[Resuelto]FanFic Brittana: Pequeño Amor (Adaptada) Epílogo

Capitulo 2

Es lunes y estoy llegando al edificio del Holding para iniciar mi día de trabajo.

El fin de semana no estuvo del todo mal.

Después de que mi amiga Quinn soltara la bomba sobre su compromiso en plena fiesta, decidí irme de ahí y buscar un lugar donde relajarme.

Buscando eso llegué a un bar donde conocí a Lisset o Leslie. La verdad no recuerdo el nombre de la chica, solo recuerdo que pasé una noche caliente que hizo que me olvidara un poco de todo lo sucedido esa noche en la fiesta del Holding.

Estoy en el estacionamiento y tomo el ascensor para subir a mi piso. Este se detiene en el primer piso y tengo que pestañear un par de veces para asegurarme de que lo que veo no es una visión.

Ahí, parada frente a mí, hay una bella chica.

Ella tiene unos grandes y hermosos ojos azules y me fijo en su fina y delgada boca que debe ser una delicia.

Ella entra en el ascensor, me mira, luego se ubica a mi lado, pero ni siquiera me presta atención. Yo la miro descaradamente, su cara me es familiar, pero, ¿de dónde la conozco?

Miro su largo cabello que cae sobre sus hombros como una cascada de ondas rubias.

Estoy tentada a estirar la mano y tocarla para saber si es real.

Ella va vestida con unos jeans oscuros y una simple camiseta blanca que se ajusta a la perfección en sus senos.

Ni siquiera me mira, ha sacado un libro y está concentrada leyéndolo.

Necesito que me mire, sé que la he visto antes y quiero saber dónde. No me he acostado con ella, de eso estoy seguro, a una chica como ésta sería difícil olvidarla.

―¿Vas al piso quince?―le pregunto ya que ella no ha apretado ningún botón del tablero.

Pero no recibo ninguna respuesta de su parte, ¿qué le pasa?

Tal vez habla otro idioma.

Pruebo preguntándole de nuevo:

―¿Vas al quince?

Pero nada.

Tal vez sea sorda o muda.

Estoy curiosa así es que hago un último intento para llamar su atención.

Pongo mi mano sobre su libro, ella levanta la mirada y entonces le vuelvo a preguntar:

―¿Vas hasta al piso quince?

Cierra el libro que ha estado leyendo y que debe ser buenísimo como para que no me prestara atención. Luego veo que con una mano se saca un audífono de un reproductor de música que no había visto ya que estaba oculto bajo su larga cabellera.

―Disculpa, ¿me estabas preguntando algo?

―Que si ibas al piso quince.

―Sí, voy al quince.

―Yo igual―digo un poco efusivamente y me reprendo mentalmente por haber parecido un idiota.

―Guau, qué bien―dice en forma burlona.

¿Se está riendo de mí?

Voy a decirle algo cuando el ascensor se detiene y suben tres personas, lo que hace que ella se aleje de mí y se ubique en la otra esquina del aparato.


Llegamos al piso quince y ella baja primero que yo y comienza a caminar muy rápido.

No quiero perderla de vista, quiero ver hacia dónde se dirige, pero no puedo salir tras ella ya que las personas delante de mí me lo impiden. Logro salir dando un par de empujones y voy tras de ella.

Veo que está en el escritorio de Tina hablando con ella. Llego a su lado y aclaro mi garganta para que se gire a verme.

―Hola, ¿puedo ayudarte en algo?

―No, gracias―dice y se vuelve a girar hacia Tina.

―Señorita Pierce―le dice Tina―, La señorita Fabray la espera en su oficina.

―Gracias―responde y la veo alejarse de mí en dirección de la oficina de Quinn.

¿Qué querrá con Quinn?

Ella desaparece por el pasillo y yo me quedo ahí parado como estatua viéndola irse.

Debo haberme quedado pasmada por un segundo, o dos, o tres cuando escucho la voz de Tina que me pregunta:

―¿Todo bien, señorita López?

Me giro para contestarle y veo que una risita se asoma a sus labios.

―Todo excelente―le respondo.

―Aquí tiene sus mensajes.

―Gracias, Tina.

Tomo mis mensajes y giro para encaminarme hacia mi oficina, pero en vez de seguir, me devuelvo y miro fijamente a Tina.

―¿Pasa algo, señorita?

―Tina, ¿usted sabe si Quinn está ocupada?

―Sí, señorita. La señorita Fabray está en una reunión con la señorita Pierce.

―¿Y usted sabe a qué hora estará desocupada?

―Según su agenda, esta reunión debería durar media hora ¿Quiere que le avise cuando esté desocupada?

―Sí, por favor. Avíseme apenas esté sola.

Giro y me encamino hasta mi oficina. Una vez dentro de ella comienzo a ver varios documentos que mi papá me ha pedido que revise.

La bella chica del ascensor se cuela de pronto en mi mente, por más que hago memoria, no puedo recordar de dónde la conozco.

Miro el reloj en mi muñeca y según éste falta media hora para que Quinn termine con su reunión y yo la pueda interrogar.



Sigo con mis papeles, no me he dado cuenta del paso del tiempo, cuando el teléfono me interrumpe y Tina me avisa que Quinn ya está libre.

Me levanto, salgo de mi despacho y camino hasta llegar a la oficina de mi amiga.

Entro sin golpear y Quinn levanta de inmediato su vista hacia mí.

―Buenos días, Tana.

―Hola, Q―le contesto y las dos nos sumimos en un incómodo silencio.

―¿Necesitas algo?―pregunta Quinn viendo que no he dicho nada.

―No, solo vine a ver cómo estabas.

―Estoy excelente, ya me viste. Ahora si no te molesta tengo que seguir trabajando.

No me muevo, estoy curiosa por saber qué se trae mi amiga con aquella bella mujer.

―¿Estabas en un reunión?―le pregunto como para sonsacarle algo.

Ella me mira y sonríe de lado y sé que ya ha descubierto mi interés.

―Sí, estaba en una reunión de trabajo, ¿por?

―Por nada en especial, solo preguntaba.

―Claro y tú piensas que yo te voy a creer eso.

Yo sonrío, mi amiga me conoce mejor que nadie.

―Está bien, no te voy a mentir. Quiero saber, ¿quién era la mujer con la que estabas en reunión?

―Lo sabía, sabía que tu aparición tan temprano en mi oficina era por que viste a Brittany.

―Así que se llama Brittany, ¿y?

―¿Y?―me dice claramente riéndose de mí.

―Ya, Quinn, no le des más vueltas, que hacía esa bella mujer aquí. ¿O me vas a decir que le estás poniendo los cuernos a Rachel?

Veo que los ojos de color verde de mi amiga echan chispas, de seguro no le ha gustado mi comentario, Rachel es intocable.

―No, idiota. Brittany Pierce es la modelo que hará la próxima campaña para nosotros y… ¿y qué tengo yo que explicarte a ti si esta no es tu área de trabajo?

―No, pero Alfonso quiere que me informe de todo lo que pasa en el Holding, ya sabes…heredera… Holding.

―Sí, claro y el conejo de pascua existe. San que te conozco desde los cinco años, no me vengas con cuentos, ¿quieres? Lo que tú quieres es que te diga todo sobre Brittany.

―Y si sabes, ¿por qué me tienes aquí haciendo el papel de tonta? Mal amigo.

Quinn me da una gran carcajada, está disfrutando claramente de la situación la muy imbécil.

―Qué quieres que te diga, ya sabes su nombre y a lo que vino.

―Ah pero eso es poco, tú sabes más, dímelo todo.

―Es todo lo que sé. Si deseas saber algo más averígualo tú misma.

―Quiero saber, si es soltera, dirección, teléfono.

―San…―me dice y es como si escuchara a mi padres cuando me reprenden―Deja a esta mujer en paz. Va a trabajar para nosotros en la campaña y por lo que sé es soltera. Y hasta ahí te voy a decir.

―Sabes que me gustan las mujeres bellas y siento que a ella la conozco de alguna parte, pero no recuerdo de dónde. Ahora tú deberías ayudarme ya que yo te ayudé con Rachel.

―Mentirosa, si no supiste de Rach y yo no recuerdo haberte pedido ayuda, imbécil.

―Pero amiga…

―Si te gusta Brittany has tu propia investigación y no me vengas a joder el día, ¿quieres?

―Bien, veo que no conseguiré nade de ti, así es que me voy.

―San…―me dice antes de que yo comience a moverme―, Puedes conseguirte a la chica que quieras y cuando quieras. Anda a algún club y metete con mil mujeres si quieres, pero a Brittany déjala tranquila por favor. Por lo menos hasta que termine de trabajar con nosotros.

―Qué dices amiga.

―Ella es perfecta para lo que quiero en esta campaña, entonces no quiero que la desconcentres, no quiero que se vaya a mitad de la campaña por tu culpa, ¿está bien? Te lo pido como un favor de amigas.

La miro y muevo mi cabeza en forma afirmativa. No digo nada más y salgo de su oficina para volver a la mía.

Pienso en lo que me ha dicho Quinn y creo que tal vez tenga un poco, solo un poco de razón.

La chica trabajará para nosotros y no sería conveniente si me meto con ella.

Creo que esta vez tendré que escuchar a mi amiga ya que no quiero tener problemas con mi papá.

Pero nadie me impide investigar a Brittany, sacarme la duda de saber de dónde la conozco, pero después de que termine la campaña no la dejo pasar y de seguro me la llevo a la cama.

Capitulo 3

Es temprano y ya me estoy alistando para un nuevo día de trabajo.

La verdad es que anoche no dormí muy bien, ya que tuve extraños sueños en los que se aparecían unos hermosos y grandes ojos azules.

Sé que es una locura lo que me está sucediendo y creo que tal vez es mejor dejar de pensar en esta mujer que ni siquiera conozco.

Me subo a mi auto y me encamino hasta el holding. Llego a mi destino y entro en el vestíbulo donde Tina me avisa de los mensajes que tengo.

Voy hasta mi oficina y luego me dirijo hasta la oficina de mi papá. No está en su despacho, lo busco y veo que está en el pasillo hablando con Quinn.

―Buenos días, papá, Q―saludo y me quedo a su lado para meterme en la conversación.

―Hola, hija. Qué bien que llegas temprano. Bien, Lucy, cuando llegue la señorita Pierce avísame, quiero conocerla.

Cuando escucho decir eso a mi papá tengo que tragar en seco el nudo que se forma en mi garganta, mi pulso se acelera y no entiendo muy bien por qué.

―Claro, Alfonso―dice Quinn a mi papá, pero con la vista en mí―Apenas llegue te aviso para que vayamos a las pruebas.

―Bien. Tana, vamos a mi oficina, quiero mostrarte algo.

Me despido de mi amiga y sigo a Alfonso hasta su oficina. Él comienza a mostrarme algunos papeles, pero en lo único que pienso en ese instante es que hoy la volveré a ver.

Volveré a ver a la bella Brittany Pierce y eso me pone de muy buen humor.

―¿Por qué sonríes, hija?―pregunta mi papá y no lo culpo por la curiosidad.

Se supone que estoy viendo unos papeles con números y más números que no tienen nada de divertido y yo estoy sonriendo como una tonta.

―¿Yo? Por nada―contesto y dejo de sonreír.

―Ya―dice él escrutándome con su mirada marrón, como queriendo descifrar mi comportamiento.

―Y esto de aquí, ¿está correcto?―pregunto para que vuelva su atención a los negocios y me deje en paz.

―Sí. Está correcto.

―Bien.

―Bien―dice y se sienta en su silla tras el escritorio y me sigue mirando raro, como si supiera que la voy a cagar en algo, adivinando qué voy a hacer.

Pero no voy a hacer nada.

Me gusta Brittany, sí, pero Quinn ya me ha advertido y creo, aunque me sienta mal reconocerlo, que mi amiga tiene razón.

No puedo cagarle el negocio al viejo.

Si seduzco a Brittany, tal vez ella sea una de esas mujeres que quieren sacar algo de una noche de cama con la hija del dueño.

Tal vez haga un escándalo y vaya a los periódicos y luego mi papá tenga que desembolsar algo de dinero para que no aparezca nada en las noticias.

Sí, debo mantenerme alejada de ella, eso es lo que debo hacer, me digo confiada.





Quinn nos avisa que Brittany ya está en el estudio de pruebas y mi papá me pide que los acompañe.

Los sigo, primero entra Quinn, luego mi papá y yo luego de él.

Quedo paralizada y sin habla.

La rubia de ojos azules está ahí, frente a un hombre que le está haciendo las fotografías para la prueba de cámara.

Va vestida sencilla, con unos jeans claros y una camiseta azul oscura que hace que sus ojos resalten.

Ella hace una pose y luego otra según le indica el fotógrafo y, si hace un momento había decidido no seducirla, ahora en mi cabeza solo resuena una voz que dice «Me encanta».

Muevo la vista hacia otra parte de la habitación, no quiero que mi papá descubra que me estoy devorando con la vista a la modelo de nuestra próxima campaña.

Veo que Rachel ha llegado y que está al lado de Quinn y mi papá.

De seguro la enana vino a marcar territorio ante la mujer tan guapa que está frente a ella para que no le mire a su Quinny.

Yo camino con cautela, mirándola oculta.

Esa melena de grandes ondas rubias que le enmarca la cara y ese cuerpo que me encantaría ver sin esa ropa me tiene embelesada.

Llego hasta dónde está mi papá junto con Quinn y Rachel. Miro hacia el frente y me encuentro con los azules ojos de Brittany.

Ella parpadea un par de veces y yo sonrío, ella está nerviosa… yo la he puesto nerviosa...me encanta.

El fotógrafo termina su trabajo y le muestra a Quinn el resultado de las fotografías tomadas.

Mi papá llega hasta Brittany y la saluda, yo voy pegada a él.

―Señorita Pierce, es un placer conocerla―dice Alfonso estrechando la mano de Brittany y dándole una mirada seductora.

Y luego me pregunta de dónde soy yo tan coqueta…hija de tigre nada más.

―El placer es mío, señor López. Le agradezco me dé la oportunidad de realizar esta campaña. Y dígame Brittany, por favor.

Yo miro a uno y a otro y noto que mi papá al parecer no pretende presentarme, así es que me aclaro la garganta, él gira su cara y recién repara que estoy a su lado.

―Brittany, le presento a mi hija, Santana.

Ella me mira y me extiende la mano, yo se la estrecho y compruebo que su piel es suave y tibia…

Ah, ¿cómo será la piel del resto de su cuerpo?

Sacudo la cabeza para sacar ese pensamiento libidinoso de mi mente y con mi mejor sonrisa la saludo.

―Buenos días, Brittany. Encantado de conocerte.

De inmediato me doy cuenta que me oigo ansiosa, la mirada de mi papá así me lo hace saber.

―Encantada―dice ella.

¿Solo eso?

¿Solo está encantada y ya?

¿Ni una sonrisa?

Me aparta su mano con una rapidez que me abruma, como si mi roce la hubiera quemado y la miro extrañada, es como si tratara de alejarse de mí.

Vaya, esto nunca me había pasado.

Casi siempre las personas me baten las pestañas y me sonríen seductoras, con Brittany no ha pasado eso y me deja perpleja.

Quinn y Rachel se acercan a nosotras, como si quisieran salvar a la doncella del dragón furioso que se la va a comer.

―Las fotografías están perfectas. Creo que ya estamos listos para iniciar la campaña. Buscaremos la locación y te llamaremos, Brittany.

―Muy bien―dice la ojiazul sonriente.

Ah, ¿por qué le sonríe a la idiota de Quinn?

―Bueno―interrumpe mi papá―, Preparemos el contrato por la campaña y firmaremos cuando quieras, Brittany.

―Sí, señor López. Cuando usted quiera―contesta toda sonrisa.

Cuando usted quiera, dice.

¿Y qué hay de cuando yo quiera?

Ah, me tengo que reprender mentalmente, no puedo seguir por este camino, pero la atracción y la curiosidad que me provoca Brittany no la había sentido antes y eso me desconcierta.

―Bueno, los dejo libres―dice mi papá.

Yo sigo con la vista fija en Brittany.

―Que tenga un lindo día, Brittany.

Eso viejo, vete, déjame hablar con ella. Deja que despliegue mis armas para tratar de conocer a esta mujer que me intriga.

―Santana, te necesito en mi oficina―escucho decir a Alfonso.

No, esto debe de ser una broma.

―Pero… ¿ahora?

―Ahora―dice cortante y sé que tengo que ir con él.

Me despido de Brittany volviendo a estrechar su mano y sosteniéndola un poco más de lo normal.

―Adiós, Brittany. Espero nos podamos ver muy pronto―digo con mi sonrisa de lado.

―Adiós.

Solo eso.

Es todo lo que dice, solo una mísera palabra… adiós.


Camino y llego junto a mi papá que no dice ni media palabra hasta que estamos en su oficina y me pide que cierre la puerta tras de mí.

¿Por qué presiento que ahora se viene un regaño?

Estamos frente a frente, mi papá está estudiándome cada expresión del rostro, creo que esperando a que yo hable primero.

Yo solo lo miro y espero a que él hable, se nota que quiere decirme algo y no sabe por dónde empezar.

Al final no aguanto el silencio y le suelto:

―Ya, viejo. Di lo que tengas que decir.

―A quien vienes a tratar de viejo, insolente―me dice y se estira por el escritorio para darme un manotón en la cabeza.

―Ay, papá, por qué la agresión―digo sonriendo, y eso hace que mi papá se enoje aún más.

―Tana, voy a decirte algo y lo haré solo una vez, así que presta mucha atención.

―Papá…

―Shhh. Escucha atentamente.

Asiento con la cabeza.

Mi papá está serio, muy serio, como si me fuera a decir una cosa terrible, sé que está dramatizando un poco.

Siempre es así conmigo.

―Te pido encarecidamente que no se te ocurra acercarte a la señorita Pierce…

―Pero, papá, si yo no…

―Cállate y escucha por favor. No me vengas a decir que estoy equivocado y que imagino cosas. Vi cómo mirabas a Brittany. Sé de tu debilidad por las mujeres, por favor ni pienses en ella. Es una empleada muy importante en este momento, me agrada y no quiero que se vaya.

Vaya, así que se me nota de lejos que Brittany me gusta.

No puedo evitar sentirme atraído hacia ella, es raro, pero es así.

Sé que si ella me diera la oportunidad, nada de lo que me está diciendo mi papá me va a importar, pero decido mentirle para que se quede y me deje tranquilo.

―No te preocupes, papá. No se me había pasado por la mente perseguirla. Es bella, sí, y no pude evitar mirarla, pero debes estar tranquilo, nada pasará.

Él me mira, sé que quiere creerme, pero sé también que le cuesta hacerlo, para él soy la oveja negra descarriada que no tiene remedio.

―Ay, hija. Si sentaras cabeza como Lucy no estaríamos teniendo esta conversación. ¿Cuándo vas a madurar?

Ah, no.

El momento que tanto temía ha llegado.

Mi papá ha comenzado con las odiosas comparaciones. Tengo ganas de gritarle que no soy su hija mayor perfecta, que esa es Quinn, pero me muerdo la lengua.

Alfonso nos crió a ambas de igual forma aunque mi amiga siempre fue la más seria de las dos.

Le dije a la idiota de Quinn que me cagaría la vida con lo de su compromiso y la muy jodida se rió de mí y en mi cara.

Miro otra vez a mi papá y veo que su mirada oscura ahora se oscurece más de rabia, pero tengo que hablar, tengo que decirle que, le guste o no, esta es mi forma de ser y no voy a cambiar.

―Lo siento, papá. Siento no ser como Quinn, siento no ser la hija mayor perfecta―digo un poco molesta y con ironía.

―No es eso, Tana…

―Es eso. Sabía que esto se vendría, sabía que empezarías con las comparaciones entre Quinn y yo. Pero entiende que yo no voy a seguir los pasos de Quinn, no me voy a comprometer con ninguna mujer, menos casarme.

―Hija, yo solo quiero verte establecida y feliz. Siento haber dicho lo de Lucy, sé que ustedes son totalmente distintas. Lo siento.

―Pero es que lo que no entiendes es que yo soy feliz. Soy feliz con la vida que llevo. Soy feliz yendo de fiesta en fiesta y, ¿sabes qué? Me aburrió esta conversación, así es que me voy…

Sin terminar la oración, comienzo a caminar hacia la puerta para salir de ahí y escapar de aquella conversación sobre qué debo y no debo hacer con mi vida.

Estoy por salir cuando mi papá me llama:

―Tana…

―No te preocupes, papá. No voy a seguir, molestar o seducir a Brittany. Puedes estar tranquilo.

Salgo de la oficina de mi papá y me voy caminando rápidamente a la mía.

Tengo ganas de golpear algo o alguien, y creo que debería irme al gimnasio y ponerme los guantes de box para golpear por una hora el saco, a ver si así, esto que siento disminuye.

Me voy y le digo a Tina que no voy a volver y que cambie mi agenda del resto del día.

Me marcho al gimnasio envuelto en un sentimiento de rabia por lo que mi papá quiere de mí y uno de tristeza por no poder serlo.

El matrimonio y la vida en pareja no son para mí, no sirvo para estar atado a una persona.

Alguna vez lo intenté siendo más joven, pero no se me dio muy bien.




Llego al gimnasio y luego de cambiarme comienzo a golpear el saco con fuerza, tratando de calmar las emociones que me invaden en este momento.

Las palabras de mi papá y la atracción que siento hacia Brittany.

Ella se cuela en mis pensamientos sin que lo pueda evitar y eso me desespera.

Apenas la conozco no debería sentirme así por ella.

Pero prometí no seducirla, no acercarme a ella y lo voy a cumplir…creo.

Doy otro golpe al saco y otro y otro, tratando de olvidar todo este día.

Ya estoy lista y me voy a las duchas para luego salir del gimnasio e ir a comer algo por ahí.


Ahora más calmada, pienso en lo dicho por Alfonso.

Recuerdo la decepción en sus ojos cuando le dije que no era su hija perfecta y la culpa me ataca.

Me encantaría que mi papá estuviera orgulloso de mí, ser todo lo que él quiere y me siento mal por eso.



Me subo a mi auto luego de comer, ya es hora de que vuelva a casa.

Voy conduciendo mientras miro el camino observando cada detalle de éste y de las calles del centro de la ciudad y es ahí cuando la veo.

Es ahí cuando recuerdo de dónde conozco a Brittany.

Capitulo 4

Miro para un lado y para otro buscando un lugar dónde estacionar.

Detengo el auto y me bajo para caminar unos pasos y quedar frente a una tienda de lencería fina.

Ya sé de dónde conozco a Brittany, ya sé por qué su cara me era tan familiar.

Ella es rostro de la marca de lencería "Pleasurements".

Una gran fotografía de ella en un sexy conjunto de encaje en color granate cubre toda la vitrina.

Paso cada día por esta calle cuando voy a mi casa. Cada día miro hacia esta tienda porque me encanta la mujer que aparece en esta fotografía.

No puedo creer que sea ella y estoy parada frente a la vitrina mirando a Brittany y con una gran sonrisa pegada en la cara.

Sin pensarlo entro en el lugar.

No sé qué sucede conmigo, pero es como si estuviera hipnotizada y comienzo a caminar por la tienda.

Veo que hay varias fotografías de Brittany que decoran el lugar y siento que un calor me comienza a recorrer el cuerpo.

Camino un poco más, me paro frente a una foto en tamaño natural que está en una de las murallas y quedo sin aliento.

Brittany lleva puesto un corsé negro con ligero y unas diminutas bragas a juego.

Trago en seco al imaginármela vestida así para mí.

Yo vestida así para ella.

Ambas vestidas así para la otra.

Mil imágenes de nosotras en mi cama con ese sexy conjuntito y su rubia y larga melena me invaden el pensamiento y creo que, si no salgo pronto de ahí, mi cuerpo evidenciará mis pensamientos libidinosos.

¿Tendrá Brittany ese conjunto en su casa?

―¿Puedo ayudarlo en algo, señorita?―escucho de pronto a mi lado.

Una mujer me hace la pregunta sonriéndome.

―No... Bueno… no gracias―digo nervioso de que me hayan descubierto observando a Brittany.

Bueno era una fotografía de Brittany, pero creo que al caso es lo mismo.

―Si necesita algo no dude en avisarme―me dice la vendedora que me da una repasada de arriba abajo y luego me deja sola.

Será mejor que salga de aquí de una buena vez.

Ver a Brittany vestida, o mejor dicho, casi desnuda, no me ha ayudado en nada.

Mi papá y Quinn me han advertido que no piense en ella, pero ahora que la he visto de esta forma tan sexy, la tarea que pensaba podía ser difícil creo que se me hará imposible.


Salgo rápidamente de la tienda y llego a mi auto, solo quiero llegar a casa y darme una ducha fría…muy fría.





Entro al Holding y apenas llego hasta Tina, ella me notifica que hay una reunión para dentro de media hora.

Reviso lo que tengo pendiente y luego voy a por un café.

Anoche me costó un mundo quedarme dormida.

Aunque estaba cansada por el esfuerzo que realicé en el gimnasio no pude conciliar el sueño hasta bien entrada la noche ya que, las imágenes de Brittany, se colaban en mis pensamientos.

Me tuve que regañar una y mil veces.

Ni cuando era adolecente y miraba las revistas en el colegio me sentí tan excitada como al ver las fotografías de la señorita Pierce.


Me bebo el café de golpe y, luego de dejar todo en orden sobre mi escritorio, me dirijo a la sala de juntas.

Cuando entro en la sala, veo a mi papá y a Quinn que conversan.

El recuerdo de lo sucedido con mi papá, su regaño y su advertencia sobre Brittany vuelven a pasar por mi mente.

Su deseo de que siente cabeza y forme una familia como lo hará mi amiga me vuelve a retorcer el estómago, la sola idea de hacer eso me crispa los nervios.

Saludo a todos y tomo asiento a la mesa.

Luego, que ya estamos todos, comienza la reunión.

―Buenos días―saluda mi papá―Los cité a reunión para tratar el tema de la nueva campaña publicitaria para nuestro Holding. Dejaré a la señorita Fabray para que nos explique la idea y lo que haremos para esta publicidad.

Quinn toma el puesto de mi papá frente a nosotros y comienza a explicar de qué se tratará la campaña en la cual trabajará Brittany.

Esto me interesa.

―Bueno, en esta campaña de verano contaremos con la señorita Brittany Pierce como rostro.

Me remuevo inquieta en mi asiento cuando escucho a Quinn nombrarla.

―Haremos fotografías para las vallas publicitarias y ya tenemos la locación para el spot que será para la televisión. Éste se filmará en Aruba, conseguimos unas locaciones magníficas y tenemos un buen equipo.

Así que en Aruba.

Brittany estará en ese paraíso de mar calipso… tengo que ir hasta ahí.

No sé cómo convenceré a mi papá, pero lo haré.

Quinn sigue hablando sobre la campaña y sobre la locación que se usará y que estarán una semana en Aruba. Luego de eso dan por terminada la reunión.

Vamos saliendo de la sala de juntas, yo al lado de mi papá que va conversando con Quinn tratando de absorber todo.

Tengo que aprender lo que más pueda de este negocio, mi papá quiere que domine todo para cuando él decida retirarse.

Quiero hacerlo bien, quiero que Alfonso esté orgulloso de mí y es por eso que tengo que aprender todo lo que más pueda de él.

Seguimos caminando por el pasillo que lleva hasta la oficina de mi papá cuando la veo en el vestíbulo.

Brittany está ahí y cuando nos ve, se acerca a nosotros.

―Buenos días, señor López―saluda extendiéndole la mano a mi papá.

―Buenos días, Brittany. ¿Lista para firmar el contrato?

―Por supuesto.

Después de que mi papá termina de hablar, ella nos saluda a Quinn y a mí. Yo la miro y recuerdo las fotografías de la tienda y no puedo evitar sonreír mirándola de arriba abajo cuando estrecha mi mano.

Quinn se despide y mi papá la hace pasar a su oficina, yo voy detrás de ella.

Hoy va vestida con un sencillo vestido negro que se ajusta a su figura y le llega hasta las rodillas. Va subida sobre unos altos tacones negros y no puedo dejar de estremecerme cuando miro esos finos tacones, son lindos, quizás y me compre unos.

Pero… una imagen de ella solo vestida con esos zapatos se me pasa por la mente y me tengo que reprender por hacerlo.

Su cabello contrasta contra el negro de la tela del vestido y creo que es la mujer más bella que he visto en mi vida.

Brittany se sienta frente a mi papá en el escritorio y yo ocupo la silla junto a ella.

La miro embelesada, curiosa por esta mujer que no me toma en cuenta, que no me sonríe, no me coquetea ni nada, es más, siento como si ella quisiera que me mantuviera muy alejada.

Eso me intriga, me pone a pensar qué hacer para que me dé su atención…ya se me ocurrirá algo.

Vuelvo la vista hacia mi papá que me mira con una clara advertencia en los ojos. Le prometí que no seduciría a Brittany y juro que quiero cumplirlo, pero algo dentro de mí se revela y me hace actuar a lo tonto y sin pensar en nada.

―Bien, Brittany, este es el contrato―mi papá le muestra el contrato.

Ella lo toma entre sus manos y lo comienza a leer. Está concentrada mirando el papel y yo estoy concentrada mirando cada facción de su rostro.

Brittany se lleva un mechón de su cabello detrás de su oreja y me dan ganas de alargar mi mano y tocarla.

―Veo que la filmación de la publicidad será en Aruba. ¿Cuántos días tendría que estar ahí?

―Una semana. Creemos que ese tiempo es suficiente para la filmación, pero se puede extender si el director no queda conforme.

Noto que Brittany está indecisa en firmar el contrato.

Pero, ¿por qué no querría firmar e ir hasta el paraíso que es Aruba?

Es una excelente oportunidad para ella y su carrera y además estar en esas playas serán como unas vacaciones pagadas.

―¿Hay algún problema en el contrato, Brittany?―pregunta mi papá que también ha advertido la preocupación en el rostro de ella.

Brittany sigue mirando las hojas del contrato, y luego de unos minutos decide firmar.

Mi papá le indica que dentro de una semana estará en Aruba y la felicita por trabajar para nosotros.

El teléfono de mi papá suena y él nos pide un minuto para contestar. Yo miro a Brittany, que se mira las manos que descansan sobre su regazo.

―¿Pasa algo? Pareces preocupada―le pregunto.

Ella gira su cara y nuestras miradas se encuentran. Sus ojos son tan intensos que siento que me traspasan, esa mirada azul me estremece.

Sé que algo le incomoda y quiero averiguar qué es.

―No pasa nada. ¿Por qué lo dices?

―Porque noto que estás incómoda. ¿Algo no te gustó del contrato? Si quieres podemos revisarlo y cambiar si algo no es de tu agrado.

―No. Todo está bien, gracias.

―Bien.

Mi papá sigue con la conversación, pero me mira de reojo, vigilando mis pasos.

―¿Quieres algo de beber?―ofrezco.

―Sí. Un café estaría perfecto. Gracias.

Me levanto y salgo de la oficina en busca de un café para Brittany. En el camino hasta la sala de café coincido con Quinn y entramos juntas por el café.

―Pensé que estabas con Brittany. ¿Alfonso te sacó de la oficina por mirarla demasiado? Por favor, amiga, sé más discreta. Te estabas comiendo a la mujer con la mirada.

―No, Alfonso no me sacó. Solo vine por un café para ella.

Quinn me mira con una ceja levantada y la diversión dibujada en su rostro.

―A ver… ¿te escuché bien? ¿Tú viniste a buscar un café para Brittany?

―Sí. ¿Qué tiene de raro? Solo quise ser gentil con ella.

―¿Tú gentil?―me pregunta burlona.

―Ya, imbécil. Deja de reírte de mí. Además necesito pedirte un favor.

Quinn se sirve su café mientras yo en mi cabeza comienzo a elegir las palabras para pedirle este enorme favor a mi amiga. Pero al final no tengo filtro, así que se lo digo sin rodeos.

―Quinny, necesito ir a Aruba contigo. Quiero que me incluyas en el viaje.

Ella abre los ojos, sorprendida por mi petición.

―Sabes que no puedo hacer eso, Tana.

―¿Por qué no?

―Sabes de sobra que Alfonso se negará a que vayas. Así que la respuesta es no.

―Vamos, Quinny.

―Pero es que esto tienes que hablarlo con tu papá. Si él te autoriza yo no tengo nada que hacer. Pero es a Alfonso al que tienes que convencer no a mí.

―Pero tú me puedes ayudar. Anda, ayúdame, Q.

―Tú sí que estás mal. ¿No tienes alguna otra chica a la cual perseguir? ¿Tanto te gusta Brittany?

No respondo a esa pregunta.

Lo que siento por Brittany es un intenso deseo que me está quemando por dentro.

Ella está prohibida para mí y eso hace que la desee más.

No sigo hablando con Quinn, creo que no conseguiré nada de ella y lo mejor será ir directo y pedírselo a mi papá.


Vuelvo a la oficina y mi papá y Brittany conversan animadamente.

Le entrego el café a ella y me agradece con una leve sonrisa.

Bueno, algo es algo.


La conversación sigue con trivialidades y, luego de una media hora, Brittany se despide y abandona la oficina donde nos quedamos mi papá y yo.

Hay un minuto de silencio entre nosotros.

Él hojea el contrato de Brittany y no me habla. Tomo una honda respiración para decirle que quiero ir a Aruba.

―Papá, quiero preguntarte algo.

Él deja de leer el contrato y levanta su mirada prestándome toda su atención.

―Claro, Tana. Dime.

―Quiero ir a Aruba―digo casi de corrido y espero la respuesta de mi papá que me mira como si me hubiera salido otra cabeza.

―¿Por qué quieres ir a Aruba, hija?

Sé que esta es una pregunta con trampa.

Me preparo para contestarle lo que él quiere oír.

―Papá, tú me dijiste hace un tiempo que tenía que comenzar a interesarme por todo lo relacionado con el funcionamiento del Holding. Creo que esta es una excelente oportunidad para aprender lo que hace Quinn.

―Y tú piensas que yo te creo algo de lo que me acabas de decir. Tana, que tengo más años que tú, no me quieras ver la cara.

―Pero, papá, es verdad lo que te digo, quiero aprender todo y…

―Tú quieres ir a Aruba por Brittany. ¿Tanto te gusta esa chica?

Miro a mi papá sin decirle nada.

Brittany me gusta y confieso que estoy encaprichada con ella.

―Tana, ya tuvimos esta conversación. No me hagas repetírtela por favor.

―Papá, es verdad lo que te digo. ¿Puedes aunque sea por una vez en la vida confiar en mí?

Mi papá me mira con una mirada más dulce.

Sé que con esas palabras he tocado su fibra de papá y me siento mal por ser tan canalla y mentirle.

―No es que no confíe en ti, hija, es que…

―No confías, si no por qué otra cosa sería. Entonces, ¿cómo me puedes confiar el legado de tu empresa si no confías en algo tan sencillo?

―Nunca te había visto así antes por ninguna chica y los dos sabemos que han sido varias las que han caído en tus redes.

―No cambies de tema y dime, sí o no.

Mi papá sonríe, eso debe ser una buena señal.

Me mira fijamente y alarga el momento de darme su decisión lo que hace que me desespere.

―Ah, ya viejo. No juegues más al suspenso, ¿quieres?―digo irritada.

―Está bien―dice por fin con resignación―Irás con Lucy hasta Aruba. Solo te diré dos cosas. Una: El pasaje te lo pagas tú. Ni creas que el Holding te va a subsidiar esta locura. Dos: Te vuelvo a pedir que no molestes a Brittany. Necesito que seas profesional. No quiero escuchar ni una sola queja de parte de ella o te mato, ¿escuchaste bien?

―Sí―digo feliz por lo que estoy escuchando.

Me levanto de la silla para salir de la oficina de mi papá e irme a la mía y celebrar este pequeño triunfo.

Sé que él accedió porque sabía que iba a ser muy insistente hasta conseguir que me dijera que sí. Bueno ya lo conseguí así que me marcho de ahí, pero antes de que logre llegar a la puerta mi papá me dice:

―Tana.

―¿Sí?

―No hagas que me arrepienta de esta decisión. Hazme sentir orgulloso de ti.

Yo solo asiento con la cabeza y salgo al pasillo.

La última frase que me ha dicho Alfonso me mata. Siempre he querido que él sienta un gran orgullo de su primogénita y hasta ahora siento que no le he cumplido con nada.

Mis padres han sido los mejores del mundo conmigo a lo largo de mi vida y hoy siento que yo no he sido la mejor hija para ellos.

Entro en mi oficina y caigo desparramado sobre la silla.

Pienso en Brittany y en lo que ha dicho mi papá de que nunca antes me había visto así por otra mujer y tiene razón.

Yo tampoco entiendo mi forma de actuar últimamente.

Pero es que Brittany despierta algo en mí que nunca antes había sentido.

Apenas he hablado con esta mujer y siento el enorme deseo de conocerla más y Aruba es el sitio ideal para que eso suceda.

Estoy hecha un ocho entre lo que quiero y lo que no debo hacer.

Quiero que mi papá esté orgullo de mí, pero de igual forma quiero seducir a Brittany.

Solo Dios sabe en qué va a terminar esto y espero me pille confesada.

Capitulo 5

Brittany


Estoy saliendo del edificio del Holding López.

Acabo de firmar el contrato para ser el rostro de la próxima campaña de verano.

La verdad es que ésta es una muy buena oportunidad.

El Holding López es la empresa de telecomunicaciones más importante del país y eso es importante para mi carrera.

Cuando Quinn Fabray me contactó, me hizo la entrevista y luego me ofreció esta campaña, dije sí de inmediato.

Hoy firmé el contrato con el dueño del Holding, Alfonso López, y me entero de que, el spot para la televisión, se realizará en Aruba.

Estoy preocupada, no es que no quiera ir a Aruba, me encanta la idea, pero para mí es complicado.

Todo esto de viajar por tantos días me resulta un poco difícil, pero sé que este trabajo me reportará muy buen dinero y tengo que pensar en el futuro.

La gente del Holding se ha portado muy bien conmigo.

Alfonso y Quinn me han hecho sentir muy cómoda con todo.

El único pero que puedo tener es la hija del señor López… Santana.

La mujer me mira de una forma que me inquieta, me pone nerviosa y no quiero que sea así.

Es sabido que le gustan las mujeres al igual que su amiga Quinn, quien está en una relación con Rachel.

Y como a mí también me gustan las mujeres al igual que los hombres, no puedo negar lo guapa que es.

Tengo que reconocer que Santana es una mujer guapa, muy guapa a decir verdad, con una penetrante mirada oscura que me hace estremecer.

Me da rabia que sea así, yo ya estuve ahí, yo ya conozco a las personas de su clase y fue lo peor que me ha pasado en la vida.

He tratado de mantenerme alejada de ella, casi no lo hablo, trato de esquivar sus penetrantes miradas y su descarado coqueteo, que sé, no nos llevará a ninguna parte.

Ahora me tengo que preocupar por preparar mi maleta, dentro de una semana estaré volando hacia Aruba.

Tengo que dejar todo solucionado para viajar tranquila, aunque sé que no será así.








Me sorprendo con lo rápido que han pasado los días y ya me encuentro en el aeropuerto esperando a que Quinn llegue.

Estoy sentada en la sala de espera, leyendo una revista con chismes de farándula. Paso las páginas, hasta que llego a las fotografías de una fiesta que pertenece a la inauguración de un famoso club.

Es ahí donde la veo.

Santana posa sonriente a la cámara tomando por la cintura a una hermosa mujer.

Leo lo que ponen sobre ella en la revista que la tilda de "niña terrible y fiestera".

Dentro de mi cabeza resuenan las palabras «Esta es una mujer peligrosa, Brittany».

Cierro la revista y la dejo sobre una mesita que hay en esa sala y muevo el cuello de un lado al otro para soltar la tensión de la soy presa en ese minuto.

Levanto la vista y veo que Quinn y Santana vienen hasta donde me encuentro.

Por Dios, ¿por qué viene la morena a este viaje?

No había previsto que ella nos acompañara, esto no está bien.

―Buenos días, Brittany―Quinn me saluda extendiendo su mano para que yo se la estreche.

―Buenos días―respondo con una leve sonrisa.

Estoy nerviosa y sé que es por la presencia de Santana.

Ahora ella se acerca y me muestra una sonrisa de lado y se le forma un lindo hoyuelo, no puedo ver sus ojos porque lleva unas gafas de sol.

Va vestida informal con jeans oscuros y una camisa de lino blanca que marcan sus perfectos pechos.

Me extiende la mano y me dice:

―Buenos días, Brittany―aprieta mi mano y siento que un calor se aloja en mis mejillas.

Me siento como una tonta chiquilla avergonzada, ¿por qué tiene que afectarme así?

―Buenos días, señorita López―digo para poner distancia entre nosotras.

Distancia que yo necesito porque hace mucho tiempo que no me sentía así por una persona.

Ella vuelve a sonreír al escucharme y se demora un poco en soltar mi mano.

Su tacto es suave y mi pulso se acelera, de seguro que lo ha notado.

Quinn se excusa por un momento, diciendo que tiene que ver lo de los pasajes y nos deja a Santana y a mí solas una frente a la otra.

Ella se levanta las gafas de sol y ahora me mira con esos ojos oscuros que son una maravilla. Tengo que tragar en seco cuando nuestras miradas se encuentran, esos ojos son un arma poderosa que ella sabe manejar a la perfección.

Noto que su mirada es brillante y risueña, como la de una niña traviesa…

Por todos los cielos, que esto no siga así, por favor.

―¿Por qué no me tratas de tú, Brittany?―me pregunta acercándose un poco más a mí y yo retrocedo un paso.

―Porque usted es mi jefa…

―No, Brittany. Tu jefe es mi papá yo también trabajo para él. Eso nos convierte en colegas, por lo tanto deberíamos tutearnos.

Yo la miro levantando una ceja.

De seguro que, esta mujer que está frente a mí, no tiene ni idea de lo que es trabajar.

Muevo la cabeza negando y sonrío burlona mirándola de arriba abajo.

―¿De qué te ríes?―pregunta ladeando la cabeza.

―¿Yo? De nada, ¿por?

―¿Te estás riendo de mí?

Niego con la cabeza y me cruzo de brazos.

―No, claro que no.

―Sí, lo estás haciendo. Ahora quiero saber, ¿qué te causa tanta gracia?

―¿De verdad quieres saber?

―Vaya, ya me estás tuteando y sí, quiero saber.

―No. Creo que será mejor que no lo diga.

―Anda ya, dímelo.

Ella se acerca más a mí y ya casi no queda espacio entre las dos. Santana vuelve a sonreí divertida. Yo levanto mis ojos y le respondo:

―Por lo que acabas de decir. Eso de que trabajas también para tu papá.

Su sonrisa se borra de un plumazo y se aleja un poco.

Eso, eso, aléjate, aléjate de mí.

―¿Y qué piensas tú qué hago yo en el Holding?

―¿Sabes qué no es de mi incumbencia y creo que deberíamos dejar esta conversación hasta aquí?

―No, ya comenzaste a hablar, ahora termina.

Me enfrenta, y puedo notar un poco de enojo en su voz.

De seguro que, de que lo tratara de la niña de papá no le ha gustado nada.

―Lo siento, lo dije sin pensar―digo, porque noto su irritación.

―Tú crees que, por ser la hija del dueño del Holding yo soy una vaga. Pero déjame decirte que no. Vivo todo el día bajo la presión de hacer lo mejor en el Holding, quiero que mi papá esté orgulloso y aunque creas que soy una buena para nada, debo aclararte que estás en un error.

La miro extrañada.

Esta mujer me acaba de contar algo de su vida que yo no esperaba, algo que ella no debería haberse molestado en decir, ya que no somos nada.

Mi corazón se aprieta, yo sé de primera mano lo que es tratar de hacer que tus padres se sientan orgullosos de ti.

Y también sé lo que es no logarlo.

Ahora ella se sienta en unos de los sofá de la sala de espera, noto que está enfurruñada como una niña pequeña y no puedo evitar sonreír otra vez.

Ay, no, yo y mi manía de sonreí cuando estoy nerviosa.

Me siento frente a ella y me dirige una mirada con el ceño fruncido.

Mi corazón late con fuerza, es mi primera interacción con la morena y metí la pata hasta el fondo.

Pero por otro lado creo que fue lo mejor, así ella se mantendrá alejada y llevaremos la fiesta en paz.


Quinn vuelve y nos mira extrañada ya que estamos sentadas una en cada extremo de la sala.

―¿Todo bien por aquí?―nos pregunta, pero su mirada está fija en Santana.

―Todo genial―dice Santana con desgano.

―Bien, es hora de que embarquemos.

Las tres nos encaminamos para embarcar y, luego de unos minutos, ya estamos en el avión.

Yo estoy sentada al lado de la ventana.

Santana a mi lado y luego Quinn.

Reviso por última vez mi teléfono y al ver que no hay ninguna novedad lo apago. Me acomodo en el asiento y me pongo el cinturón.

Trato de calmar los nervios que me provoca estar cerca de Santana.

Saco un libro que traigo en mi bolso y comienzo a leer para distraerme.

De vez en cuando escucho que Santana y Quinn ríen mientras hablan de banalidades. Se nota que son buenas amigas y eso me provoca un poco de envidia, ya quisiera tener yo una buena amiga.

Sigo leyendo, tratando de concentrarme aunque me cueste un montó.

―Debe ser muy interesante―escucho decir a Santana y giro mi cara para encontrarme con su rostro.

―Disculpa, ¿qué decías?―pregunto un poco atontada.

―Tu libro, debe ser muy interesante. Está tan concentrada leyéndolo.

―Sí es muy bueno.

―De seguro que es una novela de amor. ¿O acaso eres de las que leen literatura erótica?―me pregunta moviendo sus cejas graciosamente.

―Es una novela de amor―le digo y vuelvo mi vista hacia el libro para continuar leyendo.

―Lo sabía. Tienes toda la pinta de romántica.

―Lo dices como si fuera algo malo.

―Yo no diría que malo, pero la verdad es que nos crea un mundo falso a las mujeres. La vida no es cómo una de esas novelas. Los hombres que ahí describen, dispuestos a todo por amor, no existen. No creerás en los príncipes azules, ¿verdad?

―No―digo cortante.

La verdad que el príncipe azul ya pasó para mí.

―Bien… por eso deberías buscar una princesa―dice con una sonrisa pícara―¿O eres de esas personas homofóbicas?

―No, claro que no. Las personas tienen derecho de enamorarse de quien les plazca.

―¿Entonces juegas para mi equipo?

―No juego para ningún equipo, yo me fijo en el interior de la persona no en si es hombre o mujer.

―Bien―dice dejándome en paz y yo vuelvo a mi lectura.

La verdad es que la vida se ha encargado de que ya no crea en los príncipes o princesas.

En la persona de la que me enamoraría con locura y por la cual sería capaz de todo y ella igual, sería capaz de cruzar los siete mares y luchar contra todo para estar junto a mí.

Ya he aprendido que esas personas no existen.



Ha pasado un buen rato, creo que horas.

Ya estoy cansada y lo mejor será dormir un rato.

Me vuelvo a acomodar en mi asiento, miro hacia mi lado izquierdo y veo que Santana duerme plácidamente.

Se ve serena y extremadamente guapa.

Me regodeo en cada facción de su rostro y suelto un suspiro. Y mirándola me quedo dormida.



No sé cuánto tiempo he dormido.

Abro un ojo y lentamente comienzo a salir del sueño. Siento que mi cara está apoyada en algo.

No me quiero mover ya que presiento que es el hombro de Santana.

Me comienzo a mover lentamente para que no note que la he usado como almohada, estoy en eso cuando escucho:

―¿Has dormido bien?―pregunta y al mirarla veo la diversión en su rostro.

Siento que mi cara arde, de seguro porque estoy más roja que un tomate.

―Disculpa, no quise molestarte.

―No, si para mí no es molestia―me dice guiñándome un ojo.

La Santana coqueta y peligrosa vuelve a hacer su aparición.

Me paso la mano por el pelo, de seguro estoy despeinada y ella me indica que ya estamos por llegar.

Ah, sí.

Ya quiero llegar al hotel, meterme bajo la ducha y poder dormir en una cama.



Ya estamos en el aeropuerto y una suburbana nos ha venido a buscar.

Luego de unos minutos llegamos al hotel y veo que es un lugar maravilloso.

Con la playa de arena blanca y mar calipso muy cerca.

Solo quiero meterme en esas cálidas aguas y disfrutar un poco del sol.

En la recepción del hotel nos dan las llaves de nuestras habitaciones y las tres llegamos al tercer piso donde éstas se encuentran.

Sonrío al ver que Quinn ha pensado en todo y se ve que conoce muy bien a su amiga, ya que sus habitaciones y la mía está en uno y otro extremo del piso.

―Bien, Brittany. A las ocho cenaremos con el director y su equipo en el restaurante del hotel, nos vemos ahí.

―Está bien―digo y veo que caminan hasta sus habitaciones.

Entro en mi cuarto y lo primero que hago es comprobar mi teléfono.

Hay un mensaje de mi mamá que me dice que, todo está muy bien y que no me preocupe por nada. Que me prohíbe llamarla y que, si lo hago, no me contestará y que disfrute de mi semana en Aruba.

Quiero hacerle caso, quiero disfrutar de este paraíso, pero no puedo dejar de estar preocupada y la llamo.

Pero ella cumple su promesa y no me contesta.

Le envío un mensaje diciéndole que me llame a la hora que sea si necesita algo y ella me envía de vuelta un:




Sonrío y camino hasta el baño, veo que hay una tina y al lado de ésta un frasco con espuma de baño.

Decido darme un relajante baño de tina y así lo hago.


Mientras la blanca y perfumada espuma acaricia mi piel, no puedo evitar pensar en Santana.

Su brillante mirada oscura aparece ante mí cuando cierro los ojos.

Hace mucho que una persona no me impresionaba de esta manera.

Sé que es una locura, que yo ya no estoy para tonteos de una noche como a los que acostumbra ella, pero Santana me descoloca y no puedo pensar con claridad.

Me relajo en el agua, no sé cuánto tiempo dura mi baño.

Salgo cuando siento que el agua ya se comienza a enfriar. Me pongo una esponjosa bata blanca que cuelga en el baño.

Abro mi maleta y busco qué ponerme esa noche para la cena.

Es algo informal, pero de igual forma es una cena de trabajo. Veo entre las cosas que he empacado y encuentro un vestido rojo de Jersey escote en V.

Creo que éste estará perfecto.

Ya es hora de que comience a arreglarme y me pongo un poco de loción en mi cuerpo. Luego me rocío un poco de perfume y me coloco el vestido.

Decido llevar unas sandalias negras de tacó alto, me maquillo solo un poco los labios y los ojos y me peino el cabello dejando que caiga suelto sobre mis hombros.

Tomo mi bolso y salgo de la habitación con dirección al restaurante del hotel.

Cuando llego al lugar busco entre las mesas tratando de encontrar a Quinn o a Santana hasta que al fin doy con ellas.

Camino y llego hasta la mesa donde hay dos hombres sentados. De seguro es el director y su asistente.

Al verme los hombres se levantan como unos caballeros, saludo a cada uno y me siento frente a Santana que me mira, pero no logro descifrar muy bien la expresión de su rostro.


La cena inicia y el director me dice qué es lo que quiere hacer mañana.

Tendremos que estar temprano en la playa ya que hará unas tomas en el mar y algunas fotografías para la campaña impresa.

Pero también me informa que, en la noche, filmará algunas escenas en el club del hotel.


Nos van sirviendo muchos platos, unos más ricos que otros y yo disfruto verdaderamente la cena.

De vez en cuando me fijo en Santana que, en toda la noche, no ha abierto la boca más que para pedir algo de comer.

Noto que tiene el ceño fruncido y su mirada fija en mí.

Trato de no prestarle atención y me vuelco en una conversación con el director, quien me asegura que, si todo sale bien mañana en la filmación, no tendremos que estar una semana completa en Aruba.

Mi cuerpo suelta un poco la tensión ante tal noticia y sonría ampliamente.



Luego de la cena Quinn pide nos traigan champaña para celebrar el inicio de nuestro trabajo.

Luego de una copa me disculpo con mis compañeros de mesa y me despido para irme a dormir.

Mañana me espera un largo día de trabajo.


Tomo el ascensor y llego a mi piso.

Entro en mi habitación y luego de dejar mi bolso sobre una mesa, me quito los tacones y quedo descalza… Ah, qué delicia.

Me comienzo a quitar el vestido cuando escucho que alguien toca a mi puerta. Me dejo el vestido puesto y descalza voy a ver quién es.

Abro la puerta y me la encuentro a ella, a Santana que me mira preocupada.

―¿Pasa algo, Santana?―pregunto y salgo al pasillo, ni loca la dejo entrar en la habitación.

―Solo vine a decirte algo.

―¿Sí? ¿Qué cosa?

―Solo esto―dice acercándose a mí y me besa anulándome cada sentido.

Su boca es cálida y su lengua busca desesperadamente la mía. Yo me entrego por completo y me cuelgo de su cuello. Ella me toma fuertemente por la cintura pegándome a su cuerpo.

Tengo que reaccionar, esto no está bien.

Bueno, es excelente como besa esta mujer, pero no debe ser.

Para mi sorpresa es ella quien se aparta de mi boca, es ella quien me abandona.

Me suelta, me besa la punta de la nariz y me dice:

―Solo eso tenía que decir. Que tengas una buena noche.

Me deja en el pasillo, con las piernas temblorosas y con la boca deseosa de más de sus besos.

Ella se aleja caminando hasta que la pierdo de vista al final del pasillo. Entro en mi habitación aún un poco atontada por lo sucedido.

¡Por Dios!

¿Qué haré ahora?

Capitulo 6

Santana.


Acabo de besar a Brittany.

Sí, la acabo de besar y ahora estaría con ella en su cuarto si no fuera porque, la bendita voz de mi papá, comenzó a resonar en mi mente con la advertencia de que no me acercara a ella.

Pero verla vestida con ese vestido rojo que, se le ocurrió ponerse hoy para la cena con el director del spot, hizo que mi parte más animal aflorara.

Y luego de que ella se despidiera y nos dejara en el restaurante, yo le mentí a Quinn y le dije que iba a dar una vuelta por ahí. Pero no, la seguí hasta su cuarto y casi sin decirle nada, la besé.

Ella no me rechazó y eso me da esperanzas, pero la verdad, es que me estoy partiendo la cabeza porque no quiero escuchar ni una sola queja por parte de mi papá.

Pero Brittany me encanta y la deseo con locura.

¿Por qué tuve que conocerla así?

Me tiro sobre la cama pensando que, tal vez a esta hora, yo estaría en la cama de Brittany disfrutando de ella.

No sé qué tiene esta mujer, no sé por qué me siento tan atraída hacia ella y eso me tiene confundida.

¿Qué debo hacer ahora?

Me está costando una enormidad quedarme aquí, tendida sobre la cama, cuando lo que deseo es correr hasta la puerta de Brittany, besarla con locura y perderme en ella.

Pero pienso que lo mejor es que no haga nada.

Debo quedarme tranquila en mi cama y no molestarla, mañana tiene un largo día de trabajo por delante. Lo mejor será que yo también me meta en la cama y duerma.





Ya me estoy vistiendo para bajar a desayunar.

Son las ocho de la mañana y hoy comienza la filmación del spot de televisión donde Brittany será la protagonista.

Salgo de mi habitación y bajo hasta el restaurante del hotel. Entro en el lugar y me encuentro con Quinn que ya está desayunando y hablando por teléfono.

―Sí, amor. También te echo mucho de menos, pero son pocos días.

Escucho que dice la patética de mi amiga, de seguro está hablando con Rachel.

―Te llamo más tarde, ¿está bien? Te amo.

Termina la llamada y yo la miro como si esa mujer que estuviera frente a mí fuera un alien.

―¿Qué?―dice Quinn cuando ve que solo la miro y no digo nada.

―Qué corta te tiene Rachel la correa. ¿Te estabas reportando con ella tan temprano?

―Imbécil. La llamé porque la echo de menos.

―No me digas que ahora te vas a poner a llorar. Estás cada día más patética, Lucy.

―Tú no entiendes nada. Tú no sabes nada del amor.

―Ni falta que me hace. Antes me meto a monja que estar en tu estado. Déjame decirte amiga que das pena.

―No voy a decirte nada, serían palabras al viento, pero ya te quiero ver cuando…

―Ni se te ocurra decir lo que estás pensando. No me arruines el desayuno, ¿quieres?

Quinn no dice nada más, toma su teléfono y comienza a revisarlo. Luego veo que con una sonrisa manda un mensaje, de seguro es para Rachel.

Dios, devuélveme a mi amiga, por favor.

―¿Y Brittany? ¿La has visto?―pregunto como por casualidad.

―Sí. Estuvo por aquí, pero ya se fue a la playa con el director.

―¿Y nosotras, qué hacemos aquí?―digo y enseguida me doy cuenta de que mi voz se oye ansiosa.

―Ya iremos hasta allá. No te perderás de nada.

Noto que, cuando Quinn dice eso, esboza una risa burlona.

Tomo un poco más de café.

Reviso mi móvil y leo que hay un par de mensajes de Dani… Vaya, qué pesada. Solo pasamos una noche juntas y me sigue llamando.

No sé para qué lo hace si nunca le respondo.




Quinn y yo nos encaminamos hacia la playa y veo un montón de gente que corre de un lado a otro.

Una cámara, el director y su asistente, varias personas más y por fin veo a la rubia de ojos azules.

Trago en seco al verla vestida solo con un bikini azul que contrasta sobre su piel, mientras que una mujer le peina el cabello y otra le aplica algo en los labios.

La campaña de verano debe mostrar que nuestro roaming internacional es el mejor del mercado, sobre todo en las vacaciones de verano.

La filmación comienza y todo a mi alrededor desaparece.

Solo veo a Brittany que camina con su diminuto bikini y eso hace que por mi mente pasen miles de imágenes de ella, cual más sexual que otra.

De pronto nuestras miradas se encuentran y noto que ella se sonroja.

Quinn está a mi lado y menos mal que llevo mis gafas de sol puestas para que mi amiga no note que me estoy comiendo a Brittany con la mirada.

El director le da instrucciones y ella hace lo que se le pide. Luego de que el director queda conforme con las imágenes, llega un fotógrafo que le pide a Brittany pose para él.

Ella entra en el mar y es como ver a una sirena y esa sirena me llama y tengo que hacer uso de toda mi fuerza interior que, hasta ese día no sabía que poseía, para anclar mis pies en la arena y no lanzarme al mar junto con ella.

Brittany se sumerge en el mar y luego sale a la superficie, mojada y tentadora. Mi pulso se acelera y me reprendo mentalmente con todas las groserías que conozco por no haberla hecho mía anoche.

Miro a Brittany y tengo en tensión cada parte de mi cuerpo.

Quisiera que toda esta gente desapareciera y nos dejara la playa solo para las dos.

Escucho que Quinn me pregunta algo, pero no sé qué fue lo que dijo. Todos mis sentidos están pendientes de la ojiazul, no sé qué será de mí, necesito tenerla solo una noche, eso es todo lo que pido.




Ya es hora del almuerzo y todo el equipo comienza a dejar la playa.

Brittany sale en compañía de la encargada de vestuario y cuando pasa a nuestro lado me mira y me regala una tímida sonrisa.

Quinn le informa que estaremos en el restaurante del hotel y que se nos una al almuerzo.





Llegamos a la mesa y pedimos algo para beber mientras que esperamos a que baje Brittany que fue a cambiarse de ropa.

Cómo me gustaría estar en su habitación y ayudarla con ese pedazo de tela que llevaba puesto y al que llaman bikini.

Me remuevo en la silla y bebo de mi vaso. Doy un largo sorbo a mi bebida para tratar de calmar el sofocante calor que de pronto me invade todo el cuerpo.



Quince minutos después aparece Brittany.

Viene vestida con unos shorts de jeans y una camiseta negra, su larga cabellera rubia, ahora está aprisionada en una trenza que baja por uno de sus hombros.

Se ve tan fresca e igual de atractiva y sexy que con el vestido rojo que usaba anoche.

Ella se nos une a la mesa y queda sentada frente a mí. Pide un jugo de piña para beber y yo observo con detenimiento cada movimiento que hace su boca para beber desde la pajilla.

Contengo la respiración y mi imaginación vuela lejos de mí.

Uf… tengo que detenerme ahora si no quiero tener un orgasmo aquí mismo.


La conversación es amena, Brittany sonríe a algo que le dice Quinn y que yo no he escuchado por estar al pendiente de la rubia más alta.


La comida que pedimos está exquisita y eso me distrae un poco de la ojiazul que tengo en frente.

El director le dice a Brittany que, más tarde, hará las tomas en el club del hotel.

Quiere que ella entre en el club y se tome unas selfies con un celular, se mezcle con la gente y baile en la pista.Ella escucha atenta cada instrucción del director y asiente a cada pedido de él.

De pronto el sonido de un móvil se escucha y veo que es el de Brittany. Ella mira la pantalla y abre los ojos con preocupación.

―Disculpen, debo contestar―dice y se levanta de su silla y se aleja hasta la barra del restaurante.

Comienza a hablar y veo que su rostro se ilumina y la sonrisa más bella que he visto en mi vida asoma en su boca.

¿Con quién estará hablando?

¿Quién provocará que ella sonría de esa manera?

Me siento intrigada por saber con quién habla, quién es aquella persona que hace que ella se ilumine de esa forma.

¿Será que tiene novio?

¿Será que tiene novia?

Bien dijo que se fijaba en el interior de las personas, no en su sexo.

Vaya, ni siquiera lo había pensado, bueno la verdad es que mi cabeza no está pensando mucho últimamente.

Luego de unos minutos ella vuelve a la mesa y no puedo evitar preguntar:

―¿Todo bien?

La ojiazul me mira y ladea su cabeza, dándome a entender con eso que no esperaba mi pregunta.

―Sí, todo muy bien, gracias―responde y me regala una sonrisa.

De pronto giro mi cara y me encuentro con la cara de Quinn que me mira con una clara advertencia en sus ojos.



El almuerzo se alarga y, luego de unas horas, nos levantamos de la mesa y Brittany se despide para irse a descansar.

Me gustaría correr tras ella.

No he podido estar ni un momento a solas con ella ya que tengo a mi amiga pegada a mí como una chaperona.

Tengo que encontrar la forma de perderla de vista para estar con Brittany.

Quiero volverla a besar.





Ya es de noche y todo el equipo está ya en el club del hotel, todos menos Brittany que aún no ha hecho su aparición.

Estoy en la barra del Club bebiendo algo mientras espero a que ella llegue.

La música resuena estridente en el lugar, la gente baila y se divierte a mi alrededor y de pronto la veo en la entrada del club.

Viene acompañada de dos mujeres del equipo de filmación, una que le arregla el cabello y la otra el maquillaje.

Brittany lleva un corto vestido negro con algunos detalles metalizados y unas largas botas negras hasta la rodilla.

Yo aprieto la mandíbula cuando la veo y noto que muchos hombres y mujeres en ese sitio advierten su presencia.

Eso no me gusta…No me gusta nada.

La filmación comienza.

Ella sonríe a la cámara, saca un celular y comienza a tomarse algunas selfies. Dos chicas se acercan a ella y se toma otra fotografía.

Luego camina entre la gente, la cámara la sigue y entra en la pista.

La música electrónica se toma el club y ella comienza a bailar.

De pronto, un tipo se acerca y comienza a moverse junto a ella…

¡Epa!

Aléjate de ella, idiota, si no quieres que estrelle mi puño contra tu cara.

Brittany sigue en lo suyo, ni siquiera ha tomado en cuenta al tipo y el director pide que paren.

Ella sale de la pista y vuelve a la entrada. Yo la miro embelesada, el conjunto que lleva puesto hoy me mata.

El director vuelve a hacer otra toma y ella vuelve a moverse alrededor de la pista.

Las personas la miran con lujuria, yo más que todas y siento que la deseo más que nunca.


El director quedó conforme con todo y libera a Brittany.

Para mi sorpresa y mi alegría, ella se acerca a mí lado en la barra y ocupa el taburete que está a mi lado.

Pide una bebida y yo lo único que puedo hacer es mirarla como una tonta.

La miro de arriba abajo, me fijo en sus largas piernas enfundadas en esas botas negras y una imagen de esas piernas enrolladas en mi cintura pasa por mi mete como un flash.

Brittany comienza a moverse en el taburete, siguiendo el ritmo de la música y sin pensar le hago una invitación:

―¿Quieres bailar?―le pregunto.

Ella me mira como pensando si aceptar o no mi invitación. Puedo ver la duda en sus ojos, pero también puedo ver el deseo.

―Claro―me responde levantándose del taburete, me mira y se gira para caminar hasta la pista.

Voy tras ella, siguiendo el canto de esta sirena que me tiene hirviendo de deseo.

Se mezcla entre la gente y yo me hago espacio empujando a varias personas para no perderla entre el gentío hasta que llego a ella y quedamos frente a frente.

Brittany me mira con esos hermoso y grandes ojos azules y un fuego comienza a recorrer mi interior.

Me acerco más a ella y la tomo por la cintura, se deja, no me rechaza y eso me da alas para avanzar más allá.

Brittany se contonea al ritmo de la música y yo tarto de seguirle el ritmo, pero me he convertido en una torpe a su lado.

Nos apegamos más y yo hundo mi nariz en su cabello. Cierro los ojos y aspiro su olor a mar y a verano.

Estoy loca por esta mujer que me calienta hasta el último de los poros de mi piel.

Paseo mi nariz por su cuello y le deposito un suave beso en la clavícula y puedo notar que su piel se eriza.

Subo hasta su mandíbula, repartiéndole besos hasta llegar a su oído, le tiro el lóbulo de la oreja y ella aprieta sus manos que tiene posadas sobre mis brazos.

Ya no aguanto más.

Me separo un poco para mirar su rostro y me lanzo a ella para besarla. No me importa estar en la pista de un club lleno de gente, deseo besarla, la deseo a ella con locura, con todo mi cuerpo.

Aunque no quiero, me separo de sus labios, la miro a la cara y luego la tomo de la mano para sacarla de la pista, sacarla de ese club y llevarla a alguna parte.

La deseo y la voy a hacer mía ya.

Camino rápido hasta llegar a la salida del club, ella me sigue sin poner objeción, me desea tanto o más que yo.

Nos miramos, sonreímos y sin decir nada más nos dirigimos al ascensor para subir al piso donde están nuestras habitaciones.


Estamos en medio del pasillo del hotel, ella tira de mí, como queriendo llevarme hasta su cuarto, pero yo tiro de ella para que lleguemos hasta el mío.

Ahí estamos las dos divertidas con aquella situación, tirando y aflojando, hasta que ya no aguanto más. Sorprendo a Brittany y la tomo en vilo y camino rápidamente hasta llegar a mi habitación.

Entro en el cuarto y dejo a Brittany sobre sus pies, la necesito con urgencia y mi entrepierna así me lo hace saber.

Nos quedamos mirando por un momento, excitadas, con nuestras respiraciones entrecortadas y el pulso a mil.

Por un segundo pienso en todo lo que me ha dicho mi papá y eso hace que me plantee lo que estoy haciendo, pero no me puedo detener, algo dentro de mí me grita que ya no espere más.

―Brittany―le digo mientras que con mi pulgar voy acariciándole el labio inferior.

―Santana―me responde con un susurro que me eriza la piel y ya estoy perdida.

Me abalanzo sobre ella para besarla y mientras lo hago la voy dirigiendo hasta la cama.

Cuando llegamos la tiro sobre ella y la miro ahí.

Ella está esperándome deseosa y excitada, cierro los ojos y suelto una maldición y me lanzo sobre ella.

«Lo siento papá» digo en mi mente, pero esta noche haré mía a esta mujer.