[Resuelto]FanFic Brittana: Por la Eternidad (Adaptada) Epílogo

Capitulo 2

—Buenas tardes,—saludó Quinn al grupo de pasantes que se habían reunido en la oficina de reuniones—Hoy es el primer día de sus pasantía, son sólo seis semanas, pero van a trabajar duro. Ahora son quince personas, para las pasantía largas solo quedaran siete y luego veremos qué pasa—explicaba—Serán asistentes de las distintas gerencias y rotaran cada semana, los distribuiremos en cada una de las áreas y me reportaran a mi y a la Gerente de Recursos Humanos, por supuesto.

La Gerente de Recursos humanos se levantó y dijo:

—Les pagaremos las pasantía y gozaran de seguro durante estas semanas, además tendrán el almuerzo gratis en el comedor.

Se escuchó un murmullo en la sala producto de la alegría de los pasante al escuchar estas noticias, pero todos se tranquilizaron rápidamente porque sabían que las pasantías no estarían fácil.

Comenzaron a nombrar a los pasantes y enviaron los dos únicos pasantes hombres al área de los abogados; a algunas chicas no les agradó la idea, pues querían estar en el área de Santana López.

Se corría el rumor de que era el camino fácil para quedarse dentro de la empresa, pero Brittany sabía que no era así, por lo que había leído, Santana se cansaba rápido de sus conquistas.


Al llegar su turno de saber a qué área sería asignada, Brittany quedó muy contenta, iba a trabajar en el área de Quinn, justo donde quería comenzar, se dijo a sí misma.




Tanto los gerentes que asistieron a la reunión como los pasantes, salieron uno a uno de la oficina de reuniones para dirigirse al área que le había sido asignada; los gerentes a sus respectivas oficinas.

La oficina de Quinn estaba ubicada en el lado este del piso y tras la reunión volvió rápidamente a su puesto, pues tenía trabajo importante que hacer y muy poco tiempo.

Previamente le había pedido a quien sería su pasante, Brittany, que le buscara unos documentos en una de las gerencias que quedaban en el piso inferior.

En ese momento, Quinn, estaba sentada tras su escritorio y a través de los cristales tenía una vista completa de los cubículos donde a diario el personal desempeñaba las tareas asignadas.

Cada una de esas personas representaba un eslabón en el éxito de la empresa.

Miraba a través de los cristales cuando vio a Brittany salir del ascensor y dirigirse a su oficina, apenas había cruzado un par de palabras con ésta.

Aprovecho para detallar un poco más a la joven mientras se acercarse a su oficina. Iba vestida formalmente, aun así pudo notar que era una persona humilde, pero su ropa estaba impecablemente limpia, lo que denotaba el carácter de una persona que se tomaba el trabajo en serio.

Cuando Brittany finalmente llegó a la puerta de su oficina fingía estar concentrada leyendo un documento. Al escuchar un toque en su puerta levantó levemente la vista e hizo un gesto que le indicó que podía pasar.

Brittany se adentró en la oficina hasta colocarse detrás de las sillas de visitante que franqueaban un enorme escritorio color caoba.

—Buenos días, Señora, para presentarme oficialmente, soy Brittany Pierce, y aquí tiene los documentos que me pidió—trató que su voz sonara firme y confiada, mientras le tendía una carpeta a la gerente—Quiero que sepa que estoy a su total disposición y espero me indique cuáles serán mis tareas para ponerme ahora mismo a trabajar en ellas—dijo Brittany a Quinn
mirándola a los ojos.

—Buenos días Brittany,—contestó la gerente con tono amable y sonriéndole a la mujer parada delante de ella—soy Quinn Fabray-Berry—dijo mientras se levantaba y le tendía la mano a Brittany.

Está se movió rápidamente para estrechársela.

—Mucho gusto—contestó Brittany sonriéndole ampliamente.

—Por favor siéntate—indicó una de las sillas.

Brittany volvió a sonreírle mientras se sentaba y observaba cómo Quinn volvía elegantemente a tomar asiento frente a ella.

—A ver Brittany, ¿cuántos años tienes?—preguntó.

La pregunta sorprendió a Brittany, pensaba que iban a hablar de trabajo.

—Tengo 24 años—respondió a pesar de sentirse algo desubicada.

—Bien, yo tengo 27 años, apenas unos pocos más que tú, así que por favor, no me llames señora, dime solo Quinn—pidió.

Brittany sonrió.

—Está bien.

—Vamos bien entonces—dijo mientras se recostaba en su silla—Antes de comenzar, primero que nada, quiero que me cuentes cuál área de la compañía es la que más te gusta y por qué quieres estar aquí.

Brittany se lo pensó un poco, era una pregunta sencilla para ella pero debía responder con propiedad y seguridad para dar una buena impresión, nunca se tiene una segunda oportunidad de dar una buena primera impresión.

“Y ante esta mujer, mucho menos”—pensó.

—Justamente esta es el área que más me gusta, Quinn. Me alegró haber sido asignada para las primeras semanas, y creo que esta es la mejor compañía publicitaria del país, pretendo ser la mejor, así que para serlo, definitivamente, tengo que empezar por aquí, con los mejores—fue su nerviosa respuesta.

Puso su verdad sobre la mesa.

¿Sonaba ambiciosa?

Tal vez, pero tenía sus objetivos claros.

No pretendía pasar por encima de nadie, sólo quería trabajar y demostrar su talento.

Aquí tenía una oportunidad de hacerlo, así que la iba a tomar.


A Quinn le complació la respuesta de la pasante, personas así era las que necesitaba en la compañía para hacerla exitosa, sólo faltaba ver que tan duro estaba dispuesta a trabajar y si tenía talento, ella estaba dispuesta a pulir ese diamante.

—Muy buena respuesta—dijo asintiendo levemente con la cabeza y sonrisa de satisfacción—Bien, vamos a comenzar revisando una campaña, así que necesito que busques cierta información lo más rápido que puedas porque en la tarde vamos a trabajar desde mi casa. Estoy remodelando y necesito estar en casa. Esta campaña es muy importante y no puedo dejar pasar el día, así que prepara todo lo que te voy a indicar y a la una nos vemos aquí para salir a mi casa—dijo la gerente de publicidad mientras sacaba papeles de la carpeta que le había traído Brittany y hacia anotaciones en una libreta.

A Brittany la mujer le pareció algo arrogante, a pesar de que ésta tenía la reputación de ser una mujer justa y amable con todo el mundo.

Darle esas órdenes sin preguntar si quiera si estaba de acuerdo en trabajar fuera la compañía.

Ni siquiera sabía si eso podía hacerse.

No quiso preguntar en el momento porque temía comenzar con una mala situación sus pasantías, además, la gerente debía saber si estaba bien o no, así que espero pacientemente a que Quinn le diera la información.

De inmediato se ubicó en el cubículo que le había sido asignado frente a la oficina de la que sería su jefa y comenzó su búsqueda.

No le resultó fácil porque no tenía idea por dónde comenzar, pero aun así, se las arregló para conseguirlo.

Afortunadamente, la secretaria de Quinn era muy diligente y amablemente la ayudo a orientarse con lo que necesitaba.




A la una en punto, después del almuerzo, Quinn llegaba a su oficina y encontró a Brittany esperándola ya.

Desde ahí, partieron casi de inmediato a casa de Quinn.






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Al otro lado de la compañía estaba Santana trabajando con Rachel.

—Esto no está bien Rachel—decía Santana—No es posible que tengamos que invertir en estas cosas, tenemos que automatizar y vendorizar las operaciones, yo puedo ajustar todo lo legal pero esto es una pérdida de dinero y una responsabilidad que no debemos asumir, para eso están otras
empresas.

—Yo recomendé lo mismo San, pero tu tío no quiso oír nada al respecto, solo me dijo: “Rachel, aún eres una niña, mira y aprende. Así se ha hecho durante todos estos años, no lo vamos a cambiar ahora”.

Santana se dejó caer en su asiento sabiendo que si su tío se había cerrado ante el tema, no serviría de nada insistir.

Con algo de frustración se mesó el pelo.

—Llevamos toda la tarde trabajando en estos y no existen suficientes cláusulas que nos protejan, si algo sale mal vamos a perder mucho dinero.

—Mira San, es tarde ya y estamos casadas, además seguir adelante no nos servirá de nada, todo nos lleva al mismo lugar, es un camino sin salida. O tu tío nos escucha y acepta cambiar las cosas o en algún momento no vamos a poder proteger del todo la compañía y como dices, vamos a perder mucho dinero—Rachel estaba cansado de tratar de enderezar las cosas en la compañía, pero con Alberto López a cargo, era muy difícil—Vamos a casa, te invito a cenar. Dejemos esto a un lado y hablemos en casa de nuestros negocios e inversiones, vamos muy bien. Tu capital ha subido bastante y sería bueno que le demos una buena mirada, tenemos que ver el modo de protegerte a ti y a la Quinny.

Santana también estaba cansada y necesitaba un buen trago para relajarse un poco y que mejor lugar que le hogar que habían construido Rachel y Quinn, ahí se respiraba paz, y también se comía la mejor comida de la ciudad.

—De acuerdo, vamos, necesito un buen trago de whisky.




Mientras Santana conducía su BMW camino a casa de Quinn, pensaba en los cambios que la compañía necesitaba y las mejoras que podía hacer.

Tal vez podría comenzar desde cero, sus inversiones estaban por buen camino, pero descartó la idea casi de inmediato.

Esa era la compañía que había fundado su papá, era el negocio de sus padres, tenía que trabajar en ella, ese era su deber.

Algunas personas pensarían que por heredar algo se tenía todo arreglado en la vida, pero no era así, el nivel de responsabilidad y el compromiso que generaba era muy pesado de cargar.


Cuando giró para tomar la entrada que la llevaría a la casa de Quinn, los grandes portones aún estaban abiertos, lo que le indicó que Rachel había llegado antes que ella.

Condujo por el largo camino mirando por el retrovisor cómo los portones se cerraban automáticamente. Se estacionó cerca de la entrada de la casa. Bajó del auto y caminó con paso firme a la casa.





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Quinn y Brittany estaban reunidas en la habitación que funcionaba como oficina cuando Rachel o la ojiverde necesitaban trabajar en casa.

La puerta de pronto se abrió y Brittany se quedó helada cuando una figura morena, de cabello negro entró en la habitación y abrazó a Quinn, le dio un pequeño beso en los labios.

Brittany enrojeció cuando vio el gesto.

Identificó a la mujer como Santana López, sólo la había visto en fotos. Era mujer hermosa con un estilo único, su cabello negro con los ojos oscuros creaban un contraste implacable; su ropa de alta costura, la hacían ver muy elegante.

Era una mujer con un cuerpo realmente envidiable, había podido ver muchas fotos en las revistas pero nada como tenerla frente a frente.

Era sencillamente encantadora.

Detrás entró Rachel.

—Lo siento San, pero pierdes el tiempo, Quinny no te corresponde—dijo Rachel sonriéndole con odiosa autosuficiencia, mientras le tendía un vaso con whisky y hielo y le pasaba un brazo por la cintura a su esposa.

Santana torció el gesto, pero agradecía el vaso en sus manos.

—Me di cuenta de eso hace mucho, pero cuidado o te la robo—advirtió a Rachel mientras la señalaba con el dedo índice y le sonreía malévolamente.

Quinn se rio de la cara que puso Rachel ante la advertencia de Santana.

Brittany presenciaba la escena que se llevaba a cabo entre las amigas, pero su mirada estaba puesta en Santana, le gusto esa sonrisa tan natural de la mujer, sus ojos oscuros brillaban como dos estrellas.

Era definitivamente dulce, como un niño en un parque.


Santana de pronto se percató de la presencia de Brittany en la habitación, que estaba un poco apartada porque revisaba unos archivos, así que de inmediato puso en marcha su coqueta galantería.

—Qué mujer tan bella tenemos aquí—dijo acercándose a Brittany.

Al escuchar tal expresión de la mujer de ojos oscuros, Brittany sintió una llama recorrer su cuerpo y se sintió aturdida sin saber cómo reaccionar.

—Permítame ser un poco más educada que mis amigas aquí—señaló a sus amigos haciendo como que las ignoraba.

Brittany no pudo evitar sonreír ante la mueca de Santana y las caras de vergüenza de Quinn e Rachel.

—Y presentarme. Soy Santana López.

Estrechó la mano de Brittany y aunque sus palabras pudieran parecer y sonar a pura galantería, era exactamente lo que pensaba.

La mujer en la habitación era una belleza, una rubia con un cuerpo bien proporcionado. Para Santana era imposible no babear teniendo a una mujer así en frente.

Era tan sencillo perderse en esos dulces ojos azules.

“Que momentos escojo para decidir portarme bien, por Dios”—pensó Santana.


Nerviosa por las palabras, mirada y presencia de Santana, Brittany apenas pudo encontrar voz para responder.

—Soy Brittany Pierce, pasante en la compañía—dijo sonriéndole amablemente a Santana.

La abogada se giró un poco hacia su rubia amiga.

—¿Así que llevando el trabajo a casa Quinny?—preguntó conociendo muy bien como era su amiga en cuanto al trabajo—Pobre chica, en su primer día—se compadeció de Brittany.

—Cállate López—pidió Quinn mientras le sacaba la lengua—Y disculpa Brittany por no presentarte adecuadamente a San, es que ella llega como un vendaval y no le da tiempo a uno de ser educada—dijo mirando de reojo a su amiga quien al escucharla, se llevó una mano a su pecho como si sus palabras la hubieran herido profundamente.

Quinn volvió a sacarle la lengua.

Todas rieron ante el gesto malcriado de Quinn.

Santana tomó un trago sonriendo y aprovechó el momento para mirar sobre el vaso un poco más a Brittany, quien de nuevo había vuelto su atención al archivo.

Luego de tomar el trago y bajar el vaso, seguía contemplando a Brittany. Está levantó la cabeza de pronto y se encontró con esa mirada azul que la había cautivado.

Sorprendida infraganti sonrió a Brittany y se volvió hacia Quinn.

—Y bien, ¿Qué vamos a cenar? muero de hambre—preguntó pasando su mano sobre su estómago para dar énfasis a sus palabras.

—Tana, no sabía que vendrías a casa—respondió Quinn sin despegar la vista de los documentos que tenía entre sus manos.

—Tu esposa me invitó—dijo mirando impasible a Quinn.

Ésta miró a su esposa quien de pronto estaba muy interesada en unos libros. Quinn negó con la cabeza sonriendo mientras volvía su mirada hacia Santana.

—Como siempre tengo comida para ti, lo que no sé es si será suficiente, comes demasiado.

Brittany escuchaba la conversación y se sintió inmediatamente fuera de lugar, no sabía que fuera tan tarde.

Se había concentrado tanto en el trabajo, que no se había percatado de la hora.

—Ya es tarde, es mejor que me marche—dijo Brittany mientras colocaba unas carpetas de nuevo en el archivo y se levantaba—Si me dices dónde hay una parada de autobuses, te lo agradeceré Quinn.

—No, por favor, vete en taxi y lleva la factura a la compañía, yo me encargaré que te reembolsen el dinero—dijo Quinn.

Brittany se sonrojó notablemente, no tenía suficiente dinero para pagar un taxi, pero no planeaba decirlo ante estas personas.

—Me da un poco de temor tomar un taxi sola, así que prefiero el transporte público.


Santana no paso por alto la expresión azorada y sonrojo de Brittany; no por algo era tan buena abogada.

Sabía leer a la gente, por eso intervino inmediatamente.

—Brittany, por favor, permíteme llevarte a casa. Por aquí no pasa el transporte público y ciertamente es muy tarde para que te vayas en taxi, no es bueno para la imagen de la compañía ponerte en ese riesgo—dijo tratando de sacar a Brittany de la situación sin ponerla en evidencia.

Miró a Brittany pidiéndole tácitamente que aceptara la propuesta. La pasante volvió a sonrojarse.

—Bueno, ya que San te va a llevar a casa, cena con nosotras Brittany, por favor—pidió Quinn.

A Brittany no le quedó más que aceptar.

—Espero no sea una molestia—dijo Brittany.

—No, por favor, sólo denme unos minutos para dar las instrucciones a Sue en la cocina—Dicho esto Quinn salió de la habitación en dirección a la cocina.

Brittany se giró hacia Santana sonriéndole casi tímidamente y agradeciéndole también, tácitamente, su gesto.

—San, voy por otro whisky, ¿Te apetece otro?—ofreció Rachel.

—Por supuesto—contestó devolviéndole el vaso ya vacío.

—¿Quieres algo de tomar Brittany?

—No, muchas gracias—respondió sonriéndole amablemente.

Rachel también salió de la habitación.

Santana no podía dejar de mirar a Brittany, la mujer era bella, demasiado bella. Tenía un cuerpo moldeado por los dioses, todo estaba en su lugar y en buenas proporciones.

Con sólo mirarla sentía que su cuerpo se tensaba.

Parecía una chica honrada, y también orgullosa; pudo decir que necesitaba dinero para pagar el taxi y Quinn se lo hubiera dado pero no se fue por ese camino.

Santana estaba segura de que se habría ido caminando sino se hubiera ofrecido a llevarla. Era humilde, pero no estaba dispuesta a usar eso para ganar puntos en el trabajo, ni tampoco para inspirar lastima.

Brittany había vuelto a sentarse y revisaba unos documentos mientras Santana permanecía en silencio en la habitación; estaba consciente de su presencia y que la mujer la miraba de vez en cuando, aunque intentaba disimularlo.

Brittany lentamente se giró hacia Santana, un poco para sacudir la leve inquietud que la mirada de la abogada le producía.

La morena la miraba a los ojos, esos ojos azules como el cielo y apenas pudo reaccionar cuando le habló.

—Gracias, le agradezco mucho su ofrecimiento, no quería causarte molestias—dijo Brittany tímidamente.

—No, por favor—descarto el agradecimiento con un gesto con la mano—Nunca es una molestia llevar a alguien que lo necesita a su casa, además sería muy poco responsable dejarte ir sola a esta hora.

—Yo sé por qué lo haces, te diste cuenta, ¿verdad?—dijo mirando a los ojos a Santana con orgullo.

Astuta como todo abogado, Santana cubrió de nuevo las evidencias.

—No sé de qué hablas—frunció el ceño para hacer más consistente sus palabras—Hay una linda chica que necesita llegar a casa y yo puedo llevarla. Es una de las cosas que mi papá me enseño—concluyó Santana sonriéndole coqueta a Brittany y guiñándole un ojo.

Esto definitivamente no lo decían ninguna de las revistas que Brittany había leído.

Santana López era educada, con armadura y todo, además tenía los ojos oscuros más lindos que había visto en su vida, profundos y serenos como la noche.




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—No es bueno espiar—susurró Rachel a Quinn al oído.

Quinn se sobresaltó.

—¡Me asustaste tonta!—dijo golpeándola en el brazo y también susurrando—Además, no espío, sólo trato de entender qué pasa. Te confieso que inicialmente pensé que San estaba tramando algo y me molestó mucho, esa chica es buena de verdad, pero ahora que lo veo bien, actúo de muy buena fe.

—Vamos Quinny, deja de hacer de cupido, San puede encontrar el amor sola—le dijo sabiendo de la insistencia de su esposa por meter a Santana en una relación seria.

—Rach, por favor, San no puede encontrar ni sus pantaletas sola y menos el amor.

—No sé amor, creo que San usa colales—dijo Rachel y sonriendo.

Quinny la golpeó de nuevo, pero esta vez en el hombro por su intento de chiste. Luego de esto entró en la habitación donde estaban Brittany y Santana:

—Bueno chicas, a comer, la cena está servida.






El comedor era grande y muy bien decorado con un estilo clásico pero sencillo que dejaba ver dos cosas: el buen gusto de Quinn y, claro, la inversión de una buena suma de dinero.

La comida estaba caliente y el olor hacia despertar todos los sentidos.

Quinn y Rachel se estaban sirviendo el plato. Brittany hacía lo propio con el suyo cuando miró a Santana; pudo notar de inmediato que la mujer de ojos oscuros esperaba a que Quinn terminara de servirse para preparar su plato.

Ella tomó plato de Santana y comenzó a servirle, no se dio cuenta de lo que había hecho hasta que puso el plato frente a la abogada, quien la miraba algo perpleja.

—Si algo no te gusta, puedes dejarlo en el plato—dijo Brittany a Santana.

Fue cuando realmente se dio cuenta que todas la estaban mirando y enseguida se sonrojó frenéticamente.

Para sacar un poco del apuro a Brittany, Santana dijo:

—Eso es imposible mi querida Brittany, yo como de todo—aseguró—Muchas gracias—sonriéndole y definitivamente mostrándole agradecimiento con la mirada.

Después de eso, Brittany no se atrevió a levantar sus ojos del plato y sólo se preguntaba por qué había hecho eso, pero no lograba encontrar ninguna respuesta.





La cena había terminado entre risas y comentarios sobre trivialidades del trabajo y la vida diaria de las cuatro.

Luego habían tomado un café y, finalmente, Santana y Brittany, al ver lo tarde que era, se dispusieron a partir.

Quinn y Rachel las despidieron en la puerta agradeciéndoles la compañía y pidiendo que se repitiera la ocasión. Santana y Brittany se dirigieron al auto.

Brittany admiró en silencio el auto deportivo, azul oscuro de dos puertas. Los vidrios eran completamente negros. No sabía nada de autos, pero ese definitivamente era un carro de lujo.

En su momento Rachel había felicitado Santana por la adquisición de su BMW, Serie M4.

Santana le abrió la puerta del coche a Brittany, algo que la sorprendió gratamente y subió al auto. Por dentro, el coche era todavía más lujoso y hermoso, para ella era casi una nave espacial.

Santana cerró la puerta y dio la vuelta al auto para tomar su asiento. Al acomodarse, presionó un botón y del frontal del auto se desplegó una pantalla.

—¿Me das tu dirección para colocarla en el GPS, por favor?—pidió a una Brittany que pantalla totalmente embelesada.

Esta tardó unos segundos en responder.

—¿Qué tal si te digo dónde está la pada de autobuses más cercana?—preguntó sintiéndose preocupada—No puedo imaginar un auto como este paseando por mi calle.

Santana se rió.

—Bueno imagínalo chica lista, porque eso va a pasar así que dame tu dirección—volvió a pedir.

Brittany se atrevió a mirar a la abogada a la cara y al ver la determinación de la mujer, se dio cuenta que Santana López no jugaba, así que no valía la pena discutir.

Rendida, le dio su dirección.

Una vez que Santana la cargó al sistema del GPS, se desplegó un mapa que le indicaría que dirección seguir para llevar a su auto hasta la casa de Brittany.

La pasante no sabía por qué, pero esperaba que su novio no estuviera esperándola en casa.

El auto rugió y aceleró a una velocidad que supera por mucho el nivel permitido.

“Esta mujer está loca”—pensó Brittany—Quiere matarse y a mí con ella también”.

Brittany fue presa del pánico.

—¡Por dios, baja la velocidad!—gritó Brittany, sosteniéndose casi fieramente de donde podía, a pesar de estar clavada en el asiento del auto.

Santana giró la cabeza y sólo le sonrió.

—Manejo muy bien, tranquila—aseguró.

—No, no, no, baja la velocidad, por dios, vas demasiado de prisa—volvió a pedirle a Santana con desesperación.

Entonces lo que Brittany no esperaba, ocurrió. Santana bajó la velocidad. No era nadie para que una López hiciera caso a una petición de ella. Lo que esperaba era que la abogada la bajara de su auto y le dijera que se fuera en caminando si así lo quería, pero la mujer de ojos oscuros no solo bajo la velocidad, sino que además, tendió su brazo derecho y le tomo la mano, tratando de tranquilizarla.

—Tranquila, estás conmigo—dijo Santana, sonriéndole amablemente—¿Te parece bien así?—había bajado la velocidad del auto notablemente.

Una corriente eléctrica recorrió el brazo de Brittany, aturdiéndola por completo.

Imaginó que era por el susto de la alta velocidad, así que trato de sentir la tranquilidad que el toque de Santana había tratado de transmitirle. No le dio importancia a la cálida y fuerte sensación que había recorrido su cuerpo segundos antes.


Llegaron a casa de Brittany bastante rápido.

Santana detuvo el auto e intentó bajarse para abrirle la puerta, pero la rubia la detuvo sujetándola por el brazo, no era seguro para ella bajar de un auto así en su calle.

—Por favor no te bajes—pidió Brittany a la abogada—Se abrir la puerta del auto y además, no es seguro para ti.

—Sé que sabes abrir la puerta—dijo sonriéndole—Y te agradezco la preocupación. Sabría defendernos a ambas, pero no quiero causarte más angustias de las que ya te causé por mi manera de conducir—pareció bastante apenada por esto último—Así que está bien, no bajaré del auto, pero si esperaré a que entres a la casa.

Brittany que ante eso no iba a haber argumento alguno.

—Está bien. Bueno, gracias por traerme, no sabes cuánto te lo agradezco.

Santana le sonrió.

—No tienes que agradecerlo Brittany. Me alegra traerte a casa segura—dijo Santana a Brittany mirándola con intensidad.

Brittany de pronto se sintió turbada.

—Buenas noches, Santana, hasta mañana—dijo intentando mostrar una tranquilidad que no sentía.

—Buenas noches Brittany, dulces sueños.

Brittany le sonrió y finalmente bajó del auto. Cuando salió se preguntó si debió despedirse con un beso en la mejilla, pero luego pensó que no era buena idea, supondría un abuso de confianza.

Santana López era la abogada en jefe de la compañía donde ella llevaba a cabo sus pasantías, debía saber mantener cada cosa en su lugar.

La morena esperó a que Brittany entrara a la casa para poner en marcha el auto.

Mientras conducía a casa iba pensando en Brittany.

No podía dejar de pensar en la rubia, pero también se dio cuenta que tal vez para la chica conocerla, no fue definitivamente lo mismo.

“Ni un beso de despedida me dio cuando se bajó”—pensó Santana torciendo el gesto.

Capitulo 3

Santana estaba parada frente a la ventana de su oficina, tenía una vista clara a la entrada del edificio, miraba a las personas entrar y en uno de esos grupo venía Brittany tan alegre y sencilla como la recordaba, definitivamente era una muñeca.

Llevaba una semana haciendo lo mismo.

Ella no era una fisgona, pero mejor era verla que acercarse a ella, eso sería muy peligroso. Esa chica tenía algo que la tenía aturdida como ninguna otra mujer lo había hecho en mucho tiempo desde Elaine.

En ese momento entró Rachel a la oficina sin tocar.

Sólo ella y Quinn se atrevían a algo como eso; estaba muy molesta se le notaba en la cara.

—San, necesitamos hablar ahora—dijo Rachel sin preámbulos.



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En otra parte del edificio estaba Quinn dando indicaciones a los pasantes.

—Buenos días chicos—saludó tan amigable como siempre—Voy a nombrar a los pasantes y a las oficinas a las que han sido asignados esta semana. Sam tú vas a finanzas. Finn a papelería. Dani, tú vas al departamento de derecho. Mercedes a finanzas, Brittany a Publicidad...

Brittany no podía escuchar más nada después de eso.

Ella no había rotado, se había quedado con Quinn justo donde quería estar y eso la hacía muy feliz.

No pudo dejar de notar la sonrisa de Dani.

Definitivamente no le gustó la idea de verla trabajando con Santana, había querido volver a ver a la abogada, pero al parecer ésta no había salido de su oficina en toda la semana.

—Brittany—llamó Quinn y la saco de sus pensamientos—Vamos a mi oficina.


Cuando llegaron a su oficina, Brittany le dijo a Quinn.

—Gracias de verdad, me gusta mucho estar aquí—pronunció las palabras sin poder ocultar su emoción.

Quinn sonrió algo conmovida por la reacción de la pasante.

—No lo agradezcas chica, me has ayudado mucho con este proyecto y no estoy dispuesta a perderte, menos ahora que tengo tanto trabajo y esos tontos de la remodelación hacen un desastre con mi casa, así que bien ganado tienes tu lugar aquí. Ahora espérame aquí, voy a buscar unos bosquejos que si no están para hoy, voy a matar a alguien.

—Yo los puedo buscar—se ofreció rápidamente Brittany.

—No, esto lo hago yo, tranquila. Ayer di una indicación y si no se cumplió, lo arreglo de una vez—dijo Quinn y salió de la oficina.

Brittany se quedó sola esperándola, con todo el trabajo que habían tenido la semana previa, no había tenido tiempo de detallar la oficina.

Era muy bonita, con colores alegres y muchas fotos de ella con Rachel. También había unas de Santana, se acercó para mirarlas. Había una donde la morena llevaba un kimono y alzaba un trofeo, estaba mucho más joven.

Estaba mirando otras fotos cuando sonó el teléfono. Brittany lo atendió después de un par de timbrazos.

—Buenos días, FL & Asociados.

—Quinny, ¿Eres tú?—preguntó desde el otro lado Santana.

Al escuchar su voz, a Brittany se le aceleró el corazón.

—Em... eh… Habla Brittany, ¿Cómo estas, Santana?—respondió con timidez la pasante.

Su respiración estaba agitada, así que intentaba controlar la voz.

—Quinn salió, ¿quieres que le deje algún mensaje?

Silencio en la línea durante algunos segundos.

—Britt busca a Quinny y tráela a mi oficina es urgente—dijo sin más Santana y colgó.

“Britt, me llamó Britt y se escuchó tan lindo”—pensaba para sí Brittany, pero sin comprender por qué escuchar su nombre dicho de esa manera por Santana le causaba tanta emoción, era algo que iba más allá de su comprensión—“Pero ¿Por qué ella la llamaría así? Sólo mi familia usa ese diminutivo”.

No quiso pensarlo más.

La morena dijo que era urgente así que salió disparada a buscar a Quinn.




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Cinco minutos después, entraban las dos a la oficina de Santana.

Rachel estaba sentada en el sofá que estaba en la oficina de Santana, al ver a su esposa entrar a la oficina, su rostro se transformó por la rabia, se acercó de una zancada a Santana y la sujetó por la camisa.

Rachel era bajita pero valiente.

Entre dientes le dijo:

—¡Comadreja traidora!, ¡¡la llamaste!!

—Tranquila Rach, esto debes hablarlo con Quinny, es algo de dos—dijo tranquilamente Santana a su amiga, tratando de calmarla e intentando zafarse de su agarre.

Quinn al ver la actitud de su esposa, corrió hacia ellas y puso su mano sobre la de Rachel e intentó que soltara a Santana.

—Rach, suéltala y dime qué pasa—exigió Quinn a su esposa.

Rachel mecánicamente la soltó, pero sin dejar de mirar a Santana. Cuando la abogada se vio liberada, aprovechó y tomó la mano de Brittany y se la llevo a un pequeño cuarto que tenía en su oficina donde se cambiaba de ropa cuando era necesario.

Era una habitación pequeña con un banco y acceso al baño de la oficina. La habitación era tan pequeña que no podían estar a más de un metro de distancia.

—Disculpa por favor que te arrastrara a esto, pero la verdad es que Rachel y Quinn necesitan revisar esto juntas y a solas—explico Santana a la pasante casi susurrando.

Brittany se removió un poco para intentar sacudir el temblor de su cuerpo.

—Disculpa que te lo pregunte pero, ¿Qué pasa?—pregunto Brittany con cierta precaución, no quería parecer una entrometida.

Santana, miró la puerta detrás de Brittany, tomando tiempo para decidir si contarle o no. Respiró profundo y de nuevo miró a los ojos a la pasante.

—Supongo que ya que te arrastre a esta situación y a este cuarto, mereces que te lo cuente—hizo una breve pausa—Veras, Rachel y Quinn, como toda pareja enamorada, decidieron tener un hijo. Mi tío se enteró y explotó la bomba. Como sabes, esta compañía se llama “FL” de Fabray y López, mi tío quiere que el niño solo lleve el apellido Fabray en lugar de Berry, que es el apellido de Rachel y está muy dolida por eso, siente que la continúan rechazando por no ser rica de cuna. Y ni siquiera pensar en que sea Rachel la que quede embarzada.

Brittany escuchó con atención y se quedó meditando en las palabras de la abogada, de pronto sorprendió a Santana preguntándole:

—¿Qué piensas tú de esto San?, me gustaría saber tu opinión.

Santana pensó unos segundos antes de contestar.

Le gustaba que Brittany le dijera así.

—Yo pienso que un apellido puede abrirte puertas en la vida. Fabray es un apellido de legendario que dónde se escuche, iluminará el lugar. Así funciona tristemente nuestra clase. Sin embargo, si se me concediera el milagro de tener un hijo, me importaría muy poco el apellido que llevara. Me sentiría agradecida con Dios solo por tenerlo, pero eso nunca va a ocurrir—finalizó
casi con tristeza.

Brittany se aproximó a Santana un poco más, sentía su tristeza aunque no terminaba de comprenderla.

—San, ¿Por qué piensas que no vas a tener hijos?

Santana sonrió ante lo que a la rubia le pareció una inocente pregunta.

—No sé si lo sabes Brittany, pero soy lesbiana y además de eso no merezco tener un hijo, no sabría ser su mamá—dijo casi con amargura la bogada.

A Brittany le sorprendió la seguridad con que Santana sentenció lo de ser mamá. Pudo ver dentro de la morena el deseo oculto de convertirse en mamá.

Se acercó un poco más, la necesidad de consolar a la pelinegra era muy superior a todas sus reservas.

—El que seas lesbiana no es una limitación para tener un hijo y escúchame Santana López, serias una excelente mamá—aseguró con firmeza—No te permito pensar lo contrario.

Santana la miró sorprendida, nunca nadie le había hablado así.

Dicho esto, Santana perdió su reservas y giró el rostro para que Brittany no viera la tristeza que reflejaban sus ojos.

Una familia era algo que ella deseaba pero no se sentía capaz de tener y mucho menos de merecerla. Estaba contándole sus mayores anhelos y tristezas a una desconocida, era una locura pero se sentía tan natural.

Brittany no pudo soportar más verla tan triste, se acercó y la abrazó. Santana se sorprendió al sentirse rodeada por los cálidos brazos de la pasante y sin pensarlo un segundo, le devolvió el abrazo y se quedaron así más tiempo de lo que sería reglamentario para un abrazo de consuelo, pero ninguna de las dos era capaz de soltar a la otra.



Brittany se percató de que la oficina estaba en silencio, se notaba que ya Quinn e Rachel habían salido y no existía razón para seguir en ese cuartito abrazada a una mujer que, además de todo, le gustaban las mujeres.

Tenía que retomar el control, esto no estaba bien y no podía dar una impresión errada, porque a fin de cuenta, a ella no le atraían las mujeres.

Al menos eso era lo que pensaba hasta ahora.

Siempre le había gustado el cuerpo femenino, en especial así como el de Santana, fuerte y suave.

Porque, Dios, esa mujer era todo eso y más, pero de eso a pasar a enamorarse de una, a pecar de esa forma, no era posible. Ella sencillamente estaba apoyando a alguien que lo necesitaba y eso era todo, así que era hora de regresar a la realidad.

Brittany se apartó un poco.

—San, creo que ya se marcharon, espero que solucionaran todo.

—Oh sí, es cierto, salgamos de aquí—respondió algo sobresaltada porque estaba sintiendo demasiado, un minuto más y de seguro comenzaría a acariciarla y un segundo más, pasaría a besarla.

Se reprendió a sí misma por esos pensamientos.

Esa chica la consolaba y ella pensando en seducirla.

Salieron de la habitación y a Santana se le comenzaba a hacer incómodo el silencio entre ambas porque insistían en volver a su cabeza esos pensamientos.

Para llenar el silencio, dijo:

—Britt, ¿Me permites invitarte a comer? Ya es mediodía y no creo que Quinn te de trabajo por el resto del día.

“Dios me llamo Britt de nuevo, que lindo se escucha de sus labios, ¿Cómo decir que no?”—pensaba Brittany.

—Claro San, acepto tu invitación, vayamos a comer, dicen que el comedor tendrá carne a la parrilla hoy.

—Nada de eso señorita, vamos a comer afuera y ya que te gusta la carne—parecía emocionada ante la mención de la carne—Vamos a ir a restaurante que me gusta mucho y comeremos carne término medio.

—¿Término medio?—preguntó frunciendo el ceño bastante extrañada.

Había escuchado el término, pero no nunca había probado la carne así.


Entraron en el ascensor. Casualmente eran las únicas ahí así que la conversación siguió muy amena.

—Sí, me encanta la carne medio cruda, es una delicia. ¿No la has probado?—preguntó Santana y al ver el gesto en la cara de Brittany, supo la respuesta. Se rió por la cara de la pasante—Mira, tienes que probarla, no puedes saber si te gusta o no, sino la pruebas.

Más gestos de desagrado en la cara de Brittany.

Más risas de parte de Santana.

—Al menos pruébala, estoy segura que te va a gustar—instó guiñándole el ojo.




Llegaron a un restaurante que, según la perspectiva de Brittany, definitivamente se parecía a Santana.

Tenía el aspecto de ser unas cuevas, paredes de ladrillos, iluminación media. El suelo era de vidrio y debajo de él había botellas de vino.

Para Brittany era impresionante, nunca había estado en un lugar tan sofisticado.

Al entrar, todos saludaban a Santana, el maitré muy solícito las recibió y les indico el camino hacia una mesa al fondo del restaurant. El hombre de la barra también saludó a la abogada de una manera bastante afectuosa, lo que no dejo de inquietar a Brittany.

Al llegar a la mesa, se sentaron y el maitré les entregó la carta de bebidas y se retiró para darle unos minutos mientras se decidían.

Brittany miró a Santana que en ese momento levantó la cabeza y le sonrió, luciendo bastante feliz. Le pareció que los ojos de la morena estaban tan limpios, tan dulces que les encantaron.

Santana había vuelto la vista a la carta y sin dejar de mirarla, preguntó:

—Dime Brittany, ¿Tomas vino?—al no obtener una respuesta, levantó la vista de menú y miró a Brittany.

En su cara había una leve mueca.

—La verdad es que el vino me da sueño—confesó tímidamente la pasante.

Santana sonrío y puso a un lado la carta.

—¿Qué sueles tomar entonces Brittany?—preguntó con curiosidad.

—Bueno, me gustan las cervezas y el Whisky acompañado con una gaseosa de limón.

—¡¿Qué?! ¡No, por dios!—casi gritó Santana—Estás loca rubia, con una gaseosa se pierde el sabor del Whisky, no puedo si quiera imaginarlo.

Brittany al ver la reacción de Santana no pudo más que reírse, parecía que la sola idea de juntar esas dos bebidas, era el mayor pecado del mundo.

—Tienes que probarlo—dijo Brittany sonriendo.

—Jamás lo haría, nunca—aseguró Santana poniendo cara de una niña malcriada que se niega a comer su sopa.

Sin embargo, lo dijo sonriendo.

Brittany contempló la sincera sonrisa de la abogada, era la primera vez que la veía de un modo tan natural.

“Definitivamente me encanta su sonrisa, debería hacerlo más a menudo”—Pensó Brittany.

Santana pidió ensalada, tostones, espetadas término medio, acompañado de dos cervezas, por supuesto, ordenó todo sin preguntarle a Brittany, sencillamente ordenó la comida.

La rubia pensó que debería estar molesta pero muy por el contrario, eso le pareció lo normal en Santana, estaba acostumbrada a llevar las riendas.

Era como una niña malcriada, era verdad pero una malcriada adorable.

Al darse cuenta de sus pensamientos, sacudió un poco para alejarlos de su mente, definitivamente, tenía que sacar esos pensamientos de su cabeza.

Mientras esperaban la comida, conversaron un poco y disfrutaron de la fría cerveza. No tuvieron que esperar demasiado por la comida, pronto fue servida y Brittany se quedaba silenciosamente admirada por cómo se servía la carne aún cocinándose frente a ellas.

Santana amablemente sacó un trozo de carne de la vara y la sirvió en el plato de Brittany.

—Prueba la carne, si no te gusta podemos pedir otra cosa.

Para Brittany era la primera vez que probaba una carne término medio, al cortarla con el cuchillo podía ver lo rosado de la carne, de ella brotaba jugos de sangre. Cortó un pequeño trozo y lo llevo a su boca. Lo degustó por unos segundo, sintiendo por primera vez el sabor vivo de la carne cruda.

Se sorprendió gratamente por la mezcla del sabor y la jugosidad.

—Está muy rica, es más jugosa y se siente más el sabor, es increíble, me gusta.

—Te lo dije, algunas veces tenemos que animarnos a probar. La primera vez que me lo ofrecieron así, medio cruda, estaba en Brasil—comenzó a relatar Santana—Y dije que no, pero luego me lo pensé mejor y me dije a mi misma ¿Por qué no? Al fin y al cabo no soy precisamente amante de lo común—culminó la abogada tomando un sorbo de cerveza y guiñando el ojo.

—De verdad, me gusta, está todo muy rico—dijo Brittany.

“Dios que hermosa es esta mujer”—pensaba Santana—“Parece de mentira, que feliz me hace estar con ella, es como si su sola mirada me iluminara el alma. Me da la impresión que disfruta de mi compañía, ¿Será que lo intento? Ella es tan diferente, tan dulce, tan tierna y tan hermosa”—el rumbo de sus pensamientos la sorprendió—“Ummm, esto es preocupante, me está llegando demasiado hondo debería salir corriendo pero sencillamente no tengo ganas ni fuerzas para escapar de ella”.

Santana luchaba contra su razonamiento, pero había algo dentro de ella que no le dejaba ganar la batalla.

Habían estado conversando un poco sobre sus vidas y el trabajo mientras terminaban la comida.

—Brittany, deja espacio para el postre te prometo una delicia—dijo la abogada.

—¿El postre? Pero si esto ya es demasiada comida.

—No te preocupes, si queda, nos lo llevamos. La comida no se tira, a algunas personas llevarse la comida le parece algo penoso, pero para mí penoso es dejarla, si no la quieres pues la regalas, muchas personas mueren de hambre en la calle.

—Sí es así, está bien pero me detengo aquí con la comida, de lo contrario no podré probar ese postre que me prometiste.

La promesa fue cumplida en todas sus palabras, le trajeron una Crep llena de Nutela flameada en licor, que era una delicia.


La charla se extendió más de lo esperado, cuando Brittany se percató ya era tarde, tenían varias horas hablando y no se aburrió en ningún momento.

—Es hora de irme a casa, me la he pasado muy bien pero ya es tarde—dijo tímidamente Brittany.

—Muy bien, pago y te llevo a casa—la abogada hizo señas al mesero para que traerá la cuenta.

Brittany no se atrevió a mirar la cuenta pero de seguro sería bastante alta.


Tampoco se atrevía a mirar a Santana en todo el camino de regreso a su casa porque tenía miedo de lo que estaba sintiendo, no comprendía nada, solo deseaba llegar y salir corriendo de ese auto.

Ahora le parecía muy poco espacio para ellas dos, cuando llegaron a su casa le dio las buenas noches y fue a abrir la puerta del auto pero en ese momento Santana la sujeto del brazo y le dijo:

—¿Te vas a ir sin darme un beso de buenas noches?

Era una frase inocente pero a Brittany le tembló todo el cuerpo cuando la escuchó.

—Claro que no, por supuesto, que te daré un beso de buenas noches—dijo Brittany temblando de pies a cabeza.

—Muy bien, porque sería de mala educación no hacerlo—una vez que la morena le dijo esto, se acercó y le dio un beso en la mejilla muy cerca de sus labios, fue suficiente para que Brittany saliera corriendo.

Santana se quedó con ganas de bajarse del automóvil, alcanzarla y besarla pero lo mejor era darle tiempo para que procesara todo, definitivamente no se lo estaba imaginando, sintió que Brittany temblaba y que le había gustado ese beso y se dijo: “La próxima vez que me dé la oportunidad, la beso”.


Se fue a su casa y esa noche soñó con ella.

Capitulo 4

Brittany entró a su casa y saludo a sus padres tratando de irse enseguida a su habitación, la agitación que sentía en su interior era muy inquietante.

—Papá, mamá, me voy a acostar, estoy cansada—dijo apresuradamente y dio unos pasos hacia su habitación.

—Hija—la detuvo su mamá—Sam te ha estado llamando, que tienes el celular apagado.

—Si mamá, es que estaba en una reunión y obligaban a apagar los teléfono—mintió.

El papá de Brittany intervino.

—Brittany, está bien que trabajes pero debes atender a Sam, estoy seguro que dentro de poco nos da la sorpresa y te pide matrimonio, no lo dejes escapar es lo mejor que se consigue.

—Lo llamaré, pero será mañana, hoy estoy agotada, me voy a dormir, buenas noches—y se fue apresurada.

Brittany entro en su habitación y se derrumbó sobre su cama, no podía seguir negándose lo que sentía.

Ese beso fue tan sublime pero le hizo temblar su cuerpo, quería más, mucho más.

Y no solo eso, deseaba que ese almuerzo durara una vida.

Estaba sorprendida, nunca había sentido mucho apego por los placeres sexuales, siempre había pensado que parte de lo normal entre un hombre y una mujer, no era una mojigata pero de ahí a que lo necesitara para vivir o sentir estas cosas, de que su cuerpo pareciera un volcán en erupción con apenas un beso, eso nunca.

Estaba tan tentada a moverse unos milímetros y que la Santana la besara.

Se puso la almohada sobre su cara y la apretó muy fuerte, por Dios se estaba volviendo loca.

Eso sería un desastre, sus padres la correrían de casa, la matarían, la odiarían, el mundo la odiaría.

Una familia, ella quería una familia.

¿Eso era posible con una mujer?

¿Pero qué le pasaba?

Eso sí sería el colmo, comenzar a decorar la casita y con una mujer como Santana López.

Si a Rachel la odiaron, a ella la mandarían al otro lado del mundo, además tal vez solo sería un caprichito más de la niña rica.

Sam… ¿qué diría Sam?

Quizás era así como decía su papá, él era lo mejorcito que se podía conseguir. Tenía que retomar su camino y olvidarse de esa niña rica de una vez por todas.

Se levantó con determinación, dispuesta a seguir su vida como la había vivido hasta ahora.

“¿Cómo besará Santana?

Esa convicción no duró mucho.



Así paso casi toda la noche y finalmente concluyó dos cosas.

Una, que esa mujer le gustaba hasta la medula; y la segunda, que tenía que sacársela de la cabeza y volver a su vida normal como fuera, así que mañana tenía que salir con Sam.




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A la mañana siguiente Santana entró cantando a la oficina, algo que no paso por alto Quinn.

—Caramba, muy animada esta mañana—dijo Quinn, mirándola con suspicacia, algo o, más bien, alguien tenía a Santana López tocando el cielo, y ella iba a averiguar quién.

—Bueno sí, parece que los dioses me sonríen por primera vez en muchos años, así que me voy a animar a sonreírles también—fue la respuesta de la abogada mientras se sentaba frente a su amiga y se miraba las uñas.

—A ver Tana, ¿Esos dioses tendrán nombre y apellido?

—Diosa, si, definitivamente es una diosa, pero me lo voy a tomar con calma,
quiero ir con calma.

En eso apareció Rachel que había entrado casi silenciosamente a la oficina, diciendo:

—Eso sí que es una sorpresa, ya que tu periodo de enamoramiento es de una semana, lo cual incluye cama y desaparecer más rápido que un mago. Esa mujer no debe ser una diosa, sino una hechicera para que tú quieras tomártelo con calma.

Quinn se reía por la cara que ponía su amiga ante las palabras de su esposa.

—Vamos San, que te puedes dar unos años antes que te encadenen, luego estarás remodelando y gastando hasta tu último centavo en cerámica.

Era el turno de Santana de reír por la cara de su amiga cuando Rachel la chinchó.

—¿Así que eso te molesta?—preguntó Quinn con fingida molestia.

—Amarte es mi felicidad Quinny, pero eso de remodelar me está volviendo loca—Rachel al ver la cara de su esposa aprovechó para salir huyendo y refugiarse en su oficina.

—Vamos Q, dale un respiro—dijo San—Para un poco con la remodelación.

—Veras San, es que esto del embarazo me tiene nerviosa, llevamos intentándolo dos veces y el tratamiento no funciona, para colmo ahora Rach está de acuerdo con el imbécil de tu tío de que el niño solo lleve mi apellido. Y ni hablar de ser ella la que se embarace porque es casi lo mismo que lleve su apellido y todo el mundo me pregunta si ya estoy embarazada, pero no, justo hoy he comenzado a menstruar, así que este mes tampoco será, así que con la remodelación al menos me mantengo ocupada.

Santana entendía a su amiga, así que quiso ayudar a distraerla.

—¿Qué tal si planificas algo más entretenido? Algo como una fiesta para los pasantes en tu casa de playa, invitas a alguno de los otros departamentos y así tienen un fin de semana diferente, puede ser mañana mismo, no es nada complicado para ti—sugirió la morena.

Pero Quinn la conocía demasiado así que pudo detectar las segundas intenciones de la sin vergüenza abogada.

—Ahh, ya veo que quieres llevarte a la niña a la playa a mi costa.

Santana comenzaba a poner cara de inocencia cuando Quinn prosiguió.

—Pero me gusta la idea, ya mismo planifico todo e invito a todo el mundo—se animó rápidamente—Tenemos una parrillada de playa, corre la voz y lo mejor es que lo va a pagar la empresa, porque será un campus day—dijo entusiasta.

“¡¡Que bien!!”—pensó Santana, ya había logrado dar un paso en sus planes de conquista.


Luego de escuchar los rápidos planes de Quinn se fue a su oficina más que satisfecha.

Se sentó en su escritorio y trató de concentrarse en el contrato que tenía entre manos, pero no podía, otros pensamientos invadían su cabeza.

“Ya está listo el día de playa, pero esta noche la voy a llevar a cenar, no voy a darle tiempo a pensarlo y decirme que no, la esperare en la puerta cuando salga parare mi auto en frente y la invitare a subir. Va a ser una noche especial y le voy a robar un beso, si me rechaza pues podré recordar el sabor de sus labios y si me corresponde pues lo voy a intentar, quizás los dioses al fin me den una oportunidad, pero mientras llega el final del día voy a trabajar en este contrato a ver de qué manera podemos salir bien parados y espero que mi tío deje en paz a Quinn, ella necesita estar tranquila”.



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Quinn seguía arreglando todo para el campus day o más bien parrillada de playa.

Brittany resulto ser una ayudante muy eficiente, se notaba que lo disfrutaba tanto como ella.

“¿Será que ella podría ser su cuñada?—hasta ahora le gustaba, aunque era joven, era bastante madura, podría hacer que Santana sentara cabeza.

—Bueno Brittany tenemos casi todo listo, esto va a quedar excelente, la vamos a pasar muy bien—dijo Quinn.

—La verdad es que si, ya estoy deseando que sea mañana—dijo Brittany un poco contagiada por el entusiasmo de Quinn.

En eso sonó el teléfono de Brittany, miró la pantalla, era Sam.

No sintió la alegría que debería, notó con pesar.

—Hola Sam, ¿Cómo estás?... He estado muy ocupada con la pasantía… Si, podemos salir esta noche… Yo también te extrañé… Te mando besos.

Quinn no pudo dejar pasar esa llamada, al contrario escuchó con mucha atención, cuando Brittany terminó la llamada, le preguntó:

—Así que Sam, ¿Algún amigo importante?

—Bueno, realmente es mi novio, tenemos una semana que no nos vemos y vamos a salir esta noche—dijo Brittany no tan alegre como debería estar al hablar de su novio.

—Así que tienes novio, que bueno ¿Y es algo serio?—preguntó Quinn.

—Mis padres esperan una propuesta de matrimonio muy pronto, yo la verdad aún no sé qué esperar—Brittany no supo por qué, pero no se sintió cómoda con la conversación, así que cambio el tema—Bueno voy a ir a revisar con el personal si tienen todos los datos para asistir al campus day.

—Y con eso salió Brittany de la oficina.

Quinn se quedó pensando en que esto seguramente eso no lo sabía Santana y sería un golpe bajo para ella.

Sin embargo, no le dio la impresión de que Brittany estuviera enamorada pero tampoco parecía estar inconforme con su relación, al contrario siempre se había comportado como una hetero.

El amor por su amiga la llevo a juzgar mal las cosas.

Marcó el número de Santana pero no le atendió, seguramente estaría en una reunión, ahora ese campus day no le parecía una buena idea para nada, la
historia se repite.

¿Qué karma tenía su amiga que el amor no le sonreía?

Al menos esta vez las cosas no pasaron de una simple ilusión o al menos eso esperaba.




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Justo a las 5:00 p.m. todo el mundo estaba saliendo de las oficinas con más prisa que de costumbre ilusionados con el campus day.

Santana estaba en su auto que ya le había entregado el parquero, esperando la salida de Brittany y no la hizo esperar mucho.

La vio salir del edificio y justo cuando estaba arrancando el automóvil para pararlo frente a la rubia, según sus planes, vio a un hombre alto que se le acercó, la tomó en sus brazos y la besó con intensidad.

Santana no podía creer lo que sus ojos estaban viendo, él no sólo la besó, sino que la ojiazul correspondió a su beso.

Esto sencillamente no podía estar pasando, luego de que besara a su chica él la llevo hasta su carro, bueno, si a eso se le podía llamar automóvil y arrancó.

Santana no pudo evitar seguirlos, necesitaba saber a dónde ese hombre se estaba llevando a su diosa.


Quinn, que estaba saliendo también en ese momento, vio todo lo que ocurrió y se quedó fría.

Con el movimiento del día no había tenido tiempo de avisar a Santana, se puso blanca solo de pensar por lo que estaría pasando su amiga.

Rachel que venía detrás de ella, se quedó preocupada al ver la cara de su esposa.

—¿Qué te pasa?

Quinn solo pudo decir.

—No pasa nada, solo que el cielo y el infierno se están juntando en este momento.

Capitulo 5

Santana sabía que estaba haciendo mal, que seguir a alguien no solo era una locura, si no que de seguro le esperaba más dolor del que ya estaba sintiendo.

La zona a donde se estaban dirigiendo la conocía, estaba llena de moteles baratos y repetía en su mente: “Esto no puede estar pasando”, pero la vida es así, las cosas no dejan de pasar por más que lo desees.

El auto del hombre que se llevaba a su diosa entró en uno de los moteles, Santana sintió un puñal clavándosele en su pecho, era un dolor tan grande que no lo podía soportar.

Brittany se entregaría a él.

Él le haría el amor esta noche y no lo podía evitar.

Pasó de largo sin poder soportar seguir mirando y se dirigió a su restaurante favorito.

Definitivamente necesitaba un trago o no sobreviviría a esta noche.


Llegó a la barra del restaurante como hipnotizada y se sentó. Al dirigirse al restaurant por poco choca el auto, pero no era eso lo que tenía en su cabeza, realmente poco le importaba.

—Buenas noches señorita, ¿Le sirvo lo de siempre?—preguntó el barman que ya la conocía.

—Esta vez algo más fuerte, quiero dejar de pensar en este instante.




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El motel era al que siempre acostumbraban a ir pero por alguna razón a Brittany le pareció más frío que nunca.

En la habitación solo había una cama sencilla y unos cuadros que eran fotografías impresas pero cumplía su objetivo a fin de cuentas.

Sam sin notar la incertidumbre de Brittany, tomaba todo como de costumbre.

—Estoy muy contento que quisieras pasar de la cena, yo también te he extrañado mucho, quítate la ropa mi amor que estoy deseoso de estar contigo—pidió sin mucha delicadeza.

Brittany comenzó a quitarse la ropa poco a poco, pero Sam no podía esperar más y la ayudó a quitarse todo en un minuto, después de eso la acercó a la cama y comenzar a acariciarla.

Brittany se decía a si misma que tenía relajarse, disfrutar el momento y sacarse de su cabeza todas esas cosas extrañas que había sentido.

Su mente y cuerpo se dejaron llevar y comenzó a sentir, pero su corazón la traicionó y se imaginó que los besos y caricias que recibía eran de Santana.

En ese momento su mundo se detuvo y su cuerpo se paralizó, afortunadamente, si Sam se dio cuenta, no le importó y todo termino bastante rápido.


Pasaron unos minutos y Brittany quiso marcharse.

—¿Realmente te quieres ir ya?—preguntó Sam—Yo todavía tengo bastante energía, podemos divertirnos un rato más.

—La verdad es que tengo que irme, mañana tengo un campus day y necesito levantarme temprano, me voy en el auto de una amiga y si no llego a tiempo me dejan—respondió Brittany.

—Está bien, está bien, ya te llevo a casa, aprovecho y saludo a los suegros.

Las palabras de Sam sorprendieron a Brittany.

“¡No, por dios! eso de suegro no suena nada bien, voy a hacer que no escuché lo que dijo—pensó Brittany, se vistió y se fueron a su casa.




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En la casa de Quinn.

—Rach, estoy preocupada, San no atiende el teléfono—dijo Quinn a su esposa ya impaciente porque había estado llamando a Santana durante la noche y esta no había contestado nunca.

—Vamos Quinny, debe estar en el bar tomando unos tragos.

—Eso es lo que me preocupa Rach, últimamente está tomando mucho.

—Yo no me he fijado, pero hoy tiene una razón para hacerlo.

—Las cosas no se arreglan así Rach, eres una inmadura igual que San—dijo Quinn frustrada por las palabras de su morena.


—Soy práctica nada más, y tú no te cansas de hacer de cupido, además amor no es por nada pero tus flechas no le dan a nada.

—No sé qué hacer estoy preocupada por San.

—¿Si te doy una idea te vienes a acostar conmigo y me consientes?—pregunto Rachel en tono pícaro a su esposa.

—Si la idea es buena, recibirás tu premio—dijo Quinn abriendo un poco su bata para dejar entrever algo de su cuerpo a Rachel.

Rachel se levantó de inmediato y le dijo a Quinn que llamara a Brittany y repitiera lo que le dijera.

Quinn así lo hizo y llamó a Brittany.

—Hola Brittany, ¿Cómo estás?—preguntó Quinn al escuchar que la pasante contestaba.

—Hola Quinn, bien ¿Y tú?—respondió un poco sorprendida por la llamada a esa hora.

—Bien gracias, me pasas por favor a San.

Brittany se sorprendió aún más.

—San no está conmigo.

—Qué raro, me dijo que te pasaría buscando a la salida y no logro ubicarla.

La cabeza de Brittany hizo click y comprendió todo.

Santana tuvo que haberla visto con su novio. Aunque sabía que no existía razón, sentía que debía darle una explicación a la morena.

—No me fui con San, yo salí con mi novio—explicó Brittany.

—Oh, esto puede ser un problema, ella siempre atiende el teléfono. Rachel no está en casa, mejor voy a buscarla debe estar en el restaurante de siempre tomando y si sin tomar ya conduce como una loca imagínate con alcohol. Te dejo Brittany tengo que salir ya de casa.

—Quinn por favor, avísame cuando la encuentres—pidió Brittany a Quinn, luego se despidieron.

Quinn colgó el teléfono.

—¿Realmente crees que esto funcione Rach?—preguntó a su esposa.

—Si tú tienes razón y le gusta San, funcionará—respondió con seguridad.




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Brittany no paraba de dar vueltas en su cuarto.

“¿Será que está bien? Es que de verdad maneja como una loca, seguro está tomando. Está acostumbrada a hacerlo, el barman la saludó con mucha
confianza y todo esto es por mi culpa. No, por mi culpa no, o tal vez si, nunca le dije que tenía novio, la abracé, salí con ella, bueno tampoco me preguntó si tenía novio”.

Brittany reflexionaba sobre su relación con Santana.

De nuevo sonó el teléfono de Brittany, de nuevo era Quinn.

—Hola.

—Soy yo de nuevo, Quinn.

Brittany sintió una opresión en su pecho.

—¿Qué pasó? ¿La encontraste?

—No puedo salir, el auto tiene un caucho espichado y se rompió una grifo en el baño, se está botando mucha agua, estoy esperando un plomero—explicaba y mentía descaradamente—Quería pedirte un favor y puedes decir que no, porque sé que es demasiado, pero ¿Podrías buscar a San por mí? Solo para saber que está bien—pidió con sutileza y esperando que Brittany aceptara.

Brittany no se lo pensó dos veces, la ansiedad que sentía por saber que Santana estaba bien, la superó.

—Claro, claro, ya mismo salgo.

—Te doy la dirección—dijo, pero la pasante la detuvo.

—No te preocupes, creo que se dónde está.

—Muchas gracias Brittany, que pena contigo de verdad.

—No por favor, no te preocupes—cortó la llamada y salió de inmediato.




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Al otro lado de la línea, Quinn esperaba que todo saliera según el plan de su esposa.

—Rach, ven conmigo que te voy a dar un premio, que mente tan terrible tienes—dijo Quinn mirándolo con picardía y sonriendo ampliamente.

—Es que tú crees que enamorarte fue fácil, venga deme mi premio.