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[Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
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Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Por que lo dejaste ahi? tanto tiempo te tardaste en actualizar y lo dejas en lo mas bueno.
No me imagino cual sera la reaccion de Britt. Fue toda una sorpresa que saliera una hija de Santana.
Saludos.
No me imagino cual sera la reaccion de Britt. Fue toda una sorpresa que saliera una hija de Santana.
Saludos.
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
bien es sorprendente pero britt tiene buen corazon, asi que a esperar a que santana vuelva de Paris a ver que pasa, bueno hasta quien sabe!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 5
Jane0_o escribió:Porque lo dejas ahi
Esta cada vez mas buenisemo!
no te preocupes ya aqui te subo en siguiente
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 5
Dolomiti escribió:Drama!!! pon otro!!! Que hará britt ahora? Cómo se lo dirá Santana?!?!??
mucho drama , aqui esta como se lo dice santana
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 5
Canek escribió:Por que lo dejaste ahi? tanto tiempo te tardaste en actualizar y lo dejas en lo mas bueno.
No me imagino cual sera la reaccion de Britt. Fue toda una sorpresa que saliera una hija de Santana.
Saludos.
calma pueblo , es otra pruebaa mas para su relacion
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 6
un poco mas de drama y un poco corto ......creo yo
Capítulo 6
En el vuelo de vuelta a New York, mientras cenaba, Santana miró el plato como si fuera la última cena de una condenada… porque así era como se sentía. Lili lloró durante todo el viaje y las atenciones de la niñera y los auxiliares de vuelo no sirvieron de nada. La tuvieran en brazos o en el moisés, Lili lloraba de manera inconsolable y Santana decidió llevarla al pediatra y contratar a una niñera que fuese más cariñosa que Suzette.
Lili no había heredado el bonito rostro de su madre y sus incesantes lloros habrían agotado la paciencia de un santo. Pero era su obligación cuidar de ella, se recordó a sí misma.
Aunque brittany nunca la perdonaría.
Santana tomó otro trago de whisky. Tenía que hablarle de Lili antes de que lo hiciera otra persona. La existencia de un hijo fuera del matrimonio despertaría el interés de los paparazzi, ansiosos siempre por encontrar un sabroso escándalo. ¿Pero cómo iba a decirle a brittany que había tenido un hijo con otra mujer cuando el suyo había muerto? Sería una crueldad contarle tal cosa, pero guardar silencio era imposible. No, decidió, no había manera de escapar a lo inevitable y no había palabras adecuadas para hacerlo.
Brittany había hecho un esfuerzo por llegar temprano a casa esa tarde porque quería arreglarse para recibir a Santana. Cuando era adolescente le parecía que arreglarse para una persona era degradante, pero había empezado a pensar de manera diferente al ver que un vestido sexy o un conjunto de ropa interior de encaje podía encender los ojos de su esposa.
Santana le había enseñado lo que era el poder femenino y le gustaba. Y, estando con una mujer que la dejaba sin aliento con una sola mirada, disfrutaba sintiéndose igualmente poderosa.
Por supuesto, encender fuegos exigía tener que apagarlos, tuvo que reconocer, poniéndose colorada mientras sacaba del armario un vestido rojo muy sexy y unos zapatos de tacón de aguja del mismo color.
La historia que sugar le había contado la había dejado perpleja. No le hacía gracia saber que Kitty había estado dispuesta a aprovechar la soltería de Santana.
Su esposa era una mujer muy atractiva y esa vez, brittany se daba cuenta de que no podía dar nada por sentado. Pero tardarían tiempo en volver a confiar el uno en el otro del todo y, mientras tanto, no podía apartar a Santana de los demás, de modo que sólo podía esperar que
valorase su matrimonio y lo respetase. Santana sabía bien lo que iba a decir cuando llegase a casa. Bueno, lo sabía hasta que llegó a la puerta del dormitorio y vio a brittany con un pie sobre una silla, estirando una media de color perla sobre su delicado muslo. Las medias y los ligueros eran su debilidad, pero su mujer rara vez se los ponía porque los encontraba incómodos.
La respuesta de su entrepierna al ver la escena que había frente a ella estuvo a punto de
hacerle soltar un gruñido de frustración porque no se atrevía a tocarla en ese momento.
Tal vez no volvería a tocarla una vez que le contase lo que tenía que contarle. Y pensar
eso le partía el corazón.
–Santana… pensé que llegarías más tarde.
Ella la miraba desde la puerta con esos ojos chocolates que la volvían loca, pero enseguida
dio un paso adelante para tomarla por la cintura.
Su esposa era una mujer latina de pocas palabras, pero irresistible. Era tan sensual que
sólo con mirarla su corazón se volvía loco. Entendía que Kitty nunca hubiese podido olvidarla y pensaba aferrarse a ella como fuera.
–El vuelo ha llegado con media hora de adelanto… y me gustan mucho tus medias –dijo Santana, acariciándole una pierna–. Me encanta verte así. Eres una fantasía hecha realidad,
Inclinando su oscura cabeza, la besó con devastadora urgencia mientras deslizaba una mano bajo el vestido. Cuando metió un dedo bajo sus braguitas el tiempo pareció quedar suspendido.
–Te deseo tanto... –dijo Santana con voz ronca, apartando a un lado la delgada prenda de seda y poniéndose de rodillas. Ella dejó escapar un gemido de protesta que Santana ignoró mientras le bajaba las braguitas con gesto decidido. El primer roce de su lengua en los húmedos pliegues le provocó un violento escalofrío de respuesta, y tuvo que agarrarse a sus hombros.
–Santana…
Santana se incorporó entonces para llevarla hacia la cama y brittany se tumbó, con las piernas abiertas, sintiéndose lujuriosa mientras ella seguía acariciándola con la lengua. Dejando escapar un gemido, perdió el control con increíble rapidez y llegó al clímax a la velocidad de un tornado.
Unos segundos después, Santana se enterraba en ella con frenética intensidad, encendiéndola de nuevo con sus embestidas. brittany fue consciente de un intenso placer cuando ella llegó al final en el círculo de sus brazos. Después, se quedó en silencio, escuchando
los latidos de su corazón.
–Lo único sensato que he hecho en mi vida es casarme contigo –murmuró Santana, mientras intentaba llevar aire a sus pulmones.
–Pero mi padre tuvo que retorcerte el brazo para llevarte al altar –le recordó brittany. Ella la apretó contra su pecho, besándole la frente, sintiendo el roce de sus rizos en la cara.
–No te hizo ningún favor cariño.
Un poco sorprendida por la broma, brittany le echó los brazos al cuello, pero Santana se apartó.
–Necesito darme una ducha.
La cruel realidad había vuelto después de aquel momento de pasión: tenía que hablarle de Lili. Cuando volvió a la habitación, brittany estaba medio dormida y se inclinó para despertarla.
–¿Qué?
–Vístete, tenemos que hablar.
Que Santana quisiera hablar, cuando nunca hablaba de nada que tuviera que ver con su relación si podía evitarlo, hizo que brittany abriese los ojos de par en par.
–¿Hablar?
Ella se limitó a asentir con la cabeza, como si ya hubiera usado todo su vocabulario, y brittany sintió un escalofrío de aprensión.
–¿Ocurre algo? –Seguramente no debería haberte hecho el amor, pero no he podido resistir la tentación. brittany, que estaba quitándose las medias, levantó la cabeza.
–¿Es algo serio?
Santana evitaba su mirada, pero brittany se dio cuenta de que estaba un poco pálida.
–Mucho. Te espero abajo. britany se dio la ducha más rápida de la historia mientras intentaba imaginar qué podía haberle pasado en París para que estuviera tan seria. Santana era normalmente una mujer tan segura de sí misma que no le afectaban las inseguridades que
afectaban a la mayoría de los seres humanos, de modo que descartó la idea de que pudiese
estar exagerando la situación.
¿Podría ser algún problema en la empresa? El negocio era lo más importante para ella y si
algo iba mal en la naviera Lopez lo vería como un fracaso personal. ¿Alguna pelea con su padre? Si se veía obligada a dejar la naviera Lopez, tal vez podrían tener problemas económicos, pensó, mirando el lujoso cuarto de baño. Santana tenía un orgullo considerable y eso sería para ella una humillación. Pero a brittany, criada por una madre que nunca tuvo dinero en el banco, no le importaba en absoluto cambiar de estilo de vida.
Claro que para ella poder pagar las facturas a tiempo había sido un éxito durante años. En el salón, Santana pensó que necesitaba otra copa, pero se contuvo. En aquel momento no era el apoyo que necesitaba y se daba cuenta de que el alcohol que había tomado en el avión ya le había hecho perder la cabeza. ¿Cómo si no podía explicar la escena del dormitorio en un momento en el que lo más importante era sincerarse con su mujer? Debería haberse controlado, y estaba convencido de que había empeorado la situación.
Tan relajada como tensa estaba ella, brittany entró en el salón con aquel vestido rojo que se ajustaba a sus curvas y los ojos verdes brillantes. Y Santana sintió que se le rompía el corazón porque sabía que el romance que habían retomado en Marruecos moriría cuando le contase lo que tenía que contarle.
–Tengo que hacerte una confesión –empezó a decir, dispuesto a ir directo al grano.
La convicción de brittany de que fuera lo que fuera lo que iba a contarle no sería tan trágico, murió cuando se colocó frente a ella como si estuviera frente a un pelotón de fusilamiento.
–No sabía que tú hicieras confesiones –murmuró, insegura–. Y no sé si es el mejor momento.
–Cuando rompimos, me acosté con Kitty Wilde –admitió Santana entonces, sin más preámbulos.
Brittany recibió esa confesión como si la hubieran golpeado por sorpresa y, sin poder evitarlo, dio un paso atrás. Cuando Sugar le habló de ese rumor pensó que donde había humo solía haber fuego, pero hubiera preferido que no le dijese nada.
Hubiera preferido no saber lo que había habido entre Santana y la joven de la que estuvo enamorado cuando tenía veinte años. No podía dejar de imaginar a la guapa mujer. Desgraciadamente, Kitty Wilde poseía esa letal mezcla de intensa feminidad y belleza perfecta que siempre hacía que las mujeres y hombres volviesen locos. Y al pensar en Santana en la cama con ella sintió una ola de náuseas. De todas las mujeres que podría haber escogido, ¿por qué precisamente Kitty?
Sabía lo suficiente sobre la perversa relación que Santana mantenía con esa mujer como
para intuir que cualquier cosa que hubieran compartido sería algo más que una aventura.
–Me encontré con ella en new york… fue un revolcón de una noche, brittany.
Un error por mi parte.
–Un error –repitió ella.
–Uno que lamento muchísimo –siguió santana–. Era la última mujer con la que debería haberme acostado.
Brittany clavó en ella sus ojos azules.
–¿Y por qué lo hiciste entonces?
Santana sabía muy bien qué la había empujado a acostarse con kitty. En realidad, era muy sencillo pero no creía que tuviera sentido compartir con brittany un razonamiento que era,
sin la menor duda, de la variedad humana más básica. Creía haber dicho suficiente sobre
esa noche y decir algo más le daría una importancia que no había tenido.
–Cuando te marchaste de Francia, toda mi vida estaba basada en nuestro matrimonio y sin eso me sentía… extraña –Santana hizo una mueca–. Necesitaba compañía y distracción y entonces bebía mucho…
–No lo sabía –murmuró brittany.
–El fin de semana que me encontré con kitty había bebido más de la cuenta y la verdad es que apenas recuerdo nada de lo que pasó.
–Ah, qué conveniente –dijo ella.
Pero no quería imaginarlo borracha y vulnerable porque eso hacía que se sintiera responsable, como si ella misma le hubiera puesto a su esposa en bandeja.
–Puede que tú lo veas como algo conveniente, pero resulta que es la verdad.
–Antes de que nos casáramos me dijiste que no habías vuelto a acostarte con kitty, que no habías podido perdonarla por lo que te hizo cuando salíais juntos –le recordó brittany–. De modo que me sorprende que terminases acostándote con ella precisamente.
–Fue un error en todos los sentidos, lo reconozco, pero no me di cuenta hasta el día siguiente, cuando estaba sobria. kitty sabía que nuestro matrimonio se había roto y, supongo que de manera comprensible, esperaba que yo le ofreciese algo más que un revolcón de una noche.
–Qué suerte tener tanto éxito con las mujeres –dijo brittany, sarcástica.
En realidad, Santana le estaba recordando por qué kitty le había parecido su más temible
rival. Era cierto que lo había traicionado acostándose con otro hombre pero, sorprendentemente, también parecía amar a Santana de verdad. Después de todo, la rubia había lamentado su comportamiento hasta tal punto que incluso cinco años después seguía queriendo volver con ella.
–No fue una grata experiencia, brittany –dijo Santana–. No debería haberme acostado con ella y lo sé.
Evidentemente, se había acostado con kitty y se había marchado sintiéndose culpable por no poder ofrecerle nada más. De modo que había sido la típica combinación de alcohol y sexo. Pero que hubiese tenido esa intimidad con otra mujer le dolía en el alma. La diminuta
kitty finalmente había conseguido lo que quería, por breve que hubiera sido esa relación.
–Y me temo que las repercusiones de esa noche no terminan ahí –siguió Santana, sus ojos clavados en brittany–. kitty se quedó embarazada.
Un silencio total siguió a ese anuncio.
Sintiendo que se le ponía la piel de gallina, brittany abrió los labios para decir algo, pero no fue capaz de articular palabra.
–Eso no es posible –consiguió decir finalmente.
–Ojalá no lo fuera, pero así es. Ayer me hice una prueba de ADN en París.
¿Una prueba de ADN? Aquello era demasiado realista para lo que ella había esperado que fuese un malentendido.
–¿Kitty se quedó embarazada? –repitió, apoyándose en el respaldo de una silla para no perder el equilibrio–. ¿Has tenido un hijo con kitty wilde?
Santana suspiró, pasándose una mano por la cara.
–¿Crees que yo quería que pasara esto? Te aseguro que es lo último que esperaba, brittany.
..................................
suspenso!!!
Capítulo 6
En el vuelo de vuelta a New York, mientras cenaba, Santana miró el plato como si fuera la última cena de una condenada… porque así era como se sentía. Lili lloró durante todo el viaje y las atenciones de la niñera y los auxiliares de vuelo no sirvieron de nada. La tuvieran en brazos o en el moisés, Lili lloraba de manera inconsolable y Santana decidió llevarla al pediatra y contratar a una niñera que fuese más cariñosa que Suzette.
Lili no había heredado el bonito rostro de su madre y sus incesantes lloros habrían agotado la paciencia de un santo. Pero era su obligación cuidar de ella, se recordó a sí misma.
Aunque brittany nunca la perdonaría.
Santana tomó otro trago de whisky. Tenía que hablarle de Lili antes de que lo hiciera otra persona. La existencia de un hijo fuera del matrimonio despertaría el interés de los paparazzi, ansiosos siempre por encontrar un sabroso escándalo. ¿Pero cómo iba a decirle a brittany que había tenido un hijo con otra mujer cuando el suyo había muerto? Sería una crueldad contarle tal cosa, pero guardar silencio era imposible. No, decidió, no había manera de escapar a lo inevitable y no había palabras adecuadas para hacerlo.
Brittany había hecho un esfuerzo por llegar temprano a casa esa tarde porque quería arreglarse para recibir a Santana. Cuando era adolescente le parecía que arreglarse para una persona era degradante, pero había empezado a pensar de manera diferente al ver que un vestido sexy o un conjunto de ropa interior de encaje podía encender los ojos de su esposa.
Santana le había enseñado lo que era el poder femenino y le gustaba. Y, estando con una mujer que la dejaba sin aliento con una sola mirada, disfrutaba sintiéndose igualmente poderosa.
Por supuesto, encender fuegos exigía tener que apagarlos, tuvo que reconocer, poniéndose colorada mientras sacaba del armario un vestido rojo muy sexy y unos zapatos de tacón de aguja del mismo color.
La historia que sugar le había contado la había dejado perpleja. No le hacía gracia saber que Kitty había estado dispuesta a aprovechar la soltería de Santana.
Su esposa era una mujer muy atractiva y esa vez, brittany se daba cuenta de que no podía dar nada por sentado. Pero tardarían tiempo en volver a confiar el uno en el otro del todo y, mientras tanto, no podía apartar a Santana de los demás, de modo que sólo podía esperar que
valorase su matrimonio y lo respetase. Santana sabía bien lo que iba a decir cuando llegase a casa. Bueno, lo sabía hasta que llegó a la puerta del dormitorio y vio a brittany con un pie sobre una silla, estirando una media de color perla sobre su delicado muslo. Las medias y los ligueros eran su debilidad, pero su mujer rara vez se los ponía porque los encontraba incómodos.
La respuesta de su entrepierna al ver la escena que había frente a ella estuvo a punto de
hacerle soltar un gruñido de frustración porque no se atrevía a tocarla en ese momento.
Tal vez no volvería a tocarla una vez que le contase lo que tenía que contarle. Y pensar
eso le partía el corazón.
–Santana… pensé que llegarías más tarde.
Ella la miraba desde la puerta con esos ojos chocolates que la volvían loca, pero enseguida
dio un paso adelante para tomarla por la cintura.
Su esposa era una mujer latina de pocas palabras, pero irresistible. Era tan sensual que
sólo con mirarla su corazón se volvía loco. Entendía que Kitty nunca hubiese podido olvidarla y pensaba aferrarse a ella como fuera.
–El vuelo ha llegado con media hora de adelanto… y me gustan mucho tus medias –dijo Santana, acariciándole una pierna–. Me encanta verte así. Eres una fantasía hecha realidad,
Inclinando su oscura cabeza, la besó con devastadora urgencia mientras deslizaba una mano bajo el vestido. Cuando metió un dedo bajo sus braguitas el tiempo pareció quedar suspendido.
–Te deseo tanto... –dijo Santana con voz ronca, apartando a un lado la delgada prenda de seda y poniéndose de rodillas. Ella dejó escapar un gemido de protesta que Santana ignoró mientras le bajaba las braguitas con gesto decidido. El primer roce de su lengua en los húmedos pliegues le provocó un violento escalofrío de respuesta, y tuvo que agarrarse a sus hombros.
–Santana…
Santana se incorporó entonces para llevarla hacia la cama y brittany se tumbó, con las piernas abiertas, sintiéndose lujuriosa mientras ella seguía acariciándola con la lengua. Dejando escapar un gemido, perdió el control con increíble rapidez y llegó al clímax a la velocidad de un tornado.
Unos segundos después, Santana se enterraba en ella con frenética intensidad, encendiéndola de nuevo con sus embestidas. brittany fue consciente de un intenso placer cuando ella llegó al final en el círculo de sus brazos. Después, se quedó en silencio, escuchando
los latidos de su corazón.
–Lo único sensato que he hecho en mi vida es casarme contigo –murmuró Santana, mientras intentaba llevar aire a sus pulmones.
–Pero mi padre tuvo que retorcerte el brazo para llevarte al altar –le recordó brittany. Ella la apretó contra su pecho, besándole la frente, sintiendo el roce de sus rizos en la cara.
–No te hizo ningún favor cariño.
Un poco sorprendida por la broma, brittany le echó los brazos al cuello, pero Santana se apartó.
–Necesito darme una ducha.
La cruel realidad había vuelto después de aquel momento de pasión: tenía que hablarle de Lili. Cuando volvió a la habitación, brittany estaba medio dormida y se inclinó para despertarla.
–¿Qué?
–Vístete, tenemos que hablar.
Que Santana quisiera hablar, cuando nunca hablaba de nada que tuviera que ver con su relación si podía evitarlo, hizo que brittany abriese los ojos de par en par.
–¿Hablar?
Ella se limitó a asentir con la cabeza, como si ya hubiera usado todo su vocabulario, y brittany sintió un escalofrío de aprensión.
–¿Ocurre algo? –Seguramente no debería haberte hecho el amor, pero no he podido resistir la tentación. brittany, que estaba quitándose las medias, levantó la cabeza.
–¿Es algo serio?
Santana evitaba su mirada, pero brittany se dio cuenta de que estaba un poco pálida.
–Mucho. Te espero abajo. britany se dio la ducha más rápida de la historia mientras intentaba imaginar qué podía haberle pasado en París para que estuviera tan seria. Santana era normalmente una mujer tan segura de sí misma que no le afectaban las inseguridades que
afectaban a la mayoría de los seres humanos, de modo que descartó la idea de que pudiese
estar exagerando la situación.
¿Podría ser algún problema en la empresa? El negocio era lo más importante para ella y si
algo iba mal en la naviera Lopez lo vería como un fracaso personal. ¿Alguna pelea con su padre? Si se veía obligada a dejar la naviera Lopez, tal vez podrían tener problemas económicos, pensó, mirando el lujoso cuarto de baño. Santana tenía un orgullo considerable y eso sería para ella una humillación. Pero a brittany, criada por una madre que nunca tuvo dinero en el banco, no le importaba en absoluto cambiar de estilo de vida.
Claro que para ella poder pagar las facturas a tiempo había sido un éxito durante años. En el salón, Santana pensó que necesitaba otra copa, pero se contuvo. En aquel momento no era el apoyo que necesitaba y se daba cuenta de que el alcohol que había tomado en el avión ya le había hecho perder la cabeza. ¿Cómo si no podía explicar la escena del dormitorio en un momento en el que lo más importante era sincerarse con su mujer? Debería haberse controlado, y estaba convencido de que había empeorado la situación.
Tan relajada como tensa estaba ella, brittany entró en el salón con aquel vestido rojo que se ajustaba a sus curvas y los ojos verdes brillantes. Y Santana sintió que se le rompía el corazón porque sabía que el romance que habían retomado en Marruecos moriría cuando le contase lo que tenía que contarle.
–Tengo que hacerte una confesión –empezó a decir, dispuesto a ir directo al grano.
La convicción de brittany de que fuera lo que fuera lo que iba a contarle no sería tan trágico, murió cuando se colocó frente a ella como si estuviera frente a un pelotón de fusilamiento.
–No sabía que tú hicieras confesiones –murmuró, insegura–. Y no sé si es el mejor momento.
–Cuando rompimos, me acosté con Kitty Wilde –admitió Santana entonces, sin más preámbulos.
Brittany recibió esa confesión como si la hubieran golpeado por sorpresa y, sin poder evitarlo, dio un paso atrás. Cuando Sugar le habló de ese rumor pensó que donde había humo solía haber fuego, pero hubiera preferido que no le dijese nada.
Hubiera preferido no saber lo que había habido entre Santana y la joven de la que estuvo enamorado cuando tenía veinte años. No podía dejar de imaginar a la guapa mujer. Desgraciadamente, Kitty Wilde poseía esa letal mezcla de intensa feminidad y belleza perfecta que siempre hacía que las mujeres y hombres volviesen locos. Y al pensar en Santana en la cama con ella sintió una ola de náuseas. De todas las mujeres que podría haber escogido, ¿por qué precisamente Kitty?
Sabía lo suficiente sobre la perversa relación que Santana mantenía con esa mujer como
para intuir que cualquier cosa que hubieran compartido sería algo más que una aventura.
–Me encontré con ella en new york… fue un revolcón de una noche, brittany.
Un error por mi parte.
–Un error –repitió ella.
–Uno que lamento muchísimo –siguió santana–. Era la última mujer con la que debería haberme acostado.
Brittany clavó en ella sus ojos azules.
–¿Y por qué lo hiciste entonces?
Santana sabía muy bien qué la había empujado a acostarse con kitty. En realidad, era muy sencillo pero no creía que tuviera sentido compartir con brittany un razonamiento que era,
sin la menor duda, de la variedad humana más básica. Creía haber dicho suficiente sobre
esa noche y decir algo más le daría una importancia que no había tenido.
–Cuando te marchaste de Francia, toda mi vida estaba basada en nuestro matrimonio y sin eso me sentía… extraña –Santana hizo una mueca–. Necesitaba compañía y distracción y entonces bebía mucho…
–No lo sabía –murmuró brittany.
–El fin de semana que me encontré con kitty había bebido más de la cuenta y la verdad es que apenas recuerdo nada de lo que pasó.
–Ah, qué conveniente –dijo ella.
Pero no quería imaginarlo borracha y vulnerable porque eso hacía que se sintiera responsable, como si ella misma le hubiera puesto a su esposa en bandeja.
–Puede que tú lo veas como algo conveniente, pero resulta que es la verdad.
–Antes de que nos casáramos me dijiste que no habías vuelto a acostarte con kitty, que no habías podido perdonarla por lo que te hizo cuando salíais juntos –le recordó brittany–. De modo que me sorprende que terminases acostándote con ella precisamente.
–Fue un error en todos los sentidos, lo reconozco, pero no me di cuenta hasta el día siguiente, cuando estaba sobria. kitty sabía que nuestro matrimonio se había roto y, supongo que de manera comprensible, esperaba que yo le ofreciese algo más que un revolcón de una noche.
–Qué suerte tener tanto éxito con las mujeres –dijo brittany, sarcástica.
En realidad, Santana le estaba recordando por qué kitty le había parecido su más temible
rival. Era cierto que lo había traicionado acostándose con otro hombre pero, sorprendentemente, también parecía amar a Santana de verdad. Después de todo, la rubia había lamentado su comportamiento hasta tal punto que incluso cinco años después seguía queriendo volver con ella.
–No fue una grata experiencia, brittany –dijo Santana–. No debería haberme acostado con ella y lo sé.
Evidentemente, se había acostado con kitty y se había marchado sintiéndose culpable por no poder ofrecerle nada más. De modo que había sido la típica combinación de alcohol y sexo. Pero que hubiese tenido esa intimidad con otra mujer le dolía en el alma. La diminuta
kitty finalmente había conseguido lo que quería, por breve que hubiera sido esa relación.
–Y me temo que las repercusiones de esa noche no terminan ahí –siguió Santana, sus ojos clavados en brittany–. kitty se quedó embarazada.
Un silencio total siguió a ese anuncio.
Sintiendo que se le ponía la piel de gallina, brittany abrió los labios para decir algo, pero no fue capaz de articular palabra.
–Eso no es posible –consiguió decir finalmente.
–Ojalá no lo fuera, pero así es. Ayer me hice una prueba de ADN en París.
¿Una prueba de ADN? Aquello era demasiado realista para lo que ella había esperado que fuese un malentendido.
–¿Kitty se quedó embarazada? –repitió, apoyándose en el respaldo de una silla para no perder el equilibrio–. ¿Has tenido un hijo con kitty wilde?
Santana suspiró, pasándose una mano por la cara.
–¿Crees que yo quería que pasara esto? Te aseguro que es lo último que esperaba, brittany.
..................................
suspenso!!!
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Si se lo confesó!! Creo que britt no soportará seguir a lado de santana por más tiempo saludos, actualiza pronto!! está todo el drama!!
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
No lo dejes ahi sube otro please
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
no me parece justo que brittany piense en dejarla, ella tampoco ha sido muy honesta que digamos! hasta pronto por favor!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Espero que Britt perdome a Santana y que no se valla de su lado. Que tal si Britt se separa de San y se va con el tonto de Sam para hacer sifrir a San. Si pasa eso juro que lloro.
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 7
solo quedan 3 caps
saludos :)
Capítulo 7
Brittany había leído que la gente hiperventilaba y a menudo se había preguntado qué significaba eso, pero estaba descubriéndolo en primera persona. No parecía capaz de llevar aire a sus pulmones y respiraba con inusitada rapidez, pero eso no la ayudaba en absoluto, al contrario, la mareaba. Temiendo desmayarse, salió del salón y, con el corazón latiendo a un ritmo desenfrenado, entró en el lavabo y se apoyó en la puerta.
Quería ponerse a gritar. De hecho, un grito de angustia estaba atrapado en su garganta, un grito de incredulidad, dolor y frustración. ¿Cómo podía el destino ser tan perverso con ella? Otra mujer había tenido el hijo que a ella se le había negado. No podía soportarlo, nunca podría hacerlo.
Un hijo. Santana había tenido un hijo con Kitty Wilde. Una ola de náuseas la obligó a inclinarse sobre el inodoro para vomitar. Ojalá pudiera librarse de sus tormentosos pensamientos tan fácilmente.
Mientras se lavaba la cara, las lágrimas rodaban por su rostro y sentía como si le hubieran clavado un cuchillo en el corazón. Recordaba a su hijo, perfecto en forma pero muerto al nacer. Su placenta no se había desarrollado de manera apropiada y, por eso, el niño no había recibido el oxígeno que necesitaba durante el parto. No había habido síntomas, ninguna advertencia médica aparte de la ausencia de latido cuando se puso de parto… seguido después por la silenciosa llegada al mundo del niño muerto al que había gestado durante nueve meses brittany no tenía razones para sospechar que algo podía ir mal, pero se había culpado a sí misma absurdamente por no haberle dado a su hijo lo que necesitaba. El médico le había dicho que no era culpa suya, que ella no hubiera podido hacer nada en absoluto. También le había prometido que cuando volviese a quedarse embarazada su condición sería controlada para asegurarse de que el niño llegaba sano al mundo. Pero, mientras tanto, otra mujer había tenido un hijo con Santana. La muerte del suyo le había roto el corazón en mil pedazos y todo lo demás había dejado de tener importancia.
¿Su esposa? ¿Su matrimonio? Nada le había importado lo más mínimo mientras sus vacíos brazos añoraban el peso del niño que había perdido y con el que llevaba nueve meses soñando. Ver a los hijos de otras personas le parecía insoportable. Perseguida por imágenes del niño, durante un tiempo le parecía oírlo llorar por la noche… tenía pesadillas en las que estaba perdido y ella no era capaz de encontrarlo. Noche tras noche sufría esas pesadillas y su deseo de no compartirlas con Santana había hecho que se mudase de habitación.
La excusa era que no dormía bien y no quería despertarla. En realidad, no quería que Santana le hiciera preguntas que no estaba dispuesta a responder. Incluso creyó estar perdiendo la cabeza y había querido esconderlo, temiendo irónicamente que Santana la dejase al pensar que estaba loca, como ya la había dejado su hijo. Y ahora, cuando había decidido darle otra oportunidad a su matrimonio, cuando había decidido que estaba preparada para volver a quedarse embarazada, descubría que Santana había tenido un hijo con con otra mujer con su antiguo amor con kitty .
El malicioso rumor que sugar le había contado era cierto, y ella no podría vivir con eso.
Santana llamó a la puerta del lavabo.
–Déjame entrar por favor.
–¡Vete! –gritó, intentando disimular un sollozo. Estaba temblando de arriba abajo y le dolían hasta los huesos. Aquel dolor era como un viejo amigo, lo reconocía…
Había encontrado la salida de aquel túnel de dolor y angustia tras la muerte de su hijo, se había esforzado… ¿y para qué? ¿Cómo había podido Santana, a quien ella había amado tanto, tener un hijo con kitty? ¿No había sufrido ya suficiente? kitty, Santana, su hijo. Era un concepto que la partía por la mitad, una fotografía de la familia que ella había esperado formar algún día. Y esa posibilidad le había sido robada.
–brittany, ¿estás bien?
–Claro que no estoy bien –replicó desde el otro lado de la puerta–. ¿Cómo voy a estar bien?
–Abre la puerta –le rogó Santana.
brittany hizo lo que le pedía sólo porque no quería que pensara que estaba escondiéndose de ella o de la bomba que acababa de soltar. Pero sus movimientos eran rígidos porque tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlarse.
–Por favor, no me dejes fuera…
–¿Por qué iba a hacerlo? Es tu problema, no el mío –replicó ella, apartándose para ir hacia la escalera. –Sé que estás muy disgustada… –¿Por eso me has hecho el amor? –lo interrumpió, furiosa al pensar que se había acostado con ella veinte minutos antes de hacer una revelación que había puesto su mundo patas arriba–. ¿Creías que el sexo iba a compensarme por esto?
–No, no… –¿Creías que eso iba a hacer que esta revelación fuera más soportable para mí?
–No sé en qué estaba pensando, cariño –dijo santana, abriendo los brazos en un gesto de rendición–. No pensé en nada, sólo te deseaba… lo siento.
–No, no lo sientes –dijo ella, subiendo la escalera hacia su dormitorio–. Nunca podrás lamentarlo tanto como lo lamento yo.
Y era cierto, pensó mientras entraba en el dormitorio. Santana no podía hacer nada para compensarla. No había una ruta mágica para conseguir su perdón. Como sabía por su propio padre, un hijo era un compromiso de por vida y una vez que existía era imposible ignorarlo. Santana tenía una obligación hacia aquella niña y, quisiera o no, también tenía una obligación para con Kitty.
Brittany sacó su bolsa de viaje del armario. No sabía adónde iba a ir, sólo que no podía quedarse con Santana.
Ella se detuvo en la puerta de la habitación y miró la bolsa de viaje.
–No puedes marcharte…
–Puedo hacer lo que quiera. Como has hecho tú –replicó brittany.
–¿De verdad crees que yo quería que esto pasara?
No, seguramente no habría querido que kitty tuviese un hijo. Había sido ella quien había sugerido que le dieran una segunda oportunidad a su matrimonio, de modo que nada podría ser más desastroso que descubrir que había tenido un hijo con otra mujer mientras ellas estuvieran separadas, tuvo que reconocer brittany.
Desgraciadamente, reconocer eso no cambiaba nada.
–Sigue siendo culpa tuya lo que ha pasado –le espetó.
Santana apretó los labios.
–Lo admito, tienes razón. No estoy intentando inventar excusas para lo que hice.
–Y yo no puedo aceptar que hayas tenido un hijo con kitty –dijo brittany, con una amargura que no podía disimular; una amargura que parecía helar otras emociones. Odiaba sentirse así, tan desesperadamente confusa y dolida, casi tanto como lo odiaba a santana por hacerle daño.
Santana, temiendo que brittany la dejase de nuevo, no sabía qué decir. Su mente, normalmente tan rápida en el mundo de los negocios, estaba en blanco. Le gustaría actuar como una mujer primitiva, quitarle la bolsa de viaje de la mano y exigirle que se quedara con ella, que lo escuchase al menos. Pero eso sería una locura y, afortunadamente, lo sabía. De modo que no hizo ni dijo nada, la frustración ahogándola.
En medio del silencio, brittany decidió que sencillamente volvería a su apartamento para pasar la noche. Le habría gustado tener una amiga para desahogarse, pero Sugar era demasiado joven, y tampoco quería contarle a su madre lo que estaba ocurriendo. Desgraciadamente, no se sentía tan cómoda con Susan como para compartir con ella su desolación por lo que estaba ocurriendo en su matrimonio.
Y Binkie, a quien había confiado siempre sus problemas, estaba demasiado lejos, trabajando en Devon.
–¿Es un niño o una niña? –le preguntó por fin, sin poder evitarlo. –Una niña. Lili –respondió Santana–. Yo no sabía nada hasta ayer, pero tengo que cuidar de ella.
–Sí, claro –asintió brittany. Eso era lo que debía decir un ser humano decente, aunque no fuera lo que sentía en ese momento.
–Estoy intentando encontrar una niñera. La que tiene ahora, Suzette, quiere marcharse y la que iban a enviarme de la agencia de empleo en new york se ha echado atrás en el último minuto. Sigo esperando que me manden otra.
–¿Tú tienes que contratar a una niñera? ¿Por qué?
Santana se dio cuenta entonces de que no se lo había contado todo. Dejando escapar un largo suspiro, y en pocas palabras, le habló de la llamada de Edouard Arpin y de la razón por la que había tenido que ir a París.
–Pero kitty era tan joven… ¿cómo puede haber muerto? ¿Qué le pasó, murió durante el parto? –exclamó brittany, incrédula.
–No, Lili tiene cuatro meses. La niñera me contó que kitty bebía demasiado… Cuando tuvo una gripe se convirtió en neumonía y murió cuarenta y ocho horas después de ingresar en el hospital –dijo Santana–. Eso es todo lo que sé.
De modo que Santana tenía que hacerse cargo de la niña de forma permanente, fue lo único que brittany pudo pensar en ese momento. Al morir, kitty la había hecho el único responsable de su hija. Seguramente no sabía que no era precisamente la mujer más entusiasta del mundo cuando se trataba de la maternidad. O tal vez no tenía a nadie más…
brittany se asustó por su falta de compasión. ¿El dolor y el resentimiento la estaban convirtiendo en una mala persona?, se preguntó.
–¿Qué piensas hacer?
–Volver a mi apartamento… al menos esta noche. Necesito estar sola.
–Yo me iré a un hotel si quieres, tú puedes quedarte aquí –dijo Santana, los ojos clavados
en su cara.
–Prefiero dormir en mi apartamento –insistió brittany, tomando la bolsa de viaje.
–No quiero que te vayas…
–Lo siento, no puedo quedarme.
–Muy bien, entonces yo te llevaré.
Finalmente, santana prefirió no discutir, pero el ambiente en el interior del coche era sofocante. Lili, pensaba brittany, una niña de cuatro meses. kitty, cuyo poder de atracción tanto había temido, había muerto dejando una hija. «Un precioso legado», habría dicho Binkie, reiterando eso de que un niño era un regalo para el mundo…
¿Cómo odiar a una inocente niña que había perdido a su madre a los cuatro meses?
¿Qué había sido de su compasión?
En el cómodo interior del Ferrari, brittany miró el perfil de Santana: sus largas pestañas, los altos y orgullosos pómulos, sus manos sobre el volante.
Sólo una hora antes, esas manos la habían acariciado hasta hacerle perder la cabeza…
–No deberías estar sola esta noche.
–Es mejor que estar contigo –murmuró ella.
–No debería haberte hecho el amor –admitió Santana entonces–. Pero no ha sido algo calculado, sencillamente no he podido resistirme.
–¿Como no pudiste resistirte con kitty?
En cuanto hubo hecho la pregunta, deseó retirarla. No quería decir nada que pudiese revelar los humillantes pensamientos que la torturaban. kitty estaba muerta, pero eso no disminuía la sensación de haber sido traicionada. La joven había tenido una vez el amor de su esposa, algo que ella nunca había podido tener. Y esa comparación le dolía en el alma.
Santana disfrutaba de su compañía y decía que era fabulosa en la cama, pero no la amaba.
Nunca la había amado. brittany quería olvidar, quería que Santana no se lo hubiese contado. Ella no era una mala persona, sencillamente era humana y, por lo tanto, débil.
Santana salió del coche y le ofreció la bolsa de viaje, mirándola a los ojos. Parecía lo que era, pensó brittany, la directora de la naviera Lopez, una mujer magnate con considerable dinero e influencias. orgullosa y erguida, con un aire de seguridad emanando de sus facciones…
–Tenemos que lidiar con esto como pareja, mi amor –afirmó, con admirable convicción.
–No me llames así –replicó brittany–. No me recuerdes que soy tu mujer. No es algo de lo que ahora mismo sienta deseos de presumir.
–No me insultes –replicó Santana, fulminándola con la mirada–. He sido sincera contigo, pero no olvides que si tú no me hubieras dejado esa niña no existiría. brittany entró en el portal y cerró violentamente. Había demasiada verdad en esa afirmación como para no darle importancia y lo último que necesitaba en ese momento era sentir que todo aquello era culpa suya.
Fue un alivio cerrar la puerta del apartamento y saber que Santana ya no podría ver su reacción, pero paseaba de una habitación a otra como un alma en pena. Sabía que debería comer algo, pero no tenía apetito y cuando se hizo de noche se fue a la cama, rezando para poder conciliar el sueño. Sólo el sueño podría relajarla porque, al menos, mientras dormía no tendría que seguir pensando. El destino, sin embargo, aún tenía otro castigo preparado para ella. Aunque había pasado algún tiempo desde la última vez que tuvo la pesadilla en la que escuchaba el llanto de su hijo pero no podía encontrarlo, esa noche volvió a sufrirla. La pesadilla terminó de otra manera en esa ocasión: brittany encontraba la habitación en la que el niño estaba llorando y corría hacia él… sólo para ver, horrorizada, que en la cuna había un niño al que no conocía.
Esa horrible experiencia la despertó, sobresaltada. Temblaba de tal manera que ni siquiera podía encender la lámpara de la mesilla. Había esperado que los turbadores sueños hubieran desaparecido para siempre, pero el extraño final de esa pesadilla era debido a la revelación de Santana sobre su hija Lili...
Brittany se levantó temprano y llegó a trabajar antes de la hora normal, pero su móvil sonó a las ocho y media.
–Ha salido un artículo sobre Lili en el New york Times –la informó Santana–. Alguien ha hablado con los periodistas y supongo que habrá reporteros en la puerta de tu casa esperando ver tu reacción.
Ella tragó saliva.
–Haré lo que pueda…
–No creo que debas intentarlo siquiera. Deberías marcharte de NY hasta que todo esto termine.
–Tonterías, tengo que llevar un negocio –dijo brittany, encendiendo el ordenador para buscar la edición digital del periódico.
–Enviaré a un par de hombres de seguridad a tu oficina. Si me hicieras caso…
–No lo haré –lo interrumpió ella.
–… dejarías que te sacaran de allí antes de que los paparazzi empiecen a molestarte–siguió diciendo Santana–. Con este tipo de historias, pueden ponerse muy agresivos.
–Entonces, tú no deberías hacer cosas que atrajeran su atención –replicó brittany.
–Es una pena que te casaras conmigo, ya lo sé –dijo ella, sarcástica. brittany abrió la edición digital del periódico y, de inmediato, un titular la asaltó: La hija ilegítima dela magnate Santana Lopez.
Al lado estaba la fotografía de una rubia con un bebé en brazos frente a un famoso hotel de NY, con Santana unos pasos detrás de ella. La carita de la niña no era visible, por supuesto. Con el corazón en la garganta, brittany empezó a leer el artículo. kitty había muerto siendo una rica heredera y le había dejado todas sus posesiones, incluyendo su hija secreta, a Santana, a quien el periodista se refería como «la magnate hispana que estaba intentando en la actualidad reconciliarse con su mujer». Su relación con Kitty era descrita como «impredecible pero duradera» por una amiga que prefería no revelar su nombre, dando a entender que kitty y Santana habían sido amantes mientras estaba casada con ella. Eso era algo que a brittany no se le había ocurrido pensar hasta ese momento y le dolió en el alma.
De repente, sintiendo la necesidad de tomar el aire, salió a la calle… pero el destello de una cámara la cegó. Un reportero le preguntó por qué ya no vivía con su esposa y, enfadada, brittany volvió a la oficina, donde su ayudante, Belle, acababa de colgar el teléfono.
–El teléfono no deja de sonar… los periodistas están haciendo preguntas…
–No voy a hacer comentarios –dijo brittany, volviéndose al ver a otro hombre entrando con una cámara colgada al cuello.
–Quiero hacerle una pregunta, señora Lopez. –No estoy interesada en contestar. Váyase ahora mismo. Pero en ese momento otro paparazzi entró en el local. –Señora Lopez, ¿sabía que su esposa había tenido una hija con la heredera kitty wilde? –¡O se van ahora mismo o llamo a la policía! –los amenazó Belle.
Los reporteros se negaron a marcharse hasta que brittany hiciera alguna declaración pero, afortunadamente, los hombres de seguridad que Santana le había prometido llegaron en ese momento, dos gigantes que se libraron de los intrusos con la mínima conmoción.
Para entonces, brittany había visto que había más reporteros en la puerta del local y su convicción de que aquello no iba a ser un problema para ella la hizo quedar como una ingenua.
–Soy Johnson, señora Lopez. La sacaremos por la parte de atrás.
–Pero tengo una cita con una clienta…
–Yo creo que deberías tomarte el día libre –opinó Belle, cuando otro fotógrafo golpeó el cristal del escaparate para llamar su atención–. Si te vas de aquí, se marcharán.
–Pero he quedado con lady Margaret a las diez…
–La llamaré para cambiar la cita. No creo que le hiciera gracia tener que abrirse paso entre todas esas cámaras.
brittany estaba de acuerdo. Aquel escándalo podría asustar a muchos de sus clientes y, como resultado, el negocio sufriría.
Mientras subía a un coche negro aparcado en la parte trasera del local, un periodista se acercó corriendo pero el conductor arrancó a toda velocidad.
–Su esposa espera que vaya a su nueva casa de campo, en los Hamptons – dijo Johnson.
–No, quiero ir a mi casa –replicó brittany, preguntándose cuándo había comprado Santana una casa de campo. Desde luego, a ella no le había dicho nada. Claro que habían estado viviendo vidas separadas, de modo que aquello no debería sorprenderle. Pero cuando llegaron a la puerta de su apartamento también allí había paparazzi y el conductor pisó el acelerador.
–Tendremos que volver al plan original –dijo Johnson.
Después de una noche en la que apenas había pegado ojo, brittany estaba agotada y decidió no discutir. Ella no quería ir a ningún sitio, sólo quería desaparecer y no tener que dar explicaciones. Nunca se había sentido tan insegura en toda su vida y, sacando el móvil del bolso, llamó a Santana.
–Esto se pasará en dos días, ma bella –dijo santaa, intentando tranquilizarla–. Luego será el turno de otro pobre desgraciado. Pero en Hamptons estarás tranquila. –Muy bien, pero sólo un par de días. Y pienso dormir todo este tiempo.
–¿No duermes bien? –le preguntó santana.
–¡Dormía perfectamente hasta que tú volviste a mi vida!
Diez minutos después, subían a la terraza de un rascacielos donde los esperaba el helicóptero de la compañía Lopez. brittany se abrochó el cinturón de seguridad, percatándose en ese momento de que ni siquiera había llevado una muda de ropa con ella.
Pero era lógico. Estaba sorprendida, casi traumatizada por todo lo que había ocurrido en las últimas veinticuatro horas. El viaje en helicóptero fue una bienvenida distracción de sus tristes pensamientos. El cielo azul sobre un mundo hecho de campos verdes y bosques rotos ocasionalmente por casitas o pueblos hizo que olvidase sus problemas durante media hora. Hamptons, sin embargo, era un edificio impresionante de estilo italiano. La señora Jones, el ama de llaves, la saludó con una alegre sonrisa y la llevó directamente al salón, donde había una chimenea encendida y una bandeja con té y pastas sobre la mesa.
brittany no se había dado cuenta de lo cansada que estaba, o del hambre que tenía, hasta que se dejó caer sobre el cómodo sofá. Después de una taza de té y un par de pastas, se quitó los zapatos, cerró los ojos… y el sueño la venció.
Había atardecido cuando despertó, sobresaltada al escuchar un ruido que le pareció el de un helicóptero. Pero no podía ser, estaba en medio del campo. Nerviosa, se incorporó, apartando los rizos de su cara para buscar los zapatos. En ese momento, sonó un golpecito en la puerta y el ama de llaves asomó la cabeza.
–¿Señora Lopez? No he querido despertarla para comer, pero ahora que ha llegado su esposa me encargaré de servir la cena.
–¿Mi esposa? –repitió ella. En ese momento oyó la voz de Santana y se dirigió a la puerta furiosa.
¡Qué tonta había sido al dejar que la llevasen a los hamptons! ¿Por qué no se le había ocurrido pensar que Santana tenía pensado reunirse allí con ella? ¿O que podría usar a los paparazzi para manipularla? ¿Desde cuándo era tan ingenua que su astuta esposa podía engañarla sin hacer el menor esfuerzo? Santana entró en el salón, tan imponente como siempre con un abrigo de cuero negro sobre un traje oscuro.
–La señora Jones me ha dicho que no has comido nada. No te haré esperar mucho…
–Tengo que hablar contigo –la interrumpió ella.
Entonces escuchó el llanto de un bebé y cuando Santana se apartó a un lado vio a una joven morena con un moisés en la mano. brittany miró al bebé que había dentro, pero sólo pudo ver parte de una carita muy roja y unos rizos oscuros bajo la manta… Paralizada por un momento, lanzó una mirada de reproche hacia Santana. Pero tuvo que morderse los labios porque no quería hablar delante de extraños. ¿Cómo podía haber ido allí con la niña? ¿No se daba cuenta de lo que le estaba haciendo? ¡Esa niña era su hija, la hija que había tenido con otra mujer!
Un grito sin voz parecía ocupar todo el espacio en sus pulmones y se dio cuenta de que, una vez más, estaba hiperventilando…
................................................
mas drama ....hasta la proximaa
saludos :)
Capítulo 7
Brittany había leído que la gente hiperventilaba y a menudo se había preguntado qué significaba eso, pero estaba descubriéndolo en primera persona. No parecía capaz de llevar aire a sus pulmones y respiraba con inusitada rapidez, pero eso no la ayudaba en absoluto, al contrario, la mareaba. Temiendo desmayarse, salió del salón y, con el corazón latiendo a un ritmo desenfrenado, entró en el lavabo y se apoyó en la puerta.
Quería ponerse a gritar. De hecho, un grito de angustia estaba atrapado en su garganta, un grito de incredulidad, dolor y frustración. ¿Cómo podía el destino ser tan perverso con ella? Otra mujer había tenido el hijo que a ella se le había negado. No podía soportarlo, nunca podría hacerlo.
Un hijo. Santana había tenido un hijo con Kitty Wilde. Una ola de náuseas la obligó a inclinarse sobre el inodoro para vomitar. Ojalá pudiera librarse de sus tormentosos pensamientos tan fácilmente.
Mientras se lavaba la cara, las lágrimas rodaban por su rostro y sentía como si le hubieran clavado un cuchillo en el corazón. Recordaba a su hijo, perfecto en forma pero muerto al nacer. Su placenta no se había desarrollado de manera apropiada y, por eso, el niño no había recibido el oxígeno que necesitaba durante el parto. No había habido síntomas, ninguna advertencia médica aparte de la ausencia de latido cuando se puso de parto… seguido después por la silenciosa llegada al mundo del niño muerto al que había gestado durante nueve meses brittany no tenía razones para sospechar que algo podía ir mal, pero se había culpado a sí misma absurdamente por no haberle dado a su hijo lo que necesitaba. El médico le había dicho que no era culpa suya, que ella no hubiera podido hacer nada en absoluto. También le había prometido que cuando volviese a quedarse embarazada su condición sería controlada para asegurarse de que el niño llegaba sano al mundo. Pero, mientras tanto, otra mujer había tenido un hijo con Santana. La muerte del suyo le había roto el corazón en mil pedazos y todo lo demás había dejado de tener importancia.
¿Su esposa? ¿Su matrimonio? Nada le había importado lo más mínimo mientras sus vacíos brazos añoraban el peso del niño que había perdido y con el que llevaba nueve meses soñando. Ver a los hijos de otras personas le parecía insoportable. Perseguida por imágenes del niño, durante un tiempo le parecía oírlo llorar por la noche… tenía pesadillas en las que estaba perdido y ella no era capaz de encontrarlo. Noche tras noche sufría esas pesadillas y su deseo de no compartirlas con Santana había hecho que se mudase de habitación.
La excusa era que no dormía bien y no quería despertarla. En realidad, no quería que Santana le hiciera preguntas que no estaba dispuesta a responder. Incluso creyó estar perdiendo la cabeza y había querido esconderlo, temiendo irónicamente que Santana la dejase al pensar que estaba loca, como ya la había dejado su hijo. Y ahora, cuando había decidido darle otra oportunidad a su matrimonio, cuando había decidido que estaba preparada para volver a quedarse embarazada, descubría que Santana había tenido un hijo con con otra mujer con su antiguo amor con kitty .
El malicioso rumor que sugar le había contado era cierto, y ella no podría vivir con eso.
Santana llamó a la puerta del lavabo.
–Déjame entrar por favor.
–¡Vete! –gritó, intentando disimular un sollozo. Estaba temblando de arriba abajo y le dolían hasta los huesos. Aquel dolor era como un viejo amigo, lo reconocía…
Había encontrado la salida de aquel túnel de dolor y angustia tras la muerte de su hijo, se había esforzado… ¿y para qué? ¿Cómo había podido Santana, a quien ella había amado tanto, tener un hijo con kitty? ¿No había sufrido ya suficiente? kitty, Santana, su hijo. Era un concepto que la partía por la mitad, una fotografía de la familia que ella había esperado formar algún día. Y esa posibilidad le había sido robada.
–brittany, ¿estás bien?
–Claro que no estoy bien –replicó desde el otro lado de la puerta–. ¿Cómo voy a estar bien?
–Abre la puerta –le rogó Santana.
brittany hizo lo que le pedía sólo porque no quería que pensara que estaba escondiéndose de ella o de la bomba que acababa de soltar. Pero sus movimientos eran rígidos porque tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlarse.
–Por favor, no me dejes fuera…
–¿Por qué iba a hacerlo? Es tu problema, no el mío –replicó ella, apartándose para ir hacia la escalera. –Sé que estás muy disgustada… –¿Por eso me has hecho el amor? –lo interrumpió, furiosa al pensar que se había acostado con ella veinte minutos antes de hacer una revelación que había puesto su mundo patas arriba–. ¿Creías que el sexo iba a compensarme por esto?
–No, no… –¿Creías que eso iba a hacer que esta revelación fuera más soportable para mí?
–No sé en qué estaba pensando, cariño –dijo santana, abriendo los brazos en un gesto de rendición–. No pensé en nada, sólo te deseaba… lo siento.
–No, no lo sientes –dijo ella, subiendo la escalera hacia su dormitorio–. Nunca podrás lamentarlo tanto como lo lamento yo.
Y era cierto, pensó mientras entraba en el dormitorio. Santana no podía hacer nada para compensarla. No había una ruta mágica para conseguir su perdón. Como sabía por su propio padre, un hijo era un compromiso de por vida y una vez que existía era imposible ignorarlo. Santana tenía una obligación hacia aquella niña y, quisiera o no, también tenía una obligación para con Kitty.
Brittany sacó su bolsa de viaje del armario. No sabía adónde iba a ir, sólo que no podía quedarse con Santana.
Ella se detuvo en la puerta de la habitación y miró la bolsa de viaje.
–No puedes marcharte…
–Puedo hacer lo que quiera. Como has hecho tú –replicó brittany.
–¿De verdad crees que yo quería que esto pasara?
No, seguramente no habría querido que kitty tuviese un hijo. Había sido ella quien había sugerido que le dieran una segunda oportunidad a su matrimonio, de modo que nada podría ser más desastroso que descubrir que había tenido un hijo con otra mujer mientras ellas estuvieran separadas, tuvo que reconocer brittany.
Desgraciadamente, reconocer eso no cambiaba nada.
–Sigue siendo culpa tuya lo que ha pasado –le espetó.
Santana apretó los labios.
–Lo admito, tienes razón. No estoy intentando inventar excusas para lo que hice.
–Y yo no puedo aceptar que hayas tenido un hijo con kitty –dijo brittany, con una amargura que no podía disimular; una amargura que parecía helar otras emociones. Odiaba sentirse así, tan desesperadamente confusa y dolida, casi tanto como lo odiaba a santana por hacerle daño.
Santana, temiendo que brittany la dejase de nuevo, no sabía qué decir. Su mente, normalmente tan rápida en el mundo de los negocios, estaba en blanco. Le gustaría actuar como una mujer primitiva, quitarle la bolsa de viaje de la mano y exigirle que se quedara con ella, que lo escuchase al menos. Pero eso sería una locura y, afortunadamente, lo sabía. De modo que no hizo ni dijo nada, la frustración ahogándola.
En medio del silencio, brittany decidió que sencillamente volvería a su apartamento para pasar la noche. Le habría gustado tener una amiga para desahogarse, pero Sugar era demasiado joven, y tampoco quería contarle a su madre lo que estaba ocurriendo. Desgraciadamente, no se sentía tan cómoda con Susan como para compartir con ella su desolación por lo que estaba ocurriendo en su matrimonio.
Y Binkie, a quien había confiado siempre sus problemas, estaba demasiado lejos, trabajando en Devon.
–¿Es un niño o una niña? –le preguntó por fin, sin poder evitarlo. –Una niña. Lili –respondió Santana–. Yo no sabía nada hasta ayer, pero tengo que cuidar de ella.
–Sí, claro –asintió brittany. Eso era lo que debía decir un ser humano decente, aunque no fuera lo que sentía en ese momento.
–Estoy intentando encontrar una niñera. La que tiene ahora, Suzette, quiere marcharse y la que iban a enviarme de la agencia de empleo en new york se ha echado atrás en el último minuto. Sigo esperando que me manden otra.
–¿Tú tienes que contratar a una niñera? ¿Por qué?
Santana se dio cuenta entonces de que no se lo había contado todo. Dejando escapar un largo suspiro, y en pocas palabras, le habló de la llamada de Edouard Arpin y de la razón por la que había tenido que ir a París.
–Pero kitty era tan joven… ¿cómo puede haber muerto? ¿Qué le pasó, murió durante el parto? –exclamó brittany, incrédula.
–No, Lili tiene cuatro meses. La niñera me contó que kitty bebía demasiado… Cuando tuvo una gripe se convirtió en neumonía y murió cuarenta y ocho horas después de ingresar en el hospital –dijo Santana–. Eso es todo lo que sé.
De modo que Santana tenía que hacerse cargo de la niña de forma permanente, fue lo único que brittany pudo pensar en ese momento. Al morir, kitty la había hecho el único responsable de su hija. Seguramente no sabía que no era precisamente la mujer más entusiasta del mundo cuando se trataba de la maternidad. O tal vez no tenía a nadie más…
brittany se asustó por su falta de compasión. ¿El dolor y el resentimiento la estaban convirtiendo en una mala persona?, se preguntó.
–¿Qué piensas hacer?
–Volver a mi apartamento… al menos esta noche. Necesito estar sola.
–Yo me iré a un hotel si quieres, tú puedes quedarte aquí –dijo Santana, los ojos clavados
en su cara.
–Prefiero dormir en mi apartamento –insistió brittany, tomando la bolsa de viaje.
–No quiero que te vayas…
–Lo siento, no puedo quedarme.
–Muy bien, entonces yo te llevaré.
Finalmente, santana prefirió no discutir, pero el ambiente en el interior del coche era sofocante. Lili, pensaba brittany, una niña de cuatro meses. kitty, cuyo poder de atracción tanto había temido, había muerto dejando una hija. «Un precioso legado», habría dicho Binkie, reiterando eso de que un niño era un regalo para el mundo…
¿Cómo odiar a una inocente niña que había perdido a su madre a los cuatro meses?
¿Qué había sido de su compasión?
En el cómodo interior del Ferrari, brittany miró el perfil de Santana: sus largas pestañas, los altos y orgullosos pómulos, sus manos sobre el volante.
Sólo una hora antes, esas manos la habían acariciado hasta hacerle perder la cabeza…
–No deberías estar sola esta noche.
–Es mejor que estar contigo –murmuró ella.
–No debería haberte hecho el amor –admitió Santana entonces–. Pero no ha sido algo calculado, sencillamente no he podido resistirme.
–¿Como no pudiste resistirte con kitty?
En cuanto hubo hecho la pregunta, deseó retirarla. No quería decir nada que pudiese revelar los humillantes pensamientos que la torturaban. kitty estaba muerta, pero eso no disminuía la sensación de haber sido traicionada. La joven había tenido una vez el amor de su esposa, algo que ella nunca había podido tener. Y esa comparación le dolía en el alma.
Santana disfrutaba de su compañía y decía que era fabulosa en la cama, pero no la amaba.
Nunca la había amado. brittany quería olvidar, quería que Santana no se lo hubiese contado. Ella no era una mala persona, sencillamente era humana y, por lo tanto, débil.
Santana salió del coche y le ofreció la bolsa de viaje, mirándola a los ojos. Parecía lo que era, pensó brittany, la directora de la naviera Lopez, una mujer magnate con considerable dinero e influencias. orgullosa y erguida, con un aire de seguridad emanando de sus facciones…
–Tenemos que lidiar con esto como pareja, mi amor –afirmó, con admirable convicción.
–No me llames así –replicó brittany–. No me recuerdes que soy tu mujer. No es algo de lo que ahora mismo sienta deseos de presumir.
–No me insultes –replicó Santana, fulminándola con la mirada–. He sido sincera contigo, pero no olvides que si tú no me hubieras dejado esa niña no existiría. brittany entró en el portal y cerró violentamente. Había demasiada verdad en esa afirmación como para no darle importancia y lo último que necesitaba en ese momento era sentir que todo aquello era culpa suya.
Fue un alivio cerrar la puerta del apartamento y saber que Santana ya no podría ver su reacción, pero paseaba de una habitación a otra como un alma en pena. Sabía que debería comer algo, pero no tenía apetito y cuando se hizo de noche se fue a la cama, rezando para poder conciliar el sueño. Sólo el sueño podría relajarla porque, al menos, mientras dormía no tendría que seguir pensando. El destino, sin embargo, aún tenía otro castigo preparado para ella. Aunque había pasado algún tiempo desde la última vez que tuvo la pesadilla en la que escuchaba el llanto de su hijo pero no podía encontrarlo, esa noche volvió a sufrirla. La pesadilla terminó de otra manera en esa ocasión: brittany encontraba la habitación en la que el niño estaba llorando y corría hacia él… sólo para ver, horrorizada, que en la cuna había un niño al que no conocía.
Esa horrible experiencia la despertó, sobresaltada. Temblaba de tal manera que ni siquiera podía encender la lámpara de la mesilla. Había esperado que los turbadores sueños hubieran desaparecido para siempre, pero el extraño final de esa pesadilla era debido a la revelación de Santana sobre su hija Lili...
Brittany se levantó temprano y llegó a trabajar antes de la hora normal, pero su móvil sonó a las ocho y media.
–Ha salido un artículo sobre Lili en el New york Times –la informó Santana–. Alguien ha hablado con los periodistas y supongo que habrá reporteros en la puerta de tu casa esperando ver tu reacción.
Ella tragó saliva.
–Haré lo que pueda…
–No creo que debas intentarlo siquiera. Deberías marcharte de NY hasta que todo esto termine.
–Tonterías, tengo que llevar un negocio –dijo brittany, encendiendo el ordenador para buscar la edición digital del periódico.
–Enviaré a un par de hombres de seguridad a tu oficina. Si me hicieras caso…
–No lo haré –lo interrumpió ella.
–… dejarías que te sacaran de allí antes de que los paparazzi empiecen a molestarte–siguió diciendo Santana–. Con este tipo de historias, pueden ponerse muy agresivos.
–Entonces, tú no deberías hacer cosas que atrajeran su atención –replicó brittany.
–Es una pena que te casaras conmigo, ya lo sé –dijo ella, sarcástica. brittany abrió la edición digital del periódico y, de inmediato, un titular la asaltó: La hija ilegítima dela magnate Santana Lopez.
Al lado estaba la fotografía de una rubia con un bebé en brazos frente a un famoso hotel de NY, con Santana unos pasos detrás de ella. La carita de la niña no era visible, por supuesto. Con el corazón en la garganta, brittany empezó a leer el artículo. kitty había muerto siendo una rica heredera y le había dejado todas sus posesiones, incluyendo su hija secreta, a Santana, a quien el periodista se refería como «la magnate hispana que estaba intentando en la actualidad reconciliarse con su mujer». Su relación con Kitty era descrita como «impredecible pero duradera» por una amiga que prefería no revelar su nombre, dando a entender que kitty y Santana habían sido amantes mientras estaba casada con ella. Eso era algo que a brittany no se le había ocurrido pensar hasta ese momento y le dolió en el alma.
De repente, sintiendo la necesidad de tomar el aire, salió a la calle… pero el destello de una cámara la cegó. Un reportero le preguntó por qué ya no vivía con su esposa y, enfadada, brittany volvió a la oficina, donde su ayudante, Belle, acababa de colgar el teléfono.
–El teléfono no deja de sonar… los periodistas están haciendo preguntas…
–No voy a hacer comentarios –dijo brittany, volviéndose al ver a otro hombre entrando con una cámara colgada al cuello.
–Quiero hacerle una pregunta, señora Lopez. –No estoy interesada en contestar. Váyase ahora mismo. Pero en ese momento otro paparazzi entró en el local. –Señora Lopez, ¿sabía que su esposa había tenido una hija con la heredera kitty wilde? –¡O se van ahora mismo o llamo a la policía! –los amenazó Belle.
Los reporteros se negaron a marcharse hasta que brittany hiciera alguna declaración pero, afortunadamente, los hombres de seguridad que Santana le había prometido llegaron en ese momento, dos gigantes que se libraron de los intrusos con la mínima conmoción.
Para entonces, brittany había visto que había más reporteros en la puerta del local y su convicción de que aquello no iba a ser un problema para ella la hizo quedar como una ingenua.
–Soy Johnson, señora Lopez. La sacaremos por la parte de atrás.
–Pero tengo una cita con una clienta…
–Yo creo que deberías tomarte el día libre –opinó Belle, cuando otro fotógrafo golpeó el cristal del escaparate para llamar su atención–. Si te vas de aquí, se marcharán.
–Pero he quedado con lady Margaret a las diez…
–La llamaré para cambiar la cita. No creo que le hiciera gracia tener que abrirse paso entre todas esas cámaras.
brittany estaba de acuerdo. Aquel escándalo podría asustar a muchos de sus clientes y, como resultado, el negocio sufriría.
Mientras subía a un coche negro aparcado en la parte trasera del local, un periodista se acercó corriendo pero el conductor arrancó a toda velocidad.
–Su esposa espera que vaya a su nueva casa de campo, en los Hamptons – dijo Johnson.
–No, quiero ir a mi casa –replicó brittany, preguntándose cuándo había comprado Santana una casa de campo. Desde luego, a ella no le había dicho nada. Claro que habían estado viviendo vidas separadas, de modo que aquello no debería sorprenderle. Pero cuando llegaron a la puerta de su apartamento también allí había paparazzi y el conductor pisó el acelerador.
–Tendremos que volver al plan original –dijo Johnson.
Después de una noche en la que apenas había pegado ojo, brittany estaba agotada y decidió no discutir. Ella no quería ir a ningún sitio, sólo quería desaparecer y no tener que dar explicaciones. Nunca se había sentido tan insegura en toda su vida y, sacando el móvil del bolso, llamó a Santana.
–Esto se pasará en dos días, ma bella –dijo santaa, intentando tranquilizarla–. Luego será el turno de otro pobre desgraciado. Pero en Hamptons estarás tranquila. –Muy bien, pero sólo un par de días. Y pienso dormir todo este tiempo.
–¿No duermes bien? –le preguntó santana.
–¡Dormía perfectamente hasta que tú volviste a mi vida!
Diez minutos después, subían a la terraza de un rascacielos donde los esperaba el helicóptero de la compañía Lopez. brittany se abrochó el cinturón de seguridad, percatándose en ese momento de que ni siquiera había llevado una muda de ropa con ella.
Pero era lógico. Estaba sorprendida, casi traumatizada por todo lo que había ocurrido en las últimas veinticuatro horas. El viaje en helicóptero fue una bienvenida distracción de sus tristes pensamientos. El cielo azul sobre un mundo hecho de campos verdes y bosques rotos ocasionalmente por casitas o pueblos hizo que olvidase sus problemas durante media hora. Hamptons, sin embargo, era un edificio impresionante de estilo italiano. La señora Jones, el ama de llaves, la saludó con una alegre sonrisa y la llevó directamente al salón, donde había una chimenea encendida y una bandeja con té y pastas sobre la mesa.
brittany no se había dado cuenta de lo cansada que estaba, o del hambre que tenía, hasta que se dejó caer sobre el cómodo sofá. Después de una taza de té y un par de pastas, se quitó los zapatos, cerró los ojos… y el sueño la venció.
Había atardecido cuando despertó, sobresaltada al escuchar un ruido que le pareció el de un helicóptero. Pero no podía ser, estaba en medio del campo. Nerviosa, se incorporó, apartando los rizos de su cara para buscar los zapatos. En ese momento, sonó un golpecito en la puerta y el ama de llaves asomó la cabeza.
–¿Señora Lopez? No he querido despertarla para comer, pero ahora que ha llegado su esposa me encargaré de servir la cena.
–¿Mi esposa? –repitió ella. En ese momento oyó la voz de Santana y se dirigió a la puerta furiosa.
¡Qué tonta había sido al dejar que la llevasen a los hamptons! ¿Por qué no se le había ocurrido pensar que Santana tenía pensado reunirse allí con ella? ¿O que podría usar a los paparazzi para manipularla? ¿Desde cuándo era tan ingenua que su astuta esposa podía engañarla sin hacer el menor esfuerzo? Santana entró en el salón, tan imponente como siempre con un abrigo de cuero negro sobre un traje oscuro.
–La señora Jones me ha dicho que no has comido nada. No te haré esperar mucho…
–Tengo que hablar contigo –la interrumpió ella.
Entonces escuchó el llanto de un bebé y cuando Santana se apartó a un lado vio a una joven morena con un moisés en la mano. brittany miró al bebé que había dentro, pero sólo pudo ver parte de una carita muy roja y unos rizos oscuros bajo la manta… Paralizada por un momento, lanzó una mirada de reproche hacia Santana. Pero tuvo que morderse los labios porque no quería hablar delante de extraños. ¿Cómo podía haber ido allí con la niña? ¿No se daba cuenta de lo que le estaba haciendo? ¡Esa niña era su hija, la hija que había tenido con otra mujer!
Un grito sin voz parecía ocupar todo el espacio en sus pulmones y se dio cuenta de que, una vez más, estaba hiperventilando…
................................................
mas drama ....hasta la proximaa
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Me intriga no saber que hara Britt como raccionara?, que decedira?, seguir o no con Santana o darse por vencida e irse a comenzar una nueva vida alejada de Santana? Ahhhh no tarde en actualizar por favor
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Como lo dejas ahiiiiiiiii
Quiero saber masss
Saludos
Quiero saber masss
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Coincido!! como lo dejas así!!! creo que britt no lo tomará nada bien, y no es para menos, digo es hija de santana con kitty me pregunto si britt seguirá con San o definitivamente la abandonará actualiza pronto porfaaa
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Ahhh sube otro plisssss anda no seas mala
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
por favor no es justo pq lo dejas ahi? llevaras en tu conciencia lo que pda pasarme hasta que no actualizes!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Queremos otro cap
Saludos
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Lo dejaste en la mejor parte
Regresa
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Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
[Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 8
perdooon
pero no podia entrar ami cuenta y para abrirla puess tampoco podia entrar a la de hotmail y tenia que esperar a que me enviaran codigos y blabla odio hotmail....
aqui el cap mas tarde subo el penultimo
Capítulo 8
–Brittany… –Santana se quitó el abrigo, tirándolo sobre una silla antes de volverse para cerrar la puerta.
Aunque ella sentía como si tuviera una piedra en la garganta, hizo un esfuerzo por respirar con normalidad.
–¿Cómo has podido traerla aquí? –le espetó, incrédula.
–No podía dejarla en el hotel.
–¿Por qué no? –insistió ella, que no estaba de humor para ser razonable.
–Lili no para de llorar y estaba molestando a todo el mundo. Los demás clientes se quejaron… –Santana apretó los labios–. La niñera es nueva y no tiene experiencia. No podía dejarla sola con Lili en el hotel, con un montón de paparazzi esperando la oportunidad de hacer una fotografía.
–Ah, qué responsable eres de repente… como si fueras una madre de verdad–replicó brittany. Se odiaba a sí misma por hacerlo, pero no había podido evitar la pulla.
–Hago lo que puedo –dijo santana–. Tengo que hacerlo porque no hay nadie más.
El mundo de Santana en aquel momento era un mundo hostil en el que su pecado lo perseguía a todas horas. Se daba cuenta de que no se había portado como debía cuando brittany se quedó embarazada. Su inmadurez, y su difícil infancia, habían impedido que aceptase la maternidad con entusiasmo… y eso había tenido resultados devastadores.
Había mantenido las distancias por orgullo y una vez había ocurrido lo peor, ya era demasiado tarde para dar marcha atrás en el tiempo y cambiarlo todo.
Incluso con la puerta cerrada, brittany podía escuchar el llanto de la niña.
Aunque la niñera debía de haberla llevado al piso de arriba, seguía oyéndolo y le rompía el corazón. ¿O lo estaba imaginando?, se preguntó. ¿Sería como la pesadilla que tenía sobre su hijo?
Le gustaría correr y seguir corriendo sin parar, pero algo dentro de ella le impedía dejarse llevar por ese deseo. Tenía que luchar contra cualquier tentación de mostrar debilidad. No pensaba irse de alli, pasara lo que pasara.
–Ni siquiera sabía que fueras a venir y menos con la niña –le espetó–. De haberlo sabido, no me habría marchado de new york.
–Lo siento, mi objetivo era ayudarte…
–¿Cómo vas a ayudarme? ¡Tú eres mi problema! –exclamó ella, los cabellos saltando alrededor de su cara–. ¡No tendría que huir de la prensa y de sus horribles preguntas si no fuera por ti y por tu comportamiento!
Santana irguió los hombros, en silencio. Le gustaría marcharse de allí, subir al helicóptero y volver a su oficina, donde sus esfuerzos invariablemente daban resultado. Era genial ganando dinero. Lo sabía y sabía que muchas mujeres pensaban que ésa era una cualidad extraordinaria.
Por primera vez, deseó que los diamantes fuesen una moneda de cambio
interesante para brittany. Pero cuando se marchó de Francia ella había dejado atrás una caja fuerte llena de ellos y eso le dejó claro lo poco que le importaban. brittany esperaba de ella cosas intangibles, cosas importantes, pero Santana no estaba segura de poder dárselas. Y, desgraciadamente, no tenía palabras para explicarlo.
El silencio fue interrumpido por la entrada del ama de llaves invitándolos a seguirla al comedor, donde estaba servida la cena. brittany estuvo a punto de decir que ella cenaría en su habitación, pero no quería parecer una caprichosa cuando no sabía si el ama de llaves tenía ayuda en la casa.
–¿Por qué me has traído aquí? –le preguntó cuando se quedaron solos en el comedor–. Si crees que he aceptado la situación…
–No, no lo creo. Pero no quería que tuvieras que lidiar con los paparazzi cuando era culpa mía que te hubieras convertido en un objetivo, y pensé que aquí estarías tranquila.
La sopa que sirvió una joven con delantal blanco era de zanahoria y cilantro y estaba riquísima. brittany se preguntó si podría calentar ese sitio tan frío dentro de ella, pero para eso haría falta un lanzallamas.
–¿Cuándo compraste esta casa?
–No la he comprado –respondió santana–.la casa pertenece a mis padres. Hace diez años, mi madre decidió que quería una casa en los lagos de NY en , pero un verano lluvioso se cargó ese sue-ño. No recuerdo cuándo fue la última vez que estuvieron aquí.
brittany estudió las paredes, pintadas de un azul frío, y los ornamentados muebles, y pensó que debería haber reconocido el elaborado gusto de Gloria Lopez. Pero no le dijo que conservar un sitio al que nadie iba nunca era tirar el dinero. No había olvidado cuánto había trabajado Santana para sacar a flote la naviera Lopez mientras sus padres seguían gastando dinero a manos llenas.
Nacidos en el seno de familias adineradas, Gonzalo y Gloria eran dos de las personas más egoístas que había conocido nunca y, sin embargo, Santana nunca criticaba su extravagante estilo de vida. Considerando cómo lo habían tratado desde la infancia, brittany veía eso como una lealtad filial extraordinaria.
Sí, Santana tenía muchas cualidades, tuvo que reconocer. Era una hija estupenda para unos padres que no la merecían, una gran trabajadora y una buena compañera dentro y fuera de la cama… Pero eso le hizo recordar lo único que no podía perdonarle: la hija de kitty. Su vida se había puesto patas arriba y no había nada que pudiese hacer aparte de dejar a Santana de nuevo.
Asustada por esa posibilidad, brittany dio un respingo cuando empezó a sonar su móvil.
–Déjalo –dijo Santana, impaciente.
Por supuesto, ella no le hizo caso. Salió al pasillo con el teléfono en la mano y, al ver en la pantalla el número de Sam, hizo una mueca.
–¿Dónde estas? –le preguntó é–. ¡Llevo veinte minutos esperando!
brittany se mordió los labios. El primer viernes de cada mes, Sam y ella quedaban para cenar y discutir cosas del negocio. Se había perdido esa cena el mes anterior porque estaba en Marruecos y en aquella ocasión lo había olvidado por completo.
–Lo siento mucho, Sam. Se me había olvidado.
–He visto la noticia en ese periódico basura –dijo Sam–. Imagino que la reconciliación con tu marido está a punto de hundirse con todas esas revelaciones.
–No seas cruel.
–Mira, brittany, no sé qué esperas de mí.
–¿No puedes ser mi amigo? –le preguntó ella.
–Me lo estás poniendo muy difícil. Y darle plantón a lady Margaret esta tarde no ha sido muy sensato tampoco. Me ha llamado por teléfono para quejarse. No quiere que una empleada la llame para decir que no tienes tiempo de atenderla.
brittany frunció el ceño.
–Le había asegurado que yo misma llevaría el proyecto, pero la reunión de hoy sólo era una discusión preliminar para hablar de sus preferencias.
–¿Dónde estás?
Mirando de soslayo hacia la puerta del comedor, brittany le explicó la situación.
–Iré a buscarte mañana a mediodía –anunció Sam. Y cortó la comunicación antes de que ella pudiera protestar.
brittany volvió al comedor, pensativa.
–¿Cuál es tu relación con Evans? –le preguntó Santana, sin preámbulos.
Pero justo en ese momento, la joven del delantal apareció para recoger los platos y ella guardó silencio.
–Mi relación con Sam es asunto mío –respondió cuando se quedaron solos.
–¡No me digas eso!
–¡Y tú no me empujes hasta el punto de tener que reconsiderar nuestro matrimonio!
–No soy tonto –Santana tiró la servilleta sobre la mesa–. Perdona, tengo que hacer un par de llamadas.
Los ojos de brittany se llenaron de lágrimas y tuvo que parpadear varias veces para controlarlas mientras intentaba seguir comiendo, recordando las muchas veces que había cenado sola en el sur de Francia cuando su matrimonio empezó a resquebrajarse.
Mientras ella estaba rota por el dolor, Santana se había enterrado en el trabajo hasta el punto de hacer que se sintiera sola y abandonada…
Aunque tal vez ella misma la había empujado a la oficina, recordándole a todas horas que no sabía si debía seguir con ella.
Entonces recordó el chantaje de su padre y estuvo a punto de echarse a reír. La historia se repetía con el nacimiento de una hija ilegítima. Una vez, ella había sido esa niña, pero al menos había nacido antes de que su padre, Michael , se hubiera casado con su mujer, la madre de sugar. En aquel momento entendía lo que era estar al otro lado. Estaba resentida contra una niña que no había pedido nacer, y darse cuenta de eso hizo que se sintiera más desconcertada que nunca.
Seguramente sería más fácil marcharse que quedarse e intentar que su matrimonio funcionara en tales circunstancias. Pero el camino más fácil no era necesariamente el mejor.
La señora Jones la acompañó a su habitación, con expresión alegre porque la casa estaba ocupada por fin, aunque fuese temporalmente.
brittany intentaba no escuchar el llanto de Lili en el piso de arriba. Tenía que pasar algo raro para que un bebé llorase a todas horas… pero de inmediato decidió no pensar en ello.
Había un montón de bolsas sobre la cama de la elegante habitación de invitados y dentro encontró un camisón, una falda, un jersey y ropa interior de su talla. Eso era lo bueno de tener una esposa caza mujeres, que tenía buen ojo para las tallas y sabía qué tipo de ropa le quedaba bien a cada mujer. ¿Pero Santana era asi? Debía admitir que no había tenido razones para dudar de su fidelidad mientras vivían como esposas.
Y había sido ella quien había roto su matrimonio. brittany se daba cuenta de que el dolor había teñido todo lo que sentía entonces, afianzando su convicción de que Santana sólo se había casado con ella porque estaba embarazada. La muerte de su hijo la había convencido de
que no había ninguna razón para que siguieran juntos, y las constantes ausencias de Santana eran su manera de decírselo.
Pero ahora, sabiendo que se había dado a la bebida mientras estaban separados, algo que ella mismo había admitido, pensó que tal vez había supuesto demasiado. Después de darse una ducha, brittany se puso el camisón para irse a la cama… pero Lili seguía llorando en el piso de arriba y, finalmente, cuando no pudo soportarlo más, salió de la habitación y fue a buscar a Santana. Estaba en el estudio, trabajando sobre un grandioso escritorio de caoba que era mucho más el estilo de su padre que el suyo propio. Cuando la vio entrar, de inmediato apartó la mirada del ordenador.
–¿A qué debo este honor? –le preguntó, disfrutando al verla con el camisón que ella le había regalado. La costosa seda de color turquesa se pegaba a su cuerpo, marcando su cuerpo
Santana se excitó con dolorosa inmediatez. El escote del camisón mostraba sólo unos centímetros de piel, pero esa piel aterciopelada le pareció lo más erótico que había visto nunca.
–Seguramente pensarás que no es asunto mío, pero cuando un bebé llora tanto como Lili… –brittany pronunció el nombre de la niña en voz alta por primera vez y su voz se rompió ligeramente– alguien debería llevarla al pediatra.
Santana se levantó del sillón.
–La llevé al pediatra. Aparentemente, sufre de un eccema infantil que se lo hace pasar muy mal, pero le ha puesto un tratamiento.
Brittany experimentó la primera ola de compasión por la hija de kitty.
–Espero que funcione –le dijo, intentando que aquello pareciese una conversación trivial–. ¿Cómo puede soportarlo la niñera?
–Sólo está con nosotros de manera temporal, será reemplazada por otra más experta mañana. No es lo ideal, pero es lo único que he podido hacer a toda prisa.
Ella dejó escapar un suspiro. –Hablamos como si fuéramos dos extraños – empezó a decir, casi sin darse cuenta.
Sin previo aviso, Santana la tomó por la cintura para apretarla contra su pecho e inclinó la cabeza para besarla con un estudiado erotismo al que brittany no hubiera podido resistirse dos días antes.
Pero había algo helado donde antes había estado su corazón y se quedó inmóvil, negándose a sentir nada.
–No –murmuró, apartándose.
–Estás aquí, conmigo –dijo santana, con voz ronca–. ¿Por qué no? –Tú sabes muy bien por qué no. –¿Por qué quieres castigarme por algo que ocurrió hace más de un año, cuando vivíamos separados? –insistió Santana. brittany sintió que le ardían las mejillas. No podía creer que tuviese valor para preguntar eso.
–No estoy intentando castigarte.
–Me apartas de ti otra vez y no pienso aceptarlo –dijo santana, mirándola como si fuera un rompecabezas que no pudiera resolver.
–Puede que no tengas más remedio que aceptarlo.
–Esta vez, tú no vas a tomar la decisión por mí –replicó Santana–. Sigues siendo mi mujer…
brittany cruzó los brazos.
–Sobre el papel…
–Ayer, éramos esposas amantes en la cama, no sobre el papel –le recordó santana–. Fuiste tú quien decidió volver conmigo. Tú decidiste darle a nuestro matrimonio otra oportunidad.
El recordatorio hizo que brittany descruzase los brazos en un gesto defensivo.
–No es tan sencillo.
–Es así de sencillo –afirmó Santana.
Resentida por esa seguridad que la sacaba de quicio, brittany dijo sin pensar:
–No, en realidad es muy complicado. ¡De no ser por la presión de Michael, no habría vuelto contigo!
santana frunció el ceño, sorprendido.
–¿De qué estás hablando? ¿Qué tiene que ver tu padre? brittany lamentó de inmediato haberlo dicho, porque no habría querido contarle la verdad.
–Déjalo, no importa.
–brittany…
Ella respiró profundamente, sabiendo que se había acorralado. No iba a tener más remedio que contarle toda la historia.
–Mi madre hizo algo que no debería haber hecho… se metió en un lío y mi padre tuvo que ayudarla. Yo no podía hacerlo porque todo mi dinero está invertido en el negocio.
–¿Y por qué no me pediste ayuda a mí? Es tu madre, lo habría entendido.
–Porque, al final, no sabía a quién elegir. Ni michael ni tú sois de los que dan algo a cambio de nada… –britt sacudió la cabeza–. Mi padre piensa que estar casada es bueno para mí y aceptó darme el dinero para solucionar el problema de mi madre a cambio de que volviese contigo. Como él quería algo a cambio de su generosidad, pensé que tú harías lo mismo.
Mientras hablaba, Santana se había puesto pálido.
–Yo no te habría chantajeado para que volvieras conmigo.
–A ti te gusta salirte siempre con la tuya y no sabía si…
–En este caso, puedes estar absolutamente segura –la interrumpió santana, con los ojos brillantes–. ¡Yo no querría a ninguna mujer en esos términos! No tengo que chantajear a nadie.
–¿Ah, no?
–Yo te habría dado el dinero sin pedir nada a cambio –dijo Santana–. Susan no sabe cuidar de sí misma y no ha sabido hacerlo nunca. Yo sabía eso cuando me casé contigo e imaginé que tarde o temprano necesitarías mi ayuda…
–No necesito tu ayuda –insistió brittany.
–¿Ésa es la única razón por la que volviste conmigo? ¿Porque tu padre lo puso como condición para darte el dinero?
–Michael creía que si me divorciaba de ti acabaría como mi madre. Es un hombre muy anticuado… su mujer no trabaja, su hija tampoco. No entiende que las mujeres pueden cuidar de sí mismas y creía que necesitaba un salvador.
Santana apretó los puños mientras farfullaba una palabrota en español. Su suegro había negociado con su mujer para que volviera a su lado… y eso le enfurecía de tal modo que tuvo que hacer un esfuerzo para no golpear la pared con el puño.
–¿Y cuál fue el precio que te devolvió a mi cama? –le preguntó, volviéndose para mirarla con los ojos oscurecidos.
brittany se lo dijo, con la esperanza de zanjar el tema.
–No te ofendas, pero te he conseguido muy barata. Me sorprende que no le pidieras esa ridícula cantidad a Sam Evans. Seguro que le habría encantado acudir al rescate como un caballero andante.
–Yo no involucro a Sam en mis problemas familiares. Mi madre había cometido un fraude… podría haber ido a la cárcel, y contárselo a Sam no me parecía apropiado.
–Así que, de nuevo, le debemos nuestro matrimonio a los manejos de tu padre –Santana soltó una carcajada llena de amargura–. A michael se le dan bien las intrigas y a ti también, ni siquiera se me ocurrió pensar que tuvieras otra motivación cuando volviste conmigo. No suelo ser ingenuo, pero está claro que tienes un precio, como todas las mujeres que conozco.
–También tú tenías un precio.
–¿A qué te refieres?
–Te casaste conmigo para salvar la empresa de tu familia, yo he vuelto contigo para salvar a mi madre.
Vio que Santana palidecía, pero no iba a permitir que la insultara. En realidad, la propuesta de su padre le había dado una excusa para hacer lo que, en el fondo, ella había querido hacer. Quería volver con Santana pero era demasiado orgullosa como para admitirlo.
Y no pensaba decírselo en aquel momento. Retándola con la mirada, brittany se dio la vuelta para ir a su habitación.
A solas de nuevo, Santana intentó contener su indignación sirviéndose un whisky. Tenía que concentrarse en cosas prácticas, se dijo. Naturalmente, tendría que devolverle a michael el dinero que le había dado para salvar a Susan…
Santana había supuesto siempre que brittany había tenido una infancia difícil, con un padre que no quiso hacerse cargo de ella y una madre irresponsable. Y, sin embargo, nunca hablaba mal de ninguno de los dos.
De hecho, cuando se trataba de gente a la que quería, brittany era una persona increíblemente generosa.
Una vez había dado por sentado que su mujer la amaba, que ella era una de esas personas a las que quería, pero esa convicción había desaparecido tras la muerte de su hijo. Se había dado cuenta de que no había sitio para ella en su círculo más íntimo, pero también de que no
deseaba estar con una mujer que no quería estar con ella por voluntad propia. Después de la segunda copa, Santana se preguntó si estaba siendo absolutamente sincera consigo misma. Después de todo, las personas que aman luchan y matan por mujeres que no correspondían a su amor durante siglos.
Pero ni siquiera la Historia podía exigir que dejase que su mujer tuviera un amante en casa.
Sam Evans estaba aprovechándose de la situación, sin duda planeando atacar cuando brittany estuviera más débil. Evans era un hombre de tácticas y, por supuesto, atacaría mientras estaban luchando para que su matrimonio no se rompiera.
Resultaba difícil creer que esa pobre niña en el piso de arriba fuera la causa de tantos problemas.
Su hija, pensó Santana entonces, amenazaba con costarle su matrimonio, pero eso no lo liberaba de su responsabilidad hacia ella. En cualquier caso, le recordó una vocecita cínica, la reconciliación en la que tanta fe había tenido no parecía a punto de llegar a buen puerto. ¿Y quién podía saber cuánto habría durado en otras circunstancias?
Irguió los hombros, aceptando la amarga verdad: brittany había sido manipulada por su padre para que le diera una segunda oportunidad al matrimonio.
Y seguramente había compartido cama con ella en Marruecos porque el sexo era parte de la reconciliación…
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pero no podia entrar ami cuenta y para abrirla puess tampoco podia entrar a la de hotmail y tenia que esperar a que me enviaran codigos y blabla odio hotmail....
aqui el cap mas tarde subo el penultimo
Capítulo 8
–Brittany… –Santana se quitó el abrigo, tirándolo sobre una silla antes de volverse para cerrar la puerta.
Aunque ella sentía como si tuviera una piedra en la garganta, hizo un esfuerzo por respirar con normalidad.
–¿Cómo has podido traerla aquí? –le espetó, incrédula.
–No podía dejarla en el hotel.
–¿Por qué no? –insistió ella, que no estaba de humor para ser razonable.
–Lili no para de llorar y estaba molestando a todo el mundo. Los demás clientes se quejaron… –Santana apretó los labios–. La niñera es nueva y no tiene experiencia. No podía dejarla sola con Lili en el hotel, con un montón de paparazzi esperando la oportunidad de hacer una fotografía.
–Ah, qué responsable eres de repente… como si fueras una madre de verdad–replicó brittany. Se odiaba a sí misma por hacerlo, pero no había podido evitar la pulla.
–Hago lo que puedo –dijo santana–. Tengo que hacerlo porque no hay nadie más.
El mundo de Santana en aquel momento era un mundo hostil en el que su pecado lo perseguía a todas horas. Se daba cuenta de que no se había portado como debía cuando brittany se quedó embarazada. Su inmadurez, y su difícil infancia, habían impedido que aceptase la maternidad con entusiasmo… y eso había tenido resultados devastadores.
Había mantenido las distancias por orgullo y una vez había ocurrido lo peor, ya era demasiado tarde para dar marcha atrás en el tiempo y cambiarlo todo.
Incluso con la puerta cerrada, brittany podía escuchar el llanto de la niña.
Aunque la niñera debía de haberla llevado al piso de arriba, seguía oyéndolo y le rompía el corazón. ¿O lo estaba imaginando?, se preguntó. ¿Sería como la pesadilla que tenía sobre su hijo?
Le gustaría correr y seguir corriendo sin parar, pero algo dentro de ella le impedía dejarse llevar por ese deseo. Tenía que luchar contra cualquier tentación de mostrar debilidad. No pensaba irse de alli, pasara lo que pasara.
–Ni siquiera sabía que fueras a venir y menos con la niña –le espetó–. De haberlo sabido, no me habría marchado de new york.
–Lo siento, mi objetivo era ayudarte…
–¿Cómo vas a ayudarme? ¡Tú eres mi problema! –exclamó ella, los cabellos saltando alrededor de su cara–. ¡No tendría que huir de la prensa y de sus horribles preguntas si no fuera por ti y por tu comportamiento!
Santana irguió los hombros, en silencio. Le gustaría marcharse de allí, subir al helicóptero y volver a su oficina, donde sus esfuerzos invariablemente daban resultado. Era genial ganando dinero. Lo sabía y sabía que muchas mujeres pensaban que ésa era una cualidad extraordinaria.
Por primera vez, deseó que los diamantes fuesen una moneda de cambio
interesante para brittany. Pero cuando se marchó de Francia ella había dejado atrás una caja fuerte llena de ellos y eso le dejó claro lo poco que le importaban. brittany esperaba de ella cosas intangibles, cosas importantes, pero Santana no estaba segura de poder dárselas. Y, desgraciadamente, no tenía palabras para explicarlo.
El silencio fue interrumpido por la entrada del ama de llaves invitándolos a seguirla al comedor, donde estaba servida la cena. brittany estuvo a punto de decir que ella cenaría en su habitación, pero no quería parecer una caprichosa cuando no sabía si el ama de llaves tenía ayuda en la casa.
–¿Por qué me has traído aquí? –le preguntó cuando se quedaron solos en el comedor–. Si crees que he aceptado la situación…
–No, no lo creo. Pero no quería que tuvieras que lidiar con los paparazzi cuando era culpa mía que te hubieras convertido en un objetivo, y pensé que aquí estarías tranquila.
La sopa que sirvió una joven con delantal blanco era de zanahoria y cilantro y estaba riquísima. brittany se preguntó si podría calentar ese sitio tan frío dentro de ella, pero para eso haría falta un lanzallamas.
–¿Cuándo compraste esta casa?
–No la he comprado –respondió santana–.la casa pertenece a mis padres. Hace diez años, mi madre decidió que quería una casa en los lagos de NY en , pero un verano lluvioso se cargó ese sue-ño. No recuerdo cuándo fue la última vez que estuvieron aquí.
brittany estudió las paredes, pintadas de un azul frío, y los ornamentados muebles, y pensó que debería haber reconocido el elaborado gusto de Gloria Lopez. Pero no le dijo que conservar un sitio al que nadie iba nunca era tirar el dinero. No había olvidado cuánto había trabajado Santana para sacar a flote la naviera Lopez mientras sus padres seguían gastando dinero a manos llenas.
Nacidos en el seno de familias adineradas, Gonzalo y Gloria eran dos de las personas más egoístas que había conocido nunca y, sin embargo, Santana nunca criticaba su extravagante estilo de vida. Considerando cómo lo habían tratado desde la infancia, brittany veía eso como una lealtad filial extraordinaria.
Sí, Santana tenía muchas cualidades, tuvo que reconocer. Era una hija estupenda para unos padres que no la merecían, una gran trabajadora y una buena compañera dentro y fuera de la cama… Pero eso le hizo recordar lo único que no podía perdonarle: la hija de kitty. Su vida se había puesto patas arriba y no había nada que pudiese hacer aparte de dejar a Santana de nuevo.
Asustada por esa posibilidad, brittany dio un respingo cuando empezó a sonar su móvil.
–Déjalo –dijo Santana, impaciente.
Por supuesto, ella no le hizo caso. Salió al pasillo con el teléfono en la mano y, al ver en la pantalla el número de Sam, hizo una mueca.
–¿Dónde estas? –le preguntó é–. ¡Llevo veinte minutos esperando!
brittany se mordió los labios. El primer viernes de cada mes, Sam y ella quedaban para cenar y discutir cosas del negocio. Se había perdido esa cena el mes anterior porque estaba en Marruecos y en aquella ocasión lo había olvidado por completo.
–Lo siento mucho, Sam. Se me había olvidado.
–He visto la noticia en ese periódico basura –dijo Sam–. Imagino que la reconciliación con tu marido está a punto de hundirse con todas esas revelaciones.
–No seas cruel.
–Mira, brittany, no sé qué esperas de mí.
–¿No puedes ser mi amigo? –le preguntó ella.
–Me lo estás poniendo muy difícil. Y darle plantón a lady Margaret esta tarde no ha sido muy sensato tampoco. Me ha llamado por teléfono para quejarse. No quiere que una empleada la llame para decir que no tienes tiempo de atenderla.
brittany frunció el ceño.
–Le había asegurado que yo misma llevaría el proyecto, pero la reunión de hoy sólo era una discusión preliminar para hablar de sus preferencias.
–¿Dónde estás?
Mirando de soslayo hacia la puerta del comedor, brittany le explicó la situación.
–Iré a buscarte mañana a mediodía –anunció Sam. Y cortó la comunicación antes de que ella pudiera protestar.
brittany volvió al comedor, pensativa.
–¿Cuál es tu relación con Evans? –le preguntó Santana, sin preámbulos.
Pero justo en ese momento, la joven del delantal apareció para recoger los platos y ella guardó silencio.
–Mi relación con Sam es asunto mío –respondió cuando se quedaron solos.
–¡No me digas eso!
–¡Y tú no me empujes hasta el punto de tener que reconsiderar nuestro matrimonio!
–No soy tonto –Santana tiró la servilleta sobre la mesa–. Perdona, tengo que hacer un par de llamadas.
Los ojos de brittany se llenaron de lágrimas y tuvo que parpadear varias veces para controlarlas mientras intentaba seguir comiendo, recordando las muchas veces que había cenado sola en el sur de Francia cuando su matrimonio empezó a resquebrajarse.
Mientras ella estaba rota por el dolor, Santana se había enterrado en el trabajo hasta el punto de hacer que se sintiera sola y abandonada…
Aunque tal vez ella misma la había empujado a la oficina, recordándole a todas horas que no sabía si debía seguir con ella.
Entonces recordó el chantaje de su padre y estuvo a punto de echarse a reír. La historia se repetía con el nacimiento de una hija ilegítima. Una vez, ella había sido esa niña, pero al menos había nacido antes de que su padre, Michael , se hubiera casado con su mujer, la madre de sugar. En aquel momento entendía lo que era estar al otro lado. Estaba resentida contra una niña que no había pedido nacer, y darse cuenta de eso hizo que se sintiera más desconcertada que nunca.
Seguramente sería más fácil marcharse que quedarse e intentar que su matrimonio funcionara en tales circunstancias. Pero el camino más fácil no era necesariamente el mejor.
La señora Jones la acompañó a su habitación, con expresión alegre porque la casa estaba ocupada por fin, aunque fuese temporalmente.
brittany intentaba no escuchar el llanto de Lili en el piso de arriba. Tenía que pasar algo raro para que un bebé llorase a todas horas… pero de inmediato decidió no pensar en ello.
Había un montón de bolsas sobre la cama de la elegante habitación de invitados y dentro encontró un camisón, una falda, un jersey y ropa interior de su talla. Eso era lo bueno de tener una esposa caza mujeres, que tenía buen ojo para las tallas y sabía qué tipo de ropa le quedaba bien a cada mujer. ¿Pero Santana era asi? Debía admitir que no había tenido razones para dudar de su fidelidad mientras vivían como esposas.
Y había sido ella quien había roto su matrimonio. brittany se daba cuenta de que el dolor había teñido todo lo que sentía entonces, afianzando su convicción de que Santana sólo se había casado con ella porque estaba embarazada. La muerte de su hijo la había convencido de
que no había ninguna razón para que siguieran juntos, y las constantes ausencias de Santana eran su manera de decírselo.
Pero ahora, sabiendo que se había dado a la bebida mientras estaban separados, algo que ella mismo había admitido, pensó que tal vez había supuesto demasiado. Después de darse una ducha, brittany se puso el camisón para irse a la cama… pero Lili seguía llorando en el piso de arriba y, finalmente, cuando no pudo soportarlo más, salió de la habitación y fue a buscar a Santana. Estaba en el estudio, trabajando sobre un grandioso escritorio de caoba que era mucho más el estilo de su padre que el suyo propio. Cuando la vio entrar, de inmediato apartó la mirada del ordenador.
–¿A qué debo este honor? –le preguntó, disfrutando al verla con el camisón que ella le había regalado. La costosa seda de color turquesa se pegaba a su cuerpo, marcando su cuerpo
Santana se excitó con dolorosa inmediatez. El escote del camisón mostraba sólo unos centímetros de piel, pero esa piel aterciopelada le pareció lo más erótico que había visto nunca.
–Seguramente pensarás que no es asunto mío, pero cuando un bebé llora tanto como Lili… –brittany pronunció el nombre de la niña en voz alta por primera vez y su voz se rompió ligeramente– alguien debería llevarla al pediatra.
Santana se levantó del sillón.
–La llevé al pediatra. Aparentemente, sufre de un eccema infantil que se lo hace pasar muy mal, pero le ha puesto un tratamiento.
Brittany experimentó la primera ola de compasión por la hija de kitty.
–Espero que funcione –le dijo, intentando que aquello pareciese una conversación trivial–. ¿Cómo puede soportarlo la niñera?
–Sólo está con nosotros de manera temporal, será reemplazada por otra más experta mañana. No es lo ideal, pero es lo único que he podido hacer a toda prisa.
Ella dejó escapar un suspiro. –Hablamos como si fuéramos dos extraños – empezó a decir, casi sin darse cuenta.
Sin previo aviso, Santana la tomó por la cintura para apretarla contra su pecho e inclinó la cabeza para besarla con un estudiado erotismo al que brittany no hubiera podido resistirse dos días antes.
Pero había algo helado donde antes había estado su corazón y se quedó inmóvil, negándose a sentir nada.
–No –murmuró, apartándose.
–Estás aquí, conmigo –dijo santana, con voz ronca–. ¿Por qué no? –Tú sabes muy bien por qué no. –¿Por qué quieres castigarme por algo que ocurrió hace más de un año, cuando vivíamos separados? –insistió Santana. brittany sintió que le ardían las mejillas. No podía creer que tuviese valor para preguntar eso.
–No estoy intentando castigarte.
–Me apartas de ti otra vez y no pienso aceptarlo –dijo santana, mirándola como si fuera un rompecabezas que no pudiera resolver.
–Puede que no tengas más remedio que aceptarlo.
–Esta vez, tú no vas a tomar la decisión por mí –replicó Santana–. Sigues siendo mi mujer…
brittany cruzó los brazos.
–Sobre el papel…
–Ayer, éramos esposas amantes en la cama, no sobre el papel –le recordó santana–. Fuiste tú quien decidió volver conmigo. Tú decidiste darle a nuestro matrimonio otra oportunidad.
El recordatorio hizo que brittany descruzase los brazos en un gesto defensivo.
–No es tan sencillo.
–Es así de sencillo –afirmó Santana.
Resentida por esa seguridad que la sacaba de quicio, brittany dijo sin pensar:
–No, en realidad es muy complicado. ¡De no ser por la presión de Michael, no habría vuelto contigo!
santana frunció el ceño, sorprendido.
–¿De qué estás hablando? ¿Qué tiene que ver tu padre? brittany lamentó de inmediato haberlo dicho, porque no habría querido contarle la verdad.
–Déjalo, no importa.
–brittany…
Ella respiró profundamente, sabiendo que se había acorralado. No iba a tener más remedio que contarle toda la historia.
–Mi madre hizo algo que no debería haber hecho… se metió en un lío y mi padre tuvo que ayudarla. Yo no podía hacerlo porque todo mi dinero está invertido en el negocio.
–¿Y por qué no me pediste ayuda a mí? Es tu madre, lo habría entendido.
–Porque, al final, no sabía a quién elegir. Ni michael ni tú sois de los que dan algo a cambio de nada… –britt sacudió la cabeza–. Mi padre piensa que estar casada es bueno para mí y aceptó darme el dinero para solucionar el problema de mi madre a cambio de que volviese contigo. Como él quería algo a cambio de su generosidad, pensé que tú harías lo mismo.
Mientras hablaba, Santana se había puesto pálido.
–Yo no te habría chantajeado para que volvieras conmigo.
–A ti te gusta salirte siempre con la tuya y no sabía si…
–En este caso, puedes estar absolutamente segura –la interrumpió santana, con los ojos brillantes–. ¡Yo no querría a ninguna mujer en esos términos! No tengo que chantajear a nadie.
–¿Ah, no?
–Yo te habría dado el dinero sin pedir nada a cambio –dijo Santana–. Susan no sabe cuidar de sí misma y no ha sabido hacerlo nunca. Yo sabía eso cuando me casé contigo e imaginé que tarde o temprano necesitarías mi ayuda…
–No necesito tu ayuda –insistió brittany.
–¿Ésa es la única razón por la que volviste conmigo? ¿Porque tu padre lo puso como condición para darte el dinero?
–Michael creía que si me divorciaba de ti acabaría como mi madre. Es un hombre muy anticuado… su mujer no trabaja, su hija tampoco. No entiende que las mujeres pueden cuidar de sí mismas y creía que necesitaba un salvador.
Santana apretó los puños mientras farfullaba una palabrota en español. Su suegro había negociado con su mujer para que volviera a su lado… y eso le enfurecía de tal modo que tuvo que hacer un esfuerzo para no golpear la pared con el puño.
–¿Y cuál fue el precio que te devolvió a mi cama? –le preguntó, volviéndose para mirarla con los ojos oscurecidos.
brittany se lo dijo, con la esperanza de zanjar el tema.
–No te ofendas, pero te he conseguido muy barata. Me sorprende que no le pidieras esa ridícula cantidad a Sam Evans. Seguro que le habría encantado acudir al rescate como un caballero andante.
–Yo no involucro a Sam en mis problemas familiares. Mi madre había cometido un fraude… podría haber ido a la cárcel, y contárselo a Sam no me parecía apropiado.
–Así que, de nuevo, le debemos nuestro matrimonio a los manejos de tu padre –Santana soltó una carcajada llena de amargura–. A michael se le dan bien las intrigas y a ti también, ni siquiera se me ocurrió pensar que tuvieras otra motivación cuando volviste conmigo. No suelo ser ingenuo, pero está claro que tienes un precio, como todas las mujeres que conozco.
–También tú tenías un precio.
–¿A qué te refieres?
–Te casaste conmigo para salvar la empresa de tu familia, yo he vuelto contigo para salvar a mi madre.
Vio que Santana palidecía, pero no iba a permitir que la insultara. En realidad, la propuesta de su padre le había dado una excusa para hacer lo que, en el fondo, ella había querido hacer. Quería volver con Santana pero era demasiado orgullosa como para admitirlo.
Y no pensaba decírselo en aquel momento. Retándola con la mirada, brittany se dio la vuelta para ir a su habitación.
A solas de nuevo, Santana intentó contener su indignación sirviéndose un whisky. Tenía que concentrarse en cosas prácticas, se dijo. Naturalmente, tendría que devolverle a michael el dinero que le había dado para salvar a Susan…
Santana había supuesto siempre que brittany había tenido una infancia difícil, con un padre que no quiso hacerse cargo de ella y una madre irresponsable. Y, sin embargo, nunca hablaba mal de ninguno de los dos.
De hecho, cuando se trataba de gente a la que quería, brittany era una persona increíblemente generosa.
Una vez había dado por sentado que su mujer la amaba, que ella era una de esas personas a las que quería, pero esa convicción había desaparecido tras la muerte de su hijo. Se había dado cuenta de que no había sitio para ella en su círculo más íntimo, pero también de que no
deseaba estar con una mujer que no quería estar con ella por voluntad propia. Después de la segunda copa, Santana se preguntó si estaba siendo absolutamente sincera consigo misma. Después de todo, las personas que aman luchan y matan por mujeres que no correspondían a su amor durante siglos.
Pero ni siquiera la Historia podía exigir que dejase que su mujer tuviera un amante en casa.
Sam Evans estaba aprovechándose de la situación, sin duda planeando atacar cuando brittany estuviera más débil. Evans era un hombre de tácticas y, por supuesto, atacaría mientras estaban luchando para que su matrimonio no se rompiera.
Resultaba difícil creer que esa pobre niña en el piso de arriba fuera la causa de tantos problemas.
Su hija, pensó Santana entonces, amenazaba con costarle su matrimonio, pero eso no lo liberaba de su responsabilidad hacia ella. En cualquier caso, le recordó una vocecita cínica, la reconciliación en la que tanta fe había tenido no parecía a punto de llegar a buen puerto. ¿Y quién podía saber cuánto habría durado en otras circunstancias?
Irguió los hombros, aceptando la amarga verdad: brittany había sido manipulada por su padre para que le diera una segunda oportunidad al matrimonio.
Y seguramente había compartido cama con ella en Marruecos porque el sexo era parte de la reconciliación…
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fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Vaya! Britt se lo dijo!! mmmmm... Entonces entrará Sam a querer estar con britt ya que esta pensando en dejar a Santana??? actualiza pronto!! le han dado en el orgullo a San. No creo que reaccione bien
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
brittany ha sido muy cruel, y quien se cree ese labios de pescado para decirle que va a buscarla? en fin santana deberia dejarla ir, y que el tiempo decida lo que pase, hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Esperando el penultimo capitulo
Saludos y cada ves esta mejor!
Saludos y cada ves esta mejor!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
karenmargi* - Mensajes : 39
Fecha de inscripción : 11/05/2013
Fic Brittana MATRIMONIO POR SORPRESA adaptacion II parte capitulo 9
Capítulo 9
brittany despertó después de otra pesadilla, con un sollozo que la ahogaba.
En la oscuridad de la extraña habitación, tardó casi un minuto en encontrar el interruptor de la lámpara, y después de encenderla respiró profundamente, intentando calmarse.
Nerviosa, decidió hacerse una taza de tila. No pensaba dejar que esas pesadillas volvieran a controlar su vida.
Saltando de la cama, se puso una bata y salió de la habitación.
La luz del piso de arriba estaba encendida y brittany se quedó inmóvil un momento, aguzando el oído. Tristemente, Lili seguía llorando, aunque el sonido sonaba más lejano que antes. Oía también la voz de un adulto intentando calmarla…
Sin pensar, se dio la vuelta para subir la escalera. Tal y como estaba comportándose, cualquiera pensaría que tenía miedo a la hija de kitty. Sólo quería ver qué le pasaba y comprobar que la pobre niñera era capaz de lidiar con la situación. Además, si veía la cara de la niña tal vez dejaría de tener esa pesadilla.
Pero cuando llegó al piso de arriba, se dio cuenta de que la voz que había escuchado era la de una mujer. Santana estaba de espaldas a la puerta, con Lili sobre el hombro. Iba descalzo, con un pantalón vaquero gastado y una camisa de lino, paseando de un lado a otro mientras intentaba que la niña dejase de llorar.
–Todo irá mejor –estaba diciendo, mientras ponía una mano sobre la espalda de Lili con gesto más bien torpe–. Se me dan bien muchas cosas, te lo aseguro. Puede que ahora mismo no lo creas, pero aprendo rápidamente. Si me propongo ser madre, seguro que lo haré bien.
Agradablemente sorprendida por esa decisión, brittany estudió la carita bajo los rizos oscuros. No veía ningún parecido con kitty o con Santana en sus facciones. Tal vez porque tenía la carita arrugada y roja de tanto llorar.
–Yo sé lo que es importante en la vida –seguía diciendo Santana–. Si tienes algún problema, yo siempre estaré ahí para ayudarte y, aunque estés equivocada, te apoyaré. No esperaré que seas perfecta, te lo prometo. No te compararé con nadie. Puedes ser quien eres, yo nunca te criticaré.
Emocionada por lo que estaba escuchando, brittany dio un paso atrás. No quería que Santana supiera que había estado escuchando porque sabía que eso le avergonzaría.
Todo lo que estaba dispuesta a ofrecerle a la niña destacaba los fallos en su relación con sus padres. Santana había sido juzgada continuamente como un segundón en comparación con su hermana Emily, que había muerto antes de que Santana y ella se conocieran.
Sus padres nunca habían aprobado lo que Santana hacía, incluyendo su decisión de casarse con ella cuando se quedó embarazada. Y le emocionaba que estuviera dispuesto a ofrecerle a su hija más cariño del que ella había recibido nunca.
Después de llegar a unas conclusiones que la hacían sentir incómoda, brittany ya no estaba de humor para hacerse una taza de tila y decidió volver a la cama.
La hija de kitty era una niña inocente, en absoluto responsable por el comportamiento de sus Madres. Lili era una personita inofensiva, una niña infeliz que ya había sufrido demasiados cambios en su corta existencia. No debería estar resentida con ella y, sin embargo, lágrimas de resentimiento rodaban por su rostro. Brittany no podía evitar pensar que si su hijo hubiera sobrevivido, Santana también habría sido un fantástica madre para el.
Si podía prometer que haría todo lo posible para que su hija fuera feliz en medio de tanto conflicto, le habría ofrecido lo mismo a su hijo.
brittany se hizo entonces la pregunta que no había querido hacerse hasta ese momento:
¿qué pasaría si descubriera que había vuelto a quedarse embarazada?
No habían usado preservativo en Marruecos. El retraso que tenía en ese momento podía ser debido a los viajes y a los cambios en su vida. Pero, por otro lado, también podía ser la primera señal de que había concebido un hijo por segunda vez.
En principio, su corazón saltaba de alegría ante esa posibilidad, pero pensar que ocurriera cuando su matrimonio con Santana había vuelto a romperse… Si era así, no podría darle a su hijo el hogar unido y feliz que había querido darle. Tras la revelación de la existencia de Lili, sus vidas habían cambiado radicalmente.
A la mañana siguiente, cuando Santana se había ido a su oficina de NY, brittany recibió un mensaje de su hermanastra, Sugar, con la que quedó para comer a la semana siguiente. Sam Evans, su socio, apareció a mediodía en la casa conduciendo un elegante Aston Martin y sugirió que comiesen juntos en un restaurante cercano.
–Para ser alguien que ha pasado un par de días tan malos tienes un aspecto estupendo –comentó.
–Gracias –dijo brittany, sin contarle que Santana era responsable de la falda azul turquesa con jersey a juego. Su esposa tenía muy buen gusto y era más atrevido con los colores de lo que lo era ella–. Soy una chica muy dura.
Mientras hablaban de los clientes durante el almuerzo, Sam no le hizo la pregunta que había temido y brittany se relajó. Siempre había disfrutado de la compañía de su socio y en los últimos meses se había preguntado a menudo si su relación con él hubiera sido diferente de haberlo conocido antes que a Santana.
Alto, rubio y con unos preciosos ojos azules, Sam Evans era un hombre muy atractivo y tenía su propia compañía de software, pero sencillamente no lo registraba en su radar femenino cuando Santana estaba cerca.
¿Era ella una de esas mujeres que preferían a los chicas malos? Santana siempre había sido un reto, de una manera o de otra. Aunque se había casado con ella, jamás había dicho que la amaba. Y, sin embargo, brittany se había enamorado como una loca y había sufrido por ello.
Por primera vez, intentó mirar el otro lado de la ecuación. ¿Su convencimiento de que Santana nunca le diría palabras de amor habría aumentado el desencanto y la desconfianza por su parte?
Tal vez sus iniciales reticencias a convertirse en madre habían seguido pesando para brittany. No la amaba y, por lo tanto, había sido fácil creer lo peor de santana y pensar que no podía sufrir por la muerte de su hijo como sufría ella. El dolor los había separado porque no lo habían compartido. Y, de repente, se dio cuenta de que Lili podía afectarlos de la misma forma. Si no compartían las consecuencias de la llegada de la niña a sus vidas, ¿cómo iba a sobrevivir la relación?
Millones de personas aceptaban a los hijos de sus parejas y los criaban como si fueran suyos. Pero tales relaciones podían ser más difíciles y dadas al fracaso… y entendía por qué.
Después de todo, ella había esperado ser la madre del primer hijo de Santana. Además, siempre había estado celosa de kitty. ella estaba muerta, pero Lili era la prueba de que había mantenido una relación con su esposa. «Olvídala», le decía una vocecita. ¿No había roto ella su matrimonio? Ella misma había abierto la puerta para kitty y Lili. Tenía que centrarse en la realidad y la realidad era que Lili existía. ¿Estaba dispuesta a ofrecerle su cariño a la niña?
Posiblemente por primera vez, reconoció que no podría tener a su esposa sin aquella niña. De ningún modo esperaba que la abandonase, y aquello no era una competición.
Además, jamás le pediría que se mostrase distante como Michael se había mostrado con ella. Su padre se había casado con una mujer muy posesiva, Ariadne, que se sentía amenazada por la existencia de una hija ilegítima… pero brittany no iba a ser como Ariadne porque la víctima de eso había sido ella misma.
Y, en ese momento, decidió ser más madura y justa en su relación con la hija de Santana.
–Estás muy callada –comentó Sam mientras volvían a la casa.
–Tengo muchas cosas en qué pensar –dijo ella.
–No deberías enfadarte contigo misma por algo que no es culpa tuya. Necesitas empezar de nuevo.
brittany levantó una ceja.
–¿Empezar de nuevo?
–Deja a Santana –le aconsejó Sam–. Ahora mismo. Tu matrimonio es un desastre y es imposible solucionarlo.
Incómoda con la conversación, brittany bajó del coche a toda prisa, pero Sam la siguió para tomarla del brazo.
–Espera…
–No quiero hablar de eso.
–Tú mereces algo mejor. Estabas a punto de firmar el divorcio cuando volviste con ella.
Un ruido en la entrada hizo que brittany volviese la cabeza y se quedó asombrada al ver a Santana dirigiéndose hacia ellos. Intentó soltar su mano, pero Sam no se lo permitió.
–No tienes que disculparte y no hay ninguna razón para esconder nuestra relación…
–¡Aparta tus manos de mi mujer! –exclamó Santana.
–Estáis prácticamente divorciados. Ya no es tu mujer.
–¡Yo no soy de nadie! –exclamó brittany, esperando poner una nota de sentido común en aquella ridícula escena–. Soy dueña de mi propia persona.
–Márchate, brittany –le advirtió Santana, con los dientes apretados.
–No voy a irme a ningún sitio –replicó ella–. Nos vemos la semana que viene, Sam.
–Vuelve a NY conmigo –la animó su socio–. No puedes querer quedarte aquí… Santana se interpuso entre los dos.
–brittany se queda conmigo.
Al ver ambos mirándose como enemigos, brittany sintió ganas de ponerse a gritar. Pero Santana era una mujer muy fuerte…
–Será mejor que te vayas a casa, Sam.
–¿Por qué? ¿Tampoco puedes recibir visitas? ¿Qué es, tu carcelero? – exclamó él, indignado.
–Puedes venir a visitarme cuando quieras –dijo ella, volviéndose para entrar en la casa, frustrada con los dos.
Si ella era la fuente del problema, lo mejor sería quitarse de en medio para que las cosas se calmaran, razonó. Pero cuando miró por la ventana del vestíbulo y vio que Sam lanzaba el puño hacia la cara de Santana se quedó helada porque había pensado que, de los dos, sería su esposa el primero en perder la paciencia.
Santana, sin embargo, no perdió tiempo para devolver el golpe y cuando Sam cayó al suelo brittany corrió para intervenir.
–¡Parad ahora mismo! –gritó, furiosa–. ¡No merece la pena pelearse…!
–Merece la pena pelearse por ti –la interrumpió Santana.
–¡Si le vuelves a pegar, te dejo! –lo amenazó brittany, exasperada.
Mientras tanto, Sam había vuelto a lanzar el puño y, sorprendido, Santana cayó al suelo. Había aprovechado que estaba distraído y brittany estuvo a punto de darle un puñetazo por jugar sucio… pero fue entonces cuando tuvo que reconocer que seguía amando a su esposa.
–¡Márchate, Sam! –le gritó.
pasándose una mano por los labios ensangrentados, su socio asintió con la cabeza.
–Veo que estoy perdiendo el tiempo.
–Sí, márchate antes de que te mate –lo amenazó Santana, levantándose como un tigre.
Brittany vio a Sam alejarse en el Aston Martin y luego se volvió hacia su mujer.
–Él te pegó primero, ¿verdad?
Santana hizo una mueca.
–No exactamente…
–¿Quieres decir que tú has empezado la pelea?
–Eres mi mujer y él se había pasado de la raya. Estaba en mi derecho…
–¿De qué derecho hablas? Sam sólo intentaba hablar conmigo. ¡Es mi socio!
–Estaba intentando alejarte de mí.
brittany entró en la casa, tan furiosa que podría haberse puesto a dar patadas.
–¡Eso no es asunto tuyo!
–brittany… sé que éste es un momento complicado para ti, pero sigues siendo mi mujer. Ella no dijo nada. No estaba dispuesta a discutir sobre Sam. Una cosa era dejar que Santana se preguntase por la naturaleza de su relación con él, otra muy diferente echar gasolina al fuego.
–Tal vez lo que necesitas ahora mismo es alejarte de mí. –añadió ella.
–Es muy posible –asintió brittany, clavándole sus ojos azules.
–Yo tengo que reunirme con un hombre con el que espero hacer negocios en new york. Pero eso significaría dejarte aquí, con Lili y su nueva niñera durante cuarenta y ocho horas.
–No te preocupes, puedo hacerlo –se oyó decir, sin admitir que aún no había reunido suficiente valor como para estar en la misma habitación con la niña.
–¿En serio? –exclamó santana, sorprendida.
–¿Por qué no? No soy tan mala como para culpar a un bebé por lo que está pasando.
–Si eso es cierto, te comportas como un ser humano maravilloso, ma bella.
Brittany se puso colorada. Sabía que no merecía ese elogio porque se había prometido a sí misma ser más adulta ese mismo día.
–Lo digo en serio –Santana la miró con sus ojos chocolates–. Yo no podría soportar que hubieras tenido un hijo con Sam. Sencillamente, no habría podido soportarlo.
Que fuese tan generosa como para admitirlo la obligó a admitir que su silencio sobre ese tema debía de haber provocado muchas dudas.
–Como yo no me he acostado con el, eso sería imposible. Santana sonrió.
–Gracias por decírmelo. No tenías por qué hacerlo.
Brittany se dio cuenta entonces de que no se habría peleado con Sam de haber sabido que entre ellos no había nada.
Cuando Santana se marchó una hora después, brittany estaba trabajando en un diseño para un cliente. Pero en cuanto el helicóptero desapareció, cerró su ordenador y se levantó de la silla. Era hora de conocer a la hija de su mujer.
La niñera, una mujer de unos treinta años y aspecto serio, estaba cambiando el pañal de Lili en ese momento y, nerviosa, brittany se presentó.
–Es normal que llore –murmuró, al ver la erupción que la pobre niña tenía en la cara–. Pobrecita…
–Los masajes con aceite ayudan –dijo la niñera–. La ropa y las sábanas de algodón sin mezcla ayudan mucho también.
–Iré a comprarlas –le prometió brittany, contenta al poder hacer algo práctico.
–¿Le importaría quedarse con Lili mientras yo bajo a comer algo?
–Claro que no –respondió ella, un poco avergonzada al mirar el reloj. Eran las cuatro de la tarde y la pobre mujer no había comido.
Pero claro, ¿quién estaba allí para encargarse de esas cosas? Santana intentaba cuidar de su hija pero no tenía ni idea de lo que significaba cuidar de un niño pequeño. Y si Lili necesitaba cuidados las veinticuatro horas del día, habría que contratar más gente.
La niñera puso a Lili en sus brazos antes de salir de la habitación. Era una niña diminuta, no pesaba nada. Pero cuando se puso a llorar de nuevo, brittany respiró profundamente, recordándose que siempre le habían gustado los niños. Sin saber qué hacer, empezó a mecerla en los brazos y Lili la miró con unos ojitos oscuros cargados de tristeza. Finalmente, se sentó en la mecedora y tomó un sonajero que la niña miró con curiosidad.
El tiempo pasaba y brittany seguía sentada en la mecedora, asombrosamente tranquila y disfrutando del calor de la niña en los brazos hasta que, por fin, Lili cerró los ojitos y se quedó dormida.
La niñera reapareció entonces para meterla en la cuna y britt se quedó mirándola. Se le encogía el corazón al ver que era tan pequeñita y allí mismo se prometió que, pasara lo que pasara en su matrimonio, no culparía a la hija de kitty por ello. Si amaba a Santana ¿cómo no iba a aceptar a su hija?
Esa noche durmió sin pesadillas y al día siguiente fue a new york para visitar a su cliente con los bocetos que había preparado. Después, entró en unos grandes almacenes para comprar pijamitas y sábanas de algodón para Lili.
Antes de volver a Hamptons pasó por su apartamento para guardar algo de ropa en una bolsa de viaje, pero cuando estaba llegando a la mansión se le ocurrió que tal vez debería haber ido al ginecólogo mientras estaba en NY. Era hora de comprobar si estaba embarazada, de modo que llamó por teléfono para pedir cita. Aunque había recibido varios mensajes de sus padres diciendo que querían hablar con él, Santana no había respondido ni había ido a visitarlos mientras estaba en USA. Sabía por qué querían hablar con ella, pero ya no era un adolescente rebelde que necesitara una bronca paterna sobre Lili. La única persona a la que tenía que darle explicaciones era brittany y no sabía si ella estaría en Hamptons cuando volviese a la mansión.
–¿Dónde está mi mujer? –le preguntó a la señora Jones.
–En la habitación de la niña, señor Lopez –respondió el ama de llaves.
Santana subió los escalones de dos en dos. Que brittany estuviera con Lili era mucho más de lo que había esperado.
Cuando entró en la habitación se quedó sorprendido al ver a su hija sobre una toalla en
las rodillas de brittany, que estaba dándole un masaje.
–No está llorando –dijo Santana.
Ella levantó la mirada.
–Le gusta esto –respondió, poniendo aceite en su mano y pasándolo suavemente sobre la
tripita de la niña–. Normalmente se queda dormida. Después de un masaje está mucho más calmada.
–Tú también pareces más calmada, cariño –se atrevió a decir Santana.
–Lili no merece que esté enfadada, la pobre no tiene la culpa de nada – musitó brittany mientras le ponía el pijamita–. He pedido cita con el dermatólogo, por cierto.
–Sí, has hecho bien.
–He leído algo sobre los eccemas en Internet y he pensado que tal vez habría que hacerle
pruebas de alergia… en caso de que sea algo con lo que está en contacto. Santana respiró profundamente. –No sabes cuánto agradezco que te intereses por la niña.
–Me hace sentir mejor, así que también es egoísta por mi parte –dijo brittany, que no estaba nada orgullosa de lo que le había costado que su generosa naturaleza superase a su egoísmo.
Esa noche cenaron en la cocina, con menos formalidad de la acostumbrada.
Brittany había hablado con el ama de llaves para decirle que preferían no cenar en el comedor y la señora Jones le había confiado que necesitaría más personal para atenderlos como solían atender a los padres de Santana.
–¿Has ido a ver a tus padres? –le preguntó brittany.
–Debería, pero no lo he hecho –le confesó Santana–. No estaba de humor para soportar una tragedia en cuatro actos sobre Lili.
Se había puesto unos vaqueros y una sencilla camisa de algodón, la sensualidad de sus labios. Cada vez que la miraba, sentía esa emoción que Santana siempre evocaba en ella, recordándole deseos y necesidades que había contenido desde que Lili llegó a sus vidas. Pero no iba a dar el primer paso.
Era la noche libre de la niñera y, después de cenar, brittany estaba dándole el biberón a Lili cuando Santana apareció en la puerta de la habitación.
–Yo debería hacer eso –le dijo, sin gran entusiasmo. –Bueno, al menos deberías aprender a hacerlo –asintió ella, levantándose.
Santana tragó saliva de una forma tan cómica que la hizo reír mientras le ponía a la niña en los brazos y le enseñaba cómo sujetar el biberón.
–Es tan pequeña… –dijo Santana.
–No es física cuántica, no te preocupes.
Sus ojos se encontraron entonces y brittany sintió una ola de fuego recorriendo sus venas.
Nerviosa, apartó la mirada. –Es muy mona cuando no está llorando – comentó Santana.
–Ahora come mejor y cuando engorde un poco estará más guapa. La pobre siempre se muestra muy ansiosa… yo creo que ha habido demasiada gente cuidando de ella –comentó brittany, mientras pasaba una mano por el pelito de la niña.
Lili la miró entonces y sus ojos siguieron clavados en ella mientras tomaba el biberón.
Media hora después, brittany metió a la niña en la cuna y se fue a la cama, preguntándose si Santana iría a buscarla. Se quedó largo rato mirando la puerta, pensando en ella, deseándola, anhelándola. Hasta que tuvo que aceptar la realidad: su mujer no tenía planes de compartir cama con ella.
Poco después, escuchó el llanto de Lili por el monitor y se levantó para atenderla. Eran más de las dos cuando, por fin, se quedó dormida. Cuando despertó, el sol se colaba por las cortinas de la habitación y Santana estaba tocando su brazo.
–¿Qué hora es?
–Las diez. Y mis padres están aquí.
Un ataque con misiles no podría haber hecho que brittany se levantase de la cama a más velocidad. La idea de enfrentarse con su elegantísima suegra sin estar arreglada le horrorizaba.
–Dios mío… ¿qué quieren? Santana apretó los labios.
–Aparentemente, quieren a Lili.
..............................................................
un poquito de drama ...bueno ni tanto.....
ya tengo mi otra adaptación apenas termino esta subo la otra para ver que tal si les gusta o no..
brittany despertó después de otra pesadilla, con un sollozo que la ahogaba.
En la oscuridad de la extraña habitación, tardó casi un minuto en encontrar el interruptor de la lámpara, y después de encenderla respiró profundamente, intentando calmarse.
Nerviosa, decidió hacerse una taza de tila. No pensaba dejar que esas pesadillas volvieran a controlar su vida.
Saltando de la cama, se puso una bata y salió de la habitación.
La luz del piso de arriba estaba encendida y brittany se quedó inmóvil un momento, aguzando el oído. Tristemente, Lili seguía llorando, aunque el sonido sonaba más lejano que antes. Oía también la voz de un adulto intentando calmarla…
Sin pensar, se dio la vuelta para subir la escalera. Tal y como estaba comportándose, cualquiera pensaría que tenía miedo a la hija de kitty. Sólo quería ver qué le pasaba y comprobar que la pobre niñera era capaz de lidiar con la situación. Además, si veía la cara de la niña tal vez dejaría de tener esa pesadilla.
Pero cuando llegó al piso de arriba, se dio cuenta de que la voz que había escuchado era la de una mujer. Santana estaba de espaldas a la puerta, con Lili sobre el hombro. Iba descalzo, con un pantalón vaquero gastado y una camisa de lino, paseando de un lado a otro mientras intentaba que la niña dejase de llorar.
–Todo irá mejor –estaba diciendo, mientras ponía una mano sobre la espalda de Lili con gesto más bien torpe–. Se me dan bien muchas cosas, te lo aseguro. Puede que ahora mismo no lo creas, pero aprendo rápidamente. Si me propongo ser madre, seguro que lo haré bien.
Agradablemente sorprendida por esa decisión, brittany estudió la carita bajo los rizos oscuros. No veía ningún parecido con kitty o con Santana en sus facciones. Tal vez porque tenía la carita arrugada y roja de tanto llorar.
–Yo sé lo que es importante en la vida –seguía diciendo Santana–. Si tienes algún problema, yo siempre estaré ahí para ayudarte y, aunque estés equivocada, te apoyaré. No esperaré que seas perfecta, te lo prometo. No te compararé con nadie. Puedes ser quien eres, yo nunca te criticaré.
Emocionada por lo que estaba escuchando, brittany dio un paso atrás. No quería que Santana supiera que había estado escuchando porque sabía que eso le avergonzaría.
Todo lo que estaba dispuesta a ofrecerle a la niña destacaba los fallos en su relación con sus padres. Santana había sido juzgada continuamente como un segundón en comparación con su hermana Emily, que había muerto antes de que Santana y ella se conocieran.
Sus padres nunca habían aprobado lo que Santana hacía, incluyendo su decisión de casarse con ella cuando se quedó embarazada. Y le emocionaba que estuviera dispuesto a ofrecerle a su hija más cariño del que ella había recibido nunca.
Después de llegar a unas conclusiones que la hacían sentir incómoda, brittany ya no estaba de humor para hacerse una taza de tila y decidió volver a la cama.
La hija de kitty era una niña inocente, en absoluto responsable por el comportamiento de sus Madres. Lili era una personita inofensiva, una niña infeliz que ya había sufrido demasiados cambios en su corta existencia. No debería estar resentida con ella y, sin embargo, lágrimas de resentimiento rodaban por su rostro. Brittany no podía evitar pensar que si su hijo hubiera sobrevivido, Santana también habría sido un fantástica madre para el.
Si podía prometer que haría todo lo posible para que su hija fuera feliz en medio de tanto conflicto, le habría ofrecido lo mismo a su hijo.
brittany se hizo entonces la pregunta que no había querido hacerse hasta ese momento:
¿qué pasaría si descubriera que había vuelto a quedarse embarazada?
No habían usado preservativo en Marruecos. El retraso que tenía en ese momento podía ser debido a los viajes y a los cambios en su vida. Pero, por otro lado, también podía ser la primera señal de que había concebido un hijo por segunda vez.
En principio, su corazón saltaba de alegría ante esa posibilidad, pero pensar que ocurriera cuando su matrimonio con Santana había vuelto a romperse… Si era así, no podría darle a su hijo el hogar unido y feliz que había querido darle. Tras la revelación de la existencia de Lili, sus vidas habían cambiado radicalmente.
A la mañana siguiente, cuando Santana se había ido a su oficina de NY, brittany recibió un mensaje de su hermanastra, Sugar, con la que quedó para comer a la semana siguiente. Sam Evans, su socio, apareció a mediodía en la casa conduciendo un elegante Aston Martin y sugirió que comiesen juntos en un restaurante cercano.
–Para ser alguien que ha pasado un par de días tan malos tienes un aspecto estupendo –comentó.
–Gracias –dijo brittany, sin contarle que Santana era responsable de la falda azul turquesa con jersey a juego. Su esposa tenía muy buen gusto y era más atrevido con los colores de lo que lo era ella–. Soy una chica muy dura.
Mientras hablaban de los clientes durante el almuerzo, Sam no le hizo la pregunta que había temido y brittany se relajó. Siempre había disfrutado de la compañía de su socio y en los últimos meses se había preguntado a menudo si su relación con él hubiera sido diferente de haberlo conocido antes que a Santana.
Alto, rubio y con unos preciosos ojos azules, Sam Evans era un hombre muy atractivo y tenía su propia compañía de software, pero sencillamente no lo registraba en su radar femenino cuando Santana estaba cerca.
¿Era ella una de esas mujeres que preferían a los chicas malos? Santana siempre había sido un reto, de una manera o de otra. Aunque se había casado con ella, jamás había dicho que la amaba. Y, sin embargo, brittany se había enamorado como una loca y había sufrido por ello.
Por primera vez, intentó mirar el otro lado de la ecuación. ¿Su convencimiento de que Santana nunca le diría palabras de amor habría aumentado el desencanto y la desconfianza por su parte?
Tal vez sus iniciales reticencias a convertirse en madre habían seguido pesando para brittany. No la amaba y, por lo tanto, había sido fácil creer lo peor de santana y pensar que no podía sufrir por la muerte de su hijo como sufría ella. El dolor los había separado porque no lo habían compartido. Y, de repente, se dio cuenta de que Lili podía afectarlos de la misma forma. Si no compartían las consecuencias de la llegada de la niña a sus vidas, ¿cómo iba a sobrevivir la relación?
Millones de personas aceptaban a los hijos de sus parejas y los criaban como si fueran suyos. Pero tales relaciones podían ser más difíciles y dadas al fracaso… y entendía por qué.
Después de todo, ella había esperado ser la madre del primer hijo de Santana. Además, siempre había estado celosa de kitty. ella estaba muerta, pero Lili era la prueba de que había mantenido una relación con su esposa. «Olvídala», le decía una vocecita. ¿No había roto ella su matrimonio? Ella misma había abierto la puerta para kitty y Lili. Tenía que centrarse en la realidad y la realidad era que Lili existía. ¿Estaba dispuesta a ofrecerle su cariño a la niña?
Posiblemente por primera vez, reconoció que no podría tener a su esposa sin aquella niña. De ningún modo esperaba que la abandonase, y aquello no era una competición.
Además, jamás le pediría que se mostrase distante como Michael se había mostrado con ella. Su padre se había casado con una mujer muy posesiva, Ariadne, que se sentía amenazada por la existencia de una hija ilegítima… pero brittany no iba a ser como Ariadne porque la víctima de eso había sido ella misma.
Y, en ese momento, decidió ser más madura y justa en su relación con la hija de Santana.
–Estás muy callada –comentó Sam mientras volvían a la casa.
–Tengo muchas cosas en qué pensar –dijo ella.
–No deberías enfadarte contigo misma por algo que no es culpa tuya. Necesitas empezar de nuevo.
brittany levantó una ceja.
–¿Empezar de nuevo?
–Deja a Santana –le aconsejó Sam–. Ahora mismo. Tu matrimonio es un desastre y es imposible solucionarlo.
Incómoda con la conversación, brittany bajó del coche a toda prisa, pero Sam la siguió para tomarla del brazo.
–Espera…
–No quiero hablar de eso.
–Tú mereces algo mejor. Estabas a punto de firmar el divorcio cuando volviste con ella.
Un ruido en la entrada hizo que brittany volviese la cabeza y se quedó asombrada al ver a Santana dirigiéndose hacia ellos. Intentó soltar su mano, pero Sam no se lo permitió.
–No tienes que disculparte y no hay ninguna razón para esconder nuestra relación…
–¡Aparta tus manos de mi mujer! –exclamó Santana.
–Estáis prácticamente divorciados. Ya no es tu mujer.
–¡Yo no soy de nadie! –exclamó brittany, esperando poner una nota de sentido común en aquella ridícula escena–. Soy dueña de mi propia persona.
–Márchate, brittany –le advirtió Santana, con los dientes apretados.
–No voy a irme a ningún sitio –replicó ella–. Nos vemos la semana que viene, Sam.
–Vuelve a NY conmigo –la animó su socio–. No puedes querer quedarte aquí… Santana se interpuso entre los dos.
–brittany se queda conmigo.
Al ver ambos mirándose como enemigos, brittany sintió ganas de ponerse a gritar. Pero Santana era una mujer muy fuerte…
–Será mejor que te vayas a casa, Sam.
–¿Por qué? ¿Tampoco puedes recibir visitas? ¿Qué es, tu carcelero? – exclamó él, indignado.
–Puedes venir a visitarme cuando quieras –dijo ella, volviéndose para entrar en la casa, frustrada con los dos.
Si ella era la fuente del problema, lo mejor sería quitarse de en medio para que las cosas se calmaran, razonó. Pero cuando miró por la ventana del vestíbulo y vio que Sam lanzaba el puño hacia la cara de Santana se quedó helada porque había pensado que, de los dos, sería su esposa el primero en perder la paciencia.
Santana, sin embargo, no perdió tiempo para devolver el golpe y cuando Sam cayó al suelo brittany corrió para intervenir.
–¡Parad ahora mismo! –gritó, furiosa–. ¡No merece la pena pelearse…!
–Merece la pena pelearse por ti –la interrumpió Santana.
–¡Si le vuelves a pegar, te dejo! –lo amenazó brittany, exasperada.
Mientras tanto, Sam había vuelto a lanzar el puño y, sorprendido, Santana cayó al suelo. Había aprovechado que estaba distraído y brittany estuvo a punto de darle un puñetazo por jugar sucio… pero fue entonces cuando tuvo que reconocer que seguía amando a su esposa.
–¡Márchate, Sam! –le gritó.
pasándose una mano por los labios ensangrentados, su socio asintió con la cabeza.
–Veo que estoy perdiendo el tiempo.
–Sí, márchate antes de que te mate –lo amenazó Santana, levantándose como un tigre.
Brittany vio a Sam alejarse en el Aston Martin y luego se volvió hacia su mujer.
–Él te pegó primero, ¿verdad?
Santana hizo una mueca.
–No exactamente…
–¿Quieres decir que tú has empezado la pelea?
–Eres mi mujer y él se había pasado de la raya. Estaba en mi derecho…
–¿De qué derecho hablas? Sam sólo intentaba hablar conmigo. ¡Es mi socio!
–Estaba intentando alejarte de mí.
brittany entró en la casa, tan furiosa que podría haberse puesto a dar patadas.
–¡Eso no es asunto tuyo!
–brittany… sé que éste es un momento complicado para ti, pero sigues siendo mi mujer. Ella no dijo nada. No estaba dispuesta a discutir sobre Sam. Una cosa era dejar que Santana se preguntase por la naturaleza de su relación con él, otra muy diferente echar gasolina al fuego.
–Tal vez lo que necesitas ahora mismo es alejarte de mí. –añadió ella.
–Es muy posible –asintió brittany, clavándole sus ojos azules.
–Yo tengo que reunirme con un hombre con el que espero hacer negocios en new york. Pero eso significaría dejarte aquí, con Lili y su nueva niñera durante cuarenta y ocho horas.
–No te preocupes, puedo hacerlo –se oyó decir, sin admitir que aún no había reunido suficiente valor como para estar en la misma habitación con la niña.
–¿En serio? –exclamó santana, sorprendida.
–¿Por qué no? No soy tan mala como para culpar a un bebé por lo que está pasando.
–Si eso es cierto, te comportas como un ser humano maravilloso, ma bella.
Brittany se puso colorada. Sabía que no merecía ese elogio porque se había prometido a sí misma ser más adulta ese mismo día.
–Lo digo en serio –Santana la miró con sus ojos chocolates–. Yo no podría soportar que hubieras tenido un hijo con Sam. Sencillamente, no habría podido soportarlo.
Que fuese tan generosa como para admitirlo la obligó a admitir que su silencio sobre ese tema debía de haber provocado muchas dudas.
–Como yo no me he acostado con el, eso sería imposible. Santana sonrió.
–Gracias por decírmelo. No tenías por qué hacerlo.
Brittany se dio cuenta entonces de que no se habría peleado con Sam de haber sabido que entre ellos no había nada.
Cuando Santana se marchó una hora después, brittany estaba trabajando en un diseño para un cliente. Pero en cuanto el helicóptero desapareció, cerró su ordenador y se levantó de la silla. Era hora de conocer a la hija de su mujer.
La niñera, una mujer de unos treinta años y aspecto serio, estaba cambiando el pañal de Lili en ese momento y, nerviosa, brittany se presentó.
–Es normal que llore –murmuró, al ver la erupción que la pobre niña tenía en la cara–. Pobrecita…
–Los masajes con aceite ayudan –dijo la niñera–. La ropa y las sábanas de algodón sin mezcla ayudan mucho también.
–Iré a comprarlas –le prometió brittany, contenta al poder hacer algo práctico.
–¿Le importaría quedarse con Lili mientras yo bajo a comer algo?
–Claro que no –respondió ella, un poco avergonzada al mirar el reloj. Eran las cuatro de la tarde y la pobre mujer no había comido.
Pero claro, ¿quién estaba allí para encargarse de esas cosas? Santana intentaba cuidar de su hija pero no tenía ni idea de lo que significaba cuidar de un niño pequeño. Y si Lili necesitaba cuidados las veinticuatro horas del día, habría que contratar más gente.
La niñera puso a Lili en sus brazos antes de salir de la habitación. Era una niña diminuta, no pesaba nada. Pero cuando se puso a llorar de nuevo, brittany respiró profundamente, recordándose que siempre le habían gustado los niños. Sin saber qué hacer, empezó a mecerla en los brazos y Lili la miró con unos ojitos oscuros cargados de tristeza. Finalmente, se sentó en la mecedora y tomó un sonajero que la niña miró con curiosidad.
El tiempo pasaba y brittany seguía sentada en la mecedora, asombrosamente tranquila y disfrutando del calor de la niña en los brazos hasta que, por fin, Lili cerró los ojitos y se quedó dormida.
La niñera reapareció entonces para meterla en la cuna y britt se quedó mirándola. Se le encogía el corazón al ver que era tan pequeñita y allí mismo se prometió que, pasara lo que pasara en su matrimonio, no culparía a la hija de kitty por ello. Si amaba a Santana ¿cómo no iba a aceptar a su hija?
Esa noche durmió sin pesadillas y al día siguiente fue a new york para visitar a su cliente con los bocetos que había preparado. Después, entró en unos grandes almacenes para comprar pijamitas y sábanas de algodón para Lili.
Antes de volver a Hamptons pasó por su apartamento para guardar algo de ropa en una bolsa de viaje, pero cuando estaba llegando a la mansión se le ocurrió que tal vez debería haber ido al ginecólogo mientras estaba en NY. Era hora de comprobar si estaba embarazada, de modo que llamó por teléfono para pedir cita. Aunque había recibido varios mensajes de sus padres diciendo que querían hablar con él, Santana no había respondido ni había ido a visitarlos mientras estaba en USA. Sabía por qué querían hablar con ella, pero ya no era un adolescente rebelde que necesitara una bronca paterna sobre Lili. La única persona a la que tenía que darle explicaciones era brittany y no sabía si ella estaría en Hamptons cuando volviese a la mansión.
–¿Dónde está mi mujer? –le preguntó a la señora Jones.
–En la habitación de la niña, señor Lopez –respondió el ama de llaves.
Santana subió los escalones de dos en dos. Que brittany estuviera con Lili era mucho más de lo que había esperado.
Cuando entró en la habitación se quedó sorprendido al ver a su hija sobre una toalla en
las rodillas de brittany, que estaba dándole un masaje.
–No está llorando –dijo Santana.
Ella levantó la mirada.
–Le gusta esto –respondió, poniendo aceite en su mano y pasándolo suavemente sobre la
tripita de la niña–. Normalmente se queda dormida. Después de un masaje está mucho más calmada.
–Tú también pareces más calmada, cariño –se atrevió a decir Santana.
–Lili no merece que esté enfadada, la pobre no tiene la culpa de nada – musitó brittany mientras le ponía el pijamita–. He pedido cita con el dermatólogo, por cierto.
–Sí, has hecho bien.
–He leído algo sobre los eccemas en Internet y he pensado que tal vez habría que hacerle
pruebas de alergia… en caso de que sea algo con lo que está en contacto. Santana respiró profundamente. –No sabes cuánto agradezco que te intereses por la niña.
–Me hace sentir mejor, así que también es egoísta por mi parte –dijo brittany, que no estaba nada orgullosa de lo que le había costado que su generosa naturaleza superase a su egoísmo.
Esa noche cenaron en la cocina, con menos formalidad de la acostumbrada.
Brittany había hablado con el ama de llaves para decirle que preferían no cenar en el comedor y la señora Jones le había confiado que necesitaría más personal para atenderlos como solían atender a los padres de Santana.
–¿Has ido a ver a tus padres? –le preguntó brittany.
–Debería, pero no lo he hecho –le confesó Santana–. No estaba de humor para soportar una tragedia en cuatro actos sobre Lili.
Se había puesto unos vaqueros y una sencilla camisa de algodón, la sensualidad de sus labios. Cada vez que la miraba, sentía esa emoción que Santana siempre evocaba en ella, recordándole deseos y necesidades que había contenido desde que Lili llegó a sus vidas. Pero no iba a dar el primer paso.
Era la noche libre de la niñera y, después de cenar, brittany estaba dándole el biberón a Lili cuando Santana apareció en la puerta de la habitación.
–Yo debería hacer eso –le dijo, sin gran entusiasmo. –Bueno, al menos deberías aprender a hacerlo –asintió ella, levantándose.
Santana tragó saliva de una forma tan cómica que la hizo reír mientras le ponía a la niña en los brazos y le enseñaba cómo sujetar el biberón.
–Es tan pequeña… –dijo Santana.
–No es física cuántica, no te preocupes.
Sus ojos se encontraron entonces y brittany sintió una ola de fuego recorriendo sus venas.
Nerviosa, apartó la mirada. –Es muy mona cuando no está llorando – comentó Santana.
–Ahora come mejor y cuando engorde un poco estará más guapa. La pobre siempre se muestra muy ansiosa… yo creo que ha habido demasiada gente cuidando de ella –comentó brittany, mientras pasaba una mano por el pelito de la niña.
Lili la miró entonces y sus ojos siguieron clavados en ella mientras tomaba el biberón.
Media hora después, brittany metió a la niña en la cuna y se fue a la cama, preguntándose si Santana iría a buscarla. Se quedó largo rato mirando la puerta, pensando en ella, deseándola, anhelándola. Hasta que tuvo que aceptar la realidad: su mujer no tenía planes de compartir cama con ella.
Poco después, escuchó el llanto de Lili por el monitor y se levantó para atenderla. Eran más de las dos cuando, por fin, se quedó dormida. Cuando despertó, el sol se colaba por las cortinas de la habitación y Santana estaba tocando su brazo.
–¿Qué hora es?
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Un ataque con misiles no podría haber hecho que brittany se levantase de la cama a más velocidad. La idea de enfrentarse con su elegantísima suegra sin estar arreglada le horrorizaba.
–Dios mío… ¿qué quieren? Santana apretó los labios.
–Aparentemente, quieren a Lili.
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un poquito de drama ...bueno ni tanto.....
ya tengo mi otra adaptación apenas termino esta subo la otra para ver que tal si les gusta o no..
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
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