[Resuelto]Fic Brittana Matrimonio por sorpresa ADAPTACIÓN II PARTE cap FINAL

Solo espero que Britt no sufra mucho :( casi lloro cuan tenia la amenaza de aborto pense que si lo iba a perder.

Espero que actualices pronto saludos.

holap,...

santana con las intenciones puede crear un mundo,... pero a britt no sirve de nada,...!!!
a ver que excusa le puede llegar a dar,... o habré el juego y dice toda la verdad del jueguito de michael??? que hasta ahora va demasiado mal!!! y cuales pueden llegar a ser las consecuencias,...????

nos vemos!!!

pobre britt santana es una ...... hasta pronto, espero!

me encanta tu adaptacion, lo unico que te pido, es que tengas mayor cuidado con el genero, no se a los demas pero a mi me desconsentra de la lectura como por ejemplo: "Y era una sonrisa preciosa, tuvo que reconocer Brittany. Santana era un espécimen
masculino casi perfecto, tan guapo que no podía dejar de mirarlo." espero no te ofenda mi comentario saludos

Vaya vaya vaya! Yo pensé que Santana tendría una aventura, pero al parecer si trabaja en la naviera d tiempo completo. O no?? me encantó el cap!! Ya veremos que dice britt sobre esa llegada tarde! Michael vuelve de entretenido??? caray! Actualiza pronto!! saludos

* entrometido perdón!!

si regresa pronto por favor

HOLIS BUENAS NOCHES:) lo siento por ausentarme , no me organice muy bien , pero aqui les traigo el cap ...para este fin de semana habrá capitulo(S)



Capítulo 10

Esas palabras eran demasiado poco y demasiado tarde para BRITTANY, que había sufrido su abandono en silencio. No había exigido nada, no le había pedido explicaciones, no se había quejado. Al contrario, había intentado ser una esposa comprensiva con una mujer que trabajaba largas horas… por humillante que fuese el hecho de que no pareciera quererla o desearla en modo alguno No se sentía como una esposa y Santana no la trataba como tal. Ni siquiera había intentado pasar un rato con ella los fines de semana, ni le preguntaba qué hacía todos los días, si había hecho amigos en una ciudad en la que estaba sola…
Sugar no había acudido a su boda ni había contestado al mensaje en el que le daba el número de su móvil, dejando claro que no quería saber nada de ella aunque ahora vivieran en el mismo país.
Santana no podía haber dejado más clara su falta de interés y, de repente, bittany no podía creer que hubiera tolerado esa indiferencia durante tanto tiempo.

–Me debes algo más que una disculpa por el último mes. Me debes una explicación –le dijo.
Santana levantó una ceja.
–¿Una explicación?
brittany la miró, sus ojos azules llenos de furia.
–Me has tratado como si fuera invisible desde el día de la boda… no, desde antes de la boda. ¿Por qué demonios querías casarte conmigo si pensabas portarte así?
¿Para qué tanta insistencia? Santana dejó escapar un suspiro de agotamiento. –Estoy demasiada cansada como para discutir ahora. Hablaremos mañana…
–No, mañana probablemente no te veré –la interrumpió–. ¿O no te has dado cuenta de que te marchas al amanecer y vuelves a las dos de la mañana?
–No estoy de humor para discusiones…
–¡Me da igual de qué humor estés! –volvió a interrumpirlo–. ¡Tengo derecho a saber dónde estoy! ¡Tengo derecho a preguntar por qué demonios te has casado conmigo cuando no pareces querer una esposa!
Santana la miró con expresión sarcástica.
–Será mejor que no hablemos de eso.
–¿Por qué no?
–¡Porque no te gustaría la respuesta! –replicó santana, sin pensar, su temperamento y el cansancio pillándolo desprevenido.
Estaba agotada y lo único que quería era dormir. Incluso el suelo de madera le parecía invitador en ese momento.
–¿Por qué no me gustaría?
–Déjalo, brittany –Santana suspiró de nuevo, pasando a su lado para entrar en el dormitorio.
–¿Y qué pasa si no lo dejo? –insistió, siguiéndolo de cerca.
–Que desearás haberlo hecho, te lo aseguro –contestó santana mientras se quitaba la chaqueta–. Mira, admito que tienes derecho a quejarte. Hasta ahora no he sido el más considerado de las esposas, pero esta noche no es el mejor momento para hablar de ello porque estoy exhausta. Llevo horas intercambiando anécdotas con un par de empresarios rusos que podrían beberse el Volga y seguir en pie.
–No puedes decir algo así y luego negarte a explicar a qué te refieres.
–No hay nada que explicar –insistió Santana, mientras se quitaba la camisa.
–¡Quiero saber por qué te casaste conmigo!
–No porque te pongas a gritar a las tres de la mañana exigiendo respuestas voy a decírtelo –dijo ella, irónico.
–Quiero saber la verdad. Es obvio que sólo te casaste conmigo porque estoy embarazada.
Santana hizo una mueca.
–Mañana, brittany…
–¡No, ahora! –insistió ella–. Tú has controlado esta relación desde el principio, pero ahora es mi turno. ¿Por qué me pediste que me casara contigo?

De repente, Santana sintió una rabia tan incontenible que no pudo controlar sus palabras.
–¡Porque tu padre amenazó con hundir la naviera Lopez si no lo hacía! Sorprendida por una respuesta que no esperaba en absoluto, brittany parpadeó.
–¿Cómo? ¿Mi padre te ha amenazado…? ¿Cuándo? ¿Tú... le dijiste que estaba embarazada?
–No, yo no le dije nada.
–¿Entonces quién..?
–No lo sé. Pensé que habías sido tú, tu madre o incluso tu hermanastra… alguien le contó a Michael lo del embarazo, eso desde luego. Tu padre estaba furioso y fue a mi oficina exigiendo que me casara contigo.
–¿Pero qué podía hacer él contra ti?
–Me amenazó con hacer que la naviera Lopez perdiese un contrato fundamental para
su supervivencia. Tu padre es un hombre muy influyente en el mundo de los negocios y tiene relaciones con gente muy importante…
–Yo no se lo conté –dijo brittany, incrédula–. Y sugar no sabía que estuviera embarazada, de modo que tuvieron que ser tus padres… o mi madre. Pero me asombraría que se lo hubiera contado mi madre porque nunca habla con michael.
–Mis padres no han dicho nada, de modo que tiene que haber sido ella. Pero la verdad es
que yo creía que habías sido tú quien se lo contó para que me presionara – Santana hizo un gesto con las manos–. Me alegro de que no sea así.

Por fin, brittany entendía por qué estaba tan enfadada y se sintió tan herida que no podía mirarlo siquiera. Su padre la había chantajeado para que se casase con ella.
Era tan horrendo, tan incomprensible, que sintió como si la hubieran golpeado en el
estómago, dejándola sin aire. Era increíble que un padre al que apenas conocía pudiese tener
tanto poder como para amenazar a Santana. Pero también le sorprendía que a Michael le hubiese importado su futuro hasta el punto de presionar a la madre de su hijo para que se
casara con ella. De hecho, no tenía ningún sentido.
–Mi padre no me quiere, nunca se ha preocupado por mí –le contó–. Me ha pasado una pensión desde que era pequeña porque un juez lo obligó a hacerlo, pero nunca ha querido verme. De hecho, no reconoce nuestra relación públicamente y ni siquiera vino a la boda, aunque corrió con todos los gastos. De modo que no entiendo por qué te forzó a casarte conmigo.

–Era una cuestión de principios para él. Que estuvieras embarazada y soltera era una afrenta a su dignidad –le explicó Santana–. A michael pierce le importa mucho su imagen.
–Sólo estaba salvando su reputación... –murmuró brittany–. ¿De verdad tenía poder para
hundir la naviera Lopez? Yo no sabía que fuera tan importante.
–Con una sola palabra en el sitio adecuado podría haberse cargado un contrato que era
primordial para la empresa de mi familia. Desgraciadamente, mi hermana dejó la empresa en muy mala situación… aunque yo lo he descubierto después de la boda. Mi padre hace negocios a la antigua, no entiende que los mercados se mueven ahora de manera diferente –admitió Santana–. Si yo no fuera tan orgulloso le habría ofrecido mi ayuda mucho antes pero, tristemente, hizo falta que tu padre me amenazase para que me diera cuenta de la importancia de los lazos de sangre. Pero brittany no estaba escuchando ese discurso. La sorpresa había hecho que se le cerrara el estómago, y le sudaban las manos. Y cuando se miró al espejo pensó lo triste que era llevar un conjunto de ropa interior sexy para atraer a un hombre que
evidentemente no la quería.
A toda prisa, entró en el dormitorio para vestirse. Qué ironía que tuviese que darles las
gracias a sus padres por aquella humillación...
Entonces recordó la actitud de su madre cuando le contó que Santana le había pedido que se casara con ella. No había parecido sorprendida en absoluto. Al contrario, se había mostrado triunfante, feliz. Sin duda, era ella quien le dio a Michael la noticia de su embarazo.
Seguramente porque sabía cuánto le enfadaría que la historia fuera a repetirse en la siguiente generación.
Tal vez su padre había temido que su relación con ella fuera expuesta públicamente, junto con la noticia de que estaba embarazada de una magnate . Fuera cual fuera la razón, Michael había forzado a Santana a casarse con ella amenazando el futuro de la naviera Lopez. No había manera de olvidar un golpe tan devastador, pensó brittany. Santana había sucumbido al chantaje para proteger los intereses de su familia…
¿Por qué no había sospechado que ocurría algo?
El contraste entre su reacción cuando le dio la noticia del embarazo y su comportamiento una semana más tarde, cuando le pidió que se casara con ella, era tan enorme que no podía entender por qué no le había hecho más preguntas.
¿Cómo podía haber sido tan ingenua?
La triste verdad era que Santana había dicho lo que ella quería escuchar y por eso había confiado en ella. La gente rara vez quería matar al portador de buenas noticias.
–brittany… –Santana la miró con el ceño fruncido–. ¿Estás bien?
Ella irguió los hombros y levantó la barbilla, intentando disimular que tenía roto el corazón.
–Claro que sí.
Pero no era verdad. Estaba pálida y temblaba como si tuviera frío… y Santana se sintió horriblemente culpable, maldiciéndose a sí misma por haberle contado la verdad empujado
por el rencor. Por supuesto que estaba disgustada. ¿Cómo no iba a estarlo? Suspirando, tomó su mano para sentarla al borde de la cama.

–Pareces tan agotada como yo. Y es demasiado tarde para hablar de esto… hablaremos mañana, ¿te parece? –le dijo–. Voy a ducharme y luego me iré a la cama.

brittany asintió como una marioneta pero en cuanto la puerta del baño se cerró, se levantó de un salto para entrar en el vestidor.
Abriendo cajones a toda prisa, guardó en su bolsa de viaje algo de ropa y las cosas que
no quería dejar atrás. Las lágrimas rodaban por su rostro y tenía el corazón encogido cuando
cerró la cremallera, pero se relajó al escuchar el grifo de la ducha.
Poniéndose una chaqueta, salió del apartamento y bajó en el ascensor hasta el portal.
Su matrimonio, aunque apenas podía llamarse así, se había roto por completo y no había nada más que decir. Santana no la amaba. Incluso había sospechado que ella había utilizado a su padre para obligarlo a casarse.
La desconfianza de Santana era lo único que podía hacerle abandonar ese matrimonio; ésa era la gota que colmaba el vaso. Todo lo que santana había dicho cuando le pidió matrimonio era mentira. Evidentemente, sólo lo había dicho para proteger la naviera Lopez de las amenazas de su padre.
El guardia de seguridad del edificio paró un taxi con destino al aeropuerto
y, mientras el coche atravesaba las calles iluminadas por farolas, brittany se preguntó cómo iba a vivir en un mundo en el que ya no estaba Santana.
No debería amarlo cuando santana no la amaba, pero había dejado de intentar explicarse a sí misma el sentimiento que había experimentado desde el día que lo conoció. No había sido feliz viviendo con ella, pero sabía que sería aún más infeliz sin santana. Al menos, mientras estaban juntos existía la esperanza de que las cosas mejorasen.
Pero ahora… brittany veía delante de ella un túnel oscuro y solitario y no había una luz visible al final.
Cuando llegó al aeropuerto, dejó escapar un suspiro de angustia. Había olvidado la huelga de pilotos en New York… la terminal estaba llena de gente y las colas eran interminables.
Después de una larga espera, descubrió que tardaría horas en embarcar, pero no tenía sentido ir a un hotel.
Estaba mirando el escaparate de una de las tiendas para pasar el rato cuando levantó la cabeza y vio a Santana al otro lado de la terminal, mirándola fijamente. Después de contarle la verdad a brittany, Santana se sentía menos desconfiada, menos tensa.
En realidad, era como si se hubiera quitado un enorme peso de encima. Después de ducharse, había vuelto al dormitorio más relajado, pensando que podrían hablar con tranquilidad, pero al ver que brittany no estaba en la habitación miró en el salón y en la cocina... donde tampoco la encontró.
Sorprendida, volvió al dormitorio y notó que faltaba una ranita de jade que brittany tenía siempre sobre la cómoda. Era su «rana de la suerte», un amuleto que solía llevar consigo en ocasiones importantes.
Preocupado, Santana entró en el vestidor y vio varios cajones abiertos… brittany se había marchado. No podía creerlo, no quería creerlo. brittany poseía una cualidad que siempre había admirado: la sensatez. Era una persona cabal, no una chica impulsiva dada a montar escenas o hacer tonterías.
«Hasta que le has dicho que su padre te obligó a casarse con ella».
Fue entonces cuando se dio cuenta de que había esperado demasiado.
Recordaba su vida en New York con brittany, una vida divertida, llena de risas, con ella siempre interesada por lo que hacía a diario.
Y se dio cuenta de que no había más recuerdos, nada que le interesase.
Había pasado de las fiestas y la procesión de novias a estar casada. Había ido de una cosa a otra sin darse cuenta, sin que le importase, sin echar nada de menos. Incluso había empezado a pensar de vez en cuando en el niño…
Santana tiró la toalla sobre la cama y se vistió a toda prisa. Pero antes de salir del apartamento abrió un cajón de la cómoda y sacó algo que había comprado esa semana. Era insignificante y no tenía valor económico; una compra impulsiva que debería ser un símbolo de futuro.
El guardia de la puerta la miró y, sin que Santana tuviese que preguntar, le dijo adónde había ido su mujer mientras paraba un taxi.
Por un momento, Santana pensó decirle que ella iba a otro sitio, pero no lo hizo. ¿Para qué?
¿A quién iba a engañar? Se había acostumbrado a ver a brittany en su casa, pensó, sintiendo algo parecido al pánico.
Las velas alrededor de la bañera, los cojines de colores en el sofá de piel, los mensajes de texto, largos y conmovedores, que lo hacían sonreír por muy ocupado que estuviera.
brittany era su mujer.
Qué curioso que no hubiera querido pensar en ella de ese modo hasta ese momento, cuando podría ser demasiado tarde. ¿La había tratado como si fuera invisible?, se preguntó.
Sí, seguramente tenía razón, tuvo que admitir.
Pero había notado su presencia en su vida a todas horas: el aroma de su perfume, el jabón de manzana que tanto le gustaba, su pasión por las nueces y la música que sonaba en el estéreo del dormitorio mientras él veía las noticias, luchando contra la tentación de ir con ella. Tal vez si hubiera luchado menos contra esa tentación, su mujer no se habría marchado. Las mujeres no solían dejarlo y mucho tiempo atrás había entendido por qué la traición de kitty lo había herido tanto cuando era un crío. santana adoraba a kitty wild, pero enamorarse de ella la había convertido en un tipa aburrid, posesiva y pesada.
El amor nunca le había hecho ningún favor, por eso siempre había intentado que sus relaciones fuesen temporales, sin ataduras. Sus recuerdos de infancia eran turbadoras imágenes de su madre apartándolo cuando iba a darle un abrazo. Los rechazos habían sido continuos y, sin embargo, su hermana no había recibido el mismo trato. Por eso, Santana había aprendido pronto a ser independiente, mientras aprendía también a unir amor con dolor y debilidad.

–brittany…
Paralizada, brittany miró la alta y poderosa figura femenina. Estaba sorprendida porque no había esperado que fuese tras ella. Y, por una vez, su reputación de mujer elegante estaba en peligro. Santana llevaba unos vaqueros gastados, una camisa arrugada y una
chaqueta negra. Tenía una marcada sombra de barba y su pelo negro estaba despeinado…
–¿Qué haces aquí?
ella se pasó una mano por el pelo.
–¡Estás aquí! –exclamó, como si eso lo explicara todo.
–¿Por qué me has seguido? –insistió ella.
–Mira, no podemos hablar aquí –dijo santana, pasándole un brazo por la cintura–. Vamos a
tomar un café y…
–¿No te has dado cuenta de que hay huelga en el aeropuerto? Todo está lleno de gente, no hay sitio en ninguna parte –protestó brittany, apartándose–. Además, no creo que tengamos nada que hablar. Después de lo que me has contado, nuestro matrimonio es nulo.
–¿Cómo puede ser nulo? ¡Vas a tener un hijo mío!
brittany se quedó desconcertada por esa respuesta. Santana jamás había mencionado su condición, ni siquiera la había acompañado al ginecólogo…
Notó que sus ojos se habían oscurecido mientras la llevaba a uno de los cafés del aeropuerto y lo observó, asombrada, mientras se acercaba a una pareja de chicos y sacaba la cartera del bolsillo para comprarles el asiento.
–Dame cinco minutos –le suplicó.
«Vas a tener un hijo mío».
¿Por fin lo había entendido?
brittany, una persona leal por naturaleza, había tenido que convencerse a sí misma de que estaba haciendo lo correcto al hacer la maleta y desaparecer de su vida. De hecho, había creído que sería un alivio para santana que lo dejase sin montar una escena.
Y, por supuesto, jamás imaginó que iría tras ella.
Santana se acercó a la barra y, un minuto después, volvió con una taza de té para ella y un café solo para él. La ansiedad en sus ojos chocolates era palpable.
–No entiendo qué estamos haciendo aquí –empezó a decir brittany–. Sería más fácil que me dejases ir…
–No puedo dejarte ir –la interrumpió santana.
britt lo miró, atónita.
–¿No puedes dejarme ir? Durante el último mes te has comportado como si yo no existiera aunque vivíamos bajo el mismo techo –le recordó. –No lo he hecho a propósito. Yo no soy como tú… no pienso tanto las cosas.
–¿Qué quieres decir?
–Que no te he hecho sufrir premeditadamente –Santana clavó en ella unos ojos llenos de anhelo–. Estaba tan enfadado…
–Lo sé y lo comprendo. Lo que no comprendo es por qué mi padre te obligó a casarte
conmigo.
–Estaba furioso y la naviera Lopez estaba a punto de hundirse… –siguió santana mientras tomaba un sorbo de café.
–Pero imagino que el contrato con el que mi padre te amenazó ha salido adelante.
–Sí, el contrato ha salido adelante pero me temo que eso es sólo la punta del iceberg. Me daba miedo que fuese demasiado tarde y no sabía si podría salvar la compañía –le confesó
Santana, como si le arrancaran cada palabra de esa confesión–. Así que no estaba pensando en nuestro matrimonio durante estas últimas semanas.
Tally la entendió, de verdad. Los negocios eran lo primero para ela cuando su padre la forzó a casarse con ella y los negocios seguían siendo lo primero cuando descubrió que tal vez no podría salvar la compañía a pesar de haber sacrificado su libertad.
El móvil de Santana sonó en ese momento y ella contestó brevemente en español antes de guardarlo en el bolsillo de la chaqueta.
–Vamos –dijo después, tomando su maleta.
–¿Adónde?
–He reservado habitación en un hotel cercano. Esto… –Santana miró el bar lleno de gente–. Esto es imposible. Aquí no podemos hablar.
brittany tenía que admitir que la cafetería de un aeropuerto no era el mejor sitio para solucionar sus problemas, pero tampoco quería ir a un hotel con él.
–No creo que tengamos nada que decirnos –protestó, intentando seguir sus pasos.
Cansado de hablar, Santana se detuvo para tomarla entre sus brazos y buscar sus labios en un beso cargado de pasión.
El beso provocó sensaciones de tal intensidad que brittany empezó a temblar. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que la había tocado que no pudo contener un gemido de placer al notar el roce de su lengua… y la perspectiva de una unión mucho más íntima hizo que un río de lava corriera entre sus piernas.
–Sí… sí, necesitamos hablar –dijo abruptamente, pensando que usar la habitación del hotel para algo más básico sería mucho más natural en aquel momento–. Pero eso es todo. Sólo vamos a hablar. Sabía que era una locura dejar que Santana la llevase a un hotel, pero se movía casi como un autómata, rezando para que él tuviese algún argumento, para que la convenciera. Tenía su billete de vuelta a new york en el bolso y, por el momento, no
había nada que le impidiera tomar ese avión, se recordó.
En el hotel, descubrió que Santana había reservado una suite porque era la única habitación libre que quedaba.
–Sé que has intentado salvar la naviera Lopez, pero no me has contado nada durante
todo este tiempo, como si yo no estuviera allí, como si no compartieras tu vida conmigo –empezó a decir britt–. ¿Cómo va a haber un futuro para este matrimonio si no compartes conmigo algo tan importante?
–Es fácil compartir cuando las cosas van bien, pero cuando es al contrario… hablar de ello me hace sentir débil –Santana se encogió de hombros, incómoda–. Y no me gusta sentirme así.
–¿Entonces sólo vas a darme buenas noticias? Eso es ridículo… –brittany se dio cuenta de algo entonces–. Creías que yo había presionado a mi padre para que te chantajease. ella negó con la cabeza.
–Lo creía, sí, pero en cuanto he visto tu cara me he dado cuenta de que no era verdad.
–¿Pero cómo pudiste pensar que yo era capaz de tal cosa?
–Culpa al mundo en el que vivo. Mis competidores usan cualquier arma que tengan a su disposición para sacar ventaja.
–Pero yo no soy así –replicó ella.
–Y yo lo creía, pero entonces te quedaste embarazada y empecé a tener dudas. El chantaje de tu padre me hizo dudar aún más, pero no podía arriesgarme a discutir contigo antes de la boda.
Con cierta reticencia, brittany aceptó que no había podido ser sincera con ella en ese momento. Pero tenía tantas preguntas que hacerle…
–¿Por qué has venido a buscarme entonces? ¿Por qué no me has dejado marchar?
–¡Porque no puedo! –exclamó santana–. Pensé en mi vida antes de conocerte y la verdad es
que no echo nada de menos. No quiero mi libertad, quiero que te quedes conmigo.
–Te sientes mal por lo que ha pasado. Creo que es tu conciencia…
–No, no es eso. Si hubiera pensado que sería más feliz sin ti, no estaría aquí –respondió Santana–. No soy tan tonto.
britt se dejó caer sobre un sillón.
–Tú no me quieres. ¿Para qué voy a quedarme?
Santana estudió su firme aunque pequeña figura, preguntándose cómo iba a explicarle por qué la quería a su lado cuando no podía explicárselo a sí misma.
brittany levantó la cabeza entonces, los cabellos lisos ruibios acariciando su cara…
Murmurando una palabrota, Santana levantó las manos en un gesto de frustración.
–Yo no sé lo que es el amor, pero hay muchas otras cosas que puedo ofrecerte –anunció, con vehemencia–. Estaré a tu lado cuando te encuentres sola, asustada o enferma.

No habrá ninguna otra mujer en mi vida. No dejaré que el negocio se interponga entre nosotros de nuevo. Buscaré tiempo para que estemos juntos… serás el centro de mi universo y te juro que te daré a ti y al niño todos los caprichos… Hablaba con emoción y el brillo de sus ojos le decía que era sincero. brittany estaba impresionada y absolutamente conmovida.

–Nunca mencionas al niño –le reprochó.
Santana sacó del bolsillo de la chaqueta.
–Lo compré hace unas semanas. Lo vi en un escaparate… britt tomó el trenecito de colores con los ojos húmedos. Era un juguete con varios componentes diminutos y sería muy peligroso para un recién nacido. Pero Santana, por supuesto, no tenía ni idea. Y en ese caso, lo importante era la intención.
–Las chicas también pueden jugar con trenecitos.
–Pues claro –asintió brittany.
«Serás el centro de mi universo».
Eso y una promesa de fidelidad serían suficiente para ella, pensó. El amor debería ser la guinda del pastel, el amor haría que todo fuese perfecto. Y, aunque sabía que no iba a ser fácil, aún no había perdido la esperanza. Tal vez algún día Santana se enamoraría de ella…
Santana la abrazó entonces casi como si quisiera dejarla sin oxígeno y ese abrazo dijo mucho más que sus palabras.
–Quiero que seas mi mujer, brittany. Quiero que seas algo permanente en mi vida, ma bella. Y te prometo que no lo lamentarás.
–Será mejor que no –le advirtió brittany cuando logró controlar las emociones que paralizaban sus cuerdas vocales. Y, al ver un sospechoso brillo en los ojos chocolates de Santana se dio cuenta de que también santana estaba intentando controlarlas–. Pero tendrás que portarte bien.
Santana sonrió mientras la tomaba en brazos.
–Por supuesto que sí.
–Espero acción en el dormitorio todas las noches –siguió diciendo britt, un poco avergonzada pero decidida.
Y la broma fue recompensada con una sonrisa.
–Si supieras cuánto me ha costado mantener las distancias… pero cada vez que sentía la tentación pensaba en el chantaje de tu padre y eso me ponía furiosa.
–Pero ya no estás furioso –dijo brittany, acariciándole la cara mientras él la dejaba sobre la cama.
Santana se quitó la chaqueta para tumbarse a su lado. Tenía el corazón acelerado pero, poco a poco, notaba que la tensión, el peso que había llevado sobre los hombros desde que se casaron, desaparecía.
–Tengo una casa en el sur de Francia. Era de mi hermana Emily y me la dejó en su testamento –empezó a decir, apartándole el pelo de la cara–. Nunca hemos tenido una luna de miel y creo que es hora de remediar eso. Al menos, podemos estar allí un par de semanas y empezar de nuevo…
–Podemos empezar aquí mismo –lo interrumpió ella, poniendo una mano sobre su corazón–. No me importa dónde estemos, sólo que estemos juntos… en cuerpo y alma.
Santana levantó su barbilla con un dedo para mirarla a los ojos, maravillándose de su optimismo y experimentando una sensación de paz que era nueva para ella. –A mí sí me importa. El último mes ha sido un borrón de papeleos y reuniones –hizo una pausa–. He sido una egoísta… soy un egoísta, ma bella –concluyó, en tono de apesadumbrada advertencia.
–Yo sabía que no eras perfecto cuando me casé contigo, pero firmé un contrato que me une a ti para siempre… –dijo brittany en voz baja, con lágrimas en los ojos.
–No te rindas, ma bella. No me descartes. Puedo aprender, puedo hacerlo mejor.
Ella puso un dedo sobre sus labios.
–No es una competición.
–La competición saca lo mejor de mí.
Brittany estuvo a punto de decir que lo amaba, pero sabía que las declaraciones de amor siempre exigían una respuesta y no quería hacerle eso. Santana había dicho con toda sinceridad, con toda honestidad, que no sabía nada del amor pero que le importaba y que cuidaría de ella. Y brittany se prometió a sí misma que eso sería suficiente para hacerla feliz. Cuando Santana la besó, ella tembló por dentro y por fuera, su cuerpo despertando a la vida después de un largo mes de frustración.
–Las dos estamos cansadas…
–Pero yo no podré dormir hasta que sepa que eres mía otra vez –le dijo santana, quitándole la ropa con sumo cuidado mientras se quitaba la suya a toda prisa.
Fue un encuentro dulce, tierno, y cuando brittany llegó al orgasmo conoció una felicidad que la hizo llorar. Santana la apretó contra su corazón, bromeando sobre lo emocional que era mientras, en secreto, apreciaba su humanidad y su ternura. brittany era todo lo que quería, y después de haberla recuperado estaba decidido a hacer lo que tuviera que hacer para no perderla de nuevo.

–Duérmete –le dijo, al ver que bostezaba.
brittany cerró los ojos y se quedó dormida entre sus fuertes brazos, el miedo al futuro
superado por completo.

Cuatro meses después, brittany terminó de colgar nuevas cortinas en el salón de la casa del sur de Francia que habían convertido en su hogar… y se llevó una mano a los riñones, suspirando de alivio.
Había tenido que trabajar mucho para convertir la casa de la hermana de Santana en un sitio cómodo y presentable. emily la había comprado como una inversión pero nunca había tenido tiempo de arreglarla.
Brittany se había enamorado de la vieja granja que estaba pidiendo a gritos la mano de un decorador y, habitación por habitación, había ido amueblándola y dejando su sello en cada
estancia.

–Santana dice que no deberías subirte a la escalera –la regañó Binkie desde la puerta.
brittany se mordió los labios para disimular una sonrisa. La costumbre de Santana de dar órdenes era lo que Binkie esperaba pero a ella la hacía reír.
Afortunadamente, su antigua niñera había decidido irse con ella a Francia cuando Susan decidió que ya no necesitaba sus servicios en new york.

brittany no había visto mucho a su madre desde que se fue a vivir con su último novio, Roger, un empresario viudo que residía en Mónaco, y tampoco sabía nada de su padre, michael. Aunque no esperaba que eso cambiase.

–Sólo he subido dos peldaños para colgar las cortinas.
–Estás embarazada, tienes que cuidarte –insistió Binkie–. Deberías haberme pedido ayuda. O a Marcel.
brittany se limitó a sonreír al recordar la respuesta de Marcel, el jardinero, cuando le pedían que hiciera algo dentro de la casa, un sitio que no consideraba su territorio.

Y no pensaba dejar que Binkie se subiera a una escalera a su edad. Estaba embarazada de seis meses, pero se encontraba perfectamente.
Se pasó una mano por el abultado abdomen y sonrió de nuevo al notar que el niño se movía dentro de ella. Cuando se quedaba quieto y no lo sentía, se preocupaba.
Su hijo no había nacido aún, pero brittany lo quería con toda su alma. En la última ecografía había descubierto que era un niño y estaba encantada. Aunque, en realidad, le daba igual que fuese un niño o una niña, sólo rezaba para que naciese sano.
La mayoría de los días se dedicaba a arreglar la habitación que había preparado para él, que ya había decorado y amueblado en tonos limón y azul. Estaba deseando que su hijo llegase al mundo y apenas recordaba un tiempo en el que le había preocupado el compromiso de Santana con ese embarazo.
Santana había cumplido sus promesas, tuvo que reconocer brittany, contenta al pensar que el mujer al que adoraba volvería de su viaje a L.A esa noche. Desde ese día cuando fue a buscarla al aeropuerto, su matrimonio se había reforzado y, tal y como Santana había prometido, la había convertido en el centro de su universo.
Compartía con ella sus problemas y sus frustraciones… que eran muchas, porque no se llevaba bien con su padre. Además, la naviera Lopez seguía teniendo serios problemas.
Durante gran parte de la semana, Santana llevaba desde allí la compañía y el consejo de
administración había reconocido su talento dándole un voto de confianza que había enfurecido a su padre.
Disfrutaban de la relajada vida en el sur de Francia, donde ella hacía de anfitriona para sus amistades. Y ya no le intimidaban las chicas guapas que rodeaban a Santana. Después de todo, conocía a su mujer mucho mejor que cuando se casaron y había descubierto que no le
gustaban las mujeres que iban tras ella. Y tampoco le interesaban ya las discotecas o las fiestas ruidosas porque prefería las reuniones en casa con amigos. Esa noche, cuando volviera a casa, harían el amor, pensó brittany, sintiendo un cosquilleo de anticipación entre las piernas. Su mujer era una persona muy sexual y ella se excitaba sólo con pensar en santana.
Dos horas después, Santana entró en la casa y colgó el impermeable en el perchero.
Volver con britt era siempre una ocasión feliz y sus ojos se clavaron en la voluptuosa figura de pie frente a un árbol de Navidad.
La casa estaba decorada para las fiestas y, habiendo crecido con unos padres que siempre celebraban las Navidades con discreción y buen gusto, Santana se quedó impresionada por el talento de su esposa.
–La casa esté preciosa... –le dijo, abrazándola–. ¿Cuánto tiempo tenemos antes de la cena?
brittany rió, apartándose un poco para frotarse contra ella en lujuriosa invitación.

–Tiempo suficiente –le aseguró.
Porque lo había planeado así, sabiendo que Santana sólo se relajaría después de hacer el
amor .Mirando esos ojos verdes tan traviesos, Santana tuvo que reír. Se sentía feliz de estar en casa y, una vez en el dormitorio, se quitaron la ropa sin ceremonias, impacientes por saciar el deseo que los atormentaba a los dos cada vez que tenían que separarse unos días.
Después, mientras sus corazones volvían a latir al ritmo normal, brittany miró las hermosas facciones de su mujer y susurró:

–Te he echado de menos.
Santana buscó sus labios una vez más, en un beso lleno de ternura.
–Cuando nazca el niño podrás viajar conmigo, ma bella.
Ella hizo una mueca.
–Los niños tienen una rutina, cielo. No creo que le guste mucho viajar.
–A mi hijo le gustará –afirmó Santana, sin disimular un gesto de orgullo–. Siendo un Lopez, será un gran viajero.
–¿Ah, sí?
–Por supuesto. Mi hijo será un chico inteligente y querrá complacer a su padre.
Tally se sentó en la cama y miró con amor al padre de su hijo antes de replicar con su habitual sentido común:
–Tú siempre discutes con el tuyo.
–Pero yo seré una madre cariñosa y tendré una relación estrecha con mi hijo –dijo ella, brittany sonrió. –¿Sabes una cosa? Tú eres mi mundo –le pasó un dedo por sus fabulosos pómulos. Santana inclinó la cabeza para besarle la mano.
–Y tú eres mi corazón. Siempre le estaré agradecido a tu padre por hacer que me casara contigo… ¡qué tesoro me habría perdido por ser tan ignorante y tan inmadura!
Y brittany reconoció entonces que su relación había dado un giro completo.
El calor que veía en sus ojos y su reconocimiento del lazo que los unía para siempre la llenaban de felicidad. Y, a pesar de sus planes, esa noche cenaron muy, pero que muy tarde…
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Tempestuoso reencuentro ……… continuara …………
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PUES ES EL FINA...DE LA PRIMERA PARTE...ESTO NO QUEDA ASI...HABRÁ UN SALTO EN EL TIEMPO DE 2AÑOS ...Y HABRÁ DRAMA ,COSA QUE AMO JEJE ...GRACIAS X LEER Y COMENTAR ..ESPERO QUE LES GUSTE ESTE ...MAS TARDE SUBIRÉ EL PROLOGO DE LA 2 PARTE DE ESTA HISTORIA :).... SALUDOS

Que bueno que san cambió de opinión *-* la historia es muy buena, sólo que si cuidado con cosas como:
" Santana llevaba unos vaqueros gastados, una camisa arrugada y una chaqueta negra. Tenía una marcada sombra de barba y su pelo negro estaba despeinado…"
Eso de verdad descontrola saludos, espero ansiosa la siguiente parte. porfa no tomes a mal el comentario saludos

Wow muy bonito final y que bueno que san se dio cuenta que ama a britt, espero rapido la segunda parte subela yaaaaa!!! Jejeje

holap,..  

se movieron bien las fichas del juego,.. mejor dicho machael!!!
pero en gran parte lo hicieron ellas,... por suerte que san cambio de parecer y decidió quedarse con britt y no la dejara viajar,...
quiero ver como va la secuela!!!

nos vemos!!!

Prólogo

Santana observó la foto de su mujer, sexy, con un elegante vestido de noche rojo, del brazo de otro hombre.
La ola de furia que siguió al primer momento de perplejidad hizo que lo viese todo rojo.
Era como una llama que lo quemaba por dentro, dejándola curiosamente vacía.

Sam Evans.

Bueno, no era una sorpresa. Santana había notado dos años antes, durante el fin de semana en San Francisco, que a Evans le gustaba brittany en cuanto puso los ojos en ella.
Como le había pasado a ella. Pero, a pesar de su ira, apartó a un lado la revista y miró a su padre para decir, con cara de póquer:

–¿Y bien...?
–¿Cuándo te vas librar de ella? –le preguntó Gonzalo Lopez, como si una esposa de la que estaba separado y cuya nueva vida de soltera era documentada a menudo en la prensa fuese una vergüenza para la familia.
–Soy libre ahora –respondió Santana, encogiéndose de hombros.
Aunque el proceso de divorcio no había finalizado, brittany y ella estaban separados oficialmente.
Pero, cuando involuntariamente su mirada se clavó de nuevo en la revista, se cuestionó
su visceral reacción al ver a brittany con un hombre. Estaban separados y no debería ser una sorpresa que saliera con un amigo, pero eso le atormentaba.
¿Por qué? Antes de su ruptura, brittany se había mostrado tan indiferente con ella que supuso que ningún otro podría romper esa barrera. Y la idea de que otro hombre hubiera tenido éxito donde santana había fracasado le enfurecía.
–No te veo saliendo en las revistas como antes de casarte –dijo su padre.
– Ya no soy un crío. Y, además, ahora soy más discreto.
–Brittany Spencer fue un error, pero no quiero hablar más del tema –comentó Gonzalo Lopez, notando cómo su hija apretaba la orgullosa mandíbula.

Pero Santana no tenía nada que decir, al menos nada que quisiera decir. Le sorprendía que sus padres, que ni siquiera le habían dado el pésame por la muerte de su hijo, pensaran que cualquier aspecto de su matrimonio era asunto suyo.
Las relaciones entre ellos habían sido siempre tirantes. A pesar de la muerte de su hermana mayor, Emily, el favorito de la familia, en un trágico accidente de coche, y a pesar de que sólo gracias a Santana la naviera Lopez se había recuperado de la desastrosa dirección de su hermana, seguía sintiéndose como un segundón.
Y, de repente, se daba cuenta de que su meteórico éxito en el mundo de los negocios era un terrible contraste con el fracaso de su vida personal.
Brittany, por el contrario, había retomado su vida a una velocidad de vértigo. Y, evidentemente, estaba disfrutando de un éxito considerable: nueva empresa, nueva casa, nuevo hombre.
Ese pensamiento enfureció a Santana, que recordaba a una brittany mucho más inocente; una cría de veinte años que una vez se había quedado sin respiración sólo con besarla. No podía soportar la idea de que se acostara con Sam Evans y eso le sorprendía, porque ella no había sido nunca una mujer posesiva…

wou wuo wuo.........pero que paso pensé que ahora se quería por que se están divorciando san y britt....sube el primer capitulo porfavor....continua el fic porfis

holap,...

no jodas,... y ahora que paso???
en la primera parte termino super bien,... ahora con un divorcio y con la perdida de el/la bebe!!!
quiero el capitulo!!!

nos vemos!!!

no entiendo nada asi que solo...... esperare y siempre ese labios de mero!!!!!!

Ahora si llorare :'( no como puede pasar esto. Como?? No creo que Britt aya dejado de amar a Santana y como Santana la dejo ir!! No lo puedo soportar!!!

Pero que?? que m perdí?? que no nos quedamos en que iban a intentarlo?? y muerte de su hijo?? vaya, espero esto se aclare en el siguiente cap. Saludos

minerva ortiz escribió:wou wuo wuo.........pero que paso pensé que ahora se quería por que se están divorciando san y britt....sube el primer capitulo porfavor....continua el fic porfis

jajja pues no todo es color de rosa
ya dentro de un rato subo el cap
grax por comentar

3:) escribió:holap,...

no jodas,... y ahora que paso???
en la primera parte termino super bien,... ahora con un divorcio y con la perdida de el/la bebe!!!
quiero el capitulo!!!

nos vemos!!!

no te me achicopales ya vas a entender que paso ya te pongo el cap

micky morales escribió:no entiendo nada asi que solo...... esperare y siempre ese labios de mero!!!!!!

hubo un salto de 2 años en la historia , pero ahorita se explicara que paso

Canek escribió:Ahora si llorare :'( no como puede pasar esto. Como?? No creo que Britt aya dejado de amar a Santana y como Santana la dejo ir!! No lo puedo soportar!!!

ummm bueno en las historias de amor de ahora todo tiene que terminar bien como si no existieran problemas y para eso son las segundas oportunidades, para enmendar el error, así que por eso esta la segunda parte...

Dolomiti escribió:Pero que?? que m perdí?? que no nos quedamos en que iban a intentarlo?? y muerte de su hijo?? vaya, espero esto se aclare en el siguiente cap. Saludos

te entiendo , todo esto esta muy loco, yo tambien quede asi como O__o WTF??.... pero entendí que era por algo bueno, las dos necesitan madurar
Saludos

Capítulo 1

–¿Cuándo estarás divorciada de Lopez? –le preguntó Sam Evans, con tono aparentemente despreocupado.
Sospechando que la pregunta no era todo lo despreocupada que quería aparentar, Brittany apartó la mirada, la luz que entraba por la ventana jugando con sus rubios mientras miraba unas muestras de tela.

–En un par de meses.
–Yo tengo la impresión de que está durando una eternidad –se quejó Sam, sin disimular su impaciencia con la situación–. Estoy empezando a cansarme de que todo el mundo crea que somos amigos…
–Pero es que somos amigos, Sam. Y, además, eres mi socio –respondió brittany, sabiendo que él quería más pero insegura todavía de que ella pudiese ofrecérselo.

Sólo había pasado un año desde que rompió con Santana, desde la muerte de su hijo, y los escombros de su fracasado matrimonio le habían roto el corazón en un millón de piezas.
Lo último que quería era el estrés de las expectativas de otro amor.
Había sido divertido cenar con Sam de vez en cuando o acompañarlo a algunos eventos, pero no estaba preparada para otra relación sentimental. Valoraba su amistad y su apoyo en los negocios, pero no deseaba llevar la relación a un nivel más íntimo. Santana, pensó con tristeza, parecía haber matado esos sentimientos. Sin embargo, con un metro ochenta y cinco, pelo rubio y ojos azules, Sam Evans era un hombre muy atractivo y un conocido diseñador de software con empresa propia. Nueve meses antes, Sam le había hecho su primer encargo importante: la decoración de su apartamento en los muelles de New york. Gracias a la publicidad que eso había generado, Brittany había recibido varios encargos, logrando así abrir su anhelada empresa de diseño de interiores.
Pero, aunque el negocio iba bien, brittany no encontraba un banco que, en aquellos tiempos de crisis, invirtiera en el futuro de Diseños Tallulah. Eran tiempos difíciles para las nuevas empresas y cuando Sam se ofreció a financiar su local en una de las mejores zonas de New york y a contratar a una ayudante, brittany se había sentido muy agradecida. Durante los últimos seis meses, Sam había sido un socio estupendo y un gran apoyo para ella. Por desgracia, la esperaba una desagradable sorpresa esa tarde, cuando su ayudante, Belle, le dijo que tenía una llamada de su abogado.

–Me han dicho que la casa que compartías con Santana Lopez en Francia está a punto de ser vendida –empezó a decir–. Y no parece dispuesto a enviarte nada. Si quieres algo de la casa, tendrás que ir a buscarlo.
Sorprendida por la noticia, Brittany le dio las gracias, intentando no pensar en la casa que tenía tantos recuerdos. Había puesto en ella su personalidad y su estilo y, una vez, había sido muy feliz allí.
Saber que pronto le pertenecería a otra persona le entristecía. No había esperado que Santana la vendiese, aunque no sabía por qué.
¿Estaba preparada para imaginarla allí con otra mujer? No, en absoluto. De hecho, sintió un escalofrío al pensarlo.
Pero cuando tantas cosas importantes se habían perdido, sería ridículo lamentarse por tener que decir adiós a un montón de ladrillos y cemento.
Aun así, divorciarse de Santana estaba siendo difícil, tuvo que admitir

mientras comprobaba su agenda para ver si podía ir a Francia ese mismo fin de semana y terminar con aquello de una vez.
Su divorcio no podía ser llamado una «ruptura civilizada». Si Santana hubiese querido, habría enviado sus cosas a New york, pero no había hecho un solo gesto amistoso desde la separación. No se habían visto desde entonces… de hecho, en una ocasión se negó a hablar con ella por teléfono, como si nunca hubiera sido parte de su vida. ¿Era porque había sido ella quien lo dejó? Pues ya debería haberse hecho a la idea, pensó, enfadada.
Brittany se sentía satisfecha de haber roto un matrimonio que los hacía infelices a los dos. Y sabía que, estadísticamente, las parejas rara vez sobrevivían a la muerte de un hijo…
Mientras volvía a su casa, brittany tuvo que contener las lágrimas. Había superado la rabia, la autocompasión y la amargura pero, sin previo aviso, el dolor seguía encogiéndole el corazón en los momentos más inesperados, como una manta que la ahogaba, dejándola sin respiración. Y tardaba horas en poder volver a funcionar con normalidad. Santana, sin embargo, no parecía tener ese problema.
No, el dolor no había inmovilizado a Santana en modo alguno. Durante los horribles meses en los que su vida se había roto y se había hundido en una profunda depresión, Santana había trabajado más que nunca para reorganizar la naviera Lopez, consiguiendo lucrativos contratos con empresas asiáticas. Siendo conservadora, brittany estimaba que Santana había conseguido cuadruplicar los beneficios durante ese período de sus vidas. Y sin embargo, decidida a continuar con su carrera y depender sólo de sí misma como su madre no había podido hacer nunca, brittany se había negado a aceptar un solo céntimo de su mujer una vez que se separaron.
No se sentía con derecho a beneficiarse de los millones de una mujer del que estaba separada. Después de todo, Santana sólo se había casado con ella cuando se quedó embarazada debido a las amenazas de su padre. Esa brutal verdad la había perseguido cuando su matrimonio entró en crisis.
En una relación que no tenía bases sólidas, brittany había decidido que era poco realista esperar que el tiempo solucionase los problemas. Y había tenido que preguntarse a sí misma por qué seguía con una mujer que nunca la había querido de verdad. Y ésa, en resumen, era la razón por la que su matrimonio se había roto: Santana no la amaba. Además, estaba convencida de que había sido un alivio para santana recuperar la libertad.

–¿Vas a quedarte con tu parte de la casa? –le preguntó esa noche su madre, Susan, por teléfono, cuando brittany mencionó sus planes para el fin de semana. Durante ese año apenas había visto a su madre, que estaba prometida con Roger, un empresario británico retirado con el que vivía en Mónaco.
–Tú sabes que no necesito el dinero de Santana…
–Creo que estás siendo muy ingenua –la interrumpió Susan–. Yo siempre he necesitado el dinero de tu padre y no sé qué habría hecho sin él –añadió, refiriéndose al magnate Holandes

Michael Pierce, quien, a pesar de no haberse casado con ella, les había pasado una pensión
hasta que brittany terminó sus estudios.
–Las cosas me van bien, mamá.
–Pero debes pensar en el futuro. ¡Llévate un camión y vacía la casa! –le aconseje Susan–. Santana Lopez es millonaria y no creo que vaya a echar de menos unos cuantos muebles.
Sabiendo que Susan creía de verdad que una mujer debía buscar la seguridad en un hombre rico, brittany, que era mucho más independiente, tuvo el tacto de no replicar. Su madre y ella tenían muy poco en común, pero la quería mucho.
Aunque había sido Binkie, la señora Binkiewicz, una viuda polaca, quien la había criado y a quien echaba de menos cuando las cosas se ponían difíciles. Binkie había sido su ama de llaves en el sur de Francia, pero cuando su matrimonio con Santana se rompió, volvió a Estados Unidos para trabajar con una familia en florida.
Ese viernes por la tarde, brittany había llegado al aeropuerto de Perpignan y poco después recibía una llamada de su madre. Susan, que llevaba dieciocho meses en Mónaco viviendo con Roger, anunció sin preámbulos que volvía a New york al día siguiente.

–¿Por qué, qué ha pasado? ¿Has discutido con Roger? –le preguntó brittany, sabiendo que la vida amorosa de su madre era más bien desastrosa.
–Roger y yo hemos decidido romper nuestra relación –susan parecía estar a la defensiva y britany, sabiamente, no hizo comentarios–. Supongo que puedo quedarme en tu casa hasta que encuentre algún sitio…
–Claro que puedes –dijo–. ¿Estás bien?
–Nada dura para siempre –se lamentó su madre.
Y ése fue el final de la llamada. Susan, evidentemente, no estaba de humor para seguir hablando.
Brittany subió al coche que había alquilado para llegar hasta las colinas, en la falda de los Pirineos. La vieja granja, a la que se llegaba a través de una carretera privada que terminaba frente a un paisaje magnífico, estaba rodeada de árboles que, a su vez, estaban rodeados de viñedos y huertos. Era un sitio exclusivo, aislado, absolutamente precioso.

Estaba tensa mientras aparcaba frente a la casa de piedra, con su porche cubierto de parras. Su abogado le había asegurado que él mismo le diría ala letreada de Santana que iría a la propiedad pero, por si acaso, llamó a la puerta. Y sólo cuando nadie contestó sacó la llave que aún conservaba.
El evocador aroma a lavanda y cera para muebles le llegó en cuanto entró en el recibidor con suelo de terracota. Pero se sorprendió al ver un precioso ramo de flores frescas sobre una
mesa. Y no había pétalos en el suelo.
Aparentemente, alguien seguía atendiendo la propiedad como si siguiera ocupada, tal vez para atraer un comprador. Aun así, le pareció extraño entrar en la casa en la que había vivido con Santana y que había abandonado dieciocho meses antes.
Había más flores en el salón y una pila de recientes revistas de decoración sobre la mesita de café. Las cortinas se movían con la brisa…
brittany vio una escultura que Santana y ella habían comprado en Perpignan y su corazón dio un vuelco porque recordaba ese día con toda claridad…
Felizmente embarazada, sin saber la tragedia que acontecería después, lo había convencido para que se tomase el día libre y habían reído y charlado mientras almorzaban, antes de ir a la galería de arte donde vieron la escultura de piedra de una pareja.
Sintiendo que le ardía la cara, brittany se dio cuenta de que estaba casi hipnotizada por aquella casa.
¿Quería llevarse la escultura y todos esos recuerdos a new york? Pensando que no sería sensato, brittany subió al segundo piso para entrar en el dormitorio, con el corazón acelerado.
Recordaba en qué estado había dejado las cosas allí: la ropa tirada por todas partes mientras hacía la maleta a toda prisa, recogiendo sólo lo imprescindible. Cuando entró en el vestidor, vio que su ropa seguía allí, los cajones llenos de prendas inmaculadamente dobladas…
Salió del dormitorio, mareada, y se quedó al otro lado de la puerta, respirando profundamente, su frente cubierta de sudor mientras empujaba el picaporte para entrar en la habitación de su hijo.
Y se quedó helada al ver que la encantadora habitación que ella había decorado con
tanto amor y esperanza para el futuro ya no existía. Brittany miró las paredes recién pintadas y los muebles nuevos. Ya no había nada que le recordase lo que había sido una vez, aunque los recuerdos seguían en su corazón.
Pero era un alivio que el papel pintado de nubes y las cosas del niño, la cuna, el cambiador, los juguetes, hubieran desaparecido. Tras la muerte de su hijo, había pasado horas en esa habitación, soñando con lo que podría haber sido…
brittany se acercó a la ventana al escuchar el ruido de un helicóptero. Santana se había acostumbrado a viajar en helicóptero durante los últimos meses que habían pasado en Francia porque, según santana, era una ventaja poder trabajar mientras el piloto lo llevaba a la oficina.
Finalmente, brittany se había dado cuenta de que estaba casada con una adicta al trabajo para quien el tiempo significaba exclusivamente dinero y éxito profesional.
Una mujer embarazada y un matrimonio que necesitaba atención estaban al final de la lista.
Por supuesto, no sería Santana el que viajaba en ese helicóptero, pensó, apartándose de la ventana para acercarse al armario de las maletas.
Guardaría su ropa y luego echaría un vistazo por el resto de la casa para buscar algo sin lo que no pudiera vivir: sábanas que olían a Santana, pensó sin darse cuenta…
¿De dónde había salido eso? Debía de ser el hechizo de aquella casa, se dijo.
Estaba guardando ropa en una maleta cuando le pareció que el ruido del helicóptero
sonaba más cerca y, sorprendida, volvió a la ventana. Para entonces, el aparato había aterrizado al otro lado del huerto y, a través de los árboles, reconoció una «L» roja pintada en
una de las puertas. «L» de Lopez. El corazón de brittany se volvió loco. No podía ser Santana… no, imposible, no podía ser ella.
Pero cuando iba a apartarse de la ventana vio a una mujer y moreno con vestido corto negro de chaqueta dirigiéndose a la casa y su corazón se detuvo durante una décima de segundo.
Las largas zancadas, la postura, los hombros erguidos… era ella. brittany experimentó algo parecido al pánico y, durante un segundo, pensó encerrarse en el vestidor. Enseguida apartó esa tontería de la cabeza, pero seguía inmóvil cuando oyó que se abría la puerta.

–Brittany… ¿dónde estás? Soy Santana.
Su voz, dolorosamente familiar, parecía tocar su espina dorsal como una caricia. brittany salió al descansillo y puso una mano sobre la barandilla de la escalera.
–¿Qué haces aquí?
–Ésta sigue siendo mi casa –respondió santana.
Levantando la cabeza en un ángulo casi agresivo, Santana miró a su mujer sintiendo que
llevaba una eternidad sin verla. Y, de inmediato notó los cambios en ella: sus lisos habían
desaparecido, reemplazados por una melena lisa ondulada corta sujeta en un moño que la hacía parecer mayor. Y el vestido camisero era demasiado formal. Como siempre, brittany apenas llevaba maquillaje, pero no lo necesitaba para destacar el innegable atractivo de sus preciosos ojos azules y sus labios pequeños. Sin embargo, al ver las pecas en su nariz sintió una opresión en el pecho...
Le habían gustado tanto sus rizos, su caótica y juvenil pasión... Tal vez no le gustaba que la gente cambiase, se dijo, incómodo con tales pensamientos.
–¡Tienes que haberlo planeado! –exclamó ella, bajando por la escalera–. No creo que tu
presencia aquí, precisamente hoy, sea una coincidencia –dijo luego, intentando no fijarse en lo


guapo que estaba o en el brillo de sus ojos, en sus largas pestañas.
Iba bien , con un vestido traje de chaqueta negro marino tan bien cortado que sintió que se le ponía la piel de gallina.

Ella odiaba a Lysant Lopez o santana como le gustaba que le dijeran por el dolor y la desilusión que ella le había hecho sentir. La había amado una vez, la había amado demasiado. Pero unas semanas después de la boda, cuando descubrió que su padre lo había chantajeado para que se casara con ella porque estaba embarazada, había intentado liberarlo de su promesa.
Pero en lugar de dejarla ir, Santana la siguió hasta el aeropuerto y la convenció de que sus sentimientos por ella eran lo suficientemente profundos como para que le diera una segunda oportunidad.
Brittany seguía dolida por haber aceptado ya que lo único que había conseguido era alargar su sufrimiento. Durante unos meses, Santana la había hecho feliz pero luego, cuando ella pensaba que todo iba a salir bien, lo había perdido todo y santna no había estado a su lado. Había pasado del calor del verano al frío del invierno.
–Yo no creo en las coincidencias –dijo ella entonces–. Naturalmente, sabía que estarías aquí. –Claro, ya me lo imaginaba.
–Podemos dividir el contenido de la casa entre los dos. brittany apretó los dientes. –No creo
que sea buena idea. –¿Por qué? ¿A Sam no le gustaría? –la retó santana, sus ojos brillando como pepitas de oro.
–No sé de qué estás hablando –respondió brittany, recordando el temperamento inestable de Santana.

Pero notó también, sorprendida, que su mujer no la había perdonado por dejarlo.
Hasta ese momento no se le había ocurrido que santana pudiese culparla por todo lo que había ido mal en su matrimonio, como la culpaba ella. Y, de repente, se sorprendió por haberse visto como una víctima.
¿De verdad había caído en la trampa de creer que había sido una esposa perfecta?
–A Evans no le gustaría saber que estás aquí conmigo, solos en nuestra casa –dijo
Santana, con engañoso tono flemático. Brittany sintió la tentación de decir que Sam Evans no se metía en sus asuntos, pero eso revelaría que la suya era una amistad y no una relación íntima… y no veía por qué iba a darle esa información.
Sin duda, se alegraría al saber que santana era el última persona (mujer) con la que había hecho el amor… y eso había sido dieciocho meses antes.
Conociendo la tempestuosa naturaleza de Santana, Brittany estaba segura de que ella habría seguido adelante. Y, al pensar eso, sintió una punzada de amargura porque seguía sin poder soportar la idea de que Santana estuviera con otra mujer.
–Sam no me dice lo que debo o no debo hacer –dijo por fin. Santana dejó escapar una risita irónica.
–Me sorprende.
–¿Por qué?
–Porque te gustaba cuando yo lo hacía.
Esa broma hizo que brittany apretase los puños. Sabía muy bien de qué estaba hablando.
Durante los primeros meses de su relación, Santana a menudo le había dicho lo que debía
hacer en la cama porque ella era inexperta. Y brittany no sólo no ponía objeciones a esa educación íntima, sino que había descubierto que le gustaba.
–¡Se acabó… me marcho! –exclamó, furiosa, alargando la mano para tomar las llaves del coche que había dejado sobre una mesa–. Puedes tirar mis cosas, no las quiero.

Pero Santana fue mucho más rápida y tomó las llaves un segundo antes de que lo hiciera ella.

–No vas a conducir estando tan alterada…
–¡Dame esas llaves!
–¿Cuánto tiempo esperaste antes de acostarte con Sam? –le preguntó santana observando el brillo de sus ojos. De repente, era la mujer a la que recordaba. Ninguna otra había igualado su pasión, pero la convicción de que tenía un amante era como un cuchillo en el pecho.
–¡No tienes ningún derecho a preguntar eso! –exclamó brittany, mientras intentaba quitarle
las llaves. Mucho más alto que ella, Santana sencillamente las apartó.
–Sigo siendo tu esposa y, naturalmente, siento curiosidad. Me apartaste de tu cama hace
meses, antes de que rompiéramos.
–Estamos prácticamente divorciados, no pienso tener esta conversación contigo… ¡dame
esas llaves, Santana!
–No –dijo ella–. No voy a dejar que conduzcas en ese estado.
–Ah, de repente te importa mucho en qué estado me encuentro –replicó brittany, airada–.
¿Dónde estaba esa preocupación cuando perdimos a nuestro hijo?

Santana dio un paso atrás, como si lo hubiera abofeteado. Sus ojos chocolates brillaban, cargados de hostilidad, y sus soberbios pómulos se habían oscurecido.

–Eso no es algo de lo que quiera hablar…
–No, claro, me lo imagino –lo interrumpió ella, despreciativa–. No quieres hablar de que trabajabas dieciocho horas al día o de que volviste a la oficina un día después del funeral de nuestro hijo. Lo único que te importa es ganar dinero… da igual que en comparación con la
mayoría de la gente seas tan rico como Creso, nunca estás satisfecho, siempre quieres más.
Eso es lo único que te importa.
Santana la fulminó con la mirada.
–Ah, claro, como eras tú la que estuviste embarazada y la que pariste al niño, tú eres la
única que tiene sentimientos, ¿verdad?
–Yo no he dicho eso.
–Cada uno lidia con el dolor de diferente manera –siguió ella–. Yo podría haberme emborrachado o haberme acostado con otras mujeres para ahogar mi pena, pero no soy así. Yo no voy a terapia ni comparto mis problemas con los demás, no me educaron así, lo siento.
En mi familia no hablamos de esas cosas...
–¡Yo era tu familia en ese momento!
–¡Trabajaba a todas horas para olvidarme de lo que había pasado porque el mismo día que perdí a mi hijo también perdí a mi mujer y trabajar era la única manera de soportarlo!

Totalmente desconcertada por esa respuesta, brittany dio un paso atrás. Lamentaba haberlo
atacado porque se había prometido a sí misma no volver a pelearse con Santana. No era
sensato reabrir la herida cuando ni ella misma había sido capaz de curarla.
Al escuchar el dolor en la voz de su todavía esposa y el reproche en sus palabras, se quedó paralizada, reconociendo en Santana una profundidad de sentimientos que no había visto antes. Y se preguntó por qué había menospreciado lo que debió de sentir ante la muerte
de su hijo.
–¿Qué quieres decir con eso de que perdiste a tu mujer? –le preguntó. No quería hacerlo pero no podía dejar que esa frase quedara sin explicación.
–Actuabas como si sólo tú estuvieras sufriendo y te convertiste en una zombie. No querías hablar conmigo, no querías salir, no querías ver a nadie, sólo querías llorar. Sufrías una depresión, pero cuando intenté convencerte para que fueras al médico me dijiste que yo
no podía entender lo que estabas sintiendo.
–Pensé que no lo entendías –le confesó ella–. Estaba destrozada…
Pero Santana no había terminado. Verla de vuelta en la casa donde todo se había roto de repente resucitaba el pasado de manera dolorosa. Pero estaba reaccionando de una forma inesperada y era una de las pocas veces en su vida que perdía los nervios.
No sabía de dónde salía esa furia, pero se dio cuenta de que no podía controlarla porque sentía que brittany había sido injusta con santana.

–Cuando sugerí que tuviéramos otro hijo, reaccionaste como si fuera algo imperdonable Y cuando cometí el error de intentar acostarme contigo, te portaste como si fuera una violación.
Decir que brittany lamentaba lo que ella misma había provocado sería decir poco. Pálida como un fantasma, estaba temblando.
–Lo siento... –dijo finalmente, sorprendida de haberse rendido a su propio dolor sin darse cuenta de que también Santana estaba rota.
–«Lo siento» no es suficiente. «Lo siento» no arregla nada –replicó ella.
–Yo podría decir lo mismo. Santana sacudió la cabeza.
–La muerte de nuestro hijo no impidió que siguiera deseándote, al contrario, hizo que te deseara aún más…
Brittany se sintió avergonzada al reconocer que se habían defraudado el uno al otro.
Ninguno de los dos había sido capaz de mantener viva su relación debido al dolor y la incomprensión que habían seguido a la muerte del niño.
Santana tiró las llaves sobre la mesa y volvió a mirarla, sus ojos chocolates tan oscurecidos que parecían negros.
–Y sigo sin saber cómo dejar de desearte –le dijo–. ¿Hay alguna combinación mágica para olvidarme de ti? No puedo mirar a otra mujer, brittany.
–Santana… –rota al saber que su esposa del que estaba a punto de divorciarse seguía deseándola,brittany sólo podía mirarla, sin saber lo que sentía o lo que estaba pensando.
–De hecho, me vuelves loca–admitió ella entonces. Y por primera vez en mucho tiempo, brittany sintió una punzada de deseo.

Llevaba tanto tiempo sin experimentar algo así que pensó que había desaparecido de su naturaleza. ¿Era el terciopelo de su voz lo que provocaba la resurrección de ese deseo o el brillo de sus ojos chocolates? No lo sabía, pero sintió un calor casi olvidado en la pelvis. Como un cervatillo bajo los faros de un coche, brittany miró a Santana, sintiéndose tan vulnerable como si la hubiera desnudado en plena calle. «ma femme», «mi mujer», la había llamado. Y seguía siendo su mujer, se recordó a sí misma.
–¿Se te ocurre qué puedo hacer? –le preguntó santana, dando un paso adelanta con esa gracia que era tan parte de ella como su fuerza física.
–No, no tengo ni idea –brittany se había puesto rígida, viendo el peligro repentinamente.
Se había casado con una mujer manipuladora, y lo sabía; de hecho, una vez había admirado esa astucia que, en general, lo mantenía un paso por delante de sus competidores.
Santana era increíblemente inteligente y, de alguna forma, estaba haciéndole sentir cosas que
no debería sentir. A medida que santana avanzaba, ella daba un paso atrás… hasta que chocó con la puerta.
–Me vuelves loco, ma femme! –murmuró Santana, inclinando su oscura cabeza para rozarle la cara con la mandíbula, como un gato en busca de atención.
El familiar aroma a sándalo y jazmín de su colonia invadió los sentidos de brittany, el roce de su barbilla y labios haciendo que despertase a la vida.
De repente, se sentía como al borde de un precipicio, en peligro de caer. No quería estar allí, pero cuando Santana buscó su boca, sujetándola por los hombros, supo que no podía apartarse…
.........................................................
que les parecio??
se les aclaro sus dudas??? todas??

Si, respondiste todas mis dudas.....amo tu fic continualo

ahora ya entendi, solo espero que pase algo que suspenda ese divorcio!!!!! hasta pronto.