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FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
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marthagr81@yahoo.es
Lizz_sanny
JanethValenciaaf
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Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
gracias por actualizar me encanta que ya britt este en las vegas, que se venga lo bueno, que ansiedad de saber mas. hasta luego
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
faberry/achele para mi son grandiosas, a ver como se dan las cosas entre ellas, a ver si britt es capaz de traicionar a santana y si esta no se da cuenta antes!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
Es bueno saber que te gustamarthagr81@yahoo.es escribió:gracias por actualizar me encanta que ya britt este en las vegas, que se venga lo bueno, que ansiedad de saber mas. hasta luego
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
A mi me encantan cuando son fics Faberrittana vamos a ver que pasa con Britt, si es capaz de traicionar a Santana todo por convenienciamicky morales escribió:faberry/achele para mi son grandiosas, a ver como se dan las cosas entre ellas, a ver si britt es capaz de traicionar a santana y si esta no se da cuenta antes!!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
Jaja si que empiece esto se va a poner wueno3:) escribió:hola,...
que empiece e juego,... jajajaj
a ver el primer encuentro!!!
nos vemos!!,..
PD; faberry mil veces,..
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
CAPÍTULO 4
La habitación era lujosa, sin mencionar lo enorme que parecía, y aquello hizo que se despejaran sus dudas acerca de si iba a gustarle aquello de ser una representante de A&R, incluso aunque todavía no existiera el beneficio de viajar en avión.
Estaba ocupada mirando boquiabierta el enorme cuarto de baño alicatado cuando vio, por el rabillo del ojo, una luz que parpadeaba en el teléfono de la habitación, lo que le informaba que ya tenía un mensaje. Se sentó en el borde de la cama y presionó el botón de recuperación de mensaje, y se encontró completamente deleitada ante el simple sonido de la profunda voz de Santana.
—Brittany. Has hecho un largo viaje en coche, así que tómate toda la tarde para descansar. Luego, reúnete conmigo en el Mon Ami Gabi delante del hotel París, a las siete. Estoy deseando trabajar contigo.
No se identificó. Porque no hacía falta que lo hiciera.
«Qué arrogante», pensó ella, con los ojos en blanco.
Pero también sexy. Y alguien sexy podría compensar su arrogancia de muchas maneras. Ella pensó que en realidad, nunca le había escuchado encadenar tantas palabras antes, y solo su voz, incluso sin una cara que la acompañara, la había hecho sentirse excitada.
No es que ella pudiera permitirse pensar en ella como alguien sexy. O como alguien que la excitaba. No, para Brittany, Santana era ahora simplemente el medio para conseguir una meta, un trampolín hacia una nueva y excitante carrera. Y Quinn lo había dejado claro: ella misma se lo había buscado. En cuestión de tiempo, aquella semana de subterfugio sería historia, y ella tendría un nuevo y brillante puesto de trabajo que enseñarle al mundo.
Por supuesto, cuando empezó a prepararse para la cena unas horas más tarde, se fue poniendo cada vez más nerviosa. Como su viejo yo, su yo real, la pequeña y nerviosa Brittany que respondía a los teléfonos y tramitaba contratos y que generalmente se quedaba en segundo plano, la pequeña y nerviosa Brittany que sentía pánico ante la idea de estar cerca de una mujer ultramoderna como Santana durante más de un minuto o dos.
Pero una mirada al espejo le recordó que había decidido no ser nunca más la pequeña y nerviosa Brittany. Su pelo que es un tono rubio brillante como el sol, con un corte elegante que caía recto hasta los hombros, pero que le enmarcaba la cara. Y su cuerpo, que generalmente escondía con ropa bastante conservadora, ahora le parecía tener muchas más curvas con unos vaqueros bien ajustados, botines de punta y una blusa ajustada de color blanco que dejaba entrever su sujetador bordado con cuentas, y que enseñaba algo de su escote. Quinn había declarado oficialmente aquel aspecto como el de una chica segura y cosmopolita, y ella no había podido negar que, en realidad, la hacía sentir precisamente de esa manera. Un par de gafas de sol nuevas completaban la imagen.
Ella sabía que el hotel París estaba lo suficientemente lejos como para garantizar tener que coger el coche o pedir un taxi, pero había decidido caminar un poco. Por muy fabulosamente lujoso que le hubiera resultado el Venecia, se sentía con ganas de devorar más escenas de Las Vegas y pensó que hacerlo a pie era la mejor manera de quedarse con los detalles.
Lo que descubrió a medida que avanzaba fue una ciudad extraña llena de pasajes peatonales y ascensores y puentes que parecían llevar a cualquier dirección sin dejar necesariamente claro hacia dónde dirigían. Así que siguió sus instintos y a las multitudes, sintiéndose minúscula en comparación con todo aquello. Nunca había estado en el Gran Cañón, pero había escuchado a la gente hablar sobre sentirse pequeño allí, como una mancha accidental. Pensó que acababa de descubrir el Gran Cañón urbano, un lugar al mismo tiempo grandioso y opulento aunque también llamativo, un lugar que emitía una sensación subyacente de desastre, que de alguna manera flotaba en el ambiente.
Se detuvo en uno de los pasadizos y se encontró a sí misma observando el ancho y bullicioso Las Vegas Boulevard hacia la grandeza del Caesars Palace, con su césped arreglado y sus estructuras de estilo romano y de color blanco prístino. Pero de repente, su visión se vio oscurecida por una valla publicitaria en movimiento que se paseaba por el Strip en un pequeño camión, y que exhibía a una mujer con pechos enormes y una lencería escasa, y con las palabras «¿QUIERES JUGAR CONMIGO?» junto a un número de teléfono. Brittany sintió cómo se le contraía el pecho, y en realidad, comprendió algo: que había parado en un lugar de verdaderas contradicciones, más específicamente, un lugar en donde el césped arreglado y las prostitutas coexistían en paz.
Mientras continuaba con su paseo, se cruzó con familias enteras que llevaban sus cochecitos de bebé, seguidas por grupos de mujeres jóvenes con vestidos bien ceñidos y que iban de camino a las discotecas del lugar. Las limusinas viajaban elegantemente por las mismas carreteras en las que circulaban los autobuses abarrotados de gente. Vio unos cuantos hombres mexicanos de pie en las esquinas, que endosaban tarjetas con fotos de chicas desnudas y sus números de teléfono a cada persona que pasaba a su lado, sin importar la edad o el género. Cuando Brittany aceptó inconscientemente una y en ella encontró Bambi, 21 años, se sobresaltó y la dejó caer al suelo, dándose cuenta entonces de que el paseo estaba lleno de papeles parecidos. El pecado cubría literalmente la tierra de aquel lugar.
A medida que se acercaba al hotel París, Brittany divisó la cafetería que había en el edificio, y que tenía el aspecto de lo que ella había imaginado que fueran las cafeterías que alineaban los Campos Elíseos en el París real, donde ella esperaba ir algún día. La versión de Las Vegas de lo que era la Torre Eiffel ensombrecía los restaurantes de la calle, y ella no pudo evitar sentirse deleitada con la elección que Santana había hecho del restaurante. Ella sabía que no era París realmente, pero estaba deseando disfrutar de la imitación y se sentía contenta de sumergirse de nuevo en los aspectos más opulentos de la Ciudad del Pecado.
Fue entonces cuando la divisó, sentada ya y estudiando atentamente el menú. Llevaba dos hermosos y carísimos aretes en las orejas, sus provocativos labios gruesos delineados de un color rojo pasión e incluso así sentada, su fornido cuerpo hacía que su simple camiseta vintage de Bob Marley y sus vaqueros desgarrados y descoloridos parecieran lo último en moda. Aquella simple imagen hizo que sus pechos se abultaran entre los confines de su sujetador, y que sintiera los vaqueros bien ajustados en el punto donde se encontraban sus muslos, haciéndola temblar.
Ella no la había visto, por supuesto —porque ella tenía un aspecto completamente diferente desde la última vez que se habían encontrado— pero aquello le daba la oportunidad de detenerse y estudiarla en privado, desde la distancia, durante más tiempo de lo que lo había hecho antes.
Cuando ella levantó los ojos hacia la camarera, señalando su selección de la lista de vinos, su mirada café profunda y oscura que podría hipnotizar a cualquier mujer u/o hombre de este planeta, brilló tan intensamente que a Brittany le dio un vuelco el corazón. Por la manera en que camarera bajaba la cabeza para sonreírle, Brittany supo que ella también se había fijado en aquel brillo excitante. Ella le devolvió la sonrisa a la chica, otra cosa de la que Brittany no había sido testigo antes, al menos no a distancia, y —oh, Dios mío— era tan bellísima que casi se derrite en aquel mismo pasaje.
¿Y tenía que pasar una semana con ella? ¿Concentrándose solo en el trabajo? ¿Intentar esconder su lascivia? ¿Intentar luchar contra ella?
Dejó escapar un suspiro, justo en el momento en el que la mirada de Santana recaía en ella.
«Ha debido sentir cómo la miraba».
Aunque claramente no la había reconocido. Lo que le parecía al mismo tiempo vergonzoso... y excitante.
Porque su expresión era descaradamente sensual, sexual, la mirada de una mujer que silenciosamente recorre el cuerpo de una mujer utilizando tan solo los ojos. Y también muy efectiva.
Oh, Dios, Quinn tenía razón, ¡Santana López pensaba realmente que era una mujer excitante!
Hizo todo lo posible para ser la «nueva Brittany» y se aprovechó de aquella oportunidad para dedicarle una sonrisa fácil, después se abrió camino hacia el interior del hotel hasta llegar al patio en donde se encontraba la cafetería. A medida que avanzaba, se daba a sí misma toda una clase, pero no con su corriente mantra No necesito un hombre o una mujer. Ahora dirigía toda su atención hacia lo siguiente: «Puedes hacer esto. Puedes ser una mujer moderna, segura y sexy. Puedes ser la nueva Brittany».
No es que aquello fuera a llevar a algún lugar en particular, por supuesto. Una vez que se diera cuenta de quién era ella, su relación se limitaría estrictamente a los negocios.
Y aquello estaba bien. Porque puede que no estuviera haciendo sus afirmaciones en aquel preciso momento, pero a pesar de todo, seguía resuelta en su idea de no necesitar un hombre o mujer, y menos una mujer que no pudiera tener realmente. Solo quería que Santana la respetara, la viera como una igual, como alguien que podía hacer bien su trabajo. Y si de repente se le ocurría que también le parecía atractiva... bueno, aquello era solo un extra que añadiría a su seguridad en sí misma.
Después de atravesar el hotel, salió de nuevo hacia el calor de la noche que inundaba la zona de la cafetería, y se hizo camino a través de las parejas que había en las pequeñas mesas redondas hasta que llegó a donde estaba Santana y se sentó delante de ella, levantándose ligeramente las gafas de sol hasta dejarlas sobre la cabeza.
Después, ella la miró con los ojos entrecerrados.
—¿Brittany? —tenía ambas cejas ligeramente enarcadas. Dios, era hermosa.
—Sorpresa —dijo ella, se sentía contenta por cómo de segura y cómoda sonaba ahora su voz. — Cambio de look. Supuse que un nuevo trabajo requería un nuevo aspecto. ¿Qué piensas tú?
—Estás genial —le dijo ella, y sus ojos volvieron a encontrarse, y esta vez fue casi fatal.
Porque ahora ella estaba muy cerca de Santana. Y aquella mirada, aquella mirada intensa e increíblemente sexy, la estaba dejando clavada en el sitio, casi dominándola, tomando el control sobre ella. Si había sufrido los primeros hormigueos de excitación unos segundos antes cuando había estado observándola... bueno, aquello no era comparable a lo que estaba sintiendo en aquel momento. El lugar en el que se unían sus muslos le daba espasmos, y casi involuntariamente, empujó sus pechos hacia delante y le hizo recorrer el labio superior con la lengua. Le dedicó su mirada más provocativa antes de decirle en un tono de voz bajo y frío «gracias».
A pesar de todas las veces que la había visto en la oficina, aquella era la primera vez que realmente estaban cara a cara, el único enfoque de la atención de cada una, y también era la primera vez en su vida que había sentido una reacción tan física y visceral hacia una mujer. Uno de los muchos comentarios poco convencionales y brutos de su amiga Quinn le vino repentinamente a la mente: «¿Acaso ese mujer no hace simplemente que te tiemble el coño?». Brittany pensaba raras veces sobre su cuerpo en aquellos términos, pero... quizás la nueva Brittany sí lo hiciera. Porque, definitivamente, su sexo estaba ahora temblando, de eso no tenía duda alguna.
La pequeña sonrisa de Santana parecía ligeramente depredadora, pero a ella no le importaba en absoluto.
—Me sorprendió mucho que Schuester me informara que te embarcabas en el puesto de representante de A&R —le dijo. Estaba hablando de negocios, y aun así, sus ojos oscuros ojos café seguían diciendo sexo, sexo, sexo.
Había algo en todo aquello que le inspiraba a ser descarada y eso, al parecer, había pasado a formar parte de la nueva ella. Enarcó las cejas y le dedicó una sonrisa juguetona. —¿Te asusta algo de competencia?
ella soltó una carcajada, un sonido profunda y gutural que seguía haciendo que el punto entre sus piernas temblara.
—No, en absoluto, guapa. Solo es que no sabía que tenías tales aspiraciones.
Normalmente, ella odiaba que una mujer u/o hombre la llamara guapa o cariño sin conocerla realmente. Pero como cualquier otra cosa en aquella mujer, cuando Santana lo hacía, le resultaba condenadamente excitante. Incluso el atisbo de acento latino sonaba seductor viniendo de aquella boca.
—No las tenía —le respondió ella. —Y francamente, estuve tan sorprendida como tú cuando Schuester me ofreció el puesto. Pero adoro a Blue Night, y tengo pasión por la música, así que me pareció la oportunidad de mi vida.
Santana asintió lentamente, y la miró con sus ojos cálidos de color café oscuro.
—Lo es. Y aunque tenía dudas acerca de cómo ibas a encajar en el papel, debo confesar que ya no me preocupa.
Ella ladeó la cabeza, y se sintió casi cómoda con su nuevo yo.
—¿Un nuevo look y algo de ropa nueva marca una diferencia tan grande?
—No es la ropa —dijo Santana, negando suavemente con la cabeza. —Es la actitud. La tienes. Te lo aseguro. Has abrazado esto con entusiasmo.
—Completamente —le dijo ella. «He abrazado con entusiasmo el deseo de este trabajo. Y voy a mentir para conseguirlo».
Y había algo más a lo que Brittany también deseaba abrazar. La lujuria que sentía por ella. Sus planes no habían incluido pasar tiempo comiéndoselo con los ojos, ni deseando hacerse con lo que había debajo de sus pantalones. Pero estaba claro que eso era lo que quería en aquel momento, con una fuerza incomparable.
Aun así, aquello no significaba que hubiera planeado hacer cualquier cosa para conseguirlo. Una cosa era ser una nueva Brittany en apariencia, en su trabajo, pero otra completamente diferente era cuando se trataba de las mujeres/hombres, y del sexo. Así que tendría que sentir deseos tranquilamente, aunque sus pezones le sobresalieran a través del sujetador y le vibrara la vulva contra los vaqueros. Y, vaya, parecía incluso que la nueva Brittany utilizaba palabras más directas y atrevidas. Estaba claro que había pasado demasiado tiempo con Quinn aquella semana.
Justo en aquel momento llegaba el vino, un buen Pinot Grigió, y pidieron la cena; ambas empezarían con una sopa de cebolla. La conversación tomó la dirección que ella esperaba, el negocio de la música, y Santana le explicó en qué se diferenciaban las discográficas independientes de las grandes firmas, qué tipo de talentos buscaba él para Blue Night, y las tareas que podían incluir una semana normal de trabajo.
—Los viajes de exploración son divertidos, pero una vez que se contrata a un artista, el trabajo incluye un montón de atención. Responderás sus preguntas, los animarás cuando estén preocupados, harás todo lo que puedas para asegurarte de que su trabajo siga siendo fiel a sus visiones y a las nuestras, los acompañarás a las actuaciones para los medios de comunicación, celebrarás con ellos el día en el que sus CD se abarroten en los estantes, y estarás disponible para recibir llamadas a las dos de la mañana cuando simplemente no se sientan queridos. Eres básicamente la conexión del artista con Blue Night. Profesionalmente. Artísticamente. Emocionalmente. Y mientras vas de la mano con cada uno de ellos, debes estar ahí fuera escuchando el siguiente y nuevo sonido que pueda llegar a estar un poco demasiado fuera de lo común para BMC4 o Sony. ¿Crees que podrás encargarte de todo?
La verdad era que Brittany no se había dado cuenta de los aspectos de amplio alcance que abarcaba el trabajo. Pero podría encargarse de todo. De hecho, la vieja Brittany siempre había sido por naturaleza un apoyo muy bueno para la gente. Así que le respondió: —Por supuesto —y ella le concedió una sonrisa excitante como respuesta, e hizo que su vulva volviera a excitarse de nuevo.
—Buena respuesta —dijo ella. —Porque todo esto ha sido diseñado para ponerte obstáculos, y será así... pero has pasado la prueba.
Ella enarcó ambas cejas, todavía se sentía segura, incluso casi coqueta.
—¿Habrá muchas así? Pruebas, quiero decir.
ella se hizo hacia atrás ligeramente; sus ojos cafés parecían estar estudiándola. Pero había algo más en aquella mirada que un atractivo sexual: estaba intentando saber si ella sería capaz de hacer el trabajo. Al final le respondió con una leve sacudida de cabeza.
—Ya puedo decirte que eres una profesional. De aquí en adelante, todo lo que haré será enseñarte cómo funciona el negocio.
A Brittany se le contrajo el pecho ante el placer que le daba la idea de haberse ganado el respeto de Santana. Sin mencionar el placer de ser capaz de mirarla a los ojos y empaparse de toda su belleza femenina.
Después de que llegaran los entrantes, Santana la entretuvo con las historias que había detrás de sus grandes éxitos, dónde había encontrado a esas personas y qué había hecho que ella quisiera contratarlas.
—No puedo enseñar ese tipo de instinto —le dijo, mientras cortaba su solomillo de ternera. — Pero puedo decirte lo que estaba pensando entonces, lo que estaba sintiendo, y espero que puedas extraer algo de eso.
_____________________________________________________________
BMC es la discográfica de música independiente más grande del mundo. (N del T.)
La oscuridad estaba cayendo sobre ellos, las brillantes luces de colores de Las Vegas empezaban a simular el brillo de la noche, y el tráfico en la avenida se volvía más denso a medida que la gente salía para disfrutar de la noche. Cuando otra de aquellas vallas publicitarias en movimiento se detuvo justo delante de ellas en la acera, Brittany no pudo evitar levantar la cabeza para encontrar a una mujer morena de mirada inocente, en topless, apenas cubriendo sus enormes pechos con las manos. «¿TE ENCUENTRAS SOLO? LLÁMAME», decía el anuncio.
Como le había sucedido antes, aquello le puso los nervios de punta. No era una sorpresa que Las Vegas estuviera llena de «acompañantes», pero de alguna manera era sorprendente ver la prueba de ello tan de cerca, un recuerdo constante de que la gente iba allí a pecar entre las luces de neón.
—¿Va todo bien? —le preguntó Santana, y aquello hizo que ella le devolviera la mirada.
Fenomenal, la había pillado mirando boquiabierta un anuncio publicitario de prostitución.
—Solo un poco desconcertada —admitió ella. —Nunca antes había estado en un lugar como este.
—¿Nunca has estado en Las Vegas? —parecía sorprendida.
—No. Soy una virgen en la Ciudad del Pecado. O así era hasta hoy.
—¿Y qué te parece? —ladeó la cabeza; parecía sentir verdadera curiosidad.
Brittany levantó la cabeza y observó los colores. Pudo distinguir el hotel New York, New York y el Excalibur, las espirales y torres que resplandecían bajo la noche. Sentía como si de alguna manera toda aquella luz pareciera llamarla con señas, y le dijo:
—Es lustroso en la parte de arriba, pero sucio en la de abajo. Es... sórdido, aunque atractivo, de alguna manera.
Ella presionó los labios y asintió, era obvio que estaba asimilando su respuesta.
—Hay muchas cosas que me hacen pensar en los accidentes de tránsito —continuó ella. — Cuando se trata de un accidente, sabes que no te gustará lo que puedas ver, pero aun así miras. Aquí, sabes que lo que encuentres puede que no sea bonito, pero te sumerges en la ciudad de todas maneras.
Santana vació su segundo vaso de vino y le preguntó:
—¿Y cómo es que una chica de Los Ángeles no ha estado nunca en Las Vegas?
En realidad, Las Vegas era una rápida huida de fin de semana desde la costa para montones de gente, y una especie de una segunda casa para la industria del espectáculo.
—En realidad, no soy una chica de Los Ángeles —le explicó ella. —Hace tres años vine desde Ohio y me instalé en el oeste, por el trabajo de mi marido.
—No sabía que estabas casada — ¿había ella imaginado un atisbo de decepción en el tono de su voz? Al decir aquello, bajó la mirada hacia su mano izquierda, que casualmente estaba curvada alrededor del pie de su copa de vino.
A pesar de disfrutar con su interés, sentía la mano desnuda, y todavía detestaba tener que hablar de aquello.
—Hace poco que me he divorciado.
«Sigue siendo la nueva Brittany», se dijo a sí misma. Pero la disolución de su matrimonio había hecho una devastación enorme en su vida. Si no hubiera estado oscureciendo, se hubiera puesto de nuevo las gafas de sol para poder esconder sus ojos.
—Lo siento —dijo Santana.
—No lo hagas —dio un trago al vino para armarse de valor. —Era un idiota. El tipo de idiota al que le gusta engañar a las mujeres, para ser más exactos.
—Joder —dijo ella. —Vaya una mierda.
Ella levantó ambas cejas, intentó esbozar una sonrisa y se preguntó si alguna vez ella habría engañado a alguien.
—Sí, lo es. Bueno, lo era. Pero hace mucho que se ha acabado y yo estoy preparada para seguir adelante.
Joder, ¿qué era lo que acababa de decir? ¿Habrían sonado sus palabras como una invitación? «Por favor, Dios, no permitas que piense que eso ha sonado como una invitación». ¿Y qué había pasado con eso de no necesito un hombreo mujer Tomó otro sorbo de vino; todavía le temblaba todo el cuerpo con la potente excitación que ella le había despertado.
—Bueno, Las Vegas es un lugar genial para seguir adelante —le dijo ella.
Oh, Dios, ella pensaba que ella quería divertirse de aquella manera. Quizás no necesariamente con ella, pero solo en general, y aquello era lo suficientemente malo. Incluso aunque a ella definitivamente le gustara divertirse así, ella quería que la viera como una Brittany tranquila, segura de sí misma y profesional, no como una chica con la que divertirse de rebote.
«De acuerdo, pensemos. Vuelve a recuperar tu cara de cosmopolita. Finge que el alcohol está empezando a hacer efecto».
Se dio cuenta con sorpresa que aquello había funcionado realmente. Sonó completamente calmada cuando le dijo:
—Estoy aquí para trabajar. El juego tendrá que esperar a otro momento.
—Otra buena respuesta —le dijo ella. —Pero yo no me quejaría si deseas jugar solo un poco — sus ojos volvieron a brillar, y ella temió correrse allí mismo.
Permanecer como alguien tranquilo estaba volviéndose un reto con cada segundo que pasaba, y había poco que pudiera hacer para no atragantase en su respuesta, aunque se las arregló para dejar salir una.
—Si te digo la verdad, yo... no estoy segura de que Las Vegas ofrezca el tipo de juego en el que yo estoy interesada.
Ella le dedicó una mirada escéptica.
—Aquí puedes conseguir cualquier cosa que tu corazón desee.
«Eso no es verdad —quiso decirle ella—.No puedes conseguir el amor. No puedes conseguir un marido que no vaya a ponerte los cuernos».
Oh, mierda, estaba bebida. Aquello no era nada bueno.
«Sea lo que sea lo que hagas, no te pongas sensiblera conellal». Con cautela, se las ingenió para responderle.
—Solamente digamos que... que el sexo parece un poco demasiado... público aquí fuera. Para mi gusto, de todas maneras.
—Ah. Y a ti te gusta que sea en privado.
De acuerdo, debería haber tenido más cautela aún. ¿Por qué demonios había mencionado el sexo, de todas las cosas que podía haber dicho? Pero tenía que seguir adelante ahora, así que le respondió con franqueza.
—Eso me temo.
Y entonces, ocurrió... una visión impactó en su cabeza.
Ella teniendo relaciones sexuales de manera muy apasionada, con ella.
Su cuerpo desnudo encima de ella, moviéndose, agitándose, y su dura polla llenándola con cada una de las profundas embestidas. Cabe destacar que Santana era intersexual, eso no era ningún secreto para la gente, ni para ella.
Oh, vaya ¿cuándo diablos había empezado a utilizar palabras como «polla»? No estaba segura de si podría culpar a Quinn de aquello. Llegó a la conclusión de que el vino era el culpable, incluso mientras Santana le llenaba de nuevo la copa.
—Solo a la mitad —le dijo ella rápidamente, y ella se detuvo pero vació lo que quedaba en la botella en su propio vaso. —Este es un lugar muy centrado en la mujer, ¿verdad? —se escuchó a sí misma haciendo aquella pregunta, sin ni siquiera haberla pensado antes. Maldito vino.
Ella ladeó la cabeza, con una expresión de indulgencia en la cara. Ella esperaba que aquello significara que a ella le gustaba su franqueza, en lugar de pensar que era una especie de majara.
—Supongo que es una valoración justa.
—Me refiero a que simplemente no creo que este tipo de cosas atraigan demasiado a las mujeres, lo de vender sexo a través de una valla publicitaria.
A ella le brillaban los ojos; estaba claro que se estaba divirtiendo.
—Eh, si vas a vender sexo, ¿no es este el mejor lugar?
—Sí, lo entiendo, pero quizás sea toda la idea de vender sexo lo que me desconcierta. Supongo que los hombres no se sienten tan ofendidos por algo así.
ella se encogió de hombros y sonrió.
—He de admitir que hace falta mucho para que yo me sienta ofendida. Pero para que lo sepas, también hay vallas publicitarias con hombres en lugar de mujeres. Artistas de striptease masculinos, ese tipo de cosas. Quizás te guste más eso.
Ella negó con la cabeza casi de inmediato. Le gustara o no, era casi inevitable hablar con honestidad en aquel momento.
—Solo creo que es extraño cuando el sexo está tan... expuesto, como cualquier otro anuncio — dejó que el tono de su voz se volviera más como el de un vendedor de televisión. —Pruebe nuestro nuevo plan inalámbrico. Vea a Celine Dion en concierto en el Mirage. Compre una hora de sexo con un extraño.
Ella le ofreció una sonrisa de complicidad.
—Míralo de esta manera. Las Vegas es... como el Disney World para adultos.
—Pero en lugar de Mickey y Minnie, aquí tenemos... ¿artistas de striptease y prostitución?
Ella rió ligeramente.
—Algo parecido. Aquí puedes encontrar cualquier cosa —bajó el tono de su voz, y la miró directamente a los ojos. —Cualquier cosa.
Y hubo algo en la manera en la que ella pronunció la última palabra que la hizo sentirse húmeda otra vez. Muy húmeda y hambrienta.
Sufría la loca necesidad de abalanzarse sobre la mesa, agarrarle y decirle que la deseaba, en privado o incluso en público, decirle que a pesar de todas sus afirmaciones, esa parte ni siquiera le importaba en aquel momento.
«¡Joder, es tu reacción física y visceral hacia una mujer la que está hablando!».
«Nueva regla: no bebas en su presencia, eso hace surgir la chica mala que hay en ti».
Aquello era muy interesante, porque ella nunca había sabido que había una chica mala en ella. —¿Más vino? —le preguntó ella. —Puedo pedir otra botella.
Ella levantó la mano.
—Gracias, pero no.
—¿Estás segura?
—Muy segura —«segura de que voy a entrar en combustión antes de que acabe la noche».
Porque la chica mala que acababa de descubrir que había en ella apenas podía contenerse bajo control. Todo el cuerpo le palpitaba con deseo, y una extraña sensación de impulsividad. Quizás fuera el vino. Y quizás fuera Santana. Y quizás fuera aquel lugar, aquel lujurioso, lujoso y pecaminoso lugar.
O peor, quizás fuera todo ello, una mezcla que provocaba una respuesta sexual que ella no había experimentado antes de aquello.
Y si ese era el caso, iba a ser una semana muy larga.
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Les pido mil perdones se me han presentado inconvenientes para actualizar, les dejo el cap de hoy saludines.
Chicas alguna ve Scream Queens? si la ven me dice que les parece, creo que empezare a verla
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
holap,...
el primer encuentro,...
ya san esta teniendo efecto en britt,...
una semana larga y divertida jajaja
nos vemos!!!
el primer encuentro,...
ya san esta teniendo efecto en britt,...
una semana larga y divertida jajaja
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
me gusta que ya haya interaccion entre ellas, y todo el material que leeremos estoy segura sera muy bueno.
en cuanto a lo de Scream Queen no me agrada es super super sobre actuado incluso me sorprende que emma roberts haya participado del proyecto la actuacion de lea es muy mala, con solo decir que la matan y luego la reviven y eso de chanel 1 chanel 2 chanel 3 chanel 4 chanel 5 naah esa es mi opinion si
en cuanto a lo de Scream Queen no me agrada es super super sobre actuado incluso me sorprende que emma roberts haya participado del proyecto la actuacion de lea es muy mala, con solo decir que la matan y luego la reviven y eso de chanel 1 chanel 2 chanel 3 chanel 4 chanel 5 naah esa es mi opinion si
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
brittany no va a guantar mucho para lanzarse sobre los huesos de santana, en cuanto a S.C la actuacion de Lea a mi si me parece muy buena, no es como Glee, pero ella es buena en lo que hace. Detesto a Emma "cara de boba" robert y las chanel esas son de lo ultimo, la de las orejeras es feisima, la otra es una pequeña ballenita que se escuda en vestidos apretados para disimular, keke palmer insuperable, y los actores masculinos, disculpen pero no me gusta ninguno, esta es solo mi humilde opinion, hasta pronto!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
De antemano perdón por la tardanza y feliz navidad Brittana Shipper espero la hallan pasado de maravilla con sus familias. =D
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Hacía demasiado calor en el taxi que los llevaba de vuelta al hotel, las ventanas estaban bajadas y el aire acondicionado no estaba puesto, aunque Brittany acabó por dirigir toda su atención al hecho de que Santana estuviera sentado con las piernas cruzadas de manera muy sexy, algo que normalmente hacían las mujeres, pero con aquella postura le estaba rozando la rodilla con la suya.
Era una locura pensar cómo una caricia tan ínfima como aquella la hacía sentirse tan excitada también.
No hablaron en todo el trayecto. El taxista llevaba puesto algo de música tecno y aquello hacía que el asiento del coche palpitara justo debajo de ella. Pero cuando atravesaron el enorme vestíbulo con olor a flores del hotel Venecia unos minutos más tarde, Santana le dijo que fuera a su habitación al día siguiente por la mañana. Pedirían el desayuno allí en el cuarto, le había dicho, y después pasarían el día estudiando varios de los contratos de Blue Night. Así, ella aprendería las cosas que podía ofrecer, o los términos en los que se podía ser flexible y en los que no.
Mientras iban de camino en el ascensor junto con dos chicos guapos, dos chicas y , jóvenes y con aspecto de deportistas, intentó concentrarse en la conversación, pero le resultó muy difícil. A medida que el ascensor se elevaba hacia arriba, se encontró a sí misma sintiendo toda la masculinidad y que la rodeaba, y al mismo tiempo una sensación tan completamente femenina que apenas podía comprender la situación.
A ella le gustaba el sexo, desde luego, pero nunca había sido una mujer de las que sienten hambre de sexo. Hambre sin ton ni son, como si simplemente tuviera que hacerlo y se viera dispuesta a aceptarlo viniera como viniera. Pero era así como se sentía repentinamente en los confines del ascensor, en donde la testosterona del ambiente parecía ascender en forma de remolino. Era así como se percibía después de haber pasado solo un par de horas con Santana López. Ella sabía que ella era una mujer atractiva, ¡pero no podía creer estar sufriendo una reacción tan alocada por ella!
Cuando la puerta del ascensor se abrió en su planta, ella salió, y sintió cómo su cuerpo se movía con la fluida sensación de tranquilidad que viene justo después de una pequeña intoxicación etílica. Solo que en aquel momento no sabía si aquella sensación de embriaguez se debía al alcohol o a Santana.
Cuando ella la acompañó hasta la puerta, ella se dio la vuelta para mirarla y la encontró muy cerca de ella, con la mirada en su boca.
Aquello hacía que ella deseara besarla. Que la deseara de verdad.
Deseaba besarla, presionarse contra ella, frotar el cuerpo contra el suyo, y todo aquello le parecía lo más natural y sensato que hacer.
Y cuando ella levantó los ojos hacia los de ella, las cosas solo fueron a peor. Porque la expresión de su cara le decía que si ella decidía besarla en aquel momento, ella iba a corresponderle. Estaba tan cerca que ella casi podía sentirla sin tocarla, y su almizclada fragancia femenina le invadía todos los sentidos.
«Pero besarla sería una estupidez, una estupidez, una estupidez. Tienes que trabajar con ella día y noche durante toda una semana, puede incluso que más. Y estás robándole su trabajo. No puedes besarla».
— ¿Estás preparada para esto? —le preguntó ella. Notó cómo se inundaba su vulva ante la posibilidad.
—¿Para qué?
—Preparada para entrar al en el mundo de un representante de A&R —le dijo ella suavemente.
—Oh, por supuesto que sí —le contestó con una airosa rapidez, y se sintió al mismo tiempo aliviada y decepcionada, como si la hubieran apartado de un empujón del precipicio sexual en el que había estado asomándose.
—Que descanses bien.
«No existe probabilidad de que así sea».
—De acuerdo.
El tono de su voz se volvió más bajo.
—Y nos vemos por la mañana.
—Sí, claro —le murmuró ella mientras Santana le cogía la tarjeta llave de su mano, un momento en el que sus dedos se rozaron, y le abrió la puerta.
—Buenas noches —le dijo con suavidad.
Ella seguía con los ojos pegados a los suyos.
—Buenas noches.
Y entonces, ella se encontró colándose dentro de la habitación cerrando la puerta, y ella ya se había marchado, y ella tenía la clara sensación de que había acabado en la habitación equivocada. O que ella lo había hecho. En cualquier caso, deberían haber ido juntas a una de las dos habitaciones y haber follado como animales.
Dejó escapar un intenso suspiro y se recordó a sí misma una vez más por qué no podía ocurrir aquello.
El sexo mezclado con el trabajo ya era suficientemente malo. El sexo mezclado con el trabajo y con alguien a la que estás mintiendo era... jodidamente atroz.
Y aun así, mientras se quitaba la ropa y se deslizaba dentro de un camisón de algodón blanco y unas braguitas nuevas —porque las otras estaban empapadas— deseó quedarse rezagada en su imagen. Y cuando estaba de pie ante el enorme espejo del cuarto de baño, lavándose la cara y cepillándose los dientes, fue atentamente consciente de que sus pezones, duros y sensibles, sobresalían a través de la tela de su camisón, y que su vulva, dilatada por la necesidad, volvía a humedecer sus braguitas. Y mientras se metía bajo las lujosas sábanas, se encontró a sí misma perdida en una confusión de imágenes: visiones de Santana López y ella, con los cuerpos desnudos y entrelazados.
Aquello era horrible. Ninguna respuesta le parecía lo suficientemente buena. Tener relaciones sexuales con ella era una imposibilidad moral. Pero no tenerlas, sobre todo ahora que a ella le había dado la sensación de que ella era receptiva a la idea, le pareció una locura, sin mencionar una tortura. ¿Cómo había pasado siquiera? Estaba claro que ella había querido ser alguien nuevo y diferente allí, pero no diferente de aquella manera. Apenas podía comprender el efecto que una sola noche en presencia de aquella mujer había tenido en ella.
Pero entonces, Brittany se acordó de cómo debía afrontar las situaciones difíciles. No debía dejar que la obsesión de todo la abrumara, debía ocuparse de un problema cada vez. Y el problema que tenía en aquel preciso instante era el de dormir, tener una perfecta noche de descanso.
Así que se mordió el labio y dejó que su mano se deslizara bajo las sábanas y le cubriera su monte. Lo cubrió, y se sintió aliviada por tener alguna sensación ahí abajo, finalmente. Deseó, de repente, que hubiera sido lo suficientemente valiente como para comprarse un vibrador, y lo bastante inteligente como para viajar con él. Deseaba tener algo dentro de ella, en lo más profundo de su interior.
Dio vueltas a su dilatado clítoris con dos de sus dedos, delante de su vulva, y dejó que el placer la invadiera. Cielos, era como haber caminado a través del cálido y árido desierto y encontrar al fin algo de agua dulce. Ahora deseaba tragarla, así que presionó los dedos con más intensidad, y levantó la pelvis contra ellos.
Suspiró y se lamió el labio superior, necesitaba más. Aun así, no lo lograba, por lo que volvió a recurrir a sus fantasías. Imaginó cómo sería si Santana pudiera observarla en aquel momento. Imaginó que ella fuera consciente de ser la culpable de todo aquello, de haber sido la persona que la había excitado tanto. Se preguntó si habría alguna manera de que ella pudiera saber exactamente cómo de excitada estaba en aquel instante, y se imaginó a sí misma tumbada con ella en la cama, al otro lado de la pared que las separaba, viéndola de aquella manera.
Pero, joder, todavía necesitaba más, algún otro tipo de estimulación. Todas Las Vegas estaba fuera de su habitación, y un pecado tras otro estaba cometiéndose en aquel momento. ¿Cuántas personas estarían en aquel instante haciendo algo travieso a menos de un kilómetro de ella? Ella apostaba a que serían miles. Por lo que estar tumbada en su cama, frotándose a sí misma, le parecía de alguna manera... demasiado simple, demasiado soso, sin que encajara en absoluto con el ambiente del lugar.
Se sintió extrañamente impaciente, así que se levantó de la cama sin ningún plan en mente. Caminó por la enorme habitación y de repente, se encontró a sí misma de pie ante el mini-bar. Ella no solía siquiera abrir la puerta del mini-bar, le indignaba que le sacaran a uno un riñón con el precio, pero eso era irrelevante en aquel momento. Echó un vistazo dentro, y divisó una hilera de botellas de bebida de vino con sabor tropical. Sacó una y le quitó el tapón, después, dio un largo sorbo, dejando que el alcohol le calentara el pecho. Casi cualquier sensación física la hacía sentir bien en aquel momento, como si fuera un paso más hacia el alivio.
Después, caminó hacia las cortinas que revestían la pared de la habitación y al localizar el centro, las abrió. ¡Vaya! El movimiento había revelado un muro acristalado que daba sobre Las Vegas Strip y su espectáculo nocturno de luces. Dios bendito, ¿cómo no se había dado cuenta de aquello antes? Volvió a experimentarlo otra vez, aquella sensación de que alguien había construido esa ciudad únicamente para que la gente pudiera sacar su lado más perverso. Y ella también deseaba poder sacar su chica mala en aquel momento, comulgar de alguna manera con aquel lugar.
Dejó la botella de vino en la mesa, se bajó las braguitas y las dejó caer al suelo, sacando los pies después. Se sentó en la moqueta, de cara a la ventana, con las piernas completamente extendidas. Todavía anhelaba que Santana estuviera allí con ella, acariciándola, follándosela, pero intentó convencerse a sí misma de la verdad de las palabras de su mantras. Ella no necesitaba una mujer, podía encargarse por sí misma de sus propias necesidades.
Observó atentamente las luces y acarició con sus dedos la separada abertura. Húmeda. Suave. Le dio un escalofrío, y después extendió la mano para agarrar la botella de vino. Seguía tocándose con una de sus manos, haciendo círculos con los dedos sobre su clítoris. Utilizó la otra mano para levantar la botella hacia sus pechos, y la sintió dura, fría y húmeda contra sus pezones. La escarcha que cubría la botella dejó su pecho húmedo, y su pezón empezó visiblemente a oscurecerse a través de la tela de color blanca; pudo verlo incluso con las luces apagadas. Las Vegas Strip proporcionaba la luz suficiente como para iluminar la habitación.
Los dedos de Brittany se deslizaron dentro de los pliegues de su vulva, y la acariciaron más profundamente, y ella deseó poder sentirse a sí misma verdaderamente, toda ella, de la manera en la que una mujer podía explorarla. De la manera en la que Santana seguramente la exploraría.
Primero introdujo un dedo, después dos dentro de ella, y luego los movió dentro y fuera del cálido túnel. Oh, vaya, hubiera querido que fuera la verga de Santana, más grande, más dura, más firme y más poderosa que cualquier otra cosa que ella utilizara para darse placer a sí misma, incluso si hubiera traído un vibrador.
Un momento más tarde retiró los dedos, y los llevó de nuevo a su dilatado clítoris para dar vueltas sobre él, después se metió la mano dentro del camisón para tomar uno de sus pechos llenos en la mano. Después, bajó la pequeña botella entre sus muslos, presionando con fuerza.
Sí, Dios. Estaba tan fría, y era tan maravillosamente dura... Un poco demasiado grande y ancha, pero aun así le hacía sentir condenadamente bien mientras empezaba a moverse contra ella. En aquel momento se sentía sucia. Sucia de una manera que quería compartir con alguien. Porque ella temía que ser sucia consigo misma le podría hacer sentir bien sola, si lo permitía.
Pero no podía permitirlo. Así que volvió a concentrarse en las luces de Las Vegas y se imaginó de nuevo que Santana estaba con ella. No solo que estaba con ella, sino que estaba diciéndole qué debía hacer. «Mueve la botella arriba y abajo sobre tu vulva. Así es. Más rápido. Más rápido. Sí».
«Ahora, retírala a un lado. Retírala y derrama un poco de vino sobre tu vulva. Para hacer que te sientas incluso más mojada».
Se mordió el labio, y desvió la mirada del espectáculo de luces de neón que había más allá de la ventana para bajar la cabeza y observarse, mientras derramaba un poco del vino frío sobre su hendidura. Jadeó ante la fría sensación de chapoteo, después volvió a imaginar la voz profunda y autoritaria de Santana.
«Tócate, Brittany. Acaricia tu vulva con tus dedos».
Lo hizo. Ahora estaba muy mojada. Como ella quería.
«Sí, así es. Desde el fondo, recorre todo el camino hasta arriba. Presiona tus dedos contra tus pliegues húmedos. Siéntete. Siéntete».
«Ahora frótate el clítoris para mí».
También hizo aquello, trazando con sus dedos círculos cerrados y calientes sobre la superficie de la pequeña protuberancia.
«Empuja contra él». Obedeció.
«Frótate con más fuerza, con más fuerza. Hazte alcanzar el éxtasis. Mira aquellas luces, imagina todas las cosas sucias que está haciendo la gente ahí fuera, y alcanza el éxtasis con más intensidad que nunca».
—¡Oh! —el orgasmo fue brutal, hizo que su cuerpo se doblara, la cabeza le cayera hacia delante mientras su pelvis se convulsionaba en una dura respuesta. Cada sensación se repetía dentro de ella como una pequeña explosión, desgarrándola, robándole la respiración, la razón. Todo lo que le importaba en aquel momento era el placer, intenso y agotador... hasta que se desvaneció.
Y entonces, se dio cuenta de que estaba sentada medio desnuda delante de una ventana enorme y acababa de correrse con la ayuda de una botella de cristal.
Dios bendito.
Aquella ciudad estaba robándole algo más que sus sentidos. Ya temía que estuviera al borde de robarle... el alma.
Que estuviera haciendo algo de ella que en realidad no era.
O... ¿era quizás que estaba redefiniéndola, más específicamente?
¿Qué le estaba mostrando partes de ella que nunca antes había conocido?
Fuera cual fuera el caso, lo más escalofriante de todo aquello era... que casi no le importaban todas las razones que le hacían pensar en no poder tener relaciones sexuales con Santana. Casi sintió deseos de llamarla, escuchar su profunda voz, y decirle, simplemente. «Fóllame».
Dejó la botella de vino a un lado y, sin ni siquiera pensar en sus bragas, se puso de pie y se fue a la cama. Se sentó y cogió el auricular del teléfono. Miró las instrucciones para marcar el número de otra habitación y tecleó los números.
Después, colgó de un golpe el teléfono antes de que la llamada se estableciera, con el corazón aporreándole con fuerza el pecho.
¿En qué estaba pensando?
¿Realmente había intentado llamarla ¿Para rogarle que se acostara con ella?
Gracias a Dios que había recuperado la sensatez.
Al aparecer, el alivio que le había provocado el orgasmo había desaparecido finalmente.
El alivio, y el poco de vergüenza por haber tenido que sentirse tan sucia sola. ¡Vaya comportamiento más alocado!
De repente, se sintió contenta de haber estado sola.
«Simplemente vete a dormir. No pienses en esto ni un minuto más. Nunca ha tenido lugar».
«No necesitas un mujer o hombre No necesitas una mujer o hombre».
«Necesitas un trabajo fabuloso».
«Mañana, te encontrarás con Santana y pensarás exclusivamente en el puesto, no en el sexo. Harás el trabajo, sin sexo. El trabajo es lo que verdaderamente importa aquí, lo que tú quieres en realidad».
«No necesito un hombre. No necesito una mujer. No necesito un ambos».
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Capítulo wanky la Brittany anda de calenturienta :3 saludos
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CAPÍTULO 5
Hacía demasiado calor en el taxi que los llevaba de vuelta al hotel, las ventanas estaban bajadas y el aire acondicionado no estaba puesto, aunque Brittany acabó por dirigir toda su atención al hecho de que Santana estuviera sentado con las piernas cruzadas de manera muy sexy, algo que normalmente hacían las mujeres, pero con aquella postura le estaba rozando la rodilla con la suya.
Era una locura pensar cómo una caricia tan ínfima como aquella la hacía sentirse tan excitada también.
No hablaron en todo el trayecto. El taxista llevaba puesto algo de música tecno y aquello hacía que el asiento del coche palpitara justo debajo de ella. Pero cuando atravesaron el enorme vestíbulo con olor a flores del hotel Venecia unos minutos más tarde, Santana le dijo que fuera a su habitación al día siguiente por la mañana. Pedirían el desayuno allí en el cuarto, le había dicho, y después pasarían el día estudiando varios de los contratos de Blue Night. Así, ella aprendería las cosas que podía ofrecer, o los términos en los que se podía ser flexible y en los que no.
Mientras iban de camino en el ascensor junto con dos chicos guapos, dos chicas y , jóvenes y con aspecto de deportistas, intentó concentrarse en la conversación, pero le resultó muy difícil. A medida que el ascensor se elevaba hacia arriba, se encontró a sí misma sintiendo toda la masculinidad y que la rodeaba, y al mismo tiempo una sensación tan completamente femenina que apenas podía comprender la situación.
A ella le gustaba el sexo, desde luego, pero nunca había sido una mujer de las que sienten hambre de sexo. Hambre sin ton ni son, como si simplemente tuviera que hacerlo y se viera dispuesta a aceptarlo viniera como viniera. Pero era así como se sentía repentinamente en los confines del ascensor, en donde la testosterona del ambiente parecía ascender en forma de remolino. Era así como se percibía después de haber pasado solo un par de horas con Santana López. Ella sabía que ella era una mujer atractiva, ¡pero no podía creer estar sufriendo una reacción tan alocada por ella!
Cuando la puerta del ascensor se abrió en su planta, ella salió, y sintió cómo su cuerpo se movía con la fluida sensación de tranquilidad que viene justo después de una pequeña intoxicación etílica. Solo que en aquel momento no sabía si aquella sensación de embriaguez se debía al alcohol o a Santana.
Cuando ella la acompañó hasta la puerta, ella se dio la vuelta para mirarla y la encontró muy cerca de ella, con la mirada en su boca.
Aquello hacía que ella deseara besarla. Que la deseara de verdad.
Deseaba besarla, presionarse contra ella, frotar el cuerpo contra el suyo, y todo aquello le parecía lo más natural y sensato que hacer.
Y cuando ella levantó los ojos hacia los de ella, las cosas solo fueron a peor. Porque la expresión de su cara le decía que si ella decidía besarla en aquel momento, ella iba a corresponderle. Estaba tan cerca que ella casi podía sentirla sin tocarla, y su almizclada fragancia femenina le invadía todos los sentidos.
«Pero besarla sería una estupidez, una estupidez, una estupidez. Tienes que trabajar con ella día y noche durante toda una semana, puede incluso que más. Y estás robándole su trabajo. No puedes besarla».
— ¿Estás preparada para esto? —le preguntó ella. Notó cómo se inundaba su vulva ante la posibilidad.
—¿Para qué?
—Preparada para entrar al en el mundo de un representante de A&R —le dijo ella suavemente.
—Oh, por supuesto que sí —le contestó con una airosa rapidez, y se sintió al mismo tiempo aliviada y decepcionada, como si la hubieran apartado de un empujón del precipicio sexual en el que había estado asomándose.
—Que descanses bien.
«No existe probabilidad de que así sea».
—De acuerdo.
El tono de su voz se volvió más bajo.
—Y nos vemos por la mañana.
—Sí, claro —le murmuró ella mientras Santana le cogía la tarjeta llave de su mano, un momento en el que sus dedos se rozaron, y le abrió la puerta.
—Buenas noches —le dijo con suavidad.
Ella seguía con los ojos pegados a los suyos.
—Buenas noches.
Y entonces, ella se encontró colándose dentro de la habitación cerrando la puerta, y ella ya se había marchado, y ella tenía la clara sensación de que había acabado en la habitación equivocada. O que ella lo había hecho. En cualquier caso, deberían haber ido juntas a una de las dos habitaciones y haber follado como animales.
Dejó escapar un intenso suspiro y se recordó a sí misma una vez más por qué no podía ocurrir aquello.
El sexo mezclado con el trabajo ya era suficientemente malo. El sexo mezclado con el trabajo y con alguien a la que estás mintiendo era... jodidamente atroz.
Y aun así, mientras se quitaba la ropa y se deslizaba dentro de un camisón de algodón blanco y unas braguitas nuevas —porque las otras estaban empapadas— deseó quedarse rezagada en su imagen. Y cuando estaba de pie ante el enorme espejo del cuarto de baño, lavándose la cara y cepillándose los dientes, fue atentamente consciente de que sus pezones, duros y sensibles, sobresalían a través de la tela de su camisón, y que su vulva, dilatada por la necesidad, volvía a humedecer sus braguitas. Y mientras se metía bajo las lujosas sábanas, se encontró a sí misma perdida en una confusión de imágenes: visiones de Santana López y ella, con los cuerpos desnudos y entrelazados.
Aquello era horrible. Ninguna respuesta le parecía lo suficientemente buena. Tener relaciones sexuales con ella era una imposibilidad moral. Pero no tenerlas, sobre todo ahora que a ella le había dado la sensación de que ella era receptiva a la idea, le pareció una locura, sin mencionar una tortura. ¿Cómo había pasado siquiera? Estaba claro que ella había querido ser alguien nuevo y diferente allí, pero no diferente de aquella manera. Apenas podía comprender el efecto que una sola noche en presencia de aquella mujer había tenido en ella.
Pero entonces, Brittany se acordó de cómo debía afrontar las situaciones difíciles. No debía dejar que la obsesión de todo la abrumara, debía ocuparse de un problema cada vez. Y el problema que tenía en aquel preciso instante era el de dormir, tener una perfecta noche de descanso.
Así que se mordió el labio y dejó que su mano se deslizara bajo las sábanas y le cubriera su monte. Lo cubrió, y se sintió aliviada por tener alguna sensación ahí abajo, finalmente. Deseó, de repente, que hubiera sido lo suficientemente valiente como para comprarse un vibrador, y lo bastante inteligente como para viajar con él. Deseaba tener algo dentro de ella, en lo más profundo de su interior.
Dio vueltas a su dilatado clítoris con dos de sus dedos, delante de su vulva, y dejó que el placer la invadiera. Cielos, era como haber caminado a través del cálido y árido desierto y encontrar al fin algo de agua dulce. Ahora deseaba tragarla, así que presionó los dedos con más intensidad, y levantó la pelvis contra ellos.
Suspiró y se lamió el labio superior, necesitaba más. Aun así, no lo lograba, por lo que volvió a recurrir a sus fantasías. Imaginó cómo sería si Santana pudiera observarla en aquel momento. Imaginó que ella fuera consciente de ser la culpable de todo aquello, de haber sido la persona que la había excitado tanto. Se preguntó si habría alguna manera de que ella pudiera saber exactamente cómo de excitada estaba en aquel instante, y se imaginó a sí misma tumbada con ella en la cama, al otro lado de la pared que las separaba, viéndola de aquella manera.
Pero, joder, todavía necesitaba más, algún otro tipo de estimulación. Todas Las Vegas estaba fuera de su habitación, y un pecado tras otro estaba cometiéndose en aquel momento. ¿Cuántas personas estarían en aquel instante haciendo algo travieso a menos de un kilómetro de ella? Ella apostaba a que serían miles. Por lo que estar tumbada en su cama, frotándose a sí misma, le parecía de alguna manera... demasiado simple, demasiado soso, sin que encajara en absoluto con el ambiente del lugar.
Se sintió extrañamente impaciente, así que se levantó de la cama sin ningún plan en mente. Caminó por la enorme habitación y de repente, se encontró a sí misma de pie ante el mini-bar. Ella no solía siquiera abrir la puerta del mini-bar, le indignaba que le sacaran a uno un riñón con el precio, pero eso era irrelevante en aquel momento. Echó un vistazo dentro, y divisó una hilera de botellas de bebida de vino con sabor tropical. Sacó una y le quitó el tapón, después, dio un largo sorbo, dejando que el alcohol le calentara el pecho. Casi cualquier sensación física la hacía sentir bien en aquel momento, como si fuera un paso más hacia el alivio.
Después, caminó hacia las cortinas que revestían la pared de la habitación y al localizar el centro, las abrió. ¡Vaya! El movimiento había revelado un muro acristalado que daba sobre Las Vegas Strip y su espectáculo nocturno de luces. Dios bendito, ¿cómo no se había dado cuenta de aquello antes? Volvió a experimentarlo otra vez, aquella sensación de que alguien había construido esa ciudad únicamente para que la gente pudiera sacar su lado más perverso. Y ella también deseaba poder sacar su chica mala en aquel momento, comulgar de alguna manera con aquel lugar.
Dejó la botella de vino en la mesa, se bajó las braguitas y las dejó caer al suelo, sacando los pies después. Se sentó en la moqueta, de cara a la ventana, con las piernas completamente extendidas. Todavía anhelaba que Santana estuviera allí con ella, acariciándola, follándosela, pero intentó convencerse a sí misma de la verdad de las palabras de su mantras. Ella no necesitaba una mujer, podía encargarse por sí misma de sus propias necesidades.
Observó atentamente las luces y acarició con sus dedos la separada abertura. Húmeda. Suave. Le dio un escalofrío, y después extendió la mano para agarrar la botella de vino. Seguía tocándose con una de sus manos, haciendo círculos con los dedos sobre su clítoris. Utilizó la otra mano para levantar la botella hacia sus pechos, y la sintió dura, fría y húmeda contra sus pezones. La escarcha que cubría la botella dejó su pecho húmedo, y su pezón empezó visiblemente a oscurecerse a través de la tela de color blanca; pudo verlo incluso con las luces apagadas. Las Vegas Strip proporcionaba la luz suficiente como para iluminar la habitación.
Los dedos de Brittany se deslizaron dentro de los pliegues de su vulva, y la acariciaron más profundamente, y ella deseó poder sentirse a sí misma verdaderamente, toda ella, de la manera en la que una mujer podía explorarla. De la manera en la que Santana seguramente la exploraría.
Primero introdujo un dedo, después dos dentro de ella, y luego los movió dentro y fuera del cálido túnel. Oh, vaya, hubiera querido que fuera la verga de Santana, más grande, más dura, más firme y más poderosa que cualquier otra cosa que ella utilizara para darse placer a sí misma, incluso si hubiera traído un vibrador.
Un momento más tarde retiró los dedos, y los llevó de nuevo a su dilatado clítoris para dar vueltas sobre él, después se metió la mano dentro del camisón para tomar uno de sus pechos llenos en la mano. Después, bajó la pequeña botella entre sus muslos, presionando con fuerza.
Sí, Dios. Estaba tan fría, y era tan maravillosamente dura... Un poco demasiado grande y ancha, pero aun así le hacía sentir condenadamente bien mientras empezaba a moverse contra ella. En aquel momento se sentía sucia. Sucia de una manera que quería compartir con alguien. Porque ella temía que ser sucia consigo misma le podría hacer sentir bien sola, si lo permitía.
Pero no podía permitirlo. Así que volvió a concentrarse en las luces de Las Vegas y se imaginó de nuevo que Santana estaba con ella. No solo que estaba con ella, sino que estaba diciéndole qué debía hacer. «Mueve la botella arriba y abajo sobre tu vulva. Así es. Más rápido. Más rápido. Sí».
«Ahora, retírala a un lado. Retírala y derrama un poco de vino sobre tu vulva. Para hacer que te sientas incluso más mojada».
Se mordió el labio, y desvió la mirada del espectáculo de luces de neón que había más allá de la ventana para bajar la cabeza y observarse, mientras derramaba un poco del vino frío sobre su hendidura. Jadeó ante la fría sensación de chapoteo, después volvió a imaginar la voz profunda y autoritaria de Santana.
«Tócate, Brittany. Acaricia tu vulva con tus dedos».
Lo hizo. Ahora estaba muy mojada. Como ella quería.
«Sí, así es. Desde el fondo, recorre todo el camino hasta arriba. Presiona tus dedos contra tus pliegues húmedos. Siéntete. Siéntete».
«Ahora frótate el clítoris para mí».
También hizo aquello, trazando con sus dedos círculos cerrados y calientes sobre la superficie de la pequeña protuberancia.
«Empuja contra él». Obedeció.
«Frótate con más fuerza, con más fuerza. Hazte alcanzar el éxtasis. Mira aquellas luces, imagina todas las cosas sucias que está haciendo la gente ahí fuera, y alcanza el éxtasis con más intensidad que nunca».
—¡Oh! —el orgasmo fue brutal, hizo que su cuerpo se doblara, la cabeza le cayera hacia delante mientras su pelvis se convulsionaba en una dura respuesta. Cada sensación se repetía dentro de ella como una pequeña explosión, desgarrándola, robándole la respiración, la razón. Todo lo que le importaba en aquel momento era el placer, intenso y agotador... hasta que se desvaneció.
Y entonces, se dio cuenta de que estaba sentada medio desnuda delante de una ventana enorme y acababa de correrse con la ayuda de una botella de cristal.
Dios bendito.
Aquella ciudad estaba robándole algo más que sus sentidos. Ya temía que estuviera al borde de robarle... el alma.
Que estuviera haciendo algo de ella que en realidad no era.
O... ¿era quizás que estaba redefiniéndola, más específicamente?
¿Qué le estaba mostrando partes de ella que nunca antes había conocido?
Fuera cual fuera el caso, lo más escalofriante de todo aquello era... que casi no le importaban todas las razones que le hacían pensar en no poder tener relaciones sexuales con Santana. Casi sintió deseos de llamarla, escuchar su profunda voz, y decirle, simplemente. «Fóllame».
Dejó la botella de vino a un lado y, sin ni siquiera pensar en sus bragas, se puso de pie y se fue a la cama. Se sentó y cogió el auricular del teléfono. Miró las instrucciones para marcar el número de otra habitación y tecleó los números.
Después, colgó de un golpe el teléfono antes de que la llamada se estableciera, con el corazón aporreándole con fuerza el pecho.
¿En qué estaba pensando?
¿Realmente había intentado llamarla ¿Para rogarle que se acostara con ella?
Gracias a Dios que había recuperado la sensatez.
Al aparecer, el alivio que le había provocado el orgasmo había desaparecido finalmente.
El alivio, y el poco de vergüenza por haber tenido que sentirse tan sucia sola. ¡Vaya comportamiento más alocado!
De repente, se sintió contenta de haber estado sola.
«Simplemente vete a dormir. No pienses en esto ni un minuto más. Nunca ha tenido lugar».
«No necesitas un mujer o hombre No necesitas una mujer o hombre».
«Necesitas un trabajo fabuloso».
«Mañana, te encontrarás con Santana y pensarás exclusivamente en el puesto, no en el sexo. Harás el trabajo, sin sexo. El trabajo es lo que verdaderamente importa aquí, lo que tú quieres en realidad».
«No necesito un hombre. No necesito una mujer. No necesito un ambos».
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Capítulo wanky la Brittany anda de calenturienta :3 saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
holap,...
a britt para bajar la calentura no le va a alcanzar todo el aguas danzantes de las vegas jajaj
si que le afecto el encuentro.. ahora pongo en duda si va a necesitar un hombre o mujer jajaj
nos vemos!!!
a britt para bajar la calentura no le va a alcanzar todo el aguas danzantes de las vegas jajaj
si que le afecto el encuentro.. ahora pongo en duda si va a necesitar un hombre o mujer jajaj
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
britt esta cachonda y si sigue tan cerca de santana, ese sera su nuevo estado natural! jajajajajajajaja
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
jajaja yo diria que le afecto un 100% ese encuentro, vamos a ver que pasa con los demás saludos3:) escribió:holap,...
a britt para bajar la calentura no le va a alcanzar todo el aguas danzantes de las vegas jajaj
si que le afecto el encuentro.. ahora pongo en duda si va a necesitar un hombre o mujer jajaj
nos vemos!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
jajaja concuerdo contigomicky morales escribió:britt esta cachonda y si sigue tan cerca de santana, ese sera su nuevo estado natural! jajajajajajajaja
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
LA SEGUNDA NOCHE
Si fuera posible vivir una vida completamente libre de cualquier sensación de pecado,
¡Vaya un terrible vacío en el que se convertiría! Cesar Pavese
¡Vaya un terrible vacío en el que se convertiría! Cesar Pavese
CAPÍTULO 6
La buena noticia era que Brittany, sorprendentemente, había conseguido pasar una buena noche de descanso, después de todo lo ocurrido. Un orgasmo podía ayudarte a conseguir algo así.
La mala noticia era que se despertó horrorizada pensando en lo que había pasado la noche anterior. Una vez más, se sintió aliviada de haber estado ella sola. Aunque aquello no ayudó a despejar su sensación de horror. Se escurrió hacia la ventana para coger rápidamente sus braguitas y se las puso, y después se dirigió hacia el cuarto de baño, pensando en sus necesidades primarias. Y finalmente comprendió que el sexo podía hacer que alguien se comportara de una manera alocada y desesperada en ciertas ocasiones. Nunca había pensado en eso hasta aquel momento. Sin embargo, la pasada noche, el sexo la había hecho hacer algo que le hubiera parecido inconcebible un día antes.
«Pero es tu pequeño secreto. Tu pecado secreto».
«Nadie lo sabrá nunca». ¡Gracias a Dios!
No estaba muy segura de si debía culpar a Santana López o a aquel lugar. En un momento, se había sentido conmocionada y horrorizada por la sordidez de aquella ciudad, pero justo después había deseado formar parte de ella, disfrutar de ella de alguna manera. Unas emociones tan opuestas no le parecían sensatas en absoluto.
A pesar de todo, tenía que vencer aquella sensación y estudiar el problema que le ocupaba en aquel instante. Que era el hecho de tener que pasar una semana entera por delante con Santana y aquella ciudad, por lo que no importaba cuál de ellos fuera el culpable de sus erráticas reacciones. Debía dejar detrás de ella lo que había ocurrido la noche anterior y concentrar toda su atención en el trabajo, y en nada más.
Por supuesto, cuando se metió en la ducha, se dio cuenta de que su cuerpo estaba todavía... demasiado sensible. A medida que se pasaba el jabón sobre la piel del pecho, del vientre, de los muslos, notó que también deseaba frotárselo entre las piernas. El agua caliente cayendo sobre ella la hacía sentirse demasiado bien. Mientras se bañaba, sentía sus propias curvas demasiado exuberantes.
Mierda. Aquello no era nada bueno. Pero todavía tenía que tratar con ello, tenía que tratar seriamente con ello.
Así que lo tuvo en mente, y cuando salió de la ducha no se puso ninguna de la ropa nueva que había traído con ella. De hecho, se vistió todo lo sencilla que pudo, con un par de pantalones vaqueros y una camiseta rosa que había guardado en la maleta para utilizarla más para dormir que para salir. Y después, se secó su cabellera rubia, en lugar de pasarse la plancha, y se lo recogió hacia atrás en una cola de caballo.
Consideró la idea de no ponerse maquillaje, pero luego pensó que eso sería llegar demasiado lejos. Quería ir sencilla, pero tampoco quería no sentirse atractiva en absoluto, aunque se limitó a pintarse lo mínimo: se aplicó solo un poco de maquillaje, algo de colorete y pintalabios.
Salió del cuarto de baño y se encogió de vergüenza ante la vista de la botella de vino abierta, que todavía estaba en la mesa al otro lado de la habitación. Corriendo a toda prisa hacia ella, agarró la parte más estrecha de la botella, volvió a ponerle el tapón y la dejó en la papelera que vio más cerca. ¡Puaj!
Luego, miró hacia la puerta y tomó una gran bocanada de aire. «La estupidez de anoche se acabó. Ya está hecho. Es parte del pasado. Hoy tienes que concentrarte en la cuestión de aprender tu nuevo trabajo. Así que ve a la habitación de Santana, pero no pienses más en ella en términos sexuales». Con suerte, puede que no estuviera tan guapa recién levantado.
Cogió el portafolio de cuero que había traído para apuntar notas, y la tarjeta de la habitación. Después se dirigió hacia la puerta, mientras empezaba a murmurar:
—No necesito una mujer. No necesito una mujer. No necesito una mujer.
“Cabe aclarar que con Santana a su lado se había olvidado totalmente de los hombres”
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Bueno este es el cap de hoy, saludos y gracias por seguir esta historia
Caritovega****** - Mensajes : 338
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Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
jajajajajajajajaj es divertido ver a britt engañandose a si misma!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
holap,...
a ver cuanto le dura su auto control?? jaja
ya achico la frase por lo menos,.. jajaja
nos vemos,..
FELIZ AÑO!!
a ver cuanto le dura su auto control?? jaja
ya achico la frase por lo menos,.. jajaja
nos vemos,..
FELIZ AÑO!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
Primero que todo les quiero desear un feliz año, que este año nuevo todos sus propósitos se hagan realidad. Bendiciones
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Santana abrió las puertas dobles de su habitación de lujo y se encontró con Brittany al otro lado. No tenía el aspecto de la noche pasada, pero todavía estaba condenadamente preciosa con aquella pequeña y ajustada camiseta que se adhería a sus pechos lo suficiente como para que ella pudiera ver los pezones sobresaliendo hacia fuera. Por supuesto, aquello le hacía preguntarse acerca de su sujetador. ¿Qué tipo de sujetador llevaría exactamente Brittany S. Pierce? Dado que cada vez que la veía tenía un aspecto completamente diferente, era imposible de adivinar, lo que hacía que la pregunta fuera incluso más intrigante aún.
—Eh —dijo ella, dedicándole una breve sonrisa, y con una expresión avergonzada. Él no tenía ni idea de a qué se debía aquello. ¿Tan solo porque había existido algo de química entre ellas la pasada noche? Aquello era innegable, pero ninguno de los dos había hecho nada al respecto, por lo que no veía nada de qué avergonzarse.
—Eh —le dijo ella relajadamente. —Entra.
Al poner el pie en el recibidor embaldosado, ella abrió los ojos de par en par, y estudió detenidamente el lugar.
—Oh, Dios mío.
—¿Qué? —le preguntó ella, con una ligera risita. Ella se dio la vuelta para mirarla, un mechón de cabello rubio cayó libre de su cola de caballo para enmarcarle la cara.
—Pensaba que mi habitación era genial, pero la tuya es... condenadamente fabulosa.
Ella tenía razón, pero ella se alojaba allí tan a menudo que a veces olvidaba que la habitación de ciento cincuenta metros cuadrados, que poseía una mesa de comedor y un enorme salón, además de una habitación y un cuarto de baño de lujo, no se parecía a la habitación de cualquier hotel normal.
—Lo creas o no, necesito el espacio. Si encontramos algún artista que querramos estudiar o contratar, necesito un buen lugar en el que hablar de negocios con él. Y además, antes de que acabe el día, vamos a tener todo el suelo cubierto de contratos —había traído una carpeta que contenía cada variedad de contrato posible y que ella pensaba que sería útil enseñarle.
—Aun así... vaya —dijo ella, y ella no pudo evitar deleitarse con su inocente exuberancia. Aquel atisbo de inocencia se había revelado brevemente la pasada noche, también, cuando habían estado hablando acerca de Las Vegas, del sexo, incluso aunque ella hubiera intentado esconderla bajo la frialdad profesional. Quizás fuera eso lo que le había gustado tanto de ella la noche anterior: que pudiera ser tan profesional al mismo tiempo que se comportaba de una manera verdaderamente genuina.
—Encima de la mesa está el menú del servicio de habitaciones —señaló a la zona del salón. — Dime qué te apetece tomar y llamaré para pedir. Después, nos pondremos a trabajar.
—Suena divertido —dijo ella, con una expresión llena únicamente de sinceridad.
—¿Estudiar contratos... divertido? —enarcó una de sus cejas y negó con la cabeza. —No es que lo sea precisamente. Esta es la parte tediosa y aburrida. Pero te prometo que es el peor aspecto del trabajo. Esa es la razón por la que pensé que deberíamos empezar primero con ello, para que después, todo te pareciera mucho mejor en comparación.
Ella ladeó la cabeza, con una expresión juguetona en la cara, y escondió el mechón de pelo detrás de una oreja.
—Tengo que decirte que he leído la mayoría de los contratos, solamente por diversión, cuando los procesaba, así que no va a ser algo completamente nuevo para mí. Aunque no sé a qué se refieren todas las partes, en realidad estoy bastante interesada en ellos, lo que significa... que si el resto es incluso mejor que esto, estoy en perfecta forma.
Ella la miró boquiabierta.
—¿Lees contratos por diversión?
Ella asintió con entusiasmo, y él pensó que estaba condenadamente guapa.
—No me extraña que Schuester quiera promocionarte.
A ella le apetecía besarla. Como lo había deseado la noche pasada, cuando había estado con ella en la puerta de su habitación, y había mirado a sus preciosos ojos azulados, sintiendo cómo el calor fluía entre ellos. Sin pretenderlo, dejó que su mirada bajara otra vez hacia sus pechos, hacia la apetecible visión de sus pezones que presionaban contra aquella tela rosa, y sintió cómo se le endurecía la verga.
Pero entonces, volvió a señalar al menú.
—Elige algo para desayunar —le dijo otra vez para romper la tensión que acababa de crecer tan rápidamente e invisible entre ellos. Porque follarte a alguien con el que trabajas de cerca nunca es una buena idea. Aquella era la única razón que le había impedido invitarla a su habitación la noche anterior, y también le parecía una razón suficientemente buena aquella mañana. Mierda, ¿cuándo se había convertido Brittany, la chica de la oficina, en Brittany la excitante nena? ¿Cómo demonios no se había dado cuenta antes?
Dio una ligera sacudida a su cabeza, intentando deshacerse de la lujuria que la invadía, y se alejó de ella para coger algunos archivos.
La verdad era que no tenía mucha práctica a la hora de reprimir sus deseos. Era soltera, le gustaba pasársela bien, y nunca había visto ninguna razón por la que no permitirse el lujo de disfrutar de una buena relación sexual cuando se le presentaba la oportunidad —lo cual, en el mundo en el que se movía, ocurría a menudo. —Lo que nunca había comprendido era por qué esas cosas tenían que salir en la prensa. ¿Cuándo se había convertido en toda una celebridad? ¿Por qué le importaba a nadie con quién se acostaba ella o con quién se la pasaba bien?
Aunque, fuera cual fuera la razón, parecía que su vida social reunía las condiciones necesarias para el entretenimiento de masas por aquellos días, así como un buen material para alimentar los rumores, y sabía que su imagen necesitaba un repaso. A Santana no le importaba lo que la gente pensara de ella, pero sentía que Schuester temía que estuviera empezando a darle a la firma una mala reputación, y si había algo que no quería poner en riesgo, eso era su puesto de trabajo.
Y follarse a la chica a la que estaba formando probablemente no ayudaría mucho para convencer a la gente de que era una mujer decente que no exigía el sexo de las artistas femeninas antes de contratarlas.
No es que Brittany le pareciera el tipo de persona que echa un polvo y se lo cuenta a todo el mundo. Ella supo eso instintivamente. Volvió a concentrarse acerca de lo que había sentido por ella la pasada noche, una madurez profesional mezclada con una subyacente... autenticidad que era casi dulce.
Pero aun así no podía hacer nada. Y pasar esa semana con ella sin hacer nada sería una buena práctica para ella.
—¿Sabes ya lo que quieres? —le preguntó ella, dándose la vuelta para mirarla.
—Tortitas con arándanos —le dijo.
Y sus ojos se encontraron. Y ella volvió a experimentarlo otra vez, aquella necesidad de acercarse a ella, inclinarse y presionar la boca contra la suya, presionar su verga endurecida sobre el lugar en el que se encontraban sus muslos. Todavía no podía creer que aquella fuera la misma chica que había estado sentada fuera del despacho de Schuester durante todos esos años.
—Suena bien —dijo ella, mientras intentaba que su voz no sonara ronca. —Creo que voy a pedir lo mismo.
Caminó a grandes zancadas hacia el teléfono, y pensó que lo que realmente deseaba en aquel momento no estaba en el menú del servicio de habitaciones.
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CAPÍTULO 7
Santana abrió las puertas dobles de su habitación de lujo y se encontró con Brittany al otro lado. No tenía el aspecto de la noche pasada, pero todavía estaba condenadamente preciosa con aquella pequeña y ajustada camiseta que se adhería a sus pechos lo suficiente como para que ella pudiera ver los pezones sobresaliendo hacia fuera. Por supuesto, aquello le hacía preguntarse acerca de su sujetador. ¿Qué tipo de sujetador llevaría exactamente Brittany S. Pierce? Dado que cada vez que la veía tenía un aspecto completamente diferente, era imposible de adivinar, lo que hacía que la pregunta fuera incluso más intrigante aún.
—Eh —dijo ella, dedicándole una breve sonrisa, y con una expresión avergonzada. Él no tenía ni idea de a qué se debía aquello. ¿Tan solo porque había existido algo de química entre ellas la pasada noche? Aquello era innegable, pero ninguno de los dos había hecho nada al respecto, por lo que no veía nada de qué avergonzarse.
—Eh —le dijo ella relajadamente. —Entra.
Al poner el pie en el recibidor embaldosado, ella abrió los ojos de par en par, y estudió detenidamente el lugar.
—Oh, Dios mío.
—¿Qué? —le preguntó ella, con una ligera risita. Ella se dio la vuelta para mirarla, un mechón de cabello rubio cayó libre de su cola de caballo para enmarcarle la cara.
—Pensaba que mi habitación era genial, pero la tuya es... condenadamente fabulosa.
Ella tenía razón, pero ella se alojaba allí tan a menudo que a veces olvidaba que la habitación de ciento cincuenta metros cuadrados, que poseía una mesa de comedor y un enorme salón, además de una habitación y un cuarto de baño de lujo, no se parecía a la habitación de cualquier hotel normal.
—Lo creas o no, necesito el espacio. Si encontramos algún artista que querramos estudiar o contratar, necesito un buen lugar en el que hablar de negocios con él. Y además, antes de que acabe el día, vamos a tener todo el suelo cubierto de contratos —había traído una carpeta que contenía cada variedad de contrato posible y que ella pensaba que sería útil enseñarle.
—Aun así... vaya —dijo ella, y ella no pudo evitar deleitarse con su inocente exuberancia. Aquel atisbo de inocencia se había revelado brevemente la pasada noche, también, cuando habían estado hablando acerca de Las Vegas, del sexo, incluso aunque ella hubiera intentado esconderla bajo la frialdad profesional. Quizás fuera eso lo que le había gustado tanto de ella la noche anterior: que pudiera ser tan profesional al mismo tiempo que se comportaba de una manera verdaderamente genuina.
—Encima de la mesa está el menú del servicio de habitaciones —señaló a la zona del salón. — Dime qué te apetece tomar y llamaré para pedir. Después, nos pondremos a trabajar.
—Suena divertido —dijo ella, con una expresión llena únicamente de sinceridad.
—¿Estudiar contratos... divertido? —enarcó una de sus cejas y negó con la cabeza. —No es que lo sea precisamente. Esta es la parte tediosa y aburrida. Pero te prometo que es el peor aspecto del trabajo. Esa es la razón por la que pensé que deberíamos empezar primero con ello, para que después, todo te pareciera mucho mejor en comparación.
Ella ladeó la cabeza, con una expresión juguetona en la cara, y escondió el mechón de pelo detrás de una oreja.
—Tengo que decirte que he leído la mayoría de los contratos, solamente por diversión, cuando los procesaba, así que no va a ser algo completamente nuevo para mí. Aunque no sé a qué se refieren todas las partes, en realidad estoy bastante interesada en ellos, lo que significa... que si el resto es incluso mejor que esto, estoy en perfecta forma.
Ella la miró boquiabierta.
—¿Lees contratos por diversión?
Ella asintió con entusiasmo, y él pensó que estaba condenadamente guapa.
—No me extraña que Schuester quiera promocionarte.
A ella le apetecía besarla. Como lo había deseado la noche pasada, cuando había estado con ella en la puerta de su habitación, y había mirado a sus preciosos ojos azulados, sintiendo cómo el calor fluía entre ellos. Sin pretenderlo, dejó que su mirada bajara otra vez hacia sus pechos, hacia la apetecible visión de sus pezones que presionaban contra aquella tela rosa, y sintió cómo se le endurecía la verga.
Pero entonces, volvió a señalar al menú.
—Elige algo para desayunar —le dijo otra vez para romper la tensión que acababa de crecer tan rápidamente e invisible entre ellos. Porque follarte a alguien con el que trabajas de cerca nunca es una buena idea. Aquella era la única razón que le había impedido invitarla a su habitación la noche anterior, y también le parecía una razón suficientemente buena aquella mañana. Mierda, ¿cuándo se había convertido Brittany, la chica de la oficina, en Brittany la excitante nena? ¿Cómo demonios no se había dado cuenta antes?
Dio una ligera sacudida a su cabeza, intentando deshacerse de la lujuria que la invadía, y se alejó de ella para coger algunos archivos.
La verdad era que no tenía mucha práctica a la hora de reprimir sus deseos. Era soltera, le gustaba pasársela bien, y nunca había visto ninguna razón por la que no permitirse el lujo de disfrutar de una buena relación sexual cuando se le presentaba la oportunidad —lo cual, en el mundo en el que se movía, ocurría a menudo. —Lo que nunca había comprendido era por qué esas cosas tenían que salir en la prensa. ¿Cuándo se había convertido en toda una celebridad? ¿Por qué le importaba a nadie con quién se acostaba ella o con quién se la pasaba bien?
Aunque, fuera cual fuera la razón, parecía que su vida social reunía las condiciones necesarias para el entretenimiento de masas por aquellos días, así como un buen material para alimentar los rumores, y sabía que su imagen necesitaba un repaso. A Santana no le importaba lo que la gente pensara de ella, pero sentía que Schuester temía que estuviera empezando a darle a la firma una mala reputación, y si había algo que no quería poner en riesgo, eso era su puesto de trabajo.
Y follarse a la chica a la que estaba formando probablemente no ayudaría mucho para convencer a la gente de que era una mujer decente que no exigía el sexo de las artistas femeninas antes de contratarlas.
No es que Brittany le pareciera el tipo de persona que echa un polvo y se lo cuenta a todo el mundo. Ella supo eso instintivamente. Volvió a concentrarse acerca de lo que había sentido por ella la pasada noche, una madurez profesional mezclada con una subyacente... autenticidad que era casi dulce.
Pero aun así no podía hacer nada. Y pasar esa semana con ella sin hacer nada sería una buena práctica para ella.
—¿Sabes ya lo que quieres? —le preguntó ella, dándose la vuelta para mirarla.
—Tortitas con arándanos —le dijo.
Y sus ojos se encontraron. Y ella volvió a experimentarlo otra vez, aquella necesidad de acercarse a ella, inclinarse y presionar la boca contra la suya, presionar su verga endurecida sobre el lugar en el que se encontraban sus muslos. Todavía no podía creer que aquella fuera la misma chica que había estado sentada fuera del despacho de Schuester durante todos esos años.
—Suena bien —dijo ella, mientras intentaba que su voz no sonara ronca. —Creo que voy a pedir lo mismo.
Caminó a grandes zancadas hacia el teléfono, y pensó que lo que realmente deseaba en aquel momento no estaba en el menú del servicio de habitaciones.
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Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
holap,...
la tensión es latente entre las dos,...
a ver cuanto van a aguantar estar si tocarse,.. jajaj
nos vemos!!!
la tensión es latente entre las dos,...
a ver cuanto van a aguantar estar si tocarse,.. jajaj
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
feliz año para ti tambien, espero el nuevo año te permita el tiempo suficiente para actualizar mas seguido, bye!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
jajaja no creo que mucho3:) escribió:holap,...
la tensión es latente entre las dos,...
a ver cuanto van a aguantar estar si tocarse,.. jajaj
nos vemos!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
gracias eso espero yo tbm poder actualizar mas seguidomicky morales escribió:feliz año para ti tambien, espero el nuevo año te permita el tiempo suficiente para actualizar mas seguido, bye!!!!!
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
CAPÍTULO 8
También pidieron la comida. Registraron todos los contratos, Santana los comentó, Brittany hizo preguntas, y a veces ella le hacía un pequeño examen para repasar lo que había aprendido. Y para cuando terminaron de trabajar, ya a altas horas de la tarde, Brittany tenía muchas cosas claras: comprendía los contratos de Blue Night mejor de lo que pensó, estaba poniéndose al día rápido, se divertía trabajando con Santaba y pensó que era una mujer mucho más agradable de lo que había esperado, «y que era imposible no pensar en ella en términos sexuales».Después de todo, aquella mujer desprendía sexo por todos los poros de su piel. Desde su belleza misteriosa y sus ojos seductores hasta un cuerpo perfectamente cincelado que su ropa no podía ni empezar a ocultar. Desde el momento en el que había ido a abrirle la puerta aquella misma mañana, había estado impregnada de una bruta lujuria que sobrepasaba cualquier cosa que ella hubiera experimentado nunca. Y esta vez no podía echarle la culpa al vino. O al ambiente. O cualquier cosa que no fuera el puro y animal magnetismo.
Cada vez que ella le sonreía, le llegaba directamente al alma. Cada vez que sus ojos brillaban al mirarla, podía sentirlo entre sus piernas. Y la manera en la que sus músculos tonificados llenaban una camiseta en la que aparecía el grupo de las Violent Femmes y su «Gone Daddy Gone» la había hecho entrar en calor. Se había sentido excitada por su mera presencia todo el maldito día. Y se daba cuenta, más de lo que lo había hecho la noche pasada, de que en realidad le gustaba mucho —creía que era inteligente, astuta y amable—, y todo aquello no ayudaba a mejorar la situación. Hubiera sido mucho más fácil ignorar el magnetismo animal si ella hubiera sido la imbécil engreída que ella había imaginado que era.
«Pero has conseguido superar el día sin problemas», se recordó a sí misma, mientras se cambiaba de ropa y se preparaba para la noche. Iban a ir a un club llamado Fetiche, que según le había prometido Santana con un guiño no era tan espeluznante como su nombre indicaba.
—Entonces, no hace falta que vaya de cuero negro de los pies a la cabeza para encajar bien, ¿verdad? —le había preguntado.
Se acordaba de cómo ella había ladeado su preciosa cabeza, mirándola con una expresión coqueta en los ojos.
—No, aunque... a mí no me importaría verte alguna vez vestida de cuero negro.
No hace falta decir que en cuestión de segundos se había excitado por completo, incluso aunque un cálido rubor le coloreara las mejillas cuando había intentado quitarle importancia con una carcajada.
«Has conseguido superar el día sin problemas, y también superarás la noche. Y después, superarás sin problemas todos los días que están por llegar». Y creía realmente poder hacerlo. Porque, por muy excitada y molesta que se hubiera sentido durante aquel mismo día, se las había arreglado para concentrar su atención —casi toda su atención— en el trabajo, y además, había aprendido un montón de cosas.
Aparte de explicarle qué suponían todos aquellos contratos, Santana también le había enseñado cuándo se debía y cuándo no proponer ciertas cosas, cuáles de esas cosas eran las últimas que debería prometer a un artista, y cómo de entusiasmada debería estar con ellos antes de ceder a unas exigencias en particular.
—Pero —también le había dicho ella— lo más bello de trabajar con una casa discográfica independiente reside en el hecho de que la mayoría de nuestros artistas son primerizos, están abiertos a cualquier propuesta, y se mueren por devorar lo que podamos ofrecerles. No tendrás que tratar con muchos artistas que pongan sobre la mesa sus exigencias en el contrato, y en el caso contrario, tienes que fijarte si realmente merecen la pena.
Por lo que en aquel momento, estaba doblemente entusiasmada por ver cómo empezaba realmente todo aquel proceso, y sería testigo de ello aquella misma noche. Había una banda alternativa compuesta por chicas llamada Blush que actuaba en el Fetiche —el grupo le había enviado un CD a Santana, quien por casualidad lo había elegido de los montones que recibía regularmente quedando impresionada. —La banda no tenía ni idea de que Santana iba a estar presente por la noche, ella simplemente le había echado un vistazo a su página web, donde se detallaban las fechas de las apariciones en los clubs. Le había explicado a Brittany que normalmente le gustaba acercarse sigilosamente a una actuación y observarla tranquilamente, sin ser observada, por si se daba el caso de que no le gustara lo que estaba viendo.
—Lo hace más fácil para todo el mundo —dijo ella. —No hay ni expectativas frustradas ni cantantes con el corazón destrozado. Además, puedo ver cómo actúan en una noche normal.
Daba la casualidad de que Brittany llevaba cuero negro para salir aquella noche, al menos un poco. Una minifalda negra de cuero, unas botas de tacón de aguja y, sobre la camiseta, una blusa de leopardo, ligeramente transparente y que dejaba entrever un sujetador negro. Todo era nuevo, lo había comprado en su excursión de tiendas con Kelly, incluyendo el sujetador y el tanga negro de seda que llevaba bajo la falda. No había elegido su conjunto por el sitio al que iban a ir, y tampoco lo había elegido para parecerle a Santana más sexy, lo había elegido por la misma razón por la que había seleccionado su ropa la noche anterior: porque tenía que tener el aspecto de una representante de A&R moderna y tranquila si pretendía representar a Blue Night Records.
E incluso aunque la idea de tener un aspecto atractivo mientras estaba con Santana le llamaba la atención y la hacía sentirse animada, tenía que ignorarla. Tendrían que recorrer montones de discotecas aquella semana, esa era la razón por la que estaban en Las Vegas, y ella no podía simplemente llevar una sencilla camiseta cada vez que se encontraba con ella.
Su miedo más grande era que una noche sintiéndose sexy con Santana y deseando a Santana la llevara derechita adonde la había llevado la pasada noche: a una sesión desesperada de masturbación, sola y en su habitación. Y francamente, ahora que el día había acabado y que su cuerpo llevaba descansado durante horas, aparte de la excitación por encontrarse junto a Santana, estaba empezando a recordar exactamente lo que había hecho permitirse una forma tan extrema de auto-placer.
Oh, bueno, si era ahí adonde conducía la noche, ahí sería adonde conduciría. Pero mientras terminaba de aplicarse el maquillaje, y se atrevía a ponerse algo de lápiz de ojos, decidió dejar de preocuparse y en lugar de eso, volvió a concentrarse en esperar con emoción lo que fuera a suceder.
Justo entonces, un golpecito sonó en la puerta. Santana.
Sintió cómo se le humedecía la vulva tan solo con la idea de volver a verla. Lo que estaba mal. Muy mal.
Pero tomó una gran bocanada de aire y se apresuró para abrir la puerta. Ella se levantaba delante de ella, con un aspecto... femeninamente hermoso. No había otra manera posible de describirlo. Su pelo negro oscuro caía en preciosas ondas sobre sus caderas. Sus bellos ojos cafés oscuros la cautivaban con su mirada. Y su cuerpo divinamente curvilíneo y tonificado hizo que una simple camisa negra sobre unos pantalones vaqueros negros ajustados pareciera un traje de alta costura. Una pequeña cruz de plata colgaba de una cadena de su garganta.
Ella se mordió el labio y bajó la mirada, intentando ocultar así la reacción física que se extendía por su cuerpo en una corriente de calor.
—Nada de camisetas vintage esta noche, ¿eh? —le preguntó ella, esforzándose por levantar los ojos hacia su cara.
Ella sonrió como respuesta, después le echó un vistazo no demasiado sutil.
—Menos mal que me he puesto una camisa real, si no hubiera parecido una auténtica dejada a tu lado.
Su mirada se rezagó en la falda de Brenna, que acaba a medio camino de sus muslos, y aquel contacto hizo que a ella le temblara todo el cuerpo.
—Genial —dijo ella.
—He decidido llevar... algo de cuero —le explicó ella.
—Me gusta —después su mirada volvió a centrarse en sus ojos. —¿Estás preparada?
—Mucho —oh, mierda, ¿realmente acababa de decir eso? —Estoy muy emocionada por hacer una exploración oficial —añadió, intentando ocultar su lascivia.
—Dijiste que te gustaba la comida mexicana, así que he hecho reserva en Taquería Cañonita, abajo, con vistas al Gran Canal. Se puede observar a la gente desde allí —añadió ella con un guiño de ojos.
Pero mientras se dirigían por el pasillo, Brittany no pudo evitar pensar que quizás fueran ellas las personas a las que estarían observando. Se había sentido tranquila y segura de sí misma en Las Vegas mientras estuvo vistiéndose, pero la verdad era que nunca había llevado puesto nada tan picante en su vida. Y no podía negar que algo acerca de aquel atrevimiento la hacía sentirse más segura con la mujer que iba a su lado, porque quizás, solo quizás, la pequeña Brittany Susan Pierce de Ohio fuera realmente una acompañante perfecta para ella.
Diez minutos más tarde, estaban sentados en una mesa para dos al borde del canal, que se veía a través de las ventanas de la zona de comercios interior del hotel Venecia. Pero la luz y el techo cubierto de nubes blancas y cielo azul que tenían sobre las cabezas hicieron que Brenna se sintiera como si estuvieran sentados en cualquier otra terraza de un restaurante.
—Esto es una locura —dijo ella, echándose hacia atrás para mirar al «cielo».
—Es Las Vegas —dijo ella, y le dio un sorbo al vino que acababan de servirles en las copas.
Justo entonces, escucharon un chasquido y se sobresaltaron ante el brillante flash de una cámara de fotos. Brittany giró la cara para mirar.
—No lo hagas —le avisó Ssantana antes de que ella pudiera divisar al fotógrafo, y se inclinó para tocarle la mano que descansaba encima de la mesa. Ella sintió un escalofrío ante el contacto. —Si los ignoras, se irán.
Fue entonces cuando ella se dio cuenta, Dios mío, algunos miembros de los paparazzi de Las Vegas acababan de hacer una foto de ella porque estaba con ella. Qué completamente extraño era todo aquello.
—No te sorprendas si te encuentras mañana en Internet sobre algún encabezamiento como «La misteriosa mujer que acompaña a Santana López». Lo siento.
La verdad era que a ella no le importaba. En realidad, encontró la idea algo excitante. Pero no se lo dijo, claro, se limitó a negar con la cabeza.
—Está bien. No es nada grave —después bajó la barbilla. —¿Pero a ti no te resulta raro? ¿Tener extraños que hacen fotos de ti todo el tiempo? ¿O ya te has acostumbrado a ello?
—Si te digo la verdad, es todavía jodidamente extraño —le contestó ella, con una expresión irónica. —Y todavía no lo pillo. Este tipo de mierda no parece pasarle a otro tipo de representantes, ¿por qué tengo yo tanta suerte?
«Porque eres tan hermosa». Todo se remitía a eso. Seguramente ella era consciente de cuan agradable era de mirar. Pero gracias a Dios, no se le había escapado, y estaba claro que no iba a plantear la cuestión.
—Te codeas con muchas estrellas de rock y aspirantes a estrella —le recordó ella con una sonrisa. —Quizás eso te haga una celebridad por asociación.
Ella se encogió de hombros.
—Aun así, es extraño cuando la gente que no conoces piensa que sabe algo acerca de ti — después, ladeó la cabeza y la miró intensamente con sus ojos cafés oscuros. —Supongo que has oído los rumores.
—¿Acerca de que eres un mujeriega? ¿O lo del sexo a cambio de un contrato? —hizo una mueca con los labios y respondió con determinación. —Sí —no veía la razón por la que mentir sobre eso.
Ella asintió, después le concedió una sonrisa relajada.
—Lo positivo de todo esto es que estoy ahorrando un montón de dinero en camisetas. La gente que no conozco sigue mandándome camisetas con logos de bandas de rock en ellas. Supongo que me ven llevándolas en las fotos. Ahora tengo una camiseta en el correo cada pocos días.
Ella sonrió.
—¿De admiradoras? ¿O de bandas de rock que quieren que vayas por ahí llevando sus camisetas?
—Ambas cosas, vienen de cualquier parte. Joder, la gente de Hugh Hefner me envió una camiseta de Playboy la semana pasada con una nota en la que me daban las gracias por haber pasado por la mansión.
Brittany parpadeó y se sentó erguida.
—¿Has estado en la mansión de Playboy?
Ella se encogió de hombros otra vez.
—Sí.
—¿Y qué aspecto tiene?
Ella tomó otro sorbo de su vino y Brittany decidió que podría aguantar un poco de alcohol en su sistema también, así que extendió la mano hacia el pie de su propia copa. Porque la nueva y moderna Brittany no debería sentirse intimidada o alucinada por la idea de lo que probablemente le aguardaría detrás de esas puertas en particular, pero la vieja Brittany sí, y a ella se le había olvidado ocultarla.
—Parece que hay bastante diversión —dijo Santana, y sus ojos brillaron de nuevo, un poco lascivos esta vez.
A ella se le revolvieron las entrañas en una mezcla confusa de repulsión y excitación al imaginarse qué tipo de diversión habría experimentado ella en aquella casa. En realidad, parecía que Santana López tenía el mismo efecto en ella que la ciudad de Las Vegas.
—Yo no tendré... eh, no me pedirán que vaya a lugares como ese, ¿verdad? —preguntó ella.
Ella bajó la barbilla.
—No van a pedirte que lo hagas, pero es el tipo de lugar en el que se reúne la gente del espectáculo, así que... si recibes una invitación, sería muy inteligente de tu parte que la aceptaras.
—Ah —dijo ella, todavía encerrada en el mundo de la vieja Brittany. Después, empezó a tragar nerviosamente. Una cosa era ponerse una falda de cuero y una blusa transparente. Pero cuando llegara eso de predicar con el ejemplo, ¿sería capaz de hacerlo? Ella nunca había pensado tener que asistir a sitios donde puede que estuviera incómoda. Incluso aquel bar aquella noche,
¿se sentiría cómoda yendo a un lugar llamado Fetiche, sin Santana como acompañante?
— ¿Va algo mal? —le preguntó ella; claramente estaba leyendo la preocupación que se le reflejaba en la cara.
Ella pensó en fingir, afirmar que nada iba mal, disfrazarse como alguien tranquila y segura, como la nueva Brittany otra vez. Pero había pasado todo el día con Santana, y le gustaba realmente, así que no pudo evitar hablar con sinceridad.
—Quizás no debería contarte esto, pero... no estoy segura de que pueda encargarme de bien todo esto.
Santana le contestó poniendo el codo en la mesa y apoyando la barbilla en su puño y después, clavándola en el sitio con una de sus miradas.
—Oh, apuesto a que puedes encargarte de las cosas mucho mejor de lo que crees, nena.
******************************************************************************************************************************
Bueno este es el cap de hoy, chicas que historias Brittana son sus preferidas, yo tengo muchas:
1 Mi mujer
2 Amor entre Diosas
3 Amor después de la muerte
4 Taxi a París (Mi reina de la noche)
5 Amor a primera vista 1, 2 y 3
6 Our history 1 y 2
7 More than words
8 No y si quiero seguir
9 La vida es perfecta
10 y todo comenzo por un te amo
11 hate in love
12 5 avenida Neoyorkina
13 mi querido alíen
14 caída del cielo
tengo muchos jaja XD saludos
Caritovega****** - Mensajes : 338
Fecha de inscripción : 13/05/2015
Edad : 26
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
se desean pero van lentas!!!! more than words, mi mujer, quinta avenida neoyorkina, mi querido alien, amor a primera vista I II III, hate in love etc- etc- etc son muchisimas en realidad!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: "7 Noches De Pecado G'P" terminado
'holap,...
van demasiado despacio las cosas,...
a ver como termina la noche???
nos vemos,..
van demasiado despacio las cosas,...
a ver como termina la noche???
nos vemos,..
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
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