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[Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
Al fin se sabe la verdad!!
Odio mas a Sam!!
Saludos
Odio mas a Sam!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
esa trucha deberia ser pescada y llevada al artico para que se congele en vida!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
AL FIIIIN, y yo me pregunto lo mismo, porque no dejo que San le explicara las cosas
Pero almenos ya sabe la verdad esperemos que de una vez por todas vuelvan a estar juntas
Y sii comienza la adaptación SIIIIII
Cuidate, besos chau
Pero almenos ya sabe la verdad esperemos que de una vez por todas vuelvan a estar juntas
Y sii comienza la adaptación SIIIIII
Cuidate, besos chau
Daniela Gutierrez***** - Mensajes : 281
Fecha de inscripción : 03/07/2014
Edad : 27
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
holap morra,...
bueno es lo que se gana britt por no darle aunque sea e beneficio de la duda a san,...
a ver que hace brtt ahora si busca a san o no??? o mejor dicho la culpa la deja....
ohh por favor dime que le hacen algo a sam!!!
nos vemos!!
PD; creo que no es trasmitido el evento de jenna,.... si es posible que salgan fotos y esas cosas,... (ventajas de vivir en LA jajaja)
PD2; si lo escuche,... a ver como lo hacen??? el rencuentro después de 5 años seria para todos,... quizás la foto de lea tenga algo que ver!!!
bueno es lo que se gana britt por no darle aunque sea e beneficio de la duda a san,...
a ver que hace brtt ahora si busca a san o no??? o mejor dicho la culpa la deja....
ohh por favor dime que le hacen algo a sam!!!
nos vemos!!
PD; creo que no es trasmitido el evento de jenna,.... si es posible que salgan fotos y esas cosas,... (ventajas de vivir en LA jajaja)
PD2; si lo escuche,... a ver como lo hacen??? el rencuentro después de 5 años seria para todos,... quizás la foto de lea tenga algo que ver!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
monica.santander escribió:Al fin se sabe la verdad!!
Odio mas a Sam!!
Saludos
Hola, SI! xfin! a ver como avanzan las cosas ahora no¿? O yo también! metio noma! oajal san le de su merecido jum! jaajajaj. Saludos =D
Pd: oie acuérdate de darme el nombre del libro para ver cual quieren y empezar a adaptarlo, ya que a este fic le queda poquito!
micky morales escribió:esa trucha deberia ser pescada y llevada al artico para que se congele en vida!!!!
Hola, jajajajajajajaajaja me rei mucho con tu comentario! ajajajaj, pero si creo lo mismo, ojala san y lo haga no¿? jajajaaj. Saludos =D
Daniela Gutierrez escribió:AL FIIIIN, y yo me pregunto lo mismo, porque no dejo que San le explicara las cosas
Pero almenos ya sabe la verdad esperemos que de una vez por todas vuelvan a estar juntas
Y sii comienza la adaptación SIIIIII
Cuidate, besos chau
Hola, si! ya se sabe toda la verdad... =O esk igual san no se entero altiro, y san tampoco dijo nada después mmm par de cabezas duras y orgullosas no¿? jajajja. Tienen que estar juntas jajaajja.
JAjajaaj si, eso ya es un hecho ajajajaj. Gracias, tu igual! Saludos =D
3:) escribió:holap morra,...
bueno es lo que se gana britt por no darle aunque sea e beneficio de la duda a san,...
a ver que hace brtt ahora si busca a san o no??? o mejor dicho la culpa la deja....
ohh por favor dime que le hacen algo a sam!!!
nos vemos!!
PD; creo que no es trasmitido el evento de jenna,.... si es posible que salgan fotos y esas cosas,... (ventajas de vivir en LA jajaja)
PD2; si lo escuche,... a ver como lo hacen??? el rencuentro después de 5 años seria para todos,... quizás la foto de lea tenga algo que ver!!!
Hola lu, =O esk igual es dificil po, y san tampoco hizo nada después =/, estas dos... por eso son la una para la otra jajajaja. Jajajaj le tienen que hacer algo, por maldito!. Saludos =D
Pd: =O ojala i suban muchas fotos no¿? =O pero si se casa, no ira po =/... o si¿? JAjajaaj grandes ventajas jaajaaajaj.
Pd2: aaa tienes razón po tal ves por eso era la foto... bueno ojala y cuenten que tienen una familia jaajajajaj.
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap 19
Capitulo 19
Pov Brittany
Me había jurado a mí misma que no volvería a poner un pie en The Racehorse.
Nunca.
Me habían ocurrido hay muchas cosas malas.
Había tomado el peor tipo de decisiones entre esas viejas paredes. Había perdido mucho y ganado poco... en aquel pequeño pub de Hampstead, situado en el corazón de la comunidad en la que crecí.
Hice a Finn un gesto para que me rellenara la copa mientras esperaba a que él apareciera.
Llevó algún tiempo, pero acabó apareciendo.
Primero escuché el rugido de su moto, como si me anunciara su llegada. La arrogancia de sus andares, la sonrisa de engreimiento en su rostro, deletreaban a la perfección sus pensamientos con respecto a mi presencia.
¡Cuánto se equivocaba!
—Hola, guapa. Tengo que confesarte que recibir tu mensaje me alegró el día.
Permití que me besara en la mejilla y se sentara ante mí junto a la barra. Tomé un trago de vino y lo miré.
—¿De veras? ¿Por qué?
Se inclinó hacia mí, haciendo que un mechón le cayera sobre la frente y pareciera un donjuán. Me estudió con una de esas miradas que le servían para avivar su imagen de chico malo.
Sin embargo, aquello no me había afectado nunca en los años que hacía que le conocía. Sonreí de medio lado y me contuve para no apretar las manos en torno a su cuello hasta ahogarlo.
Me habló en voz baja, demasiado cerca.
—Te voy a llevar a mi casa, a ver si te gusta.
—Ah, menuda invitación... Hay chicas muy afortunadas.
—Es posible, nena. Será igual que en los viejos tiempos.
—¿Qué viejos tiempos, Sam?
—Los de antes de que huyeras, nena—agitó un dedo ante mis narices—Jamás debiste marcharte. Me sentí muy perdido cuando te largaste a Europa...
Mientras Sam seguía derramando sus retorcidas ideas con aquellos grandes labios suyos, yo seguía concentrada.
Toda aquella energía y concentración, que hervían en mi interior al rojo vivo, acabarían por encontrar una salida. Mantenerlas en mi interior durante más tiempo habría acabado conmigo. Inicialmente fui capaz de contener la ira, esperando mi momento, pero después de que él dijera en voz alta jamás debiste marcharte, me resultó imposible reprimirme.
Sam tenía razón, después de todo.
Jamás debí marcharme.
Me escapé de Santana cuando debería haberme quedado.
Una experiencia extracorpórea es una sensación muy extraña. Me sentí liviana y los sonidos de la habitación se convirtieron en silencio. Mi cuerpo flotó sobre el suelo y pude verlo todo con suma claridad.
Ocurrió sobre la barra.
Sabía lo que estaba sucediendo y recibí con los brazos abiertos el estado alterado de mi realidad. Observé con calma, desde arriba, cómo me transformaba en una bestia; un demonio que comenzó a machacar a Sam Evans en cualquier parte de su cuerpo que alcanzara, y resultó muy satisfactorio.
Golpeé, pegué y arañé.
Traté de arrancarle el pelo.
Le lancé la copa de vino, mi bolso, todo lo que tenía a mi alcance.
Pude escuchar muy lejos unos gritos femeninos que ni siquiera sonaban humanos, pero que demostraban un terrible dolor, una opresiva angustia que podía percibir cualquiera que los oyera.
Al cabo de un rato me di cuenta de que eran míos.
Sam se defendió como pudo una vez que superó la sorpresa inicial de mi ataque. Me empujó hacia el suelo, y me deslicé hacia atrás arrastrando sillas y taburetes con la fuerza de la caída.
—¡Joder! ¡Estás como una puta cabra!—gritó. Los arañazos que le había causado tenían cada vez peor aspecto y la sangre se deslizaba por la comisura de su boca—¿Qué cojones te pasa, jodida puta?
—¡Sabes lo que me pasa! Te mereces esto y mucho más por haber pagado a Dani para que le mintiera a Santana. Le pagaste por mentirnos sobre la otra mamá de su bebé. Espero que te pudras en el infierno, ¡sucio y degenerado hijo de puta!
Él cerró el puño para golpearme, pero no llegó a tener la oportunidad de hacerlo.
Santana le dio un derechazo en la mandíbula que lo hizo caer al suelo. Un solo golpe y fue como un peso muerto en el terrazo lleno de marcas del The Racehorse.
¡Dios que fuerza tiene Santana!
Luego me tomó en brazos y me sacó de ahí. Me metió dentro de su Rover para llevarme muy lejos.
Yo lloré en el asiento del copiloto, presa de la desesperación más absoluta. Con cada lágrima, la angustia se volvía más intensa.
Santana no me preguntó nada, salvo comprobar con rapidez si estaba herida.
—¿Te duele algo?
Solo mi corazón.
—No. Estoy bien. Es la calma después de la tormenta.
Después no dijimos una palabra más, ni siquiera le agradecí que se deshiciera de Sam antes de que me pudiera atacar. Me dejó en paz mientras me llevaba a casa de mi mamá.
Cuando rodeó el coche para abrirme la puerta y me ayudó a bajar, se lo agradecí; estaba tan agotada que no estaba segura de sí las piernas me podrían sostener.
Tampoco tuve que preocuparme de eso.
Me llevó en brazos al interior de la casa.
Cerré los ojos.
Estar tan cerca de ella dolía demasiado; sentir sus pechos, oler su aroma, contemplar su belleza...
…Sabía que lo había tirado todo por la borda a causa de una sucia mentira.
Me dejó encima de la cama después de quitarme la chaqueta y la bufanda. Me descalzó y me cubrió con una manta.
Permití que Santana se ocupara de mí porque no era capaz de hacerlo por mí misma en ese momento.
Por fin, giré sobre el costado y me acurruqué bajo la tela.
Dormí.
********************************************************************************************
El sonido de la risa me arrancó de un sueño profundo.
Escuché que Santana hablaba con mi mamá. Su tono, profundo, me resultaba inconfundible; era algo que estaba profundamente enterrado en mis recuerdos de esa casa y del tiempo que habíamos pasado juntas en ella. Santana había estado ahí muchas veces, ayudando con la cena, y escucharla provocaba en mí una sensación de comodidad y nostalgia a la vez. Era una de esas vivencias atesoradas durante largo tiempo.
¿Se había quedado después de la crisis con Sam?
No podía imaginar por qué lo había hecho.
Quizá mi mamá la hubiera presionado para que cenara con nosotras, ya que no lo había hecho la noche anterior.
No pienses en esa noche.
Miré el reloj en la mesilla. Había dormido cuatro horas.
¿Qué demonios habría hecho Santana durante ese tiempo?
Bueno, mejor olvidarlo.
No quería saberlo.
Santana y mi mamá se adoraban y siempre había sido así. Les gustaba estar juntas, y punto.
Me incorporé para arrastrarme hasta el cuarto de baño.
¡Joder!
Tenía un aspecto horroroso.
Un híbrido entre un lémur y Lily Monster, debido a los ojos abiertos como platos y la piel pálida. Reparar los daños iba a llevarme más de cinco minutos. Me lavé los dientes y la cara antes de peinarme el desordenado cabello. Luego me vestí con unos pantalones de yoga y una sudadera de color rosado con una línea azul eléctrico en el cuello, el borde y los puños. Era suave y grande y podía ocultarme en su interior, que era lo que deseaba en ese momento. Me recogí el pelo en un moño descuidado y me puse unas zapatillas de color azul bebé.
Lo que deseaba hacer era esconderme en mi habitación durante toda la semana, pero sabía que mi mamá jamás me permitiría hacer tal cosa. Y menos cuando había una invitada en casa. De hecho, era sorprendente que no me hubiera llamado ya.
—¿Britt? —golpeó la puerta.
Hablando del rey de Roma... por la puerta asoma.
—Salgo ahora, mamá—respondí.
Me perfumé con unas gotas de Light Blue de D&G y respiré hondo. Había llegado el momento de que comenzara el espectáculo…
…O, más bien, de ver el espectáculo de Mamá & López.
Seguí el sonido de su parloteo por el pasillo hasta la cocina. ¡Sorpresa! Supe que iba a tener que contener el sarcasmo; aquel no era el momento ni el lugar para darle rienda suelta.
Las observé trabajar codo con codo durante un segundo, desde la puerta. Tenía que admitir que era muy tierno escuchar su conversación. Santana llamaba mamá a mi mamá desde hacía años y ella le consideraba una hija, igual que a Mike. Aquello era evidente para cualquiera y lo fue también para mí mientras les estudiaba, cubiertas con aquellos delantales de cocineros; mamá con su gintonic y Santana con su Guinness.
Me acerqué a la cafetera y cogí una taza de la alacena.
—¿Qué tal has dormido?—me preguntó Santana mientras yo echaba el endulzante en el café.
—Ha sido un sueño reparador—repuse, ocultándome detrás de la enorme taza para tomar un sorbo del ardiente líquido negro.
Mi mamá se acercó y me puso el dorso de la mano en la frente.
—Querida, espero que no hayas pillado una de esas gripes horribles. No creo que te haya sentado bien caminar anoche bajo esa lluvia helada y espantosa.
Ignoré su sutil recordatorio de los traumáticos hechos ocurridos la noche anterior.
No podía asimilarlo todo.
La noche de la revelación llegué a sentirme al borde de la consabida cornisa, dispuesta a saltar al vacío. Después de lo que me había revelado Dani cuando hablamos en el parque, apenas me sostenía con las puntas de los dedos.
—No fue para tanto, mamá—mentí, inclinándome para besarla en la mejilla. Forcé mi mejor sonrisa y se la brindé a Santana, fingiendo una enorme alegría—¿Qué están preparando para cenar? Parece que se lo estaban pasando muy bien—hice un mohín—De hecho, me despertaron sus risas.
Santana se apoyó en el mostrador y me estudió. Parecía muy relajada, con sus vaqueros ajustados y la camiseta negra, que marcaba más su figura.
Era una mujer guapísima.
Cuidaba su cuerpo e incluso era más atractiva que antes.
La madurez le había sentado bien.
Tenía el cabello más oscuro de lo que recordaba, un nuevo tatuaje en un brazo, y supe lo que era en cuanto lo vi: la firma de Jimi Hendrix. Era muy propio de Santana haberse tatuado eso en la piel.
No me resultaba fácil verla y no recordar el aspecto que tenía desnuda... o cuando me hacía el amor.
Bien, eso dolía.
Me di una bofetada mental con mano dura.
No podía permitirme más pensamientos errantes sobre el pasado. No podía pensar en lo que me había alejado de ella. No podía permitírmelos o me volvería loca y mi mamá y Mike acabarían visitándome en el hospital psiquiátrico Bethlem, donde llevaría una camisa de fuerza.
—Bueno, si no te hubieras despertado ahora, por la noche no tendrías sueño—repuso Santana tras apurar un sorbo de la Guinness.
—Vale—repliqué con desdén—Bien, ¿qué vamos a cenar?—miré al horno—Sea lo que sea lo que han metido ahí dentro, huele de maravilla—olfateé el aire.
—Es carne de ternera asada con patatas, tal y como la hace tu mamá—me respondió Santana.
—Oh, pero fue San quien se encargó de comprar la carne más tierna mientras tú dormías, Britt. Está en todo, incluso ha pensado un postre que hará que nos chupemos los dedos más tarde—parloteó mi mamá alegremente.
—Oh, estupendo. ¿De qué se trata?—pregunté.
—Compota de fruta con nata.
—Suena... mmm... interesante. Creo.
Se echó a reír.
—Bueno, no hay más que mezclar la fruta cocida con la nata recién batida. Muy fácil. Incluso yo puedo hacerlo.
—Cuéntale a Britt qué fruta elegiste, Tana—pidió mi mamá con una ansiedad apenas reprimida.
—¡Oh, sí! Después de pensármelo mucho, me decidí por... cerezas.
Me brindó una sonrisa infantil y frunció los labios para no reírse.
Puse los ojos en blanco.
—Es increíble. Son muy divertidas juntas. Asegurarse de que mi ración tiene un poco más de fruta, por favor.
El espectáculo que estaba desarrollándose ante mí acabaría quebrándome en poco tiempo.
El juego es divertido hasta que alguien sale herido, dice el refrán.
Solo podía quedarme mientras eso no ocurriera. Lo peor eran las burlas suaves, las amables palabras, las sonrisas y los guiños. Todo eso me mostraba lo que había perdido. Lo que me gustaría tener y que jamás recuperaría.
Oh, era agradable que pudiéramos mostrarnos civilizadas la una con la otra.
Existía cierta torpeza entre nosotras, por supuesto, pero ¿cómo no iba a haberla con Santana?
¿Viejos amantes que ahora eran amigas?
¿Durante cuánto tiempo lograría soportarlo?
Trabajar en FSI iba a ser una tortura.
Lo mejor sería que me pusiera a buscar otro trabajo.
Sentí un vacío absoluto en mi interior. La motivación para encontrar algo remotamente bueno en aquel escenario entre Santana y yo, murió de pronto.
Más tarde, cuando ya habíamos terminado la cena y degustábamos el postre de cerezas, pensé en que aquello había resultado agradable, divertido y muy, muy surrealista.
—San, querida, háblale a Britt sobre la herencia que recibiste.
—Oh, estoy segura de que no le interesa, mamá—repuso ella, concentrándose en el cremoso postre, como si así pudiera evitar el tema.
Me entró la curiosidad al instante.
Una vez más yo era la última persona en la tierra en saber algo sobre Santana; detalles de su vida.
Pero, ¿quién más que yo tenía la culpa de ello?
Respiré hondo, intentando que mi agitado corazón se sosegara y comenzara a acostumbrarse a ella.
—Sí, claro que me interesa—intervine.
—Sí, claro que le interesa—repuso mi mamá, hablando al mismo tiempo que yo.
Santana suavizó la mirada cuando me miró y supe por qué.
Está tratando de suavizar el golpe porque sabe que estoy luchando contra esto.
Me conocía demasiado bien.
—Así que has recibido una herencia. ¿De quién?
—De un tío abuelo que no conocía. Era el hermano de mi abuela. No tuvo hijos y yo era su pariente más cercano—encogió los hombros—Nadie se sorprendió más que yo.
—¿Cuándo ocurrió?
Una pregunta estúpida. Ya sabes la respuesta.
—Mientras estaba en el frente—acomodó su sexy cuerpo en la silla—Los abogados tuvieron que esperar a que regresara a casa para comunicármelo. Pasaron meses antes de que pudiera acercarme a examinar el lugar.
Si hubiera seguido con ella, podría haberle ayudado en su ausencia.
—Sí, y es una hermosa finca con una preciosa casa en Puerto Rico, Britt—intervino mi mamá—Está formada por una gran cantidad de tierras y un lago donde se puede pescar desde una barca. Mike ha pasado ahí con San varios fines de semana. En las fotos resulta impresionante... con todos esos cerezos. Cuéntale lo de los cerezos, Tana.
Santana pareció incómodo mientras mi mamá hablaba sobre la hermosa casa Puerto Riqueña que todo el mundo —menos, por lo visto, yo— sabía que había heredado.
Dejé la cuchara en el plato y me concentré en Santana, ofreciéndole toda mi atención y una sonrisa. Supe, de alguna manera, que lo que se avecinaba sería doloroso escucharlo. A veces, una tiene premoniciones y esta era una de esas ocasiones.
—Hay muchos cerezos en la finca—murmuró—Son de una variedad inusual que florece dos veces al año. Una en primavera, por supuesto, y otra en otoño, después de que las hojas cambien de color y caigan... Entonces florecen una segunda vez. Los frutos se conocen como cerezas de otoño.
No es justo.
Parpadeé cuando terminó de hablar con la intención de contener las lágrimas. Consideré que había hecho un gran trabajo, teniendo en cuenta lo que acababa de salir de sus labios y el significado que ocultaban.
...florecen una segunda vez...
—Parece estupendo. Espero que me enseñes fotos en alguna ocasión. Me alegro mucho por la suerte que has tenido, enhorabuena—asintió con la cabeza, aceptando mis felicitaciones. Empujé la silla y me levanté de la mesa con una sonrisa... creo. Sin duda lo intenté con todas mis fuerzas—Bueno... van a tener que disculparme—me llevé la mano a la sien—Me palpita la cabeza de una manera horrible, creo que es mejor que me rinda y regrese a la cama—Santana clavó en mí una mirada compasiva mientras balbuceaba, alejándome. No me juzgaba, no había ni rastro de la dura ira que había visto en sus ojos durante los últimos días, solo bondad y aceptación. No podía volver a mirarme en ellos. Era demasiado doloroso darse cuenta de que nunca más sería la destinataria de una mirada de amor suya—Mamá, Santana... gracias por la cena. Ha sido magnífica. Buenas noches.
Santana me sonrió, haciendo gala de sus hermosos hoyuelos, que tanto había extrañado. Claro sus modales seguían a la orden del día después de los años que su abuela había dedicado a instruirle.
—Ha sido un placer—me di la vuelta y salí del comedor. Me mantuve firme hasta que llegué a la puerta—Mejórate, Britt-Britt—Le escuché decir.
Las piernas me fallaron cuando lo dijo.
Mis tendones fallaron igual que si fueran una hoja arrastrada por el viento; como si dependieran de mi corazón.
Hubiera logrado salir indemne de ahí si no me hubiera llamado Britt-Britt.
¡Maldita seas, Santana López!
***********************************************************************************Me había jurado a mí misma que no volvería a poner un pie en The Racehorse.
Nunca.
Me habían ocurrido hay muchas cosas malas.
Había tomado el peor tipo de decisiones entre esas viejas paredes. Había perdido mucho y ganado poco... en aquel pequeño pub de Hampstead, situado en el corazón de la comunidad en la que crecí.
Hice a Finn un gesto para que me rellenara la copa mientras esperaba a que él apareciera.
Llevó algún tiempo, pero acabó apareciendo.
Primero escuché el rugido de su moto, como si me anunciara su llegada. La arrogancia de sus andares, la sonrisa de engreimiento en su rostro, deletreaban a la perfección sus pensamientos con respecto a mi presencia.
¡Cuánto se equivocaba!
—Hola, guapa. Tengo que confesarte que recibir tu mensaje me alegró el día.
Permití que me besara en la mejilla y se sentara ante mí junto a la barra. Tomé un trago de vino y lo miré.
—¿De veras? ¿Por qué?
Se inclinó hacia mí, haciendo que un mechón le cayera sobre la frente y pareciera un donjuán. Me estudió con una de esas miradas que le servían para avivar su imagen de chico malo.
Sin embargo, aquello no me había afectado nunca en los años que hacía que le conocía. Sonreí de medio lado y me contuve para no apretar las manos en torno a su cuello hasta ahogarlo.
Me habló en voz baja, demasiado cerca.
—Te voy a llevar a mi casa, a ver si te gusta.
—Ah, menuda invitación... Hay chicas muy afortunadas.
—Es posible, nena. Será igual que en los viejos tiempos.
—¿Qué viejos tiempos, Sam?
—Los de antes de que huyeras, nena—agitó un dedo ante mis narices—Jamás debiste marcharte. Me sentí muy perdido cuando te largaste a Europa...
Mientras Sam seguía derramando sus retorcidas ideas con aquellos grandes labios suyos, yo seguía concentrada.
Toda aquella energía y concentración, que hervían en mi interior al rojo vivo, acabarían por encontrar una salida. Mantenerlas en mi interior durante más tiempo habría acabado conmigo. Inicialmente fui capaz de contener la ira, esperando mi momento, pero después de que él dijera en voz alta jamás debiste marcharte, me resultó imposible reprimirme.
Sam tenía razón, después de todo.
Jamás debí marcharme.
Me escapé de Santana cuando debería haberme quedado.
Una experiencia extracorpórea es una sensación muy extraña. Me sentí liviana y los sonidos de la habitación se convirtieron en silencio. Mi cuerpo flotó sobre el suelo y pude verlo todo con suma claridad.
Ocurrió sobre la barra.
Sabía lo que estaba sucediendo y recibí con los brazos abiertos el estado alterado de mi realidad. Observé con calma, desde arriba, cómo me transformaba en una bestia; un demonio que comenzó a machacar a Sam Evans en cualquier parte de su cuerpo que alcanzara, y resultó muy satisfactorio.
Golpeé, pegué y arañé.
Traté de arrancarle el pelo.
Le lancé la copa de vino, mi bolso, todo lo que tenía a mi alcance.
Pude escuchar muy lejos unos gritos femeninos que ni siquiera sonaban humanos, pero que demostraban un terrible dolor, una opresiva angustia que podía percibir cualquiera que los oyera.
Al cabo de un rato me di cuenta de que eran míos.
Sam se defendió como pudo una vez que superó la sorpresa inicial de mi ataque. Me empujó hacia el suelo, y me deslicé hacia atrás arrastrando sillas y taburetes con la fuerza de la caída.
—¡Joder! ¡Estás como una puta cabra!—gritó. Los arañazos que le había causado tenían cada vez peor aspecto y la sangre se deslizaba por la comisura de su boca—¿Qué cojones te pasa, jodida puta?
—¡Sabes lo que me pasa! Te mereces esto y mucho más por haber pagado a Dani para que le mintiera a Santana. Le pagaste por mentirnos sobre la otra mamá de su bebé. Espero que te pudras en el infierno, ¡sucio y degenerado hijo de puta!
Él cerró el puño para golpearme, pero no llegó a tener la oportunidad de hacerlo.
Santana le dio un derechazo en la mandíbula que lo hizo caer al suelo. Un solo golpe y fue como un peso muerto en el terrazo lleno de marcas del The Racehorse.
¡Dios que fuerza tiene Santana!
Luego me tomó en brazos y me sacó de ahí. Me metió dentro de su Rover para llevarme muy lejos.
Yo lloré en el asiento del copiloto, presa de la desesperación más absoluta. Con cada lágrima, la angustia se volvía más intensa.
Santana no me preguntó nada, salvo comprobar con rapidez si estaba herida.
—¿Te duele algo?
Solo mi corazón.
—No. Estoy bien. Es la calma después de la tormenta.
Después no dijimos una palabra más, ni siquiera le agradecí que se deshiciera de Sam antes de que me pudiera atacar. Me dejó en paz mientras me llevaba a casa de mi mamá.
Cuando rodeó el coche para abrirme la puerta y me ayudó a bajar, se lo agradecí; estaba tan agotada que no estaba segura de sí las piernas me podrían sostener.
Tampoco tuve que preocuparme de eso.
Me llevó en brazos al interior de la casa.
Cerré los ojos.
Estar tan cerca de ella dolía demasiado; sentir sus pechos, oler su aroma, contemplar su belleza...
…Sabía que lo había tirado todo por la borda a causa de una sucia mentira.
Me dejó encima de la cama después de quitarme la chaqueta y la bufanda. Me descalzó y me cubrió con una manta.
Permití que Santana se ocupara de mí porque no era capaz de hacerlo por mí misma en ese momento.
Por fin, giré sobre el costado y me acurruqué bajo la tela.
Dormí.
********************************************************************************************
El sonido de la risa me arrancó de un sueño profundo.
Escuché que Santana hablaba con mi mamá. Su tono, profundo, me resultaba inconfundible; era algo que estaba profundamente enterrado en mis recuerdos de esa casa y del tiempo que habíamos pasado juntas en ella. Santana había estado ahí muchas veces, ayudando con la cena, y escucharla provocaba en mí una sensación de comodidad y nostalgia a la vez. Era una de esas vivencias atesoradas durante largo tiempo.
¿Se había quedado después de la crisis con Sam?
No podía imaginar por qué lo había hecho.
Quizá mi mamá la hubiera presionado para que cenara con nosotras, ya que no lo había hecho la noche anterior.
No pienses en esa noche.
Miré el reloj en la mesilla. Había dormido cuatro horas.
¿Qué demonios habría hecho Santana durante ese tiempo?
Bueno, mejor olvidarlo.
No quería saberlo.
Santana y mi mamá se adoraban y siempre había sido así. Les gustaba estar juntas, y punto.
Me incorporé para arrastrarme hasta el cuarto de baño.
¡Joder!
Tenía un aspecto horroroso.
Un híbrido entre un lémur y Lily Monster, debido a los ojos abiertos como platos y la piel pálida. Reparar los daños iba a llevarme más de cinco minutos. Me lavé los dientes y la cara antes de peinarme el desordenado cabello. Luego me vestí con unos pantalones de yoga y una sudadera de color rosado con una línea azul eléctrico en el cuello, el borde y los puños. Era suave y grande y podía ocultarme en su interior, que era lo que deseaba en ese momento. Me recogí el pelo en un moño descuidado y me puse unas zapatillas de color azul bebé.
Lo que deseaba hacer era esconderme en mi habitación durante toda la semana, pero sabía que mi mamá jamás me permitiría hacer tal cosa. Y menos cuando había una invitada en casa. De hecho, era sorprendente que no me hubiera llamado ya.
—¿Britt? —golpeó la puerta.
Hablando del rey de Roma... por la puerta asoma.
—Salgo ahora, mamá—respondí.
Me perfumé con unas gotas de Light Blue de D&G y respiré hondo. Había llegado el momento de que comenzara el espectáculo…
…O, más bien, de ver el espectáculo de Mamá & López.
Seguí el sonido de su parloteo por el pasillo hasta la cocina. ¡Sorpresa! Supe que iba a tener que contener el sarcasmo; aquel no era el momento ni el lugar para darle rienda suelta.
Las observé trabajar codo con codo durante un segundo, desde la puerta. Tenía que admitir que era muy tierno escuchar su conversación. Santana llamaba mamá a mi mamá desde hacía años y ella le consideraba una hija, igual que a Mike. Aquello era evidente para cualquiera y lo fue también para mí mientras les estudiaba, cubiertas con aquellos delantales de cocineros; mamá con su gintonic y Santana con su Guinness.
Me acerqué a la cafetera y cogí una taza de la alacena.
—¿Qué tal has dormido?—me preguntó Santana mientras yo echaba el endulzante en el café.
—Ha sido un sueño reparador—repuse, ocultándome detrás de la enorme taza para tomar un sorbo del ardiente líquido negro.
Mi mamá se acercó y me puso el dorso de la mano en la frente.
—Querida, espero que no hayas pillado una de esas gripes horribles. No creo que te haya sentado bien caminar anoche bajo esa lluvia helada y espantosa.
Ignoré su sutil recordatorio de los traumáticos hechos ocurridos la noche anterior.
No podía asimilarlo todo.
La noche de la revelación llegué a sentirme al borde de la consabida cornisa, dispuesta a saltar al vacío. Después de lo que me había revelado Dani cuando hablamos en el parque, apenas me sostenía con las puntas de los dedos.
—No fue para tanto, mamá—mentí, inclinándome para besarla en la mejilla. Forcé mi mejor sonrisa y se la brindé a Santana, fingiendo una enorme alegría—¿Qué están preparando para cenar? Parece que se lo estaban pasando muy bien—hice un mohín—De hecho, me despertaron sus risas.
Santana se apoyó en el mostrador y me estudió. Parecía muy relajada, con sus vaqueros ajustados y la camiseta negra, que marcaba más su figura.
Era una mujer guapísima.
Cuidaba su cuerpo e incluso era más atractiva que antes.
La madurez le había sentado bien.
Tenía el cabello más oscuro de lo que recordaba, un nuevo tatuaje en un brazo, y supe lo que era en cuanto lo vi: la firma de Jimi Hendrix. Era muy propio de Santana haberse tatuado eso en la piel.
No me resultaba fácil verla y no recordar el aspecto que tenía desnuda... o cuando me hacía el amor.
Bien, eso dolía.
Me di una bofetada mental con mano dura.
No podía permitirme más pensamientos errantes sobre el pasado. No podía pensar en lo que me había alejado de ella. No podía permitírmelos o me volvería loca y mi mamá y Mike acabarían visitándome en el hospital psiquiátrico Bethlem, donde llevaría una camisa de fuerza.
—Bueno, si no te hubieras despertado ahora, por la noche no tendrías sueño—repuso Santana tras apurar un sorbo de la Guinness.
—Vale—repliqué con desdén—Bien, ¿qué vamos a cenar?—miré al horno—Sea lo que sea lo que han metido ahí dentro, huele de maravilla—olfateé el aire.
—Es carne de ternera asada con patatas, tal y como la hace tu mamá—me respondió Santana.
—Oh, pero fue San quien se encargó de comprar la carne más tierna mientras tú dormías, Britt. Está en todo, incluso ha pensado un postre que hará que nos chupemos los dedos más tarde—parloteó mi mamá alegremente.
—Oh, estupendo. ¿De qué se trata?—pregunté.
—Compota de fruta con nata.
—Suena... mmm... interesante. Creo.
Se echó a reír.
—Bueno, no hay más que mezclar la fruta cocida con la nata recién batida. Muy fácil. Incluso yo puedo hacerlo.
—Cuéntale a Britt qué fruta elegiste, Tana—pidió mi mamá con una ansiedad apenas reprimida.
—¡Oh, sí! Después de pensármelo mucho, me decidí por... cerezas.
Me brindó una sonrisa infantil y frunció los labios para no reírse.
Puse los ojos en blanco.
—Es increíble. Son muy divertidas juntas. Asegurarse de que mi ración tiene un poco más de fruta, por favor.
El espectáculo que estaba desarrollándose ante mí acabaría quebrándome en poco tiempo.
El juego es divertido hasta que alguien sale herido, dice el refrán.
Solo podía quedarme mientras eso no ocurriera. Lo peor eran las burlas suaves, las amables palabras, las sonrisas y los guiños. Todo eso me mostraba lo que había perdido. Lo que me gustaría tener y que jamás recuperaría.
Oh, era agradable que pudiéramos mostrarnos civilizadas la una con la otra.
Existía cierta torpeza entre nosotras, por supuesto, pero ¿cómo no iba a haberla con Santana?
¿Viejos amantes que ahora eran amigas?
¿Durante cuánto tiempo lograría soportarlo?
Trabajar en FSI iba a ser una tortura.
Lo mejor sería que me pusiera a buscar otro trabajo.
Sentí un vacío absoluto en mi interior. La motivación para encontrar algo remotamente bueno en aquel escenario entre Santana y yo, murió de pronto.
Más tarde, cuando ya habíamos terminado la cena y degustábamos el postre de cerezas, pensé en que aquello había resultado agradable, divertido y muy, muy surrealista.
—San, querida, háblale a Britt sobre la herencia que recibiste.
—Oh, estoy segura de que no le interesa, mamá—repuso ella, concentrándose en el cremoso postre, como si así pudiera evitar el tema.
Me entró la curiosidad al instante.
Una vez más yo era la última persona en la tierra en saber algo sobre Santana; detalles de su vida.
Pero, ¿quién más que yo tenía la culpa de ello?
Respiré hondo, intentando que mi agitado corazón se sosegara y comenzara a acostumbrarse a ella.
—Sí, claro que me interesa—intervine.
—Sí, claro que le interesa—repuso mi mamá, hablando al mismo tiempo que yo.
Santana suavizó la mirada cuando me miró y supe por qué.
Está tratando de suavizar el golpe porque sabe que estoy luchando contra esto.
Me conocía demasiado bien.
—Así que has recibido una herencia. ¿De quién?
—De un tío abuelo que no conocía. Era el hermano de mi abuela. No tuvo hijos y yo era su pariente más cercano—encogió los hombros—Nadie se sorprendió más que yo.
—¿Cuándo ocurrió?
Una pregunta estúpida. Ya sabes la respuesta.
—Mientras estaba en el frente—acomodó su sexy cuerpo en la silla—Los abogados tuvieron que esperar a que regresara a casa para comunicármelo. Pasaron meses antes de que pudiera acercarme a examinar el lugar.
Si hubiera seguido con ella, podría haberle ayudado en su ausencia.
—Sí, y es una hermosa finca con una preciosa casa en Puerto Rico, Britt—intervino mi mamá—Está formada por una gran cantidad de tierras y un lago donde se puede pescar desde una barca. Mike ha pasado ahí con San varios fines de semana. En las fotos resulta impresionante... con todos esos cerezos. Cuéntale lo de los cerezos, Tana.
Santana pareció incómodo mientras mi mamá hablaba sobre la hermosa casa Puerto Riqueña que todo el mundo —menos, por lo visto, yo— sabía que había heredado.
Dejé la cuchara en el plato y me concentré en Santana, ofreciéndole toda mi atención y una sonrisa. Supe, de alguna manera, que lo que se avecinaba sería doloroso escucharlo. A veces, una tiene premoniciones y esta era una de esas ocasiones.
—Hay muchos cerezos en la finca—murmuró—Son de una variedad inusual que florece dos veces al año. Una en primavera, por supuesto, y otra en otoño, después de que las hojas cambien de color y caigan... Entonces florecen una segunda vez. Los frutos se conocen como cerezas de otoño.
No es justo.
Parpadeé cuando terminó de hablar con la intención de contener las lágrimas. Consideré que había hecho un gran trabajo, teniendo en cuenta lo que acababa de salir de sus labios y el significado que ocultaban.
...florecen una segunda vez...
—Parece estupendo. Espero que me enseñes fotos en alguna ocasión. Me alegro mucho por la suerte que has tenido, enhorabuena—asintió con la cabeza, aceptando mis felicitaciones. Empujé la silla y me levanté de la mesa con una sonrisa... creo. Sin duda lo intenté con todas mis fuerzas—Bueno... van a tener que disculparme—me llevé la mano a la sien—Me palpita la cabeza de una manera horrible, creo que es mejor que me rinda y regrese a la cama—Santana clavó en mí una mirada compasiva mientras balbuceaba, alejándome. No me juzgaba, no había ni rastro de la dura ira que había visto en sus ojos durante los últimos días, solo bondad y aceptación. No podía volver a mirarme en ellos. Era demasiado doloroso darse cuenta de que nunca más sería la destinataria de una mirada de amor suya—Mamá, Santana... gracias por la cena. Ha sido magnífica. Buenas noches.
Santana me sonrió, haciendo gala de sus hermosos hoyuelos, que tanto había extrañado. Claro sus modales seguían a la orden del día después de los años que su abuela había dedicado a instruirle.
—Ha sido un placer—me di la vuelta y salí del comedor. Me mantuve firme hasta que llegué a la puerta—Mejórate, Britt-Britt—Le escuché decir.
Las piernas me fallaron cuando lo dijo.
Mis tendones fallaron igual que si fueran una hoja arrastrada por el viento; como si dependieran de mi corazón.
Hubiera logrado salir indemne de ahí si no me hubiera llamado Britt-Britt.
¡Maldita seas, Santana López!
Hola, solo recordar a monica.santander, que te acuerdes de mandarme el nombre del libro, para preguntar cual se adapta, y empezar a adaptarlo lo antes posible! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
mejorate britt-britt esa san si que sabe como moverle el piso a brittany!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
Hola! Bien por San y darle lo que se merece al idiota de Sam!!
Saludos
PD: te mande por mp el titulo del libro a ver que pensas de la historia,
Saludos
PD: te mande por mp el titulo del libro a ver que pensas de la historia,
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
holap morra,....
ame cuando san le dio el golpe al idiota de sam,...
me gusta que todavía san tiene ese efecto en britt,... a ver cuanto tarda en conquistarla de nuevo???
nos vemos!!!
PD; todavía no me fije o ne dijeron (amigas chismosas jajajaj) si salio algo de la boda,.. ya sabes que son super reservados y todo mero rollo,...
PD; solo queda paciencia y esperar asta el ultimo cap para ver que pasa!!
ame cuando san le dio el golpe al idiota de sam,...
me gusta que todavía san tiene ese efecto en britt,... a ver cuanto tarda en conquistarla de nuevo???
nos vemos!!!
PD; todavía no me fije o ne dijeron (amigas chismosas jajajaj) si salio algo de la boda,.. ya sabes que son super reservados y todo mero rollo,...
PD; solo queda paciencia y esperar asta el ultimo cap para ver que pasa!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
Hola quiero que searreglen mis chicas y claro que quiero otra adaptacion lei isla para dos pero la otra autora lo abandono en la mejor parte
:)**** - Mensajes : 196
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Edad : 32
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
micky morales escribió:mejorate britt-britt esa san si que sabe como moverle el piso a brittany!
Hola, jajajajajaj como no¿? san conoce todo de britt, jaajajajaj. Saludos =D
monica.santander escribió:Hola! Bien por San y darle lo que se merece al idiota de Sam!!
Saludos
PD: te mande por mp el titulo del libro a ver que pensas de la historia,
Hola, jajaaj britt igual le dio su merecido, pero el tonto de sam le iba a levantar la mano! y san llego y sam murió jaajajajaja. Saludos =D
PD: si lo vi gracias por mandarlo, es un buen libro, seguro sera difícil elegir uno de los dos.
3:) escribió:holap morra,....
ame cuando san le dio el golpe al idiota de sam,...
me gusta que todavía san tiene ese efecto en britt,... a ver cuanto tarda en conquistarla de nuevo???
nos vemos!!!
PD; todavía no me fije o ne dijeron (amigas chismosas jajajaj) si salio algo de la boda,.. ya sabes que son super reservados y todo mero rollo,...
PD; solo queda paciencia y esperar asta el ultimo cap para ver que pasa!!
Hola lu, ja! obvio si se lo merecia, le iba a alevantar la mano a britt el muy "$#%&. Jajajaajaj obvio si se pertenecen, como no tener ese efecto en cada una jajajaja. =O esperemos y poco no¿? jajaaj Saludos =D
Pd: aaaa toda la razón ¬¬ pucha ajajaja, bueno a esperar noticias o que tu me informes jajajaaj.
Pd: sip no queda de otra... ese sentimiento de que quieres que algo llegue, pero no quieres jajaja.
:) escribió:Hola quiero que searreglen mis chicas y claro que quiero otra adaptacion lei isla para dos pero la otra autora lo abandono en la mejor parte
Hola, jajaaj se tienen que arreglar si son la una para la otra jaajaj. =O gracias por responder la pregunta, pero llego otro nombre y son las mismas causas, veremos pro cual votan ustedes! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap 20
Capitulo 20
Pov Santana
Brittany me evitó como si tuviera la peste durante la semana siguiente.
La observé atentamente para ver si lograba producir una grieta en la armadura que había construido a su alrededor, pero sin éxito.
Sin embargo, terminaría hablándome, estaba segura.
Le dejaba cosas en el escritorio cuando no estaba ahí. Me ofrecí para llevarla a su casa después del trabajo con la esperanza de poder estar a solas con ella durante un par de horas y así poder hacer algún tipo de progreso, pero no lo logré. Me esquivó cada una de esas veces con la disculpa de que la llevaba Mike.
Sin embargo no me di por vencida.
No perdí la esperanza.
Había presenciado su reacción cuando se enteró de la verdad sobre Dani y yo, y percibí lo que supuso para ella aquella revelación.
La verdad.
Tan diferente de lo que había creído durante todos estos años.
La había dejado devastada.
Brittany tenía rabia, ira y mucho arrepentimiento acumulado en su interior por haber roto nuestra relación. Había sido testigo de su encuentro con Evans y vi la cruda furia que la poseyó cuando le echó en cara haber pagado a Dani para separarnos. Jamás supe que había existido tal acuerdo ilícito, y menos mal, porque si lo hubiera sabido estaría encerrada por asesinato, no me cabía duda alguna.
El ataque en el pub había sido catalizador.
Un acontecimiento que abrió los ojos de todos sobre lo que había ocurrido realmente, y puso en evidencia las elecciones que se habían tomado seis años antes. Las que tomó ella, y las que tomé yo.
Brittany no era la única culpable.
Yo tampoco había ido a buscarla ni la obligué a escuchar la verdad cuando debería haberlo hecho. Permití que creyera una mentira porque el orgullo no me permitía aceptar la idea de que si me amaba fuera capaz de huir de esa manera.
Sí, las cicatrices que había dejado el pasado eran jodidamente profundas, ¿verdad? Pero también pensé que era algo que no podíamos remediar. Que por mucho que nos lamentáramos, solo conseguiríamos esparcir la mierda.
Y por eso tomé una decisión.
No permitiría que me eludiera ni siquiera un momento más.
Era imposible que no le importara a Brittany, después de lo que había visto con mis propios ojos. Si la hubiera dejado habría matado al responsable de nuestra separación.
Me sentía optimista y vivía con la esperanza de que ella todavía me amaba; no me parecía una simple fantasía.
Lo único que faltaba era convencerla de ello.
Había dispuesto algunas pistas sutiles, como los acuerdos con la florista que nos suministraba los arreglos para recepción, pero disponer flores de cerezo en jarrones azules no iba a conseguir que cayera de nuevo en mis brazos o en mi cama.
No con la actitud que mostraba.
Pero creía que podíamos superar el dolor y las mentiras; que volveríamos a amarnos la una a la otra como antes.
Si quería que formara parte de mi vida, tenía que subir las apuestas.
Mi Britt-Britt necesitaba un empujón.
Pov Brittany
A principios de semana me llegó un aviso del departamento de personal informándome de la programación de defensa personal. La esencia del mensaje era que todos los empleados estaban obligados a recibir un curso básico de autodefensa. Como en FSI se proporcionaba seguridad para clientes VIP, nunca se sabía cuándo podía aparecer un lunático con malas intenciones. Por ello, todo el personal debía recibir un entrenamiento a fondo para saber cómo reaccionar si se presentaba un incidente de esas características.
¿Y esa era una buena noticia para mí?
Si tenía en cuenta que mi mesa era la primera línea a traspasar por dicho lunático, si se le ocurría visitarnos en la planta cuarenta y cuatro, no cabía duda de que sería mejor que me enseñaran un poco de autodefensa.
Durante el almuerzo Tina me indicó la mejor manera de llegar al entrenamiento y me contó lo que debía esperar. Miré el reloj. Todavía faltaban tres horas para ir.
Santana me había presionado durante toda la semana, exigiéndome que le permitiera llevarme a casa. Me negué a aceptar y busqué una alternativa a través de Mike. Si el clima se ponía de mi parte, llevaba en el bolso unas deportivas para poder caminar y me cambiaba en la estación. Por desgracia, no lo hacía a menudo; en esa época del año llovía y hacía frio, igual que la noche que Santana me había contado la verdad.
Recordar aquella noche me puso de muy mal humor, porque sabía que iba a seguir insistiendo en llevarme a casa.
Y, además, estaba aquel correo electrónico suyo que encontré en la bandeja de entrada cuando regresé de almorzar.
Para:BPierce@fsitld.co.uk
Hoy no te desharás de mí. Te llevaré a casa.
S.
Lo cierto era que no tenía ninguna excusa real para rechazarla, y fue eso lo que me hizo sonreír cuando respondí a su mensaje.
No iba a permitir que me intimidara para que la acompañara.
Si era sincera conmigo misma, ni siquiera sabía qué pretendía ella últimamente. Me dejaba cafés y dulces en el escritorio cuando no estaba; me enviaba mensajes de correo electrónico y mensajes de texto.
Estaba segura de que me observaba por la cámara de seguridad para saber cuándo me alejaba del escritorio.
¿Qué ha sido de la privacidad, Santana?
¡Menuda manera de perder el tiempo!
Comenzaba a sentirme irritada de verdad.
Para:SLópez@fsitld.co.uk
No, no lo harás. Tengo que ir a clases de autodefensa después del trabajo.
B.
¡Chúpate esa, señorita dominante!, pensé mientras presionaba el botón enviar.
Mi victoria tuvo una duración muy corta.
Eso, y el hecho de que debía estar sentanda en su despacho con el correo electrónico abierto, porque respondió casi al instante.
Para:BPierce@fsitld.co.uk
Entonces esperaré hasta que termine la clase.
S.
Su respuesta me irritó y me dije a mí misma que no iba a permitírselo.
Me lo seguí recordando mientras me levantaba de mi lugar de trabajo y atravesaba las puertas para dirigirme directamente a su oficina. Su secretaria, Marley, me sonrió cuando pasé por delante de su escritorio. Le devolví la sonrisa mientras la saludaba como si fuera la cosa más normal del mundo irrumpir en la oficina de Santana con intención de asesinarla. No pidas perdón por decir la verdad. Y entré en su despacho. Ella levantó la cabeza de la pantalla del ordenador, que observaba atentamente. Seguramente estaba pensando en el siguiente correo que iba a enviarme.
—No, no lo harás—dije con voz firme, al tiempo que cruzaba los brazos.
Ella torció la boca en una mueca burlona, como si estuviera divirtiéndose.
Me dieron ganas de comenzar a golpearla.
—Oh, te lo aseguro, Brittany. Lo haré—musitó en voz muy baja.
Tensó la mandíbula mientras me recorría de arriba abajo con la mirada. Desde los zapatos con tacón de aguja negros que cubrían mis pies, hasta mi cara, pasando por mis piernas, mi cuerpo, y deteniéndose un poco en las proximidades de mis pechos.
Aquella mirada hablaba de sexo en estado puro; sexo salvaje y frenético...
El aire se espesó entre nosotras y al instante noté que humedecía las bragas; tuve que luchar para respirar.
Si intentaba cualquier cosa conmigo, me rendiría a ella.
Tragué saliva mientras trataba de sostenerle aquella mirada que estaba a punto de derretirme sin remedio sobre el suelo de su despacho.
Y lo supo.
Esto es malo.
—¿Por qué me haces esto, Santana?
—Por qué te hago, ¿qué? ¿Por qué quiero llevarte a casa para que no tengas que caminar bajo la lluvia?
—¡Sí! ¡No! Quiero decir ¿por qué haces esto?
—¿Esto?
—No te hagas la idiota. No es necesario que te lo explique.
—Lo siento, Britt, pero en este momento me conviene ser un poco idiota. ¿A qué te refieres cuando dices “esto”? ¿Qué es lo que te molesta tanto?
—San... por favor, basta. No puedo seguir así... día tras día.
—Te equivocas, Britt-Britt, claro que puedes seguir así...—me guiñó un ojo—Y todavía no me has dicho qué es “esto”—ladeó la cabeza, mirándome. Ahora era ella quien tenía los brazos cruzados. No puedo seguir siendo fuerte si me llama Britt-Britt, o me guiña un ojo. ¡No puedo!. Tenía que salir de aquel despacho. Y debía hacerlo ya—Bien, estoy esperando...
Iba a hacer que se lo dijera, ¡menuda capullo! Y, de todas maneras, ¿qué era lo que le pasaba?
—Que te comportes en el trabajo como si yo te importara—dije por fin—Si no me quieres... ¿por qué no me dejas en paz de una vez?—¡Ay, Dios! ¿Qué acabo de decir? Se levantó de la mesa y dio un paso hacia mí. No dijo nada mientras se acercaba. No sabía lo que pensaba hacer cuando me alcanzara, pero el instinto me hizo pensar en correr. Santana parecía una depredadora peligrosa y me sentí como una presa indefensa—¿Qué estás haciendo?—exigí, retrocediendo varios pasos hasta chocar contra la pared.
Siguió aproximándose hasta que me encerró poniendo un brazo a cada lado de mis hombros para bloquearme la salida.
—Estoy demostrándote que huir no volverá a funcionar, Brittany—me puso la boca cerca del cuello e inhaló mi olor—Mmm... De todas maneras, ahora no quieres escapar. Puedo olerlo.
¡Ay, Dios...!
Sacudí la cabeza, tratando de protegerme de la intoxicación que provocaba aquella maldita esencia de Santana que me enardecía como el más poderoso licor.
—¿Qué quieres de mí?—susurré contra su mandíbula.
Tenía los labios tan cerca de su piel que podría rozarlos contra ella sin esfuerzo.
Apenas pude contener un sollozo.
Movió una mano y colocó entre mis pechos el dorso de los dedos. Los deslizó lentamente hacia arriba, tocando mi sensible piel hasta llegar a la garganta, y luego me acarició el cuello, la barbilla y, finalmente, los labios. Estaba tan excitada que, seguramente, podría alcanzar el orgasmo si ella me lo ordenaba. No era necesario demasiado para que lo alcanzara con ella. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos juntas, pero mi cuerpo la recordaba.
Lo recordaba todo.
Había sido demasiado bueno.
Me metió los dedos en la boca sin que yo opusiera resistencia.
—Quiero esto, Britt-Britt—acercó sus labios a los míos, con los dedos todavía sobre mi lengua, indagando, mojándolos con mi saliva—Quiero que grites mi nombre cuando esté junto y dentro de ti; cuando estés a punto de correrte. Te quiero en mi cama para que podamos hacer el amor durante toda la noche... una y otra vez, hasta que seas una esclava del placer como solías serlo.
Cerré los ojos y agradecí el apoyo de la pared, porque fue lo único que me sostuvo cuando me fallaron las piernas.
Pov Santana
La tenía justo donde quería, cómo quería; caliente, excitada y sometida. Y resultaba todavía mejor de lo que recordaba.
¡Joder!, el deseo me nublaba la mente y lo que decía apenas tenía coherencia.
Estaba con mi Britt-Britt una vez más.
El aroma a flores de su piel provocó en mí una ferocidad que no me dejaba pensar en nada más que en juntar mi sexo con el de ella, su cuerpo con el mío.
Iba a hacerlo el amor en mi despacho.
Sobre el jodido escritorio.
Dentro de unos minutos, esa mesa se convertiría, literalmente, en un escritorio jodido.
Comencé a pensar cuál era el mejor camino a seguir desde la pared hasta el lugar donde podría colocar a mi Britt-Britt de pelo rubio en toda su gloria, para demostrarle lo que era tan evidente para mí: que ella también me deseaba.
Sabía que lo hacía, lo sentía en los huesos.
¡Oh, sí!
La visión que apareció en mi mente era increíble. Tomarla en brazos y llevarla hasta el escritorio. Ahí apretaría el botón que cerraría la puta puerta para que nadie nos interrumpiera. Pondría la boca en su garganta y, desde ahí, bajaría para saborear sus pechos, que solían ser más dulces que la miel. Le subiría aquella falda negra que se ceñía a sus nalgas como una segunda piel antes de mover las manos a la parte interior de los muslos, donde podría...
…Quinn entró en mi despacho en ese momento y lo arruinó todo.
¡Me cago en la puta!
—Mira lo que acaba de llegar, San. Tenía que venir a decírtelo en persona. Es jodidamente increíble...
Quinn se interrumpió de golpe y cerró la puerta mientras murmuraba algo sobre regresar más tarde.
Sí, hazlo, Q.
Así podría matarla.
Mientras yo trataba de fulminar mentalmente a Quinn por su inoportuna visita, Brittany se zafó de mí. Se me escapó, agachándose para pasar por debajo de mi brazo y me dio esquinazo. Traté de detenerla, pero era demasiado rápida y yo no tenía margen de maniobra para esquivar la puerta y la manilla.
Mi mano solo tocó aire.
Pero todavía olía su perfume. Aquel suave aroma a flores que me encantaba más que ningún otro seguía presente en el despacho, incluso aunque ella ya no estaba.
Me acerqué a la mesa y me senté despacio. Lento era la palabra más adecuada, debido al estado en el que se encontraba mi cuerpo entero. Estaba tan excitada en ese momento que podría haberme corrido con una sola palabra de Brittany.
—Departamento de personal de FSI, Emma al habla. ¿En qué puedo ayudarle?
—Emma, soy San. Necesito saber quién será esta tarde el instructor de defensa personal de Brittany Pierce. Tiene cita a las cinco.
—Le toca con Ryder, señorita López.
—Gracias, Emma. Necesito variar un poco la programación. Me has ayudado mucho.
Marqué de nuevo.
—Ryder Lyn al aparato.
—Ryder, soy Santana. Lo siento, pero no vas a poder instruir esta tarde a Brittany Pierce en defensa personal. Está programada a las cinco. Tienes que hacer otra cosa.
—De acuerdo, jefa. Solo dime lo que quieres y adónde tengo que ir—respondió Ryder sin dudar.
Buen chico, Ryder. Es posible que tenga que hacerte un buen regalo por Navidad por ser tan colaborador con Tía Sanny.
—Bien, ha surgido un asunto prioritario. La señorita Pierce tendrá su clase la próxima semana. ¿Tienes un lápiz a mano?
Puse fin a la llamada y me recliné en la silla, sintiéndome muy, muy satisfecha por mis habilidades planificadoras. Estaba aprendiendo a hacer trampas y tenía que confesar que me sentía muy bien.
Por primera vez desde que ella había vuelto a aparecer en mi vida, sabía lo que debía hacer.
Tenía una estrategia.
Miré el reloj. Faltaban dos horas.
Dos horas más y la tendría solo para mí en un espacio cerrado.
Y en esta ocasión no iba a haber ninguna interrupción.[/b]
Brittany me evitó como si tuviera la peste durante la semana siguiente.
La observé atentamente para ver si lograba producir una grieta en la armadura que había construido a su alrededor, pero sin éxito.
Sin embargo, terminaría hablándome, estaba segura.
Le dejaba cosas en el escritorio cuando no estaba ahí. Me ofrecí para llevarla a su casa después del trabajo con la esperanza de poder estar a solas con ella durante un par de horas y así poder hacer algún tipo de progreso, pero no lo logré. Me esquivó cada una de esas veces con la disculpa de que la llevaba Mike.
Sin embargo no me di por vencida.
No perdí la esperanza.
Había presenciado su reacción cuando se enteró de la verdad sobre Dani y yo, y percibí lo que supuso para ella aquella revelación.
La verdad.
Tan diferente de lo que había creído durante todos estos años.
La había dejado devastada.
Brittany tenía rabia, ira y mucho arrepentimiento acumulado en su interior por haber roto nuestra relación. Había sido testigo de su encuentro con Evans y vi la cruda furia que la poseyó cuando le echó en cara haber pagado a Dani para separarnos. Jamás supe que había existido tal acuerdo ilícito, y menos mal, porque si lo hubiera sabido estaría encerrada por asesinato, no me cabía duda alguna.
El ataque en el pub había sido catalizador.
Un acontecimiento que abrió los ojos de todos sobre lo que había ocurrido realmente, y puso en evidencia las elecciones que se habían tomado seis años antes. Las que tomó ella, y las que tomé yo.
Brittany no era la única culpable.
Yo tampoco había ido a buscarla ni la obligué a escuchar la verdad cuando debería haberlo hecho. Permití que creyera una mentira porque el orgullo no me permitía aceptar la idea de que si me amaba fuera capaz de huir de esa manera.
Sí, las cicatrices que había dejado el pasado eran jodidamente profundas, ¿verdad? Pero también pensé que era algo que no podíamos remediar. Que por mucho que nos lamentáramos, solo conseguiríamos esparcir la mierda.
Y por eso tomé una decisión.
No permitiría que me eludiera ni siquiera un momento más.
Era imposible que no le importara a Brittany, después de lo que había visto con mis propios ojos. Si la hubiera dejado habría matado al responsable de nuestra separación.
Me sentía optimista y vivía con la esperanza de que ella todavía me amaba; no me parecía una simple fantasía.
Lo único que faltaba era convencerla de ello.
Había dispuesto algunas pistas sutiles, como los acuerdos con la florista que nos suministraba los arreglos para recepción, pero disponer flores de cerezo en jarrones azules no iba a conseguir que cayera de nuevo en mis brazos o en mi cama.
No con la actitud que mostraba.
Pero creía que podíamos superar el dolor y las mentiras; que volveríamos a amarnos la una a la otra como antes.
Si quería que formara parte de mi vida, tenía que subir las apuestas.
Mi Britt-Britt necesitaba un empujón.
Pov Brittany
A principios de semana me llegó un aviso del departamento de personal informándome de la programación de defensa personal. La esencia del mensaje era que todos los empleados estaban obligados a recibir un curso básico de autodefensa. Como en FSI se proporcionaba seguridad para clientes VIP, nunca se sabía cuándo podía aparecer un lunático con malas intenciones. Por ello, todo el personal debía recibir un entrenamiento a fondo para saber cómo reaccionar si se presentaba un incidente de esas características.
¿Y esa era una buena noticia para mí?
Si tenía en cuenta que mi mesa era la primera línea a traspasar por dicho lunático, si se le ocurría visitarnos en la planta cuarenta y cuatro, no cabía duda de que sería mejor que me enseñaran un poco de autodefensa.
Durante el almuerzo Tina me indicó la mejor manera de llegar al entrenamiento y me contó lo que debía esperar. Miré el reloj. Todavía faltaban tres horas para ir.
Santana me había presionado durante toda la semana, exigiéndome que le permitiera llevarme a casa. Me negué a aceptar y busqué una alternativa a través de Mike. Si el clima se ponía de mi parte, llevaba en el bolso unas deportivas para poder caminar y me cambiaba en la estación. Por desgracia, no lo hacía a menudo; en esa época del año llovía y hacía frio, igual que la noche que Santana me había contado la verdad.
Recordar aquella noche me puso de muy mal humor, porque sabía que iba a seguir insistiendo en llevarme a casa.
Y, además, estaba aquel correo electrónico suyo que encontré en la bandeja de entrada cuando regresé de almorzar.
Para:BPierce@fsitld.co.uk
Hoy no te desharás de mí. Te llevaré a casa.
S.
Lo cierto era que no tenía ninguna excusa real para rechazarla, y fue eso lo que me hizo sonreír cuando respondí a su mensaje.
No iba a permitir que me intimidara para que la acompañara.
Si era sincera conmigo misma, ni siquiera sabía qué pretendía ella últimamente. Me dejaba cafés y dulces en el escritorio cuando no estaba; me enviaba mensajes de correo electrónico y mensajes de texto.
Estaba segura de que me observaba por la cámara de seguridad para saber cuándo me alejaba del escritorio.
¿Qué ha sido de la privacidad, Santana?
¡Menuda manera de perder el tiempo!
Comenzaba a sentirme irritada de verdad.
Para:SLópez@fsitld.co.uk
No, no lo harás. Tengo que ir a clases de autodefensa después del trabajo.
B.
¡Chúpate esa, señorita dominante!, pensé mientras presionaba el botón enviar.
Mi victoria tuvo una duración muy corta.
Eso, y el hecho de que debía estar sentanda en su despacho con el correo electrónico abierto, porque respondió casi al instante.
Para:BPierce@fsitld.co.uk
Entonces esperaré hasta que termine la clase.
S.
Su respuesta me irritó y me dije a mí misma que no iba a permitírselo.
Me lo seguí recordando mientras me levantaba de mi lugar de trabajo y atravesaba las puertas para dirigirme directamente a su oficina. Su secretaria, Marley, me sonrió cuando pasé por delante de su escritorio. Le devolví la sonrisa mientras la saludaba como si fuera la cosa más normal del mundo irrumpir en la oficina de Santana con intención de asesinarla. No pidas perdón por decir la verdad. Y entré en su despacho. Ella levantó la cabeza de la pantalla del ordenador, que observaba atentamente. Seguramente estaba pensando en el siguiente correo que iba a enviarme.
—No, no lo harás—dije con voz firme, al tiempo que cruzaba los brazos.
Ella torció la boca en una mueca burlona, como si estuviera divirtiéndose.
Me dieron ganas de comenzar a golpearla.
—Oh, te lo aseguro, Brittany. Lo haré—musitó en voz muy baja.
Tensó la mandíbula mientras me recorría de arriba abajo con la mirada. Desde los zapatos con tacón de aguja negros que cubrían mis pies, hasta mi cara, pasando por mis piernas, mi cuerpo, y deteniéndose un poco en las proximidades de mis pechos.
Aquella mirada hablaba de sexo en estado puro; sexo salvaje y frenético...
El aire se espesó entre nosotras y al instante noté que humedecía las bragas; tuve que luchar para respirar.
Si intentaba cualquier cosa conmigo, me rendiría a ella.
Tragué saliva mientras trataba de sostenerle aquella mirada que estaba a punto de derretirme sin remedio sobre el suelo de su despacho.
Y lo supo.
Esto es malo.
—¿Por qué me haces esto, Santana?
—Por qué te hago, ¿qué? ¿Por qué quiero llevarte a casa para que no tengas que caminar bajo la lluvia?
—¡Sí! ¡No! Quiero decir ¿por qué haces esto?
—¿Esto?
—No te hagas la idiota. No es necesario que te lo explique.
—Lo siento, Britt, pero en este momento me conviene ser un poco idiota. ¿A qué te refieres cuando dices “esto”? ¿Qué es lo que te molesta tanto?
—San... por favor, basta. No puedo seguir así... día tras día.
—Te equivocas, Britt-Britt, claro que puedes seguir así...—me guiñó un ojo—Y todavía no me has dicho qué es “esto”—ladeó la cabeza, mirándome. Ahora era ella quien tenía los brazos cruzados. No puedo seguir siendo fuerte si me llama Britt-Britt, o me guiña un ojo. ¡No puedo!. Tenía que salir de aquel despacho. Y debía hacerlo ya—Bien, estoy esperando...
Iba a hacer que se lo dijera, ¡menuda capullo! Y, de todas maneras, ¿qué era lo que le pasaba?
—Que te comportes en el trabajo como si yo te importara—dije por fin—Si no me quieres... ¿por qué no me dejas en paz de una vez?—¡Ay, Dios! ¿Qué acabo de decir? Se levantó de la mesa y dio un paso hacia mí. No dijo nada mientras se acercaba. No sabía lo que pensaba hacer cuando me alcanzara, pero el instinto me hizo pensar en correr. Santana parecía una depredadora peligrosa y me sentí como una presa indefensa—¿Qué estás haciendo?—exigí, retrocediendo varios pasos hasta chocar contra la pared.
Siguió aproximándose hasta que me encerró poniendo un brazo a cada lado de mis hombros para bloquearme la salida.
—Estoy demostrándote que huir no volverá a funcionar, Brittany—me puso la boca cerca del cuello e inhaló mi olor—Mmm... De todas maneras, ahora no quieres escapar. Puedo olerlo.
¡Ay, Dios...!
Sacudí la cabeza, tratando de protegerme de la intoxicación que provocaba aquella maldita esencia de Santana que me enardecía como el más poderoso licor.
—¿Qué quieres de mí?—susurré contra su mandíbula.
Tenía los labios tan cerca de su piel que podría rozarlos contra ella sin esfuerzo.
Apenas pude contener un sollozo.
Movió una mano y colocó entre mis pechos el dorso de los dedos. Los deslizó lentamente hacia arriba, tocando mi sensible piel hasta llegar a la garganta, y luego me acarició el cuello, la barbilla y, finalmente, los labios. Estaba tan excitada que, seguramente, podría alcanzar el orgasmo si ella me lo ordenaba. No era necesario demasiado para que lo alcanzara con ella. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvimos juntas, pero mi cuerpo la recordaba.
Lo recordaba todo.
Había sido demasiado bueno.
Me metió los dedos en la boca sin que yo opusiera resistencia.
—Quiero esto, Britt-Britt—acercó sus labios a los míos, con los dedos todavía sobre mi lengua, indagando, mojándolos con mi saliva—Quiero que grites mi nombre cuando esté junto y dentro de ti; cuando estés a punto de correrte. Te quiero en mi cama para que podamos hacer el amor durante toda la noche... una y otra vez, hasta que seas una esclava del placer como solías serlo.
Cerré los ojos y agradecí el apoyo de la pared, porque fue lo único que me sostuvo cuando me fallaron las piernas.
Pov Santana
La tenía justo donde quería, cómo quería; caliente, excitada y sometida. Y resultaba todavía mejor de lo que recordaba.
¡Joder!, el deseo me nublaba la mente y lo que decía apenas tenía coherencia.
Estaba con mi Britt-Britt una vez más.
El aroma a flores de su piel provocó en mí una ferocidad que no me dejaba pensar en nada más que en juntar mi sexo con el de ella, su cuerpo con el mío.
Iba a hacerlo el amor en mi despacho.
Sobre el jodido escritorio.
Dentro de unos minutos, esa mesa se convertiría, literalmente, en un escritorio jodido.
Comencé a pensar cuál era el mejor camino a seguir desde la pared hasta el lugar donde podría colocar a mi Britt-Britt de pelo rubio en toda su gloria, para demostrarle lo que era tan evidente para mí: que ella también me deseaba.
Sabía que lo hacía, lo sentía en los huesos.
¡Oh, sí!
La visión que apareció en mi mente era increíble. Tomarla en brazos y llevarla hasta el escritorio. Ahí apretaría el botón que cerraría la puta puerta para que nadie nos interrumpiera. Pondría la boca en su garganta y, desde ahí, bajaría para saborear sus pechos, que solían ser más dulces que la miel. Le subiría aquella falda negra que se ceñía a sus nalgas como una segunda piel antes de mover las manos a la parte interior de los muslos, donde podría...
…Quinn entró en mi despacho en ese momento y lo arruinó todo.
¡Me cago en la puta!
—Mira lo que acaba de llegar, San. Tenía que venir a decírtelo en persona. Es jodidamente increíble...
Quinn se interrumpió de golpe y cerró la puerta mientras murmuraba algo sobre regresar más tarde.
Sí, hazlo, Q.
Así podría matarla.
Mientras yo trataba de fulminar mentalmente a Quinn por su inoportuna visita, Brittany se zafó de mí. Se me escapó, agachándose para pasar por debajo de mi brazo y me dio esquinazo. Traté de detenerla, pero era demasiado rápida y yo no tenía margen de maniobra para esquivar la puerta y la manilla.
Mi mano solo tocó aire.
Pero todavía olía su perfume. Aquel suave aroma a flores que me encantaba más que ningún otro seguía presente en el despacho, incluso aunque ella ya no estaba.
Me acerqué a la mesa y me senté despacio. Lento era la palabra más adecuada, debido al estado en el que se encontraba mi cuerpo entero. Estaba tan excitada en ese momento que podría haberme corrido con una sola palabra de Brittany.
—Departamento de personal de FSI, Emma al habla. ¿En qué puedo ayudarle?
—Emma, soy San. Necesito saber quién será esta tarde el instructor de defensa personal de Brittany Pierce. Tiene cita a las cinco.
—Le toca con Ryder, señorita López.
—Gracias, Emma. Necesito variar un poco la programación. Me has ayudado mucho.
Marqué de nuevo.
—Ryder Lyn al aparato.
—Ryder, soy Santana. Lo siento, pero no vas a poder instruir esta tarde a Brittany Pierce en defensa personal. Está programada a las cinco. Tienes que hacer otra cosa.
—De acuerdo, jefa. Solo dime lo que quieres y adónde tengo que ir—respondió Ryder sin dudar.
Buen chico, Ryder. Es posible que tenga que hacerte un buen regalo por Navidad por ser tan colaborador con Tía Sanny.
—Bien, ha surgido un asunto prioritario. La señorita Pierce tendrá su clase la próxima semana. ¿Tienes un lápiz a mano?
Puse fin a la llamada y me recliné en la silla, sintiéndome muy, muy satisfecha por mis habilidades planificadoras. Estaba aprendiendo a hacer trampas y tenía que confesar que me sentía muy bien.
Por primera vez desde que ella había vuelto a aparecer en mi vida, sabía lo que debía hacer.
Tenía una estrategia.
Miré el reloj. Faltaban dos horas.
Dos horas más y la tendría solo para mí en un espacio cerrado.
Y en esta ocasión no iba a haber ninguna interrupción.[/b]
********************************************************************************************
Hola, solo decir que ahora ai dos opciones que adaptar que son:
-Una isla para dos: lleva un año sin actualizar, y son dos libros.
-Pídeme lo que quieras: lleva 8 meses sin actualizar, y son tres libros. (Eso sip, cambiare la historia, osea san hará el papel que hacia brittany).
PERO, les daré un poco mas de tiempo para ver si esas personas actualizan. Encontré otra historia que me gusto, y si al terminar dicha historia no han actualizado la subiré yo.
Pd: necesito que voten por cual se adaptara (Una isla para dos o Pídeme lo que quieras), ya que esa sera la ultima historia que adapto, debido a que creo que en ese tiempo glee abra terminado en la trasmisión de fox (fuera de usa), y no creo que lean lo que adapto.
Eso, Saludos =D
-Una isla para dos: lleva un año sin actualizar, y son dos libros.
-Pídeme lo que quieras: lleva 8 meses sin actualizar, y son tres libros. (Eso sip, cambiare la historia, osea san hará el papel que hacia brittany).
PERO, les daré un poco mas de tiempo para ver si esas personas actualizan. Encontré otra historia que me gusto, y si al terminar dicha historia no han actualizado la subiré yo.
Pd: necesito que voten por cual se adaptara (Una isla para dos o Pídeme lo que quieras), ya que esa sera la ultima historia que adapto, debido a que creo que en ese tiempo glee abra terminado en la trasmisión de fox (fuera de usa), y no creo que lean lo que adapto.
Eso, Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
holap morra,...
la puta madre en serio tuvo que parecer quinn!!!!!!!!!!!! no yo la mato!!!!!
definitivamente britt va a necesitar los ejercicios de defensa personal jajajajajaja
a ver que va a hacer san con el plan de emboscada a britt!!!!
nos vemos!!!
PD; vistes las fotos del evento de ayer (creo estoy pedida en el tiempo jajaja)???? no estuvieron solamente lea jenna alex beca y algún de los otros chicos!!!!!,... estoy poniendo en duda que ayer se aya casado hemo!!!! no ahí nada de nada,...
PD"; mmm pídeme lo que quieras es MUUUUUYYYYYYYYYYYYYYY tentador!!! jajajajaj y sinceramente la isla para dos creo que todavía no la leí,... a ver cuan decides sabes que me gustan tus adaptaciones!!!!
la puta madre en serio tuvo que parecer quinn!!!!!!!!!!!! no yo la mato!!!!!
definitivamente britt va a necesitar los ejercicios de defensa personal jajajajajaja
a ver que va a hacer san con el plan de emboscada a britt!!!!
nos vemos!!!
PD; vistes las fotos del evento de ayer (creo estoy pedida en el tiempo jajaja)???? no estuvieron solamente lea jenna alex beca y algún de los otros chicos!!!!!,... estoy poniendo en duda que ayer se aya casado hemo!!!! no ahí nada de nada,...
PD"; mmm pídeme lo que quieras es MUUUUUYYYYYYYYYYYYYYY tentador!!! jajajajaj y sinceramente la isla para dos creo que todavía no la leí,... a ver cuan decides sabes que me gustan tus adaptaciones!!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
la qur tu quieras pero si puedo sugerir esta de gerri hill creo NEVADAS esta bueno y con mi pareja favorita que mejor oh y tambien hay uno que se llama mmmmmm el jardin oscuro de jenifer fulton y otro que me gusta es el recuerdo de julie canon en fin tienes historias para rato asi que espero poder verlas todas con mi pareja favorita saludos
marcy3395***** - Mensajes : 255
Fecha de inscripción : 21/06/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
hola ya sabes que historia me gustaria.
Aunque no este Glee obvio que seguire leyendo tus adaptaciones!!!!
saludos
Aunque no este Glee obvio que seguire leyendo tus adaptaciones!!!!
saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
de igual manera tambien es obvio que seguire leyendo tus adaptaciones, se acaba glee y se acaba todo, fanfic, foro etc....? pq no entiendo!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
isla para 2 estaria bn, cualquiera de las 2 en realidad!!!! hasta pronto,
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
3:) escribió:holap morra,...
la puta madre en serio tuvo que parecer quinn!!!!!!!!!!!! no yo la mato!!!!!
definitivamente britt va a necesitar los ejercicios de defensa personal jajajajajaja
a ver que va a hacer san con el plan de emboscada a britt!!!!
nos vemos!!!
PD; vistes las fotos del evento de ayer (creo estoy pedida en el tiempo jajaja)???? no estuvieron solamente lea jenna alex beca y algún de los otros chicos!!!!!,... estoy poniendo en duda que ayer se aya casado hemo!!!! no ahí nada de nada,...
PD"; mmm pídeme lo que quieras es MUUUUUYYYYYYYYYYYYYYY tentador!!! jajajajaj y sinceramente la isla para dos creo que todavía no la leí,... a ver cuan decides sabes que me gustan tus adaptaciones!!!!
Hola lu, jajajaajjaaj esa quinn fue un poco inoportuna en ir a ver justo a san en ese momento, sip es vrdd jaajajajajajaj. A no si no, jajajaaj pobre britt no creo que se pueda resistir a san! jajaajaaj. Saludos =D
PD: ajajajajaj sii! yo también jajaaj, osea esk no me cae bn taylor jaajajaj, esperemos y salga algo en estos días, pero tu ya sabes! si sabes algo, cuéntame! jaajajaj
PD: ajjaajaj gracias por responder a esa pregunta! esperemos y ver que pasas con las personas que las adaptaron.
marcy3395 escribió:la qur tu quieras pero si puedo sugerir esta de gerri hill creo NEVADAS esta bueno y con mi pareja favorita que mejor oh y tambien hay uno que se llama mmmmmm el jardin oscuro de jenifer fulton y otro que me gusta es el recuerdo de julie canon en fin tienes historias para rato asi que espero poder verlas todas con mi pareja favorita saludos
Hola, jajajaaj gracias por responder! mmm nevadas la leí, pero como que no me gusto mucho (el papel de la "famosa"). El jardin oscuro no lo he leído, pero tampoco lo pude encontar, y el recuerdo tampoco lo pude encontrar =/. Jajajajja ojala y las pueda adaptar, a ver como van las cosas. Saludos =D
monica.santander escribió:hola ya sabes que historia me gustaria.
Aunque no este Glee obvio que seguire leyendo tus adaptaciones!!!!
saludos
Hola, sip, gracias por responder! ajajajaj gracias!, veremos como van las cosas. Saludos =D
micky morales escribió:de igual manera tambien es obvio que seguire leyendo tus adaptaciones, se acaba glee y se acaba todo, fanfic, foro etc....? pq no entiendo!!!!!
micky morales escribió:isla para 2 estaria bn, cualquiera de las 2 en realidad!!!! hasta pronto,
Hola, gracias por responder! jaajajjjajaaj, esk es como lo obvio no¿?, pero si al menos una persona sigue leyendo y tengo adaptaciones las seguiré haciendo... a ver como van las cosas! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap 21
Capitulo 21
Pov Brittany
En el momento en que regresé a mi puesto de trabajo, era un manojo de nervios, preocupaciones y hormonas. La parada que hice en el aseo para recomponerme no me ayudó demasiado. Me conocía lo suficientemente bien como para saber que tenía problemas muy serios, pero no se me ocurría ninguna manera de solucionarlos.
Santana había querido tener sexo conmigo.
En su despacho.
Y yo la hubiera dejado.
¿Qué demonios le ocurría a Santana?
Su comportamiento como mujer de las cavernas igualaba su apariencia de diosa griega, y eso suponía grandes problemas para mí.
Si Quinn no nos hubiera interrumpido, ahora mismo estaríamos sobre su escritorio, teniendo sexo como locas.
¡Ay, Dios...!
Me senté y permanecí ensimismada durante un minuto, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir en el despacho de Santana.
¿Qué significaba todo eso?
¿Estaba tratando de torturarme?
¿Esperaba que me acostara con ella cada vez que tuviera ganas?
¿Era así como pretendía hacerme pagar que la hubiera dejado hacía tantos años?
¿Estaba, simplemente, comportándose como una bastarda manipuladora y tratando de hacerme sentir culpable para llevarme de nuevo a su cama?
Bueno, si era así, era mucho más que una bastarda manipuladora.
Me acomodé en mi silla hirviendo de cólera, sintiéndome más furiosa a cada minuto que pasaba. Abrí mi cuenta de correo electrónico y me puse a escribir.
Para: SLópez@fsitld.co.uk
Si crees que voy a permitir que me lleves a casa esta noche, estás como una puta cabra.
¡Déjame en paz!
B.
Mantuve la vaga esperanza de que hubiera hecho caso a mi mensaje, tanto en sentido literal como figurado, porque no me respondió. Quizá había entrado algo de sentido en esa cabeza dura después de que la jefa hubiera estado a punto de pillarla manteniendo relaciones sexuales con una de las empleadas.
No era culpa mía, eso estaba claro; solo suya.
Había sido ella quien se metió en ese lío y ella debía arreglarlo.
****************************************************************************************
Cuando llegaron las cinco, me había tranquilizado lo suficiente como para pensar en la clase de defensa personal. Quizá me vendría bien aprender algunas técnicas, las podría utilizar contra Santana si intentaba seducirme de nuevo en su despacho.
¿Habría una próxima vez?
No puede haber una próxima vez, estúpida.
Me decidí a archivar el asunto de momento, ya que tenía que concentrar mi atención en la clase que estaba a punto de recibir.
Me dirigí al vestuario, que se encontraba junto a las instalaciones de entrenamiento, y me puse la ropa apropiada. La nota sugería que utilizara prendas cómodas y zapatos deportivos, así que había llevado todo en una bolsa. Una vez vestida fui al gimnasio, donde se suponía que debía reunirme con el instructor, un tal Ryder. Las clases eran unipersonales, para maximizar el tiempo que se dedicaba al entrenamiento. Al parecer en FSI no se andaban con cosas cuando se trataba de estos asuntos.
Me encontré las luces encendidas y había un PowerPoint a punto de comenzar en una pantalla instalada en la pared, pero no había nadie en la estancia.
—¡¿Hola? ¿Hay alguien aquí?!—grité.
Solo me respondió el silencio.
Me aproximé al centro de la colchoneta y miré a mí alrededor. Las instalaciones eran las típicas de entrenamiento: máquinas estáticas, cintas de correr, pesas y otros elementos adecuados para el adiestramiento en artes marciales. Seguramente también se practicaría Krav Maga en ese lugar. Estaba muy de moda y tenía amigos que jamás se perdían una clase. Me gustaría tener una mente abierta, pero no la tenía para este tipo de cosas. Prefería caminar al aire libre, o practicar pilates o yoga en el parque. Eran ejercicios mucho más suaves que los que se podían hacer tras las paredes de un gimnasio.
Escuché el sonido de las puertas y me giré hacia ahí.
No se trataba de un instructor anónimo llamado Ryder.
Era Santana.
Vestida de negro de pies a cabeza, con pantalones de entrenamiento ajustados y una dri-Fit de manga larga, que se ajustaba a las formas de sus pechos y sus brazos como una segunda piel.
Caminó lentamente hacia mí.
Me miraba de nuevo con ojos depredadores que parecían querer devorar todo mi cuerpo.
¡Oh, por favor, no!
—Ha habido un cambio de instructores. Me temo que la clase te la daré yo.
¡Joder!
Pov Santana
—¿Q-qué demonios...?—tartamudeó ella, con una hermosa expresión de furia y de desprecio absoluto. ¡Genial! Podré aprovechar toda esa ira a mi favor—No puedes hablar en serio—continuó, a pesar de estar boquiabierta por la sorpresa.
—Oh, me tomo muy en serio las lecciones de autodefensa que reciben todos los empleados de FSI.
—No me refiero a eso, Santana, y lo sabes de sobra.
Golpeó el suelo con el pie, al tiempo que esbozaba un mohín con los labios que me pareció la mueca más sexy del mundo y que logró que mi cuerpo se excitara y el deseo hiciera presente. Quería besar aquella airada boca suya hasta que cediera a lo inevitable.
Yo... Ella... Lo haríamos.
Una vez que rompiera aquella cáscara suya en la que se había encerrado, podría llegar a ella, y solo podía imaginar el resto.
Encogí los hombros.
—¿Qué? ¿Empezamos?
Le tendí el brazo con la palma hacia arriba y la invité a ocupar la posición adecuada en la colchoneta.
—¡No!—gritó—No vamos a empezar nada.
—Estás aquí para recibir una clase, ¿sí o no?—comencé a caminar en círculos lentamente a su alrededor. Ella se fue girando para no perderme de vista—Tienes que tener nociones de defensa personal—la señalé con dos dedos—Y yo estoy aquí para enseñártelas.
Apunté mi propio pecho con los pulgares sin dejar de dar vueltas, notando que estaba más incómoda según pasaban los segundos.
Siempre es bueno tener un plan.
—Pero, ¡no puedes entrar aquí e instruirme como si nada, después de lo que ha estado a punto de ocurrir en tu oficina hace menos de tres horas!
—Pues no veo a ningún otro instructor en la habitación, ¿y tú?—miré a mí alrededor con una expresión dramática—Solo yo.
Reduje el radio del círculo, acortando la distancia entre nosotras, y percibí que sus pupilas se agrandaban. Mis burlonas respuestas estaban consiguiendo que cada vez estuviera más enfadada.
—Esto no está bien, Santana. ¿Por q-qué me haces esto?—farfulló.
—Ya estás de nuevo con esa palabra, Britt-Britt. “Esto” es un término muy impreciso, si no te importa que te lo diga. En serio, creo que tengo que exigirte que me expliques claramente qué quieres decir cuando la pronuncias.
—¿Por qué eres tan cruel conmigo? ¿Es que no he sufrido lo suficiente? ¡No eres más que una sádica, imbécil!
—¿Por qué estás tan enfadada, Britt-Britt? ¿Quieres golpearme por lo que estuve a punto de hacerte antes, en mi despacho?—ella me miró jadeante, con aquellos hermosos pechos subiendo y bajando al ritmo de su respiración entrecortada bajo el ajustado top deportivo de color rosa que se había puesto. Quería arrancárselo, necesitaba ver sus tetas desnudas. Pronto...Le sostuve la mirada—Sabes de sobra lo que habríamos hecho si Q no hubiera entrado cuando lo hizo, ¿verdad?—le tendí las manos con las palmas hacia arriba—Reconócelo, te hubiera puesto en el escritorio y estarías gritando de placer en menos de dos minutos.
Me abofeteó con tanta fuerza, que me afiancé en mi intención de poner fin a todo aquello.
—¡Cállate! ¡No digas eso, cabrona! ¿Por qué me dices esas cosas? ¿Por qué te burlas de mí de una manera tan cruel?
Le tendí las manos ofreciéndole mi cuerpo, ofreciéndome por completo.
—Sigue, Britt-Britt, deja que salga todo. Golpéame, puedo soportarlo. Suelta todo lo que te carcome por dentro; todo lo que hace que estés enfadada conmigo. Es por mí, ¿verdad? Estás enfadada conmigo—se detuvo, con los pechos todavía agitados, y la furia a punto de descontrolarse por completo—Ha llegado la hora de la verdad, Britt. ¡Venga!—le hice un gesto señalando mi pecho—Acabemos con las mentiras, con todo lo que nos separa. Solo la verdad. Dila en voz alta para que pueda oírte. ¡Dime la puta verdad de una jodida vez!
Me golpeó el pecho, los brazos y la cara, con toda la volátil ira de una mujer enfurecida. Era como si Snixx se apoderada de ella. Y cada bofetada y golpe nos acercaba un poco más.
—No fuiste a buscarme. Deberías haber ido a buscarme a Italia, deberías haberme contado la maldita verdad. Me hiciste creer que algo nos mantenía separadas. Te amaba, y me mantuviste alejada cuando podías haber venido a explicármelo todo. ¡Nos mantuviste separadas, Santana!
Se dejó caer sobre mí, presa de intensos sollozos de angustia. Por fin había dejado de luchar consigo misma, por fin me había revelado la verdad. La abracé y apreté su cabeza contra mi pecho; contra mi corazón, donde siempre tenía un sitio, incluso aunque estuviéramos separadas.
Donde siempre tendría su lugar.
—Lo sé—susurré en su oído para que pudiera escucharme con claridad—Fue culpa mía—encerré su cara entre mis manos y la obligué a mirarme. Su rostro estaba veteado por las lágrimas, manchado de negro por la máscara de pestañas y, sin embargo, la tranquila quietud con que me sostenía la mirada hacía que me pareciera absolutamente hermosa. Supongo que fue la trascendencia del momento. Por fin estábamos en sintonía otra vez, en la misma puta página del mismo jodido libro—Lo sé, lo sé... Me equivoqué. Debería haber ido a buscarte—le acariciaba las mejillas mientras la sostenía, tratando de hacerle entender—Lo siento mucho—acerqué más su cara, entre mis manos, e incliné mis labios hacia los suyos. La vi estremecerse—Déjame, Britt-Britt. Déjame entrar ahora—susurré con ternura.
Mi voz contenía una súplica, pero también una orden.
Lo intenté de nuevo, y esta vez aceptó mi lengua. Sus labios suaves temblaron bajo los míos cuando se entregó a mí. Profundicé el beso. Le mostré todo lo que había aprendido en los años en que estuvimos separadas. Le demostré lo bueno que era sentir la lengua de tu amante en la boca.
Le enseñé mi amor.
A partir de ahí, todo se descontroló.
Agradecí para mis adentros haber desactivado la cámara de seguridad que filmaba lo que ocurría en esa sala. Caminé con ella hasta una pared acolchada y me apreté contra su cuerpo.
Nada iba a detenerme esta vez.
Nada.
Ni siquiera ella.
Pov Brittany
Santana tenía las manos sobre mí, la lengua en mi boca, su cuerpo me poseía.
No podía hacer nada más que dejarme llevar.
Me sentía arder por todas partes, y mi mente se había visto obnubilada por el sabor y el aroma de ella mientras nos consumíamos la una a la otra en el gimnasio de entrenamiento, contra una pared acolchada.
Me subió bruscamente el top deportivo y soltó un gruñido cuando se derramaron mis senos. Era un sonido hambriento, emoción en estado puro. Cuando me miró, mis pezones ya estaban duros, anhelando sentir su boca sobre ellos de nuevo.
Apreté la cabeza contra la pared, presa del éxtasis, cuando percibí el primer y exquisito toque de su lengua degustando mi piel. Me chupó despacio, lamió mis pezones y me hizo delirar de necesidad. Sostuve su cabeza contra mis pechos mientras les rendía homenaje.
—Te necesito ahora—jadeó con la respiración áspera.
—Sí...
Mi voz era casi incoherente por el deseo, ni siquiera me importaba que estuviéramos en una sala pública.
No nos importaba a ninguna.
No pensaba en nada más allá de Santana, en estar lo más cerca de ella que pudiera.
Se apartó un poco y se dejó caer de rodillas ante mí. Puso las manos en la cinturilla del pantalón de yoga y tiró hacia abajo. Con fuerza. Y las bragas bajaron también con él. Puso entonces los labios en mi monte de Venus y comenzó a besarlo con suavidad, como si estuviera saludándolo con dulzura después de tanto tiempo de separación.
Eso pareció.
Mi cuerpo conocía el suyo tan íntimamente como se podía conocer y, sin embargo, ahí estábamos, a punto de subir juntas otro peldaño.
—Levanta el pie—me ordenó, antes de liberar la pierna derecha de los pantalones y las bragas con un solo movimiento. La otra le dio igual; solo necesitábamos un lado libre para lograr nuestro objetivo. Santana se levantó y me besó antes de que pudiera respirar. Me deslizó la mano por la cadera y el pubis, cubriendo el montículo con toda la palma—Te deseo, Britt-Britt—deslizó dos dedos entre los pliegues—Aquí y ahora—sondeó mi sexo con las yemas, profundizando en la resbaladiza humedad que había creado hasta encontrar mi clítoris. Gemí con fuerza cuando lo rozó, el contacto era tan placentero que supe que alcanzaría el orgasmo en solo unos minutos. Saqueó mi boca con la lengua y mi sexo con los dedos, me moví de adelante atrás sobre su mano, buscando mayor fricción en el inflamado brote, hasta que no pude evitar gritar perdida en el clímax. Su boca amortiguó el volumen de mis gritos mientras yo cabalgaba sus experimentados dedos. Noté que con la otra se bajaba los pantalones deportivos y las bragas, liberando su sexo, húmeda igual o más que yo—Allá vamos, Britt-Britt—me dijo, mirándome a los ojos mientras me alzaba del suelo sujetándome las piernas y me las abría para que nuestros sexos se juntaran. Sentí la puntas de sus dedos la entrada de mi cuerpo un instante antes de que los enterrara hasta el fondo—¡Joder!—gimió—Eres perfecta.
—¡Oh, Dios...!
Nos detuvimos un momento mientras nos acoplábamos por primera vez en muchos años. La conciencia de lo que estaba pasando entre nosotras era abrumadora.
Me olvidé de los pensamientos y me aferré a sus firmes brazos. Notaba la pared contra la espalda una y otra vez, mientras sus largos dedos me dilataban por completo. Dentro y fuera. Y nuestros sexos se juntaban. Más rápido, más intenso con cada envite.
Nuestras bocas se devoraban, nuestros cuerpos luchaban por alcanzar el clímax...
Yo llegué primero, mis músculos internos se cerraron, palpitantes, alrededor de sus dedos. Grité cuando ocurrió, una vez más, incapaz de moverme. Solo podía aceptar lo que ella continuaba dándome.
Santana me traspasó con la mirada cuando comenzó a correrse.
Sentí su humedad juntándose con la mía, mientras sus dedos seguían en mi interior, llegó a la cima de su propio orgasmo.
El tiempo se ralentizó y se suavizó...
Apoyé mi frente en la de ella mientras continuaba meciéndose con ternura en mi interior, como si fuera una caricia.
Me besó sin pausa, amorosamente.
Aquel instante había sido precioso, perfecto, pero cuando fuimos saliendo de la neblina en la que nos envolvía el sexo, la realidad nos mostró lo que acabábamos de hacer.
—Te voy a bajar, ¿vale?
Asentí con la cabeza y el persistente placer fue reemplazado por preocupación.
Retiró con cuidado sus dedos y me puso los pies en el suelo, sosteniéndome hasta que recuperé el equilibrio.
En esta ocasión sentí mucha humedad, claro la suya y la mía, ya que ambas habíamos llegado al clímax porque…
—¡Oh, no! ¡Hemos tenido sexo!
Me incliné frenética para tratar de ponerme la otra pernera del pantalón de yoga y la braga, absolutamente aterrada por lo que Santana podía decir o hacer. Me los puse y me bajé el top hasta que me vi decente.
Pensé en correr hacia la puerta.
Sí, lo pensé.
Santana debió de evaluar correctamente mi estado emocional, porque me sostuvo por los brazos y me abrazó con firmeza.
—No pasa nada, ¿me oyes? Todo está bien.
—Pero hemos tenido sexo otra vez. Después de to...
Me besó en los labios, seguramente para hacerme callar, pero consiguió que me tranquilizara un poco.
—No importa—repitió mientras sacudía la cabeza lentamente—No importa, porque no pienso volver a dejar que te vayas. Y no solo hemos tenido sexo, nosotras hicimos el amor Britt-Britt.
Comencé a llorar.
Las emociones eran demasiado intensas y necesitaba un poco de intimidad.
—N-necesito asearme... Vestirme para... para regresar a casa.
—Shhh... no te asustes. No pasa nada, Britt-Britt. Te ayudaré.
Me pasó la mano por el pelo una y otra vez mientras intentaba tranquilizarme con tiernas palabras.
—¿Santana?
—Sé dónde ir. Ven conmigo—se acomodó la ropa y me tomó de la mano sin soltarme. No me la soltó ni una sola vez mientras tomábamos el ascensor hasta la planta cuarenta y cuatro, ni después, cuando me hizo pasar por una puerta trasera que conducía a una entrada por la que se accedía a una suite privada situada detrás de su despacho—Esta habitación es mía. Nadie más que yo puede acceder a ella.
—¿Puedo darme una ducha?—pregunté, insegura ahora de todo y de todos, incluida yo misma.
—Por supuesto.
Todavía con mi mano en la suya, la llevó a sus labios y depositó un suave beso en los nudillos.
—¿Qué pasará ahora, San...?
Me besó con firmeza en la boca. Un beso exigente y posesivo, con su lengua indagando para encontrar la mía y moverse con ella en profundos remolinos.
Terminó cuando quiso, dejando muy claro que se haría cargo de la situación a su manera.
—Te vas a quedar aquí.
—¿Cómo?
Pregunté, rodeándole el cuello con los brazos y aferrándome a ella para evitar que me flaquearan las piernas y caerme al suelo. Ella sonrió y volvió a besarme, esta vez con dulce suavidad, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Mis preocupaciones comenzaron a diluirse, pero el beso no sirvió para que mis rodillas se fortalecieran.
—Vas a quedarte conmigo... Toda la noche... En esta suite.
En el momento en que regresé a mi puesto de trabajo, era un manojo de nervios, preocupaciones y hormonas. La parada que hice en el aseo para recomponerme no me ayudó demasiado. Me conocía lo suficientemente bien como para saber que tenía problemas muy serios, pero no se me ocurría ninguna manera de solucionarlos.
Santana había querido tener sexo conmigo.
En su despacho.
Y yo la hubiera dejado.
¿Qué demonios le ocurría a Santana?
Su comportamiento como mujer de las cavernas igualaba su apariencia de diosa griega, y eso suponía grandes problemas para mí.
Si Quinn no nos hubiera interrumpido, ahora mismo estaríamos sobre su escritorio, teniendo sexo como locas.
¡Ay, Dios...!
Me senté y permanecí ensimismada durante un minuto, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir en el despacho de Santana.
¿Qué significaba todo eso?
¿Estaba tratando de torturarme?
¿Esperaba que me acostara con ella cada vez que tuviera ganas?
¿Era así como pretendía hacerme pagar que la hubiera dejado hacía tantos años?
¿Estaba, simplemente, comportándose como una bastarda manipuladora y tratando de hacerme sentir culpable para llevarme de nuevo a su cama?
Bueno, si era así, era mucho más que una bastarda manipuladora.
Me acomodé en mi silla hirviendo de cólera, sintiéndome más furiosa a cada minuto que pasaba. Abrí mi cuenta de correo electrónico y me puse a escribir.
Para: SLópez@fsitld.co.uk
Si crees que voy a permitir que me lleves a casa esta noche, estás como una puta cabra.
¡Déjame en paz!
B.
Mantuve la vaga esperanza de que hubiera hecho caso a mi mensaje, tanto en sentido literal como figurado, porque no me respondió. Quizá había entrado algo de sentido en esa cabeza dura después de que la jefa hubiera estado a punto de pillarla manteniendo relaciones sexuales con una de las empleadas.
No era culpa mía, eso estaba claro; solo suya.
Había sido ella quien se metió en ese lío y ella debía arreglarlo.
****************************************************************************************
Cuando llegaron las cinco, me había tranquilizado lo suficiente como para pensar en la clase de defensa personal. Quizá me vendría bien aprender algunas técnicas, las podría utilizar contra Santana si intentaba seducirme de nuevo en su despacho.
¿Habría una próxima vez?
No puede haber una próxima vez, estúpida.
Me decidí a archivar el asunto de momento, ya que tenía que concentrar mi atención en la clase que estaba a punto de recibir.
Me dirigí al vestuario, que se encontraba junto a las instalaciones de entrenamiento, y me puse la ropa apropiada. La nota sugería que utilizara prendas cómodas y zapatos deportivos, así que había llevado todo en una bolsa. Una vez vestida fui al gimnasio, donde se suponía que debía reunirme con el instructor, un tal Ryder. Las clases eran unipersonales, para maximizar el tiempo que se dedicaba al entrenamiento. Al parecer en FSI no se andaban con cosas cuando se trataba de estos asuntos.
Me encontré las luces encendidas y había un PowerPoint a punto de comenzar en una pantalla instalada en la pared, pero no había nadie en la estancia.
—¡¿Hola? ¿Hay alguien aquí?!—grité.
Solo me respondió el silencio.
Me aproximé al centro de la colchoneta y miré a mí alrededor. Las instalaciones eran las típicas de entrenamiento: máquinas estáticas, cintas de correr, pesas y otros elementos adecuados para el adiestramiento en artes marciales. Seguramente también se practicaría Krav Maga en ese lugar. Estaba muy de moda y tenía amigos que jamás se perdían una clase. Me gustaría tener una mente abierta, pero no la tenía para este tipo de cosas. Prefería caminar al aire libre, o practicar pilates o yoga en el parque. Eran ejercicios mucho más suaves que los que se podían hacer tras las paredes de un gimnasio.
Escuché el sonido de las puertas y me giré hacia ahí.
No se trataba de un instructor anónimo llamado Ryder.
Era Santana.
Vestida de negro de pies a cabeza, con pantalones de entrenamiento ajustados y una dri-Fit de manga larga, que se ajustaba a las formas de sus pechos y sus brazos como una segunda piel.
Caminó lentamente hacia mí.
Me miraba de nuevo con ojos depredadores que parecían querer devorar todo mi cuerpo.
¡Oh, por favor, no!
—Ha habido un cambio de instructores. Me temo que la clase te la daré yo.
¡Joder!
Pov Santana
—¿Q-qué demonios...?—tartamudeó ella, con una hermosa expresión de furia y de desprecio absoluto. ¡Genial! Podré aprovechar toda esa ira a mi favor—No puedes hablar en serio—continuó, a pesar de estar boquiabierta por la sorpresa.
—Oh, me tomo muy en serio las lecciones de autodefensa que reciben todos los empleados de FSI.
—No me refiero a eso, Santana, y lo sabes de sobra.
Golpeó el suelo con el pie, al tiempo que esbozaba un mohín con los labios que me pareció la mueca más sexy del mundo y que logró que mi cuerpo se excitara y el deseo hiciera presente. Quería besar aquella airada boca suya hasta que cediera a lo inevitable.
Yo... Ella... Lo haríamos.
Una vez que rompiera aquella cáscara suya en la que se había encerrado, podría llegar a ella, y solo podía imaginar el resto.
Encogí los hombros.
—¿Qué? ¿Empezamos?
Le tendí el brazo con la palma hacia arriba y la invité a ocupar la posición adecuada en la colchoneta.
—¡No!—gritó—No vamos a empezar nada.
—Estás aquí para recibir una clase, ¿sí o no?—comencé a caminar en círculos lentamente a su alrededor. Ella se fue girando para no perderme de vista—Tienes que tener nociones de defensa personal—la señalé con dos dedos—Y yo estoy aquí para enseñártelas.
Apunté mi propio pecho con los pulgares sin dejar de dar vueltas, notando que estaba más incómoda según pasaban los segundos.
Siempre es bueno tener un plan.
—Pero, ¡no puedes entrar aquí e instruirme como si nada, después de lo que ha estado a punto de ocurrir en tu oficina hace menos de tres horas!
—Pues no veo a ningún otro instructor en la habitación, ¿y tú?—miré a mí alrededor con una expresión dramática—Solo yo.
Reduje el radio del círculo, acortando la distancia entre nosotras, y percibí que sus pupilas se agrandaban. Mis burlonas respuestas estaban consiguiendo que cada vez estuviera más enfadada.
—Esto no está bien, Santana. ¿Por q-qué me haces esto?—farfulló.
—Ya estás de nuevo con esa palabra, Britt-Britt. “Esto” es un término muy impreciso, si no te importa que te lo diga. En serio, creo que tengo que exigirte que me expliques claramente qué quieres decir cuando la pronuncias.
—¿Por qué eres tan cruel conmigo? ¿Es que no he sufrido lo suficiente? ¡No eres más que una sádica, imbécil!
—¿Por qué estás tan enfadada, Britt-Britt? ¿Quieres golpearme por lo que estuve a punto de hacerte antes, en mi despacho?—ella me miró jadeante, con aquellos hermosos pechos subiendo y bajando al ritmo de su respiración entrecortada bajo el ajustado top deportivo de color rosa que se había puesto. Quería arrancárselo, necesitaba ver sus tetas desnudas. Pronto...Le sostuve la mirada—Sabes de sobra lo que habríamos hecho si Q no hubiera entrado cuando lo hizo, ¿verdad?—le tendí las manos con las palmas hacia arriba—Reconócelo, te hubiera puesto en el escritorio y estarías gritando de placer en menos de dos minutos.
Me abofeteó con tanta fuerza, que me afiancé en mi intención de poner fin a todo aquello.
—¡Cállate! ¡No digas eso, cabrona! ¿Por qué me dices esas cosas? ¿Por qué te burlas de mí de una manera tan cruel?
Le tendí las manos ofreciéndole mi cuerpo, ofreciéndome por completo.
—Sigue, Britt-Britt, deja que salga todo. Golpéame, puedo soportarlo. Suelta todo lo que te carcome por dentro; todo lo que hace que estés enfadada conmigo. Es por mí, ¿verdad? Estás enfadada conmigo—se detuvo, con los pechos todavía agitados, y la furia a punto de descontrolarse por completo—Ha llegado la hora de la verdad, Britt. ¡Venga!—le hice un gesto señalando mi pecho—Acabemos con las mentiras, con todo lo que nos separa. Solo la verdad. Dila en voz alta para que pueda oírte. ¡Dime la puta verdad de una jodida vez!
Me golpeó el pecho, los brazos y la cara, con toda la volátil ira de una mujer enfurecida. Era como si Snixx se apoderada de ella. Y cada bofetada y golpe nos acercaba un poco más.
—No fuiste a buscarme. Deberías haber ido a buscarme a Italia, deberías haberme contado la maldita verdad. Me hiciste creer que algo nos mantenía separadas. Te amaba, y me mantuviste alejada cuando podías haber venido a explicármelo todo. ¡Nos mantuviste separadas, Santana!
Se dejó caer sobre mí, presa de intensos sollozos de angustia. Por fin había dejado de luchar consigo misma, por fin me había revelado la verdad. La abracé y apreté su cabeza contra mi pecho; contra mi corazón, donde siempre tenía un sitio, incluso aunque estuviéramos separadas.
Donde siempre tendría su lugar.
—Lo sé—susurré en su oído para que pudiera escucharme con claridad—Fue culpa mía—encerré su cara entre mis manos y la obligué a mirarme. Su rostro estaba veteado por las lágrimas, manchado de negro por la máscara de pestañas y, sin embargo, la tranquila quietud con que me sostenía la mirada hacía que me pareciera absolutamente hermosa. Supongo que fue la trascendencia del momento. Por fin estábamos en sintonía otra vez, en la misma puta página del mismo jodido libro—Lo sé, lo sé... Me equivoqué. Debería haber ido a buscarte—le acariciaba las mejillas mientras la sostenía, tratando de hacerle entender—Lo siento mucho—acerqué más su cara, entre mis manos, e incliné mis labios hacia los suyos. La vi estremecerse—Déjame, Britt-Britt. Déjame entrar ahora—susurré con ternura.
Mi voz contenía una súplica, pero también una orden.
Lo intenté de nuevo, y esta vez aceptó mi lengua. Sus labios suaves temblaron bajo los míos cuando se entregó a mí. Profundicé el beso. Le mostré todo lo que había aprendido en los años en que estuvimos separadas. Le demostré lo bueno que era sentir la lengua de tu amante en la boca.
Le enseñé mi amor.
A partir de ahí, todo se descontroló.
Agradecí para mis adentros haber desactivado la cámara de seguridad que filmaba lo que ocurría en esa sala. Caminé con ella hasta una pared acolchada y me apreté contra su cuerpo.
Nada iba a detenerme esta vez.
Nada.
Ni siquiera ella.
Pov Brittany
Santana tenía las manos sobre mí, la lengua en mi boca, su cuerpo me poseía.
No podía hacer nada más que dejarme llevar.
Me sentía arder por todas partes, y mi mente se había visto obnubilada por el sabor y el aroma de ella mientras nos consumíamos la una a la otra en el gimnasio de entrenamiento, contra una pared acolchada.
Me subió bruscamente el top deportivo y soltó un gruñido cuando se derramaron mis senos. Era un sonido hambriento, emoción en estado puro. Cuando me miró, mis pezones ya estaban duros, anhelando sentir su boca sobre ellos de nuevo.
Apreté la cabeza contra la pared, presa del éxtasis, cuando percibí el primer y exquisito toque de su lengua degustando mi piel. Me chupó despacio, lamió mis pezones y me hizo delirar de necesidad. Sostuve su cabeza contra mis pechos mientras les rendía homenaje.
—Te necesito ahora—jadeó con la respiración áspera.
—Sí...
Mi voz era casi incoherente por el deseo, ni siquiera me importaba que estuviéramos en una sala pública.
No nos importaba a ninguna.
No pensaba en nada más allá de Santana, en estar lo más cerca de ella que pudiera.
Se apartó un poco y se dejó caer de rodillas ante mí. Puso las manos en la cinturilla del pantalón de yoga y tiró hacia abajo. Con fuerza. Y las bragas bajaron también con él. Puso entonces los labios en mi monte de Venus y comenzó a besarlo con suavidad, como si estuviera saludándolo con dulzura después de tanto tiempo de separación.
Eso pareció.
Mi cuerpo conocía el suyo tan íntimamente como se podía conocer y, sin embargo, ahí estábamos, a punto de subir juntas otro peldaño.
—Levanta el pie—me ordenó, antes de liberar la pierna derecha de los pantalones y las bragas con un solo movimiento. La otra le dio igual; solo necesitábamos un lado libre para lograr nuestro objetivo. Santana se levantó y me besó antes de que pudiera respirar. Me deslizó la mano por la cadera y el pubis, cubriendo el montículo con toda la palma—Te deseo, Britt-Britt—deslizó dos dedos entre los pliegues—Aquí y ahora—sondeó mi sexo con las yemas, profundizando en la resbaladiza humedad que había creado hasta encontrar mi clítoris. Gemí con fuerza cuando lo rozó, el contacto era tan placentero que supe que alcanzaría el orgasmo en solo unos minutos. Saqueó mi boca con la lengua y mi sexo con los dedos, me moví de adelante atrás sobre su mano, buscando mayor fricción en el inflamado brote, hasta que no pude evitar gritar perdida en el clímax. Su boca amortiguó el volumen de mis gritos mientras yo cabalgaba sus experimentados dedos. Noté que con la otra se bajaba los pantalones deportivos y las bragas, liberando su sexo, húmeda igual o más que yo—Allá vamos, Britt-Britt—me dijo, mirándome a los ojos mientras me alzaba del suelo sujetándome las piernas y me las abría para que nuestros sexos se juntaran. Sentí la puntas de sus dedos la entrada de mi cuerpo un instante antes de que los enterrara hasta el fondo—¡Joder!—gimió—Eres perfecta.
—¡Oh, Dios...!
Nos detuvimos un momento mientras nos acoplábamos por primera vez en muchos años. La conciencia de lo que estaba pasando entre nosotras era abrumadora.
Me olvidé de los pensamientos y me aferré a sus firmes brazos. Notaba la pared contra la espalda una y otra vez, mientras sus largos dedos me dilataban por completo. Dentro y fuera. Y nuestros sexos se juntaban. Más rápido, más intenso con cada envite.
Nuestras bocas se devoraban, nuestros cuerpos luchaban por alcanzar el clímax...
Yo llegué primero, mis músculos internos se cerraron, palpitantes, alrededor de sus dedos. Grité cuando ocurrió, una vez más, incapaz de moverme. Solo podía aceptar lo que ella continuaba dándome.
Santana me traspasó con la mirada cuando comenzó a correrse.
Sentí su humedad juntándose con la mía, mientras sus dedos seguían en mi interior, llegó a la cima de su propio orgasmo.
El tiempo se ralentizó y se suavizó...
Apoyé mi frente en la de ella mientras continuaba meciéndose con ternura en mi interior, como si fuera una caricia.
Me besó sin pausa, amorosamente.
Aquel instante había sido precioso, perfecto, pero cuando fuimos saliendo de la neblina en la que nos envolvía el sexo, la realidad nos mostró lo que acabábamos de hacer.
—Te voy a bajar, ¿vale?
Asentí con la cabeza y el persistente placer fue reemplazado por preocupación.
Retiró con cuidado sus dedos y me puso los pies en el suelo, sosteniéndome hasta que recuperé el equilibrio.
En esta ocasión sentí mucha humedad, claro la suya y la mía, ya que ambas habíamos llegado al clímax porque…
—¡Oh, no! ¡Hemos tenido sexo!
Me incliné frenética para tratar de ponerme la otra pernera del pantalón de yoga y la braga, absolutamente aterrada por lo que Santana podía decir o hacer. Me los puse y me bajé el top hasta que me vi decente.
Pensé en correr hacia la puerta.
Sí, lo pensé.
Santana debió de evaluar correctamente mi estado emocional, porque me sostuvo por los brazos y me abrazó con firmeza.
—No pasa nada, ¿me oyes? Todo está bien.
—Pero hemos tenido sexo otra vez. Después de to...
Me besó en los labios, seguramente para hacerme callar, pero consiguió que me tranquilizara un poco.
—No importa—repitió mientras sacudía la cabeza lentamente—No importa, porque no pienso volver a dejar que te vayas. Y no solo hemos tenido sexo, nosotras hicimos el amor Britt-Britt.
Comencé a llorar.
Las emociones eran demasiado intensas y necesitaba un poco de intimidad.
—N-necesito asearme... Vestirme para... para regresar a casa.
—Shhh... no te asustes. No pasa nada, Britt-Britt. Te ayudaré.
Me pasó la mano por el pelo una y otra vez mientras intentaba tranquilizarme con tiernas palabras.
—¿Santana?
—Sé dónde ir. Ven conmigo—se acomodó la ropa y me tomó de la mano sin soltarme. No me la soltó ni una sola vez mientras tomábamos el ascensor hasta la planta cuarenta y cuatro, ni después, cuando me hizo pasar por una puerta trasera que conducía a una entrada por la que se accedía a una suite privada situada detrás de su despacho—Esta habitación es mía. Nadie más que yo puede acceder a ella.
—¿Puedo darme una ducha?—pregunté, insegura ahora de todo y de todos, incluida yo misma.
—Por supuesto.
Todavía con mi mano en la suya, la llevó a sus labios y depositó un suave beso en los nudillos.
—¿Qué pasará ahora, San...?
Me besó con firmeza en la boca. Un beso exigente y posesivo, con su lengua indagando para encontrar la mía y moverse con ella en profundos remolinos.
Terminó cuando quiso, dejando muy claro que se haría cargo de la situación a su manera.
—Te vas a quedar aquí.
—¿Cómo?
Pregunté, rodeándole el cuello con los brazos y aferrándome a ella para evitar que me flaquearan las piernas y caerme al suelo. Ella sonrió y volvió a besarme, esta vez con dulce suavidad, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Mis preocupaciones comenzaron a diluirse, pero el beso no sirvió para que mis rodillas se fortalecieran.
—Vas a quedarte conmigo... Toda la noche... En esta suite.
Última edición por 23l1 el Lun Mar 02, 2015 9:08 pm, editado 1 vez
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Maferpezberry* - Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 28/11/2014
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
holap morra,...
vez te dije,... a britt le hacia falta la clase de defensa personal jajajajja
me gusto que san aya dedo el paso que faltaba o mejor dicho la emboscada jajajaja
a ver ahí ahora van en serio o mejor dicho si convence a britt!!!
nos vemos!!!
PD; voy a ver a quien soborno,.. o algo para conceder info jajajaj,...
PD2: vas a tener que adap "pídeme lo que quieras" por que la otra ya la adaptaron de nuevo!!!
vez te dije,... a britt le hacia falta la clase de defensa personal jajajajja
me gusto que san aya dedo el paso que faltaba o mejor dicho la emboscada jajajaja
a ver ahí ahora van en serio o mejor dicho si convence a britt!!!
nos vemos!!!
PD; voy a ver a quien soborno,.. o algo para conceder info jajajaj,...
PD2: vas a tener que adap "pídeme lo que quieras" por que la otra ya la adaptaron de nuevo!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
Hola...! no habia podido comentar pero sin duda te seguiria leyendo a pesar de que se termine glee....! asi que aleja la ide de abandonar este campo, y mejor a leer mas para que adaptes mas :)!
Pao Up- ---
- Mensajes : 515
Fecha de inscripción : 22/01/2014
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
Viste?? Somos bastantes las que vamos a seguir leyendo!!!
Al fin San logro su plan jajaja!!
Saludos
Al fin San logro su plan jajaja!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap Epílogo
Maferpezberry escribió: dios!
Hola, emmm bienvenida no¿? jajajaaj, espero y este cap también te guste. Saludos =D
3:) escribió:holap morra,...
vez te dije,... a britt le hacia falta la clase de defensa personal jajajajja
me gusto que san aya dedo el paso que faltaba o mejor dicho la emboscada jajajaja
a ver ahí ahora van en serio o mejor dicho si convence a britt!!!
nos vemos!!!
PD; voy a ver a quien soborno,.. o algo para conceder info jajajaj,...
PD2: vas a tener que adap "pídeme lo que quieras" por que la otra ya la adaptaron de nuevo!!!
Hola lu, jajaaja toda la razón ai! jajaajaj. =o jajaaj san en brillante! ajajajaj y como no¿? jajaaj, y si, yo creo que britt cae altiro! jajaajajaj. Saludos =D
Pd: jajajaajajajajaj habla ai con tus contactos para que me puedas informar como van las cosas jajajaaj.
Pd:jajaajaj si, si me di cuenta, es el destino que quiere que la adapte! jaajajajaj.
Pao Up escribió:Hola...! no habia podido comentar pero sin duda te seguiria leyendo a pesar de que se termine glee....! asi que aleja la ide de abandonar este campo, y mejor a leer mas para que adaptes mas :)!
Hola, jaaaaja no te preocupes, lo importante esk puedas leer! =O jajajaajaj gracias! veremos como van las cosas, pero por lo que veo seguiré adaptando, ajajaajajajajaj, bnbn
por el momento esa idea se ira de mi mente, jajaajaj bn bn a leer entonces. Saludos =D
monica.santander escribió:Viste?? Somos bastantes las que vamos a seguir leyendo!!!
Al fin San logro su plan jajaja!!
Saludos
Hola, jajajaj eso veo, ajajajajaajaj mientras tenga libros que adaptar y como vayan las cosas, seguiré adaptando entonces jajaajaj. Como no¿? es san osea, jaajaj y es britt, tenia que funcionar... o va por buen camino por lo menos jajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Blonde Girl (Adaptada) Cap 22
Capitulo 22
Pov Santana
Llamé a la puerta.
—¿Britt? ¿Estás bien?
Solo me respondió el sonido de la ducha.
Aquel silencio me preocupó un poco.
El carácter explosivo de nuestra reunión se vio confirmado por la intensidad del encuentro sexual que acabábamos de disfrutar en el gimnasio, y eso dejaba secuelas emocionales. Incluso yo misma estaba intentando digerir mis sentimientos.
Aunque realmente no quería pensar demasiado.
Hacer tal cosa conducía en muchas ocasiones al camino de la perdición. Y las dos lo habíamos sufrido en nuestras propias carnes.
No, quería estar a solas con mi Britt-Britt, en privado, como estábamos ahora, para poder conseguir que volviera a pensar en... nosotras.
Mi plan seguía intacto.
Sabía lo que necesitaba y me aseguraría de que ella también lo hiciera.
Tras esperar unos minutos, comprobé el pomo de la puerta y, para mi sorpresa, se abrió. Entré en el cuarto de baño, donde el aire estaba lleno de vapor. La vi sentada en la ducha, con la espalda contra la pared mientras se rodeaba las rodillas con los brazos. Parecía perdida, con el labio inferior sujeto entre los dientes. Quise chupárselo, mordisqueárselo hasta que estuviera sin aliento y no pudiera pensar en nada que la asustara.
Mi preciosa Britt-Britt me necesitaba en ese momento.
Y estaba desnuda y mojada en toda su gloria.
No dije nada, solo me quité la ropa. Estar desnudas era la mejor manera de llevar eso.
Así no habría límites entre nosotras.
Si seguía desnuda no abandonaría la habitación, seguiría conmigo. No podría huir si no tenía ropa.
Después de todo, parecía que aún me quedaba un poco de inteligencia.
Sus ojos no se despegaron de mí mientras me desvestía. Y noté que agrandaba los ojos cuando me quité la camisa junto al sujetador. Ese era el momento que yo esperaba; supe que lo había visto.
Entré en la cabina y me senté frente a ella, en el plato de la ducha. Cara a cara, frente a frente. El agua caliente caía entre nosotras y las gotitas pulverizadas rebotaban a nuestro alrededor, cubriendo nuestra piel y nuestro cabello. Pronto estuve tan mojada como ella.
Brittany alargó la mano y rozó mi tatuaje con dedos temblorosos.
—¿Te lo hiciste como un recuerdo de lo nuestro?—susurró asombrada.
—Sí.
—Es precioso—susurró de nuevo mientras dibujaba el diseño con la yema del dedo, estudiando el trazo de tinta con cuidado—Una libélula posada en una rama de cerezo en flor...
—Tú sí que eres preciosa.
—¿Por qué te lo hiciste? ¿Fue... fue después de que me fuera?
Incluso a pesar del agua que caía a nuestro alrededor, pude ver las lágrimas que se acumulaban en sus ojos mientras hacía las preguntas.
—Porque jamás he dejado de amarte y sabía que nunca lo haría. Quería sentirte siempre en mi piel.
Su sollozo, que pareció salir de lo más profundo de su pecho, resonó en el aire.
La vi cerrar los ojos azules, empañados con las lágrimas, y noté que su cuerpo se relajaba, como si estuviera sintiendo un gran alivio.
—Es lo mismo me pasó a mí—confesó bajito, con los ojos todavía cerrados y los labios temblorosos.
Entonces, se giró lentamente para mostrarme la espalda. Inclinó la cabeza a un lado y estiró hacia mí su elegante cuello al tiempo que retiraba el pelo mojado hacia la izquierda, dejando el hombro derecho al descubierto. Miré su piel perfecta y tuve que contener la respiración cuando vi un impresionante tatuaje de flores de cerezo y ramas rosas dibujadas contra un cielo azul. Era de diseño asiático y se habían usado exóticas tintas. También era más grande de lo que me hubiera esperado en ella.
Brittany no se había tatuado nada antes, por lo que era impresionante ver aquella imagen permanente en su espalda. Un gesto de lo mucho que significaba para ella nuestra relación.
El destino puede ser maravilloso en ocasiones después de todo, y esta es una de esas veces. Jamás olvidaré este momento... El regalo que supone.
Me dio un vuelco el corazón mientras la miraba.
Me había olvidado de aquel críptico comentario que había hecho Mike cuando estaba medio borracho, algo sobre que no era la única que llevaba tatuada una flor de cerezo. Había estado tan concentrada en los acontecimientos que ocurrían entre nosotras, que se me había olvidado por completo.
Y ella jamás había llevado una prenda que lo dejara al descubierto.
—Yo también quería sentirte siempre en mi piel, Sanny.
¡SI!
Volvía a ser Sanny
******************************************************************************************
Seguí el diseño en el aire con el dedo, apenas por encima de la piel, para no despertarla.
Yo también quería sentirte siempre en mi piel, Sanny.
Mi Britt-Britt estaba conmigo, en la cama, durmiendo.
No quería molestarla, pero eso no me impedía mirar y disfrutar.
Yacía de lado, con el cuerpo extendido como el de una diosa griega sobre un diván, con una sábana cubriendo parcialmente su cuerpo, pero mostrando la piel suficiente como para excitarme de nuevo.
Eso nunca había supuesto un problema para mí.
Solo tenía que imaginarla desnuda y ya estaba preparada.
Tenía años de práctica en ello.
Demasiados jodidos años.
Me prometí, sin embargo, que jamás volvería a estar en esa situación de nuevo con ella. No volvería a sufrir pensando que la había perdido. Temiendo haber perdido a la única persona que podía poseer mi corazón.
Había sido tanto el potencial desperdiciado... El tiempo perdido.
—¿En qué estás pensando?—preguntó con la voz somnolienta.
—¿Estas despierta, Britt-Britt?
Se giró sobre sí misma para mirarme y puso las dos manos bajo la almohada a la altura de la mejilla.
—Sí.
Me recorrió la cara con los ojos, estudiándome con la expresión saciada de una mujer satisfecha.
Parecía feliz de nuevo.
Más tranquila.
Tenía el aspecto de una mujer que quería estar conmigo. Una expresión que hubiera matado por ver, aunque solo hubiera sido una vez, en los últimos seis años.
—Estaba pensando en lo hermosa que es la vista cuando estás desnuda en mi cama. Cuando estás lo suficientemente cerca para abrazarte o sentir tu calor—llevé la mano a uno de sus pechos para acariciar su suavidad, la redonda pesadez, y ahuequé los dedos hasta tomar el pezón, que pellizqué haciendo que se endureciera. Ella emitió un ronroneo sensual con una media sonrisa—Cuando puedo oler los aromas que desprendemos después de haber estado haciendo el amor juntas—enterré la nariz entre sus pechos y aspiré, inhalando el inconfundible olor a sexo mezclado con otra esencia embriagadora. Ella arqueó su cuerpo y respiró profundamente. Mis palabras y mis acciones estaban excitándola—Cuando puedo probar tu dulce sabor—cubrí su boca con la mía y sumergí la lengua en el interior, buscando ese sabor suyo inconfundible mientras indagaba con los dedos entre sus pliegues, que me dieron una resbaladiza bienvenida. Retiré la mano y me metí las yemas en la boca, chupándolas con una decadente lujuria. Volvió a emitir un gemido sexual al tiempo que se le dilataban las pupilas. Sí, estaba excitada, quería más—Cuando puedo demostrarte lo mucho que te amo, y que me veo incapaz de soportar tu ausencia. Necesito tenerte cerca siempre—ella bajó la mirada hacia nuestros cuerpos, bajo las sábanas, y comprobó lo excitada que también estaba, una vez más. Clara indicación del deseo que sentía—Estoy pensando que soy la cabrona con más suerte del mundo porque estás aquí, conmigo—la puse sobre la espalda y le separé ampliamente las piernas, poniéndole las manos detrás de las rodillas y apoyando sus pantorrillas en mis brazos. Flexioné las caderas hacia abajo buscando mi objetivo: alinear mi sexo con el de ella. Me encantó el destello que emitieron sus ojos; el sonido entrecortado en su garganta cuando se produjo el esperado contacto íntimo entre nuestros sexos. Ella me deseaba, y eso era todo lo que yo necesitaba saber. Estaba preparada, a punto... Había llegado el momento de hacerlo de nuevo. Habíamos estado haciendo el amor sin parar desde que ella me mostró su tatuaje en la ducha. Habíamos hecho el amor tantas veces que no entendía cómo no estaba ya saciada de mí. Pero por algún milagro divino, no estaba saciada, porque sus ojos no mentían. Tenía aquella mirada que yo tan bien recordaba. Mi preciosa Britt-Britt era perfecta en todos los sentidos, y una de sus mejores cualidades era darme la bienvenida cada vez que la deseaba. ¡Joder!, cada hora. Y era bueno. Tan bueno que me dejaba sin palabras con que expresarlo. Me sentía bendita—Y también puedo hacer esto—murmuré, buscando sus manos con las mías y atrayéndola hacia mí, bien sujeta, sosteniendo su cuerpo para que estuviéramos bien juntas.
Ella se quedó sin aliento, me miró con una ardiente y sumisa pasión, con los labios entreabiertos.
Solte una de sus manos e introduje dos dedos en ella, y me sumergí tan profundamente como pude, poco a poco, notando el abrazo de sus músculos internos alrededor de mis dedos; lo que suponía una sensación de placer tan intensa que no pude contener un grito.
—¡Ah, sí!—aulló también ella, aceptando el duro empuje y torciendo los dedos de la mano libre para enredarlos con los míos.
Ella no se quedó atrás y también me penetro.
Estaba perdida.
Podríamos hacerlo una y otra vez; cada vez era mejor, más íntimo; cada vez nos movíamos más sincronizados; cada vez era más perfecta la manera en que me aceptaba.
Comenzamos poco a poco, a un ritmo pausado, pero no menos intenso que las otras veces.
Hacer el amor con Brittany era algo que no se podía hacer deprisa.
Siempre quería que durara.
Alcé su brazo con mi mano libre y con la otra me clavé en ella todo lo que pude. Y claro está, ella hizo lo mismo.
Lengua, los dedos de la nuestras manos. Cualquier parte que pudiera lamer, penetrar, chupar o tocar de su cuerpo sin perder el ritmo. Quería que alcanzara otro clímax explosivo.
Quería ver su expresión cuando la poseyera el orgasmo.
Quería sentir cómo su sexo ceñía mis dedos con fuerza, y escuchar las palabras que solía gritar cuando se perdía en el éxtasis.
Las palabras.
Quería que mi Britt-Britt dijera de nuevo aquellas palabras.
Las que significaban todo para mí con respecto a nosotras.
El ritmo creció, nos movimos juntas, nos separábamos y encontrábamos chocando una y otra vez. Nos estimulábamos trazando un círculo con el pulgar, alrededor de nuestros inflamados clítoris.
—M-me... corro...—gimió con un suave susurro—San...
Un hermoso y sexy sonido que consiguió que comenzara la cuenta atrás.
Mi cuerpo entero se estaba tensando en el instante en que la escuché, convirtiéndome en una esclava de su dulce coño y de la presión con que ceñía mis dedos.
Dilo, Britt-Britt. Dime las palabras.
Seguímos adelante, montándola, montándome, con más velocidad, con más fuerza...
…Profundizando todavía más...
…Ella se puso a temblar sin parar, abrió la boca formando con los labios una O perfecta, y dejó caer la cabeza, arqueando la espalda en una hermosa curva que hizo que sus pechos se irguieran hacia mí.
¡Dilo!
Pude sentir las contracciones de sus músculos internos, su ardor, justo antes de mi llegada al clímax.
¡Joder, dilo, mi preciosa Britt-Britt!
Me moriría si no escuchaba aquellas palabras en sus labios.
—¡Te amo!—exclamó.
—Repítelo—ordené.
—¡Te amo con toda mi alma, Sanny!
Me corrí.
No hay otra palabra capaz de expresar la experiencia que sentí en ese momento.
El orgasmo me destrozó.
La declaración de Brittany me hizo añicos.
Mi amor por ella, la manera en que ella lo aceptaba, me hizo explotar.
Mi Brittany me amaba de nuevo, y eso acabó conmigo.
Nos perdimos en una volcánica e íntima culminación, en un placer que solo se podía sentir, porque es imposible describirlo. Minutos más tarde todavía estábamos jadeando, con los cuerpos unidos y los corazones desbocados, separadas nuestras almas solo por la piel y los huesos que las encerraban.
********************************************************************************************
—La expresión en tu precioso rostro me dice que algo te preocupa—tracé el contorno de su frente y luego el de la mandíbula. Finalmente dibujé sus labios, hinchados y rojos por lo que les había hecho durante horas—¿De qué se trata?
—Tienes que llevarme a casa ya.
Bostezó, adormilada.
Mmm... Te tengo desnuda en mi cama, ¿de verdad crees, mi preciosa Britt-Britt, que soy tan estúpida?
No pude reprimir la sonrisa que inundó mi cara.
—Bueno, creo que debes haberte olvidado algo que me dijiste antes.
—Estoy segura de que antes he dicho un montón de cosas.
—Y lo hiciste. Cosas como “síiii”, “no pares”, o “dame más de ese gran cuerpazo tuyo latina sexy”.
Ella me clavó el codo en las costillas antes de ponerse a hacerme cosquillas, pero le capturé la mano, sabiendo que me esperaba una vida de ataques sorpresa dado que ya sabía mi secreto.
—Eres una idiota muy presuntuosa, yo no he dicho eso—se echó a reír.
—Bueno, pero a lo que me refiero lo escribiste, Britt-Britt. Me enviaste un correo electrónico justo a las 14:58 donde decías, y cito textualmente, “si crees que voy a permitir que me lleves a casa, estás loca”.
Sonrió al comprender a qué me refería y movió la cabeza sin dejar de mirarme.
—Si no recuerdo mal, creo que lo que escribí en realidad era que estabas como una puta cabra.
No pude resistirme a besarla y a manosear sus nalgas perfectas antes de apretarla contra mis caderas para que pudiera sentir lo que su cercanía provocaba en mí.
—Ahhh, bueno tienes razón. Así que en deferencia a tus deseos anteriores, voy a tener que rechazar por el momento tu petición de llevarte a casa.
—Mmm... Bien, por lo que veo eres una tipa que solo hace caso de lo que le conviene, ¿verdad?
Arqueó una ceja y chasqueó la lengua.
—No, no, en absoluto. ¿Por qué dices eso?
—Creo recordar que también decía que me dejaras en paz, y esa parte la has ignorado—bajó la mirada más allá de mi cintura, donde mi humedad volvía a presentarse—Es obvio.
Se echó a reír a carcajadas y escuchar su risa me hizo muy feliz. Oír su alegría, sabiendo que podíamos seguir divirtiéndonos con más comentarios tontos y burlones, era indescriptible.
—Te amo—le dije.
—Te amo—respondió.
—Pero no te voy a llevar a casa.
Ella frunció el ceño e hizo un mohín con los labios.
—No tengo ropa para venir a trabajar mañana.
—¿Dónde está la que llevabas hoy?
—Imagino que en la taquilla, en el vestuario femenino, junto al gimnasio en el que me sedujiste.
Me reí entre dientes al darme cuenta de que su agudo ingenio iba a proporcionarme mucha diversión de ahora en adelante.
—¿Quieres que baje a buscarla?
Cualquier sentimiento de diversión y cariño murieron de súbito cuando me miró como si no tuviera más intelecto que una lombriz.
—No puedo trabajar con la misma ropa. La gente lo notará.
Al parecer me quedaba mucho que saber sobre lo que ella cree que pensaran los demás de ella.
Sacudió la cabeza sin dejar de mirarme y volvió a bostezar, tapándose la boca con el dorso de la mano.
Tiré de ella y la estreché con fuerza, presionando los labios contra su pelo mientras se lo acariciaba en toda su longitud, disfrutando de su suavidad con los dedos. Me encantaba tocarle aquel pelo del color del oro. Por suerte, ella ya sabía de mi obsesión y nunca le había importado.
—Yo me ocuparé de todo. Ahora a dormir, Britt-Britt.
La sentí suave y flexible entre mis brazos cuando se acurrucó buscando la posición más cómoda para dormir.
—Te amo—susurró de nuevo cuando la encontró.
Eran las palabras más dulces del mundo.
Pov Brittany
Me despertó la alarma del móvil.
Me llevó un momento darme cuenta de dónde estaba, pero las partes doloridas de mi cuerpo me lo recordaron en cuanto me estiré.
Miré a mí alrededor.
La suite secreta que había detrás del despacho de Santana.
¿Sería una de esas estancias que utilizaban los ejecutivos para el sexo sin sentido?
Tenía que admitir que no encajaba en ella la Santana que recordaba y, además, al estudiar lo limpio y ordenado que estaba todo, desde la ropa de cama hasta los cuadros de las paredes, parecía que aquel lugar no era utilizado demasiado a menudo.
Y, ¿dónde estaba ella?
Independientemente de dónde estuviera, tenía que ducharme a la mayor brevedad posible y ponerme la ropa de entrenamiento para coger el tren hacia casa. No podía presentarme en el trabajo con lo que había llevado el día anterior, y desde luego no podía usar las prendas y el sujetador deportivo con la falda que llevaba ayer. Necesitaba ropa adecuada para trabajar, y a pesar de que eso haría que llegara tarde, no podía evitarlo.
Miré la hora una vez más y corrí hacia la ducha.
Lavar mi cuerpo era algo que casi no quería hacer. En cierto modo era como si la estuviera borrando de mi piel. Habíamos tenido mucho sexo la noche anterior, había sido justo como ella había dicho en su despacho: “Te quiero en mi cama para que podamos hacer el amor durante toda la noche... una y otra vez, hasta que seas una esclava del placer; como solías serlo”. Había conseguido su deseo.
Volvía a ser su esclava.
Las dos lo éramos.
Me apresuré en la ducha, cada vez más nerviosa por la situación que se avecinaba.
Cuando regresé al dormitorio, supe que había pasado alguien por ahí. La cama estaba hecha y encima estaba mi vestido de Burberry, con la parte de arriba marrón y la falda negra, unas botas y mi bolsa de mano de cuadros azules. Miré en el interior y encontré mi cepillo y el secador del pelo, el neceser con los útiles de maquillaje, bragas, perfume, sujetador...
Todo lo que necesitaba para prepararme para la jornada laboral.
Increíble.
Santana era increíble.
En ese momento vi una nota, que sobresalía por debajo.
Britt-Britt:
Gracias por quedarte. Por ese precioso regalo que me ofreciste. Todo lo que te dije anoche es cierto; jamás será distinto para mí. La evidencia está tatuada en mi piel para siempre, y también en la tuya. Te amo, mi preciosa Britt-Britt.
Bss,
S
PD: Me escabullí para recoger algunas cosas en casa de tu mamá, así podrás ir al trabajo. Fui muy sigilosa y tu mamá me adora, siempre atiende a mis mensajes, ya sabes, ¿Cómo resistirse a una latina tan sexy? ¿no? (no te pongas celosa)
PD2: Si estás preguntándote donde estoy, es en el gimnasio (donde te seduje), entrenándome. Necesito mantenerme fuerte para poder continuar cuidándote.
Bss,
Apreté la carta contra mi pecho y la mantuve así.
Llorando por la felicidad con la que mi Sanny había llenado mi corazón.
Llamé a la puerta.
—¿Britt? ¿Estás bien?
Solo me respondió el sonido de la ducha.
Aquel silencio me preocupó un poco.
El carácter explosivo de nuestra reunión se vio confirmado por la intensidad del encuentro sexual que acabábamos de disfrutar en el gimnasio, y eso dejaba secuelas emocionales. Incluso yo misma estaba intentando digerir mis sentimientos.
Aunque realmente no quería pensar demasiado.
Hacer tal cosa conducía en muchas ocasiones al camino de la perdición. Y las dos lo habíamos sufrido en nuestras propias carnes.
No, quería estar a solas con mi Britt-Britt, en privado, como estábamos ahora, para poder conseguir que volviera a pensar en... nosotras.
Mi plan seguía intacto.
Sabía lo que necesitaba y me aseguraría de que ella también lo hiciera.
Tras esperar unos minutos, comprobé el pomo de la puerta y, para mi sorpresa, se abrió. Entré en el cuarto de baño, donde el aire estaba lleno de vapor. La vi sentada en la ducha, con la espalda contra la pared mientras se rodeaba las rodillas con los brazos. Parecía perdida, con el labio inferior sujeto entre los dientes. Quise chupárselo, mordisqueárselo hasta que estuviera sin aliento y no pudiera pensar en nada que la asustara.
Mi preciosa Britt-Britt me necesitaba en ese momento.
Y estaba desnuda y mojada en toda su gloria.
No dije nada, solo me quité la ropa. Estar desnudas era la mejor manera de llevar eso.
Así no habría límites entre nosotras.
Si seguía desnuda no abandonaría la habitación, seguiría conmigo. No podría huir si no tenía ropa.
Después de todo, parecía que aún me quedaba un poco de inteligencia.
Sus ojos no se despegaron de mí mientras me desvestía. Y noté que agrandaba los ojos cuando me quité la camisa junto al sujetador. Ese era el momento que yo esperaba; supe que lo había visto.
Entré en la cabina y me senté frente a ella, en el plato de la ducha. Cara a cara, frente a frente. El agua caliente caía entre nosotras y las gotitas pulverizadas rebotaban a nuestro alrededor, cubriendo nuestra piel y nuestro cabello. Pronto estuve tan mojada como ella.
Brittany alargó la mano y rozó mi tatuaje con dedos temblorosos.
—¿Te lo hiciste como un recuerdo de lo nuestro?—susurró asombrada.
—Sí.
—Es precioso—susurró de nuevo mientras dibujaba el diseño con la yema del dedo, estudiando el trazo de tinta con cuidado—Una libélula posada en una rama de cerezo en flor...
—Tú sí que eres preciosa.
—¿Por qué te lo hiciste? ¿Fue... fue después de que me fuera?
Incluso a pesar del agua que caía a nuestro alrededor, pude ver las lágrimas que se acumulaban en sus ojos mientras hacía las preguntas.
—Porque jamás he dejado de amarte y sabía que nunca lo haría. Quería sentirte siempre en mi piel.
Su sollozo, que pareció salir de lo más profundo de su pecho, resonó en el aire.
La vi cerrar los ojos azules, empañados con las lágrimas, y noté que su cuerpo se relajaba, como si estuviera sintiendo un gran alivio.
—Es lo mismo me pasó a mí—confesó bajito, con los ojos todavía cerrados y los labios temblorosos.
Entonces, se giró lentamente para mostrarme la espalda. Inclinó la cabeza a un lado y estiró hacia mí su elegante cuello al tiempo que retiraba el pelo mojado hacia la izquierda, dejando el hombro derecho al descubierto. Miré su piel perfecta y tuve que contener la respiración cuando vi un impresionante tatuaje de flores de cerezo y ramas rosas dibujadas contra un cielo azul. Era de diseño asiático y se habían usado exóticas tintas. También era más grande de lo que me hubiera esperado en ella.
Brittany no se había tatuado nada antes, por lo que era impresionante ver aquella imagen permanente en su espalda. Un gesto de lo mucho que significaba para ella nuestra relación.
El destino puede ser maravilloso en ocasiones después de todo, y esta es una de esas veces. Jamás olvidaré este momento... El regalo que supone.
Me dio un vuelco el corazón mientras la miraba.
Me había olvidado de aquel críptico comentario que había hecho Mike cuando estaba medio borracho, algo sobre que no era la única que llevaba tatuada una flor de cerezo. Había estado tan concentrada en los acontecimientos que ocurrían entre nosotras, que se me había olvidado por completo.
Y ella jamás había llevado una prenda que lo dejara al descubierto.
—Yo también quería sentirte siempre en mi piel, Sanny.
¡SI!
Volvía a ser Sanny
******************************************************************************************
Seguí el diseño en el aire con el dedo, apenas por encima de la piel, para no despertarla.
Yo también quería sentirte siempre en mi piel, Sanny.
Mi Britt-Britt estaba conmigo, en la cama, durmiendo.
No quería molestarla, pero eso no me impedía mirar y disfrutar.
Yacía de lado, con el cuerpo extendido como el de una diosa griega sobre un diván, con una sábana cubriendo parcialmente su cuerpo, pero mostrando la piel suficiente como para excitarme de nuevo.
Eso nunca había supuesto un problema para mí.
Solo tenía que imaginarla desnuda y ya estaba preparada.
Tenía años de práctica en ello.
Demasiados jodidos años.
Me prometí, sin embargo, que jamás volvería a estar en esa situación de nuevo con ella. No volvería a sufrir pensando que la había perdido. Temiendo haber perdido a la única persona que podía poseer mi corazón.
Había sido tanto el potencial desperdiciado... El tiempo perdido.
—¿En qué estás pensando?—preguntó con la voz somnolienta.
—¿Estas despierta, Britt-Britt?
Se giró sobre sí misma para mirarme y puso las dos manos bajo la almohada a la altura de la mejilla.
—Sí.
Me recorrió la cara con los ojos, estudiándome con la expresión saciada de una mujer satisfecha.
Parecía feliz de nuevo.
Más tranquila.
Tenía el aspecto de una mujer que quería estar conmigo. Una expresión que hubiera matado por ver, aunque solo hubiera sido una vez, en los últimos seis años.
—Estaba pensando en lo hermosa que es la vista cuando estás desnuda en mi cama. Cuando estás lo suficientemente cerca para abrazarte o sentir tu calor—llevé la mano a uno de sus pechos para acariciar su suavidad, la redonda pesadez, y ahuequé los dedos hasta tomar el pezón, que pellizqué haciendo que se endureciera. Ella emitió un ronroneo sensual con una media sonrisa—Cuando puedo oler los aromas que desprendemos después de haber estado haciendo el amor juntas—enterré la nariz entre sus pechos y aspiré, inhalando el inconfundible olor a sexo mezclado con otra esencia embriagadora. Ella arqueó su cuerpo y respiró profundamente. Mis palabras y mis acciones estaban excitándola—Cuando puedo probar tu dulce sabor—cubrí su boca con la mía y sumergí la lengua en el interior, buscando ese sabor suyo inconfundible mientras indagaba con los dedos entre sus pliegues, que me dieron una resbaladiza bienvenida. Retiré la mano y me metí las yemas en la boca, chupándolas con una decadente lujuria. Volvió a emitir un gemido sexual al tiempo que se le dilataban las pupilas. Sí, estaba excitada, quería más—Cuando puedo demostrarte lo mucho que te amo, y que me veo incapaz de soportar tu ausencia. Necesito tenerte cerca siempre—ella bajó la mirada hacia nuestros cuerpos, bajo las sábanas, y comprobó lo excitada que también estaba, una vez más. Clara indicación del deseo que sentía—Estoy pensando que soy la cabrona con más suerte del mundo porque estás aquí, conmigo—la puse sobre la espalda y le separé ampliamente las piernas, poniéndole las manos detrás de las rodillas y apoyando sus pantorrillas en mis brazos. Flexioné las caderas hacia abajo buscando mi objetivo: alinear mi sexo con el de ella. Me encantó el destello que emitieron sus ojos; el sonido entrecortado en su garganta cuando se produjo el esperado contacto íntimo entre nuestros sexos. Ella me deseaba, y eso era todo lo que yo necesitaba saber. Estaba preparada, a punto... Había llegado el momento de hacerlo de nuevo. Habíamos estado haciendo el amor sin parar desde que ella me mostró su tatuaje en la ducha. Habíamos hecho el amor tantas veces que no entendía cómo no estaba ya saciada de mí. Pero por algún milagro divino, no estaba saciada, porque sus ojos no mentían. Tenía aquella mirada que yo tan bien recordaba. Mi preciosa Britt-Britt era perfecta en todos los sentidos, y una de sus mejores cualidades era darme la bienvenida cada vez que la deseaba. ¡Joder!, cada hora. Y era bueno. Tan bueno que me dejaba sin palabras con que expresarlo. Me sentía bendita—Y también puedo hacer esto—murmuré, buscando sus manos con las mías y atrayéndola hacia mí, bien sujeta, sosteniendo su cuerpo para que estuviéramos bien juntas.
Ella se quedó sin aliento, me miró con una ardiente y sumisa pasión, con los labios entreabiertos.
Solte una de sus manos e introduje dos dedos en ella, y me sumergí tan profundamente como pude, poco a poco, notando el abrazo de sus músculos internos alrededor de mis dedos; lo que suponía una sensación de placer tan intensa que no pude contener un grito.
—¡Ah, sí!—aulló también ella, aceptando el duro empuje y torciendo los dedos de la mano libre para enredarlos con los míos.
Ella no se quedó atrás y también me penetro.
Estaba perdida.
Podríamos hacerlo una y otra vez; cada vez era mejor, más íntimo; cada vez nos movíamos más sincronizados; cada vez era más perfecta la manera en que me aceptaba.
Comenzamos poco a poco, a un ritmo pausado, pero no menos intenso que las otras veces.
Hacer el amor con Brittany era algo que no se podía hacer deprisa.
Siempre quería que durara.
Alcé su brazo con mi mano libre y con la otra me clavé en ella todo lo que pude. Y claro está, ella hizo lo mismo.
Lengua, los dedos de la nuestras manos. Cualquier parte que pudiera lamer, penetrar, chupar o tocar de su cuerpo sin perder el ritmo. Quería que alcanzara otro clímax explosivo.
Quería ver su expresión cuando la poseyera el orgasmo.
Quería sentir cómo su sexo ceñía mis dedos con fuerza, y escuchar las palabras que solía gritar cuando se perdía en el éxtasis.
Las palabras.
Quería que mi Britt-Britt dijera de nuevo aquellas palabras.
Las que significaban todo para mí con respecto a nosotras.
El ritmo creció, nos movimos juntas, nos separábamos y encontrábamos chocando una y otra vez. Nos estimulábamos trazando un círculo con el pulgar, alrededor de nuestros inflamados clítoris.
—M-me... corro...—gimió con un suave susurro—San...
Un hermoso y sexy sonido que consiguió que comenzara la cuenta atrás.
Mi cuerpo entero se estaba tensando en el instante en que la escuché, convirtiéndome en una esclava de su dulce coño y de la presión con que ceñía mis dedos.
Dilo, Britt-Britt. Dime las palabras.
Seguímos adelante, montándola, montándome, con más velocidad, con más fuerza...
…Profundizando todavía más...
…Ella se puso a temblar sin parar, abrió la boca formando con los labios una O perfecta, y dejó caer la cabeza, arqueando la espalda en una hermosa curva que hizo que sus pechos se irguieran hacia mí.
¡Dilo!
Pude sentir las contracciones de sus músculos internos, su ardor, justo antes de mi llegada al clímax.
¡Joder, dilo, mi preciosa Britt-Britt!
Me moriría si no escuchaba aquellas palabras en sus labios.
—¡Te amo!—exclamó.
—Repítelo—ordené.
—¡Te amo con toda mi alma, Sanny!
Me corrí.
No hay otra palabra capaz de expresar la experiencia que sentí en ese momento.
El orgasmo me destrozó.
La declaración de Brittany me hizo añicos.
Mi amor por ella, la manera en que ella lo aceptaba, me hizo explotar.
Mi Brittany me amaba de nuevo, y eso acabó conmigo.
Nos perdimos en una volcánica e íntima culminación, en un placer que solo se podía sentir, porque es imposible describirlo. Minutos más tarde todavía estábamos jadeando, con los cuerpos unidos y los corazones desbocados, separadas nuestras almas solo por la piel y los huesos que las encerraban.
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—La expresión en tu precioso rostro me dice que algo te preocupa—tracé el contorno de su frente y luego el de la mandíbula. Finalmente dibujé sus labios, hinchados y rojos por lo que les había hecho durante horas—¿De qué se trata?
—Tienes que llevarme a casa ya.
Bostezó, adormilada.
Mmm... Te tengo desnuda en mi cama, ¿de verdad crees, mi preciosa Britt-Britt, que soy tan estúpida?
No pude reprimir la sonrisa que inundó mi cara.
—Bueno, creo que debes haberte olvidado algo que me dijiste antes.
—Estoy segura de que antes he dicho un montón de cosas.
—Y lo hiciste. Cosas como “síiii”, “no pares”, o “dame más de ese gran cuerpazo tuyo latina sexy”.
Ella me clavó el codo en las costillas antes de ponerse a hacerme cosquillas, pero le capturé la mano, sabiendo que me esperaba una vida de ataques sorpresa dado que ya sabía mi secreto.
—Eres una idiota muy presuntuosa, yo no he dicho eso—se echó a reír.
—Bueno, pero a lo que me refiero lo escribiste, Britt-Britt. Me enviaste un correo electrónico justo a las 14:58 donde decías, y cito textualmente, “si crees que voy a permitir que me lleves a casa, estás loca”.
Sonrió al comprender a qué me refería y movió la cabeza sin dejar de mirarme.
—Si no recuerdo mal, creo que lo que escribí en realidad era que estabas como una puta cabra.
No pude resistirme a besarla y a manosear sus nalgas perfectas antes de apretarla contra mis caderas para que pudiera sentir lo que su cercanía provocaba en mí.
—Ahhh, bueno tienes razón. Así que en deferencia a tus deseos anteriores, voy a tener que rechazar por el momento tu petición de llevarte a casa.
—Mmm... Bien, por lo que veo eres una tipa que solo hace caso de lo que le conviene, ¿verdad?
Arqueó una ceja y chasqueó la lengua.
—No, no, en absoluto. ¿Por qué dices eso?
—Creo recordar que también decía que me dejaras en paz, y esa parte la has ignorado—bajó la mirada más allá de mi cintura, donde mi humedad volvía a presentarse—Es obvio.
Se echó a reír a carcajadas y escuchar su risa me hizo muy feliz. Oír su alegría, sabiendo que podíamos seguir divirtiéndonos con más comentarios tontos y burlones, era indescriptible.
—Te amo—le dije.
—Te amo—respondió.
—Pero no te voy a llevar a casa.
Ella frunció el ceño e hizo un mohín con los labios.
—No tengo ropa para venir a trabajar mañana.
—¿Dónde está la que llevabas hoy?
—Imagino que en la taquilla, en el vestuario femenino, junto al gimnasio en el que me sedujiste.
Me reí entre dientes al darme cuenta de que su agudo ingenio iba a proporcionarme mucha diversión de ahora en adelante.
—¿Quieres que baje a buscarla?
Cualquier sentimiento de diversión y cariño murieron de súbito cuando me miró como si no tuviera más intelecto que una lombriz.
—No puedo trabajar con la misma ropa. La gente lo notará.
Al parecer me quedaba mucho que saber sobre lo que ella cree que pensaran los demás de ella.
Sacudió la cabeza sin dejar de mirarme y volvió a bostezar, tapándose la boca con el dorso de la mano.
Tiré de ella y la estreché con fuerza, presionando los labios contra su pelo mientras se lo acariciaba en toda su longitud, disfrutando de su suavidad con los dedos. Me encantaba tocarle aquel pelo del color del oro. Por suerte, ella ya sabía de mi obsesión y nunca le había importado.
—Yo me ocuparé de todo. Ahora a dormir, Britt-Britt.
La sentí suave y flexible entre mis brazos cuando se acurrucó buscando la posición más cómoda para dormir.
—Te amo—susurró de nuevo cuando la encontró.
Eran las palabras más dulces del mundo.
Pov Brittany
Me despertó la alarma del móvil.
Me llevó un momento darme cuenta de dónde estaba, pero las partes doloridas de mi cuerpo me lo recordaron en cuanto me estiré.
Miré a mí alrededor.
La suite secreta que había detrás del despacho de Santana.
¿Sería una de esas estancias que utilizaban los ejecutivos para el sexo sin sentido?
Tenía que admitir que no encajaba en ella la Santana que recordaba y, además, al estudiar lo limpio y ordenado que estaba todo, desde la ropa de cama hasta los cuadros de las paredes, parecía que aquel lugar no era utilizado demasiado a menudo.
Y, ¿dónde estaba ella?
Independientemente de dónde estuviera, tenía que ducharme a la mayor brevedad posible y ponerme la ropa de entrenamiento para coger el tren hacia casa. No podía presentarme en el trabajo con lo que había llevado el día anterior, y desde luego no podía usar las prendas y el sujetador deportivo con la falda que llevaba ayer. Necesitaba ropa adecuada para trabajar, y a pesar de que eso haría que llegara tarde, no podía evitarlo.
Miré la hora una vez más y corrí hacia la ducha.
Lavar mi cuerpo era algo que casi no quería hacer. En cierto modo era como si la estuviera borrando de mi piel. Habíamos tenido mucho sexo la noche anterior, había sido justo como ella había dicho en su despacho: “Te quiero en mi cama para que podamos hacer el amor durante toda la noche... una y otra vez, hasta que seas una esclava del placer; como solías serlo”. Había conseguido su deseo.
Volvía a ser su esclava.
Las dos lo éramos.
Me apresuré en la ducha, cada vez más nerviosa por la situación que se avecinaba.
Cuando regresé al dormitorio, supe que había pasado alguien por ahí. La cama estaba hecha y encima estaba mi vestido de Burberry, con la parte de arriba marrón y la falda negra, unas botas y mi bolsa de mano de cuadros azules. Miré en el interior y encontré mi cepillo y el secador del pelo, el neceser con los útiles de maquillaje, bragas, perfume, sujetador...
Todo lo que necesitaba para prepararme para la jornada laboral.
Increíble.
Santana era increíble.
En ese momento vi una nota, que sobresalía por debajo.
Britt-Britt:
Gracias por quedarte. Por ese precioso regalo que me ofreciste. Todo lo que te dije anoche es cierto; jamás será distinto para mí. La evidencia está tatuada en mi piel para siempre, y también en la tuya. Te amo, mi preciosa Britt-Britt.
Bss,
S
PD: Me escabullí para recoger algunas cosas en casa de tu mamá, así podrás ir al trabajo. Fui muy sigilosa y tu mamá me adora, siempre atiende a mis mensajes, ya sabes, ¿Cómo resistirse a una latina tan sexy? ¿no? (no te pongas celosa)
PD2: Si estás preguntándote donde estoy, es en el gimnasio (donde te seduje), entrenándome. Necesito mantenerme fuerte para poder continuar cuidándote.
Bss,
Apreté la carta contra mi pecho y la mantuve así.
Llorando por la felicidad con la que mi Sanny había llenado mi corazón.
*****************************************************************************************
Hola, solo decir dos cositas:
1.-Gracias por responder y decir que siga adaptando mas historia! =D
2.-Solo quedan 3 capítulos mas el epilogo y termina esta historia! =(.
Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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