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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por monica.santander Dom Jul 05, 2015 9:23 pm

Quiero que llegue ese Sabado!!!!!!
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por AngySalas Dom Jul 05, 2015 9:49 pm

Hola!

Dios, cómo puedes llamar a esas líneas que escribiste capítulos, que cosa tan cortita, quede muy ansiosa y deseosa de saber más, espero que con el otro capítulo si quede satisfecha !!

Dios Te Bendiga.

<(^^,)>
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por JanethValenciaaf Dom Jul 05, 2015 9:57 pm

Que llegue ya el sábado!!!!!
Como siempre me sorprendes, yo quiero un cactus, un día me regalas uno :-)
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Jane0_o Lun Jul 06, 2015 12:08 am

Una mas porfavor
Uff me desesperan las brittana
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por 23l1 Lun Jul 06, 2015 2:28 am

monica.santander escribió:Quiero que llegue ese Sabado!!!!!!
Saludos


Hola, jajaajaja veremos que nos trae este cap! Saludos =D


AngySalas escribió:Hola!

Dios, cómo puedes llamar a esas líneas que escribiste capítulos, que cosa tan cortita, quede muy ansiosa y deseosa de saber más, espero que con el otro capítulo si quede satisfecha !!

Dios Te Bendiga.

<(^^,)>


Hola, jajaajajajaj en mi defensa, están hechos así jaajajajaj. Jjajajajaaj veremos, aquí el siguiente! Saludos =D


JanethValenciaaf escribió:Que llegue ya el sábado!!!!!
Como siempre me sorprendes, yo quiero un cactus, un día me regalas uno :-)
Saludos


Hola, jajaaja veremos si este cap nos los trae ajajajajaja. Jajajajaaajajaj xq no¿? dame tu dirección y quizás te llegue uno jajajaajjaja. Saludos =D


Jane0_o escribió:Una mas porfavor
Uff me desesperan las brittana
Saludos


Hola, jajaaj bn aquí el siguiente! ajajajaj si la vrdd un poco xD ajajajaj. Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Cap 35

Mensaje por 23l1 Lun Jul 06, 2015 2:30 am

Capitulo 34

El sábado, tras dejar a Sami con la vecina, Brittany llegó al local donde había quedado con su amiga y se sorprendió al ver a Quinn ahí.

Después de saludarla, Rachel le presentó a sus amigos y, divertida, vio cómo instantes después Brittany ya estaba bailando con Reinaldo.

Cuando Santana llegó, Rachel sonrió, pero el gesto se le torció al ver a su lado a Dani y, acercándose a su esposa, preguntó:

—¿Qué hace Foski aquí?

Reprimiendo una sonrisa, Quinn, acercó su boca a su oreja y respondió con su acentazo alemán:

—¡Ya tú sabes, mi amol!

Se quedó boquiabierta al oírle decir eso y Quinn, soltando una carcajada, explicó:

—Cariño, cuando le propuse que viniera, no le pude decir que viniera sola. La conozco y rápidamente hubiera sospechado.

—Joder—murmuró Rachel, molesta.

Miró hacia la pista donde Brittany seguía bailando con Reinaldo y cuando Santana y su acompañante se acercaron a ellas, Rachel las saludó con una forzada sonrisa.

Pidieron unos mojitos y cuando los estaban bebiendo, llegó Brittany, divertida, junto a Kitty, y dijo sin percatarse de las recién llegadas:

—Madre mía, Rach, qué bien baila Reinaldo.

—Es una pasada—convino Rachel.

—Bueno espera a bailar con Ryder—comentó Kitty—Entre lo bueno que está y lo bien que baila, te aseguro que no te dejará indiferente.

—¿Quieren algo de beber?—preguntó Quinn.

—Vaya, San—gritó Kitty—, no te había visto. ¿Cuándo has llegado, guapetona?

A Brittany se le puso la carne de gallina.

¿Santana?

¿Dónde estaba?

Y mirando a su derecha, la vio tras Quinn. Sonriendo a pesar de la desolación que sentía, movió la cabeza a modo de saludo.

A Dani, al verla ahí, le entraron todos los males. Aquella mujer había sido la que había separado a Santana de ella en los últimos meses y, agarrándola del brazo, marcó su territorio. Ese gesto no pasó desapercibido para nadie y menos para Brittany, que, indiferente, pidió al camarero una bebida:

—Un Bacardi con Coca-Cola.

Durante un buen rato, todas hablaron. Brittany y Santana no se dirigieron la palabra, pero sus miradas cargadas de reproches se encontraron en varias ocasiones. Rachel, al verlo, intentó mediar entre ellas.

—San, no he visto que saludaras a Britt.

—Tengo ojos, no soy idiota—repuso Santana.

Brittany, al oírla, con toda la mala leche del mundo lo miró y dijo:

—De eso, muñeca, no estoy muy segura.

Sorprendida de que Brittany volviera al juego de antaño, fue a contestar, pero Brittany fue más rápida y se marchó a bailar con Reinaldo. No pensaba aguantar un segundo más las carantoñas que la rubia idiota que colgaba del brazo de Santana le hacía a ésta.

Rachel, que se había percatado de todo, cuando vio que Dani se marchaba al baño, se acercó a su amiga y cuchicheó:

—Eres tonta.

—Gracias, Rach. ¡Tus piropos me encantan!

—Pero ¿no ves que Britt está aquí?

Con gesto incómodo, Santana la miró y respondió:

—Por mí, como si se la traga la Tierra.

Irritada por su indiferencia, Rachel insistió:

—Britt vale mil veces más que Foski, ¿no te das cuenta?

Santana sonrió con amargura y sin ganas de entrar en el tema, objetó:

—Dani me da todo lo que quiero y no miente. Con eso me vale.

—¡Sexo!... vale—replicó Rachel—Pero te conozco y sé que no lo estás pasando bien. Britt te gusta y ella te puede dar sexo y amor. No seas cabezota.

La palabra «amor» le cayó como un jarro de agua fría y, apretando los dientes, clavó una furiosa mirada en Rachel y siseó:

—¿Qué tal si no te metes donde no te llaman, queridísima Rach, y por una vez en la vida ¡puedes olvidarte de que existo!?

Esa contestación y cómo la miró, dolieron a Rachel. Nunca, en todo el tiempo que se conocían, le había hablado así y, mirando a su cuñada Kitty, que conversaba con Quinn, dijo:

—Kitty, acaba de llegar Ryder.

—¿Dónde está Don Torso Perfecto?

—Ahí—respondió Rachel, señalando.

Ryder, un argentino guapo y galante hasta rabiar, saludaba a unas chicas de la entrada cuando Kitty informó:

—Ha roto con Anita y se siente muy solo. Ayer estuvo en casa con Marley y conmigo.

Quinn miró a su mujer y ésta, haciéndole reír, respondió:

—Pero ¿qué me dices?—y levantando la voz para que Santana la oyera, propuso—Presentémosle a Britt. Seguro que se caen muy bien.

Kitty y Rachel se marcharon. Quinn miró a su amiga y, con complicidad, preguntó:

—¿Otra copa?

Santana asintió y cuando el camarero dejó ante ellas la bebida, Quinn carraspeó.

—Hablando de mí esposa. ¿Eres consciente de lo que acabas de hacer esta noche?—al ver que Santana no se había percatado, aclaró—Rach está muy, pero que muy molesta contigo con tu contestación. Ya sabes, ¡las hormonas! La conozco y esto traerá consecuencias.

—Joder—murmuró Santana.

—Y la primera consecuencia—continuó Quinn—Es Don Torso Perfecto.

—¿Quién?

—Ryder, el caprichito de las chicas, ¿no lo conoces?

Santana bloqueada porque hubiera otro caprichito que no fuera ella y además fuera hombre, se interesó:

—¿Y ése quién es?

Siguiendo la dirección de su mirada, Santana se tensó al ver a Brittany dándole dos besos a un guaperas con estilo. Se percató de cómo sonreía él ante la presencia de la joven y le molestó cómo rápidamente la agarró de la cintura y la invitó a bailar.

Quinn, divertida por cómo se le abrían las aletas de la nariz, se acercó a Santana y le informó:

—Ése es Ryder. Y por lo que sé de él, ¡las vuelve locas!

El resto de la noche fue una auténtica tortura para Santana.

Brittany parecía haber encontrado a la persona que le seguía el juego y no paró de bailar y reír con él. La vio moverse con él, gritar «¡Azúcar!» con las locas de Rachel y Kitty y fue testigo de cómo el alcohol comenzaba a hacer mella en ella y en su sensual forma de bailar.

Quinn, que observaba en silencio todo lo que ocurría, al ver cómo su buena amiga tensaba la mandíbula, murmuró:

—Cuando tú quieras, damos la noche por finalizada.

Santana negó con la cabeza e intentó sonreírle a Dani. Ésta bailaba insinuándosele, pero no tenía ni de lejos la sensualidad que desprendía Brittany.

La música cambió y el disc-jockey comenzó a pinchar a los Orishas, un grupo cubano que por ahí gustaba mucho. Cuando sonó la canción Cuba, todo el mundo bailó y cantó y cuando ésta acabó, las chicas se acercaron hasta donde estaba el resto del grupo y pidieron algo de beber.

Brittany cogió uno de los mojitos y, tras darle un trago que le supo a gloria, oyó decir detrás de ella:

—¿No crees que estás bebiendo demasiado?

Sorprendida, se volvió y, al ver a Santana, levantó las cejas. Mirando a un lado y a otro, preguntó:

—¿Es a mí a quien hablas?

—Sí.

Alucinada sonrió y murmuró:

—Serás capullo.

A Santana le molestó oír esa palabra. Brittany sabía que no le gustaba que la llamara así e, intentando llamar su atención, dijo:

—Ayer me llegó por mensajero tu colgante.

Brittany asintió y, tras beber otro trago, replicó:

—No es mi colgante, es tu colgante. Digamos que yo te he devuelto tu fresa con el mismo desprecio con que tú me has devuelto a mí la mía. Ahora estamos en paz, ¿no crees?

Santana molesta, no respondió y Brittany, encogiéndose de hombros, soltó una risotada y siseó:

—Que no te quite nada el sueño, capullo... ya me he dado por enterada que pasas de mí. Por lo tanto, tranquila, lo superaré. Nadie es indispensable en esta jodida vida.

Bebió otro trago y un golpe de una joven al pasar por su lado la hizo dar un traspié, Santana la sujetó antes de que cayera al suelo. Al notar sus manos en su cintura desnuda, sintió que el vello se le ponía de punta y cuando Santana la soltó, sólo pudo murmurar:

—¡Azúcar!

Santana no contestó. El olor a fresas que desprendía se le había metido en las fosas nasales y dándose la vuelta, decidió alejarse cuando oyó decir:

—Como vuelvas a tocarla, vas a tener un problema.

Santana sorprendidao al escuchar la vocecita de Dani, se volvió y vio que Brittany le advertía:

—Como no me sueltes el brazo, el dentista se va a forrar contigo.

—Dani, ¿qué haces?—preguntó Santana.

Brittany, con una torcida sonrisa, miró a Santana y le aconsejó:

—Controla a Foski o esta noche sale sin dientes del local ¡Oh... sí!

Dicho esto, se alejó. Continuó bailando y disfrutando de la noche mientras ellas dos discutían.


Una hora más tarde, entró en el baño para refrescarse e instantes después la idiota de Dani, con ganas de liarla, entró también y gritó:

—¿Quién te has creído que eres?

Brittany la miró de arriba abajo y, sin moverse del sitio, respondió:

—De momento, la teniente Brittany Pierce, y como no saques tu culito de perra en celo ahora mismo de aquí, me voy a enfadar. Y yo cuando me enfado, soy muy... muy malota.

—¿Me estás amenazando?

Brittany se miró en el espejo y con una chulería propia de ella, asintió:

—Sí. Definitivamente, sí. Creo que te voy a coger del moño, te voy a arrastrar por el suelo y...

Asustada, la otra se marchó despavorida y Brittany soltó una carcajada. Se estaba mojando el pelo cuando la puerta se abrió de nuevo, dejando paso a una furiosa Santana.

—Batichica… si vienes a buscar a Foski, me complace decirte que acaba de salir de aquí hace apenas unos segundos.

Sin contestar, Santana la agarró del brazo y, arrinconándola contra la pared, preguntó:

—¿Qué le has hecho a Dani?

—¿Yooooooooooo?

—Dice que la has agredido.

Brittany sonrió y, consciente de su cercanía, contestó:

—Te aseguro que si yo a ésa la agredo, no le dejo ni la lengua para contártelo.

Santana, molesta al ver que Dani le había mentido, le advirtió:

—Aléjate de ella y de mí. Tú y yo no tenemos nada que hacer.

Brittany, sin querer contener sus impulsos, la paró, se acercó a Santana y, la contradijo:

—Oh, sí, nena... Hay un par de cosas que podemos hacer.

Bloqueada, Santana vio cómo acercaba su boca a la suya para besarla. Reclamó sus labios como sólo Brittany sabía y Santana respondió.

Sin hablar.

Sin apenas mirarse, la cogió entre sus brazos y la apretó contra ella. El morbo estaba servido. Durante varios minutos, mientras la gente seguía divirtiéndose fuera, ellas dos se besaron con auténtica pasión. Sin delicadeza, Brittany posó su mano sobre su entrepierna y susurró:

—Vamos, muñeca..., dame eso que quiero y tú deseas.

Santana comenzó a perder la razón.

¿Qué estaba haciendo?

Su cuerpo parecía moverse solo y al sentir la lengua de Brittany en su boca, se apretó contra Brittany justo en el momento en que la puerta del baño se abría.

Eso la hizo regresar a la realidad.

Como si le quemara los labios, la soltó, la miró y siseó antes de salir:

—No bebas más o terminarás muy mal.

Cuando Santana se marchó y entró la mujer que había abierto la puerta, Brittany respiraba con dificultad. Ansiaba aquellos labios, aquellas manos que le habían recorrido el cuerpo.

L necesitaba.

Pero volviendo a la realidad, como Santana había hecho segundos antes, abrió la puerta y salió a la sala para pasarlo bien.

Ryder, disfrutando de la locura y frescura de la joven, al verla aparecer la agarró para tomar algo con ella. El disc-jockey pinchó de nuevo a los Orishas. Al oír la canción Nací Orishas, Ryder agarró las caderas de Brittany y salieron a bailar a la pista mientras cantaban...


Yo nací Orishas en el underground.
Oye si de cayo hueso si tu bare.
Yo nací Orishas en el underground...



Santana, desde la barra, los observó. No podía apartar la vista de ellos. Brittany se contoneaba ante aquel joven, mientras él se arrimaba a ella paseando las manos por su cuerpo. Era algo que no quería ver, pero no podía dejar de mirar. Contemplar cómo el tatuaje de su espalda se movía y aquel imbécil lo tocaba la estaba poniendo enfermo. Cuando acabó la canción, comenzó otra y ellos continuaron bailando tan felices.

El cabreo de Santana fue en aumento.


Brittany, por su parte, no se volvió a acercar al grupo donde estaban Santana y su caniche.

Se negaba a verlas.


De madrugada, cuando Quinn y Santana hablaron de marcharse, Rachel asintió. Estaba cansada y, acercándose a su amiga Brittany, se despidió de ella.

Santana al ver que todas se iban excepto Brittany, al salir se paró junto a Rachel y le preguntó:

—¿Britt se queda?

—Ajá...

—Pero todas nos vamos...

Sin sorprenderse mucho, Rachel miró a su amiga y respondió:

—Se queda en muy buena compañía, imbécil—y al intuir que Santana iba a decir algo más, añadió molesta—Queridísima Santana, ¿qué tal si te piras con Fosky a darle su pienso, dejas a Britt tranquila y no te metes donde no te llaman?

Dicho esto, Rachel se agarró al brazo de su cuñada y Quinn, acercándose a su amiga, cuchicheó:

—Te lo he dicho..., ahí tienes otra consecuencia.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por micky morales Lun Jul 06, 2015 8:13 am

y ahi de nuevo la imbecil de brittany haciendo de las suyas, perfecto que se vaya a un hotel con el ryder, total, eso es lo unico que sabe hacer, en fin...... a ver que pasa con estas dos, ya no se ni que decir!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por JanethValenciaaf Lun Jul 06, 2015 10:26 am

De nuevo hicieron enojar a rachel, esas dos me vana a matar de un coraje, yo pienso que santana se va a quedar, que mande a dani en taxi y ya.........
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Mensaje por iFannyGleek Lun Jul 06, 2015 4:05 pm

Me encanta como va quedando la historia porque las dos se hacen de todo y entonces ya de esa forma me parece un poco justo como se esta comportando Brittany en estos momentos.
Espero no demores mucho en actualizar.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por AngySalas Lun Jul 06, 2015 8:01 pm

Hola!

Dios, yo no puedo sobrevivir con 2 capítulos por día!

Situación Sentimental: La espera me esta matando...

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por 23l1 Lun Jul 06, 2015 8:26 pm

micky morales escribió:y ahi de nuevo la imbecil de brittany haciendo de las suyas, perfecto que se vaya a un hotel con el ryder, total, eso es lo unico que sabe hacer, en fin...... a ver que pasa con estas dos, ya no se ni que decir!!!!!


Hola, jajajaajaj las elecciones que tomamos a veces no son las mejores, pero pensamos que lo son para estar "seguras" no¿? jajajajaajaja, esperemos y todo mejore! Saludos =D


JanethValenciaaf escribió:De nuevo hicieron enojar a rachel, esas dos me vana a matar de un coraje, yo pienso que santana se va a quedar, que mande a dani en taxi y ya.........


Hola, jajajaajajaj si a rach, a ti y a mi también jajaajajajjajaaj. Jajajajajaja esa seria una buena elección jaajajaj. Saludos =D



iFannyGleek escribió:Me encanta como va quedando la historia porque las dos se hacen de todo y entonces ya de esa forma me parece un poco justo como se esta comportando Brittany en estos momentos.
Espero no demores mucho en actualizar.


Hola, clarooo si lo vemos del punto de vista de las dos, las dos tienen razones para comportarse así =/ Pero esperemos y solucionen las cosas. No aquí el siguiente cap! Saludos =D


AngySalas escribió:Hola!

Dios, yo no puedo sobrevivir con 2 capítulos por día!

Situación Sentimental: La espera me esta matando...

Dios Te Bendiga.

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Hola, jaajajajajajajajajjajajaja pero vamos que se puede no¿? jajaajajajajjajaaj. Jajajajajajajajajajajajajaja aquí el siguiente cap! Gracias, a ti igual! Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Cap 36

Mensaje por 23l1 Lun Jul 06, 2015 8:28 pm

Capitulo 36

Pasó un mes y Brittany y Santana no volvieron a saber nada la una de la otra. Daban su no relación por finalizada, aunque eran incapaces de olvidarse.

Las Navidades llegaron y Rachel se empeñó en poner su tradicional árbol rojo de Navidad. Brittany acudió a la llamada de su amiga para ayudarla. Entre las dos, Mike y los pequeños, adornaron el árbol mientras reían por las cosas que aquellos trastos hacían.

—Como dice mi hermana—rió Rachel—, ¡me los como con tomate!

—¿Cuándo vienen la tía Bree y Jane?—preguntó Mike.

Rachel, al pensar en su familia, sonrió y, encantada, contestó:

—Dentro de cuatro días estarán todos aquí y celebraremos unas estupendas Navidades. Por cierto, Britt, ¿cuándo te vas a Asturias?

—Pasado mañana.

—Oh, qué pena. No vas a ver a mi familia—se apenó Rachel.

Brittany se encogió de hombros y con una candorosa sonrisa se lamentó:

—Me temo que no. Tengo un permiso de doce días y quiero aprovecharlo a tope en Asturias—y mirando a su pequeña, dijo—Sami, no le quites el coche a Spencer.

Rachel asintió.

El pequeño Spencer era igual a su Quinn, excepto en su carácter, risueño y alegre como el de su Rachel. Ver a Spencer y a Sami juntos era precioso. Ambos tan rubios, tan blanquitos de piel y con aquellos ojos claros azules y verdes estaban para comérselos.

Con una tripa descomunal, Rachel se levantó. Se agachó para coger un juguete de su hijo y de pronto murmuró:

—Ay, Dios..., noooooooooooooooooo.

—¿Qué ocurre?

Mike la miró y rápidamente dijo:

—¿Te estás meando, mamá?

Blanca como la cera, Rachel negó con la cabeza y, mirando a Brittany, pidió:

—Ve a avisar a Quinn al despacho. ¡Acabo de romper aguas!

Cuando Brittany llegó, abrió las puertas sin llamar y, acelerada, gritó:

—¡Quinn, tenemos que llevar a Rach al hospital! ¡Ya!

A partir de ese momento, todo se volvió un caos. Emma, Will y el pequeño Mike se quedaron en casa con los niños y Brittany acompañó a Rachel y Quinn en el coche. Esta conducía como una loca por Múnich, hasta que su esposa gritó:

—Si sigues así..., nos matamos.

—Pequeña, ¿estás bien?—preguntó Quinn angustiada.

—Sí...tranquila. Sólo he roto aguas, no hace falta que te vayas saltando todos los semáforos.

Brittany sonrió. Un nuevo bebé llegaba al mundo y eso siempre era un motivo de felicidad; intentando relajar a su amiga, que se retorcía las manos, comentó:

—Desde luego, cada vez que te pones de parto, ando yo cerca.

Rachel sonrió, pero preocupada por cómo Quinn iba con el coche, gritó:

—¡Quinn Lucy Fabray!, como vuelvas a saltarte otro semáforo, te juro que me bajo del coche y conduzco yo.

Quinn, muerta de preocupación, asintió y a partir de ese instante procuró calmarse.

Al llegar al hospital, ya los esperaba una enfermera con una silla y cuando Rachel bajó del vehículo, murmuró, mirando a su esposa:

—Cariño... la epidural. Que me pongan litros y litros de epidural.

—Por supuesto, morenita...—la tranquilizó Quinn retirándole la mano del cuello para que no se lo frotara, o sus ronchones empeorarían—En cuanto te vea la doctora se lo recordamos.

Cuando ésta las vio aparecer, rápidamente las atendió y, para sorpresa de todas, tras el examen les dijo que tenían que hacerle una cesárea de urgencia. El bebé traía un par de vueltas del cordón umbilical en el cuello. Quinn, al ver el susto en la cara de su esposa, exigió estar presente, pero la tocóloga se negó. En un parto de riesgo como aquél, la pareja sólo era un estorbo. Al final, únicamente Rachel pudo convencerla y, tras darle un beso en los labios, se quedó junto con Brittany en la salita a la espera de noticias.

—Tranquila Quinn, todo saldrá bien. No te preocupes—intentó animarla Brittany.

Quinn asintió. No estar con Rachel en un momento así la había descolocado completamente y, mirándola, le apretó la mano.

—Lo sé. Rach no permitirá que nada salga mal.

Esperaron sin decir nada más. Quinn no estaba muy comunicativa y Brittany decidió respetar su silencio.

Cuando apareció Santana, media hora después, todavía no habían salido a decirles nada. Emma le había avisado.

—¿Cómo va todo?

Quinn no respondió. Tenía tal agobio que era incapaz de articular más de dos palabras seguidas. Santana, sin entender nada, miró a Brittany en busca de una contestación y esta dijo:

—Están haciéndole una cesárea de urgencia. El bebé tiene enrollado el cordón umbilical en el cuello, pero le decía a Quinn que todo va a salir bien.

Santana miró a su amiga, que tenía la vista fija en el suelo e, intentando ser positiva como Brittany, afirmó:

—Por supuesto que va a salir todo bien.

El tiempo pasaba. Nadie decía nada y Quinn comenzaba a desesperarse, hasta que, de pronto, la puerta del quirófano se abrió y la doctora, con un bebé en los brazos, se acercó a Quinn.

—Enhorabuena, mamá. Tienes una niña preciosa.

Aquella rubia alemana miró a su pequeña, pero con un hilo de voz preguntó:

—¿Cómo está mi esposa?

La mujer sonrió y, entregándole al bebé, respondió:

—Está perfecta y deseando verte. Venga, sígueme, que te llevo con ella.

La sonrisa de Quinn se ensanchó: Rachel estaba bien. Encantada, contempló a su hija. Ahora sí podía respirar y sonreír y, mirando a su buena amiga Santana, que estaba junto a ella, dijo:

—S, aquí tengo a mi otra morenita.

Se abrazaron emocionadas mientras Brittany las observaba con una sonrisa en los labios. Qué amistad tan maravillosa la de aquellas dos serias mujeres gigantes. Después, Quinn la abrazó a ella y rieron al ver lo mucho que aquella pequeñita se parecía a Rachel.

Cuando Quinn desapareció con la doctora y el bebé por las puertas del quirófano, Santana y Brittany se miraron y sonrieron. Sin tocarse ni abrazarse ni dirigirse la palabra, ambas caminaron hacia el exterior del hospital. Al llegar al coche de Santana, esta se ofreció:

—Si quieres, te puedo llevar a tu casa.

Alegre por la felicidad de su amiga, pero triste por lo que aquel momento le había hecho recordar, Brittany la miró e, intentando sonreír, contestó:

—No gracias. Iré por mi cuenta.

Santana asintió y cuando Brittany echó a andar, la llamó. Brittany se volvió a mirarla.

—Siento todo lo que ha ocurrido entre nosotras.

Brittany, encogiéndose de hombros, tragó el nudo de emociones que tenía en la garganta y respondió:

—Yo también lo siento.

Santana, confundida y sin saber qué hacer, finalmente le tendió la mano y preguntó:

—¿Amigas?

—¿A pesar de que sea militar?

Santana sonrió y Brittany, cogiéndole la mano, se la estrechó con fuerza y asintió.

—Amigas.

Dicho esto, se dio la vuelta y continuó andando, mientras las lágrimas le resbalaban por la cara.

No quería que Santana la viera llorando.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por 3:) Lun Jul 06, 2015 9:31 pm

holap morra,..

los celos siempre hacen estragos para bien o para mal!!!!
nuevo bebe para icewoman jajajajaj
a empezar de cero,... o como amigas!!!!

nos vemos!!!
3:)
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Jane0_o Lun Jul 06, 2015 9:50 pm

Diosss me desesperan pero ya es un avance que sean amigas
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por AngySalas Mar Jul 07, 2015 12:34 am

Hola!

La espera me esta matando... Por favor actualiza, TE LO SUPLICO!!!!!

Dios Te Bendiga.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por monica.santander Mar Jul 07, 2015 12:47 am

AMIGAS?????? Ni ellas se lo creen!!
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por 23l1 Mar Jul 07, 2015 2:08 am

3:) escribió:holap morra,..

los celos siempre hacen estragos para bien o para mal!!!!
nuevo bebe para icewoman jajajajaj
a empezar de cero,... o como amigas!!!!

nos vemos!!!


Hola lu, jajaajaj toda la razón jajajajaajajaj. =O mas que feliz no¿? jaajajajajaja. Mmmm se podrá¿? Saludos =D


Jane0_o escribió:Diosss me desesperan pero ya es un avance que sean amigas
Saludos


Hola, jajaajaja cabezotas!!!!! ajajajajajaj algo es algo xD Saludos =D


AngySalas escribió:Hola!

La espera me esta matando... Por favor actualiza, TE LO SUPLICO!!!!!

Dios Te Bendiga.


Hola, jajajaaj bn aquí el siguiente cap! Gracias, a ti igual! Saludos =D


monica.santander escribió:AMIGAS?????? Ni ellas se lo creen!!
Saludos


Hola, jajajaajajaj xD por algo se empieza no¿? eso quieren creer ajajajajajaaj. Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Cap 37

Mensaje por 23l1 Mar Jul 07, 2015 2:10 am

Capitulo 37

Pasaron las Navidades y todo volvió a la normalidad. La pequeña Lucy era una muñequita morena, Rachel estaba totalmente repuesta y Quinn, como siempre, era la mujer más feliz del universo.

Cuando Brittany regresó de Asturias, traía muchas novedades que contar y lo primero que hizo fue ir a ver a su amiga. Emocionadas, ambas miraban a la pequeñina cuando llegaron Quinn y Santana. Sami, al verla, corrió hacia Santana y tirándose a sus brazos gritó:

—Pínsesaaaaaaaaaaaaa Saaaaaaaaaaaaaaaaan.

Encantada como siempre que veía a la pequeña, Santana la cogió en brazos y la estrechó contra ella.

Aquellas Navidades habían sido muy diferentes. Había echado de menos a Sami y a su mamá más de lo que hubiera podido imaginar, pero dispuesta a no enredar más las cosas y dejarlas como estaban, no dijo nada. Se limitó a actuar ante sus amigas y a sufrir cuando llegaba a su hogar.

Brittany, al ver cómo abrazaba a Sami, se levantó sonriendo y la saludó con cordialidad.

Tras decirles cientos de monadas a los niños, Quinn y Santana se retiraron al despacho y Rachel preguntó:

—¿Cómo llevas lo de San?

—Bien. Como dice mi abuela, el tiempo todo lo cura.

—Mi papá usa también eso de que el tiempo pone a cada uno en su lugar.

Brittany sonrió y, colocándole la coronita en la cabeza a Sami, dijo:

—Tengo algo que contarte

—No me asustes, Britt, que tu expresión no me da buenas vibraciones.

Brittany sonrió y, tras respirar hondo, explicó:

—Voy a trasladarme a la base Fort Worth.

—¿Y eso dónde está?

—En Texas.

La cara de Rachel se contrajo al oírla y comenzó a llorar. Brittany, al verla, se sentó a su lado e, intentando consolarla, murmuró:

—Por favor..., por favor..., no llores.

—¿Cómo no voy a llorar si todas las amigas que me echo aquí se van? Primero Frida a Suiza y ahora tú quieres irte a Texas.

Brittany sonrió. Que Rachel le tuviera tanto cariño le encantaba y, abrazándola, intentó consolarla:

—Piensa que si me voy, tendrás casa ahí también. Podrás venir siempre que quieras y te aseguro que será mucho más bonita y grande que la de aquí.

—¿Y por qué te vas? ¿Es por San?

Esta era una parte importante de su decisión. Poner tierra entre ambas era lo más recomendable, pero quitándole importancia, respondió:

—No, ella no tiene nada que ver.

—¿Segura?

—Segurísima.

—Entonces, ¿por qué te vas a trasladar?

—Sinceramente, Rach, quedarme en Alemania ahora se me complica.

—¿Por qué?

Sentada junto a ella, explicó:

—Becky regresa a casa y mis padres, por muy increíble que parezca, han decidido darse otra oportunidad. De hecho, ahora mismo están las dos en Texas, arreglando sus traslados.

—Eso es magnífico.

—Lo sé—asintió Brittany, mirando a su hija.

—Pero no entiendo qué tienes que ver tú en todo eso.

—Si mi hermana y mi mamá regresan a Texas, cuando yo tenga viajes largos no podrán quedarse con Sami. Mi abuela es muy mayor para ocuparse de una niña y...

—Pero la puedes dejar aquí. Sabes que Quinny y yo la cuidaremos bien mientras tú estés de viaje.

—Lo sé, cielo. Claro que sé que la cuidarían bien, sólo tengo que ver el cariño que nos dan a ella o a mí cuando estamos con ustedes, pero Sami necesita tener su propia familia y la mía es lo que tiene. Si yo viajo, lo normal es que Sami esté con ellos. No debo ser egoísta y sí pensar en mi pequeña.
Ella necesita una familia y la suya estará en Fort Worth. Aquí sólo me tiene a mí y si me pasa algo, necesitará estar cerca de sus parientes. ¿Lo entiendes, verdad?


Rachel asintió.

¡Claro que lo entendía!

Se fundieron en un abrazo y a ambas se les saltaron las lágrimas. La puerta de la cocina se abrió y Santana, que entraba por unas cervezas, las miró extrañada y preguntó:

—Pero ¿qué les ocurre a las dos Superwomen?

Rachel la miró con pena, pero cuando fue a hablar, Brittany se le adelantó:

—Ya ves, muñequita, hasta las Superwomen tenemos sentimientos.

Santana sorprendida, las miró y, dispuesta a indagar en el tema, cuando regresó al despacho con las dos cervezas supo lo que tenía que hacer para enterarse, así que dejando las botellas sobre la mesa de su amiga, dijo:

—Tu morenita está llorando a moco tendido en la cocina.

No hizo falta decir más.

Quinn rápidamente se levantó y se encaminó hacia allá. Santana la siguió y la oyó preguntar nada más abrir la puerta:

—¿Qué te ocurre, cariño?

La preocupación de Quinn fue el detonante para que Rachel comenzara de nuevo a lloriquear. Brittany miró a Santana y susurró:

—Menuda portera estás tú hecha.

Santana, con una mano en el bolsillo y la cerveza en la otra, se apoyó en el quicio de la puerta mientras veía a Quinn abrazar a su esposa. Cuando a esta se le pasó el sofoco, Quinn, que la conocía bien y sabía que no lloraba si no era por algo importante, la animó a hablar:

—Cuéntame, morenita, ¿qué te ocurre?

Rachel miró a su amiga. Esta negó con la cabeza, pero sin importarle ese gesto, ella anunció:

—Britt se va a ir a vivir a Fort Worth.

Quinn y Santana la miraron sorprendidas y Brittany dijo divertida:

—Texas, yeah!

Santana sintió tal sacudida ante la noticia que tuvo que sujetarse a la encimera de la cocina.

¿Qué era eso de que Brittany se iba?

Completamente descolocada por aquello, dejó la cerveza y replicó:

—Estarás de coña, ¿no?

Brittany negó cómicamente con la cabeza y respondió:

—No. Hoy es martes y los martes no miento.

—Pero vamos a ver—insistió Santana—, ¿qué vais a hacer ustedes en Texas?

Camuflando los sentimientos que ese traslado le ocasionaba, Brittany contestó:

—Trabajar y vivir, ¿te parece poco?

—¿Y por qué te quieres ir a vivir ahí?—volvió a preguntar.

Brittany, mirándola, frunció el cejo y repuso:

—¿Y a ti qué te importa..., nena?

—Serás grosera.

—Oh... hoy no duermo del disgusto. ¡Me has llamado «grosera»!—exclamó, sentándose en una de las banquetas de la cocina.

Rachel, al ver que iban a comenzar como antaño, las miró y, levantando la voz, gritó:

—¡Por favor, no discutan! Bastante disgusto tengo con saber que Britt se va a ir, como para que encima ustedes empiecen de nuevo a llevarse mal.

Sami, al ver a su mamá con gesto serio, se acercó a ella mirando a Santana y soltó:

—¡Pínsesa San tonta!

Cogiéndola en brazos, Brittany la besó y murmuró:

—No, cariño, la princesa San no es tonta, ¡es tontísima!

Al ver que las dos la miraban con una sonrisa cómplice, Santana cogió su cerveza y salió de la cocina. Tres minutos después, la siguió Quinn.

—Muy bien, princesa—dijo Brittany levantándose con su hija—Comencemos a recoger juguetes. Tenemos que marcharnos a casita.

—¿Vendrás el sábado a comer?—quiso saber Rachel.

—Claro que sí. ¡No me quiero perder tu cocido madrileño ni muerta!



Media hora después, a través de la ventana, Rachel observaba a su amiga salir con su hija en los hombros, cuando Quinn entró para ver cómo se encontraba y, abrazándola, preguntó:

—¿Ya se ha pasado el disgusto?—ella sonrió y Quinn inquirió—¿Me puedes decir por qué se quiere trasladar?

—Es un tema familiar, Quinny—sonrió Rachel—Su hermana y su mamá que viven en Asturias regresan a Texas y ella, por el bien de Sami, sabe que debe hacerlo para que siga teniendo una familia que la cuide y la quiera. Aquí, aun teniéndonos a nosotras, está muy sola.

Quinn asintió y no preguntó más. Eso sí, luego se lo contó a Santana.


Esa noche, Brittany necesitaba desfogarse. Quería ir al Sensations, pero sabía que si iba, con seguridad se encontraría a Santana, por lo que decidió cambiar de sitio. Iría al Destiny, un nuevo local como el Sensations que estaba un par de calles más arriba.

Vestida con una falda de tubo negra y unos tacones, llegó al local. Tras entrar, se encaminó con seguridad hacia la primera barra, donde pidió algo de beber.

La relaciones públicas, al verla sola, se presentó y le enseñó el local. Pasearon por las diferentes salas del mismo y a Brittany le llamaron la atención unas cabinas plateadas.

Una vez acabaron la visita, la mujer le presentó a una pareja y juntos pasaron a la siguiente sala. Ahí había unos butacones y decidieron sentarse para continuar charlando.

Tras tomarse un par de Bacardis con Coca-Cola, decidieron ir al jacuzzi. Primero pasaron por las taquillas y al salir alguien la llamó.

—Britt.

Sorprendida, miró y sonrió al encontrarse con Blaine.

—¿Qué haces tú por aquí?

Él, tras darle dos besos, respondió:

—He venido con un amigo— Brittany sonrió y el hombre añadió—Llevaba mucho tiempo sin verte. No vas por el Sensations, ¿dónde te metes?

Brittany sonrió y, encogiéndose de hombros, contestó:

—He estado muy liada últimamente. Había oído hablar de este sitio y he decidido venir a conocerlo.

Blaine asintió.

¿Qué hacía Brittany ahí sola, sin Santana?

Y antes de despedirse, dijo:

—Pásalo bien, Britt.

Con una sonrisa, ella se alejó sin darse cuenta de que Blaine tecleaba algo en su móvil.

Tras reunirse de nuevo con la pareja, fueron hasta una barra lateral cercana al jacuzzi y ahí pidieron de nuevo algo de beber. La música era atronadora. Para el gusto de Brittany sonaba demasiado fuerte.

Cuando estaba sentada esperando su bebida, la pareja se encontró con otra y se los presentaron. Dos segundos después, las dos mujeres se pusieron juguetonas y terminaron en el jacuzzi, mientras Brittany y los hombres las observaban.

Ninguno la tocó.

Ella no había dado permiso para ello y todos la respetaban. Cuando los hombres vieron que no parecía querer jugar, decidieron unirse a sus mujeres y disfrutaron del intercambio de pareja.

Pasado un rato, Brittany sintió curiosidad y fue a las cabinas plateadas, donde vio unos carteles muy curiosos colgando de las puertas. Éstos eran explícitos. Indicaban la gente que había dentro y lo que se buscaba.

Tres hombres buscaban una mujer. Dos mujeres, un hombre y cuando vio una cabina en la que no ponía nada, supo que estaba vacía y decidió utilizarla ella.

Cuando se metió dentro, miró alrededor. El espacio no era muy grande. Había una mesita con preservativos, agua y toallas limpias, una butaca y, colgado del techo, un columpio sexual. Con curiosidad, lo tocó y notó que sus correas eran suaves.

Miró los carteles que había sobre la mesita. Debía colgar en la puerta que era una mujer e indicar lo que buscaba. Durante un rato, dudó y al final se decidió.

Dos personas.

Necesitaba disfrutar de buen sexo, no importaba si eran dos mujeres o dos hombres o uno y uno.

Con seguridad, cogió ambos carteles y los colgó en la puerta. Se encaminó hacia el potenciómetro de luz y la bajó hasta dejarla tenue. Se sentó en el columpio y recostó la espalda en la cuerda trasera, columpiándose.

De pronto, la puerta se abrió y una mujer entró. Brittany no pudo verla hasta que se le acercó. Su cuerpo se estremeció y preguntó con un hilo de voz:

—¿Qué haces aquí, Santana?

Santana, con gesto serio y una frialdad increíble, respondió:

—Hago lo mismo que tú. Busco sexo—las dos se miraron en silencio, hasta que Santana preguntó con voz neutra—¿Alguna vez has utilizado un columpio?—Brittany negó con la cabeza y Santana dijo—Como estás, coloca las piernas en las cuerdas inferiores. Quedarás suspendida y con las piernas abiertas. El placer que proporciona el columpio es increíble. La penetración más profunda y el disfrute para ambas personas son mayor.

Ese tecnicismo y su frialdad llamaron su atención e hizo lo que decía. Pronto quedó suspendida como Santana había explicado y Santana, que había entrado desnuda, se acercó más. Sin inmutarse, paseó su mano por la vagina de Brittany e inquirió:

—¿Tienes algún problema en que yo juegue contigo esta noche?

¿Problema?

¡Tenía muchos problemas!

Excitada por su presencia y lo que en ella provocaba, negó con la cabeza, pero preguntó:

—¿Te ha avisado Blaine?

—Sí.

—¿Por qué?

—Como buen amigo que es, me ha dicho que tú estabas aquí. Las últimas veces nos vio juntas en el Sensations y le ha extrañado verte sola aquí. Nada más.

La puerta de la cabina se abrió de nuevo y un hombre entró. Santana lo miró.

—Hemos cambiado de opinión. Lo siento.

Cuando el hombre salió de la cabina, Brittany, incrédula por lo que Santana había hecho, la miró y siseó:

—Te has pasado. Yo no he cambiado de opinión—Santana no respondió, se limitó a mirarla. Ella insistió—¿Acaso has entrado aquí para jorobarme la diversión?

Ahora eran las palabras de Brittany las que incomodaban a Santana y esta, con gesto impasible, repuso:

—Busco sexo, Britt. No busco nada que no busque la gente que viene a este local. Pero si te incomoda mi presencia, me iré y buscaré a otros para jugar.

Tentada estuvo de decirle que se marchara, que se alejara de ella, pero no pudo. Su corazón y su ansia de Santana no la dejaron y, cogiéndola de la mano, la retuvo. Encontrarse ahí con Santana había sido una agradable sorpresa que no pensaba desaprovechar.

—Tranquila, capullo. Podemos pasarlo bien.

—No me llames «capullo».

Brittany sonrió y con guasa, para ocultar sus sentimientos, añadió:

—Perdón, señorita López... perdón.

Durante unos segundos, ambas se miraron a los ojos. La tensión sexual estaba servida.

Si Santana era fría, Brittany podía ser un témpano de hielo. Pero sus cuerpos se calentaban segundo a segundo y, finalmente, Santana, deseosa de Brittany, dijo mientras se sentaba en el suelo:

—Ábrete para mí.

Brittany hizo lo que le pedía mientras en su estómago cientos de maripositas revoloteaban y su vagina comenzaba a palpitar de excitación.

Sentada en el suelo, Santana, totalmente atraído por Brittany, cogió con sus manos la cuerda que le pasaba bajo el trasero para acercarla y tras mirar aquella fresa que tanto le gustaba, posó su boca en el centro de su deseo y Brittany jadeó.

Brittany cerró los ojos.

Sentir su boca, su ansiosa boca sobre ella era lo último que pensaba sentir aquella noche. Sin ningún pudor, se entregó a Santana deseosa de sexo.

Santana, por su parte, le apretaba las nalgas mientras metía aquella húmeda vagina en su boca y la degustaba. La chupaba, la lamía... aquello era maravilloso.

—Agárrate a las cuerdas y échate hacia atrás—pidió.

Agarrada a las cuerdas, Brittany se volvió loca. Estar suspenda en el aire mientras la mujer que ocupaba su corazón y su mente le abría las piernas para hacer lo que ella tanto ansiaba, la hizo gemir.

Sin piedad, Santana buscó lo que necesitaba y, succionando el clítoris maravilloso de Brittany, se sintió vibrar.

Era un sueño.

Santana aún atontada por lo que hacía, gimió y como una fiera hambrienta la apretó contra su boca. No se podía creer lo que estaba haciendo, pero ahí estaba. En cuanto recibió el mensaje de Blaine, no lo dudó y fue en busca de la mujer que deseaba.

Los jadeos tomaron la estancia, mientras Brittany, enloquecida, se abría para Santana y experimentaba lo que era el sexo en un columpio.

Era increíble, ¿cómo no lo había probado antes?

Cada una desde su posición disfrutaron del momento y cuando Santana se levantó del suelo, Brittany la miró con los ojos velados por la lujuria. Santana era impresionante y dijo:

—Quiero que solo tú penetres.

Sin hablar y tremendamente confundida, con impaciencia guió sus dedos. Agarrándose a las cuerdas superiores del columpio con su otra mano, lentamente e introdujo en Brittany. Una vez se sintió dentro, hizo un movimiento rápido y Brittany jadeó.

—Estar suspendida te da mayor placer.

Agarrada a las cuerdas, la miró. Un seco movimiento de Santana la hizo gritar y Santana murmuró sin besarla:

—La cabina está insonorizada, podemos gritar cuanto nos plazca.

Una nueva embestida las hizo gritar a ambas. Esta vez sin reservas. El placer era intenso y oír la resonancia de sus gritos las excitó:

—El columpio nos da una profundidad extrema. ¿Lo sientes?—preguntó Santana.

—Sí.

—¿Te gusta?

Brittany gritó de nuevo y Santana no paró. Una y otra vez entraba y salía de ella con movimientos rítmicos y devastadores. Necesitaba aquel contacto, necesitaba hacerla suya, y lo hizo mientras Brittany gritaba de pasión, volviéndola loca.

El columpio les proporcionaba unas sensaciones diferentes.

Sus cuerpos descontrolados chocaban, consiguiendo que ambas jadearan, gimieran, gritaran y cuando Brittany echó la cabeza hacia atrás, Santana acerco más su mano y profundizó aún más. Chillidos de placer retumbaron en aquella cabina, mientras las dos buscaban su propio deleite.

Se deseaban, se necesitaban, pero ninguna lo decía. Sólo experimentaban con sus cuerpos y se dejaban dominar por la lujuria del momento.

Cuando Santana sintió que iba a llegar al clímax, hizo un movimiento para salir de ella y así poder juntar sus sexos y para que tuvieran un mejor rose Santana, agarró de nuevo las cuerdas del columpio y, sin dejar de mirarla, comenzó un infernal movimiento de caderas que las llevó al séptimo cielo, y cuando no pudo más, tras un gutural gemido, se corrió y Brittany la siguió.

Apenas sin respiración, Brittany, al verla sudando, le enjugó con una mano el sudor de la frente y musitó:

—Como siempre, ha sido genial, Santana.

Santana asintió y, sin separar sus sexos y a escasos centímetros de su boca, preguntó:

—¿Por qué te vas a Texas?

—Por Sami.

—¿Sólo por Sami?

Acalorada por aquella cercanía y por la tentación de tomar aquellos labios que tanto ansiaba, respondió:

—Ella se merece una familia y al estar sola con ella en Múnich se la niego. En Fort Worth tendrá además de una mamá, unos abuelos y una tía. Si me quedo aquí, Sami sólo tendrá una mamá por temporadas, pero nada más. Estoy sola, Santana, pero Sami no quiero que lo esté.

Santana cerró los ojos. Le dolía oír eso y a pesar de que la entendía, dijo egoístamente:

—Aquí podría tener otro tipo de familia. Están Rach, Quinn, los niños, tus amigos americanos y estoy yo. Entre todos podríamos...

—No—la cortó—He de pensar en ella y en lo que más le conviene y aquí nunca tendrá una familia como la que la niña se merece.

Santana confundida por sus palabras, asintió. Sin decir nada, se separó de Brittany y esta se bajó del columpio. Al quedar una frente a la otra, la tensión se palpaba en el ambiente y cuando Santana se fue a dar la vuelta para marcharse, Brittany la agarró y le pidió:

—No te vayas—Santana la miró y Brittany añadió—Juguemos juntas una última noche.

Oír lo de «última noche» a Santana le hizo aletear el corazón. Sentía por Brittany tanto que el cuerpo le dolía. Su orgullo como mujer estaba herido y tenerla tan cerca la confundía a cada instante más. Pero deseosa de continuar la noche a su lado, con un gesto impasible preguntó:

—¿Segura?

—Segurísima—afirmó Brittany, a pesar de saber que más tarde se arrepentiría de ello.

Intentando mantener la compostura, Santana asintió.

Jugar con Brittany.

Estar con Brittany era lo que más le apetecía en el mundo y cogiéndola de la mano, convino:

—Muy bien, Britt. Disfrutemos de la noche.

Salieron de la cabina y se dirigieron a unas duchas. Una vez se refrescaron, sin hablar, de la mano, se encaminaron hacia unas camas donde más personas disfrutaban del placer y el contacto.

Tríos.

Orgías.

Intercambios de pareja.

Todo aquello eran sus juegos.

Unos juegos calientes que disfrutaban con amigos y desconocidos y donde ellas ponían sus propios límites y sus propias reglas.

Cuando Brittany se sentó en una de las camas junto a aquellas personas, Santana la miró y tras cruzar una significativa mirada con dos hombres y una mujer que las observaban, éstos rápidamente se acercaron.

Con un hombre a cada lado y Santana mirándola, Brittany supo lo que ambas deseaban y cogiendo la cabeza de los dos desconocidos, las guió hasta sus pechos. Ellos rápidamente comenzaron a chupar con ímpetu sus pezones y la mujer, sin dudarlo, se metió entre sus piernas y tras Brittany abrirlas, la chupó con gusto.

Santana los observaba sin variar de expresión. Se excitaba con lo que veía. Brittany era su máxima fuente de placer y una experta jugadora.

Jadeos tomaron la habitación mientras todos disfrutaban de lo que les gustaba.

Sexo.

Morbo.

Fantasías.

Durante horas, el placer primó entre ellas, distintas manos las tocaron, distintos cuerpos tomaron los suyos y compartieron el disfrute, pero Brittany se dio cuenta de que Santana no la besaba. Ella lo intentó un par de veces, pero al ver que se retiraba, lo asumió y continuó con el juego sin querer pensar en nada más.



A las cuatro de la madrugada, tras una noche plagada de sexo y morbo, ambas salieron del local en busca de sus coches. Con cordialidad, Santana la acompañó hasta el suyo y, cuando llegaron, Brittany, con mejor humor que Santana, dijo:

—Ha sido una buena noche. Me alegro de que Blaine te avisara.

Ese buen humor a Santana le llegó al corazón

¿Cómo podía sonreír y ella era incapaz?

Y con voz dura, le espetó:

—Entre tú y yo no hay nada especial. Simplemente hemos disfrutado del sexo.

Esa aclaración innecesaria a Brittany le dolió. Pero dispuesta a disfrutar hasta el último momento de su cercanía, dijo, descolocándola:

—Sé muy bien lo que ha sido, Santana. No te agobies.

Santana asintió. Estaba llena de contradicciones que ni ella misma entendía y la apremió:

—Vamos, sube al coche y márchate. Es tarde.

Brittany asintió. Pero deseosa de algo más, dijo:

—Quiero un beso de despedida.

Descolocada, Santana la miró. Llevaba toda la noche intentando no acercar sus labios a los de Brittany o sabía que no podría dejar de besarla y se negó.

—No.

Esa negativa tan directa la hizo sonreír y, encogiéndose de hombros, murmuró, acercándose a Santana:

—Mira, amiguita, me gusta tu boca. Me gustan tus besos y que te pida uno no significa que te esté pidiendo amor eterno, pero si...

No pudo continuar.

Santana tomó las riendas del momento. Acercó su boca y, sin demora, hizo lo que deseaba. Metió su lengua en aquella boca que adoraba y la besó. Pasó sus manos por su cintura y, entregándose al deleite de aquel duro y exigente beso, le dio lo que Brittany quería y su propio cuerpo le gritaba.


Cuando segundos después se separaron, Brittany aún estaba con los ojos cerrados, disfrutando del beso, y Santana murmuró sobre su boca:

—¿Esto es lo que buscabas, Brittany?

Abriendo los ojos de golpe, se encontró con la furia en su mirada. Lo que para ella había sido un deseado y anhelado beso, para Santana parecía haber sido una atormentadora obligación, y resurgiendo como siempre había hecho de las cenizas, se separó de Santana, sonrió, buscó a la teniente Pierce en su interior y, encendiendo un cigarrillo, respondió:

—Oh, sí, capullo... Me he dado cuenta de que adoro besar a las mujeres.

Ese comentario tan mordaz, a Santana le tocó la fibra, pero no se lo hizo saber. Ella tampoco estaba siendo especialmente amable con Brittany.

Sin decir más, Brittany se metió en su coche y, tras guiñarle un ojo con una fingida sonrisa, arrancó y se marchó. Cuando Santana quedó sola en medio de la calle, la furia le pudo.

¿Qué había hecho?

¿Por qué había ido a aquel local?

Sus sentimientos por Brittany la estaban destrozando. Aún recordaba el día en que Brittany le dijo que la quería. En su mente seguían las palabras «Te quiero y necesito que me quieras».

Varios minutos después, cuando su cuerpo dejó de temblar, decidió marcharse a su casa.

Era lo que debía hacer.

Entre las dos había quedado todo claro.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por JanethValenciaaf Mar Jul 07, 2015 9:36 am

Ya quiero que san pare a britt de que no vaya a fort worth, haz lo plisssss
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Mensaje por Jane0_o Mar Jul 07, 2015 11:00 am

Me parecio como una despedida
Ya que recapacite santana
Saludos
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Mensaje por micky morales Mar Jul 07, 2015 7:41 pm

bueno de verdad no se que decir, son mas tercas que un par de mulas, si britt se va san la abra perdido definitivamente pero como el orgullo le pde pues que se acabe y ya!!!!!!
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Mensaje por 23l1 Mar Jul 07, 2015 8:27 pm

JanethValenciaaf escribió:Ya quiero que san pare a britt de que no vaya a fort worth, haz lo plisssss


Hola, tiene que! =O Aquí el siguiente cap para ver que pasa! Saludos =D


Jane0_o escribió:Me parecio como una despedida
Ya que recapacite santana
Saludos


Hola, o no¿? =/ tiene que hacerlo y rápido! Saludos =D


micky morales escribió:bueno de verdad no se que decir, son mas tercas que un par de mulas, si britt se va san la abra perdido definitivamente pero como el orgullo le pde pues que se acabe y ya!!!!!!


Hola, jajajajajajaj sip es vrdd xD toda la razón saben que pierden, pero ninguna hace nada ahora xD Saludos =D
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Finalizado FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Cap 38

Mensaje por 23l1 Mar Jul 07, 2015 8:29 pm

Capitulo 38

El sábado, día de cocidito madrileño en casa de los Fabray Berry, como siempre, se congregaba un buen número de gente. Todos querían degustar ese maravilloso plato que Rachel cocinaba como nadie.

Brittany aquella mañana se había despertado con su hija en la cama y juntas habían jugado a los ponis durante horas en pijama.

¡Qué divertido era jugar con Sami!

Cuando estaba preparando las cosas de la pequeña para ir a casa de Rachel, recibió una llamada de comandancia. Tenía que ir urgentemente a la base de Ramstein y reincorporarse. Debían partir en apenas cuatro horas para Afganistán. Uno de los aviones de suministro había sido abatido en vuelo y no había supervivientes. Sin recibir más información, se quedó mirando el teléfono descolocada mientras las manos le temblaban. Podría haber sido su avión. Podría haber sido ella y sus hombres. El teléfono volvió a sonar.

Era Artie.

—¿Te han llamado?

—Sí.

—Britt..., siento lo del teniente Smith.


Al oír eso, se dejó caer en la silla y con un hilo de voz, preguntó:

—¿Era el avión de Robert?

Tras un conmovedor y doloroso silencio, su compañero respondió:

—Lo siento, Britt.

El gemido que Artie oyó a través del teléfono le partió el corazón. Sabía lo especial que era Robert para su teniente, la amistad que los unía. Dispuesto a ir cuanto antes a casa de ella, dijo:

—Tranquila, Britt. Tranquila.

Pero la tranquilidad en un momento así y tras aquella noticia era imposible. Robert, su buen amigo Robert, había sido abatido en vuelo y Brittany se sintió morir. Pensó en la joven mujer de él. En el duro trance por el que iba a tener que pasar y se desesperó. Ella lo había pasado cuando ocurrió lo de Sam y era doloroso.

Muy doloroso.

Imágenes de Robert acudieron a su mente. Su positividad, su sonrisa, cómo quería a su pequeña y las lágrimas, en tromba, le nublaron la razón.


Durante varios minutos, Artie habló y habló, intentando que se recompusiera y la teniente Pierce apareciera. Cuando ella dejó de llorar, el militar musitó:

—Tranquila, Britt. Voy para tu casa a recogerte.

—Espera, Artie
—lo cortó entre lágrimas—¿Tina se puede quedar con Sami hasta que mi mamá o mi hermana vengan a buscarla?

—Lo siento, Britt, pero Tina está aún con los niños en California.


Nerviosa y descentrada al recordarlo, Brittany asintió y murmuró:

—Es verdad. Vale. No te preocupes. Me las arreglaré para encontrar a alguien que se la quede.

Cuando colgó, sintió ganas de vomitar. No podía creer que Robert hubiera muerto.

No lo quería creer.

¿Cómo le podía haber pasado eso a Robert?

—Mami, ¿po qué llodas?

Al oír la voz de su hija se reactivó. Se enjugó las lágrimas de la cara e, intentando sonreír, respondió, enseñándole un dedo:

—Me he hecho daño aquí, pero...

La cría, sin dejarla terminar, corrió a su bolso, sacó la caja de tiritas de princesas y, mirándola, preguntó:

—¿Te pono una?

Abatida y con unas terribles ganas de llorar, Brittany asintió y su hija, cumpliendo con el ritual de siempre, le puso aquella tirita rosa alrededor del dedo y cuando con su media lengua terminó de decirle lo que siempre se decía, la teniente Pierce la miró y dijo con una amplia sonrisa:

—Biennnnnnnn... ¡Ya no me duele!

Sami sonrió y Brittany, tras darle un enorme beso en la mejilla, la sentó frente al televisor y le puso dibujos. La niña se enganchó a ellos y mientras ella la miraba, se tragó sus lágrimas al ver que llevaba puesta la última coronita que Robert le regaló.

Afligida, se dio aire con la mano. Debía tener la cabeza fría y pensar en su hija. Debía encontrar con quién dejarla. Pero su angustia creció y creció y tuvo que correr al baño para vomitar lo que había desayunado. Pensar en la cruda realidad de Robert y sus hombres la horrorizó y, tapándose la cara con las manos, se permitió llorar sin hacer ruido.

Cinco minutos después, se lavó la cara con agua fría e intentó recuperar el control por su hija. Sami no debía verla llorar. Así que, se tragó sus emociones y se organizó.

Regresó al salón, donde la pequeña continuaba viendo dibujos, se cambió el pijama por ropa militar, hizo el petate en dos minutos y la maleta de Sami en otros dos. El teléfono sonó de nuevo.

Era su papá.

—Cariño, ¿estás bien?

—Sí, papá.


El mayor Pierce, al enterarse de lo del avión, creyó morir. Pensar que podría haber sido su hija lo había vuelto loco y sabiendo quién era el piloto abatido, murmuró:

—Siento mucho lo del teniente Smith. Robert era un buen muchacho.

—Sí, papá. Lo era
—respondió emocionada.

Incapaz de escuchar a su hija llorar, el mayor retomó su voz de mando y preguntó:

—¿Te han movilizado ya?

Dándose aire en la cara para no llorar, contestó:

—Sí. En cuatro horas salimos para Afganistán.

La voz de su mamá sonó en el teléfono.

—Ay, cariño... ¡qué susto nos hemos dado!

Se pudo imaginar lo que habrían pasado al llegar las noticias al despacho de su papá, pero intentando ser fuerte como ella era, respondió:

—Lo sé, mamá. Me hago cargo.

—¿Qué vas a hacer con Sami? Oh, Dios, mi niña. ¿Dónde vas a dejar a mi pequeña hasta que yo vaya a recogerla?


Ése era precisamente uno de los problemas que quería evitar cuando su mamá y su hermana se trasladasen a Texas y, pensando con celeridad, murmuró:

—Ahora hablaré con Sugar. Ella seguramente se la podrá quedar hasta que tú llegues.

—Confírmamelo. No cuelgues y ve a hablar con ella.


Sin protestar Brittany hizo lo que su mamá le pedía.

Sugar al verle los ojos llenos de lágrimas, la abrazó. Brittany de nuevo se desmoronó y la mujer la consoló. Cuando se repuso, le pidió que se quedara con la pequeña y Sugar lloró al tener que decirle que sólo podía tenerla una hora. Se iba de viaje con su hermana. La mente de Brittany trabajó a toda mecha y pensó en Rachel. Ella se quedaría sin ningún problema con Sami. Sugar se quedaría con Sami y Rachel la recogería.

Se despidió de la vecina, corrió hacia su casa, cogió el teléfono y dijo:

—Mamá, Sugar no se la puede quedar. Cuando vengas, tendrás que recogerla en casa de mi amiga Rachel.

—¿La niña estará bien con ella?


Al oír eso, Brittany sonrió con tristeza y con toda seguridad asintió:

—Sí, mamá, Quinn y Rachel cuidarán a Sami tan bien como a sus hijos.

—Vale, hija, si tú lo dices, confiaré en que así sea. Estoy mirando vuelo y lo más pronto que llegaré ahí será pasado mañana.

—Sin problema, mamá. Sami estará bien.


Una vez le dio la dirección de Rachel, colgó y llamo al móvil de su amiga, pero le daba comunicando. Sin tiempo que perder, colgó y pensó en llamar un par de minutos más tarde.

Con la mirada velada por la marcha, Brittany abrazó a su niña. No le gustaba separarse de ella tan repentinamente y menos por un motivo así. Sami, al verla con la ropa militar e intuir que se iba, se agarró a ella con desesperación. Pero Brittany, intentando tranquilizarla, la besuqueó y bromeó mientras bajaban en el ascensor con Sugar.

Cuando el Hummer de Artie apareció, Brittany fue rápida en su despedida. Dejó a la niña llorando en brazos de Sugar y subió al vehículo. Debía cumplir con su deber aunque tenía el corazón destrozado por los lloros de su pequeña y la muerte de Robert. Artie, al ver su estado, la abrazó.





En casa de Rachel y Quinn, olía a cocidito madrileño que daba gusto. Quinn, encantada con la reunión familiar de los sábados, se acercó a su atareada esposa y preguntó:

—¿Vendrá Britt con la niña?

—Eso me dijo.

Extrañada por la tardanza, miró su móvil y vio cuatro llamadas perdidas de Brittany. La llamó, pero no se lo cogió. Eso le extrañó y dejó un mensaje de voz.

—Hola Britt. He visto que me has llamado. Llámame o te volveré a llamar yo. Un beso.

Después saludó a Kitty y a Marley, que llegaban en ese momento junto a otros amigos.

Cuando Santana llegó, fue recibida con cariño, aunque tras lo ocurrido el último día, Rachel le echó una miradita española.

Santana resopló.

No le gustaba que Rachel la mirara así y cuando ya no pudo más, se acercó a ella, que estaba con Quinn, la cogió del brazo y, obligándola a entrar con ella y su esposa en la cocina, dijo:

—Vale. Soy una gilipollas. Pero, por favor, ¡háblame!

Rachel contuvo la risa. Estaba claro que Santana no resistía que la mirara así y le soltó:

—Haz el favor de mantener hoy el piquito cerrado. Quiero tener la fiesta en paz. Odio cuando Britt y tú discuten.

—Te lo prometo.

Rachel asintió y, deseosa de decirle cuatro cosas, añadió:

—Mira, Santana, te voy a decir esto y te prometo que nunca más me voy a volver a meter en tu vida, pero quiero que sepas que Britt vale mil veces más que Foski y me importa una mierda que me consideres una jodida cotilla metomentodo, eres mi amiga y te lo tengo que decir, porque yo creo que si hablaras con Britt, podrían llegar a un entendimiento. Y antes de que me digas que no, soy consciente de cómo te preocupas por ella y sé que a mi Quinny le preguntas si ella está bien. Y otra cosa más. Va a venir a comer, haz el favor de dejarte de gilipolleces e intenta solucionar todo este malentendido, porque una cosa está clara, a ti te gusta y tú le gustas a ella, ¿vas a permitir que se marche a Texas?

Santana alucinada por la parrafada que le había echado cargada de verdad, la miró y se lo echó en cara.

—Te has quedado a gustito, ¿no?

—Sí—respondió Rachel—No lo sabes tú bien.

Quinn abrió la nevera sin dejar de observarlas. Sacó dos cervezas y una Coca-Cola y, ofreciéndoselas, propuso:

—Brindemos por la amistad.

Las tres sonrieron, chocaron sus botellas y bebieron un trago. De pronto, el móvil de Rachel sonó y al ver que se trataba de Brittany, rápidamente lo cogió.

—¿Dónde estás?—preguntó, al oír un ruido atronador.



En el aeropuerto de Múnich, Brittany corría junto a sus compañeros hacia el hangar y dijo acelerada:

—Rach. Sólo tengo unos minutos y necesito pedirte un favor muy grande y no me puedes decir que no.

Rachel asustada, miró a las otras dos muejres que a su vez la miraban e inquirió:

—¿Qué ocurre?

Sin saber si Rachel había visto las noticias o no, contestó con un hilo de voz.

—He dejado a Sami con Sugar porque yo voy camino de Afganistán. Ha habido un problema militar y...

—¿Qué ha pasado?


Incapaz de contener un gemido al hablar con su amiga, la dura teniente Pierce murmuró:

—Mi amigo Robert, el hombre que me acompañó a la fiesta de la empresa de Quinn, ha muerto... él y sus hombres, han muerto. Dios mío, Robert ha muerto, Rach, y no me lo puedo creer—e intentando reponerse, respiró hondo y añadió—Necesito que vayas a recoger a Sami a casa de mi vecina y la lleves a tu casa. Sugar se tiene que marchar en menos de una hora. Probablemente pasado mañana, llegará mi mamá de Texas a buscarla e irá a tu casa para llevársela. ¿Puedes por favor hacerte cargo de Sami hasta que ella llegue?

Su voz acelerada y desesperada mostraba lo nerviosa que estaba y Rachel respondió:

—Por supuesto, Britt. Tranquilízate y no te preocupes por nada.

—Rach, por favor...ve a buscar a Sami
—gimió, mirándose la tirita rosa del dedo.

—En cuanto cuelgue me voy a por la niña, te lo prometo[i]—Santana la estaba mirando cuando Rachel preguntó[i]—Pero ¿tú estás bien?

—Por mí no te preocupes. Sólo importa Sami. No creo que pueda llamarte en las próximas horas. Por favor, no te olvides de ella, por favor.

—Tranquila, Britt. Ahora mismo voy a buscarla, no te preocupes por nada. Sabes que nosotros en la casa la cuidaremos bien.

—Tengo que dejarte. Gracias, Rach.


Cuando Rachel colgó, miró a Quinn y Santana que estaban a su lado con gesto desencajado y anunció:

—Hay que ir por Sami a casa de su vecina.

—¿Qué ocurre?—preguntó Santana.

Rachel, sin entender la gravedad de la situación, se retiró el pelo de la cara y dijo:

—No lo sé bien. Un amigo de Britt llamado Robert ha muerto. Britt no viene, va camino de Afganistán.

¡¿Muerto?!

Esa palabra a Santana le desencajó el semblante. Brittany, su Brittany, se marchaba y ella no había podido hablar con su Brittany.

Con gesto furioso, dio un puñetazo a la encimera de la cocina. Quinn, al verla, la cogió del brazo y le pidió calma. Dos segundos después, Santana trató de reponerse.

—Rach, vamos por Sami—dijo.



Cuando llegaron a la casa de la vecina de Brittany, la pequeña aún lloraba. Tenía los ojitos hinchados por el disgusto de ver marchar a su mamá y al ver a Santana le echó los brazos lloriqueando.

Necesitaba sus mimos.

Con un cariño que le llegó hasta el fondo de su corazón, aquella seria y guapa alemana acogió entre sus brazos a la pequeña y, acunándola, la consoló mientras la besaba en la cabeza:

—No llores, princesa. No llores más.

—¿Anone está mami?

—Ha ido a trabajar, pero luego vendrá, cariño. Te lo prometo.

La niña asintió y mirando a la mujer que la sujetaba, susurró, restregándose los ojos:

—Mami ha llodado, peo le he pueto una tidita de pinsesas y ha dejado de llodá.

Confusa, Santana no sabía qué decir y mirando a Rachel, que las observaba, abrazó de nuevo a la pequeña y murmuró:

—Has hecho bien, Sami. Las princesas la protegerán.

La vecina, horrorizada por las noticias que había visto y por el estado de Brittany, les contó lo ocurrido con aquel avión como el que la joven militar pilotaba.

Eso acrecentó la angustia y el miedo de todas.

Rachel cogió la maleta que la mujer les entregaba cuando Santana, intentando pensar con claridad a pesar de su aturdimiento, preguntó:

—¿Dónde está Peggy Sue?

Sugar, al recordar al hámster, se llevó las manos a la cabeza. Brittany, en su prisa por marcharse, se había olvidado del animal.

Rápidamente, todas fueron a su casa. Santana, al entrar por primera vez en aquel lugar, observó a su alrededor y entendió por qué Brittany nunca había querido que subiera. La casa era muy pequeñita y estaba llena de fotos militares.

De Brittany con su papá. De su familia de Asturias con Sami. De Brittany y Sami con Artie, Finn y más hombres vestidos de militares ante un avión, y al ver una de un hombre rubio, supo que era Sam. Tenía la misma sonrisa que la pequeña. Había muchas instantáneas de Sami y sonrió al ver una foto de ella y Brittany cuando estuvieron en Asturias, con la cara pringada de chocolate.

Eso la conmovió.

Le hizo ver todo de pronto con claridad.

¿Cómo había sido tan idiota y había estado tan ciega?

Cuando Sugar cogió la jaula del hámster, Sami la agarró con sus manitas y preguntó, mirando a Santana:

—¿Peggy Sue se viene?

Santana sonrió y, besándole la cabecita, asintió.

—Claro que sí, princesa. Peggy Sue se viene con nosotras.

Conmovida, Rachel la observó. Lo que estaba viendo en su amiga era amor puro y verdadero y cuando llegaron al coche y colocaron a la pequeña en la sillita de atrás del vehículo, ésta la miró y preguntó:

—¿Por qué has dejado que todo llegue a estos límites, San? ¿Por qué? Sabes que Britt te quiere y tú la quieres a ella. Britt intentó llamar tu atención, pedirte perdón y tú se lo negaste. ¿Cómo has podido ser así?

Santana, desesperada y muerta de preocupación, suspiró.

—El orgullo me cegó, Rach—y al ver cómo la miraba, dijo—Vale... dímelo. Me lo merezco. Lo estoy esperando.

—Gilipollas. Eres una auténtica gilipollas.

—Lo sé... te doy toda la razón.

Abatida como nunca antes en su vida, Santana se tocó los ojos y Rachel, conmovida, se acercó y dispuso:

—Debes solucionar esto, San. Cuando regrese, debes hacer algo o Britt se irá a Texas y las dos serán infelices.

Santana convencida de que así era, pero angustiada por no saber cómo estaba Brittany, afirmó:

—Te prometo, Rach, que cuando regrese lo solucionaré.




Esa tarde, en la casa de Quinn y Rachel, la pequeña Sami no se separó ni un segundo de Santana, ni ella la dejó.

Jugó con Sami a las princesas y a los ponis. La metió con ella en la piscina y cuando la hizo sonreír se sintió la mujer más feliz del universo, a pesar de que la preocupación por lo que había visto en las noticias la estaba carcomiendo por dentro.

Por la noche, tras dar de comer a Peggy Sue, consiguió que la pequeña cenara y posteriormente se durmiera, agarrada a su cuello.

—San—dijo Quinn, mirándola—, creo que es mejor que la llevemos a la cama.

Santana sentada en el sofá con la niña encima, le quitó la coronita y, como una tonta, murmuró:

—Es preciosa, ¿verdad?

Quinn miró a la pequeña de bucles rubios y, sonriendo, asintió:

—Sí. Es una preciosidad de niña—y tocándole el hombro, añadió—No te preocupes por nada, Britt estará bien.

Santana asintió y sin comprenderla del todo, comentó:

—¿Cómo se le pudo ocurrir ser militar? Está en peligro continuo. ¿Acaso no se da cuenta?

En ese instante entró Rachel y, sentándose a su lado, respondió a lo que había oído:

—La rebeldía la llevó a ser militar. Su papá siempre quiso un chico que siguiera sus pasos, pero tuvo dos niñas y al final Britt decidió ser ese chico que su papá nunca tuvo. Como ella me dijo, le quiso demostrar que no hacía faltar tener algo colgando entre las piernas para ser fuerte y ser militar.

Eso a Santana la hizo sonreír. Nunca le había dado a Brittany la oportunidad de contarle aquello y Rachel prosiguió:

—A ella le gusta lo que hace, pero dice que desde que tiene a Sami realmente no sabe si lo está haciendo bien, pero no le queda más remedio. Ha de continuar en el ejército para sacar a su hija adelante.

—Cuando regrese, le ofreceré un trabajo en Fabray Inc.—musitó Quinn.

Santana, al oír a su amiga, afirmó:

—Cuando regrese, yo me ocuparé de Britt. Te lo puedo asegurar.

Tras un silencio entre las tres, Rachel le dijo a su esposa:

—Quinny cariño, coge a Sami y llévala a la habitación con Spencer.

—¿Les importa si hoy duermo aquí?—preguntó Santana.

Quinn su buena amiga, al entender lo que pretendía, respondió:

—En la habitación de al lado de la de Spencer podrán dormir las dos. Hay dos camitas.


Dos minutos después, con mimo, Santana dejó a la pequeña en la cama y puso varios almohadones encima y en el suelo, como en otras ocasiones Brittany había hecho. Pero no contenta, decidió mover su cama y juntarla a la de Sami para evitar que se cayera.

Tras besarla en la cabeza, bajó al salón donde Quinn le dejó un ordenador y se metió en Internet.

Necesitaba buscar noticias sobre lo ocurrido.

Al ver las primeras imágenes del avión abatido, donde no había supervivientes, la sangre se le heló en las venas y la preocupación la hizo volverse loca. Con el corazón congelado, leyó que otros dos aviones habían salido para el lugar del desastre.

A partir de ese instante, la palabra «tranquilidad» desapareció de la vida de Santana.


Última edición por 23l1 el Mar Jul 07, 2015 9:03 pm, editado 1 vez
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por JanethValenciaaf Mar Jul 07, 2015 8:53 pm

Madre mía, unos de los aviones es de britt, verdad.
Que diosito cuide de britt, no queremos una niña huérfana verdad.
Saludos, sube más capitulos , plissss
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Jane0_o Mar Jul 07, 2015 9:36 pm

Porfa regalanos mas capitulos
Saludos
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