[Resuelto]FanFic Brittana: Pequeño Amor (Adaptada) Epílogo

Capitulo 31

Estoy conduciendo mi auto hasta casa de Brittany.

Hoy es Halloween y quedé con ella de llevar a Susan a recolectar dulces y, luego, Brittany vendrá conmigo a la fiesta del Holding López.

Y aquí voy yo, en mi auto y disfrazada de Pocahontas para sorprender a mi Brittany …sorprenderla o que se ría de mí al verme.

Hace unos meses que, Brittany y yo somos pareja, y hasta hoy, todo ha sido maravilloso, pero hoy todo es distinto y estoy nerviosa por eso.

Hoy es un día muy importante para mí.

Para mí y para todos.

Solo espero que todo salga de acuerdo a lo que he planeado.



Estaciono el auto frente a casa de Brittany.

Me bajo y llego hasta su puerta. Hundo el dedo en el timbre y, sin esperar mucho, la puerta se abre y ante mí, está ella.

Más hermosa que la última vez que la vi.

Más bella que cualquier mujer sobre la tierra.

Me regala una linda sonrisa de bienvenida y yo la miro de arriba abajo contemplando el diminuto vestido que lleva puesto.

―¿Qué pasa, amor? ¿No te gustó mi disfraz?―pregunta girando para que yo observe el disfraz en todo su esplendor.

Me quedo muda.

Está disfrazada de Tinkerbell con un pequeño vestido verde que se pega a sus curvas y un par de alas.

―Me encanta tu disfraz. Pero en este momento me gustaría tomarte, encerrarte en tu habitación y que nadie más que yo pueda ver esas piernas… Por Dios, Britt-Britt. Creo que iré solo con Susan a recolectar dulces.

―San, no seas exagerada…

―No es exageración, cariño. Si vamos a pedir dulces, ¿sabes la de infartos que vas a provocar en los padres de esta calle? No, Britt, tú te quedas aquí y yo voy con Susan a por los dulces.

―Pero, San, ¿tu crees que esos mismos padres no te miraran a ti? Además si voy a la fiesta del Holding también me van a mirar.

Entro en la casa y suelto gruñido exasperado.

Tendré que llevar a Brittany a la fiesta con este vestido porque sé que, ella no querrá ponerse otra cosa y no quiero pelear con ella, no esta noche.

Hoy la necesito calmada y serena para lo que tengo que decirle.

―Tienes razón, pero, ¿podrías quedarte aquí en casa y esperar por Susan y por mí?

―Pero…pero…―dice y yo la callo con uno de mis dedos sobre sus labios.

―Amor, por favor.

―Bien―dice un poco enfurruñada y yo tomo su cara entre mis manos y le doy un largo beso.

―¡Sanny… mamá!―Susan aparece entre nosotras gritando y revoloteando a nuestro alrededor.

Obviamente ella también está disfrazada de hada y nada menos que de la reina de éstas. Lleva un vestido vaporoso de colores lila y unas alas transparentes.

―Qué bella te vez, pequeña hada.

―Y tú te vez exactamente igual a Pocahontas.

Sonrío al escuchar a la pequeña y me siento feliz de que, al menos a alguien, le guste mi disfraz.

―¿Estamos listas para irnos?―nos pregunta Susan―Este año quiero recolectar muchos dulces.

―Sí, Susan. Ya nos vamos―digo, beso rápidamente a Brittany y me encamino hasta la puerta.

―¿Y mamá no viene?

―No. Solo iremos tú y yo. ¿Qué te parece?

―¡Genial!―grita emocionada. Toma una bolsa y me coge de la mano―Bien, nos vamos.

Salimos de casa y comenzamos a caminar por la calle.

Susan llega a la primera puerta y yo me quedo unos pasos más atrás, le dan dulces, vuelve junto a mí y caminamos hasta el próximo portal.

Tengo que hablar con Susan.

Tengo que explicarle algo y pedirle su opinión.

Caminamos un poco más y le pregunto:

―Susan, ¿a ti te gusta que tu mamá y yo seamos novias?

―Claro que me gusta, si se lo pedí a las hadas.

―¿Qué?―pregunto sorprendida por lo que escucho.

―Que yo pedí a las hadas que, mamá y tú, estuvieran juntas para siempre.

Sonrío por lo que me cuenta Susan y quisiera creer como ella en las hadas.

Y si de verdad existen, agradecerles por hacer realidad el deseo de la pequeña.

―Susan, tú sabes que yo quiero a tu mamá, ¿verdad?

―Sí, lo sé. Sanny, ¿le has dicho a mamá que la amas alguna vez?

―Bueno… sí.

―¿Y ella qué te dijo?

―¿Por qué quieres saber, Susan?

―Porque yo le dije a un compañero de mi clase que lo amaba y él me dijo que solo me quería como amiga. ¿Y si mamá solo te quiere como amiga?

Me quedo mirando a Susan sorprendida por su confesión.

Esta damita será de armas tomar.

Y tengo que hacer una nota mental para averiguar cuál es ese compañero que le hizo tal desaire a mi pequeña hada y ponerlo en la lista negra del próximo cumpleaños de Susan.

―La verdad, Susan, es que tu mamá y yo nos amamos y yo quiero casarme con ella. ¿A ti te gustaría que fuéramos una familia?―pregunto y me agacho a su lado para quedar a su altura y mirarle el rostro.

Susan tiene los ojos chispeantes y muy abiertos sorprendida por mi pregunta. Luego me sonríe y me pregunta.

―Y si fuéramos familia, ¿viviríamos todas juntas?

―Claro.

―Y, ¿yo podrí llamarte mamá?

Mi corazón da un brinco por lo que escucha.

Nunca pensé en que me enamoraría de esta pequeña que se ha robado mi corazón por completo.

―¿Tú quieres que yo sea tu mamá?―pregunto casi con un hilo de voz, totalmente emocionada.

―Sí quiero.

―Entonces seré tu mamá también.

Susan se lanza a mis brazos y yo la recibo feliz de que ella vaya a ser mi hija… feliz yo…a la que no le gustaban los niños.

Nos quedamos así por unos segundos compartiendo aquel momento que guardaré para siempre en los recuerdos de lo mejor que me ha pasado en la vida.

―Bien, ahora sigamos con la recolección de dulces―digo apartádome un poco de ella―Luego tengo que pedirle a tu mamá que se case conmigo. Quiero darle una sorpresa hoy.

―Síií―dice entusiasmada.

Continuamos con la recoleccinó de dulces y, cuando Susan considera que, ya tienes los suficientes, volvemos a casa.

Ahora sí que los nervios se apoderan de mí.

El romanticismo no es lo mío, pero quiero que la propuesta sea algo inolvidable para Brittany.

Tal vez debí de llevarla de vacaciones a París y pedirle que fuera mi esposa en la Torre Eiffel.

O tal vez haber buscado una forma más ingeniosa de cómo hacerlo. Pero nada, se lo pediré ahora con su mamá y Susan como testigos…solo espero me diga que sí.


Ya estamos en el pórtico de la casa de Brittany y trago en seco el nudo que se ha formado en mi garganta producto de los nervios de los cuales estoy siendo presa en este preciso momento.

Susan va de mi mano y cuando voy a tocar el timbre, la puerta se abre y Brittany nos recibe con una gran y hermosa sonrisa en su cara.

La pequeña hada se suelta de mi mano y corre hasta su mamá gritando de felicidad.

―¡Mamá, mamá, Sanny quiere que te cases con ella para poder ser mi mamá! ¡Dile que sí, mamá, dile que sí!

Brittany se queda quieta y con los ojos muy abiertos, de seguro no entiende qué es lo que pasa.

Y es así, como Susan ha echado por la borda todo lo que tenía pensado hacer para la petición de matrimonio.

―¿Por qué tanto grito, Susan?―pregunta la mamá de Brittany que ha entrado en el salón al escuchar el escándalo que ha formado Susan.

―¡Sanny se quiere casar con mamá, Sanny se quiere casar con mamá!

La señora Pierce se queda igual que Brittany, muda y como una estatua. Pero, luego de un momento me pregunta:

―¿Es verdad lo que dice Susan, Santana?

―Bueno―digo acercándome a Brittany y mirándola fijamente a los ojos. Respiro hondo y comienzo a hablar―, Esta no era la manera en que pensaba hacerlo, pero ya que, Susan ha roto el hielo, quiero hacerte una pregunta, Brittany.

Ella parpadea un par de veces, pero sigue sin hablar.

Desde un bolsillo que no era visible del vestido saco un anillo. Es un delicado diamante en forma cuadrada, muy sencillo y elegante, justo para ella. Me arrodillo y veo que por sus mejillas han comenzado a caer lágrimas.

―Brittany, quiero que formes parte de mi vida para siempre. Y quiero formar parte de la tuya. Quiero ser una mamá para Susan y quiero tener un montón de hijos contigo. Quiero que seas mi esposa, mi mujer, mi amiga. Brittany S. Pierce, ¿quieres casarte conmigo?

Ella se lleva ambas manos a la boca y, llorando de emoción, asiente con la cabeza.

Me levanto y quedamos frente a frente.

Nos miramos y ella se quita las manos de la boca. Necesito escucharla, necesito escuchar el sí fuerte y claro que salga desde su boca.

―¿Qué dices, Britt-Britt?

―Sí… San …yo…sí, por supuesto que sí quiero.

Tomo su mano derecha y deslizo la sortija por su dedo anular. Luego pongo sus manos en mi corazón y me acerco a besarla. Me separo y observo que la señora Pierce también está llorando.

―¿Y se van a casar mañana?―pregunta Susan que ya está entre nosotras y su pregunta me hace sonreír.

Nunca he estado tan feliz en mi vida como en este día.

―Si por mí fuera sería mañana mismo, pero no creo que tu mamá quiera.

―Ah… ¿Y hay que esperar mucho?

―Susan, todo con calma. Ya veremos la fecha, ¿está bien?―dice Brittany y a la pequeña no le gusta lo que oye.

Si por mí fuera en este mismo instante estaría casándome con ella, pero no es justo para Brittany.

Quiero que ella tenga lo que quiera, todo lo que ha soñado para ese día y será cuando ella quiera…Bueno, cuando ella y mi mamá quieran, porque de seguro querrá ocuparse de la boda de su querido hija.

Eso me hace pensar en cuál será la reacción de mis padres ante semejante noticia.

De seguro hoy mato a mi papá de un infarto.

―¡Felicidades!―dice la mamá de Brittany y nos abraza deseándonos lo mejor.

Nada fue como planeaba en mi cabeza, pero todo fue perfecto.

Y lo mejor es que mi rubia dijo que sí.




La hora de ir a la fiesta del Holding llega y ya estamos en mi auto y voy manejando por la carretera.

Miro de vez en cuando a Brittany que está en el asiento del copiloto. Va cubierta con una gabardina, pero no puedo quitar de mi mente la imagen de ella con el pequeño vestido de Tinkerbell.

Ya me imagino cómo la miraran todos en la fiesta, esta noche sufriré demasiado.


Llegamos al lugar, Brittany y yo bajamos del auto y se lo entrego a un aparca coches. Tomo de la mano a mi prometida e ingresamos al hotel donde nos recibe el gentío y la música de la fiesta.

Ya estamos en el closet donde Brittany y yo nos quitamos la gabardina y ella queda con su traje que solo he pensado en quitárselo desde que la vi.

Sabe lo que provoca en mí y coqueta comienza a caminar.

―Cariño, ¿vienes?―pregunta mientras que yo estoy de piedra mirándola embelesada.

Vuelve a mi lado y toma de mi mano. Yo no me muevo y con mi otra mano comienzo a tirar un poco el bajo de la falda…si es que puede llamarse así… como queriendo que ésta se alargue y llegue hasta el suelo.

―Sanny, ¿qué haces?―pregunta golpeando mi mano.

―Britt, ¿no podías buscar otro disfraz? Como uno de monja, por ejemplo.

―Amor, no rezongues más, ¿quieres? Además, piensa en que, está hada mágica, puede concederte el deseo que quieras cuando estemos solas. Y el tuyo no es como que cubriera mucho, ¿no? El cual sería fácil de sacar.

Ahora ni siquiera tengo deseos de entrar en la fiesta.

Quiero llevarme a Brittany hasta mi cama y cumplir todos mis deseos en su cuerpo.

―Britt, me dices eso y te quiero sacar en andas de aquí.

―San…

―Está bien, está bien, vamos a entrar. Pero que sepas que voy a estar contando los minutos para que nos larguemos y me cumplas unos cuantos deseos que tengo en mente.

Sonríe traviesa, se acerca a mí, me besa lentamente y, para rematar, me da un ligero tirón en el labio inferior.

Está visto que ella quiere provocarme y, si sigue así, no respondo de mí.



Entramos en el salón que ya está atiborrado de gente.

Brittany camina contoneándose y veo cómo varias malditas personas ya han puesto sus ojos sobre nosotras.

«Cálmate, Santana. Ella es tuya, solo tuya.» Me repito mentalmente varias veces para calmar la oleada de celos que se ha despertado dentro de mí.

Entre toda la gente, diviso a mis padres que están junto a mi hermana en una esquina del salón. Llegamos a su lado y mi mamá sonríe en demasía al saludar a Brittany.

Ahora tengo que contarles a ellos, a mi familia, estoy impaciente por ver su reacción.

―Papá, mamá, Em… Britt y yo tenemos algo que contarles.

Mi mamá toma del brazo a mi papá, como que ya presiente lo que voy a decir.

―¿Qué pasa, hija?―pregunta Alfonso algo preocupado.

―Bueno… papá… Britt y yo nos vamos a casar―digo de corrido.

Mi papá se queda mudo, con los ojos abiertos y creo que se va a desmayar.

Mi mamá, en cambio, se pone a llorar emocionada y se lanza a abrazar a Brittany, creo que agradecida de que haya salvado a su hija perdida.

―¡Felicidades, hija!―dice por fin mi papá y se acerca a mí para abrazarme fuertemente.

Emily también nos felicita y luego mi mamá se pone a hablar y hablar emocionada y planeando todos los detalles de la boda.

Mi papá pide champaña y hace un brindis por nuestra felicidad.

Recibimos las felicitaciones de la gente del Holding y luego decido llevar a Brittany a la pista de baile.

La música es movida, pero yo la apego a mí como si bailáramos la canción más lenta del mundo.

―Gracias por hacerme feliz a mí y a mi familia―digo y le doy un beso.

―Te amo, Santana―susurra en el oído.

Mi piel se eriza, deseosa de besarla con pasión y locura, pero me contengo ya que no sería lo apropiado en este lugar.

Tengo que sacarla de aquí, creo que ya hemos estado lo suficiente en este lugar.

Ya es hora de que nos marchemos.

―Britt, creo que deberíamos irnos.

―¿Quieres irte ya?

―Sí. Quiero irme.

―Está bien―dice.

Sonríe pícara, sabe que quiero salir de este lugar porque muero de deseo por ella.

La tomo de la mano y salimos del mar de gente que baila en la pista. Llegamos a mi auto y nos subimos a toda prisa. Lo pongo en marcha y salimos a la carretera sonde manejo en dirección a mi casa.

Estoy deseosa por llegar a mi hogar.

Estoy deseosa por hacerla mía de todas las formas posibles, esperando que esta bella hada, cumpla cada unos de los deseos que tengo en mente.

Capitulo 32 - Fin

Y llegó el gran día y estoy en la mansión López preparándome para hacer a Brittany mi esposa.

Me encuentro en la que fuera mi habitación.

Estoy frente al espejo, manteniendo una lucha encarnizada el vestido.

―Tranquila, Santana. Tranquila…―digo a mi reflejo en el espejo porque no puedo permitirme perder el control el día de hoy.

Comienzo a contar hasta diez.

Estoy nerviosa, ansiosa y excitada, esperando a que llegue el momento en que el cura nos declare a Brittany y a mí, esposas.

Nunca pensé que llegaría a vivir este día.

Siempre huí de cualquier relación que implicara compromiso. Pero con Brittany, todo es distinto… ella es la mujer de mi vida.

Me vuelvo a mirar en el espejo tratando de que acomodarme el cabello.

―¿Necesitas ayuda?

Miro por el espejo que mi papá ha entrado en la habitación y se acerca hasta mí.

―Por favor―digo soltando un suspiro cansado.

Alfonso se pone frente a mí, y en menos que canta un gallo, acomoda mi cabellos y queda perfecto.

―Gracias, papá―digo y él posa ambas manos en mis hombros.

―Llegó el gran día, hija.

―Y tú eres el más feliz de que así sea, ¿o me equivoco?

Mi papá sonríe mientras niega con la cabeza divertido y me aprieta la mejilla.

―Tienes razón, hija. Estoy feliz. He esperado mucho tiempo por este día y pensé que me iría a la tumba sin llegar a verlo.

―No seas tan melodramático, viejo.

―Te perdono la insolencia solo porque estoy feliz y porque no te quiero arruinar el peinado.

Hace mucho tiempo que no veo a mi papá tan contento.

Creo que la última vez fue cuando anuncié que me marchaba de la mansión para mudarme a mi casa.

Me encanta que mi papá esté así.

Sé que durante mi vida le hice pasar muchos disgustos, y siempre luché por ser la hija que mi papá deseaba, ser la hija del que estuviera orgulloso, pero nunca lo lograba.

―Bien―digo mirándolo directo a los ojos―, Deberíamos ir saliendo para la iglesia. No se vería bien que una de las novias llegara después que la otra novia, ¿no?

―Tranquila, hija. Aún hay tiempo.

―No me puedo tranquilizar, viejo. Quiero llegar a esa iglesia y, hasta que Britt no diga el "Sí, acepto", no podré respirar tranquila.

―Me siento muy orgullosa de ti, Tanita.

Un nudo se aloja en mi garganta al escuchar esas palabras de mi papá.

―Papi…

―Sé que no te lo digo a menudo y es que casi siempre solo tengo quejas y regaños para ti. Pero en estos meses me has mostrado lo gran mujer que eres. Estoy orgullosa de cómo has resuelto tu vida y, mira dónde estamos, a solo minutos de que te conviertas en una mujer casada.

―Qué te puedo decir, papá. Agradéceles a Brittany y a Susan.

―Ah no. Si estoy más que claro que tengo que hacerle un altar a Brittany y prenderle una vela cada día que me quede de vida por el favor concedido.

Mi papá y yo sonreímos.

Para él Brittany es la heroína de esta historia, la santa que redimió a la oveja descarriada.

Él me abraza como hace mucho tiempo no lo hacía, y yo creo que voy a llorar, pero no puedo, no quiero parecer una niña pequeña.

―Bien―dice mientras se separa del abrazo―, Ahora sí creo que deberíamos ir saliendo para la iglesia. De seguro ya ha comenzado a llegar gente.


Bajamos y en el salón me encuentro con mi mamá y mi hermana.

Mi mamá al verme se lanza a mis brazos y comienza a llorar.

―Mamá…

―Hay, hija, disculpa, es la emoción. A una no se le casa una hija todo los días, ¿sabes?

Mi hermana la regaña diciéndole que va a arruinar su maquillaje y la aparta para darle un retoque.

Al fin salimos de casa en dirección a la iglesia.

Mis manos sudan y mi corazón late a mil por minuto, ansiosa por lo que viene…ya quiero ver a Brittany.



Llegamos a la gran iglesia donde se celebrará la ceremonia y, cuando digo que este lugar es grande, es porque es unos centímetros más pequeña que una catedral.

Mi papá se encargó de que, toda la ciudad, se enterara de que su primogénito se casa el día de hoy e invitó a más de doscientas personas a mi matrimonio.

Estoy parada en la puerta de la iglesia saludando a los invitados junto a mis padres que me hacen compañía.

De pronto veo que, Quinn viene llegando junto a Rachel que cuelga de su brazo.

La pequeña mujer se ve bella, enfundada en un vestido gris plata que se ajusta a sus curvas, ni parece que haya sido mamá hace solo un par de meses.

Se acercan y nos saludan.

Rachel me sonríe, creo que ella menos que nadie tenía la remota esperanza en que llegaría este día.

―Aún puedes salir corriendo, amiga―susurra Quinn y veo que en su cara se forma una sonrisa guasona.

―¡Ja! Estás envidiosa porque me caso antes que tú, ¿o es que ya te arrepentiste?

―Sabes que no y, dentro de unos meses, yo también estaré frente a un altar.

Quinn me da una brazo rápido y sigue a Rachel hasta el interior de la iglesia que, ya se ha comenzado a llenar de gente.

Mi papá me indica que ya es momento de que nos acomodemos en la entrada y que esperemos a Brittany para hacer la entrada.

Al estar ahí los nervios se apoderan de mí, pero esta vez con más fuerza.

Paso mi mano una y otra vez por mi pelo importándome nada el peinado. Hago sonar mis dedos y me paso el dedo índice por el puente de mi nariz.

Miles de pensamientos me invaden en este preciso momento.

¿Y si Brittany se arrepintió?

¿Y si hoy amaneció y decidió que ya no me ama?

¿Y si me deja plantada como un árbol en el altar?

―Calma, hija―me dice mi papá que está a mi lado.

―Lo siento, pero es que…

De pronto mi hermana llega corriendo a nuestro lado y nos anuncia.

―¡Ya está aquí! ¡La novia acaba de llegar!

Mi mandíbula se tensa y estoy expectante a que mi rubia aparezca en la entrada de la iglesia.

Lo primero que veo es a Susan.

La pequeña rubia camina lentamente por el pasillo con su vaporoso vestido blanco de tul y una corona de flores que adorna su cabeza. En sus manos lleva una canasta llena de pétalos de rosas que ella, delicadamente, va dejando a su paso.

Susan camina risueña, con gracia, como si el pasillo fuera una pasarela… tan igual a su mamá.

Luego con mi papá hacemos la entrada y caminamos hasta el altar. Al llegar mi papá me mira con cariño y me da un beso en la mejilla y se queda a mi lado y ambos miramos al frente esperando que entre mi rubia.

Ahora, mi corazón se salta un latido y creo que he dejado de respirar.

Por el pasillo aparece ella… Brittany.

Viene del brazo de su mamá, caminando lentamente, envuelta en un vestido tipo sirena color perla.

El vestido se ajusta a sus curvas y tiene un lindo escote en forma de corazón que resalta sus formas.

Me reprendo mentalmente ante mis pensamientos libidinosos que no son para tenerlos en este momento y en una iglesia.

Brittany camina hacia mí y la veo sonriente con sus ojos fijos en los míos y no puedo evitar sentir un nudo en mi estómago.

Ya no queda nada, solo un par de metros nos separan, el momento que tanto he esperado llegó.

La mamá de Brittany toma mi mano y pone la de Brittany sobre la mía. Veo que tiene la mirada brillosa de emoción, le besa la mejilla a su hija y luego me mira y me dice:

―Aquí te entrego a mi hija, Santana. Cuídamela mucho, ¿quieres?―me pide y se pone a llorar.

―Claro, señora Pierce. Las cuidaré con mi vida.

Asiente y se aleja para tomar asiento en primera fila.

La ceremonia comienza y yo aprieto la mano de Brittany cada cierto tiempo, como para convencerme de que está a mi lado.

De vez en cuando nuestras miradas se encuentran y ella me sonríe tratando con eso de que yo logre algo de calma.

Escuchamos al cura que nos habla sobre la importancia del matrimonio y de la ceremonia que estamos celebrando.

Ahora nos toca intercambiar votos matrimoniales.

Brittany y yo decidimos que cada una escribiera los suyos y la primera en decirlos soy yo.

Nos ponemos frente a frente y espero no haber olvidado nada. Tomo la mano de Brittany, me aclaro la garganta y con la voz un poco quebrada comienzo a hablar:

―Desde…desde este momento yo, Santana López, te tomo a ti, Brittany, como mi mejor amiga para toda la vida―me detengo para coger un poco de aire y continuar―Prometo honrarte, animarte y apoyarte durante nuestro caminar juntas. Cuando el camino se haga difícil, prometo permanecer junto a ti y alentarte para que, a través de nuestra unión, podamos lograr más de lo que podríamos lograr solas. Porque cambiaste mi vida y ésta me gusta más desde que estás en ella. Prometo amarte cada día con mi alma. Este es mi solemne voto.

Noto que por las mejillas de Brittany comienzan a caer lágrimas, está emocionada por mis palabras.

Nunca antes había escrito algo para alguna mujer, pero todo lo que he dicho aquí, es lo que ella me inspira y me hace sentir.

Tomo la alianza y la deslizo por el dedo anular de Brittany y luego me acerco su mano a los labios y beso el anillo.

Ahora le toca el turno a ella.

Toma una honda respiración y abre su boca para comenzar a hablar:

―Amor, ambas escogimos, juntar nuestras vidas. Yo, Brittany, me entrego a ti, Santana, sabiendo que la magia de nuestro amor es caminar juntas, en las buenas y en las malas y en la prosperidad y en la adversidad.

No puedo evitarlo y, sin ninguna vergüenza, comienzo a llorar como una niña por lo que me dice el amor de mi vida.

―Yo quiero ser tu compañera y que tú seas la mia todos los días de nuestras vidas. Este es mi solemne voto.

Brittany coloca la alianza en mi dedo y con su mano acaricia mi mejilla para secar una lágrima que va cayendo.

Llega el momento final y por fin escucho las palabras tan ansiadas…

―Las declaro mujer y mujer. Ahora puede besarse―nos dice el cura sonriendo.

Me acerco a Brittany, la tomo por la nuca y la beso suavemente. Mi corazón late desbocado, feliz, Brittany ya es mi mujer.

―¿Feliz amor?―pregunta mientras la abrazo, mirándola, sin importar quien esté a nuestro alrededor, como si la iglesia no estuviera atiborrada de gente.

―Sí, cariño, muy feliz―y la vuelvo a besar.

―¡Sííí… ya somos familia!―grita Susan que llega a nuestro lado.

Me aparto de Brittany y tomo a la pequeña en mis brazos. Ella me besa la mejilla y me sonríe con muchas ganas.

Y, juntas los tres, salimos de la iglesia en dirección del salón donde se realizará la recepción.



Voy en el auto junto a mis mujeres y pienso que, hace unos años atrás, ni se me pasaba por la mente formar una familia y menos en contraer matrimonio con todas las de la ley.

Pero aquí estoy, este par de hermosas rubias se robaron por completo y totalmente mi corazón y me encanta que así haya sido.



Llegamos a destino y nos reciben entre aplausos y vítores.

Todos se hacen a un lado, esperando el vals de las novias, pero yo pensé en otra cosa y espero que a Brittany le guste.

Nos paramos en medio de la pista, mientras todos nos rodean tomando fotografías. Brittany se pone en posición para bailar el vals, pero a mi señal, la orquesta que, esta apostada en el escenario, comienza a tocar y los primeros acordes de "Can`t help falling in love" empiezan a sonar en el aire.

Brittany abre los ojos sorprendida, esto no es el vals de las novias que tanto hemos practicado, pero esta canción tiene un significado especial, porque desde ahora, se convertirá en nuestra canción.

La tomo por la cintura y la acerco mucho a mí, le beso la punta de la nariz y, una chica de la orquesta, comienza dulcemente a cantar.






Seguimos bailando hasta que la canción termina y beso a mi esposa que me sonríe emocionada y pienso que, no podría ni siquiera concebir la idea de que ella no estuviera en mi vida.

Este día será el más feliz de mi vida, ya que hoy comienza mi vida con ella… con Brittany, con la mujer por la cual me volví una princesa de cuentos.

Epílogo

Estamos en la mansión López ya que hoy es el cumpleaños de mi papá.

Está casi toda la familia.

Mi hermana, Marley y su esposa Kitty y solo falta que llegue Quinn y sus dos brujas.

Yo estoy junto a mi papá que conversa con Kitty. Estamos en un extremo del salón, hablando entretenidos, pero yo, cada cierto tiempo, busco con mi mirada a Brittany.

Mi amada esposa está sentada en el sofá al otro lado de la habitación. Junto a ella está mi mamá quién tiene sentado sobre su regazo a Santiago… mi hijo.

Santiago tiene un poco más de seis meses y es la adoración de las mujeres de esta familia.

Solo espero que no vaya rumbo a convertirse en un consentido.

Miro a otro lado donde mi hija, Susan, mantiene una alegre conversación con Emily. De seguro hablan de moda y cosas así, porque, a mi pequeña hada, le gustan esas cosas.

Sigo mirando a mi mujer y pensando en la sorpresa que le tengo preparada.

Ya tengo todo listo y solo estoy esperando la hora para llevar todo a cabo.

Dejo a mi papá y a Kitty y me encamino hasta mi esposa, llevándole un vaso de jugo en la mano.

Cuando llego hasta ella el pequeño Santiago me estira las manitos. Yo beso a Brittany y le entrego el jugo y luego tomo a mi cachorro entre mis brazos.

Santiago ríe cuando le paso mi nariz por su cuello haciéndole cosquillas y luego me agarra la cara con sus pequeñas manitos y me besa la mejilla.

―Ta, ta, ta―dice Santiago.

Yo sonrío porque no hemos logrado que diga otra cosa que no sea "Ta".

―Miren nada más, el leona y su cachorro. Quién te vio y quién te ve, Tana.

Me giro y veo que Quinn ha llegado por fin.

Entre sus brazos trae a Charlie, su hija, la pequeña brujita, que es el vivo retrato de Rachel.
―Ta, ta, ta,―dice Santiago y agita sus manitos al ver a la pequeña.

―Bien, hijo. Veo que aprendiste lo que te enseñé… eso es… La tía Quinn es una idiota, repite conmigo. Idiota…

―Ta, ta, ta…

―Este niño es un genio―le digo a mi amiga quién se ríe con ganas.

―¿Estás lista?

―Sí, ya tengo todo preparado, espero que tú hayas hecho tu parte, Quinn.

―Claro, todo está listo y dispuesto para cuando quieras.

Quinn estira su mano y deposita una llave de auto en mi mano. La llave de su camioneta 4x4 que necesito para lo que tengo pensado hacer.

Cuando deseo que el tiempo vuele, éste pasa más lento que nunca.



La celebración del cumpleaños sigue y ahora mi mamá entra en el salón con el pastel para el cumpleañero.

Todos cantamos y felicitamos a Alfonso.

Yo comienzo a caminar de un lado a otro ultimando detalles con mis cómplices.


Hasta que la hora llega.

Mi mamá le pide a Brittany que le entregue a Santiago y yo llego a su lado y le digo:

―Cariño, ¿puedes venir conmigo a la cocina?

―Claro.

La tomo de la mano y entro con ella en la cocina.

―¿Qué sucede, San?

―Nada, solo que quería estar a solas con mi bella esposa.

Brittany me mira levantando una ceja.

De seguro sospecha algo.

Antes de que diga nada la comienzo a besar y la aprisiono contra la mesada de la cocina. Luego me separo y le digo:

―¿Podrías darte vuelta, cariño?

―¿Qué?

―Amor, solo necesito que hagas todo lo que te pido, por favor. Es una sorpresa.

Ella se gira y una vez así, saco del bolsillo de mi pantalón un antifaz negro y se lo deslizo por su cabeza hasta cubrirle los ojos.

―San… qué… ¿qué haces?

―Shhh, Britt-Britt. Ahora necesito que no te quites el antifaz y que no digas nada… ¿vas a hacer lo que te pido?

―Está bien.

La tomo de la mano y salimos de la cocina hasta llegar a la camioneta. Subo a Brittany y luego me subo yo para poner el auto en marcha.

Sé que quiere hablar, sé que muere de curiosidad por saber a dónde la llevo, pero no lo sabrá hasta que lleguemos.




Luego de dos horas de conducción y, de aguantar que Brittany preguntara cada medio minuto a dónde la llevaba, llegamos a destino.

Saco a mi esposa del auto y le quito el antifaz. Ella abre los ojos, sorprendida por lo que ve.

Estamos en el refugio de la montaña que es propiedad de Quinn.

Tomo a Brittany sobre mis brazos.

Este fin de semana seremos solo nosotras.

Necesitamos este tiempo para las dos.


Entramos en la hermosa cabaña y la llevo directo a la cama.

Tengo que aprovechar el tiempo al máximo.

Así que me dedico a amarla de todas las formas posibles que conozco.

Y así nos quedamos dormidas, exhaustos, satisfechas…por el momento.




Ya está amaneciendo y estoy abrazada a Brittany.

Ella sigue durmiendo o eso creo.

El deseo por ella me invade otra vez y, como dije, voy a aprovechar cada minuto en esta cama.

Este es nuestro fin de semana.

Mis caderas roza el trasero de Brittany y yo me muevo para que ella sienta mi calor. Brittany suelta un gemido media adormilada.

―López, déjame descansar, ¿quieres?―dice con voz melosa, sexy, que me invita a que la haga mía otra vez.

―¿Estás cansada, Pierce? ¿Qué estuviste haciendo?―pregunto mientras voy besando y mordiendo delicadamente su hombro.

―Sí, estoy cansada. Es que no sabes, mi esposa es un animal sexual y no me dejó dormir en toda la noche, así que te pido me dejes descansar un poco más, por favor.

―Nada de eso, rubia. Vamos, que tenemos que aprovechar el tiempo. Estoy lista para ti.

Ella se gira y se pone sobre mí.

Está despeinada, con lo labios hinchados, pero se ve maravillosa. Ahora ella me besa con ganas, deseosa al igual que yo.

He despertado a la fiera y voy a gozar a que ella me despedace.

Brittany hace conmigo lo que se le antoja, y no me quejo, porque soy total y completamente suya.

Es más, soy de ella desde el primer día que la vi cuando entró en el ascensor del Holding López.




Años Después

Se me había olvidado lo bulliciosa que puede llegar a ser una fiesta de adolescentes.

Estoy en el jardín de la mansión mirando cómo varios amigos de Susan han comenzado a llegar ya que hoy es el cumpleaños número dieciséis de mi pequeña hada.

Veo a Brittany que se mueve de un lado a otro en el jardín asegurándose de que todo esté perfecto.

Susan quiso que su fiesta se realizara junto a la piscina, así que se han dispuestos varias mesas cerca de esta además de una pista de baile y un espacio para el Dj que ella pidió.

Todos esperan a que ella aparezca, y yo estoy más nerviosa que ninguno de los presentes.

Hoy, mí pequeña, se convierte en señorita.

Me muevo observando a cada invitado, me fijo que están sus amigas y varios chicos que no había visto en mi vida y un pensamiento de pronto pasa por mi mente…

¿Cuál de todos estos frascos de hormonas revolucionadas será el que le gusta a mi hija?

Mi estómago se aprieta ante ese pensamiento y pienso en lo rápido que ha paso el tiempo y en lo rápido que se ha ido la niñez de Susan…

Muy pronto será una mujer que se irá de casa, y que tendrá novio y que…

No, no, no…eso sobre mi cadáver.

Estoy parada mirando a mi alrededor cuando veo que Quinn camina hacia mí y, no lo hace solo, si no que trae a mi hijo Santiago de una oreja.

―San, por favor habla con tu hijo.

―¿Qué pasó ahora, Santy?

―Nada, mamá…

―Cómo que nada. Sorprendí a este pequeño vándalo tirándole el cabello a mi hija. Le ha desarmado el peinado y la tengo llorando desconsolada en el salón. ¿Sabes lo que significa eso?

Sonrío por lo que escucho.

Santiago es un pequeño travieso y desde siempre ha molestado a Charlie …bueno, ambos se molestan.

―¿Es verdad lo que dice tu tía, Santy?―me cruzo de brazos esperando su respuesta y él levanta su mirada y con el ceño fruncido contesta:

―Sí, es verdad. Pero, mamá ella me puso el pie e hizo que me cayera. Por eso le tiré el pelo. Charlie es una pesada.

―A quién habrá salido…―digo sonriendo y mirando a Quinn que lanza un bufido por lo bajo.

―San, habla con tu pequeño monstruo y dile que se comporte hoy que es el cumpleaños de su hermana, por favor.

Quinn se aleja y nos deja solos a mi hijo y a mí.

Me agacho un poco para quedar a su altura para hablar con él y pedirle que, por lo menos hoy, se porte bien.

―Hijo, ¿cuántas veces te he pedido que dejes de molestar a Charlie?

Santiago me mira con sus grandes ojos azules enojados. Luego frunce el
ceño para contestar.

―Muchas…pero, mamá, Charlie me vive molestando, ¿por qué nadie le dice nada a ella?…siempre el malo soy yo.

―Hijo, algún día tú y yo hablaremos de mujeres y de nuestro modo para salirnos siempre con la nuestra en la vida. Pero hoy promete que te portarás bien. ¿Lo harás por Susan?

―Bueno…―dice enfurruñado.

Luego dejo que se vaya y espero no tener que ir a rescatarlo de algún otro problema.

Voy a buscar algo para beber y pienso en que este pequeño me sacará canas verdes, como diría mi papá.



Ya estamos todos reunidos en el jardín y es el momento de que Susan haga su entrada.

Y así lo hace.

Entra en el jardín llevando un vestido color magenta y su largo cabello rubio recogido hacia un lado.

Se ve tan parecida a su rubia mamá…

Se ve hermosa mi pequeña.

Me acerco a ella y la abrazo, me besa la mejilla. La miro con detención y en su cuello observo el colgante en forma de hada que le obsequiara años atrás.

La tomo de la mano y nos acercamos a la pista donde nos espera Brittany con el pastel de cumpleaños de tres pisos decorado en tonos lilas.

Todos cantan y ella apaga la vela en forma de número dieciséis.

Luego, ella y yo caminamos al centro de la pista donde bailaremos el tema que ella ha elegido, y luego se dará por inaugurada la fiesta.

Susan y yo bailamos, me sonríe y yo tengo un nudo en la garganta de la emoción.

―¿Estás bien, mamá?―pregunta porque de seguro mi rostro evidencia lo que siento.

―Sí, hija, estoy muy bien.

―Gracias por mi fiesta. Todo es tal cual había pensado.

―De nada, Susan. Ya sabes que haría todo por ti.

Me besa la mejilla y me abraza fuerte.

Y lo que le digo es verdad, haría todo lo que fuera por ella y para ella.

El baile termina y luego ella se reúne con sus invitados. La sigo con la mirada. Susan sonríe coqueta cuando un chico larguirucho se acerca a ella.

¿Será este el chico que le gusta?

―No sufras, amor―dice Brittany que ha llegado a mi lado y me besa en la mejilla.

―¿Qué? Yo…no…

―Tienes que acostumbrarte. Nuestra hija va creciendo y se ha convertido en una bella señorita. De seguro en los años que vienen habrá muchos jóvenes peleándose porque ella los mire.

―No, eso no. Ella que estudie y viaje, eso de los jóvenes revoloteando a su alrededor no.

Brittany sonríe y se aleja dejándome solo con mis pensamientos.

Y uno de ellos es que creo que ya es hora de que me haga de un rifle…