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[Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
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14 participantes
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Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Ya todo esta comprendido.
Espero mucho que puedan superar todo esto y que esten juntas.
Espero mucho que puedan superar todo esto y que esten juntas.
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Wow vaya que fic espero y no se divorcien y tengan otro hijo y se pudra sam
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
holap,..
bueno por lo menos hablaron y dejaron las cosas claras,.... mas que eso!!!!
mmm las dos juntase con una intensa carga de deseo,..a ver como termina el día ??? ¿va a ver divorcio?
nos vemos!!!
bueno por lo menos hablaron y dejaron las cosas claras,.... mas que eso!!!!
mmm las dos juntase con una intensa carga de deseo,..a ver como termina el día ??? ¿va a ver divorcio?
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Emocionanate
Queremos saber si se dicorcian?
Saludos
Queremos saber si se dicorcian?
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 2
Capítulo 2
Ese beso fue como morir y renacer en un segundo. brittany, llena de dudas y de hostilidad hasta ese momento, de repente quería dejarse seducir por Santana.
Su corazón palpitaba como loco, sus terminaciones nerviosas agitadas mientras santana abría sus labios e introducía la lengua en el tierno interior de su boca. Era una pasión tan primaria que un grito de sorpresa escapó de su garganta. Le daba vueltas la cabeza, las piernas le temblaban violentamente y tuvo que agarrarse a santana para no caer al suelo.
Sus alientos se mezclaban y era dulce, tan dulce… como un afrodisíaco. brittany levantó las manos para enterrar los dedos en su pelo y sujetarlo mientras le devolvía el beso, disfrutando del calor sensual de su boca.
Se aplastó contra santana, sin defensas, deseando estar aún más cerca. Santana le apretó las nalgas con su enorme mano, urgiéndola a un contacto más íntimo, y ella lo dejó hacer, emocionada al notar el efecto que ejercía en santana… que ni siquiera la ropa podía ocultar. Brittany deslizó una mano entre los dos para acariciarlo como había hecho tantas veces y, dejando escapar un gemido ronco, Santana se acercó un poco más, invitándola a tocarla mientras se inclinaba para levantar su vestido y acariciarle los muslos hasta que la tuvo temblando.
El calor que sentía era más de lo que podía soportar y apretó los muslos como si así pudiera controlar la situación… para abrirlos de nuevo cuando santana empezó a acariciarla entre las piernas. Se estremeció cuando santana encontró su punto más sensible, su cuerpo anhelante después de tantos meses de abstinencia. Santana acarició el diminuto capullo mientras ella dejaba escapar un gemido, temblando como un caballo de carreras en el cajón de salida, sin aliento, sin pensar en nada, poseída por el deseo.
Dejando escapar un gemido impaciente, Santana rasgó las braguitas para acariciar los húmedos pliegues rosados y un gemido escapó de la garganta de brittany cuando ella se puso de rodillas y empezó a usar la lengua para darle placer.
El sensual asalto hizo que le temblasen las piernas y tuvo que sujetarse a santana para no caer al suelo. Estaba a punto de llegar al orgasmo cuando Santana se levantó y la tomó en brazos.
Algo cayó al suelo, rompiéndose en pedazos, y ella la depositó sobre algo duro, pero ninguna de esas dos cosas podía interferir con un incendio que ya no se podía controlar.
Santana tiró de ella hacia el borde de la mesa con manos impacientes y se deslizó en su húmedo interior, largo e increíblemente duro, ensanchando su canal hasta el máximo.
Cuando se apartó y volvió a entrar, brittany experimentó el delirio. Santana la sujetaba de las caderas mientras se perdía en ella profundamente y brittany, el control perdido por completo, gritó cuando llegó al clímax, temblando, la intensidad de las sensaciones amenazando con partirla en dos.
–Sigues siendo la mujer más sexy que he conocido nunca –murmuró Santana, jadeando mientras la besaba en el cuello.
Tomándola en brazos, la levantó de la mesa para llevarla al piso de arriba.
Brittany era apenas consciente de que Santana iba pisando trozos rotos de cerámica y pétalos de flores, lo único que quedaba del arreglo floral que había visto cuando llegó a la casa.
Tan sorprendida estaba, que apenas podía pensar.
–¿Qué estás haciendo? –fue lo único que pudo decir.
Santana no respondió. Clavando en ella sus ojos chocolates, la miró a la cara y sencillamente la dejó sobre la que una vez había sido su cama de matrimonio.
Pero no quería hablar de nada. Había intentado hablar con ella muchas veces y sus intentos le habían explotado en la cara. Ahora, decidido a guardar silencio, apartó el embozo de la cama, tirando la colcha sobre el suelo de madera, y empezó a besarla de nuevo con un ansia que no había disminuido en lo más mínimo.
Santana siempre había besado de maravilla y sus besos la dejaban sin aliento. Nada ni nadie le había gustado nunca más que Santana Lopez. Sin pensar, brittany alargó una mano para acariciarle la cabeza mientras santana se desnudaba. El loco deseo que mostraba la excitaba y le hacía sospechar que tal vez su esposa había sido más fiel de lo que ella había esperado.
Estaba desesperada por tocarlo, acariciando su satinada espalda y sus pechos y abdominales antes de deslizar la mano hacia abajo...
–No juegues conmigo, ma bella–le advirtió Santana con voz ronca, los músculos de su
estómago contrayéndose bajo sus dedos de una forma que la hizo sentir increíblemente deseada.
–Yo no… –brittany lo miró a los ojos y sintió que le daba un vuelco el corazón. Cuando santana la invitó a tocarla, con esa sexualidad que sólo el dolor la había obligado a rechazar, se negó a pensar en nada que no fuera el momento.
Sabía y aceptaba que iba a lamentar ese último encuentro, pero no podía enfrentarse con ello en ese instante.
¿Cómo iba a contrastar las conflictivas respuestas que Santana había despertado en ella desde el día que salió de su vida con la falta de control de aquella tarde? Pero aunque no quería examinar lo que estaba haciendo, saber que la mujer al que había dejado libre se metía en la cama con ella a la primera oportunidad le dio una gran satisfacción. La animaba a pensar que tal vez no había habido otras mujeres en su vida después de su separación, y eso hacía que lo que estaba pasando fuese aceptable para ella.
–Eres irresistible –musitó Santana, retorciendo un erecto pezón entre los dedos–. No me canso de ti.
La deseaba de nuevo, con más fuerza que la primera vez, la palpitación en su entrepierna casi insoportable. Murmurando su nombre, se colocó encima para enterrarse en ella.
Y si salvaje había sido el encuentro en el piso de abajo, el control y la intensidad predominaron en el segundo. Mientras Santana se enterraba en ella una y otra vez, la excitación de brittany llegaba a niveles que no había soñado y tuvo que esconder la cara en la almohada y morder la tela para contener un grito de placer.
Después, estaba tan débil que no podía moverse y fue un alivio dejarse caer en sus brazos. Por primera vez en mucho tiempo se sentía contenta y feliz y, sin darse cuenta, se quedó dormida. Todo en su mundo estaba patas arriba pero ese caos, no sabía por qué, ya no le parecía aterrador.
Despertó al amanecer, sobresaltada y desorientada. Las cortinas estaban apartadas y la luz de la mañana iluminaba los muebles, dándoles un tono melocotón. Pero lo único que le importaba en ese momento era la realidad de que estaba sola. La almohada a su lado tenía la marca de la cabeza de Santana, pero él había desaparecido y la sábana estaba fría cuando pasó la mano. Brittany saltó de la cama… y pagó el precio por tan impulsivo movimiento haciendo una mueca cuando un escozor entre las piernas le recordó con toda claridad cómo había pasado la noche.
Mientras ocultaba su desnudez con la colcha que había estado tirada en el suelo miró por la ventana y vio, sin la menor sorpresa, que el helicóptero había desaparecido. En realidad, le había parecido oír las hélices poco antes de despertar. Santana había dormido con ella y luego se había ido y Brittany se sintió desolada. Por no decir la mujer más tonta de la Tierra.
Como si aquello fuera un mal sueño, rota y sin objetivos, paseó por la casa, asustándose cuando escuchó un ruido en la cocina. ¿Habría ido alguien a limpiar? Cuando bajó al primer piso, comprobó que las flores que habían tirado el día anterior durante su apasionado encuentro ya no estaban…
Una cabeza oscura apareció entonces en el quicio de la puerta y brittany tuvo que contener un grito. Santana, impresionante con un calzoncillo de seda, la miraba con una sonrisa en los
labios.
–Buenos días.
–Me ha parecido oír algo… pero creía que te habías ido. –Estaba haciendo el desayuno –dijo ella, como si fuera algo totalmente natural.
el pelo rebuelto y mojado de la ducha, Santana estaba tan atractiva como un tigre. Pero ningún animal de cuatro patas podría tener esos abdominales y esos muslos tan poderosos.
–¿El desayuno?
–Sólo tostadas y café –dijo ella, encogiéndose de hombros. Al entrar en la espaciosa cocina, brittany notó olor a pan quemado. Y las ventanas estaban abiertas, presumiblemente para evitar el humo.
–El tostador es un asco –se disculpó Santana.
Había hecho un café tan oscuro como el barro y ni siguiera las tostadas le habían salido bien. No, la cocina no era lo suyo. Había pensado que podía hacerlo, pero las herramientas o los ingredientes siempre le defraudaban, fuese un temporizador del horno estropeado o un pedazo de carne demasiado duro. Convencido de que hasta un idiota podía cocinar, no tenía paciencia y era dado a meter la pata.
Brittany podía imaginar lo que había ocurrido esa mañana; Santana estaría frente al tostador
roto y habría cancelado la operación porque no estaba dispuesto a esperar más de lo que santana consideraba necesario. Luego, cuando el pan estuviera parcialmente tostado, probablemente habría vuelto a meterlo en el tostador, organizando el consiguiente desastre. Pero la verdad era que se sentía conmovida por sus esfuerzos… aunque su intento de preparar el desayuno hubiera estado a punto de incendiar la casa.
–No tengo hambre, no te preocupes. Del tostador salía un hilillo de humo y se acercó para apagarlo antes de que saltase la alarma anti incendios.
–Yo sólo tengo hambre de ti –dijo Santana, tomándola por la cintura–. Lo de anoche fue estupendo.
Brittany tragó saliva al recordar la intimidad que habían compartido. Santana había sido insaciable y ella… bueno, ella había perdido la cabeza, respondiendo a todas sus caricias con el mismo ardor. La pasión de Santana le había parecido gratificante al considerar la cantidad de opciones que debía de haber tenido desde que se separaron.
¿Pero era el sexo, por gratificante que fuera, suficiente para una reconciliación? ¿Habría pensado Santana retirar la petición de divorcio? Con santana no se podía saber porque no era
predecible ni particularmente convencional.
Nerviosa, brittany se apartó para abrir la nevera, mirando con suspicacia las bandejas llenas
de productos frescos. Mientras ella se quedaba pensativa, Santana sirvió dos vasos de zumo de
naranja y le ofreció uno.
–¿Has alquilado la casa? –No, claro que no –respondió santana–. No quiero extraños aquí. Ésta era nuestra casa.
Entonces, sólo había una explicación para esa nevera llena. Mientras tomaba el zumo, su cerebro empezó a funcionar de nuevo.
–¿Lo tenías todo preparado?
Santana levantó las cejas.
–¿A qué te refieres?
Y, en ese momento, brittany supo que Santana había ido a Francia con el propósito de seducirla.
–Tú habías planeado verme aquí, a solas. Incluso habías planeado que pasáramos la noche juntos… por eso hay flores frescas y la nevera está llena.
–¿Habrías preferido pasar hambre… o dormir en una cama sin sábanas? – replicó ella, sin entender su enfado–. No habríamos estado cómodos en una casa que lleva vacía tanto tiempo.
Por supuesto que la tenía preparada…
–Eres una mentirosa. ¿Cómo crees que me siento ahora?
–¿Por qué?
–Todo ha sido una trampa –le espetó ella, furiosa.
Santana dejó escapar un suspiro, abriendo los brazos en un gesto de inocencia que no la convenció en absoluto.
–Eres mi mujer y quiero recuperarte. No creo que eso sea un crimen…
«Eres mi mujer y quiero recuperarte».
Sin saber lo que sentía sobre esa posibilidad, y totalmente desconcertada, brittany pasó a su lado, arrastrando la colcha a su paso.
–Voy a darme una ducha.
–brittany…
–No digas nada más. ¡Ya has dicho más que suficiente! –le advirtió.
............................
que les parecio??
Ese beso fue como morir y renacer en un segundo. brittany, llena de dudas y de hostilidad hasta ese momento, de repente quería dejarse seducir por Santana.
Su corazón palpitaba como loco, sus terminaciones nerviosas agitadas mientras santana abría sus labios e introducía la lengua en el tierno interior de su boca. Era una pasión tan primaria que un grito de sorpresa escapó de su garganta. Le daba vueltas la cabeza, las piernas le temblaban violentamente y tuvo que agarrarse a santana para no caer al suelo.
Sus alientos se mezclaban y era dulce, tan dulce… como un afrodisíaco. brittany levantó las manos para enterrar los dedos en su pelo y sujetarlo mientras le devolvía el beso, disfrutando del calor sensual de su boca.
Se aplastó contra santana, sin defensas, deseando estar aún más cerca. Santana le apretó las nalgas con su enorme mano, urgiéndola a un contacto más íntimo, y ella lo dejó hacer, emocionada al notar el efecto que ejercía en santana… que ni siquiera la ropa podía ocultar. Brittany deslizó una mano entre los dos para acariciarlo como había hecho tantas veces y, dejando escapar un gemido ronco, Santana se acercó un poco más, invitándola a tocarla mientras se inclinaba para levantar su vestido y acariciarle los muslos hasta que la tuvo temblando.
El calor que sentía era más de lo que podía soportar y apretó los muslos como si así pudiera controlar la situación… para abrirlos de nuevo cuando santana empezó a acariciarla entre las piernas. Se estremeció cuando santana encontró su punto más sensible, su cuerpo anhelante después de tantos meses de abstinencia. Santana acarició el diminuto capullo mientras ella dejaba escapar un gemido, temblando como un caballo de carreras en el cajón de salida, sin aliento, sin pensar en nada, poseída por el deseo.
Dejando escapar un gemido impaciente, Santana rasgó las braguitas para acariciar los húmedos pliegues rosados y un gemido escapó de la garganta de brittany cuando ella se puso de rodillas y empezó a usar la lengua para darle placer.
El sensual asalto hizo que le temblasen las piernas y tuvo que sujetarse a santana para no caer al suelo. Estaba a punto de llegar al orgasmo cuando Santana se levantó y la tomó en brazos.
Algo cayó al suelo, rompiéndose en pedazos, y ella la depositó sobre algo duro, pero ninguna de esas dos cosas podía interferir con un incendio que ya no se podía controlar.
Santana tiró de ella hacia el borde de la mesa con manos impacientes y se deslizó en su húmedo interior, largo e increíblemente duro, ensanchando su canal hasta el máximo.
Cuando se apartó y volvió a entrar, brittany experimentó el delirio. Santana la sujetaba de las caderas mientras se perdía en ella profundamente y brittany, el control perdido por completo, gritó cuando llegó al clímax, temblando, la intensidad de las sensaciones amenazando con partirla en dos.
–Sigues siendo la mujer más sexy que he conocido nunca –murmuró Santana, jadeando mientras la besaba en el cuello.
Tomándola en brazos, la levantó de la mesa para llevarla al piso de arriba.
Brittany era apenas consciente de que Santana iba pisando trozos rotos de cerámica y pétalos de flores, lo único que quedaba del arreglo floral que había visto cuando llegó a la casa.
Tan sorprendida estaba, que apenas podía pensar.
–¿Qué estás haciendo? –fue lo único que pudo decir.
Santana no respondió. Clavando en ella sus ojos chocolates, la miró a la cara y sencillamente la dejó sobre la que una vez había sido su cama de matrimonio.
Pero no quería hablar de nada. Había intentado hablar con ella muchas veces y sus intentos le habían explotado en la cara. Ahora, decidido a guardar silencio, apartó el embozo de la cama, tirando la colcha sobre el suelo de madera, y empezó a besarla de nuevo con un ansia que no había disminuido en lo más mínimo.
Santana siempre había besado de maravilla y sus besos la dejaban sin aliento. Nada ni nadie le había gustado nunca más que Santana Lopez. Sin pensar, brittany alargó una mano para acariciarle la cabeza mientras santana se desnudaba. El loco deseo que mostraba la excitaba y le hacía sospechar que tal vez su esposa había sido más fiel de lo que ella había esperado.
Estaba desesperada por tocarlo, acariciando su satinada espalda y sus pechos y abdominales antes de deslizar la mano hacia abajo...
–No juegues conmigo, ma bella–le advirtió Santana con voz ronca, los músculos de su
estómago contrayéndose bajo sus dedos de una forma que la hizo sentir increíblemente deseada.
–Yo no… –brittany lo miró a los ojos y sintió que le daba un vuelco el corazón. Cuando santana la invitó a tocarla, con esa sexualidad que sólo el dolor la había obligado a rechazar, se negó a pensar en nada que no fuera el momento.
Sabía y aceptaba que iba a lamentar ese último encuentro, pero no podía enfrentarse con ello en ese instante.
¿Cómo iba a contrastar las conflictivas respuestas que Santana había despertado en ella desde el día que salió de su vida con la falta de control de aquella tarde? Pero aunque no quería examinar lo que estaba haciendo, saber que la mujer al que había dejado libre se metía en la cama con ella a la primera oportunidad le dio una gran satisfacción. La animaba a pensar que tal vez no había habido otras mujeres en su vida después de su separación, y eso hacía que lo que estaba pasando fuese aceptable para ella.
–Eres irresistible –musitó Santana, retorciendo un erecto pezón entre los dedos–. No me canso de ti.
La deseaba de nuevo, con más fuerza que la primera vez, la palpitación en su entrepierna casi insoportable. Murmurando su nombre, se colocó encima para enterrarse en ella.
Y si salvaje había sido el encuentro en el piso de abajo, el control y la intensidad predominaron en el segundo. Mientras Santana se enterraba en ella una y otra vez, la excitación de brittany llegaba a niveles que no había soñado y tuvo que esconder la cara en la almohada y morder la tela para contener un grito de placer.
Después, estaba tan débil que no podía moverse y fue un alivio dejarse caer en sus brazos. Por primera vez en mucho tiempo se sentía contenta y feliz y, sin darse cuenta, se quedó dormida. Todo en su mundo estaba patas arriba pero ese caos, no sabía por qué, ya no le parecía aterrador.
Despertó al amanecer, sobresaltada y desorientada. Las cortinas estaban apartadas y la luz de la mañana iluminaba los muebles, dándoles un tono melocotón. Pero lo único que le importaba en ese momento era la realidad de que estaba sola. La almohada a su lado tenía la marca de la cabeza de Santana, pero él había desaparecido y la sábana estaba fría cuando pasó la mano. Brittany saltó de la cama… y pagó el precio por tan impulsivo movimiento haciendo una mueca cuando un escozor entre las piernas le recordó con toda claridad cómo había pasado la noche.
Mientras ocultaba su desnudez con la colcha que había estado tirada en el suelo miró por la ventana y vio, sin la menor sorpresa, que el helicóptero había desaparecido. En realidad, le había parecido oír las hélices poco antes de despertar. Santana había dormido con ella y luego se había ido y Brittany se sintió desolada. Por no decir la mujer más tonta de la Tierra.
Como si aquello fuera un mal sueño, rota y sin objetivos, paseó por la casa, asustándose cuando escuchó un ruido en la cocina. ¿Habría ido alguien a limpiar? Cuando bajó al primer piso, comprobó que las flores que habían tirado el día anterior durante su apasionado encuentro ya no estaban…
Una cabeza oscura apareció entonces en el quicio de la puerta y brittany tuvo que contener un grito. Santana, impresionante con un calzoncillo de seda, la miraba con una sonrisa en los
labios.
–Buenos días.
–Me ha parecido oír algo… pero creía que te habías ido. –Estaba haciendo el desayuno –dijo ella, como si fuera algo totalmente natural.
el pelo rebuelto y mojado de la ducha, Santana estaba tan atractiva como un tigre. Pero ningún animal de cuatro patas podría tener esos abdominales y esos muslos tan poderosos.
–¿El desayuno?
–Sólo tostadas y café –dijo ella, encogiéndose de hombros. Al entrar en la espaciosa cocina, brittany notó olor a pan quemado. Y las ventanas estaban abiertas, presumiblemente para evitar el humo.
–El tostador es un asco –se disculpó Santana.
Había hecho un café tan oscuro como el barro y ni siguiera las tostadas le habían salido bien. No, la cocina no era lo suyo. Había pensado que podía hacerlo, pero las herramientas o los ingredientes siempre le defraudaban, fuese un temporizador del horno estropeado o un pedazo de carne demasiado duro. Convencido de que hasta un idiota podía cocinar, no tenía paciencia y era dado a meter la pata.
Brittany podía imaginar lo que había ocurrido esa mañana; Santana estaría frente al tostador
roto y habría cancelado la operación porque no estaba dispuesto a esperar más de lo que santana consideraba necesario. Luego, cuando el pan estuviera parcialmente tostado, probablemente habría vuelto a meterlo en el tostador, organizando el consiguiente desastre. Pero la verdad era que se sentía conmovida por sus esfuerzos… aunque su intento de preparar el desayuno hubiera estado a punto de incendiar la casa.
–No tengo hambre, no te preocupes. Del tostador salía un hilillo de humo y se acercó para apagarlo antes de que saltase la alarma anti incendios.
–Yo sólo tengo hambre de ti –dijo Santana, tomándola por la cintura–. Lo de anoche fue estupendo.
Brittany tragó saliva al recordar la intimidad que habían compartido. Santana había sido insaciable y ella… bueno, ella había perdido la cabeza, respondiendo a todas sus caricias con el mismo ardor. La pasión de Santana le había parecido gratificante al considerar la cantidad de opciones que debía de haber tenido desde que se separaron.
¿Pero era el sexo, por gratificante que fuera, suficiente para una reconciliación? ¿Habría pensado Santana retirar la petición de divorcio? Con santana no se podía saber porque no era
predecible ni particularmente convencional.
Nerviosa, brittany se apartó para abrir la nevera, mirando con suspicacia las bandejas llenas
de productos frescos. Mientras ella se quedaba pensativa, Santana sirvió dos vasos de zumo de
naranja y le ofreció uno.
–¿Has alquilado la casa? –No, claro que no –respondió santana–. No quiero extraños aquí. Ésta era nuestra casa.
Entonces, sólo había una explicación para esa nevera llena. Mientras tomaba el zumo, su cerebro empezó a funcionar de nuevo.
–¿Lo tenías todo preparado?
Santana levantó las cejas.
–¿A qué te refieres?
Y, en ese momento, brittany supo que Santana había ido a Francia con el propósito de seducirla.
–Tú habías planeado verme aquí, a solas. Incluso habías planeado que pasáramos la noche juntos… por eso hay flores frescas y la nevera está llena.
–¿Habrías preferido pasar hambre… o dormir en una cama sin sábanas? – replicó ella, sin entender su enfado–. No habríamos estado cómodos en una casa que lleva vacía tanto tiempo.
Por supuesto que la tenía preparada…
–Eres una mentirosa. ¿Cómo crees que me siento ahora?
–¿Por qué?
–Todo ha sido una trampa –le espetó ella, furiosa.
Santana dejó escapar un suspiro, abriendo los brazos en un gesto de inocencia que no la convenció en absoluto.
–Eres mi mujer y quiero recuperarte. No creo que eso sea un crimen…
«Eres mi mujer y quiero recuperarte».
Sin saber lo que sentía sobre esa posibilidad, y totalmente desconcertada, brittany pasó a su lado, arrastrando la colcha a su paso.
–Voy a darme una ducha.
–brittany…
–No digas nada más. ¡Ya has dicho más que suficiente! –le advirtió.
............................
que les parecio??
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
san quiere recuperar a britt?? Yeih!! será que britt se deje seducir de nuevo??? Saludos!!
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Ahhhh san quiere recuperar a britt que emocion ojala y lo logre actualiza pronto
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
que le pasa a britt, que trampa ni que 8 cuartos, su esposa quiere recuperarla, que acepte y lo intente, no era eso lo que queria? hasta pronto.
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
- eres mi mujer y quiero recuperarte
La mejor frase de todo el capitulo
Ya quiero leer el siguiente
Saludos
La mejor frase de todo el capitulo
Ya quiero leer el siguiente
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Eres mi mujer y quiero recuperarte.
Que cosas awww Santana yo no me hubiera enojado con ella, hizo todo eso por que es obvio que sigue amando a Britt no puede ser que Britt no se de cuenta de ello y se enoje.
Espero con ansias el sig cap.
Saludos.
Que cosas awww Santana yo no me hubiera enojado con ella, hizo todo eso por que es obvio que sigue amando a Britt no puede ser que Britt no se de cuenta de ello y se enoje.
Espero con ansias el sig cap.
Saludos.
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
san si que sabe jugar,.. a ver si gana!!!!!
con esta frase «Eres mi mujer y quiero recuperarte». (frase del momento jajajajaja) san va por todo con britt!!!
nos vemos!!!
con esta frase «Eres mi mujer y quiero recuperarte». (frase del momento jajajajaja) san va por todo con britt!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Cuando actualizas??? :c
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 3
perdón estado/sigo enferma .... disculpen
mas tarde despues de terminar todo mis deberes subo otro capitulo
Capítulo 3
Un minuto después, Santana se metió en la ducha con ella, tan atrevida y directa como lo
era siempre en una situación difícil. Antes de que brittany pudiese reaccionar, abrazó su cuerpo mojado y buscó su boca con labios ansiosos, sin dejarla hablar.
En realidad, aunque habían pasado muchas horas juntas mientras estaban casadas, habían hablado muy poco. Santana siempre había sido una mujer de pocas palabras, más interesada en la acción…
Después de hacer el amor en la ducha, Santana la abrazó de nuevo mientras ella intentaba convencer a sus piernas para que la sujetasen. Respirando agitadamente, santana apartó un mechón de pelo mojado de su cara.
–¿Dónde están tus lizos?
Su sorprendida expresión provocó que brittany soltase una carcajada.
–Me he risado el pelo y, por el momento, aguantará unos meses sin lizarse. Soltando el mechón de pelo, Santana la miró con un gesto de incomprensión.
–Déjatelo lizado. Me encantaba tu pelo…
Ella estaba asombrada. ¿Le encantaban los lizos que habían sido la pesadilla de su existencia? Bueno, pues no se lo había dicho nunca.
El agua empezaba a enfriarse y Santana cerró el grifo y abrió la mampara de cristal para envolverla en una toalla. Eso le recordó cómo cuidaba de ella durante los últimos meses de embarazo, cuando estaba tan gordita que le costaba trabajo caminar. Su consideración le había parecido tan natural, tan cariñosa, que de verdad había empezado a albergar esperanzas para el futuro. Y luego el cruel destino había destrozado sus esperanzas con una tragedia. Cuando su hijo nació muerto, por un problema en la placenta, la esperanza de convertirse en una familia había muerto con ella, y su matrimonio había ido después.
Santana tiró de ella para abrazarla.
–Quiero que olvidemos los últimos dieciocho meses.
–No es tan sencillo –dijo brittany.
–Puede ser tan sencillo como nosotros queramos. Somos las únicas personas a quienes le
importa, ma bella.
Santana quería volver con ella. Tal vez le había tendido una trampa al aparecer allí cuando no lo esperaba, pero aparentemente lo había hecho por una buena razón: seguía deseándola como su mujer y eso era algo que la halagaba.
–Si supiera que no habías estado con nadie en este tiempo, tal vez podría considerar la posibilidad –se atrevió a decir.
Un silencio mortal siguió a sus palabras y en cuanto miró a Santana supo que no había sitio para la esperanza. Estaba pálida, sus sensuales labios apretados…
Santana estaba sorprendida. La insinuación de brittany era un recordatorio de que su aparente espontaneidad podía ser engañosa. Porque a menudo había más bajo la superficie de lo que estaba dispuesta a reconocer. Y acababa de poner una bomba en su camino. ¿Qué derecho tenía a pedirle eso? En sus circunstancias, no era razonable. Habían pasado más de dieciocho meses, brittany la había alejado de su cama y, negándose a admitir que sus problemas podrían aún tener remedio, le había dado la espalda a su matrimonio. Había dejado claro que no iba a volver con santana y ella misma había solicitado el divorcio.
El período que siguió a su ruptura era un agujero negro que Santana no quería visitar, una amarga realidad que era demasiado orgulloso para compartir con ella.
–Me temo que no puedo decir lo que tú quieres escuchar –habló por fin, incómodo.
Y entonces fue el turno de brittany de palidecer. Al recibir la confirmación de lo que más temía, le dieron ganas de llorar. ¿Qué la había poseído para decir eso? Se sentía como una ingenua por soñar que Santana no habría buscado a otra mujer mientras estaban separados. ¿Cómo se le había ocurrido tal posibilidad? Santana Lopez era y siempre sería una mujer muy sexual.
–No, déjalo, ya no quiero saberlo –murmuró, agarrando el borde de la toalla con manos temblorosas mientras intentaba contener la punzada de celos más amarga y destructiva que había sentido nunca. En unos segundos, había pasado de revivir sentimientos de ternura al odio más profundo. Desolada por la muerte de su hijo, había vuelto a Inglaterra con el corazón
roto para lamer sus heridas y reconstruir su vida como mujer soltera mientras ella, por lo visto, se iba de fiesta y compartía cama con una serie de amantes.
–No estás siendo justa –le recriminó Santana, percatándose de que ya lo había juzgado sin
escuchar sus argumentos.
–Tal vez no, pero no puedo evitar lo que siento –respondió brittany con tono firme.
Había cometido otro error, pero no era irremediable, razonó, decidida a ordenar sus tumultuosas emociones antes de que se la tragasen viva.
Durante el último año había luchado con todas sus fuerzas por recuperar su independencia y superar la pena, y estaba decidida a no volver a pasar por esos oscuros días de depresión. No era raro que maridos y mujeres se encontrasen por última vez antes del divorcio, se dijo a sí misma. Había confundido la familiaridad con la atracción y con el amor que una vez había sentido por Santana.
Había cometido un error, nada más, y nada menos. No tenía por qué hundirse. Santana era una mujer increíblemente atractiva y seguramente tan largo período de celibato la había hecho más vulnerable.
–Hemos hecho una tontería –empezó a decir, buscando algo que ponerse.
–No, no es verdad –la contradijo Santana, con fiera convicción–. ¿Me estás diciendo que tú no te has acostado con Sam Evans?
–¡No estoy diciendo nada! –replicó brittany, negándose a seguir hablando del tema.
Si Santana supiera que su relación con Sam Evans era puramente platónica, se daría cuenta de que ella no había rehecho su vida después de su ruptura, y brittany no estaba dispuesta a admitir eso. Era el peor momento para reconocer que, en su corazón, había seguido siendo fiel a Santana.
–¿Por qué no? –No quiero seguir hablando de esto, no tiene sentido.
–Tú no quieres hablar de ello, pero me has obligado a hacerlo a mí –le espetó Santana, haciendo una mueca después por usar ese tono tan agresivo–. brittany, escúchame… –empezó a decir, tomándole la mano.
–¡No me toques! –replicó ella, apartándose.
–Está claro que debería haberte mentido –dijo santana entonces, sus ojos brillantes de frustración–. No voy a dejar que nos hagas esto, brittany. Sigues deseándome.
–No, no es verdad. No sé qué me ha pasado. Ha sido esta casa, este encuentro que tú has organizado sin decirme nada…
Santana la vio buscar su ropa, desdeñando el sujetador en su prisa por taparse. Contra su voluntad, sus ojos se clavaron en los generosos pechos mientras se ponía la camiseta e, incluso después de la noche que habían compartido, la erección fue instantánea. No quería hablar sobre los errores del pasado, no quería que se fuera. No sólo quería recuperar a su esposa, también quería tenerla en la cama una semana, con la esperanza de saciar un deseo que ninguna otra mujer podía saciar.
–Seguimos deseándonos como antes –insistió–. La atracción es tan fuerte como siempre…
brittany la miró, sus ojos conectando con los ojos chocolates que parecían retarla y que la excitaban como siempre. Resultaba increíble que siguiera siendo susceptible al atractivo de aquella mujer pero así era.
–Tú sabes de qué estoy hablando –siguió Santana, con expresión satisfecha.
Pero brittany estaba decidida a no escucharlo. Convencida de que cuanto más tiempo estuviera con ella, más fácil sería caer en la tentación, estaba decidida a escapar. Sacando la bolsa de viaje, empezó a guardar cosas…
–No puedes marcharte como si no hubiera pasado nada –dijo santana.
–¡Puedo hacer lo que me dé la gana! –replicó brittany, mirándolo con gesto de desafío.
Santana se pasó una mano por el pelo.
–De una forma o de otra, volverás conmigo, ma bella.
–No lo creo. Estaremos divorciados en un par de meses y no quiero nada más de esta casa. Es hora de que los dos sigamos adelante…
–Hace una hora estabas reviviendo el pasado felizmente –la interrumpió Santana.
–Todo el mundo comete errores y tú eres el mío –replicó ella, antes de dirigirse a la puerta.
Pero santana se puso en su camino y le quitó la bolsa de viaje de la mano. –Un error con el que, evidentemente, tú has disfrutado tanto como yo. brittany no dijo nada. ¿Para qué?
Mientras lo veía guardar la bolsa de viaje en el maletero del coche, imágenes de Santana con otras mujeres daban vueltas en su cabeza, atormentándola. Le temblaban las manos
cuando sacó del bolso las llaves del coche.
Frunciendo el ceño, Santana puso una mano en la puerta del conductor.
–¿Seguro que puedes conducir?
–Estoy perfectamente –irritada porque no había conseguido engañarlo con su fachada de serenidad, brittany subió al coche y se colocó tras el volante. –Estás huyendo otra vez, como
hiciste al romper nuestro matrimonio –la condenó Santana. –Estoy siendo sensata –lo contradijo brittany antes de cerrar la portezuela del coche.
Mientras se alejaba, se negó a mirar por el espejo retrovisor porque eso habría sido rendirse a su debilidad. Se sentía avergonzada de su comportamiento durante las últimas doce horas, pero temía volver a caer en la tentación.
Pensaba en las muchas veces en su vida en las que había tenido que ser dura y controlar emociones que parecían más fuertes que ella. Cuando era una niña, a menudo había deseado
el amor incondicional que sus padres no eran capaces de ofrecerle. Binkie, por supuesto, la había querido mucho y había sido su ancla, pero incluso siendo muy pequeña brittany se daba cuenta de que Binkie no era su madre sino una niñera, una persona pagada para que cuidase de ella, para hacer el trabajo que debería hacer su madre. O la gente a la que quería no tenía capacidad para quererla a ella o ella no tenía eso que inspiraba amor en los demás. Pero cuando quería a alguien lo quería con todo su corazón y normalmente su corazón acababa rompiéndose.
La persona más importante de la vida de su madre era normalmente el novio de turno.
Susan Spencer era una mujer dedicada a sus pasiones y madre e hija compartían pocos intereses, pero las dos habían aprendido a llegar a un acuerdo sobre sus expectativas. Su padre, Michael pierce, había dejado claro desde el principio que no tenía ningún interés en una hija nacida fuera del matrimonio y, como era un hombre para quien las apariencias lo eran todo, nunca la había reconocido públicamente. Ni siquiera llevaba su apellido. Los sentimientos de su esposa, que siempre había fingido que brittany no existía, eran mucho más importantes para él que alguien de su propia sangre. ¿Ese infortunado pasado la habría empujado a buscar el cariño de Santana?, se preguntó. ¿Había esperado demasiado de una joven empujada al matrimonio por las amenazas de su padre? Las reflexiones sobre su matrimonio siempre parecían volver al mismo sitio: cuando se quedó embarazada, su padre había obligado a Santana a casarse con ella amenazando con hundir la naviera Lopez.
Aunque Santana había dicho después que quería seguir casada con ella, la verdad de los términos en los que había empezado su matrimonio era una humillación y una pena que brittany no podía ignorar u olvidar. Y, sin embargo, amaba tanto a Santana que había cerrado los ojos para no ver los fallos de su relación. Santana no la quería ni había fingido hacerlo. La deseaba, la mantenía, cuidaba de ella, la entretenía dentro y fuera de la cama, pero nunca había sentido por ella lo que brittany sentía por ella. Y eso había hecho que, desde el principio, se sintiera como la más débil en ese matrimonio.
Cada kilómetro que recorría la alejaba más de Santana, y experimentó una punzada de dolor en el corazón.
¿Pero por qué quería volver con ella? Su dura mujer que no aceptaba fácilmente una humillación. ¿Sería la obsesión de poseerla? ¿Era como un perro con un hueso que no quería que nadie más tocase? ¿Pensar que estaba con Sam Evans habría hecho que quisiera reclamarla?
Era un deseo que la sorprendía porque sabía que los padres de Santana seguramente habrían suspirado de alivio al saber que el matrimonio se había roto. No, brittany no había impresionado a sus estirados suegros como la esposa adecuada para el único hijo que les quedaba. Que fuese hija ilegítima de Michael Pierce, con un estatus social más bajo, les ofendía.
Cuando Santana y ella eran felices, la actitud de sus padres no le había parecido importante porque, aparte de que Gonzalo Lopez trabajase con Santana en la empresa, la pareja no había mostrado el menor interés en ellos durante su breve matrimonio. Ni habían acudido al funeral de su hijo, enviando una simple tarjeta de condolencia.
Mientras esperaba para subir al avion, brittany se dio cuenta de que estaba deseando llegar a New york para ver a su madre porque no le apetecía estar sola. Lo que había ocurrido con Santana, sin embargo, se lo reservaría para sí misma. Afortunadamente, su relación con Sam era de simple amistad y tampoco tenía que darle ninguna explicación sobre su ausencia. Cuanto menos tiempo pasara recordando cosas que no podía cambiar, más feliz sería, decidió.
Desgraciadamente, cuando llegó a New York encontró a su madre de mal humor, más interesada en salir con sus amigos que en pasar tiempo con ella. Aunque eso era algo habitual.
Una semana más tarde, brittany volvía a casa para buscar unas muestras de tela que había olvidado y se encontró con una escena que la dejó perpleja: un hombre grueso con traje de chaqueta le decía a una Susan llorosa que las lágrimas no iban a cambiar nada…
–¿Se puede saber que pasa aquí? –exclamó. susan se volvió para mirar a su hija y, dejando escapar un sollozo, salió corriendo hacia su habitación.
Atónita, brittany miró al visitante.
–¿Le importa decirme qué pasa?
–Me temo que no puedo hacerlo, es un asunto confidencial –respondió el hombre mientras tomaba su maletín–. He dejado mi tarjeta en la mesa. Dígale a la señorita Spencer que me llame cuando haya tomado una decisión.
Estupefacta, brittany cerró la puerta y volvió al salón para mirar la tarjeta: Henry Fellows.
Era abogado y nunca había oído hablar de él.
Suspirando, se dirigió al dormitorio de su madre y llamó a la puerta con los nudillos antes de abrir.
Susan estaba frente a la ventana, de brazos cruzados, y cuando se volvió para mirarla con gesto aprensivo tenía los ojos rojos de tanto llorar.
–¿Se ha marchado ya?
–Sí, se ha ido. ¿Quién era ese hombre, mamá?
Susan bajó los hombros.
–Mira, será mejor que te lo cuente porque te vas a enterar de todas formas: Roger ha amenazado con llamar a la policía.
–¿A la policía? ¿De qué estás hablando?
La historia que Susan empezó a contarle no era del todo inesperada. Su madre había tenido problemas económicos a menudo, y a Brittany no le sorprendió saber que tenía deudas cuando se fue a vivir a Mónaco con el empresario retirado Roger Tailford.
–Al principio, conseguía pagar los recibos de las tarjetas de crédito gracias al dinero que Roger me daba para ropa.
–¿Y no podías haberle contado la verdad? –le preguntó brittany.
–Roger es muy conservador con el dinero y yo sabía que no le gustaría, por eso no le dije nada –admitió Susan–. Pero los intereses seguían aumentando y los pagos eran cada vez más difíciles. Yo estaba desesperada… y un día imité la firma de Roger en un cheque.
–¿Qué?
–Roger sigue usando cheques porque es muy anticuado. No tiene tarjetas de crédito y…
–¿Has dicho que falsificaste la firma de Roger? –la interrumpió brittany–. ¡Pero eso es un delito! –Ya lo sé, no soy tonta. Pero así Roger y yo no teníamos que discutir y pensé que como él
tenía tanto dinero no lo echaría de menos…
–¿Estás diciendo que lo hiciste más de una vez? –exclamó brittany, horrorizada.
–¡Estaba de deudas hasta el cuello! –gritó Susan–. Tenía que pagar algo para que no me llevaran a juicio.
–Pero eso es robar, mamá. ¿Es que no te das cuenta? ¡Le robaste dinero a Roger! –brittany se pasó una mano por el pelo, nerviosa–. ¿Qué hacía aquí ese abogado?
–El contable de Roger revisó algunos de los cheques y descubrió lo que había hecho. ¡Por eso rompimos… me echó de su casa! –Susan empezó a sollozar–. Ha enviado a su abogado para decirme que no me denunciará si le devuelvo el dinero.
brittany estaba pálida.
–¿De cuánto dinero estamos hablando?
Su madre mencionó una suma que la dejó sin aire. Era mucho más de lo que había esperado. Como se salió con la suya la primera vez, Susan había seguido falsificando la firma de Roger y en dos años había robado una cantidad importante.
–¿Puedes devolverle el dinero? –le preguntó, angustiada. –No tengo un céntimo –le confesó su madre–. Nunca he tenido ahorros, tú lo sabes.
–Yo no tengo dinero en el banco. Lo que tengo está invertido en mi empresa y no puedo tocarlo porque la mitad es de mi socio –dijo brittany–. Y con esta crisis, no creo que me concedieran un préstamo. Así que sólo podemos hacer una cosa: pedirle el dinero a mi padre…
–No pierdas el tiempo. Michael seguramente aplaudiría si fuera a la cárcel. Esa noche, brittany llamó a su padre y, aunque no parecía muy comprensivo, tampoco se rió de la situación como había temido Susan.
–¿Por qué no le pides ayuda a tu mujer? Ah, sí, se me había olvidado, te aburriste de ella y la dejaste plantada.
Sorprendida por el sarcasmo, brittany murmuró:
–No, no fue así.
Pero era evidente que Michael no estaba interesado en escuchar su versión de la historia.
En su opinión, cuando presionó a Santana para que se casara con ella había ayudado a brittany a «casarse bien» y, al dejar a su mujer, había tirado por la ventana esa oportunidad.
–Mira, estaré en new york el miércoles –le dijo abruptamente–. Nos veremos para comer en el sitio de siempre, a la una.
brittany colgó, angustiada. Seguía sin saber si estaba dispuesto a ayudarla a evitar que su madre tuviese que ir a juicio. Ella sabía bien que michael estaba resentido por haber tenido que mantener a Susan y a la hija ilegítima que había tenido con ella. Cuando volvió de la oficina, después de pasar todo el día trabajando para un cliente que cambiaba de opinión cada cinco minutos, encontró a su madre deshecha en lágrimas.
–¿Qué ha pasado?
–Roger va a presentar la denuncia el lunes –le contó Susan, clavando en ella unos ojos asustados–. brittany, ¿qué voy a hacer? Tu padre no va a ayudarme…
–He quedado a comer con él el miércoles.
–Seguramente sólo quiere verte para que le cuentes los detalles y reírse de mí.
–Esperemos que no –respondió brittany.
Aunque había tenido una aventura con otro hombre mientras estaba comprometida y embarazada de Michael, algo que él nunca le había perdonado, Susan lo había demandado para exigir una pensión alimenticia. De modo que era comprensible que Michael no sintiera ningún cariño por ella. En cualquier caso, brittany sabía que su padre no actuaba por compasión. Michael pierce era un empresario y no ganaba dinero siendo blando. Por otro lado, era su única salvación. No podía pedirle dinero a Santana cuando estaban en medio de un divorcio.
–Tengo que hacerte una proposición –le dijo Michael, un hombre alto y grueso de pelo
gris e inteligentes ojos oscuros, cuando estaban comiendo en su restaurante italiano favorito–. Te daré el dinero para evitar que Susan tenga que ir a juicio, pero sólo si aceptas volver con tu mujer
Absolutamente atónita por la oferta, Brittany estuvo a punto de atragantarse.
–Lo dirás de broma.
–No, yo no suelo bromear con las cosas serias. Y valoro mucho mi relación con los Lopez… son gente muy importante, con influencia en todo Estados Unidos. –¿Y cómo puede favorecerte eso a ti? Nadie sabe que soy tu hija. Michael apretó los labios.
–Muchos de mis amigos y colegas saben que eres mi hija. Los padres de Santana lo contaron, de modo que ya no eres un secreto. ¿Y por qué ibas a serlo?
–Lo he sido casi toda mi vida –le recordó brittany.
Él hizo un gesto con la mano.
–En cualquier caso, me gustaría que volvieras con tu mujer. –Pero eso es ridículo…
–No, no lo es. Es lo más sensato y la mejor opción que tienes –la contradijo Michael, aparentemente convencido–. No quiero que termines como tu madre, viviendo con una persona y con otro hasta que termines en la calle y robando para sobrevivir. Quiero que mi hija tenga una vida normal y Santana Lopez puede darte eso.
–¡Yo misma puedo darme eso! –exclamó brittany–. Tengo una carrera y acabo de abrir una empresa…
–Aun así, estarías más segura con Santana.
Brittany se quedó helada porque Michael Pierce jamás había mostrado preocupación por su bienestar.
–Sé que no he sido un buen padre para ti –reconoció él entonces–. Sé que he cometido errores y he dejado que mi odio hacia tu madre y mi respeto por los deseos de mi mujer se interpusieran entre nosotros. Pero no quiero que quemes tus barcos con Santana Lopez. Así que, si quieres el dinero para salvar a Susan, aunque no se lo merece, tendrás que darle otra oportunidad a tu matrimonio durante al menos un año. Lo que ocurrió con tu hijo fue una tragedia, lo sé, y espero que lo superes con el tiempo.
Atónita, Brittany sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.
–A los padres de Santana les dio completamente igual. Ni siquiera acudieron al funeral.
Michael apretó su mano durante un segundo en un gesto torpe y enseguida la apartó, incómodo. Pero estaba claro que, aunque no era capaz de expresarlo en palabras, había sufrido al saber que Brittany había perdido el hijo que esperaba con tanta ilusión y que hubiera sido su primer nieto.
–¿Aceptas mi oferta?
Irónicamente, aunque estaba furiosa porque Michael intentaba manipularla como había manipulado a Santana para que se casara con ella, brittany no podía evitar sentirse conmovida por su preocupación. ¿Y cómo iba a dejar que su madre fuera a juicio y tal vez a la cárcel?
Se daba cuenta de que tendría que hablar muy seriamente con ella, intentar convencerla de que no podía vivir por encima de sus posibilidades e instigar cambios en su comportamiento para evitar que volviera a hacer algo así.
–Sí… la acepto –respondió finalmente.
Se negaba a pensar en profundidad sobre el matrimonio con Santana y, sencillamente, aceptó que estaba poniendo su orgullo y su independencia en una pira funeraria para ayudar a su madre. Como no habría podido soportar el tono satisfecho de Santana, decidió enviarle un mensaje de texto como una adolescente decidida a evitar una confrontación. Santana, he cambiado de opinión. Estoy dispuesta a intentarlo de nuevo si aún es lo que quieres. Santana la llamó mientras esperaba que su madre volviera a casa.
–Iré a buscarte para cenar…
–No, esta noche estoy ocupada –lo interrumpió ella–. Haré la maleta y te veré mañana en
el apartamento.
–Vendí el apartamento el año pasado y compré una casa –dijo Santana, antes de darle la dirección, su voz más pronunciado que nunca–. brittany… no lo lamentarás.
Ella esperaba que así fuera. Aunque Santana pensaba que volvía con él por voluntad propia, brittany no veía razones para contarse la fea verdad. ¿Qué conseguiría con eso? Estaba haciendo la maleta cuando Susan volvió a casa y, al recibir la noticia de que
Michael estaba dispuesto a darle el dinero, se quedó completamente petrificada.
–¿En serio? Jamás pensé que Michael fuera un buen samaritano.
–Ha puesto un precio… para las dos –le explicó brittany–. Yo tuve que aceptar darle otra oportunidad a mi matrimonio con Santana… y tú tienes que buscar un trabajo, mamá.
–¿Un trabajo? –repitió Susan–. ¿De qué estás hablando? ¿Qué podría hacer yo?
–No lo sé, pero tienes que intentarlo –respondió Brittany–. Tal vez podrías vender cosméticos en unos grandes almacenes, eso es algo que conoces bien. Tienes que encontrar un trabajo y dejar de vivir por encima de tus posibilidades.
–Pero llevo años sin trabajar…
–No necesitas que un hombre te mantenga, mamá. Ya no tienes que pagar tarjetas de crédito, así que harás lo que hace todo el mundo: trabajar para vivir y tener un presupuesto mensual. Susan parpadeó.
–Estás loca.
–No, te estoy diciendo lo que debes hacer. Michael te ha rescatado ahora pero no volverá a hacerlo, estoy segura. Sé que no será fácil para ti empezar de nuevo y dejar atrás viejas costumbres, pero eres más fuerte de lo que crees, mamá. Y las cosas tienen que cambiar. No puedes gastarte un dinero que no tienes.
–Podría hacerlo si mi hija, que está casada con una millonaria, me ayudase –protestó su madre.
–No voy a pedirle a Santana que te dé dinero, lo siento. Ya es suficiente con verme forzada a volver con ella cuando no quiero hacerlo.
–A mí no puedes engañarme –dijo Susan entonces–. Yo sé que no volverías con Santana si no quisieras hacerlo. Esa mujer es el amor de tu vida.
Susan seguía enfadada, pero unas horas después Brittany había conseguido extraerle la promesa de que lo intentaría.
Al día siguiente, Sam se quedó sorprendido cuando brittany le contó lo que había pasado.
–¿Vas a volver con Santana? ¿Por qué?
–Cuando nos vimos en la casa de Francia me pidió que le diese otra oportunidad –admitió ella, nerviosa–. Lo he pensado y he decidido que tiene razón…
–Pero tú eras infeliz con ella. –Las cosas empezaron a ir mal cuando murió nuestro hijo, pero antes éramos felices. –¿Y nosotros? –le preguntó Sam–. ¿Qué pasa conmigo, brittany?
–Somos amigos, nunca hemos sido nada más.
–¿Y de quién es la culpa? Tú querías esperar a que el divorcio estuviera finalizado…
–Seguimos siendo socios y no quiero que nos enfademos.
–Somos socios y eso no va a cambiar –asintió él, con innecesaria vehemencia–. Pero ya puedes decirle a Santana que no voy a permitir que compre mis acciones en Diseños Tallulah.
Después de tan emocional confrontación, brittany, agotada, se preguntó si habría dejado que Sam se hiciera expectativas irreales. Ella sólo lo quería como amigo y jamás había pensado en él como algo más.
..................................
gracias x sus comentarios
mas tarde despues de terminar todo mis deberes subo otro capitulo
Capítulo 3
Un minuto después, Santana se metió en la ducha con ella, tan atrevida y directa como lo
era siempre en una situación difícil. Antes de que brittany pudiese reaccionar, abrazó su cuerpo mojado y buscó su boca con labios ansiosos, sin dejarla hablar.
En realidad, aunque habían pasado muchas horas juntas mientras estaban casadas, habían hablado muy poco. Santana siempre había sido una mujer de pocas palabras, más interesada en la acción…
Después de hacer el amor en la ducha, Santana la abrazó de nuevo mientras ella intentaba convencer a sus piernas para que la sujetasen. Respirando agitadamente, santana apartó un mechón de pelo mojado de su cara.
–¿Dónde están tus lizos?
Su sorprendida expresión provocó que brittany soltase una carcajada.
–Me he risado el pelo y, por el momento, aguantará unos meses sin lizarse. Soltando el mechón de pelo, Santana la miró con un gesto de incomprensión.
–Déjatelo lizado. Me encantaba tu pelo…
Ella estaba asombrada. ¿Le encantaban los lizos que habían sido la pesadilla de su existencia? Bueno, pues no se lo había dicho nunca.
El agua empezaba a enfriarse y Santana cerró el grifo y abrió la mampara de cristal para envolverla en una toalla. Eso le recordó cómo cuidaba de ella durante los últimos meses de embarazo, cuando estaba tan gordita que le costaba trabajo caminar. Su consideración le había parecido tan natural, tan cariñosa, que de verdad había empezado a albergar esperanzas para el futuro. Y luego el cruel destino había destrozado sus esperanzas con una tragedia. Cuando su hijo nació muerto, por un problema en la placenta, la esperanza de convertirse en una familia había muerto con ella, y su matrimonio había ido después.
Santana tiró de ella para abrazarla.
–Quiero que olvidemos los últimos dieciocho meses.
–No es tan sencillo –dijo brittany.
–Puede ser tan sencillo como nosotros queramos. Somos las únicas personas a quienes le
importa, ma bella.
Santana quería volver con ella. Tal vez le había tendido una trampa al aparecer allí cuando no lo esperaba, pero aparentemente lo había hecho por una buena razón: seguía deseándola como su mujer y eso era algo que la halagaba.
–Si supiera que no habías estado con nadie en este tiempo, tal vez podría considerar la posibilidad –se atrevió a decir.
Un silencio mortal siguió a sus palabras y en cuanto miró a Santana supo que no había sitio para la esperanza. Estaba pálida, sus sensuales labios apretados…
Santana estaba sorprendida. La insinuación de brittany era un recordatorio de que su aparente espontaneidad podía ser engañosa. Porque a menudo había más bajo la superficie de lo que estaba dispuesta a reconocer. Y acababa de poner una bomba en su camino. ¿Qué derecho tenía a pedirle eso? En sus circunstancias, no era razonable. Habían pasado más de dieciocho meses, brittany la había alejado de su cama y, negándose a admitir que sus problemas podrían aún tener remedio, le había dado la espalda a su matrimonio. Había dejado claro que no iba a volver con santana y ella misma había solicitado el divorcio.
El período que siguió a su ruptura era un agujero negro que Santana no quería visitar, una amarga realidad que era demasiado orgulloso para compartir con ella.
–Me temo que no puedo decir lo que tú quieres escuchar –habló por fin, incómodo.
Y entonces fue el turno de brittany de palidecer. Al recibir la confirmación de lo que más temía, le dieron ganas de llorar. ¿Qué la había poseído para decir eso? Se sentía como una ingenua por soñar que Santana no habría buscado a otra mujer mientras estaban separados. ¿Cómo se le había ocurrido tal posibilidad? Santana Lopez era y siempre sería una mujer muy sexual.
–No, déjalo, ya no quiero saberlo –murmuró, agarrando el borde de la toalla con manos temblorosas mientras intentaba contener la punzada de celos más amarga y destructiva que había sentido nunca. En unos segundos, había pasado de revivir sentimientos de ternura al odio más profundo. Desolada por la muerte de su hijo, había vuelto a Inglaterra con el corazón
roto para lamer sus heridas y reconstruir su vida como mujer soltera mientras ella, por lo visto, se iba de fiesta y compartía cama con una serie de amantes.
–No estás siendo justa –le recriminó Santana, percatándose de que ya lo había juzgado sin
escuchar sus argumentos.
–Tal vez no, pero no puedo evitar lo que siento –respondió brittany con tono firme.
Había cometido otro error, pero no era irremediable, razonó, decidida a ordenar sus tumultuosas emociones antes de que se la tragasen viva.
Durante el último año había luchado con todas sus fuerzas por recuperar su independencia y superar la pena, y estaba decidida a no volver a pasar por esos oscuros días de depresión. No era raro que maridos y mujeres se encontrasen por última vez antes del divorcio, se dijo a sí misma. Había confundido la familiaridad con la atracción y con el amor que una vez había sentido por Santana.
Había cometido un error, nada más, y nada menos. No tenía por qué hundirse. Santana era una mujer increíblemente atractiva y seguramente tan largo período de celibato la había hecho más vulnerable.
–Hemos hecho una tontería –empezó a decir, buscando algo que ponerse.
–No, no es verdad –la contradijo Santana, con fiera convicción–. ¿Me estás diciendo que tú no te has acostado con Sam Evans?
–¡No estoy diciendo nada! –replicó brittany, negándose a seguir hablando del tema.
Si Santana supiera que su relación con Sam Evans era puramente platónica, se daría cuenta de que ella no había rehecho su vida después de su ruptura, y brittany no estaba dispuesta a admitir eso. Era el peor momento para reconocer que, en su corazón, había seguido siendo fiel a Santana.
–¿Por qué no? –No quiero seguir hablando de esto, no tiene sentido.
–Tú no quieres hablar de ello, pero me has obligado a hacerlo a mí –le espetó Santana, haciendo una mueca después por usar ese tono tan agresivo–. brittany, escúchame… –empezó a decir, tomándole la mano.
–¡No me toques! –replicó ella, apartándose.
–Está claro que debería haberte mentido –dijo santana entonces, sus ojos brillantes de frustración–. No voy a dejar que nos hagas esto, brittany. Sigues deseándome.
–No, no es verdad. No sé qué me ha pasado. Ha sido esta casa, este encuentro que tú has organizado sin decirme nada…
Santana la vio buscar su ropa, desdeñando el sujetador en su prisa por taparse. Contra su voluntad, sus ojos se clavaron en los generosos pechos mientras se ponía la camiseta e, incluso después de la noche que habían compartido, la erección fue instantánea. No quería hablar sobre los errores del pasado, no quería que se fuera. No sólo quería recuperar a su esposa, también quería tenerla en la cama una semana, con la esperanza de saciar un deseo que ninguna otra mujer podía saciar.
–Seguimos deseándonos como antes –insistió–. La atracción es tan fuerte como siempre…
brittany la miró, sus ojos conectando con los ojos chocolates que parecían retarla y que la excitaban como siempre. Resultaba increíble que siguiera siendo susceptible al atractivo de aquella mujer pero así era.
–Tú sabes de qué estoy hablando –siguió Santana, con expresión satisfecha.
Pero brittany estaba decidida a no escucharlo. Convencida de que cuanto más tiempo estuviera con ella, más fácil sería caer en la tentación, estaba decidida a escapar. Sacando la bolsa de viaje, empezó a guardar cosas…
–No puedes marcharte como si no hubiera pasado nada –dijo santana.
–¡Puedo hacer lo que me dé la gana! –replicó brittany, mirándolo con gesto de desafío.
Santana se pasó una mano por el pelo.
–De una forma o de otra, volverás conmigo, ma bella.
–No lo creo. Estaremos divorciados en un par de meses y no quiero nada más de esta casa. Es hora de que los dos sigamos adelante…
–Hace una hora estabas reviviendo el pasado felizmente –la interrumpió Santana.
–Todo el mundo comete errores y tú eres el mío –replicó ella, antes de dirigirse a la puerta.
Pero santana se puso en su camino y le quitó la bolsa de viaje de la mano. –Un error con el que, evidentemente, tú has disfrutado tanto como yo. brittany no dijo nada. ¿Para qué?
Mientras lo veía guardar la bolsa de viaje en el maletero del coche, imágenes de Santana con otras mujeres daban vueltas en su cabeza, atormentándola. Le temblaban las manos
cuando sacó del bolso las llaves del coche.
Frunciendo el ceño, Santana puso una mano en la puerta del conductor.
–¿Seguro que puedes conducir?
–Estoy perfectamente –irritada porque no había conseguido engañarlo con su fachada de serenidad, brittany subió al coche y se colocó tras el volante. –Estás huyendo otra vez, como
hiciste al romper nuestro matrimonio –la condenó Santana. –Estoy siendo sensata –lo contradijo brittany antes de cerrar la portezuela del coche.
Mientras se alejaba, se negó a mirar por el espejo retrovisor porque eso habría sido rendirse a su debilidad. Se sentía avergonzada de su comportamiento durante las últimas doce horas, pero temía volver a caer en la tentación.
Pensaba en las muchas veces en su vida en las que había tenido que ser dura y controlar emociones que parecían más fuertes que ella. Cuando era una niña, a menudo había deseado
el amor incondicional que sus padres no eran capaces de ofrecerle. Binkie, por supuesto, la había querido mucho y había sido su ancla, pero incluso siendo muy pequeña brittany se daba cuenta de que Binkie no era su madre sino una niñera, una persona pagada para que cuidase de ella, para hacer el trabajo que debería hacer su madre. O la gente a la que quería no tenía capacidad para quererla a ella o ella no tenía eso que inspiraba amor en los demás. Pero cuando quería a alguien lo quería con todo su corazón y normalmente su corazón acababa rompiéndose.
La persona más importante de la vida de su madre era normalmente el novio de turno.
Susan Spencer era una mujer dedicada a sus pasiones y madre e hija compartían pocos intereses, pero las dos habían aprendido a llegar a un acuerdo sobre sus expectativas. Su padre, Michael pierce, había dejado claro desde el principio que no tenía ningún interés en una hija nacida fuera del matrimonio y, como era un hombre para quien las apariencias lo eran todo, nunca la había reconocido públicamente. Ni siquiera llevaba su apellido. Los sentimientos de su esposa, que siempre había fingido que brittany no existía, eran mucho más importantes para él que alguien de su propia sangre. ¿Ese infortunado pasado la habría empujado a buscar el cariño de Santana?, se preguntó. ¿Había esperado demasiado de una joven empujada al matrimonio por las amenazas de su padre? Las reflexiones sobre su matrimonio siempre parecían volver al mismo sitio: cuando se quedó embarazada, su padre había obligado a Santana a casarse con ella amenazando con hundir la naviera Lopez.
Aunque Santana había dicho después que quería seguir casada con ella, la verdad de los términos en los que había empezado su matrimonio era una humillación y una pena que brittany no podía ignorar u olvidar. Y, sin embargo, amaba tanto a Santana que había cerrado los ojos para no ver los fallos de su relación. Santana no la quería ni había fingido hacerlo. La deseaba, la mantenía, cuidaba de ella, la entretenía dentro y fuera de la cama, pero nunca había sentido por ella lo que brittany sentía por ella. Y eso había hecho que, desde el principio, se sintiera como la más débil en ese matrimonio.
Cada kilómetro que recorría la alejaba más de Santana, y experimentó una punzada de dolor en el corazón.
¿Pero por qué quería volver con ella? Su dura mujer que no aceptaba fácilmente una humillación. ¿Sería la obsesión de poseerla? ¿Era como un perro con un hueso que no quería que nadie más tocase? ¿Pensar que estaba con Sam Evans habría hecho que quisiera reclamarla?
Era un deseo que la sorprendía porque sabía que los padres de Santana seguramente habrían suspirado de alivio al saber que el matrimonio se había roto. No, brittany no había impresionado a sus estirados suegros como la esposa adecuada para el único hijo que les quedaba. Que fuese hija ilegítima de Michael Pierce, con un estatus social más bajo, les ofendía.
Cuando Santana y ella eran felices, la actitud de sus padres no le había parecido importante porque, aparte de que Gonzalo Lopez trabajase con Santana en la empresa, la pareja no había mostrado el menor interés en ellos durante su breve matrimonio. Ni habían acudido al funeral de su hijo, enviando una simple tarjeta de condolencia.
Mientras esperaba para subir al avion, brittany se dio cuenta de que estaba deseando llegar a New york para ver a su madre porque no le apetecía estar sola. Lo que había ocurrido con Santana, sin embargo, se lo reservaría para sí misma. Afortunadamente, su relación con Sam era de simple amistad y tampoco tenía que darle ninguna explicación sobre su ausencia. Cuanto menos tiempo pasara recordando cosas que no podía cambiar, más feliz sería, decidió.
Desgraciadamente, cuando llegó a New York encontró a su madre de mal humor, más interesada en salir con sus amigos que en pasar tiempo con ella. Aunque eso era algo habitual.
Una semana más tarde, brittany volvía a casa para buscar unas muestras de tela que había olvidado y se encontró con una escena que la dejó perpleja: un hombre grueso con traje de chaqueta le decía a una Susan llorosa que las lágrimas no iban a cambiar nada…
–¿Se puede saber que pasa aquí? –exclamó. susan se volvió para mirar a su hija y, dejando escapar un sollozo, salió corriendo hacia su habitación.
Atónita, brittany miró al visitante.
–¿Le importa decirme qué pasa?
–Me temo que no puedo hacerlo, es un asunto confidencial –respondió el hombre mientras tomaba su maletín–. He dejado mi tarjeta en la mesa. Dígale a la señorita Spencer que me llame cuando haya tomado una decisión.
Estupefacta, brittany cerró la puerta y volvió al salón para mirar la tarjeta: Henry Fellows.
Era abogado y nunca había oído hablar de él.
Suspirando, se dirigió al dormitorio de su madre y llamó a la puerta con los nudillos antes de abrir.
Susan estaba frente a la ventana, de brazos cruzados, y cuando se volvió para mirarla con gesto aprensivo tenía los ojos rojos de tanto llorar.
–¿Se ha marchado ya?
–Sí, se ha ido. ¿Quién era ese hombre, mamá?
Susan bajó los hombros.
–Mira, será mejor que te lo cuente porque te vas a enterar de todas formas: Roger ha amenazado con llamar a la policía.
–¿A la policía? ¿De qué estás hablando?
La historia que Susan empezó a contarle no era del todo inesperada. Su madre había tenido problemas económicos a menudo, y a Brittany no le sorprendió saber que tenía deudas cuando se fue a vivir a Mónaco con el empresario retirado Roger Tailford.
–Al principio, conseguía pagar los recibos de las tarjetas de crédito gracias al dinero que Roger me daba para ropa.
–¿Y no podías haberle contado la verdad? –le preguntó brittany.
–Roger es muy conservador con el dinero y yo sabía que no le gustaría, por eso no le dije nada –admitió Susan–. Pero los intereses seguían aumentando y los pagos eran cada vez más difíciles. Yo estaba desesperada… y un día imité la firma de Roger en un cheque.
–¿Qué?
–Roger sigue usando cheques porque es muy anticuado. No tiene tarjetas de crédito y…
–¿Has dicho que falsificaste la firma de Roger? –la interrumpió brittany–. ¡Pero eso es un delito! –Ya lo sé, no soy tonta. Pero así Roger y yo no teníamos que discutir y pensé que como él
tenía tanto dinero no lo echaría de menos…
–¿Estás diciendo que lo hiciste más de una vez? –exclamó brittany, horrorizada.
–¡Estaba de deudas hasta el cuello! –gritó Susan–. Tenía que pagar algo para que no me llevaran a juicio.
–Pero eso es robar, mamá. ¿Es que no te das cuenta? ¡Le robaste dinero a Roger! –brittany se pasó una mano por el pelo, nerviosa–. ¿Qué hacía aquí ese abogado?
–El contable de Roger revisó algunos de los cheques y descubrió lo que había hecho. ¡Por eso rompimos… me echó de su casa! –Susan empezó a sollozar–. Ha enviado a su abogado para decirme que no me denunciará si le devuelvo el dinero.
brittany estaba pálida.
–¿De cuánto dinero estamos hablando?
Su madre mencionó una suma que la dejó sin aire. Era mucho más de lo que había esperado. Como se salió con la suya la primera vez, Susan había seguido falsificando la firma de Roger y en dos años había robado una cantidad importante.
–¿Puedes devolverle el dinero? –le preguntó, angustiada. –No tengo un céntimo –le confesó su madre–. Nunca he tenido ahorros, tú lo sabes.
–Yo no tengo dinero en el banco. Lo que tengo está invertido en mi empresa y no puedo tocarlo porque la mitad es de mi socio –dijo brittany–. Y con esta crisis, no creo que me concedieran un préstamo. Así que sólo podemos hacer una cosa: pedirle el dinero a mi padre…
–No pierdas el tiempo. Michael seguramente aplaudiría si fuera a la cárcel. Esa noche, brittany llamó a su padre y, aunque no parecía muy comprensivo, tampoco se rió de la situación como había temido Susan.
–¿Por qué no le pides ayuda a tu mujer? Ah, sí, se me había olvidado, te aburriste de ella y la dejaste plantada.
Sorprendida por el sarcasmo, brittany murmuró:
–No, no fue así.
Pero era evidente que Michael no estaba interesado en escuchar su versión de la historia.
En su opinión, cuando presionó a Santana para que se casara con ella había ayudado a brittany a «casarse bien» y, al dejar a su mujer, había tirado por la ventana esa oportunidad.
–Mira, estaré en new york el miércoles –le dijo abruptamente–. Nos veremos para comer en el sitio de siempre, a la una.
brittany colgó, angustiada. Seguía sin saber si estaba dispuesto a ayudarla a evitar que su madre tuviese que ir a juicio. Ella sabía bien que michael estaba resentido por haber tenido que mantener a Susan y a la hija ilegítima que había tenido con ella. Cuando volvió de la oficina, después de pasar todo el día trabajando para un cliente que cambiaba de opinión cada cinco minutos, encontró a su madre deshecha en lágrimas.
–¿Qué ha pasado?
–Roger va a presentar la denuncia el lunes –le contó Susan, clavando en ella unos ojos asustados–. brittany, ¿qué voy a hacer? Tu padre no va a ayudarme…
–He quedado a comer con él el miércoles.
–Seguramente sólo quiere verte para que le cuentes los detalles y reírse de mí.
–Esperemos que no –respondió brittany.
Aunque había tenido una aventura con otro hombre mientras estaba comprometida y embarazada de Michael, algo que él nunca le había perdonado, Susan lo había demandado para exigir una pensión alimenticia. De modo que era comprensible que Michael no sintiera ningún cariño por ella. En cualquier caso, brittany sabía que su padre no actuaba por compasión. Michael pierce era un empresario y no ganaba dinero siendo blando. Por otro lado, era su única salvación. No podía pedirle dinero a Santana cuando estaban en medio de un divorcio.
–Tengo que hacerte una proposición –le dijo Michael, un hombre alto y grueso de pelo
gris e inteligentes ojos oscuros, cuando estaban comiendo en su restaurante italiano favorito–. Te daré el dinero para evitar que Susan tenga que ir a juicio, pero sólo si aceptas volver con tu mujer
Absolutamente atónita por la oferta, Brittany estuvo a punto de atragantarse.
–Lo dirás de broma.
–No, yo no suelo bromear con las cosas serias. Y valoro mucho mi relación con los Lopez… son gente muy importante, con influencia en todo Estados Unidos. –¿Y cómo puede favorecerte eso a ti? Nadie sabe que soy tu hija. Michael apretó los labios.
–Muchos de mis amigos y colegas saben que eres mi hija. Los padres de Santana lo contaron, de modo que ya no eres un secreto. ¿Y por qué ibas a serlo?
–Lo he sido casi toda mi vida –le recordó brittany.
Él hizo un gesto con la mano.
–En cualquier caso, me gustaría que volvieras con tu mujer. –Pero eso es ridículo…
–No, no lo es. Es lo más sensato y la mejor opción que tienes –la contradijo Michael, aparentemente convencido–. No quiero que termines como tu madre, viviendo con una persona y con otro hasta que termines en la calle y robando para sobrevivir. Quiero que mi hija tenga una vida normal y Santana Lopez puede darte eso.
–¡Yo misma puedo darme eso! –exclamó brittany–. Tengo una carrera y acabo de abrir una empresa…
–Aun así, estarías más segura con Santana.
Brittany se quedó helada porque Michael Pierce jamás había mostrado preocupación por su bienestar.
–Sé que no he sido un buen padre para ti –reconoció él entonces–. Sé que he cometido errores y he dejado que mi odio hacia tu madre y mi respeto por los deseos de mi mujer se interpusieran entre nosotros. Pero no quiero que quemes tus barcos con Santana Lopez. Así que, si quieres el dinero para salvar a Susan, aunque no se lo merece, tendrás que darle otra oportunidad a tu matrimonio durante al menos un año. Lo que ocurrió con tu hijo fue una tragedia, lo sé, y espero que lo superes con el tiempo.
Atónita, Brittany sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.
–A los padres de Santana les dio completamente igual. Ni siquiera acudieron al funeral.
Michael apretó su mano durante un segundo en un gesto torpe y enseguida la apartó, incómodo. Pero estaba claro que, aunque no era capaz de expresarlo en palabras, había sufrido al saber que Brittany había perdido el hijo que esperaba con tanta ilusión y que hubiera sido su primer nieto.
–¿Aceptas mi oferta?
Irónicamente, aunque estaba furiosa porque Michael intentaba manipularla como había manipulado a Santana para que se casara con ella, brittany no podía evitar sentirse conmovida por su preocupación. ¿Y cómo iba a dejar que su madre fuera a juicio y tal vez a la cárcel?
Se daba cuenta de que tendría que hablar muy seriamente con ella, intentar convencerla de que no podía vivir por encima de sus posibilidades e instigar cambios en su comportamiento para evitar que volviera a hacer algo así.
–Sí… la acepto –respondió finalmente.
Se negaba a pensar en profundidad sobre el matrimonio con Santana y, sencillamente, aceptó que estaba poniendo su orgullo y su independencia en una pira funeraria para ayudar a su madre. Como no habría podido soportar el tono satisfecho de Santana, decidió enviarle un mensaje de texto como una adolescente decidida a evitar una confrontación. Santana, he cambiado de opinión. Estoy dispuesta a intentarlo de nuevo si aún es lo que quieres. Santana la llamó mientras esperaba que su madre volviera a casa.
–Iré a buscarte para cenar…
–No, esta noche estoy ocupada –lo interrumpió ella–. Haré la maleta y te veré mañana en
el apartamento.
–Vendí el apartamento el año pasado y compré una casa –dijo Santana, antes de darle la dirección, su voz más pronunciado que nunca–. brittany… no lo lamentarás.
Ella esperaba que así fuera. Aunque Santana pensaba que volvía con él por voluntad propia, brittany no veía razones para contarse la fea verdad. ¿Qué conseguiría con eso? Estaba haciendo la maleta cuando Susan volvió a casa y, al recibir la noticia de que
Michael estaba dispuesto a darle el dinero, se quedó completamente petrificada.
–¿En serio? Jamás pensé que Michael fuera un buen samaritano.
–Ha puesto un precio… para las dos –le explicó brittany–. Yo tuve que aceptar darle otra oportunidad a mi matrimonio con Santana… y tú tienes que buscar un trabajo, mamá.
–¿Un trabajo? –repitió Susan–. ¿De qué estás hablando? ¿Qué podría hacer yo?
–No lo sé, pero tienes que intentarlo –respondió Brittany–. Tal vez podrías vender cosméticos en unos grandes almacenes, eso es algo que conoces bien. Tienes que encontrar un trabajo y dejar de vivir por encima de tus posibilidades.
–Pero llevo años sin trabajar…
–No necesitas que un hombre te mantenga, mamá. Ya no tienes que pagar tarjetas de crédito, así que harás lo que hace todo el mundo: trabajar para vivir y tener un presupuesto mensual. Susan parpadeó.
–Estás loca.
–No, te estoy diciendo lo que debes hacer. Michael te ha rescatado ahora pero no volverá a hacerlo, estoy segura. Sé que no será fácil para ti empezar de nuevo y dejar atrás viejas costumbres, pero eres más fuerte de lo que crees, mamá. Y las cosas tienen que cambiar. No puedes gastarte un dinero que no tienes.
–Podría hacerlo si mi hija, que está casada con una millonaria, me ayudase –protestó su madre.
–No voy a pedirle a Santana que te dé dinero, lo siento. Ya es suficiente con verme forzada a volver con ella cuando no quiero hacerlo.
–A mí no puedes engañarme –dijo Susan entonces–. Yo sé que no volverías con Santana si no quisieras hacerlo. Esa mujer es el amor de tu vida.
Susan seguía enfadada, pero unas horas después Brittany había conseguido extraerle la promesa de que lo intentaría.
Al día siguiente, Sam se quedó sorprendido cuando brittany le contó lo que había pasado.
–¿Vas a volver con Santana? ¿Por qué?
–Cuando nos vimos en la casa de Francia me pidió que le diese otra oportunidad –admitió ella, nerviosa–. Lo he pensado y he decidido que tiene razón…
–Pero tú eras infeliz con ella. –Las cosas empezaron a ir mal cuando murió nuestro hijo, pero antes éramos felices. –¿Y nosotros? –le preguntó Sam–. ¿Qué pasa conmigo, brittany?
–Somos amigos, nunca hemos sido nada más.
–¿Y de quién es la culpa? Tú querías esperar a que el divorcio estuviera finalizado…
–Seguimos siendo socios y no quiero que nos enfademos.
–Somos socios y eso no va a cambiar –asintió él, con innecesaria vehemencia–. Pero ya puedes decirle a Santana que no voy a permitir que compre mis acciones en Diseños Tallulah.
Después de tan emocional confrontación, brittany, agotada, se preguntó si habría dejado que Sam se hiciera expectativas irreales. Ella sólo lo quería como amigo y jamás había pensado en él como algo más.
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gracias x sus comentarios
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Gracias por actualizar espero y ya te encuentres mejor.
Ya no tardes por favor xc
Saludos.
Ya no tardes por favor xc
Saludos.
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Que mal que estés enferma espero que te recuperes pronto. Cuidate! hasta el siguiente cap
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
excelente capitulo, solo espero que santana no reaccione mal cuando se entere que britt volvio con ella solo por coaccion de su padre, por favor si esta en tus posiblidades actualiza pronto, bye!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 4
aqui otro cap..
hasta mañana
Capítulo 4
A las siete de la tarde, brittany llegó con su equipaje a la casa que Santana había comprado. Era un edificio grande, imponente, amueblado de manera tradicional, nada que ver con su antiguo apartamento. De hecho, parecía una casa familiar más que la vivienda de una mujer soltera. Pero el estudio resucitó infortunados recuerdos del pasado, cuando ella no volvía a casa hasta altas horas de la madrugada o se quedaba trabajando hasta las tantas en su ordenador...
brittany dejó sus cosas en el dormitorio de invitados. Iban a darse otra oportunidad, pero eso no significaba que tuvieran que acostarse juntas de inmediato.
De hecho, poner cierta distancia entre las dos mientras se acostumbraba a la idea de volver a ser su mujer le parecía lo mejor.
En cualquier caso, se vistió con sumo cuidado para su primera cena en Bryant Park Grill en New York, eligiendo un vestido de flores que acariciaba sus muslos y se ajustaba a sus pechos.
Cuando oyó que se abría la puerta de entrada se levantó, el corazón palpitando locamente, y esperó en la puerta del salón, adonde la había acompañado el ama de llaves.
Con un vestido con chaqueta oscuro, el cabello despeinado por el viento y levemente maquillada, Santana la miraba fijamente.
En su opinión, la única palabra que podía definirlo era «hermosa». Tenía la belleza de una Leona.
–¿Tienes hambre? –le preguntó santana, a modo de saludo.
Y a ella le dio un vuelco el corazón, el deseo sexual atravesándola como una espada.
–No, la verdad es que no.
–Podemos comer algo, charlar…
–Me he instalado en la habitación de invitados –dijo, para dejar eso claro antes de nada.
–Muy bien. Espero que no te quedes allí para siempre, pero soy una mujer paciente.
–Antes no lo eras.
Santana clavó en ella sus ojos dorados.
–Quiero que sigamos casados y haré lo que tenga que hacer para conseguirlo, ma bella.
Que fuese tan directa la sorprendió, recordándole que se escondía detrás de la mentira de que quería volver con ella por decisión propia.
–No será fácil.
–Un masoquista dijo una vez que nada que mereciese la pena era fácil de conseguir –bromeó Santana para romper la tensión.
El elegante vestido era mucho para una chica que una vez había pensado que una gota de perfume era el colmo de la formalidad, de modo que brittany había hecho un esfuerzo, pensó Santana. Y podía ver lo nerviosa que estaba. Aún no había entendido, pensó con cierta ternura, que el único vestido que admiraba era el que podía quitarle en un segundo. Pero tendría que hacer un esfuerzo para disimular. brittany se quedó dormida esa noche en cuanto puso la cabeza sobre la almohada, el estrés y el agotamiento dejándola rendida. Había vuelto con Santana y, aunque no dormían juntas, que ella lo hubiera aceptado sin protestar o sin pedirle explicaciones le hacía saber que de verdad estaba dispuesta a intentarlo de nuevo.
Tal vez tendrían otro hijo, se encontró pensando. Pero enseguida se vio sobrecogida por un abrumador sentimiento de culpa y decidió que era demasiado pronto para pensar en ello. No había manera de reemplazar al niño que había perdido. Incluso pensar que podría algún día formar una familia era un paso demasiado grande para ella. Una mano rozó su hombro suavemente y brittany abrió los ojos, sorprendida. Santana estaba al pie de la cama.
–Hola… ¿qué hora es?
–Temprano, no te preocupes –dijo santana–. Es el día de nuestra reconciliación – le recordó luego–. Y nos vamos de vacaciones.
–¿De vacaciones? –repitió brittany–. ¿Por qué?
–A veces tengo buenas ideas –respondió Santana–. Necesitamos tiempo para acostumbrarnos el uno al otro de nuevo y no creo que fuese fácil teniendo alrededor amigos y familiares. Así que nos vamos a mediodía.
–¿Adónde?
Santana la miró con una sonrisa enigmática.
–Es una sorpresa. Pero todo está organizado, así que no tienes que hacer nada. Ni siquiera la maleta.
–Pero… ¿cómo que no tengo que hacer la maleta? –exclamó brittany.
–Le he pedido a una amiga que envíe una selección de ropa de verano a la villa en la que nos alojaremos. No quiero que tengas que preocuparte por nada… y no quiero que te enfades, es un regalo –se apresuró a decir Santana.
–¿Cuánto tiempo estaremos fuera? Yo tengo un negocio que llevar. Tengo clientes esperando…
santana le puso un dedo sobre los labios.
–Sólo por una vez, piensa en nuestro matrimonio antes de nada. Eso es lo que yo voy a hacer. Los clientes van y vienen, los matrimonios son mucho más frágiles –le dijo–. Tenemos una oportunidad y vamos a aprovecharla nena.
Britttany se quedó asombrada. ¿Estaba dispuesto a hacer ese esfuerzo cuando nunca antes lo había hecho?
Pero Santana Lopez era una adicta al trabajo y si ella estaba dispuesto a olvidarse de la naviera Lopez, ella podía hacer lo mismo, se dijo.
Sonriendo por primera vez en muchos días, brittany se levantó de la cama y llamó a Belle, su ayudante, para decirle que se iba de vacaciones. Entre las dos, revisaron su agenda para informar a los clientes de que debían esperar unos días o decirles que hablaría con ellos por videoconferencia.
Con un sencillo vestido de lino verde y una bolsa de viaje, brittany se dirigió al aeropuerto con el corazón sorprendentemente alegre. Experimentaba una emoción que no había sentido en mucho tiempo y que la hizo ruborizarse como una adolescente cuando subió al jet privado de Santana y se encontró con la mirada de su esposa. Tenía los ojos más bonitos que había visto nunca, se vio obligada a admitir. Y ese pensamiento le exasperó. Desde que rompió con ella había intentando controlar sus emociones porque el dolor le había enseñado a protegerse a sí misma... pero, desgraciadamente, cuando estaba con Santana se olvidaba de todo eso.
Susan había dicho que era el amor de su vida, una afirmación que ella rechazaba.
No, ya no amaba a Santana, se recordó con una pizca de orgullo. Había superado su corazón roto después de la ruptura de su matrimonio. La cruda realidad había destrozado sus ilusiones cuando Santana no pareció compartir su dolor y siguió adelante, aparentemente inmune a la depresión, a la pena, a la desolación que la muerte de su hijo había provocado en ella.
Aunque empezaba a sospechar que esa interpretación no era justa del todo, Brittany había aprendido a vivir sin ella y sin el aura sensual que la acompañaba a todas partes. Su padre la había chantajeado para que le diese otra oportunidad a ese matrimonio y no tenía intención de creer que pudiese llegar a buen puerto. Sólo era una reconciliación temporal, durante un año. ¿Podría vivir con Santana durante todo un año y no poner en peligro su corazón?, se
preguntó.
Santana había vivido con ella durante su matrimonio sin demostrarle que era realmente importante para ella. Había mantenido los pies en el suelo y esa vez ella haría lo mismo, se prometió.
–¿Dónde estamos? –le preguntó unas horas después, mientras bajaban del avión en un soleado aeropuerto.
–En Marruecos –respondió Santana, recogiendo los pasaportes y poniendo una mano en su cintura para llevarla a la limusina que los esperaba a pie de pista–. Un amigo me ha ofrecido su casa en la costa.
Brittany, que ya había sacado esa conclusión por el calor, el paisaje y porque todo el mundo hablaba en árabe o francés, se relajó.
Viajaron hacia la costa siguiendo una ruta montañosa, con un fabuloso paisaje de valles cubiertos de olivos y árboles frutales. Los almendros estaban florecidos, sus capullos como nubecitas blancas.
Empezaba a atardecer cuando la limusina se detuvo frente a una enorme casa pintada de blanco, rodeada de lujosos jardines.
Al bajar del coche, brittany escuchó el sonido de las olas golpeando la playa y respiró la brisa del mar.
–¿Has estado aquí alguna vez? –le preguntó.
–Cuando era estudiante –respondió Santana.
–¿Ah, sí?
–Fui al colegio con Alexei Drakos. Esta casa es suya –dijo Santana, tomando su mano para llevarla hacia el jardín. brittany se quedó impresionada por esa referencia a uno de los hombres más ricos del mundo, pero no dijo nada.
Santana se detuvo al borde de una piscina desbordante, frente a una cala de arena dorada. –Es un sitio fabuloso. En un mundo perfecto, te habría traído aquí de luna de miel. Brittany recordó las primeras semanas de su matrimonio, cuando Santana había tenido que concentrarse en salvar la naviera familiar más que en su nueva esposa.
Pero sería mejor olvidar tan amargos recuerdos.
En la entrada de la casa fueron recibidos por Abu, un empleado que llevaba una larga chilaba blanca y que se mostró encantado de tener invitados.
Decorada a la manera árabe tradicional, con colores fuertes, azulejos pintados a mano y opulentas telas, la casa contaba además con todo tipo de lujos y las más modernas tecnologías. Y el dormitorio principal tenía un cuarto de baño de mármol dorado que parecía sacado de Las mil y una noches.
–Tú puedes usar esta habitación –dijo Santana–. Yo usaré una de las habitaciones de invitados.
Después de una cena fabulosa, brittany disfrutó de una relajante ducha y luego, envuelta en un vestido de algodón, se sentó en la terraza desde la que podía ver el mar, las montañas, el puerto y hasta los minaretes de las mezquitas de un pueblo cercano. Sonriendo, le envió un mensaje de texto a su ayudante para decirle dónde estaba y luego, por fin, se tumbó en la enorme cama y cerró los ojos, sintiéndose más relajada que en muchos meses. ¿Por qué?, se preguntó. ¿Tal vez saber que Santana estaba cerca hacía que se sintiera segura? Cuando despertó, un par de empleadas estaban colgando su ropa en el armario y, sintiéndose estupendamente descansada, sonrió a las dos jóvenes en su oxidado francés y examinó la ropa que Santana le había prometido.
La selección era impresionante, pero eligió un sencillo biquini azul y un pareo antes de bajar a desayunar.
Abu la recibió al pie de la escalera y la informó de que habían llegado flores para ella.
Cuando le mostró el magnífico ramo de elegantes rosas blancas, brittany salió a la terraza, donde Santana estaba tomando el desayuno.
–Las flores son preciosas, muchas gracias.
santana la miró, con el ceño fruncido.
–¿Qué flores? Yo no te he enviado flores.
–Ah… –brittany volvió al interior de la casa para investigar y esa vez encontró una discreta tarjetita entre las flores.
–«Pensando en ti. Sam» –Santana leyó el mensaje por encima de su hombro, sin poder creerlo–. ¿Cómo se atreve?
Mortificada por haber pensado que Santana le había enviado las rosas, brittany tragó saliva.
–Le diré a Abu que las tire –anunció ella.
–No, de eso nada. Son preciosas –protestó brittany–. Además, ¿por qué no va enviarme flores Sam?
–Porque es inapropiado –respondió ella, mirándola con expresión airada–. Eres mi mujer.
Brittany se encogió de hombros. No tenía intención de involucrarse en una absurda discusión por un ramo de flores.
En la terraza, tomaron yogur, fruta fresca y cruasanes rellenos de chocolate. Cuando terminaron de desayunar, Santana por fin había recuperado el buen humor y salieron de la casa para pasear por la playa. brittany se quitó el pareo y empezó a jugar en la orilla como una niña…
–Nunca pudimos relajarnos así cuando estábamos casadas. Entonces yo trabajaba demasiado –dijo Santana, con expresión apenada–. Sólo llevábamos juntas unas semanas cuando te quedaste embarazada, de modo que no nos conocíamos bien…
–Sí, es verdad –reconoció brittany–. Entonces no lo veía así, pero es cierto.
–Tuvimos que portarnos como adultos y yo no estaba preparado para esa responsabilidad –siguió diciendo santana, mirando el mar.
–No tuviste tiempo para acostumbrarte a la idea de ser madre.
Santana giró la cabeza para mirarla.
–En lo que se refiere al niño, era algo más que eso.
–¿Algo más?
Santana hizo una mueca.
–Yo no tuve una infancia feliz. Nadie me trató mal, pero sencillamente no fui una niña deseada o querida. No sé qué hice para que fuera así, pero mi madre parecía sentir repulsión cada vez que la abrazaba y mi padre no tenía tiempo para mí… Sin embargo, Emily recibía todo su cariño –le contó, encogiéndose de hombros después de tan sorprendente revelación, como si estuviera por debajo de ella reconocer cuánto le dolía.
Brittany tuvo que hacer un esfuerzo para disimular su compasión porque sabía que a Santana le resultaba muy difícil hablar de cosas tan personales.
–No lo sabía –murmuró.
–Entonces decidí que nunca tendría hijos –siguió diciendo ella–. No quería hacerle a un niño el daño que me habían hecho a mí y temía ser tan fría como mis padres.
Brittany se quedó helada porque jamás se le había ocurrido que tuviera dudas sobre su capacidad para ser una buena madre. Había atribuido sus reticencias a algo más superficial y egoísta.
–Yo creo que, si tuvieras oportunidad, serías un buen padre. Tú no eres como ellos –le dijo–. Soy la primera en admitir que apenas los conozco, pero por lo que he visto, me parecen unas personas frías y sin sentimientos.
Santana tuvo que sonreír.
–Eres muy amable –murmuró, burlón, antes de besarla con un fervor que hizo que se le
doblasen las rodillas. brittany puso las manos sobre sus hombros para no perder el equilibrio y lo miró, con el corazón en la garganta. Era una reconciliación falsa, se recordó. No quería volver con Santana y no quería amarla. Pero santana no lo sabía y eso la hizo sentir culpable, porque ella no era una persona deshonesta.
Sin embargo, cuando volvió a besarla, su mundo se puso patas arriba. Sentía un calor insoportable en la pelvis, sus pezones endureciéndose bajo el biquini. Estaba preguntándose si tenía que amarla para acostarse con santana, pero ella la sacó de ese conflicto sugiriendo que se bañasen un rato. No parecía querer seguir con lo que habían dejado a medias y brittany no se atrevió a protestar.
Dos días después, llegó el segundo ramo de rosas.
Te echo de menos. Sam, decía la tarjeta.
–¡Esto es ridículo! –exclamó Santana, rompiéndola en pedazos–. ¿Qué pretende ese hombre?
–Nuestra reconciliación tomó a Sam por sorpresa –intentó explicar brittany–. Y está siendo deliberadamente provocador… lo cual es muy raro en él. Pero debe de ser culpa mía que se sienta abandonado.
–¿Qué significa Evans para ti? –le espetó Santana.
–Somos amigos y le tengo mucho cariño, pero no quiero hablar de él. Ahora que estoy contigo otra vez, todo ha cambiado.
Aunque molesta por su reticencia, Santana decidió dejar el tema. Pasaron la tarde buceando y el día terminó con una cena en un restaurante del puerto.
Cuando volvieron a la villa, Abu les sirvió un té de menta con pastelitos que se derretían en la boca. Santana le entregó entonces una cajita de piel.
–Lo compré en Londres y me gustaría que te lo pusieras.
Dentro de la caja había un anillo y brittany lo miró, sorprendida.
–¿Es demasiado pronto? –abruptamente, Santana se levantó para dirigirse a la barandilla de la terraza, mirándola con impaciencia–. Estoy intentando respetar las reglas que tú has impuesto, pero no es fácil para mí. No quiero ser tu nueva amiga, cariño.
Desconcertada y confusa por el deseo de echarse en sus brazos, brittany miró el anillo de nuevo. Le parecía algo tan tradicional para una mujer que rara vez era predecible…
–Quiero ser tu amante, tu mujer, la madre de tu segundo hijo –siguió Santana, con voz ronca.
Esa declaración envió un escalofrío de anhelo por su espina dorsal. Como amante era fabuloso y resistirse a su poderoso carisma era cada día más difícil porque ya no era la joven inocente que había sido cuando la conocia.
Pero debía hacerlo. Aún era demasiado pronto.
Esa noche, sola en la enorme cama, brittany se cuestionó si estaba fingiendo con Santana.
Desde luego, no estaba fingiendo que se sentía feliz. Santana era muy buena compañía y le había contado cosas de su infancia, algo que no había hecho cuando estaban casadas. Esa demostración de confianza y su evidente intención de hacer las cosas de otra manera significaban mucho para ella porque Santana era una mujer muy independiente, nada sentimental y nada dado a examinar sus actos.
De nuevo, Santana era en lo primero que pensaba por la mañana al despertar y en lo último que pensaba cuando se iba a dormir. Pero, aunque santana no lo sabía, dormir sola había sido una manera de declarar su independencia. Algo le decía que no sería sensato usar el sexo como recompensa cuando era algo que Santana podía tener cuando quisiera. Ignorar eso sería una estupidez por su parte.
«La madre de tu segundo hijo».
Que hubiera dicho eso le emocionaba hasta tal punto que sus ojos se llenaron de lágrimas. No podía negar que le gustaría tener otro hijo. Había un espacio vacío dentro de ella que sólo podía ser llenado por un niño, tuvo que reconocer. Tal vez ésa era la curación que necesitaba…
Antes de que pudiese cambiar de opinión, brittany saltó de la cama y cruzó el pasillo hasta la habitación que ocupaba Santana.
Ella estaba tumbada en la cama con un pantaloncillo oscuro y brasier, viendo un canal de noticias económicas. Al oírla entrar giró la cabeza, sorprendida. Pero Santana era, como siempre, una mujer astuta y, flexionando sus músculos, se sentó en la cama y alargó una mano en muda invitación. Con el corazón latiendo a mil por hora, brittany aceptó esa mano.
–No hay marcha atrás.
Era tan típico de Santana mostrarse agresiva y aprovechar un momento de debilidad poniendo condiciones, que brittany casi estuvo a punto de soltar una carcajada.
–Muy bien –asintió.
–Y mañana te pondrás mi anillo y no volverás a quitártelo.
brittany miró sus ojos chocolates, el corazón palpitando dentro de su pecho. No podía creer que tuviese tanta cara… estaba ofreciéndole sexo sólo si se comprometía a un matrimonio a largo plazo.
Si algo demostraba cuánto había cambiado y madurado Santana, era esa proposición. Pero había vuelto a vivir con ella a cambio de que su padre pagase la deuda de Susan y no había pensado bien lo que estaba haciendo.
Era el momento de tomar una decisión y brittany se dio cuenta en ese instante de que no había la menor duda. Sólo había una mujer en el mundo para ella, sólo una persona le hacía sentir lo que Santana le hacía sentir y no podía decirle adiós, le costase lo que le costase esa decisión. Seguía amándola a pesar de todo. Seguía amándola más de lo que había creído que podría amar a una persona. Santana se inclinó hacia delante para buscar sus labios y ese contacto despertó el fuego que ardía dentro de ella. brittany le devolvió el beso apasionadamente mientras santana le abría las piernas para acariciar le los húmedos pliegues entre los muslos.
Estaba tan húmeda, tan excitada, que cuando él rozó el capullo escondido entre sus rizos tuvo que morderse los labios para no gritar.
Santana le introdujo un dedo en su interior y brittany se dejó llevar por las sensaciones, agarrándose a sus hombros, su útero contrayéndose de excitación. Las olas de placer llegaban cada vez más rápidamente mientras ella movía las caderas adelante y atrás… y la sacudió el orgasmo con una explosiva intensidad que parecía no terminar nunca. Que no había terminado cuando Santana se quitó los pantaloncillos para entrar en ella con masculina energía.
birttany se sentía tan increíblemente excitada que gritó:
–¡No pares!
–No lo haré –sujetándola de las caderas, Santana se enterró en ella hasta el fondo. brittany disfrutaba de cada embestida, pero de repente no podía respirar y, dejando escapar un desinhibido grito de satisfacción, sintió que el mundo se rompía en pedazos a su alrededor.
–No he usado preservativo –murmuró Santana después, intentando llevar aire a sus pulmones. Ella sonrió, besando su hombro cubierto de sudor. –No importa.
Al día siguiente, brittany tuvo un par de videoconferencias con dos de sus mejores clientes y luego salió del estudio para que pudiera usarlo Santana. Por primera vez en muchos meses se sentía feliz y sabía que esa renovada alegría de vivir se debía a su esposa.
Durante el mes que siguió, su felicidad fue en aumento. Pasaban los fines de semana en un hotel en Marrakech, donde visitaban galerías de arte, cenaban en fabulosos restaurantes y tomaban alguna copa en los clubes y las terrazas de moda. Durante la semana tenían una rutina de trabajo, compartiendo el estudio por las mañanas… sólo con alguna discusión sin importancia.
El resto del tiempo lo pasaban buceando, paseando por la playa o explorando diminutos pueblos en las montañas, donde el tiempo parecía haberse detenido.
Cuando no tenían ganas de hacer nada, se relajaban en la piscina o comían en la playa. Se habían convertido en amantes, felices la una en la compañía dela otra, cómodas en el silencio.
Cuando volvieron a new york, su reconciliación había durado seis semanas y brittany ya tenía la secreta esperanza de haber concebido de nuevo.
hasta mañana
Capítulo 4
A las siete de la tarde, brittany llegó con su equipaje a la casa que Santana había comprado. Era un edificio grande, imponente, amueblado de manera tradicional, nada que ver con su antiguo apartamento. De hecho, parecía una casa familiar más que la vivienda de una mujer soltera. Pero el estudio resucitó infortunados recuerdos del pasado, cuando ella no volvía a casa hasta altas horas de la madrugada o se quedaba trabajando hasta las tantas en su ordenador...
brittany dejó sus cosas en el dormitorio de invitados. Iban a darse otra oportunidad, pero eso no significaba que tuvieran que acostarse juntas de inmediato.
De hecho, poner cierta distancia entre las dos mientras se acostumbraba a la idea de volver a ser su mujer le parecía lo mejor.
En cualquier caso, se vistió con sumo cuidado para su primera cena en Bryant Park Grill en New York, eligiendo un vestido de flores que acariciaba sus muslos y se ajustaba a sus pechos.
Cuando oyó que se abría la puerta de entrada se levantó, el corazón palpitando locamente, y esperó en la puerta del salón, adonde la había acompañado el ama de llaves.
Con un vestido con chaqueta oscuro, el cabello despeinado por el viento y levemente maquillada, Santana la miraba fijamente.
En su opinión, la única palabra que podía definirlo era «hermosa». Tenía la belleza de una Leona.
–¿Tienes hambre? –le preguntó santana, a modo de saludo.
Y a ella le dio un vuelco el corazón, el deseo sexual atravesándola como una espada.
–No, la verdad es que no.
–Podemos comer algo, charlar…
–Me he instalado en la habitación de invitados –dijo, para dejar eso claro antes de nada.
–Muy bien. Espero que no te quedes allí para siempre, pero soy una mujer paciente.
–Antes no lo eras.
Santana clavó en ella sus ojos dorados.
–Quiero que sigamos casados y haré lo que tenga que hacer para conseguirlo, ma bella.
Que fuese tan directa la sorprendió, recordándole que se escondía detrás de la mentira de que quería volver con ella por decisión propia.
–No será fácil.
–Un masoquista dijo una vez que nada que mereciese la pena era fácil de conseguir –bromeó Santana para romper la tensión.
El elegante vestido era mucho para una chica que una vez había pensado que una gota de perfume era el colmo de la formalidad, de modo que brittany había hecho un esfuerzo, pensó Santana. Y podía ver lo nerviosa que estaba. Aún no había entendido, pensó con cierta ternura, que el único vestido que admiraba era el que podía quitarle en un segundo. Pero tendría que hacer un esfuerzo para disimular. brittany se quedó dormida esa noche en cuanto puso la cabeza sobre la almohada, el estrés y el agotamiento dejándola rendida. Había vuelto con Santana y, aunque no dormían juntas, que ella lo hubiera aceptado sin protestar o sin pedirle explicaciones le hacía saber que de verdad estaba dispuesta a intentarlo de nuevo.
Tal vez tendrían otro hijo, se encontró pensando. Pero enseguida se vio sobrecogida por un abrumador sentimiento de culpa y decidió que era demasiado pronto para pensar en ello. No había manera de reemplazar al niño que había perdido. Incluso pensar que podría algún día formar una familia era un paso demasiado grande para ella. Una mano rozó su hombro suavemente y brittany abrió los ojos, sorprendida. Santana estaba al pie de la cama.
–Hola… ¿qué hora es?
–Temprano, no te preocupes –dijo santana–. Es el día de nuestra reconciliación – le recordó luego–. Y nos vamos de vacaciones.
–¿De vacaciones? –repitió brittany–. ¿Por qué?
–A veces tengo buenas ideas –respondió Santana–. Necesitamos tiempo para acostumbrarnos el uno al otro de nuevo y no creo que fuese fácil teniendo alrededor amigos y familiares. Así que nos vamos a mediodía.
–¿Adónde?
Santana la miró con una sonrisa enigmática.
–Es una sorpresa. Pero todo está organizado, así que no tienes que hacer nada. Ni siquiera la maleta.
–Pero… ¿cómo que no tengo que hacer la maleta? –exclamó brittany.
–Le he pedido a una amiga que envíe una selección de ropa de verano a la villa en la que nos alojaremos. No quiero que tengas que preocuparte por nada… y no quiero que te enfades, es un regalo –se apresuró a decir Santana.
–¿Cuánto tiempo estaremos fuera? Yo tengo un negocio que llevar. Tengo clientes esperando…
santana le puso un dedo sobre los labios.
–Sólo por una vez, piensa en nuestro matrimonio antes de nada. Eso es lo que yo voy a hacer. Los clientes van y vienen, los matrimonios son mucho más frágiles –le dijo–. Tenemos una oportunidad y vamos a aprovecharla nena.
Britttany se quedó asombrada. ¿Estaba dispuesto a hacer ese esfuerzo cuando nunca antes lo había hecho?
Pero Santana Lopez era una adicta al trabajo y si ella estaba dispuesto a olvidarse de la naviera Lopez, ella podía hacer lo mismo, se dijo.
Sonriendo por primera vez en muchos días, brittany se levantó de la cama y llamó a Belle, su ayudante, para decirle que se iba de vacaciones. Entre las dos, revisaron su agenda para informar a los clientes de que debían esperar unos días o decirles que hablaría con ellos por videoconferencia.
Con un sencillo vestido de lino verde y una bolsa de viaje, brittany se dirigió al aeropuerto con el corazón sorprendentemente alegre. Experimentaba una emoción que no había sentido en mucho tiempo y que la hizo ruborizarse como una adolescente cuando subió al jet privado de Santana y se encontró con la mirada de su esposa. Tenía los ojos más bonitos que había visto nunca, se vio obligada a admitir. Y ese pensamiento le exasperó. Desde que rompió con ella había intentando controlar sus emociones porque el dolor le había enseñado a protegerse a sí misma... pero, desgraciadamente, cuando estaba con Santana se olvidaba de todo eso.
Susan había dicho que era el amor de su vida, una afirmación que ella rechazaba.
No, ya no amaba a Santana, se recordó con una pizca de orgullo. Había superado su corazón roto después de la ruptura de su matrimonio. La cruda realidad había destrozado sus ilusiones cuando Santana no pareció compartir su dolor y siguió adelante, aparentemente inmune a la depresión, a la pena, a la desolación que la muerte de su hijo había provocado en ella.
Aunque empezaba a sospechar que esa interpretación no era justa del todo, Brittany había aprendido a vivir sin ella y sin el aura sensual que la acompañaba a todas partes. Su padre la había chantajeado para que le diese otra oportunidad a ese matrimonio y no tenía intención de creer que pudiese llegar a buen puerto. Sólo era una reconciliación temporal, durante un año. ¿Podría vivir con Santana durante todo un año y no poner en peligro su corazón?, se
preguntó.
Santana había vivido con ella durante su matrimonio sin demostrarle que era realmente importante para ella. Había mantenido los pies en el suelo y esa vez ella haría lo mismo, se prometió.
–¿Dónde estamos? –le preguntó unas horas después, mientras bajaban del avión en un soleado aeropuerto.
–En Marruecos –respondió Santana, recogiendo los pasaportes y poniendo una mano en su cintura para llevarla a la limusina que los esperaba a pie de pista–. Un amigo me ha ofrecido su casa en la costa.
Brittany, que ya había sacado esa conclusión por el calor, el paisaje y porque todo el mundo hablaba en árabe o francés, se relajó.
Viajaron hacia la costa siguiendo una ruta montañosa, con un fabuloso paisaje de valles cubiertos de olivos y árboles frutales. Los almendros estaban florecidos, sus capullos como nubecitas blancas.
Empezaba a atardecer cuando la limusina se detuvo frente a una enorme casa pintada de blanco, rodeada de lujosos jardines.
Al bajar del coche, brittany escuchó el sonido de las olas golpeando la playa y respiró la brisa del mar.
–¿Has estado aquí alguna vez? –le preguntó.
–Cuando era estudiante –respondió Santana.
–¿Ah, sí?
–Fui al colegio con Alexei Drakos. Esta casa es suya –dijo Santana, tomando su mano para llevarla hacia el jardín. brittany se quedó impresionada por esa referencia a uno de los hombres más ricos del mundo, pero no dijo nada.
Santana se detuvo al borde de una piscina desbordante, frente a una cala de arena dorada. –Es un sitio fabuloso. En un mundo perfecto, te habría traído aquí de luna de miel. Brittany recordó las primeras semanas de su matrimonio, cuando Santana había tenido que concentrarse en salvar la naviera familiar más que en su nueva esposa.
Pero sería mejor olvidar tan amargos recuerdos.
En la entrada de la casa fueron recibidos por Abu, un empleado que llevaba una larga chilaba blanca y que se mostró encantado de tener invitados.
Decorada a la manera árabe tradicional, con colores fuertes, azulejos pintados a mano y opulentas telas, la casa contaba además con todo tipo de lujos y las más modernas tecnologías. Y el dormitorio principal tenía un cuarto de baño de mármol dorado que parecía sacado de Las mil y una noches.
–Tú puedes usar esta habitación –dijo Santana–. Yo usaré una de las habitaciones de invitados.
Después de una cena fabulosa, brittany disfrutó de una relajante ducha y luego, envuelta en un vestido de algodón, se sentó en la terraza desde la que podía ver el mar, las montañas, el puerto y hasta los minaretes de las mezquitas de un pueblo cercano. Sonriendo, le envió un mensaje de texto a su ayudante para decirle dónde estaba y luego, por fin, se tumbó en la enorme cama y cerró los ojos, sintiéndose más relajada que en muchos meses. ¿Por qué?, se preguntó. ¿Tal vez saber que Santana estaba cerca hacía que se sintiera segura? Cuando despertó, un par de empleadas estaban colgando su ropa en el armario y, sintiéndose estupendamente descansada, sonrió a las dos jóvenes en su oxidado francés y examinó la ropa que Santana le había prometido.
La selección era impresionante, pero eligió un sencillo biquini azul y un pareo antes de bajar a desayunar.
Abu la recibió al pie de la escalera y la informó de que habían llegado flores para ella.
Cuando le mostró el magnífico ramo de elegantes rosas blancas, brittany salió a la terraza, donde Santana estaba tomando el desayuno.
–Las flores son preciosas, muchas gracias.
santana la miró, con el ceño fruncido.
–¿Qué flores? Yo no te he enviado flores.
–Ah… –brittany volvió al interior de la casa para investigar y esa vez encontró una discreta tarjetita entre las flores.
–«Pensando en ti. Sam» –Santana leyó el mensaje por encima de su hombro, sin poder creerlo–. ¿Cómo se atreve?
Mortificada por haber pensado que Santana le había enviado las rosas, brittany tragó saliva.
–Le diré a Abu que las tire –anunció ella.
–No, de eso nada. Son preciosas –protestó brittany–. Además, ¿por qué no va enviarme flores Sam?
–Porque es inapropiado –respondió ella, mirándola con expresión airada–. Eres mi mujer.
Brittany se encogió de hombros. No tenía intención de involucrarse en una absurda discusión por un ramo de flores.
En la terraza, tomaron yogur, fruta fresca y cruasanes rellenos de chocolate. Cuando terminaron de desayunar, Santana por fin había recuperado el buen humor y salieron de la casa para pasear por la playa. brittany se quitó el pareo y empezó a jugar en la orilla como una niña…
–Nunca pudimos relajarnos así cuando estábamos casadas. Entonces yo trabajaba demasiado –dijo Santana, con expresión apenada–. Sólo llevábamos juntas unas semanas cuando te quedaste embarazada, de modo que no nos conocíamos bien…
–Sí, es verdad –reconoció brittany–. Entonces no lo veía así, pero es cierto.
–Tuvimos que portarnos como adultos y yo no estaba preparado para esa responsabilidad –siguió diciendo santana, mirando el mar.
–No tuviste tiempo para acostumbrarte a la idea de ser madre.
Santana giró la cabeza para mirarla.
–En lo que se refiere al niño, era algo más que eso.
–¿Algo más?
Santana hizo una mueca.
–Yo no tuve una infancia feliz. Nadie me trató mal, pero sencillamente no fui una niña deseada o querida. No sé qué hice para que fuera así, pero mi madre parecía sentir repulsión cada vez que la abrazaba y mi padre no tenía tiempo para mí… Sin embargo, Emily recibía todo su cariño –le contó, encogiéndose de hombros después de tan sorprendente revelación, como si estuviera por debajo de ella reconocer cuánto le dolía.
Brittany tuvo que hacer un esfuerzo para disimular su compasión porque sabía que a Santana le resultaba muy difícil hablar de cosas tan personales.
–No lo sabía –murmuró.
–Entonces decidí que nunca tendría hijos –siguió diciendo ella–. No quería hacerle a un niño el daño que me habían hecho a mí y temía ser tan fría como mis padres.
Brittany se quedó helada porque jamás se le había ocurrido que tuviera dudas sobre su capacidad para ser una buena madre. Había atribuido sus reticencias a algo más superficial y egoísta.
–Yo creo que, si tuvieras oportunidad, serías un buen padre. Tú no eres como ellos –le dijo–. Soy la primera en admitir que apenas los conozco, pero por lo que he visto, me parecen unas personas frías y sin sentimientos.
Santana tuvo que sonreír.
–Eres muy amable –murmuró, burlón, antes de besarla con un fervor que hizo que se le
doblasen las rodillas. brittany puso las manos sobre sus hombros para no perder el equilibrio y lo miró, con el corazón en la garganta. Era una reconciliación falsa, se recordó. No quería volver con Santana y no quería amarla. Pero santana no lo sabía y eso la hizo sentir culpable, porque ella no era una persona deshonesta.
Sin embargo, cuando volvió a besarla, su mundo se puso patas arriba. Sentía un calor insoportable en la pelvis, sus pezones endureciéndose bajo el biquini. Estaba preguntándose si tenía que amarla para acostarse con santana, pero ella la sacó de ese conflicto sugiriendo que se bañasen un rato. No parecía querer seguir con lo que habían dejado a medias y brittany no se atrevió a protestar.
Dos días después, llegó el segundo ramo de rosas.
Te echo de menos. Sam, decía la tarjeta.
–¡Esto es ridículo! –exclamó Santana, rompiéndola en pedazos–. ¿Qué pretende ese hombre?
–Nuestra reconciliación tomó a Sam por sorpresa –intentó explicar brittany–. Y está siendo deliberadamente provocador… lo cual es muy raro en él. Pero debe de ser culpa mía que se sienta abandonado.
–¿Qué significa Evans para ti? –le espetó Santana.
–Somos amigos y le tengo mucho cariño, pero no quiero hablar de él. Ahora que estoy contigo otra vez, todo ha cambiado.
Aunque molesta por su reticencia, Santana decidió dejar el tema. Pasaron la tarde buceando y el día terminó con una cena en un restaurante del puerto.
Cuando volvieron a la villa, Abu les sirvió un té de menta con pastelitos que se derretían en la boca. Santana le entregó entonces una cajita de piel.
–Lo compré en Londres y me gustaría que te lo pusieras.
Dentro de la caja había un anillo y brittany lo miró, sorprendida.
–¿Es demasiado pronto? –abruptamente, Santana se levantó para dirigirse a la barandilla de la terraza, mirándola con impaciencia–. Estoy intentando respetar las reglas que tú has impuesto, pero no es fácil para mí. No quiero ser tu nueva amiga, cariño.
Desconcertada y confusa por el deseo de echarse en sus brazos, brittany miró el anillo de nuevo. Le parecía algo tan tradicional para una mujer que rara vez era predecible…
–Quiero ser tu amante, tu mujer, la madre de tu segundo hijo –siguió Santana, con voz ronca.
Esa declaración envió un escalofrío de anhelo por su espina dorsal. Como amante era fabuloso y resistirse a su poderoso carisma era cada día más difícil porque ya no era la joven inocente que había sido cuando la conocia.
Pero debía hacerlo. Aún era demasiado pronto.
Esa noche, sola en la enorme cama, brittany se cuestionó si estaba fingiendo con Santana.
Desde luego, no estaba fingiendo que se sentía feliz. Santana era muy buena compañía y le había contado cosas de su infancia, algo que no había hecho cuando estaban casadas. Esa demostración de confianza y su evidente intención de hacer las cosas de otra manera significaban mucho para ella porque Santana era una mujer muy independiente, nada sentimental y nada dado a examinar sus actos.
De nuevo, Santana era en lo primero que pensaba por la mañana al despertar y en lo último que pensaba cuando se iba a dormir. Pero, aunque santana no lo sabía, dormir sola había sido una manera de declarar su independencia. Algo le decía que no sería sensato usar el sexo como recompensa cuando era algo que Santana podía tener cuando quisiera. Ignorar eso sería una estupidez por su parte.
«La madre de tu segundo hijo».
Que hubiera dicho eso le emocionaba hasta tal punto que sus ojos se llenaron de lágrimas. No podía negar que le gustaría tener otro hijo. Había un espacio vacío dentro de ella que sólo podía ser llenado por un niño, tuvo que reconocer. Tal vez ésa era la curación que necesitaba…
Antes de que pudiese cambiar de opinión, brittany saltó de la cama y cruzó el pasillo hasta la habitación que ocupaba Santana.
Ella estaba tumbada en la cama con un pantaloncillo oscuro y brasier, viendo un canal de noticias económicas. Al oírla entrar giró la cabeza, sorprendida. Pero Santana era, como siempre, una mujer astuta y, flexionando sus músculos, se sentó en la cama y alargó una mano en muda invitación. Con el corazón latiendo a mil por hora, brittany aceptó esa mano.
–No hay marcha atrás.
Era tan típico de Santana mostrarse agresiva y aprovechar un momento de debilidad poniendo condiciones, que brittany casi estuvo a punto de soltar una carcajada.
–Muy bien –asintió.
–Y mañana te pondrás mi anillo y no volverás a quitártelo.
brittany miró sus ojos chocolates, el corazón palpitando dentro de su pecho. No podía creer que tuviese tanta cara… estaba ofreciéndole sexo sólo si se comprometía a un matrimonio a largo plazo.
Si algo demostraba cuánto había cambiado y madurado Santana, era esa proposición. Pero había vuelto a vivir con ella a cambio de que su padre pagase la deuda de Susan y no había pensado bien lo que estaba haciendo.
Era el momento de tomar una decisión y brittany se dio cuenta en ese instante de que no había la menor duda. Sólo había una mujer en el mundo para ella, sólo una persona le hacía sentir lo que Santana le hacía sentir y no podía decirle adiós, le costase lo que le costase esa decisión. Seguía amándola a pesar de todo. Seguía amándola más de lo que había creído que podría amar a una persona. Santana se inclinó hacia delante para buscar sus labios y ese contacto despertó el fuego que ardía dentro de ella. brittany le devolvió el beso apasionadamente mientras santana le abría las piernas para acariciar le los húmedos pliegues entre los muslos.
Estaba tan húmeda, tan excitada, que cuando él rozó el capullo escondido entre sus rizos tuvo que morderse los labios para no gritar.
Santana le introdujo un dedo en su interior y brittany se dejó llevar por las sensaciones, agarrándose a sus hombros, su útero contrayéndose de excitación. Las olas de placer llegaban cada vez más rápidamente mientras ella movía las caderas adelante y atrás… y la sacudió el orgasmo con una explosiva intensidad que parecía no terminar nunca. Que no había terminado cuando Santana se quitó los pantaloncillos para entrar en ella con masculina energía.
birttany se sentía tan increíblemente excitada que gritó:
–¡No pares!
–No lo haré –sujetándola de las caderas, Santana se enterró en ella hasta el fondo. brittany disfrutaba de cada embestida, pero de repente no podía respirar y, dejando escapar un desinhibido grito de satisfacción, sintió que el mundo se rompía en pedazos a su alrededor.
–No he usado preservativo –murmuró Santana después, intentando llevar aire a sus pulmones. Ella sonrió, besando su hombro cubierto de sudor. –No importa.
Al día siguiente, brittany tuvo un par de videoconferencias con dos de sus mejores clientes y luego salió del estudio para que pudiera usarlo Santana. Por primera vez en muchos meses se sentía feliz y sabía que esa renovada alegría de vivir se debía a su esposa.
Durante el mes que siguió, su felicidad fue en aumento. Pasaban los fines de semana en un hotel en Marrakech, donde visitaban galerías de arte, cenaban en fabulosos restaurantes y tomaban alguna copa en los clubes y las terrazas de moda. Durante la semana tenían una rutina de trabajo, compartiendo el estudio por las mañanas… sólo con alguna discusión sin importancia.
El resto del tiempo lo pasaban buceando, paseando por la playa o explorando diminutos pueblos en las montañas, donde el tiempo parecía haberse detenido.
Cuando no tenían ganas de hacer nada, se relajaban en la piscina o comían en la playa. Se habían convertido en amantes, felices la una en la compañía dela otra, cómodas en el silencio.
Cuando volvieron a new york, su reconciliación había durado seis semanas y brittany ya tenía la secreta esperanza de haber concebido de nuevo.
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Wow espero y esta vez no lo arruinen y ojala y britt quede embarazada otra vez actualiza pronto
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Wow! Sería bueno que britt si estuviese embarazada pero sin riesgo de volver a perderlo! Las cosas entre las brittana están muy bien! Espero así sigan buen tiempo.
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
por piedad, una separacion es mas que suficiente y en cuanto a sam, podria hacerse un jardin en su trasero de hiedra venenosa tal vez? hasta prontoooooo!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Ojala sam no arruine nada
Saludos
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Ojala y Santana no se entere del por que Britt volvio con ella en realidad, espero que quede embarazada y que Sam no ponga de su parte para arruidar las cosas entre ellas.
Saludos.
Saludos.
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap 5
DRAMAAAAAA!!!
....................................................
Capítulo 5
De vuelta en New York, justo antes de que Santana entrara en el ascensor para ir a comer con Brittany, su ayudante la llamó para que volviese a la oficina urgentemente. Se había acostumbrado a tener a brittany a su lado continuamente mientras estaban en Marruecos y había pensado darle una sorpresa, pero sabiendo que su ayudante sólo lo llamaría si se trataba de algo urgente, volvió a la oficina de inmediato. Desconcertada, se encontró hablando con un abogado francés al que no conocía, Edouard Arpin. Y lo que Edouard Arpin tenía que decirle fue una sorpresa muy desagradable: Kitty Wilde había muerto en un hospital de París a consecuencia de una neumonía y su entierro había tenido lugar el día anterior.
Santana se quedó atónita por la noticia sobre la joven de la que había estado enamorada cuando era joven, pero lo que más le sorprendió fue que kitty la hubiese convertido en su heredera. Y, aparentemente, su presencia era necesaria en París de inmediato. Sacudió la cabeza, apesadumbrada. Tenía al menos una docena de preguntas que hacerle al abogado, pero el hombre ya había cortado la comunicación. ¿Por qué lo habría nombrado Kitty su heredera? Y en el peor momento, además. brittany y ella habían retomado su matrimonio y lo último que necesitaba era la sombra de una antigua amante. Y Kitty precisamente, de quien Brittany tenía razones para sospechar.
¿Kitty, exótica y alegre como un pájaro, había muerto? Le parecía imposible.
Cuando recordó su último encuentro con ella tuvo que hacer una mueca. No, no había sido su mejor momento. Había pasado más de un año desde la última vez que la vio y ni siquiera sabía que se había ido a vivir a París.
No tenía parientes, pensó entonces. Era huérfana, había sido criada por su padrino y se
había independizado a los dieciocho años, cuando recibió la extensa fortuna de sus padres.
¿Pero qué podía haberle dejado en su testamento?
Iría a París al día siguiente, solucionaría el asunto y volvería a casa de inmediato sin decirle nada a Brittany.
Guardar secretos no iba con su honesta naturaleza, pero el deseo de hacer feliz a su mujer era más importante para ella en ese momento. No quería conflictos y nunca le habían gustado las sorpresas. Por eso seguía sin entender por qué brittany había vuelto con ella después de haberle dicho que no quería verla nunca más. Ella no era una mujer caprichosa, al contrario.
Y de repente Kitty, que nunca antes la había sorprendida, la nombraba su heredera. Tal vez la joven rubia le había dejado algún regalo cargado de ironía como recordatorio de su problemática relación… y de su incapacidad para perdonar. Santana nunca había podido perdonar que lo engañase con un hombre cuando tenía veinte años. Como un elefante que no olvida nunca, había seguido enfadada con ella.
¿Había tenido que morir para que se diera cuenta de lo absurdo de su comportamiento?
A la mañana siguiente, Santana no esperaba que brittany despertase antes de salir de casa para tomar su vuelo a París. Estaba haciéndose un café en la cocina cuando ella apareció en la
puerta, envuelta en un albornoz rosa, los ojos azules cargados de sueño y sus finos labios
como una tentación...
–Sigues despertando al amanecer.
–Porque tengo que tomar un avión a primera hora si quiero volver a casa esta noche.
–¿Adónde vas? –A París. brittany se dio cuenta de que parecía tensa. – ¿Ocurre algo?- Santana se encogió de hombros. –No, no. ¿Por qué iba a ocurrir nada? –¿Has discutido con tu padre? –insistió ella, sospechando que podía ser eso. Santana era demasiado leal como para quejarse de sus problemas con Gonzalo Lopez.
–Mi padre está prácticamente retirado. Aunque nunca me ha perdonado por ganar el voto de confianza del consejo de administración.
–Pero necesitabas el apoyo del consejo para llevar a cabo los cambios. Se le pasará –auguró brittany.
–Mis padres no tienen por costumbre olvidar una ofensa –dijo Santana.
Y era cierto, tuvo que recocer Brittany. Incluso cuando estaba embarazada de su nieto, Gonzalo y Gloria Lopez no habían hecho el menor esfuerzo por recibirla con los brazos abiertos, al contrario. Y hacían lo mismo con Santana. Era su hija, la única que les quedaba, pero parecía condenado a estar eternamente a la sombra de su difunta hermana Emily, que había muerto en un accidente de tráfico un par de años antes.
Su actitud enfurecía a brittany, que sabía que había sido Santana quien salvó la naviera Lopez mientras que emily había estado a punto de destruirla. Aprovechando que su esposa estaría todo el día fuera, brittany decidió pasar un día más o menos relajado haciendo bocetos para una clienta.
Santana tuvo que esperar en el recibidor de Edouard Arpin y la espera aumentó su nerviosismo. Cuando por fin una secretaria lo llevó al despacho del abogado, el hombre le entregó una carta manuscrita que le aseguró respondería a todas sus preguntas.
Era una carta de Kitty… y aparentemente una carta muy larga.
–Esto es absurdo –murmuró mirando los folios. ¿Por qué le había escrito kitty una carta? ¿Quién escribía cartas hoy en día?
–Creo que todo quedará claro una vez que haya leído la explicación de mi clienta –dijo el abogado, antes de salir del despacho.
Conteniendo un gruñido de irritación y estirando las piernas para relajarse, Santana se dispuso a leer el documento. Desafortunadamente, cuando leyó la inesperada palabra «hija» frunció el ceño, sorprendida, y tuvo que volver a leer la frase entera con mayor concentración. Mientras leía, tuvo un horrible presentimiento…
Una vez el presentimiento confirmado, se levantó de un salto y tiró los papeles al suelo en un gesto de horror. No, no podía ser cierto, pensó, incrédula, incapaz de seguir leyendo. Ella no podía haber dejado embarazada a Kitty después de una sola noche, cuando su matrimonio con brittany se rompió…
¿O sí? Tenía que admitir que era posible.
Pero Dios no podía castigarlo de ese modo. ¿No había perdido ya a un hijo?
¿No era ése castigo suficiente?
Se negaba a creer que aquella noche loca con la mujer equivocada hubiera dado como resultado un hijo, algo que brittany nunca aceptaría ni perdonaría. Había cometido un error, e hizo lo que pudo para explicárselo a kitty. Pero desde entonces, esa noche había pesado sobre su conciencia. Y acababa de descubrir que Kitty se había quedado embarazada y había tenido una niña… ¿Pero dónde estaba esa niña? ¿La habría dado en adopción? Intentando llevar aire a sus pulmones, y con la frente cubierta de sudor, Santana se vio obligada a recuperar la carta del suelo y leerla de nuevo con más cuidado para responder a esa pregunta.
Aparentemente, kitty había llamado a su hija Lili y no la había dado en adopción. Era difícil imaginar a una chica tan alegre y despreocupada como ella asumiendo la responsabilidad de ser madre soltera… de hecho, no podía imaginarlo en absoluto. Y, sin embargo, eso era lo que había hecho.
Dejando claro que había intuido cuál sería su reacción ante la noticia, kitty lo informaba en la carta de que había llevado un mechón de pelo de Lili a un conocido laboratorio especializado en muestras de ADN para que Santana hiciese allí las pruebas de sangre.
Había algo tan aterrador, tan determinante en esa información… Santana dobló los folios y los guardó en el bolsillo de la chaqueta, incapaz de soportar más revelaciones. ¿Podría ser cierto que se había convertido en madre sin saberlo? ¿Que había tenido una hija con kitty? Consternado, se acercó a la ventana y fue en ese momento cuando Edouard Arpin entró en el despacho. El abogado habló clara y concisamente y Santana por fin entendió por qué su presencia había sido urgentemente requerida en París. Una niña de cuatro meses acababa de perder a su madre y ella era su tutora legal. Que quisiera o no hacerse la prueba de maternidad era asunto suyo y no tenía nada que ver con la realidad: kitty la había convertido en la tutora de su hija. Cuando interrogó a Edouard sobre las circunstancias de la muerte de kitty se quedó sorprendido al saber que su desenfrenado estilo de vida había debilitado su sistema inmunitario hasta tal punto que una simple neumonía había provocado su fallecimiento. Además, la niñera de Lili había presentado la renuncia y había que tomar una decisión a toda prisa. No podía dejar de preguntarse qué esperaría brittany de ella. Sabía que su reticencia a ser madre había contribuido a que no creyese en ella como espoda. Después de todo, brittany había tenido una pésima experiencia con Michael Pierce y esperaba mucho de un hombre. Sólo deseaba que esa triste verdad se le hubiera ocurrido cuando estaban casadas. Santana salió del despacho de Edouard Arpin y se dirigió al laboratorio de ADN, decidido a quitarse de en medio esa formalidad. Y el proceso de tomar una muestra de saliva duró apenas unos segundos.
En el apartamento de kitty, Santana fue recibido por la niñera, Suzette, una rubia con cara de mal humor, y antes de llegar al pasillo oyó el lastimoso llanto de un bebé. La niña, según Suzette, era imposible. Se negaba a dormir, se negaba a comer… ¿cuándo llegaría la nueva niñera? La niña no dejaba de llorar y, con el ceño fruncido, Santana tuvo que admitir que aún no había contratado a nadie, pero lo haría lo antes posible. Se ofreció a aumentarle el salario a Suzette si se quedaba unos días y, sonriendo, la rubia asintió mientras lo llevaba a la habitación de Lili.
Tan estruendoso era el ruido que no le habría sorprendido ver un montón de bebés llorando al mismo tiempo, pero en la cuna sólo había una niña diminuta. Tenía la cara roja de tanto llorar y llevaba puesto un pijama que parecía demasiado grande para ella. Santana no experimentó una inmediata emoción al ver a su hija pero, por un momento, recordó al niño que ni siquiera había podido respirar. Recordó esos terribles minutos en los que los médicos se afanaron en vano para salvar una vida que ya estaba perdida… recordaba el silencio cuando cualquier sonido habría sido bienvenido; un silencio roto finalmente por el llanto de brittany.
Recordaba haber intentado consolarla y no llorar mientras le apretaba la mano, preguntándose si sus reticencias ante la idea de ser madre podían haber causado la tragedia.
–¿Lili llora así todo el tiempo? –le preguntó a la niñera.
– Toujours… siempre –contestó la mujer–. Apenas puedo dormir. Intentando ser práctica, Santana decidió llevarse a la niña a new york. Los muebles del apartamento de París serían llevados a un guardamuebles hasta que decidiera qué iba a hacer con ellos.
Y luego hizo lo que le salía de manera natural: tomar decisiones. Llamó a Edouard Arpin y se puso en contacto con una agencia de empleo en new york, donde le prometieron enviar a las mejores niñeras a la suite del hotel que había reservado para que pudiese entrevistarlas. Tenía que llevarse a Lili a USA, pero no podía llevarla a casa con brittany.
–Iré a new york con ella y se la entregaré a la nueva niñera –asintió Suzette. Para entonces, la niña se había quedado dormida.
Santana miró a su hija. No veía ningún parecido con ella y no sentía absolutamente nada.
¿Era aquella niña su hija de verdad? ¿Sangre de su sangre? De ser así, ¿no debería sentir algo?
Pero tenía algo más que hacer en París, de modo que compró flores para la tumba de kitty, las orquídeas de color violeta que tanto le gustaban. Por primera vez, deseó tener la fe de brittany, pero no encontraba consuelo en las oraciones. Lo que había pasado, había pasado, y nada de lo que dijera o sintiera podía cambiar eso.
Cuando Santana llamó por teléfono para decir que volvería al día siguiente, brittany no se sorprendió. Parecía preocupada y pensó que tendría algún problema en la empresa. Pero media hora más tarde recibió otra llamada que sí le sorprendió. Era su hermanastra, Sugar Pierce, rompiendo un silencio de casi dos años. Sugar ni siquiera había ido a su boda con Santana, manteniendo así las distancias con la hija ilegítima de su padre.
La hija pequeña de Michael, nacida de su otra relacion, nunca había querido aceptar la existencia de brittany, que había crecido sin las ventajas materiales de las que ella sí había disfrutado.
–Qué sorpresa –dijo brittany.
–Siento no haberte llamado antes… ya sabes que estoy muy liada.
–Sí, claro –asintió ella, intentando disimular una nota de sarcasmo.
–¿Podemos comer juntas mañana? Estoy deseando verte.
contenta por el entusiasmo de Sugar, pero sorprendida por su impaciencia después de tan largo silencio, brittany aceptó quedar con ella.
Su hermanastra, como era de esperar, llegó tarde al restaurante en el que habían quedado. La gente volvía la cabeza a su paso porque, con su largo y sedoso pelo negro enmarcando su rostro ovalado y sus brillantes ojos oscuros, sugar resultaba una chica muy guapa.
–Me alegro de que hayas vuelto con Santana –le dijo mientras tomaban una copa de vino–. Y te entiendo, la verdad es que es guapisima.
Brittany sonrió. Le sorprendía que se mostrase tan contenta por su reconciliación con Santana, pero se alegraba de que fuera así.
–Sí, lo es. Es ella es la mujer más sexy que he conocido nunca.
Sugar carraspeó.
–La verdad es que yo he oído algo… pero debes prometer que no le dirás a papá que te lo he contado.
Brittany frunció el ceño.
–No diré nada, te lo prometo.
–Por cierto, nunca te pedí disculpas por lo que hice… echar esa pastilla en tu cóctel fue una barbaridad –reconoció sugar–. Entonces no tuve coraje para pedirte perdón. –Fue hace mucho tiempo, no te preocupes. Imagino que te estás haciendo adulta –intentó bromear brittany.
–Sí, bueno… –Sugar se apartó el pelo de la cara–. La verdad es que ahora no sé si debo contarte la historia de la que me he enterado recientemente…
–No sé de qué estás hablando. ¿Por qué no empiezas por el principio?
–Érase una vez… –empezó bromeando su hermanastra. Pero enseguida sus ojos se oscurecieron– una chica muy guapa llamada Kitty Wilde.
brittany palideció al escuchar ese nombre por primera vez en tanto tiempo.
–La conozco.
–Entonces sabes que Kitty y Santana…
–Salían juntos hace años, sí –la interrumpió brittany, preguntándose por qué quería hablar de kitty.
–Un pajarito me ha dicho que se vieron después de vuestra ruptura –dejó caer Sugar–. Pensé que deberías saberlo, pero no quería darte un disgusto, de verdad. Hay gente hablando por ahí.
brittany hizo una mueca.
–Sé que kitty haría lo que fuera para recuperar a Santana, de modo que no me sorprende que haya rumores sobre ellos.
–Es algo más serio que un rumor. Dicen que hay un hijo –le contó sugar, en voz baja.
–¿Un hijo? –repitió brittany–. ¿Un hijo de Santana y kitty? Pero eso es absurdo, Santana no tiene ningún hijo con esa mujer.
–Si tú lo dices…
brittany miró a su hermanastra con un brillo de ira en los ojos. –Pues claro que estoy segura. ¿Dónde has oído ese ridículo rumor?
–Escuché a papá hablando con mi madre… y antes de que preguntes, él no sabía si era verdad y me prohibió que te dijese nada –le confió sugar–. De hecho, se enfadó cuando supo que había escuchado la conversación.
A brittany se le encogió el corazón al escuchar el nombre de Michael porque sabía que era una fuente de información confidencial en la sociedad europea. Naturalmente, ella no podía saber lo que Santana había hecho durante su separación, pero estaba convencida de que no había tenido un hijo con kitty. Y considerando sus sentimientos por esa chica, tampoco podía creer que hubiesen tenido un romance.
De hecho, sugar sólo estaba repitiendo un rumor malintencionado, y ella se consideraba demasiado sensata como para hacerle caso. Alguien conocía la obsesión de Kitty por Santana y, sencillamente, quería hacerles daño. La gente podía ser muy maliciosa.
–Pensé que si estuvieran hablando de mí, yo querría saberlo –dijo sugar–. Lo siento, tal vez no debería habértelo contado.
Brittany le aseguró a su hermanastra que era una tontería sin sentido y que no merecía la pena enfadarse. Y, decidida a demostrar que no le afectaba en absoluto, tomó la carta para pedir el almuerzo… aunque apenas lo probó, rezando para que sugar no se diera cuenta. Evidentemente, la referencia a un hijo se había inventado para añadir drama a los escándalos amorosos que una vez habían perseguido a Santana en la prensa del corazón. Además, tal vez era posible que Santana y kitty se hubieran visto cuando ellos estaban separados y era posible que la atracción entre ellos hubiese dado lugar a una breve aventura…
Sosteniendo la copa frente a ella como un escudo, brittany tomó un sorbo de vino y pensó en Santana, a quien amaba con una pasión que a veces le asustaba. Santana, que a menudo hacía cosas inesperadas. Santana, con un temperamento tan inflamable como gasolina sobre un incendio…
......................................................................
solo quedan 5 capítulos...
espero que les guste :) ....
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Capítulo 5
De vuelta en New York, justo antes de que Santana entrara en el ascensor para ir a comer con Brittany, su ayudante la llamó para que volviese a la oficina urgentemente. Se había acostumbrado a tener a brittany a su lado continuamente mientras estaban en Marruecos y había pensado darle una sorpresa, pero sabiendo que su ayudante sólo lo llamaría si se trataba de algo urgente, volvió a la oficina de inmediato. Desconcertada, se encontró hablando con un abogado francés al que no conocía, Edouard Arpin. Y lo que Edouard Arpin tenía que decirle fue una sorpresa muy desagradable: Kitty Wilde había muerto en un hospital de París a consecuencia de una neumonía y su entierro había tenido lugar el día anterior.
Santana se quedó atónita por la noticia sobre la joven de la que había estado enamorada cuando era joven, pero lo que más le sorprendió fue que kitty la hubiese convertido en su heredera. Y, aparentemente, su presencia era necesaria en París de inmediato. Sacudió la cabeza, apesadumbrada. Tenía al menos una docena de preguntas que hacerle al abogado, pero el hombre ya había cortado la comunicación. ¿Por qué lo habría nombrado Kitty su heredera? Y en el peor momento, además. brittany y ella habían retomado su matrimonio y lo último que necesitaba era la sombra de una antigua amante. Y Kitty precisamente, de quien Brittany tenía razones para sospechar.
¿Kitty, exótica y alegre como un pájaro, había muerto? Le parecía imposible.
Cuando recordó su último encuentro con ella tuvo que hacer una mueca. No, no había sido su mejor momento. Había pasado más de un año desde la última vez que la vio y ni siquiera sabía que se había ido a vivir a París.
No tenía parientes, pensó entonces. Era huérfana, había sido criada por su padrino y se
había independizado a los dieciocho años, cuando recibió la extensa fortuna de sus padres.
¿Pero qué podía haberle dejado en su testamento?
Iría a París al día siguiente, solucionaría el asunto y volvería a casa de inmediato sin decirle nada a Brittany.
Guardar secretos no iba con su honesta naturaleza, pero el deseo de hacer feliz a su mujer era más importante para ella en ese momento. No quería conflictos y nunca le habían gustado las sorpresas. Por eso seguía sin entender por qué brittany había vuelto con ella después de haberle dicho que no quería verla nunca más. Ella no era una mujer caprichosa, al contrario.
Y de repente Kitty, que nunca antes la había sorprendida, la nombraba su heredera. Tal vez la joven rubia le había dejado algún regalo cargado de ironía como recordatorio de su problemática relación… y de su incapacidad para perdonar. Santana nunca había podido perdonar que lo engañase con un hombre cuando tenía veinte años. Como un elefante que no olvida nunca, había seguido enfadada con ella.
¿Había tenido que morir para que se diera cuenta de lo absurdo de su comportamiento?
A la mañana siguiente, Santana no esperaba que brittany despertase antes de salir de casa para tomar su vuelo a París. Estaba haciéndose un café en la cocina cuando ella apareció en la
puerta, envuelta en un albornoz rosa, los ojos azules cargados de sueño y sus finos labios
como una tentación...
–Sigues despertando al amanecer.
–Porque tengo que tomar un avión a primera hora si quiero volver a casa esta noche.
–¿Adónde vas? –A París. brittany se dio cuenta de que parecía tensa. – ¿Ocurre algo?- Santana se encogió de hombros. –No, no. ¿Por qué iba a ocurrir nada? –¿Has discutido con tu padre? –insistió ella, sospechando que podía ser eso. Santana era demasiado leal como para quejarse de sus problemas con Gonzalo Lopez.
–Mi padre está prácticamente retirado. Aunque nunca me ha perdonado por ganar el voto de confianza del consejo de administración.
–Pero necesitabas el apoyo del consejo para llevar a cabo los cambios. Se le pasará –auguró brittany.
–Mis padres no tienen por costumbre olvidar una ofensa –dijo Santana.
Y era cierto, tuvo que recocer Brittany. Incluso cuando estaba embarazada de su nieto, Gonzalo y Gloria Lopez no habían hecho el menor esfuerzo por recibirla con los brazos abiertos, al contrario. Y hacían lo mismo con Santana. Era su hija, la única que les quedaba, pero parecía condenado a estar eternamente a la sombra de su difunta hermana Emily, que había muerto en un accidente de tráfico un par de años antes.
Su actitud enfurecía a brittany, que sabía que había sido Santana quien salvó la naviera Lopez mientras que emily había estado a punto de destruirla. Aprovechando que su esposa estaría todo el día fuera, brittany decidió pasar un día más o menos relajado haciendo bocetos para una clienta.
Santana tuvo que esperar en el recibidor de Edouard Arpin y la espera aumentó su nerviosismo. Cuando por fin una secretaria lo llevó al despacho del abogado, el hombre le entregó una carta manuscrita que le aseguró respondería a todas sus preguntas.
Era una carta de Kitty… y aparentemente una carta muy larga.
–Esto es absurdo –murmuró mirando los folios. ¿Por qué le había escrito kitty una carta? ¿Quién escribía cartas hoy en día?
–Creo que todo quedará claro una vez que haya leído la explicación de mi clienta –dijo el abogado, antes de salir del despacho.
Conteniendo un gruñido de irritación y estirando las piernas para relajarse, Santana se dispuso a leer el documento. Desafortunadamente, cuando leyó la inesperada palabra «hija» frunció el ceño, sorprendida, y tuvo que volver a leer la frase entera con mayor concentración. Mientras leía, tuvo un horrible presentimiento…
Una vez el presentimiento confirmado, se levantó de un salto y tiró los papeles al suelo en un gesto de horror. No, no podía ser cierto, pensó, incrédula, incapaz de seguir leyendo. Ella no podía haber dejado embarazada a Kitty después de una sola noche, cuando su matrimonio con brittany se rompió…
¿O sí? Tenía que admitir que era posible.
Pero Dios no podía castigarlo de ese modo. ¿No había perdido ya a un hijo?
¿No era ése castigo suficiente?
Se negaba a creer que aquella noche loca con la mujer equivocada hubiera dado como resultado un hijo, algo que brittany nunca aceptaría ni perdonaría. Había cometido un error, e hizo lo que pudo para explicárselo a kitty. Pero desde entonces, esa noche había pesado sobre su conciencia. Y acababa de descubrir que Kitty se había quedado embarazada y había tenido una niña… ¿Pero dónde estaba esa niña? ¿La habría dado en adopción? Intentando llevar aire a sus pulmones, y con la frente cubierta de sudor, Santana se vio obligada a recuperar la carta del suelo y leerla de nuevo con más cuidado para responder a esa pregunta.
Aparentemente, kitty había llamado a su hija Lili y no la había dado en adopción. Era difícil imaginar a una chica tan alegre y despreocupada como ella asumiendo la responsabilidad de ser madre soltera… de hecho, no podía imaginarlo en absoluto. Y, sin embargo, eso era lo que había hecho.
Dejando claro que había intuido cuál sería su reacción ante la noticia, kitty lo informaba en la carta de que había llevado un mechón de pelo de Lili a un conocido laboratorio especializado en muestras de ADN para que Santana hiciese allí las pruebas de sangre.
Había algo tan aterrador, tan determinante en esa información… Santana dobló los folios y los guardó en el bolsillo de la chaqueta, incapaz de soportar más revelaciones. ¿Podría ser cierto que se había convertido en madre sin saberlo? ¿Que había tenido una hija con kitty? Consternado, se acercó a la ventana y fue en ese momento cuando Edouard Arpin entró en el despacho. El abogado habló clara y concisamente y Santana por fin entendió por qué su presencia había sido urgentemente requerida en París. Una niña de cuatro meses acababa de perder a su madre y ella era su tutora legal. Que quisiera o no hacerse la prueba de maternidad era asunto suyo y no tenía nada que ver con la realidad: kitty la había convertido en la tutora de su hija. Cuando interrogó a Edouard sobre las circunstancias de la muerte de kitty se quedó sorprendido al saber que su desenfrenado estilo de vida había debilitado su sistema inmunitario hasta tal punto que una simple neumonía había provocado su fallecimiento. Además, la niñera de Lili había presentado la renuncia y había que tomar una decisión a toda prisa. No podía dejar de preguntarse qué esperaría brittany de ella. Sabía que su reticencia a ser madre había contribuido a que no creyese en ella como espoda. Después de todo, brittany había tenido una pésima experiencia con Michael Pierce y esperaba mucho de un hombre. Sólo deseaba que esa triste verdad se le hubiera ocurrido cuando estaban casadas. Santana salió del despacho de Edouard Arpin y se dirigió al laboratorio de ADN, decidido a quitarse de en medio esa formalidad. Y el proceso de tomar una muestra de saliva duró apenas unos segundos.
En el apartamento de kitty, Santana fue recibido por la niñera, Suzette, una rubia con cara de mal humor, y antes de llegar al pasillo oyó el lastimoso llanto de un bebé. La niña, según Suzette, era imposible. Se negaba a dormir, se negaba a comer… ¿cuándo llegaría la nueva niñera? La niña no dejaba de llorar y, con el ceño fruncido, Santana tuvo que admitir que aún no había contratado a nadie, pero lo haría lo antes posible. Se ofreció a aumentarle el salario a Suzette si se quedaba unos días y, sonriendo, la rubia asintió mientras lo llevaba a la habitación de Lili.
Tan estruendoso era el ruido que no le habría sorprendido ver un montón de bebés llorando al mismo tiempo, pero en la cuna sólo había una niña diminuta. Tenía la cara roja de tanto llorar y llevaba puesto un pijama que parecía demasiado grande para ella. Santana no experimentó una inmediata emoción al ver a su hija pero, por un momento, recordó al niño que ni siquiera había podido respirar. Recordó esos terribles minutos en los que los médicos se afanaron en vano para salvar una vida que ya estaba perdida… recordaba el silencio cuando cualquier sonido habría sido bienvenido; un silencio roto finalmente por el llanto de brittany.
Recordaba haber intentado consolarla y no llorar mientras le apretaba la mano, preguntándose si sus reticencias ante la idea de ser madre podían haber causado la tragedia.
–¿Lili llora así todo el tiempo? –le preguntó a la niñera.
– Toujours… siempre –contestó la mujer–. Apenas puedo dormir. Intentando ser práctica, Santana decidió llevarse a la niña a new york. Los muebles del apartamento de París serían llevados a un guardamuebles hasta que decidiera qué iba a hacer con ellos.
Y luego hizo lo que le salía de manera natural: tomar decisiones. Llamó a Edouard Arpin y se puso en contacto con una agencia de empleo en new york, donde le prometieron enviar a las mejores niñeras a la suite del hotel que había reservado para que pudiese entrevistarlas. Tenía que llevarse a Lili a USA, pero no podía llevarla a casa con brittany.
–Iré a new york con ella y se la entregaré a la nueva niñera –asintió Suzette. Para entonces, la niña se había quedado dormida.
Santana miró a su hija. No veía ningún parecido con ella y no sentía absolutamente nada.
¿Era aquella niña su hija de verdad? ¿Sangre de su sangre? De ser así, ¿no debería sentir algo?
Pero tenía algo más que hacer en París, de modo que compró flores para la tumba de kitty, las orquídeas de color violeta que tanto le gustaban. Por primera vez, deseó tener la fe de brittany, pero no encontraba consuelo en las oraciones. Lo que había pasado, había pasado, y nada de lo que dijera o sintiera podía cambiar eso.
Cuando Santana llamó por teléfono para decir que volvería al día siguiente, brittany no se sorprendió. Parecía preocupada y pensó que tendría algún problema en la empresa. Pero media hora más tarde recibió otra llamada que sí le sorprendió. Era su hermanastra, Sugar Pierce, rompiendo un silencio de casi dos años. Sugar ni siquiera había ido a su boda con Santana, manteniendo así las distancias con la hija ilegítima de su padre.
La hija pequeña de Michael, nacida de su otra relacion, nunca había querido aceptar la existencia de brittany, que había crecido sin las ventajas materiales de las que ella sí había disfrutado.
–Qué sorpresa –dijo brittany.
–Siento no haberte llamado antes… ya sabes que estoy muy liada.
–Sí, claro –asintió ella, intentando disimular una nota de sarcasmo.
–¿Podemos comer juntas mañana? Estoy deseando verte.
contenta por el entusiasmo de Sugar, pero sorprendida por su impaciencia después de tan largo silencio, brittany aceptó quedar con ella.
Su hermanastra, como era de esperar, llegó tarde al restaurante en el que habían quedado. La gente volvía la cabeza a su paso porque, con su largo y sedoso pelo negro enmarcando su rostro ovalado y sus brillantes ojos oscuros, sugar resultaba una chica muy guapa.
–Me alegro de que hayas vuelto con Santana –le dijo mientras tomaban una copa de vino–. Y te entiendo, la verdad es que es guapisima.
Brittany sonrió. Le sorprendía que se mostrase tan contenta por su reconciliación con Santana, pero se alegraba de que fuera así.
–Sí, lo es. Es ella es la mujer más sexy que he conocido nunca.
Sugar carraspeó.
–La verdad es que yo he oído algo… pero debes prometer que no le dirás a papá que te lo he contado.
Brittany frunció el ceño.
–No diré nada, te lo prometo.
–Por cierto, nunca te pedí disculpas por lo que hice… echar esa pastilla en tu cóctel fue una barbaridad –reconoció sugar–. Entonces no tuve coraje para pedirte perdón. –Fue hace mucho tiempo, no te preocupes. Imagino que te estás haciendo adulta –intentó bromear brittany.
–Sí, bueno… –Sugar se apartó el pelo de la cara–. La verdad es que ahora no sé si debo contarte la historia de la que me he enterado recientemente…
–No sé de qué estás hablando. ¿Por qué no empiezas por el principio?
–Érase una vez… –empezó bromeando su hermanastra. Pero enseguida sus ojos se oscurecieron– una chica muy guapa llamada Kitty Wilde.
brittany palideció al escuchar ese nombre por primera vez en tanto tiempo.
–La conozco.
–Entonces sabes que Kitty y Santana…
–Salían juntos hace años, sí –la interrumpió brittany, preguntándose por qué quería hablar de kitty.
–Un pajarito me ha dicho que se vieron después de vuestra ruptura –dejó caer Sugar–. Pensé que deberías saberlo, pero no quería darte un disgusto, de verdad. Hay gente hablando por ahí.
brittany hizo una mueca.
–Sé que kitty haría lo que fuera para recuperar a Santana, de modo que no me sorprende que haya rumores sobre ellos.
–Es algo más serio que un rumor. Dicen que hay un hijo –le contó sugar, en voz baja.
–¿Un hijo? –repitió brittany–. ¿Un hijo de Santana y kitty? Pero eso es absurdo, Santana no tiene ningún hijo con esa mujer.
–Si tú lo dices…
brittany miró a su hermanastra con un brillo de ira en los ojos. –Pues claro que estoy segura. ¿Dónde has oído ese ridículo rumor?
–Escuché a papá hablando con mi madre… y antes de que preguntes, él no sabía si era verdad y me prohibió que te dijese nada –le confió sugar–. De hecho, se enfadó cuando supo que había escuchado la conversación.
A brittany se le encogió el corazón al escuchar el nombre de Michael porque sabía que era una fuente de información confidencial en la sociedad europea. Naturalmente, ella no podía saber lo que Santana había hecho durante su separación, pero estaba convencida de que no había tenido un hijo con kitty. Y considerando sus sentimientos por esa chica, tampoco podía creer que hubiesen tenido un romance.
De hecho, sugar sólo estaba repitiendo un rumor malintencionado, y ella se consideraba demasiado sensata como para hacerle caso. Alguien conocía la obsesión de Kitty por Santana y, sencillamente, quería hacerles daño. La gente podía ser muy maliciosa.
–Pensé que si estuvieran hablando de mí, yo querría saberlo –dijo sugar–. Lo siento, tal vez no debería habértelo contado.
Brittany le aseguró a su hermanastra que era una tontería sin sentido y que no merecía la pena enfadarse. Y, decidida a demostrar que no le afectaba en absoluto, tomó la carta para pedir el almuerzo… aunque apenas lo probó, rezando para que sugar no se diera cuenta. Evidentemente, la referencia a un hijo se había inventado para añadir drama a los escándalos amorosos que una vez habían perseguido a Santana en la prensa del corazón. Además, tal vez era posible que Santana y kitty se hubieran visto cuando ellos estaban separados y era posible que la atracción entre ellos hubiese dado lugar a una breve aventura…
Sosteniendo la copa frente a ella como un escudo, brittany tomó un sorbo de vino y pensó en Santana, a quien amaba con una pasión que a veces le asustaba. Santana, que a menudo hacía cosas inesperadas. Santana, con un temperamento tan inflamable como gasolina sobre un incendio…
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solo quedan 5 capítulos...
espero que les guste :) ....
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Porque lo dejas ahi
Esta cada vez mas buenisemo!
Esta cada vez mas buenisemo!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Drama!!! pon otro!!! Que hará britt ahora? Cómo se lo dirá Santana?!?!??
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
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