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[Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
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vhere pao
micky morales
JVM
marthagr81@yahoo.es
8 participantes
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Página 8 de 8. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
3:) escribió:Ryder en serio la va cagando cada tanto muuy seguido!!!.. y y a la que termina lastimando consecutivamente es a britt con sus idioteces... y eso que no sabe que están casadas!!!
A ver como termina el paseo familiar????
Espero que Ryder pare con todo eso, o lo tendra que detener Santana..
Ya estan casadas ya contra eso no puede nada mas que la muerte.....
Esperemos que no pase mas o pase algo que interfiera en la historia.....
Lu, y a las demas chicas que leimos la historia de La Emperatriz de los Antrax hechenle un ojo a la actualizacion que hizo Yadira, Ya subio el Final alternativo......
saludos.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
micky morales escribió:El hermano de britt me tiene hasta las pelotas que no tengo con sus aires de suficiencia, quien c..... le dijo a el que podia escoger con quien brittany se iba a relacionar en un futuro????? san le hace bien y ahora estan CASADAS!!!!! a ver como va ese paseo!
Oh a mi tambien me tiene harta, ya estuvo bien. pero ya que mas da lo que piense el....
Espero que Santana le plante una buena....
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
Tati.94 escribió:Jumm...sera que lo del "presentimiento" es porque le va a pasar algo a britt y de esa forma tendra que utilizar el seguro medico de san y asi se entera ryder que estan casadas!!!jajajja disculpen mi mente loca haciendo teorias jajaj. Saludos.
Espero que lo del presentimiento no pase a mas. pero ya voy a subir los ultimos dos o tres capitulos para sacarnos esa duda.
Les pido disculpas por la ausencia pero estaba super indispuesta, super enferma y super cansada, esos super no me dejaban actualizar. pero hoy las compenso...
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
continuación cap. 35
BRITTANY
Definitivamente me subí en la camioneta de la “diversión” en el camino al parque Rainly. Apenas llevábamos un kilómetro en la carretera cuando Santana me golpeó ligeramente en un lado del brazo con el dorso de su mano.
—Padiddle.
La miré, completamente confundida.
—¿Eh?
Me miró brevemente
. —¿Qué? ¿Nunca jugaron juegos de coches cuando eras pequeña?
Tanto Brandt como Colton se inclinaron hacia delante con curiosidad desde el asiento trasero mientras decía
—: Mi familia nunca fue a viajes largos.
La simpatía cruzó sus facciones antes se encogerse de hombros y agarrar mi mano, entrelazando nuestros dedos sobre la consola central. Entonces me envió una rápida sonrisa.
—Bueno, mi hermana y yo teníamos interminables horas de juegos de coches mientras crecíamos.
Me volví hacia el lado de mi asiento para mirarla.
—Así que, ¿cómo se juega padiddle?
Se encogió de hombros.
—Es fácil. Ves un coche con solo un faro y le das una palmada a otra persona en el coche mientras dices: padiddle.
Parpadeé, esperando a que dijera el objetivo del juego. Por último, Colton se rascó la cabeza.
—¿Y eso es todo?
Riéndose entre dientes, Santana se encogió de hombros otra vez.
—No dije que fuera un juego instructivo, complicado o educativo. Pero es una razón divertida para darle una palmada a tu hermana sin meterte en problemas.
—Pero es de día —le dije secamente—. Y nuestras posibilidades de encontrar a alguien con solo un faro a estas horas son bastante bajas.
Santana se rascó la nuca un segundo antes de decir
—: La familia de mi amigo solía jugar a lo mismo, pero golpeaban el techo del coche cada vez que veían un coche amarillo.
—Me gusta abofetear los brazos —dijo Brandt.
Mientras Colton sugería
—: Vamos a hacerlo con los coches rojos.
Un segundo más tarde, tres manos diferentes atacaron mi brazo cubierto con una pobre manga corta.
—Padiddle —dijeron al unísono—. Carro rojo.
—¡¿Qué mierda?! —Levanté mis manos en defensa propia, huyendo de ellos—. ¿Por qué todos van a por mí?
Santana movió sus cejas.
—Eslabón más débil.
—¡Oh, qué demonios!
Al ver a una camioneta roja, me giré con mis dos manos, golpeando a Santana y Colton. Brandt se salvó esa ocasión solo porque fue quien se alejó más.
—. Padiddle.
Y así comenzó la guerra. Tenía que ser el más tonto y estúpido juego que jugué en mi vida entera, pero me reía para el momento en que llegamos al parque. Mis hermanos hablaban hasta por los codos cuando estacionamos la camioneta de Santana.
Marley y Ryder se detuvieron a medio camino de descargar las mantas y cestas llenas de comida. Ryder nos frunció el ceño —probablemente por estar tan felices— y su ceño fruncido fue de nuevo hacia Santana.
Haciendo caso omiso de mi hermano malhumorado, Santana saltó hacia Marley.
—Aquí, Shakespeare. Déjame llevar eso por ti. —A medida que tomaba la canasta cargada de sus brazos, el ceño fruncido de Ryder se ensombreció.
Después de llenar sus propios brazos con dos sacos de dormir, Ryder corrió tras Santana, pisándole sus talones.
—Oye, imbécil. No te atrevas a tratar de pasar a través de ella para llegar a mí.
Santana no se molestó en mirar hacia atrás.
—Nunca lo haría ni en sueños —dijo con frialdad. Entonces se detuvo abruptamente, llegando a nuestro lugar de picnic mientras bajaba la canasta.
Ryder resopló pero soltó los sacos de dormir. Se enfrentó a Santana.
—No sé lo que tramas con este acto de chica buena, pero no me engañas.
Santana lo miró sin comprender por un momento.
—Hmm —dijo por fin—. Es bueno saberlo. —Entonces se puso de rodillas y desenrolló cada saco de dormir para que toda la familia se sentara.
Mi hermano excesivamente sospechoso puso sus manos en las caderas y observó sin asistir. Me arrodillé para ayudarla en silencio. Mientras tanto, Brandt y Colton comenzaron a perseguirse el uno al otro a través de la hierba, teniendo su propio juego de padiddle, con ardillas ahora. Cuando llegó Marley con un último contenedor de comida, Ryder todavía observaba malhumorado mientras Santana y yo terminábamos de suavizar las mantas.
—Oigan, gracias chicas.
Marley se arrodilló con nosotras y comenzó a descargar la canasta. Por último, Ryder se unió a ayudarla, pero la discordia que había empezado quedó en el aire. Tan desesperada y decidida como estuve para conseguir que Ryder incluyera a Santana en la familia, también fui completamente ingenua. Ambos eran miserables. Ryder no quería hablar, excepto para perforar con su mirada a Santana, e incluso por más respetuosa que Santana era con él, me di cuenta, por su propia tranquilidad poco común y cortesía, que quería estar en cualquier otro sitio menos aquí.
Forzarlos a encontrarse fue un error. ¿En qué pensaba, forzándolos a encontrarse con la esperanza de que se amistaran? Brandt y Colton charlaban mientras comíamos, y Marley se unió. Me encontraba demasiado ocupada lanzando miradas preocupadas entre los dos ex-mejores amigos.
Cuando Santana se encontró con mi mirada, frunció el ceño. Se acercó.
— ¿Qué pasa?
Negué.
—Nada.
Pero cuando miré a la distancia, cogió mi brazo y me hizo levantar la cara de nuevo.
—Oye —dijo, sus ojos llenos de sinceridad—. Estoy bien. ¿De acuerdo? No hay nada de qué preocuparse, nena. Está todo bien.
La miré. La seriedad en su rostro mientras levantaba sus cejas para asegurarme que no sufría solamente me hizo amarla más... y sin embargo, me aseguró que mi preocupación se hallaba completamente justificada. Sin duda, sufría.
Pero luego señaló más allá de mí, diciendo
—: Mierda, mira eso.
Miré, pero no podía entender lo que trataba de mostrarme.
—¿Qué...?
Cuando me di la vuelta, tenía la mitad partida de un huevo relleno en su boca. Sabiendo que ya se comió el suyo, dirigí mi mirada a mi plato vacío y jadeé.
—. ¿Es ese mi huevo?
Sin soltar la última mitad del huevo, sonrió y comenzó a masticar.
—No lo comías.
La sorpresa hizo que mi boca se abriera.
—Lo guardaba para el final.
Nada sabe mejor que los huevos rellenos de Marley.
—Entonces deberías haberlo comido primero... como lo hice yo. Quiero decir, ¿y si algo te ocurría antes de llegar al final de tu comida? Podrías haberte ahogado y muerto con tu sándwich. Un tornado podría haber llegado y lo habría mandado a la basura. ¿O alguien podría haberlo... robado?
Al igual que ella lo hizo. Rechiné los dientes.
—Quiero mi maldito huevo.
—Toma.
Sonrió petulantemente y me tendió la mitad que todavía no terminaba.
—. Voy a compartirlo contigo.
Lo cogí de su mano y metí toda la cosa en mi boca. Mientras masticaba, sonrió. Pero la golpeé en el intestino. Con un gemido y luego una risa, se agarró el vientre y cayó de espaldas sobre la manta que compartimos con Colton. En el último segundo, me tomó y arrastró con ella.
—Santana —grité. Pero ya me había puesto prolijamente encima de ella.
—Si querías más, cariño, todo lo que tenías que hacer era decirlo.
Me besó, metiendo su lengua inmediatamente. Siempre me sentía atraída a su boca, así que le devolví el beso. Olvidé dónde nos encontrábamos y quién más nos rodeaba hasta que Ryder se aclaró la garganta groseramente.
—Disculpen.
Me aparté de la boca de Santana y rodé fuera de ella para sentarme, mi cara roja y avergonzada. Mientras discretamente agachaba mi rostro y me limpiaba los labios, Santana levantó la cabeza para fruncirle el ceño a Ryder.
—¿Por qué? ¿Te has tirado un gas?
A Ryder no le hizo gracia.
—¿De verdad tienes que besarla delante de mí?
Contuve la respiración cuando Santana se quedó inmóvil. Se encogió de hombros y se recostó de nuevo en la manta como para contemplar las nubes.
—Supongo que no —respondió.
Toqué su brazo en señal de gratitud, agradecida de que no hubiese empezado una discusión con mi estúpido hermano mayor. En respuesta, extendió su mano y agarró mi rodilla. Con sus ojos cerrados, empezó a frotar mi pantorrilla, desde la rodilla hasta el tobillo y viceversa. Sin embargo eso pareció enfurecer a Ryder aún más. Su mandíbula se endureció y entrecerró sus ojos mientras se concentraba en nada más que el movimiento de la mano de Santana, mano que ni siquiera llegaba por encima de mi rodilla.
Necesitando un descanso de la tensión, agarré los dedos de Santana, deteniéndola.
—Vamos a la cascada.
Sus pestañas se abrieron y de inmediato se sentó en posición vertical.
—Bien.
Un calor se extendió sobre mí, recordándome lo que hicimos la última vez que estuvimos allí. Pero a medida que nos poníamos de pie, Ryder se enderezó, sorprendido.
—¿A dónde creen que van ustedes dos?
Le fruncí el ceño.
—Vamos a dar un paseo.
Ryder hizo señas con la mano.
—Colton, ¿por qué no vas junto con ellas?
Apreté los puños en mis caderas.
—¿En serio?
Ryder me miró inocentemente.
—¿Qué?
—No necesitamos un maldito chaperón para evitar que vayamos a alguna parte para ponernos traviesas. Te das cuenta de que vivo con ella ahora, ¿verdad? Ya estamos…
Santana llevó su mano a mi boca.
—Vamos, muchacho —llamó a Colton—.¿Quieres ver una cascada?
—¡Sí! —Colton se levantó de un salto, emocionado.
—San cuidado —advirtió Ryder inmediatamente.
Santana le envió una mirada fulminante.
—No te preocupes, hermano mayor. Tendrás a tus dos hermanos de regreso, sanos y salvos.
Dejando a él, a Marley y Brandt atrás, los tres caminamos por el sendero abandonado hacia la cascada. Mientras Colton iba adelante, agarré la mano de Santana.
—Lo siento tanto.
Miró de reojo, con las cejas levantadas en sorpresa.
—¿Por qué? No hiciste nada mal.
Suspiré y apoyé la mejilla en su hombro.
—Debería haber sabido que no podía esperar que ustedes dos solo... se llevaran bien.
Santana me apartó el cabello de los ojos.
—Si alguna vez vamos a llevarnos bien de nuevo, primero vamos a tener que sufrir un par de encuentros como estos.
Luego me besó la sien.
—. Bien podría sacarlos del camino ahora.
Sin embargo, todavía odiaba verlos llevándose mal por mí.
—Pero…
—¡Oye, no te acerques demasiado a la orilla! —gritó Santana por encima de mí.
Me di la vuelta para encontrar a Colton por delante de nosotras. Ya había llegado a la orilla de la cascada, y justo cuando se giró a mirarnos, el suelo debajo de él cedió.
Un segundo, él se encontraba allí, sonriendo y saludando, al siguiente fue succionado por la tierra. Ocurrió tan rápido que apenas pude tomar una respiración entre lo que mis ojos vieron y lo que mi cerebro percibió que acababa de suceder.
Entonces grité
—: ¡Colton!
Me apresuré, pero Santana fue más rápida. Llegó al borde y extendió una mano, manteniéndome a distancia.
—Quédate atrás. Este bastardo es inestable como la mierda.
Me detuve de golpe, no queriendo añadir más problemas. Pero sintiéndome impotente, me tapé la boca con ambas manos mientras las lágrimas llenaron mis ojos. El rugido de la cascada era tan fuerte que Santana tuvo que gritar cuando me miró.
—Está bien. Él está aquí mismo. No cayó en ella. Se agarró de una raíz de un árbol viejo y está sosteniéndose.
—Oh, gracias a Dios.
Presioné las manos en mi corazón, más allá de aliviada. Una ligera bruma del agua cerca recubrió mis brazos y piernas. Me estremecí y me abracé a mí misma, deseando poder hacer algo cuando Santana se acercó más a la orilla, tratando de mantener un pie hacia atrás en terreno más sólido.
Se puso de rodillas y estiró un brazo hacia un lado, donde esperaba que estuviera alcanzando a mi hermano pequeño. El terreno a unos tres metros de distancia se desmoronó y cayó al agua. Di un grito ahogado cuando vi grandes pedazos caer solo un segundo más tarde. La forma en que fue tirada por ahí como una pelota me hizo rogar aún más fervientemente que Colton no se uniera a ella pronto.
—Brittany —gritó Santana, mirando hacia mí.
Me di cuenta inmediatamente por su mirada que algo andaba muy mal.
—¿Qué? —pregunté—. ¿Él está bien?
Santana asintió, pero todavía se veía... ¿enferma? ¿Asustada? ¿Resignada?
—Necesito... Necesito que estés preparada para atraparlo tan pronto cuando lo suba. ¿De acuerdo?
—Está bien. —Asentí, sin entender lo que significaba hasta que Santana se movió. Con un gruñido forzado, ella apretó los dientes y tiró de su brazo.
Cuando Colton llegó simultáneamente volando a lo largo de la orilla hacia mí, el suelo debajo de Santana cedió.
Colton se golpeó contra mí, la fuerza de su impacto propulsándome hacia atrás y sobre mi trasero. Lo sujeté con fuerza, arrastrándome hacia atrás lejos de la orilla. Colton se acurrucó en mí hasta que estuvimos a una distancia segura. Fue entonces cuando lo empujé a un lado y busqué desesperadamente a Santana... para no encontrarla en ninguna parte.
—Dios mío. Dios mío. ¡Vamos! —Agarré a Colton, jalándolo a sus pies, y luego lo empujé en la dirección de nuestro picnic—. Busca a Ryder. Rápido. Santana está en problemas.
Tan pronto como él asintió y se fue, me mordí los nudillos y me arrastré hacia la cornisa.
—¿Santana? —grité.
Ella sabía que esto iba a suceder cuando subió a Colton. Supo que sería arrastrada hacia abajo. Temiendo que no la encontraría, lloré cuando la vi, solo para darme cuenta que fue dejada en la misma situación en la que Colton estuvo, colgando de una raíz que sobresalía de un lado del empinado malecón con el agua del río rocoso corriendo unos veinte metros debajo de ella.
Cuando levantó la vista y me vio, sus ojos brillaron con pánico.
—No. Regresa.
Pero la raíz de la que se aferraba no podía mantener su peso tan bien como fue capaz de mantener el de Colton. Esta comenzó a deslizarse por el malecón, y mientras ella se apresuraba a aferrarse, avancé sobre mi estómago para que la mayoría de mi cuerpo todavía estuviera en tierra sólida; y luego me estiré hacia ella.
Ella buscó mi mano, pero cuando finalmente consiguió un buen agarre, no me encontraba preparada para lo pesada que sería, y empecé a patinar hacia adelante sobre mi vientre, siendo arrastrada más cerca de la orilla. La suciedad, hierba y rocas rasparon mi vientre y brazos.
—Te estás deslizando —gritó—. No. ¡Suéltame!
Pero de ninguna manera en el infierno la iba a soltar. Me quité las sandalias y clavé los pies descalzos en la tierra, cavando y ralentizando mi progreso hacia adelante, pero Santana todavía era tan pesada y mis brazos gritaban en agonía.
A lo lejos, oí a Ryder gritando mi nombre. Venía en camino, corriendo hacia nosotras. La ayuda ya casi llegaba.
—Solo un poco más...
No pude terminar la frase, demasiado tensa y sin aliento para terminar. Santana apretó los dientes y trató de subir, pero cada vez que sus zapatos se hundían en el suelo, este se desmoronaba debajo ella. Su cara lucía roja con tensión, sus ojos locos con pánico. A través de dientes apretados, gritó
—: No vas a caer conmigo.
Solo le sonreí, a pesar que las lágrimas de agotamiento y miedo llenaron mis ojos.
—Si tú saltas, yo salto, ¿verdad Jack?
La tristeza llenó su rostro. Pensé que iba a llorar, pero negó, y una emoción que me hizo saber cómo ella se sentía por mi llenó su cara.
—Dios, te amo —dijo. Luego dejó ir mi mano.
—Padiddle.
La miré, completamente confundida.
—¿Eh?
Me miró brevemente
. —¿Qué? ¿Nunca jugaron juegos de coches cuando eras pequeña?
Tanto Brandt como Colton se inclinaron hacia delante con curiosidad desde el asiento trasero mientras decía
—: Mi familia nunca fue a viajes largos.
La simpatía cruzó sus facciones antes se encogerse de hombros y agarrar mi mano, entrelazando nuestros dedos sobre la consola central. Entonces me envió una rápida sonrisa.
—Bueno, mi hermana y yo teníamos interminables horas de juegos de coches mientras crecíamos.
Me volví hacia el lado de mi asiento para mirarla.
—Así que, ¿cómo se juega padiddle?
Se encogió de hombros.
—Es fácil. Ves un coche con solo un faro y le das una palmada a otra persona en el coche mientras dices: padiddle.
Parpadeé, esperando a que dijera el objetivo del juego. Por último, Colton se rascó la cabeza.
—¿Y eso es todo?
Riéndose entre dientes, Santana se encogió de hombros otra vez.
—No dije que fuera un juego instructivo, complicado o educativo. Pero es una razón divertida para darle una palmada a tu hermana sin meterte en problemas.
—Pero es de día —le dije secamente—. Y nuestras posibilidades de encontrar a alguien con solo un faro a estas horas son bastante bajas.
Santana se rascó la nuca un segundo antes de decir
—: La familia de mi amigo solía jugar a lo mismo, pero golpeaban el techo del coche cada vez que veían un coche amarillo.
—Me gusta abofetear los brazos —dijo Brandt.
Mientras Colton sugería
—: Vamos a hacerlo con los coches rojos.
Un segundo más tarde, tres manos diferentes atacaron mi brazo cubierto con una pobre manga corta.
—Padiddle —dijeron al unísono—. Carro rojo.
—¡¿Qué mierda?! —Levanté mis manos en defensa propia, huyendo de ellos—. ¿Por qué todos van a por mí?
Santana movió sus cejas.
—Eslabón más débil.
—¡Oh, qué demonios!
Al ver a una camioneta roja, me giré con mis dos manos, golpeando a Santana y Colton. Brandt se salvó esa ocasión solo porque fue quien se alejó más.
—. Padiddle.
Y así comenzó la guerra. Tenía que ser el más tonto y estúpido juego que jugué en mi vida entera, pero me reía para el momento en que llegamos al parque. Mis hermanos hablaban hasta por los codos cuando estacionamos la camioneta de Santana.
Marley y Ryder se detuvieron a medio camino de descargar las mantas y cestas llenas de comida. Ryder nos frunció el ceño —probablemente por estar tan felices— y su ceño fruncido fue de nuevo hacia Santana.
Haciendo caso omiso de mi hermano malhumorado, Santana saltó hacia Marley.
—Aquí, Shakespeare. Déjame llevar eso por ti. —A medida que tomaba la canasta cargada de sus brazos, el ceño fruncido de Ryder se ensombreció.
Después de llenar sus propios brazos con dos sacos de dormir, Ryder corrió tras Santana, pisándole sus talones.
—Oye, imbécil. No te atrevas a tratar de pasar a través de ella para llegar a mí.
Santana no se molestó en mirar hacia atrás.
—Nunca lo haría ni en sueños —dijo con frialdad. Entonces se detuvo abruptamente, llegando a nuestro lugar de picnic mientras bajaba la canasta.
Ryder resopló pero soltó los sacos de dormir. Se enfrentó a Santana.
—No sé lo que tramas con este acto de chica buena, pero no me engañas.
Santana lo miró sin comprender por un momento.
—Hmm —dijo por fin—. Es bueno saberlo. —Entonces se puso de rodillas y desenrolló cada saco de dormir para que toda la familia se sentara.
Mi hermano excesivamente sospechoso puso sus manos en las caderas y observó sin asistir. Me arrodillé para ayudarla en silencio. Mientras tanto, Brandt y Colton comenzaron a perseguirse el uno al otro a través de la hierba, teniendo su propio juego de padiddle, con ardillas ahora. Cuando llegó Marley con un último contenedor de comida, Ryder todavía observaba malhumorado mientras Santana y yo terminábamos de suavizar las mantas.
—Oigan, gracias chicas.
Marley se arrodilló con nosotras y comenzó a descargar la canasta. Por último, Ryder se unió a ayudarla, pero la discordia que había empezado quedó en el aire. Tan desesperada y decidida como estuve para conseguir que Ryder incluyera a Santana en la familia, también fui completamente ingenua. Ambos eran miserables. Ryder no quería hablar, excepto para perforar con su mirada a Santana, e incluso por más respetuosa que Santana era con él, me di cuenta, por su propia tranquilidad poco común y cortesía, que quería estar en cualquier otro sitio menos aquí.
Forzarlos a encontrarse fue un error. ¿En qué pensaba, forzándolos a encontrarse con la esperanza de que se amistaran? Brandt y Colton charlaban mientras comíamos, y Marley se unió. Me encontraba demasiado ocupada lanzando miradas preocupadas entre los dos ex-mejores amigos.
Cuando Santana se encontró con mi mirada, frunció el ceño. Se acercó.
— ¿Qué pasa?
Negué.
—Nada.
Pero cuando miré a la distancia, cogió mi brazo y me hizo levantar la cara de nuevo.
—Oye —dijo, sus ojos llenos de sinceridad—. Estoy bien. ¿De acuerdo? No hay nada de qué preocuparse, nena. Está todo bien.
La miré. La seriedad en su rostro mientras levantaba sus cejas para asegurarme que no sufría solamente me hizo amarla más... y sin embargo, me aseguró que mi preocupación se hallaba completamente justificada. Sin duda, sufría.
Pero luego señaló más allá de mí, diciendo
—: Mierda, mira eso.
Miré, pero no podía entender lo que trataba de mostrarme.
—¿Qué...?
Cuando me di la vuelta, tenía la mitad partida de un huevo relleno en su boca. Sabiendo que ya se comió el suyo, dirigí mi mirada a mi plato vacío y jadeé.
—. ¿Es ese mi huevo?
Sin soltar la última mitad del huevo, sonrió y comenzó a masticar.
—No lo comías.
La sorpresa hizo que mi boca se abriera.
—Lo guardaba para el final.
Nada sabe mejor que los huevos rellenos de Marley.
—Entonces deberías haberlo comido primero... como lo hice yo. Quiero decir, ¿y si algo te ocurría antes de llegar al final de tu comida? Podrías haberte ahogado y muerto con tu sándwich. Un tornado podría haber llegado y lo habría mandado a la basura. ¿O alguien podría haberlo... robado?
Al igual que ella lo hizo. Rechiné los dientes.
—Quiero mi maldito huevo.
—Toma.
Sonrió petulantemente y me tendió la mitad que todavía no terminaba.
—. Voy a compartirlo contigo.
Lo cogí de su mano y metí toda la cosa en mi boca. Mientras masticaba, sonrió. Pero la golpeé en el intestino. Con un gemido y luego una risa, se agarró el vientre y cayó de espaldas sobre la manta que compartimos con Colton. En el último segundo, me tomó y arrastró con ella.
—Santana —grité. Pero ya me había puesto prolijamente encima de ella.
—Si querías más, cariño, todo lo que tenías que hacer era decirlo.
Me besó, metiendo su lengua inmediatamente. Siempre me sentía atraída a su boca, así que le devolví el beso. Olvidé dónde nos encontrábamos y quién más nos rodeaba hasta que Ryder se aclaró la garganta groseramente.
—Disculpen.
Me aparté de la boca de Santana y rodé fuera de ella para sentarme, mi cara roja y avergonzada. Mientras discretamente agachaba mi rostro y me limpiaba los labios, Santana levantó la cabeza para fruncirle el ceño a Ryder.
—¿Por qué? ¿Te has tirado un gas?
A Ryder no le hizo gracia.
—¿De verdad tienes que besarla delante de mí?
Contuve la respiración cuando Santana se quedó inmóvil. Se encogió de hombros y se recostó de nuevo en la manta como para contemplar las nubes.
—Supongo que no —respondió.
Toqué su brazo en señal de gratitud, agradecida de que no hubiese empezado una discusión con mi estúpido hermano mayor. En respuesta, extendió su mano y agarró mi rodilla. Con sus ojos cerrados, empezó a frotar mi pantorrilla, desde la rodilla hasta el tobillo y viceversa. Sin embargo eso pareció enfurecer a Ryder aún más. Su mandíbula se endureció y entrecerró sus ojos mientras se concentraba en nada más que el movimiento de la mano de Santana, mano que ni siquiera llegaba por encima de mi rodilla.
Necesitando un descanso de la tensión, agarré los dedos de Santana, deteniéndola.
—Vamos a la cascada.
Sus pestañas se abrieron y de inmediato se sentó en posición vertical.
—Bien.
Un calor se extendió sobre mí, recordándome lo que hicimos la última vez que estuvimos allí. Pero a medida que nos poníamos de pie, Ryder se enderezó, sorprendido.
—¿A dónde creen que van ustedes dos?
Le fruncí el ceño.
—Vamos a dar un paseo.
Ryder hizo señas con la mano.
—Colton, ¿por qué no vas junto con ellas?
Apreté los puños en mis caderas.
—¿En serio?
Ryder me miró inocentemente.
—¿Qué?
—No necesitamos un maldito chaperón para evitar que vayamos a alguna parte para ponernos traviesas. Te das cuenta de que vivo con ella ahora, ¿verdad? Ya estamos…
Santana llevó su mano a mi boca.
—Vamos, muchacho —llamó a Colton—.¿Quieres ver una cascada?
—¡Sí! —Colton se levantó de un salto, emocionado.
—San cuidado —advirtió Ryder inmediatamente.
Santana le envió una mirada fulminante.
—No te preocupes, hermano mayor. Tendrás a tus dos hermanos de regreso, sanos y salvos.
Dejando a él, a Marley y Brandt atrás, los tres caminamos por el sendero abandonado hacia la cascada. Mientras Colton iba adelante, agarré la mano de Santana.
—Lo siento tanto.
Miró de reojo, con las cejas levantadas en sorpresa.
—¿Por qué? No hiciste nada mal.
Suspiré y apoyé la mejilla en su hombro.
—Debería haber sabido que no podía esperar que ustedes dos solo... se llevaran bien.
Santana me apartó el cabello de los ojos.
—Si alguna vez vamos a llevarnos bien de nuevo, primero vamos a tener que sufrir un par de encuentros como estos.
Luego me besó la sien.
—. Bien podría sacarlos del camino ahora.
Sin embargo, todavía odiaba verlos llevándose mal por mí.
—Pero…
—¡Oye, no te acerques demasiado a la orilla! —gritó Santana por encima de mí.
Me di la vuelta para encontrar a Colton por delante de nosotras. Ya había llegado a la orilla de la cascada, y justo cuando se giró a mirarnos, el suelo debajo de él cedió.
Un segundo, él se encontraba allí, sonriendo y saludando, al siguiente fue succionado por la tierra. Ocurrió tan rápido que apenas pude tomar una respiración entre lo que mis ojos vieron y lo que mi cerebro percibió que acababa de suceder.
Entonces grité
—: ¡Colton!
Me apresuré, pero Santana fue más rápida. Llegó al borde y extendió una mano, manteniéndome a distancia.
—Quédate atrás. Este bastardo es inestable como la mierda.
Me detuve de golpe, no queriendo añadir más problemas. Pero sintiéndome impotente, me tapé la boca con ambas manos mientras las lágrimas llenaron mis ojos. El rugido de la cascada era tan fuerte que Santana tuvo que gritar cuando me miró.
—Está bien. Él está aquí mismo. No cayó en ella. Se agarró de una raíz de un árbol viejo y está sosteniéndose.
—Oh, gracias a Dios.
Presioné las manos en mi corazón, más allá de aliviada. Una ligera bruma del agua cerca recubrió mis brazos y piernas. Me estremecí y me abracé a mí misma, deseando poder hacer algo cuando Santana se acercó más a la orilla, tratando de mantener un pie hacia atrás en terreno más sólido.
Se puso de rodillas y estiró un brazo hacia un lado, donde esperaba que estuviera alcanzando a mi hermano pequeño. El terreno a unos tres metros de distancia se desmoronó y cayó al agua. Di un grito ahogado cuando vi grandes pedazos caer solo un segundo más tarde. La forma en que fue tirada por ahí como una pelota me hizo rogar aún más fervientemente que Colton no se uniera a ella pronto.
—Brittany —gritó Santana, mirando hacia mí.
Me di cuenta inmediatamente por su mirada que algo andaba muy mal.
—¿Qué? —pregunté—. ¿Él está bien?
Santana asintió, pero todavía se veía... ¿enferma? ¿Asustada? ¿Resignada?
—Necesito... Necesito que estés preparada para atraparlo tan pronto cuando lo suba. ¿De acuerdo?
—Está bien. —Asentí, sin entender lo que significaba hasta que Santana se movió. Con un gruñido forzado, ella apretó los dientes y tiró de su brazo.
Cuando Colton llegó simultáneamente volando a lo largo de la orilla hacia mí, el suelo debajo de Santana cedió.
Colton se golpeó contra mí, la fuerza de su impacto propulsándome hacia atrás y sobre mi trasero. Lo sujeté con fuerza, arrastrándome hacia atrás lejos de la orilla. Colton se acurrucó en mí hasta que estuvimos a una distancia segura. Fue entonces cuando lo empujé a un lado y busqué desesperadamente a Santana... para no encontrarla en ninguna parte.
—Dios mío. Dios mío. ¡Vamos! —Agarré a Colton, jalándolo a sus pies, y luego lo empujé en la dirección de nuestro picnic—. Busca a Ryder. Rápido. Santana está en problemas.
Tan pronto como él asintió y se fue, me mordí los nudillos y me arrastré hacia la cornisa.
—¿Santana? —grité.
Ella sabía que esto iba a suceder cuando subió a Colton. Supo que sería arrastrada hacia abajo. Temiendo que no la encontraría, lloré cuando la vi, solo para darme cuenta que fue dejada en la misma situación en la que Colton estuvo, colgando de una raíz que sobresalía de un lado del empinado malecón con el agua del río rocoso corriendo unos veinte metros debajo de ella.
Cuando levantó la vista y me vio, sus ojos brillaron con pánico.
—No. Regresa.
Pero la raíz de la que se aferraba no podía mantener su peso tan bien como fue capaz de mantener el de Colton. Esta comenzó a deslizarse por el malecón, y mientras ella se apresuraba a aferrarse, avancé sobre mi estómago para que la mayoría de mi cuerpo todavía estuviera en tierra sólida; y luego me estiré hacia ella.
Ella buscó mi mano, pero cuando finalmente consiguió un buen agarre, no me encontraba preparada para lo pesada que sería, y empecé a patinar hacia adelante sobre mi vientre, siendo arrastrada más cerca de la orilla. La suciedad, hierba y rocas rasparon mi vientre y brazos.
—Te estás deslizando —gritó—. No. ¡Suéltame!
Pero de ninguna manera en el infierno la iba a soltar. Me quité las sandalias y clavé los pies descalzos en la tierra, cavando y ralentizando mi progreso hacia adelante, pero Santana todavía era tan pesada y mis brazos gritaban en agonía.
A lo lejos, oí a Ryder gritando mi nombre. Venía en camino, corriendo hacia nosotras. La ayuda ya casi llegaba.
—Solo un poco más...
No pude terminar la frase, demasiado tensa y sin aliento para terminar. Santana apretó los dientes y trató de subir, pero cada vez que sus zapatos se hundían en el suelo, este se desmoronaba debajo ella. Su cara lucía roja con tensión, sus ojos locos con pánico. A través de dientes apretados, gritó
—: No vas a caer conmigo.
Solo le sonreí, a pesar que las lágrimas de agotamiento y miedo llenaron mis ojos.
—Si tú saltas, yo salto, ¿verdad Jack?
La tristeza llenó su rostro. Pensé que iba a llorar, pero negó, y una emoción que me hizo saber cómo ella se sentía por mi llenó su cara.
—Dios, te amo —dijo. Luego dejó ir mi mano.
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Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
CAPITULO 36
BRITTANY
A pesar de que no me caí en el agua, se me cayó el alma a los pies, y se sintió como si todo mi mundo entero se hundió y ahogó.
—¡No! —Me lancé tras Santana, tratando de sumergirme en el río con ella.
Pero un brazo se envolvió alrededor de mi cintura y me tiró hacia atrás a la seguridad de la orilla. Peleé contra él, luchando por volver con Santana. La había visto golpear la espumosa agua blanca y la vi tragársela por completo. No llegué a verla flotar; tenía que volver a la orilla y ver si se encontraba bien, si sacó la cabeza del agua, si podía levantar la mano y darme una señal de que se encontraba bien.
Pero no, ese maldito brazo alrededor de mi cintura me mantenía alejada de mi Santana. Así que luché. La voz de Ryder gritó mi nombre en mí oído mientras luchaba para evitar que me lanzara hacia adelante, pero seguí luchando contra él. Finalmente, me liberé lo suficiente para ponerme de pie y mirar de nuevo al agua, pero Santana todavía no salía, por lo que busqué un poco más abajo. Un grito de negación fue arrancado de mis pulmones cuando la vi. Lo que parecía un tronco por su inmovilidad, pero era claramente la forma de un humano a través de las corrientes, de momento se hundía y de momento salía a flote, justo antes de estrellarse contra una roca, y luego fue arrastrada hasta que ya no pude verla más.
—Dios mío. Dios mío.
Mis extremidades se adormecieron y me mareé. Comencé a hiperventilar. Quería correr tras ella con mis piernas entumecidas, pero Ryder atrapó mi brazo.
—No podemos alcanzarla desde aquí.
Ya tenía su teléfono presionado contra su oreja. Mientras hablaba con urgencias con una voz tranquila y nivelada, explicando lo que sucedió, me acurruqué en mi hermano mayor y lo abracé con fuerza. Mi cabeza daba vueltas y mi cuerpo se estremeció. No podía creer lo que sucedía.
Él me abrazó y besó mi cabello.
—Va a estar bien —murmuró contra mi cabello, pero el shock me dijo que no podría de ninguna manera estar bien.
Ryder continuó consolándome. Debí haberme cerrado mentalmente. Todo lo que sabía era que Ryder se encontraba allí, siempre allí, aferrándose a mí y manteniéndome fuerte. Me aferré a él, sujetando su camisa y necesitando de forma desesperada su claridad, porque yo no tenía ninguna.
En un momento dado, recordé a Marley, Brandt y a Colton, por lo que tuvimos que haber regresado al picnic, o tal vez ellos llegaron a la orilla del agua. Colton sollozaba histéricamente sobre Marley y Brandt lucía como si fuera a orinarse en sus pantalones. Yo solo quería regresar al río y buscar a Santana. Necesitaba encontrar a Santana.
Me volví más desorientada. Aunque todo el mundo parecía correr a mi alrededor, todo se movía demasiado lento para mi gusto. Debí tratar de regresar a la cascada, el último lugar en el que vi a Santana, donde me miró a los ojos y me dijo que me amaba antes de soltar mi mano para salvarme. Y debí tratar de hacerlo más de una vez, porque finalmente Ryder me agarró por los hombros y me sacudió con fuerza mientras gritaba mi nombre en mi cara.
—Aún no podemos regresar. Necesitamos ayuda para buscarla.
Fue entonces cuando por fin escuché el sonido distante de las sirenas. Aun así, le tomó demasiado tiempo para llegar a la maldita policía, la ambulancia y a los equipos de rescates. Y luego tomó una cantidad excesiva de tiempo para organizar a todo el mundo y ponerse a trabajar.
Ryder y yo fuimos hacia la primera patrulla de policía que entró al parque. Confundimos al pobre hombre, ambos hablando y tratando de llevarlo al lugar por donde cayó Santana. Finalmente, se detuvo, levantó su mano y dijo
—: Ahora deténganse. Uno a la vez. Primero que todo, ¿cuál es el nombre de la víctima?
La palabra víctima me hizo temblar. Santana se convirtió en una víctima. Ni siquiera parecía posible.
—Santana López —respondió Ryder.
Un segundo después yo dije—: Mi esposa.
Ryder me miró, pero no dijo nada. El oficial sacó su radio y comenzó a transmitir la información que le dábamos.
—Un metro, sesenta y ocho. Mujer, morena. Veintidós años. Cayó en la cascada en Rainly. Terraplén derrumbado. Búsqueda y rescate solicitado de inmediato.
Escucharlo transmitir eso en esa voz tranquila y monótona me hizo temblar más que nada. Hizo a Santana sonar como una estadística, como un número de caso genérico de una larga lista de otras “víctimas” que cayeron en un río caudaloso, como si ella no fuera a conseguir ningún tratamiento especial, como si a nadie le importara que mi mundo entero se había puesto de cabeza, y el amor de mi vida fuera un inmediato problema fatal.
Cuando llegamos al lugar en donde la vi por última vez, el policía miró el agua con una mueca.
—Por la forma en que esta corriente se mueve, pudo ser arrastrada más de kilómetro y medio río abajo. Demonios —murmuró la última parte en voz baja, por lo que supuse que no debíamos escucharlos, pero la palabra resonó en mi cabeza. Demonios.
Demonios. Demonios.
Como si Santana fuera una causa perdida. Enloquecí de nuevo y Ryder tuvo que abrazarme una vez más para lidiar con mi histeria.
Encontraron a Santana media hora más tarde. En realidad no fue demasiado río abajo. Tal vez unos noventa metros antes de que se enredara en un trozo de madera que quedó alojado entre dos rocas, que en esencia mantuvo a Santana en un lugar y de alguna manera milagrosa, mantuvo su cabeza fuera del agua, mientras la corriente golpeaba el resto de su cuerpo.
Les tomó otros cuarenta y cinco minutos para que alguien llegara hasta ella y nos dijera que Santana seguía con vida pero inconsciente, y luego otra hora y media para sacarla del agua hasta tierra firme.
Corrí hacia ella, pero media docena de hombres uniformados bloquearon mi camino y me detuvieron, diciéndome que los paramédicos necesitaban atenderla… y que de todos modos, yo no querría verla así.
—¿No quiero verla cómo? —exigí. ¿Qué tal mal se hallaba? ¿En realidad estaba viva? ¿Por qué no me dejarían verla? Y así… perdí la compostura. Sí, de nuevo.
Ryder me tomó en sus brazos y me llevó a la camioneta de Santana, en donde condujo hasta el hospital. Casi seguimos a la ambulancia allí, pero aun así no llegué a ver a Santana una vez que llegamos y ella fue llevada adentro en una camilla. Demasiado personal la rodeaba. No calmaron mis preocupaciones en absoluto.
Una vez que nos instalamos en la sala de espera, donde me paseé de un lado a otro y Ryder habló en voz baja en su teléfono, tuve cinco minutos de calma, para entrar en pánico y preocuparme antes de que una enfermera viniera con un portapapeles y me preguntara
—: ¿Señora López?
Esa fue la primera vez que había sido llamada de esa forma. Hizo que las lágrimas brotaran de mis ojos.
—¿Sí? —sollocé, secando mis mejillas con ambas manos.
Me dio una sonrisa de simpatía y me tendió el portapapeles junto a un bolígrafo.
—¿Cree que pueda llenar esta información sobre su esposa?
—Trataré.
Tomé los formularios con las manos temblorosas y me hundí en la silla más cercana. Al principio, las palabras eran borrosas frente a mí. Pero después de unas cuantas respiraciones profundas, obligué a mi cerebro a calmarse. Nombre, dirección, y fecha de nacimiento fueron fáciles de llenar sin hipar. Para cuando Ryder se sentó a mi lado, ya sea para ayudarme o solo para seguir siendo de apoyo, yo sacaba mi cartera para buscar mi nueva tarjeta de seguro, bajo el nombre de mi esposa, y ver si podía encontrar algo con su número de seguro social.
Ryder vio mi nueva licencia de conducir y jadeó antes de tirar de ella para inspeccionarla de cerca.
—Mierda. Esto… estás… pensé que solo estabas…
Sacudió la cabeza y me miró boquiabierto.
—. No mentías solo para acercártele, ¿no? Esto es… —Señaló con su dedo mi licencia—. ¿Esto es real?
No tenía paciencia ni estómago para un regaño de mi hermano, por lo que tomé mi licencia y la guardé en mi cartera. Luego le di una respuesta corta
—: Sí, es real.
Siguió mirándome con los ojos muy abiertos mientras escribía con cuidado la información del seguro de Santana. Cuando terminé de llenar el formulario con lo mejor de mi capacidad, dejé escapar un suspiro y finalmente me giré hacia Ryder.
—Nos casamos en Lake Tahoe.
—¿En Lake Tahoe? —Su boca cayó abierta con asombro—. ¿Te llevó a Lake Tahoe con ella?
—No quisimos decirte… no, yo no quise decirte porque parecía que pasabas suficiente mal rato lidiando con el hecho que salía con ella. La boda no fue planeada… o siquiera recordada hasta que ella encontró la licencia de matrimonio en nuestro equipaje después de regresar a casa.
Ryder cerró los ojos y gruñó
—: Oh Dios. ¿Se emborracharon y tuvieron una de esas bodas instantáneas en una capilla?
Alcé mi mentón con orgullo y entrecerré los ojos.
—Y no me arrepiento de nada.
Poniéndome de pie, me aclaré la garganta.
—. Discúlpame. Necesito devolverle esto a la enfermera.
Cuando volví, Ryder apoyaba los codos sobre sus rodillas extendidas y acunaba su rostro en sus manos. Me observó con sus preocupados ojos oscuros, mientras me sentaba en una silla al otro lado de la habitación, pero de frente a él.
No dijo nada. Nos miramos el uno al otro durante unos treinta segundos. Tenía la certeza de que mi mirada era tan defensiva como la suya decepcionada. Su teléfono sonó; se puso de pie para contestar.
—Hola, bebé. No. Todavía no se sabe.
Salió de la sala de espera hacia el pasillo para que no pudiera escuchar su conversación. Pero con él afuera, y sin razón para seguir jugando a la pequeña hermana obstinada, volvieron mis preocupaciones.
¿Qué tan mal herida se encontraba Santana? ¿Por qué nadie me decía lo que pasaba? ¿Seguía con vida o no?
Justo cuando entraba en pánico y no podía contenerme un segundo más, Ryder volvió. Se sentó a mi lado sin decir una palabra y me envolvió en sus brazos. Me giré hacia él y oculté mi rostro en su cuello para llorar.
—Debo estar enojada contigo —sollocé aferrándomele con más fuerza—.La manera en la que trataste a Santana últimamente, la idiotez que hiciste en el bar para ponerle una trampa, el hecho de que dejaste de ir a la cafetería los sábados en la mañana y ella todavía va, esperando que aparezcas. Debería odiarte en estos momentos.
Ryder jadeó.
—¿Sigue yendo a la cafetería?
Asentí.
—Cada jodido sábado.
—Mierda. —Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro tembloroso—. He sido un ciego, estúpido y terco. Lo sé. Lo sabía mientras hacía y decía toda la mierda que hice, pero no podía detenerme. Ella me enojó tanto. Nunca pensé que actuaría de esa manera a mis espaldas. Yo… me dolió.
—Eso no es excusa para…
Levantó la mano y negó con la cabeza.
—Lo sé. Yo… maldita sea, Brittany. Lo siento. Jodidamente lo siento. Me obligué a concentrarme en todo lo malo que ha hecho, y lo dejé pudrirme.
—La amo —dije simplemente—. Y ella me ama. También es buena conmigo. Nadie nunca fue tan buena conmigo como ella.
Ryder besó mi frente.
—Veo eso… ahora.
Ahora que podría ser demasiado tarde, no añadió, pero pareció trasmitirlo con su mirada. Cerrando los ojos, giré mi cabeza hacia un lado.
—No has dicho nada sobre nuestro matrimonio.
No sé porque presioné sobre el asunto. Tal vez porque me mantenía ocupada en otra cosa a parte de mis miedos. Ryder dejó escapar un largo suspiro.
—Eso es porque no sé qué decir. Eres tan joven, pero… no tengo miedo. No por ti. Porque yo… sinceramente, no hay alguien con quien confiaría que estuvieras más que con ella. Por un tiempo, perdí de vista que era mi amiga. Pero lo es, y hay una maldita buena razón para eso. Siempre me cubrió las espaldas, y ahora sé que cubre las tuyas, lo que es más valioso para mí que el hecho de que cubra las mías.
Tomando mis manos, me miró directo a los ojos, suplicando.
—. ¿Crees que alguna vez me puedas perdonar?
Le di una sonrisa acuosa.
—Creo que tengo que hacerlo, porque necesito a mi hermano mayor en este momento.
—Aquí estoy —me prometió.
Cuando me abrazó de nuevo, lo agarré con fuerza, agradecida con él por la millonésima vez en las últimas dos horas. Tal vez debí mantenerme enojada, pero simplemente no podía, porque de verdad necesitaba a mi hermano mayor.
En algún momento, debí haberme quedado dormida porque Ryder me despertó.
Levanté la mirada para ver a los padres de Santana en la sala de espera, luciendo un poco perdidos mientas miraban a su alrededor en busca de ayuda. Cuando salí de los brazos de Ryder y me senté, Maribel finalmente se fijó en mí.
—Brittany —jadeó y se apresuró hacia adelante—. Te ves horrible. ¿Qué pasó? ¿Estabas con ella?
—Sí. Yo…
Cuando me puse de pie, tomó mis manos y extendió mis brazos para verme mejor. Bajé la mirada, y fue la primera vez que tomé un verdadero vistazo de mí misma. Mi camiseta se hallaba manchada de yerba con manchas de sangre empapándola en donde me rasguñé el estómago por la tierra. Y ahora viendo eso, me di cuenta que mi abdomen y mis codos estaban adoloridos. Y luego estaban mis palmas, mis palmas que no fueron capaz de sujetar a Santana y evitar que se cayera. Se encontraban raspadas y recubiertas de barro seco.
Lágrimas llenaron mis ojos.
—Lo siento. Lo siento mucho —sollocé.
Maribel arrulló un sonido de entendimiento y me envolvió en un gran abrazo reconfortante. Le conté todo, sobre el picnic, y que llevamos a mi hermano pequeño a la cascada para enseñársela, cómo Colton se cayó, y cómo Santana salvó nuestras vidas. Cuando llegué a la parte donde Santana me dijo que me amaba antes de soltar mi mano para evitar que me cayera junto con ella, Ryder maldijo con fluidez y hundió el rostro en sus manos.
Los padres de Santana lo miraron.
—No creo que nos hayamos conocido todavía —dijo el padre de Santana finalmente.
Ryder levantó la mirada, y luego se enderezó.
—Lo siento, señor. Soy Ryder Pierce. Quien lo llamó.
Parpadeé, sobresaltada. Ni siquiera pensé en contactar a alguien, mucho menos a los padres de Santana. Agradecida de que mi hermano se hubiera ocupado de eso, encontré una sonrisa para él en algún lugar de mi dolor, agradecida de que estuviera conmigo, ayudándome con esto.
Los padres de Santana parecían sorprendidos por su introducción.
—¿Ryder Pierce? —repitió Maribel—. ¿El Ryder Pierce que vivió con mi hija por casi tres años y nunca conocimos?
El padre de Santana se encogió de hombros.
—Lo vimos jugar a la pelota cuando fuimos a los partidos de Santana.
—Pero aun así nunca…
—Es mi hermano —dije, sintiendo la necesidad de defenderlo—. Ryder es mi hermano mayor.
—Oh. —Maribel sacudió la cabeza, confundida—. Bueno, eso entonces explica como tú conociste a San.
Palmeó mis manos de una manera maternal, y sonreí con inquietud. No sé porque me sentía tan incómoda. Las manos de Maribel temblaban como si le costara demasiado mantener la compostura. Parecía como si la estuviera engañando de alguna forma, tal vez porque le mentí sobre Santana viendo a un terapeuta la última vez que la vi. O tal vez yo estaba tan tensa porque era mi culpa que ella se encontrara aquí y ella me perdonó tan fácilmente. No es de extrañar que Santana tuviera demasiados problemas junto a ellos luego de que su hermana muriera. Se sentía responsable y ellos no le echaron la culpa. Eso tal vez la hacía sentir más culpable.
—Así que, ¿han escuchado alguna noticia? —preguntó el padre de Santana.
Negué con la cabeza, y los López parecieron desfallecerse con más preocupación.
Justo en ese momento, la enfermera que me dio el papeleo de Santana entró en la sala.
—¿Señora López?
Maribel levantó la mirada.
—¿Sí?
Un momento incómodo de confusión cruzó el rostro de la enferma antes de señalarme.
—Yo… en realidad le hablaba a la señora López.
Se dirigió hacia mí, sosteniendo el portapapeles.
—Lo siento. Hay un formulario más que necesita llenar.
Me congelé a la vez que los padres de Santana se giraron para mirarme boquiabiertos. Me acerqué más a Ryder, quien envolvió un brazo de apoyo alrededor de mis hombros.
—De… de acuerdo.
Extendí mi mano y tomé el portapapeles de su mano y me senté en la silla más cercana donde comencé a escribir con una mano temblorosa.
Los López siguieron mirando. Por último, Maribel dijo—: ¿Están casadas?
—Yo, eh… —Me aclaré la garganta y presioné el bolígrafo contra el portapapeles—. Sí. Nosotras… eh, lo estamos. Santana y yo nos… casamos.
La correa de la cartera de Maribel se deslizó de su hombro y la cosa cayó en el suelo, pasando completamente desapercibido por ella.
Sus ojos se entrecerraron en forma de acusación, justo antes de repetir
—:¿Están casadas?
Me encogí un poco más en mi asiento.
—Sí. —Ryder se sentó a mi lado y sujetó mi mano—. N-nos casamos en Lake Tahoe.
—¿En Lake Tahoe?
Maribel parecía como si fuera a sacarme los ojos, así que me apreté con más fuerza contra mi hermano. El padre de Santana una maldición entre dientes y negó con la cabeza.
—Supongo que ahora sabemos porque rechazó ese trabajo.
—¿Qué? —Sacudí la cabeza—. No. No, ella no obtuvo el trabajo. Me dijo…
Mi voz se apagó cuando me di cuenta de que Santana pudo haberme mentido.
—Oh, obtuvo el trabajo. —Maribel me frunció el ceño—. Dijo que había razones por las que no podía aceptarlo en estos momentos. Olvidó mencionar que era porque estaba casada.
—Yo… yo… —Levanté la mirada hacia Ryder, confundida—. ¿Obtuvo el trabajo?
Simpatía llenó su mirada a la vez que apretaba mi mano.
—¿Por qué no me lo dijo?
Ryder abrió la boca, pero Maribel fue la primera en contestar.
—Tal vez porque no quería angustiar a su preciosa esposa de dieciocho años de edad, con el pensamiento de que la dejaría.
La verdad me golpeó en el pecho. Santana se había quedado… por mí. Quería llorar de nuevo. Ni siquiera me dijo que lo rechazó por mí. En vez de defenderme, todo lo que pude decir fue
—: Tengo diecinueve ahora —en una estúpida voz hueca.
—Dieciocho, diecinueve. ¿Parece que me importa? —gruñó Maribel—. Mi hija es demasiado joven para estar casada, y ahora a causa de ello, por tu culpa, lucha por su vida mientras hablamos.
Me estremecí y presioné mis manos en mi pecho. El dolor me atravesó. La verdad nunca había dolido tanto.
—Lo… lo siento —grazné, incapaz de mirarla a los ojos.
No me perdonó.
—Podría haber estado a salvo en Lake Tahoe ahora mismo. Pero no, se quedó atrás por ti, y terminó salvándote a ti y a tu familia. Ahora, tal vez pueda perder a mi única hija.
Se llevó una mano al corazón y lágrimas se derramaron por sus mejillas.
—Ya perdí a una de mis bebés. No puedo perder a la otra. No. Simplemente… no puedo.
Agarrando el brazo de su esposo, me dio una mirada feroz, con su pecho agitado.
—. Todo esto es tu culpa. ¿Cómo pudiste hacerme esto?
—Oiga —comenzó Ryder a defenderme, pero el padre de Santana levantó la mano.
—Déjala tranquila. Está angustiada.
Pero parecía estar de acuerdo con ella, porque cuando pasó los brazos alrededor de su esposa para reconfortarla, me envió una mirada acusatoria.
Me estremecí, y las lágrimas llenaron mis ojos.
—Vamos.
Ryder tomó mi mano y me llevó afuera de la sala de espera hasta el pasillo. Nos desplomamos en el banco más cercano, donde me meció en sus brazos mientras sollozaba.
—Ella tenía razón. Es mi culpa. Si no le hubiera sugerido que fuéramos a esa estúpida cascada. Si hubiera vigilado mejor a Colton. Si no hubiera detenido a Santana de irse a Lake Tahoe.
—Shh —ordenó Ryder en voz baja—. Esto no fue tu culpa. No hiciste nada malo.
—Debí haberme aferrado a su mano un poco más. Debí…
—No. Mírame. No hiciste nada malo. Y si Santana estuviera aquí ahora diría lo mismo. Ella tomó la decisión de quedarse en Ellamore contigo. También la de venir hoy contigo. Y tomó la decisión de soltar tu mano para salvarte.
Cuando sollocé con más fuerza, acarició mi cabello y besó mi sien.
—Y estoy seguro de que hubiera hecho exactamente lo mismo de nuevo si le hubieran dado una segunda oportunidad. Porque te amaba.
Fue la forma en la que dijo amaba en tiempo pasado lo que me rompió. Disolviéndome en el dolor, me desfallecí contra él y lloré hasta quedarme dormida.
—¡No! —Me lancé tras Santana, tratando de sumergirme en el río con ella.
Pero un brazo se envolvió alrededor de mi cintura y me tiró hacia atrás a la seguridad de la orilla. Peleé contra él, luchando por volver con Santana. La había visto golpear la espumosa agua blanca y la vi tragársela por completo. No llegué a verla flotar; tenía que volver a la orilla y ver si se encontraba bien, si sacó la cabeza del agua, si podía levantar la mano y darme una señal de que se encontraba bien.
Pero no, ese maldito brazo alrededor de mi cintura me mantenía alejada de mi Santana. Así que luché. La voz de Ryder gritó mi nombre en mí oído mientras luchaba para evitar que me lanzara hacia adelante, pero seguí luchando contra él. Finalmente, me liberé lo suficiente para ponerme de pie y mirar de nuevo al agua, pero Santana todavía no salía, por lo que busqué un poco más abajo. Un grito de negación fue arrancado de mis pulmones cuando la vi. Lo que parecía un tronco por su inmovilidad, pero era claramente la forma de un humano a través de las corrientes, de momento se hundía y de momento salía a flote, justo antes de estrellarse contra una roca, y luego fue arrastrada hasta que ya no pude verla más.
—Dios mío. Dios mío.
Mis extremidades se adormecieron y me mareé. Comencé a hiperventilar. Quería correr tras ella con mis piernas entumecidas, pero Ryder atrapó mi brazo.
—No podemos alcanzarla desde aquí.
Ya tenía su teléfono presionado contra su oreja. Mientras hablaba con urgencias con una voz tranquila y nivelada, explicando lo que sucedió, me acurruqué en mi hermano mayor y lo abracé con fuerza. Mi cabeza daba vueltas y mi cuerpo se estremeció. No podía creer lo que sucedía.
Él me abrazó y besó mi cabello.
—Va a estar bien —murmuró contra mi cabello, pero el shock me dijo que no podría de ninguna manera estar bien.
Ryder continuó consolándome. Debí haberme cerrado mentalmente. Todo lo que sabía era que Ryder se encontraba allí, siempre allí, aferrándose a mí y manteniéndome fuerte. Me aferré a él, sujetando su camisa y necesitando de forma desesperada su claridad, porque yo no tenía ninguna.
En un momento dado, recordé a Marley, Brandt y a Colton, por lo que tuvimos que haber regresado al picnic, o tal vez ellos llegaron a la orilla del agua. Colton sollozaba histéricamente sobre Marley y Brandt lucía como si fuera a orinarse en sus pantalones. Yo solo quería regresar al río y buscar a Santana. Necesitaba encontrar a Santana.
Me volví más desorientada. Aunque todo el mundo parecía correr a mi alrededor, todo se movía demasiado lento para mi gusto. Debí tratar de regresar a la cascada, el último lugar en el que vi a Santana, donde me miró a los ojos y me dijo que me amaba antes de soltar mi mano para salvarme. Y debí tratar de hacerlo más de una vez, porque finalmente Ryder me agarró por los hombros y me sacudió con fuerza mientras gritaba mi nombre en mi cara.
—Aún no podemos regresar. Necesitamos ayuda para buscarla.
Fue entonces cuando por fin escuché el sonido distante de las sirenas. Aun así, le tomó demasiado tiempo para llegar a la maldita policía, la ambulancia y a los equipos de rescates. Y luego tomó una cantidad excesiva de tiempo para organizar a todo el mundo y ponerse a trabajar.
Ryder y yo fuimos hacia la primera patrulla de policía que entró al parque. Confundimos al pobre hombre, ambos hablando y tratando de llevarlo al lugar por donde cayó Santana. Finalmente, se detuvo, levantó su mano y dijo
—: Ahora deténganse. Uno a la vez. Primero que todo, ¿cuál es el nombre de la víctima?
La palabra víctima me hizo temblar. Santana se convirtió en una víctima. Ni siquiera parecía posible.
—Santana López —respondió Ryder.
Un segundo después yo dije—: Mi esposa.
Ryder me miró, pero no dijo nada. El oficial sacó su radio y comenzó a transmitir la información que le dábamos.
—Un metro, sesenta y ocho. Mujer, morena. Veintidós años. Cayó en la cascada en Rainly. Terraplén derrumbado. Búsqueda y rescate solicitado de inmediato.
Escucharlo transmitir eso en esa voz tranquila y monótona me hizo temblar más que nada. Hizo a Santana sonar como una estadística, como un número de caso genérico de una larga lista de otras “víctimas” que cayeron en un río caudaloso, como si ella no fuera a conseguir ningún tratamiento especial, como si a nadie le importara que mi mundo entero se había puesto de cabeza, y el amor de mi vida fuera un inmediato problema fatal.
Cuando llegamos al lugar en donde la vi por última vez, el policía miró el agua con una mueca.
—Por la forma en que esta corriente se mueve, pudo ser arrastrada más de kilómetro y medio río abajo. Demonios —murmuró la última parte en voz baja, por lo que supuse que no debíamos escucharlos, pero la palabra resonó en mi cabeza. Demonios.
Demonios. Demonios.
Como si Santana fuera una causa perdida. Enloquecí de nuevo y Ryder tuvo que abrazarme una vez más para lidiar con mi histeria.
Encontraron a Santana media hora más tarde. En realidad no fue demasiado río abajo. Tal vez unos noventa metros antes de que se enredara en un trozo de madera que quedó alojado entre dos rocas, que en esencia mantuvo a Santana en un lugar y de alguna manera milagrosa, mantuvo su cabeza fuera del agua, mientras la corriente golpeaba el resto de su cuerpo.
Les tomó otros cuarenta y cinco minutos para que alguien llegara hasta ella y nos dijera que Santana seguía con vida pero inconsciente, y luego otra hora y media para sacarla del agua hasta tierra firme.
Corrí hacia ella, pero media docena de hombres uniformados bloquearon mi camino y me detuvieron, diciéndome que los paramédicos necesitaban atenderla… y que de todos modos, yo no querría verla así.
—¿No quiero verla cómo? —exigí. ¿Qué tal mal se hallaba? ¿En realidad estaba viva? ¿Por qué no me dejarían verla? Y así… perdí la compostura. Sí, de nuevo.
Ryder me tomó en sus brazos y me llevó a la camioneta de Santana, en donde condujo hasta el hospital. Casi seguimos a la ambulancia allí, pero aun así no llegué a ver a Santana una vez que llegamos y ella fue llevada adentro en una camilla. Demasiado personal la rodeaba. No calmaron mis preocupaciones en absoluto.
Una vez que nos instalamos en la sala de espera, donde me paseé de un lado a otro y Ryder habló en voz baja en su teléfono, tuve cinco minutos de calma, para entrar en pánico y preocuparme antes de que una enfermera viniera con un portapapeles y me preguntara
—: ¿Señora López?
Esa fue la primera vez que había sido llamada de esa forma. Hizo que las lágrimas brotaran de mis ojos.
—¿Sí? —sollocé, secando mis mejillas con ambas manos.
Me dio una sonrisa de simpatía y me tendió el portapapeles junto a un bolígrafo.
—¿Cree que pueda llenar esta información sobre su esposa?
—Trataré.
Tomé los formularios con las manos temblorosas y me hundí en la silla más cercana. Al principio, las palabras eran borrosas frente a mí. Pero después de unas cuantas respiraciones profundas, obligué a mi cerebro a calmarse. Nombre, dirección, y fecha de nacimiento fueron fáciles de llenar sin hipar. Para cuando Ryder se sentó a mi lado, ya sea para ayudarme o solo para seguir siendo de apoyo, yo sacaba mi cartera para buscar mi nueva tarjeta de seguro, bajo el nombre de mi esposa, y ver si podía encontrar algo con su número de seguro social.
Ryder vio mi nueva licencia de conducir y jadeó antes de tirar de ella para inspeccionarla de cerca.
—Mierda. Esto… estás… pensé que solo estabas…
Sacudió la cabeza y me miró boquiabierto.
—. No mentías solo para acercártele, ¿no? Esto es… —Señaló con su dedo mi licencia—. ¿Esto es real?
No tenía paciencia ni estómago para un regaño de mi hermano, por lo que tomé mi licencia y la guardé en mi cartera. Luego le di una respuesta corta
—: Sí, es real.
Siguió mirándome con los ojos muy abiertos mientras escribía con cuidado la información del seguro de Santana. Cuando terminé de llenar el formulario con lo mejor de mi capacidad, dejé escapar un suspiro y finalmente me giré hacia Ryder.
—Nos casamos en Lake Tahoe.
—¿En Lake Tahoe? —Su boca cayó abierta con asombro—. ¿Te llevó a Lake Tahoe con ella?
—No quisimos decirte… no, yo no quise decirte porque parecía que pasabas suficiente mal rato lidiando con el hecho que salía con ella. La boda no fue planeada… o siquiera recordada hasta que ella encontró la licencia de matrimonio en nuestro equipaje después de regresar a casa.
Ryder cerró los ojos y gruñó
—: Oh Dios. ¿Se emborracharon y tuvieron una de esas bodas instantáneas en una capilla?
Alcé mi mentón con orgullo y entrecerré los ojos.
—Y no me arrepiento de nada.
Poniéndome de pie, me aclaré la garganta.
—. Discúlpame. Necesito devolverle esto a la enfermera.
Cuando volví, Ryder apoyaba los codos sobre sus rodillas extendidas y acunaba su rostro en sus manos. Me observó con sus preocupados ojos oscuros, mientras me sentaba en una silla al otro lado de la habitación, pero de frente a él.
No dijo nada. Nos miramos el uno al otro durante unos treinta segundos. Tenía la certeza de que mi mirada era tan defensiva como la suya decepcionada. Su teléfono sonó; se puso de pie para contestar.
—Hola, bebé. No. Todavía no se sabe.
Salió de la sala de espera hacia el pasillo para que no pudiera escuchar su conversación. Pero con él afuera, y sin razón para seguir jugando a la pequeña hermana obstinada, volvieron mis preocupaciones.
¿Qué tan mal herida se encontraba Santana? ¿Por qué nadie me decía lo que pasaba? ¿Seguía con vida o no?
Justo cuando entraba en pánico y no podía contenerme un segundo más, Ryder volvió. Se sentó a mi lado sin decir una palabra y me envolvió en sus brazos. Me giré hacia él y oculté mi rostro en su cuello para llorar.
—Debo estar enojada contigo —sollocé aferrándomele con más fuerza—.La manera en la que trataste a Santana últimamente, la idiotez que hiciste en el bar para ponerle una trampa, el hecho de que dejaste de ir a la cafetería los sábados en la mañana y ella todavía va, esperando que aparezcas. Debería odiarte en estos momentos.
Ryder jadeó.
—¿Sigue yendo a la cafetería?
Asentí.
—Cada jodido sábado.
—Mierda. —Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro tembloroso—. He sido un ciego, estúpido y terco. Lo sé. Lo sabía mientras hacía y decía toda la mierda que hice, pero no podía detenerme. Ella me enojó tanto. Nunca pensé que actuaría de esa manera a mis espaldas. Yo… me dolió.
—Eso no es excusa para…
Levantó la mano y negó con la cabeza.
—Lo sé. Yo… maldita sea, Brittany. Lo siento. Jodidamente lo siento. Me obligué a concentrarme en todo lo malo que ha hecho, y lo dejé pudrirme.
—La amo —dije simplemente—. Y ella me ama. También es buena conmigo. Nadie nunca fue tan buena conmigo como ella.
Ryder besó mi frente.
—Veo eso… ahora.
Ahora que podría ser demasiado tarde, no añadió, pero pareció trasmitirlo con su mirada. Cerrando los ojos, giré mi cabeza hacia un lado.
—No has dicho nada sobre nuestro matrimonio.
No sé porque presioné sobre el asunto. Tal vez porque me mantenía ocupada en otra cosa a parte de mis miedos. Ryder dejó escapar un largo suspiro.
—Eso es porque no sé qué decir. Eres tan joven, pero… no tengo miedo. No por ti. Porque yo… sinceramente, no hay alguien con quien confiaría que estuvieras más que con ella. Por un tiempo, perdí de vista que era mi amiga. Pero lo es, y hay una maldita buena razón para eso. Siempre me cubrió las espaldas, y ahora sé que cubre las tuyas, lo que es más valioso para mí que el hecho de que cubra las mías.
Tomando mis manos, me miró directo a los ojos, suplicando.
—. ¿Crees que alguna vez me puedas perdonar?
Le di una sonrisa acuosa.
—Creo que tengo que hacerlo, porque necesito a mi hermano mayor en este momento.
—Aquí estoy —me prometió.
Cuando me abrazó de nuevo, lo agarré con fuerza, agradecida con él por la millonésima vez en las últimas dos horas. Tal vez debí mantenerme enojada, pero simplemente no podía, porque de verdad necesitaba a mi hermano mayor.
En algún momento, debí haberme quedado dormida porque Ryder me despertó.
Levanté la mirada para ver a los padres de Santana en la sala de espera, luciendo un poco perdidos mientas miraban a su alrededor en busca de ayuda. Cuando salí de los brazos de Ryder y me senté, Maribel finalmente se fijó en mí.
—Brittany —jadeó y se apresuró hacia adelante—. Te ves horrible. ¿Qué pasó? ¿Estabas con ella?
—Sí. Yo…
Cuando me puse de pie, tomó mis manos y extendió mis brazos para verme mejor. Bajé la mirada, y fue la primera vez que tomé un verdadero vistazo de mí misma. Mi camiseta se hallaba manchada de yerba con manchas de sangre empapándola en donde me rasguñé el estómago por la tierra. Y ahora viendo eso, me di cuenta que mi abdomen y mis codos estaban adoloridos. Y luego estaban mis palmas, mis palmas que no fueron capaz de sujetar a Santana y evitar que se cayera. Se encontraban raspadas y recubiertas de barro seco.
Lágrimas llenaron mis ojos.
—Lo siento. Lo siento mucho —sollocé.
Maribel arrulló un sonido de entendimiento y me envolvió en un gran abrazo reconfortante. Le conté todo, sobre el picnic, y que llevamos a mi hermano pequeño a la cascada para enseñársela, cómo Colton se cayó, y cómo Santana salvó nuestras vidas. Cuando llegué a la parte donde Santana me dijo que me amaba antes de soltar mi mano para evitar que me cayera junto con ella, Ryder maldijo con fluidez y hundió el rostro en sus manos.
Los padres de Santana lo miraron.
—No creo que nos hayamos conocido todavía —dijo el padre de Santana finalmente.
Ryder levantó la mirada, y luego se enderezó.
—Lo siento, señor. Soy Ryder Pierce. Quien lo llamó.
Parpadeé, sobresaltada. Ni siquiera pensé en contactar a alguien, mucho menos a los padres de Santana. Agradecida de que mi hermano se hubiera ocupado de eso, encontré una sonrisa para él en algún lugar de mi dolor, agradecida de que estuviera conmigo, ayudándome con esto.
Los padres de Santana parecían sorprendidos por su introducción.
—¿Ryder Pierce? —repitió Maribel—. ¿El Ryder Pierce que vivió con mi hija por casi tres años y nunca conocimos?
El padre de Santana se encogió de hombros.
—Lo vimos jugar a la pelota cuando fuimos a los partidos de Santana.
—Pero aun así nunca…
—Es mi hermano —dije, sintiendo la necesidad de defenderlo—. Ryder es mi hermano mayor.
—Oh. —Maribel sacudió la cabeza, confundida—. Bueno, eso entonces explica como tú conociste a San.
Palmeó mis manos de una manera maternal, y sonreí con inquietud. No sé porque me sentía tan incómoda. Las manos de Maribel temblaban como si le costara demasiado mantener la compostura. Parecía como si la estuviera engañando de alguna forma, tal vez porque le mentí sobre Santana viendo a un terapeuta la última vez que la vi. O tal vez yo estaba tan tensa porque era mi culpa que ella se encontrara aquí y ella me perdonó tan fácilmente. No es de extrañar que Santana tuviera demasiados problemas junto a ellos luego de que su hermana muriera. Se sentía responsable y ellos no le echaron la culpa. Eso tal vez la hacía sentir más culpable.
—Así que, ¿han escuchado alguna noticia? —preguntó el padre de Santana.
Negué con la cabeza, y los López parecieron desfallecerse con más preocupación.
Justo en ese momento, la enfermera que me dio el papeleo de Santana entró en la sala.
—¿Señora López?
Maribel levantó la mirada.
—¿Sí?
Un momento incómodo de confusión cruzó el rostro de la enferma antes de señalarme.
—Yo… en realidad le hablaba a la señora López.
Se dirigió hacia mí, sosteniendo el portapapeles.
—Lo siento. Hay un formulario más que necesita llenar.
Me congelé a la vez que los padres de Santana se giraron para mirarme boquiabiertos. Me acerqué más a Ryder, quien envolvió un brazo de apoyo alrededor de mis hombros.
—De… de acuerdo.
Extendí mi mano y tomé el portapapeles de su mano y me senté en la silla más cercana donde comencé a escribir con una mano temblorosa.
Los López siguieron mirando. Por último, Maribel dijo—: ¿Están casadas?
—Yo, eh… —Me aclaré la garganta y presioné el bolígrafo contra el portapapeles—. Sí. Nosotras… eh, lo estamos. Santana y yo nos… casamos.
La correa de la cartera de Maribel se deslizó de su hombro y la cosa cayó en el suelo, pasando completamente desapercibido por ella.
Sus ojos se entrecerraron en forma de acusación, justo antes de repetir
—:¿Están casadas?
Me encogí un poco más en mi asiento.
—Sí. —Ryder se sentó a mi lado y sujetó mi mano—. N-nos casamos en Lake Tahoe.
—¿En Lake Tahoe?
Maribel parecía como si fuera a sacarme los ojos, así que me apreté con más fuerza contra mi hermano. El padre de Santana una maldición entre dientes y negó con la cabeza.
—Supongo que ahora sabemos porque rechazó ese trabajo.
—¿Qué? —Sacudí la cabeza—. No. No, ella no obtuvo el trabajo. Me dijo…
Mi voz se apagó cuando me di cuenta de que Santana pudo haberme mentido.
—Oh, obtuvo el trabajo. —Maribel me frunció el ceño—. Dijo que había razones por las que no podía aceptarlo en estos momentos. Olvidó mencionar que era porque estaba casada.
—Yo… yo… —Levanté la mirada hacia Ryder, confundida—. ¿Obtuvo el trabajo?
Simpatía llenó su mirada a la vez que apretaba mi mano.
—¿Por qué no me lo dijo?
Ryder abrió la boca, pero Maribel fue la primera en contestar.
—Tal vez porque no quería angustiar a su preciosa esposa de dieciocho años de edad, con el pensamiento de que la dejaría.
La verdad me golpeó en el pecho. Santana se había quedado… por mí. Quería llorar de nuevo. Ni siquiera me dijo que lo rechazó por mí. En vez de defenderme, todo lo que pude decir fue
—: Tengo diecinueve ahora —en una estúpida voz hueca.
—Dieciocho, diecinueve. ¿Parece que me importa? —gruñó Maribel—. Mi hija es demasiado joven para estar casada, y ahora a causa de ello, por tu culpa, lucha por su vida mientras hablamos.
Me estremecí y presioné mis manos en mi pecho. El dolor me atravesó. La verdad nunca había dolido tanto.
—Lo… lo siento —grazné, incapaz de mirarla a los ojos.
No me perdonó.
—Podría haber estado a salvo en Lake Tahoe ahora mismo. Pero no, se quedó atrás por ti, y terminó salvándote a ti y a tu familia. Ahora, tal vez pueda perder a mi única hija.
Se llevó una mano al corazón y lágrimas se derramaron por sus mejillas.
—Ya perdí a una de mis bebés. No puedo perder a la otra. No. Simplemente… no puedo.
Agarrando el brazo de su esposo, me dio una mirada feroz, con su pecho agitado.
—. Todo esto es tu culpa. ¿Cómo pudiste hacerme esto?
—Oiga —comenzó Ryder a defenderme, pero el padre de Santana levantó la mano.
—Déjala tranquila. Está angustiada.
Pero parecía estar de acuerdo con ella, porque cuando pasó los brazos alrededor de su esposa para reconfortarla, me envió una mirada acusatoria.
Me estremecí, y las lágrimas llenaron mis ojos.
—Vamos.
Ryder tomó mi mano y me llevó afuera de la sala de espera hasta el pasillo. Nos desplomamos en el banco más cercano, donde me meció en sus brazos mientras sollozaba.
—Ella tenía razón. Es mi culpa. Si no le hubiera sugerido que fuéramos a esa estúpida cascada. Si hubiera vigilado mejor a Colton. Si no hubiera detenido a Santana de irse a Lake Tahoe.
—Shh —ordenó Ryder en voz baja—. Esto no fue tu culpa. No hiciste nada malo.
—Debí haberme aferrado a su mano un poco más. Debí…
—No. Mírame. No hiciste nada malo. Y si Santana estuviera aquí ahora diría lo mismo. Ella tomó la decisión de quedarse en Ellamore contigo. También la de venir hoy contigo. Y tomó la decisión de soltar tu mano para salvarte.
Cuando sollocé con más fuerza, acarició mi cabello y besó mi sien.
—Y estoy seguro de que hubiera hecho exactamente lo mismo de nuevo si le hubieran dado una segunda oportunidad. Porque te amaba.
Fue la forma en la que dijo amaba en tiempo pasado lo que me rompió. Disolviéndome en el dolor, me desfallecí contra él y lloré hasta quedarme dormida.
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Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
CAPITULO 37
BRITTANY
Cuando me desperté, estaba acostada sobre algo duro, pero mis piernas colgaban de un lado con mis pies en el suelo y mi mejilla estaba apoyada contra una pierna. No parecía la pierna de Ryder.
Me senté, haciendo una mueca por el dolor en mis sienes. Después de empujar mi cabello de mi cara, me centré en Sam. No lo esperaba en absoluto, solo parpadeé.
—Hola —murmuró, simpatía dominaba su mirada verde—. ¿Cómo te sientes?
Aparté la vista y miré alrededor de la sala de espera del hospital para descubrir que todos los demás habían llegado mientras yo dormía. Tina yacía dormida, escondida en el regazo de Mike. Reese y Eva se levantaron de donde se hallaban sentadas con Finn y Mason. Cuando comenzaron a caminar hacia mí, alcé mis manos, alejándolas. No podía soportar que alguien me consolara en estos momentos. Solo quería a Ryder. O a Santana.
Pero no podía tener a Santana. El dolor se agitó a través de mí.
Miré a mi alrededor de nuevo. Pero no encontré a Ryder en la habitación. Tampoco a Maribel ni a su esposo. Resoplé y sacudí mi cara seca y sucia.
—¿Dónde está Ryder? ¿Han dado alguna noticia sobre Santana? ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?
—¿Por qué no te acuestas de nuevo?
La voz de Sam me persuadía mientras se estiraba hacia mí, pero retrocedí.
A Santana no le gustaría que Sam me tocara.
—¿Dónde está Ryder? —pregunté, sintiendo un inminente ataque de pánico.
Sin Santana. Sin Ryder. No podía soportar esto. Reese cerró las manos sobre su corazón.
—Acaba de salir para hacer una llamada por teléfono a casa y reportarse. Y no, no ha habido noticias sobre San. Hemos estado aquí hace menos de una hora. Ryder dijo que acababas de quedarte dormida cuando llegamos.
Asentí con agradecimiento, escondí mi rostro y me apresuré a salir por la habitación para encontrar a mi hermano. Oí su voz mientras me acercaba a una intersección en el pasillo.
—No, todavía no hay noticias. Ella debe… mierda. Debe estar mal si aún no han salido a decir nada. Solo llamaba para reportarme. No, en realidad, tenía que escuchar tu voz. Ojalá estuvieras aquí conmigo.
Su propia voz sonaba ahogada y cruda, y me detuvo en seco. Parecía tan afligido como me sentía. Lastimando mis ya frágiles sentimientos. Aquí, había estado preocupada por nada ni nadie más que yo, y Ryder estaba a punto de perder a su mejor amiga.
Mientras agarraba mi estómago, Ryder dijo
—: No, no vengas. Dijiste que Colton sigue molesto. Él te necesita. Estaré bien. Simplemente hablar contigo es de ayuda. Escuchar tu voz.
Después de una pausa para escuchar una pregunta, suspiró con cansancio.
—Ella es un completo desastre. Está haciéndose daño y se culpa a sí misma, y mierda… no sé qué hacer por ella. ¿Y si termina siendo una viuda de diecinueve años debido a esto? Solo la sostengo mientras llora hasta quedarse dormida, y trato de no desmoronarme delante de ella. Pero dios, Marley. Era mi mejor amiga. Y si muere y las ultimas cosas que le dije fueron…
Siseó y dejo salir un suspiro.
—Lo sé, pero todavía me siento como una mierda. Fui un idiota. La traté horrible, y ella podría morir por salvar la vida de mi hermano y mi hermana. Realmente la amaba, y yo estaba demasiado enojado y me sentía demasiado traicionado incluso para ver eso. No puedo… yo…
Cuando su voz se quebró, las lágrimas rodaron por mis mejillas. Me apresuré a dar vuelta en la esquina. Sus ojos húmedos y rojos se abrieron cuando me vieron.
—Lo siento.
Corrí hacia él y lo abrace. Sus brazos inmediatamente me rodearon-
—. Lo siento, solo pensé en mí.
Enterró su cara en mi cabello.
—No. Yo lamento haber sido tan jodidamente terco.
Nos abrazamos y lloramos, y él finalmente terminó su llamada con su esposa. Pasó el tiempo, no tengo idea de cuánto. Segundos, horas, minutos. Todo parecía ser absorbido por algún vacío surrealista donde nada de esto sucedía realmente. Donde era solo un loco sueño horrible, e iba a despertar en cualquier momento. Abriría los ojos y estaría de vuelta en la cama de Santana con nuestras piernas enredadas y la palma de su mano ahuecando mi pecho. La luz derramándose a raudales a través de las ventanas y ella entreabría sus ojos y me daría una de sus perezosas y sexys sonrisas mañaneras.
—Buenos días —me diría —. Supongo que decidiste quedarte un día más, ¿eh?
Pero entonces Ryder se apartó de mí, limpiándose la cara, y continuaba en un hospital, donde no había visto a Santana en seis horas, no desde que levantó la vista desde donde estaba colgando y me dijo que me amaba antes de soltar mi mano. Un estremecimiento de horror me atravesó, preguntándome sí alguna vez vería de nuevo esos vivaces ojos color oscuro que me hipnotizaban.
Ryder me dio una sonrisa trémula que lucía llena de dolor.
—No quería desmoronarme delante de ti de esta manera.
Apreté su brazo.
—Está bien. Solo hazme un favor y deja de hablar de ella en pasado. Ella va a estar bien. Va a sobrevivir.
El dolor atravesó el rostro de Ryder, pero lo borró con otra triste sonrisa y asintió.
—Lo tienes.
Con ese acuerdo hecho, envolvimos nuestros brazos alrededor del otro y comenzamos a regresar a la sala de espera, donde nos dimos cuenta que un médico en ropa quirúrgica había llegado. Los padres de Santana también habían reaparecido.
—Aquí está.
Finn me señaló cuando entré a la habitación. El médico se giró, mirándome de pies a cabeza y luego asintiendo antes de decir.
—Señora López, soy el doctor Wolfowitz, el traumatólogo que trató a su esposa. Cuando Santana entró, estaba inconsciente y en estado de shock. Hubo daños importantes en su hueso frontal y parietal izquierdo, lo que es probable que ocurriera cuando se estrelló contra el tronco y la roca contra los que quedó atrapada hasta que la encontraron. Aunque fue quizá lo que la salvó de morir ahogada, eso también fue lo que causó el mayor daño. Había mucho traumatismo en la cabeza y la medula espinal…
¿Había? ¿Por qué seguía diciendo todo como si fuera en tiempo pasado? Como si Santana fuera tiempo pasado.
—Aparte de la lesión cerebral, tiene una luxación en el hombro, una pierna fracturada y cicatrices significativas y permanentes en el lado derecho de la cara, aunque hemos sido capaces de salvar el ojo y el oído dañado.
Tragué saliva y apreté la mano sobre mi boca. Las cicatrices permanentes no significaban nada para mí. No, en realidad lo eran todo. Significaban que seguía viva. Un ojo y oído salvado, eso significaba que habían salvado el resto de ella también, ¿verdad? ¿Su corazón seguía latiendo?
—¿Entonces está viva? —dije con voz áspera, casi con miedo de expresarlas.
El doctor dudó. No tengo idea de porqué. Si el ojo y oído de Santana habían sanado, entonces el resto de ella tenía que estar bien también. Finalmente, el médico dio una pequeña inclinación de cabeza. Pero entonces tuvo que seguirlo con
—: Tuvimos que ponerla en un coma inducido para darle tiempo a su cerebro para sanar.
—Oh Dios mío
Maribel se cubrió la boca con las manos y se giró hacia su marido, quien inmediatamente la tomó en sus brazos.
Me quede mirándolos un momento mientras la palabra coma resonaba en mis oídos. Pero Santana se hallaba en coma. Ni siquiera parecía posible. La más irritante, animada, malhablada, idiota y amorosa que había conocido, y ¿ellos habían apagado su cerebro?
Un insensible vacío me llenó, como si mi cerebro hubiera decidido tomar un pequeño descanso. Estudié a todos los demás en la sala de espera, los padres de Santana abrazándose el uno al otro, Tina sollozando en el hombro de Mike mientras él suavemente acariciaba su abdomen y la besaba en el cabello, Reese y Eva tomadas de las manos y viéndose pálidas mientras sus hombres las rodeaban, Sam con las manos dentro de sus bolsillos y la cabeza gacha al tiempo que pateaba un lado de su otro zapato, y Ryder… Ryder viéndose como si pudiera empezar a llorar de nuevo, y solo los miraba, sintiéndome triste por ellos, mientras que mi interior estaba demasiado… demasiado asustado para sentir algo en absoluto.
Pero entonces Ryder me agarró y me arrastró a sus brazos, y esa primera dolorosa mordedura del miedo hundió sus dientes en mi yugular. Dejándome fría, y empecé a temblar.
—Dijiste inducido medicamente —repitió el señor López mientras acariciaba el brazo de su esposa y asintió hacia el médico.
Cuando el doctor Wolfowitz lo confirmó, el señor López preguntó
—: ¿Así que eso significa que ustedes también la sacarán de éste? ¿Cómo… cuanto tiempo estará así?
—Eso depende. Vamos a disminuir los barbitúricos tan pronto como la inflamación empiece a bajar. Si el nivel funcional es bueno, vamos a sacarla por completo.
Negué con la cabeza, incapaz de creer la mayor parte de esto. Una Santana no-funcional simplemente no era algo que pudiera configurar en mi proceso de pensamiento. Ella siempre estaba en movimiento, nunca se quedaba quieta, en realidad nunca dejaba de hablar. Siempre tenía una réplica ingeniosa para todo, siempre tenía algún tipo de reacción. Imaginarla inmóvil e inconsciente, sin reacción, en una cama de hospital blanca y estéril no encajaba con la mujer de la que me había enamorado y con la que me casé.
Pero entonces no tuve que imaginármela en mi cabeza por más tiempo. Dos horas más tarde, logré verla yo misma. Las visitas fueron por fin admitidas en la unidad de cuidados intensivos, dos cada vez y solo por diez minutos una vez cada hora, pero ninguno de nosotros se preocupó por esas pocas reglas.
Nos encontrábamos dispuestos a hacer cualquier cosa, esperar cualquier cantidad de tiempo, por la más mínima cantidad de tiempo con Santana. La enfermera miró hacia mí cuando salió para permitir que las dos primeras personas entraran, pero di un paso atrás e hice un gesto hacia sus padres, dejándolos ir primero. Sin embargo, juro que ellos sobrepasaron su tiempo. Cada maldito segundo se sentía como un milenio. Cuando salieron, sus rostros estaban húmedos y se veían diez años más viejos que cuando se habían ido. Maribel me miró brevemente, y rápidamente desvió la mirada.
Me giré hacia Ryder en busca de apoyo. Tomó mi mano y me dio una fortalecedora inclinación de cabeza.
—Solo una hora más.
Asentí porque no podía hablar. Cuando nuestro turno finalmente llegó, mis dedos se apretaron alrededor del brazo de mi hermano mientras el miedo apretaba mi corazón. Odiaba la visión de la sangre y vísceras, y ver a Santana lastimada a causa de lo que había hecho para salvarme lo hacía todo mucho más doloroso.
Se encontraba en estado de coma con cicatrices permanentes, un cerebro inflamado, y huesos rotos por mi culpa.
Pero entonces estaba aquí, y me olvidé de todo eso. Por fin pude ver a mi bella mujer. Con un suspiro, dejé de lado a Ryder y corrí hacia adelante. Una escayola cubría su pierna elevada y le habían puesto un cabestrillo en un brazo mientras que la mitad de su cabeza se hallaba envuelta en vendas. Un tubo introducido en su boca, le daba oxígeno mientras vías intravenosas y monitores cardiacos conducían varias otras mangueras hacia ella.
La parte de su cara que podíamos ver estaba bastante hinchada, pero aun podía notarse que era ella. Mi Santana. Toqué sus dedos con reverencia, con cuidado de no molestar alguno de los aparatos conectados a la parte posterior de su mano. Entonces me agaché a su lado para poder hablarle al oído.
—Hola, guapa. Siento haber tardado tanto en llegar a ti. No creí que me dejarían volver aquí. Ya iba a sacar algunos de mis trucos de actuación y hacer un acto digno de una diva para conseguir estar a tu lado, pero ellos finalmente obedecieron.
Sonreí, recordando la escena que habíamos hecho en el avión. Pero la sonrisa cayó cuando Santana no dio ninguna respuesta; el monitor de su corazón seguía sonando a un ritmo constante y las pulseras alrededor de sus tobillos seguían liberando la presión con una bocanada de aire.
—Estoy muy molesta contigo, sabes.
Mantuve mi voz ligera mientras la regañaba, incluso extendí la mano para mover suavemente mis uñas sobre su cuello, pero la seguí regañando
—. No se suponía que soltaras mi mano así. Digo, si tú saltas, yo salto, recuerdas, ¿Jack? Debías escuchar esa parte.
Pero tampoco respondió a la cita del Titanic. Un sollozo se me escapó. Las manos de Ryder se envolvieron alrededor de mis hombros y los apretó en apoyo.
—Se suponía que debía ir contigo, dondequiera que fueras. Somos un equipo. Me dijiste una vez que debía tener un lugar. Bueno, finalmente me di cuenta donde está. Es contigo. ¿De verdad quieres dejarme sola, sin un lugar? Maldita sea, no me puedes abandonar aquí para vivir esta vida yo sola. Soy un completo desastre sin ti. Yo…
Mi voz se quebró y negué con la cabeza.
—. Te amo, Santana. Yo solo… quiero que regreses.
Pero Santana no estaba aquí, y hablaba con un cuerpo que no respondía. No sabía que más hacer y sin embargo, no podía dejarla. Así que pasé la mayor parte de nuestros diez minutos con ella, solo hablando, diciéndole que todo el mundo afuera esperaba su turno para verla y que Ryder ya no estaba enojado con ella. Apenas quedaba un minuto cuando por fin me di cuenta que Ryder quizá también quería decir algo.
Me hice a un lado y él se inclinó al oído de Santana para murmurarle algo corto y dulce. Luego se aclaró la garganta y se puso de pie, girándose hacia mí. Cuando nuestras miradas se encontraron, supe que era el peor momento de nuestras vidas.
Pasaron dos días. No dejé el hospital ni una vez. Simplemente no podía. Reese y Eva se hicieron cargo de mí y me limpiaron. Pidieron prestada ropa de alguna enfermera y me la pusieron, revisando los moretones en mi estómago. Después de eso, Reese cepilló mi cabello mientras Eva limpiaba mi cara y aplicaba un toque de maquillaje. Tina se sentó a mi lado, tomando mi mano y siendo mi tranquila y comprensiva mejor amiga. Pero se veía tan pálida, al primer momento en que la vi estremecerse y colocar una mano sobre su bebé, la envié a su casa, ordenando a Mike mantenerla en la cama y cuidar de ella. Sin embargo volvió al día siguiente, al igual que todos los demás. Ryder y los padres de Santana se quedaron toda la noche, acampando en las incomodas sillas de la sala de espera mientras nuestros amigos regresaban a diario. Todo el mundo con el tiempo usó su turno para visitar a Santana, pero todos obtenían el mismo resultado que yo: no respondía.
Cuando el médico nos dijo que iban a empezar a sacarla del coma, me convertí en un lío de nervios. Había una posibilidad de que el cuerpo de Santana no estuviera preparado para ello, que ella muriera. Odiaba todas las estadísticas y porcentajes que daban las personas; solo quería que alguien dijera: “Ella va a estar bien”, pero nadie lo hizo.
—La inflamación se ha reducido, la actividad del cerebro se ve bien, y ella respira de forma independiente. Sigue inconsciente, ya que estamos retirando gradualmente los barbitúricos, pero si quiere ir a sentarse con ella, señora López, y estar allí cuando se despierte, puede ser mejor para ella.
Salté para pararme tan rápido que casi me tropecé con ellos.
—Sí —respondí muy rápido, pero no importaba lo ansiosa que me veía.
Santana iba a despertar pronto. Empecé a seguir al médico, pero luego me detuve cuando vi a Maribel y a su esposo al otro lado de la habitación.
Desacelerando hasta detenerme, los observé acurrucados juntos antes de preguntar
—: ¿Pueden sus padres estar allí también?
Los López y yo habíamos declarado una especie de alto al fuego. Ya no me miraban ni me culpaban, y yo evitaba todo contacto visual con ellos cuando se hallaban en la misma habitación, pero ninguno de nosotros nos hablábamos el uno al otro de nuevo después del primer día, a pesar de que habían estado llegando a conocer a todos los demás en el grupo.
Mientras Maribel me miraba ahora, sin embargo, solo alivio y gratitud permanecían en su expresión. El doctor asintió.
—Es este caso, vamos a dejar pasar y permitir que se queden los tres en la habitación.
Entonces, los padres de Santana y yo fuimos juntos a su habitación. Uno de los lados de su cara continuaba densamente vendado, pero se parecía más a ella misma con el tubo de respiración fuera de su boca.
Nos sentamos allí un poco más de una hora, yo en un lado, el padre de Santana y Maribel en el otro, antes de que ella moviera su cara contra la almohada, alejándose de mí.
Los tres lo miramos poniéndonos de pie. Compartimos una mirada emocionada antes de colocar nuestra atención de nuevo en Santana. Una tos ligera dejó sus pulmones, y juro que fue el sonido más increíble del mundo. Luego se lamió los labios y movió su cara otra vez, girándose hacia mí esta vez. Sus pestañas revolotearon.
Conteniendo el aliento, me incliné.
—¿Santana? ¿Puedes oírme?
—Sí —murmuró desde sus agrietados y oxidados labios
El médico nos había advertido sobre todos los tipos de daño cerebral que podría tener Santana. Podría tener problemas para hablar, problemas de memoria, dificultad con las habilidades motoras. Había varias cosas que podrían salir mal, pero cuando abrió sus pestañas y me miró desde sus legañosos ojos color oscuro, lo único que sabía era que estaba viva y despierta, y el mundo era absolutamente perfecto.
Mi Santana me miraba.
Las lágrimas llenaron mis pestañas, pero sonreí con tanta fuerza que me sorprendí que no rompiera mis mejillas.
—Hola. ¿Cómo te sientes?
Abrió la boca, tratando de hablar de nuevo, pero solo salió un jadeo.
Después de tratar de mojar sus labios de nuevo, con voz ronca dijo
—: Agua.
—Oh.
Me reí de mi propia estupidez. Por supuesto, estaría sedienta. Había tenido un tubo atascado en su garganta durante días. Era probable que se sintiera tan cruda y seca como una sequía de siete años. Me giré para encontrar un vaso de agua para ella, y su madre murmuró su nombre.
—¿Mamá?
Su pobre voz estaba tan ronca que hice una mueca mientras traía el vaso para ella. Debía dolerle hablar. Y sí, se veía pálida y se encogió de dolor cuando estiró la mano hacia sus padres, moviéndose como una lenta y adolorida anciana.
—. Papá
Maribel y su esposo se acercaron y tomaron su mano, los tres agarrando sus dedos mientras sus padres comenzaron a llorar y reír. Santana miró alrededor de la habitación, luciendo totalmente desorientada.
—¿Qué pasó?
Cuando su mirada se posó en mí, le tendí el vaso, colocando la pajita en sus agrietados labios. Bebió unos sorbos y luego cerró los ojos y suspiró de alivio.
Dejé el vaso en la bandeja al lado.
—¿Quieres que levante la cama para que puedas sentarte?
Habían dejado de elevar su pierna rota, así que no creía que hubiera algún problema en que estuviera lo más cómoda posible si así lo quería.
Y lo quería. Con un asentimiento, murmuró
—: Sí. Gracias.
Presioné el botón junto a la cama y vi su cara mientras su torso era levantado. Cuando abrió los ojos y levantó una mano, haciéndome saber que estaba bien, me detuve. Me estudió un momento, su mirada moviéndose sobre mi ropa.
Bajé la mirada hacia la ropa que aún llevaba y traté de pensar en un razón que darle de porque no usaba mi propia ropa.
—No te ves tan mayor para ser una enfermera —dijo arrastrando las palabras, adormilada.
Empecé a sonreír, pensando que me tomaba del pelo dado que le había dado agua y ajustado su cama, pero luego se alejó de mí, olvidándome por completo, y me di cuenta de que en serio pensaba que era una enfermera.
Mi mirada pasó volando hacia sus padres, solo para descubrir que me miraban, con alarma en sus ojos. Maribel volvió su atención a su hija.
—¿Santana?—dijo ella con miedo.
—¿Sí?
Su voz suave y ronca me hizo estremecer. Alcanzó a su madre de nuevo. Ni una sola vez trató de alcanzarme. Ella sabía quién era ella. Sabía quién era su padre. Sabía quién era ella. Pero no sabía quién era yo.
El miedo, la oscuridad y el frío, me llenaron. Santana no sabía quién era yo. ¿Cómo podía no saber quién era yo?
—¿Dónde está Tina? —preguntó, mirando alrededor de la habitación.
—Oh mierda —susurró el señor López.
Cubrí mi boca con las dos manos y di un paso hacia atrás. Los padres de Santana intercambiaron una mirada horrorizada antes de que ellos lanzaran una mirada a través de la cama hacia mí, la angustia los inundó a ambos. Sacudí mi cabeza, tratando de negarlo, pero había sucedido una de las peores cosas posibles. Perdió su memoria reciente, por lo menos cuatro años… porque pensaba que su hermana seguía viva.
Capturando toda la angustia en la habitación, Santana dijo
—: ¿Qué ocurre? ¿Ella está bien? ¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde está mi hermana?
Maribel gimió y puso sus manos sobre ella para tranquilizarla, pero debió haber sentido su dolor.
—¿Mamá? —Su voz temblaba de miedo.
Sus padres me miraron otra vez, y Santana se giró hacia mí, con la mirada acusadora, como si estuviera interfiriendo en un momento privado en el que un extraño no debe interrumpir.
—Yo, eh…
Mi voz tembló mientras levanté mis manos y retrocedí un paso más lejos-
—. Voy a dejar que tengas un tiempo con tu familia.
Sus padres asintieron en agradecimiento, y Santana se giró hacia ellos, ya olvidándome.
Las lágrimas corrían por mis mejillas. Mis piernas se sentían como fideos y de ninguna manera era capaz de sostenerme, pero seguí caminando, saliendo de su habitación y en silencio cerrando la puerta detrás de mí. Me encontraba a mitad del camino por el pasillo cuando la oí gritar
—:Noooo… Tina.
Era un milagro que sus cuerdas vocales pudieran sonar tan fuerte luego de lo roncas que habían estado. Pero el dolor detrás de sus gritos me hizo saber que había encontrado una manera de usarlas a pesar de todo.
Ryder, Quinn, Tina y… todo el mundo salió de la sala de espera justo cuando mis piernas cedieron y empecé a derrumbarme.
Mi hermano se lanzó hacia mí, apenas atrapándome.
—¿Brittany? ¿Qué demonios? ¿Estás bien?
Otro grito de la habitación de Santana lo hizo levantar la cara y mirar hacia allí.
—¿Qué pasó?
Me agarré de su camisa mientras nuestros amigos se reunían alrededor, viéndose asustados y preocupados. Las lágrimas corrían por mi rostro y obstruían mi garganta. No podía hablar.
—Ella no…
Un sollozo se apoderó de mí, y cerré mis ojos con fuerza.
—¿Brittany?
Preocupación llenó la voz de Ryder mientras acariciaba mi rostro.
—Su memoria —logré decir—, se olvidó unos años. Aún pensaba que su hermana seguía viva.
Me encontré con los ojos de cada persona reunida a mi alrededor.
—. Ella no nos recuerda a ninguno de nosotros.
Días de cansancio, miedo, preocupación, angustia y culpa se hicieron cargo entonces. Me desmayé, todo a oscuras y benditamente entumecido.
Me senté, haciendo una mueca por el dolor en mis sienes. Después de empujar mi cabello de mi cara, me centré en Sam. No lo esperaba en absoluto, solo parpadeé.
—Hola —murmuró, simpatía dominaba su mirada verde—. ¿Cómo te sientes?
Aparté la vista y miré alrededor de la sala de espera del hospital para descubrir que todos los demás habían llegado mientras yo dormía. Tina yacía dormida, escondida en el regazo de Mike. Reese y Eva se levantaron de donde se hallaban sentadas con Finn y Mason. Cuando comenzaron a caminar hacia mí, alcé mis manos, alejándolas. No podía soportar que alguien me consolara en estos momentos. Solo quería a Ryder. O a Santana.
Pero no podía tener a Santana. El dolor se agitó a través de mí.
Miré a mi alrededor de nuevo. Pero no encontré a Ryder en la habitación. Tampoco a Maribel ni a su esposo. Resoplé y sacudí mi cara seca y sucia.
—¿Dónde está Ryder? ¿Han dado alguna noticia sobre Santana? ¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?
—¿Por qué no te acuestas de nuevo?
La voz de Sam me persuadía mientras se estiraba hacia mí, pero retrocedí.
A Santana no le gustaría que Sam me tocara.
—¿Dónde está Ryder? —pregunté, sintiendo un inminente ataque de pánico.
Sin Santana. Sin Ryder. No podía soportar esto. Reese cerró las manos sobre su corazón.
—Acaba de salir para hacer una llamada por teléfono a casa y reportarse. Y no, no ha habido noticias sobre San. Hemos estado aquí hace menos de una hora. Ryder dijo que acababas de quedarte dormida cuando llegamos.
Asentí con agradecimiento, escondí mi rostro y me apresuré a salir por la habitación para encontrar a mi hermano. Oí su voz mientras me acercaba a una intersección en el pasillo.
—No, todavía no hay noticias. Ella debe… mierda. Debe estar mal si aún no han salido a decir nada. Solo llamaba para reportarme. No, en realidad, tenía que escuchar tu voz. Ojalá estuvieras aquí conmigo.
Su propia voz sonaba ahogada y cruda, y me detuvo en seco. Parecía tan afligido como me sentía. Lastimando mis ya frágiles sentimientos. Aquí, había estado preocupada por nada ni nadie más que yo, y Ryder estaba a punto de perder a su mejor amiga.
Mientras agarraba mi estómago, Ryder dijo
—: No, no vengas. Dijiste que Colton sigue molesto. Él te necesita. Estaré bien. Simplemente hablar contigo es de ayuda. Escuchar tu voz.
Después de una pausa para escuchar una pregunta, suspiró con cansancio.
—Ella es un completo desastre. Está haciéndose daño y se culpa a sí misma, y mierda… no sé qué hacer por ella. ¿Y si termina siendo una viuda de diecinueve años debido a esto? Solo la sostengo mientras llora hasta quedarse dormida, y trato de no desmoronarme delante de ella. Pero dios, Marley. Era mi mejor amiga. Y si muere y las ultimas cosas que le dije fueron…
Siseó y dejo salir un suspiro.
—Lo sé, pero todavía me siento como una mierda. Fui un idiota. La traté horrible, y ella podría morir por salvar la vida de mi hermano y mi hermana. Realmente la amaba, y yo estaba demasiado enojado y me sentía demasiado traicionado incluso para ver eso. No puedo… yo…
Cuando su voz se quebró, las lágrimas rodaron por mis mejillas. Me apresuré a dar vuelta en la esquina. Sus ojos húmedos y rojos se abrieron cuando me vieron.
—Lo siento.
Corrí hacia él y lo abrace. Sus brazos inmediatamente me rodearon-
—. Lo siento, solo pensé en mí.
Enterró su cara en mi cabello.
—No. Yo lamento haber sido tan jodidamente terco.
Nos abrazamos y lloramos, y él finalmente terminó su llamada con su esposa. Pasó el tiempo, no tengo idea de cuánto. Segundos, horas, minutos. Todo parecía ser absorbido por algún vacío surrealista donde nada de esto sucedía realmente. Donde era solo un loco sueño horrible, e iba a despertar en cualquier momento. Abriría los ojos y estaría de vuelta en la cama de Santana con nuestras piernas enredadas y la palma de su mano ahuecando mi pecho. La luz derramándose a raudales a través de las ventanas y ella entreabría sus ojos y me daría una de sus perezosas y sexys sonrisas mañaneras.
—Buenos días —me diría —. Supongo que decidiste quedarte un día más, ¿eh?
Pero entonces Ryder se apartó de mí, limpiándose la cara, y continuaba en un hospital, donde no había visto a Santana en seis horas, no desde que levantó la vista desde donde estaba colgando y me dijo que me amaba antes de soltar mi mano. Un estremecimiento de horror me atravesó, preguntándome sí alguna vez vería de nuevo esos vivaces ojos color oscuro que me hipnotizaban.
Ryder me dio una sonrisa trémula que lucía llena de dolor.
—No quería desmoronarme delante de ti de esta manera.
Apreté su brazo.
—Está bien. Solo hazme un favor y deja de hablar de ella en pasado. Ella va a estar bien. Va a sobrevivir.
El dolor atravesó el rostro de Ryder, pero lo borró con otra triste sonrisa y asintió.
—Lo tienes.
Con ese acuerdo hecho, envolvimos nuestros brazos alrededor del otro y comenzamos a regresar a la sala de espera, donde nos dimos cuenta que un médico en ropa quirúrgica había llegado. Los padres de Santana también habían reaparecido.
—Aquí está.
Finn me señaló cuando entré a la habitación. El médico se giró, mirándome de pies a cabeza y luego asintiendo antes de decir.
—Señora López, soy el doctor Wolfowitz, el traumatólogo que trató a su esposa. Cuando Santana entró, estaba inconsciente y en estado de shock. Hubo daños importantes en su hueso frontal y parietal izquierdo, lo que es probable que ocurriera cuando se estrelló contra el tronco y la roca contra los que quedó atrapada hasta que la encontraron. Aunque fue quizá lo que la salvó de morir ahogada, eso también fue lo que causó el mayor daño. Había mucho traumatismo en la cabeza y la medula espinal…
¿Había? ¿Por qué seguía diciendo todo como si fuera en tiempo pasado? Como si Santana fuera tiempo pasado.
—Aparte de la lesión cerebral, tiene una luxación en el hombro, una pierna fracturada y cicatrices significativas y permanentes en el lado derecho de la cara, aunque hemos sido capaces de salvar el ojo y el oído dañado.
Tragué saliva y apreté la mano sobre mi boca. Las cicatrices permanentes no significaban nada para mí. No, en realidad lo eran todo. Significaban que seguía viva. Un ojo y oído salvado, eso significaba que habían salvado el resto de ella también, ¿verdad? ¿Su corazón seguía latiendo?
—¿Entonces está viva? —dije con voz áspera, casi con miedo de expresarlas.
El doctor dudó. No tengo idea de porqué. Si el ojo y oído de Santana habían sanado, entonces el resto de ella tenía que estar bien también. Finalmente, el médico dio una pequeña inclinación de cabeza. Pero entonces tuvo que seguirlo con
—: Tuvimos que ponerla en un coma inducido para darle tiempo a su cerebro para sanar.
—Oh Dios mío
Maribel se cubrió la boca con las manos y se giró hacia su marido, quien inmediatamente la tomó en sus brazos.
Me quede mirándolos un momento mientras la palabra coma resonaba en mis oídos. Pero Santana se hallaba en coma. Ni siquiera parecía posible. La más irritante, animada, malhablada, idiota y amorosa que había conocido, y ¿ellos habían apagado su cerebro?
Un insensible vacío me llenó, como si mi cerebro hubiera decidido tomar un pequeño descanso. Estudié a todos los demás en la sala de espera, los padres de Santana abrazándose el uno al otro, Tina sollozando en el hombro de Mike mientras él suavemente acariciaba su abdomen y la besaba en el cabello, Reese y Eva tomadas de las manos y viéndose pálidas mientras sus hombres las rodeaban, Sam con las manos dentro de sus bolsillos y la cabeza gacha al tiempo que pateaba un lado de su otro zapato, y Ryder… Ryder viéndose como si pudiera empezar a llorar de nuevo, y solo los miraba, sintiéndome triste por ellos, mientras que mi interior estaba demasiado… demasiado asustado para sentir algo en absoluto.
Pero entonces Ryder me agarró y me arrastró a sus brazos, y esa primera dolorosa mordedura del miedo hundió sus dientes en mi yugular. Dejándome fría, y empecé a temblar.
—Dijiste inducido medicamente —repitió el señor López mientras acariciaba el brazo de su esposa y asintió hacia el médico.
Cuando el doctor Wolfowitz lo confirmó, el señor López preguntó
—: ¿Así que eso significa que ustedes también la sacarán de éste? ¿Cómo… cuanto tiempo estará así?
—Eso depende. Vamos a disminuir los barbitúricos tan pronto como la inflamación empiece a bajar. Si el nivel funcional es bueno, vamos a sacarla por completo.
Negué con la cabeza, incapaz de creer la mayor parte de esto. Una Santana no-funcional simplemente no era algo que pudiera configurar en mi proceso de pensamiento. Ella siempre estaba en movimiento, nunca se quedaba quieta, en realidad nunca dejaba de hablar. Siempre tenía una réplica ingeniosa para todo, siempre tenía algún tipo de reacción. Imaginarla inmóvil e inconsciente, sin reacción, en una cama de hospital blanca y estéril no encajaba con la mujer de la que me había enamorado y con la que me casé.
Pero entonces no tuve que imaginármela en mi cabeza por más tiempo. Dos horas más tarde, logré verla yo misma. Las visitas fueron por fin admitidas en la unidad de cuidados intensivos, dos cada vez y solo por diez minutos una vez cada hora, pero ninguno de nosotros se preocupó por esas pocas reglas.
Nos encontrábamos dispuestos a hacer cualquier cosa, esperar cualquier cantidad de tiempo, por la más mínima cantidad de tiempo con Santana. La enfermera miró hacia mí cuando salió para permitir que las dos primeras personas entraran, pero di un paso atrás e hice un gesto hacia sus padres, dejándolos ir primero. Sin embargo, juro que ellos sobrepasaron su tiempo. Cada maldito segundo se sentía como un milenio. Cuando salieron, sus rostros estaban húmedos y se veían diez años más viejos que cuando se habían ido. Maribel me miró brevemente, y rápidamente desvió la mirada.
Me giré hacia Ryder en busca de apoyo. Tomó mi mano y me dio una fortalecedora inclinación de cabeza.
—Solo una hora más.
Asentí porque no podía hablar. Cuando nuestro turno finalmente llegó, mis dedos se apretaron alrededor del brazo de mi hermano mientras el miedo apretaba mi corazón. Odiaba la visión de la sangre y vísceras, y ver a Santana lastimada a causa de lo que había hecho para salvarme lo hacía todo mucho más doloroso.
Se encontraba en estado de coma con cicatrices permanentes, un cerebro inflamado, y huesos rotos por mi culpa.
Pero entonces estaba aquí, y me olvidé de todo eso. Por fin pude ver a mi bella mujer. Con un suspiro, dejé de lado a Ryder y corrí hacia adelante. Una escayola cubría su pierna elevada y le habían puesto un cabestrillo en un brazo mientras que la mitad de su cabeza se hallaba envuelta en vendas. Un tubo introducido en su boca, le daba oxígeno mientras vías intravenosas y monitores cardiacos conducían varias otras mangueras hacia ella.
La parte de su cara que podíamos ver estaba bastante hinchada, pero aun podía notarse que era ella. Mi Santana. Toqué sus dedos con reverencia, con cuidado de no molestar alguno de los aparatos conectados a la parte posterior de su mano. Entonces me agaché a su lado para poder hablarle al oído.
—Hola, guapa. Siento haber tardado tanto en llegar a ti. No creí que me dejarían volver aquí. Ya iba a sacar algunos de mis trucos de actuación y hacer un acto digno de una diva para conseguir estar a tu lado, pero ellos finalmente obedecieron.
Sonreí, recordando la escena que habíamos hecho en el avión. Pero la sonrisa cayó cuando Santana no dio ninguna respuesta; el monitor de su corazón seguía sonando a un ritmo constante y las pulseras alrededor de sus tobillos seguían liberando la presión con una bocanada de aire.
—Estoy muy molesta contigo, sabes.
Mantuve mi voz ligera mientras la regañaba, incluso extendí la mano para mover suavemente mis uñas sobre su cuello, pero la seguí regañando
—. No se suponía que soltaras mi mano así. Digo, si tú saltas, yo salto, recuerdas, ¿Jack? Debías escuchar esa parte.
Pero tampoco respondió a la cita del Titanic. Un sollozo se me escapó. Las manos de Ryder se envolvieron alrededor de mis hombros y los apretó en apoyo.
—Se suponía que debía ir contigo, dondequiera que fueras. Somos un equipo. Me dijiste una vez que debía tener un lugar. Bueno, finalmente me di cuenta donde está. Es contigo. ¿De verdad quieres dejarme sola, sin un lugar? Maldita sea, no me puedes abandonar aquí para vivir esta vida yo sola. Soy un completo desastre sin ti. Yo…
Mi voz se quebró y negué con la cabeza.
—. Te amo, Santana. Yo solo… quiero que regreses.
Pero Santana no estaba aquí, y hablaba con un cuerpo que no respondía. No sabía que más hacer y sin embargo, no podía dejarla. Así que pasé la mayor parte de nuestros diez minutos con ella, solo hablando, diciéndole que todo el mundo afuera esperaba su turno para verla y que Ryder ya no estaba enojado con ella. Apenas quedaba un minuto cuando por fin me di cuenta que Ryder quizá también quería decir algo.
Me hice a un lado y él se inclinó al oído de Santana para murmurarle algo corto y dulce. Luego se aclaró la garganta y se puso de pie, girándose hacia mí. Cuando nuestras miradas se encontraron, supe que era el peor momento de nuestras vidas.
Pasaron dos días. No dejé el hospital ni una vez. Simplemente no podía. Reese y Eva se hicieron cargo de mí y me limpiaron. Pidieron prestada ropa de alguna enfermera y me la pusieron, revisando los moretones en mi estómago. Después de eso, Reese cepilló mi cabello mientras Eva limpiaba mi cara y aplicaba un toque de maquillaje. Tina se sentó a mi lado, tomando mi mano y siendo mi tranquila y comprensiva mejor amiga. Pero se veía tan pálida, al primer momento en que la vi estremecerse y colocar una mano sobre su bebé, la envié a su casa, ordenando a Mike mantenerla en la cama y cuidar de ella. Sin embargo volvió al día siguiente, al igual que todos los demás. Ryder y los padres de Santana se quedaron toda la noche, acampando en las incomodas sillas de la sala de espera mientras nuestros amigos regresaban a diario. Todo el mundo con el tiempo usó su turno para visitar a Santana, pero todos obtenían el mismo resultado que yo: no respondía.
Cuando el médico nos dijo que iban a empezar a sacarla del coma, me convertí en un lío de nervios. Había una posibilidad de que el cuerpo de Santana no estuviera preparado para ello, que ella muriera. Odiaba todas las estadísticas y porcentajes que daban las personas; solo quería que alguien dijera: “Ella va a estar bien”, pero nadie lo hizo.
—La inflamación se ha reducido, la actividad del cerebro se ve bien, y ella respira de forma independiente. Sigue inconsciente, ya que estamos retirando gradualmente los barbitúricos, pero si quiere ir a sentarse con ella, señora López, y estar allí cuando se despierte, puede ser mejor para ella.
Salté para pararme tan rápido que casi me tropecé con ellos.
—Sí —respondí muy rápido, pero no importaba lo ansiosa que me veía.
Santana iba a despertar pronto. Empecé a seguir al médico, pero luego me detuve cuando vi a Maribel y a su esposo al otro lado de la habitación.
Desacelerando hasta detenerme, los observé acurrucados juntos antes de preguntar
—: ¿Pueden sus padres estar allí también?
Los López y yo habíamos declarado una especie de alto al fuego. Ya no me miraban ni me culpaban, y yo evitaba todo contacto visual con ellos cuando se hallaban en la misma habitación, pero ninguno de nosotros nos hablábamos el uno al otro de nuevo después del primer día, a pesar de que habían estado llegando a conocer a todos los demás en el grupo.
Mientras Maribel me miraba ahora, sin embargo, solo alivio y gratitud permanecían en su expresión. El doctor asintió.
—Es este caso, vamos a dejar pasar y permitir que se queden los tres en la habitación.
Entonces, los padres de Santana y yo fuimos juntos a su habitación. Uno de los lados de su cara continuaba densamente vendado, pero se parecía más a ella misma con el tubo de respiración fuera de su boca.
Nos sentamos allí un poco más de una hora, yo en un lado, el padre de Santana y Maribel en el otro, antes de que ella moviera su cara contra la almohada, alejándose de mí.
Los tres lo miramos poniéndonos de pie. Compartimos una mirada emocionada antes de colocar nuestra atención de nuevo en Santana. Una tos ligera dejó sus pulmones, y juro que fue el sonido más increíble del mundo. Luego se lamió los labios y movió su cara otra vez, girándose hacia mí esta vez. Sus pestañas revolotearon.
Conteniendo el aliento, me incliné.
—¿Santana? ¿Puedes oírme?
—Sí —murmuró desde sus agrietados y oxidados labios
El médico nos había advertido sobre todos los tipos de daño cerebral que podría tener Santana. Podría tener problemas para hablar, problemas de memoria, dificultad con las habilidades motoras. Había varias cosas que podrían salir mal, pero cuando abrió sus pestañas y me miró desde sus legañosos ojos color oscuro, lo único que sabía era que estaba viva y despierta, y el mundo era absolutamente perfecto.
Mi Santana me miraba.
Las lágrimas llenaron mis pestañas, pero sonreí con tanta fuerza que me sorprendí que no rompiera mis mejillas.
—Hola. ¿Cómo te sientes?
Abrió la boca, tratando de hablar de nuevo, pero solo salió un jadeo.
Después de tratar de mojar sus labios de nuevo, con voz ronca dijo
—: Agua.
—Oh.
Me reí de mi propia estupidez. Por supuesto, estaría sedienta. Había tenido un tubo atascado en su garganta durante días. Era probable que se sintiera tan cruda y seca como una sequía de siete años. Me giré para encontrar un vaso de agua para ella, y su madre murmuró su nombre.
—¿Mamá?
Su pobre voz estaba tan ronca que hice una mueca mientras traía el vaso para ella. Debía dolerle hablar. Y sí, se veía pálida y se encogió de dolor cuando estiró la mano hacia sus padres, moviéndose como una lenta y adolorida anciana.
—. Papá
Maribel y su esposo se acercaron y tomaron su mano, los tres agarrando sus dedos mientras sus padres comenzaron a llorar y reír. Santana miró alrededor de la habitación, luciendo totalmente desorientada.
—¿Qué pasó?
Cuando su mirada se posó en mí, le tendí el vaso, colocando la pajita en sus agrietados labios. Bebió unos sorbos y luego cerró los ojos y suspiró de alivio.
Dejé el vaso en la bandeja al lado.
—¿Quieres que levante la cama para que puedas sentarte?
Habían dejado de elevar su pierna rota, así que no creía que hubiera algún problema en que estuviera lo más cómoda posible si así lo quería.
Y lo quería. Con un asentimiento, murmuró
—: Sí. Gracias.
Presioné el botón junto a la cama y vi su cara mientras su torso era levantado. Cuando abrió los ojos y levantó una mano, haciéndome saber que estaba bien, me detuve. Me estudió un momento, su mirada moviéndose sobre mi ropa.
Bajé la mirada hacia la ropa que aún llevaba y traté de pensar en un razón que darle de porque no usaba mi propia ropa.
—No te ves tan mayor para ser una enfermera —dijo arrastrando las palabras, adormilada.
Empecé a sonreír, pensando que me tomaba del pelo dado que le había dado agua y ajustado su cama, pero luego se alejó de mí, olvidándome por completo, y me di cuenta de que en serio pensaba que era una enfermera.
Mi mirada pasó volando hacia sus padres, solo para descubrir que me miraban, con alarma en sus ojos. Maribel volvió su atención a su hija.
—¿Santana?—dijo ella con miedo.
—¿Sí?
Su voz suave y ronca me hizo estremecer. Alcanzó a su madre de nuevo. Ni una sola vez trató de alcanzarme. Ella sabía quién era ella. Sabía quién era su padre. Sabía quién era ella. Pero no sabía quién era yo.
El miedo, la oscuridad y el frío, me llenaron. Santana no sabía quién era yo. ¿Cómo podía no saber quién era yo?
—¿Dónde está Tina? —preguntó, mirando alrededor de la habitación.
—Oh mierda —susurró el señor López.
Cubrí mi boca con las dos manos y di un paso hacia atrás. Los padres de Santana intercambiaron una mirada horrorizada antes de que ellos lanzaran una mirada a través de la cama hacia mí, la angustia los inundó a ambos. Sacudí mi cabeza, tratando de negarlo, pero había sucedido una de las peores cosas posibles. Perdió su memoria reciente, por lo menos cuatro años… porque pensaba que su hermana seguía viva.
Capturando toda la angustia en la habitación, Santana dijo
—: ¿Qué ocurre? ¿Ella está bien? ¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí? ¿Dónde está mi hermana?
Maribel gimió y puso sus manos sobre ella para tranquilizarla, pero debió haber sentido su dolor.
—¿Mamá? —Su voz temblaba de miedo.
Sus padres me miraron otra vez, y Santana se giró hacia mí, con la mirada acusadora, como si estuviera interfiriendo en un momento privado en el que un extraño no debe interrumpir.
—Yo, eh…
Mi voz tembló mientras levanté mis manos y retrocedí un paso más lejos-
—. Voy a dejar que tengas un tiempo con tu familia.
Sus padres asintieron en agradecimiento, y Santana se giró hacia ellos, ya olvidándome.
Las lágrimas corrían por mis mejillas. Mis piernas se sentían como fideos y de ninguna manera era capaz de sostenerme, pero seguí caminando, saliendo de su habitación y en silencio cerrando la puerta detrás de mí. Me encontraba a mitad del camino por el pasillo cuando la oí gritar
—:Noooo… Tina.
Era un milagro que sus cuerdas vocales pudieran sonar tan fuerte luego de lo roncas que habían estado. Pero el dolor detrás de sus gritos me hizo saber que había encontrado una manera de usarlas a pesar de todo.
Ryder, Quinn, Tina y… todo el mundo salió de la sala de espera justo cuando mis piernas cedieron y empecé a derrumbarme.
Mi hermano se lanzó hacia mí, apenas atrapándome.
—¿Brittany? ¿Qué demonios? ¿Estás bien?
Otro grito de la habitación de Santana lo hizo levantar la cara y mirar hacia allí.
—¿Qué pasó?
Me agarré de su camisa mientras nuestros amigos se reunían alrededor, viéndose asustados y preocupados. Las lágrimas corrían por mi rostro y obstruían mi garganta. No podía hablar.
—Ella no…
Un sollozo se apoderó de mí, y cerré mis ojos con fuerza.
—¿Brittany?
Preocupación llenó la voz de Ryder mientras acariciaba mi rostro.
—Su memoria —logré decir—, se olvidó unos años. Aún pensaba que su hermana seguía viva.
Me encontré con los ojos de cada persona reunida a mi alrededor.
—. Ella no nos recuerda a ninguno de nosotros.
Días de cansancio, miedo, preocupación, angustia y culpa se hicieron cargo entonces. Me desmayé, todo a oscuras y benditamente entumecido.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
CAPITULO 38
BRITTANY
Me desperté en una cama de hospital. Al principio, no tenía ni idea de lo que pasaba o por qué me encontraba allí. Cuando recordé a Santana, su estado de coma y el momento en que se despertó con solo la mitad de su memoria, me quedé sin aliento y me senté en posición vertical. Entonces gemí y acuné mi cabeza porque latía demasiado.
Ryder, que se había quedado dormido en una silla al lado de mi cama, se despertó de golpe.
—Oye. Tranquila —murmuró, parándose para abrazarme—.Está bien.
—¿Qué...?
Bajé mis brazos lentamente y me eché un vistazo. Todavía tenía la bata que había estado usando durante días, pero mis manos ahora se hallaban vendadas.
—. ¿Qué ha pasado? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
Soltando un largo suspiro, como si estuviera agotado hasta los huesos, Ryder sonrió de forma cansada. No se había afeitado en días, y sus ojos estaban llenos de cansancio. Pero se deslizó a un lado de mi cama para sentarse junto a mí y confortarme como si nada en absoluto lo estuviese afectando.
—Te desmayaste después…
Le hice un gesto silenciándolo, haciendo una mueca cuando pensé en el horror que me había llenado cuando me di cuenta que Santana no tenía ni idea de quién era yo, y el dolor que se produjo cuando le oí gritar por su hermana muerta.
—Sí, recuerdo esa parte.
Ryder asintió y tragó saliva.
—El personal te trajo aquí y te revisaron.
Estás sufriendo algún agotamiento severo y deshidratación, chica.
Tomó mis muñecas y miró mis vendajes.
—. ¿Por qué no me dijiste que te habías hecho daño ese día? Tus arañazos podrían haberse infectado.
Me encogí de hombros y desvié la mirada.
—No lo sé. No me di cuenta, supongo. —O no me importó.
Dejó escapar un suspiro.
—Hemos estado tan preocupados por ella, que no nos estamos cuidando. Esta noche, vamos a casa, dormiremos en camas de verdad y dejaremos que Marley nos llene de caliente comida casera. Sin discusión.
—Pero Santana...
—Todavía no recuerda a ninguno de nosotros.
Me tragué un sonido de negación, y la cara de Ryder se llenó de dolor.
—. No le estamos haciendo ningún favor estando por aquí y enfermándonos, Brittany. Los médicos dijeron que podría recuperar su memoria en cuestión de minutos, horas, días, o...
—Nunca —le dije, haciendo eco de la palabra a través de mi cabeza.
Había visto la película The Vow con Channing Tatum y Rachel McAdams. Estuvo basada en una pareja verdadera, y ella nunca había recuperado su memoria. ¿Qué pasaba si Santana nunca me recordaba? ¿Y si la había perdido para siempre?
El miedo me obstruyó la garganta. Conocerla este año y desarrollar una relación con ella me había definido de modo que permanecería para el resto de mi vida. Pensar que toda ella podría olvidarlo todo, me devastó.
Me dije que debería estar feliz porque estaba viva, que había logrado salir del coma. Pero la parte egoísta y necesitada de mí quería que me mirara y nos recordara.
—Brittany —la voz de Ryder me calmaba mientras envolvía un brazo alrededor de mi hombro—, va a estar bien.
Asentí, pero mis ojos seguían húmedos. Los limpié, cansada de llorar, de sentirme herida. Solamente quería a Santana. Quería acurrucarme en sus brazos y olvidar que algo de esto hubiera pasado.
—¿Cómo está? —le pregunté.
—Mejor —respondió una voz desde la puerta abierta.
Maribel vaciló cuando encontró mi mirada, pero luego entró en la habitación con su esposo detrás.
—.Habla claro y sin problemas. Sus habilidades motoras eran lentas al principio, pero se están desarrollando bien.
—¿Y su memoria? —le pregunté, mirando lejos porque todavía no sabía dónde me encontraba con ella. Era extraño verla mirándome con tal compasión.
Maribel se sentó en la cama junto a Ryder.
—Todavía le faltan unos cinco años. Cree que está en el último año de la escuela secundaria, y no ha recordado algo más desde que despertó.
Asentí.
—Eso es... —Me aclaré la garganta—. Bueno, al menos ella todavía tiene los primeros...
Pero no podía expresar mi agradecimiento. Su madre tomó mis manos, sonriendo suavemente como si entendiera mi dilema y me perdonara por mi dolor.
—Quería darte las gracias —dijo ella—. Gracias por no decirle quién eras. Ya estaba desorientada y asustada. Saber acerca de Tina la devastó suficiente. Creo que escuchar que se casó y...
—Lo sé. —Asentí y aparté mis manos para mantenerlas en mi pecho—.Nunca haría nada para lastimarla más.
Maribel parecía un poco triste de que me apartara, pero asintió.
—Lo sé. La amas mucho, y yo... —Se aclaró la garganta y bajó la mirada—. Me gustaría
pedirte disculpas por las cosas que te dije. Estaba... estaba histérica y asustada. Y tenía que atacar y culpar a alguien, pero no…
Dado que aún me sentía responsable, no podía escucharla perdonarme. Levanté mi mano y la tranquilicé.
—Está bien. Entiendo.
Sus dedos envolvieron los míos con severidad.
—No. No creo que entiendas completamente. No ha sido tu culpa, Brittany. Fue un accidente. No lo causaste, y has intentado todo a tu alcance para ayudarla. No tuviste la culpa.
Mi nariz picaba mientras trataba de no llorar, pero no funcionó. Calientes y pesadas lágrimas llenaron mis ojos.
—Pero y si hubiera…
—No. No más “y si”, hija. Santana ha estado sufriendo desde hace años con todos los “y si” que tiene cuando piensa en Tina. No pases por eso, también. Céntrate en el hecho de que ella fue una héroe y los salvó a ti y a tu hermano. ¿Vale?
No pude evitarlo, me puse a llorar. Cerrando los ojos, incliné mi cabeza y confesé
—: Solo quiero que me recuerde.
—Oh, cariño.
Maribel me apartó de mi hermano y atrajo en un abrazo cálido y maternal.
—. Te recordará. Ten fe. Santana siempre sale bien. Es nuestra pequeña superviviente. Va a recuperar sus recuerdos, y te amará de nuevo. No te preocupes.
Pero me preocupaba, y lloré todas mis preocupaciones sobre la camisa de mi suegra. Ella solo me sostuvo y me perdonó, y después de un tiempo, las lágrimas por fin se secaron.
Ryder cumplió su amenaza. Sin importar lo mucho que me opuse, me llevó a casa esa noche. No vi a Santana desde que había despertado de su coma y no me había reconocido. Todo el mundo creyó que era mejor si no se le acercaba mucha gente que vería como extraños, no hasta que se adaptara al hecho de que había perdido a su hermana y que ya no tenía diecisiete años. Me dolió mantenerme alejada de ella. Una parte de mí quería colarse en su habitación y obligarla a mirarme. Me recordaría. Tenía que recordarme. A nosotras. Para mí, era lo único digno de recordar. Pero no quería confundirla y hacerle más daño.
Mi habitación en la casa de Ryder y Marley ya no era mía. Brandt se había mudado y ninguna de mis cosas estaban allí. Me parecía bien. Mi casa estaba con Santana, en su cama. Tuve la tentación de volver a su apartamento y dormir en nuestra habitación, a solas. Pero sabía que no volvería a dormir y extrañarla me iba a matar, así que dejé a Brandt ser un caballero y dormir en la litera con Colton por la noche mientras me adueñaba de su nueva habitación.
Pero aun así no podía dormir, y cuando Colton se coló para abrazarme en medio de la noche, me alegré por la compañía, incluso si lo agridulce de ello me hizo llorar un poco más. Santana aparentemente estuvo inquieta y frustrada por no poder recordar los cinco años de su vida. Al día siguiente, cuando Ryder y yo regresamos al hospital, sus padres parecían agotados de tener que “hacerse cargo” de ella.
Maribel se quitó el pelo de la cara y dejó escapar un suspiro.
—Quiere respuestas, y no sabemos qué decirle sin alterarla demasiado. —Le dijimos que ha tenido amigos preocupados aquí, preocupados por ella, y quiere conocerlos. A todos.
Ryder y yo compartimos una mirada. La emoción brillaba en sus ojos, y sabía que mi propio estómago revoloteaba con anticipación. No podía esperar para volver a su habitación. Nos asentimos el uno al otro, y nos giramos hacia los padres de Santana.
—Por supuesto —respondió Ryder inmediatamente—. Voy a reunir a la pandilla, no hay problema.
Dentro de un par de horas, teníamos a todos en el hospital.
—Está bien, así que... —Ryder se frotó las manos cuando tomó el control del grupo—. Creo que estamos de acuerdo en que es demasiado pronto para decirle que está casada a menos que lo recuerde, pero, uh... todo lo demás es juego limpio. Si pregunta acerca de algo, podemos decirle lo que quiera saber.
Aunque solo Finn, y posiblemente Eva habían sabido que Santana y yo nos casamos antes del accidente, ahora todos sabían.
—Suena bien. —Finn puso su mano en la parte baja de la espalda de Eva—. Vamos a ver a nuestra chica.
En masa, empezamos a dirigirnos hacia su habitación. Me pregunté de forma fugaz si tantos desconocidos a la vez la iban a desbordar, pero también sabía que todo el mundo tendría paciencia con ella. Cuando llegamos a la puerta, donde Finn se encontraba de pie para darnos la bienvenida al interior, me detuve y me aferré al brazo de Ryder.
Me miró y me alejó unos pasos antes de murmurar
—: ¿Qué pasa?
La preocupación se filtraba a través de mí.
—¿Qué pasa si no puedo hacer esto? ¿Qué sucede si pierdo la cabeza y yo... empiezo a llorar otra vez? No quiero molestarla o...
—Brittany —Ryder sonrió y me besó en la frente—, si quieres ver a tu esposa, entonces vamos. Te conozco. Una vez que estemos en esa habitación, podrás hacer lo que sea para no perder la cabeza.
Su discurso no tan enérgico hizo que mis labios temblaran con una media sonrisa. Pero luego enderecé mi espalda y asentí. Aunque mis nervios fueron arrancados por la preocupación, agarré su mano mientras me conducía a la habitación detrás de todos los demás.
Santana estaba despierta y sentada en la cama. La mitad de su cara seguía vendada, pero se veía mucho mejor, alerta y consciente con color en su rostro. Su mirada se lanzó con cautela sobre todos mientras nos presentábamos en su habitación.
—Vaya —murmuró finalmente, como si estuviera superada—,son un montón de gente.
A su lado, su madre le tomó la mano.
—Estos son tus amigos más íntimos —dijo ella—. Han estado aquí todos los días, preocupados por ti.
Una vez más, Santana parecía enferma de miedo. No reconoció a ninguno de nosotros. Pero levantó una gran mano saludando y dio un tembloroso
—:Hola.
Ninguno de nosotros respondió. Creo que estábamos en estado de shock porque nos tratara como completos desconocidos.
—Te dejaremos hablar con tus amigos.
Maribel le dio una sonrisa alentadora mientras se levantaba.
—. Si necesitas algo, estaremos afuera.
Le brindó un guiño nervioso y la siguió por la habitación con la mirada, como si no quisiera que la dejara sola aquí con nosotros. Luego dejó escapar un suspiro y nos miró otra vez.
—Bueno, esto es extraño —dijo Finn—, San usualmente dice una broma sucia cuando necesitamos un poco de alivio cómico.
Mientras todos los demás dejaban escapar una risa baja, Santana negó con la cabeza, confundida.
—¿Quién es San?
El silencio que le respondió le hizo reacomodarse en su cama, luciendo aún más incómoda. Por último, mi hermano dijo
—: Tú eres San, amiga. Así es como te llamamos.
Me apoyaba contra el costado de Ryder, aferrándome a su brazo porque quería tanto ir hacia Santana y simplemente abrazarla y calmar su inquietud. Se veía tan sola en esa cama. Sola y perdida.
—¿En serio? —murmuró Santana, confundida. Negó con la cabeza—. ¿Por qué...? Ah. Debido a la parte de Satán López. Lo tengo.
—Nos miró otra vez, y ni siquiera se detuvo en mí, lo cual me dolía cada vez que su mirada revoloteaba sobre mí, y añadió
—: ¿Aún soy amiga de alguno de mis compañeros de la secundaria?
—Nunca he conocido a ninguno —respondió Ryder—. Y te he conocido probablemente por más tiempo que todos los aquí presentes. Tú y yo nos conocimos el primer año de universidad. Fuimos compañeros de dormitorio en el primer semestre. Luego conseguimos un apartamento juntos hasta hace un año.
Santana asintió.
—Así que, ¿ninguno de ustedes conoció a Tina?
El nombre nos hizo congelarnos. A estas alturas, todo el mundo sabía que era su hermana y había muerto, pero ya que teníamos una Tina en nuestro grupo, era extraño oírle decir el nombre.
Por último, Ryder negó con la cabeza.
—Uh, no. No, lo siento, nunca llegamos a conocer a tu hermana.
—Oh.
Desinflada por eso, Santana bajó la mirada a sus manos.
—Así que... —continuó Ryder, decidido a despejar la tensión incómoda en el aire-
—. También has conocido a Mike por más tiempo, hace unos dos años cuando se unió al equipo de fútbol con nosotros.
—¿Fútbol? —Santana levantó la vista, sorprendida—. ¿Jugué fútbol? ¿En la universidad? —Negó con la cabeza—. Yo... no estaba pensando en deportes en la universidad.
Ryder sonrió.
—No, te insistí hasta que entraste. Éramos geniales en eso. Ganamos el campeonato nacional de este año. Fuiste la mejor receptora en el equipo.
—¿En serio?
Sorpresa inundaba la voz de Santana mientras sus labios se curvaron en una sonrisa.
—. Eso está muy bien.
—Sí —murmuró Ryder—. Y después de casarme, te mudaste con Mike y su novia...
—Asiatica —espetó Tina antes de que Ryder dijera su nombre—. Me dices Asiática.
Las lágrimas brillaban en sus ojos mientras sonreía.
—. Y te gusta convencerme para que te cocine o te lave la ropa tan a menudo como sea posible.
Tenía ganas de llorar de nuevo porque Tina y Santana habían estado tan unidas. Tenía que dolerle, también, saber que se había olvidado de la especie de hermandad que habían formado.
—Va…le —dijo lentamente, mirando con desconfianza entre Mike y Tina—. Así que, ¿vivo con ustedes dos? Qué extraño.
La culpa se arrastró por la expresión de los asiaticos mientras me miraban. Pero lo mejor era no mencionar que yo ahora vivía con ellos. Ryder acarició mi brazo para calmarme; su sexto sentido debe haberle advertido, sabiendo que mis conductos lacrimales luchaban por empezar a abrir sus compuertas.
—Y Finn es probablemente la próxima persona que conociste. Trabajaba, en realidad ahora es dueño, del bar donde todos trabajamos.
Santana apartó la mirada de Finn para fruncirle el ceño a Ryder.
—¿Bar? ¿Trabajo en un bar?
—La discoteca Forbidden —respondió Finn—. Todos los chicos aquí son camareros allí.
Santana entrecerró los ojos.
—¿Un bar? —repitió, incrédula y negó con la cabeza—. Ni siquiera tengo edad suficiente para beber y yo, quiero decir...
Tal vez recordó que tenía veintidós años ahora, en lugar de diecisiete, se llevó una mano a la frente, sumergiéndose en las noticias.
—. Es extraño —murmuró.
Echó un vistazo a Eva de pie al lado de Finn, así que éste pasó un brazo alrededor de su cintura.
—Y esta es mi futura esposa, a pesar de que todo el mundo ya nos trata como casados...
—Diosa —dijo Eva—, me apodaste Diosa.
Pensando que recordaría que realmente la llamaba Tetas de Leche, todo el mundo hizo una pausa, esperando que corrigiera, pero ella se limitó a asentir.
—Bien.
El dolor me atravesó. En esta cama podría estar Santana López, pero Santana mi Santana
desapareció por completo. Y yo me había enamorado de Santana. Mi perfecta Santana.
Me estremecí y apreté la mano de Ryder con más fuerza. Bajó la mirada hacia mí y sus ojos se iluminaron con la misma preocupación. Su Santana, su mejor amiga, también se había ido.
Mercedes fue la siguiente en presentarse.
—Y a mí me dices Buttercup —dijo Mercedes saludándola con la mano y una sonrisa que no alcanzó sus ojos—. Compartimos una clase de arte el último año, y pasamos buenos ratos molestándonos.
Santana frunció el ceño, probablemente tratando de averiguar si los buenos ratos podrían pasarse molestando a alguien.
—Es probable que te haya conocido por el menor lapso de tiempo —dijo Sam.
—. Mi nombre es Sam, pero usualmente me llamas por mi apellido, que es Evans.
Me pareció tan extraño que tuviéramos que presentarnos. Quería escapar de esta habitación, quería escapar de este momento. Santana no podía olvidar. Simplemente no podía.
—Parece que apodo a mucha gente.
—Definitivamente tienes algo por los apodos —dijo Mike—. Mi nombre es Mike, pero siempre me has llamado Asiático.
Santana asintió y me miró antes de volver su mirada a Ryder.
—Así que, ¿qué apodo le puse a tu esposa?
—Oh.
La simpatía se precipitó por la mirada de Ryder cuando me miró.
—. No. Ella en realidad es mi hermana. Brittany.
Hizo una breve pausa, como esperando a ver si ese nombre significaba algo para ella, pero ni siquiera se inmutó, lo que me hizo estremecer por dentro.
—. Mi esposa está en casa con mis hermanos menores, Marley. Pero la llamas Shakespeare, porque es profesora de inglés.
—Oh. Lo siento —Santana me miró, pidiendo disculpas por confundirme con la esposa de Ryder. Empezó a apartar la mirada, pero luego miró otra vez. El reconocimiento iluminó su mirada, y yo contuve la respiración, anhelando, orando que recordara.
Creo que todos los demás en la sala se inclinaron, con un suspiro colectivo como si esperaran lo mismo. Me señaló.
—Eres la enfermera de ayer, ¿no?
Inhalé una respiración dolorosa y retrocedí, tratando de no perder el control. Ryder me apretó el codo fuerte, así que parpadeé rápidamente y asentí.
—S-sí. Esa era yo.
Miró entre Ryder y yo antes de murmurar
—: Oh. Está bien, entonces.
No iba a lograrlo. Necesitaba hacerme un ovillo y llorar en alguna parte. Pronto. Atrapé la mirada de Tina y su rostro se disolvió en la miseria. Tuvo que enterrar la cara en el hombro de Mike para ocultar sus lágrimas. Levanté mi barbilla para mantenerme fuerte, pero no sé cómo lo hice. Ese fue un punto de quiebre para todo el mundo, al parecer.
—Deberíamos dejarte descansar —murmuró Sam, luciendo tan triste como nunca lo había visto.
—Está bien. —Santana, por el contrario, parecía aliviada al ver que nos íbamos.
Ryder me jaló contra él con fuerza, sabiendo lo cerca que me encontraba de romperme. Todos miramos hacia la puerta, pero luego Eva murmuró
—: Maldita sea. Sé que no te acuerdas de mí, pero voy a abrazarte para despedirme
de todos modos.
—Uh...
Santana se echó para atrás, sus ojos ampliándose cuando ella se le acercó con un determinado arco en las cejas. Luego dijo
—: Está bien.
Vi con envidia como Eva le echó los brazos al cuello y la abrazó. Incluso Santana le devolvió el abrazo con un brazo. Entonces ella estampó un beso rápido en su mejilla. Anhelaba tanto ir a ella, fundirme en sus brazos y simplemente refugiarme en el amor de mi vida.
Reese me miró, me guiñó un ojo, y luego se alejó de Mercedes.
—Bueno, yo también quiero un abrazo.
Así, la abrazó, y Santana la dejó, dándole otro abrazo de un brazo. Cuando se apartó, ella me miró directamente.
—¿Siguiente?
Tina se acercó y me dio un codazo para que me adelantara. Me tropecé, pero estabilicé mis pies y levanté la mirada. Santana me observaba, dejándome dirigirme hacia ella sin protestar.
Iba a abrazarla. Oh Dios. ¿Cómo iba a parar después de una cantidad razonable de tiempo y esperar a soltarla? ¿Cómo iba a detenerme con un solo abrazo? Pero me incliné hacia ella, de todos modos, aterrorizada de no ser capaz de mantener mi entereza.
Mis brazos la rodearon y casi lloraron de alivio, tan felices de estar envolviendo el cuerpo conocido de Santana. Sin embargo no olía a Santana; olía a antisépticos hospitalarios estériles. Eso me ayudó a recordarme que ya no era mía, y empecé a retirarme.
Pero Santana volvió su rostro hacia mí por lo que mi pelo se arrastró por su nariz mientras me movía hacia atrás. Inhaló sobresaltada y me miró con los ojos muy abiertos.
Me quedé inmóvil, boquiabierta. Parpadeó varias veces, luciendo muy confundida.
—¿Qué pasa? —le pregunté lentamente, con miedo a creer que en realidad había desencadenado algo.
Ryder se acercó más.
—¿Te acuerdas de algo?
Diablos, creo que toda la habitación se acercó. De repente, todo el mundo se encontraba allí, con los ojos brillantes y ansiosos.
—Yo...
Santana siguió mirándome antes de negar con la cabeza.
—. Lo siento, tuve una sensación extraña. Tu olor… quiero decir…
Agitó las manos como si las ideas en su cabeza fueran absurdas.
—. Lo siento —murmuró al final, luciendo absolutamente avergonzada al tiempo que sus mejillas se enrojecieron.
—No, no lo sientas —exigió Eva—. Solo tienes que decirnos lo que ya recordaste.
Santana se echó hacia atrás, obviamente sorprendida por la impaciencia en su voz. Pero entonces su mirada se desvió de nuevo a mí, y mi estómago se revolvió con todo tipo de cosas. Necesidad, esperanza, anticipación, amor.
Entrecerrando los ojos como si tratara desesperadamente de recordar, Dijo
—: ¿Acaso nosotras...?
—¿Nosotras qué? —insistí en voz baja.
Una vez más, negó con la cabeza. Pero luego dejó escapar una especie de resoplido incrédula y preguntó
—: ¿Acaso alguna vez subimos juntas por la ladera de un edificio y nos sentamos en la cima para mirar... las estrellas?
Las lágrimas llenaron mis ojos de inmediato. Me tapé la boca con las manos y amortigüé la respuesta.
—Sí. Sí lo hicimos.
Pero eso solo pareció confundirla más.
—¿El antiguo cine?
Asentí con la cabeza.
Y ella sacudió la suya.
—Pero ¿por qué iba a llevarte allí?
Una risa nerviosa retumbó en su pecho.
—. Solo voy allí para estar sola. Nunca he llevado a nadie.
Sus ojos parpadearon de repente con la comprensión. Miró a Ryder.
—.Oh, diablos. No es solo tu hermana, ¿verdad?
Ryder sonrió con orgullo.
—No. No lo es.
Santana volvió su mirada hacia mí. Se quedó mirándome como si estuviera tratando de leerme desde mi interior. Mi corazón latía a una velocidad loca, tan feliz de que recordara sentarse conmigo en el techo del cine.
—Increíble —murmuró Mike—. El olfato es el sentido más asociado con la memoria porque el bulbo olfatorio es parte del sistema límbico, pero guau. Nunca lo vi funcionar así.
Con un suspiro, Santana rodó los ojos.
—Qué jodido nerd de biología.
Una sonrisa se extendió por mi rostro. Recordó que la biología era la especialidad de Mike. Se acordó...
Alcancé su brazo, incapaz de evitarlo. Cuando su mirada envió rayos láser a mi mano, me detuve y comencé a apartarme, pero ella atrapó mi muñeca y la llevó a su nariz.
—Pero tiene razón. Conozco ese olor.
Su mirada volvió a mi cara. Las lágrimas llenaron mis ojos mientras mi Santana comenzaba poco a poco a regresar a nosotros. Un conocimiento invadió su expresión.
—Ven aquí.
Dobló el dedo, indicándome que me acercara más. Me agaché y preguntó
—: ¿Quieres construir un muñeco de nieve?
Solté una risa feliz. Había citado una película para mí e hizo lo nuestro.
—Frozen —le dije, nombrando la película.
Cuando alzó las pestañas, una mirada de asombro se apoderó de su rostro. Luego agarró mi cabello y llevó un mechón a la nariz.
—Mierda. —Su mirada se lanzó a la mía—. Te gusta más cuando te tiro del pelo.
Jadeé y me alejé con mortificación.
—¡Santana!
—Por supuesto —murmuró secamente Eva—, su primer recuerdo debía ser de sexo.
—Cállate, Tetas de Leche —exclamó Santana, sin apartar ni una sola vez los ojos de mí—. Estoy tratando de recuperar mi maldita memoria.
—Te acuerdas —las lágrimas inundaron mi cara—. Te acuerdas de todo.
Santana limpió suavemente las gotitas de mis mejillas.
—Como si pudiera olvidarte. Eres mi otra mitad. Mi esposa.
Desde algún lugar de la habitación, Reese arrulló
—: Ahh. Eso es tan dulce.
Santana frunció el ceño.
—Ahora, a estos otros hijos de puta, los olvidaré con mucho gusto.
—Oye —interrumpió la voz ofendida de Mercedes—, eso no es muy amable. Arrastramos nuestros culos cansados hasta aquí todos los días de esta semana para a veces ni siquiera llegar a verte, ¿y así es cómo nos pagas?
Sin hacerle caso, Santana me acercó más.
—Dios, te amo —murmuró y presionó su frente contra la mía, solo para murmurar “auch”, y apartarse.
—Lo siento, lo siento.
Me alejé, llevando mi mano a la boca porque lo sentía realmente, aunque también quería reír y llorar de alegría porque mi Santana estaba de vuelta. Mi Santana estaba de vuelta.
—Jesús.
Hizo una mueca y pinchó su vendaje suavemente.
—. ¿Qué diablos me pasó? La gente menciona un accidente. Pero no dicen qué tipo. Lo
último que recuerdo...
Hizo una pausa y miró a Ryder.
—. Estabas furioso conmigo, pero aun así me dejaste acompañarlos a su picnic familiar. Y... en el camino jugamos al juego de los faros con los chicos, pero... eso es todo.
Sus ojos se ensancharon con horror.
—. Mierda. No tuvimos un accidente de coche, ¿verdad? —Su mirada recorrió frenéticamente el entorno de la habitación.
—. ¿Dónde están Colton y Brandt?
—Se encuentran bien. Están en casa.
Ryder puso una mano de forma tranquilizadora en el hombro de Santana.
—. Todos llegamos sanos al parque Rainly. Tuvimos un día de campo, y luego llevaste a Colton y Brittany a mostrarles la cascada.
Santana asintió, pero su frente se arrugó por la confusión.
—Y entonces... ¿fui mordido por una serpiente venenosa que... —Levantó el brazo y lo miró extrañamente—... tenía unas impresionantes habilidades de ninja e hizo que me
pusieran un cabestrillo en el brazo, una escayola en la pierna y me desfiguró la
cara?
—Y entonces erosionó el suelo alrededor de la cascada —le corregí—, cuando Colton se paró demasiado cerca del borde.
—Mierda. ¿Se cayó?
—Casi. Se sostuvo a una vieja raíz que sobresalía del dique, y pudiste ponerlo a salvo. Pero en el proceso, te caíste tú.
—¿Pero está bien el chico? —preguntó Santana insistentemente.
—Solo tiene un rasguño o dos —dijo Ryder—. Se enojó mucho porque terminaras herida, pensando que todo fue su culpa, así que Marley y Brandt están en casa con él.
—Pobre chico.
San cogió mi mano, y yo ni siquiera podía expresar lo increíble que se sentía enredar mis dedos con los suyos. Cuando su mirada encontró la mía, dejó escapar un suspiro.
—. Entonces, ¿qué hay de mí? ¿Voy a estar bien?
Una vez más, tocó todas las vendas que cubrían la mitad de su cara. Una sonrisa floreció en mi cara. Sabía que iba a estar bien.
—Aparte del daño cerebral, solo tienes una luxación de hombro, la pierna fracturada, y
algunos rasguños.
Hice una pausa y respiré profundo.
—. Ah, y el doctor dice que es probable que te queden cicatrices permanentes en la cara.
Los dedos de Santana se detuvieron en el vendaje.
—¿Permanentes?
Asentí y tomé su mano.
—Apuesto a que las cicatrices te quedarán sexy.
Su mirada se llenó de tormento, y yo quería decirle que siempre sería la mujer más bella que había conocido, pero Ryder dijo
—: La buena noticia es que, después de haber salvado la vida de mi hermanito, ya no estoy enojado contigo.
Santana lo miró. Luego resopló.
—Sí, siempre y cuando deje a tu hermana, ¿verdad?
Ryder se encogió de hombros.
—Nah. Después de salvarle la vida, me imagino que quedaste atada a ella.
—¿También te salvé la vida? —dijo Santana lentamente, volviendo su mirada hacia mí.
No iba a contestarle, pero Ryder tuvo que decir
—: Cuando casi te caíste, ella trató de ayudarte.
Santana se giró hacia mí.
—Cristo, Brittany. ¿Hiciste eso? Podrías haberte caído
.
—Casi se cayó. —Ryder parecía ansioso por seguir hablando—. Ella se deslizaba hacia el borde, pero le soltaste la mano.
—Por supuesto que sí, maldita sea.
Santana asintió como si no hubiera otro paso lógico.
Negué con la cabeza.
—Podría haberte salvado, o esperar el tiempo suficiente hasta que nos alcanzara Ryder.
Pero ella también negó con la cabeza.
—No me importa. Lo que hiciste es demasiado arriesgado. Nunca en un millón de años dejaría que nada malo te sucediera. Por eso, supongo que puedo lidiar con un par de cicatrices. Yo era condenadamente guapa de todos modos.
Aunque todo el mundo se echó a reír, yo seguí mirándola, asombrada por mi suerte al ser la mujer que amaba. Sabía que no me la merecía, pero iba a apreciarla con todo lo que tenía.
Ryder le apretó el hombro.
—Oye —murmuró.
Cuando Santana lo miró, mi hermano tragó saliva ruidosamente. Después de tragarse su orgullo, dijo
—: Lo siento.
Mi esposa frunció el ceño y sacudió ligeramente la cabeza.
—¿Por qué?
—Por ser un maldito imbécil en las últimas semanas.
Santana se encogió de hombros.
—Siempre eres un imbécil. ¿Qué hay de nuevo?
Ryder soltó una risa ahogada que sonó como si fuera a convertirse en un sollozo. Luego dijo con voz ronca
—: Sabes de qué diablos estoy hablando.
Pero Santana negó con la cabeza.
—No. No lo sé. Creíste que Brittany se encontraba en peligro, por lo que hiciste todo en tu poder para protegerla. No voy a perdonar esa mierda. Me alegro de que lo hicieras. Estaría molesta si no hubieses hecho nada.
Con un movimiento de cabeza, Ryder le refutó
—: ¿Te alegra que haya hecho toda esa mierda en tu contra?
Parecía no creerle. Pero Santana estiró su brazo lentamente y agarró el de mi hermano.
—Me alegro de que lo hicieras en contra de quien sea que considerabas una amenaza
para ella. Pero también me alegra que por fin te dieras cuenta que no soy una amenaza.
—Sí.
Ryder se frotó la cara como si quisiera asegurarse de que permanecía seca.
—. Yo también —entonces respiró profundo—. Así que... ¿un café? ¿El próximo sábado por la mañana después de que salgas de este lugar?
En realidad esta vez podría invitarte yo. Santana le sonrió antes de volver su mirada en mi dirección.
—Lo tienes, amigo.
Entonces chasqueó los dedos mientras mantenía su mirada en mí.
— Sam —exclamó—, ¿no es la tradición que comiences a cantar una canción de
mierda para nosotros?
—¿En serio? —La voz de Sam sonaba mordaz—. ¿Vas a hacerme eso otra vez?
Santana simplemente continuó sonriéndome.
—Joder, sí. Yo soy la que está acostada en una maldita cama del hospital. Se hace lo que digo.
—Bien. Pero me debes por esto.
Y entonces comenzó a cantar. Me reí cuando las letras de “Sweet Brittany” llenaron el aire. Pero Santana no se rió. Solo me miró, con los ojos brillantes de amor y admiración mientras pronunciaba silenciosamente las palabras de la canción. Cuando Eva, Reese y Pick se unieron en el coro, Santana me jaló más cerca.
—Te amo —murmuró—. Gracias por estar aquí cuando me desperté y traerme de vuelta.
—Yo también te amo —murmuré—. Gracias por regresar.
—¿Por ti? Siempre.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
Omg todo lo que ocurrió !!!!
Pues de este accidente salieron al menos cosas buenas, todos saben de su matrimonio y lo aceptan.
Todo volvió al lugar correcto y pues a seguir adelante ahora que le vida les dio otra oportunidad.
Y que forma de volver de San con sus apodos, pero ya con eso se sabe que volvió jajaja
Esperó que pronto salga del hospital y vuelva a casa con su esposa :D
*** gracias por actualizar y que bueno que estas mejor!!!
Saludos y esperó que estés mejor, cuidate mucho*
Pues de este accidente salieron al menos cosas buenas, todos saben de su matrimonio y lo aceptan.
Todo volvió al lugar correcto y pues a seguir adelante ahora que le vida les dio otra oportunidad.
Y que forma de volver de San con sus apodos, pero ya con eso se sabe que volvió jajaja
Esperó que pronto salga del hospital y vuelva a casa con su esposa :D
*** gracias por actualizar y que bueno que estas mejor!!!
Saludos y esperó que estés mejor, cuidate mucho*
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
Pobre britt , no sabia si su esposa estaba viva y cuando le dicen que se salvo , pierde la memoria . Pero por suerte la recupero , fue lindo el momento , se nota que la ama de verdad
Gracias por actualizar , ya me estaba desesperando por saber que pasaba
Gracias por actualizar , ya me estaba desesperando por saber que pasaba
sofi_LM* - Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 11/11/2016
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
mucho con demasiado, todo resulto mejor de lo esperado, ahora a ser felices!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
Que susto con san!! Menos mal que ya recupero la memoria, y bueno las cicatrices no la hacen menos ella,asi qe qe bien seva a recuperar. Amo esta historia,va directo a mis favoritas! Gracias por tomarte el tiempo de compartirnosla.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
Nos queres matar de un susto!!!!!?????
Por fin San volvió!!!
Saludos
Por fin San volvió!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
Muy buena manera de recordar que tuvo san ja ja
Y sobre todo que ryder ahora de una ves acepte la relación de san y britt pero no creo que iba a hacer mucho para separarlas. ..
A ver como.siguen las cosas??
Y sobre todo que ryder ahora de una ves acepte la relación de san y britt pero no creo que iba a hacer mucho para separarlas. ..
A ver como.siguen las cosas??
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
Ya que todo estaba en su lugar lo único que falta es un bebé!! Jajaja
Bueno primero que San consiga un trabajo, obviamente Britt iría con ella a donde fuera. Y así y tendrían la familia perfecta jajajajajajaja. Bien emocionada yo :D
Bueno primero que San consiga un trabajo, obviamente Britt iría con ella a donde fuera. Y así y tendrían la familia perfecta jajajajajajaja. Bien emocionada yo :D
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
JVM escribió:Omg todo lo que ocurrió !!!!
Pues de este accidente salieron al menos cosas buenas, todos saben de su matrimonio y lo aceptan.
Todo volvió al lugar correcto y pues a seguir adelante ahora que le vida les dio otra oportunidad.
Y que forma de volver de San con sus apodos, pero ya con eso se sabe que volvió jajaja
Esperó que pronto salga del hospital y vuelva a casa con su esposa :D
*** gracias por actualizar y que bueno que estas mejor!!!
Saludos y esperó que estés mejor, cuidate mucho*
Hola, sip, pero buen susto que pasaron, y por el que nos hicieron pasar no crees??. Bueno tuvo que pasar esto para que Ryder el tonto pudiera ver las cosas diferentes..
Una manera muy peculiar de volver no crees???
Gracias por tus saludos, te lo agradezco, pero todavia sigo un poco inestable de saludo por eso no estoy al 100 en todas las adaptaciones. pero se te agradece, tus comentarios y buenos deseos. Mil disculpas por abandonar por dias a veces las historias pero creanlo no es por que quiera....
Ahora creo que este sera la ultima actualizacion de PERFECTA, que la disfruten...
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
sofi_LM escribió:Pobre britt , no sabia si su esposa estaba viva y cuando le dicen que se salvo , pierde la memoria . Pero por suerte la recupero , fue lindo el momento , se nota que la ama de verdad
Gracias por actualizar , ya me estaba desesperando por saber que pasaba
Hola, jajajaj sip bueno menos mal que fue asi, que todo fue temporal, y si quedan cicatrices como dice Santana de todos modos es condenadamente hermosa. jajajajaj
Gracias Gracias a ti por leer y comentar, al igual que todas las lectoras........ ya hoy termino esta adaptación, y esta semana también termina Bastarda E...espero nos leamos en las otras.......
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
micky morales escribió:mucho con demasiado, todo resulto mejor de lo esperado, ahora a ser felices!!!!!
Hellloo... mucho con demasiado jajajaj muy bueno.....
Sip mejor de lo esperado..
Ahora a ser felices como dices. Vamos a ver como terminan las chicas. Esta es la ultima actualizacion que la disfruten, y nos seguimos leyendo....
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
monica.santander escribió:Nos queres matar de un susto!!!!!?????
Por fin San volvió!!!
Saludos
Hoja, jajajja, no para nada, como crees, por eso no deje nada a medias, y subi la parte completa del accidenten........
Bueno gracias por comentar y ya subo la parte final de la Historia.....
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
3:) escribió:Muy buena manera de recordar que tuvo san ja ja
Y sobre todo que ryder ahora de una ves acepte la relación de san y britt pero no creo que iba a hacer mucho para separarlas. ..
A ver como.siguen las cosas??
Hola, jajajja, sip que peculiar la forma de recordar con el cabello de Brittany y luego con "tetas de leche".
Ryder de todos modos tenia que aceptar tuvo que pasar lo peor para que fuera asi, aunque no creo que hiciera la diferencia..
Ahora a ver como terminan...
Gracias por leer y comentar.....
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
JVM escribió:Ya que todo estaba en su lugar lo único que falta es un bebé!! Jajaja
Bueno primero que San consiga un trabajo, obviamente Britt iría con ella a donde fuera. Y así y tendrían la familia perfecta jajajajajajaja. Bien emocionada yo :D
Hola JVM, jajajaj crees que habra bebe.... bueno yo tambien lo espero..
jajajaj me encanta tu emoción ajjajajaja.... Gracias a ti por leer y comentar esta y mis otras adaptaciones.....tus saludos, comentarios, son muy agradables y muy gratos para mi.... me hacen mi dia..... Un saludo y abrazo a la distancia...
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
EPILOGO
SANTANA
5 AÑOS DESPUES
En la universidad, los juegos de beber eran lo mejor porque, comúnmente, significaban que conseguiría follar con alguna chica borracha. Esta noche, quería rodar los ojos y gruñir. Ah, espera. Acababa de rodar los ojos y gruñir. Pero, maldita sea, ahora era una idiota vieja y casada. De acuerdo, tal vez no tan vieja, pero sí madura a la perfección. Aun así, no necesitaba alcohol para tener sexo esta noche. Todas las parejas sentadas en el suelo, rodeando la otomana del hotel, estaban tan adultas y casadas como yo. Así que, ¿por qué nos preocupábamos? No habría sexo con desconocidos después o despertares en algún lugar raro con piezas vitales de ropa perdida.
Volveríamos a nuestras respectivas habitaciones y nos acurrucaríamos con nuestras parejas, luego despertaríamos antes del maldito amanecer para volar temprano y volver a casa. Así que, ¿por qué nos encontrábamos jugando un maldito juego de beber?
—Oh, demonios —gruñí, agarrándome el costado—, creo que acabo de dislocarme la cadera por estar sentada en este maldito piso.
Ryder me pateó, justo en la cadera que acunaba. Bastarda.
—Deja de ser una bebé. Suenas como alguien de ochenta años en vez de una de veintisiete.
—Me siento más cercano a los ochenta —me quejé, mirándolo mientras sobaba el lado que me pateó.
—. Cabrón.
A su lado, su esposa se tapó la boca con una mano y comenzó a reír como una chiquilla. El juego la tenía totalmente excitada. Aún no tenía ganas de jugar, pero está bien, era bastante divertido ver a Shakespeare borracha. Era el primer fin de semana lejos de su nuevo hijo, y podías asegurar que la pobre mujer parecía desesperada por un poco de libertad.
—Déjame sostenerte eso, bebé
Ryder tendió su brazo para quitarle la botella de licor, pero ella lo alejó, y se acercó a él mientras fruncía sus labios para besarlo.
—Preferiría que me sostengas a mí.
—¡Ugh! Cielos.
Haciendo una mueca, alcé una mano para protegerme los ojos del besuqueo que le siguió.
—. ¿En serio? ¿Van a hacerme ver porno luego de haber sido forzada a sufrir con este estúpido juego donde Shakespeare hace trampa cuando toma tragos entre cada turno, y estas dos ni siquiera pueden participar?
Señalé con el pulgar a Tetas de Leche y a Buttercup, quienes ambas se encontraban voluminosas e hinchadas por el embarazo, y además vetadas de beber cualquier alcohol.
Buttercup rodó los ojos mientras bebía de su brillante jugo de uva: otro engañoso y sospechoso trago.
—Emborracharse no es el objetivo.
Frunciendo el ceño, enarqué una ceja.
—Entonces, ¿cuál es el maldito objetivo de un juego de beber?
—Reconectar —respondió Tetas de Leche—. Ha pasado mucho tiempo desde que estuvimos todos juntos. Intentamos divertirnos un poco, San. Cielos, no seas aguafiestas.
Suspiré. Los estúpidos juegos no eran mi idea de reconectar o divertirme. Maldita sea, creí que habíamos hecho un buen trabajo poniéndonos al día en la cena antes del concierto, y tengo la certeza que todos los chicos me apoyarían en esto… si estuvieran dispuestos a ir en contra de la opinión de sus esposas. Dominados.
Apreciando demasiado a Brittany por nunca hacerme sentir que no podía esbozar mi propia opinión, apoyé mi brazo sobre su rodilla y froté su suave pantorrilla. Se hallaba sentada en la silla a mi lado, y ya me encontraba recostándome en su pierna para apoyarme.
Cuando sus dedos se enredaron en mi cabello como respuesta, casi ronroneé de felicidad. Dios, amaba a esta mujer. A decir verdad, haría lo que fuera por ella, incluso abandonar nuestro perfecto nido en Lake Tahoe —donde, con el tiempo, tuve otra oportunidad de aplicar para el trabajo y lo acepté esta vez, y Brittany se transfirió de universidad para graduarse en filmación—, para viajar de regreso a Chicago y ver a Sam Evans y su banda, Non-castrato, en su primera y gran presentación en la sala de conciertos, el Metro.
Bien, tal vez también me enorgullecía el tipo y quería ver su concierto, el cual fue, de acuerdo, asombroso y los pases tras bambalinas que nos envió fueron aún más geniales… pero nunca lo admitiría en voz alta. En su lugar, tuve que gruñir y lamentarme por ello porque así soy. Pero juntarse con el resto del grupo en la habitación de Finn y Tetas de Leche después para jugar juegos de beber para “reconectar”, apestaba.
—Ooh, es mi turno.
Buttercup se emocionó un poco mientras elegía la hoja doblada del centro de nuestro círculo y la abría. Luego de aclararse la garganta, leyó el mensaje en voz alta.
—: Creo que este maldito juego apesta. —Ladeando su cabeza, me miró—. San.
—Vaya —dije, poco impresionada—, adivinaste que fui yo. —Poniendo mi mano en mi corazón, le batí mis pestañas—. Me conoces tan bien.
Resopló.
—No, a diferencia de algunos aquí, yo tengo buena memoria. Dijiste esa frase exacta hace treinta segundos.
—Ah, sacarás en cara lo de la memoria, ¿eh? Eso es bajo, señora. Muy bajo.
De vez en cuando, aún tengo lagunas en mi mente. No recuerdo nada del día del accidente y, a veces, Brittany tiene que recordarme cosas que hicimos cuando salíamos, pero nunca olvidé lo mucho que significaba para mí, lo cual es todo lo que importaba.
—La próxima vez, ¿por qué no vas por mi cara jodida?
De hecho, todos se habían acostumbrado a mis cicatrices después de que ni siquiera se distinguieran.
—Pero son lindas —Buttercup se estiró para trazar con su dedo la más profunda en mi mandíbula—, por lo que frustraría el propósito de intentar burlarme.
—Esta es mi favorita.
Brittany tocó la que pasaba por la esquina de mi ceja izquierda. Levanté la cabeza para sonreírle.
—A mí me gusta la curvada en su barbilla.
Asiática me sonrió mientras rodeaba el bíceps de Mike y posaba la mejilla en su hombro.
Cuando le guiñé, Ryder gruñó.
—¿Qué rayos? La idiota se mutila, ¿y las chicas aún la persiguen?
—Oye, soy una chica encantadora.
Descansando mi mejilla en el muslo de Brittany, le sonreí y ella me sonrió en respuesta, mostrándome que concordaba conmigo.
—Sí, una tipa encantadora que no ha dejado de molestar y quejarse desde que entramos en mi habitación —murmuró Finn. Señaló con un dedo la pila de piezas de papel en el suelo—, y que resulta que es su turno.
Gruñí.
—En serio me obligarán a seguir jugando, ¿no?
—Solo agarra un maldito pedazo de papel —gruñó.
Frunciéndole el ceño, me alejé del calor y comodidad de mi mujer para inclinarme y agarrar un trozo.
Gruñendo por lo bajo, deshice cada desesperante dobladura y luego abrí los ojos antes de enfocarme en las palabras.
—Estoy embarazada y no sé cómo decirle a mi pareja —leí en voz alta, antes de suponer inmediatamente—: Tetas de Leche.
Tetas de Leche me frunció el ceño mientras ponía una mano sobre su enorme panza.
—Eh… creo que es seguro decir que Finn ya lo sabe.
—Bien.
Rodé los ojos, tomé un trago, porque eso significaba que había perdido. Pero aun así tenía que adivinar hasta tener la respuesta correcta.
—.Buttercup, entonces.
Bufó y también frotó su estómago.
—Si crees que no le hago saber a mi pareja en cada oportunidad que tengo que llevo cinco meses de embarazo con sus gemelos, entonces estás loca.
—Y en serio me lo hace saber… cada oportunidad que tiene —añadió su esposo
Cuando Buttercup le miró mal, agregó con rapidez
—: Y me encanta cada vez que lo hace. —Luego sacó un trozo de la barra de chocolate que sostenía y la alimentó en la boca. Ella suspiró de inmediato y cerró sus ojos,
satisfecha.
Demonios, este hombre era bueno. Tendría que recordar ese truco para cuando
Brittany… mierda. No podía embarazarse. Últimamente, había sido una imbécil
por olvidarlo. Culpaba a Ryder. Desde que embarazó a Shakespeare, me
encontraba… ansiosa.
Hablando de Shakespeare, la miré con curiosidad tras beber mi segundo
trago de cerveza. Al instante, sacudió la cabeza.
—Ni siquiera me mires, amigo. Acabo de darle el pecho a Beau. Todavía no estoy lista para tener el segundo.
Así que llevé mi mirada al otro lado del cuarto, donde la esposa de Parker acunaba a un durmiente bebé en sus brazos y Parker la acunaba a ella en sus brazos. Malditos recién casados. Encajaban bien siendo la nueva pareja del grupo, pero desde que se volvieron padres, les gustaba encerrarse en su burbujita familiar. Tengo que admitir que era tierno verlos juntos.
Si Brittany y yo no teníamos un hijo… mierda. Necesitaba dejar de pensar en nosotras y niños.
—Tampoco soy yo —aseguró la esposa de Parker, a quién apodé Tres—.Así que, sí, deja de mirarme así.
—Maldita sea.
Tomé dos tragos más, y todos en la habitación dirigieron su atención a Asiática.
Incluso Mike la miró con sorpresa.
—¿Tina? —preguntó despacio.
Pero ella negó con la cabeza y ondeó su mano.
—Oh, no. No, lo siento, no soy yo. Creo que ya estamos con J.B. y Luke.
Tuvo demasiados problemas trayendo a J.B. al mundo. Terminó naciendo más prematuro que el primer hijo de Tetas de Leche. Cuando Luke llegó dos años después, Mike fue un desastre emocional, preocupado por ella los nueve meses completos. Pero ella no tuvo nauseas matutinas con él. Increíblemente, sus dos hijos estaban sanos ahora, quien en este instante eran cuidados por el universitario Brandt, que se encontraba atrapado en casa cuidando al pequeño de Ryder con Colton, quién, cielos, ahora cursaba la secundaria.
—Bueno, mierda —murmuré luego de otro trago—, no lo sé. —No había
más mujeres en la habitación—. Entonces la mujer de Mike.
—¿Cómo podría ser Remy si ella y Sam ni siquiera han llegado? — preguntó Finn.
Sam llamó hace como media hora, anunciando que él y su esposa venían en camino, pero aún no aparecían.
Me encogí de hombros.
—Joder si lo sé. No hay más mujeres para elegir, a menos que una de ustedes milagrosamente se haya preñado.
Cuando el silencio me respondió, me detuve de beber y les fruncí el ceño.
—¿Qué?
Buttercup señaló con su dedo en dirección a la mujer en la que me encontraba apoyada.
—Aún hay una mujer que no has adivinado.
Mi brazo rodeó con fuerzas la pierna de Brittany, queriendo protegerla.
—No seas cruel.
Miré a Buttercup con los ojos entrecerrados por siquiera sugerir la idea.
—. Brittany no puede…
Pero su pierna se tensó bajo mi agarre y la miré, preocupada. Cuando encontré sus ojos azules, lucían brillantes y ansiosos. Sonrió nerviosamente con los labios apretados, como si no estuviera segura si disculparse o felicitarme.
—Oh, Dios —vociferó Buttercup—. No puedo creerlo, San. Hemos inventado este maldito juego de beber como la forma más tierna para decirte que vas a ser mami, y aún no lo entiendes, pese a que Brittany es la última mujer en la habitación para adivinar. ¡Argh!
Miró a Mercedes como si fuera a comenzar a llorar o cometer un asesinato. No tenía la certeza de cuál.
—. A veces… me irrita tanto.
—Lo sé, cariño. Lo sé.
El esposo de Mercedes le dio otra pieza de chocolate y besó su Mejilla.
—. También me irrita demasiado.
Por unos instantes, los miré embobada mientras mi nublado cerebro intentaba aclararse. Entonces volví a mirar a Brittany. Mi sorpresa se dirigió al fondo de mi estómago mientras mi boca caía abierta.
—Mierda. ¿Tú estás embarazada?
Lentamente asintió mientras sus mejillas enrojecían. Sacudí la cabeza, incapaz de creerlo, temerosa de siquiera intentar creerlo.
—Pero el doctor dijo…
—Que era poco probable, muy poco probable —dijo interrumpiéndome con rapidez—, no que era completamente imposible.
Dejé escapar un suspiro. Han pasado años desde que nos preocupamos de usar anticonceptivos. Simplemente asumí que los bebés eran imposibles. Descubrir que me equivoqué provocó que mis oídos sonaran y mi visión se nublara. Pero Brittany estaba embarazada. Mi esposa y el amor de mi vida, iba a tener a mi bebé.
—Mierda.
Mis manos fueron a mi cabello para agarrar mi confusa cabeza.
—Vaya, San —murmuró Finn, sonando impresionado—, debes tener algún tipo de súper esperma para superar posibilidades así.
—Maldita sea, tienes razón, así es —dije aún aturdida.
Una mano me palmeó fuerte en el hombro.
—Oye —dijo Ryder con seriedad—, ¿estás bien, amiga?
Lo miré y parpadeé para enfocarme en él. —Sí, ¿por qué?
Sus ojos azules brillaron con preocupación.
—Parece que intentaras abandonarnos. ¿Estás lista para ser mama o qué?
Mamá. Dios santo, solo pensar en la palabra siendo aplicada a mí me hacía sudar. Joder, no, no me encontraba lista para ser Mamá. Quería ser una buena Mamá, como la mía, pero, ¿cómo podía hacerlo cuando no tenía idea de lo que incluía serlo? Quería que mi hijo tuviera todo increíble. La mejor vida. Pero me di cuenta que sería así; tendría a Brittany como madre.
Con un bufido, rodé los ojos a Ryder.
—¿Estás listo para ser tío? —lo reté.
Un placer genuino brilló en su rostro mientras sonreía.
—Estoy tan listo para ser el tío de tu hijo. Voy a malcriar a tu hijo más de lo que tú malcrías a mi Beau.
—Que así sea —dije, lista para vencerlo, confiada de que podría malcriar
más a su hijo sin problema alguno.
—Oye, San —murmuró Asiática con suavidad, alejando mi atención de Ryder.
Cuando atrapó mi mirada, llevó su mirada a Brittany. Miré a mi esposa y me enderecé, al instante alarmada. En lugar de la energía pura y la ansiedad de hace unos momentos, su rostro perdió color.
—Nena, ¿qué pasa?
La saqué de su silla y la jalé a mi regazo, donde presioné mi mano en su abdomen.
Cubrió mi dorso con dedos fríos y me observó directo a los ojos, con miedo y preocupación en su rostro.
—¿Estás de acuerdo en convertirte en Mamá?
—¿Bromeas?
Dejé escapar una risa sorpresiva y presioné nuestras frentes.
—. Estoy… estoy más allá de eso; maldición, estoy temblando por ello.
Acuné su rostro en mis manos.
—. Vamos a tener un bebé, Brittany. Un pedacito de ti y de mí. No puedo… ni siquiera puedo procesarlo, es asombroso, maldita sea. Por fin vamos a tener a nuestra Inez Dumaine.
Al instante, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Oh, por Dios. Te acuerdas.
—Claro que me acuerdo. ¿Por qué olvidaría el nombre que quieres darle
a nuestra hija?
—Te amo —sollozó—. Te amo tanto, Santana López, que casi me asusta.
—No tanto como te amo yo a ti —respondí.
Mientras mi esposa embarazada lloraba y me besaba, también me puse un poco llorona. Pero, mierda, este tenía que ser uno de los momentos más felices de mi vida, en los brazos de la mujer que amaba, rodeada de mis mejores amigos en el mundo y escuchando que iba a ser mami. ¿Quién en el mundo no dejaría caer una lágrima? Desde luego no me contendría. Y, cabrones, si cualquiera de ustedes que leen esto siquiera piensan en esparcir el hecho que lloré como niña cuando me enteré de que sería mami, les patearé el trasero. Este es mi maldito final feliz, voy a llorar si quiero.
Fin.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
jajajajajajajajaja gustosa aceptare la patada en el trasero!!!! hasta pronto, espero!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
Jajajaja yeiiii bb en camino.
Me encanto que cada una tiene su cicatriz favorita con San que la hace ver mas sexy jajaja. Y bueno la relación entre todos perfecta, mas integrantes a la familia de parte de todos y ahora con el de las brittana que aunque san se tardo en captar que seria madre sera la mejor junto con britt. :3
* igual un abrazote y que te puedo decir yo feliz de comentar porque cuando actualizas tú me haces el día a mí !!!
Gracias por otra bella historia.
Que estés bien, cuidate mucho y excelente semana! :D
Me encanto que cada una tiene su cicatriz favorita con San que la hace ver mas sexy jajaja. Y bueno la relación entre todos perfecta, mas integrantes a la familia de parte de todos y ahora con el de las brittana que aunque san se tardo en captar que seria madre sera la mejor junto con britt. :3
* igual un abrazote y que te puedo decir yo feliz de comentar porque cuando actualizas tú me haces el día a mí !!!
Gracias por otra bella historia.
Que estés bien, cuidate mucho y excelente semana! :D
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]BRITTANA: PERFECTA (GP) Epilogo
Noo! Mi historia favorita llego a su fin, pero la vida sigue no?. Gracias por compartirla con nosotros,de verdad, me encanto.
Feliz navidad, cuidate.
Feliz navidad, cuidate.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
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