alrededor, por la tensión así como por el clima real. Más círculos pequeños. Al final, fueron los círculos pequeños los que finalmente me quebraron.
Perdí todo el control. Me volví rápidamente, atrapándola con la guardia baja mientras envolvía mis piernas alrededor de su cintura y tiraba la precaución y mi mantra del harén al viento. Hundí mis manos en su largo pelo, disfrutando del tacto de la seda húmeda alrededor de mis dedos mientras la atraía hacia mí.
—¿Por qué me besaste esa noche en la fiesta? —pregunté, mi boca apenas a centímetros de la suya. Una vez que ella se dio cuenta de que yo conducía este autobús, respondió presionando sus caderas contra las mías, acercándonos más de lo que jamás habíamos estado.
—¿Por qué me besaste tú? —preguntó, pasando sus manos arriba y abajo por mi espalda, acomodándose en el espacio donde sus manos abarcaban exactamente mi cintura; los pulgares en frente, con los dedos en la espalda, y me apretó contra ella aún más.
—Porque tenía que hacerlo —le respondí honestamente, recordando cómo había reaccionado instintivamente, besándola cuando yo quería hacer todo lo contrario—¿Por qué me besaste? —le pregunté de nuevo.
—Porque tenía que hacerlo —dijo, la sonrisa regresando. Por suerte no vi la sonrisa por mucho tiempo. Debido a que finalmente había descubierto cuál el secreto.
¿Cómo haces que una linda y sexy Wallbanger latina deje de sonreír? La besas.
—Es mío, Kitty. Deja de frotarlo.
—¡Amiga! ¡Deja de intentar juguetear conmigo, Quinn!
—¡Tú eres la que sigue sosteniendo mi pie!
Quinn y Kitty trataban de parecer indiferentes mientras se desacoplaban de la sesión de jugueteo con los pies bajo el agua burbujeante. Me reí mientras captaba la atención de Santana al otro lado del jacuzzi y ella me devolvió la sonrisa.
—¿Quieres otra? —musitó, señalando mi vaso vacío.
—He tenido suficiente por esta noche, ¿no crees? —murmuré en respuesta mientras nuestras amigas se reían a nuestro alrededor.
—Pensé que eras una chica que siempre quería más —musitó. La característica sonrisa y hoyuelos regresaron.
La miré; la imagen de Santana en el jacuzzi que había estado rondando por mi cabeza durante el último par de semanas, en realidad, palidecía en comparación con la real. Brazos firmes extendiéndose sobre el borde del jacuzzi, pelo largo mojado y peinado artísticamente. Si pensaba que verla húmeda y media desnuda en el suelo de mi cocina era tentador, no era nada como tenerla iluminada por antorchas tiki y estando bastante borracha.
Particularmente ahora era la mujer más increíble que había visto nunca, y si no me equivocaba, trataba de emborracharme. Mi cerebro se volvía un poco borroso.
Mi corazón comenzaba a cantar canciones de Etta James.
—¿Intentas emborracharme? —pregunté, riéndome mientras apartaba el vaso vacío, asegurándome a mí misma no más alcohol.
—Nop. Una descuidada Chica Camisón no me lleva a ninguna parte.
Sonrió mientras le salpicaba agua a su lado. Nuestras amigas se habían calmado y nos observaban con interés no disimulado.
Después de que Santana y yo llegáramos buscamos nuestras bebidas y luego le mostré el resto de la casa. Dejé mis maletas en la puerta, sin saber cómo se habían hecho los arreglos para dormir. Regresamos al patio para encontrar que Marley y Kitty se habían unido a Quinn y a una Borracha Rach en el jacuzzi. Un rápido viaje a la caseta de la piscina me dejó en nada más que un bikini de un oscuro verde y una sonrisa mientras me acercaba a los demás. Santana ya había entrado, y la vi observarme. Mientras me deslizaba bajo el agua caliente, tomé un sorbo de mi cocktel y bebí bajo la mirada de mi vecina, mojada y en un bikini, delante de mí.
De hecho, Marley tuvo que empujarme para que deje de mirar.
Ahora nos encontrábamos justo en el medio de una sopa sexual, burbujeando con dos parejas de amantes desiguales y más feromonas de las que podíamos manejar.
¿Así que quería otro cocktel? No importaba. No me lo podía permitir.
Tuve que sacudir un poco la cabeza para despejarme mientras miraba al resto de las chicas. Rach tenía demasiado calor y se encaramó al borde, pateando a Kitty mientras balanceaba sus pies. Ella la consintió de la misma manera en la que una hermana complace a su hermana pequeña. Marley y Quinn se hallaban abrazadas en el otro lado, Marley acariciando la espalda de Quinn mientras ella y Kitty discutían sobre los cuarenta y nueve jugadores en el partido o la línea defensiva o alguna cosa de fútbol, francamente aburrida.
—Entonces, ¿qué hacen este fin de semana? —pregunté, enfocando mi atención en el grupo en general y no en los marrones ojos que me miraban. ¡Maldita sean esos ojos! Serían mi muerte.
—Pensábamos ir de excursión mañana. ¿Quién se apunta? —preguntó Quinn.
Marley sacudió la cabeza.
—No cuenten conmigo. De ninguna manera voy de excursión.
—¿Por qué no? —preguntó Kitty.
Santana y yo intercambiamos una rápida mirada por su repentino interés.
—No puedo. La última vez que me fui de excursión tomé un atajo y me torcí la muñeca. No puedo correr el riesgo durante la temporada —dijo, agitando y recordándonos que se ganaba la vida con sus manos. Como una violonchelista, podía exagerarlo todo un poquito. Una vez esquivó un trabajo de manos durante todo el invierno. El banquero de inversión, Bob, no era un campista feliz.
—¿Y tú que, Rach? —Kitty levantó a Rach.
—Um, no, Rach no va de excursión —respondió, ajustándose su escaso bikini negro. Su actual ligue no se dio cuenta, pero vi los ojos de Quinn crecer hasta el tamaño de tartas al otro lado del jacuzzi cuando sus pechos casi se revelaron.
—¿Tampoco irás? —Santana me señaló.
—Diablos, no. ¡Voy de excursión con las chicas mañana! —Me reí cuando Marley y Rach rodaron los ojos. Nunca entendieron por qué amaba las “actividades de montaña”, como las llamaban.
—Genial —ronroneó Santana, y por un segundo calculé la distancia entre mi boca y la suya. Luego nos quedamos en silencio, las seis pérdidas en nuestros pensamientos. Recordé el plan para esas cuatro y me lancé directamente a el.
—Así que, Quinn, ¿sabías que Rach, hace una donación cada año a tu organización benéfica? —pregunté, sorprendiéndolos a ambas.
—¿En serio?
—Síp, cada año —dijo—He visto lo que el tener acceso a los ordenadores puede hacer, especialmente a niños que de otra manera no tendrían la oportunidad—Le miró tímidamente, y comenzaron una conversación sobre el proceso que usaba para determinar qué escuelas recibirían las becas cada año.
Santana y yo nos sonreímos la una a la otra. Mirando de reojo a Marley, Santana puso en marcha la segunda fase del ataque.
—Oye, Kitty, ¿cuántos asientos conseguiste para la sinfonía de este año?—preguntó.
Kitty se sonrojó.
—¿Compraste entradas? —preguntó Marley.
—Entradas de temporada —añadió Santana, mientras Kitty asentía. Entonces Marley y Kitty se lanzaron en una discusión sobre dónde se encontraban los asientos, y Santana levantó el pie por encima de la superficie del agua.
—Vamos, no me dejes colgada.
—¿Qué?
—Choca un pequeño cinco. No llego a tu mano —insistió, moviendo su pie. Me reí y me deslicé más abajo en mi asiento, estirando el pie y chocando el suyo ligeramente.
—Ugh, debilucha. —Se río.
—Te daré yo debilucha —advertí, sumergiendo el pie y salpicándole brevemente.
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—No podría estar más cómoda. En serio, literalmente no podría sentirme más a gusto ahora mismo si de hecho estuviéramos dentro de un malvavisco —murmuré a través de una gruesa lengua recubierta de Bailey‘s y café. Me había acurrucado sobre unas cincuenta almohadas cerca de la chimenea… una chimenea con un corazón de casi diez metros de ancho y una columna de casi tres pisos de altura.
Hecha de piedra de una cantera cercana, era enorme. Era el punto central de toda la casa, con habitaciones radiando desde el centro. Y proporcionaba un calor masivo.
Nos habíamos congelado hasta los huesos cuando finalmente regresamos al interior. Una por una, nos habíamos acalorado en el jacuzzi, así que nos salimos para refrescarnos un poco. Para cuando nos dimos cuenta de lo fría que se había vuelto la noche, temblábamos y jadeábamos, y no queríamos nada más que acurrucarnos cerca del fuego. Mientras que todavía teníamos que escoger las habitaciones, como pronto aprendí, nosotras tres nos colamos en la habitación principal para ponernos nuestros pijamas y reunirnos con las otras chicas, quienes se encontraban ahora en camisetas ajustadas y pantalones de pijama.
Hicimos una rápida cafetera y corté un poco más del pan de arándanos y naranja que había estado escondiendo sabiamente de Santana. Un par de tragos de Bailey‘s en las tazas de café y todas nos relajábamos junto al fuego como un anuncio de Currier and Ives.
Santana se había reclinado majestuosamente junto a la chimenea y palmeado la pila de almohadas a su lado. Me sumergí en ella y un par de perdidas plumas se arremolinaron en torno a nuestras cabezas. Descubrimos que las otras tres chidas tenían cada una un método diferente para encender el fuego —con leña, periódicos, leña y periódicos—
Cuando finalmente Marley asomó la cabeza y declaró que la chimenea todavía se encontraba cerrada. Bajando algunas maderas, las mismas chicas en ese punto demoraron a Quinn, por la simple razón de que era la única que sostenía los cerillos. Pero en cuestión de minutos tenían un fuego ardiendo y ahora todas estábamos sentadas alrededor de la chimenea, con sueño y contentas.
Respiré profundamente. No había nada como el olor de un fuego real —no una chimenea de gas, ni un montón de velas, sino un honesto fuego como Dios manda, con crujidos y divertidos chisporroteos que zumbaban cuando el vapor encontraba una grieta en la madera.
—Entonces, Britt, ¿ya le has pedido a Santana que te enseñe a hacer vela?—preguntó Rach de repente desde su posición en el brazo del sofá. Llevábamos un rato en silencio, adormiladas y casi soñando, y me asusté un poco cuando habló.
—¿Qué? Quiero decir, ¿qué? —pregunté, regresando a mis almohadas y de vuelta al presente.
—Bueno, todas estas chicas hacen vela. Querías aprender y apuesto a que aquí Santana te enseñaría, ¿no, San? —Se echó a reír, tomándose lo último de su café y deslizándose desde el brazo del sillón hasta el regazo de la convenientemente situada Quinn. Se sonrieron la una a la otra por un momento antes de darse cuenta de lo que hacían y de que Quinn, bromeando, la lanzara sobre el regazo de Kitty.
Esta no parecía muy despierta con la pregunta anterior, pero ahora sí con la intrigante Rach sobre su regazo.
—¿Quieres aprender a hacer vela? —preguntó Santana, volviéndose hacia mi pila de almohadas.
—De hecho, sí. Siempre quise probarlo.
—Es duro, no voy a mentirte. Pero merece totalmente la pena. —Sonrió, y Quinn asintió desde el otro lado de la habitación.
—Seguro, San te enseñará. Le encantaría —intervinó Quinn, ganándose un guiño de Rach y unos ojos en blanco de mi parte.
—Podemos planear algo para cuando volvamos a la ciudad —sugerí.
—No más charla esta noche. Esta chica ha tenido suficiente—dijo Marley—Estoy hecha caca. ¿Dónde dormimos?—Apoyó la cabeza sobre el respaldo del sillón en donde había estado acurrada.
—Bueno, ¿de cuántas habitaciones estamos hablando? —preguntó Santana mientras me sentaba y bostezaba.
—Hay cuatro habitaciones, así que escoge —respondió Marley, luego sabiamente vació una botella de agua entera.
—¿Estamos haciendo la cosa de amigas nuevas – amigas conocidas? —pregunté, riéndome cuando vi la sorprendida cara de Santana.
—Podemos, claro —respondió Rach, mirando nerviosamente a Kitty.
Contuve una risita cuando vi a Marley y a Quinn negociar con un similar aspecto asustado. Santana también lo captó.
—¡Sí, seguro! ¡No dejen que Britt y yo nos interpongamos en el camino de las tortolitas! Rach, tú y Kitty escojan una habitación, Marley y Quinn otra, y Britt y yo tomaremos las habitaciones restantes. Perfecto. ¿No, Britt?
—Suena perfecto para mí. Iré a fregar estas tazas. Ahora, a la cama todas ustedes. ¡Fuera! ¡Fuera! —grité. Santana y yo nos apresuramos a limpiarlas mientras echábamos miradas furtivas por encima del hombro hacia las cuatro. Lucían como si hubieran empezado una marcha fúnebre.
—Oh, mujer, espero que esto funcione… por mi bien—Me detuve detrás de Santana mientras las observábamos convertirse en parejas de dos cuando se separaban en las puertas de sus dormitorios.
—¿Por qué por tu bien? —susurró, girando la cara sólo un poco para estar a centímetros de la mía.
—Porque ahora mismo, ¿detrás de esas puertas?, Marley y Rach intentan averiguar la mejor manera de hacerme daño. De herirme físicamente—suspiré, regresando a enjuagar la última taza de café y colocándola en el lavavajillas.
Santana añadió el jabón y lo encendió. Mientras caminábamos, apagando las luces, hablamos sobre la caminata que haríamos mañana.
—No me retrasarás, ¿verdad? —bromeó.
La empujé contra la pared.
—Por favor, estarás comiéndote el polvo de mi rastro mañana, imbécil —advertí, agarrando mi bolsa y dirigiéndome a los dormitorios.
—Ya lo veremos, Chica Camisón. Hablando de eso, ¿tienes alguno ahí para mí?—Metió la mano en mi bolsa mientras me seguía por el pasillo.
—Aléjate de ahí. No hay nada aquí dentro para ti, o en cualquier lugar para el caso—Me detuve en la habitación que había elegido.
Pasó por mi lado hacia la siguiente habitación.
—Mira eso, compartiendo la pared del dormitorio de nuevo—Sonrió.
—Bueno, sé que estás sola, así que será mejor que no escuche ningún golpe —le advertí apoyándome en la puerta.
—No, sin golpes. Buenas noches, Britt—dijo en voz baja, inclinándose en su puerta.
—Buenas noches, San —respondí, dándole un pequeño meneo con los dedos mientras cerraba la puerta. Coloqué la mochila en mi cama y sonreí.
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—Vamos, chicas, no está mucho más lejos —grité hacia atrás mientras aumentaba el ritmo en el tramo final del recorrido. Habíamos estado caminando durante aproximadamente dos horas, y aunque todas permanecimos juntas durante un tiempo, en los últimos treinta minutos o así, Quinn había reducido la marcha considerablemente, y Kitty se había quedado con ella. Santana y yo seguíamos juntas el ritmo y estábamos a punto de llegar a la cima del camino.
Me las arreglé para evitar estar a solas con Marley o Rach, aunque los ojos hinchados y los rostros cansados de las cuatro probaban que nadie había dormido bien —excepto Santana y yo.
Después del desayuno esquivé un pelotón de fusilamiento cambiándome rápidamente y esperando a las chicas que íbamos a la caminata afuera. Sabía que cuando regresara a la casa no me libraría de ello, aunque reconocía que tenía curiosidad por ver cómo habían planeado enojarse sin llegar a admitir que dormir con las chicas que llevaban viendo desde hace semanas no era, de hecho, lo que querían hacer.
Pero como Santana había dicho, “No puedes huir de las cosas”. Esta noche sería interesante.
Me esforcé en el último y pequeño tramo y llegué a la cima. Santana se encontraba a sólo un par de metros detrás de mí y podía escucharle caminando.
Respiré profundamente, el limpio aire que hormigueaba en mis pulmones. Hacía frío, pero tenía calor por el esfuerzo. Había pasado mucho tiempo desde que había salido de la ciudad y mi cuerpo extrañaba las caminatas como esta. Mis piernas ardían, mi nariz funcionaba rápidamente, sudaba como un cerdo y no podía recordar cuándo me había sentido mejor. Me reí en voz alta mientras miraba hacia el lago de abajo, observando a algunos halcones deslizarse en una corriente descendiente. El acerado azul del lago, el profundo verde del bosque, la pureza y cremosa superficie de las rocas: era hermoso.
Y luego ahí estaba mi nuevo marrón favorito. Santana apareció a mi lado, respirando tan fuerte como yo. Estiró los brazos y echó un vistazo al valle de abajo.
Se había ido desprendiendo de capas de ropa mientras subíamos y ahora llevaba una camiseta blanca apretada a su figura, con una camisa de franela anudada a la cintura. Pantalones caquis ajustados, botas de montaña y una amplia sonrisa completaban el sueño húmedo al que miraba, en vez de las maravillas naturales de nuestro alrededor. Y esos ojos marrones —podía verlos encuadrándolo todo mientras contemplaba el paisaje.
—Hermoso —suspiré y se volvió hacia a mí. Me pilló mirándole—. Quiero decir, ¿no es hermoso? —tartamudeé, gesticulando ampliamente con mi brazo.
Ella parecía saber exactamente qué había hecho y sentí el rubor subir hasta mis mejillas. Afortunadamente aún seguía un poco sin aliento por la caminata y esperaba que estuviera lo suficientemente roja.
—Sí, es hermoso de hecho. Muy hermoso. —Sonrió y nos miramos la una a la otra. Se acercó unos pasos, y sentí el aire tensarse y cambiar. Me mordí el labio.
Se pasó una mano por la frente. Sonreímos. No había palabras, pero incluso los animales del bosque podrían decir que algo sucedería pronto y sabiamente permanecieron escondidos en sus agujeros.
—Hola —dijo suavemente.
—Hola —contesté.
—Hola —dijo de nuevo, dando un último paso hacia a mí y adentrándose en mi pequeño círculo. Un paso más y estaría prácticamente sobre mí. Y cómo.
—Hola —dije una vez más, inclinando mi cabeza hacia un lado y haciéndole saber que podía dar ese último paso.
Santana se inclinó, a duras penas, pero casi como si fuera a…
—¡López!—Tronó desde abajo y ambas nos apartamos—¡López!—Vino de nuevo y reconocí la voz de Quinn sin aliento bajo el grito de la mujer de la jungla.
—Quinn —dijimos ambas y sonreímos.
Ahora que la magia ya no era tan concentrada, pude ver las cosas con claridad de nuevo, y me repetí la palabra harén una y otra vez en mi cabeza.
—¡Aquí arriba! —gritó Santana y Quinn apareció por un recodo.
—¡Hola! Kitty está acabada, kaput, ha tirado la toalla, por así decirlo. ¿Están listas para regresar, chicas? —gritó, saltando de una roca al suelo y de nuevo a la roca con la facilidad de una cabra montés. Ni siquiera parecía jadear. Umm…
—Síp, estábamos a punto de ir a buscarlas —dije, pateando mi pierna por detrás para un rápido estiramiento.
—¿De verdad está rindiéndose tan cerca de la cima? —preguntó Santana, de regreso en el sendero.
—Está tumbada en medio del camino como si fuera la dueña del lugar, rehusándose a ir más arriba —rió Quinn, adelantándose y llamando a Kitty para hacerle saber que íbamos en camino.
—¿Estás segura de que no quieres quedarte un rato más? Digo, hemos trabajado tan duro para llegar hasta aquí —preguntó Santana, extendiendo la mano para detenerme antes de que bajara la montaña detrás de Quinn.
Sentí la calidez de su mano en mi hombro y quise que mis hormonas huyeran al otro lado de mi cuerpo.
—Estoy segura. Deberíamos volver. Parece que una tormenta se acerca—Asentí hacia el horizonte, donde había empezado a construirse un grupo de oscuras nubes. Sus ojos siguieron los míos y frunció el ceño, se veía tan linda cuando lo hacia Ufff estoy perdida.
—Probablemente tengas razón. No queremos quedarnos atrapadas aquí solas —murmuró.
—Además, si no nos damos prisa, no podremos tomarle el pelo a Kitty sobre como una chica de caminata no pudo subir una montaña. —Sonreí, y se echó a reír en voz alta.
—Diablos, no queremos perdernos eso. Vamos.
Y hacia abajo fuimos.
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—Entonces, ¿cómo estuvo tu orgía, Britt? —cantó Marley dulcemente cuando nos encontró a todos en la cocina bebiendo agua después de nuestra caminata. Las tres chicas hicieron cada una diferentes versiones de escupir el agua, pero yo continué bebiendo tranquilamente como una dama.
—Fantástica, gracias. Especialmente Kitty. Prácticamente tuvimos que llevarla de vuelta montaña abajo después de que terminara con ella—le contesté muy dulcemente.
Las chicas recuperaron sus caras de juego, pero Kitty apenas podía dejar de mirar la parte superior de la camiseta apretada de Marley. ¿Su pretendiente real? Jugando a encontrar Rach, su cabeza giraba tan rápido que podría haber jurado que era una lechuza. Negué con la cabeza y la saqué de su miseria.
—¿Dónde está Rach? —pregunté.
—En la ducha, la que claramente necesitan ustedes cuatro. Está helando fuera. ¿Cómo podéis haber llegado tan sudorosas? —preguntó arrugando la nariz.
—Hemos trabajado duro haciendo ejercicio en esa montaña. El senderismo es más difícil de lo que piensas —resopló Kitty y el resto mantuvimos sabiamente silencio sobre el ataque al corazón que casi había tenido a quince metros de la cumbre.
Cogí una manzana y me dirigí en dirección a mi habitación con Marley pegada a mí, como esperaba. Sonreí un poco y contemplé el facilitárselo, sólo preguntándole por esto, dándole una salida.
—Esos pantalones cortos se ven terribles en ti, Britt —remarcó mientras me seguía hasta mi habitación.
No. No va a suceder. Ninguna salida fácil.
—Gracias, querida. ¿Debería haber empacado un poco de comida para gatos para ti cuando empaqué la bolsa de viaje de Lord T.? —me burlé.
Se dejó caer en mi cama, doblando su cuerpo alrededor de una de las almohadas gigantes.
—¿Dónde está él de todos modos? ¿Quién lo está vigilando este fin de semana?
—Se está quedando con el tío Kurt y el tío Blaine. Ese gato está tumbado en una cama de seda siendo alimentado a mano con rollos de atún ahora mismo. Está viviendo la vida.
—Él tiene una vida, eso es seguro —dijo con el rostro nublado brevemente mientras se acomodaba.
Me quité la ropa sudada y me envolví en una bata de toalla que colgaba detrás de la puerta.
Ella felicitó mi elección de sujetador deportivo y se rió cuando vio que lo había emparejado con bragas de leopardo, pero luego volvió a su anterior expresión melancólica.
—¿Qué pasa, Marley? —le pregunté, acostada en la cama junto a ella y envolviéndome alrededor de una almohada también.
—Nada, ¿por qué? —preguntó.
—Te ves como un saco de tristeza.
—Eh, solo no dormí bien, supongo.
—¿En serio? La Srta. Quinn te mantuvo despierta hasta tarde anoche, ¿eh? No tenía mucha energía en la montaña... —La empujé con mi codo.
—No, no, nada de eso. Es solo... no sé. No podía lograr acomodarme anoche. Normalmente duermo muy bien aquí, pero había tanta tranquilidad anoche, yo solo... —Golpeó la almohada con el puño, dándole una nueva forma.
—Ya veo. Bueno, ¡yo dormí de maravilla! —Me reí y empezó a tratar de darle una nueva forma a mi cabeza con su puño.
—¿Quieres emborracharte esta noche? —preguntó cuando finalmente se calmó.
—Diablos, sí. ¿Y tú?
—Sí, señora.
Hubo un toque en la puerta y la cabeza envuelta en una toalla de Rach se asomó.
—¿Es esto una sesión privada, o puede otra bicuriosa entrar en esta cama?—gritó.
Nosotras le hicimos señas con la mano para que entrara y ella saltó sobre la cama y cayó encima de nosotras.
—¿Qué estamos haciendo aquí, señoras? ¿Juegos previos o directo al grano? —preguntó.
—Por favor, di juegos previos —dijo ora voz desde la puerta ahora abierta.
Nos dimos la vuelta para ver a las otras tres mujeres que se encontraban en la casa. Estaban en la entrada, con diferentes versiones de la misma mirada de “oh, Dios mío, otras chicas juntas en la cama” en sus rostros.
—Oh, supérarlo. Como si nosotras necesitáramos a otra tipa diciéndonos si necesitamos juegos previos o no. —Marley se rió, levantando un pie y saludándolas por encima de mi hombro. Ellas cambiaron su peso de un pie al otro y se aclararon las gargantas. Tan predecibles.
—Estamos planeando emborracharnos esta noche. ¿Ustedes, muchachas, se unen? —gritó Rach. A pesar de que actualmente no había nada de alcohol presente en su sistema, ya hacía acto de presencia el nivel de volumen de la Rach Borracha.
—Trato hecho —respondió Quinn, haciéndonos un pequeño y extraño saludo que nos hizo reír aún más fuerte.
—Ahora huyan, chicas, y déjennos tener nuestro tiempo de amigas muy cercanas —soltó Marley por encima de su hombro, levantando un poco mi bata y dándome un golpe rápido en el trasero. Grité y traté de taparme, pero ya era demasiado tarde.
—Amiga. Estampado de leopardo—le susurró Kitty a Santana con el tipo de susurro que en realidad es más alto que sólo hablar.
—Lo sé, lo sé —respondió Santana, luego se pasó la mano por la cara como si estuviera tratando de eliminar físicamente la imagen de su cerebro.
A Santana le gustaban los estampados animales. Tomé la debida nota.
—Vamos, chicas. Las damas han solicitado un poco de tiempo a solas, así que vamos a dejarlas. —Quinn las llevó hacia el pasillo y cerró la puerta detrás con un guiño que hizo que todo el cuello de Rach se volviera rojo brillante. Marley examinó sus uñas.
Realmente iba a divertirme esta noche con estas dos.
***********************************************************************
—¿Dónde diablos aprendiste a cocinar así? ¡Jesús, esto está bueno! —exclamó Kitty, tomando su tercera ración de paella de la sartén gigante que había en el centro de la mesa.
—Gracias, Kitty. —Me reí mientras elal se hundía en otro montón de arroz.
Santana hizo un gesto con la cabeza hacia mi copa de vino y yo asentí.
Había pensado en hacer una rápida de paella cuando vi toda la maravillosa comida de mar a la venta en el mercado local y cuando vi su especial vino Cava y Español Rosado, mis planes se unieron. Habíamos empezado con Cava mientras preparaba la cocina. El vino espumoso español iba a la perfección con las rodajas de queso Manchego que había recogido, así como las pequeñas aceitunas.
Una vez más, Santana fue mi ayudante y nos mudamos juntas a la cocina. Las otras cuatro se colocaron sobre taburetes en la barra frente a nosotras mientras cocinábamos, alguien colocó un disco viejo de Otis Redding en el tocadiscos antiguo y nos pusimos a trabajar.
El vino fluyó tan libremente como la conversación y me di cuenta de que este tenía el potencial para convertirse en un grupo de chicas muy unido. Intereses similares, sentidos del humor similar, pero todo lo suficientemente diferente como para mantenerlo vivo.
Hablando animadamente, mientras el alcohol era absorbido, las paredes se vinieron abajo. Rach y Marley apenas ocultaban intereses fuera de lugar. No es que las chicas estuvieran preocupados. De hecho, ellas la animaban.
Quinn examinaba el pie de Rach por lo que ella insistía que era una picadura de araña.
El hecho de que ella había estado inspeccionándolo durante varios minutos que dicha inspección incluyó un masaje en la pantorrilla, no escapó a mi atención o a la de Santana.
Ella sonrió y me hizo señas para que me acercara. Me deslicé a través del banco e incliné la cabeza hacia la suya. Puso su boca junto a mi oído e inhalé. Vino, calor y sexo corrió directo a mis fosas nasales e invadió mi cerebro, volviendo todo un poco borroso.
—¿Cuánto tiempo antes de que ellas se besen? —susurró, su boca tan cerca que juro que sentí sus labios rozar mi oído.
—¿Qué? —le pregunté, comenzando a reír como lo hacía cuando había bebido demasiado y alguien demasiado sexy se paseaba delante de mí.
—¿Cuánto tiempo? Ya sabes, antes de que besen a la persona equivocada—preguntó mientras me giraba para mirarla a los ojos.
Esos ojos, oh, esos ojos me llamaban.
—¿Te refieres a la persona correcta? —susurré.
—Sí, la persona correcta —respondió, arrastrándose un poco más cerca en el banquillo.
—No lo sé, pero si el beso no llega pronto, voy a reventar —admití, a sabiendas de que ya no hablaba de nuestras amigas. Y sabiendo muy bien que ella sabía por completo que no hablaba de ellas.
—Umm, yo no querría que reventaras. —Se encontraba ahora a escasos centímetros de mi cara.
Harén. Harén. Harén. Repetí este mantra una y otra vez.
—Quiero ir al jacuzzi.
Ella lloriqueo me apartó del encantamiento y de vuelta a la cocina. Donde había gente presente.
—Yo quiero ir al jacuzzi. —Oí de nuevo y me volví para hacer frente a Rach.
Imaginen mi sorpresa cuando vi que en realidad la llorona era Marley, y ahora colgaba de Kitty como una mochila.
—Está bien, pues ve al jacuzzi. Nadie te lo impide —insistí, apartándome de Santana y colocándome de nuevo frente a mi plato donde empecé a separar los guisantes de la langosta. Me había llenado, pero nunca dejaría langosta en el plato. Tenía normas, después de todo.
—Tienes que venir también —se quejó Marley otra vez mientras yo empezaba a comprender. Marley estaba borracha. Ella se vuelve pegajosa cuando se emborrachaba. Oh, muchacha.
—Adelante. Voy a limpiar la cocina un poco y luego nos reunimos con ustedes allá afuera —dijo Santana, tomando mi plato y empezando a ponerse de pie.
—¡Oye, oye, oye! Bocado de langosta, hola —protesté mientras cogía mi tenedor.
—Toma, nunca me metería entre una mujer y su langosta. —Sonrió, ofreciéndome mi tenedor de regreso. Acepté el bocado con una sonrisa y me levanté.
Me emborraché un poco más de lo que creía y este hecho se dio a conocer mientras la gravedad comenzaba a burlarse de mí.
—Vaya, ¿estás bien? —preguntó, estabilizándome mientras Marley partía hacia el dormitorio.
—Sí, estoy bien, estoy bien —respondí, plantando los pies y ganando la batalla.
—¿Tal vez debas desacelerar? —preguntó, tomando mi copa de vino.
—Oh, relájate, es una fiesta —exclamé, comenzando a reír. De repente, todo era gracioso.
—Bueno, es una fiesta. —Sonrió mientras me dirigía al dormitorio para ponerme el traje de baño. Lo que resultó más difícil de lo que pensaba. Las cuerdas de los bikinis son difíciles de atar cuando estás más que un poco borracha.
*************************************************************************
—Está bien, Britt es la siguiente. Verdad o Reto —gritó Rach, demostrando una vez más que Rach Borracha sólo tenía un nivel de volumen.
—Verdad —grité de regreso, salpicando accidentalmente a Marley en la cara mientras me estiraba buscando mi copa de vino. Habíamos sacado la última botella de Cava y la consumíamos sostenidamente. Y esto funcionaba firmemente en nosotras, nuestro juego volviéndose cada vez más y más peligroso.
El cielo crujió un poco con un relámpago lejano y el retumbar bajo del trueno apenas comenzaba a hacerse oír por encima de las risas y salpicaduras.
Una vez que salimos y nos acomodamos en el jacuzzi, fue sólo cuestión de minutos antes de que Kitty sugiriera un juego de Verdad o Reto, y sólo unos segundos después de eso para que Marley aceptara. Me reí al principio, diciendo que no había manera de que pudiera jugar un juego infantil. Pero cuando Santana insinuó que yo era una gallina, el alcohol levantó su fea cabeza y grité algo en el sentido de:
— ¡Voy a jugar Verdad o Reto hasta que tú no puedas decir la verdad de tu desafío!
Esta afirmación tenía mucho sentido en mi cabeza y también debió de haberles parecido lógico a Rach y Marley porque inmediatamente comenzaron a chocar los cinco con el “vamos chicas”. Estoy bastante segura de que vi a Santana sacudir la cabeza, pero sonreía, así que lo dejé pasar. Y me serví otro vaso del chispeante vino.
—¿Dónde está el único lugar al que quieres viajar, y en el que no has estado todavía? —preguntó, tarareando la melodía que llegaba a través de las puertas francesas.
Marley había encontrado todos los discos antiguos de su abuelo y a Santana casi le da un ataque cuando vio la colección. Ella había seleccionado un álbum de Tommy Dorsey y la gran banda acentuaba la noche perfectamente.
—¡Aburrido, hazla escoger desafío! —cantó Santana y yo le saqué la lengua.
—No es aburrido y ella eligió verdad, por lo que tendrá verdad. Britt, ¿Dónde queda el único lugar en la tierra al que quieres ir? —preguntó de nuevo.
Apoyé la cabeza contra el borde del jacuzzi. Levanté la vista hacia las estrellas y una imagen inmediatamente vino a la mente: el viento soplando suave, el cálido sol en mi cara, el océano extendido delante de mí salpicado de rocas escarpadas.
Sonreí solo pensando en ello.
—España —suspiré en voz baja, la sonrisa persistente mientras me imaginaba en una playa en España.
—¿España? —preguntó Santana.
Volví mi cara hacia la suya. Me sonreía.
—España. Ahí es donde quiero ir. Pero es tan caro, va a tener que esperar un tiempo. —Sonreí de nuevo, mi cabeza todavía recreando la imagen.
—Oye, espera, Santana, ¿no vas a España el próximo mes? —preguntó Quinn, y mis ojos se abrieron.
—Um, sí. Sí, en realidad voy —respondió.
—¡Genial! Britt, puedes ir con ella —decidió Rach, aplaudiendo y volviéndose hacia Quinn.
—Quinn, eres la siguiente.
—No, no, espera un minuto. En primer lugar, no puedo solo ir con Santana a España. Y en segundo lugar, es mi turno —protesté, mientras Santana se sentaba.
—En realidad, tú puedes “solo ir con San a España” —dijo, dirigiéndose a mí por completo. El otro lado del jacuzzi se volvió muy tranquilo.
—Um, no, no puedo. Tú estás trabajando. Yo no puedo permitirme un viaje así, y además, no sé si puedo tomarme un tiempo libre el próximo mes. —Sentí que mi corazón se hinchaba mientras procesaba lo que ella acababa de decir.
—De hecho, oí a Emma decirte el otro día que el próximo mes sería un buen momento para tomar tus vacaciones antes de la temporada de fiestas —empezó a decir Rach. Ella se dejó caer de nuevo en las sombras mientras la miraba fijamente.
—Sea como sea, yo tampoco me lo puede permitir, por lo que la discusión terminó. Ahora bien, creo que es mi turno. Vamos a ver, ¿a quién debo elegir? —Miré alrededor a todo el mundo.
—No sería tan caro. Voy a alquilar una casa, por lo que eso estaría pagado. El pasaje aéreo y el dinero para gastos, eso es todo lo que tendrías que cubrir —agregó Santana, no dejando pasar esto.
—Oye, ese es un buen negocio, Britt —recitó Rach, su energía haciendo pequeñas ondas a través de la bañera.
—Está bien, Rach, ¿verdad o reto? —pregunté, apretando los dientes y siguiendo adelante con el juego.
—Oye, estamos hablando de algo aquí. No cambies el tema —objetó ella.
—Bueno, he terminado la discusión. Verdad o reto, pedazo de mierda —dije otra vez, haciéndole saber que hablaba en serio.
—Está bien. Reto. —Hizo un mohín.
—Genial. Te reto a besar a Kitty —le respondí, sin perder el ritmo.
—¿Qué? —gritó, mientras todo el jacuzzi estallaba en gritos de asombro.
—Oye, solo estamos jugando un juego, ¿no? Y Rach, en realidad, no es tan sorprendente que te atrevieras a besar a la tipa que has estado viendo desde hace semanas, ¿verdad?
—Bueno, no, yo solo, no me gustan las demostraciones públicas —farfulló, casi hundiéndose. Lo dice la chica que casi detuvieron por estar desnuda en público cuando la encontraron debajo de las gradas en un partido de fútbol de primer año en Berkeley.
—Oh, vamos, ¿cuál es el problema? —intervinó Santana, y la miré con gratitud.
—Nada, es sólo… —dijo ella de nuevo y Kitty interrumpió.
—Oh, ven aquí, Rach —exclamó y tiró de ella otra vez. Se miraron la una a la otra durante un segundo y luego Kitty apartó el pelo de su cara. Ella sonrió, y Rach se inclinó. Oí a Marley inhalar al mismo tiempo que Quinn lo hizo, y todas vimos como Rach besó a Kitty.
Y fue raro.
Ellas se separaron y Rach nadó de vuelta hasta su lado. Junto a Quinn. Todo estuvo en silencio por un momento. Santana y yo nos miramos la una a la otra, sin saber qué hacer a continuación. Habíamos sido burladas. Y me molesta cuando me engañan. Empecé a arder. El hecho de que estuviera borracha no tenía nada que ver con mi reacción exagerada.
—Bueno, supongo que es mi turno. Umm... Quinn, ¿verdad o reto? —comenzó Kitty, y me puse de pie, salpicando a todo el mundo a mi alrededor mientras lo hacía.
—¡No, no, no! ¡Eso no es lo que se suponía que pasara! —grité, golpeando mi pie, perdiendo el equilibrio y hundiéndome en el proceso. Las firmes manos de Santana me trajeron de vuelta a la superficie y yo continué mi diatriba inducida por el alcohol. Los destellos de los rayos, ahora mucho más cerca, ardían en el cielo.
—¡Tú, no se suponía que la dejaras besarla! —farfullé, escupiendo agua y apuntando a Quin y luego a Rach. Giré sobre Marley—. ¡Y tú se suponía que te enojarías con ella!
—¿Por qué me enojaría con Rach? ¿Por besar a su novia? —murmuró Marley, tomando un repentino interés en sus uñas.
—¡Ah! —grité y me volví hacia Rach.
—Rach, ¿estás siquiera remotamente interesada en Kitty? —la reté, con las manos en mis caderas mientras echaba vapor en el aire nocturno.
—Kitty es exactamente lo que siempre he querido en una mujer. Ella es mi tipo con T mayúscula —respondió robóticamente, estremeciéndose cuando Quinn la miró con dolor en los ojos.
—Bla, bla, bla, ¿has follado ya con Kitty? —chillé, señalando frenéticamente como tiendo a hacer cuando bebo.
—Está bien, Britt, lo has dejado claro —dijo Santana calmada, tratando de hacer que me volviera a sentar.
—¿Lo ha dejado claro? ¿De qué estás hablando? —preguntó Marley, inclinándose hacia adelante.
—Oh, por favor, ¡ustedes cuatro son ridículas! No me importa lo que todos crean que quieren sobre el papel. ¡En realidad, lo están haciendo todo mal! —respondí, golpeando la superficie del agua para dar énfasis. ¿Por qué ellas no lo entendían?
No sé cuándo me había sacado tanto de quicio, pero en los últimos sesenta segundos más o menos, me había convertido en una ardiente loca.
—¿Estás bromeando? —gritó Rach, poniéndose de pie en el jacuzzi, lo que mantuvo el agua a aproximadamente al mismo nivel.
—¡Rach, vamos! ¡Cualquiera que tenga ojos puede ver la forma en que Quinn y tú se sienten la una por la otra! ¿Por qué demonios estás perdiendo el tiempo con alguien más? —la provoqué.
Santana me hizo volver a su regazo y trató de tranquilizarme.
—Bueno, esto ha ido demasiado lejos —dijo Kitty, empezando a salir de la bañera.
—¡No, no! Kitty, mira a Marley. ¿No puedes ver que ella está totalmente contigo? ¿Por qué diablos son todas tan torpes? ¿En serio? ¿Somos Santana y yo las únicas que podemos verlo claramente aquí? —grité una vez más, trayendo a Santana a la conversación lo quisiera o no.
Kitty miró a Quinn y luego a Santana.
—¡Quinn! —exclamó Kitty.
—Quinn —respondió Santana, haciendo un gesto hacia Marley, que se puso en pie como si fuera a decir algo. Kitty puso su mano sobre su hombro, ella se detuvo y volvió a sentarse. Kitty asintió hacia Quinn.
—¿Quinn? —preguntó ella, y Quinn asintió con la cabeza en respuesta. Kitty respiró hondo y miró a Marley.
—Marley, ¿verdad o reto? —preguntó Kitty.
—No vamos a jugar más… —Traté de gritar, pero Santana escogió ese momento para poner su mano sobre mi boca.
—Todo bien hasta aquí —anunció Santana mientras me acomodaba más firmemente en su regazo con la otra mano en mi cintura. El trueno se presentó, cubriendo la escena con un aire siniestro.
—¿Marley? —preguntó Kitty de nuevo. Ella se encontraba tranquila, y sin mirar en la dirección de Rach y Quinn.
—Desafío —susurró y cerró los ojos.
El alcohol hace que todo sea mucho más dramático.
—Te reto a que me beses —dijo Kitty, y todo lo que se podía oír era al ocasional chapoteo sobre el lago. Los chapoteos en la bañera finalmente cesaron.
Todas vimos como Marley se volvió hacia Kitty y le puso una mano en la parte posterior de su cabeza, tirando de ella, hacia ella. Ella la besó, lenta pero segura, y esto se prolongó durante días. Sonreí en la mano de Santana y ella me dio unas palmaditas en mi estómago, lo que me hizo marearme.
Cuando finalmente se separaron, Marley se reían en la boca de Kitty, y ella respondió con su gigante y boba risita de mujer enamorada.
—Bueno, es un momento extraño —dijo Santana, liberando mi boca.
—Rach, yo… —Marley comenzó, volviéndose hacia Rach y encontrando un jacuzzi vacío.
Rach y Quinn se habían ido. Vislumbré justo el borde de la toalla de Quinn dirigiéndose a la casa de la piscina, con una compañera resbalosamente húmeda del brazo.
—Bueno, entonces, supongo que nos despediremos por esta noche —suspiró Marley, agarrando a Kitty de la mano.
—Buenas noches. —Me reí mientras entraba en la casa con Kitty a cuestas. Se acurrucaron, ya una imagen formándose. Miré hacia la casa de la piscina y no noté ninguna luz que se hubiera encendido todavía. Es probable que no se fuera a encender en un futuro cercano.
—Bueno, eso fue una buena muestra de emparejamiento, a pesar de que tu poca delicada presentación dejó mucho que desear. —Santana se rió entre dientes, dejando que su cabeza descansara contra mi espalda. Todavía me sentaba en su regazo. Su mano había dejado mi boca y ahora iba a la deriva hacia el sur, mientras que la otra mano se mantuvo firmemente en mi cintura.
—Sí, por lo general dejo mucho que desear —observé con ironía, sin querer dejar este lugar exquisito, pero sabiendo que lo necesitaba, y pronto. Santana se encontraba en silencio detrás de mí y empecé a salir de su regazo.
—Tú dejas todo por desear, Britt—dijo en voz baja y me congelé. Hubo silencio por un momento, las dos sin movernos, pero aun moviéndonos la una hacia la otra.
Sin mirar hacia atrás, solté una risita.
—Sabes, realmente nunca entendí esa frase. ¿Eso significa que soy deseable o…?
Sus dedos comenzaron a trazar pequeños círculos sobre mi piel.
—Sabes exactamente lo que quiere decir —dijo en voz baja en mi oído. El aire crujía a nuestro alrededor, por la tensión así como por el clima real. Más círculos pequeños. Al final, fueron los círculos pequeños los que finalmente me quebraron.
Perdí todo el control. Me volví rápidamente, atrapándola con la guardia baja mientras envolvía mis piernas alrededor de su cintura y tiraba la precaución y mi mantra del harén al viento. Hundí mis manos en su largo pelo, disfrutando del tacto de la seda húmeda alrededor de mis dedos mientras la atraía hacia mí.
—¿Por qué me besaste esa noche en la fiesta? —pregunté, mi boca apenas a centímetros de la suya. Una vez que ella se dio cuenta de que yo conducía este autobús, respondió presionando sus caderas contra las mías, acercándonos más de lo que jamás habíamos estado.
—¿Por qué me besaste tú? —preguntó, pasando sus manos arriba y abajo por mi espalda, acomodándose en el espacio donde sus manos abarcaban exactamente mi cintura; los pulgares en frente, con los dedos en la espalda, y me apretó contra ella aún más.
—Porque tenía que hacerlo —le respondí honestamente, recordando cómo había reaccionado instintivamente, besándola cuando yo quería hacer todo lo contrario—¿Por qué me besaste? —le pregunté de nuevo.
—Porque tenía que hacerlo —dijo, la sonrisa regresando. Por suerte no vi la sonrisa por mucho tiempo. Debido a que finalmente había descubierto cuál el secreto.
¿Cómo haces que una linda y sexy Wallbanger latina deje de sonreír? La besas.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
ohhhh!!!! que buenos capítulos...no quisiera esperar para la próxima actualizacion, dudo que sea todo tan facil entre San y Britt asi que espero ver como omiten ese elefante blanco en esa relacion,
atercio********- - Mensajes : 650
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 32
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Excelente *-* Me encanta, Me encanta, Me encanta
Quiero ver que mas pasa con ellas <3 Gracias de verdad
Saludos ;)
Quiero ver que mas pasa con ellas <3 Gracias de verdad
Saludos ;)
LilianaM.* - Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 14/06/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
excelente cap
Wow!! Siempre me quedo con ansias de saber más saludos
Wow!! Siempre me quedo con ansias de saber más saludos
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
holap,...
nuuuuuuuuuuuuuuu,.. yo te mato, por que lo cortas ahi???
bueno por lo menos kitty y marley ya don pareja,.. a ver que pasa con rachel y quinn!!???
nos vemos!!!
nuuuuuuuuuuuuuuu,.. yo te mato, por que lo cortas ahi???
bueno por lo menos kitty y marley ya don pareja,.. a ver que pasa con rachel y quinn!!???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
no veo las cosas tan faciles entre san y britt pero no pierdo mis esperanzas, hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
atercio escribió:ohhhh!!!! que buenos capítulos...no quisiera esperar para la próxima actualizacion, dudo que sea todo tan facil entre San y Britt asi que espero ver como omiten ese elefante blanco en esa relacion,
Hola, mmm lo facil es aburrido no¿? jjajajaja. Saludos =D
LilianaM. escribió:Excelente *-* Me encanta, Me encanta, Me encanta
Quiero ver que mas pasa con ellas <3 Gracias de verdad
Saludos ;)
Hola, jajaaj de nada XD y gracias =D. Saludos =D
Dolomiti escribió: excelente cap
Wow!! Siempre me quedo con ansias de saber más saludos
Hola, ajjajaajajaj aki viene otro cap =D. Saludos
3:) escribió:holap,...
nuuuuuuuuuuuuuuu,.. yo te mato, por que lo cortas ahi???
bueno por lo menos kitty y marley ya don pareja,.. a ver que pasa con rachel y quinn!!???
nos vemos!!!
Hola, jajajajaajjaaj no puedes matarme ¬¬ xq no habrías mas cap y kedarias con la duda para siempre , nopu si rach y quinn tambien no ves que se fueron a la casa de la piscina 1313 y no prendieron la luz =O, esas cuatro mujercitas ya estan cada una con su pareja solo falta san y britt. Saludos =D
micky morales escribió:no veo las cosas tan faciles entre san y britt pero no pierdo mis esperanzas, hasta pronto!
Hola, mm nop faciles nop, pero lo facil es aburrido o no¿?, y las esperanzas son lo ultimo que se pierde =D. Saludos.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana:Wallbanger (Adaptada) Cap13
Capitulo 13
El cielo se abrió, arrojando lluvia helada sobre nosotras, que se mezclaba con el calor que había alrededor y entre nosotras. Miré a Santana por debajo de mí, cálida y húmeda, y no había nada en el mundo que quisiera más que sus gruesos y lindos labios contra los míos. Así que, aunque cada alarma en mi cabeza sonaba en advertencia, me concentré, envolví mis piernas alrededor de su estrecha cintura y la miré directamente a los ojos.
—Mmm, Brittany, ¿qué estás haciendo? —Sonrió, sus firmes manos en mi cintura mientras sus dedos se clavaban en mi piel. Su piel se deslizó contra la mía de una manera que no era correcta en mi cabeza, y podía sentir —en realidad podía sentir— su abdomen contra mi estómago. Era tan fuerte, tan poderosamente delicioso, que mi cerebro comenzó a arder y otros órganos comenzaron a tomar todas mis decisiones.
Creo que O incluso asomó la cabeza por un momento, como una marmota. Dio un rápido vistazo y apareció mucho más cerca de la primavera de lo que había estado en meses.
Lamí mis labios y ella imitó mis acciones. Apenas podía ver a través de la neblina de vapor del jacuzzi y de la lujuria que ahora se gestaba en este caldero químico con cloro.
—No soy para nada buena, eso es seguro. —Suspiré, levantándome un poco. La sensación de mi pecho aplastándose contra sus pechos y su piel era inimaginable.
Cuando me instalé en su regazo otra vez sentí como todo su cuerpo reacciono de una manera y ambas gemimos ante el contacto.
—No eres para nada buena, ¿eh? —dijo con la voz ronca, como jarabe de arce vertiéndose sobre mí.
—Nada buena —le susurré al oído mientras apretaba su boca contra mi cuello—. ¿Quieres ser mala conmigo?
—¿Estás segura de eso? —gimió, apretando las manos contra mi espalda con un abandono delicioso.
—Vamos, Santana, vamos a golpear algunas paredes —le contesté, dejando que mi lengua se escapara de entre mis labios y encontrara la piel justo debajo de su mandíbula. Mis papilas gustativas arañaron su nuca y me dio una idea de lo que se sentiría esa nuca contra de otras zonas suaves de mi cuerpo.
O asomó la cabeza un poco más en ese punto y se fue directo a Cerebro, que a su vez se dirigió directamente a mis manos.
La agarré firmemente por la base de su cuello y la coloqué directamente frente a mí, con los ardientes ojos abiertos hasta convertirse en pequeños hipnotizadores.
Su sonrisa era dura, al igual que sus pezones, debo decir.
Me incliné y chupé el labio inferior entre mis dientes, mordisqueando ligeramente antes de morder y tirar de él más cerca. Ella vino voluntariamente, cediendome el control mientras mis dedos tiraban y empujaban su largo pelo, y mi lengua se introducía en su boca mientras ella gemía en ella. Todo en mi mundo se reducía, ahora, sólo a la sensación de esta mujer, esta mujer maravillosa en mis brazos.
Me posé entre sus piernas y lo besé como si el mundo se fuera a terminar.
No era dulce y vacilante, era pura frustración carnal enriquecida con una incomprensible lujuria que rodó como una pelota gigante de Dios-por-favor-déjame-vivir-en-la-boca-de-esta-mujer-por-el-resto-de-mi-vida. Mi boca se unió a la suya en un baile tan antiguo como las montañas que nos vigilaban; lengua, dientes, y labios chocando y golpeando, cediendo ante la tensión dulce que se construía desde que me presenté en su puerta con la inspiración de mi apodo.
Me sacudí al sentir sus manos bajar para agarrar mi trasero y acercarme todavía más, mis piernas luchando mientras yo jadeaba como una puta en una iglesia.
La Iglesia De Santana... donde me moría de ganas de arrodillarme ante ella.
Tenía los ojos cerrados, mis piernas abiertas y ahora gemía en su boca como una especie de perro rabioso. La idea de que un beso, sólo un beso, me transformara en esta enorme bolsa de lujuria de BrittaneyNecesitaEso era innegable, y sabía que si seguía haciéndome sentir de esta manera la iba a invitar directamente a mi Tahoe. Buena idea.
—Entra en mi Tahoe, Santana —murmuré incoherentemente en su boca.
Hizo una pausa.
—Brittany, ¿entrar en tu qué? Oh, Dios —alcanzó a decir mientras yo nos empujaba hacia un lado del jacuzzi a través del agua, vaciando la mitad de su contenido sobre la cubierta y la otra mitad dando vueltas como si hubiera marea alta.
Ella me presionó contra la pared de enfrente, empujándome contra el banco y volviendo a colocar mis piernas alrededor de su cintura mientras valientemente empujaba mi boca de nuevo en la suya, poco dispuesta a dejarla ir. En un momento dado le di un beso tan fuerte, que tuve que empujarla para que pudiera recobrar el aliento.
—Respira, San, respira. —Me reí, acariciando su cara mientras luchaba delante de mí.
—Tú... eres... una loca —jadeó, sus manos debajo de mis brazos y enroscándose en la parte superior de mis hombros, me mantuvo firmemente contra el costado mientras clavaba los talones en su trasero, empujándola hacia donde la necesitaba exactamente. Cerró los ojos y se mordió el labio inferior, un gruñido animal sonó en su garganta cuando puse en marcha mi segunda oleada de ataque de la Brittany de Abajo.
—Te sientes extraordinariamente bien —gemí cuando comencé a besarla de nuevo, bajando por su boca, sus mejillas, su mandíbula, bajando para chupar y morder su cuello mientras tiraba hacia tras la cabeza permitiendo mi asalto.
Sus manos eran tan suaves, cayendo en mi espalda baja y capturando las cuerdas de mi bikini, aflojando los lados. La idea de mis pechos desnudos contra su piel me volvía loca de lujuria y quité las manos de su pelo para ir detrás de mí cuello y tirar del nudo. Mientras maniobraba, golpeé una de las botellas vacías de Cava, comenzando un efecto dominó al estrellarse contra el suelo. Me reí mientras tiraba hacia atrás, sorprendida por el sonido.
Sus ojos eran de un marrón tan oscuro, llegando a ser negros, llenos de lujuria, pero a medida que se centró en mí, comenzaron a cristalizarse.
Finalmente logré desatar el nudo y pude sentir el remolino de agua a través de mi piel desnuda. Empecé a soltar las cuerdas, cuando Santana las agarró con fuerza entre sus manos. Sacudió la cabeza como para despejarla, luego cerró los ojos con firmeza, cortando nuestra conexión.
—¡Oye, oye, oye!—Le pinché, obligándola a abrir los ojos y a mirarme—¿A dónde vas ahora? —susurré.
Envolvió sus manos, sin soltar los cordones, de vuelta alrededor de mi cuello. Poco a poco comenzó a atar mi traje, y sentí mi rostro de un rubor rojo brillante, toda la sangre de mi cuerpo me traicionaba en ese instante.
—Britt —comenzó, respirando con dificultad, pero me miraba con atención.
—¿Qué está mal? —interrumpí.
Sus manos se posaron sobre mis hombros y parecía estar manteniendo una distancia específica entre nosotras.
—Britt, eres increíble, pero yo... no puedo —empezó.
Ahora la que cerró los ojos fui yo. Las emociones giraban detrás de mis párpados, vergüenza era la principal. Mi corazón cayó en picado. Podía sentir sus ojos sobre mí, deseando que los abriera por mi cuenta.
—No puedes —dije, abriendo los ojos y mirando a cualquier parte menos a ella.
—No, quiero decir, yo... —tartamudeó, claramente incómoda mientras se alejaba de mí.
Empecé a temblar.
—Tú... ¿no puedes? —pregunté, de repente sintiéndome fría, incluso en el agua.
Abrí mis piernas, lo que le permitió el espacio que necesitaba para alejarse.
—No, Brittany, no tú. No como…
—Bueno, ¿no me siento como una idiota? —me las arreglé para decir, reí un poco, me levanté y salí del agua.
—¿Qué? No, no entiendes, yo sólo no puedo… —Comenzó a moverse hacia mí y echó una pierna por encima del borde del jacuzzi. Presioné mi pie en el centro de su pecho para mantenerla alejada.
—Oye, San, lo entiendo. No puedes. Está bien. Vaya, qué noche tan loca, ¿eh?—Me reí de nuevo, moviéndome a un lado y caminado hacia la casa, con ganas de salir antes de que pudiera ver las lágrimas que sabía que venían en camino.
Por supuesto, como trataba de dirigirme a la escalera, me deslicé en un lugar húmedo y caí con un ruido grande. Podía sentir la parte de atrás de mis ojos empezar a arder cuando me levanté lo más rápido que pude, presa del pánico porque iba a llorar antes de que pudiera entrar. Ahora que me movía, podía sentir los efectos de todo el alcohol que había consumido, y el comienzo de un dolor de cabeza muy fuerte.
—¡Britt! ¿Está bien? —exclamó Santana, empezando a salir del jacuzzi.
—Estoy bien. Estoy bien. Solo...—Me levanté, mi garganta comenzando a cerrarse a medida que ahogué un sollozo. Sostuve mi mano detrás de mí, deseando que entendiera que no necesitaba su ayuda—Estoy bien, San.
No podía dar la vuelta y verla. Solo seguí caminando. La música de big band todavía sonaba en el tocadiscos, pero le oí decir mi nombre una vez más.
Haciendo caso omiso de ella, me dirigí hacia la puerta, sintiéndome ridícula en mi bikini pequeñito que claramente no era tan atractivo como pensaba.
Ni siquiera me molesté en coger una toalla. En lugar de eso abrí la puerta de cristal y se oyó cerrarse de golpe detrás de mí, me fui casi corriendo a mi habitación.
Dejé pequeños charcos a lo largo del suelo por el pasillo, tratando de ignorar las risas que venían del cuarto de Marley. Mientras las lágrimas finalmente corrían por mis mejillas, cerré la puerta y me quité el traje de baño. Entré en el baño, encendí la luz, y allí me encontraba, reflejada de nuevo. Pelo mojado cayendo por la espalda desnuda, un moretón ya empezaba a formarse en el muslo por la caída... y los labios hinchados por los besos.
Envolví mi pelo en una toalla y luego me incliné sobre el mostrador, con mi rostro a escasos centímetros del espejo.
—Brittany, querida, acabas de ser rechazada por una mujer que una vez hizo maullar a una mujer durante treinta minutos seguidos. ¿Cómo te sientes?—me preguntó la mujer desnuda en el espejo, haciendo con el pulgar un pequeño micrófono. Hizo un gesto hacia mí, extendiendo el pulgar.
—Bueno, bebí vino suficiente para sostener un pequeño pueblo español, no he tenido un orgasmo en un millar de años y probablemente voy a morir vieja y sola en un apartamento bellamente diseñado con todos los hijos ilegítimos de Lord T. pululando a mí alrededor... ¿Cómo crees que me siento? —le pregunté de nuevo, ofreciendo mi pulgar a la Britt Reflejada.
—Tonta Brittany, castraste a Lord —respondió Brittany Reflejada, negando con la cabeza hacia mí.
—Vete a la mierda, Brittany Reflejada, ya que ni siquiera puedo hacer eso—concluí, poniendo fin a la entrevista y llevando mi culo desnudo de nuevo hasta el dormitorio. Me puse una camiseta, caí en la cama, mi yo borracho agotado por la caminata, la cena, el vino, la música y la mejor sesión de besos apasionados en la que jamás había participado. El pensamiento trajo lágrimas a la superficie de nuevo y me di la vuelta para coger algunos pañuelos, sólo para encontrar una caja vacía, lo que me hizo llorar aún más fuerte.
Estúpida vudú Wallbanger.
¿Podría ser esta noche peor?
Entonces sonó el teléfono.
********************************************************************************
—¿Pancakes, cariño?
—Me encantaría. Gracias, nene.
Jesús.
—¿Todavía hay crema para el café?
—Aquí está tu crema, cariño.
Dulce Jesús.
Escuchar a una nueva pareja, y mucho menos dos nuevas parejas, a veces puede ser vomitivo. Añádele una resaca y esto iba a ser una larga mañana.
Después de hablar con Sam por teléfono la noche anterior, había caído en un profundo sueño, con ayuda, sin duda, por todo el vino que había consumido. Me desperté con una lengua gruesa, un terrible dolor de cabeza, náuseas y un estómago aún más revuelto al saber que tendría que ver a Santana esta mañana y teniendo la rara conversación de nosotras-casi-lo-hicimos-anoche.
Sin embargo, Sam me había hecho sentir mejor. Me había hecho reír y me acordé de lo bien que me cuidó alguna vez. Era un recuerdo agradable y una sensación aún más agradable. Había llamado con la excusa de chequear el color de la pintura, rápidamente supe que era mentira. Luego había admitido que sólo quería hablar conmigo y recién salida del gran rechazo en el jacuzzi, estaba feliz de hablar con alguien que sabía que quería mi atención. Maldita seas, Santana.
Cuando Sam me invitó a cenar el próximo fin de semana, acepté de inmediato.
Tendríamos un gran momento... y ya que mi O había salido de su escondite, también podría disfrutar de una noche en la ciudad.
Ahora, me encontraba sentada en la mesa del desayuno, rodeada de dos nuevas parejas que llenaban la cocina con la satisfacción sexual suficiente para hacerme gritar. Sin embargo, no lo hice. Lo guardé para mí mientras Rach felizmente se posaba en el regazo de Quinn, y Kitty alimentaba a Marley con bolitas de melón como si estuviera en la tierra por esa razón, y solo esa razón.
—¿Cómo fue el resto de la noche, Sra. Brittany? —gorjeó Rach, levantando una ceja con conocimiento. Apreté los dientes de mi tenedor en la mano y le dije que se callara.
—Vaya, gruñona. Alguien debe de haber pasado la noche sola —murmuró Marley a Kitty.
La miró con sorpresa. La ligereza con la que trataban esto empezaba a molestarme.
—Bueno, por supuesto que me pasé la noche sola. Con quién demonios crees que pasé la noche, ¿eh? —le pregunté, tirando de la mesa y volcando mi vaso de jugo de naranja—. Ah, mierda, todos al infierno —murmuré, pisando fuerte hacia el patio, las lágrimas amenazando por segunda vez en menos de doce horas.
Me senté en una de las sillas de jardín de madera con vistas al lago. El fresco de la mañana calmó mi cara caliente y limpié torpemente mis lágrimas cuando escuché los pasos de las chicas que me siguieron.
—No quiero hablar de eso, ¿de acuerdo? —aclaré, cuando ya ocupaban los asientos frente a mí.
—Está bien... pero tienes que darnos algo. Quiero decir, estaba segura de que cuando nos fuimos anoche, quiero decir... tú y San solo… —comenzó Rach y la detuve.
—Santana y yo nada. No hay Santana y yo. ¿Qué, pensaron que sería mejor salir juntas sólo porque ustedes cuatro finalmente entendieron su mierda? De nada por eso, por cierto —le espeté, tirando de mi gorra de béisbol sobre mi cara, ocultando mis continuas lágrimas de mis mejores amigas.
—Britt, pensamos… —comenzó Marley y la interrumpí también.
—¿Pensaste que ya que éramos las únicas que quedábamos por arte de magia acabaríamos siendo una pareja? Cómo en un cuento… tres parejas perfectamente emparejadas, ¿no? Eso nunca sucede. Esto no es una novela romántica.
—Oh, vamos, ustedes dos son la una para la otra. ¿Nos llamaste anoche ciegas? Hola, cacerola. Soy yo, el hervidor de agua —espetó Marley en respuesta.
—Hola, hervidor de agua, tienes unos treinta segundos antes de que esta cacerola te patee el culo. No pasó nada. Nada va a suceder. En caso de que se hayan olvidado, ella tiene un harén, señoras. ¡Un harén! Y no estoy a punto de convertirme en su tercer pedacito. Así que pueden olvidarse de ella, ¿de acuerdo? —grité, levantándome de la silla, dando vuelta hacia la casa y corriendo hacia la derecha junto a una tranquila Santana.
—¡Genial! ¡Tú también estás aquí! ¡Y también las veo a ustedes dos mirando a través de las persianas, idiotas! —grité cuando Kitty y Quinn se apartaron de la ventana.
—Britt, ¿podemos hablar, por favor? —preguntó Santana, agarrándome por los brazos y girándome hacia ella.
—Claro, ¿por qué no? Vamos a hacer la vergüenza total. Como sé que todos se están muriendo por saber, me arrojé sobre esta chica anoche y ella me rechazó. Bueno, el secreto salió a la luz. ¿Podemos por favor dejarlo así?—Me liberé de su agarre y me encaminé hacia el sendero del lago. No oí nada detrás de mí y me di la vuelta para ver a las cinco con los ojos abiertos y, evidentemente, sin saber qué hacer a continuación.
—¡Oye! Vamos, Santana. Sigueme —solté y empezó a seguirme, mirándome con un poco de miedo.
Pisé por el camino y traté de frenar mi respiración. Mi corazón latía con fuerza y no me daban ganas de hablar cuando tenía mal humor. Nada bueno podía salir de ahí. Inhalé y exhalé, contemplé la hermosa mañana a mí alrededor y traté de dejar que mi corazón se aligerara un poco. ¿Necesitaba hacer esto más difícil de lo que ya era? No. Yo tenía el control aquí, anoche no era la excepción. Podría hacer como que lo de anoche nunca sucedió, o ciertamente podría intentarlo.
Respiré de nuevo, sintiendo un poco de tensión salir de mi cuerpo. A pesar de todo lo que pasó disfrutaba de la compañía de Santana y tenía que llegar a pensar en ella como mi amiga. De todas formas pisoteé a lo largo del camino, pero al final me eché hacia atrás en un paso no enfadado.
Me fui detrás de los árboles y no me detuve hasta que llegué al final del muelle. El sol se asomaba después de la tormenta de anoche, lanzando una luz plateada en el agua.
La oí acercarse y detenerse detrás de mí. Tomé una respiración más profunda. Se quedó en silencio.
—No me vas a empujar, ¿verdad? Eso sería un mal movimiento, San—Contuvo una risa y yo sonreí un poco, sin querer, pero no pude evitarlo.
—Britt, ¿puedo explicar lo de anoche? Necesito que sepas que…
—No lo hagas, ¿de acuerdo? ¿No podemos simplemente culpar al vino?—le pregunté, girando a punto de enfrentarme a ella y tratando de ganarle la mano.
Bajó la mirada hacia mí con una extraña expresión en su rostro. Parecía que se había vestido a toda prisa: pelo apenas peinado, pantalones blancos gastados, botas de montaña sin atar, tenía las cuerdas húmedas y fangosas por la caminata en el bosque. Sin embargo, era impresionante, el temprano sol de la mañana iluminaba los planos fuertes de su cara de forma deliciosa.
—Ojalá pudiera, Britt, pero… —empezó de nuevo.
Negué con la cabeza.
—En serio, San, sólo… —empecé a decir, pero me detuve cuando presionó sus dedos contra mi boca.
—Tienes que callarte, ¿de acuerdo? Sigues interrumpiéndome, y veras lo rápido que te arrojo a ese lago —advirtió, había llegado a acostumbrarme al brillo en sus ojos.
Asentí y quitó la mano. Traté de hacer caso omiso de las llamas que lamían mis labios, traídos a la superficie con sólo un pequeño toque.
—Así que, anoche estuvimos muy cerca de cometer un error muy grande —dijo, y cuando vio mi boca comenzando a abrirse, movió su dedo.
Cerré mis labios, imitando tirar la llave al agua. Sonrió tristemente y continuó.
—Obviamente me siento atraída por ti. ¿Cómo no iba a estarlo? Eres increíble. Pero estabas borracha, yo también, y tan grandioso como hubiera sido, habría que… habría cambiado las cosas, ¿sabes? Y simplemente no puedo, Brittany. No me puedo permitir... es que... —Luchó, pasándose las manos por el pelo en un gesto que había llegado a comprender era frustración. Me miró fijamente, deseando que hiciera esto bien, para decirle que estábamos bien.
¿Quería perder a una amiga por esto? De ninguna manera.
—Oye, como te dije, está bien, demasiado vino. Además, sé que tienes tu arreglo, y no puedo... Las cosas se me escaparon anoche —le expliqué, tratando de convencerle.
Abrió la boca para comentar, pero después de un momento, asintió con la cabeza y liberó un gran suspiro.
—¿Todavía amigas? No quiero que esto se vuelva extraño entre nosotras. Me gustas mucho, Britt —preguntó, mirándome como si su mundo estuviera a punto de llegar a su fin.
—Por supuesto, amigas. ¿Qué otra cosa podemos ser? —Tragué con fuerza y me obligué a sonreír. Ella también sonrió y empezamos a caminar de regreso por el sendero. Bueno, eso no fue tan malo. Tal vez esto podría funcionar. Se detuvo para recoger un puñado de arena de la playa y lo puso en una bolsa de plástico.
—¿Botellas?
—Botellas. —Asintió con la cabeza y comenzamos a caminar por el sendero.
—Así que parece que nuestro pequeño plan funcionó —comencé, en busca de conversación.
—¿Con las chicas? Ah, sí, creo que ha funcionado bien. Parece que han encontrado lo que necesitaban.
—Eso es lo único que tratamos de hacer, ¿no? —Me reí mientras cruzábamos el patio hacia la cocina. Cuatro cabezas desaparecieron de la ventana y comenzaron a asumir posiciones de indiferencia en torno a la mesa. Me reí entre dientes.
—Siempre es bueno cuando lo que necesitas y lo que quieres son la misma cosa —dijo Santana, manteniendo la puerta abierta para mí.
—Muchacha, dijiste un trabalenguas. —Una punzada de tristeza me golpeó de nuevo, pero no tenía que forzar una sonrisa una vez que vi lo feliz que eran mis amigas.
—¿Quieres desayunar? Todavía hay algunos bollos de canela, creo —ofreció Santana, acercándose al mostrador.
—Um, no. Creo que me voy a ir a empacar, a juntar mis cosas —le dije, al ver un destello de decepción en su rostro le sonreí con valentía.
Está bien, así que no fue muy bien. Bueno, eso es lo que ocurre cuando dos amigas se besan. Las cosas nunca son lo mismo. Asentí con la cabeza a mis chicas y me dirigí a mi habitación.
****************************************************************
Estimuladas por mi insistencia en volver a la ciudad nos llevó dos horas empacar y decidir quién se va a con quién. No quería estar con Santana, así que me llevé a Rach a un lado y le di instrucciones para que Quinn fuera con nosotras.
Ahora estábamos arreglando todas las bolsas. Con Santana apilando todo en el Range Rover, me estremecí un poco, dándome cuenta demasiado tarde de que había guardado mi chaqueta de lana en el bolso, que ahora se encontraba guardado. Cuando se volvió de nuevo hacia mí, se dio cuenta.
—¿Tienes frio?
—Un poco, pero está bien. Mi bolso está en el fondo y no quiero que tengas que reorganizarlo todo —le contesté, estampando mi pie para mantener el calor.
—¡Oh! Eso me recuerda que tengo algo para ti —exclamó, hurgando en su bolso, que se encontraba en la cima. Me entregó un paquete envuelto en papel color café.
—¿Qué es esto? —le pregunté cuando se sonrojó profundamente. ¿Santana sonrojándose? Rara vez vi eso…
—Pensaste que me había olvidado de esto, ¿verdad?—respondió, su pelo cayendo un poco sobre sus ojos cuando esbozó una sonrisa infantil—Iba a dártelo anoche, pero entonces…
—¡Oye, López! ¡Podría necesitar un poco de ayuda por aquí! —llamó Kitty mientras luchaba para cargar todo el equipaje de Marley. Ayer, ésta habría sido el trabajo de Quinn. Ahora era el de Kitty. Ayer. Cómo había cambiado el mundo en un día.
Se apartó de mí cuando Rach y Quinn se instalaron en el asiento trasero.
Abrí el paquete para encontrar un muy grueso y suave suéter irlandés. Lo saqué del papel, sintiendo el peso y la textura del tejido. Lo apreté contra mi nariz, inhalando el olor de la lana y el inconfundible aroma de Santana que se aferraba a ella. Le sonreí y rápidamente lo deslicé sobre mi camiseta, admirando la forma en que quedaba suelto y bajo, y aun así me envolvió de una manera reconfortante.
Me volví para ver a Santana que me miraba desde arriba del camión de Kitty.
Sonrió mientras me giraba hacia ella.
—Gracias —musité.
—De nada —musitó en respuesta.
Le di a mi suéter una larga y profunda inhalada, esperando que nadie se diera cuenta.
—Mmm, Brittany, ¿qué estás haciendo? —Sonrió, sus firmes manos en mi cintura mientras sus dedos se clavaban en mi piel. Su piel se deslizó contra la mía de una manera que no era correcta en mi cabeza, y podía sentir —en realidad podía sentir— su abdomen contra mi estómago. Era tan fuerte, tan poderosamente delicioso, que mi cerebro comenzó a arder y otros órganos comenzaron a tomar todas mis decisiones.
Creo que O incluso asomó la cabeza por un momento, como una marmota. Dio un rápido vistazo y apareció mucho más cerca de la primavera de lo que había estado en meses.
Lamí mis labios y ella imitó mis acciones. Apenas podía ver a través de la neblina de vapor del jacuzzi y de la lujuria que ahora se gestaba en este caldero químico con cloro.
—No soy para nada buena, eso es seguro. —Suspiré, levantándome un poco. La sensación de mi pecho aplastándose contra sus pechos y su piel era inimaginable.
Cuando me instalé en su regazo otra vez sentí como todo su cuerpo reacciono de una manera y ambas gemimos ante el contacto.
—No eres para nada buena, ¿eh? —dijo con la voz ronca, como jarabe de arce vertiéndose sobre mí.
—Nada buena —le susurré al oído mientras apretaba su boca contra mi cuello—. ¿Quieres ser mala conmigo?
—¿Estás segura de eso? —gimió, apretando las manos contra mi espalda con un abandono delicioso.
—Vamos, Santana, vamos a golpear algunas paredes —le contesté, dejando que mi lengua se escapara de entre mis labios y encontrara la piel justo debajo de su mandíbula. Mis papilas gustativas arañaron su nuca y me dio una idea de lo que se sentiría esa nuca contra de otras zonas suaves de mi cuerpo.
O asomó la cabeza un poco más en ese punto y se fue directo a Cerebro, que a su vez se dirigió directamente a mis manos.
La agarré firmemente por la base de su cuello y la coloqué directamente frente a mí, con los ardientes ojos abiertos hasta convertirse en pequeños hipnotizadores.
Su sonrisa era dura, al igual que sus pezones, debo decir.
Me incliné y chupé el labio inferior entre mis dientes, mordisqueando ligeramente antes de morder y tirar de él más cerca. Ella vino voluntariamente, cediendome el control mientras mis dedos tiraban y empujaban su largo pelo, y mi lengua se introducía en su boca mientras ella gemía en ella. Todo en mi mundo se reducía, ahora, sólo a la sensación de esta mujer, esta mujer maravillosa en mis brazos.
Me posé entre sus piernas y lo besé como si el mundo se fuera a terminar.
No era dulce y vacilante, era pura frustración carnal enriquecida con una incomprensible lujuria que rodó como una pelota gigante de Dios-por-favor-déjame-vivir-en-la-boca-de-esta-mujer-por-el-resto-de-mi-vida. Mi boca se unió a la suya en un baile tan antiguo como las montañas que nos vigilaban; lengua, dientes, y labios chocando y golpeando, cediendo ante la tensión dulce que se construía desde que me presenté en su puerta con la inspiración de mi apodo.
Me sacudí al sentir sus manos bajar para agarrar mi trasero y acercarme todavía más, mis piernas luchando mientras yo jadeaba como una puta en una iglesia.
La Iglesia De Santana... donde me moría de ganas de arrodillarme ante ella.
Tenía los ojos cerrados, mis piernas abiertas y ahora gemía en su boca como una especie de perro rabioso. La idea de que un beso, sólo un beso, me transformara en esta enorme bolsa de lujuria de BrittaneyNecesitaEso era innegable, y sabía que si seguía haciéndome sentir de esta manera la iba a invitar directamente a mi Tahoe. Buena idea.
—Entra en mi Tahoe, Santana —murmuré incoherentemente en su boca.
Hizo una pausa.
—Brittany, ¿entrar en tu qué? Oh, Dios —alcanzó a decir mientras yo nos empujaba hacia un lado del jacuzzi a través del agua, vaciando la mitad de su contenido sobre la cubierta y la otra mitad dando vueltas como si hubiera marea alta.
Ella me presionó contra la pared de enfrente, empujándome contra el banco y volviendo a colocar mis piernas alrededor de su cintura mientras valientemente empujaba mi boca de nuevo en la suya, poco dispuesta a dejarla ir. En un momento dado le di un beso tan fuerte, que tuve que empujarla para que pudiera recobrar el aliento.
—Respira, San, respira. —Me reí, acariciando su cara mientras luchaba delante de mí.
—Tú... eres... una loca —jadeó, sus manos debajo de mis brazos y enroscándose en la parte superior de mis hombros, me mantuvo firmemente contra el costado mientras clavaba los talones en su trasero, empujándola hacia donde la necesitaba exactamente. Cerró los ojos y se mordió el labio inferior, un gruñido animal sonó en su garganta cuando puse en marcha mi segunda oleada de ataque de la Brittany de Abajo.
—Te sientes extraordinariamente bien —gemí cuando comencé a besarla de nuevo, bajando por su boca, sus mejillas, su mandíbula, bajando para chupar y morder su cuello mientras tiraba hacia tras la cabeza permitiendo mi asalto.
Sus manos eran tan suaves, cayendo en mi espalda baja y capturando las cuerdas de mi bikini, aflojando los lados. La idea de mis pechos desnudos contra su piel me volvía loca de lujuria y quité las manos de su pelo para ir detrás de mí cuello y tirar del nudo. Mientras maniobraba, golpeé una de las botellas vacías de Cava, comenzando un efecto dominó al estrellarse contra el suelo. Me reí mientras tiraba hacia atrás, sorprendida por el sonido.
Sus ojos eran de un marrón tan oscuro, llegando a ser negros, llenos de lujuria, pero a medida que se centró en mí, comenzaron a cristalizarse.
Finalmente logré desatar el nudo y pude sentir el remolino de agua a través de mi piel desnuda. Empecé a soltar las cuerdas, cuando Santana las agarró con fuerza entre sus manos. Sacudió la cabeza como para despejarla, luego cerró los ojos con firmeza, cortando nuestra conexión.
—¡Oye, oye, oye!—Le pinché, obligándola a abrir los ojos y a mirarme—¿A dónde vas ahora? —susurré.
Envolvió sus manos, sin soltar los cordones, de vuelta alrededor de mi cuello. Poco a poco comenzó a atar mi traje, y sentí mi rostro de un rubor rojo brillante, toda la sangre de mi cuerpo me traicionaba en ese instante.
—Britt —comenzó, respirando con dificultad, pero me miraba con atención.
—¿Qué está mal? —interrumpí.
Sus manos se posaron sobre mis hombros y parecía estar manteniendo una distancia específica entre nosotras.
—Britt, eres increíble, pero yo... no puedo —empezó.
Ahora la que cerró los ojos fui yo. Las emociones giraban detrás de mis párpados, vergüenza era la principal. Mi corazón cayó en picado. Podía sentir sus ojos sobre mí, deseando que los abriera por mi cuenta.
—No puedes —dije, abriendo los ojos y mirando a cualquier parte menos a ella.
—No, quiero decir, yo... —tartamudeó, claramente incómoda mientras se alejaba de mí.
Empecé a temblar.
—Tú... ¿no puedes? —pregunté, de repente sintiéndome fría, incluso en el agua.
Abrí mis piernas, lo que le permitió el espacio que necesitaba para alejarse.
—No, Brittany, no tú. No como…
—Bueno, ¿no me siento como una idiota? —me las arreglé para decir, reí un poco, me levanté y salí del agua.
—¿Qué? No, no entiendes, yo sólo no puedo… —Comenzó a moverse hacia mí y echó una pierna por encima del borde del jacuzzi. Presioné mi pie en el centro de su pecho para mantenerla alejada.
—Oye, San, lo entiendo. No puedes. Está bien. Vaya, qué noche tan loca, ¿eh?—Me reí de nuevo, moviéndome a un lado y caminado hacia la casa, con ganas de salir antes de que pudiera ver las lágrimas que sabía que venían en camino.
Por supuesto, como trataba de dirigirme a la escalera, me deslicé en un lugar húmedo y caí con un ruido grande. Podía sentir la parte de atrás de mis ojos empezar a arder cuando me levanté lo más rápido que pude, presa del pánico porque iba a llorar antes de que pudiera entrar. Ahora que me movía, podía sentir los efectos de todo el alcohol que había consumido, y el comienzo de un dolor de cabeza muy fuerte.
—¡Britt! ¿Está bien? —exclamó Santana, empezando a salir del jacuzzi.
—Estoy bien. Estoy bien. Solo...—Me levanté, mi garganta comenzando a cerrarse a medida que ahogué un sollozo. Sostuve mi mano detrás de mí, deseando que entendiera que no necesitaba su ayuda—Estoy bien, San.
No podía dar la vuelta y verla. Solo seguí caminando. La música de big band todavía sonaba en el tocadiscos, pero le oí decir mi nombre una vez más.
Haciendo caso omiso de ella, me dirigí hacia la puerta, sintiéndome ridícula en mi bikini pequeñito que claramente no era tan atractivo como pensaba.
Ni siquiera me molesté en coger una toalla. En lugar de eso abrí la puerta de cristal y se oyó cerrarse de golpe detrás de mí, me fui casi corriendo a mi habitación.
Dejé pequeños charcos a lo largo del suelo por el pasillo, tratando de ignorar las risas que venían del cuarto de Marley. Mientras las lágrimas finalmente corrían por mis mejillas, cerré la puerta y me quité el traje de baño. Entré en el baño, encendí la luz, y allí me encontraba, reflejada de nuevo. Pelo mojado cayendo por la espalda desnuda, un moretón ya empezaba a formarse en el muslo por la caída... y los labios hinchados por los besos.
Envolví mi pelo en una toalla y luego me incliné sobre el mostrador, con mi rostro a escasos centímetros del espejo.
—Brittany, querida, acabas de ser rechazada por una mujer que una vez hizo maullar a una mujer durante treinta minutos seguidos. ¿Cómo te sientes?—me preguntó la mujer desnuda en el espejo, haciendo con el pulgar un pequeño micrófono. Hizo un gesto hacia mí, extendiendo el pulgar.
—Bueno, bebí vino suficiente para sostener un pequeño pueblo español, no he tenido un orgasmo en un millar de años y probablemente voy a morir vieja y sola en un apartamento bellamente diseñado con todos los hijos ilegítimos de Lord T. pululando a mí alrededor... ¿Cómo crees que me siento? —le pregunté de nuevo, ofreciendo mi pulgar a la Britt Reflejada.
—Tonta Brittany, castraste a Lord —respondió Brittany Reflejada, negando con la cabeza hacia mí.
—Vete a la mierda, Brittany Reflejada, ya que ni siquiera puedo hacer eso—concluí, poniendo fin a la entrevista y llevando mi culo desnudo de nuevo hasta el dormitorio. Me puse una camiseta, caí en la cama, mi yo borracho agotado por la caminata, la cena, el vino, la música y la mejor sesión de besos apasionados en la que jamás había participado. El pensamiento trajo lágrimas a la superficie de nuevo y me di la vuelta para coger algunos pañuelos, sólo para encontrar una caja vacía, lo que me hizo llorar aún más fuerte.
Estúpida vudú Wallbanger.
¿Podría ser esta noche peor?
Entonces sonó el teléfono.
********************************************************************************
—¿Pancakes, cariño?
—Me encantaría. Gracias, nene.
Jesús.
—¿Todavía hay crema para el café?
—Aquí está tu crema, cariño.
Dulce Jesús.
Escuchar a una nueva pareja, y mucho menos dos nuevas parejas, a veces puede ser vomitivo. Añádele una resaca y esto iba a ser una larga mañana.
Después de hablar con Sam por teléfono la noche anterior, había caído en un profundo sueño, con ayuda, sin duda, por todo el vino que había consumido. Me desperté con una lengua gruesa, un terrible dolor de cabeza, náuseas y un estómago aún más revuelto al saber que tendría que ver a Santana esta mañana y teniendo la rara conversación de nosotras-casi-lo-hicimos-anoche.
Sin embargo, Sam me había hecho sentir mejor. Me había hecho reír y me acordé de lo bien que me cuidó alguna vez. Era un recuerdo agradable y una sensación aún más agradable. Había llamado con la excusa de chequear el color de la pintura, rápidamente supe que era mentira. Luego había admitido que sólo quería hablar conmigo y recién salida del gran rechazo en el jacuzzi, estaba feliz de hablar con alguien que sabía que quería mi atención. Maldita seas, Santana.
Cuando Sam me invitó a cenar el próximo fin de semana, acepté de inmediato.
Tendríamos un gran momento... y ya que mi O había salido de su escondite, también podría disfrutar de una noche en la ciudad.
Ahora, me encontraba sentada en la mesa del desayuno, rodeada de dos nuevas parejas que llenaban la cocina con la satisfacción sexual suficiente para hacerme gritar. Sin embargo, no lo hice. Lo guardé para mí mientras Rach felizmente se posaba en el regazo de Quinn, y Kitty alimentaba a Marley con bolitas de melón como si estuviera en la tierra por esa razón, y solo esa razón.
—¿Cómo fue el resto de la noche, Sra. Brittany? —gorjeó Rach, levantando una ceja con conocimiento. Apreté los dientes de mi tenedor en la mano y le dije que se callara.
—Vaya, gruñona. Alguien debe de haber pasado la noche sola —murmuró Marley a Kitty.
La miró con sorpresa. La ligereza con la que trataban esto empezaba a molestarme.
—Bueno, por supuesto que me pasé la noche sola. Con quién demonios crees que pasé la noche, ¿eh? —le pregunté, tirando de la mesa y volcando mi vaso de jugo de naranja—. Ah, mierda, todos al infierno —murmuré, pisando fuerte hacia el patio, las lágrimas amenazando por segunda vez en menos de doce horas.
Me senté en una de las sillas de jardín de madera con vistas al lago. El fresco de la mañana calmó mi cara caliente y limpié torpemente mis lágrimas cuando escuché los pasos de las chicas que me siguieron.
—No quiero hablar de eso, ¿de acuerdo? —aclaré, cuando ya ocupaban los asientos frente a mí.
—Está bien... pero tienes que darnos algo. Quiero decir, estaba segura de que cuando nos fuimos anoche, quiero decir... tú y San solo… —comenzó Rach y la detuve.
—Santana y yo nada. No hay Santana y yo. ¿Qué, pensaron que sería mejor salir juntas sólo porque ustedes cuatro finalmente entendieron su mierda? De nada por eso, por cierto —le espeté, tirando de mi gorra de béisbol sobre mi cara, ocultando mis continuas lágrimas de mis mejores amigas.
—Britt, pensamos… —comenzó Marley y la interrumpí también.
—¿Pensaste que ya que éramos las únicas que quedábamos por arte de magia acabaríamos siendo una pareja? Cómo en un cuento… tres parejas perfectamente emparejadas, ¿no? Eso nunca sucede. Esto no es una novela romántica.
—Oh, vamos, ustedes dos son la una para la otra. ¿Nos llamaste anoche ciegas? Hola, cacerola. Soy yo, el hervidor de agua —espetó Marley en respuesta.
—Hola, hervidor de agua, tienes unos treinta segundos antes de que esta cacerola te patee el culo. No pasó nada. Nada va a suceder. En caso de que se hayan olvidado, ella tiene un harén, señoras. ¡Un harén! Y no estoy a punto de convertirme en su tercer pedacito. Así que pueden olvidarse de ella, ¿de acuerdo? —grité, levantándome de la silla, dando vuelta hacia la casa y corriendo hacia la derecha junto a una tranquila Santana.
—¡Genial! ¡Tú también estás aquí! ¡Y también las veo a ustedes dos mirando a través de las persianas, idiotas! —grité cuando Kitty y Quinn se apartaron de la ventana.
—Britt, ¿podemos hablar, por favor? —preguntó Santana, agarrándome por los brazos y girándome hacia ella.
—Claro, ¿por qué no? Vamos a hacer la vergüenza total. Como sé que todos se están muriendo por saber, me arrojé sobre esta chica anoche y ella me rechazó. Bueno, el secreto salió a la luz. ¿Podemos por favor dejarlo así?—Me liberé de su agarre y me encaminé hacia el sendero del lago. No oí nada detrás de mí y me di la vuelta para ver a las cinco con los ojos abiertos y, evidentemente, sin saber qué hacer a continuación.
—¡Oye! Vamos, Santana. Sigueme —solté y empezó a seguirme, mirándome con un poco de miedo.
Pisé por el camino y traté de frenar mi respiración. Mi corazón latía con fuerza y no me daban ganas de hablar cuando tenía mal humor. Nada bueno podía salir de ahí. Inhalé y exhalé, contemplé la hermosa mañana a mí alrededor y traté de dejar que mi corazón se aligerara un poco. ¿Necesitaba hacer esto más difícil de lo que ya era? No. Yo tenía el control aquí, anoche no era la excepción. Podría hacer como que lo de anoche nunca sucedió, o ciertamente podría intentarlo.
Respiré de nuevo, sintiendo un poco de tensión salir de mi cuerpo. A pesar de todo lo que pasó disfrutaba de la compañía de Santana y tenía que llegar a pensar en ella como mi amiga. De todas formas pisoteé a lo largo del camino, pero al final me eché hacia atrás en un paso no enfadado.
Me fui detrás de los árboles y no me detuve hasta que llegué al final del muelle. El sol se asomaba después de la tormenta de anoche, lanzando una luz plateada en el agua.
La oí acercarse y detenerse detrás de mí. Tomé una respiración más profunda. Se quedó en silencio.
—No me vas a empujar, ¿verdad? Eso sería un mal movimiento, San—Contuvo una risa y yo sonreí un poco, sin querer, pero no pude evitarlo.
—Britt, ¿puedo explicar lo de anoche? Necesito que sepas que…
—No lo hagas, ¿de acuerdo? ¿No podemos simplemente culpar al vino?—le pregunté, girando a punto de enfrentarme a ella y tratando de ganarle la mano.
Bajó la mirada hacia mí con una extraña expresión en su rostro. Parecía que se había vestido a toda prisa: pelo apenas peinado, pantalones blancos gastados, botas de montaña sin atar, tenía las cuerdas húmedas y fangosas por la caminata en el bosque. Sin embargo, era impresionante, el temprano sol de la mañana iluminaba los planos fuertes de su cara de forma deliciosa.
—Ojalá pudiera, Britt, pero… —empezó de nuevo.
Negué con la cabeza.
—En serio, San, sólo… —empecé a decir, pero me detuve cuando presionó sus dedos contra mi boca.
—Tienes que callarte, ¿de acuerdo? Sigues interrumpiéndome, y veras lo rápido que te arrojo a ese lago —advirtió, había llegado a acostumbrarme al brillo en sus ojos.
Asentí y quitó la mano. Traté de hacer caso omiso de las llamas que lamían mis labios, traídos a la superficie con sólo un pequeño toque.
—Así que, anoche estuvimos muy cerca de cometer un error muy grande —dijo, y cuando vio mi boca comenzando a abrirse, movió su dedo.
Cerré mis labios, imitando tirar la llave al agua. Sonrió tristemente y continuó.
—Obviamente me siento atraída por ti. ¿Cómo no iba a estarlo? Eres increíble. Pero estabas borracha, yo también, y tan grandioso como hubiera sido, habría que… habría cambiado las cosas, ¿sabes? Y simplemente no puedo, Brittany. No me puedo permitir... es que... —Luchó, pasándose las manos por el pelo en un gesto que había llegado a comprender era frustración. Me miró fijamente, deseando que hiciera esto bien, para decirle que estábamos bien.
¿Quería perder a una amiga por esto? De ninguna manera.
—Oye, como te dije, está bien, demasiado vino. Además, sé que tienes tu arreglo, y no puedo... Las cosas se me escaparon anoche —le expliqué, tratando de convencerle.
Abrió la boca para comentar, pero después de un momento, asintió con la cabeza y liberó un gran suspiro.
—¿Todavía amigas? No quiero que esto se vuelva extraño entre nosotras. Me gustas mucho, Britt —preguntó, mirándome como si su mundo estuviera a punto de llegar a su fin.
—Por supuesto, amigas. ¿Qué otra cosa podemos ser? —Tragué con fuerza y me obligué a sonreír. Ella también sonrió y empezamos a caminar de regreso por el sendero. Bueno, eso no fue tan malo. Tal vez esto podría funcionar. Se detuvo para recoger un puñado de arena de la playa y lo puso en una bolsa de plástico.
—¿Botellas?
—Botellas. —Asintió con la cabeza y comenzamos a caminar por el sendero.
—Así que parece que nuestro pequeño plan funcionó —comencé, en busca de conversación.
—¿Con las chicas? Ah, sí, creo que ha funcionado bien. Parece que han encontrado lo que necesitaban.
—Eso es lo único que tratamos de hacer, ¿no? —Me reí mientras cruzábamos el patio hacia la cocina. Cuatro cabezas desaparecieron de la ventana y comenzaron a asumir posiciones de indiferencia en torno a la mesa. Me reí entre dientes.
—Siempre es bueno cuando lo que necesitas y lo que quieres son la misma cosa —dijo Santana, manteniendo la puerta abierta para mí.
—Muchacha, dijiste un trabalenguas. —Una punzada de tristeza me golpeó de nuevo, pero no tenía que forzar una sonrisa una vez que vi lo feliz que eran mis amigas.
—¿Quieres desayunar? Todavía hay algunos bollos de canela, creo —ofreció Santana, acercándose al mostrador.
—Um, no. Creo que me voy a ir a empacar, a juntar mis cosas —le dije, al ver un destello de decepción en su rostro le sonreí con valentía.
Está bien, así que no fue muy bien. Bueno, eso es lo que ocurre cuando dos amigas se besan. Las cosas nunca son lo mismo. Asentí con la cabeza a mis chicas y me dirigí a mi habitación.
****************************************************************
Estimuladas por mi insistencia en volver a la ciudad nos llevó dos horas empacar y decidir quién se va a con quién. No quería estar con Santana, así que me llevé a Rach a un lado y le di instrucciones para que Quinn fuera con nosotras.
Ahora estábamos arreglando todas las bolsas. Con Santana apilando todo en el Range Rover, me estremecí un poco, dándome cuenta demasiado tarde de que había guardado mi chaqueta de lana en el bolso, que ahora se encontraba guardado. Cuando se volvió de nuevo hacia mí, se dio cuenta.
—¿Tienes frio?
—Un poco, pero está bien. Mi bolso está en el fondo y no quiero que tengas que reorganizarlo todo —le contesté, estampando mi pie para mantener el calor.
—¡Oh! Eso me recuerda que tengo algo para ti —exclamó, hurgando en su bolso, que se encontraba en la cima. Me entregó un paquete envuelto en papel color café.
—¿Qué es esto? —le pregunté cuando se sonrojó profundamente. ¿Santana sonrojándose? Rara vez vi eso…
—Pensaste que me había olvidado de esto, ¿verdad?—respondió, su pelo cayendo un poco sobre sus ojos cuando esbozó una sonrisa infantil—Iba a dártelo anoche, pero entonces…
—¡Oye, López! ¡Podría necesitar un poco de ayuda por aquí! —llamó Kitty mientras luchaba para cargar todo el equipaje de Marley. Ayer, ésta habría sido el trabajo de Quinn. Ahora era el de Kitty. Ayer. Cómo había cambiado el mundo en un día.
Se apartó de mí cuando Rach y Quinn se instalaron en el asiento trasero.
Abrí el paquete para encontrar un muy grueso y suave suéter irlandés. Lo saqué del papel, sintiendo el peso y la textura del tejido. Lo apreté contra mi nariz, inhalando el olor de la lana y el inconfundible aroma de Santana que se aferraba a ella. Le sonreí y rápidamente lo deslicé sobre mi camiseta, admirando la forma en que quedaba suelto y bajo, y aun así me envolvió de una manera reconfortante.
Me volví para ver a Santana que me miraba desde arriba del camión de Kitty.
Sonrió mientras me giraba hacia ella.
—Gracias —musité.
—De nada —musitó en respuesta.
Le di a mi suéter una larga y profunda inhalada, esperando que nadie se diera cuenta.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
holap,...
que dire,.. que direee,....
me encantaron las frases de britt en el jacuzzi jajaja mas esto "Vamos, Santana, vamos a golpear algunas paredes" jajajaja
dios por que le dijo que no??? bueno por lo menos asumió que le gusta!!,.. pero creo que todavía no vamos a escuchar la frece competa verdad???
en un día cambia el mundo,.. mejor dicho en un minuto,.. o una palabra nop? jajajaaja por lo menos hubo intercambio de parejas y 4 de 6 están con quien deben,...
nos vemos!!!
que dire,.. que direee,....
me encantaron las frases de britt en el jacuzzi jajaja mas esto "Vamos, Santana, vamos a golpear algunas paredes" jajajaja
dios por que le dijo que no??? bueno por lo menos asumió que le gusta!!,.. pero creo que todavía no vamos a escuchar la frece competa verdad???
en un día cambia el mundo,.. mejor dicho en un minuto,.. o una palabra nop? jajajaaja por lo menos hubo intercambio de parejas y 4 de 6 están con quien deben,...
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
no me puedo creer que wallbanger haya rechazado el golpear una pared y más siendo britt! Me intriga porque San dijo que no. Ya veremos como va la cosa cuando Sam entre en la ecuación jaja celos, drama?? saludines
Dolomiti- - Mensajes : 1406
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
ja ya lo vi todo santana es una imbecil y como britt se siente rechazada y santana no parece darse cuenta, saldra con el labios de mero y se acostara con el y yo dejare de leer hasta que una ballena se trague a sam y se hunda en las profundidades marinas, que decepcion!!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Regresé regresé uff! xD
Iba leyendo en el camión y te juro que casi me da un infarto cuando Santana paró
o sea!! No quiso golpear paredes, mínimo que golpeen la pared de la piscina! Dios...
tan buena que estaba la escena, no puedo ni imaginar como se ha de sentir Britt, bueno
confusa lógicamente, la rechaza San, pero admite que le gusta mmmm... aun así, espero
que con la llegada del boca trucha xD ponga celosa a la morena! Sería tan hagdhjsagjdh *-*
Saludos y espero la actu como siempre! Saludos. By. Nathie ^^
Iba leyendo en el camión y te juro que casi me da un infarto cuando Santana paró
o sea!! No quiso golpear paredes, mínimo que golpeen la pared de la piscina! Dios...
tan buena que estaba la escena, no puedo ni imaginar como se ha de sentir Britt, bueno
confusa lógicamente, la rechaza San, pero admite que le gusta mmmm... aun así, espero
que con la llegada del boca trucha xD ponga celosa a la morena! Sería tan hagdhjsagjdh *-*
Saludos y espero la actu como siempre! Saludos. By. Nathie ^^
Nathie_B4E****** - Mensajes : 315
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Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:holap,...
que dire,.. que direee,....
me encantaron las frases de britt en el jacuzzi jajaja mas esto "Vamos, Santana, vamos a golpear algunas paredes" jajajaja
dios por que le dijo que no??? bueno por lo menos asumió que le gusta!!,.. pero creo que todavía no vamos a escuchar la frece competa verdad???
en un día cambia el mundo,.. mejor dicho en un minuto,.. o una palabra nop? jajajaaja por lo menos hubo intercambio de parejas y 4 de 6 están con quien deben,...
nos vemos!!!
Hola, jajajaaj sip britt y sus frases XD ajajajaj son las mejores jajajajajajajaja... toda la razon solo faltan 2 de 6 mmm pokito porfiadas salieron estas niñitas no¿?. Saludos =D
Dolomiti escribió: no me puedo creer que wallbanger haya rechazado el golpear una pared y más siendo britt! Me intriga porque San dijo que no. Ya veremos como va la cosa cuando Sam entre en la ecuación jaja celos, drama?? saludines
Hola, mmm algun motivo tuvo que tener para el no o no¿?jajaaj... tonto sam ¬¬. Saludos =D
micky morales escribió:ja ya lo vi todo santana es una imbecil y como britt se siente rechazada y santana no parece darse cuenta, saldra con el labios de mero y se acostara con el y yo dejare de leer hasta que una ballena se trague a sam y se hunda en las profundidades marinas, que decepcion!!!!!!!
Hola, jajaajjaajjajaajja espera, alguna razon tiene que tener san o no¿?, es san no la podemos juzgar, bueno sip, pero ahora no sabemos bn su razon.... ojala pasara eso con sam no me simpatiza nada, nada, nada ¬¬.Saludos =D
Nathie_B4E escribió:Regresé regresé uff! xD
Iba leyendo en el camión y te juro que casi me da un infarto cuando Santana paró
o sea!! No quiso golpear paredes, mínimo que golpeen la pared de la piscina! Dios...
tan buena que estaba la escena, no puedo ni imaginar como se ha de sentir Britt, bueno
confusa lógicamente, la rechaza San, pero admite que le gusta mmmm... aun así, espero
que con la llegada del boca trucha xD ponga celosa a la morena! Sería tan hagdhjsagjdh *-*
Saludos y espero la actu como siempre! Saludos. By. Nathie ^^
Hola, que te paso¿?, xq te fuiste asi, como asi ¬¬ jaajajjaja broma, solo espero que leas aunq no puedas comentar =D...ajajajaja para algo que sirva sam no¿? jajajajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana:Wallbanger (Adaptada) Cap14-P1
Capitulo 14 - Parte 1
En el interior de un Range Rover negro de camino de regreso a San Francisco…
Pov Britt
Está bien, puedo hacer esto… Son sólo unas pocas horas hasta la ciudad. Puedo ser la persona más madura aquí. Puedo actuar como si ella no hubiera hecho un alto ante la idea de ver mis tetas anoche… ¿Y qué demonios? ¿Qué mujer y que además le gusten las mujeres, dice que no a las tetas? Quiero decir, son unas tetas geniales. Estaban levantadas, apretadas y mojadas, por el amor de Cristo… ¿Por qué no quiso mis tetas? Brittany, sólo cálmate… sólo sonríele y actúa como si todo estuviera bien. Espera, está mirando hacia mí. ¡Sonríe! Está bien, me devolvió la sonrisa. Estúpida rechazador de tetas… Quiero decir, ¿qué pasa con eso? ¡Y ella se excito!
Pov San
Me está sonriendo… puedo devolverle la sonrisa, ¿verdad? Quiero decir, estamos actuando de forma natural, ¿cierto? Vale, hecho. Espero que pareciera más natural de lo que se sentía. Jesús, quién sabía que un suéter gigante puede verse tan bien en una chica… Pero todo se ve muy bien en Britt —especialmente ese bikini verde. ¿De verdad la rechacé anoche? Dios, hubiera sido tan fácil sólo… Pero entonces no pude. ¡¿Por qué no podía?! Jesús, Santana. Bueno, estábamos borrachas… Corrección, ella se emborrachó. ¿Se habría arrepentido de ello? Podría hacerlo. ¿Podía correr el riesgo? Podría haber sido un poco desastroso… ¿O eran las chicas? No debería hacerles eso a las chicas tampoco. Pero ni siquiera está funcionando realmente bien con ellas estos días, ¿no es así? Eh, no pensé en ellas ni una sola vez este fin de semana… porque no podía dejar de pensar en Brittany. Me está mirando otra vez… ¿De qué demonios vamos a hablar durante todo el camino de vuelta a la ciudad? Quinn ni siquiera está prestando atención. Bastarda. Le dije que tenía que ayudarme… Está ayudándose a sí misma con un puñado de Rach. Casi lamento que Britt y yo trabajáramos tan duro para juntarlas. Umm… Britt y yo… Britt y yo en un jacuzzi donde los bikinis están prohibidos… Jesús, espera un minuto —Sí, ahora estoy excita…
Pov Britt
¿Por qué está retorciéndose de esa manera? Jesús, ¿tiene que hacer pis? Tal vez yo tengo que hacer pis. Quizás sería un buen momento para sugerir hacer una parada para hacer pis… Luego puedo agarrar a Rach y asegurarme de que sabe que la razón por la que están yendo con nosotras no es para que puedan chuparse la cara todo el camino, sino para actuar de interferencia por mí con la Señorita Asustada de las Tetas por allí. Está bien, sólo pídele que se detenga en la siguiente gasolinera. Vaya, realmente tengo que hacer pis, supongo. Espero que esta gasolinera tenga Gardetto‟s.
Pov San
Gracias a Dios ella quería parar. Ahora puedo respirar bien, pero bien profundo sin parecer una estupida… Oh, ¿a quién estoy engañando? Soy una estúpida y pervertida por tan solo acordarme de eso y excitarme. Estoy montada en un coche con una mujer que se encontraba montada a horcajadas sobre mí anoche y sólo el pensamiento hace que me excite. Pervertida, pervertida, pervertida. Espero que la gasolinera tenga Gardetto‟s.
Pov Rach
¡Ooh! ¡Vamos a parar! ¡Espero que esta gasolinera tenga chicle!
Pov Quinn
Oh, ¿vamos a parar ya? No vamos a volver a la ciudad antes del anochecer. Rach quiere que vea su casa, y estoy realmente esperando que eso signifique andar desnudas y permitirme ver…
Pov Britt
Está bien, podrías haber manejado esto un poco mejor. Rach sugiriendo que tú y Santana dividieran una bolsa grande de Gardetto‟s no era la gran cosa. ¿Estoy un poco sensible hoy? Sí, supongo que lo estoy… Pero sé que es un hecho que Santana miraba mi culo mientras me alejaba del coche. ¿Por qué diablos está mirándome el culo ahora? Anoche no quería ni echar un vistazo debajo de mi bikini. ¿Es realmente tan complicada? ¿Por qué demonios está mirándome? Está extendiendo su mano. Quédate quieta, Brittany, quédate quieta… Oh, semillas de sésamo en mi barbilla. Bueno, si no estuvieras mirando mi boca, Srita. Mensajes Enrevesados, ni siquiera te habrías dado cuenta. Nunca conseguirás esta semilla de sésamo ahora, amiga. ¡Maldita sea! ¿Por qué este suéter tiene que oler tan bien? Espero que no se haya dado cuenta de que he estado olisqueando este suéter todo el camino.
Pov San
Está sorbiendo por la nariz continuamente hoy. Espero que no haya cogido un resfriado. Pasamos demasiado tiempo fuera este fin de semana… No me gustaría que cayera con algo. Acaba de sorber por la nariz otra vez. ¿Debería ofrecerle un pañuelo de papel?
Pov Rach
Te atrapé, Brittany. Sé totalmente que olisqueabas el suéter.
Pov Quinn
Me pregunto si Rach tiene algo más que goma de mascar. Dios! Es tan linda que definitivamente quiero estar debajo de ella otra vez muy, muy pronto. Quién sabía que alguien tan pequeño podía ser tan fuerte… y ahora estoy excitada.
Pov Rach
Quinn Fabray… Rachel Berry Fabray… Rachel Fabray… Rachel-Berry-Fabray…
Pov Britt
Vale, Britt, momento de tener esa difícil conversación contigo misma. ¿Por qué exactamente te arrojaste sobre Santana anoche? ¿Fue el vino? ¿Fue la música? ¿El vudú? ¿Fue la combinación de todas esas cosas? Vale, vale, no más mierda. Lo hice porque… porque… Joder, necesito más Gardetto‟s.
Pov San
Es tan bonita. Quiero decir, hay bonita y luego bonita… Qué idiota soy. Que mierda bonita —es hermosa… coño… y huele bien… coño… ¿Por qué algunas chicas solamente huelen mejor? Algunas chicas huelen como a mierda floral, afrutada. Quiero decir, ¿por qué algunas chicas quieren oler como un mango? ¿Por qué debería una chica oler como un mango? Quizás si pienso en la palabra mango lo suficiente no pensaré más sobre coños. Brittany… mango… Brittany… coño… ¡Dios! Y ahora estoy excitada…
Pov Britt
Ela parece como si necesitara mear otra vez… Está bebiendo demasiado café. Ha tomado como seis tazas ya de ese termo. Eso es divertido… Nunca toma una segunda taza en casa. ¿Por qué demonios sé cuántas tazas de café bebe? Asúmelo, Brittany, sabes tanto sobre ella porque… porque…
Pov Quinn
Amiga, ¿vamos a parar de nuevo? Nunca vamos a llegar a casa. Mi chica San está teniendo algunos problemas serios hoy… Probablemente debería ver si quiere tomar una cerveza o algo cuando regresemos —en caso de que quiera aclarar lo que realmente pasó anoche. ¿Debo ofrecerme? Guau, Rach tiene un aspecto estupendo en esos pantalones… Me pregunto si está comprando más chicle.
Pov Rach
¡Deja de olisquear tu suéter, Brittany! En serio, chica. Si pudiera agarrarla a solas… Bueno, Santana parece estar llenó muy apurada hacia el baño de Mujeres. Puedo tenerla a solas para ir por carne seca.
Pov Britt
Ugh… no puedo creer que Rach supiera que olisqueaba el suéter. Me pregunto si Santana se dio cuenta.
Pov San
Ella parece mejor… Ya no está sorbiendo por la nariz.
Pov Rach
Tengo que mandarle un mensaje a Marley. Tiene que saber que la situación Brittany/Santana no está yendo para nada a mejor. ¿Qué demonios vamos a hacer con estas dos? Quiero decir, en serio… A veces la gente no puede ver lo que tiene justo enfrente de ellos. Aawww… Quinn quiere que le rasque la espalda. La adoro… Y maldita sea, sus dedos son tan largos…
Pov Quinn
Mmmmm… otra vez… rasca… otra vez… rasca… Mmmm…
Pov Britt
Está bien, no más negación en tu propia cabeza, Pierce. Y ahora lo digo en serio porque estoy usando mi apellido. Ahora escúchame, Pierce… Jeejeejee… ¡Sueno como una auténtica idiota!
Pov San
Así que… ¿se está riendo? Una broma privada, parece. Así que tal vez está bien con cómo está yendo esto —ups, tomé la bolsa de Gardetto‟s equivocada. ¿Acaba de gruñirme?
Pov Britt
¿Rechaza mis tetas y luego intenta robarme mis Gardetto‟s? Creo que no, amiga. Vale, Pierce, no más risitas. No puedes evitar esto para siempre, ni siquiera en tu propia mente. Aquí están las preguntas sobre la mesa:
1. ¿Por qué te lanzaste sobre Santana anoche? Y no tienes permitido culpar de ello al alcohol ni a la música ni al ambiente de las vacaciones ni a los Nervios ni al Corazón ni a nada.
2. ¿Por qué te rechazó? Si no quería ir ahí, ¿por qué ha estado coqueteando contigo durante semanas, y no sólo del modo vecina? Tiene un harén, por el amor de Dios. No es ninguna puritana. ¡Arg!
3. ¿Ser rechazada por Santana tiene algo que ver con la cita que acordaste con Sam?
4. ¿Cómo demonios vamos a volver a ser sólo amigas cuando conocemos cómo sabe el interior de la boca de la otra? Y su sabor es muy, muy, muy bueno. Está bien, sí. Puedes olisquear el suéter una vez más —sólo no permitas que nadie te vea.
Pov San
Tengo que resolver esta mierda con Brittany. Ella es tan genial, y quiero decir tan genial… ¿Ha habido alguna vez una mujer que poseyera cada una de las cualidades que he estado buscando? Excepto por Natalie Portman, por supuesto. ¿Pero Britt? Tengo que dejar de ver tantos dramas televisivos —Me refiero a que, qué clase de tipa en su sano juicio piensa en frases como: “¿Ha habido alguna vez una mujer que poseyera cada una de las cualidades que he estado buscando?” Espera, ¿He estado buscando a esa mujer? No, no lo he hecho. No tengo tiempo para eso, espacio para eso —y mis chicas no quieren sentar cabeza. Se mantienen alejadas de las cercas blancas. Britt dice que no es una chica de cercas blancas… Katie encontró su cerca blanca y estoy contenta por ella. ¿Cuándo fue la última vez siquiera que hablé con Nadia o Lizzie? Quizás ellas ya no son lo correcto para mí. No las quiero de la manera en que debería querer… podría querer a Britt. Eres una cobarde, López… Jesús, Brittany —es una jodida conservadora… Espera un minuto. ¿Qué demonios? ¿De verdad estás planteándote la idea de una… tragar saliva… relación? ¿Y por qué mierda en verdad pensé en las palabras “tragar saliva”? Eso fue un poco dramático, López. Vamos, piensa en ello… Si recuerdo correctamente, ¡la invitaste a España! No huyas de eso. Amiga, ¿en serio acaba de olisquear el suéter?
Pov Quinn
Mmmmm… a mi chica le gusta la carne seca —¿Podría ser más afortunada? Me rasca la espalda y come carne seca. Tengo que haber muerto e ido a algún lugar como el cielo.
Pov Rach
No puedo creer que ella se comiera toda mi carne seca. Qué memo. Jeejee.
Pov Britt
La pregunta 1 es demasiado difícil. No puedo empezar con esa. Las responderé en orden inverso.
4. No sé si podemos ser amigas, pero en realidad quiero que lo seamos —y no de la forma falsa. Realmente me gusta San, incluso aunque lo que sucedió anoche fue una auténtica mierda, creo que podemos resolver esto… Y me gustaría tener un poco de lo que sea que estoy fumando.
3. ¡POR SUPUESTO QUE ACEPTÉ SALIR CON SAM POR LO QUE SUCEDIÓ CON SANTANA! Es curioso cómo se van sacando a la luz todas las tapas en mi cabeza.
2. Si supiera por qué me rechazó sería un jodido genio. ¿Mal aliento? No. ¿Porque estaba borracha? Posiblemente… pero si fue porque estábamos borrachas ese fue el peor momento para ser una dama en la historia del universo. Ella siguió diciendo “No puedo” y “Esto es un error”. Ahora, error tal vez. Pero podría haber valido la pena… ¿Tal vez sólo le era fiel a su harén? Lo que, de un modo extraño, es bastante dulce. Sé que ella realmente se preocupa por ellas. Maldita sea, ¡es incluso genial, se viene con ellas! Pero sé que “no puedo” no era exacto. “No puedo” implica que quizás no estaba excitada. PERO sentí sus pezonesduros contra mi pecho y mis chicas. Suspiro. Este suéter está haciéndole cosas a mi cabeza. Olfatear…
Pov San
Acaba de olisquear otra vez —¿Por qué sigue haciendo eso? Cuando me lo puse no noté que oliera a nada que no sea lana. Algunas chicas son extrañas… extrañamente maravillosas… Coño… Coño de Brittany… Y… estoy excitada. ¿Por qué demonios estoy fingiendo todavía que no estoy total y completamente loca por esta chica? Y no tiene nada que ver con su coño… y ahora estoy más excitada.
Pov Britt
Deja de intentar evitar la respuesta a esta pregunta. ¡Afróntalo! ¿Por qué te lanzaste sobre Santana, olvidándote de la amistad, el harén, la sequía de O y todas las buenas razones que tenías para mantenerte alejada de ella y su vudú de Wallbanger? Vamos, Brittany. Aspira y dilo. ¿Qué fue lo que dijo cuándo le preguntaste por qué te había besado esa noche que se conocieron? “¡Porque tenía que hacerlo!” Jesús, incluso en mi cabeza suena increíble diciendo eso… Ahí tienes tu respuesta, Britt: porque tenías que hacerlo. Y ahora tienes que descifrar esta mierda. La besé y me besó porque teníamos que hacerlo. Y las decisiones que tomamos eran nuestras y sólo nuestras… ¿Y el hecho de que se detuviera y dijera que no podía? ¿Incluso después de todas las semanas de ridículos coqueteos? ¿Después de invitarme a España? ¡España, joder! ¿Y quiero ir a la jodidamente maravillosa Espa…? Espera, ¿quiero ir a España con ella? España duele. ¡Argh! De cualquier modo, más vale que tenga una maldita buena razón porque joder, soy atractiva —Con O o sin O— soy jodidamente atractiva. Sí, lo eres, Pierce. Es extraña la forma en que vas y vuelves entre la primera y tercera persona durante tus monólogos internos, aunque… Gracias a Dios, ¡el Bay Bridge! Suficiente introspección…
Pov San
Mierda, el Bay Bridge. Estamos casi en casa y no tengo ni idea de cómo va esto con Brittany. Apenas hemos dicho nada en todo el camino —aunque estoy contenta de estar casi en casa. Huelo a carne seca y necesito masturbarme como no creerías…
Pov Rach
¡Vaya! ¡El Bay Bridge! ¡Me pregunto si a Quinn le importará pasar la noche en mi casa!
Quinn
Gracias, joder, el Bay Bridge. Casi estamos en casa. Me pregunto si Rach sabe que voy a pasar la noche en su casa —y pensando en hacerla llamar al trabajo mañana para decir que está enferma. Chica, las cosas que planeo hacerte… Pero nunca voy a comer tanta carne seca otra vez. Este ha sido el viaje por carretera más silencioso jamás visto.
***************************************************************************
Dejamos a la nueva pareja en lo de Rach —nada que ellas particularmente notaran, se hallaban en su propia burbuja— y continuamos a nuestros apartamentos. Aunque en su mayoría habíamos estado perdidas en nuestros pensamientos, la tensión había crecido durante el viaje, y era aún más notable ahora que nos encontrábamos solas en el coche. Santana y yo siempre teníamos cosas de que hablar, pero ahora no teníamos mucho que discutir, estábamos calladas. Yo no quería que las cosas fueran raras, y sabía que tenía que ser la que le asegurara que me encontraba bien. Ella ya había hecho su parte en tener una conversación madura.
Una visión de mí anunciando en la cubierta, a todo volumen, lo que le había hecho pasar a Santana cruzó por mi mente, y mientras mis mejillas definitivamente se calentaron en vergüenza, también tenía una risa mental en lo extraña que debí haberme visto, agitando los brazos, la boca colocada como si pudiera escupir clavos. Y luego ladrándole a una asustada Santana que me siguiera a la playa.
Ella debió haberse preguntado si iba a despedazarla y lanzar su cuerpo al lago.
Mirando sus manos en el volante, las mismas manos que estuvieron en mí en maneras muy pronunciadas anoche, me maravilló su capacidad de detenerse, porque yo sabía que lo que había hecho. O su cuerpo había sido, al menos, si no su cabeza.
La cosa es que, sin embargo, le hice pensar que estaba en eso, al menos hasta que pensó demasiado en ello. La miré una vez más, viendo que íbamos por nuestra calle. Mientras nos detuvimos en la acera, me miró, mordiéndose el mismo labio inferior que en menos de veinticuatro horas atrás yo había tenido la suerte de morder.
Saltó del coche y corrió a mi lado antes que tuviera mi cinturón de seguridad desabrochado.
—Um, yo sólo voy a… agarrar las bolsas—balbuceó, y la estudié cuidadosamente. Pasó su mano izquierda a través de su cabello mientras su mano derecha tamborileaba contra el lado del coche. ¿Se puso nerviosa?—Entonces, sí—balbuceó de nuevo, desapareciendo por la parte trasera.
Sip, nerviosa, tan nerviosa como yo. Estaba inquieta por sacar mi bolso del carro, y nosotras caminamos trabajosamente los tres tramos de escaleras hacia nuestros apartamentos. Seguíamos sin hablar, así que el único sonido era el de nuestras llaves tintineando en las cerraduras. No podía dejar esto así. Tenía que cuadrar con ella. Tomé una respiración profunda, y me giré.
—San, yo…
—Mira, Britt…
Las dos nos reímos un poco.
—Tu turno.
—No, el tuyo —dijo.
—Nop. ¿Que ibas a decir?
—¿Que ibas tú a decir?
—Oye, escúpelo, amiga. Tengo un gatito que rescatar de dos reinas abajo —le enseñé, escuchando a Lord Tubbington llamándome desde el apartamento de abajo.
Santana soltó un bufido y se apoyó contra su puerta.
—Creo que sólo quería decir que realmente lo pasamos bien este fin de semana.
—Hasta anoche, ¿cierto? —Me apoyé contra mi propia puerta, mirándola encogerse mientras sacaba el elefante del jacuzzi.
—Britt —susurró, cerrando sus ojos y dejando caer su cabeza atrás.
Se veía como si estuviera realmente adolorida mientras su cara se retorcía. Tuve piedad, no debería haberlo hecho, pero lo hice.
—Oye, ¿podemos olvidar lo que pasó? —dije—Quiero decir, sé que no podemos, ¿pero podemos fingir que lo olvidamos? Sé que la gente dice cosas y no se ponen raras todo el tiempo. ¿Cómo podemos asegurarnos que las cosas no se pongan raras?
Abrió sus ojos y me miró fijamente.
—Supongo que simplemente no podemos permitirlo. Nos aseguraremos que no se torne raro. ¿Vale?
—Bien —asentí y fui recompensada con la primera sonrisa real mostrando también sus lindos hoyuelos, desde que me quité el saco en Tahoe. Ella recogió su maleta.
—Pon algo bueno esta noche, ¿si? —le pedí mientras entraba.
—Lo tienes —respondió, y cerramos nuestras puertas.
Pero no me colocó la gran banda esa noche.
Y tampoco hablamos de nuevo esa semana.
Pov Britt
Está bien, puedo hacer esto… Son sólo unas pocas horas hasta la ciudad. Puedo ser la persona más madura aquí. Puedo actuar como si ella no hubiera hecho un alto ante la idea de ver mis tetas anoche… ¿Y qué demonios? ¿Qué mujer y que además le gusten las mujeres, dice que no a las tetas? Quiero decir, son unas tetas geniales. Estaban levantadas, apretadas y mojadas, por el amor de Cristo… ¿Por qué no quiso mis tetas? Brittany, sólo cálmate… sólo sonríele y actúa como si todo estuviera bien. Espera, está mirando hacia mí. ¡Sonríe! Está bien, me devolvió la sonrisa. Estúpida rechazador de tetas… Quiero decir, ¿qué pasa con eso? ¡Y ella se excito!
Pov San
Me está sonriendo… puedo devolverle la sonrisa, ¿verdad? Quiero decir, estamos actuando de forma natural, ¿cierto? Vale, hecho. Espero que pareciera más natural de lo que se sentía. Jesús, quién sabía que un suéter gigante puede verse tan bien en una chica… Pero todo se ve muy bien en Britt —especialmente ese bikini verde. ¿De verdad la rechacé anoche? Dios, hubiera sido tan fácil sólo… Pero entonces no pude. ¡¿Por qué no podía?! Jesús, Santana. Bueno, estábamos borrachas… Corrección, ella se emborrachó. ¿Se habría arrepentido de ello? Podría hacerlo. ¿Podía correr el riesgo? Podría haber sido un poco desastroso… ¿O eran las chicas? No debería hacerles eso a las chicas tampoco. Pero ni siquiera está funcionando realmente bien con ellas estos días, ¿no es así? Eh, no pensé en ellas ni una sola vez este fin de semana… porque no podía dejar de pensar en Brittany. Me está mirando otra vez… ¿De qué demonios vamos a hablar durante todo el camino de vuelta a la ciudad? Quinn ni siquiera está prestando atención. Bastarda. Le dije que tenía que ayudarme… Está ayudándose a sí misma con un puñado de Rach. Casi lamento que Britt y yo trabajáramos tan duro para juntarlas. Umm… Britt y yo… Britt y yo en un jacuzzi donde los bikinis están prohibidos… Jesús, espera un minuto —Sí, ahora estoy excita…
Pov Britt
¿Por qué está retorciéndose de esa manera? Jesús, ¿tiene que hacer pis? Tal vez yo tengo que hacer pis. Quizás sería un buen momento para sugerir hacer una parada para hacer pis… Luego puedo agarrar a Rach y asegurarme de que sabe que la razón por la que están yendo con nosotras no es para que puedan chuparse la cara todo el camino, sino para actuar de interferencia por mí con la Señorita Asustada de las Tetas por allí. Está bien, sólo pídele que se detenga en la siguiente gasolinera. Vaya, realmente tengo que hacer pis, supongo. Espero que esta gasolinera tenga Gardetto‟s.
Pov San
Gracias a Dios ella quería parar. Ahora puedo respirar bien, pero bien profundo sin parecer una estupida… Oh, ¿a quién estoy engañando? Soy una estúpida y pervertida por tan solo acordarme de eso y excitarme. Estoy montada en un coche con una mujer que se encontraba montada a horcajadas sobre mí anoche y sólo el pensamiento hace que me excite. Pervertida, pervertida, pervertida. Espero que la gasolinera tenga Gardetto‟s.
Pov Rach
¡Ooh! ¡Vamos a parar! ¡Espero que esta gasolinera tenga chicle!
Pov Quinn
Oh, ¿vamos a parar ya? No vamos a volver a la ciudad antes del anochecer. Rach quiere que vea su casa, y estoy realmente esperando que eso signifique andar desnudas y permitirme ver…
Pov Britt
Está bien, podrías haber manejado esto un poco mejor. Rach sugiriendo que tú y Santana dividieran una bolsa grande de Gardetto‟s no era la gran cosa. ¿Estoy un poco sensible hoy? Sí, supongo que lo estoy… Pero sé que es un hecho que Santana miraba mi culo mientras me alejaba del coche. ¿Por qué diablos está mirándome el culo ahora? Anoche no quería ni echar un vistazo debajo de mi bikini. ¿Es realmente tan complicada? ¿Por qué demonios está mirándome? Está extendiendo su mano. Quédate quieta, Brittany, quédate quieta… Oh, semillas de sésamo en mi barbilla. Bueno, si no estuvieras mirando mi boca, Srita. Mensajes Enrevesados, ni siquiera te habrías dado cuenta. Nunca conseguirás esta semilla de sésamo ahora, amiga. ¡Maldita sea! ¿Por qué este suéter tiene que oler tan bien? Espero que no se haya dado cuenta de que he estado olisqueando este suéter todo el camino.
Pov San
Está sorbiendo por la nariz continuamente hoy. Espero que no haya cogido un resfriado. Pasamos demasiado tiempo fuera este fin de semana… No me gustaría que cayera con algo. Acaba de sorber por la nariz otra vez. ¿Debería ofrecerle un pañuelo de papel?
Pov Rach
Te atrapé, Brittany. Sé totalmente que olisqueabas el suéter.
Pov Quinn
Me pregunto si Rach tiene algo más que goma de mascar. Dios! Es tan linda que definitivamente quiero estar debajo de ella otra vez muy, muy pronto. Quién sabía que alguien tan pequeño podía ser tan fuerte… y ahora estoy excitada.
Pov Rach
Quinn Fabray… Rachel Berry Fabray… Rachel Fabray… Rachel-Berry-Fabray…
Pov Britt
Vale, Britt, momento de tener esa difícil conversación contigo misma. ¿Por qué exactamente te arrojaste sobre Santana anoche? ¿Fue el vino? ¿Fue la música? ¿El vudú? ¿Fue la combinación de todas esas cosas? Vale, vale, no más mierda. Lo hice porque… porque… Joder, necesito más Gardetto‟s.
Pov San
Es tan bonita. Quiero decir, hay bonita y luego bonita… Qué idiota soy. Que mierda bonita —es hermosa… coño… y huele bien… coño… ¿Por qué algunas chicas solamente huelen mejor? Algunas chicas huelen como a mierda floral, afrutada. Quiero decir, ¿por qué algunas chicas quieren oler como un mango? ¿Por qué debería una chica oler como un mango? Quizás si pienso en la palabra mango lo suficiente no pensaré más sobre coños. Brittany… mango… Brittany… coño… ¡Dios! Y ahora estoy excitada…
Pov Britt
Ela parece como si necesitara mear otra vez… Está bebiendo demasiado café. Ha tomado como seis tazas ya de ese termo. Eso es divertido… Nunca toma una segunda taza en casa. ¿Por qué demonios sé cuántas tazas de café bebe? Asúmelo, Brittany, sabes tanto sobre ella porque… porque…
Pov Quinn
Amiga, ¿vamos a parar de nuevo? Nunca vamos a llegar a casa. Mi chica San está teniendo algunos problemas serios hoy… Probablemente debería ver si quiere tomar una cerveza o algo cuando regresemos —en caso de que quiera aclarar lo que realmente pasó anoche. ¿Debo ofrecerme? Guau, Rach tiene un aspecto estupendo en esos pantalones… Me pregunto si está comprando más chicle.
Pov Rach
¡Deja de olisquear tu suéter, Brittany! En serio, chica. Si pudiera agarrarla a solas… Bueno, Santana parece estar llenó muy apurada hacia el baño de Mujeres. Puedo tenerla a solas para ir por carne seca.
Pov Britt
Ugh… no puedo creer que Rach supiera que olisqueaba el suéter. Me pregunto si Santana se dio cuenta.
Pov San
Ella parece mejor… Ya no está sorbiendo por la nariz.
Pov Rach
Tengo que mandarle un mensaje a Marley. Tiene que saber que la situación Brittany/Santana no está yendo para nada a mejor. ¿Qué demonios vamos a hacer con estas dos? Quiero decir, en serio… A veces la gente no puede ver lo que tiene justo enfrente de ellos. Aawww… Quinn quiere que le rasque la espalda. La adoro… Y maldita sea, sus dedos son tan largos…
Pov Quinn
Mmmmm… otra vez… rasca… otra vez… rasca… Mmmm…
Pov Britt
Está bien, no más negación en tu propia cabeza, Pierce. Y ahora lo digo en serio porque estoy usando mi apellido. Ahora escúchame, Pierce… Jeejeejee… ¡Sueno como una auténtica idiota!
Pov San
Así que… ¿se está riendo? Una broma privada, parece. Así que tal vez está bien con cómo está yendo esto —ups, tomé la bolsa de Gardetto‟s equivocada. ¿Acaba de gruñirme?
Pov Britt
¿Rechaza mis tetas y luego intenta robarme mis Gardetto‟s? Creo que no, amiga. Vale, Pierce, no más risitas. No puedes evitar esto para siempre, ni siquiera en tu propia mente. Aquí están las preguntas sobre la mesa:
1. ¿Por qué te lanzaste sobre Santana anoche? Y no tienes permitido culpar de ello al alcohol ni a la música ni al ambiente de las vacaciones ni a los Nervios ni al Corazón ni a nada.
2. ¿Por qué te rechazó? Si no quería ir ahí, ¿por qué ha estado coqueteando contigo durante semanas, y no sólo del modo vecina? Tiene un harén, por el amor de Dios. No es ninguna puritana. ¡Arg!
3. ¿Ser rechazada por Santana tiene algo que ver con la cita que acordaste con Sam?
4. ¿Cómo demonios vamos a volver a ser sólo amigas cuando conocemos cómo sabe el interior de la boca de la otra? Y su sabor es muy, muy, muy bueno. Está bien, sí. Puedes olisquear el suéter una vez más —sólo no permitas que nadie te vea.
Pov San
Tengo que resolver esta mierda con Brittany. Ella es tan genial, y quiero decir tan genial… ¿Ha habido alguna vez una mujer que poseyera cada una de las cualidades que he estado buscando? Excepto por Natalie Portman, por supuesto. ¿Pero Britt? Tengo que dejar de ver tantos dramas televisivos —Me refiero a que, qué clase de tipa en su sano juicio piensa en frases como: “¿Ha habido alguna vez una mujer que poseyera cada una de las cualidades que he estado buscando?” Espera, ¿He estado buscando a esa mujer? No, no lo he hecho. No tengo tiempo para eso, espacio para eso —y mis chicas no quieren sentar cabeza. Se mantienen alejadas de las cercas blancas. Britt dice que no es una chica de cercas blancas… Katie encontró su cerca blanca y estoy contenta por ella. ¿Cuándo fue la última vez siquiera que hablé con Nadia o Lizzie? Quizás ellas ya no son lo correcto para mí. No las quiero de la manera en que debería querer… podría querer a Britt. Eres una cobarde, López… Jesús, Brittany —es una jodida conservadora… Espera un minuto. ¿Qué demonios? ¿De verdad estás planteándote la idea de una… tragar saliva… relación? ¿Y por qué mierda en verdad pensé en las palabras “tragar saliva”? Eso fue un poco dramático, López. Vamos, piensa en ello… Si recuerdo correctamente, ¡la invitaste a España! No huyas de eso. Amiga, ¿en serio acaba de olisquear el suéter?
Pov Quinn
Mmmmm… a mi chica le gusta la carne seca —¿Podría ser más afortunada? Me rasca la espalda y come carne seca. Tengo que haber muerto e ido a algún lugar como el cielo.
Pov Rach
No puedo creer que ella se comiera toda mi carne seca. Qué memo. Jeejee.
Pov Britt
La pregunta 1 es demasiado difícil. No puedo empezar con esa. Las responderé en orden inverso.
4. No sé si podemos ser amigas, pero en realidad quiero que lo seamos —y no de la forma falsa. Realmente me gusta San, incluso aunque lo que sucedió anoche fue una auténtica mierda, creo que podemos resolver esto… Y me gustaría tener un poco de lo que sea que estoy fumando.
3. ¡POR SUPUESTO QUE ACEPTÉ SALIR CON SAM POR LO QUE SUCEDIÓ CON SANTANA! Es curioso cómo se van sacando a la luz todas las tapas en mi cabeza.
2. Si supiera por qué me rechazó sería un jodido genio. ¿Mal aliento? No. ¿Porque estaba borracha? Posiblemente… pero si fue porque estábamos borrachas ese fue el peor momento para ser una dama en la historia del universo. Ella siguió diciendo “No puedo” y “Esto es un error”. Ahora, error tal vez. Pero podría haber valido la pena… ¿Tal vez sólo le era fiel a su harén? Lo que, de un modo extraño, es bastante dulce. Sé que ella realmente se preocupa por ellas. Maldita sea, ¡es incluso genial, se viene con ellas! Pero sé que “no puedo” no era exacto. “No puedo” implica que quizás no estaba excitada. PERO sentí sus pezonesduros contra mi pecho y mis chicas. Suspiro. Este suéter está haciéndole cosas a mi cabeza. Olfatear…
Pov San
Acaba de olisquear otra vez —¿Por qué sigue haciendo eso? Cuando me lo puse no noté que oliera a nada que no sea lana. Algunas chicas son extrañas… extrañamente maravillosas… Coño… Coño de Brittany… Y… estoy excitada. ¿Por qué demonios estoy fingiendo todavía que no estoy total y completamente loca por esta chica? Y no tiene nada que ver con su coño… y ahora estoy más excitada.
Pov Britt
Deja de intentar evitar la respuesta a esta pregunta. ¡Afróntalo! ¿Por qué te lanzaste sobre Santana, olvidándote de la amistad, el harén, la sequía de O y todas las buenas razones que tenías para mantenerte alejada de ella y su vudú de Wallbanger? Vamos, Brittany. Aspira y dilo. ¿Qué fue lo que dijo cuándo le preguntaste por qué te había besado esa noche que se conocieron? “¡Porque tenía que hacerlo!” Jesús, incluso en mi cabeza suena increíble diciendo eso… Ahí tienes tu respuesta, Britt: porque tenías que hacerlo. Y ahora tienes que descifrar esta mierda. La besé y me besó porque teníamos que hacerlo. Y las decisiones que tomamos eran nuestras y sólo nuestras… ¿Y el hecho de que se detuviera y dijera que no podía? ¿Incluso después de todas las semanas de ridículos coqueteos? ¿Después de invitarme a España? ¡España, joder! ¿Y quiero ir a la jodidamente maravillosa Espa…? Espera, ¿quiero ir a España con ella? España duele. ¡Argh! De cualquier modo, más vale que tenga una maldita buena razón porque joder, soy atractiva —Con O o sin O— soy jodidamente atractiva. Sí, lo eres, Pierce. Es extraña la forma en que vas y vuelves entre la primera y tercera persona durante tus monólogos internos, aunque… Gracias a Dios, ¡el Bay Bridge! Suficiente introspección…
Pov San
Mierda, el Bay Bridge. Estamos casi en casa y no tengo ni idea de cómo va esto con Brittany. Apenas hemos dicho nada en todo el camino —aunque estoy contenta de estar casi en casa. Huelo a carne seca y necesito masturbarme como no creerías…
Pov Rach
¡Vaya! ¡El Bay Bridge! ¡Me pregunto si a Quinn le importará pasar la noche en mi casa!
Quinn
Gracias, joder, el Bay Bridge. Casi estamos en casa. Me pregunto si Rach sabe que voy a pasar la noche en su casa —y pensando en hacerla llamar al trabajo mañana para decir que está enferma. Chica, las cosas que planeo hacerte… Pero nunca voy a comer tanta carne seca otra vez. Este ha sido el viaje por carretera más silencioso jamás visto.
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Dejamos a la nueva pareja en lo de Rach —nada que ellas particularmente notaran, se hallaban en su propia burbuja— y continuamos a nuestros apartamentos. Aunque en su mayoría habíamos estado perdidas en nuestros pensamientos, la tensión había crecido durante el viaje, y era aún más notable ahora que nos encontrábamos solas en el coche. Santana y yo siempre teníamos cosas de que hablar, pero ahora no teníamos mucho que discutir, estábamos calladas. Yo no quería que las cosas fueran raras, y sabía que tenía que ser la que le asegurara que me encontraba bien. Ella ya había hecho su parte en tener una conversación madura.
Una visión de mí anunciando en la cubierta, a todo volumen, lo que le había hecho pasar a Santana cruzó por mi mente, y mientras mis mejillas definitivamente se calentaron en vergüenza, también tenía una risa mental en lo extraña que debí haberme visto, agitando los brazos, la boca colocada como si pudiera escupir clavos. Y luego ladrándole a una asustada Santana que me siguiera a la playa.
Ella debió haberse preguntado si iba a despedazarla y lanzar su cuerpo al lago.
Mirando sus manos en el volante, las mismas manos que estuvieron en mí en maneras muy pronunciadas anoche, me maravilló su capacidad de detenerse, porque yo sabía que lo que había hecho. O su cuerpo había sido, al menos, si no su cabeza.
La cosa es que, sin embargo, le hice pensar que estaba en eso, al menos hasta que pensó demasiado en ello. La miré una vez más, viendo que íbamos por nuestra calle. Mientras nos detuvimos en la acera, me miró, mordiéndose el mismo labio inferior que en menos de veinticuatro horas atrás yo había tenido la suerte de morder.
Saltó del coche y corrió a mi lado antes que tuviera mi cinturón de seguridad desabrochado.
—Um, yo sólo voy a… agarrar las bolsas—balbuceó, y la estudié cuidadosamente. Pasó su mano izquierda a través de su cabello mientras su mano derecha tamborileaba contra el lado del coche. ¿Se puso nerviosa?—Entonces, sí—balbuceó de nuevo, desapareciendo por la parte trasera.
Sip, nerviosa, tan nerviosa como yo. Estaba inquieta por sacar mi bolso del carro, y nosotras caminamos trabajosamente los tres tramos de escaleras hacia nuestros apartamentos. Seguíamos sin hablar, así que el único sonido era el de nuestras llaves tintineando en las cerraduras. No podía dejar esto así. Tenía que cuadrar con ella. Tomé una respiración profunda, y me giré.
—San, yo…
—Mira, Britt…
Las dos nos reímos un poco.
—Tu turno.
—No, el tuyo —dijo.
—Nop. ¿Que ibas a decir?
—¿Que ibas tú a decir?
—Oye, escúpelo, amiga. Tengo un gatito que rescatar de dos reinas abajo —le enseñé, escuchando a Lord Tubbington llamándome desde el apartamento de abajo.
Santana soltó un bufido y se apoyó contra su puerta.
—Creo que sólo quería decir que realmente lo pasamos bien este fin de semana.
—Hasta anoche, ¿cierto? —Me apoyé contra mi propia puerta, mirándola encogerse mientras sacaba el elefante del jacuzzi.
—Britt —susurró, cerrando sus ojos y dejando caer su cabeza atrás.
Se veía como si estuviera realmente adolorida mientras su cara se retorcía. Tuve piedad, no debería haberlo hecho, pero lo hice.
—Oye, ¿podemos olvidar lo que pasó? —dije—Quiero decir, sé que no podemos, ¿pero podemos fingir que lo olvidamos? Sé que la gente dice cosas y no se ponen raras todo el tiempo. ¿Cómo podemos asegurarnos que las cosas no se pongan raras?
Abrió sus ojos y me miró fijamente.
—Supongo que simplemente no podemos permitirlo. Nos aseguraremos que no se torne raro. ¿Vale?
—Bien —asentí y fui recompensada con la primera sonrisa real mostrando también sus lindos hoyuelos, desde que me quité el saco en Tahoe. Ella recogió su maleta.
—Pon algo bueno esta noche, ¿si? —le pedí mientras entraba.
—Lo tienes —respondió, y cerramos nuestras puertas.
Pero no me colocó la gran banda esa noche.
Y tampoco hablamos de nuevo esa semana.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana:Wallbanger (Adaptada) Cap14-P2
Capitulo 14 - Parte 2
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—¿Quién orinó en tu chile?
Levanté la vista de mi escritorio para ver a Emma, tranquila como siempre con su informal y elegante moño, pantalón negro, y abrigo cruzado de cachemir color frambuesa. ¿Cómo supe que era de cachemir desde el otro lado de la habitación? Porque era Emma.
Seleccioné uno de los cinco lápices actualmente atrapados en mi retorcido moño y devolví mi atención al desorden que había en mi escritorio. Era Miércoles, y esta semana volaba y arrasaba al mismo tiempo. Ni una palabra de Santana. Ni un mensaje de Santana. Ni canciones de Santana.
Pero yo tampoco la contacté.
Me consumí finalizando los últimos detalles de la casa de los Nicholson, ordenando costosas chucherías para el apartamento de Sam, y comenzando los bocetos para un proyecto de diseño comercial que había anticipado para el próximo mes. Se veía como un caos, pero a veces era la única manera que podía terminar el trabajo. Había días que necesitaba todo limpio y ordenado, y días cuando necesito el desorden en mi escritorio para reflejar el desorden en mi cabeza. Este era uno de esos días.
—¿Qué pasa, Emma? —ladré, golpeando mi taza de lápices de colores mientras tomaba mi café.
—¿Cuánto café ha tenido usted hoy, Señorita Brittany? —se rió, tomando el asiento frente a mí y pasándome los lápices que había regado en el suelo.
—Es difícil de decir… ¿cuantas tazas hay en una olla y media? —respondí, juntado algunos papeles para hacer un espacio para su taza de té. La mujer caminaba tomando té en una taza de porcelana china, pero funcionaba para ella.
—Guau, ¿supondré que no estás viendo algún cliente hoy? —preguntó, inclinándose sobre el escritorio y casualmente removiendo mi taza de café. Le siseé, y sabiamente la puso de nuevo.
—Nop, no hay clientes —respondí, empujando los nuevos bocetos en carpetas coordinadas por color y rellenándolas en sus cajones correspondientes.
—Bien, hermana, ¿qué pasa?
—¿Qué quieres decir? Estoy trabajando, que es lo que me pagan por hacer, ¿recuerdas? —espeté, agarrando un anillo de muestras de tela y golpeando mi jarrón de flores. Yo había elegido púrpura oscuro, tulipanes casi negros para esta semana, y ahora se hallaban por todo el suelo. Suspiré profundamente y me obligué a ir más lento. Mis manos temblaban de la cafeína que corría por mi sistema, y mientras me sentaba y examinaba el estado de las cosas en mi oficina sentí dos gruesas lágrimas formándose en mis ojos.
—Maldita sea —murmuré y cubrí mi rostro con mis manos. Me senté por un minuto, escuchando el tic-tac del reloj en la pared, y esperé a que Emma dijera algo. Cuando no lo hizo, le eché un vistazo a través de mis manos. Se encontraba de pie en la puerta con mi chaqueta y bolso en sus manos.
—¿Me estás echando? —susurré mientras las lágrimas caían por mi rostro. Agitó su brazo haciéndome señas hacia la puerta. De mala gana me levanté, puso mi suéter alrededor de mis hombros y me dio mi bolso.
—Vamos, querida. Me comprarás el almuerzo. —Guiñó un ojo y me llevó por el pasillo.
*******************************************************************************
Veinte minutos después, me había resguardado en una adornada cabina roja parcialmente oculta detrás de dos cortinas doradas. Me había traído a su restaurante favorito en Chinatown, me ordenó té de manzanilla, y esperó en silencio para que explicara mi casi colapso nervioso. En realidad, no estaba totalmente en silencio, habíamos ordenado la provocativa sopa de arroz.
—Así que, debiste tener un magnifico fin de semana en Tahoe, ¿eh? —finalmente preguntó
Me reí en mi tensión.
—Se podría decir eso.
—¿Qué pasó?
—Bien, Marley y Kitty finalmente se juntaron y…
—Espera un minuto, ¿Marley y Kitty? ¿Pensé que Marley estaba con Quinn?
—Sí, así es, pero a decir verdad siempre debió estar con Kitty, así que todo salió bien al final.
—Pobre Rach y Quinn. Eso debió haber sido extraño para ellas.
—¡Ja! Oh sí, pobre Rach y Quinn. Lo hicieron en la casa de la piscina, por el amor de Dios —resoplé.
Los ojos de Emma se abrieron como platos.
—En la casa de la piscina… guau —exhaló, y asentí.
Ardíamos.
—Así que, San fue a Tahoe, ¿cierto? —preguntó unos minutos después, mirando a todas partes menos a mí. Hice una pequeña sonrisa a su sigilo imaginado. Emma era muchas, pero muchas cosas, pero sutil no era una ellas.
—Sip, San estuvo allí.
—¿Y cómo estuvo eso?
—Fue genial, y luego no lo fue, y ahora es raro —admití, dejando a un lado la sopa para tomar el té. Era relajante y descafeinado, en lo cual Emma había insistido.
—Entonces, ¿ninguna casa de la piscina para ustedes dos? —preguntó, todavía mirando a su alrededor del restaurante como si no me estuviera preguntando nada importante.
—No, Emma, ninguna casa de la piscina. Estuvimos en el jacuzzi, pero no lo hicimos en la casa de la piscina —lo dije enfáticamente, y luego derramé mis entrañas y le conté la ridícula historia entera.
Escuchó, hizo Mmmm, gimió, y se indignó en las partes correctas.
Para cuando terminé, había lágrimas de nuevo, lo cual realmente molestaba.
—Y todo esto apesta, no debería hacerlo, pero ella es el que se detuvo, y realmente no creo que quisiera hacerlo —resoplé, limpiándome furiosamente las lágrimas con la servilleta.
—¿Entonces por qué crees que lo hizo?
—¿Es hetero? —ofrecí, y sonreí. Tomé una respiración profunda y tomé el control.
Emma me miró pensativamente y entonces finalmente se inclinó.
—Te das cuenta que somos dos mujeres inteligentes que no actúan muy inteligentemente en este momento —dijo.
—¿Eh?
—Tenemos más experiencia como para tratar de descubrir que está tramando la mujer. Lo superarás cuando tengas que hacerlo. ¿Y tus lágrimas? Esas son lágrimas de tensión, lágrimas de frustración, nada más. Sin embargo, te diré una cosa.
—¿Qué?
—En tanto que he conocido a Santana, nunca la he escuchado invitando a alguien a una sesión de fotos con ella, nunca. Quiero decir, ¿te invitó a España? Ese es una Santana muy diferente.
—Bueno, quien sabe si aún estoy invitada—suspiré dramáticamente.
—Siguen siendo amigas, ¿cierto?—preguntó, levantándome una ceja—¿Por qué no sólo le preguntas? —Cuando no respondí ella añadió—Ponla en tu pipa y chúpatela.
—Creo que es fúmatela, Emma. Ponlo en tu pipa y fúmatela.
—Ah, fúmatela, chúpatela, lo que sea. Cómete tu galleta de la fortuna, cariño—Sonrió, empujando la galleta a través de la mesa. La quebré para abrirla y removí la fortuna.
—¿Que dice la tuya? —pregunté.
—Despide a todos los empleados que tienen más de un lápiz en su cabello—declaró seriamente. Nos reímos juntas, y pude sentir algo de la tensión finalmente dejando mi cuerpo.
—¿Que dice la tuya? —preguntó.
La abrí, leí las palabras, y rodé los ojos.
—Estúpida galleta de la fortuna —suspiré, y se la entregué.
La leyó y sus ojos se abrieron de nuevo.
—Oh, mujer, ¡no sabes dónde te has metido! Ven, vámonos de vuelta al trabajo.
Se rió, tirando mi mano y llevándome del restaurante. Me devolvió la galleta de nuevo, y empecé a tirarla, pero entonces la metí en mi bolso:
Sea consciente de las paredes que construye y lo que podría estar al otro lado
Confucio, mátame.
********************************************************************
Mensajes entre Sam y Britt:
Hola.
Hola a ti.
¿Todavía sigue en pie la noche del viernes?
Sip, estoy dentro. ¿Dónde vamos a cenar?
Hay un estupendo restaurante vietnamita nuevo que he estado queriendo probar.
¿Has olvidado que no soy muy dada a la comida vietnamita?
Vamos, tú sabes que es mi favorita. ¡Puedes pedir sopa!
Bien, vietnamita será. Encontraré algo.
Por cierto, tus últimos muebles los deberían entregar el lunes. Estaré allí para recibirlos y ubicarlos.
¿Cuánto tiempo más hasta que el proyecto esté terminado?
A excepción de unas pocas piezas en el dormitorio, debería estar todo terminado el próximo fin de semana.
Antes de la fecha límite, podría añadir…
Muy bien. ¿También estarás para terminar las cosas en el dormitorio?
Basta, Samuel
Odio cuando me llamas Samuel.
Lo sé, Samuel. Nos vemos el viernes por la noche.
*****************************************************************************
El día me dejó exhausta. Literalmente no me quedaba nada. Tenía planes para ir a yoga, realmente los tenía, pero mientras caía la tarde todo lo que quería era irme a casa. Quería a Lord Tubbington, y no podía seguir fingiendo que no quería a Santana también. ¿Quizás se encontraba en casa? Mientras subía las escaleras podía oír la televisión de Santana a través de la puerta. Giraba mi llave en la cerradura cuando pensé en mi galleta de la fortuna. Podría golpear su puerta, ¿verdad? Podría decir hola, ¿verdad? Mientras debatía, escuché su teléfono sonar, seguido por su voz a través de la puerta.
—¿Nadia? Hola, ¿como estás? —dijo, y eso aclaró mi mente. Ella tenía su harén, y yo no podía entrar en algo así. Si quería a Santana, quería todo de Santana.
Me prometí a mí misma no dar más vueltas. Sentí las lágrimas picando en mis ojos por milésima vez ese día, entré para encontrar a Lord Tubbington que me esperaba, y le sonreí a través de mis lágrimas. Lo recogí, abrazándolo mientras me cuenta sobre su día en lenguaje gatuno. Fui su intérprete, y parece que el día de Lord Tubbington consistió en un aperitivo, una siesta, unos treinta minutos de aseo, otro bocadillo, otra siesta, y luego observó al vecindario por el resto de la tarde y noche. Sobras de comida para llevar con Ina y Jeffrey en el sofá, una ducha rápida, y me acosté temprano. Simplemente no podía permitir que el día de hoy durara más tiempo.
Con Lord Tubbington acurrucado entre mis piernas, me fui a dormir, otra vez sin música desde el otro lado de la pared.
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La noche siguiente me paré frente al espejo, probándome diferentes zapatos para mi cita/no cita/por supuesto que era una cita con Sam. Casi lo había llamado dos veces para cancelar, pero al final, lo superé y me vestí. A veces una chica sólo necesita arreglarse, y esta noche iba vestida para matar: una blusa negra ajustada, falda estrecha color rojo, tacones altos.
Había estado en conflicto acerca de este evento, lo que fuera que era, durante toda la semana. Pero quería ir. ¿Usaba un poco a Sam? Tal vez. Pero había tenido un buen rato con él, y quizás no sería lo peor del mundo poder empezar de nuevo.
—Brittany Pierce, eres una rompecorazones —susurré para mí misma en el espejo. En realidad, solté una carcajada. Lord Tubbington se avergonzó por los dos y escondió su nariz detrás de su pata. Todavía reía cuando escuché que llamaban a la puerta. Me metí en mis tacones y me dirigí hacia la puerta, Lord Tubbington detrás mío.
Respiré hondo, y abrí.
—Hola, Sam…
—Britt, te ves genial —murmuró, entrando y abrazándome. Mientras sus brazos me rodeaban, lo supe inmediatamente. Esto era una cita. Olía picante.
No sé por qué las chicas siempre dicen que los hombres huelen picante, pero algunos lo hacen. Y es algo bueno, cálido y picante. Pero no como popurrí…
Le devolví el abrazo, disfrutando la manera en que mi cuerpo todavía encajaba con el suyo. Siempre fuimos buenos en los abrazos.
—¿Lista para irnos?
—Sip, déjame tomar mi bolso. —Me arrodillé para dale a Lord Tubbington un beso rápido. Levantó su cola furiosamente en dirección a Sam y no me dejó besarlo.
—¿Cuál es tu problema? —le pregunté a Lord Tubbington, quien se dio vuelta y me mostró su extremo posterior.
—Sabe, Sr. Tubbington, eso está empezando a convertirse en un hábito muy grosero —le advertí mientras tomaba mi bolso de la mesa. Le saqué la lengua a Lord Tubbington, tomé a Sam, y cerré la puerta tras nosotros.
—Bien, ¿entonces cena? —pregunté mientras salíamos.
—Sip, cena —respondió, parándose muy cerca de mí. Nos miramos el uno al otro, por sólo unos segundos en realidad, pero se sintió como mucho más tiempo.
Dio un paso más cerca, y atrapando mi respiración. Por supuesto, justo entonces Santana decidió abrir su puerta.
—¡Hola, Britt! Estaba a punto de… oh, hola. Sam, ¿verdad?—Su sonrisa se desvaneció ligeramente cuando vio a mi cita para cenar. Cita, cita, cita.
—Samanta, ¿verdad? —dijo Sam, ofreciendo su mano.
—Santana, en realidad—Levantó sus manos cargadas con bolsas de basura, declinando el apretón de manos—Después de ti—Asintió hacia las escaleras, y los tres empezamos a bajar juntos.
—Así que, ¿dónde irán ustedes dos esta noche?—preguntó Santana mientras caminábamos delante de ella.
Pude sentir sus ojos en mi nuca, y mientras pisaba el rellano miré hacia atrás.
Tenía una sonrisa falsa estampada en su rostro, y su voz era más fría de lo que nunca la había oído.
—Britt y yo saldremos a cenar —respondió Sam.
Sonreí sobre mi hombro.
—Sí, iremos a un hermoso restaurante vietnamita—susurré, fingiendo estar muy emocionada.
—A ti no te gusta la comida vietnamita —dijo, frunciendo el ceño.
Eso me hizo sonreír.
—Voy a probar la sopa —respondí.
Sam trabó su mirada con la de Santana mientras sostenía la puerta para mí. La soltó justo cuando Santana llegó con sus manos llenas de bolsas de basura, pero la agarré justo a tiempo.
—Bueno, ten una buena noche —le dije mientras Sam me conducía a su coche con una mano en la parte baja de mi espalda.
—Buenas noches —respondió Santana, con los labios apretados. Podía decir que estaba irritada.
Bien.
Sam me ayudó a entrar en el auto, y nos fuimos.
***********************************************************************************
La cena estuvo bien. Ordené arroz frito de la parte de cocina fusión del menú, y cuando llegó, por un momento todo en lo que podía pensar era en comer fideos en una casa flotante en el centro del Ha Long Bay con Santana.
Pero como dije, la cena estuvo bien, la conversación estuvo bien, el hombre con el que me encontraba, bien. Él estaba bien —hombre apuesto con un gran futuro por delante, sus propias aventuras a tener, montañas que conquistar. Y esta noche, yo era la montaña. Y un poco quería dejarlo escalar.
Me acompañó hasta mi puerta, incluso cuando podría haberlo detenido de acompañarme hasta arriba. Mientras buscaba mis llaves, pude escuchar el teléfono de Santana mientras ella respondía.
—¿Nadia? Hola. Sí, lista cuando tú lo estés —se rió.
Mi corazón se encogió. Bien. Me giré para darle las buenas noches a Sam, devastadoramente apuesto y justo ahí. Justo ahí frente a mí. O se había ido por un largo tiempo, él y Sam habían sido cercanos antes. ¿Podría? ¿Lo haría?
Lo averiguaría pronto. Lo invité a entrar.
Mientras sacaba una botella de vino del refrigerador, lo vi escanear la habitación, hacer un balance de todo: el sistema de sonido Bose, la silla Eames junto al escritorio. Incluso chequeó mi cristal mientras le entregaba su copa. Me dio las gracias, sus ojos ardían en los míos cuando nuestros dedos se rozaban.
La naturaleza tomó el control. Las manos conocían, la piel reconocía, los labios saborearon y se volvieron familiares. Era nuevo y viejo al mismo tiempo, y estaría mintiendo si dijera que no se sentía bien. Su camisa se salió. Mi falda se cayó, pateé los tacones, y nuestros brazos se envolvieron y engancharon. Eventual e inevitablemente, nos dirigimos a la habitación.
Reboté ligeramente en la cama, mirando a través de ojos borrosos cuando se arrodillaba en el suelo frente a mí.
—Te extrañé.
—Lo sé. —Lo atraje sobre mí. Todo iba bien, todo era como debía ser, y mientras mecánicamente enganchaba mis piernas alrededor de sus caderas, la hebilla de su cinturón se sintió fría contra mi muslo, miró profundamente en mis ojos y sonrió.
—Estoy tan contento que necesitara un decorador.
Y así de repente, bien no era suficiente.
—No, Sam —suspiré, empujando sus hombros.
—¿Qué, bebé?
Odiaba cuando me llamaba bebé.
—No, no, sólo no. Levántate —suspiré de nuevo mientras seguía besando mi cuello. Las lágrimas brotaron de mis ojos mientras me daba cuenta que lo que solía hacerme sentir algo, ahora no me hacía sentir nada en absoluto.
—Estás bromeando, ¿verdad? —gimió en mi oído, y lo empujé otra vez.
—Dije que te levantes, Sam —dije, un poco más fuerte esta vez.
Entendió el mensaje. No significaba que estuviera contento de escucharlo. Se levantó mientras alisaba mi camisa, la cual seguía mayormente abotonada todavía.
—Tienes que irte —me las arreglé para decir, lágrimas comenzando a caer por mis mejillas.
—Brittany, qué dem…
—Sólo vete, ¿de acuerdo? ¡Sólo vete! —grité. No era justo para él, pero tenía que ser justa conmigo misma. No podía volver atrás, no ahora.
Puse mis manos sobre mi cara y lo oí suspirar, luego se alejó pisando fuerte, dando un portazo. No podía culparlo. Debe tener dolor por las bolas azules. Estaba triste, enojada, un poco borracha, y odiaba a mi O. Mis ojos se posaron en uno de mis zapatos Ven Jodeme en el suelo, y lo tiré tan fuerte como pude hacia la sala de estar.
—¡Ooof! —Escuché una voz profunda, y no era Sam Evans. Era la mujer que sí quería en mi cama, y con la que más me enojé en estos momentos.
Sosteniendo el zapato como una especie de Príncipe Encantador de madrugada para mi Cenicienta zorra sin-O, Santana apareció en mi puerta, descalza, con un top y unos pantalones de pijama. La vista de sus perfectos abdominales resaltados me causó pasar de cabreada a E.N.O.J.A.D.A.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? —pregunté, secándome lágrimas de enojo de mi cara. Iba a verme llorar.
—Um, te escuché con Sam… Bueno, te escuché a ti, y luego te escuché gritar, y quería asegurarme que te encontrabas bien —tartamudeó.
—No estás aquí para rescatarme, ¿verdad? —Mordí de nuevo, haciendo comillas en el aire con la palabra rescatarme.
Retrocedió mientras me arrastraba fuera de la cama, parecía asustada de mi explosión inminente. Incluso yo sabía que esto iba a ser feo.
—¿Por qué todo tienes pensar que necesito ser rescatada? ¿Acaso no soy capaz de rescatarme yo misma? ¿Por qué necesito ser rescatada? No te necesito para rescatarme, y ciertamente no necesito una golpeadora de paredes, ¡follando a Purina y escuchando mi pared como una maldita psicópata y que vengas aquí para rescatarme! ¿Entiende eso, señorita?
La señalaba y agitaba los brazos como si alguien me los fuera a quitar. Ella tenía todo el derecho de verse asustada.
—Quiero decir, ¿qué diablos te pasa? ¡Ahora tengo un hombre que me quiere de vuelta, y una mujer que no quiere tener nada que ver conmigo! Un hombre que quiere ser mi novio, pero ni siquiera puede recordar que soy una diseñadora de interiores. ¡Diseñadora! ¡No una maldita decoradora!
Me puse como loca. En ese punto ya despotricaba, así de simple. Acechaba en círculos alrededor de Santana, gritando mientras ella trataba de seguirme, finalmente sólo se quedó quieta y me miraba con ojos enormes.
—Quiero decir, no deberías obligar a alguien a comer comida vietnamita si no le gusta, ¿deberías? No debería comerla, ¿debería Santana?
—No, Britt, no creo que deberías… —empezó.
—No, por supuesto que no debería, ¡entonces pedí arroz frito! ¡Arroz frito, Santana! No voy a comer comida vietnamita nunca más otra vez, ¡no por Sam, no por ti, no por nadie! ¿Entiendes eso?
—Bueno, Britt, creo que…
—Y para tu información—continué—¡no necesitaba que me rescaten esta noche! Cuido de mí misma. Él se fue. Y sé que piensas que Sam en una especie de psicópata, pero no lo es—dije, empezando a perder el impulso. Mi labio inferior tembló de nuevo, y luché contra él, pero finalmente lo dejé salir—No es un mal tipo. Sólo… sólo… sólo no es el hombre correcto para mí—suspiré, hundiéndome en el piso frente a mi cama y sosteniendo la cabeza entre mis manos.
Lloré por un momento, mientras Santana permaneció congelada sobre mí.
Finalmente levanté mi mirada hacia ella.
—¿Hola? ¡Chica llorando aquí abajo! —escupí.
Se tragó una sonrisa y se sentó frente a mí. Me sacó del suelo y me puso entre sus brazos. Y lo permití totalmente. Me sentó en su regazo y me abrazó mientras lloraba en su pecho. Era cálido y gentil, aunque tenía experiencia —oh, cuánta experiencia— me acurruqué y la dejé confortarme. Sus manos recorrían mi espalda mientras yo lloraba, sus dedos haciendo pequeños círculos en mis omóplatos mientras respiraba su aroma. Pasó tanto tiempo desde que me sostuvo alguien, sólo me sostuvo, una mujer que, entre los pequeños círculos y el perfume de su suavizante de ropa, hacía que perdiera el sentido.
Finalmente, mi llanto comenzó a calmarse mientras me sostenía más cerca, con las piernas cruzadas en mi piso.
—¿Por qué no me pusiste música esta semana? —sollocé.
—Mi reproductor se rompió. Tengo que enviarlo a reparar.
—Oh, pensé que quizás… Bueno, sólo lo extrañé —dije tímidamente.
Alisó mi pelo hacia atrás y puso su mano bajo mi barbilla, forzándome levantar la mirada.
—Yo te extrañé a ti —sonrió suavemente.
—Yo también —suspiré, y sus lindos, lindos ojos empezaron a brillar.
Oh, no. No su vudú.
— ¿Cómo se encuentra Purina? ¿Bien? Apuesto que también te extrañó —susurré y vi su expresión cambiar.
—¿Por qué sigues mencionando a Nadia?
—Te escuché al teléfono con ella más temprano. Sonaba como que ustedes dos hacían planes.
—Sí, nos encontramos por unos tragos.
—Por favor. ¿Esperas que me crea que no vino aquí? —pregunté, notando que seguía en su regazo.
—Pregúntale a tu gato. ¿Se puso como loco esta noche? —Santana apuntó a Lord Tubbington, quien había vuelto y ahora nos observaba desde detrás del sofá.
—No, en realidad no lo hizo.
—Eso es porque ella no vino aquí. Nos encontramos por unos tragos para despedirnos—Santana me miró con cautela.
Mi corazón comenzó a latir tan fuerte que no había manera que ella no pudiera oírlo. ¿Por qué tenía Corazón que estar tan metido en esto?
—¿Despedirse?
—Sip, va a regresar a Moscú para terminar su carrera allí.
Corazón desaceleró un poco.
—Oh, entonces se despidieron porque se iba, no por alguna otra razón. Tonta de mí. —Me levanté de su regazo pero ella me sujetó más cerca. Luché.
—Se está yendo, sí, pero eso no es porque nos dijimos adiós. Yo…
Continué retorciéndome.
—Guau, ¡sólo queda Risitas! Y entonces sólo hay una. Supongo que técnicamente una no hace un harén, ¿así que asumirá toda la carga por las demás o necesitarás entrevistar algunas otras mujeres? ¿Cómo funciona eso exactamente? —espeté.
—En realidad, voy a tener una conversación con Lizzie pronto también. Creo que vamos a ser sólo amigas de ahora en adelante—dijo, mirándome de cerca—Lo que solía funcionar para mí ya no funciona.
Todo se detuvo. ¿Qué?
—¿Ya no funciona para ti? —suspiré, no atreviéndome a creerlo.
—Aja —respondió, su nariz enterrándose en mi piel justo debajo de mi oreja y respirando profundo.
¿Se dará cuenta si lamo su hombro? ¿Sólo una pequeña probadita?
—¿Brittany?
—¿Sí, Santana?
—Lo siento por no haber puesto música para ti esta semana. Siento que yo… bueno, sólo digamos que lo siento por muchas cosas.
—Bien —suspiré.
—¿Puedo preguntarte algo?
—No, no tengo ningún pan de calabacín —susurré, y su risa hizo eco en la habitación. Me reí con ella, a expensas de mí misma. Había echado de menos reírme con Santana.
—Ven a España conmigo —susurró.
—Espera, ¿qué?—pregunté de nuevo, mi voz temblorosa. ¿Qué, qué, qué?—¿Hablas en serio?
—Hablo muy en serio.
Tuve que recordarme que tenía que respirar. Ya embriagada por el vudú y el suavizante de ropa, sacudí mi cabeza para despejarme. ¿Quería ir a España conmigo?
Agradecía que pareciera enfocad en el espacio detrás de mí oreja, porque dudaba que siguiera interesada si viera como mis ojos se habían cruzado ahora.
Necesitaba un momento. Me alejé, finalmente parándome.
—Voy a lavar mi cara. No vayas a ningún lado —instruí.
—Dulce Britt, no voy a irme a ninguna parte —dijo, con su sonrisa sexy de regreso y claro es tus hoyuelos.
Me obligué a alejarme. Cada paso que daba, cada golpe de mis tacos en la madera era como un canto en mi cabeza: España. España. España. Una vez en el baño, me tiré un poco de agua en la cara, la mayoría entrando en mi boca porque no podía parar de sonreír. Nuevo conteo del harén: dos menos, ¿falta una? Había tiempos para ser cautelosa, y había tiempos cuando tenías que tener coraje y tomar riesgos. Necesitaba algo de agallas. Pensé en lo que Emma me dijo hoy temprano, y fui con mi impulso. Me armé de valor, tomé mis figurativas bolas, y salí de nuevo.
—Bueno, es tarde, San. Hora de que te vayas. —La tomé de la mano, la arrastré, y la guie hacia la puerta.
—Um, ¿de verdad? ¿Quieres que me vaya? ¿No quieres que, no sé… hablemos un poco mas? —preguntó—. Quería decirte como…
Continué jalándola.
—Nop. No más charla por hoy. Estoy cansada.—Abrí la puerta y la conduje al rellano. Empezó a decir algo más, y levanté dos dedos—Necesito decir dos cosas, ¿está bien? Dos cosas.
Asintió con la cabeza.
—Primero, heriste mis sentimientos en Tahoe —empecé, y trató de interrumpirme—. Cállate, Santana. No quiero discutirlo de nuevo. Pero sólo entérate que me heriste. No lo hagas de nuevo —terminé. No pude detener mi sonrisa cuando vi su reacción.
Su mirada cayó al piso, su cuerpo entero compungido.
—Brittany, realmente lo siento por todo eso. Tienes que saber que sólo quería que…
—Disculpas aceptadas. —Sonreí de nuevo y comencé a cerrar mi puerta.
Su cabeza se levantó inmediatamente.
—Espera, espera. ¿Qué era la segunda cosa? —gritó, inclinándose hacia mi puerta. Me acerqué a ella, dejando mi cuerpo a centímetros del suyo. Pude sentir el calor de su piel a través del pequeño espacio entre nosotras, y cerré mis ojos para protegerme del ataque de emociones. Respiré profundo y abrí mis ojos para ver los sensuales ojos marrones que me miraban.
—Iré contigo a España —dije. Y con un guiño, cerré mi puerta en su cara de asombro.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
holap,...
ne divirtieron de cierta forma los pensamientos de cada una jajajaja,....
bueno britt hizo el intento de estar con alguien mas pero,.. todo no se puede!!
dios san y su no frece completa,... y britt tampoco no ayuda mucho con todo,...!!!
a ver como va España!!!!!
nos vemos!!!
ne divirtieron de cierta forma los pensamientos de cada una jajajaja,....
bueno britt hizo el intento de estar con alguien mas pero,.. todo no se puede!!
dios san y su no frece completa,... y britt tampoco no ayuda mucho con todo,...!!!
a ver como va España!!!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Dios! será que España será donde britt se reencuentre con O tal parece que britt se la pondrá un poco difícil a San verdad? muero por leer el siguiente capítulo
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
bueno Espña es la oportunidad asi que no te tardes!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Ohhhh lo siento por no comentar!! Awww esta increíble! !! España España yeihhh... no tardes esta tan aidjxnkzoaoqq *.*
lauravm98******* - Mensajes : 489
Fecha de inscripción : 04/06/2014
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Yeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeei *-*
Me encanta, Me encanta, Me encanta. Gracias :3
Me encanta, Me encanta, Me encanta. Gracias :3
LilianaM.* - Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 14/06/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:holap,...
ne divirtieron de cierta forma los pensamientos de cada una jajajaja,....
bueno britt hizo el intento de estar con alguien mas pero,.. todo no se puede!!
dios san y su no frece completa,... y britt tampoco no ayuda mucho con todo,...!!!
a ver como va España!!!!!
nos vemos!!!
Hola, jaajajajaj son tan especiales cada una XD ajajajja, España, España 1313. Saludos =D
Dolomiti escribió: Dios! será que España será donde britt se reencuentre con O tal parece que britt se la pondrá un poco difícil a San verdad? muero por leer el siguiente capítulo
Hola, ajjajajajaja 1313 España podria ser para todo =D... o no¿? =/jajajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:bueno Espña es la oportunidad asi que no te tardes!
Hola, es la oportunidad! =D... o no¿? =/ jajajaaj. Saludos =D.
lauravm98 escribió:Ohhhh lo siento por no comentar!! Awww esta increíble! !! España España yeihhh... no tardes esta tan aidjxnkzoaoqq *.*
Hola, jajaaj no te preocupes, mientras si puedas leer todo bien =D. Salduos
LilianaM. escribió:Yeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeei *-*
Me encanta, Me encanta, Me encanta. Gracias :3
Hola, jajajajaajajajaj, es tan buen libro! jajajaajajaj.
pd: oie adivina, pensé bn lo del maratón y adivina....Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana:Wallbanger (Adaptada) Cap15
Capitulo 15
—Huevos fritos, tocino y tostadas con mermelada de frambuesa.
—Harina de avena con pasas, grosella, canela y azúcar morena a un lado de las salchichas.
—Waffles belga, una taza de frutas, tocino y salchichas —dijo Marley, completando nuestra orden y levantándonos una ceja a Rach y a mí.
—¿Qué? Tengo hambre.
—Es bueno ver qué pides un desayuno real para variar. ¿Debes haber estado desarrollando el apetito con la Srita Wilde la última noche, eh? —bromeé, guiñándole un ojo a Rach sobre mi jugo de naranja.
Las tres nos juntamos para desayunar el Sábado, algo que no habíamos hecho desde Tahoe. Habían estado muy ocupadas adaptándose a la nueva convivencia con sus recientemente cambiadas novias, lo que me dejaba fuera la mayor parte del tiempo.
Cuando salían con las tipas equivocadas, siempre eran más felices de tenerme cerca—entre más seamos, mejor— decían. Eso ayudaba cuando no había química real. ¿Pero ahora? Rach y Marley están definitivamente con las chicas correctas y disfrutando cada segundo de ello.
Inicialmente, yo había estado un poco preocupada de que las travesuras no aptas para menores hicieran las cosas incomodas, pero las chicas me han hecho sentir orgullosa.
Se lo tomaron con calma, y ya que ambas terminaron con su nueva mejor mitad, todas mis preocupaciones se fueron por el caño.
Nos reíamos mientras nos poníamos al día de los chismes, esperando hasta que la comida llegara para hablar con la verdad, como si fuera un protocolo.
—Bien, ¿quién va primero? ¿Quién tiene noticias? —comenzó Rach, y nos metimos a nuestro ritual. Marley dejó de pelear con los waffles, indicando que comenzaría la primera ronda.
—Kitty tiene que ir a LA para una conferencia de periodistas deportivos en televisión, y me pidió ir con ella —ofreció. Rach y yo asentimos.
—Quinn está pensando en dejarme reorganizar su oficina en casa. Deberías verla, su sistema de archivos me hizo dar urticaria —reportó Rach, encogiéndose.
—Natalie Nicholson me remitió dos nuevos clientes, Nob Hill, muy elegante, te lo agradezco mucho —añadí, sirviéndome más café mientras ellas me felicitaban
Masticamos.
—Kitty habla en sus sueños. Es la cosa más linda. Dice en voz alta los resultados del futbol.
—Quinn me dejó pintar sus uñas de los pies la otra noche.
—Le dije a Santana que iría a España con ella.
Aquí está la cosa acerca de escupir ante la sorpresa. En las películas, resulta gracioso. En la vida real, resulta simplemente asqueroso.
—Espera un minuto, espera un maldito minuto… ¿qué? —farfulló Marley, el jugo todavía chorreando por su barbilla.
—Brittany, ¿le dijiste, qué? —corrigió Rach, aun ahogándose mientras le hacía señas con la mano al camarero por más servilletas.
—Le dije que iría a España con ella. No es la gran cosa. —Sonreí. Era una gran cosa en realidad.
—No puedo creer que hayas tenido el descaro de sentarte ahí y hablar de mierda al azar toda la mañana y no decirnos esto. ¿Cuándo ocurrió? —preguntó Marley, apoyándose sobre sus codos.
—La noche que salí en una cita con Sam—sonreí.
—Está bien, eso es todo. No más jodas, suéltalo. —Rach se volvió hacia mí con un cuchillo de mantequilla y el ceño fruncido.
—¿Qué diablos, Brittany? No puedo creer que te hayas guardado todo esto de nosotras. ¿Cuándo saliste con Sam? Y no te atrevas a dejar nada afuera. ¡Dinos todo ahora o dejaré que Rach se encargue de ti! —advirtió Marley.
Rach nuevamente hizo un gesto amenazante con el cuchillo, en una muy amenazante West Side Story manera, déjame decirte. Me imaginé que una pelea ahora con ella involucraría golpes y huidas rápidas.
Sin embargo, tomé una profunda respiración y lo solté. Todo. Por qué salí con Sam, los sentimientos que se han estado filtrando con Santana, cómo Sam me
llamó una decoradora, cómo lo eché a patadas. Escucharon con atención, sólo interrumpiendo ocasionalmente cuando necesitaban aclaraciones.
—Estoy orgullosa de ti —dijo Marley cuando había terminado. Rach asintió de acuerdo.
—¿Por qué?
—Britt, hubo un tiempo en el que si Sam te decía salta, tú jodidamente hubieses saltado. Supongo que nos preocupó que si él volvía a tu vida de nuevo te hiciera ser nuevamente esa chica —explicó Marley.
—Sé que estaban preocupadas. Las dos son dulces, y nadie va a cuidar tan bien de mí como ustedes, a pesar de que se preocupan como viejas gallinas en un gallinero. —Sonreí a mis feroces damas.
—Así que, enviaste a Sam Evans a empacar y luego ¿qué pasó? —preguntó Marley, y terminé lo último de la historia: La entrada de Santana, su disculpa, la desaparición de Purina, su invitación…
—Entonces sólo tuviste una epifanía en el baño, ¿sólo así? ¿Ir a España con San? —preguntó finalmente Rach.
—Sep. Realmente no lo pensé mucho. Sólo… no puedo explicarlo… Simplemente sé que debo ir a ese viaje. Quiero decir, siempre he querido ir a España, y sé que ella será una buena guía turística, y vamos, ¿cuán divertido será? ¡Nos divertiremos juntas!
—No inventes —dijo Marley simplemente.
—¿Empezamos otra vez?
—Lo llamo sandeces, Brittany. Vas a ir porque quieres que algo ocurra ahí con ella. No lo niegues. —Me miró severamente.
—No niego nada —bromeé, haciéndole señas al camarero por nuestra cuenta
—No más harén, ¿eh? —preguntó Rach.
—Eso parece. No soy tonta. Conozco a las mujeres como ella, no cambian de la noche a la mañana, pero, ¿si Risitas está fuera del camino antes de España? Bueno, entonces, Santana ha hecho un avance ¿no es así? —Sonreí con descaro, moviendo las cejas a mis chicas.
—Por eso, Brittany Pierce, creo que vas a seducir a esta Mujer —dijo Marley, y Rach aplaudió con alegría.
—¡San va a traer de vuelta a O! —Aplaudió Rach, atrayendo más que un poco de atención.
—Oh, cállate. Ya veremos. Si, y este es una gran “si”, señoras. Si permito que algo pase entre Santana y yo, será en mis términos. Lo que incluiría nada de harén, nada de bebidas y nada de jacuzzis.
—No lo sé, Britt. ¿Nada de bebidas? Creo que sería un crimen estar en España y no darse el gusto de una pequeña sangría —manifestó Rach.
—Bueno, puedo disfrutarla un poco —reflexioné. Imágenes de Santana y yo bebiendo sangría mientras miramos el amanecer Español. Umm…
******************************************************************************
Mensajes de texto entre San y Britt:
Así que, ¿eres el tipo de chica que usa grandes sombreros en la playa?
¿Perdón?
Tú sabes, ¿esos locamente grandes sombreros de playa? ¿Tienes uno?
Da la casualidad de que sí. ¿Es una de tus preocupaciones?
Preocupación, no. Sólo estoy intentando tener una imagen visual de ti en la playa de España…
¿Cómo cuadra eso contigo?
Muy cool.
¿Cool? ¿Acabas de decir cool?
Lo escribí, en realidad. ¿Tienes algo contra “cool”?
Esto explica tus discos viejos…
¡OYE!
Los disfruto. Sabes, sobre…
Sí, sobre…
¿Realmente vamos a ir juntas a España?
Sep.
¿Estás en casa? No vi el Rover esta mañana.
¿Vigilándome?
Tal vez… ¿dónde estás, San?
Sesión de fotos en LA, regreso en unos días.
¿Puedo verte cuando llegues?
Veremos…
Reproduciré los discos para ti.
Cool.
************************************************************************
—Entonces, ya que las cosas se encuentran terminadas en el proyecto Nicholson, estaba pensando…. Ya que tengo un salto en el proyecto comercial que voy a empezar luego, y anteriormente mencionaste que podía tomarme un tiempo libre antes de ponernos las pilas para la temporada de vacaciones, bueno, tal vez podría…
—Suéltalo, Britt. ¿Estás intentando preguntarme si puedes ir a España con San? —demandó Emma, no haciendo un gran esfuerzo para esconder su sonrisa.
—Quizá. —Hice una mueca, dejando caer mi frente en el escritorio.
—Eres una mujer adulta capaz de tomar sus propias decisiones. Sabes, que creo que es un buen tiempo para tomarse unas vacaciones, así que ¿por qué tendría que decirte si deberías escaparte con San o no?
—Emma, para aclarar, no me voy a escapar con Santana. Lo haces sonar como una relación ilícita.
—Correcto, correcto, son sólo dos personas jóvenes que van a disfrutar un poco de la cultura de España. ¿Cómo podría olvidarlo? —Arrastró las palabras, la insinuación por toda su cara, así como un poco de satisfacción. Disfrutaba mis muecas.
—Bien, bien, así que, ¿puedo ir? —pregunté, sabiendo que nunca oiría el final de eso, pero por si acaso.
—Por supuesto que puedes. Pero, ¿puedo sólo decir una cosa? —preguntó, sus cejas alzándose.
—Tanto como puedo detenerte —me quejé.
—No podrías, en realidad. Todo lo que pido es que la pases bien, juegues duro, pero que tengas cuidado con ella, ¿de acuerdo? —preguntó, su rostro asumiendo una seriedad que pocas veces he visto.
—¿Cuidado con ella? ¿Qué tiene? ¿Siete años? —reí, callándome cuando vi que no bromeaba.
—Brittany, este viaje cambiará las cosas. Tienes que saberlo. Y te amo demasiado. No quiero que salgas herida, no importa lo que ocurra mientras están allí —dijo en voz baja. Empecé a hacer una broma, pero me detuve. Sabía lo que pedía.
—Emma, no sé muy bien que está pasando entre Santana y tú, y no tengo idea de qué ocurrirá en España. Pero puedo decirte, estoy muy emocionada por este viaje. Y tengo la sensación de que ella también —agregué.
—Oh, mi querida, ella definitivamente está emocionada. Sólo… oh, no importa. Ambas son adultas. Vuélvanse locas la una por la otra en España.
—Primero me dices que sea cuidadosa, ¿y ahora me dices que me vuelva loca? —me quejé.
Se inclinó sobre el escritorio para acariciar mi mano afectuosamente. Luego tomó una profunda bocanada y cambió el estado de humor de la sala por completo.
—Ahora bien, ponme al día sobre Sam Evans. ¿Qué queda por hacer?
Sonreí y abrí mi agenda al final de la semana, cuando terminaría con Todo- el-Asunto-de-Sam-Evans.
*******************************************************************
Unas noches más tarde me encontraba sentada en mi cómodo sofá con el Sr. Tubbington y Brefoot Contessa cuando escuché algo en el pasillo.
Lord Tubbington y yo nos miramos, y él saltó de mi regazo para investigar. Sabía que Santana no estaría en casa por otro día más o menos basada en sus mensajes —y el hecho de que he estado contado los días— así que seguí a Lord Tubbington a mi antiguo puesto: La Mirilla.
Mientras me asomaba por el pasillo, hubo un destello de cabello rubio rojizo en la puerta de Santana. ¿Quién la visitaba? ¿Me equivocaba en mirar? ¿Qué era ese paquete que tenía? La mujer a la que le pertenecía el cabello golpeó una vez, luego otra, y entonces antes de que lo sospechara, se giró y se fijó directamente en mi puerta, curiosamente mirando hacia mi mirilla. No acostumbrada a que alguien mirara hacia mi departamento, me quedé helada, sin pestañear mientras ella evaluaba mi puerta.
Cruzó la corta distancia y golpeó audiblemente la puerta. Sorprendida, salté un poco hacia atrás, tropezando con mi paraguas y haciéndole saber que había alguien, de hecho, en la casa. Giré la cara a un lado y grité:
—¡Ya voy! —Luego procedí a caminar sobre el lugar mientras pretendía dirigirme a la puerta. Lord Tubbington me miró con interés, sacudiendo su cabeza y asegurándome que yo no era tan inteligente como pensaba.
Hice un gran ruido al chasquear el cerrojo, y la puerta se abrió.
Nos evaluamos la una a la otra instantáneamente, de la forma en que una mujer lo hace. Era alta y hermosa en una forma fría y aristocrática. Llevaba un traje negro, de corte conservador y abotonado hasta el cuello. Su cabello rubio-rojizo estaba trenzado y recogido, aunque un solitario mechón se había soltado y ahora colgaba en su rostro. Lo empujó hacia atrás de su oreja. Sus labios rojo cerezas se fruncieron mientras terminaba de mirarme y me ofreció una pequeña sonrisa.
—Brittany, ¿cierto? —preguntó, un fuerte acento británico tal como su actitud. Ya sabía que no me tenía que preocupar por esta mujer.
—Sí, ¿puedo ayudarte? —De repente me sentí mal vestida en mi bóxer y camiseta de Garfield. Cambié mi peso de una pierna a la otra, mis pies envueltos en unos calcetines gigantes. Cambié mi peso otra vez, y me di cuenta de que probablemente lucía como que tenía ganas de hacer pis. También me di cuenta al mismo tiempo que esta mujer me ponía nerviosa, y no tenía idea de por qué.
Me incorporé de inmediato, poniendo mi cara de póquer. Todo esto se llevó a cabo en menos de cinco segundos, una vida entera en el mundo de Una Mujer Comprendiendo a Otra Mujer.
—Tengo que dejarle esto a San, y mencionó que si no estaba en casa, lo deje en el apartamento frente al suyo y que Brittany se haría cargo. Eres Brittany, así que aquí tienes, supongo —concluyó, empujando una caja de cartón hacia mí. La tomé, apartando mis ojos en los de ella por un momento.
—¿Qué se cree que soy? ¿Un buzón de correo? —murmuré, poniéndolo sobre la mesa junto a la puerta y girándome de regreso hacia la mujer.
—¿Tengo que decirle quién dejó esto o ella lo sabrá? —pregunté. Ella todavía me miraba como si fuera un gran rompecabezas.
—Oh, lo sabrá —respondió, su tono frío sonando musical pero entrecortado al mismo tiempo. Como estadounidense, admitiría que siempre estuve fascinada por el acento británico, excepto ahora, por su aspecto de superioridad.
—Está bien, bueno… me aseguraré de que lo reciba. —Asentí, apoyando mi mano sobre la puerta. La cerré muy ligeramente pero no se movió.
—¿Hay algo más? —pregunté. Pude oír a Ina trabajando en su mantecada en la otra habitación, y no quería perderme ninguna pornografía con la KitchenAid.
—No, nada más —contestó, aún sin hacer ningún movimiento.
—Bien, entonces, ten una buena noche —dije, casi haciendo una pregunta mientras comenzaba a cerrar la puerta. En ese momento, dio un paso hacia adelante lo suficiente para que me viera forzada a atrapar la puerta antes de que la golpee.
—¿Sí? —pregunté, mi irritación comenzando a mostrarse. Esta inglesa me impedía ver la finalización de las galletas que había estado esperando todo el episodio.
—Yo sólo, bueno, realmente estoy feliz de conocerte—respondió, sus ojos finalmente relajándose y una sonrisa esbozándose a través de su rostro—Y realmente eres muy bonita—agregó. La miré nuevamente. Su voz sonaba vagamente familiar, pero no podía ubicarla.
—Um, está bien, ¿gracias? —respondí mientras se dirigía a las escaleras. Su talón se tropezó un poco. En lo que cerraba la puerta, comenzó a reír mientras se quitaba su zapato. Ahí es cuando me di cuenta quién me acababa de visitar.
Mis ojos se abrieron, estoy segura que se pusieron como platos, y tiré la puerta para abrirla. La miré boquiabierta, y su rostro rompió en una amplia sonrisa descarada. Guiñó mientras yo me ruborizaba. Había estado presente en alguno de los mejores momentos de esta dama.
Movió sus dedos en mi dirección y desapareció bajo las escaleras. Lord Tubbington me trajo de regreso de mi estupor mordiéndome la pantorrilla, y cerré la puerta.
Me senté en mi sofá, la mantecada en el olvido mientras mi cerebro procesaba todo.
Risitas había dicho que yo era bonita.
Básicamente me dijo que Santana le había dicho que yo era bonita.
Santana pensaba que yo era bonita.
¿Acaso Risitas ya estaba fuera de su harén?
¿Hubo siquiera un harén?
¿Qué significaba esto?
¿Pensaría sólo en preguntas ahora?
Y si es así, ¿quién es el padre de Eric Carman?
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Textos entre San y Britt:
¿Qué estás haciendo?
¿Qué estás haciendo TÚ?
Yo pregunté primero.
Es cierto.
Estoy esperando…
Igual yo…
Jesús, cómo eres de terca. Estoy volviendo de Los Ángeles. ¿Feliz?
Sí, gracias. Yo estoy horneando pan de calabaza.
Es bueno que en estos momentos me encuentre en una estación de servicio, porque de lo contrario, me costaría un montón mantener el auto en el camino…
Seguro, las cosas horneadas te excitan, ¿no es así?
No tienes idea.
Entonces, ¿probablemente no deba decirte que ahorita huelo a canela y jengibre?
Brittany.
En este preciso momento, mis pasas se encuentran remojándose en brandy.
Eso es todo.
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Volví a mirar por la ventana, examinando la calle debajo, pero aún no había señal del auto de Santana. La neblina estaba bastante densa, y aunque no quería parecer fastidiosa, comenzaba a preocuparme de que aún no estuviera en casa.
Aquí me encontraba sentada, con algunos panes reposándose, y Santana aún no había aparecido para inhalarlos. Tomé el teléfono para escribirle, pero preferí llamar. No quería escribirle mientras conducía. Sonó un par de veces, y luego contestó.
—Hola, mi panadera favorita —ronroneó, y mis rodillas se golpearon una con la otra. Ella era el mejor ejercicio Kegel del mundo, con espasmos instantáneos.
—¿Estás cerca?
—¿Disculpa? —rió.
—Cerca de casa. ¿Estás cerca de casa? —pregunté, rodando los ojos y relajándome.
—Sí, ¿por qué?
—Al parecer hay bastante neblina esta noche. Es decir, más de lo normal… Ten cuidado, ¿de acuerdo?
—Es muy dulce de tu parte que te preocupes por mí.
—Cállese, señorita. Siempre me preocupo por mis amigas —regañé, comenzando a prepararme para ir a la cama. Desde hace mucho que soy multi-tareas.
Puedo pagar las cuentas mientras me depilo, sin siquiera parpadear.
Y definitivamente, podía desvestirme mientras hablaba con Santana. Ajam.
—¿Amigas? ¿Eso es lo que somos? —preguntó.
—¿Qué otra jodida cosa seríamos? —respondí, quitándome mi bóxer y tomando un par de calcetines gruesos de lana. Esta noche, estaba helado.
—Umm —murmuró al yo quitarme mi camisa y deslizarme en otra de botones para dormir.
—Bueno, mientras tú haces zumbidos, tengo que contarte de una visita que tuve a principios de semana de parte de una amiga tuya.
—¿Una amiga mía? Eso suene intrigante.
—Sip, ¿británica con traje y acento de Julie Andrews? ¿Trae algún recuerdo a tu mente? Dejó una caja para ti.
Su risa salió de inmediato.
—Acento de Julie Andrews, ¡eso es brillante! Tuvo que haber sido Lizzie. ¡Conociste a Lizzie! —Se reía como fuera lo más gracioso del mundo.
—Lizzie Schmizzie. Siempre será Risitas para mí —sonreí, sentándome en el borde de mi cama y aplicándome un poco de loción.
—¿Por qué la llamas Risitas? —preguntó, haciéndose el inocente. Podía darme cuenta que se encontraba a punto de un ataque de risa desproporcionada.
—¿En verdad necesitas que te lo diga? Por favor, ni siquiera tú puedes ser tan buena para… no importa, caí justo en esa —la corté antes de que pudiese decirme lo buena que en verdad era. Me había presionado contra ese mismo cuerpo en una bañera, así que me encontraba familiarizada. Kegel. Y, muchas gracias, otro Kegel.
—Me gusta bromear contigo, Chica Camisón. Me haces soltar risotadas.
—Primero cool, y ¿ahora risotada? Me preocupas, San—Regresé a la sala para apagar las luces y preparar todo el lugar para irme a la cama. Eso incluía cambiar el agua de Lord Tubbington y esconder algunos bocadillos alrededor del apartamento. A veces le gustaba jugar a la Caza mientras yo dormía, con los bocadillos, por supuesto, como su blanco. Algunas veces, las almohadas estaban involucradas, por desgracia, al igual que cualquier gancho de cabello, trenzas sueltas, y básicamente cualquier cosa que le pareciera atractivo a las dos de la madrugada. Algunas veces, cuando despertaba en las mañanas, mi apartamento lucía como si en la noche hubiesen hecho una filmación de Wild Kingdom.
—Bueno, no te preocupes. Lo recogeré cuando regrese. Entonces, ¿tuvieron una buena plática?
—Conversamos un momento, sí. Pero ningún secreto sucio fue compartido. Aunque, bueno, con estas paredes tan delgadas, ya me encuentro bastante familiarizada con el asunto. ¿Cómo está la solitaria integrante del harén? ¿Extraña a sus hermanas? —Apagué las luces y me dirigí a la cocina a buscar los bocadillos de la Cacería. Me moría por preguntarle si había terminado con Risitas. ¿Lo hizo? ¿No lo hizo?
—Puede que esté algo sola, sí —dijo, en lo que parecía sonar un tono cuidadoso.
Umm…
—Sola porque… —dejé la frase para que la completara, deteniéndome en mi tarea de repartir bocadillos.
—Sola porque, bueno, sólo digamos que por primera vez en un largo tiempo estoy… bueno… yo… verás… —balbuceó y se estancó, evadiendo el asunto.
—Vamos, sólo suéltalo —instruí, apenas respirando.
—Sin… compañía femenina. O como tú lo dirías, libre del harén. —Su voz salió como un susurro demasiado ruidoso, y mis piernas comenzaron a bailar como gelatina. Esto hizo que los bocadillos se sacudieran en su caja, lo cual alertó a Lord Tubbington de que su cacería comenzaba temprano.
—Libre del harén, ¿eh? —respondí, visiones de Santana de Caramelos bailando llenaron mi cabeza. Santana Solteras de Caramelos, Santana Solteras de Caramelo Solteras en España…
—Sí —susurró, y ambas nos quedamos en silencio durante lo que parecieron meses, aunque en realidad sólo fue tiempo suficiente para que Lord Tubbington reclamara a su primera víctima: el bocadillo escondido en mi tenis junto a la puerta principal. Caminé hasta él para felicitarlo por su captura.
—Ella mencionó algo curioso —dije, rompiendo el hechizo.
—¿Ah, sí? ¿Qué fue eso?
—Me dijo que yo era, y cito, “muy bonita.”
—¿Te dijo eso? —rió, devolviéndonos a la comodidad.
—Sí, y lo dijo como si estuviese de acuerdo con algo que alguien ya había dicho antes. Ahora, no soy del tipo de chica que pesca piropos, pero parece, Santana, que decías puras cosas lindas de mí. —Sonreí, sabiendo que mi rostro comenzaba a sonrojarse. Comencé a dirigirme a mi habitación cuando escuché un suave toque en la puerta. Caminé hasta ella para quitar el cerrojo y abrirla sin siquiera ver por la mirilla. Tenía un fuerte presentimiento sobre quién se encontraba del otro lado.
Allí estaba de pie, con el teléfono sobre su oreja, sosteniendo su morral y dándome una enorme sonrisa, con sus hoyuelos en sus mejillas, los cuales me encantaban.
—Le dije que eras bonita, pero la verdad es que eres mucho más que bonita —dijo, inclinando su cabeza hacia la mía y atrayendo su rostro a sólo centímetros del mío.
—¿Más? —pregunté, apenas respirando. Sabía que mi sonrisa combinaba con la suya, pero sin esos hoyuelos tan bonitos que ella si tenía.
—Eres exquisita —dijo.
Y con eso, la invité a entrar. Aunque sólo tenía puesto mi camisa de botones.
Desde muy lejos, O celebró…
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Una hora más tarde, nos encontrábamos sentadas en la mesa de la cocina con un pequeño pedazo de pan frente a nosotras. En medio de su frenético manoseo hacia el pan, yo había logrado comer un mordisco o dos. El resto, ahora vivía en la barriguita de Santana, la cual acariciaba con orgullo como a un melón.
Habíamos hablado y comido, nos pusimos al día, miramos como Lord Tubbington terminaba su cacería, y ahora nos relajábamos mientras el café se hacía.
El morral de Santana aún se encontraba junto a la puerta—ni siquiera había ido a su apartamento todavía. Yo aún me encontraba en mi camisón de botones, con los pies acurrucados debajo de mí mientras la veía fijamente. Estábamos tan cómodas, y aún así, ese zumbido, esa electricidad que siempre vibraba y se encendía entre nosotras, continuaba.
—Por cierto, te quedó fantástico ese toque, ¿con las pasas? Me encantaron. —Sonrió, lanzando una a su boca.
—Eres terrible. —Sacudí la cabeza, estirándome en mi silla para alcanzar los platos y las pocas migas que no habían sido inhaladas. Podía sentirla mirándome al moverme alrededor de la cocina. Tomé el tazón del café y levanté mis cejas en su dirección. Asintió. Me detuve junto a su silla para llenar su taza, y la atrapé mirándome las piernas debajo de mi camisa.
—¿Ves algo que te guste? —Me incliné frente a ella para alcanzar el tazón del azúcar.
—Sip —respondió, inclinándose contra mí para tomarlo.
—¿Azúcar?
—Sip.
—¿Crema?
—Sip.
—¿Eso es lo único que puedes decir?
—Nop.
—Dime algo, entonces. Cualquier cosa —me reí, dirigiéndome de nuevo hacia mi lado de la mesa. Una vez más, me miró mientras me acomodaba en la silla.
—¿Qué te parece esto? —dijo finalmente, descansando sobre sus codos, con una expresión intensa—Como mencioné antes, terminé las cosas con Lizzie.
La miré fijamente, apenas respirando. Intenté actuar como si nada, pero no pude detener la sonrisa que se expandió sobre mi rostro.
—Veo que no estás demasiado devastada por esto —se burló, recostándose sobre el respaldo de la silla.
—No mucho, no. ¿Quieres la verdad? —pregunté, la sonrisa se volvió muy segura.
—Sería bueno.
—Me refiero a la verdad verdad, de esas verdades crudas. Sin comentarios sarcásticos, ni burlas endurecedoras, aunque somos muy buenas con las burlas.
—Lo somos, pero podría tolerar algo de la cruda verdad —dijo en voz baja, con sus ojos marrones brillando en mi dirección.
—De acuerdo, la verdad. Me alegra que hayas roto con Lizzie.
—Estás feliz, ¿cierto?
—Sí. ¿Por qué lo hiciste? Ahora quiero la verdad —le recordé. Me miró por un momento, tomó un sorbo de su café, pasó sus manos por su cabello en forma maniática, y tomó una gran bocanada de aire.
—Está bien, la verdad. Rompí con Lizzie porque ya no quería estar con ella. Con ninguna otra mujer, en realidad—Terminó, soltando la taza de café—Estoy segura que siempre seremos amigas, pero la verdad es que, últimamente me he dado cuenta que tres mujeres son demasiado trabajo para mí. He estado pensando en bajar un poco el tono, quizá intentarlo con una sola por un tiempo. —Sonrió, el marrón comenzaba a ponerse peligroso.
Sabiendo que me encontraba a sólo una sonrisa y una contracción de la vergüenza total, me levanté súbitamente y fui a tirar mi café en el lavado. Me detuve allí por un segundo, sólo un segundo, con mi mente llena de pensamientos.
Estaba soltera. Estaba… soltera. Dulce madre de las perlas, Wallbanger estaba soltera.
La sentí moverse alrededor de la cocina hasta posarse detrás de mí.
Me congelé al sentir como sus manos tan delicadas movían el cabello que se encontraba sobre mis hombros hasta deslizarse contra mi cintura. Su boca —su tan amada boca— apenas tocó el borde de mi oreja, y susurró:
— ¿La verdad? No puedo dejar de pensar en ti.
Aún mirando hacia otro lado, mi boca se abrió y mis ojos saltaron sorprendidos, indecisos entre bailar o practicar sexo en la cocina. Antes de poder decidirme, su boca se movió con más ímpetu, presionándose contra la piel justo debajo de mi oreja y provocando que mi cerebro ardiera y que todo debajo de el, se tambaleara.
Sus manos sostuvieron mis caderas, y me giró hacia ella—para que mirara ese cuerpo y esa sonrisa. Rápidamente compuse mi rostro, intentando desesperadamente mantener la compostura—¿La verdad? He estado pensando en ti desde la noche en que tocaste a mi puerta—murmuró, inclinándose para besar la base de mi cuello con una precisión maravillosa. Su cabello cosquilleaba mi nariz, y luché para mantener mis manos quietas. Me empujó un poco hacia un lado y me sorprendió al levantarme sobre el mesón.
Mis piernas se abrieron automáticamente para permitirle acceso, con la Ley Universal de Wallbanger remplazando por completo cualquier pensamiento que tuviera en mi cabeza. No había de qué preocuparse, mis rodillas sabían qué hacer.
Una de sus manos se posó sobre mi espalda, mientras la otra tomaba la parte posterior de mi cuello.
—¿La verdad? —preguntó una vez más, jalando mis caderas hasta el borde de la mesa, lo cual me forzó a inclinarme hacia atrás, y mis piernas, una vez más actuando en autopiloto, se envolvieron alrededor de su cintura—Te quiero en España —respiró, luego llevó su boca hasta la mía.
En algún lugar, un gatito comenzó a maullar… y un O finalmente emprendió su viaje a casa.
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—¿Más vino, Srita. López?
—No más para mí. ¿Britt?
—Estoy bien, gracias. —Me estiré lujosamente sobre mi asiento. Primera clase hasta La Guardia, y luego primera clase hasta Málaga, España.
De allí, tomaríamos un auto hasta Nerja, el pequeño pueblo costero donde Santana había rentado una casa. Buceo, excursionismo, senderismo, playas hermosas y montañas, todas integradas en un pintoresco pueblito.
Santana se removió sobre su asiento y lanzó una mala mirada sobre su hombro.
—¿Qué? ¿Qué sucede? —pregunté, mirando hacia atrás y viendo nada fuera de lo normal.
—Ese niño no deja de patear mi asiento —gruñó entre dientes.
Me reí a carcajadas durante unos buenos veinte minutos.
—Harina de avena con pasas, grosella, canela y azúcar morena a un lado de las salchichas.
—Waffles belga, una taza de frutas, tocino y salchichas —dijo Marley, completando nuestra orden y levantándonos una ceja a Rach y a mí.
—¿Qué? Tengo hambre.
—Es bueno ver qué pides un desayuno real para variar. ¿Debes haber estado desarrollando el apetito con la Srita Wilde la última noche, eh? —bromeé, guiñándole un ojo a Rach sobre mi jugo de naranja.
Las tres nos juntamos para desayunar el Sábado, algo que no habíamos hecho desde Tahoe. Habían estado muy ocupadas adaptándose a la nueva convivencia con sus recientemente cambiadas novias, lo que me dejaba fuera la mayor parte del tiempo.
Cuando salían con las tipas equivocadas, siempre eran más felices de tenerme cerca—entre más seamos, mejor— decían. Eso ayudaba cuando no había química real. ¿Pero ahora? Rach y Marley están definitivamente con las chicas correctas y disfrutando cada segundo de ello.
Inicialmente, yo había estado un poco preocupada de que las travesuras no aptas para menores hicieran las cosas incomodas, pero las chicas me han hecho sentir orgullosa.
Se lo tomaron con calma, y ya que ambas terminaron con su nueva mejor mitad, todas mis preocupaciones se fueron por el caño.
Nos reíamos mientras nos poníamos al día de los chismes, esperando hasta que la comida llegara para hablar con la verdad, como si fuera un protocolo.
—Bien, ¿quién va primero? ¿Quién tiene noticias? —comenzó Rach, y nos metimos a nuestro ritual. Marley dejó de pelear con los waffles, indicando que comenzaría la primera ronda.
—Kitty tiene que ir a LA para una conferencia de periodistas deportivos en televisión, y me pidió ir con ella —ofreció. Rach y yo asentimos.
—Quinn está pensando en dejarme reorganizar su oficina en casa. Deberías verla, su sistema de archivos me hizo dar urticaria —reportó Rach, encogiéndose.
—Natalie Nicholson me remitió dos nuevos clientes, Nob Hill, muy elegante, te lo agradezco mucho —añadí, sirviéndome más café mientras ellas me felicitaban
Masticamos.
—Kitty habla en sus sueños. Es la cosa más linda. Dice en voz alta los resultados del futbol.
—Quinn me dejó pintar sus uñas de los pies la otra noche.
—Le dije a Santana que iría a España con ella.
Aquí está la cosa acerca de escupir ante la sorpresa. En las películas, resulta gracioso. En la vida real, resulta simplemente asqueroso.
—Espera un minuto, espera un maldito minuto… ¿qué? —farfulló Marley, el jugo todavía chorreando por su barbilla.
—Brittany, ¿le dijiste, qué? —corrigió Rach, aun ahogándose mientras le hacía señas con la mano al camarero por más servilletas.
—Le dije que iría a España con ella. No es la gran cosa. —Sonreí. Era una gran cosa en realidad.
—No puedo creer que hayas tenido el descaro de sentarte ahí y hablar de mierda al azar toda la mañana y no decirnos esto. ¿Cuándo ocurrió? —preguntó Marley, apoyándose sobre sus codos.
—La noche que salí en una cita con Sam—sonreí.
—Está bien, eso es todo. No más jodas, suéltalo. —Rach se volvió hacia mí con un cuchillo de mantequilla y el ceño fruncido.
—¿Qué diablos, Brittany? No puedo creer que te hayas guardado todo esto de nosotras. ¿Cuándo saliste con Sam? Y no te atrevas a dejar nada afuera. ¡Dinos todo ahora o dejaré que Rach se encargue de ti! —advirtió Marley.
Rach nuevamente hizo un gesto amenazante con el cuchillo, en una muy amenazante West Side Story manera, déjame decirte. Me imaginé que una pelea ahora con ella involucraría golpes y huidas rápidas.
Sin embargo, tomé una profunda respiración y lo solté. Todo. Por qué salí con Sam, los sentimientos que se han estado filtrando con Santana, cómo Sam me
llamó una decoradora, cómo lo eché a patadas. Escucharon con atención, sólo interrumpiendo ocasionalmente cuando necesitaban aclaraciones.
—Estoy orgullosa de ti —dijo Marley cuando había terminado. Rach asintió de acuerdo.
—¿Por qué?
—Britt, hubo un tiempo en el que si Sam te decía salta, tú jodidamente hubieses saltado. Supongo que nos preocupó que si él volvía a tu vida de nuevo te hiciera ser nuevamente esa chica —explicó Marley.
—Sé que estaban preocupadas. Las dos son dulces, y nadie va a cuidar tan bien de mí como ustedes, a pesar de que se preocupan como viejas gallinas en un gallinero. —Sonreí a mis feroces damas.
—Así que, enviaste a Sam Evans a empacar y luego ¿qué pasó? —preguntó Marley, y terminé lo último de la historia: La entrada de Santana, su disculpa, la desaparición de Purina, su invitación…
—Entonces sólo tuviste una epifanía en el baño, ¿sólo así? ¿Ir a España con San? —preguntó finalmente Rach.
—Sep. Realmente no lo pensé mucho. Sólo… no puedo explicarlo… Simplemente sé que debo ir a ese viaje. Quiero decir, siempre he querido ir a España, y sé que ella será una buena guía turística, y vamos, ¿cuán divertido será? ¡Nos divertiremos juntas!
—No inventes —dijo Marley simplemente.
—¿Empezamos otra vez?
—Lo llamo sandeces, Brittany. Vas a ir porque quieres que algo ocurra ahí con ella. No lo niegues. —Me miró severamente.
—No niego nada —bromeé, haciéndole señas al camarero por nuestra cuenta
—No más harén, ¿eh? —preguntó Rach.
—Eso parece. No soy tonta. Conozco a las mujeres como ella, no cambian de la noche a la mañana, pero, ¿si Risitas está fuera del camino antes de España? Bueno, entonces, Santana ha hecho un avance ¿no es así? —Sonreí con descaro, moviendo las cejas a mis chicas.
—Por eso, Brittany Pierce, creo que vas a seducir a esta Mujer —dijo Marley, y Rach aplaudió con alegría.
—¡San va a traer de vuelta a O! —Aplaudió Rach, atrayendo más que un poco de atención.
—Oh, cállate. Ya veremos. Si, y este es una gran “si”, señoras. Si permito que algo pase entre Santana y yo, será en mis términos. Lo que incluiría nada de harén, nada de bebidas y nada de jacuzzis.
—No lo sé, Britt. ¿Nada de bebidas? Creo que sería un crimen estar en España y no darse el gusto de una pequeña sangría —manifestó Rach.
—Bueno, puedo disfrutarla un poco —reflexioné. Imágenes de Santana y yo bebiendo sangría mientras miramos el amanecer Español. Umm…
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Mensajes de texto entre San y Britt:
Así que, ¿eres el tipo de chica que usa grandes sombreros en la playa?
¿Perdón?
Tú sabes, ¿esos locamente grandes sombreros de playa? ¿Tienes uno?
Da la casualidad de que sí. ¿Es una de tus preocupaciones?
Preocupación, no. Sólo estoy intentando tener una imagen visual de ti en la playa de España…
¿Cómo cuadra eso contigo?
Muy cool.
¿Cool? ¿Acabas de decir cool?
Lo escribí, en realidad. ¿Tienes algo contra “cool”?
Esto explica tus discos viejos…
¡OYE!
Los disfruto. Sabes, sobre…
Sí, sobre…
¿Realmente vamos a ir juntas a España?
Sep.
¿Estás en casa? No vi el Rover esta mañana.
¿Vigilándome?
Tal vez… ¿dónde estás, San?
Sesión de fotos en LA, regreso en unos días.
¿Puedo verte cuando llegues?
Veremos…
Reproduciré los discos para ti.
Cool.
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—Entonces, ya que las cosas se encuentran terminadas en el proyecto Nicholson, estaba pensando…. Ya que tengo un salto en el proyecto comercial que voy a empezar luego, y anteriormente mencionaste que podía tomarme un tiempo libre antes de ponernos las pilas para la temporada de vacaciones, bueno, tal vez podría…
—Suéltalo, Britt. ¿Estás intentando preguntarme si puedes ir a España con San? —demandó Emma, no haciendo un gran esfuerzo para esconder su sonrisa.
—Quizá. —Hice una mueca, dejando caer mi frente en el escritorio.
—Eres una mujer adulta capaz de tomar sus propias decisiones. Sabes, que creo que es un buen tiempo para tomarse unas vacaciones, así que ¿por qué tendría que decirte si deberías escaparte con San o no?
—Emma, para aclarar, no me voy a escapar con Santana. Lo haces sonar como una relación ilícita.
—Correcto, correcto, son sólo dos personas jóvenes que van a disfrutar un poco de la cultura de España. ¿Cómo podría olvidarlo? —Arrastró las palabras, la insinuación por toda su cara, así como un poco de satisfacción. Disfrutaba mis muecas.
—Bien, bien, así que, ¿puedo ir? —pregunté, sabiendo que nunca oiría el final de eso, pero por si acaso.
—Por supuesto que puedes. Pero, ¿puedo sólo decir una cosa? —preguntó, sus cejas alzándose.
—Tanto como puedo detenerte —me quejé.
—No podrías, en realidad. Todo lo que pido es que la pases bien, juegues duro, pero que tengas cuidado con ella, ¿de acuerdo? —preguntó, su rostro asumiendo una seriedad que pocas veces he visto.
—¿Cuidado con ella? ¿Qué tiene? ¿Siete años? —reí, callándome cuando vi que no bromeaba.
—Brittany, este viaje cambiará las cosas. Tienes que saberlo. Y te amo demasiado. No quiero que salgas herida, no importa lo que ocurra mientras están allí —dijo en voz baja. Empecé a hacer una broma, pero me detuve. Sabía lo que pedía.
—Emma, no sé muy bien que está pasando entre Santana y tú, y no tengo idea de qué ocurrirá en España. Pero puedo decirte, estoy muy emocionada por este viaje. Y tengo la sensación de que ella también —agregué.
—Oh, mi querida, ella definitivamente está emocionada. Sólo… oh, no importa. Ambas son adultas. Vuélvanse locas la una por la otra en España.
—Primero me dices que sea cuidadosa, ¿y ahora me dices que me vuelva loca? —me quejé.
Se inclinó sobre el escritorio para acariciar mi mano afectuosamente. Luego tomó una profunda bocanada y cambió el estado de humor de la sala por completo.
—Ahora bien, ponme al día sobre Sam Evans. ¿Qué queda por hacer?
Sonreí y abrí mi agenda al final de la semana, cuando terminaría con Todo- el-Asunto-de-Sam-Evans.
*******************************************************************
Unas noches más tarde me encontraba sentada en mi cómodo sofá con el Sr. Tubbington y Brefoot Contessa cuando escuché algo en el pasillo.
Lord Tubbington y yo nos miramos, y él saltó de mi regazo para investigar. Sabía que Santana no estaría en casa por otro día más o menos basada en sus mensajes —y el hecho de que he estado contado los días— así que seguí a Lord Tubbington a mi antiguo puesto: La Mirilla.
Mientras me asomaba por el pasillo, hubo un destello de cabello rubio rojizo en la puerta de Santana. ¿Quién la visitaba? ¿Me equivocaba en mirar? ¿Qué era ese paquete que tenía? La mujer a la que le pertenecía el cabello golpeó una vez, luego otra, y entonces antes de que lo sospechara, se giró y se fijó directamente en mi puerta, curiosamente mirando hacia mi mirilla. No acostumbrada a que alguien mirara hacia mi departamento, me quedé helada, sin pestañear mientras ella evaluaba mi puerta.
Cruzó la corta distancia y golpeó audiblemente la puerta. Sorprendida, salté un poco hacia atrás, tropezando con mi paraguas y haciéndole saber que había alguien, de hecho, en la casa. Giré la cara a un lado y grité:
—¡Ya voy! —Luego procedí a caminar sobre el lugar mientras pretendía dirigirme a la puerta. Lord Tubbington me miró con interés, sacudiendo su cabeza y asegurándome que yo no era tan inteligente como pensaba.
Hice un gran ruido al chasquear el cerrojo, y la puerta se abrió.
Nos evaluamos la una a la otra instantáneamente, de la forma en que una mujer lo hace. Era alta y hermosa en una forma fría y aristocrática. Llevaba un traje negro, de corte conservador y abotonado hasta el cuello. Su cabello rubio-rojizo estaba trenzado y recogido, aunque un solitario mechón se había soltado y ahora colgaba en su rostro. Lo empujó hacia atrás de su oreja. Sus labios rojo cerezas se fruncieron mientras terminaba de mirarme y me ofreció una pequeña sonrisa.
—Brittany, ¿cierto? —preguntó, un fuerte acento británico tal como su actitud. Ya sabía que no me tenía que preocupar por esta mujer.
—Sí, ¿puedo ayudarte? —De repente me sentí mal vestida en mi bóxer y camiseta de Garfield. Cambié mi peso de una pierna a la otra, mis pies envueltos en unos calcetines gigantes. Cambié mi peso otra vez, y me di cuenta de que probablemente lucía como que tenía ganas de hacer pis. También me di cuenta al mismo tiempo que esta mujer me ponía nerviosa, y no tenía idea de por qué.
Me incorporé de inmediato, poniendo mi cara de póquer. Todo esto se llevó a cabo en menos de cinco segundos, una vida entera en el mundo de Una Mujer Comprendiendo a Otra Mujer.
—Tengo que dejarle esto a San, y mencionó que si no estaba en casa, lo deje en el apartamento frente al suyo y que Brittany se haría cargo. Eres Brittany, así que aquí tienes, supongo —concluyó, empujando una caja de cartón hacia mí. La tomé, apartando mis ojos en los de ella por un momento.
—¿Qué se cree que soy? ¿Un buzón de correo? —murmuré, poniéndolo sobre la mesa junto a la puerta y girándome de regreso hacia la mujer.
—¿Tengo que decirle quién dejó esto o ella lo sabrá? —pregunté. Ella todavía me miraba como si fuera un gran rompecabezas.
—Oh, lo sabrá —respondió, su tono frío sonando musical pero entrecortado al mismo tiempo. Como estadounidense, admitiría que siempre estuve fascinada por el acento británico, excepto ahora, por su aspecto de superioridad.
—Está bien, bueno… me aseguraré de que lo reciba. —Asentí, apoyando mi mano sobre la puerta. La cerré muy ligeramente pero no se movió.
—¿Hay algo más? —pregunté. Pude oír a Ina trabajando en su mantecada en la otra habitación, y no quería perderme ninguna pornografía con la KitchenAid.
—No, nada más —contestó, aún sin hacer ningún movimiento.
—Bien, entonces, ten una buena noche —dije, casi haciendo una pregunta mientras comenzaba a cerrar la puerta. En ese momento, dio un paso hacia adelante lo suficiente para que me viera forzada a atrapar la puerta antes de que la golpee.
—¿Sí? —pregunté, mi irritación comenzando a mostrarse. Esta inglesa me impedía ver la finalización de las galletas que había estado esperando todo el episodio.
—Yo sólo, bueno, realmente estoy feliz de conocerte—respondió, sus ojos finalmente relajándose y una sonrisa esbozándose a través de su rostro—Y realmente eres muy bonita—agregó. La miré nuevamente. Su voz sonaba vagamente familiar, pero no podía ubicarla.
—Um, está bien, ¿gracias? —respondí mientras se dirigía a las escaleras. Su talón se tropezó un poco. En lo que cerraba la puerta, comenzó a reír mientras se quitaba su zapato. Ahí es cuando me di cuenta quién me acababa de visitar.
Mis ojos se abrieron, estoy segura que se pusieron como platos, y tiré la puerta para abrirla. La miré boquiabierta, y su rostro rompió en una amplia sonrisa descarada. Guiñó mientras yo me ruborizaba. Había estado presente en alguno de los mejores momentos de esta dama.
Movió sus dedos en mi dirección y desapareció bajo las escaleras. Lord Tubbington me trajo de regreso de mi estupor mordiéndome la pantorrilla, y cerré la puerta.
Me senté en mi sofá, la mantecada en el olvido mientras mi cerebro procesaba todo.
Risitas había dicho que yo era bonita.
Básicamente me dijo que Santana le había dicho que yo era bonita.
Santana pensaba que yo era bonita.
¿Acaso Risitas ya estaba fuera de su harén?
¿Hubo siquiera un harén?
¿Qué significaba esto?
¿Pensaría sólo en preguntas ahora?
Y si es así, ¿quién es el padre de Eric Carman?
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Textos entre San y Britt:
¿Qué estás haciendo?
¿Qué estás haciendo TÚ?
Yo pregunté primero.
Es cierto.
Estoy esperando…
Igual yo…
Jesús, cómo eres de terca. Estoy volviendo de Los Ángeles. ¿Feliz?
Sí, gracias. Yo estoy horneando pan de calabaza.
Es bueno que en estos momentos me encuentre en una estación de servicio, porque de lo contrario, me costaría un montón mantener el auto en el camino…
Seguro, las cosas horneadas te excitan, ¿no es así?
No tienes idea.
Entonces, ¿probablemente no deba decirte que ahorita huelo a canela y jengibre?
Brittany.
En este preciso momento, mis pasas se encuentran remojándose en brandy.
Eso es todo.
*****************************************************************
Volví a mirar por la ventana, examinando la calle debajo, pero aún no había señal del auto de Santana. La neblina estaba bastante densa, y aunque no quería parecer fastidiosa, comenzaba a preocuparme de que aún no estuviera en casa.
Aquí me encontraba sentada, con algunos panes reposándose, y Santana aún no había aparecido para inhalarlos. Tomé el teléfono para escribirle, pero preferí llamar. No quería escribirle mientras conducía. Sonó un par de veces, y luego contestó.
—Hola, mi panadera favorita —ronroneó, y mis rodillas se golpearon una con la otra. Ella era el mejor ejercicio Kegel del mundo, con espasmos instantáneos.
—¿Estás cerca?
—¿Disculpa? —rió.
—Cerca de casa. ¿Estás cerca de casa? —pregunté, rodando los ojos y relajándome.
—Sí, ¿por qué?
—Al parecer hay bastante neblina esta noche. Es decir, más de lo normal… Ten cuidado, ¿de acuerdo?
—Es muy dulce de tu parte que te preocupes por mí.
—Cállese, señorita. Siempre me preocupo por mis amigas —regañé, comenzando a prepararme para ir a la cama. Desde hace mucho que soy multi-tareas.
Puedo pagar las cuentas mientras me depilo, sin siquiera parpadear.
Y definitivamente, podía desvestirme mientras hablaba con Santana. Ajam.
—¿Amigas? ¿Eso es lo que somos? —preguntó.
—¿Qué otra jodida cosa seríamos? —respondí, quitándome mi bóxer y tomando un par de calcetines gruesos de lana. Esta noche, estaba helado.
—Umm —murmuró al yo quitarme mi camisa y deslizarme en otra de botones para dormir.
—Bueno, mientras tú haces zumbidos, tengo que contarte de una visita que tuve a principios de semana de parte de una amiga tuya.
—¿Una amiga mía? Eso suene intrigante.
—Sip, ¿británica con traje y acento de Julie Andrews? ¿Trae algún recuerdo a tu mente? Dejó una caja para ti.
Su risa salió de inmediato.
—Acento de Julie Andrews, ¡eso es brillante! Tuvo que haber sido Lizzie. ¡Conociste a Lizzie! —Se reía como fuera lo más gracioso del mundo.
—Lizzie Schmizzie. Siempre será Risitas para mí —sonreí, sentándome en el borde de mi cama y aplicándome un poco de loción.
—¿Por qué la llamas Risitas? —preguntó, haciéndose el inocente. Podía darme cuenta que se encontraba a punto de un ataque de risa desproporcionada.
—¿En verdad necesitas que te lo diga? Por favor, ni siquiera tú puedes ser tan buena para… no importa, caí justo en esa —la corté antes de que pudiese decirme lo buena que en verdad era. Me había presionado contra ese mismo cuerpo en una bañera, así que me encontraba familiarizada. Kegel. Y, muchas gracias, otro Kegel.
—Me gusta bromear contigo, Chica Camisón. Me haces soltar risotadas.
—Primero cool, y ¿ahora risotada? Me preocupas, San—Regresé a la sala para apagar las luces y preparar todo el lugar para irme a la cama. Eso incluía cambiar el agua de Lord Tubbington y esconder algunos bocadillos alrededor del apartamento. A veces le gustaba jugar a la Caza mientras yo dormía, con los bocadillos, por supuesto, como su blanco. Algunas veces, las almohadas estaban involucradas, por desgracia, al igual que cualquier gancho de cabello, trenzas sueltas, y básicamente cualquier cosa que le pareciera atractivo a las dos de la madrugada. Algunas veces, cuando despertaba en las mañanas, mi apartamento lucía como si en la noche hubiesen hecho una filmación de Wild Kingdom.
—Bueno, no te preocupes. Lo recogeré cuando regrese. Entonces, ¿tuvieron una buena plática?
—Conversamos un momento, sí. Pero ningún secreto sucio fue compartido. Aunque, bueno, con estas paredes tan delgadas, ya me encuentro bastante familiarizada con el asunto. ¿Cómo está la solitaria integrante del harén? ¿Extraña a sus hermanas? —Apagué las luces y me dirigí a la cocina a buscar los bocadillos de la Cacería. Me moría por preguntarle si había terminado con Risitas. ¿Lo hizo? ¿No lo hizo?
—Puede que esté algo sola, sí —dijo, en lo que parecía sonar un tono cuidadoso.
Umm…
—Sola porque… —dejé la frase para que la completara, deteniéndome en mi tarea de repartir bocadillos.
—Sola porque, bueno, sólo digamos que por primera vez en un largo tiempo estoy… bueno… yo… verás… —balbuceó y se estancó, evadiendo el asunto.
—Vamos, sólo suéltalo —instruí, apenas respirando.
—Sin… compañía femenina. O como tú lo dirías, libre del harén. —Su voz salió como un susurro demasiado ruidoso, y mis piernas comenzaron a bailar como gelatina. Esto hizo que los bocadillos se sacudieran en su caja, lo cual alertó a Lord Tubbington de que su cacería comenzaba temprano.
—Libre del harén, ¿eh? —respondí, visiones de Santana de Caramelos bailando llenaron mi cabeza. Santana Solteras de Caramelos, Santana Solteras de Caramelo Solteras en España…
—Sí —susurró, y ambas nos quedamos en silencio durante lo que parecieron meses, aunque en realidad sólo fue tiempo suficiente para que Lord Tubbington reclamara a su primera víctima: el bocadillo escondido en mi tenis junto a la puerta principal. Caminé hasta él para felicitarlo por su captura.
—Ella mencionó algo curioso —dije, rompiendo el hechizo.
—¿Ah, sí? ¿Qué fue eso?
—Me dijo que yo era, y cito, “muy bonita.”
—¿Te dijo eso? —rió, devolviéndonos a la comodidad.
—Sí, y lo dijo como si estuviese de acuerdo con algo que alguien ya había dicho antes. Ahora, no soy del tipo de chica que pesca piropos, pero parece, Santana, que decías puras cosas lindas de mí. —Sonreí, sabiendo que mi rostro comenzaba a sonrojarse. Comencé a dirigirme a mi habitación cuando escuché un suave toque en la puerta. Caminé hasta ella para quitar el cerrojo y abrirla sin siquiera ver por la mirilla. Tenía un fuerte presentimiento sobre quién se encontraba del otro lado.
Allí estaba de pie, con el teléfono sobre su oreja, sosteniendo su morral y dándome una enorme sonrisa, con sus hoyuelos en sus mejillas, los cuales me encantaban.
—Le dije que eras bonita, pero la verdad es que eres mucho más que bonita —dijo, inclinando su cabeza hacia la mía y atrayendo su rostro a sólo centímetros del mío.
—¿Más? —pregunté, apenas respirando. Sabía que mi sonrisa combinaba con la suya, pero sin esos hoyuelos tan bonitos que ella si tenía.
—Eres exquisita —dijo.
Y con eso, la invité a entrar. Aunque sólo tenía puesto mi camisa de botones.
Desde muy lejos, O celebró…
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Una hora más tarde, nos encontrábamos sentadas en la mesa de la cocina con un pequeño pedazo de pan frente a nosotras. En medio de su frenético manoseo hacia el pan, yo había logrado comer un mordisco o dos. El resto, ahora vivía en la barriguita de Santana, la cual acariciaba con orgullo como a un melón.
Habíamos hablado y comido, nos pusimos al día, miramos como Lord Tubbington terminaba su cacería, y ahora nos relajábamos mientras el café se hacía.
El morral de Santana aún se encontraba junto a la puerta—ni siquiera había ido a su apartamento todavía. Yo aún me encontraba en mi camisón de botones, con los pies acurrucados debajo de mí mientras la veía fijamente. Estábamos tan cómodas, y aún así, ese zumbido, esa electricidad que siempre vibraba y se encendía entre nosotras, continuaba.
—Por cierto, te quedó fantástico ese toque, ¿con las pasas? Me encantaron. —Sonrió, lanzando una a su boca.
—Eres terrible. —Sacudí la cabeza, estirándome en mi silla para alcanzar los platos y las pocas migas que no habían sido inhaladas. Podía sentirla mirándome al moverme alrededor de la cocina. Tomé el tazón del café y levanté mis cejas en su dirección. Asintió. Me detuve junto a su silla para llenar su taza, y la atrapé mirándome las piernas debajo de mi camisa.
—¿Ves algo que te guste? —Me incliné frente a ella para alcanzar el tazón del azúcar.
—Sip —respondió, inclinándose contra mí para tomarlo.
—¿Azúcar?
—Sip.
—¿Crema?
—Sip.
—¿Eso es lo único que puedes decir?
—Nop.
—Dime algo, entonces. Cualquier cosa —me reí, dirigiéndome de nuevo hacia mi lado de la mesa. Una vez más, me miró mientras me acomodaba en la silla.
—¿Qué te parece esto? —dijo finalmente, descansando sobre sus codos, con una expresión intensa—Como mencioné antes, terminé las cosas con Lizzie.
La miré fijamente, apenas respirando. Intenté actuar como si nada, pero no pude detener la sonrisa que se expandió sobre mi rostro.
—Veo que no estás demasiado devastada por esto —se burló, recostándose sobre el respaldo de la silla.
—No mucho, no. ¿Quieres la verdad? —pregunté, la sonrisa se volvió muy segura.
—Sería bueno.
—Me refiero a la verdad verdad, de esas verdades crudas. Sin comentarios sarcásticos, ni burlas endurecedoras, aunque somos muy buenas con las burlas.
—Lo somos, pero podría tolerar algo de la cruda verdad —dijo en voz baja, con sus ojos marrones brillando en mi dirección.
—De acuerdo, la verdad. Me alegra que hayas roto con Lizzie.
—Estás feliz, ¿cierto?
—Sí. ¿Por qué lo hiciste? Ahora quiero la verdad —le recordé. Me miró por un momento, tomó un sorbo de su café, pasó sus manos por su cabello en forma maniática, y tomó una gran bocanada de aire.
—Está bien, la verdad. Rompí con Lizzie porque ya no quería estar con ella. Con ninguna otra mujer, en realidad—Terminó, soltando la taza de café—Estoy segura que siempre seremos amigas, pero la verdad es que, últimamente me he dado cuenta que tres mujeres son demasiado trabajo para mí. He estado pensando en bajar un poco el tono, quizá intentarlo con una sola por un tiempo. —Sonrió, el marrón comenzaba a ponerse peligroso.
Sabiendo que me encontraba a sólo una sonrisa y una contracción de la vergüenza total, me levanté súbitamente y fui a tirar mi café en el lavado. Me detuve allí por un segundo, sólo un segundo, con mi mente llena de pensamientos.
Estaba soltera. Estaba… soltera. Dulce madre de las perlas, Wallbanger estaba soltera.
La sentí moverse alrededor de la cocina hasta posarse detrás de mí.
Me congelé al sentir como sus manos tan delicadas movían el cabello que se encontraba sobre mis hombros hasta deslizarse contra mi cintura. Su boca —su tan amada boca— apenas tocó el borde de mi oreja, y susurró:
— ¿La verdad? No puedo dejar de pensar en ti.
Aún mirando hacia otro lado, mi boca se abrió y mis ojos saltaron sorprendidos, indecisos entre bailar o practicar sexo en la cocina. Antes de poder decidirme, su boca se movió con más ímpetu, presionándose contra la piel justo debajo de mi oreja y provocando que mi cerebro ardiera y que todo debajo de el, se tambaleara.
Sus manos sostuvieron mis caderas, y me giró hacia ella—para que mirara ese cuerpo y esa sonrisa. Rápidamente compuse mi rostro, intentando desesperadamente mantener la compostura—¿La verdad? He estado pensando en ti desde la noche en que tocaste a mi puerta—murmuró, inclinándose para besar la base de mi cuello con una precisión maravillosa. Su cabello cosquilleaba mi nariz, y luché para mantener mis manos quietas. Me empujó un poco hacia un lado y me sorprendió al levantarme sobre el mesón.
Mis piernas se abrieron automáticamente para permitirle acceso, con la Ley Universal de Wallbanger remplazando por completo cualquier pensamiento que tuviera en mi cabeza. No había de qué preocuparse, mis rodillas sabían qué hacer.
Una de sus manos se posó sobre mi espalda, mientras la otra tomaba la parte posterior de mi cuello.
—¿La verdad? —preguntó una vez más, jalando mis caderas hasta el borde de la mesa, lo cual me forzó a inclinarme hacia atrás, y mis piernas, una vez más actuando en autopiloto, se envolvieron alrededor de su cintura—Te quiero en España —respiró, luego llevó su boca hasta la mía.
En algún lugar, un gatito comenzó a maullar… y un O finalmente emprendió su viaje a casa.
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—¿Más vino, Srita. López?
—No más para mí. ¿Britt?
—Estoy bien, gracias. —Me estiré lujosamente sobre mi asiento. Primera clase hasta La Guardia, y luego primera clase hasta Málaga, España.
De allí, tomaríamos un auto hasta Nerja, el pequeño pueblo costero donde Santana había rentado una casa. Buceo, excursionismo, senderismo, playas hermosas y montañas, todas integradas en un pintoresco pueblito.
Santana se removió sobre su asiento y lanzó una mala mirada sobre su hombro.
—¿Qué? ¿Qué sucede? —pregunté, mirando hacia atrás y viendo nada fuera de lo normal.
—Ese niño no deja de patear mi asiento —gruñó entre dientes.
Me reí a carcajadas durante unos buenos veinte minutos.
Última edición por 23l1 el Sáb Sep 13, 2014 10:25 pm, editado 1 vez
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FanFic Brittana:Wallbanger (Adaptada) Cap16
Capitulo 16
—Lo hicimos muy pronto. Deberíamos haber esperado.
—Esperamos lo suficiente, ¿estás bromeando? Sabes que tenía razón. Era hora de hacerlo.
—Hora de hacerlo, ¡qué tontería! Podíamos haber esperado un poquito más y entonces no estaríamos en este embrollo.
—Bueno, no te oí quejarte la primera vez. Parecías bastante complacida si mal no recuerdo.
—No podía quejarme, tenía la boca llena. Pero lo presentía. Sabía que esto estaba mal, sabía que lo que hacíamos estaba inherentemente mal.
—De acuerdo, me doy por vencida. Dime cómo arreglar esto.
—Bueno, para empezar, lo tienes al revés —repliqué, agarrando el mapa y dándole la vuelta. Estábamos aparcadas en un lado del camino desde hacía cinco minutos, intentando averiguar cómo llegar a Nerja.
Después de aterrizar en Málaga, atravesar la aduana, la oficina de alquiler de coches y finalmente alejarnos de la ciudad exitosamente, ahora estábamos perdidas. Santana conducía y yo estaba a cargo del mapa. Y con eso me refiero a que me lo quitaba cada diez minutos o algo así para mirarlo, entre umms y vacilaciones, para luego devolvérmelo. De hecho no escuchó nada de lo que yo tenía que decir, en su lugar confiaba en su innato sentido de mujer-sabelo-todo-de-mapas. También se rehusó a encender el GPS que nos habían proporcionado, decidida a mantenerse a la antigua.
Razón por la cual estábamos pérdidas. Tomar un tren habría sido muy fácil.
Santana necesitaba un coche para tomar sus fotos, que era por lo que al final estábamos aquí. Después de volar toda la noche, estábamos exhaustas, pero la mejor forma de combatir el jet lag, presuntamente, era acostumbrarse a la hora local lo más rápido posible. Habíamos acordado no tomar una siesta hasta que pudiéramos dormir en la noche.
Ahora discutíamos sobre qué giro habíamos hecho mal.
Yo había estado devorando unos churros en un pequeño puesto a un lado del camino cuando supuestamente habíamos hecho mal el giro, así que jugamos a “Quién tiene la culpa”.
—Todo lo que estoy diciendo es que si alguien no hubiera estado rellenándose la cara y hubiese prestado atención al giro, no estaríamos…
—¿Rellenándome la cara? ¿En serio? Estabas robando mis churros. ¡Te dije que te compraras unos cuando paramos!
—Bueno, al principio no tenía hambre, pero luego estabas saboreándote y lamiendo el chocolate y bueno… me distraje. —Levantó la vista del mapa, el cual había dispuesto sobre el capó del coche, y sonrió burlonamente, rompiendo la tensión.
—¿Te distrajiste? —Le devolví la sonrisa, inclinándome un poco más cerca.
Mientras miraba el mapa, yo la miraba a ella. ¿Cómo podía alguien que había estado en un avión durante los últimos cien años lucir tan bien como ella? Pero ahí estaba, vaqueros ajustados y descoloridos, camiseta negra y una chaqueta oscura North Face. Se cruzó de brazos mientras estudiaba el mapa, moviendo los labios en silencio intentando descifrarlo. Me escabullí bajo sus brazos, poniéndome sobre el capó del coche sin pena alguna, como una de esas chicas de un calendario de garaje.
—¿Puedo hacer una sugerencia?
—¿Es lasciva?
—Sorprendentemente, no. ¿Podemos encender el GPS? Me gustaría llegar antes de irme en unos días —gemí. Debido a mi reserva de última hora, tenía que regresar un día antes que Santana, pero cinco días en España… no me estaba quejando.
—Britt, sólo los y las cobardes usan GPS. —Se mofó, girándose al mapa de nuevo.
—Bueno, esta cobarde se muere por una cena, una ducha, una cama y por deshacerse de este jet lag. Así que a menos que quieras que recree Sucedió una noche en su versión española, enciente el GPS, Santana—La agarré por la chaqueta y tiré de ella hacia mí—¿Sonó muy rudo? —susurré, dándole un besito en el mentón.
—Sí, ahora me asustas.
—¿Eso quiere decir que pondrás el GPS?
—Pondré el GPS. —Suspiró, resignada, recostándose y quitándome de encima del auto. La vitoreé y me puse en camino hacia la puerta.
—No, no, no, fuiste muy ruda, Chica del Camisón. Voy a necesitar algo de dulce —instruyó, sus ojos brillaron.
—¿Necesitas dulce? —pregunté.
Tiró de mi brazo hacia ella.
—Sí, lo requiero.
—Eres retorcida, Santana—Me recosté contra ella, deslizando mis brazos alrededor de su cuello.
—No tienes ni idea. —Se lamió los labios y movió las cejas como un gánster de antaño.
—Ven a tomar tu dulce. —Le provoqué y sus labios terminaron en los míos.
Nunca me iba a cansar de besar a Santana. Es decir ¿cómo podría? Desde la noche en que me había “mostrado la verdad” justo encima de la mesa de mi cocina, habíamos ido explorando esta parte nueva de nuestra relación.
Bajo todo ese comentario sarcástico y provocativo, todos estos meses se había construido una seria tensión sexual. La estábamos dejando salir, aunque muy despacio. Seguro, podríamos haber corrido hacia la habitación del hotel esta noche y dejar que el sexo repicara a través de la ciudad durante días, pero Santana y yo, sin decir palabra, parecíamos estar en la misma página por una vez, y estábamos contemplando dejar que se desarrollara.
Me estaba cortejando. Le estaba dejando que me cortejara. Quería el cortejo. Merecía el cortejo. Necesitaba el “guau” que seguramente seguiría al cortejo, pero por ahora, ¿el cortejo? Era “guaaau”.
Y hablando de cortejo…
Mis manos se deslizaron en su cabello, jalando y retorciendo, intentando tirar de su cuerpo dentro del mío. Gimió en mi boca, sentí su lengua tocar la mía y me desmoroné. Suspiré, el gemido más pequeño, y fue más y más complicado besarla gracias a la gigantesca sonrisa que estaba saliendo en mi cara.
Se retiró un poco y rió.
—Seguro que pareces feliz.
—Sigue besándome, por favor. —Insistí, trayendo su rostro hacia el mío.
—Es como besar a una calabaza de Halloween. ¿Qué pasa con esa sonrisa? —dijo, con una sonrisa tan grande como la mía.
—Estamos en España, San. La sonrisa está implicada. —Suspiré con satisfacción, revolcando su cabello suelto.
—Y he aquí yo pensando que tenía que ver con mis besos —respondió, besándome nuevamente, suave y gentilmente.
—De acuerdo, vaquera, ¿lista para ver a dónde nos lleva el GPS? —pregunté, apartándome. No podía tener mis manos sobre ella por más tiempo o nunca nos iríamos.
—Veamos lo perdidas que estamos realmente. —Sonrió y partimos.
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—Creo que este es el giro… Sí, este es —dijo.
Reboté en el asiento. Resultó que estábamos más cerca de lo que creíamos y nos habíamos puesto un poco inquietas. Dando una última vuelta, nos miramos la una a la otra y chillé. Habíamos visto el océano por pedacitos durante los últimos kilómetros más o menos, asomándose detrás de los árboles o sobre un acantilado.
Ahora, doblando en un camino adoquinado, darme cuenta de que Santana había alquilado una casa no sólo cerca de la playa, sino sobre la playa, me emocionó, y la vista me acalló.
Santana aparcó, las gomas rechinaron sobre los cantos rodados. Cuando apagó el auto, pude oír las olas chocando contra la costa rocosa a unos treinta metros.
Nos sentamos por un momento, inhalando todo y sonriéndonos la una a la otra antes de salir del coche.
—¿Es aquí donde nos quedaremos? ¿La casa entera es tuya? —exclamé mientras ella recogía nuestras maletas y se detenía junto a mí.
—Es nuestra, sí. —Sonrió y me señaló el camino delante de ella.
La casa era magnífica y encantadora, todo al mismo tiempo: muros de estuco blanco, techo de tejas, líneas limpias y suaves arcos. Árboles de naranja se alienaban en el paseo desde el estacionamiento, y una buganvilla trepaba por los muros del jardín. La casa era clásica, construida para soportar el mar y proteger a las personas en su interior. Mientras Santana buscaba la llave bajo los maceteros, yo inhalé el aroma de los cítricos y el distintivo aire salado.
—¡Ajá! La tengo. ¿Lista para ver el interior? —Luchó con la puerta por un momento antes de girarse hacia mí.
Tomé su mano, entrelazando nuestros dedos y me incliné a besar su mejilla.
—Gracias.
—¿Por?
—Por traerme aquí. —Sonreí y le besé de lleno en los labios.
—Umm, más de ese dulce que me prometiste. —Dejó caer el bolso y me acercó a ella.
—¡Dulce esto! ¡Veamos la casa! —grité, liberándome y entrando, pero tan pronto como pasé la entrada, me detuve de sopetón. Pisándome los talones, Santana chocó conmigo.
Una sala a nivel del suelo, con acolchados sofás y sillas muy cómodas se abrió ante mí en lo que yo asumía era la cocina. Puertas francesas se abrían hacia grandes terrazas y patios que se hundían hacia la playa. Lo que me detuvo fue el océano. A través de las gigantescas ventanas, el azul oscuro del perezoso Mediterráneo. La línea costera se curvaba hacia el pueblo de Nerja, donde las luces comenzaban a brillar mientras el crepúsculo caía sobre la playa, iluminando las otras casas blancas que colgaban de los acantilados.
Recordando cómo moverme, me apresuré a abrir las puertas y dejar que el suave aire cayera sobre mí y dentro de la casa, cubriendo todo con el perfume de la noche.
Caminé por la pasarela de hierro, la cual se elevaba sobre un patio de losas de barro, flanqueado por olivos. Sentí a Santana caminar detrás de mí y sin decir palabra, colocar sus manos en mi cintura. Se acurrucó junto a mí, descansando su cabeza en mi hombro. Me recosté en ella, sintiendo las curvas y planos de su cuerpo encajar con el mío.
¿Conoces esos momentos cuando todo es exactamente como se supone que debe ser? ¿Cuándo te encuentras a ti misma y a tu universo entero alineándose en perfecta sincronía y no puedes ser más feliz? Yo estaba en ese momento y completamente consciente de ello. Dejé escapar una risita, sintiendo la sonrisa de Santana desplegarse por su rostro mientras presionaba mi cuello.
—Está bien, ¿no? —susurró.
—Está muy bien —respondí, y ambas miramos la puesta de sol en un silencio embrujado.
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Después de mirar el atardecer hasta que se hubo ido, exploramos el resto de la casa. Parecía más y más bonita con cada habitación y chillé una vez más cuando vi la cocina. Era como si hubiera sido transportada a la casa de Ina en el East Hampton, con una elegancia española: con nevera de dos puertas, hermosas encimeras de granito y una estufa. No quería siquiera saber cuánto estaba pagando Santana por esta casa.
Sencillamente, decidí disfrutar. Y lo hicimos, corriendo de un lado a otro, riendo como niños cuando encontramos el bidet en el baño del pasillo.
Entonces entramos a la habitación principal. Doblé la esquina y la vi de pie en el pasillo, del otro lado de la puerta.
—¿Qué demonios encontraste que te tiene tan silen… oh, Dios. ¡Mira eso! —Me detuve junto a ella, admirando desde el umbral.
Si mi vida tuviera banda sonora, el tema de 2001: Una odisea en el espacio se estaría reproduciendo ahora.
Ahí, en el medio de una habitación en esquina, con su propia terraza con vistas hacia el océano más bello del mundo, estaba la cama más grande que había visto.
Tallada de lo que parecía ser teca, era tan grande como un campo de fútbol.
Cientos de sedosas almohadas blancas puestas en el cabecero, derramándose sobre un edredón blanco. Estaba doblado, por lo que el millón de hebras de hilo brillaban, de hecho brillaban como si estuvieran encendidas desde dentro.
Transparentes cortinas blancas colgaban de barras suspendidas sobre la cama, creando un dosel, mientras más cortinas colgaban en las ventanas mirando hacia el océano. Las ventanas estaban abiertas y las cortinas flotaban con la brisa suave, dándole a la habitación un efecto ondulante.
Era la cama de las camas. Era la cama que querían ser todas las camas cuando crecieran. Era el paraíso de las camas.
—¡Vaya! —dije, todavía de pie en el pasillo junto a Santana.
Era hipnótico. Era como una cama-sirena, seduciéndonos.
—Puedes repetirlo —tartamudeó, sus ojos no abandonaron la cama.
—¡Vaya! —repetí, todavía mirando fijamente.
No podía parar, y de pronto estaba muy, muy nerviosa. Tenía un adorable caso de ansiedad, mesa para uno.
Santana rió con mi débil broma y eso me devolvió a la realidad.
—Sin presiones, ¿eh? —dijo, sus ojos eran tímidos.
¿Eh? ¿Nervios? ¿Mesa para dos? Tenía una opción. Podía irme por la sabiduría convencional; dicha sabiduría era la de dos adultas, juntas de vacaciones en una preciosa casa con una cama que era la encarnación del sexo, comenzando a tener sexo imparable… o, podía sacarnos de aquello y sólo disfrutar. Disfrutar de estar juntas y dejar que las cosas pasen cuando pasen. Sí, esa idea me gustaba más.
Pestañeé y corrí hacia la cama, salté sobre ella y las almohadas rebotaron por la habitación. Espié sobre el montón que quedó y la vi recostado en el marco de la puerta, una visión que había tenido muchas otras veces. Lucía un poco nerviosa, pero aun así hermosa.
—Así que, ¿dónde duermes? —le dije, su rostro se relajó en una sonrisa, mi sonrisa.
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—¿Vino?
—¿Estoy respirando?
—Entonces vino —resopló, seleccionando una botella de vino rosado de la generosamente abastecida nevera. Santana había encargado que algunas provisiones fueran entregadas en la casa antes de nuestra llegada; nada caprichosa pero suficiente para comer y estar confortables.
Ya estaba oscuro, y cualquier pensamiento que podíamos haber tenido acerca de ir al pueblo se había desvanecido con la amenaza del jet lag. En su lugar, nos quedaríamos esta noche, dormiríamos y por la mañana iríamos al pueblo.
Había pollo asado, aceitunas y una buena porción de queso manchego, jamón serrano de un aspecto increíble y otras cosas, suficientes para hacer una comida decente.
Arreglé los platos mientras ella servía el vino, y pronto estuvimos sentadas en la terraza. El océano se estrellaba debajo, y la pasarela que iba hacia la playa era golpeada con pequeñitas luces blancas.
—Deberíamos ir hasta la playa antes de acostarnos, al menos dar un pequeño paseo.
—Por supuesto. ¿Qué quieres hacer mañana?
—Depende, ¿cuándo tienes que empezar a trabajar?
—Bueno, conozco algunos de los lugares a los que necesito ir, pero todavía necesito hacer algo de reconocimiento. ¿Quieres venir?
—Por supuesto. ¿Comenzar en el pueblo y luego ver a dónde nos lleva eso? —pregunté, mordisqueando una aceituna.
Alzó su copa y asintió.
—A ver dónde nos lleva. —Brindó.
Levanté la mía hacia la suya.
—Segundo la moción. —Nuestras copas tintinearon y nuestros ojos se encontraron. Sonreímos, una sonrisa secreta. Finalmente estábamos solas y no había otro sitio en el que quisiera estar.
Cenamos y bebimos, robándonos pequeñas miradas la una a la otra de tanto en tanto. El vino me mareó un poco y me puso en un humor íntimo.
Después de eso, escogimos un paseo sobre la rocosa línea costera de la playa.
Nos apretamos las manos para caminar pero nunca nos soltamos. Nos detuvimos al final de la tierra, el fuerte y salado viento corriendo a través de nuestra ropa y cabello, golpeándonos un poco.
—Es agradable estar contigo —le dije—. Yo, um, me gusta sostener tu mano —admití, envalentonada por el vino. Las bromas ingeniosas tenían su lugar, pero a veces, todo lo que necesitas es la verdad. No me respondió, simplemente sonrió y llevó mi mano a su boca, dándome un pequeño beso.
Observamos las olas, y cuando tiró de mí hacia su pecho, acurrucándome, respiré despacio. ¿Realmente había pasado tanto desde que sentí…? Oh, ¿qué era lo que sentía? ¿Importaba?
—Emma me dijo que sabes lo que le sucedió a mis padres —dijo tan suavemente que apenas pude oírla.
—Sí. Me lo dijo.
—Solían tomarse de las manos todo el tiempo. No para presumir, ¿sabes?
Asentí en su pecho y lo respiré.
—Siempre veo a estas parejas de manos haciendo un espectáculo, llamándose el uno al otro nena, cariñito y amorcito. Parece, no sé, falso de algún modo. Como si al no estar frente a otras personas no lo hicieran.
Asentí nuevamente.
—¿Mis padres? Nunca pensé mucho en ello, pero ahora cuando lo hago, me doy cuenta de que prácticamente sus manos estaban cosidas, siempre iban tomados de la mano. Aun cuando nadie miraba, ¿sí? Yo regresaba de las prácticas y los encontraba viendo la televisión, en el sofá, pero con sus manos descansando sobre una almohada para que pudieran tocarse… era sólo… no sé, agradable.
Mi mano, aún abrazada por la suya, le apretó, y sentí sus finos dedos devolverme el apretón.
—Suena como si siguieran siendo una pareja, no sólo mamá y papá —dije, escuchando cómo su respiración se aceleraba un poquito.
—Sí, exactamente.
—Los echas de menos.
—Por supuesto.
—Puede sonar extraño, ya que nunca los conocí, pero siento que hubieran estado muy orgullosos de ti, San.
—Sí.
Estuvimos quietas durante otro minuto, sintiendo la noche a nuestro alrededor.
—¿Quieres regresar a casa? —pregunté.
—Sí. —Me besó la coronilla y comenzamos el viaje de vuelta, nuestras manos juntas como si alguien hubiese puesto pegamento en ellas.
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Dejé a Santana para limpiar el desastre de la cena. Quería darme una ducha rápida antes de irme a la cama. Después de lavarme los días de aeropuerto y viaje, me puse una camiseta vieja y pantalones cortos de chico, estaba demasiado cansada para la ropa interior que había empacado. Sí, había empacado lencería.
Vamos, no era una monja.
Me detuve frente al espejo de mi habitación, después de secarme el pelo cuando la vi aparecer en el umbral. Estaba de camino a su habitación después de una ducha, vistiendo pantalones de pijama, un top y una toalla enroscada en el cuello.
Estaba exhausta, pero no tanto como para no apreciar la forma frente a mí. La observé a través del espejo mientras ella también me evaluaba.
—¿Una buena ducha? —preguntó.
—Sí, se sintió genial.
—¿Te vas a la cama?
—Apenas si puedo mantener los ojos abiertos —repliqué, bostezando para puntualizarlo.
—¿Te puedo traer algo? ¿Agua? ¿Té? ¿Algo?
Me volví para enfrentarla mientras entraba.
—Agua no, té no, pero hay una cosa que sí me gustaría antes de irme a dormir —ronroneé, caminando hacia ella.
—¿Y qué es?
—¿Un beso de buenas noches?
Sus ojos se oscurecieron.
—Oh, rayos, ¿eso es todo? Puedo hacerlo. —Cerró la distancia entre nosotras y con facilidad deslizó sus brazos por mi cintura.
—Bésame, tonta—Le provoqué, cayendo en su abrazo como en uno de esos antiguos melodramas.
—Una tonta besadora a la orden —rió, pero segundos después nadie reía. Minutos después, nadie estaba de pie.
Después de caer en Almohadalandia, nos enredamos, brazos y piernas rodando por aquí y por allá, y los besos cada vez más desesperados. Mi camiseta se subió por mi cintura, y la sensación de sus partes contra las mías era indescriptible.
Sus besos llovieron por mi cuello, lamiendo y sorbiendo mientras yo gemía como una puta en la iglesia.
Para ser honesta, nunca había oído a una puta gemir en una iglesia, pero tenía la sensación de que eran como sonidos de mil demonios que salían de mi boca.
Me dio la vuelta como si fuera una muñeca de trapo y me acomodó sobre sí, con mis piernas a sus lados, del modo en que quería hacía tanto tiempo.
Suspiró, mirándome mientras yo me quitaba el cabello del rostro y también colocaba el suyo detrás de sus orejas, impacientemente para apreciar la magnificencia sobre la que me erguía.
Aminoramos los movimientos, luego nos detuvimos juntas, mirándonos con descaro la una a la otra, evaluándonos mutuamente.
—Increíble —respiró, acunando mi rostro mientras yo acariciaba su mano.
—Es una buena palabra para eso, sí. Increíble. —Giré a besar la punta de sus dedos. Se quedó mirando a mis ojos otra vez, esos amorrones ojos, ahora negros del sexo que hacían su magia vudú y me convertían en un charco de sentimientos.
Para que ella cortejara. ¿Ven lo que me hacía?
—No quiero joder esto —dijo de repente, sus palabras rompiendo mis rimas Seussianas.
—Espera, ¿qué? —le pregunté, sacudiendo la cabeza para aclararla.
—Esto. Tú. Nosotras. No quiero fastidiarlo —insistió, sentándose debajo de mí mientras mis piernas se enroscaban en su espalda.
—Está bien, entonces no lo hagas. —Me aventuré, insegura del rumbo que tomaba esto.
—Quiero decir, necesitas saberlo, no tengo experiencia con esto.
Arqueé una ceja.
—Tengo una pared en casa que no estaría de acuerdo… —Me reí, ella se estrelló en mi pecho con rudeza—. Oye, oye… ¿qué pasa? ¿Qué sucede? —La tranquilicé, frotando su espalda.
—Britt, yo, Jesús, ¿cómo digo esto sin que suene como un episodio de Dawson‘s Creek? —Se atragantó las palabras mientras hablaba en mi cuello.
No podía evitarlo, reí un poco cuando un destello de Pacey llegó a mí, y eso lo trajo de regreso. Me aparté un poco para poder mirarl y sonrió tristemente.
—Está bien, maldito Dawson, realmente me gustas Brittany, pero no he tenido novia desde el instituto, y no tengo ni idea de cómo hacer esto. Pero necesitas saber que… ¿lo que siento por ti? Mierda, es diferente, ¿bien? Y lo que quiera que diga tu muro en casa, necesito que tú sepas que, ¿esto? ¿Lo que tenemos o tendremos? Es distinto, ¿de acuerdo? Sabes eso, ¿verdad?
Me estaba diciendo que yo era diferente, que no era un reemplazo para el harén; y esto, esto yo lo sabía. Me miró tan seria que mi corazón se abrió aún más. Besé suavemente sus dulces y carnosos labios.
—Primero que todo, lo sé. Segundo, en esto eres mejor de lo que crees—Sonreí, presionando sus ojos y besando cada párpado—Y para que lo sepas, me encantó Dawson‘s Creek, e hiciste a la Warner Brothers orgullosa—Reí y sus ojos se abrieron, pude ver el alivio en ellos. La abracé y nos mecimos hasta que el anterior torrente de hormonas se calmaba en este recién encontrado espacio, la tranquila intimidad que casi se estaba convirtiendo en una adicción.
—Me gusta que tomemos todo con calma. Eres buena cortejando —susurré.
Se tensó. Podía sentirla temblar un poco.
—¿Soy buena cortejanda? —Rió, las lágrimas brotaron de sus ojos mientras intentaba controlar la risa.
—Oh, cállate —gemí, golpeándola con una almohada. Nos reímos durante un par de minutos más, cayendo en la exuberante cama, y mientras el jet lag finalmente se apoderaba de nosotras, nos acomodamos. Juntas. Ahora no había dudas en cuanto a lo de dormir en habitaciones separadas. La quería aquí, conmigo, rodeados por almohadas y España. Nos acurrucamos. Mi último pensamiento, antes de caer en un profundo sueño con sus brazos rodeándome… es que podría estar enamorándome de mi Wallbanger.
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FanFic Brittana:Wallbanger (Adaptada) Cap17
Capitulo 17
Me desperté está mañana por un gran estruendo. Olvidando donde estaba por una fracción de segundo, automáticamente asumí que estaba en casa, y que estábamos experimentando un temblor. Estaba a medio camino de salir de la cama, con un pie en el suelo, cuando me di cuenta de que la vista fuera de la ventana de mi habitación era definitivamente más azul de lo que era en casa, y decididamente más mediterráneo. ¿Y el ruido? No era un temblor.
Eran los ronquidos de Santana. Ronquidos. Los ronquidos al ritmo de la banda, y por ritmo de la banda me refiero al ritmo de la banda de su nariz, la que estaba emitiendo el sonido más sobrenatural. Me llevé las manos a la boca para contener la risa y me deslicé en la cama, lo mejor era evaluar la situación.
Fiel a mi estilo, me había hecho cargo de la mayor parte de la cama en la noche, y ella había sido relegada a un rincón, donde ahora estaba acurrucada en una pequeña bola con una almohada metida entre las piernas. Pero lo que le faltaba en metros cuadrados, lo compensaba con el sonido. Los sonidos que se vertían de sus fosas nasales se registraban entre el oso pardo y el remolque de un tractor explotando. Me retorcí en la cama de un kilómetro de ancho, curvándome alrededor de su cabeza y mirando hacia abajo a su rostro.
Incluso haciendo estos horribles sonidos, era adorable. Cuidadosamente puse mis dedos a los lados de su nariz, y apreté. Y luego esperé.
Después de diez segundos, inhaló y sacudió la cabeza, mirando a su alrededor salvajemente. Se relajó cuando me vio sentada en la almohada junto a ella.
Sonrió con una sonrisa somnolienta.
—Hola, oye ¿qué pasa? —Murmuró, rodando hacia mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura, apoyando su cabeza en mi panza. Pasé mis manos por su largo cabello, deleitándome con la informal libertad que tenemos por fin para tocarnos entre sí.
—Sólo me desperté. Alguien estaba bastante ruidosa en este lado de la cama.
Cerró un ojo y me miró.
—No creo que alguien tan sacundante como tú pueda quejarse de nada.
—¿Sacúndate? Eso ni siquiera es una palabra. —Bufé, disfrutando de sus brazos a mí alrededor más de lo que quería admitir.
—Sacundante, como alguien que se sacude mucho. Como aquel que a pesar de estar durmiendo en una cama del tamaño de Alcatraz, aún necesita casi todo el colchón para moverse y patear —insistió, accidentalmente-a-propósito subiendo mi camisa para descansar su cabeza en mi vientre desnudo.
—Sacudirse es mejor que roncar, Srita. Pantalones Roncantes —me burlé de nuevo, tratando de no notar la forma en que su mentón rozaba mi piel de la manera más deliciosa.
—Tú te sacudes. Yo ronco. ¿Qué haremos al respecto? —Sonrió felizmente, todavía media dormida.
—¿Tapones para los oídos y espinilleras?
—Sí, eso es sexy. Podemos ponernos eso antes de acostarnos cada noche —suspiró, colocando el más pequeño de los besos justo por encima de mi ombligo.
Un ruido que sonaba como un quejido triste escapó de mis labios antes de que pudiera reprimirlo, y mis orejas se pusieron rojas cuando asimilé lo que había dicho acerca de “cada noche”, como si fuéramos a dormir juntas cada noche. Oh mi…
Tomamos un desayuno rápido en la casa y luego nos dirigimos a la ciudad.
Me enamoré de inmediato del pueblo: las antiguas calles de piedra, las paredes blanqueadas brillaban bajo el sol abrasador, la belleza que brotaba de cada arcada abierta. De cada partícula de azul turquesa que se asomaba desde la costa hasta las amistosas sonrisas en los dulces rostros de las personas que llamaban a este lugar encantado casa, estaba enganchada.
Era día de mercado, y entramos y salimos de los puestos, recogiendo fruta seca para picar más tarde. He visto hermosos lugares en esta tierra, pero esta ciudad era el paraíso para mí. Sinceramente, nunca había experimentado nada igual.
Ahora, había estado viajando sola durante años, encontrando mi propia compañía muy agradable. Pero ¿viajar con Santana? Era…genial. Simplemente, genial.
Era tranquila, así como yo cuando estoy viendo algo nuevo. Nunca sintió la necesidad de llenar el silencio con palabras tontas. Estábamos contentas de disfrutar del paisaje.
Cuando hablamos fue para señalar algo que creíamos que la otra no debía perderse, como los cachorros jugando en un jardín, o un anciano y una mujer hablando de ida y vuelta desde sus balcones. Ella era una gran compañera.
Caminábamos de regreso al auto rentado, el sol de la tarde quemándome a través del fino algodón cubriendo mis hombros, cuando mi mano se enredó con la suya en la forma más modesta. Y mientras se tomó el tiempo para abrir la puerta para mí, y se inclinó para besarme bajo el cálido sol español, sus labios y el olor de los olivares eran las únicas cosas que necesitaba en el mundo entero.
Desde el momento en que conocí a Santana, había guardado varias imágenes de ella en la memoria: viéndola por primera vez, vestida solo con una sábana, un top y una sonrisa; conduciendo de regreso por el puente con ella la noche de inauguración de la casa de Emma, cuando hicimos una tregua; una deformada y borrosa Santana mientras la veo desde el interior de un afgano; iluminado por antorchas, mojada y luciendo endiabladamente guapa en el hidromasaje; y ¿una reciente adicción a mí Lo mejor de Santana? La visión de ella debajo de mí mientras me aferraba, acercándome, su piel cálida y su dulce aliento sobre mí cuando estábamos acurrucadas en la Cama Gigante del Pecado.
Pero nada, y quiero decir nada, era más caliente que ver trabajar a Santana. Lo digo en serio. De hecho, me tuve que abanicar un poco, lo que ella notó, porque cuando trabajaba estaba deliciosamente concentrada.
Y ahora aquí estaba yo sentada, observando a Santana trabajar.
Habíamos conducido hasta la costa para tomar algunas fotos de prueba en un lugar que un guía local le había hablado, y ahora ella peligrosamente apuesta Santana estaba concentrada completamente en la tarea en sus manos.
Como me había explicado, no se trataba de las imágenes reales que tomaría, se trataba de probar la luz y los colores. Así que mientras ella escalaba su camino de roca en roca, yo me senté en una manta que habíamos sacado del maletero y observé. Situadas en los acantilados por encima del mar, podíamos ver por kilómetros. El litoral rocoso se extendía y se enroscaba de nuevo en sí mismo, mientras de olas fluían de las profundidades del mar. Y aunque el paisaje era precioso, lo que llamó mi atención fue la forma en que la punta de la lengua de Santana se asomó mientras contemplaba la escena. El modo en que se mordió su carnoso labio inferior mientras se desconcertaba por algo.
La forma en que la emoción se plasmó su rostro cuando vio algo nuevo a través de su lente.
Me alegré de tener algo que hacer, algo en que fijarme, mientras el comienzo de una batalla comenzaba a librarse dentro de mi cuerpo. Desde que reconocimos la presión que la cama gigante puso sobre nosotras, lo único en lo que podía pensar era en esa gran presión. Además de la presión de una O negada por mucho tiempo, esperando pacientemente, y a veces impaciente, por su liberación.
La presión era tan fuerte, tan intensa, que cada parte de mí podía sentirla.
Actualmente en este debate que se realiza en mi interior participaban mi Cerebro, la Britt de Abajo (hablando por la distante O), la Columna Vertebral y aunque había guardado silencio sobre todo últimamente, dejando a Cerebro y Nervios tomar el control, el Corazón estaba ahora pensando también.
Cabe mencionar que la BA (Britt de Abajo quería estar a la moda con un nombre abreviado) había de algún modo proyectado los dedos y la pelvis de Santana en la refriega y pese a que ni sus dedos ni su pelvis, no tenía acceso directo a ella, BA sintió la necesidad de hablar en su nombre.
Ahora, Columna Vertebral y Cerebro estaban firmemente en el campamento espera-para-el-sexo, creyendo esto esencial para la base de esta floreciente relación. Obviamente, BA, y por tanto los dedos de Santana, se encontraban en la sociedad ten-sexo-con-ella-tan-pronto-como-sea-posible.
La O, aunque no oficialmente en residencia, se podía contar entre los partidarios de la BA. Pero sentí una punzada, y solo una pizca, de ella flotando por encima de los dos campos, junto con Corazón, que actualmente cantaba canciones sobre el amor eterno y cosas cálidas y suaves.
Toma en cuenta todo esto, ¿y qué es lo que tienes? Una totalmente confundida Brittany. Una Britt dividida. No es de extrañar que haya renunciado a las citas.
Esta mierda era difícil. Así que ¿estaba contenta de tener algo en que pensar que no sea en la olla a presión de sexo indefinido? NO.
—¡Oye! ¡Chica Camisón! Ven aquí —dijo Santana, desconcentrándome de mi estudio sobre sus dedos. Dejé atrás la batalla mental, abriéndome paso con cuidado por las rocas escarpadas a donde ella estaba equilibrada.
—Te necesito.
—¿Aquí? ¿Ahora? —Resoplé.
Bajó la cámara lo suficiente como para levantar una ceja.
—Te necesito para la escala. Ponte allí. —Me señaló hacia el borde del acantilado.
—¿Qué? No-no. No fotos, eh-eh. —Regresé hacia mi manta.
—Sí, sí, fotos. Vamos. Necesito algo en el primer plano. Ve allá.
—¡Pero soy un desastre! Estoy despeinada por el viento y quemada por el sol. ¿Ves? —Bajé un poco mi cuello V para mostrarle cómo empezaba a ponerme rosada.
—Aunque siempre aprecio que me muestres tu escote, guárdalo, hermana. Esto es sólo para mí, sólo para darme un poco de perspectiva. Y no te ves despeinada por el viento. Bueno, sólo un poco —Golpeteó su pie.
—No vas a hacerme posar con una rosa en mis dientes ¿verdad? —Suspiré, arrastrando los pies hasta el borde.
—¿Tienes una rosa? —preguntó, pareciendo seria a excepción de la sonrisa de idiota.
—Cállate. Toma tus fotos.
—De acuerdo, solo sé natural. No hagas poses, solo quédate allí parada, mirando hacia el agua estaría bien —instruyó.
Obedecí. Se movió a mí alrededor, tratando diferentes ángulos, y le oí murmurar acerca de lo que estaba trabajando. Lo admito, a pesar de que era tímida para tomarme fotos, casi podía sentir sus ojos a través de la lente, mirándome.
Se movió alrededor mío por solo unos minutos, pero se sintió más tiempo.
La guerra interna comenzaba a librarse de nuevo.
—¿Ya casi está?
—No se puede precipitar la perfección, Brittany. Tengo que hacer un trabajo bien hecho —advirtió—. Pero sí. Ya casi está. ¿Tienes hambre?
—Quiero esas naranjas clementinas de la cesta. ¿Me das una? ¿O se meterá con tu obra maestra?
—No se mete con ella. La llamaré Chica despeinada por el viento en un acantilado con una naranja clementina. —Se rió y se dirigió hacia el coche.
—Eres graciosa—le dije con ironía, capturando la pequeña naranja que me tiró y empezando a pelarla.
—¿Me compartes?
—Supongo que sí, es lo menos que puedo hacer por la mujer que me trajo aquí ¿verdad? —Me reí, mordiendo un trozo y sintiendo el jugo gotear por mi barbilla.
—¿Tienes un agujero en el labio? —Me preguntó, capturando el momento mientras ponía mis ojos en blanco.
—¿Realmente crees que eres graciosa, o simplemente asumes que podrías serlo? —Repliqué, señalándola con la rodaja. Sacudió su cabeza, riendo mientras tomaba un pedazo.
Por supuesto. Le dio un mordisco y no goteó. Abrió mucho los ojos con sorpresa fingida, y aproveché la oportunidad para aplastar otra rodaja en su cara. Sus ojos estaban muy abiertos, mientras el jugo corría libremente por la punta de su nariz y en su mentón.
—Desordenada Santana —susurré mientras me miraba. En un instante, presionó sus labios a los míos, poniendo jugo en ambas mientras yo chillaba en su boca.
—Dulce Brittany —susurró a través de su sonrisa. Nos hizo girar así que el mar que estaba detrás de nosotras, levantó la cámara y tomó una foto: de ambas cubiertas de papilla de naranja.
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—Esto es. Esto es ahora oficialmente la mejor cosa que he tenido en mi boca —anuncié, cerrando mis ojos y gimiendo.
—Has dicho eso a todo lo que has comido esta noche.
—Lo sé, pero enserio, no puedo con lo bueno que es esto. Abofetéame, pellízcame, tírame al agua, esto es demasiado bueno —gemí de nuevo.
Nos sentamos en una mesita en un rincón de un pequeño restaurante en la ciudad, y estaba decidida a probar todo. Santana, haciendo gala de sus habilidades lingüísticas, había ordenado para ambas. Le dije que eligiera, que estaba en sus manos y sabía que no me dirigiría mal. Y la muchacha lo hizo bien. Festejamos.
Nos fuimos por las tradicionales tapas, por supuesto, acompañadas de copas de vino de la casa. Pequeños cuencos y platos se presentaron en la mesa cada pocos minutos después de eso: pequeñas albóndigas de cerdo, rebanadas de jamón, champiñones marinados, hermosos embutidos, calamares a la plancha con afrutado aceite de oliva local. Con cada bocado, estaba segura de que acababa de comer lo mejor del mundo, y luego otra ola magnifica de comida se presentaba y me convencía una vez más. Y entonces llegaron estos langostinos. Irreales.
Fritos crujientes en aceite de oliva con un montón de ajo y perejil, pimentón ahumado, y un toque de calor. Me desmayaba. Realmente, me desmayaba.
¿Santana? A ella le encantó. Se lo comió todo. Mis reacciones tanto como la comida, creo. Se lo había acabado.
—Honestamente, no puedo más —protesté, arrastrando un trozo de pan crujiente a través del aceite de oliva. Sonrió mientras me miraba descaradamente disfrutar de otro pedazo de pan antes de finalmente retroceder de la mesa con un gemido.
—¿La mejor comida? —Preguntó.
—En verdad, podría serlo. Eso fue una locura. —Suspiré, acariciando mi estómago lleno. Elegantemente, me había comido toda esa comida como si alguien fuera a llevárselo lejos de mí. Un camarero apareció con dos pequeños vasos de un vino local. Dulce y fresco, era la perfecta bebida después de cenar. Bebimos despacio, la brisa entrando por las ventanas ligeramente perfumada con el aroma del mar.
—Esta fue una gran cita, San. En serio. No podría haber sido más perfecta —dije, tomando otro sorbo del vino.
—¿Esto fue una cita? —preguntó.
Mi rostro se congeló.
—Quiero decir, no. Supongo que no. Yo sólo…
—Relájate, Britt. Yo sé lo que quieres decir. Es gracioso considerar esto como una cita: dos personas que viajan juntas, pero que ahora están en una cita. —Sonrió y me relajé.
—Umm, no hemos seguido las reglas tradicionales hasta ahora, ¿verdad? Esto incluso podría ser nuestra primera cita, si quisiéramos tener algo técnico.
—Bueno, técnicamente hablando, ¿Qué define una cita? —Preguntó.
—Cenar, supongo. Aunque hemos cenado antes —respondí.
—Y una película. Ya hemos visto una película —me recordó.
Me estremecí.
—Sí, y eso fue sin duda una maniobra para conseguir que me acurrucara contigo. Película de terror, tan obvio —me burlé.
—Funcionó, ¿no? De hecho, creo que dormí contigo esa noche, Chica Camisón.
—Es cierto, soy barata y fácil, lo reconozco. Supongo que realmente hicimos todo al revés. —Le sonreí, deslizando mi pie en el piso por debajo de la mesa y pateándolo ligeramente.
—Me gusta al revés. —Sonrió con suficiencia.
Entrecerré mis ojos.
—No tocarás eso.
—En serio. Como he dicho, no tengo experiencia con estas cosas—dijo—¿Cómo funciona? Y si estuviéramos haciendo esto… no al revés ¿Qué pasaría después?
—Bueno, supongo que habría otra cita, y otra después de esa —admití, sonriendo tímidamente.
—Y las reglas. Yo esperaría tratar de hacer algunas reglas ¿no? —preguntó en serio.
Farfullé mi vino.
—¿Reglas? ¿Es en serio? Como tocar un pecho, sobre la blusa, debajo de la blusa, ¿esas reglas? —Me reí con incredulidad.
—Sí, exactamente. ¿Está permitido que me salga con la mía? Como una dama, quiero decir. Si esto fuera realmente una primera cita, no estaríamos yendo a casa juntas ¿verdad? Citándonos ahora, sin sexo. Recuerda, aparentemente doy un buen cortejo —dijo, con los ojos brillantes.
—Sí, sí, lo haces. No estaríamos yendo a casa juntas, eso es cierto. Pero para ser honesta, no quiero que duermas en la habitación del pasillo. ¿Eso es raro? —Pude sentir mis orejas ardiendo mientras me sonrojaba.
—No es raro —respondió en voz baja. Me quité mi sandalia y presioné mi pie contra el suyo, frotando ligeramente a lo largo su pierna.
—Acurrucarse es bueno, ¿verdad?
—Acurrucarse es definitivamente bueno —concordó, empujándome de vuelta con su propio pie.
—En lo que se refiere a tus reglas, creo que definitivamente tú podrías planear un poco de acción por debajo de blusa, si estás muy interesada—le contesté.
Internamente, Cerebro y Columna Vertebral se pusieron un poco alegres, mientras que BA pateaba algunas sillas. Las Tetas estaban felices de que alguien las tomara en cuenta, en lugar de sólo ser una parada en el camino a los puntos sur.
¿Corazón? Bueno, seguía revoloteando, cantando su canción.
—Entonces, seremos un poco tradicionales, pero no totalmente tradicionales. ¿Lo tomaremos con calma? —preguntó, con los ojos ardiendo, los marrones, ahora negros ojos empezaron a hacer su pequeño baile hipnótico.
—Lento, pero no demasiado lento. Somos adultas, por amor de Dios.
—Por la acción bajo la blusa —anunció, levantando su copa para un brindis.
—Brindaré por eso. —Reí mientras las chocamos.
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Cincuenta y siete minutos más tarde estábamos en la cama, sus manos cálidas y seguras mientras abría cada botón, revelando mi piel.
Fue despacio a propósito, dejando caer mi blusa mientras yacía debajo de ella.
Bajó la mirada hacia mí, las puntas de sus dedos trazando ligeramente una línea desde mi clavícula hasta mi ombligo, recta y exacta. Ambas suspiramos al mismo tiempo.
No podía explicarlo, pero saber que habíamos puesto ciertos límites para la noche, aunque fuera una tontería, lo hacía mucho más sensual, algo de lo que disfrutar verdaderamente. Sus labios revoloteaban alrededor de mi cuello, susurrando pequeños besos contra mi piel, debajo de mi oreja, bajo mi barbilla, en el hueco entre mi hombro y mi cuello, y abriéndose camino hasta el abultamiento de mis pechos. Sus dedos rozando con ligereza, reverentemente, una sensación fantasma a través de mi sensible piel que me hizo inhalar y luego contener las respiración.
Cuando sus dedos rozaron suavemente mi pezón, cada terminación nerviosa de todo mi cuerpo dio marcha atrás y empezó a pulsar en esa dirección.
Exhalé, sintiendo meses de tensión comenzando a fluir fuera de mí y acumularse incluso más. Con besos dulces y toques suaves comenzó el proceso de llegar a conocer mi cuerpo, y era exactamente lo que yo necesitaba. Labios, boca, lengua; todo sobre mí, probando, acariciando, sintiendo y amando.
Cuando sus labios se cerraron alrededor de mi pecho, su pelo, que se escapa de la cola de caballo, me hizo cosquillas de la forma más adorable y envolví mis brazos a su alrededor, sosteniéndole cerca. La sensación de su piel contra la mía, sus pechos contra los míos, era la perfección y algo que nunca había experimentado antes. Me sentía… adorada.
A medida que exploramos esa noche, lo que empezó como divertido, lindo, y parte de nuestras clásicas bromas se convirtió en algo más. Lo que había llamado torpemente “acción bajo de la blusa” se convirtió en parte de un romance, y algo que podía haber sido simplemente físico se convirtió en algo emocional y puro.
Y cuando me acunó contra ella, llevándome a su rincón con tiernos besos y risas entrecortadas, caímos en un sueño satisfechas.
Sacundante y Srita. Pantalones Roncantes.
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Durante los siguientes dos días, me deleité. En verdad, no hay otra palabra en el idioma español para articular la experiencia a la que me entregué. Ahora, para algunos, la definición de unas vacaciones de lujo puede ser una infinidad de tiendas, mimarse en un spa, comidas caras, elaborados espectáculos. Pero para mí, lujoso significaba pasar dos horas durmiendo la siesta al sol en la terraza de la cocina.
Lujoso significaba comer higos goteando con miel y salpicados con migas de queso local, mientras que Santana me servía otra copa de Cava, todo antes de las diez de la mañana.
Lujoso significaba tiempo a solas para pasear por las pequeñas tiendas familiares de Nerja, hurgando en los contenedores de hermoso encaje.
Lujoso significaba explorar las cuevas cercanas con Santana mientras ellla hacía fotografías, perdiéndonos en los colores bajo la tierra.
Lujoso significaba mirar a Santana sin camiseta y solo en un top, colgada en una pared de roca mientras buscaba otro punto de apoyo. ¿He mencionado sin camiseta?
Y lujoso sin duda quería decir que pasaba cada noche en la cama con Santana.
Eso sí que era un tipo de lujo invaluable, que no se ofrece en todos los grandes viajes. Rodeamos otra regla o dos, bromeando la una con la otra con un pequeño encuentro “por encima de las bragas”. ¿Estábamos siendo ridículas esperando hasta la última noche en España para consumar la “cosa”? Probablemente, pero ¿a quién demonios le importaba? Ella pasó casi una hora besando cada centímetro de mis piernas una noche y yo pasé la misma cantidad de tiempo teniendo una conversación con su ombligo. Nosotras solo... disfrutamos.
Pero con todo este disfrute se produjo cierta cantidad de, bueno, ¿cómo decirlo? ¿Energía nerviosa?
En San Francisco habíamos pasado meses con juegos sexuales verbales. ¿Pero ahora, aquí? ¿El juego previo real? Era para no creerlo. Mi cuerpo estaba tan en sintonía con el suyo que sabía cuándo entraba en una habitación, sabía cuándo estaba a punto de tocarme segundos antes de que lo hiciera.
El aire entre nosotras estaba sexualmente cargado que vibraba hacia adelante y hacia atrás con la energía suficiente para iluminar toda la ciudad. ¿Química sexual? La tenía. ¿Frustración sexual? Aumentando y acercándose al punto crítico.
Oh, infiernos, lo diré. Yo estaba C-A-L-I-E-N-T-E.
Razón por la cual, después de haber pasado la tarde en las cuevas, nos encontramos en la cocina, besándonos locamente. Ambas estábamos un poco cansadas por el día y yo había estado queriendo probar la hermosa cocina Viking.
Estaba preparando verduras para la parrilla y mezclando un poco de arroz con azafrán cuando llegó después de una ducha. Es casi imposible para mí explicar la imagen que presentaba: llevaba una camiseta blanca, vaqueros desteñidos ajustados, iba descalza, frotándose el pelo húmedo con una toalla.
Sonrió y empecé a ver doble. Literalmente, no podía ver más allá de la neblina de lujuria y necesidad que sentí surgir de repente a través de mí. Necesitaba que mis manos estuvieran sobre su cuerpo y necesitaba que sucediera inmediatamente.
—Mmm, algo huele bien. ¿Quieres que empiece con la parrilla? —preguntó caminando hacia donde estaba yo cortando verduras en el mostrador.
Se colocó detrás de mí, su cuerpo a solo unos centímetros de mí, y algo se rompió.
Y no fue sólo la vaina de guisantes que tenía en mi mano…
Me di la vuelta y mi estómago en verdad revoloteó ante la vista de ella.
Malditamente, revoloteó. Presioné mi mano contra su pecho, sintiendo la firmeza que había allí y el calor de su piel a través del algodón. La Razón dijo adiós y ahora esto era puramente físico. Un picor que necesitaba ser rascado, rascado y luego rascado otra vez. Deslicé mi mano hasta su nuca y la acerqué hacia mí.
Mis labios se estrellaron contra los suyos, mi intensa necesidad por ella vertiéndose en su boca y descendiendo hasta la punta de los dedos de mis pies.
Los dedos de los pies que se quitaron sus sandalias de una patada y empezaron a frotarse descaradamente a través de las partes superiores de sus pies. Mi cuerpo necesitaba sentir piel, cualquier piel, y lo necesitaba ahora.
Respondió, igualando mis brutales besos con los suyos propios, su boca cubriendo la mía mientras yo gemía al sentir sus manos sobre la parte baja de mi espalda.
Rápidamente la hice girar y la presioné contra el mostrador.
—¡Fuera! Necesito esto fuera ahora —murmuré entre besos, tirando de su camiseta y quedando solo en sujetador, muy bonito por cierto. Con un gran zumbido de tela, su camiseta fue lanzada a través de la habitación mientras yo maniobraba mi cuerpo contra el suyo, suspirando al sentir contacto.
Estaba tratando de abrazarle y subirme sobre ella, la lujuria ahora corriendo libremente a través de mi cuerpo como un tren de carga. Extendí la mano y la pasé a través de sus pantalones vaqueros. Sus ojos atraparon a los míos y se desenfocaron un poco. Estaba en el camino correcto, de repente todo lo que yo quería, todo lo que necesitaba, todo lo que tenía que tener para funcionar en la vida, era a ella. En mi boca.
—Oye, Chica Camisón, ¿qué estás…? Oh Dios…
Moviéndome instintivamente abrí sus vaqueros, me dejé caer sobre mis rodillas ante ella y le llevé hacia adelante. Mi pulso se aceleró y creo que mi sangre en realidad estaba hirviendo dentro de mí cuando la vi.
Mi respiración se contuvo con un siseo mientras le observaba, bajando sus desgastados vaqueros y sus bragas, solo lo suficiente para enmarcar esta vista luminosa.
Santana era perfecta.
Quería ser amable, tierna y dulce, pero simplemente la necesitaba demasiado.
Levanté la vista hacia ella, sus ojos nublados pero frenéticos mientras sus manos me apartaban el pelo de la cara. Tomé sus manos en las mías y las coloqué de nuevo en el mostrador.
—Vas a querer agarrarte para esto —prometí. Dejó escapar un delicioso gemido, haciendo lo que le dije, inclinándose un poco hacia atrás. Empujó sus caderas hacia adelante, pero mantuvo sus ojos en los míos. Siempre en los míos.
Mis labios ronronearon mientras deslizaba mi lengua por su vagina. Su cabeza cayó hacia atrás mientras mi lengua la acariciaba, tomándola más profundamente.
El puro placer de esto, el absoluto placer de sentir su reacción por mí, fue suficiente para hacer que mi cabeza se dividiera en dos. Retiré mi lengua, dejando que mis dientes apenas rozaran su sensible clítoris mientras le veía agarrar el borde del mostrador aún con más fuerza.
Pasé mis uñas hacia arriba por el interior de sus piernas, bajando más sus pantalones y bragas para tener una mayor acceso a su piel caliente.
Presionando besos en su clítoris, dejé que mis manos ascendieran hasta, acariciarla y masajearla. Era perfecta, y suave cuando la tomé de nuevo, otra vez y otra vez. Me sentí enloquecer, embriagada por su aroma y la sensación de tenerla dentro de mí.
Gimió mi nombre una y otra vez, sus palabras derramándose como chocolate fundido mezclado con sexo, vertiéndose en mi cerebro y haciendo que le dedicara cada sentido que tenía, solo a ella. Una y otra vez fui, volviéndola loca, volviéndome loca, lamiendo, chupando, probando, tocando, disfrutando de la locura de este acto exquisito. Tenerla aquí, de esta forma, era la definición de lujo.
Se tensó aún más y sus manos finalmente volvieron a mí, intentando hacer que me apartara.
—Britt, oh, Britt, yo estoy… tú… primero… tú… oh, Dios… tú —tartamudeó. Por suerte, fui capaz de interpretar. Quería que yo también tuviera algo.
Lo que no sabía era que este total abandono que me estaba dando era todo lo que yo necesitaba. La liberé solo durante un momento para colocar sus manos una vez más sobre el mesón.
—No, San. Tú —respondí, tomándole profundamente una vez más, sintiendo como mi lengua era empujada hasta el fondo de su femineidad, mientras mis manos atendían lo que mi boca no podía. Sus caderas se movieron una vez, luego otra, y con un estremecimiento y el gemido más maravilloso que había escuchado jamás, Santana se vino. Echó la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y se dejó llevar.
Fue maravilloso.
Momentos más tarde, derrumbada junto a mí sobre el suelo de la cocina, suspiró con satisfacción.
—Dios mío, Brittany. Eso fue… inesperado.
Me reí, inclinándome para besar su frente.
—No pude controlarme. Simplemente te veías tan bien, y yo… bueno… me dejé llevar.
—Voy a decir que no creo que sea justo que yo esté aquí algo expuesta y tú estés aun completamente vestida. Podríamos remediar eso bastante rápido —Tiró del cordón de mis pantalones.
La detuve.
—Primero que todo, no estás algo expuesta, estás tendida y disponible en el suelo de la cocina, y me gusta bastante. Y esto no se trataba de mí, aunque admito que lo disfruté inmensamente.
—Chica tonta, ahora quiero disfrutar de ti inmensamente —insistió, pasando los dedos por el borde de mis pantalones, bailando a través de la piel allí.
Los Nervios se pusieron a bailar el flamenco, exigiendo más tiempo —¡más tiempo! ¡Todavía no listos! BA pateó algunas cosas.
—No, no, no esta noche. Quiero hacerte una buena cena. Déjame cuidarte un poco. ¿No puedo hacer eso? —Aparté sus malvadas manos y las besé.
Me sonrió, con el pelo desordenado y una sonrisa tonta aún adornando su rostro.
Suspiró derrotada y asintió. Empecé a levantarme del suelo cuando me agarró por la cintura y tiró de mí hacia abajo.
—Unas palabras, por favor, antes de que me dejes, ¿qué dijiste? ¿Tendida y disponible en el suelo de la cocina?
—¿Sí, querida? —pregunté, ganándome una ceja levantada.
—Así que, usando el punto de referencia de romper las reglas que hemos aplicado esta semana, diría que acabamos de saltarnos unas cuantas citas, ¿verdad?
—Yo diría que sí. —Me reí, dándole palmaditas suavemente en la cabeza.
—Entonces creo que es justo advertirte… ¿Mañana por la noche? ¿Tú última noche es España? —dijo, sus ojos resplandeciendo a través del crepúsculo.
—¿Sí? —susurré.
—Voy a intentar robar la casa.
Sonreí.
—San tonta, no es robar la casa si te hago señas para entrar —ronroneé, besándola sólidamente en los labios.
*************************************************************************
Más tarde esa noche, mientras yacía estrechamente envuelta en Santana, BA empezó a prepararse. Y Cerebro y Columna vertebral comenzaron a cantar… O… O… O. Bueno, sabíamos dónde estaba, presionado estrechamente contra Columna Vertebral.
Corazón siguió flotando, pero estaba dando vueltas cada vez más cerca de casa.
Sin embargo, una nueva entidad comenzó a imponerse una vez más, tratando de influir en las otras. Teñía mis sueños con sus susurros silenciosos.
Hola, Nervios.
Mi sueño fue decididamente más… sacundante.
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