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[Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
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JVM
3:)
23l1
7 participantes
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Página 5 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Holaa!!!
San es como el viento en mi pueblo la nombras y aparece!!!!jaja!!
Veremos como sigue.
Saludos
San es como el viento en mi pueblo la nombras y aparece!!!!jaja!!
Veremos como sigue.
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Quiero creer que san vino para quedarse, asi que ahora si estoy lista para comentar de todo lo que pase, hasta luego!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Pues bueno San regreso en el momento en que Britt mas la necesitaba y arreglo todo .....
Y vaya una semana en coma no me esperé algo así....
Ahora que a regresado la morena espero que cumpla y no se vaya cuando las cosas se pongan difíciles de nuevo...
Y vaya una semana en coma no me esperé algo así....
Ahora que a regresado la morena espero que cumpla y no se vaya cuando las cosas se pongan difíciles de nuevo...
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
joder si que apareció en el momento justo,..
bueno un poco de orden en la vida de britt,..
a ver cuanto tarda san en salir de nuevo en la vida de britt!!!
nos vemos!!!
Hola lu, uyy si q si XD llamo por quien aclamaban, no¿? jajajajaja. XFIN!! esk si q era el momento necesario, osea ya paso x mucho... QUE! nooo! q dices! =O Saludos =D
monica.santander escribió:Holaa!!!
San es como el viento en mi pueblo la nombras y aparece!!!!jaja!!
Veremos como sigue.
Saludos
Hola, jajajajaajajajaj xD jajaajajajaja como biteljus o como se escriba xD jajaajajja. Esperemos y todo viento en popa, no¿? jajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Quiero creer que san vino para quedarse, asi que ahora si estoy lista para comentar de todo lo que pase, hasta luego!!!!
Hola, tiene q ser así ¬¬ osea ¬¬ tiene que ¬¬ JAjajaajajajajajaj ahora si q si ajajajajajaj xD Aquí dejo otro cap para q puedas hacerlo! Saludos =D
JVM escribió:Pues bueno San regreso en el momento en que Britt mas la necesitaba y arreglo todo .....
Y vaya una semana en coma no me esperé algo así....
Ahora que a regresado la morena espero que cumpla y no se vaya cuando las cosas se pongan difíciles de nuevo...
Hola, y menos mal la vrdd xq si no era en este momento nose cuando xD ajajajajaja ¬¬ Ufff esk el cuerpo le pedía un descanso y como no se lo dieron lo exigió xD =O nononono ni lo digas, osea no tiene xq ¬¬ no puede ser así de mala :@ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Cap 20 - FIN
Capitulo 20 - Fin
Estuve en el hospital otra semana, pero no me importó.
Tener a Santana conmigo todo el día hacía que los días pasaran más rápido.
Una vez que me permitieron tener más visitas, el señor Figgins vino y jugamos ajedrez. Me dejó ganar, y no se dio cuenta que ya yo sabía lo que intentaba hacer.
Varias veces hablé con Whitney por teléfono, y parecía feliz y más como sí misma.
También ella quería ver a Biff desesperadamente.
En verdad no se le hacía nada fácil lidiar con lo que le había hecho. Santana me aseguró que también recibiría ayuda por la culpa que sentía.
La señora Sue me trajo deditos de pollo con puré de papas y un pie de manzana, lo cual fue un gran respiro de la comida del hospital.
Santana continuaba cantándome.
Las enfermeras se asomaban por la puerta y suspiraban cuando la veían.
Lo entendía.
La morena que amaba también tendía a ser la rompecorazones más famosa del mundo.
Ya lo había aceptado.
Santana se negaba a dejarme regresar a mi departamento, y la señora Sue se negaba a permitir que Santana me llevara a casa con ella. Así que terminé yéndome a casa con ella.
Me encontraba ansiosa por ver a Biff.
Él había logrado enterrar su pequeño ser en mi corazón. Tenía que recordarme a mí misma el rol que cumplía en su vida cada vez que comenzaba a pensar en su futuro y a preocuparme por cosas de las que no debía preocuparme, ya que ése no era mi lugar.
Todo mejoró al sostenerlo de nuevo, y permitir que sus deditos gorditos se apretaran fuertemente alrededor de mi dedo.
Santana se sentó a mi lado en el sofá de la señora Sue y bajó la mirada hacia Biff.
—Es un niño adorable. Tiene tus ojos.
Le sonreí y asentí.
—Aparentemente, Whitney tiene unos genes bastante fuertes.
Santana tocó suavemente la nariz de Biff.
—Bueno, amigo, entonces serás uno de los chicos más lindos que alguna vez he visto.
Me reí, y también la señora Sue.
—De acuerdo, ya lo has visto, ahora necesitas despedirte de Santana y descansar un poco—miró a Santana—Has estado con ella por dos semanas enteras. Necesita un descanso.
Comencé a discutir, pero Santana sacudió la cabeza.
—No, tiene razón. Necesitas descansar. El lunes ya podrás regresar a la escuela, y te quiero bien descansada para entonces.
No creo que pueda estar mucho más descansada de lo que ya estoy. He estado en la cama por dos semanas.
—Está bien, de acuerdo—murmuré y me hundí en el sofá.
Santana rió y se inclinó para besarme la frente.
—Cancelé dos conciertos de mi gira, y tengo que reprogramarlos. No me quedaré mucho. Sólo necesito ir a casa y lidiar con las mil llamadas que he estado evitando.
No quería que se fuera, pero sabía que había renunciado a todo para poder estar a mi lado en estas dos semanas.
—De acuerdo—forcé una sonrisa.
Suspiró.
—Vamos, Britt, no pongas esa cara. Me lo haces todo más difícil. Tienes escuela el lunes, y yo voy a estar en un avión hacia Nueva York mañana por la tarde.
Sabía esto.
Ya habíamos hablado sobre su programación para los próximos meses. No le iba a hacer esto aún más difícil. Me había jurado a mí misma que le haría las cosas tan fáciles como pudiera.
—Lo sé, tienes razón. No voy a hacer más pucheros, lo prometo.
Se rió, inclinó su cabeza y, esta vez, besó mis labios. Respondí de inmediato, ella gimió y rompió el beso.
—Vamos, no me hagas eso en la casa de la señora Sue. Toda la culpa será mía si nos descubre.
Sonreí.
—Lo siento.
Levantó las cejas y sonrió satisfecha.
—Sí, seguro que lo sientes—se levantó y caminó hasta la puerta, donde se detuvo y dijo—Regresaré tan pronto como pueda. Mientras tanto, duerme, cuando regrese podremos hablar sin tener a la señora Sue sobre mí todo el tiempo.
Asentí, y me lanzó un beso, luego se giró y continuó caminando hacia la salida.
Nuestro último día juntas se fue súper rápido.
Antes de darme cuenta, Santana se había ido de nuevo, y yo me preparaba para regresar a la escuela.
Me desperté antes que el sol saliera y tomé una ducha.
Enfrentarme a la secundaria luego de estar tanto tiempo con Santana era deprimente.
Cuando estuve vestida y entré a la cocina, la señora Sue ya tenía un plano de panqueques y tocino puesto en la mesa.
—Te levantaste bastante temprano. ¿Qué te tomó tanto tiempo? Ven a comer antes de que se enfríe.
Nunca nadie me había tenido el desayuno caliente antes de ir a la escuela.
No pude evitar sonreírle a pesar de mi tristeza.
—Gracias, señora Sue. Lamento que me haya tomado tanto tiempo.
No dije nada más, y ella se giró del lavado y colocó una mano llena de jabón en su cadera.
—Bueno, sé que extrañas a esa chica. Puedo entenderlo completamente. Sin embargo, ya le prometiste que disfrutarías tu último año de secundaria, y no vas a lograrlo si sigues lloriqueando por ahí—su ceño de tía Bee había vuelto, y asentí.
—Tienes razón, por supuesto. Tengo tantas cosas por las cuales ser feliz. Comenzando contigo.
Sus mejillas se sonrojaron y ondeó una mano llena de jabón en mi dirección.
—Oh, vas y dices como esas como esas. Eres especial, chica, de eso no hay duda.
Se giró y terminó de lavar los platos.
Me comí la mayoría del desayuno mientras pude y llevé al plato hasta el lavado.
—Bien, ahora ve y ten un buen día.
Asentí y recogí mi mochila. Biff lloriqueó y caminé hasta él, me incliné y besé su dulce cabecita calva.
—Pórtate bien con la señora Sue, pequeño. Te veré después de la escuela.
Sus brazos gorditos se alzaron, y dio pataditas.
Era su pasatiempo favorito.
Caminé hasta la cocina y me despedí mientras salía por la puerta. Finn se encontraba inclinado contra la Hummer. Cuando me vio, miró la hora en su reloj, como si ya fuera tarde.
Dejé de moverme, confundida por su presencia aquí.
Fue entonces cuando mi teléfono sonó. Busqué en mi bolsillo y lo saqué.
—¿Hola?
—Buenos días, hermosa. Ahora, quiero que me hagas un favor y entres al vehículo con Finn. No discutas conmigo. Sucede que tengo órdenes del doctor que dicen que no podrás manejar tu bicicleta durante al menos dos meses.
Me quedé en mi lugar mirando al ahora sonriente Finn.
—Órdenes del doctor, ¿ah? Por casualidad no le habrás pagado al doctor para conseguir esa orden, ¿verdad?
Rió.
—Nunca, ahora entra en la Hummer antes de que Finn haga lo que se le instruido.
Me congelé y miré al gigante frente a mí.
—¿Cuáles fueron esas instrucciones?
—Lograr meterte en ese vehículo sin importar qué.
Sonreí, me encogí de hombros, derrotada, y caminé hasta la Hummer. Finn abrió la puerta, y tuve que apoyarme en su mano para poder subir.
—De acuerdo, Estrella de Rock, estoy dentro de tu Hummer.
—Gracias.
Había estado esperando su respuesta engreída, así que ese simple gracias hizo que mi corazón se acelerara.
—De nada.
—Te extraño—dijo con suavidad.
—También te extraño.
—Tengo un concierto el jueves por la noche, y luego otro el sábado, pero después, volveré a casa por el domingo, al menos.
—Te estaré esperando.
—Diviértete hoy en la escuela por mí, por favor. Recuérdalo, estás experimentando la secundaria por las dos.
Suspiré.
—Tendré eso en mente cuando me molesten en los pasillos y coma la horrible comida de cafetería.
Rió y luego su voz se tornó bastante seria.
—Si alguien te molesta, amenázalos conmigo.
Esta vez me reí a carcajadas.
—Seguro, eso me ayudará a encajar perfectamente.
—Te amo, Britt.
Mi corazón todavía se aceleraba cuando decía esas palabras.
—También te amo.
—Voy a dejarte porque Finn ya debe estar por llegar a la escuela.
Miré por la ventana y me di cuenta que tenía razón.
—Sí, acaba de llegar. Adiós, que tengas un buen día.
—También tú, nos vemos.
Terminé la llamada y suspiré. Alcancé mi mochila justo cuando Finn abría mi puerta.
Sonriendo, le dije:
—Gracias, Finn.
Asintió, y puedo jurar que vi una sonrisa.
Me dirigí hasta mi casillero. Iba a tener un montón de trabajo con el que ponerme al día.
Necesitaba vaciar mi mochila para que pudiera caber todo ahí.
—Brittany, me alegro que hayas regresado a la escuela. Es una pena lo que sucedió—Ryder Lynn llegó a mi lado. Miró hacia Finn yéndose y sonrió—De veras que ahora tienes más dulce par de ruedas ahora.
Tuve que esforzarme muy duro para no rodar los ojos.
En vez de eso, asentí.
—No puedo manejar mi bici por un tiempo.
Ryder rió.
—Sí, bueno, dudo que vayas a conducir tu bici de nuevo. Todo el pueblo está hablando de que Santana López se quedó en tu habitación del hospital y te cantó hasta que saliste de coma. Luego, que aparentemente no podía dejarte por un minuto. La chica suena enamorada.
Sonreí a las palabras de Ryder, pero no respondí.
Entramos al edificio de la escuela.
—Debo ir a clases. Te veo después, Ryder—dije sobre mi hombro mientras me alejaba de él.
No quería discutir mi vida privada con nadie.
En el momento en que puse un pie en el pasillo, la gente se detuvo y me miraron fijamente.
Quería devolverme y correr hacia afuera.
En lugar de eso, obligué mis pies a caminar hasta mi casillero. No hice contacto visual con nadie, pero no pareció importar.
Antes de poder dar cinco pasos, las personas comenzaron a atacar.
—Me alegra mucho que estés mejor, Brittany.
—Brittany, ¿es verdad que Santana López estuvo contigo en el hospital?
—¿Era esa la Hummer de Santana que te trajo a la escuela?
—¿Estás viviendo con ella?
—¿Santana López se va a mudar para acá?
Quería colocar las manos sobre mis oídos y gritarles que se fueran. Más voces se escucharon, y la gente comenzó a hacer más pregunta que no quería contestar, ya que no era de su incumbencia.
—¡Muévanse! Todos tienen clases, así que les sugiero que se vayan a ellas—llamó el Director Schuester por encima de los buitres.
Se movieron, pero todos lo hicieron sin muchas ganas. Me giré hacia mi casillero y busqué lo que necesitaba.
—Señorita Pierce, nos alegramos que haya regresado y que se encuentre bien—dijo el señor Schuester detrás de mí.
Me giré y le sonreí.
—Gracias.
Asintió y aclaró su garganta.
—Quiero que sepa que si necesita algo, o si está experimentando cualquier problema como el que me acabo de encontrar, puede hacérmelo saber, y yo lo arreglaré. Quiero que su experiencia aquí en la Secundaria Sea Breeze sea placentera.
Nunca antes me había hablado, así que su súbito deseo de que me encontrara feliz era un poco extraño.
—Gracias, señor—dije, a pesar de mi confusión.
—Sí, bueno, también quiero que sepa que si su, um, novia quiere asistir a alguna de nuestras instalaciones aquí, nos encantaría tenerlo. Es más que bienvenida.
Entonces todo tuvo sentido, y quise echarme a reír.
El señor Schuester sólo estaba tan asombrado por la estrella como todos los demás.
No confiaba en que podría hablar, así que simplemente asentí y me dirigí a clases.
Probablemente ya iba tarde.
El almuerzo en la cafetería fue una especie de mezcla entre pasta y tomates que era difícil de tragar.
Hice lo mejor que pude pero luego de algunos bocados, me resigné a tomarme sólo mi agua.
Encontré a Quinn y me había sentado con ella. Estábamos rodeadas por sus amigos y personas que querían saber sobre Santana.
No dije mucho.
Me las arreglé para ignorar las preguntas de todos, y Quinn intentó todo lo que pude para mantenerlos lejos de mí.
—Entonces, ¿quién está listo para el Baile de Bienvenida este viernes?—preguntó Quinn, intentando distraer la mente de todos hacia otra cosa.
—Encontré el vestido más lindo en Mobile la semana pasada—saltó una chica frente a Quinn.
Algunas otras chicas hablaron sobre sus vestidos y cómo planeaban arreglarse el cabello. Yo sólo escuché, pero no tuve nada que añadir a la conversación, ya que no iba a asistir.
—Brittany, ¿vas a ir al juego?—preguntó Quinn antes de darle un mordisco a su manzana.
Comencé a responderle que no, pero luego recordé mi promesa a Santana y sus ganas de que fuera a los juegos de fútbol americano.
—Um, no lo sé —dije por encima de mi botella de agua.
Quinn tragó.
—Por favor, ven conmigo. Después voy a ir al baile con Rachel Berry, pero ella no es de esta escuela, así que no voy a tener cita durante el juego.
Eso sonaba bien para mí.
Podría ir al juego y contarle a Santana, y tal vez satisfacerla por un tiempo.
—Seguro, suena bien.
Quinn sonrió feliz.
—¡Genial! ¡Puedes venir a mi casa después de la escuela, y podremos jugar con es cabellos increíble de los que estoy tan celosa, y encontraremos un modo de arreglarte el cabello, y luego puedes ayudarme con mi cabello tan recto como una tabla!
Fruncí el ceño.
—Um, ¿importa cómo se ve mi cabello para el juego de fútbol?
Sonrió y asintió.
—Sí, porque no vas a tener tiempo de hacer nada más que cambiarte para el baile.
—Oh, bueno, no voy a ir al baile, así que no hay que hacer gran cosa.
Quinn me frunció el ceño.
—¿Por qué no?
Bueno, porque no quería ir al baile sin Santana. Me encogí de hombros en vez de decirle la verdad.
Se inclinó sobre mí y susurró.
—Si quieres una cita, lo único que tienes que hacer es llamar con tu dedo y cada persona vendrá corriendo.
Sacudí la cabeza.
—No, no es eso. Simplemente no quiero ir.
Suspiró.
—Así que vas a dejarme sola. Pensé que dijiste que Santana quería que disfrutaras todas las experiencias de la secundaria.
Asentí sin muchas ganas.
—Bueno, noticia de última hora, el Baile de Bienvenida es la mayor experiencia del año.
Exhalé.
Tenía razón.
Había mencionado los bailes.
Podría venir e irme en un rato.
—De acuerdo, vendré.
Quinn sonrió.
—¡Perfecto! ¿Quieres una cita?
Sacudí la aveza.
—No, voy a ir sola.
Suspiró y se encogió de hombros.
—Como sea. Sólo estoy feliz de que vayas.
Ganamos el juego de bienvenida, así que el baile era una loca celebración.
Las animadoras usaban sus trajes de porristas, y los jugadores vestían sus uniformes sin las almohadillas.
El Dj comenzó a poner la música cuando todos empezaron a entrar, y ya me encontraba observando el reloj para poder hacer mi escape.
Quinn intentó convencerme de ir a comprar un vestido nuevo con ella, pero lo aseguré que ya tenía uno que podría usar. Hizo un pozo de baba a su alrededor cuando vio el vestido azul que Santana me había regalado.
Le permití jugar con mi cabello, ya que disfrutaba tanto hacerlo, pero al final, simplemente lo usé suelto.
Era mucho más fácil de esta manera.
—Brittany, ¿bailarías conmigo?
Me giré para mirar a Jake, y por supuesto, tenía puesto su sudado uniforme. No quería bailar con nadie más que Santana.
Jake podría estar limpio y apuesto, pero aún así no querría bailar con él.
Comencé a sacudir la cabeza cuando Bree se acercó y deslizó su brazo dentro del suyo.
—Hola, Brittany. ¿Sola esta noche?
Le sonreí, porque, de verdad, ella simplemente era una chica muy insegura.
—Sí, lo estoy —le aseguré.
Miró a Jake como si hubiese ganado un premio súper importante.
—Una vez más, pareces ser rechazada por tu famosa amiga—ronroneó y jaló del brazo de Jake—Vamos a bailar.
Él me miró como queriendo decir algo, pero me giré para hacerle saber que no estaba interesada. Bree lo jaló una vez más, y ambos se alejaron.
Exhalé aliviada.
Quinn me saludó desde la pista de baile, le sonreí y le devolví el saludo.
El reloj me dijo que ya había estado ahí veinte minutos. Y le prometí a Santana que me quedaría al menos unos treinta. Todavía me quedaban diez minutos.
Me volteé para buscar algo de tomar, y me congelé cuando escuché la canción que salía de los altavoces.
Era mi canción.
Vi como las parejas en la pista de baile disminuían sus ritmos y se acercaban aún más.
Escuchar su voz me hacía sentir menos sola.
—Disculpa, pero, ¿bailarías conmigo?
Mi corazón se aceleró.
Tragué, y recé porque no me estuviese imaginando todo esto.
Me giré, y Santana se encontraba ahí, sonriéndome con la mano extendida.
—San—dije sin aliento, y luego me lancé hacia sus brazos. Rió en mi oído y me abrazó con más fuerza—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo? ¡Mañana en la noche tienes un concierto en Detroit!
Rió y se inclinó para besarme suavemente.
—No podía permitir que vinieras a un baile sin mí.
Descansé mi cabeza contra su hombro, e inhalé su aroma.
—¿Por qué no me dijiste que vendrías?
Me sostuvo más fuerte.
—Porque quería sorprenderte.
Sonreí.
Me gustaban este tipo de sorpresas.
—Y no me encontraba completamente segura de poder mantenerme alejada. Esta mañana cuando hablamos por teléfono, sonabas tan triste que decidí que no importaba más nada. Encontré la manera. Tú siempre serás más importante.
Besé su hombro y luego miré sus intensos ojos.
—Me he vuelto tan egoísta. Todo lo que me importa es que estás aquí.
Se rió, tomó mi mano, y la besó.
—Está bien. Conmigo puedes ser todo lo egoísta que quieras. Soy tuya.
Suspiré y escuché los latidos de su corazón.
Me hablo al oído.
—Ven a la playa conmigo.
Asentí, y tomó mi mano.
Caminamos en silencio hasta el estacionamiento de la escuela, y luego bajamos la colina que llevaba hasta la playa.
—Quiero abrazarte por un rato más, lejos de toda esa audiencia que teníamos allí dentro.
Se detuvo, y se sentó con la misma gracia en que lo había hecho la primera vez que vinimos a la playa juntas.
Me senté, y frunció el ceño.
Apuntó hacia la arena justo a su lado.
—Ven aquí —dijo, sonriendo maliciosamente.
Me reí y me arrimé tanto como pude. Luego se inclinó hacia atrás, con una mano detrás de su cabeza y la otra estirada a su lado.
—Ahora, recuéstate aquí —dijo, señalándome su brazo.
Me acosté sobre su brazo. Me abrazó más cerca y luego comenzó a jugar con mi cabello.
—Esto es mucho más difícil de lo que me imaginé —murmuró en la oscuridad.
Suspiré.
—Estar alejado de tu “aire” nunca es sencillo.
Sonrió.
—No me digas. Esta semana me ha costado muchísimo respirar. No quiero nada más que decirte que olvides todo esto y te vayas conmigo, Pero no puedo hacerlo. Quiero que tengas todo esto. Y yo estaré aquí lo más que pueda. Quiero experimentar todas las cosas que me perdí, contigo. Simplemente quiero que sepas que no hay minuto que pase en que no te extrañe o piense en ti, ni que desee estar abrazándote.
Me apoyé en mi brazo y la miré.
—Cuando todo se acabe y me gradúe, ¿qué pasará entonces?
Sonrió.
—Entonces te secuestraré, y nunca te devolveré.
Me reí bajito.
Su rostro se volvió seria.
—¿Qué quieres que suceda cuando esto acabe?
Pensé en la universidad, y mi deseo de ser mucho más de lo que Whitney había sido.
Quería tener un propósito en la vida.
—Siempre pensé que iría la universidad. Pero ahora…
Santana se apoyó sobre sus codos.
—La universidad es buena, Britt. Hay muchísimas universidades en California—hizo una pausa—¿O pensabas quedarte cerca de casa?
Pretendí estar pensándolo.
—Um, bueno, supongo que podría ir a algún lugar en California, eso es, si me aceptan.
Levantó las cejas.
—¿Aún no te has dado cuenta que puedo mover hasta montañas?
Reí y sacudí la cabeza.
—No vas a mover montañas para que me acepten en una universidad.
Se sentó y me llevó consigo, luego tomó mi rostro en sus manos.
—Haré lo que sea que tenga que hacer para estar contigo. No voy a mentir. Éste año será el año más difícil de mi vida. Pero cuando acabe, quiero tenerte cerca de mí.
También quería eso.
Mi futuro era Santana.
Sí, quería ir a la Universidad, pero quería estar con Santana más que nada.
Si puede lograr que ambas cosas sucedan, no iba a permitir que mi terquedad se interpusiera en el camino.
—Quiero estar contigo—mis palabras produjeron una enorme sonrisa en su hermoso rostro.
—Tú eres mi presente y mi futuro, Britt, usaré cualquier poder que tenga para hacerte feliz—se inclinó y tocó con sus perfectos labios los míos, y mi corazón se detuvo.
Nunca me cansaré de sus besos.
Santana López era mi todo.
*Lo coloco así porque sigue la historia y se seguirá hablando de ellas, obviamente con otros personajes.
Tener a Santana conmigo todo el día hacía que los días pasaran más rápido.
Una vez que me permitieron tener más visitas, el señor Figgins vino y jugamos ajedrez. Me dejó ganar, y no se dio cuenta que ya yo sabía lo que intentaba hacer.
Varias veces hablé con Whitney por teléfono, y parecía feliz y más como sí misma.
También ella quería ver a Biff desesperadamente.
En verdad no se le hacía nada fácil lidiar con lo que le había hecho. Santana me aseguró que también recibiría ayuda por la culpa que sentía.
La señora Sue me trajo deditos de pollo con puré de papas y un pie de manzana, lo cual fue un gran respiro de la comida del hospital.
Santana continuaba cantándome.
Las enfermeras se asomaban por la puerta y suspiraban cuando la veían.
Lo entendía.
La morena que amaba también tendía a ser la rompecorazones más famosa del mundo.
Ya lo había aceptado.
Santana se negaba a dejarme regresar a mi departamento, y la señora Sue se negaba a permitir que Santana me llevara a casa con ella. Así que terminé yéndome a casa con ella.
Me encontraba ansiosa por ver a Biff.
Él había logrado enterrar su pequeño ser en mi corazón. Tenía que recordarme a mí misma el rol que cumplía en su vida cada vez que comenzaba a pensar en su futuro y a preocuparme por cosas de las que no debía preocuparme, ya que ése no era mi lugar.
Todo mejoró al sostenerlo de nuevo, y permitir que sus deditos gorditos se apretaran fuertemente alrededor de mi dedo.
Santana se sentó a mi lado en el sofá de la señora Sue y bajó la mirada hacia Biff.
—Es un niño adorable. Tiene tus ojos.
Le sonreí y asentí.
—Aparentemente, Whitney tiene unos genes bastante fuertes.
Santana tocó suavemente la nariz de Biff.
—Bueno, amigo, entonces serás uno de los chicos más lindos que alguna vez he visto.
Me reí, y también la señora Sue.
—De acuerdo, ya lo has visto, ahora necesitas despedirte de Santana y descansar un poco—miró a Santana—Has estado con ella por dos semanas enteras. Necesita un descanso.
Comencé a discutir, pero Santana sacudió la cabeza.
—No, tiene razón. Necesitas descansar. El lunes ya podrás regresar a la escuela, y te quiero bien descansada para entonces.
No creo que pueda estar mucho más descansada de lo que ya estoy. He estado en la cama por dos semanas.
—Está bien, de acuerdo—murmuré y me hundí en el sofá.
Santana rió y se inclinó para besarme la frente.
—Cancelé dos conciertos de mi gira, y tengo que reprogramarlos. No me quedaré mucho. Sólo necesito ir a casa y lidiar con las mil llamadas que he estado evitando.
No quería que se fuera, pero sabía que había renunciado a todo para poder estar a mi lado en estas dos semanas.
—De acuerdo—forcé una sonrisa.
Suspiró.
—Vamos, Britt, no pongas esa cara. Me lo haces todo más difícil. Tienes escuela el lunes, y yo voy a estar en un avión hacia Nueva York mañana por la tarde.
Sabía esto.
Ya habíamos hablado sobre su programación para los próximos meses. No le iba a hacer esto aún más difícil. Me había jurado a mí misma que le haría las cosas tan fáciles como pudiera.
—Lo sé, tienes razón. No voy a hacer más pucheros, lo prometo.
Se rió, inclinó su cabeza y, esta vez, besó mis labios. Respondí de inmediato, ella gimió y rompió el beso.
—Vamos, no me hagas eso en la casa de la señora Sue. Toda la culpa será mía si nos descubre.
Sonreí.
—Lo siento.
Levantó las cejas y sonrió satisfecha.
—Sí, seguro que lo sientes—se levantó y caminó hasta la puerta, donde se detuvo y dijo—Regresaré tan pronto como pueda. Mientras tanto, duerme, cuando regrese podremos hablar sin tener a la señora Sue sobre mí todo el tiempo.
Asentí, y me lanzó un beso, luego se giró y continuó caminando hacia la salida.
Nuestro último día juntas se fue súper rápido.
Antes de darme cuenta, Santana se había ido de nuevo, y yo me preparaba para regresar a la escuela.
Me desperté antes que el sol saliera y tomé una ducha.
Enfrentarme a la secundaria luego de estar tanto tiempo con Santana era deprimente.
Cuando estuve vestida y entré a la cocina, la señora Sue ya tenía un plano de panqueques y tocino puesto en la mesa.
—Te levantaste bastante temprano. ¿Qué te tomó tanto tiempo? Ven a comer antes de que se enfríe.
Nunca nadie me había tenido el desayuno caliente antes de ir a la escuela.
No pude evitar sonreírle a pesar de mi tristeza.
—Gracias, señora Sue. Lamento que me haya tomado tanto tiempo.
No dije nada más, y ella se giró del lavado y colocó una mano llena de jabón en su cadera.
—Bueno, sé que extrañas a esa chica. Puedo entenderlo completamente. Sin embargo, ya le prometiste que disfrutarías tu último año de secundaria, y no vas a lograrlo si sigues lloriqueando por ahí—su ceño de tía Bee había vuelto, y asentí.
—Tienes razón, por supuesto. Tengo tantas cosas por las cuales ser feliz. Comenzando contigo.
Sus mejillas se sonrojaron y ondeó una mano llena de jabón en mi dirección.
—Oh, vas y dices como esas como esas. Eres especial, chica, de eso no hay duda.
Se giró y terminó de lavar los platos.
Me comí la mayoría del desayuno mientras pude y llevé al plato hasta el lavado.
—Bien, ahora ve y ten un buen día.
Asentí y recogí mi mochila. Biff lloriqueó y caminé hasta él, me incliné y besé su dulce cabecita calva.
—Pórtate bien con la señora Sue, pequeño. Te veré después de la escuela.
Sus brazos gorditos se alzaron, y dio pataditas.
Era su pasatiempo favorito.
Caminé hasta la cocina y me despedí mientras salía por la puerta. Finn se encontraba inclinado contra la Hummer. Cuando me vio, miró la hora en su reloj, como si ya fuera tarde.
Dejé de moverme, confundida por su presencia aquí.
Fue entonces cuando mi teléfono sonó. Busqué en mi bolsillo y lo saqué.
—¿Hola?
—Buenos días, hermosa. Ahora, quiero que me hagas un favor y entres al vehículo con Finn. No discutas conmigo. Sucede que tengo órdenes del doctor que dicen que no podrás manejar tu bicicleta durante al menos dos meses.
Me quedé en mi lugar mirando al ahora sonriente Finn.
—Órdenes del doctor, ¿ah? Por casualidad no le habrás pagado al doctor para conseguir esa orden, ¿verdad?
Rió.
—Nunca, ahora entra en la Hummer antes de que Finn haga lo que se le instruido.
Me congelé y miré al gigante frente a mí.
—¿Cuáles fueron esas instrucciones?
—Lograr meterte en ese vehículo sin importar qué.
Sonreí, me encogí de hombros, derrotada, y caminé hasta la Hummer. Finn abrió la puerta, y tuve que apoyarme en su mano para poder subir.
—De acuerdo, Estrella de Rock, estoy dentro de tu Hummer.
—Gracias.
Había estado esperando su respuesta engreída, así que ese simple gracias hizo que mi corazón se acelerara.
—De nada.
—Te extraño—dijo con suavidad.
—También te extraño.
—Tengo un concierto el jueves por la noche, y luego otro el sábado, pero después, volveré a casa por el domingo, al menos.
—Te estaré esperando.
—Diviértete hoy en la escuela por mí, por favor. Recuérdalo, estás experimentando la secundaria por las dos.
Suspiré.
—Tendré eso en mente cuando me molesten en los pasillos y coma la horrible comida de cafetería.
Rió y luego su voz se tornó bastante seria.
—Si alguien te molesta, amenázalos conmigo.
Esta vez me reí a carcajadas.
—Seguro, eso me ayudará a encajar perfectamente.
—Te amo, Britt.
Mi corazón todavía se aceleraba cuando decía esas palabras.
—También te amo.
—Voy a dejarte porque Finn ya debe estar por llegar a la escuela.
Miré por la ventana y me di cuenta que tenía razón.
—Sí, acaba de llegar. Adiós, que tengas un buen día.
—También tú, nos vemos.
Terminé la llamada y suspiré. Alcancé mi mochila justo cuando Finn abría mi puerta.
Sonriendo, le dije:
—Gracias, Finn.
Asintió, y puedo jurar que vi una sonrisa.
Me dirigí hasta mi casillero. Iba a tener un montón de trabajo con el que ponerme al día.
Necesitaba vaciar mi mochila para que pudiera caber todo ahí.
—Brittany, me alegro que hayas regresado a la escuela. Es una pena lo que sucedió—Ryder Lynn llegó a mi lado. Miró hacia Finn yéndose y sonrió—De veras que ahora tienes más dulce par de ruedas ahora.
Tuve que esforzarme muy duro para no rodar los ojos.
En vez de eso, asentí.
—No puedo manejar mi bici por un tiempo.
Ryder rió.
—Sí, bueno, dudo que vayas a conducir tu bici de nuevo. Todo el pueblo está hablando de que Santana López se quedó en tu habitación del hospital y te cantó hasta que saliste de coma. Luego, que aparentemente no podía dejarte por un minuto. La chica suena enamorada.
Sonreí a las palabras de Ryder, pero no respondí.
Entramos al edificio de la escuela.
—Debo ir a clases. Te veo después, Ryder—dije sobre mi hombro mientras me alejaba de él.
No quería discutir mi vida privada con nadie.
En el momento en que puse un pie en el pasillo, la gente se detuvo y me miraron fijamente.
Quería devolverme y correr hacia afuera.
En lugar de eso, obligué mis pies a caminar hasta mi casillero. No hice contacto visual con nadie, pero no pareció importar.
Antes de poder dar cinco pasos, las personas comenzaron a atacar.
—Me alegra mucho que estés mejor, Brittany.
—Brittany, ¿es verdad que Santana López estuvo contigo en el hospital?
—¿Era esa la Hummer de Santana que te trajo a la escuela?
—¿Estás viviendo con ella?
—¿Santana López se va a mudar para acá?
Quería colocar las manos sobre mis oídos y gritarles que se fueran. Más voces se escucharon, y la gente comenzó a hacer más pregunta que no quería contestar, ya que no era de su incumbencia.
—¡Muévanse! Todos tienen clases, así que les sugiero que se vayan a ellas—llamó el Director Schuester por encima de los buitres.
Se movieron, pero todos lo hicieron sin muchas ganas. Me giré hacia mi casillero y busqué lo que necesitaba.
—Señorita Pierce, nos alegramos que haya regresado y que se encuentre bien—dijo el señor Schuester detrás de mí.
Me giré y le sonreí.
—Gracias.
Asintió y aclaró su garganta.
—Quiero que sepa que si necesita algo, o si está experimentando cualquier problema como el que me acabo de encontrar, puede hacérmelo saber, y yo lo arreglaré. Quiero que su experiencia aquí en la Secundaria Sea Breeze sea placentera.
Nunca antes me había hablado, así que su súbito deseo de que me encontrara feliz era un poco extraño.
—Gracias, señor—dije, a pesar de mi confusión.
—Sí, bueno, también quiero que sepa que si su, um, novia quiere asistir a alguna de nuestras instalaciones aquí, nos encantaría tenerlo. Es más que bienvenida.
Entonces todo tuvo sentido, y quise echarme a reír.
El señor Schuester sólo estaba tan asombrado por la estrella como todos los demás.
No confiaba en que podría hablar, así que simplemente asentí y me dirigí a clases.
Probablemente ya iba tarde.
El almuerzo en la cafetería fue una especie de mezcla entre pasta y tomates que era difícil de tragar.
Hice lo mejor que pude pero luego de algunos bocados, me resigné a tomarme sólo mi agua.
Encontré a Quinn y me había sentado con ella. Estábamos rodeadas por sus amigos y personas que querían saber sobre Santana.
No dije mucho.
Me las arreglé para ignorar las preguntas de todos, y Quinn intentó todo lo que pude para mantenerlos lejos de mí.
—Entonces, ¿quién está listo para el Baile de Bienvenida este viernes?—preguntó Quinn, intentando distraer la mente de todos hacia otra cosa.
—Encontré el vestido más lindo en Mobile la semana pasada—saltó una chica frente a Quinn.
Algunas otras chicas hablaron sobre sus vestidos y cómo planeaban arreglarse el cabello. Yo sólo escuché, pero no tuve nada que añadir a la conversación, ya que no iba a asistir.
—Brittany, ¿vas a ir al juego?—preguntó Quinn antes de darle un mordisco a su manzana.
Comencé a responderle que no, pero luego recordé mi promesa a Santana y sus ganas de que fuera a los juegos de fútbol americano.
—Um, no lo sé —dije por encima de mi botella de agua.
Quinn tragó.
—Por favor, ven conmigo. Después voy a ir al baile con Rachel Berry, pero ella no es de esta escuela, así que no voy a tener cita durante el juego.
Eso sonaba bien para mí.
Podría ir al juego y contarle a Santana, y tal vez satisfacerla por un tiempo.
—Seguro, suena bien.
Quinn sonrió feliz.
—¡Genial! ¡Puedes venir a mi casa después de la escuela, y podremos jugar con es cabellos increíble de los que estoy tan celosa, y encontraremos un modo de arreglarte el cabello, y luego puedes ayudarme con mi cabello tan recto como una tabla!
Fruncí el ceño.
—Um, ¿importa cómo se ve mi cabello para el juego de fútbol?
Sonrió y asintió.
—Sí, porque no vas a tener tiempo de hacer nada más que cambiarte para el baile.
—Oh, bueno, no voy a ir al baile, así que no hay que hacer gran cosa.
Quinn me frunció el ceño.
—¿Por qué no?
Bueno, porque no quería ir al baile sin Santana. Me encogí de hombros en vez de decirle la verdad.
Se inclinó sobre mí y susurró.
—Si quieres una cita, lo único que tienes que hacer es llamar con tu dedo y cada persona vendrá corriendo.
Sacudí la cabeza.
—No, no es eso. Simplemente no quiero ir.
Suspiró.
—Así que vas a dejarme sola. Pensé que dijiste que Santana quería que disfrutaras todas las experiencias de la secundaria.
Asentí sin muchas ganas.
—Bueno, noticia de última hora, el Baile de Bienvenida es la mayor experiencia del año.
Exhalé.
Tenía razón.
Había mencionado los bailes.
Podría venir e irme en un rato.
—De acuerdo, vendré.
Quinn sonrió.
—¡Perfecto! ¿Quieres una cita?
Sacudí la aveza.
—No, voy a ir sola.
Suspiró y se encogió de hombros.
—Como sea. Sólo estoy feliz de que vayas.
Ganamos el juego de bienvenida, así que el baile era una loca celebración.
Las animadoras usaban sus trajes de porristas, y los jugadores vestían sus uniformes sin las almohadillas.
El Dj comenzó a poner la música cuando todos empezaron a entrar, y ya me encontraba observando el reloj para poder hacer mi escape.
Quinn intentó convencerme de ir a comprar un vestido nuevo con ella, pero lo aseguré que ya tenía uno que podría usar. Hizo un pozo de baba a su alrededor cuando vio el vestido azul que Santana me había regalado.
Le permití jugar con mi cabello, ya que disfrutaba tanto hacerlo, pero al final, simplemente lo usé suelto.
Era mucho más fácil de esta manera.
—Brittany, ¿bailarías conmigo?
Me giré para mirar a Jake, y por supuesto, tenía puesto su sudado uniforme. No quería bailar con nadie más que Santana.
Jake podría estar limpio y apuesto, pero aún así no querría bailar con él.
Comencé a sacudir la cabeza cuando Bree se acercó y deslizó su brazo dentro del suyo.
—Hola, Brittany. ¿Sola esta noche?
Le sonreí, porque, de verdad, ella simplemente era una chica muy insegura.
—Sí, lo estoy —le aseguré.
Miró a Jake como si hubiese ganado un premio súper importante.
—Una vez más, pareces ser rechazada por tu famosa amiga—ronroneó y jaló del brazo de Jake—Vamos a bailar.
Él me miró como queriendo decir algo, pero me giré para hacerle saber que no estaba interesada. Bree lo jaló una vez más, y ambos se alejaron.
Exhalé aliviada.
Quinn me saludó desde la pista de baile, le sonreí y le devolví el saludo.
El reloj me dijo que ya había estado ahí veinte minutos. Y le prometí a Santana que me quedaría al menos unos treinta. Todavía me quedaban diez minutos.
Me volteé para buscar algo de tomar, y me congelé cuando escuché la canción que salía de los altavoces.
Era mi canción.
Vi como las parejas en la pista de baile disminuían sus ritmos y se acercaban aún más.
Escuchar su voz me hacía sentir menos sola.
—Disculpa, pero, ¿bailarías conmigo?
Mi corazón se aceleró.
Tragué, y recé porque no me estuviese imaginando todo esto.
Me giré, y Santana se encontraba ahí, sonriéndome con la mano extendida.
—San—dije sin aliento, y luego me lancé hacia sus brazos. Rió en mi oído y me abrazó con más fuerza—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Cómo? ¡Mañana en la noche tienes un concierto en Detroit!
Rió y se inclinó para besarme suavemente.
—No podía permitir que vinieras a un baile sin mí.
Descansé mi cabeza contra su hombro, e inhalé su aroma.
—¿Por qué no me dijiste que vendrías?
Me sostuvo más fuerte.
—Porque quería sorprenderte.
Sonreí.
Me gustaban este tipo de sorpresas.
—Y no me encontraba completamente segura de poder mantenerme alejada. Esta mañana cuando hablamos por teléfono, sonabas tan triste que decidí que no importaba más nada. Encontré la manera. Tú siempre serás más importante.
Besé su hombro y luego miré sus intensos ojos.
—Me he vuelto tan egoísta. Todo lo que me importa es que estás aquí.
Se rió, tomó mi mano, y la besó.
—Está bien. Conmigo puedes ser todo lo egoísta que quieras. Soy tuya.
Suspiré y escuché los latidos de su corazón.
Me hablo al oído.
—Ven a la playa conmigo.
Asentí, y tomó mi mano.
Caminamos en silencio hasta el estacionamiento de la escuela, y luego bajamos la colina que llevaba hasta la playa.
—Quiero abrazarte por un rato más, lejos de toda esa audiencia que teníamos allí dentro.
Se detuvo, y se sentó con la misma gracia en que lo había hecho la primera vez que vinimos a la playa juntas.
Me senté, y frunció el ceño.
Apuntó hacia la arena justo a su lado.
—Ven aquí —dijo, sonriendo maliciosamente.
Me reí y me arrimé tanto como pude. Luego se inclinó hacia atrás, con una mano detrás de su cabeza y la otra estirada a su lado.
—Ahora, recuéstate aquí —dijo, señalándome su brazo.
Me acosté sobre su brazo. Me abrazó más cerca y luego comenzó a jugar con mi cabello.
—Esto es mucho más difícil de lo que me imaginé —murmuró en la oscuridad.
Suspiré.
—Estar alejado de tu “aire” nunca es sencillo.
Sonrió.
—No me digas. Esta semana me ha costado muchísimo respirar. No quiero nada más que decirte que olvides todo esto y te vayas conmigo, Pero no puedo hacerlo. Quiero que tengas todo esto. Y yo estaré aquí lo más que pueda. Quiero experimentar todas las cosas que me perdí, contigo. Simplemente quiero que sepas que no hay minuto que pase en que no te extrañe o piense en ti, ni que desee estar abrazándote.
Me apoyé en mi brazo y la miré.
—Cuando todo se acabe y me gradúe, ¿qué pasará entonces?
Sonrió.
—Entonces te secuestraré, y nunca te devolveré.
Me reí bajito.
Su rostro se volvió seria.
—¿Qué quieres que suceda cuando esto acabe?
Pensé en la universidad, y mi deseo de ser mucho más de lo que Whitney había sido.
Quería tener un propósito en la vida.
—Siempre pensé que iría la universidad. Pero ahora…
Santana se apoyó sobre sus codos.
—La universidad es buena, Britt. Hay muchísimas universidades en California—hizo una pausa—¿O pensabas quedarte cerca de casa?
Pretendí estar pensándolo.
—Um, bueno, supongo que podría ir a algún lugar en California, eso es, si me aceptan.
Levantó las cejas.
—¿Aún no te has dado cuenta que puedo mover hasta montañas?
Reí y sacudí la cabeza.
—No vas a mover montañas para que me acepten en una universidad.
Se sentó y me llevó consigo, luego tomó mi rostro en sus manos.
—Haré lo que sea que tenga que hacer para estar contigo. No voy a mentir. Éste año será el año más difícil de mi vida. Pero cuando acabe, quiero tenerte cerca de mí.
También quería eso.
Mi futuro era Santana.
Sí, quería ir a la Universidad, pero quería estar con Santana más que nada.
Si puede lograr que ambas cosas sucedan, no iba a permitir que mi terquedad se interpusiera en el camino.
—Quiero estar contigo—mis palabras produjeron una enorme sonrisa en su hermoso rostro.
—Tú eres mi presente y mi futuro, Britt, usaré cualquier poder que tenga para hacerte feliz—se inclinó y tocó con sus perfectos labios los míos, y mi corazón se detuvo.
Nunca me cansaré de sus besos.
Santana López era mi todo.
FIN¿?
*Lo coloco así porque sigue la historia y se seguirá hablando de ellas, obviamente con otros personajes.
*******************************************************************************************************************************
Hola, bien aquí el "final" de otra linda historia. Muchas Gracias a todas las personas que se dieron el tiempo de leerla y más aun de comentarla.
GRACIAS.
Ya subo el prólogo de la siguiente! Saludos =D
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, bien aquí el "final" de otra linda historia. Muchas Gracias a todas las personas que se dieron el tiempo de leerla y más aun de comentarla.
GRACIAS.
Ya subo el prólogo de la siguiente! Saludos =D
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd2: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Sigue la historia?? Buenisimo!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Esta historia es muy linda, ellas son muy dulces.
Te digo. El último libro de esta saga, no recuerdo ahora mismo como se llama, el de Rock y Trisha al terminar se pueden leer los "epílogos" de todas las historias de la saga. Te lo digo por si quieres ponerlos por separado osea al terminar cada historia con su respectivo epílogo.
Te digo. El último libro de esta saga, no recuerdo ahora mismo como se llama, el de Rock y Trisha al terminar se pueden leer los "epílogos" de todas las historias de la saga. Te lo digo por si quieres ponerlos por separado osea al terminar cada historia con su respectivo epílogo.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Hola morra...
Muy buen final....
Me encanta cuando están juntas... San es súper cursi cuando quiere jajaja
Me gusto la historia!!!
Nos vemos!
Muy buen final....
Me encanta cuando están juntas... San es súper cursi cuando quiere jajaja
Me gusto la historia!!!
Nos vemos!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
suspire tanto que casi muero ahogada, eso te da una idea de lo mucho que me gusto la historia, hasta pronto!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
monica.santander escribió:Sigue la historia?? Buenisimo!!!
Saludos
Hola, si, pero obviamente con otros personajes y a las "brittana" las nombran. Obviamente tmbn serán otros personajes xD Saludos =D
Tati.94 escribió:Esta historia es muy linda, ellas son muy dulces.
Te digo. El último libro de esta saga, no recuerdo ahora mismo como se llama, el de Rock y Trisha al terminar se pueden leer los "epílogos" de todas las historias de la saga. Te lo digo por si quieres ponerlos por separado osea al terminar cada historia con su respectivo epílogo.
Hola, si, no me acuerdo quien lo comento, pero tiene toda la razón. Aquí muestra el amor verdadero y puro entre las personas. =O QUE... no entendí mucho... aparecen por su tiempo o ya en el actual de "rock y trisha"¿? Saludos =D
3:) escribió:Hola morra...
Muy buen final....
Me encanta cuando están juntas... San es súper cursi cuando quiere jajaja
Me gusto la historia!!!
Nos vemos!
Hola lu, eso mismo pienso yo ajjajaajaja. Y a mi tmbn! ajajajajaj. Ai siempre lo fue y al final lo siguió demostrando jajajaja. Eso es más q bueno y espero siga así ajajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:suspire tanto que casi muero ahogada, eso te da una idea de lo mucho que me gusto la historia, hasta pronto!!!!!!
Hola, jajajajaajajajajaja esk son tan lindas! ajajajajajajaja. Si que me la da y espero q siga siendo así la vrdd ajjaaj. Eso espero! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
En el libro de Rock y Trisha, cuenta su historia como se conocieron y eso y al terminar empiezan los demás epilogos. Por ejemplo empieza la de Respiro y va contando que fue de ellos, termina y luego alli mismo empieza el epílogo de "Low". La verdad yo tampoco me entendería jajaja. Sino busca este libro de R y T, y te vas si quieres al final de éste para que veas de que hablo.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Tati.94 escribió:En el libro de Rock y Trisha, cuenta su historia como se conocieron y eso y al terminar empiezan los demás epilogos. Por ejemplo empieza la de Respiro y va contando que fue de ellos, termina y luego alli mismo empieza el epílogo de "Low". La verdad yo tampoco me entendería jajaja. Sino busca este libro de R y T, y te vas si quieres al final de éste para que veas de que hablo.
Hola, aah sisi si lo encontré y lo pude adaptar. GRACIAS! sino no ai epilogo xD ajajajajajaj. Muchas gracias por el dato y gracias a ti tenemos epilogo! ajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Epílogo
Brittany
Whitney, mi mamá, venía a buscarme.
Cuando la llamé para decirle que mi avión llegaría a las diez al aeropuerto internacional de Pensacola, el aeropuerto grande más cercano a Sea Breeze, dijo que se encontraría ahí.
Teníamos suficiente tiempo para llegar y para recoger a Biff, mi hermano pequeño, de la escuela.
Este año iba a jardín de infantes.
Puse las manos en mi vientre y cerré los ojos. No estaba lista para decirle a Whitney nada.
Querría saber.
Whitney era indiscreta y, aunque maduró mucho desde la mujer que me crio y se convirtió en una buena mamá para mi hermanito, aún no era esa persona con quien quería hablar sobre esto.
Tampoco me sentía lista para contarle a Quinn y ella era mi mejor amiga.
Primero, necesitaba procesar todo. Ahora esto no era sobre mí. Si le hubiera dicho, quizás ella podría haber cambiado de opinión y me habría escuchado.
Pero no quería que el hecho de estar embarazada controlara la situación.
Quería que me escuchara y confiara en mí porque me amaba.
Durante los pasados cinco años, atravesamos mucho juntas. Hasta ayer, pensé que éramos sólidas como una roca. Que nada podría penetrar lo que construimos.
Luego, hizo mover mis cimientos y se alejó.
No fue mi Santana quien lo hizo. Fue Santana, pero una diferente. Era un lado de ella que nunca había visto.
También me mostró que no podría confiar en alguien de esa forma nuevamente.
Me enamoré de ella con tanta facilidad.
Tenía estrellas en mis ojos cuando niveló esa mirada oscura con la mía. Robó mi corazón; caí a sus pies después de conocerla tan solo unos pocos meses.
Y nunca me arrepentí.
Era suya.
Hasta ahora.
Cuando salió de nuestra casa —o su casa— sin escucharme o preguntarme que pasó en realidad, mi corazón estaba destrozado.
Esta mañana, después de haber estado en pie toda la noche llorando y esperando que regresara, recogí los trozos de mi corazón y los tomé conmigo antes de salir de la mansión en Beverly Hills que se había convertido en mi hogar.
Era su hogar.
Nunca fue el mío.
Y nunca lo sería de nuevo.
El avión tocó suelo y miré al aeropuerto que no me era familiar. Por lo general, volábamos a Sea Breeze en un jet privado. Pero había usado el dinero que ahorré en mi cuenta bancaria para comprar el boleto de avión.
Todo lo que traje conmigo era la ropa que pude acomodar en el único equipaje que tenía: un set Louis Vuitton que Santana me regaló para Navidad dos años atrás.
Todo lo demás lo dejé ahí.
La mayoría lo compró para mí de todas formas, y no lo quería. Había algunas cosas, como mis libros y mis fotografías de Biff y Whitney, que quería. Y había algunas fotos de Quinn en la boda de Sam en la repisa de la chimenea.
Le pedí a April, la jefe de personal de la casa, que las empacara por mí y le dejé dinero y la dirección de mi mamá para que las enviara. Me abrazó fuertemente y me dijo que Santana iba a volver.
Que me quería y que creía que volvería pronto.
No tuve el corazón para decirle que nunca volvería. Le di un fuerte abrazo y le prometí llamar y ponerme en contacto pronto. Luego salí de la casa, dejando atrás mis recuerdos y sueños.
Cuando salí del avión y me dirigí a retirar el equipaje, la insensibilidad que se instaló en mí permanecía.
No sentía nada.
Nada en absoluto.
Aunque sabía qué sucedía, no lo procesaba bien.
Cuando salí de la escalera mecánica, Whitney se encontraba de pie ahí, luciendo demasiado hermosa para tener una hija de mi edad. La mirada en sus ojos, tan llena de pena y dolor por mí, hicieron algo.
Movió un interruptor.
Las lágrimas llenaron mis ojos, caminé directamente a ella y dejé caer mi maleta a sus pies, después me lancé a los brazos de mi mamá y comencé a sollozar.
—Oh, mi niñita—susurró—Lo siento mucho.
Sabía que tenía que controlar mis emociones. Pero, ver a mi mamá trajo todo el dolor de vuelta.
Era como si reviviera la salida de Santana anoche después de decirme que se acabó.
—Es una idiota. Voy a golpearla—dijo mi madre mientras recorría con su mano mi cabello.
Si no me sintiera tan herida, me reiría. Tenía que ser Whitney quien amenazara a alguien de asesinato.
Me tragué el siguiente sollozo y respiré hondo. Luego me aparté, agachando la cabeza mientras limpiaba mi rostro. Una vez que estuve segura que lo tenía bajo control, levanté la mirada para encontrar la de mi madre.
—Hola.
Frunció el ceño y tomó mi cuello.
—Hola. Vamos a recoger tus costosas maletas y vamos a casa. Cuando llegue Biff, se sentirá dichoso de verte.
Que me recordara que vería a Biff pronto hizo todo esto más fácil.
Asentí y tomé la bolsa de lona que coincidía con el resto de mis maletas y nos dirigimos a la cinta de equipajes.
Mis maletas salieron y luego nos encaminamos al auto. Mi madre conducía un Honda más nuevo.
Se graduó de la escuela el año pasado y ahora era una enfermera de maternidad. Sus ingresos eran buenos y le daba a Biff un buen hogar.
Me sentía orgullosa de ella.
Pusimos el equipaje en el maletero y en el asiento trasero. Traje cuatro valijas incluyendo mi bolso de lona, donde coloqué mi ropa interior y accesorios.
Logramos salir del aeropuerto sin que nadie me viera y se acercara a mí. Pero también iba sin maquillaje, mis ojos estaban hinchados de llorar toda la noche y tenía mi cabello atado en una cola de caballo con una gorra de béisbol cubriéndola.
Un truco que Santana a menudo usaba, pero nunca funcionó para ella.
Mi fama provenía de ser la novia de Santana López y luego su prometida por los pasados cinco años.
Una vez que fuera vista con chicas nuevas, tenía la certeza que eso terminaría. Las personas pronto olvidarían que existía.
Mi mano fue de vuelta a mi vientre y recordé que quizá no sería capaz de desvanecerme.
Si los medios alguna vez se enteraban que este bebé era de Santana López, tendría que ocultarme.
Eso si alguna vez le decía a Santana.
Pudo haber sido capaz de alejarme con facilidad, pero la conocía bien para saber con seguridad que querría conocer al bebé.
Pero, ¿podría confiar que también me protegería?
¿Y no dejaría que los medios se comieran mi vida?
Santana
El Mercedes Roadster rojo de Brittany que le di hace dos meses atrás se encontraba aún estacionado en el espacio de la cochera que estaba designado para ella.
El Jaguar que le regalé el año pasado se hallaba estacionado en el siguiente espacio.
Los otros siete estaban llenos mientras estacionaba mi Escalade ESV en el último espacio.
No se había ido.
No le dije que se fuera. Sin embargo, sí terminé nuestra relación.
El dolor me cortó mientras la idea de perder a Brittany me hundía.
Mi cabeza palpitaba por la resaca del infierno con la que desperté en el ático del Wilshire. No sabía con certeza cómo había llegado ahí. Después de haberme tomado la botella entera de vodka, las cosas empezaron a desvanecerse.
La traición de Brittany y el dolor de tener mi corazón rasgado en mi pecho me atontaron, dejándome beber mi peso en alcohol. Fue un alivio hasta que desperté en mi propio vómito esta mañana, sintiéndome como que me atropelló un camión varias veces.
Salí del Escalade y cerré la puerta.
Tenía que enfrentarla de nuevo.
Ella tuvo toda la noche para decidir qué hacer.
Cuando tomé una ducha esta mañana y con lentitud recuperé la sobriedad, el miedo de que se hubiese ido cuando llegara a casa se apoderó de mí y me fue difícil respirar.
Había estado besándose con mi baterista a mis espaldas.
Verlo de mi publicista antes de que hoy saliera en los medios de comunicación, fue tan doloroso como tener mi cuerpo cortado lentamente con un cuchillo romo.
Le propiné tal paliza a mi baterista que terminó hospitalizado, luego llegué a casa y terminé de desencadenar mi furia gritándole a Brittany.
Nunca imaginé que mi dulce Brittany podría hacer algo como esto.
Solo verla tratando de explicarlo me enfureció y rompió mi corazón al mismo tiempo.
No quería sus mentiras.
Vi la prueba.
Se volvió insensible por esta vida y de alguna manera no lo noté. Justo lo que temí que ocurriría, pasó.
Las personas dedicaban sitios webs para lo que ella usaba y dónde concurría para arreglar su cabello.
La cambié.
La chica de la que me enamoré desapareció.
La perdí y todo era mi culpa. Traerla a este mundo la arruinó. Nunca debí haberla tocado. Mi egoísmo convirtió a la mujer más hermosa en lo que despreciaba.
Tendría que irse.
Si ahora no se había ido y probablemente estaba lista para rogarme para no perder la vida que le di.
Si no era la prometida de Santana López, no era nadie.
Al parecer, amaba esa vida y no se iría fácilmente. Recordar que la chica de la que me enamoré ya no existía sería difícil. Forzar a Brittany a que saliera de mi casa iba a destruirme.
Esto era un infierno que nunca superaría. Que nunca querría repetir.
Ninguna mujer me tendría otra vez.
Nunca.
Me encontraba decidida.
Abrí la puerta, dirigiéndome a la casa por la cochera y entré.
No me esperó.
Al menos tenía un momento antes de que su humillación comenzara y debía tolerar ver a la mujer que amaba transformada en un monstruo codicioso que este mundo había creado.
Dejé las llaves en la mesa, sabiendo que alguien las pondría donde debían ir y me encaminé hacia el vestíbulo que me dirigía al lado trasero de la casa.
No escuché a nadie, pero sabía que había al menos seis empleados en este momento.
Cuando por fin llegué al pasillo que conducía a nuestra habitación, me detuve y tomé una profunda respiración. Si se encontraba ahí dormida, tendría que ser fuerte.
Dura.
No podía dejar que la visión de ella durmiendo en la cama donde tuvimos los mejores momentos de mi vida me afectara.
Brittany me destruiría por completo si no hacía esto.
Ya me había arruinado.
No tenía más alma.
La tomó y la mató.
Si iba a superar esto y avanzar, tenía que irse.
Tenía que ser la que la hiciera irse.
La puerta de nuestra habitación se abrió y April salió con una caja en las manos. Se detuvo cuando me vio y su rostro se endureció.
¿Qué demonios?
¿Brittany la embaucó?
¿La mujer hoy no miró los canales de entretenimiento o vio el periódico?
Demonios, apareceríamos en las noticias de esta noche antes de que esto hubiera terminado.
No era con quien debía estar enojada.
Pero luego, el dulce rostro de Brittany podía encantar a una maldita serpiente.
Belleza como la de ella cegaba a la gente.
—¿Se encuentra ahí?—le pregunté, molesta de que Brittany pusiera a mi personal en mi contra tan fácilmente.
April me frunció el ceño y negó con la cabeza.
—No, señorita. Se fue. He terminado de empacar sus cosas, aunque me pidió que no le enviara la ropa que dejó. No quería las cosas que usted le compró. Tuvo que tomar algunas de ellas, porque usted estuvo en su vida por los últimos cinco años. Pero quería sus fotografías y algunas de las cosas que trajo con ella. Le dije que se las enviaría a casa de su madre. Las cosas que dejó siguen en el vestidor. Supuse que podría decidir que quería hacer con ellas.
Mi respiración se detuvo y mi pecho se contrajo.
—¿Se fue?—pregunté, sabiendo ya la respuesta.
April asintió.
—Sí, señorita—no profundizó. Asintió de nuevo y avanzó, pasándome como si no pudiera alejarse de mí lo suficientemente rápido.
Miré la habitación, incapaz de moverme.
Se fue.
Se había ido.
No me rogó que la perdonara ni se excusó ni me mintió. Anoche me rogó que la dejara explicar, pero cuando le grité que se callara, lo hizo, y no dijo otra palabra.
No queriendo entrar a la habitación que compartí con Brittany, pero sabiendo que tenía que enfrentarlo, me moví hacia ella, preparándome para no encontrarla.
Al entrar, la habitación se sentía fría. Como si la calidez que alguna vez tuvo se hubiera evaporado.
Dejé que mi mirada viajara por la habitación.
Las fotografías de nosotras no se encontraban ahí, como tampoco las fotografías que Brittany tenía de Whitney y Biff.
Las paredes se sentían desnudas.
La mesita de su lado estaba vacía ahora. Su labial que mantenía junto a la cama y el libro que leía desaparecieron. La foto de nosotras de la noche de nuestra fiesta de compromiso también faltaba.
¿Se la llevó?
Sabía que abrir su vestidor iba a desgarrarme de par en par. Su olor todavía permanecería ahí.
¿Me sentía preparado para enfrentarlo?
No.
Me encaminé al baño principal. No ver todas sus lociones, perfumes y sus joyas dispersas en el mostrador de mármol transformó la habitación en aburrida y sin vida.
Le hice el amor en el mostrador muchas veces.
Los recuerdos aparecían en mi cabeza, haciendo el dolor tan intenso que tuve que inclinarme para atravesarlo. Mis rodillas comenzaron a rendirse y me di la vuelta y me alejé.
Tenía que salir de ahí.
Podía olerla mientras pasaba el guardarropa e inhalé con profundidad.
¿Cómo viviría sin ese olor otra vez?
¿Sin escucharla gritar mi nombre y pegarse a mí mientras la llenaba?
Lo que tenía con Brittany no era algo que una persona pudiera olvidar.
Abriendo la puerta de su vestidor, me paré ahí y dejé que su esencia me consumiera. Los bolsos que le compré se encontraban alineados en los estantes, junto con cada par de zapatos de diseñador que le regalé. Los trajes que usó en los conciertos, en las premiaciones a la música y todos los eventos a los que acudimos continuaban colgados en las bolsas como si estuvieran almacenados.
Lo único que faltaba era la ropa de Brittany.
Las cosas que la hacían mi Brittany.
Sus vaqueros, pantaloncillos y camisetas. No tomó la ropa costosa. Dejó todo eso.
¿Tenía siquiera algún bolso ahora?
¿Tenía suficiente ropa?
¿Volvió con su mamá?
¿En Sea Breeze?
¿Dónde trabajaría?
Tenía una licenciatura en educación que no utilizó todavía porque no teníamos tiempo suficiente para que consiguiera un trabajo. Había ido a las giras conmigo y cuando tenía que viajar ella también lo hacía.
¿Enseñaría en una escuela ahora?
Necesitaría dinero.
¡Diablos!
Me volteé para mirar en los cajones que sabía que tenían toda su joyería. Quizás se la llevó. Podría venderlo y vivir por años. Abrí bruscamente y examiné el cajón superior para verlo completamente lleno.
Sabía sin mirar que los otros estarían igual de repletos.
Estirando la mano, recogí el diamante de cinco quilates que le puse cuando le pedí que estuviera por siempre conmigo. Había llorado y asentido antes de arrojarse a mis brazos. Ahora se hallaba guardado muy seguro en este cajón. Ya no más en su dedo esbelto, diciéndole al mundo que era mía.
Ahora, ya no era mía.
Rindiéndome a la devastación. Caí de rodillas y tomé mi cabeza en las manos mientras los sollozos rompían a través de mí.
Perdí a mi mundo.
Brittany
Biff se encontraba acurrucado a mi lado, sonando dormido, mientras me sentaba en el sofá de la casa de mi madre, la que fue comprada por Santana López.
Era una pequeña casa de tres dormitorios en un agradable y seguro vecindario en Sea Breeze.
No le permití comprar algo más grande.
No tenía ningún sentido. Eran solo ella y Biff. Mantenía la tercera habitación arreglada para las veces que Santana y yo la visitábamos, aunque rara vez pasábamos la noche aquí.
Le dejé mi teléfono a April.
Era una de las muchas cosas que Santana López me dio. No iba a conservar un teléfono que pagó ella.
Llamaría mañana a Quinn cuando me sintiera lo suficientemente fuerte. Ahora necesitaba dejar que Biff me distrajera.
Me mostró cómo podía escribir el abecedario y cantó el himno nacional para mí. Pintó varias páginas de su libro para colorear de Las Tortugas Ninjas que le envié la semana pasada por correo. Preguntó varias veces cuando vendría Santana.
Había sido como un cuchillo en mi corazón cada vez que dijo su nombre.
Whitney le explicó las primeras veces que no la veríamos más. Pero había estado preocupado y siguió preguntándome.
Él amaba a Santana.
Por fin, me esforcé para mirar a mi hermanito y explicarle que Santana y yo rompimos y no éramos amigas. Entonces intenté aliviar ese golpe diciéndole que significaba que me mudaría a esta casa con él y con mamá. Se sintió molesto por no ver a Santana y no dejaba de traerla a colación. Pero estaba muy entusiasmado acerca de que me quedara aquí con ellos.
—Debo llevarlo a la cama. Tiene que despertarse temprano para la escuela—dijo Whitney mientras caminaba para recogerlo y tomarlo en sus brazos.
—Está bien. Gracias por dejarlo levantado y que mantuviera mi mente despejada. Lo extrañé.
Sonrió.
—Él es la mejor medicina—dijo, besando su frente antes de caminar por el pasillo que llevaba a las habitaciones.
La llegada de Biff al mundo fue dramática y destructiva, pero mi madre se recompuso y obtuvo ayuda médica, gracias a Santana.
Se convirtió en la madre que nunca tuve.
Cuando la vi con Biff, me regocijó.
Amaba verlos felices.
Tiré de la manta del respaldo del sofá y me envolví con ella antes de recostarme y cerrar los ojos. No dormí anoche y los eventos de las últimas cuarenta y ocho horas comenzaban a pesarme.
No encendí la televisión en todo el día.
No sabía en qué momento las noticias dirían que habíamos terminado. Imaginé que sería cuando una fotografía de ella con alguien nuevo fuera restregada por todos los medios.
No me sentía preparada para verla.
Whitney lo entendió.
—¿Cómo te sientes? ¿Lista para dormir?—preguntó, volviendo a la habitación.
Asentí y forcé a mis ojos a abrirse.
—Sí, lo estoy.
Whitney caminó y se agachó a mi lado, luego me abrazó.
—Odio ver a mi niña tan rota—susurró en mi cabello mientras me acurrucaba en sus brazos.
—Mamá—dije en un susurro; no pensaba decirle acerca del bebé, pero necesitaba que alguien supiera.
—Sí, cariño —dijo abrazándome fuerte.
—Estoy embarazada.
Dejó de acariciar mi cabeza y la escuché inhalar bruscamente, luego exhaló.
—¿Lo sabe?
Iba a decirle.
—La iba a sorprender ayer con la noticia. Lo tenía todo planeado. Iba a hacer que April nos preparara un picnic en el sótano donde tenemos esa increíble vista en la noche de las luces fuera de la colina. Incluso había puesto velas en todos lados que April me ayudaría a encender. No le dije para qué hacía todo esto. Quería decirle a ella primero. Pero entonces no llegaba a casa ni contestaba su teléfono. Tres horas después apagué las velas, dejé el picnic en el sótano y me dirigí a nuestra habitación. Ahí fue donde me encontró—me detuve y cerré los ojos. No me hallaba lista para repetir lo que dijo—Me gritó. Me dijo que era como todas “ellas” y que lo usé para tener cosas. Después, antes de irse me dijo que era una mentirosa y que todo había terminado.
El cuerpo de Whitney se tensó.
Sabía que se molestaría por esto.
—¿Te explicó la razón?
Negué con la cabeza.
—No. Cuando le pregunté, me dijo que yo sabía. Luego me dijo que me callara. Nunca me calló. Así que lo hice.
Los brazos de mi madre se apretaron a mi alrededor.
—Oh, cielo. Lo siento mucho. Va a lamentarlo. Recuerda mis palabras, lo lamentará. La perseguirá y se dará cuenta de que cometió un error y vendrá arrastrándose. Hazla suplicar a tus pies por un tiempo antes de rendirte. ¿Me escuchas? No la perdones fácilmente por esto. Pero perdónala. Porque ha cometido un horrible error.
Un consejo sobre relaciones era algo que no tomaría de mi madre.
Whitney no era la mujer más inteligente cuando se trataba de amores. Aunque Biff también en eso la cambió. Pero aun así, cometió tantos errores en su vida.
Yo era uno de sus primeros errores.
—No puedo. No confiaré en una persona para amar así otra vez. Menos en ella—susurré.
Mamá suspiró y descansó la barbilla en mi cabeza.
—En verdad la jodió, ¿no es así?—me dijo con un tono triste.
Santana
El sueño nunca vino.
Toda la maldita noche.
Ni siquiera me levanté y fui a otra habitación y traté de dormir ahí.
No funcionaría.
Todo lo que podía ver era el rostro manchado en lágrimas de Brittany mientras me rogaba que le dijera qué ocurría.
Nunca tuvo un rastro de comprensión en sus ojos. Había sido tan buena actuando inocente.
¿Durante cuánto maldito tiempo mi Brittany fue una manipuladora mentirosa?
Me dirigí hacia la cocina, porque no iba a comer en el comedor solo para recordar todos los buenos momentos que tuve con Brittany ahí.
Agarraría algo de comida y saldría de esta casa.
April salía de la cocina con el ceño fruncido y no sonrió cuando me vio.
¿Olvidó esta mujer para quién trabajaba?
—Discúlpeme, señorita Santana—replicó formalmente—Necesito terminar de limpiar el picnic que Brittany preparó para usted, al que nunca llegó.
¿Picnic?
—¿Qué?—pregunté, molesta porque mi personal se pusiera del lado de Brittany después de que fuera yo la que se había quemado.
—El picnic que preparó con velas para usted la otra noche. Parecía tan emocionada. Pasó días preparándose. Aunque no me contó de qué se trataba. No tenía que preguntarle, en realidad. Ya lo sabía. La chica tonta se olvida de que soy consciente de todo en esta casa. Sé lo que hay en su basura.
Confundida, permanecí ahí mientras April pasaba por delante de mí, y parecía aún más enojada que antes.
—¿De qué diablos hablas? —grité, haciéndola retroceder justo antes de que se diera la vuelta para lanzarme dagas con los ojos.
—Me refiero a la sorpresa que Brittany tenía preparada para usted, señorita.
—¿Qué sorpresa?—pregunté, furiosa de que me hiciera seguir este estúpido juego.
April levantó una de sus rubias cejas e inclinó la cabeza mientras me estudiaba.
—No me corresponde decirle, señorita. Era la sorpresa de Brittany. No mía.
¡A la mierda esto!
No iba a vivir en una casa con gente que no respetaba el hecho de que firmaba sus jodidos cheques de pago.
—Sabes que no trabajas para Brittany, ¿verdad, April? Trabajas para mí.
Frunció el ceño y luego se encogió de hombros.
—He decidido que no estoy segura de querer trabajar para usted, señorita. Si quiere despedirme, haré las maletas y me iré.
La cólera se desbordó y encontré su mirada asesina con una de las mías.
—¿Viste las noticias ayer? ¿Revisaste un periódico? ¿Entraste en el jodido internet?
April gruñó, luego lució disgustada conmigo.
—Sí, señorita, lo hice. Y estoy segura de que Brittany también lo hizo. Sin embargo, nunca la llamó. A pesar de que su teléfono está aquí en la oficina, podría haber encontrado otro teléfono al que llamar. La cosa es, señor, ella no lo hizo. Mi opinión sobre esto es que si Brittany era culpable de lo que esa foto la acusa e intenta manipularlo, entonces habría inventado una excusa y le hubiera llamado, rogándole que la escuchara. Habría estado dispuesta a escucharla gritándole y atacándola si había esperanza de que pudiera recuperarla—se detuvo y me señaló con el dedo—Pero no lo hizo, ¿verdad? No la llamó ni una vez. Porque usted le dijo que se marchara. Le gritó y la insultó de manera que nunca en mi vida imagino que esa chica dulce ha sido insultada. La rompió. No volverá a confiar en usted, y nunca le dará otra oportunidad. Así que no, no la llamó ni trató de explicarse. No cree que usted se merezca una explicación—desató el delantal alrededor de su cintura, luego se acercó y me lo entregó—He decidido que he terminado aquí. Me doy cuenta de que tengo razón y que la hermosa alma que ha destruido no volverá jamás a este lugar. Se ha ido. Y no creo que pueda soportar quedarme aquí y ver su vida saliéndose de control. Porque así será. Ha perdido la luz—se volvió y se marchó.
Me quedé ahí de pie y escuché mientras hablaba con los empleados, y luego la oí darle las llaves a alguien.
No me moví.
No sabía se podría hacerlo.
Porque lo que dijo tenía sentido.
¿Qué mierda me perdí?
Cuando por fin me moví, no fui a la cocina. Mi apetito desapareció. En vez de eso fui a la oficina.
Y claro, estaba el nuevo iPhone de Brittany. La última versión acababa de salir la semana pasada, y la tuve para ella cuando despertó ese día. Dijo que acababa de aprender a usar el último y no estaba lista para el nuevo, pero se había reído de mí.
Luego pasamos una hora en la ducha juntas.
Sin ella, mi vida no significaba nada. Este vacío no iba a desaparecer nunca.
¿Qué quería decirme Brittany?
¿Había conseguido un trabajo?
No estaba segura de qué otra cosa sería lo suficientemente importante como para planear una gran noche sorpresa.
A no ser que…
Por Dios Santo… No.
Me lo habría dicho.
No se habría ido.
—La rompió. No volverá a confiar en usted…—las palabras de April volvieron a mí.
Saqué el teléfono de mi bolsillo y marqué el número de Whitney. Sonó tres veces antes de que la madre de Brittany respondiera.
—Tienes cinco segundos—fue su saludo.
—¿Se encuentra ahí?—pregunté.
—¿En dónde más crees que se encontraría?—respondió.
—Ella… ella… ¿Está embarazada?—pregunté, sintiendo que una mezcla de esperanza y miedo se debatía en mi pecho.
Soltó una risa dura.
—Lo siento, hija de puta. Tus cinco segundos han terminado. Resuelve esta mierda por tu cuenta—luego me colgó.
Miré el teléfono en mi mano y pensé en volver a llamar.
Pero ¿de qué serviría?
Whitney no iba a responder a mi pregunta. Lo que me hizo pensar que yo tenía razón.
Caminé hasta el fondo de la casa, en donde supe que encontraría a alguien que lo supiera.
Mi personal sabía algo.
Carl Howell, el mayordomo, me lanzó una mirada enojada. Incluso él estaba enojado conmigo.
—¿Está embarazada?—le pregunté.
Se encogió de hombros.
—¿Qué le importa a usted? Podría ser de cualquiera, ¿no?—gruñó, como si la idea le repugnara y se sintiera decepcionado de mí por haber pensado mal de Brittany. Luego se alejó.
Atravesé de golpe las puertas de la cocina y nadie se encontraba ahí. Me preguntaba si April despidió a todos antes de irse.
No me sorprendía en este punto.
Brittany
Me desperté con el olor del café y con mi madre sentada en el borde de la cama.
—Tengo café. No puedes dormir todo el día. Incluso consideraré hacer panqueques si los comes.
Me estiré y me tapé los ojos contra la luz que entraba por las ventanas.
—Mañana, ahora vete—murmuré, luego volví a cerrar los ojos.
Sacó las mantas para dejar que el frío de la habitación me golpeara.
—No. Tenemos cosas que hacer y necesito que estés alerta para que podamos enfrentarlo y estar preparadas para el ataque. Porque, cariño, ya viene.
Eso no sonaba bien.
Me senté y le quité la taza de café de su mano.
—Los medios lo saben—dije antes de tomar un sorbo y dejar que el calor del café me calentara.
—En realidad, no saben nada. Ese es el problema. Piensan que sucedió algo, lo que intento averiguar. Sin embargo, esto explica por qué Santana perdió la cabeza—extendió su mano detrás de ella y sacó el periódico de la mañana—Ya está en las noticias locales. Sección de entretenimiento, primera página. Prepárate—me dijo, entregándome el papel y quitándome la taza.
Le arranqué el papel de las manos, y en el centro de la página en color había una foto de Sebastián Smythe, el baterista de Santana y amigo de siempre, besándome.
Esa noche Sebastián estaba drogado y me tomó por sorpresa. Pegó su boca viscosa a la mía, y me sentí tan sorprendida un momento hasta que me di cuenta de lo que sucedía y lo pateé en las bolas. Se había caído hacia atrás y gemido de dolor.
En más de una ocasión casi le conté a Santana, pero odiaba acabar con su amistad.
Tenía la certeza de que Sebastián no lo recordaba.
Nunca actuó raro a mi alrededor ni nada. Lo dejé pasar y mantuve mi distancia de todos los miembros de la banda en las fiestas. Se emborrachaban y hacían cosas estúpidas.
Cuando me sentía culpable por no decirle a Santana, recordé lo culpable que me sentiría cuando Sebastián estuviera sin trabajo y Santana hubiera perdido a su amigo.
No creía que el resultado de contarle a alguien al respecto valiera la pena.
Había sido dos años atrás. Después de todo ese tiempo, lo olvidé.
Pero alguien lo vio y esperó hasta este momento para compartir la foto.
—¿Me vas a contar por qué el mundo piensa que la prometida de Santana López ahora está tocando a la banda?—preguntó Whitney, repitiendo el título del artículo.
Dejé caer el papel y miré por la ventana.
Santana vio esto antes de que llegara a los medios de comunicación. Lo vio, y en lugar de preguntarme sobre ello, me atacó.
—No lo leíste —dijo Whitney.
—No quiero hacerlo. Todo es mentira—dije, odiando darme cuenta que Santana no confió en mí.
—No todo. El hecho de que Sebastián Smythe permanezca en el hospital con su mandíbula cerrada con cables y varias partes del cuerpo rotas es un hecho. Se cree que Santana López lo golpeó hasta dejarlo al borde de la muerte, pero él no habla. Se niega a presentar cargos.
Dejé caer mi cabeza en las manos y suspiré.
—¿Qué hiciste, Santana?—murmuré para mí.
—¿Vas a llamarla y a explicarle esto?—me preguntó Whitney.
No, no iba a hacerlo.
Debería haberme dado esa opción antes de que Santana golpeara a Sebastián de forma sangrienta y me alejara.
Ahora era demasiado tarde.
Negué con la cabeza.
—Si quiere creer en los medios, entonces deja que lo haga. No quiere que me explique. Si quisiera, me habría dejado hacerlo antes de terminar las cosas.
Whitney me dio la taza de café.
—Tienes razón, por supuesto, pero la amas, Britty, y estás embarazada de su bebé.
En algún momento tendría que decírselo. Pero primero necesitaba mi espacio.
—Probablemente siempre la amaré. Pero no significa que pueda volver a confiar en ella. Eso no hace una relación.
Los hombros de Whitney decayeron.
—Sí. Supongo que eso es cierto. Pero sigue siendo una mierda.
—Necesito un tiempo a solas. Saldré en un momento. Dime si tenemos medios afuera. No sé cómo lo lograré sin la ayuda de Santana, pero resolveremos algo.
Asintió y se levantó.
—Iré a patearles el trasero. No necesito que la apestosa de Santana López mantenga a mi chica a salvo—dijo, antes de salir de la habitación y cerrar la puerta detrás de ella.
Para el momento en que había terminado mi café, oí las primeras puertas de coche.
Echando un vistazo por mi ventana, vi a un representante de cada canal de noticias de Alabama y de los estados circundantes, y nacionales también.
Golpearon la puerta y llamaron al timbre.
Estaba agradecida de que Biff ya se encontrara en la escuela. Sin embargo, esta locura tendría que terminar. Incluso si tenía que ir a buscar una habitación de hotel para quitar el foco de la casa de mi madre.
Me coloqué unos vaqueros y una camisa de mangas largas, luego cepillé mi cabello y lo recogí en una coleta antes de abrir la puerta de mi dormitorio.
Mamá se encontraba en la cocina, mirando por la ventana con el teléfono en la oreja.
—Sí, está aquí. Traigan sus traseros hasta aquí y sáquenlos de mi propiedad antes de que yo haga que los lleven a la cárcel por invasión de morada. Ustedes no tienen suficiente espacio en su cárcel para toda esta mierda. Hagan algo al respecto ahora.
Hablaba con la policía. Eso ayudaría un poco y por un tiempo. Pero esta sería una batalla continua.
No sabía cómo desactivar la situación.
Mamá colgó y se volvió para mirarme.
—Está empezando—dijo, con un gesto de disculpa.
—Sí, así es—respondí, hundiéndome en la silla de la cocina y preguntándome cómo mi vida había salido tan mal.
Santana
Cuando mi jet aterrizó en el aeropuerto privado Sea Breeze, había seguridad en todas partes.
Salí del avión y fui inmediatamente rodeado por unos guardias enormes.
—Buenas noches, señorita. La mayoría de los medios de comunicación están acampando en la casa de la madre de la señorita Pierce, pero tenemos a algunos andando como escoria alrededor de la línea de propiedad. Queríamos llevarla al coche y salir de la zona de manera segura—me explicó uno de los hombres que me esperaban.
Mierda.
Ya estaban detrás de Brittany.
No me tenía ahí para ayudarla.
—Aléjalos de la casa de Whitney Pierce. Ahora—le exigí, caminando hacia la camioneta negra que me esperaba.
—Sí, señorita—respondió el hombre.
—¿En dónde está mi conductor habitual?—pregunté cuando un hombre que no reconocí me abrió la puerta.
—Él, eh, renunció, señorita—respondió el tipo.
—¿Qué?
—Renunció, señorita. Esta mañana repitió.
No tuve que preguntar la razón.
Era por Brittany.
A pesar de que había una foto de ella besando a mi baterista por todas partes en las noticias, todavía se colocaban de su lado. El miedo de que fuera la única idiota que no confié en ella y lo hubiera creído empeoraba.
¿Por qué no le di la oportunidad de explicarse?
Porque la imagen de las manos de Sebastián sobre ella y sus labios sobre los suyos me volvieron tan loco que perdí la cabeza. No podía pensar claramente por la ira y el dolor que fluía a través de mis venas.
Entré en la camioneta y miré hacia delante.
—Llévame con Brittany—tenía música reproduciéndose, y una de las canciones que escribí para Brittany apareció en la radio—Apaga la radio—ladré.
Rápidamente la apagó, y me recliné en mi asiento, tratando de averiguar cómo manejaría esto si tuviera una explicación.
Si me equivoqué y salté a conclusiones precipitadas. Incluso si ella no tenía una explicación…
¿Y si estaba embarazada?
¿De mi bebé?
¿Qué demonios haría entonces?
No iba a abandonarla y a dejarla arreglárselas por sí misma. Por mucho que odiara esa foto, la amaba.
Dios, siempre la amaría.
El conductor me llevó a la entrada de la casa que compré para Whitney y para Biff.
El Honda de Whitney se hallaba estacionado afuera, así como varios autos de la policía. Mi ejército de protección se nos acercó, y no esperé a que aseguraran el perímetro antes de abrir la puerta y acercarme a la casa.
Ni siquiera golpeé antes de que Whitney abriera la puerta y sus ojos me lanzaran dagas de odio.
—¿Qué demonios haces aquí? ¿No crees que has hecho suficiente? La echaste como una basura, y ella ha terminado contigo. Así que vuelve a tu casa y a tu vida de lujo, ¡y deja a mi niña en paz, maldita sea!—Whitney nunca me había hablado así.
Me sorprendió, pero su reacción solo hizo que mi miedo de que lo estropeé por completo fuera más real. Pero con ese temor había una esperanza de que mi Brittany siguiera siendo la misma chica que pensé que era hasta que vi esa foto.
—Tengo que hablar con ella—dije, dispuesta a pasar por delante de Whitney si tuviera que hacerlo para entrar en la casa.
—Es San—dijo la voz de Biff, emocionado, mientras atravesaba corriendo las piernas de Whitney—Britty dijo que no iba a volver y que ya no era su amiga. ¡Pero cambió de opinión!—se entusiasmó y aplaudió—¿Quieres jugar a Las Tortugas Ninjas conmigo y con Britty?—preguntó, mirándome fijamente.
Ella estaba ahí. Jugando con su hermanito.
Mierda.
Eso no sonaba como la mujer que la acusé en que se había convertido.
Dios, ¿qué hice?
—Vuelve con tu hermana. Voy a pedirle a Santana que se vaya. Hace que Britt se ponga triste—le dijo Whitney, y la sonrisa de Biff decayó.
—¿Es por eso que sigue llorando?
Su pregunta fue mi última gota.
—Necesito verla ahora—dije. Saqué a Whitney de mi camino, luego palmeé a Biff en la cabeza mientras caminaba por la casa en busca de Brittany.
Cuando entré en la sala, ella se levantó de su lugar en el suelo con un ejército de tortugas a su alrededor y se apartó de mí.
—¿Qué haces aquí?—preguntó, con el miedo y el dolor brillando en su rostro.
Tenía los ojos hinchados y rojos. No llevaba maquillaje, y su ropa era algo que se compró por sí misma.
Lo más difícil de ver fue su mano desnuda.
Me había acostumbrado a ver mi anillo en su dedo.
—Por favor, vete. Ya has dicho suficiente. No quiero que Biff oiga esto. Vete. No tomé nada que fuera tuyo, o al menos, traté de no hacerlo.
No inventaba excusas.
Se sentía preocupada por Biff.
—¿Lo hiciste?—le pregunté.
Lo que debería haber hecho primero.
Su espalda se puso rígida y levantó su barbilla con orgullo.
—No puedes preguntármelo ahora. El tiempo para eso ha terminado. Debes irte.
El temor se apoderó de mi estómago.
Una enfermedad comenzó a agitarse.
—Britt—di un paso hacia ella—Debería haberte dado la oportunidad de explicarlo. Lo arruiné. Pero te lo estoy preguntando ahora. ¿Lo hiciste?
Retrocedió, colocando más espacio entre nosotras.
—¿Te irás y no volverás si te lo digo?—preguntó.
¡No si no había hecho nada malo!
No si no se hubiera besado con mi maldito baterista.
Iba a mendigar como un maldito perro si eso era lo que tenía que hacer, pero no la abandonaría si lo que ahora sospechaba era cierto.
—No—respondí.
Frunció el ceño y movió su mirada para enfocarse en algo más al otro lado de la habitación.
No quería mirarme.
—Las cosas que dijiste… Tienes que irte. Independientemente de mi respuesta, lo que teníamos ha terminado.
No lo besó.
Podía verlo en el dolor que brillaba en sus ojos mientras miraba fijamente el punto al otro lado de la habitación que no era yo.
—Estaba drogado. Ni siquiera lo recuerda, no creo que lo haga. Nunca lo mencionó. Pero hace dos años en una fiesta después de un concierto… me agarró y me besó. Lo golpeé entre las piernas después de que me di cuenta de lo que sucedía. Debí habértelo dicho, pero estaba segura de que nunca me habría tocado si no hubiera estado borracho y fuera de sí. Decidí que eso salvaría la amistad de ustedes y como no pasó nada, no tenía sentido que te contara. Ahora veo que fue un error.
Sebastián ingresó en rehabilitación dieciocho meses atrás, después de que tuvo una recaída histórica y casi se suicidó con una sobredosis. En aquel entonces había estado drogado.
No dudé de ni una de las palabras que acababa de decir.
Tenía sentido por completo.
—Lo siento—las palabras salieron de mi boca, e incluso yo supe que no eran suficientes.
Nunca sería suficiente.
—Yo también—respondió, y finalmente cambió su enfoque de nuevo hacia mí—Pero tienes que irte. Se acabó, Santana.
No.
No había terminado.
No iba a dejarla solo porque me equivoqué.
—No quería que te fueras. Pensé que volvería al día siguiente y que estarías ahí. Pensé…
—Me echaste. No confiaste en mí. Y no quiero pasar nunca por eso otra vez. No puedo vivir con miedo de que algo vuelva a suceder y me echarás sin pedirme la versión de los hechos. Ya no confío en ti—dijo esas palabras y las lágrimas le llenaron los ojos—Lo siento. Pero tienes que irte.
No me iba a ir.
Tenía que averiguar cómo salvar esto.
Salvarnos a las dos.
—¿Estás embarazada?—pregunté, rogando a Dios que así fuera.
Ambas hace un tiempo habíamos decidido tener un y fuimos a una clínica de confianza y la cual tenía mis óvulos y nos sometimos a un tratamiento para que quedara embarazada con ellos, así el bebé tendría genes de ambas… y al parecer había funcionado.
Se puso rígida, y sus manos fueron a su vientre, contestando mi pregunta sin que dijera una palabra.
Finalmente asintió.
—De nueve semanas.
Cuando la respiración me abandonó, tuve que agarrar mis rodillas para sostenerme.
El alivio y la alegría se mezclaron con el dolor y el miedo.
Estaba embarazada de nuestro bebé.
Pero quería que la dejara.
Nunca podría dejarla.
—Si crees que es tuyo y quieres ser parte de su vida, no castigaré al bebé de tener una relación con su mamá. Llegarás a ser una parte tan grande de la vida de nuestro bebé como quieras serlo. Pero no seremos una familia. Es un sueño en el que no puedo confiar ahora.
Si creía que era mío… Maldición, pensaba que todavía no le creía lo de Sebastián.
—Britt, sé que es mío. Debería haberte escuchado y dejarte explicar lo de Sebastián. Me sentía tan malditamente dolida que dejé que la foto y la nota que vino con ella me rompieran. He actuado en base a celos y a la angustia. Me destrocé al creer que habías cambiado por la vida que tenemos. No podía pensar con claridad.
—Y cuando suceden cosas así, tienes que confiar en la gente que amas. No asumir lo peor de ellos. Si me amas tal como yo te amé, entonces habrías confiado. No confiaste en mí. Así que no me amaste lo suficiente. Necesito más que eso, Santana. No puedo dejar que me destruyas. Ahora tengo otra vida que cuidar. Esto ya no es sobre mí. Se trata del niño en mi interior.
—Te amo más que a la vida. Perdí la cabeza porque te amo demasiado. Te equivocas sobre eso, cariño. Estás muy equivocada.
Sacudió la cabeza.
—No importa. Hemos terminado. Excepto por el niño que compartimos, eso es todo lo que habrá entre nosotras. Ahora, por favor, vete.
Si no fuera por las lágrimas no derramadas en sus ojos y la angustia en todo su rostro, habría creído que realmente me dejaba fuera. Pero la conocía demasiado bien.
Esto no se terminó.
Nunca terminaríamos.
Solo tenía que hallar una manera de demostrárselo. Las palabras no iban a ser suficientes. Las acciones nos habían arruinado, y las acciones tendrían que salvarnos.
Brittany
A la mañana siguiente me desperté con mi madre sentada junto a mi cama otra vez con otra taza de café y otro periódico.
—Buenos días, cariño. Hoy soy portadora de buenas noticias. Los medios de comunicación ya no nos van a acechar y Santana López ha hecho una declaración.
Me senté y agarré el papel que me tendía.
—Deberías buscar en Google y ver su video, o simplemente ver las noticias. Hace un trabajo fantástico. Pero aquí tienes la versión impresa.
Había una foto de Santana con un micrófono en su cara, mirando directamente a la cámara.
—Santana López explica los rumores alrededor de la traición de Brittany Pierce. Son falsos.
Dejé caer el papel en la cama, me quité las cobijas de encima y me dirigí a mi MacBook. Lo abrí y busqué “Santana López” y fue la primera cosa que apareció.
Hice clic en el vínculo de YouTube y lo vi.
—Los rumores que surgieron de una foto de mi baterista, Sebastián Smythe, besando a mi prometida, Brittany Pierce, son falsos. Sebastián no estaba bien de la cabeza hace dos años. Todos ya saben que ha estado en rehabilitación desde entonces y está en un mejor lugar ahora. Pero en ese momento, hizo cosas que no haría normalmente.
Besar a mi Britt fue una de ellas. Ella lo empujó y nunca volvieron a hablar de eso de nuevo. Lo que ven aquí es una Brittany Pierce sorprendida por ser abordada por un Sebastián Smythe irracional. No es una situación de amantes. Nada romántico. Britt es inocente de todas las incriminaciones que la rodean y apreciaría si mis fanáticos se ponen de su lado y la apoyan a través de este truco cruel de los medios. Gracias—se alejó del micrófono y los reporteros estuvieron gritando preguntas para ella mientras los guardaespaldas la rodeaban y caminaban lejos.
Hacia su jet.
—Parece que se ha ido y los buitres también—dijo Whitney detrás mío.
—Sí, eso parece—le había dicho que se fuera y se fue.
Esta era su disculpa hacia mí, y sabía que la perdonaba.
Incluso sin esto, la perdoné ayer cuando se disculpó. Pero tenía tanto miedo de ser herida por ella que el mismo no me permitió darle una oportunidad de arreglar esto.
A cambio, la rechacé y ella lo permitió.
—¿Vas a estar bien? Tal vez, puedes ir a visitar a Quinn, la calle y la entrada del coche están despejados. Ha llamado varias veces en los últimos dos días.
Necesitaba visitar a Quinn.
Tenía que salir de esta casa y aclarar mi cabeza.
Asentí, después agarré la taza de café de las manos de Whitney y tomé un largo sorbo.
—Para tu información, éste es un descafeinado. No puedes tener el auténtico ahora que estás embarazada.
No pensé en eso.
—Gracias.
—Oye, tú cuidaste de mí cuando estaba embarazada de Biff, así que ahora es mi turno de devolverte el favor—bromeó.
Si aún pudiera sonreír, lo habría hecho.
Dos horas después, Quinn abrió la puerta de su departamento y se abalanzó sobre mí.
—Dios mío, he estado tan preocupada por ti—dijo mientras sus brazos se envolvían alrededor mío.
—Lo siento. Debí haber llamado. Solo necesitaba un tiempo antes de venir aquí—dije mientras se apartaba de mí, pero sosteniendo mis hombros.
—Ella estuvo en el pueblo ayer, ¿verdad? Ese discurso que dio fuera del aeropuerto de Sea Breeze se ha vuelto viral.
Asentí.
—¿Hablaron? —preguntó con cautela.
—Sí —respondí.
Tristeza llenó su cara.
—¿Así que de verdad se acabó?
Asentí de nuevo.
Tomó mis manos y me llevó dentro de su departamento, después cerró la puerta.
—Necesitamos helado. Tengo galletas, crema y pastel de cumpleaños. ¿Cuál quieres?—preguntó mientras caminaba hacia su cocina.
La seguí.
—No tengo hambre—dije.
—No tienes que tener hambre para comer helado—me informó. Se detuvo en la ventana y se congeló. Después se dio vuelta lentamente—¿Estás segura de que se fue?
—¿Qué?—le pregunté confundida.
Apuntó hacia la ventana.
—Esa es una camioneta costosa estacionada al frente, con una gran cantidad de hombres que la siguen deteniéndose fuera de ella. No conozco a nadie aparte de Santana López que pasee por Sea Breeze de esa manera.
El timbre de la casa sonó y nos quedamos viéndonos la una a la otra.
Era Santana.
Lo sabía sin ir a la puerta.
¿Qué hacía aquí?
—¿Quieres que abra?—preguntó Quinn con una mirada esperanzadora.
Podría decir que no y podríamos sentarnos mientras Santana se quedaba fuera de la puerta, pero eso atraería a una multitud.
No quería más atención de los medios. Y si admitiera la verdad, quería ver si realmente era ella.
—Voy a abrir —le dije.
—Bien, uhmm... Me quedaré aquí a menos que me necesites.
Fui a la puerta y la abrí lentamente, preparándome para el hecho de que podía ser su hermano o solo uno de sus mensajeros. Pero cuando Santana llenó la entrada, mi corazón se oprimió.
No se había ido.
—Fui a la casa de tu mamá y me dijo que estabas aquí—dijo, con su mirada en mí como si estuviera tratando de memorizar cada característica.
—Pensé que te habías ido—dije antes de poder detenerme.
—Estás aquí, Britt. No pertenezco a ningún otro lugar.
No sabía que decir a eso.
—¿Por qué estás aquí? ¿Ahora?
Una sonrisa triste curvó sus labios.
—No tienes tu teléfono. Y quería saber si ya tienes un ginecobstreta aquí, y si es así, quería saber cuándo es tu próxima cita.
Vino donde Quinn para preguntarme sobre la cita con mi doctor.
—Oh, uhmm... no. Tengo que registrarme con Medicaid primero. Supongo que ya no tengo seguro—me detuve ahí.
Santana pagó para que yo tuviera Blue Cross y Blue Shield. No sabía que se suponía que debía hacer ahora. No esperaba que ella siguiera pagando por eso.
Aunque estuviera embarazada de su bebé.
Frunció el ceño.
—Aunque no te amara con cada fibra de mi jodido ser, aun así, me aseguraría de que tuvieras seguro de salud, Britt. Sé que piensas que soy un monstruo malvado ahora, y demonios, lo tengo bien merecido, pero no lo soy. Tendrás lo mejor y también nuestro bebé. Los amo, a los dos. Eres mi vida, aunque yo ya no sea la tuya.
Mi corazón se retorció con sus palabras y agarré el picaporte fuertemente con mi mano.
—No creo que seas un monstruo malvado.
Porque no lo creía.
Ya no estaba segura de lo que pensaba honestamente.
—Llamé y conseguí el nombre del mejor ginecobstreta en el área. Puedo conseguirnos una reunión privada con él en cualquier momento y así puedes decidir si te gusta. Solo dime lo que quieres o lo que necesitas.
Estuvo buscando el mejor doctor para el bebé y para mí. Mi corazón se retorció un poco más.
—Me gustaría eso. Necesito ver a alguien—dije—El doctor Martínez confirmó el embarazo, así que necesitaría que envíe mi expediente al nuevo doctor desde su oficina.
Santana asintió.
—Lo llamaré y tendré eso hecho tan pronto como estés segura de qué doctor quieres tener aquí.
Me hablaba como si se fuera a quedar aquí.
No podía quedarse de manera permanente.
—Santana, no has terminado de grabar el nuevo álbum. Necesitas regresar a Los Ángeles—le recordé.
Dejó salir una risa fuerte.
—Sí, bueno, pueden irse a la mierda. No puedo terminarlo ahora. Tengo cosas más importantes que hacer en mi vida.
—Tu gira es en cuatro meses. El disco tiene que lanzarse antes de eso—discutí.
Había estado con ella a través de cinco lanzamientos de álbumes y giras.
Sabía cómo funcionaba esto.
—La gira debe cancelarse de todas maneras. No me puedo ir contigo embarazada. No voy a ir a ningún lado al que tú no puedas ir—dijo como si esto tuviera completo sentido.
—Santana—comencé, y ella se acercó y tomó mi mano con la suya deteniendo mi tren de pensamiento.
—Britt, tú eres eso. Mi vida. Mi mundo. Así no me quieras o no puedas confiar en mí, todavía eres mi razón de vivir. Y nuestro bebé, no perderé ni un minuto de eso. Quiero estar a tu lado a través de todo. Creamos una vida juntos los tres. Lo jodí y viviré con eso toda mi vida, pero no te dejaré. Estaré aquí para lo que sea que me permitas estar.
—No puedas desechar tu carrera musical. Eso es loca. No estás pensando claramente—comencé a discutir, pero el bulto en mi garganta estaba creciendo y tuve que empujarlo hacia abajo.
—Nada importa si no estás en mi vida. Nada—dijo y dio un paso hacia mí—Tú y nuestro bebé son lo único que importarán para siempre.
Al principio pensé que me iba a besar y traté de decidir si eso era una buena idea, pero dejó caer su mano y después se dio la vuelta y se fue.
¿Qué iba a hacer con ella?
—Por favor, dime que la vas a perdonar—dijo Quinn detrás mío.
Supuse que escuchó todo.
—¿Cómo puedo hacerlo? ¿Y si me vuelve a lastimar así? ¿Cómo puedo confiar en ella?
Suspiró y envolvió un brazo alrededor de mi cintura.
—Lo entiendo. Pensé que después de saber que mi novia había pagado para dormir con mujeres, nunca podría ser capaz de confiar en ella de nuevo. Eso fue una mentira que nunca imaginé que podía perdonar. Pero lo hice. Porque me amó lo suficiente por las dos cuando yo no creía que podía amarla más. Ahora mismo Santana está amando lo suficiente por ti, ella, el bebé, que debo agregar, estoy extasiada por las buenas noticias. Dios, esa mujer se siente despreciable. Vamos, Britt, dale un descanso—apoyó la cabeza en mi hombro—Vas a ser la mamá de los bebés de Santana jodida López—se rió.
Una sonrisa tiró de mis labios ante su descripción ridícula.
Tal vez tenía razón.
Santana nunca hizo nada como esto anteriormente. Habíamos peleado, pero eso siempre terminó en sexo caliente en lugares locos.
Esta había sido nuestra primera pelea grande. Y mis emociones eran tan crudas ahora que no manejaba las cosas de la manera correcta.
—No quiero amarla. Pero lo hago. Tanto.
Quinn suspiró.
—Únete al club. Ella tiene muchos clubes de fans alrededor del mundo. Y las mujeres se ofrecen a tener su bebé millones de veces en un día en internet.
Era una broma, pero tenía razón.
Me reí esta vez. No fue una completa, pero fue una risa.
—Voy a ir a casa a hablar con Whitney y después creo que iré a su casa y la veré. Ahora que las dos hemos tenido tiempo para pensar y procesar, necesitamos hablar.
—Sí, lo necesitan —coincidió.
Santana
Cuando el timbre resonó a través de la casa, sabía que era ella.
Nadie más habría venido a buscarme aquí. No le dije a ninguna alma dónde estaba. Pero Brittany lo sabría.
Corrí por las escaleras y me dirigí a la puerta principal, desbloqueándola y abriéndola antes de que el primer repique del timbre terminara.
Se hallaba de pie ahí, vestida con los mismos vaqueros y la camiseta que tenía puesta antes. Sus ojos se encontraron con los míos y podía ver que estaba nerviosa.
Odiaba pensar que Brittany estuviera nerviosa por venir a verme.
Quería tocarla y sostenerla de por vida. Pero ella no se veía como si estuviera esperando eso.
Di un paso atrás y me moví para que entrara.
—¿Abriendo tu propia puerta?—me preguntó y no estaba seguro si era una broma o no.
—No hay ningún empleado aquí. Se fueron esta tarde cuando les dije que se podían ir—expliqué, aunque incluso si hubiera habido alguien aquí, nadie me habría despegado de la puerta esta noche.
—Oh, bien, eso es lo mejor. No necesitamos a nadie escuchándonos hablar sobre esto.
Estuve de acuerdo.
Quería a Brittany solo para mí misma.
—¿Tienes hambre? ¿Tuviste una buena cena?—le pregunté, pensando en el hecho de que necesitaba comer no solo por su salud sino también por la de nuestro bebé.
—Whitney me hizo ensalada de pasta y pollo al horno—dijo con una pequeña sonrisa.
Esa sonrisita me dio esperanza.
No había visto una sonrisa en su cara desde la mañana antes de que perdiera mi cordura.
—Bien. ¿Quieres postre?—le pregunté—La señora Sue dejó pastel de chocolate.
Sacudió la cabeza.
—No, todavía estoy muy llena.
Entonces podíamos hablar.
—Vamos a la habitación grande. Hay sillas más cómodas ahí, y tengo la fogata encendido.
—Está bien —contestó.
Antes de que me diera la vuelta para ir ahí, estiré mi mano hacia la suya como siempre lo hice antes de que fuéramos a cualquier parte.
Era un hábito y uno que amaba.
Ella siempre venía hacia mí de buena gana. Esta vez sus ojos fueron de los míos a mi mano y se congeló.
Otra cosa que había arruinado.
Mi chica ya no quería venir hacia mí con facilidad.
—¿Ya no me quieres tocar?—le pregunté incapaz de mantener mi boca cerrada y de ser paciente con ella.
Subió su mirada de nuevo a la mía.
—Yo... Por supuesto que quiero. Es solo que... Dios Santana, esto es muy confuso.
Di un paso hacia ella, la alcancé y tomé su mano, entrelazando sus dedos con los míos.
—Esta parte no. Esto—dije sosteniendo hacia arriba nuestras manos—, Nunca es confuso.
Dejó que la llevara a la gran habitación sin soltar su mano.
La llevé hacia el sofá de cuero en frente de la chimenea y sin ganas, solté su mano para que pueda sentarse. Aunque no me iba a alejar de ella en la habitación.
Íbamos a hablar, pero íbamos a estar cerca al hacerlo.
Me senté a su lado y puse mi cuerpo para enfrentarla mientras estiraba mi brazo alrededor del espaldar del sofá.
—Viniste a verme. No voy a mentir, Britt, estoy jodidamente esperanzada.
Apretó las manos en su regazo y las miró en lugar de verme.
—¿Puedes prometerme que nunca harás eso de nuevo? ¿Nunca asumirás algo de mí sin preguntarme antes?—preguntó y después, lentamente alzó sus ojos para mirarme.
Estaba aquí para darme una segunda oportunidad.
—Britt-Britt, te juro por Dios, nunca te lastimaré así de nuevo. Debí haberlo escuchado directamente de ti antes de haber creído cualquier cosa mala. E incluso entonces, no creo que lo hubiera creído. Mi chica es aún tan perfecta como lo fue cuando me enamoré de ella. Me lo cuestioné, y eso me devorará por un gran tiempo. No me puedo perdonar, pero realmente quiero que tú lo hagas. Haré lo que sea que me pidas. Solo ámame otra vez, Brittany, por favor.
Inhaló profundamente y mantuvo sus ojos en mí.
—¿Si no hubiera estado embarazada, habrías vuelto por mí?
Ya me había hecho la misma pregunta a mí misma. La respuesta era sí.
No hubiera sido capaz de pasar otra noche sin verla y estar segura de que estaba bien.
—Sí. Incluso cuando creí esa mierda, me preocupé por ti. Te extrañé. Nunca dejé de amarte.
Me estudió un momento, después asintió.
—Te creo.
Me encontraba listo para atraerla a mis brazos ahora.
—¿Puedes amarme? Después de todo esto... ¿Puedes amarme de nuevo?—pregunté necesitando saber si su corazón iba a estar cerrado para mí para siempre.
Sonrió.
—Nunca dejé de amarte. Quise. Hubiera sido más fácil. Pero no puedo apagarlo como si fuera un interruptor. Te he amado por cinco años, y te amaré por cien más.
Estiré mi mano de nuevo.
—Ven aquí.
Esperé para ver si lo hacía.
Su mano se levantó y después la deslizó en la mía. La tiré hacia mí y tomé su cintura, después la puse en mi regazo.
—Te necesito ahora—le dije mientras llevé mi boca hacia la suya.
—Bueno—fue su respuesta antes de que mi boca cubriera la suya.
Brittany
Santana rompió nuestro beso lo suficiente para empujar mi camiseta por encima de mi cabeza y tirarla a un lado.
Después quitó mi sujetador, me recostó en el sofá mientras me besaba la parte superior de mis senos y hacía círculos en los pezones con su lengua.
Cuando mordió cada pezón, grité. Pero ella sabía que lo haría.
Me encantaba la picazón de sus dientes.
—Seremos dulces más tarde. Ahora mismo te necesito—dijo mientras sus manos comenzaron a trabajar en mis vaqueros, arrastrándolos hacia abajo por mi cuerpo.
Una vez que me tuvo completamente desnuda, se puso de pie y se quitó la ropa.
Era una vista con la que la mayoría de las personas del mundo fantaseaban pero que yo tenía a diario.
El espectáculo desnudista de Santana López.
Nada era mejor que eso.
Besó las puntas de mis dedos, después tocó su lado, donde mi nombre se hallaba tatuado en la forma del símbolo del infinito.
—Si nunca me hubieras creído... ¿Te hubieras quitado esto?—le pregunté.
Santana bajó su cuerpo sobre el mío y dejó un camino de besos desde mi estómago a través del medio de mis senos y después por mi clavícula.
—Estaba herida, Britt. Pero una vez que salí de mi neblina de dolor, me di cuenta de que no importaba si lo habías hecho o no. No puedo vivir sin ti, Britt-Britt.
—Nunca te lastimaría así. No quiero que creas que podría hacerte algo como eso—le dije.
—Mmmmm—murmuró en mi oreja—Bien entonces, haz que mi dolor se sienta mejor ahora. Ponte de pie para mí y muéstrame ese trasero dulce.
Mi cuerpo ya temblaba, pero esas palabras hicieron que los temblores se volvieran llamas. Se movió lejos de mí y me puse de pie para inclinarme y sostenerme del espaldar del sofá.
Sus manos rodearon mi cintura y gimió.
—Mierda Britt. Tu trasero es asombroso—puso su mano entre mis piernas—Sepáralas más amplio.
Hice lo que me dijo y esperé ansiosamente para que nos uniéramos.
Así era como normalmente terminábamos las peleas. En un movimiento ya estábamos perfectamente juntas y penetrarme a la misma vez.
Grité su nombre y me sostuve del sofá mientras ella movía sus caderas y sus dedos para deslizarse dentro y fuera de mí.
—Mi dulce trasero—dijo.
Cuando peleábamos, Santana necesitaba el tipo de sexo que le recordaba que yo era suya.
La tranquilizaba.
Esto era parte de eso.
De reclamar mi cuerpo.
La buena parte para mí era que sus palabras me excitaban más.
—Nadie más consigue tocar esto. Solo yo. Siempre ha sido mío—dijo en un tono reverente mientras me acariciaba—Dime que es mío, Britt.
Mordiendo mi labio, me contuve de sonreír, pero no dije nada. Cuando no le decía nada se ponía más exigente, y amaba eso.
—Dime—repitió y presioné mi espalda hacia ella con mi trasero, y gruñó. Su otra mano se deslizó a mi clítoris inflamado y dejó de moverse. Yo estaba jadeando, necesitando que me llevara al límite—Dime—repitió con una voz profunda y exigente.
—Es tuyo. Soy tuya—dije, desesperada por que me llevara ahí.
—Por supuesto que sí—gruñó y se abalanzó hacia mí mientras su pulgar jugaba con mi sensibilidad en medio de mis piernas. Empecé a temblar mientras mi orgasmo se construía—Ahora, Britt—dijo, y justo así, exploté en sus brazos envueltos alrededor mío sosteniéndome mientras ella también lo hacía.
Las dos nos encogimos y gritamos el nombre de la otra.
Después estábamos en el sofá y yo estaba acurrucada al lado de Santana mientras ella estiraba una manta de cachemira encima de nosotros. Posé mi cabeza en su pecho y tracé el infinito con mi nombre en su lado.
—Gracias. Siempre sabes cuándo lo necesito así y lo haces jodidamente asombroso—dijo mientras me besaba la cima de mi cabeza.
—De nada, pero disfruté ese orgasmo alucinante al final, así que no fue todo por ti—bromeé.
Sonrió y me movió más cerca.
—Quiero tenerte de nuevo en unos minutos. Seré dulce esta vez—dijo.
No estaba segura de que lo necesitara dulce ahora.
—Tal vez podemos ser dulces mañana. Me gusta la idea de que me folles contra la pared después.
—Dios, te amo—dijo, mientras su pulgar se deslizaba bajo mi barbilla e inclinaba mi cabeza hacia atrás para que la pudiera mirar—Me dices que quieres ser follada, y estoy excitada al instante. ¿Estás lista para manejar la reacción que creaste?
Me reí, y moví encima de ella.
—Creo que puedo manejarla.
Alcanzó sus vaqueros del piso y buscó en el bolsillo.
—Primero, esto debe volver a dónde pertenece. Dónde siempre pertenecerá. Por siempre, maldición—dijo mientras deslizaba mi anillo de compromiso de vuelta a mi dedo. Después lo besó—Nunca más me dejes, Britt-Britt. Incluso si actúo como una mierda. Golpéame o desnúdate. Cualquiera llamará mi atención.
Sonreí, me incliné hacia ella y besé su nariz.
—¿Por qué no pensé en eso la primera vez?
Sonrió y se estiró para apretar mi trasero con sus manos.
—No habrá una próxima vez. Sé cómo se siente caminar hacia nuestra habitación y no tenerte ahí. Nunca quiero sentir esa mierda de nuevo.
Besé su frente y arrastré besos hacia un lado de su cara hasta encontrarme con sus labios.
—Bien—dije antes de hundirme en un beso que me empujaría a la pared llena de Santana López dentro de unos minutos.
Cuando la llamé para decirle que mi avión llegaría a las diez al aeropuerto internacional de Pensacola, el aeropuerto grande más cercano a Sea Breeze, dijo que se encontraría ahí.
Teníamos suficiente tiempo para llegar y para recoger a Biff, mi hermano pequeño, de la escuela.
Este año iba a jardín de infantes.
Puse las manos en mi vientre y cerré los ojos. No estaba lista para decirle a Whitney nada.
Querría saber.
Whitney era indiscreta y, aunque maduró mucho desde la mujer que me crio y se convirtió en una buena mamá para mi hermanito, aún no era esa persona con quien quería hablar sobre esto.
Tampoco me sentía lista para contarle a Quinn y ella era mi mejor amiga.
Primero, necesitaba procesar todo. Ahora esto no era sobre mí. Si le hubiera dicho, quizás ella podría haber cambiado de opinión y me habría escuchado.
Pero no quería que el hecho de estar embarazada controlara la situación.
Quería que me escuchara y confiara en mí porque me amaba.
Durante los pasados cinco años, atravesamos mucho juntas. Hasta ayer, pensé que éramos sólidas como una roca. Que nada podría penetrar lo que construimos.
Luego, hizo mover mis cimientos y se alejó.
No fue mi Santana quien lo hizo. Fue Santana, pero una diferente. Era un lado de ella que nunca había visto.
También me mostró que no podría confiar en alguien de esa forma nuevamente.
Me enamoré de ella con tanta facilidad.
Tenía estrellas en mis ojos cuando niveló esa mirada oscura con la mía. Robó mi corazón; caí a sus pies después de conocerla tan solo unos pocos meses.
Y nunca me arrepentí.
Era suya.
Hasta ahora.
Cuando salió de nuestra casa —o su casa— sin escucharme o preguntarme que pasó en realidad, mi corazón estaba destrozado.
Esta mañana, después de haber estado en pie toda la noche llorando y esperando que regresara, recogí los trozos de mi corazón y los tomé conmigo antes de salir de la mansión en Beverly Hills que se había convertido en mi hogar.
Era su hogar.
Nunca fue el mío.
Y nunca lo sería de nuevo.
El avión tocó suelo y miré al aeropuerto que no me era familiar. Por lo general, volábamos a Sea Breeze en un jet privado. Pero había usado el dinero que ahorré en mi cuenta bancaria para comprar el boleto de avión.
Todo lo que traje conmigo era la ropa que pude acomodar en el único equipaje que tenía: un set Louis Vuitton que Santana me regaló para Navidad dos años atrás.
Todo lo demás lo dejé ahí.
La mayoría lo compró para mí de todas formas, y no lo quería. Había algunas cosas, como mis libros y mis fotografías de Biff y Whitney, que quería. Y había algunas fotos de Quinn en la boda de Sam en la repisa de la chimenea.
Le pedí a April, la jefe de personal de la casa, que las empacara por mí y le dejé dinero y la dirección de mi mamá para que las enviara. Me abrazó fuertemente y me dijo que Santana iba a volver.
Que me quería y que creía que volvería pronto.
No tuve el corazón para decirle que nunca volvería. Le di un fuerte abrazo y le prometí llamar y ponerme en contacto pronto. Luego salí de la casa, dejando atrás mis recuerdos y sueños.
Cuando salí del avión y me dirigí a retirar el equipaje, la insensibilidad que se instaló en mí permanecía.
No sentía nada.
Nada en absoluto.
Aunque sabía qué sucedía, no lo procesaba bien.
Cuando salí de la escalera mecánica, Whitney se encontraba de pie ahí, luciendo demasiado hermosa para tener una hija de mi edad. La mirada en sus ojos, tan llena de pena y dolor por mí, hicieron algo.
Movió un interruptor.
Las lágrimas llenaron mis ojos, caminé directamente a ella y dejé caer mi maleta a sus pies, después me lancé a los brazos de mi mamá y comencé a sollozar.
—Oh, mi niñita—susurró—Lo siento mucho.
Sabía que tenía que controlar mis emociones. Pero, ver a mi mamá trajo todo el dolor de vuelta.
Era como si reviviera la salida de Santana anoche después de decirme que se acabó.
—Es una idiota. Voy a golpearla—dijo mi madre mientras recorría con su mano mi cabello.
Si no me sintiera tan herida, me reiría. Tenía que ser Whitney quien amenazara a alguien de asesinato.
Me tragué el siguiente sollozo y respiré hondo. Luego me aparté, agachando la cabeza mientras limpiaba mi rostro. Una vez que estuve segura que lo tenía bajo control, levanté la mirada para encontrar la de mi madre.
—Hola.
Frunció el ceño y tomó mi cuello.
—Hola. Vamos a recoger tus costosas maletas y vamos a casa. Cuando llegue Biff, se sentirá dichoso de verte.
Que me recordara que vería a Biff pronto hizo todo esto más fácil.
Asentí y tomé la bolsa de lona que coincidía con el resto de mis maletas y nos dirigimos a la cinta de equipajes.
Mis maletas salieron y luego nos encaminamos al auto. Mi madre conducía un Honda más nuevo.
Se graduó de la escuela el año pasado y ahora era una enfermera de maternidad. Sus ingresos eran buenos y le daba a Biff un buen hogar.
Me sentía orgullosa de ella.
Pusimos el equipaje en el maletero y en el asiento trasero. Traje cuatro valijas incluyendo mi bolso de lona, donde coloqué mi ropa interior y accesorios.
Logramos salir del aeropuerto sin que nadie me viera y se acercara a mí. Pero también iba sin maquillaje, mis ojos estaban hinchados de llorar toda la noche y tenía mi cabello atado en una cola de caballo con una gorra de béisbol cubriéndola.
Un truco que Santana a menudo usaba, pero nunca funcionó para ella.
Mi fama provenía de ser la novia de Santana López y luego su prometida por los pasados cinco años.
Una vez que fuera vista con chicas nuevas, tenía la certeza que eso terminaría. Las personas pronto olvidarían que existía.
Mi mano fue de vuelta a mi vientre y recordé que quizá no sería capaz de desvanecerme.
Si los medios alguna vez se enteraban que este bebé era de Santana López, tendría que ocultarme.
Eso si alguna vez le decía a Santana.
Pudo haber sido capaz de alejarme con facilidad, pero la conocía bien para saber con seguridad que querría conocer al bebé.
Pero, ¿podría confiar que también me protegería?
¿Y no dejaría que los medios se comieran mi vida?
Santana
El Mercedes Roadster rojo de Brittany que le di hace dos meses atrás se encontraba aún estacionado en el espacio de la cochera que estaba designado para ella.
El Jaguar que le regalé el año pasado se hallaba estacionado en el siguiente espacio.
Los otros siete estaban llenos mientras estacionaba mi Escalade ESV en el último espacio.
No se había ido.
No le dije que se fuera. Sin embargo, sí terminé nuestra relación.
El dolor me cortó mientras la idea de perder a Brittany me hundía.
Mi cabeza palpitaba por la resaca del infierno con la que desperté en el ático del Wilshire. No sabía con certeza cómo había llegado ahí. Después de haberme tomado la botella entera de vodka, las cosas empezaron a desvanecerse.
La traición de Brittany y el dolor de tener mi corazón rasgado en mi pecho me atontaron, dejándome beber mi peso en alcohol. Fue un alivio hasta que desperté en mi propio vómito esta mañana, sintiéndome como que me atropelló un camión varias veces.
Salí del Escalade y cerré la puerta.
Tenía que enfrentarla de nuevo.
Ella tuvo toda la noche para decidir qué hacer.
Cuando tomé una ducha esta mañana y con lentitud recuperé la sobriedad, el miedo de que se hubiese ido cuando llegara a casa se apoderó de mí y me fue difícil respirar.
Había estado besándose con mi baterista a mis espaldas.
Verlo de mi publicista antes de que hoy saliera en los medios de comunicación, fue tan doloroso como tener mi cuerpo cortado lentamente con un cuchillo romo.
Le propiné tal paliza a mi baterista que terminó hospitalizado, luego llegué a casa y terminé de desencadenar mi furia gritándole a Brittany.
Nunca imaginé que mi dulce Brittany podría hacer algo como esto.
Solo verla tratando de explicarlo me enfureció y rompió mi corazón al mismo tiempo.
No quería sus mentiras.
Vi la prueba.
Se volvió insensible por esta vida y de alguna manera no lo noté. Justo lo que temí que ocurriría, pasó.
Las personas dedicaban sitios webs para lo que ella usaba y dónde concurría para arreglar su cabello.
La cambié.
La chica de la que me enamoré desapareció.
La perdí y todo era mi culpa. Traerla a este mundo la arruinó. Nunca debí haberla tocado. Mi egoísmo convirtió a la mujer más hermosa en lo que despreciaba.
Tendría que irse.
Si ahora no se había ido y probablemente estaba lista para rogarme para no perder la vida que le di.
Si no era la prometida de Santana López, no era nadie.
Al parecer, amaba esa vida y no se iría fácilmente. Recordar que la chica de la que me enamoré ya no existía sería difícil. Forzar a Brittany a que saliera de mi casa iba a destruirme.
Esto era un infierno que nunca superaría. Que nunca querría repetir.
Ninguna mujer me tendría otra vez.
Nunca.
Me encontraba decidida.
Abrí la puerta, dirigiéndome a la casa por la cochera y entré.
No me esperó.
Al menos tenía un momento antes de que su humillación comenzara y debía tolerar ver a la mujer que amaba transformada en un monstruo codicioso que este mundo había creado.
Dejé las llaves en la mesa, sabiendo que alguien las pondría donde debían ir y me encaminé hacia el vestíbulo que me dirigía al lado trasero de la casa.
No escuché a nadie, pero sabía que había al menos seis empleados en este momento.
Cuando por fin llegué al pasillo que conducía a nuestra habitación, me detuve y tomé una profunda respiración. Si se encontraba ahí dormida, tendría que ser fuerte.
Dura.
No podía dejar que la visión de ella durmiendo en la cama donde tuvimos los mejores momentos de mi vida me afectara.
Brittany me destruiría por completo si no hacía esto.
Ya me había arruinado.
No tenía más alma.
La tomó y la mató.
Si iba a superar esto y avanzar, tenía que irse.
Tenía que ser la que la hiciera irse.
La puerta de nuestra habitación se abrió y April salió con una caja en las manos. Se detuvo cuando me vio y su rostro se endureció.
¿Qué demonios?
¿Brittany la embaucó?
¿La mujer hoy no miró los canales de entretenimiento o vio el periódico?
Demonios, apareceríamos en las noticias de esta noche antes de que esto hubiera terminado.
No era con quien debía estar enojada.
Pero luego, el dulce rostro de Brittany podía encantar a una maldita serpiente.
Belleza como la de ella cegaba a la gente.
—¿Se encuentra ahí?—le pregunté, molesta de que Brittany pusiera a mi personal en mi contra tan fácilmente.
April me frunció el ceño y negó con la cabeza.
—No, señorita. Se fue. He terminado de empacar sus cosas, aunque me pidió que no le enviara la ropa que dejó. No quería las cosas que usted le compró. Tuvo que tomar algunas de ellas, porque usted estuvo en su vida por los últimos cinco años. Pero quería sus fotografías y algunas de las cosas que trajo con ella. Le dije que se las enviaría a casa de su madre. Las cosas que dejó siguen en el vestidor. Supuse que podría decidir que quería hacer con ellas.
Mi respiración se detuvo y mi pecho se contrajo.
—¿Se fue?—pregunté, sabiendo ya la respuesta.
April asintió.
—Sí, señorita—no profundizó. Asintió de nuevo y avanzó, pasándome como si no pudiera alejarse de mí lo suficientemente rápido.
Miré la habitación, incapaz de moverme.
Se fue.
Se había ido.
No me rogó que la perdonara ni se excusó ni me mintió. Anoche me rogó que la dejara explicar, pero cuando le grité que se callara, lo hizo, y no dijo otra palabra.
No queriendo entrar a la habitación que compartí con Brittany, pero sabiendo que tenía que enfrentarlo, me moví hacia ella, preparándome para no encontrarla.
Al entrar, la habitación se sentía fría. Como si la calidez que alguna vez tuvo se hubiera evaporado.
Dejé que mi mirada viajara por la habitación.
Las fotografías de nosotras no se encontraban ahí, como tampoco las fotografías que Brittany tenía de Whitney y Biff.
Las paredes se sentían desnudas.
La mesita de su lado estaba vacía ahora. Su labial que mantenía junto a la cama y el libro que leía desaparecieron. La foto de nosotras de la noche de nuestra fiesta de compromiso también faltaba.
¿Se la llevó?
Sabía que abrir su vestidor iba a desgarrarme de par en par. Su olor todavía permanecería ahí.
¿Me sentía preparado para enfrentarlo?
No.
Me encaminé al baño principal. No ver todas sus lociones, perfumes y sus joyas dispersas en el mostrador de mármol transformó la habitación en aburrida y sin vida.
Le hice el amor en el mostrador muchas veces.
Los recuerdos aparecían en mi cabeza, haciendo el dolor tan intenso que tuve que inclinarme para atravesarlo. Mis rodillas comenzaron a rendirse y me di la vuelta y me alejé.
Tenía que salir de ahí.
Podía olerla mientras pasaba el guardarropa e inhalé con profundidad.
¿Cómo viviría sin ese olor otra vez?
¿Sin escucharla gritar mi nombre y pegarse a mí mientras la llenaba?
Lo que tenía con Brittany no era algo que una persona pudiera olvidar.
Abriendo la puerta de su vestidor, me paré ahí y dejé que su esencia me consumiera. Los bolsos que le compré se encontraban alineados en los estantes, junto con cada par de zapatos de diseñador que le regalé. Los trajes que usó en los conciertos, en las premiaciones a la música y todos los eventos a los que acudimos continuaban colgados en las bolsas como si estuvieran almacenados.
Lo único que faltaba era la ropa de Brittany.
Las cosas que la hacían mi Brittany.
Sus vaqueros, pantaloncillos y camisetas. No tomó la ropa costosa. Dejó todo eso.
¿Tenía siquiera algún bolso ahora?
¿Tenía suficiente ropa?
¿Volvió con su mamá?
¿En Sea Breeze?
¿Dónde trabajaría?
Tenía una licenciatura en educación que no utilizó todavía porque no teníamos tiempo suficiente para que consiguiera un trabajo. Había ido a las giras conmigo y cuando tenía que viajar ella también lo hacía.
¿Enseñaría en una escuela ahora?
Necesitaría dinero.
¡Diablos!
Me volteé para mirar en los cajones que sabía que tenían toda su joyería. Quizás se la llevó. Podría venderlo y vivir por años. Abrí bruscamente y examiné el cajón superior para verlo completamente lleno.
Sabía sin mirar que los otros estarían igual de repletos.
Estirando la mano, recogí el diamante de cinco quilates que le puse cuando le pedí que estuviera por siempre conmigo. Había llorado y asentido antes de arrojarse a mis brazos. Ahora se hallaba guardado muy seguro en este cajón. Ya no más en su dedo esbelto, diciéndole al mundo que era mía.
Ahora, ya no era mía.
Rindiéndome a la devastación. Caí de rodillas y tomé mi cabeza en las manos mientras los sollozos rompían a través de mí.
Perdí a mi mundo.
Brittany
Biff se encontraba acurrucado a mi lado, sonando dormido, mientras me sentaba en el sofá de la casa de mi madre, la que fue comprada por Santana López.
Era una pequeña casa de tres dormitorios en un agradable y seguro vecindario en Sea Breeze.
No le permití comprar algo más grande.
No tenía ningún sentido. Eran solo ella y Biff. Mantenía la tercera habitación arreglada para las veces que Santana y yo la visitábamos, aunque rara vez pasábamos la noche aquí.
Le dejé mi teléfono a April.
Era una de las muchas cosas que Santana López me dio. No iba a conservar un teléfono que pagó ella.
Llamaría mañana a Quinn cuando me sintiera lo suficientemente fuerte. Ahora necesitaba dejar que Biff me distrajera.
Me mostró cómo podía escribir el abecedario y cantó el himno nacional para mí. Pintó varias páginas de su libro para colorear de Las Tortugas Ninjas que le envié la semana pasada por correo. Preguntó varias veces cuando vendría Santana.
Había sido como un cuchillo en mi corazón cada vez que dijo su nombre.
Whitney le explicó las primeras veces que no la veríamos más. Pero había estado preocupado y siguió preguntándome.
Él amaba a Santana.
Por fin, me esforcé para mirar a mi hermanito y explicarle que Santana y yo rompimos y no éramos amigas. Entonces intenté aliviar ese golpe diciéndole que significaba que me mudaría a esta casa con él y con mamá. Se sintió molesto por no ver a Santana y no dejaba de traerla a colación. Pero estaba muy entusiasmado acerca de que me quedara aquí con ellos.
—Debo llevarlo a la cama. Tiene que despertarse temprano para la escuela—dijo Whitney mientras caminaba para recogerlo y tomarlo en sus brazos.
—Está bien. Gracias por dejarlo levantado y que mantuviera mi mente despejada. Lo extrañé.
Sonrió.
—Él es la mejor medicina—dijo, besando su frente antes de caminar por el pasillo que llevaba a las habitaciones.
La llegada de Biff al mundo fue dramática y destructiva, pero mi madre se recompuso y obtuvo ayuda médica, gracias a Santana.
Se convirtió en la madre que nunca tuve.
Cuando la vi con Biff, me regocijó.
Amaba verlos felices.
Tiré de la manta del respaldo del sofá y me envolví con ella antes de recostarme y cerrar los ojos. No dormí anoche y los eventos de las últimas cuarenta y ocho horas comenzaban a pesarme.
No encendí la televisión en todo el día.
No sabía en qué momento las noticias dirían que habíamos terminado. Imaginé que sería cuando una fotografía de ella con alguien nuevo fuera restregada por todos los medios.
No me sentía preparada para verla.
Whitney lo entendió.
—¿Cómo te sientes? ¿Lista para dormir?—preguntó, volviendo a la habitación.
Asentí y forcé a mis ojos a abrirse.
—Sí, lo estoy.
Whitney caminó y se agachó a mi lado, luego me abrazó.
—Odio ver a mi niña tan rota—susurró en mi cabello mientras me acurrucaba en sus brazos.
—Mamá—dije en un susurro; no pensaba decirle acerca del bebé, pero necesitaba que alguien supiera.
—Sí, cariño —dijo abrazándome fuerte.
—Estoy embarazada.
Dejó de acariciar mi cabeza y la escuché inhalar bruscamente, luego exhaló.
—¿Lo sabe?
Iba a decirle.
—La iba a sorprender ayer con la noticia. Lo tenía todo planeado. Iba a hacer que April nos preparara un picnic en el sótano donde tenemos esa increíble vista en la noche de las luces fuera de la colina. Incluso había puesto velas en todos lados que April me ayudaría a encender. No le dije para qué hacía todo esto. Quería decirle a ella primero. Pero entonces no llegaba a casa ni contestaba su teléfono. Tres horas después apagué las velas, dejé el picnic en el sótano y me dirigí a nuestra habitación. Ahí fue donde me encontró—me detuve y cerré los ojos. No me hallaba lista para repetir lo que dijo—Me gritó. Me dijo que era como todas “ellas” y que lo usé para tener cosas. Después, antes de irse me dijo que era una mentirosa y que todo había terminado.
El cuerpo de Whitney se tensó.
Sabía que se molestaría por esto.
—¿Te explicó la razón?
Negué con la cabeza.
—No. Cuando le pregunté, me dijo que yo sabía. Luego me dijo que me callara. Nunca me calló. Así que lo hice.
Los brazos de mi madre se apretaron a mi alrededor.
—Oh, cielo. Lo siento mucho. Va a lamentarlo. Recuerda mis palabras, lo lamentará. La perseguirá y se dará cuenta de que cometió un error y vendrá arrastrándose. Hazla suplicar a tus pies por un tiempo antes de rendirte. ¿Me escuchas? No la perdones fácilmente por esto. Pero perdónala. Porque ha cometido un horrible error.
Un consejo sobre relaciones era algo que no tomaría de mi madre.
Whitney no era la mujer más inteligente cuando se trataba de amores. Aunque Biff también en eso la cambió. Pero aun así, cometió tantos errores en su vida.
Yo era uno de sus primeros errores.
—No puedo. No confiaré en una persona para amar así otra vez. Menos en ella—susurré.
Mamá suspiró y descansó la barbilla en mi cabeza.
—En verdad la jodió, ¿no es así?—me dijo con un tono triste.
Santana
El sueño nunca vino.
Toda la maldita noche.
Ni siquiera me levanté y fui a otra habitación y traté de dormir ahí.
No funcionaría.
Todo lo que podía ver era el rostro manchado en lágrimas de Brittany mientras me rogaba que le dijera qué ocurría.
Nunca tuvo un rastro de comprensión en sus ojos. Había sido tan buena actuando inocente.
¿Durante cuánto maldito tiempo mi Brittany fue una manipuladora mentirosa?
Me dirigí hacia la cocina, porque no iba a comer en el comedor solo para recordar todos los buenos momentos que tuve con Brittany ahí.
Agarraría algo de comida y saldría de esta casa.
April salía de la cocina con el ceño fruncido y no sonrió cuando me vio.
¿Olvidó esta mujer para quién trabajaba?
—Discúlpeme, señorita Santana—replicó formalmente—Necesito terminar de limpiar el picnic que Brittany preparó para usted, al que nunca llegó.
¿Picnic?
—¿Qué?—pregunté, molesta porque mi personal se pusiera del lado de Brittany después de que fuera yo la que se había quemado.
—El picnic que preparó con velas para usted la otra noche. Parecía tan emocionada. Pasó días preparándose. Aunque no me contó de qué se trataba. No tenía que preguntarle, en realidad. Ya lo sabía. La chica tonta se olvida de que soy consciente de todo en esta casa. Sé lo que hay en su basura.
Confundida, permanecí ahí mientras April pasaba por delante de mí, y parecía aún más enojada que antes.
—¿De qué diablos hablas? —grité, haciéndola retroceder justo antes de que se diera la vuelta para lanzarme dagas con los ojos.
—Me refiero a la sorpresa que Brittany tenía preparada para usted, señorita.
—¿Qué sorpresa?—pregunté, furiosa de que me hiciera seguir este estúpido juego.
April levantó una de sus rubias cejas e inclinó la cabeza mientras me estudiaba.
—No me corresponde decirle, señorita. Era la sorpresa de Brittany. No mía.
¡A la mierda esto!
No iba a vivir en una casa con gente que no respetaba el hecho de que firmaba sus jodidos cheques de pago.
—Sabes que no trabajas para Brittany, ¿verdad, April? Trabajas para mí.
Frunció el ceño y luego se encogió de hombros.
—He decidido que no estoy segura de querer trabajar para usted, señorita. Si quiere despedirme, haré las maletas y me iré.
La cólera se desbordó y encontré su mirada asesina con una de las mías.
—¿Viste las noticias ayer? ¿Revisaste un periódico? ¿Entraste en el jodido internet?
April gruñó, luego lució disgustada conmigo.
—Sí, señorita, lo hice. Y estoy segura de que Brittany también lo hizo. Sin embargo, nunca la llamó. A pesar de que su teléfono está aquí en la oficina, podría haber encontrado otro teléfono al que llamar. La cosa es, señor, ella no lo hizo. Mi opinión sobre esto es que si Brittany era culpable de lo que esa foto la acusa e intenta manipularlo, entonces habría inventado una excusa y le hubiera llamado, rogándole que la escuchara. Habría estado dispuesta a escucharla gritándole y atacándola si había esperanza de que pudiera recuperarla—se detuvo y me señaló con el dedo—Pero no lo hizo, ¿verdad? No la llamó ni una vez. Porque usted le dijo que se marchara. Le gritó y la insultó de manera que nunca en mi vida imagino que esa chica dulce ha sido insultada. La rompió. No volverá a confiar en usted, y nunca le dará otra oportunidad. Así que no, no la llamó ni trató de explicarse. No cree que usted se merezca una explicación—desató el delantal alrededor de su cintura, luego se acercó y me lo entregó—He decidido que he terminado aquí. Me doy cuenta de que tengo razón y que la hermosa alma que ha destruido no volverá jamás a este lugar. Se ha ido. Y no creo que pueda soportar quedarme aquí y ver su vida saliéndose de control. Porque así será. Ha perdido la luz—se volvió y se marchó.
Me quedé ahí de pie y escuché mientras hablaba con los empleados, y luego la oí darle las llaves a alguien.
No me moví.
No sabía se podría hacerlo.
Porque lo que dijo tenía sentido.
¿Qué mierda me perdí?
Cuando por fin me moví, no fui a la cocina. Mi apetito desapareció. En vez de eso fui a la oficina.
Y claro, estaba el nuevo iPhone de Brittany. La última versión acababa de salir la semana pasada, y la tuve para ella cuando despertó ese día. Dijo que acababa de aprender a usar el último y no estaba lista para el nuevo, pero se había reído de mí.
Luego pasamos una hora en la ducha juntas.
Sin ella, mi vida no significaba nada. Este vacío no iba a desaparecer nunca.
¿Qué quería decirme Brittany?
¿Había conseguido un trabajo?
No estaba segura de qué otra cosa sería lo suficientemente importante como para planear una gran noche sorpresa.
A no ser que…
Por Dios Santo… No.
Me lo habría dicho.
No se habría ido.
—La rompió. No volverá a confiar en usted…—las palabras de April volvieron a mí.
Saqué el teléfono de mi bolsillo y marqué el número de Whitney. Sonó tres veces antes de que la madre de Brittany respondiera.
—Tienes cinco segundos—fue su saludo.
—¿Se encuentra ahí?—pregunté.
—¿En dónde más crees que se encontraría?—respondió.
—Ella… ella… ¿Está embarazada?—pregunté, sintiendo que una mezcla de esperanza y miedo se debatía en mi pecho.
Soltó una risa dura.
—Lo siento, hija de puta. Tus cinco segundos han terminado. Resuelve esta mierda por tu cuenta—luego me colgó.
Miré el teléfono en mi mano y pensé en volver a llamar.
Pero ¿de qué serviría?
Whitney no iba a responder a mi pregunta. Lo que me hizo pensar que yo tenía razón.
Caminé hasta el fondo de la casa, en donde supe que encontraría a alguien que lo supiera.
Mi personal sabía algo.
Carl Howell, el mayordomo, me lanzó una mirada enojada. Incluso él estaba enojado conmigo.
—¿Está embarazada?—le pregunté.
Se encogió de hombros.
—¿Qué le importa a usted? Podría ser de cualquiera, ¿no?—gruñó, como si la idea le repugnara y se sintiera decepcionado de mí por haber pensado mal de Brittany. Luego se alejó.
Atravesé de golpe las puertas de la cocina y nadie se encontraba ahí. Me preguntaba si April despidió a todos antes de irse.
No me sorprendía en este punto.
Brittany
Me desperté con el olor del café y con mi madre sentada en el borde de la cama.
—Tengo café. No puedes dormir todo el día. Incluso consideraré hacer panqueques si los comes.
Me estiré y me tapé los ojos contra la luz que entraba por las ventanas.
—Mañana, ahora vete—murmuré, luego volví a cerrar los ojos.
Sacó las mantas para dejar que el frío de la habitación me golpeara.
—No. Tenemos cosas que hacer y necesito que estés alerta para que podamos enfrentarlo y estar preparadas para el ataque. Porque, cariño, ya viene.
Eso no sonaba bien.
Me senté y le quité la taza de café de su mano.
—Los medios lo saben—dije antes de tomar un sorbo y dejar que el calor del café me calentara.
—En realidad, no saben nada. Ese es el problema. Piensan que sucedió algo, lo que intento averiguar. Sin embargo, esto explica por qué Santana perdió la cabeza—extendió su mano detrás de ella y sacó el periódico de la mañana—Ya está en las noticias locales. Sección de entretenimiento, primera página. Prepárate—me dijo, entregándome el papel y quitándome la taza.
Le arranqué el papel de las manos, y en el centro de la página en color había una foto de Sebastián Smythe, el baterista de Santana y amigo de siempre, besándome.
Esa noche Sebastián estaba drogado y me tomó por sorpresa. Pegó su boca viscosa a la mía, y me sentí tan sorprendida un momento hasta que me di cuenta de lo que sucedía y lo pateé en las bolas. Se había caído hacia atrás y gemido de dolor.
En más de una ocasión casi le conté a Santana, pero odiaba acabar con su amistad.
Tenía la certeza de que Sebastián no lo recordaba.
Nunca actuó raro a mi alrededor ni nada. Lo dejé pasar y mantuve mi distancia de todos los miembros de la banda en las fiestas. Se emborrachaban y hacían cosas estúpidas.
Cuando me sentía culpable por no decirle a Santana, recordé lo culpable que me sentiría cuando Sebastián estuviera sin trabajo y Santana hubiera perdido a su amigo.
No creía que el resultado de contarle a alguien al respecto valiera la pena.
Había sido dos años atrás. Después de todo ese tiempo, lo olvidé.
Pero alguien lo vio y esperó hasta este momento para compartir la foto.
—¿Me vas a contar por qué el mundo piensa que la prometida de Santana López ahora está tocando a la banda?—preguntó Whitney, repitiendo el título del artículo.
Dejé caer el papel y miré por la ventana.
Santana vio esto antes de que llegara a los medios de comunicación. Lo vio, y en lugar de preguntarme sobre ello, me atacó.
—No lo leíste —dijo Whitney.
—No quiero hacerlo. Todo es mentira—dije, odiando darme cuenta que Santana no confió en mí.
—No todo. El hecho de que Sebastián Smythe permanezca en el hospital con su mandíbula cerrada con cables y varias partes del cuerpo rotas es un hecho. Se cree que Santana López lo golpeó hasta dejarlo al borde de la muerte, pero él no habla. Se niega a presentar cargos.
Dejé caer mi cabeza en las manos y suspiré.
—¿Qué hiciste, Santana?—murmuré para mí.
—¿Vas a llamarla y a explicarle esto?—me preguntó Whitney.
No, no iba a hacerlo.
Debería haberme dado esa opción antes de que Santana golpeara a Sebastián de forma sangrienta y me alejara.
Ahora era demasiado tarde.
Negué con la cabeza.
—Si quiere creer en los medios, entonces deja que lo haga. No quiere que me explique. Si quisiera, me habría dejado hacerlo antes de terminar las cosas.
Whitney me dio la taza de café.
—Tienes razón, por supuesto, pero la amas, Britty, y estás embarazada de su bebé.
En algún momento tendría que decírselo. Pero primero necesitaba mi espacio.
—Probablemente siempre la amaré. Pero no significa que pueda volver a confiar en ella. Eso no hace una relación.
Los hombros de Whitney decayeron.
—Sí. Supongo que eso es cierto. Pero sigue siendo una mierda.
—Necesito un tiempo a solas. Saldré en un momento. Dime si tenemos medios afuera. No sé cómo lo lograré sin la ayuda de Santana, pero resolveremos algo.
Asintió y se levantó.
—Iré a patearles el trasero. No necesito que la apestosa de Santana López mantenga a mi chica a salvo—dijo, antes de salir de la habitación y cerrar la puerta detrás de ella.
Para el momento en que había terminado mi café, oí las primeras puertas de coche.
Echando un vistazo por mi ventana, vi a un representante de cada canal de noticias de Alabama y de los estados circundantes, y nacionales también.
Golpearon la puerta y llamaron al timbre.
Estaba agradecida de que Biff ya se encontrara en la escuela. Sin embargo, esta locura tendría que terminar. Incluso si tenía que ir a buscar una habitación de hotel para quitar el foco de la casa de mi madre.
Me coloqué unos vaqueros y una camisa de mangas largas, luego cepillé mi cabello y lo recogí en una coleta antes de abrir la puerta de mi dormitorio.
Mamá se encontraba en la cocina, mirando por la ventana con el teléfono en la oreja.
—Sí, está aquí. Traigan sus traseros hasta aquí y sáquenlos de mi propiedad antes de que yo haga que los lleven a la cárcel por invasión de morada. Ustedes no tienen suficiente espacio en su cárcel para toda esta mierda. Hagan algo al respecto ahora.
Hablaba con la policía. Eso ayudaría un poco y por un tiempo. Pero esta sería una batalla continua.
No sabía cómo desactivar la situación.
Mamá colgó y se volvió para mirarme.
—Está empezando—dijo, con un gesto de disculpa.
—Sí, así es—respondí, hundiéndome en la silla de la cocina y preguntándome cómo mi vida había salido tan mal.
Santana
Cuando mi jet aterrizó en el aeropuerto privado Sea Breeze, había seguridad en todas partes.
Salí del avión y fui inmediatamente rodeado por unos guardias enormes.
—Buenas noches, señorita. La mayoría de los medios de comunicación están acampando en la casa de la madre de la señorita Pierce, pero tenemos a algunos andando como escoria alrededor de la línea de propiedad. Queríamos llevarla al coche y salir de la zona de manera segura—me explicó uno de los hombres que me esperaban.
Mierda.
Ya estaban detrás de Brittany.
No me tenía ahí para ayudarla.
—Aléjalos de la casa de Whitney Pierce. Ahora—le exigí, caminando hacia la camioneta negra que me esperaba.
—Sí, señorita—respondió el hombre.
—¿En dónde está mi conductor habitual?—pregunté cuando un hombre que no reconocí me abrió la puerta.
—Él, eh, renunció, señorita—respondió el tipo.
—¿Qué?
—Renunció, señorita. Esta mañana repitió.
No tuve que preguntar la razón.
Era por Brittany.
A pesar de que había una foto de ella besando a mi baterista por todas partes en las noticias, todavía se colocaban de su lado. El miedo de que fuera la única idiota que no confié en ella y lo hubiera creído empeoraba.
¿Por qué no le di la oportunidad de explicarse?
Porque la imagen de las manos de Sebastián sobre ella y sus labios sobre los suyos me volvieron tan loco que perdí la cabeza. No podía pensar claramente por la ira y el dolor que fluía a través de mis venas.
Entré en la camioneta y miré hacia delante.
—Llévame con Brittany—tenía música reproduciéndose, y una de las canciones que escribí para Brittany apareció en la radio—Apaga la radio—ladré.
Rápidamente la apagó, y me recliné en mi asiento, tratando de averiguar cómo manejaría esto si tuviera una explicación.
Si me equivoqué y salté a conclusiones precipitadas. Incluso si ella no tenía una explicación…
¿Y si estaba embarazada?
¿De mi bebé?
¿Qué demonios haría entonces?
No iba a abandonarla y a dejarla arreglárselas por sí misma. Por mucho que odiara esa foto, la amaba.
Dios, siempre la amaría.
El conductor me llevó a la entrada de la casa que compré para Whitney y para Biff.
El Honda de Whitney se hallaba estacionado afuera, así como varios autos de la policía. Mi ejército de protección se nos acercó, y no esperé a que aseguraran el perímetro antes de abrir la puerta y acercarme a la casa.
Ni siquiera golpeé antes de que Whitney abriera la puerta y sus ojos me lanzaran dagas de odio.
—¿Qué demonios haces aquí? ¿No crees que has hecho suficiente? La echaste como una basura, y ella ha terminado contigo. Así que vuelve a tu casa y a tu vida de lujo, ¡y deja a mi niña en paz, maldita sea!—Whitney nunca me había hablado así.
Me sorprendió, pero su reacción solo hizo que mi miedo de que lo estropeé por completo fuera más real. Pero con ese temor había una esperanza de que mi Brittany siguiera siendo la misma chica que pensé que era hasta que vi esa foto.
—Tengo que hablar con ella—dije, dispuesta a pasar por delante de Whitney si tuviera que hacerlo para entrar en la casa.
—Es San—dijo la voz de Biff, emocionado, mientras atravesaba corriendo las piernas de Whitney—Britty dijo que no iba a volver y que ya no era su amiga. ¡Pero cambió de opinión!—se entusiasmó y aplaudió—¿Quieres jugar a Las Tortugas Ninjas conmigo y con Britty?—preguntó, mirándome fijamente.
Ella estaba ahí. Jugando con su hermanito.
Mierda.
Eso no sonaba como la mujer que la acusé en que se había convertido.
Dios, ¿qué hice?
—Vuelve con tu hermana. Voy a pedirle a Santana que se vaya. Hace que Britt se ponga triste—le dijo Whitney, y la sonrisa de Biff decayó.
—¿Es por eso que sigue llorando?
Su pregunta fue mi última gota.
—Necesito verla ahora—dije. Saqué a Whitney de mi camino, luego palmeé a Biff en la cabeza mientras caminaba por la casa en busca de Brittany.
Cuando entré en la sala, ella se levantó de su lugar en el suelo con un ejército de tortugas a su alrededor y se apartó de mí.
—¿Qué haces aquí?—preguntó, con el miedo y el dolor brillando en su rostro.
Tenía los ojos hinchados y rojos. No llevaba maquillaje, y su ropa era algo que se compró por sí misma.
Lo más difícil de ver fue su mano desnuda.
Me había acostumbrado a ver mi anillo en su dedo.
—Por favor, vete. Ya has dicho suficiente. No quiero que Biff oiga esto. Vete. No tomé nada que fuera tuyo, o al menos, traté de no hacerlo.
No inventaba excusas.
Se sentía preocupada por Biff.
—¿Lo hiciste?—le pregunté.
Lo que debería haber hecho primero.
Su espalda se puso rígida y levantó su barbilla con orgullo.
—No puedes preguntármelo ahora. El tiempo para eso ha terminado. Debes irte.
El temor se apoderó de mi estómago.
Una enfermedad comenzó a agitarse.
—Britt—di un paso hacia ella—Debería haberte dado la oportunidad de explicarlo. Lo arruiné. Pero te lo estoy preguntando ahora. ¿Lo hiciste?
Retrocedió, colocando más espacio entre nosotras.
—¿Te irás y no volverás si te lo digo?—preguntó.
¡No si no había hecho nada malo!
No si no se hubiera besado con mi maldito baterista.
Iba a mendigar como un maldito perro si eso era lo que tenía que hacer, pero no la abandonaría si lo que ahora sospechaba era cierto.
—No—respondí.
Frunció el ceño y movió su mirada para enfocarse en algo más al otro lado de la habitación.
No quería mirarme.
—Las cosas que dijiste… Tienes que irte. Independientemente de mi respuesta, lo que teníamos ha terminado.
No lo besó.
Podía verlo en el dolor que brillaba en sus ojos mientras miraba fijamente el punto al otro lado de la habitación que no era yo.
—Estaba drogado. Ni siquiera lo recuerda, no creo que lo haga. Nunca lo mencionó. Pero hace dos años en una fiesta después de un concierto… me agarró y me besó. Lo golpeé entre las piernas después de que me di cuenta de lo que sucedía. Debí habértelo dicho, pero estaba segura de que nunca me habría tocado si no hubiera estado borracho y fuera de sí. Decidí que eso salvaría la amistad de ustedes y como no pasó nada, no tenía sentido que te contara. Ahora veo que fue un error.
Sebastián ingresó en rehabilitación dieciocho meses atrás, después de que tuvo una recaída histórica y casi se suicidó con una sobredosis. En aquel entonces había estado drogado.
No dudé de ni una de las palabras que acababa de decir.
Tenía sentido por completo.
—Lo siento—las palabras salieron de mi boca, e incluso yo supe que no eran suficientes.
Nunca sería suficiente.
—Yo también—respondió, y finalmente cambió su enfoque de nuevo hacia mí—Pero tienes que irte. Se acabó, Santana.
No.
No había terminado.
No iba a dejarla solo porque me equivoqué.
—No quería que te fueras. Pensé que volvería al día siguiente y que estarías ahí. Pensé…
—Me echaste. No confiaste en mí. Y no quiero pasar nunca por eso otra vez. No puedo vivir con miedo de que algo vuelva a suceder y me echarás sin pedirme la versión de los hechos. Ya no confío en ti—dijo esas palabras y las lágrimas le llenaron los ojos—Lo siento. Pero tienes que irte.
No me iba a ir.
Tenía que averiguar cómo salvar esto.
Salvarnos a las dos.
—¿Estás embarazada?—pregunté, rogando a Dios que así fuera.
Ambas hace un tiempo habíamos decidido tener un y fuimos a una clínica de confianza y la cual tenía mis óvulos y nos sometimos a un tratamiento para que quedara embarazada con ellos, así el bebé tendría genes de ambas… y al parecer había funcionado.
Se puso rígida, y sus manos fueron a su vientre, contestando mi pregunta sin que dijera una palabra.
Finalmente asintió.
—De nueve semanas.
Cuando la respiración me abandonó, tuve que agarrar mis rodillas para sostenerme.
El alivio y la alegría se mezclaron con el dolor y el miedo.
Estaba embarazada de nuestro bebé.
Pero quería que la dejara.
Nunca podría dejarla.
—Si crees que es tuyo y quieres ser parte de su vida, no castigaré al bebé de tener una relación con su mamá. Llegarás a ser una parte tan grande de la vida de nuestro bebé como quieras serlo. Pero no seremos una familia. Es un sueño en el que no puedo confiar ahora.
Si creía que era mío… Maldición, pensaba que todavía no le creía lo de Sebastián.
—Britt, sé que es mío. Debería haberte escuchado y dejarte explicar lo de Sebastián. Me sentía tan malditamente dolida que dejé que la foto y la nota que vino con ella me rompieran. He actuado en base a celos y a la angustia. Me destrocé al creer que habías cambiado por la vida que tenemos. No podía pensar con claridad.
—Y cuando suceden cosas así, tienes que confiar en la gente que amas. No asumir lo peor de ellos. Si me amas tal como yo te amé, entonces habrías confiado. No confiaste en mí. Así que no me amaste lo suficiente. Necesito más que eso, Santana. No puedo dejar que me destruyas. Ahora tengo otra vida que cuidar. Esto ya no es sobre mí. Se trata del niño en mi interior.
—Te amo más que a la vida. Perdí la cabeza porque te amo demasiado. Te equivocas sobre eso, cariño. Estás muy equivocada.
Sacudió la cabeza.
—No importa. Hemos terminado. Excepto por el niño que compartimos, eso es todo lo que habrá entre nosotras. Ahora, por favor, vete.
Si no fuera por las lágrimas no derramadas en sus ojos y la angustia en todo su rostro, habría creído que realmente me dejaba fuera. Pero la conocía demasiado bien.
Esto no se terminó.
Nunca terminaríamos.
Solo tenía que hallar una manera de demostrárselo. Las palabras no iban a ser suficientes. Las acciones nos habían arruinado, y las acciones tendrían que salvarnos.
Brittany
A la mañana siguiente me desperté con mi madre sentada junto a mi cama otra vez con otra taza de café y otro periódico.
—Buenos días, cariño. Hoy soy portadora de buenas noticias. Los medios de comunicación ya no nos van a acechar y Santana López ha hecho una declaración.
Me senté y agarré el papel que me tendía.
—Deberías buscar en Google y ver su video, o simplemente ver las noticias. Hace un trabajo fantástico. Pero aquí tienes la versión impresa.
Había una foto de Santana con un micrófono en su cara, mirando directamente a la cámara.
—Santana López explica los rumores alrededor de la traición de Brittany Pierce. Son falsos.
Dejé caer el papel en la cama, me quité las cobijas de encima y me dirigí a mi MacBook. Lo abrí y busqué “Santana López” y fue la primera cosa que apareció.
Hice clic en el vínculo de YouTube y lo vi.
—Los rumores que surgieron de una foto de mi baterista, Sebastián Smythe, besando a mi prometida, Brittany Pierce, son falsos. Sebastián no estaba bien de la cabeza hace dos años. Todos ya saben que ha estado en rehabilitación desde entonces y está en un mejor lugar ahora. Pero en ese momento, hizo cosas que no haría normalmente.
Besar a mi Britt fue una de ellas. Ella lo empujó y nunca volvieron a hablar de eso de nuevo. Lo que ven aquí es una Brittany Pierce sorprendida por ser abordada por un Sebastián Smythe irracional. No es una situación de amantes. Nada romántico. Britt es inocente de todas las incriminaciones que la rodean y apreciaría si mis fanáticos se ponen de su lado y la apoyan a través de este truco cruel de los medios. Gracias—se alejó del micrófono y los reporteros estuvieron gritando preguntas para ella mientras los guardaespaldas la rodeaban y caminaban lejos.
Hacia su jet.
—Parece que se ha ido y los buitres también—dijo Whitney detrás mío.
—Sí, eso parece—le había dicho que se fuera y se fue.
Esta era su disculpa hacia mí, y sabía que la perdonaba.
Incluso sin esto, la perdoné ayer cuando se disculpó. Pero tenía tanto miedo de ser herida por ella que el mismo no me permitió darle una oportunidad de arreglar esto.
A cambio, la rechacé y ella lo permitió.
—¿Vas a estar bien? Tal vez, puedes ir a visitar a Quinn, la calle y la entrada del coche están despejados. Ha llamado varias veces en los últimos dos días.
Necesitaba visitar a Quinn.
Tenía que salir de esta casa y aclarar mi cabeza.
Asentí, después agarré la taza de café de las manos de Whitney y tomé un largo sorbo.
—Para tu información, éste es un descafeinado. No puedes tener el auténtico ahora que estás embarazada.
No pensé en eso.
—Gracias.
—Oye, tú cuidaste de mí cuando estaba embarazada de Biff, así que ahora es mi turno de devolverte el favor—bromeó.
Si aún pudiera sonreír, lo habría hecho.
Dos horas después, Quinn abrió la puerta de su departamento y se abalanzó sobre mí.
—Dios mío, he estado tan preocupada por ti—dijo mientras sus brazos se envolvían alrededor mío.
—Lo siento. Debí haber llamado. Solo necesitaba un tiempo antes de venir aquí—dije mientras se apartaba de mí, pero sosteniendo mis hombros.
—Ella estuvo en el pueblo ayer, ¿verdad? Ese discurso que dio fuera del aeropuerto de Sea Breeze se ha vuelto viral.
Asentí.
—¿Hablaron? —preguntó con cautela.
—Sí —respondí.
Tristeza llenó su cara.
—¿Así que de verdad se acabó?
Asentí de nuevo.
Tomó mis manos y me llevó dentro de su departamento, después cerró la puerta.
—Necesitamos helado. Tengo galletas, crema y pastel de cumpleaños. ¿Cuál quieres?—preguntó mientras caminaba hacia su cocina.
La seguí.
—No tengo hambre—dije.
—No tienes que tener hambre para comer helado—me informó. Se detuvo en la ventana y se congeló. Después se dio vuelta lentamente—¿Estás segura de que se fue?
—¿Qué?—le pregunté confundida.
Apuntó hacia la ventana.
—Esa es una camioneta costosa estacionada al frente, con una gran cantidad de hombres que la siguen deteniéndose fuera de ella. No conozco a nadie aparte de Santana López que pasee por Sea Breeze de esa manera.
El timbre de la casa sonó y nos quedamos viéndonos la una a la otra.
Era Santana.
Lo sabía sin ir a la puerta.
¿Qué hacía aquí?
—¿Quieres que abra?—preguntó Quinn con una mirada esperanzadora.
Podría decir que no y podríamos sentarnos mientras Santana se quedaba fuera de la puerta, pero eso atraería a una multitud.
No quería más atención de los medios. Y si admitiera la verdad, quería ver si realmente era ella.
—Voy a abrir —le dije.
—Bien, uhmm... Me quedaré aquí a menos que me necesites.
Fui a la puerta y la abrí lentamente, preparándome para el hecho de que podía ser su hermano o solo uno de sus mensajeros. Pero cuando Santana llenó la entrada, mi corazón se oprimió.
No se había ido.
—Fui a la casa de tu mamá y me dijo que estabas aquí—dijo, con su mirada en mí como si estuviera tratando de memorizar cada característica.
—Pensé que te habías ido—dije antes de poder detenerme.
—Estás aquí, Britt. No pertenezco a ningún otro lugar.
No sabía que decir a eso.
—¿Por qué estás aquí? ¿Ahora?
Una sonrisa triste curvó sus labios.
—No tienes tu teléfono. Y quería saber si ya tienes un ginecobstreta aquí, y si es así, quería saber cuándo es tu próxima cita.
Vino donde Quinn para preguntarme sobre la cita con mi doctor.
—Oh, uhmm... no. Tengo que registrarme con Medicaid primero. Supongo que ya no tengo seguro—me detuve ahí.
Santana pagó para que yo tuviera Blue Cross y Blue Shield. No sabía que se suponía que debía hacer ahora. No esperaba que ella siguiera pagando por eso.
Aunque estuviera embarazada de su bebé.
Frunció el ceño.
—Aunque no te amara con cada fibra de mi jodido ser, aun así, me aseguraría de que tuvieras seguro de salud, Britt. Sé que piensas que soy un monstruo malvado ahora, y demonios, lo tengo bien merecido, pero no lo soy. Tendrás lo mejor y también nuestro bebé. Los amo, a los dos. Eres mi vida, aunque yo ya no sea la tuya.
Mi corazón se retorció con sus palabras y agarré el picaporte fuertemente con mi mano.
—No creo que seas un monstruo malvado.
Porque no lo creía.
Ya no estaba segura de lo que pensaba honestamente.
—Llamé y conseguí el nombre del mejor ginecobstreta en el área. Puedo conseguirnos una reunión privada con él en cualquier momento y así puedes decidir si te gusta. Solo dime lo que quieres o lo que necesitas.
Estuvo buscando el mejor doctor para el bebé y para mí. Mi corazón se retorció un poco más.
—Me gustaría eso. Necesito ver a alguien—dije—El doctor Martínez confirmó el embarazo, así que necesitaría que envíe mi expediente al nuevo doctor desde su oficina.
Santana asintió.
—Lo llamaré y tendré eso hecho tan pronto como estés segura de qué doctor quieres tener aquí.
Me hablaba como si se fuera a quedar aquí.
No podía quedarse de manera permanente.
—Santana, no has terminado de grabar el nuevo álbum. Necesitas regresar a Los Ángeles—le recordé.
Dejó salir una risa fuerte.
—Sí, bueno, pueden irse a la mierda. No puedo terminarlo ahora. Tengo cosas más importantes que hacer en mi vida.
—Tu gira es en cuatro meses. El disco tiene que lanzarse antes de eso—discutí.
Había estado con ella a través de cinco lanzamientos de álbumes y giras.
Sabía cómo funcionaba esto.
—La gira debe cancelarse de todas maneras. No me puedo ir contigo embarazada. No voy a ir a ningún lado al que tú no puedas ir—dijo como si esto tuviera completo sentido.
—Santana—comencé, y ella se acercó y tomó mi mano con la suya deteniendo mi tren de pensamiento.
—Britt, tú eres eso. Mi vida. Mi mundo. Así no me quieras o no puedas confiar en mí, todavía eres mi razón de vivir. Y nuestro bebé, no perderé ni un minuto de eso. Quiero estar a tu lado a través de todo. Creamos una vida juntos los tres. Lo jodí y viviré con eso toda mi vida, pero no te dejaré. Estaré aquí para lo que sea que me permitas estar.
—No puedas desechar tu carrera musical. Eso es loca. No estás pensando claramente—comencé a discutir, pero el bulto en mi garganta estaba creciendo y tuve que empujarlo hacia abajo.
—Nada importa si no estás en mi vida. Nada—dijo y dio un paso hacia mí—Tú y nuestro bebé son lo único que importarán para siempre.
Al principio pensé que me iba a besar y traté de decidir si eso era una buena idea, pero dejó caer su mano y después se dio la vuelta y se fue.
¿Qué iba a hacer con ella?
—Por favor, dime que la vas a perdonar—dijo Quinn detrás mío.
Supuse que escuchó todo.
—¿Cómo puedo hacerlo? ¿Y si me vuelve a lastimar así? ¿Cómo puedo confiar en ella?
Suspiró y envolvió un brazo alrededor de mi cintura.
—Lo entiendo. Pensé que después de saber que mi novia había pagado para dormir con mujeres, nunca podría ser capaz de confiar en ella de nuevo. Eso fue una mentira que nunca imaginé que podía perdonar. Pero lo hice. Porque me amó lo suficiente por las dos cuando yo no creía que podía amarla más. Ahora mismo Santana está amando lo suficiente por ti, ella, el bebé, que debo agregar, estoy extasiada por las buenas noticias. Dios, esa mujer se siente despreciable. Vamos, Britt, dale un descanso—apoyó la cabeza en mi hombro—Vas a ser la mamá de los bebés de Santana jodida López—se rió.
Una sonrisa tiró de mis labios ante su descripción ridícula.
Tal vez tenía razón.
Santana nunca hizo nada como esto anteriormente. Habíamos peleado, pero eso siempre terminó en sexo caliente en lugares locos.
Esta había sido nuestra primera pelea grande. Y mis emociones eran tan crudas ahora que no manejaba las cosas de la manera correcta.
—No quiero amarla. Pero lo hago. Tanto.
Quinn suspiró.
—Únete al club. Ella tiene muchos clubes de fans alrededor del mundo. Y las mujeres se ofrecen a tener su bebé millones de veces en un día en internet.
Era una broma, pero tenía razón.
Me reí esta vez. No fue una completa, pero fue una risa.
—Voy a ir a casa a hablar con Whitney y después creo que iré a su casa y la veré. Ahora que las dos hemos tenido tiempo para pensar y procesar, necesitamos hablar.
—Sí, lo necesitan —coincidió.
Santana
Cuando el timbre resonó a través de la casa, sabía que era ella.
Nadie más habría venido a buscarme aquí. No le dije a ninguna alma dónde estaba. Pero Brittany lo sabría.
Corrí por las escaleras y me dirigí a la puerta principal, desbloqueándola y abriéndola antes de que el primer repique del timbre terminara.
Se hallaba de pie ahí, vestida con los mismos vaqueros y la camiseta que tenía puesta antes. Sus ojos se encontraron con los míos y podía ver que estaba nerviosa.
Odiaba pensar que Brittany estuviera nerviosa por venir a verme.
Quería tocarla y sostenerla de por vida. Pero ella no se veía como si estuviera esperando eso.
Di un paso atrás y me moví para que entrara.
—¿Abriendo tu propia puerta?—me preguntó y no estaba seguro si era una broma o no.
—No hay ningún empleado aquí. Se fueron esta tarde cuando les dije que se podían ir—expliqué, aunque incluso si hubiera habido alguien aquí, nadie me habría despegado de la puerta esta noche.
—Oh, bien, eso es lo mejor. No necesitamos a nadie escuchándonos hablar sobre esto.
Estuve de acuerdo.
Quería a Brittany solo para mí misma.
—¿Tienes hambre? ¿Tuviste una buena cena?—le pregunté, pensando en el hecho de que necesitaba comer no solo por su salud sino también por la de nuestro bebé.
—Whitney me hizo ensalada de pasta y pollo al horno—dijo con una pequeña sonrisa.
Esa sonrisita me dio esperanza.
No había visto una sonrisa en su cara desde la mañana antes de que perdiera mi cordura.
—Bien. ¿Quieres postre?—le pregunté—La señora Sue dejó pastel de chocolate.
Sacudió la cabeza.
—No, todavía estoy muy llena.
Entonces podíamos hablar.
—Vamos a la habitación grande. Hay sillas más cómodas ahí, y tengo la fogata encendido.
—Está bien —contestó.
Antes de que me diera la vuelta para ir ahí, estiré mi mano hacia la suya como siempre lo hice antes de que fuéramos a cualquier parte.
Era un hábito y uno que amaba.
Ella siempre venía hacia mí de buena gana. Esta vez sus ojos fueron de los míos a mi mano y se congeló.
Otra cosa que había arruinado.
Mi chica ya no quería venir hacia mí con facilidad.
—¿Ya no me quieres tocar?—le pregunté incapaz de mantener mi boca cerrada y de ser paciente con ella.
Subió su mirada de nuevo a la mía.
—Yo... Por supuesto que quiero. Es solo que... Dios Santana, esto es muy confuso.
Di un paso hacia ella, la alcancé y tomé su mano, entrelazando sus dedos con los míos.
—Esta parte no. Esto—dije sosteniendo hacia arriba nuestras manos—, Nunca es confuso.
Dejó que la llevara a la gran habitación sin soltar su mano.
La llevé hacia el sofá de cuero en frente de la chimenea y sin ganas, solté su mano para que pueda sentarse. Aunque no me iba a alejar de ella en la habitación.
Íbamos a hablar, pero íbamos a estar cerca al hacerlo.
Me senté a su lado y puse mi cuerpo para enfrentarla mientras estiraba mi brazo alrededor del espaldar del sofá.
—Viniste a verme. No voy a mentir, Britt, estoy jodidamente esperanzada.
Apretó las manos en su regazo y las miró en lugar de verme.
—¿Puedes prometerme que nunca harás eso de nuevo? ¿Nunca asumirás algo de mí sin preguntarme antes?—preguntó y después, lentamente alzó sus ojos para mirarme.
Estaba aquí para darme una segunda oportunidad.
—Britt-Britt, te juro por Dios, nunca te lastimaré así de nuevo. Debí haberlo escuchado directamente de ti antes de haber creído cualquier cosa mala. E incluso entonces, no creo que lo hubiera creído. Mi chica es aún tan perfecta como lo fue cuando me enamoré de ella. Me lo cuestioné, y eso me devorará por un gran tiempo. No me puedo perdonar, pero realmente quiero que tú lo hagas. Haré lo que sea que me pidas. Solo ámame otra vez, Brittany, por favor.
Inhaló profundamente y mantuvo sus ojos en mí.
—¿Si no hubiera estado embarazada, habrías vuelto por mí?
Ya me había hecho la misma pregunta a mí misma. La respuesta era sí.
No hubiera sido capaz de pasar otra noche sin verla y estar segura de que estaba bien.
—Sí. Incluso cuando creí esa mierda, me preocupé por ti. Te extrañé. Nunca dejé de amarte.
Me estudió un momento, después asintió.
—Te creo.
Me encontraba listo para atraerla a mis brazos ahora.
—¿Puedes amarme? Después de todo esto... ¿Puedes amarme de nuevo?—pregunté necesitando saber si su corazón iba a estar cerrado para mí para siempre.
Sonrió.
—Nunca dejé de amarte. Quise. Hubiera sido más fácil. Pero no puedo apagarlo como si fuera un interruptor. Te he amado por cinco años, y te amaré por cien más.
Estiré mi mano de nuevo.
—Ven aquí.
Esperé para ver si lo hacía.
Su mano se levantó y después la deslizó en la mía. La tiré hacia mí y tomé su cintura, después la puse en mi regazo.
—Te necesito ahora—le dije mientras llevé mi boca hacia la suya.
—Bueno—fue su respuesta antes de que mi boca cubriera la suya.
Brittany
Santana rompió nuestro beso lo suficiente para empujar mi camiseta por encima de mi cabeza y tirarla a un lado.
Después quitó mi sujetador, me recostó en el sofá mientras me besaba la parte superior de mis senos y hacía círculos en los pezones con su lengua.
Cuando mordió cada pezón, grité. Pero ella sabía que lo haría.
Me encantaba la picazón de sus dientes.
—Seremos dulces más tarde. Ahora mismo te necesito—dijo mientras sus manos comenzaron a trabajar en mis vaqueros, arrastrándolos hacia abajo por mi cuerpo.
Una vez que me tuvo completamente desnuda, se puso de pie y se quitó la ropa.
Era una vista con la que la mayoría de las personas del mundo fantaseaban pero que yo tenía a diario.
El espectáculo desnudista de Santana López.
Nada era mejor que eso.
Besó las puntas de mis dedos, después tocó su lado, donde mi nombre se hallaba tatuado en la forma del símbolo del infinito.
—Si nunca me hubieras creído... ¿Te hubieras quitado esto?—le pregunté.
Santana bajó su cuerpo sobre el mío y dejó un camino de besos desde mi estómago a través del medio de mis senos y después por mi clavícula.
—Estaba herida, Britt. Pero una vez que salí de mi neblina de dolor, me di cuenta de que no importaba si lo habías hecho o no. No puedo vivir sin ti, Britt-Britt.
—Nunca te lastimaría así. No quiero que creas que podría hacerte algo como eso—le dije.
—Mmmmm—murmuró en mi oreja—Bien entonces, haz que mi dolor se sienta mejor ahora. Ponte de pie para mí y muéstrame ese trasero dulce.
Mi cuerpo ya temblaba, pero esas palabras hicieron que los temblores se volvieran llamas. Se movió lejos de mí y me puse de pie para inclinarme y sostenerme del espaldar del sofá.
Sus manos rodearon mi cintura y gimió.
—Mierda Britt. Tu trasero es asombroso—puso su mano entre mis piernas—Sepáralas más amplio.
Hice lo que me dijo y esperé ansiosamente para que nos uniéramos.
Así era como normalmente terminábamos las peleas. En un movimiento ya estábamos perfectamente juntas y penetrarme a la misma vez.
Grité su nombre y me sostuve del sofá mientras ella movía sus caderas y sus dedos para deslizarse dentro y fuera de mí.
—Mi dulce trasero—dijo.
Cuando peleábamos, Santana necesitaba el tipo de sexo que le recordaba que yo era suya.
La tranquilizaba.
Esto era parte de eso.
De reclamar mi cuerpo.
La buena parte para mí era que sus palabras me excitaban más.
—Nadie más consigue tocar esto. Solo yo. Siempre ha sido mío—dijo en un tono reverente mientras me acariciaba—Dime que es mío, Britt.
Mordiendo mi labio, me contuve de sonreír, pero no dije nada. Cuando no le decía nada se ponía más exigente, y amaba eso.
—Dime—repitió y presioné mi espalda hacia ella con mi trasero, y gruñó. Su otra mano se deslizó a mi clítoris inflamado y dejó de moverse. Yo estaba jadeando, necesitando que me llevara al límite—Dime—repitió con una voz profunda y exigente.
—Es tuyo. Soy tuya—dije, desesperada por que me llevara ahí.
—Por supuesto que sí—gruñó y se abalanzó hacia mí mientras su pulgar jugaba con mi sensibilidad en medio de mis piernas. Empecé a temblar mientras mi orgasmo se construía—Ahora, Britt—dijo, y justo así, exploté en sus brazos envueltos alrededor mío sosteniéndome mientras ella también lo hacía.
Las dos nos encogimos y gritamos el nombre de la otra.
Después estábamos en el sofá y yo estaba acurrucada al lado de Santana mientras ella estiraba una manta de cachemira encima de nosotros. Posé mi cabeza en su pecho y tracé el infinito con mi nombre en su lado.
—Gracias. Siempre sabes cuándo lo necesito así y lo haces jodidamente asombroso—dijo mientras me besaba la cima de mi cabeza.
—De nada, pero disfruté ese orgasmo alucinante al final, así que no fue todo por ti—bromeé.
Sonrió y me movió más cerca.
—Quiero tenerte de nuevo en unos minutos. Seré dulce esta vez—dijo.
No estaba segura de que lo necesitara dulce ahora.
—Tal vez podemos ser dulces mañana. Me gusta la idea de que me folles contra la pared después.
—Dios, te amo—dijo, mientras su pulgar se deslizaba bajo mi barbilla e inclinaba mi cabeza hacia atrás para que la pudiera mirar—Me dices que quieres ser follada, y estoy excitada al instante. ¿Estás lista para manejar la reacción que creaste?
Me reí, y moví encima de ella.
—Creo que puedo manejarla.
Alcanzó sus vaqueros del piso y buscó en el bolsillo.
—Primero, esto debe volver a dónde pertenece. Dónde siempre pertenecerá. Por siempre, maldición—dijo mientras deslizaba mi anillo de compromiso de vuelta a mi dedo. Después lo besó—Nunca más me dejes, Britt-Britt. Incluso si actúo como una mierda. Golpéame o desnúdate. Cualquiera llamará mi atención.
Sonreí, me incliné hacia ella y besé su nariz.
—¿Por qué no pensé en eso la primera vez?
Sonrió y se estiró para apretar mi trasero con sus manos.
—No habrá una próxima vez. Sé cómo se siente caminar hacia nuestra habitación y no tenerte ahí. Nunca quiero sentir esa mierda de nuevo.
Besé su frente y arrastré besos hacia un lado de su cara hasta encontrarme con sus labios.
—Bien—dije antes de hundirme en un beso que me empujaría a la pared llena de Santana López dentro de unos minutos.
FIN
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Hola, ahora sí que si jajajaja. Gracias a Tati que me dio el tato tenemos epílogo, asik MUCHAS GRACIAS!
Pd: pero esto no quiere decir que estos personajes no aparecerán en las otras historias en momentos pasados porque esta es una serie de nueve libros y se verán… al igual que los otros personajes. Saludos =D
Hola, ahora sí que si jajajaja. Gracias a Tati que me dio el tato tenemos epílogo, asik MUCHAS GRACIAS!
Pd: pero esto no quiere decir que estos personajes no aparecerán en las otras historias en momentos pasados porque esta es una serie de nueve libros y se verán… al igual que los otros personajes. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Que calidad de epilogo, muchas gracias!!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Hola!!!!! Que bien epilogo!!!!
Britt tendria que haberla hecho sufrir mas a San!!!! Jajaja!! !
Saludos
Britt tendria que haberla hecho sufrir mas a San!!!! Jajaja!! !
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Faltaba el epilogo para dar por terminada la historia .... Y vaya drama ..... Pero al final todo se aclaro y pues a darle la bienvenida al nuevo integrante!
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
excelente epilogo!!!
tenia que sufrir mas san,.. hubiese estado bueno jajaj
me gusta que recapacito,.. sino tenia a mas de una dando le guamasos a san jaja
muy buen final!!!
nos vemos!!!
excelente epilogo!!!
tenia que sufrir mas san,.. hubiese estado bueno jajaj
me gusta que recapacito,.. sino tenia a mas de una dando le guamasos a san jaja
muy buen final!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Jajaj De nada, de nada. Obvio lo leí por mi celu pero hasta orita pude comentar. Que mejor final para ellas. La pasión de las Brittana es así,ni modo!!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:Que calidad de epilogo, muchas gracias!!!!!!!
Hola, jajjjaja menos mal q me informaron q estaba o sino nos quedábamos sin nada jajaja. De nada, pero gracias a ti por leer y comentar! Saludos =D
monica.santander escribió:Hola!!!!! Que bien epilogo!!!!
Britt tendria que haberla hecho sufrir mas a San!!!! Jajaja!! !
Saludos
Hola, pienso igual jajajajaj. Eso mismo!!! esk esa morena es tan irresistible q no se peude jajaajaj. Saludos =D
JVM escribió:Faltaba el epilogo para dar por terminada la historia .... Y vaya drama ..... Pero al final todo se aclaro y pues a darle la bienvenida al nuevo integrante!
Hola, eso mismo pensaba yo, pero menos mal q me informaron q habia jajajaja. Jajajaaj si q lo fue y mucho mejor con el o la nuev@ brittana ajajaja. Saludos =D
3:) escribió:hola morra,..
excelente epilogo!!!
tenia que sufrir mas san,.. hubiese estado bueno jajaj
me gusta que recapacito,.. sino tenia a mas de una dando le guamasos a san jaja
muy buen final!!!
nos vemos!!!
Hola lu, eso mismo pienso yo! pero como es uan morena irresistible no se puede ajajajajaj. JAjajaja pieso igual jaajajaj y whiney era la priemra jajajaaj. Pienso igual ajaj. Saludos =D
Tati.94 escribió:Jajaj De nada, de nada. Obvio lo leí por mi celu pero hasta orita pude comentar. Que mejor final para ellas. La pasión de las Brittana es así,ni modo!!
Hola, jajaajajajaja. Jajaja todo bn, mientras puedas leer todo bn jajajaja. Pienso lo mismo! AJjajaaja si q lo es y nada puede contras ellas... ni ellas mismas ajajaj. Saludos =D
Pd: gracias nuevamente!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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