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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Ago 19, 2016 8:03 pm

disculpa  me refiria a que la historia sera GP, no PG jajajaj ya me siento un poco cansada si hay mas errores mil disculpas.   hasta luego
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Mensaje por 3:) Vie Ago 19, 2016 9:06 pm

si que saben disfrutar un buen dia las dos olvidando que son cada una,...
dios si que pensó cualquier cosa san, con respecto a el bebe que hablaba britt?? a ver que pasa con eso ahora??
no ahi nada mas intenso en la vida de jugar con lo prohibido y san y britt ya entraron en el juego al 100% y con todo jajja,..
a ver como siguen las cosas!!
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Mensaje por JVM Sáb Ago 20, 2016 3:26 pm

:o !!!
Como dijo Britt no pensé que su primera vez fuera así, pero se dejaron llevar por lo que sentían :3
Y bueno ahora Britt debe apoyar a su hermana y San espero no huya de esto, porque parece que eso planea !!! :/
Creo que es normal que tenga miedo pero también debe darse la oportunidad de ser feliz
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Ago 20, 2016 5:09 pm

CAPITULO 22

“Quiero saber todo sobre ti, así que te diré todo sobre mi misma”.
Amy Hempel.

BRITTANY

Le di veinticuatro horas. Conocía a Santana. Necesitaba tiempo y espacio para pensar en lo sucedido. Me mató dárselo, pero lo permití. Solo por un día. Sabía que no era posible ser capaz de entrar en su clase el jueves y verla enseñar sin desmoronarme, así que el miércoles por la tarde, muy agradecida por no tener que trabajar esa noche ya que había reorganizado los horarios, fui hasta su casa tan pronto como pensé que ella estaría allí. Respondió a su puerta y me miró con sus grandes y adorables ojos de búho.
Cuando abrió la boca, di un paso hacia adelante. Tuvo que retroceder y abrir más la puerta para así dejarme entrar, y lo hizo, sin algún tipo de pelea. La sorpresa pudo haberle impedido tratar de bloquearme el camino. Me parecía bien, porque me hallaba dentro. Cerrando la puerta tras de mí, sostuve su mirada sorprendida.
 —¿Aún no has terminado de volverte loca? Movió su cabeza hacia atrás y hacia adelante.
 —No. —Bueno, ya no voy a esperar más. —Tomando su rostro entre mis manos, añadí—: Lo que estamos haciendo está mal. Que sea algo de una sola vez está mal. Tratar de convencernos de que fue algo de que avergonzarse, sucio y sórdido está mal. Fue el mejor sexo de mi vida, Santana. Me sentí conectada contigo, como… no lo sé. No se trataba solo de sexo con una chica cualquiera; sino que compartí algo profundo y significativo... contigo. No me importa cuántas políticas escolares nos digan que no. Yo digo que sí. Inhaló y sacudió la cabeza.
—¿Por qué haces que me resulte tan difícil resistirme a ti? Maldición, estaba ganando. Mis labios se curvaron en un lado.
—Porque quieres decir que sí tanto como yo quiero que lo hagas.
 Un gemido, diciéndome que su voluntad se desmoronaba, salió de sus pulmones.
—Esto va a terminar mal. —Se inclinó hacia delante y posó su frente contra mi pecho.
—Quizás. —Puse mis brazos a su alrededor y le besé el cabello—. Puede que no. —Entonces le di un beso en la mejilla—. Espero que no.
Mirándome, me mostró toda la fe que tenía en mí.
 —Yo también.
Por fin, la besé en la boca. Sus labios temblaron bajo los míos, así que aflojé la presión hasta que fue ella la que se lanzó a por más. Sus dedos se fijaron en mi pelo. La llevé hacia atrás hasta su sofá y la recosté allí. Había tantas cosas que quería hacer, tocar, ver. El armario no había sido más que una broma gigante. No fui capaz de desnudarla por completo ni saborear sus pezones ni besar la parte interior de su muslo. Planeaba rectificar todo eso en estos momentos. Pero tan pronto como estuvimos en posición horizontal y le sacaba lentamente su camisa sobre la cabeza, un timbre sonó en algún lugar de la parte trasera de su casa. Alcé la cabeza con confusión y miré a mi alrededor.
—¿Qué demonios?
Debajo de mí, Santana se rió y se arregló el pelo con los dedos, como para suavizarlos.
—El temporizador del horno.
—Se movió para hacerme saber que tenía que levantarme. Me senté, parpadeando con la idea de un temporizador de horno.
En mi apartamento, nunca se preparó nada en el horno, y desde luego, tampoco en casa. Tuve comidas caseras un par de veces cuando la vecina a tres casas se había apiadado de nosotros y nos invitó. Pero pensar en Santana preparando una comida casera era... irreal.
—Comida —dije en voz baja cuando mi estómago rugió alegremente con la idea. Diablos. ¿También cocinaba? Era demasiado bueno para ser verdad
—. ¿Qué vamos a comer?
—¿Vamos?
—Santana arqueó su ceja estricta de profesora mientras se levantaba y alisaba la camisa.
—. No recuerdo invitarte a cenar.
—Oh, vamos. —Salté detrás de ella y la seguí hasta la cocina como un cachorro mendigando.
—. Soy una pobre niña universitaria. ¿De verdad vas a rechazar esta cara? —Señalé mi labio fruncido y pestañeé un par de veces. Cuando levantó la mirada y lo vio, se echó a reír.
—Oh, Dios mío. Eres patética. De acuerdo. Puedes quedarte a cenar. Tengo un montón. Después de apagar el temporizador, agarró un par de manoplas para el horno, pero se las arrebaté.
 —Estás herida. Yo lo haré. Frunció el ceño.
 —¿Herida? ¿De qué hablas?
 —Tu brazo —le recordé al abrir el horno
—La caja de libros cayéndose. Hombro lastimado. Quince puntos de sutura. ¿Te suena? Llevó la mano hasta su hombro.
—Ya ni siquiera los noto. Han dejado de tirar cuando me muevo.
—Eso es bueno. Pero espera hasta que empiece la picazón. Después de que unos amigos de mi madre me dejaran en el hospital una vez, yo… oh, mierda, lasaña. ¿Hiciste lasaña? Ella parpadeó. —Yo… —Sacudiendo la cabeza, miró la lasaña antes de volverse hacia mí—. Sí, hice lasaña. ¿Qué decías de haber estado en un hospital? ¿Qué edad tenías? Me gustaba la expresión feroz en su rostro, como si quisiera ir a defender a mi yo del pasado. Sacudí una mano.
—Oh, diez o algo parecido. Lo importante es, que terminé con puntos de sutura, y era muy molesto cuando estaban listos para salir, porque me picaba mucho. Pero, en serio, ¿cómo sabías que la lasaña era mi comida favorita?
—Simplemente se me antojó lasaña esta noche.
—Bueno, hiciste lo suficiente para un ejército.
—La saqué y la puse en el plato que ella ya había puesto en la encimera.
—. Creo que tu subconsciente sabía que iba a venir y tu telepatía te dijo que me hicieras esto. Cruzando los brazos sobre el pecho, apoyó la cadera contra el mostrador y me miró.
—Y yo creo que estás siendo ridícula. —Negó con la cabeza, pero sus ojos brillaban.
—. Cuando te vi por primera vez, no imaginé que fueras tan... juguetona.
La atrapé por la cintura y la atraje hacia mí. Apoyando su trasero contra el mostrador, para poder presionarme contra ella, incliné mi cara y pasé mi nariz por su cuello.
—Yo no tenía ni idea acerca de un montón de cosas sobre ti, así que diría que estamos a mano en ese aspecto. No eres para nada como creí. Eres mejor. Mucho... mucho mejor. Cuando agarré el dobladillo de su camisa y tiré hacia arriba por encima de su cabeza, gritó con sorpresa.
 —¡Brittany!
Sonreí.
 —¿Qué? Creo que debemos comer en topless.
—Intentó cubrirse su sujetador blanco normal, pero atrapé sus muñecas.
—. No lo hagas. —Mi voz era suave. Suplicante—. Quiero verte.
La oí tragar. Su cuerpo temblaba contra el mío. Luego alzó sus brillantes ojos  y confesó-
—: Entonces yo también quiero verte. Respiré más fácil.
 —Hecho.
—Me quité la camisa medio segundo más tarde. Con los ojos abiertos, Santana me recorrió con una mirada de completo asombro.
—Increíble.
 —Siéntete libre de tocar —le dije—, porque yo planeo hacerlo.  Deslicé los dedos sobre los puntos de sutura negros y feos en su hombro. Se estremeció y cerró los ojos, así que seguí adelante, moviendo mi mano hasta que agarré el tirante de su sostén. Lo aparté y besé la parte de piel que había estado escondiendo. Creé un camino de besos hasta su pecho que ya no tenía sujetador, y tomé su pezón en la boca. Allí, chupé, haciéndola gemir hasta que por fin me tocó. Enroscó su mano alrededor de mi nuca, y se aferró a mí al tiempo que yo tiraba suavemente de su pecho. Mientras mi lengua se movía sobre el pico duro, ella pasaba sus manos por mi espalda. Cuando llegó a la cintura de mis vaqueros, se movió hacia el frente, acariciando tentativamente mis abdominales y luego abrió el primer botón de mis vaqueros. Ahí es cuando no pude soportarlo más.
—Sabes, deberíamos esperar a que la lasaña se enfríe antes de comerla.
—Cierto —concordó y me besó mis pectorales, justo sobre mi corazón, al tiempo que gimió y deslizó hacia abajo la cremallera. Agarrando sus caderas, la levanté.
—Tengo la idea perfecta de lo que podríamos hacer mientras esperamos. Sus dientes mordieron el lóbulo de mi oreja antes de susurrar
—: Llévame a la cama.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Ago 20, 2016 5:10 pm

SANTANA

Brittany me acostó casi con reverencia en mi colchón. Luego dio un paso atrás y abrió los botones de sus vaqueros. Me senté, totalmente cautivada. Se hallaba perfectamente formada, con el cuerpo de una pieza escultural de arte. Mientras se deslizaba los pantalones sobre sus caderas y por sus piernas, juro que mi boca se hizo agua. Tragué saliva y dejé que mi mirada bajara por cada bendito centímetro suyo, y luego volví a sus bragas ya por si estropeadas.
 —Me gusta cómo me miras.
—Hizo un espectáculo incluso de enganchar los pulgares en la cintura de sus bragas.
 —Me gusta mirarte.
Conteniendo la aliento, esperé y luego... guau. Se bajó la bragas  hasta que estuvo gloriosamente desnuda.
 —¿Te gusta?
—Dejando sus manos a los costados, se volteó lentamente para darme una visión de trescientos sesenta grados. Su firme y estrecho culo era tan impresionante como lo que se posicionaba en el frente. Apenas podía apartar la mirada. Pero me las arreglé para mirarla a los ojos.
—Servirás.
 Se rió y metió en la cama, haciendo una pausa al golpearse la rodilla con el libro de bolsillo que había estado leyendo anoche antes de irme a la cama. Con el ceño fruncido, lo cogió y lo tiró por encima del hombro. Jadeé con indignación.
 —¡Oye! Mi libro.
—Me disculparé con él más tarde, lo juro.
 —Entonces se lanzó sobre mí y se quedó mirándome a los ojos. Fruncí el ceño a medias.
 —Ya van dos libros de bolsillo que han sido perjudicados por tu culpa. Espero, te des cuenta que no es una buena manera de empezar una relación con una adicta a los libros.
Se limitó a arquear una ceja.
—¿Dos libros?
—Sí. Este, y ese que empapé en la bañera cuando me…
—Recordando que no sabía absolutamente nada sobre el incidente de baño, me tapé la boca y me sonrojé en un escarlata profundo.
 —¿Bañera?
—Se percató de mi consternación demasiado fácil y me dio una sonrisa maliciosa.
—. ¿Estabas, tal vez... desnuda en esta bañera? Tragué saliva incapaz de apartar los ojos de los suyos.
—Por lo general lo estoy cuando me doy un baño.
—Mmm. —Puso su labio inferior entre los dientes—. Me está costando imaginarte de esa manera. ¿Puedes ilustrármelo mejor? Sin preguntar, abrió el cierre de mi falda. Luego la deslizó por mis piernas.
—Maldita sea
murmuró una vez que estuve totalmente desnuda
—. Eres tan hermosa...
 Me sonrojé bajo su mirada y mis pezones se tensaron. Se centró en ellos con avidez.
—Así que, sobre este baño donde arruinaste un buen libro.
—Con voz rasposa, pasó su mirada sobre mí una vez más y sus dedos se posaron suavemente sobre un pezón.
—. ¿Hacías tal vez... esto... cuando sucedió? —Me agarró entre las piernas y frotó los dedos sobre mi clítoris. Me arqueé y gemí, agarrando un puñado de sábanas mientras mi cuerpo se impulsaba hacia su toque.
—Tal vez —jadeé.
 —¿Y pensabas en mí mientras lo hacías? Cuando se inclinó para reemplazar sus dedos por su boca, deslizando su lengua sin piedad sobre mi piel dolorida, grité y agarré su pelo. Pero, ¡oh, Dios mío!
—Por supuesto —le confesé en voz alta.
 —Jesús, Santana. —Su voz era inestable y frenética—, me deshaces por completo.
Sus manos ampliaron más mis muslos a medida que su lengua lamía más profundo. Clavé los talones en el colchón, sintiendo su tacto desde los dedos de los pies hasta la raíz del pelo. Luego empujó un dedo dentro de mí, y grité. La ola de placer era abrumadora. Traté de luchar contra ella y abrazarla al mismo tiempo; no podía dejar de retorcerme cuando Brittany me llevó a un nuevo nivel de delirio. Hundiéndome en el colchón cuando los músculos de mi cuerpo entraron en coma post-coital, me quedé mirando a Brittany asombrada y aturdida.
 —Se veía tan adorable cuando me envió una sonrisa de orgullo que me hizo sonreírle. De hecho, tuve la sensación de que resplandecía de pies a cabeza.
 —Te ves como si acabaras de ser follada.
 En ese momento, no pude haberme sentido insultada ni aunque quisiera. Seguía sonriendo.
 —¿No fue así? —Todavía no.
—Un nuevo brillo determinado iluminó sus ojos mientras se arrastraba sobre la cama. Al llegar a mí, se inclinó para besar mis labios. Su lengua unió con la mía. Y entonces su cálida palma agarró mi rodilla, presionando para abrirla un poco más. Cuando se impulsó dentro, tiré la cabeza hacia atrás y respiré a través de mis dientes. Siempre estaba tan... allí, como si quisiera llenar todo el espacio disponible y luego exigir más. Agarrando mis muslos, envolvió las piernas alrededor de su cintura y me rodeó con un brazos. Uniéndonos hasta que no supe dónde terminaba ella y comenzaba yo, hicimos el amor.
 La habitación permaneció tranquila. Sintiéndome demasiado soñolienta como para moverme, descansé de costado sobre el pecho de Brittany, totalmente desnuda mientras ella pasaba la mano por mi cálida y sensible espina dorsal.
 —Eso se siente... —gemí—. Es tan bueno.
—¿Ah, sí?
—Se incorporó lo suficiente para inclinarse y besarme el hueso de la cadera
—. También se siente bien para mí. Eres tan suave. Cerré los ojos y sonreí, incapaz de controlar el aturdimiento rugiendo a través de mí. Pero nunca había tenido una experiencia post-sexo como esta.
Los dos hombres que no me forzaron, se habían ido con excusas tan pronto como terminaron. En realidad, ya que el primero no se había molestado en terminar, creo que solo se había retirado tan pronto como hubo terminado su asunto, y luego siguió su camino.
 Pero esto... esto era lindo. Me gustaban las caricias después del sexo.
Brittany me movió sobre mi espalda para que pudiera besar mi ombligo, pero un bulto debajo de mi columna me hizo menearme hasta que lo alcancé y saqué el conejito azul que él había ganado en la feria. Arqueando una ceja, lo recogió y me sonrió satisfecha.
 —Sabía que conservabas esta cosa. —Luego utilizó la tela suave de la oreja del conejo para acariciarme el ombligo y entre mis pechos. Suspiré y me estiré lánguidamente bajo ella. Tarareó. —De repente me alegra mucho, mucho que te pongas esa ropa desaliñada en la escuela. Creo que me volvería loca si otra u otro chico en la escuela tuviese idea de lo que tienes debajo de ellas.
 Le eché un vistazo, levantando las cejas.
—¿Qué, no te gustan mis trajes de poder?
Soltó una risa.
 —¿Trajes de poder? ¿Es así como los llamas?
Me encogí de hombros. ¿Cómo más debía llamarlos? Los usaba para ganar la posición que quería en ese campus.
—Sé que no es lo que usas generalmente —continuó Brittany—. En el bar, usaste esa sexy cosa negra y sin espalda, y para el carnaval, esos adorables  pantaloncitos vaqueros. Tengo la sensación de que usas tus trajes de poder solo en la universidad.
Sonreí con orgullo y le besé en la mejilla.
—Y llevarías razón.
—Caray, sé que tengo razón. Pero, ¿por qué? ¿Por qué lo haces? Sabes... lo poco favorecedores que se ven, ¿verdad?
Con un revoleo de ojos, me reí.
—Sí. Ese es el punto. Prefiero ser pasada por alto y juzgada con bajas expectativas que llegar en mi primer semestre con un montón de ropas llamativas para intimidar a la gente y hacerles pensar que quiero pasar por encima de ellos. Además, quiero que sepan que me importa mi trabajo, no la moda.
 —Tienes un razonamiento curioso, profesora, pero aun así me alegra que no dejes que todo el mundo vea estas curvas.
—Arrojó el conejo por encima del hombro para poder acariciar un nódulo en mi cadera. Deteniéndose, frunció el ceño
—. ¿Qué es esto?
Hielo se formó en mis venas. Cuando se inclinó para examinar la vieja cicatriz de cuchillo y luego besarla, me aparté.
—No.
—El pánico en mi voz la hizo levantar la vista y estudiarme, leyendo cada incomoda expresión cargada de recuerdos en mi cara.
 —Santana —dijo en voz baja, sus ojos astutos veían más de lo que quería que viera
— ¿Era un detonante?
—¿Un det...?
—Parpadeé. ¿Por qué utilizó esa palabra? Mi terapeuta siempre había usado esa palabra. Sacudiendo la cabeza, traté de reírme de la preocupación en su mirada.
—. No sé lo que quieres decir.
—Digo...
 —Tomó una respiración profunda y luego exhaló. Colocando los dedos sobre la cicatriz, preguntó
—: ¿Recibiste esto de la violación?
Perdí el conocimiento. En serio, por una fracción de segundo, no vi nada, salvo una oscuridad absoluta. Pero seguí completa y horriblemente consciente.
—¿Santana?
—Dedos cálidos tomaron mis hombros. Parpadeando, vi una imagen borrosa del rostro de Brittany llenar poco a poco mi vista
—. ¿Recuerdas decirme eso? —preguntó.
—No —le susurré, horrorizada—. No lo hice...
—Oh, Dios, no le dije, ¿no? ¿Por qué iba a decirle acerca de eso? Abriendo la boca para hablar, negué con la cabeza, totalmente horrorizada
—. ¿Por… por qué iba a decirte sobre eso?
—Estabas borracha. Hablamos mucho esa noche.
 —Pero... —Apreté la mano sobre mi pecho. No era algo que quería que supiera... No quería que nadie lo supiera
—. ¿Qué es exactamente lo que dije?
—No mucho. Que tenías catorce años. Él era un jugador de fútbol. Tus padres se negaron a hacer nada al respecto.
Aparté el pelo de mi cara, sorprendida de lo fríos que se sentían mis dedos.
—Pero… —Me alegro de saberlo.
 —Tomó mi mano y besó mis nudillos.
—. Me alegro de entender por qué eras tan prejuiciosa conmigo al principio. Y siento alivio al ver lo fuerte que eres. Has sobrevivido a esto y lo superaste. Yo no... Mierda. No sé cuánto piensas en ello cuando estamos juntas, pero el hecho de que todavía puedes encontrar placer conmigo es... —Negó con la cabeza. Con los ojos brillantes de emoción, sonrió.
—. Me impresionas muchísimo, eso es todo.
 Me acurruqué contra ella y metí mi cara en el hueco entre su cuello y el hombro.
—No pienso en ello, en él, no cuando estamos juntas, excepto tal vez para maravillarme por lo bueno que en realidad puede ser comparado con...
— Me estremecí al recordar lo feo que podía ponerse. 
—Me alegro. —Brittany me besó en la mejilla—. Pero si alguna vez toco un detonante, o hago cualquier cosa que te recuerde... me dirás, ¿verdad? Asentí, y por extraño que parezca no era mentira. No tenía idea como nos movimos tan rápido de profesora y estudiante que se despreciaban la una a la otra a confidentes personales. Pero estaría agradecida por siempre. No solo gané una amante, también parecía como si hice una amiga.
 Así qué, confié en mi amiga.
—Era mi último año. —Reposando mi mejilla sobre su corazón, pasé mis dedos cruzados sobre su pecho—. Me faltaban un par de meses para cumplir los quince. Zach también era de último año. —Zach. —Brittany gruñó la palabra como si quisiera guardar en su memoria el nombre de su próxima víctima. Sonreí suavemente y asentí, amando el protector tono de su voz. —Tenía dieciocho, como todos los chicos de último año, y era “el” chico. Entonces, yo no era muy buena ocultando mis emociones. Todos sabían que tenía un flechazo con él. La primera vez que me sonrió y dijo hola¸ creo que literalmente suspiré en voz alta. Cuando me pidió una cita, me hallé... en la luna.
Los brazos de Brittany se apretaron a mi alrededor, pero no me interrumpió mientras pasaba sus dedos por mi cabello.
—No tenía idea de que había una apuesta dando vueltas sobre quien tomaría la virginidad de la niña rara. Maldiciendo fluidamente, Brittany puso su cara junto a la mía y presionó nuestras mejillas. Siseó una respiración como si necesitara dejar salir algo de la ira que hacía presión dentro de ella.
 —Fue un completo caballero la mayor parte de la noche. Vimos una película; él pagó y me compró palomitas de maíz y una bebida. Estaba bastante enamorada cuando aparecieron los créditos finales. Creí que él me prestó más atención durante aquella película de acción que mis padres en toda mi vida. Me  dejó escoger la película y puso las palomitas en mi regazo para que tuviera acceso a ella. Incluso rellenó mi soda a la mitad de la película. Luego de eso, habría huido de casa y unido a una banda de gitanos solo para estar con él. Lo que sea que quisiera. Entonces cuando me preguntó si me gustaría ir al lugar conocido de besuqueo antes de llevarme a casa, estuve de acuerdo. Pero no había tenido mi primer beso hasta entonces. Como que pensé que estaría de acuerdo en ir de a poco, un paso a la vez, tú sabes.
Brittany asintió y besó mi cabeza.
 —Por supuesto —concordó conmigo, su voz suave y tranquila
—. Así es como se hace usualmente.
 —Los besos estuvieron bien —continué, preguntándome por qué no se sentía extraño hablar sobre besar a otro chico mientras estaba en los brazos de mi actual amante. Pero confesarle todo a Brittany era... natural—. No estoy segura de si el beso francés me saldría bien de buenas a primeras, pero quería hacerlo feliz, así que lo intenté. Fue cuando subió mi camisa y comencé a sentirme incomoda. Yo solo...
 —Aún no estabas lista —terminó por mí.
—Exacto. No estaba lista. Pero cuando traté de detenerlo... —Negué con la cabeza y apreté los ojos. Enterrando su nariz en mi pelo, Brittany murmuró
—: No tienes que decir el resto. Pero quería que supiera.
—Él cambió completamente —seguí adelante— . Si hubiese continuado siendo amable, si hubiese tratado de hablarme bonito un poco más, tal vez lo hubiese hecho de buena gana. Pero al primer signo de mi resistencia, se volvió brutal. Agarró mi cara con una mano, me llamó rarita frígida, y sacó un cuchillo de su bolsillo.
—Mierda.
—Los brazos se envolvieron a mi alrededor incluso más fuerte.
—Creo que amenazarme con una cuchilla lo encendía más porque fui rígida y obediente después de eso, pero continuó deslizándola sobre mi piel mientras cortaba la ropa. La tenía contra mi cuerpo cuando por primera vez, tú sabes, se forzó dentro de mí. Ahí fue cuando salté y me cortó... —De acuerdo, no más. Jesús.
 —Respiró pesadamente contra mi cabello mientras me sostenía fuerte contra ella antes de decir con voz áspera
—: Lo siento pero no puedo... supongo que no me di cuenta que escuchar por lo que pasaste sería tan... —Negó con la cabeza.
Tal vez soy retorcida, pero amé saber lo difícil que era para ella escuchar esto. Porque significaba que se preocupaba. Brittany Pierce se preocupaba por lo que me pasó. Ni siquiera mis padres se preocuparon así.
—Está bien.
—Giré en sus brazos para estar acostadas estómago contra estómago. Necesitando confortarla, le toqué la mejilla. Cuando encontró mi mirada, sus ojos azules se llenaron con tormento.
 —¿Cómo diablos sobreviviste a eso?
 —Ha pasado mucho tiempo —dije—. Justo después, me escondí mucho dentro de mi caparazón, sin ni siquiera importarme que Zach se jactara frente a toda la escuela sobre ganar la apuesta. No me importaba casi nada. Pero el tiempo y la terapia ayudan más de lo que crees.
 Brittany asintió.
 —Todavía no entiendo, ¿por qué tus padres no hicieron nada al respecto?
Me encogí de hombros.
 —El padre de Zach era uno de los colegas de mi padre en la universidad donde enseñan.
—Idiotas —bufando, Brittany agitó la cabeza—. Por favor dime que Zach terminó muriendo de forma lenta y dolorosa.
—No. Se convirtió en un abogado corporativo, y lo está haciendo muy bien; eso escuché.
 —El maldito. Probablemente presume todos los días como hizo estallar la cereza de la niña rara.
Tuve que sonreír por el ácido en su tono. Me encantó lo enojado que se puso por lo que me pasó.
—Probablemente. —Inclinándome, pasé mi nariz por la suya—. Ojalá hubiera crecido en tu ciudad. Y hubieses sido tú, la jugadora estrella de fútbol del cual hubiese tenido un enamoramiento. Sus labios capturaron la esquina de mi boca.
—Yo también. Quiero decir, además del hecho de que hubiese estado en sexto grado cuando tú estabas en el último y no era ninguna estrella en ese entonces. Aún era pequeña y flaca, y me pateaban el trasero cada dos días.
—Aun así te preferiría sobre él, todos los días. —Acercándome, le di un breve besó en la nariz.
 —Entonces supongo que es algo bueno que me tengas. Soy toda tuya, Santana López. Y si el abogado corporativo Zach alguna vez se te acerca, lo mataré. Literalmente, voy a romperle el cuello.
Riendo, besé sus labios esta vez. Tenía en la punta de la lengua decirle “te amo”, en un suave susurro. Pero me di cuenta de lo que iba a dejar escapar. Tragándome las palabras, puse los brazos alrededor de su cuello y nos giré hasta que quedó encima de mí, clavándome a la cama.
—Hazme el amor — demandé a cambio.
Su sonrisa era engreída y satisfecha.
—Sí, señora —respondió mientras su boca bajaba a la mía.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por 23l1 Sáb Ago 20, 2016 7:19 pm

Hola, jajajaja otra interesante historia. Esperemos y salga bn, ya un poco complicado que sea profesora, pero todo bn jajajaaj. Saludos =D

Pd: como te fue con los correos¿?
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Mensaje por 3:) Sáb Ago 20, 2016 8:22 pm

ahora nadies la separa....se juegan a todo o nada!!!
joder si que la tubo dificil san con su primera vez, y el imbécil que la toco!!
espero que en algún momento britt se la cobre a zach
3:)
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Ago 20, 2016 10:31 pm

23l1 escribió:Hola, jajajaja otra interesante historia. Esperemos y salga bn, ya un poco complicado que sea profesora, pero todo bn jajajaaj. Saludos =D

Pd: como te fue con los correos¿?

Hola señorita, un honor tenerla por estos lados y que haya leido mi humilde adaptación.

Complicado creo que no es la palabra clave sino prohibido, deseado, excitante. jajajaja
Amor prohibido..... excitante

Pd. con los correos no me ha ido tan bien por que no he podido darles una respuesta en concreto a las chicas que leen en el foro, creo que si tuviesen  a mano  otro correo de otro integrante del foro igual lo utilizarian por que estan muy interesadas en su registro, y a mi me interesan que se registren por que asi seremos mas.
y entre mas pues mejor. saludos 23/1
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Mensaje por 23l1 Sáb Ago 20, 2016 11:09 pm

marthagr81@yahoo.es escribió:
23l1 escribió:Hola, jajajaja otra interesante historia. Esperemos y salga bn, ya un poco complicado que sea profesora, pero todo bn jajajaaj. Saludos =D

Pd: como te fue con los correos¿?

Hola señorita, un honor tenerla por estos lados y que haya leido mi humilde adaptación.

Complicado creo que no es la palabra clave sino prohibido, deseado, excitante. jajajaja
Amor prohibido..... excitante

Pd. con los correos no me ha ido tan bien por que no he podido darles una respuesta en concreto a las chicas que leen en el foro, creo que si tuviesen  a mano  otro correo de otro integrante del foro igual lo utilizarian por que estan muy interesadas en su registro, y a mi me interesan que se registren por que asi seremos mas.
y entre mas pues mejor. saludos 23/1



Hola, jajajaja el honor es todo mio la vrdd jajajajaja. Jajajajajaja muchas palabras para describir o decir que no tiene nada de malo la vrdd xD Saludos =D

Pd: jajajajaja por eso te digo una administradora dijo que necesitaba los correos de esas personas para poder aceptar sus solicitudes y estaría listo para q ellas pudieran ser usuarios!



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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Ago 21, 2016 1:09 am

23l1 escribió:
marthagr81@yahoo.es escribió:
23l1 escribió:Hola, jajajaja otra interesante historia. Esperemos y salga bn, ya un poco complicado que sea profesora, pero todo bn jajajaaj. Saludos =D

Pd: como te fue con los correos¿?

Hola señorita, un honor tenerla por estos lados y que haya leido mi humilde adaptación.

Complicado creo que no es la palabra clave sino prohibido, deseado, excitante. jajajaja
Amor prohibido..... excitante

Pd. con los correos no me ha ido tan bien por que no he podido darles una respuesta en concreto a las chicas que leen en el foro, creo que si tuviesen  a mano  otro correo de otro integrante del foro igual lo utilizarian por que estan muy interesadas en su registro, y a mi me interesan que se registren por que asi seremos mas.
y entre mas pues mejor. saludos 23/1



Hola, jajajaja el honor es todo mio la vrdd jajajajaja. Jajajajajaja muchas palabras para describir o decir que no tiene nada de malo la vrdd xD Saludos =D

Pd: jajajajaja por eso te digo una administradora dijo que necesitaba los correos de esas personas para poder aceptar sus solicitudes y estaría listo para q ellas pudieran ser usuarios!




Hola bueno los correos de las chicas son: 
kathe_jg@hotmail.com (Kathe Garcia)
sofiamartinetto@gmail.com (Sofia Lara)
claudiakj3@gmail.com (Claudia Volcova)

cuando tenga a mano los otros correos los publico si... y mil gracias por tu ayuda y apoyo sabia que podria contar contigo... GRACIAS.
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Mensaje por micky morales Dom Ago 21, 2016 12:56 pm

Espero que aparezca ese tipo en algun momento en la historia, lo malo es que [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 3 2414267551 [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 3 2414267551 [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 3 2414267551 sea abogado!!!
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Mensaje por JVM Dom Ago 21, 2016 4:24 pm

Que bueno que Britt decidió darle espacio a San, pero tampoco tanto para que encontrará excusas para no estar juntas.
Y bueno esta vez si aprovecharon el tiempo, y me encanta que sigan confiando y sintiéndose seguras la una con la otra :3
Y exacto espero que el estúpido que le hizo daño a San haya pagado por eso y sino Britt se encargará de ello, si vuelve a aparecer!!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 22, 2016 11:45 pm

3:) escribió:ahora nadies la separa....se juegan a todo o nada!!!
joder si que la tubo dificil san con su primera vez, y el imbécil que la toco!!
espero que en algún momento britt se la cobre a zach

Hola bueno si se lo estan jugando todo, por sus sentimientos. 
Sip esa parte en especial con lo ocurrido con Santana en su primera vez no me gusto para nada  no me gusta leer en las historias que una mujer ha sido forzada.
Y mejor creo que el violador ese no aparezca mas en la historia, es pasado y que en el pasado se quede.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 22, 2016 11:47 pm

micky morales escribió:Espero que aparezca ese tipo en algun momento en la historia, lo malo es que [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 3 2414267551  [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 3 2414267551  [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 3 2414267551  sea abogado!!!

Hola, bueno yo espero por lo menos que no aparezca la verdad,  lo pasado pasado,  y Santana  no tiene por que pasar por un ultraje mas. 
Oye no tengas nada contra los abogados mira que yo soy una abogado aclaro.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 22, 2016 11:49 pm

JVM escribió:Que bueno que Britt decidió darle espacio a San, pero tampoco tanto para que encontrará excusas para no estar juntas.
Y bueno esta vez si aprovecharon el tiempo, y me encanta que sigan confiando y sintiéndose seguras la una con la otra :3
Y exacto espero que el estúpido que le hizo daño a San haya pagado por eso y sino Britt se encargará de ello, si vuelve a aparecer!!

Hola, creo que para ninguna es facil estar separadas, pero hay que cuidar las apariencias sino todo se viene abajo.
Y si me gusta que ambas aun con amor prohibido secreto  y todo eso confien en ellas, se quieran se respeten y no olviden que una es profesora  y la la otra la alumna.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 22, 2016 11:51 pm

Hola chicas, lamento no haber podido  actualizar antes pero es que hoy estuve asistiendo a entrevistas de trabajo. y hasta estas hora estoy llegando a casa.  Les cuento mi proxima adaptacion es de profesora y alumna.... que les parece ya me gusto este rollo de profesora y alumna pero aun no decido quien sera quien.

ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ

CAPITULO 23


“Tres pueden guardar un secreto, si dos de ellos están muertos”.
Benjamin Franklin.

BRITTANY

Y así empecé un romance ilícito con mi profesora de literatura. Excepto que no se sentía ilícito. Para mí, no era sucio, ni malo, ni vergonzoso de ninguna forma. Era la relación más pura que jamás tuve con alguien. Odiaba que tuviéramos que mantenerlo en secreto, pero debía admitirlo; también me encantó tenerla toda para mí. Me mostró partes de ella que nadie más lograba ver. Se abrió, habló conmigo, y a cambio, también le hablé. Las noches juntas siempre eran breves y nunca duraban lo suficiente. Por lo general tenía que esperar hasta tarde, luego del trabajo, para poder ir a verla. Y me despertaba antes del amanecer para el entrenamiento. Odiaba dejar su cama mientras ella seguía cálida y durmiendo, toda acurrucada y hermosa bajo las sábanas. Solo quería acostarme con ella y quedarme allí todo el día.
Sin embargo lo que más detestaba era divisarla en el campus. Era más difícil de lo que pude haber imaginado pasar junto a la mujer con la que acababa de pasar la noche —y no podía esperar para volver a hacerlo— sin siquiera reconocerla.
También odiaba escuchar a las personas atacarla porque calificaba tan estrictamente. No podía defenderla. No podía patear sus culos. Todos seguían asumiendo que yo no le gustaba. Y despreciaba ser incapaz de decirles a las otras chicas que coqueteaban conmigo que ya no me encontraba disponible.
Era extraño. Ni siquiera había considerado ser del tipo de chica de una sola mujer. Pero ahora que lo era, no extrañé lo otro. Estaba tan obsesionada con Santana que ni siquiera quería a alguien más. Por lo que cuando Tianna empezó a coquetear conmigo un día en el patio justo cuando Santana pasaba en su anticuado traje de poder y maletín negro, mi cuerpo se encendió al instante. No pude evitar mirar por encima del hombro de Tianna  para ver pasar a mi mujer. Pero cuando miró brevemente hacia atrás, pude ver que le molestó ver a la grupie junto a mí. Pude rechazar a Tianna sin demasiado drama; intenté convencerla de que ella debía darle algo de atención a mi amiga Quinn, tal vez acabar con la virginidad de la pobre chica. Pero solo para asegurarme de que Santana todavía supiera que pensaba en ella, y en nadie más, hice un movimiento arriesgado y dejé otra cita en su maletín cuando pasé por su escritorio más tarde esa mañana al entrar a clases. Algo que yo sabía que aligeraría su estado de ánimo.
“Por que la gente dice: que te crezcan las bolas?, Las bolas son débiles y sensibles. Si quieres  ser resistente, que te crezca una vagina. Esas  cosas pueden soportar  un golpe”.
Sheng Wang.
Mi plan funcionó; ella no podía dejar de sonreír cuando comenzó la clase. Pero todavía odiaba que tuviéramos que escondernos tanto. Cuando me llamó esa noche, me encontraba segura de que iba a mencionar a Tianna, no obstante se limitó a decir mi nombre y sorbió por la nariz, haciéndome saber que estaba llorando.
Mi corazón saltó a mi garganta al instante y me levanté del sofá donde había estado escribiendo mi último ensayo de literatura para mi exigente y sexy profesora.
—¿Santana? ¿Qué pasa?
—Mi… estás… sola necesito verte. ¿Puedo subir?
—¿Subir? —Espera, ¿qué?—. ¿Estás aquí? ¿Afuera? ¿Ahora?
—Sí, yo… es un mal momento, ¿no? Me iré.
 —¡No! No te vayas. Mi compañero de piso acaba de irse. Sube. Tu sincronización es perfecta.
Corrí a la puerta sin molestarme en terminar la llamada. Nunca vino a mi casa, por lo tanto, lo que le molestara debía ser algo importante. En cuanto asomé mi cabeza al pasillo, la vi salir de las escaleras. Lucía pálida, con los ojos hinchados y enrojecidos, y su cabello era un desastre.
 —¿Cariño? ¿Qué pasa? —La atraje a mis brazos, besando sus mechones despeinados—. ¿Te encuentras bien? ¿Estás herida? Cuando se acurrucó en mí y hundió su rostro en mi pecho, mi corazón se retorció con dolor. Odiaba verla así.
—Es mi papá —dijo con voz ronca al final. Cerré los ojos. Me contó todo acerca de su diabetes y neumonía. Parecía que el tipo podía morir cualquier día.
—Él está…  —Van a amputarle la pierna. Pero su circulación se encuentra tan mal que no saben si eso ayudará.
—Jesús. Lo siento. —Cerrando la puerta de una patada, la llevé dentro del apartamento y me senté en el sofá donde ella se enroscó en mi regazo.
—Y lo peor es que mi madre ni siquiera llamó para decirme. Fue su ama de llaves, Rita. Ella… pensó que debía saberlo. Y ahora no puedo ir a verlo porque entonces sabrán que Rita me da la información, y no quiero meterla en problemas ya que siempre ha sido tan amable conmigo, pero por qué… ¿por qué mi propia madre no me lo contaría? ¿Cómo es posible que pensara que no merecía saberlo?
Tal vez porque ella era una perra fría y egoísta que nunca consideró los sentimientos de su hija, quise decir, pero me mordí la lengua.
—No lo sé. — Froté su espalda y seguí sosteniéndola, tratando de mostrarle el mejor apoyo que podía.
—No creo que alguna vez me dirán que me quieren —susurró.
 Me rompió el corazón. Mi mamá tampoco decía esas palabras, pero siempre tuve a Caroline, Colton y Brandt. Y extrañamente, me alegraba haber terminado con los padres que tuve. Por lo menos había tenido la libertad para hacer lo que sea que quisiera. Nunca fui controlada ni me lavaron el cerebro como le ocurrió a Santana. Nunca me sentí sola o reprimida a pesar de que fui abandonada.
No como le pasó a ella. Aborreciendo a sus padres con una pasión ardiente, entrelacé nuestros dedos, palma con palma, y presioné mi frente en la suya.
—No decírtelo es su pérdida.
Me estudió; sus pestañas seguían húmedas por las lágrimas, y su nariz, roja. Pero aun así se veía lo suficientemente hermosa para dejarme sin aliento. Cualquier persona que no le dijera como se sentía por ella era un estúpido.
Abrí la boca para decirle… mierda, no lo sé. Ella había alterado por completo mi mundo en las últimas semanas, y desearía que supiera lo increíble que era. Quería que supiera lo que me hacía. Eso me recordó la próxima cita que pretendía darle.
“Cuando  encontramos  a alguien  que es valiente, divertido, inteligente y cariñoso, tenemos que agradecerle al universo.”
Maya Angelou
No obstante Santana puso los dedos sobre mis labios para mantenerme callada. Entonces sonrió suavemente y se inclinó, dejando caer su mano de mi  boca para besarme. Gemí contra sus labios y deslicé mis manos en su pelo. La parte inferior de su cuerpo se movió hasta que su calor cubrió mi excitación. Luego se frotó contra mí, y demonios, tuve que devolvérselo. Mis dedos se dirigieron bajo su camiseta y a la parte trasera de su sostén, donde abrí el broche. Justo cuando empecé a avanzar a la parte delantera, se abrió la puerta de mi apartamento. Santana lanzó un grito y se pegó a mí, ocultando su rostro en mi pecho, y me apresuré a sentarme, sacando mis manos de su camiseta. Puck entró. —Rubia, olvidé mi maldita bille…
—Se detuvo de golpe
—. Mierda. Lo siento. Mi error.
Sacudió las manos en el aire y comenzó a retirarse del apartamento, pero Santana levantó su cara y lo miró. Deteniéndose, él la miró fijamente.
—¡Vete! —grité, y agarré un cojín del sofá para lanzárselo.
Pero rebotó en su desapercibida cabeza. Ladeando su rostro, la estudió desde un ángulo diferente. —¿Por qué te pareces a…?
—Entonces se dio cuenta de quién era. Sus ojos se desorbitaron.
— Santa mierda.
 —Fuera —ordené, bajándola de mi regazo para poder ponerme de pie y bloquear su vista de ella también mientras me dirigía hacia él.
 El imbécil seguía sin moverse.
—Jesucristo, Rubia. Ella es…
Lo empujé hacia el pasillo y cerré la puerta. Y fue entonces cuando se descontroló.
—Te estás follando a la profesora. Oh, mi maldito Dios, estás follándote a la jodida profesora. Santa mierda, Pierce, esto es tan… soberbio. Tú eres la jefa. ¡La Reina Rubia! Golpeando mi mano sobre su boca, apreté los dientes y le di una mirada de advertencia antes de mirar con preocupación hacia la puerta cerrada.
 — Cállate —siseé, amenazándolo con mis ojos.
Apartó mi mano.
 —¿Callarme? —susurró
—. ¿Es broma? Mi compañera de piso oficialmente es tremenda. Lo estás haciendo por la calificación, ¿no? ¿Así puedes mantener tu beca? Maldición, eres brillante. Quiero decir, sabía que podías encantar a las damas, pero conseguir que la estricta López deje caer sus bragas es… épico. Espera que los chicos escuchen…
—¡No! —Agarré un puñado de su camiseta y lo acerqué—. Nadie puede saberlo, Puck. Jesús, si le dices a alguien… joder. No hay nada que contar, ¿bien? No viste nada. Nada está pasando. Esto… no es un tema. ¿Lo entiendes?
—Al demonio con eso. Te estás follando a la jodida profesora. Vas a pasar a la historia como…
 —¿No escuchaste al entrenador después del escándalo de voleibol? Si nos atrapan con cualquier miembro de la facultad, estamos fuera del equipo. Perderé mi beca. Ella perderá su trabajo. Todo se irá al infierno. Puckerman, por favor. Tú. No. Viste. Nada.
Le rogué con mi expresión, y por fin gruñó algo.
—Maldición. Sabes cómo quitarle la diversión a todo. Irrumpió más allá de mí y abrió la puerta del apartamento antes de que pudiera detenerlo.
—Diría hola —le dijo a Santana cuando entró—, pero al parecer, no veo nada.
 Ella se paseaba frente al sofá, con el rostro pálido, los brazos cruzados fuertemente sobre su pecho y las manos metidas en las mangas de su camiseta como si tuviera frío. Sin hablarle, lo miró marchar por el pasillo y desaparecer en su habitación.
 Él regresó segundos después, sacudiendo su billetera y sin mirar ni a Santana ni a mí, antes de salir del apartamento nuevamente. Solté una respiración y me apoyé contra la pared, frotándome la cara con las manos.
—Estás enloqueciendo, ¿verdad?
—Debería irme. —Corrió hacia la salida, con su mirada en el piso.
 Pero agarré su hombro y la acerqué para poder presionar mi boca en su mejilla. Permaneció rígida en mis brazos.
—Puedo confiar en él —susurré.
 Levantó la barbilla, con ojos húmedos y asustados.
 —Me alegro de que tú puedas.
—No dirá nada. Lo prometo.
 —Lo mataría si lo hiciera, y estaba seguro de que él lo sabía.
 Se limitó a sacudir la cabeza.
 —No debería haber venido aquí esta noche. Estaba… ¿en qué pensaba?
—Me alegra que lo hicieras. —Besé su mejilla esta vez—. Soy tu novia,  Santana. Quiero estar allí para ti cuando pases por cosas difíciles.
—¿Mi novia? —dijo con voz ahogada y sonó incrédula—. ¿Cómo puedes ser mi novia cuando no puedo decirle ni a un alma sobre ti?
Gruñendo entre dientes, le fruncí el ceño.
—Soy tu novia porque soy tu novia. No necesitamos más explicación que eso. Simplemente es así. Soy la que está ahí cuando estás feliz, y cuando estás triste, y cuando te desmoronas en mis brazos. Esto… —Golpeé su cuerpo contra el mío así podría sentir lo que me hacía—, me hace tu novia.
 Una lágrima bajó por su mejilla. Levantando los dedos, tocó suavemente mis labios.
—Me gustaría tener tu confianza.
Besé las puntas de sus dedos y limpié la lágrima.
—No la necesitas. Tengo suficiente para ambas.
 Y con eso, le hice cambiar de opinión. Dejó de  resistirse y se inclinó cuando la besé. Cuando la llevé de vuelta a mi habitación, sonrió y tironeó mi camiseta. No fue hasta luego de que se durmió más tarde esa noche y se acurrucó a mi alrededor en la cama que aumentaron mis propias dudas.
El hecho de que Puck lo supiera, hizo que el riesgo acabara de duplicarse. Era egoísta de mi parte seguir con ella, continuar haciendo esto, porque podría terminar tan fácilmente lastimándola a ella y a mi familia. Pero luego me di cuenta que aún no me importaban lo suficiente los “¿qué pasaría si?”, porque mi determinación de seguir con ella también se había duplicado.
Santana se metió tan profundo en mi sangre que me hallaba más que dispuesta a tomar cualquier oportunidad que tuviera solo para estar a su lado otro día más.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 22, 2016 11:52 pm

CAPITULO 24


“Es mas fácil perdonar  a un enemigo que perdonar a un amigo”
William Blake

BRITTANY

—Vamos a salir esta noche. Era un viernes y ni Puck ni yo teníamos que trabajar. Esta tenía que ser la segunda vez en un mes que habíamos tenido la misma noche libre, y que sea un fin de semana lo hizo aún más raro.
Pero yo había estado pensando en ir a la casa de Santana. Las veces que lograba pasar toda la noche con ella eran pocas y distantes entre sí. Ansiaba locamente algo de tiempo con mi mujer.
 —No puedo —dije, dándome prisa en terminar la tarea que tenía para historia—. Ya tengo planes.
—¿Qué? ¿Vas a ir a la casa de la Dra. López para ganar tu siguiente sobresaliente?
 Dejando de golpe mi bolígrafo sobre la mesa, me puse de pie y lo miré con el ceño fruncido.
 —Basta de esa mierda. No vuelvas a hablar de ella de esa manera. Joder, ni siquiera pienses en ella. Tú y yo no vamos a hablar de esto.
—Rubia —con una risa nerviosa, Puck dio un paso hacia atrás y levantó las manos.
— sabes que solo estoy jugando contigo.
Mis manos se hicieron puños junto a mis caderas.
—Pues no es gracioso.
—Oye. —De repente serio, Puck se puso la mano sobre el corazón—. Cuando, y digo cuando, no si, lo que hay entre ustedes dos se eche a perder, vas a poder contar conmigo, Rubia.
 Te proporcionaré todas las cervezas de autocompasión que necesites y te encontraré a la próxima chica rebote. Pero hasta entonces, es mi derecho divino como tu mejor amigo hostigarte con amor tan a menudo como sea posible.
Dejé escapar un suspiro largo y cansado.
—Así que, básicamente, ¿no te callarás?
 Él sonrió, amplio e intratable.
—Oh, infiernos no. —Luego se sentó en la silla junto a mí—. Por lo tanto, ¿qué le gusta? ¿Ella te lo hace con las luces apagadas? ¿Arranca un trozo de sábana para adaptarse a tu bestialidad?
—En serio. —Lo despedí con un gesto, como si estuviera espantando una mosca molesta—. No vas a sacarme nada. Deberías callarte.
—Pero me estoy muriendo de curiosidad. Esto es grande. Enorme. Y si no puedo hablar al respecto con nadie, tengo que hacerlo contigo.
Gemí.
 —Dios mío, sálvame.
Recogiendo mi bolígrafo otra vez, traté de volver a mi tarea. Pero mi compañero de cuarto no se detendría.
—¿La has visto desnuda? ¿Así como Dios lo trajo al mundo? ¿Tiene un cuerpo decente bajo toda esa ropa o qué? Podría entender eso, ya sabes, que ella oculte sus dones. Apuesto a que se convierte en un maldito animal una vez que la desnudas. ¡Bam!
Golpeó sus palmas en la parte superior de la mesa.
— Tiene aros en los pezones, ¿no? Rodé los ojos.
—No tiene… —Al darme cuenta de que iba a confesar que, efectivamente, había visto sus pezones, rápidamente me corregí con
—: ...un aro en el ombligo.
—¿Pero sus pezones? —Puckerman, acercándose y emocionándose al tiempo que golpeaba la mesa—. Oh, mierda. Están perforados, ¿no es así? ¡Lo sabía! Maldita sea, eres la más afortunada hijo de…
Lo corté con una mirada fulminante.
—No he dicho que estuvieran perforados.
—Pero no lo negaste.
—No dije que no tenía un tatuaje y no has asumido automáticamente que tiene uno de esos, ¿verdad?
—Oh, diablos. ¿También tiene un tatuaje? Creo que estoy enamorado. ¿Dónde está? ¿En la espalda baja? Apuesto a que es una mariposa.
Con un gemido, traté de concentrarme en mi lección de historia, pero Puck golpeó de nuevo la mesa.
—En serio, corta ya ese maldito estudio. Verte estudiando me da urticaria. Ahora lleva tu culo a la habitación, ponte algo de ropa, y ven conmigo a tomar algo.
 —Cuando lo miré, sonrió—. No voy a dejar de hostigarte acerca de ella hasta que te comprometas a pasar conmigo esta noche.
 Así Puck me convenció de ir con él. Cuando llamé a Santana para lamentar mi cambio de planes, se puso del lado de mi compañero de cuarto, diciendo que necesitaba socializar como siempre o la gente podría llegar a sospechar.
No quería ir, pero lo hice. Fui bombardeada tan pronto como entré en la casa de la fraternidad. Supongo que pasó un tiempo desde que estuve de fiesta. Los compañeros de fútbol me golpearon en la espalda y me detuvieron para charlar. Las chicas me lanzaban miradas de soslayo. Y la gente seguía rellenando mi copa tan pronto como esta casi se vaciaba. Todo era muy típico, y sin embargo, ahora parecía mal. Aquí nada había cambiado, pero me sentí como si yo lo hubiera hecho.
Anhelaba una noche tranquila con Santana, viendo una película en su sofá o experimentando en la cocina con diferentes comidas para llevar. Habríamos cocinado juntas. Nos habríamos duchado juntas. Comido y dormido juntas. Trabajado en la tarea juntas; ella calificando y yo escribiendo.
Todo era tan doméstico y tal vez incluso aburrido, pero nunca me aburría con ella. Y siempre quería regresar por más. Y ahora, en esta casa concurrida y con música a todo volumen, yo sólo quería ir a la suya.
—Hola, Brittany, bebé. —Calientes dedos femeninos se deslizaron por mi brazo, haciéndome alejarme y girar hacia la pelirroja que me sonreía. La amiga de Tianna. Marci, si recordaba correctamente.
—Hola —grité por encima del ruido, inclinando la cabeza para saludarla de una manera vaga.
Ella se acercó de puntillas y se inclinó para hablar en mi oído
—: ¿Lista para cobrar esa oferta? El trío. Mierda, me olvidé por completo de eso. Al mirar los alrededores, vi a Tianna acercándose a nosotras. Saludó con la mano, y mi estómago se arremolinó con inquietud. Sintiéndome acorralada, pero queriendo dejar a la chica amablemente, le sonreí y sacudí la cabeza.
 —Mala noche. Mordiéndose el labio, envolvió los brazos alrededor de mi brazo.
 —¿Y mañana? Por favor.
 Genial. No iba a darse por vencida, ¿verdad? Hice una mueca.
—Mira, agradezco la oferta, pero...
 Sus ojos se estrecharon ligeramente.
—¿Quién es ella? —preguntó, sin sonreír, y luciendo como si estuviera lista para golpear a alguien.
Una señal de alarma corrió por mi espina dorsal, pero seguí actuando con normalidad. Despistada. Fruncí el ceño.
 —¿Quién es quién?
—¿La nueva chica a la que estás follando? No te he visto con nadie en la universidad.
—Marci —dije entre dientes, comenzando a molestarme con esta conversación—, no quería ser una idiota y decir esto, pero no estoy interesada en ti.
Soltó un bufido.
—¿No estás interesada? —Dando marcha atrás, extendió sus manos para abarcar su cuerpo—. ¿En esto?
En realidad prefería más el aspecto de Santana. Pero no podía decir eso. Sin embargo, podría hacer mella en el ego inflado de Marci.
—Mira, Tianna me dijo lo obsesionada que estás conmigo. Y no busco nada de eso. No tengo relaciones, no me gustan las mujeres pegajosas ni las llamadas telefónicas a medianoche, rogándome que les dé otra oportunidad. Y tienes exactamente ese tipo de drama escrito sobre ti.
Cuando abrió la boca, me di cuenta de que quizá había ido un poco lejos. Le envié otra mueca de disculpa y le di una palmada amistosa en el hombro. Entonces me di la vuelta y salí de allí lo más rápido posible sin parecer como si estuviera escapando. No me siguió, pero tuve la sensación de que eso no era lo último que escucharía de ella.
 Nunca había rechazado así a una mujer, así que cualquier cosa que me hiciera en respuesta, seguro me lo merecía. Sin embargo me enfrenté a una nueva serie de problemas cuando entré en la habitación de al lado.
 Se encontraba menos llena, tenía un par de sofás situados alrededor de una mesa y frente a un televisor. Y mi compañero de cuarto se hallaba en el centro de la acción, bebiendo de un embudo y luciendo completamente desenfadado.
—¡Ah! —gritó al verme. Saltando sobre la mesa de café, fingió rasguear una guitarra como un rockero—. Estoy loco. Estoy loco. Estoy loco. Estoy caliente por la profesora. —Luego apretó los puños y movió las caderas hacia delante, mientras continuaba cantando el viejo éxito de Van Halen. Sacudí la cabeza y suspiré.
—Voy a matarlo. De verdad voy a matarlo.
 —Oye, Pierce. —Ahuecó las manos alrededor de su boca y gritó
—: Canta conmigo. Estoy loco. Estoy loco. Estoy loco…
—Estás malditamente borracho —le grité.
—No, ¿de verdad? ¿Cómo adivinaste? Oye, ¿le gusta jugar a la colegiala sucia? De esa forma tú podrías ser su profesor de vez en cuando. Quinn apareció a mi lado, sosteniendo un vaso de plástico rojo mientras escudriñaba a Puck.
 —¿De qué está hablando?
 —No tengo idea.
No podía dejar de mirar a mi compañero de cuarto, pensando en la forma más rápida para callarlo. Muerte. Sí, tendría que ser la muerte.
—¿Qué tipo de cosas te hace hacer por crédito extra? ¿Escribir fóllame cincuenta veces seguidas? ¿La llamas Dra. López cuando estás dentro de ella? Oye, ¿sabes su nombre?
—¡Suficiente!
—¿Crees que subirá mi nota también si me ofrezco a lamer su…?
Con un rugido, me lancé a las piernas de Puck. Cuando ambos nos caímos de la mesa, alguien gritó y cerca de una docena de jugadores corrieron a separarnos. Pero pude darle un par de buenos puñetazos antes de alejarme de él. Quinn era la única con lo suficiente  para separarme.
Respirando con dificultad, lo empujé tan pronto como me metió en un apenas iluminado baño. Pero Jesús, no podía creer que mi mejor amigo me hubiera traicionado así.
—Voy a matarlo —murmuré imperturbable, sintiéndome mal. Santana nunca me perdonaría por esto. Oh, Dios. ¿Acabo de arruinar toda su vida?
—. No puedo creer que él… él…
—Cielos, Brittany.
Fabray tiró de mi brazo para que la enfrentara.
—. Está borracho. Siempre dice cosas estúpidas cuando está ebrio. Mi pecho se movía de la fuerza con que respiraba.
 —Pero él dijo… Quinn se rió y sacudió la cabeza, luciendo totalmente despreocupada por cómo todo estaba por irse al demonio.
—De verdad no te preocupará que creamos algo de lo que dice, ¿no? Todos sabes cuánto odias a López. Cuando hice una mueca, todo dentro de mí todavía se encontraba demasiado abierto y crudo. La verdad debió haberse reflejado en mi rostro porque sus ojos se ampliaron.
—Oh —susurró boquiabierta, como en un estado de conmoción.
Siseé—: Mierda. —Y cerré los ojos con fuerza. Maldición. Fabray no tenía que saber esto. Ya lo sabían demasiadas personas. Rayos, después del pequeño espectáculo de Puckn, me sorprendería si todo el mundo no lo supiera.
Cuando me arriesgué a mirarla, Quinn seguía mirándome.
—Mira, no es lo que crees. Levantó las manos de inmediato y sacudió la cabeza.
—No, por supuesto que no —concordó—. Quiero decir, después de la orden del entrenador Jacobi  y el escándalo con el equipo de voleibol, no arriesgarías su trabajo y tu propio futuro de esa forma, solo para…
—Sus ojos estaban muy abiertos y buscando.
— ¿Lo harías? La amas, ¿verdad? Me llamó la atención cuán verdaderamente inocente era Quinn Fabray.
 Nunca había oído que a la chica maldijera, o dijera algo despectivo de alguien más. Tenía en ella ese algo puro, de chica de al lado y pensaba lo mejor de todos. Siempre nos burlábamos de ella por ser virgen, y mirándola ahora mismo, tuve que preguntarme si seguía siéndolo. Me miró fijamente con adoración.
Yo era la líder de nuestro equipo, y ella siempre me miraba como si no pudiera hacer algo mal. Si ahora decía algo equivocado, podría acabar con todo su sistema de creencias.
—Joder, sí, la amo —siseé.
Y luego me di cuenta de que lo acababa de admitir, pero lo más sorprendente fue que no mentí. Todas las sensaciones huyeron de mis miembros, y mi cara probablemente se puso blanca como el papel mientras retrocedía para sentarme en el asiento cerrado del inodoro.
— Oh, mierda. La amo. Amo a Santana
—No te preocupes. Fabray dio un salto y me palmeó el hombro para apoyarme cuando hundí la cara entre las manos—. No se lo diré a nadie. Lo juro. Digo, tú eres una de las pocas amigas que tengo aquí, así que… —Se encogió de hombros y me ofreció una sonrisa patética—. No tengo a nadie a quien contárselo. Dios, parecía tan… joven. No podía recordar haber sido así. El mundo me había envejecido desde que nací; siempre sintiéndome responsable de alguien, o evitando una pelea, o trabajando para no meterme en problemas. Nunca sentí tal devoción ciega por nadie en la forma que Quinn parecía tener por mí.
—¿De verdad solo tienes diecinueve años? —me pregunté en voz alta, encontrando difícil creer que alguien pudiera permanecer tan pura por tanto tiempo.
Quinn se ruborizó y se aclaró la garganta antes de rascarse la oreja.
—De hecho, tengo veintiuno.
—¿Eh? Pero eres una…
—Sí. —Se encogió de hombros y apartó la mirada—. Me suspendieron en la escuela por un par de años. Por alguna razón, eso me recordó a Santana, quien había sido adelantada en la escuela.
Debe arruinar la sociabilidad de una persona meterse con su horario escolar. La miré con ojos nuevos, y la boca abierta para decir algo, cuando se abrió la puerta del baño. Puck entró tambaleándose. Un corte en su labio parecía haber terminado de sangrar recién. Sus ojos lucían inyectados en sangre, pero parecía haberse puesto un poco sobrio, porque empezó a disculparse de inmediato.
—Pierce, Rubia, lo sien…
La rabia hirvió en mi torrente sanguíneo y me puse de pie. Llevando el brazo hacia atrás, lo golpeé en el ojo.
—Hijo de puta. Gimió y se agarró el rostro. —Mierda —murmuró, doblándose y moviéndose en el lugar como si eso pudiera aliviar el dolor—. Joder, rubia. Eso duele. —Se enderezó, agarrándose el ojo. Señalé con el dedo su nariz y gruñí
—: Si ella recibe alguna pena a causa de lo que acabas de hacer, nunca te lo perdonaré.
Empujándolo al pasar, abrí la puerta para irme, pero atrapé a una Fabray con los ojos muy abiertos, mirándonos.
—. Y tú. —La señalé. Tragó y dio un paso hacia atrás. Todavía no podía creer que tuviera veintiún años. Lo suficientemente grande como para beber alcohol, o más importante, servirlo—. ¿Necesitas un trabajo?
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El mundo de Brittany

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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 22, 2016 11:53 pm

CAPITULO 25


“Solo aquellos  que se arriesgan  a ir muy lejos, pueden descrubrir cuan lejos  se puede llegar”
T.S Elliot

SANTANA

Jueves en la noche. Noche de chicas. El Club Nocturno Forbidden estaba lleno como siempre. Después de aplicarme un poco de maquillaje y colocarme mi par favorito de pantalones ajustados con botas altas de cuero y una blusa elegante, entré al club, incapaz de estar lejos de mi mujer.
Caminando entre la multitud, me mantuve cerca de las paredes oscuras, preguntándome si ella estaría atendiendo mesas o en el bar esta noche. Escaneé las mesas primero hasta que vi a un mesero. El compañero de Brittany se hallaba de pie junto a una mesita, metiendo unos billetes en la cintura de su delantal negro para darle a la mesa llena de chicas su cambio. Tuve el mal presentimiento que sabía dónde había obtenido el ojo negro que llevó toda la semana, así que nunca le había preguntado al respecto a Brittany.
Mientras Puck entregaba el cambio, se inclinó para hablar en el oído de una chica. Pero lo que sea que dijo debió haber sido bastante ofensivo porque la boca de ella se abrió justo antes de abofetearlo. Él sonrió, le lanzó un beso y se alejó sin prisa.
Sacudiendo la cabeza, me pregunté cómo Brittany se había hecho amiga de tal personaje. El próximo mesero que vi resultó ser otro de mis estudiantes. También otro jugador de futbol. Él debió haber sentido mi mirada porque me vio al pasar y casi se tropezó con sus pies. Miró boquiabierto un segundo antes de acercarse a mí.
 —D…Dra. López —saludó.
Mierda. Mi cubierta estaba arruinada
—. ¿Necesita un trago?
—No. Yo… —Comencé antes de callarme.
Genial, si no necesitaba un trago a mitad de precio en la noche de chicas, entonces, ¿qué razón tenía para estar aquí? Así que abrí la boca para ordenar algo, cualquier cosa, cuando él señaló con su cabeza a la parte trasera del club.
—. Brittany está trabajando en el bar esta noche. Quedé boquiabierta.
 —Yo… ¿perdón? —Fruncí el ceño como si estuviera confundida.
Por dentro, mi sistema nervioso se volvió loco de pánico. Pero, ¿por qué demonios me diría automáticamente donde estaba Brittany? No debería saber que me encontraba aquí para ver a Brittany. Como si se diera cuenta que había hablado de más, amplió los ojos.
 —Es decir...
—Tosió en su mano. Imaginé las ruedas en su cerebro girando, tratando de idear una cubierta.
— Es decir... mi amiga, Brittany, fue al bar... sabe, en caso de que cambie de parecer y quiera ordenar algo. Puede ir allá, sin problema, y ordenar algo... si quiere... más tarde.
Él debía ser el peor mentiroso de la faz de la tierra. Una instantánea capa de sudor ya había cubierto su rostro y sus ojos abiertos como si me rogaran que le creyera. Pero al menos parecía saber que estaba atrapado porque se alejó antes de que pudiera responder y se perdió en la multitud de personas. Lo observé, mi corazón latiendo fuerte. Él sabía. Sabía acerca de Brittany y yo. Mis instintos de huida se activaron. Quería correr hacia la puerta y continuar corriendo, porque si este chico sabía, entonces, ¿quién más lo sabía? El compañero de cuarto de Brittany sabía. Más se acabarán enterando.
De repente me sentí como si estuviera en frente del tictac de una bomba. Esto iba a terminal muy mal. No parecía haber forma de salir de esto.
 —Hola, ¿dama hermosa? —dijo una voz a mi derecha, regresándome al presente.
— ¿Puedo conseguirte un trago?
Me di la vuelta lentamente, para ver a otro mesero acercándose. Este tenía un tatuaje a un lado de su cuello, otros más a lo largo de ambos brazos y demasiadas perforaciones para contar. Lo miré pero no lo observé realmente. La certeza de mi inminente perdición me abrumada, y no podía respirar bien. Pero el mesero sonrió y chasqueó su dedo como si me reconociera.
— Estuvo aquí hace unas pocas semanas, coqueteando con Pierce, ¿cierto? Ella está trabajando en la barra esta noche.
—Serpenteando su brazo alrededor de mi cintura, aplicó la más minina presión en la base de mi espalda y me incitó hacia adelante mientras me acompañaba al bar. No estaba presionando, sino siendo considerado, por lo que sabía que podía retroceder y escapar si quería.
 La parte mala era que sí quería escapar. No estaba segura de si podía enfrentar a Brittany ahora. Mi mente daba vueltas y el objeto de mi bolso parecía calentarse a través del cuero y quemar mi pierna.  
Dejé que el compañero de Brittany me guiara de todas maneras. Se inclinó ligeramente para hablar en mi oído.
—Ella está un poco malhumorada esta noche, así que tal vez puedas animarla para nosotras, ¿sí?
Quería preguntar por qué Brittany estaba malhumorada, pero demasiado pronto, nos encontrábamos allí, en el bar.
 —Oye, Pierce —gritó el hombre a mi lado mientras sacaba una banqueta y me ofrecía una mano para ayudarme a sentarme.
La espalda de Brittany nos enfrentaba. Se encontraba ocupada mezclando una bebida, así que no se dio vuelta de inmediato. Solo coloqué mi bolso en mi regazo y enderecé mi espalda en el asiento cuando finalmente echó un vistazo. Su compañero de trabajo apoyó un brazo en la barra y otro suelto alrededor de mi cintura mientras gritaba por encima del ruido.
—: Consigue alguna orden por aquí. Nunca quitando sus ojos de los míos, Brittany llevó su trago a la barra y lo colocó frente a la persona que lo había ordenado. Y entonces vino directamente hacia nosotros.
—Necesito dos cervezas de barril, Corona en una botella, y un fuzzy navel —dijo el mesero tatuado.
Brittany ni siquiera le dio la hora del día. Sus labios se retorcieron y sus ojos brillaron en una sonrisa. Al final, preguntó
—: ¿Qué estás haciendo aquí? Ella  lucia muy complacida de verme para empezar a lanzar preguntas acerca de cuantas personas sabían acerca de nosotras.
 Diablos, incluso olvidé lo que descansaba en mi bolso. Me sentía demasiado emocionada de estar en su compañía nuevamente. Nuestro tiempo robado para estar juntas había sido extraño esta semana. Unas pocas miradas de anhelo a través del salón de clases era todo lo que habíamos sido capaces de conseguir. Mi cuerpo se volvió consciente de todo. Quería agarrar su ajustada camisa negra, arrastrarla al armario más cercano y recrear nuestra primera vez juntas. Por la forma en que sus ojos brillaban, tenía el presentimiento de que tenía pensamientos similares.
—Vine por una bebida —me las arreglé para decir.
 Su media sonrisa se convirtió en una completa. Con un guiño, se inclinó sobre el bar y con una voz ronca dijo
—: Entonces viniste al lugar adecuado.
—Oye. —Su compañero de trabajo golpeó la parte superior del bar entre los dos.
—. ¿Me escuchaste, princesa? Dije que necesitaba…
—Te escuché —espetó Brittany, pero continuaba mirándome. Su voz bajó de nuevo al dirigirse a mí, dijo
—: Ya regreso. No vayas a ninguna parte. Ella regresó con todo un lote de alcohol. —Dos cervezas de la casa, una Corona, y un fuzzy navel —dijo, colocándolos en frente de su amigo.
—. Y una Bud Light Lime para la adorable dama.
Mientras colocaba la bebida en frente de mí, añadió con un guiñó
—: Cortesía de la casa.
Tomé la cerveza, deleitándome con la forma en que el líquido frío humedeció mi garganta seca. Brittany se quedó para observar; su mirada dirigida a mis labios. Sabiendo lo mucho que le gustaban las bocas, coloqué mi labio inferior entre mis dientes y succioné una gota de cerveza de él. Ella alzó su mirada.
—Quédate hasta cerrar —dijo, formulándola como medio pregunta y medio petición.
— Iré a casa contigo esta noche.
La inutilidad de nuestra situación me inundó de nuevo, pero asentí de todas maneras. No podía mantenerme alejada de ella. Y no quería hacerlo. Me quedé hasta la hora de cierre, y luego me quedé un poco más. Para el momento en que quedaba solo un puñado de clientes, los cuatro compañeros de trabajo de Brittany miraban en mi dirección, pero ninguno de ellos me había pedido que me fuera. Estoy bastante segura que todos sabían exactamente la razón de mi presencia allí. A pesar de que me emocionaba pasar tiempo con ella después de que cerrara, las preocupaciones aumentaron mientras permanecía allí. ¿Todos con los que trabajaba sabían sobre nosotras? Estábamos siendo muy obvias, ¿no es así? Dios, ¿cuán patético era esto? Nos conocíamos por dentro y por fuera, compartimos más intimidades que nunca antes había compartido con otra alma viviente, y debíamos esconder todo como un par de adolescentes patéticas. Esto debía terminar.
Como sintiendo mi estado de ánimo, Brittany echó un vistazo. Su mirada parecía ver todo dentro de mí, y se dirigió adelante justo cuando alguien más se acercó al bar. Noté por la forma en que tensó su mandíbula que apretaba los dientes en frustración mientras observaba a la mujer de mediana edad que nos interrumpió.
 —Lo siento, señora —le dijo—, pero estamos cerrando.
—Está bien —respondió ella, lentamente y metódicamente colocando su mano en el bar.
— No vine por una bebida.
Campanas de alerta sonaron dentro de mi cabeza mientras me daba la vuelta hacia ella y la observaba del todo. Algo acerca de ella, la forma limpia y precisa en que se hallaba vestida y cada movimiento calculado que hacía, me recordó a mi madre. Esta mujer era una cobra, y estaba enrollada fuertemente, lista para atacar a su próxima víctima. Cuando se dio vuelta para mirar directamente al compañero de Brittany detrás del bar, tuve que voltear y mirar también. El señor Lowe, quien tomó obras maestras del mundo conmigo con su energética y alegre novia, se encontraba de pie junto a la caja registradora, contando las ventas, con su espalda a nosotras. Como si sintiera ojos sobre él, o tal vez había escuchado la voz de la mujer y la reconoció, sus manos se congelaron en la pila de billetes de veinte.
 Un respiro pasó antes de que girara lentamente y viera directamente a la cobra. Luego se puso tieso como si ella de algún modo lo hubiera inmovilizado y atrapado con su mirada. El color se drenó de su rostro, y un puñado de billetes de veinte dólares cayó de su mano floja, dispersándose en el aire mientras se esparcían en el piso. La mirada en su rostro era tan familiar para mí. La vi muchas veces en el espejo después de que había sido atacada por Zach. Cada vez que me preguntaba: por qué esto me pasa a mí, por qué el mundo me odia tanto, que he hecho para merecer esto, había tenido esa misma expresión en mi rostro.
Lanzándole una sonrisa conspiradora, la mujer murmuró—: Hola, Mason. Directamente a través de la barra, podía de hecho sentir a Brittany ponerse rígida.
 Un vistazo a su rostro me dijo que podía sentir la incomodidad entre Mason y la mujer tanto como yo podía. Su mirada estaba fija entre los dos y lucía como si quisiera saltar y defender a su amigo, pero no estaba segura de cómo… o por qué.
Después de tragar duramente, Mason finalmente abrió su boca. —Vete —dijo suavemente, pero el acero detrás de esa única palabra envió escalofríos a través de mí. Si fuera la mujer, me hubiera ido ya mismo.
Pero ella solo sonrió como si su orden severa la divirtiera. Luego se delató cuando pestañeó, agitando sus pestañas rápidamente. Él la había puesto nerviosa.
—Necesito hablar contigo, cariño.
El rostro de Mason fue de blanco a verde tan rápido que pensé que vomitaría por todo el piso.
 —No estoy interesado —dijo y se agachó para recoger los billetes caídos; sus manos temblaban lo suficiente para hacerlo titubear. Impacientándose con él, la mujer se inclinó sobre la barra.
 —¿No quieres saber lo que tengo que decir?
Vine hasta aquí para verte. —No me interesa lo que tienes que decir —gruñó él, aún luchando por colectar todo el efectivo que soltó-
—. Quiero que te vayas. Para siempre.
 Ella entrecerró los ojos y apretó los dientes. No le gustó ser ignorada… justo como a mi madre. Brittany se agachó y lo ayudó a recoger el dinero. No podía escuchar lo que decía, pero murmuraba algo, y Mason asintió en respuesta. Justo cuando hizo eso, Brittany se levantó, enderezándose y dando la vuelta para darle a la mujer una sonrisa amable.
 —Entonces, como dije —comenzó de nuevo ella—, el bar está cerrado. Si puede irse ahora…
—No me voy a ir hasta que hable con Mason.  La sonrisa de Brittany cayó y su mandíbula se endureció de nuevo.
—Bueno, él no quiere hablar contigo, así que… piérdete. Ella la fulminó con la mirada y un sonido de repugnancia salió de sus fosas nasales antes de darse la vuelta para ver a Mason levantarse y colocar los billetes de veinte de regreso en la caja registradora.
—Ella no parece saber lo que eres, ¿verdad? —dijo mirando más allá del hombro de Brittany—. Dudo que alguien en este lugar sepa lo que has hecho. — Giró para mirar a todos los demás chicos que trabajaron en la noche de chicas. Eran las únicas personas ahora. Ella y yo éramos las dos últimas clientes que quedaban. Todos los chicos que habían estado de meseros y que se hallaban cerca, recogiendo la basura, limpiando, se detuvieron de hacer lo que hacían y fijaron su atención en ella. Habiendo ganado su audiencia, la malvada mujer rió y se dio vuelta hacia Mason.
 —Apuesto a que estarían muy interesados en saber cómo solías ganarte tu dinero.
Mason cerró de golpe la caja registradora, haciéndome saltar. Giró para lanzarle una mirada asesina a su visitante.
—¿Que jodida cosa quieres? El placer rebosó por su rostro. En una voz dulce, murmuró
—: Te lo dije; necesito hablar contigo.
—Entonces di lo que sea que mueres por decirme y vete —gruñó—. Y nunca regreses. Ella observó a Brittany y luego a mí antes de discretamente lamer sus labios.
 —Creo que preferirías escuchar esto en privado.
Él rió, duro y corto.
—No pasará.
—Bien. —Agitó su cabello y dio una sonrisa débil-
—. Ya que me fuerzas a hablar delante de tus amigos, entonces lo haré. Estoy embarazada. Y eres el padre. —Se alejó un paso del bar y desató la cinta de su abrigo para que cayera, revelando la cintura abultada por debajo de su blusa.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por JVM Mar Ago 23, 2016 12:32 am

Ay ese estúpido de Puck me choca, siempre con sus tonterías, esperó que no haya ninguna consecuencia y que entienda que esto no es un juego para Britt.
Y bueno Britt defendiendo a su amigo, al parecer cometió errores en el pasado y esta tipa no lo quiere dejar avanzar.... Haber como siguen las cosas :/
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Mensaje por 3:) Mar Ago 23, 2016 10:03 am

Punk se la busco... Y se la aguanta por bocasas aunque este borracho no tendria que hablar...
Me gusto que britt aya reconocido lo que siente por san;!!
A ver que pasa cin el dichoso bebe ahora???...
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Mensaje por micky morales Mar Ago 23, 2016 9:37 pm

bien merecido los golpes a puck, lengua larga!!! y esta cobra misteriosa quien sera?????
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Ago 26, 2016 6:39 pm

CAPITULO 26


“Los  hombres pueden  haber descubierto el fuego, pero las mujeres  descubrieron como jugar con el”.
Candance Bushnell

BRITTANY

Bueno, joder. Nunca había una noche aburrida en Forbidden, pero por lo general la acción sucedía durante las horas, no después. Luego de que la amiga asaltacunas de Lowe soltó su pequeña bomba, Mason la miró como si se hubiera congelado por unos buenos cinco segundos antes de que se diera la vuelta y desapareciera por el pasillo sin decir una palabra. La mujer se movió para seguirlo, pero gruñí
—: Ni siquiera lo pienses.
—Amigo
Puck apareció al lado de Santana
— ¿no tiene una novia por la que se mudó desde Florida? Le gruñí a mi compañero de cuarto como diciendo cállate y me giré de nuevo hacia… el problema de Mason, quien no dejaba de mirarme.
—Bueno, escuchaste al hombre —dije—. Dijo que dijeras lo que tienes que decir y te largaras, así que… momento de irse, señora.
Traté de ser respetuosa con ella, pero eso no funcionó. Por lo que no me importó ser directa. Demonios, me encontraba impaciente por ser totalmente grosera con esta… persona. Dejaba un gusto asqueroso en mi boca por alguna razón. Tal vez era porque me miraba como todo el mundo en mi ciudad natal siempre lo hizo. Como si fuera basura.
 —¿No oíste lo que acabo de decirle? Necesitamos discutir esto… juntos.
Me reí.
—Cariño, si él hubiera querido discutir algo contigo, lo habría hecho. Pero no lo hizo. Por lo tanto, vete.  Cuando no se movió, la miré fijamente a los ojos y llamé a Ham.
—Oye, Quinn. Escolta a esta fina señora a la puerta, ¿podrías?
La virgen necesitaba una tarea sucia para su primera noche en el trabajo. El problema de Lowe se hallaba muy ocupado matándome con la mirada para notar la forma en que Fabray saltó y amplió sus ojos como si quisiera orinar en sus pantalones más que ir a cualquier sitio cerca de ella. Pero se calmó justo a tiempo para asustar a la perra. Ella se giró cuando ella se acercó y aulló cuando el metro noventa y ocho, y los ciento diez kilogramos tensos hicieron contacto visual con ella. No necesitaba saber que era inofensiva como una gatita. Era tan intimidante como su voz áspera cuando dijo
—: Por aquí.
Se puso en marcha sin quejarse y estuvo fuera del club en momentos. Luego de que la puerta se cerrara y el silencio descendió en el bar, miré a Santana Ella levantó su cabeza, y compartimos una mirada como si quisiera hablar.
 —Bueno, mierda —explotó Puck
— Creo que Lowe no es tan devoto a esa novia como pretende ser.
Suspiré y sacudí la cabeza.
—No iría haciendo suposiciones sobre algo que no sabemos nada al respecto.
—¿Fue solo a mí, o esa mujer asustó a todo el mundo? —preguntó Quinn, apareciendo al otro lado de Santana en el bar. Tiritando, se frotó los brazos y miró hacia la puerta principal como si se quisiera asegurar que todo el mal se había ido.
—Pensé que era algo ardiente —dijo Puck y movió sus cejas—. No culpen a Lowe por tener sexo con una asaltacunas como esa. Yo definitivamente me la follaría.
 Con la palabra asaltacunas, explícitamente recordé a Lowe diciendo que no le gustaban tales. En absoluto. Fruncí el ceño, totalmente confundida por que lo que pasó.
—Bueno, está vomitando
Anunció Finn, volviendo del pasillo. Supongo que fue atrás para ver a Lowe
— La inminente paternidad no debe sentarle bien.
 Santana dejó escapar un suspiro y abrió la boca como si fuera a decir algo, pero luego cerró sus labios y permaneció en silencio. Le dediqué una mirada.
—¿Qué?
Con una pequeña sacudida de su cabeza, me envió una tensa sonrisa.
 — Nada.
Supe que sí era algo y la estudié por un segundo, pero una campanada por la máquina registradora interrumpió la silenciosa habitación.
—¿Es ese el teléfono de Lowe? —preguntó Puck.
 Los cinco en el bar compartimos una mirada. Creo que todos sabíamos que el timbre de su celular no podía ser buenas noticias. Dado que nadie se movió, me adelanté y miré la pantalla encendida mientras continuó sonando. La foto de una chica con largo y sedoso cabello marrón y con un aro en la nariz me miró con una linda y despreocupada sonrisa. El nombre bajo su foto decía Reese.
—Es Reese —dije, preguntándome si…
—Ese es el nombre de su novia —contestó Finn, confirmando mis sospechas. Mierda.
—¿Deberíamos contestar por él? —Quinn fue la primera en preguntar.
Abrí los brazos.
—¿Y decir qué? Lo siento, pero tu hombre no puede ponerse al teléfono en este momento; acaba de descubrir que va a convertirse en papi… con otra mujer.
 Ham hizo un gesto de dolor y cerró la boca. Miré a Santana Levantó sus cejas como diciéndome que apoyaba cualquier decisión que yo tomara. Pero no contesté el teléfono y finalmente se calló. La habitación exhaló un suspiro colectivo de alivio. Hasta que el teléfono empezó a sonar de nuevo.
—Tengo el presentimiento de que va a seguir llamando —dijo Finn—. Debe saber que algo sucede. Mierda.
Miré de nuevo a Santana Su firme mirada  me dio el empujón que necesitaba para contestar el teléfono. Oprimí aceptar, todavía preguntándome qué decirle a la mujer de Lowe, cuando Puck gritó
—: ¡Mierda! ¿De verdad vas a decirle que una vieja acaba de venir, reclamando que Lowe la embarazó?
—¿Decir qué? —chilló la voz de una chica desde el otro lado de la línea.
Doble mierda. Entrando en pánico, golpeé el botón de finalizar llamada y miré a mi compañero de cuarto.
—Idiota —explotó Finn, abofeteando la parte de atrás de la cabeza de Puck
--Ya había contestado el teléfono, seguro escuchó todo lo que dijiste.
—Oh… joder. —Puck agachó sus hombros y me envió un encogimiento arrepentido—. Mi error.
 —Quieres decir, el error de Lowe —murmuré—.
Mierda.
 —No debí haber tratado de contestar el teléfono.
Cuando sonó de nuevo, salté, dejándolo de nuevo donde lo encontré, luego levanté mis manos y retrocedí lentamente. Lowe me iba a matar por esto. Mason no volvió al bar hasta que el teléfono dejó de sonar. Nadie pareció moverse, así que cuando salió del pasillo trasero, frotándose la cara, todos  giramos a verlo. Estaba ocupada limpiando su boca con la palma de su mano y no notó inmediatamente toda la atención hasta que levantó la vista. Cuando nos atrapó boquiabiertos, paró de golpe y dejó caer su brazo. Su rostro seguía pálido y su piel lucía húmeda como hubiera sudado un balde de ansiedad.
—¿Qué? —gruñó, sus ojos corrieron a toda velocidad por cada uno de nosotros.
— Jesús, no se fue, ¿verdad?
—Um —empecé y le lancé una mueca de arrepentimiento—. No, ella se fue, pero… eh, nosotros tal vez… accidentalmente le dijimos a tu novia lo que pasó.
Cuando simplemente parpadeó, aclaré mi garganta.
— Tu teléfono sonó… y luego volvió a sonar. Solo le iba a hacer saber que te fuiste por un minuto, pero… si… lo siento, hombre. Lowe corrió al mostrador y prendió su teléfono. Después de su torpeza para marcar por el apuro, lo presionó contra su oído.
—¿Resse?
—Déjame adivinar —dijo una voz femenina desde la entrada del club.
 La señora Garrison acaba de aparecer para anunciar que le hiciste un bebé. Levanté mi rostro para ver la foto de la chica del teléfono de Lowe entrar en Forbidden, seguida por una rubia, que también se encontraba muy embarazada. Mierda, ¿a cuántas mujeres le hizo un bebé Lowe? Dejando caer su teléfono al costado, Lowe dejó salir un extenso suspiro.
—Sí. Prácticamente.
Luego de una rápida mirada entre los dos, decidí que Lowe no iba a ser golpeado hasta convertirse en una pulpa sangrienta por sus transgresiones. Se veía muy mal con sus arrepentidos ojos de cachorro y su expresión era una máscara de vergüenza y arrepentimiento. Pero aparte de la tensión en su mandíbula, su chica no parecía querer matarlo.
Miré a Santana preguntándome que haría ella si nos encontráramos en el mismo dilema. Pensé que de alguna forma ya lo pasamos, o no, cuando asumió que Caroline era una de mis chicas de fiesta. Y no… no fue tan indulgente. La Reese de Lowe lucía molesta, pero permaneció racional.
—Tengo la sensación de que no nos deshicimos de ella tan fácil.
Reese se acercó, y su amiga embarazada caminó detrás de ella. Parándose cerca de Quinn, apoyó las manos en la encimera y soltó un suspiro, cansada.
— Digo, si una estaca a través del corazón no funciona, deberíamos tratar de cortarle la cabeza.
Mientras todo el mundo jadeó como si estuviera loca, Lowe se rió. Se acercó y tomó sus manos en las de él así podía levantarlas hacia su boca y besarlas con veneración. Volviéndose serio dijo
—: Lo siento… tanto.
 Las lágrimas brillaron en sus ojos, pero ella trató de encogerse de hombros.
—Oye, si no hay algún obstáculo insuperable en nuestro camino, no seríamos nosotros, ¿o sí?
Lowe sacudió la cabeza y mantuvo sus manos en su boca. —No deberías tener que lidiar con esto.
—Dejó salir un suspiro tembloroso—. No deberías… —Creo que mentía —dijo la rubia embarazada, cortándolo.
Después de echar su cabello sobre el hombro, se deslizó en uno de los taburetes al lado de Reese y se estiró por el tazón de maní, pero Finn los alejó antes de que pudiera alcanzarlos. Cuando le dirigió una mirada de odio, él simplemente sonrió.
—Déjame darte un lote nuevo, Campanita. Quién sabe qué tipo de dedos asquerosos estuvieron ahí toda la noche.
Abrió la boca mientras lo miraba saltar sobre la barra y lanzar el tazón viejo, para sacar una caja y esparcir una nueva pila, solo para ella. Luego lo deslizó hacia ella con una sonrisa indulgente.
—Estoy de acuerdo con ella —opinó Santana sorprendiéndome.
Giré, curiosa por su aporte.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir, que también creo que ella miente.
—Exactamente —chilló la rubia embarazada, levantando la mano en un gesto de agradecimiento para Santana Tenía la boca llena de maníes cuando añadió
—: Es decir, hola, tendría que estar de tanto tiempo como yo, ¿cierto? A todo el mundo que necesité decirle sobre mi bebé se lo dije hace meses. ¿Por qué esperó tanto tiempo para dejar caer la bomba?
Reese trabó su mirada con la de Lowe, sus ojos brillaban con esperanza.
—Eva tiene razón. ¿Y qué hay sobre su prometido? ¿Cómo sabe que no es suyo? Lowe puso su labio inferior entre los dientes, luciendo razonable.
 —Tal vez le llevó un tiempo encontrarme.
—Sí, claro —resopló Reese.—. Tú sabes, bien claro, que esa perra sabía cada paso que diste desde que dejaste Waterford. Descubrió todo lo que había por saber sobre mí en menos de un mes. No hay forma de que te haya perdido el rastro.
 —Entonces espera, espera, espera. —Puck sacudió las manos—. Lowe, tú te follaste a otra mujer, tal vez incluso la dejaste embarazada, y tú… —puso su mirada en Reese—, ¿no te enfadas?
—Oh, estoy enojada —Reese fue clara en su declaración—, pero no con Mason. Aparte, este particular… evento sucedió antes de que nosotros saliéramos.
—Luego se aclaró la garganta y bajó su rostro antes de murmurar
— : Técnicamente.
 Lowe hizo un gesto de dolor y se estiró para correr su mano sobre el cabello de ella antes de inclinarse sobre el bar y besar su sien.
—No puedo  creer que esto esté sucediendo. Eres la única persona con la que quise alguna vez tener hijos. Jesús, Reese…
Cerró sus ojos y presionó su frente con la de ella
— ¿No podemos rebobinar todo así puedo volver y hacerlo bien la primera vez? Miré a Santana porque, demonios, ver la conexión de Reese y Mason simplemente me atrajo hacia ella, queriendo una muestra del mismo vínculo que ellos compartían.
Me miró como si sintiera la misma atracción. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Luego se giró de nuevo a la afligida pareja.
—Tengo un montón de experiencia con personas como esta… señora Garrison, ¿no? Reese se giró hacia Santana secando sus mejillas mojadas.
—Así es.
—Correcto —murmuró Santanacon un tono suave—. Y he llegado a aprender que siempre dejan ciertos detalles cuando mienten. Cada persona puede ser diferente, pero ellos siempre hacen algo que denota la mentira. Y por su comportamiento, ni siquiera le creo que esté embarazada, mucho menos que sea sincera sobre la paternidad del niño.
Lowe dejó salir un respiro aliviado.
—¿De verdad?
Sacudió la cabeza.
—Pero tenía una jodida barriga grande.
Puck extendió la mano y pretendió contonearse. A su lado, Ham asintió, pensando también que la asaltacunas parecía embarazada.
 —Sin embargo no tenía la forma correcta —insistió Santana Apuntó a la rubia—. Su estómago luce casi perfectamente redondeado, mientras que el de la otra mujer era más… rectangular.
Apoyando sus codos en el bar, Finn se recostó sobre el mostrador para comprobar la barriga de la rubia.
—Tienes la panza de embarazada más adorable que haya visto.
—Y los pechos de la otra mujer no lucían ni de cerca tan hinchados como los suyos —siguió Santana Finn resopló.
 —Diría lo mismo.
La rubia le lanzó una mirada.
—¿Quién demonios eres tú? Le sonrió.
—Finn.
Ella parpadeó.
—¿Qué elija qué? No voy a escoger tu nombre.
—No, ese es mi nombre, Campanita. Finn,  ¿Te gusta? 
 —De todas formas —Santana levantó su voz para hablar sobre el extraño coqueteo de Finn con la embarazada—, no tenía nada de la retención de líquidos que esta chica tiene en su rostro.
 La embarazada jadeó, agarrando sus mejillas mientras se giraba hacia Reese.
 —¿Tengo retención de líquidos? —¿Qué? ¡No! No, cariño. Apenas. —¿Entonces sí lo tengo ? Apretando los dientes, Reese le envió a Santana un ceño fruncido. Pensé que iba a saltar sobre el bar para defenderla, pero la puerta principal se abrió de nuevo. Volvió la señora Garrison.
—Hamilton —gruñí—, ve a cerrar la jodida puerta antes de que alguien más entre aquí, ¿podrías? Si Jessie supiera que teníamos esta cantidad de no-empleados en el edificio después de la hora de cierre, enloquecería. Pero luego, creo que ella no debería preocuparse mucho al respecto si se molestara en venir de vez en cuando. Podría encargarse de esta escena en lugar de dejar que nos ocupemos nosotros.
—¿Alguien tiene un hacha de mano? —gruñó Reese, alejándose del bar para enfrentarse con la señora Garrison—. Porque siento la necesidad de dar hachazos a una perra.
—Amigo. —Puck le dio un codazo a Hamilton, luciendo emocionado en tanto rebotaba sobre los dedos de sus pies—. Pelea de chicas. Asombroso.
Lowe se alejó rápidamente del bar y se encontraba al lado de su mujer en un microsegundo. Envolviendo su cintura con un brazo, la jaló contra su pecho mientras miraba a la recién llegada.
 —Te dije que no volvieras. Y dejé muy claro antes de incluso dejar Florida que no quería tener nada que ver contigo. ¿Por qué haces esto?
Lo ignoró, sonriendo casi amablemente a Reese… casi siendo la palabra clave porque no había nada placentero en el brillo de sus ojos.
—Reese — murmuró, asintiendo en reconocimiento—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi.
—Lo sé, ¿verdad? —respondió Reese con la misma falsa amabilidad antes de mirarla con desprecio—. Mi mano dejó de doler desde la última vez que te abofeteé.
—¡Oh! —Puck gritó golpeando su rodilla y ululando—. Fuego.
La señora Garrison estrechó sus ojos.
—Debes dejarlo ir, querida. Él no pertenece aquí.  Reese estalló en una risa.
—¿Yo? ¿Dejarlo ir? ¿Me estás tomando el pelo? Tú eras la que lo… Lowe cubrió su boca con la mano, sofocando sus palabras.
 —No nos vamos a meter en esto —dijo a la vieja bruja—. La única persona que necesita dejar Illinois eres tú.
 La voz de la señora Garrison se quebró mientras decía
—: ¿Pero que hay sobre nuestro bebé?
Al mismo tiempo, pestañeó un par de veces. Visiblemente estremecido, sacudió la cabeza.
 —Ni siquiera estás embarazada. No sé porque inventas esta mentira o que crees que vas a lograr con esto, pero nada que puedas hacer me hará dejar mi vida aquí o separarme de Reese.
 —Oh, yo puedo adivinar por qué lo hace.
Reese sacó la mano de Lowe de su boca.
— Apuesto a que su prometido la dejó, y no tiene a quien más torturar.
Por la forma en que señora la miró con furia, me imaginé que Reese dio en el clavo.
—Si no estoy embarazada, entonces ¿cómo explicas esto?
Otra vez, hizo una dramática actuación de apartar el abrigo para mostrar su estómago.
—Oh, por favor. —La rubia que Reese llamó Eva se rió—. Esa es la panza de embarazada más falsa que haya visto.
Cuando la señora Garrison la perforó con el ceño fruncido, ella palmeó su propio estómago.
 —Esto es autentico, cariño. Entonces por qué no dejas de molestar a Mason o a mi prima Reese, regresas a casa en Florida, y encuentras a alguien nuevo a quien molestar. De hecho, busca a Madeline y Shaw Mercer ¿por qué no? Ellos realmente merecen tu tipo de atención.
La mujer simplemente resopló.
—Debería haber adivinado que eras la primita altanera Mercer de Reese. Eva, ¿no es así? La que trató de atrapar a Alec Worthington en matrimonio quedándose embarazada…
—De acuerdo, eso es suficiente —interrumpió Reese—. ¿Por qué sigues aquí? Nadie te quiere.
 —Y nadie te cree tampoco —agregó Lowe. —Así que, ¿de verdad vas a apostar a la posibilidad de que esta barriga podría ser falsa?
La señora Garrison frotó amorosamente su vientre.
— ¿Estás seguro que podrás vivir con la incertidumbre de saber si tienes un hijo ahí afuera o no?
El tormento llenó los ojos de Lowe. Presionó a su chica más cerca de su pecho. Reese me impresionó cuando frotó su brazo tiernamente. Me hizo preguntarme que podría pasar si fuera puesta en esta situación. Luego de casi criar a Caroline, Brandt y Colton, sabía que nunca podría darle la espalda a la posibilidad de ser madre. Pero ahora que Santana se encontraba en mi vida, me mataría pensar en tener el hijo de alguien más. Dándome cuenta lo que acababa de pensar, le deslicé una mirada de asombro. ¿Pero acababa…? ¿Significaba esto que no quería tener bebés con nadie más que con ella? Guau. Creo que sí acabo de pensar en eso. Eso era bastante loco.
—Oye, me ofrezco a averiguar si la barriga es real. —Cuando Puck frotó sus manos con una mirada lasciva y dio un paso hacia la señora Garrison, ella gritó y saltó lejos de él, levantando su dedo de modo amenazador.
—Acércate a mí, y te golpearé tan rápido que volará tu cabeza. Nadie me toca.
 —Entonces no estoy convencido que estés embarazada.
Lowe acercó su rostro al de Reese, luciendo incentivado por su presencia. Su tono de piel ya no era pálido, y ahora parecía más enojado que asustado.
—Es un varón —siguió la persistente mujer—. Apuesto a que tendrá tus ojos y tu hermoso cabello. Estoy pensando en el nombre Christopher Mason. Cuando Lowe se volvió otra vez blanco como el papel, decidí que había tenido demasiado. Alguien necesitaba tomar control de la situación y cortarla de raíz.
 —Déjalo ya —dije, mirando hacia la señora Garrison.
—Ya has ido demasiado lejos —añadió Santana parándose de su taburete y abriendo su bolso—. Porque esta es una mentira que no puedes sostener. Podemos pararnos aquí, bromear toda la noche y no logar nada. O podemos probar si estás diciendo la verdad en cuestión de minutos.
Sacando una bolsita marrón de papel de su bolso, la abrió y sacó una caja. Cuando entorné los ojos para centrarme en ella, me di cuenta que era una prueba casera de embarazo. ¿Qué demo…? Aturdida y sin palabras, la miré boquiabierta. Levantando la mirada, encontré que Santana se encogía a modo de disculpa al mismo tiempo que Puck explotó
—: Mierda, Pierce. ¿Dejaste como embarazada a la Dra. López?
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Ago 26, 2016 6:41 pm

CAPITULO 27


“Con el valor suficiente, se puede  prescindir  de una reputación”.
Margaret Mitchel, Lo que el viento se llevo.

SANTANA

A estas alturas de la situación Brittany debería saber que aunque ambas seamos mujeres, mi anhelo de ser madre era un sueño, una  ilusión casi inalcanzable, aun siendo dos chicas se que la tegnologia ahora permites a parejas como nosotras tener Hijos, Ademas siempre he querido ser madre, para  amar a mis hijos como mis padres nunca hicieron conmigo.  Necesitaba  desbocar  mi amor  además de con Brittany  con algo que nos uniera aunque luego ella no decidiera  criarla conmigo como la otra la madre. Pero era algo que conservaría de ella, algo  mio y suyo. Algo creado por las dudas, y claro por la tecnología y un donador de esperma.  Por lo que procedi a realizar un tratamiento de embarazo, cosa que hubiera matado a mis padres si lo supieran, pero no me importaba, quería a Brittany y quería una familia con ella.  La amo y aunque  tenia  la duda si ella sintiera o tuviera los mismos  sentimientos que yo tenia sobre ella,  anhelaba esa unión, aunque hasta el momento ninguna de las dos había  dicho las palabras mágicas.
Brittany no paraba de mirarme. Incapaz de responder la notable pregunta en sus ojos, me volví hacia Mason y Reese.
—Aquí tienen. Consigan sus respuestas.
Sin embargo, lucían tan sorprendidos como Brittany. Al final, Reese sacudió la cabeza como para despejarla y agarró la caja.
—Gracias. —Apretando la mandíbula con determinación, enfrentó a la mujer que era demasiado parecida a mi madre.
— Bueno, entonces todo está bien. ¿Dónde se encuentra el baño?
—No usaré esa cosa.
La señora Garrison se alejó un paso, horrorizada.
—Sí, lo harás —dijo Mason, con voz determinada y dura.
Cuando parecía que ella iba a oponerse, sonrió con suficiencia-
— Te diré algo. Hazte la prueba, y si sale positivo, me iré contigo en este momento.
—¿Disculpa? —Reese se giró para mirarlo boquiabierta. Él le apretó el hombro como rogándole que confiara.
—Pero si te niegas, quiero que te vayas y nunca vuelvas a esta ciudad. Un instante de indecisión cruzó el rostro de la mujer, pero al final asintió.
—De acuerdo —dijo Reese—. Vigilaré cada uno de tus pasos hasta que esto se termine.
—No irás con ella —reclamó Lowe.
Al mismo tiempo, la señora Garrison dijo
—: Tú no me acompañarás.
—Yo iré.
—Eva, la verdadera embarazada, levantó la mano. Pero Finn le agarró el codo.
—No lo creo, Campanita. Si Lowe no confía que su chica esté a solas con esa mujer, entonces no te acercarás a ella. No en tu condición.
 Tenía el presentimiento de que la señora Garrison trataría de engañar a Eva para orinar en el palito por ella. Así que, respiré hondo y tomé el asunto en mis propias manos.
 —Dame la caja.
Cuando Reese me la entregó fácilmente, miré a la señora Garrison.
— Por aquí.
 —¿Y tú quién te crees que eres? —se burló, sin moverse.
—Es la Dra. López
Respondió por mí Reese. Haciendo hincapié en la parte de doctora como si quisiera que la señora Garrison pensara que yo era una doctora, no una académica. La señora Garrison entrecerró los ojos.
—Vaya, ¿no es curioso?
—Gratamente, sí.
Conociendo bien cómo tratar a las de su clase, le di un severo asentimiento, demostrando mi rígida indiferencia.
—. Ahora, ¿vamos?
Me giré, sin esperarla y no me sorprendió oírla empezar a caminar detrás de mí.
—. Señorita Pierce
Llamé, nivelando mi barbilla alta
—, ¿podría escoltarnos, por favor?
Ella se alejó de la barra antes de que pudiera parpadear, tomándome del codo suavemente. Sin decir una palabra, nos dirigió al pasillo. Nadie más nos siguió. Nos hallábamos a mitad del camino por el corredor oscuro antes de que se inclinara y me susurrara al oído
—: Vamos a hablar de esto.
Asentí.
 —Es la razón por la que vine a verte esta noche.
Dejó escapar un largo suspiro.
—Mierda. ¿En serio crees que estás…
—Espero, no pretenda que orine en un palo frente a usted, doctora.
La voz chirriante detrás de nosotras hizo que Brittany apretara un poco más los dedos en mi brazo. Sabía que ella iba a decirle algo humillante, así que hablé rápido.
—Oh, no se acercará al palo. Pero creo que podrá ocuparse del resto por su cuenta.
Me detuve frente a la puerta del baño y le tendí un vaso que robé de la barra.
— Todo lo que necesitamos es una muestra.
 La señora Garrison miró por un momento el vaso antes de arrebatármelo de la mano. Luego, furiosa, lo lanzó contra la pared. Cuando el vaso se hizo añicos, demandó
—: ¿Dónde está la maldita puerta trasera en este lugar?
Brittany se rió entre dientes.
—Lo siento, no tenemos una.
Ella lo miró por un momento antes de darse la vuelta e irse. Compartiendo una mirada con Brittany, levanté las cejas.
—Bueno, supongo que era un engaño.
 Me rodeó con un brazo la cintura y me besó el cabello.
 —Puede que ella no esté embarazada, pero ¿qué probabilidades hay de que tú no lo estés?
Cuando me puso la mano en el estómago, una ola de calor se extendió a través de mí.
—No... no lo sé. Solo tengo un par de días de atraso, pero...
 _  Sabes que nunca te amarria con un hijo si no quieres hacer esto conmigo lo entenderé muy bien. Ademas me someti a un tratamiento y quisisera que fueras parte de esto, conmigo.
 —Sí?.
Cerré los ojos y exhalé a través de los dientes.
— Nunca he sido regular. Por lo tanto, quizá no signifique nada. Es que... necesitaba saberlo.
Brittany me acercó, enterrando su cara en mi cuello.
—Es extraño, pero no me siento tan asustada como creí que estaría.
Alcé la cara y sus dedos me trazaron suavemente la mandíbula.
 —¿Qué dices?
—Digo que si estás embarazada, estará bien. Tal vez mejor que bien. Es un poco prematuro, pero me parecería… bien.
La respiración se me trabó en el pecho. Acaso, ¿acababa de decir que quería tener hijos conmigo? No sabía cómo responder. Una alegría inmediata burbujeó en mi pecho por saber que ella se sentía así, pero sabía que pensar en un bebé en este momento sería malo. Más que malo. Y aun así... una parte de mí quería que fuera cierto, quería que Brittany y yo nos quedáramos juntas e hiciéramos una familia. Tener a alguien a quien amar y que me ame.
—Entonces —incitó Brittany, capturando mi barbilla y levantándome la cara hasta que fui forzada a mirarla—. ¿Te sentirías bien con eso?
Abrí la boca, pero todavía no sabía con seguridad cómo responder. Mi primer instinto fue gritar que sí y saltar a sus brazos, así podríamos abrazarnos y tener nuestro “felices para siempre”. Pero cada vez que trataba de imaginar nuestro futuro, solo lo veía condenado.
—¡Dra. López!
La voz eufórica de Reese Randall llegó por el pasillo antes de que ella corriera en nuestra dirección y me abrazara con fuerza.
—. Lo logró. Tenía razón. Mentía totalmente. Oh, Dios mío. Gracias.
 Me hallaba demasiado sorprendida por el contacto como para abrazarla antes de que se alejara y se apartara el cabello de la cara.
—No creo que fuera posible que manejáramos esto tan bien sin usted. Es como un salvavidas. Ah, y gracias por, ya sabe, seguirme la corriente cuando hice parecer que usted era un médico.
 —No hay problema —dije, intentando sonar cortés y profesoral, incluso aunque lo arruiné por completo al sonreír y agregar—: Fue un poco divertido.
Existía algo eternamente animado en la señorita Randall; ella siempre llenaba mi clase de obras maestras mundiales con una vivacidad alegre y sacaba a la tonta despreocupada en mí. Pero luego mató por completo mi humor al inclinarse para susurrarme
—: Y suerte en su propia prueba, que resulte como usted lo quiera.
Cuando miró visiblemente a Brittany, me di cuenta que sabía... aquí todo el mundo sabía que ella y yo estábamos juntas.  Y Brittany no ayudó en lo más mínimo a la situación cuando, un minuto después, me sacó del pasillo, gritándole a su compañero de cuarto al otro lado del bar que no necesitaba un viaje a casa, en lo que, mientras ponía su mano en la parte baja de mi espalda para dirigirme hacia la salida. El señor Hamilton nos despidió con la mano y dijo cortésmente
—: Buenas noches, Brittany. Buenas noches, Dra. López.
Lo que empeoró la situación. Si acabara embarazada, todos sabrían que mi estudiante era la otra madre.
“No amas a alguien  por su apariencia o su ropa o coche. Los amas  porque cantan  una canción que solo tu corazón  puede entender”.
LJ Smith.
—Entonces, ¿por qué crees que lo hizo?
Mordiéndome el labio inferior, salí del estacionamiento de Forbidden. En el asiento del acompañante, Brittany golpeaba nerviosamente los dedos sobre su rodilla. Era un hábito cuando no se sentía lo bastante cómoda. Bueno, por mi parte, tampoco me encontraba exactamente lista para ponerme mis pantuflas de conejo y hacerme ovillo con un buen libro. Luego de la decepcionante partida de la señora Garrison de Forbidden, me disponía a superar esa escena, aunque Brittany obviamente no lo hacía.
 —Digo, ¿qué demonios?
Miró a través del interior del auto, hacia mí.
— No lo entiendo. La mujer viajó desde Florida para contarle a Lowe una mentira que él descubriría con el tiempo. ¿Por qué siquiera molestarse?
Me concentré en su pregunta porque no me gustaba pensar en lo peligrosamente pública que se volvía nuestra relación, y eso era lo único que abarcaba mi mente ahora mismo.
—Las mujeres como ella usan todo lo posible para manipular a las personas —le dije—. La señora sabe que es una pensadora rápida. Tal vez esperaba que Mason la siguiera ciegamente a Florida y así podría contar con la posibilidad de inventar alguna otra cosa que usar en su contra para mantenerlo ahí.
Brittany resopló.
—Sí, pero... ¿por qué pasar por todo ese problema por alguien que no quiere nada contigo?
Me encogí de hombros, imaginando a mi madre.
 —Todo es cuestión de control. Ella se nutre de manejar a las personas en su vida. Y cada cosita que hacen.
—Me gusta el control —argumentó—. Soy la maldita mariscal de campo de mi equipo, y me considero la cabeza de mi familia. Diablos, prácticamente me he adueñado de Forbidden. Pero nunca…
Alcanzándola, puse mi mano en la suya para detener sus golpecitos con los dedos.
—Es porque sabes la diferencia entre liderazgo y dictadura. Y tienes una mente sensata y funcional. Ella no. Dudo que alguno de nosotros pueda entender la manera en que piensa. Está acostumbrada a manipular, chantajear, y hacer lo que quiere para salirse con la suya, tiene un ego muy grande y cree que no puede fallar en nada. En su propia mente, es invencible. Girando la mano así nuestras palmas se enfrentaban, entrelazó nuestros dedos y me dio un apretón cálido.
—Es como si tuvieras experiencia con gente como ella.
Asentí y me detuve frente a un cruce.
 —Sí. La señora Garrison es el vivo retrato de mi madre. Conozco muy bien su tipo. Se llevó mis nudillos a la boca para besarlos.
 —Sabía que existía una razón por la que no me gustaba tu madre.
Luego cambió de tema, alzando la bolsa con mi prueba de embarazo y sacudiéndola.
— Te harás esto cuando lleguemos a casa, ¿no es así?
Una ráfaga de aire salió de mis pulmones.
—Por supuesto.
Sus dedos volvieron a golpetear. El silencio llenó el coche. Me sentía tentada a encender la radio para matar la tensión.
—Esta noche se convirtió en una fiesta de bebés, ¿cierto?
Brittany me lanzó una mirada ilegible.
— Digo, con esa señora que vino para acosar a Lowe, después la chica con su amiga que estaba embarazada de verdad. Mi hermana. Y ahora tú...
 Cuando sus ojos revelaron los nervios que sentía, me di cuenta que por eso estuvo divagando acerca de los problemas de Lowe. Temía mencionar el verdadero problema. Nosotras.
 —Tal vez no lo estoy —intenté tranquilizarla—. Como dije, nunca he sido regular. Pero ya pasó el tiempo suficiente para tener resultados precisos, por lo que...
—No, está bien —me dijo—. Lo entiendo. Y estoy contigo al cien por ciento. No quiero esperar para averiguarlo. Quiero saberlo esta noche.
Asentí y estacioné. Después de que apagué el coche, las dos seguimos sentadas allí, mirando hacia el frente sin movernos, hasta que Brittany dijo
—: De acuerdo, ¿es muy raro que esté completamente excitada?
Me volví para mirarla boquiabierta.
 —¿Qué?
Se giró hacia mí.
—No puedo dejar de pensar en eso. —Se estiró y me tocó el hombro tentativamente antes de que sus dedos se deslizaran por mi brazo—. ¿Qué si una parte mía crece ahí dentro? ¿En ti? Siento como si te hubiera marcado, como si fuéramos tan explosivamente increíbles juntas que una nueva forma de vida se desarrolló para contener el desbordamiento.
Su toque se ubicó sobre mi abdomen antes de presionar con suavidad.
— Es tan malditamente caliente. Juntas podríamos crear arte, Santana Una obra maestra.
Inclinándose sobre el centro de la consola, me mordió la boca y luego deslizó su lengua dentro. El beso inició caliente y lento, pero no tomó mucho para que ganara calor y pasión. Antes de que lo supiera, ambas jadeábamos y forcejeábamos en el asiento delantero para alcanzar más una de la otra.
—No puedo esperar.
Me quitó la camisa por la cabeza y la lanzó al asiento trasero antes de agarrarme de la cintura y llevarme a su regazo.
— Ven aquí, morena.
—Pero qué hay de…
Aún nos encontrábamos en mi auto; los escalones de la entrada solo a unos metros de distancia. Estaba oscuro, sí, pero de todas formas… cualquiera podría pasar caminando y vernos.
—No me importa —dijo con voz áspera, bajando las copas del sujetador—. Te necesito. Ahora.
Cuando chupó uno de mis adoloridos pezones con su boca, quedé con muerte cerebral, y de repente, tampoco me importó. Acuné su cabeza y agarré su cabello con las manos mientras cabalgaba sus dedos acercándome a su coño juntándola lo mas que pude a mi coño, parecía que hacíamos mas que malabares  a través de la ropa. La succión que tenía en mí parecía aferrarse a un nervio enganchado directamente con el núcleo entre mis piernas, porque rápidamente me encendió hasta que me retorcía en su contra. Amando la sensación de terciopelo sobre acero. Su boca liberó mi pezón para así poder gemir y golpear la cabeza contra el respaldo.
 —Maldición, eso se siente bien.
Movió sus caderas, haciéndome saber que quería más. Apreté con más fuerza y más rápido
— Sí
Siseó, llevando la cabeza hacia adelante y presionando. Pero con la misma rapidez, agarró mi mano y la alejó
— Espera. Me quiero venirme junto contigo. Sacarme los vaqueros fue todo un truco. Ambas rebuscamos torpemente, ella maldijo en frustración, y yo tuve que lanzar la cabeza hacia atrás para reírme por la estupidez. Pero tan pronto como se hallaron fuera del camino y pegadas contra la ventana del lado del conductor, Brittany agarró mis caderas y guió mi cuerpo hacia donde me necesitaba. Siendo que mis piernas cubrían las suyas, extendió sus rodillas tanto como pudo en el espacio pequeño del asiento para que así pudiera extenderme a mí. Luego me bajó y me empaló. La sorpresa me hizo gemir. Los músculos en mi interior se aferraron a su alrededor, necesitando algo a lo que aferrarse, para fijarme a este momento.
 —Maldita sea.
Sus dedos magicos y me levantó, solo para bajarme. Fue tan sustancioso como su primera embestida. Me mordí el labio y me aferré a sus hombros, sosteniéndome como si mi vida dependiera de ello.
— Me encanta esto —jadeó—. Amo estar dentro de ti.
Su respiración era brusca y sus ojos bajos al encontrar mi mirada.
— Eres tan hermosa. Jesús, Santana
Presionó la frente contra la mía.
— Nada deberías ser tan bueno. No quiero que termine.
La profesora de literatura en mí inmediatamente tuvo un momento de Robert Frost. Nada dorado permanece. Bueno, Brittany Pierce era el tesoro del felices por siempre al final de mi arcoíris. ¿Eso lo convertía en mi atisbo fugaz de alegría? ¿Mi oro que no puede permanecer? Sus dedos encontraron mi estómago desnudo y plano como si buscara a nuestro hijo. ¿Y si hubiera un niño ahí? ¿Y si plantó la pieza de un por siempre en mi interior? Una pieza de nuestro legado podría sobrevivir generación tras generación. Quizá nuestro oro pudiera permanecer. Mi cuerpo se volvió fuego líquido cuando ella me llevó a la cima sin piedad, transportándome directamente al borde y hacia el éxtasis. Nos vinimos juntas, besando y tocando, unidas en más formas de las que podíamos contar.
Cuando me acurruqué contra ella y enterró la cara en mi cabello, sosteniéndome cerca, lo único en lo que lo podía pensar era: por favor, que esto no termine todavía. Solo un poco más.
 Por lo tanto, oriné en el palo. Después de lo que acababa de ocurrir en el coche, mis rodillas ya se sentían demasiado débiles como para caminar derecho.
Brittany siempre fue una amante intensa, pero esta vez me dejó agitada. Aunque debe haberla afectada a ella también porque no quería dejar de tocarme. Una vez que hallamos toda nuestra ropa y estuvimos lo suficientemente decentes para entrar sin ser atrapadas in fraganti por los vecinos, me tomó la mano y no la soltó. Ni siquiera me dejó ir sola al baño, lo cual era demasiado personal para mí. La saqué. Pero tan pronto como terminé, abrió la puerta, metiendo la cabeza y avergonzándome mucho, porque enterarme que estuvo escuchando era incómodo.
 —¿Todavía nada?
Preguntó, dando un paso dentro y frotando la mano por mi brazo al tiempo que miraba el palito de la prueba. Negué con la cabeza. Nos quedamos en silencio, mirando el palo. Otros treinta segundos pasaron y por fin una línea comenzó a aparecer. Brittany apretó mi bíceps.
—Aquí vamos.
 Contuve el aliento, aguantando, esperando. No apareció una segunda línea. Mis hombros se hundieron. Brittany levantó la mirada, sus ojos azules inquisitivos.
—Esto significa que es negativo, ¿no?
Asentí, incapaz de decir una palabra. Mi garganta se cerró, secándose al instante. Intenté aclararla delicadamente, pero no ayudó.
 —Bueno.
Suspiró y miró la pared sobre mi hombro, luego se pasó una mano por el cabello antes de dejarla sobre su cadera.
— Mierda.
 Alcé la cara, sorprendida de oírla decir eso. ¿De verdad quería que fuera positivo? Oh, Dios mío. ¿Lo quería yo? Había estado esperanzada. Pensaba que negativo era el resultado que quería. Pero se sentía demasiado decepcionante ahora que fue confirmado.
—Supongo… supongo que acabamos de esquivar una bala —dijo, solo para hacer una mueca y apartar la mirada.
Incapaz de soportar el saber que ella lo quería tanto como yo, la empujé para abrirme camino, escapando del baño.
—¿Santana? ¿Qué…?
 Corrí por el corredor, necesitando espacio. Todo dentro de mí parecía que fuera a salir. Pero una vez que alcancé la habitación principal, me di cuenta que no quería estar ahí. Quería volver al auto, al regazo de Brittany, sosteniendo con fuerza mi pedazo de oro. Lágrimas quemaron en la parte posterior de mis ojos pero me negué a llorar. Me senté ciegamente en el apoyabrazos del sofá y agarré el almohadón para la espalda en busca de apoyo. Mi garganta se cerró; probablemente debí haberme conseguido algo para tomar, pero nada más me senté ahí. Me sentía como si solo fuera una niña perdida, cuando en realidad había evitado un completo desastre.
—¿Santana?
Brittany apareció con cautela en la apertura del pasillo, donde se detuvo como si tuviera miedo de acercarse. Levanté la vista hacia ella y sacudí la cabeza.
—¿En qué pensábamos? Si hubiera estado embarazada, eso habría sido todo. El secreto habría salido a la luz. A ti te hubieran expulsado de la escuela. Yo habría perdido mi trabajo. Tus hermanos… Tus hermanos… ¿Por qué nos ilusionamos con esto?
Brittany dio un paso más cerca, luego se volvió a detener. Arrodillándose frente a mí, tomó mis manos y las levantó hasta su boca para besar suavemente mis nudillos.
—Porque queríamos crear la prueba de lo increíbles que somos juntas. Queríamos un legado viviente de nuestra unión.
Sus palabras eran la absoluta verdad. Quería algo tangible y real que fuera mitad mío y mitad suyo. Lo anhelaba, necesitando que nos hiciera tan permanentes como fuera posible.
—Pero es lo más irresponsable que podríamos haber hecho. Esto se ha salido completamente de control.  Y dejamos que demasiadas personas supieran lo nuestro. Maldición, esta noche todos en el bar sabían que estábamos juntas. Y saben que fuimos lo bastante arriesgadas como para que pueda quedar embarazada. Rayos, cuatro eran mis estudiantes. Brittany hizo una mueca.
—Si sirve de consuelo, sé con bastante seguridad que podemos confiar en todos ellos. ¿Bastante seguridad?
Cerré los ojos e incliné la cabeza. Jesús, eso era genial.
—Es demasiado peligroso e imprudente. Debemos ser racionales.
Gruñó y presionó la frente en nuestras manos aferradas.
—Odio cuando eres racional; siempre intentas dejarme cuando eres racional.
Con una risa severa, saqué las manos de su agarre.
—Porque es lo más inteligente, Brittany. Dios mío, ¿no te das cuenta cuánto control perdemos cuando estamos cerca de la otra, cuánto ponemos en riesgo?
 —Sé lo que dije
Espetó irritada en lo que se pasaba la mano por el cabello y se ponía de pie-
—. Y no es como si intentara olvidarme. Es que… todo  es diferente contigo. Eso es lo que ocurre. Si tú no fueras… si fueras cualquier otra chica, nunca tendríamos este tipo de problemas. No perdería la cabeza cuando estás cerca, y no olvidaría nada. Pero entonces, tal vez tampoco tendríamos que preocuparnos por recordar, porque eres mi profesora y no tendría problemas quedándome lejos. Pero eres diferente. Eres más. Y eso es exactamente la razón por la que vale la pena el riesgo.
—No.
Negué con la cabeza, incluso aunque sus palabras me afectaban. Siempre sabía cómo romper mi control. Porque ella también era diferente. Era más para mí.
— No vale la pena.
Siendo que ella era más, no quería que saliera herida.
—Cariño.
Acunando mi rostro, se acercó por un beso. Sabía que en el momento en que su boca tocara la mía, estaría perdida. Nos hallaríamos de vuelta a donde empezamos, absortas en el momento y olvidando la realidad… de nuevo. Así que la esquivé, poniéndola furiosa. Dejándome retroceder, exhaló bruscamente y arrastró las manos por su cabello.
 —Bien —murmuró—. Sé que esta noche te asustó…
—No me asustó. Me abrió los ojos.
No le gustó mi respuesta. Sus ojos se entrecerraron y apretó los dientes.
—Mira, sé que las probabilidades de que logremos superar esto ilesas parecen imposibles, pero…
—¿Pero qué? ¿Quieres seguir avanzando como ahora hasta que seamos expuestas y todo nos explote en la cara?
Lanzando las manos al aire, gritó
—: No me importa si somos expuestas. Me importa quedarme contigo.
Golpeé los puños en mis caderas.
 —Bueno, quedarte conmigo no es bueno para ti.
Brittany soltó una carcajada.
—Diablos. Tú eres lo mejor que me pasó en la vida. Me crie sin ninguna guía de cómo ser una buena persona, cómo construir buenos hábitos de estudio, cómo sentir que alguien de verdad se preocupaba por lo que me ocurría sin necesidad de solucionar sus problemas como respuesta, cómo depender de alguien más. Tú me enseñaste todo eso. Te necesito, Santana Jesús, en verdad no tienes idea de lo que has hecho por mí en el tiempo que estuvimos juntas, ¿verdad?
 Abrazando mi cintura, me paseé por el suelo, deseando un poco de espacio antes de dudar.
—No digo que lo que teníamos no era… asombroso. Pero hay que considerar otras cosas muy importantes. Otras personas.
Brittany se sentó en el apoyabrazos que acababa de dejar y miró al otro lado de la habitación, hacia mí, al momento que una mirada de horror aparecía en su rostro.
—¿Lo que teníamos? —repitió lentamente.
 Todo en mi interior se apretó con terror por lo que me encontraba por hacer.
—Creo…
 —No.
Se paró de golpe y caminó hacia mí.
— No te atrevas a decirlo.
 Me alejé con rapidez, mis ojos muy abiertos. Pero me atrapó y se aferró a mis hombros con fuerza. Sus ojos me ordenaron que no dijera una palabra. Pero de todas formas lo hice.
 —Necesitamos un tiempo separadas.
—No —gruñó—. Empezamos esto juntas, mitad y mitad. No se terminará a menos que ambas lo queramos. Y yo digo que no.
—Brittany.
Mi voz se rompió, y su expresión cayó.
 —Maldición, Santana
Bajó la cabeza y se acercó para besarme. Puse la mano contra su pecho. Nos miramos  frente a frente, respirando con dificultad mientras mi pequeño reloj en la pared con forma de gato con la cola y los ojos que se movían de un lado a otro, llenaba el silencio.
—Bien.
Sus dedos soltaron mi brazo en tanto daba un paso atrás. Pero sus ojos permanecieron decididos, aún llenos de pelea.
—. Tómate tu tiempo. Tómate todo lo que quieras para pensar en ello, o lo que necesites hacer. Pero yo no. Sigo cien por ciento con esto, y no iré a ningún lado hasta que te des cuenta que nos pertenecemos a pesar de todo lo que hay en nuestra contra.
Sin esperar a que contestara, marchó en dirección a la puerta principal y la abrió. Sus pasos resonaron en el pórtico delantero, haciéndose más débiles al alejarse. Sosteniendo los dedos en mis labios, intenté no llorar. A Brittany le importaba tanto que iba a pelear por lo nuestro pase lo que pase. Me hacía amarla más que nunca, lo cual rompía mi corazón incluso más.
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Mensaje por 3:) Vie Ago 26, 2016 7:46 pm

Es bueno que todo lo del bebe aya sido mentir...
Ya casi todos sasaben lo de ellas... Es normal que san reaccione de esa forma se asusto por todo lo que paso y lo que arriesgan las dos... además es bueno qie san no este embarazada ya seria el final de su secreto
A ver cuanto tarda san en pensar en lo que quiere!!!
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Mensaje por micky morales Vie Ago 26, 2016 9:26 pm

bueno, esta bien que no estuviese embarazada pero tampoco es como para terminar o si???????
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