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[Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
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JVM
3:)
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Página 2 de 5. • 1, 2, 3, 4, 5
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
no me gusta que sam le haga desplantes a britt,..
ame el gesto de san con megas,..
las apariencias engañan a veces,.!!
nos vemos!!
Hola lu, que se cree ¬¬ Aiiii si es un amor!! ajajajajaj. Eso si es vrdd... pocas, pero pasa jajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Cap 5
Capitulo 5
Tres días habían pasado desde mi viaje a la tienda de comestibles con Santana.
Odié encontrarme a mí misma buscando vislumbres de ella. En algún lugar, muy en el fondo, realmente pensé que me buscaría de nuevo.
Sin embargo, después de tres días de no poner los ojos sobre ella, supe que nuestra noche en la tienda de comestibles, al parecer, significaba mucho más para mí que para ella.
Sí, ella me había llevado a comprar, y luego a casa, pero sólo debido a su promesa a Sam.
Claro, sostuvo mi mano unos minutos, pero ¿A quién trataba de engañar?
Probablemente Santana López sostenía la mano de una chica diferente cada día.
Tenía que encontrar humor en mi estupidez por asumir que aquello significaba más, o me enroscaría como una bola y lloraría.
Me dijo que la había fascinado, pero realmente debió haberme aclarado que yo era solamente la fascinación del día.
Odiaba pensar mal de ella por no buscarme otra vez, porque no podía olvidar la manera en que había tratado a la niña, y yo sabía que no era una ídola adolescente superficial.
Después de todo, para Santana López, sólo era otra chica más.
No había prometido su amor eterno hacia mí, ni siquiera me había dicho que me iba a ver otra vez.
Nos dijimos adiós, en mi casa, sin promesas.
Nada de lo que dijo me hizo pensar que iba a buscarme de nuevo.
Claro, dijo que le gustaba pasar el tiempo conmigo, pero no parecía como si fuera a hacer valer sus palabras.
Pensar sobre ello me estaba volviendo loca.
Tenía que concentrarme en otras cosas.
Le había dicho que no a la invitación de Sam para dar un paseo en barco con él y sus amigos el domingo.
Me perdí de pasar tiempo con mi amigo porque elegí estar enojada con Santana.
Necesitaba irme y dejarla ir.
Mi noche con Santana sería un recuerdo muy bueno que nunca iba a olvidar, al igual que la niña.
Cuando llegué a la mansión López, la señora Sue me recibió en la puerta.
—Brittany, estamos entretenidos esta noche. ¡La señorita Santana invitó a algunos amigos, y va a haber baile y una barra libre, así como un montón de comida! Ahora, necesito a todos mis empleados más jóvenes para servir toda la noche. Conseguimos algunos uniformes especiales para esto. Sam estará aquí, dentro de poco, con el nuevo sirviente, Noah, y ellos traerán a unos amigos que también ayudarán. No te preocupes del cambio por el momento.
Ella se volvió y agarró un gran cubo de algo muy poco apetecible.
—¿Alguna vez has pelado y desvenado camarones antes?—las palabras me fallaron, y al parecer mi cara mostraba mi horror, porque se echó a reír a carcajadas—Por supuesto que no, eres una chica de Tennessee. Ven acá y te enseñaré cómo hacerlo. Nosotros mismos tendremos que pelar y quitar las venas de veinte libras de camarón fresco, para aperitivos diferentes.
Asentí con la cabeza y recé por tener el estómago de acero que sabía que iba a necesitar para esta tarea horrible.
La señora Sue me dirigió a una pileta de lavado, sacó un cubo vacío, y lo colocó en el interior. Ella trajo un tazón grande de acero inoxidable y lo puso al otro lado de la pileta.
—Aquí—me dio un camarón, que no me gustaba ver o tocar aporreado y freído, y mucho menos crudo—Primero se los pela, justo así, entonces tomas esto de aquí, lo resbalas en la cima directamente aquí, y lo usas para sacar esta cuerda negra. Lanzas toda la cáscara y las cadenas negras aquí y luego, pones el camarón limpio en el tazón.
Le di un pequeño asentimiento, y luego tragué la bilis en mi garganta.
—¿Qué es esa cadena negra? —pregunté.
Me sonrió.
—Chica, por el color de tu cara, no quieres saber. Ahora, sólo debes estar contenta de que el señor Figgins haya llegado aquí temprano y decapitado a estos por ti, porque si piensas que esto es grave, te daría un ataque apretando las cabezas.
Levanté la mano en señal de protesta.
—Por favor, no más, detente—le dije, con el estómago revuelto.
Ella me dio una palmadita en la espalda.
—Cuando hayas terminado con ellas, serás una verdadera chica del sur de Alabama. Estudié a las criaturas gruesas delante de mí y decidí en ese mismo momento que si eso era lo que hacía falta para ser una verdadera chica del sur de Alabama, me gustaría mucho más seguir siendo una verdadera chica de las montañas de Tennessee.
Cuatro horas más tarde, con un poco de ayuda de Sam, e incluso un poco del señor Figgins, había veinte libras de camarón limpio.
Ahora, jamás pondré uno en mi boca, pero estoy segura que puedo pelar y quitarle las venas a uno "como nadie lo hace"... o al menos el señor Figgins dijo que podría.
La señora Sue se acercó y me entregó un recipiente con jugo de limón y agua.
—Aquí, niña, remoja las manos en esto. El olor desaparecerá en unos diez minutos.
Me quedé mirando mis manos con horror, y me di cuenta de que el olor que había conseguido después de trabajar con esas pequeñas cosas desagradables, ahora se había adherido a mis manos.
Las hundí bajo la mezcla limpiadora tan rápidamente como pude.
Mi cara debe de haber expresado mis pensamientos, porque la señora Sue echó la cabeza hacia atrás y se rió en una de sus carcajadas profundas que siempre me hacían sonreír.
—Chica, puedes estar segura de que mantienes este lugar interesante. No sé lo que hacía para reírme antes de que tú llegaras aquí.
Sonreí y me encogí de hombros con timidez.
Sam entró en la cocina, vio mis manos en la mezcla de jugo de limón, y luego se sentó a mi lado, metiendo las de él también.
—Acabo de recibir un olorcillo de estos dedos afuera y me di cuenta que necesitaba algo de ayuda.
Deslicé mis manos por encima y le di un montón de espacio.
—Lo que no entiendo es por qué la gente come estas cosas voluntariamente. Creo que su apariencia es todo lo que se necesitaría para no tomarlos. Y si el aspecto desagradable de ellos no es suficiente, deben sentarse y tratar de pelar y quitar las venas de estas pequeñas cosas.
Sam sonrió, y se encogió de hombros.
—Sucede que me gustan.
Puse los ojos en blanco.
—Es porque toda la gente de playa piensa que son el alimento de los dioses, cuando realmente son solamente viejos y repugnantes alimentadores de fondo marino.
Sam movió las cejas.
—Tal vez sea así, pero te aseguro que saben bien.
Hice un sonido de arcadas, y se rió.
—Bueno, ustedes dos, necesito que limpien y se vistan en una hora—la señora Sue estaba de pie con las manos en las caderas. Ella le dijo a Sam—¿Cuándo estarán aquí Noah y los otros?
Sam miró el reloj digital en el refrigerador de acero inoxidable, tamaño industrial, y luego a la señora Sue.
—En 23.4 minutos, señora.
Ella puso los ojos en blanco y se volvió hacia el horno.
—Una vez que lleguen aquí, espero que tú y Noah les den sus órdenes.
Brittany, solamente deja que Sam te dirija. Él ha hecho esta cosa antes para la señorita Santana, y está al tanto.
Sam sacó sus manos y se las secó con la toalla a mi lado.
Consideré la posibilidad de quitar las mías, también, pero decidí que había tocado más camarón que el resto de ellos, y que necesitaba más remojo, así que me quedé donde estaba.
—No es como cuando alimentas a la familia. Esperarán que tú sonrías y te mezcles entre los invitados con la comida sobre una bandeja, y que no choques con nadie, o lo dejes caer—su mirada se lanzó hacia la señora Sue, quien todavía estaba de espaldas, y luego regresó a mí—Una cosa sobre la que quiero advertirte es el hecho de que habrá muchachos aquí esta noche. Ellos no van a encontrarte invisible—alcanzó y tiró de uno de los rizos que caían fuera de mi cola de caballo—Este cabello y esos ojos son difíciles de perder, y aunque tengo que decir que Santana es una chica agradable y no como la mayoría de los chicos en su posición, algunos chicos que estarán aquí esta noche no serán tan agradables.
Asentí con la cabeza sin estar segura de lo que quería decir con eso.
—Está bien—le dije, esperando a que entrara en detalles.
Se inclinó hacia mi oído.
—Van a coquetear contigo pesadamente y algunos pueden tocarte en partes que no tienen derecho a tocar. Dime si lo hacen. No me importa quiénes son, o cuánto dinero tienen, no es correcto hacer esas cosas.
—Está bien—dije otra vez, por miedo a que mi voz traicionaba mi nerviosismo si decía más.
Sam se levantó.
—No estarás sola, así que no te preocupes. Artie y Mike vienen. Que es otra razón por la que deberías decirme si alguien se mete contigo. Si Artie viera, creo que podría hacer que nos disparen a todos—con un guiño, salió de la habitación.
Me quedé ahí, con mis manos en el jugo de limón, y pensé en lo que la coquetería pesada podía implicar, y cómo podría salir del evento de esa noche.
—Chica, el olor dejó tus manos hace una hora. Ahora le estás dejando aroma a limón y ciruelas.
Las saqué de la mezcla de limón y las sequé en la misma toalla para las manos que Sam había usado.
Olí para asegurarme su olor fresco y me reí de su aroma a limón.
—Ah, mucho mejor.
La señora Sue se echó a reír y sacudió la cabeza.
Me paré, tomé la taza del fregadero que derramé, y coloqué el recipiente en el lavavajillas. No tenía mucho tiempo para cambiarme antes de que empezara la fiesta, así que me esforcé para estar centrada y no pensar en lo que podría suceder.
Además, yo era bastante resistente.
Infiernos, acababa de pelar y desvenar veinte libras de camarón.
Podría hacer esto.
No podía esperar que Sam sacrificara su trabajo para defender mi honor. No sería la primera vez que un hombre hacía avances no deseados sobre mí.
Artie podría ser una preocupación, pero no estaba convencida de que Sam tuviera razón sobre su interés por mí.
¿Cuánto tiempo podría durar esto, de todos modos?
Era capaz de manejar cualquier cosa por unas pocas horas... ¿Verdad?
El traje de servicio que las chicas tenían que llevar me recordó al traje de una criada francesa, con un poco más de tela.
Sam parecía tan preocupado por hacerme sentir cómoda durante esta noche, que no podía permitir que nadie sepa lo nerviosa que me encontraba en realidad.
En primer lugar, sabía que iba a ver a Santana esta noche.
El hecho de que él no hubiese hecho ningún esfuerzo para verme o hablarme después de nuestro viaje al supermercado, escocía, pero la verdad es que no debería haber esperado más.
Ella era famosa, rica y hermosa, y yo trabajaba en la cocina.
Aquello me irritó cuando pensé en todas las cosas que le dije. Algo sobre sus ojos me hizo querer derramar mi alma. Era demasiado madura para pararme sobre la luna por una estrella de rock adolescente.
Tiré mi pelo en un moño flojo sobre la cima de mi cabeza, algo que siempre pensé que me hacía parecer mayor.
En ese momento, necesitaba toda la confianza que podía reunir.
Si vivía extensamente en mi edad real, tendía a volverme loca en los momentos de estrés.
Serviría las ostras, pequeñas cosas repugnantes, y el cóctel de camarón, con el cual parecía haber formado un vínculo extraño, por lo que no me importaba tanto.
Sam estaba en la cocina hablando con Artie y Mike. Tina y una muchacha que recordaba de la piscina estaban de pie a su lado, riendo tontamente.
—Hola, chicos—dije, forzando una sonrisa. Las mariposas se habían asentado en mi estómago, pero actué casual.
—Brittany, puedes trabajar conmigo—ofreció Artie, con un guiño, y Sam le dio un codazo.
—Ya está bien, o te enviaré a casa sin el dinero.
Artie suspiró y se encogió de hombros.
—¿No se puede ser un hombre amable?
Sam hizo rodar sus ojos.
—Ahora, todo el mundo, recuerden lo que dije. Las chicas ignoren y desalienten cualquier avance.
Todos asintieron.
La señora Sue interrumpió.
—¡Es hora del show! Quiero que todos hagan una fila para que pueda inspeccionarlos—ver a la señora Sue ponerse toda seria me hizo sonreír.
En un principio, parecía intimidante, pero ahora la conocía mejor. La señora Sue era la querida señora que mantenía las cosas bajo control.
—Sus bandejas siempre estarán sobre la mesa de encubrimiento, alineadas y en el mismo lugar. Recogerán las que he dispuesto para ustedes. No hay tiempo para descansos, y si tienen que ir al baño, tengo que aprobarlo. Espero que ninguno de ustedes fume porque no toleraré que se tomen un descanso para un soplo—limpió sus manos sobre el delantal, y asintió con la cabeza—Vamos, muévanse.
Todo el mundo dio un paso adelante y tomó su bandeja.
Sam nos condujo por el pasillo hasta el comedor.
—Entraremos por aquí. Cuando los envíe fuera, voy a darles instrucciones sobre qué camino tomar en primer lugar. Hagan lo que les diga y este será el dinero más interesante que han hecho—sonrió abiertamente hacia nosotros, y la otra muchacha se rió tontamente.
Quise hacer rodar mis ojos ante su expresión vertiginosa sobre el hecho de que ella estaba a punto de encontrarse con Santana, quién era por lo menos dos años más joven.
Quise decirle que crezca, pero recordé las mariposas en mi estómago, y por mucho que odiara admitirlo, sabía que ellos estaban ahí debido a Santana.
Yo realmente no podía arrojar piedras.
Mi turno llegó, y me acerqué a la puerta. Sam sonrió y me guiñó un ojo.
—Estoy aquí, lo harás genial. Ahora, la cabeza a la izquierda y el área de trabajo será alrededor de la sala, en un gran círculo.
Tomé una respiración profunda, salí al comedor, y me dirigí directamente a la sala de baile.
Una banda conocida estaba calentando en un escenario, obviamente traída para la ocasión. Todos los invitados me recordaron a los anuncios de Abercrombie.
Ellos se mezclaban, bailando y hablando.
Me desconecté de la sobrecarga de imágenes y sonidos, me centré en las ostras sobre su cáscara en mi plato, y comencé mi círculo.
Las cosas iban bien.
Sonreí mientras caminaba a cada grupo de personas maravillosas, algunas de las cuales reconocí de la televisión o las revistas.
Ellos tomaron las ostras como si estuviera sirviendo algo que en realidad sabía bien, y lanzaban aquellas cosas repugnantes bajo sus gargantas antes de colocar la parte trasera de la cáscara sobre la bandeja.
Esto estaba en la cima de mi lista de las cosas más groseras que jamás había visto.
Mantuve mi sonrisa en su lugar, y miré a Sam y los demás por el rabillo de mi ojo.
Quería asegurarme que no olvidaba nada.
Encontré a Sam, quien coqueteaba abiertamente con un invitado, y reprimió una sonrisa.
Un aliento caliente cosquilleó mi oído.
Me congelé, pero no me di vuelta para encontrar la razón.
—Parece que a mi invitado le gusta tu amigo—susurró Santana en mi oído.
Volví la cabeza hacia ella.
—Es una persona interesante.
Santana me observó como si estuviera tratando de medir mi actitud. Le ofrecí la bandeja, y sonrió.
—Tus sentimientos no se verán afectados si decido no tomar lo que estás ofreciendo, ¿Verdad? No me atrevo a probar una de esas cosas.
Ahogué una carcajada y sacudí la cabeza.
—No te culpo—susurré.
Santana levantó las cejas.
—Tenemos algo en común.
Le di mi mejor sonrisa despreocupada.
—Al parecer.
Yo sabía que estando de pie y hablando con Santana todos empezarían a hablar, y no quería la atención, así que asentí con la cabeza, mientras lo dejaba.
Sin mirar atrás, me acerqué al siguiente grupo. Esto tomó toda mi concentración para olvidar el calor que todavía se adhería a mi oído, y enfocarme en mi trabajo.
—Sólo comeré uno si me dejas alimentarte primero.
Un chico alto, "típico rubio americano" me guiñó un ojo, y desperté de mi aturdimiento por Santana. Le di una sonrisa forzada, y luego sacudí mi cabeza.
—Lo siento—logré sacar mi voz sin traicionar mis nervios.
—¿No me dejarás darte de comer ostras? Bueno, ¿Qué me dices de un pequeño paseo por la playa?
Empecé a decir que no, cuando la persona que estaba a su lado dio un paso a mi lado, y lo reconocí al instante como Santiago López.
—Trey, déjala en paz. Santana te enviará a empacar.
Trey frunció el ceño y volvió su atención hacia mí.
—Creo que si ella está de acuerdo con un paseo, entonces, después de que termine esta noche, Santana no tendrá nada que decir al respecto. Además, ¿Qué esperaba cuando dejó a una hermosa rubia sureña servir la comida? Él está alardeando delante de la gente. Debería esperar esto.
Santiago miró hacia donde estaba Santana, pero no me atreví a hacer lo mismo. Me di cuenta de que Santiago parecía un poco nervioso.
—Escucha, Santana no contrata a las personas. Tenemos a alguien más para manejar eso. No la puso aquí deliberadamente como si fuese parte del menú, así que déjala en paz—me dio un codazo y lo tomé como mi señal para huir.
Di un paso hacia el siguiente grupo con mis manos temblando y mi corazón acelerado.
—Espera, nunca tuve mis ostras—fuertes dedos se sujetaron alrededor de mi brazo, y luché con el impulso de tirar de él y correr.
Le dejé llevarme hacia atrás, ya que mi otra opción implicaría que las ostras se cayeran por todas partes del piso. Rápidamente, busqué entre la multitud por Sam, preocupada de que vendría volando al rescate y perdería su trabajo.
Tuve que permanecer tranquila para impedirle saber acerca de mi situación.
Mantener la expresión de dolor fuera de mi cara, pero con el férreo control de su mano, estaba empezando a resultar difícil. De repente, otro conjunto de dedos cálidos y suaves, pero firmes, me tomaron del otro brazo.
—Suéltala y reza para que no tenga ningún moretón—dijo una voz familiar en un tono de enojo.
Me estremecí de alivio en el sonido de su voz.
Trey soltó mi brazo, y se encogió de hombros, sonriendo.
—Sólo quería una ostra, y ella no me sirve.
Abrí mi boca para protestar cuando los dedos calientes que sostenían mi brazo me apretaron suavemente para asegurarse.
Me quedé tranquila.
—Santiago, por favor acompaña a tu amigo a la puerta. No tengo ninguna otra razón para hablar con él a no ser que Brittany tenga un moretón, o cualquier otra marca duradera de sus manos, entonces me verá otra vez—tomó la bandeja de mi mano y se la entregó a Sam.
No me había dado cuenta de que se encontraba ahí de pie.
Sam la tomó con el ceño fruncido en su rostro preocupado. Le di una pequeña sonrisa, con la esperanza de aliviar su preocupación.
—Ven conmigo—dijo Santana, en una voz sólo lo suficientemente fuerte para que yo pueda escucharlo.
Le dejé conducirme por el pasillo hacia la habitación que conocía como la biblioteca. Cerró la puerta, y luego me giró para enfrentarlo.
—¿Estás bien?—preguntó con un tono afectado.
Golpes fríos cubrieron mis brazos.
Asentí con la cabeza.
—Estoy bien, de verdad. Sam me advirtió que algo como esto podría pasar. Vine mentalmente preparada.
Santana murmuró lo que parecía ser una maldición y tiró de mí a un gran sillón de cuero.
—No deberías haber estado al servicio esta noche. No sé lo que Sue estaba pensando.
Sus palabras picaron.
Inmediatamente sentí la necesidad de defender a la señora Sue, así como a mí misma.
—Soy una trabajadora muy resistente y creo que ella me encomendó para servir y seguir instrucciones. No veo cómo es su culpa si un imbécil pensó que yo estaba en el menú también.
Santana miró fijamente hacia mí, confuso, y luego sonrió abiertamente. Se acercó y se sentó a mi lado.
—No quise decir que pensara que tú no fueras capaz de servir. Quise decir que eres demasiado joven y demasiado hermosa para ser alarde delante de las personas que piensan que tienen suficiente dinero y poder como para tomar lo que quieran.
Mi garganta se seco por sus palabras.
Sonrió y preguntó en voz baja:
—¿Sabes que eres hermosa?
Tragué saliva, esperando poder sacar las palabras a través de mí sin hacer sonar el nudo en mi garganta.
—No diría que "hermosa". Me doy cuenta de que tengo el pelo y los ojos bonitos. Como los de mi mamá. Pero no tengo una buena personalidad. Eso realmente aleja lo demás—mis palabras sonaban estúpidas dichas en voz alta, pero me di cuenta que me las había arreglado para desnudar mi alma frente a este chico una vez más.
El poder que Santana tenía sobre mí, me molestó.
Santana sonrió, tomó uno de mis rizos sueltos y jugó con él distraídamente.
—Así que tu personalidad es mala, ¿Verdad?—se rió entonces, y me puse rígida. Trazó mis mejillas y el puente de mi nariz—Lamento ser el primero en darte la noticia, pero tu personalidad resulta ser tu activo más encantador.
Busqué alguna señal en su perfecto rostro diciéndome que no quería decir lo que dijo.
—No puedo creer que hayas dicho eso—finalmente me oí decir.
Puso su dedo sobre mis labios.
—Creo que éstos están a la altura de tu personalidad.
Una cálida sensación de hormigueo se abrió camino a través de mis venas, y me estremecí.
—Ah, y luego haces algo tan encantador como estremecerte, y casi rompes mi voluntad—dejó caer sus manos de mi rostro, terminando con aquellas increíblemente maravillosas caricias. Se puso de pie, se acercó a un estante de libros, y se inclinó en contra de él como si estuviera posando para una cámara—Puedo ser buena desde aquí. Se trata de un territorio más seguro.
Fruncí el ceño y me dio una sonrisa culpable:
—Me tientas, Brittany Pierce. Eres dulce, honesta, cariñosa, perfectamente única, y por todas esas razones, estoy manteniendo mi distancia de ti.
Fruncí el ceño, insegura de por qué todas esas cosas significaban que tenía que mantenerse alejado.
—Brittany, siempre he conseguido lo que quiero. Incluso antes de hacerme rica y famosa, tenía un don para hacerlo. Ahora, tengo la fama y la fortuna para conseguir lo que quiero, cuando lo quiero, y por primera vez en mi vida, quiero algo que no puedo tener—me dio una sonrisa triste—Por primera vez, el objeto de mi deseo es más importante que su realización—antes de que pudiera formar palabras para responder, abrió un cajón, sacó varias revistas y las puso delante de mí—Son de la colección de mi mamá—explicó.
Eran fotos de ella con las estrellas de cine, leyendas del rock, e incluso el presidente.
Su nombre se vinculó con varias mujeres famosas, y su vida personal estaba al desnudo para que todos la vean.
Había visto artículos como estos antes, pero después de realmente encontrarme con Santana y ver a una persona real, parecía difícil pensar en ella como la estrella de rock de los medios.
—Mira éstas—dijo con una mueca—Mi vida no es normal. No hay espacio para tener una amistad, o alguna relación, con alguien como tú. Quiero pasar más tiempo contigo, y para ser sincero, la amistad no es realmente lo que más quiero cuando se trata de ti. Me encuentro con ganas de mucho más, pero cualquier chica que entra en una relación conmigo tiene que ser lo suficientemente fría para soportar la vida que estoy obligado a vivir—sonrió y caminó hacia mí—Eres todo lo que escribo en mis canciones, pero nunca tengo.
Estudié los cuadros en mi regazo. Era más fácil que mirarlo diciéndome cosas que no quería escuchar.
Incluso si tenía razón.
Si pasaba más tiempo con ella, yo querría más, también, y no conocía a la muchacha en aquellas fotos.
Era alguien completamente ajena a mí.
Sólo conocía a Santana.
La chica dulce que quería entrar en un supermercado y comprarse a sí misma una Taza de Mantequilla de maní de Reese, y que se tomó el tiempo para ser amable con la niña.
Yo nunca sería capaz de encajar en su mundo real.
Quería estar en desacuerdo, pero no pude.
Ella vivía en un mundo en el que yo nunca podría caber, y no podía protestar.
Dio un paso adelante y se detuvo delante de mí.
—Habrá un transporte para ti en el frente en cuestión de segundos. La señora Sue recibirá instrucciones para dejarte ir. Quita ese ceño fruncido de tu cara bonita, porque, ahora, ella ya sabe lo que pasó, y se preocupa por ti—se movió alrededor y fue hacia la puerta—Quédate aquí todo el tiempo que necesites. Tengo una habitación llena de invitados preguntando qué estoy haciendo con la rubia hermosa que secuestré—sonrió maliciosamente, e inmediatamente cambió a un gesto triste, antes de salir de la habitación.
Odié encontrarme a mí misma buscando vislumbres de ella. En algún lugar, muy en el fondo, realmente pensé que me buscaría de nuevo.
Sin embargo, después de tres días de no poner los ojos sobre ella, supe que nuestra noche en la tienda de comestibles, al parecer, significaba mucho más para mí que para ella.
Sí, ella me había llevado a comprar, y luego a casa, pero sólo debido a su promesa a Sam.
Claro, sostuvo mi mano unos minutos, pero ¿A quién trataba de engañar?
Probablemente Santana López sostenía la mano de una chica diferente cada día.
Tenía que encontrar humor en mi estupidez por asumir que aquello significaba más, o me enroscaría como una bola y lloraría.
Me dijo que la había fascinado, pero realmente debió haberme aclarado que yo era solamente la fascinación del día.
Odiaba pensar mal de ella por no buscarme otra vez, porque no podía olvidar la manera en que había tratado a la niña, y yo sabía que no era una ídola adolescente superficial.
Después de todo, para Santana López, sólo era otra chica más.
No había prometido su amor eterno hacia mí, ni siquiera me había dicho que me iba a ver otra vez.
Nos dijimos adiós, en mi casa, sin promesas.
Nada de lo que dijo me hizo pensar que iba a buscarme de nuevo.
Claro, dijo que le gustaba pasar el tiempo conmigo, pero no parecía como si fuera a hacer valer sus palabras.
Pensar sobre ello me estaba volviendo loca.
Tenía que concentrarme en otras cosas.
Le había dicho que no a la invitación de Sam para dar un paseo en barco con él y sus amigos el domingo.
Me perdí de pasar tiempo con mi amigo porque elegí estar enojada con Santana.
Necesitaba irme y dejarla ir.
Mi noche con Santana sería un recuerdo muy bueno que nunca iba a olvidar, al igual que la niña.
Cuando llegué a la mansión López, la señora Sue me recibió en la puerta.
—Brittany, estamos entretenidos esta noche. ¡La señorita Santana invitó a algunos amigos, y va a haber baile y una barra libre, así como un montón de comida! Ahora, necesito a todos mis empleados más jóvenes para servir toda la noche. Conseguimos algunos uniformes especiales para esto. Sam estará aquí, dentro de poco, con el nuevo sirviente, Noah, y ellos traerán a unos amigos que también ayudarán. No te preocupes del cambio por el momento.
Ella se volvió y agarró un gran cubo de algo muy poco apetecible.
—¿Alguna vez has pelado y desvenado camarones antes?—las palabras me fallaron, y al parecer mi cara mostraba mi horror, porque se echó a reír a carcajadas—Por supuesto que no, eres una chica de Tennessee. Ven acá y te enseñaré cómo hacerlo. Nosotros mismos tendremos que pelar y quitar las venas de veinte libras de camarón fresco, para aperitivos diferentes.
Asentí con la cabeza y recé por tener el estómago de acero que sabía que iba a necesitar para esta tarea horrible.
La señora Sue me dirigió a una pileta de lavado, sacó un cubo vacío, y lo colocó en el interior. Ella trajo un tazón grande de acero inoxidable y lo puso al otro lado de la pileta.
—Aquí—me dio un camarón, que no me gustaba ver o tocar aporreado y freído, y mucho menos crudo—Primero se los pela, justo así, entonces tomas esto de aquí, lo resbalas en la cima directamente aquí, y lo usas para sacar esta cuerda negra. Lanzas toda la cáscara y las cadenas negras aquí y luego, pones el camarón limpio en el tazón.
Le di un pequeño asentimiento, y luego tragué la bilis en mi garganta.
—¿Qué es esa cadena negra? —pregunté.
Me sonrió.
—Chica, por el color de tu cara, no quieres saber. Ahora, sólo debes estar contenta de que el señor Figgins haya llegado aquí temprano y decapitado a estos por ti, porque si piensas que esto es grave, te daría un ataque apretando las cabezas.
Levanté la mano en señal de protesta.
—Por favor, no más, detente—le dije, con el estómago revuelto.
Ella me dio una palmadita en la espalda.
—Cuando hayas terminado con ellas, serás una verdadera chica del sur de Alabama. Estudié a las criaturas gruesas delante de mí y decidí en ese mismo momento que si eso era lo que hacía falta para ser una verdadera chica del sur de Alabama, me gustaría mucho más seguir siendo una verdadera chica de las montañas de Tennessee.
Cuatro horas más tarde, con un poco de ayuda de Sam, e incluso un poco del señor Figgins, había veinte libras de camarón limpio.
Ahora, jamás pondré uno en mi boca, pero estoy segura que puedo pelar y quitarle las venas a uno "como nadie lo hace"... o al menos el señor Figgins dijo que podría.
La señora Sue se acercó y me entregó un recipiente con jugo de limón y agua.
—Aquí, niña, remoja las manos en esto. El olor desaparecerá en unos diez minutos.
Me quedé mirando mis manos con horror, y me di cuenta de que el olor que había conseguido después de trabajar con esas pequeñas cosas desagradables, ahora se había adherido a mis manos.
Las hundí bajo la mezcla limpiadora tan rápidamente como pude.
Mi cara debe de haber expresado mis pensamientos, porque la señora Sue echó la cabeza hacia atrás y se rió en una de sus carcajadas profundas que siempre me hacían sonreír.
—Chica, puedes estar segura de que mantienes este lugar interesante. No sé lo que hacía para reírme antes de que tú llegaras aquí.
Sonreí y me encogí de hombros con timidez.
Sam entró en la cocina, vio mis manos en la mezcla de jugo de limón, y luego se sentó a mi lado, metiendo las de él también.
—Acabo de recibir un olorcillo de estos dedos afuera y me di cuenta que necesitaba algo de ayuda.
Deslicé mis manos por encima y le di un montón de espacio.
—Lo que no entiendo es por qué la gente come estas cosas voluntariamente. Creo que su apariencia es todo lo que se necesitaría para no tomarlos. Y si el aspecto desagradable de ellos no es suficiente, deben sentarse y tratar de pelar y quitar las venas de estas pequeñas cosas.
Sam sonrió, y se encogió de hombros.
—Sucede que me gustan.
Puse los ojos en blanco.
—Es porque toda la gente de playa piensa que son el alimento de los dioses, cuando realmente son solamente viejos y repugnantes alimentadores de fondo marino.
Sam movió las cejas.
—Tal vez sea así, pero te aseguro que saben bien.
Hice un sonido de arcadas, y se rió.
—Bueno, ustedes dos, necesito que limpien y se vistan en una hora—la señora Sue estaba de pie con las manos en las caderas. Ella le dijo a Sam—¿Cuándo estarán aquí Noah y los otros?
Sam miró el reloj digital en el refrigerador de acero inoxidable, tamaño industrial, y luego a la señora Sue.
—En 23.4 minutos, señora.
Ella puso los ojos en blanco y se volvió hacia el horno.
—Una vez que lleguen aquí, espero que tú y Noah les den sus órdenes.
Brittany, solamente deja que Sam te dirija. Él ha hecho esta cosa antes para la señorita Santana, y está al tanto.
Sam sacó sus manos y se las secó con la toalla a mi lado.
Consideré la posibilidad de quitar las mías, también, pero decidí que había tocado más camarón que el resto de ellos, y que necesitaba más remojo, así que me quedé donde estaba.
—No es como cuando alimentas a la familia. Esperarán que tú sonrías y te mezcles entre los invitados con la comida sobre una bandeja, y que no choques con nadie, o lo dejes caer—su mirada se lanzó hacia la señora Sue, quien todavía estaba de espaldas, y luego regresó a mí—Una cosa sobre la que quiero advertirte es el hecho de que habrá muchachos aquí esta noche. Ellos no van a encontrarte invisible—alcanzó y tiró de uno de los rizos que caían fuera de mi cola de caballo—Este cabello y esos ojos son difíciles de perder, y aunque tengo que decir que Santana es una chica agradable y no como la mayoría de los chicos en su posición, algunos chicos que estarán aquí esta noche no serán tan agradables.
Asentí con la cabeza sin estar segura de lo que quería decir con eso.
—Está bien—le dije, esperando a que entrara en detalles.
Se inclinó hacia mi oído.
—Van a coquetear contigo pesadamente y algunos pueden tocarte en partes que no tienen derecho a tocar. Dime si lo hacen. No me importa quiénes son, o cuánto dinero tienen, no es correcto hacer esas cosas.
—Está bien—dije otra vez, por miedo a que mi voz traicionaba mi nerviosismo si decía más.
Sam se levantó.
—No estarás sola, así que no te preocupes. Artie y Mike vienen. Que es otra razón por la que deberías decirme si alguien se mete contigo. Si Artie viera, creo que podría hacer que nos disparen a todos—con un guiño, salió de la habitación.
Me quedé ahí, con mis manos en el jugo de limón, y pensé en lo que la coquetería pesada podía implicar, y cómo podría salir del evento de esa noche.
—Chica, el olor dejó tus manos hace una hora. Ahora le estás dejando aroma a limón y ciruelas.
Las saqué de la mezcla de limón y las sequé en la misma toalla para las manos que Sam había usado.
Olí para asegurarme su olor fresco y me reí de su aroma a limón.
—Ah, mucho mejor.
La señora Sue se echó a reír y sacudió la cabeza.
Me paré, tomé la taza del fregadero que derramé, y coloqué el recipiente en el lavavajillas. No tenía mucho tiempo para cambiarme antes de que empezara la fiesta, así que me esforcé para estar centrada y no pensar en lo que podría suceder.
Además, yo era bastante resistente.
Infiernos, acababa de pelar y desvenar veinte libras de camarón.
Podría hacer esto.
No podía esperar que Sam sacrificara su trabajo para defender mi honor. No sería la primera vez que un hombre hacía avances no deseados sobre mí.
Artie podría ser una preocupación, pero no estaba convencida de que Sam tuviera razón sobre su interés por mí.
¿Cuánto tiempo podría durar esto, de todos modos?
Era capaz de manejar cualquier cosa por unas pocas horas... ¿Verdad?
El traje de servicio que las chicas tenían que llevar me recordó al traje de una criada francesa, con un poco más de tela.
Sam parecía tan preocupado por hacerme sentir cómoda durante esta noche, que no podía permitir que nadie sepa lo nerviosa que me encontraba en realidad.
En primer lugar, sabía que iba a ver a Santana esta noche.
El hecho de que él no hubiese hecho ningún esfuerzo para verme o hablarme después de nuestro viaje al supermercado, escocía, pero la verdad es que no debería haber esperado más.
Ella era famosa, rica y hermosa, y yo trabajaba en la cocina.
Aquello me irritó cuando pensé en todas las cosas que le dije. Algo sobre sus ojos me hizo querer derramar mi alma. Era demasiado madura para pararme sobre la luna por una estrella de rock adolescente.
Tiré mi pelo en un moño flojo sobre la cima de mi cabeza, algo que siempre pensé que me hacía parecer mayor.
En ese momento, necesitaba toda la confianza que podía reunir.
Si vivía extensamente en mi edad real, tendía a volverme loca en los momentos de estrés.
Serviría las ostras, pequeñas cosas repugnantes, y el cóctel de camarón, con el cual parecía haber formado un vínculo extraño, por lo que no me importaba tanto.
Sam estaba en la cocina hablando con Artie y Mike. Tina y una muchacha que recordaba de la piscina estaban de pie a su lado, riendo tontamente.
—Hola, chicos—dije, forzando una sonrisa. Las mariposas se habían asentado en mi estómago, pero actué casual.
—Brittany, puedes trabajar conmigo—ofreció Artie, con un guiño, y Sam le dio un codazo.
—Ya está bien, o te enviaré a casa sin el dinero.
Artie suspiró y se encogió de hombros.
—¿No se puede ser un hombre amable?
Sam hizo rodar sus ojos.
—Ahora, todo el mundo, recuerden lo que dije. Las chicas ignoren y desalienten cualquier avance.
Todos asintieron.
La señora Sue interrumpió.
—¡Es hora del show! Quiero que todos hagan una fila para que pueda inspeccionarlos—ver a la señora Sue ponerse toda seria me hizo sonreír.
En un principio, parecía intimidante, pero ahora la conocía mejor. La señora Sue era la querida señora que mantenía las cosas bajo control.
—Sus bandejas siempre estarán sobre la mesa de encubrimiento, alineadas y en el mismo lugar. Recogerán las que he dispuesto para ustedes. No hay tiempo para descansos, y si tienen que ir al baño, tengo que aprobarlo. Espero que ninguno de ustedes fume porque no toleraré que se tomen un descanso para un soplo—limpió sus manos sobre el delantal, y asintió con la cabeza—Vamos, muévanse.
Todo el mundo dio un paso adelante y tomó su bandeja.
Sam nos condujo por el pasillo hasta el comedor.
—Entraremos por aquí. Cuando los envíe fuera, voy a darles instrucciones sobre qué camino tomar en primer lugar. Hagan lo que les diga y este será el dinero más interesante que han hecho—sonrió abiertamente hacia nosotros, y la otra muchacha se rió tontamente.
Quise hacer rodar mis ojos ante su expresión vertiginosa sobre el hecho de que ella estaba a punto de encontrarse con Santana, quién era por lo menos dos años más joven.
Quise decirle que crezca, pero recordé las mariposas en mi estómago, y por mucho que odiara admitirlo, sabía que ellos estaban ahí debido a Santana.
Yo realmente no podía arrojar piedras.
Mi turno llegó, y me acerqué a la puerta. Sam sonrió y me guiñó un ojo.
—Estoy aquí, lo harás genial. Ahora, la cabeza a la izquierda y el área de trabajo será alrededor de la sala, en un gran círculo.
Tomé una respiración profunda, salí al comedor, y me dirigí directamente a la sala de baile.
Una banda conocida estaba calentando en un escenario, obviamente traída para la ocasión. Todos los invitados me recordaron a los anuncios de Abercrombie.
Ellos se mezclaban, bailando y hablando.
Me desconecté de la sobrecarga de imágenes y sonidos, me centré en las ostras sobre su cáscara en mi plato, y comencé mi círculo.
Las cosas iban bien.
Sonreí mientras caminaba a cada grupo de personas maravillosas, algunas de las cuales reconocí de la televisión o las revistas.
Ellos tomaron las ostras como si estuviera sirviendo algo que en realidad sabía bien, y lanzaban aquellas cosas repugnantes bajo sus gargantas antes de colocar la parte trasera de la cáscara sobre la bandeja.
Esto estaba en la cima de mi lista de las cosas más groseras que jamás había visto.
Mantuve mi sonrisa en su lugar, y miré a Sam y los demás por el rabillo de mi ojo.
Quería asegurarme que no olvidaba nada.
Encontré a Sam, quien coqueteaba abiertamente con un invitado, y reprimió una sonrisa.
Un aliento caliente cosquilleó mi oído.
Me congelé, pero no me di vuelta para encontrar la razón.
—Parece que a mi invitado le gusta tu amigo—susurró Santana en mi oído.
Volví la cabeza hacia ella.
—Es una persona interesante.
Santana me observó como si estuviera tratando de medir mi actitud. Le ofrecí la bandeja, y sonrió.
—Tus sentimientos no se verán afectados si decido no tomar lo que estás ofreciendo, ¿Verdad? No me atrevo a probar una de esas cosas.
Ahogué una carcajada y sacudí la cabeza.
—No te culpo—susurré.
Santana levantó las cejas.
—Tenemos algo en común.
Le di mi mejor sonrisa despreocupada.
—Al parecer.
Yo sabía que estando de pie y hablando con Santana todos empezarían a hablar, y no quería la atención, así que asentí con la cabeza, mientras lo dejaba.
Sin mirar atrás, me acerqué al siguiente grupo. Esto tomó toda mi concentración para olvidar el calor que todavía se adhería a mi oído, y enfocarme en mi trabajo.
—Sólo comeré uno si me dejas alimentarte primero.
Un chico alto, "típico rubio americano" me guiñó un ojo, y desperté de mi aturdimiento por Santana. Le di una sonrisa forzada, y luego sacudí mi cabeza.
—Lo siento—logré sacar mi voz sin traicionar mis nervios.
—¿No me dejarás darte de comer ostras? Bueno, ¿Qué me dices de un pequeño paseo por la playa?
Empecé a decir que no, cuando la persona que estaba a su lado dio un paso a mi lado, y lo reconocí al instante como Santiago López.
—Trey, déjala en paz. Santana te enviará a empacar.
Trey frunció el ceño y volvió su atención hacia mí.
—Creo que si ella está de acuerdo con un paseo, entonces, después de que termine esta noche, Santana no tendrá nada que decir al respecto. Además, ¿Qué esperaba cuando dejó a una hermosa rubia sureña servir la comida? Él está alardeando delante de la gente. Debería esperar esto.
Santiago miró hacia donde estaba Santana, pero no me atreví a hacer lo mismo. Me di cuenta de que Santiago parecía un poco nervioso.
—Escucha, Santana no contrata a las personas. Tenemos a alguien más para manejar eso. No la puso aquí deliberadamente como si fuese parte del menú, así que déjala en paz—me dio un codazo y lo tomé como mi señal para huir.
Di un paso hacia el siguiente grupo con mis manos temblando y mi corazón acelerado.
—Espera, nunca tuve mis ostras—fuertes dedos se sujetaron alrededor de mi brazo, y luché con el impulso de tirar de él y correr.
Le dejé llevarme hacia atrás, ya que mi otra opción implicaría que las ostras se cayeran por todas partes del piso. Rápidamente, busqué entre la multitud por Sam, preocupada de que vendría volando al rescate y perdería su trabajo.
Tuve que permanecer tranquila para impedirle saber acerca de mi situación.
Mantener la expresión de dolor fuera de mi cara, pero con el férreo control de su mano, estaba empezando a resultar difícil. De repente, otro conjunto de dedos cálidos y suaves, pero firmes, me tomaron del otro brazo.
—Suéltala y reza para que no tenga ningún moretón—dijo una voz familiar en un tono de enojo.
Me estremecí de alivio en el sonido de su voz.
Trey soltó mi brazo, y se encogió de hombros, sonriendo.
—Sólo quería una ostra, y ella no me sirve.
Abrí mi boca para protestar cuando los dedos calientes que sostenían mi brazo me apretaron suavemente para asegurarse.
Me quedé tranquila.
—Santiago, por favor acompaña a tu amigo a la puerta. No tengo ninguna otra razón para hablar con él a no ser que Brittany tenga un moretón, o cualquier otra marca duradera de sus manos, entonces me verá otra vez—tomó la bandeja de mi mano y se la entregó a Sam.
No me había dado cuenta de que se encontraba ahí de pie.
Sam la tomó con el ceño fruncido en su rostro preocupado. Le di una pequeña sonrisa, con la esperanza de aliviar su preocupación.
—Ven conmigo—dijo Santana, en una voz sólo lo suficientemente fuerte para que yo pueda escucharlo.
Le dejé conducirme por el pasillo hacia la habitación que conocía como la biblioteca. Cerró la puerta, y luego me giró para enfrentarlo.
—¿Estás bien?—preguntó con un tono afectado.
Golpes fríos cubrieron mis brazos.
Asentí con la cabeza.
—Estoy bien, de verdad. Sam me advirtió que algo como esto podría pasar. Vine mentalmente preparada.
Santana murmuró lo que parecía ser una maldición y tiró de mí a un gran sillón de cuero.
—No deberías haber estado al servicio esta noche. No sé lo que Sue estaba pensando.
Sus palabras picaron.
Inmediatamente sentí la necesidad de defender a la señora Sue, así como a mí misma.
—Soy una trabajadora muy resistente y creo que ella me encomendó para servir y seguir instrucciones. No veo cómo es su culpa si un imbécil pensó que yo estaba en el menú también.
Santana miró fijamente hacia mí, confuso, y luego sonrió abiertamente. Se acercó y se sentó a mi lado.
—No quise decir que pensara que tú no fueras capaz de servir. Quise decir que eres demasiado joven y demasiado hermosa para ser alarde delante de las personas que piensan que tienen suficiente dinero y poder como para tomar lo que quieran.
Mi garganta se seco por sus palabras.
Sonrió y preguntó en voz baja:
—¿Sabes que eres hermosa?
Tragué saliva, esperando poder sacar las palabras a través de mí sin hacer sonar el nudo en mi garganta.
—No diría que "hermosa". Me doy cuenta de que tengo el pelo y los ojos bonitos. Como los de mi mamá. Pero no tengo una buena personalidad. Eso realmente aleja lo demás—mis palabras sonaban estúpidas dichas en voz alta, pero me di cuenta que me las había arreglado para desnudar mi alma frente a este chico una vez más.
El poder que Santana tenía sobre mí, me molestó.
Santana sonrió, tomó uno de mis rizos sueltos y jugó con él distraídamente.
—Así que tu personalidad es mala, ¿Verdad?—se rió entonces, y me puse rígida. Trazó mis mejillas y el puente de mi nariz—Lamento ser el primero en darte la noticia, pero tu personalidad resulta ser tu activo más encantador.
Busqué alguna señal en su perfecto rostro diciéndome que no quería decir lo que dijo.
—No puedo creer que hayas dicho eso—finalmente me oí decir.
Puso su dedo sobre mis labios.
—Creo que éstos están a la altura de tu personalidad.
Una cálida sensación de hormigueo se abrió camino a través de mis venas, y me estremecí.
—Ah, y luego haces algo tan encantador como estremecerte, y casi rompes mi voluntad—dejó caer sus manos de mi rostro, terminando con aquellas increíblemente maravillosas caricias. Se puso de pie, se acercó a un estante de libros, y se inclinó en contra de él como si estuviera posando para una cámara—Puedo ser buena desde aquí. Se trata de un territorio más seguro.
Fruncí el ceño y me dio una sonrisa culpable:
—Me tientas, Brittany Pierce. Eres dulce, honesta, cariñosa, perfectamente única, y por todas esas razones, estoy manteniendo mi distancia de ti.
Fruncí el ceño, insegura de por qué todas esas cosas significaban que tenía que mantenerse alejado.
—Brittany, siempre he conseguido lo que quiero. Incluso antes de hacerme rica y famosa, tenía un don para hacerlo. Ahora, tengo la fama y la fortuna para conseguir lo que quiero, cuando lo quiero, y por primera vez en mi vida, quiero algo que no puedo tener—me dio una sonrisa triste—Por primera vez, el objeto de mi deseo es más importante que su realización—antes de que pudiera formar palabras para responder, abrió un cajón, sacó varias revistas y las puso delante de mí—Son de la colección de mi mamá—explicó.
Eran fotos de ella con las estrellas de cine, leyendas del rock, e incluso el presidente.
Su nombre se vinculó con varias mujeres famosas, y su vida personal estaba al desnudo para que todos la vean.
Había visto artículos como estos antes, pero después de realmente encontrarme con Santana y ver a una persona real, parecía difícil pensar en ella como la estrella de rock de los medios.
—Mira éstas—dijo con una mueca—Mi vida no es normal. No hay espacio para tener una amistad, o alguna relación, con alguien como tú. Quiero pasar más tiempo contigo, y para ser sincero, la amistad no es realmente lo que más quiero cuando se trata de ti. Me encuentro con ganas de mucho más, pero cualquier chica que entra en una relación conmigo tiene que ser lo suficientemente fría para soportar la vida que estoy obligado a vivir—sonrió y caminó hacia mí—Eres todo lo que escribo en mis canciones, pero nunca tengo.
Estudié los cuadros en mi regazo. Era más fácil que mirarlo diciéndome cosas que no quería escuchar.
Incluso si tenía razón.
Si pasaba más tiempo con ella, yo querría más, también, y no conocía a la muchacha en aquellas fotos.
Era alguien completamente ajena a mí.
Sólo conocía a Santana.
La chica dulce que quería entrar en un supermercado y comprarse a sí misma una Taza de Mantequilla de maní de Reese, y que se tomó el tiempo para ser amable con la niña.
Yo nunca sería capaz de encajar en su mundo real.
Quería estar en desacuerdo, pero no pude.
Ella vivía en un mundo en el que yo nunca podría caber, y no podía protestar.
Dio un paso adelante y se detuvo delante de mí.
—Habrá un transporte para ti en el frente en cuestión de segundos. La señora Sue recibirá instrucciones para dejarte ir. Quita ese ceño fruncido de tu cara bonita, porque, ahora, ella ya sabe lo que pasó, y se preocupa por ti—se movió alrededor y fue hacia la puerta—Quédate aquí todo el tiempo que necesites. Tengo una habitación llena de invitados preguntando qué estoy haciendo con la rubia hermosa que secuestré—sonrió maliciosamente, e inmediatamente cambió a un gesto triste, antes de salir de la habitación.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
bueno san ya uso o mejor dicho ya mostró sus cartas!!
enserio ahi gente estúpida cuanto tiene plata a veces,..
a ver que hace britt ahora jajaj
nos vemos!!!
bueno san ya uso o mejor dicho ya mostró sus cartas!!
enserio ahi gente estúpida cuanto tiene plata a veces,..
a ver que hace britt ahora jajaj
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Hola!!!
Veremos que dice Sam de esto Jaja!! !!
Saludos
Veremos que dice Sam de esto Jaja!! !!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Santana es tan linda, que como no enamorarse de ella?????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
bueno san ya uso o mejor dicho ya mostró sus cartas!!
enserio ahi gente estúpida cuanto tiene plata a veces,..
a ver que hace britt ahora jajaj
nos vemos!!!
Hola lu, si q si! va de frente y eso esta bn! ¬¬ si que las ai ¬¬ Ufff interesante pregunta! ajajaaj, aquí otro cap para saberlo...espero xD Saludos =D
monica.santander escribió:Hola!!!
Veremos que dice Sam de esto Jaja!! !!
Saludos
Hola, na, no tiene nada, pero nada q decir! Saludos =D
micky morales escribió:Santana es tan linda, que como no enamorarse de ella?????
Hola, siii siii!!!!! eso mismo digo yo!!!!! ajajajajaj... yo la kiero! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Cap 6
Capitulo 6
Todo siguió igual.
La señora Sue aún me daba una sonrisa y el desayuno caliente todas las mañanas.
El señor Figgins me contaba historias de su tiempo en la Segunda Guerra Mundial y la mayoría de los días me daba una paliza en ajedrez.
Sam y yo todavía hablábamos de camino a casa por la noche.
Incluso fui a practicar esquí acuático y kneeboarding con Sam, Artie, Mike, Tina, y Joe el domingo.
Pero, incluso con nuevos amigos y un trabajo con gente que realmente me importaba, mi vida parecía estar perdiendo algo.
Había un vacío, y sabía por qué.
La parte frustrante era que lo echaba de menos. Me obligué a reconocer el hecho de que perdí mi corazón por Santana López, esa noche, en la tienda de comestibles.
La noche en la biblioteca cuando ella admitió haber tenido un interés en mí, puso otro clavo en mi ataúd.
Amaba a Santana.
Era la protagonista en mis sueños, tanto de día como de noche.
Mi corazón se aceleraba ante la posibilidad de una visión de ella.
Sus palabras me obsesionaban.
Esos momentos en los que no podía creer que Santana alguna vez me notara lo suficiente como para quererme. Me acordé de la tristeza en sus ojos cuando salió por la puerta, y realmente creía que hablaba en serio.
Nada cambiaba el hecho de que trabajaba en su casa.
Firmaba mis cheques de pago.
Por nada más que por esas dos razones, cualquier cosa entre Santana y yo sería imposible.
Sin embargo, eso no era lo único.
Nunca podría encajar en su mundo.
Me senté en la playa, esperando a que Sam terminara su turno para que me llevara a casa.
El señor Figgins se fue temprano a causa de su malestar. Me dejó sin nada que hacer.
Saqué mis rodillas de debajo de la barbilla y disfruté de la vista. Las olas estaban suaves esta noche.
Me permití pensar en Santana y su rostro cuando sonreía.
Ayudaba recordarlo sonriente y feliz, en lugar de la expresión de su cara cuando me dejó en la biblioteca.
Era lo suficientemente deprimente como para ser parte de una tragedia de Shakespeare. La chica que nunca pensó que se enamoraría de la persona que nunca podría amarla de vuelta.
De alguna manera, el hecho de que me sentara aquí, comparando mi vida con Shakespeare, demostraba lo bajo que había caído.
Pasos llamaron mi atención, sacándome de mis pensamientos centrados en Santana, y me di cuenta que Sam debía de haber terminado.
No me di la vuelta.
Me quedé donde estaba y esperé hasta que se detuvo detrás de mí.
—Hermosa vista, ¿No es así?
—Sí, lo es. ¿Tienes prisa por llegar a casa, o podemos disfrutarlo juntos?
Se encogió de hombros y se sentó a mi lado. Sonreí para mí misma cuando me di cuenta que no tenía tanta gracia tampoco.
Tenía más en común con Sam que con Santana.
Incluso si él no me dejara la piel de gallina y sintiéndome toda caliente y con hormigueos.
Esos sentimientos eran adictivos, y no podía ser saludable.
Miramos en silencio durante unos minutos, antes de que Sam se volviera hacia mí. Me miró a los ojos y sonrió.
Mi amigo.
Ese pensamiento me hizo sonreír aún más.
Suspiró y sacudió la cabeza.
—¿Qué?—le pregunté confundida.
Él me dio una sonrisa tímida.
—Brittany, cuando me sonríes haces que mi corazón haga cosas locas—se ruborizó y movió su mirada de nuevo hacia el agua—Sé que soy tres años mayor que tú, pero pareces mucho más mayor para tu edad—tomó una respiración profunda—Bueno aquí va, estoy tratando de prepararme para el juego, así que ten paciencia conmigo.
Esto no podía estar pasándome.
No sabía que iba a decir.
¿Este desastre dañaría nuestra amistad?
Si decía que no, ¿Seguiría siendo mi amigo?
Me quedé mirándolo, esperando las palabras que temía iban a cambiar nuestra relación para siempre, mientras que un nudo se formaba en mí, enfermando mi estómago.
No quería que esto sucediera.
Parecía tan injusto.
Primero perdí a Santana, a quien nunca he tenido, para empezar, y ahora iba a perder a mi amigo, el tipo que siempre me hacía reír cuando más lo necesitaba.
—Brittany.
Una voz que sólo oía en sueños estos días rompió el silencio, y me di la vuelta.
Santana estaba caminando hacia nosotros.
Me entraron ganas de llorar.
No estaba segura de sí serían lágrimas de alegría al ver el objeto de mi obsesión, o de oírle decir mi nombre otra vez.
—Santana—le dije, un poco sin aliento mientras me levantaba y la enfrentaba.
Su mirada pasó junto a Sam.
—Te puedes ir. Ya arreglé el transporte para Brittany—sespachó a Sam como si estuviera enojado con él.
Miré a Sam.
Un desafío brilló en sus ojos, y me di cuenta que tendría que negarme a mí misma lo que más quería, tiempo a solas con Santana, con el fin de salvar el puesto de trabajo de mi amigo.
—Gracias, Santana, pero realmente preferiría que Sam me llevara a casa.
Los ojos de Santana dejaron los míos, y frunció el ceño a Sam antes de volverse hacia mí.
—Por favor, Brittany, sé que no lo merezco, pero quiero hablar contigo. Necesito hablar contigo.
Mi resolución se agrietó al oírle decir por favor.
No creo que pudiera decirle que no otra vez.
Volví a mirar a Sam, su rostro más enojado de lo que jamás había visto y, una vez más, me trajo de vuelta a la razón por la que dije que no, para empezar.
—Santana, esto realmente no es necesario. Sam me lleva a casa todas las noches, y nos quedamos en medio de una conversación que tenemos que terminar. Tienes cosas mejores que hacer que llevar a casa a tu ayudante de cocina—no tenía la intención de que mis palabras salieran tan duras, y cuando Santana hizo una mueca, me odié a mí misma.
Se hizo a un lado para que pudiéramos pasar.
—Por supuesto—dijo, con los ojos fijos en el agua, en vez de en mí.
Si los corazones pueden romperse, el mío acaba de hacerlo.
Sam tomó mi mano y suavemente me apartó de Santana hacia su camioneta.
Sabía que tenía que apartar la mirada, pero no pude.
Como si hubiera oído mis pensamientos, Santana se volvió hacia mí con una expresión atormentada en sus ojos. Dejé de caminar y Sam dejó caer su mano de la mía.
Oí el suspiro de frustración de Sam antes de que dijera:
—Espero que sepas lo que estás haciendo, Brittany. Sólo te va a hacer daño.
Asentí con la cabeza, porque sabía que él tenía razón.
—Lo siento—le susurré.
Sam se merecía una explicación, pero no le daría una.
Esto era entre Santana y yo.
Di un paso hacia delante y miré a mi amigo.
—Tengo que hacerlo—era la mejor explicación que podía darle.
Me di vuelta y lo dejé ahí, dirigiéndome de nuevo a Santana. Una sonrisa de alivio se extendió sobre el rostro de ella. Casi me reí cuando respiró hondo, como si hubiera estado conteniendo el aliento, esperando a ver si iba a regresar.
Entrecerró los ojos contra el resplandor del sol poniente.
—Tenías razón. Tendrías que haber ido con él.
Negué con la cabeza.
—Lo intenté, pero no pude hacerlo.
Extendió la mano y tomó la mía entre las suyas. Una cálida sensación de cosquilleo recorrió mi brazo y cada extremidad de mi cuerpo.
—Vamos, Britt, vamos a ir a dar un paseo.
Nos tomamos de la mano mientras caminábamos por la orilla del agua.
Ninguno de los dos habló.
Volví a ella porque no podía alejarme.
Necesitaba saber por qué había venido a por mí, pero no le pregunté.
Esperé.
Entonces, se detuvo y me miró.
—¿Sabes por qué no quería que Sam te llevara a casa?
Dejarme creer que me había extrañado no era un camino seguro para mis pensamientos.
Negué con la cabeza.
Santana dejó escapar una pequeña risa.
—Estoy celosa, Britt.
Me quedé ahí, tratando de que su admisión se hundiera.
Si me decía que me extrañaba, le podía creer. Los celos, sin embargo, parecían demasiado difíciles de comprender.
—He estado en mi habitación viéndolos en coche durante las últimas dos semanas, y me mataba cada vez que te veía salir con él. Me sentaba en mi habitación, y contemplaba cómo reaccionaría si te enamoraras de él. ¿Cómo podría yo estar aquí y ver que lo mires con esos ojos impresionantes de la manera en que quiero que me veas a mí?—se pasó la mano por el pelo largo y oscuro y suspiró—Esta noche no podía quedarme en mi habitación. Te vi por aquí sola y luché contra el impulso de llegar a ti. Luego se acercó caminando y los vi juntos por más tiempo del que debería. Mi decisión de permanecer lejos de ti se rompió, e hice mi camino hasta aquí, antes de que pudiera detenerme—un ceño arrugó su frente, y se dio la vuelta—Parece un hombre que sabe lo que quiere, y el problema es que él quiere lo que yo quiero. Si se tratara de algo o alguien más, podría alejarme y dejar que lo tomara—sus ojos me miraron—Pero no puedo dejar que te tenga.
Si tan solo supiera cómo cada pensamiento mío se ceñía sobre ella.
—Sam siempre será solamente mi amigo. Mis sentimientos hacia él nunca serán más profundos que eso.
Santana se acercó y le dio vueltas a uno de mis rizos sueltos alrededor de su dedo, contuve la respiración y la miré. Finalmente, después de un momento, ella lo metió detrás de mí oreja.
—Me temo que no voy a ser capaz de sentarme y verte desde lejos ya. Créeme cuando te digo que me he esforzado en empujarte de mis pensamientos—dio un paso hacia el agua, centrándose en algo muy lejano—Mi vida no ha sido normal durante años. Esta es la única vez que llego a ser sólo yo. El resto del tiempo, estoy en el camino y, en varias ocasiones, estoy en el aire en mi camino a Tokio, París o incluso Roma. Viajo constantemente. Mi nombre está en todas partes de las revistas con fotos de las personas con las que se supone que debo estar en relaciones, pero el hecho es que no tengo tiempo para una relación. Si otra adolescente famosa está en la vecindad, nos toman fotos juntas. Es justo lo que se hace y lo que se espera.
Habló de una persona a la que no conocía.
Odiaba que me recordaran que era esta ídolo intocable.
Se volvió hacia mí y me sonrió con tristeza.
—Es egoísta de mi parte, pero no creo que pueda soportarlo más. La poca vida promedio que tengo...—extendió las manos hacia fuera a la casa y la propiedad frente a la playa en torno a ella y me dio una sonrisa que no alcanzó sus ojos—Bueno, lo promedio que mi vida puede llegar a ser, quiero compartirlo contigo. Cuando esté en el camino este año, viajando de ciudad en ciudad, quiero tener los recuerdos de mi tiempo contigo para mantenerme caliente—extendió sus manos como si se estuviera ofreciendo—No quiero mendigar o prometer cosas que no puedo darte. No hay mucho de mí para dar, pero lo que tengo es tuyo. Todo esto depende de ti, Britt. Si me quieres, soy tuya. Si no puedes hacerlo, entonces me alejaré y te dejaré en paz. Te lo juro.
Me levanté y mire fijamente a la chica de pie delante de mí, y sabía que tenía que decirle "no" y marcharme, además me encantaba que me dijera “Britt”.
Mi corazón me recordó con un fuerte golpe en el pecho que siempre me arrepentiría de no decir "sí".
Dudaba que alguna vez sintiera lo mismo por nadie nunca más.
Di un paso adelante, e inmediatamente se me acercó y me tiró contra ella. Nos quedamos ahí, envuelta en sus brazos, por un tiempo antes de moverse o hablar.
Sabía que no era la decisión más inteligente, porque cuando llegara septiembre y el verano se fuera, me acabaría convirtiendo en la chica del verano.
En este momento, nada más importaba.
Susurré contra su pecho lo suficientemente fuerte como para que me escuchara:
—Quiero cualquier parte de ti que pueda tener.
Sus brazos se apretaron a mí alrededor.
Esto, a la larga, me podría romper.
Amaba a Santana.
Sus labios tocaron mi cabeza, y cerré los ojos, y disfruté de la dulzura del momento. En los brazos de ninguna otra persona lo sentiría tan correcto.
—Quiero pasar el tiempo que más pueda contigo. No quiero perder ni un minuto—dijo, y asentí con la cabeza contra su pecho, y luego me eché hacia atrás y le sonreí.
—Mañana, ¿Iras al mar profundo a pescar conmigo?
Vacilé ante su pregunta.
Trabajaba todos los días, menos el domingo, ella sabía mi horario.
—Todavía tengo un trabajo —le recordé.
Santana frunció el ceño y sacudió la cabeza.
—No sigues trabajando para mí.
Me puse rígida.
—Santana, tengo que trabajar. Si no me quieres aquí, tengo que buscar otro trabajo.
Ella puso un dedo sobre mis labios y negó con la cabeza.
—No, yo me encargo de tus cuentas y necesidades.
Di un paso atrás lejos de sus brazos.
Mi estómago se contrajo.
No sería como mi mamá.
No necesitaría una persona que cuidara de mí.
No me iba a pagar por pasar tiempo con ella.
Tomé una respiración profunda esperando poder explicarle esto para que lo entendiera.
—San… tana, Santana, escucha, es importante para mí ganar mi propio dinero. No puedes pagarme para pasar tiempo contigo, ya que haría esto barato de alguna manera. Quiero estar contigo. No debe haber dinero de por medio. Tengo que ser un igual, y tan loco como parece, la única forma en que puedo aspirar a lograrlo de alguna manera es trabajando por el dinero que gano. Por favor, me gusta trabajar con la señora Sue y el señor Figgins e incluso Sam. Podría ir a otro sitio si no quieres que trabaje para ti, pero me gusta estar aquí.
Santana suspiró y extendió la mano para tomar la mía.
—Me gusta que me digas Sana. Y lo siento. Estoy acostumbrada a que las personas tomen mi dinero, sin reserva. Tú no eres como nadie que haya conocido, por lo que debería haberme dado cuenta de que no te sentirías cómoda con ese arreglo. Puedes permanecer aquí todo el tiempo que quieras. Esto me dará una razón para visitar la cocina más—me guiñó un ojo y me sonrojé.
—Gracias—le dije a través de la opresión en la garganta que luchaba contra las lágrimas de alivio y alegría.
Santana sonrió.
—Debería ser quien te diera las gracias. No te merezco, pero estoy agradecida de que no te des cuenta de ello.
Me reí de ella.
—Ven adentro conmigo mientras Finn tiene listo nuestro vehículo.
Fuimos a su casa.
Me di cuenta de que me estaba llevando a la entrada familiar, y me detuve.
—¿Qué pasa?—preguntó.
—Yo, um, tengo que entrar por la puerta lateral.
Negó con la cabeza.
—Estoy de acuerdo contigo trabajando para mí, pero no vas a limitarte a la entrada de los servicios solamente. Estás conmigo, Britt. Cuando estás fuera de hora, no eres mi empleada. Eres mi... aire.
Fruncí el ceño.
—¿Tu aire?
Sonrió.
—Bueno, novia parece ser una palabra demasiado poco profunda para decir lo que siento por ti. Estas dos últimas semanas han sido como si controlaras mi respiración. Cuando te vi con Sam, mi pecho se tensó, y se hizo difícil respirar. Pero entonces te veía sonreír o reír, y pude respirar profundamente otra vez.
No era extraño que esta mujer escribiera canciones.
Mis ojos ardían, y me gustó el hecho de que siempre pareciera tener todas las ganas de llorar con ella.
—Vaya—le susurré a falta de mejores palabras.
No estaba dotada de su talento de tejer el idioma tan bien.
—Entonces, ¿Significa que gané? ¿Me harás el honor de acompañarme a mi casa como invitada, en lugar de como ayuda contratada?
Sonreí.
—Mientras esté fuera de mis horas.
Suspiró en derrota.
—Voy a tomar lo que pueda conseguir.
Tomó mi mano y me llevó a la casa.
No estaba segura de cómo iba a manejarme frente a su mamá o su papá.
¿Cómo iban a reaccionar cuando se enteraran de que estaba saliendo con la ayudante?
Pero, de nuevo, dudé si por lo menos sabían que trabajaba aquí.
A excepción de la única vez que serví a Santana, nunca había estado cerca de ninguno de sus padres.
Santana me apretó la mano.
—Espera aquí, déjame agarrar mi celular y que Finn traiga nuestro coche por el frente.
Asentí con la cabeza y la vi alejarse al armario de los abrigos y abrirlo. Metió la mano y sacó la chaqueta de cuero negro que recordaba haber visto llevar en una foto reciente de una revista. Tomó un teléfono delgado y plano de su bolsillo y tocó un par de veces, y luego se lo guardó.
Volvió su sonrisa a mí y torció el dedo.
Mi corazón recogió su ritmo con la expresión de su rostro.
—Su carro la espera, mi señorita.
Me acerqué a ella y metí la mano en su brazo extendido.
—Siempre tan educada—bromeé.
—Todo lo que sea necesario para hacer sonreír a la dama.
Una vez en casa, me acosté en la cama, mirando al techo y preguntándome cómo podía empacar toda una vida en dos cortos meses.
No sería suficiente para mantener el interés de Santana.
Pero la amaba lo suficiente como para disfrutar de la breve ventana de tiempo que tendríamos juntas.
Cuando el verano terminara y ella se fuera, tendría a mi mamá y al nuevo bebé para preocuparme. Si me lanzaba a mantener mi promedio de calificaciones de 4.0, la escuela podría ser una salida para mantener mi mente alejada del dolor.
Pero, de nuevo, nunca podría volver a respirar una vez que se alejara de mí.
La señora Sue aún me daba una sonrisa y el desayuno caliente todas las mañanas.
El señor Figgins me contaba historias de su tiempo en la Segunda Guerra Mundial y la mayoría de los días me daba una paliza en ajedrez.
Sam y yo todavía hablábamos de camino a casa por la noche.
Incluso fui a practicar esquí acuático y kneeboarding con Sam, Artie, Mike, Tina, y Joe el domingo.
Pero, incluso con nuevos amigos y un trabajo con gente que realmente me importaba, mi vida parecía estar perdiendo algo.
Había un vacío, y sabía por qué.
La parte frustrante era que lo echaba de menos. Me obligué a reconocer el hecho de que perdí mi corazón por Santana López, esa noche, en la tienda de comestibles.
La noche en la biblioteca cuando ella admitió haber tenido un interés en mí, puso otro clavo en mi ataúd.
Amaba a Santana.
Era la protagonista en mis sueños, tanto de día como de noche.
Mi corazón se aceleraba ante la posibilidad de una visión de ella.
Sus palabras me obsesionaban.
Esos momentos en los que no podía creer que Santana alguna vez me notara lo suficiente como para quererme. Me acordé de la tristeza en sus ojos cuando salió por la puerta, y realmente creía que hablaba en serio.
Nada cambiaba el hecho de que trabajaba en su casa.
Firmaba mis cheques de pago.
Por nada más que por esas dos razones, cualquier cosa entre Santana y yo sería imposible.
Sin embargo, eso no era lo único.
Nunca podría encajar en su mundo.
Me senté en la playa, esperando a que Sam terminara su turno para que me llevara a casa.
El señor Figgins se fue temprano a causa de su malestar. Me dejó sin nada que hacer.
Saqué mis rodillas de debajo de la barbilla y disfruté de la vista. Las olas estaban suaves esta noche.
Me permití pensar en Santana y su rostro cuando sonreía.
Ayudaba recordarlo sonriente y feliz, en lugar de la expresión de su cara cuando me dejó en la biblioteca.
Era lo suficientemente deprimente como para ser parte de una tragedia de Shakespeare. La chica que nunca pensó que se enamoraría de la persona que nunca podría amarla de vuelta.
De alguna manera, el hecho de que me sentara aquí, comparando mi vida con Shakespeare, demostraba lo bajo que había caído.
Pasos llamaron mi atención, sacándome de mis pensamientos centrados en Santana, y me di cuenta que Sam debía de haber terminado.
No me di la vuelta.
Me quedé donde estaba y esperé hasta que se detuvo detrás de mí.
—Hermosa vista, ¿No es así?
—Sí, lo es. ¿Tienes prisa por llegar a casa, o podemos disfrutarlo juntos?
Se encogió de hombros y se sentó a mi lado. Sonreí para mí misma cuando me di cuenta que no tenía tanta gracia tampoco.
Tenía más en común con Sam que con Santana.
Incluso si él no me dejara la piel de gallina y sintiéndome toda caliente y con hormigueos.
Esos sentimientos eran adictivos, y no podía ser saludable.
Miramos en silencio durante unos minutos, antes de que Sam se volviera hacia mí. Me miró a los ojos y sonrió.
Mi amigo.
Ese pensamiento me hizo sonreír aún más.
Suspiró y sacudió la cabeza.
—¿Qué?—le pregunté confundida.
Él me dio una sonrisa tímida.
—Brittany, cuando me sonríes haces que mi corazón haga cosas locas—se ruborizó y movió su mirada de nuevo hacia el agua—Sé que soy tres años mayor que tú, pero pareces mucho más mayor para tu edad—tomó una respiración profunda—Bueno aquí va, estoy tratando de prepararme para el juego, así que ten paciencia conmigo.
Esto no podía estar pasándome.
No sabía que iba a decir.
¿Este desastre dañaría nuestra amistad?
Si decía que no, ¿Seguiría siendo mi amigo?
Me quedé mirándolo, esperando las palabras que temía iban a cambiar nuestra relación para siempre, mientras que un nudo se formaba en mí, enfermando mi estómago.
No quería que esto sucediera.
Parecía tan injusto.
Primero perdí a Santana, a quien nunca he tenido, para empezar, y ahora iba a perder a mi amigo, el tipo que siempre me hacía reír cuando más lo necesitaba.
—Brittany.
Una voz que sólo oía en sueños estos días rompió el silencio, y me di la vuelta.
Santana estaba caminando hacia nosotros.
Me entraron ganas de llorar.
No estaba segura de sí serían lágrimas de alegría al ver el objeto de mi obsesión, o de oírle decir mi nombre otra vez.
—Santana—le dije, un poco sin aliento mientras me levantaba y la enfrentaba.
Su mirada pasó junto a Sam.
—Te puedes ir. Ya arreglé el transporte para Brittany—sespachó a Sam como si estuviera enojado con él.
Miré a Sam.
Un desafío brilló en sus ojos, y me di cuenta que tendría que negarme a mí misma lo que más quería, tiempo a solas con Santana, con el fin de salvar el puesto de trabajo de mi amigo.
—Gracias, Santana, pero realmente preferiría que Sam me llevara a casa.
Los ojos de Santana dejaron los míos, y frunció el ceño a Sam antes de volverse hacia mí.
—Por favor, Brittany, sé que no lo merezco, pero quiero hablar contigo. Necesito hablar contigo.
Mi resolución se agrietó al oírle decir por favor.
No creo que pudiera decirle que no otra vez.
Volví a mirar a Sam, su rostro más enojado de lo que jamás había visto y, una vez más, me trajo de vuelta a la razón por la que dije que no, para empezar.
—Santana, esto realmente no es necesario. Sam me lleva a casa todas las noches, y nos quedamos en medio de una conversación que tenemos que terminar. Tienes cosas mejores que hacer que llevar a casa a tu ayudante de cocina—no tenía la intención de que mis palabras salieran tan duras, y cuando Santana hizo una mueca, me odié a mí misma.
Se hizo a un lado para que pudiéramos pasar.
—Por supuesto—dijo, con los ojos fijos en el agua, en vez de en mí.
Si los corazones pueden romperse, el mío acaba de hacerlo.
Sam tomó mi mano y suavemente me apartó de Santana hacia su camioneta.
Sabía que tenía que apartar la mirada, pero no pude.
Como si hubiera oído mis pensamientos, Santana se volvió hacia mí con una expresión atormentada en sus ojos. Dejé de caminar y Sam dejó caer su mano de la mía.
Oí el suspiro de frustración de Sam antes de que dijera:
—Espero que sepas lo que estás haciendo, Brittany. Sólo te va a hacer daño.
Asentí con la cabeza, porque sabía que él tenía razón.
—Lo siento—le susurré.
Sam se merecía una explicación, pero no le daría una.
Esto era entre Santana y yo.
Di un paso hacia delante y miré a mi amigo.
—Tengo que hacerlo—era la mejor explicación que podía darle.
Me di vuelta y lo dejé ahí, dirigiéndome de nuevo a Santana. Una sonrisa de alivio se extendió sobre el rostro de ella. Casi me reí cuando respiró hondo, como si hubiera estado conteniendo el aliento, esperando a ver si iba a regresar.
Entrecerró los ojos contra el resplandor del sol poniente.
—Tenías razón. Tendrías que haber ido con él.
Negué con la cabeza.
—Lo intenté, pero no pude hacerlo.
Extendió la mano y tomó la mía entre las suyas. Una cálida sensación de cosquilleo recorrió mi brazo y cada extremidad de mi cuerpo.
—Vamos, Britt, vamos a ir a dar un paseo.
Nos tomamos de la mano mientras caminábamos por la orilla del agua.
Ninguno de los dos habló.
Volví a ella porque no podía alejarme.
Necesitaba saber por qué había venido a por mí, pero no le pregunté.
Esperé.
Entonces, se detuvo y me miró.
—¿Sabes por qué no quería que Sam te llevara a casa?
Dejarme creer que me había extrañado no era un camino seguro para mis pensamientos.
Negué con la cabeza.
Santana dejó escapar una pequeña risa.
—Estoy celosa, Britt.
Me quedé ahí, tratando de que su admisión se hundiera.
Si me decía que me extrañaba, le podía creer. Los celos, sin embargo, parecían demasiado difíciles de comprender.
—He estado en mi habitación viéndolos en coche durante las últimas dos semanas, y me mataba cada vez que te veía salir con él. Me sentaba en mi habitación, y contemplaba cómo reaccionaría si te enamoraras de él. ¿Cómo podría yo estar aquí y ver que lo mires con esos ojos impresionantes de la manera en que quiero que me veas a mí?—se pasó la mano por el pelo largo y oscuro y suspiró—Esta noche no podía quedarme en mi habitación. Te vi por aquí sola y luché contra el impulso de llegar a ti. Luego se acercó caminando y los vi juntos por más tiempo del que debería. Mi decisión de permanecer lejos de ti se rompió, e hice mi camino hasta aquí, antes de que pudiera detenerme—un ceño arrugó su frente, y se dio la vuelta—Parece un hombre que sabe lo que quiere, y el problema es que él quiere lo que yo quiero. Si se tratara de algo o alguien más, podría alejarme y dejar que lo tomara—sus ojos me miraron—Pero no puedo dejar que te tenga.
Si tan solo supiera cómo cada pensamiento mío se ceñía sobre ella.
—Sam siempre será solamente mi amigo. Mis sentimientos hacia él nunca serán más profundos que eso.
Santana se acercó y le dio vueltas a uno de mis rizos sueltos alrededor de su dedo, contuve la respiración y la miré. Finalmente, después de un momento, ella lo metió detrás de mí oreja.
—Me temo que no voy a ser capaz de sentarme y verte desde lejos ya. Créeme cuando te digo que me he esforzado en empujarte de mis pensamientos—dio un paso hacia el agua, centrándose en algo muy lejano—Mi vida no ha sido normal durante años. Esta es la única vez que llego a ser sólo yo. El resto del tiempo, estoy en el camino y, en varias ocasiones, estoy en el aire en mi camino a Tokio, París o incluso Roma. Viajo constantemente. Mi nombre está en todas partes de las revistas con fotos de las personas con las que se supone que debo estar en relaciones, pero el hecho es que no tengo tiempo para una relación. Si otra adolescente famosa está en la vecindad, nos toman fotos juntas. Es justo lo que se hace y lo que se espera.
Habló de una persona a la que no conocía.
Odiaba que me recordaran que era esta ídolo intocable.
Se volvió hacia mí y me sonrió con tristeza.
—Es egoísta de mi parte, pero no creo que pueda soportarlo más. La poca vida promedio que tengo...—extendió las manos hacia fuera a la casa y la propiedad frente a la playa en torno a ella y me dio una sonrisa que no alcanzó sus ojos—Bueno, lo promedio que mi vida puede llegar a ser, quiero compartirlo contigo. Cuando esté en el camino este año, viajando de ciudad en ciudad, quiero tener los recuerdos de mi tiempo contigo para mantenerme caliente—extendió sus manos como si se estuviera ofreciendo—No quiero mendigar o prometer cosas que no puedo darte. No hay mucho de mí para dar, pero lo que tengo es tuyo. Todo esto depende de ti, Britt. Si me quieres, soy tuya. Si no puedes hacerlo, entonces me alejaré y te dejaré en paz. Te lo juro.
Me levanté y mire fijamente a la chica de pie delante de mí, y sabía que tenía que decirle "no" y marcharme, además me encantaba que me dijera “Britt”.
Mi corazón me recordó con un fuerte golpe en el pecho que siempre me arrepentiría de no decir "sí".
Dudaba que alguna vez sintiera lo mismo por nadie nunca más.
Di un paso adelante, e inmediatamente se me acercó y me tiró contra ella. Nos quedamos ahí, envuelta en sus brazos, por un tiempo antes de moverse o hablar.
Sabía que no era la decisión más inteligente, porque cuando llegara septiembre y el verano se fuera, me acabaría convirtiendo en la chica del verano.
En este momento, nada más importaba.
Susurré contra su pecho lo suficientemente fuerte como para que me escuchara:
—Quiero cualquier parte de ti que pueda tener.
Sus brazos se apretaron a mí alrededor.
Esto, a la larga, me podría romper.
Amaba a Santana.
Sus labios tocaron mi cabeza, y cerré los ojos, y disfruté de la dulzura del momento. En los brazos de ninguna otra persona lo sentiría tan correcto.
—Quiero pasar el tiempo que más pueda contigo. No quiero perder ni un minuto—dijo, y asentí con la cabeza contra su pecho, y luego me eché hacia atrás y le sonreí.
—Mañana, ¿Iras al mar profundo a pescar conmigo?
Vacilé ante su pregunta.
Trabajaba todos los días, menos el domingo, ella sabía mi horario.
—Todavía tengo un trabajo —le recordé.
Santana frunció el ceño y sacudió la cabeza.
—No sigues trabajando para mí.
Me puse rígida.
—Santana, tengo que trabajar. Si no me quieres aquí, tengo que buscar otro trabajo.
Ella puso un dedo sobre mis labios y negó con la cabeza.
—No, yo me encargo de tus cuentas y necesidades.
Di un paso atrás lejos de sus brazos.
Mi estómago se contrajo.
No sería como mi mamá.
No necesitaría una persona que cuidara de mí.
No me iba a pagar por pasar tiempo con ella.
Tomé una respiración profunda esperando poder explicarle esto para que lo entendiera.
—San… tana, Santana, escucha, es importante para mí ganar mi propio dinero. No puedes pagarme para pasar tiempo contigo, ya que haría esto barato de alguna manera. Quiero estar contigo. No debe haber dinero de por medio. Tengo que ser un igual, y tan loco como parece, la única forma en que puedo aspirar a lograrlo de alguna manera es trabajando por el dinero que gano. Por favor, me gusta trabajar con la señora Sue y el señor Figgins e incluso Sam. Podría ir a otro sitio si no quieres que trabaje para ti, pero me gusta estar aquí.
Santana suspiró y extendió la mano para tomar la mía.
—Me gusta que me digas Sana. Y lo siento. Estoy acostumbrada a que las personas tomen mi dinero, sin reserva. Tú no eres como nadie que haya conocido, por lo que debería haberme dado cuenta de que no te sentirías cómoda con ese arreglo. Puedes permanecer aquí todo el tiempo que quieras. Esto me dará una razón para visitar la cocina más—me guiñó un ojo y me sonrojé.
—Gracias—le dije a través de la opresión en la garganta que luchaba contra las lágrimas de alivio y alegría.
Santana sonrió.
—Debería ser quien te diera las gracias. No te merezco, pero estoy agradecida de que no te des cuenta de ello.
Me reí de ella.
—Ven adentro conmigo mientras Finn tiene listo nuestro vehículo.
Fuimos a su casa.
Me di cuenta de que me estaba llevando a la entrada familiar, y me detuve.
—¿Qué pasa?—preguntó.
—Yo, um, tengo que entrar por la puerta lateral.
Negó con la cabeza.
—Estoy de acuerdo contigo trabajando para mí, pero no vas a limitarte a la entrada de los servicios solamente. Estás conmigo, Britt. Cuando estás fuera de hora, no eres mi empleada. Eres mi... aire.
Fruncí el ceño.
—¿Tu aire?
Sonrió.
—Bueno, novia parece ser una palabra demasiado poco profunda para decir lo que siento por ti. Estas dos últimas semanas han sido como si controlaras mi respiración. Cuando te vi con Sam, mi pecho se tensó, y se hizo difícil respirar. Pero entonces te veía sonreír o reír, y pude respirar profundamente otra vez.
No era extraño que esta mujer escribiera canciones.
Mis ojos ardían, y me gustó el hecho de que siempre pareciera tener todas las ganas de llorar con ella.
—Vaya—le susurré a falta de mejores palabras.
No estaba dotada de su talento de tejer el idioma tan bien.
—Entonces, ¿Significa que gané? ¿Me harás el honor de acompañarme a mi casa como invitada, en lugar de como ayuda contratada?
Sonreí.
—Mientras esté fuera de mis horas.
Suspiró en derrota.
—Voy a tomar lo que pueda conseguir.
Tomó mi mano y me llevó a la casa.
No estaba segura de cómo iba a manejarme frente a su mamá o su papá.
¿Cómo iban a reaccionar cuando se enteraran de que estaba saliendo con la ayudante?
Pero, de nuevo, dudé si por lo menos sabían que trabajaba aquí.
A excepción de la única vez que serví a Santana, nunca había estado cerca de ninguno de sus padres.
Santana me apretó la mano.
—Espera aquí, déjame agarrar mi celular y que Finn traiga nuestro coche por el frente.
Asentí con la cabeza y la vi alejarse al armario de los abrigos y abrirlo. Metió la mano y sacó la chaqueta de cuero negro que recordaba haber visto llevar en una foto reciente de una revista. Tomó un teléfono delgado y plano de su bolsillo y tocó un par de veces, y luego se lo guardó.
Volvió su sonrisa a mí y torció el dedo.
Mi corazón recogió su ritmo con la expresión de su rostro.
—Su carro la espera, mi señorita.
Me acerqué a ella y metí la mano en su brazo extendido.
—Siempre tan educada—bromeé.
—Todo lo que sea necesario para hacer sonreír a la dama.
Una vez en casa, me acosté en la cama, mirando al techo y preguntándome cómo podía empacar toda una vida en dos cortos meses.
No sería suficiente para mantener el interés de Santana.
Pero la amaba lo suficiente como para disfrutar de la breve ventana de tiempo que tendríamos juntas.
Cuando el verano terminara y ella se fuera, tendría a mi mamá y al nuevo bebé para preocuparme. Si me lanzaba a mantener mi promedio de calificaciones de 4.0, la escuela podría ser una salida para mantener mi mente alejada del dolor.
Pero, de nuevo, nunca podría volver a respirar una vez que se alejara de mí.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
es bueno reconocer los celos san jajaja y de muy buena manera!!
britt santo a la pileta,.. en plena vaciamiento si cae con agua al final del verano es suerte!!!!!
a ver como siguen las cosas como ¿aire? en serio ni a mi se me ocurre nombre para un "noviazgo"
nos vemos!!!
es bueno reconocer los celos san jajaja y de muy buena manera!!
britt santo a la pileta,.. en plena vaciamiento si cae con agua al final del verano es suerte!!!!!
a ver como siguen las cosas como ¿aire? en serio ni a mi se me ocurre nombre para un "noviazgo"
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Pues aunque San haya sido honesta y disfruten del tiempo que tendrán juntas al final como dijo Britt van a sufrir y tal vez ella un poco mas porque vera como la morena sigue con su vida y ella se quedara ahí con su mamá..... Pero en fin mientras a disfrutar
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
momento!!! quien dice que san se ira asi como asi ??? a lo mejor sorprende! ademas tenia que adelantarse a labios de trucha pq hiba enfilado a declararse! ahora a ver como se desarrolla su relacion!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
es bueno reconocer los celos san jajaja y de muy buena manera!!
britt santo a la pileta,.. en plena vaciamiento si cae con agua al final del verano es suerte!!!!!
a ver como siguen las cosas como ¿aire? en serio ni a mi se me ocurre nombre para un "noviazgo"
nos vemos!!!
Hola lu, jajajaajaja si son así si q lo son xD jajajajaja. Ufff esperemos y sea uan buena caída la vrdd XD jajajajajaaja. Jajajajaja esk deben ser novias ahora ya, osea para q esperar XD Saludos =D
JVM escribió:Pues aunque San haya sido honesta y disfruten del tiempo que tendrán juntas al final como dijo Britt van a sufrir y tal vez ella un poco mas porque vera como la morena sigue con su vida y ella se quedara ahí con su mamá..... Pero en fin mientras a disfrutar
Hola, tienen q disfrutar como dices xq ai q vivir el día a día jajajaajaj. Pero para q hablar del fin si no empiezan¿? xD jajaajaj. Eso mismo, eso mismo. Saludos =D
micky morales escribió:momento!!! quien dice que san se ira asi como asi ??? a lo mejor sorprende! ademas tenia que adelantarse a labios de trucha pq hiba enfilado a declararse! ahora a ver como se desarrolla su relacion!!!!!
Hola, eso mismo! nadie lo sabe! Espero y tengas razón xq tmbn lo espero! ¬¬ esk tiene q meterse en la relación y sin q lo llamen! si ya perdio! Aquí otro cap para saberlo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Cap 7
Capitulo 7
Caminé dentro de la cocina la siguiente mañana y colgué mi mochila en el gancho antes de echar un vistazo hacia donde sabía que la señora Sue estaría trabajando en el desayuno de los López.
—Buenos días, señora Sue, vendré a ayudarle tan pronto como me cambie.
La señora Sue me miró y luego miró hacia la mesa con el ceño fruncido.
Seguí su mirada.
Recostado en una de las sillas, luciendo ridículamente sexy para ser las siete de la mañana, estaba sentado Santana. Me dio una sonrisa torcida, y mi corazón entró en estado de frenesí.
—Hola—dije sin sonar afectada por su presencia.
Sabía que la morena había dicho que estaría por la cocina con más frecuencia, pero no sabía que significaba tan temprano en la mañana.
—¿Qué? ¿Por qué estás aquí?
Alzó sus cejas y me sonrió.
—Yo pensaba que eso habría sido obvia.
Sabía que me estaba sonrojando.
Me volví hacia la señora Sue y luego hacia Santana.
Me di cuenta que la señora Sue no estaba feliz con su presencia, y supe que esto podría causar problemas.
—Está bien, Britt. Ella no está enojada contigo. Está enojada conmigo. Tú pasaste a ser quien ella está protegiendo.
—Yo, um, necesito ir a cambiarme. Estaré aquí pronto—dije, con la esperanza de que el ceño fruncido de la señora Sue no fuera para mí.
Caminé hacia el cuarto de lavado.
Mi corazón latía de la frustración de mis sentimientos encontrados. Saber que Santana quería verme me hacía extremadamente feliz, pero tampoco quería enojar a la señora Sue.
Santana susurró algo que sonaba como que estaba a la defensiva.
Necesitaba darme prisa.
No quería dejarla sola con la señora Sue. Lo cual parecía tonto, dado que ella trabaja para la morena.
—No voy a hacerle daño. Sé que ella es especial y traté de mantenerme alejada, pero cuando estoy con ella no me siento tan fría y sola—se paró frente a la mesa con su atención en la señora Sue.
Me quedé inmóvil en la puerta.
La señora Sue se dio vuelta y apuntó hacia Santana con una cuchara de madera.
—Yo lo entiendo. Sin embargo, esa chica tiene demasiado sobre sus hombros para una niña de su edad, y, bueno, no puedes evitarlo, pero le vas a romper el corazón cuando te vayas—su susurro no era tan silencioso. Se volvió para mover la olla y sacudió la cabeza—Solo no quiero que la lastimes.
Santana no respondió de inmediato, pero finalmente, dijo en un susurro:
—Estoy tratando de averiguar cómo voy a evitar hacerle daño. Lastimarla es la última cosa que quiero hacer.
Esperé un minuto más, y luego entré en la cocina.
—Bueno, señora Sue, ¿Dónde empiezo?
La señora Sue me dio dos platos.
—Ve y disfruta tu desayuno con la Señorita Santana.
Me volví hacia ésta mientras caminaba a mi lado.
—No discutas, por favor—susurró, tomó los platos de mis manos y fue de nuevo hacia la mesa.
Miré sin poder hacer nada a la señora Sue. Ella me sonrió y me dio dos largos vasos con jugo de naranja.
—Sólo come con la chica antes de que empiece a rogar y se avergüence a si misma—dijo lo suficientemente alto como para que Santana la escuchara.
Ésta colocó los platos con una sonrisa.
—Es la verdad y tú lo sabes —dijo.
No pude evitar sonreír.
Tomé los vasos y fui hacia la mesa. Santana corrió la silla para mí y me senté, se sentó a mi lado, metió su mano bajo la mesa y tomó la mía.
—Gracias por desayunar conmigo.
Le sonreí y asentí.
No creí que decir “con gusto” sonara bien. Yo debería ser quien le agradeciera.
Tenía tanta hambre, y el desayuno de hoy sabía mucho mejor del que normalmente tomaba después de que los López terminaban el suyo.
Tomé un trozo de tocino y lo mastiqué, pero el peso de la mirada de Santana me hacía sentir incómoda.
Tragué y le susurré, no queriendo que la señora Sue me escuchara.
—No voy a ser capaz de comer si me estás mirando.
Sonrió.
—Lo siento, es sólo que es algo que no había visto antes.
Fruncí el ceño, no muy segura de lo que quería decir.
—¿Nunca habías visto a una chica comer?—pregunté, confundida.
Se rió.
—Bueno, ahora que lo mencionas, no, no he visto a muchos comer. Por lo general no pueden comer frente a mí, o ellos sólo no lo hacen por regla. Pero lo que quería decir es que nunca te había visto a ti comer, y es lindo. No quería mirar. Lo siento.
Me recordó a aquella niña pequeña de nuevo, tratando de escapar de un castigo, y no pude evitar sonreír.
—Está bien, pero ya me viste, así que deja de mirarme y come tu desayuno antes de que se enfríe.
Sonrió y miró hacia su propia comida.
La puerta de la cocina se abrió, y Sam entró silbando.
—Buenos días, señora Sue, ¿Me tiene algo bueno para comer?
La señora Sue le lanzó una advertencia silenciosa que claramente le decía que se comportara, y Sam frunció el ceño y se volvió hacia nosotras.
Santana se inclinó en su silla y tomó un trago de su jugo.
—Ah, buenos días, Brittany, señorita López.
Santana asintió con la cabeza hacia Sam, y la mirada de Sam no se quedó.
Sólo fue hacia el cuarto de lavado para cambiarse. Suspiré de alivio porque él no había dicho nada estúpido. Santana se inclinó hacia mí.
—Nada que él pueda decir hará que lo despida, a menos que sea en tu contra. Deja de preocuparte. Sé que está enojado conmigo, y una parte de mí no lo culpa, pero la otra parte sólo está aliviada de que tú me quieres.
El lugar en mi corazón, donde Santana tomó residencia, creció.
Le sonreí.
—Gracias.
Se encogió de hombros y se inclinó de nuevo.
—No tienes nada que agradecerme, pero con gusto.
El resto del desayuno transcurrió sin problemas, y Santana me llevó aparte antes de que fuera a ayudar a limpiar lo del desayuno.
—Trataré de mantenerme alejada de ti, si puedo, mientras trabajas. Pero tan pronto como hayas terminado, vendré por ti.
Una sonrisa tonta se posó en mi rostro, y yo asentí.
Tomó mi mano y la besó antes de girarse para salir.
Me forcé a mi misma a empujar mis pensamientos sobre Santana a un lado, para poder concentrarme en el resto del día.
Varias veces, una cálida sensación de hormigueo me recorría, y mi corazón se aceleraba sabiendo que me miraba.
El final de mi día de trabajo no pudo llegar más pronto.
En cuanto caminé fuera del cuarto de lavado, después de cambiar mi uniforme por ropa, una mano me tomó por el brazo.
—Ven conmigo—susurró Santana, y la dejé guiarme por escaleras que nunca había usado y, a través de varias puertas y pasillos, que no sabía que existían.
Finalmente, estábamos en la puerta de su cuarto.
Recordaba claramente la última vez que estuve ahí, pero caminar hacia dentro, de su mano, hizo que todo fuera diferente.
Este era el lugar donde ella dormía y escribía canciones.
Algo dentro de mí, sabía que cada momento que me acercaba a ella, hacía mucho más difícil tener que dejarla ir.
Dio un paso hacia adentro, y cerró la puerta, girándose para sonreírme.
—Quería que vieras mi cuarto. Bueno, creo que debería decir que quería que vieras mi cuarto conmigo—tomó mi mano y me llevó hasta la pared de las guitarras. Alargó la mano hacia la vieja guitarra usada en el medio y la trajo hacia abajo.
La veneración que parecía tenerle al instrumento me hizo sonreír.
—Esa debió haber sido tu primer guitarra. Se ve muy amada.
Asintió y me la dio, la tomé la fresca y dura madera en mis manos y estudié la escritura en ella.
Primero pensé que estaba autografiada por alguien más, pero tomándola más de cerca, vi la firma infantil que claramente decía “Santana López”. Deslicé mis dedos sobre el nombre, pensando en cuánto tiempo ha pasado ya para ella.
—Cuando tenía siete años, le rogué a mis padres una guitarra. Sabía que ellos no me la comprarían dado que el año anterior rogué por una batería y no asistí a las lecciones. Les prometí que aprendería a tocarla sin lecciones si sólo pudiera tener una. Tomaron dos años para que finalmente me la dieran. Desperté una Navidad, y estaba de pie delante del árbol de Navidad. Nunca olvidaré la emoción que me recorrió el cuerpo. Tomé la guitarra y corrí directo a mi cuarto. Toqué hasta que di con el estribillo de “Wanted Dead or Alive”. Fue cuando me di cuenta que podía tocar de oído.
Había leído ese dato una vez, pero se lo había achacado a la ficción de la publicidad.
—Apuesto a que tus padres se sorprendieron.
Se rió y asintió.
—Sí, no todos los días un niño de nueve años toma una guitarra y toca una canción de Bon Jovi, sin ningún entrenamiento formal.
Sonreí y le di la guitarra.
—Entonces, así es como todo comenzó. No es de extrañar que la tengas en el centro.
Asintió y se volvió para colgarla de nuevo en la pared.
—No, espera—extendí la mano y toqué su brazo, me miró—Toca para mí.
Se volvió hacia la pared de costosas guitarras.
—Bueno, yo en realidad te traje aquí para dar rienda suelta a mi don, que es un imán para las chicas—me dio una sonrisa torcida—Considerando que mi personalidad de estrella no te impresiona, iba a hacer trampa, tomar la Fender Stratocaster original, tocarte una de mis canciones número uno y ver si podía conseguir que te convirtieras en masilla en mis manos.
Reí y sacudí mi cabeza.
—Lamento decepcionarte, pero tu Fender Stratocaster original y un hit número uno, que he escuchado infinidad de veces en la radio, no me harán convertirme en masilla. Sin embargo, si te escucho tocar en esa guitarra, la primera canción que has tocado, veré qué puedo hacer al respecto para convertirme en masilla.
Suspiró juguetonamente y se sentó en el borde de su cama. Palmeó un lugar junto a ella, y me senté a su lado.
—Estoy trabajando con la desventaja de una vieja guitarra desgastada y una canción que no he tocado en años, pero si esto es lo que se necesita para impresionarte entonces aquí va—comenzó a tocar y pronto su voz se unió a la guitarra.
Si quería convertirme en masilla, tuvo éxito, porque el sonido de su voz me calentó todo el cuerpo.
Quería cerrar mis ojos e imaginar a la pequeña niña en su cuarto, la mañana de Navidad. Podía ver a la niña antes de haberse convertido en estrella. El deseo de que ella fuera normal, y no famosa, creció con más fuerza.
Me sentí culpable, pero no pude hacer que se fuera.
Si ella sólo fuera una chica regular que tocaba bien la guitarra, y cantaba para mí en citas junto al agua.
Me permití mirarla mientras cantaba las palabras, con una sonrisa en su rostro. La imaginé cantándose a sí misma cuando era niña, mientras vagaba por el aire libre.
La canción llegó a su fin, y me sonrió.
—Bueno, ¿Qué te pareció?
Le sonreí.
—Perfecto.
Se rió y sacudió su cabeza.
—La mayoría de las chicas quieren sonatas románticas, y tú quieres una canción sobre una persona buscada viva o muerta.
Colgó la guitarra de nuevo en la pared.
Llamaron a la puerta, y Santiago López entró. Me vio y se detuvo.
—Uh, lo siento. No sabía que tenías compañía. Sólo caminaba por aquí y escuché esa vieja canción y pensé que debería pasar y ver a qué se debía el recuerdo del pasado.
Santana se volvió y le sonrió a su hermano.
—Está bien. Puedes entrar.
Santiago entró y cerró la puerta detrás de él.
—Traje a Brittany aquí para tocar para ella uno de sus números favoritos de mi repertorio, y vengo a darme cuenta que ella no tiene un favorito. No le gusto para nada.
Me reí de su expresión, y la expresión de asombro de Santiago se volvió instantáneamente una sonrisa cuando se dio cuenta que su hermano sólo quería molestarme.
—No es cierto. Resulta que me gusta mucho la canción que cantas sobre luchar para encontrarte a ti mismo.
Santana alcanzaba otra guitarra y se congeló. Se volvió hacia mí.
No supe que fue lo que dije mal, pero me miró fijamente a los ojos, muy seriamente por lo que pareció una eternidad. Poco a poco, una sonrisa se formó en sus perfectos labios justo antes de que preguntara:
—¿En serio?
Asentí, no muy segura de por qué le sorprendía.
—A mi también—dijo finalmente, antes de bajar la otra guitarra.
Miré a su hermano, confundida, y Santiago me sonrió.
—“Inside War” fue la primera canción que Santana escribió. Luchó con uñas y dientes para conseguir que la lanzaran. Para ese momento de su carrera, solo había grabado canciones escritas por otras personas. Luchó fuerte con “Inside War”, y nunca logró llegar al número uno, pero estuvo en el top ten. A partir de entonces, se le dio más rienda suelta a lo que cantaba en sus discos.
Asentí.
Santana había tomado otra guitarra y se paró junto a la cama mirándome.
—A la mayoría de las chicas les gustan mis canciones de amor—se encogió de hombros—Tú sigues sorprendiéndome.
Traté de recordar una canción de amor que hubiera grabado, pero ninguna se me vino a la mente.
En casa, Whitney me forzaba a escuchar canciones de los ochentas. Ella no escuchaba mucho más.
La música no era algo de lo que supiera mucho.
—Bueno, cántame una de tus famosas canciones de amor.
Me sonrió y tocó una suave y tersa melodía. Pronto su voz se unió, y me encontré a mi misma incapaz de quitar mis ojos de ella.
—Sólo para hacer brillar tus ojos, haría cualquier cosa. Podría dejarlo todo para saber que eres mi chica. Sólo estar contigo y escuchar tu risa es lo que hace a mi otra mitad. Estaba perdido y frío por dentro, cuando tu corazón llamó al mío. Ahora sé que eres lo único que me mantiene aguantando, cuando el resto del mundo parece venirse abajo. ¡No me dejes ahora! ¡No podría lograrlo! No me dejes ahora. ¡No soy lo suficientemente fuerte! Eres la razón por la que puedo tomar esta guitarra y hacerla cantar. No me dejes ahora, o me voy a desmoronar. Sé que a veces la vida conmigo es difícil de manejar. Estoy atrapado entre luces y multitudes. Pero tú eres la razón por la que sigo tocando. Sin ti niña, todo moriría. Apóyate en mí a través de este viaje, por favor, porque si lo dejas ir también lo haré yo. Si el brillo en tus ojos se empieza a desvanecer, mi corazón no latirá y mi canción desaparecerá. ¡No me dejes ahora! ¡No podría lograrlo! No me dejes ahora. ¡No soy lo suficientemente fuerte! Eres la razón por la que puedo tomar esta guitarra y hacerla cantar. No me dejes ahora, o me voy a desmoronar. No me dejes ahora, o me voy a desmoronar. Niña, si me dejas, todo se va a desmoronar—su voz suave y ronca se detuvo, y tocó la guitarra más lentamente.
Cuando la canción terminó, la miré fijamente incapaz de decir nada.
Sonrió tímidamente.
—La primera número uno que yo escribí. Es la canción que las chicas siempre quieren escuchar.
Sonreí y luego suspiré.
—Quisiera haber podido hacer una broma, pero después de esa interpretación, no sabía si ponerme de pie y aplaudir, o desmayarme.
Tiró su cabeza hacia atrás y se rió.
—¡Ah, por fin!
—Desearía haber aprendido a tocar guitarra. Nunca he visto a una chica no tambalearse cuando ella empieza una canción de amor —dijo Santiago.
Me encogí de hombros en derrota.
—Desearía poder discutir, pero tengo que admitir que verla cantar esa canción y tocar la guitarra es increíblemente difícil de resistir. Ya la había escuchado antes, pero nunca con la vista que ella me dio, y nunca cambiaré de estación cuando la escuche de nuevo.
Santiago se echó a reír, y Santana me sonrió.
—Nunca vas a dejarlo pasar sin recordarme lo poco afectada que estás por quien soy, ¿Verdad?
—No queremos que te crezca la cabeza.
Santiago rió de nuevo.
—Su cabeza ha sido grande desde la primera vez que supo que era un prodigio.
—Sólo te estoy molestando. Nunca he quitado tus canciones. La verdad es que difícilmente escucho música en la radio. Sólo tenemos una radio en casa, y mi mamá ama los ochentas. Conozco más canciones de ese periodo de tiempo que canciones actuales.
—Odio la música de los ochentas, lo siento mucho por ti—dijo Santiago con sinceridad.
Sonreí y me encogí de hombros.
—No son tan malas cuando es todo lo que siempre has conocido.
Santiago levantó las cejas como si no estuviera muy seguro.
—Ah, sí, claro—dijo e hizo una mueca miró a Santana detrás de mí, luego aclaró su voz y se levantó—Um, bueno, creo que ya me voy. Tengo que estar en otro lugar. Nos vemos, Brittany.
—Bueno, adiós.
—Sí, nos vemos.
Volví mi atención hacia Santana después de la salida precipitada de su hermano.
—¿Por qué lo hiciste irse?
Santana fingió inocencia.
—No tengo idea de lo que estás diciendo. Tú lo escuchaste, tiene que estar en otro lugar.
Me reí.
—Claro que sí.
Santana me sonrió, caminó hacia un cofre alto y abrió un cajón.
—Si te doy algo mío, ¿Lo aceptarías si yo de verdad quisiera que lo tuvieras?
No estaba segura de cómo responderle.
—Um, creo que depende de qué es lo que quieres darme.
Sacó un iPod y lo trajo.
—Quiero que tengas esto. Es mío y tiene varios cantantes geniales en él, pero quiero que lo tengas porque cada canción que he grabado está en él también.
Tomé el iPod de sus manos.
—Gracias.
—Si no quieres escucharme, está bien. Si hay otros cantantes que quieres, tráelo, y yo los pondré ahí para ti—metió la mano en el cajón—Oh, y aquí hay unos audífonos. Te conseguiré unos inalámbricos, pero es necesario que los hagan de acuerdo a tus oídos. Podemos conseguirlos el domingo.
Me reí de su entusiasmo.
—Estos audífonos están bien.
Sacudió su cabeza.
—Dices eso ahora, pero si usaras unos audífonos inalámbricos sabrías que no es cierto.
Suspiré y estuve de acuerdo.
—Está bien.
Se veía tan emocionada de ser capaz de darme algo, que no quería estropearlo.
Me gustaba verla actuar como una niña pequeña.
Mis entrañas se ablandaban durante los momentos en que ella se abría lo suficiente para mostrarme su lado vulnerable.
—Te escucharé mientras voy a dormir por las noches—le aseguré a la niña pequeña, quien parecía ansiosa por su regalo.
Cerró sus ojos con fuerza.
—No sabes lo bien que me hace sentir el pensar en eso, pero ahora voy a tener dificultades al dormir por las noches sabiendo que estoy cantándote al oído—abrió sus ojos para mirarme, vi algo ahí que sólo había llegado a desear.
Eso, o mi corazón estaba mintiéndome.
—Buenos días, señora Sue, vendré a ayudarle tan pronto como me cambie.
La señora Sue me miró y luego miró hacia la mesa con el ceño fruncido.
Seguí su mirada.
Recostado en una de las sillas, luciendo ridículamente sexy para ser las siete de la mañana, estaba sentado Santana. Me dio una sonrisa torcida, y mi corazón entró en estado de frenesí.
—Hola—dije sin sonar afectada por su presencia.
Sabía que la morena había dicho que estaría por la cocina con más frecuencia, pero no sabía que significaba tan temprano en la mañana.
—¿Qué? ¿Por qué estás aquí?
Alzó sus cejas y me sonrió.
—Yo pensaba que eso habría sido obvia.
Sabía que me estaba sonrojando.
Me volví hacia la señora Sue y luego hacia Santana.
Me di cuenta que la señora Sue no estaba feliz con su presencia, y supe que esto podría causar problemas.
—Está bien, Britt. Ella no está enojada contigo. Está enojada conmigo. Tú pasaste a ser quien ella está protegiendo.
—Yo, um, necesito ir a cambiarme. Estaré aquí pronto—dije, con la esperanza de que el ceño fruncido de la señora Sue no fuera para mí.
Caminé hacia el cuarto de lavado.
Mi corazón latía de la frustración de mis sentimientos encontrados. Saber que Santana quería verme me hacía extremadamente feliz, pero tampoco quería enojar a la señora Sue.
Santana susurró algo que sonaba como que estaba a la defensiva.
Necesitaba darme prisa.
No quería dejarla sola con la señora Sue. Lo cual parecía tonto, dado que ella trabaja para la morena.
—No voy a hacerle daño. Sé que ella es especial y traté de mantenerme alejada, pero cuando estoy con ella no me siento tan fría y sola—se paró frente a la mesa con su atención en la señora Sue.
Me quedé inmóvil en la puerta.
La señora Sue se dio vuelta y apuntó hacia Santana con una cuchara de madera.
—Yo lo entiendo. Sin embargo, esa chica tiene demasiado sobre sus hombros para una niña de su edad, y, bueno, no puedes evitarlo, pero le vas a romper el corazón cuando te vayas—su susurro no era tan silencioso. Se volvió para mover la olla y sacudió la cabeza—Solo no quiero que la lastimes.
Santana no respondió de inmediato, pero finalmente, dijo en un susurro:
—Estoy tratando de averiguar cómo voy a evitar hacerle daño. Lastimarla es la última cosa que quiero hacer.
Esperé un minuto más, y luego entré en la cocina.
—Bueno, señora Sue, ¿Dónde empiezo?
La señora Sue me dio dos platos.
—Ve y disfruta tu desayuno con la Señorita Santana.
Me volví hacia ésta mientras caminaba a mi lado.
—No discutas, por favor—susurró, tomó los platos de mis manos y fue de nuevo hacia la mesa.
Miré sin poder hacer nada a la señora Sue. Ella me sonrió y me dio dos largos vasos con jugo de naranja.
—Sólo come con la chica antes de que empiece a rogar y se avergüence a si misma—dijo lo suficientemente alto como para que Santana la escuchara.
Ésta colocó los platos con una sonrisa.
—Es la verdad y tú lo sabes —dijo.
No pude evitar sonreír.
Tomé los vasos y fui hacia la mesa. Santana corrió la silla para mí y me senté, se sentó a mi lado, metió su mano bajo la mesa y tomó la mía.
—Gracias por desayunar conmigo.
Le sonreí y asentí.
No creí que decir “con gusto” sonara bien. Yo debería ser quien le agradeciera.
Tenía tanta hambre, y el desayuno de hoy sabía mucho mejor del que normalmente tomaba después de que los López terminaban el suyo.
Tomé un trozo de tocino y lo mastiqué, pero el peso de la mirada de Santana me hacía sentir incómoda.
Tragué y le susurré, no queriendo que la señora Sue me escuchara.
—No voy a ser capaz de comer si me estás mirando.
Sonrió.
—Lo siento, es sólo que es algo que no había visto antes.
Fruncí el ceño, no muy segura de lo que quería decir.
—¿Nunca habías visto a una chica comer?—pregunté, confundida.
Se rió.
—Bueno, ahora que lo mencionas, no, no he visto a muchos comer. Por lo general no pueden comer frente a mí, o ellos sólo no lo hacen por regla. Pero lo que quería decir es que nunca te había visto a ti comer, y es lindo. No quería mirar. Lo siento.
Me recordó a aquella niña pequeña de nuevo, tratando de escapar de un castigo, y no pude evitar sonreír.
—Está bien, pero ya me viste, así que deja de mirarme y come tu desayuno antes de que se enfríe.
Sonrió y miró hacia su propia comida.
La puerta de la cocina se abrió, y Sam entró silbando.
—Buenos días, señora Sue, ¿Me tiene algo bueno para comer?
La señora Sue le lanzó una advertencia silenciosa que claramente le decía que se comportara, y Sam frunció el ceño y se volvió hacia nosotras.
Santana se inclinó en su silla y tomó un trago de su jugo.
—Ah, buenos días, Brittany, señorita López.
Santana asintió con la cabeza hacia Sam, y la mirada de Sam no se quedó.
Sólo fue hacia el cuarto de lavado para cambiarse. Suspiré de alivio porque él no había dicho nada estúpido. Santana se inclinó hacia mí.
—Nada que él pueda decir hará que lo despida, a menos que sea en tu contra. Deja de preocuparte. Sé que está enojado conmigo, y una parte de mí no lo culpa, pero la otra parte sólo está aliviada de que tú me quieres.
El lugar en mi corazón, donde Santana tomó residencia, creció.
Le sonreí.
—Gracias.
Se encogió de hombros y se inclinó de nuevo.
—No tienes nada que agradecerme, pero con gusto.
El resto del desayuno transcurrió sin problemas, y Santana me llevó aparte antes de que fuera a ayudar a limpiar lo del desayuno.
—Trataré de mantenerme alejada de ti, si puedo, mientras trabajas. Pero tan pronto como hayas terminado, vendré por ti.
Una sonrisa tonta se posó en mi rostro, y yo asentí.
Tomó mi mano y la besó antes de girarse para salir.
Me forcé a mi misma a empujar mis pensamientos sobre Santana a un lado, para poder concentrarme en el resto del día.
Varias veces, una cálida sensación de hormigueo me recorría, y mi corazón se aceleraba sabiendo que me miraba.
El final de mi día de trabajo no pudo llegar más pronto.
En cuanto caminé fuera del cuarto de lavado, después de cambiar mi uniforme por ropa, una mano me tomó por el brazo.
—Ven conmigo—susurró Santana, y la dejé guiarme por escaleras que nunca había usado y, a través de varias puertas y pasillos, que no sabía que existían.
Finalmente, estábamos en la puerta de su cuarto.
Recordaba claramente la última vez que estuve ahí, pero caminar hacia dentro, de su mano, hizo que todo fuera diferente.
Este era el lugar donde ella dormía y escribía canciones.
Algo dentro de mí, sabía que cada momento que me acercaba a ella, hacía mucho más difícil tener que dejarla ir.
Dio un paso hacia adentro, y cerró la puerta, girándose para sonreírme.
—Quería que vieras mi cuarto. Bueno, creo que debería decir que quería que vieras mi cuarto conmigo—tomó mi mano y me llevó hasta la pared de las guitarras. Alargó la mano hacia la vieja guitarra usada en el medio y la trajo hacia abajo.
La veneración que parecía tenerle al instrumento me hizo sonreír.
—Esa debió haber sido tu primer guitarra. Se ve muy amada.
Asintió y me la dio, la tomé la fresca y dura madera en mis manos y estudié la escritura en ella.
Primero pensé que estaba autografiada por alguien más, pero tomándola más de cerca, vi la firma infantil que claramente decía “Santana López”. Deslicé mis dedos sobre el nombre, pensando en cuánto tiempo ha pasado ya para ella.
—Cuando tenía siete años, le rogué a mis padres una guitarra. Sabía que ellos no me la comprarían dado que el año anterior rogué por una batería y no asistí a las lecciones. Les prometí que aprendería a tocarla sin lecciones si sólo pudiera tener una. Tomaron dos años para que finalmente me la dieran. Desperté una Navidad, y estaba de pie delante del árbol de Navidad. Nunca olvidaré la emoción que me recorrió el cuerpo. Tomé la guitarra y corrí directo a mi cuarto. Toqué hasta que di con el estribillo de “Wanted Dead or Alive”. Fue cuando me di cuenta que podía tocar de oído.
Había leído ese dato una vez, pero se lo había achacado a la ficción de la publicidad.
—Apuesto a que tus padres se sorprendieron.
Se rió y asintió.
—Sí, no todos los días un niño de nueve años toma una guitarra y toca una canción de Bon Jovi, sin ningún entrenamiento formal.
Sonreí y le di la guitarra.
—Entonces, así es como todo comenzó. No es de extrañar que la tengas en el centro.
Asintió y se volvió para colgarla de nuevo en la pared.
—No, espera—extendí la mano y toqué su brazo, me miró—Toca para mí.
Se volvió hacia la pared de costosas guitarras.
—Bueno, yo en realidad te traje aquí para dar rienda suelta a mi don, que es un imán para las chicas—me dio una sonrisa torcida—Considerando que mi personalidad de estrella no te impresiona, iba a hacer trampa, tomar la Fender Stratocaster original, tocarte una de mis canciones número uno y ver si podía conseguir que te convirtieras en masilla en mis manos.
Reí y sacudí mi cabeza.
—Lamento decepcionarte, pero tu Fender Stratocaster original y un hit número uno, que he escuchado infinidad de veces en la radio, no me harán convertirme en masilla. Sin embargo, si te escucho tocar en esa guitarra, la primera canción que has tocado, veré qué puedo hacer al respecto para convertirme en masilla.
Suspiró juguetonamente y se sentó en el borde de su cama. Palmeó un lugar junto a ella, y me senté a su lado.
—Estoy trabajando con la desventaja de una vieja guitarra desgastada y una canción que no he tocado en años, pero si esto es lo que se necesita para impresionarte entonces aquí va—comenzó a tocar y pronto su voz se unió a la guitarra.
Si quería convertirme en masilla, tuvo éxito, porque el sonido de su voz me calentó todo el cuerpo.
Quería cerrar mis ojos e imaginar a la pequeña niña en su cuarto, la mañana de Navidad. Podía ver a la niña antes de haberse convertido en estrella. El deseo de que ella fuera normal, y no famosa, creció con más fuerza.
Me sentí culpable, pero no pude hacer que se fuera.
Si ella sólo fuera una chica regular que tocaba bien la guitarra, y cantaba para mí en citas junto al agua.
Me permití mirarla mientras cantaba las palabras, con una sonrisa en su rostro. La imaginé cantándose a sí misma cuando era niña, mientras vagaba por el aire libre.
La canción llegó a su fin, y me sonrió.
—Bueno, ¿Qué te pareció?
Le sonreí.
—Perfecto.
Se rió y sacudió su cabeza.
—La mayoría de las chicas quieren sonatas románticas, y tú quieres una canción sobre una persona buscada viva o muerta.
Colgó la guitarra de nuevo en la pared.
Llamaron a la puerta, y Santiago López entró. Me vio y se detuvo.
—Uh, lo siento. No sabía que tenías compañía. Sólo caminaba por aquí y escuché esa vieja canción y pensé que debería pasar y ver a qué se debía el recuerdo del pasado.
Santana se volvió y le sonrió a su hermano.
—Está bien. Puedes entrar.
Santiago entró y cerró la puerta detrás de él.
—Traje a Brittany aquí para tocar para ella uno de sus números favoritos de mi repertorio, y vengo a darme cuenta que ella no tiene un favorito. No le gusto para nada.
Me reí de su expresión, y la expresión de asombro de Santiago se volvió instantáneamente una sonrisa cuando se dio cuenta que su hermano sólo quería molestarme.
—No es cierto. Resulta que me gusta mucho la canción que cantas sobre luchar para encontrarte a ti mismo.
Santana alcanzaba otra guitarra y se congeló. Se volvió hacia mí.
No supe que fue lo que dije mal, pero me miró fijamente a los ojos, muy seriamente por lo que pareció una eternidad. Poco a poco, una sonrisa se formó en sus perfectos labios justo antes de que preguntara:
—¿En serio?
Asentí, no muy segura de por qué le sorprendía.
—A mi también—dijo finalmente, antes de bajar la otra guitarra.
Miré a su hermano, confundida, y Santiago me sonrió.
—“Inside War” fue la primera canción que Santana escribió. Luchó con uñas y dientes para conseguir que la lanzaran. Para ese momento de su carrera, solo había grabado canciones escritas por otras personas. Luchó fuerte con “Inside War”, y nunca logró llegar al número uno, pero estuvo en el top ten. A partir de entonces, se le dio más rienda suelta a lo que cantaba en sus discos.
Asentí.
Santana había tomado otra guitarra y se paró junto a la cama mirándome.
—A la mayoría de las chicas les gustan mis canciones de amor—se encogió de hombros—Tú sigues sorprendiéndome.
Traté de recordar una canción de amor que hubiera grabado, pero ninguna se me vino a la mente.
En casa, Whitney me forzaba a escuchar canciones de los ochentas. Ella no escuchaba mucho más.
La música no era algo de lo que supiera mucho.
—Bueno, cántame una de tus famosas canciones de amor.
Me sonrió y tocó una suave y tersa melodía. Pronto su voz se unió, y me encontré a mi misma incapaz de quitar mis ojos de ella.
—Sólo para hacer brillar tus ojos, haría cualquier cosa. Podría dejarlo todo para saber que eres mi chica. Sólo estar contigo y escuchar tu risa es lo que hace a mi otra mitad. Estaba perdido y frío por dentro, cuando tu corazón llamó al mío. Ahora sé que eres lo único que me mantiene aguantando, cuando el resto del mundo parece venirse abajo. ¡No me dejes ahora! ¡No podría lograrlo! No me dejes ahora. ¡No soy lo suficientemente fuerte! Eres la razón por la que puedo tomar esta guitarra y hacerla cantar. No me dejes ahora, o me voy a desmoronar. Sé que a veces la vida conmigo es difícil de manejar. Estoy atrapado entre luces y multitudes. Pero tú eres la razón por la que sigo tocando. Sin ti niña, todo moriría. Apóyate en mí a través de este viaje, por favor, porque si lo dejas ir también lo haré yo. Si el brillo en tus ojos se empieza a desvanecer, mi corazón no latirá y mi canción desaparecerá. ¡No me dejes ahora! ¡No podría lograrlo! No me dejes ahora. ¡No soy lo suficientemente fuerte! Eres la razón por la que puedo tomar esta guitarra y hacerla cantar. No me dejes ahora, o me voy a desmoronar. No me dejes ahora, o me voy a desmoronar. Niña, si me dejas, todo se va a desmoronar—su voz suave y ronca se detuvo, y tocó la guitarra más lentamente.
Cuando la canción terminó, la miré fijamente incapaz de decir nada.
Sonrió tímidamente.
—La primera número uno que yo escribí. Es la canción que las chicas siempre quieren escuchar.
Sonreí y luego suspiré.
—Quisiera haber podido hacer una broma, pero después de esa interpretación, no sabía si ponerme de pie y aplaudir, o desmayarme.
Tiró su cabeza hacia atrás y se rió.
—¡Ah, por fin!
—Desearía haber aprendido a tocar guitarra. Nunca he visto a una chica no tambalearse cuando ella empieza una canción de amor —dijo Santiago.
Me encogí de hombros en derrota.
—Desearía poder discutir, pero tengo que admitir que verla cantar esa canción y tocar la guitarra es increíblemente difícil de resistir. Ya la había escuchado antes, pero nunca con la vista que ella me dio, y nunca cambiaré de estación cuando la escuche de nuevo.
Santiago se echó a reír, y Santana me sonrió.
—Nunca vas a dejarlo pasar sin recordarme lo poco afectada que estás por quien soy, ¿Verdad?
—No queremos que te crezca la cabeza.
Santiago rió de nuevo.
—Su cabeza ha sido grande desde la primera vez que supo que era un prodigio.
—Sólo te estoy molestando. Nunca he quitado tus canciones. La verdad es que difícilmente escucho música en la radio. Sólo tenemos una radio en casa, y mi mamá ama los ochentas. Conozco más canciones de ese periodo de tiempo que canciones actuales.
—Odio la música de los ochentas, lo siento mucho por ti—dijo Santiago con sinceridad.
Sonreí y me encogí de hombros.
—No son tan malas cuando es todo lo que siempre has conocido.
Santiago levantó las cejas como si no estuviera muy seguro.
—Ah, sí, claro—dijo e hizo una mueca miró a Santana detrás de mí, luego aclaró su voz y se levantó—Um, bueno, creo que ya me voy. Tengo que estar en otro lugar. Nos vemos, Brittany.
—Bueno, adiós.
—Sí, nos vemos.
Volví mi atención hacia Santana después de la salida precipitada de su hermano.
—¿Por qué lo hiciste irse?
Santana fingió inocencia.
—No tengo idea de lo que estás diciendo. Tú lo escuchaste, tiene que estar en otro lugar.
Me reí.
—Claro que sí.
Santana me sonrió, caminó hacia un cofre alto y abrió un cajón.
—Si te doy algo mío, ¿Lo aceptarías si yo de verdad quisiera que lo tuvieras?
No estaba segura de cómo responderle.
—Um, creo que depende de qué es lo que quieres darme.
Sacó un iPod y lo trajo.
—Quiero que tengas esto. Es mío y tiene varios cantantes geniales en él, pero quiero que lo tengas porque cada canción que he grabado está en él también.
Tomé el iPod de sus manos.
—Gracias.
—Si no quieres escucharme, está bien. Si hay otros cantantes que quieres, tráelo, y yo los pondré ahí para ti—metió la mano en el cajón—Oh, y aquí hay unos audífonos. Te conseguiré unos inalámbricos, pero es necesario que los hagan de acuerdo a tus oídos. Podemos conseguirlos el domingo.
Me reí de su entusiasmo.
—Estos audífonos están bien.
Sacudió su cabeza.
—Dices eso ahora, pero si usaras unos audífonos inalámbricos sabrías que no es cierto.
Suspiré y estuve de acuerdo.
—Está bien.
Se veía tan emocionada de ser capaz de darme algo, que no quería estropearlo.
Me gustaba verla actuar como una niña pequeña.
Mis entrañas se ablandaban durante los momentos en que ella se abría lo suficiente para mostrarme su lado vulnerable.
—Te escucharé mientras voy a dormir por las noches—le aseguré a la niña pequeña, quien parecía ansiosa por su regalo.
Cerró sus ojos con fuerza.
—No sabes lo bien que me hace sentir el pensar en eso, pero ahora voy a tener dificultades al dormir por las noches sabiendo que estoy cantándote al oído—abrió sus ojos para mirarme, vi algo ahí que sólo había llegado a desear.
Eso, o mi corazón estaba mintiéndome.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
mmmmm,.. san ya esta mucho mas que advertida por sue!!!
las cosas van bien por ahora,... marcando territorio san pero bien jajja
nos vemos!!
mmmmm,.. san ya esta mucho mas que advertida por sue!!!
las cosas van bien por ahora,... marcando territorio san pero bien jajja
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
vamos bien, San permitiendole a Britt conocer mas cosas sobre ella!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
mmmmm,.. san ya esta mucho mas que advertida por sue!!!
las cosas van bien por ahora,... marcando territorio san pero bien jajja
nos vemos!!
Hola lu, jajajaajaj dices tu¿? XD jajajaajajaj. Y espero y sigan así por mucho más! JAjajajaaja si q lo esta! Saludos =D
micky morales escribió:vamos bien, San permitiendole a Britt conocer mas cosas sobre ella!!!!
Hola, si q van ajajajajaj. Aii si son unas ternuritas! ajajajj. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Cap 8
Capitulo 8
Cuando llegué al trabajo al día siguiente, había una nota esperándome.
La señora Sue suspiró y me la dio tan pronto como entré. Miré a la mesa y una ola de decepción me golpeó cuando vi la silla donde había esperado que Santana estuviera sentado, vacía.
—No hay necesidad de estar tan triste. Lee la nota, y luego date prisa y prepárate.
Volví a la lavandería antes de abrir la carta. No quería leer nada delante de los ojos fisgones de la señora Sue.
Tragué el bulto que tenía en la garganta, agravada conmigo misma más que con cualquier otra cosa.
Santana era una estrella del rock. Tenía una banda y gente que dependían de ella. Tenía que ir a cosas como estrenos de películas.
Sabía que cuanto más tiempo pasase con ella, las cosas como estas serían más difíciles de llevar para mí, pero también necesitaba decidir si quería estar con ella lo suficiente como para superarla.
Me cambié rápidamente y me salpiqué la cara con agua fría.
Necesitaba concentrarme, no pensar en Santana y su vida real.
Era algo que nunca sabría o entendería.
Necesito conseguir un control.
Me sequé la cara con una toalla y volví a la cocina.
—¿Por dónde empiezo?
La señora Sue se volvió. Le sonreí y frunció el ceño, entonces a regañadientes me sonrió.
—Tengo cuatro kilos y medio de patatas por ahí recién salidas de mi jardín. Empieza por lavarlas, y luego pélalas todas para mí.
Asentí y fui directa al trabajo.
Limpiar patatas me dio una gran oportunidad de sacar mi mente de otras cosas.
Deseé no extrañarle tanto.
Dos días y ya era tan adicta a su presencia que estaba perdida sin ella. Pero entonces recordé mi iPod, salté, fui a mi bolso y lo saqué.
Me había sentado la noche anterior en mi habitación imaginándomelo. Encontré el último álbum de Santana y me puse los auriculares.
Escucharlo ayudaba.
No veía una estrella en el escenario cuando lo escuchaba. Veía a una chica sentada en su cama con su vieja guitarra, sonriéndome.
Su voz ayudó a que las patatas, y la mañana, pasasen más rápido.
Estaba tan perdida en mis pensamientos y en la música que salté cuando alguien me tocó el hombro.
Sam me miró.
—Perdida en la música, veo. —dijo sonriendo.
Asentí y me quité los auriculares de los oídos.
—Sí, supongo que lo estaba.
Sam empujó un taburete y se sentó a mi lado.
—Déjame adivinar a quien estás escuchando. ¿Podría ser la número una de la tabla top de las listas de las pasadas tres semanas, Santana López?
Me alegraba que Sam pareciese estar de un humor bromista.
Asentí y le sonreí.
—Supongo que soy bastante obvia.
Sam suspiró.
—Desafortunadamente, sí, lo eres.
—Sé que paso todo mi tiempo con Santana. Sólo tengo este verano con ella, después se irá de mi vida, y tendré que aprender a seguir viviendo.
Sam se apoyó en la pared y frunció el ceño.
—Sabes que cuando se vaya este verano, estará terminado. Quiero decir, te ha dicho esto, seguramente.
Pensé en cómo contestarle.
Era entre Santana y yo, pero Sam era mi amigo y necesitaba algunas respuestas.
Se merecía algunas respuestas.
—Las dos sabemos que intentar tener una relación, mientras ella rockea por el mundo y yo termino el colegio, es imposible. Sabíamos esto al empezar la relación, y las dos acordamos que estar juntas ahora era lo que queríamos.
Sam miró a la gran pila de patatas.
—¿Y estás bien con esto? Quiero decir, ¿Estás bien con salir con ella ahora? ¿Después sólo se irá cuando termine el verano y no estarás con el corazón roto?
Dejé salir una risa corta.
—No dije que mi corazón no se romperá. Me temo que eso es inevitable.
Sam se apoyó en las rodillas y me estudió.
—¿Entonces por qué te estás haciendo esto a ti misma? —preguntó lo suficientemente bajo para que nadie que estuviese cerca lo oyese.
Puse la última patata en la pila.
—Ahora es demasiado tarde, Sam. La amo. Ya no tengo elección.
Reaccionó como si le hubiese abofeteado, y odiaba hacerle daño, pero sabía que necesitaba saberlo.
—No se lo merece. Puede tener el amor de cualquier chica del mundo, y tomó el tuyo. Alguien que merece mucho más que una aventura de verano—se levantó y empezó a irse, pero paró y me miró—Si fueses mía, nunca te dejaría ir—se fue de la cocina.
El resto del día pasó despacio, y estaba contenta de que terminase.
Fui a cambiarme de ropa y estaba saliendo por la puerta cuando la señora Sue me llamó.
—Se me olvidó decirte que habrá un coche esperándote para llevarte a casa en el frente cuando estés lista.
Suspiré y pensé en ir a casa sola en uno de sus coches y sacudí la cabeza.
—Está bien, quiero ir en mi bici esta noche. Todavía es pronto, y quiero un poco de aire fresco.
La señora Sue sacudió la cabeza.
—No le va a gustar oír eso. Puedes estar segura de que Finn le dirá que te fuiste en bici a casa.
Sonreí y abrí la puerta.
—Es mi... amiga, señora Sue, no mi guardián. —contesté.
Volver a casa en bici mientras se ponía el sol era realmente placentero.
Paré en la playa pública y me senté por unos pocos minutos mientras miraba a las familias disfrutar el último rato de luz del sol. Turistas con la piel roja llenaban la playa, y reconocí bastantes chicos del colegio trabajando en los alquileres de sillas, sombrillas y motos acuáticas.
Todos parecían estar cerrando.
Tomé una profunda respiración y dejé que el aire húmedo del océano llenase mis pulmones.
Algo sobre el aire parecía estar sanándome.
Como si hiciese todo bien sólo con ser limpio y puro y lleno de algo bonito.
—¿Brittany Pierce?
Oí mi nombre y me di la vuelta para ver a una chica que reconocí de mi clase de biología, de pie, a mi lado, con un bañador de una pieza, rojo. No podía recordar su apellido, pero recordé su nombre.
—Sí, Quinn, ¿Verdad?
Sonrió amistosamente y asintió.
—Sip, no te he visto desde que terminó el colegio.
Asentí.
—He estado trabajando.
Sonrió.
—¿No sabes que lo mejor de vivir aquí es que puedes trabajar en la playa?
Pensé exactamente lo mismo al principio del verano. Quería tener un trabajo en la playa, pero ahora las cosas eran muy diferentes.
—Estoy segura de que lo es, pero gano un buen dinero haciendo trabajos domésticos.
Frunció el ceño.
—¿Pero dónde está la diversión en eso...a no ser que haya personas guapos alrededor? Deberías hacer el examen de socorrista. Ser socorrista es muy divertido. Hay personas calientes por todas partes... ¡Muchas veces consigues trabajar con una!—asintió con la cabeza hacia una chica bajita, morena que estaba bajando del puesto de socorrista con un bañador rojo.
—¡Cómo Rachel Berry! ¡Va a ir a último curso este año y luego a la universidad de Tucaloosa el próximo otoño! ¡Es taaaaan guapa! ¿Puedes nadar?
Asentí, intentando seguir el hilo de la conversación.
—Sí, pero estoy bien donde estoy ahora mismo. De todas formas, si me aburro mucho, recordaré el trabajo de socorrista.
Frunció el ceño de una manera que me recordó a la hermana pequeña de Barbie.
—Bien, supongo. Oye, deberías venir a la fiesta del 4 de Julio en casa de Ryder Lynn. Tiene una casa en la playa, y da una fiesta todos los 4 de Julio. ¡Es genial! ¡Deberías venir!
Por alguna razón, me gustaba a esta chica burbujeante.
Yo, sin ninguna personalidad.
Y no quería dejarla plantada otra vez.
—Vale, bien, claro. Um, ya te diré. Tengo que comprobar mi horario de trabajo y todo—pensé en Santana y me pregunté si querría pasar el 4 de Julio conmigo.
Quinn asintió y metió la mano en su bolso rosa brillante con puntos y sacó un celular.
—¿Cuál es tu número?
Pensé sobre ello un minuto.
No estaba segura de qué decirle. Whitney tenía un celular, pero no siempre se pagaba la factura. Supuse que podía darle a Whitney el número y esperar que me lo dijese cuando llamase, si funcionaba esta semana.
—555-9987.
Lo tecleó en su fino y rosa celular y lo metió de nuevo en su bolso.
—Guay, te llamaré más tarde esta semana para ver si puedes hacerlo.
Asentí, y nos despedimos.
Se volvió, y se fue rebotando. Parecía muy feliz y amistosa. Todo lo que deseé poder ser.
Sin embargo, no necesariamente quería botar cuando andaba.
Volví a mi bici y me dirigí a casa. Estaría en casa a tiempo para hacerle la cena a Whitney.
En el momento en que entré por la puerta, mamá me llamó desde su habitación.
—¿Britty? ¿Eres tú?
—Sí—contesté, mientras iba a verla, así no tendríamos que gritarnos.
Paré cuando llegué a la puerta de su habitación y la encontré de pie en braguitas y sujetador en frente de la ventana con un helado grande en la mano.
—¡El calor me está matando, Britty! Lo juro, no puedo esperar a tener mi cuerpo de vuelta.
Suspiré y me mordí la lengua para no recordarle que esto era culpa suya.
—Estoy segura—era todo lo que me permitía decir.
—Así que estás pronto en casa hoy. No te han despedido, ¿Verdad?—preguntó toda seria, mientras la idea de que yo no tuviese trabajo empezaba a echar raíces en sus pensamientos.
Sacudí la cabeza y me apoyé en el marco de la puerta.
—No, la familia está fuera esta noche, así que pude venir a casa antes.
Todavía no sabía nada sobre Santana.
No quería que averiguara y descubriera alguna manera de poder sacar dinero a Santana.
Ligar era cosa suya, no mía.
No quería que ninguna persona cuidase de mí.
Quería ser auto-suficiente.
No quiero que mi hija adolescente pague las facturas y cocine.
—Hmmm, bien eso está bien para mí y el bebé. Estamos hambrientos, y el pensamiento de trabajar en una cocina caliente es demasiado.
Asentí y me volví.
La cocina tenía todo lo que necesitaba para hacer tacos. Y Whitney amaba los tacos.
Saqué la carne de la nevera y la puse en agua caliente para que se descongelase.
—Mañana tengo que ir a la clínica a hacerme un chequeo. ¿Vas a ir a trabajar?
Quería reírme de su pregunta.
Había trabajado todos los días desde que había terminado el colegio, excepto los domingos claro.
No me estaba quejando, porque si no trabajase, no ganaría dinero, y no vería a Santana.
—Sí.
—¡Oh mierda! Odio conducir.
No contesté.
En cambio, busqué por los armarios los condimentos para los tacos.
—Sabes, voy a cumplir treinta y un semanas este lunes, y, dentro de dos meses, tendré a este bebé. Ni siquiera he elegido el nombre todavía.
Un nudo nervioso creció en mi estómago al pensar que un bebé de verdad llegaría a casa.
El bebé no había parecido real mientras no tenía nombre, pero darle un nombre de alguna manera lo hacía real, y me ponía muy nerviosa.
—Estaba pensando que me gusta el nombre Sasha si es una chica. Ya sabes pegarse a los nombres con S. Susan, Sasha.
No dije nada.
—O si es un chico, ¿Qué te parece Biff?
Intenté ignorarla.
Realmente no quería darle un nombre a este bebé. Hacía que mi interior hiciese cosas raras.
El pensar en la comida de bebé, concepción, pañales, y, bueno, un bebé, me asustaba.
Podía ver a Whitney venir a casa y decir que no podía cuidarla y darme el bebé a mí.
No tenía ni idea de qué hacer con un bebé.
De verdad necesitaba que ella fuese la madre.
Necesitaba que fuese madura con este bebé. Porque yo no estaba preparada.
—Bien... así que ¿No te gusta ese nombre? —preguntó otra vez.
—No, me gusta. Es sólo que no tengo ninguna preferencia.
Se quedó en silencio por un momento, y me pregunté si notó mi miedo. Y luego dijo:
—Bueno, creo que va a ser una niña, así que voy a llamarla Sasha Jewel Pierce.
Tragué el nudo que apareció en mi garganta y me forcé a contestar.
—Claro, mamá. Suena bien.
Whitney comió en frente de la ventana en ropa interior, y yo comí sola en la mesa.
Cuando terminamos, lavé los platos y me fui a tomar una ducha.
Quería irme a la cama más temprano que de costumbre, y dormir de repente parecía muy atractivo.
—¡Britty!
Me senté en la cama al oír el sonido de mi madre gritando mi nombre. Bajé mis pies al duro piso de madera y, antes de que pudiera llegar a la puerta, ella comenzó a gritar de nuevo.
—¡Britty!
Corrí a través del pasillo y entré en su habitación. Estaba sentada en el borde de la cama, sosteniendo su estómago, con sudor en su rostro.
—Algo está mal —jadeó—. ¡Me duele como el infierno!
Agarré su bata y la deslicé por sus brazos.
—Vamos, vayamos al hospital.
Gruñó y se levantó.
Habíamos recorrido medio pasillo cuando soltó otro grito espeluznante y se agachó para aferrarse a su estómago.
—Ayúdame, Brittany, esto duele mucho —dijo entre lágrimas.
Era difícil ocultar mi pánico.
Ver a mi mamá gritando de dolor me aterrorizaba.
La metí en el auto y recordé su bolso, así que corrí hacia el interior para agarrarlo.
En mi camino a la puerta, volvió a gritar, y esperaba que alguien la oyera y se ofreciera a venir a ayudar. En ese momento, no me sentía lo suficientemente competente, y realmente quería ayudar.
Corrí hasta el coche, abrí la puerta y salté dentro. Giré hacia el camino y me dirigí al hospital local.
Por suerte, estábamos a sólo unos kilómetros de distancia.
Miré a Whitney mientras descansaba su cabeza sobre el asiento.
—¿Estás bien? —pregunté, rogando por un sí.
—Por ahora —dijo en voz baja.
No pregunté más.
No quería causarle ningún dolor.
Llegamos a la sala de emergencias rápido, ya que las carreteras estaban vacías a las cuatro de la mañana.
Me detuve en la entrada y corrí a abrir la puerta. No había experimentado más dolor desde que salimos de la casa, y estaba agradecida.
Concentrarme en el camino fue bastante difícil con mi corazón latiendo fuera de mi pecho y mis manos sudorosas.
—Espera aquí. Iré a buscar ayuda. No camines.
Asintió con firmeza, y corrí hacia el interior.
El olor al desinfectante en el hospital me golpeó la nariz y, por una vez, el olor me consoló.
Una señora estaba detrás de un escritorio, observándome.
—Mi mamá está en el auto. Está embarazada y tiene mucho dolor.
La señora se dirigió rápidamente a otra habitación y salió con una silla de ruedas.
—El auto está estacionado justo enfrente—dije mientras rodeaba el escritorio.
Caminamos hasta el auto apresuradamente. La señora y yo ayudamos a Whitney a sentarse en la silla de ruedas. La señora de inmediato comenzó a hacerle preguntar, y me mordí la lengua para no evitar urgirle a que hiciera algo para detener el dolor.
Una vez dentro, consiguió su información y luego me ordenó quedarme en la sala de espera mientras ellos le hacían un chequeo.
Lo cual sonó bien para mí, no quería ir con ellas.
Sentarme sola por unos minutos para calmar mi corazón acelerado, era muy necesario. Había un montón de asientos vacíos a esa hora, así que encontré una silla frente a un televisor que colgaba en la pared, y vi las noticias sin sonido.
—Hola—una mano sacudió ligeramente mi hombro y una voz femenina me despertó.
Me senté en mi silla.
—Um, sí, lo siento. ¿Mi mamá está bien?
La enfermera sonrió.
—Sí, ella está bien. Tenía un caso grave de deshidratación provocado por no beber suficientes líquidos, pero estará muy bien y también el bebé.
Suspiré de alivio.
—Está dormida, y la hemos trasladado a una habitación. Una vez que la hidratemos y nos aseguremos que las contracciones han cesado la daremos de alta. Puedes ir a verla a su habitación si así lo deseas.
Asentí y me levanté.
La televisión sin sonido decía que eran las 7:30 en la esquina derecha, y me quedé helada al recordar que debería haber estado en el trabajo desde hace una hora.
—Tengo que hacer una llamada antes de subir. ¿Debo salir para usar el teléfono?
Sonrió.
—Sí, debes salir. Estaré en el escritorio cuando estés lista, y te llevaré a la habitación.
Le di las gracias y me dirigí a la puerta por donde había traído a Whitney un par de horas antes.
Metí la mano en el bolso de mi mamá y saqué su teléfono. Sabía que guardó el número de la señora Sue en alguna parte. Busqué en los contactos hasta que lo encontré.
—Hola, Brittany—respondió la voz ansiosa de la señora Sue al primer timbre.
—Hola, señora Sue. ¡Lo lamento tanto! Tuve que traer a mi madre al hospital a las cuatro de la mañana, y me dormí en la sala de espera. Acaban de decirme que puedo subir a verla. Lamento no haber llamado.
—Oh, mi Señor, ¿Ella está bien?
—Sí, sí, está bien. Era un caso de deshidratación, y la tendrán aquí por el resto del día hasta que esté hidratada y estable. Tengo que quedarme y llevarla a casa cuando esté lista. Lo siento mucho.
—Chica, será mejor que dejes de disculparte. Me alegro de que estés bien. Ahora, aquí está el número de la señorita Santana. Necesitas llamarla. Fue a tu casa a buscarte. Nunca he visto a esa chica tan preocupada porque tú no llegabas. No te preocupes por nada, y llámale, por favor, antes de que llame a la policía para buscarte.
Le di las gracias y me despedí, de inmediato llamé al número de Santana.
—¿Hola?
—Santana, soy Brittany.
—¿Estás bien? ¿Dónde estás?
—Estoy bien. Traje a mi mamá al hospital alrededor de las cuatro de la mañana. Tenía dolores. Pero está bien ahora, y están bombeándole fluidos. Debe ser capaz de irse pronto.
—Voy en camino.
—No, San, espera. No puedes venir aquí.
Una pausa.
—¿Por qué?
Reí.
—Porque vas a ser detenida por tus admiradores.
Suspiró.
—Puedo hacer un par de llamadas y ponerla en un área privada.
Reí de nuevo.
—No, no hay ninguna razón. Nos iremos pronto, y no le he explicado a mi mamá sobre ti aún, y hoy no es un buen día para hacerlo.
—Supongo que tienes razón.
—La tengo.
—Te extraño.
Me recorrió un hormigueo por sus palabras.
—También te extraño.
—Sabes, puedo conseguirte un par de posters para tus paredes…
Reí.
—Paso. Sucede que estoy interesada en alguien que no veo como la chica en esos posters.
Dudó un momento, y luego dijo:
—Gracias.
—Te veo más tarde—dije y colgué.
Levanté la mirada hacia el sol de la mañana y sonreí antes de girar sobre mis talones y volver al hospital para ver cómo seguía Whitney.
No se deshidrataría de nuevo si podía evitarlo.
Toda esta experiencia no era algo que quisiera repetir.
La dieron de alta cerca de la hora del almuerzo.
Parecía cansada y quejumbrosa.
No podía esperar para llevarla a casa e ir a trabajar.
Tan pronto como la recosté en su cama con una gran jarra de agua con hielo y un vaso al lado, me marché.
La señora Sue suspiró y me la dio tan pronto como entré. Miré a la mesa y una ola de decepción me golpeó cuando vi la silla donde había esperado que Santana estuviera sentado, vacía.
—No hay necesidad de estar tan triste. Lee la nota, y luego date prisa y prepárate.
Volví a la lavandería antes de abrir la carta. No quería leer nada delante de los ojos fisgones de la señora Sue.
“Brittany
Lamento no poder desayunar contigo esta mañana. He estado tan ocupada revolcándome en el no poder tenerte, y que luego me haya sido dado el regalo de... mi aire...que olvidé el estreno de una película a la que se supone que tengo que ir esta noche. Voy a volar a Hollywood esta mañana temprano y estaré de vuelta tan pronto como esto termine. Pretendo coger un avión y dirigirme hacia ti tan pronto como sea posible. Por favor perdóname. Nos veremos pronto. Extráñame.
Santana”
Lamento no poder desayunar contigo esta mañana. He estado tan ocupada revolcándome en el no poder tenerte, y que luego me haya sido dado el regalo de... mi aire...que olvidé el estreno de una película a la que se supone que tengo que ir esta noche. Voy a volar a Hollywood esta mañana temprano y estaré de vuelta tan pronto como esto termine. Pretendo coger un avión y dirigirme hacia ti tan pronto como sea posible. Por favor perdóname. Nos veremos pronto. Extráñame.
Santana”
Tragué el bulto que tenía en la garganta, agravada conmigo misma más que con cualquier otra cosa.
Santana era una estrella del rock. Tenía una banda y gente que dependían de ella. Tenía que ir a cosas como estrenos de películas.
Sabía que cuanto más tiempo pasase con ella, las cosas como estas serían más difíciles de llevar para mí, pero también necesitaba decidir si quería estar con ella lo suficiente como para superarla.
Me cambié rápidamente y me salpiqué la cara con agua fría.
Necesitaba concentrarme, no pensar en Santana y su vida real.
Era algo que nunca sabría o entendería.
Necesito conseguir un control.
Me sequé la cara con una toalla y volví a la cocina.
—¿Por dónde empiezo?
La señora Sue se volvió. Le sonreí y frunció el ceño, entonces a regañadientes me sonrió.
—Tengo cuatro kilos y medio de patatas por ahí recién salidas de mi jardín. Empieza por lavarlas, y luego pélalas todas para mí.
Asentí y fui directa al trabajo.
Limpiar patatas me dio una gran oportunidad de sacar mi mente de otras cosas.
Deseé no extrañarle tanto.
Dos días y ya era tan adicta a su presencia que estaba perdida sin ella. Pero entonces recordé mi iPod, salté, fui a mi bolso y lo saqué.
Me había sentado la noche anterior en mi habitación imaginándomelo. Encontré el último álbum de Santana y me puse los auriculares.
Escucharlo ayudaba.
No veía una estrella en el escenario cuando lo escuchaba. Veía a una chica sentada en su cama con su vieja guitarra, sonriéndome.
Su voz ayudó a que las patatas, y la mañana, pasasen más rápido.
Estaba tan perdida en mis pensamientos y en la música que salté cuando alguien me tocó el hombro.
Sam me miró.
—Perdida en la música, veo. —dijo sonriendo.
Asentí y me quité los auriculares de los oídos.
—Sí, supongo que lo estaba.
Sam empujó un taburete y se sentó a mi lado.
—Déjame adivinar a quien estás escuchando. ¿Podría ser la número una de la tabla top de las listas de las pasadas tres semanas, Santana López?
Me alegraba que Sam pareciese estar de un humor bromista.
Asentí y le sonreí.
—Supongo que soy bastante obvia.
Sam suspiró.
—Desafortunadamente, sí, lo eres.
—Sé que paso todo mi tiempo con Santana. Sólo tengo este verano con ella, después se irá de mi vida, y tendré que aprender a seguir viviendo.
Sam se apoyó en la pared y frunció el ceño.
—Sabes que cuando se vaya este verano, estará terminado. Quiero decir, te ha dicho esto, seguramente.
Pensé en cómo contestarle.
Era entre Santana y yo, pero Sam era mi amigo y necesitaba algunas respuestas.
Se merecía algunas respuestas.
—Las dos sabemos que intentar tener una relación, mientras ella rockea por el mundo y yo termino el colegio, es imposible. Sabíamos esto al empezar la relación, y las dos acordamos que estar juntas ahora era lo que queríamos.
Sam miró a la gran pila de patatas.
—¿Y estás bien con esto? Quiero decir, ¿Estás bien con salir con ella ahora? ¿Después sólo se irá cuando termine el verano y no estarás con el corazón roto?
Dejé salir una risa corta.
—No dije que mi corazón no se romperá. Me temo que eso es inevitable.
Sam se apoyó en las rodillas y me estudió.
—¿Entonces por qué te estás haciendo esto a ti misma? —preguntó lo suficientemente bajo para que nadie que estuviese cerca lo oyese.
Puse la última patata en la pila.
—Ahora es demasiado tarde, Sam. La amo. Ya no tengo elección.
Reaccionó como si le hubiese abofeteado, y odiaba hacerle daño, pero sabía que necesitaba saberlo.
—No se lo merece. Puede tener el amor de cualquier chica del mundo, y tomó el tuyo. Alguien que merece mucho más que una aventura de verano—se levantó y empezó a irse, pero paró y me miró—Si fueses mía, nunca te dejaría ir—se fue de la cocina.
El resto del día pasó despacio, y estaba contenta de que terminase.
Fui a cambiarme de ropa y estaba saliendo por la puerta cuando la señora Sue me llamó.
—Se me olvidó decirte que habrá un coche esperándote para llevarte a casa en el frente cuando estés lista.
Suspiré y pensé en ir a casa sola en uno de sus coches y sacudí la cabeza.
—Está bien, quiero ir en mi bici esta noche. Todavía es pronto, y quiero un poco de aire fresco.
La señora Sue sacudió la cabeza.
—No le va a gustar oír eso. Puedes estar segura de que Finn le dirá que te fuiste en bici a casa.
Sonreí y abrí la puerta.
—Es mi... amiga, señora Sue, no mi guardián. —contesté.
Volver a casa en bici mientras se ponía el sol era realmente placentero.
Paré en la playa pública y me senté por unos pocos minutos mientras miraba a las familias disfrutar el último rato de luz del sol. Turistas con la piel roja llenaban la playa, y reconocí bastantes chicos del colegio trabajando en los alquileres de sillas, sombrillas y motos acuáticas.
Todos parecían estar cerrando.
Tomé una profunda respiración y dejé que el aire húmedo del océano llenase mis pulmones.
Algo sobre el aire parecía estar sanándome.
Como si hiciese todo bien sólo con ser limpio y puro y lleno de algo bonito.
—¿Brittany Pierce?
Oí mi nombre y me di la vuelta para ver a una chica que reconocí de mi clase de biología, de pie, a mi lado, con un bañador de una pieza, rojo. No podía recordar su apellido, pero recordé su nombre.
—Sí, Quinn, ¿Verdad?
Sonrió amistosamente y asintió.
—Sip, no te he visto desde que terminó el colegio.
Asentí.
—He estado trabajando.
Sonrió.
—¿No sabes que lo mejor de vivir aquí es que puedes trabajar en la playa?
Pensé exactamente lo mismo al principio del verano. Quería tener un trabajo en la playa, pero ahora las cosas eran muy diferentes.
—Estoy segura de que lo es, pero gano un buen dinero haciendo trabajos domésticos.
Frunció el ceño.
—¿Pero dónde está la diversión en eso...a no ser que haya personas guapos alrededor? Deberías hacer el examen de socorrista. Ser socorrista es muy divertido. Hay personas calientes por todas partes... ¡Muchas veces consigues trabajar con una!—asintió con la cabeza hacia una chica bajita, morena que estaba bajando del puesto de socorrista con un bañador rojo.
—¡Cómo Rachel Berry! ¡Va a ir a último curso este año y luego a la universidad de Tucaloosa el próximo otoño! ¡Es taaaaan guapa! ¿Puedes nadar?
Asentí, intentando seguir el hilo de la conversación.
—Sí, pero estoy bien donde estoy ahora mismo. De todas formas, si me aburro mucho, recordaré el trabajo de socorrista.
Frunció el ceño de una manera que me recordó a la hermana pequeña de Barbie.
—Bien, supongo. Oye, deberías venir a la fiesta del 4 de Julio en casa de Ryder Lynn. Tiene una casa en la playa, y da una fiesta todos los 4 de Julio. ¡Es genial! ¡Deberías venir!
Por alguna razón, me gustaba a esta chica burbujeante.
Yo, sin ninguna personalidad.
Y no quería dejarla plantada otra vez.
—Vale, bien, claro. Um, ya te diré. Tengo que comprobar mi horario de trabajo y todo—pensé en Santana y me pregunté si querría pasar el 4 de Julio conmigo.
Quinn asintió y metió la mano en su bolso rosa brillante con puntos y sacó un celular.
—¿Cuál es tu número?
Pensé sobre ello un minuto.
No estaba segura de qué decirle. Whitney tenía un celular, pero no siempre se pagaba la factura. Supuse que podía darle a Whitney el número y esperar que me lo dijese cuando llamase, si funcionaba esta semana.
—555-9987.
Lo tecleó en su fino y rosa celular y lo metió de nuevo en su bolso.
—Guay, te llamaré más tarde esta semana para ver si puedes hacerlo.
Asentí, y nos despedimos.
Se volvió, y se fue rebotando. Parecía muy feliz y amistosa. Todo lo que deseé poder ser.
Sin embargo, no necesariamente quería botar cuando andaba.
Volví a mi bici y me dirigí a casa. Estaría en casa a tiempo para hacerle la cena a Whitney.
En el momento en que entré por la puerta, mamá me llamó desde su habitación.
—¿Britty? ¿Eres tú?
—Sí—contesté, mientras iba a verla, así no tendríamos que gritarnos.
Paré cuando llegué a la puerta de su habitación y la encontré de pie en braguitas y sujetador en frente de la ventana con un helado grande en la mano.
—¡El calor me está matando, Britty! Lo juro, no puedo esperar a tener mi cuerpo de vuelta.
Suspiré y me mordí la lengua para no recordarle que esto era culpa suya.
—Estoy segura—era todo lo que me permitía decir.
—Así que estás pronto en casa hoy. No te han despedido, ¿Verdad?—preguntó toda seria, mientras la idea de que yo no tuviese trabajo empezaba a echar raíces en sus pensamientos.
Sacudí la cabeza y me apoyé en el marco de la puerta.
—No, la familia está fuera esta noche, así que pude venir a casa antes.
Todavía no sabía nada sobre Santana.
No quería que averiguara y descubriera alguna manera de poder sacar dinero a Santana.
Ligar era cosa suya, no mía.
No quería que ninguna persona cuidase de mí.
Quería ser auto-suficiente.
No quiero que mi hija adolescente pague las facturas y cocine.
—Hmmm, bien eso está bien para mí y el bebé. Estamos hambrientos, y el pensamiento de trabajar en una cocina caliente es demasiado.
Asentí y me volví.
La cocina tenía todo lo que necesitaba para hacer tacos. Y Whitney amaba los tacos.
Saqué la carne de la nevera y la puse en agua caliente para que se descongelase.
—Mañana tengo que ir a la clínica a hacerme un chequeo. ¿Vas a ir a trabajar?
Quería reírme de su pregunta.
Había trabajado todos los días desde que había terminado el colegio, excepto los domingos claro.
No me estaba quejando, porque si no trabajase, no ganaría dinero, y no vería a Santana.
—Sí.
—¡Oh mierda! Odio conducir.
No contesté.
En cambio, busqué por los armarios los condimentos para los tacos.
—Sabes, voy a cumplir treinta y un semanas este lunes, y, dentro de dos meses, tendré a este bebé. Ni siquiera he elegido el nombre todavía.
Un nudo nervioso creció en mi estómago al pensar que un bebé de verdad llegaría a casa.
El bebé no había parecido real mientras no tenía nombre, pero darle un nombre de alguna manera lo hacía real, y me ponía muy nerviosa.
—Estaba pensando que me gusta el nombre Sasha si es una chica. Ya sabes pegarse a los nombres con S. Susan, Sasha.
No dije nada.
—O si es un chico, ¿Qué te parece Biff?
Intenté ignorarla.
Realmente no quería darle un nombre a este bebé. Hacía que mi interior hiciese cosas raras.
El pensar en la comida de bebé, concepción, pañales, y, bueno, un bebé, me asustaba.
Podía ver a Whitney venir a casa y decir que no podía cuidarla y darme el bebé a mí.
No tenía ni idea de qué hacer con un bebé.
De verdad necesitaba que ella fuese la madre.
Necesitaba que fuese madura con este bebé. Porque yo no estaba preparada.
—Bien... así que ¿No te gusta ese nombre? —preguntó otra vez.
—No, me gusta. Es sólo que no tengo ninguna preferencia.
Se quedó en silencio por un momento, y me pregunté si notó mi miedo. Y luego dijo:
—Bueno, creo que va a ser una niña, así que voy a llamarla Sasha Jewel Pierce.
Tragué el nudo que apareció en mi garganta y me forcé a contestar.
—Claro, mamá. Suena bien.
Whitney comió en frente de la ventana en ropa interior, y yo comí sola en la mesa.
Cuando terminamos, lavé los platos y me fui a tomar una ducha.
Quería irme a la cama más temprano que de costumbre, y dormir de repente parecía muy atractivo.
—¡Britty!
Me senté en la cama al oír el sonido de mi madre gritando mi nombre. Bajé mis pies al duro piso de madera y, antes de que pudiera llegar a la puerta, ella comenzó a gritar de nuevo.
—¡Britty!
Corrí a través del pasillo y entré en su habitación. Estaba sentada en el borde de la cama, sosteniendo su estómago, con sudor en su rostro.
—Algo está mal —jadeó—. ¡Me duele como el infierno!
Agarré su bata y la deslicé por sus brazos.
—Vamos, vayamos al hospital.
Gruñó y se levantó.
Habíamos recorrido medio pasillo cuando soltó otro grito espeluznante y se agachó para aferrarse a su estómago.
—Ayúdame, Brittany, esto duele mucho —dijo entre lágrimas.
Era difícil ocultar mi pánico.
Ver a mi mamá gritando de dolor me aterrorizaba.
La metí en el auto y recordé su bolso, así que corrí hacia el interior para agarrarlo.
En mi camino a la puerta, volvió a gritar, y esperaba que alguien la oyera y se ofreciera a venir a ayudar. En ese momento, no me sentía lo suficientemente competente, y realmente quería ayudar.
Corrí hasta el coche, abrí la puerta y salté dentro. Giré hacia el camino y me dirigí al hospital local.
Por suerte, estábamos a sólo unos kilómetros de distancia.
Miré a Whitney mientras descansaba su cabeza sobre el asiento.
—¿Estás bien? —pregunté, rogando por un sí.
—Por ahora —dijo en voz baja.
No pregunté más.
No quería causarle ningún dolor.
Llegamos a la sala de emergencias rápido, ya que las carreteras estaban vacías a las cuatro de la mañana.
Me detuve en la entrada y corrí a abrir la puerta. No había experimentado más dolor desde que salimos de la casa, y estaba agradecida.
Concentrarme en el camino fue bastante difícil con mi corazón latiendo fuera de mi pecho y mis manos sudorosas.
—Espera aquí. Iré a buscar ayuda. No camines.
Asintió con firmeza, y corrí hacia el interior.
El olor al desinfectante en el hospital me golpeó la nariz y, por una vez, el olor me consoló.
Una señora estaba detrás de un escritorio, observándome.
—Mi mamá está en el auto. Está embarazada y tiene mucho dolor.
La señora se dirigió rápidamente a otra habitación y salió con una silla de ruedas.
—El auto está estacionado justo enfrente—dije mientras rodeaba el escritorio.
Caminamos hasta el auto apresuradamente. La señora y yo ayudamos a Whitney a sentarse en la silla de ruedas. La señora de inmediato comenzó a hacerle preguntar, y me mordí la lengua para no evitar urgirle a que hiciera algo para detener el dolor.
Una vez dentro, consiguió su información y luego me ordenó quedarme en la sala de espera mientras ellos le hacían un chequeo.
Lo cual sonó bien para mí, no quería ir con ellas.
Sentarme sola por unos minutos para calmar mi corazón acelerado, era muy necesario. Había un montón de asientos vacíos a esa hora, así que encontré una silla frente a un televisor que colgaba en la pared, y vi las noticias sin sonido.
—Hola—una mano sacudió ligeramente mi hombro y una voz femenina me despertó.
Me senté en mi silla.
—Um, sí, lo siento. ¿Mi mamá está bien?
La enfermera sonrió.
—Sí, ella está bien. Tenía un caso grave de deshidratación provocado por no beber suficientes líquidos, pero estará muy bien y también el bebé.
Suspiré de alivio.
—Está dormida, y la hemos trasladado a una habitación. Una vez que la hidratemos y nos aseguremos que las contracciones han cesado la daremos de alta. Puedes ir a verla a su habitación si así lo deseas.
Asentí y me levanté.
La televisión sin sonido decía que eran las 7:30 en la esquina derecha, y me quedé helada al recordar que debería haber estado en el trabajo desde hace una hora.
—Tengo que hacer una llamada antes de subir. ¿Debo salir para usar el teléfono?
Sonrió.
—Sí, debes salir. Estaré en el escritorio cuando estés lista, y te llevaré a la habitación.
Le di las gracias y me dirigí a la puerta por donde había traído a Whitney un par de horas antes.
Metí la mano en el bolso de mi mamá y saqué su teléfono. Sabía que guardó el número de la señora Sue en alguna parte. Busqué en los contactos hasta que lo encontré.
—Hola, Brittany—respondió la voz ansiosa de la señora Sue al primer timbre.
—Hola, señora Sue. ¡Lo lamento tanto! Tuve que traer a mi madre al hospital a las cuatro de la mañana, y me dormí en la sala de espera. Acaban de decirme que puedo subir a verla. Lamento no haber llamado.
—Oh, mi Señor, ¿Ella está bien?
—Sí, sí, está bien. Era un caso de deshidratación, y la tendrán aquí por el resto del día hasta que esté hidratada y estable. Tengo que quedarme y llevarla a casa cuando esté lista. Lo siento mucho.
—Chica, será mejor que dejes de disculparte. Me alegro de que estés bien. Ahora, aquí está el número de la señorita Santana. Necesitas llamarla. Fue a tu casa a buscarte. Nunca he visto a esa chica tan preocupada porque tú no llegabas. No te preocupes por nada, y llámale, por favor, antes de que llame a la policía para buscarte.
Le di las gracias y me despedí, de inmediato llamé al número de Santana.
—¿Hola?
—Santana, soy Brittany.
—¿Estás bien? ¿Dónde estás?
—Estoy bien. Traje a mi mamá al hospital alrededor de las cuatro de la mañana. Tenía dolores. Pero está bien ahora, y están bombeándole fluidos. Debe ser capaz de irse pronto.
—Voy en camino.
—No, San, espera. No puedes venir aquí.
Una pausa.
—¿Por qué?
Reí.
—Porque vas a ser detenida por tus admiradores.
Suspiró.
—Puedo hacer un par de llamadas y ponerla en un área privada.
Reí de nuevo.
—No, no hay ninguna razón. Nos iremos pronto, y no le he explicado a mi mamá sobre ti aún, y hoy no es un buen día para hacerlo.
—Supongo que tienes razón.
—La tengo.
—Te extraño.
Me recorrió un hormigueo por sus palabras.
—También te extraño.
—Sabes, puedo conseguirte un par de posters para tus paredes…
Reí.
—Paso. Sucede que estoy interesada en alguien que no veo como la chica en esos posters.
Dudó un momento, y luego dijo:
—Gracias.
—Te veo más tarde—dije y colgué.
Levanté la mirada hacia el sol de la mañana y sonreí antes de girar sobre mis talones y volver al hospital para ver cómo seguía Whitney.
No se deshidrataría de nuevo si podía evitarlo.
Toda esta experiencia no era algo que quisiera repetir.
La dieron de alta cerca de la hora del almuerzo.
Parecía cansada y quejumbrosa.
No podía esperar para llevarla a casa e ir a trabajar.
Tan pronto como la recosté en su cama con una gran jarra de agua con hielo y un vaso al lado, me marché.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Las cosas van bien entre ellas pero la mama de Britt en verdad casi estoy segura de que pretendera que su hija mayor crie a su hija menor!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Hola morra....
Se en va a dar que el/la bebe va a ser mas hijo de britt que su pequeño hermano...
Bueno sam ya tiene todo claro...
A ver coml va con san??.
Nos vemos!!
Se en va a dar que el/la bebe va a ser mas hijo de britt que su pequeño hermano...
Bueno sam ya tiene todo claro...
A ver coml va con san??.
Nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
Ay Britt con mil cargas .... Y pues que bueno que no le paso nada a su mama ni al bebé....
Al menos ya regreso San!
Al menos ya regreso San!
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:Las cosas van bien entre ellas pero la mama de Britt en verdad casi estoy segura de que pretendera que su hija mayor crie a su hija menor!!!!!
Hola, si q lo van, pero tienes un gran punto ai con la mamá =/ y nose xq pienso igual, pero espero de vrdd q no sea así. Saludos =D
3:) escribió:Hola morra....
Se en va a dar que el/la bebe va a ser mas hijo de britt que su pequeño hermano...
Bueno sam ya tiene todo claro...
A ver coml va con san??.
Nos vemos!!
Hola lu, pienso igual, pero espero equivocarme la vrdd =/ Y espero q siga así ¬¬ Espero q más q bn xD jajaja. Saludos =D
JVM escribió:Ay Britt con mil cargas .... Y pues que bueno que no le paso nada a su mama ni al bebé....
Al menos ya regreso San!
Hola, sip =/ Siiii, como es, demás q se echaba la ella =/ SI! algo bueno! jajajaja. SAludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Cap 9
Capitulo 9
Cuando abrí la puerta, un Hummer familiar paró en la entrada.
Santana bajó y caminó a mi encuentro.
Sonrió tímidamente.
—Me llamaron del hospital tan pronto dieron de alta a tu mamá.
Sonreí y miré directamente a sus ojos, que estaban ocultos detrás de unas gafas de sol oscuras. Usaba una gorra de los Gigantes de Nueva York hacia abajo sobre su frente.
—¿Veo que estas disfrazada?
Sonrió y asintió.
Asentí hacia la Hummer y reí.
—Deberías conducir un vehículo que no llamara la atención si intentas no ser detectado.
Frunció el ceño.
—¿Qué? Esta es la cosa más barata en el garaje.
Reí.
—Entonces, ¿Me llevas al trabajo?
Sacudió su cabeza.
—Nop, vamos a ir al cine. Tienes libre el resto del día.
—No puedes ir al cine.
Levantó sus cejas.
—¿Quieres apostar?
Abrió la puerta del coche, me cogió por la cintura y me levantó hacia el tanque que llamaba barato. Se deslizó en el asiento del conductor y se dirigió hacia el gran cine de la ciudad.
—San, no te das cuenta que la gente va a reconocerte en tu disfraz si te miran de cerca.
Sonrió hacia mí.
—Lo sé, pero no tendrán la oportunidad.
Esperé una explicación.
—He estado haciendo esto por un tiempo, así que sé esconderme de los fans, confía en mí.
Esperaba que tuviera razón.
Odiaría que fuéramos bombardeadas por locas fans adolescentes. Quizás estaba acostumbrada, pero no era algo que quería experimentar.
Llegamos a la parte trasera del cine y una puerta se abrió.
Un hombre mayor vestido de negro salió. Santana sonrió.
—Te sujeto la puerta.
Empecé a decir que podía hacerlo, pero puso su dedo sobre mi boca y me guiñó un ojo.
—Quiero hacerlo.
Me derretí en mi asiento.
Mi puerta se abrió y me cogió por la cintura y me dejó en el suelo.
—Señorita López, si viene por este camino, tenemos el teatro cerrado tal como requirió.
Santana cogió mi mano.
Me di cuenta que estábamos entrando por la salida de emergencia del cine y nadie a parte de este hombre sabia que estábamos aquí.
No había pensado en esto.
Caminamos dentro y Santana ondeó su mano hacia las butacas.
—Haz tu elección—sonrió.
Señalé hacia el centro y suspiró con alivio.
—¡Perfecto! Mi sitio favorito—se giró hacia el hombre de la puerta—¿Todas las puertas han sido aseguradas?—preguntó Santana.
El hombre asintió.
—Sí Señorita, nadie puede entrar.
Santana le alcanzó al hombre lo que asumí era dinero. Se giró y tomó mi mano, y fuimos a nuestros asientos.
—¿Qué estamos viendo?—pregunté cuando el hombre nos dejó un carrito con ruedas con dos cajas de palomitas, dos bebidas, dos de nachos con queso y cualquier dulce disponible en el stand. Fruncí el ceño hacia Santana—¿Has invitado a un armamento?
Sonrió, cogió nuestras bebidas y las dejó en los sujeta vasos.
—No, pero las películas me dan hambre y no sabia lo que querías.
—Palomitas.
Alcanzó una caja, pasándomela y cogió otra.
—Preguntaste que íbamos a ver.
Sonreí y me metí una mano llena de palomitas en la bota.
—Night Horse.
Quería ver esta película después de haber visto el previo en televisión la otra noche.
Y luego me golpeó.
—Pero Night Horse aún no la están dando. No estará en los cines hasta el viernes próximo.
Sonriendo hacia mí me guiñó un ojo.
—Para todos los demás, pero para ti y para mí, están a punto de darla.
Como si fuera una señal, las luces cayeron, la gran pantalla parpadeó, y la película empezó.
Cuando me di cuenta de que no tendríamos que ver los créditos, empecé a decir algo y luego pensé en su contra.
Hoy era el primer día que me sentía como si estuviera saliendo con alguien de otro mundo.
Antes, Santana había sido una chica, una chica normal, con la que podía hablar. Hoy se había convertido en la estrella del rock.
Me molestó.
Miré su cara y vi a la chica que cantaba Wanted Dead or Alive en una guitarra que había rogado y agotado.
Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
Me sonrojé y se inclinó para susurrar en mi oído.
—Si sigues mirándome así, se me hará muy difícil centrarme en la película de lo que ya es.
Fruncí el ceño.
—¿Por qué estas teniendo un momento difícil?
Sonrió con malicia y dejó las palomitas abajo antes de tomar mis manos.
—Porque estoy con una chica hermosa que me fascina y estamos en una oscura habitación solas, y todo lo que quiero hacer es sentarme y mirarla, pero sé que si lo hago, no seré capaz de evitar besarle sus muy perfectos y tentadores labios.
Tragué fuerte y mi corazón bombeaba en mi pecho.
De repente, la oscuridad de alrededor parecía que me encerraba y una fuerza que ninguna de las dos parecía capaz de controlar, mantenía nuestros ojos atrapados.
La mano de Santana salió de la mía, deslizándose detrás de mi cuello y se inclinó.
Los labios de la única persona que alguna vez podía amar tocaron los míos y olvidé donde estábamos y todo lo que estaba a nuestro alrededor.
Su otra mano se deslizó detrás de mi cabeza y la acunó cuando me besaba suavemente. Su lengua tocó mi labio inferior y abrí con cuidado, sabiendo que era lo que quería.
En el momento en que su lengua se deslizo dentro de mi boca, un gemido bajo salió de mi garganta y sus manos acercaron aún más mi cabeza. Pronto mis manos hicieron su camino detrás de su cuello y se enredaron en su cabello.
Parecía como que me estaba cayendo, pero no me importaba.
Me aferré a ella y dejé que mi lengua explorara. En el momento en que mi lengua tocó la suya, gimió, liberándome y sentándose hacia atrás, poniendo distancia entre nosotras.
Me preocupé por si había hecho algo mal, me congelé, mirando, insegura de qué decir.
Se frotó la cara con sus manos y me dio la sonrisa torcida que amaba.
—Lo siento, pero, guau yo, uh, no estaba… quiero decir, sabía que sería bueno, pero, guau, Britt, tu sabor es increíble.
Mantuve mis ojos bajos, aún sin estar segura de lo que había pasado.
Podría haberla besado durante todo el día. El guau me llevó a pensar que le había gustado tanto como a mí, pero quería saber por qué había parado.
Como sea, no iba a preguntar.
Estudié mis manos un momento. Su dedo se deslizó por debajo de mi mentón y dejé que me levantará la cara para encontrar sus ojos.
—¿Qué estás pensando?
Sacudí mi cabeza.
No iba a contestar.
—Sabes porque he parado. ¿Verdad?
Quería parecer madura y decir sí, pero tampoco quería mentir, así que a regañadientes sacudí mi cabeza.
—No.
Suspiró y sonrió hacia mí.
—Ahora, quiero saber lo que estás pensando—se giró en su asiento para enfrentarme completamente—Britt, ese fue el beso más increíble que he experimentado en mi vida. Nunca me había perdido completamente en un beso, antes. Me hizo querer cosas que no estoy apunto de conseguir. Eres perfecta. Pero no tengo la fuerza para besarte durante mucho tiempo y mantener mis manos lejos de ti.
Dejé que su explicación me penetrara y asentí.
Centré mi atención en la pantalla y gruñó. De repente, sus manos se deslizaron por mi pelo y giró mi cara hacia ella.
Su sonrisa se convirtió en una mirada ardiente delante de mis ojos y otra vez tocó mis labios con los suyos. Abrí pronto esta vez y estaba dentro de mi boca, haciendo que mi corazón corriera y mis manos temblaran. Deslicé mis manos por su pelo y una vez más me permití tocar su lengua.
Esta vez cuando dejó salir un gemido, me apretó más cerca, y escuché un gemido que me di cuenta salió de mí. Me acomodé tanto como la silla me dejó y me presioné cerca.
Quería estar incluso más cerca.
Rompió el beso otra vez.
Pero antes de que pudiera llorar la pérdida, me llevó hasta su regazo. Se apoderó de mi boca y dejó que sus manos recorrieran mis brazos mientras me besaba.
La respiración de Santana era rápida y superficial, y me derretí. Recorrí su pecho con mis manos y su cuerpo se estremeció bajo mi toque. Gimió y su beso se volvió más frenético.
Se volvió más difícil respirar y mi corazón martilleaba salvajemente en mi pecho.
Me presioné contra ella y otro gemido salió de su pecho mientras me echaba hacia atrás.
Estábamos sentadas mirándonos la una a la otra, jadeando por aire.
No necesitaba una explicación esta vez.
Al final, me sentó de nuevo en el asiento y tomó una profunda respiración.
—Podía ser conveniente que no te tocara hoy otra vez. No soy suficientemente fuerte para parar otra vez. Al menos no por las próximas veinticuatro horas.
—Vale—contesté y sonreí.
Me volví hacia la gran pantalla. Saber que disfrutaba tanto besándome, tanto como yo disfruté besándola, hizo que mi corazón se llenará un poco más.
En algún punto, finalmente alcanzamos lo que nos habíamos perdido de película.
Santana se las arregló para comerse todas sus palomitas, una bolsa de M&M y algunos nachos con queso. Solo hice la mitad del camino en mis palomitas y comí unos cuantos de sus nachos con queso, los cuales me dio.
Bueno, no tuvo que esforzarse mucho.
En el minuto que levantó uno hacia mi boca, lo tomé.
Salimos del cine tan fácilmente como habíamos entrado. Santana se deslizó de nuevo en su disfraz.
—¿Qué hay de caminar en la playa?
Me gustaba la idea, especialmente en éste momento del día.
—Suena bien, pero no vayamos a una playa pública.
Apuntó hacia su gorra y gafas de sol.
—Voy disfrazada y nadie va a mirar tan cerca para darse cuenta de que soy yo.
Pensé en Quinn y sus amigas.
Si descubrían a Santana, las cosas podrían salirse de las manos, rápido.
—Conozco a gente en la playa pública. Recuerda, vivo aquí. Voy al colegio con esos chicos. Y si alguno de ellos viene para hablar conmigo, se darán cuenta.
Santana no dijo nada, pero el ceño se le frunció en sus rasgos perfectos.
—¿Qué dije?—pregunté, cuando no contestó.
Miró hacia mí como si no quisiera contestar mi pregunta.
—Supongo que olvidé que tienes una vida aparte de mi casa y yo. Me gusta tenerte toda para mí, sé que es egoísta, pero el hecho de que vayas a volver al colegio a vivir la vida normal de una adolescente, con fiestas y partidos de futbol y bailes, me pone celoso como el infierno.
Dejé salir una risa sorprendida.
—Mi vida es mucho más fácil de aceptar que la tuya. Vas a estrenos de películas, estás en las portadas de las revistas y el canal de Entretenimiento sigue todo lo que haces. Tengo que vivir contigo volviendo al otro mundo. Cuando estás en el escenario, perteneces a todos los demás.
No respondió por lo que parecía por siempre.
Nos detuvimos en una parte aislada de la playa y apagó el motor.
—Sé que estar conmigo no es fácil. Pero quiero que entiendas que nadie me tiene, o incluso me ha tenido, excepto tú.
Tragué, con la emoción construyéndose dentro de mí.
Asentí, insegura de que mi voz no fuera a funcionar.
Deslizó un rizo detrás de mi oreja.
—Nunca había conocido a nadie que hubiera pasado a la estrella y encontrara mi verdadero yo. Pero incluso si no hubieses encontrado al Santana que el mundo no conoce. Querría ser tuya. Cuando me sonreíste por primera vez, estuve perdida. Simplemente tuve suerte con el resto de ti.
Quería inclinarme sobre ella pero no lo hice.
—Vamos, vamos a pasear antes de que empiece a besarte otra vez y me fuerce a usar poderes sobre humanos para detenerme.
Me reí y salimos de la Hummer.
Cuando caminamos hacia la orilla del agua, Santana cogió mí mano. La brisa de la noche y el sonido de las olas eran calmantes.
Era fácil olvidar la realidad fuera de aquí.
—Cuando llegué a casa anoche, quería llamarte en el momento y me di cuenta de que no podía. Resultó difícil ir a dormir sin oír tu voz y saber que estabas bien—admitió Santana.
—Siento que no pudieras llamarme, pero me hace feliz saber que me echaste de menos.
Se rió.
—No solo te eché de menos. Estaba obsesionado por lo que estarías haciendo y si estabas bien y con quien estabas hablando. Me di cuenta de que tendré momentos difíciles cuando el verano se termine—paró y me giré hacia ella—Tengo un evento para la caridad en el que tengo que estar la semana que viene. Van a subastar algunas cosas mías y tengo que estar ahí. Quiero que vengas conmigo.
Mi corazón martilleó en mi pecho.
Entrar en su mundo era algo que nunca esperé hacer.
—No lo sé. Tengo que trabajar y mi mamá.
—Por favor, por mí. No me hagas irme otra vez sin ti.
Me aparté de sus ojos suplicantes.
Me harían prometerle cualquier cosa.
—San no encajaré en tu mundo. No tengo ninguna ropa que usar para algo como eso, y no tengo ni idea de qué decirle a la gente o cómo actuar y las cámaras me harán un manojo de nervios.
Se paró detrás de mí, me presionó contra ella y descanso su mentón sobre mi hombro.
—Serás vestida por mí estilista personal y no tendrás que hablar con nadie aparte de mí. Sí, las cámaras irán, pero todo lo que tienes que hacer es sonreír. Nunca te dejaré sola, excepto cuando tenga que cantar y entonces puedes esperarme en la parte de atrás del escenario.
Quería hacerla feliz.
Quería conocer cada parte de su vida, pero me aterrorizaba.
—No lo sé—susurré.
Nos paramos ahí mucho tiempo sin decir nada.
Al final, me giró para enfrentarla.
—Por favor, necesito mi aire.
Mi voluntad se desmoronó y asentí.
—Vale. Hablaré con mi mamá.
Su rostro serio se rompió en una sonrisa y me besó de nuevo. Me sujetó la espalda y eso hizo que quisiera presionarme más cerca. Me apartó antes de que pudiera hacerlo.
—Sabes tan bien—susurró. Recorrió sus dedos por mi pelo y rizó un mechón entre sus dedos—Amo tu cabello—dijo suavemente y continuó jugando con el.
Mi cara ardió con un calor increíble.
—Demasiado tarde. Ya he visto tu sonrojo. Para de intentar ocultarlo de mí. Creo que es adorable.
Santana bajó y caminó a mi encuentro.
Sonrió tímidamente.
—Me llamaron del hospital tan pronto dieron de alta a tu mamá.
Sonreí y miré directamente a sus ojos, que estaban ocultos detrás de unas gafas de sol oscuras. Usaba una gorra de los Gigantes de Nueva York hacia abajo sobre su frente.
—¿Veo que estas disfrazada?
Sonrió y asintió.
Asentí hacia la Hummer y reí.
—Deberías conducir un vehículo que no llamara la atención si intentas no ser detectado.
Frunció el ceño.
—¿Qué? Esta es la cosa más barata en el garaje.
Reí.
—Entonces, ¿Me llevas al trabajo?
Sacudió su cabeza.
—Nop, vamos a ir al cine. Tienes libre el resto del día.
—No puedes ir al cine.
Levantó sus cejas.
—¿Quieres apostar?
Abrió la puerta del coche, me cogió por la cintura y me levantó hacia el tanque que llamaba barato. Se deslizó en el asiento del conductor y se dirigió hacia el gran cine de la ciudad.
—San, no te das cuenta que la gente va a reconocerte en tu disfraz si te miran de cerca.
Sonrió hacia mí.
—Lo sé, pero no tendrán la oportunidad.
Esperé una explicación.
—He estado haciendo esto por un tiempo, así que sé esconderme de los fans, confía en mí.
Esperaba que tuviera razón.
Odiaría que fuéramos bombardeadas por locas fans adolescentes. Quizás estaba acostumbrada, pero no era algo que quería experimentar.
Llegamos a la parte trasera del cine y una puerta se abrió.
Un hombre mayor vestido de negro salió. Santana sonrió.
—Te sujeto la puerta.
Empecé a decir que podía hacerlo, pero puso su dedo sobre mi boca y me guiñó un ojo.
—Quiero hacerlo.
Me derretí en mi asiento.
Mi puerta se abrió y me cogió por la cintura y me dejó en el suelo.
—Señorita López, si viene por este camino, tenemos el teatro cerrado tal como requirió.
Santana cogió mi mano.
Me di cuenta que estábamos entrando por la salida de emergencia del cine y nadie a parte de este hombre sabia que estábamos aquí.
No había pensado en esto.
Caminamos dentro y Santana ondeó su mano hacia las butacas.
—Haz tu elección—sonrió.
Señalé hacia el centro y suspiró con alivio.
—¡Perfecto! Mi sitio favorito—se giró hacia el hombre de la puerta—¿Todas las puertas han sido aseguradas?—preguntó Santana.
El hombre asintió.
—Sí Señorita, nadie puede entrar.
Santana le alcanzó al hombre lo que asumí era dinero. Se giró y tomó mi mano, y fuimos a nuestros asientos.
—¿Qué estamos viendo?—pregunté cuando el hombre nos dejó un carrito con ruedas con dos cajas de palomitas, dos bebidas, dos de nachos con queso y cualquier dulce disponible en el stand. Fruncí el ceño hacia Santana—¿Has invitado a un armamento?
Sonrió, cogió nuestras bebidas y las dejó en los sujeta vasos.
—No, pero las películas me dan hambre y no sabia lo que querías.
—Palomitas.
Alcanzó una caja, pasándomela y cogió otra.
—Preguntaste que íbamos a ver.
Sonreí y me metí una mano llena de palomitas en la bota.
—Night Horse.
Quería ver esta película después de haber visto el previo en televisión la otra noche.
Y luego me golpeó.
—Pero Night Horse aún no la están dando. No estará en los cines hasta el viernes próximo.
Sonriendo hacia mí me guiñó un ojo.
—Para todos los demás, pero para ti y para mí, están a punto de darla.
Como si fuera una señal, las luces cayeron, la gran pantalla parpadeó, y la película empezó.
Cuando me di cuenta de que no tendríamos que ver los créditos, empecé a decir algo y luego pensé en su contra.
Hoy era el primer día que me sentía como si estuviera saliendo con alguien de otro mundo.
Antes, Santana había sido una chica, una chica normal, con la que podía hablar. Hoy se había convertido en la estrella del rock.
Me molestó.
Miré su cara y vi a la chica que cantaba Wanted Dead or Alive en una guitarra que había rogado y agotado.
Una pequeña sonrisa apareció en sus labios.
Me sonrojé y se inclinó para susurrar en mi oído.
—Si sigues mirándome así, se me hará muy difícil centrarme en la película de lo que ya es.
Fruncí el ceño.
—¿Por qué estas teniendo un momento difícil?
Sonrió con malicia y dejó las palomitas abajo antes de tomar mis manos.
—Porque estoy con una chica hermosa que me fascina y estamos en una oscura habitación solas, y todo lo que quiero hacer es sentarme y mirarla, pero sé que si lo hago, no seré capaz de evitar besarle sus muy perfectos y tentadores labios.
Tragué fuerte y mi corazón bombeaba en mi pecho.
De repente, la oscuridad de alrededor parecía que me encerraba y una fuerza que ninguna de las dos parecía capaz de controlar, mantenía nuestros ojos atrapados.
La mano de Santana salió de la mía, deslizándose detrás de mi cuello y se inclinó.
Los labios de la única persona que alguna vez podía amar tocaron los míos y olvidé donde estábamos y todo lo que estaba a nuestro alrededor.
Su otra mano se deslizó detrás de mi cabeza y la acunó cuando me besaba suavemente. Su lengua tocó mi labio inferior y abrí con cuidado, sabiendo que era lo que quería.
En el momento en que su lengua se deslizo dentro de mi boca, un gemido bajo salió de mi garganta y sus manos acercaron aún más mi cabeza. Pronto mis manos hicieron su camino detrás de su cuello y se enredaron en su cabello.
Parecía como que me estaba cayendo, pero no me importaba.
Me aferré a ella y dejé que mi lengua explorara. En el momento en que mi lengua tocó la suya, gimió, liberándome y sentándose hacia atrás, poniendo distancia entre nosotras.
Me preocupé por si había hecho algo mal, me congelé, mirando, insegura de qué decir.
Se frotó la cara con sus manos y me dio la sonrisa torcida que amaba.
—Lo siento, pero, guau yo, uh, no estaba… quiero decir, sabía que sería bueno, pero, guau, Britt, tu sabor es increíble.
Mantuve mis ojos bajos, aún sin estar segura de lo que había pasado.
Podría haberla besado durante todo el día. El guau me llevó a pensar que le había gustado tanto como a mí, pero quería saber por qué había parado.
Como sea, no iba a preguntar.
Estudié mis manos un momento. Su dedo se deslizó por debajo de mi mentón y dejé que me levantará la cara para encontrar sus ojos.
—¿Qué estás pensando?
Sacudí mi cabeza.
No iba a contestar.
—Sabes porque he parado. ¿Verdad?
Quería parecer madura y decir sí, pero tampoco quería mentir, así que a regañadientes sacudí mi cabeza.
—No.
Suspiró y sonrió hacia mí.
—Ahora, quiero saber lo que estás pensando—se giró en su asiento para enfrentarme completamente—Britt, ese fue el beso más increíble que he experimentado en mi vida. Nunca me había perdido completamente en un beso, antes. Me hizo querer cosas que no estoy apunto de conseguir. Eres perfecta. Pero no tengo la fuerza para besarte durante mucho tiempo y mantener mis manos lejos de ti.
Dejé que su explicación me penetrara y asentí.
Centré mi atención en la pantalla y gruñó. De repente, sus manos se deslizaron por mi pelo y giró mi cara hacia ella.
Su sonrisa se convirtió en una mirada ardiente delante de mis ojos y otra vez tocó mis labios con los suyos. Abrí pronto esta vez y estaba dentro de mi boca, haciendo que mi corazón corriera y mis manos temblaran. Deslicé mis manos por su pelo y una vez más me permití tocar su lengua.
Esta vez cuando dejó salir un gemido, me apretó más cerca, y escuché un gemido que me di cuenta salió de mí. Me acomodé tanto como la silla me dejó y me presioné cerca.
Quería estar incluso más cerca.
Rompió el beso otra vez.
Pero antes de que pudiera llorar la pérdida, me llevó hasta su regazo. Se apoderó de mi boca y dejó que sus manos recorrieran mis brazos mientras me besaba.
La respiración de Santana era rápida y superficial, y me derretí. Recorrí su pecho con mis manos y su cuerpo se estremeció bajo mi toque. Gimió y su beso se volvió más frenético.
Se volvió más difícil respirar y mi corazón martilleaba salvajemente en mi pecho.
Me presioné contra ella y otro gemido salió de su pecho mientras me echaba hacia atrás.
Estábamos sentadas mirándonos la una a la otra, jadeando por aire.
No necesitaba una explicación esta vez.
Al final, me sentó de nuevo en el asiento y tomó una profunda respiración.
—Podía ser conveniente que no te tocara hoy otra vez. No soy suficientemente fuerte para parar otra vez. Al menos no por las próximas veinticuatro horas.
—Vale—contesté y sonreí.
Me volví hacia la gran pantalla. Saber que disfrutaba tanto besándome, tanto como yo disfruté besándola, hizo que mi corazón se llenará un poco más.
En algún punto, finalmente alcanzamos lo que nos habíamos perdido de película.
Santana se las arregló para comerse todas sus palomitas, una bolsa de M&M y algunos nachos con queso. Solo hice la mitad del camino en mis palomitas y comí unos cuantos de sus nachos con queso, los cuales me dio.
Bueno, no tuvo que esforzarse mucho.
En el minuto que levantó uno hacia mi boca, lo tomé.
Salimos del cine tan fácilmente como habíamos entrado. Santana se deslizó de nuevo en su disfraz.
—¿Qué hay de caminar en la playa?
Me gustaba la idea, especialmente en éste momento del día.
—Suena bien, pero no vayamos a una playa pública.
Apuntó hacia su gorra y gafas de sol.
—Voy disfrazada y nadie va a mirar tan cerca para darse cuenta de que soy yo.
Pensé en Quinn y sus amigas.
Si descubrían a Santana, las cosas podrían salirse de las manos, rápido.
—Conozco a gente en la playa pública. Recuerda, vivo aquí. Voy al colegio con esos chicos. Y si alguno de ellos viene para hablar conmigo, se darán cuenta.
Santana no dijo nada, pero el ceño se le frunció en sus rasgos perfectos.
—¿Qué dije?—pregunté, cuando no contestó.
Miró hacia mí como si no quisiera contestar mi pregunta.
—Supongo que olvidé que tienes una vida aparte de mi casa y yo. Me gusta tenerte toda para mí, sé que es egoísta, pero el hecho de que vayas a volver al colegio a vivir la vida normal de una adolescente, con fiestas y partidos de futbol y bailes, me pone celoso como el infierno.
Dejé salir una risa sorprendida.
—Mi vida es mucho más fácil de aceptar que la tuya. Vas a estrenos de películas, estás en las portadas de las revistas y el canal de Entretenimiento sigue todo lo que haces. Tengo que vivir contigo volviendo al otro mundo. Cuando estás en el escenario, perteneces a todos los demás.
No respondió por lo que parecía por siempre.
Nos detuvimos en una parte aislada de la playa y apagó el motor.
—Sé que estar conmigo no es fácil. Pero quiero que entiendas que nadie me tiene, o incluso me ha tenido, excepto tú.
Tragué, con la emoción construyéndose dentro de mí.
Asentí, insegura de que mi voz no fuera a funcionar.
Deslizó un rizo detrás de mi oreja.
—Nunca había conocido a nadie que hubiera pasado a la estrella y encontrara mi verdadero yo. Pero incluso si no hubieses encontrado al Santana que el mundo no conoce. Querría ser tuya. Cuando me sonreíste por primera vez, estuve perdida. Simplemente tuve suerte con el resto de ti.
Quería inclinarme sobre ella pero no lo hice.
—Vamos, vamos a pasear antes de que empiece a besarte otra vez y me fuerce a usar poderes sobre humanos para detenerme.
Me reí y salimos de la Hummer.
Cuando caminamos hacia la orilla del agua, Santana cogió mí mano. La brisa de la noche y el sonido de las olas eran calmantes.
Era fácil olvidar la realidad fuera de aquí.
—Cuando llegué a casa anoche, quería llamarte en el momento y me di cuenta de que no podía. Resultó difícil ir a dormir sin oír tu voz y saber que estabas bien—admitió Santana.
—Siento que no pudieras llamarme, pero me hace feliz saber que me echaste de menos.
Se rió.
—No solo te eché de menos. Estaba obsesionado por lo que estarías haciendo y si estabas bien y con quien estabas hablando. Me di cuenta de que tendré momentos difíciles cuando el verano se termine—paró y me giré hacia ella—Tengo un evento para la caridad en el que tengo que estar la semana que viene. Van a subastar algunas cosas mías y tengo que estar ahí. Quiero que vengas conmigo.
Mi corazón martilleó en mi pecho.
Entrar en su mundo era algo que nunca esperé hacer.
—No lo sé. Tengo que trabajar y mi mamá.
—Por favor, por mí. No me hagas irme otra vez sin ti.
Me aparté de sus ojos suplicantes.
Me harían prometerle cualquier cosa.
—San no encajaré en tu mundo. No tengo ninguna ropa que usar para algo como eso, y no tengo ni idea de qué decirle a la gente o cómo actuar y las cámaras me harán un manojo de nervios.
Se paró detrás de mí, me presionó contra ella y descanso su mentón sobre mi hombro.
—Serás vestida por mí estilista personal y no tendrás que hablar con nadie aparte de mí. Sí, las cámaras irán, pero todo lo que tienes que hacer es sonreír. Nunca te dejaré sola, excepto cuando tenga que cantar y entonces puedes esperarme en la parte de atrás del escenario.
Quería hacerla feliz.
Quería conocer cada parte de su vida, pero me aterrorizaba.
—No lo sé—susurré.
Nos paramos ahí mucho tiempo sin decir nada.
Al final, me giró para enfrentarla.
—Por favor, necesito mi aire.
Mi voluntad se desmoronó y asentí.
—Vale. Hablaré con mi mamá.
Su rostro serio se rompió en una sonrisa y me besó de nuevo. Me sujetó la espalda y eso hizo que quisiera presionarme más cerca. Me apartó antes de que pudiera hacerlo.
—Sabes tan bien—susurró. Recorrió sus dedos por mi pelo y rizó un mechón entre sus dedos—Amo tu cabello—dijo suavemente y continuó jugando con el.
Mi cara ardió con un calor increíble.
—Demasiado tarde. Ya he visto tu sonrojo. Para de intentar ocultarlo de mí. Creo que es adorable.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
como decir lo,... hollywood no es la sutileza jajaja bueno san lo intento!!!
bueno britt tiene que empezar a entrar en el mundo de san de a poco,..
a ver como termina la salida???
nos vemos!!!
como decir lo,... hollywood no es la sutileza jajaja bueno san lo intento!!!
bueno britt tiene que empezar a entrar en el mundo de san de a poco,..
a ver como termina la salida???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
como va a explicarle Britt a su mama que viajara con San sin que a esta sra se le ocurran otras cosas??? espero ese viaje!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
San es muy dulce!! ¿Que pasará con el viaje? Ya te dije que la había leído pero no me acuerdo que pasó con el viaje entre otras cosas, así que curiosa espero el próximo cap.!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Respiro (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
como decir lo,... hollywood no es la sutileza jajaja bueno san lo intento!!!
bueno britt tiene que empezar a entrar en el mundo de san de a poco,..
a ver como termina la salida???
nos vemos!!!
Hola lu, no, no lo es ¬¬ Si que tiene, pero no kiere decir q sea fácil, no¿? =/ Aquí otro cap para saberlo! Saludos =D
micky morales escribió:como va a explicarle Britt a su mama que viajara con San sin que a esta sra se le ocurran otras cosas??? espero ese viaje!!!!
Hola, ufff esa es una gran, pero difícil pregunta la vrdd XD Pero aquí dejo otro cap para ver si es resuelta y que pasa con el viaje tmbn! jajajaja. SAludos =D
Tati.94 escribió:San es muy dulce!! ¿Que pasará con el viaje? Ya te dije que la había leído pero no me acuerdo que pasó con el viaje entre otras cosas, así que curiosa espero el próximo cap.!
Hola, si que lo es! yo al kiero! ajajajajajaj. Interesante pregunta, la cual espero este cap nos lo diga! JA! un punto a mi favor entonces¿? jaajajajaja, espero sea así xD jajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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