FanFic Brittana: La Granja (Adaptada) Epílogo

Capitulo 31

Puso la camiseta por encima de la nariz y la boca para bloquear lo peor del humo y el hollín.

Sus ojos ardían, su visión borrosa a través del velo de lágrimas. Había perdido la noción del tiempo, sólo consciente del calor y el ruido y la bestia inexorable que recortó y rugió y luchó para aniquilar todo a su paso.

Propulsando el tractor hacia atrás y adelante en ráfagas cortas, agudas, derribó los edificios de metal ardiendo, arrancando sus soportes de madera y paleando la tierra en las pilas de escombros para sofocar las llamas.

Periódicamente dirigió a sus hombres hasta el borde del bosque para zanjar un cortafuegos y evitar que el fuego se propague a los bosques adyacentes.

Al ver a una línea de llamas lamiendo hacia la maleza, maniobró junto al vehículo a su derecha para mandarlo en esa dirección.

—Hey—gritó ella, su voz ronca y su garganta ardiendo después de horas de respirar el humo.

El conductor se volvió hacia ella y sacudió la cabeza, segura de que se había equivocado. El dolor de cabeza de bajo nivel se disparó con el movimiento, pero su visión se aclaró.

No se había equivocado.

—¿Qué demonios estás haciendo?

Brittany le envió una sonrisa, parecía que estaba teniendo un fabuloso tiempo.

—Siguiendo tú ejemplo.

Irritada, impresionada, orgullosa, trabajó en el ceño fruncido.

—No es lo que quería decir.

—¿Qué necesitas?

Tú. Tú y nada más.

Debatió encontrar a otra persona para hacerse cargo del problema, pero todo el mundo estaba ocupado y Brittany claramente sabía cómo manejar un tractor.

—Por ahí a tu derecha, alrededor de las dos del reloj, cava una zanja y flanquea ese dedo de fuego dirigiéndose hacia el bosque. Ten cuidado de que no venga por detrás de ti. Si lo hace, ara un camino por el bosque si es necesario, pero no te dejes atrapar.

—Seré cuidadosa. Tú también, ¿de acuerdo? El viento está haciendo este monstruo impredecible.

—Lo haré—vaciló—¡Oye!

Brittany le devolvió la mirada, su mirada tan intensa que sintió que el mundo desaparecía, como si estuvieran de vuelta en la cama con todo el tiempo del mundo para mostrarse la una a la otra lo que importaba.

—Te amo.

—Yo también te amo.

—Nos vemos más tarde—dijo queriendo decir mucho más.

Queriendo cada noche, cada mañana.

—Sí—Brittany sonrió, y en algún lugar más allá de la salvaje, furiosa noche, su mundo se enderezó.

Empujó el tractor en marcha y regresó a arar los escombros en llamas en el centro de un área despejada del patio, construyendo una hoguera gigante que eventualmente se apagaría por sí sola.




En el momento en que habían logrado contener la conflagración, el cielo estaba aligerando en el este.

El amanecer se acercaba, y la lluvia había amainado a una llovizna constante.

La larga noche había terminado.

Montones de metal retorcido y gruesas vigas ardían en todo el campamento, negro humo enturbiando en el aire.

Estaba cubierta de hollín y sudor.

Cuando se bajó del tractor, sus piernas temblaban, y tuvo que apoyarse en la gran máquina para mantener el equilibrio. A su alrededor, los hombres se reunían en pequeños grupos, sus rostros todos igual, cubierto de tierra, sudor mezclado, exhaustos, y triunfantes.

Fue de un grupo a otro, dándoles las gracias, comprobando que ninguno del equipo tenía lesiones importantes, dándoles instrucciones para verificar la entrada con el capataz de la cuadrilla para facilitar un recuento.

Brittany se quedó un poco lejos, esperando por ella.

Parecía como desaliñada y cansada como cualquiera de los hombres, pero estaba sonriendo, la sonrisa que había pensado que nunca vería de nuevo y ahora sabía que nunca podría prescindir.

Cuando llegó a Brittany, envolvió sus brazos alrededor de la cintura de la rubia y apoyó la cabeza en su hombro. De alguna manera se las arregló para oler dulce.

—Voy a tener que tener más cuidado con lo que digo en el futuro.




Dio la bienvenida al peso de Santana contra ella, gustando que podía sostenerla, que se inclinarse sobre ella cuando lo necesitaba.

Acarició el cabello sudoroso de Santana.

—¿Qué quieres decir, nena?

—No esperaba que me tomaras literalmente, acerca de seguir mi ejemplo.

—Lo habría hecho de todos modos, he estado conduciendo un tractor y moviendo tierra desde que tenía siete años.

Besó la sien de Santana.

—Pero es agradable saber que lo apruebas.

Se rió suavemente cuando Santana gruño. Estaba descubriendo que le gustaba burlarse de ella.

Todo lo que quería era arrastrar a su morena lejos donde finalmente podrían estar a solas, pero que no habían acabado aquí todavía.

—Tenemos que encontrar a Marley. Kitty desapareció anoche. Estoy preocupada.

Con un suspiro, Santana se enderezó y deslizó su brazo alrededor de su cintura.

—Vamos a ir al remolque. Ahí es donde van a estar.


Caminaron por el barro hasta los tobillos, y volvió el rostro hacia el cielo, dejando que la lluvia fresca lavara algo de la suciedad en su pelo y piel.

—Quiero estar en la ducha por una hora cuando lleguemos a casa.

—¿Eso significa que estoy invitada a ducharme contigo esta vez?

—Podrías querer dejarme conseguir quitar la primera capa o dos de mugre primero, pero sí. Estás invitada. Aunque tengo que advertirte, mi cuerpo se siente como que he estado llevando el maldito tractor en la espalda durante una semana.

—Sí—Santana murmuró—Yo también—se rió—Pero creo que una ducha contigo podría simplemente hacerme olvidar estar cansada.

—Yo podría permitirte hacerme olvidar eso también—amaba que Santana la quisiera, el deseo en sus ojos la movían de una manera que hicieron que cada problema parezca solucionable. El deseo de su morena la llenaba de fuerza—Te quiero otra vez.

El brazo de Santana en su cintura se apretó.

—No puedo pensar en otra cosa.

—Oigo voces—dijo cuando llegaron al remolque donde la puerta aún colgaba torcida. El alivio se lanzó a través de ella—Creo que están aquí.

Santana agarró su mano.

—Vamos a averiguar.

Se apresuró a entrar después de Santana y se detuvo bruscamente.

Kitty y Marley estaban paradas lado a lado en frente del escritorio de la morena en casi idénticas posturas, piernas abiertas, brazos cruzados, expresiones duras impasibles, ambas mirando al hombre sentado frente a ellas en la única silla.

—¿Rory?—dijo—¿Qué estás haciendo aquí?

Kitty le echó un vistazo a ella y Santana.

—Parece que nuestro amigo Rory aquí estaba tratando de conducir su vehículo todo terreno a través de los bosques y me las arreglé para tirarlo. Es por ello que él no se escapó después de abrir las líneas de gas y convenientemente dejó caer un fósforo. No es cierto, Rory.

Rory miró la como si estuviera esperando a que contestara.

No quería creer que Rory estaba detrás del incendio provocado, pero él no tenía nada que hacer en el campamento.

—¿Rory? ¿Qué está pasando?

—Sé que no los quieres en ningún lugar cerca de tu tierra. Yo sólo estaba tratando de conseguir que se movieran.

—Oh, Rory—miró a Kitty—Creo que vamos a necesitar conseguir a las autoridades involucradas antes de hablar con Rory más.

Kitty asintió.

—No hemos sido capaces de comunicarnos todavía, pero Marley y yo estaremos felices de cuidar de él hasta que podamos conseguir a alguien aquí para ponerlo bajo custodia.

Los ojos de Rory crecieron enorme y giró la cabeza de ella a Kitty y de regreso.

—¿Qué quiere decir, custodia?

—Vamos a tener que hablar con el sheriff, Rory. Hasta entonces, tienes que quedarte aquí. Esto es serio, ¿entiendes?

Por un momento, él parecía como si fuera a tratar de escaparse, pero su mirada parpadeaba de Kitty y Marley, y se dejó caer hacia atrás, sus manos entre las rodillas, sus ojos en el suelo.

—No se ve como me voy a ninguna parte. Entiendo.

—Dile al sheriff que me llame cuando logres contactar con él—Santana le dijo a Kitty—¿Están ambas bien?

—Me vendría bien el desayuno y una ducha—Kitty hizo una mueca y señaló sus botas embarradas y ropa sucia—Perseguir a Rory en la tormenta fue feo, pero por lo demás estoy bien. ¿Tú?

—Estamos bien—Santana le pasó la mano por la espalda—Quiero llevar a Britt a casa, pero voy a volver y relevarte tan pronto como haya tenido una ducha.

—Estamos bien aquí—Kitty dijo—, Y ambas han estado trabajando toda la noche. Duerman un poco primero.

—Gracias. Llámame si algo más sucede.

—Lo haré—Kitty levantó una ceja hacia Brittany—Sácala de aquí, ¿podrías? Y mantenerla alejada por un rato también.

Riendo, agarró el brazo de Santana y tiró de ella hacia la puerta.

—Lo intentaré.


A medida que avanzaba hacia la camioneta, dijo:

—No puedo creer que Rory hizo esto. Lo siento, San.

—No es tu culpa, Britt. No le pediste que lo hiciera.

—Pero lo hizo porque él pensó que eso es lo que hubiera querido.

Santana se detuvo por la parte delantera de la camioneta, tiro de ella en sus brazos y la besó.

—No lo hiciste, y sé eso.

Presionó las palmas contra el pecho de Santana y la besó de nuevo.




Se sentía tan bien contra ella, bajo sus manos, bajo sus labios.

—La gente tiene que entender lo que estás haciendo aquí, y lo que significa para ellos. Finalmente lo entiendo y sé que puedes explicarlo a todos nosotros. Danos lo bueno y lo malo, y vamos a ser capaces de manejarlo.

—lo haré. Lo prometo.

Pasó los dedos por el pelo de Brittany y la besó, profundo y lenta. Ella no se preocupó por la lluvia o el olor acre del humo en el aire, o el temblor de sus músculos cansados.

El sabor de su rubia, la suavidad de su piel y el calor de su cuerpo condujo cualquier otro pensamiento y la sensación de su ser.

Brittany era todo lo que sabía y todo lo que quería saber.


Después de un minuto, su rubia serpenteo sus brazos alrededor de su cintura y se echó hacia atrás.

—¿Estás prestando alguna atención a lo que estoy diciendo?

Besó su cuello, mordió a lo largo del ángulo de la mandíbula.

—Lo estoy, estoy prestando total atención de todo lo que importa. Tú.




Con el corazón palpitante, agarró la camisa de Santana más fuerte, queriendo tenerla desnuda, encima de ella, dentro de ella.

Justo en ese instante.

—Tenemos que irnos. Te necesito.

Santana se estremeció.

—Yo también te necesito. Más de lo que puedo decir.

—Entonces todo lo que tienes que hacer es llevarme a casa, y tomarme.

Capitulo 32 - Último

Tomó la mano de Brittany mientras caminaban desde la camioneta hasta el frente su porche, incapaz de recordar un momento en que ella había sido tan feliz.

El amanecer floreció sobre las copas de los árboles hacia el este, salpicando a los mismos rojos ardientes y naranjas a través del cielo de la mañana cuando el fuego había pintado la noche.

La lluvia había escapado al amanecer, y sólo una débil niebla cubría los altos tallos de maíz en los campos.

El riachuelo corriendo al lado de la casa estaba aumentado casi hasta la parte superior de las orillas, precipitándose a empapar los pastizales limítrofes, finalmente otorgando a los cultivos con el alimento que los agricultores habían estado esperando tanto tiempo.

―Parece que va a ser un hermoso día―dijo deslizando su brazo alrededor de la cintura de la rubia.

―Mmm,―Brittany murmuró, ralentizando para inclinar su cabeza en su hombro―Ya lo es.

Besó la comisura de su boca.

―Estás hermosa. Me gusta verte al amanecer.

Brittany se sonrojó y le besó la garganta.

―¿Te acuerdas de nuestra primera?

Se rió.

―¿Te refieres a la mañana cuando no pude conseguir arrancar el motor fuera de borda, y estuvimos atrapadas en la isla hasta que un pescador vino y nos dio un remolque?

―Sí―Brittany dijo, riendo también―Estaba tan preocupada que iba a perder mi trabajo cuando no regrese a la casa de huéspedes hasta las nueve, pero Rachel había cubierto por mí.

―Ella nunca averiguó que estabas conmigo, ¿verdad?

―No―Brittany dijo―Le dije que fui a navegar y que quede atascada durante el viaje de vuelta, lo cual era técnicamente cierto―sacudió la cabeza―No estoy segura de por qué no le dije acerca de ti, pero siempre tenía la sensación de que éramos un secreto.

―Eso fue mi culpa―suspiró―Debería haber dicho quién era yo de inmediato y tal vez nada de esto hubiera sucedido.

―Oh, si esto iba a pasar, hubiera ya sea si me dijeras o no. Tal vez incluso antes.

―Te lo hubiera dicho, sabes, antes de que terminara el verano, pero nos quedamos sin tiempo. Sólo tenía este sentimiento de que ese verano fue la última cosa que tendría que era todo mío propio. Y tú eras una gran parte de ello. Sabía lo que mi papá había planeado para mí, y no es que no quería asumir la responsabilidad de trabajar para la empresa, pero sabía que siempre estaría siguiendo su camino.

―¿Estas arrepentida?

―Me gusta el trabajo, sé que es difícil para ti de entender, pero creo en ello. No somos perfectos, cometemos errores, pero estamos tratando de hacerlo bien, y al final, creo que vamos a hacer algo bueno en muchos niveles.

―Y qué hay de ti, ¿personalmente?

―NorthAm es mi trabajo. Pero encontré algo en el lago que nadie más pudo tocar, algo que es todo mío―besó a Brittany suavemente―¿Tengo razón?

Brittany se giró a ella, enhebrando sus brazos alrededor de su cuello. La presión del cuerpo, la suave turgencia de sus pechos, y el ajuste perfecto de sus caderas enviaron un escalofrío de reconocimiento y sublime satisfacción flechando su corazón.

―Tienes mucha razón―Brittany murmuró contra su boca deslizando sus labios lentamente a lo largo y provocándola con la punta de la lengua―Soy toda tuya si me quieres.

―Te amo. Y te quiero cada segundo del día―ahuecó el trasero de su rubia y la besó de nuevo―Y no me importa decirlo una y otra vez, porque suena realmente bien para mí.

―Para mí también―Brittany dijo―Pero sabes, creo que me gustaría escucharlo arriba después de una ducha. En la cama.




Tiró de Santana por el pasillo hasta el vestíbulo.

―Tira la ropa directamente en la lavadora. Voy a poner la ducha a comenzar.

―Está bien―Santana dijo, desabotonándose la camisa.

Se detuvo, medio vestida, distraída por el cuerpo desnudo de la morena viniendo a la vista.

Incluso manchada de hollín y muerta de cansancio, era la mujer más hermosa que había visto nunca.

Santana le sonrió.

―¿Qué?

―Ni siquiera me importa que estamos todas como una especie de mugres en este momento―dijo en voz baja―Te quiero.

Los ojos de Santana fueron de juguetones al ardor en un latido del corazón.

―Cualquier cosa.

―Ducha. Aprisa―se quitó rápidamente sus jeans y el resto de la ropa―O voy a tener que empezar sin ti.

―De ninguna manera.

―¿Ah, sí?―corrió hacia la escalera.

Santana siguió al galope segundos después, y ella riendo, corrió la vuelta de la esquina al baño. Abrió de un tirón la puerta de la ducha, dio la vuelta al indicador de caliente, y chilló cuando la morena la agarró por la cintura y la arrastró hasta el chorro todavía helado.

―Espera, espera―gritó, tratando de escapar de las agujas de hielo.

―Vas a estar lo suficientemente caliente pronto―Santana dijo y la besó.

Y la morena estaba en lo cierto.

Tan pronto como la boca de Santana cubrió la suya, no sintió el agua más. No olió el humo en el pelo o la peste persistente de la quema de madera y goma y otras cosas.

Todo lo que probó, todo lo que sabía, era la esencia de Santana empapando su boca, saturando su psique hasta que se desbordó.

Sus muslos se ablandaron y se apoyó en la morena, aumentando su humedad y dura y necesitada en un latido del corazón. Envolvió un brazo alrededor del cuello para mantener el equilibrio, besándola más profundamente, y buscó la mano de la morena.

Encontrándola, la puso entre sus piernas y presionó los dedos de Santana fuerte entre sus muslos.

―No me hagas esperar. No esta vez.

La morena la giró hasta que su espalda estaba contra las baldosas, sin abandonar su boca, y llenándola en un rápido deslizamiento fácil. La presión era exquisita, tan perfecta para contener.

Tiró su boca lejos y jadeó.

―Oh Dios mío. Eres tan buena. Ya quiero correrme.

―Bien―la boca de Santana estaba en su cuello, chupando, mordiendo suavemente. Sus pechos estaban presionados con fuerza contra ella, el estómago y los muslos deslizándose sobre los de ella.

El pulgar descansaba sobre su clítoris, masajeando con cada golpe profundo, dulce.

―Me voy a correr―advirtió sin aliento―, Si sigues haciendo eso.

―Entonces supongo que lo harás―Santana murmuró, besándola en el centro del pecho hasta que llegó a su seno.

Sus labios tiraron de su pezón y se agarró de los hombros morenos, necesitando llenar sus manos con el calor de Santana, necesitando entregarse a la fuerza de, necesitándola, necesitando ser de ella.

La tormenta se reunió, el fuego rugió, y su orgasmo rompió con la ferocidad del alba rompiendo la oscuridad.

Sus caderas se levantaron por su cuenta, tomando a Santana más profundo, y ella gritó, una y otra vez. Cuando finalmente dejó de correrse, estaba mareada, eufórica, estremeciéndose de placer.

―Te amo tanto.

Santana enterró su cara en su cuello.

―Te amo también. Te necesito también.

Agarró el trasero de Santana, instándola a horcajadas sobre ella.

―Quiero que te corras sobre mí. Fuerte, así que no pienses en nada excepto yo.

―No lo haré. No puedo―Santana apoyó los brazos a ambos lados de sus hombros, apretó su boca con el ángulo de su cuello, y empujó contra ella―Te amo. Siempre lo haré. Lo prometo.

―Eres mía―susurró con ferocidad, ardiendo con una antigua necesidad de reclamar, de sostener, de poseer y ser poseída―Mía.

―Sí―Santana se quejó, resbaladiza y dura y tan vulnerable―Sí. Por favor.

―Eso es, eso es correcto―instó, perdida en el poder que ardía como un rayo blanco a través de su mente―Eso es justo lo que quiero. Tú. Solo tú.

―Muy bien, Britt-Britt, muy bien―los brazos de Santana temblaban.

Hundió los dedos en el trasero morenos y tensó su muslo entre sus piernas.

―Te amo.

―Me voy a correr―Santana advirtió.

―Más fuerte. Quiero sentirte toda sobre mí. Más fuerte.

Santana echó la cabeza hacia atrás, su cara tensa con el placer. Las caderas bombeando, se corrió con un grito estremecedor.

―Oh, sí―la abrazó con fuerza, impidiéndole caer―Te tengo ahora.

―Siempre―Santana jadeó―Toda tuya.




Acostada con su cabeza en el hombro de Santana, acariciando el centro de su abdomen, fascinada por la manera en que los músculos morenos parpadearon ante su toque.

―Amo tu cuerpo.

Santana se rió suavemente y se estiró, enroscando un brazo alrededor de sus hombros. Besó su sien.

―Me alegro. Me encantan tus manos sobre mí.

―Te quiero otra vez―se empujó hacia arriba en el codo y besó a Santana suavemente.

Sonriendo, Santana tiró de ella para quedar encima. Sus piernas entrelazadas de forma automática como si sus cuerpos supieran que pertenecen juntos.

―En cualquier momento. Siempre.

Apoyó su frente en Santana por un instante, sus ojos nebulosos y satisfechos.

―Debemos dormir, pero no quiero.

―Tengo que volver al lugar de trabajo―Santana dijo―Las cosas son un desastre ahí, y no sé cuánto tiempo va a tomar para lograr arreglarlo.

―Sé que tiene que ir. Es sólo que no quiero dejarte fuera de mi vista.

―Créeme―Santana dijo, deslizando las manos arriba y abajo de su espalda, la excitación agita de nuevo―No quiero irme. Pero puedo volver, ¿cierto?

Su estómago se apretó por un instante, entonces recordó que el futuro era de ellas para escribir.

―Quiero que vuelvas―mordió el labio inferior de Santana―De hecho, insisto en ello.

―Sé que probablemente es demasiado pronto para hablar del futuro.

―¿De verdad? ¿Puedes decir eso?―sacudió la cabeza―He esperado durante casi toda mi vida. No es demasiado pronto.

Santana pasó los dedos por su pelo.

―Te amo. Siempre quiero volver aquí, a ti.

―Siempre estaré aquí, y en lo que a mí respecta, tú perteneces aquí―su frente se frunció―¿Serás feliz aquí?

―Sí―Santana dijo instantáneamente―Estás aquí, y te amo. Y me encanta esta granja, este lugar, esta tierra que es tuya y parte de ti.

―¿Aún cuando tu trabajo aquí este hecho?

―Entonces voy a ir al siguiente trabajo, y voy a estar fuera por un tiempo, y te extrañaré mucho. Y cuando venga a casa, te voy a mostrar cuanto cada minuto durante un mes.




Brittany sacudió la cabeza y su corazón se hundió.

―¿No?―preguntó en voz baja.

―Dos meses.

Riendo, llena de la alegría que había pensado que había perdido, rodó sobre Brittany y sujetó las manos a cada lado de la almohada. Besó su boca, el cuello, la empujó sobre la cama y le besó los pezones.

La rubia se arqueó debajo de ella, gimiendo suavemente.

―Detente a menos que no planees salir en cualquier momento pronto.

―No sé cuánto tiempo voy a estar ausente. Necesito encontrar al sheriff y hablar con él sobre Rory. No podemos simplemente dejarlo ir, pero tal vez podamos resolver algo por lo que los cargos no sean tan malos.

―Él tiene que hacerse responsable―Brittany dijo.

―Lo sé. Voy a hacer lo que pueda―empujó abajo y le besó el ombligo, colocando sus pechos entre los pálidos―Te llamaré cuando sepa cuánto tiempo voy a estar ausente, si hay algún servicio aún.

―Vas a tener cuidado, ¿verdad?―Brittany tomó su barbilla y levantó su cara hasta que sus ojos se encontraron―No quiero que algo te pase.

―Nada me pasará.

―Estás segura, sobre el acuerdo con Artie, y mi tierra, y…

―Estoy segura. Estoy segura de todo―besó la curva del muslo interior de Brittany, moviéndose a su lado, y tirándola a sus brazos―Una de las cosas que voy a hacer después de organizar las cosas en el campamento es llamar a mi papá y decirle que no necesita enviar sus abogados aquí. Entonces tendré a Kitty consiguiendo otra reunión de la ciudad y hablar con la comunidad acerca de nuestros planes. Puede que no los ganemos por todas en seguida, pero será un comienzo.

―¿Qué crees que tu papá dirá a tu decisión acerca de mi tierra?

―No va a gustarle, pero no creo que él vaya a enfrentarme. Cerré el acuerdo con Artie, vamos a obtener lo que necesitamos para perforar, y él me debe.

―No me importa el pasado.

―Lo sé, pero no nos defendí entonces, y lo haré ahora. Es importante para mí.

―Entonces es importante para mí también―Brittany le acarició el pecho―Pero sólo sé, lo único que importa para mí de aquí en adelante es nosotras. Lo que significamos la una a la otra y lo que podamos hacer al respecto.

―Te amo. Quiero ser tuya todos los días por el resto de mi vida.

Brittany sonrió.

―Entonces todo lo que tienes que hacer es venir a casa a mí.

Epílogo

—¿Estas segura de esto?—pregunto Kitty.

—Sí. Tú mejor que nadie sabes el tiempo que perdí, no lo puedo seguir haciendo.

Kitty asintió y sonrió.

—¿Sabe tu papá la decisión que acabas de tomar?

—No me habla desde que perdió las tierras de Britt, pero poco me importa la verdad. Su sigue conmigo, ella es la que vale.

—Tienes razón. Además si no lo entiende es cosa de él. Tú mereces ser feliz. Tú y Britt han sufrido mucho es tiempo de ser felices.

Sonrió y miro la pequeña caja de terciopelo que tenía entre las manos.

—Tranquila morena. Le encantara. Es más con solo pedirlo ella estará contenta. Además es el siguiente paso, ya viven juntas…solo faltan los niños—dijo Kitty con picardía.

—¿Niños como los tuyos con Marley?

Kitty abrió mucho los ojos y desvió la mirada. Para Santana esa era una reacción extraña en ver en la ojiverde.

—¿Có…cómo lo sabes?

—Cuándo Britt me conto que Marley estaba más que preocupada por ti por la explosión y luego me cuentas que te puso en tú lugar cuando ambas salieron del hospital supe que algo pasaba…Al igual que lo viste en mí y en Britt.

—Era algo que intente evitar, ambas. Pero con lo del accidente nos dimos cuenta de lo que podríamos perder…Y tu historia con Britt…el tiempo es el que no se puede perder. Ya no.

—Enamorarse es lo mejor que le puede pasar a una persona, Kitty. Con Quinn, Rachel y Britt pensamos en formar una empresa…queremos que dejen de ser mi guardaespaldas para ser nuestras socias.

—San, nosotras…

—Solo piénsalo. Estaríamos juntas con la persona que necesitamos y haciendo algo para permanecer a su lado.

—Acepto. Y estoy segura que Marley también.




Todas las chicas estaban comiendo en la casa de las Brittana.


—¿Saben que paso al final con Rory?—pregunto Marley.

—La ley dictaminaba que debería ir al menos un año preso, pero Santana no quiso poner cargo y menos Britt—dijo Rachel.

Seis pares de ojos se giraron a las recién nombradas.

—Él solo quería que nos fuéramos. Además que intentar ayudar a Britt, le daría puntos—dijo Santana—No podemos culparlo si no hubo graves daños.

—Además Rory es querido por el pueblo—dijo Quinn encogiéndose de hombros.

—Sí, él lamenta mucho lo que ocurrió. Pero decidió cumplir seis meses de trabajos aquí en la granja—dijo Brittany.

—Baste de hablar eso, mejor voy por el postre—dijo Santana.

—Te ayudo—dijo Quinn.


A los minutos después las luces se apagaron y solo quedo una mínima iluminación y con una música de fondo…música romántica.

Pronto aparecieron Quinn y Santana, la rubia llevaba un guitarra mientras que la morena empezó a cantar y Kitty sigue el ritmo con sus palmas.














Santana se acerca a Brittany para pedirle que bailen, mientras la morena le sigue cantando.

















Santana termina de cantar, soltando suavemente a la rubia para tomarla de las manos.

—Hace diez años cometí un error. El peor error, pensado que podría ser lo mejor para ti. Pero las cosas no pasan por nada. Ambas crecimos. Ambas caímos y nos volvimos a levantar. Pero lo que nunca cambio en esos diez años es mi amor por ti Britt. Eres el amor de mi vida, y siempre lo supe y siempre lo sabré. Un pajarito me conto sobre una historia sobre unas chicas que se pudieron que separar por errores, pero el destino las volvió a juntar.

Quinn le dio un sutil giño a Rachel, quien sonrió y acaricio su abultado vientre.

Mientras que Santana se agacha colocando una rodilla en el suelo:

—Ese mismo destino fue quien nos volvió a juntar…y es por eso que no quiero perder más el tiempo. Brittany Susan Pierce, ¿te quieres casar conmigo?

Kitty y Marley tenían las manos juntas y miraban con una sonrisa la escena.

Brittany quien tenía los ojos llenos de lágrimas y la mirada fija en Santana.

—Sí, si quiero ser tu esposa—dijo Brittany.

Santana con una sonrisa en su rostro se acercó a Brittany y se abrazaron y besaron.

Las otras cuatro chicas aplaudieron y las felicitaron.








—¿Crees que este le quedara bien?—pregunto Kitty sosteniendo un pequeño polerón de recién nacido.

Santana y Quinn se miraron y rieron.

—Kitty, aún faltan como siete meses para que nazca tu bebé—dijo Quinn.

Las Karley se habían casado hace un año y ahora estaban esperando a su primer hijo.

—Y dice recién nacido, se supone que le tiene que quedar—dijo Santana.

—Ya hablan las madres del año. Las madres de cien hijos y que todo lo saben, ¿no?—dijo Kitty con sarcasmo.

Quinn y Rachel habían sido madres de una preciosa bebé.

La pequeña Charlotte Brbara Fabray Berry, o Charlie como le decían de cariño. Quien era la perfecta mezcla de ambas, ya que era una morenita con los mismos ojos verdes de Quinn

Ahora Quinn estaba embarazada de su segundo hijo.

Mientras que Santana y Brittany hace dos años habían tenido al pequeño Santiago Jackson López Pierce, o Santy como le decían con cariño. Quien tenía los mismos ojos azules de Brittany, pero el mismo color de pelo y piel que Santana.

Brittany también estaba embaraza.


Las Quinntana se miraron y sonrieron.

—Tienes razón. Ambas supimos de la emoción que se siente—dijo Santana—Esa polerita estaría bien para Charlie, Santy y los que vienen—dijo mientras tomaba la polera que decía “Mamá+Mamá+Amor=Yo”

—Y lo seguimos sintiendo—dijo Quinn—Pero estas estarían mejor—dijo tomando una polera que decía “Mi mamá es la mejor”.

—O esta—dijo Kitty tomando una que decía “Mi mamá es peligrosa, no te acerques”.

Las tres se miraron y rieron, empezando a tomar más de una y de distintos tamaños. Pero lo dejaron de hacer cuando escucharon unos “Mhhmm” atrás de ellas.

Brittany, Rachel y Marley estaban mirándolas con una ceja arriba, pero con unos helados, muy grandes, en sus manos. Al igual que Charli y Santy.

—Quinn Fabray.

—Kitty Wilde.

—Santana López.

—De Berry.

—De Rose.

—De Pierce.

Dijeron las últimas tres con una sonrisa nerviosa y las mejillas colocaras, para luego acercarse a su respectiva esposa y besarlas.

Quinn tomo en brazos a Charlie y Santana hizo lo mismo con Santiago, para luego empezar a caminar para ir a comer, los bebés ya pedían por comida.

Mientras Rachel, Marley y Brittany se fueron adelante, las otras tres susurraron:

—Volaremos más tarde por ellas—dijo Quinn.

—Eso es un hecho—dijo Kitty.

—Nadie lo puede impedir—dijo Santana.

Cada una tomo el lugar de su esposa de la mano, pero Brittany jalo un poco a Santana para quedar atrás.

—¿Qué pasa? ¿Es el bebé? ¿Ya quiere nacer?—dijo Santana.

Brittany rio con cariño.

—No Sanny. Aún faltan algunos meses—dijo besándola rápidamente—Pero sé que piensas volver a comprar las poleras.

Santana desvió la mirada nerviosa y beso la frente de Santiago.

—Podrías comprar otra que diga, “Mi mamá es la número uno”.

Santana levanto la mirada y sonrió feliz.

—Por supuesto. Este niño tiene que tener una ya—dijo desacomodando el cabello de su hijo.

—Es un galán—dijo Brittany besando la frente de su hijo, quien se acomodó en el hombre de la morena.

—Te amo, Britt.

—Te amo, Sanny.