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[Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo - Página 3 Primer15
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por JanethValenciaaf Jue Jun 25, 2015 7:18 am

Siiiiiiiiii
Mañana habrá maratón.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por micky morales Jue Jun 25, 2015 7:23 am

como me cabrea la odiosa de brittany!!!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Jane0_o Jue Jun 25, 2015 12:25 pm

Me encanto
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por 23l1 Jue Jun 25, 2015 8:29 pm

paroan escribió:excelente...gracias y te cuento un secreto me he leido todas tus adaptaciones soy tu fan numero 1 u por lo mismo pido MARATON...chaoo y gracias nuevamente


Hola, jajjajaj eso es bueno, que hayas podido leer mis adaptaciones! gracias! Jajajajaj bnbn, pero mañana xq aun no tengo caps jaajjaajajajaj. De nada, pero gracias a ti po leer, seguir y comentar! Chao. Saludos =D


itzel7 escribió:hahahaha me encantaaaa  

M
A
R
A
T
O
N


Hola, jajaajja esperemos y este cap también! jajajajaaj mañana lo prometo! Saludos =D


JanethValenciaaf escribió:Siiiiiiiiii
Mañana habrá maratón.


Hola, jajajaajajaj sip mñn si q si! ajajajaj. Saludos =D


micky morales escribió:como me cabrea la odiosa de brittany!!!!!!!


Hola, jajajaajaj xD una coraza contra el amor no¿? jajajaaj. Saludos =D


Jane0_o escribió:Me encanto
Saludos


Hola, que bueno, esperemos y el siguiente también. Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Cap 9

Mensaje por 23l1 Jue Jun 25, 2015 8:31 pm

Capitulo 9

Una semana después, Brittany, con el pie recuperado, dejó a Sami con su vecina Sugar.

La niña lloró.

Cada vez le costaba más separarse de su mamá y ella se marchó con el corazón encogido. Tenía que volar junto a sus compañeros a Kabul para llevar suministros. Sería un viaje corto, por lo que no llamó a su mamá y le dijo a Sugar que regresaría en un par de días.

Pero al llegar a su destino todo se complicó y lo que iba a ser un viaje de cuarenta y ocho horas se convirtió en uno de setenta y dos. Había varios heridos que trasladar a Alemania por un accidente con uno de los coches, pero no habían llegado aún a la base de Kabul y había que esperarlos.

—Teniente Pierce.

—Sí, señor—contestó Brittany, saludando a un hombre de mediana edad.

—Dígale a alguno de sus hombres que le indique al doctor Jones dónde está el material que necesita.

Con profesionalidad, ella miró a dos de sus hombres y les indicó:

—Johnson, Hernández, busquen el material del doctor Jones y ayúdenlo a cargarlo en su vehículo.

El médico, un hombre serio y callado, llamó a varios de sus hombres y les ordenó cargar aquellas cajas junto a Johnson y Hernández en un jeep. Tenían que llevarlo hasta la tienda de campaña que utilizaban como hospital de primeros auxilios.

La vorágine se hizo a su alrededor mientras la teniente Pierce, albarán en mano, indicaba con voz de mando la distribución de todo lo que habían llevado en el avión. De pronto un militar dijo:

—Teniente, busco las pilas para las gafas de visión nocturna y térmica. Dígame en qué contenedor están.

Brittany miró el albarán y rápidamente respondió:

—En el diecisiete y dieciocho, señor.

El hombre, tras mirarla, asintió y preguntó:

—¿Es usted la hija del mayor Cedric Pierce?

—Sí, señor.

—Dele recuerdos del comandante William Sullivan cuando hable con él... y ahora, váyanse usted y su equipo a descansar. En cuanto lleguen los heridos que esperamos, partirán hacia su destino.

Brittany asintió. No le gustaba decir de quién era hija, porque rápidamente muchos se mofaban.

Y así fue.

En cuanto entraron en una de las tiendas, un teniente al que no conocía se burló:

—Vaya... vaya... si está aquí la niñita del mayor Pierce.

Al oírlo, Brittany lo miró y siseó:

—¿Por qué no te vas a la mierda?

Varios de los presentes se carcajearon. Ser mujer y militar aún era difícil en el ejército y ser hija de un alto mando no lo facilitaba.

Brittany miró al hombre que la increpaba y le hizo un gesto soez con el dedo.

Todos volvieron a reír.

—¡Guau..., qué chica más dura!

—Teniente—intentó mediar Artie—, creo que...

—Tranquilo, Artie—cortó ella con chulería—Sé defenderme sola de los capullos.

El militar sonrió, y mirando de nuevo a Brittany, que intentaba pasar de él, dijo:

—Yo sólo veo dos buenas tetas y un culito precioso.

Artie y Finn se tensaron. Conocían a Brittany y sabían cómo solían acabar ese tipo de bromas con ella.

La joven, tras mirar al hombre con indiferencia, se acostó en el catre. No quería problemas. Estaba muy cansada. Pero el militar con ganas de jaleo continuó:

—Necesitas que te dé mimos. Tu cara me dice que estás algo necesitada.

No le hizo falta oír más. Brittany se levantó como con un resorte del camastro, cogió una bota del suelo y la lanzó con todas sus fuerzas, dándole directamente en la cara.

—¡Me has roto un diente!—gritó el hombre, estupefacto.

Artie y Finn sonrieron y más cuando oyeron a Brittany decir en un tono peligroso:

—Si vuelves a dirigirte a mí, gilipollas, te juro que tras ese diente te voy a romper la boca entera. Y ahora, si no te importa, capullo, quiero dormir.

Dieciocho horas de espera después, por fin llegaron los heridos que debían trasladar y Brittany se quedó sin habla. Ante ella había varios compañeros de la compañía Bravo 4, la de Sam. Ramírez, Friedman y Clooney se alegraron al verla. Ella los abrazó y ellos le explicaron que habían herido al comandante de su unidad y que no tenía buena pinta. Eso la preocupó y fue en su busca.

Conrad Palmer, comandante del batallón y buen amigo de Sam y de ella, al verla exclamó:

—Teniente, ¡qué agradable verla!

Brittany, dejándose de formalismos, se agachó junto a él. Tenía sangre en el costado y estaba muy pálido y caliente.

—Conrad, ¿cómo estás?

Él, con los ojos vidriosos por la fiebre, la miró.

—He estado mejor—respondió mientras un enfermero le inyectaba algo en el suero.

—Sami recibió el juguete que le enviaste por su cumpleaños. Gracias—dijo Brittany con una forzada sonrisa.

El hombre se alegró.

—¿Le gustó?

Ella asintió, intentando contener las terribles ganas que tenía de llorar. Conrad era un hombre fornido y lleno de vida. Y verlo así y con aquel hilo de voz la hizo presuponer que nada iba bien y se asustó. Durante unos segundos, ambos se miraron hasta que al final él dijo:

—Sabes que apreciaba mucho a Sam, pero también sabes que eras demasiado buena para él y que no te merecía, ¿verdad?

Brittany no respondió. Pensó en la carta de Sam que Conrad le envió cuando aquél murió.

—Si hubieras sido mi chica, nunca te habría decepcionado.

Brittany asintió y, entendiéndole, repuso:

—Fui feliz con él, Conrad. Con eso me quedo.

—Siempre me constó, preciosa—sonrió dolorido—Pero tú te mereces algo mejor. ¿Has rehecho tu vida?

—No tengo tiempo. Yo creo que...

Con un esfuerzo que le crispó el semblante, él le cogió la muñeca y exigió:

—Hazlo.

Una vez la soltó, ella asintió con cariño y murmuró:

—Lo haré, Conrad.

—Te exijo que lo hagas, teniente. Es una orden—susurró él con un hilo de voz—Hazlo por mí. No me decepciones.

La joven teniente asintió y, tragándose las lágrimas, respondió:

—De momento, lo que voy a hacer es llevarte a Alemania para que te curen.

—No lo dudo—y antes de perder la conciencia, musitó—Britt, disfruta de la vida.

Finn y Artie, que sabían quién era aquel hombre, se miraron al oír aquello. Sam y Conrad eran muy amigos y sabían lo mucho que la joven teniente apreciaba al comandante.

Pero aquello no pintaba bien.

Los médicos se lo habían dicho al interesarse por su estado. Y cuando Brittany entró en la cabina del avión y se sentó en su asiento, Finn dijo:

—Britt...

—Eh... eh... eh...—lo cortó ella—No, Finn. No digas nada. Tenemos que llegar a Alemania lo más pronto posible.

La angustia se apoderó de Brittany. Necesitaban despegar cuanto antes de ahí y llegar al hospital.

Pero todo era lento, demasiados heridos.

Cuando por fin pudo hacerlo, la adrenalina y la angustia le llenaban el cuerpo y no pudo hablar hasta que llegaron a Alemania. Pero cuando aterrizó, supo que el comandante Conrad Palmer había muerto.

Desesperada, no soltó una lágrima delante de nadie y cuando el avión quedó vacío, caminó con decisión hacia el despacho del comandante Lodwod. Éste, al verla entrar, vio su gesto y, enterado de las malas noticias, no dijo nada. Firmó los papeles que ella dejó sobre su mesa y cuando vio que la joven se metía el bolígrafo en el bolsillo superior de su mono caqui, mirándola preguntó:

—¿Hoy no cierras el pestillo de la puerta?

Sin ganas de sexo, sólo de escaparse y olvidarse de lo ocurrido, respondió:

—No.

Él se levantó, caminó hasta ella y, sin tocarla, murmuró:

—¿Pasas la noche conmigo?

—No. En cuanto pueda, salgo para Múnich.

El dolor y la rabia que vio en sus ojos lo hizo insistir:

—Atrásalo hasta mañana.

Brittany lo miró. Realmente, el comandante James Lowod era un hombre muy apetecible.

—Lo siento, pero no—repuso.

Sin más, abrió la puerta y él la agarró del brazo para detenerla.

—Si tú no vienes, sabes que llamaré a otra, ¿verdad?

Eso la hizo sonreír. Para ella James no era más que sexo, y soltándose con un seco movimiento, respondió antes de salir por la puerta:

—Pásalo bien, James.



**************************************************************************************************


Cuando llegó a su casa, abrazó a Sami. Necesitaba calor humano. Calor sincero. Calor con amor, y no dejó de abrazar y besar a su hija hasta que ésta se durmió.

Sam muerto...

Conrad muerto...

El teléfono sonó y rápidamente lo cogió. Era Robert. Su buen amigo Robert.

—Hola, preciosa, ¿cómo estás?

—Jodida... muy jodida
—respondió, encendiéndose un cigarrillo.

Robert, que se había enterado de lo ocurrido, se lamentó:

—Siento mucho lo de Conrad, Britt.

—Lo sé, Robert. Lo sé. ¿Cómo te has enterado?

—El hermano de uno de mis hombres está en la Bravo 4.
—durante un segundo, ambos permanecieron callados, hasta que Robert dijo—Britt, esto no es vida para ti. Entiendo que te guste pilotar, pero creo que deberías replantearte lo de seguir en el ejército.

Oír eso la hizo sonreír.

—Si no supiera que es técnicamente imposible, pensaría que has hablado con mi mamá.

Ambos sonrieron y él preguntó:

—¿Cómo llevas el curso de diseño gráfico?

—Abandonado. No tengo tiempo, Robert. Entre unas cosas y otras.

—Debes sacar tiempo, Britt, y acabarlo. Si te gusta la ilustración más que pilotar un C-17 ¡ve a por ello! O búscate un novio o una novia rica que te saque del ejército, ¡tú decides!


Eso siempre los había hecho reír y ella replicó.

—Vale..., prefiero acabar el curso de diseñadora gráfica.

—Hablando de novios o novias, ¿cómo va el tema?


Sentándose en el sillón, se retiró el pelo de la cara y contestó.

—Sabes que no quiero ninguna pareja. Me gustan los amigos y las amigas. Con eso me basta y sobra.

—Pero a mí no, Britt. Tienes que encontrar a alguien especial. Alguien que...

—No.


La rotundidad de su respuesta le hizo decir a Robert:

—Lo hemos hablado mil veces, cabezota. No todas las personas son como el idiota de Sam. Que él te engañara no quiere decir que todas vayan a hacerlo. Pero claro, conociéndote, debes de ir en plan teniente Pierce, la asusta-parejas, ¿verdad?

Él la conocía muy bien... Divertida, respondió:

—¿Sabes, Robert? Si de verdad le gustara a alguna de las personas con las que salgo, la teniente Pierce no las asustaría. Pero da la casualidad de que no busco gustar. Sólo busco divertirme y pasarlo bien. El romanticismo no es lo mío.

—Lo era... tú eras muy romántica hasta que el capullo de Sam te jorobó la vida. Desde luego, le tienes que agradecer el que tengas hoy a Sami, pero ese capullo te hizo tanto daño que...

—No quiero hablar más de él
—lo cortó.

—Vale. No hablaremos más de él. Pero me parece que voy tener que buscarte una pareja. Conozco a varias personas que...

—¡Ni se te ocurra!


Animados, hablaron durante un buen rato. Robert sabía lo mucho que la muerte de Conrad le debía de haber dolido a su buena amiga y no colgó el teléfono hasta que la oyó reír a carcajadas.

Al día siguiente, tras una jornada agotadora con Sami, al llegar la noche le pidió a su vecina Sugar que se quedara con la pequeña durante unas horas.

Necesitaba salir y desfogarse.

Cuando llegó al Sensations, como siempre, rápidamente varias personas la abordaron y se decidió por dos de ellos y una mujer. En esta ocasión, cuando entraron en un reservado, Brittany les ordenó que bajaran la luz mientras ella ponía un CD de música y la voz de Bon Jovi y su rock duro comenzaban a sonar.

Cuando los hombres la miraron, ella pidió que la desnudaran. Encantados, así lo hicieron y cuando la tuvieron totalmente desnuda, ella misma se puso su pañuelo de seda en los ojos y ordenó:

—Háganme suya. No pregunten. Sólo háganme suya.

La mujer la llevó hasta la cama y la tumbó.

Brittany se dejó hacer.

Necesitaba olvidar.

Necesitaba desconectar de su terrible realidad y sabía que aquello, al menos mientras durara, la haría olvidarse de todo y disfrutar.

Notó que la cama se hundía por varios puntos y pronto sintió que le besaban la planta de los pies, el estómago y los pechos. Varias manos paseaban por su cuerpo y el vello se le puso de punta. Aquello era lo que hizo en un tiempo con Sam, otros hombres, otras mujeres.

Sexo... juegos... morbo.

Vivir la vida.

Era excitante e intentó disfrutarlo.

Por ella.

Por ellos.

Pasados unos minutos, sintió cómo las manos de la mujer le separaban las piernas y con su boca se adueñaba de su sexo.

La chupó.

Lamió con deleite y ella disfrutó.

Mientras, la lengua de la desconocida se enredaba en su clítoris y se apretaba contra ella ofreciéndoselo todo. Instantes después, sintió cómo un dedo intentaba entrar en su ano hasta que lo consiguió. Un gemido gustoso salió de su boca, mientras otro de los hombres le mordisqueaba los pechos y el segundo le introducía con premura su pene en la boca.

Con sensualidad, ahora era ella la que chupaba y lamía, mientras permitía que aquellos tres se adueñaran de su cuerpo y la música heavy continuaba.

Un juego caliente al que le gustaba jugar con Sam y que deseaba repetir de nuevo.

De pronto, la mujer que estaba entre sus piernas se apartó. Notó que alguien tomaba su lugar y la penetraba. Brittany jadeó mientras el desconocido la empalaba una y otra vez, dándole placer.

—Háblame—exigió ella.

Si algo la excitaba, eran las voces cargadas de erotismo, las frases calientes mientras practicaba sexo. El lenguaje obsceno que en ocasiones se utilizaba, sumado a lo que se hacía, era para ella altamente provocador.

Sam lo hacía y Brittany lo necesitaba.

—¿Te gusta cómo te follo?—preguntó el hombre.

—Sí... sí... sigue—él la agarró por la cintura para encajarla más y ella murmuró—Sí, Sam...

—Eso es, preciosa...—respondió el desconocido sin importarle que ése no fuera su nombre—Sigue... sigue así.

Aquellos movimientos la llevaron a tener un intenso orgasmo y cuando él bufó y alcanzó asimismo el clímax, sintió que otras manos la asían con fuerza, le daban la vuelta para ponerla a cuatro patas y la volvían a penetrar.

—Separa los muslos... más... más...—exigió el segundo hombre.

Brittany hizo caso, mientras sentía cómo él se recostaba sobre su espalda, le daba un azote seco en las nalgas y murmuraba:

—Arquéate...

Ella hizo caso y el hombre, agarrándola por los hombros, la empaló en él y cuando ella gritó, susurró:

—Así... vamos... otra vez.

Brittany lo volvió a hacer y volvió a gritar, totalmente entregada al disfrute. Sin descanso, aquel hombre tiraba de ella y la penetraba. Su pene era más ancho que el del anterior y la llenaba más.

¡Sam!

Así jugaba con él.

Disfrutó imaginando, fantaseando con un pasado que nunca regresaría, mientras sentía sobre sus nalgas golpear el pubis de aquel nuevo Sam.

El olor a sexo llenó la estancia.

Nadie volvió a hablar. Sólo se limitaban a dar y a proporcionar placer. El placer que ella había ido a buscar y había exigido.

Liberada, Brittany tembló sin control y, al sentir sus contracciones por lo que el tipo le hacía, mordió la sábana para no soltar un enorme grito de placer, mientras él hacía ruidos guturales cada vez que la penetraba.

Cuando el segundo hombre finalizó, Brittany sintió cómo las manos de la mujer la hacían incorporarse y la volvían a colocar boca arriba en la cama. Se abrió de piernas para ella, que la lavó con agua. Una vez terminó, la secó, le abrió al máximo las piernas y con una exigencia que a Brittany la excitó, comenzó a masajearle el clítoris en círculos para después apretárselo y soltarlo.

Extasiada por el momento, sintió la lengua abrasadora de aquella mujer lamer sus fluidos, mientras los otros tipos le chupaban los pezones.

Morbo en estado puro.

Eso era lo que necesitaba.

La mujer reptó por su cuerpo sin besarla, ya que había quedado claro que no habría besos, acercó su boca a la suya y preguntó:

—¿Puedo ofrecerme a ti?

Brittany asintió y respondió:

—Siempre y cuando yo también me ofrezca a ti.

Encantada, la mujer incorporó a Brittany y ésta se tumbó. Al sentirla en la cama, ella cambió de posición y la otra, agarrándola de las caderas, colocó su vagina sobre su boca y Brittany jadeó. No veía nada por el pañuelo, pero el olor a sexo le hizo saber que la mujer esperaba ser aceptada.

El ansia del momento hizo a Brittany bajar la boca y encontrarse con aquella vagina abierta y húmeda. Al primer toque con su lengua, la otra jadeó. En un perfecto sesenta y nueve entre las dos, Brittany se abría para que la otra entrara con sus dedos y su lengua y la mujer hacía lo mismo.

Jugaron con sus clítoris, los chuparon, los mordisquearon y succionaron hasta que sus cuerpos llegaron al máximo placer. El espectáculo que les ofrecieron a los hombres era increíble y cuando ambas llegaron al punto álgido de su juego, uno de ellos susurró:

—No se muevan ninguna de las dos. Las vamos a follar como están.

Brittany asintió mientras escuchaba la canción de Bon Jovi que más le gustaba a Sam, Social disease.



****************************************************************************************************


En la puerta del Sensations, Santana bromeaba con dos de sus amigas. Hanna y Emily que eran pareja, ellas también eran calientes y divertidas y siempre que quedaban para verse en aquel local lo pasaban muy bien. Una vez dejaron los abrigos, Hanna propuso ir directamente a un reservado.

¿Por qué perder tiempo?

Santana accedió.

Al pasar por el reservado seis, la dura música heavy llamó de nuevo su atención. Recordó a la mujer que vio aquel día y levantó la cortina para ver si estaba ahí. Como siempre, el espectáculo le gustó y sonrió al ver que era ella y volvió a fijarse en su curioso tatuaje. Un tatuaje que parecía moverse solo cuando se movía.

—Vamos, Santana—lo apremió Hanna.

Santana, mirándola, contestó:

—Dame dos minutos. En seguida voy.

Cuando las mujeres desaparecieron en el reservado, Santana sonrió. La noche prometía ser, como poco, fogosa con Hanna y Emily. Pero aun así entró toda su atención en la mujer que se divertía entre aquellos tres, la observó mientras ella disfrutaba al compás de la cañera música heavy.

De nuevo se le antojó deliciosa y sexy. Y sin haberle visto la cara, sólo por cómo movía la cintura mientras era penetrada, se excitó. Quería jugar con ella, por lo que tendría que descubrir quién era.

Intentó ver su cara, pero entre la luz tenue y el pañuelo que ella llevaba tapándole los ojos, le fue imposible.
Los jadeos llegaron al máximo y Santana estaba terriblemente excitada. Quiso desnudarse y tumbarse en la cama junto a aquella mujer para poseerla.

Quería tener su turno, pero no debía.

Ella no había sido invitada a aquella fiesta.

Finalmente, se dio la vuelta y se marchó al reservado donde la esperaban. Ahí, cinco minutos después, dos mujeres calientes le entregaron todo lo que ella pidió.



***************************************************************************************************************


Cuando aquella noche Brittany llegó a su casa, tras darle las gracias a Sugar, se duchó y acostó como una autómata.

El sexo para ella sólo era sexo.

Nada de sentimientos.

Sólo placer y, sin pensar más en ello, se durmió.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por micky morales Jue Jun 25, 2015 8:47 pm

esta tardando un poco este encuentro entre las cachondas, aunque a mi me agradaria mas que primero aprendieran a soportarse fuera de ese lugar!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por monica.santander Jue Jun 25, 2015 9:18 pm

Se llevan como perro y gato jajaja!!
Ya Britt que se olvide del idiota de Sam!!!
Veremos como sigue!!
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por 23l1 Vie Jun 26, 2015 1:04 am

micky morales escribió:esta tardando un poco este encuentro entre las cachondas, aunque a mi me agradaria mas que primero aprendieran a soportarse fuera de ese lugar!!!!!


Hola, jajaajajajjaajajajajajaj xD jaajajajaj siempre muero al leer esa palabra xD ajajajajajajaj... bn ya viene, ya viene XD JAjajajaajajaj una cosa lleva a la otra no¿? Saludos=D


monica.santander escribió:Se llevan como perro y gato jajaja!!
Ya Britt que se olvide del idiota de Sam!!!
Veremos como sigue!!
Saludos


Hola, jajaja o no¿? ajajaj, pero del odio al amor ai un paso no¿? jajajaajajajajaj. Uf lo mismo digo ¬¬ Aquí el siguiente para ver. Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Cap 10

Mensaje por 23l1 Vie Jun 26, 2015 1:06 am

Capitulo 10

El viernes por la tarde, Brittany llamó a Rachel y quedó en ir a su casa para darse un bañito en la maravillosa piscina climatizada que tenían.

Cuando llegó con Samantha, la pequeña se volvió loca y, tras inflarle los manguitos rosa, Brittany la metió en el agua con ella. Divertida, observó cómo su pequeña chapoteaba en la piscina y la animó.

—Vamos, cariño, mueve los bracitos.

Sami, que en la guardería iba a clases de natación, rápidamente hizo lo que ella le pedía y Rachel, que las observaba sentada en el borde con sus hijos, aplaudió.

—Muy biennnnn, Sami, ¡nadas muy bien!

—¿Puedo sujetarla yo?—peguntó Mike, uno de los hijos de Rachel, metiéndose en el agua.

—Claro, cariño. Ven..., ponte aquí—asintió Brittany.

Encantada, observó cómo aquel jovencito sujetaba a su hija y se deleitó con la sonrisa de ambos.

Pasadas unas horas, en las que disfrutaron de la piscina, la puerta se abrió y aparecieron Quinn, la esposa de Rachel, acompañada por su amiga Santana.

Esta, al ver a Brittany, frunció el cejo.

Sin duda alguna, en cuanto se percatara de su presencia lo pondría de los nervios y así fue. Nada más verla, ella sonrió y dijo:

—Vaya..., llegó el atropella-mujeres.

Todas sonrieron y Santana, de humor, repuso:

—Venga, no disimules, guapa. Me viste y te tiraste sobre mi precioso coche para llamar mi atención.

Brittany al oír eso, levantó una ceja y replicó:

—Ya te gustaría a ti, nena.

Sin cortarse, Santana sonrió.

—Lo dudo, nena.

—Santana, ¿te metes en la piscina conmigo?—pidió Mike.

Santana, mirando al pequeño de ojos achinados, respondió:

—No, ahora no.

—¿No sabes nadar, morena?—se mofó Brittany. Y tendiéndole los manguitos rosa de princesas de su hija, añadió—Ten, Sami te los presta.

Rachel soltó una carcajada. Lo de aquellas dos comenzaba a ser divertido y mirando a Santana fue a decir algo cuando su maravillosa esposa la agarró por la cintura.

—Hola, pequeña.

—Hola, linda.

Y sin importarles los demás, se besaron con auténtica pasión, hasta que Santana dijo:

—Venga ya, vayan a la habitación, por favorrrrrrrrrrrr.

Brittany al oírla, sonrió. Pensaba lo mismo que Santana, pero no tenía intenciones de decirlo.

—Sami, ahora vas a ser buena y mientras mamá se viste no te vas a meter más en la piscina, ¿vale?

Le advirtió a su pequeña después de cambiarle el bañador y colocarle la corona. La niña negó con la cabeza y ella, riendo con complicidad, preguntó:

—¿Te vas a volver a meter en el agua?—la pequeña asintió y corrió hacia el lateral de la piscina donde estaba Mike—Sami, ven aquí, que no llevas los manguitos—la llamó Brittany.

Pero la niña, divertida, siguió corriendo y Brittany y Rachel se levantaron y corrieron tras ella.

Santana y Quinn observaban al pequeño Spencer, que dormía en su sillita tan feliz.

—¿Qué te parece cómo duerme tu ahijado?—preguntó la orgullosa mamá.

—¡Joderrrrrrrrr!—soltó de pronto Santana.

Quinn, al ver la cara de su amiga, miró hacia las otras mujeres, que reían a carcajadas, y preguntó:

—¿Qué ocurre?

Boquiabierta, Santana no se movió. Sólo podía mirar sorprendida el tatuaje que Brittany tenía en la espalda y, quitándose la chaqueta, dijo:

—Creo haber visto ese tatuaje en otro lugar.

—¿Dónde?—preguntó Quinn.

Santana sin quitar los ojos de la joven, murmuró para que no la oyera nadie excepto su amiga:

—Si te lo digo no te lo crees.

En ese momento, el pequeño Spencer se despertó y la atención de su mamá fue totalmente para él. Quinn adoraba a su hijo, y mientras se prodigaba en cientos de mimos, Santana continuaba mirando a Brittany.

De pronto, su rompecabezas encajó.

Aquel cuerpo blanco y fibroso, unido al tatuaje y la música de Bon Jovi, no le dejaba la más mínima duda de que era ella. Sorprendida por lo que había descubierto, no podía dejar de mirarla.

Nunca lo habría imaginado.

Cuando Brittany y Rachel llegaron hasta donde estaban Quinn y Santana, Brittany, con su hija en brazos, dijo:

—Vamos, cariño, nos tenemos que ir a casita.

—Noooooooo—chilló la pequeña, agarrándose a Mike.

—No se quiere ir, Britt... Quiere nadar un ratito más—comentó el niño.

—Agua... más pischina—insistió Sami.

Brittany sonrió al oír a su hija. Aquella lengua de trapo le encantaba, pero mirándola directamente a los ojos, la apremió:

—Sami, nos tenemos que marchar.

La niña se resistió y volvió a gritar:

—Noooo, pischina.

—Sami, venga... Te pondré dibujos en casita, ¿quieres?—insistió para convencerla.

—Noooooooooo.

Santana, al ver la rebeldía de la pequeña, acercándose a ella se agachó e intentó convencerla:

—Sami, las princesas son buenas y obedientes. Haz caso a tu mamá.

La niña la miró y, con un gracioso gesto, preguntó:

—¿Tú, píncesa?

Santana sonrió. Brittany soltó una carcajada y murmuró:

—Sí, pero de las Tinieblas. Vamos, Sami.

Todos rieron excepto Santana y Quinn preguntó:

—¿Por qué te vas tan pronto?

Brittany, con su hija algo más calmada, recogió sus cosas y respondió:

—Esta noche tengo planes. Pero antes quiero bañar a Sami, darle de cenar y acostarla.

—¿Cenita romántica con tu esposa o esposo?—aventuró Santana.

Los ojos de Brittany la taladraron y tras cruzar una significativa mirada con Rachel, respondió, mientras se ponía los vaqueros y una camiseta.

—Digamos que es sólo diversión—Brittany se percató de que Santana no le quitaba ojo y plantándole cara, inquirió—¿Por qué me miras así?

—Porque quiero.

—¿Tengo monos en la cara?

—No.

—Entonces, ¿por qué no me quitas ojo?

Santana sonrió y, acercándose a ella, cuchicheó en su oído:

—Me gusta mirar los bichos raros.

—¿Me acabas de llamar bicho raro?—Santana asintió y ella murmuró—Desde luego, qué borde eres, hija mía.

—Gracias, mamá, me gusta saberlo.

—Lo último que querría ser es la mamá de una becerra.

—¿Me acabas de llamar becerra?—Brittany sonrió y Santana repuso—¿Tú tienes salidas para todo?

—No lo dudes..., morena.

Molesta porque Brittany no callaba y la sacaba de sus casillas, fue a decir algo cuando Rachel, al ver que se retaban con la mirada, preguntó:

—Pero ¿qué les ocurre ahora?

—Aquí, la píncesa, ¡que se cree lo más!—contestó Brittany mientras le ponía un jersey a su hija.

Al oírla, Santana achinó los ojos y dijo:

—Habló la novia de Thor. ¿Dónde tienes el martillo, guapa?

Brittany cerró los ojos. Aquella mujer era insoportable y con gesto contrariado, siseó:

—Me acabas de ofender, pedazo de tonta.

—¿Por llamarte la novia de Thor?

—No, por llamarme bicho raro.

Quinn soltó una carcajada. Desde luego, aquella mujer había sorprendido mucho a su amiga.

Rachel intervino en defensa de Brittany:

—¿Acabas de llamar bicho raro a Britt?

—Ni caso. Esta es tonta y como encuentre el martillo de mi famoso novio, se lo estampo en la cabeza sin piedad—contestó la aludida.

La pequeña Sami miró a Santana y, con su media lengua, repitió, señalándolo con el dedito:

—Tonta. Tú, pincesa tonta.

El tono de voz de la pequeña la hizo reír y mirando a la mamá, murmuró:

—No puedes negar que es hija tuya.

Eso hizo reír también a Brittany, que mientras le ponía el gorrito a su hija añadió:

—Así me gusta, cariño. Que las identifiques desde pequeña.

Quince minutos después, la joven se subió a su utilitario y se marchó. Cuando Rachel cerró la puerta de su casa, miró a Santana a los ojos y preguntó:

—¿Cómo puedes ser tan tonta?

—¿Tú también con eso?—se mofó Santana.

Tras mirar a su esposa, que la observaba con su pequeño hijo en los brazos, Rachel le aclaró a Santana:

—Brittany es en cierto modo viuda. ¡Bocazas!

Quinn y Santana se sorprendieron ante aquella noticia y Rachel, quitándole a Spencer de los brazos a Quinn, agregó antes de marcharse:

—De verdad, Santana, qué poco oportuna has sido esta vez.

Cuando Rachel se alejó, una descolocada Santana miró a su amiga y murmuró:

—Joder, tía, no lo sabía. ¿Tú sí?

—No.

—¿Qué te ha contado Rach de ella?

Asombrada por aquel repentino interés por la joven que la sacaba de sus casillas, Quinn le puso una mano en el hombro y dijo:

—Lo siento, Batichica, pero realmente Rach nunca me ha hablado de la novia de Thor.

Ambas rieron y, deseosa de cambiar de tema, Santana propuso:

—Vamos, invítame a tomar un whisky de los que me gustan... Y como me vuelvas a llamar Batichica, vamos a tener más que palabras.

Tras cenar esa noche en casa de sus amigas, Santana decidió pasar por su casa para cambiarse de ropa y luego acudir a cierto local. Quizá, con un poco de suerte, ahí podría despejar sus dudas sobre aquella joven.

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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Jane0_o Vie Jun 26, 2015 1:42 am

Se me hace que cada vez esta mas cerca el encuentro brittana
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por monica.santander Vie Jun 26, 2015 2:04 am

Si por favor que paren de pelear, aunque sea divertido!!
Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por micky morales Vie Jun 26, 2015 8:06 am

joder digo yo, esas mujeres no se cansan, todas las noches? la vagina va a quedarles como una caverna cuando esten viejas!!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Daniela Gutierrez Vie Jun 26, 2015 10:44 am

Hola chica de las adaptaciones….

Amo las peleas de Britt y San, aunque a veces Santana puede a cagarla y mucho como ese comentario de “¿Cenita romántica con tu esposa o esposo?”
Me dieron ganas de ahorcarla.
Y DIOS con lo del dichoso tatuaje, al parecer Batichica ya ha encontrado a quién buscaba, solo falta comprobarlo…

P.D: Lo siento por no comentar antes
P.D.2: ¿Cómo estás?
P.D.3: ¿Sera en el siguiente capítulo su primer encuentro?
P.D.4: Cuídate
P.D.5: Te quiero
P.D.6: Nos vemos…
P.D.7: Chau
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por JanethValenciaaf Vie Jun 26, 2015 11:23 am

Woahhhh, mucho sexooooooo!!!!!!!!!!!?? Siiiiiiiiiiiii
Chinnnnn, era mejor que santana se hubiera metido en esas fiestita
Saludos,
JanethValenciaaf
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por JanethValenciaaf Vie Jun 26, 2015 11:34 am

Jajajaja me encanta las peleas entre britt y san, y mas cuando se ponen apodos, jjajajaajaj
Espero, que se lleven bien,
Esa sami, es una ternura, daños una imagen de ella para saber como es su físico.
Saludos
JanethValenciaaf
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por 23l1 Vie Jun 26, 2015 8:31 pm

Jane0_o escribió:Se me hace que cada vez esta mas cerca el encuentro brittana
Saludos


Hola, jajaajaj ya viene... ya viene ajajaa. Saludos =D


monica.santander escribió:Si por favor que paren de pelear, aunque sea divertido!!
Saludos


Hola, jajaajajajajaja del odio al amor un paso no¿? jaajajajajaj. Saludos =D


micky morales escribió:joder digo yo, esas mujeres no se cansan, todas las noches? la vagina va a quedarles como una caverna cuando esten viejas!!!!!


Hola, jajajajajajajajajajajajajajaajjaajajajajajajajajajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajaajajajajjajajajajajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajaajajajajajajajajajajajajajajaj xD ajajajjajajajajajajjajajajaja xD jaajajajajajajaj xD. Saludos =D JAAJAJAJAJAJAJAJAAJ


Daniela Gutierrez escribió:Hola chica de las adaptaciones….

Amo las peleas de Britt y San, aunque a veces Santana puede a cagarla y mucho como ese comentario de “¿Cenita romántica con tu esposa o esposo?”
Me dieron ganas de ahorcarla.
Y DIOS con lo del dichoso tatuaje, al parecer Batichica ya ha encontrado a quién buscaba, solo falta comprobarlo…

P.D: Lo siento por no comentar antes
P.D.2: ¿Cómo estás?
P.D.3: ¿Sera en el siguiente capítulo  su primer encuentro?
P.D.4: Cuídate
P.D.5: Te quiero
P.D.6: Nos vemos…
P.D.7: Chau


Hola dani, jajajajaaj suele pasar en la peleas que decimos algo que no queremos no¿? jajajaaj. Ira por lo suyo.. vrdd¿? jajajaja. Saludos =D

Pd: jajajajaa no ai problema, mientras puedas leer.
Pd2: bn y tu¿?
Pd3: buena pregunta... veremos no¿?
Pd4: gracias, tu igual!
Pd5: jajajaaj es el efecto que causo [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo - Página 3 4061796348
Pd6: obvio!
Pd7: chau.


JanethValenciaaf escribió:Woahhhh, mucho sexooooooo!!!!!!!!!!!?? Siiiiiiiiiiiii
Chinnnnn, era mejor que santana se hubiera metido en esas fiestita
Saludos,

JanethValenciaaf escribió:Jajajaja me encanta las peleas entre britt y san, y mas cuando se ponen apodos, jjajajaajaj
Espero, que se lleven bien,
Esa sami, es una ternura, daños una imagen de ella para saber como es su físico.
Saludos


Hola, jajaajaj tu crees¿? jaajajajajajaj. Tan cerca, pero tan lejos no¿? Jjajaajajjaaj son las mejores en todas sus facetas no¿? Tienen que no¿? si tienen que terminar juntas... vrdd¿?
=o jajajaaj intentare buscar una... pero si encuentras una podríamos probar no¿? Saludos =D
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Finalizado FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Cap 11

Mensaje por 23l1 Vie Jun 26, 2015 8:33 pm

Capitulo 11

Aquella noche, al llegar al Sensations, Santana se acercó a la barra. Por norma, nunca llegaba tan pronto, pero ese día quería ver si Brittany, la enigmática amiga de Rachel, aparecía por ahí.

Durante más de una hora, habló con varias mujeres. Locas por sentirse especiales, todas la miraban deseosas de ser la elegida esa noche, pero Santana no podía apartar sus ojos de la entrada.

Y de pronto la vio.

Ahí estaba ella, subida a unos impresionantes tacones y con un ajustado vestido negro.

Parapetada tras dos mujeres, Brittany no la vio y Santana pudo seguir todos sus movimientos. La vio llegar hasta la barra e, instantes después, observó cómo varios hombres y mujeres la rodearon.

Su campo de visión se restringió y eso la molestó.

Durante varios minutos, intentó localizarla con la mirada, pero ahí sentada le era imposible. Y cuando vio que ella entraba en el cuarto oscuro, no lo dudó y, cogiendo de la mano a una de las mujeres con las que estaba, entró también.

La oscuridad en un principio la cegó. En aquel cuarto apenas se podía distinguir nada. No había música y sólo se oían gemidos.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad del lugar, la localizó y se acercó a ella. Soltándose de la mujer que la acompañaba, ancló sus manos en la cintura de Brittany y su olor la impregnó.

Olía a fresa.

Eso le gustó.

Mientras la pegaba a ella, notó cómo la mujer que había entrado junto a ella le subía el vestido para meter las manos por debajo.

Brittany no habló y Santana, dándole la vuelta, la colocó de cara a ella, mientras la otra mujer se agachaba, seguramente para mordisquearle el trasero.

Conmocionada por lo que de pronto la cercanía de aquella irritante mujer le hacía sentir, decidió no abrir la boca. Si hablaba, con seguridad Brittany reconocería su voz y el morboso juego se acabaría.

Las manos de Brittany subieron a su cuello y pronto sus labios comenzaron a repartir cientos de morbosos besos y mordiscos por su cuerpo. Santana cerró los ojos y lo disfrutó y cuando su instinto animal le pidió más y la cogió de la nuca para besarla, Brittany se echó hacia atrás y murmuró:

—No.

Santana cedió. Deseaba besarla, pero se contuvo.

Cuando Brittany volvió a pasear la boca por su cuello y le dio de nuevo dulces mordiscos, no pudo contenerse y, a pesar de su negativa, acercó su boca a la suya y la besó. En un principio, Brittany se quedó parada y, retirándose, susurró:

—No.

Pero de nada le sirvió.

Con exigencia, Santana atrapó sus labios con los suyos y la devoró. Metió su lengua en aquella sensual boca y la besó con deleite, sin importarle las consecuencias.

Brittany, a quien no habían besado desde que Sam murió, intentó resistirse a aquel beso, pero ante aquel ímpetu, su voluntad cedió y dejó que aquella desconocida la besara a oscuras y profundizara en ella.

Abrió la boca y se dejó explorar mientras un gemido de satisfacción le salía del alma. Hacía tanto que nadie la besaba así, que su voluntad se anuló y disfrutó de la experiencia.

Aquella mujer besaba muy bien.

Y lo que era más: ahora era ella la que profundizaba en su beso y se pegaba a la otra mujer con desesperación.

Le gustaba cómo sus manos la apretaban contra su cuerpo. La cautivaba su olor y la atraía cómo le exigía y dominaba sólo con un simple beso.

Disfrutaba..., pero de pronto comenzó a sonar una suave música romántica y el recuerdo de Sam regresó a ella. Separándose de la mujer con furia, salió del cuarto oscuro.

Santana maldijo.

¿Qué había ocurrido?

La boca de Brittany la había seducido y quería más.

La deseaba.

Por ello y jugándoselo todo, la siguió, pero al llegar a la barra, de nuevo estaba rodeada de personas.

No se acercó.

Simplemente se dedicó a observar con descaro hasta que sus ojos se encontraron. Brittany, al verla, se sorprendió y no supo si reír o llorar.

¿Qué hacía ahí aquella idiota?

Pero levantándose del taburete, se acercó a Santana y preguntó en tono jocoso:

—¿Tú por aquí?

Santana sonrió.

—Lo curioso es verte a ti por aquí... y sola.

—¿Algún problema porque esté... sola?

—No es buen sitio para venir... sola.

—¿Por qué, nena? Y tú también estas sola—la retó ella. Santana fue a responder cuando Brittany añadió—Éste es un local donde la gente viene a lo que viene, ¿no crees?

—Lo sé, nena..., pero tienes que tener cuidadito.

—Sola me las apaño muy bien.

—¿Segura?

—Segurísima.

Sin un ápice de vergüenza, Brittany miró a las personas que la esperaban en la barra y agregó:

—Precisamente no estoy sola. Como he dicho, tenía una cita con unos amigos y, como verás, no es nada romántico.

Santana, mirándola, al recordar, dijo:

—Siento lo que he dicho. Cuando te has ido, Rach me ha explicado lo de tu pareja.

Sorprendida por cómo la miraba, Brittany contestó sin cambiar el gesto:

—Cosas de la vida...

Durante varios minutos, ambas estuvieron calladas, hasta que Brittany hizo ademán de marcharse. Santana la sujetó y, acercándose, murmuró en un tono ronco y sensual:

—¿Adónde vas?

—Me esperan, ¿no lo ves?

Santana miró a las personas que las observaban y, sin ganas de soltarla, acercó la boca a su oído y murmuró:

—Hueles a fresas y a mí me encanta comerlas con chocolate.

Clavando su mirada en Santana, con el corazón a mil por lo que aquella intensa mirada quería decir, Brittany repuso:

—Me alegro por ti.

Sin darse por vencida Santana, insistió:

—Sí quieres, tú y yo...

Brittany rápidamente identificó el aroma de Santana con el olor de la mujer que la había besado y tocado en el cuarto oscuro y con un agrio tono de voz, siseó:

—Píncesa... tú ya has jugado conmigo todo lo que tenías que jugar.

Con chulería, Santana murmuró sin separarse de ella:

—No siento lo del beso.

—Bueno deberías sentirlo.

En un tono de voz bajo e íntimo, Santana añadió:

—Me ha encantado tu boca y estoy segura de que me encantaría tu cuerpo y a ti el mío. No sé por qué te resistes, preciosa... Somos adultas, estamos en este local y ambas sabemos a lo que se juega aquí.

Agitada, Brittany la miró. La intensidad de su mirada y las cosas que le decía la excitaban. Pensar en Santana, en aquella mujer de tentadores labios chupando su cuerpo como si fuera una fresa con chocolate, la excitó. Le temblaron las piernas al imaginar cómo la poseería, pero sin querer dar su brazo a torcer con aquella tocapelotas, replicó:

—Te has saltado una de las normas del club. Me has besado. Has hecho algo sin mi permiso y podría hacer que te echaran, lo sabes, ¿verdad?

—Sí—murmuró Santana, paseando su boca por el cuello de Brittany. Se negaba a dejarla marchar—Pero aunque me cueste, reconozco que ha merecido la pena saltarse la norma.

Cautivada por la sensualidad que emanaba Santana por los cuatro costados, mientras la acariciaba intentó dar un paso atrás para apartarse, pero Santana no la dejó y murmuró mientras su mano pasaba por sus posaderas con tensión.

—Te aseguro que si tú y yo entramos en uno de esos reservados, te voy a dejar más que satisfecha.

—Lo dudo, gilipollas.

Santana sonrió.

—No lo dudes, nena.

—¿Dónde te has dejado las cadenas?—y al ver cómo la miraba, añadió con mofa—Lo digo por lo de fantasma. ¡Serás creída!

Santana, acercándose a su boca, murmuró:

—No, cariño, no soy fantasma. Echa un vistazo a tu alrededor y dime qué mujer no me mira con deseo. Todas me quieren entre sus piernas. Todas quieren que las haga chillar de placer y me las folle. Todas...

—Todas no—la cortó Brittany—Yo no. Eres demasiado prepotente para lo que busco.

Santana divertida por la conversación y sin permitirle retroceder ni un milímetro, insistió:

—¿Estar segura de una misma es ser prepotente?—Brittany no respondió—Vaya, querida Britt, bueno entonces creo que ambas somos prepotentes... y tontas.

Ahora la que sonreía era Brittany. Con una cautivadora sonrisa, acercó su boca a la de Santana y tras permitirse pasarla por encima para volverla loca, siseó:

—No te deseo.

—Mientes, Superwoman, y lo sabes. Tu piel se excita cuando la toco y tus ojos me miran ardientes de deseo. Sabes que te volvería loca de placer y eso...

—¡Serás creída...!

—Segura que si meto mi mano entre tus piernas estás húmeda, ¿verdad?

Tenía razón.

Estaba muy húmeda y excitada.

Aquella cercanía, aquella mujer y sus palabras la tenían cardíaca, pero no dispuesta a caer bajo su influjo, siseó:

—¿Qué tal si me sueltas para que pueda ir a pasarlo bien?

—¿Quizá otro día?

Brittany negó con la cabeza y susurró:

—Ni hoy ni nunca. Soy muy selectiva con las personas a las que permito meter sus manos entre mis piernas. No me vale cualquiera y tú... no me vales.

Santana la soltó como si se quemara. Sus palabras no le gustaban. Apartó las manos de su trasero y Brittany, guiñándole un ojo, murmuró antes de marcharse:

—Pásalo bien..., nena.

Sin moverse de su sitio, Santana vio cómo Brittany se acercaba al grupo que la esperaba y charlaba con ellos.

Santana dio un trago a su bebida y maldijo.

Era la primera vez en su vida que una mujer le daba calabazas. Pero eso no era lo malo. Lo malo era que era la primera vez en su vida que ella deseaba con ansia a una mujer y no la conseguía.

Sin quitarle la vista de encima, observó cómo se encaminaba hacia los reservados con dos personas sin mirarla siquiera.

La ninguneaba.

Eso la mosqueó, y pidió otro whisky al camarero. Instantes después, varios amigos se unieron a ella e intentó no pensar en lo que ocurría tras aquellos cortinajes. Pero media hora más tarde no pudo más y se encaminó hacia allá.

Rápidamente supo dónde estaba ella.

Sonaba la música de Bon Jovi y, ofuscada, abrió la cortina para observar. En un jacuzzi redondo, Brittany se divertía mientras un hombre y una mujer que había elegido le daban placer.

Como si le hubieran pegado los pies al suelo, Santana se quedó ahí durante un buen rato, hasta que su mirada y la de Brittany se cruzaron y, sin tocarla, sólo con mirarla, sintió que su excitaba.

Aquella descarada debía de esperarla, porque no llevaba ninguna venda y, entre gemidos de placer, clavó sus bonitos ojos azules en ella y sonrió con malicia, mientras era penetrada con entusiasmo por el hombre y la mujer.

Santana quiso marcharse de ahí, pero no pudo.

Deseaba oírla...

Y se moría por poseerla...

Pero eso era imposible.

Al final, ofuscada, se fue del reservado y decidió montar su propia fiesta. En la sala, dos amigas se animaron rápidamente a entrar en un reservado con ella, y ahí disfrutó de otros cuerpos mientras en la mente sólo la tenía a Brittany.



Días después, volvieron a coincidir. En esta ocasión, Brittany estaba rodeada por varias personas en la barra y, sin ningún disimulo, Santana se acercó hasta ellos para escuchar lo que decían.

Todos querían ser los elegidos por Brittany.

Todos le regalaban los oídos.

Todos se morían por jugar con ella.

Brittany cogió a dos personas de la mano y se los llevó a un reservado, donde poco después se oyó la voz de Bon Jovi.


En otra ocasión, otra noche, Brittany estaba sola en la barra. Las personas se le aproximaban, pero ella los echaba de su lado. Santana no se acercó, se mantuvo a distancia y sus miradas, como siempre, se encontraron.

Por norma, se miraban con desafío, pero esa vez ambas supieron que lo hacían con deseo.

Dos parejas se acercaron a Santana y se sentaron a su lado. Ella los invitó a una copa mientras, sorprendida, observaba cómo Brittany aquella noche no le quitaba ojo de encima.

Eso la calentó y la hizo sentirse bien.

Por fin había atraído totalmente su atención.

En un momento dado, sus miradas se volvieron a encontrar y ella sonrió con sensualidad. Santana le devolvió la sonrisa para después desaparecer con las parejas en un reservado.

Durante un buen rato, estuvo atenta para ver si oía la música heavy, pero no fue así y le extrañó. Cuando salió del reservado, Brittany no estaba en el local.

Se había ido.


Una semana después, tras unos días sin verse, volvieron a coincidir en el local.

Esta vez Santana la miró con deseo.

No había podido borrar de su mente cómo Brittany lo miraba aquel día y con sólo pensarlo se calentaba.

Como era de esperar, Brittany al verla sonrió y el juego de miradas comenzó, y cuando Santana creyó que ya lo tenía todo ganado, Brittany se levantó y, tras guiñarle un ojo a una pareja que tenía delante, desapareció tras los cortinajes.


Así pasaron dos semanas más.

Muchos jueves y sábados por la noche ambas acudían al local.

Santana nunca estaba sola y Brittany pudo comprobar cómo las mujeres revoloteaban enloquecidas a su alrededor en busca de ser las elegidas. Y aunque al principio esas actitudes no la molestaban, de pronto, pasados los días, comenzó a sentir cierta aprensión por ello.

¿Qué le ocurría?

Cada jueves y sábado se miraban, se calentaban, se retaban, para luego entrar cada una en un reservado diferente para gozar del sexo. El problema era que ya ninguna disfrutaba lo que antes deseaba, una vez se cerraba el cortinaje del reservado, la diversión se acababa.

Pero un sábado, tras controlarse mutuamente durante más de una hora, cuando Santana, ofuscada, se marchó del brazo de dos mujeres, Brittany la siguió. Vio que entraba en una de las salas donde había varias camas y un jacuzzi y que rápidamente comenzaba a jugar.

Decidida, Brittany regresó a la sala y, tras elegir a dos personas, volvió a entrar donde estaba Santana. Una vez dentro, la vio entregada al deleite con aquellas mujeres y decidió hacer lo mismo.

Se tumbó en la cama de enfrente y cuando se aseguró de que la había visto, se entregó al disfrute de sus dos personas sin vendarse los ojos.

Santana, al verla, ya no pudo concentrarse en lo que estaba haciendo. Las mujeres con las que estaba eran deliciosas, tentadoras, ardientes, pero para sus ojos ya sólo existió Brittany.

Mientras penetraba a una de las mujeres, que, enloquecida, se movía debajo de ella, y la otra le mordisqueaba gustosa los pechos esperando su turno, Santana miraba al frente, donde Brittany, sentada a horcajadas sobre el hombre, buscaba su propio placer moviendo las caderas mientras la mujer la tocaba deseosa de penetrarla.

Brittany sentía en su propio cuerpo cada acometida de Santana a la mujer.

Santana percibía cada movimiento de Brittany con el hombre, y ello la hacía jadear.

La tensión sexual no resuelta las estaba matando.

Ambas lo sabían.

Sus miradas lo gritaban.

Sus cuerpos lo demandaban.

Y el morbo del momento fue el que originó que, sin acercarse ni tocarse, se sintieran la una en el cuerpo de la otra.

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El mundo de Brittany

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Finalizado FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Cap 12

Mensaje por 23l1 Vie Jun 26, 2015 8:34 pm

Capitulo 12

En la cancha de baloncesto, Santana le hizo un pase a su amiga Quinn y esta encestó justo en el momento en que un sonido estridente anunciaba que había finalizado el tercer parcial del partido.

Rachel gritó de felicidad.

—Hola.

Rachel miró a su lado y sonrió al ver a Brittany sentarse junto a ella.

—¡Qué bien que hayas venido!

—Sugar se ha quedado con Sami y me he podido escapar. ¿Cómo van?

—Vamos ganando, 65 a 59—respondió Rachel—Pero todavía queda el último parcial y los de Stuttgart son muy buenos.

Ambas sonrieron y comenzaron a charlar. Quinn se sorprendió al ver quién acompañaba a su mujer.

—Vaya..., la cosa se pone interesante—cuchicheó acercándose a su amiga.

Santana, que en ese instante bebía de una botella que uno de los asistentes le había pasado, miró hacia donde Quinn le indicaba y al ver a Brittany ahí se echó agua por la cabeza.

—Interesantísima—murmuró.

Las miradas de las dos se cruzaron y Santana, con guasa, le guiñó un ojo. Brittany le susurró a su amiga:

—¿Cómo no me habías dicho que Batichica jugaba al básquet?

—Di por hecho que lo sabías.

—Bueno no, no lo sabía. Y si lo llego a saber, te aseguro que no vengo. Me apetece tener una noche tranquilita.

Rachel sonrió sin saber a qué se refería y, acercándose a ella, la calmó:

—La tendrás. San estará ocupada con la pelirroja que tenemos aquí delante. Es más, te la voy a presentar.

Rachel dio un toquecito a una mujer que estaba delante de ellas, hablando por el móvil, y, mirándola, dijo:

—Elaine, te presento a mi amiga Brittany Muñiz.

La pelirroja sonrió sin levantarse de su asiento.

—Encantada, Brittany.

—Lo mismo digo, Elaine.

Cuando ésta continuó hablando por teléfono, Rachel comentó:

—San no vendrá a la cena. Creo que tiene planes con Elaine. Y mi intención es presentarte a algunos compañeros y compañeras de Quinn, como la número doce, el dieciocho y la veintiuno. ¿Qué te parecen?

Con curiosidad, Brittany miró a las personasque ella le indicaba y sonrió. La verdad era que todos ellos estaban muy bien, pero mirando a su amiga, contestó:

—Si mi abuela te oyera, te diría que eres una alcahueta.

Rachel sonrió.

—Mi hermana y mi papá también me lo dirían. Vamos, dime cuál quieres que te presente.

Paseando sus ojos por los tres, Brittany finalmente se decidió:

—La número doce.

Ambas rieron y segundos después, comenzó el cuarto parcial del partido. Las jugadas que realizaban cualquiera de los dos equipos eran maravillosas. Todo un espectáculo y Rachel pronto vio que Brittany entendía muchísimo más de baloncesto que ella.

Disfrutando del partido, Brittany observó lo buena jugadora que era Santana. Se movía por la cancha con una agilidad que le secaba la boca. Ella, que la había visto en acción en otros menesteres, suspiró. Aquella mujer era un espectáculo andante, tanto vestida con traje como desnuda o con el equipo de básquet.

Sin poder evitarlo, paseó su mirada por sus brazos. Los brazos con los que había soñado la noche anterior y que la volvían loca.

Marcó catorce puntos ella solita y Brittany aplaudió. Santana realmente era increíble. Elegante en sus movimientos y asoladora cuando atacaba. Y cuando sonó el estridente timbre del final de la cuarta parte, Rachel y Brittany, encantadas, aplaudieron y silbaron. El equipo al que apoyaban había ganado y eso debía celebrarse.

Mientras esperaban en la sala a que los jugadores salieran de las duchas, Brittany se fijó en la pelirroja que esperaba a Santana. Es más, creía haberla visto en el Sensations.

Cuando Santana salió del vestuario, caminó directamente hacia la pelirroja y, dándole un beso en la boca, murmuró algo que sólo ellas pudieron oír y que la hizo sonreír.

Abstraída mientras la observaba, Brittany no se fijó en que una mujer se ponía a su lado hasta que Rachel, llamando su atención, dijo:

—Brittany, te presento a Lydia, la dorsal número doce.

—Buen partido, Lydia.

—Gracias, Brittany—respondió aquella rubia, encantada.

Centrándose totalmente en la mujer que sonreía ante ella, Brittany le dio dos besos y Lydia, feliz, los aceptó. Hablaron durante un rato, mientras el resto del equipo terminaba y salía de las duchas, y cuando todos estuvieron, Quinn preguntó:

—¿Dónde les apetece ir a tomar algo?

Tras varios nombres, al final todos decidieron ir a la coctelería de uno de los del equipo. Cuando iban hacia ahí, Brittany vio que Santana, de la mano de la pelirroja, los seguía.

—Pero ¿no has dicho que Batichica tenía planes?—cuchicheó acercándose a su amiga.

Rachel, al ver lo que ella indicaba, preguntó levantando la voz:

—¿Vienes a la coctelería, San?

Esta asintió y, con una sonrisa, respondió:

—Sí. Elaine y yo tenemos sed.

Brittany suspiró. Le molestaba tener que aguantarla aquella noche e, intentando no coincidir en ningún momento con ella para que no le hablara, al llegar al local se sentó lo más lejos que pudo.



Mientras miraba la carta de cócteles, Rachel, divertida, comentó:

—Esta coctelería es de Svent y mira—afirmó, señalando con el dedo—, tiene mi cóctel.

—¿Tu cóctel?

Rachel soltó una carcajada y explicó:

—Una noche, Svent hizo un concurso de cócteles entre los asistentes, ganó el mío y decidió incluirlo en la carta.

Sorprendida, Brittany sonrió y, leyendo el nombre del cóctel, preguntó:

—¿«Pídeme lo que quieras», ése es el nombre de tu cóctel?

Rachel, encantada, asintió. Ella y quienes la conocían íntimamente sabían el porqué de aquel nombre. Acto seguido, dijo:

—Pídelo, te va a encantar.

Brittany soltó una carcajada y convino:

—Vale..., pero ¿qué lleva?

Sin querer revelar los ingredientes, Rachel contestó:

—Yo lo voy a pedir. Tú pídelo también y luego, cuando lo pruebes, me dices qué te parece.

Divertida, Brittany asintió. Quería probar ese cóctel. Y cuando el camarero se les acercó, ella lo miró y le informó:

—Nosotras queremos dos «Pídeme lo que quieras».

Rachel sonrió...

Quinn sonrió...

Y Santana, que la había oído, también... sonrió.

De aquel grupo, sólo ellas tres sabían que Rachel llevaba esa frase tatuada en el pubis, algo que a las tres les había despertado siempre mucho morbo.

Cuando el camarero dejó la bandeja con varios cócteles, Quinn cogió uno de los que conocía y se lo tendió a su mujer, que, encantada, lo besó.

Brittany estaba mirándolas cuando Santana cogió el otro cóctel y, con mofa, se lo tendió a ella, diciendo en un tono bajo:

—Pídeme lo que quieras.

Sin pillar el significado de esas palabras, Brittany la miró, tomó el vaso que Santana le entregaba y, con una expresión que hizo reír a los demás, repuso:

—Te pediría que hicieras el pino con una mano, pero creo que te despeinarías, muñeca.

Santana soltó una carcajada y, sin responder, se acercó a donde estaba Elaine y, besándola en el cuello, comenzó a hablar con ella, intentando obviar a la mujer que realmente la tenía abstraída.

Brittany bebió un sorbo de su cóctel. Estaba rico. Era refrescante y, cuando miró a Rachel, preguntó:

—Esto lleva Coca-Cola, ¿verdad?

Su amiga rió y, tras dar un trago que le supo a gloria, la retó:

—Ahora adivina qué más.

Ambas rieron y continuaron charlado con afabilidad mientras Santana las observaba. Sin dejar de hablar con Elaine, esta paseó su mirada por el cuerpo de Brittany. Aquel pantalón de cuero negro, a juego con un chaleco también negro y las botas de tacón, le quedaba muy, pero que muy bien.

Estaba muy sexy.

Tras varios cócteles, todos decidieron ir a comer algo o acabarían borrachos como cubas. En el restaurante, Brittany se volvió a sentar lo más alejada que pudo de Santana. Había reparado en cómo sus miradas se cruzaban en varias ocasiones en la coctelería y no quería que nadie las malinterpretara.

Santana, que también se había percatado de las miradas, sonrió. Se sentó en la otra punta de la mesa, pero buscó un ángulo desde donde pudiera seguir contemplando sus movimientos a la perfección. No sabía qué le ocurría, pero aquella chulita española la atraía como un imán, y cuando a media comida ella se levantó y fue al baño, Santana hizo lo propio después, con disimulo. Cuando Brittany salió del aseo, la agarró del brazo y, arrinconándola contra la pared, preguntó:

—¿Irás al Sensations esta noche?

—A ti precisamente no te lo voy a decir.

Santana frunció el cejo y murmuró:

—Nunca he conocido a nadie como tú.

—Y nunca lo harás.

Santana sonrió por esa chulería e insistió:

—¿Lo pasas bien con Lydia?

Asombrada por la pregunta, Brittany suspiró.

—Mira, nena..., ocúpate de tu pelirroja y deja de mirarme. Estoy harta de tus miraditas y...

—Si sabes que yo te miro—la cortó ella—Es porque tú también me miras a mí, ¿o me equivoco?

Boquiabierta por no saber qué contestar a aquello, Brittany protestó:

—¿Quieres hacer el favor de soltarme, ¡imbécil!?

Pero Santana no se movió. Se dedicó a observarla con sus ojazos oscuros, hasta que Brittany, nerviosa, siseó:

—Tú y yo no tenemos nada que hacer juntas.

Al oír eso, con una peligrosa mirada, Santana sonrió y, acercando su boca a la de ella, murmuró:

—Te equivocas... podríamos hacer muchas cosas.

Y, sin más, la besó.

Acercó su boca a la suya, la aplastó y metió la lengua, dispuesta a disfrutar de lo que llevaba ansiando desde que la había visto sentada en las gradas de la cancha y en ese instante había ido a buscar. No obstante un mordisco de Brittany en el labio la hizo soltarla.

—¡Serás bruta!

—¿Yoooooooooooooo?

Tocándose el labio, Santana se sorprendió al ver que tenía sangre y, molesta, le espetó:

—¿Cómo se te ocurre morderme?

Con una sonrisita en los labios, Brittany respondió al ver la sangre:

—Tengo una tirita de princesas en el bolso, ¿quieres que te la ponga?

La expresión de Santana le hizo saber lo enfadada que estaba por aquello. Eso le gustó y, sin amilanarse, afirmó con chulería:

—Vuelve a besarme y juro que te arranco la lengua—y antes de marcharse, añadió—Y súbete la cremallera del pantalón..., gilipollas.

Sin más, se dio la vuelta y se marchó, dejando a Santana dolorida por el mordisco.

Santana no pensaba caer de nuevo en la tontería de la cremallera del pantalón. Cuando consiguió reponerse, volvió a la mesa donde estaban todos y uno de sus compañeros gritó:

—S..., súbete la cremallera.

Santana resopló ante las risas de todos. Se llevó las manos a la cremallera y se la subió, mientras observaba que Brittany la miraba con cara angelical y parpadeaba.

La cena fue fantástica y Lydia resultó ser una mujer increíble. Brittany habló con ella sobre básquet, dejándola sorprendida al ver lo mucho que ella conocía de ese deporte. Al final, Brittany le confesó que había estado en un equipo en su época de estudiante y cuando la jugadora lo dijo en voz alta, todos la miraron.

Santana, aún molesta por el mordisco, propuso:

—Cuando quieras te reto a unas canastas. Pero tranquila, te daré ventaja.

Brittany sonrió lo mismo que todos los demás y replicó:

—Tranquila, muñequita. Sin ventaja, te ganaré.

—¿Segura?

—Segurísima—y, sin darle tregua, preguntó—¿Qué te ha pasado en el labio? Parece que lo tienes hinchado.

Todos la miraron. Santana maldijo por aquella indiscreción y siseó:

—Me he mordido sin querer.

Brittany sonrió. Hizo una bola con una miga de pan y, sin levantarse de su silla, la lanzó y, tras dar en el centro de la frente de Santana, murmuró:

—Donde pongo el ojo, pongo la bola.

Eso los hizo reír a todos a carcajadas. Santana, molesta por la poca vergüenza de aquella mujer, cogió la bolita de pan y, sin moverse tampoco de su sitio, la lanzó, introduciéndola en el escote de ella y añadió:

—Donde pongo el ojo, meto lo que quiero.

De nuevo las risas y esta vez por el doble sentido de lo que Santana había dicho. Brittany se sacó la bola de pan de entre los pechos y cuando fue a responderle, Santana preguntó:

—¿De verdad te crees tan buena, nena?

Sin un ápice de piedad ante los retos, la teniente Pierce clavó su azulada mirada en Santana y respondió con decisión:

—Si me lo propongo, nena, soy la mejor.

De nuevo risas y aplausos ante aquel duelo de titanes. Rachel miró a su amiga y al ver la guasa en el gesto de Santana, cuchicheó:

—Pasa de ella. ¿No te das cuenta de que lo hace para picarte?

Brittany sonrió y, divertida, repuso antes de seguir hablando con Lydia:

—Que pase ella de mí. Le saldrá más a cuenta.

Rachel al oírla y ver cómo Santana la miraba, sacó sus propias conclusiones. Miró a su esposa. Ahí ocurría algo y, acercándose a Quinn, murmuró:

—Creo que entre estas dos hay temita.

—¿Temita?—repitió Quinn, divertida.

Abrazándose a Quinn para que Brittany no la oyera, preguntó:

—¿Tú no crees que entre San y Britt hay algo? No sé, quizá sea mi sexto sentido, pero esa manera de mirarse y retarse me indica que se atraen. ¿No crees tú lo mismo?

Quinn miró a las aludidas y, tras beber un trago de su cerveza, posó su mirada en su preciosa mujer y respondió:

—Pequeña, sólo diré que de estas dos me espero cualquier cosa.

Ambas sonrieron divertidos. El destino siempre hacía de las suyas.

Cuando pidieron los postres, Brittany sonrió sin poder evitarlo. Le encantaba el chocolate.

Santana se encargó de pedir varias fondues de chocolate y frutas y cuando sus miradas se cruzaron, Santana pinchó una fresa, la mojó en chocolate y, tras pasársela por los labios, se la introdujo en la boca, aunque la cara se le contrajo al notar el dolor del labio.

Santana conocía un secreto de ella que Brittany no quería revelarle a nadie. La gente no solía ver con buenos ojos el tipo de sexo que ella, Quinn, Rachel o aquella deslenguada practicaban. Si lo supieran, seguro que las tacharían de lo que no eran.

Conmocionada por el morbo de haber visto a Santana comiéndose la fresa con chocolate, Brittany pinchó un trozo de plátano. Lo mojó en la fondue y, cuando fue a sacarlo, el plátano había desaparecido. Sorprendida, miró el pincho y, con el rabillo del ojo, vio a Santana sonreír.

¡Maldita!

Intentó no hacerle caso. No mirarla. Pero sus ojos sólo la querían mirar. Y cuando vio cómo Santana le pasaba a su amiga Elaine un trozo de plátano bañado en chocolate por los labios y luego se los chupaba, se excitó. Aquel simple acto le pareció lo más sensual que había visto en mucho tiempo y cuando se repuso de su acaloramiento y se encontró de nuevo con los ojos de Santana, esta sonrió.

Una vez se acabaron las fondues, Rachel y Brittany decidieron ir al baño. Ahí, tras lavarse las manos, Brittany se las pasó por su cabello y, echándoselo hacia atrás, preguntó:

—Y ahora ¿adónde vamos?

—Seguramente a tomar una copilla al bar del entrenador. Al final, casi siempre terminamos ahí.

—¡Perfecto!

Rachel, deseosa de preguntarle algo, finalmente se decidió.

—¿Te gusta Santana?—y al ver cómo la miraba Brittany, añadió—Te lo digo porque me parece curioso cómo se están desafiando continuamente. Y si te digo esto es porque conozco a Santana y me da la sensación de que...

—¿Esa energúmena?

—Los polos opuestos se atraen y creo que ustedes son...

—Rach, por favor..., tengo mejor gusto para las mujeres.

Sorprendida por sus palabras, su amiga murmuró:

—Pero si Santana es un bombón...

Brittany asintió e, intentando disimular lo que inexplicablemente le estaba ocurriendo, añadió:

—No lo dudo. Pero no a todas nos gustan la misma clase de bombones, ¿no crees?

La puerta del baño se abrió y entró un hombre. Un alemán, rojo como un cangrejo. Rachel, al verlo, le miró y dijo:

—Éste es el baño de mujeres. ¿Qué tal si vas al de hombres?

Pero él llevaba alguna copa de más y, mirándola, siseó:

—Cállate, puta.

Sorprendidas, las dos jóvenes se miraron y entonces, Brittany, dando un paso al frente, habló empujando al borracho:

—Voy a contener mi lengua viperina y no decirte lo que pienso, pero sí te diré que lo de puta se lo vas a decir a quien yo te diga. ¡Fuera de aquí, ya!

Una vez lo sacó del baño, cerró de un portazo y se apoyó en la madera.

—¡Será gilipollas!

La puerta se volvió a abrir de golpe con tal ímpetu que lanzó a Brittany contra la pared de enfrente. Se golpeó en la boca contra los azulejos, y rápidamente comenzó a sangrar.

Rachel, al ver aquello, no lo dudó y de inmediato utilizó lo aprendido años atrás en sus clases de taekwondo para reducir al individuo.

Brittany maldijo al notar el sabor ácido de la sangre. Su rostro se demudó y, levantándose del suelo, se lanzó sobre el hombre con fuerza y le comenzó a dar puñetazos mientras Rachel, sorprendida, la observaba.

—El ejército tiene un código de honor, idiota—gritó Brittany—Y es no pegar a las mujeres. Y si ves que uno lo hace, lo único que has de hacer es darle su merecido y patearle las putas pelotas.

El individuo, noqueado por las dos, se quedó tirado en el suelo, cuando un amigo de él entró en el baño y, sorprendido, preguntó:

—Pero ¿qué le han hecho?

En ese instante, Santana y Quinn, que habían oído el revuelo, llegaron también. Horrorizadas por lo que vieron, se acercaron mientras Brittany decía:

—Lo mismo que te vamos a hacer a ti, capullo, como se te ocurra propasarte lo más mínimo con nosotras.

—Pero, bueno, ¿qué ocurre aquí?—preguntó Santana, mientras observaba cómo su amiga se acercaba a su mujer y, con gesto furioso, le pedía explicaciones.

Brittany, secándose con la mano la sangre del labio, gritó, señalando al borracho:

—Aquí, el machote, que tenía ganas de jaleo—sorprendida, Santana la miró cuando el amigo del otro iba a decir algo y ella siseó—Abre esa bocaza que tienes y te juro por mi hija que te pateo las pelotas.

Santana, impresionada por la fuerza que había en su voz, de pronto fue consciente de la sangre que ella tenía en la boca.

—Estás herida.

—Estoy bien. No pasa nada—repuso Brittany sin darle importancia.

Santana la miró con detenimiento.

—Sangre en el labio... Vaya, eso me recuerda a...—murmuró.

Al intuir lo que iba a añadir, Brittany la cortó con voz furiosa.

—Como se te ocurra decir algo más de la sangre en mi boca, juro que voy a pagar contigo el cabreo que llevo. Por lo tanto, ¡cierra el pico!

—Pero qué chulita eres, bonita—replicó Santana, molesta.

Una vez los amigos del borracho se llevaron a éste, Santana, sin pensar en las consecuencias, agarró a Brittany del brazo y metiéndola en el baño, junto a Quinn y Rachel, dijo:

—¿Se han vuelto locas?

Brittany, moviéndose, siseó:

—Suéltame.

Quinn, malhumorada por lo ocurrido, miró a su mujer y gruñó:

—¿Cuándo vas a dejar de ser tan impetuosa? ¿No ves que te podía haber ocurrido algo, pequeña?

Rachel, acostumbrada a aquel tono de voz de su esposa cuando se enfadaba, la miró y respondió:

—Icewoman, no empieces. Ese imbécil ha entrado aquí y...

—¿Y por qué no has acudido a mí?

Rachel soltó una carcajada y, tras mirar a Brittany, que la observaba, contestó:

—Porque no ha dado tiempo, cariño.

Dos minutos después, Quinn y Rachel, inmersas en una de sus tremendas discusiones, abandonaron el local, dando la noche por finalizada.

Una vez se quedaron solas en el baño, Santana miró a Brittany y dijo:

—Te vas a estar quietecita y me vas a dejar mirarte la herida del labio.

—¿Ahora vas de doctorcita?

Con gesto ceñudo, Santana la miró. El buen humor se había esfumado y replicó:

—Yo también puedo ser muy chula si me lo propongo.

—Guau, ¡qué miedito!—y levantando una mano, añadió—Mira cómo tiemblo.

Con ganas de estrangularla por lo osada que era, Santana levantó la voz y siseó furiosa:

—He dicho que te estés quieta.

Brittany resopló y finalmente hizo lo que le pedía.

Lydia entró en el baño y, al ver lo ocurrido, fue a sustituir a Santana para atenderla, pero esta no la dejó. No pensaba apartarse para que aquella la tocara. Al final, Lydia se dio por vencida y, malhumorada, salió del baño.

Cuando Santana le limpió la sangre que tenía en la barbilla, salieron también ellas dos.

Brittany, sin cortarse un pelo al ver cómo la miraba uno de los amigos del borracho, gritó:

—¿Qué pasa? ¿Quieres que te patee los huevos a ti también, capullo?

Santana, alucinada, la agarró por la cintura y se la llevó en volandas tras pedirle al tipo que la miraba con gesto no muy amable que la perdonara.

Estaba loca.

Cuando estuvieron fuera de la vista de aquéllos, la soltó y le espetó:

—Pero ¿a ti te falta un tornillo?

Sin ningún miedo, Brittany replicó:

—Mira, guapa, que sea la última vez que te metes en mis asuntos, ¿entendido?

Y, sin más, se dio la vuelta para echar a andar hacia la puerta. Pero Santana la agarró y preguntó:

—¿Se puede saber adónde vas?

—A donde me dé la gana.

—¿Sola?

Con descaro, Brittany se volvió hacia Santana y repuso:

—Más vale sola que mal acompañada. Y ahora, ¿qué tal si me sueltas?

Con gesto de desagrado al ver cómo la miraba, Santana comentó:

—Te juro que he conocido a muchas clases de mujeres en mi vida, pero tu chulería me deja sin palabras.

—Dejarte a ti sin palabras no es difícil, muñeca.

Con ganas de darle un azote en el trasero por desagradable, Santana replicó:

—¿Se puede saber qué te pasa para que siempre estés con la escopeta cargada? Joder, chica, mirarte es como leer un cartel de «¡Peligro, alto voltaje!».

Eso la hizo sonreír. La habían llamado de todo, pero nunca cartel de alto voltaje e, intentando suavizar la voz, lo retó:

—Me voy a mi casa, ¿alguna objeción?

Agradecida por su tono más calmado, Santana, sin soltarla, se ofreció:

—Te acompañaré.

—¿De qué vas ahora, de dama con buenos modales?


De nuevo aquella sonrisita de superioridad que la sacaba de sus casillas apareció en la cara de ella. Santana repuso:

—Voy de mujer juiciosa que vela por una loca de atar, que como poco debe de ser la fundadora de Los Ángeles del Infierno. Simplemente intento que no te partan la cara antes de que llegues a tu casa.

—Vayaaaaaaaaaaa...—y, divertida, añadió— No necesito niñera, muñeca.

—Sí. Sí la necesitas, muñeca.

Brittany molesta porque no le soltaba el brazo, siseó:

—Te recuerdo que el abejorro te espera.

—¿El abejorro? ¿Qué abejorro?—preguntó Santana, sorprendida.

Sin ganas de ser agradable, Brittany aclaró:

—La abeja Elaine de morros siliconados y canalillo profundo te espera en la mesa, ¿la vas a dejar colgada?

Oír esa descripción de su acompañante la hizo sonreír y la soltó. Dibujó un movimiento brusco con las manos indicándole que no se moviera de donde estaba y se marchó.

Al ver eso, Brittany puso los ojos en blanco y, convencida de que aquella mujer era idiota, pero idiota profunda, salió del restaurante y caminó hacia su coche, ofuscada.

Se encendió un cigarrillo.

No necesitaba que una imbécil la protegiera. Ella solita sabía hacerlo muy bien. Pero dos segundos después, oyó unos pasos rápidos tras ella y al volverse y ver que era Santana, preguntó:

—¿Se puede saber adónde vas?

—He dicho que te acompañaría. Esos tipos pueden aparecer y...

—Pero ¿de qué hablas?

—Brittany, ¿en qué mundo vives?

—En el mismo que tú. Con la diferencia de que sé sacarme solita las castañas del fuego. ¿Acaso has olvidado que soy la novia de Thor?

Ese comentario hizo sonreír a Santana, que murmuró:

—Vamos..., te llevaré a tu casa.

—No necesito una niñera—insistió Brittany, echándole el humo en la cara.

La sonrisa de Santana desapareció rápidamente.

—Fumar no es bueno y como vuelvas a llamarme «niñera», te juro que...

—Me juras que ¿qué?—se miraron en silencio. Las espadas de ambas en alto, hasta que Brittany insistió—Sé defenderme. ¿No lo has visto?

Santana, con gesto contrariado, la miró. Su paciencia estaba llegando al límite. No pensaba ceder y siseó furiosa:

—¡Se acabó! No quiero discutir contigo. A partir de este instante, vas a cerrar el pico, te vas a meter en mi puto coche y te voy a llevar tu puñetera casa para que luego yo me pueda marchar a pasarlo bien, ¿entendido?

—¿Acabas de llamar «puto» a tu pobre Aston Martin?

—Por el amor de Diossssssssssss, ¿quieres cerrar tu jodido pico?—gritó Santana.

—Iré a mi casa en mi coche, te guste o no y no..., no cierro el jodido pico.

Desesperación.

Eso fue lo que sintió Santana al oírla y, convencida de que era una cabezota intratable, respondió:

—Muy bien. Iré en tu puto coche. Cierra de una vez el pico y vamos.

Molesta por su insistencia y sin muchas ganas de discutir, Brittany al final claudicó, pero queriendo quedar como siempre por encima, añadió:

—No vuelvas a llamar «puto» a mi coche. Que el tuyo lo sea no quiere decir que lo tenga que ser el mío, ¿entendido?

Santana no respondió. Tenía ganas de matarla.

¿Cómo podía ser tan chula e insoportable?

Una vez en el Opel Astra de ella, Santana miró a su alrededor y se horrorizó. Tras ellas había una sillita de bebé rosa, que supuso que era de Sami y el techo del vehículo estaba lleno de cientos de pegatinas de fieltro de princesas. En el suelo había de todo: envoltorios de galletas, botellas de agua y juguetes por doquier. Aquello era un auténtico caos que nada tenía que ver con su impoluto vehículo.

Sin ganas de hablar con Santana, Brittany encendió el CD del coche y la música cañera de Robin Thicke y Pharrell Williams, Blurred lines, sonó a toda pastilla y ella comenzó a cantar y a mover los hombros al ritmo de la canción.


Ok now he was close, tried to domesticate you.
But you’re an animal, baby, it’s in your nature.
Just let me liberate you.
Hey, hey, hey.
You don’t need no papers.
Hey, hey, hey.
That man is not your maker.



Santana la miró. Estaba claro por sus aullidos que intentaba molestarla. Nadie cantaba tan horrorosamente mal. Y cuando vio que Brittany sonreía, decidió callar lo que pensaba.


Everybody get up.
Everybody get up.
Hey, hey, hey.
Hey, hey, hey.
Hey, hey, hey.



Pero varios minutos después, con la cabeza como un bombo por sus gritos y el volumen de la música, al notar que pisaba algo y ver que se trataba de un pequeño poni malva, bajó la música de un manotazo y ante la atenta mirada de Brittany preguntó:

—¿Por qué llevas el coche así?

Sin entender a qué se refería, Brittany la miró. Santana le mostró en una mano el desangelado poni y en la otra un trozo de galleta mordida. Brittany sonrió y se justificó:

—Tengo una hija.

—¿Y tener un hijo te convierte en un cerdo?

Ella frenó de golpe. Santana se dio contra el cristal delantero, pero sin importarle su gesto contrariado, la joven la miró y preguntó con chulería:

—¿Me acabas de llamar «cerda»?

—Pero ¿te has vuelto loca?—gritó ofuscada—¿Cómo se te ocurre frenar así?

Estaba claro que la comunicación entre ellas era inexistente y Brittany, tras resoplar, ordenó:

—Abre la jodida puerta del coche y baja de él. ¡Ya!

Sin moverse de su sitio, Santana cogió un par de botellas de agua vacías y enseñándoselas junto a lo que ya tenía en las manos, insistió:

—¿Me vas a decir que esto no es basura?

De un manotazo, Brittany se lo quitó todo, lo volvió a echar en el asiento de atrás y, con cara de enfado, siseó:

—Sal del coche.

—No.

Repito:

—¡Sal del coche!

Santana la miró. No pensaba achantarse con aquella fiera y le indicó:

—Arranca y vamos a tu casa.

—No.

—Bueno entonces llévame dónde está mi coche.

—Yo no soy tu chófer, nena.

Jorobada por lo borde que podía ser, la miró con superioridad.

—Muy bien, Bueno llévame al Sensations. He quedado ahí.

—¿Con el abejorro?

Nada más decir eso, Brittany se arrepintió y más cuando la oyó desafiarla con mofa:

—Si quieres puedes entrar en el reservado con nosotras. Seguro que lo pasas bien con Elaine y conmigo. Falta te hace relajarte... ¡nena!

Y antes de que Brittany dijera nada, la agarró del cuello, pero cuando iba a besarla vio la herida en su labio, se acordó de la suya propia y dijo:

—No te beso porque no quiero que ambas suframos más daño en los labios. Pero quiero que sepas que me encantaría chuparte y devorarte. Me deseas tanto como yo te deseo a ti. Lo sé cuándo discutimos, cuando me miras o cuando te miro—Santana chocó con delicadeza su nariz contra la de Brittany—Terminemos ya con esto y hagámoslo de una vez. Podemos ir a tu casa, a la mía o a un hotel. Como tú quieras, preciosa. En tu mano está que yo finalice la fiesta con la pelirroja o contigo. La tentación estaba servida.

Su voz...

Su mirada...

Su propuesta...

Todo era tentador...

La temperatura dentro del vehículo subió en décimas de segundo.

Brittany la deseaba. La atraía una barbaridad y cuando intuyó que iba a perder la cordura y lanzarse sobre Santana, le ordenó:

—Sal del puto coche.

Sin darse por vencido, Santana paseó su boca por la cara de ella y con voz tentadora, dijo:

—Lo de puto... lo acabas de decir tú ahora de tu coche—e, insistiendo, murmuró—Venga...,gruñona, podemos pasarlo bien.

—Sal del jodido coche de una vez antes de que te arranque la cabeza, ¡gilipollas!—insistió Brittany, tremendamente excitada.

Santana claudicó.

Ella no le suplicaba a nadie.

Se quitó el cinturón de seguridad, abrió la puerta sin mirarla, se bajó y cerró de un portazo. En ese instante, Brittany subió la música a tope, arrancó y la dejó totalmente descolocada en medio de la acera. El rechazo no era algo a lo que estuviera acostumbrada y, contra todo pronóstico, sonrió.

¡Maldita cabezota!

Durante un par de minutos caminó por las frías calles de Múnich. Necesitaba refrescarse o iría tras Brittany de nuevo.

¿Por qué aquella chulita perdonavidas le llamaba tanto la atención?

Al tocarse el bolsillo de la americana, notó que tenía algo pegado. Con cuidado, lo arrancó y sonrió al ver una descolorida pegatina de princesas. Con cuidado, se la guardó en el bolsillo.

Diez minutos después vio un taxi y lo paró. La noche continuaba y Elaine la esperaba.
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El mundo de Brittany

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Finalizado FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Cap 13

Mensaje por 23l1 Vie Jun 26, 2015 8:37 pm

Capitulo 13


Una semana después, tras estar fuera de Múnich dos días a causa de un viaje a Irak, Brittany llegó a su casa. Su hija, al verla, la recibió con una enorme sonrisa y no paró de jugar con ella durante horas.

Por la noche, cuando se acurrucó sola en su cama, por primera vez en mucho tiempo Sam no ocupó sus pensamientos: en su lugar, apareció una prepotente de ojos oscuros llamada Santana.

Intentó quitársela de la cabeza.

¿Acaso se había vuelto loca?

¿Qué hacía pensando en aquella gilipollas?

Intentaba concentrarse en cualquier otra cosa, pero nada, absolutamente nada de lo que hiciera conseguía nublar la mirada de Santana dirigida a ella.

Al final, cansada de dar vueltas en la cama, decidió levantarse y hacer lo que su cuerpo le exigía a gritos.

Con cuidado, miró que su pequeña estuviera dormida y, tras comprobarlo, abrió el cajón de su mesilla, cogió un neceser y sacó lo que buscaba. Con sigilo, salió de la habitación, fue hasta el sofá, se quitó las bragas y antes de sentarse, murmuró, mirando el masajeador negro de clítoris.

—Te necesito urgentemente, colega.

Sola en su salón y en el silencio de la noche, hizo lo que le apetecía. Abrió el bote de lubricante, se tumbó en el sofá y, tras abrirse de piernas, se aplicó un poco sobre el clítoris y los labios vaginales.

Quería suavidad y aquello se la proporcionaría.

Deseosa y excitada, puso en marcha el masajeador y, tras pasearlo por sus resbaladizos labios, lo colocó sobre su humedecido clítoris a velocidad uno y susurró:

—Oh, sí..., dame lo que deseo.

Durante varios minutos, mientras con una mano se abría los labios vaginales, con la otra movía el masajeador en busca de su placer. La sensación era maravillosa.

Plena.

Cautivadora.

Su cuerpo sentía latigazos y ella jadeaba y exigía más y más. Con los ojos cerrados, imaginó a la mujer que se había instalado en su memoria, Santana, y, fantaseando con ella, sus gemidos se acrecentaron al imaginar que era Santana quien movía el masajeador sobre su clítoris o quien miraba mientras ella lo movía.

Vio su mirada...

Sintió sus besos...

Recordó sus proposiciones...

Y todo eso... calentó su cuerpo haciéndola desear más.

Abrió más las piernas y se entregó al disfrute que aquello le ofrecía.

Imaginar sus manos sobre su cuerpo y su aliento entre sus piernas la hizo morderse los labios para no chillar y subió el masajeador a velocidad 2.

El calor era intenso.

Muy... muy intenso y, tremendamente excitada, se movió sobre el sofá mientras susurraba:

—Sí..., nena..., te deseo.

A su mente regresaron imágenes de Santana en el Sensations.

Su cuerpo...

Sus pechos…

Su duro abdomen...

Su sexo húmedo.

Imágenes sensuales y morbosas.

Instantes calientes y pecaminosos.

Santana era caliente.

Muy caliente.

Se lo hacía saber cuando la miraba, cuando la retaba, cuando había intentado acercarse a ella.

Los jadeos subieron de intensidad. El orgasmo crecía en su interior como un tornado y dispuesta a más, subió el masajeador a velocidad 3. Su vagina tembló y ella se arqueó en el sillón. La voz de Santana le pedía que no cerrara las piernas, que no apartara ni un milímetro el masajeador de su clítoris, y ella obedeció.

Calor.

El calor era intenso.

Y consciente de lo que deseaba, apretó el maravilloso aparatito negro sobre su ya hinchado clítoris y lo que esperaba llegó.

Un increíble orgasmo tomó su cuerpo.

Levantó las caderas y cerró las piernas mientras se convulsionaba y se mordía el labio inferior al sentir aquel alucinante placer, intenso y profundo. La sangre bombeaba en todo su cuerpo, especialmente en su pubis, y Brittany jadeó, deseosa de más. Pero cuando abrió los ojos y su vista recayó en las fotos de sus compañeros, supo que su fantasía había acabado.

Ahí sólo estaban ella y su imaginación.

Cuando bajó las temblorosas piernas al suelo y se sentó en el sofá, sonrió. Pocas veces una masturbación había conseguido tal realismo. Pocas veces sus muslos se habían mojado tanto de sus propios fluidos. Sonriendo, miró el aparatito y, mientras se encendía un cigarrillo, murmuró:

—Gracias, colega. Tú nunca me defraudas.

Esa noche, cuando se metió en la cama, siguió pensando en Santana, pero enfadada se reprendió a sí misma.

Debía dejar de pensar en ella.

Había otras personas en el mundo de los que disfrutar y Santana, por mucho que la excitara, no debía formar parte de sus juegos y fantasías.

¿O quizá sí?


***************************************************************************************************************


El sábado por la tarde, tras un día dedicado totalmente a su hija, decidió hablar con Sugar para que esa noche se quedara con la niña.

Ella necesitaba salir.

Llegó al Sensations más tarde que otras veces y al entrar casi se dio la vuelta al ver al fondo de la barra a sus amigas Quinn y Rachel hablando con Santana y dos mujeres.

¿Qué hacían Quinn y Rachel ahí?

Dudó si entrar o no. Aquello era terriblemente embarazoso. Pero al final, parapetada entre varias parejas, lo hizo. No la vieron y se sentó lo más alejada posible de ellas, para observarlos con curiosidad.

Con los ojos como platos, vio cómo una de las mujeres introducía su mano entre las piernas de Rachel y esta sonreía; la mujer profundizaba y ella se dejaba hacer.

Bloqueada, no se movía para que no la vieran. Nunca se hubiera imaginado aquello y menos que aquel matrimonio disfrutara del mismo estilo de sexo que ella.

Eso la impactó.

Consideraba a Quinn y Rachel una pareja totalmente tradicional, pero visto lo visto, ¡las apariencias engañaban!

Sus ojos volaron luego hacia Santana. Esta y Quinn parecían disfrutar del espectáculo que les ofrecían y, acercándose a Rachel, Santana le dijo algo que a ella la hizo sonreír.

Pero ¿qué clase de amistad era la de aquellas tres?

Otra mujer se les acercó y Santana la agarró de la cintura. Durante varios minutos, Brittany vio cómo las dos hablaban y Santana la besaba en el cuello mientras ella, mimosa, se lo ofrecía.

Ver eso no le gustó y bebió de su copa para tragarse la indignación que crecía segundo a segundo en su interior.

Diez minutos después, el grupo entró por la puerta de los reservados y Brittany no dudó en seguirlas. Al llegar al pasillo, vaciló sobre si mirar en los reservados o no. Por norma, la gente que no quería ser vista, colgaba un cartel en la cortina con la palabra «Stop», y sólo lo vio en uno de los reservados.

Miró en los que no lo tenían, pero en ninguno se hallaban sus amigas, por lo que dedujo que estarían en el reservado de los que no querían ser observados. Dudó sobre qué hacer, pero la curiosidad pudo con ella y decidió mirar a pesar de que sabía que estaba mal.

En el interior, Quinn estaba sentada en la cama, mientras las dos mujeres desnudaban a Rachel, y Santana preparaba unas bebidas en un lateral.

—Bésame, morenita—pidió Quinn.

Encantada, Rachel se acercó a su esposa e hizo lo que le pedía. Pero antes jugó con ella. Sacó su lengua, se la pasó primero por el labio superior, después por el inferior y, tras darle un mordisquito, Quinn le dio un azote cariñoso; Rachel la besó.

—Me vuelves loca, cariño—murmuró Quinn, acabado el beso.

—Ya sabes que me encanta volverte loca—replicó Rachel, dispuesta a pasarlo bien.

A Rachel le gustaban los hombres y las mujeres. Quinn lo sabía y nunca proponía nada que Rachel no deseara. Ambas tenían sus propias limitaciones en cuanto a las fantasías sexuales y, dispuesta a darle a su esposa lo que sus ojos le pedían, en ese instante preguntó:

—¿Quieres que Emily y su novia jueguen contigo?

Rachel sonrió y dijo:

—Sí. Pero también quiero jugar contigo y con Santana.

—Te lo prometo—sonrió Quinn, besándola de nuevo.

Santana, que las miraba desde el lateral, observó que su amiga se levantaba de la cama, tumbaba a su esposa sobre ella y, abriéndole las piernas con deleite, decía:

—Emily..., mi esposa está deseosa de que tomes de ella lo que desees.

No hizo falta decir más. Emily, una compañera de juegos, sin dudarlo se subió en la cama y, posando las manos en los muslos de Rachel, se los abrió y murmuró:

—De Rachel lo deseo todo—después miró a su novia Hanna y añadió—Juega con nosotras, cariño. Rachel desea ser nuestro juguete. Únicamente hay una norma, su boca es sólo de su esposa.

Hanna asintió. Todo estaba claro. Sabía lo que su novia había querido decir y, subiéndose a la cama, fue directa a los pechos de Rachel.

Emily, al ver que se divertía chupándole los pezones, posó su boca en el dulce manjar que la joven le ofrecía y lo disfrutó. Con maestría, saboreó sus labios vaginales hasta que éstos casi se abrieron solos para dejar a la vista el clítoris.

Nada más pasar su lengua por él, Rachel jadeó y Emily, conocedora de lo que a Rachel le gustaba, se lo succionó. El cuerpo de Rachel tembló. Miró a su esposa y esta, excitada por la situación, sonrió.

Con maestría, aquellas dos mujeres volvieron loca a Rachel. Cuatro manos tocándola. Cuatro manos exigiéndole. Cuatro manos llenándola y dos bocas recorriendo su cuerpo.

—¿Quieres más, Rachel?—preguntó Emily.

—Sí..., sigue... sigue...

Hanna, excitada por aquello, sin dejar de chuparle los pezones, cogió una de las manos de Rachel y la llevó hasta su propio sexo. Esta, al notar el calor que ella rezumaba, no lo dudó, metió un dedo en su interior y comenzó a moverlo. Hanna se volvió loca y Emily, al oír sus gemidos, paró. Se colocó un pene y, metiéndose entre las piernas de Rachel, la folló.

Los gemidos de ésta subieron de decibelios, mientras Quinn y Santana se desnudaban, dispuestas a entrar en el juego de un momento a otro.

No tardaron.

Santana se colocó tras Hanna y Quinn tras Emily, movieron sus manos y las empalaron por el ano a ambas.

Brittany, que observaba semi-escondida tras las cortinas, sintió que su respiración se desbocaba.

Aquello era excitante.

Ver cómo aquellas cinco personas se daban placer unas a otras era colosal y tremendamente morboso.

Los gruñidos de placer de Santana y Quinn tomaron la habitación y cuando alcanzaron el clímax, salieron de las otras mujeres, que continuaron con su particular juego.

Cuando terminaron, Emily dijo:

—Hanna, fóllame tú a mí.

Esta se puso un arnés, se colocó tras su novia y poco a poco introdujo en ella el pene que llevaba puesto, consiguiendo que Emily gritara de placer.

Rachel, empalada por el pene de Emily, gritó, y ésta, extasiada por lo que su novia le hacía, volvió a hundirse en Rachel.

Las tres mujeres lo pasaban bien haciendo el trenecito sobre la cama cuando Santana le dio a su amiga Quinn un vaso con whisky. Ambas bebieron mientras observaban el morboso juego de las otras tres mujeres, hasta que Rachel y Emily tuvieron un orgasmo y todo se detuvo. Una vez Emily salió de Rachel, se quitó el arnés y, mirando a su novia, propuso mientras le desabrochaba el arnés que también ella llevaba:

—Hagamos un sesenta y nueve.

Sin descanso, las dos se tumbaron en la cama y se chuparon una a otra con deleite.

Quinn, al ver a su esposa con los ojos cerrados, la cogió en sus brazos y, llevándosela a la ducha, preguntó:

—¿Todo bien, cariño?

Rachel asintió y la besó.

Santana sonrió.

La típica pregunta de Quinn a Rachel tras el sexo.

A ella nunca se le había ocurrido plantearle a ninguna de sus amigas esa pregunta. No le importaba su placer. Le importaba sólo el suyo propio y recordó que Quinn le había dicho que, desde que estaba con Rachel, la forma de ver el sexo para ella había cambiado.

Mientras observaba a sus amigas besarse con pasión en la ducha, volvió a sentir lo que sentía únicamente cuando estaba con ellas: soledad.

Con otras parejas ese sentimiento no aparecía, sólo se preocupaba de disfrutar del sexo y el morbo. Pero cuando estaba con ellas y era consciente de la relación tan maravillosa y especial que tenían, las envidiaba. Ver cómo se miraban, cómo se besaban, cómo se querían o necesitaban era algo que ella nunca había experimentado con nadie.

¿Sería cierto que cuando te enamoras, tu propio goce pasa a un segundo plano y sólo deseas ver a la otra persona gozar?

Estaba excitada mirando la situación, cuando Quinn comenzó a hacerle el amor a Rachel con fiereza contra la pared, en la ducha, y mientras Emily y su novia disfrutaban de su sexualidad en la cama.

Estaba invitada a cualquiera de las dos fiestas y dudó.

El espectáculo era excitante y verlo desde donde estaba resultaba extremadamente morboso, por lo que decidió mirar mientras su humedad, gemido a gemido y segundo a segundo aumentaba.

Cuando Quinn y Rachel acabaron y salieron de la ducha, se metieron en el jacuzzi e invitaron a Santana a acompañarlas. Sin dudarlo, ella aceptó y cuando se fue a sentar, Rachel susurró:

—Ahora tú...

Deseosa de sexo, Santana se sentó rápido en el jacuzzi, miró a su amiga Quinn, que asintió y, agarrando a Rachel de la mano, le pidió:

—Siéntate sobre mí, preciosa.

Cuando lo hizo y Santana fue introduciendo sus dedos en Rachel, la joven jadeó y Santana, sin acercarse a la boca que era sólo de Quinn, murmuró:

—¿Los sientes?

—Sí...

—Vamos..., apriétate contra mí.

Al hacer lo que le pedía, un escalofrío recorrió la espalda de Rachel, que jadeó. Su esposa, besándola, dijo:

—Así, pequeña..., dame tus gemidos.

Durante varios minutos, aquel morboso juego entre ellas los volvió locas.

Santana, sentada en el jacuzzi, recibía a Rachel, ella se empalaba en Santana y Quinn se bebía los jadeos de placer de su mujer.

Brittany, que las observaba, cruzó las piernas. Sus propios fluidos comenzaban a traspasar sus bragas y su cuerpo le pedía sexo cuando oyó a Santana decir:

—Quinn y yo te vamos a follar como te gusta.

Rachel no podía hablar. Sintió cómo las manos de su esposa tras ella la apretaban con fuerza contra los dedos de Santana y murmuraba en su oído:

—Vamos, pequeña..., así... todos.

Sin resuello, se dejó manejar por aquellas dos titanes mientras Santana movía los dedos y las caderas a un ritmo infernal, volviéndola loca, y sentía las manos de Quinn, ahora apretándole las nalgas.

Jadeos de placer escaparon de su boca y más cuando sintió que su esposa le metía un dedo en el ano y después dos.

Los movía.

La tentaba.

—¿Te gusta, Rach?—preguntó Santana.

Ella asintió y cuando Santana la tumbó sobre su pecho en el jacuzzi, se preparó para la penetración anal que anhelaba de su esposa. Con cuidado, Quinn lo hizo. Entrar en ella siempre era un placer. Un gemido escapó de su boca y cuando sus dedos estuvieron dentro, musitó:

—Pequeña..., dime que te gusta.

—Me gusta—susurró Rachel al sentirse totalmente llena por ellas dos.

A partir de ese instante, cada una se movió en busca del placer, mientras Rachel se abría para ellas y se dejaba hacer, disfrutando de la situación.

Una... dos... tres... cuatro penetraciones seguidas de cada una la hacían ronronear de gozo, mientras un calor intenso se apoderaba de sus cuerpos.

Cinco... seis... siete... ocho... Entraban y salían de ella con gozo, mientras volvían al ataque dispuestos a más.

Gozo...

Sexo...

Fantasías...

Aquello era puro morbo, hasta que finalmente ella no pudo más y con un grito les hizo saber que había llegado al clímax. La siguiente en llegar fue Santana y, por último, Quinn.

Cuando Santana apoyó su cabeza en el hombro de su amiga Rachel, se percató de que alguien medio escondido tras las cortinas las observaba y su cuerpo reaccionó.

Se sorprendió al darse cuenta de que era Brittany.

Rápidamente dejó de mirar hacia allá para que nadie se percatara y siguió sentada en el jacuzzi. Un par de minutos después, su amiga Quinn salió de su esposa y esta de ella; juntas se encaminaron hacia la ducha.

Excitada por la presencia de Brittany, Santana salió también sin prisa del jacuzzi. Mojada y desnuda, se encaminó hacia un lateral de la habitación.

Brittany con la boca seca, la perdió de vista hasta que de pronto sintió algo mojado tras ella y al volverse se encontró con Santana. Avergonzada, no supo qué decir y Santana, bajando la voz para que nadie, a excepción de ella, la oyera, preguntó:

—¿Fisgando tras las cortinas?

Brittany no se podía mover. Si lo hacía entraría en el reservado donde estaban sus amigas y, deseosa de que no la vieran, respondió con voz suplicante:

—Lo... lo siento, yo...

Alucinada al ver que Brittany titubeaba y se quedaba sin palabras por primera vez desde que la conocía, Santana se creció y, señalando el cartel, preguntó:

—¿No sabes lo que significa la palabra «Stop»?—Brittany asintió y Santana añadió—Acabas de incumplir una de las normas del club. Si yo quisiera, ahora mismo te echaban del local; lo sabes, ¿verdad?

Brittany asintió acalorada y, arrepentida, murmuró:

—No les digas a Quinn y Rach que he estado aquí.

Santana, totalmente desnuda, la miró y preguntó:

—¿Por qué? ¿Acaso no juegas a lo mismo que ellas?—nerviosa, quiso escapar, pero no pudo. Santana, cogiéndola del brazo, la acercó a ella y murmuró casi encima de su boca—Te aseguro que si entras conmigo en el reservado lo podemos pasar muy bien. No creo que Rach se asuste por tu presencia. Quizá se sorprenda, pero asustarse... no.

Brittany, intentando zafarse de su mano, susurró:

—Yo... yo no juego a esto con amigos.

—¿Ah, no?

—No.

Divertida por ver a Brittany descolocada, Santana sonrió e insistió:

—¿Por qué?

—Porque no. Y ahora, suéltame, gilipollas.

Santana no lo hizo. Deseaba desnudarla, meterla en el jacuzzi y disfrutar de su compañía. La deseaba más que a nadie en el mundo y sin dudarlo se lo hizo saber. Cogió su mano, la llevó hasta su sexo y murmuró al sentir el roce de sus dedos:

—No vuelvas a llamarme «gilipollas» o te juro por Dios que dejaré de ser educada contigo, ¿entendido?—Brittany no respondió y Santana siseó—Tú y yo no somos amigas. Entremos en otro reservado y...

—No—consiguió balbucear ella.

Acercando su boca a su rostro, Santana paseó sus labios por la frente de Brittany y murmuró, excitada por lo que su cuerpo le pedía que hiciera:

—Te aseguro que no te vas a arrepentir.

La suavidad de su piel...

Su voz...

La intensidad de su mirada...

Todo aquello, unido al morbo de lo que había visto, hicieron dudar a Brittany.

Dios... deseaba sentir a aquella mujer en su interior y junto a ella, pero recomponiéndose, retiró su mano de su sexo como si se quemara y rogó:

—Suéltame.

Santana sonrió. No pensaba hacerlo. Y acercándose más a Brittany, preguntó:

—Si te beso, ¿me volverás a morder?

—Yo que tú no lo intentaría.

Pero Santana, desoyéndola, le pasó un brazo por la cintura y, dispuesta a soportar un nuevo mordisco, tanteó su boca y finalmente la besó. Metió la lengua y, contra todo pronóstico, pasados unos segundos, Brittany le respondió.

Su respuesta fue arrasadora.

El sabor de Brittany era cautivador y, apretándola más contra ella, profundizó el beso. Brittany soltó un casi inaudible gemido que Santana oyó y sintió que el vello se le ponía de punta y su humedad aumentaba. Apretándola contra la pared, continuó su asolador ataque.

La deseaba.

Deseaba a aquella chulita impertinente y quería disfrutar de Brittany como fuera. Y cuando sintió que Brittany bajaba todas sus barreras para disfrutar de lo que hacían, Santana detuvo su beso. Brittany la miró con los ojos turbios de deseo y Santana, tras darle un sensual mordisquito en el labio inferior, dijo soltándola:

—Si quieres más, tendrás que entrar en el reservado.

Brittany dudó.

La deseaba.

Su cuerpo entero se la pedía a gritos.

Pero resistiéndose, finalmente negó con la cabeza, se zafó de Santana y salió de la zona de los reservados sin mirar atrás.

Santana, excitada como nunca, maldijo en silencio por su poco tacto. Quizá si la hubiera seguido besando un poco más, Brittany habría accedido. Alucinada por lo que aquel beso le había hecho sentir, apoyó una mano en la pared al sentirse el corazón acelerado.

¿Qué le estaba ocurriendo?

Unas mujeres salieron del reservado de al lado y al verla en el pasillo desnuda, sonrieron. Santana, consciente de que debía de tener cara de tonta, se recompuso rápidamente y sin querer pensar más en el beso de Brittany, volvió a entrar en el reservado, donde continuó jugando el resto de la noche con sus amigas.

Pero ya nada le supo igual.

Anhelaba aquella otra boca y no pudo parar de pensar en Brittany.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por micky morales Vie Jun 26, 2015 9:48 pm

bueno, en verdad entiendo a brittany, gracias por el maraton!!!!! hoy me portare bien y no te hare reir a carcajadas con mis cosas, hasta pronto!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por itzel7 Vie Jun 26, 2015 11:20 pm

hahaha gracias x el maraton


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Mensaje por monica.santander Sáb Jun 27, 2015 12:44 am

Me encantan los maratones!!!!!
Estas chicas van a explotar!!!
Gracias
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Mensaje por paroan Sáb Jun 27, 2015 1:15 am

excelenye el maraton... y va a kedar la ca..
.brittany va a caer muy pronto
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Sorpréndeme (Adaptada) Epilogo

Mensaje por Jane0_o Sáb Jun 27, 2015 1:59 am

Gracias por el maraton
Solo hay algo malo en ellos
Me dejan con ganas de otro mas
Jejejje
Saludos
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Mensaje por 23l1 Sáb Jun 27, 2015 4:35 am

micky morales escribió:bueno, en verdad entiendo a brittany, gracias por el maraton!!!!! hoy me portare bien y no te hare reir a carcajadas con mis cosas, hasta pronto!


Hola, sip es entiende por lo que paso se cierra =/ De nada! Aaaaaaaa =( Saludos =D


itzel7 escribió:hahaha gracias x el maraton  




Hola, jajaajaj de nada! Saludos =D


monica.santander escribió:Me encantan los maratones!!!!!
Estas chicas van a explotar!!!
Gracias


Hola, jajajajaajaj son lo mejor no¿? jajajaja o no¿? Saludos =D


paroan escribió:excelenye el maraton... y va a kedar la ca..
.brittany va a caer muy pronto


Hola, bueno caps, sip! jaajajajajaj tu crees¿? =O tu dices¿? jajajaa. Saludos =D


Jane0_o escribió:Gracias por el maraton
Solo hay algo malo en ellos
Me dejan con ganas de otro mas
Jejejje
Saludos


Hola, de nada! Jjajaajajajajajajaajajjajaj sip suele pasar no¿? XD ajajajajaja, pero aquí te dejo un cap mas! Saludos =D

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