[Resuelto]FanFic Brittana: A su Manera (Adaptada) Cap 50 - Final

Capitulo 29

—¿Tienes hambre?—Santana le preguntó cuándo cerró la puerta.

—No, sólo estoy... agotada.

Entonces Brittany se volvió, todavía vestida con los pantalones prestados y la camiseta.

—¿Y tú?

—No.

Brittany asintió con la cabeza.

—Quiero tomar otra ducha.

—Entiendo. Adelante. Voy a dar una vuelta a través de los canales de tv.

—¿Santana, vas a dormir conmigo esta noche?

Sus ojos se encontraron en la habitación.

—Si quieres, por supuesto—dijo Santana en voz baja.

—Yo no... Yo no quiero estar sola—susurró.

Santana se acercó, envolviendo sus brazos alrededor de ella. Brittany se quedó con ella y lloró.

—Está bien—murmuró Santana—Shhh.

—Yo estaba muy asustada.

—Lo sé. Yo tenía miedo, también.

Brittany se retiró de sus brazos, limpiándose las lágrimas.

—Lo siento. Estoy tan cansada.

—Ve a darte una ducha. Tal vez tomemos una copa de vino Te ayudará a dormir.

Brittany asintió con la cabeza.

—Hay otra ducha, en el pequeño cuarto de baño ahí—dijo, señalando—Yo tengo unos pantalones cortos que puedes tomar prestado.

—Tengo algo en mi bolsa—dijo Santana—Adelante. No te preocupes por mí.

Santana esperó hasta que oyó correr el agua antes de despojarse de su ropa. Se puso de pie bajo la ducha caliente, tratando de lavar las últimas diez horas.

Brittany estaba siendo tan valiente con todo el asunto. La habían golpeado, sin embargo Santana sabía que mañana, probablemente, a la luz del día, todo sería diferente. Ojalá pudiera estar con ella, pero sabía que era imposible.

Tenía que dar declaraciones y tenía su propio caso en que pensar. Apenas había pensado en él durante el fin de semana. Su único consuelo era que el asesino se había tomado el fin de semana, también.

Santana encontró a Brittany sentada en el sofá, sosteniendo un vaso de vino. Se sentó en la mesa baja delante de ella.

—¿Te sientes mejor?—preguntó Brittany.

Santana estaba con sus pantalones cortos y pies descalzos, mirando a Brittany.

—Mejor. ¿Y tú?

—Sí.

Santana se unió a ella en el sofá y las dos pusieron sus pies en alto.

Brittany tenía los pies bonitos, Santana pensó. Entonces vio los moretones alrededor de los tobillos. Una vez más, no podía imaginar lo que Brittany había pasado.

—¿Quieres hablar de lo que pasó?

Brittany sacudió la cabeza.

—No.

Santana asintió con la cabeza.

Ella entendió.

—¿Estaba Sam... molesto?

—Parecía estar más molesto porque yo no iría a casa con él, fue todo un suplicio—dijo Brittany.

—Los hombres, a veces, no saben manejar esta situación—dijo Santana diplomáticamente—Es difícil para ellos...supongo.

—Sí, supongo. Pero él, en realidad nunca preguntó cómo estaba yo, ¿sabes? Él quería que yo pidiera la transferencia de homicidios e ir a un lugar seguro, como a su departamento.

—Estoy segura de que solo estaba buscando algo seguro para ti, Britt.

Brittany volvió la cabeza y miró a los ojos de Santana.

—Creo que, a su manera, sí, así era. Creo que él vio esto como una oportunidad de enmendar nuestra relación. Está teniendo dificultades para aceptar que todo ha terminado.

—¿Y estás segura de que quieres que así sea?

Brittany asintió con la cabeza.

—Sí. No estoy enamorada de él, Santana. No es con quien quiero pasar el resto de mi vida.

Se sentaron en silencio, ambas bebiendo su vino.

Tantos pensamientos corren por la mente de Brittany, que no sabía por dónde empezar. Pero una cosa era segura, estaba tan agradecido de que Santana fue quien la buscó esta noche. Era cierto CIU nunca la habría encontrado a tiempo.

—Estoy muy cansada, Santana. ¿Podemos ir a la cama?

Santana se tensó de inmediato.

—Por supuesto.

Brittany encendió la lámpara de su lado de la cama y Santana estaba en la puerta, mirando a su alrededor.

Era limpio, cálido.

Coincidía con Brittany.

Brittany se cubrió con las mantas, revelando oscuras sabana azules.

—Vamos. No voy a morder—dijo Brittany.

Sonriendo ligeramente, Santana entró en la habitación. Se quitó los pantalones, dejando debidamente la camiseta puesta. Se cubrió con las mantas por encima de ellas dos, y luego esperó a que Brittany apagara la lámpara.

Ambas estaba en silencio, y luego suspiró Brittany.

—¿Me abrazas?—susurró.

Santana se volvió tomo a Brittany en sus brazos, atrayéndola hacia sí en su contra. Brittany se acurrucó en su calor, respirando el olor que había llegado a reconocer. No podía pensar en un momento en su vida que el cual se sentía más segura como lo hizo en ese momento. A continuación, Santana movió lentamente la mano, frotando suavemente sobre su espalda.

—¿Santana?

—¿Hmm?

—Sabes, no eres más que un osito de peluche, ¿no?

—¿Un osito de peluche?

—Sí. Pretendes ser ese gran, gran oso pardo con todos los demás, pero conmigo, eres un osito de peluche—murmuró Brittany.

—Sólo contigo—le susurró Santana.

Y ellas sabían que era verdad.

Los brazos de Brittany se apretaron y Santana cerró los ojos. No podía recordar la última vez que se había acostado con alguien.

Esto fue muy agradable.

—¿Santana?

—¿Hmm?

—Gracias por encontrarme.

Santana sonrió.

—No hay de qué.

—Recuérdame que te diga algo en la mañana—murmuró ella con voz cansada.

—¿Sánchez Gómez?

—Sí.

—Está bien. Ahora, cierra los ojos.

—Ya están cerrados.

Santana se rió entre dientes, luego se inclinó y besó a la ligera la frente de Brittany.

—Duerme.

Brittany suspiró y se enterró profundamente en contra de Santana.

Santana era suave.

Rodeando con sus brazos la cintura de Santana y la abrazo, quedándose dormida, vagamente consciente de estar usando el pecho de Santana, como una almohada.

Fue muy agradable.

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Capitulo 30

Los golpes en la puerta despertaron a Santana, y se obligó a abrir los ojos. La luz del sol entraba a raudales dejándola a ciegas, y cerró los ojos otra vez.

Estaban casi en la misma posición que cuando se habían quedado dormidas, sólo que Brittany había lanzado una pierna por encima de Santana y que la pierna se encontraba firmemente entre sus muslos.

Santana gimió, dando rienda suelta a sus fantasías mientras se ponía más cerca de Brittany. Mientras que Brittany apretó los brazos, pero no se despertó.

Pero los golpes en la puerta no se detenían.

Santana, finalmente se alejó de Brittany, sonriendo como Brittany gimió por la pérdida de contacto. Santana la cubrió con las mantas a su alrededor otra vez, entonces se deslizo silenciosamente de la habitación, con sus pies desnudos sobre el piso alfombrado.

—¿Quién es?—preguntó ella en la puerta.

—Quinn.

Santana asintió con la cabeza, abrió la puerta.

Quinn la miró fijamente, recorriendo su cuerpo con poca ropa lentamente. Arqueó las cejas.

—¿Su compañera?

—Sí. Santana López.

—¿Está bien?

—Sí. Ella todavía está dormida.

—Lo siento, pero son casi diez. Yo no sabía cuándo venir.

Santana se encogió de hombros.

—Voy a vestirme.

Quinn la vio alejarse. . . a la habitación.

¿El dormitorio?

¡Dios mío, esta era su compañera?

Ella era. . . impresionante.

No es de extrañar que Brittany no le importara si esta mujer trataba de seducirla. Quinn no estaba segura de sus propios pensamientos, tampoco. Luego meneó la cabeza, entrando en la cocina para empezar a hacer café.



Santana se sitúo en el borde de la cama, mirando a Brittany. Se veía tranquila. Santana odiaba despertarla. Se cubrió con las mantas y se sentó junto a ella, frotando ligeramente el hombro de Brittany hasta que ella gimió. Brittany finalmente rodó sobre su espalda, en la liberación de la almohada en que Santana había estado. Los ojos de Brittany se abrieron lentamente, en búsqueda de Santana.

—Hola.

—Mmm—suspiró Brittany mientras se estira.

—Quinn está aquí.

Brittany cerró los ojos otra vez. Por un segundo, había olvidado por qué Santana estaba aquí, en su dormitorio. Pero la realidad la golpeó de repente.

A Brittany le gustaban mucho más sus sueños.

Alargó la mano y tomó la mano de Santana, tirando de ella debajo las sábanas junto con ella.

—No creo despertarme ni una vez durante la noche. Gracias por estar conmigo.

Santana asintió con la cabeza y se inclinó sobre el codo.

—No puedo recordar la última vez que dormí tanto tiempo. Tal vez debería estar dándote las gracias yo a ti.

Cuando sus miradas se encontraron, Brittany apretó la mano de Santana. Cualquiera que sea la fantasías que había tenido acerca de esta mujer, ella sabía que en ese mismo momento que quería que todas se hagan realidad.

Se estremeció cuando sus ojos cayeron brevemente a los labios de Santana. Luego cerró los ojos, para relajar la espalda contra la almohada.

—¿Te vas?

—Sí. Tengo que ir departamento. Ellos van a querer un comunicado. Quinn va a estar aquí contigo.

Brittany asintió con la cabeza, pero ella todavía estaba atrapando la mano de Santana.

No quería que se fuera.

Finalmente aflojó su agarre, sintiendo la mano de Santana escapar de la suya. Vio como Santana se puso de pie, tirando de los pantalones cortos sobre sus piernas. A continuación, Santana se enderezó, mirándola.

—¿Ibas a decirme algo?

Brittany asintió con la cabeza.

La realidad, era una mierda.

—Tiene dos chicos en el interior—dijo Brittany—El capitán Mabry.

—¿De Estupefacientes? Mabry, ¿el capitán? No es extraño que el hombre se deslizara por las grietas.

—Él también dijo que tenía a alguien en la oficina del Alcalde. Jenkins.

—¡Mierda! Me estás jodiendo.

Brittany sonrió.

—No.

—¿Jenkins?

—Sentía que uno de ellos le tendió una trampa. Él insistió en pedir a un traidor y quería saber quién nos había avisado.

—Así que fue por eso... ¿estaba tratando de conseguir que hables?

Brittany asintió con la cabeza.

—Lo siento. Si yo no hubiera visto esa maldita cosa, nada de esto habría sucedido.

—Santana, es nuestro trabajo. No hiciste nada malo.

—Me siento como que tengo la culpa—dijo, expresando sus pensamientos por primera vez.

Sam había dado a entender eso anoche también…

—Escúchame, yo no te culpo por nada. Si hubieras dejado a la CIU, probablemente estaría muerta. Te debo tanto, Santana. No te atrevas a culparte a ti misma.

—Probablemente van a enviar a alguien para una declaración. Sobre todo cuando les diga esto—advirtió Santana.

—Voy a estar bien. Quinn se quedará conmigo hoy.

—Está bien. Probablemente debería ponerme en marcha.

—¿Volverás?

—Sí.

—¿Te... ¿te quedarás conmigo esta noche?

—Por supuesto. Si quieres….que yo me quede, claro.

Brittany asintió con la cabeza.

—Está bien. Voy a tomar una ducha y ponerme en marcha. Te llamaré si me entero de algo.

Brittany asintió de nuevo.

Santana se detuvo en la puerta y luego volvió a Brittany, sentándose a su lado otra vez. Ella atrajo a Brittany en sus brazos y la abrazó, sintiendo la otra mujer aferrase a ella.

—Todo irá bien, Britt. Vamos a salir de esto.

—Gracias por... todo.

Brittany se alejó, pero no pudo resistirse a alisar el pelo sobre la oreja de Santana.

Sus miradas se encontraron por un momento y Brittany dejó que su mano se apartara. Santana se inclinó hacia adelante y rozó sus labios en la mejilla de Brittany, y luego se levantó y fue a la otra habitación.

Brittany se quedó mirando, con la mano viajando poco a poco a la mejilla, al lugar en que los labios de Santana habían descansado.

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Capitulo 31

Santana entró en la sala de la brigada, no se sorprendió en absoluto al ver al detective St. James esperando por ella. Hudson y Anderson levantaron la vista, y luego se acercó a ella Hudson.

—¿Cómo estás?—preguntó en voz baja.

—Mejor.

—¿Cómo está Brittany?

—Ella va a estar bien—Santana le tocó el brazo brevemente—Oye, gracias por estar ahí ayer por la noche, Finn.

—No hay problema.

—Detective López, nos alegra que haya podido honrarnos con su presencia. Tienes todo de héroe esta mañana, ¿no?

—¿De qué estás hablando?

—Bueno, anoche, se las arregló para hacer ver porque Fiscalización de Estupefacientes no ha podido atrapar en tres años a Sánchez Gómez—dijo St. James.

—Sí. Acerca de eso... tengo que hablar con mi teniente.

—Necesito un comunicado, López.

—Sí, lo sé. Puedes espera un segundo, ¿verdad?

El teniente Schuester estaba en su puerta, observando todo. Hizo un gesto a Santana.

—¿Cómo está?—preguntó en voz baja.

—Ella va a estar bien. Tiene una amiga en casa hoy.

—Bueno. ¿Te quedaste anoche?

—Sí.

—Bueno. Ahora habla. St. James me ha estado intimidando durante toda la mañana para que te llame. El tipo ni siquiera ha ido a su casa.

—Sánchez Gómez tiene dos agentes en el interior—dijo.

—¿Policías corruptos?

—El capitán Mabry en Narcóticos y Jenkins en la oficina del alcalde.

Schuester se sentó, sin palabras.

—Tienes que estar bromeando.

—¿Podemos confiar en St. James con esto?

—Sí, por supuesto. He conocido a St. James desde hace años.

Santana asintió con la cabeza.

—Está bien. Entonces vamos a hacerlo.

—Sabes que ellos van a querer hablar con Brittany sobre esto.

—Sí, le dije. Ella va a estar bien.

Schuester se quedó mirándola durante un buen rato.

—¿Cómo lo llevas, Santana?

—Estoy bien.

—Quiero decir, con los sujetos muertos.

—¿Qué pasa?

—Cinco hombres, López—dijo.

—¿Estás preguntando si siento remordimientos? ¿Debería?

—Sabes el procedimiento, Santana.

—Yo no necesito hablar con un maldito agente acerca de esto, teniente.

—Bueno, tienes que hacerlo. Acabemos de una vez con él y hazlo bien. Yo te necesito en trabajo de oficina durante una semana.

Schuester se levantó y abrió la puerta, indicando al detective St. James a unirse a ellos. Todos se sentaron, a continuación, Schuester miró a Santana y asintió con la cabeza.

—Ayer por la noche, yo estaba realmente sorprendida de que nadie estuviera mirando el distrito de almacenes. Fiscalización de Estupefacientes se encontraba en el este de Dallas y CIU cerca de Little México. Pero nadie se molestó en comprobar en ese lugar. Quiero decir, obviamente sabían que el área era lo suficientemente fácil para saber cuáles almacene estaban vacíos. Ellos tenían llaves de éste. Cuando entramos, oímos gritos—Santana se encogió de hombros—Ustedes saben el resto.

—Sí. Tienes mucha suerte de que todos ellos hayan sido llevados a la morgue o tendrías a asuntos internos en el culo.

—No tuve el tiempo suficiente para preguntar.

—Lo sé. De todos modos, voy a dejarlo como un tiroteo limpio. No te preocupes por eso. Estoy más interesado en cómo se las arregló para encontrarlos y porque Fiscalización de Estupefacientes no lo hizo. Simplemente no tiene sentido.

—En realidad, tiene perfecto sentido—dijo Santana—Sánchez Gómez sintió que fue una trampa. El pinchazo de la droga aquella noche, se suponía que pasaría desapercibido. El mismo así lo consideraba.

—¿Qué diablos está sugiriendo?

—La Detective Pierce dijo que Sánchez Gómez tiene dos hombres en el interior. Sintió que uno había traicionado su confianza. Quería saber cuál de los dos nos dio la señal.

—Vamos, López. ¿Quieres creer que los hombres que supuestamente tiene en el interior podían mantenerle muy bien informado, incluso para evitar a Fiscalización de Estupefacientes por tres malditos años?

—Sí, lo sé. Cuando tienes el investigador principal en su nómina, no es difícil. Mezcla a alguien de la oficina del alcalde y lo tienes hecho.

St. James se inclinó hacia delante.

—¿Tienes nombres?

—Sí. Mabry y Jenkins.

—¿El capitán Mabry?

—Sí.

—Jenkins. ¿El maldito maricón del culo al aire?

Santana permitió un atisbo de sonrisa.

—Sí.

—Mierda. ¿Y Pierce va confirmar esto?

—Sí. Me dijo que Sánchez Gómez se refirió a uno de ellos como un traidor, y él quería saber quién nos había avisado.

St. James sacudió la cabeza.

—Bueno, tengo que notificar a Asuntos Internos acerca de esto—empezó a levantarse, pero Santana lo agarró del brazo.

—Espera un minuto. ¿No crees que tenemos que conseguir algunas pruebas antes de notificar a los altos mandos y todo el mundo comience a cubrir su culo?

—Este es el procedimiento, López. Estoy bastante seguro de que usted no conoce el significado de esa palabra.

—A la mierda el procedimiento. ¿No crees que la oficina del Alcalde será la primera en ser notificada? Jenkins estará cubriendo su culo tan profundo que nunca van a desenterrarlo.

St. James miró a Schuester, luego de vuelta a López.

—¿Quién más sabe de esto?

—Sólo nosotros y Pierce.

El detective St. James miró fijamente durante un momento, y luego a sus notas.

—Esto va en contra de mi mejor juicio, López, pero puede que tengas razón. El problema es, ¿cómo podemos investigar a alguien tan alto como el capitán Mabry sin levantar sospechas? Jesús, por no hablar de Jenkins.

—¿Qué pasa con la oficina del fiscal?

—No sin participar a Internos.

—Entonces, CIU tiene que hacerlo. Ustedes tienen el poder, ¿no? Eso es lo que nos dicen a nosotros de todos modos—dijo Santana.

—Veré qué puedo hacer. Sin embargo, Jenkins tiene su mano en el CIU. Tendrás que ser muy discreta—dijo—Voy a necesitar una declaración de Pierce. ¿Puede hacerlo?

—Sí.

—Está bien. Dios, odio los días como hoy—se puso de pie—Mi capitán va a tener mi culo si no compruebo esto.





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—¿Cómo lo llevas?—Quinn le preguntó.

—Sorprendentemente, me siento bien—dijo Brittany.

Se alejó de la ventana y se sentó junto a Quinn en el sofá. Había sido más fácil dar su declaración de lo que hubiera pensado. La pesadilla se desvanecía un poco y si no fuera por las contusiones y los dolores musculares, casi podría pensar que todo fue un mal sueño.

Pero no fue así.

Ella había sido secuestrada, asaltada y. . . violada. No quería que fuera verdad, pero así fue. Se sentía tan desconectada de la persona que había sido atada a la cama. Se decía a sí misma que no era una violación sexual. Ellos sólo querían información de ella. Estaban simplemente utilizando una forma de tortura sobre ella.

Y había sobrevivido.

Ellos no lo hicieron.

Gracias a Santana.

—Sabes, tienes que hablar con Sam en algún momento. Ha llamado tres veces.

—¿Por qué está haciendo esto, Quinn?

—Porque él se preocupa por ti.

—Técnicamente, rompí con él. ¿Por qué actuar como si estuviéramos todavía juntos?

—¿Qué quieres que diga? Él te ama y todavía quiere que estén juntos. Supongo que no cree que tú realmente quieras poner fin a las cosas. Demonios, no sé. No es que yo sea una experta en las relaciones.

—Si te digo algo, ¿no te asustas?

Los ojos de Quinn se abrieron.

—Oh, Dios mío. ¿Te acostaste con ella?

Brittany sonrió.

—Bueno, sí, dormimos juntas, Quinn.

—Sabes lo que quiero decir. ¿En el barco?

—No—Brittany se abrazó a ella misma y miró hacia otro lado—Ayer por la noche, cuando ella me sostenía, por primera vez, me quedé dormida con alguien que no me hizo desear estar sola.

—¿Qué quieres decir?

—Con los demás, con Sam, el sueño siempre fue así... personal. Yo no quería compartir eso con ellos. De hecho, me odiaba a compartir mi cama con él. Eso suena tan mal, pero siempre me hubiera gustado estar sola. Yo no quería despertar con él.

—Ustedes estaban prácticamente viviendo juntos.

—No, no realmente. Los fines de semana, claro. Yo realmente no tenía una razón para no quedarme con él. Nunca pude entender por qué me sentía de esa manera, Quinn. Sin embargo, ayer por la noche, cuando ella me sostenía... y por la mañana... Lo siento, sé que no quieres escuchar esto.

—Brittany, quiero oírlo. Quiero entender lo que sientes por esa mujer.

—Cuando estoy con ella, me siento... feliz. Es como si, hay una luz que se enciende dentro de mí cuando está cerca.

—¿Tú estás... estás enamorada de ella?

—Creo que sí—susurró Brittany, mirando a los ojos de Quinn.

—¿Pero todavía no has hablado con ella acerca de esto?

—No.

Quinn se acercó y le tomó la mano.

—¿Estás segura de esto, Brittany? Quiero decir, tal vez...

—Sé que quieres lo mejor para mí, Quinn. Te lo dije, no estoy segura, ni yo me entiendo a mí misma.

—Bueno, ella es sin duda atractiva. Quiero decir, el cuerpo, Dios. Casi me desmayo al verla que estaba en nada más que su camiseta. No se lo digas a Rachel.

—No. Pero, trata de dormir al lado de ese cuerpo—dijo Brittany en voz baja.

Brittany no quería admitir ante Quinn, pero el cuerpo de Santana la había emocionado más que a nadie que hubiera conocido. Santana era potente, pero suave. Muscular, pero femenino.

Luego sonrió.

Santana probablemente se sienta ofendida por esa descripción.

—Brittany, debes decirle a Sam. Hasta que no lo hagas, él va a seguir pensando que tiene una oportunidad.

—No puedo decirle, Quinn. Él nunca lo entendería. No me creerá. Quiero decir, después de dos años, él no va a creer que soy gay.

—¿De verdad crees que eres?

Brittany miró a Quinn, sin miedo a los ojos.

—Sí, lo sé. La quiero a ella, Quinn.

—Está bien. Pero me vas a prometer una cosa. Antes de hacer algo o de decir algo, por favor, vas a estar segura de eso. Yo no quiero que te precipites en algo sólo porque ella es... atractiva para ti. No arruines tu vida si no estás segura Brittany.

—Lo sé, Quinn.

—Y como tu dijiste, incluso no has hablado con ella acerca de esto.

—No.

Pero había algo cuando Santana la miró. Sus ojos estaban siempre tan gentiles con ella, tan diferente de lo que eran para los demás.

Hubo una luz sobre la puerta y ambas miraron hacia arriba.

—Debe de ser Sam—advirtió Quinn—¿Quieres que me vaya?

—¿Estás bromeando? No, no te atrevas.

Quinn se levantó, abriendo la puerta a un sonriente Sam. Saludó a Quinn con un rápido abrazo, y luego entró en la habitación, inclinándose para besar la mejilla de Brittany.

—¿Te sientes mejor?

—No he estado enferma, Sam—dijo a la ligera—Me siento bien.

—Bueno, yo he venido para llevarte a cenar. Estoy seguro de que estas enferma por estar atrapada en el interior de tu casa durante todo el día.

Brittany miró a los ojos de Quinn a través del cuarto con incredulidad por lo que escucho.

—Sam, no me siento bien para salir.

—Brittany, tienes que salir. No puedes ocultarte aquí para siempre.

Brittany lo miró fijamente, sin palabras. Fue Quinn quien tomó la palabra.

—Sam, estás fuera de línea. Ella fue asaltada, ayer. Dudo que se siente como para mezclarse con la gente.

—Sólo estoy tratando de ayudar. No le hace ningún bien a permanecer encerrada aquí. Cuanto antes vuelvas por ahí, será mejor.

—¿Por qué estás hablando como si yo no estuviera en la habitación?—preguntó Brittany.

—Yo no voy a salir a cenar, Sam. De hecho, ¿por qué estás aquí?

—Me preocupo por ti. Estoy tratando de ayudarte.

—Sam, por favor, no quiero que este tipo de ayuda de ti.

Sam se metió las manos en los bolsillos, mirando de Brittany y a Quinn.

—¿Qué quieres que haga? ¿Sólo que me mantenga alejado? ¿Sólo pretender que no me amas? ¿Hacer de cuenta que no hemos sido una pareja desde hace dos malditos años?

—¿Por qué esto tiene que ser acerca de ti, Sam? ¿Qué pasa con lo que yo quiero?

Quinn se movió incómoda, y luego se retiró a la cocina para darles un poco de intimidad.

—No puedo apagarlo, como tú, Brittany. Lo siento. Esto es un shock, ya sabes. Un minuto estamos bien, y al siguiente, me dices que tú no me quieres en tu vida nunca más. ¿Cómo demonios se supone que debo actuar?

—No sé, Sam. Lo único que sé, es cómo me siento. Y tú tienes que parar con esto. Date un poco de tiempo, Sam.

—¿Tiempo? ¿Crees que eso va a hacer que me sienta mejor?

—¿Qué quieres que te diga, Sam? De verdad lo siento.

Él la miró fijamente durante un momento, y luego dio la vuelta.

—Está bien. Lo siento, Brittany. Supongo que he estado actuando como un adolescente enamorado. Tienes razón. Tengo que darle un poco de tiempo. Yo sólo quería asegurarme de que estabas bien—dijo.

—Voy a estar bien, Sam. Y gracias por la atención.

Él asintió con la cabeza.

—Está bien. ¿Me prometes que me llamaras y me dejaras saber cómo estás? Quiero decir, tal vez podríamos ir a cenar una noche.

—Te llamaré, Sam. Te lo prometo.

Él asintió con la cabeza otra vez.

—Bueno, dile a Quinn la que esté pendiente de ti, ¿de acuerdo?

—Lo haré.

Vaciló, dando un paso hacia ella, y Brittany temía que fuera a besarla. Pero finalmente volvió y se fue sin decir una palabra.

Cuando la puerta se cerró, Brittany miró hacia la cocina.

—Puedes salir, Quinn. Creo que ya es seguro—gritó.

La puerta de vaivén de la cocina se abrió y Quinn sacó la cabeza, mirando a su alrededor.

—¿Qué dijo?

Brittany sonrió.

—Como si no estuvieras escuchando en la puerta todo el tiempo.

—Yo no lo estaba. ¿Quieres algo de beber? ¿Tienes hambre?

—Creo que...una cerveza—dijo—Tengo hambre, pero quiero esperar a llegue Santana.

—¿Estás segura de que va a venir? Quiero decir, ella no ha llamado en todo el día—Quinn le recordó.

No, no la había llamado.

Brittany se preguntó lo que había estado haciendo durante todo el día. Pero ella iba a llegar, Brittany no lo dudo.

—Ella va a estar aquí. Me dijo que lo haría.

Quinn había entregado sólo una cerveza Brittany cuando sonó un fuerte golpe en la puerta.

—Hola chicas, soy yo.

Brittany sonrió, pero fue Quinn, quien abrió la puerta. Santana estaba de pie con dos cajas de pizza y un paquete de seis de cerveza.

—Gracias—Santana se acercó y le sonrió a Brittany—¿Hambre?

—Mucha.

—Bien.

Le entregó la cerveza a Quinn y coloco las pizzas en la mesa baja frente al sofá. Entonces se puso en cuclillas junto a Brittany.

—¿Cómo estas hoy?

—Estoy bien. Vinieron y se llevaron mi comunicado.

—Sí. St. James se asustó cuando le dije.

Brittany levanto una de las cejas, entonces se explicó.

—El detective St. James de CIU. Él era el sujeto que llegó tarde, con ganas de un comunicado.

—Lo recuerdo.

Brittany se acercó y levantó el pelo de la frente de Santana, mirando a sus puntos de sutura.

—¿Todavía duele?

—No.

Entonces Brittany frunció el ceño.

—¿Qué pasa con los puntos de tu costado? Me olvidé de ellos.

Santana se puso de pie.

—La maldita enfermera me los miró anoche. Dice que los deje en un par de días más. Al parecer, mi nado de ayer no resulto muy beneficioso.

—Sobre eso, ¿cómo saliste? Y no me digas que eres parte de los peces—bromeó Brittany.

Quinn las miraba desde la cocina, sonriendo a su interacción. Era tan diferente de lo que había visto con Sam en el pasado.

No habían juegos entre ellos, nunca había sido así con Sam.

—No tengo brazos largos y las piernas cortas.

—¿Y?

Santana echó sus brazos a la espalda, demostrándole como lo había hecho con St. James.

—Acerqué mis rodillas hacia mi pecho, deslice las manos debajo de mis pies y los lleve a la parte delantera.

—Y todo ello sin ahogarte. Eres buena.

—Me siento muy bien—dijo Santana y arqueó las cejas con picardía.

Brittany se echó a reír, y luego se puso seria cuando Santana se quedó mirándola.

—¿Qué?

—Es tan bueno escucharte reír—dijo Santana en voz baja.

Se acercó y se sentó, tomando la mano de Brittany.

—Vas a estar bien, ¿verdad?

—Tal vez me tome un poco de tiempo volver a la normalidad, pero yo voy a estar bien, Santana.

—Sí, creo que lo harás. Porque eres fuerte. Traté de imaginar cómo iba a ser tu reacción si se tratara de mí, y yo no creo que pudiera estar de esta manera.

—¿Te retirarías?—Brittany adivinado.

—Tal vez. Probablemente.

—No, no lo harías. Porque yo no te lo permitiría.

Santana le apretó la mano de Brittany.

—Tengo una noticia realmente buena. Los resultados del laboratorio, de tu prueba de sangre.

Brittany sonrió.

—¿Sí? ¿Negativa?

—Negativo. No tienes VIH.

—Gracias a Dios—alargó la mano y abrazó a Santana—Eso es fabuloso.

—Sí, lo es.

Por fin, Quinn se apartó de la puerta, caminando con una cerveza para Santana y un puñado de servilletas.

—Probablemente debería irme—dijo.

—No, no has comido—dijo Brittany.

—Por favor, quédate, Quinn—ofreció Santana.

—Depende. ¿Qué tienes?—preguntó Quinn con una sonrisa.

—Dos de todo. Escoge lo que no te gusta y lo pones en la mía.

Santana se sentó en el suelo y abrió las dos cajas. Todas agarraron un pedazo, gimiendo en el primer bocado.

Ninguna de ellas había comido durante todo el día.

—He oído hablar mucho de ti—dijo Quinn con la boca llena.

—¿Ah, sí? De parte de Britt ¿O los rumores desagradables?

Quinn sonrió.

—Brittany también, pero sobre todo los rumores desagradables—admitió.

—Bueno, la mayoría son verdad.

—No lo son, y tú lo sabes—dijo Brittany—Incluso el Dr. Peterson, el perfilador, me preguntó si era verdad que habías empujado a tu pareja por una ventana de tres pisos. Y él trabaja para el departamento.

Santana sólo se encogió de hombros.

—Los rumores son rumores. Y no es que tenga un montón de amigos en la fuerza que puedan responder por mí o defenderme.

—¿Es verdad que golpeaste a un capitán por estropear una orden judicial que causó a alguien terminara libre?—Quinn le preguntó.

—No, por supuesto que no. Era un teniente.

—¿En serio?—preguntó Brittany—¿Y todavía tienes un puesto de trabajo?

—Me suspendieron por una semana.

—Eres increíble—murmuró Brittany—Y de nuevo, que no es un cumplido.

—Oh, Britt, yo soy mucho mejor ahora. Me han dicho que eres una buena influencia para mí. Incluso Hudson dijo que yo era casi soportable.

—¿Dijo eso?

—¿Que yo era soportable?

—Que yo era una buena influencia para ti—dijo Brittany.

—Sí, lo hizo.

—Hmm, imagina eso. ¿Qué vamos a hacer si la gente empiezas a gustarle?

Santana sonrió.

—No tengo ni idea.

Quinn bebió de su cerveza, viendo cómo se veían una a la otra. Tal vez no habían hablado de ello, pero hubo una química muy real. Una vez más, se dio cuenta de lo diferente que era la interacción con Santana, en comparación con Sam. Ella había estado con Brittany y Sam en numerosas ocasiones, y nunca fue testigo de bromas entre ellos, bromas que Brittany parecía disfrutar ahora con Santana.

Y Brittany había estado en lo cierto.

Era casi como si una bombilla se había encendido a la mayor brevedad cuando Santana entro en la habitación.

—Escuchen, chicas, me voy—dijo Quinn—Gracias por la pizza, Santana. Fue bonito conocerte al fin.

—"No hay problema. Encantada de conocerte, también.

Brittany caminaba con Quinn a la puerta y la abrazó.

—Gracias por estar conmigo hoy. Realmente necesitaba eso, Quinn. Te lo agradezco.

—¿Y mañana?

—Voy a estar bien. Tengo una cita, de todos modos.

—¿El psiquiatra?

—Sí.

Quinn hizo una seña a Santana, que seguía comiendo.

—Ella se queda, ¿verdad?

—Sí.

—Ella es linda como el infierno—susurró Quinn.

Brittany se sonrojó.

—Sí, lo sé.

—Nada que ver con lo que me imaginaba.

Brittany puso los ojos en blancos.

—Llámame mañana, ¿vale?

—Conduce con cuidado.

Brittany cerró la puerta, luego se volvió a Santana.

Santana todavía estaba en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá. Una botella de cerveza metida entre las piernas. Brittany le sacó los ojos de encima, volviendo a su posición en el sofá, no muy lejos de Santana.

—Ella es bonita.

—Sí, lo es.

—Entonces, ¿qué estaban susurrando?

Brittany se sonrojó.

—Ella dijo que eras linda como el infierno.

Santana sonrió.

—Ella dijo eso, ¿eh?
—Que no se te suban los humos, López.

—Yo no sueño con ella—a continuación, Santana levantó una ceja—Entonces, ¿cómo estás en realidad?

—Si yo no pienso en ello, estoy bien—admitió Brittany—Parece casi como un sueño—Brittany miró hacia otro lado—Pero yo sé que no lo es.

—Tienes una cita mañana, ¿verdad? ¿Quieres que te lleve?

—Gracias, pero creo que tengo que ser capaz de hacer esto por mí misma. Si no puedo salir de casa sin tener miedo, no voy a ser de mucha utilidad para ti en la calle.

Santana asintió con la cabeza.

—Sabes Schuester no te dejarán volver hasta que…

—Lo sé. Es por eso que quiero ir sola. No quiero estar fuera mucho tiempo. Además, tenemos un caso.

—Sí. Acerca de eso, tienen una pista para las huellas de zapatos. Tamaño de siete.

—¿Siete? Eso es pequeño. Podría ser una mujer. Ni siquiera hemos pensado que nuestro hombre podría ser una mujer—dijo Brittany.

—No es una mujer. Recuerda la pista del semen de las dos primeras—dijo Santana.

—Oh, está bien. Lo siento. No estoy pensando con claridad.

—No lo sientas. Yo pensaba lo mismo.

—Espera un minuto. ¿Qué pasa con el chico en el bar? Él era pequeño.

—Sí. Pero no sabemos quién es. Pensé que tal vez mañana por la noche podría volver ahí y ver si está de nuevo.

—No debes ir sola.

—Estoy pensando que podría decirles a Hudson y Anderson. Pueden interpretar a una pareja. ¿No sería divertido?

Brittany sonrió.

—Yo pagaría por ver eso.

Se sentaron en silencio durante un momento, luego Santana levantó la mano y tiró de los pantalones vaqueros de Brittany.

—¿Está cansada?

—Sí, lo estoy. Ha sido estresante. CIU se quedó una hora y media. Entonces, Sam se presentó—dijo.

—¿Ah, sí? ¿Cómo ha sido?

—No fue bueno—dijo en voz baja—Él está tratando de ayudar, pero...acabamos por terminar discutiendo sobre nuestra relación. En realidad se presentó anunciando que me llevaría a cenar. Me dijo que no podía ocultarme aquí para siempre.

—Jesucristo—murmuró Santana—¿Es que no entiendo lo que te pasó?

—Sabes, yo no estoy muy segura de que él lo hace. Me preguntó si me sentía mejor, como si hubiera estado con gripe o algo así.

—Tal vez él no quiere admitir lo que pasó—sugirió Santana—Si él no habla de ello, entonces no es verdad.

—Probablemente tienes razón.

Santana se puso de pie.

—Vamos. ¡Tenemos que limpiar! Una noche de sueño reparador nos haría bien.

Ellas pusieron los restos de pizza en la nevera, a continuación, Santana fue al baño de repuesto directo a la ducha.

Brittany se cepilló los dientes, preparándose para la cama. Se preguntó si Santana quería dormir aquí esta noche o si se prefiere el sofá. Brittany no había considerado que tal vez Santana estuviera incómoda por dormir con ella.

Se encontró con sus propios ojos en el espejo, recordando como Santana la había abrazado. Realmente quería que Santana la abrazara otra vez esta noche. Pero ofrecería el sofá, por si acaso.


Brittany estaba de nuevo sentada en la sala de estar con una copa de vino cuando Santana salió de la ducha, vestida como antes, en pantalones cortos y una camiseta con los pies descalzos. Se acercó y tomó el vaso de vino que Brittany le había servido.

Se sentaron mucho más cerca que la noche anterior, con los pies apoyados sobre la mesa.

—Agradezco que te quedes conmigo, Santana. Sé que estás acostumbrada a estar sola—dijo Brittany.

—Esto es bueno. Mucho mejor que mi departamento y un infierno de mucho mejor que el catre en el vestuario—dijo Santana.

—¿Por qué te quedas ahí? Y no me digas, que trabajar hasta tarde y es más fácil que conducir a tu departamento.

—Mi departamento no es un departamento. Es sólo un lugar para dormir. No es realmente una casa—dijo Santana en voz baja—Tengo una cama y un sillón reclinable y un televisor. Eso es todo.

—Tu barco es tu casa—dijo Brittany.

—Sí, lo es. Pero ahora, cada vez que voy ahí, voy a pensar en lo que te pasó.

—No. Lo que nos pasó a nosotras—corrigió Brittany.

—Creo que tal vez lo voy a pasar a otro puerto—dijo Santana—Hay un par de otros más pequeños. Yo quiero que seas capaz de salir, ya sabes.

Brittany se acercó y tomó la mano de Santana.

—Gracias. Y tienes razón. Sería difícil ir de nuevo. En este momento, de todos modos. Tal vez en un par de semanas...

Santana, vio sus dedos entrelazados.

Es muy fácil estar con Brittany.

Tan natural tocarla así.

Santana alzó los ojos, chocando con los suaves azules que la veían a su vez.

Se le ocurrió entonces, lo que se había convertido entre ellas. Las burlas, los toques inocentes, la timidez que veía en los ojos de Brittany a veces.

¿Qué estaba pasando?

¿Qué estaba sintiendo?

¿Que eran esos pensamientos que Santana había estado teniendo últimamente?

—¿Cama?

—Mmm.

—Quieres... Quiero decir, ¿preferirías dormí aquí?

Sintió apretar la mano de Brittany, a continuación, la soltó.

—No. Quiero decir, ¿preferirías dormir aquí?

Santana sonrió.

—Vamos a ver. ¿Una cama o un sofá? Esa es una decisión difícil—bromeó Santana.

Brittany se levantó y tiró a los pies de Santana.

—A la cama.

Santana salió de sus pantalones cortos y se metió bajo las sábanas, una vez más a esperar a que Brittany apagara la lámpara.

En la oscuridad, sintió que Brittany se movió, sintió sus movimientos hasta que casi se tocaban. A continuación, Santana poco a poco llegó a ella y acuno a Brittany dentro de sus brazos.

Brittany se acurrucó en su contra de inmediato, metió su brazo por la cintura de Santana como antes.

Brittany respiró hondo y se entregó. Los brazos de Santana se tensaron alrededor de ella y Brittany sentí los latidos rápidos del corazón de Santana.

Su mano se posó a lo largo de la cadera de Santana y sin pensarlo realmente, la movió debajo de la camiseta de Santana, con ganas de tocar su piel.

Brittany sintió temblar a Santana, escuchó y sintió el cambio de su respiración. Cerró los ojos, luchando contra los sentimientos que amenazaban por consumirla.

Pero Dios, quería tanto tocarla.

Santana lucho para sofocar el deseo que se habían asentado firmemente sobre ella como una manta pesada, estuvo a punto de ahogarse.

Brittany no sé lo hacía fácil.

De hecho, se preguntó si Brittany tenía idea de lo que estaba haciendo con ella. Y si tenía algún sentido, Santana quería quitar la mano de Brittany por debajo de su camisa.

Pero ella era incapaz de hacer tal cosa.

La mano de Brittany era cálida y suave.

Y había pasado tanto tiempo desde que alguien la había tocado. En ese momento, lo único que quería hacer era tirar de Brittany, sentir su peso, ya presionar en su contra…y darle un beso.

Cerró los ojos y se preguntó cuál sería la reacción de Brittany.

¿Estaría sorprendida?

¿Enojada?

¿O se sentiría el deseo de Santana?

¿Lo compartiría?

¿El deseo?

Sí, Santana se odiaba por lo que estaba sintiendo. Los pensamientos que corren por su mente eran totalmente inadecuados. Brittany acababa de ser asaltada…violada. Ella fue en busca de consuelo, protección.

Nada más.

Movió su mano y tomó la mano de Brittany y detuvo sus movimientos lentos sobre su piel.

Santana suspiró, tratando de relajarse.

—¿Santana?

—¿Hmm?

—Gracias por estar conmigo otra vez—le susurró Brittany.

—No es ningún problema.

Brittany cerró los ojos, apretando su agarre momentáneamente alrededor de Santana, luego se relajó. Una vez más, pensó en lo agradable que se sentía al estar durmiendo con Santana, de esta manera.

Brittany movió la cabeza, descansando ligeramente contra el pecho de Santana. Con su mejilla, sintió el pezón de Santana endurecerse y se estremeció.

Tan cerca.

¡Oh, Dios!

Casi podía sentirlo, saborearlo en su boca.

Brittany gimió.


Me estoy muriendo aquí, pensó Santana. Preguntándose cuánto tiempo podría aguantar antes hacer algo realmente estúpido.

Trató de hacer caso omiso de sus sentimientos, pasar por alto el hecho de que Brittany se acurrucó algo realmente estúpido.

Trató de hacer caso omiso del débil gemido que había escuchado.

Se preguntó si Brittany podía oír los latidos atronadores de su corazón.



¿Cuál sería la reacción de Santana que si me levantó y la besó?, pensó Brittany.

¿Pensaría que yo he perdido el juicio?

¿O me daría la bienvenida?

Pero Brittany nunca lo sabría.


La mano de Santana salió y rozó su pelo suavemente.

—Duerme—murmuró.

Brittany asintió con la cabeza.

Era la única cosa sensata que hacer.

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Capitulo 32

El sonido penetró en su cerebro, y Santana se obligó a abrir los ojos.

Habían cambiado las posiciones.

Santana ahora estaba en el lado de Brittany, con la cara apretada contra su cuello. Brittany se agito, se movió entre los brazos de Santana, rodando hacia ella.

Sus brazos y piernas se enredaron y luego contesto

—Hola—murmuró Brittany.

—Brittany, es Hudson. Siento llamar tan temprano, pero no podemos encontrar a López. Schuester pensó que podía estar contigo.

—¿Hudson?—Brittany abrió los ojos.

Brittany estaba encima de Santana y sus ojos se encontraron. Su mirada se deslizó hacia los labios de Santana, a sólo unos centímetros de distancia. Brittany se dio cuenta de sus piernas desnudas entrelazadas, del muslo de Santana y como se apretaba contra de ella.

Sintió la caída del teléfono de sus dedos cuando su parte inferior del cuerpo se movió instintivamente contra del muslo de Santana. Brittany quedó sin aliento cuando, durante un breve instante, sintió que Santana se movió en su contra. Fue incapaz de detener el gemido que escapó y vio cómo los ojos de Santana se cerraron, gimió en silencio cuando las manos de Santana la agarraron con más fuerza. A continuación, Santana busco entre ellas, el teléfono, y Brittany se dio la vuelta, alejándose de Santana, increíblemente apenada por lo que acababa de suceder.

Santana sostuvo el teléfono en su pecho, aclarándose la garganta antes de hablar.

—¿Hudson? Es López.

—Escucha, encontraron otro cuerpo. Al Norte de Dallas en este momento. El tipo tiene bolas. Está en un maldito centro comercial.

—Está bien. Voy a estar ahí.

—¿Qué es?—preguntó Brittany—¿Otra chica?

—Sí—Santana vaciló—Oye, lo siento... sobre...bueno, antes,... mierda—murmuró dándole la espalda.

Brittany la agarró del brazo.

—Está bien. Fui... yo y las dos lo sabemos. No sé... que me pasó.

Santana tragó con dificultad y se sentó.

—Deberías ponerte en marcha.

Brittany hizo lo mismo.

—Yo voy contigo.

—No, no vas.

Santana se movió hasta Brittany y tiró de ella hacia abajo, envolviendo en su edredón otra vez.

—Son las cuatro de la mañana. Te quedas debajo de las sábanas, ¿de acuerdo? Volveré tan pronto como haya terminado.

—No. Está bien, Santana. No tienes que hacerlo. Tengo esa cita a las diez de todos modos. Voy a estar bien.

—¿Estás segura?

—Sí. Pero por favor ten cuidado—dijo en voz baja.

—Lo haré. Te lo prometo. ¿Va a llamar después de tu cita? Si no estoy en la estación, llama a mi celular. Debo tener mi nuevo teléfono esta mañana.

Santana agarró los pantalones cortos del piso y se quedó mirando a Brittany.

—¿Segura de que vas a estar bien?

—Estoy segura. Tengo que ser capaz de hacer esto.

—Está bien. Voy a cerrar la puerta cuando me vaya.


Brittany permaneció despierta mucho tiempo después de que Santana se había ido. Por fin agarró la almohada que Santana había utilizado y se la puso en sus brazos, tratando de darle sentido a lo que estaba sintiendo, pero no era la respuesta.

Ella se sintió atraída por Santana en varios niveles, pero la atracción sexual que sentía amenazaba con alcanzar su control. Ayer por la noche, cuando Santana la abrazó, había sentido el deseo que nunca había experimentado antes. Y antes, cuando el muslo de Santana se apretó contra su centro, cuando las caderas instintivamente, se movieron en contra del muslo, supo con claridad lo que es tener un deseo ardiente.

Trató de recordar la primera vez que ella y Sam habían hecho el amor. Si ella hubiera tenido por él ese deseo también

¿Lo había deseado a él en algún momento?

¿O sólo esperaba estar?

—Oh Dios—susurró.

Ella era demasiada vieja para descubrir estos sentimientos. Quinn estaba en lo cierto.

¿Por qué no había conocido nunca a una mujer antes, por la cual se sintiera atraída?

Ella nunca se consideró que podría ser gay y las amistades femeninas en su vida eran sólo eso, amistad. Pero estaba Marley, en la universidad. Habían sido casi inseparables.

¿Era sólo amistad lo que sentía?

Se acordó de no estar del todo sorprendida cuando Marley le dijo que ella había conocido a alguien, una mujer. Ellas habían seguido siendo amigas por un tiempo, entonces sólo se había distanciado. Y luego, cuando ella estaba en la Academia, varias de las reclutas mujeres eran lesbianas, pero ninguna realmente le atraía.

¿O lo hicieron?

Jesús, no como esta.

No de la forma en que Santana lo hizo.

Ni siquiera Quinn cuando le conto que era bisexual.

Finalmente se desplomo con la almohada de Santana aferrada a su pecho…preguntas sin respuesta aún en marcha a través de su mente.




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—Oh, Dios mío—susurró Santana.

—¿La conoces?—le preguntó Mercedes.

—Julie Barnes. Ella es una residente en Belle. Al igual que las otras.

—¿Por qué crees que sólo corto las piernas de una?—le preguntó Mercedes.

—Lo único constante en este caso es la forma en que están dispuestas en los contenedores de basura. No tiene ningún sentido.

—¿Verificaste sus manos? ¿Ella se defendió?

—Sí. Vamos a obtener una muestra de piel, estoy segura de ello. Las manos y los pies estaban atados. Los moretones alrededor del cuello es consistente.

Santana se frotó la cara con ambas manos y suspiró.

—Está bien, dile a Abrams que voy a llamarlo.

Caminó alrededor del contenedor de basura donde Hudson estaba hablando con el gerente del equipo de limpieza.

—¿Otra cosa?

—La puso aquí en algún momento después de las tres. Arrojaron la primera carga a continuación. Cuando volvieron, la encontraron—él miró sus notas—Tres treinta y cinco.

—Por lo tanto, un golpe de suerte para él o conocía la rutina. ¿Y por qué aquí, donde es tan público?

—Se está poniendo negro—dijo Hudson—No se encontró ninguna impresión de calzado esta vez.

—¿Sabes lo que pienso? Quiero encontrar a ese tipo que tú y Anderson siguieron la otra noche en el bar.

—¿Cómo se supone que lo encontraremos? Sin Brittany, ¿cómo vas a entrar y jugar en el bar, López? Es posible que te desvíes con todas esas mujeres ahí.

Santana sonrió.

—En realidad, es un bar mixto. Estoy pensando en que tú y Anderson pueden llegar a ser la pareja en esta ocasión.

—Oh, ahora saca eso de tu mente de mierda.

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Capitulo 33

—Te ves mucho mejor, detective—dijo el Dr. Hummel.

—Es increíble lo que unos pocos días pueden hacer—dijo Brittany.

—Entiendo que antes de Homicidios, trabajó en el Asalto. Estoy seguro de que tuvo que ver este tipo de abuso antes.

—Lo hice. Pero yo no me considero maltratada, doctor. No fui recogida en la calle al azar. Nadie entró en mi casa. Yo estaba haciendo mi trabajo, y el trabajo tiene sus riesgos.

—Esto no es por estar simplemente haciendo su trabajo, Brittany. Fue violada.

—¿Eso es diferente a si hubiera recibido un disparo? No fui violada porque alguien quería favores sexuales. A mí me violaron porque querían información. Si yo fuera un hombre, habría sido golpeada o torturada hasta que hablé. Pero porque soy una mujer, ¿qué mejor manera que a la violación?

—Debo admitir, que está siendo muy tranquila al respecto. Incluso razonable en su deducción. Pero antes de poder volver a trabajar, mi trabajo es asegurarme de que está tratando esto emocionalmente, detective. ¿Qué puede volver a la calle y no tener miedo de que alguien vaya a atacarla de nuevo? ¿Qué vaya a ser muy agresiva ahora que ha sucedido esto?

Brittany se inclinó hacia delante.

—¿Me estaría usted haciendo esta pregunta si yo fuera un hombre? ¿O si yo hubiera recibido un disparo? ¿Estaría preocupado de que no pudiera volver a la calle porque alguien podría pegarme un tiro?

—Ha aceptado lo que le ha ocurrido o acaba de apartarlo, fingiendo que se trataba de sólo parte de su trabajo. Detective, siendo física y sexualmente violada es muy diferente a ser herido por una bala.

—Cuando me ataron a la cama, yo estaba asustada. Tenía miedo de que yo no sería capaz de resistir y que yo les diría lo que querían saber y luego de que me mataran. Así que me quedé ahí y lo tome, a sabiendas de que si tan sólo pudiera aguantar un poco más, alguien vendría por mí. Y así lo hicieron.

Brittany miró a los ojos del Dr. Hummel sobre la mesa.

—Yo sé que fui violada, doctor. Y cuando salí del hospital esa noche, yo tenía miedo de estar sola. Y al día siguiente, yo tenía una amiga quedándose conmigo porque tenía miedo de estar sola. Entonces me di cuenta de no tenía miedo de estar sola porque alguien podría venir y me hacerlo otra vez. Tenía miedo de estar sola, porque yo no quería pensar en ello.

—Y... ¿has pensado en ello?

—Yo he pensado mucho, puedo recordar cada detalle. Creo que debería estar enojada, y supongo que lo estoy. Pero no van a hacerme daño, ¿verdad?

—No, no lo harán. ¿Eso te molesta, que se hayan ido y no puedes hacerles frente?

—No. Yo sobreviví a esto. Ellos no lo hicieron.

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Capitulo 34

Santana se situó en la puerta un largo tiempo antes de llamar. Estaba nerviosa y no sabía por qué.

Bueno, sabía por qué, ¿no?

Durante todo el día, no podía poner su dedo en la llaga, pero de repente, se dio cuenta.

Los toques inocentes, Brittany queriendo pasar tiempo con ella, los ojos muy abiertos de Brittany en los bares gay. Luego, la noche que había fingido ser una pareja, los bailes que compartieron, la forma de Brittany al mirarla. Y las últimas noches, durmiendo juntas. La forma de Brittany envuelta a su alrededor.

Y Dios, esta mañana.

Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la pared. Brittany sentía el mismo deseo que ella.

Brittany, que era hetero.

Luego suspiró.

Brittany, pensaba que era hetero. Santana se preguntó qué pasaba por la mente de la otra mujer.

¿Estaba asustada por lo que estaba sintiendo?

¿Estaba tratando de luchar contra ella, también?

¡Eran compañeras, por el amor de Dios!

Esto no podría suceder.

Si Santana dejaba que suceda, se perdería el único compañero con el se había sentido tan cómoda. El único compañero del que se había hecho amiga.

Demonio, Brittany era su única amiga, y punto.

Y si dejaba que esto ocurra, Brittany se iría. Seria transferida, y Santana estaría sola otra vez.

No, ella no podía dejar que suceda.

Santana finalmente se empujó contra la pared y golpeó, y esperó.

—¿Eres tú?

Santana no pudo evitar sonreír.

—Tú, ¿quién?

Brittany abrió la puerta, igualando la sonrisa de Santana.

—Hola.

Santana levantó una bolsa.

—¿Chinos?

—Estoy muerta de hambre. Gracias—dijo Brittany, tirando de Santana al interior.

Santana vio a Brittany caminar. Se puso de pie en la puerta, preguntándose cómo iba a conseguir otra noche durmiendo con Brittany.

Brittany se detuvo y miró hacia atrás.

—¿Qué pasa?

Santana negó con la cabeza.

—Nada.

—¿Está segura?

Santana asintió y sonrió, finalmente, entro después de que Brittany entrara en la cocina.

Brittany bajó dos platos y repartió la comida en ambos.

—Hay vino en la nevera—dijo.

Santana trajo la botella y dos vasos y se establecieron en la mesa, para comer inmediatamente.

—No has comido hoy, o me equivoco—Brittany dijo finalmente.

Santana negó con la cabeza.

—¿Tú?

—No.

—Entonces, ¿estás segura de que estas lista para regresar, Britt? Quiero decir, sólo han pasado tres días.

—Estoy segura. Me volveré loca si me tengo que quedar aquí por mucho tiempo.

Brittany apuñaló a uno de los camarones en el plato de Santana y sonrió al ver las cejas levantadas de Santana.

—Además, ¿de verdad crees que puedes llevar Hudson en un bar gay?

—No.

—¿Cómo tomo Belle la noticia?

—No muy bien. Creo que está lista para cerrar el albergue. Muchas de las chicas están realmente comenzando a irse. Pero yo no fui hasta allá. Sólo hablé con ella por teléfono. Por la mañana, debemos tener el informe del laboratorio. Podemos ir hasta allá, entonces.

Brittany asintió con la cabeza.

—¿Schuester sabe que voy a volver?

—Sí. Él no está muy feliz. Piensa que es demasiado pronto. De hecho, creo que llamo al Dr. Hummel.

—¿Él piensa que no estoy lista?

—Él no quiere que apresures las cosas—dijo Santana.

—¿Qué piensas tú?

—Yo no quiero apresurar las cosas, Britt. Pero tú sabes mejor que nadie cómo te sientes. Si estás lista, entonces estás lista.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Gracias por no insistir en que me alejara, y gracias por dejarme decidir por mi cuenta. Si me quedo aquí un día o dos, ¿de qué serviría eso? Sólo no quiero tener más tiempo para pensar en ello. Y no quiero sentarme y revivirlo una y otra vez. Para mí, lo que necesito es volver ahí fuera y poner un poco de normalidad de nuevo en mi vida.

Santana asintió con la cabeza.

—Entiendo. Y tal vez estoy siendo egoísta—dijo—Tal vez quiero que vuelvas porque echo de menos tu compañía.

—Y tal vez tu estas lista para que vuelva, porque estás cansada de ser mi niñera durante la noche.

—Casi no lo llamaría un cuidado de niños—sus ojos se volvieron graves cuando observo a Brittany—En realidad, no puedo recordar cuando he dormido tan bien. Creo que tal vez he necesitado de esto, también.

Brittany se inclinó sobre la mesa y capturó la mano de Santana. Sus dedos se entrelazaron inmediatamente.

—¿Puedo decirte algo?

Santana asintió con la cabeza, con sus ojos demorándose en sus manos entrelazadas.

—Nunca me he sentido más segura...o más protegida como el último par de noches contigo acostada a mi lado. Dormí como si no tuviera una preocupación en este mundo, sólo porque me sostienes.

Sus ojos estaban fijos en la mesa, al igual que sus manos. Santana se preguntó lo que Brittany vio en sus ojos.

¿Podría ver el deseo de que Santana estaba tratando de ocultar?

¿Tenía alguna idea de que Santana estaba siendo completamente egoísta como voluntaria para quedarse con ella?

—Me quedaré todo el tiempo que necesites, Britt—dijo Santana en voz baja.

Brittany sonrió.

—Puedes lamentar la oferta.

El teléfono interrumpió la respuesta de Santana y Brittany entró en la sala de estar para contestar.

—¿Hola?—Brittany miró a Santana—Estoy bien, Sam.

Brittany escuchó y sacudió la cabeza.

—No, yo no estoy sola. Santana está aquí.

Santana se levantó, apuntando al baño. Brittany asintió con la cabeza y se sentó en el sofá.

—No, voy a volver a trabajar mañana.

—¿Mañana? Brittany, es demasiado pronto. Creo que al menos debes mantenerte al margen por el resto de la semana—dijo.

Brittany oyó correr el agua y se imaginó a Santana de pie bajo la ducha, desnuda.

—¿Y qué, Sam? ¿Un sitio seguro como el departamento?

—Tienes que descansar.

—He estado descansando. Estoy bien, Sam. Tú eres el que dijo que yo tenía que salir y no esconderme aquí—le recordó ella.

—No era mi intención sugerir que volvieras a trabajar, Brittany.

Brittany suspiró.

—¿Por qué llamas, Sam? ¿Sólo para darme una conferencia?

—Estoy llamando para saber cómo estabas. Has dicho que llamarías.

—Lo siento.

—Simplemente no lo entiendo, Brittany. ¿Por qué esta ella en primer lugar y no yo? Yo debería ser el que este contigo no ella.

—¿Por qué ella no? Ella es mi compañera—dijo Brittany.

—Yo soy tu novio.

—Sam... no lo eres. Por favor, no vamos a entrar en ese tema de nuevo. Ahora no.

—Brittany, no puedo aceptar esto. Por favor, tienes que decirme lo que está pasando. No puedes poner fin a nuestra relación así y no decirme por qué.

Ella cogió el puente de la nariz y se lo apretó.

—Te dije por qué, Sam. Quieres casarte y tener hijos. Yo no. Es necesario que encuentres a alguien que quiera las mismas cosas que haces. Yo tengo que hacer lo mismo—dijo.

—¿Por qué no quieres casarte y tener hijos?

—No, Sam. No puedo decirte por qué. Es lo que siento.

Oyó que el agua apagarse y cerró los ojos. Santana saldría pronto.

—Me tengo que ir, Sam. Por favor, no sigas llamando. En algunas semanas, podremos hablar, ¿vale?

—Sabes que yo voy a llamarte, Brittany. Como dije antes, no puedo apagar mis sentimientos como si nunca hubieran estado ahí. Te quiero, Brittany.

—¿Por qué estás haciendo esto tan difícil, Sam?

—Porque el amor es difícil, Brittany.

Brittany escuchó el tono de la finalización de la llamada por un segundo, y luego arrojó el teléfono en el sofá. Nunca pensó que Sam iba a ser así. De hecho, al pensar en su relación, que siempre fue tan controlado y ordenado. No habían peleas, discusiones…ninguna pasión. De hecho, le resultaba difícil creer que él tuviera tanto amor por ella. Era más probable que en el amor de él fuera sólo con la idea de casarse y formar una familia.

—¿Todo bien?

Brittany miró hacia arriba.

El pelo de Santana estaba todavía húmedo. Vestía de esta noche boxes de franela y una camiseta blanca.

Se veía tan…sexy.

Dios, ¿alguna vez pensó que encontraría boxes de franela sexy en una mujer?

—Él...tiene dificultades con esto—dijo. Entonces ella se puso de pie—Quiero tomar una ducha, también. ¿Te importa?

—Por supuesto que no. Voy a limpiar.



Brittany salió de sus pantalones vaqueros, se puso de pie mirándose en el espejo. Ella metió su cabello detrás de las orejas y miró, el hematoma en el muslo comenzaba a desvanecerse al igual que la marca de mordedura en el pecho. Sus ojos seguían la longitud de su cuerpo en el espejo. Probablemente estaba demasiado delgada, pensó. Sus pechos eran pequeños. Sam siempre la había molestado por ello. Se preguntó si Santana aún la encontraba atractiva.

¿No sería sólo su suerte?

Ahí estaba ella, a punto de quemarse en cualquier momento alrededor de Santana.

Qué irónico sería si Santana no tenía esos sentimientos.

Miró a los ojos en el espejo.

Pero Santana lo hizo, ¿no?

Ella no se había equivocado con la reacción de Santana ayer por la noche, no había imaginado el latido atronador debajo de la oreja. Y desde luego no había imaginado esa pequeña escena que tuvo lugar temprano esta mañana.

No, Santana parecía estar de la misma manera que ella.

Ambas luchan con sus sentimientos, en la lucha contra el deseo que las arrastraba cada vez más cerca.

Brittany miró a los ojos en el espejo.

No quería luchar contra él.

Quería abrazarla.

Sabía en su alma que estaban destinadas.

Y sabiendo eso, se asustó un poco.

Podía muy bien negarse. Podría haber continuado tapando por un tiempo todo bajo su relación con Sam, sólo preguntándose qué podría haber sido. Como le había dicho a antes Quinn, Santana nunca sería la que inicie algo entre ellas. Incluso ahora, Santana estaba solo manteniendo la distancia, con la fuerza suficiente para mantener su relación en un nivel amistoso.

Luego se rió.

¿Amistoso?

¿Cuántas amigas que se toman de la mano?

¿Se acurrucan por la noche?

No, ninguna.

Y si se fuera más lejos, Brittany tendría que ser la que lo haga. Santana nunca lo haría.

Finalmente entró en la ducha, lavándose a sí misma. Se preguntó cuánto tiempo iba a estar obligada a tomar tres duchas al día. No se lo había mencionado al Dr. Hummel.


Cuando salió, Santana estaba en el dormitorio, tirando de las sábanas. Sus ojos se encontraron.

—Pensé que querías que durmiera aquí de nuevo—dijo Santana con timidez—Quiero decir, si quieres puedo tomar el sofá.

Brittany sonrió.

—Sabes muy bien que no te quiero en el sofá.

—Está bien. Yo sólo quería estar segura.

Santana se metió debajo de las sabanas, muy consciente de lo nerviosa que estaba.

¿Y si esta noche, no podía controlarse?

¿Y si ella se rendía a lo que estaba sintiendo?

Entonces, ¿qué?

Tal vez Brittany estaba mejor esta noche. Tal vez ella no quiere dormir en los brazos de Santana nuevo. Pero ese pensamiento causo un profundo dolor en su pecho.

Brittany apagó la lámpara y se echó sobre su espalda, por mucho que Santana estaba haciendo tiempo. Ella quería estar en sus brazos y se asustó por la necesidad que sentía.

¿Tiene idea Santana de cómo se sentía?

Sí, ciertamente lo hizo.

Pero se obligó a quedarse donde estaba, con la esperanza de que el sueño la reclamaría.

No lo hizo.

—¿Santana?

—¿Hmm?

Brittany respiró hondo.

—¿Me abrazas de nuevo?—susurró.

La resistencia de Santana se fundió con esas palabras susurradas en voz baja.

—Ven aquí.

Santana acercó a Brittany, deslizando un brazo alrededor de su espalda y acunando a Brittany a su lado. Se estremeció cuando Brittany pasó un brazo alrededor de su cintura, ajustando su cuerpo junto al de Santana.

—Gracias—murmuró Brittany.

—Mmm.

Fue glorioso, estiro en sus brazos alrededor de Brittany. Tendió una mano y rozó ligeramente el pelo de la frente de Brittany, alejándolo de su cara.

Brittany apretó el brazo alrededor de su cintura. A continuación, Santana quedó sin aliento cuando la mano de Brittany se deslizó bajo su camisa, frotando suavemente sobre la piel.

Brittany se estremeció cuando su mano se movió a través de la piel lisa y suave. Sería tan fácil, tan fácil deslizarse más alto. Se preguntó cómo se sentiría el pecho de Santana.

¿Suave, como la piel debajo de su mano ahora?

Le dolía saber cómo se siente y ella perdió el poco control que le quedaba.

Deslizó su mano más alto, a través de las costillas de Santana, sintiendo el mar de fondo del pecho justo debajo de sus dedos.

Santana no pudo ahogar el gemido que escapó. Lo intentó, pero fue antes de que pudiera detenerlo. Por eso deslizó su mano hasta Brittany, parando sus movimientos.

—Brittany, me estoy muriendo aquí—susurró—Por favor, detente.

—No puedo.

Brittany levantó la cabeza, con su boca a pocos centímetros de Santana.

—¿Cuándo me vas a besar? Debes saber lo mucho que te quiero—le susurró.

—Oh, Britt, no me hagas esto.

—Yo te quiero. Por favor, no luches contra esto, San.

Sus ojos se encontraron en la oscuridad, tan cerca que respiraban el mismo aire.

Santana trató de luchar contra ello, lo hizo. Sin embargo, el escuchar el diminutivo de su nombre sus brazos se apretaron, acercando aún más Brittany. Entonces, en contra de su mejor juicio, ella cedió, tomando lo que se ofrecía.

Su beso no fue dulce.

La boca de Brittany se abrió bajo la suya, cumpliendo con la lengua de Santana salvajemente.

Brittany pensó que podría muy bien estar débil. Ella gimió, cuando la mano, finalmente en un movimiento llego al pecho de Santana. Era suave y firme bajo su mano, el pezón se endureció de inmediato contra la palma de su mano. Oyó el gemido que escapó de Santana y presiono con fuerza contra su mano. A continuación, Santana tiró de ella en la parte superior, abriendo las piernas, y las de Brittany.

Soltó la boca de Santana, respirando con fuerza al sentir las manos de Santana agarrarla de las caderas, tirando con firmeza en su contra.

—Oh Dios—susurró.

El deseo recorrió su cuerpo, tomando completo el control. Sus caderas se sacudieron contra Santana cuando su boca fue capturada de nuevo. Entonces las manos de Santana fueron a su cara, para darle ahora un beso suave, moviendo los labios ligeramente contra los suyos, luego se detuvo.

—Britt, no podemos—susurró.

Brittany gruñó.

—Te quiero. Dios, yo quiero que me toques. Sí podemos.

—No.

Brittany casi sollozó.

Ella apoyó la cabeza contra el pecho de Santana, al oír los latidos de su corazón, sus jadeos rápidos en el aire.

Aquí mismo, en estos momentos.

Esto es lo que quería…lo que necesitaba.

—Britt... me escuchas—dijo Santana—Quiero hacerte el amor. Dios, que lo quiero. Pero no estás lista para esto.

—He estado esperando toda mi vida—le susurró Brittany—Por favor, San, no lo hagas. No me rechaces.

Santana cerró los ojos y sostuvo Brittany firmemente.

—Es porque estas lista, Brittany. Ya lo sabes. No voy a hacer eso contigo.

Brittany dejó caer la cabeza hacia el pecho de Santana.

—Lo sé.

Luego llegaron las lágrimas sin previo aviso, los sollozos que la sacudían. Ella se aferró a Santana.

—Háblame. Por favor—le susurró Santana al oído—Dime lo que pasó.

Brittany lloró con más fuerza.

—Ellos me hicieron daño. Ellos...me dolió—exclamó.

—Lo sé, cariño.

Santana acuno a Brittany con ella, meciéndola en sus brazos.

—Dime cómo te hicieron daño.

—Traté de luchar contra ellos, San, lo hice. Grité y le supliqué y lloré. Pero no se detendrían...sólo no se detendrían. Y el resto, solo observaba. ... Y se echaban a reír—lloró como nunca había llorado antes—Ellos no se detendrían. Me ataron a la cama y me quitaron la ropa...Yo estaba tan indefensa.

El corazón de Santana se estaba rompiendo cuando Brittany lloró. Sus propias lágrimas corrían por su rostro, y ella apretó a Brittany con más firmeza.

—Mantuve la esperanza de que vendrías por mí—le susurró Brittany—Traté de no pensar en la forma en cómo te habían hecho daño, la forma en que... te dejaron en el lago. Pero yo tenía tanto miedo. Tenía miedo de que estabas muerta—exclamó—Y no había nada que pudiera hacer. Así que me cerré a todo lo que estaba sucediendo. Estaba de vuelta en tu barco, era soleado y cálido. Tú estabas pescando. Te veías tan relajada. Parecías tan feliz. Eso es todo lo que pensaba. Yo no los sentí. No estaba ahí. Yo estaba contigo.

—Lo siento mucho—dijo Santana en voz baja—Lo siento, yo no estaba ahí para ti. Lo siento, por no encontrarte antes.

—No, no es tu culpa. Y tú estabas ahí para mí, San. Sólo tú. Nunca pensé en nadie más. No en Sam, tampoco en Quinn... solo tú. De alguna manera, sabía que vendrías por mí.

Era el turno de Santana para llorar y Brittany aceró a Santana junto a ella, secándole las lágrimas en su rostro.

—No llores. Por favor. No llores.

Por alguna razón, Brittany no quería ver a Santana llorar nunca más. Ella había tenido tanto dolor en su vida y tan poco amor.

Brittany no podía soportar que llore.

Quedaron en silencio juntas, todavía con los brazos envueltos alrededor de la otra.

No hubo más palabras pronunciadas.

Se quedaron dormidas escuchando mutuamente los latidos de sus corazones.

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Capitulo 35

Santana tocó y esperó, mirando rápidamente a Brittany. Aún tenía los ojos hinchados, pero ella se veía mejor que antes. Ayer por la noche había sido tan difícil, pero sabía que Brittany necesitaba salir. Ella sabía que Brittany no había llorado antes. Realmente no había aceptado lo que le había sucedido.

—¿Estás bien?

Brittany sonrió.

—Por tercera vez, sí—luego extendió su mano y apretó el brazo de Santana—Gracias. Y en realidad no hemos hablado... De lo otro que pasó.

—Lo sé.

La puerta se abrió y Belle les dio la bienvenida.

—Buenos días, detectives. Por favor, dime que no estás aquí, con más malas noticias.

—No—Santana levantó un pedazo de papel—Tenemos una orden judicial. Vamos a necesitar todos los registros de los residentes actuales y anteriores—dijo Santana.

—Usted no necesita una orden judicial, Detective López. Me habría encantado darle cualquier cosa. Quiero que esto se detenga, todas lo queremos.

—Lo sé. Es sólo el procedimiento.

—Entra Ya sabes dónde está la oficina.

Santana y Brittany siguieron a la mujer de más edad al interior. Era temprano y tranquilo. Cualquiera de las residentes del albergue no estaban todavía o no habían pasado la noche ahí.

Belle abrió la puerta de la oficina y le indicó a Santana y Brittany entrar.

—Yo estaba a punto de tomar un café. ¿Quieren un poco?

—Eso estaría bien, gracias—dijo Brittany.

—Ya vuelvo.

Santana se acercó al archivador y abrió un cajón, hojeando los archivos que hay dentro y se detendrá cuando ella vino a Julie Barnes.

Brittany caminó por la habitación, mirando las fotos en las estanterías, muchas de las mujeres jóvenes estaban posando con Belle. Reconoció a Carla Pooper en una. Ella la recogió, con las cejas dibuja cuando recordó la joven y como fue dejada en un contenedor de basura. Se dispuso a poner de nuevo la foto en su lugar, cuando de pronto vio otra foto en la repisa. Una foto de un hombre joven, probablemente era una imagen secundaria. Ella la recogió y miró.

—Santana.

—¿Hmm?

—Mira esto—dijo.

Sostuvo la foto enmarcada para Santana.

—Mierda—murmuró Santana—Es él.

Brittany puso rápidamente en su lugar la foto cuando Belle se acercó.

—Aquí tienes—dijo Belle, llevando una bandeja con tres vasos, junto con el azúcar y la nata.

Dejó la bandeja sobre su escritorio, le ofreció una taza a Brittany.

—Nunca me di cuenta de todas sus fotos antes, Belle—dijo Brittany—Tienes que tener un buen número de marcos.

—Sí. Con los años, las niñas tantos jóvenes han llegado para quedarse aquí. Las vi crecer y después se van. Estas son algunas de mis favoritas.

—Usted tiene uno a un hombre joven aquí—dijo Santana—¿Se quedó contigo?

—Ah, te refieres a Ricky. No, ese es mi hijo.

—¿Su hijo? Yo no sabía que tenías un hijo—dijo Santana casualmente cuando tomó la taza de café que Brittany le ofreció.

—Sólo uno—Belle se sentó y sonrió, mirando la foto en la repisa—Cuando yo tenía tu edad, no era tan fácil ser gay como lo es hoy—dijo—Mi familia estaba teniendo un momento muy duro con eso, de hecho. Yo tenía treinta años y en una encrucijada. Pensé que si yo tuviera un hijo, mi familia lo aceptaría. Y así lo hicieron. Por un tiempo. Pero entonces conocí a alguien. Una mujer. Y nada de eso le importo a ellos. Yo todavía era una lesbiana—ella suspiró—Pero yo tenía Ricky. Es un buen chico.

—¿Dónde está ahora?—preguntó Brittany.

—Oh, él está en la universidad. En Oklahoma.

Santana sonrió.

—Eso debe ser difícil. Viviendo en Texas y tener un hijo lejos.

—Oh, no. Está en el estado de Oklahoma. Eso lo puedo tolerar.

Santana miró a Brittany, luego se trasladó a los archivadores.

—Bueno, quiero llevarme los archivos actuales con nosotras. Vamos a enviar a alguien para llevarnos el resto.

—Voy a ayudar en todo lo que pueda, Detective López, tú lo sabes.




*************************************************************************************************************



—¿Su hijo? ¿Estás segura de que es el mismo hombre?

—Estamos seguras de que, teniente.

—Entonces tal vez ella está con él—dijo Schuester.

—De ninguna manera—dijo Santana—Estas son sus hijas. Ella las ama como a su hijo.

—Está bien. Hudson, llama por teléfono al Estado de Oklahoma. Averigua si todavía está ahí. Anderson, llama a la policía de Stillwater. A ver si tienen algún asesinato similar a los nuestros. Si es él, tal vez lo ha hecho antes.

—Él tiene que estar viviendo aquí y ahora—dijo Santana—Lo vimos el miércoles.

—¿Por qué Belle no sabe que vive aquí?

—Tal vez no quiere que ella sepa—dijo Brittany.

—¿Y es el mismo hombre?

—Positivo.

—Bueno, es todo lo que tenemos. Vamos a tirar de todo el equipo en este caso. Busquen a Adams y Puckerman rápido.

Santana estaba a punto de protestar, pero observo como Brittany asintió con la cabeza.

—Voy a informarles.

—López—llamado a Schuester como estaban a punto de salir—Una palabra.

Ella se sentó de nuevo, mirando con expectación.

—¿Brittany se encuentra bien de estar aquí? Sólo han pasado cuatro días.

—Ella fue absuelta, Will.

—Lo sé. Estoy pidiendo tu opinión—dijo.

—Ella va a estar bien.

Él asintió con la cabeza.

—¿Sigues viviendo con ella?

Santana vaciló y luego asintió con la cabeza.

—Lo estás haciendo bien, Santana. Tomándola bajo tu ala. En esa primera semana, yo no sabía si podías tener, ya sabes.

Santana asintió con la cabeza.

Si él supiera, pensó.

—Vigílala, ¿de acuerdo?

—No te preocupes. Yo me encargaré de ella.



Brittany estaba de pie junto Adams y Puckerman, con el archivo en la mano mientras informaba a los hombres los acontecimientos de los últimos dos meses.

Puckerman fue tomando notas e incluso Adams parecía estar escuchando. A todos les gustaba Brittany, Santana lo sabía.

¿Cómo no iban a hacerlo?

En un primer momento, se mantuvieron alejado de ella simplemente porque era pareja de Santana. Pero era difícil resistirse a la sonrisa amable y los ojos azules.

Dios Santana sabía que había tratado.

Y anoche, había fracasado.

Se sentó, con los ojos una vez más ir hacia Brittany. Sus manos se movían mientras hablaba, y tanto Adams como Puckerman la miraba fijamente.

Brittany estaba vestida casi idéntica a Santana en la actualidad. Jeans con una camisa de manga larga metida dentro, con botas marrones de cuero tomó en lugar de las zapatillas de deporte de Santana, y Brittany tenía una chaqueta azul suave por encima de su camisa. Se trasladó la chaqueta ahora y escondió las dos manos en los bolsillos.

Los Santana ojos se iluminaron cuando su camisa se ceño en sus pechos. Luego cerró los ojos, recordando la mano de Brittany cuando había ahuecado el pecho de Santana ayer por la noche.

Habían estado tan cerca.

Y esta mañana, ambas habían sido tímidas, se ducharon y se vistieron, sin discutir los acontecimientos de anoche. De hecho, ambas actuaron como si no hubiera sucedido nada. Como si no hubieran estado besándose y tocándose ya punto de hacer el amor.

—Oye, ¿soñando despierta?

Santana miró hacia arriba, a los ojos azules en los que había estado pensando. Entonces los ojos de Brittany se oscurecieron y Santana sabía que Brittany estaba recordando lo sucedido ayer por la noche, también.

—Sí, yo estaba...

Brittany se sentó, todavía con los ojos en Santana.

—¿Debemos hablar de ello?—preguntó en voz baja.

—No tengo miedo de hablar de ello—admitió Santana—Debo decir, que lo siento.

Brittany enarcó las cejas.

—¿Estás arrepentida?

—No—luego sonrió—¿Debo estalo?

Brittany se inclinó hacia delante.

—Tal vez debería decir que lo siento. Yo lo empecé. Yo soy la que quería...hacer el amor anoche—susurró.

—Yo quería eso, también. Pero...


Hudson dio cerro el teléfono y se acercó.

—No vas a creer esto. Richard Grayson no se ha inscrito en la Universidad de Oklahoma en dos semestres. Su último domicilio conocido está aquí, en Belle.

Schuester salió de su oficina.

—¿Anderson? ¿Tienes algo?

Él todavía estaba en el teléfono, y negó con la cabeza.

—Está bien. ¿López? ¿Cómo quieres jugar con este chico? ¿Quieres traer a Belle Grayson e interrogarla?

—No. Realmente no tengo nada. Aparte del hecho de que fue visto en el bar viendo Julie.

—Además, si Belle sabe esto, puede alertar a su hijo—dijo Brittany.

—¿Qué hay de obtener una orden judicial para el ADN?—Hudson sugirió.

—¿Por qué motivos?—Schuester le preguntó—No. Tenemos que conseguir más.

—Es miércoles. Vamos al bar de nuevo. Tal vez hoy se exhiba.

Schuester asintió con la cabeza.

—Está bien. Pero quiero dos grupos en el interior. Hudson y Anderson se acaban de casar.

—De ninguna manera. No voy a hacerlo—dijo Hudson—No puedo.

—Y ¿por qué no? La mitad del departamento piensa que eres gay, de todos modos.

Sus ojos se abrieron.

—¿Qué demonios estás diciendo?

—Te lo dije, es tu forma de vestir—dijo Brittany.

—¿Qué pasa con mi forma de vestir?

—Estas todo combinado, almidonado. Nunca usas nada fuera de temporada.

—¿Así que porque tengo sentido de la moda, eso me hace gay? ¿Y si me visto cómo López? Jeans y zapatillas de deporte.

—¿Prefieres vestirte como una lesbiana que un hombre gay?—Santana preguntó con una sonrisa.

—Besa mi trasero. No lo voy a hacer.

—Lo vas a hacer—dijo Schuester—Adams, Puckerman, estarán al frente en el coche.

—Nosotras vamos por separado—dijo López—No hay contacto una vez que estemos dentro. Encontramos a nuestro hombre, lo vemos. Cuando él se vaya, lo seguimos. Incluso si se va a otro bar, lo seguimos. Tenemos que averiguar dónde vive—dijo.

—Si tenemos la dirección, voy a llamar al fiscal y ver cómo conseguir una orden de una búsqueda—dijo Schuester.

—Tenemos que estar dentro a las nueve—dijo Santana—Vamos a vernos de nuevo aquí, a más tardar las ocho.

—Me debes una grande por esto, López—dijo Hudson.

—Finn, usa pantalones negros y una camiseta ajustada. Te vas a ver como si estuvieras abordando de esa manera—dijo Brittany—No queremos que nuestro hombre se ponga nervioso si estás mirándolo. Y Blaine En realidad, no mires a otra parte. Lo siento. ¿Qué vas a llevar?

—Yo sé qué ponerme. No te preocupes.





—¿Y cómo sabes lo que un chico gay se pone cuando van de búsqueda?—Santana le preguntó cuándo se quedaron solas.

Brittany se encogió de hombros.

—Yo no soy tan inocente como aparento, Detective López.

—¿Es eso cierto? ¿Y qué usan las mujeres cuando están de búsqueda?

Brittany sonrió.

—No sé. No voy a buscar. Ya tengo una cita.

Sus ojos se encontraron, y Santana sintió que su corazón capturaba las palabras de burlas de Brittany.

Brittany se apartó de su escritorio.

—Mejor me voy a casa a cambiarme. ¿Y tú?

—Sí. Voy a ir a mi departamento y ver lo que queda. No puedo recordar la última vez que lave la ropa.

—Si quieres puedes hacerlo en mi casa—ofrecía a Brittany.

—Puede ser que me deje esta misma ropa.

—¿Quieres ir a cenar? O puedo recoger algunas hamburguesas y traerlas de vuelta aquí.

—Eso es probablemente lo mejor—Santana vaciló—¿Estarás bien? ¿Quieres que vaya contigo?

Brittany sacudió la cabeza.

—Voy a estar bien. Tengo que hacer esto.

—Está bien. Entonces te veré de nuevo aquí.

—Hasta pronto.

Brittany se volvió, luego hizo una pausa, con sus ojos de nuevo en la búsqueda de Santana. Lo que ella vio en los ojos de Santana en esa breve mirada provocó que su corazón se acelerara.

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Capitulo 36

Santana vio entrar a Brittany en la sala de la brigada, y su corazón se detuvo.

Se veía espectacular.

Ajustada en unos pantalones vaqueros y botas negras, camisa ajustada metida dentro, cinturón negro.

Los ojos de Santana se detuvieron en sus pechos, sus pezones rozaban contra de la tela.

—Estás mirándome—dijo Brittany a la ligera—Supongo que puedo pasar con este atuendo.

Santana se ruborizó.

—Lo siento. Te ves...muy bien—murmuró.

—Así como tú lo haces. Como siempre.

Santana se sonrojó de nuevo, se aclaró la garganta.

—¿Qué tienes ahí?

—Hamburguesas. Sin cebolla.

—¿No hay cebollas?

Brittany sonrió.

—No hay cebollas—le entregó una a Santana y se sentó en su escritorio—¿Los chicos?

—Yo no estaría sorprendida si Hudson se acobardó—dijo Santana—Mmm—murmuró ella mientras tomaba un bocado.

Se había perdido el almuerzo otra vez.

—Él va a venir. Creo que está secretamente intrigado por todo el asunto. Yo no me pondría por delante si un tipo trata de seducirlo—dijo Brittany—Sabes, él es tan homofóbico, demasiado. ¿No crees que vaya a desaparecer, ¿verdad?—Brittany se echó a reír—Si me oye decir eso.

—¿Decir qué?—preguntó Hudson mientras, él y Anderson caminaban dentro de la brigada.

Santana se quedó sin habla.

Finn Hudson era el niño del cartel de los hombres gay. Ajustado en pantalones negros, camiseta negra, los cuales estaban presionando su teléfono celular que colgaba nítidamente a su cinturón.

Miró….guapo.

—¿Y bien?—abrió los brazos—¿Con que no pasarías por gay?

—Finn, te ves muy bien—dijo Brittany, luego miró a Blaine—Maldita sea, ¿de dónde has sacado esos trapos?

—Mi primo—sonrió Blaine—Él me aconsejo—entonces se acercó—Me dijo que tendría muchos hombres sobre mí.

Santana y Brittany se echaron a reír. Incluso Hudson se unió

—Si ustedes van a casa esta noche con alguien, los dos estarán despedidos—Santana bromeó—Estamos trabajando, no se olvides de eso.

—Como si no lo supiera—dijo Finn—Si alguien me invita a bailar, yo podría muy bien dispararle.

—Hudson, tienes que encajar. Por favor, no hagas una escena—advirtió Santana—Tal vez tú y Anderson podrían salir y bailar, ¿eh?

—Canciones Rápidas—agregó Brittany ante la mirada aterrorizada de Finn.

Hudson señalando con el dedo a todos ellos.

—Si ustedes le dicen a alguien lo que pase esta noche, voy a hacer de sus vidas un infierno—amenazó—Peor de lo que es ahora.

Todos se pusieron a reír.

—¿Qué es tan gracioso?—preguntó Puckerman mientras caminaba dentro de la brigada.

—Nada—dijo Hudson—¿Dónde está Adams?

—Está esperando en la puerta. ¿Estamos listos?

Santana se puso de pie, agarrando la foto de Richard Grayson que había obtenido por fax de la oficina de la Universidad de Oklahoma.

—Aquí. Asegúrate que Adams le eche un vistazo a esto. Todo el mundo tiene su celular, ¿verdad? Puckerman, ustedes aparquen al otro lado de la calle. Brittany y yo estaremos en mi Explorer. Hudson, ¿llevas tu coche?

—Sí—luego miró a Blaine—¿Eso está bien?

—Claro.

—Está bien. Britt y yo iremos primero. Ustedes esperan unos quince minutos, y luego entren. Vamos a tratar de conseguir una mesa. Se sientan en el bar. Recuerden, no hay contacto. Vemos a nuestro hombre, vemos si se exhibe, no permanecerá mucho tiempo. Dudo que cualquiera de las chicas de Belle vaya al lugar. Todas están muy asustadas por todo esto. Si no hay nadie ahí, tal vez se marche.

—Y si él va, ¿tenemos que seguirlo?—le preguntó Puckerman.

—Sí. Pero vamos a estar justo detrás de ti. No podemos perderlo—miró a todos ellos—¿Alguna pregunta?—miró a Brittany—Bueno, vamos.


Santana y Brittany se sentaron en silencio, observando la entrada del bar.

Brittany miró su reloj. Eran casi las nueve.

—Ya es hora—dijo.

—Sí.

A continuación, Santana se echó hacia atrás, mirando a Brittany.

—¿Estás bien?

—Estoy bien—luego se encogió de hombros—Tal vez un poco nerviosa. Pero vas a estar ahí. No debo preocuparme por nada.

—Sí, voy a estar ahí.

—Estoy más preocupada por bailar contigo, en realidad—admitió Brittany.

—¿Por qué?

—Sabes muy bien por qué. Espero que Hudson no saque partido de eso—dijo.

—No te preocupes por ellos. Estamos trabajando. Todo esto es sólo un acto—dijo Santana.

—¿Ese comentario es que todo lo que es?

Santana se acercó y tomó la mano de Brittany, dejando que sus dedos se entrelazan.

—Eso es todo lo que necesitan saber, Britt. Lo que está pasando entre nosotras, es sólo entre nosotras.

Brittany asintió con la cabeza y le apretó la mano.

—San, yo quería darte las gracias por lo de anoche—dijo Brittany en voz baja—Fue la primera vez que...lo deje escapar. Yo había estado suprimiendo todo. Les dije a todos que estaba bien, que no me había afectado realmente. Pero lo hizo.

—Yo sé, mi amor—susurró Santana.

—Es algo que nunca voy a olvidar, algo que siempre estará en el fondo de mi mente—Brittany se aclaró la garganta—Fui violada.

Santana se sentó en silencio, con sus dedos aún entrelazados con Brittany.

—Me siento mejor hoy en día, sin embargo. Cada día es un poco mejor, ya sabes.

—Lo sé.

Brittany hizo una pausa.

—No hemos hablado de... qué más pasó—dijo vagamente.

—Sí. Pero no tenemos que hablar de ello, Britt. Es sólo que... ahora no podemos.

Brittany asintió con la cabeza.

—¿Te he dicho que eres el mejor compañero que alguien puede tener?

Santana sonrió.

—Incluso lo habías grabado. Pero creo que hay varios hombres que podrían estar en desacuerdo contigo.

Brittany tocó la pulsera de Santana, pasando sus dedos sobre la superficie lisa.

—Lo dije entonces. Ciertamente significa mucho ahora.

—Gracias. Pero se me ocurre pensar que tú mereces ese título—dijo Santana en voz baja.

—Tal vez sólo estamos muy bien juntas.

—Tal vez sea así—entonces ella le apretó la mano a Brittany—Vamos. Vamos a entrar.



La música estaba muy alta en cuanto la puerta se abrió y Brittany tomó la mano de Santana, en el interior.

Ella estaba un poco nerviosa.

Era la primera vez que había estado alrededor de muchas personas desde entonces… desde que ocurrió. Sin embargo, con Santana no le pasaría nada, lo sabía.

Entraron en el bar. No estaba lleno, sin embargo, encontrar una mesa era difícil.

—Quédate aquí—dijo Santana—Voy a conseguir una cerveza.

Brittany asintió con la cabeza, mirándola. Recorrió la multitud, en busca de caras conocidas.

No encontró ninguna.

Pero todavía era temprano. A continuación, Santana volvió, señalando detrás de ella.

—Annette está aquí. Ella debe haber venido antes.

—¿Dónde?

—Estaba en el bar. Su novia fue a comprar las bebidas.

—¿Por qué demonios iba a venir aquí? Sin duda, ella sabe lo que está pasando.

—Sí. Belle dijo que habló con todas ellas.

—No entiendo, San. ¿Por qué se exponen al peligro?

—Ella es joven. Todas lo son. Dudo que piensen que cualquier cosa podría sucederles—a continuación, Santana miró hacia la puerta—Hudson y Anderson acaba de entrar—sonrió—Hudson parece muerto de miedo.

—Sé que esto es horrible, pero realmente espero que alguien trate de seducirlo—dijo Brittany con una sonrisa—Eso no tiene precio.

Santana vio que se dirigían a la barra, y luego volvió a mirar a Brittany.

—Tenemos algo de tiempo. ¿Quieres bailar?

—¿Bailar?

Santana se sonrojó ligeramente.

—Es una petición totalmente egoísta—admitió en voz baja.

—Me encantaría bailar contigo.

Santana se levantó y le tendió la mano, se llevó a Brittany de inmediato. Ella la llevó a la pista de baile, y luego la soltó, dejando que la música pase sobre ella.

Brittany se movió alrededor de ella, agarrando su cintura mientras daba vueltas a su alrededor.

Santana sonrió, su cuerpo se mueve con la música y Brittany. Por un momento, se olvidó del caso.

Eran apenas ellas dos.

Mantenían su mirada mientras se movían alrededor de la otra, tocándose ligeramente. A continuación, la música cambió, ahora era una más lenta, y Brittany se movió en sus brazos, envolviéndolos alrededor del cuello de Santana.

Santana la atrajo hacia sí, encajando el cuerpo de Brittany contra el suyo. Recuerdos de ayer por la noche lleno su mente, y su cuerpo respondió de inmediato.

Brittany llevo su boca al oído de Santana.

—Me gustaría que no estuviéramos trabajando—susurró—Me gustaría que esto fuera real.

Santana aprieta sus brazos en torno a Brittany.

—Esto es real.

Sus cuerpos se movían juntos, como un imán, y Brittany oyó gemir a Santana. Cerró los ojos, sus labios se movían a lo largo de la mejilla de Santana hasta que encontró su boca. Fue un beso con hambre, y Brittany gimió cuando la lengua de Santana encontró su camino. Sus piernas casi fallaron, y se agarró apretando a Santana, presionando sus caderas firmemente contra Santana.

—Oh, Dios, Britt—susurró Santana—No sabes cuánto te quiero.

Brittany quería estar en desacuerdo.

Ella sabía exactamente cuánto la quería Santana, y si, no era ni la mitad de lo que Brittany la quería, entonces iban a tener una noche muy larga.

Brittany llevó de nuevo su boca a la de Santana, gimiendo cuando Santana tiró de ella con fuerza contra su pecho. Sintió la mano de Santana deslizarse por su lado, descansando justo debajo de su pecho.

—Juro por Dios, si me tocas ahora, no voy a ser responsable de mis acciones—advirtió Brittany.

—No puedo evitarlo—murmuró Santana contra sus labios.

Santana movió la mano entre ellas, en captura del pecho de Brittany.

—Dios, ¿por qué no estamos solas?—Brittany susurró mientras su cuerpo se movió contra Santana.

Sentía las caricias de los dedos de Santana en su pezón y gimió, sintiendo el calor propagándose por su cuerpo. Sus caderas se sacudieron por instinto, y se movieron contra Santana.

Sentía la humedad entre sus muslos, y, por un momento, perdió todo sentido de la realidad. La tenue luz de la pista de baile, con la boca encontrado de nuevo a Santana y la besó con fuerza, al oír el gemido silencioso de Santana mientras deslizaba su lengua dentro de su. La mano apretada en su pecho. En ese momento, solo quería tomar esa mano y deslizarla entre los muslos.

Santana, finalmente aflojó su apretón sobre Brittany, escapando de su cuerpo, con sus ojos desorbitados, cuando ella miró a Brittany.

—Lo siento. Dios, lo siento.

Empujó a Brittany más lejos de ella, tratando de recuperar su atención.

Ellas estaban trabajando, por amor de Dios.

Brittany respiró hondo, tratando en vano de controlar el deseo que surgió a través de ella.

—Eres peligrosa detective—murmuró Brittany.

Miró por encima del hombro de Santana, rezando para que Hudson y Anderson no las hayan visto.

¿Cómo es que alguna vez podré explicar esto?

La música se desvaneció, sólo para ser reemplazada por otra canción rápida, y Santana se detuvo, tomando la mano temblorosa de Brittany y la llevó de vuelta a su mesa. Se sentaron de nuevo, tratando de leer los ojos de la otra.

Santana, finalmente apartó la vista.

—Yo estaba fuera de lugar—dijo—Lo siento mucho.

Brittany apoyó los codos sobre la mesa.

—San, debes saber lo mucho que te quiero. Si la noche anterior no te dijo nada, entonces el baile tuvo que hacerlo.

—¿Por qué, Britt?

—¿Por qué? ¿Qué?

Santana miró hacia otro lado.

Este no era el momento.

Ellas estaban trabajando.

Pero Brittany la tomó de la mano, tirando de ella.

—¿Por qué? ¿Qué?—preguntó Brittany.

—¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? Has estado con Sam por un tiempo—dijo Santana—¿Por qué ahora?

Brittany soltó la mano de Santana y desvió la mirada. Ella no tenía una respuesta.

¿Por qué Santana?

¿Por qué ahora?

Dios, ella se había hecho esas pregunta mil veces.

—No sé—respondió con sinceridad—¿No crees que me he hecho las mismas preguntas? No estoy enamorada de Sam. Y antes de él, nunca hubo nadie serio. Cuando estoy contigo...cuando estoy cerca de ti, siento todas las cosas que nunca imaginé que sentiría. No sé por qué, San.

—Britt, no hagas esto si no estás segura. Por favor, no me hagas eso.

—Yo no quiero hacerte daño, San. Jamás—Brittany se inclinó sobre la mesa y tomó la mano de Santana nuevo—Por favor no me hagas daño.

Santana no sabía qué decir.

Deseó, oh, ella deseaba que pudieran tener algo de tiempo juntas.

Pero no tenían.

No ahora.

Ella soltó la mano de Brittany y tomó la cerveza, mirando a su alrededor. Hudson y Anderson seguían sentados en el bar, mirando a dos mujeres besándose.

Ella sacudió la cabeza.

—San.

—¿Hmm?

—Es él.

—¿Dónde?

—Detrás de ti, caminando alrededor de la parte de atrás de la pista de baile.

—Vamos.

Se puso de pie, tomando la mano de Brittany y la llevó hasta la pista. Se perdió en la multitud, dando vuelta hasta que lo encontraron. Se dirigió hacia la parte posterior, apoyándose contra la pared, mirando.

Santana tiro de Brittany en su contra, hablando al oído.

—Él está mirando a Annette.

Brittany asintió con la cabeza, alejándose de nuevo de Santana. Esperaron hasta que la canción terminó, luego de forma incidental regresaron a su mesa.

Richard Grayson no se había movido.

Santana sacó su teléfono celular, manteniendo un ojo en su tipo.

—Hudson, está aquí.

—¿Dónde?

—Lejos de esquina al otro lado de la barra. Camisa azul. Está apoyado contra la pared.

—Lo tengo.

Santana puso su teléfono a distancia, y luego miró a Brittany.

—¿Estás bien?

—Estoy bien. Mi cuerpo todavía está en llamas, pero estoy bien.

Santana sonrió.

—El mío también.

—Bueno. No me gustaría ser la única en esta condición.

Santana se echó hacia atrás, con sus ojos moviéndose sobre Brittany, descansando en sus pechos por un momento. Todavía podía sentir el pezón de Brittany en contra de sus dedos.

Su lengua salió y se humedeció los labios repentinamente secos. En su mente, ella podía imaginar sacando la camisa de Brittany fuera, imaginar sus manos moviéndose sobre la carne blanda, imaginar su boca en el pecho de Brittany.

—Detective, si no dejas de mirarme de esa manera, yo podría muy bien ir a través de esta mesa y hacer algo que nos pondrá en aprietos a las dos.

Sus ojos se encontraron, y Brittany casi derretido por el fuego que vio en los ojos oscuros de Santana. Ella no sabía cómo iban a lograrlo por el resto de la noche. Ahora mismo, en este mismo momento, lo único que quería era las manos de Santana sobre ella.

Y si eso significaba que fueran a la pista de baile para que cualquiera pueda verlas, ya no le importaba.

—Estoy pensando en que debemos atenernos a las canciones rápidas—dijo Santana con una sonrisa.

—Puede que tengas razón.

Y así lo hicieron.

De vez en cuando, se sentaron y hablaron y observaron a Richard Grayson. Él se movió de la pared una sola vez, para hacer un viaje rápido a la barra. No habló con nadie. Él sólo puso de pie y miró Annette. Finalmente, cerca de la medianoche, se fue. Santana llamó de inmediato a Puckerman.

—Lo vemos. Está caminando hacia el norte.

—Sí, entra en un automóvil—dijo—Estamos justo detrás de ti—miró a Brittany—Ve y dile a Hudson. Yo voy a llamar al sargento Reynolds y a conseguir una unidad más para que custodie a Annette hasta a su casa. Si se queda por mucho más tiempo, vamos a tener que enviar Hudson y Anderson—dijo Santana.


Ellas estaban estacionadas a una cuadra de otro bar gay. Grayson había entrado solo cerca de una hora antes. No lo habían vuelto a ver.

—De hecho, creo que es una buena idea. ¿Y si él nos vio en el auto? Él pudo haber escapado por la puerta trasera—dijo Santana.

—Su coche está todavía aquí—dijo Brittany—¿De verdad crees que Hudson pueda hacerlo allá dentro? Quiero decir, sólo estoy especulando, pero no puedo imaginar lo que está pasando en ese lugar.

Santana se echó a reír.

—Tienes razón. Hudson sacaría su arma a la primera persona que toque su trasero.

Brittany la agarró del brazo.

—No. Está saliendo.

Santana rápidamente marco, y Hudson atendió.

—Lo tenemos—dijo Hudson—Gracias a Dios. Yo sabía que tu querías que vayamos tras él.

—Ese era el plan, Hudson. Bueno, no lo pierdas—dijo.

Ella esperó hasta que Grayson se subió a su auto, y luego salió de la calle. Lo siguieron, permaneciendo a distancias de su auto hasta llegar a una zona residencial. Redujo la velocidad, lo que permitió ir por delante.

No habían otros autos en la calle.

Por último, se detuvo en un dúplex y ellas pasaron por delante, mirando en el espejo mientras se dirigía hacia la puerta principal.

—Esto es sólo a unas pocas manzanas de Belle—dijo Brittany.

—Sí. No puedo creer que él está viviendo aquí y Belle no lo sabe.

—¿Cree que no lo sabe?

—No, ella ni se inmutó cuando le preguntamos acerca de él—Santana se desaceleró, en busca de Hudson en el espejo—Por qué no haces la llamada a Reynolds, que envié algunas unidades para verlo esta noche.

—Está bien.

Santana aparcado en la calle a dos cuadras y esperó a que Hudson estuviera junto a ella. Ella lo llamó.

—Tú y Anderson llamen a un auto, Hudson. Vamos a pasar un rato durante hasta que podamos conseguir un par de unidades para verlo durante la noche.

—Bueno, López. Ha sido un verdadero placer jugar esta noche con ustedes, chicas.

—Lo siento no fuiste un hombre afortunado—bromeó Santana.

—Oh, no lo fui. Tuve un par de números de teléfonos de todas formas.

Ella se echó a reír.

—Nos vemos mañana, Finn.

Santana corto la llamada, entonces marco el número de Puckerman.

—¿Podrías buscar los archivos?

—Sí. Vuelvo a Belle Grayson—dijo.

—Está bien. Di que como es de noche. Vamos a ver si podemos conseguir una orden judicial. Gracias, Puckerman.

Santana colgó su teléfono en la parte posterior de la cintura, luego miró a Brittany.

—¿Reynolds?

—Él envío dos unidades, van a estar uno en cada extremo de la calle.

Santana asintió con la cabeza.

—Bien—una pausa—¿Estás cansada?

—Sí.

—Yo también.

Salieron de la calle, conduciendo lentamente frente al dúplex. Las luces estaban apagadas.

—Un momento—dijo, señalando a la patrulla retroceder a una cuadra para estacionarse.

Brittany se recostó en el asiento y cerró los ojos. Luego, fue a ciegas a través de la consola y puso su mano sobre el muslo de Santana.

—¿Vienes a casa conmigo esta noche?—preguntó ella en voz baja.

—¿Está segura?

—Sí. Estoy segura—volvió la cabeza, mirando a los ojos de Santana por un breve segundo—Por favor.

Con el susurró de sus palabras, Santana sabía que todo estaba a punto de cambiar. Al meterse en la cama de Brittany juntas, ya no habrían más barreras.

¿Estaba lista?

¿Brittany estaba lista?

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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro, pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"

Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo!

Avisen si conocen a alguien del foro del cambio! Saludos =D

Pd: Aquí los dos caps correspondientes del día, más uno de regalo por la demora xD jajajaajj.