FanFic Brittana: Acuerdo (Adaptada) Epílogo

Capitulo 44

Me paré en Starbucks para recoger el café de la mañana de Santana.

No había tenido noticias suyas desde el sábado por la noche y no respondía a mis mensajes de texto.

Mientras caminaba por el pasillo hasta mi mesa, varios de mis compañeros me dieron la bienvenida de nuevo.

Tomé una profunda respiración mientras entraba en la oficina de Santana.

―Buenos días―dije.

Me miró por encima de los papeles que estaba hojeando y murmuró:

―Buenas.

Cuando dejé el café en su mesa, esperé a que dijera algo, pero no lo hizo. Volvió a mirar a sus papeles y actuó como si ni siquiera estuviera ahí parada.

―¿Recibiste mis mensajes de texto?―pregunté.

―Sí―respondió sin alzar la mirada.

―¿Por qué no me respondiste?

―Realmente no tuve tiempo.

―Oh―me quedé ahí sintiéndome como una idiota―¿Cómo está Rachel?

―Está bien.

―¿Alguna noticia más sobre Brody?

―No.

―¿Sabe tu mamá lo que ha pasado?

Suspiró y alzó la mirada mientras cogía la taza de café.

―¿Qué es esto? ¿Un millón de preguntas? Si quisiera hablar contigo sobre esto, lo haría. Tienes un montón de trabajo por hacer dado que estuviste toda la semana pasada fuera. Sugiero que vayas a tu mesa y comiences a trabajar.

Vaya. Vaya. Vaya.

¿Cuál era su jodido problema?

Silenciosamente salí de su oficina y me senté en mi mesa.

Idiota.

Saqué la pequeña foto enmarcada que tenía de Hope y me senté al lado de mi ordenador.



Unos momentos después, Quinn entró y no pude evitar fijarme en el gran moretón en su cara.

―¡Ay! ¿Qué pasó?―pregunté preocupada.

―¿No te lo ha contado Santana?

―No. Santana no me dice mucho estos días.

―Me pegó.

―Oh, Dios mío. ¿Por qué haría eso?

―Preferiría no entrar en eso ahora mismo. ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo está Hope?

―Las dos estamos mucho mejor. Gracias por preguntar.

―Bien. Me alegro de oír eso. Ahora si me disculpas, tengo que hablar con Santana. Esperemos que no vuelva a golpearme―guiñó su ojo.

Sentada ahí, vi como Quinn entraba en la oficina de Santana y cerraba la puerta.

¿Qué demonios le estaba pasando para hacer que golpeara a su mejor amiga?



Momentos después, la puerta se abrió y Quinn salió.

―Escapé sin asalto―guiñó el ojo con una sonrisa y después se fue por el pasillo.

Quinn había dejado la puerta de la oficina de Santana abierta y no pude evitar mirar desde mi mesa.

Santana estaba sentada en su silla, mirando por la ventana.

―¡Oh, mierda!―exclamó mientras saltaba y corría por el pasillo.

Necesitaba saber qué estaba pasando, así que le seguí hasta la entrada y cuando alcancé la puerta, Rachel estaba parada fuera atrapada por un grupo de periodistas que le estaban tomando fotos y empujando pequeñas grabadoras en su cara.

Santana la cogió y la llevó adentro del edificio. Me di prisa y me metí en el ascensor antes de que me vieran.

La tormenta de mierda había llegado y Santana junto con Rachel estaba solas para lidiar sin ningún tipo de ayuda por parte de su mamá.

Volví a mi mesa y vi a Santana llevar a Rachel a su oficina.



Estuvo ahí dentro por una hora.

Antes de volver a su oficina, se paró delante de mi mesa.

―Debes atender cualquier llamada que pueda llegar sobre cualquiera preguntado por Brody o la compañía.

―Sí, Santana. No te preocupes.

Cogió la fotografía de mi mesa y se quedó mirando la imagen de Hope. Sin decir una sola palabra, la dejó, entró en su oficina y cerró la puerta de un golpe.

Me estremecí.



Después de trabajar en un par de proyectos, miré el reloj y vi que era la hora de comer.

Cogiendo mi cuaderno de bocetos y mi bolso, llamé a la puerta y le dije a Santana que me iba a comer.

―Santana, solo quería decirte que me voy a comer ahora.

―De acuerdo. No te olvides de mi café.

Suspiré y cerré la puerta.

―No te olvides de mi café―murmuré mientras me encaminaba hacia los ascensores.

Con la actitud que tenía conmigo, tendría suerte si no lo derramaba por toda su mesa y le dejaba para que lo limpiase.

Saliendo del edificio, me fui hacia la cafetería a por un sándwich.




Después de acabar de comer, fui a Starbucks y le cogí a Santana su café de la tarde.

Cuando volví al edificio, los periodistas habían aumentado en número y me empezaron a rodear.

―Eres la AP de Santana López, ¿no?―preguntó un hombre.

―Sí. Así es.

―¿Te importaría decir algunas palabras acerca del asesinato del novio de su hermana?

―Lo siento, pero no sé nada sobre eso.

―Los rumores dicen que Maribel López se ha ido del país. ¿Sabía ella algo?

Suspiré.

Estaban a mi alrededor, invadiendo mi espacio personal y no dejándome entrar al edificio.

Miré el café de Santana y después de vuelta a la gente que me rodeaba.

Di un paso atrás como si hubiera sido empujada y accidentalmente derramé un poco de café en el chico enfrente de mí. Después derramé un poco más en la persona que estaba a su lado y después en la persona a su lado.

Se retiraron mientras comenzaban a gritar.

―Si no hubieran invadido mi espacio personal, no hubiese derramado el café―sonreí.

De repente, sentí una mano cogerme del brazo y empujarme hacia atrás. Santana me llevó al interior del edificio mientras sostenía su mano hacia los periodistas.

―Gracias, pero no necesitaba que me salvaras.

―Si no te hubiera parado, no me quedaría café para beber―sonrió.

Le di una pequeña sonrisa y nos subimos en el ascensor en silencio.





Durante los dos días siguientes, poco cambió.

Los periodistas aún acampaban fuera esperando por su siguiente víctima.

Pero cuando me veían venir con café en mis manos, lentamente se retiraban y me dejaban pasar.

Mientras estaba sentada en mi silla haciendo un poco de trabajo, Rory del departamento de edición entró.

―Hola, Brittany―sonrió.

―Hola, Rory.

―Vi tu perfil en Match.com―dijo más bien alto.

Oh, mierda.

―¿De verdad? ―incliné mi cabeza.

―Sí, y dado que nos conocemos, pensé que en vez de enviarte un mensaje, podía venir a hablar contigo en persona.

Doble mierda.

―Oh―elevé mis cejas en señal de sorpresa.

―Estaba preguntándome si querrías salir a cenar conmigo alguna noche.

Tomé una respiración profunda cuando vi a Santana saltar de su silla y venir hacia mi mesa.

―Brittany, a mi oficina, ¡AHORA!―gritó―En cuanto a ti, Rory, ella no va a ir a cenar contigo. ¡Ahora vuelve al trabajo antes de que te despida!

Me senté del otro lado de su mesa y el cerró la puerta de un golpe.

―¿Qué demonios estás haciendo?―preguntó.

―¿A qué te refieres?

―¿Estás en Match.com? ¿En serio, Brittany?

Mis rodillas estaban temblando y necesitaba sobreponerme.

―Sí. ¿Qué hay de malo en eso?

―¿Qué hay de malo en eso? ¿Sabes cuántos psicópatas hay en el mundo buscando a alguien como tú para cazar?

―Sí.

Claramente, estaba enfadada por el hecho de que estaba en una página de citas.

No era de su jodida incumbencia y ahora me estaba enfadando.

―¿Sí? ¿Eso es todo lo que puedes decir?

Aclarándome la garganta, hablé.

―Lo que hago con mi tiempo personal no es de tu incumbencia, Santana.

Sus ojos estaban ahora plenamente consumidos por el enfado.

―¡Es de mi jodida incumbencia si algo te pasa y me quedo sin AP!―gritó.

―¡Entonces tendrás que contratar a otra!―grité de regreso, perdiendo el control.

―No quiero otra. Eres de lejos la mejor que he tenido. Tanto personalmente como profesionalmente―se dio cuenta de lo que había dicho, me dio la espalda y se quedó mirando por la ventana.

Estaba asombrada ante sus palabras y no pude encontrar nada en mí para devolvérselo.

―Gracias. Si has terminado de gritarme, tengo trabajo que hacer―me levanté de mi silla y me encaminé hacia la puerta.

―¿Brittany?―me llamó―¿Te citarías con un extraño al azar que podría hacerte daño, pero no me darías importancia?

Mi estómago se hundió y mi corazón empezó a doler.

―Ya me has hecho daño, Santana―salí y con cuidado cerré la puerta.

Lágrimas empezaban a formarse en mis ojos, así que fui al baño a reponerme.

Cpitulo 45

Cerré los ojos después de oír a Brittany decir esas palabras.

Incluso después de todo lo que hice por ella, aún no me ha perdonado por las cosas que dije después de enterarme sobre Hope.

Tomé asiento en mi silla y puse el rostro entre mis manos.

La perdí y perdí a Hope.

No solo Brittany tuvo un impacto en mi vida en el momento que derramó el café sobre mí, también lo hizo Hope.

Alcé la vista cuando escuché la puerta abrirse y Rachel entró con dos personas, un hombre y una mujer, ambos vestidos de traje.

―Santana, estos son el detective Matt y la detective Becky. Tienen algunas noticias con respecto al asesinato de Brody.

―Encantada de conocerlos, caballero, dama. Soy Santana López. Por favor, siéntense.

―Encontramos a la persona que mató a Brody. Su nombre es Cassandra July.

Miré a Rachel con sorpresa.

―¿Por qué mataría Cassandra a Brody?―pregunté a los detectives.

―Aparentemente, tuvieron una fuerte discusión ese día y ella le dijo que se iba. Cuando intentó marcharse, la agarró y la golpeó. Ella tomó un cuchillo de cocina y lo apuñaló repetidamente.

―Entonces fue defensa propia―comenté.

―Supongo que puede decir eso, pero le corresponde al jurado decidirlo. De todos modos, queríamos hacerle saber que no volveremos a molestar a su familia. Que tenga un buen día.

Los detectives abandonaron mi oficina y Rachel se sentó frente a mí con una pequeña sonrisa en su rostro.

―Siempre supe que él estaba loco. Bien por ella por defenderse―aseguró.

―Va a necesitar un buen abogado defensor y nosotros lo pagaremos.

―¿Estás loca, San? Mamá simplemente le dio todo ese dinero.

―Exactamente. Y va a necesitarlo para estar callada. No podemos arriesgarnos a que diga algo sobre lo que nuestra mamá hizo hace un par de años. Voy a llamar a Finn Hudson y ver si tomará el caso.

―Si tú lo dices. Pero necesitas recordar que era la mujer que se estaba acostando con mi novio.

―Y tú necesitas recordar que Quinn era la mujer que se estaba acostando con su novia.

Puso los ojos en blanco y se levantó de su asiento.

―Supongo. Hablaremos luego.

Tomé mi teléfono y llamé a mi mamá en París.

―Hola, querida―respondió.

―Solo quiero hacerte saber que Cassandra fue la que mató a Brody.

―Oh, querida. Esa chica siempre tuvo un poco de coraje. Recuérdame darle las gracias cuando vuelva.

―Fue en defensa propia, mamá. Él le estaba dando una paliza.

Escuché una suave risa a través del teléfono.

―¿Crees eso hija? De todos modos, estaré en casa en pocos días.

―Voy a contratarle un buen abogado defensor y tú vas a pagar las costas legales.

―¿Qué? ¿Por qué?

―Porque no necesitamos que pueda tener la oportunidad de que vaya a contar todo sobre ti. Es lo mínimo que podemos hacer. Creo que es hora de que te retires de López Magazine.

―¿Disculpa, Santana?―su voz tomó un tono severo.

―Hablaremos más sobre esto cuando vuelvas. Tengo que marcharme—corte.

Ahora que la situación estaba un poco bajo control, necesitaba trabajar en que Brittany me perdonara y aceptara a salir conmigo.

Mientras estaba considerando las opciones, la puerta de mi oficina se abrió y ella entró mientras mantenía la mano sobre la manilla de la puerta.

―Siento molestarte Santana, pero necesito saber por qué golpeaste a Quinn.

Dejé escapar una suave risa entre dientes.

―¿No tienes ni idea de porqué lo hice?

―No. No la tengo.

―Porque se está acostando con mi hermana.

―Oh―regresó al pasillo y cerró la puerta.





Mi nuevo traje estaba listo para ser recogido y pensé en mandar a Brittany para conseguirlo, pero decidí hacerlo yo misma porque quería salir de la oficina.

―Me marcho por el resto del día, Brittany. Tengo un par de cosas de las que necesito ocuparme. Te veré por la mañana.

―De acuerdo. Que tengas buena noche, Santana.

―Tú también.

Subí a la limusina y le di instrucciones a Will que me llevase a Bloomingdale’s.



Mientras estaba en la sección de mujeres, mirando su línea de jerséis, escuché una voz a mi lado.

―Bueno, si es la señorita Santana López.

―Hola Marley―sonreí―¿Qué te trae por Bloomingdale’s esta tarde?

―Simplemente haciendo unas compras para mi y unos regalitos para mi novia. ¿Tú?

―Recogiendo un nuevo traje.

―Estoy sorprendida de que no mandaste a Brittany hacerlo por ti.

―El pensamiento cruzó mi mente pero decidí hacerlo yo misma.

―Escucha Santana, quiero agradecerte por cuidar de Hope mientras Britt estuvo en el hospital. Eso fue muy amable de tu parte.

―De nada. Hope es una gran niña.

―Lo es. ¿No? Y también la mamá―sonrió ligeramente.

―Sí. Brittany es genial. Oye, ¿tienes tiempo para tomar un café? Quiero hablarte de algo.

Me miró de forma extraña.

―Umm. Claro. Supongo.




Brittany


A la mañana siguiente mientras caminaba hacia la oficina de Santana, noté que había un ramo de rosas amarillas perfectamente arreglado en un jarrón situado al bore de mi mesa.

Dejé mis cosas y entré en la oficina de Santana con su café.

―¿Sabes de dónde vienen esas flores?―pregunté dejando su taza.

―De mí. ¿Te gustan?

―Son preciosas. ¿Cuál es la ocasión?―entrecerré mi ojo.

―De nuevo, son flores de disculpa.

―¿Por qué?―cuestioné.

―Quiero pedirte perdón por el modo en que hablé ayer sobre toda la cosa del sitio de citas. Estuvo fuera de lugar y lo siento. Por supuesto, lo que hagas con tu tiempo no es problema mío. Es tu vida y no tenía derecho.

―Gracias, Santana. Lo aprecio.

―De nada.

Caminó hacia donde yo estaba y me apretó los hombros.

―Escucha Britt, le he estado dando vuelta a mi conducta y acciones. Sé que te hice daño en el pasado y lo siento. Somos amigas y así es como quiero que las cosas sigan entre nosotras. Así que como amiga, voy a ser honesta contigo. Creo que deberías empezar a volver a tener citas. Eres una mujer increíble y sé que no tendrías problema en encontrar a tu Príncipe Azul o Princesa Rosa si simplemente te lo permitieras. De hecho, conozco a un par de personas que estarían encantadas de salir contigo.

De repente, sentí como si estuviese jadeando por aire.

¿Lo decía en serio?

Tragué saliva.

―Gracias Santana, pero puedo encontrar mis propias citas.

―De acuerdo. Si cambias de idea, házmelo saber. Otra cosa, si no te importa, me gustaría darle alguno de tus bocetos al departamento de costura.

―¿Por qué?

―Porque creo que tienes verdadero talento y estoy pensando que, tal vez, deberíamos presentar alguno de tus diseños en nuestro número de enero.

No pude evitar reír.

―Sí, claro, Santana.

―Britt, no estoy bromeando. Ahora lleva tu trasero al departamento de costura y diles que ordené que trabajen en tus diseños inmediatamente. Espera―indicó, mientras caminaba hacia su teléfono―Soy Santana López. Voy a mandar a mi asistente personal, Brittany, para darte algunos diseños que quiero que se empiecen inmediatamente. Cuando acaben con el conjunto quiero que los traigan directamente a mi oficina―me miró y sonrió―Está listo.

―No sé qué decir, Santana. ¡Gracias!―impulsivamente le rodeé el cuello con los brazos y le di un abrazo.

Me rodeó con los brazos.

―De nada. Ahora vete.

Sentir otra vez sus brazos a mí alrededor se sintió bien. Pero lo que no se sentía bien era mi corazón.

Escucharle decir que solo quería una amistad me hizo algo.

Me hizo sentir triste y sola.

No podía explicarlo si lo intentase.

Hubo un tiempo en el que me quiso y la alejé.

La alejé tanto que ahora, ya no estaba interesada en mí y eso dolía increíblemente.




Más tarde, esa noche, mientras estaba tumbada en mi cama, pensé en Santana.

Sabía que Hope la echaba de menos, porque lo expresó durante la cena.

Aún me dolía el corazón porque estaba enamorada de ella. Fui estúpida al alejarla esa noche que me besó en su casa, pero quería que supiese que no iba a ser tan fácil.

Estaba jugando, haciéndole pagar por las cosas que me había dicho. Pero al final, acabé perdiendo.

Una lágrima caía de mi ojo cuánto más pensaba en ello.

Mañana sería un nuevo día y un nuevo comienzo en mi búsqueda tratando de conseguir que Santana vea que era la única para mí y yo era la única para ella.

Capitulo 46

―Buenos días, Santana―sonreí cuando puse la taza de café en su escritorio.

―Buenos días. Pareces estar de buen humor.

―Es Halloween. Hablando de eso, sé que esto es realmente aleatorio, pero Hope me pidió que te preguntara si te gustaría venir con nosotras a la casa de mis padres esta noche. Ella tiene esta loca idea de que tal vez te gustaría ir a pedir dulces con nosotras.

Arqueó una ceja.

―¿De verdad? ¿A Hope le gustaría que fuera?

―Sí. Pero si tienes planes, no te preocupes por eso. Ya le he explicado que era aviso de tan poco tiempo y que probablemente estabas ocupada.

―No tengo ningún plan esta noche. Además, si ella me invitó, ¿cómo iba a decir que no?

―Bueno. Ah, otra cosa. Lamento decírtelo a último minuto, pero, ¿estaría bien si salgo temprano para asistir a la fiesta de Halloween de Hope en la escuela? Comienza a las dos.

―Por supuesto―sonrió―Le diré a Will que te lleve.

Me estaba dejando llevar aquí, pero no pude evitar preguntar.

―Sabes, creo que Hope estaría encantada si vinieras.

―¿Para la fiesta de Halloween de su escuela?―preguntó con sorpresa.

―Sí. Solo una idea. No te preocupes por eso―agité mi mano.

―Bueno. Iré.

Me quedé ahí de pie en estado de shock porque en realidad dijo que sí. En el interior, estaba bailando.

―Bueno. Excelente. Gracias. Ella va a estar muy sorprendida.





Llegamos al sala de clases de Hope y la expresión de su rostro cuando nos vio a Santana y a mí entrar no tenía precio.

Corrió y nos abrazó a ambas.

―¡San! ¿Qué estás haciendo aquí?

―Tu mamá me invitó. Mírate. Eres una hermosa Cenicienta―sonrió.

―Gracias, San. Ven a conocer a mi maestra―la tomó de la mano y lo llevó a la señorita Strong.

―Señorita Strong, este es mi amiga, Santana. Ella es la jefa de mi mamá.

―Ya veo. Es un placer conocerte, Santana―sonrió.

―Es un placer, señorita Strong―le devolvió una sonrisa encantadora y quería vomitar.



Mientras los niños jugaban juegos y corrían por el salón de clases, Santana me miró.

―La maestra de Hope es muy sexy. Me pregunto cuáles son mis posibilidades de conseguir que salga conmigo.

Una ola de celos se estrelló sobre mí.

―No es tan sexy y creo que está saliendo con alguien. Además no creo que le gusten las mujeres.

―Qué pena, pienso que es muy atractiva…y yo puedo hacer que cualquier mujer salga conmigo―sonrió.


Mientras estaba ahí y me enojaba por sus comentarios, la mamá de Addison se acercó a nosotras.

―Hola, Brittany. Me gustaría que conocieras a mi novio, Curtis.

―Hola, Jane―le di una sonrisa falsa―Encantada de conocerte, Curtis. Esta es mi jefa, Santana López. Santana, esta es Jane, la mamá de Addison.

―Ah, encantada de conocerte, Jane. Curtis.

Todos se dieron la mano y yo puse mis ojos en blanco.

―Hope nos contó que Addison cambiará de escuela.

―Sí. Este hombre maravilloso nos invita a su casa y para ser honesta, el distrito escolar de ahí es mucho mejor.

No pude evitarlo y no me pude resistir.

―¿Cuánto tiempo hace que se conocen ustedes dos?

―Un par de meses. Pero fue amor a primera vista. Nos conocimos en Match.com. Él es mi alma gemela.

―¿En serio?―habló Santana―Brittany acaba de unirse Match.

―¿Lo hiciste?―preguntó Jane con un tono sorprendido.

Que te jodan, Santana.

―Sí, lo hice.

―¿Ya conseguiste a alguien especial?

―No. Aún no. Espero que pronto. Sigo viendo entre candidatos.

―Bueno, buena suerte. Espero que tengas la misma suerte que yo.

―Gracias―mi sonrisa falsa se hizo más amplia.

Ellos dos se alejaron y Santana comenzó a reír.

―¿Te duele el rostro?―preguntó ella.

―Sí. “Fue amor a primera vista. Él es mi alma gemela”. ¡Lo que sea!

―A mí me suena como si estuvieras un poco celosa.

―¿Quien? ¿Yo?―me señalé―No estoy celosa en absoluto. Es solo la forma en que lo dijo.

―Claro―se rio entre dientes.

―Ahora, si quieres hablar de alguien que es guapo, echa un vistazo a aquel papá de ahí. No se ve como si estuviera llevando un anillo tampoco. Oye, Hope―la llamé.

―Sí, mamá.

―¿Quién es ese hombre de ahí con ese niño?

―Ese es el papá de Jonathan. Jonathan era el chico del que te hablé el año pasado, cuya mamá murió de cáncer.

―Oh, sí. Pobre chico―me mordí el labio inferior.

―¿Así que coquetearás con el pobre que probablemente todavía está de duelo por la muerte de su esposa?―interrogó Santana con una sonrisa.

Golpeé su brazo y me alejé.




Nos detuvimos en el ático de Santana, primero para que pudiera cambiarse de ropa antes de ir a casa de mis padres.

No tenía sentido que ella nos llevara a su casa, fuera a su casa, se cambiara y luego volviera a recogernos. Le dije que lo encontrábamos ahí, pero ella insistió en llevarnos.

Había llamado a mi mamá antes de hacerle saber que Santana iba a venir. Ella parecía muy emocionada porque quería darle las gracias por cuidar de Hope, además de que se estaba muriendo por conocerla.



Cuando nos sentamos en mesa comiendo la cena, Nick y mi mamá hablaron con Santana como si la hubieran conocido por años.

Era extraño, pero agradable de ver a la vez.



Cuando la cena terminó, Nick, Hope y Santana se fueron a la sala de estar, mientras que mi mamá y yo limpiamos la cocina.

―Ella es una mujer muy agradable. Nada como dijiste que era.

―Siempre y cuando no trabajes para ella, supongo.

―Adora a Hope.

―Sé lo que hace.

―¿Así que no hay realmente nada entre ustedes dos?

―No. No hay. Santana y yo solo somos amigas. De hecho, me he unido a un sitio de citas.

―¿Qué? No creo que eso es seguro, Britty.

―Tengo que salir y empezar a tener citas de nuevo mamá y es difícil encontrar a alguien cuando no puedes ir al azar porque tienes un niño que cuidar.

―Podemos cuidarla si quieres salir. Tú sabes.

―Lo sé, pero me sentiría culpable simplemente saliendo por diversión e intentar conocer a un chico o una chica.

Hope corrió a la cocina.

―Vamos, mamá. ¡Es hora de ir a pedir dulces!―sonrió.

Me puse el abrigo y las tres nos dirigimos hacia la puerta.

Como Hope estaba ocupada corriendo a las casas de la gente, Santana y yo nos quedamos en la acera y esperamos por ella.

―¿Dime por qué me dijiste que odiabas los niños?―comenté.

Me miró por un momento y luego miró hacia el frente.

―No odio a los niños, Brittany. No sé cómo explicarlo. Crecer con Maribel fue difícil. Ella nos culpaba de todo, incluyendo la ruptura de sus tres primeros matrimonios. Cuando te han dicho eso tantas veces, empiezas a creer. Recuerdo estar sentada en mi habitación una noche y la escuché a ella y Peter, su segundo marido, discutir. Él le dijo que debería enviarnos a Rachel y a mí a un internado porque solo nos meteríamos en el camino de su relación y las cosas estarían mejor si no estábamos alrededor.

―Eso es horrible. Ella no las envió lejos, ¿verdad?

―No. Pero nos envió a vivir con la abuela por todo el verano, después que se casaron. Ese fue el compromiso que hicieron. Siempre me sentí como una carga para mi mamá y sus relaciones. Peter no era muy agradable con nosotras. De hecho, él me golpeó un par de veces y me dijo que Rachel y yo estábamos arruinando su relación y él deseaba que simplemente nos fuéramos. Digamos que él y el alcohol eran mejores amigos.

―Oh, Dios mío, Santana. ¿Cuántos años tenías?

―Tenía doce años en ese momento. Mi mamá nos culpó que mi papá se fuera porque no podía aceptar el hecho de que él no podía manejar su carrera. Nada era su culpa. Así que cuando Peter la dejó, por supuesto que nos echó la culpa. Ella nos dijo que fuimos desobedientes y que debería haberlo escuchado y enviarnos lejos. Me odiaba a mí misma en ese entonces porque ella era mi mamá y le creía.

―¿No crees eso ahora? ¿Verdad?―le pregunté.

―No. Ella tenía la culpa de todos sus fracasos matrimoniales. Pero, en el fondo de mi mente, cada vez que veía a un niño, pensaría en mi infancia y las cosas que se me dijo.

―¿Alguna vez buscaste terapia?

Se rio entre dientes.

―No. Pero tal vez debería haberlo hecho. ¿Qué tal contigo?

―Mi papá falleció cuando tenía diez años. Mi mamá conoció a Nick cuando tenía quince años y se casó con él cuando tenía dieciséis años.

―Parece un gran tipo―dijo Santana.

―Lo es y ha hecho tanto por nosotras. No fue sino hasta después del funeral de Casie que les dije que estaba embarazada. Mi mamá estaba sentada en su mecedora y lloró durante horas, pero Nick fue la voz de la razón y le dijo que éramos una familia y que íbamos superarlo.

―Lo siento mucho por la mamá de Hope. Quiero que sepas eso.

―Gracias―puse brevemente mi cabeza en su hombro.



Después de caminar unas pocas cuadras, Hope nos dijo que estaba cansada y quería ir a casa.

Santana la recogió y la llevó de vuelta a casa de mis padres.

Al verla con Hope fue agridulce.



Después de comprobar todos los dulces de Hope y comer un par de piezas, dijimos adiós a mis padres y nos dirigimos de nuevo a mi departamento.

―¿Tienes algún plan este fin de semana?―le pregunté con la esperanza de que no y tal vez los tres podríamos hacer algo.

―En realidad, tengo una cita mañana por la noche.

―Oh―mi corazón empezó a doler―Eso es bueno.

―¿Qué hay de ti?

―No hay planes en realidad. Solo pasar el rato con Hope.

No dijo una palabra y yo tampoco después de escuchar que iba a una cita.

Will se detuvo en mi edificio y Santana llevó a Hope hasta el departamento y la acostó en la cama.

―Gracias de nuevo por venir esta noche. Sé que significó mucho para Hope.

―De nada. Gracias por invitarme. Que tengas un buen fin de semana Brittany y te veré el lunes.

―Buenas noches, Santana—cerré la puerta y me apoyé en ella.

El pensamiento de que fuera a una cita mañana por la noche me hizo sentir enferma y también enojar.

Debería ser yo a quien estuviera llevando a una cita, pero arruiné esa oportunidad.

Capitulo 47

Era lunes en la mañana y la misma rutina había comenzado de nuevo.

Entrando en la oficina de Santana coloqué su taza de café.

―Buenos días, Brittany. ¿Cómo estuvo el fin de semana?

―Estuvo genial. Hope y yo hicimos algunas compras. Nos la pasamos muy bien―mentí.

No iba a decirle que me había pasado todo el fin de semana revolcándome en autocompasión.

―Bien. Me alegra escucharlo.

―¿Cómo estuvo tu cita?

―Estuvo bien. Nos divertimos mucho.

Mi sangre estaba hirviendo porque era positivo que se acostó con ella.

La idea de ella con otra mujer me hacía querer arrastrarme a un rincón y esconderme.

No pude evitar las siguientes palabras que salieron de mi boca.

―¿Necesitas que corra a la tiendas y te compre algo?

Ella se rio.

―No. Está bien. Todavía estoy abastecida desde cuando me compraste diez cajas.

―¿Debería enviarle flores a la mujer de tu parte?

―No. ¿Por qué le enviaría flores?

―No lo sé. Solo estaba preguntando. Por lo general, si una cita sale muy bien, el tipo envía flores.

―¿Lo hace?

―Bueno, al menos eso hacen en las películas.

Se rio.

―No necesito que hagas ninguna de esas cosas, pero cuando las tiendas abra, si necesito que vayas a Banana Republic. Te haré una lista de las cosas que necesito que recojas.

―Está bien. Por cierto, ¿tu mamá al fin regresó de París?

―Decidió que se quedaría otro par de semanas más. Parece que ha conocido a alguien ahí.

―Que bien por ella―asentí y salí de la oficina.




Un par de horas después, Marley llamó.

―Hola.

―Hola, tú. Así que, no me odies.

―¿Qué hiciste?―suspiré.

―¿Prométeme que no me odiarás, primero?

―No te odiaré, Marley.

―Entonces, puede que haya iniciado sesión en tu cuenta de Match y pude haber hecho un par de ajustes en tu perfil.

―¡QUÉ! ¿Por qué hiciste eso y cómo sabes mi contraseña?

―Usas la misma contraseña para todo. Solo escucha. Esta chica apareció y creo que es perfecta para ti.

―Continúa.

―Tiene veintiocho años y nunca ha estado casada. Es una gerente de empresas y espera la mejor parte: le encantan los niños. Creo que al menos deberías conocerla, Britt.

―No lo sé, Marley―me quejé.

―Escucha, dijiste que era tiempo de salir al mundo de las citas. Así que aquí está tu oportunidad. Parece una chica genial. Divertida y extrovertida.

―¿Cómo sabes eso?

―Puede que hayamos hablado un poco y que pretendiera ser tú.

―¡MARLEY!

―No puede esperar a verte el viernes en la noche.

―¡OH DIOS MÍO! ¿Fijaste una cita?

―Sí, lo hice. Recuerda, no me odias. Te amo y eres como mi hermana.

No podía creer que hubiera hecho una cita para mí con una persona al azar en línea.

Pero entonces de nuevo, esa era Marley.

No sabía si podía hacerlo.

―No lo sé, Marley. Estoy asustada.

―Es una romántica. Quiere que se encuentren en lo alto del Edificio Empire State. Un lugar público donde hay mucha gente, así que sentirás más cómoda. Le dije que eso era muy dulce de su parte.

―Gracias. Aprecio que le dijeras eso. ¿Cómo demonios sabré a quien estoy buscando? Y por cierto, ¿cómo se ve esa mujer?

―Será la mujer un poco más baja que tú, pero con tacones de tu altura, morena y guapa sosteniendo una sola rosa roja. Ya le dije que sí, así que se verán a las ocho en punto. La cosa buena es que si no te gusta o no hacen conexión, puedes irte. No tienes que ir a cenar ni nada. Puedes ir a casa y tener algo de tiempo contigo misma. Hope va a pasar la noche en mi casa. Kitty estará fuera de la ciudad en una despedida de soltera, así que ella y yo podremos tener una noche de chicas.

Si no tomaba esa oportunidad ahora, podría jamás hacerlo.

Si Santana podía salir en una cita, entonces también yo. No había caso en sentarse y llorar por la mujer que dejó muy claro que éramos solo amigas.

―Bien. Iré. ¿Cuál es el nombre de la mujer?

―¡Yeah! Sabía que irías. Su nombre es Vera.

Después de colgar con Marley, entré a la oficina de Santana.

Estaba esperando que decirle que iba a una cita la enojara, pero estaba equivocada.

―Parece que tengo una cita el viernes en la noche.

Alzó la mirada y sonrió.

―Bien por ti, Brittany. ¿Necesitas que revise a este tipo para ti?

―Es una mujer, pero no. No. Está bien, Santana.

―Si cambias de opinión, házmelo saber―guiñó el ojo.

Ella y sus malditos guiños.

Envían aleteos a mis áreas más sensibles.






Mi vientre era un manojo de nervios mientras me metía dentro de mi vestido ajustado negro.

Puse algunos cabellos en las puntas de mi cabello y ligeramente los rocié.

―Bueno, ¿cómo me veo?―le pregunté a Hope, quien estaba sentada en la cama.

―Te ves hermosa, mami. ¿A dónde vas de nuevo?

―Solo a salir con una amiga. Nada importante.

―¿Vas a salir con San?―preguntó.

―No, bebé. No voy a salir con Santana.

―¿Cuándo puedo verla de nuevo?

―La llamaré el fin de semana y veré si quiere salir.

―Está bien―sonrió.

Escuché la puerta abrirse y cuando salí del dormitorio, Marley se detuvo en seco.

―Oh. Mírate. Estás hermosa. Vera no va a saber que la golpeó.

―Gracias. Todavía estoy enojada contigo.

―No, no lo estás. Ahora ponte los zapatos y sal de aquí. No quieres llegar tarde o la pobre mujer pensará que la dejaste plantada.

Le di un beso a Hope y me despedí.

―Te veré mañana. Diviértete con la tía Marley esta noche.

―Lo haré. Va a hacerme una manicura y un pedicura y me va a enseñar los sí y los no de un bolso de diseñador.

Miré a Marley y rodé lo mis ojos antes de darle un beso en la mejilla.






Llegué al Edificio Empire State aproximadamente a las siete y cincuenta y cinco.

Tomando el elevador hacia la parte superior, sentía como si fuera a vomitar.

Mi estómago estaba un nudo y podía sentir la ansiedad notándose. Tomé pequeñas respiraciones tratando de calmarme.

Era ridículo estar así de nerviosa. Era solo otra persona. Solo éramos dos personas encontrándose por primera vez.

Conocía personas todos los días y esto no era muy diferente.

¿Y qué si era de la especie?

Como Marley dijo, si no me gustaba o si no hacíamos conexión al instante, podía irme.

Sin daños.

Solo separaríamos caminos como si jamás nos hubiéramos conocido.

Las puertas del elevador se abrieron y mientras me abrí camino en la multitud, busqué alrededor por la mujer un poco más baja que yo, ya que iba en tacones, morena y guapa con la rosa roja.

Tal vez ella me plantó.

Solo podía esperar.

De repente, escuché una voz baja desde atrás.

―Hola, Britt.

Me quedé congelada en el lugar por un segundo antes de darme vuelta. Mi corazón estaba latiendo a la velocidad de la luz.

Cuando me di vuelta y miré a la mujer sosteniendo la rosa roja, jadeé.

―¿Santana?―incliné mi cabeza―¿Qué estás…?

―Soy tu cita para esta noche y con suerte, para cada noche―sonrió.

Lágrimas llenaron mis ojos.

―¿Cómo…?

Me pasó la rosa roja y luego pasó su pulgar por mi mejilla.

―Pude hacer esto con la ayuda de Marley.

Tragué.

―¿Entonces, eres Vera? ¿La mujer de veintiocho años, gerente de empresa que ama a los niños?

―Sí, Marley tuvo esta idea. ¿Estás enojada?

―No. Claro que no. Estoy aliviada de que no seas una extraña, pero no entiendo.

―La única cosa que necesitas entender ahora, en este momento, es que quiero estar contigo y solo contigo―sus ojos miraron los míos.

―Pero dijiste que solo querías que fuéramos amigas y acabas de estar en una cita.

―Sé lo que dije, pero todo fue parte del plan y nunca salí en ninguna cita. Solo te llevé a que creyeras eso para que el plan funcionara.

―¿Por qué pasaste por todo esto?

―Porque, Britt, quería que comenzáramos de nuevo. Un nuevo comienzo. Ya te había lastimado una vez y me dejaste eso muy claro. Pero te prometo, que si me das otra oportunidad, nunca te lastimaré de nuevo. Esa noche que salí del piso, la noche que Hope se enfermó, salí con alguien, pero solo a cenar. Después de que terminamos de comer, la mandé a casa y me fui y me senté en un bar porque no podía dejar de pensar en ti. Estás en mi mente 24/7 y cuando no estoy contigo, me siento solo. Por primera vez en mi vida, me siento sola. Todo lo que estoy pidiendo es una segunda oportunidad para mostrarte que puedo ser tu princesa encantada, Britt, eres mi Cenicienta―sonrió mientras nuestros ojos se quedaban fijos en el otro.

Una lágrima cayó de mis ojos y ella amablemente la limpió con su pulgar.

Estaba atónita, pero feliz más allá de las palabras.

―Hola, soy Brittany Pierce―sonreí.

―Hola, señorita Pierce. Soy Santana López.

―Es un placer conocerte, Santana. Creo que debes saber que si quieres una relación conmigo, tengo una hija de siete años y su nombre es Hope.

―Estás de suerte porque resulta que me encantan los niños.

Capitulo 48

Me rodeó el cuello con los brazos mientras la atraía hacia mí.

Sostenerla en mis brazos se sintió tan bien y tan correcto.

Rompí nuestro abrazo y acaricié suavemente sus labios con los míos, reclamando lo que era mío una vez más.

―Entonces, ¿eso quiere decir que saldrás conmigo?

―Sí, San, me encantaría salir contigo.

―Gracias Britt. No tienes ni idea lo feliz que me hace―la sujeto apretadamente―Vamos, salgamos de aquí.

―¿Dónde vamos?

―Ya lo verás―sonreí mientras la besaba de nuevo y subíamos al ascensor.



Will nos llevó al TheTrump y Brittany me miró.

―¿Un hotel para nuestra primera cita?

Me reí.

―En realidad, hice una reserva para cenar en su restaurante llamado Jean Georges.

―Oh. Pensé que, tal vez, solicitaste una habitación, porque te haré saber que no me acuesto en la primera cita.

―Y, siendo la dama que soy, nunca lo habría esperado de ti.



En cuanto nos sentamos en el restaurante la camarera rubia se dirige hacia nosotras.

―Buenas noches. Bienvenidos a Jean Georges. ¿Puedo traerles una bebida para empezar?

―Una botella de su mejor champán, por favor.

―Muy bien, señorita―sonrió―¿Están celebrando algo especial esta noche?

―En realidad, sí. Estamos celebrando la primera noche de una hermosa relación―estiré la mano sobre la mesa y puse mi mano en la de Brittany.

―Oh, eso es muy dulce. Ahora mismo es traeré el champán.


Cuando llegó el champán, alcé mi copa hacia Brittany.

―Por nuestro nuevo comienzo. Te adoro, Britt y planeo hacerte una mujer muy feliz.

―También te adoro, San y ya me has hecho la mujer más feliz del mundo―chocó su copa con la mía.

Lo que Brittany no sabía era que, de hecho, separé una habitación. No planeé tener sexo con ella, porque quería esperar hasta que estuviese preparada.

Pero planeé pasar la noche con ella y sostenerla en mis brazos. Ahora mismo, eso sería suficientemente bueno para mí.



Cuando acabamos de comer, hice que nos levantásemos y le tendí la mano.


Una vez entramos en el pasillo del hotel, paré y puse mis manos en su cintura.

―Escucha, reservé una habitación pero no para sexo. Tienes que confiar en mí en eso. Todo lo que quiero es pasar la noche contigo. El sexo no está incluido. Solo nosotras dos sosteniéndonos la una a la otra toda la noche y hablando. No te presionaré a nada que no quieras hacer.

―¿No podíamos hacer eso en tu piso?―sonrió.

―Podíamos, pero pensé que la suite era un poco más romántica. Además, de todos modos, pasaremos mucho tiempo en mi casa.

―Oh. ¿Eso es así, señorita López?

La acerqué y besé sus labios.

―Sí. Así es, señorita Pierce.

―De acuerdo. Que sea la suite―sonrió.

Tomamos el ascensor hasta la planta alta y entramos en la suite, que estaba llena de arreglos de rosas rojas, champán y fresas cubiertas de chocolate.

―Este sitio es muy hermoso―comentó Brittany mientras olía las rosas colocadas en la mesa.

―No tan hermoso como tú―le rodeé la cintura con los brazos desde atrás y le besé la mejilla―¿Puedo servirte una copa de champán?―pregunté.

―No. Pero puedes llevarme a la habitación y hacerme el amor―respondió mientras se giraba para enfrenarme.

―¿Hablas en serio? Estás jugando conmigo, ¿cierto?

Dejó escapar una suave risa.

―No, San. No estoy jugando contigo. No quiero nada más que sentirte en mi mi.

―Pensé que no tenías sexo en la primera cita.

―Normalmente no. Pero eres la excepción de mi regla.

Gruñí mientras la alzaba y la llevaba a la habitación. Tumbándola en la cama, me saqué los tacones y el vestido. Cerniéndome sobre ella, pasé el dorso de la mano sobre su mejilla.

―No tienes ni idea lo mucho que he echado esto de menos, a nosotras.

―Lo hago, porque yo también.

Pasé los labios sobre su cuello mientras desplacé mi mano entre sus muslos y subí su vestido hasta que mis dedos tocaron el material de sus bragas.

Podía sentir la humedad que desprendía, lo que hizo que las mías se humedecieran más.

Subiendo aún más, logré bajárselas con una mano y dejé vagar mis dedos en su suave zona.

Ambas gemimos cuando hundí mi dedo en su interior.

―Dios, he echado de menos esto―gemí.

―Yo también, San. Yo también.

Nuestros labios se enredaron, moviéndose en sincronía mientras nuestras lenguas se encontraban.

Introduje otro dedo. Jadeó mientras la exploraba.

Echó la cabeza hacia atrás y deslicé mi lengua sobre su suave piel. Su respiración empezó a ser superficial y sus gemidos se incrementaron.

―¿Vas a correrte, Britt-Britt?

―Sí, no pares, San. No pares.

―Nunca voy a dejar de hacerte sentir bien.

Un gemido final y noté la humedad derramándose contra mis dedos.

―Eso es. Córrete para mí. Enséñame lo bien que te hago sentir.

Una vez que fue derribada por su orgasmo, me levanté y rápidamente me quité la ropa interior.

Sin aliento, Brittany se levantó y bajó la cremallera de su vestido, dejándolo caer en el suelo.

Desenganchando su sujetador sin tirantes, lo tiré a un lado mientras tomé en un firme agarre sus hermosos pechos redondos. Mientras tomaba su pecho en mi boca, rodeé su espalda baja con el brazo y la bajé hacia la cama.

Exploré sus pechos con la boca, metiendo cada uno de sus endurecidos pezones en mi boca antes de besarle el torso hasta llegar a su coño. La devoré con la boca, lenta y provocativamente.

Golpeé su clítoris con la lengua, haciendo que su cuerpo enloqueciese. La probé con la lengua, con la que rodeé su punto más sensible, hasta que cedió a otro orgasmo.

―Jesús, San. Oh Dios mío―jadeó.

Sonreí mientras me cernía sobre ella. La besé en los labios.

Cuando empecé a levantarme, me detuvo.

―Quiero tenerte dentro. Por favor. Quiero sentirte.

―Yo también te quiero dentro. Quiero sentirte

―Sí. ambas.

Arqueé una ceja por la sorpresa.

―Será perfecto.

―Sé que lo será.

―Dios, Britt, no puedo esperar.

―Lo sé. Yo tampoco―sonrió.

―No tienes ni idea de lo feliz que me has vuelto a hacer―besé la punta de su nariz.

Mi húmedo sexo ya estaba acomodado sobre el de ella y no tardé en unirnos. El calor me rodeó y gemí de puro placer.

Moviéndonos juntas repetidamente, la presión empezó a construirse en ambas.

Descansaba sus manos en mi espalda y me clavó las uñas en la piel mientras llegó al orgasmo una vez más.

No podía retenerlo más y me corrí.

―Joder, Britt. ¡Oh, joder!―gemí de puro placer.

Cuando me derrumbé encima de ella, pude notar su corazón latiendo tan rápido como el mío.

No quería moverme porque no podía soportar dejarla ir, así que solo descansé ahí encima de ella hasta que nuestra respiración volvió a la normalidad y nuestros corazones bajaron el ritmo.

―Siento que no puedo moverme. Parece que me has paralizado―sonreí con satisfacción mientras miraba su sonriente rostro.

―Divertido, parece que me siento del mismo modo.

Me las arreglé para encontrar la alejarme de ella y acostarme sobre la espalda.

Tomando su mano, la llevé a mis labios.

―Estoy enamorada de ti, Brittany―giré la cabeza para mirarla.

Una sonrisa brillante cruzó su rostro.

―También estoy enamorada de ti, Santana―puso su otra mano en mi mejilla.

―¿De verdad?

―Sí. Lo he estado. Simplemente no quería admitirlo porque estaba asustada.

―No tienes que volver a estar asustada, Britt, porque siempre voy a hacerte sentir segura, querida y amada. Te amo y siempre te amaré.

Me miró con sus hermosos ojos y se inclinó más cerca de mí y me besó en los labios.

―También te amo, Santana―pasó la mano por mi mejilla.

―¿Te gustaría que nos diésemos un buen baño caliente?―pregunté.

―Me encantaría.

Salí de la cama y entré en el baño para abrir el agua de la bañera. Brittany sirvió champán para ambos y llevó las copas al baño.