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Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL Primer15
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Finalizado Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por floor.br Mar Ene 07, 2014 9:59 pm

Holaa soy nueva aca y no entiendo mucho :)
bueno este fic se llama "un extraño Vino" y es una de las novelas lesbicas mas reconocidas,originalmente escrita por Katherine V Forrest .

Les dejo una reseña del libro y espero sus opiniones para ver si lo sigo o no.Gracias

""La historia está centrada mayormente en dos personas, Brittany Pierce, una abogada exitosa y bella ante quien todos caen rendidos/as a sus pies: la otra es Santana Lopez, quien lleva una vida más tranquila y acaba de separarse. Estas dos mujeres se van a encontrar en una reunión de amigas, a las orillas de un lago en una cabaña, durante un fin de semana. Algunas de ellas ya se conocen, pero las dos que nos importan, no. A diferencia de otras historias, ambas son heterosexuales, o al menos lo son en la práctica, luego con el correr de la narración ya descubriremos que tienen en su pasado alguna experiencia no concretada o algún tipo de represión con el tema.

La atracción es inmediata, pero no se desarrolla muy rápido. A diferencia de otras historias, nos muestran a dos personas que tienen dudas, temores y no asimilan en dos segundos que les está gustando una mujer.""

ESPERO SUS OPINIONES


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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por YoyoMay Mar Ene 07, 2014 10:17 pm

¡Me encantaría que lo siguieras! Me parece que estará interesante :)
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por monica.santander Mar Ene 07, 2014 10:28 pm

Quiero y espero qque la empieces y pronto, por favor!!!
saludos
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por Elita Mar Ene 07, 2014 10:49 pm

:D continua!
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Finalizado Fanfic Brittana-Un extraño vino:capitulo 1

Mensaje por floor.br Mar Ene 07, 2014 11:39 pm

Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 2145353087 GRACIAS X COMENTAR Y/O VISUALIZAR EL FIC.. LES DEJO EL PRIMER CAP..ESPERO QUE LES GUSTE, DEJENME SUS OPINIONES XFA
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un extraño vino-capitulo 1
la luz que Santana Lopez y Quinn Fabray habian visto a lo lejos, desde la carretera de montaña, era la luz calida y acogedora de la cabaña, una luz amarilla que brillaba en la noche oscura, sobre la vieve resplandeciente.
Rachel Berry las recibio con gritos de bienvenida, inundo de abrazos a Quinn y recogio sus abrigos. habia otras cuatro mujeres reunidas alrededor de la alegre chimenea. una de ellas  atrajo inmediatamente la atencion de Santana: estaba sentada junto al hogar de fuego, y se levanto cuando Rachel hizo las presentaciones.
Brittany Pierce, la mujer en la que se habia fijado santana, le tendio la mano a Santana y luego a Quinn. Era alta, esbelta y se aperto de la frente unmechon rubio.
-¿Britney?- dijo Quinn. sonrio y sostuvo su mano durante un segundo,antes de soltarla.
-Brittany- corrigio ella.
-bonito nombre- dijo Quinn, alisando y estirando su traje de chaqueta y pantalon a cuadros.
Brittany vestia unos ajustados pantalones de color verde oscuro y un jersey beige, que se ceñian suavemente a su cuerpo. Santana, que ya se habia atado el jersey alrederor de las cintura, medito sobre el efecto que las mujeres demasiado atractivas producian en las otras mujeres: despertar su timidez, y conseuir que se pusieran ligeramente a la defensiva. las otras mujeres vestian vaqueros y jersey o chándal.
..........................................................................................................................................
¿que quieres beber?- le pregunto Rachel a Quinn-. se nos ha acabado el vodka, pero tenemos litros de bourbon , whisky escoces y ginebra. y algo de vino, tambien.
-vno, si es blanco.
-es blanco, pero no ess exactamente del que sirven en el Beverly Hilton. si no te gusta el vino puedes unirte a las bebedoras.Quinn, vamos a la cocina a cotillear.
la chimenea estaba rodeada por un largo sofa, dos sillones y una mesita redonda de cafe, en la que habias vasos y una bandeja con queso. habia cojines de terciopelo esparcidos junto al hogar. Santana decidio sentarse cerca del fuego.
.............................................................................................................................................
-sabes que Q nacio en San Francisco ¿no?- pregunto Sugar, la hermana de Rachel.
- si, he oido muchas historias sobre ti, y sobre Rachel y Quinn, y su infancia juntas. el año pasado en navidad conoci a Rachel. vino con su marido a pasar las vacaciones-sonrio, recordando lo mucho que se habia encariñado con aquella pareja: RAchel, pequeña,cariñosa y con un gran corazon; y su marido, aquella especie de oso gigante que no paraba de fumar puros.
-sabes que se divorciaran¿no?-
-si Quinn me lo dijo. me supo muy mal.
-demasido tiempo juntos-suspiro Sugar-no hablemos de Finn cuando Rachel este presente.
Santana observo como Danielle, sentada en el suelo con las piernas cruzadas, extraia de una funda su guitarra y se la colocaba sobre sus rodillas, y comenzaba con un suave rasgueo.
mientras tanto Rachel le traia el vino a Santana y regresaba a la cocina. Santana bebio un sorbo de aquel vino pequeño y pesado: con un escalofrio de disguso lo dejo sobre la chimenea y alzo la vista para encontrarse con la mirada divertida de Brittany Pierce.
-no es precisamente cosecha
-sabe demasiado a vinagre-bromeo Santana, advirtiendo que al lado de Brittany habia unvaso identico al suyo y casi lleno.
- mas bien es todo vinagre. a lo mejor prefieres algun licor.
-solo me gusta el vodka.
-y a mi
.-comprare cuando salga
los ojos de santana es recrearon en Brittany Pierce. las llamas danzarinas provocaban reflejops dorados en su pelo, que era de tonos rubios y textura sedosa y le sobrepasaba los hombros. le enmarcaba el rostro y le caia sobre la frente. lo llevaba cortado a capas que cambiaban de forma cada vez que movia la cabeza. a la luz del fuego, los tonos calidos de su piel sugerian el color ambar que probablemente adoptaria en verano, con el sol. Santana era incapaz de decidir si sus ojos eran azules o turquesas. Brittany estaba tranquilamente sentada, las piernas curvadas con elegancia bajo su cuerpo, su esbelto talle muy erguido y los hombros completamente rectos. Santana penso que era hermosa.
.........................................................................................................................................
-¿a que te dedicas Santana?- pregunto Dani
-soy representante de personal en West Coast Title and Trust - contesto Diana. A regañadientes aparto su mirada de Brittany y la dirigio hacia las otras mujeres.
*las chicas conversaron un rato acerca del trabajo de Santana, hasta que esta no aguanto la curiosidad y se dirigio a Brittany
-¿a que te dedicas?
-soy abogada
*en eso comenzaron a hablar sobre el trabajo de Brittany, y el de Mercedes que hasta el momento se habia mantenido callada con su cigarrillo en mano.
Rachel y Quinn regresaron de la cocina con sus bebidas cogidas del brazo y se sumaron  a la conversacion con fingido interes.
...............................................................................................................................................
Santana hecho un vistaso rapido a la cabaña en la que se encontraba y se detuvo en la trampilla imaginandose lo hermosos que serian los arboles y la nieve vistos desde alli arriba.
la asalto un dolor repentino, Noah..la fuerza y el calor de sus brazos, en mitad de aquel frio, de toda aquella nieve..
se sobresalto cuando Brittany dijo:
-te encantara la parte de arriba
-¿que se ve desde la ventana?
- solo el universo- sonrio y luego sacudio la cabeza- Rachel dice quiere subir la escalera con las maletas,asi que las normas de la cabaña dicen que la ultima en llegar duerme ahi arriba. ni te imaginas lo increible que es.
-¿quieres subir tu maleta y verlo?-dijo Brittany-te ayudo
-Santana-llamo Quinn- es hora de que me acompañes a mi horrible destino-
santana hizo un gesto con la mano
-tengo que llevar a Quinn a la ciudad-le dijo a Brittanu-se alojara en el Harrah´s con alguien.
-¿ah si?¿y por que no se quedan aqui? ah, claro.ese alguien es de genero masculino.
Santana sonrio.
-exacto
Quinn se encogio de hombros
-yo la llevo y vuelvo-dijo Santana dirigiendose a las chicas-vamos Quinn a llevarte a tu antro de vicio y perdicion querida. seguro que Sam esta tan excitado que ha tenido que ponerse sus pantalones mas anchos ¿te sirve de algo ese hombre?
-me sirve durante horas-
antes de irse Quinn se dirigio a Rachel diciendo - intenta ser amable con Santana, esta un poco delicada por lo que paso...
continuará..
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por monica.santander Miér Ene 08, 2014 1:58 am

Me gusto mucho, espero que la sigas
Saludos
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por Elita Miér Ene 08, 2014 10:58 am

Interesante :)
Me ha gustado el cap :D no importa si van lento lo importante es que se enamoren *-*

Saludos :*
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Finalizado Fanfic Brittana : "Un extraño vino"-capitulo 2

Mensaje por floor.br Miér Ene 08, 2014 2:45 pm

un extraño vino-capitulo 2
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
antes de irse Quinn se dirigio a Rachel diciendo - intenta ser amable con Santana, esta un poco delicada por lo que paso...
Santana furiosa miro a Quinn
-¿que quiere decir con eso de delicada?-preguntó Rachel,observando alternativamente a Santana y a Quinn con una mirada curiosa,risueña en sus ojos oscuros-¿esta embarazada?
Santana, muy a su pesar,se hecho a reir y Quinn mirandola de forma conciliadora dijo.
- solo necesita relajarse, y descansa de todos sus problemas y preocupaciones-se dirigio al grupo-¿las volvere a ver en los casinos?
-alli estaremos-dijo Sugar
..........................................................................................................................................
en el exterior de la cabaña,Santana la emprendio con Quinn
-¿como te has atrevido a hacerme eso? a Rachel apenas la conozco, las otras son completas desconocidas. Tendría que haberme imaginado que era una tonteria vernir aqui,sabia que esto iba a ser un disparate...
-Santana, pero si no he contado casi nada..
-¿casi nada? hablaste con Rachel por telefono, organizaste todo esto. ¿que le contaste?
-casi nada, de verdad- Quinn subio al coche-no te enfades conmigo, que te quiero mucho. tu disfruta de todo esto Santana.¿no te parece que la cabaña es maravillosa?Por Dios, me encantaria disfrutar con todas ustedes de esa magnifica chimenea y de esa vista fabulosa, si no fuera porque ha venido Sam. y Rachel, Dios la bendiga . Rachel es increible.
-les gusta esquiar-dijo Santana enfurruñada, cerrando violentamente la puerta del coche-. me daran la lata para que vuelva a probarlo. los que esquian son asi. odio  a la gente que esquia.
Quinn se acerco a ella y le tomo la mano.
- si de verdad no te gusta, si de verdad no quieres...
Santana retorcio su mano y la liberó.
-yo no he dicho eso. solo queria decir que..
-parecen muy buena gente. y esa Brittany es guapisima. si te gustan las mujeres delgadas y monas- alñadió bromeando.
Santana se echo a reir
-es abogada.
-Dios mio,peor aun.
Santana puso el coche en marcha
-Mercedes y Danielle me caen bien, pero Sugar..cada vez me cuesta mas soportar a la gente intolerante.
-no te preocupes por Sugar. no es mas que una patetica soltyerona, una amargada. hazle caso a Rachel: Sugar ya era aburrida a los 9 años. es una lastima que no quieras probar una vez mas lo de esquiar. para conocer hombres es mucho mejor esquiar que irse a un estupido campo de golf.
-ya no juego al golf- dijo Santana, con voz cansada. cambio de tema- vaya, esta muy oscuro por aqui.
-para ser exactos, hece seis semanas que no juegas golf. alguna vez tendras que salir del convento. aunque sea para satisfacer las necesidades del cuerpo.¿cuanto tiempo crees que puedes aguantar sin sexo?
-eternamente-dijo Santana, en tono grave.
-tu no. tu no eres esa clase de mujer.tu necesitas a alguien que te ame.
-no es correcto. despues de Blaine, no tuve relaciones sexuales ni ganas de tenerlas durante meses y meses, mas de un año: durante todo el tiempo que estuve viviendo con Elaine.
los hombre con los que sali disfrutaron unicamente de mi compañia.
Santana entorno los ojos para ver en las oscuridad: los faros del coche iluminaron las paredes de nieve, recortadas en capas por las maquinas quitanieves y las formas simetricas de los pinis.
- no queres sexo es algo bastante normal despues de lo que tuviste que aguantar con aquel borracho.yo me senti asi despues del desgraciado de Joe. pero es mas facil pasar sin sexo cuando tienes diecitantos años. las mujeres, cuando crecemos, lo necesitamos mas. veintisiete no es tan mala edad, te lo digo yo. aunque no me importaria volver a mis veinticinco.
- veintises
-veintiseis.eres ,muy atractiva. si quieres que te diga la verdad, no me gusta mucho que te acerques a Sam, aunque el dice que las prefiere rubias. ahora que todo ha terminado con Noah, o por lo menos espero que todo haya terminado con él, te dire c¡que no entiendo que le viste a ese hombres. muy lindo, sí, pero nada mas. no me extrala que lo haya intentado todo para recuperarte excepto tirarse bajo las ruedas de tu coche. jamas encontrara a otra chica como tu.
- no quiero hablar mas de eso- dijo Santana con calma, mientras conducia con cuidado por las curvas, atenta a las placas de hielo en la carretera.
-¿mas? pero si no has hablado. no se para que crees que sirven las amigas. ya has guardado luto por el: seis semanas es mas que suficiente. pero no: nueve horas hasta Tahoe y tengo que aguantarte con esa cara de palo. me daban ganas de parar el coche y practicarte la eutanasia.
Santana se hecho a reir.
-eso esta mejor ¿sigues tomando la pildora?
- si Quinn. si mamá
-a Rory el del trabajo se le cae la baba por ti.
Santana se encogio de hombros
-¿que tiene de malo?
- me aburre
-¿y para que tomar la pildora, monjita de convento?
furiosa Santana no respondio.
-bueno, es inteligente, sea cual sea el motivo. tal vez conozcas a algun hombre aqui.
-si conozco a algun hombre no tengo intencion de meterme en la cama con el.
-tonterias. yo me fui a la cama con Sam dos horas despues de conocerlo.
Santana divertida,observo a su amiga
-Sam te esta urando mas que cualquiera de tus otros..vamos a llamarlos delirios
-¿y por que no hacer lo que me apetece hacer?los hombres si lo hacen. yo he cumplido con mi deber biologico: he producido una hoja. ahora, mi vagina me sirve exclusivamente para divertirme. nada es eterno.ya veras cuando Rachel te cuente las maravillas del divorcio al estilo San Francisco. nueve años, por el amor de dios. si alguna vez existieron dos personas destinadas a acabnar juntas en la funeraria, eran sin duda Rachel y Finn. hasta que el se bajó los pantalones para tirarse a una rubita en su oficina. Dios, los hombres pueden ser muy cabrones: unos autenticos hijos de puta.
.................................................................................................................................................
Santana habia llegado al cruce con la autopìsta 50 y estaba esperando un hueco para meterse en la fluida circulacion del sabado por la noche en direccion a los casinos.
-necesitas una aventura,Santana.una buena aventura.
-ya tuve una.Noah era mas divertido que cualquier persona que yo haya conocido. nunca sabia que haria a continuacion. para mi,era como un niño.
-estoy segura de eso-dijo Quinn, con mal disimulado sarcasmo-. yo me refiero a una aventura de verdad. sexo enloquecedor: acostarse con alguien y correrte sin parar, hasta que te convieras en flan de vainilla.
Santana se hecho a reir.
-Quinn, eres mala
Quinn sonrio lascivamente.
-me gusta ser mala
- es increible lo mucho que han edificado-dijo Santana, contemplando los kilometros de intermitentes y brillantes lucos de neon a ambos lados de la autopista 50.
-siempre crei que tus sentimientos hacia Noah eran mas protectores que otra cosa. no me lo imagino destrozando las sabanas.
Santana suspiro
- esta noche no hay manera de que cambies de chip
-ya estoy acostubrada a tus truquitos: intentas cambiar de tema.
- te estas metiendo en terreno privado, eso es lo que pasa. me encantaba acostarme con Noah, pero noy soy tan bocazas como tu-añadio en tono cariñoso.
-¿y cmo sabes si era bueno o no? a dia de hoy, mas bien tienes poca experiencia.
-Quinn, ya hemos hablado antes de esto. no creo que la experiencia sea tan importante. sencillamente, no lo creo. no me hacen falta los tres hombres que hubo antes de Noah para saber que con el era fantastico-la torre oscura del Harrah´s aparecio ante su vista. la observo con curiosidad: aquel hotel lo habian condtruido despues de su ultima visita.
-¿tres hombres? tu matrimonio casi no cuenta. no me extrañaria q aun fueras virgen cuando te separaste del borracho de Blaine. y aquel ingeniero James Maslow..por lo menos,Santana; dime si es cierto que Noah era bueno en la cama¿lo era?
-para mi si. en serio
-los hombres solo son buenos en la cama cuando quieren algo mas que su propio placer, cuando aman de verdad a las mujeres.eso los vuelve sensibles.
-Noah era sensible, amaba a las mujeres
- entonces..¿se trata de eso?-pregunto Quinn con suavidad-¿hubo otras mujeres?
-no quiero hablar de eso-
-eres la persona mas honesta que conozco. demasiado honesta. nunca te permites nada. eres tan dulce y siempre se te ve tan cansada... ya se que eres tu quien tiene que superar esto, pero mo agotes tus propias fuerzas cuando tienes amigas que te quieren y desean ayudarte.
-gracias Quinn- dijo Santana. las lagrimas le escocian en los parpados
continuará..

EN EL PROXIMO CAP HABRA UN POCO MAS SOBRE BRITTANA..SE QUE EL FIC VA LENTO.PERO DE A POCO LAS CHICAS SE VAN A IR CONOCIENDO DE A POCO
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por _Claudia_100%fanGLEE_Bol Miér Ene 08, 2014 3:06 pm

hola Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 2414267551  Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 2414267551 .......acabo de leer rápidamente tu fic..........me parece muy  Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 4061796348  Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 4061796348 interesante, no importa si el ritmo que llevará desarrollar la historia entre  Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 1215408055  Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 1215408055 San y Britt sea un proceso lento, lo importante es que te  Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 210293833  Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 210293833 animaste a compartir la historia.......ya tienes en mi a una fiel lectora

Saludos, hasta la próxima actualización  Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 2113258990 Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 2113258990 Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 210293833 Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 210293833 Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 304001509 Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 304001509 Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 918367557 Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 918367557 
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Finalizado Fanfic Brittana : "Curious Wine"-capitulo 3

Mensaje por floor.br Jue Ene 09, 2014 3:46 pm

un extraño vino-capitulo 3
sabia que no le quedaba otra alternativa mas que el silencio.¿como explicarle a alguien lo que sentia, como justificarlo?estaba segura de que le pasaba algo. si no...¿como explicar la frialdad que habia descubierto en si misma despues de cinco años enamorada de Noah Puckerman?
no podia perdonarlo. despues de seis semanas ni siquiera podia considerar la posibilidad de perdonarlo. desesperada por su ausencia se habia mostrado hostil y sarcastica en su presencia. él la habia llamado por telefono y al portero automatico de su apartamento, la habia abordado en el aparcamiento y en la oficina. ella, estaba enfadada por el daño que el le habia hecho, habia cerrado su mente, se habia negado a escucharlo, se habia apartado asqueada cuando el habia intentado tocarla.habia desaparecido hasta el mas minimo sentimiento por aquel hombre a quien habia amados mas que a nadie en su vida
y aun mas pruebas: jamas has querido tener hijos, se acuso a si misma.si, Blaine era un hombre borracho, pero aquello solo habia sido una excusa. Noah la habia hecho muy feliz al decir que solo la queria a ella : vivir con el sin estar casados, le habia proporcionado la excusa perfecta para evitar discutir o tener que admitir que no deseaba tener hijos..que su interior era frio e incapaz de dar amor, que le pasaba algo.
tras dejar las maletas de Quinn en manos de un botones, Santana beso la mejilla de su amiga.
-te veré mañana
Qinn alargó el brazo y la agarró.
-¿no te quedas?¿¿no quieres jugar y saludar a Sam?
-Sam y vos ya tienen bastante con saludarse mutuamente-bromeó Santana-. volvere por la mañana.
-¿por que no te quedas y juegas?- intentó convencerla Quinn-no vas a conocer..quiero decir, que te hace falta salir por ahi y ...
-lo de la cabaña fue idea tuya, ¿recuerdas? si he de pasar alli los proximos cuatro dias, mas vale que me muestre un poco sociable, ¿no te parece?
-tienes razon. pero sal de alli todo lo que puedas. en una cabaña llena de mujeres no puede ocurrir nada demasiado interesante.
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HOLAAAA!!LES ASEGURO QUE QUINN SE EQUIVOCO Y MUCHO CON LO ULTIMO QUE DIJO..
EN UNA CABAÑA DONDE TIENEN QUE CONVIVIR SANTANA, BRITTANY, MERCEDES, SUGAR, DANI Y RACHEL ¿PASARA ALGO INTERESANTE O NO?
GRACIAS POR LEER, EN UN RATO SUBO OTRO XQ ESTE ES MUY CORTO. TRANQUI QUE YA VA A HABER BRITTANA,PERO ANTES NECESITAN CONOCERSE BIEN ENTRE TODAS
SALUDOS Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 2145353087 
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por Elita Jue Ene 09, 2014 4:23 pm

Eso es.. uh! Un mini cap! Sabes, venia emocionada y dije: Yey! Un cap nuevo &me sales cn esto? No es de Dios!

Naah! Me gusta que actualices :D & aunque vaya lento y asi me gusta el ff ahora espero el proximo cap

Saludos :*
Elita
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Finalizado Fanfic Brittana : "Curious Wine"-capitulo 4

Mensaje por floor.br Vie Ene 10, 2014 12:16 am

CAPITULO 4
-¿eso es lo que creo que es?- Brittany acababa de entrar a la cocina.
Santana vacio el contenido de la bolsa de papel.
-Vodka..y de los vinos que tenian frios..este era el mejor.
Brittany examino las dos botellas de vino.
- muy bueno. perfecto-rebusco en un cajon hasta encontrar un sacacorchos-¿cual quieres que abra?
-elige tu. el que entiende de vinos es mi padre. lo poco que se, se lo debo a el.
-¿tu y tu padre son muy unidos?
-si.mucho- observo como Brittany descorchaba habilmente la botella.
-¿quieres que subamos ahora tus maletas?
- lo estoy deseando.
................................................................................................................................
tras excusarse con las otras mujeres, que estaban reunidas alrededor del fuego y charlaban animadamente, Santana recogio su bolsa, siguio a Brittany y subió la escalera sin dificultad.
entro en una habitacion llena de luz plateada que se colaba por la ventana, luz que procedia del cielo y de la nieve. en aquella luz misteriosa, vio una cama de hierro, un techo muy inclinado, un pequeño tocador y un armario.
-acercate a la ventana-dijo Brittany
Oh- cogio aire Santana al llegar junto a la ventana.
el cielo estaba salpicado de estrellas y tenia el aspecto de una interminable y resplandeciente alfombra. los arboles desnudos y cubiertos de nieve, se recortaban majestuosamente contra el cielo. la nieve formaba espectaculares esculturas, enormes monticulos que proyectaban sombras inmensas.
-increible- murmuro Santana, rodeando a Brittany con un brazo en un gesto involuntario que pretendia buscar proximidad fisica en mitad de toda aquella grandeza helada.
guardaron silencio. al cabo de un rato, Brittany dijo:
-es hermoso poder compartir no solo la novedad de todo esto, sino tambien su belleza,
-¿no habias venido antes?
-no. mercedes me ha invitado muchas veces. es la unica persona que conozco aqui.
Santana sonrio
-¿crees que podras resistir la tentacion  de estrangular a Sugar?
Brittany respondio con una sonrisa frivola.
- me encuentro a muchas como ella cada dia. pero no me importaria tener a alguien cerca para cambiar de tema.
-soy especialista en cambiar de tema-dijo Santana ironicamente-. supongo que sera mejor que bajemos y seamos un poco sociables-dijo, a su pesar, mientras miraba de nuevo a traves de la ventana y soltaba a Brittany.
-espera, que te enseño el resto.
gracias a un sistema de poleas, una parte de la pared de pino se desRachelo y dejo a la vista una habitacion estrecha con dos camas y un tocador.
Brittany dijo:
-¿por que no tiramos una moneda, para ver donde duerme cada una, y luego nos vamos turnando para disfrutar las dos de la habitacion grande?
-¿y para que va,os a hacer eso, Brittany? aqui solo hay una ventana pequeña. la cama de hierro es muy grande ¿roncas?
Brittany sonrio
-nunca he recibido quejas.
¿te rechinan los dientes?¿das patadas?¿eres sonambula? pues entonces mo hay mas que hablar.
...........................................................................................................................................
volvieron a bajar las escaleras. Rachel las observo , con las manos en las caderas.
-¿todo bien ahi arriba?
-es fantastico-dijo Santana
Rachel sonrio friamente
-es comodo. y muy resguardado, tambien. si subis la escalera y bajas la trampilla, el calor de la chimenea se mantiene bastante bien durante toda la noche. pero si tenes frio, podes encender la calefaccion.
-¿y por que somos tan afortunadas?
-no tan afortunadas. so hay váter, tienen que subir las maletas,es una porqueria.
-si yo estuviera en tu lugar, dormiria siempre ahi.
.........................................................................................................................................
-Dani- dijo Rachel bruscamente- trabaja un poco y toca algo.
-Santana, voy a poner un poco mas de vino- dijo, Brittany sin dejar de observar a Rachel.
Dani rasgueo la guitarra y giro las clavijas para ajustar las cuerdas. siguio rasgueando ritmicamente la guitarra y, con voz suave y depurada, empezo a cantar " here comes the sun". cantaba con gran sencillez.
Mercedes y Sugar aplaudieron.
- Dani, ha sido precioso- dijo Santana en voz baja.
-muy bonito- acordo Rachel
-¿quieren oir algo en especial?¿que me dices, Brittany?
- lo haces muy bien. canta lo que te apetezca.
-¿y tu ,Santana?- pregunto Dani-¿que clase de musica te gusta?
—Sinatra, Ella, esa clase de música. Peggy Lee es mi preferida.
—¿Cómo puede ser que a alguien tan joven como tú le
gusten esas cosas tan aburridas? —el tono de Dani no era
malicioso.
—Son clásicos —dijo Brittany. Su voz era fría.
—La culpa es de mi padre —Santana le sonrió a Dani—. El
me aficionó a la gente aburrida.
Brittany dijo:
—Tengo un disco increíble de Peggy Lee que nunca he visto
en ninguna parte y lo he buscado, podéis creerme. Se llama
Pretty Eyes.
—¿Tienes ese disco? —dijo Santana, con incredulidad—. ¡Yo
también lo tengo! Lo he puesto tantas veces que los surcos están
casi gastados.
—El mío igual. Ahora lo tengo en cinta y estoy un poco más
tranquila. Es uno de los mejores discos de Peggy Lee. Es tan
romántico y tan bonito...
—Tocaré unas cuantas canciones populares —dijo Dani, de
mal humor.
Santana bebió un trago de vino y observó a las mujeres: Rachel,
con las mangas de su jersey subidas hasta la altura del codo,
estaba sentada y una de sus piernas, enfundada en vaqueros,
colgaba sobre el brazo del sofá. Sostenía en la mano un vaso
lleno de bourbon de color tostado y cubitos de hielo. A su lado,
Mercedes, se estiraba los finos mechones de cabello oscuro y
sacudía su cigarrillo una y otra vez sobre el pesado cenicero de
cristal que tenía en el regazo. Sugar estaba sentada en un sillón,
con las manos apretadas, y observaba a Brittany, que estaba sentada
junto al fuego. Brittany atizó el fuego hasta que regresó a la vida
con un chisporreteo, después eligió y cogió un tronco grande,
sin preocuparse de si se ensuciaba la ropa o no, lo arrojó hábilmente
al fuego y se sacudió mientras contemplaba cómo crecían
las llamas.
—¿Más vino, Santana? —preguntó Brittany.
—No, gracias, de momento no.
—Vaya par de bebedoras de pacotilla —observó Rachel,
bebiendo un largo trago de su bourbon—. ¿Qué tal una partida
de Scrabble? Sortearemos las parejas.
—Yo prefiero seguir jugando con mi guitarra —dijo Dani.
Brittany dijo:
—A mí me gustaría echar un vistazo a tus libros.
Rachel se echó a reír: su risa era áspera, cortante.
—¿Sabéis qué es lo único que quería Finn de esta cabaña?
Esa colección de libros de ahí, los que hacen juego. Solía leerlos
cada vez que veníamos aquí: le encantaban esos libros. Me
suplicó que se los diera y yo le dije que se fuera a la mierda.
Jugaron al Scrabble sentadas en el suelo, alrededor de la
mesita de café: Santana y Mercedes formaban pareja contra Rachel y
Sugar. Santana había jugado muy a menudo cuando vivía con
Elaine y fue una buena rival para Rachel: disfrutó del juego,
animado por la competitividad de Rachel. La victoria estuvo reñida hasta el final y Dani y Brittany se acercaron a mirar. Brittany se arrodilló
junto a Santana. Rachel y Sugar ganaron finalmente, por tres
puntos, y Rachel gritó alegremente:
—¡Ya era hora de jugar una partida de verdad! Hacía muchísimo
tiempo... de hecho, desde Finn.
Rachel guardó el juego.
—Más vale que nos vayamos a dormir. Mañana hará buen
día. Esquí en primavera: ya sabéis, hay que llegar pronto —se
dirigió a Santana y a Brittany —. En esta casa hay ciertas normas.
Usamos el baño por estricto orden alfabético de nombres.Lo que
significa que eres la primera, Brittany.
Con una sonrisa burlona, Brittany se puso en pie obedientemente y salió
de la habitación.
Rachel la observó hasta que desapareció por la puerta, hacia la
parte de atrás de la cabaña.
—Muy fría y con muchos aires de superioridad —le dijo a
Mercedes.
—Dale tiempo. Lo único que necesita es relajarse, Rachel.
—Se cree que es mejor que nosotras —dijo Sugar.
—A mí me parece que es bastante sosa —dijo Dani.
Mercedes sacudió la cabeza.
—No la conozco tanto, pero creo que sólo está cansada.
—A mí me gusta —anunció Santana. Furiosa, se acercó a las
ventanas—. Nunca he estado aquí en invierno. ¿Se acumula mucha
nieve?
—A veces cubre la cabaña —respondió Rachel—. Se acumula tanta
nieve que tenemos que despejar el camino hasta la puerta. Son los elementos,
querida —sonreía ante la mirada aterrorizada de
Santana—. Creo que eso era lo que más le gustaba a Finn. Qué
lástima —dijo, malévolamente—. Ahora es sólo mía y él no es bien recibido,
ni aunque venga de visita. Despídete de ella, Finn... eso fue lo que le dije.
Se acabó la cabaña, Finn. Vamos, voy a permitir yo que se folie aquí a la
fulana esa, después de haber estado con él en esta casa durante nueve años.
Antes la quemo.
—nueve años —dijo Dani—. Tuvisteis esta casa durante
todo el tiempo que estuvisteis casados.
—Antes. Vinimos aquí a pasar la luna de miel.
Brittany, vestida con un pijama azul de seda, ayudó a Santana a
retirar la escalera y a bajar la trampilla. Luego permanecieron
inmóviles bajo aquella luz plateada, mientras observaban las
luces parpadeantes de un avión que cruzaba el cielo rutilante.
Brittany dijo:
—Recuerdo haber visto cielos como éste hasta los diez años,
cuando nos marchamos de Oklahoma.
—Mi padre me llevaba de acampada a las montañas cuando
era niña. Nos quedábamos toda la noche sentados, contemplando
el cielo.
—Cuando era niña, esta belleza me parecía lo más natural del
mundo. Ahora tengo que leer poesía para recuperar aquel sentimiento.
—¿Qué clase de poesía lees?
—Soy una romántica sin remedio. Shelley, Keats, Dylan
Thomas. Emily Dickinson es mi favorita.
—Y la mía —Santana, sonriente, sacudió la cabeza—. Tenemos
en común cosas extrañas.
—¿Extrañas?
—Poco habituales —corrigió Santana—. Sorprendentes.
—A mí no me sorprende que te guste la poesía.
—Crecí rodeada de poesía. Mi padre se pasaba la vida citando
a Kipling y Robert Burns.
—Tu padre parece un gran hombre.
—Lo es —dijo Santana, con discreto orgullo—. Es catedrático
de Lengua Inglesa en Cal State Northridge y un padre absolutamente
maravilloso.
—Me alegro de oírlo. No he leído a Robert Burns en
años... pero es otro romántico. Mi libro de Emily Dickinson está más o menos en las mismas condiciones que mi disco de
Peggy Lee.
—Yo siempre la leo por partes. Si leo muchos poemas suyos
seguidos, me afecta demasiado. Es la poetisa del dolor, de la
pérdida.
—Sí. Desde luego, lo es.
Con una voz tan suave que Santana tuvo que inclinarse para
oírla, Brittany citó:
“Hay un dolor —tan absoluto—
Que engulle el Alma—
Y cubre el Abismo de Trance—
Para que los recuerdos caminen
Hacia él —por él— sobre él...”
Santana, silenciosa mientras pensaba en el tormento que habría
impulsado a Brittany a memorizar aquellos versos, contempló la
nieve con tristeza.
—No pretendía deprimirte —murmuró Brittany.
—Son palabras poderosas y terribles —dijo Santana lentamente—,
y aún lo son más en mitad de esta nieve y de este frío.
Es curioso —prosiguió, pensativamente—, pero de entre todos
sus poemas de naturaleza, no recuerdo ninguno que hable del
hielo, o de la nieve o de las estrellas.
—Lo usaba como metáfora —dijo Brittany, señalando el paisaje
más allá de la ventana—. De la muerte, de la inmortalidad. La
alegría y el humor aparecen en sus poemas sobre el verano.
—Los que más me gustan —se preguntó si debía cambiar de
tema, puesto que al parecer le resultaba muy doloroso a Brittany.
Para tantear el terreno, dijo—: He visto Orión muchas veces,
pero nunca en un escenario como este.
—¿Dónde?
—Allí, ¿la ves? El rectángulo con las tres estrellas dentro
—Santana se acercó más a Brittany y le indicó hacia dónde mirar. Le llegó la fragancia, delicada, fugaz y agradable, de un perfume—.
¿La ves?
—Ah, sí. Es muy bonita.
—La estrella que brilla más, en la esquina, es Rigel.
—¿Entiendes de astronomía? ¿Conoces otras constelaciones?
—Algunas.
—¿Me las enseñarás?
Deslizló un brazo alrededor de Brittany y notó su calidez a través
del frío pijama de seda. Le indicó de nuevo hacia dónde mirar.
—Allí está Casiopea, que tiene forma de W. Sigue la línea
desde el timón de la Osa Mayor hasta la Estrella Polar.
—Sí, ya la veo.
Santana siguió señalando las constelaciones y las estrellas que
conocía. Impulsivamente, dijo:
—Siempre sueño con ver la Cruz del Sur. No son más que
cuatro estrellas que forman una cruz y que sólo pueden verse
desde el hemisferio sur. Me imagino en un océano oscuro, mirándola
desde la cubierta de un barco: cuatro joyas que cuelgan de
un cálido cielo tropical.
Se sintió algo ridicula y avergonzada y, tímidamente, dijo:
—Supongo que la mayoría de los que van a Sudamérica son
malversadores de fondos. Dudo que jamás haya existido alguien
que haya ido hasta allí sólo para ver la Cruz del Sur.
—Entonces, tú tienes que ser la primera —respondió Brittany,
muy seria—. La gente tendría que hacer cosas así. ¿Sabes qué
es lo que siempre he querido hacer yo? Correr desnuda bajo la
lluvia. Ya sé que suena muy adolescente, pero siempre he
pensado que sería una sensación increíble de euforia, de júbilo.
—A mí me parece que sería maravilloso.
Transcurridos unos segundos, Brittany dijo, con voz cálida y
burlona.
—Tendríamos que ir juntas a Sudamérica. Me dejas en una
bonita y cálida isla tropical cuando llueva y te vas a ver la Cruz del Sur.
Riéndose, Santana contempló la nieve: de haber estado allí
Noah, pensó, ya se habría aburrido, ahora ya estarían haciendo el
amor.
—¿Las estrellas te hacen sentir insignificante? —preguntó.
—Están demasiado lejos —respondió Brittany —. Ya hay demasiadas
cosas en nuestro propio mundo que me hacen sentir insignificante—.
Creo que será mejor que nos vayamos a dormir. Me
alegro de que no haga frío aquí arriba, no he tenido ocasión de
comprar un pijama de franela.
—Yo ni me he molestado. Los pijamas de franela son horribles.
Y, además, ¿quién los necesita en California del Sur?
Se maravillaron al ver el edredón de plumas y las almohadas:
eran tan suaves que Santana, suspirando ante tanto lujo, apiló tres
de ellas.
—Esta habitación es tan romántica... —dijo Brittany —.
Entiendo que Rachel no quiera dormir aquí. Debió de ser aquí
donde pasó su noche de bodas. Y bastantes otras noches, de eso
estoy segura.
—Tienes razón. Qué insensible he sido al no darme cuenta.
Esta cama no ha sido exactamente diseñada para leer en ella, ¿no
crees? Y hablando de Rachel, ¿qué tenían de divertido sus libros?
—Oh, no, ¿te diste cuenta? Hice lo que pude para no atragantarme
de risa con los libros. ¿Me prometes que no lo
contarás? —los ojos de Brittany brillaron de alegría cuando miró a
Santana, apoyada en sus almohadas—. Esa supuesta colección de
clásicos es en realidad una colección de pornografía.
Las dos rieron a carcajadas y Santana dijo, jadeando:
—Ella no lo sabe, ¿verdad?
—Estoy segura de que no. Probablemente, creía que era la
cabaña lo que despertaba la parte romántica de su Finn.
Volvieron a reírse y Santana dijo:
—La verdad es que es un poco patético, Brittany.
—Sí que lo es, Santana. Sin embargo, dudo que llegue a descubrirlo.
Una colección de clásicos es el lugar perfecto para esconder pornografía —su voz rebosaba alegría—. Nadie los lee
jamás. Te recomiendo que no los mires —dijo, en un tono más
serio—. Son bastante asquerosos.
—De acuerdo —Santana se acomodó sobre sus almohadas y
estiró el edredón—. ¿Cómo es que te interesaste por la abogacía?
—Seguí el ejemplo de mi padre. Me transmitió su amor por
la abogacía tan eficazmente que al final yo también caí.
—Debe de estar muy orgulloso de ti.
—Creo que lo estaba. Espero que lo estuviera. Murió hace
dos años, de un ataque al corazón.
—Lo siento de verdad —dijo Santana con sinceridad, recordando
la voz calmada de Brittany al recitar el poema de Emily
Dickinson.
—Gracias. Sé que lo dices de verdad, porque tú estás muy
unida a tu padre.
—Parece que tu trabajo ocupa buena parte de tu vida —se
había fijado en que Brittany llevaba un fino reloj de oro y una pulsera, pero
ningún anillo.
—Me las he apañado para librarme del matrimonio, si te refieres a eso.
¿Y tú?
—Yo estuve casada una vez, hace mucho tiempo. No se me
ocurre cómo has conseguido librarte del matrimonio. A menos
que no creas en el matrimonio. Yo no creo. Por lo menos, me
parece que no creo —añadió.
—¿Qué es lo que no te gusta? ¿Asumir un compromiso?
—Eso es lo que menos. No me gusta el tema de las propiedades.
—Ya veo. He tenido un par de propuestas formales de matrimonio,
pero... A veces creo que tendría que teñirme el pelo. Pelo
rubio es símbolo de mujer tonta y superficial. Parece que
siempre atraigo a los hombres equivocados. Menos mal que
ahora trabajo muchas horas. Para mí es muy importante hacerlo
bien. Muchos de los hombres con los que trabajo creen que las mujeres
abogado... lo siento, no pretendía soltarte un discurso.
¿Quieres que siga con mi rollo hasta que te duermas?
Santana se echó a reír.
—Eres muy interesante.
—Tú también. Me gusta hablar contigo.
Santana tenía intención de formularle otra pregunta respecto a
su trabajo, pero Brittany se desperezó, cansada, y se acomodó bajo
el edredón.
—Buenas noches, Santana.
—Buenas noches, Brittany
Santana esperó que llegara el sueño, apartando sus pensamientos
de la mujer que descansaba a su lado, pero feliz de que
estuviera junto a ella en aquellos momentos, los peores de cada
noche.
Una vez más, como solía hacer cada noche, puso a prueba la
coraza de su despiadado y gélido rechazo de Noah Puckerman. Y
recordó que cada noche de los últimos cinco años se había
quedado dormida con el cuerpo de Noah junto al suyo. Si habían
hecho el amor, ella apoyaba la cabeza en el pecho de él y lo
rodeaba con sus brazos, adormilada y felizl porque sabía que él
estaba satisfecho; olía su jabón, su crema de afeitar, su colonia
y, muy débilmente, el sudor que había bañado brevemente el
cuerpo de él al alcanzar el orgasmo. Al aspirar todas aquellas
fragancias embriagadoras, se quedaba dormida de inmediato. Las
noches que no hacían el amor se quedaba dormida con el rostro
apoyado en los suaves músculos de su brazo, con el brazo en el
canal que dividía el pecho de él, con la mano entre sus suaves
cabellos.
Se quedó dormida al recordar la sensación en sus dedos del pelo
ensortijado de Noah.
Santana durmió profundamente, sin sueños y, cuando despertó, la
luz ya era intensa. Se sentó y observó, atónita. La noche anterior
nada presagiaba el extraordinario azul cobalto del lago
Tahoe: rodeado de montañas blancas salpicadas de pinos cuyas
formas asemejaban oscuras plumas, el lago resplandecía bajo el
sol. Emocionada, buscó a Brittany, pero se detuvo, con las manos
inmóviles.
Cuando Noah dormía, tenía un aspecto desvalido y atractivo
y Santana sabía que la vulnerabilidad era una cualidad que a
menudo se hacía evidente durante el sueño, pero no estaba prepa
rada para la transformación de Brittany Pierce. Embelesada y
fascinada, la contempló y contempló la inocencia de su rosti ó en
reposo: su actitud vigilante y su ingenio habían dcsapai eudo
tras aquellos párpados bordeados de pestañas doradas, que se apoyaban dulcemente en sus mejillas. La tirantez de su boca se
había desvanecido: sus labios se habían vuelto delicadamente
sensuales. Parecía muy joven y muy triste, como una niña de
cabellos dorados que, desconsolada tras haber recibido una
buena reprimenda, se hubiese quedado dormida.
— Brittany —dijo Santana dulcemente, sin tocarla.
Brittany murmuró algo a modo de protesta y se dio la vuelta,
ocultando la cara bajo el pelo y los pliegues de su almohada.
Santana sonrió y repitió:
— Brittany — Brittany se movió y Santana dijo, dulcemente—: Eh,
despierta y mira qué día hace.
Brittany se despertó de mala gana y se sentó, mirando adormilada
a Santana. A un gesto de Santana, miró por la ventana y se
quedó absorta.
—¿De dónde ha salido todo eso?
—Alguien nos lo ha traído durante la noche. “Belleza me
asfixias hasta matarme” —citó Santana.
—¿Wordsworth?
—De nuestra poetisa favorita.
—¿Nuestra Emily dijo eso? — Brittany sonrió. Sus ojos, soñolientos,
eran intensamente azules en contraste con el telón de
fondo del cielo. Se pasó las manos por el pelo, apartándose el
cabello de la cara.
—Sí. Nuestra Emily.
Brittany se desperezó lentamente.
—Me parece que huelo a beicon a través de las tablas del
suelo. O eso espero.
—La gente que trabaja muchas horas suele tener unas
costumbres gastronómicas pésimas —observó Santana—. ¿Es así
como te mantienes tan delgada?
—Como por tres. Debo de ser mitad colibrí —bajó la mirada
hacia su cuerpo, frunciendo el ceño—. Y soy toda huesos. Tú te
pareces más bien a las mujeres de Texas, tan guapas y sensuales.
Complacida, Santana dijo:
—Dicen que los cumplidos que vienen de otras mujeres
significan mucho más porque son sinceros.
—Y yo creo que es muy cierto.
La sonrisa de Santana se ensanchó.
—Pues ya que somos sinceras, yo creía que en Oklahoma
sólo había pozos de petróleo y no mujeres tan guapas.
Brittany bajó la mirada.
—Gracias —murmuró.
Sorprendida por su reacción, Santana dijo:
—Te lo habrán dicho miles de veces.
continuará..
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GRACIAS X LEER..ACA LES DEJO UN CAP BASTANTE LARGO PARA COMPENSAR EL ANTERIOR Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 918367557  BSS
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por Elita Vie Ene 10, 2014 12:25 pm

Oh *-* mas acercamientos!

Eso me gusta :)

Saludos, espero actualices pronto :D
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por floor.br Sáb Ene 11, 2014 2:35 pm

CAPITULO 5
—Pues ya que somos sinceras, yo creía que en Oklahoma
sólo había pozos de petróleo y no mujeres tan guapas.
Brittany bajó la mirada.
—Gracias —murmuró.
Sorprendida por su reacción, Santana dijo:
—Te lo habrán dicho miles de veces.
Brittany siguió con la mirada desviada.
—Me pregunto si el mariscal de campo Rachel también nos
habrá puesto hoy en orden alfabético. «Eso significa que eres
la primera, Sugartianson» —la imitó.
Santana se echó a reír, sorprendida por la timidez de Brittany. Tal
vez lo único que ocurría es que los comentarios personales la
incomodaban. Pero parecía tener demasiado aplomo, demasiado
autocontrol para permitir que eso sucediera.
—¿Irás a esquiar? —preguntó.
—Claro. ¿Tú no? — Brittany la miraba de nuevo, con los brazos
cruzados.
—No. Yo no esquío. Pensaba que igual te apetecía venir a
Tahoe conmigo y pasar el día en los casinos.
—¿No esquías? ¿Ni un poquito?
—Lo intenté. Noah... un amigo mío me llevó a Big Bear. Lo
único que hice fue caerme. Tiré al suelo a un señor muy educado
que se levantó, se sacudió y me dijo que aquella había sido la
primera vez que había conseguido mantenerse en pie durante
más de treinta segundos y que seguramente Dios había querido
enviarle un mensaje para que lo dejara de una vez. Y eso fue
todo. Bajé en línea recta, me caí miles de veces y colgué los
esquís para siempre.
Entre risas, Brittany preguntó:
—O sea, definitivamente, ¿no has nacido para el deporte?
—Soy capaz de lanzar una pelota de tenis por encima de la
red. Me gusta caminar. Y en golf, estaba por debajo de los cien
golpes.
—¿Estabas? ¿También le diste a alguien en el campo de golf?
Santana se echó a reír. Luego, pensativamente, dijo:
—En realidad, era un paseo agradable por una zona muy
bonita. Creo que sólo me gustaba por eso. ¿Te animas a venir al
casino conmigo? ¿Quieres ganar dinero?
Brittany vaciló.
—Me encantaría —dijo al fin—, pero creo que prefiero
esquiar.
—Es bastante más sano —dijo Santana, decepcionada. Estaba
casi segura de que Brittany preferiría acompañarla.
—Estoy aquí como invitada de Mercedes.
—Sí —dijo Santana, pensando que era un motivo muy poco
convincente.
—Y puede que un poco de ejercicio duro me ayude a relajarme.
Lo necesito.
—Sí. Lo necesitas.
—Y tú.
—¿Eso crees? —preguntó Santana, sorprendida.
—Podría equivocarme —dijo Brittany —. La verdad es que no te
conozco mucho, pero a mí me parece que estás tensa.
Santana sonrió y se levantó de la cama. Cogieron la ropa y
bajaron la escalera.
Las mujeres estaban tomando café alrededor del fuego. Rachel
dijo:
—¿Habéis dormido bien?
—Sí —dijo Santana, aspirando los intensos aromas del café y
el beicon—. Cuando por fin pudimos apartarnos de la ventana.
—Vista una estrella, vistas todas —dijo Rachel, encogiéndose de
hombros—. Por lo menos, ahí arriba se está tranquilo.
—Yo tengo el sueño ligero —dijo Santana—. Os he oído
hablar esta mañana, aunque débilmente.
Brittany dijo:
—Yo duermo como un tronco. ¿Dónde está Sugar?
—En el baño, claro. Por las mañanas, orden alfabético invertido.
Hay que ser justas. Holland, entra —dijo Rachel, en cuanto salió
Sugar—. Eso significa que eres la última, Sugartianson. ¿Qué coño
te hace tanta gracia? —preguntó.
—Nada —dijo Santana, dirigiéndose hacia el baño.
Se puso un jersey de lana color vino y unos pantalones gris
pálido.
Brittany bajó la escalera vestida con ropa de esquí: pantalones y
jersey azul marino. Las dos mujeres intercambiaron una mirada:
Santana se dio cuenta de que estaban pendientes la una de la otra,
de que existía afinidad entre ellas.
—El desayuno está listo —anunció Rachel.
—¿Dónde quieres que nos sentemos? —preguntó Brittany, dirigiéndole
a Santana una mirada picara mientras entraban en el
comedor.
—Las compañeras de habitación juntas, así nos ahorramos
estar dando vueltas. Tengo que decir que a vosotras dos se os
ve de un humor excelente esta mañana —añadió Rachel, al ver que
Santana y Brittany se echaban a reír.
Santana se sirvió una segunda ración de huevos revueltos.
—El aire de la montaña hace efecto muy deprisa —dijo.
—No soporto a la gente que puede comer de todo —dijo
Rachel—. Me recuerdas a Jerry, mi hijo mayor. Toma, Brittany,
acábate el beicon.
Tras el desayuno, Rachel anunció:
—Los platos los lavamos en orden alfabético. La cocinera se
libra. Sugartianson y Dodd, a fregar.
Santana se sentó junto a la chimenea: bebía café y, de vez en
cuando, agregaba algún comentario a la conversación que
mantenían Mercedes y Sugar, mientras Rachel recorría la cabaña de un lado para otro poniendo orden y quitando el polvo. Observó
a Brittany, en la cocina.
Las rayas blancas que cruzaban los hombros de Brittany y bajaban
por los brazos de su jersey, ponían de relieve la delgadez y la
rigidez de su cuerpo. Los pantalones de esquiar, ceñidos a las
piernas, marcaban la esbelta curva de sus caderas, las largas líneas
de sus muslos y sus pantorrillas. Secaba los platos y los colocaba
en su sitio: estiraba el cuerpo, flexible y grácil, para llegar
a los estantes y, al moverse, su pelo cambiaba de forma. Santana
la observó con placer, disfrutando de su belleza.
Las mujeres se marcharon con gran trajín y acumulación de
material de esquí. Al cerrar la puerta de la cabaña, Rachel le dijo a Santana:
—Cena a las siete. ¿Es un problema?
—En absoluto. Estoy impaciente.
—Mercedes dice que ha preparado algo diferente para esta
noche. Dice que lo encontraremos muy interesante.
Santana condujo despacio por la Autopista 50 hacia Stateline y los casinos y recordó cuándo había descubierto aquel lugar:
durante los tres estimulantes y divertidos días de verano que
había pasado allí con Barbara, cuando compartieron la majestuosidad
de las Sierras y la espléndida belleza del lago Tahoe,
además de la emoción del juego.
Miró a su alrededor con sincero interés: habían pasado cuatro
años desde la última visita. Ella y Noah se habían alojado en un
apartamento frente al lago, a finales de primavera, disfrutando
del aire fresco y puro, de los restos de nieve en las montañas
alfombradas de árboles que rodeaban el lago, de las armoniosas
ondas azules en el agua, justo bajo su ventana. No se había dado
cuenta de que Noah se había aburrido hasta que él puso objeciones
cuando ella quiso volver.
—Las Vegas está más cerca —había dicho él— y es más
divertido.
Llegó al breve tramo de la Autopista 50 que bordeaba la
orilla. Miró a través de los árboles, frenando ligeramente el
coche para saborear el paisaje que se extendía desde el vivo azul
del agua hacia las montañas. Aceleró y se disculpó con la mano
cuando el coche que venía detrás expresó su enfado con un bocinazo.
Entró en el Harrah’s y sonrió cuando la envolvieron los
sonidos familiares del casino: el runrún y las campanillas de las
máquinas tragaperras, el infatigable rumor del juego... Buscó a
Quinn.
A aquella hora, el Harrah’s no estaba demasiado concurrido:
algunos sectores del club estaban desiertos y las mesas de blackNoah
cubiertas aún con fundas de piel. Había tres sectores
abiertos y sólo algunas de las mesas estaban abarrotadas de
jugadores. Santana paseó entre un grupo de mesas de blackNoah,
estudiando a los crupieres, que vestían de blanco y negro: los
hombres, muy elegantes con sus camisas blancas y sus corbatas
negras; las mujeres, con blusas blancas. Todos los crupieres
llevaban placas con sus nombres y mandiles con la palabra
Harrah’s serigrafiada en letras doradas. Adoptaban diversas
posturas de desinterés: algunos repartían cartas con fría indiferencia,
otros hablaban con los clientes de sus mesas, otros
permanecían con los brazos cruzados —sus mesas estaban
vacías— y la mirada en la multitud que circulaba sin cesar por
el casino. Los crupieres de las mesas de crap', en cambio, estaban
en continuo movimiento: se inclinaban para recoger y pagar
apuestas, apilaban fichas tras cada tirada de los dados. Dos
crupieres charlaban en una mesa desierta de crap-. uno de ellos
apilaba en una columna, sin demasiado entusiasmo, fichas negras
de cien dólares; luego derribaba la columna y volvía a apilar las
fichas.
1. Crap. juego de dados.

Santana se detuvo en una mesa de ruleta. Seis jugadores habían
colocado sobre el tablero una generosa cantidad de fichas
brillantes, de distintos colores. El crupier recogía montones de
fichas cada vez que la bola se paraba y, con increíble rapidez, las
amontonaba en pilas de idéntica altura y color. Santana disfrutaba
del espectáculo del juego pero no sentía deseos de jugar. Los
números no se le daban bien y sus conocimientos del juego eran
muy básicos. Uno de los hombres de la mesa ganaba sin parar
y acumulaba enormes montones de fichas de color violeta cada
vez que la bola se paraba. Era alto y atractivo, de pelo rojizo.
Le recordó a Noah. Volvió el dolor y Santana cerró los ojos con
débil rencor. Divisó a Quinn.
Quinn la abrazó y, afectuosamente, Santana le dijo:
—Seguro que ya has jugado más que nadie.
—Ha sido una noche larga —murmuró Quinn. Tenía los
ojos hinchados y la cara pálida.
—¿Has desayunado?
Quinn asintió.
—Llamamos al servicio de habitaciones antes de que Sam se
fuera a su seminario de ventas. Santana, cariño, me alegro de que
hayas venido. ¿Qué tal por la cabaña? Si te aburres mucho, Quinn
te sacará de allí. Rachel y yo tenemos una relación de lo más sincera.
—Sólo las veo por la noche. Y, desde luego, no hay hotel más
bonito. El paisaje...
—Sabía que te gustaría. Hace años, pasé allí un par de
semanas con George, Rachel y sus dos hijos. Perdí cien dólares que
no tenía, pero de verdad que nunca había estado tan a gusto en
ninguna otra parte. Pensé que sería bueno para ti —añadió
Quinn con sencillez.
—Es fantástico. Oye, fiera, vamos a jugar al blackjack.
—Sólo un rato, para hacerte compañía. Quinn no es tan
buena como tú en ese juego, cariño.
—Pero sólo porque Quinn se guía por sus corazonadas. Así
no conseguirás ganar.
—Quinn no tiene suerte, eso es lo que pasa.
Se sentaron a una mesa de blackjack y Santana cambió un billete
de veinte dólares. Frotó con los dedos el fieltro verde de la mesa
y construyó alegremente, invadida por una sensación de
bienestar y entusiasmo, una pila de fichas. Por primera vez en
años, se encontraba en una excursión a los casinos que no tenía
nada que ver con Noah. Estaba allí sola porque quería estar allí.
—Tengo una corazonada —le dijo a Quinn e hizo una
apuesta de diez dólares. Sus dos cartas fueron el as y la sota de
picas.
—No me lo puedo creer —dijo.
—Un aplauso para las corazonadas —sonrió Quinn triunfalmente—.
Tenías que haberlo apostado todo.
.....................................................................................................................................
Diiana regresó a la cabaña poco antes de las siete. Las mujeres
habían cambiado el equipo de esquiar por lo que parecía ser el
atuendo estándar de la cabaña: Mercedes y Danie llevaban, respectivamente,
chándales de color azul y gris; Sugar y Rachel vestían gruesos
jerséis de lana y vaqueros que les hacían bolsas en las caderas.
—¿Dónde está Brittany? —le preguntó a Mercedes.
Mercedes se encogió de hombros.
—En la ducha. Se ha ensuciado, con tanta nieve.
—Veo que todavía no has empeñado el coche —dijo Rachel.
Estaba pinchando los filetes que había en una parrilla portátil.
Santana se acercó a la cocina.
—En realidad, voy ganando unos cincuenta dólares.
—¿A qué juegas? —preguntó Sugar. Estaba preparando una
ensalada.
—No animes a Sugar, que ya ha perdido hasta la camisa —gruñó
Rachel.
—Blackjack —le contestó Santana a Sugar—. Pero he de confesar
que lo gané casi todo al echar veinticinco centavos en una máquina
tragaperras, mientras esperaba a que Quinn se diera por vencida
y nos fuésemos a comer.
—Yo me paso la vida trabajando y tú te limitas a echar veinticinco
centavos.
—Eso es justo lo que me gritó Viv.
—¿Y cómo le va a Viv? —preguntó Rachel, con su risueña
mirada oscura.
—Me temo que perdiendo.
—De una u otra forma, estará bien jodida cuando se vaya de
aquí.
—Rachel... —dijo Sugar, con desaprobación.
—Hola — Brittany entró en la cocina, mientras se abrochaba las
mangas de una camisa de pana, color amarillo pálido, metida dentro
de unos pantalones marrón oscuro, tipo vaqueros. Su piel, con un
color más intenso, resplandecía; las puntas de su cabello, aún
húmedas de la ducha, eran de un rubio ligeramente más oscuro.
—¿Qué tal te lo has pasado?
—Bien —dijo Santana, mirándola con placer—. ¿Y tú?
Mientras charlaban, se acercaron al fuego con sendos vasos
de vino.
—No he esquiado del todo mal —dijo Brittany —. Estoy contenta.
—Lo ha hecho muy bien —dijo Danie.
—Eso quiere decir que he conseguido mantenerme en pie en
algún momento —dijo Brittany, con una sonrisa—. Ha pasado
mucho tiempo desde la última vez. Hoy me he dejado llevar por
mi instinto. Mañana esquiaré con la cabeza y será entonces
cuando me pase el día en el suelo.
Santana disfrutó de la cena, escuchó plácidamente la conversación
sobre pistas de esquí y su estado, estaciones de esquí, ropa de esquí, material de esquí... Después de la cena, ella y Sugar
fregaron los platos. Rachel y Mercedes se sentaron alrededor del
fuego, bebiendo café y jugando a yahtzee1; Brittany, acurrucada en
un sillón, leía un libro de bolsillo.
—A ver, todo el mundo —dijo Mercedes—. Vamos a practicar
algunos juegos de encuentro.
—Por Dios, Mercedes —dijo Danie—, pero si eso pasó de moda
en los sesenta.
—Y una mierda —replicó Mercedes—. Como moda pasajera,
puede que sí. Entre los grupos nudistas y la gente así, puede que
sí. Pero ahora es una herramienta psicológica muy común. Hay
muchísima gente que participa en terapias de grupo. Gente que
quiere experiencias de autorreaRachelación. Los gordos, los pederastas...
hasta los jugadores compulsivos —Mercedes le dedicó a
Santana una sonrisa sarcástica.
—Hemos venido aquí a divertirnos, no a abrir nuestros corazones
—dijo Rachel.
—Pero si no vamos a hacer nada de eso. Esto es divertido,
una técnica para ser más abiertas, para ver cómo nos ven las
demás. Este grupo está muy bien: una mezcla de gente que se
conoce y que no. Eso, en cierta manera, da validez al proceso.
—Bueno, suena bastante interesante —dijo Danie, no muy
convencida.
—¿Qué es exactamente lo que vamos a hacer? —preguntó
ansiosa Sugar, con los ojos muy abiertos.
—Poner en práctica unos cuantos jueguecitos. Pero primero
tenemos que formar un círculo. Explicaré las cosas a medida que
las vayamos haciendo. Rachel, ¿dónde te parece que debe sentarse
cada una?
Santana y Brittany intercambiaron una mirada divertida, causada
por aquella más que evidente manipulación de Rachel.
1 Tahtzee. juego de dados.

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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por Elita Dom Ene 12, 2014 1:41 pm

He de decir que Rachel me cae mal -.-

Pero me gusta la relacion que se eata formando entre Britt y San :3

Espero pronto el prox cap :)
Saludos :*
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por floor.br Dom Ene 12, 2014 8:37 pm

CAPITULO 6
Pero Rachel frunció el ceño.
—¿De verdad queremos hacer esto? ¿Quién quiere hacerlo?
—Parece bastante interesante —dijo Dani, encogiéndose de
hombros—. Por mí, de acuerdo.
—Yo lo probaré durante un rato —dijo Sugar a regañadientes.
—Por mí, también de acuerdo —dijo Santana.
—Por mí también —dijo Brittany.
—Pero primero vamos a beber algo —dijo Rachel—. Para relajarnos.
Santana sirvió vino para ella y para Brittany y, cuando las otras
mujeres regresaron con sus bebidas, Mercedes dijo:
—Ahora nos sentaremos en el suelo junto al fuego, formando
un círculo íntimo y agradable.
—Dani, tú te sientas a mi lado —ordenó Rachel—. Brittany a mi
otro lado... o mejor Santana. No, creo que Brittany, pero Santana se sienta
al lado de Brittany. Y ahora Mercedes. No, Sugar. Ahora Mercedes.
Las mujeres se echaron a reír y se empujaron las unas a las
otras mientras daban vueltas y seguían las confusas instrucciones
de Rachel.
—¡Sentaos, maldita sea! —bramó Rachel.
Cuando el grupo se reunió en un amplio círculo frente al
fuego, Mercedes dijo:
—Rachel será cabecera de círculo y así formaremos bien las
parejas. En primer lugar, le daréis la mano a la persona que está
a vuestra derecha y a la que está a vuestra izquierda.
—Estas cosas, mejor captarlas a la primera —dijo Rachel—. Por
Dios, esto es ridículo. No es nada personal —añadió, volviéndose
hacia Brittany con la mano extendida.
Santana estrechó la mano seca y áspera de Sugar y luego se
volvió hacia Lañe. La mano fría y delgada de Lañe estrechó la
suya con firmeza.
—Hola —dijo Brittany con una sonrisa—. «Soy Nadie. ¿Quién
eres?»
Santana se echó a reír, con satisfacción.
—«¿Eres nadie también?»
—¿Qué es esa tontería? —quiso saber Rachel, con la mirada
oscura alerta, llena de curiosidad.
—Algo que dijo una vez una dama llamada Emily que llevaba
una vida de reclusión —Lañe le sonrió con picardía a Santana.
Mercedes dijo:
—A ver, todas. Coged las manos de la persona que está a
vuestra derecha y miradla a los ojos durante un minuto entero,
sin hablar. Yo os cronometro y luego que alguien me cronometre
a mí.
—Por lo menos, a mí me toca mirar algo bonito —dijo Rachel,
volviéndose hacia Brittany y sosteniéndole las manos—. Tú tendrás
que conformarte con una vieja gruñona como yo.
—Será un placer —dijo Brittany con soltura.
Santana le cogió las manos a Sugar.
—¿Preparadas? Un minuto. Ya.
Los dedos se agitaban en las manos de Santana. Unos ojos
azul pálido miraban directamente a los suyos con una incertidumbre
que fue aumentando a medida que pasaban los
segundos. Santana observó los ojos de Sugar con creciente
simpatía y le sonrió, confiada. Sugar le devolvió la sonrisa:
había timidez en sus ojos, pero se iba desvaneciendo perceptiblemente.
Sus miradas eran cálidas y se apretaban las manos
con fuerza. Mercedes dijo:
—Tiempo.
AnaRachelando sorprendida el pequeño milagro que se había
producido entre ella y Sugar, Santana observó cómo Mercedes
miraba a los ojos a Dani, mientras Rachel las cronometraba. Brittany,
con la mirada en el fuego, parecía desconcertada tras su ex pe
riencia con Rachel.
—Tiempo —dijo Rachel. Santana le cogió las manos a Brittany y las
calentó con las suyas.
—Empezad —dijo Mercedes.
Al principio, Santana sólo vio un color gris-azulado, después
un interés creciente... y después ternura. Brittany abrió más los
ojos, los cerró y luego volvió a abrirlos, lentamente. Santana la
miró y anheló envolver en calidez aquella ternura, quiso rodearla
y protegerla, deseó tomar aquel rostro entre sus manos. Apretó
las manos: trató de transmitir aquel sentimiento a través de la
presión de sus dedos, puesto que estaba segura de que no era
capaz de expresarlo sólo con los ojos.
—Tiempo —dijo Mercedes y Santana descubrió que ella y Brittany
se habían inclinado la una hacia la otra. Santana relajó las manos.
Lañe las sostuvo entre las suyas durante algunos segundos más.
Todavía absorta en la emoción de su experiencia con Brittany,
Santana contempló cómo las expresiones de Mercedes y Sugar se
suavizaban mientras se miraban a los ojos.
—Ha sido maravilloso —murmuró Sugar, cuando Rachel dijo
«Tiempo». Hubo otros murmullos de aprobación.
—Esto demuestra que las personas no se miran realmente
unas a otras —dijo Mercedes—. Ahora nos tocaremos. Os volvéis
hacia la persona que está a vuestra derecha, cerráis los ojos y
tocáis su cara con las manos, los dedos o como prefiráis.
Durante un minuto. Entre las dos, decidid quién empieza a
tocar.
Santana se volvió hacia Sugar y sugirió, dulcemente:
—¿Por qué no me tocas tú a mí primero, Sugar?
—Empezad —dijo Mercedes. Y Sugar, que había cerrado los
ojos con fuerza, rozó con dedos temblorosos la cara de Santana.
Transcurrido el minuto, Santana acarició la piel suave y seca de
la cara de Sugar. Y, más tarde, ambas mujeres sonrieron afectuosamente.
Santana se volvió hacia Brittany. Impulsada por la emoción, dijo:
—Me gustaría tocarte primero.
—Empezad —dijo Mercedes.
Santana cerró los ojos y buscó a Brittany. Unas manos cálidas
cogieron las suyas y las guiaron. Santana trazó el perfil de la cara de Brittany: pasó las yemas de los dedos por la frente y bajó lentamente
hacia los pómulos, disfrutando de aquel tacto suave, liso
y cálido como el de una estatua. Su mente, sin embargo, se
inundó de imágenes del rostro dormido de Brittany, y de sus ojos,
llenos de una ternura casi insoportable, contemplando los suyos.
Santana le sostuvo el rostro entre las manos y le acarició las
sienes con los dedos, hasta que Mercedes dijo «Tiempo».
Fueron entonces los finos dedos de Brittany los que tocaron la
cara de Santana: se detuvieron un momento en su pelo y luego
bajaron muy lentamente hacia su frente, recorriendo las cejas.
Luego, con mucha delicadeza, recorrieron las pestañas, bajaron
hacia las mejillas y rozaron apenas los labios de Santana, deteniéndose
en las comisuras. Santana permaneció sentada, inmóvil,
paraRachelada, abrumada por la ternura de sus caricias y por la
serena belleza de Brittany.
—Tiempo.
Brittany abrió los ojos: parecían grises y desenfocados. Parpadeó
velozmente, como si acabara de despertarse. Entonces miró a
Santana: durante un único segundo, sus ojos coincidieron en un
encuentro tan intenso que Santana lo percibió como una caricia.
Desvió la mirada, sorprendida por lo que acaba de sentir. Y
mientras observaba cómo Dani le acariciaba la cara a Mercedes,
se preguntó si no habría imaginado aquel instante.
—Ya entiendo por qué esto del encuentro tenía tanto éxito
—dijo Dani después, apretándole las manos a Mercedes.
—Puede ser una experiencia intensa —dijo Mercedes, sonriéndole
a Dani—. Algunas de las personas a las que conocí en mi
primer grupo de encuentro fueron a otros grupos. Yo también
fui, tratando de recuperar esta sensación. Hubo gente que fue .1
muchos grupos, como si se hubieran vuelto adictos a la expe
riencia.
—Necesito otra copa, después de tanta proximidad física —dijo
Rachel, poniéndose en pie con dificultad—. Si mis huesos no pueden
sentarse en el suelo, necesito estar bien lubricada.
—¿Un poco más de vino? —le preguntó Brittany a Santana.
—Te acompaño.
—No os refugiéis en el alcohol —aconsejó Mercedes—. Sólo
tenéis que relajaros. Si bebéis demasiado, puede aparecer vuestra
negatividad y distorsionar lo que estamos tratando de hacer
aquí.
Rachel se sirvió una generosa cantidad de bourbon en un vaso
lleno de hielo y regresó al salón. Con una emoción que no fue
capaz de identificar, Santana preguntó en voz baja:
—¿Qué tal lo de mirar a Rachel?
Brittany volvió a llenar sus vasos de vino y sus labios se
curvaron en una fría sonrisa.
—Como dos pistoleros en Dodge City a mediodía.
Santana se echó a reír.
—Yo hubiera dejado que me disparara.
—Yo no —el tono de Brittany era grave, inflexible.
Santana seguía mirándola cuando ambas regresaron al
círculo, junto al fuego, tratando aún de asimilar aquella
frialdad que acababa de descubrir en Lañe Sugartianson. La
imaginó fácilmente en la sala de un tribunal: fría, meticulosa,
competente.
—¿Y ahora qué hacemos, maestro2? —dijo Rachel, alzando su
vaso.
Mercedes apagó un cigarrillo fumado a medias y encendió otro.
—Un juego que se basa en la confianza. Tenemos que
demostrar que somos capaces de confiar en las demás y que se
puede confiar en nosotras. Este juego es físico, o sea, que
tenemos que ponernos en pie y emparejarnos por estatura.
Santana, que era apenas unos centímetros más baja que Brittany,
se quedó junto a ella. Rachel se situó de inmediato junto a su
hermana. Dani ocupó su lugar junto a Mercedes.
Mercedes dijo:
—Os ponéis de espaldas a vuestra compañera, a un metro
más o menos, y os dejáis caer hacia atrás. Tenéis que confiar en
que ella os coja.
—Venga ya —dijo Dani, y se acercó a la mesita de café para
coger su vaso—, eso es facilísimo, Mercedes.
—No te creas —dijo Mercedes. Inhaló con fuerza su recién
encendido cigarrillo—. Es muy difícil, porque a la mayoría de la
gente le cuesta muchísimo confiar en los demás.
—Eso depende de la persona —dijo Sugar—. Yo confío en
Rachel.
—¿Por qué no empiezas tú, entonces?
—¿Yo? —Sugar miró a Mercedes con un leve reproche—.
Bueno, vale —se situó frente a Rachel: inquieta, cambió el peso de
un pie a otro y luego miró por encima del hombro.
—Sin mirar —ordenó Mercedes—. Se trata de que confíes.
—Vale, ya estoy lista —dijo. Sin embargo, vaciló y arrastró
los pies, nerviosa.
—Venga, Sugar —intentó convencerla Rachel—. Si no confías
en mí, ¿en quién vas a confiar? —extendió los brazos.
—A mucha gente no le resulta tan fácil —dijo Mercedes—. Ya
os daréis cuenta cuando lo intentéis.
—Ya estoy lista —cerrando los ojos con fuerza, Sugar se
inclinó hacia atrás y luego se detuvo.
—Estoy aquí, Sugar. Justo detrás de ti.
Con la expresión rígida por el miedo, Sugar se dejó caer hacia
atrás y Rachel la sujetó con un alegre «¡Uuupa!», mientras las otras
mujeres reían y aplaudían.
—¿Qué tal? —preguntó Mercedes, apagando su cigarrillo.
Sacudió el paquete para sacar otro.
Sugar, sonriendo de alivio y con voz trémula, dijo:
—Ha sido difícil, como cuando Rachel y yo éramos pequeñas y
saltábamos desde el pajar.
—Te toca a ti, Rachel —dijo Mercedes—. Confía en Sugar.
Rachel se situó frente a Sugar, plantando firmemente los pies en
el suelo. Con el rostro y el cuerpo muy tensos, se dejó caer en
los brazos de Sugar.
—Confías en mí, ¿verdad, Rachel? —preguntó Sugar con
suavidad.
—No me importa confesarte que estaba un poco nerviosa
—dijo Rachel—, porque peso más que tú —con una mano, le tocó
la cara a su hermana—. Sí, Sugarsie, confío en ti —miró desafiante
a Lañe—. ¿Qué tal si lo intentas tú ahora, valiente? Seguro
que hace falta algo más para asustarte.
—Esto no es ninguna prueba de valor —la interrumpió
Mercedes con voz firme—, sino de confianza —encendió otro cigarrillo.
Santana creyó notar que le temblaban las manos.
Brittany se colocó frente a ella.
—¿Lista por ahí atrás?
—Lista —dijo Santana. Se dispuso a esperarla.
—¿Estás segura de que quieres cogerme? —bromeó Brittany,
que dudaba.
—Puede que sí y puede que no —se burló Santana.
—¿Estás segura de que quieres intentarlo? —la provocó
Rachel.
Santana vio cómo Lañe tensaba los hombros y apretaba los
puños. Después se dejó caer hacia atrás y Santana la sujetó sin
problemas. Le sonrió y sostuvo su esbelto cuerpo durante un
segundo, notando en sus manos la calidez y la suavidad de su
camisa de pana. Luego la dejó caer al suelo de golpe.
—Eso por no confiar en mí.
Brittany se quedó en el suelo, riendo. Las otras mujeres se
echaron a reír a carcajadas. Santana, que sonreía, le tendió las
manos a Brittany y la ayudó a ponerse en pie.
Lañe se colocó detrás de Santana.
—Ahora me toca a mí cogerte. Y eso sí que requiere auténtico
valor —añadió, con una risa falsamente amenazadora—.
¿Crees que puedes confiar en mí?


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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por monica.santander Dom Ene 12, 2014 9:16 pm

Jajaja que buenos ejercicios!!!
Saludos
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por raxel_vale Dom Ene 12, 2014 10:39 pm

me gusta esta historia :)
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por Elita Lun Ene 13, 2014 11:59 am

Buen cap, cada vez se conocen mas :)

Saludos :*
Elita
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por floor.br Lun Ene 13, 2014 3:30 pm

BUENO ESTE CAP SE BASA MAS EN UNA CHARLA DE MUJERES..DEJENME DECIRLES QUE ENCIMA QUE RECHAEL ES INSOPORTABLE,SUMENLE QUE MIENTRAS HABLAN ELLA CADA VEZ ESTA MAS BORRACHA..
GRACIAS X COMENTAR BSS
 Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL 918367557 

CAPITULO 7
—Ahora me toca a mí cogerte. Y eso sí que requiere auténtico
valor —añadió, con una risa falsamente amenazadora—.
¿Crees que puedes confiar en mí?

—Sí —dijo Santana, con absoluta seguridad, y dejó caer su
cuerpo en los brazos de Brittany —. Recuerda —le sonrió—, vengarse
es muy feo.
—Tenías tanta confianza en mí que casi me pillas desprevenida
—dijo Brittany con dulzura, ayudándola a incorporarse.
Dani se dejó caer despreocupadamente en los brazos de
Mercedes y después Mercedes se colocó frente a Dani. Dio varias
caladas a su cigarrillo, lo intentó muchas veces, se tambaleó
hacia atrás y hacia delante con los ojos cerrados y su cuerpo
delgado en tensión. Las mujeres intentaron convencerla, se
burlaron, la provocaron, la animaron.
—No puedo —dijo ella al fin—. Mierda, no puedo. Nunca
consigo hacerlo. Lo he intentado miles de veces.
—¿Y si me pongo yo detrás de ti? —dijo Rachel—. Soy lo
bastante grande y fuerte como para coger a King Kong.
—No es eso —dijo Mercedes, con un suspiro—. Sencillamente,
no puedo hacerlo. Pasemos a otra cosa —apagó su cigarrillo en
una humeante montaña de colillas y ceniza.
El grupo volvió a formar un círculo alrededor del fuego.
Mercedes dijo:
—Lo que vamos a hacer ahora es decidir qué animal representa
cada una de nosotras.
Rachel resopló y cogió su vaso de bourbon. Dani parecía
confusa.
—Pensad en ello —dijo Mercedes—. Si lo pensáis bien, cada
una de nosotras os recordará a un animal. Empezaremos por mí.
¿A qué animal os recuerdo?
Las mujeres guardaban silencio y pensaban, mientras examinaban
a Mercedes. Lentamente, Brittany dijo:
—Puede que a una jirafa. A mí —prosiguió, a pesar de las
risas de Rachel— me parece que siempre están buscando algo, que
siempre muestran curiosidad por todo, siempre están mirando .1
su alrededor para descubrir cosas nuevas.
Mercedes asintió, con expresión compungida.

—Uno de los grupos en los que estuve también dijo jirafa.
El otro dijo flamenco.
—Lo de flamenco está muy bien —dijo pensativamente Rachel,
estudiando a Mercedes.
Mercedes se movió inquieta bajo la mirada de Rachel.
—Ahora tú, Rachel.
—Yo creo que Rachel es una osa —dijo Sugar—. Fuerte y autosuficiente.
Sé que si alguien hiciera daño a sus hijos lo perseguiría,
lo mismo que haría una osa por sus cachorros.
Rachel bebió un trago de su bourbon y luego, en un tono neutro,
dijo:
—Lo mataría. Mis hijos lo son todo para mí, especialmente
ahora.
—Oso está bien —dijo Brittany —. Yo creo que elefante también.
Básicamente, por los mismos motivos: fuerza, dominio, la necesidad
de controlar el territorio.
—¿Es que nadie va a pensar en un animal que no se parezca
a mí en el peso? —se quejó Rachel, de buen humor.
Mage dijo:
— Brittany, parece que tienes un instinto especial para esto.
Ahora le toca a Santana.
Atormentada por su timidez, Santana miró hacia el suelo mientras
las otras mujeres la observaban.
—Creo que es una gama —dijo Sugar—. Es dulce y mansa.
—Sí, pero no parece indefensa —dijo Mercedes—. Tal vez una
cierva en lugar de una gama.
—Yo creo que es una gata —dijo Dani, con su voz suave y
tímida—. Es un animal dulce y manso.
—Sí, pero no del todo —dijo Rachel—. Yo creo que Sugar sí es
una gata.
—Una gata salvaje es más apropiado para Santana —dijo
Brittany—. Las cualidades femeninas combinan con la fuerza.
—No hace mucho, vi un jaguar en Reino animal —dijo Sugar—.
Son encantadores.


—Jaguar me gusta —dijo Brittany.
—Yo estoy de acuerdo con Rachel en que Sugar es una gata —dijo
Mercedes.
—Yo también —dijo Santana, aliviada cuando las demás
dejaron de prestarle atención.
—Una gatita atigrada, espero —dijo Sugar.
—Claro, ¿por qué no? —Rachel le sonrió a su hermana—. ¿Y
Brittany? ¿Qué animal es?
—Un águila —dijo Santana de inmediato.
—¡Qué elección tan rara! —exclamó Sugar.
Dani extendió los brazos.
—Las águilas son unos pájaros adorables, fuertes y nobles.
—Independientes y libres —dijo Santana, molesta por los
gestos teatrales de Dani.
—Y solitarios —añadió Mercedes—. Solitarios allí arriba, en
sus rocas, contemplando el mundo.
—Me hacéis parecer tremendamente romántica —dijo Brittany.
—Las águilas tienen garras —dijo Rachel bruscamente—. Se
lanzan en picado a coger lo que quieren.
—Ya no parezco tan romántica —dijo Brittany, obsequiando a
Rachel con una sonrisa indulgente.
—Ahora Dani —sugirió Santana, que ahora estaba molesta
con Rachel.
—Yo creo que Dani es una gama. No, una cierva —dijo
Mercedes.
—Decididamente, parece un poco vulnerable —dijo Brittany.
—Yo también creo que es una cierva —dijo Rachel—. El
elefante quiere jugar a otra cosa. ¿Qué toca ahora, Mercedes?
—Vamos a elegir la palabra que mejor resuma y describa ¡i
cada una. Vamos a empezar por... a ver... Brittany. De una en una,
empezando por su derecha. Santana, ¿qué piensas en general «le
Brittany, en una palabra?
Tras unos momentos de concentración, Santana dijo:
—Amable y sensible.

—Humm... —dijo Rachel, cogiendo su vaso.
—Una palabra —le dijo Mercedes a Santana.
—Es difícil elegir. Creo que... Sensible. Sugiere amabilidad.
—A mí no me lo parece en absoluto —Rachel, desafiante,
observó a Santana con sus ojos oscuros.
—Bueno, es mi... —dijo Santana con frialdad.
—Escucharemos tu opinión en un minuto, Rachel —dijo Mercedes,
conciliadora—. ¿Sugar?
—Estoy buscando una palabra que signifique que cuesta
conocerla o acercarse a ella —reflexionó Sugar—. ¿Distante?
¿Misteriosa? Creo que misteriosa.
—Eso está mucho mejor —dijo Rachel, asintiendo y cruzando
los brazos.
Mercedes le dedicó a Rachel una mirada recriminatoria.
—Me toca a mí —pensativa, observó a Brittany durante algunos
segundos—. Hay algo en el guión de tu vida que te domina,
pero creo que la palabra que elijo es entregada.
Brittany le sonrió.
—Entregada suena mucho mejor que dominada.
Con sosegado énfasis, Mercedes dijo:
—Aún así, eso te sigue dominando.
Dani susurró:
—Creo que yo elegiría lejana para definir a Brittany —estaba
sentada con las piernas cruzadas y tenía la mirada fija en su
propia mano, que pelRachelcaba el tejido de su sudadera.
—Y yo diría fría —dijo Rachel—. ¿Lo ves, Santana? La persona
que tú ves es muy distinta a la que vemos nosotras.
Santana se tragó una áspera réplica, puesto que no deseaba
seguir con aquella discusión: le desagradaba profundamente la
perspectiva de discutir sobre Brittany con Rachel o cualquier otra de
las mujeres.
—Yo veo lo que veo —dijo con voz firme.
—Me siento como si fuera el tema de un anuncio de la tele
—dijo Brittany. En su voz no había emoción alguna.

Mercedes dijo:
—Por si te sirve de algo, todas excepto Santana, te hemos
descrito más bien como una persona que se muestra... distante.
Brittany se inclinó hacia atrás despreocupadamente, con las
piernas extendidas y las manos apoyadas en la moqueta. Sonrió
a las otras mujeres.
—Tendré que esforzarme para conseguir que la opinión
discrepante de Santana coincida con la vuestra.
—Dura. Muy dura —dijo Rachel, alzando su vaso en un brindis.
Mercedes miró fijamente a Rachel.
—Santana es la siguiente. Sugar, descríbela en una palabra.
—Eso es fácil. Dulce. Santana es dulce.
Observando a Santana, Mercedes reflexionó:
—Es dulce, Sugar, pero de una forma anticuada. La clase de
mujer con la que quieren casarse los hombres. Guapa, buen tipo.
Una chica igual que la chica con la que se casó nuestro querido
padre. Yo diría encantadora.
Asustada, desconcertada e incómoda ante las miradas apreciativas
del grupo, Santana se echó a reír con cierto nerviosismo.
—Yo diría dulce —dijo Dani—. Me gusta la palabra de
Sugar.
—Yo estoy de acuerdo con lo de encantadora —dijo Rachel—,
pero para mí las personas encantadoras son aburridas y ella no
es aburrida —miró a Santana pensativamente, con los ojos entornados—.
No la conozco demasiado bien, pero por lo que he visto
y oído, yo diría que es honesta. Percibo en ella un fuerte sentido
de la honestidad.
—Estoy de acuerdo con todas vuestras palabras, especialmente
con honesta —dijo Brittany. Estaba sentada con una pierna
doblada: una de sus manos reposaba sobre la rodilla y tenía la
mirada perdida en el fuego—. La palabra que yo elegiría es...
cariñosa.
—Santana, parece que has causado muy buena impresión —dijo
Mercedes, con las cejas alzadas.

—Lo que pasa es que he tenido suerte porque ninguna de
vosotras me conoce bien —murmuró Santana, roja de vergüenza.
Escuchó sólo a medias mientras el juego seguía adelante. Ya
había decidido que la palabra para Sugar era tímida, Mercedes
podía describirse como perspicaz, Dani como sencilla y Rachel
como fuerte. Observó a Brittany, dándole vueltas en su mente a la
disparidad entre su propia opinión y la de las otras mujeres. La
tranquiRachelaba saber que su apreciación de Brittany como una mujer
cariñosa, aunque complicada, era correcta, pero también sentía
cierta curiosidad. Brittany había llegado a la cabaña tan sólo dos
horas antes que ella: las demás no habían tenido tiempo para
formarse una opinión mucho más fundada que la suya, pero lo
sorprendente era la aparente falta de interés de Brittany respecto a
aquella opinión. ¿Tal vez era la extensión de una conducta adoptada
por motivos profesionales? ¿Una máscara para ocultar
cualidades suyas que podían interpretarse como debilidad... una
defensa construida deliberadamente? Y, sin embargo, se había
mostrado a Santana tal y como era desde su primer encuentro
frente al fuego. Aquello no podía haber sido casual. Tal vez se
sentía segura con una mujer que pronto regresaría a Los
Ángeles y a la cual probablemente no volvería a ver jamás.
—¿Qué más has pBrittanyado, Mercedes? —preguntó Rachel.
—Unos cuantos halagos. Empezaremos por ti y nos moveremos
hacia tu izquierda. Dile al grupo qué es lo que te gusta
de Dani.
—Su generosidad —-dijo Rachel de inmediato y bebió un largo
trago de bourbon—. Dani será una plasta, pero le daría a cualquiera
hasta la camisa, si hace falta.
Dani sonrió.
—Y si es un hombre, hasta el sujetador.
—Te toca, Dani —dijo Mercedes, mientras Dani miraba fijamente
a Rachel y su sonrisa se desvanecía—, ¿Hay algo de mí que
te guste?
Dani suspiró y miró a Mercedes.

—Claro. Muchas cosas. Te interesan las ideas nuevas y eres
divertida. Tienes un sentido del humor cáustico y eso me gusta.
—Rachel tiene razón, eres una persona generosa —dijo Mercedes—.
Lo que me gusta de Sugar es que tiene un gran corazón. Es buena
persona por naturaleza.
—Oh, Mercedes, eso que has dicho ha sido muy bonito —Sugar
se volvió hacia Santana y, con voz entrecortada, dijo—: Es una
chica encantadora, eso es lo que me gusta de Santana. Es tan dulce
y amable... si tuviera una hija me gustaría que fuera como ella.
Santana, conmovida, miró a Sugar: los ojos se le humedecieron.
Sugar no tenía más de cuarenta y pocos años, pero ya era posible
ver en ella a una anciana solitaria. Santana le tomó una mano a
Sugar y se la apretó.
Se aclaró la garganta y miró a Brittany.
-—Lo que me gusta de Brittany es que sabe apreciar su vida y
que quiere que su vida tenga sentido.
—Unos sentimientos muy elevados —dijo Rachel—. ¿Qué quiere
decir todo eso? —apuró el resto de su bourbon.
—Gracias —le dijo Brittany a Santana—. Lo que me gusta de Rachel
es su fuerza y su confianza. Son cualidades muy poco frecuentes.
La mayoría de las personas se muestran muy inseguras a la hora
de expresarse como individuos.
Hasta una mujer tan beligerante como ella tiene que
quedarse desarmada ante un cumplido así, pensó Santana.
—Excepto tú y yo, ¿verdad, nena? —dijo Rachel con desdén.
Brittany no contestó. Santana estaba perpleja ante la hostilidad de
Rachel.
—¿Alguien, aparte de mí, quiere beber algo? —Rachel se puso
en pie con dificultad—. Se me ha dormido el culo. Que alguien
le eche un tronco al fuego.
Rachel y Sugar fueron a la cocina, Mercedes y Dani al baño.
—¿Quieres más vino? —preguntó Santana, mientras Brittany
escogía un tronco.
—No, todavía me queda bastante, gracias.

—¿Qué le pasa? —Santana inclinó la cabeza en dirección a la
cocina.
Brittany tiró el tronco al fuego y lo empujó con el atizador para
enderezarlo.
—El bourbon, probablemente. No te preocupes.
—¿Alguien quiere maría? —Mercedes estaba hurgando en su
monedero.
—¿Tienes maría? —Rachel había regresado de la cocina—. ¿Y
a qué estabas esperando para sacarla?
—No tengo mucha. Y vamos a pasar aquí toda la semana.
—Y bien —preguntó Rachel, sentándose y observando detenidamente
a Brittany—, ¿qué es lo que opina nuestra querida abogada
de la maría?
—La simple posesión de marihuana es un delito menor en el
estado de California.
—¿Y eso quiere decir que te mandan a la cámara de gas?
Brittany sonrió.
—Sólo si matas a alguien mientras te la estás fumando.
Mercedes encendió un porro y se lo pasó a Sugar. Para sorpresa
de Santana, Sugar le dio una larga calada y se lo pasó, al tiempo
que trataba de justificarse.
—Toda la gente que conozco en San Francisco fuma. Al final
lo probé y tengo que admitir que me gusta más que el alcohol.
Santana le pasó el porro a Brittany, que se lo dio a Rachel. Rachel dijo,
con amabilidad:
—¿No queréis probarlo, chicas?
—A mí me atonta y me da sueño —dijo Santana.
—Yo prefiero el vino.
Rachel le dio una larga calada, inhaló con fuerza.
—En mi opinión, nuestra querida abogada no quiere violar
las leyes. No sé si os habéis dado cuenta, pero no fuma, no bebe,
no dice tacos... Pero supongo que no eres tan puritana que ni
siquiera follas. ¿O sí, querida?
—No —dijo Brittany con calma.

—Seguro que no paras de follar. Debes de follar como una
loca.
—Rachel, vale ya —dijo Sugar—. Estás siendo muy desagradable.
Absolutamente desagradable, y sin motivo.
Rachel le sonrió a su hermana.
—Lo último que pretendo es ser desagradable con la buena
de Brittany. Diminutivo de Mar-Brittany —prosiguió, alargando el
nombre—, tocaya de otra rubia explosiva, bastante más vieja.
Mercedes, ¿qué hacemos ahora, guapa?
La mirada de Mercedes, cautelosa, iba de Brittany a Rachel.
—Bueno, ahora tenemos que devolver los halagos que hemos
recibido con algo negativo. Tenéis que hablar con la persona
que acaba de decir algo bonito sobre vosotras y mencionar algo
que os gustaría que esa persona cambiara, algo que os parezca
negativo. Lo discutiremos en grupo, para ver si estamos de
acuerdo o no.
—Esto va a ser muy interesante —dijo Rachel.
—Empezaremos por... eh... Santana.
—Bueno —dijo Santana con prudencia, mientras los ojos azul
pálido de Sugar la examinaban ansiosamente—, me gustaría que
Sugar fuera más tolerante con los demás... más comprensiva
con... las experiencias vitales que hacen que la gente... sea
distinta de ella y de las cosas que ella conoce.
—Estoy totalmente de acuerdo con eso —dijo Mercedes, inhalando
con fuerza y pasándole el porro a Dani—. Y lo has
expresado muy bien. Cada uno vive según el guión que le toca
vivir y tendríamos que hacer un esfuerzo para entender eso.
Dani inhaló y dijo:
—La gente tendría que tener más fe y creer más en los
demás.
—Tonterías —dijo Rachel, rechazando el porro con un gesto de
la mano y recuperando su bourbon—. Y tampoco es que ahora
esté defendiendo a mi hermana. Por Dios, sois una pandilla de
ingenuas. ¿Cuál es la diferencia entre ser tolerante y tener

criterio propio? Tú sí que podrías tener un poco más de criterio,
Dani. Crees en los demás, pero lo único que hacen los demás
es joderte. Joderte todo lo que pueden y darte por el culo.
—¡Rachel! —protestó Sugar.
—Hay personas que no merecen ninguna confianza —dijo
Dani con dignidad—. Hay personas que se limitan a obtener lo
que quieren y a tirar lo que no quieren, como si fuera una piel
de plátano. Pero ese es su pecado, no el mío.
—Estás siendo intolerante —dijo Rachel con aires de suficiencia.
—Se puede juzgar sin condenar —dijo Santana, con irritación—,
eso es lo único que quería decir. Tenemos que juzgar
constantemente a las personas, pero se puede juzgar y no es
necesario ser tan rígido, no es necesario tener una mente tan
cerrada que no te permita adaptar tus opiniones a medida que
aprendes y maduras.
—Eso no es adaptarse, eso es ceder. Ceder ante tus propios
principios.
—Lo dudo —dijo Santana mordazmente.
—Los tiempos han cambiado —dijo Sugar con gravedad— y
es difícil adaptarse. La gente habla de cosas... la gente hace cosas
de las cuales nosotras ni siquiera nos atrevíamos a murmurar
cuando éramos jóvenes.
Mercedes dijo:
—Te limitas a seguir el guión que te ha tocado vivir, Sugar.
No eres capaz de apartarte de él, por mucho que quieras. Ni tú
ni Rachel —encendió otro porro.
—Tonterías —Rachel bebió otro largo trago de su vaso—. Tú
y tus guiones de mierda. Yo hago lo que me da la gana, no lo
que un psiquiatra chiflado dice que estoy programada para
hacer. Eso es basura. Eso son tonterías.
—Rachel —dijo Sugar—, por favor —continuó con voz suplicante—.
Mercedes... Rachel y yo somos totalmente distintas. Nos
educaron de una forma muy estricta, ¿sabes? Mamá siempre
decía que a la vida le teníamos que exigir el máximo, y no

conformarnos con menos de lo que nos correspondía. Nos marcó
unas expectativas muy altas. Pero Rachel siguió un camino y yo
seguí otro.
—Puedes interpretar de diferentes maneras las instrucciones
de tu guión —Mercedes se apartó el pelo de la cara con los dedos,
rígidos y manchados de nicotina—, pero no por eso deja de ser
un guión.
Rachel le lanzó una mirada a Mercedes, que volvió a inhalar el
porro que le había pasado Dani. Santana, amablemente, le
preguntó a Sugar:
—¿Por qué razón no te casaste? Habrías sido una madre
excelente.
—Me encantan los niños —susurró Sugar—. Sencillamente...
no encontré a la persona adecuada. Tuve muchas oportunidades
pero ninguno... fue el mejor... el más adecuado.
—El típico guión de nunca-es-lo-bastante-bueno —dijo
Mercedes, asintiendo—. Te comportas como dice tu guión, hablas
como dice tu guión.
—Gilipolleces —gruñó Rachel.
—Bueno, yo creo que Santana tiene algo de razón en lo que
dice —dijo Sugar—. Tal vez he sido demasiado inflexible. Pero
ahora ya es demasiado tarde para cambiar las cosas.
Brittany había permanecido sentada en silencio, bebiendo vino.
Dijo:
—No lo es, Sugar. No si lo deseas de verdad.
—Para ti es muy fácil decir eso —dijo Rachel—. ¿Cuántos años
tienes?
—Veintiseis.
—Yo tengo veintiocho y Sugar tiene veinticinco.
Ni tenemos tu carita bonita ni podemos lucir un cuerpo como el
tuyo. Si yo tuviera un cuerpo como el tuyo, no lo iría regalando
por ahí, ni tampoco sería abogada —suavemente, Rachel cogió lina
colilla que se había consumido entre los dedos de Sugar y la
aplastó en el cenicero—. Qué coño, tendría mi propio negocio.

A cien dólares por noche, me sacaría treinta y seis mil
quinientos al año. Primas aparte.
Las mujeres, incluida Brittany, estallaron en carcajadas.
—Pues claro —dijo Rachel, mirando a Brittany —, yo tampoco paro
de follar.
Brittany le devolvió la mirada.
—Me alegro por ti.
—Dura —dijo Rachel, sonriéndole—, pero que muy dura.
Brittany se volvió hacia Sugar.
—Tampoco se es tan joven a los treinta y dos... pero es
cierto que Rachel y tú tenéis más experiencia que yo en esta vida.
Pero hasta que nos volvamos seniles, seremos capaces de tomar
decisiones importantes respecto a nuestras vidas. Es lo que hace
la gente y hay ejemplos de todo tipo.
—Lo único que yo quería hacer era follar con mi marido
—dijo Rachel.
—Rachel siempre estuvo muy segura de lo que quería —dijo
Sugar, dirigiendo la mirada hacia el fuego—. Siempre tan sincera,
tan segura, tan consciente de sus necesidades. Yo siempre fui más
romántica. Jamás conocí a un hombre que deseara besarme sin
querer pasar a lo otro, ya me entendéis, enseguida. Los hombres
no entienden nada. No saben qué quieren las mujeres, no saben
lo mucho que nos gusta besar.
—A algunas -—dijo Rachel—. A mí no. A mí lo que me excita
no es que me besen a la luz de la luna.
—A muchas —dijo Brittany —. A mí sí. Pero no todos los
hombres son así, Sugar. Con algunos no vale la pena ni molestarse
en averiguarlo, pero no todos son así.
Rachel le lanzó una mirada y Santana, que se sintió obligada a
defender a Sugar y a Brittany, se apresuró a decir:
—A mí también.
—Yo estoy completamente de acuedo —dijo Dani—. Besar
es maravilloso. Con un beso, le puedes decir a alguien todo lo
que piensas, todo lo que sientes.
66
En voz baja, Brittany citó:
Hablamos de nosotros entre nosotros
Aunque ninguno de nosotros hablara...
—Escrito por un sordomudo —se burló Rachel.
Todas las mujeres se echaron a reír, excepto Dani que
encendió otro porro y dijo con tristeza.
—La verdad es que es imposible saber qué clase de imbécil
te vas a encontrar en la cama. De verdad, hay hombres que son
unos auténticos brutos.
—Cierto —dijo Brittany —, totalmente cierto.
Mercedes prosiguió, en tono ofendido.
—Se creen que no somos más que un par de pechos y una
vagina.
Mercedes dijo:
—La vagina ya no se lleva. Ahora se lleva el clítoris.
—Pero qué dices —dijo Rachel—. Mi canción favorita es Great
balls of Fire*. A mí dadme una polla bien tiesa.
—¿Ves a qué me refiero? —le dijo Sugar a Santana—. La gente
dice cosas increíbles hoy en día.
—Algunos hombres ni siquiera saben qué es el clítoris —se
quejó Dani—, por no hablar ya de dónde está.
—Yo tendría que ponerle un cartel al mío —dijo Mercedes—.
No doblar, retorcer ni mutilar. Artie me lo aprieta como si
estuviera llamando al timbre de la puerta. Artie es mi marido
—le explicó a Santana, que no podía contener la risa.
—¿Y por qué no se lo explicas a ese hijo de puta? —dijo Rachel,
con indiferencia. Bebió un trago de bourbon y le dio una rápida
calada al porro de Dani.
4, Great Balls of Fire. título de una canción de Jerry Lee Lewis, traducida en España como Gran
Bola de Fuego. En inglés, igual que ‘bolas’ en español, la palabra balls puede significar "testículos",
De ahí la broma de Rachel. (N. de la T.)

—Parece mentira que me digas eso. Hablarle a un hombre de
sexo es como pisar un escorpión. Y además, ya se lo dicho mil
veces, pero sigue haciendo lo mismo. Yo pego saltos de dolor y
él cree que se trata de frenesí sexual.
Ignorando las risas de las mujeres, Sugar dijo:
—A mí me parece que tú te arriesgas demasiado, Dani. Ese
bar de solteros al que vas... corres demasiados riesgos.
—Eso es una tontería, Sugar. No todas estamos buscando al
señor Goodbar3 —Dani se apartó los rizos rubios que le caían
sobre la cara—. Yo solía pensar que mamá y papá eran raros porque
siempre iban a aquella taberna, pero ahora lo entiendo. Allí tenían
amigos a los que apreciaban. Los bares de solteros no son tan horribles
como la gente cree. Son como... clubes. Conoces a gente, hasta
coges cariño a algunas personas. Es cosa tuya cómo termine la
historia, igual que en cualquier otro bar —su voz apagada se desvanecía—.
El sexo lo puedes encontrar en cualquier parte...
Mercedes dijo:
—Está en tu guión. Tus padres iban a sitios como ese y crees
que te han ordenado que hagas lo mismo.
—Dios mío —dijo Rachel, poniendo los ojos en blanco—. Guiones.
Necesito otra copa —se puso en pie—. Guiones, guiones, guiones
—murmuró, mientras desfilaba hacia la cocina.
—No es una gran idea ir de aventura en aventura, Dani
—dijo Sugar—. ¿Cómo sabrás cuál de esas aventuras es tu
verdadera historia de amor?
Brittany dijo:
—La gente suele confundir con el verdadero amor algo que
no tendría que haber pasado de aventura.
—Brittany tiene razón —asintió Dani enérgicamente—. Ya
3 Dani hace una referencia a la película Looking for Mr. Goodbar (1977), dirigida por Richard
Brooks. La protagonista, Diane Keaton, es profesora de día, pero de noche se dedica
a recorrer bares de solteros. (N. de la T.)

veis cuántas parejas se divorcian, ¿no?
—La gente debería ser capaz de controlar esos entretenimientos
pasajeros... —dijo Brittany, sonriéndole a Dani.
—Pero... ¿tantos? —dijo Sugar, sin demasiada convicción.
—Los entretenimientos pasajeros no tienen nada que ver con
las verdaderas historias de amor —dijo Brittany.
—Pero esos entretenimientos pasajeros —dijo Santana, a quien
le desagradaba el término— son muy superficiales.
—Eso es lo que se supone que han de ser —dijo Brittany—. No
deberíamos darles ninguna trascendencia.
—Continuemos —dijo Mercedes—. Te toca a ti, Sugar. ¿Qué es
lo que te gustaría que yo cambiara de mí?
—Bueno... en realidad, nada. Bueno, puede que... lo que pasa
es que es difícil hacerse una imagen real de ti. Tienes un montón
de opiniones e ideas y mucho entusiasmo por las cosas que te
interesan, pero no estoy muy segura de saber quién es la verdadera
Mercedes. ¿Tiene algún sentido lo que digo?
Mercedes dio una última calada a la minúscula colilla de un
porro y lo apagó. Como nadie hablaba, encendió otro.
—¿Alguien está de acuerdo con eso? ¿Lo has oído, Rachel?
Rachel regresó a su sitio en el círculo: llevaba en la mano un
vaso lleno de bourbon en el que flotaba un único cubito de hielo.
—Lo he oído. Y ya que me lo preguntas, pues sí. A veces me
dan ganas de sacudirte hasta que te tiemblen los dientes y
aparezca la verdadera Mercedes —bebió un trago de su bourbon—.
Vas de idea chiflada en idea chiflada y cada vez estás segura de
haber descubierto la verdad eterna. Y luego, una semana o un
mes después, descubres otra verdad eterna.
—Y yo creo cada vez que por fin la he encontrado —dijo
Mercedes con voz apagada. Bajó la vista hacia el suelo—. Que tal
vez hay... respuestas.
—Tienes muchas cosas buenas, estoy segura —dijo Dani ,
pero a veces me recuerdas a esas mujeres del sur de California,

que son insoportablemente superficiales. No te ofendas —añadió
para Santana.
—Tenemos muchas de esas —dijo Santana, pensando con aspereza
que aquella mujer del norte de California, que saltaba de
relación en relación, no era la más indicada para hablar.
Mercedes dijo:
—No puedo cambiar mi... —vio la expresión en el rostro de
Rachel y corrigió sus palabras—. No estoy segura de cómo... No sé
cómo cambiar eso.
—Vive tu vida en lugar de pasarte el rato observándola y
anaRachelándola. ¿Dónde está Artie esta noche? —preguntó bruscamente
Rachel.
Mercedes parpadeó, sorprendida.
—Supongo que en casa o jugando a cartas con sus amigos.
—¿Y cómo es que te ha permitido venir a pasar una semana
aquí tú sola?
—Rachel —dijo Mercedes, apartándose el pelo de la cara—, Rachel,
sabes muy bien que cada uno tiene su propio espacio.
—Claro. Claro, Mercedes. ¿Le engañas?
—Por supuesto que no. Sabes que no.
—¿Y Artie a ti?
—No necesito tenerlo a mi lado cada minuto de mi vida.
Acordamos que cada uno necesitaba tener su propio espacio,
para resultarle más interesante al otro. Yo confío en él —Mercedes
se pasó las uñas por el pelo.
—Y una mierda —dijo Rachel—. Ni siquiera podías confiar en
nosotras para que te cogiéramos.
—¿Cuánto tiempo llevas casada, Mercedes? —preguntó Brittany,
con voz tranquila.
—Doce años —respondió Mercedes en un susurro.
—A mí no me parece que un acuerdo de ese tipo sea un
problema en un matrimonio largo y estable.
—¿Ah, no? —dijo Rachel, con gran sarcasmo—. ¿Cuánto ha
durado tu relación más larga con un hombre, señorita
Pierce?

—Dos años.
—Ah, y eso te convierte en una experta —se volvió hacia
Mercedes—. Yo no sé de quién fue idea esa gilipollez de tener
espacios propios, pero cuando amas a alguien, quieres compartir
con esa persona todas las cosas importantes, y todo es importante.
Por el amor de Dios, ¿cuántos años más vas a desperdiciar
con esa pandilla de idiotas y fanáticos de las modas
pasajeras? Ellos son los que no tienen a nadie, ese es su
problema. Tener un espacio propio... y una mierda. Yo le diría a
Artie que ya no necesito más espacio propio, que ya tengo todo
el que quiero.
Casi inaudiblemente, Mercedes dijo:
—No sé... cómo reaccionaría Artie.
—Ah. Y ahí está el problema, ¿verdad, Mercedes? —Rachel bebió
un largo trago de bourbon—. Que lo descubrirías, ¿verdad? Y esa
respuesta nunca la encontrarás ni en la astrología ni en las religiones
orientales. Yo le diría que basta ya de tanto espacio propio,
que más le vale que tenga bastante contigo o le romperás los
huevos.
—Ese es tu estilo, no el mío.
Yo tampoco podría adoptar ese estilo, pensó Santana.
—Tienes que luchar por lo que amas, por lo que es tuyo.
Yo jamás he luchado por nada, pensó Santana.
—Tú perdiste —dijo Mercedes muy despacio, deliberadamente.
—¡Pero por lo menos yo luché, maldita sea!
—Podrías haber ganado sin necesidad de luchar. Finn tal
vez no se habría marchado si tú le hubieras dado la espalda
durante un tiempo.
—A lo mejor no. A lo mejor no. O a lo mejor me habría roto
el culo a mí también, igual que a... —guardó silencio, mientras
observaba a Mercedes: sus ojos oscuros brillaban. Después prosiguió,
en tono bajo y cruel—. ¿Qué tal te sienta, Mercedes, que te
lo restregue por las narices? ¿Cómo permites que te la meta, si

sabes que también se la mete a todas las tías que puede?
—Cuando amas a alguien lo bastante...
Yo nunca he podido amar a nadie lo bastante, pensó Santana.
—Mierda, Mercedes —de repente, la voz de Rachel parecía triste,
cansada—. Si lo que tú le ofreces no es suficiente para él, que
se joda. No vale la pena.
—Yo tengo a Artie y no me importa en qué condiciones.
Cualquier día de estos envejecerá. Conmigo.
Dios mío, pensó Santana, mientras se le hacía un nudo en el
estómago.
—Continuemos —dijo Mercedes en voz baja—. Me toca hacer
mi declaración sobre Dani.
—¿Seguro que es buena idea seguir con esto? —dijo Brittany
suavemente.
—¿Por qué no? —dijo Rachel con agresividad—. No te corresponde
a ti decidir si esto nos resulta útil a las demás o no.
Santana ya no podía detectar el olor intenso del fuego: la
cabaña apestaba con el aroma dulzón de la marihuana.
—Cuando hayamos trabajado los aspectos negativos,
surgirán los positivos —dijo Mercedes. Su voz sonaba cansada:
tenía la cara pálida y marcada por la fatiga—. Dani —dijo,
volviéndose hacia ella—, me gustaría que te mostraras
menos ingenua con la gente. Crees que todo el mundo es
honesto y bueno y eso no es cierto. Por tu propio bien, me
gustaría que enfocaras tus relaciones con algo más de escepticismo.
—Lo que quiere decir Mercedes —dijo Rachel con voz grave— es
que tendrías que quitarte el cartel de folíame y luego dame la
patada —se tambaleó, pero recuperó el equilibrio. Santana se dio
cuenta de que estaba borracha.
—Os equivocáis, las dos —dijo Dani—. Soy muy escéptica.
Cuando te han hecho tanto daño como a mí... Pero cada vez que
conozco a alguien que parece agradable hago lo mismo que tú,
Mercedes. Pienso que esta vez será diferente. Y, durante un

tiempo, la cosa va realmente bien. Pero luego cambia y yo no
puedo evitar que se convierta en algo... horrible.
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por monica.santander Lun Ene 13, 2014 9:07 pm

Insoportable Rachel!!!
Me gusto la conversa.
Saludos
monica.santander
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-*-*-
-*-*-

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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por raxel_vale Lun Ene 13, 2014 10:01 pm

que odiosa es rachel!!!
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por Elita Lun Ene 13, 2014 11:44 pm

Oficialmente Rachel no me agrada para nada >:c

Actualiza pronto.
Saludos :)
Elita
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por floor.br Mar Ene 14, 2014 8:46 pm

BUENO PARA LAS QUE PENSARON QUE RACHEL NO PODIA SER MAS INSOPORTABLE..LES DEJO ESTE CAP PARA QUE VEAN QUE SE EQUIVOCARON..
GRACIAS A TODAS LAS QUE LEEN..BSS
--------------------------------------------------------------------------------------
CAPITULO 8
—Siempre cambia —dijo Rachel— y eso es lo que tú no
entiendes. El romanticismo se desvanece, él deja de mandarte
flores y de llevarte en brazos a la habitación. Es entonces
cuando tú tienes que ser tú misma, resultar atractiva como
persona, ser algo más que un cuerpo bonito que él quiere
follarse. No conseguirás retener a nadie si te conviertes en un
fastidio, en una niña llorona. Los hombres quieren una mujer,
no una niña.
—No soy una niña —dijo Dani, con un mohín—. No llevo
botas con tachuelas como tú, pero eso no significa que no quiera
que me acepten por lo que realmente soy, y no por lo que los
demás quieren que sea.
—Dios mío —dijo Rachel entre dientes—, ahora entiendo por
qué te pisotean los hombres. Hasta yo siento una necesidad casi
irresistible de darte ahora mismo una patada en la boca.
—Eres una bruja vieja y amargada.
—Bueno, bueno —la sonrisa de Rachel era amplia—. Por fin he
conseguido que la pequeña, dulce e inocente Dani sea un poco
mala. ¿Es la primera vez, Dani? ¿Te he desvirgado?
—¡Zorra asquerosa!
—Adelante, sigue intentándolo. Puede que cualquier día de
estos, cuando uno de tus hombres te confunda con un felpudo,
le arranques los pies a mordiscos.
—Déjalo, Rachel —dijo Sugar con dificultad—. Déjalo ya.
—¡No soy ningún felpudo! —Dani le lanzó una mirada a
Rachel—. Tú piensas eso de cualquier mujer que trate de ser
amable y de gustar a los hombres.
Rachel se encogió de hombros con desprecio.
—Como prefieras. A lo mejor te gusta que te folien y luego
te den la patada. He visto cosas más raras. ¿A quién le toca
ahora?
Mercedes suspiró profundamente.
—A ti. Esto no está saliendo como yo esperaba, pero si
conseguimos terminar... Haz tu declaración sobre Brittany.

—Qué bonita oportunidad —Rachel contempló especulativamente
a Brittany —. ¿Me permitirían las reglas retrasar mi turno?
Quiero pensarlo muy bien.
Mercedes miró a Rachel, preocupada e insegura. Rachel dijo:
—Además, me gustaría escuchar qué es lo que la señorita Brittany Pierce considera negativo en Santana, la perfecta.
Santana no levantó la vista. Angustiada, abatida, afectada por
todo lo que había oído, se limitó a permanecer sentada, esperando
que cayera el siguiente golpe, esta vez lanzado por Brittany.
Contempló la alfombra, mientras la frialdad la envolvía.
—No tengo nada negativo que decir con respecto a Santana
—dijo Brittany.
—Qué noble —se burló Rachel—. Vamos —la acosó—, tiene
que haber algo. Aunque no sea importante. Su forma de limarse
las uñas, por ejemplo. Algo no muy importante.
—No hay nada. Todo lo que he visto de Santana hasta ahora
me gusta. No hay nada que quiera que cambie.
—La dulce y perfecta Santana. Tiene que ser maravilloso... ser
tan dulce y perfecta. Y, además, atractiva. Es tan altruista por
tu parte cuidar de ella. Verdaderamente altruista. La buena de
Santana está un poco triste por su amigo Jack, pero Mar-Brittany no
la va a maltratar.
Incapaz de hablar, paraRachelada por la sorpresa de ver cómo su
dolor quedaba al descubierto en una habitación llena de personas
desconocidas, Santana contempló impotente a Rachel.
—Es suficiente —dijo Brittany con frialdad.
—Quinn me lo contó, Santana. O, por lo menos, me contó lo
que ha conseguido averiguar. Tenemos algo en común: tú le
dejaste plantado, igual que hice yo y ya sabes lo que se siente.
No hablas del daño que él te hizo, pero es fácil ver las huellas.
Tu problema es que eres demasiado honesta —la voz de Rachel era
apagada y cortante—. En lo que se refiere a los hombres, te
conviene ser un poco menos honesta. Es imprescindible para
sobrevivir. Los hombres son unos cabrones. Lo único que nosotras

queremos es amarlos, pero ellos son unos cabrones. ¿Acaso
podía encontrar a alguien mejor que tú? Tal vez a alguien algo
más joven, pero ya está. Tal vez encontró a alguien que se parecía
a tu amiga Brittany, rubia y guapa.
—He dicho que ya es suficiente —la voz de Brittany era
gélida—. Y hablo en serio.
Las dos mujeres se observaron en silencio. Santana no podía
ver el rostro de Brittany; Rachel, cuya mirada inflamada se clavó en
Brittany, resopló, curvó sus gruesos labios en un gesto de odio y
dijo, con malevolencia:
—Muy bien, hablemos de ti. Mercedes, recupero mi turno. Lo
que tú debes cambiar es esa idea de que eres superior. Una mujer
con una misión, nuestra entregada y rubia abogada dispuesta a
salvar el mundo, mientras la gente como Santana se sienta a tus
pies. A la mierda —escupió—, ¿quién te necesita?
—¡Cállate! —estalló la voz de Santana. Estaba tensa de rabia—
¡Cállate!
—No pasa nada, Santana —dijo Brittany, mirándola durante un
segundo, con una expresión de calma en el rostro.
—Está borracha, Brittany —Santana quería arañar a Rachel, darle
una paRachela con los puños.
—No, querida, sólo un poco colocada. Hay una gran diferencia.
Bebéis vino como dos hormiguitas, pero os aseguro que
podríais daros un baño en la cantidad de bourbon que soy capaz
de beberme. George me enseñó a beber, entre otras cosas. Pero
a George también le gustaba mi forma de ser. Se casó conmigo
cuando tenía treinta años, después de dos matrimonios y cientos
de mujeres. Durante veinte años, sólo me deseó a mí: sólo a mí.
Eso es tan cierto como que estoy viva. Solía llamarme el
orgasmo más rápido del oeste... —cogió su copa, mientras las
otras mujeres se movían, inquietas.
—Como un colega —dijo Rachel en voz baja—. Él siempre decía
que yo era como un colega. Un colega. Se lo recordé cuando
quiso irse con ella. Le dije que ya sabía por qué fumaba aquellos

enormes puros, por qué siempre me decía que quería metérmela
por el culo. Me quedé con su cabaña: quería que George supiera
cómo te sientes cuando te dan por el culo. Un colega —Rachel se
rió entre dientes y Santana hizo una mueca de dolor ante aquel
sonido—. Eso es lo que le dije a aquella fulana rubia en su
oficina, aquella rubita delgada. Delante de George y de todo el
mundo, le dije que esperaba que le gustara que se la metieran
cada noche por su culito rubio.
Comprendiendo repentinamente, Santana estalló:
— Brittany te recuerda a la mujer que te robó a tu marido,
¿verdad?
Rachel observó a Brittany.
—Dime, preciosa. Dime la verdad. ¿Es que las rubias se lo
pasan mejor? ¿Es que tenéis más orgasmos que el resto de las
mujeres, o es que son mejores?
—Rachel —dijo Sugar, arrastrando las palabras. Se había dejado
caer y asentía con la cabeza.
—Oh, cállate, Sugar —dijo Rachel débilmente, y bebió más
bourbon.
—Entiendo tu dolor —dijo Brittany.
—¿Lo entiendes? —dijo Rachel, en un tono apagado y malicioso,
volviéndose hacia ella—. ¿De verdad lo entiendes, rubita? ¿Y
qué sabes tú? ¿Has perdido alguna vez a alguien?
—Sí.
—No te creo. Tú consigues todo lo que quieres. Eres guapa
y, además, inteligente. ¿Cómo ibas a perder tú a alguien?
—Por no obligarle a ir a Canadá4. Podría haberle obligado a
ir, aunque él insistía en que eso complicaría demasiado nuestras
vidas, pero dijo que cumpliría su servicio en la guerra y luego
se licenciaría. ¿Sabes qué ocurrió entonces, Rachel?
—No, Brittany, no —susurró Santana, horrorizada.
4 Durante la guerra de Vietnam, muchos jóvenes norteamericanos abandonaron el país
para evitar ser reclutados. Muchos de ellos huyeron a Canadá. (N. de la T.)

Pero Brittany y Rachel se habían inclinado la una hacia la otra, se
observaban fijamente. El fuego crepitó ruidosamente en el
silencio de la habitación. Brittany dijo:
—Pisó una mina en una zona en la que se suponía que no
había minas. Lo único que nos devolvieron fueron trozos del
cuerpo de Mark, para que pudiéramos enterrarlos.
Rachel estaba sentada, balanceándose con los ojos cerrados.
Santana miró a Brittany con los ojos empañados por las lágrimas.
Brittany dijo:
—Fue hace mucho tiempo, ya hace años. Muchas mujeres
hicieron lo mismo que yo. Tu hombre sigue vivo. Tiene
cincuenta años y, por lo que yo sé, muchos hombres de su edad
tienen una aventura seria, un último ligue, y luego vuelven con
sus esposas. Si yo estuviera en tu lugar, lo tendría en cuenta.
Serás mucho más estúpida de lo que yo creo si no consigues que
vuelva a tu lado en cuanto tengas la oportunidad. Y a mí no me
parece que seas ninguna estúpida.
—Me hizo demasiado daño -—farfulló Rachel, con los ojos aún
cerrados.
—A todas nos han hecho daño —dijo Brittany —. Pero algunas
de nosotras hemos sido capaces de sobreponernos —se puso en
pie—. Ya he tenido bastante.
Mercedes dijo:
—No es justo dejar las cosas así. Hemos trabajado los
aspectos negativos. Si nos quedamos y hablamos, surgirán todas
las cosas positivas. Cuando hayamos terminado, seremos como
hermanas.
—Te creo, Mercedes, pero igualmente me voy a la cama. Santana,
me gustaría que tú también te acostaras.
Santana se puso en pie.
—¿Sabéis que son las dos de la madrugada? —dijo Sugar
pesadamente.
—Mañana vamos a esquiar —dijo Dani—. Quiero esquiar
mientras la nieve aún esté en buenas condiciones.

—Ya no somos niñas, Rachel —farfulló Sugar—. Vamos, Rachel
—ayudó a su hermana a ponerse en pie y, medio adormilada,
dijo a las demás—: ¿Os importa que vayamos al baño nosotras
primero?
Las dos hermanas se tambalearon por el pasillo, apoyándose
la una en la otra.
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Finalizado Re: Fanfic Brittana : "Curious Wine"-FINAL

Mensaje por monica.santander Mar Ene 14, 2014 9:26 pm

wwwwwooowwww intenso!!!!!
Gracias por publicar a diario eso hace aun mas linda la historia!1
Saludos
monica.santander
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