[Resuelto]FanFic Brittana: Palabras Para Ti (Adaptada) Epílogo

Capitulo 12 - Parte I

Santana se arrodilló y trató de calmar al niño. Finn tenía la camiseta desgarrada y Brittany respiró hondo al verle rasguños y rastros de sangre seca en el hombro. El niño tenía la cara llena de tierra y surcada de lágrimas, y sollozaba entrecortadamente.

—¡Es Em! No puede salir. No he podido apartar la madera.

Brittany inspeccionó discretamente el brazo del niño y comprobó aliviada que la herida ya no sangraba.

—Dinos dónde está—dijo, poniéndolo de cara a la colina de escombros que había junto a la vieja mina clausurada.

—Sólo queríamos entrar un momento a ver cómo era—les contó Finn, mientras los tres corrían entre los secos arbustos, sin hacer caso de los pinchos que se les clavaban en las pantorrillas desnudas.

Recorrieron hasta el final el sendero de tierra que transcurría entre árboles y oscuras matas de bejucos.

—Hemos apartado unas maderas para meternos dentro. De repente todo estaba oscuro y se nos han caído unos tablones encima—Finn empezó a sollozar otra vez—Yo no quería dejar sola a Em, pero me ha dicho que ustedes ya estarían buscándonos, porque en la nota decíamos que volveríamos a las cinco. Como se estaba haciendo tarde, Em me ha pedido que saliera a buscarlas.

Finn se echó a llorar cuando se acercaron a la entrada de la mina, situada en la ladera de la colina y cerrada con tablones.

—Sabía que no teníamos que entrar—dijo Finn, haciendo un movimiento hacia la entrada de la mina.

—Un momento, Finn—Brittany lo agarró del brazo—Primero veamos cómo está esto—examinó la estructura de madera y apartó con cuidado algunos tablones para ampliar la abertura—Será mejor que una de nosotras se quede fuera. ¿Qué te parece?—dijo, lanzando una significativa mirada a Santana—¿Te parece bien que entre a echar un vistazo?

—No, Britt—Santana estrechó a Finn contra su pecho durante un momento—Yo también entraré.

Brittany intentó discutir, pero no quería asustar más aún a Finn.

Santana se volvió hacia el niño.

—Espéranos aquí, en la entrada. Puede que tengas que ir en busca de ayuda. ¿De acuerdo?

Finn asintió tristemente y se limpió las lágrimas de los ojos con la camiseta, llenándose aún más la cara de tierra.
Brittany, lentamente y con precaución, se introdujo en la cavidad oscura y polvorienta de la mina, consciente de la presencia de Santana detrás de ella, muy cercana. Una vez dentro, se detuvo para adaptar la vista a la oscuridad.

—¿Em?—la voz de Santana se quebró en un sollozo y Brittany la oyó respirar hondo para calmarse—Britt y yo estamos en la mina—dijo con voz queda.

El cono de luz de una linterna se iluminó de pronto y deslumbró a Brittany, que se llevó la mano a la cara para taparse los ojos.

—Mamá, Britt... Estoy aquí—dijo Emily, incapaz de disimular su alivio.

La mirada de Brittany siguió el haz de luz hasta un punto situado algo a su derecha, unos cinco metros por delante de ellas.

—No quería gastar las pilas, por si acaso...

—Enfoca al suelo para que veamos cómo podemos llegar hasta donde estás.

Emily hizo lo que le había indicado Brittany, que avanzó centímetro a centímetro hasta acabar arrodillándose en el suelo, junto a la niña. En cuanto llegó también Santana, Emily tomo la mano de su mamá y la estrechó con fuerza.

—Estoy bien, mamá—dijo, valientemente—Me duele la pierna, pero me parece que no la tengo rota. Sólo que no puedo sacarla. ¿Las ha encontrado Finn?—la voz le tembló un poco al final.

—Sí, está esperando afuera.

Santana abrazó con fuerza a su hija.

—Déjame la linterna, para ver cómo te has quedado atrapada.

Brittany agarró la linterna de manos de la niña e iluminó el recinto, dirigiendo la luz al techo y las paredes para comprobar si había peligro de otro desmoronamiento. Todo tenía un aspecto bastante sólido y, al parecer, lo que se había venido abajo era un trozo de pared, no del techo del túnel.

Emily estaba tendida sobre un costado, con las piernas atrapadas bajo una ancha viga de madera que le había caído sobre los tobillos.

Brittany le pasó la linterna a Santana y dio un empujón a la viga, que osciló ligeramente, pero no logró apartarla.

—La viga no me aprieta mucho las piernas—dijo Emily, intentando animarlas—Le pedí a Finn que me quitara las zapatillas, pero no alcanzaba.

—No. Ya veo que debajo de la viga hay trozos de madera más pequeños, que son los que te tienen atrapada. Seguramente, lo que te ha salvado ha sido que la viga más grande se te haya quedado atravesada sobre las piernas.

A Brittany no se le ocurría cómo sacar a Emily sin apartar toda aquella mole tan pesada. Analizó la situación. Si no podían levantar la viga, podían probar a hacer palanca con el desmontador de neumáticos. Y si tampoco funcionaba, habría que ir en busca de ayuda.

—Si Em sujeta la linterna enfocando a la viga, ¿crees que podríamos levantarla entre las dos?—preguntó Santana, con voz nerviosa.

—Podemos intentarlo—dijo Brittany.

Santana le pasó la linterna a su hija. Emily giró la linterna para iluminar la viga carcomida, que a Brittany se le antojaba cada vez más pesada. No veía la cara de Santana, así que no sabía si su amiga estaba tranquila o no.

—¿Estás enfadada conmigo, mamá?—preguntó Emily con la voz temblorosa.

Santana le apartó un mechón de la cara, sucia de tierra.

—Lo que estaba es muy preocupada. Pero ahora no te muevas hasta que nosotras te digamos. ¿Estás lista, Britt?

Brittany asintió y, tras algo de esfuerzo, consiguió pasar los brazos por debajo de la viga. Santana hizo lo mismo. Contaron hasta tres y tiraron de la viga, que se movió levemente. Después de un par de intentos, apenas habían logrado desplazarla. Brittany se sentó en el suelo y se apoyó en la viga para recuperar el aliento.

Tendrían que ir en busca de ayuda.

—¿Y si intentamos empujarla haciendo fuerza con las piernas?—la voz de Santana sonó preocupada—Si nos sentamos las dos tal como estás ahora y empujamos con la espalda, ¿crees que podríamos conseguirlo?

—Probemos.

Brittany se colocó al lado de Santana y las dos empujaron, haciendo fuerza con las piernas. La viga se movió unos centímetros. Empujándola un poquito cada vez consiguieron apartarla. Emily se escurrió como una serpiente y logró sacar los pies de la trampa.

—¡He salido!—chilló ansiosamente.

Santana la estrechó con fuerza contra su pecho. Brittany recuperó la linterna que Emily había dejado caer al suelo. La oscuridad de la caverna empezaba a cercarlas y Brittany pensó en la posibilidad de otro desmoronamiento.

—Bueno vamos—dijo, aparentando la mayor serenidad que pudo—¿Puedes andar, Em?

Con la ayuda de su mamá y de Brittany, Emily intentó ponerse de pie. Brittany fue iluminando el camino hasta la entrada, y las dos ayudaron a la niña a salir a la luz del sol.

Los músculos de Finn se relajaron de golpe en cuanto aparecieron.

—¿Cómo está?—preguntó, con ansia.

Emily sonrió contenta.

—Estoy bien, pero me duele bastante el tobillo derecho.

La mirada de Brittany se cruzó con la de Santana, que tenía los ojos resplandecientes por el alivio, e intentó sonreír.

—Será mejor que Em no camine mucho antes de que pueda verla el médico—sugirió Brittany.

Santana asintió.

—Britt y yo te haremos una sillita con los brazos para que no tengas que caminar—explicó Santana a Emily, y las dos transportaron a la niña hasta la valla.

Finn mantuvo separadas las hileras del alambre de espinos para que pudieran pasar y enseguida estuvieron en el coche.



Cuando en la sección de accidentados del hospital terminaron de limpiar y vendar los cortes y los rasguños de los niños y de hacer las radiografías necesarias para comprobar que no tenían nada roto, ya eran casi las ocho.

Brittany los llevó a casa en el coche.

Mientras Santana vigilaba el baño de los niños, Brittany preparó unas hamburguesas con los restos de la barbacoa de la noche anterior. Abrió la nevera para sacar las ensaladas que habían sobrado y descubrió un papelito que asomaba debajo del electrodoméstico. Se agachó a recogerlo y vio que era la notita que Emily y Finn le habían dejado a Santana.

Seguramente se había caído al suelo mientras ella dormía.

—Misterio resuelto—dijo Santana cuando volvieron a la cocina.

Brittany le enseñó la nota.

—Ya te dije que te habíamos dejado una nota, mamá—insistió Emily—Nunca voy a ningún sitio sin avisarte.

Santana le dio un achuchón.

—Ya lo sé. Por eso me quedé tan preocupada al ver que no estaban.

—La próxima vez sujetaré la nota con una piedra—dijo Emily.

—La próxima vez me despiertas, ¿de acuerdo?—le advirtió Santana—Para asegurarnos.

Emily asintió.

—Bueno—dijo con un suspiro—¡Es que estabas tan cansada!

Brittany advirtió la rápida mirada que le dirigió Santana y se ruborizó. Colocó las hamburguesas en los platos y los fue repartiendo.

Los cuatro comieron vorazmente.

—Mi mamá y tú también tendrían que ducharse—sugirió Emily después de la cena.

Estaba muy mansita después del sermón que le habían soltado sobre los peligros que entrañan este tipo de aventuras.

—Están llenas de tierra.

Santana miró a Brittany, al otro lado de la mesa.

—¿Por qué no vas al baño a ducharte mientras Emy y Finn me ayudan a poner el lavavajillas?

—Ya lo haré en casa. Dúchate tú y yo iré quitando la mesa—propuso Brittany, sin ganas de dejar a Santana, pero sintiéndose obligada a no parecer demasiado ansiosa por quedarse.

Sin embargo, eso era precisamente lo que deseaba hacer. Quería ayudar a Santana a meterse en la cama, arroparla, darle un beso de buenas noches.

Y hacer el amor con ella otra vez.

Y otra más.

Pero sabía que estaba siendo egoísta. Santana parecía agotada y exhausta. La tarde había estado cargada de tensión.

—La verdad es que me gustaría hablar contigo, Britt—dijo Santana tentativamente, mirando a los niños, que a su vez las miraban con atención—Sobre la conferencia de la biblioteca—improvisó algo precipitadamente.

Santana se ruborizó y Brittany tragó saliva, segura de que su amiga estaba pensando en la noche anterior. En aquellos breves segundos, Brittany se torturó imaginando distintas posibilidades.

¿Qué era lo que quería decirle Santana?

¿Seguía sintiendo lo mismo o había cambiado por completo de opinión?

¿Y si ahora resultaba que quería alejarla de su vida, tal como Quinn le había propuesto hacer a Brittany?

¿Y qué quería ella, la propia Brittany?

Qué pregunta tan tonta.

No hay pregunta posible.

Exclamó la voz de su conciencia.

Brittany sabía que deseaba a Santana, como siempre la había deseado, incluso más. Recordó una escena de la noche anterior, cuando Emily estaba a punto de irse a dormir. Brittany se dio cuenta entonces de lo mucho que le importaba Santana. Y su hija.

—La conferencia—repitió, intentando mantener un tono inexpresivo, consciente ella también de la presencia de los niños.

—Muy bien. Iré a casa a ducharme y a cambiarme, y volveré dentro de una hora más o menos.

Santana puso cara de querer protestar, pero asintió enseguida.

—Perfecto.

No quiso que Brittany la ayudara a quitar la mesa y ésta se fue a casa, provista de una linterna para alumbrar el camino.

¿Era posible que tan sólo unas horas antes hubiera recorrido el mismo sendero con Santana, que hubiera subido la escalera y hubiera entrado con ella en la casa?

¿Y que hubieran terminado haciendo el amor de aquella forma tan apasionada?

La pasión había sido especialmente intensa, reconoció Brittany. Guardaba recuerdos maravillosos de otras veces en que había hecho el amor con Santana, pero lo de la otra noche había sido indescriptible.

El cuerpo de Brittany había reaccionado como si en todos aquellos años hubiera estado dormido, apagado, aguardando a que Santana lo acariciara de nuevo.

Capitulo 12 - Parte II

Brittany se detuvo bajo el tamarindo y miró hacia el escondite. El calor del día seguía flotando en el aire y una brisa intermitente agitaba suavemente las hojas del viejo árbol, que se recortaba como un bulto oscuro contra el cielo estrellado.

Ahí, Santana y ella habían reído y llorado, se habían contado secretos y habían hecho planes, se habían besado y habían hecho el amor. Y ahí habían mantenido su única discusión importante. De hecho, la discusión había empezado en la cabaña, pero había terminado en la fiesta del equipo de fútbol.

Brittany recordaba lo mal que se había sentido después, las mil agonías por las que había pasado durante aquella semana de silencio, cuando no hicieron más que verse de manera casual. Y cuando Brittany pensaba que no podía soportarlo más y ya estaba a punto de ir a la casa de los López para hablar con Santana, su amiga la llamó por teléfono. Los padres de Santana no estaban, y Brittany se escurrió a través de la valla para verla. Se reconciliaron, se abrazaron e hicieron el amor.

Después de tantos años, aún podía ver con nitidez a las dos muchachas sentadas en el refugio de la copa del árbol. Y recordaba con todo detalle la sensación que la invadió cuando Santana dijo, como quien no quiere la cosa, que Sam la invitaba a ir al baile con él.



Flashback

—No vas a ir, ¿verdad?—preguntó Brittany con la voz temblorosa.

Santana se encogió de hombros.

—¿Por qué no? Puede ser divertido.

—No, San. No vayas con él—suplicó Brittany antes de poder contenerse.

—No pasa nada, Britt. Tú también irás, con Artie. Sam dice que Artie te lo va a pedir.

—Yo no quiero ir con Artie. No sería capaz de bailar con él—dijo Brittany con tristeza.

Y sabía que lo que quería decir, en realidad, era que no sería capaz de ver a Santana bailando con Sam Evans.

—No tienes que bailar siempre con Artie. Además, Ryder dice que la música está muy bien. Es música moderna casi todo el rato, así que no hace falta que bailes agarrada a nadie.

—Venga ya.

—Britt, todo el mundo da por supuesto que vamos a ir con Sam y Artie—dijo Santana con franqueza.

Brittany se mordió el labio.

—¿Quién es todo el mundo?—preguntó con arrogancia.

—Bueno mis padres. Y los amigos. Y toda la gente del instituto.

—Estamos yendo demasiado lejos, San. ¿No lo ves?—imploró Brittany—¿Seguro que no vamos a tener que ir con ellos cada vez? Lo próximo que dirá esa misma gente es que salimos con Sam y Artie. Y detesto que digan eso.

Santana se abrazó las piernas y apoyó la barbilla en las rodillas. Se quedó un momento callada y después suspiró.

—Britt, me gusta que mis padres crean que voy a salir con Sam. Además, así acabamos con las malévolas insinuaciones de Ryder.

La aprensión que sentía Brittany en la boca del estómago se hizo más fuerte y volvió a tragar saliva.

—Ojalá se hubiera acabado el curso y ya estuviéramos juntas en Brisbane.

—Lo estaremos.

Santana sonrió y acarició suavemente la mejilla de Brittany, apoyando las puntas de los dedos en la boca de su amiga. Después la besó.

—Y, aparte de eso, prefiero que mi mamá me eche un sermón sobre lo que no se debe hacer con los chicos a que empiece a decirme qué puedo o que no puedo hacer contigo.

Brittany se rió, a pesar del mal presentimiento que le inspiraba el baile. Deslizó las manos bajo la camiseta de Santana y jugueteó con sus turgentes pezones.

—¿Hacemos lo que no debemos hacer?

El placer del sexo calmó en parte el desasosiego de Brittany, pero a medida que se aproximaba el día del baile sentía una renovada aprensión.

Artie pensaba pedirle el coche a su mamá y Santana iría en el de Sam. En opinión de Brittany, esta situación sólo servía para apartarla aún más de Santana.

Y, para Brittany, el baile resultó tan tenso como había imaginado. Muy pocos de sus compañeros de clase fueron con pareja. Al principio, las chicas se sentaron a un lado mientras que los chicos se apiñaban junto a la barra, al otro lado de la sala. Tampoco estaba tan mal así, pensó Brittany, y se tranquilizó un poco, a pesar de que la música alcanzó un volumen tan alto que pensó que acabaría con un dolor de cabeza espectacular.

Pero al menos nadie bailaba, así que pudo sentarse con Santana y un par de compañeras del instituto. Las otras chicas le estaban contando a Santana con quién habían ido y se reían intentando adivinar quién estaba emparejado con quién.

—¡Caramba, San!—exclamó, emocionada, una de las muchachas—Sam Evans es guapísimo. Qué suerte tienes de salir con él. Todas nos moríamos de ganas de que nos lo pidiera.

—Sobre todo tú, Becky—dijo Mercedes, la bromista de la clase—Pero Santana ya procuró que no triunfaras, ¿verdad, San?

Santana se rió, ruborizada. A Brittany el corazón le dio un brinco. Luchó contra la necesidad de atraer a Santana hacia sí y decirle a todo el mundo que aquella historia con Sam Evans era una farsa, que ella, Brittany Pierce, era la única persona a la que Santana amaba.

—Sam es genial—dijo la otra chica—¡Ay, madre! ¡Viene para acá!

Brittany se volvió y vio cómo se acercaba Sam. Notó que la mandíbula se le ponía tensa. El chico se unió al grupo con la tranquila seguridad de quien se sabe admirado.

—¿Quieres bailar, San?—preguntó, tomándola de la mano y atrayéndola hacia él.

Le rodeó la cintura con el brazo y se la llevó hasta la pista de baile sin esperar a que ella asintiera. Brittany se puso furiosa interiormente, mientras las otras chicas contemplaban con envidia a la pareja.

—¿Verdad que se los ve muy románticos a los dos juntos?—dijo alguien.

Brittany tuvo que cerrar los ojos porque los celos la traspasaron como una navaja.

Poco a poco, todos se fueron uniendo al resto de los bailarines que había en la pista y Brittany pensó, entristecida, que no debería haberse dejado convencer por Santana.

Pero Artie apareció de repente a su lado y le pidió que bailara con él. Brittany se levantó de mala gana y lo siguió. Cualquier cosa era preferible a quedarse sentada mirando cómo Santana y Sam bailaban juntos. Artie empezó a moverse torpemente al ritmo de la música y Brittany intentó tranquilizarse.

Ni ella ni Artie se miraron mientras bailaban. Brittany tampoco conseguía seguir el ritmo. Miró de soslayo a Artie y decidió que el chico parecía tan azorado como ella.

Un par de interminables horas después, Brittany estaba impaciente por que llegara el final de la fiesta. Apenas había visto a Santana y no había hablado con ella, ya que su amiga se había pasado la mayor parte de la noche bailando con Sam, mientras Brittany intentaba fingir ante Artie que lo estaba pasando bien.

A Brittany, el baile se le estaba haciendo eterno. Entonces disminuyó la intensidad de las luces y los músicos atacaron un tema lento y sentimental. Para el espanto de Brittany, Artie se le acercó y la estrechó entre sus brazos. Intentó desesperadamente disimular el asco que sintió cuando la húmeda palma de la mano de Artie agarró la suya.

Brittany se concentró al máximo para no tocar a Artie y entonces vio a Santana y Sam bailando con los cuerpos pegados. Sam inclinó la cabeza hacia Santana y empezó a besarla. Y Santana no hizo nada por apartarlo. Por lo que pudo ver Brittany, Santana se unió al beso con placer.

Brittany tropezó, turbada, y Artie aprovechó la ocasión para acercarla más contra su cuerpo. Ella se encogió y se ruborizó en la penumbra, al notar la erección de Artie contra su abdomen.

Cuando terminó la canción, Brittany se alejó de Artie murmurando que tenía que ir al baño y atravesó a toda prisa la multitud de bailarines. A salvo en el cuarto de baño, respiró hondo para tranquilizarse. Dos chicas acababan de retocarse el maquillaje y salían mientras Brittany se refrescaba las mejillas en el lavabo. Se estaba secando las manos con una toalla de papel cuando de pronto apareció Santana junto a ella.

—¡Uf! Hace calor, ¿verdad?—Santana le dirigió una mirada de soslayo y apartó enseguida los ojos—Te he visto bailar con Artie. ¿Lo estás pasando bien?

—No puedes estar hablando en serio, San—Brittany se inclinó hacia el lavabo con gesto cansado.

—Bueno, no hace falta que bailes con él. Pero pásalo bien,

—¿Como tú?—preguntó abruptamente Brittany.

Santana se volvió hacia el dispensador de toallas de papel.

—Exactamente.

Santana miró nerviosamente hacia las puertas de los servicios para comprobar que estaban solas.

—¿Es necesario que te le eches encima?—susurró Brittany con insistencia.

—Sólo bailábamos.

—No podrías haber estado más cerca de él aunque quisieras. Además, te he visto cómo lo besabas—la voz de Brittany se quebró en una mezcla de rabia y decepción.

—Un beso no es nada—dijo rápidamente Santana—No significa nada.

—¿Tampoco significa nada cuando me besas a mí?—preguntó Brittany.

Santana miró a su alrededor.

—Calla, Britt. Aquí no podemos hablar.

—Sabía que no teníamos que haber venido a esta mierda de baile—gritó furiosamente.

Santana suspiró.

—Ya te he dicho que eso es lo que se espera que hagamos—dijo cansinamente.

Brittany la miró.

—¿Es una operación de camuflaje?—preguntó, cáusticamente, y entonces le confesó a su amiga—Odio todo esto, San.

—Yo también—admitió Santana—Pero no es más que un baile.

Brittany la miró con suspicacia.

—¿Estás segura de que no lo estás pasando bien con toda esta historia?

Santana movió la cabeza en señal de negación.

—Me gusta estar contigo—dijo con la voz queda—Pero tenemos que...

—Fingir. Ya lo sé, ya lo sé—Brittany la miró y de pronto se estremeció—San, estoy preocupada por Sam. Se está tomando en serio la historia contigo. Quiere...—tragó saliva, dudando si debía contarle a Santana lo que había dicho Sam cuando estaban en el cine—Quiere casarse contigo—espetó. La expresión de Santana apenas cambió y Brittany la miró sorprendida—¿Ya lo sabías?—preguntó.

Santana asintió.

—Me lo ha comentado.

—¿Y tú qué has dicho?

Santana hizo una pausa.

—Le he dicho que tal vez. Pero que soy demasiado joven para pensar en el matrimonio.

—¡Ay, San!

Brittany se sentía cómo si le hubieran asestado una puñalada en el corazón.

—Ya sabes que tenemos que ir con cuidado.

—¡Pero no hace falta casarse!—soltó Brittany.

—Deja de preocuparte. Soy demasiado joven para comprometerme.

—Bree tenía dieciocho años cuando se casó con Mark—le recordó Brittany.

Santana se encogió de hombros.

—Eso es cosa de Bree. Seguramente mi mamá pensó que se quedaría preñada si no la dejaba casarse—se alisó el vestido—Vamos, Britt, deja de preocuparte. Seguiremos saliendo los cuatro, Sam y yo, y tú y Artie. ¿Qué problema hay?

—Que esta noche no éramos cuatro. Éramos dos grupos de dos—Brittany se mordió el labio—Yo quiero que estemos sólo nosotras dos, Santana.

Santana respiró hondo.

—Bueno, pues no puede ser, Britt. Tenemos que proteger nuestra reputación. Y eso quiere decir que tenemos que salir con chicos. Así tiene que ser.

—Eso es vivir una mentira—protestó Brittany.

Santana empezó a caminar por el cuarto de baño a grandes pasos.

—Mentira o no, Britt, yo quiero ser normal. No quiero que la gente me mire mal o que diga cosas a mis espaldas. O que me insulte. Y ahora no quiero hablar más del tema. Me vuelvo al baile.

—San...—rogó Brittany.

Pero Santana ya se había marchado.

Poco después, Brittany pretextó un dolor de cabeza e insistió en que Artie la llevara a casa. Cuando aparcaron junto a la cancela, Brittany salió precipitadamente del coche, le dio las gracias a Artie y corrió a toda prisa hacia su casa y hacia el refugio de su habitación.



Fin Flashback


Brittany suspiró.

¿Habían sido demasiado intensos sus sentimientos, en aquella época?

¿Eran sus celos y su posesividad lo que había acabado por alejar a Santana?

En fin, sabía que no era posible cambiar el pasado.

¿Pero qué le esperaba en el futuro?

Capitulo 12 - Parte III - Final

Dirigiendo una última y recelosa mirada a la cabaña del tamarindo, continuó subiendo las escaleras y entró en su casa. Se dirigió al cuarto de baño, se quitó la camiseta y los pantalones sucios de tierra y se metió bajo la ducha.

Ahora, diez años después, ¿podía reprocharle a Santana que pensara de la forma en que pensaba entonces?

Hacía falta un coraje enorme para enfrentarse a la moral minoritaria.

Y eso no era precisamente lo que había hecho Brittany, así que, ¿cómo podía juzgar a Santana por no haber sido más valiente entonces, cuando ambas eran tan jóvenes?

Brittany suspiró.

¿Se habría atrevido a ir por el pueblo con la cabeza bien alta, si ella y Santana hubieran dado a conocer su relación?

Brittany, recordando cómo había reaccionado cuando la mamá de Santana las pilló juntas, comprendió que seguramente no habría sido capaz de hacerlo.

Se secó y se puso unos shorts limpios y una camiseta sin mangas. Se estaba haciendo tarde, tenía que ir pensando en volver.

Santana la estaba esperando.

Recorrió otra vez el mismo camino y atravesó la valla. Bajo la luz de la luna, la piscina centelleaba con reflejos eternamente cambiantes.

Santana la aguardaba a la entrada de la casa, sujetando la puerta corredera para dejarla pasar. La miró con una expresión algo indecisa y se pasó nerviosamente la lengua por los labios.

Brittany se la quedó mirando, incapaz de apartar los ojos de la boca de Santana, de sus carnosos y hermosos labios. El recuerdo de aquella boca acariciándola la envolvió como una cálida manta en una noche fría. Brittany sintió un ligero estremecimiento.

—Los niños duermen como troncos. Gracias por volver, Britt—dijo quedamente Santana.

Brittany apartó la vista de su boca y la miró directamente a los ojos. De pronto se perdió en la oscuridad profundidad de aquellos ojos, que ahora, con Santana de pie frente a la lámpara que había encendido junto al sofá, parecían brillar.

Brittany vio las oscuras ojeras que había dejado el cansancio en el rostro de Santana y comprendió que su amiga estaba exhausta.

—Será mejor dejarlo para mañana. Pareces agotada.

Santana esbozó una sonrisa y se le marcaron los hoyuelos que tanto le gustaban a Brittany.

—¿Me estás diciendo que no estoy en mi mejor momento?

—Estás preciosa—dijo suavemente Brittany.

Los ojos de Santana se llenaron de lágrimas y una de ellas se deslizó por su mejilla. Brittany avanzó unos pasos, rodeó la cintura de Santana con sus brazos y la atrajo hacia sí. Santana ahogó un gemido.

—Hoy he pensado que perdía a Em—dijo con la voz ronca—No habría podido soportarlo. Mi hija es lo único valioso que ha producido mi desastrosa relación con Sam.

Brittany apartó delicadamente un mechón de la frente de su amiga.

—Ven, sentémonos.

Fueron hasta el sofá en el que tan decorosamente se habían acomodado la noche anterior. Pero esta vez se sentaron más juntas, con los cuerpos en contacto, y Santana tomo la mano de Brittany.

—No sé qué es lo que habría hecho hoy sin ti, Britt. Sí no te hubiera encontrado en casa... Gracias.

Brittany se encogió de hombros.

—De hecho, estaba a punto de venir a ver cómo estabas.

—¿De verdad?—Santana se mordió el labio.

Brittany respiró hondo.

—No resistía más tiempo sin verte.

Por fin. Ya lo había dicho.

El aire pareció quedarse en suspenso entre las dos, inmóvil, prolongando aquel momento. Y entonces Santana apoyó la cabeza contra el respaldo del sofá. Cerró los ojos y, de pronto, rompió a llorar. Brittany se volvió hacia ella, con el entrecejo fruncido por la preocupación.

—Por favor, San, no llores. No quiero presionarte. Si tú no quieres... Si has cambiado de opinión...

Santana se incorporó, soltó a Brittany y le tomó el rostro con las manos.

—¿Cambiar de opinión?—meneó la cabeza en señal de negación, sonriendo a través de las lágrimas—De ninguna manera, Britt-Britt, mi amor. Me equivoqué cuando te dejé hace diez años. No voy a cometer el mismo error otra vez.

Se inclinó hacía Brittany y la besó en la boca con ternura, con un beso leve como una pluma, que se prolongó exquisitamente.

Brittany sintió que se derretía.

Siguieron abrazadas hasta que los besos se tornaron más profundos, más prolongados y narcotizantes, besos desesperados que las dejaron sin aliento a las dos.

Santana, tomando la mano de Brittany, le rozó los labios con las puntas de los dedos y le besó la palma de la mano.

—Dime que me quieres, Britt-Britt. Como yo te quiero a ti. Necesito oír cómo lo dices.

—Te quiero, Santana. Siempre te he querido—dijo sencillamente Brittany y su amiga suspiró.

—Me moría por oírtelo decir otra vez. Hemos desperdiciado diez largos años y todo por mi culpa. Lo lamento muchísimo, Britt. ¿Podrás perdonarme?

—Olvidemos el pasado y empecemos de nuevo. Sin recriminaciones.

—No tendría que haberme dejado manipular hasta el extremo de casarme con Sam. Fui una cobarde—Santana cabeceó—¡Tengo que pedirte perdón por tantas cosas!

—No sigas, San...—protestó Brittany.

Pero Santana la acalló con un gesto.

—No. Déjame que te explique, Britt. Lo necesito—Brittany asintió de mala gana—¿Recuerdas el baile del equipo de fútbol?

Brittany asintió de nuevo.

—Sí, lo recuerdo.

Una ráfaga de tristeza surcó la expresión de Santana, que volvió a suspirar.

—Ahí empezó todo. No entiendo cómo pude portarme tan mal contigo, Britt. Estaba hecha un lío. Quería demostrarme a mí misma que podía ser como todo el mundo y te hice mucho daño. A las dos. Dejar que Sam me besara durante el baile formaba parte del plan. Quería que... Quería que besarlo a él resultara tan maravilloso como besarte a ti. Y me dio rabia comprobar que no era así—apartó la vista. Sus dedos jugueteaban, ausentes, con los de Brittany—Luego tú y yo tuvimos aquella discusión—continuó—, Y yo me marché furiosa porque sabía que tenías razón. Y entonces te fuiste tú. Si yo...—se interrumpió—Sam quiso enrollarse conmigo en el coche cuando me llevaba a casa. Y yo pensé que eso era lo que tenía que hacer, que era otra forma de ponerme a prueba. ¿Tú te enrollaste en el coche con Artie?

Brittany negó con la cabeza.

—No.

—No—repitió Santana con la voz queda—Ya me imaginaba que tú no lo harías. Siempre fuiste más sensata que yo. En fin, Sam empezó a besarme y yo traté de que me gustara. Pero no eras tú, Britt. Cuando me di cuenta de la estupidez que había cometido, las cosas se me fueron de las manos. Quise explicarle a Sam que había cambiado de idea, pero él pensó que me estaba haciendo la estrecha para conquistarlo. Al menos eso fue lo que me dijo.

—¿Te violó?—susurró Brittany, horrorizada.

Santana soltó una risita amarga, burlándose de sí misma.

—Técnicamente hablando supongo que sí, aunque yo tuve parte de culpa. Le había hecho creer que... En fin, ya sabes... Y luego me entró miedo. Fue muy desagradable. Después me pidió perdón.

—San...

—Cada vez que Sam me llamaba por teléfono, mi mamá se ponía contentísima. Mis hermanos no paraban de decirme que Sam era un buen chico. Pero yo sólo te quería a ti, Britt. Y de repente el mundo se vino abajo y todo se confabuló para estropear las cosas. Mi mamá. El pastor Figgins. Y las burlas sobre Maggie y Georgie. Estaba hecha un lío. Y por si fuera poco, no me vino la regla. Estaba muy asustada, Britt. Quería contártelo, pero pensé que me odiarías. Fue por lo de la noche del baile. Ésa fue la única vez que lo hicimos. Sam se había puesto un condón, pero cuando forcejeábamos se le salió o lo que fuera. Fue todo un desastre. Fui al médico y confirmó el embarazo. Estaba aterrada, Britt. Iba a decírtelo la tarde en que mi mamá nos pilló juntas. Después de que te marcharas, mi mamá y yo tuvimos una discusión terrible y yo le dije que estaba embarazada y que me iría del pueblo contigo. Entonces mi mamá movilizó todos sus recursos. Me prohibió que fuera a verte. Envió a mi papá a hablar con Sam y pidió fecha en la iglesia. Me parece que yo estaba bajo una conmoción nerviosa, porque antes de darme cuenta ya estaba casada. Dejé que todos me llevaran por donde querían. Opté por la vía de la mínima resistencia. Así era más fácil.

—Si me lo hubieras contado, San—dijo Brittany, con el corazón encogido.

—Cuando lo pienso ahora, es como si todo le hubiera ocurrido a otra persona, como si yo hubiera sido una mera espectadora. Recuerdo que, mientras pronunciaba el «Sí, quiero», sólo esperaba que aparecieras tú y me rescataras.

—Y yo estaba esperándote en la cabaña del tamarindo. ¡Vaya salvadora estaba hecha!—añadió Brittany, y ambas se esforzaron por reír.

—Los primeros meses de matrimonio fueron un infierno. Cada vez que Sam me tocaba empezaba a vomitar, en parte por el embarazo y en parte por los nervios. Así que pedí dinero prestado y me vine al pueblo, en tu busca. Les supliqué a mis padres que me dejaran quedarme con ellos y me dijeron que tenía que dejar pasar el tiempo para que el matrimonio funcionara. Y no fui capaz de localizarte en Brisbane. Después del nacimiento de Em, Sam se mostró algo más considerado durante una temporada. Pero cuando recuperó su carácter posesivo, me vine otra vez a casa de mis padres. Y, como ya sabes, luego regresé a New York de nuevo. Pero ya no volveré a hacerlo. Ahora soy dueña de mi vida, Britt, y sé lo que quiero—Santana la miró y sostuvo su mirada—Te amo, Britt-Britt. Y quiero estar contigo. Pero si no quieres que vivamos juntas, lo aceptaré. Me refiero a que en realidad no sé qué piensas que Em viva con nosotras. Yo sólo quiero estar cerca de ti, formar parte de tu vida. ¿Qué...?—tragó saliva—¿Qué es lo que tú quieres, Britt?

—Lo que siempre he querido, San. A ti. Y Em forma parte de ti. ¿Cómo no voy a quererla a ella también? Es igualita a ti—Brittany le acarició la mejilla con la punta de los dedos—Te quiero muchísimo, Sanny. Estos diez años me he sentido como si me hubieran amputado algo. Te necesitaba para sentirme completa.

Se besaron intensamente, susurrando con ansia su amor mutuo, hasta que acabaron por separarse, sonrientes y cansadas.

—No entiendo cómo no me apresuré a seducirte la primera vez que viniste a casa—dijo Brittany en broma—Qué tonta fui.

Santana se echó a reír, pero acto seguido se puso seria.

—Yo tenía miedo de haber tardado demasiado en volver. Lo único que me ayudaba a seguir cuando todo se me hacía insoportable era pensar en ti.

—¿Por qué no me escribiste? La tía Sue me habría enviado la carta.

—Yo no estoy tan segura, Britt. Fuera por lo que fuera, creo que tu tía nunca me aceptó. Y, aparte de eso, no me atrevía a escribirte. Sam era... Tenía un carácter horrible. Si hubiera descubierto lo que sentía por ti, no sé qué me habría hecho o qué te habría hecho a ti. En su personalidad había un lado oscuro. Pero conseguí arreglar mi vida y empecé a escribir—Santana miró a Brittany—Y es verdad que escribí La fiebre del oro como un homenaje a nosotras dos.

—Es un libro magnífico, San. Pero es que...—Brittany se interrumpió—Cuando volviste al pueblo me sentí muy confundida y el hecho de leer cómo se comportaban Clare y Tess cuando estaban juntas, la ternura de su historia, me dejó muy turbada. Me hizo revivir toda la tristeza de tu pérdida y...—Brittany se encogió de hombros.

—Menudo lío armé, ¿no?—dijo Santana con voz queda.

Brittany suspiró.

—Éramos unas crías, San. No estábamos preparadas para afrontar la intensidad de nuestros sentimientos. Ahora sé que al menos yo no lo estaba.

—Supongo que no. Pero ojalá hubiera sido diferente—Santana la miró con gesto de preocupación—¿Crees que podemos superarlo, Britt?—preguntó, sin apartar la mirada de su amiga.

Brittany se inclinó hacia ella y la besó con ternura.

—Creo que sí—respondió sinceramente.

Santana esbozó una sonrisa.

—Qué contenta estoy...—le temblaron los labios y tuvo que tragar saliva—Cuando vine a buscarte, no quería pensar que el pasado aún podía afectarnos. Luego, el primer día que te vi, cuando fui a tu casa y apareció tu amiga Quinn, estaba convencida de que ya era demasiado tarde. El modo en que se comportaba contigo, la manera en que te miraba, la sutil intimidad... Sentí unos celos tan ardientes que no pude evitar advertirle que se alejara.

—Supongo que la he tratado mal—dijo Brittany al cabo de unos instantes—Éramos amigas, lo fuimos durante un tiempo, y después...—Brittany hizo una mueca—Dejé que las cosas fueran más allá, cuando no debería haberlo hecho. Yo no estaba en condiciones de comprometerme con nadie. Nunca lo he estado. Tú estabas siempre conmigo, San—Santana le apretó la mano y Brittany rió quedamente—Cuando vivía en Brisbane en casa de Blaine y aquella pareja decidió casarse, se mudaron dos chicas al piso. Tuve una aventura con una de ellas, para demostrarme que había superado lo tuyo—Brittany puso los ojos en blanco—Siempre decía que cuando me besaba era como si hubiera otra persona con nosotras. No se equivocaba.

—Yo también te he llevado siempre en el corazón, Britt. Nunca he dejado de quererte—volvió a besarla y emitió un murmullo de placer.

—San—Brittany la apartó con delicadeza y la miró a los ojos—Quizá las cosas no han cambiado tanto. Tal vez tu mamá sigue pensando lo mismo de nuestra relación. Y además está tu familia.

Santana asintió.

—Ya lo sé. Pero ya veremos qué pasa, Britt. No voy a dejar que nadie más se interponga entre nosotras. Nadie, ni siquiera yo

—¿Y qué pasará con Em?—preguntó Brittany.

—Em sabe lo que significas para mí. Se lo he explicado. Hablaremos las dos con ella y le diremos que nos amamos y que queremos ser una familia.

—¿Lo entenderá?—insistió Brittany.

—Sabe qué quiere decir la palabra lesbiana, Britt. Los críos de hoy en día están mucho mejor informados que nosotros a su edad. Además, una vez oyó que Sam hacía un comentario despectivo sobre dos lesbianas y luego me preguntó a mí. Le expliqué qué pasaba y ella frunció el entrecejo y dijo que su papá no debería criticar a la gente que no conoce. Ya sé que no soy neutral, Britt, pero Em es una niña muy madura. Y, además, ya te quiere. Después de todo, tú eras mi compañera de aventuras en todas las historias que le he contado.

Brittany enarcó las cejas y Santana hizo un mohín.

—Ya lo sé. Mira adonde conducen mis historias. En el futuro tal vez tenga que añadir una moraleja a cada cuento, insistiendo en que nadie tiene que intentar llevarlo a la práctica.

Brittany se echó a reír.

—Será lo mejor.

—Bueno—Santana le mordisqueó la oreja—, ¿Podemos retomar lo que dejamos a medias hace diez años?

—¿Qué quieres decir?—Brittany simuló perplejidad.

—¿Podemos seguir corriendo aventuras juntas?—explicó Santana, con un brillo de complicidad en sus ojos oscuros.

Brittany sintió brotar una conocida sensación en su interior.

—¿Estás pensando en alguna aventura en concreto?

—Bueno, se me ocurren unas cuantas. Lo curioso es que parecen tener un denominador común. Todas tienen un carácter muy erótico. ¿Qué querrá decir eso?

Brittany fingió considerar en serio la pregunta.

—Supongo que significa que estamos en la misma onda y se nos está ocurriendo lo mismo.

Santana rió con voz queda.

—Entonces no ha cambiado nada, Britt-Britt, mi amor. Siempre hemos estado en la misma onda—dijo, mientras acercaba su boca a la de Brittany y empezaba a demostrar su punto de vista.

Epílogo

Veo como juegan los niños en la cabaña del árbol, bajo la atenta mirada de Emily y Hanna, su novia. Mientras ellas esteraban a Finn y su novia llegaran.

Aun no puedo creer lo feliz que soy y en cómo pasa el tiempo.

Aún recuerdo cuando junte a mis padres y a mis hermanos para contarles mi historia con Brittany.

Fue después de que mis padres volvieran de su segunda luna de miel,  les conté que al divorciarme de Sam me casaría con Brittany y formaríamos una familia junto a Emily y los hijos que vendrían.

Les conté todo la historia de mi pasado con Sam y Brittany.

Jake, Rayder y hasta Noah quisieron matar a Sam.

Mi papá solo estaba enterado de lo que el conté la primera vez que vine con ellos. Él no conocía toda la historia y junto con los chicos quería matar a Sam, pero los tranquilice diciendo que eso ya era pasado y que Sam ya no podía hacerme nada.

Bree se enojó al principio porque no le conté nada a ella y después solo me abrazo dándome todo su apoyo.

Mi mamá solo lloraba en silencio, sin decir nada.

Con respecto a Brittany y a nuestra historia todos lo entendieron y sabían que Brittany me haría feliz, y que si ella era mi verdadero amor tenía que luchar por ella.

Mi mamá se puso a llorar más aun pidiéndome perdón por los años que no quiso ver mi realidad, y que viendo que mis tíos apoyaban a Rachel entendió que el amor es amor.

Y para sorpresa mía y la de la misma Brittany también le pidió perdón a ella.

Caso opuesto fue el de Sam, él se negaba a darme la tuición de Emily cuando se enteró que estaba con Brittany y me iba a casar con ella, mi papá se enfureció y le dijo que si no me la daba lo demandaría y lo dejaría en la calle, Sam no tuvo más remedio que aceptarlo y el divorcio junto con la tuición de Emily salió el mismo mes. Claramente el seguiría siendo el papá de Emily y la vería cuando ella lo quisiera.

Ese mismo mes le pedí matrimonio a mi Britt-Britt, ella acepto y decidimos casarnos también ese mes.

Yo no quería y no podía perder más el tiempo, como ya lo había hecho.

Y cada uno de esos días le pedía perdón a Brittany por mi error en el pasado… y lo sigo haciendo.

Emily estaba tan contenta y ya quería hermanitos, en lo que Brittany estaba más que de acuerdo, ya que ella no quería que Emily fuera hija única como ella lo fue.



Al año de casadas Brittany quedo embarazada de nuestra pequeña Susan, quien era una mini Brittany.

Dos años después Brittany quedo embarazada de Santiago, él era igual a mí, pero tenía los mismos ojos azules que Brittany y Susan.

Después de casarnos y antes de que naciera Susan le pedí Brittany que nos fuéramos a vivir a Los Ángeles junto con mi prima Rachel y Quinn que viven a las afueras de Los Ángeles, y  nos consiguieron una casa al lado de ellas.

Rachel y Quinn habían empezado una relación formal luego de la celebración del cumpleaños de mi mamá y Rachel consiguió convencer a Quinn para que se fuera con ella.

Ellas se casaron un año después que nosotras, como también un año después Rachel quedo embarazada de Lucy que era idéntica a Rachel y al año siguiente fue Quinn quien quedó embarazada de Beth, que era idéntica a Quinn.

Con Brittany nos hicimos muy buenas amigas de ellas, claro yo al principio quería matar a Quinn, pero Brittany me hizo entender que Quinn fue la causante de que ella me diera otra oportunidad y que Quinn ahora era muy feliz y amaba a mi prima Rachel, y que eso era lo que importaba.

Y claro, que ella me amaba a mí y estaba conmigo.

Ahora las cuatro vivíamos con nuestras respectivas familias en Los Ángeles y éramos vecinas y muy buenas amigas, al igual que nuestros hijos.

Quinn y Brittany habían conseguido los mismos puestos de trabajo que estaban en Lima, Ohio.

Rachel seguía con su trabajo, por el cual se había ido a Los Ángeles.

Y yo seguía escribiendo mis historias, las cuales seguían teniendo una buena recepción.

Y es por eso que no puedo creer que ya hayan pasado diez años de nuestro reencuentro y nuestra nueva vida juntas.

La voz de mi hermosa esposa me saca de mis recuerdos.

—Que hace Sanny—me dice Brittany llegando a mi lado.

—Estoy viendo a como juegan los niños en la cabaña del árbol—digo mientras le doy un beso

—Soy muy feliz Sanny. Te amo a ti y estas tres lindas personitas que me regalaste.

—Y yo te amo mi Britt-Britt, y no sabes cómo agradezco todos los días que me perdonaras y me dejaras volver contigo—digo mientras le acomodo los rubios cabellos rebeldes detrás de su oreja.

—Basta San, eso ya es pasado.

Brittany me besa y me abraza fuerte. Mientras me rió por su respuesta de siempre, pero algo llama mi atención.

—Eh… Britt… ¿No crees que Hanna está muy cerca de Em?

—Sanny, son pareja y están enamoradas, claro que deben estar pegadas la una a la otra, se quieren—dice mientras me da un beso—No te preocupes.

—Pero, Britt… Em aún es un bebé y…

No me deja continuar y me calla de un beso, y apenas logro tomar atención a los gritos de Rachel y Quinn:

—¡Vayan a una habitación!—dice Rachel.

—¡Hay niños presentes López!—dice Quinn.

Emily y Hanna se ríen mientras veo como les cubren los ojos a los niños mientras también ríen.

—Te amo señora Pierce-López—dice Brittany mientras suelta una risita y me agarra la cara entre sus manos para que solo la mire a ella.

—Te amo señora López-Pierce—le digo mientras nos fundimos en un beso.

Hola, aquí el final de esta historia. Y como siempre ya subo la siguiente historia.

Muchas Gracias! a todas las personas que leyeron y comentaron la historia! GRACIAS! Saludos =D