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[Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
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fanybeaHEYA
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Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 4
karenmargi escribió:felicidades me gusta y alcanzo a comprender que quizas te llame la atención santana medio hombre o algo asi...pero es que las que amamo a estas chicas las amamos precisamente por eso..por se chicas.....del resto sigue adelante :D
JAJAJ ntp ajaja lo entiendo pero tienes toda la razon las amamos por ser chicas pero no se quise darle algo diferente ....me alegra mucho que te guste gracias por comentar ...
ya se vienen capitulos dobles .....
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 4
3:) escribió:holap,...
no se lo pone facil bratt a san,... y ese juego es muy divertido jajajaja
a ver que llega a hacer san para acercarse a britt sin que la corra con algo jajaja
nos vemos!!
britt es muy terca y san también eso va hacer que sedan en algún punto .... pero ya veremos que pasara en la cena .... saludos gracias x comentar :)
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 4
micky morales escribió:me gusta la aptitud de brittany pero mas me gustaria que santana pudiera ver mas alla de lo que britt demuestra, hasta pronto!
jiij espero que te siga gustando la actitud de britt durante el fic jiji ...ya veremos que pasara :)
saludos gracias x comentar no falta mucho para el drama :)
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 5
gracias x comentar
Capítulo 5
Brittany fue a cenar con sus mejores vaqueros y un top rojo con la espalda al aire.
No iba a lamentarse por lo inadecuado de su vestuario ni a gastar dinero en un vestido que no podía permitirse. Nada podía ilustrar mejor las diferencias entre ellos, pero no pensaba sentirse avergonzada. Aunque se sentía menos orgullosa de haber buscado entre los cosméticos de su madre… y, además, había usado el lápiz de ojos por segunda vez en su vida.
–¿Qué has hecho hoy? –le preguntó Santana, admirando el delicado balanceo de sus pechos bajo la delgada tela del top mientras subía al coche. La convicción de que no llevaba nada debajo avivó el fuego de anticipación en sus entrañas. No había dejado de pensar en brittany desde que la conoció y eso interfería con su trabajo, algo totalmente inusual para ella. Pero la lascivia tenía su propio ímpetu y Santana reconocía que una vez que su deseo hubiera sido satisfecho volvería a ser la mismo de siempre.
–Trabajar para una empresa de Putney –respondió ella. Aunque no le dijo que, por el momento, no podía tratar directamente con los clientes y se limitaba a anotar mensajes y hacer pedidos
–Dentro de un par de meses tengo los exámenes finales, así que pronto empezaré a buscar trabajo.
–¿Estás estudiando? –exclamó santana–. ¿Y cómo encuentras tiempo para trabajar con Sugar Pierce? - brittany hizo una mueca. Nunca sería una buena mentirosa, pensó.
–Bueno, eso sólo era una cosa temporal –respondió, incómoda–. En realidad, estoy estudiando diseño de interiores y éste es mi último año.
–No sabía que estuvieras estudiando.
–Pues ya lo sabes –Brittany se encogió de hombros–. Bueno, háblame de ti – dijo luego, deseando cambiar de tema.
Santana mencionó intereses en propiedades inmobiliarias, hoteles y empresas farmacéuticas y le confesó que siempre estaba buscando nuevas oportunidades para invertir. brittany se quedó impresionada por sus largas horas de trabajo y por su ambición, pero intuyó que no estaba satisfecha con su vida y se preguntó por qué.
Poco después llegaban a un edificio reformado en el centro de la ciudad, con un vestíbulo de ensueño.
–¿Dónde está el restaurante? –preguntó brittany cuando Santana señaló el ascensor.
–No hay ningún restaurante –dijo santana, apartándose para dejarla pasar y sacando una tarjeta magnética del bolsillo–. Vamos a cenar en mi casa.
Brittany no sabía que fueran a cenar solos y habría preferido hacerlo en un restaurante, rodeados de gente. Pero la curiosidad por ver su casa hizo que no dijera nada. Los suelos de madera, el cristal y los muebles oscuros eran muy tétricos pero modernos y había aprovechado bien las proporciones clásicas de las habitaciones, pero cuando vio una mesa con mantel de lino blanco, rosas y velas encendidas apretó los labios.
–Me habría gustado más cenar en un restaurante.
–¿Por qué?
Brittany arrugó la nariz.
–Porque lo tienes todo preparado. La mesa, las velas… parece una escena de seducción.
–¿Qué quieres decir con eso?
Una mujer con delantal apareció con una bandeja en la mano y se quedó en la puerta del comedor, insegura.
Santana le dijo en frances que podía marcharse después de servir la cena y Brittany se sentó a la mesa, incómoda. –Hablas muy bien el francés – le dijo, santana solo sonrió guiñándole un ojo.
–Creo que está muy claro –respondió cuando se quedaron solos.
–No, para mí no. Explícamelo.
La tensión en el ambiente había despertado un ejército de mariposas en el estómago de brittany.
–Has preparado la cena en tu casa porque esperas que me acueste contigo esta noche –dijo por fin, mirándolo con esos ojos verdes como los tréboles después de la lluvia–. Menuda cara tienes. Santana había esperado precisamente eso, de modo que no podía negarlo.
–¿Tengo que disculparme por desearte?
–No, pero… yo soy algo más que un cuerpo. Soy una persona y si en lo único en lo que estás interesado es eso, prefiero marcharme ahora mismo. Santana hizo una mueca, preguntándose
qué podía contestar.
–Me gustaría que te quedases. Te deseo y creo que es lo más natural.
Brittany apretó los labios. Se había arrinconado ella misma con esa declaración, dejando
claro que aunque santana sólo deseaba su cuerpo, ella deseaba algo más. Pero ésa no había sido su intención.
–No me gusta que piensen por mí.
–Tienes derecho a decir «no» –le recordó Santana.
–¡No te pongas condescendiente! –exclamó ella entonces, tirando la servilleta sobre la mesa en un gesto de furia.
–Tienes mucho carácter.
–No me gusta que me traten como si fuera tonta.
Sacudiendo la cabeza, Brittany tomó la servilleta y empezó a comer, sin saborear la deliciosa ensalada griega.
–Siempre estás dispuesta a pelearte conmigo –se quejó Santana entonces.
–Ni siquiera sé qué estoy haciendo aquí, la verdad.
–Ah, eso es fácil: estás conmigo por la misma razón por la que yo estoy contigo. Te gusto y no puedes decirme que no.
La verdad de esa afirmación golpeó a brittany como una bofetada. Tenía razón, era como si la hubiese hechizado.
El deseo había clavado sus avariciosas garras en ella, despertando sus hormonas y robándole la libertad de elegir. Santana la había insultado y, sin embargo, había aceptado cenar con ella…
De repente, más enfadada consigo misma que con santana, se levantó.
–No debería estar aquí. Lo siento, me voy a casa.
Santana se levantó también, sus ojos chocolates clavados en ella. ¿Siempre eres tan impetuosa? Brittany palideció, preguntándose si tendría más en común con su madre de lo que había pensado. Aquel hombre despertaba una faceta de sí misma a la que no estaba acostumbrada: ardiente, caprichosa, insegura. Y todo eso la hacía increíblemente vulnerable. De repente, no era la chica sensata, estable y lógica que había sido siempre. Santana le hacía desear cosas que nunca había querido… como tener mejor cuerpo con más proporciones y no una largiducha flacida. Le hacía desear ser irresistible, la clase de mujer por la que los hombres se peleaban y amaban hasta la locura.
–Tú me haces ser impulsiva –admitió, con desgana.
–Tú también me afectas de una manera extraña –le confesó santana entonces–. Estaba convencida de que no quería saber nada más de ti, pero en cuanto te vi salir de san francisco tuve que ir a buscarte.
La inseguridad de brittany desapareció después de tan reveladoras palabras. No sonaba como la típica frase de un hombre decidido a acostarse con una mujer… y ella las había escuchado casi todas. Parecía estar diciendo la verdad, como si también él estuviera perplejo por lo que le hacía sentir.
De nuevo, brittany se sentó a la mesa y, por fin, empezó a relajarse. Mientras comían, le hizo preguntas sobre su casa, sobre la efectiva combinación de decoración clásica y contemporánea…
Santana le contó que había reformado todo el edificio para hacer apartamentos, conservando el más espacioso para ella. Brittany le habló de sus estudios y bajó la guardia hasta el punto de tener que tragarse una referencia sobre su padre antes de contarle que algún día esperaba tener su propia empresa de decoración.
Cuando terminaron de cenar fueron al salón y Santana abrió una botella de champán. La encontraba entretenida, una compañía muy agradable. No tenía nada ensayado y no era vanidosa y superficial como la mayoría de las mujeres que ella conocía.
La intensidad de sus ojos azules la enardecía y, sin pensar, alargó una mano para quitarle la copa. Sin la menor vacilación, Brittany fue hacia ella, necesitando tocarlo, conectar con ella de alguna forma.
Poniendo una mano sobre su hombro, Santana inclinó la cabeza para jugar con sus labios hasta hacerle sentir un cosquilleo de anticipación entre las piernas. Lo que más sorprendía a
Brittany era lo rápidamente que podía excitarla, casi sin hacer nada.
La besó suavemente primero y luego el beso se volvió apasionado, sus labios exigentes.
brittany se agarró a santana como si fuera un ancla en medio de una tormenta, dejando escapar un gemido cuando él metió una mano bajo el top para acariciarle los pechos.
Mientras le masajeaba los prominentes pezones con los dedos, el deseo se convirtió en una ola imparable...
–Vamos al dormitorio –dijo Santana con voz ronca, tomándola en brazos y deteniéndose en la puerta para besarla con una apasionada dominación que encendía cada célula de su cuerpo. El deseo llegó a un punto álgido y Brittany le echó los brazos al cuello para devolverle el beso con el mismo ardor, adorando el sabor de su boca y el aroma de su piel. Dejando escapar un ronco gemido de satisfacción, Santana entró en el dormitorio y la dejó sobre la cama. Pero, de repente, se apartó.
–Se me había olvidado aclararte algo –empezó a decir, sus preciosos ojos chocolates clavados en los suyos–. No me interesan las relaciones exclusivas…
–Ah, muy bien. Tú no estás interesado en relaciones exclusivas y yo no estoy interesada en una relación que sólo consista en sexo –dijo Brittany.
–No puedes decirlo en serio.
–¿Las demás mujeres se tragan esa tontería de que no estás interesado en relaciones exclusivas?
Santana hizo una mueca.
–Con la cantidad de opciones que hay ahí fuera, ¿quién quiere atarse a una sola persona?
Claro que lo aceptan.
Brittany suspiró.
–Pues lo siento, pero yo no –le dijo, casi con tono de disculpa.
Ella dio un paso atrás, sacudiendo la cabeza.
–No te entiendo, de verdad.
–Tú decides –lo retó ella, intentando controlar ese cosquilleo entre las piernas que no la dejaba pensar.
–Esto es ridículo –insistió Santana, frustrada–. Ya ni siquiera eres virgen.
–No pienso compartir cama contigo mientras sigas saliendo con otras mujeres –dijo
Brittany, levantándose de la cama.
–¡Eso es un chantaje! –exclamó ella, incrédula–. ¿Cómo puedes ser tan exigente?
–Tú eres una buena profesora –Brittany estuvo a punto de soltar una carcajada al ver su expresión de desconcierto, pero estaba decidida. En San Francisco se había dejado llevar como una tonta, pero esa vez iba a cuidar de sí misma porque sabía que una relación con Santana podría hacerle mucho daño si no tenía cuidado.
Era como una batalla de voluntades y Santana parecía incapaz de rendirse. Rígida, intentando controlarse mientras echaba fuego por los ojos, la vio tomar su bolso…
–Llamaré a un taxi.
Sin pensar, Santana se levantó y la aplastó contra la puerta, apoderándose de su deliciosa boca en un beso cargado de pasión.
–Mientras estemos juntos no habrá nadie más –le prometió, sin aliento–. Pero puede que no duremos ni cinco minutos…
Brittany reconoció que aquél era un gran paso para santana y tuvo que contener una sonrisa de triunfo. Su explosivo carácter despertaba en ella tal ola de ternura que se puso de puntillas para besarlo.
Santana le quitó el top de un tirón, pero tuvo que tomarla entre sus brazos para evitar que cayera al suelo, tan enérgico había sido.
–Perdona, estoy fuera de mí…
–No importa.
Después de desnudarla, dejándola sólo con las braguitas, la tumbó sobre la cama, sus ojos dorados clavados en aquellos soberbios pechos.
Mientras tiraba de sus pantalones, Brittany casi se mareó por su propio atrevimiento. El anhelo de sentirla dentro de sí era tan fuerte que no podía luchar y estaba intentando ceder con elegancia, olvidando la timidez que le hacía tan difícil estar desnuda delante de santana.
Se quedó sin aire cuando Santana tomó un tierno y rosado pezón entre los labios mientras se quitaba el pantalón y los calzoncillos, impaciente.
La ardiente lava entre sus piernas se convirtió en un río al sentir el roce de su miembro en la cadera. El recuerdo de la primera experiencia, tan dolorosa, no la desanimó cuando santana
pasó un dedo por las húmedas braguitas. Era una parte tan privada de su cuerpo, una parte que nadie más que él había tocado…
Santana tiró del elástico hacia abajo para quitárselas.
–Será maravilloso, ma bella–le prometió.
Brittany, inmóvil, sin saber qué hacer, cerró los ojos mientras santana deslizaba las manos por su cuerpo, acariciando cada curva, cada resquicio. La aprensión fue desapareciendo poco a poco, reemplazada por un calor desconocido y un cosquilleo entre las piernas…
Santana pasó la lengua por su canalillo, deteniéndose para jugar con sus pezones, y luego
siguió hacia abajo, sobre su estómago y la delicada piel rosada entre sus muslos.
–No –murmuró ella de repente, cerrando las piernas. Sin decir nada, Santana pasó un dedo por sus labios.
–Quiero darte el máximo placer posible –dijo al fin, con voz ronca–. Quiero reescribir nuestra historia.
–No puedes… lo que pasó, pasó –protestó Brittany mientras él abría sus piernas con una rodilla.
–Confía en mí.
Al primer roce íntimo, brittany cerró los ojos y apretó los puños, pues tenía un miedo instintivo a perder el control… pero también un anhelo salvaje por lo desconocido.
Santana exploró la tierna piel entre sus muslos, despertando terminaciones nerviosas que brittany no creía poseer y que se volvieron locas ante el asalto de su lengua.
Cuando, a la vez, tiró de sus protuberantes pezones, el placer fue como un relámpago. brittany gritó, sorprendida, ante ese placer desconocido, a punto de perder la cabeza.
Los espasmos del orgasmo no habían terminado cuando Santana se enterró en ella, dejando escapar un gemido ronco.
Después de un clímax abrumador, Brittany seguía tan sensible que volvió a gritar, experimentando un placer que era casi insoportable; un placer que empezó a crecer de nuevo con la fricción de sus cuerpos.
Santana levantó sus piernas para colocarlas sobre sus hombros, moviéndose adelante y atrás con los ojos cerrados hasta que sus contracciones internas lo lanzaron al abismo.
Echando la cabeza hacia atrás, las venas del cuello marcadas, dejó escapar un gemido ronco mientras se vaciaba dentro de ella. Asombrada por lo que acababa de experimentar, brittany se quedó inmóvil hasta que los espasmos terminaron, devolviéndola a la tierra por fin. Le sorprendía haber ignorado tanto tiempo lo que su cuerpo era capaz y le asustaba también porque sabía que un placer así tenía que ser adictivo.
Santana la apretó contra su agitado corazón.
–Eres asombrosa –murmuró–. Sabía que sería mágico contigo, ma bella.
–Tengo tanto que aprender... –dijo Brittan.
–Lo sé y estoy deseando enseñarte –anunció ella, con una sonrisa cargada de sensualidad.
–Entonces, esto no ha sido un revolcón de una sola noche.
–Dejé eso atrás cuando era un adolescente –Santana tomó su mano para ponerla sobre su erección y, en silencio, le enseñó cómo darle placer.
Al notar lo susceptible que era a sus caricias, Brittany descubrió que excitarlo también la excitaba a ella. Y, aparentemente, no había límite para su placer porque de nuevo el mundo pareció desintegrarse y llegó a alturas que no había imaginado nunca.
Horas después, estaba más cansada de lo que lo había estado en su vida.
–Creo que es hora de llevarte a casa –sugirió Santana, saltando de la cama y entrando en el baño.
Media hora después, mientras recorrían las tranquilas calles de Londres, santana le dijo:
–¿Puedo darte un consejo sin que te ofendas?
–Depende del consejo –respondió brittany.
–No te tomes esto en serio. Lo hemos pasado bien, pero yo no estoy buscando esposa y tampoco una relación seria.
–Por favor…
–Bueno, ahora que lo he dicho no habrá malentendidos –insistió Santana–. Y puede que también fuese buena idea que pensaras en tomar la píldora.
Ella levantó los ojos al cielo.
–Eso es asunto mío, ¿no?
–Mientras compartamos cama, es asunto de los dos.
–No voy a quedarme embarazada –le aseguró Brittany.
Pero, aunque habían tomado precauciones cuando hicieron el amor, ya había decidido visitar a su ginecólogo y tomar medidas.
–He visto a muchos amigos pasar por esto y siempre acaba siendo un problema –insistió santana–. No me hagas pasar por eso, brittany.
Ella soltó una carcajada.
–¿Siempre te imaginas lo peor?
Santana giró la cabeza para mirarla, su expresión seria.
–En ese tema, sí.
-------------------------------------
espero que les guste
mas tarde subire otro antes acostarme a dormir
Capítulo 5
Brittany fue a cenar con sus mejores vaqueros y un top rojo con la espalda al aire.
No iba a lamentarse por lo inadecuado de su vestuario ni a gastar dinero en un vestido que no podía permitirse. Nada podía ilustrar mejor las diferencias entre ellos, pero no pensaba sentirse avergonzada. Aunque se sentía menos orgullosa de haber buscado entre los cosméticos de su madre… y, además, había usado el lápiz de ojos por segunda vez en su vida.
–¿Qué has hecho hoy? –le preguntó Santana, admirando el delicado balanceo de sus pechos bajo la delgada tela del top mientras subía al coche. La convicción de que no llevaba nada debajo avivó el fuego de anticipación en sus entrañas. No había dejado de pensar en brittany desde que la conoció y eso interfería con su trabajo, algo totalmente inusual para ella. Pero la lascivia tenía su propio ímpetu y Santana reconocía que una vez que su deseo hubiera sido satisfecho volvería a ser la mismo de siempre.
–Trabajar para una empresa de Putney –respondió ella. Aunque no le dijo que, por el momento, no podía tratar directamente con los clientes y se limitaba a anotar mensajes y hacer pedidos
–Dentro de un par de meses tengo los exámenes finales, así que pronto empezaré a buscar trabajo.
–¿Estás estudiando? –exclamó santana–. ¿Y cómo encuentras tiempo para trabajar con Sugar Pierce? - brittany hizo una mueca. Nunca sería una buena mentirosa, pensó.
–Bueno, eso sólo era una cosa temporal –respondió, incómoda–. En realidad, estoy estudiando diseño de interiores y éste es mi último año.
–No sabía que estuvieras estudiando.
–Pues ya lo sabes –Brittany se encogió de hombros–. Bueno, háblame de ti – dijo luego, deseando cambiar de tema.
Santana mencionó intereses en propiedades inmobiliarias, hoteles y empresas farmacéuticas y le confesó que siempre estaba buscando nuevas oportunidades para invertir. brittany se quedó impresionada por sus largas horas de trabajo y por su ambición, pero intuyó que no estaba satisfecha con su vida y se preguntó por qué.
Poco después llegaban a un edificio reformado en el centro de la ciudad, con un vestíbulo de ensueño.
–¿Dónde está el restaurante? –preguntó brittany cuando Santana señaló el ascensor.
–No hay ningún restaurante –dijo santana, apartándose para dejarla pasar y sacando una tarjeta magnética del bolsillo–. Vamos a cenar en mi casa.
Brittany no sabía que fueran a cenar solos y habría preferido hacerlo en un restaurante, rodeados de gente. Pero la curiosidad por ver su casa hizo que no dijera nada. Los suelos de madera, el cristal y los muebles oscuros eran muy tétricos pero modernos y había aprovechado bien las proporciones clásicas de las habitaciones, pero cuando vio una mesa con mantel de lino blanco, rosas y velas encendidas apretó los labios.
–Me habría gustado más cenar en un restaurante.
–¿Por qué?
Brittany arrugó la nariz.
–Porque lo tienes todo preparado. La mesa, las velas… parece una escena de seducción.
–¿Qué quieres decir con eso?
Una mujer con delantal apareció con una bandeja en la mano y se quedó en la puerta del comedor, insegura.
Santana le dijo en frances que podía marcharse después de servir la cena y Brittany se sentó a la mesa, incómoda. –Hablas muy bien el francés – le dijo, santana solo sonrió guiñándole un ojo.
–Creo que está muy claro –respondió cuando se quedaron solos.
–No, para mí no. Explícamelo.
La tensión en el ambiente había despertado un ejército de mariposas en el estómago de brittany.
–Has preparado la cena en tu casa porque esperas que me acueste contigo esta noche –dijo por fin, mirándolo con esos ojos verdes como los tréboles después de la lluvia–. Menuda cara tienes. Santana había esperado precisamente eso, de modo que no podía negarlo.
–¿Tengo que disculparme por desearte?
–No, pero… yo soy algo más que un cuerpo. Soy una persona y si en lo único en lo que estás interesado es eso, prefiero marcharme ahora mismo. Santana hizo una mueca, preguntándose
qué podía contestar.
–Me gustaría que te quedases. Te deseo y creo que es lo más natural.
Brittany apretó los labios. Se había arrinconado ella misma con esa declaración, dejando
claro que aunque santana sólo deseaba su cuerpo, ella deseaba algo más. Pero ésa no había sido su intención.
–No me gusta que piensen por mí.
–Tienes derecho a decir «no» –le recordó Santana.
–¡No te pongas condescendiente! –exclamó ella entonces, tirando la servilleta sobre la mesa en un gesto de furia.
–Tienes mucho carácter.
–No me gusta que me traten como si fuera tonta.
Sacudiendo la cabeza, Brittany tomó la servilleta y empezó a comer, sin saborear la deliciosa ensalada griega.
–Siempre estás dispuesta a pelearte conmigo –se quejó Santana entonces.
–Ni siquiera sé qué estoy haciendo aquí, la verdad.
–Ah, eso es fácil: estás conmigo por la misma razón por la que yo estoy contigo. Te gusto y no puedes decirme que no.
La verdad de esa afirmación golpeó a brittany como una bofetada. Tenía razón, era como si la hubiese hechizado.
El deseo había clavado sus avariciosas garras en ella, despertando sus hormonas y robándole la libertad de elegir. Santana la había insultado y, sin embargo, había aceptado cenar con ella…
De repente, más enfadada consigo misma que con santana, se levantó.
–No debería estar aquí. Lo siento, me voy a casa.
Santana se levantó también, sus ojos chocolates clavados en ella. ¿Siempre eres tan impetuosa? Brittany palideció, preguntándose si tendría más en común con su madre de lo que había pensado. Aquel hombre despertaba una faceta de sí misma a la que no estaba acostumbrada: ardiente, caprichosa, insegura. Y todo eso la hacía increíblemente vulnerable. De repente, no era la chica sensata, estable y lógica que había sido siempre. Santana le hacía desear cosas que nunca había querido… como tener mejor cuerpo con más proporciones y no una largiducha flacida. Le hacía desear ser irresistible, la clase de mujer por la que los hombres se peleaban y amaban hasta la locura.
–Tú me haces ser impulsiva –admitió, con desgana.
–Tú también me afectas de una manera extraña –le confesó santana entonces–. Estaba convencida de que no quería saber nada más de ti, pero en cuanto te vi salir de san francisco tuve que ir a buscarte.
La inseguridad de brittany desapareció después de tan reveladoras palabras. No sonaba como la típica frase de un hombre decidido a acostarse con una mujer… y ella las había escuchado casi todas. Parecía estar diciendo la verdad, como si también él estuviera perplejo por lo que le hacía sentir.
De nuevo, brittany se sentó a la mesa y, por fin, empezó a relajarse. Mientras comían, le hizo preguntas sobre su casa, sobre la efectiva combinación de decoración clásica y contemporánea…
Santana le contó que había reformado todo el edificio para hacer apartamentos, conservando el más espacioso para ella. Brittany le habló de sus estudios y bajó la guardia hasta el punto de tener que tragarse una referencia sobre su padre antes de contarle que algún día esperaba tener su propia empresa de decoración.
Cuando terminaron de cenar fueron al salón y Santana abrió una botella de champán. La encontraba entretenida, una compañía muy agradable. No tenía nada ensayado y no era vanidosa y superficial como la mayoría de las mujeres que ella conocía.
La intensidad de sus ojos azules la enardecía y, sin pensar, alargó una mano para quitarle la copa. Sin la menor vacilación, Brittany fue hacia ella, necesitando tocarlo, conectar con ella de alguna forma.
Poniendo una mano sobre su hombro, Santana inclinó la cabeza para jugar con sus labios hasta hacerle sentir un cosquilleo de anticipación entre las piernas. Lo que más sorprendía a
Brittany era lo rápidamente que podía excitarla, casi sin hacer nada.
La besó suavemente primero y luego el beso se volvió apasionado, sus labios exigentes.
brittany se agarró a santana como si fuera un ancla en medio de una tormenta, dejando escapar un gemido cuando él metió una mano bajo el top para acariciarle los pechos.
Mientras le masajeaba los prominentes pezones con los dedos, el deseo se convirtió en una ola imparable...
–Vamos al dormitorio –dijo Santana con voz ronca, tomándola en brazos y deteniéndose en la puerta para besarla con una apasionada dominación que encendía cada célula de su cuerpo. El deseo llegó a un punto álgido y Brittany le echó los brazos al cuello para devolverle el beso con el mismo ardor, adorando el sabor de su boca y el aroma de su piel. Dejando escapar un ronco gemido de satisfacción, Santana entró en el dormitorio y la dejó sobre la cama. Pero, de repente, se apartó.
–Se me había olvidado aclararte algo –empezó a decir, sus preciosos ojos chocolates clavados en los suyos–. No me interesan las relaciones exclusivas…
–Ah, muy bien. Tú no estás interesado en relaciones exclusivas y yo no estoy interesada en una relación que sólo consista en sexo –dijo Brittany.
–No puedes decirlo en serio.
–¿Las demás mujeres se tragan esa tontería de que no estás interesado en relaciones exclusivas?
Santana hizo una mueca.
–Con la cantidad de opciones que hay ahí fuera, ¿quién quiere atarse a una sola persona?
Claro que lo aceptan.
Brittany suspiró.
–Pues lo siento, pero yo no –le dijo, casi con tono de disculpa.
Ella dio un paso atrás, sacudiendo la cabeza.
–No te entiendo, de verdad.
–Tú decides –lo retó ella, intentando controlar ese cosquilleo entre las piernas que no la dejaba pensar.
–Esto es ridículo –insistió Santana, frustrada–. Ya ni siquiera eres virgen.
–No pienso compartir cama contigo mientras sigas saliendo con otras mujeres –dijo
Brittany, levantándose de la cama.
–¡Eso es un chantaje! –exclamó ella, incrédula–. ¿Cómo puedes ser tan exigente?
–Tú eres una buena profesora –Brittany estuvo a punto de soltar una carcajada al ver su expresión de desconcierto, pero estaba decidida. En San Francisco se había dejado llevar como una tonta, pero esa vez iba a cuidar de sí misma porque sabía que una relación con Santana podría hacerle mucho daño si no tenía cuidado.
Era como una batalla de voluntades y Santana parecía incapaz de rendirse. Rígida, intentando controlarse mientras echaba fuego por los ojos, la vio tomar su bolso…
–Llamaré a un taxi.
Sin pensar, Santana se levantó y la aplastó contra la puerta, apoderándose de su deliciosa boca en un beso cargado de pasión.
–Mientras estemos juntos no habrá nadie más –le prometió, sin aliento–. Pero puede que no duremos ni cinco minutos…
Brittany reconoció que aquél era un gran paso para santana y tuvo que contener una sonrisa de triunfo. Su explosivo carácter despertaba en ella tal ola de ternura que se puso de puntillas para besarlo.
Santana le quitó el top de un tirón, pero tuvo que tomarla entre sus brazos para evitar que cayera al suelo, tan enérgico había sido.
–Perdona, estoy fuera de mí…
–No importa.
Después de desnudarla, dejándola sólo con las braguitas, la tumbó sobre la cama, sus ojos dorados clavados en aquellos soberbios pechos.
Mientras tiraba de sus pantalones, Brittany casi se mareó por su propio atrevimiento. El anhelo de sentirla dentro de sí era tan fuerte que no podía luchar y estaba intentando ceder con elegancia, olvidando la timidez que le hacía tan difícil estar desnuda delante de santana.
Se quedó sin aire cuando Santana tomó un tierno y rosado pezón entre los labios mientras se quitaba el pantalón y los calzoncillos, impaciente.
La ardiente lava entre sus piernas se convirtió en un río al sentir el roce de su miembro en la cadera. El recuerdo de la primera experiencia, tan dolorosa, no la desanimó cuando santana
pasó un dedo por las húmedas braguitas. Era una parte tan privada de su cuerpo, una parte que nadie más que él había tocado…
Santana tiró del elástico hacia abajo para quitárselas.
–Será maravilloso, ma bella–le prometió.
Brittany, inmóvil, sin saber qué hacer, cerró los ojos mientras santana deslizaba las manos por su cuerpo, acariciando cada curva, cada resquicio. La aprensión fue desapareciendo poco a poco, reemplazada por un calor desconocido y un cosquilleo entre las piernas…
Santana pasó la lengua por su canalillo, deteniéndose para jugar con sus pezones, y luego
siguió hacia abajo, sobre su estómago y la delicada piel rosada entre sus muslos.
–No –murmuró ella de repente, cerrando las piernas. Sin decir nada, Santana pasó un dedo por sus labios.
–Quiero darte el máximo placer posible –dijo al fin, con voz ronca–. Quiero reescribir nuestra historia.
–No puedes… lo que pasó, pasó –protestó Brittany mientras él abría sus piernas con una rodilla.
–Confía en mí.
Al primer roce íntimo, brittany cerró los ojos y apretó los puños, pues tenía un miedo instintivo a perder el control… pero también un anhelo salvaje por lo desconocido.
Santana exploró la tierna piel entre sus muslos, despertando terminaciones nerviosas que brittany no creía poseer y que se volvieron locas ante el asalto de su lengua.
Cuando, a la vez, tiró de sus protuberantes pezones, el placer fue como un relámpago. brittany gritó, sorprendida, ante ese placer desconocido, a punto de perder la cabeza.
Los espasmos del orgasmo no habían terminado cuando Santana se enterró en ella, dejando escapar un gemido ronco.
Después de un clímax abrumador, Brittany seguía tan sensible que volvió a gritar, experimentando un placer que era casi insoportable; un placer que empezó a crecer de nuevo con la fricción de sus cuerpos.
Santana levantó sus piernas para colocarlas sobre sus hombros, moviéndose adelante y atrás con los ojos cerrados hasta que sus contracciones internas lo lanzaron al abismo.
Echando la cabeza hacia atrás, las venas del cuello marcadas, dejó escapar un gemido ronco mientras se vaciaba dentro de ella. Asombrada por lo que acababa de experimentar, brittany se quedó inmóvil hasta que los espasmos terminaron, devolviéndola a la tierra por fin. Le sorprendía haber ignorado tanto tiempo lo que su cuerpo era capaz y le asustaba también porque sabía que un placer así tenía que ser adictivo.
Santana la apretó contra su agitado corazón.
–Eres asombrosa –murmuró–. Sabía que sería mágico contigo, ma bella.
–Tengo tanto que aprender... –dijo Brittan.
–Lo sé y estoy deseando enseñarte –anunció ella, con una sonrisa cargada de sensualidad.
–Entonces, esto no ha sido un revolcón de una sola noche.
–Dejé eso atrás cuando era un adolescente –Santana tomó su mano para ponerla sobre su erección y, en silencio, le enseñó cómo darle placer.
Al notar lo susceptible que era a sus caricias, Brittany descubrió que excitarlo también la excitaba a ella. Y, aparentemente, no había límite para su placer porque de nuevo el mundo pareció desintegrarse y llegó a alturas que no había imaginado nunca.
Horas después, estaba más cansada de lo que lo había estado en su vida.
–Creo que es hora de llevarte a casa –sugirió Santana, saltando de la cama y entrando en el baño.
Media hora después, mientras recorrían las tranquilas calles de Londres, santana le dijo:
–¿Puedo darte un consejo sin que te ofendas?
–Depende del consejo –respondió brittany.
–No te tomes esto en serio. Lo hemos pasado bien, pero yo no estoy buscando esposa y tampoco una relación seria.
–Por favor…
–Bueno, ahora que lo he dicho no habrá malentendidos –insistió Santana–. Y puede que también fuese buena idea que pensaras en tomar la píldora.
Ella levantó los ojos al cielo.
–Eso es asunto mío, ¿no?
–Mientras compartamos cama, es asunto de los dos.
–No voy a quedarme embarazada –le aseguró Brittany.
Pero, aunque habían tomado precauciones cuando hicieron el amor, ya había decidido visitar a su ginecólogo y tomar medidas.
–He visto a muchos amigos pasar por esto y siempre acaba siendo un problema –insistió santana–. No me hagas pasar por eso, brittany.
Ella soltó una carcajada.
–¿Siempre te imaginas lo peor?
Santana giró la cabeza para mirarla, su expresión seria.
–En ese tema, sí.
-------------------------------------
espero que les guste
mas tarde subire otro antes acostarme a dormir
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Eres genial!!!!
de verdad te lo agradezco mucho, nos leemos hasta la noche ;)
Bonita tarde.
de verdad te lo agradezco mucho, nos leemos hasta la noche ;)
Bonita tarde.
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Me gusta el fic jajaja esa britt es una loquilla y con repecto al tema si es un poco confuso para mi que menciones a san como hombre me gustaria que trataras de mejorar eso y.....es todo continua con tu historia pliss es adictiva....
minerva ortiz*** - Mensajes : 126
Fecha de inscripción : 30/03/2014
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Wow ya cayeron ambas espero mas amor entre estas dos mas adelante
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
holap,..
bueno para san seria,.. persevera y triunfaras jajajaja
no mas britt se salio mas que un simple revolcón de una sola noche!!! a ver como avanza la relación???
nos vemos!!!
bueno para san seria,.. persevera y triunfaras jajajaja
no mas britt se salio mas que un simple revolcón de una sola noche!!! a ver como avanza la relación???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 6
holis ..les dije que subieria otro antes de dormir pos aqiui esta....
y no esperen tanto amor ...quizas mas adelante jiij
espero y no se molesten y solo disfruten del cap
acuérdense que por algo pasan las cosas
Capítulo 6
–Date prisa –dijo Santana, impaciente, sosteniendo el móvil entre el cuello y el hombro–.
Estoy aparcado en doble fila.
–¡Estoy llegando! –gritó brittany, sin aliento mientras corría hacía el Ferrari plateado.
Sujetando con una mano las carpetas que llevaba, abrió la puerta y se lanzó sobre el asiento del pasajero, riendo.
Santana había estado toda la semana en L.A y la echaba de menos. Por
eso se había saltado una clase para verla esa tarde, algo que no hacía nunca. Y mientras la miraba con los ojos, sus estudios era lo último en lo que podía pensar.
Santana había visto por el espejo retrovisor a un guardia de tráfico a punto de multarla,
pero cuando brittany subió al coche, con sus vaqueros y su camiseta de colores, se olvidó de él y levantó una mano para acariciar su melena rubia. Como siempre, no paraba de hablar, su alegría al verla era casi infantil. Aquella calidez y naturalidad atraían a Santana, que había crecido en un ambiente más bien frío, y la claridad de sus ojos, su piel perfecta y esos labios que se moría por besar eran una tentación irresistible.
Sin dudarlo, inclinó la cabeza para apoderarse de su boca en un beso que la dejó sin aliento… pero antes de que el guardia de tráfico terminase de anotar la matrícula, Santana arrancó a toda velocidad. brittany lo miraba, contenta. Había temido que hubiese encontrado a otra
mujer mientras estaba en L.A, pero verla tan excitada la tranquilizó. Aunque sabía que con Santana Lopez no había garantías.
Después de todo, se había dicho desde el principio que no se haría ilusiones. La reputación de Santana, su edad y las diferencias entre ellos le decían que no debía ser optimista. Pero, a pesar de todo eso, llevaban siete semanas juntos y la atracción que había entre ellos seguía siendo tan fuerte como el primer día.
Binkie la había conocido una tarde, cuando fue a buscarla a casa, y había dicho que era «encantadora». Por el contrario, Susan, que estaba en España con una amiga que había enviudado recientemente, le había advertido que tuviese cuidado.
–Lo único que puedes tener con Santana Lopez es una tórrida aventura. Luego se aburrirá y buscará a otra mujer. Te lo digo por tu propio bien, si estás preparada te dolerá menos.
–Sé que Santana no está enamorada de mí –admitió Brittany, intentando que la sonrisa no se borrara de sus labios–. Pero eso no significa que no pueda ser feliz mientras dure.
–Si aceptas que no hay futuro para esa relación…
–Lo he aceptado desde el principio. Los dos somos solteras y jóvenes, así que no va a durar para siempre.
Aunque eso era lo que quería pensar, brittany se había dado cuenta ese mismo día de que no engañaba a nadie y menos a sí misma. Adoraba a Santana, sencillamente lo adoraba. El sonido de su voz por teléfono la hacía feliz y el brillo de sus preciosos ojos chocolates podía hacerla arder de deseo. Aunque no había querido enamorarse de ella, había ocurrido sin que pudiera evitarlo.
Afortunadamente, Santana aún no conocía a su madre. Susan nunca había podido superar el desprecio con que el padre de su hija la había tratado y Brittany temía que hiciese algún comentario despectivo sobre su familia Holandesa.
Santana seguía sin saber que Michael pierce era su padre y ella no veía razón para contárselo. ¿Para qué? ¿De qué iba a servir? Michael no se tomaba el menor interés por su vida ni mantenía contacto con ella de forma habitual.
Mientras corría hacia el ascensor para seguir las largas zancadas de Santana, brittany empezó a sentirse ligeramente mareada. No era la primera vez que se encontraba mal en las últimas semanas y, de nuevo, decidió ir al médico en cuanto encontrase tiempo. Había empezado a tomar la píldora y sospechaba que no le estaba sentando bien. Las puertas del ascensor se abrieron directamente en el recibidor de Santana, que la abrazó y la besó en la boca apasionadamente; la frialdad que mostraba en público iba
desapareciendo mientras le acariciaba los pechos por encima de la camiseta, dejando escapar un gemido ronco de deseo.
–Podría tomarte aquí mismo…
–Yo también te he echado de menos –le confesó brittany, intentando quitarle la chaqueta. – BASTA! Hablas demasiado…
Mientras se besaban, sin aliento, Santana la tomó en brazos para llevarla al dormitorio. Su deseo de hacerle el amor emocionaba a Brittany, compensando otras omisiones. Aún no le había presentado a ningún amigo, aparte de aquéllos con los que se habían encontrado casualmente, y nunca le había pedido que se quedase a dormir.
La llamaba siempre con cuarenta y ocho horas de antelación para quedar y no decía nada que le hiciera pensar que seguirían juntos.
Después de desnudarla, Santana se quedó frente a la cama, mirándola. Estaba tan excitado que le dolía y apenas había pegado ojo la noche anterior pensando en ella. Nunca había sentido una atracción como la que sentía por brittany y se alegraba de que ella no conociera a ninguno de sus amigos… o sus enemigos. Era exclusivamente suya como no lo había sido ninguna otra mujer, y su propia creación entre las sábanas. Estaba convencido de que por eso disfrutaba tanto estando con ella y la razón por la que no se aburría.
Viendo a su amante desnudarse, brittany se puso de rodillas sobre la cama. Se tomaba esa
erección como un cumplido y el cosquilleo de respuesta que sentía en la pelvis hizo que
inclinase la cabeza para acariciar el erguido miembro con la lengua y los labios hasta que lo
oyó suspirar de placer.
–Quiero correrme contigo –murmuró Santana, enterrando los dedos en su pelo para
sujetar su cabeza–. Y estoy demasiado excitado.
Santana se había hecho recientemente un chequeo y sabía que ella tomaba la píldora, de modo que podían hacer el amor sin preservativo. Brittany sabía que la confianza era mutua porque Santana le había confesado que nunca había confiado en una mujer lo suficiente como para hacer eso.
Abriéndole las piernas con una rodilla, Santana se enterró en su túnel de miel, ensanchando las delicadas paredes con su miembro. brittany gritó, disfrutando de la sensación, agarrándose a ella con manos frenéticas mientras empezaba a moverse adelante y atrás.
Tan intensa era la excitación que se revolvía debajo de él en un paroxismo de placer, las olas cada vez más altas, más embriagadoras… hasta que la pasión los llevó a los dos a la inevitable conclusión.
El clímax fue tan increíble que brittany levantó las caderas, gritando al sentir cómo el magnífico cuerpo de Santana se estremecía. En el mismo instante, él se dejó ir, lanzando un desinhibido grito de placer. Después de unos segundos, cuando por fin pudo llevar aire a sus pulmones, Santana clavó en ella sus ardientes ojos.
–He perdido un poco la cabeza… ¿te he hecho daño?
–No, claro que no –respondió ella, echándole los brazos al cuello.
–Nunca olvidaré la primera vez, ma bella –Santana toleraba ser abrazada e incluso disfrutaba de sus gestos de cariño, algo que no le había ocurrido nunca.Brittany era una chica
muy cariñosa que se derretía con los animales, los niños y las historias de amor.
–¿Qué has hecho en L.A? –le preguntó.
–No quiero hablar, quiero dormir –bromeó ella.
–No puedes… ¡llevas una semana fuera! –se quejó brittany–. Bueno, cuéntame qué tal.
–Mi padre quiere que me vaya a vivir allí y lleve la empresa familiar y mi madre quiere
que me case con una buena chica rica.
–¿Ah, sí? –brittany apartó la mirada.
–Incluso me preparó una encerrona. Organizó una cena en casa a la que invitó a las hijas de unos amigos…
Nada de eso alegraba a brittany, pero siguió sonriendo como pudo.
–¿Y te gustó alguna de ellas?
–No, qué va. Y tampoco me gusta la idea de casarme –respondió santana, acariciándole los pechos–. ¿Por qué iba querer a nadie más en mi cama? ¿Sabes una cosa? Creo que tus preciosos pechos son un poco más grandes que antes.
brittany se puso colorada.
–Debe de ser por la píldora. Santana sonrió.
–Y yo no me quejo… me encanta tu cuerpo. Por cierto, esta noche vamos a salir.
–¿Adónde vamos?
–Un amigo organiza una fiesta en un club privado –contestó Santana, incorporándose–. Hora de ducharse, perezosa.
brittany estaba encantada de conocer a sus amigos por fin.
–Pero tengo que ir a casa a cambiarme…
–No, de eso nada.
–No puedo ir en vaqueros…
–Ya me he encargado de eso.
–¿De qué estás hablando?
–Ya lo verás… –tirando de ella hacia la ducha, Santana se echó un poco de gel en las
manos para frotarlo sobre sus pechos, dejando claro que no estaba pensando en la higiene personal.
–¿Me deseas? –murmuró, acariciándole los pezones con la punta de un dedo.
–Mucho… –respondió ella, temblando de deseo.
Santana la apoyó en la pared de la ducha y lo que siguió fue tan enérgico, tan increíblemente excitante, que dejó a brittany agotada. Después, envuelta en una toalla en la habitación, descubrió a qué se refería cuando dijo que no tendría que ir a casa a cambiarse.
Santana apareció con un montón de bolsas que dejó sobre la cama.
–Ropa nueva –anunció.
brittany se quedo inmóvil, desconcertada.
–¿Me has comprado ropa?
–¡Si tengo que volver a verte con el vestidito negro o con el otro que tiene piedrecitas en
el cuello me los cargo! –bromeó ella–. Necesitas un vestido nuevo, brittany. -Venga, abre las bolsas.
Ella abrió la primera y sacó un vestido de color verde esmeralda. Pero al ver el nombre
de un famoso diseñador en la etiqueta, dio un paso atrás.
–Esto debe de costar un dineral… lo siento, no puedo aceptarlo.
Santana tuvo que contener una respuesta airada. santana sabía lo importante que eran las apariencias entre sus amistades y, aunque agradecía que brittany, al contrario que muchas de
sus predecesoras, no esperase recibir regalos caros, le parecía que llevaba su independencia demasiado lejos. Sin decir nada, abrió otra de las bolsas y tiró el contenido sobre la cama.
brittany se puso colorada al ver el conjunto de ropa interior, tan fino como una tela de araña, medias y zapatos a juego con el vestido.
–¿Que no tenga ropa elegante te avergüenza? –le preguntó.
–No, a mí no. Pero conozco a las mujeres lo suficiente como para saber que tú te avergonzarías si no llevaras algo adecuado esta noche –respondió ella.
Mortificada por su sinceridad, Brittany apartó la mirada. Era la primera vez que el dinero provocaba un problema entre los dos, pero su orgullo le decía que no debía aceptar unos regalos tan caros. Y se preguntó si su falta de vestuario adecuado era lo que había impedido que Santana le presentase a sus amigos.
–Me sentiría más avergonzada por aceptar estos regalos –dijo finalmente–. Pero sé que lo
has hecho de buena fe. Eres muy considerado y yo no quiero ser desagradecida pero, por
favor, no vuelvas a comprarme ropa.
–No quiero que te sientas fuera de lugar o incómoda entre mis amigos.
Brittany estuvo a punto de decir que, de ser así, el problema era de sus amigos, pero se mordió la lengua.
–Es un color precioso –dijo, tomando el vestido.
–En cuanto lo vi, pensé que te quedaría de maravilla –afirmó Santana, antes de besarla.
Y brittany lo perdonó por completo, aunque sabía que estaba mal dejar que le comprase cosas tan caras.
–¿Y si no me queda bien?
–No es la primera vez que compro un vestido para una mujer…
–Déjalo, no me lo cuentes –murmuró ella, entrando en el baño para arreglarse el pelo.
–También te he comprado unos pendientes de esmeraldas y diamantes.
Cuando brittany se volvió para mirarla, atónita, Santana se encogió de hombros como diciendo: «De perdidos al río».
–No, gracias. No voy a aceptar joyas.
santana se acercó a la puerta del baño.
–¿Por qué no?
–Porque no.
–¿Por qué te parece mal que te muestre mi afecto con unos pendientes? Brittany sacudió la cabeza.
–No quiero aceptar regalos tan caros.
–No te pongas difícil –dijo Santana entonces.
–No me estoy poniendo difícil. Sencillamente, yo soy como soy.
–No deberías cuestionar la generosidad de los demás.
–Y tú no deberías cuestionar mis valores –replicó ella, molesta.
–De acuerdo, no quiero discutir. Pero al menos póntelos esta noche.
brittany suspiró.
–Muy bien. Pero sólo esta noche.
Seguramente otras chicas aceptarían regalos sin el menor problema, pensó. Pero si no
tenía cuidado, amar a Santana la convertiría en una cobarde y se concentraría tanto en hacerlo
feliz que se olvidaría de sí misma. Y no estaba dispuesta a hacer eso.
Mientras se secaba el pelo frente al espejo, se juró a sí misma no dejar que el amor la
convirtiese en un felpudo. No, el amor no le haría hacer o aceptar cosas en las que no creía.
Aunque le habría gustado poder criticarlo, el vestido era maravilloso y le quedaba perfecto, como si se lo hubieran hecho a medida, tuvo que reconocer.
Santana abrió una caja de terciopelo de la que sacó unos pendientes en forma de estrella,
con una esmeralda en el centro.
–Acéptalos, Brittany. Los he comprado porque me recordaban a tus ojos. Finalmente, ella se los puso. Los pendientes eran preciosos y reflejaban la luz de la lámpara cada vez que movía la cabeza. El efecto de las joyas y el vestido era tan impresionante que parecía otra persona, tuvo que admitir.
Santana la llevó a un elegante club en la mejor zona de New york, conocido porque acudían muchos ricos y famosos, y mientras iban hacia su mesa la gente lo saludaba como si fuera por allí a menudo. santana pidió champán, pero brittany tenía el estómago revuelto decidió tomar agua mineral.
Mientras le presentaba a unas jovencitas que apenas la miraron, Brittany vio que una de ellas metía algo en el bolsillo de su chaqueta y cuando se quedaron solos le preguntó qué era.
Santana sacó una tarjeta de visita con un número de teléfono y un mensaje escrito a mano… pero rompió la tarjeta sin leerlo.
–Me pasa todo el tiempo –le confesó, mientras Brittany miraba la tarjeta con perplejidad.
–¿Ah, sí?
–Algunas de estas mujeres matarían por casarse con un millonario, pero yo nunca acepto invitaciones.
Brittany se quedó sorprendida y turbada por el número de «invitaciones» que recibió mientras ella estaba a su lado. Chicas con minifaldas que revelaban más de lo que escondían se acercaban continuamente a la mesa y, finalmente, para evitar interrupciones, Santana la llevó a la zona VIP, protegida por guardias de seguridad.
Pero allí, irónicamente, se encontraron con la única mujer que preocupó a brttany, una preciosa chica rubia.
–Kitty Wilde, una vieja amiga –la presentó Santana–. Brittany Spencer…
–Encantada.
kitty, que era bajita y con mas curvas que brittany se sentía como un lapiz, consiguió seguir sonriendo mientras la fulminaba con una mirada cargada de hostilidad. La rubia hablaba con Santana en frances y lo que decía debía de ser muy divertido porque él no paraba de reír.
Brittany, que no podía entender la conversación, se dedicó a mirar alrededor… pero unos
minutos después, kitty había escurrido su delgada figura entre los dos, poniendo una mano posesiva sobre la pierna de Santana.
Cuando la coqueta morena le pidió que bailasen y ella aceptó, brittany se dirigió al lavabo, donde se encontró con las tres jovencitas que le había presentado Santana.
–¿Por qué no te vas a casa? –le espetó una de ellas, con tono venenoso–. Santana está bailando con kitty y no te necesitan para nada.
–Yo he venido con ella –replicó brittany, decidida a no dejarse intimidar.
–Santana conoce a kitty de toda la vida –intervino otra de las chicas–. ¿Por qué no desapareces? Estás molestando.
Furiosa, brittany volvió a la zona VIP… para ver a kitty aplastada contra el torso de Santana
en la pista de baile, los brazos alrededor de su cuello.
La diminuta rubia apretaba la pelvis contra ella en un gesto descarado… y Santana no se
apartaba.
Con el corazón encogido y el estómago revuelto, brittany sacó el móvil del
bolso para enviarle un mensaje de texto: ”No voy a soportar que estés con otra mujer.
Hemos terminado, me voy a casa.”
Luego salió del club y subió a un taxi, incrédula y dolida como nunca… aunque se tomó su tiempo, con la esperanza de que leyera ella mensaje inmediatamente y saliera a buscarla.
¿Cómo podía terminar todo de esa forma? ¿Sin previo aviso? ¿Sin que Santana le hubiera demostrado que había perdido el interés por ella?
Tal vez la morena había sido una tentación irresistible para santana, pensó mientras entraba en su casa.
Atónita, brittany dejó el móvil sobre la mesilla y se tumbó en la cama, incapaz de dormir, esperando que Santana contestase a su mensaje.
Pero no hubo respuesta ni esa noche ni a la mañana siguiente, cuando despertó al amanecer, y el silencio de Santana confirmó que su relación había terminado.
Pero, además de eso, en cuanto puso un pie en el suelo tuvo que correr al baño a vomitar. Todo parecía ir mal.
Pero pasara lo que pasara, no perdonaría a Santana ni perdonaría su comportamiento con kitty. Con una jaqueca espantosa, brittany fue a clase y pidió cita con su médico esa tarde porque sus problemas digestivos empezaban a ser preocupantes.
La cita fue muy breve. Una vez que le contó los síntomas, el médico empezó a hablar de
otros métodos anticonceptivos, pero como su relación con Santana se había roto, brittany no veía razón para seguir tomando la píldora.
El médico sugirió que se hiciera un análisis de sangre y, al día siguiente, después de pasar por la consulta, brittany fue de nuevo a clase.
Pero cuando volvió a casa por la tarde, Binkie le dijo que habían llamado de la clínica para decir que debía hacerse otro análisis.
–¿Para qué?
–No lo sé, no me lo han dicho. Ah, por cierto, tu madre vuelve esta noche de España.
Brittany despertó a la mañana siguiente más triste que nunca. No sabía nada de Santana y su silencio era insultante, decidió. La trataba como si hubiera sido un revolcón de una noche.
Evidentemente, no había significado nada para ella y el lazo que había creído que existía entre ellos estaba sólo en su imaginación.
No debería haberse enamorado. Saber que ya ni siquiera podía mandarle mensajes hizo que se sintiera vacía, sola. Todo había terminado de verdad, pensó mientras entraba en la consulta del médico, que la saludó con una tensa sonrisa, indicándole que se sentara.
–Te he pedido que vinieras porque el análisis de sangre que te hiciste ayer revela que
estás embarazada.
brittany palideció. –Pero eso no es posible… estaba tomando la píldora.
–Es una píldora de dosis baja. ¿Tomaste otras precauciones?
–No…
–¿Olvidaste tomar alguna píldora?
–No, creo que no…
–Pero sé que tomaste antibióticos para la gripe durante la segunda semana.
Cualquiera de esas cosas podría haber afectado a la efectividad de la píldora.
Brittany abrió la boca para decir algo pero volvió a cerrarla enseguida. Se le había olvidado
tomar la píldora una noche y Santana había dejado de usar preservativo antes del final de la tercera semana. En cuanto al riesgo añadido de los antibióticos, ella no sabía que la medicación pudiese interferir con la efectividad de la píldora. Atónita, subió a la camilla para que el médico la examinase antes de preguntar, casi sin voz, de cuánto tiempo estaba embarazada.
–De unas seis semanas.
Apenas escuchó los consejos del médico para que descansara y comiese de manera saludable porque no podía pensar. Iba a tener un hijo… iba a tener un hijo con Santana Lopez cuando ya había roto con él.
A Santana ni siquiera le importaba lo suficiente como para ponerse en contacto con ella.
Desesperada por hablar con alguien, se saltó las clases de esa tarde y fue a casa para contárselo a Binkie.
–Ay, cariño… –murmuró la mujer, angustiada–. ¿Qué vas a hacer?
Ella suspiró.
–Voy a tener el niño. Mi madre me tuvo a mí en circunstancias similares.
–Tus padres estaban prometidos y tu madre esperaba que Michael se casara con ella.
–Santana y yo ya no estamos juntos –admitió Brittany.
–Pero tienes que decirle lo del niño…
–¿Por qué habláis en voz baja? –escucharon entonces una voz en la puerta–. ¿Qué niño?
El corazón de Brittany se encogió al ver a su madre en la puerta de la cocina, con un camisón de encaje negro.
–Britany está embarazada –dijo Binkie–. Os dejo solas par que habléis.
–¡Embarazada! –exclamó Susan–. ¿De Santana Lopez? - Ella asintió con la cabeza.
–Pero aún no se lo he dicho.
–Cariño, qué ingenua eres. Cuando se lo cuentes, no volverás a verla.
–También es su hijo y debería saberlo. Desgraciadamente, hemos roto.
–¡Ya verás cuando tu padre se entere de esto! –Susan casi parecía saborear la idea de
contárselo, sus ojos azules brillando con un toque de malicia.
Brittany arrugó el ceño. –¿Por qué iba a contárselo a mi padre? No quiero que lo sepa, no es asunto suyo.
Aunque, en realidad, le daba igual que se lo contase o no. Que ella supiera, la hostilidad de Michael hacia Susan, la madre de su hija ilegítima, no había desaparecido con el paso de los años.
–Sigues siendo demasiado joven para tener un hijo –Susan suspiró–. Deberías pensarlo bien.
–Lo pensaré –asintió Brittany, antes de subir a su habitación para enviarle un mensaje a Santana diciendo que tenía que verlo.
No había manera diplomática de dar una noticia como aquélla y cuanto antes lo hiciese mejor. A santana no le haría ninguna gracia, estaba segura. Pero, en el fondo, albergaba la tonta
esperanza de que su reacción ante el anuncio del embarazo fuese por lo menos comprensiva.
--------------------------
nos leemos hasta mañana en la noche...talvez... xD
GRACIAS X COMENTAR
y no esperen tanto amor ...quizas mas adelante jiij
espero y no se molesten y solo disfruten del cap
acuérdense que por algo pasan las cosas
Capítulo 6
–Date prisa –dijo Santana, impaciente, sosteniendo el móvil entre el cuello y el hombro–.
Estoy aparcado en doble fila.
–¡Estoy llegando! –gritó brittany, sin aliento mientras corría hacía el Ferrari plateado.
Sujetando con una mano las carpetas que llevaba, abrió la puerta y se lanzó sobre el asiento del pasajero, riendo.
Santana había estado toda la semana en L.A y la echaba de menos. Por
eso se había saltado una clase para verla esa tarde, algo que no hacía nunca. Y mientras la miraba con los ojos, sus estudios era lo último en lo que podía pensar.
Santana había visto por el espejo retrovisor a un guardia de tráfico a punto de multarla,
pero cuando brittany subió al coche, con sus vaqueros y su camiseta de colores, se olvidó de él y levantó una mano para acariciar su melena rubia. Como siempre, no paraba de hablar, su alegría al verla era casi infantil. Aquella calidez y naturalidad atraían a Santana, que había crecido en un ambiente más bien frío, y la claridad de sus ojos, su piel perfecta y esos labios que se moría por besar eran una tentación irresistible.
Sin dudarlo, inclinó la cabeza para apoderarse de su boca en un beso que la dejó sin aliento… pero antes de que el guardia de tráfico terminase de anotar la matrícula, Santana arrancó a toda velocidad. brittany lo miraba, contenta. Había temido que hubiese encontrado a otra
mujer mientras estaba en L.A, pero verla tan excitada la tranquilizó. Aunque sabía que con Santana Lopez no había garantías.
Después de todo, se había dicho desde el principio que no se haría ilusiones. La reputación de Santana, su edad y las diferencias entre ellos le decían que no debía ser optimista. Pero, a pesar de todo eso, llevaban siete semanas juntos y la atracción que había entre ellos seguía siendo tan fuerte como el primer día.
Binkie la había conocido una tarde, cuando fue a buscarla a casa, y había dicho que era «encantadora». Por el contrario, Susan, que estaba en España con una amiga que había enviudado recientemente, le había advertido que tuviese cuidado.
–Lo único que puedes tener con Santana Lopez es una tórrida aventura. Luego se aburrirá y buscará a otra mujer. Te lo digo por tu propio bien, si estás preparada te dolerá menos.
–Sé que Santana no está enamorada de mí –admitió Brittany, intentando que la sonrisa no se borrara de sus labios–. Pero eso no significa que no pueda ser feliz mientras dure.
–Si aceptas que no hay futuro para esa relación…
–Lo he aceptado desde el principio. Los dos somos solteras y jóvenes, así que no va a durar para siempre.
Aunque eso era lo que quería pensar, brittany se había dado cuenta ese mismo día de que no engañaba a nadie y menos a sí misma. Adoraba a Santana, sencillamente lo adoraba. El sonido de su voz por teléfono la hacía feliz y el brillo de sus preciosos ojos chocolates podía hacerla arder de deseo. Aunque no había querido enamorarse de ella, había ocurrido sin que pudiera evitarlo.
Afortunadamente, Santana aún no conocía a su madre. Susan nunca había podido superar el desprecio con que el padre de su hija la había tratado y Brittany temía que hiciese algún comentario despectivo sobre su familia Holandesa.
Santana seguía sin saber que Michael pierce era su padre y ella no veía razón para contárselo. ¿Para qué? ¿De qué iba a servir? Michael no se tomaba el menor interés por su vida ni mantenía contacto con ella de forma habitual.
Mientras corría hacia el ascensor para seguir las largas zancadas de Santana, brittany empezó a sentirse ligeramente mareada. No era la primera vez que se encontraba mal en las últimas semanas y, de nuevo, decidió ir al médico en cuanto encontrase tiempo. Había empezado a tomar la píldora y sospechaba que no le estaba sentando bien. Las puertas del ascensor se abrieron directamente en el recibidor de Santana, que la abrazó y la besó en la boca apasionadamente; la frialdad que mostraba en público iba
desapareciendo mientras le acariciaba los pechos por encima de la camiseta, dejando escapar un gemido ronco de deseo.
–Podría tomarte aquí mismo…
–Yo también te he echado de menos –le confesó brittany, intentando quitarle la chaqueta. – BASTA! Hablas demasiado…
Mientras se besaban, sin aliento, Santana la tomó en brazos para llevarla al dormitorio. Su deseo de hacerle el amor emocionaba a Brittany, compensando otras omisiones. Aún no le había presentado a ningún amigo, aparte de aquéllos con los que se habían encontrado casualmente, y nunca le había pedido que se quedase a dormir.
La llamaba siempre con cuarenta y ocho horas de antelación para quedar y no decía nada que le hiciera pensar que seguirían juntos.
Después de desnudarla, Santana se quedó frente a la cama, mirándola. Estaba tan excitado que le dolía y apenas había pegado ojo la noche anterior pensando en ella. Nunca había sentido una atracción como la que sentía por brittany y se alegraba de que ella no conociera a ninguno de sus amigos… o sus enemigos. Era exclusivamente suya como no lo había sido ninguna otra mujer, y su propia creación entre las sábanas. Estaba convencido de que por eso disfrutaba tanto estando con ella y la razón por la que no se aburría.
Viendo a su amante desnudarse, brittany se puso de rodillas sobre la cama. Se tomaba esa
erección como un cumplido y el cosquilleo de respuesta que sentía en la pelvis hizo que
inclinase la cabeza para acariciar el erguido miembro con la lengua y los labios hasta que lo
oyó suspirar de placer.
–Quiero correrme contigo –murmuró Santana, enterrando los dedos en su pelo para
sujetar su cabeza–. Y estoy demasiado excitado.
Santana se había hecho recientemente un chequeo y sabía que ella tomaba la píldora, de modo que podían hacer el amor sin preservativo. Brittany sabía que la confianza era mutua porque Santana le había confesado que nunca había confiado en una mujer lo suficiente como para hacer eso.
Abriéndole las piernas con una rodilla, Santana se enterró en su túnel de miel, ensanchando las delicadas paredes con su miembro. brittany gritó, disfrutando de la sensación, agarrándose a ella con manos frenéticas mientras empezaba a moverse adelante y atrás.
Tan intensa era la excitación que se revolvía debajo de él en un paroxismo de placer, las olas cada vez más altas, más embriagadoras… hasta que la pasión los llevó a los dos a la inevitable conclusión.
El clímax fue tan increíble que brittany levantó las caderas, gritando al sentir cómo el magnífico cuerpo de Santana se estremecía. En el mismo instante, él se dejó ir, lanzando un desinhibido grito de placer. Después de unos segundos, cuando por fin pudo llevar aire a sus pulmones, Santana clavó en ella sus ardientes ojos.
–He perdido un poco la cabeza… ¿te he hecho daño?
–No, claro que no –respondió ella, echándole los brazos al cuello.
–Nunca olvidaré la primera vez, ma bella –Santana toleraba ser abrazada e incluso disfrutaba de sus gestos de cariño, algo que no le había ocurrido nunca.Brittany era una chica
muy cariñosa que se derretía con los animales, los niños y las historias de amor.
–¿Qué has hecho en L.A? –le preguntó.
–No quiero hablar, quiero dormir –bromeó ella.
–No puedes… ¡llevas una semana fuera! –se quejó brittany–. Bueno, cuéntame qué tal.
–Mi padre quiere que me vaya a vivir allí y lleve la empresa familiar y mi madre quiere
que me case con una buena chica rica.
–¿Ah, sí? –brittany apartó la mirada.
–Incluso me preparó una encerrona. Organizó una cena en casa a la que invitó a las hijas de unos amigos…
Nada de eso alegraba a brittany, pero siguió sonriendo como pudo.
–¿Y te gustó alguna de ellas?
–No, qué va. Y tampoco me gusta la idea de casarme –respondió santana, acariciándole los pechos–. ¿Por qué iba querer a nadie más en mi cama? ¿Sabes una cosa? Creo que tus preciosos pechos son un poco más grandes que antes.
brittany se puso colorada.
–Debe de ser por la píldora. Santana sonrió.
–Y yo no me quejo… me encanta tu cuerpo. Por cierto, esta noche vamos a salir.
–¿Adónde vamos?
–Un amigo organiza una fiesta en un club privado –contestó Santana, incorporándose–. Hora de ducharse, perezosa.
brittany estaba encantada de conocer a sus amigos por fin.
–Pero tengo que ir a casa a cambiarme…
–No, de eso nada.
–No puedo ir en vaqueros…
–Ya me he encargado de eso.
–¿De qué estás hablando?
–Ya lo verás… –tirando de ella hacia la ducha, Santana se echó un poco de gel en las
manos para frotarlo sobre sus pechos, dejando claro que no estaba pensando en la higiene personal.
–¿Me deseas? –murmuró, acariciándole los pezones con la punta de un dedo.
–Mucho… –respondió ella, temblando de deseo.
Santana la apoyó en la pared de la ducha y lo que siguió fue tan enérgico, tan increíblemente excitante, que dejó a brittany agotada. Después, envuelta en una toalla en la habitación, descubrió a qué se refería cuando dijo que no tendría que ir a casa a cambiarse.
Santana apareció con un montón de bolsas que dejó sobre la cama.
–Ropa nueva –anunció.
brittany se quedo inmóvil, desconcertada.
–¿Me has comprado ropa?
–¡Si tengo que volver a verte con el vestidito negro o con el otro que tiene piedrecitas en
el cuello me los cargo! –bromeó ella–. Necesitas un vestido nuevo, brittany. -Venga, abre las bolsas.
Ella abrió la primera y sacó un vestido de color verde esmeralda. Pero al ver el nombre
de un famoso diseñador en la etiqueta, dio un paso atrás.
–Esto debe de costar un dineral… lo siento, no puedo aceptarlo.
Santana tuvo que contener una respuesta airada. santana sabía lo importante que eran las apariencias entre sus amistades y, aunque agradecía que brittany, al contrario que muchas de
sus predecesoras, no esperase recibir regalos caros, le parecía que llevaba su independencia demasiado lejos. Sin decir nada, abrió otra de las bolsas y tiró el contenido sobre la cama.
brittany se puso colorada al ver el conjunto de ropa interior, tan fino como una tela de araña, medias y zapatos a juego con el vestido.
–¿Que no tenga ropa elegante te avergüenza? –le preguntó.
–No, a mí no. Pero conozco a las mujeres lo suficiente como para saber que tú te avergonzarías si no llevaras algo adecuado esta noche –respondió ella.
Mortificada por su sinceridad, Brittany apartó la mirada. Era la primera vez que el dinero provocaba un problema entre los dos, pero su orgullo le decía que no debía aceptar unos regalos tan caros. Y se preguntó si su falta de vestuario adecuado era lo que había impedido que Santana le presentase a sus amigos.
–Me sentiría más avergonzada por aceptar estos regalos –dijo finalmente–. Pero sé que lo
has hecho de buena fe. Eres muy considerado y yo no quiero ser desagradecida pero, por
favor, no vuelvas a comprarme ropa.
–No quiero que te sientas fuera de lugar o incómoda entre mis amigos.
Brittany estuvo a punto de decir que, de ser así, el problema era de sus amigos, pero se mordió la lengua.
–Es un color precioso –dijo, tomando el vestido.
–En cuanto lo vi, pensé que te quedaría de maravilla –afirmó Santana, antes de besarla.
Y brittany lo perdonó por completo, aunque sabía que estaba mal dejar que le comprase cosas tan caras.
–¿Y si no me queda bien?
–No es la primera vez que compro un vestido para una mujer…
–Déjalo, no me lo cuentes –murmuró ella, entrando en el baño para arreglarse el pelo.
–También te he comprado unos pendientes de esmeraldas y diamantes.
Cuando brittany se volvió para mirarla, atónita, Santana se encogió de hombros como diciendo: «De perdidos al río».
–No, gracias. No voy a aceptar joyas.
santana se acercó a la puerta del baño.
–¿Por qué no?
–Porque no.
–¿Por qué te parece mal que te muestre mi afecto con unos pendientes? Brittany sacudió la cabeza.
–No quiero aceptar regalos tan caros.
–No te pongas difícil –dijo Santana entonces.
–No me estoy poniendo difícil. Sencillamente, yo soy como soy.
–No deberías cuestionar la generosidad de los demás.
–Y tú no deberías cuestionar mis valores –replicó ella, molesta.
–De acuerdo, no quiero discutir. Pero al menos póntelos esta noche.
brittany suspiró.
–Muy bien. Pero sólo esta noche.
Seguramente otras chicas aceptarían regalos sin el menor problema, pensó. Pero si no
tenía cuidado, amar a Santana la convertiría en una cobarde y se concentraría tanto en hacerlo
feliz que se olvidaría de sí misma. Y no estaba dispuesta a hacer eso.
Mientras se secaba el pelo frente al espejo, se juró a sí misma no dejar que el amor la
convirtiese en un felpudo. No, el amor no le haría hacer o aceptar cosas en las que no creía.
Aunque le habría gustado poder criticarlo, el vestido era maravilloso y le quedaba perfecto, como si se lo hubieran hecho a medida, tuvo que reconocer.
Santana abrió una caja de terciopelo de la que sacó unos pendientes en forma de estrella,
con una esmeralda en el centro.
–Acéptalos, Brittany. Los he comprado porque me recordaban a tus ojos. Finalmente, ella se los puso. Los pendientes eran preciosos y reflejaban la luz de la lámpara cada vez que movía la cabeza. El efecto de las joyas y el vestido era tan impresionante que parecía otra persona, tuvo que admitir.
Santana la llevó a un elegante club en la mejor zona de New york, conocido porque acudían muchos ricos y famosos, y mientras iban hacia su mesa la gente lo saludaba como si fuera por allí a menudo. santana pidió champán, pero brittany tenía el estómago revuelto decidió tomar agua mineral.
Mientras le presentaba a unas jovencitas que apenas la miraron, Brittany vio que una de ellas metía algo en el bolsillo de su chaqueta y cuando se quedaron solos le preguntó qué era.
Santana sacó una tarjeta de visita con un número de teléfono y un mensaje escrito a mano… pero rompió la tarjeta sin leerlo.
–Me pasa todo el tiempo –le confesó, mientras Brittany miraba la tarjeta con perplejidad.
–¿Ah, sí?
–Algunas de estas mujeres matarían por casarse con un millonario, pero yo nunca acepto invitaciones.
Brittany se quedó sorprendida y turbada por el número de «invitaciones» que recibió mientras ella estaba a su lado. Chicas con minifaldas que revelaban más de lo que escondían se acercaban continuamente a la mesa y, finalmente, para evitar interrupciones, Santana la llevó a la zona VIP, protegida por guardias de seguridad.
Pero allí, irónicamente, se encontraron con la única mujer que preocupó a brttany, una preciosa chica rubia.
–Kitty Wilde, una vieja amiga –la presentó Santana–. Brittany Spencer…
–Encantada.
kitty, que era bajita y con mas curvas que brittany se sentía como un lapiz, consiguió seguir sonriendo mientras la fulminaba con una mirada cargada de hostilidad. La rubia hablaba con Santana en frances y lo que decía debía de ser muy divertido porque él no paraba de reír.
Brittany, que no podía entender la conversación, se dedicó a mirar alrededor… pero unos
minutos después, kitty había escurrido su delgada figura entre los dos, poniendo una mano posesiva sobre la pierna de Santana.
Cuando la coqueta morena le pidió que bailasen y ella aceptó, brittany se dirigió al lavabo, donde se encontró con las tres jovencitas que le había presentado Santana.
–¿Por qué no te vas a casa? –le espetó una de ellas, con tono venenoso–. Santana está bailando con kitty y no te necesitan para nada.
–Yo he venido con ella –replicó brittany, decidida a no dejarse intimidar.
–Santana conoce a kitty de toda la vida –intervino otra de las chicas–. ¿Por qué no desapareces? Estás molestando.
Furiosa, brittany volvió a la zona VIP… para ver a kitty aplastada contra el torso de Santana
en la pista de baile, los brazos alrededor de su cuello.
La diminuta rubia apretaba la pelvis contra ella en un gesto descarado… y Santana no se
apartaba.
Con el corazón encogido y el estómago revuelto, brittany sacó el móvil del
bolso para enviarle un mensaje de texto: ”No voy a soportar que estés con otra mujer.
Hemos terminado, me voy a casa.”
Luego salió del club y subió a un taxi, incrédula y dolida como nunca… aunque se tomó su tiempo, con la esperanza de que leyera ella mensaje inmediatamente y saliera a buscarla.
¿Cómo podía terminar todo de esa forma? ¿Sin previo aviso? ¿Sin que Santana le hubiera demostrado que había perdido el interés por ella?
Tal vez la morena había sido una tentación irresistible para santana, pensó mientras entraba en su casa.
Atónita, brittany dejó el móvil sobre la mesilla y se tumbó en la cama, incapaz de dormir, esperando que Santana contestase a su mensaje.
Pero no hubo respuesta ni esa noche ni a la mañana siguiente, cuando despertó al amanecer, y el silencio de Santana confirmó que su relación había terminado.
Pero, además de eso, en cuanto puso un pie en el suelo tuvo que correr al baño a vomitar. Todo parecía ir mal.
Pero pasara lo que pasara, no perdonaría a Santana ni perdonaría su comportamiento con kitty. Con una jaqueca espantosa, brittany fue a clase y pidió cita con su médico esa tarde porque sus problemas digestivos empezaban a ser preocupantes.
La cita fue muy breve. Una vez que le contó los síntomas, el médico empezó a hablar de
otros métodos anticonceptivos, pero como su relación con Santana se había roto, brittany no veía razón para seguir tomando la píldora.
El médico sugirió que se hiciera un análisis de sangre y, al día siguiente, después de pasar por la consulta, brittany fue de nuevo a clase.
Pero cuando volvió a casa por la tarde, Binkie le dijo que habían llamado de la clínica para decir que debía hacerse otro análisis.
–¿Para qué?
–No lo sé, no me lo han dicho. Ah, por cierto, tu madre vuelve esta noche de España.
Brittany despertó a la mañana siguiente más triste que nunca. No sabía nada de Santana y su silencio era insultante, decidió. La trataba como si hubiera sido un revolcón de una noche.
Evidentemente, no había significado nada para ella y el lazo que había creído que existía entre ellos estaba sólo en su imaginación.
No debería haberse enamorado. Saber que ya ni siquiera podía mandarle mensajes hizo que se sintiera vacía, sola. Todo había terminado de verdad, pensó mientras entraba en la consulta del médico, que la saludó con una tensa sonrisa, indicándole que se sentara.
–Te he pedido que vinieras porque el análisis de sangre que te hiciste ayer revela que
estás embarazada.
brittany palideció. –Pero eso no es posible… estaba tomando la píldora.
–Es una píldora de dosis baja. ¿Tomaste otras precauciones?
–No…
–¿Olvidaste tomar alguna píldora?
–No, creo que no…
–Pero sé que tomaste antibióticos para la gripe durante la segunda semana.
Cualquiera de esas cosas podría haber afectado a la efectividad de la píldora.
Brittany abrió la boca para decir algo pero volvió a cerrarla enseguida. Se le había olvidado
tomar la píldora una noche y Santana había dejado de usar preservativo antes del final de la tercera semana. En cuanto al riesgo añadido de los antibióticos, ella no sabía que la medicación pudiese interferir con la efectividad de la píldora. Atónita, subió a la camilla para que el médico la examinase antes de preguntar, casi sin voz, de cuánto tiempo estaba embarazada.
–De unas seis semanas.
Apenas escuchó los consejos del médico para que descansara y comiese de manera saludable porque no podía pensar. Iba a tener un hijo… iba a tener un hijo con Santana Lopez cuando ya había roto con él.
A Santana ni siquiera le importaba lo suficiente como para ponerse en contacto con ella.
Desesperada por hablar con alguien, se saltó las clases de esa tarde y fue a casa para contárselo a Binkie.
–Ay, cariño… –murmuró la mujer, angustiada–. ¿Qué vas a hacer?
Ella suspiró.
–Voy a tener el niño. Mi madre me tuvo a mí en circunstancias similares.
–Tus padres estaban prometidos y tu madre esperaba que Michael se casara con ella.
–Santana y yo ya no estamos juntos –admitió Brittany.
–Pero tienes que decirle lo del niño…
–¿Por qué habláis en voz baja? –escucharon entonces una voz en la puerta–. ¿Qué niño?
El corazón de Brittany se encogió al ver a su madre en la puerta de la cocina, con un camisón de encaje negro.
–Britany está embarazada –dijo Binkie–. Os dejo solas par que habléis.
–¡Embarazada! –exclamó Susan–. ¿De Santana Lopez? - Ella asintió con la cabeza.
–Pero aún no se lo he dicho.
–Cariño, qué ingenua eres. Cuando se lo cuentes, no volverás a verla.
–También es su hijo y debería saberlo. Desgraciadamente, hemos roto.
–¡Ya verás cuando tu padre se entere de esto! –Susan casi parecía saborear la idea de
contárselo, sus ojos azules brillando con un toque de malicia.
Brittany arrugó el ceño. –¿Por qué iba a contárselo a mi padre? No quiero que lo sepa, no es asunto suyo.
Aunque, en realidad, le daba igual que se lo contase o no. Que ella supiera, la hostilidad de Michael hacia Susan, la madre de su hija ilegítima, no había desaparecido con el paso de los años.
–Sigues siendo demasiado joven para tener un hijo –Susan suspiró–. Deberías pensarlo bien.
–Lo pensaré –asintió Brittany, antes de subir a su habitación para enviarle un mensaje a Santana diciendo que tenía que verlo.
No había manera diplomática de dar una noticia como aquélla y cuanto antes lo hiciese mejor. A santana no le haría ninguna gracia, estaba segura. Pero, en el fondo, albergaba la tonta
esperanza de que su reacción ante el anuncio del embarazo fuese por lo menos comprensiva.
--------------------------
nos leemos hasta mañana en la noche...talvez... xD
GRACIAS X COMENTAR
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Ohhhh jodido se viene lo bueno, actualiza antes no en la noche o mucho mejor danos una maraton
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
santana es una desgraciada despues de semanas con britt la lleva a una fiesta para humillarla, yo britt no le diria nada del embarazo, por favor actualiza pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Hola buen dia.
No puede ser que Santana no la haya buscado, que mal plan si ella sabe muy bien que se la pasa increíble con Britt y estoy de acuerdo con mi Micky Morales es mejor que Britt no busque a Santana que Santana la busque a ella.
Por fa actualiza se quedo en lo mejor no podre vivir todo el día si no me dices que actualizaras u.u
No puede ser que Santana no la haya buscado, que mal plan si ella sabe muy bien que se la pasa increíble con Britt y estoy de acuerdo con mi Micky Morales es mejor que Britt no busque a Santana que Santana la busque a ella.
Por fa actualiza se quedo en lo mejor no podre vivir todo el día si no me dices que actualizaras u.u
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
holap,.....
oooooooooohhhh!!!!!!!!!!!!!!!!! se viene lo super bueno,...
a ver como reacciona san cuando se entere,.. pero no creo que sea buena como ya le dijo a britt nada de ataduras!!!!
mmm no me gusta la mama de britt!!!
nos vemos!!!
oooooooooohhhh!!!!!!!!!!!!!!!!! se viene lo super bueno,...
a ver como reacciona san cuando se entere,.. pero no creo que sea buena como ya le dijo a britt nada de ataduras!!!!
mmm no me gusta la mama de britt!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Hola....
Esperenado la actualizacion
Saludos
Y se vienen lo mejor
Esperenado la actualizacion
Saludos
Y se vienen lo mejor
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 7
Hola gracias x comentar eso me da motivos para seguir la historia y que bien les guste
las cosas entre las chicas tendrá mucho drama en momentos felices les doy esto como spoiler pero todo valdrá la pena se los adelanto porque la historia tendra dos finales....lo otro es que hasta el domingo o quizas el lunes actualizare ya que tengo mucho trabajo para universidad y mi novia me reclama tiempo que si paso mucho tiempo en la computadora cuando tengo tiempo libre..... y mas que el sabado estamos de aniversario ... asi que solo no se desesperen ya adelante varios caps ...y sin mas preanbulos el cap :)
Capítulo 7
Furiosa, la ira iluminando sus ojos chocolates hasta convertirlos en rojo fuego, Santana
tomó aire cuando su ayudante entró en el despacho para anunciar que Brittany Spencer estaba esperando.
Se alegraba de haberle dicho que se verían en la oficina porque el ambiente profesional
haría que la reunión fuese breve y concisa. Después de todo, ¿qué podían decirse?
Que se hubiera marchado del club sin decirle una palabra la había puesto furiosa. Había
llevado a unos amigos a la zona VIP con intención de presentársela… y había descubierto que
se había ido. Y su mensaje de texto, que era un juicio sin abogado defensor,
había exacerbado su mal humor.
Brittany entró en el despacho un segundo después, con un pantalón oscuro, zapatos de
tacón y una camisa de color frambuesa. Quería tener un aspecto normal, no como si se hubiera arreglado especialmente para él. Y, sin embargo, había estado una hora frente al
espejo y se había cambiado de ropa tres veces antes de decidirse.
Santana estaba tan sexy como siempre, tuvo que admitir ella; su aspecto,
su estatura y la forma de su cuerpo le daban un aspecto imponente.
Estaba reclinada en un sillón detrás de un enorme escritorio en actitud relajada, sin duda
ensayada, pensó. Esa actitud tan insolente era tan típica de Santana que brittany tuvo que disimular una mueca.
Porque no se dejaba engañar, la tensión de sus hombros y sus labios apretados dejaban claro que estaba tan incómodo como ella.
Y que fingiera estar tranquila la sacaba de quicio. Le daban ganas de abofetearla y
decirle que se portase como un ser humano normal. Pero tenía que hablarle de su hijo, el hijo
de los dos, pensó, sintiendo una extraña ola de orgullo y alegría que tal vez estaba fuera de
lugar en aquella situación.
–No sé qué tienes que decirme después de ese mensaje –le espetó santana, a modo de saludo.
Santana estaba siendo deliberadamente cruel porque creía que había ido a verlo para decir que había cambiado de opinión. Pero no le pasó desapercibida la curva de sus pechos bajo la camisa, y recordó el sabor a fresa de sus labios.
Intentando controlar su libido, la miró a los ojos, censurando mentalmente una excitación que no debía sentir.
–No tiene nada que ver con lo que pasó en el club –empezó a decir ella–.
Te portaste mal conmigo y no tengo nada más que decir al respecto.
Santana apretó los labios al notar ese tono de maestra de escuela regañando a un alumno.
–Te portaste como una cría…
–No, una cría hubiera montado una escena y yo no lo hice –lo interrumpió Brittany
Esa noche, en el club, había entendido que seguramente Santana se portaba así con todas las mujeres. Siendo un mujer millonaria y apuesto, las mujeres eran algo que disfrutaba y descartaba como si fueran objetos. Y, sin duda, muchas de ellas soportaban ese comportamiento.
Fuerte y orgullosa como era, Brittany no estaba dispuesta a soportarlo. No iba a perdonar
que hubiese flirteado con kitty a menos que tuviera una excusa o una explicación, pero era evidente que no estaba de humor para dar ninguna.
–Te marchaste porque kitty estaba tonteando conmigo. Estaba borracha y, además, es una amiga de toda la vida.
–No vi que tú te apartases.
–No, soy una independiente y no te pertenezco –replicó Santana.
–Y tampoco yo te pertenezco a ti, por eso me marché –dijo brittany–. Pero no es por eso por
lo que he venido a verte.
–Quieres volver conmigo –afirmó ella, absolutamente seguro de sí mismo.
–No, no quiero volver contigo.
Aunque no era verdad porque, a pesar de todo, quería volver con ella. O, más bien, soñaba
con volver con santana. Seguía enamorada, pero el sentido común le decía que era imposible a menos que le pidiese perdón, y ella conocía a Santana lo suficiente como para saber que no lo haría nunca.
–¿Entonces qué haces aquí?
brittany respiró profundamente.
–Iré directamente al grano: ayer estuve en el médico y acabo de descubrir que estoy
embarazada.
El silencio que siguió al anuncio podía cortarse con un cuchillo.
–¿Embarazada? –repitió Santana.
–De unas seis semanas.
Ella la miraba sin expresión, aunque se había puesto pálido. –Evidentemente, fue un error
por mi parte confiar en ti.
–No me he quedado embarazada a propósito –replicó brittany–. Pensé que no había riesgo
de embarazo cuando empecé a tomar la píldora, pero mi médico me ha explicado que hay
ciertas cosas que reducen su efectividad y…
–No malgastes saliva. Si estás embarazada, puedo sumar y dos yo solito – la interrumpió Santana–. ¿Y debo suponer que piensas tener el niño?
–Sí.
–Naturalmente.
–¿Qué significa eso? –exclamó ella, a la defensiva.
–Que tener un hijo mío te da la excusa perfecta para vivir a mi costa durante al menos dieciocho años, por eso has decidido tenerlo –respondió Santana, sin disimular su desprecio–.
Concebir un hijo mío ha sido una idea muy astuta, una buena inversión.
Brittany sentía que le ardía la cara.
–Nos arriesgamos los dos. Una mujer no se queda embarazada sola –le recordó–. Te
aseguro que yo no había planeado esto y no tengo la menor intención de vivir a tu costa.
–Una persona rica siempre es objetivo para este tipo de engaños…
–Esto no es ningún engaño. ¡Por última vez, no quiero tu dinero! –exclamó ella, airada–. Fue un accidente y ahora mismo no estoy más contenta que tú. Después de todo, esta situación va a afectarme a mí mucho más que a ti.
–Confié en ti –insistió Santana, condenándola con la mirada–. Pero debería haberlo imaginado… una chica de mi círculo social nunca haría algo así.
–¿Quién demonios crees que eres para hablarme así? –exclamó brittany entonces, indignada–. Mis padres rompieron cuando mi madre se quedó embarazada y nunca he tenido una verdadera relación con mi padre porque se odiaban. Soy la última persona en el mundo que querría tener un hijo en circunstancias similares porque sé muy bien el daño que puede hacerle a un niño.
Santana sacudió la cabeza, como si no estuviera escuchándola. – Evidentemente, haré lo que tenga que hacer por ti y por el niño. Os pasaré una pensión mensual. Una pensión mensual. A brittany le dolía en el alma esa actitud tan fría sobre un tema tan importante como un hijo.
–Deberías conocerme lo suficiente como para saber que yo nunca haría esto a propósito.
Santana levantó una ceja, sus ojos cargados de recelo.
–No pensaba que fueras a sorprenderme con una noticia así, pero parece que estaba
equivocado. ¿En qué más cosas me he equivocado, Brittany?
Destrozada por esa admisión, sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas pero hizo un esfuerzo para contenerlas.
–Hace unos días éramos felices…
–Y ahora no lo somos, así es la vida –la interrumpió Santana–. Agradezco que hayas venido a contármelo pero si ya has dicho todo lo que tenías que decir, no tenemos nada más que hablar. Mi abogado se pondrá en contacto contigo.
brittany se quedó desolada. –Pensé que te conocía mejor, pero veo que estaba equivocada.
–Tú sabías que no quería tener un hijo… ni siquiera una relación seria, te lo dije muy claro desde el principio –le recordó Santana.
–A veces la vida te da sorpresas y no es culpa de nadie –replicó ella–. Pero el niño sólo será una catástrofe si nosotros dejamos que lo sea…
–Ahórrate la charla para alguien que quiera escucharte –la interrumpió santana–. Ya te he dicho que mi abogado se pondrá en contacto contigo.
Pálida como un fantasma, brittany se dirigió a la puerta.
–No me gusta que me traten como si fuese una embaucadora.
–Y a mí no me gusta que me obliguen a ser algo que no quiero –replicó santana.
–Te recuerdo que yo voy a ser madre sin haberlo planeado –dijo brittany antes de salir del
despacho dando un portazo.
Una semana después de ese encuentro, Santana se quedó sorprendido cuando su
ayudante le dijo que Michael pierce quería verlo.
Aunque su padre hacía negocios con Pierce, Santana sólo lo había visto en un par de ocasiones y, además, no le gustaban sus métodos. Michael era, sin embargo, un hombre muy
influyente, con intereses en muchos mercados. También era notorio por su mal carácter, por
ser un matón temido por sus empleados y sus competidores y por no olvidar un error o un desprecio.
–Lopez… –Michael, un hombre bajito y grueso de ojos inteligentes y aire pomposo, le ofreció su mano–. Creo que conociste a mi hija en san francisco hace unos meses.
–Sí, conocí a Sugar allí –asintió Santana, sorprendido.
–Brittany me ha dicho que hiciste de buena samaritana –siguió michael–. Y, aunque no es algo que suela contar, debo decirte que brittany Spencer también es hija mía. Santana miró al otro hombre, convencido de haber oído mal.
–brittany… ¿es tu hija?
–Nunca me casé con su madre, por supuesto, y mi mujer y sugar no quieren que reconozca públicamente la relación. Para ser franco, nunca me he involucrado en la vida de
Brittany porque no soporto a la arpía de su madre –le confesó michael, haciendo una mueca–. Pero es hija mía y no voy a dejar que destroces su vida.
Si brittany hubiera estado allí en ese momento, Santana la habría estrangulado por no
contarle que era hija de Michael pierce. Desde el momento que se conocieron lo había engañado deliberadamente fingiendo trabajar para su hermanastra
sugar…
Santana, que no estaba acostumbrado a las sorpresas, empezaba a pensar que no conocía a brittany Spencer en absoluto.
–Supongo que sabes que brittany va a tener un hijo mío.
–Sí, lo sé. Por eso estoy aquí.
–Yo no le doy la espalda a mis responsabilidades. Te aseguro que ayudaré a brittany en
todo lo que pueda...
–Has dejado embarazada a mi hija y tienes que casarte con ella –lo interrumpió michael–. Cualquier otra forma de apoyo o ayuda es un insulto para mí y para mi familia.
El tono de Michael Pierce y su intento de interferir en su vida privada eran sumamente desagradables, pero no era una sorpresa que un hombre tan engreído viese la situación de brittany como una afrenta personal a su dignidad.
–No tenía intención de insultarte.
Cansado de la conversación, Michael apretó los puños.
–O te casas con ella o le quito la venda de los ojos a tu padre.
Santana se quedó helado.
–¿Qué estás diciendo?
–La naviera Lopez ha contraído deudas muy peligrosas. Tu difunta hermana pidió préstamos que ahora no se pueden pagar y tu padre necesita el contrato de TKR para que la empresa siga siendo solvente –dijo Michael–. Pero si yo dijese una palabra en el sitio adecuado, otra naviera se quedaría con el contrato y Lopez se hundiría.
Santana estudió a Michael como si mirase a un insecto. Santana sabía que la empresa de su familia tenía problemas. Su hermana Emily se había arriesgado demasiado en un campo donde la competencia era brutal, y ciertamente Michael Pierce podía cargarse el contrato con TKR sólo con susurrar algo en el oído adecuado. Y la naviera Lopez se hundiría...
Sospechaba que su padre, Gonzalo, era demasiado viejo para llevar la empresa y se sintió culpable por no haber hecho algo antes. La sensación de responsabilidad aumentó al pensar en lo que su relación con brittany podía costarle a su familia.
–Tengo que pensarlo –le dijo, con los dientes apretados, aunque le habría encantado darle un puñetazo a ese hombre–. ¿brittany te contó que estaba embarazada?
–No, me lo contó su madre. brittany no sabe que estoy aquí.
Michael se marchó poco después y Santana se dejó caer sobre el sillón, atónito, su mundo
a punto de ponerse patas arriba. ¿Iba a tener que casarse con brittany para salvar la empresa de su familia?
Estuvo a punto de golpear la pared con el puño. Se sentía atrapado. No quería casarse... Una vez, cuando era prácticamente un adolescente, había querido casarse con kitty, pero ese sueño se fue al traste poco después. Había aprendido mucho de esa desilusión, aunque estaba claro que no tanto como creía.
Brittany lo había engañado. ¿Una chica normal? Santana tuvo que contener una carcajada. No había nada normal en brittany Spencer, la hija ilegítima de Michael pierce. Pero no había
tardado mucho en demostrar quién era.
¿Cómo iba a creer que ella no había informado a michael de la situación?
¿Un embarazo accidental? ¿También tenía que creer eso?
Michael pierce era un hombre astuto y calculador y, aparentemente, brittany había heredado más que su corta estatura de los genes paternos. pierce lo estaba chantajeando… Santana apretó los dientes, incrédulo. De no ser por sus padres, le habría dicho que se fuera a paseo. Sabía que en los últimos años no había sido una hija leal y, aunque nunca había mantenido una relación muy cordial con sus padres, seguía queriéndolos y le importaba lo que les pasara.
Él no dependía de Michael Pierce, pero la empresa familiar sí. Seis generaciones de Lopez habían sudado sangre para levantar la naviera y en tres años, con su determinación
de modernizar y ampliar el negocio, su hermana había estado a punto de destruirla. Sus
padres se quedarían desolados si perdieran la empresa, por no hablar de su cómodo estilo de
vida, sus amistades, su puesto en la alta sociedad… No, no podía dejar que eso pasara. Era su hijo y tenía un deber hacia ellos.
No podía quedarse de brazos cruzados mientras la naviera Lopez se hundía sólo para mantener su independencia y su libertad. Y Brittany era, si debía ser sincera, su fantasía hecha realidad en la cama. En una lista de pros y contras, eso era un pro, aunque el niño que esperaba era todo lo contrario.
No podía creer que hubiera perdido la cabeza hasta el punto de no usar preservativo
como había hecho siempre, por mucho que brittany tomase la píldora. ¿Por qué lo había hecho? Después de todo, ella odiaba la idea de ser madre, jamás había querido serlo. O al menos no había querido serlo tan pronto.
Los niños lloraban, llevaban pañales sucios, había que estar pendiente de ellos y olían mal. En resumen, siempre le habían parecido un aburrimiento. Cuando empezaban a caminar se caían, rompían cosas, exigían juguetes continuamente y sus malos hábitos se volvían más
pronunciados y molestos con el paso de los años. Además, había notado la tendencia de las
esposas a concentrar toda su energía en sus hijos y no es sus parejas.
Y un niño… la idea de que una cosa tan pequeña interrumpiera su vida y coartase su libertad la dejaba helada.
Aunque seguramente no tendría mucho que ver con ella porque contrataría a un ejército de niñeras, se dijo a sí misma, desesperada.
Casarse con brittany…
Se sirvió un whisky y echó la cabeza hacia atrás, paladeándolo. Sabía que iba a emborracharse antes de ir a verla al día siguiente, pero no mencionaría la visita de su padre.
Intentando contener su rabia, recordó que había sido brutalmente sincero con ella cuando le contó lo del embarazo y ahora tendría que hacer las paces…
Y también tendría que hacer la proposición más honorable en respuesta al más deshonroso de los chantajes.
.....................................
espero y les guste ....
saquen conclusiones haber!!!!
las cosas entre las chicas tendrá mucho drama en momentos felices les doy esto como spoiler pero todo valdrá la pena se los adelanto porque la historia tendra dos finales....lo otro es que hasta el domingo o quizas el lunes actualizare ya que tengo mucho trabajo para universidad y mi novia me reclama tiempo que si paso mucho tiempo en la computadora cuando tengo tiempo libre..... y mas que el sabado estamos de aniversario ... asi que solo no se desesperen ya adelante varios caps ...y sin mas preanbulos el cap :)
Capítulo 7
Furiosa, la ira iluminando sus ojos chocolates hasta convertirlos en rojo fuego, Santana
tomó aire cuando su ayudante entró en el despacho para anunciar que Brittany Spencer estaba esperando.
Se alegraba de haberle dicho que se verían en la oficina porque el ambiente profesional
haría que la reunión fuese breve y concisa. Después de todo, ¿qué podían decirse?
Que se hubiera marchado del club sin decirle una palabra la había puesto furiosa. Había
llevado a unos amigos a la zona VIP con intención de presentársela… y había descubierto que
se había ido. Y su mensaje de texto, que era un juicio sin abogado defensor,
había exacerbado su mal humor.
Brittany entró en el despacho un segundo después, con un pantalón oscuro, zapatos de
tacón y una camisa de color frambuesa. Quería tener un aspecto normal, no como si se hubiera arreglado especialmente para él. Y, sin embargo, había estado una hora frente al
espejo y se había cambiado de ropa tres veces antes de decidirse.
Santana estaba tan sexy como siempre, tuvo que admitir ella; su aspecto,
su estatura y la forma de su cuerpo le daban un aspecto imponente.
Estaba reclinada en un sillón detrás de un enorme escritorio en actitud relajada, sin duda
ensayada, pensó. Esa actitud tan insolente era tan típica de Santana que brittany tuvo que disimular una mueca.
Porque no se dejaba engañar, la tensión de sus hombros y sus labios apretados dejaban claro que estaba tan incómodo como ella.
Y que fingiera estar tranquila la sacaba de quicio. Le daban ganas de abofetearla y
decirle que se portase como un ser humano normal. Pero tenía que hablarle de su hijo, el hijo
de los dos, pensó, sintiendo una extraña ola de orgullo y alegría que tal vez estaba fuera de
lugar en aquella situación.
–No sé qué tienes que decirme después de ese mensaje –le espetó santana, a modo de saludo.
Santana estaba siendo deliberadamente cruel porque creía que había ido a verlo para decir que había cambiado de opinión. Pero no le pasó desapercibida la curva de sus pechos bajo la camisa, y recordó el sabor a fresa de sus labios.
Intentando controlar su libido, la miró a los ojos, censurando mentalmente una excitación que no debía sentir.
–No tiene nada que ver con lo que pasó en el club –empezó a decir ella–.
Te portaste mal conmigo y no tengo nada más que decir al respecto.
Santana apretó los labios al notar ese tono de maestra de escuela regañando a un alumno.
–Te portaste como una cría…
–No, una cría hubiera montado una escena y yo no lo hice –lo interrumpió Brittany
Esa noche, en el club, había entendido que seguramente Santana se portaba así con todas las mujeres. Siendo un mujer millonaria y apuesto, las mujeres eran algo que disfrutaba y descartaba como si fueran objetos. Y, sin duda, muchas de ellas soportaban ese comportamiento.
Fuerte y orgullosa como era, Brittany no estaba dispuesta a soportarlo. No iba a perdonar
que hubiese flirteado con kitty a menos que tuviera una excusa o una explicación, pero era evidente que no estaba de humor para dar ninguna.
–Te marchaste porque kitty estaba tonteando conmigo. Estaba borracha y, además, es una amiga de toda la vida.
–No vi que tú te apartases.
–No, soy una independiente y no te pertenezco –replicó Santana.
–Y tampoco yo te pertenezco a ti, por eso me marché –dijo brittany–. Pero no es por eso por
lo que he venido a verte.
–Quieres volver conmigo –afirmó ella, absolutamente seguro de sí mismo.
–No, no quiero volver contigo.
Aunque no era verdad porque, a pesar de todo, quería volver con ella. O, más bien, soñaba
con volver con santana. Seguía enamorada, pero el sentido común le decía que era imposible a menos que le pidiese perdón, y ella conocía a Santana lo suficiente como para saber que no lo haría nunca.
–¿Entonces qué haces aquí?
brittany respiró profundamente.
–Iré directamente al grano: ayer estuve en el médico y acabo de descubrir que estoy
embarazada.
El silencio que siguió al anuncio podía cortarse con un cuchillo.
–¿Embarazada? –repitió Santana.
–De unas seis semanas.
Ella la miraba sin expresión, aunque se había puesto pálido. –Evidentemente, fue un error
por mi parte confiar en ti.
–No me he quedado embarazada a propósito –replicó brittany–. Pensé que no había riesgo
de embarazo cuando empecé a tomar la píldora, pero mi médico me ha explicado que hay
ciertas cosas que reducen su efectividad y…
–No malgastes saliva. Si estás embarazada, puedo sumar y dos yo solito – la interrumpió Santana–. ¿Y debo suponer que piensas tener el niño?
–Sí.
–Naturalmente.
–¿Qué significa eso? –exclamó ella, a la defensiva.
–Que tener un hijo mío te da la excusa perfecta para vivir a mi costa durante al menos dieciocho años, por eso has decidido tenerlo –respondió Santana, sin disimular su desprecio–.
Concebir un hijo mío ha sido una idea muy astuta, una buena inversión.
Brittany sentía que le ardía la cara.
–Nos arriesgamos los dos. Una mujer no se queda embarazada sola –le recordó–. Te
aseguro que yo no había planeado esto y no tengo la menor intención de vivir a tu costa.
–Una persona rica siempre es objetivo para este tipo de engaños…
–Esto no es ningún engaño. ¡Por última vez, no quiero tu dinero! –exclamó ella, airada–. Fue un accidente y ahora mismo no estoy más contenta que tú. Después de todo, esta situación va a afectarme a mí mucho más que a ti.
–Confié en ti –insistió Santana, condenándola con la mirada–. Pero debería haberlo imaginado… una chica de mi círculo social nunca haría algo así.
–¿Quién demonios crees que eres para hablarme así? –exclamó brittany entonces, indignada–. Mis padres rompieron cuando mi madre se quedó embarazada y nunca he tenido una verdadera relación con mi padre porque se odiaban. Soy la última persona en el mundo que querría tener un hijo en circunstancias similares porque sé muy bien el daño que puede hacerle a un niño.
Santana sacudió la cabeza, como si no estuviera escuchándola. – Evidentemente, haré lo que tenga que hacer por ti y por el niño. Os pasaré una pensión mensual. Una pensión mensual. A brittany le dolía en el alma esa actitud tan fría sobre un tema tan importante como un hijo.
–Deberías conocerme lo suficiente como para saber que yo nunca haría esto a propósito.
Santana levantó una ceja, sus ojos cargados de recelo.
–No pensaba que fueras a sorprenderme con una noticia así, pero parece que estaba
equivocado. ¿En qué más cosas me he equivocado, Brittany?
Destrozada por esa admisión, sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas pero hizo un esfuerzo para contenerlas.
–Hace unos días éramos felices…
–Y ahora no lo somos, así es la vida –la interrumpió Santana–. Agradezco que hayas venido a contármelo pero si ya has dicho todo lo que tenías que decir, no tenemos nada más que hablar. Mi abogado se pondrá en contacto contigo.
brittany se quedó desolada. –Pensé que te conocía mejor, pero veo que estaba equivocada.
–Tú sabías que no quería tener un hijo… ni siquiera una relación seria, te lo dije muy claro desde el principio –le recordó Santana.
–A veces la vida te da sorpresas y no es culpa de nadie –replicó ella–. Pero el niño sólo será una catástrofe si nosotros dejamos que lo sea…
–Ahórrate la charla para alguien que quiera escucharte –la interrumpió santana–. Ya te he dicho que mi abogado se pondrá en contacto contigo.
Pálida como un fantasma, brittany se dirigió a la puerta.
–No me gusta que me traten como si fuese una embaucadora.
–Y a mí no me gusta que me obliguen a ser algo que no quiero –replicó santana.
–Te recuerdo que yo voy a ser madre sin haberlo planeado –dijo brittany antes de salir del
despacho dando un portazo.
Una semana después de ese encuentro, Santana se quedó sorprendido cuando su
ayudante le dijo que Michael pierce quería verlo.
Aunque su padre hacía negocios con Pierce, Santana sólo lo había visto en un par de ocasiones y, además, no le gustaban sus métodos. Michael era, sin embargo, un hombre muy
influyente, con intereses en muchos mercados. También era notorio por su mal carácter, por
ser un matón temido por sus empleados y sus competidores y por no olvidar un error o un desprecio.
–Lopez… –Michael, un hombre bajito y grueso de ojos inteligentes y aire pomposo, le ofreció su mano–. Creo que conociste a mi hija en san francisco hace unos meses.
–Sí, conocí a Sugar allí –asintió Santana, sorprendido.
–Brittany me ha dicho que hiciste de buena samaritana –siguió michael–. Y, aunque no es algo que suela contar, debo decirte que brittany Spencer también es hija mía. Santana miró al otro hombre, convencido de haber oído mal.
–brittany… ¿es tu hija?
–Nunca me casé con su madre, por supuesto, y mi mujer y sugar no quieren que reconozca públicamente la relación. Para ser franco, nunca me he involucrado en la vida de
Brittany porque no soporto a la arpía de su madre –le confesó michael, haciendo una mueca–. Pero es hija mía y no voy a dejar que destroces su vida.
Si brittany hubiera estado allí en ese momento, Santana la habría estrangulado por no
contarle que era hija de Michael pierce. Desde el momento que se conocieron lo había engañado deliberadamente fingiendo trabajar para su hermanastra
sugar…
Santana, que no estaba acostumbrado a las sorpresas, empezaba a pensar que no conocía a brittany Spencer en absoluto.
–Supongo que sabes que brittany va a tener un hijo mío.
–Sí, lo sé. Por eso estoy aquí.
–Yo no le doy la espalda a mis responsabilidades. Te aseguro que ayudaré a brittany en
todo lo que pueda...
–Has dejado embarazada a mi hija y tienes que casarte con ella –lo interrumpió michael–. Cualquier otra forma de apoyo o ayuda es un insulto para mí y para mi familia.
El tono de Michael Pierce y su intento de interferir en su vida privada eran sumamente desagradables, pero no era una sorpresa que un hombre tan engreído viese la situación de brittany como una afrenta personal a su dignidad.
–No tenía intención de insultarte.
Cansado de la conversación, Michael apretó los puños.
–O te casas con ella o le quito la venda de los ojos a tu padre.
Santana se quedó helado.
–¿Qué estás diciendo?
–La naviera Lopez ha contraído deudas muy peligrosas. Tu difunta hermana pidió préstamos que ahora no se pueden pagar y tu padre necesita el contrato de TKR para que la empresa siga siendo solvente –dijo Michael–. Pero si yo dijese una palabra en el sitio adecuado, otra naviera se quedaría con el contrato y Lopez se hundiría.
Santana estudió a Michael como si mirase a un insecto. Santana sabía que la empresa de su familia tenía problemas. Su hermana Emily se había arriesgado demasiado en un campo donde la competencia era brutal, y ciertamente Michael Pierce podía cargarse el contrato con TKR sólo con susurrar algo en el oído adecuado. Y la naviera Lopez se hundiría...
Sospechaba que su padre, Gonzalo, era demasiado viejo para llevar la empresa y se sintió culpable por no haber hecho algo antes. La sensación de responsabilidad aumentó al pensar en lo que su relación con brittany podía costarle a su familia.
–Tengo que pensarlo –le dijo, con los dientes apretados, aunque le habría encantado darle un puñetazo a ese hombre–. ¿brittany te contó que estaba embarazada?
–No, me lo contó su madre. brittany no sabe que estoy aquí.
Michael se marchó poco después y Santana se dejó caer sobre el sillón, atónito, su mundo
a punto de ponerse patas arriba. ¿Iba a tener que casarse con brittany para salvar la empresa de su familia?
Estuvo a punto de golpear la pared con el puño. Se sentía atrapado. No quería casarse... Una vez, cuando era prácticamente un adolescente, había querido casarse con kitty, pero ese sueño se fue al traste poco después. Había aprendido mucho de esa desilusión, aunque estaba claro que no tanto como creía.
Brittany lo había engañado. ¿Una chica normal? Santana tuvo que contener una carcajada. No había nada normal en brittany Spencer, la hija ilegítima de Michael pierce. Pero no había
tardado mucho en demostrar quién era.
¿Cómo iba a creer que ella no había informado a michael de la situación?
¿Un embarazo accidental? ¿También tenía que creer eso?
Michael pierce era un hombre astuto y calculador y, aparentemente, brittany había heredado más que su corta estatura de los genes paternos. pierce lo estaba chantajeando… Santana apretó los dientes, incrédulo. De no ser por sus padres, le habría dicho que se fuera a paseo. Sabía que en los últimos años no había sido una hija leal y, aunque nunca había mantenido una relación muy cordial con sus padres, seguía queriéndolos y le importaba lo que les pasara.
Él no dependía de Michael Pierce, pero la empresa familiar sí. Seis generaciones de Lopez habían sudado sangre para levantar la naviera y en tres años, con su determinación
de modernizar y ampliar el negocio, su hermana había estado a punto de destruirla. Sus
padres se quedarían desolados si perdieran la empresa, por no hablar de su cómodo estilo de
vida, sus amistades, su puesto en la alta sociedad… No, no podía dejar que eso pasara. Era su hijo y tenía un deber hacia ellos.
No podía quedarse de brazos cruzados mientras la naviera Lopez se hundía sólo para mantener su independencia y su libertad. Y Brittany era, si debía ser sincera, su fantasía hecha realidad en la cama. En una lista de pros y contras, eso era un pro, aunque el niño que esperaba era todo lo contrario.
No podía creer que hubiera perdido la cabeza hasta el punto de no usar preservativo
como había hecho siempre, por mucho que brittany tomase la píldora. ¿Por qué lo había hecho? Después de todo, ella odiaba la idea de ser madre, jamás había querido serlo. O al menos no había querido serlo tan pronto.
Los niños lloraban, llevaban pañales sucios, había que estar pendiente de ellos y olían mal. En resumen, siempre le habían parecido un aburrimiento. Cuando empezaban a caminar se caían, rompían cosas, exigían juguetes continuamente y sus malos hábitos se volvían más
pronunciados y molestos con el paso de los años. Además, había notado la tendencia de las
esposas a concentrar toda su energía en sus hijos y no es sus parejas.
Y un niño… la idea de que una cosa tan pequeña interrumpiera su vida y coartase su libertad la dejaba helada.
Aunque seguramente no tendría mucho que ver con ella porque contrataría a un ejército de niñeras, se dijo a sí misma, desesperada.
Casarse con brittany…
Se sirvió un whisky y echó la cabeza hacia atrás, paladeándolo. Sabía que iba a emborracharse antes de ir a verla al día siguiente, pero no mencionaría la visita de su padre.
Intentando contener su rabia, recordó que había sido brutalmente sincero con ella cuando le contó lo del embarazo y ahora tendría que hacer las paces…
Y también tendría que hacer la proposición más honorable en respuesta al más deshonroso de los chantajes.
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espero y les guste ....
saquen conclusiones haber!!!!
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
santana (MUJER) es una desgraciada, como se le ocurre que brittany planeo todo, yo sabia que el viejo pierce tomaria cartas en el asunto, hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
holap,..
bueno a san se le corto la diversión!!!!
a ver si san toma la decisión correcta y aunque sea por chantaje se case con britt,.. se llevan super en a cama eso es lo que importa a san no???? a ver que hace y sobre todo como lo hace!!! a final de cuentas el bebe no tiene nada que ver,..
nos vemos!!!
bueno a san se le corto la diversión!!!!
a ver si san toma la decisión correcta y aunque sea por chantaje se case con britt,.. se llevan super en a cama eso es lo que importa a san no???? a ver que hace y sobre todo como lo hace!!! a final de cuentas el bebe no tiene nada que ver,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Hola! Vaya, como me había ausentado desde hace ya un tiempo se me hace confuso de que cuando se habla de Santana te refieras como el, pero bueno, la adaptación ha de ser complicada y entiendo porque decidiste dejarla de ese modo, pero bueno!! Es una historia interesante y me muero de la intriga de saber como reaccionará Brittany ante esta nueva proposición que le hará Santana forzosamente saludos! Hasta el siguiente cap
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Hola.
Estoy esperanzada a que actualices hoy. Seria un buen regalo de cumplea años :)
Saludos.
Estoy esperanzada a que actualices hoy. Seria un buen regalo de cumplea años :)
Saludos.
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 8
lo siento tuve problemas con la compu para encender y no hace mucho logre arreglarla
espero que les guste hasta la proxima
gracias por sus comentarios
Capítulo 8
Como no le gustaba nada la gente que se miraba el ombligo, Brittany se dio a sí misma
veinticuatro horas para olvidar la destemplada reacción de Santana.
Aunque desde el principio ella había dejado claro lo que pensaba sobre las relaciones sentimentales y los compromisos, su grosería había sido una desagradable sorpresa. Y su
decisión de no volver a verla le recordaba que su hijo sería sólo una responsabilidad económica para santana.
¿Iba a comportase como lo había hecho su padre?, se preguntó. ¿Su hijo sería un error de
juventud, un sucio secreto? ¿De verdad creía que ella quería vivir a su costa?
Si era así, estaba ciega.
¿Pero no era eso lo que había hecho su madre?, le preguntó una vocecita. Sí, tal vez
Susan lo había hecho, pero ella no era su madre.
Susan había dejado de trabajar cuando su padre tuvo que pasarle una pensión
economica por orden del juez. Y Brittany sabía que había mujeres dispuestas a concebir un hijo
para retener a un hombre o para atraparlo. Pero ella no era de esas mujeres y no se había
quedado embarazada a propósito. Y tampoco pensaba convertirse en una amargada como le había pasado a su madre sólo por un error de juventud.
A pesar de eso, BRITTANY había llorado durante toda la noche. Había perdido la mujer de la
que estaba enamorada y, al mismo tiempo, se veía obligada a reconocer que, debido a su condición, Santana quería apartarla de su vida para siempre. Su incomprensión y sus recelos le
habían dolido en el alma.
–Sé realista, brittany –le dijo Susan a la mañana siguiente–. ¿Qué habías esperado?
–Pensé que le importaba… sabía que no estaba enamorada de mí, pero creía que le
importaba un poco. Sin embargo, cuando le dije que iba a tener un hijo me trató como si fuera
una chica con la que se hubiera acostado una sola noche.
Susan frunció el ceño.
–Qué ingenua eres. Santana estaba contigo para pasarlo bien y muy pocos hombres ven un hijo como una diversión. No es lo que buscan.
–No, ya me doy cuenta –murmuró brittany, conteniendo el deseo de decir que tampoco era
lo que ella había buscado porque entonces Susan volvería a mencionar la idea del aborto.
Su madre había dicho que la apoyaría decidiera lo que decidiera y Brittany agradecía su apoyo, pero estaba demasiado asustada como para escuchar a Susan hablando del impacto que un hijo tenía en la vida de una mujer, robándole su libertad y la posibilidad de salir con amigos…
A Brittany le asombraba que su madre y ella tuvieran tan diferentes recuerdos de su infancia, pero no dijo nada.
–Al menos, Santana no ha negado ser madre del niño y ha prometido ayudarte económicamente… se ha portado mucho mejor que tu padre.
Con los exámenes finales a la vuelta de la esquina, Brittany no podía permitirse el lujo de quedarse charlando o ponerse a llorar, de modo que se retiró a su habitación para estudiar.
Además, estando embarazada era más importante que nunca terminar la carrera.
Pero, a finales de la semana, sonó el teléfono y se quedó sorprendida al ver el número de
Santana en la pantalla.
–Tenemos que hablar –le dijo ella a modo de saludo–. Iré a buscarte a las ocho…
–No –lo interrumpió ella–. No tienes que venir a buscarme. Nos veremos en… algún sitio.
Santana sugirió su apartamento y, aunque brittany habría preferido un sitio que no le recordase tiempos más felices, allí podrían hablar en privado.
¿Pero de qué podría querer hablar? Su actitud en la oficina había sido tan definitiva, tan
clara, que no entendía que podía querer de ella.
Sentía una gran curiosidad por saberlo, pero Santana no le dio ninguna explicación durante su breve llamada.
Cuando se abrieron las puertas del ascensor, brittany respiró profundamente, pasando las
manos por su falda. El único esfuerzo especial que había hecho ese día era erradicar las ojeras,
pero su corazón latía con tal fuerza que estuvo a punto de poner una mano sobre su pecho para contenerlo mientras entraba en el apartamento.
Santana tenía un objetivo: hacer lo que debía hacer y seguir adelante. Había lidiado con
problemas muchas veces y estaba acostumbrado a hacerse cargo de situaciones difíciles, pero
cuando brittany entró en el apartamento notó que estaba inusualmente seria.
Las sonrisas y los gestos de felicidad habían desaparecido. Casi sin darse cuenta, intentó ver si le encontraba algún parecido con Michael Pierce pero, aparte de la estatura, no había mucho más. brittany se concentró en la poderosa figura de Santana, intentando tragar saliva. Era tan sexy que aún podía hacer que se le encogiera el estómago, pero la tensión podía cortarse con un cuchillo.
–¿Quieres tomar algo? –le preguntó santana.
–No, gracias.
Intentando mostrarse tranquila, brittany se sentó al borde del sofá de piel, las rodillas juntas, el bolso a sus pies.
Su cabello liso ahora en risos tenían una tonalidad ambarina y la camiseta que llevaba se volvía casi transparente a la luz de la lámpara. Santana clavó la mirada en las curvas bajo la
prenda y un deseo que despreciaba se apoderó de ella, pero rápidamente volvió a mirarla a los
ojos.
–Dijiste que teníamos que hablar... Empieza –lo urgió Brittany.
–La semana pasada me pillaste por sorpresa y me temo que no reaccioné muy bien –empezó a decir Santana.
Preguntándose qué querría decirle, ella juntó las manos.
–No, aunque supongo que fue una sorpresa para ti. También lo fue para mí.
–Pero, como tú misma dijiste, la llegada de un hijo no tiene por qué ser una catástrofe –dijo Santana, tomando un trago de whisky. Necesitaba el alcohol para forzar unos sentimientos falsos.
Tenía veinticinco años y no estaba preparado para ser padre. Santana no tenía nada contra los niños en general, pero no quería uno propio. Al menos, por el momento.
Además, no le gustaba mentir. Decir la verdad cayese quien cayese era lo suyo, pero no quería arriesgarse a interrogarla antes de que estuviesen casadas. No, no pondría en peligro la empresa de su padre.
De modo que apretó los dientes porque no tenía otra opción. Michael Pierce le había robado la libertad de elegir y había puesto la lealtad familiar por delante de todo.
–Sería mucho mejor tratar esta situación de una manera civilizada –dijo
Brittany, pensando en la animosidad que seguía habiendo entre sus padres a pesar del tiempo
transcurrido.
–Yo tengo la intención de ayudarte con el niño –se apresuró a decir Santana–. Aunque puede que eso te sorprenda después de mi comportamiento del otro día…
–No, no me sorprende –lo interrumpió Brittany, esbozando una sonrisa–. Sé que no eres una irresponsable, sólo estabas enfadada.
Desconcertado por su actitud comprensiva, Santana tomó el resto de whisky y dejó el vaso sobre la mesa.
–Quiero que te cases conmigo –anunció.
Y como necesitaba que se casase con ella para salvar la naviera Lopez, la proposición salió de sus labios de manera totalmente convincente. Brittany lo miró, perpleja. Eso era lo último que había esperado.
–¿Lo dices en serio?
–¿Crees que bromearía sobre algo así?
–Pero tú no quieres casarte conmigo… sería un grave error. Sorprendido por tan inesperada respuesta, Santana frunció el ceño.
–Sí quiero casarme contigo.
Brittany se pasó la lengua por los labios resecos. Su corazón latía con tal fuerza que lo notaba en la garganta. Le gustaría decir que sí. Después de todo, lo amaba y santana le estaba ofreciendo hacer realidad su sueño: la relación amorosa que hasta ese momento había creído que existía sólo en su imaginación.
Pero era eso, un sueño. Y lo último que deseaba era casarse con santana sólo porque estaba embarazada. Sabía que si Santana echaba de menos su libertad, el matrimonio nunca podría sobrevivir.
–Al final, al niño le dará igual que estemos casados o no. Y no llevamos tanto tiempo juntos como para hablar de matrimonio. Sólo lo dices porque estoy embarazada.
–¿Hay algo malo en eso? En mi familia nos casamos antes de tener hijos y cualquier otro
remedio es inaceptable para mí –contestó Santana.
Brittany notó que se había puesto colorada. Santana sabía que sus padres no estaban casados y estaba dejando claro que él provenía de una familia más convencional.
–No quiero que me lo pidas sólo por el niño –insistió ella–. No es suficiente para sostener
una relación y tampoco es tu estilo. Sé que valoras mucho tu libertad.
Santana se preguntó si estaba riéndose de ella o si quería impresionarlo con su reticencia.
–Por supuesto que valoro mi libertad, pero he decidido que quiero tenerte en mi cama todas las noches.
–Pero hace diez días era a Kitty Wilde a quien querías en tu cama –le recordó ella.
–Han pasado más de cinco años desde la última vez que me acosté con Kitty y te aseguro que no estoy interesado en resucitar esa relación –afirmó Santana.
–Pero es evidente que te parece atractiva –insistió Brittany.
–No, ella sigue encontrándome atractivo –la corrigió Santana con su habitual arrogancia–.
Es un juego perverso al que jugamos de vez en cuando.
–No te entiendo.
–Cuando yo tenía veinte años estaba enamorada de ella, pero se acostó con otro hombre
y la dejé. Ha estado intentando volver conmigo desde entonces pero nunca podré perdonarla por lo que hizo. De modo que Kitty lo había traicionado y su infidelidad le había roto el
corazón. brittany lo conocía lo bastante como para saber que hacer que Kitty lo persiguiera era para santana una forma de vengarse.
–Así que te divierte que Kitty te persiga, aunque estés saliendo con otra persona.
–No significa nada para mí. La otra noche, en el club, no sabía que estuvieras mirando…
o que fueras tan rígida.
brittany se irguió, sorprendida. –No soy rígida, cualquier mujer hubiese reaccionado igual
que yo.
–Las mujeres que yo conozco son más… relajadas con respecto al sexo.
–Pues a mí no me gusta la gente que mantiene relaciones sexuales con cualquiera. Ésa es la razón por la que yo crecí sin un padre.
–Pero Michael sigue viéndote como su hija…
–¿Qué? ¿Sabes que Michael Pierce es mi padre?
–Sí, lo sé. Lo que no entiendo es por qué no me lo has contado tú misma.
–No te lo había contado porque no tiene nada que ver conmigo. Pero ¿cómo te has enterado?
–Me lo contó él mismo –tuvo que decir Santana, enfadado consigo mismo por haber hablado demasiado–. Y también admitió que su mujer y su hija no quieren que la gente sepa de tu existencia.
Aliviada al saber que ya no era un secreto, aunque le sorprendía que su padre se lo hubiera contado, brittany murmuró:
–Sugar no quería que nadie supiera la verdad, por eso me hice pasar por su ayudante personal.
–Ah, ya veo.
–¿Cómo has conocido a mi padre?
–Mi padre tiene intereses comunes con él –respondió Santana, haciendo un gesto con la mano, como si el asunto no tuviera importancia–. Quiero que nos casemos en cuanto sea posible…
–¿Pero por qué? Tú no me quieres.
–Te deseo más de lo que he deseado nunca a una mujer y eso es importante para mí –dijo santana, mirándola con un brillo de deseo en los ojos–. De hecho, ahora mismo sólo quiero
cortar el rollo y llevarte a mi cama... Brittany tuvo que tragar saliva. Reconocía el deseo sexual que los unía, era imposible negarlo.
–La gente no se casa sólo para compartir cama.
–¿Por qué no? Me casaré contigo, me haré cargo del niño y cuidaré de ti.
Es lo más normal.
Ésa era una proposición muy seductora para una joven que nunca había tenido el cariño de sus padres.
–¿Pero eso sería suficiente para ti?
–¿Por qué no iba a serlo? –Santana se pasó una mano por el pelo, impaciente–. ¿Por qué lo estás complicando tanto?
–Porque no quiero que ninguno de los dos cometa un error –respondió Brittany–. Cuando fui a tu oficina no parecías querer saber nada de mí.
–Pero ahora que he tenido tiempo para pensarlo, me doy cuenta de que el niño también es hijo mío.
–Pero estabas muy enfadada…
–Eso fue injusto por mi parte –admitió santana.
–Ah, menos mal que lo reconoces.
–No usé preservativos, de modo que es tan culpa mía como tuya.
Brittany lo pensó un momento.
–Si de verdad quieres casarte conmigo… si lo dices de corazón, de acuerdo –asintió finalmente, preguntándose por qué demonios se sentía tan inquieta. ¿Era porque le parecía
demasiado bueno para ser verdad que Santana quisiera casarse con ella?
–Muy bien, entonces lo haremos lo antes posible –dijo santana–. La semana que viene me
vendría bien…
–¿La semana que viene? –repitió brittany–. No, imposible. Durante estas dos semanas tengo
exámenes finales.
–No creo que tardemos mucho en organizar una ceremonia civil.
–Yo prefiero casarme por la iglesia, Santana. Pero podría ser una ceremonia discreta. santana
apretó los labios en un gesto de impaciencia que no se molestó en disimular.
–Si tú lo dices… me da igual cómo sea la ceremonia mientras lo hagamos enseguida.
brittany había leído que las mujeres asi no mostraban mucho entusiasmo por los preparativos
de una boda. ¿Pero por qué tenía tanta prisa? Pasarían varios meses antes de que se le notase el embarazo… ¿le daba vergüenza casarse con una mujer visiblemente embarazada? No, no creía que le importasen esas cosas.
–Tal vez deberíamos pensarlo un poco –sugirió, su sentido común ganando al deseo de
no dejar escapar aquella oportunidad.
Santana arrugó el ceño.
–Pero has dicho que te casarías conmigo.
–Sí, lo sé. Pero esto es algo muy serio y me preocupa que tengas tanta prisa.
Santana dejó escapar un largo suspiro, mirándola con expresión retadora.
–No sé qué más quieres de mí.
brittany se preguntó si esperaba demasiado. Después de todo, ella quería su corazón y
Santana no se lo estaba ofreciendo. kitty parecía haber plantado un tacón de aguja en ese
órgano cuando era muy joven y las mujeres con las que se había relacionado desde entonces
sólo habían aumentado su cinismo y su desconfianza.
–Necesito saber que de verdad quieres formar una familia, que esto no es un impulso insensato que lamentarás dentro de unos meses.
Santana sonrió, irónica.
–¿De verdad me conoces tan poco? ¿O te sientes ofendida porque no he hecho una proposición de matrimonio a la vieja usanza?
–Tal vez eres tú quien no me conoce a mí –replicó brittany–. Sólo ha pasado una semana
desde que dijiste que me guardase «mi charla» para quien quisiera escucharla –le recordó
después, tomando su bolso, decidida a marcharse antes de tener otra discusión.
Impaciente y frustrada, Santana tiró de ella para apretarla contra su torso. – Dejemos de
hablar, está claro que no nos lleva a ningún sitio. Vamos a la cama – sugirió.
Y el ardiente deseo que provocó esa invitación no dejó sitio sin tocar. Los pezones de
brittany se endurecieron, sus pechos se hincharon y sintió un río de lava entre las piernas.
Deseaba decir que sí con tal intensidad que tenía el monosílabo en la punta de la lengua
porque sabía que el sexo aliviaría la tensión que había entre ellos y le permitiría estar cerca de
ella. Necesitaba saber que Santana seguía encontrándola deseable porque sólo eso podía hacer que se sintiera segura sabiendo que no la amaba. Pero, a un nivel más racional, sabía que sería un error.
–No, creo que es mejor que me vaya a casa –respondió finalmente.
Tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlar el deseo que Santana despertaba en ella. No sabía cómo explicar sus conflictivas emociones, sólo sabía que no
quería añadir un encuentro apasionado a tan frágil situación.
Temía que el sexo la hiciera sentirse utilizada porque lo que realmente quería de ella eran
palabras cariñosas. Y no tenía sentido esperarlas de Santana Lopez. Santana se pasó una mano por el corto pelo negro, murmurando algo en español y luego en francés que ella no entendió.
–Pensé que lo celebraríamos.
–En este momento, mis hormonas están enloquecidas –se disculpó brittany–.La semana
pasada ha sido traumática para mí y necesito tiempo para pensar y, sobre
todo, para estudiar. Dentro de poco tengo los exámenes finales...
–¿Cuándo vamos a fijar una fecha para la boda? –la interrumpió santana.
–Hablaremos mañana –brittany se puso de puntillas para darle un beso en la cara. Quería
que fuese un gesto de amistad, pero no sirvió de nada porque Santana sujetó su torrente de rizos con una mano para besarla con la intensidad de un relámpago. Aun así, tuvo fuerzas para apartarse, llevándose una mano a la boca.
–¿Cuándo? –insistió santana.
–En tres semanas –respondió brittany–. Nos casaremos en tres semanas, ¿de acuerdo?
Una vez solo, Santana se recordó a que en cierto modo había conseguido lo que quería.
¿Era demasiado cínica por su parte sospechar que santana había decidido negarle su cuerpo
hasta que tuviese una alianza en el dedo? ¿La chica natural y cándida que había conocido en
san francisco estaría sólo en su imaginación? Era una sospecha deprimente.
De manera inusual, susan estaba despierta cuando llegó a casa y brittany decidió darle la noticia:
–Santana me ha pedido que me case con ella. La boda será dentro de tres semanas.
El rostro de su madre se iluminó como si alguien hubiera encendido una bombilla en su interior y, en un raro momento de afecto, la abrazó.
–¡Eso es maravilloso, cariño! Será complicado organizarlo todo con tan poco tiempo, pero estoy de acuerdo en que esperar más sería absurdo. ¡Mira lo que me pasó a mí!
Brittany contuvo el deseo de recordarle que ella había sido la culpable de la ruptura con Michael Pierce.
–Si Santana cambia de opinión no se lo tendré en cuenta. El matrimonio es un paso muy importante.
–Y tener un hijo también. ¿Por qué iba a cambiar Santana de opinión? –exclamó Susan,
mientras sacaba una botella de vodka del armario.
–Seguramente pensarás que soy tonta, pero no quiero que sienta que tiene que casarse
conmigo por el niño –dijo Brittany.
–¿Y qué importa eso? Cariño, no puedo creer que lo hayas conseguido.
Brittany frunció el ceño.
–¿Qué he conseguido?
–Has cazado a una multimillonaria y vas a ser una respetable señora casada. ¡Yo no lo he
conseguido nunca!
–Supongo que también se puede ser respetable siendo soltera, mamá –dijo brittany, irónica.
Pero su madre no estaba escuchando.
–Y tampoco tuve una gran boda, pero tú…–Santana no quiere una gran boda y tampoco quiere que nadie sepa lo del niño todavía–la interrumpió brittany, deseando que no insistiera tanto en el tema del millonario–. La verdad es que me quedé muy sorprendida cuando me pidió que me casara con ella y tengo miedo de que no lo haya pensado bien.
Susan hizo un gesto con la mano. –Qué bobada. ¿Por qué siempre buscas problemas donde no los hay?
–No lo sé. Tal vez no me siento lo bastante guapa o lo bastante importante como para
casarme con un hombre como Santana Lopez –le confesó, con su natural honestidad–. Santana
es un mujer guapísimo, rica y…
–Y la madre de tu hijo –le recordó Susan–, así que te mereces un anillo. ¿Por qué vas a
tener que luchar toda tu vida para criar sola a tu hijo? El niño es de los dos.
–Muchas mujeres lo hacen.
–Brittany, quiero que tengas lo que yo nunca tuve –afirmó su madre, con un brillo de emoción en los ojos.
Durante los días que siguieron, Brittany se concentró en estudiar para los exámenes finales. Santana se había ido a Brasil en viaje de negocios y no la llamaba tan a menudo como a ella le gustaría pero empezaba a acostumbrarse.
Una vez que le dieron a Michael la noticia de la boda, obviando el embarazo, y él confirmó que se encargaría de pagar las facturas a pesar de que no acudiría al enlace, Susan se volvió loca.
Y cuando Brittany se dio cuenta de que su madre estaba viviendo el sueño que para ella
nunca se había hecho realidad, decidió dejarla hacer.
Susan contrató a una conocida organizadora de bodas y se puso en marcha a partir de ese momento, elaborando la lista de invitados, preparando el banquete en un lujoso hotel,
encargando flores exóticas y todo tipo de extravagancias, incluso la aparición de dos primas a
las que Brittany apenas conocía como damas de honor.
Ella intentó convencerla de que no necesitaba nada de eso, pero todo fue en vano. Aun
así, no se le ocurrió que fuese un problema hasta que Santana apareció en su casa la semana
anterior a la boda.
–¡No sabía que hubieras vuelto a new york! –exclamó, nerviosa porque llevaba un pantalón de chándal y una camiseta vieja mientras que él llevaba un estupendo traje de chaqueta azul con una camisa de rayas.
Santana clavó sus ojos en ella, su expresión tensa.
–Pero aquí estoy.
–¿Qué ocurre?
–¡Mis padres han recibido una invitación para una boda de doscientas personas cuando
ni siquiera sabían que iba a casarme! –exclamó santana, airado.
–¿No se lo habías contado a tus padres?
–No es la clase de anuncio que uno hace por teléfono. Pensaba ir a L.A esta misma noche para contárselo...
–Deberías habérselo contado hace dos semanas –replicó brittany, desmoralizada por esa admisión.
¿Por qué no le había dicho nada a sus padres? ¿Se avergonzaba de ella o sencillamente había intentado olvidar el hecho de que pronto sería una mujer casada con un hijo en camino?
–¡No me advertiste que fueras a montar un circo mientras yo estaba fuera de Londres! –replicó Santana–. Te dije que quería una ceremonia sencilla…
–¡Como no te has tomado el menor interés en nada que tuviese que ver con la boda y no
me has hecho una sola pregunta las pocas veces que has llamado, no veo por qué te importa
tanto de repente! –exclamó brittany, ofendida–. ¿Te das cuenta de que hace cinco días que no me llamas?
–¡Si crees que voy a estar llamándote a todas horas como si fuera una cría vas a llevarte una desilusión!
–¿Qué? Lo que deberías hacer…
–¡No me digas lo que tengo que hacer!
–¿Alguien quiere café? –ofreció Binkie desde la puerta.
–No, gracias –respondió Sander con sequedad–. Tengo que volver a la oficina antes de
irme a L.A y dudo mucho que nos veamos antes de la boda.
Decepcionada, pero decidida a no demostrarlo, brittany se cruzó de brazos.
–No te preocupes, sobreviviré.
–¿Se puede saber qué pasa? –preguntó Binkie.
brittany no contestó. Un sexto sentido le decía que algo iba muy mal, pero no quería reconocerlo. No quería preguntarse si debía casarse con una mujer a quien su boda le importaba un bledo.
En lugar de eso, escuchó a Binkie diciendo que pocas personas tenían paciencia con la organización de una boda, que Santana estaba muy ocupada...
Y, cuando estaba más convencida de que iba a cometer un error casándose con una mujer que no mostraba el menor entusiasmo, le llegó un paquete por mensajero.
Sorprendida, Brittany miró la firma de Santana en la tarjeta antes de rasgar el papel y sacar una caja de terciopelo. Cuando abrió la tapa, se encontró con un precioso solitario de diamantes.
Emocionada, se lo puso en el dedo antes de llamar a Santana, que estaba en el aeropuerto.
–Gracias, es precioso –le dijo.
–Deberías olvidarte de los exámenes y venir a L.A conmigo –respondió santana.
A Brittany le habría encantado, pero era una persona responsable y sus estudios eran lo
primero en aquel momento.
–Me encantaría, pero llevo cuatro años estudiando y quiero terminar la carrera.
Todo estaba bien entre ellos, se dijo mientras intentaba conciliar el sueño esa noche. El
anillo había sido un bonito regalo, calculado para hacerla sentir… no estaba muy segura de
cómo había querido Santana que se sintiera, tal vez más que una novia normal.
Tenía que dejar de preocuparse y concentrarse en lo que era realmente importante. Y lo realmente importante era que estaba a punto de casarse con una mujer del que estaba
locamente enamorada y de quien esperaba un hijo, se recordó.
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mañana actualizare sin falta
espero que les guste hasta la proxima
gracias por sus comentarios
Capítulo 8
Como no le gustaba nada la gente que se miraba el ombligo, Brittany se dio a sí misma
veinticuatro horas para olvidar la destemplada reacción de Santana.
Aunque desde el principio ella había dejado claro lo que pensaba sobre las relaciones sentimentales y los compromisos, su grosería había sido una desagradable sorpresa. Y su
decisión de no volver a verla le recordaba que su hijo sería sólo una responsabilidad económica para santana.
¿Iba a comportase como lo había hecho su padre?, se preguntó. ¿Su hijo sería un error de
juventud, un sucio secreto? ¿De verdad creía que ella quería vivir a su costa?
Si era así, estaba ciega.
¿Pero no era eso lo que había hecho su madre?, le preguntó una vocecita. Sí, tal vez
Susan lo había hecho, pero ella no era su madre.
Susan había dejado de trabajar cuando su padre tuvo que pasarle una pensión
economica por orden del juez. Y Brittany sabía que había mujeres dispuestas a concebir un hijo
para retener a un hombre o para atraparlo. Pero ella no era de esas mujeres y no se había
quedado embarazada a propósito. Y tampoco pensaba convertirse en una amargada como le había pasado a su madre sólo por un error de juventud.
A pesar de eso, BRITTANY había llorado durante toda la noche. Había perdido la mujer de la
que estaba enamorada y, al mismo tiempo, se veía obligada a reconocer que, debido a su condición, Santana quería apartarla de su vida para siempre. Su incomprensión y sus recelos le
habían dolido en el alma.
–Sé realista, brittany –le dijo Susan a la mañana siguiente–. ¿Qué habías esperado?
–Pensé que le importaba… sabía que no estaba enamorada de mí, pero creía que le
importaba un poco. Sin embargo, cuando le dije que iba a tener un hijo me trató como si fuera
una chica con la que se hubiera acostado una sola noche.
Susan frunció el ceño.
–Qué ingenua eres. Santana estaba contigo para pasarlo bien y muy pocos hombres ven un hijo como una diversión. No es lo que buscan.
–No, ya me doy cuenta –murmuró brittany, conteniendo el deseo de decir que tampoco era
lo que ella había buscado porque entonces Susan volvería a mencionar la idea del aborto.
Su madre había dicho que la apoyaría decidiera lo que decidiera y Brittany agradecía su apoyo, pero estaba demasiado asustada como para escuchar a Susan hablando del impacto que un hijo tenía en la vida de una mujer, robándole su libertad y la posibilidad de salir con amigos…
A Brittany le asombraba que su madre y ella tuvieran tan diferentes recuerdos de su infancia, pero no dijo nada.
–Al menos, Santana no ha negado ser madre del niño y ha prometido ayudarte económicamente… se ha portado mucho mejor que tu padre.
Con los exámenes finales a la vuelta de la esquina, Brittany no podía permitirse el lujo de quedarse charlando o ponerse a llorar, de modo que se retiró a su habitación para estudiar.
Además, estando embarazada era más importante que nunca terminar la carrera.
Pero, a finales de la semana, sonó el teléfono y se quedó sorprendida al ver el número de
Santana en la pantalla.
–Tenemos que hablar –le dijo ella a modo de saludo–. Iré a buscarte a las ocho…
–No –lo interrumpió ella–. No tienes que venir a buscarme. Nos veremos en… algún sitio.
Santana sugirió su apartamento y, aunque brittany habría preferido un sitio que no le recordase tiempos más felices, allí podrían hablar en privado.
¿Pero de qué podría querer hablar? Su actitud en la oficina había sido tan definitiva, tan
clara, que no entendía que podía querer de ella.
Sentía una gran curiosidad por saberlo, pero Santana no le dio ninguna explicación durante su breve llamada.
Cuando se abrieron las puertas del ascensor, brittany respiró profundamente, pasando las
manos por su falda. El único esfuerzo especial que había hecho ese día era erradicar las ojeras,
pero su corazón latía con tal fuerza que estuvo a punto de poner una mano sobre su pecho para contenerlo mientras entraba en el apartamento.
Santana tenía un objetivo: hacer lo que debía hacer y seguir adelante. Había lidiado con
problemas muchas veces y estaba acostumbrado a hacerse cargo de situaciones difíciles, pero
cuando brittany entró en el apartamento notó que estaba inusualmente seria.
Las sonrisas y los gestos de felicidad habían desaparecido. Casi sin darse cuenta, intentó ver si le encontraba algún parecido con Michael Pierce pero, aparte de la estatura, no había mucho más. brittany se concentró en la poderosa figura de Santana, intentando tragar saliva. Era tan sexy que aún podía hacer que se le encogiera el estómago, pero la tensión podía cortarse con un cuchillo.
–¿Quieres tomar algo? –le preguntó santana.
–No, gracias.
Intentando mostrarse tranquila, brittany se sentó al borde del sofá de piel, las rodillas juntas, el bolso a sus pies.
Su cabello liso ahora en risos tenían una tonalidad ambarina y la camiseta que llevaba se volvía casi transparente a la luz de la lámpara. Santana clavó la mirada en las curvas bajo la
prenda y un deseo que despreciaba se apoderó de ella, pero rápidamente volvió a mirarla a los
ojos.
–Dijiste que teníamos que hablar... Empieza –lo urgió Brittany.
–La semana pasada me pillaste por sorpresa y me temo que no reaccioné muy bien –empezó a decir Santana.
Preguntándose qué querría decirle, ella juntó las manos.
–No, aunque supongo que fue una sorpresa para ti. También lo fue para mí.
–Pero, como tú misma dijiste, la llegada de un hijo no tiene por qué ser una catástrofe –dijo Santana, tomando un trago de whisky. Necesitaba el alcohol para forzar unos sentimientos falsos.
Tenía veinticinco años y no estaba preparado para ser padre. Santana no tenía nada contra los niños en general, pero no quería uno propio. Al menos, por el momento.
Además, no le gustaba mentir. Decir la verdad cayese quien cayese era lo suyo, pero no quería arriesgarse a interrogarla antes de que estuviesen casadas. No, no pondría en peligro la empresa de su padre.
De modo que apretó los dientes porque no tenía otra opción. Michael Pierce le había robado la libertad de elegir y había puesto la lealtad familiar por delante de todo.
–Sería mucho mejor tratar esta situación de una manera civilizada –dijo
Brittany, pensando en la animosidad que seguía habiendo entre sus padres a pesar del tiempo
transcurrido.
–Yo tengo la intención de ayudarte con el niño –se apresuró a decir Santana–. Aunque puede que eso te sorprenda después de mi comportamiento del otro día…
–No, no me sorprende –lo interrumpió Brittany, esbozando una sonrisa–. Sé que no eres una irresponsable, sólo estabas enfadada.
Desconcertado por su actitud comprensiva, Santana tomó el resto de whisky y dejó el vaso sobre la mesa.
–Quiero que te cases conmigo –anunció.
Y como necesitaba que se casase con ella para salvar la naviera Lopez, la proposición salió de sus labios de manera totalmente convincente. Brittany lo miró, perpleja. Eso era lo último que había esperado.
–¿Lo dices en serio?
–¿Crees que bromearía sobre algo así?
–Pero tú no quieres casarte conmigo… sería un grave error. Sorprendido por tan inesperada respuesta, Santana frunció el ceño.
–Sí quiero casarme contigo.
Brittany se pasó la lengua por los labios resecos. Su corazón latía con tal fuerza que lo notaba en la garganta. Le gustaría decir que sí. Después de todo, lo amaba y santana le estaba ofreciendo hacer realidad su sueño: la relación amorosa que hasta ese momento había creído que existía sólo en su imaginación.
Pero era eso, un sueño. Y lo último que deseaba era casarse con santana sólo porque estaba embarazada. Sabía que si Santana echaba de menos su libertad, el matrimonio nunca podría sobrevivir.
–Al final, al niño le dará igual que estemos casados o no. Y no llevamos tanto tiempo juntos como para hablar de matrimonio. Sólo lo dices porque estoy embarazada.
–¿Hay algo malo en eso? En mi familia nos casamos antes de tener hijos y cualquier otro
remedio es inaceptable para mí –contestó Santana.
Brittany notó que se había puesto colorada. Santana sabía que sus padres no estaban casados y estaba dejando claro que él provenía de una familia más convencional.
–No quiero que me lo pidas sólo por el niño –insistió ella–. No es suficiente para sostener
una relación y tampoco es tu estilo. Sé que valoras mucho tu libertad.
Santana se preguntó si estaba riéndose de ella o si quería impresionarlo con su reticencia.
–Por supuesto que valoro mi libertad, pero he decidido que quiero tenerte en mi cama todas las noches.
–Pero hace diez días era a Kitty Wilde a quien querías en tu cama –le recordó ella.
–Han pasado más de cinco años desde la última vez que me acosté con Kitty y te aseguro que no estoy interesado en resucitar esa relación –afirmó Santana.
–Pero es evidente que te parece atractiva –insistió Brittany.
–No, ella sigue encontrándome atractivo –la corrigió Santana con su habitual arrogancia–.
Es un juego perverso al que jugamos de vez en cuando.
–No te entiendo.
–Cuando yo tenía veinte años estaba enamorada de ella, pero se acostó con otro hombre
y la dejé. Ha estado intentando volver conmigo desde entonces pero nunca podré perdonarla por lo que hizo. De modo que Kitty lo había traicionado y su infidelidad le había roto el
corazón. brittany lo conocía lo bastante como para saber que hacer que Kitty lo persiguiera era para santana una forma de vengarse.
–Así que te divierte que Kitty te persiga, aunque estés saliendo con otra persona.
–No significa nada para mí. La otra noche, en el club, no sabía que estuvieras mirando…
o que fueras tan rígida.
brittany se irguió, sorprendida. –No soy rígida, cualquier mujer hubiese reaccionado igual
que yo.
–Las mujeres que yo conozco son más… relajadas con respecto al sexo.
–Pues a mí no me gusta la gente que mantiene relaciones sexuales con cualquiera. Ésa es la razón por la que yo crecí sin un padre.
–Pero Michael sigue viéndote como su hija…
–¿Qué? ¿Sabes que Michael Pierce es mi padre?
–Sí, lo sé. Lo que no entiendo es por qué no me lo has contado tú misma.
–No te lo había contado porque no tiene nada que ver conmigo. Pero ¿cómo te has enterado?
–Me lo contó él mismo –tuvo que decir Santana, enfadado consigo mismo por haber hablado demasiado–. Y también admitió que su mujer y su hija no quieren que la gente sepa de tu existencia.
Aliviada al saber que ya no era un secreto, aunque le sorprendía que su padre se lo hubiera contado, brittany murmuró:
–Sugar no quería que nadie supiera la verdad, por eso me hice pasar por su ayudante personal.
–Ah, ya veo.
–¿Cómo has conocido a mi padre?
–Mi padre tiene intereses comunes con él –respondió Santana, haciendo un gesto con la mano, como si el asunto no tuviera importancia–. Quiero que nos casemos en cuanto sea posible…
–¿Pero por qué? Tú no me quieres.
–Te deseo más de lo que he deseado nunca a una mujer y eso es importante para mí –dijo santana, mirándola con un brillo de deseo en los ojos–. De hecho, ahora mismo sólo quiero
cortar el rollo y llevarte a mi cama... Brittany tuvo que tragar saliva. Reconocía el deseo sexual que los unía, era imposible negarlo.
–La gente no se casa sólo para compartir cama.
–¿Por qué no? Me casaré contigo, me haré cargo del niño y cuidaré de ti.
Es lo más normal.
Ésa era una proposición muy seductora para una joven que nunca había tenido el cariño de sus padres.
–¿Pero eso sería suficiente para ti?
–¿Por qué no iba a serlo? –Santana se pasó una mano por el pelo, impaciente–. ¿Por qué lo estás complicando tanto?
–Porque no quiero que ninguno de los dos cometa un error –respondió Brittany–. Cuando fui a tu oficina no parecías querer saber nada de mí.
–Pero ahora que he tenido tiempo para pensarlo, me doy cuenta de que el niño también es hijo mío.
–Pero estabas muy enfadada…
–Eso fue injusto por mi parte –admitió santana.
–Ah, menos mal que lo reconoces.
–No usé preservativos, de modo que es tan culpa mía como tuya.
Brittany lo pensó un momento.
–Si de verdad quieres casarte conmigo… si lo dices de corazón, de acuerdo –asintió finalmente, preguntándose por qué demonios se sentía tan inquieta. ¿Era porque le parecía
demasiado bueno para ser verdad que Santana quisiera casarse con ella?
–Muy bien, entonces lo haremos lo antes posible –dijo santana–. La semana que viene me
vendría bien…
–¿La semana que viene? –repitió brittany–. No, imposible. Durante estas dos semanas tengo
exámenes finales.
–No creo que tardemos mucho en organizar una ceremonia civil.
–Yo prefiero casarme por la iglesia, Santana. Pero podría ser una ceremonia discreta. santana
apretó los labios en un gesto de impaciencia que no se molestó en disimular.
–Si tú lo dices… me da igual cómo sea la ceremonia mientras lo hagamos enseguida.
brittany había leído que las mujeres asi no mostraban mucho entusiasmo por los preparativos
de una boda. ¿Pero por qué tenía tanta prisa? Pasarían varios meses antes de que se le notase el embarazo… ¿le daba vergüenza casarse con una mujer visiblemente embarazada? No, no creía que le importasen esas cosas.
–Tal vez deberíamos pensarlo un poco –sugirió, su sentido común ganando al deseo de
no dejar escapar aquella oportunidad.
Santana arrugó el ceño.
–Pero has dicho que te casarías conmigo.
–Sí, lo sé. Pero esto es algo muy serio y me preocupa que tengas tanta prisa.
Santana dejó escapar un largo suspiro, mirándola con expresión retadora.
–No sé qué más quieres de mí.
brittany se preguntó si esperaba demasiado. Después de todo, ella quería su corazón y
Santana no se lo estaba ofreciendo. kitty parecía haber plantado un tacón de aguja en ese
órgano cuando era muy joven y las mujeres con las que se había relacionado desde entonces
sólo habían aumentado su cinismo y su desconfianza.
–Necesito saber que de verdad quieres formar una familia, que esto no es un impulso insensato que lamentarás dentro de unos meses.
Santana sonrió, irónica.
–¿De verdad me conoces tan poco? ¿O te sientes ofendida porque no he hecho una proposición de matrimonio a la vieja usanza?
–Tal vez eres tú quien no me conoce a mí –replicó brittany–. Sólo ha pasado una semana
desde que dijiste que me guardase «mi charla» para quien quisiera escucharla –le recordó
después, tomando su bolso, decidida a marcharse antes de tener otra discusión.
Impaciente y frustrada, Santana tiró de ella para apretarla contra su torso. – Dejemos de
hablar, está claro que no nos lleva a ningún sitio. Vamos a la cama – sugirió.
Y el ardiente deseo que provocó esa invitación no dejó sitio sin tocar. Los pezones de
brittany se endurecieron, sus pechos se hincharon y sintió un río de lava entre las piernas.
Deseaba decir que sí con tal intensidad que tenía el monosílabo en la punta de la lengua
porque sabía que el sexo aliviaría la tensión que había entre ellos y le permitiría estar cerca de
ella. Necesitaba saber que Santana seguía encontrándola deseable porque sólo eso podía hacer que se sintiera segura sabiendo que no la amaba. Pero, a un nivel más racional, sabía que sería un error.
–No, creo que es mejor que me vaya a casa –respondió finalmente.
Tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlar el deseo que Santana despertaba en ella. No sabía cómo explicar sus conflictivas emociones, sólo sabía que no
quería añadir un encuentro apasionado a tan frágil situación.
Temía que el sexo la hiciera sentirse utilizada porque lo que realmente quería de ella eran
palabras cariñosas. Y no tenía sentido esperarlas de Santana Lopez. Santana se pasó una mano por el corto pelo negro, murmurando algo en español y luego en francés que ella no entendió.
–Pensé que lo celebraríamos.
–En este momento, mis hormonas están enloquecidas –se disculpó brittany–.La semana
pasada ha sido traumática para mí y necesito tiempo para pensar y, sobre
todo, para estudiar. Dentro de poco tengo los exámenes finales...
–¿Cuándo vamos a fijar una fecha para la boda? –la interrumpió santana.
–Hablaremos mañana –brittany se puso de puntillas para darle un beso en la cara. Quería
que fuese un gesto de amistad, pero no sirvió de nada porque Santana sujetó su torrente de rizos con una mano para besarla con la intensidad de un relámpago. Aun así, tuvo fuerzas para apartarse, llevándose una mano a la boca.
–¿Cuándo? –insistió santana.
–En tres semanas –respondió brittany–. Nos casaremos en tres semanas, ¿de acuerdo?
Una vez solo, Santana se recordó a que en cierto modo había conseguido lo que quería.
¿Era demasiado cínica por su parte sospechar que santana había decidido negarle su cuerpo
hasta que tuviese una alianza en el dedo? ¿La chica natural y cándida que había conocido en
san francisco estaría sólo en su imaginación? Era una sospecha deprimente.
De manera inusual, susan estaba despierta cuando llegó a casa y brittany decidió darle la noticia:
–Santana me ha pedido que me case con ella. La boda será dentro de tres semanas.
El rostro de su madre se iluminó como si alguien hubiera encendido una bombilla en su interior y, en un raro momento de afecto, la abrazó.
–¡Eso es maravilloso, cariño! Será complicado organizarlo todo con tan poco tiempo, pero estoy de acuerdo en que esperar más sería absurdo. ¡Mira lo que me pasó a mí!
Brittany contuvo el deseo de recordarle que ella había sido la culpable de la ruptura con Michael Pierce.
–Si Santana cambia de opinión no se lo tendré en cuenta. El matrimonio es un paso muy importante.
–Y tener un hijo también. ¿Por qué iba a cambiar Santana de opinión? –exclamó Susan,
mientras sacaba una botella de vodka del armario.
–Seguramente pensarás que soy tonta, pero no quiero que sienta que tiene que casarse
conmigo por el niño –dijo Brittany.
–¿Y qué importa eso? Cariño, no puedo creer que lo hayas conseguido.
Brittany frunció el ceño.
–¿Qué he conseguido?
–Has cazado a una multimillonaria y vas a ser una respetable señora casada. ¡Yo no lo he
conseguido nunca!
–Supongo que también se puede ser respetable siendo soltera, mamá –dijo brittany, irónica.
Pero su madre no estaba escuchando.
–Y tampoco tuve una gran boda, pero tú…–Santana no quiere una gran boda y tampoco quiere que nadie sepa lo del niño todavía–la interrumpió brittany, deseando que no insistiera tanto en el tema del millonario–. La verdad es que me quedé muy sorprendida cuando me pidió que me casara con ella y tengo miedo de que no lo haya pensado bien.
Susan hizo un gesto con la mano. –Qué bobada. ¿Por qué siempre buscas problemas donde no los hay?
–No lo sé. Tal vez no me siento lo bastante guapa o lo bastante importante como para
casarme con un hombre como Santana Lopez –le confesó, con su natural honestidad–. Santana
es un mujer guapísimo, rica y…
–Y la madre de tu hijo –le recordó Susan–, así que te mereces un anillo. ¿Por qué vas a
tener que luchar toda tu vida para criar sola a tu hijo? El niño es de los dos.
–Muchas mujeres lo hacen.
–Brittany, quiero que tengas lo que yo nunca tuve –afirmó su madre, con un brillo de emoción en los ojos.
Durante los días que siguieron, Brittany se concentró en estudiar para los exámenes finales. Santana se había ido a Brasil en viaje de negocios y no la llamaba tan a menudo como a ella le gustaría pero empezaba a acostumbrarse.
Una vez que le dieron a Michael la noticia de la boda, obviando el embarazo, y él confirmó que se encargaría de pagar las facturas a pesar de que no acudiría al enlace, Susan se volvió loca.
Y cuando Brittany se dio cuenta de que su madre estaba viviendo el sueño que para ella
nunca se había hecho realidad, decidió dejarla hacer.
Susan contrató a una conocida organizadora de bodas y se puso en marcha a partir de ese momento, elaborando la lista de invitados, preparando el banquete en un lujoso hotel,
encargando flores exóticas y todo tipo de extravagancias, incluso la aparición de dos primas a
las que Brittany apenas conocía como damas de honor.
Ella intentó convencerla de que no necesitaba nada de eso, pero todo fue en vano. Aun
así, no se le ocurrió que fuese un problema hasta que Santana apareció en su casa la semana
anterior a la boda.
–¡No sabía que hubieras vuelto a new york! –exclamó, nerviosa porque llevaba un pantalón de chándal y una camiseta vieja mientras que él llevaba un estupendo traje de chaqueta azul con una camisa de rayas.
Santana clavó sus ojos en ella, su expresión tensa.
–Pero aquí estoy.
–¿Qué ocurre?
–¡Mis padres han recibido una invitación para una boda de doscientas personas cuando
ni siquiera sabían que iba a casarme! –exclamó santana, airado.
–¿No se lo habías contado a tus padres?
–No es la clase de anuncio que uno hace por teléfono. Pensaba ir a L.A esta misma noche para contárselo...
–Deberías habérselo contado hace dos semanas –replicó brittany, desmoralizada por esa admisión.
¿Por qué no le había dicho nada a sus padres? ¿Se avergonzaba de ella o sencillamente había intentado olvidar el hecho de que pronto sería una mujer casada con un hijo en camino?
–¡No me advertiste que fueras a montar un circo mientras yo estaba fuera de Londres! –replicó Santana–. Te dije que quería una ceremonia sencilla…
–¡Como no te has tomado el menor interés en nada que tuviese que ver con la boda y no
me has hecho una sola pregunta las pocas veces que has llamado, no veo por qué te importa
tanto de repente! –exclamó brittany, ofendida–. ¿Te das cuenta de que hace cinco días que no me llamas?
–¡Si crees que voy a estar llamándote a todas horas como si fuera una cría vas a llevarte una desilusión!
–¿Qué? Lo que deberías hacer…
–¡No me digas lo que tengo que hacer!
–¿Alguien quiere café? –ofreció Binkie desde la puerta.
–No, gracias –respondió Sander con sequedad–. Tengo que volver a la oficina antes de
irme a L.A y dudo mucho que nos veamos antes de la boda.
Decepcionada, pero decidida a no demostrarlo, brittany se cruzó de brazos.
–No te preocupes, sobreviviré.
–¿Se puede saber qué pasa? –preguntó Binkie.
brittany no contestó. Un sexto sentido le decía que algo iba muy mal, pero no quería reconocerlo. No quería preguntarse si debía casarse con una mujer a quien su boda le importaba un bledo.
En lugar de eso, escuchó a Binkie diciendo que pocas personas tenían paciencia con la organización de una boda, que Santana estaba muy ocupada...
Y, cuando estaba más convencida de que iba a cometer un error casándose con una mujer que no mostraba el menor entusiasmo, le llegó un paquete por mensajero.
Sorprendida, Brittany miró la firma de Santana en la tarjeta antes de rasgar el papel y sacar una caja de terciopelo. Cuando abrió la tapa, se encontró con un precioso solitario de diamantes.
Emocionada, se lo puso en el dedo antes de llamar a Santana, que estaba en el aeropuerto.
–Gracias, es precioso –le dijo.
–Deberías olvidarte de los exámenes y venir a L.A conmigo –respondió santana.
A Brittany le habría encantado, pero era una persona responsable y sus estudios eran lo
primero en aquel momento.
–Me encantaría, pero llevo cuatro años estudiando y quiero terminar la carrera.
Todo estaba bien entre ellos, se dijo mientras intentaba conciliar el sueño esa noche. El
anillo había sido un bonito regalo, calculado para hacerla sentir… no estaba muy segura de
cómo había querido Santana que se sintiera, tal vez más que una novia normal.
Tenía que dejar de preocuparse y concentrarse en lo que era realmente importante. Y lo realmente importante era que estaba a punto de casarse con una mujer del que estaba
locamente enamorada y de quien esperaba un hijo, se recordó.
-------------------------------
mañana actualizare sin falta
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
Fecha de inscripción : 04/03/2014
Edad : 29
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Vaya!! entonces Santana si se casará con britt!! *-* será que si se enamore de ella?? Porque britt sufriría mucho si Santana la engaña espero tu siguiente Actu!! saludos
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
Hay dios esto se pone bueno van a parecer perros y gatos espero y san no engañe a britt
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Canek** - Mensajes : 87
Fecha de inscripción : 30/09/2014
Edad : 31
Re: [Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL
holap,...
santana entro en el juego del michael!!!
espero que el matrimonio no termine mal para britt o las dos!!!!
así como va a ver como termina todo!!!
nos vemos!!!
santana entro en el juego del michael!!!
espero que el matrimonio no termine mal para britt o las dos!!!!
así como va a ver como termina todo!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN cap 9
Capítulo 9
brittany había elegido su vestido de novia, sin hacer caso de su madre. susan había hecho
lo que quería en todos los demás departamentos, pero brittany se había reservado el derecho de elegir el vestido sin intromisiones de nadie.
Por esa razón, el vestido no era ni el más caro ni el más elegante ni lo había elegido para que la gente lanzase exclamaciones de admiración durante la ceremonia.
Mientras que susan iba vestida de diseño de los pies a la cabeza, brittany había elegido un discreto vestido de encaje con una cola mínima que destacaba su delgada figura. El velo
corto y los adornos de piedrecitas en el pelo eran elegantes pero discretos también.
Aunque las damas de honor lanzaban frenéticamente pétalos de rosa al paso de la novia,
su madre iba a su lado con un vestido plateado de escándalo y varias docenas de palomas
blancas saldrían volando después de la ceremonia para conmemorar la ocasión, brittany se
dirigía al altar con aparente calma. Sus exámenes habían terminado y era libre para disfrutar
del día...
Pero su compostura desapareció al encontrarse con la helada mirada de los padres de
Santana, que parecían estar en un funeral. Se le encogió el corazón al ver el brillo de desaprobación en sus ojos, y cuando Santana giró su hermosa cabeza para mirarla, ella lo recompensó con una sonrisa de alivio. Santana tenía los ojos más bonitos que había visto nunca, tuvo que reconocer, casi mareada por la emoción. En unos minutos, Santana Lopez sería su mujer y ella apenas podía creer su buena fortuna.
Aunque apenas la había visto desde el día que acordaron contraer matrimonio, sabía que había estado trabajando sin parar; una revista económica acababa de publicar un artículo
sobre santana, citando su inteligencia y astucia en los negocios y también que pronto se haría cargo de la naviera Lopez. brittany se había sentido tan orgullosa al leer ese artículo que se lo había enseñado a todo el mundo.
Santana vio el brillo en los ojos de su prometida y supo que era feliz… de hecho, estaba emocionada. Al menos, alguien estaba emocionado, pensó, irónica, recordando la bronca que
había tenido con su padre, que prefería que cancelase la boda a última hora antes que casarse
con una mujer a la que había descrito como «el secreto de Michael Pierce».
Ni siquiera contarles que estaban esperando un hijo había logrado que sus padres se emocionasen. De hecho, su madre se había referido al niño como «el truco mas viejo del mundo».
Por otro lado, ni su padre ni su madre sabían que había sido chantajeado por Michael pierce para casarse con brittany, y a gonzalo lopez no parecía preocuparle que el importantísimo contrato con TKR aún no se hubiera firmado.
Santana prefería que su familia no supiera nada sobre las amenazas de Michael porque no
tenía sentido revelar que estaba sacrificándose por ellos. Y, además, eso sólo serviría para que
odiasen más a su mujer.
Los nervios y las hormonas hicieron que brittany se marease un poco en los escalones de la iglesia, donde los reporteros hacían fotos de los novias. Pero, afortunadamente, Santana la tomó por la cintura.
–¿Te encuentras bien?
–Un poquito mareada –admitió ella.
Pero cuando la miró a los ojos, brittany tuvo una intuición: Santana no quería recordar que
estaba embarazada y no quería que nadie lo supiera. O tal vez sólo era impaciencia, pensó,
desesperada por encontrar una explicación razonable.
Era una mujer joven, llena de vida y poco acostumbrada a debilidades.
Además, habían pasado varias semanas desde la última vez que hicieron el amor y Santana tenía una libido poderosa.
Seguramente no sabría mucho sobre embarazos o sobre los cambios hormonales y físicos
en una mujer. Y tal vez temía que se convirtiese en una persona frágil e intocable.
–Tienes que presentarme a tus padres –le recordó mientras entraban en la limusina–.
¿Saben que estoy embarazada?
–Sí, claro.
brittany intentó no pensar en ello, aunque en poco tiempo todo el mundo se daría cuenta.
–Es muy raro que no los conozca todavía.
–Entre tus exámenes y mi trabajo no ha habido oportunidad –Santana intentó disimular
una mueca al ver que alguien soltaba un montón de palomas blancas–. Pero a partir de ahora
será más fácil. Viviremos en L.A durante unos meses.
Como no había mencionado eso hasta aquel momento, Tally lo miró, perpleja.
–¿Vas a hacerte cargo de la empresa de tu padre?
Él asintió con la cabeza.
–No puedo esperar más y la verdad es que no sé si quiero. La empresa pertenece a mi
familia desde hace muchos años… aunque si mi hermana Emily no hubiera muerto, yo no
habría tenido que hacerlo.
brittany había notado que nunca hablaba de su hermana.
–¿Cómo era Emily?
–Una mujer decente e inteligente, pero no tenía cabeza para los negocios. Nunca hubiéramos podido trabajar juntas, pero era una persona tan importante para mis padres que están como perdidos sin ella.
–Pero siguen teniéndote a ti –dijo Tally.
Santana hizo una mueca.
–emily era su hija favorita. Su muerte los dejó destrozados y que yo viva sólo les recuerda lo que han perdido.
Ella frunció el ceño, sorprendida. ¿Por qué sus padres no los apreciaban?, se preguntó.
Desearía abrazarlo en ese momento, pero se contuvo porque sabía que ella no aceptaría su compasión.
Unos minutos después se hicieron las presentaciones en el hotel donde tendría lugar el banquete. Pero Gonzalo Lopez y su alta y elegante mujer, Gloria, no se molestaron en darle la bienvenida a la familia.
El ambiente era tenso, pero Santana no parecía afectada en absoluto. De hecho, se alejó un poco para hablar con su padre, dejándola sola con su madre.
–Hablo algo de español –empezó a decir brittany.
–Imagino que tu madre te enseñó todo lo que sabía –replicó Gloria, despreciativa–. Empezando por la lección más importante: cómo cazar una mujer millonaria y con un hijo inesperado. Aunque a ella no le salió bien, a ti sí.
Atónita por tan desagradable respuesta, brittany dio un paso atrás. Pero como ella no era
una persona maliciosa, no se le ocurrió replicar en el mismo tono.
–Mi madre nunca aprendió holandes...
–¿Ah, no?
brittany se apartó a toda prisa y susan la tomó del brazo.
–¿Qué te ha dicho esa bruja?
–Creo que podemos decir casi con toda seguridad que yo no estaba en su lista de candidatas a esposa de Santana.
–No te disgustes –intentó animarla su madre, aunque también ella se había puesto pálida.
Santana vio a brittany apartarse de su madre con expresión nerviosa. Estaba mordiéndose los labios en un gesto que ya conocía y que hacía cuando algo le había disgustado… y podía imaginar la razón.
La rabia que sintió en ese momento le sorprendió porque también ella tenía serias reservas en cuanto a su flamante esposa. Sus padres se mostraban superiores y soberbios en una boda en la que había más brillos que buen gusto, pero que insultaran a su mujer era una afrenta inaceptable.
–Mi madre se ha dejado llevar –intentó explicar brittany, mirando el centro de flores con plumas en la mesa de los novias–. Yo debería haberlo impedido, pero la pobre lo estaba pasando tan bien…
–No importa –la interrumpió Santana, pensando que la natural bondad de brittany no se correspondía con su convicción de que había escondido deliberadamente la identidad de su
padre para sacarla después como una pistola con objeto de llevarlo al altar. ¿Estaba enamorada de ella?, se preguntó por primera vez. ¿Era por eso por lo que se había quedado embarazada? Santana no había usado preservativo, pero sólo cuando brittany le aseguró que no habría ningún problema porque tomaba la píldora. Si lo había atrapado por amor, ¿debería perdonarla? Santana no tenía deseos de perdonar, de hecho se sentía como un animal salvaje
enjaulado de repente.
Había perdido su libertad, pensó. Supuestamente, el matrimonio debería convertirla en una mujer fiel y monógamo… aunque ella nunca había sentido el deseo de ser ni lo uno ni lo otro.
El banquete seguía en todo su apogeo, pero los invitados de britt y los de santana no
se mezclaron en ningún momento. Los padres de Santana se marcharon en cuanto les fue posible, sin llamar la atención, y brittany se relajó un poco, incluso bailó con su mujer. Santana apretaba su cintura y el delicioso aroma de su colonia la hacía so-ñar…
Hasta que un dolor en el vientre hizo que se doblara sobre sí misma. Sin decir nada, subió a la suite que habían reservado para los novios y allí, con el corazón encogido, descubrió que estaba sangrando un poco.
Consternada, se preguntó si estaría perdiendo el niño…
No sabía qué hacer, pero cuando llamó a Susan su madre no perdió el tiempo y llamó a Santana de inmeditato. Y ella, a su vez, llamó a un primo suyo que era médico.
–Tenemos que ir al hospital –dijo luego.
–¡Pero es nuestra noche de bodas! –protestó brittany.
–Estas cosas pasan –Santana se encogió de hombros, intentando tranquilizarla como le había indicado su primo.
Una hora y media después, brittany estaba en una clínica privada y el día de su boda había terminado. susan se quedó en el hotel para ejercer como anfitriona, pero la novia no había
tirado el ramo, no había bailado con todos sus amigos ni se había despedido de ellos…
Santana estaba sentada en un sillón al lado de la cama, pensativo.
–Lo siento –se disculpó brittany.
Él se levantó bruscamente del sillón, pasándose una mano por el pelo.
–No seas boba, no es culpa tuya.
Brittany tuvo que parpadear varias veces para controlar las lágrimas. –No tiene sentido que
te quedes aquí. Vuelve al hotel y disfruta con tus amigos…
–Son las dos de la mañana –dijo ella–. No puedo dejarte sola.
–¿Por qué no? Estoy a punto de dormirme y aquí no tienes nada que hacer.
Santana se encogió de hombros, en silencio, expresando en ese gesto una preocupación que no quería poner en palabras. El médico había dejado claro que no podían hacer nada. Si perdían el niño, lo perderían. No había cura ni magia posible.
Y no sabía qué sentía sobre la posible pérdida del niño, no quería pensar en ello. Su única preocupación en aquel momento era brittany. Santana quería que volviera a ser la misma chica alegre de siempre. La mujer pálida y llorosa que estaba en la cama le parecía una extraña.
–Los médicos te llamarían por teléfono si ocurriese algo –insistió ella–. Por favor, márchate… me sentiría mejor. Finalmente, Santana se marchó, prometiendo que volvería a primera hora de la mañana.
Pero cuando brittany miró el sillón vacío, sus ojos se llenaron de lágrimas. Desde luego, no era así como había soñado que sería su noche de bodas Suspirando, cerró los ojos y apoyó la cabeza en la almohada, intentando decirle a su hijo que aguantase, como si sus buenos deseos pudieran solucionar el problema.
Cuarenta y ocho horas después, y aún embarazada, el sangrado terminó. Había sido una falsa alarma, aunque los médicos le dijeron que debía descansar. brittany salió del hospital y fue directamente al aeropuerto, donde la esperaba el avión privado que los llevaría a L.A. Santana estaba ya a bordo del avión y pasó la mayor parte del vuelo trabajando en su ordenador. La naviera Lopez, le contó, necesitaba una reorganización total e iba a tener que trabajar día y noche para solucionar los problemas.
El apartamento de Santana en la ciudad era claramente un apartamento de soltera; la cocina era minúscula y en el salón había tantos aparatos electrónicos como en una tienda.
Sabiendo que su esposa no tendría nada que hacer cuando él estuviera en la oficina, Santana sugirió que visitara a su madre y que Gloria le presentaría a más gente. Así no se encontraría tan sola.
brittany intentó disimular una mueca. No estaba dispuesta a soportar más groserías de la
señora Lopez, de modo que, en lugar de visitar a su suegra, compró un libro de cocina, decidida a impresionar a Santana. Desgraciadamente, sus esfuerzos no fueron recompensados porque Santana trabajaba hasta muy tarde todas las noches y llegaba a casa cuando ella estaba dormida. Compartían el apartamento, pero no la había tocado desde que estuvo en el hospital, algo que sorprendía a brittany.
Una noche, mientras ella se desnudaba para meterse en la cama, reunió valor para decírselo:
–¿Santana?
–Perdona, ¿te he despertado?
–No pasa nada, yo quería que me despertases. No te veo nunca…
–Ya sabes que tengo mucho trabajo –la interrumpió con cierta brusquedad.brittany suspiró, apartando los rizos de su cara.
–Según mi ginecólogo, podemos hacer el amor sin ningún problema.
–Esta noche estoy cansada–dijo santana, entrando en el cuarto de baño.
brittany se mordió los labios. Tal vez la amenaza de aborto le había asustado, por eso no
quería mantener relaciones sexuales. No sabía qué otra razón podía haber.
Claro que tampoco sabía por qué Santana la dejaba fuera de su vida. Nunca le hablaba de
su trabajo ni de lo que hacía durante el día o si tenía algún problema. Tenía la sensación de
que estaba enfadada con ella, de que tras esa capa de civismo y amabilidad era como una
bomba a punto de explotar. ¿Era su imaginación o Santana estaba evitándola? Pensó en su seriedad desde que llegaron a L.A, en el antagonismo que había notado en sus silencios. No,
brittany estaba convencida de que el enfado no era cosa de su imaginación. ¿Pero por qué estaba enfadada?, se preguntó. ¿Seguía dolida con ella por el inesperado embarazo? Había sido santana quien le había propuesto matrimonio, de modo que… tal vez la realidad del matrimonio le parecía aburrida, frustrante para una mujer acostumbrado a cambiar de pareja a menudo. ¿O habría decidido que no quería estar con ella después de todo? Poco antes, se habían reído de las mismas cosas, discutían sobre política o sobre cine y compartían una poderosa atracción sexual pero, de repente, cuando estaba a su lado cada noche, Santana decidía apartarse. Tal vez estaba cansada, pensó. Después de todo, trabajaba muchas horas en la naviera Lopez y brittany sospechaba que su padre y ella no se entendían en la oficina; eso debía de ser muy estresante para una mujer acostumbrado a dar órdenes y hacerse cargo de todo.
Al día siguiente, brittany le envió un mensaje de texto invitándola a cenar en casa a las ocho y luego, olvidando sus inhibiciones, fue a comprar un conjunto de ropa interior muy sexy que
volvería loca a cualquiera de sangre caliente.
Poco antes de las ocho, encendió las velas y se miró al espejo, un poco avergonzada por
su atuendo. Aunque no sabía si podía llamar «atuendo» a un conjunto de braguita y sujetador
de seda casi transparentes, zapatos de tacón, medias con liguero y un picardías que revelaba
más de lo que escondía.
A Santana no le quedaría duda de que aquello era una invitación y, en cierto modo, su orgullo se resentía por tener que ser ella quien diera el primer paso. Pero lo importante era que amaba a Santana y esa simple verdad anulaba cualquier otra consideración. No podía seguir así indefinidamente, preguntándose qué le ocurría a su mujer. Si Santana quería recuperar su libertad, lo mejor sería descubrirlo cuanto antes. Sus padres, Susan y Michael, se odiaban tanto que no podían estar en la misma habitación, pero brittany estaba dispuesta a hacer lo imposible para mantener una relación civilizada con su mujer… fuese cual fuese el resultado de su matrimonio.
Su hijo no sufriría lo que ella había tenido que sufrir de pequeña. brittany sacó la cena del horno, temiendo que se enfriase porque los minutos pasaban y Santana no aparecía. A las ocho y media empezó a preocuparse y a las nueve, sin noticias de su mujer, estaba al borde de las lágrimas. No se había sentido más sola en toda su vida y, furiosa, tiró la cena a la basura y se refugió en la habitación.
Santana entró en el apartamento a las dos de la madrugada. Había pasado gran parte de
la noche bebiendo vodka con un grupo de empresarios rusos con los que acababa de firmar
un lucrativo contrato y estaba increíblemente sobrio pero casi borracho de agotamiento.
La luz de la cocina estaba encendida y, al ver los platos en el fregadero, hizo una mueca.
Durante esas semanas, mientras intentaba mantener a flote el negocio familiar, casi había olvidado que estaba casado.
Mientras sacaba de la nevera un cartón de zumo de naranja, recordó que brittany le había enviado un mensaje invitándolo a cenar…
Pero había apagado el móvil cuando llevó a los rusos al club. Tenía intención de llamar para decirle que llegaría tarde, pero lo había olvidado por completo.
Murmurando una palabrota, pasó por el comedor, donde la mesa seguía puesta, las
velas que brittany había debido de encender para la ocasión casi consumidas, goteando cera sobre el mantel...
Santana miró los restos de la cena a la que no había acudido con un nudo en la garganta.
brittany despertó bruscamente al oír ruido en la cocina.
Santana estaba en casa. Se había molestado en pasar por su casa, pensó, irónica.
Cuando iba a saltar de la cama se sorprendió al descubrir que seguía llevando los zapatos… se había quedado dormida sobre el edredón después de llorar hasta que no le quedaron lágrimas.
Apartando los cabellos de su frente, se dirigió al salón, dispuesta a tener una seria charla con su mujer. Santana se quedó atónito al ver lo que llevaba puesto. brittany nunca usaba ropa interior sexy pero esa noche había tirado la casa por la ventana. Sus preciosos pechos con ese escote matador y aquella especie de camisón corto apenas ocultaba sus muslos…
Su cuerpo reaccionó de manera involuntaria, con el ansia de una mujer que había contenido su apetito sexual durante semanas.
Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para apartar la mirada de aquellas deliciosas curvas.
–Te debo una disculpa, ma bella. Debería haberte llamado por teléfono – empezó a decir, mirando unos ojos azules llenos de ira.
...........................................................................
el juegito de michael pierce va a traer demasiadas consecuencias .......hasta el final.......
..
gracias x comentar ..espero que les guste :=)
brittany había elegido su vestido de novia, sin hacer caso de su madre. susan había hecho
lo que quería en todos los demás departamentos, pero brittany se había reservado el derecho de elegir el vestido sin intromisiones de nadie.
Por esa razón, el vestido no era ni el más caro ni el más elegante ni lo había elegido para que la gente lanzase exclamaciones de admiración durante la ceremonia.
Mientras que susan iba vestida de diseño de los pies a la cabeza, brittany había elegido un discreto vestido de encaje con una cola mínima que destacaba su delgada figura. El velo
corto y los adornos de piedrecitas en el pelo eran elegantes pero discretos también.
Aunque las damas de honor lanzaban frenéticamente pétalos de rosa al paso de la novia,
su madre iba a su lado con un vestido plateado de escándalo y varias docenas de palomas
blancas saldrían volando después de la ceremonia para conmemorar la ocasión, brittany se
dirigía al altar con aparente calma. Sus exámenes habían terminado y era libre para disfrutar
del día...
Pero su compostura desapareció al encontrarse con la helada mirada de los padres de
Santana, que parecían estar en un funeral. Se le encogió el corazón al ver el brillo de desaprobación en sus ojos, y cuando Santana giró su hermosa cabeza para mirarla, ella lo recompensó con una sonrisa de alivio. Santana tenía los ojos más bonitos que había visto nunca, tuvo que reconocer, casi mareada por la emoción. En unos minutos, Santana Lopez sería su mujer y ella apenas podía creer su buena fortuna.
Aunque apenas la había visto desde el día que acordaron contraer matrimonio, sabía que había estado trabajando sin parar; una revista económica acababa de publicar un artículo
sobre santana, citando su inteligencia y astucia en los negocios y también que pronto se haría cargo de la naviera Lopez. brittany se había sentido tan orgullosa al leer ese artículo que se lo había enseñado a todo el mundo.
Santana vio el brillo en los ojos de su prometida y supo que era feliz… de hecho, estaba emocionada. Al menos, alguien estaba emocionado, pensó, irónica, recordando la bronca que
había tenido con su padre, que prefería que cancelase la boda a última hora antes que casarse
con una mujer a la que había descrito como «el secreto de Michael Pierce».
Ni siquiera contarles que estaban esperando un hijo había logrado que sus padres se emocionasen. De hecho, su madre se había referido al niño como «el truco mas viejo del mundo».
Por otro lado, ni su padre ni su madre sabían que había sido chantajeado por Michael pierce para casarse con brittany, y a gonzalo lopez no parecía preocuparle que el importantísimo contrato con TKR aún no se hubiera firmado.
Santana prefería que su familia no supiera nada sobre las amenazas de Michael porque no
tenía sentido revelar que estaba sacrificándose por ellos. Y, además, eso sólo serviría para que
odiasen más a su mujer.
Los nervios y las hormonas hicieron que brittany se marease un poco en los escalones de la iglesia, donde los reporteros hacían fotos de los novias. Pero, afortunadamente, Santana la tomó por la cintura.
–¿Te encuentras bien?
–Un poquito mareada –admitió ella.
Pero cuando la miró a los ojos, brittany tuvo una intuición: Santana no quería recordar que
estaba embarazada y no quería que nadie lo supiera. O tal vez sólo era impaciencia, pensó,
desesperada por encontrar una explicación razonable.
Era una mujer joven, llena de vida y poco acostumbrada a debilidades.
Además, habían pasado varias semanas desde la última vez que hicieron el amor y Santana tenía una libido poderosa.
Seguramente no sabría mucho sobre embarazos o sobre los cambios hormonales y físicos
en una mujer. Y tal vez temía que se convirtiese en una persona frágil e intocable.
–Tienes que presentarme a tus padres –le recordó mientras entraban en la limusina–.
¿Saben que estoy embarazada?
–Sí, claro.
brittany intentó no pensar en ello, aunque en poco tiempo todo el mundo se daría cuenta.
–Es muy raro que no los conozca todavía.
–Entre tus exámenes y mi trabajo no ha habido oportunidad –Santana intentó disimular
una mueca al ver que alguien soltaba un montón de palomas blancas–. Pero a partir de ahora
será más fácil. Viviremos en L.A durante unos meses.
Como no había mencionado eso hasta aquel momento, Tally lo miró, perpleja.
–¿Vas a hacerte cargo de la empresa de tu padre?
Él asintió con la cabeza.
–No puedo esperar más y la verdad es que no sé si quiero. La empresa pertenece a mi
familia desde hace muchos años… aunque si mi hermana Emily no hubiera muerto, yo no
habría tenido que hacerlo.
brittany había notado que nunca hablaba de su hermana.
–¿Cómo era Emily?
–Una mujer decente e inteligente, pero no tenía cabeza para los negocios. Nunca hubiéramos podido trabajar juntas, pero era una persona tan importante para mis padres que están como perdidos sin ella.
–Pero siguen teniéndote a ti –dijo Tally.
Santana hizo una mueca.
–emily era su hija favorita. Su muerte los dejó destrozados y que yo viva sólo les recuerda lo que han perdido.
Ella frunció el ceño, sorprendida. ¿Por qué sus padres no los apreciaban?, se preguntó.
Desearía abrazarlo en ese momento, pero se contuvo porque sabía que ella no aceptaría su compasión.
Unos minutos después se hicieron las presentaciones en el hotel donde tendría lugar el banquete. Pero Gonzalo Lopez y su alta y elegante mujer, Gloria, no se molestaron en darle la bienvenida a la familia.
El ambiente era tenso, pero Santana no parecía afectada en absoluto. De hecho, se alejó un poco para hablar con su padre, dejándola sola con su madre.
–Hablo algo de español –empezó a decir brittany.
–Imagino que tu madre te enseñó todo lo que sabía –replicó Gloria, despreciativa–. Empezando por la lección más importante: cómo cazar una mujer millonaria y con un hijo inesperado. Aunque a ella no le salió bien, a ti sí.
Atónita por tan desagradable respuesta, brittany dio un paso atrás. Pero como ella no era
una persona maliciosa, no se le ocurrió replicar en el mismo tono.
–Mi madre nunca aprendió holandes...
–¿Ah, no?
brittany se apartó a toda prisa y susan la tomó del brazo.
–¿Qué te ha dicho esa bruja?
–Creo que podemos decir casi con toda seguridad que yo no estaba en su lista de candidatas a esposa de Santana.
–No te disgustes –intentó animarla su madre, aunque también ella se había puesto pálida.
Santana vio a brittany apartarse de su madre con expresión nerviosa. Estaba mordiéndose los labios en un gesto que ya conocía y que hacía cuando algo le había disgustado… y podía imaginar la razón.
La rabia que sintió en ese momento le sorprendió porque también ella tenía serias reservas en cuanto a su flamante esposa. Sus padres se mostraban superiores y soberbios en una boda en la que había más brillos que buen gusto, pero que insultaran a su mujer era una afrenta inaceptable.
–Mi madre se ha dejado llevar –intentó explicar brittany, mirando el centro de flores con plumas en la mesa de los novias–. Yo debería haberlo impedido, pero la pobre lo estaba pasando tan bien…
–No importa –la interrumpió Santana, pensando que la natural bondad de brittany no se correspondía con su convicción de que había escondido deliberadamente la identidad de su
padre para sacarla después como una pistola con objeto de llevarlo al altar. ¿Estaba enamorada de ella?, se preguntó por primera vez. ¿Era por eso por lo que se había quedado embarazada? Santana no había usado preservativo, pero sólo cuando brittany le aseguró que no habría ningún problema porque tomaba la píldora. Si lo había atrapado por amor, ¿debería perdonarla? Santana no tenía deseos de perdonar, de hecho se sentía como un animal salvaje
enjaulado de repente.
Había perdido su libertad, pensó. Supuestamente, el matrimonio debería convertirla en una mujer fiel y monógamo… aunque ella nunca había sentido el deseo de ser ni lo uno ni lo otro.
El banquete seguía en todo su apogeo, pero los invitados de britt y los de santana no
se mezclaron en ningún momento. Los padres de Santana se marcharon en cuanto les fue posible, sin llamar la atención, y brittany se relajó un poco, incluso bailó con su mujer. Santana apretaba su cintura y el delicioso aroma de su colonia la hacía so-ñar…
Hasta que un dolor en el vientre hizo que se doblara sobre sí misma. Sin decir nada, subió a la suite que habían reservado para los novios y allí, con el corazón encogido, descubrió que estaba sangrando un poco.
Consternada, se preguntó si estaría perdiendo el niño…
No sabía qué hacer, pero cuando llamó a Susan su madre no perdió el tiempo y llamó a Santana de inmeditato. Y ella, a su vez, llamó a un primo suyo que era médico.
–Tenemos que ir al hospital –dijo luego.
–¡Pero es nuestra noche de bodas! –protestó brittany.
–Estas cosas pasan –Santana se encogió de hombros, intentando tranquilizarla como le había indicado su primo.
Una hora y media después, brittany estaba en una clínica privada y el día de su boda había terminado. susan se quedó en el hotel para ejercer como anfitriona, pero la novia no había
tirado el ramo, no había bailado con todos sus amigos ni se había despedido de ellos…
Santana estaba sentada en un sillón al lado de la cama, pensativo.
–Lo siento –se disculpó brittany.
Él se levantó bruscamente del sillón, pasándose una mano por el pelo.
–No seas boba, no es culpa tuya.
Brittany tuvo que parpadear varias veces para controlar las lágrimas. –No tiene sentido que
te quedes aquí. Vuelve al hotel y disfruta con tus amigos…
–Son las dos de la mañana –dijo ella–. No puedo dejarte sola.
–¿Por qué no? Estoy a punto de dormirme y aquí no tienes nada que hacer.
Santana se encogió de hombros, en silencio, expresando en ese gesto una preocupación que no quería poner en palabras. El médico había dejado claro que no podían hacer nada. Si perdían el niño, lo perderían. No había cura ni magia posible.
Y no sabía qué sentía sobre la posible pérdida del niño, no quería pensar en ello. Su única preocupación en aquel momento era brittany. Santana quería que volviera a ser la misma chica alegre de siempre. La mujer pálida y llorosa que estaba en la cama le parecía una extraña.
–Los médicos te llamarían por teléfono si ocurriese algo –insistió ella–. Por favor, márchate… me sentiría mejor. Finalmente, Santana se marchó, prometiendo que volvería a primera hora de la mañana.
Pero cuando brittany miró el sillón vacío, sus ojos se llenaron de lágrimas. Desde luego, no era así como había soñado que sería su noche de bodas Suspirando, cerró los ojos y apoyó la cabeza en la almohada, intentando decirle a su hijo que aguantase, como si sus buenos deseos pudieran solucionar el problema.
Cuarenta y ocho horas después, y aún embarazada, el sangrado terminó. Había sido una falsa alarma, aunque los médicos le dijeron que debía descansar. brittany salió del hospital y fue directamente al aeropuerto, donde la esperaba el avión privado que los llevaría a L.A. Santana estaba ya a bordo del avión y pasó la mayor parte del vuelo trabajando en su ordenador. La naviera Lopez, le contó, necesitaba una reorganización total e iba a tener que trabajar día y noche para solucionar los problemas.
El apartamento de Santana en la ciudad era claramente un apartamento de soltera; la cocina era minúscula y en el salón había tantos aparatos electrónicos como en una tienda.
Sabiendo que su esposa no tendría nada que hacer cuando él estuviera en la oficina, Santana sugirió que visitara a su madre y que Gloria le presentaría a más gente. Así no se encontraría tan sola.
brittany intentó disimular una mueca. No estaba dispuesta a soportar más groserías de la
señora Lopez, de modo que, en lugar de visitar a su suegra, compró un libro de cocina, decidida a impresionar a Santana. Desgraciadamente, sus esfuerzos no fueron recompensados porque Santana trabajaba hasta muy tarde todas las noches y llegaba a casa cuando ella estaba dormida. Compartían el apartamento, pero no la había tocado desde que estuvo en el hospital, algo que sorprendía a brittany.
Una noche, mientras ella se desnudaba para meterse en la cama, reunió valor para decírselo:
–¿Santana?
–Perdona, ¿te he despertado?
–No pasa nada, yo quería que me despertases. No te veo nunca…
–Ya sabes que tengo mucho trabajo –la interrumpió con cierta brusquedad.brittany suspiró, apartando los rizos de su cara.
–Según mi ginecólogo, podemos hacer el amor sin ningún problema.
–Esta noche estoy cansada–dijo santana, entrando en el cuarto de baño.
brittany se mordió los labios. Tal vez la amenaza de aborto le había asustado, por eso no
quería mantener relaciones sexuales. No sabía qué otra razón podía haber.
Claro que tampoco sabía por qué Santana la dejaba fuera de su vida. Nunca le hablaba de
su trabajo ni de lo que hacía durante el día o si tenía algún problema. Tenía la sensación de
que estaba enfadada con ella, de que tras esa capa de civismo y amabilidad era como una
bomba a punto de explotar. ¿Era su imaginación o Santana estaba evitándola? Pensó en su seriedad desde que llegaron a L.A, en el antagonismo que había notado en sus silencios. No,
brittany estaba convencida de que el enfado no era cosa de su imaginación. ¿Pero por qué estaba enfadada?, se preguntó. ¿Seguía dolida con ella por el inesperado embarazo? Había sido santana quien le había propuesto matrimonio, de modo que… tal vez la realidad del matrimonio le parecía aburrida, frustrante para una mujer acostumbrado a cambiar de pareja a menudo. ¿O habría decidido que no quería estar con ella después de todo? Poco antes, se habían reído de las mismas cosas, discutían sobre política o sobre cine y compartían una poderosa atracción sexual pero, de repente, cuando estaba a su lado cada noche, Santana decidía apartarse. Tal vez estaba cansada, pensó. Después de todo, trabajaba muchas horas en la naviera Lopez y brittany sospechaba que su padre y ella no se entendían en la oficina; eso debía de ser muy estresante para una mujer acostumbrado a dar órdenes y hacerse cargo de todo.
Al día siguiente, brittany le envió un mensaje de texto invitándola a cenar en casa a las ocho y luego, olvidando sus inhibiciones, fue a comprar un conjunto de ropa interior muy sexy que
volvería loca a cualquiera de sangre caliente.
Poco antes de las ocho, encendió las velas y se miró al espejo, un poco avergonzada por
su atuendo. Aunque no sabía si podía llamar «atuendo» a un conjunto de braguita y sujetador
de seda casi transparentes, zapatos de tacón, medias con liguero y un picardías que revelaba
más de lo que escondía.
A Santana no le quedaría duda de que aquello era una invitación y, en cierto modo, su orgullo se resentía por tener que ser ella quien diera el primer paso. Pero lo importante era que amaba a Santana y esa simple verdad anulaba cualquier otra consideración. No podía seguir así indefinidamente, preguntándose qué le ocurría a su mujer. Si Santana quería recuperar su libertad, lo mejor sería descubrirlo cuanto antes. Sus padres, Susan y Michael, se odiaban tanto que no podían estar en la misma habitación, pero brittany estaba dispuesta a hacer lo imposible para mantener una relación civilizada con su mujer… fuese cual fuese el resultado de su matrimonio.
Su hijo no sufriría lo que ella había tenido que sufrir de pequeña. brittany sacó la cena del horno, temiendo que se enfriase porque los minutos pasaban y Santana no aparecía. A las ocho y media empezó a preocuparse y a las nueve, sin noticias de su mujer, estaba al borde de las lágrimas. No se había sentido más sola en toda su vida y, furiosa, tiró la cena a la basura y se refugió en la habitación.
Santana entró en el apartamento a las dos de la madrugada. Había pasado gran parte de
la noche bebiendo vodka con un grupo de empresarios rusos con los que acababa de firmar
un lucrativo contrato y estaba increíblemente sobrio pero casi borracho de agotamiento.
La luz de la cocina estaba encendida y, al ver los platos en el fregadero, hizo una mueca.
Durante esas semanas, mientras intentaba mantener a flote el negocio familiar, casi había olvidado que estaba casado.
Mientras sacaba de la nevera un cartón de zumo de naranja, recordó que brittany le había enviado un mensaje invitándolo a cenar…
Pero había apagado el móvil cuando llevó a los rusos al club. Tenía intención de llamar para decirle que llegaría tarde, pero lo había olvidado por completo.
Murmurando una palabrota, pasó por el comedor, donde la mesa seguía puesta, las
velas que brittany había debido de encender para la ocasión casi consumidas, goteando cera sobre el mantel...
Santana miró los restos de la cena a la que no había acudido con un nudo en la garganta.
brittany despertó bruscamente al oír ruido en la cocina.
Santana estaba en casa. Se había molestado en pasar por su casa, pensó, irónica.
Cuando iba a saltar de la cama se sorprendió al descubrir que seguía llevando los zapatos… se había quedado dormida sobre el edredón después de llorar hasta que no le quedaron lágrimas.
Apartando los cabellos de su frente, se dirigió al salón, dispuesta a tener una seria charla con su mujer. Santana se quedó atónito al ver lo que llevaba puesto. brittany nunca usaba ropa interior sexy pero esa noche había tirado la casa por la ventana. Sus preciosos pechos con ese escote matador y aquella especie de camisón corto apenas ocultaba sus muslos…
Su cuerpo reaccionó de manera involuntaria, con el ansia de una mujer que había contenido su apetito sexual durante semanas.
Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para apartar la mirada de aquellas deliciosas curvas.
–Te debo una disculpa, ma bella. Debería haberte llamado por teléfono – empezó a decir, mirando unos ojos azules llenos de ira.
...........................................................................
el juegito de michael pierce va a traer demasiadas consecuencias .......hasta el final.......
..
gracias x comentar ..espero que les guste :=)
fanybeaHEYA***** - Mensajes : 208
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