[Resuelto]FanFic Brittana: La Chica de Servicio: 3-Ríndete (Adaptada) Epílogo + Santana

Capitulo 29 – Estabilidad, Confianza y Amor

Estoy agotada y, tras un primer y breve reportaje por la mañana, vuelvo a casa con la intención de disfrutar de Santiago, que me recibe contento, moviendo sus manitas.

Lo miro durante minutos, u horas, no lo sé.

Aún me parece un sueño poder estrecharlo entre mis brazos y saber que es de Santana y mío.

Soy tan feliz...

Pero otra sensación más agria me acompaña al pensar en el compromiso que tengo más tarde. Se celebra una fiesta para las modelos que desfilarán mañana temprano y, aunque suene increíble, yo soy una de ellas. Eso supone que tendré que dormir fuera, en un hotel a hora y media de casa.

¿Qué pensará Santana?

Le envío un mensaje y se lo explico. Su escueta respuesta me deja pensativa:


De acuerdo. Los quiero.


Hablo con Noah y me comenta que Santana está muy liada, que ha hablado varias veces con ella.

¿Y por qué no conmigo?



Mi ánimo no mejora en las próximas horas, la echo de menos y empiezo a extrañar a Santiago antes incluso de salir de casa.

Pienso que aceptar este trabajo no fue muy buena idea y con seguridad rechazaré los que puedan venir hasta que mi pequeño esté más crecido. Creía que quería esto, sentirme útil fuera de casa. Pero no si eso significa que tengo que renunciar a ver a mi bebé.

—Cuidádmelo mucho, por favor—les imploro a Emma y mamá, que se miran y sonríen.

Es la enésima vez que se lo pido.

—Quizá tendría que... yo...

—Brittany—me interrumpe Emma—, Está en buenas manos, y tú misma dices que lleva dos noches durmiéndolas casi enteras. No le dará tiempo a echarte de menos y ya estarás aquí.

—No sé apenas nada de San—murmuro preocupada.

Sé que tiene mucho trabajo, pero ¿no les parece raro que no me llame?

—A mí me ha llamado más de veinte veces—apunta Emma y mi mamá se tensa como yo.

Noah carraspea desde la otra punta y camina de un lado a otro, con las manos en los bolsillos.

—¿Estás segura de que tu teléfono está disponible?

Asiento y no digo nada más.

Mi intuición y la mirada de mi hermano me exigen cautela. Me acerco a mi bebé, que duerme profundamente y le beso la frente, las cejas, tan finas.

Necesito ver esa mirada oscura antes de marchar... Espero y espero, cogida de su manita.

—Pequeña—dice Noah, exasperado—, Vamos. Kitty ya está esperándonos en el coche. Él está ajeno a todo y tú tienes cosas que hacer. Piensa que es una noche para ti.

—Sin ellos no soy nada—murmuro y me despido por última vez de mi pequeño.


Durante el trayecto, mi mente está en Santana y en Santiago. Noah y Kitty, que no se hablan ni se miran, intentan entretenerme, pero yo sigo decaída. Pienso demasiado y eso no me gusta, me inquieta esta situación.


Al llegar al hotel, me despido de ellos, que toman rumbos distintos, y me pongo un vestido negro largo y ceñido para la fiesta.

Cuando estoy preparando mi bolso, llaman a la puerta. Miro la hora, las once. Artie no me espera hasta las doce y con Noah y Kitty no he quedado hasta poco antes de la celebración.

—¡Voy!—grito por los insistentes golpes.

Sin siquiera ponerme los zapatos, abro la puerta.

¡Ah!

Un inmenso sentimiento de felicidad se apodera de mí al ver la cara más amada del mundo.

—¡Sanny!

Me estrecha con fuerza entre sus brazos y me besa la frente, el pelo, la cara.

—¿Qué haces aquí?

¡Ya lo entiendo, me quería sorprender y por eso me esquivaba!

—Necesitaba verte, tocarte, sentirte—confiesa con un susurro—Lo siento, Britt-Britt, lo siento.

—¿Qué es lo que sientes?

Quiero apartarme para mirarla, pero no lo consigo. Sus brazos me estrechan con fuerza, como si temiera que me fuera a escapar.

—¿Qué pasa?

—Yo...—hace una pausa acompañada por un gran suspiro—Lamento no haber podido venir antes. Siento no haberte llamado hoy.

Qué tonta.

Pero su voz ha sonado perturbada, incluso suplicante.

—San, ¿estás bien?

—Chis, déjame abrazarte.

Me acurruco contra su pecho y aguardo. Sé que está tan emocionada como yo y que esta separación le trae malos recuerdos.

—Te amo, lo sabes, ¿verdad?—susurra.

Me alarmo y necesito verle la cara. Con un breve forcejeo, me suelto y busco su mirada. Sonrío al tocarla, al sentirla conmigo.

Mi esposa, mi Santana.

Sus ojos me rehúyen la mirada.

Le acaricio las ojeras y pregunto angustiada:

—¿Qué tienes?

—Nada...

—¿Estás cansada?

—Un poco—cierra los ojos y roza sus labios con los míos con suavidad—Estás preciosa, ¿puedo acompañarte a la fiesta?

—Eso ni se pregunta—ronroneo, lamiéndole la boca—¿San?

—No, ahora no—se retira con brusquedad—Quiero estar contigo, apoyándote y cuidándote, pero no quiero sexo, no ahora, Britt-Britt.

Me trago mi decepción.

Ella está guapísima y muy elegante.

—Cuéntame, San, ¿y el proyecto?

—Finalmente he llamado a Finn y le he pedido que viniera a echarme una mano. Me ha oído tan desesperada que ha accedido enseguida. Yo he salido en cuanto he podido, una hora antes de que él aterrizase en Múnich.

Une nuestras manos y las contempla ensimismada.

—Venga, vamos a la fiesta. Noah y Kitty también vendrán. Nuestros padres están en casa con...

—Lo sé, lo he visto. He pasado primero por casa y lo he bañado y dormido.

Se la ve exhausta y melancólica.

Me mira con intensidad y descansa su frente en mi mejilla. Otro largo suspiro me sobrecoge. Intuyo que necesita hablarme; sin embargo, sé que no debo presionarla y esperar hasta que esté preparada para hacerlo.

—Estoy aquí, Sanny, recuérdalo.

—Te quiero preguntar una cosa, Britt-Britt: ¿si alguna vez hiciera algo que te decepcionara mucho, me dejarías? Y responde, por favor.

Parece confusa, creo que ni ella misma tiene claro el porqué de su pregunta.

¿Qué le sucede hoy conmigo?

—Yo confío en ti incluso más que tú misma. Sé que no harías nada que me decepcionara. Y si esto es lo que te preocupa, olvídalo—respondo apasionada—No sé qué te pasa, te siento rara, tu mirada es diferente. Te conozco y sé que algo te inquieta. No te presionaré, pero sí me gustaría que te olvidaras de esos pensamientos.

—Te amo, no soportaría perderte.

¿De nuevo con esto?

—No lo harás. ¿Cómo crees que podría yo sola con un bebé sin tener a su mamá conmigo?—bromeo sin ganas—No, López, tenemos que soportarnos de por vida.

—Prométemelo—implora ronca.

—San...

—Por favor.

Aspiro una bocanada de aire y digo:

—Lo prometo.

Me besa aliviada.

—Estoy muy contenta de que estés aquí, de que puedas acompañarme a la fiesta e ir contigo del brazo. Todas me envidiarán.

—A mí no me interesa ninguna otra—contesta a la defensiva—Y tampoco necesito gustarle a nadie más. Soy tuya... y tú eres mía.

—Así es, San.

«Mía...»

Cada vez que dice esta palabra es que no está bien.

—Debemos irnos—le digo, levantándome—Gracias por estar aquí, San. Me has hecho mucha falta. Estar con ustedes es mi prioridad.

—Tú te lo mereces todo, aunque a veces yo no te lo dé.

¿Qué demonios...?

—No es verdad, San, me consientes siempre—la contradigo y tiro de ella para que se ponga de pie también—Cuando terminemos con nuestros respectivos trabajos, ¿iremos a pasear y a disfrutar los tres juntos y solos?

—Te he dicho que lo que quieras sólo tienes que pedirlo.

—¡¿Lo ves?!—río y enlazo las manos tras su cuello—Soy tu mimada.

—Eres mi vida—contesta, mirándome intensamente.

Abrazadas por la cintura y muy juntas, bajamos al vestíbulo. Ella busca mi cercanía, mi calor, y yo le sonrío enamorada.

Cuando Noah y Kitty nos ven, cada uno en un lateral de la estancia, se sorprenden.

¿O Noah no tanto?

Kitty se adelanta cauta:

—¿Qué haces aquí?

—Finn se ha incorporado al proyecto y yo he vuelto. Estar separada de Brittany se me hace insoportable.

—Venga, vamos, esposa—le digo, animándola.

Los cuatro nos dirigimos a la primera planta del hotel. En cuanto llegamos, Artie se acerca a nosotros, mientras Santana permanece a mi lado, tirante, al ver que Adam está a unos metros. Yo, simplemente opto por ignorarlo, aunque él tampoco me presta ninguna atención.

—¡Qué sorpresa, Santana!—exclama Artie, saludándonos a todos—Felicidades por tu maternidad, tu mujer está cada día más hermosa.

—Tienes razón, está preciosa como nunca—corrobora Santana y me mira tan seria que me ruborizo.

—Gracias, Artie, por ofrecerle este trabajo que la hace tan feliz.

—Tú la pusiste en mi camino—contesta Artie—Bueno, pasen y tomen una copa o dos. Es una fiesta para conocer gente y divertirse. La mayoría son modelos y sus acompañantes. Bienvenidos.

La estancia está llena de invitados, todos muy elegantes.

—Voy a pedir algo de beber—propone Noah.

—Te acompaño—dice Kitty sin mirarlo—Y así les traigo algo a Tana y Britt.

—Santana—nos intercepta Artie en un momento de la fiesta.

Trago al verlo, su mano extendida me da una pista de lo que pedirá.

—¿Podría bailar esta canción con tu mujer? Quiero que todos me vean con mi modelo favorita.

Qué sofoco.

—Eso tendrías que preguntárselo a ella, que es dueña de elegir lo que desea—responde con voz rotunda.

Sin querer desairar a Artie, bailo con él.

—¿Qué le has hecho a esa mujer?—me pregunta divertido, mientras suena la música y nosotros giramos lentamente a su compás—La conozco desde mucho antes de que aparecieras tú en su vida y nunca la había visto así.

—Hemos pasado momentos difíciles, pero nos han servido para aprender a afrontar las cosas juntas. Ahora nuestro matrimonio es estable, con las discusiones típicas de cualquier pareja, pero nada más.

—Muchas veces me ha dicho que no entiende cómo es que estás con ella. Que eres demasiado perfecta como para haberla escogido, lo que no quiere decir que Santana deje de ser una diosa, con todo respeto.

Me encojo de hombros, buscando a Santana con la mirada. Bebe un vaso de Coca-Cola junto a su hermana y Noah, pero con los ojos puestos en mí.

Demasiado seria y pensativa...

—No entiende que yo soy la afortunada. Cambió mi vida como un huracán que viene y arrasa con todo... Al principio me asustó un poco, pero ahora la amo así.

—Me alegro, Brittany. Sé cuánto has pasado hasta conseguir esto. También sé que ha sido muy duro para ella.

¿Y Santana?

Ya no la veo.

Unos toques en mi hombro me hacen volverme. Huelo el aroma de mi Santana.

—¿Me permites bailar ahora un poco con mi mujer?—pregunta.

Oh, qué tonta.

—Tuya—dice Artie con una sonrisa, apartándose.

—Estás realmente hermosa esta noche—musita Santana, estrechándome.

—¿Sólo esta noche, López?

—Siempre, Britt-Britt, pero hoy especialmente necesito decirte lo que me provocas cuando te miro. El corazón me da un vuelco al ver a la mujer tan maravillosa que tengo a mi lado. La que me ha dado un hijo... Lo eres todo para mí.

Le doy un suave beso en la boca mientras seguimos bailando.

—Supongo que es mutuo. Tú causas en mí el mismo efecto. ¡Ay, López!, cuando lleguemos a la habitación, no te voy a dejar respirar, serás mi presa. Quiero hacerte y que me hagas de todo.

¿Se ha puesto tensa?

La canción Stay, de Hurts, empieza a sonar y ella se arrima aún más a mí con los ojos fijos en los míos, mirándome de una forma especial... como con miedo.

Toda mi vida esperando el momento adecuado
para decirte lo que siento.
Y, aunque traté de decirte que te necesito,
aquí estoy sin ti.
Me siento tan perdido, pero ¿qué puedo hacer?
porque sé que este amor parece real,
pero no sé cómo es.
Tú dices adiós bajo la lluvia,
y yo me echo a llorar cuando te marchas.
Quédate, quédate.
Quédate, quédate.
Porque toda mi vida me he sentido así,
pero nunca he podido encontrar las palabras para decir
quédate, quédate.
Muy bien, todo está bien,
desde que te vi,
y antes de ti.
No tengo camino que correr,
no hay nada a lo que aferrarme.
He estado tan cerca de darme por vencido.
Y me pregunto si sabes
cómo sería dejarte ir.
Tú dices adiós bajo la lluvia
y yo me echo a llorar cuando te marchas.
Quédate, quédate.
Porque toda mi vida me he sentido así,
pero nunca he podido encontrar las palabras para decir
quédate, quédate.
Así que cambia de opinión,
y di que eres mía.
No me dejes esta noche.
Quédate.
Quédate conmigo, quédate conmigo,
Quédate conmigo, quédate conmigo,
Quédate, quédate, quédate, quédate conmigo.


—Me quedaré siempre—susurro, en respuesta a la letra de la canción que ella escucha con tanta atención—Siempre, López.

—Me dolería verte ir, sé que nos une algo muy fuerte...—se le quiebra la voz—No lo soportaría...

—Sanny, una vez me fui dejándote en uno de los peores momentos de tu vida, ya no lo haré más. Estaré siempre a tu lado. No volveré a fallarte.

—¿Y si te fallase yo?

Siento una opresión en el pecho.

—¿Me perdonarías?

No sé cuál será el error que haya cometido, pero lo tengo claro.

—Nunca lo dudes.

Toma aire y afirma:

—No quiero dudarlo, Brittany. No quiero hacerlo.

—Bueno entonces disfrutemos de la noche que tenemos para nosotras.


En las dos siguientes horas, conozco a los patrocinadores del desfile, a diseñadores, a otras modelos. Y bailo con Santana y con Noah, que se exhibe orgulloso conmigo e ignora a Kitty. Le pregunto al respecto, pero no me responde.


A las tres y media de la madrugada, Santana y yo nos despedimos de nuestros respectivos hermanos y subimos a la habitación. Me quito los zapatos de tacón y me tiro en la cama abriendo las piernas, provocando a mi silenciosa esposa. Pero niega con la cabeza y se me escapa hacia la terraza.

La sigo y me invita a sentarme con ella fuera.

Me pongo una chaqueta roja y lo hago, con un suspiro de resignación.

—A ver, López, ¿qué pasa?

Mira al vacío, luego al suelo. Transcurren unos largos segundos.

—Sin rodeos. Suéltame lo que sea que te está jodiendo. Habla, por favor... no me gusta esto.

Y lo hace sin mirarme...

—Me sentía fatal sola en Múnich. Ya los echaba de menos y eso que apenas habían pasado horas. Desesperada por venir aquí contigo, le dije a Dani que trabajaríamos hasta tarde...

Aprieto los puños sin decir nada.

—Ya bastante tarde, conseguí localizar a Finn y cuando supe que iría, casi di saltos de contenta: te vería en unas horas—se calla un momento, con la mirada baja—Era el cumpleaños de Dani y yo estaba tan feliz que la invité a tomar una copa para celebrarlo. No me acordé de que había tomado las pastillas y me empecé a sentir mal...

—Mírame—le pido y me hinco de rodillas a sus pies.

Nuestros ojos se cruzan y en los de ella descubro un matiz que antes no he visto: culpabilidad.

—¿Qué pasa, San?

—Lo siento, no puedo ni tocarte... Tengo las manos sucias—se las sacude, asqueada—Britt-Britt, lo siento mucho, yo no quería... ¡No quería!

—¿Qué tratas de decirme?

Un gruñido casi animal sale de su garganta.

—Al despertarme estaba sola, con la ropa de ella por el suelo, yo solo en ropa interior—confiesa en susurros, avergonzada y temerosa—No sé qué pasó, Britt-Britt... Me desgarra tener que decirte esto, pero es tan obvio que he roto mi promesa de no defraudarte, ¡lo he hecho! No puedo perderte, no quiero hacerlo. Dime que no me dejarás, aunque sé que me lo merezco. No entiendo por qué ocurrió. Me siento tan mal... En realidad me parece una pesadilla de la que no puedo despertar...

—¡Para, San, para!

Alarmada, preocupada, se levanta al ver que yo lo hago.

—¿Por qué me ocultaste que te habías visto con ella hace unos días? ¿¡Por qué!? Sam me lo dijo, las vio en una cafetería y que luego se marcharon juntas.

Se agarrota.

—No, Britt-Britt, ¡no creas a ese cerdo! Yo no he hecho nada de lo que él insinuó. ¡Por Dios, te amo!

«¡Claro que no!», me grito.

—Hablamos del proyecto en la cafetería de abajo y luego fuimos a recoger unos documentos para los preparativos. ¡Yo nunca he tenido nada que ver con ella! ¡Nada más que trabajo!—atormentada, aprieta los dientes—No hasta ayer... No sé, Brittany, no puedo decirte que no sucedió nada, ¡porque no lo sé!

Así que, el mensaje que le llegó a Noah sí era suyo... me va a oír mi hermano. Sin embargo, antes necesito acabar con toda esta mierda.

Oh, Dios.

¡Maldita, maldita y mil veces maldita Dani!

—Britt-Britt, cariño, por favor.

—¡Está bien!—me aferro a sus hombros y apoyo la frente en su pecho.

Una parte de mí quiere correr a Múnich y golpear a esa fulana.

—Te creo, confío en ti. No me importa.

—¿Qué quieres decir?—pregunta cauta.

—¿Qué quiero decir? Que no me importa si no te acuerdas, si ella estaba o dejaba de estar. Me es indiferente si viste su ropa en el suelo, San—le acaricio el pecho por encima del corazón—Sé que esto sólo late por mí. Sé que no lo has hecho, sé que no te acostarías con otra. Mi vida, hemos estado separadas tanto tiempo... y me has respetado. ¿Cómo puedo creer que no lo harías ahora?

—Pero...

—Pero aun borracha e inconsciente tú me tendrías presente. No te olvidarías de mí. No te permitirías joder nuestro matrimonio de esta forma—insisto vehemente—Tus manos están limpias y yo quiero que me toques, que me mires a los ojos sin temor. Yo no tengo dudas, San, no las tengas tú.

Nos quedamos calladas, mirándonos la una a la otra. Recupero cierta calma, aunque los celos me estén consumiendo. Lo tengo claro, ella quiso aprovecharse de su estado... pero no pasó pasa. Debió de provocarla y ella, sin ganas de nada, la rechazó.

No la creo capaz de otra cosa.

—Brittany, ¿hablas en serio? Te digo que no sé qué ocurrió... No recuerdo nada y eso me hace sentir como una puta mierda. Tu confianza en mí me llena de alegría, pero te repito...

—Que no pasó nada—reitero, arrimándome contra su cuerpo—Mírame, ¿crees que soportarías que otra te hiciera esto?

Paseo mis manos por sus pechos, sus hombros, su cuello. Luego bajo hasta detenerme en su vientre.

—Dime.

—No—contesta desconcertada—Me daría asco y lo sabes.

—Y esto, ¿crees que te dejarías tocar aquí?

Me lleno la mano con su sexo. Gime y niega con los ojos cerrados.

—Claro que no, porque eres mía y esa zorra no te tocó. Toda tú me perteneces y no dejarías que otra me robara nada de ti ni por un instante.

—Es todo tan confuso...

En un momento estoy reclamando su boca con la pasión que ella sólo guarda para mí... La manoseo, me froto con ella, pero me aparta, susurrando:

—No puedo tocarte, no hasta saber qué ocurrió.

Estoy a punto de darle una bofetada y obligarla a volver a la maldita realidad.

Tiene que entender que no pasó nada, ¡que no puede ser!

—Dime, ¿has hablado con ella después de ese despertar?

—Fui a su habitación del hotel, pero nadie abrió... Más tarde no fui capaz de volver de nuevo. No puedo imaginarme con ella, Brittany.

Hurgo en sus bolsillos y saco su móvil. Busco en la agenda:

«Dani secretaria».

Y no dudo en marcar.

Esa perra me escuchará.

—Britt-Britt, ¿estás segura de que quieres...?

—Quizá me mienta, pero quiero saber su versión. Aunque no dudaré de ti pese a lo que ésa me diga, ¿entendido?

Está de los nervios, se pinza el puente nariz e incluso se tira del cabello.

—Santana...—titubea Dani.

—No soy Santana, y tú eres una zorra que se insinúa a las mujeres casadas—le espeto furiosa—¡¿Qué coño pasó?! Y no me vengas con tonterías, porque soy capaz de ir a buscarte y no marcharme hasta que sueltes la mierda que tengas que decir.

—No pasó nada...—susurra con voz temblorosa—Nada. Santana y yo...

—Eso ya lo sé—la corto desesperada—Quiero que me des detalles sobre qué ocurrió desde que ella se sintió mal hasta el final.

—No puedo... me siento avergonzada de mi comportamiento. Quédate sólo con que no sucedió nada.

Grito cuando corta la llamada.

Vuelvo a llamar, pero ha apagado el teléfono. Respiro hondo, cuento hasta diez y agarro la mano de Santana. Me la llevo a la habitación y, bajo su atenta mirada, me desnudo y me pongo un camisón blanco.

La desnudo también a ella y, con mi mejor sonrisa, abro la cama y la invito a entrar, dando unos golpecitos a mi lado.

—Ven, amor—ronroneo melosa—Duerme conmigo, abrázame.

—¿Qué te ha dicho? ¿No llegamos a...?

—¡Que te calles, joder!

Buf... miro al techo reprimiendo las ganas de golpearla.

¡Maldita arrastrada!

Sólo de imaginarla me dan arcadas.

—No pasó nada de nada. Pero la muy zorra tendrá que contarme por qué lo fingió, o yo me encargaré de que no vuelva a encontrar un puto empleo en toda su vida. Ahora necesito a mi esposa en mi cama. Abrazándome, demostrándome cuánto me ama. No hagas más difícil esto, San. Me están matando los celos de pensar en la intimidad en que estuvo contigo, aunque no pasara nada.

Se incorpora, apoyándose en el codo y sus ojos me miran, llenos de ese amor que nunca dejará de llenarme.

—Ven aquí, Britt-Britt. Ven, cariño.

Apoyo el mentón en su pecho.

—¿Te das cuenta? No has dudado ni un segundo. No entiendo cómo puedes tener la seguridad que yo no tengo...

—No empieces.

—Te amo y doy gracias de tenerte conmigo.

Nos besamos con desesperación.

—Gracias, Brittany. Te amo, te amo. Nunca volveré a defraudarte.

—No lo has hecho—recalco ante su maldita duda—, Pero esto te ha pasado por idiota. Cuando nos lo proponemos, las mujeres podemos ser unas arpías y lo sabes muy bien. Te lo advertí, te dije que te fueras al hotel a descansar, pero tú, tan cabezota como eres, no me hiciste caso. Pensándolo mejor, si ahora estás mal, te jodes. Por haber sido tan estúpida. Ella siempre te ha deseado.

Sus dedos recorren mi espalda y yo me arqueo con un siseo travieso.

—Te amo, López. Nadie puede romper lo que hay entre nosotras, ni siquiera tus dudas. Regálame una sonrisa, odio verte tan seria.

Hace el intento, pero le tiembla el labio. Yo se lo atrapo entre mis dientes.

—Vaya porquería de sonrisa—me burlo, pasando las manos por sus muslos y atrapándola con una pierna—¿No me harás el amor?

—No.

—¿Ni un poco?

—¿Un poco?—su respiración se altera.

—Ajá... Un poquito, amor.

—No y déjalo por hoy.

Con altanería, me vuelvo, dándole la espalda. En segundos, su cuerpo se ha pegado al mío y me tira del cabello para que la mire a los ojos.

—Buenas noches, amor—le digo provocadora—Que no se te olvide que eres tú quien me está rechazando.

Lametón en la barbilla.

Estoy furiosa por la forma en que aviva mi deseo después de decirme que no.

—Tu cuerpo no es lo único que deseo, quiero que sientas cuánto te necesito conmigo, pero no sólo en el sexo.

—Buenas noches, esposa—le doy un beso rápido y fugaz—Abrázame y duerme bien, te quiero.

—No tanto como yo.




—Bueno días, Britt-Britt—me saluda por la mañana, sirviéndome un zumo—Hoy es el desfile. Te he traído un buen refuerzo.

—¿Tú cómo estás?

—Más relajada y un poco más despejada. Está claro que en ese asunto hay muchas lagunas y pienso resolverlas. ¿Me das un beso?

¿Desde cuándo me pide permiso?

—Uno y dos o tres—contesto coqueta, arrodillándome en la cama y gateando hacia ella.

Necesito relajarme y creo que la conseguiría con una cariñosa ducha con ella.


Sin embargo, Santana no se mete bajo el agua conmigo, aunque sí me sigue al cuarto de baño.

—Te tienes que tranquilizar, Britt-Britt, serás la más hermosa y cautivadora de todas.

—No puedo San, ¿y si me caigo? ¡Haré el ridículo!

—Lo harás perfecto, dedícame a mí tu paseo. Me sentiré inmensamente orgullosa al verte y cuando le enseñemos el vídeo a Santy, él también lo estará.

Voy a llorar, ¡tengo muchas ganas de ver a mi bebé!

Salgo de la ducha y, al entrar en la habitación, de pronto me pongo a llorar y luego a reír como una loca. Santana me observa, consciente de que es un ataque de histeria. Me trae agua, me da un dulce y por último me besa, tirándome hacia atrás en la cama.

—Confía en ti, Britt-Britt. Saca tu seguridad, tu garra. Saca a aquella chica de servicio descarada que no se avergonzaba de nada. Camina como tú sabes, con esa sensualidad que los va a dejar a todos embobados...

—¿Me das un poco de sexo?—suplico y la sorprendo sentándome a horcajadas sobre ella.

—Baja de ahí—me ordena.

Niego con la cabeza, me meto un dedo en la boca y luego se lo paso por los labios. Gira la cara con los ojos cerrados, sujetándome por la cintura para que no me frote contra ella.

—Brittany, deja de jugar.

—López—lloriqueo, besándole el cuello.

Muevo las caderas y gimo, gimo y gimo.

—Brittany, detente.

Me vuelca en la cama y casi me caigo.

¿¡Qué hace!?

Seria, se levanta y se va hacia la puerta.

¡Joder!

—Te espero abajo.

Me tomo su huida con humor y desayuno con calma. Luego me seco el pelo y me arreglo. Llamo a Emma, que me comenta que Santiago está un poco llorón.

Mi único deseo es terminar cuanto antes y volver a casa.

Llaman a la puerta y cuando abro veo que es Kitty.

—Hola—la saludo con cordialidad—¿Necesitas algo?

—Ejem... no. ¿Puedo entrar?

—Claro.

—Una pregunta, ¿Tana y tú se han peleado?

—No, ¿por qué?

—Porque se ha ido a dar un paseo con Noah y se la veía un poco tensa—responde, incómoda.

Un tenso silencio se hace entre nosotras.

Echo de menos el tiempo en que podía contarle las cosas, desahogarme. Pero hoy ya no es la amiga en la que confié una vez.

Miro al suelo mientras me maquillan y peinan con un moño alto. Estoy muy nerviosa. Seré la próxima en salir, pero no sé si podré hacerlo. Me tiemblan hasta las horquillas...

—Tu turno, Brittany—me dice Artie—Confío en ti.

—Mejor que no lo hagas—musito.

—Santana ya me ha dicho lo nerviosa que estás. Estará en primera fila, haz que se sienta orgullosa de la mujer que tiene. Muéstrale lo que has conseguido por ti sola y piensa que dentro de unas horas podrás estar con tu hijo.

Sus palabras me causan efecto y, con toda la elegancia de que soy capaz, entro en la pasarela luciendo el pesado vestido de novia. Cuando aparezco, busco a Santana con la mirada. Está sentada al lado de Noah, que le aprieta el hombro. Ambos asienten, alentándome a continuar.

Veo su seguridad y avanzo tratando de concentrarme en hacerlo como me han enseñado. Un paseo, poses y vuelta. Mirada fija en la cámara, al frente.
Un efusivo aplauso de Santana arrastra el de los demás. Y con sus brillantes ojos mirándome entusiasmados, grita:

—¡Preciosa!

Me sonrojo violentamente.

¡Qué vergüenza!

El camino de regreso, de espaldas al público, es mejor. Camino con sensualidad, moviendo las caderas. Luciendo el vestido como es debido. Un paso más y estoy dentro.

¡No me lo creo!

¡Lo he hecho!

Al entrar, Artie me sonríe con orgullo.

—Lo has hecho muy bien, Brittany. De tu esposa prefiero no hablar.

—Está un poco loca—contesto—Y ahora, si me disculpas, voy al baño.

Corro, agarrando el vestido para no mancharlo y en cuanto llego vomito todo lo que tengo en el estómago. Me refresco la cara y me doy un momento de respiro.

Tengo que volver a desfilar con otro vestido y no sé si podré hacerlo de nuevo.

—Hola.

¿Un hombre aquí?

—¿Brittany?

Joder, es Adam.

—Perdón, pero éste es el baño de chicos—dice.

Yo me disculpo y cuando me dispongo a salir, Adam me pregunta.

—¿Te encuentras bien?

—Sí... sólo un poco...

—Brittany.

Me interrumpe la voz de Santana, que nos mira a Adam y a mí, entrando en el baño y empujándolo a él suavemente.

—¿Estás bien?

—Sólo un poco nerviosa y me he confundido de baño—le explico con poca voz—¿Te ha gustado cómo lo he hecho?

—Me ha encantado—responde secamente—Adam, puedes largarte, no te quiero cerca de ella.

¡¡Buf!!

Trato de desviar su atención:

—¿Las has visto a todas?—le pregunto cuando vamos andando por el pasillo.

—Sí, pero ninguna era tan espléndida y hermosa como tú. Ahora debo irme. Quiero pasar por casa para ver a Santy antes de ir al aeropuerto—me dice, enterrando la cara en mi hombro.

Una nueva despedida...

—Te quiero, Britt-Britt—añade, estrechándome contra su pecho.

—López... vuelve pronto, por favor...

Me da un beso tierno y apagado.

—No te merezco. ¿Me echarás de menos?

—Ya lo estoy haciendo.



Al día siguiente, el periódico de Málaga reseña cada detalle del desfile y yo soy la más destacada, debido al aplauso que propició «una espontánea».

Sonrío y guardo la crónica para ella.

Mi carrera avanza... es mi amuleto.

Santiago se despierta y me mira.

Yo lo cojo en brazos.

—Te quiero, cariño—susurro, meciéndolo—Mamá volverá pronto.

¿Habrá hablado con ella?

Aprieto a Santiago contra mí y cojo mi teléfono.

—No escuches—le advierto y marco el número de Dani.

Ella descuelga y no contesta, pero yo sí.

—Hola, pedazo de zorra, soy Brittany López-Pierce. Mi esposa irá a verte para hablar contigo. Y si te atreves a insinuarte o a tocarle un pelo, cogeré un vuelo y me importará una mierda perderlo todo. Haz el favor de apartar los ojos de ella, te lo advierto.

Y cuelgo.

Hala... me he quedado a gusto.

Marco al número de Santana y me desespero cuando no responde. Mi corazón late frenético cuando me envía un mensaje.


Hablaremos en persona.


Me tumbo en la cama con Santiago tras darle su último biberón.

—Buenas noches, bebé—le digo cuando se duerme—Eres igualito a ella.

Cada vez que cierro los ojos, acostada con Santiago al lado y rodeada de almohadas, tengo la misma pesadilla: Santana entre dos mujeres, una soy yo... y la otra Dani.

Exhausta, lo intento de nuevo... abrazada a ese trocito de nosotros.

Y sueño con ella.

—Mírame, Britt-Britt. Estoy aquí.

Oigo su susurro y siento su beso en mi boca.

—Abre los ojos, Brittany. He vuelto. Soy yo.

No quiero despertar, temo que sea sólo un sueño. Pero no, Santana está aquí de verdad, en carne y hueso.

—Te amo, hermosa. Llevo aquí dos horas, que he pasado con mi niño, feliz al estrecharlo de nuevo.

Miro a mi alrededor y Santiago está en su cuna... Gimo, acariciando la cara de Santana.

Sí, ha vuelto.

—Siento despertarte, cariño, pero necesitaba tenerte. Hacerte saber que te amo, que, gracias por tu confianza en mí, ahora sé seguro que no te he defraudado, Britt-Britt. Tú tenías razón. No lo hice.

La rodeo con mis piernas y mis brazos.

Con todo mi cuerpo.

—Dani me ha contado que la rechacé y que más de una vez grité tu nombre. Yo te quería a ti conmigo, no a ninguna otra. Lo intentó y me asqueó—explica, secándome una lágrima que rueda por mi mejilla—Háblame. Dime algo.

¿Algo?

Es tanto, que lo suelto sin respirar.

—Que te amo y creo en ti. Eres mía como yo soy tuya. Con nosotras no pudieron Sam, Elaine ni Bree. No pudieron los celos y mucho menos la distancia. Soy tuya desde que te vi y tú, mi señora López, me perteneciste desde que me hablaste aquel primer día. ¿Satisfecha?

Está boquiabierto.

—Más bien impactada—reconoce con voz ronca—Ahora, por favor, déjame disfrutarte. Quítame el hambre y las ganas que tengo de ti. Hazme lo que quieras.

Agonizo, la siento mía.

—Te amo, te amo, te amo—jadeo, besándola desesperada—Te he echado tanto de menos, López... Y también esa mirada que tienes ahora. Te amo, te amo.

Y, como dos locas, hacemos el amor como no hemos podido hacerlo en mucho tiempo.

Nos entregamos la una a la otra febrilmente, con furia y con deseo. Hasta vaciarnos completamente, hasta casi morir de placer. Hasta que, con el tercer orgasmo de la noche, suplico piedad.

—Te doy un respiro—dice Santana, sudorosa y con una última lamida, estrechándome entre sus brazos, sonriente.

Se me cierran los ojos, los últimos espasmos aún perduran.

—Te amo—susurra en mi oído.

—Y yo.

No puedo más, me ha dejado arrebatada y embelesada.



Por la mañana me despierta un canturreo, pero finjo estar dormida y los miro con los párpados entreabiertos.

Santana está sentada sonriente, con Santiago en brazos, y le canta la nana que un día me confesó que le estaba componiendo.

Al acabar, le cuchichea:

—Qué idiota haber tenido tanto miedo, pequeño. Eres lo que siempre deseé... Mío y de Brittany. ¿Te das cuenta de cómo me tienes?

Santiago lloriquea.

—Chis, vas a despertar a mami. Te daré todo lo que yo no tuve, no te faltará de nada. Esa descarada tan preciosa y yo nos encargaremos de ello.

Noto sus besos en mi espalda y la miro con una sonrisa en los labios. Está tan contenta como yo misma.

Pero... ¿qué se oye abajo?

—San, ¿qué son esos ruidos?

—Chis, no preguntes Te tengo una sorpresa—me susurra e, intrigada, asiento—¿Estás bien?

—¿Y aún me lo preguntas, después de lo de anoche? Mmm, ¿qué regalo es ése?

—No es el que piensas—se burla al verme de nuevo receptiva—He arreglado a Santy y sus abuelos se lo han llevado a pasear. Ahora, mira a tu alrededor y encontrarás algo.

¿Qué?

Impaciente, me levanto enrollándome una sábana en el cuerpo. Veo una nota gigante a mis pies.

—Léela.



Me visto de cualquier manera y bajo corriendo. En el suelo, en una esquina, veo la siguiente nota.




Divertida, sigo las instrucciones.

—¡Oh!—grito sobresaltada.

Mis padres están en una de las habitaciones, rodeados de muchos ramos de rosas rojas.

—Ellos tienen tu siguiente mensaje—anuncia Santana.

Voy a llorar.

Mis padres me dan dos besos y un fuerte abrazo y me entregan la nota.

Están tan excitados como yo por la sorpresa de Santana.




Me despido de mis padres y reanudo la ruta.

¡¿Una super-caja?!

Y se mueve, ¿qué demonios?

—Tienes que abrirla... pero no sé por qué ese tambaleo—me dice Santana al ver mi confusión.

Buf, ¡qué nervios!

Al tirar del lazo, de la caja salen Kitty y Noah cada uno con un capazo grande en las manos.

No se miran, pero ella tiene el pelo revuelto... Santana me mira y yo me encojo de hombros, hoy no me importa lo que hagan.

—Mira los capazos—me incita Santana.

¡¿Son capazos de bebés?!

Oh, paso las manos por los dos.

Uno vestido de rosa y el otro de azul.

Las lágrimas caen por mis mejillas.

¿Me está pidiendo hijos?

—Lee las notas—me pide ella, enjugando mis lágrimas.


En el azul:



Más lágrimas.


En el rosa:



Tras besar a mi hermano y mi cuñada... que se van a trompicones... me lanzo a los brazos de Santana.

Pero no me basta ni me conformo con eso y me hago con su boca, que ella me ofrece encantada.

—Gracias, mi romántica esposa—susurro—Pero yo no tengo nada que darte.

—Creía que ese asunto lo teníamos claro. Con ustedes dos lo tengo todo, no necesito más.

Me coge de la mano y me guía hasta otra nota.




Avanzo cogida de su mano.

Mi llanto aumenta cuando veo a Emma y William sentado junto a una especie de despacho sobre el césped, con mi niño dormido en su cochecito.

—Cielo—me abraza Emma con William detrás, tan fascinado como yo—Los dejamos con esto... Los queremos.

Y se van los tres juntos, mientras yo estoy en una nube.

Encima de la mesa hay un sobre gigante.

—Antes de abrirlo, desayuna—me dice Santana señalando una manta sobre la que hay preparado un picnic.

—No tengo palabras—digo, sentándome con ella—Es increíble cómo lo has organizado todo. Incluidos nuestros familiares.

—Necesitaba demostrarte lo mucho que te amo, lo mucho que te he amado siempre. Tengo una grabación, Brittany... de mi conversación con Dani. No te quiero esconder nada.

—Ponla.

Ella así lo hace:

—¿Qué ocurrió?—pregunta Santana—No puedo mirar a mi mujer como merece, quiero saber qué ocurrió, Dani.

—Lo siento, Santana... Yo te deseé en cuanto te vi... y ese día bebimos... y te vi reír... parecías tan contenta.

—Porque iba a ver a mi esposa horas más tarde.

—Sí, lo sé. Luego te empezaste a sentir mal, con sudores y me ofrecí a quitarte la camisa... Quería pasar las manos por tus pechos y, cuando lo hice, tú gemiste. No puedo negarlo... Te imaginé excitada y... me pudo.

—Suéltalo todo—exige Santana.

—Di un paso más y te desabroché un botón del pantalón, pero me miraste y, con un grito animal, me apartaste sin ninguna consideración—dice con apenas voz—Volviste a cerrar los ojos y yo aproveché para desnudarme. Te deseaba mucho... Una vez desnuda, me arrodillé a tus pies. Quise tocarte... pero me oíste y te incorporaste un poco... Entonces empezaste a gritar y a llamarla a ella. A decir que jamás me desearías como a tu mujer. Que yo no era quien debía estar ahí. Te tapaste los ojos, no querías verme... Arrastrándome te quite la ropa y te deje en ropa interior, luego traté de sentarme a horcajadas sobre tu cuerpo. Tú te diste la vuelta y te acurrucaste como un bebé, exigiéndome que me fuera... y así lo hice.


¿Qué clase de zorra tuvo por secretaria?

—Me vestí con la ropa que tenía en la taquilla, dejé tirada la que llevaba y me fui... Luego tuve que despedirme. No puedo mirarte a los ojos, mi comportamiento es humillante. Tu mujer...

—Me has tenido con el corazón en vilo. ¡No he podido tocar a mi mujer por ello!

—Lo siento.

—Confié en ti, pero Brittany tenía razón. Trataste de aprovecharte de mi estado, de mi vulnerabilidad. Yo no puedo decir que fue un placer conocerte.

—Perdón si he causado...

—No. No has causado nada, porque mi esposa confió en mí aun sin yo hacerlo. Ella sabe cuánto la amo, cuánto la adoro. ¡Qué estúpida has sido, Dani! Tenías un buen empleo y lo has perdido por nada.


Apago el móvil y la miro.

Ha llegado la calma y Santana me susurra acaramelada:

—¿Eres feliz, Britt-Britt?

—Claro que lo soy, mucho. Y antes también, San, no todo lo que vivimos fue malo. Recuerda...

—Yo no cambiaría nada de ti.

Me calla con un beso y me da una palmada en el muslo.

—Abre el sobre.

Antes de hacerlo, la beso, agradeciéndole lo que ha hecho por mí.





Me tapo la cara, llorando emocionada. No puedo creer todo lo que ha organizado para sorprenderme y que ahora esté dispuesta a dejarlo todo por mí, para disfrutar juntas. Para relajarnos juntas mientras cuidamos de nuestro bebé.

—Brittany—su voz tiembla—, Hemos pasado por mucho para llegar hasta aquí, ahora nos iremos y nos olvidaremos de todo. Sólo nosotros tres. Sin que nadie hable y opine sobre nuestra vida. Sin malos recuerdos, sin confusiones. Relajándonos como mereces y disfrutando de los primeros meses de esta personita que amaremos por encima de nosotras, para que él se vaya acostumbrando a estas madres... Britt-Britt, cariño, te cuidaré, querré y amaré toda la vida, ¿aceptas, señora López-Pierce?

La beso, abrazo y contemplo tan enamorada como el primer día.

—Siempre, Sanny... siempre.

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Pd: solo decir que quedan el epílogo + el pensamiento se san, y termina.Saludos =D

Epílogo

De rodillas en la cama, juguetona, lanzo el dado de las posturas sobre el vientre de Santana. Ésta permanece tumbada, con la mandíbula apretada, esperando el resultado. Sus ojos oscurecidos, su sexo completamente húmedo tras las dos jugadas anteriores.

—Contra la pared—me ordena y esconde el dado—Fuera juegos. Quiero tomarte bien, apoya la espalda y abre las piernas.

Me incorporo y respiro ruidosamente, yendo donde pide y arqueando mi cuerpo y ofreciéndole mis pechos, provocándola.

—Tu cuerpo sigue siendo un maldito pecado. No has cambiado un ápice, pese a la hermosa experiencia por la que ha pasado—ronronea y se aproxima peligrosa—Abre las piernas y tócate. Tócate como yo lo haría.

—¿Sola, López?—pregunto, bajando la mano despacio y deteniéndola en mis muslos—¿No quieres tocar tú?

Niega y tutela mi mano, la coloca donde quiere, con la suya sobre la mía, y empieza a efectuar movimientos circulares en mi sexo, mojado para él. Cierro los ojos e intensifico el ritmo, complaciéndola. Sorprendiéndola cuando me introduzco un dedo sin ella ordenarlo.

—Así, Britt-Britt—murmura, lamiéndome el hombro y bajando la boca hasta atrapar con ella mi pezón derecho.

Reprimo un chillido, me hace daño y a la vez me gusta. Intuyo su poder, sus ganas. No se controla, sé que me hará sentir intensamente, pero continúa y yo no la interrumpo, no quiero hacerlo.

—¿Te gusta?

—Mmm... Me encanta—gimo, metiendo otro dedo, sacándolo.

Jugando.

—Eres tan caliente, siempre tan húmeda y receptiva—dice con voz entrecortada.

Bajo la mirada a su sexo y observo que ella se toca también, goza observándome a mí.

—Súbete, Britt-Britt.

Acelerada, apoyo las manos en sus hombros y salto, rodeando su cuerpo con las piernas. Se pega a mí sin dejar espacio entre nosotras y me sujeta las manos por encima de mi cabeza. Sonríe perversa al tenerme a su merced.

—No grites.

Señala con la cabeza hacia afuera.

—Ya...

Se sacude, jugando, hasta que nos acomoda y nuestros sexos se rozan a la perfección.

Reprimo un grito, eufórica, necesitada.

Sus labios se apoderan de los míos acallando cualquier protesta, dejándome sin respiración.

Me saborea salvaje, agresiva.

Posesiva.

Moviéndose con fuerza, sin miramientos. Embestidas rápidas y cortas. Me duele y me excita, el placer se mezcla con la agonía de amarnos.

—Me vuelves loca.

Muerdo su boca, la chupo, mientras ella se mueve con frenesí. Me suelto las manos para masajearle esos perfectos pechos con desespero.

Me meneo, sollozo y gimo, rompiéndome en mil pedazos.

Gime y me da un cachete en el trasero, loca al sentir cómo le apretó los pezones, mientras mi cuerpo se convulsiona con incesantes espasmos.

—Joder, Britt-Britt, me puedes—masculla mientras llega al orgasmo.

Me he quedado floja, sin fuerzas.

Santana se deja caer contra mi cuerpo, besándome el pecho por encima del corazón.

—Necesitaba tenerte así—confiesa al mirarme—¿Estás bien?

—Exhausta y satisfecha.

Con una sonrisa perversa, me coge en brazos y me lanza con suavidad sobre la cama.

Río encantada, la noche promete.

—Voy a hacer la ronda—me dice divertida—No se te ocurra dormirte, espérame. Quiero más. Mucho más.

—A tus órdenes—me burlo al verla salir y recuerdo la mañana posterior a nuestro intenso y apasionante viaje lejos de todo.


Flashback

Miramos a Sue sin dar crédito y Santana yo preguntamos al unísono:

—¿Funciono?

—Sí—comenta la ginecóloga con una sonrisa—Túmbate en la camilla, voy a hacerte una ecografía.

—Cuando vinimos para que Brittany se sometiera al tratamiento, no pensamos que resultaría tan rápido—susurra Santana—¿Está todo bien?

Sue no nos presta atención y se queda paralizada al mirar la pantalla.

Santana y yo esperamos cautas, pero su impaciencia le puede, y pregunta:

—¿Qué demonios pasa?

—Son dos...—anuncia sorprendida—Vienen dos.

—¿¡Cómo que dos!?—grita Santana.


Fin Flashback


Y cuando meses más tarde nos confirman el sexo de uno de ellos, Santana no cabe en sí de gozo.



Flashback


—Una niña, Sanny—sollozo—¿Estás contenta?

—Britt-Britt, me estás matando de alegría—susurra—Me lo das todo y... no puedo amarte más.


Fin Flashback


Sonrío al recordar los caóticos días que siguieron, cuando Santana reaparece con un bebé en brazos y el chupete en el dedo.

—¿Se ha despertado?—pregunto—¿Es Susan?

—Has gritado demasiado—me regaña y acomoda a nuestra pequeña de dos meses entre nosotras en la cama.

Le aparto el cabello, del mismo color que el mío, de la frente, pero se molesta y lo manifiesta con un gemido.

Santana la acurruca contra su pecho, de cara a mí.

—La más traviesa, ¿quién si no?—dice—Es tan hermosa como tú, son iguales. Tiene hasta tu genio.

—No puedes quejarte—le reprocho, dándole un toque en la nariz—Santy es igual que a ti. Te has salido con la tuya, López. Se desvive por mí como las pequeñas lo harán por ti.

—Chis, se está durmiendo—me silencia y me lanza un beso, que cojo al vuelo—Buenas noches, Britt-Britt. No perturbemos su sueño o pronto tendremos también aquí a Santy y Sugy.

—Buenas noches, Sanny.

Me quedo embobada contemplando cómo esta mujer fría, ahora mira amorosa a nuestra pequeña, mientras ésta concilia el sueño.

Rememoro el día que llegamos a casa después del nacimiento de ambas niñas, otra nueva etapa.

Maribel, su mamá biológica, volvió por más dinero después de que Antonio muriera. Temí que verla desestabilizara a Santana, pero ella, fuerte, no se dejó vencer por sus miedos y la echó de su vida sin remordimientos.

Hoy es feliz y ya no visita a Blaine tan a menudo, no necesita terapia con tanta regularidad, aunque sí sigue con tratamiento, siempre contando con un gran apoyo familiar y, por supuesto, con el mío incondicional.

Encuentra la motivación en todo lo que nos rodea: nuestros hijos, esta familia que con tanto sacrificio hemos conseguido crear.



Con los primeros rayos del sol, tanteo la cama buscando el calor de mi esposa.

No hay nadie.

Es lunes por la mañana, ¿dónde se habrá metido?

Me pongo un pijama corto, me recojo el pelo y bajo sin hacer ruido. Todo está en silencio, tan sólo se oye el televisor, muy bajito.

Me paro al pie de la escalera observando la escena.

Santana está en el sofá, con Santiago en brazos y las dos niñas a los lados, en sus capacitos... Todos duermen profundamente.

Mi pequeño se hace mayor, ya tiene un año y cuatro meses...

De repente, veo que Noah está sentado en una butaca... ¿qué hace aquí?

—Necesito que hablemos—dice mi hermano en voz baja, llevándome hacia la cocina.

¡Me tiene loca con su actitud misteriosa!!

—Me voy una temporada.

—¿Qué? ¿Dónde?

Tarda en responder.

—Kitty se ha ido hace un mes a Nueva York, con Rach y Quinn, y ahora desapareces tú. ¿Tu marcha tiene algo que ver con ellas?

—Nada—contesta molesto—Y no quiero hablar de ella, ¿entendido?

Me callo.

Noah únicamente es brusco al mencionarla a ella. Hay tantas incógnitas en torno a Kitty y él que ni Santana ha podido descubrirlas, y eso que se apoyan y se lo cuentan todo.

—Voy a despedirme de Aria. Nos vemos mañana en la cena familiar—me recuerda, abrazándome más calmado—Sólo quería que lo supiera antes de que se lo diga a los demás.

«Tengo que convencerlo para que no se marche.»

—Gracias, musculitos...

Cuando mi hermano se marcha, repaso los mensajes en mi móvil.

¡Emily y Hanna se casan!

¡Bien!

—Ven, Tomy—llamo al perro y le sirvo la comida—Listo.

De pronto, oigo voces que vienen del jardín.

Salgo y Santiago se lanza a mis brazos, casi cayéndose. Santana lleva los dos balancines para bebé con una niña en cada uno, ambas despiertas, y arregladas, con unos vestiditos blancos.

Pero ¿a qué hora se han levantado?

—¿Echas de menos a mami?—le pregunto a Santiago—¿Bien?

—¡Síii!

Santana deja los balancines sobre el césped y viene por él, llevándoselo a la izquierda del jardín... donde veo que hay ¡dos porterías de fútbol!

—Ven, campeón—le dice ilusionada—¿Te gusta, Santy? Lo ha comprado mamá.

Habla con tal orgullo que tengo que reír.

Ya no me asusto si gasta dinero, le encanta consentirnos y no tiene nada que ver con su enfermedad.

La amo.

Es una mamá muy atenta, que disfruta cuanto puede de sus hijos y de mí... Se muestra salvaje y más hambrienta que nunca, por lo menos el tiempo de que disponemos para nosotras.

Juega un rato con Santiago a pelota y luego se viene conmigo, que estoy tumbada en una hamaca. Se sienta en la otra hamaca, frente a mí, estudiando mis facciones.

—Artie me ha mandado un mensaje. Me comenta que tiene un buen proyecto, una vez más en Madrid.

—¿Te ha dicho de qué trata?

—En realidad eran dos, pero creo que es mejor que rechaces uno—explica, entrecerrando los ojos—Sé que quieres retomar tu carrera, pero yo me niego a que poses en ropa interior.

Miro al cielo despejado y suspiro.

Tampoco yo lo haría, pero me sigue encantando volverla loca.


Al cabo de un rato, llaman a la puerta y un repartidor con una caja enorme pregunta por mí:

—¿Brittany López-Pierce?

—Sí.

—Es una entrega para usted, señora. Firme aquí.

Lo hago y el hombre se va, mientras Santana me rodea desde atrás por la cintura.

—¿Qué es eso?—me susurra al oído.

—No lo sé. Un paquete.

Entramos en la sala, donde, tranquilo y silencioso, Santiago se entretiene con sus juguetes y las pequeñas se mecen en sus sillitas, mirándolo todo...

Santana ha abierto el paquete y, con cara de pocos amigos, saca un vestido rojo largo de noche y unos zapatos de tacón plateados.

—¿Y esto?—pregunta cauta.

—Mira la tarjeta, yo no sé nada. ¿Qué dice?

—«Colección de noche. Tu próximo proyecto, ¿aceptas? Artie»—lee y luego susurra contra mi mejilla—Me matarás si aceptas... No puedo imaginarte con él. Volverás locas a todas las personas y que decir de los hombres.

—¿Y a ti?

—A mí más que a ninguna, ya lo sabes—musita melosa—Cuando te miro, mi corazón estalla al pensar: esta mujer es mía.

Me abrazo a ella y me acurruco contra su pecho, disfrutando cada palabra. Ha sido duro a veces, pero hoy somos un matrimonio con metas, que nos tenemos una confianza ciega la una a la otra y un amor inmenso.

Cojo aire y le hago una tierna caricia cómplice.

—Sí, soy tuya, López. Toda tuya, para siempre.

Me observa con detenimiento, con sentimiento y devoción... acariciando mi alma.

—Tuya, Sanny—repito.

—Mía... sí—traga saliva y sonríe sin temores—Hoy puedo decir esta palabra sin volverme loca. Siempre mía.[/b]

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Capitulo Final - Santana

Hoy cierro este tercer diario, junto a la persona que ha ocupado cada página.

Hoy le muestro mis últimos secretos, Brittany está aquí, en el silencio de la noche tras agotarnos por la pasión, en un día que recordaremos siempre.

Repasar cada momento quizá no sea fácil, pero quiero que conozca cada segundo de mi vida, plasmada aquí.

—¿Preparada?—pregunto.

—He leído el uno, el dos... y quiero saber cómo termina el tres.


Retomo la escritura, hoy siento que puedo de nuevo.

El dolor me ha ahogado cada día que ella ha estado lejos y no la perdonaré.

He enterrado su amor y su recuerdo.

Me ha defraudado, me ha hecho daño... No podía vivir sin ella y me lo impuso al esfumarse en la nada. No sé cuántas calles recorrí ni cuántas lágrimas derramé.

¿Y ahora quiere regresar?

He estado a punto de gritarle que nada importa, que la sigo queriendo, que quizá nunca deje de hacerlo.

Pero ¿y si vuelve a dejarme?

Este corazón tan hecho pedazos ya no lo soportaría.

Hay tanto que no he escrito:

El día que me pidió tiempo me destrozó, aun así traté de ser paciente. Esperé su llamada noche y día, necesitaba destrozarlo todo.

¡Lloré en ese hogar que apenas disfrutamos!

Cuando Kitty me dio la noticia de que no volvería, quise morirme. No lo soportaba. Sentí un vacío tan grande, una soledad tan intensa... que creía que me iba a morir.

Mi familia estaba asustada al verme...

¿Cómo pudo dejarme?

Mi Brittany, no me dejes, te amo.

Continué mi vida, intenté recuperarla en el vacío de su ausencia. Me dije que no era la mujer que creí, quizá la sobrevaloré... Ella me amó, nadie lo puede dudar, pero al igual que se enamoró, sucedió lo contrario.

Con lucha, esfuerzo y mucha voluntad, he conseguido salir adelante. No dejaré que los fantasmas del pasado vuelvan por su culpa.

No más.

No me harán daño, así lo he decidido.

Me he hecho fuerte, inmune a su recuerdo, a los sueños en los que quiere visitarme. No le abriré nunca más esa puerta.

Brittany López Pierce, no podrá conmigo.


—No podía ni escribir—susurro.


Va a volver... Después de meses vuelve a Málaga y un sentimiento de impotencia me arranca el alma. Esa mujer... mi mujer, no volverá a herirme. A destrozarme como lo hizo. No, seré fría, seré la mujer que fui al principio, la que nunca debió sucumbir a su perfección.

Mi mamá es quien me ha dado la noticia. Kitty me aconseja ir más allá...

¿Divorcio?

Sí, tal vez ha llegado la hora.


—No era sincera—le aseguro a Brittany—El orgullo...

—Lo sé...


Sin haberla visto, ya me visita por la noche, me atormenta y me hace sufrir de nuevo.

¡No!

He soñado tanto con tenerla, que su presencia sin ser mía... me llena de amargura.

Hace dos días que la he visto.

¿Por qué ha tenido que volver?

Aunque no lo pretendo, la maldita vuelve a estar aquí, en mi cabeza. Quiero olvidarla y no puedo... Se burla de mí en sueños por no haber tocado a otra. Ahora siento que no puedo hacerlo, aún me arde la palma de la mano que pasé por su muslo. No quise, traté de no hacerlo, pero me excité.

Muchos recuerdos, muchos sentimientos han vuelto con este reencuentro. Está hermosa, sensual como siempre... No ha cambiado en ese sentido, sigue siendo ella... Verla me ha causado un gran impacto, que hace que...

¡No!

No dejaré que abra ese arcón donde su amor está guardado bajo llave.

Pasa página, me digo.

Pero en algunos momentos es mi Brittany, coqueta, con sus ojos azules que me gritan que la vuelva a acoger en mi vida. La deseo... su fuego arde en mí, tocarla es un duro golpe, porque no me saciaba... y sigo sin hacerlo. Y tengo que rechazarla, me parte mirarla, recordar lo vivido juntas y que después... se fue y se llevó todo con ella.

No quiero hablar con nadie, me he venido abajo.

Bree es una excusa que ya ni me sirve. Brittany está mal y yo también. Su ataque de ansiedad me hizo flaquear y yo... no puedo dañarla. Ni Blaine es capaz de calmar esta agonía que disfrazo frente a ella.

Y sí mi secretaria me llama: señora López, pero son otros labios los que lo pronuncian y para mí no es igual...


—Fui a verte—le recuerdo.

—Mi señora López.


La he visto, he sucumbido ante ella, ¿cómo no hacerlo?

Es mía, mi mujer.

Quiero rechazarla y no sé, soy otra, ella me ha hecho esto. Me desea y suplica, resistirme cada día es muy difícil y su presencia me duele. Dice que me ama... y yo. Quiero tocarla, besarla... probarla. Es una adicción para mí...

Le he dicho que quiero intentarlo, ¿podré?

La imagen que tengo de ella es el recuerdo de su marcha y me desgarra el alma. Quizá ya nunca recupere la confianza; sin embargo, hoy soy consciente de que la empujé lejos de mí y tengo miedo.

No puedo volver atrás y ya... no sé estar sin ella.

Nunca he sabido.

¿Podré con esto?


—Y me desarmaste—le sonrío.

—Tu chica de servicio.


Hemos dormido juntas, estoy tocada y hundida.

Ha venido disfrazada con su uniforme, ¿cómo no cautivarme?

Me vuelve loca y el estar junto a ella, su receptividad... Su cuerpo como lo recordaba, blanca y suave.

Es mía porque nadie la ha tocado, está marcada por mí y yo por ella. He muerto al sentir cómo me acoge y me quiere. Lo he sentido todo, no cabe duda... Es mi locura, pero hay temores que no me permiten avanzar.

Estoy asustada, quizá no sepa hacerla feliz.

Es un quiero y no puedo, me paraliza rendirme a este amor que casi nos destruye a las dos.

Tengo pesadillas... imagino que está con otra persona, que me deja... Pero hace unos minutos he sido una cerda. La he dejado en la puerta de su casa, después de haberla disfrutado en el coche y no es lo que quiero. Sé que estará desconcertada...

Mañana quiero que todos sepan que he vuelto con mi mujer, pese a las dudas.

La necesito en mi vida.


—Y llorabas, Britt-Britt...

—Y tú me calmaste.


Han sucedido tantas cosas, hemos vuelto y discutido. La he dejado... Estoy lejos, reflexionando. Su hermano y Kitty me dicen que miente, Bree se mete en medio y no la soporto, me está destrozando. Confío en Noah, es mi mejor amigo... Pero... Necesito a Brittany.

¿Me haría ella algo así?

No, ahora entiendo que me están jodiendo.

Brittany es mi mundo, ¿cómo estará?

¿Por qué nos hacen esto?

Tres semanas sin tocarla de nuevo y estoy hecha polvo.

Tengo que verla y suplicarle perdón por todo.

Es mi vida, ¿de cuántas maneras tendré que hacerle daño para entender que sin ella no soy nada?



—Y entonces cogiste el virus—me burlo.

—Sí... un virus llamado Santiago.


Llevo toda la noche mirándola, llorando.

Me va a hacer mamá.

No me lo creo.

¿Por qué tiene que ser todo tan complicado?

Ella se realizó un tratamiento con mis óvulos y no me dijo nada y ahora no sabe si dicho tratamiento funciono, pero yo me estoy muriendo.

Mi Brittany, cariño, soy la mujer más feliz del mundo.

Estoy asustado.

¿Y si no estoy a la altura?

Tengo tanto para darles a los frutos de nuestro amor... Es un sueño tenerla en mi cama, disfrutarla con esta plenitud y estabilidad que nos faltaba. Lo ha pasado muy mal, sin apoyo de nadie. Ni siquiera el de su hermano, al que adora...

Cuidarla será mi prioridad y sé que no será fácil.


—Y no lo fue—susurro.

—Nada lo es cuando se trata de ti y de mí.


¿Hace cuánto que no escribo?

Estoy mal... ella no sabe que me siento como una puta mierda. Tengo miedo de que mi niño sea como yo.

Sé que la posibilidad es casi nula, pero ¿y si resulta ser como yo?

¿Le destrozaré la vida?

He roto algunas cosas y compro sin mesura. Salgo a correr de madrugada...

Veo la mirada de Brittany y sé que está cansada. Me duele estar haciéndole daño. Yo sólo quiero fundirme en su calor, pero temo lastimarla.

¿No valgo para nada?

Con los primeros movimientos y ecografías todo era especial.

Mi Brittany insegura, enrabietada al pensar que no la deseo, ¿cómo dudarlo?

Sabía que guardaba secretos, pero quería que todo fuera perfecto... hasta que el miedo se apoderó de mí. Hoy Noah me pide calma, al igual que a Brittany.

Mi cuñado está aquí y no niego que su apoyo ha sido crucial.

Blaine me dice que todo esto es normal, que hay cambios, tormentos del pasado que se mezclan con el presente.

Mi niño verá a una de sus mamás loca que... bipolar.


—Pude superarlo, Britt-Britt.

—Estoy muy orgullosa de ti.


Ya ha nacido, es igual a mí y por las noches no duermo. Justo ahora estoy con él. Brittany no pasa un buen momento, teme no ser una buena mamá... imposible.

Pero sé que podremos superarlo.

Estamos bien... Santiago la querrá como yo.

Mi pecho se hincha de orgullo al contemplarlos, ella acurrucada, con la cara más hermosa del mundo.

Pierde peso de forma acelerada y me preocupa que rechace a Santiago, como les ocurre a otras madres.

Ellos dos son mi vida y mi fuerza y espero no fallarles de nuevo.

La han querido perjudicar, creía que me moría al imaginarla en otros brazos y lejos de mí, secuestrada por un salvaje... Me fui y casi le fallé. Pensar que la había defraudado me destrozó... Ni siquiera podía mirarla, pensando que había estado con otra.

Temía perder a Brittany, a la familia que tenemos.

Era como un puñal en mi pecho. Pero al enfrentarme a todo, supe que no sería así.

Yo la quiero por encima de todo y nunca podría engañarla. Con la alegría de ir a verla me dejé llevar por Dani. Yo nunca he deseado nada de ninguna otra mujer.

No desde que Brittany Pierce, la chica de servicio, se cruzó en mi vida.

Y confió en mí, sin importarle nada... No la merezco, es la persona que más me ha soportado, desde el primer al último día de nuestra unión.

Tengo que compensarla.

He traído a su vida sufrimiento, dolor, y aun así, está aquí y no duda de nosotras.

Yo hoy tampoco lo hago, porque aquello ya se acabó.

Porque hoy soy otra por y para mi familia. Y porque ya no están Sam, Bree e incluso Dani para hacernos daño.

Brittany se merece todo lo bueno que yo pueda darle.

Aquí la tengo... en la playa, un regalo que le he hecho, mientras yo cuido de Santiago, que duerme en mis brazos creciendo poco a poco. Ya coge cositas y prueba algún que otro alimento que Brittany le prepara. Han transcurrido tres meses maravillosos.

LA AMO.

¿Cómo puede ser tan perfecta?

Estoy celosa, porque un cerdo la está mirando... Voy a matarlo...

Sí, me he comportado como una niña pequeña y le he lanzado una piedra a escondidas por no ir a partirle la cara.

¡Que se joda!

Falta un mes para volver y no me lo va a echar a perder. Y ella va a tener una noche de tortura por atrevida, por ser tan sensual aun sin pretenderlo.


—Y qué noche—susurra—Qué noches, López.


Es la semana más feliz de mi vida.

No sé qué pasó hace dos días que, al unirme en ella, al tocarla y amarla, fue diferente. Me tiene loca, sus pechos redondos y su culo respingón me arrastran al límite.

No me sacio y lo sabe.

Quiero más y más...

¿Será una señal este viaje?


—Lo fue—corrobora ella.

—Mi locura.


Al volver decidimos que se volviera a someter al tratamiento para quedar embarazada, pero sin muchas expectativas… pero

¡Embarazada de gemelos...!

No puedo creerlo.

Quizá no pueda ni escribir, quiero regalarles ahora cada segundo, disfrutar de Santiago, ya que lo que nos aguarda quizá no nos dé respiro.

Imagino a Brittany de nuevo con el vientre hinchado, de mí, de nuestro amor y pierdo la cabeza. Mi propósito es gozar de cada minuto que en el otro embarazo me perdí por idiota, por miedos que ya no existen. Quiero notar cada movimiento, vivir el parto... también los primeros pasos de Santiago...

TODO.


—Me matas, San.

—Y a mí esta sonrisa tuya.


Me he perdido tanto en ellos, que hace meses que no escribo. Soy feliz a más no poder.

Ella me lo ha dado todo, he podido cumplir cada sueño y propósito. Entregar lo que yo no tuve, mimar a mi familia como no me mimaron a mí. Rehacer una vida hecha pedazos...

Santiago, Susan y Sugar, completan esta grandiosa felicidad.

¿Qué me ha hecho mi descarada?

La amo como el primer día, la miro y la quiero más si cabe.

Hoy está aquí, leyendo esto, y me está sonriendo con esos labios que son para morderlos y no soltarlos.


—López...—gimotea y yo sonrío.

—Ya vuelvo, espérame y no toques nada.



Hola amor, he escrito en tu diario y, una vez más, no te obedezco. Sé que has ido a ver cómo están nuestros hijos y yo aprovecho para decirte que este recorrido por nuestro largo camino me ha servido para ver una vez más cómo eres.

Para sentirme orgullosa de ti y de ser tu elegida.

Hoy es nuestro tercer aniversario y ¡hemos vivido tanto!

Aquel 29 de octubre de 2011 estaba llena de miedos, hoy la sensación de seguridad a tu lado colma mi pecho.

Gracias por este maravilloso regalo en un día tan mágico y especial.

¿Te he dicho que te amo?

TE AMO, MI SEÑORA  LÓPEZ.

De tu descar...


—Brittany, ¿qué estás haciendo?

—¡Léelo!—grita agitada.


No me hace ni caso.

Le encanta picarme, y a mí me hechiza que lo haga como lo ha hecho desde que cruzó la puerta de mi despacho, hipnotizándome... Es incontrolable.

Aquí está, excitada, sentada en mis rodillas y burlándose de mí.

¿Qué voy a hacer con la chica de servicio más traviesa del planeta?

No me puedo dominar, es mi perdición.

YO TAMBIÉN TE AMO, SEÑORA LÓPEZ-PIERCE.


—San—gime—Me estás arrancando el camisón.

—Lo sé. A la mierda el diario.

Ardo con su provocación.

—Por ahora, tres cuadernos bastan para plasmar nuestra historia.

—¿Tú crees...?

—Aunque... siempre querré más.

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Hola, aquí el fin de otra linda historia, espero que les gustara. MUCHAS GRACIAS! a todas las personas que se dieron el tiempo de leer y más aun de comentar, GRACIAS!

Ya subo el prólogo de otra.

Como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio! Saludos =D