Segunda guerra (BRITTANA)

Acaba de leer todo tu ff y me encanto, estoy enamorada de el xD muy buena historia de verdad te agradesco que actualices tan seguido y espero que San y Brit se vean pronto.

Saludos.

Era sábado por la mañana cuando Santana y Enzzo llegaron al pequeño pueblo en tren, el viaje había sido largo pero valía la pena. La morena disfrutaba los momentos así con su esposo, salir de esa casa donde siempre estaba. El lugar era fantástico para ella, Enzzo propuso dar un paseo para ir conociendo el lugar, era un día hermoso.
- Amo esto. – Dijo Santana viendo hacia el infinito en un traje negro que acentuaba sus curvas.
- Y yo te amo a ti. – Enzzo deposito un casto beso en los labios de Santana.
- Gracias por traerme.
- Es un placer hacerte feliz, Santana.
Iban caminando de la mano por el pueblo viendo los establecimientos, la mayoría estaban abiertos, los ojos de Santana cruzaron por el letrero de un pequeño lugar llamado “Mi pequeña Alemania” trago saliva pensando en la miseria que le había dejado Alemania, ella nunca fue cien por ciento sincera con Enzzo, jamás le habló de cómo logró sobrevivir.
- Enzzo, me sentaré un rato. Los pies me están matando. – Realmente el recuerdo la estaba matando.
- Tranquila, bellísima. Iré por una gaseosa, ¿te apetece?
- Si, mi amor.
Santana se recostó en un banco de madera mientras veía todo a su alrededor cuando sintió un golpe leve, volteó a ver que había sido eso.
- Oh Dios, lo siento muchísimo, señora. – Dijo un pequeño niño rubio con los ojos tan azules como los de…
- ¿Está bien, señora? – Ahora una niña intervenía.
- Si, niños. No se preocupen. – Les dedicó una sonrisa.
La sonrisa de la pequeña se le pareció a la de alguien, pero Santana pensaba que ya caía en la paranoia cuando escucho a la niña hablar.
- Puck, debes tener más cuidado. Mamá nos regañará.
¿Puck?
Tantos recuerdos juntos hicieron que sintiera un mareo poderoso.
- ¿Estás bien, Santana? – Preguntó preocupado Enzzo.
- Sí, sí. Son los zapatos.
- Conocí a la dueña del restaurant alemán, una alemana dulcísima.
- Oh…
- Nos invitó a comer en la noche, eh.
- Está bien. – Santana pensó que sería una nazi más.

- Buenos días, señorita. Me podría dar dos sodas de limón. – Brittany escuchó un acento italiano en su voz.
- Sí señor. ¿Italiano?
- Oh, sí. Usted es alemana, su acento la delata.
- Pues sí, salí de Alemania antes de que empezara la guerra. – Esa era su mentira piadosa
- Menos mal, mi esposa es alemana también, pero no corrió con esa suerte.
- Lo lamento mucho… debió ser horrible.
- Sí, estuvo en un campo de concentración… es gitana.
Gitana como… Santana
- Vengan a comer en la noche, yo invito. – Brittany le regalo una dulce sonrisa.
- Gracias, ¿Señorita?
- Brittany.
- Un placer Brittany, soy Enzzo.

- Pues, me parece bien que hayas ganado una cena gratis, amor. – Santana le dio un beso profundo que esperaba la hiciera olvidarse de Brittany, cuando volvió a oír a los niños correr cerca de ella, trato de agudizar su oído para escuchar de nuevo aquel nombre.
- Eres una chismosa – Recriminaba el pequeño
- Y tú un idiota – La niña era muy mandona.
- Ay, calla Quinn. – El niño corrió hacia una dirección lejana seguido por la pequeña Quinn.
Quinn… como la hermana de Britt
- Vamos al hotel amor, tengo unas cosas pendientes contigo. – La sonrisa lasciva de Enzzo hizo que Santana entendiera qué es lo que quería.
- Vamos, amor.
Llegaron a un hotel acogedor con vista hacia el pueblo y hacia aquel restaurante que le hacía pensar cosas pasadas. Enzzo se desvistió tan rápido que Santana apenas tenía segundos viendo por la ventana.
- Ven, Santana. – La voz ronca de Enzzo le recordó a Santana que ya su esposo estaba totalmente listo, también le recordó que jamás se sentiría con nadie como se sentía con Brittany.
Santana se daba una ducha antes de salir de nuevo, ella quería mucho a su marido, pero por alguna extraña razón el sexo con él se sentía incómodo, no era tan placentero como cuando Brittany le hacia el amor. Y ahí estaba otra vez vagando hacia el recuerdo de la rubia alemana, cerró los ojos con fuerza cuando imaginó lo que había vivido con ella. Sin darse cuenta un dedo se coló en el medio de sus piernas, Santana descargó toda su energía sexual enfocada en Brittany. Cuando el orgasmo la golpeo sintió como si le fuera infiel a su perfecto e irreal esposo. Santana salió de la ducha oliendo a chocolate pensando en qué se pondría esa noche.

Ya quiero que se vean, ese pucky es un travieso jajajjaja, y su hermana sera también una diablilla o no.
Espero leer otro capitulo

holap,...

ansias por el primer encuentro después de tanto tiempo,...
bueno san viendo el parecido de britt en los niños,...

nos vemos!!!!

Después de revisar muchas veces su ropero, eligió un vestido negro que acentuaba sus curvas a la perfección y unos tacones rojos que Enzzo compró con mucho amor para ella hacía unos años. Pensó que aquella mujer seguro estaría interesada en su esposo, era la única respuesta para que tan amablemente le obsequiara una cena. Lo que Santana ignoraba es que esa mujer se sentiría mejor consigo si le daba algo a cada víctima del holocausto, así fuera una simple cena. Por su parte Enzzo eligió un traje azul con una camisa blanca que le daba un aire fresco y juvenil.
- Estás muy hermosa, mi amor. – Dijo besándole el hombro descubierto
- Tú también estás muy guapo. – La gitana le sonreía con calidez.
- ¿Lista?
- Sí, vamos.
Brittany terminaba de arreglar todo en la cocina y se disponía a cambiar para ser la anfitriona de su local, había preparado un menú de rodilla de cerdo, salchichas, chucrut, papas al horno y torta de chocolate. Era algo bastante simple, pero era lo que le recordaba a su país. Un vestido rosa pálido parecía su mejor opción, era simple pero bonito. Recogió su cabello en una cola alta y unos tacones blancos completaron su look. Dejo a sus pequeños con la señora Manuela, que era una especie de niñera.
- Me voy niños, pórtense bien. ¿Sí? – Dijo sonriéndole a los rubios.
- Sí mamá, tranquila. – Quinn sonrio con sinceridad.
- Cualquier cosa llévame a los niños al restaurant, Manuela.
- No se preocupe señora Brittany, todo estará bien.
Brittany salió confiada de su casa respirando el aire frio, al entrar a su restaurant vio todo como debía estar, así que se paró en la recepción lista para recibir a los clientes. La gente iba llegando gradualmente, a muchos le gustaba el toque casero y el sabor de las salchichas caseras, la receta era de la abuela de Brittany.
Santana y Enzzo iban caminando plácidamente por el pueblo tomados de la mano cuando vieron las luces cercanas del restaurant, a Santana le llego un olor a comida casera y recordó su juventud en Múnich, recordó a sus padres y a sus hermanos…
- Llegamos, mi amor. – Enzzo la sacó de su trance
Entraron a un lugar que simulaba una casita alemana antigua, Santana vio las mesas y pensó que realmente parecía un lugar alemán, los ojos de la morena viajaron hasta que chocó con unos ojos azules que conocía bien, muy bien.
- ¡Hola, señorita Brittany! – La voz del italiano la trajo a la realidad. – Le presento a mi esposa Santana.
Santana notó que Brittany estaba en un shock tan fuerte como el de ella, y solo logro balbucear unas palabras.
- Bienvenidos… su mesa es la numero 5, que disfruten su cena. – Brittany miró a Santana con un aire de tristeza.
Santana y Enzzo se sentaron, la morena no podía dejar de ver a Brittany, estaba esplendida, tenía el cuerpo tan tonificado como hace diez años, y aún olía increíble.
- ¿Qué pedimos, bellísima?
Santana pensó por un momento, y recordó una charla en esas noches que pasaban juntas haciendo planes sin sentido.
- En serio, Santana. Me gustaría tener un restaurant.
- ¿Sabes el trabajo que te dará eso? ¡Y olerás a aceite todo el día!
- Tú no hueles a aceite… además, tengo la mejor receta de salchichas del universo.
Cerró los ojos con fuerza como si todo eso fuera un recuerdo muy reciente.
- Salchichas, Enzzo.
- Como tú quieras, mi amor. – Le dejó un beso en la mano.
La rubia vio esto y sintió celos, tantos celos que sintió ganas de golpear al italiano, Santana sintió la mirada de Brittany y pudo leerla como a un libro, cuando sus miradas se cruzaron la rubia señaló con los ojos el baño de las damas y salió en esa dirección.
- Ve pidiendo una soda, amor, iré un momento al baño. – Santana sonrio falsamente.
Las manos le sudaban, le parecía increíble que en ese baño estuviera Brittany… su Brittany. Abrió la puerta con temor cuando la halló apoyada en el mesón del lava manos.
- Te casaste. – Brittany rompió el aire con esa afirmación, era una mujer madura, ya no quedaba nada de aquella dulce e inocente adolescente.
- Como tú. – Santana siguió en la misma línea defensiva.
- Sabes por qué lo hice – Aspiro aire cerrando los ojos con fuerza. - ¿Tienes hijos? ¿Estás viviendo en Argentina?
- Si Brittany, me encuentro bien, gracias por preguntarlo – La rubia se sintió mal por hablarle así a Santana. – Estoy viviendo en Buenos Aires… y no, no tengo hijos. A los tuyos ya los conocí.
- ¿Qué? ¿Cómo? – Brittany no podía entender eso.
- Ayer vi a dos niños rubios… y… gracias por usar el nombre de mi hermano. – Los ojos de Santana se llenaron de lágrimas. – Enzzo no puede darme hijos así que me alegro que alguien lo usara.
- Juré que lo haría, y lo hice… Arnold no los conoció, me dejó cuando eran muy pequeños.
- Ese imbécil… ¿Son niños buenos?
- Quinn es muy madura para su edad pero tiene que cuidar a Puck, él es simplemente terrible. – Brittany rio – Son morochos.
- Son hermosos. Debería volver con…
- Tu esposo, lo sé. Espero disfrutes tu cena San.
- ¿Nos veremos de nuevo? – Preguntó con interés la gitana.
- Te dejaré mi número Santana, lo juro. – Brittany se apresuró hacia la puerta, le deposito un beso en la mejilla a Santana y salió.
- Ya llegaron los platos, Santanita. Está delicioso todo.
La comida pasó rápidamente mientras las miradas de las dos mujeres se cruzaban constantemente, Santana sentía que estaba mal cada vez que Enzzo la besaba o se le acercaba peligrosamente, sintió el olor de Brittany detrás de ella.
- Gracias por venir señor Enzzo, fue un placer tenerlos aquí.
- Gracias a usted, señorita Brittany. Si alguna vez va a Buenos Aires, no dude en llamarnos.
- Que amable de su parte, venga quisiera obsequiarle un vino que usted escoja.
- Oh, no podría hacer eso, es demasiado. – dijo apenado el italiano.
- Venga, tranquilo. – Cuando Enzzo se levantó miró a Santana con ojos de disculpas, creyó que la rubia le coqueteaba, lo que no vio fue el papel que Brittany dejó en el regazo de Santana.

Siiiiiiiiiii, ya se vieron, brittany que paso, los celos no son buenos. Chicas luchen por su amor y su futura familia
Me gusto, actualiza pronto ya quiero saber, que pasara en el otro capitulo

holap,....

bueno tampoco iban a esperar que se tiren una encima de la otra a becarse,... ammm de echo si!! jajajaja
es mas que seguro que no s van a ver una sola vez!!!!
a ver que pasa???

nos vemos!!!

Santana no podía dormir, estaba desnuda y exhausta por el sexo que le dio su marido, por primera vez en mucho tiempo no logró tener ni un mediocre orgasmo, no sintió más que embestidas absurdas y vacías. Pensaba en Brittany, en lo cerca que la tenía. Podría salir corriendo, gritar su nombre por el pueblo y hallarla. De un momento a otro el sol entró por la ventana y tocó su bronceada piel, sintió a Enzzo levantarse y notó una erección creciente. Otra vez. Y otra vez. Se duchó con los ojos llenos de cansancio y lágrimas, quería solo desaparecer por unas horas. El desayuno transcurrió en silencio y el italiano lo notó.
- ¿Pasa algo, Santana?
- No cariño, nada. – Intentó sonreír con frescura.
- Unos paisanos me llamaron… están en la ciudad. ¿Salimos hoy con ellos?
- Enzzo me siento un poco mal hoy. Me duele el estómago – Fue la primera excusa que halló.
- Entonces no salimos.
- No, no. Ve tú… estaré bien. Te lo prometo.
- ¿Y si te pasa algo? – Sonó preocupado.
- Es un simple dolor de estómago.
- Está bien, supongo. Llegaré temprano ¿sí?
- Si, te amo. – Sonrió con dulzura.
- Y yo a ti mi amor.
Enzzo no duró mucho tiempo arreglándose para salir, Santana solo estaba viendo hacia la ventana hacia la nada, pensando en donde viviría Brittany. Su marido se despidió con un sutil beso en los labios, y ella se quedó ahí sola, con sus pensamientos. Aunque realmente no estaba sola, tenía el teléfono de la alemana. Marcó el número con tanto temor como la primera vez que entró al campo de concentración.
Repicó
Repicó
Repicó
- ¿Hola? – Escuchó una voz infantil
- Buenos días... ¿se encuentra la señora Pierce?
- ¿Quién es? – Insistió el niño.
- Santana López.
- Ah… Espere un momento. – Santana escuchó en el teléfono – Mamá, te llama Santana.
- Dame el teléfono Puck. – Seguía escuchando. - ¿Hola?
- Hola, Britt.
- ¿Cómo estás, San?
- Estoy… ¿cómo estás tú?
- Sorprendida, supongo.
- ¿Por mi llamada?
- No, por hallarte justamente en Argentina.
- Lo sé… es una locura. – Santana quiso no sonar desesperada - ¿Podemos vernos hoy?
- Claro que podemos, dime la hora y paso por ti.
- Estaré lista en treinta minutos, ¿te parece? Nos vemos en la puerta de tu restaurant.
- Perfecto, en media hora estoy allí. ¿Manejas bien el español?
- Sí.
- Pues, trata de hablarme en español ¿sí? Un beso, nos vemos.
- Nos vemos Britt.
Santana eligió un sutil vestido blanco que llegaba justo hasta sus rodillas con unos lentes oscuros de sol, no quería que Brittany viera sus horribles ojeras. La rubia por su lado eligió un vestido de algodón azul marino con una chaqueta de jean clara. El día estaba iluminado pero las nubes eran grises y prometían un día lluvioso.
Brittany quedó atónita cuando vio a Santana venir por la callecita, su cabello era tan largo y espeso como lo recordaba, su hermosa manera de caminar ahora era madura y podía sacar fuego del piso.
- Te ves… hermosa, San. – Dijo ruborizada la rubia.
- Tu también, Britt. – La gitana sonrió con felicidad. - ¿En dónde vives?
- ¿Quieres ir a mi casa?
- Sí quiero.
- Pues… ahí están mis hijos. ¿Podrías lidiar con ellos?
- Claro que podría, tuve hermanitos. – Santana rio con un dejo de tristeza.
Caminaron por la calle solitaria, el pueblo aún no estaba del todo despierto.
- ¿Y Enzzo?
- Salió con unos amigos.
- Oh… qué bien. Yo no te dejaría sola en un lugar tan hermoso. – Lo último sonó como un susurro, pero Santana lo oyó.
- Yo tampoco te dejaría sola con dos bebes.
- Pero – Dijo respirando con fuerza – yo tuve que casarme obligada con Arnold, no lo elegí.
- Britt…
- Llegamos. – La casa de Brittany era bastante pequeña en comparación a su mansión en Berlín. – Niños, llegue.
- Mami – La pequeña Quinn salió corriendo – Oye, yo te conozco, te vi ayer en la plaza.
- Cierto, pequeña. – Santana le dio una sonrisa a la niña.
- Puck se durmió otra vez, mami. – Dijo la niña con un aire de sueño.
- Ve a dormir también, nena. – Brittany se veía fantástica siendo mamá.
- Tus hijos son hermosos, Britt.
- Gracias… ¿En qué parte de Buenos Aires vives?
- En San Martin.
- Jamás he ido para allá, nunca he salido de este pueblo realmente. ¿Sabes? Estaba pensando en más adelante ir a otro lugar… pensaba en Brasil.
- ¿Volverías a Alemania?
- Ojala pudiera, San. No puedo entrar a Europa de nuevo, a Norteamérica tampoco. Solo me queda Latinoamérica.
- Brasil suena bien… quizás Punta del Este en Uruguay. Un lugar con sol y playa.
- Pues… sería perfecto ir para allá. ¿Te hace feliz? – La pregunta tomó por sorpresa a Santana.
- No me hace infeliz, pero no eres tú.
- ¿Aún me quieres? – La rubia estaba a punto de quebrarse.
- Nunca deje de quererte, Britt.

Me gusto la confesión de santy, ahora que harán las brittana estando solas, y los niños arriba.

Actualiza pronto.

Yo digo que deberías hacer un maratón Yaaaaaa :D

Maratóóóóón ,
síííí

holap,...

me encanto,..
a ver cuanto tarda san en dejar a enzzo???? jajajja
basada en la confección de san!!!!,... quiero ver a san con los niños!!!

nos vemos!!!

¡Hola! Trataré de subir dos capítulos hoy, espero que tengan un buen domingo


- Mami, ¿ella será tu esposo? – Preguntó un soñoliento Puck, mientras la morena no aguantaba la risa.
- No Puck, esposo es un hombre. – Dijo la rubia con seriedad.
- Entonces será tu esposa. – La risa de Santana salió disparada.
- No pequeñín, no seré la esposa de tu mami.
- Eres muy guapa, deberías ser su esposa, ¿Dónde está Quinn?
- Durmiendo, Puck.
- ¿Puedo seguir durmiendo?
- Si nene, ve. – El niño fue a su cuarto en un santiamén
- Tus hijos son adorables, Britt. Y muy divertidos. – Santana aún reía.
- Están empeñados con la idea de casarme.
- Necesitan otra figura… yo sería tan feliz con niños. – Un sonido de tristeza sonó
- ¿Por qué no lo dejas? Habrá miles de hombres afuera deseando a una mujer como tú.
- Lo sé… solo que él estuvo ahí cuando yo no era nadie. No tenía familia ni a ti.
- Pero ya estoy aquí, sabes dónde estoy.
- Britt, yo no puedo fingir que solo eres mi amiga.
- Y yo no te dije que solo fueras mi amiga… - La rubia fue interrumpida abruptamente.
- ¿Qué tal si vamos a comer helados? – Trato de sonreír. – Con tus hijos, obviamente.
- Es temprano aún San, y los niños estarán dormidos por lo menos dos horas más.
- Pues… te invito el desayuno.
- Está bien. – La rubia no estaba conforme con ese cambio de actitud.
Caminaron en silencio hacia una pequeña panadería, el ambiente estaba muy tenso entre las dos mujeres.
- Es una panadería italiana, venden buen café.
- Puedo olerlo desde aquí. – Dijo la gitana mientras aspiraba el fuerte olor.
Al acercarse al mostrador, Santana se quedó paralizada cuando oyó una voz provenir desde el fondo. Una voz que hablaba con una mujer.
- Para, Britt.
- ¿Qué pasa? – La rubia estaba confundida.
- Escucha.
- Eres tan hermosa, mi dulce Juanita.
- Y tú un pícaro. ¿Qué pasó con tu esposa?
- Oh, ella está bien. Pero eso no nos importa ahora.
- ¿Cuándo la dejarás, Enzzo? Estoy cansada de ser la otra.
- Tranquila, falta poco. ¿Sí? Además, ella cree que el problema de los bebés es mío.
- ¿Qué dices?
Santana se llevó la mano a la boca y sus ojos rompieron en lágrimas.
- Ella cree que yo no puedo tener hijos, pero el problema es de ella. En Italia dejé un niño…
- Eres una cosa seria. – La mujer río con picardía.
- Vámonos de aquí, Santana.
- Yo no… puedo tener hijos. – Santana seguía en un shock enorme, hasta que vio a Brittany aspirar aire como lo hacía en Alemania cuando veía alguna injusticia.
- Yo soy militar, ¿recuerdas eso, Santana? Puedo darle su merecido en cinco segundos.
- No, Britt. Solo vámonos.
Las dos salieron de ese pequeño local, Brittany sostenía a la gitana como si de eso dependiera su vida.
- Vamos a Buenos Aires a buscar tus cosas. Necesitas divorciarte.
- Yo no puedo hacer eso Britt… - Dijo Santana aun llorando.
- Pero… ¿Qué mierda dices? Él te va a dejar. – La rubia alzo su voz y hablo en alemán.
- Brittany, no creo que me deje. Enzzo tiene una casa conmigo, solo dijo eso para enrollarse con esa mujer.
- ¿Estás defendiéndolo? Decir algo personal sobre ti no parece un truco para solo “enrollarse” – Brittany estaba alterada.
- No es la primera vez que se mete con otra mujer… solo que no sabía lo de mi problema, eso fue lo que me sorprendió.
- Espera… ¿Él te es infiel y tú lo sabes? ¡Qué mierda pasa por tu cabeza!
- Cálmate, Pierce. Sí, él hace eso. Y yo no puedo hacer nada, es mi posición. Soy mujer.
- ¿Disculpa? ¿Eso lo dice Santana López, la que me decía que Arnold era un idiota por ser tan machista?
- He cambiado, Brittany. Ya no soy una niña.
Brittany respiró con tanta fuerza que los pulmones le ardían, apretó los puños con tal fuerza que los nudillos se le pusieron rojos.
- Tú… ¿sabes cómo llegar a tu hotel?
- Sí, Brittany. – Santana sonaba calmada.
- Pues, bien. Fue un gusto verte, López. Adiós. – Brittany estaba indignada y con el corazón destrozado.
- Adiós, Pierce.
Brittany salio hecha una furia de ese lugar, no quería saber más de Santana. Sabía que seguramente no la vería más, ella solo se preocupaba por su estúpido marido en vez de pensar en sí misma. ¿Qué había sido de aquella jovencita que irradiaba felicidad y se atrevía a todo? Ya no existía, solo existía una mujer sumisa en su lugar. Eso dolía, dolía como si hubiesen matado a su San.

Mendigo enzzo, espero que britt le de su merecido, porque cantaba protege a ese inutil.

Actualiza pronto,

Es en serio? -.-'

Que pasa????????

holap,...

hijo de la chingada,.. mendigo perro,..
en serio san no lo va a dejar,.. por todo lo que dijo ese perro,...
totalmente justificado el enojo de britt,... lo que si me encanto las ocurrencias de punk jajaja

nos vemos!!!

A ese pucky le urge otra mami jajajajajja, mejor dicho daddy, jajaajaj, espero leer el otro capitulo

3:) escribió:holap,...

hijo de la chingada,.. mendigo perro,..
en serio san no lo va a dejar,.. por todo lo que dijo ese perro,...
totalmente justificado el enojo de britt,... lo que si me encanto las ocurrencias de punk jajaja

nos vemos!!!

Santana es una mujer muy de esa época, totalmente sumisa, pero ya veremos que pasa!

JanethValenciaaf escribió:A ese pucky le urge otra mami jajajajajja, mejor dicho daddy, jajaajaj, espero leer el otro capitulo

En la noche actualizo! Y Puck es la inocencia y la tremendura personificada jajaja, totalmente de acuerdo que le hace falta otra figura aparte de Britt!

Elita escribió:Es en serio? -.-'

Sí por ahora, sí

Si, no tardes mucho, plissss

Actualiza plissssss necesito un capitulo tuyo