[Resuelto]FanFic Brittana: Mientras II (Adaptada) Epílogo

Capitulo 7

Había pasado una semana entera sin Santana.

Poner toda mi atención en papá me había ayudado a no pensar demasiado en eso.

Convencí a papá para ir conmigo a ver la nueva película de Superman que se estaba estrenando. Luego fuimos hasta su campamento de caza por dos noches, montamos cuatrimotos y fuimos de pesca juntos.

Sam había estado trabajando largas horas todos los días y yo trataba de intervenir y ayudar.

Darle a papá menos qué hacer y también fui capaz de mantener un ojo sin que pensara que me encontraba revoloteando.

Sam esperaba hasta que papá se fuera a la cama cada noche y luego salíamos a pasear y nos sentábamos en el columpio y hablábamos. Me ayudaba más de lo que se daba cuenta.

Tenía que hablar de ello y aunque Santana llamaba todos los días, no quería hacer nuestras conversaciones todo sobre mí y mis problemas. Quería que me dijera todo sobre su nuevo departamento y su entrenador.

Estuvo pasando el rato con sus nuevas compañeras de equipo y realmente parecía que le gustaba la escuela. Me sentía feliz por ella y por esas horas que pasábamos hablando cada noche, tenía la oportunidad de escapar.

Ella siempre me preguntaba por papá y las cosas aquí, pero yo era vaga.

Dirigía esas conversaciones a Sam. Él vivía aquí conmigo. Sabía lo que pasaba y no me importaba contarle mis preocupaciones.

Santana odiaría eso si se enteraba, pero yo quería que disfrutara de su verano en Tennessee.

No quería arruinar esto para ella.

Sin embargo, esta noche Sam no iba a estar para hablar. Dijo durante la cena que iba a casa para cambiarse y luego saldría al lago con Becca Lynn.

Al parecer, iba a tener una fiesta ahí.

No había estado en una de esas desde el verano pasado. Tampoco había visto mucho de Becca Lynn desde entonces. Ella no había estado mucho alrededor.

Sam dijo que le había contado a Becca de mi papá y pensaba que ella no sabía que decirme.

No estaba realmente sorprendida.

Puse el último plato de la cena en el lavavajillas y sequé mis manos. Iría hasta el columpio sola esta noche.

Eso me daría tiempo para llorar.

Papá había vomitado de nuevo hoy. Había visto cómo se inclinó por el lago. Sam también lo vio y me dijo que no fuera. Papá no quería que lo viera así.

Así que, me quedé ahí indefensa.

Quería llorar pero no lo hice. Ahora podía.

La brisa nocturna levantó mi pelo cuando salí al pórtico. Me encantaba el olor del verano en la granja. Excepto tal vez con la brisa que venía desde el norte.

Porque entonces el olor a estiércol de vaca se esparcía. Esta noche la brisa era un viento del sur y casi podía oler el océano.

Caminando hacia el columpio, mi corazón dolió cuando miré el granero. Me recordó a Santana.

La extrañaba terriblemente.

Llamaría esta noche.

Siempre lo hacía.

Hablábamos durante un par de horas. La mayor parte del tiempo hasta que me quedaba dormida con ella.

La luz de la luna era brillante esta noche así que sentarse aquí sola en el columpio no fue tan malo. Las lágrimas con las que había luchado durante todo el día no vinieron una vez que salí aquí y me senté.

—¿Hay espacio para uno más?—salté del susto por la voz de Sam.

No lo había oído llegar.

—¿Sam? ¿Qué estás haciendo aquí?—pregunté, haciéndome a un lado para que pudiera sentarse.

—Me dirigía hacia el lago, pero no pude ir. Seguía imaginándote sentada aquí en este columpio sola y, bueno, mi camión dio la vuelta por su cuenta y aquí estoy.

Lo estaba haciendo de nuevo.

Dando su vida para sostener mi mano. Es lo que hizo cuando Casey murió.

Comenzaba temprano esta vez.

—Ve a la fiesta. Ve a buscar una chica y nada desnudo con ella. No te sientes aquí conmigo. Estoy bien.

—Pensé en eso, pero bueno... me di cuenta de que realmente prefiero estar sentado aquí contigo.

No sabía qué pensar sobre ese comentario.

Sabía que Sam me amaba. Sabía que se preocupaba por mí, pero como un amigo. Yo no era alguien por quien él tuviera emociones más profundas.


Entonces, ¿por qué ese sonaba tan extraño?

¿Por qué querría estar aquí conmigo en vez de nadar desnudo con otra persona?

—No quiero que renuncies a todo de nuevo por mí. Lo hiciste una vez. No de nuevo —le dije con voz severa.

Él se rió y se recostó en el columpio.

—No estoy renunciando a nada. Me gusta más tú compañía que la multitud que habrá en el lago. Creo que los superaré.

Ahora, eso lo entendía. Yo también los había superado.

—¿Hoy fue la primera vez que viste a papá así de enfermo desde la última vez que sucedió? ¿Desde el día de la cita con su doctor?—tenía que saber.

Quería estar preparada.

Sam asintió.

—Sí, lo es, y lo he estado observando de cerca. Mamá quiere que vengan a cenar un día de la próxima semana. Si la has perdonado por lo que dijo de Santana. Ella admite que se hallaba molesta por ello y que estaba equivocada. Está realmente arrepentida y quiere pedirte disculpas en persona.

La mamá de Sam, la señora Jessica, había dicho algunas cosas feas sobre Santana. Había intervenido cuando no era su asunto. Pero creía en el perdón.

La vida era demasiado corta.

—Amo a tu mamá, Sam. Por supuesto que la perdono. Me encantaría ir a cenar a tu casa. Sé que papá también querría.

—Bueno. Se lo diré, así puede dejar de insistir. Ha estado preguntando desde hace una semana y he estado mintiéndole sobre eso.


Lo miré y él sonrió.

—Esperaba hasta sentir que estuvieras lista para eso.

Comencé a responder cuando mi teléfono sonó. Bajé la mirada para ver un mensaje de texto de Santana.


Estaré fuera hasta tarde esta noche. Hablaré contigo mañana. Te amo.


Eso era raro.

Ninguna llamada o explicación.

—¿Qué pasa? —preguntó Sam.

No quería que viera esto.

Quería pensar acerca de eso sola.

Me molestaba, pero no sabía por qué o si debería. Santana no tenía que llamarme cada noche.

Probablemente iba a pasar tiempo con sus nuevas amigas. Eso estaba bien. Era lo que tenía que hacer.

No quería que se sintiera solo ahí.

Necesitaba pasar tiempo con la gente.

Era egoísta de mi parte pensar lo contrario.

—Sí. Tiene planes esta noche. Quería que supiera que estaría fuera hasta tarde—eso era todo lo que necesitaba saber.

—Ella te ama, Britt—Sam pareció sentir mi preocupación a pesar de que trataba de ocultarla.

—Sé que lo hace. Sólo la echo de menos —contesté.

—Sólo seis días más hasta que lo veas.




Santana


¿En dónde carajo se encontraba mi teléfono?

Nunca debería haber accedido a salir con estas chicas esta noche.

Alison era mi nueva compañera de cuarto y de equipo, y se hallaba determinada a conseguir que saliera esta noche.

Había querido conseguir un departamento por mi cuenta para que Brittany pudiera mudarse cuando llegara aquí.

Pero no ocurrió.

El entrenador había insistido en que viviera con Alison. Se suponía que iba a ayudarme a adaptarme. Después de las vacaciones de invierno estaría recibiendo un lugar propio. También me ahorraría dinero para todo el gas que necesitaría para ir y venir a Alabama.

Me abrí paso entre la multitud en busca de Alison.

Tenía mi maldito teléfono cuando salimos del departamento. Lo había metido en mi bolsillo.

¿Dónde demonios estaba ahora?

Tenía que ir a ver al auto de Alison.

También necesitaba irme malditamente de aquí. Esto no es lo que había aceptado al venir.

Habían dicho que era una pequeña reunión.

No una fiesta con un montón de personas desnudas caminando.

Mierda.

Si Brittany se enteraba de que había venido estaría furiosa.

Una mujer en topless presionó sus pechos contra mi brazo y pasó su mano entre las minas

—¿Son esos anillos en los pezones? ¡Santa mierda, sí lo son!

Tomé su mano y la separé de mí mientras me alejaba de ella.

Llamaría un taxi para que viniera a buscarme si pudiera encontrar mi teléfono.

Era un desastre.

—¡López! ¡Mi morena, López! Ven aquí y conoce a Jasmine. Quiere una presentación y te prometo que querrás lo que tiene—miré a Spencer Hastings.

Me ejercitaba con ella todos los días.

—No, gracias. ¿Sabes dónde está Alison?—pregunté, mientras más partes desnudas tocaban mis brazos.

Hace tiempo habría amado este lugar. Ahora me sentía como si fuera a golpear a alguien si no salía de aquí.

—¿No, gracias? ¿Has visto esto? Cuerpos perfectos. ¡Cuerpos, hermana! Ven a probarlos. Sólo déjame observar.

Mierda.

Había estado así de jodida una vez.

Me rendí y seguí caminando. Tenía que encontrar a Alison y mi teléfono.

Dos chicas en topless se detuvieron delante de mí con una sonrisa malvada que significaba que me encontraba en mierda profunda. La pelirroja se puso las manos en las caderas y me sacudió sus tetas mientras sostenía una rodaja de limón en su boca.

—La sal ya está sobre sus pezones. Lámelos y luego tendrás tu chupito—dijo la morena con una sonrisa descarada levantando el vaso de tequila.

La chica tenía buenas tetas. Yo no era ciega, pero no eran las de Brittany. Esos eran los únicos pezones que me interesaba lamer.

—Estoy tomado. No estoy interesada—dije al caminar a un lado para evitar tocarlas.

Ambas se movieron para bloquearme.

—No hay nada más sexy que una persona tomado. Ahora realmente quiero que los lamas. Vamos—dijo, levantando sus tetas hasta que sus pezones estuvieron orientados hacia arriba—Solo una lamida—suplicó, inclinándose hacia mí.

Eso no era caliente. Era patético. Negué con la cabeza.

—Ve a ponerte algo de ropa—contesté, y extendí la mano para moverlas a un lado.

Por desgracia, la pelirroja se movió rápidamente y volvió su pecho para conectar con mi mano. En lugar de un hombro que podría empujar, tuve un puñado de teta. Moví mi mano hacia atrás como si estuviera en llamas.

—Hija de puta. ¿Qué parte de que no estoy jodidamente interesada no entiendes? Lleva tus tetas a otro lugar—me volví para caminar hacia otro lado cuando mis ojos se encontraron con Alison.

Se hallaba sentada a mi derecha en un sofá con dos chicas enrolladas a cada lado. Me sonrió como si tuviera un secreto del que no sabía nada.

Me dirigí hacia ella e ignoré las ofertas lanzadas en mi camino.


—Tengo dos de ellas. Están interesadas en volver a nuestro lugar y hacernos sentir bien—Alison se estiró y le pellizcó el pezón a una rubia con el pelo corto y rizado—Ésta te ha estado mirando toda la noche. Tú haces que sus pezones se pongan duros. Me lo contó—dijo antes de tomar un bocado de la teta que se encontraba más cerca de su boca.

—No puedo encontrar mi teléfono y tengo que irme. Se supone que debo llamar a Brittany en diez minutos. Pensé que estaríamos de vuelta en el departamento para entonces.

—¿Brittany?—preguntó mirando alrededor de la habitación—Amiga, ¿has visto a estas personas? Elige una. Llámala Brittany toda la maldita noche.

—Eso no es gracioso. Tengo que irme. Ahora. Creo que mi teléfono está en tu coche. Tiene que haberse caído ahí. Sólo dame las llaves, voy a traerlas de vuelta.

Alison puso los ojos en blanco, buscó en su bolsillo y sacó mi teléfono.

—Se te cayó antes. Lo vi. Aquí—me lo lanzó—Si tienes que irte entonces vete, pero estás seriamente loca para pasar de esto. Si nos oyes más tarde, sabes que eres bienvenida a unírtenos si cambias de opinión.

No iba a cambiar de opinión.

Me iría y cerraría mi maldita puerta.

Estas chicas no entendían la palabra no.

Me las arreglé para salir a la calle sin otra persona ofreciendo su cuerpo.

Venir aquí fue una mala idea.

Esta vida no era como la que tenía en casa.

Sabía que a las personas les gustaban las jugadoras de Softbol. Solía usar eso a mi favor durante años, pero este lugar… era más grande.

Las cosas aquí eran más intensas.


Apreté el botón en mi teléfono pero la pantalla no se encendió.

¿Qué demonios?

¿Estaba muerto?

Lo había jodidamente cargado antes de irnos.

Miré de nuevo hacia la fiesta y sabía que no podía volver ahí. Me tomaría una hora conseguir un teléfono que podría utilizar para llamar a un taxi.

Estábamos en la casa de alguien.

No sabía quién.

Me encontraba a kilómetros de una tienda.

¡Mierda!

—¿Necesitas que te lleve?—me volví y vi una mujer que reconocí del interior.

Había estado con las tetas al aire como el resto de ellas, pero no sobre mí. Había estado sentada a horcajadas y restregándose en el regazo de Becky.

La había visto y sabía que ella había estado chupando sus tetas. No iba a entrar al coche con ella.

—Escucha, dulzura, he terminado por esta noche. No estoy interesada en ligar con una persona que no está interesada. He disfrutado y ahora me voy a casa. Si quieres que te dé un aventón te voy a dar uno. O puedes sentarte aquí toda la noche.

Necesitaba un aventón.

Podía luchar contra una mujer si tenía que hacerlo. Irme con ella era mejor que sentarme aquí o tener que entrar al coche posiblemente con dos mujeres salvajes con las tetas al aire, cuando Alison estuviera listo para irse.

—Sí. Necesito que me lleven—dije, caminando hacia su coche.

Ella asintió y abrió la puerta. Abrí el lado del pasajero y entré.

Necesitaba hablar con Brittany. Ahora. Quería oír su voz.

—Debes ser una de las buenas. Las que realmente se enamoran—dijo la chica cuando llegamos a la carretera.

—Podrías decir que soy malditamente afortunada—contesté, manteniendo mis ojos en la carretera.

No iba a mirarla.

A pesar de que se hallaba vestida con una camiseta, aún mostraba todo excepto sus pezones.

—Sip. Una de las pocas—respondió ella.

Extendió la mano y encendió la música. Hinder llenó el coche y escuchamos música. La única vez que hablamos fue cuando le dije cuando necesitábamos girar.



Diez minutos más tarde se detenía en el estacionamiento de nuestro departamento.

—Puedes dejarme aquí—dije mientras conducía a una plaza de aparcamiento y detenía su coche.

—Podría, pero sólo pasa, que yo vivo en el mismo edificio. Debes ser la nueva compañera de cuarto de Alison—dijo.

—Sí —respondí.

—Soy Hayden Step. Tú vecina de al lado.


—Gracias por el viaje—dije abriendo la puerta y saliendo.

Me sentía agradecida por el viaje, pero no iba a hacer amigas.

Capitulo 8

Papá no comió el desayuno de nuevo esta mañana.

Incluso intenté hacer algo liviano: avena y durazno. Él dijo que no tenía hambre todavía y me besó en la mejilla antes de salir por la puerta.

Trataba de recordar que Sam dijo que sus medicamentos para el dolor probablemente arruinaban su apetito.

Sólo deseaba que comiera.

Me senté en la mesa sola con una taza de café. El sol de la temprana mañana por la ventana no me animaba de la manera que solía hacerlo.

Hoy tuve mucho peso en mi corazón.

Papá no comiendo y Santana no llamando.

La puerta de la cocina se abrió y Sam entró. Su sonrisa era reconfortante. No me sentía como para sonreír pero era lindo ver alguien más sonriendo.

—Buenos días, rayo de sol—arrastró las palabras y caminó para servirse a sí mismo una taza de café—No luces muy animada esta mañana. ¿Necesito patear el trasero de alguien? Porque tú sabes que lo haré.

Si no estuviera tan preocupada sobre todo en mi vida, eso me hubiese hecho sonreír.

—No, estoy bien. Sólo teniendo un momento para lamentarme por mí misma. Patético, lo sé.

Sam hizo girar su silla y se puso a horcajadas antes de sentarse en frente de mí.

—No me dejes escucharte llamarte patética. Odiaría patear tu trasero.


Esa vez casi sonrío.

—Gracias —dije.

No tenía todas las palabras para decir más.

Sam de todas maneras no las necesitó. Entendió.

—De nada. Por eso estoy aquí —respondió.

Tomamos nuestro café sin decir mucho por unos minutos. Finalmente, dejó su café en la mesa y me miró.

—¿No llamó?

Sacudí mi cabeza.

Esperé que llamara o enviara un mensaje de texto cuando llegara a casa.

Era simplemente extraño.

También dolía.

Quería que se divirtiera e hiciera amigos. No quería obstaculizar su vida ahí pero yo solía venir primero.

Anoche algo más fue primero.

Tenía miedo que este fuera el principio de muchas noches como esas.

—Llamará y tendrá una razón por el mensaje de texto de anoche. La mujer besa el suelo que pisas. No te estreses por eso. Tienes demasiado por lo que preocuparte.

Dejé mi café, estiré mi mano y toqué la de Sam y la apreté. Apretó la mía de regreso. Después de puso de pie.

—Necesito ir y ayudar a tu papá. Estará haciendo algo que no se supone que haga si lo dejo sólo demasiado tiempo.


Asentí porque tenía razón.

Papá no se lo dejaba fácil al cáncer. Estaba determinado a vivir la vida como si no la tuviese. Todos los días lo observaba desvariar sobre su vida e ignorar los tratamientos que podrían darle unos pocos meses más, me preguntaba si esta era una mejor manera de pasar el resto de sus días.

Mirándolo disfrutar la vida que siempre vivió en vez de verlo cansado por los tratamientos de quimio.

Si la quimio pudiera curarlo entonces lo forzaría a hacerlo… pero no podía.

Así tal vez… tal vez esto era mejor.

Mi teléfono sonó sacándome de mis pensamientos. Me levanté de un salto y corrí para agarrarlo de la barra.

Era Santana.

—Hola—dije, insegura sobre qué decir.

Eran las seis de la mañana.

—Britt-Britt, lo siento jodidamente tanto. No podía encontrar mi maldito teléfono anoche. Lo perdí. Después lo encontré de nuevo y la batería de mierda se agotó. No lo podía encontrar por ninguna parte. Alison lo encontró en su auto y lo trajo hasta aquí y lo dejó en mi cama en la mitad de la noche. Casi te llamé ahí pero me preocupaba que estuvieras durmiendo y no quería molestarte así que he estado esperando hasta que supiera que estarías despierta para llamarte.

No mencionó el mensaje de texto.

—Está bien. Me sentí confundida después de ese mensaje que enviaste, pero me fui a la cama temprano. ¿Te divertiste anoche?

Hubo una pausa en la línea. Mi estómago se anudó.

¿Por qué no respondía a eso?

¿Me diría algo que no quería escuchar?

Oh Dios.

¿Estaba yo preparada para esto?

—¿Qué mensaje? Yo no te envié ningún mensaje. Mi teléfono se perdió y después estuvo muerto.

¿No me envió un mensaje?

Si lo hizo.

—Um, sí, lo hiciste. Espera un segundo. Te enviaré una captura de pantalla—tiré el teléfono y encontré el mensaje de anoche y tomé rápidamente una captura de pantalla de él antes de enviarle la foto a Santana—Ahí lo envié.

Otra pausa.

Sabía que miraba el mensaje.

Tal vez se emborrachó y no lo recordaba. Pudo ser un mensaje de borracha.

Eso hubiera tenido más sentido.

—Esa hija de puta hará que le pateen el trasero—gruñó Santana en el teléfono.

Oh, no.

—¿Qué está mal, San?—pregunté, tratando de pensar una manera de calmarlo por teléfono.

—Yo no envié ese jodido mensaje, Britt. Nunca te enviaría una puta mierda de mensaje como este. Tuvo que haber sido Alison. Ella tenía mi maldito teléfono.


—San, espera. Está bien. Me sentí confundida cuando lo recibí, pero saber que no lo enviaste tiene sentido. Está bien. Por favor, no lastimes a tu compañera de cuarto. Probablemente solo trataba alejarte de tu cadena por un rato—bromeé esperando hacerla sonreír.

—¡No! ¡No te llames así, Brittany, joder! Jamás. No estoy en un buen lugar en el momento y no te necesito a ti llamándote eso. No lo puedo soportar.

—Bromeaba. Quería hacerte reír. No es la gran cosa. Te juro que no lo es.

—No fue gracioso. Tú eres mi mundo. Jamás aceptes algo como eso de mí porque esa mierda nunca seré yo. Recibes un mensaje como ese de nuevo y sabes que no soy yo. También quiero que sepas que probablemente tendrás que venir a sacar mi culo de la cárcel porque estoy a punto de herir a una hija de puta.

Oh, mierda.

¿Qué puedo hacer para calmarla?

—Sanny, por favor. Si te metes en problemas puede que no vengas a casa el domingo y realmente quiero que vengas aquí. Te extraño. Por favor, no lastimes a nadie.

—Britt-Britt, nadie me va a impedir agarrar mi auto e ir a ti el viernes por la tarde. ¿Entiendes? Nada.

—Si te metes en una pelea con una compañera de equipo puede ser un problema. ¿Qué si tienes que mudarte de tu departamento?—traté de pensar las razones por las cuales ella necesitaba mantener una cabeza calmada.

Cualquier cosa que la relajara.

No era una fan de esta Alison tampoco, si ella fue quien envió el texto no estaba segura si lo hizo por una buena razón.

Yo era la novia manteniendo a Santana alejado de las fiestas con las chicas.


—Creo que me voy a mudar ahora mismo de todas formas. No quiero a la gente tocando lo que es mío. Estoy segura que no las quiero enviado mensajes a mi chica. Esa mierda no funciona. Odio pensar acerca de tú yendo a dormir anoche pensando que yo te envié ese maldito mensaje de texto.

El dolor en su voz hizo que me doliera el pecho.

Tal vez no debí haber mencionado el mensaje. No lo quería perturbada.

Simplemente no imaginé que ella no lo envió.

—Está bien. No me sentí dolida. Me sentí alegre de que estuvieras con amigas. Pasando un buen rato. Toma una respiración profunda. Te amo y todo está bien. ¿De acuerdo?

Santana dejó escapar un gruñido de frustración.

—Dios te extraño. Quiero verte. Necesito abrazarte ahora mismo.

—Sólo unos pocos días más. Podemos hacerlo—le aseguré.

—¿Lo estás haciendo bien? ¿Cómo está tu papá?

Miré por la ventana como Sam ayudaba a mi papá a cargar un poco de comida en la camioneta.

—Él está bien. No come como solía hacerlo y descansa muchísimo más, pero aparte de eso es como siempre fue. A veces eso me asusta. Quiero hacerlo venir adentro fuera del calor y descansar. Pero otras veces eso me hace feliz. Está haciendo lo que ama. Todavía puede hacer lo que ama.

—Me alegro que estés con él. Tanto como te extraño estoy muy contenta de que estés ahí. Necesitas esto.

—Yo también.

—Te amo y te extraño como loca.


Sonriendo, me imaginé su sexy sonrisa.

—Te amo más.




Santana


Abrí de un tirón la puerta del dormitorio de Alison e ignoré las mujeres desnudas en la cama junto a ella.

Me acerqué y golpeé mi puño sobre la pared encima de su cama.

—Tienes cinco malditos segundos para levantar tu culo—gruñí.

Mi sangre ardía.

Quería herir a alguien.

La idea de Brittany yendo a dormir anoche pensando que yo envié ese mensaje me enfurecía.

Traté de calmarme hablando con ella por teléfono pero no me encontraba calmada ahora.

Alison se sentó con los ojos muy abiertos. Una de las chicas se cayó de la cama y chilló.

—¿Qué demonios, morena?—gruñó adormilada.

Tuve que escucharla follar durante dos horas antes de que ella recordará traer mi cargador.

—Hablé con Brittany esta mañana. Tú sabes qué demonios. Ahora levántate. Te doy dos segundos para que salgas de esa cama antes de que te golpee hasta morir. Nadie jode con mi mujer, joder. Nadie.


Alison lucía un poco preocupada ahora.

Movió a otra chica al costado y ella hizo un chillido de miedo. Esperé hasta que estuviera fuera de la cama antes de empujarla sobre la pared con mi brazo sobre su cuello.

Empezó a pelear de regreso y apreté lo suficientemente fuerte que sabía que su consumo de oxígeno era limitado.

—No jodas con Brittany. Nunca. No tienes idea. No tienes idea lo que ella significa para mí. Hice esa mierda barata una vez también. Era mi vida. Pero luego conocí a Brittany. Todo cambió. Ella no necesita nada más que mi completa devoción. Y si esto va a funcionar con nosotras, entonces necesitas entender eso. Respétalo.

Los ojos de Alison fueron de dormidos a abiertos.

No esperaba esa reacción. Bueno, ahora sabía.

Mi relación con Brittany no era para joder.

Asintió y trató de alejarme pero yo me mantuve firme.

—La única advertencia que vas a conseguir—dije antes de dejar caer mi brazo y dar un paso atrás.

Alison se frotó su cuello y me observó como si yo estuviera loca.

Estaba loca y era mejor si se daba cuenta ahora. La próxima vez se despertaría en un hospital y yo estaría en prisión.

—No debí enviar ese mensaje, pero quería que te divirtieras anoche. Te preocupas demasiado por ella todo el maldito tiempo. Esta vida no es fácil. Llega a ser demasiado a veces. Necesitas una salida de alivio. Sólo trataba de ayudarte. Todos venimos de la Universidad con noviecitas o noviecitos del pueblo. Eso nunca dura. Esta vida no es algo que ellas puedan manejar y eventualmente nosotros necesitamos más. Ya verás.

Ella no tenía idea.

—No, tú verás. Ella es la razón por la que me despierto en las mañanas. Estará aquí una vez que ella…

No lo podía decir.

No estaba preparada para pensar acerca del dolor que perder a su papá le causaría.

—Estará aquí pronto y cuando lo esté tú lo entenderás.

Alison sacudió su cabeza.

—Lo que sea, morena. He visto sus fotos. Las tienes todas en tu habitación y tu teléfono. Es caliente. Quiero decir, admitiré que se ve bien pero es una chica country de la ciudad natal. Tú no has probado esta vida todavía y cuando lo hagas vas a quererla. Aquí es dónde nos dirigimos. Las grandes ligas. Mujeres, mujeres y más mujeres.

Sólo quería a una mujer.

Sólo una que siempre desearía.

Sacudí mi cabeza y salí de la habitación. Alison no iba a entenderlo. Estaba enojado con ella, pero se lo comuniqué.

Ella no arruinaría más mi vida. Lo sabía con seguridad.

Fui como Alison una vez. La conocía.

Ella simplemente no había conocido a alguien como yo antes. Alguien con Brittany.




No esperé por Alison antes de dirigirme a la sala de pesas para hacer ejercicio.

No estaba preparada para mirarla todavía.

Además, no quiera estar con ella en caso de que decidiera tener otra ronda con esas chicas antes de que se fueran.

El problema con esto era que no me había hecho ningún maldito café antes de irme.

Después de una noche sin dormir necesitaba cafeína.

Abrí la puerta de mi auto cuando escuché alguien chiflar detrás de mí. Dándome la vuelta, vi a Hayden caminando en mi dirección.

Mierda.

—Oye, tú, ¿a dónde vas tan temprano?

De nuevo.

No me encontraba aquí para hacer amigas. Especialmente vestidas como ella.

—Entrenamiento—solté y me metí en el auto.

—Eres una grosera hija de puta. ¿Sabes eso?—me gritó de regreso.

—Soy una hija de puta tomada—respondí.

—No trataba de tener tus bebés, Santana de mierda López. Sólo trataba de ser amistosa. Demonios.

Cerré la puerta de golpe y me fui.

No me importaba una mierda lo que ella tratara de hacer.

No me acercaría a eso.

Ni siquiera una pequeña conversación.

Capitulo 9

Tomé un termo grande de limonada para Sam.

Ya le había dado uno a papá. Sabía que Sam tenía que estar sediento pero no precisamente por agua.

Martillaba en un nuevo lugar donde la cerca se hizo débil. Solté un silbido fuerte cuando me acerqué y él miró hacia arriba.

—Gracias a Dios. Me preguntaba lo que tenía que hacer para conseguir algo de esto. Codicié a Wilson cuando bebió el suyo.

Sonriendo le entregué el suyo. Tomó un largo trago y luego se limpió la boca con el dorso de su brazo.

—Demonios, chica, tú sabes hacer un poco de limonada.

Me senté en el cubo de diez galones de alimento que tenía a su lado.

—Gracias.

Sam se apoyó en la valla y tomó otro sorbo de su limonada.

—Entonces, ¿ya hablaste con Santana?

Asentí.

—Sí. Ese texto no fue de ella. Su compañera de cuarto lo envió. Santana no sabía nada de él hasta esta mañana. No se sentía feliz.

Los ojos de Sam se desviaron.

—Oh, demonios—dejó escapar una carcajada—Realmente odiaría ser esa mujer en este momento.


Me sentía preocupada por eso.

Tuve que esforzarme para no llamar y asegurarme de que Santana no hubiera vencido a su nueva compañera de cuarto.

—Lo sé. Sin embargo, creo que la calmé. Lo intenté muy duro.

Sam frunció el ceño y puso el termo abajo.

—Su vida va a ser diferente ahora que está en una gran universidad. Saben eso, ¿cierto? Me refiero a que esa compañera de cuarto suyo no va a ser la primera persona tratando de arruinar todo.

Empezaba a darme cuenta.

No me hallaba segura de qué hacer con eso.

No podía ir con ella ahora. Tenía que estar aquí con mi papá.

—Confío en Santana. Eso es todo lo que importa.

—Bueno. Tienes que confiar en ella. Es una persona afortunada y lo sabe—Sam guiñó un ojo y se levantó de su posición relajada en el poste—Tengo que volver al trabajo antes de que tu papá me atrape. Voy a hablar contigo más tarde.

—Bien. Me dirijo a Sea Breeze. Rach llamó y me pidió que fuera a almorzar con ella y Kitty. Necesito un poco de descanso de aquí. Un momento para no preocuparme por papá. Mantén un ojo en él, ¿sí?

Sam me saludó.

—Lo tengo. Ve a divertirte. Me mantendré fuerte.

Me encantaba este chico





Dos horas más tarde caminaba por el café Camilla en Sea Breeze.

Rachel ya se hallaba sentada y me saludó con la mano desde una mesa junto a la ventana.

Kitty también se encontraba ahí, junto con una castaña que sabía que era la novia de Artie Abrams.

La propuesta de Artie fue viral en Internet hace dos meses. Sugar Motta era una celebridad en esta pequeña ciudad. Enganchó a la estrella de rock y lo hizo en Sea Breeze.

Era también la mejor amiga de Kitty.

Yo sólo había estado cerca de ella durante la boda de Quinn y Rachel. No estaba segura de cómo iría un almuerzo con ella.

¿La gente se detenía y le preguntaba para conseguir una foto con ella?

¿O la dejaban en paz?

—¡Oye, tu! Siento como si no te hubiera visto en mucho tiempo. Estoy tan acostumbrada a ti y Santana estando justo en la misma calle—dijo Rachel de pie mientras me acercaba a la mesa.

Me abrazó, lo cual era normal para Rachel.

Ella y Santana eran tan cercanas como hermanas y ahora me trataba como si fuera su familia también.

—Lo sé. No ha sido fácil estas dos semanas—dije tratando de sonreír.

La última vez que la vi su vida había sido perfecta. Mucho había cambiado.

La sonrisa de Rachel se desvaneció y un ceño preocupado arrugó su frente.

—¿Cómo lo llevas? Hablé con Santana ayer. Está preocupada por ti. Por no estar aquí para ti. Tuve que convencerla, de nuevo, de que esto era lo mejor. No puede hacer nada aquí. Sólo quiere estar aquí.


Asentí y tomé asiento frente a Rachel y al lado de Kitty.

—Sigue diciendo eso y yo también—le dije a Rachel, luego miré a Kitty y Sugar—Hola, chicas.

Kitty se acercó y me apretó la mano.

—Oye. He estado pensando en ti. Me alegro de que hayas venido hoy. No quiero molestarte, pero si necesitas algo, quiero decir, si necesitas algo en absoluto, sólo llámame—dijo.

Kitty te recordaba a la perfecta muñeca rubia Barbie. También era increíblemente dulce.

No estaba segura de cómo una mujeriega como Marley Rose la enganchó.

Era tan saludable y buena.

—Gracias—contesté.

Quería cambiar de tema.

Hablar de papá no iba darme un descanso de mis pensamientos y sólo haría a todos en la mesa solemnes.

Le sonreí a Sugar.

Incluso tenía una mirada de preocupación en su rostro.

—Háblame sobre estar comprometida con una estrella de rock. Necesito una distracción de mi vida.

Sugar se sonrojó y una sonrisa apareció en sus labios. No es de extrañar que llamara la atención de Artie Abrams.

Según Kitty, Quinn tuvo un enamoramiento fugaz por Sugar también.

Trabajaron juntas en la casa de Artie Abrams en el verano. Sugar llamó la atención de la estrella de rock y luego ella se enamoró.

Él no se había preparado para alguien que no se hallaba interesada en su personaje y que no escuchaba su música.

Tampoco se preparó para su dulzura.

Cuando su relación llegó a los medios, Artie la dejó aquí tratando de darle una vida libre de su celebridad. Pero entonces había sido herida y él volvió.

Por lo que dijo Kitty, el resto es historia. No la dejó lejos de su lado desde entonces.

—Bueno... es diferente. Antes del compromiso las cosas eran locas. Pero ahora que el video fue lanzado, las cosas son diferentes para mí. Solía pasar desapercibidas, pero ahora la gente me conoce en todas partes. Es extraño... pero no lo cambiaría. No puedo imaginar mi vida sin Artie así que está bien. Me adapto.

—Puedes estar adaptándote pero Artie todavía está estresado. Ha enviado mensajes de texto y llamado cinco veces esta mañana para ver cómo te encontrabas. ¿No se suponía que iba a estar haciendo una sesión de fotos para la revista Rolling Stones esta mañana?

Sugar se rio entre dientes.

—Sí, pero cuando no estamos juntos me verifica a menudo. No puede evitarlo.

Me alegré de que Santana no creyera que tuviera que hacer eso.

Estaría preocupada por su vida siendo miserable si lo hacía. Pero entonces, ella no era una famosa estrella de rock y no tenía que preocuparse por los paparazzi persiguiéndome o aficionados apasionados.

—Sigo diciéndole que la deje conmigo cuando vaya de gira en el otoño, pero se niega. No va a salir de gira sin ella. Pero entonces ella no está de mi lado tampoco. La sacó de Sea Breeze y estoy lidiando con el hecho de que no va a volver. Se está convirtiendo en una chica Californiana ahora —dijo Kitty con una sonrisa triste en su rostro.

Sabía que perdió a su amiga pero también entendía lo que era estar enamorada.

—Ryder sigue diciendo que se muda a la casa de verano. Nunca lo hace, pero sigue amenazando. No puedo imaginarlo feliz en Sea Breeze. Ha vivido en Los Ángeles con sus padres y Artie desde que tenía diez años—dijo Sugar.

—No puedo imaginar a Ryder viviendo aquí—Kitty se fue apagando.

Conocía a Ryder mejor que el resto de nosotras. Salió con el hermano menor de Artie Abrams cuando Marley aplastó su mundo. Ryder fue un buen amigo durante ese tiempo.

También puso celosa a Marley.

—Bueno, Rach, ¿cómo va a ser el cuarto de niños? Tienes que saberlo ya—dijo Kitty dirigiendo la atención fuera de Sugar.

Pude ver la mirada de alivio en el rostro de Sugar y me di cuenta de que Kitty lo hizo a propósito.

—Bueno, estoy pensando en ir con una impresión diesel. Tal vez azul pálido y marrón. De esa manera puede ir para un niño o una niña—dijo Rachel mirando a cada una de nosotras esperando nuestra reacción.

—Me encanta la impresión diesel, pero ¿todavía tendrá estilo en seis meses?—preguntó Kitty.

—Creo que es un patrón que estará alrededor por un tiempo—respondió Sugar.

—Si no haces una impresión diesel podrías hacer un tema costero. Si te enteras de que es un niño puedes poner más de una vuelta náutica—sugerí.

Rachel asintió, mirándome lentamente.

—Me gusta eso. Todavía podría utilizar la impresión diesel también, pero hacer el mar azul y blanco en su lugar.


—Ohhhh, me gusta esa idea. No era fan del marrón, creo que el azul y el marrón pasarán de moda rápidamente. Eso y el gris y amarillo se han usado demasiado —dijo Kitty.

La camarera se detuvo en nuestra mesa y nos preguntó por nuestros pedidos de bebida.

Cuando sus ojos se posaron en Sugar se desviaron. Me di cuenta de que no sabía cómo manejar el hecho de que esperaba por la novia de Artie Abrams.

Sugar también se veía incómoda.

Como si estuviera preparándose para un momento admirador.

—Sip, es quién crees que es, pero sólo quiere comer el almuerzo y visitar amigos. ¿De acuerdo?—dijo Kitty con dulzura.

La camarera parecía hablar consigo misma y asintió rápidamente murmurando una disculpa y salió corriendo.

—Te estás convirtiendo en una profesional manejando esto—le dijo Sugar a Kitty, sonriendo.

—Estoy aquí para eso, chica —respondió.




Pasamos las siguientes dos horas hablando de los nombres del bebé, lugares en que Sugar y Artie podían casarse, los tres mensajes que me envió Santana mientras me encontraba sentada ahí, y la repentina aparición de Marley.

Buscaba a Kitty y sólo quería un beso, lo que hizo doler mi pecho por Santana.

Luego nos abrazamos y planeamos hacerlo de nuevo en dos semanas cuando Sugar estuviera de vuelta en la ciudad para el cumpleaños de su mamá.




Santana


Alison y yo no nos dirigíamos la palabra.

No después de la otra mañana cuando casi pateé su trasero.

Empezaba a considerar buscar un nuevo lugar para quedarme. No debería haber aceptado esta cosa de compañeras de habitación.

Dejé que mi nuevo entrenador me presionara a hacerlo. Ahora empezaba a ver que era una mala idea.

Miré mi teléfono.

Esta noche había una reunión de equipo llamada por el entrenador para todas las jugadoras restantes que no fueron a casa para el verano. Íbamos a ver el material de juego de los equipos que necesitábamos preparar para este año.

La temporada de verano es "opcional", pero sabía que si quería mantener esta beca no era opcional para mí.

También tendría que trabajar en el campamento para niños que comenzó en la semana.

Tendríamos tres semanas de campamentos y luego la temporada de verano entraría en vigor.

La idea de no poder ir a ver a Brittany los fines de semana empezaba a asustarme.

Antes le mandé mensajes de textos y ella había estado con Rachel, Kitty y Sugar.

Eso me hizo respirar más fácil.

Sabía que podía contar con Rachel para cuidar a Brittany. La llamaría más tarde y le daría las gracias.

También quería ver cómo actuó Brittany. Cómo se encontraba emocionalmente.

Realmente llegaría tarde esta noche. Marqué su número y esperé oír su voz.

—Oye—su voz sonaba feliz.

—Oye, Britt-Britt, ¿te divertiste hoy?

Sonaba sin aliento.

—Sí. Disfruté la charla de chicas. ¿Has tenido un buen día?

—Te extraño. Sin embargo, me alegro de que hayas tenido un buen rato con las chicas.

Ella dejó lo que hacía y respiró hondo.

—¡Gah! Necesito estar en mejor forma—resopló—También te extraño. Sólo dos días más—dijo.

—¿Qué estás haciendo?—le pregunté mientras continuaba respirando con dificultad.

—Arrastro bolsas de alimento. Papá necesitaba ir a acostarse. Su cabeza le dolía y se veía muy pálido. Estoy ayudando a Sam para que no se atrase y papá lo haga trabajar más duro mañana.

¿Arrastrando alimentos?

¿Qué demonios?

—Britt. Esos alimentos pesan cincuenta kilos la bolsa. ¡No necesitas jodidamente llevarlo! Ni yo lo hacía. ¿Dónde está Sam? Ponlo en el teléfono.


Tenía que volver a casa con ella. No podía dejarla allí sin mí.

Esta mierda pasaría.

—Sam está tratando con dos vacas que salieron de la valla en el extremo sur de la pradera. No sabe que estoy haciendo esto. Ni siquiera sabe que papá tuvo que acostarse. Así que relájate. Yo me encargo. He arrastrado bolsas de alimento antes. Va a llover pronto y no necesito cientos de dólares de alimento mojándose. Y no me mientas, muchas veces lo hacías también,

Mierda. Mierda. Maldita sea. Odiaba esto.

[i]—Tiene que estar muy caluroso hoy, Britt. No tienes que estar afuera en el calor haciendo esa mierda. Por favor, ve dentro y espera a Sam.

Se echó a reír en voz baja en el teléfono y mi interior se derritió. Sólo escuchar su risa me hizo sentir mejor. Incluso si quería que dejara de mover bolsas que pesaban demasiado en el maldito calor.

—Estoy bien, San. No me rompo tan fácilmente. Además, sólo tengo que llevar una bolsa a la seguridad del granero.

Iba a llamar a Sam esta noche.

Teníamos que revisar lo que era seguro para Brittany y lo que no. Mejor aún, lo atraparé solo este fin de semana y lo haré claro y real.

—Deja la última bolsa para él.

—¿Me has llamado sólo para hacer alboroto sobre el trabajo o tenías algo más que hablar?—la burla en su voz alivió mi temperamento.

La echaba de menos jodidamente demasiado.

—De hecho, te llamé temprano por una razón. Tengo una cosa de equipo esta noche con el entrenador. En su casa. Vamos a discutir la temporada de verano y revisar imágenes de los equipos que tenemos que vencer. Podría llegar tarde. Quería oír tu voz y hacerte saber dónde estaba y que te amo y que no te estoy dejando por una maldita fiesta.

—Echaré de menos hablar contigo antes de irme a dormir, pero me alegro de que estés llegando a pasar tiempo con tus compañeros de equipo. Diviértete esta noche. Llámame cuando puedas mañana.

—Te amo, y cuento las horas hasta que pueda sostenerte de nuevo—dije imaginándola toda sudada en esos cortos pantalones vaqueros y una camiseta sin mangas que sabía que usaba en este momento.

Incluso tendría sus botas de trabajo, que eran sexy como el infierno.

—También te amo. Siempre.

Capitulo 10

Me senté en el porche, mirando el camino de entrada hacia los faros de Santana.

Papá se fue a la cama hace una hora y Sam se sentó aquí conmigo por un tiempo. Se acababa de ir su casa.

El dormitorio del granero se encontraba listo esta vez.

Puse sábanas en el colchón matrimonial, almohadas y una manta. Incluso me aseguré de que tuviéramos toallas y jabón para la ducha.

Papá tomaría sus píldoras para ayudarlo a dormir y estaría dormido toda la noche. Pero incluso si no estaba, sabía que él veía las cosas de manera diferente ahora.

Quería saber que estaba a salvo.

Que tenía a alguien que me ame y me proteja. También sabía que había elegido a Santana.

No le dije que estaríamos en el granero esta noche, pero sabía que él probablemente lo adivinó.

Cuando no dijo nada al respecto antes de irse a la cama me di cuenta que lo aceptó.

Afeité mis piernas y todas las otras áreas que necesitaban atención. Incluso me hice pedicura y manicura. Me enderecé el vestido amarillo que llevaba puesto y sonreí.

No podía esperar a ver la cara de Santana cuando se diera cuenta de que no llevaba bragas.

Dos faros brillantes doblaron el camino de tierra que conduce a la casa y todos los otros pensamientos me dejaron. Me levanté de un salto de la mecedora donde me encontraba sentada y me eché a correr.

El coche de Santana se detuvo bruscamente en la calzada y la puerta se abrió de golpe y saltó fuera. Su cuerpo apenas había salido del coche cuando me arrojé a sus brazos y me eché a llorar.

No tenía intención de hacerlo. Pero no podía evitarlo.

Ella estaba aquí.

Me alegré de que no me hubiera puesto otra cosa más que rímel a prueba de agua y un poco de brillo en los labios.

Los brazos de Santana se apretaron a mí alrededor y me sostuvo contra su pecho.

—Te sientes tan bien—susurró con voz ronca en mi pelo—Te extrañé tanto, mi amor—se echó hacia atrás lo suficiente para que pudiera mover la cabeza hacia y capturar mis labios con los suyos.

Me incliné hacia su beso y la saboreé.

El sabor a menta en su lengua era delicioso.

Ella era deliciosa.

Moví mis brazos hasta su pecho y los enterré en su pelo. Santana dejó caer sus manos para ahuecar mi trasero. Se quedó inmóvil y luego pasó sus manos por la parte exterior de mi vestido antes de tirar lentamente el vestido hasta que sus manos estaban en mi trasero desnudo.

—Maldita sea—gruñó rompiendo el beso y mirando hacia mí—, No estás usando jodidas bragas.

Le sonreí maliciosamente.

Sabía que esto la excitaría. Como si necesitáramos cualquier emoción extra.

Sólo verla y sentirla me volvía loca.

—Granero, ahora—dijo inclinándose para recogerme.

Envolví mis piernas alrededor de su cintura y me di cuenta que esto podría haber sido un error.

Su entrepierna rozo la mía y grité. Había pasado demasiado tiempo.

—Dios, Britt-Britt, ¿dónde está tu papá?—preguntó sosteniendo mi trasero en sus manos mientras caminaba hacia el granero en largos pasos decididos mientras yo gemía del placer que la fricción me causaba.

—Dormido—me las arreglé para responder.

Santana abrió la puerta del granero y me bajó mientras cerraba detrás de ella. Me agarró de la cintura y luego deslizó su mano entre mis piernas y dejó escapar un sonido complacido mientras mis rodillas se doblaron por el roce de sus dedos.

—Desnuda. Te necesito desnuda—dijo mientras tomó la parte inferior de mí vestido, lo tiró por encima de mi cabeza y lo arrojó sobre el fardo de heno más cercano—Te mereces una cama pero no puedo llegar tan lejos—dijo mientras se desabrochó los vaqueros y me empujó suavemente hacia atrás sobre el caballete de madera detrás de mí.

Los vaqueros se le cayeron de las caderas y llegó a mí, levantándome y acomodándose en un movimiento rápido. Me apoyó contra la pared con la parte inferior apoyada en el caballete, mientras tomó mis caderas y comenzó a moverse.

Sus ojos oscuros se clavaron en los míos.

—Tan malditamente bueno. Jodido cielo—juró mientras me miró a los ojos.

Se lamió los labios haciéndome temblar antes de que ella se alejara de mí y se pusiera de rodillas entre mis piernas y comenzara a saborearme como una persona hambrienta.


El primer rugido de aprobación de su pecho me envió al borde. Agarré su cabeza y grité coreando su nombre una y otra vez. Santana besó mi palpitante clítoris antes de acomodarse otra vez para que nuestros sexos se rozaran.

—Nada sabe tan perfecto. Nada—sus palabras sólo me excitaron más.

Acababa de tener un orgasmo, pero estaba a punto de tener otro.

El brillo de emoción en sus ojos mientras su placer se construía me hizo jadear mientras me acercaba de nuevo.

—Me vengo, Britt-Britt. Te quiero conmigo—dijo en un suspiro ahogado.

Asentí.

—Ahora—gimió en un fuerte grito de liberación.

Encontré su liberación con mi propia mientras arañé su espalda y grité su nombre.

Santana soltó mis caderas y envolvió sus brazos alrededor de mí, después me levantó. Se quitó los pantalones y se dirigió al dormitorio.

Tenía parte de la ventana abierta y el aire fresco golpeó nuestra piel empapada en sudor mientras entrábamos.

—Te juro que iba a hacerte el amor lento y con calma. Ese era mi plan, pero maldición, Britt-Britt, no llevabas bragas—dijo Santana mientras me sonrió.

Riendo, extendí la mano y la pasé sobre su pecho desnudo.

—Lo quería salvaje. Tenemos tiempo suficiente para lento y dulce.

Miró a su alrededor y tomó nota de las sábanas y la manta en la cama y su sonrisa se ensanchó.

—Parece que mi chica tenía el lugar preparado para nosotras.


—Síp. Ahora vamos a tomar una ducha y quitar el polvo de mi culo, entonces podemos intentarlo de nuevo en la cama.

Santana se agachó y tomó mi mano tirando de mí contra ella.

—Sólo si consigo lavar ese pequeño coño dulce. Lo he echado de menos.

Me incliné hacia ella.

—Él podría decírtelo. Lo has hecho sentir muy abandonado.

—Mmm, vamos a limpiarlo—dijo mientras besaba la piel suave detrás de mí oreja—Entonces voy a besarlo hasta que grites tantas veces que pienses que no puedes aguantar más.




Santana


Estaba tratando muy duro de no tocar constantemente a Brittany.

No fue fácil.

Dejarla ponerse la ropa esta mañana fue bastante difícil. Ahora tenía que sentarme y verla cocinar el desayuno sin tocarla porque su papá estaría caminando en la cocina en cualquier minuto.

Además, cuando nos tocábamos, tendíamos a olvidarnos de todo lo demás.

Sonreí pensando en mí besándola antes de salir del granero y cuán rápido terminamos haciendo el amor contra la maldita puerta.

Sam había entrado mientras me abotonaba mis pantalones acomodándolos.

Sí... Será mejor que no la toque aquí.

—Papá no quiere comer mucho, si es que no come en absoluto—susurró Brittany, mientras colocaba un plato de panecillos sobre la mesa—Pero Sam vendrá, y comerá con nosotros—volvió a la cocina, vertió la salsa que hizo en un recipiente y la colocó junto a los panecillos—Traté haciendo desayunos ligeros como avena y papá ni siquiera toca eso. He conseguido que coma un simple panecillo algunos días con su café. Así que, los hago todas las mañanas. Hice el tocino para ti. Sé que él no va a tocar eso.

Pude ver el gesto de ansiosa preocupación en su cara y lo odiaba. Quería hacer algo para hacer que se vaya.

Esto era con lo que trataba todos los días mientras yo estaba fuera.

Asegurándose que su papá comiera.

Asegurándose que bebiera lo suficiente.

Asegurándose que estuviera vivo.

Me dolía el pecho.

¿Cómo el estar lejos de ella durante este tiempo fue bueno para nosotras?

Debería estar aquí.

—¿Quieres un poco de leche con eso?—preguntó, abriendo la nevera.

Me puse de pie. Iba a tocarla. No podía dejar de tocarla.

—Siéntate. Voy a preparar las bebidas. Ve a comer—le dije tomándola de la cintura y volviéndola hacia la mesa.

Ella negó con la cabeza.

—No, tengo que mantenerme ocupada por las mañanas. Me ayuda a no pensar demasiado.

—¿Comes?—le pregunté, alcanzando los vasos antes de que ella pudiera.

—Sí.


—No. No lo suficiente—respondió Sam mientras la puerta mosquitera se cerró detrás de él—Mírala. Ha perdido peso. Alimenta a la mujer. Por favor.

—Samuel, silencio. Sí como—dijo Brittany mirando a Sam.

—Bebe jugo de naranja y café por las mañanas—dijo Sam mientras tomaba su vaso y lo llenaba con la leche que se encontraba en el mostrador y luego fue a sentarse a la mesa.

Sabía qué demonios bebía con su desayuno.

Habíamos estado viviendo juntas durante ocho meses hasta hace dos semanas.

No necesitaba que me diga lo que bebía.

—Lo sé—le espeté, tomando un vaso y vertiéndole jugo de naranja—Siéntate.

—Deja de protestarle. Va a patearte el culo si sigues haciendo eso—dijo Wilson en una alta voz retumbante mientras entraba en la cocina.

Me alegré de oírlo sonar como siempre lo hacía. No parecía enfermo.

Me volví a mirar al papá de Brittany.

Estaba más delgado y los círculos oscuros bajo sus ojos eran peores.

—Gracias, papá. ¿Quieres un panecillo?—preguntó ella, apresurándose a conseguir un panecillo y poniéndolo en una servilleta.

Wilson no parecía que quería un panecillo, pero lo tomó de sus manos y sonrió.

—Gracias, lo tomaré y mi café afuera. No estoy seguro de que puedo soportar a estos dos actuando como mamás gallinas.

Estaba segura de que no iba a comer ese panecillo.


Él iba afuera para ocultar este hecho de Brittany. Ella sólo asintió y le entregó un termo de café que le vi preparar para él.

—No te tardes mucho, chico, tenemos un ternero que va a venir hoy —le gritó Wilson a Sam, quien se limitó a asentir.

Cuando la puerta mosquitera se cerró tras él, Brittany se acercó y se sentó en una silla.

—Al menos tomó un panecillo. Eso es bueno—dijo con una sonrisa forzada.

Le arreglé un plato echándole mantequilla a su panecillo antes de poner la salsa sobre él de la manera que le gustaba, entonces lo puse delante de ella.

Me frunció el ceño.

—Cómelo o te pongo en mi regazo y alimento esa pequeña boca linda.

Sam rio y Brittany trató de fruncir el ceño, pero una pequeña sonrisa curvó sus labios en su lugar.

—Está bien. Voy a comerlo, pero sólo porque te extrañé.

—Bien—contesté, volviendo a sentarme en mi silla y tomando un bocado de mi tocino.

No quité mis ojos de ella.

Vi como cortó su panecillo y salsa con un tenedor antes de tomar un bocado. Me miró cuando ella empezó a masticar.

Me eché hacia atrás relajada.

Podría verla todo el día.

—Escuchen, si ustedes dos van a follarse con los ojos la una a la otra durante el desayuno, no voy a ser capaz de sentarme aquí y comer—dijo Sam.


—Bien. Sal—dije sin apartar la mirada de Brittany.

Sus mejillas se tornaron de un rosa brillante y agachó la cabeza.

—Sam, ignórala y come tu desayuno—dijo Brittany con voz suave, levantando sus ojos para mirarme de nuevo. Me guiñó un ojo y se mordió el labio inferior.

Tendría que chupar ese labio inferior tan pronto como Sam sacara su culo de aquí y hacer que se sienta mejor.

—Ya he terminado de todos modos. Tengo que salir y ayudar a Wilson. Él va a estar tratando de hacer toda la preparación por sí mismo. Hombre terco—dijo Sam mientras se levantaba y se dirigía a la puerta.

—Por favor, llámame si me necesitas ahí abajo—le dijo Brittany mientras salía de la cocina.

Una vez que la puerta se cerró detrás de él, empujé mi silla hacia atrás y di unas palmaditas en mi rodilla.

—Ven aquí—le dije.

Ella bajó la mirada hacia mi regazo y después a la puerta. Luego se levantó y se acercó a sentarse en mi regazo.

—¿Qué estás haciendo?—preguntó con voz emocionada.

—Te voy a alimentar. No puedo verte comer tan lejos. Tengo que ser capaz de tocarte. Ha pasado demasiado tiempo—le expliqué.

Sonrió hacia mí y mi mundo era correcto.





No quería perder el tiempo con la gente cuando podía tener a Brittany toda para mí.


Pero Kitty llamó a Brittany y nos invitó a ir a la playa con la pandilla y Brittany dijo que sí.

Malditos amigos.

La multitud de verano cubría la playa de Sea Breeze.

Kitty ya tenía sillas y sombrillas de alquiler para todo el mundo y estaban colocadas en un semicírculo frente al agua.

Brittany llevaba un bikini rojo que no me gustaba la idea de ella usándolo, pero trataba de recordarme a mí mismo que necesitaba esta distracción.

Ella necesitaba divertirse.

Su vida ahora era bastante estresante.

Si ella quería usar un diminuto bikini en la playa la dejaría. Yo sólo sería su puta sombra y le frunciría el ceño a todo el que viera en su dirección.

—¡Hola, a ustedes!—Kitty sonrió cuando se volvió para vernos acercarnos.

Rachel saltó de su silla y corrió a abrazar a Brittany y luego a mí.

—No sabía que podía extrañarte tanto—susurró Rachel en mi oído y me sonrió.

—Siéntate y toma una cerveza y luego me dices todo sobre el equipo de Softbol de Hill State. Apuesto a que es genial—dijo Marley inclinándose hacia atrás y tirando de Kitty para sentarse entre sus piernas.

Marley rechazó una beca de Softbol de Florida. Decidió tomar uno más cerca de casa en el sur de Alabama.

Ojalá hubiera tenido la misma elección.

Hubiera elegido el hogar también.


—Es bueno. El equipo parece genial. No he pasado mucho tiempo con ellos aparte de entrenar. La temporada de verano es más ocupada de lo que esperaba que fuera. Me gustaría poder quedarme más en casa.

Los ojos de Marley pasaron a Brittany y luego de nuevo a mí.

Lo entendió.

Marley era probablemente la única persona aquí que no entendía por qué dejé a Brittany.

¿Ella habría dejado a Kitty?

—Tengo que pasar y comprobar las cosas. Asegurarme de que estén listos para la jodida de Santana López—dijo Marley, luego tomó un trago de su cerveza antes de mordisquear el cuello de Kitty haciéndola reír.

—Necesitas protector solar—le informó Quinn a Rachel, mientras caminaba hasta el grupo con una botella de protector solar en la mano.

Sonreí, porque alguna vez fui yo quien tenía que recordarle a Rachel usar su maldito protector solar antes de que ella se quemara.

—Entonces, pónmelo —dijo ella.

Echaba de menos esto.

Sostener a Brittany en mis brazos y escuchar a mis amigos. Como si pudiera leer mi mente, Brittany inclinó la cabeza hacia atrás y me sonrió.

—Te amo —susurró, después me besó la barbilla.

—Te amo más —le respondí inclinando mi cabeza hacia abajo para que pudiera besar sus labios.

—Me doy cuenta de que ustedes dos han estado lejos la una de la otra, pero si pudieran abstenerse de hacerlo en público se los agradeceríamos—el arrastre de palabras divertido de Emily me hizo sonreír contra los labios de Brittany.

Ella se echó hacia atrás y miró a Emily.

—Y pensar que te extraño, Emily—dijo Brittany.

Emily le guiñó un ojo y echó la toalla en una silla vacía.

—No hace falta que me extrañes, niña bonita. Puedes venir a verme cuando quieras.

Si no supiera que bromeaba, estaría cabreada.

En lugar de ello me centré en saborear el cuello de Brittany que ella arqueó tan amablemente en mi dirección.

—¿Dónde está Mike y la familia?—le preguntó Quinn a Marley.

—Ya vienen, cargar esa tripulación lleva un tiempo. Normalmente los espero a todos con una hora de retraso. Tina pasa todo el tiempo arreglando el pelo de Clarke mientras arregla su propio pelo. Te juro que esa chica tiene cada vez más malditos lazos.

El sonido complacido en su voz mientras hablaba acerca de la abundancia de lazos de su hermanita y Tina pasando el tiempo en su pelo no pasó desapercibido por nadie.

Mike y Tina habían adoptado a la pequeña hermana y hermanos de Marley.

Marley todavía jugaba un papel importante en su vida, pero ella no tenía que ser más la hermana mayor, diagonal papá, diagonal mamá.

Ya lo había hecho lo suficiente.

—No puedo esperar para ver a Clarke. No la he visto en meses. Apuesto a que ha crecido treinta centímetros—dijo Brittany, mientras movía su cuello de mi boca.

Sólo sonreí y seguí.

—Lo ha hecho y no está balbuceando más. Tina la tenía en terapia del habla. Ella está haciéndolo muy bien—respondió Kitty.


Brittany finalmente se dio la vuelta y me miró.

—¿Podrías parar?—susurró.

—Probablemente no. Hueles demasiado bien—contesté en un susurro más fuerte.

—Charla con tus amigos. Te han extrañado.

—Te he extrañado más—le dije, y di un pequeño mordisco en el lóbulo de su oreja.

—¿Qué tal si vamos a nadar un poco? ¿Entonces, vas a prestar atención a todos los demás? —preguntó.

—Lo dudo, pero vamos a ir a probarlo y ver.

Capitulo 11

El fin de semana pasó demasiado rápido.

Ver a Santana alejándose de nuevo me lastimó tanto como lo hizo la primera vez.

Tuvo que volver al campamento de Softbol para niños que la escuela lleva a cabo cada verano.

Se esperaba que aquellas que tuvieran una beca completa trabajaran en los campamentos.

Trató de convencerme que la dejará venir a casa la noche del sábado. Prometió que terminaría la universidad al mismo tiempo que Quinn y conseguiría un trabajo.

Estaríamos juntas y la verdad es que sonaba maravilloso.

Pero no podía dejar que lo hiciera.

Cuando esto termine y mi papá se haya ido, Santana habría perdido su sueño.

Por mí.

Nunca podría permitirlo.

Se resentiría conmigo algún día. Tal vez no pronto, pero un día se preguntaría: “¿Que si…?” y todo eso sería mi culpa.

También.

Usé la excusa de que quería este futuro para nosotras de nuevo y la envié de vuelta a Tennessee.


Saber que esta vez serían tres semanas antes de su regreso casi me mataba.

Sam me abrazó durante al menos una hora y me dejó llorar en su hombro.

Mantuve la calma el tiempo suficiente para que su auto girara en la esquina antes de desplomarme.

Sam había estado justo ahí para recogerme y llevarme al pórtico.


Para el miércoles me encontraba mejorando.

Dormía en mi habitación de nuevo. Las dos primeras noches dormí en el granero, así podía oler a Santana. Pero empecé a preocuparme en cuanto a papá necesitándome en la noche y yo no estando ahí, así que decidí dormir en la casa la noche del martes.

Si iba a estar tres semanas sin Santana, tenía que recuperar el autocontrol.

Dormir en las sabanas donde habíamos hecho el amor una y otra vez no me ayudaba a lidiar con ello.

Me ponía peor.

Esta noche acepté cenar en casa de los Evans.

Sam me preguntó por la cena de su mamá de nuevo ayer por la noche y por fin acepté.

No podía guardarle rencor a Jessica para siempre.

Ella fue una mamá cuando necesité una mientras crecía. Sabía que su amor por Casey contaminaba que yo esté en otra relación. Verme con alguien más que Casey tenía que ser doloroso para ella.

Fuimos inseparables desde el momento en que éramos niñas.

Mientras me detenía en frente de la gran foto, que todavía se cernía sobre su chimenea, de Casey y Sam cuando tenían catorce años, comprendí que una parte de mí también iba a sentir dolor siempre por ella.

La echaba de menos.

Aunque amaba a Santana más de lo que jamás amé a Casey, todavía la amaba.

Fue mi amor de la infancia.

Mi mejor amiga.

Mi otra mitad durante tanto tiempo.

A veces me preguntaba qué diría acerca de papá. Cuáles serían sus sabias palabras. Si tan solo pudieras hablar con alguien en el otro lado cuando lo necesitabas.

—Por mucho tiempo quise que la quitara—dijo Sam mientras entraba en la habitación—Pero cambié de opinión. La extraño. Es bueno venir aquí y ver su rostro. Recordarla.

Concordé.

Era agradable.

—Esos eran los buenos tiempos. Ella era especial—dije mirando sus rostros idénticos.

No obstante, conocía la diferencia.

Estaba en sus ojos.

Casey siempre tenía ese brillo inquieto. Quería más aventura. No podía tener suficiente.

Sam era feliz con solo estar aquí en la granja. No necesitaba nada más.


Y ambos eran de sexo diferente.

—Seguro que te amaba. Me alegro de que te tuviera en su vida, Brittany. Hiciste su vida especial. No llegó a crecer y tener una familia propia, pero sí que sabía lo que era estar enamorada.

Sonreí.

—Me alegro haberla tenido en mi vida. Siempre tendrá un lugar en mi corazón.

—Sí, lo sé. Eso hace que sea a veces más fácil cuando duele. Sé que todavía está viva en nuestros corazones.

Me acerqué y tomé la mano de Sam. Ambos nos quedamos ahí en silencio recordando momentos felices.

—También voy a tener eso con papá. Los recuerdos. Los buenos tiempos—dije como un nudo en la garganta al pensar en que papá se iría como Casey un día.

—Él también va a estar vivo en todos nuestros corazones. Al igual que Casey. Nunca se irán realmente. No para nosotros—Sam pasó el brazo alrededor de mi hombro y me apoyé en él mientras una lágrima se deslizaba por mi rostro.

Tenía razón.

Papá nunca se iría. Lo mantendría cerca de mí, para siempre.

—¿Por qué no vamos al lago y nadamos? No lo hemos hecho en años. Luego puedes mostrarme todas esas constelaciones que tratabas de convencernos a Casey y a mí que estaban ahí.

Asentí.

—Sí, vayamos. No quiero ir a casa todavía.





La luna nos dio un poco de luz, pero dejamos los faros de la camioneta encendidos sobre el agua para luz extra.

Sam encendió la radio y dejó las puertas abiertas así tendríamos un poco de música también.

Esta era la forma en que pasamos muchas noches de verano en la escuela secundaria.

Era agradable recordarlo.

Traté de no pensar en Santana y todo lo que hicimos en este lago. Solo me haría extrañarla más.

Esta noche quería ser libre del dolor siempre constante en mi pecho.



—¿Te has preguntado alguna vez lo que hay en este lago, además de bagres?—desafió Sam cuando salí a la superficie del agua.

Me sonreía como si esperara que saliera gritando.

Chico tonto.

No le tenía miedo al lago. Había estado nadando en él toda mi vida. Sabía que había bichos, pero también sabía que estaban más asustados de mí que yo de ellos.

—No soy una de tus tontas citas, Sam. Eso no funciona conmigo—dije en voz alta.

—¿Qué pasa si te digo que maté a una camada de serpientes ayer por la mañana al bajar por la curva?

Rodando los ojos, nadé hasta el borde y me senté en el agua poco profunda.


—Has estado matando serpientes por aquí desde que aprendiste a disparar un arma.

Sam se echó a reír.

—No eres nada divertida, Brittany Pierce.

Sonriendo, estiré las piernas.

El agua no estaba demasiado caliente todavía. Se pondría más caliente con el calor del verano.

Siempre me gustaba en la noche cuando estaba más fría.

—Actúas como si hubieses crecido con chicos.

—Extraño, lo sé—bromeé.

Crecí con un chico y él lo sabía. Él era el chico

Sam se acercó y se sentó a mi lado.

—¿A qué hora tengo que devolverte para tu llamada telefónica con Santana?—preguntó.

—Llama a las once, a menos que me envíe un mensaje de texto, lo cual será más tarde.

—Son más de las diez ahora. ¿Estás lista para regresar?

Quería estar ahí cuando llamara, pero teníamos tiempo.

—Todavía no. Está tranquilo aquí.

—Sí, lo está. Hay algo pacifico en este lugar.

No hablamos más.

No teníamos que hacerlo.

Ambos entendimos que las palabras en realidad no eran necesarias.




Santana


No había visto a Brittany en dos semanas.

Una semana más para ir a verla y no me sentía segura de poder hacerlo.

Alison me dejó de insistir en las fiestas. También empezamos a hablar de nuevo.

Estábamos bien ahora.

Quería saber si nuestro acuerdo de convivencia podía funcionar hasta que Brittany estuviera lista para mudarse aquí.

Me ayudaba a ahorrar dinero.

Esta noche, el equipo que había estado trabajando en el campamento y se dirigía a jugar billar y a beber cervezas.

Todo el mundo se encontraba listo para relajarse.

Los niños eran agotadores. Después de dos semanas de eso, todos necesitamos un descanso.

—¿Vas a viajar con Unique? Es la conductora designada esta noche preguntó Alison cuando salí de mi habitación.

Quería una cerveza. Pero también quería estar segura de llegar a casa a tiempo para llamar a Brittany esta noche.

—Solo asegúrate de que tienes tu teléfono. Puedes llamar a tu chica desde ahí. Ir afuera o algo. No puedes beber y conducir.

Tenía razón.

Metí mi teléfono de forma segura en el bolsillo y agarré mi cartera.

—Sí, voy a ir con Unique—dije.

Unique conducía una van. No una mini-van, sino una verdadera van legítima. Estaba abierta y vi cómo otras dos jugadoras subieron detrás de una mujer.

Mierda.

No sabía que vendrían chicas que no fueran del equipo con nosotras. Quizás ir era una mala idea.

—¿Vienes?—preguntó Alison mientras entraba en la camioneta y me miraba.

Necesitaba un respiro.

No era como si Brittany me prohibiera ir a lugares donde habría chicas.

Nunca me dijo que no podía ir a Live Bay. Yo era el que estaba siendo ridícula.

—Sí, ya voy—dije, y me metí detrás de ella.

La mujer con nosotros era Hayden. Vivía aquí y la vi aquí con más de uno de las chicas del equipo.

Al parecer, le gustaba saltar de cama en cama.

Cerré la puerta detrás de mí y me senté al lado de Becky.

—Todas estamos aquí, vayámonos—gritó Alison desde la parte trasera. Se arrastró al lado de Hayden.



El bar se encontraba vacío hasta que llegamos ahí.


El nombre de este era The Dawg House. Al ver que nuestra mascota era un bulldog, deduje que este debería ser un lugar exclusivo para la universidad.

Al menos diez mesas de billar llenaban el lugar, así como varias pantallas en las paredes y algunas dianas.

Esto no era tan malo.

El camarero ya llenaba jarras de cerveza y las alineaba en la barra. Seguí a la multitud y cogí una.

—Coca-Cola para la conductora designada—dijo el camarero, Unique se acercó y tomó el refresco del tipo que preparaba las bebidas.

Esto parecía lo suficientemente seguro.

Aún no estaba lista para el billar, así que me acerqué y me senté en uno de los sofás frente a una de las pantallas planas más grandes que transmitía un canal de deporte.

—¿Quieres compañía?

Levanté la mirada para ver a Hayden tomar asiento a mí lado.

—No —contesté.

Solo se rio y cruzó las piernas, luego tomó un sorbo de su bebida. Me concentré en la televisión.

La ignoraría hasta que se fuera.

No sería una más en su lista del equipo. Tenía que ir a jugar a otra parte.

—Sabes que podemos ser amigas—dijo inclinándose hacia mí.

Tomé otro trago de mi cerveza.

—No estoy interesada—contesté.


Si miraba en su dirección sería capaz de ver por su maldita blusa. La chica necesitaba usar más ropa. Tenía un buen cuerpo y lo sabía. Lo presumía bien.

—Esta cosa de hacerse el difícil, en serio me excita—susurró y se inclinó más cerca. Su pecho se apretaba contra mi costado ahora.

No quería empujar a la chica, pero necesitaba retroceder. Dije que no más de una vez.

Volví la cabeza para decirle que se largara cuando su boca se posó en la mía.

¿Qué carajos?

Me quedé inmóvil con sorpresa por un momento antes de empujarla lejos de mí y ponerme de pie.

—¿Cuál es tu problema? Maldita chica, demonios, retrocede.

Sabía que atraje a una multitud.

Fui con paso aireado a las mesas de billar, cogí un palo y miré a Unique.

—Ocho.

Se limitó a asentir.



Me las arreglé para disfrutar el resto de la noche.

Hayden se quedó lejos y las otras personas que se presentaron no coquetearon.

Incluso jugué con una al billar.

Estuvo bien, incluso cuando le gané. No era de dejar ganar a una chica sólo porque era una chica.



Miré mi teléfono y me di cuenta que eran las once y diez.

Mierda.

Dejé caer el palo de billar sobre la mesa y me dirigí fuera para llamar a Brittany.

Estaba lista para escuchar su voz.

Después de la tercera vez que llamé y no me respondió, le dejé un mensaje.

Debió haber estado agotada. La llamaría mañana. Necesitaba dormir bien.

Volví al bar y Alison se quedó mirándome.

—¿Has hablado con tu chica? —preguntó

Eso no era realmente de su incumbencia. No le respondí.

—Aquí, toma una cerveza y vamos a jugar algo de billar—dijo entregándome una cerveza que se encontraba frente a ella.

Tomé la cerveza y decidí que jugaría un poco más de billar y luego vería si podía conseguir que Unique me llevara a casa.