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FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

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Mensaje por andre *-* Dom Sep 29, 2013 5:04 pm

FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2236703817  santana si que sabe meter la pata FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2446003554 

actulizaaaaa por fissss.....
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

Mensaje por Marta_Snix Dom Sep 29, 2013 5:23 pm

AndreaDaru escribió:Molaria que Brittany jugara con Sam a coquetearse jajajajaja seria muy bueno pero no creo que pase, bueno quien sabe
A ver que pasara en esta cena, seguro que Britt coqueteara con otro o no FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2145353087 
Y de Santana mejor no hablemos..


PD: Ay Elijah! FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 1215408055 
Bueno ya se vera lo que pasa en la cena, no seré mala y os pondré el siguiente capitulo para que sepais que pasa.
PD: Lo vi, es hermoso FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 1215408055 
Jane0_o escribió:Dios!
Como lo dejas ahi!!

Ya quiero ver se
Desarrolla la fiesta

Saludos
Tengo que dejarlo con algo de intriga no?
Pero ya os pongo el siguiente, seré buena por esta vez :P
Nos vemos FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905 
DafygleeK escribió:Pretty, pretty, pretty!!!! Me encanto!!!! Odio el hecho de que santana tenga una cita!!!! Si no va con britt que vaya sola!!! Encima britt se sienta junto a karofsky!!! Lo unico bueno es que tal vez se siente junto a san!!!
Tienes razon siempre que me desconecto me pierdo una actualizacion, o algo interesante! Ya no saldre nunca mas...
La peli que vi se llama "busqueda implacable 2" y fue genial! Definitivamente me imagino a britt con mis palabras! Pretty actualiza pronto please!!!!!! ;) xoxo
3 veces pretty para que actualice más rapido no? FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 296517876
Britt también odia que San tenga una cita, te lo aseguro, y Britt piensa como tú, mejor sola.
No digas que no saldrás, tienes que tener vida, además mejor si sales y hay varios capitulos, asi tienes más que leer y te quedas menos con la intriga
La busque y aqui se llama Venganza, la he visto, esta muy bien. Buena elección FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905
Dejo ya el siguiente capitulo FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 4061796348 
Tat-Tat escribió:Hay que reconocer que no me esperaba a Britt tan tranquila, era de esperar que San fuera con alguien, no sería real que sus murallas cayeran tan rápido, aunque sea por Britt...

Y Quinn...con esmoquín? Es que eso necesito verlo...
Mi Dios... me complacerás nuevamente?
Tendré otro post tuyo??? Es que esta historia me ha atraído demasiado... y yo debiese estar estudiando xD
Seré tan mala profesional..

Besotes!
Ya pero Britt preferia que no fuera con nadie, ella que iba con la intención de conquistarla y se la encuentra con Sam...
Puedes verlo, en las eliminatorias de la tercera temporada :P
FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 180px-Glee-quinn-hold-onto-sixteen
Te complaceré, pondré otro capitulo FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905  Estudia!! No quiero ser la culpable de que suspendas
Besos FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905 
micky morales escribió:Realmente Brittany parece sentirse muy herida, espero que tenga una aptitud que haga sentir a santana muy pero que muy culpable!
Es normal que se sienta herida después de todas las esperanzas que tenia en esa fiesta y encontrarsela con otro pues...
Cami Rivera escribió:
¡Hola Marta! ¿Cómo estás? Espero que muy bien.

¡OH JODER! ha sido un capítulo impactante. Simplemente maravilloso. Me encanta que Brittany sea tan directa y sincera con Santana por que realmente es la única forma de que ella se dará cuenta de cuan intensos son los sentimientos que tiene por Britt. Me gustaría poder ver fotos con sus vestidos :(...

Que bueno enterarme de que estás tan enamorada! Felicitaciones. También me alegra el saber que tu novia es igual seguidora del FF, por que así tenemos una aliada que nos asegurará que actualizarás seguido. Bueno en realidad creo que no nos podemos quejar por que hasta el momento has sido increíble.

¡Un abrazo! hasta la siguiente actualización.
Hola Cami? ¿Como deberia llamarte? Estoy bien, gracias, y tu?
Bueno los vestidos es dificil verlos, tendras que imaginarlos o buscar en internet si las chicas han usado vestidos de ese tipo xD Sí, Britt es muy sincera, pero aun así San es demasiado...es San simplemente
Sí, estoy muy enamorada de mi novia, es dificil no estarlo, es perfecta, pero bueno que puedo decir yo de ella... Y sí, es una fiel aliada vuestra, y demasiado mandona, siempre pide que adapte, pero YA!!
Besos, la proxima actualización es ya FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905 
aria escribió:Actualizaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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No llores pobrecita...no, llorá quiero verte sufrir FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3287304868  Así sabras como me siento cuando no actualizas tus fic.
Bueno como soy mejor persona que tú, y te quiero complacer, pues pondré capitulo, tendré que complacerte mucho hoy, ya he visto la quimica entre tu y Keiri y necesito que mis acosadoras no me dejen
Besos linda FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 918367557 
andre *-* escribió:FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2236703817  santana si que sabe meter la pata FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2446003554 

actulizaaaaa por fissss.....
Sí, ella metio la pata hasta el fondo...
Bueno si me lo pides por favor, tendre que actualizar FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905 
Marta_Snix
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Finalizado FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Capitulo 18

Mensaje por Marta_Snix Dom Sep 29, 2013 5:24 pm


Capítulo 18
Rachel volvió a enroscar la tapa del frasco de calmantes y lo guardó en su bolsito de fiesta, cuajado de perlas. Había dilatado deliberadamente el momento de tomarlas, para beneficiarse de su efecto durante las horas más cruciales. Sabía que sería el centro de muchas miradas, a pesar de que era la fiesta de cumpleaños de Sue Sylvester. El mero rumor de que la celebridad más escurridiza del lugar iba a acudir había sido suficiente para atraer a todos los medios de comunicación. La empleada del centro de estética y relajación acababa de marcharse. Rachel había llamado por la mañana, desesperada al darse cuenta de que no podía ver lo suficientemente bien para maquillarse ni para peinarse, y una joven le había prometido acudir con tiempo suficiente para ayudarla a prepararse. Rachel le había pedido a la peluquera que le describiese el resultado: según esta, su cabello estaba sujeto en un moño flojo que dejaba largos mechones rizados enmarcándole el rostro.
—Parece usted una diosa griega, señora —había comentado entusiasmada—. Además he utilizado colores pastel al maquillarla, que hacen juego con el vestido y el chal rosa pálido. Está usted preciosa, señora.
Cuando la peluquera se ofreció también a sacar de paseo a Perry y a Mason, las lágrimas de gratitud estuvieron a punto de desbaratarle el maquillaje. Ahora, Rachel recogió el chal y se envolvió en él. Achicó los ojos para poder ver su reflejo en el espejo. No pudo distinguir más que el color rosa del vestido y una mancha brillante que correspondía a sus cabellos. Tendría que confiar en lo que le había dicho la peluquera sobre su aspecto. En ese momento sonó el timbre de la puerta y Rachel dio un respingo, sobresaltada. Se imaginó que sería Quinn, pues ninguno de los perros había ladrado.
—¡Voy! —anunció.
Sujetando el chal y el bolsito con una mano, buscó a tientas el pomo de la puerta.
Después de un momento de silencio oyó que Quinn murmuraba.
—¡Dios mío, Rachel, estás preciosa!
—Gracias, Quinn. Entra un segundo.
Rachel deseaba forzar la vista lo más posible para poder ver a Quinn. Su olfato percibió un suave aroma a madera de sándalo, y algo más. “¿Jabón?”
—Deja que te vea…
Pudo distinguir una silueta oscura y esbelta y el pálido óvalo de su rostro. Sonrió y pasó la mano por su costado mientras añadía:
—¿Es un esmoquin? ¡Perfecto!
—¿Tienes que adivinarlo? —preguntó Quinn con voz ahogada—. ¡Oh, Rach!, ¿tan mal ves?
Sus manos rodearon el rostro de Rachel.
—¿Estás segura de que podrás acudir? —añadió, preocupada.
—Claro que sí. Tú estarás conmigo, ¿no es cierto?
—Por supuesto.
—Entonces salgamos ya. Sé que has venido en tu cochecito, pero he pensado que deberíamos llegar allí con un toque de estilo.
—Ah, ¿sí? —dijo Quinn, esforzándose por mantener un tono ligero.
—Sí. He encargado una limusina extra larga. Puede que se acerquen muchos curiosos, así que he pensado, ¿por qué decepcionarlos? Ellos esperan que alguien como yo acuda como es debido.
—¡Magnífico! Voy a disfrutarlo de lo lindo. Será la primera vez que suba a una limusina, ya sea corta o extra larga.
—¿De verdad? —preguntó Rachel enarcando una ceja— ¿Ni en tu baile de graduación?
—No fui al baile de graduación.
La voz de Quinn no traicionó ninguna emoción, pero Rachel supo que había algo oscuro bajo aquella respuesta tan desenvuelta.
—Tampoco yo —contestó ella en el mismo tono—. Por entonces me encontraba ya en Nueva York, al cuidado de Noah y su esposa. De hecho ni llegué a graduarme en el instituto. Comencé a estudiar otras cosas, y recibí lecciones de canto, piano, historia de la música, etcétera.
A continuación se acercó a Quinn y la abrazó afectuosamente.
—Otro día te preguntaré, si quieres contármelo, por qué no acudiste a tu baile de promoción.
—De acuerdo.
Una nueva llamada en la puerta anunció la presencia del chófer de la limusina, quien las guió hasta un largo automóvil blanco y les abrió la portezuela del mismo. Quinn permaneció sentada en silencio mientras el conductor maniobraba por entre las dunas para tomar la carretera principal que llevaba al centro de East Quay. Rachel cerró los ojos y buscó su mano.
—Esto no va a ser nada fácil. No quiero que nadie se dé cuenta de que no puedo reconocer sus rostros. Afortunadamente no he visto a nadie desde mi vuelta, exceptuándoos a Brittany, a Santana y a ti. En persona, quiero decir. Si me encuentro con alguna vieja amistad, se figurarán que no los reconozco porque ha pasado demasiado tiempo, ¿no crees?
—Sí. Y yo te haré de escolta, así que no te separes mucho de mi brazo.
—No lo haré.
Rachel dudó un momento antes de añadir:
—Supongo que te darás cuenta de que al aparecer así junto a mí, especialmente vestida de la forma en que estás, se formará un gran revuelo.
—Lo sé —contestó Quinn con calma, y Rachel no consiguió adivinar qué estaría pasando por su mente.
—Tal vez causemos más impacto del esperado, linda.
—No importa —contestó Quinn, y en su voz apareció un matiz de tozudez—. No se puede influir en la opinión de los demás. La gente se crea su propia imagen de ti, por mucho que intentes evitarlo. Y si se forman alguna opinión sobre nosotras, será más por ti que por mí. Tú eres la celebridad. Y tal vez tendrías que ser tú quien se lo piense dos veces antes de aparecer conmigo, porque está bastante claro que soy tu pareja.
Rachel le apretó cariñosamente la mano.
—Lo eres, sí, y si a alguien le parece mal, que se lo parezca. Me da igual.
Era cierto que no le importaba. Su vida profesional estaba exhalando los últimos estertores, por lo que a ella concernía. Aparecer del brazo de una hermosísima mujer de esmoquin era como despedirse con un cañonazo. “Lo que encaja perfectamente con mi estilo —pensó, y sus labios dibujaron una irónica sonrisa—. Eso dará que pensar a los paparazzi.” Sin embargo, aquellos maliciosos pensamientos desaparecieron de su mente tan veloces como habían llegado. Necesitaba a Quinn a su lado por muchas y muy personales razones. Notó que le sudaba la palma de la mano y un estremecimiento recorrió su cuerpo. Quinn abrió la mano, sin soltar la suya del todo, enjugó la húmeda palma de Rachel en la pernera de sus pantalones y volvió a entrecruzar los dedos con los suyos.
—Todo irá bien. Yo estaré cerca de ti toda la velada, no te preocupes.
Para Rachel fue increíble notar cómo una riada de alivio arrastraba con ella todas sus preocupaciones, al menos de momento. Apoyó la cabeza en el hombro de Quinn durante unos segundos, pero enseguida volvió a enderezarla:
—Tú eres mi fortaleza. Todo irá bien, sí.
La limusina entró en el carril semicircular que había frente al ayuntamiento.
—Hemos llegado —anunció Quinn—. ¡Fíjate qué multitud de gente! Mierda, como mínimo hay cuatro furgones de distintos medios de comunicación.
—No dejes que eso te preocupe. Entraremos juntas, con la cabeza bien alta —dijo Rachel, decidida a pasar aquella prueba apelando a todo su orgullo—. ¡Deja que miren! Saluda a los curiosos y no hagas el menor caso a la prensa por ahora.
—Muy bien —dijo Quinn, depositando un rápido beso en su mejilla.
Cuando el chófer les abrió la puerta, Quinn salió la primera. Rachel tendió la mano hacia ella y la siguió fuera del auto, encarnando sin esfuerzo alguno su papel de prima donna. Quinn tomó ejemplo de Rachel, cuyos largos años frente al público la hacían olvidarse sin esfuerzo de los focos. Le ofreció el brazo, tratando de sonreír. Era consciente de que el esmoquin la favorecía. Se había aplicado un maquillaje de colores neutros, e incluso había añadido un poco de colorete para no parecer tan pálida. Domeñó sus rebeldes cabellos peinándolos hacia atrás con un poco de gomina y sujetándolos en una corta y tiesa cola de caballo justo bajo la nuca. Se había sorprendido al ver que aquel peinado destacaba su rostro de una forma nueva y reveladora que al principio la hizo sentirse expuesta y bastante al desnudo. Sin embargo, era el único peinado que iba bien con su esmoquin. Rachel iba apoyada en su brazo, saludando con la mano libre a la multitud que coreaba su nombre. “¡Cualquiera diría que es una estrella del rock volviendo a sus raíces!” Quinn deseaba mofarse de todo aquello, aunque a decir verdad se sentía muy orgullosa de Rachel y estaba convencida de que merecía todas aquellas muestras de cariño. Un reportero consiguió adelantar el busto por encima de las vallas colocadas por la policía.
—¡Señora Berry! ¿Quién es su acompañante? ¿Se trata de su nuevo amor?
Quinn se quedó rígida, pero consiguió seguir andando.
—Es una amiga, muchas gracias —le dijo Rachel mientras caminaban por la alfombra roja.
“Amiga, sí, eso es. Hacia ahí nos encaminamos al menos, aunque no había nada amistoso en la forma en que reaccionó ayer a mis caricias.”
Siguieron avanzando serenamente por entre los flashes de las cámaras y la multitud que las saludaba, hasta alcanzar por fin las altas puertas dobles y cumplir con todos los rituales de entrada.
—Esta parte ha ido bien —susurró Rachel mientras se abrían paso por entre la multitud que llenaba el vestíbulo—. Vayamos a averiguar dónde se supone que hemos de sentarnos.
—Muy bien.
Quinn casi esperaba que Rachel se soltase ahora de su brazo, y sin embargo su acompañante se acercó más a ella y la aferró con más fuerza.
—Te tengo bien sujeta.
Quinn se estremeció al oír sus propias palabras y recordar la última vez que las había pronunciado, el día anterior. En aquel momento era una Rachel empapada en sudor la que la abrazaba, temblando entre sus brazos después de haber experimentado un orgasmo tan fuerte que había estado a punto de hacer que Quinn lo alcanzase también, algo que tan sólo le había sucedido en contadas ocasiones.
—Sí, me tienes, gracias a Dios.
Rachel se acercó todavía más a ella, y Quinn comprendió que nadie iba a creerse que no era más que una amiga suya, pues estaba claro que se trataba de su pareja. Cuando se detuvieron ante el plano de ubicación de asientos, dispuesto sobre un caballete de pintor, Quinn lo revisó hasta encontrar el nombre de Rachel. Para su gran alivio, alguien había escrito “acompañante” en el asiento de al lado, y supuso que Santana o bien Sue habían tirado de algunos hilos. Echó un vistazo a los demás nombres y se fijó en que tanto Santana como Brittany estaban también en la mesa principal. En el salón, lleno de pequeños grupos de personas charlando en voz baja, Quinn distinguió a Brittany y a Santana en la esquina más alejada. Contenta de haberlas visto, palmeó suavemente la mano de Rachel.
—¿Quieres que vayamos a hablar un rato con Santana y Brittany?
—Sí, vamos. Seguro que Santana estará también en la mesa principal.
—Sí que lo está, y Brittany también, justo enfrente de ella.
Quinn la guió cuidadosamente por entre las redondas mesas. Cuando ya casi llegaban, pudo distinguir la expresión de los rostros de sus amigas.
—No parecen muy contentas —cuchicheó a Rachel—. De hecho, más bien parecen furiosas. Y hay un hombre con ellas, junto a Santana.
—¿Y ahora qué sucede? —preguntó Rachel, apretando el brazo de Quinn cuando esta se detuvo de pronto.
—¡Hola, chicas! —saludó Quinn, y dos cabezas se volvieron al momento hacia ella.
—¡Quinn! ¡Estás… arrebatadora!
—Gracias, tú también estás preciosa, ¡qué vestido tan encantador!
Mientras Santana y Rachel se intercambiaban cumplidos, Quinn tuvo la oportunidad de observar detenidamente a la otra pareja. Brittany estaba pálida, y las miraba con expresión inusualmente sombría.
—Este es Sam, mi cita de esta noche.
“¿De esta noche? ¿Lo dice literalmente, o se tratará de su novio actual? Sea como sea, la columnista especializada en cotilleos hará su agosto si anda por aquí.” Quinn estrechó la mano de Sam, que parecía una buena persona, y después se acercó a Brittany y le preguntó en voz baja:
—¿Te encuentras bien?
Brittany bebió un sorbo de champán antes de responder.
—Sí —dijo, aunque el tono cortante sugería lo contrario—. Mierda, esta porquería rosada es demasiado dulce, pero era o esto o algo sin alcohol. Esperaba que tuviesen cerveza, pero no la sirven hasta la cena.
—Ya veo que algo no marcha bien, pero no podemos hablarlo aquí —dijo Quinn, intentando ganarse su simpatía—. Si llevas tiempo sin probar bocado no deberías beberte ese champán demasiado rápido.
—Sí, lo sé. Tendré cuidado —contestó Brittany, pero a pesar de ello volvió a tomar otro sorbo—. Podremos hablar después, aunque puede que sea ya demasiado tarde.
En ese momento Quinn comprendió que Brittany estaba al borde de las lágrimas. “Apuesto a que esto está directamente relacionado con Santana—pensó, observando que Brittany se aferraba a su copa mientras Santana saludaba muy animada con una brillante sonrisa a los que pasaban a su lado—. Algo ha sucedido justo antes de que llegásemos, algo muy grave.”
—Acabo de ver que estamos en la misma mesa —dijo Rachel—. La señora Sylvester ha sido tan amable de incluirnos a Quinn y a mí. —Por supuesto, tú eres una invitada de honor. Apreciamos sinceramente tu contribución a nuestra campaña de captación de fondos. La nueva ala del hospital es un proyecto largamente acariciado por Sue, y ella sabe muy bien lo que va a significar tu participación en él.
—Me siento muy honrada. Y me alegro de que me haya permitido además traer una acompañante —añadió Rachel tendiendo la mano hacia Quinn—. Sé que para East Quay este es el acontecimiento más importante del año.
—Yo no estoy tan segura de eso —dijo Santana—. Me parece que el acontecimiento del que más se habla es del concierto benéfico. Debido a tu presencia, por supuesto —concluyó, haciendo un gesto hacia Rachel.
Quinn no podía distinguir si la mirada de Rachel era más sombría de lo habitual, pues esta llevaba puesta su imagen oficial como si se tratase de una capa de celofán, impenetrable y casi invisible. Aquella mujer estaba a años luz de la que había tocado el teclado en su sótano tan sólo un día antes.
—Está bien —concedió Rachel—. Pero ¿dónde está la señora Sylverter? ¿Tiene pensado hacer una entrada espectacular cuando ya todos estemos sentados?
Aquel comentario consiguió que Brittany soltase una risita.
—Como entrar en la sala colgada en un trapecio sujeto de las vigas del techo, balanceándose de un lado a otro, ¿eh? Yo no lo descartaría. Tiene más energía que todas nosotras juntas.
Santana le dirigió una mirada preocupada y dio un paso hacia ella. En respuesta, Brittany se pasó al otro costado de Rachel y posó la mano sobre su brazo.
—La verdad es que no tengo ni idea de lo que hará, pero no me imagino a la pobre mujer de pie junto a la puerta, estrechando la mano a todo el mundo. ¡Hay como mínimo ciento cincuenta invitados!
Quinn se fijó en que los ojos de Santana llamearon un segundo al contemplar la obvia exhibición de Brittany.
—Más; son casi doscientos —aclaró Santana entre dientes—. Es hora ya de sentarse, aunque primero he de ir a hablar un momento con los organizadores. Sam, ¿te importaría acompañarme?
—Por supuesto —contestó el aludido, claramente agradecido de poder escapar de una situación potencialmente explosiva.
—Y bien —dijo Rachel volviéndose hacia Brittany—. ¿Qué está sucediendo aquí?
—Ahora no —replicó Brittany, palideciendo de nuevo.
—No hace falta entrar en detalles, es cierto —insistió Rachel—, pero ayer, cuando saliste del café de Quinn con Santana, todo iba perfectamente, y hoy la atmósfera entre ambas se podría cortar con un cuchillo. ¿Habéis reñido? —preguntó, posando la mano sobre el brazo de Brittany tras un breve tanteo apenas perceptible.
Brittany tragó saliva, y Quinn se dolió por su amiga al darse cuenta de la fuerza con la que sujetaba su copa de champán.
—Ya lo has visto —consiguió decir por fin—. El tipo ese.
—Su cita, sí —asintió Rachel—. Es su tapadera. Suele llevar un acompañante a los grandes actos como estos. Lo ha hecho así durante años. Tardé bastante en darme cuenta de que todos eran falsos.
Quinn miró atónita a Rachel, que estaba hablando tan a la ligera del actual novio de Santana.
—¿Que eran falsos? ¿Qué quieres decir?
—Sam es un joven agradable y educado —dijo Rachel, bajando el tono de voz hasta dejarlo en un murmullo casi inaudible—. Santana siempre utiliza un servicio de acompañantes muy profesional y eficaz.
Quinn se sintió anonadada. Había oído hablar de tales servicios, pero daba por hecho que estaban relacionados con el sexo, y de alguna manera estaba segura de que en el caso de Santana no había sexo de por medio. Se aseguró de que nadie ajeno podría oírla antes de hablar:
—¿Así que Sam fue contratado? Entonces no tienes por qué estar celosa —concluyó, dirigiéndose a Brittany.
—No estoy celosa —replicó Brittany, moviendo lentamente la cabeza de un lado a otro—. Sé que no lo quiere de ese modo. No se trata de eso. En absoluto.
Sintió que se ahogaba y tuvo que tragar saliva entre frase y frase.
—No hablemos más de eso ahora. Tal vez mañana, si nuestra reunión en el sótano de Quinn sigue en pie.
—Claro que sigue en pie —afirmó Rachel, categórica—. Ahora la necesitamos más que nunca.
“Es cierto.” Quinn deseaba abrazar a su amiga. Por primera vez, Brittany le parecía frágil, como si el menor soplo de aire pudiese derribarla. Todo su espíritu luchador había desaparecido, dejando su noble interior expuesto a los elementos. Quinn maldijo en voz baja. Notó que Rachel le apretaba suavemente el brazo.
—¡Damas y caballeros, la cena está servida! —anunció el organizador, interrumpiendo la sombría escena, y todas se dirigieron hacia la mesa principal. Al sentarse junto a Rachel, Quinn se fijó en que Brittany se situaba a cinco asientos de ellas.
Aquella noche se pondrían a prueba sus respectivas relaciones. Quinn esperaba que saliesen indemnes, aunque no estaba nada segura de que así fuese. Era cierto que a Brittany no le preocupaba lo más mínimo Sam Evans como persona. Sin embargo sí le preocupaba, y mucho, lo que este representaba. Las mentiras de Santana, sus ocultamientos, su negación de la realidad… todo eso la alteraba muchísimo, y sentía náuseas cada vez que pensaba lo mucho que le había costado sentirse orgullosa de su identidad a partir de los quince años. “Tuve que pagar por ello, y de la forma más dura, tan sólo por ser yo misma. Sufrí las consecuencias y conseguí salir adelante. Sin embargo, tú te escondes, Santana, te escondes, pero al final vas a tener que pagarlo. ¡Maldita sea! ¿Es que no te das cuenta?”
Brittany se quedó mirando cómo Santana conversaba diestramente con sus vecinos de mesa. Cuando divisó a Quinn, tuvo que forzar una sonrisa. Era obvio que el coordinador de las celebraciones de aniversario había dado por sentado que Rachel acudiría con un acompañante de sexo masculino, de modo que Quinn había mandado al traste todo el plan de acomodamiento de los invitados. Ahora, Dave Karofsky estaba sentado al otro extremo de la larga mesa. Para Brittany era suficiente con tenerlo a diez asientos de distancia, aunque estaba decidida a no mirar ni una vez en su dirección.
—He oído que le han encargado escribir la biografía de la señora Sylvester —le dijo un joven llamado Gordy, sentado a su lado.
Después de una breve conversación acerca del proyecto de libro y de la relación del joven con la Fundación López, este comentó:
—Esa mujer vestida de esmoquin, Quinn Fabray, fue la persona más emblemática para la Fundación. Su historia de éxito ayudó a que mucha gente se animara a contribuir a la causa. Ella venía al Centro Juvenil de Providence varias veces a la semana a contarnos su historia, explicándonos cómo había conseguido cambiar su suerte. Y mírela ahora, aquí está.
—Y también usted.
—Bueno, sí, pero mi presencia se debe sobre todo a que mis padres estaban invitados —explicó Gordy con una sonrisa—. Sue ha sido muy amable y siempre se ha tomado un interés especial conmigo, dado que yo fui su primer “caso”.
Mientras Gordy hablaba, Brittany iba tomando nota mental de los detalles que deseaba estudiar más a fondo sobre la propia Sue, y también pensaba todo el rato en aquella nueva información sobre Quinn. “Algunas veces cuentas cosas de tu pasado, Quinn, pero nunca explicas lo mucho que has hecho para intentar compensarlo, maldita sea.”
Las luces atenuaron su brillo y se encendió un foco dirigido hacia Sue Sylvester, que se había levantado de su asiento. Vestida con un largo vestido plateado con cintas bordadas en colores gris y blanco, su aspecto era majestuoso.
—Damas y caballeros, amigos, colaboradores, empleados… mi familia toda —comenzó, sonriendo al notar que le flaqueaba la voz—. Y eso que me había prometido no ponerme emotiva.
Se detuvo un momento para recuperar la compostura, y después continuó:
—Gracias a todos por ayudarme a celebrar mi “cumplesiglos”, como lo llamó uno de los hijos de mi jardinero. Santana López, quiero darte especialmente las gracias por haber dado un excelente ejemplo en tan distintos campos. Tu Fundación ayuda a muchísima gente, y tu conciencia social nos avergüenza a todos. Has recogido la idea de tu abuelo y la has transformado en una organización benéfica sólida, que ayuda a que la gente pueda ayudarse a sí misma.
Sue esperó a que se extinguiese el espontáneo aplauso que resonó en todo el auditorio, y después siguió nombrando a unas cuantas personas más.
—Finalmente he de decir que me cabe el honor de haber ayudado, aunque sea en una modesta proporción, a traer de nuevo a casa a la hija de East Quay más famosa y admirada, que regresa justo cuando más la necesitábamos para ofrecernos su mayor don, esa voz excepcional. ¡Gracias por tu presencia entre nosotros, Rachel Berry!
Un nuevo aplauso resonó por toda la sala, y Brittany pudo ver que Rachel se sonrojaba. “¡No lo esperaba! Felicidades, Rachel, te lo mereces.” Miró de reojo a Santana, que seguía aplaudiendo junto con los demás y contemplaba a Rachel con gesto de cariño. En ese momento comprendió que había sido ella la que había convencido a Rachel de que regresase a su ciudad natal. “Además, Santana y Sue son muy buenas amigas. En cierta forma son como nuestras damas principales, la reina y la princesa coronada de esta pequeña ciudad de Nueva Inglaterra”, pensó Brittany, y de repente le pareció que la distancia entre Santana y ella crecía en proporciones oceánicas. “Estamos abocadas al fracaso incluso antes de comenzar. ¡Maldición!” Apretó los puños, incapaz de seguir aplaudiendo a Rachel, pues sus manos no dejaban de temblar. ¡Maldita sea!
 
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

Mensaje por imperio0720 Dom Sep 29, 2013 5:31 pm

ok sin opiniones con santana oh perdón Señora López ¬¬ grrrrr ahhh solo una M.A.R.I.C.O.N.A ok es todo cambio y fuera
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Mensaje por AndreaDaru Dom Sep 29, 2013 5:46 pm

Me esperaba algo más, un poco más interesante, será que no ha habido ni conversación ni nada de Brittana y por eso tengo este mal sabor de boca. jajaja
Me esta dando penita Brittany y más cuando has escrito eso que piensa Quinn de ella sobre lo frágil que esta y que la queria abrazar y todo eso.FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2824147739 
Bueno de Santana sigo sin decir nada, idiota!

Ya quiero el siguiente! va va va FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2323098122
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Mensaje por Jane0_o Dom Sep 29, 2013 5:52 pm

Me hubiera gustado ver mas acción de las brittanas
Pero no me adelanto

Hasta la siguiente acrualizacion!

Saludos
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Mensaje por imperio0720 Dom Sep 29, 2013 6:08 pm

ok escribí el anterior mensaje para el anterior capitulo pero cuando lo envié justo tu me habías ganado colgando este capitulo por puesta de mano :) bueno mejor para mi mas para leer ahora la ropa que decidió usa quinn me sorprendió pero = le debe quedar rebien, rachel me agrada mucho a pesar de sus inseguridades, pobre britt cómprate paciencia en cantidades industriales para santana mi hija por que ya vi que ese temor va pa rato me gusto mucho el capitulo espero el siguiente xaito
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Mensaje por Cami Rivera Dom Sep 29, 2013 7:55 pm

Es un capítulo extraño... Lástima que Britt tenga que sufrir tanto, pero de igual forma debería comprender que Santana es una persona pública de una familia de tradición casi milenaria y que era evidente que ocultaría su condición sexual, arriesgándose incluso de quedar como devorahombres, aun que en mi humilde opinión encuentro que lo segundo es peor. Espero que pronto permita que el mundo la vea tal y como es.

Un abrazo Marta, eh y sí! me puedes decir Camila, por que así me llamo jaja.
Hasta el próximo capítulo
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Mensaje por Marta_Snix Dom Sep 29, 2013 8:16 pm

AndreaDaru escribió:Me esperaba algo más, un poco más interesante, será que no ha habido ni conversación ni nada de Brittana y por eso tengo este mal sabor de boca. jajaja
Me esta dando penita Brittany y más cuando has escrito eso que piensa Quinn de ella sobre lo frágil que esta y que la queria abrazar y todo eso.FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2824147739 
Bueno de Santana sigo sin decir nada, idiota!

Ya quiero el siguiente! va va va FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2323098122
Bueno, ya veras el siguiente capitulo...
Sí, a mi también me dio pena, ya quise ir y abrazarla yo :(
Aqui el siguiente, pero es el último de la noche, tu eres de España, sabes la hora que es FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2414267551 
Jane0_o escribió:Me hubiera gustado ver mas acción de las brittanas
Pero no me adelanto

Hasta la siguiente acrualizacion!

Saludos
Bueno...supongo que te toca leer el siguiente capitulo para ver que pasa FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905 
imperio0720 escribió:ok escribí el anterior mensaje para el anterior capitulo pero cuando lo envié justo tu me habías ganado colgando este capitulo por puesta de mano :) bueno mejor para mi mas para leer ahora la ropa que decidió usa quinn me sorprendió pero = le debe quedar rebien, rachel me agrada mucho a pesar de sus inseguridades, pobre britt cómprate paciencia en cantidades industriales para santana mi hija por que ya vi que ese temor va pa rato me gusto mucho el capitulo espero el siguiente xaito
Te adelante :P
Sí, el esmoquin le queda muy bien a Quinn y hemos podido apreciar que realmente le queda bien. Bueno cada chica tiene sus cosas, eso es lo que le hacen tan especiales
Britt debe tener mucha paciencia, como ella misma dijo, "Santana ha construido su residencia principal dentro del clóset"
Cami Rivera escribió:
Es un capítulo extraño... Lástima que Britt tenga que sufrir tanto, pero de igual forma debería comprender que Santana es una persona pública de una familia de tradición casi milenaria y que era evidente que ocultaría su condición sexual, arriesgándose incluso de quedar como devorahombres, aun que en mi humilde opinión encuentro que lo segundo es peor. Espero que pronto permita que el mundo la vea tal y como es.

Un abrazo Marta, eh y sí! me puedes decir Camila, por que así me llamo jaja.
Hasta el próximo capítulo
Yo creo que Britt si entiende eso, lo de que quiera mantenerlo en secreto, por lo menos en parte, lo que no creo que le guste es que vaya con otros a la fiesta, sobretodo cuando ella queria conquistarla. Tenía unas expectativas en esa cena y se hicieron trizas cuando vio a San con otro
Muy bien, entonces Camila te llamare. Sabes que eres una de las pocas personas que no le pone una h a mi nombre? Normalmente lo escriben Martha, porque se que por alli se escribe asi, pero en España es sin h.
Te dejo el último capitulo de la noche FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905 
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Finalizado FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Capitulo 19

Mensaje por Marta_Snix Dom Sep 29, 2013 8:17 pm


Capítulo 19
Rachel estaba sentada a una de las mesas que había junto a la pista de baile, y Quinn a su lado.
—Me gusta esta orquesta —dijo haciendo un gesto hacia el conjunto de doce personas que interpretaba un popurrí de temas clásicos—. Son buenos.
—Sí —contestó Quinn.
Habían estado hablando durante toda la velada con varias personas, sin el menor problema. Ella apenas se alejaba del lado de Rachel, y estaba convencida de que nadie había reparado en sus problemas de visión. Pero ya casi era hora de marcharse, y se fijó en que los ojos de Rachel presentaban síntomas de agotamiento.
—¿Estás dispuesta ya a dar por finalizada la velada?
—Sí, dentro de nada, aunque…
Rachel se volvió en su asiento, y fue como si pudiese mirarla realmente a los ojos:
—… Estaba pensando que hace siglos que no bailo.
—¿Bailar?
“¡Dios mío, Rach!”
—Sí. Además están tocando Night and Day, uno de mis temas favoritos.
—¿Estás intentando decirme que quieres bailar conmigo? —preguntó Quinn, aunque no estaba segura de lo que prefería que Rachel le respondiese.
—Sí. ¿Te importaría?
El esperanzado gesto de Rachel entristeció a Quinn.
—Pero toda esta gente… Hemos hablado casi con la mitad de ellos, y seguro que se darán cuenta…
—¿Acaso vas a acobardarte? —preguntó Rachel en tono zumbón.
—Me preocupo por ti.
—Y yo lo que quiero es bailar.
Quinn suspiró, resignada, esperando que nadie les prestase atención. Algunos habían bebido unas cuantas copas de más, y tal vez más tarde creerían haberlo imaginado.
—Está bien. Pero yo seré la que te lleve.
—Sí, por favor.
Quinn la tomó de la mano y se dirigieron a la pista. Allí rodeó su cintura con gesto protector, mientras que con la otra mano entrelazaba la suya.
—Tú sígueme.
Dio dos pasos atrás, con Rachel segura entre sus brazos, y comenzó a moverse grácilmente con ella, cambiando de vez en cuando de dirección y dejándose llevar por la música. Cuando atrajo a Rachel hacia sí y apoyó la mejilla contra su sien, pudo percibir un aroma floral y almizclado. Otras parejas bailaban a su alrededor. Por un momento Quinn no supo decir si eran imaginaciones suyas o si realmente la pista de baile estaba casi el doble de llena que cuando ellas comenzaron.
—¡Los demás nos están imitando!
—Pues deja que lo hagan —replicó Rachel, frotando su sien contra la mejilla de Quinn en una suave caricia; después suspiró y se estrechó más contra ella—. Pero no dejes que nadie intente hacernos un cambio de pareja. No quiero bailar con nadie más.
—¿Ni siquiera con el marido de la alcaldesa? Nos está mirando ahora mismo.
—¡Cielos, no! Es amable, pero también un poco engreído.
Quinn soltó una carcajada al oír aquel comentario tan impropio de Rachel.
—Pues entonces será mejor que nos vayamos hacia el otro extremo de la pista. Agárrate a mí —le dijo, y la guió lejos de la orquesta y de las brillantes luces del escenario—. ¿Mejor así?
—Mucho mejor. Aquí está más oscuro.
Quinn apretó un momento los labios antes de preguntar:
—¿Demasiada oscuridad?
—No, la justa. Y siempre puedo apoyarme en ti. Estoy perfectamente bien.
Rachel parecía tranquila y satisfecha. Quinn rogó interiormente que aquellos sentimientos durasen largo tiempo. Temía la hora en que Rachel diese por terminada su relación, aunque lo único que podía hacer en aquellos momentos era limitarse a cumplir su promesa. Estaría junto a Rachel, para bailar o para lo que fuese, hasta que ella le anunciase que ya no la necesitaba más. Volver a ser simplemente su amiga después de haberla besado, acariciado y abrazado era imposible. “Ella me necesita. Estoy aquí con un propósito concreto. La historia de mi vida… ¿Es que siempre me voy a encontrar con personas que simplemente me necesitan?”
Era bonito que la necesitasen a una. Brenda la había necesitado, durante un tiempo… Pero, cuando aquella necesidad se convirtió en una excusa para el abuso, que incluía acusaciones, reproches y finalmente rechazo… Quinn se encogió sobre sí misma. ¿Cómo había podido Brenda materializársele en el mismo momento en que tenía a Rachel entre sus brazos? Rachel no se parecía en absoluto a Brenda, ni ahora ni nunca. Rachel era cálida y sincera, afectuosa por naturaleza, mientras que Brenda no sabía siquiera deletrear la palabra “cariño”. “Le fui útil durante un tiempo, y perdí cuatro años de mi vida por ser joven e inexperta. ¿Acaso no he aprendido nada? ¿No he sabido madurar? —pensó, girando ligeramente el rostro para besar la frente de Rachel—. Sí que he sabido. Esto es diferente. ¡Tiene que serlo!”
Santana pasó bailando junto a Rachel y Quinn y la imagen de aquellas dos mujeres juntas, ajenas, o tal vez indiferentes, a lo que pensasen los demás, la puso nerviosa. Se agarró con fuerza al hombro de Sam, pero no se dio cuenta de la presión que estaban ejerciendo sus dedos hasta que su acompañante gimió e intentó soltarse.
—¡Caray, Santana, menuda fuerza! —exclamó, con una mueca de asombro acompañada de un burlón gesto con la mano—. ¿Acaso levantas pesas?
—Pues la verdad es que sí —contestó esta, sonriendo a su pesar—, aunque la fuerza de mis dedos se debe a los ejercicios de piano. Lo siento.
—Ya lo supongo.
Sam alzó la vista y vio a Quinn y Rachel.
—Vaya, qué guay. Tus amigas están bailando juntas, y eso está haciendo que se vuelvan unas cuantas cabezas. ¡Bien por ellas!
—Sí —contestó Santana, aunque su estómago se retorcía de puro nervio.
“¿Dónde está Brittany? No la había visto marchar pero, considerando el estado en el que se encontraba, era perfectamente posible que se hubiera ido, sin molestarse siquiera en despedirse. ¿Es que no entiende que yo necesitaba aparecer aquí con estilo? Contraté los servicios de Sam hace ya más de cuatro meses. ¿Tendría que haberlo cancelado tan sólo porque ella venía?”
Santana habría deseado estar más indignada, pero en el fondo sabía que tendría que haber imaginado la reacción de Brittany. Después de la forma en que esta la había mirado y acariciado, y de lo bien que habían conectado a todos los niveles cuando estaban juntas… “¡Pero no tiene el menor derecho a exigirme nada! No le he prometido nada; de hecho, ha sido más bien al contrario: una y otra vez le expliqué las razones por las que no podemos ni probar siquiera. No puede más que culparse a sí misma por construir castillos en el aire.”
A continuación intentó ponerse en su lugar. “Es cierto que yo le devolví los besos, y nunca detuve sus avances. Probablemente cree que yo estaba jugando a hacerme la difícil, y que ahora la estoy ninguneando porque es lo que me conviene.”
Sam giró hacia Rachel y Quinn y les dedicó una amplia sonrisa justo después de haberle guiñado el ojo a Santana, aunque esta no tenía ni idea de lo que pensaba hacer.
—Señoras… ¿podría bailar con la señora Berry? —pidió—. Prometo cuidarla bien, señora.
Santana se quedó rígida. Estaba a punto de detener a Sam, y Quinn comenzaba también a alejarse de ellos mientras negaba con un gesto, pero de pronto Rachel dijo:
—Encantada, Sam.
Santana se sintió atrapada. Ella nunca se atrevería a hacer una escena en público, y seguramente Sam se había dado cuenta, porque le dedicó una sonrisa y un nuevo guiño mientras susurraba:
—Vamos, Santana, anímate. Que East Quay vea que Santana López es una mujer moderna y tolerante.
A continuación tomó a Rachel entre sus brazos y comenzó a bailar con cortos y delicados pasos por los bordes de la pista.
—¿Santana? —dijo Quinn, incómoda también.
—Bailemos pues, Quinn —contestó ella, y respiró hondo para contener un estremecimiento.
Sorprendentemente descubrió que seguir a Quinn era más fácil que hacerlo con Sam, comprendió que su nueva amiga era mejor bailarina que él, lo cual no era ninguna nadería, pues su acompañante era todo un experto.
—¿Dónde aprendiste a bailar tan bien?
—Una mujer a la que conocí en el Centro Juvenil de Providence, Holly Holliday, me enseñó los pasos de todos los ritmos clásicos. Le encantaba bailar. Hace siglos que no la veo —concluyó Quinn en tono melancólico.
—El nombre me suena. ¿No era ella una de las que conseguían hacer funcionar el Centro Juvenil?
—Sí. Fue ella quien me animó a solicitar una beca de la Fundación López.
Santana olvidó por un momento su obsesión por mantener una imagen digna y controlada. Había algo en la mirada y en la voz de Quinn que demandaba toda su atención.
—Y eso te cambió la vida…
—Lo cambió todo. Cuando Holly decidió conseguir que volviese al redil, yo estaba completamente destrozada. Ella fue el motivo por el que decidí permanecer en aquel centro.
—Como una segunda madre, o una hermana. Ahora debe de andar por los sesenta y pico, ¿verdad?
—Sí, eso creo. Lo último que supe de ella fue que estaba de baja por enfermedad. Fui a visitarla, pero se había mudado de casa y no dejó su nueva dirección. Además, el centro no suele facilitar la dirección personal de sus empleados.
Quinn suspiró, acercó más a sí a su pareja de baile y giró con ella. Aun así, otro de los bailarines le dio un codazo a Santana sin querer. Quinn la acercó todavía más.
—Podría hacer que mis empleados la averigüen. La sección de juventud está en permanente contacto con todos los centros juveniles de la zona. Seguro que alguien sabrá qué ha sucedido y dónde está ahora.
—¿De verdad lo harías? Me encantaría saber… a menos que… —Quinn tragó saliva e intentó explicarse—… a menos que haya muerto.
—No nos pongamos en lo peor. Pondré a mi gente sobre su pista el lunes a primera hora. Lo hago por ti y también porque esa tal Holly parece una buena candidata para uno de nuestros premios. ¿Sabes si han reconocido de alguna forma la labor que hizo contigo?
—No creo que desease ninguna atención. Holly era un poco misteriosa —murmuró Quinn—. No contaba casi nada sobre sí misma, era más bien una mujer de acción, todo el tiempo enseñándonos a bailar, a cocinar, y a reír de nuevo.
—Cosas fundamentales, todas ellas.
—Si eso te parece, ¿por qué estás tan triste? —preguntó dulcemente Quinn—. ¿Y dónde está Brittany?
Santana se puso rígida y se apartó casi imperceptiblemente de ella. —No lo sé. Tal vez haya vuelto a casa.
—Estaba bastante afectada. Pero eso ya lo sabías, ¿no?
De modo que lo sucedido entre Brittany y ella era más evidente de lo que creía…
—Sí.
—Está muy colgada de ti —le susurró Quinn al oído, al tiempo que la sujetaba un poco más fuerte, como si temiese que Santana fuera a soltarse y huir para evitar escucharla—. Si hubieras visto cómo resplandecía su rostro mientras nos probábamos los trajes en la boutique de Genevieve… Compró ese vestido expresamente para gustarte.
Santana sintió frío y calor a la vez.
—¿Compró hoy ese vestido?
—Sí. Cuando por fin lo encontró estaba radiante. ¿No lo habías notado?
Santana se quedó sin palabras. “No, no noté nada. Lo único que pude ver fue a una mujer contrariada y grosera que me hizo una escena en público, poniéndome en evidencia.” Sin embargo, tuvo que admitir que Brittany no había alzado la voz ni una sola vez, y que nadie, ni Sam siquiera, había oído ni una palabra. “¡Lo único que fui capaz de pensar era que estaba en mi derecho a traer a quien quisiera a la fiesta, y que por encima de todo debía mantener las apariencias!” Pero ahora Brittany estaba disgustada, fuese por lo que fuese, y ya no se trataba solamente de un problema de amor propio.
—¿Podéis devolverme a mi pareja? —preguntó Rachel, interrumpiendo los pensamientos autoacusatorios de Santana— ¿Quinn?
—Aquí me tienes, Rach —contestó Quinn, yendo hacia ella y enlazándola de la cintura—. Creo que ya es hora de irse a casa. Estoy agotada.
—¡Que estás agotada! —exclamó Rachel con un suspiro—. Yo estoy completamente exhausta. Gracias por este maravilloso baile, Sam. Deseo que te vaya muy bien y que tengas la mejor de las suertes en el mundo del espectáculo.
Sam parecía completamente fascinado por la célebre cantante. Cuando ya se disponía a bailar de nuevo con Santana, esta alzó una mano para detenerlo.
—Yo también estoy cansada. Es hora de marchar.
Sam asintió, no demasiado sorprendido.
—Lo he pasado muy bien, Santana. Estoy a tu disposición siempre que lo necesites.
—Lo sé. Vámonos.
Santana nunca utilizaba a la misma pareja dos veces seguidas; seguramente no volvería a solicitar los servicios de Sam en al menos dos años. Y además, en aquel preciso momento recelaba bastante de los acompañantes profesionales. Blaine los condujo rápidamente hasta el hotel donde Sam se alojaba. Cuando este hubo descendido del auto, Santana presionó el botón del interfono.
—Llévame hasta la playa, por favor —dijo casi sin aliento.
—Muy bien, señora. ¿A la playa del viejo embarcadero?
—Sí, a ésa.
Blaine hizo girar la enorme limusina. Cuando ya estaba estacionando, no lejos del paseo marítimo, preguntó, señalando las olas que rompían sobre la arena y las rocas cercanas:
—¿Seguro que no habrá peligro?
—Claro que no. Tan sólo necesito tomar un poco el aire.
—De acuerdo, señora, sólo quería asegurarme —contestó él, y le abrió la portezuela del auto.
—Volveré enseguida.
Santana comenzó a recorrer el paseo de madera que serpenteaba por entre las dunas, aunque acabó por quitarse los altos zapatos de tacón y llevarlos en la mano. El aire era fresco y puro, y el cielo estaba cuajado de estrellas. Su abuelo le había enseñado los nombres de las constelaciones más conocidas, y la abuela les había añadido un toque de misterio explicándole temas de astrología. Santana era Capricornio, lo cual no tenía nada de sorprendente, pues los rasgos más comunes de ese signo incluían la ambición, el apego al trabajo y el ser completamente metódico, leal y objetivo. Dejó escapar un suspiro. La mayoría de aquellos rasgos coincidían con ella, pero eso no la describía del todo. Tantas facetas de su personalidad se habían marchitado casi por completo que temía no poder ya resucitarlas. Tal vez cuando era joven podrían haberla convencido de que ser lesbiana era perfectamente normal, pero el Capricornio que había en ella había ahogado esos sentimientos. Había enterrado la cabeza en la arena, fingiendo que su vida estaba completa. Arena. La fría arena aliviaba sus pies, doloridos por haber llevado puestas las sandalias. Se detuvo para disfrutar de aquella sensación de bienestar.
—¿Me lees el pensamiento o qué? —preguntó alguien con voz cansada, sobresaltando a Santana de tal forma que llegó a soltar un grito ahogado—. ¡He venido aquí para estar sola!
* * *
Rachel salió de la limusina y se aferró a la mano de Quinn en cuanto la notó sobre su hombro. Ascendieron lentamente por el sendero que conducía a la casa mientras el chófer daba media vuelta y se alejaba en el vehículo. La noche estaba despejada, y la luna proyectaba sombras negras como la tinta por entre las dunas. Rachel agradeció que el detector automático de movimiento encendiese las luces del patio en cuanto se aproximaron a la casa.
—Quinn… —comenzó, sin saber bien cómo explicarse, mientras tanteaba en su bolso hasta extraer la llave—. No tienes que irte a casa todavía, ¿verdad? ¿Te quedas un rato?
Quinn tomó la llave de su mano y abrió con ella la puerta antes de contestar:
—Claro. No tengo que volver al café hasta las seis, para recibir a la camioneta del reparto.
—¡Hola, chicos, ya hemos vuelto! —saludó Rachel a los eufóricos perros.
A continuación se volvió hacia Quinn:
—¿Te apetece quedarte a pasar la noche aquí?
Quinn cerró la puerta tras ellas y ayudó a Rachel a quitarse la estola, que colgó en una silla del vestíbulo.
—Si quieres que lo haga…
Algo pesado, dulce y misterioso creció en el vientre de Rachel, y se movió a continuación hacia abajo, hasta llegar a la altura de los muslos.
—Oh, sí, claro que quiero que lo hagas…
Quinn se detuvo un momento y la sujetó suavemente de los hombros.
—¿Estás segura?
—Muy segura.
Rachel no podía distinguir más que el perfil de Quinn. Una parte de ella se quebró al comprender que seguramente nunca más podría volver a ver aquel hermoso rostro. “¡Sé positiva, vive el momento, vive para esto que está sucediendo!”
—¿Te importaría dejar salir a los perros cuanto antes? Están habituados a ir a hacer sus cosas ellos solos, sobre esta hora. No se extraviarán.
—Claro. Vuelvo enseguida.
Quinn dejó a Rachel a solas con sus pensamientos. “¡Se queda conmigo, no se va todavía!” Regresó poco después, y pudo oírla ordenando a los perros que se echasen. Después volvió a la sala, donde Rachel seguía de pie junto a la galería del vestíbulo.
—Por favor, ayúdame a quitarme el vestido —le pidió.
—Vamos —contestó Quinn, y la guió hasta el dormitorio, y de allí al baño de este.
La luz del baño permitió a Rachel ver las dos manchas verdes que eran para ella los ojos de Quinn en el pálido óvalo de su rostro. Sintió un estremecimiento. Alzó los brazos para quitarse las horquillas del pelo. Las manos de Quinn se adelantaron antes de que ella pudiese replicar siquiera.
—Déjame a mí. ¡Tienes un pelo tan bonito…! Es como seda.
—Ahora mismo no —objetó Rachel—, está lleno de laca.
—Puedo cepillártelo, y así quedará limpio de nuevo.
Rachel contuvo el aliento. Tendiendo la mano hacia el cabello de Quinn, acarició su diminuta coleta.
—Sí.
—Quiero darme una ducha cuanto antes, tengo el pelo pegajoso de la gomina. ¿Puedes arreglártelas sola? —preguntó Quinn tirándole suavemente del vestido.
—Si me bajas la cremallera…
Rachel se volvió de espaldas y notó unas suavísimas yemas que abrían la cremallera hasta la cintura. La delgada tela se desprendió al momento de su cuerpo, aunque consiguió atrapar el vestido justo antes de que cayese al suelo. Salió de él y se lo tendió a Quinn.
—¿Hay alguna percha por ahí?
—Sí, aquí.
Quinn colgó el traje y después se colocó tras Rachel para quitar las horquillas que sostenían el elaborado peinado en su lugar. Uno a uno, los pesados mechones fueron cayendo sobre sus hombros desnudos. Quinn fue a buscar algo y enseguida Rachel notó que le pasaba un cepillo por el pelo para quitar la laca. Al poco rato semejaba una sedosa niebla sobre sus hombros. Quinn se inclinó hacia delante y hundió el rostro entre sus cabellos.
—¡Hueles tan bien…! —murmuró—. Ahora me daré una ducha rápida. ¿Qué tal si vas a tumbarte?
Rachel dio media vuelta y abrazó a Quinn, sin importarle no estar vestida más que con el sostén y las braguitas de encaje.
—De acuerdo —susurró—. Te estaré esperando.
De pronto vaciló e hizo una pausa antes de continuar:
—Estás de acuerdo en pasar la noche conmigo, ¿verdad?
—Naturalmente que sí, no te preocupes. Siempre que tú lo quieras…
—Por Dios, sí, claro que lo quiero —gimió Rachel, frotando la nariz contra el cuello de Quinn—. Date prisa.
La dejó ir de mala gana y siguió completando su ritual nocturno. Después de quitarse el sujetador, dejó a un lado las bragas y las medias de seda y se deslizó desnuda en la cama, con el corazón a cien. Oyó el rumor de la ducha y, después de un momento de silencio, el zumbido del secador de pelo. Por fin pudo distinguir la silueta de Quinn acercándose al lecho.
—He tomado prestado un cepillo de dientes del paquete que tenías en el cajón.
—Bien hecho.
Quinn se sentó en la cama y Rachel tendió la mano hacia ella. Podía oler la fragancia de su propio jabón, lo que la hacía más familiar todavía. “Más fiable. ¿Más mía tal vez? ¡Dios!” Pasó los dedos por la parte superior de la toalla con la que Quinn se había envuelto y tiró suavemente de ella.
—Ven —susurró—. Acuéstate conmigo.
Un ahogado quejido más tarde, Quinn se deslizó en el lecho, junto a Rachel.
—¿Sin remordimientos?
—Ni uno, nunca.
Rachel posó la mano sobre el hombro de Quinn y la dejó correr por su costado. Era maravilloso tocarla; la suavidad de su piel y sus femeninas curvas la atraían mucho más de lo que cualquier anguloso cuerpo masculino había conseguido nunca. Rachel apeló a todo su coraje para ascender de nuevo hasta tomar en su mano un seno pequeño y descarado. Pasó el pulgar sobre el tenso pezón, y su audacia fue recompensada con un jadeo de su compañera. Reunió más valor y comenzó a hacer rodar el pezón entre los dedos, al tiempo que lo rozaba con sus redondeadas uñas.
—Rach… —consiguió decir Quinn tras tomar aire—. Pruébalos, por favor.
Ávida y nerviosa a la vez, Rachel se apoyó sobre un codo al tiempo que se inclinaba sobre el pecho de su compañera. Rodeó uno de sus senos con la mano y, llevándoselo a los labios, introdujo el pezón en su boca sin dudarlo un momento. El tacto era totalmente novedoso e inesperado. Lo chupeteó y mordisqueó varias veces, mientras oía los ahogados jadeos de Quinn. Esta arqueó la espalda, como deseando prolongar e intensificar sus sensaciones, y Rachel comprendió que lo estaba haciendo bien. Dejando un húmedo reguero de besos, fue hacia el otro pecho y repitió sus caricias. Quinn se estremeció y le sujetó la cabeza, enterrando los dedos entre su abundante cabellera.
—Eso es… Lo haces maravillosamente —susurró con voz ahogada—. Sí, muérdeme así. ¡Dios, cómo me pones…!
Rachel fue alternando su atención entre ambos pechos, tomándolos entre las manos y lamiéndolos con movimientos largos y sensuales. Quinn la abrazaba todo el tiempo. Por fin la giró hasta tenderla de nuevo en el lecho y se colocó sobre ella. Quinn nunca había visto a Rachel tan hermosa. Los castaños mechones cubrían la mayor parte de la almohada, y aquel cuerpo lleno de curvas resplandecía bajo el suyo. Rachel era todo valles profundos y altas colinas, y su piel era suavísima y sin un solo defecto. Quinn la examinó detenidamente, fijándose en todos los detalles y grabándolos en su mente para el futuro. Se fijó en que era rubia natural. Al contemplar el pequeño triángulo de pelo rubio en el vértice de sus muslos, la boca se le secó por completo pero, decidiendo dedicar su atención a los grandes y redondos pechos, bajó la cabeza hacia ellos. Sopló sobre el pezón más cercano y contempló divertida cómo se encogía todavía más. Lo lamió pausadamente y Rachel gimió, alzando las caderas hasta separarlas del lecho.
—Linda… ¡oh, sí! —exclamó con voz ronca, animándola a seguir.
Quinn enterró aquel pezón en la húmeda cavidad de su boca y le dedicó veloces lametones mientras le daba pequeños mordisquitos para hacerla gemir todavía más. Después bajó la mano hasta el vientre de Rachel, ligeramente redondeado, y la dejó allí, inmóvil, justo encima de su vello púbico. Cuando Rachel abrió los ojos y la miró, Quinn comprendió que no la veía, o al menos no lo parecía, pero aun así le devolvió la mirada y se apretó todavía más contra ella.
—Abre las piernas para mí, Rach —murmuró sin dejar de mirarla—. Eso es. Y ahora mírame. Quiero ver lo que estás sintiendo.
Rachel obedeció, abriendo las piernas y alzando una rodilla, y Quinn se estremeció al contemplar aquel gesto de confianza. El hinchado sexo de Rachel quedaba ahora a su merced, y supo que debía actuar rápida pero también suavemente. Se colocó entre sus piernas, las abrió del todo y se tendió sobre ella, teniendo cuidado de no apoyar demasiado peso. Rachel gimió de nuevo y la rodeó con las piernas. Quinn se sintió como envuelta en un cálido terciopelo y la abrazó con más fuerza. La boca de Rachel buscó la suya y se besaron intensamente durante largo rato. Por fin, Quinn se apartó unos centímetros.
—Necesito tocarte.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que confió lo bastante en alguien para llegar a aquel nivel de cercanía e intimidad.
—Tócame, pues —la animó Rachel con voz ronca—. Haz conmigo lo que quieras.
Quinn deslizó una mano vientre abajo, entre ambas, hasta dejarla posada entre su sexo y el de Rachel. Lo que sintió al notar una ardiente humedad a ambos lados de su mano fue casi más de lo que podía soportar. Hundió el rostro en el cuello de Rachel, intentando controlar su cada vez más desbocado deseo.
—¿Vamos demasiado rápido? Deseaba que esta fuese una experiencia romántica y maravillosa para ti —murmuró.
—Vas muy bien, tus caricias me están volviendo loca —consiguió decir Rachel—. Recuerda que la última vez no hizo falta que te esmerases demasiado.
“Pero ahora quiero que dure. No quiero que te sacies demasiado deprisa y pierdas todo el interés. Por favor, haz que dure.” Quinn hundió los dedos por entre los pliegues íntimos de Rachel y tocó por primera vez su clítoris, aunque sólo fue un segundo. Con el sexo hinchado y húmedo, Rachel se ondulaba bajo las yemas de sus dedos.
—¡Quinn, linda, necesito más, por favor!
Al oír aquello, Quinn gimió y se cambió de postura para tener un mejor acceso. Se estremeció al comprender que estaba a punto de hacer que Rachel fuese suya. “¡Mía, aunque sólo sea por un momento!” Separó por completo sus pliegues hasta encontrar la
fuente de la que manaba aquella humedad y, sin dudarlo un momento, deslizó dos dedos en ella, curvándolos ligeramente para alcanzar el punto que más placer iba a proporcionar a Rachel. Volvió a llevar el pulgar hacia su clítoris, y al ver que Rachel tomaba aire afanosamente comprendió que iba por buen camino. Hundió los dedos por completo en su interior, maravillada de la tirantez con que ella los apresaba. Rachel gemía y abría más las piernas, exponiéndose por completo. Quinn siguió acariciándola con firmeza, concentrada en darle placer. Cambió otra vez de postura, hasta quedar de rodillas entre sus piernas abiertas, y contempló fascinada el espectáculo de sus propios dedos hundiéndose profundamente en Rachel y saliendo de nuevo, cubiertos de jugos íntimos. Por fin sus sensaciones se volvieron de una intensidad insoportable y Quinn comprendió que ya no podía contenerse más. Se inclinó hacia delante, doblándose sobre sí misma, y hundió la lengua sobre el hinchado clítoris de Rachel. La dulce humedad era todavía más excitante de lo que Quinn había soñado. Trató con ternura su clítoris hasta darse cuenta de que Rachel se apretaba con más y más fuerza contra ella, buscando unas caricias más firmes. Rachel se quedó rígida y volvió a enganchar las piernas contra el cuerpo de Quinn, gimiendo y quejándose a gritos al comenzar las convulsiones, que iban incrementándose a cada lametón. Cuando Quinn rodeó el tierno botón con su boca y comenzó a succionar, Rachel dejó escapar un agudo grito, que fue entrecortándose cuando se estremeció de arriba abajo. El orgasmo de Rachel hizo que el sexo de la propia Quinn se inundase de jugos. Comenzó a reptar sobre su cuerpo hasta colocarse a horcajadas sobre él.
—Levanta la pierna, Rach —indicó con voz ronca—. Eso es. Mantenla ahí, tengo que…
Comenzó a deslizarse sobre el muslo de Rachel, arriba y abajo, cubriéndola con sus espesos jugos.
—¡Sí, sí! —exclamó.
Cabalgó procazmente sobre su pierna, ondulándose y empujando para conseguir aquel orgasmo que siempre la eludía. Sin embargo, cuanto más empujaba más lejos parecía escapar el clímax final. Quinn se estremeció y las lágrimas comenzaron a agolparse tras sus párpados.
—Espera, linda, permíteme que te ayude. Deja que haga esto por ti —susurró Rachel, apartándola suavemente de su pierna.
La tendió de espaldas y sin más ceremonia cubrió con la boca uno de sus doloridos pezones al tiempo que hundía la mano entre las piernas de Quinn.
—Esta parte la conozco bien —murmuró junto al pezón.
Unos largos dedos se hundieron en su sexo, llenándolo por completo. Quinn apenas podía respirar. Aferró la sábana con los puños crispados y se obligó a permanecer inmóvil, limitándose a sentir lo que Rachel le estaba haciendo. “¡Puedo dejar que lo haga! ¡Puedo permitir que me dé placer! ¡Puedo, sí!” Quinn aguardó el momento en que sus sensaciones se hacían más débiles hasta acabar desapareciendo, dispuesta a hacer lo que había hecho siempre hasta entonces. Odiaba tener que hacerlo, pero no deseaba disgustar a Rachel, decepcionarla. Después de todo, ella era la experta. Desde luego, Brenda nunca había sospechado que ella fingía los orgasmos, todos los orgasmos, durante aquellos cuatro años. Quinn concentró su atención en las reacciones de su cuerpo, contando los segundos mientras la ardiente sensación que notaba entre las piernas se volvía más y más aguda. No comprendía cómo podía seguir aumentando así sin estallar en llamas.
—Déjate llevar. ¡Estás ya muy cerca! —susurró Rachel antes de subir a morderla tiernamente; deslizó la lengua en la boca de Quinn y la besó sin presionarla lo más mínimo.
—Así —añadió en un susurro junto a sus labios—. Vamos, linda. Estás a punto.
—No… ¡oh, Dios! ¡Oh, oh!
Quinn jadeó, sin aliento, y notó que en su clítoris estallaban pequeñas hogueras, que reunieron más energías aún en su interior y a continuación salieron disparadas en distintas direcciones: hacia las piernas, el vientre, una y otra vez. Atónita, comprendió que Rachel había conseguido hacerla llegar al orgasmo.
—¡Rachel!
—¡Dámelo, compártelo conmigo! —suplicó Rachel, alineando su cuerpo con el de Quinn mientras sus dedos seguían firmemente hincados en el sexo de Quinn.
Quinn la rodeó febrilmente con un brazo y hundió el rostro entre sus largos cabellos, sollozando con fuerza:
—¡Oh, Dios, Rach!
—Aquí me tienes. No pasa nada porque llores. Vamos, linda.
Rachel abrazó a Quinn y comenzó a acunarla suavemente. El corazón de Quinn volvió a sangrar cuando comprendió lo muchísimo que iba a perder cuando aquella mujer decidiese que ya había tenido bastante de aquella novedosa situación. Si ya antes era duro pensarlo, lo que sentía ahora era angustia en estado puro.
—¿Estás bien? —le susurró Rachel al oído.
—Sí, sí.
—Has estado increíble.
“¿Yo?” Quinn deseaba contarle a Rachel lo de su inesperado orgasmo, el primero que había experimentado en brazos de otra persona, pero sabía que eso sólo añadiría más tensión a su relación. Lo último que deseaba era hacerla sentir más culpable todavía.
—¡Me has hecho llegar con una fuerza brutal! —contestó, sin poder evitar que el asombro se reflejase en su voz.
—Sólo porque tú eras mi inspiración. Toma, esto nos mantendrá calentitas —dijo Rachel, tirando de las mantas hacia ellas y acurrucándose seguidamente junto a Quinn—. Soñaba con poder estar así, las dos juntas.
El corazón de Quinn iba sosegando poco a poco su ritmo, pero al oír aquella frase se detuvo un segundo antes de volver a desbocarse. “¿De veras?” Rachel no pensaba en una relación a largo plazo, pero poseía un don especial para ser cariñosa y generosa en el presente. Decidida a aceptar todo lo que se le ofreciese y acumularlo para las noches frías y solitarias, Quinn absorbió cada caricia, cada palabra.
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

Mensaje por AndreaDaru Dom Sep 29, 2013 9:14 pm

Estoy un poco arta de las faberry casi todos los capitulos se llena de ellas FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 1163780127 jajaja
A ver esa charla de las brittana, que vaya coincidencia por dioooos!


Ansiosa para el proximo
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Mensaje por Jane0_o Dom Sep 29, 2013 9:45 pm

Ufff me dajaste mas ansiosa por la
Platica brittana!!

Reganos otro capitulo mas hoy
Andale no seas asi mira que nos dejaste
Picadisimas!

Bueno genial el capitulo
Aunque las faberry's estuvieron
Wankys tambien


Saludos
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Mensaje por Cami Rivera Dom Sep 29, 2013 9:45 pm

No me canso de decir que Quinn y Rachel nunca pierden el tiempo. ¡Que capítulo más caluroso!... Espero que pronto podamos leer uno así de Brittany y Santana :), ¿será que es Britt la persona incógnita de la playa? Creo que es lo más probable, cuando las personas están destinadas, las cosas son así.
Marta me puedes llamar Cami Jajaja. Me alegra haber escrito bien tú nombre, pero es porque en realidad no he tenido la oportunidad de conocer a una "Martha".

Un abrazo! Hasta la siguiente actualización, que espero sea mañana :)
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Mensaje por aria Dom Sep 29, 2013 10:26 pm

Wow me ha.encantado este cap... La forma.tan intensa y especial en que las chicas se entregaron fue genial...
Y pobre Britt espero que ahora que se encontraron casualmente en la playa puedan hablar y suceda algo que haga reaccionar a San de una.vez pot todas!!
Excelete cap como siempre, besos linda:*
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Mensaje por micky morales Dom Sep 29, 2013 10:45 pm

me encanta el fic pero me gustaria mas brittana que faberry si es posible, me agrada faberry pero.......
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Mensaje por imperio0720 Dom Sep 29, 2013 11:25 pm

me encanto FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 1215408055 simplemente .. la manera en que quinn y rachel lo han hecho y la confesión secreta de quinn puff la verdad hacerlo sabiendo que la persona a la cual se lo estas entregado todo se va a ir están delicio y doloroso me a pasado saber que quieras o no va a pasar están doloroso es como una herida allí en tu alma que solo se calma cuando estas entre sus brazos pero luego regresas a la realidad y sabes que se va y no quieres y te toca solo disfrutar ese momento pufff bueno ya esta me encanto y esa san y britt de hecho están conectadas
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Mensaje por Keiri Lopierce Lun Sep 30, 2013 12:11 am

Holaaaaaaaaaaaa Marta aqui esta de nuevo una de tus acosadoras JAJAJA lei tu comentario y parecia sonaba como un comercial de telenovelas JAJAJA bueno a lo que estoy Que puedo decir estos 3 capitulos me encantaron esperare con ansias tu proxima actualización aqui tienes a una de tus acosadora fiel y pues si la quimica de ARIA MI QUERIDA ARIA es tan bueno tu entiendes jajajaja saludos y besos
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Mensaje por monica.santander Lun Sep 30, 2013 4:52 am

Hola que tal!!
me encantaron los capitulos de verdad!!
Amo esta historia!!
Saludos
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Mensaje por Marta_Snix Lun Sep 30, 2013 11:28 am

AndreaDaru escribió:Estoy un poco arta de las faberry casi todos los capitulos se llena de ellas FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 1163780127 jajaja
A ver esa charla de las brittana, que vaya coincidencia por dioooos!


Ansiosa para el proximo
Hay de las dos de Brittana y Faberry, por eso puse que el fic sería de ambas. Ya te pongo esa charla de las Brittana FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905 
Jane0_o escribió:Ufff me dajaste mas ansiosa por la
Platica brittana!!

Reganos otro capitulo mas hoy
Andale no seas asi mira que nos dejaste
Picadisimas!

Bueno genial el capitulo
Aunque las faberry's estuvieron
Wankys tambien


Saludos
Hola, no pude poneros otro capitulo, me quede dormida despues de poneros el último FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2884812151 
Sí, las Faberry por fin pudieron hacerlos y no solo caricias como la vez anterior, algo bueno salió del final de la cena
Cami Rivera escribió:No me canso de decir que Quinn y Rachel nunca pierden el tiempo. ¡Que capítulo más caluroso!... Espero que pronto podamos leer uno así de Brittany y Santana :), ¿será que es Britt la persona incógnita de la playa? Creo que es lo más probable, cuando las personas están destinadas, las cosas son así.
Marta me puedes llamar Cami Jajaja. Me alegra haber escrito bien tú nombre, pero es porque en realidad no he tenido la oportunidad de conocer a una "Martha".

Un abrazo! Hasta la siguiente actualización, que espero sea mañana :)
Para que perderlo? Es mejor asi, ya lo pierden las Brittana por las dos.
Ya veras el siguiente capitulo, es casi en su mayoria de las Brittana.
Te llamare Cami entonces FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905  Ya pero muchas veces ni aunque lo lean, ya que esta escrito en el nick :P Aunue ya me acostumbre a verlos de ambas formas
Sí, fue al dia siguiente, pero ya hay actualización FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 3750214905 
aria escribió:Wow me ha.encantado este cap... La forma.tan intensa y especial en que las chicas se entregaron fue genial...
Y pobre Britt espero que ahora que se encontraron casualmente en la playa puedan hablar y suceda algo que haga reaccionar a San de una.vez pot todas!!
Excelete cap como siempre, besos linda:*
Sí, sabia que te iba a gustar este capitulo, sobretodo esa parte
Bueno ya veras en el siguiente capitulo lo que sucede...
Besos linda FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 918367557 
micky morales escribió:me encanta el fic pero me gustaria mas brittana que faberry si es posible, me agrada faberry pero.......
Bueno, en el siguiente capitulo hay más Brittana que Faberry
imperio0720 escribió:me encanto FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 1215408055 simplemente .. la manera en que quinn y rachel lo han hecho y la confesión secreta de quinn puff la verdad hacerlo sabiendo que la persona a la cual se lo estas entregado todo se va a ir están delicio y doloroso me a pasado saber que quieras o no va a pasar están doloroso es como una herida allí en tu alma que solo se calma cuando estas entre sus brazos pero luego regresas a la realidad y sabes que se va y no quieres y te toca solo disfrutar ese momento pufff bueno ya esta me encanto y esa san y britt de hecho están conectadas
Lo siento mucho, supongo que si, que es doloroso, saber que aunque te entreges completamente a esa persona, finalmente, todo acabara sin que puedas hacer nada. Es doloroso, pero a la vez, pienso lo mismo que ellas hay que vivir el dia a dia, disfrutar del momento. Carpe diem
Keiri Lopierce escribió:Holaaaaaaaaaaaa Marta aqui esta de nuevo una de tus acosadoras JAJAJA lei tu comentario y parecia sonaba como un comercial de telenovelas JAJAJA  bueno a lo que estoy Que puedo decir estos 3 capitulos me encantaron esperare con ansias tu proxima actualización aqui tienes a una de tus acosadora fiel y pues si la quimica de ARIA MI QUERIDA ARIA es tan bueno tu entiendes jajajaja saludos y besos
Hola Keiri!!
Soy dramática, aun no te habias dado cuenta?FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2414267551
Ya te tengo el siguiente capitulo, aunque ya queda muy poquito para que se acabe...FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 597186406
Bueno si esa quimica, termina en algo más, quiero que a los niños los instruyais como acosadores, no puedo perder a dos acosadoras, ya me acostumbre a tener acosadoras.
Nos vemos, besos!!
monica.santander escribió:Hola que tal!!
me encantaron los capitulos de verdad!!
Amo esta historia!!
Saludos
Hola!! Me alegra que te este gustando, aunque ya estamos viendo el final, quedan muy poquitos capitulos para terminar...FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 6 2824147739 
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Finalizado FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Capitulo 20

Mensaje por Marta_Snix Lun Sep 30, 2013 12:01 pm


Capítulo 20
Brittany se quedó mirando a la descalza y temblequeante Santana más sorprendida que enfadada. Después de contemplar cómo rompían las olas durante largo tiempo, había comprendido que su ira estaba dirigida primordialmente hacia sí misma. “Soy una estúpida. Sabía que ella nunca sería capaz de corresponderme, y aun así me permití a mí misma…” Se tocó un momento la dolorida sien, cuyos moratones se habían atenuado lo bastante para poder cubrirlos con maquillaje. Con los zapatos balanceándose en la mano derecha, Santana la sujetó del hombro.
—Brittany, ¿quieres que te acerque a casa?
—¿Has venido con tu coche hasta la playa sólo para preguntarme eso? —se burló esta, aunque al ver que Santana se encogía sobre sí misma se arrepintió de inmediato de aquella reacción.
—No. No sabía que estabas aquí. Creí que ya te habías ido a casa. Yo… necesitaba estar un rato a solas, eso es todo —concluyó Santana, mirando al mar y abrazándose a sí misma para protegerse del frío viento.
—¿Dónde está tu pareja? —preguntó Brittany mirando por encima del hombro de Santana, convencida de que Sam aparecería sobre una duna en cualquier momento.
—En su hotel. Vive en Boston, y mañana regresará allí en coche.
“Ah.” Brittany se quedó mirando hipnotizada el cabello de Santana, que se había soltado y ahora iba perdiendo una horquilla tras otra debido al fuerte viento. A pesar de todos sus esfuerzos por controlarse, acabó apartando un mechón que le rodeaba los ojos.
El sedoso tacto la sedujo por completo, y se vio invadida por una dolorosa y casi fiera ternura.
—¿Qué me dices, pues? ¿Vienes?
—¿No querías estar sola?
Santana hizo una mueca y bajó la vista hasta los pies, llenos de arena.
—Hace demasiado frío para dar un paseo por la playa vestida así. Y además, tenemos que hablar —concluyó, mirándola de nuevo.
Brittany dio un respingo.
—Sí, lo sé. ¿Por qué no? Estoy cansada. Venga, vamos.
Caminaron torpemente sobre la arena hasta llegar a la limusina. Blaine les abrió la portezuela. Después de subir al auto y sentarse en la esquina más alejada, Santana abrió el minibar y sonrió al ver una humeante cafetera.
—Blaine, ¿no habrás…?
—Lo he hecho durante los últimos veinte años, así que, ¿por qué no esta vez?
—Gracias, una vez más. Brittany, ¿quieres un poco de café? —ofreció Santana, sirviendo una alta taza hasta arriba.
—No tanto, sólo una tacita.
—Aquí tienes.
Santana se arrellanó junto a ella con la enorme taza entre las manos, disfrutando del aroma del ardiente café antes de beber un sorbo. Las palabras escaparon de los labios de Brittany antes de que pudiera detenerse siquiera a pensarlas:
—Me porté como una estúpida. Siento haberte avergonzado.
“Tal vez sea mejor así, decirlo de una vez en voz alta.”
Santana tomó otro sorbo de café y se tendió sobre el respaldo.
—Siento no haber tenido el valor de acudir yo sola. A Sue no le habría importado lo más mínimo. Tendría que haber cancelado los servicios de Sam.
—No. Estás obligada a hacer muchas cosas por mantener las apariencias, aunque yo nunca podría vivir así.
Santana palideció.
—¿Nunca?
—No. He luchado durante toda mi vida por el derecho a ser yo misma, con todo lo que eso supone, llegando incluso a distanciarme de mi madre. Discutimos constantemente; no podemos compartir el mismo techo más de media hora sin reñir. He sacrificado muchas cosas por vivir fuera del armario, desde hace casi diez años.
—¿Y no tengo ni la menor oportunidad?
—Perdóname, Santana, pero ¿de verdad quieres que te dé una oportunidad? ¿Hasta ese punto te intereso?
Santana pasó en unos segundos de la palidez extrema al sonrojo.
—Su… supongo que sí… ¡No lo sé!
—Mierda. Es como si estuviésemos cada una en un columpio, y nos pasásemos casi todo el tiempo oscilando en direcciones opuestas. Los breves y maravillosos instantes en los que coincidimos… no son suficientes. ¡Son muy frustrantes, de hecho! —exclamó Brittany, aferrando la caliente taza para calentar las yemas de los dedos.
—Estoy de acuerdo —suspiró Santana—. Esta noche me has asustado.
—¿Cómo?
—Creí que te había ofendido o herido hasta tal punto que querrías vengarte. Llegué a temer que me descubrieses ante todos allí mismo.
—¡Yo nunca haría eso!
—Yo no estaba tan segura —contestó Santana, bebiendo más café—. Y me daba miedo. Supongo que no tener el control de la situación me atemoriza siempre.
—Entonces debes de pasar mucho miedo. Nadie puede tenerlo siempre todo bajo control.
—¿Acaso crees que no lo sé? —preguntó Santana moviendo la mano en el aire, con lo que a punto estuvo de derramar su café.
—Eh, ten cuidado —le dijo Brittany quitándole la taza de la mano—. Estás a salvo. Yo nunca haría nada por hacerte daño, ni a ti ni a tu reputación. El numerito de hoy no volverá a repetirse.
—Te creo. Y nunca te he mentido.
Britttany frunció el ceño, sin saber bien adónde quería ir a parar Santana con aquel brusco cambio de tema.
—Me alegro de saberlo.
—Pero eso no significa que te lo haya contado todo, y ocultar es lo mismo que mentir.
—Estoy de acuerdo, hasta cierto punto.
Santana entrelazó los dedos, tirando de ellos a la vez. Era obvio que estaba intentando calmar su profundo nerviosismo.
—Me siento muy atraída por ti. Eso lo sabes. Pero creo que he dejado bastante claro el tipo de vida que he decidido llevar.
“¡Sí, la vida de una prisionera en ese armario tuyo!” Brittany se obligó a permanecer en silencio para que Santana pudiese continuar.
—No puedo ser egoísta y olvidar a todas las personas que precisan de la ayuda de la Fundación. Hay tanta diferencia entre lo que ellos tienen y lo que tengo yo que es como si proviniésemos de distintos planetas.
La miró expectante, como si estuviese aguardando a que Brittany le diese la razón.
—Pero nadie te pide que vivas una mentira, y desde luego menos que nadie las personas a las que ayudas. Lo que sucede es que no acabas de creerte que merezcas ser feliz. Estás convencida de que debes ser perfecta, y de que las lesbianas no somos perfectas.
—¡Eso no es cierto!
—Sí que lo es. ¿Por qué no puedes vivir abiertamente? ¿A quién le importaría, a los ricos donantes que pueden deducir cada céntimo, y dormir bien además, gracias a lo que comparten con los menos afortunados? ¿No crees que preferirían que la pudiente aristócrata de antepasados franceses sea lesbiana en lugar de una conquistadora insaciable, si supiesen que amas sincera y apasionadamente a otra mujer, en vez de actuar como una devorahombres?
—¿Devorahombres? ¿Cómo te atreves?
Brittany comprendió que estaba yendo demasiado lejos e intentó calmarse.
—Si te declaras lesbiana te encontrarás con unos cuantos intolerantes, desde luego, y habrá quien se aleje de ti, pero los mejores te apoyarán. Y tal vez los homosexuales adinerados hagan donaciones más generosas para tus obras benéficas si dejas de vivir en una mentira.
Santana movió la cabeza de un lado a otro, escéptica.
—No lo comprendes…
Brittany notó que se ablandaba por dentro, y su voz sonó mucho más suave:
—Oh, sí que lo comprendo, Santana. Mejor de lo que piensas. Viniste al mundo en la típica familia perfecta: padre, madre, un hermano gemelo… pero perdiste a tu madre y a tu hermano con tan sólo un par de años de diferencia. Y de pronto tú eras la única que quedaba.
Santana asintió lentamente.
—Para tu padre y tu abuelo personificabas el futuro, y tuviste que aprender, por experiencia y por deducción, lo que se esperaba de ti. Y en un momento determinado decidiste que, puesto que habías sobrevivido, debías sacrificar por completo tu propia felicidad para ser merecedora de todo ello: tú estabas viva, mientras que tu hermano había muerto, de modo que no podías aspirar también a un tipo de felicidad que no entraba dentro de lo convencional, ¿verdad?
Por las mejillas de Santana corrían las lágrimas.
—No sigas. ¡No sigas!
—Sé que no tengo derecho a decirte cómo has de vivir tu vida. Pero un día de estos te vas a derrumbar, porque la tensión en la que vives te causará una úlcera o un ataque.
Brittany dejó su taza sobre la mesita y tomó las manos de Santana entre las suyas.
—No tienes por qué estar sola. Deja que te muestre lo que te estás perdiendo. Y no estoy siendo vanidosa: tal vez no estés destinada a compartir tu vida conmigo, pero desde luego sí que lo estás a compartirla con alguien como yo. Con una mujer.
Santana se sintió anonadada y se aferró a las manos de Brittany, luchando contra el tremendo ardor que sentía en el pecho y tras los párpados.
—¿De verdad crees… que me estás diciendo algo que yo no me haya dicho a mí misma mil veces? —consiguió murmurar por fin.
—Tal vez lo hayas hecho —contestó dulcemente Brittany—, pero ¿te has escuchado alguna vez? ¿Has prestado atención a las voces interiores que te decían que deberías ser quien eres?
¿Tenía razón Brittany? ¿No hacía caso más que a las voces implacables y represivas? Santana estaba a punto de responder cuando Blaine bajó el cristal que separaba la zona del conductor de la de los pasajeros.
—Señora, hay un problema ahí delante.
Santana recuperó de inmediato su perfecto autocontrol, se soltó de las manos de Brittany y se acercó a Blaine.
—¿Qué sucede?
—Ha habido un accidente en el puente, y se ha formado un tremendo atasco. No puedo dar la vuelta con la limusina en esta parte tan estrecha del puente, de modo que tendremos que aguardar a que despejen uno de los carriles.
—Oh, no. ¿Hay alguien herido?
—Creo que no, aunque hay varios coches con los parachoques abollados.
—Esperemos que no tarden demasiado —dijo Santana, y se tendió de nuevo sobre el respaldo mientras Blaine cerraba el cristal de separación.
—De modo que estamos encerradas aquí. Vaya, eso podría ser peligroso —comentó Brittany encogiéndose de hombros, con una sonrisa retorcida en los labios.
—¿Qué quieres decir?
—Hace un rato creí que ibas a estrangularme. Espero vivir lo suficiente para contemplar el próximo amanecer.
—Muy graciosa —dijo Santana, sin poder evitar sonreír.
—Así soy yo, graciosa y divertida.
Algo faltaba en aquella descripción. Santana escrutó aquel rostro que tan bien conocía ya, que la rondaba por las noches y aparecía también cuando estaba despierta, en los momentos más inesperados.
—Eres eso y mucho más. Lamento que mi actitud contigo te haya hecho dudar de ti misma.
—Yo no dudo de mí misma, al menos en ese sentido. Simplemente… —dijo encogiéndose de hombros—. Temo más que me destrocen el corazón que quedar en evidencia.
—Esa atracción de la que hablas todo el tiempo… ¿va más allá del simple terreno sexual?
—¡Desde luego que va más allá! ¿De verdad crees que estaría atormentándote a ti y a mí misma si no se tratase más que de un asunto de cama? —suspiró Brittany—. Además, en el sexo no hay nada simple, o al menos no debería haberlo.
Santana se quedó mirándola fijamente. Brittany se cubrió la boca con la mano, y ella notó un cosquilleo en los labios. En ese momento los ojos de su amiga comenzaron a chispear, y ambas se echaron a reír a la vez. Cuando alzó la vista y vio que Brittany se agarraba el brazo herido soltó una nueva carcajada, tan larga que acabó teniendo que enjugarse las lágrimas que corrían por sus mejillas.
—¡Oh, Señor, Señor!
—No llegarás muy lejos apelando a la divinidad —se burló Brittany—. Estando yo por medio, seguro que el Señor tiene bloqueadas las llamadas.
Ambas sufrieron un nuevo ataque de risa, y esta vez Blaine volvió a bajar el cristal:
—¿Va todo bien?
—Estamos perfectamente, Blaine —contestó Brittany—. Tan sólo algo cansadas, supongo.
—Muy bien, señora —replicó Blaine, imperturbable.
Poco a poco Santana fue recuperando la compostura. Recogió su taza de café y sonrió tímidamente.
—Me ha sentado bastante bien.
—Ha sido magnífico. Necesitábamos desahogarnos, y ya que no he podido convencerte para que me hagas el amor en el asiento de atrás de este lujoso vehículo…
Santana se quedó en silencio un momento y acto seguido enarcó una ceja.
—Tal vez no sea demasiado tarde todavía, ya que estamos en medio de un atasco.
—¡Santana!
Valía la pena tomarle el pelo a Brittany, por poder ver la expresión que se le pintó en el rostro.
—¡Ahora verás! —exclamó esta inclinándose hacia Santana y hundiendo los dedos bajo sus costillas.
—¡No, no, por favor, odio que me hagan cosquillas! —gritó Santana intentando zafarse.
—Vale —jadeó Brittany deteniendo su ataque—. Está bien saberlo para el futuro, porque puedo ser implacable.
A continuación alisó suavemente el cabello de su compañera y comentó:
—Ahora tienes mucho mejor aspecto. Vuelves a tener color en las mejillas, y ese precioso brillo en los ojos. Adoro tu sonrisa.
Santana se sintió como mareada.
—Y tú eres preciosa, como una etérea criatura del bosque salida de un cuento de hadas, a pesar de ser tan fuerte y decidida.
—¿Tanto se me nota? —preguntó Brittany, sonriente—. Así que etérea… Es la primera vez que me lo dicen.
—Me gusta esa mezcla de rasgos que tienes. Eres admirable en muchos sentidos: valiente, amable, irritante, perseverante… la lista se hace cada vez más larga.
—Contigo ocurre lo mismo —replicó Brittany, acercándose todavía más, hasta pasarle el brazo por los hombros—: testaruda, generosa, tímida, frustrante…
—¿Qué quieres decir con eso de tímida?
—Tienes que tomar aire una o dos veces antes de hablar con la gente, ¿no es así? Aunque no dejas que se note.
Santana cerró los ojos un segundo.
—Sí, tienes razón.
—No es nada negativo, ni mucho menos, sino una parte de tu compleja y maravillosa personalidad —dijo Brittany inclinándose hacia delante—. Y ahora voy a besarte, si te parece bien. No haré el amor contigo en la limusina, porque es poco romántico para la primera vez. Lo dejaré para cuando dispongamos de una cama bien calentita.
Santana contuvo el aliento, incapaz de objetar nada ni siquiera si esa hubiese sido su intención. Cuando Brittany rozó sus labios con los de ella, los abrió para dejar paso a su lengua. Aquel beso, lento y profundo, traía consigo una sensualidad inimaginable para ella. Brittany rodeó sus mejillas con ambas manos y le ladeó suavemente la cabeza; a continuación examinó cada detalle de su boca y la besó apasionadamente.
Santana ofreció tanto como le era dado, tomó tanto como le era ofrecido. La lengua de Brittany acariciaba y atormentaba la suya, persuadiéndola para que jugase con ella. Tenía un gusto frutal, a fresas o manzanas, un sabor que excitó a Santana y la dejó sin respiración, al tiempo que notaba que la humedad se extendía por entre sus piernas. Abrazó a Brittany con pasión, mordiendo suavemente los ansiosos labios que la besaban. Los gemidos de placer de Brittany no hicieron más que avivar el fuego de su interior. De pronto el automóvil se puso bruscamente en movimiento. Los labios de Brittany se separaron de los suyos, y Santana dejó caer la cabeza sobre su hombro. El resto del viaje lo hicieron en silencio, contentándose con estar juntas. Por el momento era más que suficiente.
 
Quinn se movió bruscamente en sueños, y despertó con el corazón latiéndole desbocado.
—¡No! —gritó, sin saber bien dónde se encontraba—. ¡No, por favor!
—¿Linda? —murmuró una voz soñolienta a su lado, al tiempo que un brazo desnudo tiraba de ella hacia sí—. Ven aquí. ¿Has tenido un mal sueño?
—No… no lo recuerdo.
Sin embargo, Quinn recordaba perfectamente todos los detalles del sueño. Lo había tenido otras veces, aunque el de ahora había sido peor que nunca.
—A mí me parece que sí. ¿Por qué no me lo cuentas?
A Quinn no le apetecía contárselo. No creía que sacar todo aquello a la luz acabase con su poder sobre ella. Algunas cosas pertenecían al terreno de las sombras, y allí debían quedarse.
—Decías “¡No, no, por favor!” y parecías a punto de llorar. Tu voz sonaba, no sé, como muy joven —dijo Rachel, ya más despejada.
—Puede ser.
—¿Eras una niña en el sueño?
Quinn suspiró, rindiéndose a la dulce voz de Rachel y al cariño con que la abrazaba, y asintió apoyada en su cuello.
—Sí. Estoy en un coche y me llevan lejos. Me apartan de mi padre, y él —de pronto las palabras se atragantaron en la garganta de Quinn—… él ni siquiera intenta detenerlos.
—Continúa.
—Ahí se acaba. Algunas noches sueño lo mismo varias veces seguidas, hasta que dejo de intentar dormirme y salgo a correr.
—¿Cuántas veces te sucedió algo así, que te llevasen de un lugar a otro?
—Estuve en un total de nueve hogares de acogida, desde los ocho años. A los quince decidí huir.
—¿A los quince años? ¿Y adónde fuiste?
—A Providence. Hay mucha gente que no quiere admitir que en la vieja y honrada Nueva Inglaterra tenemos personas sin hogar y niños de la calle, pero así es. Viví en refugios, mintiendo sobre mi nombre y mi edad, durante años.
—¿Y qué ocurrió entonces? ¿Cómo lograste volver al colegio y graduarte en empresariales?
—Conseguí salir de una larga relación abusiva —explicó Quinn, hecha un ovillo—. Había vivido con Brenda durante más de tres años, hasta los veintiuno. Era difícil convivir con ella, pero yo creía que me amaba, de modo que intenté amoldarme.
—Y ella se aprovechó de ello.
—Sí. Si me ordenaba que saltase, yo tan sólo preguntaba hasta qué altura.
Se produjo un largo silencio, que se extendió más todavía puesto que ambas aguardaban que fuese la otra la que lo quebrase. Por fin Rachel carraspeó y dijo:
—Siento que tengas que sufrir esas noches tan duras de vez en cuando. Espero que el hecho de estar ahora conmigo no lo empeore.
—La verdad es que puede que sea así, pero ya estoy acostumbrada a esos sueños. En cuanto despierto, dejan de molestarme.
Rachel la abrazó con más fuerza, y la besó en la coronilla.
—No estoy convencida del todo.
Quinn sintió la mano de Rachel, acariciándole lentamente la espalda. Era una sensación muy calmante, y notó que volvía a adormecerse.
—Tú estás aquí para consolarme —murmuró—, y eso cuenta mucho.
—Eso espero, querida —dijo Rachel, y rozó con sus labios el cabello de Quinn—. Cierra los ojos y deja que te abrace. Siento que hayas padecido una niñez tan dura. Me rompe el corazón pensar que estabas completamente sola y sin nadie que te defendiese. Pero ahora no estás sola. Si tienes más pesadillas, yo estaré aquí —concluyó, besándola en la sien.
“¿Durante cuánto tiempo? ¿Hasta que hayas explorado lo que tengo que ofrecerte y decidas que ya has tenido suficiente?”
Aquellos sombríos pensamientos asustaron a Quinn, aunque procuró apartarlos de su mente. Rachel no era de las calculadoras, sino justa y cariñosa, protectora incluso. Nunca le haría daño a sabiendas.
“Eso ya me lo hago yo misma, sin ningún problema: he pasado de una relación imposible a otra, con algunos años de diferencia entre ambas.” Respiró hondo y se acurrucó contra el hombro de Rachel. Necesitaba decir algo, algo difícil de poner en palabras; la bilis le ascendió por la garganta antes de conseguir tragar de nuevo.
—Rachel…
—Dime, linda.
—Por favor, no me dejes sin darme antes alguna pista, ¿vale? —le dijo, aunque temió que Rachel decidiese fingir que no la entendía.
—Por supuesto. Mi oferta de seguir siendo amigas permanece en pie. Por ahora estoy aquí, pero no podremos ser amantes durante mucho tiempo más porque no sería justo para ti. Siempre seré tu amiga, eso te lo prometo.
Quinn sintió que las lágrimas se agolpaban en sus párpados.
—Sabes que no puedo hacer eso. Podríamos haber seguido como amigas si no hubiésemos llegado a acostarnos juntas.
—Esto no ha sido nunca una mera cuestión de cama.
La voz de Rachel sonaba entrecortada, y Quinn comprendió que Racheñ no era tan distante como ella temía.
—No, nunca lo ha sido —convino, y depositó un beso sobre el hombro de Rachel.
“Y para mí nunca lo será.”
Rachel la tomó suavemente por la barbilla y le alzó el rostro.
—Por Dios, Quinn, me estás destrozando el corazón. He tomado una decisión, y me estás poniendo muy difícil el mantenerla. No lo hagas, por favor…
“¡Cómo me suplica, con qué arte utiliza su hermosa voz para calmarme y ser la que decide! Es un “lo tomas o lo dejas”, ¿no, Rach?” Quinn apretó los dientes con tal fuerza que en su boca quedó un regusto metálico.
—No te apures, no lo haré —contestó con voz sombría.
“Ya estoy haciéndolo de nuevo: protegiéndola contra mí misma.”
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Mensaje por Cami Rivera Lun Sep 30, 2013 12:55 pm

¡Hola Marta! Espero que te encuentres muy bien.

Ha sido un excelente capítulo, por fin Brittany y Santana pudieron hablar a corazón abierto. ¡Joder! ese beso fue tan ¿perfecto?, si creo que es la palabra correcta. Me encantó, espero que puedas actualizar pronto. Lo único que me deja un sabor amargo es lo que está pasando con Rachel y Quinn. Claramente Rachel no está preparada para tener una relación sólo física, aunque piense de que es capaz, al final le terminará pasando la cuenta y sólo logrará sufrir y hacer sufrir a Quinn, que ya bastante dolor ha debido soportar a lo largo de su vida.

Un abrazo. ¡Hasta la siguiente actualización!
Cami Rivera
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Mensaje por Cami Rivera Lun Sep 30, 2013 12:55 pm

¡Hola Marta! Espero que te encuentres muy bien.

Ha sido un excelente capítulo, por fin Brittany y Santana pudieron hablar a corazón abierto. ¡Joder! ese beso fue tan ¿perfecto?, si creo que es la palabra correcta. Me encantó, espero que puedas actualizar pronto. Lo único que me deja un sabor amargo es lo que está pasando con Rachel y Quinn. Claramente Rachel no está preparada para tener una relación sólo física, aunque piense de que es capaz, al final le terminará pasando la cuenta y sólo logrará sufrir y hacer sufrir a Quinn, que ya bastante dolor ha debido soportar a lo largo de su vida.

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Mensaje por monica.santander Lun Sep 30, 2013 1:19 pm

Hayyyy regalame otro capitulo por favor!!!
saludos
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Mensaje por aria Lun Sep 30, 2013 2:10 pm

Un acercamiento mas Brittana, genial!
Por lo menos San ha sido sincera, me encanta que Britt sea tan directa y clara... Ojala que Santana acepte a Britt de una vez, se muere por ella, o es que acaso ella no lo ve??? Bueno por lo menos se ha dado un besito o mas bien besoteeee jejejeje
Oh vaya, ya me lo imaginaba lo de Quinn... Pero que tipo de relacion abusiva era esa?? Me mata la intrigaaaaaaaa
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Mensaje por DafygleeK Lun Sep 30, 2013 2:34 pm

Pretty!!!!! Si!!!!!!! Mucho brittana!!!!! Me encanta!!!!! Te juro que recuerdo haberte comentado en el cap anterior y recuerdo que me respondiste! Estoy segura!!! Creo que ya me estoy volviendo loca. Lol.
Ya me perdi varias actualizaciones! No me desconectare nunca, nunca, nunca mas. Okno, pretty please actualiza pronto!!!!! ;) xoxo.
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