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Mensaje por Keiri Lopierce Vie Sep 27, 2013 2:43 pm

Hola Marta me ha encantado el capitulo hasta que al fin se besaron y Santana esta admitiendo sus gustos jajaja me gusta este historia espero tu actualización saludos
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Mensaje por Elisika-sama Vie Sep 27, 2013 3:07 pm

jajajaja por fin se han besado, y por fin santana revela su secreto, me gusta, me gusta... Creo q en cuanto en sentido amoroso, las brittana se adelantaran un pelin mas que las faberry, porque anda rachel con esa proposición...

Cuando se desbordara la pasión brittana? o se nos adelantaran las faberry otra vez? ya quiero saber mas jajajaja
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Mensaje por DafygleeK Vie Sep 27, 2013 3:07 pm

Hi pretty!!!! Al fin el beso brittana!!!!!! Me parece fabulantastico que britt sea tan directa!!! Aunque confunde a san... Me encanto! Rachel tiene que decidir si quiere a quinn o no... Bueno te comento que habia leido el cap, te habia escrito el primer comentario y estaba contenta por eso! Era un mensaje super largo. Quise poner enviar y sin querer aprete apagar y el mensaje se me borro asi que mas te vale que aprecies este mensaje. Lol.
Y te afirmo que halagar si funciona pretty! Deberias intentarlo. Pretty actualiza pronto please. ;) xoxo.
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Mensaje por DafygleeK Vie Sep 27, 2013 3:13 pm

Hi pretty!!!! Al fin el beso brittana!!!!!! Me parece fabulantastico que britt sea tan directa!!! Aunque confunde a san... Me encanto! Rachel tiene que decidir si quiere a quinn o no... Bueno te comento que habia leido el cap, te habia escrito el primer comentario y estaba contenta por eso! Era un mensaje super largo. Quise poner enviar y sin querer aprete apagar y el mensaje se me borro asi que mas te vale que aprecies este mensaje. Lol.
Y te afirmo que halagar si funciona pretty! Deberias intentarlo. Pretty actualiza pronto please. ;) xoxo.
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Mensaje por DafygleeK Vie Sep 27, 2013 3:15 pm

Hi pretty!!!! Al fin el beso brittana!!!!!! Me parece fabulantastico que britt sea tan directa!!! Aunque confunde a san... Me encanto! Rachel tiene que decidir si quiere a quinn o no... Bueno te comento que habia leido el cap, te habia escrito el primer comentario y estaba contenta por eso! Era un mensaje super largo. Quise poner enviar y sin querer aprete apagar y el mensaje se me borro asi que mas te vale que aprecies este mensaje. Lol.
Y te afirmo que halagar si funciona pretty! Deberias intentarlo. Pretty actualiza pronto please. ;) xoxo.
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Mensaje por Jane0_o Vie Sep 27, 2013 3:29 pm

Hasta que por fin el beso brittana llego!

Me a gustado, las faberry
Wow quinn de amante

Ya veremos como se desarrolla esa parte

Bueno hasta la siguiente
Actualizacion saludos!
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

Mensaje por Marta_Snix Vie Sep 27, 2013 8:36 pm

Elita escribió:Hey :) besoo Brittana *-* aaawww!

Y que pasa cn Rachel.. eso que pidio es... no se no me termina de gustar.. pero buenoo espero que cambie eso, si? :D
Ahora... me voy debo volver a mis labores -.-
Bye! :)
Hola!! Si beso Brittana!!
Ya veras lo que pasa...no te impacientes FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 2414267551
Espero que no te sea muy duro el trabajo...suerte ;)
Nos vemos ;)
Cami Rivera escribió:Hola! Primero que todo te doy las gracias por actualizar :)
El FF está realmente interesante, me tienes más que intrigada. Este fue un capítulo muy revelador... Santana ¿jamás besada? Eso sí que es nuevo! Jajaja... Oh! Que responderá Rachel? Estará dispuesta a poder perder la amistad de Quinn por tenerla como amante.... Espero con ansias el siguiente capítulo muy :)... Un abrazo!
Hola!! No tienes nada que agradecer ;)
Sí, San no ha sido besada nunca y Britt fue su primer beso. Y Rach...bueno ahora veremos que responde. Os dejo ya el capitulo ;)
Nos vemos ;)
Keiri Lopierce escribió:Hola Marta me ha encantado el capitulo hasta que al fin se besaron y Santana esta admitiendo sus gustos jajaja me gusta este historia espero tu actualización saludos
Hola Keiri!! Sí, San poco a poco va admitiendo lo que siente, por lo menos con Britt.
Te dejo ya el siguiente capitulo, espero lo disfrutes ;)
Elisika-sama escribió:jajajaja por fin se han besado, y por fin santana revela su secreto, me gusta, me gusta... Creo q en cuanto en sentido amoroso, las brittana se adelantaran un pelin mas que las faberry, porque anda rachel con esa proposición...

Cuando se desbordara la pasión brittana? o se nos adelantaran las faberry otra vez? ya quiero saber mas jajajaja
Sí, San va aceptando cosas delante de Britt, parece que la rubia le hace decir cosas...
Sí, en hablar de sentimientos y amor si, las Faberry estan con el lio de ser amantes
Para tus ultimas preguntas...tendras que seguir leyendo FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 2414267551 
DafygleeK escribió:Hi pretty!!!! Al fin el beso brittana!!!!!! Me parece fabulantastico que britt sea tan directa!!! Aunque confunde a san... Me encanto! Rachel tiene que decidir si quiere a quinn o no... Bueno te comento que habia leido el cap, te habia escrito el primer comentario y estaba contenta por eso! Era un mensaje super largo. Quise poner enviar y sin querer aprete apagar y el mensaje se me borro asi que mas te vale que aprecies este mensaje. Lol.
Y te afirmo que halagar si funciona pretty! Deberias intentarlo. Pretty actualiza pronto please. ;) xoxo.
Hola!! Sí, beso Brittana!! Me encanta tu palabra inventada FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 2414267551
San se confunde sola, no necesita de Britt, pero a mi tambien me gusta que Britt sea tan directa
Aprecio mucho tu comentario, siempre lo hago, pero este lo apreciare doblemente por el esfuerzo doble que tuviste que hacer.
Lo intentare, empezare a halagar a todo el mundo, a ver si consigo lo que deseo, empezare con mi chica :P
Te dejo ya el capitulo, Besos!!
Jane0_o escribió:Hasta que por fin el beso brittana llego!

Me a gustado, las faberry
Wow quinn de amante

Ya veremos como se desarrolla esa parte

Bueno hasta la siguiente
Actualizacion saludos!
Tardaron más que las Faberry, pero llego el beso!!
Las Faberry...bueno ya veras el siguiente capitulo y veras que decidieron finalmente ;)
Nos vemos ;)
Marta_Snix
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Finalizado FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Capitulo 13

Mensaje por Marta_Snix Vie Sep 27, 2013 8:39 pm


Capítulo 13
Rachel contempló cómo Quinn se le acercaba cada vez más, hasta acabar arrodillándose a su lado. Echó hacia atrás la cabeza, intentando descifrar la expresión de su rostro a la vacilante luz de la chimenea, pero, con la visión borrosa y los ojos secos, era imposible calcular lo que Quinn sentía. Sin embargo, sus palabras lo habían dejado bastante claro.
—Puedo acabar arrepintiéndome de esto durante el resto de mi vida… —consiguió decir Rachel.
Su voz sonaba ahogada. Si estuviese allí su profesor de canto, le habría cortado la cabeza al oírla forzar de aquella manera las cuerdas vocales.
—… Y sin embargo, ¡maldita sea, no puedo resistirme a ti!
En cuanto aquellas palabras salieron de sus labios Rachel supo que había dado un paso más hacia la completa oscuridad. “Quinn será mía… apenas un momento. Un precioso momento en el tiempo.” Comprendió que no habría lugar para lamentaciones; y, sin embargo, su corazón se llenó de remordimientos cuando oyó la pasión que reflejaba la voz de Quinn.
—¿Durante cuánto tiempo? —preguntó está acercándose más a ella—. ¿Lo has calculado más o menos?
—¿Qué quieres decir?
“Sí, lo sé, no hago más que andarme con rodeos.”
—¿Cuánto tiempo pasará hasta que decidas que ya no me necesitas más?
Rachel sintió que el corazón se le encogía dolorosamente en el pecho.
—No… no puedo imaginarme que llegue ese…
La voz se le quebró. “Deseo sentirme siempre tal y como tú me haces sentir. Tú haces que mi dolor desaparezca.” Se maldijo a sí misma por ser tan obsesiva y egoísta.
—¡Linda! —dijo por fin, acariciándole la barbilla.
—Ya sabes cuál será el precio —advirtió Quinn con gesto retador—. Prometí estar aquí siempre que me necesitases, y eso haré. Pero no permitiré que en mi camino se entrometa la mentira ni el falso orgullo. Porque tú me afectas de una forma… ante la que no tengo defensa alguna.
Se acercó más todavía, y la mano de Rachel se deslizó por su cuello hasta acabar entre sus cabellos.
—Me tienes hechizada —confesó; le parecía increíble que Quinn pudiese encontrarla atractiva—. No sé cuánto tiempo durará, pero… atesoraré cada instante.
—Lo mismo haré yo —replicó Quinn con voz dolorida, agachándose hasta acabar casi tendida a los pies de Rachel—. Nunca creí que volvería a arriesgarme así, y desde luego… nunca de esta manera.
Rachel dejó la mano posada sobre la nuca de Quinn, jugueteando con su pelo. Su aroma la envolvía. Notó que los pechos se le volvían más pesados. Se sobresaltó al sentir unas ligeras palpitaciones por la cara interior de los muslos. Nunca se había sentido tan abierta y vulnerable, ni tan asustada. En realidad Rachel no creía que aquella relación fuese posible. Quinn era joven y hermosa, con un brillante futuro por delante. No iba a sacrificarse por ella. Volvió a notar un nudo en la garganta. Atrajo a Quinn hacia sí y la estrechó entre sus brazos. La idea de perder aquel nuevo sentimiento, tan natural y excitante a la vez, le era insoportable. Dejó escapar un hondo gemido, y al momento notó que Quinn la abrazaba con más fuerza.
—No llores, Rachel. No pienso irme a ninguna parte, al menos hasta que tú me lo ordenes —le dijo, besándola en la sien—. Tan sólo déjame abrazarte.
Alzó las manos y le acarició el pelo.
—Todavía veo lo bastante bien para apreciar lo hermosa que eres —susurró Rachel—. Nunca sabré lo que has visto en mí.
—Lo sabrás con el tiempo —contestó Quinn, abrazándola todavía más fuerte.
—Tal vez —replicó Rachel alzando el rostro hacia ella—. ¿Podrías besarme ahora?
Al principio Quinn no se movió. Rachel contuvo el aliento mientras aguardaba a que Quinn la ayudase a crear la magia que conseguía hacer que olvidase todo lo demás. Por fin, Quinn rozó tiernamente sus labios con los de Rachel, una y otra vez, hasta hacer que nada importase más que el momento presente. Rachel entreabrió los labios y rodeó con sus manos el rostro de Quinn, para poder acariciarla y quizás también retenerla junto a sí. Aguardó a que la lengua de Quinn penetrase en su boca y entonces volvió a hundir las manos en sus cabellos. A su vez, Quinn le pasó la mano por el costado, y esa caricia inició toda una cadena de incendios a lo largo de sus terminaciones nerviosas. La blusa de satén que llevaba puesta no disminuía lo más mínimo la percepción de las caricias de Quinn. Rachel notó que sus pechos se tensaban. Dejó escapar un quejido al tiempo que su cabeza comenzó a dar vueltas y más vueltas.
—¿Qué es lo que me estás haciendo? —consiguió decir, apartando con esfuerzo sus labios de la boca de Quinn.
—Te lo estoy mostrando.
—Mostrándome ¿el qué? —preguntó Rachel, intentando orientarse entre las brumas de su mente.
—Lo que te perderás cuando me dejes. Esto… —añadió, trazando un reguero de húmedos besos a lo largo de su cuello—. Y esto…
En ese momento se inclinó más todavía; Rachel notó pequeños mordiscos junto a su boca y entreabrió los labios con un gemido de rendición.
—¡Oh…!
Rachel arqueó la espalda y consiguió capturar sus labios. La atrajo más hacia sí, y su beso se hizo más profundo. Quinn tenía un sabor fresco, nuevo y joven, como un elixir. Parcialmente consciente de estar perdiendo el control, Rachel le acarició la espalda y gimió mientras la besaba. Quinn se moría de deseo; ya era imposible detener los besos. El mórbido cuerpo de Rachel envolvía su grácil esqueleto. Los amplios senos se apretaban contra ella, y tuvo que reprimirse para no introducir la mano entre ambas y acariciarlos. Buscó la mano izquierda de Rachel, y la colocó sobre su propia cadera.
—Sujétate a mí —suspiró junto a su boca—. Necesito que me sujetes con fuerza.
Rachel obedeció y la agarró con fuerza. Quinn notó sus estremecimientos.
—¿Tienes frío? —bromeó.
—¡Estoy ardiendo!
—Sí, desde luego, Rach… —susurró, con una voz tan gutural que semejaba un gruñido—. Abrasas…
Incapaz de resistirse más a unas caricias que ahora eran mucho más íntimas, Quinn introdujo una mano entre ambas y la posó sobre uno de los senos de Rachel. Notó el erecto pezón en la palma, a través del tejido, y se estremeció, pues aquella sensación la excitaba todavía más. La urgencia que notaba entre las piernas rivalizaba tan sólo con el ansia que sentía en el pecho. De sus labios escapó un fuerte gemido. Rachel se quedó inmóvil de pronto. Abrió los ojos y se quedó mirándola durante unos segundos eternos, sin decir nada. Quinn tampoco se movió. Le pareció haber visto un eco de su propia excitación en los ojos de Rachel, pero una vocecilla interior la atormentaba. “Tal vez esto es más de lo que ella buscaba. Quizás sólo quería unos cuantos besos románticos, nada más. Es una hetero, tendría que haberme dado cuenta.”
—Quinn…
—Lo siento —dijo Quinn enderezándose en el sofá, a pesar de que todo su cuerpo se quejó amargamente por la súbita separación—. No debería haber hecho eso.
—¿Por qué?
Quinn no supo qué decir. No había miedo alguno en los ojos de Rachel.
—Ha ido todo demasiado rápido, y no sé si debería haber sucedido siquiera.
—No sé de qué hablas. A menos que te haya sorprendido el tacto de un cuerpo más viejo que el tuyo —dijo Rachel, y sus ojos se ensombrecieron, doloridos.
—¡No! —gritó consternada Quinn, negando también con un gesto—. No me refería a eso. Intentaba tener en cuenta que es la primera vez que te acaricia una mujer. Intentaba ser…
—¿Considerada? —sugirió Rachel, apoyándose en un codo para incorporarse y tender la mano hacia ella—. Entiendo. ¿Qué tal si te tiendes aquí conmigo y te relajas, simplemente? Ambas necesitamos tranquilizarnos un poco… por ahora.
Quinn se sintió confusa. Rachel estaba manejando la situación mucho mejor que ella. Poco a poco fue sosegándose, volvió a deslizarse junto a Rachel y ambas se acomodaron en el sofá. Quinn le pasó el brazo por detrás del cuello, atrayéndola hacia sí. Las tentadoras y femeninas curvas de Rachel provocaron un cosquilleo en toda su piel, que llegó a erizarse de deseo en brazos y piernas.
—¿Mejor?
—Mejor, sí.
Quinn se obligó a sí misma a relajarse y, sorprendentemente, enseguida notó que su respiración se calmaba y el corazón volvía a su ritmo habitual. Seguía sintiéndose excitada, pero su ardor se había suavizado, y el cuerpo de Rachel era ahora algo más familiar para ella. Entonces, su espíritu protector volvió a despertar, y con la mano libre comenzó a alisar la arrugada blusa de Rachel.
—Estábamos yendo demasiado deprisa —comentó.
—Estoy de acuerdo. Sólo que no sabía cómo ir más despacio, ni tampoco si eso era lo que quería —contestó Rachel, antes de detenerse un momento para besar sus cabellos— No sé si debería, linda.
—¿Estar conmigo? —preguntó Quinn con cierto sobresalto.
—No, ir más despacio.
—Ah.
—No dispongo de mucho tiempo.
—En otras palabras: una vez decidas adónde y cuándo, te irás.
—Llegará un momento en el que tengamos que separarnos, sí —aclaró Rachel en voz baja, y sus brazos la rodearon con más fuerza—. No puedo decirte cuándo exactamente, pero tal vez sea más pronto de lo que imaginamos. No quiero malgastar el tiempo que pase contigo, para no arrepentirme después.
—¿Estás segura de que no te arrepentirás de haberlo hecho conmigo? —preguntó Quinn, esforzándose por parecer despreocupada, aunque le dolía el corazón al decirlo—. Hasta ahora has vivido siempre como hetero.
—Estoy segura, sí. Y también estoy segura de que me arrepentiré si no estoy contigo, en todos los sentidos, antes de…
Rachel dejó sin terminar su frase y besó a Quinn en la sien. Quinn la atrajo hacia sí, correspondió a su caricia besándola en el escote.
—Está bien. Entonces seré tuya. Mientras dure.
—Mientras dure —repitió Rachel con voz ahogada.
 
“¿El primer beso de su vida?” Brittany se quedó mirando atónita a Santana, cuyas mejillas comenzaron a enrojecer mientras en sus ojos cafés brillaban mil mudas explicaciones.
—¿El primero de tu vida?
—Si —confirmó Santana, a punto de llorar.
—Pero… has estado con hombres, tú misma lo dijiste.
—Es cierto.
De pronto, Brittany lo comprendió todo, y su respeto por Santana creció aún más.
—Entiendo… No querías compartir algo tan íntimo como un beso con un hombre, ¿verdad?
—Exacto —murmuró Santana—. Me acosté con ellos, e intenté disfrutar de la forma en que… me tocaban. No me malinterpretes, fue bastante agradable con los dos muchachos con los que salí en Harvard…
—¿Y qué hay del tercero? —preguntó Brittany, sin avergonzarse lo más mínimo.
Santana se encogió sobre sí misma.
—Él… también estuvo bien.
Brittany la miró con sospecha.
—No estás diciendo la verdad.
—No quiero hablar de Garrison.
Aquel nombre le sonaba muchísimo: Brittany se estrujó el cerebro para recordar por qué.
—¿Garrison? ¿Garrison Hollingsworth? ¿Saliste con él?
En su mente se dibujó la imagen de aquel conquistador, inconmensurablemente rico. Era el soltero más codiciado de Nueva Inglaterra hasta el año anterior, cuando se casó y se fue a vivir a Seattle.
—Durante una temporada —contestó Santana con voz helada, y Brittany la vio escabullirse hacia un lado para recoger su maletín.
—Se murmuraba que siempre iba con una o dos copas de más—dijo Brittany—. ¿A eso te referías cuando dijiste que no había cumplido con su parte del acuerdo?
—Quienquiera que fuese el que aireó esos rumores no andaba desencaminado. Y sí, a eso me refería.
Brittany comprendió que debía andarse con cautela.
—¿Se volvía desagradable cuando bebía?
—Tal vez algo molesto, pero eso podía manejarlo más o menos bien.
—Entonces, ¿cuál era el problema?
—No le importaba conducir bebido —contestó Santana, haciendo un expresivo gesto con la mano.
Brittany tardó unos segundos en comprender.
—Y tú perdiste a tu hermano por culpa de un conductor borracho…
—Sí. Ahora tengo que irme. Gracias por el café —dijo Santana, poniéndose en pie en un solo y armónico movimiento, con el maletín sujeto entre los brazos.
Brittany se puso en pie también. Notó las rodillas extrañamente flojas, y tuvo que apoyarse en la encimera.
—No te vayas así, Santana. No hemos tenido tiempo siquiera de…
—He de irme, de verdad —explicó Santana con gesto tenso—. Tengo una montaña de documentos que leer, y se está haciendo tarde.
Brittany sabía que, si no aclaraban las cosas, Santana seguiría eludiéndola y no le brindaría una segunda oportunidad.
—¡Quédate, por favor! Lee aquí esos documentos, pero no te vayas así.
Santana dudó un momento.
—Pareces muy insistente.
—Lo soy —contestó Brittany tragando saliva, pues notaba la garganta completamente seca—. No quiero que te vayas enfadada ni arrepentida. Y además tengo en la nevera un pastel de manzana que me ha hecho mi hermana. Puedo meterlo un momentito en el horno…
Santana dio un paso hacia la puerta, pero volvió a dudar.
—¿Podremos sentarnos al menos en algún lugar algo más cómodo que el suelo de tu cocina? —preguntó—. Tengo que revisar unos papeles y, si insistes en que me quede un rato más…
—El sofá servirá. Puedes acercar la mesita de centro, mira —explicó Brittany guiándola hacia la sala, y al oír el tono ansioso de su propia voz se le encendieron las mejillas—. Es un sofá viejo, pero era de mi tía y es muy cómodo.
“Mierda, parezco una gilipollas balbuceando así.”
Santana se sentó, sin soltar el maletín.
—Muy cómodo, sí —convino—. Oh, me he olvidado la taza de café.
—Yo te la traigo.
“Tengo que recuperar la cordura. Sólo es Santana, por favor. ¿Sólo? Esa palabra no puede aplicársele a ella. Estoy metida en un buen lío, pero no puedo dejar que lo note.”
Brittany encendió el horno y recogió sus tazas. Cuando las hubo dejado sobre la mesita dio un paso atrás, y al alzar la vista hacia Santana notó una opresión en el pecho. Santana había abierto su maletín, sacó dos gruesas carpetas, después alzó los brazos y se quitó las horquillas. Su brillante cabello se derramó en ondas sobre sus hombros, y Brittany deseó llenarse las manos con la maravillosa suavidad de aquellos fragantes mechones, y hundir el rostro entre ellos. Santana olía a algo dulce y ligeramente almizclado, con un toque de chocolate. Mientras aspiraba profundamente aquel aroma, sin decir palabra, recordó lo maravillosamente que se había sentido al abrazarla. “Es perfecta para mí. Y perfectamente capaz de destrozarme el corazón.”
Incapaz de relajarse, Brittany fue hasta el pequeño estudio que había junto a su dormitorio y cogió su guitarra y una púa de madreperla. Volvió con ambas cosas a la sala y se sentó en un sillón frente a la apagada chimenea. No enchufó la guitarra en el amplificador, sino que comenzó a rasguear suavemente la melodía de una de sus canciones favoritas de Faith Hill. Como siempre le sucedía, la música la envolvió como una armadura, protegiéndola del resto del mundo, y olvidó el nerviosismo que había sentido momentos antes. No tarareó la letra como solía, sino que depositó todas sus emociones en el suave sonido de su guitarra. Después de un rato alzó la vista, sintiéndose mucho más calmada, y vio que Santana se había recostado en el sofá, con los documentos todavía dentro de sus carpetas, posadas sobre el regazo. Dejó de tocar al momento.
—No pretendía molestarte, sólo…
—Y no lo has hecho. Ha sido precioso. ¿Es esa tu Fender Stratocaster?
Brittany sonrió sin poder evitarlo. “Recuerda lo que le conté.”
—No, es mi Gibson Les Paul de coleccionista, construida en 1970 —aclaró, no sin orgullo, disfrutando de la sorprendida apreciación que pudo notar en los ojos de Santana—. Toco ambas prácticamente a diario desde que las compré. Bueno, excepto este último fin de semana, pues todavía estaba dolorida.
—¿Qué canción era esa?
—There You’ll Be. Es una de mis favoritas.
—La había oído alguna vez, pero yo suelo interpretar piezas clásicas. ¿Podrías tocar algo más, pero esta vez con el amplificador conectado? —preguntó Santana haciendo un gesto hacia los altavoces.
Brittany habría sido incapaz de negarle nada a Santana, fuese lo que fuese. Seducida por aquella petición, conectó la guitarra al aparato.
—De acuerdo. ¿Te gusta el jazz, Billie Holiday, por ejemplo?
—Oh, sí.
Brittany ajustó el volumen e hizo sonar los primeros acordes. Santana la escuchó interpretar God Bless the Child, mirándola con ojos pensativos. Había hecho unos nuevos arreglos, más lentos y fascinantes. Le encantaba la forma en que la guitarra iba creando un inevitable crescendo. Brittany iba rasgando las cuerdas con la púa, sin apartar los ojos de Santana. Esta, por su parte, había dejado a un lado las carpetas y se había acurrucado en el sofá, sentándose sobre sus rodillas. Sus ojos tenían el ya familiar color café oscuro, como si la dominasen emociones contradictorias. La respuesta a la música que vio en Santana inspiró a Brittany, y esta depositó todos sus sentimientos en la melodía. Su respiración se iba acelerando con cada arpegio. Al terminar la canción, sus dedos continuaron por cuenta propia, encadenando las familiares notas con otras nuevas, entrelazándolas, hasta que la Les Paul sonó tan atormentada como Brittany se sentía por dentro. Por fin acabó con un brusco rasgueo, que quedó vibrando en el aire hasta desvanecerse del todo. Respiró hondo y comprobó anonadada lo mucho que se había emocionado.
—¡Dios Santo! —jadeó Santana, y su voz pareció sonar desde muy lejos.
Brittany volvió lentamente a la realidad. Le pareció que algo había cambiado en aquel tiempo, y se preguntó si aquella sensación se debería a que Santana estaba sentada sobre su sofá, prestándole toda su atención.
—¿De dónde ha salido todo eso? —preguntó Santana, desconcertada.
—No tengo ni idea. A veces cuando estoy sola me pongo a improvisar, pero nunca había sonado como ahora. Nunca.
“¡Ha sido mágico! Ella estaba ahí, sin quitarme la vista de encima, y yo no podía dejar de tocar, ni por un millón de dólares.”
—¡Ha sido increíble! Era un sonido como nunca había oído, como una voz que me hablaba al oído.
Temerosa de que su guitarra la hubiera traicionado, Brittany la abrazó con fuerza.
—¿Qué quieres decir?
—Me hablaba de dolor y de felicidad al mismo tiempo. No sé cómo lo has hecho, pero, si fueses capaz de repetirlo, llegarías al alma de un montón de gente.
—Nunca he creído ser lo bastante buena para poder vivir de la música.
—Oh, pues sí que lo eres, y seguro que te lo habrá dicho más gente.
—Mis hermanas, pero ellas no cuentan —dijo Brittany contemplando el dibujo de la alfombra.
—¿Puedo ver la guitarra de cerca?
Brittany se quitó la correa y se acercó con el instrumento hasta el sofá, sentándose junto a Santana. Por un momento sintió una oleada de timidez, hasta que Santana tendió la mano hacia la guitarra con una sonrisa en los labios.
—¡Oh, mírala! Nunca aprendí a tocarla, aunque conozco los acordes básicos.
Colocó los dedos de la mano izquierda en la posición correcta para el acorde de Re, mientras rasgaba suavemente las cuerdas con la mano libre. Al oír que la guitarra resonaba con un sonido limpio y apagado volvió la cabeza hacia Brittany y sonrió de nuevo:
—¿Has oído? No ha estado mal. ¡Al menos no ha desafinado!
—Desde luego que no —contestó Brittany, correspondiendo a aquella irresistible sonrisa que había hecho desaparecer por completo su seriedad habitual—. Tal vez algún día lleve mi guitarra a tu apartamento, para improvisar las dos un poco.
—Nunca en mi vida he improvisado. Ni siquiera sabría qué hacer.
—Tampoco yo lo había hecho nunca hasta que comencé. ¿Por qué no intentarlo? —propuso Brittany sonriendo de nuevo—. Podríamos pedirle a Quinn que se una también. Toca la batería como si le fuese la vida en ello.
Santana movió la cabeza de un lado a otro, dubitativa.
—Suena divertido pero, como tú misma dijiste, ambas somos mujeres muy atareadas, y tengo la agenda repleta hasta dentro de varios años.
—¿Años? Debes de estar de broma —se asombró Brittany, que ni siquiera podía imaginarse a alguien tan organizado—. ¿Sabes ya lo que harás dentro de un año?
—Sí. Bueno, casi. Normalmente los fines de semana son sagrados, a menos que haya una función de la que no pueda librarme.
Brittany estaba atónita, aunque la repleta agenda de Santana ayudaba a explicar qué era lo que gobernaba su vida. “¡La Fundación! Vive para ella, es el aire que respira y casi casi su alimento, maldita sea. No exageraba nada cuando me dijo que lo era todo para ella.”
—Así que si pudiese seguirte la pista un fin de semana antes de que tuvieses que ponerte uno de esos increíbles vestidos que compraste en… ¡Un momento! ¡Todavía no me los has enseñado!
—¿De qué me hablas? —preguntó Santana, confundida—. ¡Ah, de los trajes que he comprado hoy! —exclamó por fin, como si hubiese olvidado por completo su atareada mañana.
—Sí, me encantaría verlos.
—Tú misma —la invitó Santana, haciendo un gesto hacia las bolsas amontonadas junto al sofá.
Después movió la cabeza de un lado a otro mientras añadía:
—Y no tienes por qué seguirme la pista. Vivo en el ático, ¿recuerdas?
Santana contempló cómo Brittany abría una de las bolsas y sacaba un vestido color verde esmeralda, sin mangas. “Es completamente imposible predecir lo que va a hacer o decir. ¿Quién es ella en realidad? Parece una criatura mítica del bosque, y sin embargo es mucho más moderna que yo.” La trenza de Brittany se había deshecho a medias cuando se besaron en la cocina, y ahora le caían varios rizados mechones por toda la espalda. “¡Es como seda!” La mente de Santana se llenó inesperadamente de pensamientos prohibidos, y tuvo que esforzarse para conseguir atender a lo que Brittany le estaba diciendo.
—¡Es magnífico! —dijo alzando el vestido verde—. Me encanta la tela, es de un tono verde casi dorado. ¿Qué es, seda?
—Sí, seda salvaje. Creo que lo importan del valle del Brahmaputra, en la India, y que lo teje una artesana de allí que trabaja expresamente para Genevieve.
—Fascinante. Pero me gustaría vértelo puesto. ¿Te apetece desfilar para mí? —le preguntó Brittany, guiñándole un ojo al tiempo que le tendía el vestido.
Santana se quedó un momento mirándola con la boca abierta, hasta que consiguió recuperar la compostura.
—No creo que sea buena idea desvestirme ahora —soltó bruscamente, notando al mismo tiempo que una ardiente oleada de rubor se extendía por su cuello y mejillas.
Brittany estuvo a punto de dejar caer el vestido.
—¿Cómo?
Sin saber si debía dar marcha atrás o hacerse la ingenua, Santana abrió y cerró la boca sin emitir el menor sonido.
—¿Estás bien, Santana? —preguntó Brittany incorporándose hasta quedar de rodillas.
“¡No estoy bien, no! ¡Soy patética, y desde luego no estoy bien, ni mucho menos! ¡Por favor, Dios mío, permite que se abra aquí mismo un agujero y me trague la tierra!”
Brittany siguió mirándola durante otros diez segundos, obviamente esperando respuesta. Al no obtenerla, su rostro se contrajo un instante, hasta estallar por fin en una resonante carcajada.
—¡Por Dios, Santana, estaba bromeando!
Santana se encogió sobre sí misma, sin saber cómo reaccionar ante aquel súbito regocijo. Por fin, el contagioso sonido de la risa de Brittany hizo añicos su incomodidad, y no pudo contener una risita.
—¡Oh, esta sí que es buena! Creíste de verdad que yo esperaba que desfilases para mí, ¿eh? ¡Eso sí que habría sido algo digno de ver! —exclamó Brittany moviendo la cabeza de un lado a otro.
—¡Y que lo digas! ¡Si me hubieses visto comportándome de una manera tan extravagante, no me habría quedado otro remedio que matarte!
Brittany volvió a reír a carcajadas, con los ojos brillantes de sorprendida felicidad, lo que hizo que Santana sonriese ante su propia broma.
—De modo que, por el bien de mi integridad física, debería dejarte seguir con lo tuyo, ¿no es eso? —preguntó Brittany señalando las carpetas que había sobre la mesita de centro.
—Exactamente —contestó Santana, y volvió a tenderse sobre el respaldo del sofá—. Aunque no me importaría que tocases un rato más, a menos que tengas que hacer algo…
—No, no te preocupes. Venga, trabaja. Yo tocaré para ti.
A pesar de la tentadora presencia de Brittany, cuando los dedos de esta arrancaron las primeras notas de Nature Boy de las cuerdas de la Les Paul, Santana abrió la siguiente carpeta y, para su sorpresa, consiguió concentrarse en su trabajo con asombrosa facilidad.
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

Mensaje por Cami Rivera Vie Sep 27, 2013 10:45 pm

Buen capítulo! Quinn y Rachel nunca pierden el tiempo... Lo cierto es que Rachel después no podrá alejarse de Quinn, así que sí es lo que realmente pretendía acaba de cavar su propia tumba... Que bueno que por fin Santana está siendo honesta con Britt... Espero la próxima actualización!
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

Mensaje por aria Sáb Sep 28, 2013 6:52 am

Heeeeiii volvii... :D
Aunque no habia desaparecido jejej pero aqui esta tu acosadora ;)
No creas que porque no he comentado no he estado leyendo eh... Bueno me ha encantado todos los caps han sido geniales... Las Brittana y Faberry son wow me me gusta como se estan dando las cosas...
Espero el siguiente besos :*
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

Mensaje por Marta_Snix Sáb Sep 28, 2013 11:14 am

Cami Rivera escribió:Buen capítulo! Quinn y Rachel nunca pierden el tiempo... Lo cierto es que Rachel después no podrá alejarse de Quinn, así que sí es lo que realmente pretendía acaba de cavar su propia tumba... Que bueno que por fin Santana está siendo honesta con Britt... Espero la próxima actualización!
Sí, las Faberry saben como aprovechar el tiempo. Ya veremos como lo consigue Rachel, y si consigue alejarse de Quinn después de que esta muestre todos sus encantos.
Sí, Santana esta siendo poco a poco ella misma y aceptandose, todo gracias a Britt.
aria escribió:Heeeeiii volvii... :D
Aunque no habia desaparecido jejej pero aqui esta tu acosadora ;)
No creas que porque no he comentado no he estado leyendo eh... Bueno me ha encantado todos los caps han sido geniales... Las Brittana y Faberry son wow me me gusta como se estan dando las cosas...
Espero el siguiente besos :*
Ey!! Ya crei que te habían secuestrado. Mi acosadora...no se yo, Keiri esta quitandote el puesto FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 2145353087
Si, se que como buena acosadora estas acechando tras las sombras... FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 2145353087
Cada vez las cosas entre las chicas se irán dando mejor, ya lo veras.
Besos linda FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 3750214905 
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Finalizado FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Capitulo 14

Mensaje por Marta_Snix Sáb Sep 28, 2013 11:16 am


Capítulo 14
Brittany entró en el estudio de la mansión de los Sylvester y se encontró a Sue Sylvester sentada tras un enorme escritorio de nogal. Los estantes de la librería, que iban del suelo al techo, estaban repletos de libros y archivadores, algunos de aspecto muy antiguo y otros completamente nuevos, lo que indicaba que aquella estancia era el lugar de trabajo de Sue desde hacía largos años.
—¡Brittany! ¡Cuánto me alegra que hayas podido venir! —la saludó esta, dejando la estilográfica sobre una gruesa carpeta.
—He venido para comunicarle mi decisión.
Sue señaló con un gesto un sillón de cuero frente a ella.
—Siéntate, por favor. Espero que se trate de buenas noticias.
—Sí, he decidido aceptar.
—¡Maravilloso!
Sue posó las manos sobre la mesa, con los dedos entrelazados. Brittany no sabía si eran imaginaciones suyas, pero le pareció que Sue había empequeñecido en sólo una semana. Su voz era débil y ligeramente temblona, a diferencia del tono enérgico de otras ocasiones.
—Es una oportunidad única en la vida. Ahora sólo tengo que convencer a mi jefe para que me otorgue una excedencia, aunque me temo que se negará —concluyó Brittany, moviendo la cabeza de un lado a otro.
—¿Y qué harás entonces?
—Dimitir. No quiero parecer presuntuosa, pero el periódico local se me ha quedado pequeño. Quiero escribir algo de más peso específico, como esta historia.
—Sé que harás un buen trabajo. Mi ayudante te mostrará dónde puedes localizar todo el material de investigación que conservamos aquí, y hay más, conservado en microfilm, en el ayuntamiento y en la biblioteca de East Quay.
—Gracias. ¿Tendré la oportunidad de entrevistarla a usted?
—Naturalmente; no tienes más que pedir una cita, y dispondrás de todo el tiempo que quieras.
Sue se inclinó hacia delante con la mirada perdida, bajo el influjo de emociones contradictorias que pugnaban por salir a la superficie. Entregándole a Brittany una tarjeta de visita, añadió:
—No quiero dejar nada de este proyecto al azar, ahora que por fin te he encontrado.
—Lo comprendo —dijo Brittany comprobando sus notas—. Tengo ya unas cuantas preguntas que hacer, referentes al formato del libro y a mi sistema de trabajo, si le parece bien.
—Naturalmente que sí —contestó Sue—. Ahí tienes. Si te encuentras con algún problema que mi ayudante no pueda resolver, siempre puedes localizarme en mi número privado.
—¿Son suyos estos números escritos a mano?
—Son los teléfonos privados de Santana, el de su casa y el de su móvil, y también el teléfono directo de su oficina. Tal vez ya tengas alguno de ellos, pero es mejor que los tengas todos juntos.
—Bien pensado —murmuró Brittany, esperando que sus mejillas no se hubiesen vuelto de un brillante color rojo al oír mencionar el nombre de Santana.
No la veía desde hacía dos noches, cuando estuvo trabajando en su sofá. Después de aquello Brittany había estado haciendo turnos dobles, pues dos de sus colegas estaban enfermos. “Y no me parecía correcto aparecer simplemente por el ático y decirle “Venga, continuemos donde lo habíamos dejado, cariño”. En honor a la verdad, Brittany tenía miedo de gafarlo todo, ya que se habían despedido en muy buenos términos a pesar de la casi desastrosa sucesión de acontecimientos.
—¿Tienes algo más que decirme, Brittany? —preguntó Sue, interrumpiendo sus pensamientos.
—No, creo que no. Tengo esto —dijo mostrando la tarjeta de visita—; si sobrevivo después de decirle a mi jefe que necesito un permiso, me pondré a la tarea mañana mismo.
Brittany se notaba nerviosa. Comprendió que por primera vez en años se sentía entusiasmada por algo relacionado con su trabajo, pues la idea de escribir sobre aquella mujer, sin duda pintoresca, la atraía inmensamente. Sue se puso en pie, y Brittany se fijó en lo fuertemente que tuvo que apoyarse en la mesa para moverse con cierta apariencia de soltura.
—Entonces espero un informe semanal de tus progresos, ¿de acuerdo?
—Sí, perfecto. Probablemente al principio la inundaré de detalles —se disculpó Brittany con una sonrisa—. Avíseme si me hago muy pesada.
—No creo que este tema pueda llegar nunca a aburrirme. Espera —añadió seguidamente alzando una mano—. Tengo una pregunta más.
El tono serio de su voz hizo que a Brittany se le erizase el pelo de la nuca. —¿Sí?
—Cuando te ofrecí este encargo parecías remisa a aceptarlo, incluso incómoda. ¿Qué es lo que te ha hecho cambiar de opinión?
“Cuando una habla con una mujer de un siglo de edad, que ha visto más cosas que la mayoría de la gente, no debe intentar engañarla”, pensó Brittany suspirando para sus adentros.
—Me sentí manipulada. Ya sabe, la típica oferta que no puedes rechazar. Era el trabajo de mis sueños, ofrecido en bandeja de plata. Demasiado fácil.
—Te mereces esa bandeja de plata. Santana habló con algunos de tus colegas, de modo que sé bien que has invertido más horas en el periódico que la mayoría de tus compañeros, sin que apenas te lo agradeciesen. He leído recortes tuyos de hace varios años, y siempre has hecho un trabajo magnífico, a pesar de que seguramente muchas veces has tenido que aburrirte como una ostra. Tú misma has demostrado lo que vales.
—Sí, ahora me doy cuenta de todo eso; pero en ese momento, con usted y Santana ahí sentadas extendiendo una alfombra roja bajo mis pies… Ambas parecían dar por hecho que yo estaría tremendamente agradecida y que daría saltos de alegría ante la oportunidad que se me presentaba, sin meditarlo siquiera.
“Y ahora estoy comportándome como una cabrona desagradecida.”
Sue quedó en silencio un momento.
—De modo que cuestionaste más sus motivos que los míos, a pesar de que tú y yo no nos habíamos visto nunca…
—Sí. No quería ser una de sus obras de caridad.
—No te culpo —asintió Sue—. Todos tenemos nuestro orgullo, y tú eres una persona independiente y claramente capaz de cuidar de ti misma. Me alegro de que hayas conseguido aclarar tus dudas. ¿Has hablado de todo esto con Santana?
—Bueno… sí y no. No exactamente de esto. Estuvimos hablando de otras cosas, y fue entonces cuando comprendí lo que se esperaba de mí. Sé que no tiene mucho sentido…
—Oh, sí lo tiene, querida. Santana es una persona increíble, al igual que tú, y casi igual de trabajadora. Algunas veces se olvida de sí misma entre tantas tareas. Para ella va a ser bueno tenerte como vecina. Desde luego, te admira y te aprecia muchísimo.
—¿De veras? —al oír la inesperada alabanza, Brittany notó como un calorcillo en el estómago.
—Sí. Lo cual me recuerda que Santana y yo deseábamos que tuvieses esto —dijo Sue, alzando el vade de cuero que cubría su escritorio para sacar un pequeño sobre—. Aquí tienes, diez entradas para el concierto benéfico. Tráete a tu familia y amigos.
—Pero… ¡es demasiado! —balbuceó Brittany, sonrojándose—. ¡Valen una fortuna!
—Lo mismo que supondrá tu trabajo… Aunque, de hecho, lo que tú vas a hacer no tiene precio. Y ahora, disfruta de tus entradas y de las actuaciones con salud.
—Gracias, muchísimas gracias —dijo Brittany, jugueteando con el sobre mientras intentaba recuperarse de la emoción—. Intentaré retratar a su familia con pasión y exactitud… en ese orden. ¿Podemos quedar para hablar, la próxima semana a la misma hora?
—Me encantará, pero confírmalo antes con mi ayudante.                       
—Eso haré. Y gracias de nuevo por haberme ofrecido este trabajo. Por cierto, espero verla mañana en la fiesta.
Sue hizo una mueca que Brittany interpretó como de exasperación, o bien de pura fatiga.
—Claro que te veré; a ti y a medio East Quay.
—No parece muy satisfecha con la idea de celebrar una gran fiesta.
—Me siento halagada, pero afrontémoslo: soy vieja. Nunca he sido muy amiga de celebraciones, y si pienso en todos los preparativos y en la cantidad de dinero que ha ido a parar a ella… En fin, digamos que mis sentimientos al respecto son ambivalentes.
—Lo comprendo. Santana estará a su lado, y siempre puede contar conmigo si necesitase refuerzos.
Sue dejó escapar una honda carcajada.
—Eso haré, querida.
Brittany apretó con delicadeza la frágil y fría mano de Sue.
—Nos vemos allí, pues.
 
—¡Señora López! ¡Santana!
Santana dio un respingo al oír la histérica voz que sonaba tras ella, desde el fondo del corredor. Dio media vuelta para saludar al ex director del Instituto de East Quay.
—Señor Karofsky… —se limitó a gruñir.
—¿Cuántas veces tendré que decirte que para ti soy Dave, Santana? —suspiró este al llegar junto a ella—. Necesito tu apoyo.
Santana echó un rápido vistazo a su alrededor, en busca de auxilio. Junto a ella pasaron varias personas, apresurando el paso para evitarla. “¡Traidores!”
—¿En qué sentido?
—Tú estás en el Comité de Educación del ayuntamiento, y además la comunidad respeta tu opinión. Necesito que me ayudes a aclarar este malentendido.
—¿Qué malentendido? ¿El de haber dilapidado en un solo semestre el presupuesto que le fue asignado, o el de que hace una semana atacó a una periodista, frente al instituto?
—Lo del presupuesto puede arreglarse. He hablado con una institución financiera privada de Providence y…
—Eso suena bastante improbable… y no depende de usted. El consejo escolar es quien tiene la decisión y, por lo que sé, van a despedirlo.
—¡Y ahí es donde tú intervienes, Santana!
—Para usted soy la señora López. Cuando hirió a la señora Pierce perdió el derecho a tutearme.
—Pero ¿qué demonios…? —balbuceó Karofsky, atónito—. ¿Es amiga suya?
—Es mi vecina, y también amiga, sí. Le propinó usted golpes muy dolorosos, y ella tiene todo el derecho a presentar cargos.
—¡Esa mujer está arrastrando mi buen nombre por el suelo!
—El motivo de que se encuentre usted en esta situación es por haberla golpeado y arrojado al suelo —acusó Santana, deteniéndose a respirar hondo antes de continuar—. Escuche, Karofsky: todavía está a tiempo de salvar su buen nombre. Responsabilícese de lo que ha hecho, tanto en el instituto como al herir a la señora Pierce. Por lo que he oído, esto último fue más o menos accidental. No puede usted responsabilizar a otros de sus actos y esperar después que le sean leales. Se trata de buenas personas y excelentes profesores, que se preocupan sinceramente por sus alumnos. Si usted tiene la gallardía de admitir sus errores, lo respaldarán.
—¿De qué demonios está usted hablando?
Santana suspiró. Era como hablar con una pared. Sin embargo, ella creía sinceramente que todo ser humano era redimible, incluso un matón testarudo y egocéntrico como Dave Karofsky.
—Discúlpese públicamente ante la señora Pierce, los alumnos y sus padres. Esa es la única posibilidad de mantener su puesto. Reúnase con Leo Schwartz, del departamento financiero del ayuntamiento, y negocie con él un nuevo presupuesto. Presénteselo al consejo escolar, y yo me aseguraré de que reciba usted una respuesta justa.
“Sé un hombre, o al menos sé humano, por una vez. Bájate de tu pedestal y deja esa actitud de machote, que ha sido la que te ha metido en este follón.”
A Santana le era muy difícil en aquellos momentos dejar a un lado las heridas sufridas por Brittany. En lo más hondo de su ser, lo que en realidad deseaba era estrangular a aquel hombre por el dolor que le había causado a la mujer que… De pronto notó que se quedaba sin respiración. “¿Quién soy yo para decirle a Karofsky que afronte sus actos y lo confiese todo? ¡Si ni siquiera soy capaz de sincerarme conmigo misma!” En su mente apareció la imagen de Brittany, herida y echada sobre su sofá… con los cabellos rubios derramados sobre la suavísima espalda, los esbeltos músculos adivinándose bajo la pálida piel, y aquel aroma… frutal y ligero, con una base de vainilla apenas perceptible.
—¿Me apoyaría usted?
Santana se obligó a concentrar toda su atención en Karofsky.
—No puedo asegurárselo. Dependerá de lo que decida usted hacer. Si sus disculpas son sinceras y diseña un plan lo bastante eficaz para recuperar las finanzas del instituto, tal vez yo pueda persuadir al consejo escolar para que le ofrezcan renovar su contrato por un semestre más.
Karofsky retrocedió dos pasos y apoyó un hombro contra la pared. Parecía haber encogido: estaba pálido, y el sudor le perlaba la amplia frente. Se pasó una temblorosa mano por el rostro.
—No puedo siquiera salir a la calle sin que alguien me insulte.
—Seguramente tendrá que soportarlo durante una temporada. Es perfectamente comprensible que la gente esté enfadada. En cuanto se comporte usted como es debido, el pueblo de East Quay volverá a apoyarlo.
—Está bien —aceptó Karofsky en tono dubitativo—. Esta misma tarde llamaré a Leo. No puedo seguir viviendo así.
—Me alegro de que lo comprenda.
Santana dudó un momento antes de añadir:
—Y no se olvide de Brittany Pierce. Hágalo como es debido, porque ella sabe percibir la hipocresía.
—De acuerdo —aceptó Karofsky, tendiéndole lentamente la mano, como si lo hiciese a su pesar.
Santana se la estrechó.
—Hazlo así, Dave. Buena suerte.
El hombre dejó escapar un hondo suspiro que elevó su robusto pecho.
—Gracias, Santana. No lo olvidaré.
Ojalá fuese cierto, pensó Santana. Había necesitado de todo su autodominio para no cubrirlo de improperios. Estaba muy orgullosa de haber logrado hacerlo cambiar de actitud. Se habían enfrentado en muchas reuniones anteriores; esta era la primera vez que había conseguido convencerlo de algo. “Tal vez se me está contagiando la franqueza de Brittany.”
Su primera reacción fue reírse de semejante idea, pero al momento comprendió que estaba en lo cierto: era obvio que el noble carácter de Brittany la había afectado profundamente.
 
La numerosa clientela del café charlaba animadamente en voz baja al tiempo que bebía sus capuchinos, exprés con leche o tés. Al entrar en el local, el cálido ambiente llenó de vaho las gafas nuevas de Rachel. Le costaba acostumbrarse a ellas, pero era cierto que ayudaban bastante, aunque de poco le valían en ese momento, de modo que se las quitó, parpadeó un par de veces y, al no conseguir aclarar la vista lo suficiente, se quedó al lado de la puerta sin saber adónde ir.
—¡Señora Berry, qué alegría verla! —la saludó una figura bajita y vagamente familiar, desde la izquierda—. Soy Emma. Mi esposo Will y yo trabajamos para Quinn.
Aliviada de que no fuese uno de los clientes quien la había reconocido, Rachel sonrió:
—Hola, Emma, me han hablado mucho de usted. Quinn los tiene a ambos en gran estima.
—Oh, es que es un amor de niña. Para nosotros es como de la familia.
“¿Es una advertencia, tal vez?”, pensó Rachel sin dejar de sonreír.
—¿Está aquí? No he hecho reserva, pero…
—Quinn no trabaja hasta esta noche, pero seguro que puedo localizarle una buena mesa. Supongo que prefiere tener algo de intimidad…
¿Sonaba algo forzada la voz de Martha? A Rachel así se lo pareció, pero no podía asegurarlo.
—La barra me vale perfectamente, gracias. Tan sólo quería uno de los deliciosos exprés con leche de Quinn.
—Afortunadamente me ha revelado su secreto, de modo que al menos en eso no la defraudaré.
—¿Sabe cuándo volverá? —preguntó Rachel mientras la seguía.
Se sentó con gran cuidado sobre el taburete y se quitó el echarpe azul, húmedo debido a la ligera bruma exterior.
—Oh, Quinn no ha salido. Está en su apartamento.
—¿Está enferma acaso? —preguntó Rachel; se dio cuenta de que su voz había sonado más preocupada que la de una simple conocida, pero no pudo evitarlo.
Emma hizo una pausa antes de responder:
—No, está perfectamente. Esta mañana se sentía un poco pachucha, simplemente, y le hacía falta descansar un poco. Últimamente está algo tensa y agotada —añadió bajando la voz.
—¿Ya vuelves a cotillear, amorcito?
—Eh, no me descubras, Will —protestó Emma, suspirando exageradamente—. Esta es Rachel, una amiga de Quinn. Y no es ningún cotilleo decirle que Quinn no se encuentra muy bien.
—Si tú lo dices…
William Schuester era un hombre alto y robusto, de cabello castaño. Tendió la mano hacia Rachel.
—Encantado de conocerla.
—Encantada también de conocerlo por fin —contestó Rachel estrechándosela—. No puedo evitar sentirme preocupada por Quinn. Creí que nunca se tomaba el día libre.
—No suele hacerlo —aclaró Emma—, pero, en raras ocasiones, como hoy, se toma la tarde libre. Trabaja de lunes a domingo normalmente, de modo que no la culpo.
Rachel sabía que en aquella ocasión seguramente había motivos que Emma no conocía. “No puedo decirles que tal vez sea yo la culpable, porque querrían saber el motivo.”
Contempló el borroso perfil de Emma mientras se atareaba junto a la máquina de café. Pronto tuvo frente a sí una humeante taza de café con leche.
—Gracias.
Al percibir el seductor aroma de la caliente bebida, Rachel lo inhaló con placer. Rodeó la taza con ambas manos para calentar sus fríos dedos antes de dar el primer sorbo. De pronto, a su lado sonó un saludo que estuvo a punto de hacer que se atragantase debido a la sorpresa.
—¡Hola, Rachel, volvemos a encontrarnos!
Rachel tosió para eliminar el café de su tráquea y giró la cabeza hacia donde había sonado la voz.
—¡Brittany! —exclamó, con voz todavía ronca—. Hola.
—Oh, vaya, lo siento, no quería sobresaltarte. ¿Te encuentras bien?
—Perfectamente —contestó Rachel, volviendo a toser.
—Creo que Brittany está intentando matar a nuestra prima donna, poniendo así en peligro todo el concierto benéfico —opinó otra voz, está más familiar, y Santana apareció junto a Brittany—. Es tan peligrosa para sí misma como para los demás, como habrás comprobado.
—Muy graciosa, López —bufó Brittany—. Sólo porque haya tenido un pequeño enfrentamiento con el director no significa que sea autodestructiva… ni gafe en general.
—No estoy yo tan segura —replicó Santana con una honda carcajada—. ¡Mira a la pobre Rachel!
La “pobre Rachel” había conseguido por fin desatascar su tráquea lo suficiente como para hablar por sí misma:
—Por favor, tomaos una taza conmigo, me encantará tener compañía. “… Ahora que Quinn no está.”
—Estupendo —dijo Brittany, y dejó en el suelo un voluminoso estuche que llevaba a la espalda—. Conseguí convencer a Santana para que me acompañase porque deseaba mostrarle la batería de Quinn.
Brittany se sentó junto a Rachel, y Santana en el taburete más cercano a ella. Rachel sintió curiosidad.
—¿La batería de Quinn? —preguntó, posando la mano sobre el cuello de la funda de guitarra que había quedado entre ambas—. ¿Vais a tocar juntas?
—He estado pensando en la enorme casualidad de que todas nosotras estemos relacionadas con la música de un modo u otro. Es decir, tú eres la única profesional, pero las demás tampoco somos nada malas.
—Al menos podemos tocar sin ponernos en ridículo —dijo Santana, y a Rachel le pareció detectar un deje de ternura en su voz.
—Vaya, pues tienes razón —dijo Rachel, apoyando el codo sobre la barra para poder mirarlas cara a cara—: Batería, guitarra, piano y voz.
—¡Y deberías oír a Quinn tocando la batería…! Hablando de eso —añadió Brittany, afinando el oído—. ¿No es lo que está haciendo ahora? ¿Lo oís, chicas?
Rachel intentó escuchar entre los murmullos de la clientela. Pronto pudo distinguir un rítmico sonido, extrañamente frenético.
—Sí, lo oigo —murmuró.
¿Por qué estaría tocando así? “¿Será por mi culpa, o estoy siendo demasiado egocéntrica?”
Preocupada, y deseando ver a Quinn cuanto antes, Rachel se volvió hacia Emma, que acababa de aparecer tras la barra.
—¿Le parece bien si bajamos a visitar a Quinn?
No sabía bien por qué le estaba pidiendo permiso a una empleada, pero decidió guiarse por su instinto. Emma se acercó a ellas, y se secó las manos en un trapo que colgaba del negro delantal.
—Normalmente no le sugeriría a nadie que la molestase cuando está en uno de sus días bajos —contestó, sopesando las palabras—, pero en este caso… sí, ¿por qué no? Si no desea tener compañía, ella misma se lo dirá.
—¿Venís conmigo? —preguntó Rachel a Brittany y Santana girando la cabeza hacia ellas.
—¡Claro! —contestó Brittany recogiendo su guitarra.
Emma, invitándolas a entrar tras la barra con un gesto, apartó la cortina color negro que conducía a la estrecha escalera que Rachel había descendido la otra vez. Buscó a tientas el pasamanos, pues la tenue luz apenas le permitía ver nada.
—¿Puedes, Rachel? ¿Quieres que vaya yo delante? —preguntó Santana.
—No, no te preocupes. Pero ten cuidado: es un edificio muy antiguo, y los peldaños son algo desiguales.
—¡Y que lo digas! —murmuró Brittany—. Son muy inclinados.
Al llegar abajo, Rachel se detuvo frente a la puerta de roble. Allí el sonido de la batería era mucho más fuerte. Dudó un segundo antes de golpear con los nudillos, pero al momento comprendió que Quinn no la oiría. Buscó a tientas un timbre, pero no halló más que el pomo de la puerta.
—Tendremos que entrar directamente —dijo a las demás.
—Está bien —dijo Santana, asintiendo—. Espero que no crea que estamos invadiendo su intimidad.
Rachel asió el pomo, lo giró y oyó un fuerte chasquido. La puerta se movió apenas unos milímetros. La abrió un poco y asomó la cabeza dentro. El diminuto recibidor estaba a oscuras, pero podía distinguirse algo de luz proveniente de la sala.
—¿Quinn? ¡Soy Rachel! ¿Me oyes? —gritó, intentando hacerse oír por encima de los tambores—. ¿Quinn? ¡Soy yo, linda!
Se dio cuenta de que Brittany y Santana se miraban, sorprendidas ante el cariñoso apelativo. “Tal vez supongan que Quinn y yo somos más que amigas, pero me da igual. Tan sólo espero que Quinn no haya cambiado de opinión. Esa forma de golpear la batería… suena como si tuviese necesidad de desahogar muchas energías reprimidas.”
De pronto Quinn se detuvo, y el repentino silencio fue tan atronador como lo había sido la diestra interpretación. Rachel sintió que le zumbaban los oídos.
—¿Quién está ahí? ¿Emma? ¿Hay algún problema?
Rachel nunca había oído hablar a Quinn con aquel tono tan impaciente y severo.
—Quinn, soy yo, Rachel. Brittany y Santana están conmigo. Tan sólo queríamos pasar un momento a saludarte —concluyó, haciendo una mueca de desesperación ante sus propios titubeos; miró a sus acompañantes con un gesto de disculpa.
—¿Rach?
Se oyó un ligero roce de telas y Quinn apareció en el vestíbulo, vestida de negro de la cabeza a los pies: vaqueros negros, camisa negra completamente abotonada y botas negras. Se movía con la misma elegancia felina que Rachel había podido contemplar ya varias veces; de pronto notó que la boca se le había quedado seca.
—Sí. ¿Te encuentras bien? ¿Te apetece un poco de compañía?
Quinn no dijo nada durante unos segundos, en los que sus ojos se ensombrecieron escrutándola detenidamente.
—Claro. Entrad.
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Mensaje por Keiri Lopierce Sáb Sep 28, 2013 12:29 pm

Holaaaaaaaaaaaaaaaaa Marta que puedo decir me ha encantado el capitulo me gusta como se esta desarrollando todo de verdad FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 1206646864  por cierto ya lei tu comentario como que acosadora FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 4065562827 pero como dicen la alumna supero a la maestra en este caso mi QUERIDA ARIA no mentiras jajajaja espero tu proxima actualizaciòn saludos FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 2145353087 
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Mensaje por DafygleeK Sáb Sep 28, 2013 1:11 pm

Querida Pretty! Me encanto!!!! Perdon por no haberte comentado en el cap anterior pero la condenada internet se fue! Thank god que brittany acepto la oferta de sue!!!!! No me gusta que san vaya a ayudar a karofsky!!! >:( y rach que cada dia se queda mas ciega!! :( es muy triste! Me gusta que las chicas vayan a tocar algo juntas! Deberian formar una banda o algo asi!! Y te dire algo: Tienes permiso para usar mis palabras inventadas! El hecho de que alguien use mis palabras es fantabuloso!!!! Pretty actualiza pronto please! ;) xoxo.
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Mensaje por Elisika-sama Sáb Sep 28, 2013 1:20 pm

no lo dejes ahiiiiiii jooooo tengo ganas de saber que pasa y de si las cuatro por fin se juntan a tocar algo
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Mensaje por DafygleeK Sáb Sep 28, 2013 1:34 pm

Querida Pretty! Gracias por haber apreciado al doble mi comentario anterior! Perdon por no haberte comentado en el cap anterior pero la condenada internet se fue! Thank god que brittany acepto la oferta de sue!!!!! No me gusta que san vaya a ayudar a karofsky!!! >:( y rach que cada dia se queda mas ciega!! :( es muy triste! Me gusta que las chicas vayan a tocar algo juntas! Deberian formar una banda o algo asi!! Y te dire algo: Tienes permiso para usar mis palabras inventadas! El hecho de que alguien use mis palabras es fantabuloso!!!! Pretty actualiza pronto please! ;) xoxo.
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Mensaje por DafygleeK Sáb Sep 28, 2013 1:35 pm

Querida Pretty! Gracias por haber apreciado al doble mi comentario anterior! Perdon por no haberte comentado en el cap anterior pero la condenada internet se fue! Thank god que brittany acepto la oferta de sue!!!!! No me gusta que san vaya a ayudar a karofsky!!! >:( y rach que cada dia se queda mas ciega!! :( es muy triste! Me gusta que las chicas vayan a tocar algo juntas! Deberian formar una banda o algo asi!! Y te dire algo: Tienes permiso para usar mis palabras inventadas! El hecho de que alguien use mis palabras es fantabuloso!!!! Pretty actualiza pronto please! ;) xoxo.
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Mensaje por Cami Rivera Sáb Sep 28, 2013 1:47 pm

Hola!

Vuelvo comentando de nuevo. Ha sido como de costumbre un capítulo excelente!
Primero que todo esta clarísimo que Sue se da cuenta de que entre Santana y Brittany hay más que una simple amistad. Sus 100 años demuestran completamente su sabiduría.
Me encantó como Santana defendió a Brittany, siempre demostrando templanza y educación, a pesar de estar echa una furia por dentro, y que buena reflexión, ella misma debe tomar sus consejos de enfrentar y ser sincera consigo misma.
Oh! Joder, pobre Quinn, lo que le está sucediendo con Rachel la tiene tan susceptible que se tuvo que tomar un día libre!
Me intriga de sobremanera lo que pueda suceder en esta improvisada junta, ¿Será que en algún momento complementarán sus talentos musicales?
Espero que pronto puedas actualizar!

Un abrazo =)
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Mensaje por Jane0_o Sáb Sep 28, 2013 2:13 pm

Esperando la actualizacion


Saludos!
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Mensaje por micky morales Sáb Sep 28, 2013 3:07 pm

pq Quinn esta tan contrariada? me alegra que brittany decidiera trabajar con Sue, y espero de verdad que santana se decida a vivir!
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Mensaje por imperio0720 Sáb Sep 28, 2013 3:44 pm

me encanta que actualices así :) sos genial
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Mensaje por Marta_Snix Sáb Sep 28, 2013 5:07 pm

Keiri Lopierce escribió:Holaaaaaaaaaaaaaaaaa Marta que puedo decir me ha encantado el capitulo  me gusta como se esta desarrollando todo de verdad FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 1206646864  por cierto ya lei tu comentario como que acosadora FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 4065562827 pero como dicen la alumna supero a la maestra en este caso mi QUERIDA ARIA no mentiras jajajaja  espero tu proxima actualizaciòn saludos FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 2145353087 
Hola Keiri!! Claro que puedes decirlo :P
Es dificil superar el acoso de Aria, pero no imposible, jajaja muy querida tiene que ser lo escribes en mayusculas y todo xD
No te hago sufrir, aqui te dejo la siguiente actualización ;)
DafygleeK escribió:Querida Pretty! Me encanto!!!! Perdon por no haberte comentado en el cap anterior pero la condenada internet se fue! Thank god que brittany acepto la oferta de sue!!!!! No me gusta que san vaya a ayudar a karofsky!!! >:( y rach que cada dia se queda mas ciega!! :( es muy triste! Me gusta que las chicas vayan a tocar algo juntas! Deberian formar una banda o algo asi!! Y te dire algo: Tienes permiso para usar mis palabras inventadas! El hecho de que alguien use mis palabras es fantabuloso!!!! Pretty actualiza pronto please! ;) xoxo.
No te haces una idea de la sonrisa que se me pone cuando veo lo de "pretty", no te disculpes, puede pasar.
Sí Britt acepto y bueno...ya se vera...
Si, Rach esta cada vez más ciega...FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 2824147739
Usare tus palabras inventadas, aunque creo que lo hare en mi fic "superando el pasado, construyendo un futuro"
Te dejo ya el próximo capitulo, besos FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 3750214905 
Elisika-sama escribió:no lo dejes ahiiiiiii jooooo tengo ganas de saber que pasa y de si las cuatro por fin se juntan a tocar algo
conti conti contiiiii
Ya tengo aqui el siguiente, no os he hecho esperar mucho, y ya se vera que pasa entre estas cuatro...
Cami Rivera escribió:Hola!


Vuelvo comentando de nuevo. Ha sido como de costumbre un capítulo excelente!
Primero que todo esta clarísimo que Sue se da cuenta de que entre Santana y Brittany hay más que una simple amistad. Sus 100 años demuestran completamente su sabiduría.
Me encantó como Santana defendió a Brittany, siempre demostrando templanza y educación, a pesar de estar echa una furia por dentro, y que buena reflexión, ella misma debe tomar sus consejos de enfrentar y ser sincera consigo misma.
Oh! Joder, pobre Quinn, lo que le está sucediendo con Rachel la tiene tan susceptible que se tuvo que tomar un día libre!
Me intriga de sobremanera lo que pueda suceder en esta improvisada junta, ¿Será que en algún momento complementarán sus talentos musicales?
Espero que pronto puedas actualizar!


Un abrazo =)
Hola!!
Hola, me alegra que comentes siempre, muy agradecida.
Sue es muy observadora, intuye las cosas que pasa entre Santana y Brittany
Sí, santana tuvo que contenerse y tener mucho autodominio para hablar calmadamente y no ponerse a decirle todo lo que quería decirle a Karofsky. Y Bueno, San esta más o menos, siendo sincera con ella misma, por lo menos ahora lo piensa y no se regaña como anteriormente
Bueno, a Quinn le gusta realmente Rachel, y saber que la persona a la que quieres solo te "usa" no es nada bueno, ¿quien no estaria como ella?
La reunión de las cuatro, pues ahora lo veremos...
Nos vemos FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 3750214905 
Jane0_o escribió:Esperando la actualizacion


Saludos!
Aqui la tienes. Nos vemos FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 3750214905 
micky morales escribió:pq Quinn esta tan contrariada? me alegra que brittany decidiera trabajar con Sue, y espero de verdad que santana se decida a vivir!
Porque  Quinn es como es, lo veremos más adelante, no os preocupeis que se explica todo. Y las Brittana...pues ya mismo veremos que pasa con ellas
imperio0720 escribió:me encanta que actualices así :) sos genial
Sí puedo haceros feliz, yo encantada FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 3750214905 
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Finalizado FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Capitulo 15

Mensaje por Marta_Snix Sáb Sep 28, 2013 5:08 pm


Capítulo 15
Quinn observó cómo entraban las tres mujeres, mirando a su alrededor. Aunque esperaba ver signos de desaprobación o condescendencia ante el aspecto de su sala, no pudo distinguir nada de aquello. Al contrario: Santana, que parecía poseer un gusto impecable, contempló la sala con una sonrisa y le dijo:
—Has hecho maravillas con esta sala, Quinn. Nunca creí que un apartamento en un sótano pudiese ser tan acogedor.
—Es cierto —intervino Rachel—. Si alguna vez te cansas de lo del café, siempre puedes comenzar una carrera como decoradora de interiores.
Quinn se preguntó si estarían siendo condescendientes, pero las sonrisas de sus labios y sus comentarios disiparon del todo sus sospechas. Cuando Brittany le rodeó la cintura con el brazo comenzó a relajarse poco a poco.
—¿Te encuentras bien, Quinn? —le preguntó en voz baja—. Siempre me preocupo cuando te encierras aquí a tocar como una loca tu preciosa batería.
Incómoda, Quinn alzó la vista hacia las demás, pero no pudo distinguir más que gestos de amable preocupación por ella.
—He tenido una mañana bastante mala —murmuró—. Ya sabes, algunas veces llegas a un punto que…
Se encogió de hombros sin concluir la frase. Era algo difícil de explicar.
—Algunas veces necesitas que vengan tus amigas a ayudarte a tocar la batería —intervino Rachel—. ¡Y aquí estamos!
“¿Amigas?” Britany era una de sus escasas amistades, aparte de Emma y Will. A Santana apenas la conocía, y en cuanto a Rachel… ella era mucho más que una simple amiga.
—Sí, y os lo agradezco —dijo Quinn, en tono dubitativo pero sincero.
Siempre que se retraía se sentía muy antisocial. Sin embargo, esta vez no se sintió invadida, sorprendentemente, aunque la presencia de las tres mujeres hacía que su apartamento pareciese mucho más pequeño.
—Brittany y Rachel ya han estado aquí anteriormente, pero tú no, Santana: por favor, curiosea lo que desees. No es más que esta sala, un baño y una cocina. Hay muy poco que ver.
Quinn se quedó un rato allí de pie, junto al sofá.
—¿Puedo traeros algo de beber? —preguntó cuando por fin pudo recordar sus buenos modales.
—Para mí no, gracias, estoy bien así. Eso me recuerda que todavía no he visto tu cocina —señaló Rachel, comenzando a avanzar cautelosamente hacia la puerta que había al otro extremo de la sala—. ¿Es por allí?
—Sí —contestó Quinn sin dejar de observarla.
La vio entrar en la diminuta cocina y encender la luz.
—¡Ah, hay una cafetera exprés, por si cambio de idea! ¡Esta es mi niña!
Quinn notó avergonzada que sus mejillas enrojecían. ¿Por qué no era más cuidadosa Rachel con las palabras que escogía? ¿O se trataba tan sólo de una broma?
—Me gusta mucho la manera que has tenido de mezclar cosas antiguas y modernas. He estado aquí mil veces y siempre que vengo descubro algo nuevo, como eso —dijo Brittany señalando una figurilla de madera oscura—. Es preciosa. ¿Dónde la has encontrado?
—Hace casi un año que la tengo, Brittany —contestó Quinn—. La compré en Before, la tienda de antigüedades de Main Street.
—Ah, sí, la conozco bien —dijo Santana acercándose a Quinn—. No hace mucho que vi allí otra exactamente igual, por si te interesa.
—Pues la verdad es que sí.
Aquella charla intrascendente estaba poniendo nerviosa a Quinn, que no sabía qué hacer ya con las manos. Normalmente su imagen de mujer educada y emprendedora la ayudaba a salir de la mayoría de las situaciones incómodas, pero aquel día nada era ni lo más remotamente normal. Había tenido una buena sesión de batería, desahogando toda la energía negativa que llevaba acumulando en los últimos días. Sin embargo, aquella interrupción antes de tiempo la había pillado por sorpresa, y ahora se balanceaba al extremo de una cuerda, sin red de seguridad debajo.
—Quería decirte algo Quinn —le dijo Sanatana tomándola de la mano para llevarla aparte—. Sé que apenas me conoces, pero me siento muy orgullosa de ti.
—¿Cómo? —preguntó ella, haciéndose la despistada, aunque sabía perfectamente a qué se refería.
—Tú fuiste una de las primeras solicitantes de la beca de la Fundación López para el Centro Juvenil de la ciudad, y la has convertido en una notable historia de éxito.
—Así que lo recuerdas… —susurró Quinn entre dientes—. Sí, soy una de tus obras de caridad.
—¡No eres nada de eso! Necesitaste una modesta ayuda para acabar el instituto, pero después te pusiste a trabajar y tú misma te pagaste la universidad.
—Necesité otra ayuda más para acabar mis estudios.
—¡Pero eso fue porque caíste enferma!
—¿Enferma? —rió Quinn, y no le gustó nada el sonido de aquella risa. Por el rabillo del ojo pudo ver que Rachel y Brittany se dirigían hacia el pequeño estrado donde estaba su batería. Rachel la miró un segundo, pero siguió atendiendo a lo que Brittany le decía.
—Es una forma de decirlo —continuó Quinn, dejando escapar una breve risita sin pizca de alegría.
“Sí, es una forma muy cauta de decirlo. Políticamente correcta, sin duda.” Quinn no deseaba hacer caso a la voz interior que le decía que Santana tan sólo intentaba ser educada y considerada con ella.
—De todas formas —siguió diciendo Santana—, recibir un préstamo de estudios es prácticamente lo mismo que aceptar una beca de baloncesto. No hay muchos que obtengan el éxito que tú lograste en tus estudios. ¡Me sentí tan orgullosa cuando te graduaste summa cum laude por la Universidad del Estado de Providence…!
—De modo que has seguido mi carrera… —dijo Quinn, y aquellas palabras hirieron su garganta al pronunciarlas—. ¿Por qué?
—Sí —replicó Santana sin la menor vacilación—. Recordaba tu solicitud y las circunstancias en las que vivías por entonces. La primera vez que vine con Brittany al café no sabía que eras la Quinn de la que había oído hablar mucho tiempo atrás. Tu rostro me era tan familiar que revisé mis registros, y me sorprendió mucho darme cuenta de que eras tú de verdad. ¡Te las has arreglado magníficamente bien!
Santana la miró entonces con los ojos empañados en lágrimas, lo cual desconcertó por completo a Quinn.
—También sé que has estado devolviendo el dinero a la Fundación, enviando pagos mensuales durante estos tres últimos años.
Quinn no podía dar crédito a lo que estaba oyendo.
—¡Se suponía que eran anónimos!
—Y lo serían, si no fuese porque uno de nuestros colaboradores te oyó casualmente mientras disponías los pagos, en el banco.
Santana se quitó una invisible pelusa de la manga de su Armani y sonrió. Quinn estaba muy irritada. Claro que, pensándolo bien, era mejor aquel sentimiento que los miedos irracionales con los que había estado lidiando durante todo el día. Era mejor estar irritada que revolcándose en una dolorosa confusión.
—Tengo la intención de devolvértelo todo.
“Te debo ese dinero… y mucho más. ¡Dios, Santana, si tú supieras…!”
—Ya me he dado cuenta —contestó dulcemente Santana—. Dado que no tienes obligación de hacerlo, consideramos tu contribución como un “dinero extra” que esperamos gastar lo más sabiamente posible.
—Ah, ¿sí? ¿Cómo?
—Vamos a necesitar juguetes, libros, televisores y muchas cosas más para los niños de la nueva ala del hospital, así que mi ayudante y yo hemos pensado que tu contribución sería una gran manera de comenzar con esa tarea. ¿Qué te parece?
—Yo… me parece maravilloso. Me gusta.
Quinn no podía imaginar un uso mejor para su dinero, aquellos pagos que estaba luchando por mantener desde que el café comenzó a dar beneficios. “Parece que después de todo puede haber una forma de expiación.”
—Me alegro.
—¡Eh, Quinn, enséñame cómo funciona esto! —gritó Brittany, interrumpiendo su diálogo—. ¿Es algo así?
Acto seguido comenzó a golpear los tambores con una serie de ensordecedores porrazos.
—¡Para, para! —exclamó Quinn, corriendo risueña hacia la batería—. ¡Así no! ¡Harás que el techo se derrumbe sobre nuestras cabezas!
Ocupó el lugar de Brittany ante el instrumento, fue pasando las baquetas por los distintos platos electrónicos, y finalizó con un resonante golpe de bajo propinado mediante el pedal. Le encantaba el poderoso sonido de su batería digital.
—Eso está mejor —convino Santana—. Brittany, será mejor que tú te limites a tus guitarras.
La aludida no pareció ofendida, ni mucho menos.
—Si tú lo dices, López… —dijo, al tiempo que se dirigía a sacar la guitarra de su funda—. Debería poder conectarse a tus amplificadores, ¿no?
—Claro, prueba con ese —contestó Quinn señalando hacia una caja que había tras ella—. Puedo conectar hasta cuatro instrumentos más.
—¿Sigues teniendo aquel teclado? —quiso saber Brittany, mirando furtivamente a Santana, quien enarcó una ceja—. Una vez que estuve aquí, hace ya tiempo, tenías un Yamaha.
Quinn apartó una cortina que había junto a la batería.
—Lo cambié por este piano digital. Tiene una calidad de sonido mucho mayor —dijo acariciando las teclas.
Había tardado un año en ahorrar para comprarlo. Esperaba tener tiempo para aprender a tocarlo, pero el café la ocupaba casi todo el día, y la batería seguía siendo su mayor pasión.
—¡Un Roland! —exclamó Santana, olvidando la impasible actitud que la había hecho famosa al acercarse entusiasmada al Roland MP60—. ¿Puedo probar?
—Por supuesto. Creo que era lo que Brittany tenía pensado.
Brittany le dirigió una falsa mirada de odio, al tiempo que movía la cabeza de un lado a otro.
—Haces que parezca obra de una mente maestra y calculadora.
A continuación hizo una pausa y fingió mirar a su alrededor mientras meditaba lo que acababa de decir.
—Claro que, ahora que lo pienso, “mente maestra” es la forma más acertada de definirme —concluyó con una sonrisa.
—Todas podemos dar fe de que esto estaba calculado. No eres muy sutil que digamos —opinó Rachel con un guiño, mientras se sentaba en la silla que había junto a ella.
Quinn se acercó a ella al momento, y posó la mano sobre su hombro.
—¿Te encuentras bien?
—Perfectamente, sólo un poco cansada. Hoy he almorzado con la alcaldesa De Witt y su esposo. ¡Menuda pareja! El marido es un poco charlatán, pero muy agradable —dijo arrugando la nariz—. Creo que deseaban asegurarse de que asistiría a la fiesta en honor de la señora Sylvester, mañana por la noche.
—¿E irás?
—Sí. Él me preguntó si interpretaría algo en honor a la homenajeada, pero decliné la invitación. Cantaré exclusivamente en el concierto benéfico. Eso… es todo —concluyó en un susurro.
—No dejes que te obliguen a hacer nada que no desees.
—No lo haré.
Las interrumpió un acorde de la guitarra de Brittany.
—Quinn, coge tus baquetas y ven aquí —ordenó esta, y se dirigió a Santana—: Dame un Mi, por favor.
Santana obedeció. Quinn se sentó dócilmente tras la batería, aunque no tenía ni la menor idea de lo que tenían planeado hacer.
—¿Qué vamos a tocar?
—Mi idea era una sesión de improvisación —sugirió Brittany mientras afinaba diestramente su Stratocaster.
—¿Improvisar? No soy nada buena improvisando —replicó Santana.
—No te preocupes, yo te enseñaré. Escoge tres acordes que creas que casan bien juntos. Tres acordes cualesquiera.
Santana bajó la vista hasta las teclas, como meditando sobre la miríada de acordes entre los que podía escoger. A continuación alzó lentamente las manos, las posó suavemente sobre las teclas y la estancia se llenó de resonantes notas. Quinn contuvo la respiración. No pensaba interpretar nada todavía, sino aguardar a que Brittany tomase alguna iniciativa. No tuvo que esperar demasiado. Cuando Santana hubo interpretado sus tres acordes dos veces, la guitarra de Brittany cobró vida propia.
Agudas como cuchillos, las primeras notas hendieron el aire, y a continuación la Stratocaster dejó escapar un grave rugido cuyo sonido armonizaba a la perfección con el del piano. Unos segundos después, los brazos de Quinn se elevaron casi por voluntad propia y dieron rienda suelta al ritmo latente en las notas de ambas intérpretes. El bombo marcaba el paso, y sus manos hicieron volar las baquetas sobre el tambor y los timbales aéreos, aunque no sintió la necesidad de desahogar su habitual torbellino interior. Quinn oyó cómo los otros dos instrumentos competían el uno con el otro, y tardó casi un minuto en darse cuenta de lo bien que la habían incorporado al conjunto. En ningún momento la excluían ni la dejaban de lado. Además, cuando ella probaba con un nuevo patrón, un ritmo diferente, sus compañeras se adaptaban al momento, siguiéndola, provocándola y ayudándola a mantenerlo. Pudo ver cómo Santana se inclinaba sobre el piano digital y acariciaba sus teclas hasta extraer vida de ellas. La aristocrática mujer llamaba la atención en el grupo, aunque, extrañamente, aquella nueva actitud la volvía más accesible a las demás. Sus ojos se volvieron hacia Brittany, y se fijó en que su trenza se iba desparramando en rizos que rodeaban sus rosadas mejillas, y que sus ojos destellaban por entre los párpados medio cerrados. De pronto resonó en la estancia una nota preñada de belleza, sonora e inesperada. Las tres mujeres siguieron tocando mientras intercambiaban miradas perplejas. Era un canto sin palabras, sólo notas, pero Quinn nunca había oído nada igual. Entonces Rachel se puso en pie y se acercó a ellas, y su voz se sumó a la de los instrumentos, ondulando arriba y abajo en perfecta armonía. Santana pareció encontrar en ese momento una nueva inspiración, y sus manos bajaron a las octavas más graves del teclado. Para armonizar con el súbito cambio del piano, la guitarra de Brittany rugió, y Quinn dejó que fuesen los platillos y el tambor los que guiasen el sonido del bombo, para animar a Rachel a que siguiese así.
Rachel extendió ambas manos frente a ella, como si estuviese abrazando a un amante o saludando a un público invisible, y su voz, que seguía siendo una melodía sin palabras, condujo las plenas notas hacia su terreno. Después de un minuto más en el que los instrumentos de cada una jugaron al gato y al ratón los unos con los otros, Quinn sintió que el súbito brote de energía comenzaba a difuminarse, y la música fue apagándose hasta su final. Se quedó allí sentada, con las baquetas apoyadas sobre los muslos, sin aliento. Aguardó a que las demás se recuperasen también. El rostro de Brittany resplandecía de entusiasmo. Santana permanecía en silencio, como si se hubiese quedado sin palabras. Rachel volvió a sentarse, con un gesto indescifrable en su rostro.
“¿Qué estará pensando? ¿Le habrá gustado? ¡Tiene que haber notado la magia!”
—¿Qué acabamos de hacer? —preguntó Brittany, dejando la guitarra apoyada contra la pared y alzando las manos en un gesto de incomprensión al tiempo que se respondía a sí misma—. Que me muera si lo sé… Pero lo que sí sé es que ha sonado de una forma que nunca había oído anteriormente.
—Fue un momento de inspiración —opinó Santana—. No sabía que semejantes notas pudiesen aparecer, así simplemente, como salidas de la nada.
—No salieron de la nada —sentención Rachel.
Sus cabellos reflejaban la tenue luz. Miró directamente a Quinn antes de continuar:
—Todas nosotras las llevábamos dentro, sin saberlo.
“¿Se dan cuenta las demás de que apenas puede vernos?”, pensó Quinn, conmovida a la vez por la belleza de lo que acababan de crear entre todas y también por Rachel. Su dolor creció al recordar que estaba destinada a perderla, tal vez antes de poder llegar a conocerla bien.
—Y sin embargo, ¿a que es increíble lo bien que sonaba? —preguntó Quinn, decidida a no permitir que el dolor la dominase—. ¡Es algo tan inusual…! Es casi imposible llegar a crear un sonido totalmente nuevo.
—Muy cierto —convino Brittany—. Toco la guitarra desde pequeña, y he pasado del punk rock a Eric Clapton y de nuevo al punk. He escuchado casi todos los géneros musicales que incluían guitarras eléctricas y, aun así, nunca he oído nada que se pareciese ni remotamente a esto.
—Pero ¿podríamos repetirlo? —quiso saber Santana—. ¿Podríamos lograrlo de nuevo?
—¿Y por qué tendríamos que repetirlo? —replicó Quinn—. Tal vez deberíamos explorar más allá.
—¡Eso es genial, Quinn! —exclamó Brittany—. Creo que has dado justo en el clavo.
—¿Qué quieres decir? ¿Seguir improvisando? —preguntó Santana girando sobre el taburete en el que estaba sentada frente al teclado.
—¿Por qué no? —intervino Brittany luciendo una radiante sonrisa—. Acabamos de protagonizar una sesión increíble, y era nuestra primera vez. ¿Os imagináis lo que podríamos llegar a descubrir si estuviésemos completamente desatadas?
Era una idea casi temible. Quinn se preguntó si conseguirían alcanzar algo parecido o bien estarían arriesgándose a perderlo del todo. —Yo estoy dispuesta a probar de nuevo —se oyó decir.
—Si Quinn lo intenta, yo también —dijo Rachel—. Como mínimo me servirá para ejercitar las cuerdas vocales.
Santana miró de hito en hito a las otras tres, alzó una mano temblorosa y se alisó el cabello, peinado en un moño.
—Hace años que no toco con nadie más. Hace unos días disfruté mucho acompañando a Rachel, y ahora esto… ha sido increíble —dijo mirando a Brittany, al tiempo que movía la cabeza de un lado a otro, en un gesto de incredulidad—. Quiero volver a encontrar esas notas. No suelo ser exagerada, y ahora tampoco exagero si os digo que ha sido mágico.
Las manos de Quinn volvieron a entrar en acción. Los platillos comenzaron a susurrar, y al momento el bombo comenzó un ritmo perezoso, mientras los timbales descubrían un acompañamiento en sordina. Brittany cogió su guitarra y se la colgó del hombro. La púa de madreperla brilló entre sus dedos al pasar sobre las cuerdas. Cuando los dedos de la otra mano dibujaron intrincados diseños sobre el mástil de la guitarra, la púa comenzó a arañar las cuerdas con tal rapidez que se volvió invisible. Quinn mantuvo el sonido de los platillos en apenas un susurro, dejando en cambio que el tambor y los timbales danzasen libremente, rivalizando con el insistente sonido del bombo. Rachel seguía sentada, pero su voz llenaba sin esfuerzo toda la estancia. Aquella voz lloraba, reía, aullaba, y cayó seguidamente en un pozo de desesperación antes de que el piano de Santana comenzase a ascender de nuevo, octava a octava. Arrastró con ella a Rachel, creando una nueva atmósfera en la que la voz de Rachel alcanzó alturas desconocidas. El agudo timbre de la intérprete volvió a llenarse de alegría al acompañar los acordes del piano, y cuando los dedos de Brittany ascendieron también por el mástil de la guitarra, perseguidos por el ritmo de los platillos y el tambor que gobernaban las diestras manos de Quinn, Rachel dejó atrás el último resto de pesar, y su voz se volvió tan clara como un arroyo en primavera. Aquel maravilloso sonido se derramó sobre ellas, y Quinn no pudo contener las lágrimas. Lloraba a causa del traumático día que había padecido, pero también porque le rompía el corazón saber que estaba escuchando cantar a Rachel de un modo que tal vez su público nunca tendría la oportunidad de disfrutar. Aun así, mientras acariciaba los platillos con la baqueta y bajaba el ritmo del bombo hasta dejar que fuese el último instrumento en quedar en silencio, Quinn comprendió que Rachel no habría pensado poder crear nunca una música igual. “Me pregunto qué estará pensando, qué estará sintiendo.”
Quedaron en silencio durante al menos unos quince segundos. Brittany estaba inmóvil, con la guitarra entre las manos y los ojos clavados en Santana.
—Hermoso es una palabra que se queda demasiado corta —murmuró por fin, quebrando el silencio—. Ni siquiera sé cómo definir lo que acaba de suceder.
—Música —sugirió Quinn, carraspeando avergonzada.
—Sí, música —intervino Rachel—. La misma esencia de la música. No quiero parecer vanidosa, pero, para mí, esto ha sido música pura, sin velos ni barreras.
—Yo he llegado al mismo corazón de algo —dijo Santana—. No sé definirlo, pero, de repente, todas aquellas horas de mi infancia que pasé practicando escalas han cobrado sentido, y, desde luego, en lo último en que he pensado ha sido en mis lecciones de música o en mis profesores. He colocado los dedos sobre las teclas y… la música ha fluido sola.
Quinn la observó detenidamente, pero en su rostro no apareció ni la menor señal de incomodidad.
—Tampoco yo —intervino Rachel—. Mi voz se ha alzado, simplemente, y, por primera vez en mucho tiempo, cantar ha sido un puro placer. He cantado sin reglas ni inhibiciones.
“Y te ha hecho relajarte lo suficiente para no sentir dolor.” Quinn deseó tomar a Rachel entre sus brazos y estrecharla, simplemente.
Como si le hubiese leído el pensamiento, Rachel se puso en pie y se acercó a Quinn. Posó las manos en sus hombros, se inclinó hacia ella y la besó dulcemente en la frente, dos veces.
—¿Te encuentras bien, linda? Pareces algo aturdida.
¡Rachel se preocupaba por ella! Quinn no tenía ni la menor idea de cuál era el motivo, pero, cuando se levantó para asegurarle que se encontraba perfectamente notó que se le iba la cabeza, y se preguntó si estaría tan pálida como sospechaba. “No he comido nada en todo el día.”
—Necesito un vaso de zumo. ¿Puedo traerte algo, Rachel? ¿Santana, Brittany?
—La verdad es que es hora de que vuelva a casa —dijo Santana apartándose del teclado—. Esto ha sido… increíble, de verdad.
—Deberíamos repetirlo. Cuanto antes —dijo Brittany quitándose la correa de la Stratocaster para guardarla en su funda.
—¿Qué tal si nos vemos el sábado por la tarde, cuando hayamos descansado un poco de la fiesta de la señora Sylvester? —añadió, mirando a las demás con gesto interrogante—
Siempre que tengas tiempo, Quinn.
—¿De tocar unas horas el sábado? Claro, contad conmigo, siempre que sea después de la hora punta del almuerzo. ¿Y tú, Rachel?
—Por supuesto que sí.
Las tres miraron entonces hacia Santana, quien por su parte alzó las manos con una media sonrisa en el rostro.
—¡Me rindo! ¡Claro que quiero que volvamos a tocar juntas! ¡Ha sido muy divertido!
—¿Divertido? ¡Ha sido alucinante! —rió Brittany—. Si esto sigue así, tendremos que pensar en un nombre para nuestra banda.
—¿Necesitas que te lleve a casa, con la guitarra y todo eso? —preguntó Santana a Brittany.
—Sí, por favor, querida vecina. Por nada del mundo me perdería la oportunidad de viajar en esa belleza de automóvil que tienes.
—Vamos, pues.
Santana se acercó hasta donde estaba Quinn.
—Gracias por permitirnos visitarte. Me ha gustado mucho poder ver cómo vives —dijo, inclinándose hacia ella antes de añadir—: Y comprobar lo bien que sabes arreglártelas.
—No hay de qué. Nos vemos el sábado. ¿A las dos y media?
—Me parece perfecto.
Una vez que Brittany y Santana se hubieron marchado, Rachel dijo:
—Ve a buscar ese vaso de zumo, linda. Estás pálida y temblorosa.
—Está bien. ¿Te traigo algo?
—Casi mejor voy contigo, y así podrás enseñarme a hacer ese maravilloso café exprés.
Quinn se sintió aliviada al saber que Rachel no se iba a marchar todavía.
—De acuerdo.
Ambas se dirigieron hasta la cocina, donde Quinn instruyó a Rachel:
—Nunca abras la parte de arriba si está caliente. El agua a presión que atraviesa los granos de café finamente molidos tiene que estar al menos a quince milibares y, si la abres, puedes quemarte —indicó señalando la tapa que acababa de cerrar firmemente con varias vueltas.
Rachel asintió, y Quinn continuó mostrándole cómo hacer que pasase suficiente agua a presión por la mezcla, y cómo calentar la leche con el vapor para conseguir una espuma perfecta. A continuación le ofreció la taza de café con leche y contempló divertida cómo la saboreaba con los ojos cerrados. Rachel abrió los ojos y dejó que el gusto del café se entremezclase en su mente con la imagen de los verdes ojos de Quinn.
—¿Y tu zumo?
Después de mirarla unos segundos más, Quinn sacó un cartón de zumo de naranja y se sirvió un vaso, que bebió a grandes tragos. Incapaz de apartar la vista de ella, Rachel distinguió a duras penas una gota de zumo que le resbalaba por la comisura de la boca hasta descender por el cuello. No lo pensó. Dejó el café sobre la mesa y, tomando a Quinn entre sus brazos, lamió el sendero dibujado por el zumo de naranja sobre su cuello y la abrazó con fuerza.
—¡Oh, linda! ¿Te aislaste aquí abajo esta mañana por mi culpa? ¿Acaso lamentas…?
—¡No! —exclamó Quinn, y hundió el rostro entre los cabellos de Rachel—. No.
—Tenía miedo… Necesitaba verte, y Emma me dijo que no estabas trabajando. Creí que era por lo que yo… nosotras…
Quinn se movió. Rachel notó que la había arrinconado contra la encimera, mientras con dedos veloces iba buscando las horquillas de su peinado y, una tras otra, fue dejándolas sobre un pequeño cuenco. Los sedosos mechones se derrumbaron, y Rachel gimió de placer cuando Quinn hundió los dedos entre ellos para deshacer las trenzas y disponerlos armoniosamente sobre sus hombros.
—Has cantado maravillosamente —susurró—. Nunca había oído un sonido igual. Me costó muchísimo concentrarme en mis tambores. Lo único que deseaba era cerrar los ojos y dejar que tu voz se acercase más, rodeándome… dominándome.
—¿Dominarte? —Rachel sintió como un vuelco en su interior, y su voz se convirtió en un ronco murmullo—. ¿Cómo es eso?
—Cantabas de una manera hipnótica —explicó Quinn, y sus ojos se volvieron de un verde, henchidos de sueños y emociones—. Deseaba rendirme a ella, entregarme.
—¿Entregarte a qué, linda? —preguntó Rachel acariciándole la mejilla—. Puedes decírmelo, mostrarme lo que sentiste.
Quinn se inclinó hacia delante y le pasó la mano por la cintura.
—¿De verdad que puedo? ¿Y si te asusto? ¿Y si me dices “Basta ya de esto”?
Rachel comprendió que eran los miedos de Quinn los que hablaban por su boca.
—No lo haré.
Notó que el cuerpo de Quinn se apretaba contra el suyo y la dejaba sin aliento, haciéndola respirar hondo varias veces.
—Por favor, Quinn, no te reprimas. Muéstramelo todo. Enséñame cómo es.
“Muéstrame cómo eres de verdad. Enséñame todas esas cosas que no volveré a ver cuando te vayas.”
Quinn le acarició los costados, ascendiendo hasta el cuero cabelludo. Cerró las manos sobre su pelo, atrapándolo a puñados. Rachel echó atrás la cabeza, intentando distinguirla en lo posible. Los rasgos de Quinn estaban oscurecidos por sombras negras, creando un misterioso rompecabezas con su rostro.
—Bésame, Rachel.
—¡Oh, sí!
Rachel alzó las manos y rodeó con ellas el rostro de Quinn; inclinándolo a un lado, la besó con labios vibrantes de deseo. Su lengua le separó los labios, y al entrar en su boca notó el sabor del zumo de naranja y de algo más, algo que le era totalmente propio. Rachel gimió, y notó que Quinn se estremecía, mientras ambas se abrazaban con fuerza para no caer al suelo. Aquel beso borró todo pensamiento de la mente de Rachel, todo lo que no fuese pasión, lujuria, y un deseo tan profundo que la asustó.
—Linda… —susurró junto a su boca—. Deja que te acaricie. Necesito… tocarte.
Quinn respiró hondo y buscó la mano de Rachel.
—Aquí —susurró—. Aquí me tienes, Rach.
Con la otra mano se arrancó la camisa de un tirón e introdujo en el hueco la mano de Rachel. Esta contuvo el aliento al notar el pecho de Quinn bajo su palma. El pezón le hizo cosquillas, e instintivamente cerró la mano sobre aquella suave redondez y lo hizo rodar entre el pulgar y el índice. Quinn dejó escapar un grito ahogado.
—Rach, por favor…
En ese momento, Rachel supo que ya era demasiado tarde para detenerse. Demasiado tarde ya.
 
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

Mensaje por andre *-* Sáb Sep 28, 2013 5:36 pm

FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 1163780127 waaaooooo ese capitulo me a dejado simplemente sin palabras...

de verdad amo tu fic..
actualiza pronto FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo - Página 4 1206646864
andre *-*
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

Mensaje por Jane0_o Sáb Sep 28, 2013 5:55 pm

Oh dios!

Las faberry van mas rapido que las brittanas!

Genial el capitulo
Aunque quinn todavia me
Intriga su pasado!

Saludos y hasta la siguiente
Actualizacion!
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Finalizado Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo

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