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Mensaje por JVM Sáb Ago 27, 2016 2:39 pm

La verdad es que su situación es muy complicada y San piensa en los hermanos de Britt que terminarían sufriendo las consecuencias de todo si las descubrieran..... Sin embargo tampoco se vale que hagan a un lado su amor, espero que Britt recupere de nuevo a San !!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 29, 2016 2:39 am

CAPITULO 28

“Nunca subestimes  a una pequeña mentirosa”
Sara Shepard, Pretty Little  Liars.

SANTANA

Pasaron cuatro agotadores, horribles, e increíblemente largos días. Y no vi a Brittany ni una vez. Creo que ella me torturaba a propósito. Sabía que mi fuerza de voluntad era nula. Ella sabía que tendría que verla pronto. Y honestamente, mañana —cuando fuese a mi clase de literatura americana—, parecía no llegar lo suficientemente pronto. Necesitaba mi dosis de Brittany. Ahora.
Golpeé ligeramente mi barbilla con mis dedos, incapaz de concentrarme en mi trabajo mientras miraba con nostalgia el celular que había puesto en la esquina de mi escritorio. Cuando comencé a estirarme para tomarlo, pensando en enviarle un mensajito de texto, solo para saludarla, me abofeteé a mí misma mentalmente y golpeé mis dedos en mi teclado. No. Mala Santana Volví mi atención a la pantalla de mi ordenador en el que ingresaba las puntuaciones en el sistema de calificaciones, y no pude concentrarme en una sola cosa.
Odiaba ingresar las calificaciones. Podría tener que dejar de usar el papel solo para evitar la monotonía de ingresar las puntuaciones. La única clase hasta el momento en que decidí eliminar el papel era la de Brittany. E iba sorprendentemente bien. Después de que comenzamos nuestra relación, les pedí a los estudiantes de su clase que me mandaran los ensayos electrónicamente. De esa manera, no veía nombres cuando leía sus trabajos. Solo los leía de la forma más justa posible, asignaba la calificación al terminar, y eso era todo, estaban instantáneamente en el sistema. Esa parte, me encantó. La parte que me asustó fue cuando me di cuenta de que no había tenido la menor idea de la nota que le puse a mi novia, porque no había sido capaz de discernir cual ensayo era el suyo.
Después de terminar con todos en la clase, Brittany y yo comprobamos juntas su puntuación. Creo que casi exprimí sus dedos,  estuve tan nerviosa hasta el momento en que vimos que había conseguido una B. Casi lloré porque no le di una A como yo esperaba. Pero ella se rió, me dio un abrazo y me dijo que estaba bien.
Estaba teniendo un promedio de C en la clase. Todo lo que tenía que hacer era sacar otra B en el último ensayo, y estaría bien. Había sonado tan segura de sí misma que me relajé. Pero, Dios, no tenía ni idea que salir con una de mis estudiantes me daría tanto estrés en mi trabajo. Cuando comenzamos esto, estuve segura de que podría separar la escuela y la vida personal. Pero no podía. Quería darle a Brittany la A más grande posible.
Alguien se aclaró la garganta, sacándome de mi ensoñación.
—¿Dra. López?
Alcé mi rostro de la pantalla de mi computadora para encontrarme a una bonita pelirroja de pie en la puerta de mi oficina. Me resultaba familiar, pero no sabía con seguridad donde la había visto antes.
Girando mi silla para mirarla, esbocé una sonrisa, siempre emocionada cuando un estudiante me buscaba.
— ¿Sí?
Se mordió el labio, luciendo un poco nerviosa.
—Soy Marci Bennett. Me gustaría hablar con usted acerca de mi nota.
—De acuerdo. Pasa.
—Puesto que ya estaba en el sistema, rápidamente escribí su nombre para sacar su archivo—. Estás en obras maestras del mundo, ¿cierto?
—Eso es correcto.
 —Ella entró y cerró la puerta detrás de sí. Me tomó por sorpresa porque los estudiantes normalmente no lo hacían cuando me reunía con ellos. Por lo general, mantenían la puerta abierta, o era yo la que la cerraba. Solo Brittany era la que siempre lo hacía, lo que me hizo sentir más inquieta con Marci.
Pero ignoré mis aprensiones y continué sonriendo. Tan pronto como se sentó, su actitud cambió. Su timidez se desvaneció para ser reemplazada por una sonrisa de suficiencia. Confundida por la transformación, deslicé mi mirada sobre ella, observando toda la imagen. Su cabello era una característica brillante, pero era de un rojo brillante que me hizo preguntarme si se lo teñía. Sus pechos parecían grandes, pero de nuevo, no era nada que un buen sujetador no ayudara a hacer.
La mayor parte de ella se veía falso y mejorado.
—¿Cómo puedo ayudarte?
 Cruzó las manos, precisamente, en su regazo, recordándome a uno de los movimientos de mi madre.
—Bueno, para empezar, me gustaría una A.
Para evitar rodar los ojos, asentí seriamente.
—Ya veo. Bueno, parece que ahora tienes una C.
Eché un vistazo rápido a la computadora, y sí, era una C, una C menos
— Todo lo que tienes que hacer es asistir a tus clases, entregar todas las tareas, trabajar muy duro y subirás la nota.  Eso pudo haber sido un poco arrogante de mi parte, pero ella también me daba una mirada muy arrogante. La niña mimada.
 —En realidad —dijo, haciendo girar un mechón de su cabello alrededor de su dedo—. Eso no funciona para mí, porque no planeo asistir a otra de sus clases por el resto del semestre. Y seguro que no escribiré otro de sus malditos ensayos.
 Hmm, me equivoqué. Niña mimada era un término muy suave para ella. Comencé a pensar que perra rabiosa le quedaba mejor. Continué sonriendo y levanté una ceja.
—¿Y esperas una A por eso?
Me sonrió.
—Exactamente.
Luego su mirada se tornó seria cuando se inclinó hacia adelante.
—. Oh, y una cosa más. Voy a necesitar que dejes de follar con Brittany Pierce mientras estás en ello. Retrocedí en mi silla al tiempo que la sangre se drenó de mi cabeza.
 — ¿Perdona?
Con un pequeño resoplido, ella rodó los ojos.
 —No tienes por qué seguir este estúpido juego conmigo, cariño. Lo sé todo. Verás, Brittany me rechazó la semana pasada.
Un sonido molesto gorgoteó desde el fondo de su garganta mientras arrojó sus rizos rojos por encima del hombro.
—. Y nadie me rechaza. Sabía que pasaba algo. Así que... La seguí hasta que conseguí mi prueba. ¡Y tada!
Ella sacó su teléfono celular, girándolo para mostrarme la pantalla. Brittany y yo nos encontrábamos en mi coche, acurrucados en el asiento del pasajero. Aún no habíamos llegado a la parte donde ella destrozaba mi sostén, gracias a Dios, pero era más que evidente el tipo de relación que teníamos.
Preguntándome cómo diablos obtuvo tal buena foto, con la oscuridad y esa proximidad, levanté la mirada. Marci sonrió y asintió.
 —Es hora de que me des una oportunidad con ella.
 Querido Dios, le gustaba. A ella le gustaba mi mujer. Contando con el hecho de que no querría lastimarla, le dije
—: Si le muestras esa imagen a alguien, Brittany también tendrá problemas. Después del escándalo con el equipo de voleibol, el entrenador le dijo a todos los jugadores de fútbol que serían echados del equipo si se los atrapaba en una situación similar. Y ya que ella tiene una beca deportiva, tendría que dejar Ellamore definitivamente. ¿De verdad quieres que eso le pase?
Marci guardó silencio. Oré para que fuera un engaño; incluso tomé una respiración de alivio. Pero luego ella contraatacó con
—: Entonces supongo que tendré que mostrarles esta foto. Se desplazó a una nueva imagen, y casi vomité.
El rostro de Brittany no aparecía en esta foto. Era solo yo. Ya no llevaba mi sujetador, y yo tenía la cabeza hacia atrás, con el cabello derramado por mi  espalda y mis pechos desnudos arqueados hacia el frente. La única parte de mi compañera era un fuerte brazo  envuelto alrededor de mi espalda. Yo me hallaba probablemente a mitad de mi orgasmo, y... De acuerdo, tuve que tragar un poco de vómito. Pero, oh, Dios mío. Esto era malo. ¿Cuántas fotos tenía esta perra?
—Nadie puede reconocerla ahí porque su cara no aparece.
—Me envió una sonrisita de satisfacción, que devolví con una mirada fija-
—. Pero mira... justo ahí.
Señaló el tatuaje.
—. Alrededor de una docena de otros jugadores tienen el mismo tatuaje. Así que es más que obvio que estabas follando con un actual jugador del equipo de futbol, pero nadie podrá saber exactamente con cuál.
 Mantuve mi expresión en blanco. Era lo único que podía hacer en un momento así. Digo, claro que podía saltar sobre la mesa para estrangularla hasta la muerte, y eso es lo que yo quería hacer. Pero eso no ayudaría Brittany, a no ser que encontrara una manera de sacar un cadáver de mi oficina. Maldita sea. Después de aclararme la garganta discretamente, pregunté
—: ¿Quieres una A menos o una A más?
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 29, 2016 2:40 am

“La única manera de encontrar  la verdadera felicidad  es arriesgarse a ser heridos  completamente”
Chuck Palahniuk, Invisible Monsters

BRITTANY

Decidí darle a Santana algo de tiempo. Lo sé, eso no tenía sentido. Siempre que ella tenía tiempo para razonar las cosas, decidía en nuestra contra. Pero confiaba en el hecho de que ella me echaría de menos. Porque segura como el infierno que yo la extrañaba.
—Vamos, rubia. Me estás matando.
—Puck se acercó a mi lado, donde yo me hallaba sentada en la mesa junto a nuestra cocina de mala muerte con las tareas distribuidas en la superficie, y cerró de golpe el libro de texto que yo estaba leyendo.
—. Has estado trabajando o haciendo la tarea todo el puto fin de semana. Me estás volviendo loco.
 Le envié una mirada y volví a abrir el libro, murmurando en voz baja porque el bastardo había perdido mi página.
—Te lo dije, tengo que ponerme al día con esta mierda. Vete.
Puck volvió a cerrar el libro lentamente, alzando las cejas en un desafío.
—No estás haciendo los deberes, marica. Estás haciendo pucheros porque ella te abandonó.
Apretando los dientes para mantener mi temperamento bajo control, gruñí entre dientes
—: No me dejó. —Dijo específicamente la palabra “tiempo”. Eso significaba que volveríamos a estar juntas... eventualmente. Un tiempo significaba que todavía había una oportunidad.
Cuando abrí el libro por tercera vez, mi compañero de cuarto lo alejó de la mesa y de mi alcance, manteniéndolo por encima de su cabeza como un niño abusivo de once años que le roba la muñeca a su hermana pequeña.
—Tú sigue diciéndote eso, amiga. Pero aun así saldremos esta noche.
Golpeé la parte superior de la mesa.
—No quiero…
—Bueno, me estoy muriendo de hambre, y no hay comida en la nevera. Era tu turno para comprar comestibles. Así que me vas a llevar a comer. Tengo ganas de ir a Guido’s.
Negué con la cabeza, sorprendida por su especificidad. Nunca ansiaba un cierto lugar. Diablos, el tipo nunca anhelaba cierto tipo de comida. Él era una de esas aspiradoras que comían lo que sea que le pusieras delante.
—¿Qué es esto? —le pregunté. —. ¿Me estás pidiendo una cita?
 Me guiñó un ojo y lanzó un beso.
—Cómprame suficientes tragos, y quizá tengas suerte.
Con un bufido, me rendí y dejé que Puck me sacara de mi apartamento. No se lo admitiría, pero era agradable tomar un poco de aire fresco. Me había escondido en el apartamento durante demasiados días, y salir a respirar por un minuto ayudó a aclarar mis ideas. Encontramos un sitio de estacionamiento a una cuadra y cruzamos la calle hasta Guido's.
Todavía molestándome por añorar a Santana mi compañero de piso me golpeó el brazo, tratando de sacarme de quicio. Pero lo ignoré la mayor parte. No hasta que dijo
—: Oh, mierda.
—Lo miré y atrapé como lo amplio de sus ojos se iba.
 —¿Qué?
—Comencé a voltear para ver lo que miraba, pero él cogió mi brazo.
—. Nada. He cambiado de idea. La comida de Guido’s apesta. Vamos a por algo mexicano u otra cosa. Rodé los ojos.
 Que tan obvio podía ser un chico. Me giré nuevamente. Cuando trató físicamente de impedirme mirar, lo empujé y encaré el pequeño restaurante italiano. Y ahí se encontraba ella. Al cruzar de la calle, en frente de una amplia y abierta ventana de vidrio en una mesa para dos, estaba sentada Santana En Guido's. Con el Dr. Chaplain. En lo que parecía una jodida cita.
 —Hijo de puta.
 —Cuando salí de la acera para cruzar hacia ella, Puckerman tomó mi brazo.
—Guau, rubia. ¿Qué crees que estás haciendo?
Apreté la mandíbula. No podía apartar la mirada de mi mujer mientras ella tomaba un trago de la copa de vino y sonreía por algo que el idiota al otro lado de la mesa acababa de decirle. ¿Qué creía ella que estaba haciendo? Esa era la pregunta.
—Voy para allá —le dije a Puck.
 Pero él me jaló de vuelta, enojándome aún más.
—¿Estás loca? Si vas hacia allá y creas una escena como alguna ex novia celosa, las personas se van a dar cuenta de que en realidad eres una ex novia celosa. ¿Quieres que te saquen del equipo? ¿Que ella pierda su trabajo?
Le lancé una mirada severa. Levantó sus cejas, y maldijo en voz baja.
— Maldición.
Sacándome el teléfono del bolsillo, hice la siguiente mejor opción. La llamé. Pude notar el momento en que su línea comenzó a sonar. Se tensó y su cita hizo un gesto, tal vez diciéndole que le parecía bien que atendiera. Pero  ella negó con la cabeza. Apreté mis dientes. Cuando se fue al buzón de voz, gruñí.
Te veo. Veo con quien estás. Y no me gusta. ¿Cómo es mejor estar con un hombre comprometido, que salir con una estudiante?
Después de dejar ese mensaje, instantáneamente marqué su número de nuevo. Esta vez, ella se disculpó y se inclinó para comprobar el identificador. Cuando vio que era yo, metió su teléfono de nuevo en su cartera. Pude leer sus labios cuando le dijo que no era nadie importante. Un ácido corroía por mi estómago.
—Nadie importante, ¿eh?
Resoplé y tuve que apartar la mirada porque de repente mirarla dolía demasiado
. ¿Le dijiste que no era nadie importante? Gracias. Muchas gracias.
Colgué porque después sabía que diría algo horrible, y no quería decirle nada feo a Santana Solo quería que sacara la cabeza de su trasero y se alejara de ese idiota. Pero, diablos, no podía aguantarlo. Bombardeé su jodido teléfono con mensaje tras mensaje, jodidamente cerca de acosarla, o a lo mejor esto era de plano un acoso.
 Maldición, no sabía. Le pregunté si se lo iba a follar, si engañar a la prometida de él la hacía sentir mejor consigo misma que tener una relación fiel y monógama conmigo, si siempre superaba a los hombres tan rápido como me había superado a mí. No sé todo lo que dije, pero no pude calmarme hasta que la vi tomar su cartera y pararse, probablemente encaminándose hacia el baño.
Tomando eso como mi señal para seguirla, salí de la acera nuevamente. Pero Puck, maldito sea, no iba a dejarme acercarme al restaurante. Gruñéndole hasta que me dio algo de espacio para respirar, caminé por la esquina de la calle, esperando hasta que ella fuese hacia el baño, o a donde quiera que haya ido, y pudiera responderme. Pero no respondió.
Harta, dejé caer la bomba. Ya no iba a jugar. Con dedos tan temblorosos que tuve que borrar y reescribir el mensaje tres veces antes de presionar enviar, escribí
: No hagas esto. Te amo, Santana Déjalo y ven a afuera conmigo.
 La ansiedad me hacía estremecerme desde mis pulmones. Ahora ella lo sabía. Acababa de desnudarle mi alma y me había hecho tan vulnerable como nunca. Solo una persona sin corazón ignoraría esto, y conocía a Santana Era lo más lejano posible a una persona desalmada. Ella también me amaba. Solo tenía que dejar de escuchar a la razón y el decoro, y se daría cuenta de ello.
Otros cinco minutos pasaron. Cuando apareció junto a la mesa donde su cita seguía esperando, el aliento salió de mis pulmones. Esperaba totalmente que ella se disculpara con él y viniera hacia mí.
Pero se acomodó su falda, levantándola un poco como una perfecta señorita y se sentó. Y su cita continuó.  No podía apartar la mirada. No podía parpadear. Todo dentro de mí se cayó a pedazos. Pasándome la mano sobre la boca, me giré hacia mi mejor amigo. Sus ojos se hallaban ampliamente abiertos como... No sabía. ¿Impresión? ¿Temor? ¿Preocupación?
—¿Pierce?
—A la mierda —dije—, vamos a emborracharnos.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 29, 2016 2:48 am

“No es bueno dejarse  arrastrar por los sueños  y olvidarse de vivir”.
J.K Rowling, Harry Potter  y la Piedra Filosofal.

SANTANA

Me palpitaba la cabeza. Cuando ingresé a mi casa a oscuras, mantuve las luces apagadas y recosté mi espalda contra la puerta delantera para calmar mi aliento. La noche había ido exactamente como la había planeado, lo que odiaba.
 Philip parecía ansioso por salir conmigo cuando lo llamé. No había siquiera tenido problema con aceptar que nos encontráramos allá. Le pregunté sobre su prometida directamente, y dijo que se habían separado en febrero. Luego me compró algunos tragos, hablamos sobre las políticas de la universidad hasta que comenzaron las llamadas de teléfono y los mensajes.
 Supe inmediatamente que era Brittany. Cuando Philip me dijo que no había problemas con que contestara, le resté importancia, tratando de parecer que era grosero contestar una llamada en una cita.
Pero luego se hizo más difícil ignorar el teléfono porque seguía sonando e interrumpiendo. No sé en qué pensaba; mi cerebro obviamente no funcionaba bien porque debí tan solo haber apagado la cosa.
Pero nunca era capaz de hacerlo porque inconscientemente siempre esperaba “la llamada” de mis padres. Nunca sabré tampoco por qué me excusé para ir al baño. Pero lo hice. Y leí sus mensajes. Todos. Me mató caminar de vuelta hacia Philip.
 Tan discretamente como me era posible, vi a Brittany afuera, mirándonos, y treinta segundos después de que arrastrara a su amigo para irse, me puse de pie, cancelando mi cita con Philip.
Sacando mi teléfono de la cartera, dejé que el Prada cayera al suelo y abrí el último mensaje que me había enviado.
No hagas esto. Te amo, Santana Déjalo y ven a afuera conmigo.
 Una y otra vez, lo releí, y dolía más cada vez que mi mirada pasaba sobre las palabras. Gimiendo, me llevé el puño a la boca y mordí mis nudillos. Pero eso no ayudó. Las lágrimas vinieron de cualquier firma. Me deslicé hasta el piso y enterré la cara en mis rodillas al tiempo que punzadas de agonía me atravesaban el estomago.
No tenía idea por cuento tiempo estuve ahí sentada, tratando de consolarme y fallando, pero mis articulaciones estaban rígidas y mi cabeza, atontada. Dolió cuando alguien  golpeó mi puerta, haciendo que la vibración de esta crujiera a través de mi espina. Jadeé y me golpeé la boca con la mano, esperando que quien estuviera llamando no me hubiese escuchado.
Respirando bruscamente, permanecí perfectamente inmóvil, esperado que se fuera sin intentar de nuevo. Pero treinta segundos después, siguieron más golpes.
—Dra. López —gritó alguien—, sé que está ahí. ¡Diablos! Salga de ahí. ¡Ahora!
Un momento. Esa no era la voz de Brittany. ¿Qué diablos? Me puse de pie y deslicé a un lado la cortina para espiar por la ventana. Noah Puckerman me miró, con sus manos en las caderas. Preocupada de que algo le hubiese pasado a Brittany, luché para desbloquear el cerrojo y abrir la puerta. Pero no dijo nada sobre su compañera de cuarto. Apretando sus manos y moviéndolas erráticamente, gritó
—: ¿Qué mierda?
Aclaré mi garganta, lamí mis labios secos y enderecé la espalda.
—¿Qué necesita, señor Puckerman?
 —Necesito que me diga qué diablos sucedió esta noche. Cuando me escribió, pidiéndome que me asegurara de que Pierce estuviese en cierto lugar a cierta hora… Joder, pensé que iba a tratar de volver con ella. No a arrancarle su jodido corazón de su maldito pecho.
Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas. Agradecí que estuviese oscuro y que él no pudiera ver mi cara, porque mi plan de no parecer afectada se estaba deshaciendo
—Me usó.
 Colocándome la mano contra mi diafragma, inhalé profundamente.
— Necesitaba que me odiara.
—Pues felicitaciones.
—Bufó y movió la mano en mi dirección—. La odia.
Me contraje de dolor pero asentí.
—Bien.
Con una risa dura, Puck pasó sus dedos a través del cabello y se giró solo para regresar a mí.
—No puedo creerle. Estaba loca por usted. Ella… ¡Jesús! Es que… Nunca más me pida que la ayude a lastimar a mi mejor amiga. Porque me rehúso.
—No te pedía que la lastimaras, sino que me ayudaras a protegerla.
 —¿Protegerla? ¿Protegerla de qué?
No podía responder a eso si romperme. Mis dedos ya temblaban mucho, diciéndome que estaba al borde de un ataque de pánico. Con una sonrisa tiesa, me encontré con la mirada de Puck.
 —Creo que lo descubrirás suficientemente pronto.
 —¿Descubrirlo? —repitió, con los ojos amplios en alarma—. ¿Descubrir qué? ¿Qué diablos está a punto de suceder?
—Nada que vaya a afectarte. Nada que vaya a afectar a Brittany. Creo.
 Tragué saliva, y cruzando los dedos metafóricamente, tomé una respiración profunda.
—. Creo que está segura.
 —¿Usted cree? Jesús Cristo. Ahora estoy enloquecido. ¿Qué sucede? ¿En qué la metió?
 —Nada. Estoy noventa por ciento segura de que esto no la afectará para nada.
 —Bueno, a menos que esté un ciento diez por ciento segura, entonces no estoy convencido. ¿Qué está pasando?
De pie firme, levanté mi barbilla y me mantuve regia.
—Lo que sucede es que me rehúso a ser uno de eso profesores que le dan una nota a una estudiante que no se merece.
Si yo no podía tener mis felices para siempre, entonces tampoco lo tendría la jodida Marci Bennett.
—. No voy a ceder bajo presiones, o demandas, o extorsión. Y eso es todo lo que necesitas saber. Aprecio tu preocupación por tu amiga, y me alegro de que Brittany tenga alguien tan leal y que la cuide. Pero de verdad tienes que irte ahora.
—Joder —dijo..
—. Alguien sabe ¿no es así? Mierda. ¿Quién es? No puede ser ninguno de los chicos de Forbidden. Ellos nunca le harían eso a Britt. Solo dígame quien es. A lo mejor puedo hablar con él. Un momento, usted dijo una estudiante ¿no es así? ¿Quién es ella?
—No necesitas involucrarte más de lo que ya estás.
Toqué su brazo.
—. Solo mantén a Brittany… fuera de esto. Y... Y si trata de hacer algo radical, por favor recuérdale a sus hermanos. No puede hacer que la saquen de Ellamore si quiere ayudar a su familia. Sus hermanos lo necesitan.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por 3:) Lun Ago 29, 2016 5:47 am

Joder joder joder....
Ahora si va de mal en peor.... A ver cuanto le dura a la zorra el chantaje con san...
Espero que en algún momento britt entienda por que lo hizo y no la lleve a odiar de verdad.....
A ver que pasa con britt ahora??? Y que va a hacer punk???
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por micky morales Lun Ago 29, 2016 8:35 am

Vaya pobre Britt, era solo para protegerla, ahora a esperar a ver que va a pasar!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 29, 2016 12:34 pm

CAPITULO 29

“Lo único peor que a un chico que te odia,  es un chico que te ama”.
Markus Zusak, La Ladrona de Libros.

SANTANA

La noche más larga de mi vida pasó en segundos. Treinta mil. Y sentí cada uno de ellos. No dormí. No comí. Solo me senté en mi sofá, en la oscuridad, preguntándome si hacía lo correcto. Si le decía a Brittany sobre las exigencias de Marci Bennett, ella intentaría hacer algo dulce y noble, y quizá haría que la echaran de Ellamore debido a ello. Pero me dolió demasiado hacer lo que hice. Si ella estaba la mitad de dolida que yo, entonces esto era un cruel e inusual castigo. ¿Cómo podía hacerle esto? ¿Cómo le podía hacer creer que no la amaba después de que me dijo que me amaba primero?
Porque yo sí la amaba, me lo tenía que repetir cada vez que comenzaba a ablandarme. La amaba tanto que quería que alcanzara sus metas. Quería que se graduara de la universidad, que fuera reclutada en la NFL y que tuviera su “vivieron felices para siempre”.
Iba a lograr cada meta que se propuso alcanzar. Me iba a asegurar de eso. Pero me palpitaba la cabeza mientras conducía hacia el trabajo. También cuando comencé mi primera clase. Me encontraba enseñando  introducción a la literatura, cuando la puerta de la sala de conferencias se abrió de golpe, chocando contra la pared. Un par de chicas en el salón dejaron salir gritos de terror y yo casi me meé en mis bragas cuando me giré para enfrentar la amenaza.
Esperaba ver a algún terrorista portando un arma de aspecto letal o algo igual de dramático. Pero lo que entró tropezando en el salón era mucho peor. Muchísimo. Peor.
 Con la ropa arrugada como si hubiese dormido así, una Brittany Pierce me dio una gran sonrisa descuidada mientras se dirigía hacia un asiento desocupado en la primera fila.
 —Lamento llegar tarde, profesora.
Arrastró las palabras torpemente, y el olor a cerveza irrumpió en el aire cuando pasó junto a mí para desplomarse en el asiento
—. Me quedé dormida.
Alzó su dedo pulgar e índice, dejándolos separados por centímetros.
—. Solo un poquito.
No podía creer lo que veía.
—Estás borracha
Espeté, horrorizada, estupefacta y francamente muy asustada. Dios querido, esto iba a terminar mal. El pánico se apoderó de mí, pero me las arreglé para calmarme mientras le lanzaba dagas a la rubia que me partía el corazón en dos en la primera fila.
—Shh.
Puso el dedo índice contra su boca.
—. No diré nada si usted no lo hace. Podría ser nuestro secretito.
 Mientras las personas de la clase se reían disimuladamente, sin tener idea de a qué se refería realmente, yo palidecí. La podría matar por esto. Brittany miró a la chica a su derecha, quien todavía reía tontamente, y su sonrisa se ensanchó, animada.
 —Hola, eres bonita. ¿Tuvimos sexo antes?
Maldición. La iba a matar. Aquí y ahora mismo. Cuando la chica se sonrojó, riendo un poco más y le dijo que no, ella puso la mano sobre su corazón, haciendo un sonido de desaprobación.
—Bueno, eso es una jodida lástima. Definitivamente deberíamos salir.
Luego me miró, con burla en su mirada.
—. ¿Eso le parece bien… Dra. López?
Eso era todo. Eso era más de lo que yo podía soportar.
—¡Señorita Pierce! —le grité, sin ser capaz de controlar mi ira. Mi mano temblaba cuando le señalé la salida—. Salga de mi salón de clases. Ahora.
Mismo. Su sonrisa borracha murió y sus ojos vidriosos se entrecerraron.
 —Pero estoy aquí para aprender, profesora. Así que continúe y enséñenos algo útil. Como… como quizás sobre ese tipo Hemingway.
Con las cejas fruncidas de forma pensativa, sacudió la cabeza.
—. No. Así no es. ¿Hemingway? ¿Hathaway? ¡Hawthorne!
Chasqueó los dedos, o al menos lo intentó
—. Sí. Hawthorne. ¿Por qué no nos habla un poco más sobre su libro de la letra escarlata? O como sea que se llame. Creo que yo podría verme reflejada con algunos de esos jodidos personajes.
Con la mandíbula apretada, dije
—: Usted ni siquiera toma esta clase. Ahora váyase.
Su sonrisa era amarga y su risa aún más severa.
 —Vaya, le encanta salir con nuevas maneras para deshacerse de mí, ¿no es así?
 Cuando encontré su mirada, un dolor vulnerable destelló de sus ojos, casi matándome. Necesitaba que se fuera antes de quebrarme completamente, rompiéndome en un millón de pedazos.
—Señorita Fabray
Exclamé frenéticamente, parpadeando como las alas de un colibrí para contener las lágrimas. Escaneando la habitación, busqué en el mar de rostros a su amiga, que sabía que tomaba esta asignatura.
—. Por favor, ¿podría escoltar a su compañera fuera de mi salón?
—¿Quinn?
Brittany  se giró hasta que vio a la otra chica levantarse y caminar hacia ella.
—. ¡Hola, Fabray!
saludó, poniéndose de pie para saludar a su compañera.
— No sabía que también tomabas esta clase, amiga. ¿Por qué no vas a sentarte?
Le hizo un gesto con la mano para que se alejara.
—. Estoy bien aquí. Yo me encargo de esto.
—Vamos, Britt —dijo Quinn sombríamente.
—Pero estoy aquí para aprender un poco de literatura.
Cuando Brittany  se resistió e intentó tirar de su brazo fuera del agarre de Quinn, un par de chicos más, jugadores de fútbol de aspecto corpulento saltaron de sus asientos para ayudar. Esta vez, cuando tres chicos la levantaron en el aire, ellaa simplemente sonrió y señaló a la chica con la que había coqueteado.
—Oigan chicos, ¿ya conocieron a mi nueva amiga?
Le preguntó a sus compañeros futbolistas.
—. Todavía no hemos tenido sexo, pero estoy segura de que lo tendremos.
 Mirándola por encima del hombro de Quinn, imitó la forma de un teléfono con su mano y lo presionó contra su oreja
—. Llámame.
 Empuñé mis manos a mis costados, conteniendo la respiración. En el último segundo antes de que sus compañeros la empujaran fuera del salón, ella  extendió la mano y agarró el marco de la puerta, como una gata rehusándose a entrar en su cesta.
—¡Esperen!
Luchó contra los jugadores hasta que su mirada se encontró con la mía.
—. Vine a decirle algo.
Las emociones hirvieron en lo profundo de su intensa mirada. Mi estómago se hizo un nudo.
—Váyase a la mierda —dijo, apretando los dientes como si quisiera decir cada una de las letras de esas palabras con todo lo que tenía—. Váyase a la mierda por ser una cobarde y darse por vencida. Váyase al infierno, Dra. López.
Tomó un pedazo de papel de su bolsillo, lo hizo una bola y me lo lanzó. Lo observé aterrizar en el suelo y supe que no quería saber lo que decía. Cuando la puerta se cerró, el silencio cayó en la sala de conferencia. Presionando la mano en mi abdomen, me giré para enfrentar a mis estudiantes. Nunca había visto a tantas personas tan firmes a escuchar lo que a continuación tenía que decir.
 Abrí la boca, pero ninguna palabra salió. Aclarándome la garganta, bajé mi cara y lo intenté de nuevo.
—Lamento la interrupción. Se pueden retirar ahora. Por un segundo, nadie se movió. Luego levanté mis cejas y de repente parecía que no podían retirarse lo suficientemente rápido. Incluso una chica fue lo suficientemente amable para agacharse y recoger la nota por mí. La tomé con un fuerte asentimiento y la enrollé en mi puño. Después de que el lugar se vaciara, empaqué mi maletín y caminé hacia mi oficina antes de encerrarme sola. Me desplomé en mi silla y me quedé sentada allí otros cinco minutos antes de abrir mi mano para leer la nota que estaba arrugada dentro.
Era otra cita de mi tablero: 
“¿Sabes cuál es el sentimiento más horrible que puedes tener? Odiar a la persona que más amas en el mundo.” —S. E. Hinton, Eso fue entonces, Esto es ahora.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Ago 29, 2016 12:35 pm

“Habría  hecho alguna diferencia  la palabra “Lo siento?, Lo ha hecho alguna vez?. Es solo una palabra. Una palabra contra miles de acciones.”
Sarah Ockler, Bittersweet.

BRITTANY

Sobria y sintiéndome como una mierda, empuñé mi mano y golpeé la puerta de Santana Ella no la abrió hasta después de treinta segundos de que comenzara a gritar su nombre a todo pulmón. Tan pronto como el cerrojo sonó y se abrió, coloqué mi mano en la superficie y comencé a empujar… hasta que alcancé la cadena. Mirándola, alcé una ceja.
 —¿En serio?
—Deja de golpear mi puerta o llamaré a la policía.
Presioné mi frente contra la fría madera así podía verla a través de la pequeña abertura y metí mis dedos en el hueco. Movimiento arriesgado, pero sabía que ella no golpearía mis dedos. Mi coño podría ser otro asunto, pero mis dedos parecían relativamente seguros. Eso esperaba.
 —Por favor. Solo vine a disculparme. Estoy sobria ahora, lo juro.
—Podrías disculparte desde ahí afuera tan bien como lo podrías hacer aquí adentro.
 Pero yo quería estar adentro.
 —Santana
Dije con voz ahogada, muriendo un poco por su rechazo. Mis párpados se apretaron.
—. Lo siento. Joder, lo siento tanto. Déjame entrar. Solo déjame entrar.
Me dio un suspiro de rendición. Para mí, sonó como el crujido de las puertas del cielo mientras se abrían para permitirme entrar al Paraíso.
—Saca tus dedos del camino para que pueda desbloquear el cerrojo.
 Abrí los ojos para sopesarla. Podría estar mintiendo, pero decidí correr el riesgo.
—Confío en ti
Le susurré antes de que lentamente deslizara mi mano. La puerta inmediatamente se cerró de golpe. Tragué saliva, temiendo lo que venía. Me prohibiría por siempre la entrada a su casa. Pasó un segundo, y me quede allí, aterrorizada, y sin estar segura de que hacer conmigo mismo ahora, porque todo lo que quería estaba al otro lado de esa puerta.
Entonces la cadena sonó y mi corazón se sacudió con sorpresa y jubilo. Agarrando el pomo, lo giré y entré.
—Oye…  
Podría fruncirme el ceño en señal de desaprobación todo lo que quisiera, pero estaba adentro. Con ella.
 —Lo siento. Lo siento mucho.
La agarré por la nuca, jalándola hacia mí. No logró hacer mucho más que un chillido de sorpresa antes de que mi boca cubriera la suya y mi lengua se sumergiera profundamente. Algo que nunca fue capaz de negarme era un beso. Mientras la atacaba con mi boca, se trepó sobre mi cuerpo, aferrándose y clavando sus dedos en mi cabello, sus uñas en mi cuero cabelludo. Se sentía tan jodidamente bien que rodeé su cintura con mi brazo y la levanté. Y tan natural como respirar, envolvió las piernas alrededor de mis caderas. Sujetándola más arriba, tanto que tuvimos que cambiar de posición, y ella era quien inclinaba su rostro hacia abajo, alcé mi barbilla para mantener nuestras bocas fusionadas. Por ahora, ese era mi objetivo principal. Tan pronto como nuestros labios perdieran el contacto entre sí, se sobresaltaría. Trataría de alejarme. Pero no dejaría que eso sucediera. Me giré hasta que apoyé su espalda contra la pared y allí me frote contra ella a través de nuestras ropas. El calor entre sus piernas se propagó por todas las capas de tela y abrazó mi coño con una provocación sucia.
Cuando gimió y se movió de nuevo contra mí, gemí. Su cabeza se lanzó hacia atrás, haciéndome perder el contacto con sus labios.
—Detente
Susurró, aun mientras su cuerpo se frotaba contra el mío.
—Nunca.
Besé su garganta y desabroché el cuello de su camisa. Intentó empujar mi hombro, pero seguí lamiendo y mordisqueando, decidido a hacerla cambiar de opinión.
—Brittany. Dije que te detengas.
Cuando tomó aire, levanté la mirada. Tenía los ojos cerrados y se mordía el labio inferior. Sabía que su liberación se hallaba cerca, así que impulsé mis caderas con más fuerza hacia las suyas, sabiendo que golpeaba su punto débil, alcanzado el objetivo. En cuestión de segundos, estaría desmoronándose en mis brazos.
 —No
Gimió, mientras comenzaba a venirse.
—Sí
Susurré, mirando su cara mientras se deshacía en mis manos. Luchó contra ello, agitando su cabeza de un lado a otro. Pero me di cuenta de lo fuerte que la golpeó cuando gritó y se presionó contra mí, buscando lo que sabía yo podía darle. Lo aceptó todo, y quedó jadeando y lánguida cuando bajó de la cima. Al final, alzando sus pestañas, me miró desde sus ojos aturdidos y vidriosos.
—. Tú. Eres. Mía
Le dije.
—. No me importa cuántas veces te separes de mí o con cuantos otros hombres tratarás de tener una cita. No me importa lo malos que seamos la una para la otra. No me importa que nunca vaya a ser lo suficiente buena para ti o que estemos arriesgando todo para estar juntas. Que  tu madre nunca lo apruebe. Da igual. A la mierda todo. Tú eres mía, maldición. Y yo soy tuya. Y debemos estar juntas.
 —No —susurró.
—Maldita sea.
Golpeé con mi mano la pared al lado de nosotras
—. ¡Sí!
 Se sobresaltó, y una lágrima se deslizó por su mejilla
—Brittany, para. Por favor. Detente. No quiero esto. No quiero esto. Ya no empujaba mis hombros, pero la mirada perdida y la derrota en sus llorosos ojos me deshicieron.
—Mierda
Susurré. Paré de sujetar sus caderas contra la pared y presioné mi frente contra la suya. Desenrolló las piernas de mi cuerpo y colocó las puntas de sus pies en el suelo antes de deslizarse hacia abajo, probablemente para escapar de mí. Pero fui con ella, manteniendo nuestras frentes presionadas. Una vez que se sentó y me arrodillé frente a ella, dejó escapar un pequeño sollozo. Jesús.
—Lo siento
Dije con voz ronca.
—. Jesús, Dios, lo siento mucho. Sé que cruce la línea. Tantas líneas. Sé que me sobrepasé en esto de pelear por ti y entré directamente en el territorio del acoso anoche cuando te bombardeé con mensajes de texto, aunque todavía estoy enojada contigo por salir con él. Como reaccioné fue inapropiado y simplemente… jodido. Y hoy en clase. Hoy fue incluso peor. Lo sé. Y entonces ahora…
Un temor crudo se instaló en mí, al darme cuenta de lo que había hecho hace un momento
—. Te obligué a…
Ni siquiera podía admitirlo en voz alta. Pero, oh, Dios. No era mejor que Zach. La sola idea me hizo sentir mal. Aterrada de lo que era capaz de hacer, me alejé de ella. Debió percibir que me encontraba muy cerca de perder completamente mi cordura, porque me miró, e incluso con sus pestañas obstruidas con lágrimas que también hice caer yo, aún tenía la compasión para tranquilizarme.
—No me forzaste, Britt. En absoluto.
Sin embargo, seguía sintiéndome como una mierda. Incliné la cabeza, tratando de combatir las náuseas. No ayudó al asunto cuando añadió
—: Pero sí necesito que te vayas.
Hice una mueca.
—Estoy más arrepentida de lo que te puedas imaginar. Santana… por favor.
 No respondió. No fui perdonada.
 —Mierda
Dije un poco más fuerte esta vez. Cuando sorbió y se tapó la boca con las manos, me senté en cuclillas para mirar lágrima tras lágrima rodar por su rostro. Le había hecho daño, y me  odiaba por eso. Ella tenía todo el derecho de hacerme daño también, de nunca perdonarme. Dándome cuenta de lo que significaba esto; ella no me iba a dejar entrar de nuevo, me levanté y agarré mi pelo con las dos manos. En lo profundo de mi pecho, mi alma se desintegró al tiempo que jadeé en busca de aire. Podría haber sonado como una maldición en voz baja, pero mierda. Como sea. Me miró por un segundo antes de que abrazara sus piernas dobladas, cerrara los ojos y hundiera la cara en sus rodillas.
—Santana
Cuando otro pequeño sollozo salió de mí, apreté mi mano en mi pecho, tratando de contenerlo todo. Pero nada funcionó. Todo el dolor, el miedo y la desesperación de perderla se esparcieron.
— No sé cómo hacer esto
Confesé, sacudiendo la cabeza de un lado a otro.
—No sé cómo renunciar a ti. Te amo.
 Su expresión cayó. Abrazando sus costillas, inclinó la cabeza y lloró en silencio. Más perdida de lo que nunca me había sentido en mi vida, me acerqué a ella lentamente, con cuidado y coloqué mi mano sobre su cabello. Cuando tembló bajo el calor de mi mano, sabía que solo podía hacer una cosa. Tenía que dejarla ir.
—Está bien
Dije, con la voz rota y mi barbilla temblando
—. Está bien.
Mis dedos se deslizaron sin fuerza lejos de ella. Mis entrañas se retorcieron cuando me pregunté si esta sería la última vez que la tocaría. Quería caer de rodillas y rogar, pero ya la había asustado lo suficiente. Se necesitó todo de mí para girar y caminar hacia la puerta principal. Al abrirla, me detuve, dándole una última oportunidad para llamarme. Cuando no dijo nada, murmuré
—: Cuídate —y me fui.
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Mensaje por 3:) Lun Ago 29, 2016 1:09 pm

Ammmmm britt la cago dos veces!!!!
A ver como lo llevan a partir de ahora y el tiempo que les queda en la u??espero que britt no llegue hacer alguna locura??? Que después se arrepienta peor cuando se entere el por que de que san la deje...
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Mensaje por JVM Lun Ago 29, 2016 1:48 pm

Normal la reacción de Britt, encontrarte a la persona que amas con otra en una cita. Sin embargo le falta saber los motivos, esperó que se entere pronto y pueda hacer algo antes de que San y confiese todo.
Y bueno San sufriendo también porque esta dejando ir a Britt para que siga adelante con su futuro y ayude a sus hermanos, no es falta de amor, sino todo lo contrario.
Sería una pena que terminaran así las cosas, necesitan hablar con honestidad y resolver las cosas juntas!
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Mensaje por micky morales Mar Ago 30, 2016 8:21 pm

Es logico que santana quisiera proteger a brittany aunque creo que se le paso un poco la mano, y britt se siente tan mal por actuar como el que ataco a san que no creo que ya la busque mas!!!! [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 4 4065562827 [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 4 2824147739 [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 4 2884812151 [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 4 3718790499
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Sep 03, 2016 1:25 am

CAPITULO 30

“CUANDO LLEGUES AL FINAL DE LA SOGA, HAZ UN NUDO Y ESPERA”.
BENJAMIN FRANKLIN….
 

BRITTANY

 
Y así es como perdí a la mujer que amaba.
Después de amenazarme, Frenetti me ordenó que me fuera de su oficina. Caminé hasta la casa de Santana. Se hallaba a alrededor de tres kilómetros del campus. Hice el viaje una serie de veces antes, pero hoy, no podía moverme lo suficientemente rápido, no podía llegar a ella lo suficientemente pronto.
Cuando llegué allí el lugar se encontraba silencioso y abandonado, su auto se había ido y todo estaba oscuro. Golpee la puerta de enfrente sin éxito. También le escribí y llamé a su teléfono, pero la línea fue directamente al buzón de voz.
Si no fuera por el vacío en mi pecho, podría haber sido capaz de convencerme de que ella no existió en absoluto. Me salté el resto de mis clases esa semana. El semestre se acercaba rápidamente a su cierre; sabía que no debía arruinar todos mis progresos. Pero no podía actuar adecuadamente. Quería a Santana de vuelta.
 
Los chicos de Forbidden reorganizaron nuestros horarios, así que tampoco tenía
que trabajar. Demonios, incluso mi hermana paró de llamarme. Debí haberla herido demasiado cuando le grité después de descubrir lo de su bebé. Y no importa cuántas veces me disculpé por enojarme con ella, sentí que perdimos algo vital en nuestra relación.
 
Probablemente debí haberla llamado para comprobarla, dado que hacía tiempo no me llamaba. Pero no podía encontrar fuerza de voluntad. Entonces, no hice nada, solo me quedé en el recinto, viendo mi teléfono, esperando a que Santana finalmente respondiera uno de mis mensajes.
 
Con el paso de dos días, reduje mis mensajes a solo citas para su colección. Ya le dije todo lo que podía pensar en decirle acerca de todo lo demás. Ahora solo tenía que recordarle que seguía aquí. Esperando. Amándola.
 
Cuando un golpe sonó en la puerta de mi apartamento el sábado en la noche, salté, sin aliento. Probablemente lucía como una mierda. No me bañaba desde hace al menos tres días, quizá cuatro. Y llevaba los mismos pantalones de chándal y remera desde… quien sabe cuándo. Pero si Santana se hallaba aquí…
 
En mi prisa por llegar, trepé sobre la desorganizada mesa de café, rebosante con bebidas energéticas y envoltorios de bocadillos. Después de golpear mi rodilla contra la esquina, avancé cojeando y al fin tomé el pomo de la puerta, abriéndola.
Pero no era Santana.
 
Entrecerré los ojos a Finn, con la desilusión hiriendo mi pecho.
 
 —¿Qué demonios haces aquí?
 
Rodó los ojos.
 
 Aparentemente soy tu niñera. Puck y la virgen están preocupados y aterrorizados por ti. Piensan que no es seguro que estés sola ahora, y dado que ambos trabajan esta noche. Fui elegido para cuidar de tu inestable trasero.
 
¿No es seguro que esté sola? repetí con incredulidad—. ¿Qué demonios piensan Puck y Quinn que voy a hacer? ¿Lastimarme?
 
Oye, les dije que eras una chica grande, pero… Se encogió de hombros—. Puckerman insistió. Creo que el chico tiene un viejo enamoramiento contigo.
 
Con un fuerte suspiro, di un paso atrás y abrí la puerta para él.
 
 Bueno, sería bueno que entres si no te irás.
 
Uh… En lugar de dar un paso hacia adelante, Pick dio uno hacia atrás—. En realidad, en lugar de eso podrías venir conmigo. Tenía planes antes de que la Batiseñal apareciera para que viniera corriendo a tu lado.
 
Resoplando, dejé escapar una risa, negando con la cabeza.
 
De ninguna manera, amigo. No te iré contigo a alguna cita obscena. No juego a la tercera rueda.
Rió entre dientes.
 Contrario a la creencia popular, no tengo un revolcón cada noche de la semana. Y por suerte para ti, me atrapaste en una noche libre. Mason necesitaba que lo ayudara a reparar una basura de auto antiguo que compró. Me dirigía hacia allí para comprobar que funcionara.
 
¿Lowe? Elevé mis cejas con interés—. No sabía que ustedes fueran tan amigos.
 
Sí, ahora somos los mejores amigos por siempre.
 
Rodó los ojos, en combinación con el sarcasmo seco en su voz. Finn explicó
—: Cuando supo que también trabajaba en un taller de carrocería, me pidió que me hiciera cargo de su nuevo vehículo, y me ofrecí a revisarlo. Allí es a donde me dirigía cuando tus chicos llamaron. Entonces… ¿vendrás conmigo o qué?
 
Me detuve. No quería no salir en caso de que Santana volviera, pero diablos, sabía que no volvería. Cuando me llegó la comprensión, apreté mis dientes y miré hacia otro lado. De pronto no quería quedarme aquí toda la noche, sintiendo lastima de mí misma.
 
Seguro murmuré—. Déjame asearme primero.
 
Entonces ¿qué pasa contigo y la Novia Profesora? Supongo que están separadas y por eso hemos tenido que reorganizar todos nuestros horarios y ahora estoy en vigilancia de suicidio.
 
Le eché un vistazo a Finn, desde el asiento del pasajero de su auto, algún clásico que él modificó a la perfección.
 
Tú no tienes… que cuidarme, no voy a hacerme nada. Estoy bien. Pero sí, nosotras…
 
La palabra se quedó atascada en mi garganta y tuve que carraspear.
 
terminamos. Hace una semana, pero lo superé.
 
De acuerdo, no lo superé del todo. Pero ya no sentía la urgencia de embriagarme y meterme en su clase. Claro, si ella todavía tuviera una clase a la que ir.
Mierda. La culpa me golpeó de nuevo. Ella se fue, y era mi culpa. Pasé una mano sobre mi rostro, sorprendida de encontrar a mis dedos temblando.
Entonces ¿por qué Larry y Curly  siguen preocupados por ti? (5 Dos personajes de Los Tres Chiflados. )
¿Porque son unos maricas? suspiré disgustada—. ¿Cómo diablos voy a saberlo?
Bueno, ¿qué pasó?
Golpeteando con los dedos mi rodilla, me giré para mirar por la ventana.
 
Puedes decirme insistió Finn—. Voy a molestarte hasta que lo hagas.
 
Suspiré y lo miré fijamente.
 
 Alguien anónimo le envió a mi entrenador una foto de nosotras juntas, y ella fue despedida.
 
Joder. Finn exhaló—. ¿Por qué no tuviste problemas también? ¿O sí los tuviste?
 
Apreté la mandíbula.
La fotografía solo revelaba su rostro. El mío fue recortado.
Espera. ¿Entonces como sabían que estaba con un estudiante? Si no podían verte, ella podría estar follando con alguien más.
 
Rechinando los dientes, levanté mi manga para mostrarle el tatuaje.
 
 En octubre, unos cuantos, nos hicimos esto la noche antes de nuestro gran partido por el campeonato nacional. Era lo único que se podía ver de mí en la foto.
Finn miró fijamente el tatuaje, lo leyó cuidadosamente, y soltó una risa.
 
 ¿Campeonato nacional? ¿Qué no perdieron ese partido?
 
¿Y no dije que lo hicimos la noche anterior?
 
murmuré, bajando otra vez mi manga para cubrir el error humillante, un error que le costó el trabajo a Santana.
 
Entonces, la chica se llevó toda la atención, y tú… ¿la dejaste caer… sola?
 
Finn sacudió la cabeza, mostrando su desaprobación.
 
No
Gruñí. Haciendo un puño con mi mano, golpeé en su tablero de mandos.
 
—. No la dejé cargar con la culpa. Para el momento en que descubrí lo que pasó, ella ya se había ido. Puck y Quinn lograron convencerme de no confesarle al entrenador. Y eso es lo que debí haber hecho. Maldición. En lugar de eso fui con el jefe de Santana y traté de hablar con él para que la volviera a contratar. Déjame decirte que fue un enorme maldito error. El entrenador me habría pateado el trasero, sacado del equipo y anulado mi beca.
 
Pero ese malparido no supuso Finn.
 
Sacudí la cabeza.
 
 Nop, ese malparido no. Cuando se enteró que yo era la chica de la foto, no solo se negó a reincorporarla, sino que también se negó a reprenderme. Es un fanático de futbol, ya ves. Entonces amenacé con dejar la escuela y abandonar el equipo si no la traía de vuelta, a lo cual él me amenazó con hacerlo público, si incluso, me comportaba como si fuera a irme. Ahora ella se fue, y yo estoy atascada aquí bajo amenaza, para salvar su reputación y asegurarme que no pierda toda oportunidad de conseguir un trabajo en otra parte del país. Pero mientras tanto, sí, parezco una completa imbécil por dejarla asumir toda la culpa por nuestra relación.
 
Rubia. Finn sacudió la cabeza y silbó por bajo
 
—. Eso es cruel. Es horrible ser tú en estos momentos.
 
Sip murmuré, girando mi rostro para mirar de nuevo por la ventana del pasajero.
 
Y ¿no has sabido nada de ella desde que todo se arruinó?
 
La emoción me abrumó. Quería golpear algo nuevamente. O romperme como una cobarde y llorar.
 
 No. Estoy bastante segura de que dejó la ciudad. No responde a su puerta, y su correo está acumulado.
 
No crees que ella se haya lastimado a sí misma, ¿o sí?
 
El pánico me invadió. Miré lentamente a Finn, dándole una mirada de muerte.
 
Bueno, no lo he pensado… hasta ahora. Jesús, no lo haría… espera. No. Su auto tampoco está. Si estuviera en casa, su auto seguiría allí. Ella está bien. Tenía que estarlo.
 
A menos…
 
Jesús, Finn espeté—, para de asustarme. Se encuentra bien. Solo necesita algo de tiempo.
 
Bueno, si necesitas entrar a su casa, solo para asegurarte, sé cómo desbloquear una cerradura.
 
Sacudí la cabeza.
 
Dios, hombre. ¿Dónde aprendiste un truco tan útil como ese? ¿En la penitenciaría del estado?
 
Nunca fui a la penitenciaria, idiota. Fui a la cárcel del condado, como, por dos semanas. Y, no, no lo aprendí en la cárcel. Conoces toda clase de niños interesantes cuando creces en un hogar del sistema de acogida.
 
Sabía que estuvo en la cárcel porque una vez mencionó que tenía que reunirse con su oficial de libertad condicional. Pero…
 
No sabía que creciste en una casa de acogida.
 
Sip. Desde que nací hasta que me gradué a los dieciocho.
 
Con un escalofrío, me pregunté que podría haber pasado si mi madre hubiera sido aun peor de lo que fue. Podría haber crecido en la misma clase de vida que Finn. Demonios, mis hermanitos, y quizá incluso Caroline, aún podrían caer en ese destino, si no tengo cuidado. Joder, definitivamente debería llamar y comprobarlos.
Aquí estamos.
 
Finn estacionó en la acera de un apartamento de dos plantas detrás de un jeep antiguo. Frotando mi rostro, lo seguí desde el auto hacia la puerta abierta de la cochera. Al aproximarnos, se filtraron algunas voces desde adentro.
 
Oh por Dios, ¿Alec? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?
 
Finn capturó mi brazo antes de que pudiera entrar. Después de empujarme un paso atrás, él se asomó por la esquina para espiar a quien sea que estuviera hablando. La curiosidad me ganó, y me puse junto a él para observar también. La prima embarazada de la novia de Lowe se encontraba parada allí, rodeando con los brazos el bulto de su bebé mientras un idiota con aspecto de rico se acercaba a ella. Se veía molesto, en tanto que ella parecía estar conmocionada.
 
Mason me dijo que te encontrabas aquí respondió su visitante.
 
¿Crees que es el papá de su bebé? murmuró Finn.
 
Iba a encogerme de hombros cuando ella lanzó
 
—: Bueno, él no debería haberse molestado. Porque no he cambiado de idea. No voy a deshacerme de este bebé.
 
Hablé con tus padres, Eva…
 
Oh, ¿sabes qué? Yo también hablé con mis padres. Y sé exactamente cuál es su postura en esto. No estaría aquí en medio de Illionis, viviendo a costa de mi prima si no me hubieran echado porque me negué a hacerme un aborto. Y dado que sigo aquí, Alec, supongo que eso significa que no he cambiado de idea. Entonces lamento que hayas desperdiciado un viaje, pero has venido por nada. Puedes dar media vuelta y regresar a Florida.
 
Alec se rió entre dientes y dio un paso más cerca de ella. Cuando Finn se tensó a mi lado, con ganas de intervenir, lo miré fijamente y lo agarré del brazo.
 
No. Esa es su pelea, hombre. Obviamente, tienen asuntos que resolver. Si te ves involucrado y rompes tu libertad condicional, volverás directo a la cárcel.
 
Finn no podía apartar su mirada de acero del papa del bebé de Eva. Pero no se movió. Solo movió de un lado a otro su cuello, tal vez para aliviar algo de la tensión, mientras veía la escena desarrollarse con los ojos entrecerrados.
Vas a seguir con esto hasta el final ¿verdad? le siseó Alec y capturó el brazo de Eva, haciéndome apretar mi agarre en el brazo restringido de Finn
 
—. Bien, estoy dispuesto a jugar. ¿Qué quieres, E?
 
Esto no es un juego de poder para que consiga un juguete bonito, Alec. Lo único que quiero es a mi hijo.
 
¡Tonterías! ¿Qué pasó con la chica que conocí, la que decía que los niños le aterrorizaban?
 
La dejaste embarazada. Entonces supongo que tendré que aprender a adaptarme.
 
Bien hecho, Campanita
Susurró Finn, asintiendo con aprobación y sonriendo a la chica embarazada.
 
—. Bien hecho.
 
Jesucristo gritó Alec dentro de la cochera—. ¿Por qué no te haces cargo de esto?
 
¡Lo hago! Me voy a quedar aquí y cuidaré de mi bebé como una madre.
 
¿Una madre? Oh Dios mío. El idiota soltó una carcajada—. ¿Estás escuchándote? Tú no eres así. No eres capaz de ser madre, Eva. Eres una zorra mimada.  
 
Cuando Finn se estremeció, lo acerqué más a mí, manteniéndolo quieto.
 
 No hagas esto.
 
Solo porque no planee que esto pasara, no significa que voy a tirarlo a un lado como un inconveniente menor. Me quedaré con mi niño.
 
Bueno, no puedo permitirte eso.
 
Joder. Eso no sonó bien. Por los músculos tensos de los brazos de Pick bajo mi agarre, él pensaba lo mismo.
 
¿Por qué no? dijo Eva, mirándolo fijamente, y despreocupada por su trato—. No te estoy pidiendo que hagas nada. De hecho, ni siquiera quiero que te involucres.
 
Alec la acercó más a él, y al mismo tiempo, tuve que usar ambas manos para impedir que Finn atacara.
 
 ¿Cuán estúpido crees que soy? Por supuesto, lo pedirás. Tendrás la ley de tu lado, y me sacarás todo el maldito dinero. Podrías manipularme con esto por el resto de mi vida, me succionarás hasta dejarme seco con la manutención de niños, haciéndome pagar por toda la clase de mierdas con las que no quiero tener nada que ver. Y me rehúso a dejarte ir más lejos con esto.
Ella suspiró, cansada.
Alec, créeme, no haré eso. No quiero nada de ti. En realidad, si nunca vuelvo a verte, estaría abrumada de felicidad. Incluso te firmaré un papel, diciéndolo.
 
Veamos. Alec sacudió la cabeza y rió suavemente—. Me cuesta creer eso. Te conozco ¿recuerdas? Sé la perra conspiradora y manipuladora que eres. Y me rehúso a dejarte continuar con esto.
 
Bueno, he cambiado. Eva dejó escapar un sonido de irritación y tiró del agarre que él tenía en su brazo—. La gente puede cambiar, sabes. Ahora… suéltame.
 
No hasta que aceptes deshacerte de esto.
 
¡Nunca!
 
Entonces no me dejas otra opción.
 
Todo pasó a la vez. Alec la tiró contra una pared con fuerza suficiente para que yo me tambaleara hacia adelante junto con Finn para ayudarla. Los jadeos adoloridos de Eva torturaban mis oídos mientras el despreciable padre de su bebé puso un antebrazo sobre el cuello de ella para ahogarla, al tiempo que llevaba hacia atrás su otro puño y le daba un puñetazo en el estómago. Repetidamente.
Ella gritó, gritó y gritó. Resonaron en mis oídos, diciendo que recordaría esos gritos en mis sueños por muchos años.
Cristo, ese loco hija de puta iba enserio cuando dijo que no le permitiría conservar a su bebé.
 
Finn realizó un rugido bestial y arremetió más allá de mí golpeándome con el imbécil. Sorprendiendo al atacante de Eva con su grito, él separó a Alec de ella y lo dio la vuelta.
 
¿Qué dem… Alec trastabilló, perdiendo el equilibrio.
 
Finn no se molestó en presentarse. Agarró una llave inglesa de una mesa cercana y tiró de su brazo hacia atrás antes de asestarla en algún lugar de la cara de Alec.
Ahora era el turno del imbécil para gritar. Se agarró la nariz, y la sangre salió rápidamente. Finn lo pateó en una rodilla, haciéndolo trastabillar hacia atrás hasta la pared de la cochera, no muy lejos de donde Eva se encontraba desplomada en el suelo, acunando su estómago. Luego presionó el lado plano de la llave inglesa fuerte contra la garganta de Alec con ambas manos. Su rostro se volvió púrpura de inmediato y arañó los dedos de Finn, buscando oxígeno
 
Acabas de meterte con la chica equivocada, amigo.
 
Finn le dio un rodillazo en el estómago, tal como Alec golpeó a Eva en el suyo.
Agarré su hombro y lo empujé hacia atrás. Pero él no se quitaba.
 
No se siente tan bien cuando te lo hacen a ti ¿verdad, imbécil? Finn volvió a darle un rodillazo, esta vez en las pelotas.
¡Basta!
 
Tuve que usar toda la fuerza que tenía para tirar de él hacia atrás, y apenas logré alejarlo, envolviendo ambos brazos alrededor de su torso, dándole un potente y fuerte tirón. Pero, Jesús, Finn era mucho más fuerte de lo que creía. Podría no tener mi peso, pero existía gran fuerza en sus músculos enojados de su figura delgada. Solo pude arrastrarlo un metro o dos antes de que se resistiera y tratara de volver por más.
 
Alec ahogó un sonido y sus ojos se pusieron en blanco. Se dobló y cayó al suelo.
 
Tócala de nuevo, y te mataré rugió Finn, luchando contra mí—. ¿Lo entiendes? Te dejaré irreconocible.
 
Jesús murmuré, jalándolo fuertemente para poner algo de sentido dentro de él
 
—. Para.
 
Allí es cuando Lowe decidió mostrar su perezoso trasero, abriendo la puerta de la cochera desde su casa y gritando
 
—: ¿Qué demonios?
 
Un poco de ayuda grité, aún luchando por sostener a Finn.
 
Finn escupió a Alec, y un montón de saliva aterrizó en los brazos que el chico utilizaba para protegerse el rostro.
 
—Maldición —jadeó Lowe a mi lado, al tiempo que agarraba uno de los brazos libres de Finn para ayudarme a impulsarlo hacia atrás.
 
—. ¿Qué demonios acaba de pasar?
 
Finn  señaló a la cobarde pila sangrante, encogido en un hueco de la cochera.
 
—Él la golpeó. En el estómago. Golpeó a su bebé, maldita sea.
 
Se produjo un silencio mortal por unos buenos dos segundos, entonces Lowe finalmente dijo
 
—: ¿Eva?
 
Recordándola, los tres volteamos a dónde habíamos visto por última vez a Eva aferrándose a su vientre y con sus piernas dobladas como si fueran las patas rotas de una mesa.  Agachándose frente a ella, la mujer de Lowe agarró los hombros de Eva.
 
—¿E? —La voz de Reese tembló—. ¿Qué pasó? ¿Te encuentras bien? Oh, por Dios. Mason. Ella está gravemente herida.
 
—Yo… creo que estoy sangrando.
 
Respirando erráticamente, Eva removió su mano de su estómago para mirar abajo.
Miré también y casi me desmayé cuando vi las gotas rojas derramadas en el concreto debajo.
 
—Mierda. —Si el bastardo tuvo éxito en matar a su hijo, Finn realmente lo destrozaría.
 
¡No! No, no, no. —Alejándose de nosotros, Finn empujó a Reese a un lado y se colocó en cuclillas frente a Eva.
 
—. ¿Campanita? —dijo tan suavemente como jamás antes lo escuché hablarle a alguien.
 
Eva levantó su rostro y lo observó, con sus ojos azules llenos de lágrimas. Se veía tan asustada y llena de pánico, que me tragué a mi propio pánico creciente.
 
—¿Finn?
 
Gimoteó su nombre confundida, mientras él deslizaba sus brazos debajo de ella.
Con una sonrisa forzada, él asintió.
 
 —Hola, hermosa. ¿Quieres dar un paseo conmigo? Tengo un auto muy rápido, y puedo hacer que cuiden de ti en un segundo.
 
Ella sollozó y gimió, luego enterró su rostro en su camisa mientras sus dedos se aferraban en puños en su manga.
 
—Duele.
 
—Lo sé, bebé. Lo sé.
 
Canturreando, la atrajo un poco más cerca y la acomodó entre sus brazos antes de levantarse y girarse hacia mí.
 
—. ¿Bueno? —Demandó cuando nadie se movió—. Llevémosla al hospital.
 
—Pero…
 
Sacudí la cabeza y observé al posiblemente inconsciente tipo en el suelo de la cochera de Lowe.
 
—. ¿Qué hay de él?
—Que se joda.
 
Finn miró a Alec.
 
—. Se puede pudrir aquí y morir por lo que me importa. ¿No lo viste golpearla en el estómago?
 
—Sí, pero… mierda.
 
Pasé las manos por mi cabello, no acostumbrada a lidiar con este tipo de desastre.
 
—. ¿No deberíamos llamar a la policía o algo?
 
—Alguien puede llamarlos en el camino al hospital. Ahora vámonos. Ella está sangrando.
 
Eso pareció impulsar a Lowe en acción.
 
—Vamos.
 
Agarró el brazo de Reese, y se apresuraron hacia el auto de Finn
 
—. Jesús, no puedo creer que esto esté pasando.
 
Eso nos hacía dos. Me apuré detrás de ellos, abandonando al padre medio muerto del bebé.  Reese se apresuró a abrir la puerta para Finn y Eva. Mordiendo su labio, miró hacia atrás a la cochera.
 
 —¿Y si él se ha ido al momento en que la policía aparezca?
 
Finn la observó antes de agachar la cabeza y deslizarse al asiento trasero con Eva.
 
—Entonces supongo que no tendré que ir a la cárcel por golpearlo hasta la muerte, ¿verdad?  Reese regresó su atención hacia mí, sus ojos azules amplios con miedo.
 
—¿En serio iría a la cárcel? ¿Por defenderla?
 
—Umm… —Pestañeé y me rasqué un lado de mi cuello—. Él está en libertad condicional.
 
—Mierda —murmuró Lowe—. Bien. Me quedaré aquí y limpiaré esto.
 
Agarrando los hombros de Reese, la giró para que lo mire.
 
—. ¿Asumo que irás con Eva?
 
Asintió y se levantó en las puntas de sus pies para darle un beso rápido en la mejilla.
 
 —Te amo. Ten cuidado.
 
Verlos así me hizo pensar de inmediato en Santana. La abertura en mi pecho se abrió un poco más. Golpeando el techo del auto mientras abría la puerta del conductor, exclamé
 
—: Vamos. Estamos desperdiciando tiempo.
 
Reese se apresuró al asiento delantero, y giré la llave. Cuando el motor ronroneó a la vida debajo de mí, encontré la mirada de Finn en el espejo retrovisor.
Él asintió en permiso silencioso.
 
—Irá tan rápido como le digas que haga.
Así que pisé el pedal hasta el piso, y nos apresuramos en la calle en la dirección del hospital más cercano.
 
En el asiento del otro lado, la mujer de Lowe permaneció callada pero mordiéndose las uñas mientras Finn  murmuraba algo a cada rato en el asiento trasero a la chica doblada en una bola fetal en su regazo.
 
—¿Por qué está en libertad condicional? —preguntó Reese al final con una voz calmada.
Me encogí de hombros.
 
—No tengo ni la menor idea.
 
Asintió y regresó a morder sus uñas.
Llegamos al Hospital General Ellamore en tiempo récord. Me detuve en la entrada de emergencia, y un par de camilleros salieron con una silla de ruedas cuándo vieron a Finn sacar una ensangrentada Eva del asiento trasero. La limpiaron, y los tres nos quedamos rezagados esperando impotentemente en la entrada.
 
Reese caminaba de un lado a otro, enviando mensajes tras mensaje con su teléfono, mientras Finn —con su camisa y pantalones siendo un desastre con manchas de sangre— se desplomó en una silla con sus ojos cerrados, su rostro pálido y su boca tensa.
Me apoyé contra una pared cercana y crucé los brazos sobre mi pecho.

Y esperamos.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Sep 03, 2016 1:26 am

CAPITULO 31

“Lo que estas buscando no vendrá en la forma en la que la esperas”.

BRITTANY

 
Abrí la puerta del apartamento, cansada y derrotada. El lugar se hallaba tranquilo y me hizo sentir extraordinariamente solitaria. La prima de Reese, Eva, pasó por una cesárea de emergencia en el hospital, dando a luz seis semanas antes de la fecha a una bebé de dos con ochocientos kilos. Mason se apareció minutos antes para informar que él y el papá de la bebé hicieron un trato: no entregaríamos a Alec por lo que le hizo a Eva si él no denunciaba a Finn por lo que éste le hizo a él.
Al parecer, eso funcionó para Alec, porque Lowe dijo que iba en camino de regreso a Florida.  Cuando una enfermera salió para decirle a Reese que podía regresar y ver a la nueva mamá o a la nueva bebé a través de la ventana, en la incubadora donde la pusieron, decidí que era tiempo de que me dirigiera a casa. Ya que Finn no parecía estar dispuesto a moverse del hospital, hice el viaje a pie.
 
Caminar ayudaba a aclarar mi cabeza. Demonios, la noche entera había aclarado mi cabeza. Cuando una catástrofe como esta ocurría, hacía que una persona se diera cuenta de lo que era verdaderamente importante. Abriendo mi teléfono, le envié otra cita a Santana. Era una que tuve por un tiempo, pero que guardaba para el momento adecuado. Bueno, ese momento podría nunca llegar si no hacía que sucediera.
 
Después de presionar enviar, solté un suspiro y me desplomé en el sofá. Quería llamarla y dejarle un mensaje de voz, solo para contarle toda la mierda loca que pasé esta noche. Necesitaba a alguien con quien compartir mi día. Pero decidí esperar hasta que pudiera verla de nuevo. Así que comencé a marcar el número de la casa para saber de Caroline, Colton y Brandt. Pero me detuve. Era tarde, incluso en su zona horaria; no quería despertarlos sin motivo. Acostada allí, me quedé mirando el techo manchado con humedad de mi destartalado apartamento y preguntándome qué demonios hacía. Mi familia se encontraba a cientos de kilómetros de distancia. La mujer que amaba se hallaba en Dios sabía dónde. Me sentía desperdigada. Y atrapada. Mis metas para un diploma universitario y el reclutamiento de la NFL ya no parecían relevantes. Pero no me podía ir. No a menos que quisiera destruir la reputación de Santana.
 
Frotando mi cara con la mano, me sentí décadas mucho más mayor de lo que era.
Cuando la puerta se abrió, una chispa dio una sacudida en mi pecho, con la esperanza de que pudiera ser ella. Pero solo era Puck.
Se detuvo cuando me vio. Con la mirada incierta y recelosa.
 
—¿Qué hay de nuevo? —dijo de manera evasiva—. ¿Finn ya se fue?
 
—Sip.
Miré las feas paredes nuevamente. Alguien debía pintar este lugar
—. ¿Cómo estuvo el trabajo?
—Bien.
 
Permaneció inmóvil en la entrada, observándome con cautela.
 
—. Oye… te traje algo.
 
Relajé mi expresión y miré en su dirección, preguntándome por qué actuaba tan raro. Pero entonces dio un paso dentro de la habitación, dejando que alguien más entrara con él tomado de su mano.  Mi mirada siguió una mano femenina a un brazo femenino, y la esperanza se despertó en mi pecho. Pero una masa de cabello rojo la mató tan rápido como comenzó.
No era Santana.
 
—Hola, Brittany —dijo Marci, dándome una sonrisa tímida aún con la mano agarrada a la de Puck.
 
Le rodé los ojos a mi compañero de cuarto, muy poco impresionada, impasible y completamente desinteresada.
 
 —No, gracias.
 
Él gruñó.
 
 —Maldita sea. Esto tiene que parar. Estás comenzado a asustarme.
 
Entrecerré los ojos.
 
 —¿Por qué no dejas que me cuide yo sola? Y de aquí en adelante, también mantén lejos a las niñeras. Una noche afuera con Finn no es mi estímulo exactamente.
 
—Bueno, quizás yo podría ser tu estímulo.
 
Marci finalmente se separó de Puck y se dirigió hacia el sofá, meneando sus caderas con demasiado entusiasmo. Llevaba tacones altos, una falda corta y una blusa de corte bajo.
 
Debí sentir algo.  Pero solo suspiré y froté mi frente.
 
—No . No, no, no. Lamento haberte hecho pensar que quería algo contigo en marzo. Pero he cambio de opinión y ya no estoy interesada.
 
Discordante, se detuvo sorprendida y colocó las manos en sus caderas y frunció el ceño.
 
—Esto ya no se trata de esa fea y perra profesora, ¿verdad?
 
Mi boca se abrió.
 —¿Discúlpame?
 
—Oh… mierda —murmuró Puck detrás de ella.
 
—. Tú eres la chantajista, ¿no es así? Sabía que era una chica, pero… maldición.
 
Fui lenta en comprenderlo porque mi cerebro no quería admitirlo. Pero si Marci fue la que chantajeó y luego hizo que despidieran a Santana, entonces era por mi culpa. Fue mi culpa que esto pasara. Yo había sido la que alejó a Marci y la hizo tomar represalias.
 
Deliberadamente, me senté y me puse de pie.
 
¿Tú hiciste que la despidieran?
 
Trepando por la mesa de centro, me dirigí hacia ella.
Leyendo mi expresión, los ojos de Marci se desorbitaron. Dio un paso hacia atrás y chocó con Puck. Él agarro su brazo y la empujó hacia la puerta.
 
 —Vete
Le ordenó. Pero ella no se movió lo suficientemente rápido. Salté, lo único que evitó que agarrara un puñado de bastante cabello rojo y arrancárselos de raíz fue mi compañero de cuarto, quien saltó entre nosotras. Ella me miró sorprendida, con la boca abierta.
 
—Mocosa malcriada de mierda.
 
La señalé con un dedo acusador por encima del hombro de Puck
 
—. Si no fuera porque no me gusta golpear a las mujeres, te daría una paliza ahora mismo. ¿Comprendes? No me vuelvas a hablar, ni a mirar, ni a pensar en mí nunca más. No quiero nada que ver contigo.
 
—Pero…
 
Lágrimas llenaron sus ojos mientras presionaba una mano contra su pecho.
 
—. Te protegí, Brittany. No les di una foto con tu rostro. No le dije a nadie que eras tú. Te liberé de ella.
 
—Como si importara una mierda —rugí—. Maldita sea, ellos saben que soy yo, Marci. Les dije que era yo.
 
—Tú qu… ¿qué? —Frunció el ceño, sin todavía comprender—. ¿Por qué harías eso?
 
—Lastimaste a la mujer que amo .
 
Le dije, dejándolo claro lo mejor posible.
—. Nunca te perdonaré por eso.
 
Comencé a temblar cuando me dijo que era una bastarda y corrió fuera del apartamento, llorando a gritos. Me alejé de Puck y pasé las manos por mi cabello, tentado a perseguir a Marci, así podía envolver mis dedos alrededor de su cuello y apretarlo.
 
Detrás de mí, Puck soltó un suspiro.
 
—Rubia, juro por Dios. No sabía…
 
—Cállate
 
Le espeté. Luego maldije cuando sonó mi teléfono, Santana escogería este momento para por fin devolverme las llamadas, ¿verdad? Justo cuando me enteré de cuanta participación tuve en que fuera expulsada de Ellamore. Justo cuando me sentía tan llena de mierda y tan culpable que quería enrollarme en una bola y morir.  Pero cuando miré a la pantalla y vi que era de casa, no ella, cerré los ojos, sin estar lista para soportar más malas noticias de Caroline. Pero diablos, como fuera. No podía ser peor de lo que ya estaba lidiando, así que adelante.
 
—Hola —respondí, esperando la voz de mi hermana.
 
En cambio mi hermano menor del medio, Brandt, sollozó en mi oído, con la voz temblándole como loco.
 
—Brittany. Algo le pasa a Caroline. Te necesitamos.
 
El sol comenzaba a salir sobre el horizonte cuando entramos en el estacionamiento del campamento de casas rodantes de Bluebird. Estuve manejando durante cuatro horas mientras que Puck se desplomó dormido en el asiento del pasajero.
 
Le debía por esto, a lo grande. Él no tenía que prestarme su camioneta cuando se lo pedí, y desde luego no necesitaba ofrecerse como voluntario a venir, pero aquí estaba. El molesto compañero de cuarto, el dolor en el trasero que tuve la semana pasada se había ido, y este Noah PUckerman parecía ser una edición completamente mejorada.
Golpeando su rodilla, le dije
 
—: Oye, ya llegamos. —Hogar, dulce casa rodante, hogar.
 
Gruñó en sueños antes de que finalmente se sentara y se frotara los ojos. Después de estirarse, miró por la ventana al lugar donde crecí.
 
—Mierda, Rubia. No tenía ni idea.
 
No le respondí, solo estacioné y apagué el motor. Una cortina sucia y desgarrada era aspirada por un pedazo de cartón que cubría una ventana. Se agitó por la brisa como si nos diera la bienvenida, aunque el olor de la planta de aguas residuales que se hallaba cerca ya penetraba en el interior de la camioneta. Me quedé sentada allí por un segundo, sumergiéndome en las emociones que siempre venían acompañadas de este lugar. La vergüenza, la rabia y la frustración de ser la hija de Daisy Gamble.
 
Con una maldición en voz baja, abrí la puerta y salí. Puck me siguió sin decir una palabra. Casi deseé que saliera con algún comentario sarcástico y estúpido, pero no dijo nada. No había escaleras que dirigieran hacia la puerta principal. Así que solo giré la manilla y salté dentro. Mis hermanos se encontraban acampando en la oscura sala principal; Colt durmiendo en el sofá y Brandt en el suelo. Aunque parecía demasiado temprano en el año para ello, un enjambre de moscas de las frutas bailaba alrededor de una pila de platos sucios en la cocina.
 
Le di un golpecito con mi zapato a la pierna de Brandt hasta que se despertó de golpe y se sentó. Me miró por un momento antes de parpadear y decir
 
—: ¿Brittany?
 
Cuando su voz se quebró con emoción, lo arrastré del suelo hacia mí en un abrazo de oso. Le tomó un segundo, pero finalmente me devolvió el abrazo, y cuando lo hizo, enterró su rostro en mi cuello para dejar salir un corto sollozo. Dios, cuánto había crecido.
 
—¿Cómo está Caroline?
 
Le pregunté, alejándome para ver si todavía tenía un moretón en su rostro, uno reciente rojizo morado. Sacudió la cabeza.
 
—Está mal. Muy mal.
 
Extendí la mano para tocar su mandíbula descolorida, pero me detuve en el último segundo.
 
 —¿Eso no debería haber sanado para estas alturas?
 
Con un medio encogimiento de hombros, apartó la mirada.
 
—Es uno nuevo.
 
Uno nuevo. Nadie me dijo que recibió una paliza nuevamente. Demonios, nadie me dijo nada de nada en las últimas semanas.  En el sofá, Colton se removió. Cuando se sentó, bostezando y rascándose la cabeza, la manta agujereada que lo estuvo cubriendo se deslizó para revelar unos brazos pálidos y huesudos. Mierda, ¿cuánto comía el niño? Parecía como si solo se alimentaba una vez a la semana.
 
—Hola, niño
Lo saludé, y mi garganta se cerró, cuando me acerqué para alborotar su grasoso cabello enmarañado.  Él tenía cinco años cuando me mudé. Así que cuando me miró con ojos cautelosos, desconfiados y hundidos me di cuenta que era similar a una extraña; su ausente hermana mayor quien lo abandonó.
 
—¿Dónde está ella?
Pregunté, girándome hacia Brandt y sin ser capaz de mirar a Colt sin rogar su perdón.  Brandt señaló hacia un pasillo angosto.
 
—Apuesto que en el baño. Ha estado allí toda la noche.
 
Asentí y me dirigí hacia mi hermana menor. El baño se encontraba oscuro, pero el sol de la mañana entrando por la ventana me mostró un bulto de tamaño humano en el suelo, ubicado sobre el asiento del inodoro. Buscando adentro, intenté subir el interruptor de la luz, pero nada sucedió.
 
—La luz está descompuesta. —La frágil voz de mi hermana llegó desde el interior.
 
—Mierda. —Me agaché y la tomé en mis brazos—. ¿Caroline?
 
Se dejó caer contra mí, tan frágil y flácida que me detuve en seco de atraerla más apretadamente hacia mí, temiendo que pudiera lastimarla.
 
—Me alegra tanto que estés aquí.
 
Acercándose más, se estremeció y enterró su cara en mi cuello.
Besé su cabello y trate de mantener la calma, pero joder, era mi hermana pequeña. Cuando vi manchas oscuras salpicadas por el borde de la taza del baño, me atragante.
 
—¿Eso es… Jesús, eso es sangre?
 
Pensé en Eva Mercer y la forma en que sangró tras recibir un puñetazo en el estómago.  Caroline ni siquiera levantó la cara.
 
 —Probablemente.
 
—Oh, infiernos. ¿Tuviste un aborto involuntario?
 
Se limpió la nariz con el dorso de la mano y sorbió. La humedad que empapaba mi camisa me decía que lloraba.
 
 —No. Yo…yo… los padres de Sander me ofrecieron dinero para que me deshiciera de él… así que… lo hice.
 
Las dos últimas palabras fueron susurradas y obstruidas por las lágrimas.
El aliento salió de mis pulmones.
 
 —Tu… yo…
 
Negué, sin saber que decir. Mis dedos temblaban mientras cepillaba el pelo de su cara y besaba su sien.
 
—. ¿Es eso lo que querías?
 
—No lo sé —dijo con voz ronca.
 
Cerré los ojos y apreté mis dientes.
 
 —Mierda, Caroline. Si hubieras querido tener al bebé, te hubiese ayudado. Lo sabes, ¿verdad? Sé que me volví loca al enterarme, pero me encontraba furiosa, decepcionada y asustada.
 
—Bueno, ¿cómo crees que me sentía yo? —Retrocedió para mirarme—. También asustada, Brittany. Y tú no estabas aquí. ¿Qué se supone que debía hacer?
 
Enterrando su cara en las manos, lloró abiertamente; sus hombros temblaban por la fuerza de sus sollozos.  Colocando la mano contra mi boca, la vi romperse. Esto fue mi culpa. Le fallé a mi familia. Le fallé a Santana.  Había fallado, y punto.
 
—Lo siento.
Cerré los pocos metros que la alejaban de mí y la atraje de nuevo a mis brazos. Pero se resistió, y eso me rompió. Enterré mi cara en su pelo.
 
—. Lo siento mucho.
 
Le tomó tiempo para finalmente relajarse contra mí, pero cuando lo hizo, pude tomar por fin un suspiro de alivio. Le acaricié la espalda como si pudiera de alguna manera compensarla por todas las veces que no estuve allí para ella. En un segundo, eché un vistazo por encima de su hombro, tratando de recomponerme, cuando vi más sangre. Mierda, esa era una gran cantidad de sangre.
 
—¿Tenemos que llevarte al hospital?
 
Negó.
 
 —No, creo… creo que ya terminó. Dijeron que sangraría. Pero no esperaba que fuera tanto.
 
—Cuando se le quebró la voz, besé su sien de nuevo.
 
—¿Todavía te duele?
 
Su asentimiento era todo lo que necesitaba ver.
 —Está bien.
Me moví con ella hasta que se sentó en mis rodillas. Entonces me puse de pie.
—. Vamos a un lugar cómodo, y veremos si podemos encontrar algo para el dolor.
 
Ni siquiera me molesté en llevarla a una de las dos habitaciones. Si los chicos se encontraban durmiendo en la sala de estar, ya sabía que no querría ir allí.
Puck nos encontró al final del pasillo.
 
—Rubia, yo…
 
Sus palabras se interrumpieron bruscamente cuando vio a Caroline.
Ella levantó la vista hacia la nueva voz, y sus ojos se desorbitaron.
 
—Oh, Dios mío —gritando, me agarró con fuerza y hundió su cara de nuevo en mi pecho.
 
—. ¿Quién es él?
Apoyando la mejilla contra su cabello para tranquilizarla, le dije
 
—: Ese es mi compañero de cuarto, Noah Puckerman.
 
—Hola —saludó Puck, con voz ronca—. ¿Cómo te encuentras?
 
Cuando vi la dirección de su mirada, clavada en las piernas desnudas de mi pequeña hermana, le fruncí el ceño. Su enorme camiseta no le cubría mucho más allá de sus muslos, dándole una buena vista. Aclarándome la garganta, por fin conseguí que quitara la vista de ella. Cuando se encontró con mi mirada asesina, se apartó, dándonos la espalda.
 
 —Uh…. el uh… me muero de hambre, así que iba a llevar a los chicos al McDonalds más cercano para el desayuno. ¿Ustedes dos quieren algo?
 
—Sí —suspiré—. Consíguenos algunos panecillos con salsa de carne, y burritos de desayuno, y sándwiches, cosas como esas. Déjame ponerla en el sofá, y voy a sacar un poco de dinero de mi cartera para pagar.
 
—No te preocupes por eso.
 
Puck se giró para mirarnos mientras lo pasaba.
 
—No tengo hambre —protestó Caroline.
 
—Bueno, necesitas comer algo y recuperar tus fuerzas.
 
La acomodé y me senté a su lado mientras alcanzaba la manta con la que Colton dormía para cubrir sus piernas.
 
—. Por lo menos inténtalo, ¿de acuerdo?
 
Después de un reacio asentimiento, miró más allá de mí, hacia mi compañero de cuarto. De pie torpemente junto a la puerta, con las manos metidas en los bolsillos, Puck le devolvió la mirada. Pero tan pronto sus miradas chocaron, las apartaron. Sonrojándose locamente, Caroline apoyó la cabeza en la almohada y rodó para enterrar su cara en ella.  Me levanté, tomé una respiración profunda y me giré hacia mi compañero de cuarto. Cuando le di un simple asentimiento, juntó a mis hermanos, que se encontraban más que dispuestos a ir a buscar algo de comer, y salió del remolque.
Mientras Brandt y Colton se sentaban en el sofá, uno a cada lado de una pálida Caroline, después de comer toda lo que les compró Puck, salí por un minuto para tomar un poco de aire fresco. Mi compañero de cuarto me siguió poco después.
Dejó escapar un suspiro y apoyó la espalda contra las paredes metálicas del remolque mientras colocaba las manos en sus caderas.
 
—¿Cómo es el refrán? ¿Karma Sutra: El destino te ha follado en todo tipo de modos creativos?
 
Solté una carcajada.
 
 —Sí. Suena bastante bien.
 
Puck  se unió con una breve risa, pero no duró mucho. Maldiciendo entre dientes, pasó la mano por su pelo.
 
—Entonces, ¿qué fue lo que paso ahí…? Mierda. ¿Va a estar bien?
 
—No lo sé.
 
Miré el resto de hogares en el parque de casas rodantes y suspiré. Todos las mantenían mejor que la nuestra.
 
—¿Dónde está tu mamá?
 
Me giré hacia Puck.
 
 —Buena pregunta.
Siseó otra maldición y se apartó de la pared.
 
—Bueno, esto… esto francamente es una mierda. No es de extrañar que nunca me hablaras de tu vida en casa. O que tu hermana era malditamente caliente.
 
—¿Perdón? —Cuando le di una mirada penetrante, levantó las manos como si se estuviera rindiendo.
 
—¿Qué? Todas las veces que la mencionaste, siempre me la imaginé como de unos cinco años en coletas, llevando por todos lados una frazada y un oso de peluche. Y… no tiene cinco.
 
—Tampoco dieciocho —gruñí—, así que retrocede.
 
—Oye, no le faltaba el respeto. Las paredes de este lugar son finas como la mierda, la oí decirte por lo que acaba de pasar. Solo digo, no soy ciego.
—Bueno, mejor te vuelves ciego cerca de ella.
—Bien, como sea.
 
Puck levantó las manos una última vez, diciéndome que retrocedía. Dejó escapar un largo y fuerte suspiro y miró al cielo. Hice lo mismo. Después de un minuto en que ninguno de los dos habló, preguntó
 
—: ¿Qué vas a hacer con todo este jodido problema?
 
Pateando una gran roca incrustada en el pasto, traté de reprimir todo el aumento de mis emociones. Pero cuanto más pensaba en lo que debía hacer, mas quería destrozar el remolque con mis propias manos.
 
—Sabes, siempre me pregunté lo mal que tendrían que ponerse la cosas aquí antes de que tuviera que renunciar a Ellamore y volver a casa. Pero mierda, esto es peor de lo que me imaginaba. ¿Cómo pude dejar que las cosas se pusieran tan mal?
 
—Pero si dejas la escuela ahora…
 
—Lo sé
 
Le espeté; no necesitaba el recordatorio. Presionando las manos a cada lado de mi cabeza para tratar de aliviar un poco la presión que se acumulaba en mi interior, cerré los ojos. Excepto que cuando lo hice, todo lo que podía imaginar eran noticias con la cara de Santana salpicando todas las portadas de los periódicos y las pantallas de los televisores con el titular: “Escándalo sexual en Ellamore se extiende del equipo de voleibol al de fútbol.”
 
—No puedo hacerle eso a Santana —gemí, sacudiendo la cabeza—. Simplemente no puedo.
 
—Entonces, ¿qué vas a hacer? —insistió Puck—. Porque no puedes dejarlos aquí a los tres así.
 
Lo sé. —Lo mire y gruñí, mostrado los dientes—. Pero, ¿qué puedo hacer?
 
—Bueno, ¿qué es lo que quieres hacer?
 
Quiero entrar a esa patética casa, recoger a mis hermanos, y llevarlos a Ellamore conmigo. Quiero proteger a todos los que amo.
 
Puck me dio una sonrisa repentina y limpió sus manos contra los muslos.
 
 —Bueno, está bien. Vamos a hacerlo.
—¿Qué? —Parpadeé y lo miré boquiabierto—. No podemos hacer eso. Ellos no… Su vida está aquí. La escuela. Mi madre… mierda, no tengo ningún tipo de custodia. Sería considerado secuestro si yo…
 
—Si te atrapan. —Movió las cejas—. Pero no veo a tu madre en ninguna parte ¿en serio crees que se opondría?
 
Una semilla de esperanza brotó dentro de mí. Sería difícil… pero valía la pena.
Sacudiendo la cabeza, fruncí el ceño a mi compañero de cuarto por siquiera sugerir la idea.
 
—No puedo llevar a tres niños menores de edad a casa conmigo. —Caroline tendría dieciocho en dos semanas pero aun así.
 
—. ¿Dónde diablos podríamos instalarlos en nuestro apartamentito de dos habitaciones?
 
Mirando al pequeño remolque de dos habitaciones en el que vivían ahora, levantó las cejas y me lanzó una mirada. Muy bien, tenía razón. Incluso nuestro apartamento de mierda se hallaba en muchas mejores condiciones que esta basura.
 
—Mira, mi cama es más grande que la tuya. Los chicos pueden acampar en mi habitación, tu hermana puede tener la tuya, yo tomaré el sofá, y tú, una litera en el piso hasta que encontremos un lugar más grande para alquilar.
 
Solo lo miré fijamente, sin poder creer lo que escuchaba.
 
 —¿Hablas en serio?
 
Hizo una mueca.
 
—Maldición, sí. Ciertamente no tomaré el suelo.
 
Con una carcajada, sacudí la cabeza. Solo Puck podría hacerme sonreír en un momento como este.
 
—Quiero decir, ¿acerca de todo esto? Este es un asunto importante, Puck. Esto salvaría mi vida, maldición, pero sería un gran cambio. Para ti también. ¿Estás seguro?  
 
Se encogió de hombros como si no fuera nada.
 
—Hablando en serio, van a estar muy aplastados en mi medio asiento trasero hasta allí, pero demonios, ¿por qué no?
 
Cerrando los ojos con fuerza, cubrí mi cara con las manos mientras el alivio casi dobló mis rodillas.

—Gracias. Oh, maldición. Muchas gracias, hombre. Nunca voy a ser capaz de pagarte por esto.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Sep 03, 2016 2:02 am

CAPITULO 32

“QUERIA UN FINAL PERFECTO. AHORA HE APRENDIDO DE MANERA DIFICIL, QUE ALGUNOS POEMAS NO RIMAN, Y ALGUNAS HISTORIAS NO TIENEN UN COMIENZO, UNA MITAD, O UN FINAL CLARO”
GILDA RADNER…..
 

SANTANA

 
 
Me encontraba vacía. Un cascaron vacío.
Mirando las tumbas de mis padres, me pregunté por qué no lloraba, por qué no había perdido una sola lágrima por sus muertes.
 
A mi lado, Rita sacudió su nariz en un pañuelo y frotó ligeramente sus ojos. Extendí la mano y palmeé su brazo, tratando de ofrecerle un poco de consuelo, pero ¿cómo le ofrecía algo cuando yo no tenía nada? ¿Cuándo no sentía nada?
Los últimos días habían sido un completo borrón. Después de “renunciar” a mi posición en Ellamore. Había ido a casa y empacado un bolso, lista para dejar el pueblo por un par de días para, no lo sé, encontrarme. Reacomodar mi vida. Hacer planes para el futuro.  Ocultarme de Brittany.
Pero mi ama de llaves llamó cuando guardaba un par de vaqueros en mi equipaje. Y ahora mi miedo más grande se había hecho realidad. Mis padres habían muerto antes de decirme que me amaban o incluso de mostrarme que les importaba. Sabía que debía haberme sentido destruida, perdida, sola, sin esperanza. Pero no. Nada. Era solo un gran vacío absoluto, una vacante donde nunca habían llenado mi corazón.
 
Me había preparado para escuchar acerca de mi padre. En el hospital, con neumonía y al perder su pierna por la diabetes, sabía que este destino se acercaba a él. Pero no murió así.  De hecho, mamá lo llevaba del hospital a casa cuando tuvieron un choque de frente en la autopista. Ambos muertos. Inmediatamente.
¿Conmocionada? Sí, bastante. Definitivamente me hallaba en estado de conmoción. Tal vez esa era la razón de que estuviera tan entumecida. O tal vez solo era una bruja sin corazón. Tal vez Maria y Ricardo López me contagiaron y ya no podía sentir nunca más.
 
Pero cuando pensaba en Brittany, sabía que no era cierto. Porque solo de proyectar su rostro en mi mente, ya no me sentía entumecida, sino que dolida y rota.  Quizá mis padres nunca me mostraron el amor, pero sí conocía como era. Sabía cómo se sentía hallar a alguien por el que valiera la pena vivir, arriesgar todo por ese amor, y sacrificar todo por ello. Era hermoso e increíble. Así que ya no lo anhelaba de los dos cuerpos tendidos en el frío y duro suelo. Podrían llevarse su maravilloso amor con ellos, a donde quiera que fueran.
Arrojé una rosa en cada tumba abierta y me giré, lista para terminar con esto. Solo una docena de personas se encontraban presentes en el cementerio. Reconocí a colegas de Ricardo y Maria —el padre de Zack de pie cerca de la parte de atrás— pero eso era todo. Ningún amigo, ninguna otra familia. Solo personas del trabajo.
 
Un crujido vino detrás de mí, y sabía que Rita se apresuraba para alcanzarme. Desaceleré lo suficiente para que me alcanzara, luego enganché mi brazo con el de ella, y caminamos hasta el coche negro que nos esperaba.
 
—¿Soy una persona horrible, Rita? —pregunté en voz alta.
 
Cálidos dedos rodearon los míos y estrujaron fuerte.
 
 —¿Por qué creerías semejante cosa, niña?
 
—Ellos me criaron —dije—. Me mantuvieron saludables y vestida, con un techo sobre mi cabeza. Pagaron por mi educación y me ayudaron a tener un buen comienzo en la vida. No tendría nada si no fuera por ellos. ¿No tendría que deberles más que esto? ¿No debería… lamentarlo?
 
—Oh, cariño. Solo estás conmocionada. La negación es una etapa muy real del duelo.
 
Negué con la cabeza.
 
—No. No. Sé que se han ido. Sé que…
 
Nunca los vería de nuevo. Deteniéndome a seis metros del coche mientras todavía éramos solo nosotras dos, me giré hacia ella.
 
—. Estoy aliviada —confesé finalmente—. Pasé toda mi vida preocupada por decepcionarlos, esforzándome por ganar su amor. Y ahora… soy libre. Perdí mi trabajo esta semana, y mi mayor miedo era como iba a decirles. Pero ahora no tengo que preocuparme por eso. Nunca más tendré que preocuparme por ganar su aprobación.
 
Rita hizo un sonido con su lengua y me cogió para abrazarme.
 
—Esto es mi culpa. Debí haberte apoyado más. Nunca debí haberles permitido intimidarme para mantener mi distancia. Siempre fuiste una chica tan obediente, y todo lo que siempre necesitaste fue un abrazo, solo un poco de compasión.
 
—No. Lo hiciste bien. Entiendo por qué no podías hacer mucho. Y siempre recodaré los momentos en que sí hiciste algo.
 
Agarrando mis hombros, Rita me miró con ojos pálidos y húmedos.
 
—Nunca te trataron bien. No sé cómo resultaste tan bien como lo hiciste.
Al final, tuve que parpadear para ocultar algunas emociones. Esta era mi verdadera madre. Y me acababa de dar toda la aprobación parental que alguna vez necesité.
 
—Gracias, Rita.
 
Después de que regresáramos a la casa, el abogado de mis padres vino a leer su testamento. Rita obtuvo mil dólares por cada año de servicio que había trabajado para ellos, y luego dejaron el resto de su valor financiero a la universidad donde ambos trabajaron.
 
Cuando esas palabras fueron dichas en voz alta, el frío dentro de mí solo se hizo más grande. Rita jadeó y se cubrió la boca.
 
 —No —jadeó, girándose en mi dirección con culpa en sus ojos—. Pero… pero ¿y qué pasa con Santana?
 
El abogado hizo una mueca de dolor.
 
—Les pregunté por ella cuando hicieron el redactado. Pero dijeron que ya le habían dado las herramientas que necesitaba para sobrevivir. El dinero no era importante para ella.
 
Ni siquiera me sorprendió. Aún vacía, simplemente levanté el mentón y respondí
 
—: Tenían razón. No necesito su dinero.
 
Ni siquiera me importaba que hubiera planeado pedirles un préstamo hasta que encontrara un nuevo trabajo. Realmente me habían dado todas las herramientas que necesitaba para sobrevivir. Podía hacer esto. De algún modo.
Solo me tomó un par de días ver los asuntos de mis padres. Tan claros y ordenaros como siempre fueron, aun así necesitaban a alguien que pusiera todos sus deseos en acción, así qué todo recayó en mí. Pasé otro día con su abogado, asegurándome que Rita estuviera lista, y todas las cosas de Ricardo y Maria pudieran ser vendidas en una subasta. Luego me aseguré de que los fondos fueran arreglados con la universidad a la que iría su dinero.
 
Me detuve junto a sus tumbas una última vez antes de dejar el pueblo para decir un último adiós y tener un cierre. Un peso se quitó de mi pecho  cuando me subí nuevamente a mi coche. Era tan extraño. Había tocado fondo. Había perdido el amor de mi vida, mi trabajo y a mis padres. Básicamente no tenía oportunidades para el futuro, y el dinero de mis cuentas bancarias duraría probablemente solo un mes o dos.
 
Pero no se sentía como si esto fuera el fin, como si todo hubiera terminado. Tal vez de verdad me encontraba en negación. Excepto que una semilla de esperanza se había almacenado en el lugar vacío de mi corazón. Creía y germinaba, y no podía evitar sentir que un nuevo comienzo despertaba dentro de mí.
Mi teléfono sonó mientras alcanzaba los límites de la ciudad, haciendo que mi capullo de esperanza se convirtiera en una flor. Habían pasado un par de días desde que Brittany había dejado de llamarme y comenzó a dejar mensajes. Todavía me escribía cada mañana, dándome citas para mi colección. La de ayer era mi favorita hasta ahora:
 
“CUANDO ALGUIEN TE AMA, LA MANERA EN LA QUE DICE TU NOMBRE ES DIFERENTE.
SABES QUE TU NOMBRE ESTA SEGURO EN SU BOCA”
JESS C. SCOTT, THE INTERN…
 
 
Pero además de esos mensajes, había dejado de rogarme que le llamara, o que la perdonara, o que regresara a casa. Había dejado de disculparse por la pérdida de mi trabajo. Había dejado de luchar ferozmente por mí. Por otro lado, no respondí a ninguno de sus intentos, así que ella no tenía una razón para pensar que quedaba algo por lo que pelear, excepto que todavía la amaba. Siempre la amaría.
 
Mi corazón se sacudió en mi pecho mientras mi mano rebuscaba mi teléfono en mi bolso en el asiento del pasajero. Tal vez, después de todo, Brittany no se había rendido por completo conmigo.
 
El identificador en la pantalla mostraba a mi viejo consejero y mentor. Mis hombros se hundieron y respondí educadamente.
 
La Dra. Thorn extendió sus condolencias por la muerte de mis padres. Después de que acepté sus disculpas por no haber asistido al funeral, por fin llegó a la razón de la llamada.
 
—Sé que tal vez te las estás arreglando muy bien sola en Ellamore —dijo, provocando que me encogiera porque no quería confesar que ya no era empleada allí.
 
—. Pero tenemos un miembro de la facultad en el departamento de inglés que decidió retirarse al final del semestre, y fuiste la primera persona en la que pensé para reemplazarlo. Siempre fuiste tan entusiasta acerca del  currículum, y tienes la juventud y la viveza que quiero aquí. ¿Así que, crees que es posible que considerarás regresar a nosotros… como profesora?
 
Era tarde cuando regresé a Ellamore. Había conducido directo hasta aquí y debí haber estado exhausta. Pero mientras mi cuerpo solo quería descansar, todo lo demás dentro de mí permanecía despierto y emocionado por el hecho de que Brittany se hallaba cerca. Pude haber esperado hasta la mañana, pero no lo hice. Tenía que verla ahora. Aparqué frente a su edificio de apartamentos y me atravesé rápidamente la oscuridad hasta la entrada principal donde una luz descompuesta colgaba sin vida sobre la puerta principal.
Empuñé mi mano y la llevé a su puerta, pero decidí que no quería despertar a su compañero de cuarto, así que saqué el teléfono de mi bolso para llamar, cuando cambié de opinión de nuevo. Preferiría despertarla de otro modo.
Traté con el seguro y estaba abierto. De puntillas a través del pasillo oscuro, llegué a su habitación y giré la manilla, adentrándome. La lámpara cerca de su cama brillaba suavemente y las sábanas crujieron cuando entré. Me preguntaba si ya estaba despierta, esperándome, sintiendo que vendría. Pero al levantar mis ojos hacia la cama, encontré a una chica jadeando y sentándose en el colchón.
Sosteniendo las mantas contra su mejilla, jadeó con un par de ojos abiertos y con manchas de lágrimas.
 
Me congelé como si me hubieran sacado el aire del pecho. Era hermosa, con un largo cabello rubio que caía en cascadas y rasgos impresionantes. Me dolía mirarla.  
 
Ácido llenó mi estómago, y pensé que podría vomitar sobre el piso. Las lágrimas llenaron mis ojos.
 
Pero ella había seguido adelante. Era demasiado tarde. Ella…
 
—¿Estás buscando a Brittany?
 
Preguntó, antes de sorber por la nariz y secar su mejilla.
 
—. Creo… creo que está en la sala de estar, durmiendo en el piso o en el sofá. No estoy segura de cuál.
 
Parecía amigable. No podía creer que esta chica —a quien no conocía pero odiaba más que a cualquiera en la tierra— se atreviera a ser amigable conmigo, como si no estuviera destrozando mi alma en un millón de pedazos. Me tomó unos buenos cinco segundos procesar lo que acababa de decir.
Brittany dormía en la sala. No aquí. No con ella.
La confusión debió haberse hecho muy obvia en mi rostro porque dijo
 
—: ¿Eres Santana, cierto? He escuchado sobre ti. Soy la hermana de Brittany.
 
—¿Caroline?
 
Respiré. Oh, Jesús. Oh, gracias, Dios
 
—. Yo… ¡oh! Bueno, también he oído de ti.
 
El alivio me dejó aturdida y tuve que alcanzar el marco de la puerta y sostenerme para controlarme. Una vez más, mis emociones abrumadoras me tuvieron despistada de un par de detalles inconscientes por demasiados segundos; de otro modo no me hubiera tomado tanto tiempo darme cuenta de que la hermana de Brittany estaba llorando… y aquí. ¿Por qué se encontraba aquí, y donde estaban los dos hermanos?
—¿Te encuentras bien? —pregunté, acercándome, preocupada por ella sobre todo lo demás.
 
—Sí.
 
Asintió y se abrazó a sí misma, dejando caer la sábana para revelar que usaba una de las camisetas de los Vikingos de Ellamore de Brittany.
 
—. Yo… yo… no. No, no estoy bien. No creo que lo esté nunca más.
 
Cuando enterró su rostro en las manos y dejó caer todos los pretextos para no sollozar, mi corazón se rompió por ella. Me arrastré en el colchón y tiré de ella en un abrazo. Tan natural como respirar, descansó su cabeza en mi hombro y aceptó mi consuelo. El aroma de Brittany en las sábanas me confortó mientras consolaba a su hermana.
 
—¿Es el bebé? —pregunté finalmente, apartando suavemente su cabello de su rostro.
 
Su cuerpo se estremeció mientras se acurrucaba más cerca de mí.
 
—No hay bebé.
 
El eco vacío de su voz me dijo exactamente cuál era el problema. En lugar de preguntar qué sucedió, dije
 
—: ¿Cómo llegaste aquí?
 
—Brittany me trajo.
 
Asentí y continué pasando mis dedos por su cabello. No tengo idea de dónde vino mi lado maternal, pero esta chica era parte de Brittany, y se hallaba herida. Tenía que arreglarlo.
 
—¿Dónde están tus hermanos menores?
 
—Están durmiendo en la habitación de Noah.
 
Al fin, elevó su rostro y parpadeó en mi dirección.
 
—. ¿Algo duele más que un corazón roto?
 
—Yo…
 
La respuesta diplomática se atoró en mi garganta y no saldría. Así que fui con la honesta.
 
—. No, en mi experiencia no.
Abrió la boca para decir algo más, pero pisadas en el pasillo atrajeron nuestras miradas a la puerta.  
 
—¿Caroline?
 
La voz baja de Brittany despertó cada fibra viva dentro de mí, haciendo que mis músculos se tensaran con anticipación.
 
—. ¿Estás bien? Escuché voces…
 
Entró a la habitación y dio un paso completo antes de verme. Deteniéndose, me miró. Y miró algo más antes de decir con voz ronca
 
—: ¿Santana?
 
No sabía que decir. De repente me sentí apenada e insegura. Cuando la palabra “Hola” salió de mis labios en una voz pequeña e insegura, me encogí internamente.
 
—Hola —respiró, mirando de un lado a otro entre Caroline y yo. Su voz sonaba plana cuando añadió
 
—: Has vuelto.
 
Asentí, preocupada de que hubiera sido un error venir de esta manera.
 
—Yo… vine aquí a hablar contigo, pero… —señalé a Caroline—, conocí a tu hermana.
 
Giró su atención a su hermana y ella se escabulló de la cama.
 
—Yo solo… —Señaló con su pulgar hacia la puerta—. Los dejaré a los dos para que hablen.
 
—No. —Brittany levantó una mano—. Quédate. Podemos irnos. Necesitas descansar.
 
Ladeando su cabeza, por fin pareció notar sus ojos húmedos-
 
—. ¿Estás bien?
 
Asintió y trató de borrar la evidencia de su rostro.
 
—Sí. Mejor. Con un poco de ayuda de Santana.
 
Cuando me miró, le envié una sonrisa de apoyo. Regresó a la cama, así que tomé eso como mi pista para bajarme. Pero cuando cambiamos lugares, me dio un último abrazo impulsivo.
—Gracias —susurró en mi oído.
 
Asentí, dándole una sonrisa de despedida, y me giré hacia Brittany. Me miraba, sus ojos con un remolino de emociones pero su expresión severa. Entonces giró y salió de la habitación; la seguí por el pasillo hasta la puerta principal. No se detuvo ni extendió su mano para mí, y eso dolía. Pero no podía esperar menos, ¿cierto?
Una vez que estuvimos fuera del apartamento, las luces tenues del pasillo del exterior mostraron cuan rígidos e inflexibles estaban sus hombros.
 
Seguía caminando, así que la seguí por las escaleras. Apresurándome para seguirle el paso, al final dije
 
—: No me dijiste que Caroline había perdido al bebé en ninguno de tus mensajes.
 
Deteniéndose, se giró. Acabamos de llegar al descanso entre los pisos, donde las escaleras giraban. Agarró mi brazo y me llevó hacia la pared hasta que ladrillos helados encontraron mi columna.
 
Acercándose lo suficiente para sentir su calor y su aroma de menta en su aliento, gruñó
 
—: Bueno, no me dijiste que te ibas de la ciudad. No me dijiste que Marci Bennett te había chantajeado. Y seguro que no me dijiste que habías perdido tu maldito trabajo… por mi culpa. Cristo, Santana.
 
Acunó mi rostro y presionó su frente con la mía.
 
—. No me dijiste una mierda.
 
Estaba tan enojada que se estremeció. Sentí cada temblor en su cuerpo tan intensamente que bien podría haber temblado yo también.
 
—Maldición —murmuró cuando no respondí.
 
—. ¿Por qué no me dijiste?
 
Cerré los ojos.
 
 —Porque no quería que hicieras algo estúpido.
Resopló.
 
—Demasiado tarde.
 
—¡Oh, Dios, Brittany! —Empujándola, jadeé—. Mentí por ti. Me negué a decirles quien eras, para protegerte. Por qué harías… espera. ¿Qué hiciste?
 
Inclinándose sobre mí, empuñó las manos en sus caderas y frunció el ceño.
 
—Les dije que era yo en esa foto. ¿Qué crees que hice?
 
—No.
Negándolo, sacudí la cabeza rotundamente. Temor recorrió mi piel, hormigueando en mi cráneo. Pero si Brittany había salido herida por esto, después de todo lo que sacrifiqué para mantenerla a salvo, yo… yo no sabía que haría. Tal vez perdería toda la fe en el mundo.
 
—. Ellos… ¿te echaron?
 
La vergüenza cubrió sus ojos. Inclinando la cabeza ligeramente, apartó la mirada y pasó la mano por su cabello.
 
—No —admitió en voz baja.
Siseé a través de mis dientes.
 
 —Oh, gracias a Dios.
 
—No me dejaron irme —añadió con una mueca de frustración.
 
—¿No te dejaron? Qué hiciste… por favor no me digas que lo intentaste. Dios, Brittany. Necesitas esta beca.
 
Dio un paso hacia mí.
 
 —¿Sabes qué? Estoy cansada de que últimamente todos me digan qué necesito.
 
Poniendo sus puños contra la pared a cada lado de mi cabeza, se inclinó hasta que nuestros rostros estuvieron a centímetros de distancia
 
—. Lo que necesito eres tú. Nadie me entiende como tú. Nadie me ama como tú. Tú eres todo. Y cuando te hundiste por mi culpa, una parte de mí murió. Me sentía jodidamente rota porque no podía dejar el maldito lugar contigo. Lo intenté. Intenté tanto conseguir que te trajeran de vuelta. Y cuando amenacé con irme, ellos también. Y ahora, si me voy, harán toda esta cosa pública y ensuciarán tu nombre. Nunca podrías volver a enseñar, en ningún lugar. Así que, aquí estoy, atrapada, sin poder hacer ni una puñetera cosa, mientras tú asumes toda la culpa por…
 
 
—Shh.
 
Toqué su rostro y le acaricié la mejilla, ofreciéndole una sonrisa mojada.
 
—. Está bien.
 
—No. —Apretó los dientes, gruñéndome, y aplastó su frente contra la mía con más firmeza—. No está bien, maldición. Lo que te hicieron no estuvo bien. Hicieron de lo que teníamos algo morboso, sucio y equivocado. Y no lo era. Solo... no lo era. Lo juro por Dios, eres lo único correcto que he hecho en mi vida.
 
 Me alcé sobre los dedos de mis pies y estrellé mi boca contra la suya. Me devolvió el beso salvajemente, agarrando fuerte mi cabello y rozando mis labios con los suyos. Pensé que trataba de castigarme, pero se sentía tan bien como para ser algún tipo de castigo. Me froté contra su cuerpo con la misma vehemencia, necesitando sentirla y saborearla y…
 
Arrancó su boca de la mía y se apartó de golpe, apretándose los labios como si la hubieran traicionado. Mirándome fijamente, dijo
 
—: No vuelvas a hacer eso. Si nos atrapan, nos hundiremos juntas.
 
Sacudí la cabeza.
 
 —No recuerdo haber hecho ese trato.
 
—Maldita sea.
 
Se acercó de nuevo, hundiendo las manos en mi cabello y acunando mi cabeza entre sus palmas.
 
—. No podía hacer nada, Santana. ¿Acaso entiendes lo que eso me hizo? Mis manos todavía están atadas, y no puedo hacer nada por ti, ¿mientras tú sacrificas alegremente toda tu vida por ? Eso no está bien. No es justo. ¿Por qué no me dijiste lo que pasaría? Algún tipo de advertencia…
 
—Quería hacer esto por ti, Brittany.
 
Descansando mi palma sobre su mejilla, dejé escapar un suspiro contenido. No importaba qué tipo de turbulencias pasaban a nuestro alrededor, aquí en sus brazos, me sentía en casa.  
 
—Pero, ¿por qué no me lo dijiste? Y después de eso, ¿por qué te fuiste sin una palabra? ¿Por qué no contestaste ni un puto mensaje de texto?
 
—Contactarme contigo después de esto podría haber alertado a la universidad que era tu brazo en la imagen. No quería eso. Además, pensé que podría venirnos bien un poco de tiempo separadas, para aclarar las ideas y mirar todo desde una perspectiva nueva.
 
 Cuando sus ojos se estrecharon y abrió la boca, me apresuré a añadir
 
—: Y yo fui una cobarde. Si me hubiera puesto en contacto contigo, sabía que hubiera estado tentada a volver.
 
—Pero sí volviste.
Mi sonrisa era temblorosa.
 
 —Supongo que tu poder de tentación fue más fuerte de lo que pensaba. Simplemente no puedo estar lejos.
 
Un sollozo rasgó su garganta. Envolvió los brazos a mi alrededor y nos alineó. Este beso fue más suave, pero igual de codicioso.
 
 —Entonces, ¿esto es todo? —preguntó, pellizcando mi mandíbula—. No hay nada que nos mantenga separadas, ¿por fin podemos estar juntas? ¿Abierta y permanentemente?
 
Me mordí el labio y ella sintió mi vacilación. Alzando la cabeza, me miró.
 
—Mierda —susurró—, no me gusta esa mirada en tus ojos.
 
—Me ofrecieron un trabajo —le dije—, para enseñar en mi universidad de origen. A más de mil kilómetros de distancia.
 
El aliento salió apresuradamente de sus pulmones mientras me miraba fijamente. Luego, dejó caer sus manos de mi rostro y retrocedió lentamente.
 
Entonces, te vas. Y no puedo seguirte. Jesucristo.
Agarrándose la cabeza, se dio la vuelta.
 
—. ¿Cuántas veces planeas romperme el corazón?
 
—No más, espero. —Abrazando mi cintura, tomé una respiración profunda, y di el salto más grande de mi vida.
 
—. Porque rechacé el trabajo.
Se giró, mirándome.
 
 —¿Tú qué?
 
—No me iré a ninguna parte.
 
—¿Qué? ¿Estás loca? —Se acercó, agarrando mis brazos—. No puedes rechazarlo, Santana. ¿Y si no puedes encontrar un trabajo cerca?
Me encogí de hombros. —Entonces, no enseñaré. Haré otra cosa.
 
—Pero amas enseñar.
Esta vez, asentí.
 
—Sí, lo amo.
Con un gruñido, se presionó más cerca.
 
—¿Tengo que estrangularte, morena? No sacrificarás nada más por mí.
Solo sonreí.
 
—Bueno, tampoco te dejaré. Puede ser que ame enseñar, pero te amo más a ti. Brittany Pierce, mi hogar es donde sea que tú estés, así que me quedaré aquí.
Gimió, y las manos sobre mí comenzaron a temblar.
 
 —Deberías ir. —Su voz era tensa, pero siguió instando—: Sé que quieres el trabajo, me doy cuenta. Debes tomarlo.
 
—Sí lo quiero —admití—, pero no me importa. Como dije, te quiero más a ti.
 
Sacudiendo la cabeza, solo siguió mirándome.
 
—Dices eso ahora. Pero... en un par de años, cuando estés atrapada aquí por mí, te resentirás conmigo y con todo de lo que te aparté. Necesito que sigas tus sueños, Santana.
 
—Estoy siguiendo mi sueño, Brittany. Confía en mí. Todo lo que siempre he querido es ser amada.
 
—Que Dios me ayude. —Se estremeció y observé las grietas en su resistencia.
 
—. Te amo. Nunca he amado a nadie como te amo a ti, pero...
 
—Pero eso es todo lo que necesito —le aseguré. Tocando su rostro ligeramente, repetí—: Créeme, puedo conseguir un trabajo en cualquier lugar. No tiene que ser en la universidad o incluso universidad comunitaria. Solo me gusta tratar de llenar a la gente con el mismo aprecio por la literatura que yo tengo. Encontraré trabajo en donde sea que esté. Pero no encontraré otra tú. No quiero dejarte.
 
Se dobló. Sus hombros cayeron y su cuerpo se desplomó contra el mío mientras sus labios atrapaban mi sien.
—Tampoco quiero que te vayas.
—Entonces está decidido. Todos nos quedaremos.
 
Brittany me besó de nuevo.
 
 —Te amo. Te amo tanto. No sé cómo podría probarte alguna vez cuánto te amo.
 
Ya lo había probado. Nunca nadie me había amado así. Con cada palabra y gesto me mostró sus sentimientos, y saboreaba cada momento con ella. Me había enseñado lo que era amar y ser amado. Desató mi niño interior y me ayudó a vivir el momento. Pero también me había dado un futuro en el cual interesarme. Podría ser incierto, pero no podía esperar para empezarlo. Con ella.
 
Sabía que me diría lo que había pasado con sus hermanos durante mi ausencia, así como yo le contaría sobre mis padres. Teníamos mucho que discutir, pero presentía que tendríamos un montón de tiempo para hablar de eso.
Después.
 

Por ahora, me sentía demasiado emocionada al saber que en realidad tendríamos un después. Así que le devolví el beso y disfruté el presente.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Sep 03, 2016 2:03 am

SOLO FALTA EL EPILOGO, SALUDOS A TODAS........
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por 3:) Sáb Sep 03, 2016 9:57 am

Puede ser fribolo hasta egoísta la despedida de san a sus padres.... Pero cada uno da lo que recibe de los otros y mas si son tus padres....
Se junto la familia me gusto cuando san estaba con caro!!.... Al fin san se decidió a jugar por todo....
M e gusta que estén todas juntos ahora!!!!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Sep 04, 2016 3:30 am

EPILOGO
 
SANTANA

 
 
—Comenzaremos con Matar un Ruiseñor el lunes, que de hecho es uno de mis libros favoritos, así que, si alguien quiere impresionarme, es mejor que haga un buen esfuerzo con esta historia. ¿Entendido?
 
Cuando media clase gimió, negué con la cabeza y sonreí. Siempre habría opositores, pero por lo general encontraba a una o dos personas que amaban la literatura tanto como yo. Y ese era el por qué seguía enseñando, el por qué seguía viniendo cada día, emocionada por compartir mi apreciación con ellos. Me deleitaba al conocer estudiantes como la chica en la esquina trasera, que se sentaba en una silla de ruedas mientras escuchaba ansiosamente todas mis opiniones sobre la última historia que leímos.
 
Abrí la boca para decirle a mi clase de segundo año cómo lamentaba que no estuvieran tan entusiasmados por empezar la historia como yo, pero sonó la campana, interrumpiéndome. Aún saltaba cada vez que pasaba. Era una de las pocas cosas que extrañaba de enseñar en la universidad. Pero aparte de eso, me sentía bastante feliz aquí.
 
—Qué tengan un buen fin de semana —dije por encima del estruendo de mis estudiantes reuniendo sus cosas y haciendo planes con sus amigos.
 
Por una vez, me sentía feliz de que estuvieran impacientes por irse, porque yo también lo estaba. Esta era mi última clase por el día, y me sentía ansiosa por encontrarme con Brittany para ver cómo estuvo su día.
 
Comencé a coger todo lo que quería llevar a casa conmigo cuando vi a alguien acercándose a mi escritorio por la esquina de mi ojo.
 
Poniendo las manos en sus caderas y frunciendo el ceño por encima de un familiar par de ojos color azules, siseó
—: No puedo creer que me pusieras una C en ese trabajo. ¿Qué diablos, Santana?
Suspiré.
 —Brandt…
 
—Es decir, sé que dijiste que no ibas a mostrar favoritismo si tomaba tu clase, pero, ¿en serio? ¿Una C? En realidad me esforcé por hacer un buen trabajo.
 
Sabía que no debería hacerlo porque lucía genuinamente molesto, pero sonreí cariñosamente ante el recuerdo que me trajo esta conversación.
 
 —Y aun así, perdiste totalmente el objetivo del trabajo —le dije.
 
Abrió la boca para responderme. Era demasiado parecido a su hermana como para no replicar. Pero un par de chicas que se reían al pasar llamaron nuestra atención.
 
—Oh, Dios mío, ¿viste a la nueva profesora de economía? Es tan ardiente.
Brandt gimió mientras la otra chica se acercaba a su amiga y cogía su brazo.
—Lo sé. Me pregunto cuál es su nombre, porque quiero estar en esa clase.
—Diablos, sí. He oído que también es la nueva entrenadora de fútbol.
—Sí —dijo Brandt finalmente, sorprendiéndolas al interrumpir su sesión de chismorreo. Cuando levantaron sus rostros y descubrieron que era Brandt Pierce quien les hablaba, se detuvieron de golpe y abrieron la boca.
 
Oí a una chica llamar a mi cuñado el bombón de segundo año la semana pasada, así que suponía que las chicas debían haberse detenido con asombro al encontrarse a sí mismas bajo la atención del bombón.
 
Les dio una conocedora sonrisa.
 
 —Y su nombre es Pierce. —Hizo una pausa dramática, esperando a que entendieran, y las chicas jadearon al darse cuenta antes de que añadiera—: Es mi hermana.
 
Sus miradas se desplazaron rápidamente hacia mí. Todos en la secundaria East Ellamore sabían de mi relación con Brandt. Sus caras se sonrojaron, y las chicas comenzaron a hablar al unísono.
 
—Lo sentimos, señora Pierce —comenzaron, hablando por encima de la otra
—. No queríamos faltarle el respeto.
 
Negué con la cabeza e hice que se callaran.
 —No se preocupen por ello. No puedo evitar estar de acuerdo con ustedes.
Les guiñé un ojo-
 
—. Es bastante ardiente.
Mientras Brandt resoplaba, las chicas se rieron con alivio y se apresuraron hacia la salida, solo para casi chocar con el tema de nuestra conversación cuando apareció en la puerta.
—Lo lamento, señoritas. —Se hizo a un lado con gracia e hizo un gesto con la mano para que pasaran primero.
Soltaron unas risitas y cantaron—: Hola, señora Pierce —mientras huían.
Brandt y yo intercambiamos una mirada, y rodamos los ojos al mismo tiempo.
 
—No creo que haya sido llamado señora Pierce por tantas personas en un solo día antes. Como que me molesta —admitió Brittany, sin enterarse de todo lo que acababa de suceder.
 
Alargó una mano y despeinó el cabello de Brandt mientras pasaba a su hermano. Pero sus ojos se encontraban centrados en mí.
 
—Hola. —Su voz descendió hasta un tono ronco mientras se inclinaba para besarme.
 
—Hola.
 
Las puntas de mis pies se curvaron en mis sandalias mientras sus labios se frotaban contra los míos. Estiré una mano y tiré de su camisa, alucinada por cuán admisible era besarla tan abiertamente dentro de la escuela. Pero mucho había cambiado en los tres años que llevábamos juntas. Cuando se alejó, pasando su lengua por su labio inferior como para disfrutar el sabor restante de mí en ella, algo revoloteó profundamente en mi estómago.
 
Era la mujer más afortunada en la tierra al estar casada con ella.
 
—Brittany
la dura voz de Brandt nos sacó de nuestro momento.
 
—, Santana me puso una jodida C en mi trabajo.
 
En lugar de fruncirme el ceño con irritación, mi esposa se rió. Me guiñó un ojo antes de decirle a su hermano
 
—: Bueno, ella medio dos D, así que no siento lástima por ti.
 
Desde la parte trasera de la habitación, se escuchó lo que sonaba como una pila de libros cayendo al suelo. Los tres nos giramos para encontrar a una estudiante luchando para salir de la clase. Cuando uno de los rayos en su silla de ruedas se quedó atrapado en un escritorio por el que pasaba, se las arregló para tirar la pila de libros en su regazo.
 
Brittany y yo nos movimos para ayudarla, pero mi cuñado de dieciséis años se nos adelantó.
 
—Déjame recogerlos por ti, Sarah.
 
Se arrodilló y los recogió con un solo movimiento. Sarah retrocedió con sorpresa y se lo comió con los ojos por un momento antes de que bajara la cabeza, dejando que su oscuro cabello cayera hacia adelante y cubriera sus ardientes mejillas.
 
—Gracias —dijo en su tímida y baja voz. Alargó los brazos para recuperar sus cosas; sus dedos temblaban ligeramente en el proceso.
 
Pero Brandt los puso bajo su brazo en lugar de entregárselos.
 
 —Yo los llevaré. ¿Vas a tu casillero?
 
Su cabeza se levantó de golpe, sus ojos ampliándose.
 
 —Yo…
 
Cuando abrió la boca y unos cuantos incoherentes sonidos se le escaparon, apretó los dientes y se sonrojó incluso más
 
—. Sí —respondió finalmente.
 
Brandt le dio una sonrisa amistosa.
 
 —Caminaré contigo. Mi casillero está a solo un par del tuyo. Oh, espera.
 
Estiró una mano rápidamente y empujó a un lado el escritorio que se había enganchado a su silla de ruedas, dándole más que suficiente espacio para pasar.
Con el rostro brillante, Sarah le sonrió mientras pasaba a su lado, una vez más agradeciéndole por su consideración.
 
—Así que, ¿cómo te fue en el trabajo? —Continuó sonriéndole. La respuesta de Sarah sonó amortiguada mientras salían juntos al pasillo.
 
Brittany y yo intercambiamos una mirada. Sus cejas se alzaron.
 
—Soy solo yo, ¿o parece que la hermana menor de Mason Lowe tiene un enamoramiento por mi hermano?  
 
Me reí.
 
 —Bueno, la mitad de las chicas en esta escuela tienen algo por él, así que, diría que es posible.
Gimió.
—¿En serio? ¿Es popular aquí? Eso no es justo. —Su ceño era adorable.
 
Me alcé de puntillas para darle un rápido beso.
 
—Encaja aquí perfectamente.
 
Brittany suspiró como si estuviera disgustada.
 
 —Supongo que es eso mejor a que estuviera en una banda como la que había estado en ese lugar al que preferiría no nombrar.
Todos sus hermanos se adaptaron bastante bien a Ellamore. Ni siquiera lucieron molestos cuando su madre le entregó sus custodias a Brittany sin siquiera una protesta. Caroline, Colton y Brandt sinceramente habían florecido bajo el cuidado de Brittany, incluso aunque le tomó un buen año a Colton llevarse bien con nosotras.
 
—Así que, ¿cómo le fue en su primer día enseñando, señora Pierce?
 
Me había sentido estresada todo el día al pensar en que se arrepintiera de haber tomado el puesto de maestra aquí. Después de que se rompiera la clavícula en su último año en la universidad durante un juego y hubiera perdido su oportunidad de jugar para la NFL, me preocupó el que eventualmente odiara la nueva vida que tuvo que hacer. Y que se resintiera conmigo por obligarla a cambiar su carrera por una para enseñar y entrenar.
 
—La verdad es que fue algo excitante —dijo—. Al momento en que noté que las personas me prestaban atención cuando hablaba, casi me sentí como si fuera capaz de hacer una diferencia en la vida de algún chico.
 
Podría haberle dicho que ya había hecho una diferencia en la vida de tres chicos muy importantes. Pero lucía emocionada por la conclusión a la que acababa de llegar.
 
—Me siento ansiosa por comenzar las prácticas de fútbol y ver qué tipo de equipo voy a tener esta temporada. Lo que me recordó qué hora era.
 
—¿No comienza en tres minutos? —Arqueé una ceja, preguntándole silenciosamente qué hacía en mi sala.
Sus azulados ojos se nublaron.
 —Sí, es verdad. Pero saber que te encontrabas aquí era demasiada tentación como para resistirme. Verte en tu “traje de profesora” siempre me recuerda a los días en que nos conocimos.
Pasó los dedos cariñosamente por la solapa de mi chaqueta.
 
—Pero ahora no tenemos nada que esconder.
 
—Sí. —Se inclinó para besarme de nuevo—. Y aún se siente demasiado bien como para ser verdad. Sigo esperando que alguien entre aquí y nos diga que no podemos estar juntas.
 
Sus brazos se envolvieron posesivamente alrededor de mi cintura
 
—. Este tiempo contigo ha sido lo mejor de mi vida. No puedo agradecerte lo suficiente por encontrarme, por ser mi esposa.
 
Descansé la cabeza en su corazón.
—Tú también me has dado los mejores tres años de mi vida.
Palmeé sus abdominales de acero y besé su barbilla.
—. Ahora será mejor que te vayas, entrenadora, antes de que decidan reemplazarte en tu primer día.
 
—Te veré en la casa. Te amo, cariño.
Me besó una vez más antes de retroceder. Extrañé inmediatamente sus brazos a mi alrededor.
 
—Yo también te amo. No seas dura con Brandt durante la práctica.
Brittany sonrió.
—Oh, si cree que tú no le mostraste ningún favoritismo, solo espera a que descubra cuán dura voy a hacerlo entrenar.
 
Movió las cejas y me sopló un último beso antes de salir de la habitación.
 
Dejé escapar un complacido suspiro y me hundí en la silla de mi escritorio. Cuando comencé a trabajar en la universidad de Ellamore ese fatídico semestre, no tenía idea de que mi vida terminaría aquí. Pero me sentía emocionada por ello. ¿Quién iba a pensar que estaría locamente feliz trabajando en una secundaria mientras estaba casada con la entrenadora de fútbol? ¿O que el ayudarle a criar a dos de sus hermanos más jóvenes, y a su hermana, una estudiante de primer año en la universidad, me haría sentir tan completa?
 
Pero aquí me encontraba, más contenta de lo que alguna vez me sentí, y no cambiaría mi vida por nada en el mundo. Todo lo que alguna vez quise fue encontrar el amor y ser amada en respuesta. Pero esto lo había superado totalmente. Me sentía completamente consumada.
 

FIN
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por 3:) Dom Sep 04, 2016 8:51 am

Me gusto la historia... Gracias por compartirla!!!
Al fin tuvieron. Su final feliz.. Y consolidaron su relación como su familia aunque resignaron algunas cosas!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por JVM Lun Sep 05, 2016 1:58 am

Al final de tantos obstáculos por fin lograron estar juntas... Y bueno aunque suene un poco feo la muerte de los padres de San le dieron libertad.
Y pues junto a Britt lucho para sacar adelante a la familia.... Y bueno terminando la historia donde empezó jajajaja
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Mensaje por micky morales Lun Sep 05, 2016 8:44 pm

Magnifica historia, gracias y hasta una proxima!!!!! [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 4 2145353087 [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 4 2145353087 [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo - Página 4 2145353087
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: A mi profesora con Amor. epilogo

Mensaje por monica.santander Jue Sep 08, 2016 3:53 am

Muy linda historia!!!!!!
Gracias!!!
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