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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Jun 04, 2016 8:10 pm

Capítulo 66


Tardo un segundo en pensar qué estoy haciendo. He dejado a Dani para irme a buscar a Britt, pero tengo que pensar bien lo que ocurra a continuación. Britt me dirá cosas horribles, me lanzará improperios, hará que me vaya... O admitirá que siente algo por mí y que los dichosos jueguecitos son sólo su manera de no ser capaz de admitir ni expresar sus sentimientos de un modo normal, como
todo el mundo. Si ocurre lo primero, que es lo que tiene más papeletas, no estaré peor de lo que estoy ahora. Pero si ocurre lo segundo, ¿estoy lista para perdonarla por todas las cosas horribles que me ha dicho y me ha hecho? Si ambas admitimos lo que sentimos por la otra, ¿cambiará todo lo demás?
¿Cambiará ella? ¿Es capaz de quererme como necesito que me quiera? Y, de ser así, ¿seré capaz de aguantar sus cambios de humor? El problema es que yo sola no puedo contestar a esas preguntas. A ninguna, la verdad. Odio el modo en que me nubla el juicio y me hace dudar de mí misma. Odio no saber lo que va a decir o hacer. Aminoro al llegar a la fraternidad de marras en la que ya he pasado demasiado tiempo. Odio esta casa. Odio muchas cosas en este momento, y mi cabreo con Britt está a punto de caramelo. Aparco en la acera, subo corriendo los escalones y entro en la casa, que está llena. Voy directa al viejo sofá en el que Britt suele sentarse pero no veo su mata de pelo. Me escondo detrás de un tío cachas antes de que Rachel o los demás me vean. Corro escaleras arriba hacia su habitación. Aporreo la puerta con el puño, molesta porque vuelve a estar cerrada con llave.
—¡Britt! ¡Soy yo, abre! —grito desesperadamente sin dejar de dar
golpes, pero no hay respuesta. «¿Dónde diablos se habrá metido?»
No quiero telefonearle para averiguarlo, aunque sería lo más fácil. Sin mbargo, estoy enfadada y sé que necesito seguir estándolo para poder decir lo que quiero decir, lo que necesito decir, sin sentirme mal por hacerlo. Llamo a Ryder para ver si Britt está en casa de su padre, pero no, no está allí. Sólo se me ocurre otro sitio donde buscar: la hoguera. No obstante, dudo que siga allí. Aun así, ahora mismo no tengo otra opción. Conduzco de vuelta al estadio, aparco el coche y repito mentalmente las palabras furibundas que
tengo reservadas para Britt para asegurarme de que no se me olvide nada en caso de que la encuentre. Me acerco al campo, casi todo el mundo se ha ido y el fuego está ya casi apagado. Camino
de un lado a otro entornando los ojos en la penumbra, fijándome en las parejas por si veo a Britt y a Emma. No hay suerte.
Justo cuando estoy a punto de tirar la toalla, veo a Britt apoyada contra una valla en la línea de gol. Está sola y no parece darse cuenta de que me estoy acercando. Se sienta en el césped y se limpia la boca. Cuando aparta la mano, veo que la tiene roja.
«¿Está sangrando?» De repente levanta la cabeza como si notara mi presencia y compruebo que sí, le sangra la comisura de la boca y la sombra de un cardenal se está formando en su mejilla.
—Pero ¿qué demonios...? —digo arrodillándome delante de ella—. ¿Qué te ha pasado? Alza la vista y veo que sus ojos están tan torturados que mi ira se disuelve como un azucarillo en
la boca. —Y ¿a ti qué te importa? ¿Dónde está tu cita? —me ruge.
Me muerdo la lengua y le retiro la mano de la boca para poder examinar el labio partido. Me aparta pero me contengo.
—Cuéntame lo que ha pasado —le ordeno.
Ella suspira y se pasa la mano por el pelo. Tiene los nudillos lastimados y llenos de sangre. El corte del dedo índice parece profundo y tiene pinta de doler mucho. —¿Te has metido en una pelea? —¿A ti qué te parece? —¿Con quién? ¿Estás bien?
—Sí, estoy bien. Ahora déjame en paz. —He venido a buscarte —le digo, y me pongo de pie. Me limpio la hierba seca de los vaqueros.
—Vale, pues ya me has encontrado. Vete. —No tienes por qué ser tan perra —replico—. Creo que deberías irte a casa y asearte. Me
parece que vas a necesitar puntos. Britt no responde, pero se pone de pie, echa a andar y me deja atrás. He venido a gritarle por
ser una imbécil y a decirle cómo me siento y me lo está poniendo muy difícil. Ya lo sabía yo. —¿Adónde vas? —pregunto yendo tras ella como un perrito faldero. —A casa. Bueno, voy a llamar a Emma a ver si puede volver a recogerme. —¿Te ha dejado aquí? —Cada vez me cae peor. —No. Bueno, sí, pero se lo he pedido yo.
—Yo te llevo a casa —le digo, y cojo su chaqueta.
Me aparta de nuevo y quiero darle una patada en el culo. Mi ira ha
regresado y estoy aún más cabreada que antes. Se han vuelto las tornas; nuestro..., lo que sea ha dado un giro en redondo.
Normalmente soy yo la que huye de ella. —¡Deja de huir de mí! —le grito, y se vuelve con los ojos echando chispas —. ¡He dicho que yo
te llevo a casa! Está a punto de sonreír pero finalmente frunce el ceño y suspira. —Vale, ¿dónde está tu coche? La fragancia de Britt inunda el coche al instante. Sólo que ahora tiene un toque metálico. Aun así, sigue siendo mi olor favorito. Pongo la calefacción y me froto los brazos para entrar en calor. —¿Para qué has venido? —me pregunta mientras saco el coche del aparcamiento.
—Para buscarte. Intento recordar todo lo que tenía pensado decirle, pero tengo la mente en blanco y lo único en lo que puedo pensar es en besarle la boca magullada. —¿Para qué? —añade en voz baja.
—Para hablar contigo. Tenemos mucho de que hablar.
Tengo ganas de reír y de llorar a la vez y no sé por qué.
—Creía que habías dicho que no teníamos nada que decirnos —replica, y se vuelve hacia la ventanilla con una parsimonia que de repente me molesta muchísimo. —¿Me quieres? —Las palabras salen atropelladas y estranguladas de mi boca. No tenía pensado
decirlas. Se vuelve hacia mí como si tuviera un resorte en el cuello.
—¿Qué? —pregunta pasmada. —¿Que si me quieres? —repito. Me preocupa que el corazón se me salga del pecho. Britt mira al frente.
—No puede ser que me hagas esa pregunta mientras vas conduciendo. —Y ¿qué más da dónde esté o cuándo te lo pregunte? Dímelo y ya está — casi le suplico.
—Yo... No sé... No lo sé. Se vuelve de nuevo hacia la ventanilla, como si necesitara escapar. —Y no puedes preguntarle a alguien si te quiere cuando la tienes atrapada en un coche contigo...
¡¿Qué coño te pasa, eh?! —me grita a viva voz. «Ayyy.»
—Vale —es todo lo que consigo decir. —¿Para qué quieres saberlo? —No importa. Ahora estoy confusa, tanto que mi plan de hablar de nuestros problemas se ha ido a pique en cuestión de segundos, junto con la escasa dignidad que aún me quedaba.
—Dime por qué me lo has preguntado —me ordena.
—¡No me digas lo que tengo que hacer! —le grito.
Aminoro cuando llegamos a la fraternidad y mira el jardín lleno de gente. —Llévame a casa de mi padre —dice. —¿Qué? No soy un puñetero taxi. —Te he dicho que me lleves a casa. Recogeré mi coche por la mañana. Si su coche está aquí, ¿por qué no conduce ella solita a casa de su padre? No obstante, como no quiero que acabe nuestra conversación, pongo los ojos en blanco y me
dirijo a casa de su padre. —Creía que odiabas esa casa —digo.
—La detesto, pero ahora mismo no me apetece estar rodeado de gente — replica en voz baja, y a continuación añade en un tono más alto—: ¿Vas a decirme por qué me has preguntado eso? ¿Tiene
algo que ver con Dani? ¿Te ha dicho algo? Parece muy nerviosa. ¿Por qué siempre me pregunta si Dani me ha dicho algo?
—No... No tiene nada que ver con Dani. Sólo quería saberlo.
Es verdad que no tiene nada que ver con ella; tiene que ver conmigo y con el hecho de que la quiero y que por un segundo pensé que ella también me quería a mí. Cuanto más tiempo paso en su compañía, más ridícula me parece la idea.
—¿Adónde habéis ido Dani y tú después de marcharos de la hoguera? — pregunta cuando dejo el coche en la entrada de casa de su padre. —A su apartamento. El cuerpo de Britt se tensa y aprieta los puños, cosa que empeora las magulladuras de los
nudillos. —¿Te has acostado con ella? —inquiere, y me deja boquiabierta. —¿Qué? ¿Por qué diablos piensas eso? ¡A estas alturas deberías conocerme mejor! Además, ¿quién te crees que eres para hacerme una pregunta tan personal? Me has
dejado claro que no te importo, así que, ¡¿qué pasa si lo he hecho?! —grito. —Entonces ¿no te has acostado con ella? —pregunta con una mirada pétrea. —¡Por Dios, Britt! ¡No! ¡Me ha besado, pero no me acostaría con alguien a quien apenas conozco!
Se acerca y apaga el motor del coche. Saca las llaves del contacto.
—¿Le has devuelto el beso? —Tiene los ojos entornados y parece como si me atravesara con la mirada. —Sí... Bueno..., no lo sé. Creo que sí. —No recuerdo gran cosa, sólo que no dejaba de ver a
Britt. —¿Cómo es que no lo sabes? ¿Has bebido? —pregunta subiendo el tono. —No, es que... —¡¿Qué?! —grita, y se vuelve para tenerme frente a frente. No sé interpretar la energía que hay entre nosotras, y por un instante me quedo sentada inmóvil,
tratando de hacerme con la situación. —¡No podía parar de pensar en ti! —confieso. Sus rasgos duros se suavizan y me mira a los ojos. —Vayamos adentro —dice abriendo la puerta del coche—. Ven. Salgo del coche y la sigo.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Jun 04, 2016 8:10 pm

Capítulo 67


Karen y Ken están sentados en el sofá de la sala de estar y levantan la cabeza cuando entramos. —¡Britt! ¿Qué ha pasado? —pregunta su padre asustado. Se pone en pie de un brinco y viene hacia nosotras, pero Britt lo aparta. —Estoy bien —gruñe.
—¿Qué le ha pasado? —me pregunta Ken. —Se ha metido en una pelea, pero no me ha dicho ni con quién ni por qué. ¡Hola! Estoy aquí. ¡Y he dicho que estoy bien, joder! —dice Britt iracunda.
—¡No le hables así a tu padre! —la regaño y ella abre unos ojos como platos. En vez de gritarme, me coge de la muñeca con la mano magullada y me saca de la habitación. Ken y Karen se quedan hablando sobre Britt, que ha llegado cubierta de sangre, mientras ella me arrastra escaleras arriba. Oigo a su padre, que se pregunta en voz alta cómo es que últimamente aparece tanto
por casa cuando antes nunca solía hacerlo. Cuando llegamos a su habitación, Britt me da la vuelta, me sujeta por las muñecas contra la pared y se me acerca. Nuestras caras están a escasos centímetros. —No vuelvas a hacer eso nunca —masculla.
—¿El qué? Suéltame ahora mismo. Pone los ojos en blanco pero me suelta y se dirige a la cama. Yo me quedo junto a la puerta.
—No vuelvas a decirme cómo debo hablarle a mi padre. Preocúpate de tu relación con el tuyo antes de intentar meterte en la mía.
En cuanto ha terminado de pronunciar la frase, se da cuenta de lo que ha dicho y de inmediato le cambia la expresión.
—Perdona... No quería decir eso... Se me ha escapado.
Se me acerca con los brazos abiertos, pero yo me pego a la puerta.
—Sí, siempre se te escapa, ¿verdad? No puedo evitar que los ojos se me llenen de lágrimas. Se ha pasado mucho metiendo a mi padre en esto, incluso para ser Britt. Es demasiado.
—Santana, yo... —empieza a decir, pero se calla cuando levanto una mano. «¿Qué hago aquí?» ¿Por qué sigo pensando que pondrá fin a la retahíla de insultos el tiempo suficiente para mantener una conversación de verdad conmigo? Porque soy imbécil, por eso. —No pasa nada, de verdad —digo—. Es tu forma de ser, siempre haces lo mismo. Buscas el punto débil de los demás y vas a por él. Lo aprovechas. ¿Cuánto tiempo llevas esperando para poder decir algo sobre mi padre? ¡Apuesto a que desde que nos conocimos! — grito. —¡Joder, no! ¡No es verdad! —grita aún más fuerte que yo—. ¡Lo he dicho sin pensar! ¡Y no te
hagas la inocente porque me has provocado a propósito!
—¿Que yo te he provocado? ¡Me parto! ¡Explícate, por favor! —Sé que se nos oye en toda la casa pero, por una vez, me da igual.
—¡Siempre me estás buscando las cosquillas! ¡Siempre buscas pelea conmigo! ¡Estás saliendo con Dani, joder! ¿Acaso crees que me gusta ponerme así? ¿Crees que me gusta no poder controlarme? Odio que me saques de quicio. ¡Detesto no poder dejar de pensar en ti! ¡Te odio... de verdad! Eres una cría pretenciosa... —Se interrumpe y me mira. Me obligo a sostenerle la mirada, a fingir que no me ha hecho pedazos con cada sílaba.
—¡A esto justamente me refiero! —añade. Se pasa las manos por el pelo y empieza a dar vueltas por la habitación—. ¡Me vuelves loca, joder, loca de remate! ¿Y luego vas y tienes el valor de
preguntarme si te quiero? ¿Por qué coño me preguntas eso? ¿Porque te lo dije una vez por accidente? Ya te he dicho que no lo dije en serio, ¿por qué tienes que sacar el tema otra vez? ¿Es que te mola que te rechacen? ¿Por eso vuelves siempre a por más?
Quiero echar a correr, salir de esta habitación y no mirar atrás nunca más. Tengo que echar a correr. Tengo que salir de aquí.
Intento contenerla pero me ha encendido y enfadado tanto, que grito lo único que sé que va a poder con ella, que acabará con su control:
—No, ¡vuelvo siempre porque te quiero! Me tapo la boca, deseando poder retirar lo que acabo de decir. No puede herirme más de lo que
ya lo ha hecho y no quiero preguntarme dentro de unos años qué habría dicho si le hubiera confesado lo que siento por ella. Puedo soportar que no me quiera. Me metí en esto a sabiendas de cómo es Britt. Está patidifusa. —¿Que tú qué? —Parpadea muy rápido, intentando procesar las palabras. —Adelante, dime otra vez lo mucho que me odias. Dime que soy una boba por querer a alguien
que no me soporta —replico. Mi voz es casi un quejido, y no sé de dónde sale. Me seco los ojos y la miro otra vez, sintiendo que me ha derrotado y que necesito abandonar el campo de batalla para
lamerme las heridas—. Me voy. Me dispongo a darme la vuelta para marcharme cuando de una zancada acorta la distancia que
nos separa. Me niego a mirarla a la cara cuando me pone la mano en el hombro. —Joder, no te vayas —dice con la voz cargada de emoción. La cuestión es de qué emoción. —¿Me quieres? —susurra, y con la mano magullada me alza la barbilla. Aparto los ojos de los suyos y asiento muy despacio, esperando que se eche
a reír en mi cara. —¿Por qué? —Su aliento es como una llamarada en mi piel. Por fin consigo mirarla a los ojos y veo que parece... ¿asustada? —¿Qué? —pregunto en voz baja. —¿Por qué me quieres?... ¿Cómo es posible que me quieras? —Se le
quiebra la voz y me mira fijamente. Siento que las palabras que pronuncie a continuación sellarán mi destino. —¿Cómo es posible que no sepas que te quiero? —pregunto en vez de responderle.
«¿No cree que la quiera?» No tengo otra explicación, salvo que la quiero. Me vuelve loca y me pone furiosa como nadie pero, de alguna manera, me he enamorado de ella hasta la médula.
—Me dijiste que no me querías y saliste con Dani. Siempre me abandonas; antes me has dejado tirada en el porche a pesar de que te he suplicado que me dieras otra oportunidad. Te dije que te
quería y me rechazaste. ¿Sabes lo duro que fue para mí? —replica.
Debo de estar imaginándome las lágrimas que se le acumulan en los ojos, aunque noto perfectamente sus dedos callosos en mi barbilla. —Lo retiraste antes de que pudiera procesar lo que habías dicho. Has hecho tantas cosas para hacerme daño, Britt... —le digo, y asiente con la cabeza. —Lo sé... Perdóname. Te lo compensaré. Sé que no te merezco, no tengo derecho a pedirte nada, pero..., por favor, dame una oportunidad. No voy a prometerte que no vaya
a discutir contigo o que no me enfadaré, pero te prometo que me entregaré a ti por completo. Por favor, déjame intentar ser la
persona que necesitas. Parece tan insegura que me derrito.
—Quiero pensar que puede funcionar, pero no sé cómo —respondo—. Ya nos hemos hecho mucho daño. Sin embargo, mis ojos me traicionan cuando empiezan a derramar lágrimas. Britt desliza los dedos por mi cara para interceptarlas. Una lágrima solitaria resbala por su mejilla. —¿Te acuerdas cuando me preguntaste a quién quería más en el mundo? —me dice; su boca está tan sólo a unos centímetros de la mía. Asiento, aunque parece que fue hace siglos y yo creía que no me estaba escuchando.
—A ti. Tú eres la persona a la que más quiero en el mundo.
Me pilla por sorpresa y pone fin al dolor y a la ira que no me cabían en el pecho. Antes de permitirme creerlo y de derretirme en sus brazos, le pregunto: —Esto no será uno de tus jueguecitos, ¿verdad? —No, Santana. Se acabaron los juegos. Tú eres lo único que quiero. Quiero estar contigo, tener una relación de verdad. Eso sí, vas a tener que enseñarme qué demonios significa eso.
Se ríe nerviosa, y yo me uno gustosamente a ella.
—Echaba de menos tu risa —señala—, no he podido sacártela a menudo. Quiero hacerte reír, no llorar. Sé que soy bastante difícil...
La corto pegando los labios a los suyos. Sus besos son apresurados y noto el sabor de la sangre del labio partido. La electricidad recorre mi cuerpo y mis rodillas amenazan con dejar de sostenerme. Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que sentí su boca. Amo a esta perra tarada que se odia a sí misma, tanto, que me da miedo no poder soportarla. Me levanta del suelo y enrosca mis muslos en su cintura. Le hundo los dedos en el pelo. Gime en mi boca, jadea y me atrae con más fuerza hacia sí. Mi lengua acaricia su labio inferior pero me aparto cuando hace una mueca de dolor.
—¿Con quién te has peleado? —le pregunto. Se ríe.
—¿Me lo preguntas en este momento? —Sí, quiero saberlo —sonrío. —Siempre haces muchas preguntas. ¿No puedo contestarte luego? —Pone morritos. —No. Dímelo. —Sólo si te quedas. —Me estrecha con fuerza—. Por favor... —Vale —contesto, y la beso otra vez, olvidando por completo que le he hecho una pregunta
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por monica.santander Sáb Jun 04, 2016 9:30 pm

Que difícil es San!!!!!! jajaja!!!!!
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Mensaje por 3:) Sáb Jun 04, 2016 9:56 pm

holap,..

las dos se dan a las costillas mal,..
bueno ya se confirma que se quieren a pesar de lo que se hacen y se dicen???

nos vemos!!
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Mensaje por micky morales Sáb Jun 04, 2016 10:41 pm

Dios mio, por fin estan juntas a pesar de todo, me gustaria saber que es lo que dani debia decirle a santana, es algo que parece preocupar a britt, hasta pronto!!!!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 12:13 am

Monica.Santander Hoy A Las 8:30 Pm Que difícil es San!!!!!! jajaja!!!!! escribió:

las dos son una locura ocurriendo.

3:) Hoy A Las 8:56 Pm holap,.. las dos se dan a las costillas mal,.. bueno ya se confirma que se quieren a pesar de lo que se hacen y se dicen??? nos vemos!! escribió:

si las dos son tan tercas pero san esta domando a la bestia ajaajajajjaj.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 12:15 am

Capítulo 68


Dejamos de besarnos y me siento a los pies de la cama. Britt me sigue y se acomoda junto a la cabecera. —Vale, ahora cuéntame con quién te has peleado —digo—. ¿Con Dani? Me da miedo la respuesta. —No. Ha sido con unos chavales que no conocía.
Es un gran alivio que no haya sido con Dani, pero entonces asimilo lo que ha dicho. —Espera, ¿con unos chavales? ¿Cuántos eran?
—Tres... o cuatro. No estoy segura —se ríe. —No tiene gracia. Y ¿por qué te has peleado? —No lo sé... —Se encoge de hombros—. Estaba furiosa porque te habías marchado con Dani. En aquel momento parecía buena idea. —Pues no lo era, y mira cómo te han dejado. —Frunzo el ceño y ella ladea la cabeza con expresión
perpleja—. ¿Qué? —Nada... Ven aquí —dice, y extiende los brazos.
Asciendo por la cama, me siento entre sus piernas y me apoyo en su pecho. —Perdona lo mal que te he tratado..., que te trato —me susurra al oído. Un escalofrío me recorre el cuerpo al sentir su aliento en mi oreja y oír su disculpa. No he tenido que arrancársela.
—No pasa nada. Bueno, sí que pasa, pero te daré otra oportunidad.
Espero que no haga que me arrepienta. No creo que pueda soportar más su rollo de «ahora sí, ahora no». —Gracias. Sé que no me la merezco. Pero soy lo bastante egoísta para aceptarla —dice con la
boca en mi pelo. Me rodea con el brazo. Estar sentada así con ella se me hace extraño y nostálgico a la vez. Permanezco en silencio y me vuelve un poco los hombros para verme la cara.
—¿Qué te pasa?
—Nada —digo—. Es que me da miedo que vuelvas a cambiar de opinión. Quiero lanzarme de cabeza a la piscina, pero me aterra la posibilidad de que no haya agua. —No lo haré. Nunca he cambiado de opinión, sólo luchaba contra lo que sentía por ti. Sé que ya
no crees en mis palabras, pero quiero ganarme tu confianza. No volveré a hacerte daño —me promete al tiempo que apoya la frente en la mía. —No, por favor —le suplico. Me da igual sonar patética.
—Te quiero, Santana —dice, y el corazón se me sale del pecho.
Las palabras suenan perfectas en sus labios y haría lo que fuera por volver a oírlas.
—Te quiero, Britt. Es la primera vez que ambas lo decimos sin tapujos, y tengo que luchar contra el pánico que me entra al pensar en la posibilidad de que vuelva a retirar sus palabras. Aunque lo haga, siempre me quedará el recuerdo de este momento, de cómo me han hecho sentir. —Dilo otra vez —susurra, y me vuelve del todo para que estemos frente a frente. En sus ojos veo más vulnerabilidad de la que nunca creí posible en ella. Me pongo de rodillas y le cojo la cara entre las manos. Con los pulgares acaricio la sombra incipiente que cubre su rostro perfecto. Lo diré cuantas veces haga falta hasta que se crea que merece que alguien la quiera. —Te quiero —repito, y cubro sus labios con los míos.
Britt gime agradecida, y su lengua roza la mía con ternura. Cada vez que la beso es distinto, como si fuera la primera vez. Ella es la droga de la que nunca tengo suficiente. Me abraza por la cintura y me estrecha hasta que no queda espacio entre nuestros pechos. La
cabeza me dice que me lo tome con calma, que la bese despacio y que saboree cada segundo de esta dulce calma. Pero mi
cuerpo me dice que la agarre del pelo y le arranque la camiseta. Sus labios recorren mi mandíbula y se ciñen a mi cuello.
Se acabó. Ya no puedo controlarme más. Somos así: rabia y pasión y, ahora, también amor. Se me escapa un gemido y ella gruñe contra mi cuello, me coge de la cintura y me tumba sobre la cama. La tengo encima de mí. —Te... he... echado de menos... un montón —dice lamiéndome el cuello. No puedo mantener los ojos abiertos, es demasiado agradable. Baja la cremallera de mi chaqueta
y me mira con ojos golosos. No me pide permiso para quitármela ni
tampoco para quitarme la camiseta de tirantes por la cabeza. Le cuesta respirar cuando ve que arqueo la espalda para que me
desabroche el sujetador. —Echaba de menos tu cuerpo... Cómo éste se amolda perfectamente a mi mano —dice con voz
ronca al tiempo que coge un seno con cada una. Gimo otra vez y aprieta las caderas contra mi bajo vientre para que note su
excitación. Tenemos la respiración agitada y fuera de control, y nunca la he deseado tanto. Parece que admitir lo que sentimos no ha hecho disminuir la abrasadora pasión que nos consume. Su
mano se desliza por mi vientre desnudo y desabrocha el primer botón de mis vaqueros. Mete los dedos en mis bragas y jadea
contra mi boca: —Echaba de menos que siempre estés tan mojada por mí. Sus palabras me hacen cosas indecibles, y levanto las caderas suplicando sentirla. —¿Qué quieres, Santana? —susurra en el hueco de mi cuello. —A ti —respondo antes de que mi mente procese lo que he dicho. No obstante, sé que es verdad. Quiero a Britt del modo más básico, más profundo y elemental
posible. Sus dedos se delizan en mi interior con facilidad y echo hacia atrás la cabeza en la almohada mientras entran y salen.
—Me encanta mirarte, ver lo bien que puedo hacerte sentir —dice, y yo sólo consigo gemir en respuesta. Mis manos se aferran a la espalda de su camiseta. Lleva demasiada ropa, pero no consigo formar una frase coherente para pedirle que se la quite. ¿Cómo hemos pasado de «Te odio» a «Te quiero» de este modo? Lo mismo da. Lo único que importa es lo que me está haciendo sentir, lo que me hace sentir siempre. Su cuerpo se echa sobre el mío y saca la mano de mi pantalón. Protesto por haber perdido su caricia y ella sonríe. Me baja los vaqueros y las bragas y señalo su cuerpo, completamente vestido. —Desnúdate —digo, y ella se ríe.
—Sí, señora —se burla y se quita la camiseta dejando al descubierto su torso tatuado. Quiero recorrer con la lengua todos y cada uno de los trazos de sus tatuajes. Me encanta el símbolo del infinito que lleva justo encima de la muñeca y que no pega
para nada con las llamas que hay tatuadas justo debajo.
—¿Por qué te lo hiciste? —pregunto dibujando el contorno con la yema del índice. —¿El qué? —Está distraída. Sólo tiene manos y ojos para mis tetas. —Este tatuaje. Es muy distinto de los demás. Es mucho más... suave y un poco... ¿femenino? Sus dedos vagan por mis pechos, se agacha y me clava su pelvis en la pierna.
—Conque femenino, ¿eh? Sonríe y me roza los labios con los suyos antes de apartarse y mirarme con una ceja en alto.
Ya no me interesa el tatuaje ni por qué se lo hizo. Sólo quiero tocarla, sentir su boca en la mía. Antes de que ninguna de las dos pueda estropear el momento con más palabras, la cojo del pelo y
le bajo la cabeza. La beso un instante en los labios antes de seguir con su cuello. Tengo experiencia limitada, aunque intensiva, en complacer a Britt, pero sé que la vuelve loca el hueco que tiene
justo encima de la clavícula. Se lo lleno de besos ardientes y húmedos y noto cómo se le tensa el cuerpo y tiembla cuando levanto las caderas y las aprieto contra ella. La sensación de su pecho desnudo sobre el mío es exquisita. Nuestras pieles desnudas empiezan a brillar ligeramente por el sudor. Un pequeño movimiento y esto pasará a otro nivel, un nivel al que nunca he estado dispuesta a llegar hasta ahora. Los músculos duros de Britt, que se contraen y se relajan mientras se frota contra mí jadeando, es más de lo que puedo resistir. —Britt... —gimo cuando se restriega otra vez contra mí. —¿Sí, nena? —Deja de moverse. Llevo los talones a sus muslos y la obligo a moverse otra vez. Cierra los ojos—. Joder —gime. —Quiero... —digo. —¿Qué quieres? —Su aliento me quema y cae a fuego sobre mi piel pegajosa. —Quiero..., ya sabes... —digo.
De repente me muero de la vergüenza a pesar de lo íntimo de nuestra postura. —Ah —dice. Deja de moverse y me mira a los ojos. Parece estar librando una batalla contra sí misma—. Yo... no sé si es buena idea... «¿Qué?» —¿Por qué? —exclamo, y la aparto de un empujón. Ya estamos otra vez. —No... no, nena. Me refiero a hacerlo precisamente esta noche. Me rodea con los brazos, me acuesta a su lado y se tumba junto a mí. No puedo mirarla. Me
siento muy humillada. —Eh, mírame —dice sujetándome la barbilla—. Quiero hacerlo, joder, no sabes cuánto lo deseo.
Más que nada en el mundo, créeme. Llevo deseando sentirte así desde que te conocí, pero creo... creo que después de todo lo que ha pasado hoy y... Sólo quiero que estés lista. Lista del todo, porque
cuando lo hagamos, estará hecho. No se puede deshacer.
Mi humillación disminuye un poco y la miro. Sé que tiene razón, sé que tengo que pensarlo bien pero me cuesta creer que mañana mi respuesta sea otra. Debería pensarlo cuando no esté bajo la
influencia de su cuerpo desnudo restregándose contra el mío. Es peor que el alcohol cuando corre por mis venas.
—No te enfades conmigo, por favor. Sólo piénsalo un poco más y, si estás segura de que quieres hacerlo, te follaré con mucho gusto. Una y otra vez, donde y cuando tú quieras. Quiero...
—¡Vale, vale! —Le tapo la boca con la mano.
Se ríe contra mi palma y se encoge de hombros. Cuando le quito la mano de la boca me muerde los dedos y me estrecha contra sí.
—Creo que debería ponerme algo encima para no ser una tentación —dice con picardía, y yo me ruborizo. No consigo decidir qué es más sorprendente: si el hecho de que le haya sugerido que nos
acostemos o el hecho de que me respete hasta el punto de haberme rechazado. —Pero primero, voy a hacerte sentir bien —musita, y vuelve a acostarme boca arriba con un solo movimiento.
Su boca se cierra entre mis muslos y en cuestión de minutos me tiemblan las piernas y estoy cubriéndome la boca con la mano para no gritar su nombre y que nos oiga todo el mundo.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 12:16 am

Capítulo 69


Me despierto con los suaves ronquidos de Britt, que tiene los labios en mi oreja. Tengo la espalda pegada a su pecho y ella me rodea la cintura con las piernas. Los recuerdos de anoche me hacen
sonreír antes de que el pánico sofoque la euforia. ¿Sentirá lo mismo el día después? ¿O me torturará y se mofará de mí por haberme ofrecido a ella anoche? Me vuelvo lentamente para mirarla, para examinar sus rasgos perfectos mientras su sempiterno ceño fruncido permanece relajado por el sueño. Le paso el dedo
índice por el aro de la ceja, luego por el cardenal de la mejilla. Tiene mejor el labio y los nudillos porque anoche al final me dejó que se los limpiara bien. Abre los ojos cuando mis labios acarician los suyos con avidez. —¿Qué estás haciendo? —me pregunta.
No logro descifrar su tono y eso me pone nerviosa. —Perdona..., sólo estaba... —No sé qué decir. No sé de qué humor se habrá
despertado después de que anoche nos quedáramos dormidas la una en brazos de la otra. —No pares —susurra, y vuelve a cerrar los ojos. Me quita un peso de encima y sonrío antes de dibujar de nuevo la forma de sus labios finos y rosados, con cuidado de no tocarle la herida. —¿Qué planes tienes para hoy? —pregunta unos minutos más tarde abriendo otra vez los ojos. —Voy a ayudar a Karen con el invernadero —le digo mientras se incorpora.
—¿En serio? Seguro que se ha enfadado. No le gusta Karen, a pesar de que es una de las personas más dulces que he conocido.
—Sí —musito. —Bueno, imagino que no tengo que preocuparme de si vas a gustarle o no a mi familia. Creo que les caes mejor que yo. —Se ríe, me acaricia la mejilla con la yema del pulgar y me estremezco—. El problema es que si sigo viniendo por aquí mi padre va a pensar que empiezo a aceptarlo —dice con tono de broma pero una mirada muy seria. —A lo mejor tu padre y tú podríais pasar un rato juntos mientras Karen y yo estamos en el jardín —sugiero. —Ni hablar —protesta—. Regresaré a mi casa, a mi verdadera casa, y esperaré a que vuelvas. —Me gustaría que te quedaras. Tal vez tarde, el invernadero va a necesitar bastante trabajo. Parece que no sabe qué decir. Me resulta muy tierno que no quiera estar lejos de mí mucho tiempo. —No sé, Santana... Además, no creo que mi padre quiera pasar un rato conmigo —murmura.
—Pues claro que quiere. ¿Cuándo fue la última vez que estuvisteis los dos solos en la misma habitación? Se encoge de hombros.
—No lo sé... Hace años. No sé si es buena idea —dice pasándose las manos por el pelo. —Si estás incómoda, siempre puedes hacernos compañía a Karen y a mí — le aseguro. La verdad es que me asombra que esté pensando en pasar un rato con su padre.
—Vale... Pero sólo lo hago porque la idea de dejarte... aunque sólo sean unas horas... —Se detiene. Sé que no se le da bien expresar sus sentimientos, por eso aguardo en silencio, dándole
tiempo para encontrar las palabras—. Bueno, digamos que es peor que pasar un rato con el cretino de mi padre. Sonrío a pesar de lo que acaba de llamar a Ken. El padre que Britt recuerda de cuando era niña no es el mismo hombre que está ahora aquí, y espero que Britt se dé cuenta algún día. Me levanto de la cama y me acuerdo de que no tengo ropa que ponerme, ni cepillo de dientes ni nada.
—Tengo que ir a mi habitación a coger algunas cosas —le digo, y se pone tensa. —¿Por qué? —Porque aquí no tengo ropa y necesito cepillarme los dientes —digo. Cuando la miro, su boca sonríe pero no sus ojos—. ¿Qué ocurre? Miedo me da. —Nada... ¿Cuánto vas a tardar? —Pensaba que ibas a acompañarme. En cuanto lo digo, se relaja. «Y ¿ahora qué le pasa?» —Ah. —¿No vas a decirme por qué estás tan rara? —pregunto poniéndome en jarras. —No estoy... Sólo es que pensaba que ibas a volver a marcharte. A dejarme.
Lo dice con un hilo de voz, y es tan poco propio de ella que me entran ganas de darle un abrazo. Sin embargo, me limito a hacerle un gesto para que se levante y ella asiente y se acerca hasta que la
tengo delante. —No voy a ninguna parte. Sólo necesito mi ropa —le repito. —Lo sé... Es que voy a tardar un poco en habituarme. Estoy acostumbrada a que huyas de mí, no a que te vayas para volver luego. —Y yo estoy acostumbrada a que me apartes, así que las dos vamos a tener que adaptarnos. Sonrío y apoyo la cabeza en su pecho. Es raro, pero me reconforta su preocupación. Me aterraba
que volviera a cambiar de opinión esta mañana, y es agradable saber que sólo estaba asustada. —Sí, eso parece. Te quiero —me dice, y me afecta igual que la primera vez, y que la vigésima de
anoche. —Yo también te quiero —le digo, y ella frunce el ceño.
—No digas también. —¿Y eso por qué? —La duda ataca de nuevo. Me huelo que va a rechazarme otra vez, aunque espero que no.
—No lo sé... Me hace sentir como si simplemente estuvieras siguiéndome la corriente. —Baja la vista. Recuerdo que anoche me prometí a mí misma que haría todo lo que estuviera en mi mano para ayudarla a superar su inseguridad. —Te quiero —digo entonces, y levanta la cabeza. Su mirada se suaviza y sus labios se aprietan contra los míos. —Gracias —responde al apartarse.
Pongo los ojos en blanco. Está impecable con una camiseta blanca lisa y unos vaqueros negros. No se pone otra cosa: camiseta blanca y vaqueros negros todos los días. Pero está perfecta, todos los
días. No necesita seguir la última moda; su estilo sencillo le va de
maravilla. Yo me pongo lo que llevaba anoche y ella coge mi bolso. Bajamos la escalera. Karen y Ken están en la sala de estar.
—He preparado el desayuno —dice ella la mar de contenta.
Me siento un tanto incómoda porque Karen y Ken saben que anoche volví a dormir con Britt. No parece que les suponga ningún problema, y somos adultos, pero eso no evita que me ruborice.
—Gracias. —Sonrío y ella me lanza una mirada de curiosidad. Sé que me hará preguntas en el invernadero. Voy a la cocina y Britt me sigue. Nos llenamos los platos de comida y nos sentamos a la mesa. —¿Y Ryder y Marley? —le pregunto a Karen cuando entra en la cocina. Marley se va a quedar hecha un lío cuando me vea con Britt después de haberme visto anoche con Dani, pero procuro borrar los pensamientos negativos. —Han ido a Seattle a pasar el día. ¿Sigue en pie lo del invernadero? —Por supuesto. Sólo voy a pasarme por la residencia para cambiarme de ropa —le digo.
—¡Estupendo! Haré que Ken saque las bolsas de tierra del cobertizo. —Si espera hasta que volvamos, tal vez Britt podría ayudarlo... — sugiero, y miro a Britt. —¿Tú también vas a echar una mano? —le pregunta Karen con una sonrisa radiante.
¿Cómo es que no se da cuenta de que tiene mucha gente a quien le
importa? —Pues... sí. Iba a quedarme hoy por aquí... —balbucea—. Si te parece bien... —¡Claro que sí! ¡Ken! ¿Has oído eso? ¡Britt va a pasar aquí el día! Está tan contenta que no puedo evitar sonreír. Britt pone los ojos en blanco. —Sé buena —le susurro al oído, y ella me dedica la sonrisa más falsa que he visto en mi vida.
Luego me echo a reír y le doy un puntapié.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 12:17 am

Capítulo 70


Me doy una ducha rápida y me cambio de ropa a pesar de que voy a ensuciarme en el invernadero con Karen. Britt me espera pacientemente, curioseando mi cajón de la ropa interior para
entretenerse. Cuando he terminado, me dice que coja ropa para pasar otra noche con ella y eso me hace sonreír. Pasaría con ella todas las noches, si pudiera. En el trayecto de vuelta, le pregunto:
—¿Quieres que vayamos a recoger tu coche y lo llevemos a casa de tu padre? —No, no hace falta. Estaré bien siempre y cuando dejes de serpentear por la carretera. —¿Perdona? Soy una conductora de primera —digo a la defensiva. Hace un gesto de burla pero no dice nada. —¿Cómo es que te decidiste a comprarte un coche? —Por las prácticas, y porque no quería tener que coger el autobús o depender de que otros me llevaran a todas partes.
—Ah... ¿Fuiste tú sola? —pregunta mirando por la ventanilla.
—Sí... ¿Por? —Simple curiosidad —miente. —Estaba sola. Ese día fue horrible para mí —le digo, y ella se encoge en el
asiento.
—¿Cuántas veces has quedado con Dani? «¿A cuento de qué viene eso ahora?» —Dos veces: salimos a cenar y a ver una película y a la hoguera. No tienes nada de qué preocuparte. —¿Sólo te ha besado una vez? «Uy...» —Sí, sólo una vez. Además de... la que viste. ¿Podemos cambiar de tema? ¿Acaso te pregunto yo
por Kitty? —salto. —Vale, vale. No nos peleemos. Creo que nunca habíamos pasado tanto tiempo sin sacarnos los ojos, a ver si no lo estropeamos —dice, y me coge la mano. Dibuja pequeños círculos con el pulgar sobre mi piel. —Está bien —asiento, aunque todavía estoy un poco molesta. El recuerdo de Kitty en su regazo
me pone mala. —Vamos, Santana... No te pongas de morros. —Se echa a reír y me hace cosquillas. No puedo evitar una risita nerviosa. —¡No me distraigas, que estoy conduciendo!
—Es probable que éste sea el único momento en que no vas a dejar que te toque. —Ya te digo. No te lo creas tanto. Nuestras risas se mezclan en el coche y es un sonido adorable. Pone la mano en mi muslo y lo acaricia arriba y abajo con sus largos dedos. —¿Estás segura? —Su voz áspera me hace cosquillas en la piel. Mi cuerpo
responde a ella al instante. Se me acelera el pulso. Trago saliva y asiento. Suspira y retira la mano—. Sé que no es verdad... Pero prefiero que no te salgas de la carretera. Tendré que esperar
a follarte con los dedos. Le lanzo una mirada aplastante, roja como un tomate. —¡Britt! —Perdona, nena. Sonríe y levanta las manos poniendo cara de inocente. Luego mira por la ventanilla. Me encanta
que me llame nena. Sam y yo pensábamos que todos esos apelativos cariñosos que usa la gente eran demasiado juveniles para nosotros pero, viniendo de Britt, la sangre me hierve en las venas. Cuando llegamos de vuelta a casa de sus padres, Ken y Karen están esperándonos en el jardín. Él parece un pez fuera del agua, con vaqueros y una camiseta de la WCU. Nunca lo he visto con ropa informal y, vestido así, tiene un aire a Britt. Nos saludan con una sonrisa que Britt intenta devolverles, aunque se lo ve incómoda, se revuelve y se mete las manos en los bolsillos.
—Cuando quieras —le dice su padre. Parece estar tan incómodo como ella, aunque más bien son nervios. Britt no parece muy entusiasmada. Me mira y yo asiento con la cabeza para decirle que
adelante. Me sorprende haberme convertido de repente en la persona que le infunde seguridad. Parece que nuestra dinámica ha cambiado drásticamente, y eso me hace más feliz de lo que había
imaginado. —Estaremos en el invernadero, sólo tenéis que traernos la tierra —dice Karen, y le da a Ken un breve beso en la mejilla.
Britt mira a otra parte y por un segundo pienso que también va a
besarme, pero no. Sigo a Karen al invernadero y, nada más entrar, ahogo una exclamación. Es inmenso, mucho más grande de lo que parece desde fuera, y no bromeaba al decir que hay que darle un buen empujón. Está prácticamente vacío. Con un gesto teatral, se lleva las manos a las caderas y dice alegremente: —Es un proyecto muy ambicioso, pero creo que lo conseguiremos. —Yo también lo creo —digo. Britt y Ken entran cargando dos sacos de tierra cada uno. Guardan silencio y los dejan donde Karen les dice. Luego se marchan otra vez. Veinte sacos de tierra y cientos de semillas de flores y verduras más tarde, se podría decir que la cosa promete.
No me he dado ni cuenta de que el sol ha empezado a desaparecer tras el horizonte. Llevo varias horas sin ver a Britt. Espero que Ken y ella sigan con vida. —Creo que por hoy ya hemos hecho bastante —dice Karen secándose el sudor de la frente. Las dos vamos de tierra hasta las orejas. —Sí. Será mejor que vaya a ver qué tal le va a Britt —comento, y ella se echa a reír. —Significa mucho para nosotros, sobre todo para Ken, que Britt venga más por casa. Sé que te lo debemos a ti. ¿Habéis arreglado vuestras diferencias?
—Creo que sí... Más o menos. —Se me escapa una risa nerviosa—.
Seguimos siendo muy diferentes. Si ella supiera... Me dedica una sonrisa comprensiva. —Bueno, a veces eso es justo lo que necesitamos. Y los retos son interesantes. —Desde luego, es todo un reto. Las dos nos echamos a reír y me da un abrazo.
—Jovencita, has hecho por nosotros más de lo que imaginas.
Noto que se me llenan los ojos de lágrimas y asiento.
—Espero que no le importe que me haya quedado a dormir tan a menudo. Britt me ha pedido que me quede aquí también esta noche.
—Por supuesto que no. Sois adultas y confío en que estéis tomando
precauciones. «Joder.» Sé que me estoy poniendo más roja que los bulbos que acabamos de plantar. —Pues... es que no... Yo no... —tartamudeo. ¿Por qué le estoy contando esto a la futura madrastra de Britt? —Ah —dice ella igual de avergonzada—. Vayamos adentro. La sigo hacia la casa. Nos quitamos los zapatos antes de entrar. En el salón, veo a Britt en el borde del sofá. Ken está sentado en un sillón. Los ojos de Britt no tardan en dar con los míos y su mirada se torna de alivio. —Prepararé algo de cenar mientras te aseas —dice Karen. Britt se levanta y se acerca. Parece muy contenta de no tener que seguir en la misma habitación
que su padre. —Bajo enseguida —digo siguiendo a Britt escaleras arriba. »¿Qué tal ha ido? —pregunto cuando entramos en su habitación. En vez de responder, me coge de la coleta y me besa. Andamos hacia atrás y nos pegamos a la puerta, su cuerpo contra el mío. —Te echaba de menos. Me derrito. —¿De verdad?
—Sí. Acabo de pasar horas, incómodo y en silencio, con mi padre y luego hemos tenido que hacer un par de comentarios irrelevantes aquí y allá. Necesito distraerme. Me pasa la lengua por el labio inferior y me deja sin aire en los pulmones. Esto es distinto. Se
agradece, y es ardiente, pero muy muy distinto. Sus manos viajan por mi vientre y se detienen en el primer botón de mis
vaqueros. —Britt, tengo que ducharme. Voy llena de tierra —digo entre risas. Me lame la mejilla. —Me gustas así: dulce y sucia.
Me regala la sonrisa con pecas, pero la aparto y cojo mi bolsa de aseo antes de salir hacia el cuarto de baño. Tengo la respiración entrecortada y estoy un poco desorientada, por eso no entiendo lo que sucede cuando intento cerrar la puerta del cuarto de baño y
ésta se queda entornada. Hasta que miro hacia abajo y veo la bota de Britt. —¿Puedo hacerte compañía? —sonríe, y entra en el baño sin esperar respuesta.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 12:17 am

Capítulo 71



Sus dedos se cierran sobre el bajo de la camiseta. Se la quita por la cabeza y luego estira el brazo para abrir el grifo de la ducha.
—¡No podemos ducharnos juntas! Estamos en casa de tu padre, y Ryder y Marley volverán en cualquier momento —digo.
La idea de ver a Britt completamente desnuda en la ducha hace que me estremezca de placer, pero esto es demasiado. —Vale —repone—, pues entonces voy a darme una buena ducha calentita
mientras tú te quedas aquí fuera mareando la perdiz. Sus pantalones caen al suelo. Y sus bragas. Luego se mete bajo el agua. La piel desnuda de su espalda es muy tersa, prieta contra los músculos. Recorre con la mirada mi cuerpo vestido del mismo
modo en que mis ojos se pasean por su cuerpo desnudo. Está empapada y los tatuajes brillan bajo el agua. No me doy ni cuenta de que la estoy mirando hasta que corre la cortina de golpe, escondiendo su cuerpo perfecto. —¿No crees que una buena ducha es lo mejor al final del día? —El agua amortigua su voz, pero
aun así percibo su tono de satisfacción. —No sabría decírtelo: una tía desnuda y maleducada me ha robado mi ducha —protesto, y la oigo reír.
—¿Una tía desnuda, sexi y maleducada? —me provoca—. Anda, ven aquí antes de que se acabe el agua caliente. —Yo...
Quiero meterme en la ducha, pero ducharse con alguien es algo muy íntimo. Demasiado. —Venga, mujer. Es sólo una ducha de nada —dice descorriendo la cortina —. Por favor. Me ofrece la mano y mis ojos examinan su torso, largo y tatuado, reluciente por las gotas de agua que bañan su piel. —Vale —susurro y me desvisto sin que ella me quite los ojos de encima—. Deja de mirarme así
—la regaño. Entonces finge que he herido sus sentimientos llevándose la mano al corazón. —¿Te cuestionas mi decencia? —Se echa a reír y asiento mientras intento contener la sonrisa—.
Me has ofendido. Me ofrece la mano para ayudarme a meterme en la ducha. No me puedo creer que me esté duchando con alguien. Hago lo que puedo para cubrirme con los brazos mientras espero que me deje sitio bajo el agua. —¿Es muy raro que me guste lo pudorosa que eres? —dice apartándome los brazos que me
servían de escudo. Me quedo callada y, con delicadeza, tira de mí para acercarme al agua, que cae sobre su cuerpo. Baja la cabeza y me empapa el hombro desnudo. —Creo que me atrae que seas tan tímida e inocente, y que aun así me dejes hacerte todo lo que
me gusta. —Su aliento quema más que el agua. Parpadeo y sus manos descienden por mis brazos—. Y sé que te gusta que te diga guarradas. Trago saliva y sonríe contra mi cuello.
—¿Ves cómo se te acelera el pulso?... Prácticamente puedo ver cómo palpita bajo tu suave piel... —Pone un dedo en el pulso de mi cuello. No tengo ni idea de cómo es que sigo en pie. Mis piernas son un flan y mi cerebro está en cortocircuito. Sus manos recorren mi cuerpo y dejo de preocuparme por no estar solas en casa. Quiero perder la cabeza y permitir que Britt me haga todo lo que quiera. Cuando sus dedos largos llegan a mis caderas, me acerco a ella sin darme cuenta. —Te quiero, Santana. Me crees cuando te lo digo, ¿verdad? —pregunta. Asiento. ¿Por qué me lo preguntará justamente ahora, después de que nos lo hemos dicho tantas
veces en las últimas veinticuatro horas? —Sí, te creo. —Tengo la voz ronca y me aclaro la garganta. —Bien. Nunca antes he querido a nadie. —Pasa de juguetona a seductora y a ponerse seria a tal
velocidad que a duras penas consigo seguirle el ritmo. —¿Nunca? —inquiero. Creo que ya lo sabía, pero la sensación es distinta cuando es ella quien lo dice, sobre todo si estamos así. Pensaba que a estas alturas ya tendría la cabeza entre mis muslos, no que estaría expresando sus sentimientos. —No, nunca. Ni siquiera nada parecido —confiesa. Me pregunto si alguna vez ha tenido novia. No, en realidad no quiero saberlo. Me ha dicho que no había salido nunca con nadie, así que me quedo con eso. —Ah —es todo lo que puedo decir. —¿Me quieres igual que querías a Sam?
De mi boca sale algo entre un grito ahogado y una tos, y miro hacia otro lado. Cojo el champú. Aún no he empezado a asearme y ya llevamos aquí un rato. —¿Y bien? —insiste. No sé qué contestar a eso. Con Britt es completamente distinto de cómo era con Sam. Yo
quería a Sam, creo. Sé que lo quería, sólo que no así. Querer a Sam era cómodo y seguro; siempre fue muy tranquilo. Con Britt es salvaje y emocionante; me tiene siempre en ascuas y no me canso
de estar en su compañía. No quiero estar sin ella. La echaba de menos hasta cuando me volvía loca y me costaba muchísimo mantenerme lejos de ella. —Me lo tomaré como un no —dice dándome la espalda, y me da pleno acceso al agua.
Me agobio en este espacio tan reducido y me falta el aire, hay demasiado vapor del agua caliente. —No es lo mismo —digo finalmente. ¿Cómo voy a poder explicárselo sin que parezca que me falta un tornillo? Baja los hombros. Sé que tiene el ceño fruncido. Le rodeo la cintura con la mano y la beso en la espalda.
—No es lo mismo, pero no por lo que tú te imaginas —añado—. A ti te quiero de otra manera. Estar con Sam me resultaba tan cómodo que parecía que fuera de mi familia. Sentía que se suponía
que tenía que quererlo, pero en realidad no lo quería, al menos no como te quiero a ti. Hasta que me di cuenta de que te amaba a ti, no vi lo diferente que era el amor de cómo yo creía que tenía que ser.
No sé si tiene mucho sentido... Siento una punzada de culpabilidad por decir que no quiero a Sam, pero creo que lo sé desde la
primera vez que besé a Britt. —Lo tiene —replica. Cuando se vuelve hacia mí, su mirada se ha suavizado. El deseo y la ansiedad de después han desaparecido. Ahora hay... ¿amor? O alivio... No sé decirlo, pero me da un beso en la frente.
—Quiero ser la única persona a la que ames; así serás mía.
¿Cómo es que antes era una perra integral y ahora me dice estas cosas tan bonitas? A pesar del toque posesivo en su voz, sus palabras son muy dulces y sorprendentemente humildes, viniendo de ella. —En lo que importa de verdad, lo eres —le prometo.
Parece satisfecha con mi respuesta y la sonrisa vuelve a su rostro.
—Y ¿ahora puedes apartarte para que me saque la tierra de encima antes de que se enfríe el agua? —digo con ternura mientras la quito de en medio. —Ya me encargo yo. Coge la esponja y le echa jabón. Contengo la respiración todo el rato que dedica a enjabonarme y
a eliminar la suciedad de mi cuerpo. Me estremezco cuando pasa por las zonas sensibles y se detiene un poco en ellas.
—Te pediría que me enjabonases —dice—, pero no podría detener lo que pasaría después. — Me guiña un ojo y me ruborizo.
Quiero descubrir qué pasaría después y me encantaría acariciar cada centímetro de su cuerpo, pero seguramente Karen ya habrá terminado de cocinar y es posible que no tarde en venir a
buscarnos. Sé que lo más sensato y responsable es salir de la ducha, aunque me cuesta ser responsable cuando la tengo desnuda delante de mí. Alargo la mano y la coloco sobre su vagina.
Britt da un paso atrás, pegándose a la pared de la ducha. Me mira fijamente mientras la acaricio arriba y abajo sin soltarla.
—Santana —gime apoyando la cabeza en los azulejos.
No la suelto y gime otra vez. Me encantan los ruidos que hace. Bajo la vista y admiro cómo el agua salpica nuestros cuerpos y me ayuda a deslizar la mano con facilidad por toda su extensión.
—No sabes el gusto que me das. Su mirada me pone un poco nerviosa, pero el modo en que aprieta los dientes y entorna los ojos
es como si estuviera intentando mantenerlos abiertos para pedirme que le dé más placer. Mi pulgar acaricia la punta de su punto de placer y Britt maldice en voz baja. —Voy a correrme ya. Joder...
Cierra los ojos y siento su orgasmo tibio que se mezcla en mi mano con el agua caliente. No puedo evitar mirarla fijamente hasta que sólo queda el agua. A continuación se acerca a mí, sin aliento, y me besa en la boca. —Alucinante —susurra, y me besa otra vez.
Una vez limpia y más tranquila, aunque incandescente por las caricias de Britt, me seco a toda velocidad y me pongo las mallas de hacer yoga y la camiseta que saco de la bolsa. Me cepillo el
pelo y me hago un moño en la coronilla. Britt se envuelve una toalla
alrededor de la cintura y se queda de pie detrás de mí, mirándome a través del espejo. Está divina, y es toda mía.
—Esas mallas van a ser una distracción —dice.
—¿Siempre has tenido una mente tan sucia? —me burlo, y ella asiente. Hasta que entramos en la cocina no me doy cuenta de las pintas que llevamos. Las dos llevamos el pelo mojado. Salta a la vista que acabamos de ducharnos juntas. A Britt no parece importarle, pero eso es porque no tiene modales.
—Hay sándwiches en la encimera —anuncia Karen alegremente señalando hacia el lugar donde Ken está sentado con una pila de carpetas delante. No parece que le sorprenda ni que le moleste nuestro aspecto; a mi madre le habría dado un ataque si supiera lo que acabo de hacer. Sobre todo con alguien como Britt.
—Muchísimas gracias —digo. —Lo he pasado muy bien hoy, Santana —comenta Karen, y empezamos a hablar otra vez del
invernadero mientras cogemos un sándwich cada una y nos sentamos a comer. Britt come en silencio y me mira de vez en cuando. —Podríamos seguir con el invernadero el fin de semana que viene — sugiero, pero enseguida me corrijo—: Quiero decir, dentro de dos semanas —digo entre risas. —Sí, por supuesto.
—¿La boda tiene algún tema? —interrumpe Britt. Ken levanta la vista del trabajo. —Bueno, en realidad no tiene ningún tema, pero hemos elegido la decoración en blanco y negro —dice Karen nerviosa. Estoy segura de que es la primera vez que hablan con Britt de la boda desde el día que Ken le dijo que iba a casarse y ella la lio parda. —Ah. Entonces ¿qué debería ponerme? —pregunta sin darle mucha importancia. Después de ver la reacción de su padre, me muero por comerme a Britt a besos. —¿Vas a venir? —pregunta Ken, sorprendido y muy feliz. —Sí..., supongo. —Britt se encoge de hombros y le da otro mordisco a su sándwich. Karen y Ken se miran y sonríen. Él se levanta y se acerca a Britt. —Gracias, hija, significa mucho para mí —dice al tiempo que le da a Britt una palmada en el
hombro. Ella se pone tensa pero premia a su padre con una pequeña sonrisa. —¡Qué gran noticia! —exclama Karen dando palmas. —No es nada —gruñe Britt. Me siento a su lado y le cojo la mano por debajo de la mesa. Nunca pensé que podría
convencerla de que fuera a la boda, mucho menos hablar sobre ella delante de Ken y Karen. —Te quiero —le susurro al oído cuando ellos están a otra cosa. Sonríe y me aprieta la mano.
—Te quiero —me susurra. —Britt, ¿cómo van las clases? —pregunta Ken. —Bien. —He visto que has vuelto a cambiar de asignaturas. —Sí. ¿Y? —Vas a graduarte en Inglés, ¿no? —continúa Ken, que, sin saberlo, está tentando su suerte. Noto
que Britt empieza a mosquearse. —Sí —responde.
—¡Eso está muy bien! Recuerdo cuando tenías diez años y recitabas pasajes de El gran Gatsby todos los días, a todas horas. Ya entonces se notaba que se te iba a dar muy bien la literatura —dice su padre. —¿De verdad? ¿Eso recuerdas? —El tono de Britt es muy áspero. Le estrecho la mano intentando decirle que se calme.
—Sí, claro que me acuerdo —contesta Ken muy tranquilo.
Las aletas nasales de Britt se agitan y pone los ojos en blanco.
—Me cuesta de creer —replica—, porque estabas siempre borracho y, lo que yo recuerdo, y lo recuerdo como si fuera ayer, es que hiciste pedazos ese libro porque tropecé con tu whisky y lo
derramé. Así que no intentes impresionarme con el baúl de los recuerdos a menos que sepas de qué coño estás hablando.
Se levanta y Karen y yo tragamos saliva. —¡Britt! —la llama Ken cuando se va de la cocina. Corro tras ella y oigo a Karen gritarle a Ken: —¡No deberías haber ido tan lejos, Ken! Acaba de acceder a venir a la boda. ¡Creía que habíamos acordado ir poco a poco! Y tú vas y le dices una cosa así. ¿Por qué no la has dejado estar?
Aunque es obvio que está enfadada, su voz entrecortada me indica que está llorando
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por micky morales Dom Jun 05, 2016 10:17 am

britt tiene razones para ser asi pero espero que santana logre que ella sea feliz y adquiera confianza para expresar mas sus sentimientos!!!!
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Mensaje por 3:) Dom Jun 05, 2016 8:30 pm

hola mar,..

es bueno que tienen claro sus sentimientos,..
san va a tener que ir de a poco,. mas con los problemas de su padre, es la base de todo!
me encanta la faceta de britt dulce y tranquila,... lastima que son la misma cara de la moneda,..

nos vemos!!!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 11:36 pm

Micky Morales Hoy A Las 9:17 Am britt tiene razones para ser asi pero espero que santana logre que ella sea feliz y adquiera confianza para expresar mas sus sentimientos!!!! escribió:

sip, solo espero que Britt no este escondiendo algo, Dani y Blaine siempre hablan como si ocultaran algo.

3:) Hoy A Las 7:30 Pm hola mar,.. es bueno que tienen claro sus sentimientos,.. san va a tener que ir de a poco,. mas con los problemas de su padre, es la base de todo! me encanta la faceta de britt dulce y tranquila,... lastima que son la misma cara de la moneda,.. nos vemos!!! escribió:

Hey, creo que Britt aun no tiene claro lo que quiere, Santana si aun en su inexperiencia.

Seguimos

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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 11:37 pm

Capítulo 72


Britt da un portazo justo cuando termino de subir la escalera. Giro el
pomo, esperando encontrarme la puerta de su habitación cerrada, pero se abre. —Britt, ¿estás bien? —pregunto sin saber qué otra cosa decir. Me responde cogiendo la lámpara de la mesilla de noche y estampándola contra la pared. La base de cristal se hace añicos. Doy un salto y grito sin querer. De dos zancadas, llega al escritorio, coge el pequeño teclado, lo arranca del ordenador de sobremesa y lo estrella contra el suelo. —¡Britt, para, por favor! —exclamo.
No me mira pero lanza el monitor contra el suelo y empieza a gritar.
—¿Por qué? ¿Por qué, Santana? ¡Pueden permitirse comprar otro puto ordenador! —Tienes razón —digo, y piso el teclado, aplastándolo un poco más. —Pero ¿qué haces? —pregunta cuando lo cojo y lo estrello de nuevo contra el suelo. No estoy muy segura de lo que estoy haciendo, pero el teclado ya está roto y ahora mismo es lo mejor que se me ocurre.
—Te estoy ayudando —le digo, y la confusión le cruza la mirada. Luego parece que va a echarse a reír. Cojo el monitor y lo arrojo por tierra. Lo levanto otra vez, sonríe y me detiene antes de que lo vuelva a tirar. Me lo quita de las manos y lo deja de nuevo sobre
el escritorio. —¿No estás enfadada conmigo por haberle gritado a mi padre? —me pregunta cogiéndome la cara entre las manos y acariciándome las mejillas con los pulgares mientras sus ojos azules se funden con los míos. —No. Tienes derecho a expresarte. Nunca me enfadaría por eso. ¿Acaba de pelearse con su padre pero lo que la preocupa es que yo me enfade con ella?
—A menos que estés siendo odiosa sin motivo, pero en este caso no es así. —Vaya... —dice. Sin embargo, la pequeña distancia que separa nuestros labios es demasiado tentadora. La acorto
y pego la boca a la suya. De inmediato la abre y el beso se vuelve más profundo. Mis dedos se enroscan en su pelo, gime y yo tiro con más fuerza. La ira se desvanece como una ola al llegar a la
orilla. La empujo ligeramente y me vuelve para que me apoye en el
escritorio. Me coge de las caderas y me sienta encima. «Soy su distracción.» La idea de ser lo que Britt precisa hace que me sienta necesitada de un modo que desconocía. Me siento más real, fundamental en su vida, y echo la cabeza atrás mientras la tengo entre las piernas y su lengua baila con la mía.
—Más cerca —gime en mi boca. Sus manos me cogen por la corva de las rodillas y tiran hasta que estoy sentada justo en el borde.
Me agarro a sus vaqueros y separa nuestras bocas. —¿Qué...? —dice mirándome con una ceja enarcada. Debe de pensar que estoy loca. Primero vengo a ayudarla a romper cosas y ahora intento
desnudarla. Es posible que lo esté, pero ahora mismo no me importa. Lo único que importa son las sombras curvas en la clavícula de Britt, bañada por la luz de la luna que entra por la ventana, el modo en que me coge la cara como si fuera muy frágil a pesar de que hace unos minutos estaba dispuesta a romper todo lo que hay en la habitación. Le respondo sin palabras enroscando las piernas en su cuerpo y estrechándola con fuerza. —Creía que ibas a entrar hecha una furia y a mandarme a paseo —sonríe, y apoya la frente en la mía. —Pues te has equivocado —replico con una sonrisa de satisfacción. —Mucho. No quiero volver a bajar esta noche —me dice estudiando mi reacción. —Me parece bien. No tienes por qué. Se relaja y esconde la cabeza en el hueco de mi cuello. Me sorprende lo fácil que resulta. Esperaba que la pagara conmigo, que intentara echarme, pero aquí está, apoyada en mi hombro. Se nota que está tratando de llevar esta relación lo mejor que sabe, pese a que la chica es la contradicción andante.
—Te quiero —le digo, y noto cómo el aro del labio se mueve contra mi cuello cuando sonríe. —Te quiero —contesta.
—¿Quieres hablarlo? —pregunto, pero ella niega con la cabeza todavía escondida en mi cuello—. Vale. ¿Te apetece ver una película? ¿Una comedia? —sugiero. Tras una larga pausa, mira la cama. —¿Te has traído el portátil? —Asiento y continúa—: Vamos a ver Todos los días de mi vida — sugiere, y me echo a reír.
—¿Quieres decir esa película que tanto detestas? —Sí... Bueno, detestar es una palabra muy fuerte. Sólo creo que es una
historia de amor sentimental y mediocre —me corrige.
—Entonces ¿por qué quieres verla?
—Porque quiero verte a ti viéndola —responde convencida.
Recuerdo cómo me estuvo mirando todo el rato cuando la vimos en mi habitación. Parece que hace siglos de aquello. No tenía ni idea de lo que iba a pasar entre nosotras. Nunca me habría
imaginado que acabaríamos así. Mi sonrisa es toda la respuesta que necesita. Me coge de la cintura. —Agárrate a mí con las piernas —me ordena, y me lleva hasta la cama. A los pocos minutos la tengo acurrucada a mi lado, estudiando mi cara mientras veo la película. Pero más o menos a la mitad, empiezan a pesarme los párpados. —Me está entrando sueño —digo con un bostezo.
—Mueren los dos; no te pierdes gran cosa. Le doy un codazo.
—Estás fatal. —Y tú estás adorable medio dormida. Cierra el portátil y me coloca a su lado en la cama. —Y tú eres muy amable cuando estoy medio dormida. —No, soy amable porque te quiero —susurra, y yo babeo—. Duerme, preciosa. Me besa en la frente y tengo demasiado sueño para pedir más. A la mañana siguiente brilla el sol. Brilla demasiado. Me vuelvo para hundir la cara en el hombro de
Britt, que suspira en sueños y me estrecha contra su pecho. Cuando
vuelvo a abrir los ojos, veo que está despierta, mirando al techo. Tiene los ojos entornados y una expresión indescifrable.
—¿Estás bien? —pregunto acurrucándome más en su pecho.
—Sí, muy bien —responde, pero sé que está mintiendo.
—Britt, si algo va mal... —empiezo a decir.
—No, todo va bien. Decido dejarla estar. No hemos discutido en todo el fin de semana y para nosotras eso es todo un récord. No quiero estropearlo. Levanto la cabeza y le doy un beso en la
mandíbula. Me abraza con fuerza. —Tengo cosas que hacer. Cuando estés arreglada, ¿podrías acercarme a casa? —pregunta.
El estómago me da un vuelco. Su voz ha sonado distante.
—Claro —mascullo, y me libero de su abrazo. Intenta cogerme de la muñeca pero me muevo demasiado rápido. Cojo mi bolsa y me voy al baño a cambiarme y a cepillarme los dientes. Hemos pasado el fin de semana en nuestra pequeña burbuja, pero me temo que sin la protección de estas cuatro paredes no va a ser lo mismo.
Es un alivio no tropezarme con Ryder o con Marley en el pasillo y,
gracias a Dios, Britt ya está completamente vestida cuando vuelvo a la habitación. Quiero acabar con esto. Ha recogido los cristales del suelo, el teclado está en la papelera y, junto a ella, ha dejado el
monitor y la lámpara. Abajo, me despido de Ken y de Karern. Britt se va sin decirles nada. Les aseguro que Britt irá a la boda, a pesar del numerito de anoche. Les cuento lo sucedido con el ordenador y la lámpara pero no le dan mucha importancia. —¿Estás enfadada o qué? —me pregunta Britt tras diez minutos de silencio.
—No, no estoy enfadada, sólo... nerviosa, creo. Noto que algo ha cambiado entre nosotras y esperaba que todo siguiera siendo como durante el fin de semana. —A mí me parece que sigue igual.
—Pues a mí no. —Vas a tener que explicármelo.
—Estás otra vez distante, y ahora quieres que te deje en la fraternidad. Yo pensaba que estábamos bien.
—¿Estás molesta porque tengo cosas que hacer?
Ahora que lo dice, me doy cuenta de lo ridícula y obsesiva que parezco. «¿Por eso estoy preocupada? ¿Porque no va a pasar el día conmigo?» —Puede. —Me río de mi propia estupidez—. Es que no quiero verte tan distante. —No lo estoy... O, al menos, no lo hago a propósito. Siento haberte hecho sentir así. —Me pone la mano en el muslo—. Nada va a cambiar, Santana. Sus palabras me tranquilizan, pero detrás de mi sonrisa sigue habiendo un
poco de incertidumbre. —¿Te apetece venir conmigo? —dice al final. —No, estoy bien. Además, tengo que estudiar.
—Vale. Santana, tienes que recordar que esto es nuevo para mí. No estoy acostumbrada a tener en cuenta a otra persona cuando hago planes. —Lo sé. —¿Puedo ir a verte a la residencia cuando haya terminado? O quizá podríamos salir a cenar o algo.
Le acaricio la mejilla con la mano y luego la peino con los dedos.
—Estoy bien, de verdad, Britt. Sólo avísame cuando hayas terminado y ya vemos qué hacemos. Cuando paro el coche, me da un beso rápido y se apea. —Te mando un mensaje —dice, y sube los escalones de la maldita fraternidad.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 11:37 pm

Capítulo 73


El vacío que noto tras dejar a Britt es muy raro, y me siento un poco
patética. Después del corto trayecto hasta la residencia, me da la impresión de que llevo horas sin verla. Rachel no está en nuestra
habitación, y me alegro. Necesito estudiar y prepararme para mañana, mi primer día en Vance. Tengo que decidir qué voy a ponerme, qué voy a llevarme y qué voy a decir. Saco la agenda y planifico la semana al minuto. Lo siguiente es la ropa. Para mi primer día en Vance, la falda negra nueva, blusa roja y tacón negro (no muy alto, sólo un poco más de lo que habría llevado hace dos meses). Es un atuendo muy profesional pero femenino a la vez. Me pregunto si a Britt le gustará. Para no pensar en ella, termino todos los trabajos que tengo que entregar esta semana y adelanto
alguno más. Para cuando he acabado, el sol ha desaparecido del cielo y me muero de hambre, pero la cafetería ya ha cerrado. Britt todavía no me ha escrito, así que imagino que no tiene pensado verme esta noche. Cojo el monedero y salgo a buscar algo de comer. Recuerdo haber visto un restaurante chino cerca de la pequeña biblioteca pero, cuando llego, ya está cerrado. Busco el
restaurante más cercano y encuentro uno llamado Ice House. Voy para allá. Es pequeño y parece hecho de aluminio, pero tengo hambre y el estómago me ruge sólo de pensar en tener que buscar
otro sitio en el que comer. Entro y veo que es más bien un bar en el que sirven comida y, aunque está bastante lleno, consigo
encontrar una mesa al fondo. Procuro ignorar la forma en que me mira la gente, que se pregunta qué hago aquí sola. Siempre
como sola. No soy de esas personas que necesitan ir con alguien a todas partes. Hago la compra sola, como sola y he ido sola al cine unas cuantas veces cuando Sam no ha podido acompañarme. Nunca me ha importado estar sola... hasta ahora, para ser sincera. Echo de menos a Britt más de lo que debería, y me preocupa que no se haya molestado siquiera en escribirme. Pido y, mientras espero a que me sirvan, la camarera me trae una bebida
rosa con una sombrilla. —Esto no lo he pedido yo —le digo, pero me lo deja en la mesa de todas formas. —Ha sido ella. —Sonríe y ladea la cabeza en dirección a la barra. No sé por qué pienso que es de Britt y estiro el cuello para mirar. Pero no. Dani me saluda con
la mano y una sonrisa deslumbrante. Blaine se acerca y se sienta a su lado en un taburete. Me sonríe también. —Ah, gracias.
Parece que en este campus sirven alcohol a diestro y siniestro aunque nadie tenga edad de beber. O que esta gente sólo va a esa clase de sitios. La camarera me asegura que mi comida estará lista
dentro de un momento y se va. Dani y Blaine no tardan en venir a mi mesa, apartar las sillas de enfrente y sentarse. Espero que Dani
no esté enfadada conmigo por lo del viernes. —Eres la última persona a la que esperaba ver aquí, menos aún en domingo —dice Blaine. —Ya, he venido por accidente. Quería cenar comida china, pero el restaurante estaba cerrado. —¿Has visto a Britt? —me pregunta Dani con una sonrisa. Mira a Blaine, que le devuelve una mirada misteriosa, y luego ambos me miran a mí.
—No. Hace ya rato que no. ¿Y vosotros? —Los nervios me traicionan. —Hace horas que no, pero vendrá pronto —responde Blaine. —¿Aquí? —aúllo. Llega la comida pero ya no tengo hambre. ¿Y si Kitty viene con ella? No podré soportarlo, no después del fin de semana que hemos pasado juntas. —Sí, venimos a menudo. Puedo llamarla y preguntarle a qué hora tiene pensado llegar —sugiere Dani, pero niego con la cabeza. —No, no hace falta. Yo ya me iba. —Miro alrededor para pedir la cuenta. —¿No te ha gustado la copa? —pregunta Dani. —La verdad es que no la he probado. Gracias por el detalle, pero debería irme. —¿Habéis vuelto a discutir? —pregunta. Blaine va a decir algo, pero Dani lo hace callar con una mirada. ¿Qué pasa aquí? Le da un trago a su cerveza y vuelve a mirar a Blaine. —¿Qué os ha contado? —pregunto.
—Nada, sólo que os lleváis mejor —responde Dani por él.
El pequeño bar empieza a resultarme claustrofóbico y no veo el momento de marcharme. —¡Mira! ¡Aquí están! —dice Blaine.
Miro rápidamente hacia la puerta y veo a Britt, a Artie, a Quinn, a
Rachel y a Kitty. Lo sabía. Sé que son amigas y no quiero parecer una loca controladora, pero no soporto ver a Britt cerca de
esa chica. Cuando los ojos de Britt encuentran los míos parece sorprendida y diría que también un poco asustada. Otra vez no. La camarera pasa junto a la mesa. —¿Podría ponerme la comida para llevar y traerme la cuenta, por favor? —le pregunto.
Parece sorprendida, luego mira al grupo que acaba de llegar y los saluda antes de regresar a la cocina.
—¿Por qué te vas? —pregunta Rachel. Los cinco se sientan a la mesa de al lado. Me niego a mirar a Britt. Odio cómo se comporta
cuando está con sus amigos. ¿Por qué no puede seguir siendo ella misma, la misma chica que he tenido para mí todo el fin de semana? —Yo... Es que tengo que estudiar —miento.
Me sonríe alentada. —Deberías quedarte. ¡Estudias demasiado!
Toda esperanza de que Britt me coja en brazos y me diga que me ha echado de menos se ha desvanecido. La camarera vuelve con mi comida, le doy un billete de veinte y me levanto dispuesta a
marcharme. —Que lo paséis bien —les digo. Miro a Britt y luego al suelo. —Espera —dice ella. Me vuelvo y la miro. Por favor, que no me suelte una burrada de mal gusto y que no vuelva a besar a Kitty.
—¿No vas a darme un beso de buenas noches? —sonríe.
Miro a sus amigos, que parecen sorprendidos, pero sobre todo confusos. —¿Qué?... —balbuceo. Me pongo recta y la miro otra vez.
—¿Ibas a irte sin darme un beso? Se levanta y camina hacia mí. Esto era lo que yo quería, pero me está mirando todo el mundo y
estoy incomodísima. —Pues... —No sé qué decir. —Y ¿por qué iba a besarte? —dice Kitty entre risas. «Dios, es que no la soporto.»
—Pues porque están juntas, obviamente —la informa Rachel.
—¿Qué? —exclama Kitty. —Cállate la boca, Kitty —le espeta Dani, y quiero darle las gracias pero hay algo en el tono de su voz que hace que me pregunte por qué ha elegido precisamente esas
palabras. Esto no es incómodo, sino lo siguiente. —Adiós, chicos —digo, y echo a andar hacia la puerta. Britt me sigue y me coge de la muñeca. —¿Por qué te vas? Y ¿qué estabas haciendo aquí?
—Tenía hambre y he venido a por algo de comer. Y ahora me marcho porque me estabas ignorando y... —No te estaba ignorando, es que no sabía qué hacer o decir. No esperaba verte aquí. Me ha
pillado por sorpresa —explica. —Sí, ya lo imagino. No me has mandado ni un solo mensaje en todo el día y ahora estás aquí...
¿con Kitty? —Mi voz suena mucho más quejumbrosa de lo que me
gustaría. —Y también con Artie, Quinn y Rachel, no sólo Kitty —recalca. —Lo sé... Pero vosotros habéis tenido una historia y eso me molesta. Seguro que acabo de batir un nuevo récord en la categoría de «la más rápida en ponerse celosa».
—Y eso es todo lo que fue, nena: una historia. No se parecía en nada a esto..., a nosotras. Suspiro.
—Lo sé, pero es que no puedo evitarlo.
—Ya. ¿Cómo crees que me he sentido yo al entrar y verte con Dani? —No es lo mismo. Kitty y tú os habéis acostado juntas. —Me duele sólo de decirlo. —Santana...
—Lo sé, es de locos, pero no puedo evitarlo. —Desvío la mirada.
—No es de locos. Lo entiendo. Sólo que no sé qué hacer al respecto. Kitty es de nuestro grupo y, probablemente, siempre lo será. No sé qué esperaba que dijera, pero el equivalente a «Si no te gusta, te aguantas» no era lo que quería oír. —Vale.
Debería alegrarme de que básicamente le haya dicho a todo el mundo que estamos saliendo, pero ha sido todo un poco... raro.
—Me voy —le digo. —Te acompaño. —¿Segura que quieres dejar a tus amigos? —salto. Pone los ojos en blanco y me sigue al coche. Intento ocultar la sonrisa cuando nos metemos dentro. Al menos sé que prefiere estar conmigo a estar con Kitty. —¿Cuánto tiempo llevabas ahí antes de que yo llegara? —pregunta mientras saco el coche del aparcamiento. —Unos veinte minutos.
—Ah. No habías quedado con Dani, ¿no? —No. Es el único sitio que he encontrado abierto. No tenía ni idea de que estuviera ahí, ni de que tú ibas a venir, ¿sabes? Porque no me has escrito como prometiste. —Ya —dice, y hace una pausa. Pero luego me mira otra vez—. Y ¿de qué habéis estado hablando? —De nada. Sólo se ha sentado unos minutos conmigo antes de que tú llegaras. ¿Por?
—Curiosidad. —Tamborilea con los dedos en su rodilla—. Te he echado de menos. —Yo a ti también —digo cuando llegamos al campus—. He adelantado mucho trabajo y ya lo tengo todo preparado para mi primer día en Vance.
—¿Quieres que mañana te lleve yo?
—No, para eso tengo coche, ¿recuerdas? —Me río.
—Aun así, podría llevarte —se ofrece otra vez cuando entramos en la residencia. —No, no hace falta. Pero gracias igualmente.
Justo cuando voy a preguntarle qué ha hecho con su día, y por qué no me ha enviado ningún mensaje si tanto me echaba de menos, me quedo sin aire en los pulmones y el pánico se adueña de
mí. Mi madre está en la puerta de mi habitación, con los brazos cruzados sobre el pecho y cara de pocos amigos.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 11:38 pm

Capítulo 74


Britt sigue la dirección de mi mirada y abre unos ojos como platos al
verla. Intenta cogerme de la mano, pero la retiro y echo a andar delante de ella.
—Hola, mam... —Pero ¡¿dónde diablos tienes la cabeza?! —me grita en cuanto nos tiene cerca. Quiero hacerme diminuta y desaparecer. —Yo... ¿Qué? No sé qué es lo que sabe, así que mejor me callo. Del enfado, su pelo parece más brillante
y enmarca con severidad su perfecto rostro furibundo.
—¿Dónde tienes la cabeza, Santana? Samuel ha estado evitándome las últimas dos semanas. Al final, me he cruzado con la señora Evans mientras hacía la compra. Y ¿a que no adivinas lo que me ha contado? ¡Que habéis roto! ¿Por qué no me lo has dicho? ¡He tenido que enterarme del modo más humillante! —chilla.
—No es para tanto, mamá. Sólo hemos roto —digo, y ahoga un grito. Britt permanece detrás de mí, pero noto que me pone la mano en la cintura. —¿Cómo que no es para tanto? —prosigue mi madre—. ¿Cómo te atreves? Sam y tú lleváis años juntos. Él es lo mejor para ti, Santana. ¡Tiene futuro y es de buena familia! —Hace una pausa para recobrar el aliento pero no la interrumpo porque sé que hay más. Endereza la espalda y dice lo más calmada que puede—: Por suerte, he hablado con él y ha accedido a darte
otra oportunidad a pesar de tu comportamiento promiscuo.
Siento un fogonazo de rabia. —¿Que cómo me atrevo? —replico—. No tengo por qué salir con él si no quiero. ¿Qué más da su
familia? Lo importante es que no era feliz con él. ¿Cómo te atreves tú a hablar con él sobre nuestros asuntos? ¡Ya soy adulta!
Le doy un empujón al pasar junto a ella para abrir la puerta. Britt me
sigue de cerca y mi madre entra detrás. —¡Ni te imaginas lo ridícula que estás diciendo esas cosas! Y apareces aquí con... esta... esta...
¡macarra! Pero ¿tú la has visto, Santana? ¿Así es como te rebelas contra mí? ¿Qué he hecho yo para que me odies?
Britt se queda junto a la cómoda apretando la mandíbula con las manos embutidas en los bolsillos. Si mi madre supiera que el padre de Britt es el rector de la WCU y que tiene más dinero aún que la familia de Sam... Sin embargo, no pienso decírselo porque eso
no tiene importancia. —¡No tiene nada que ver contigo! ¿Por qué todo tiene que girar siempre a tu alrededor?
Las lágrimas amenazan con caer a chorro de mis ojos, pero me niego a que me vea llorar. Odio cuando me enfado y lloro, me hace parecer débil, pero no puedo evitarlo. —Tienes razón, no tiene que ver conmigo —repone—. ¡Tiene que ver con tu futuro! Debes
pensar en el futuro, no sólo en lo que sientes ahora. Sé que parece divertida y peligrosa, ¡pero no tiene futuro! —añade señalando a Britt—. No con esta... esta... ¡marginada! Antes de darme cuenta, me abalanzo sobre mi madre y Britt tiene que sujetarme por los codos para apartarme de ella. —¡No hables así de ella! —grito.
Ella abre unos ojos como platos. Los tiene rojos.
—¿Quién eres tú y dónde está mi hija? ¡Mi hija nunca me hablaría así! ¡Nunca pondría en peligro su futuro ni me faltaría al respeto!
Empiezo a sentirme culpable, pero deseo estar con Britt y tengo que
combatir ese sentimiento para defender lo que quiero.
—¡No estoy poniendo en peligro mi futuro! Mi futuro no es la cuestión. Sacaré todo matrículas y mañana empiezo las prácticas. Eres una egoísta, más que una egoísta, por venir aquí e intentar hacer que me sienta mal por ser feliz. Ella me hace feliz, mamá, y si no puedes aceptarla será mejor que te vayas.
—¿Cómo dices? —bufa, pero la verdad es que estoy tan sorprendida como ella—. ¡Te arrepentirás de esto, Santana! ¡Me da asco mirarte! La habitación empieza a darme vueltas. No estaba preparada para declararle la guerra a mi madre, al menos hoy no. Sabía que era cuestión de tiempo que se enterara, pero no me imaginaba que fuera a ser hoy. —Algo me olía mal desde la primera vez que la vi en tu cuarto. ¡Pero no me imaginé que te abrirías tan rápido de piernas! Britt se mete entre las dos. —Se está pasando —le advierte muy seria. Creo que Britt es la única persona en el mundo capaz de hacer que mi madre huya para salvar
el pellejo. —¡Tú no te metas en esto! —salta ella cruzándose de brazos otra vez—. Si sigues viéndola dejaré de hablarte, y estoy segura de que no puedes permitirte pagar tú sola la universidad. ¡Sólo la residencia ya cuesta una fortuna! —aúlla. Estoy alucinada de que mi madre llegue a esos extremos. —¿Estás amenazándome con privarme de mi educación sólo porque no apruebas de quién estoy enamorada? —¿Enamorada? —se mofa—. Ay, Santana, qué ingenua eres. No tienes ni idea de lo que es el amor. —Se echa a reír, aunque parece más bien una risotada enfermiza—. Y ¿te crees que ella está enamorada de ti? —La quiero —la interrumpe Britt.
—¡Por supuesto! —Echa la cabeza atrás. —Mamá...
—Te lo advierto, Santana: si sigues viéndola tendrás que cargar con las consecuencias. Me marcho, pero espero que me llames cuando se te hayan aclarado las ideas. Sale de mi habitación hecha una furia y me asomo por la puerta para verla avanzar por el pasillo.
El eco de sus tacones se oye en toda la residencia. —Lo siento —digo volviéndome hacia Britt. —No tienes por qué disculparte. —Me coge la cara entre las manos—. Estoy orgullosa de que le hayas plantado cara. Me da un beso en la punta de la nariz. Miro alrededor y me pregunto cómo hemos acabado así. Apoyo la cabeza en el pecho de Britt y ella me masajea los músculos tensos del cuello.
—Es increíble. No puedo creer que se haya puesto así y que haya
amenazado con dejar de ayudarme a pagar la universidad. Ella no lo paga todo, tengo una beca parcial y varios préstamos de estudios. Sólo aporta el veinte por ciento, y la mayor parte de ese dinero es para costear la residencia. ¿Y si deja de pagarlo? Tendré que buscar un empleo además de hacer las prácticas — sollozo.
Su mano se traslada a mi cabeza y la atrae hacia sí para que pueda llorar en su pecho. —Ya, ya... No pasa nada. Encontraremos una solución. Puedes venirte a vivir conmigo —dice. Me echo a reír y me enjugo las lágrimas, pero ella sigue hablando. —Lo digo en serio. O podríamos buscarnos un apartamento fuera del campus. Tengo dinero. Alzo la vista para verla bien. —No lo dirás en serio...
—Muy en serio. —No podemos irnos a vivir juntas. —Me río mientras sorbo por la nariz. —¿Por qué no? —Porque sólo nos conocemos de hace dos meses y nos hemos pasado casi
todo ese tiempo discutiendo —le recuerdo. —¿Y? Este fin de semana no hemos reñido ni una vez. Me sonríe y me río a carcajadas. —Estás loca. No voy a irme a vivir contigo —replico, y Britt me abraza de nuevo. —Piénsalo. Además, quiero dejar la fraternidad. No sé si lo has notado, pero no encajo —dice, y
ella también se echa a reír. Es verdad. Su pequeño grupo de amigos y ella son los únicos allí que no llevan polos y pantalones
de pinzas. —Sólo me uní a la fraternidad para cabrear a mi padre, pero no ha funcionado todo lo bien que esperaba.
—Si no te gusta la fraternidad, puedes irte a vivir tú sola a un apartamento —digo. Ni de broma voy a irme a vivir con ella tan pronto. —Sí, pero eso no sería tan divertido. —Sonríe y me mira levantando las cejas. —Seguiríamos divirtiéndonos.
Su sonrisa picarona crece. Me coge el trasero con las dos manos y lo pellizca. —¡Britt! —la riño en broma. La puerta se abre entonces y el corazón se me sale por la boca. Recuerdo la furia de mi madre y
me aterra que vuelva a por la segunda ronda. Así que es un gran alivio cuando veo a Rachel y a Quinn. —Parece que nos hemos perdido una buena. Tu madre acaba de sacarme el dedo en el
aparcamiento —dice Rachel, y no puedo evitar que me haga gracia.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por micky morales Lun Jun 06, 2016 7:21 am

que le pasa a esa vieja metiche???? ok es su madre, esta en su derecho que no le guste britt pero hablar con boca-trucha para que le de otra oportunidad a santana???? se paso de verdad, parece que britt esta tratando de hacer las cosas bn, a ver como va!!!!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por 3:) Lun Jun 06, 2016 1:30 pm

hola mar,..

odio a los amigos de britt...
la madre de santana es una patada en los,.. que mujer tan desesperante por dios...

nos vemos!!!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por JVM Mar Jun 07, 2016 8:37 pm

Me había atrasado y omg!! Tantas cosas que han pasado...
En este momento están bien las chicas, pero que esta escondiendo Britt, ojala y no la vaya a cagar de nuevo!! Porque aun les faltan cositas por superar pero no se si San le aguante una mas a Britt. :s
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jun 09, 2016 1:48 am

disculpen que no haya actualizado pero estoy atendiendo asuntos personales ademas de la prom de mi hermana bella, actualizare aunque sea un cap diario

Capítulo 75


Al final, Britt se queda a dormira en mi habitación y Rachel se marcha con Quinn a su apartamento. Pasamos el resto de la noche hablando y besándonos hasta que ella se queda dormida con la cabeza en mi regazo. Sueño con el momento y el lugar en el que podamos vivir juntas. Me encantaría despertarme todas las mañanas a su lado, pero ahora mismo no es viable. Soy muy joven y eso supondría ir demasiado rápido. Lunes por la mañana. La alarma suena diez minutos tarde y me descuadra todo el horario. Me ducho y me maquillo a toda prisa. Despierto a Britt antes de poner en marcha el secador.
—¿Qué hora es? —gruñe.
—Las seis y media. Tengo que secarme el pelo.
—¿Las seis y media? No tienes que estar allí hasta las nueve... Vuelve a la cama. —No. Debo peinarme e ir a por un café. Tengo que salir a las siete y media porque se tarda cuarenta y cinco minutos en llegar allí. —Llegarás con cuarenta y cinco minutos de antelación. No tienes que salir hasta las ocho. — Cierra los ojos y se pone boca abajo. La ignoro y enciendo el secador. Se tapa la cabeza con una almohada. Me rizo el pelo y repaso la
agenda para asegurarme de que no se me olvida nada.
—¿Vas a ir directamente a clase? —le pregunto a Britt mientras me
visto. —Probablemente. —Sonríe y sale de la cama—. ¿Puedo usar tu cepillo de dientes? —Pues, supongo que sí... Compraré uno nuevo a la vuelta. Nadie me ha pedido nunca usar mi cepillo de dientes. Mentalmente me imagino metiéndomelo en la boca después de que lo haya usado... Pero no. —Sigo opinando que no te hace falta salir antes de las ocho —insiste—. Piensa en la de cosas que podríamos hacer en esos treinta minutos —dice, y los miro a ella y a sus tentadoras pecas y noto cómo se me come con los ojos. Mis ojos tampoco se contienen y aterrizan en sus bragas
y me acaloro al instante. Mis dedos dejan de moverse en el tercer botón de la blusa y, sin prisa, recorre la distancia que nos separa en la pequeña habitación y se pone de pie detrás de mí. Le hago un gesto para que me suba la cremallera de la falda. Obedece pero, mientras la sube, sus manos rozan con delicadeza mi piel desnuda.
—Tengo que irme. Todavía no me he tomado el café —me apresuro a decir —. ¿Y si hay tráfico? ¿O un accidente? ¿Y si se me pincha una rueda o tengo que parar a echar gasolina? Podría perderme
o no encontrar aparcamiento. ¿Y si tengo que aparcar muy lejos y luego me toca andar un buen trecho y llego sudando y sin aliento y necesito unos minutos para...? —Lo que necesitas es tranquilizarte, nena. Estás hecha un manojo de nervios —me sopla al oído.
Miro su imagen en el espejo. Está perfecta recién levantada, y somnolienta no parece tan terrible. —No puedo evitarlo, estas prácticas significan mucho para mí. No puedo arriesgarme a
fastidiarla. La cabeza me va a cien por hora. Estaré más calmada luego, cuando sepa a qué atenerme y pueda organizarme la semana en consecuencia. —No deberías llegar tan nerviosa, te van a comer viva —dice sembrando un reguero de besos en mi cuello.
—Estaré bien. «O eso espero.» Su aliento en mi cuello me pone la carne de gallina. —Deja que te relaje antes de irte. —Su voz es grave, seductora y un poco soñolienta. —Yo... Con los dedos recorre mi clavícula y desciende hasta mi pecho. Sus ojos
encuentran los míos en el espejo y suspiro mi capitulación.
—¿Cinco minutos? —pregunto y suplico al mismo tiempo.
—Es todo lo que necesito. Intento darme la vuelta pero no me deja.
—No, quiero que lo veas —me ronronea al oído.
Siento ese cosquilleo entre los muslos al oír eso. Trago saliva y me coloca el pelo sobre el hombro izquierdo. Pega el cuerpo al mío y su mano se desliza al bajo de mi falda. —Al menos hoy no llevas leotardos. Debo decir que soy fan de esta falda. —Me la sube hasta la cintura—. Sobre todo cuando la llevas así. No puedo dejar de mirar sus manos en el espejo y se me acelera el pulso. Mete los dedos en mis bragas; están un poco fríos, y me sobresalto al sentirlos. Se ríe contra mi cuello. Con la otra mano me
rodea el pecho para que no me mueva. Me siento muy desnuda pero también muy excitada. Ver cómo me toca me hace pensar en cosas que ni siquiera sabía que existían. Sus dedos se deslizan lentamente dentro de mí y me besa el cuello con suavidad.
—Mira lo bonita que eres —susurra contra mi piel.
Me miro al espejo y apenas si me reconozco. Tengo las mejillas coloradas, las pupilas dilatadas, la mirada salvaje... Con la falda enrollada en la cintura y los dedos de Britt haciendo maravillas
dentro de mí, me siento diferente... Incluso sexi. Cierro los ojos y noto la tensión en mi vientre. Ella continúa con su lento asalto y, con un gemido, me muerdo el labio inferior. —Abre los ojos —me ordena. Mis ojos encuentran los suyos y eso me remata. Britt detrás de mí, abrazándome, mirando cómo me deshago con sus caricias... No necesito nada más. Dejo caer la cabeza en su hombro y las piernas empiezan a temblarme. —Eso es, nena —me arrulla, y me sujeta con más fuerza, sosteniéndome mientras se me nubla la
vista y gimo su nombre. Cuando vuelvo a abrir los ojos, me besa en la sien y me acomoda un rizo detrás de la oreja. Luego me arregla la falda y la alisa contra mis muslos. Me vuelvo para verle la cara y mirar el reloj. Son sólo las siete y treinta y cinco. «Era verdad que sólo necesitaba cinco minutos», pienso, y sonrío. —¿Ves? Ya estás mucho más relajada y lista para hacerte el ama del mundo corporativo. Sonríe la mar de contenta, muy orgullosa de sí misma. No la culpo. —La verdad es que sí. Pero tú eres muy mal ejemplo —la pincho y cojo mi bolso. —Nunca he dicho lo contrario —repone—. Última oportunidad: ¿quieres que te lleve yo? Aunque no tengo aquí el coche, así que tendría que llevarte en el tuyo. —No, aunque te lo agradezco igualmente. —Buena suerte. Lo harás muy bien.
Me besa otra vez, le doy las gracias, cojo mis cosas y la dejo en mi
habitación. La mañana ha sido genial, a pesar de que la alarma haya sonado diez minutos tarde. El trayecto se pasa rápido y sin incidentes, por eso cuando llego al aparcamiento son sólo las ocho y media. Decido llamar a Britt para matar el tiempo. —¿Todo bien? —pregunta. —Sí, ya he llegado —le digo. Me imagino que está muy ufana. —Te lo he dicho. Podrías haber salido diez minutos más tarde y haberme hecho una mamada.
Me río como una tonta. —Eres una pervertida incluso a primera hora de la mañana. —Sí, genio y figura. —No voy a discutírtelo.
Bromeamos un buen rato sobre su falta de virtud hasta que es hora de que me vaya a trabajar. Subo a la última planta, donde se encuentra el despacho de Christian Vance, y le digo mi nombre a la
mujer del mostrador. Hace una llamada y poco después me deslumbra con una sonrisa. —El señor Vance desea darte la bienvenida personalmente. Estará aquí dentro de un segundo.
La puerta del despacho en el que hice la entrevista se abre y aparece el señor Vance. —¡Santana! —me saluda.
Lleva un traje tan elegante que me intimida un poco, pero doy gracias por haber elegido un atuendo formal. Lleva una abultada carpeta bajo el brazo. —Buenos días, señor Vance. —Sonrío y le estrecho la mano. —Llámame Christian. Te enseñaré tu despacho.
—¿Mi despacho? —Sí, vas a necesitar tu propio espacio. No es gran cosa, pero es todo tuyo. Haremos allí el papeleo —explica sonriendo. Luego echa a andar tan deprisa que me cuesta seguirlo llevando tacones. Gira a la izquierda y se adentra en un pasillo lleno de pequeños cubículos. —Ya hemos llegado —anuncia.
En la puerta hay un letrero negro con mi nombre en letras blancas.
Estoy soñando. El despacho es tan grande como mi habitación de la
residencia. El señor Vance y yo tenemos conceptos distintos de «no es gran cosa». Una mesa de tamaño medio de madera de
cerezo, dos archivadores, dos sillas, una librería, un ordenador... ¡Y una ventana! Él toma asiento frente a la mesa y yo ocupo mi puesto al otro lado. Me va a costar hacerme a la idea de que éste es
mi despacho. —Bueno, Santana, hablemos de tus obligaciones —dice—. Tienes que leer al menos dos manuscritos a la semana. Si son excelentes y encajan con lo que publicamos en esta casa, me los envías. Si no valen la pena, tíralos a la papelera. Me quedo boquiabierta. Estas prácticas son un sueño hecho realidad. Me
van a pagar y me van a ar créditos académicos por leer.
—De entrada, recibirás quinientos dólares a la semana y, si todo marcha bien, a los noventa días se te dará un aumento.
«¡Quinientos dólares a la semana!» Debería ser suficiente para poder alquilar un apartamento. —Muchísimas gracias, es mucho más de lo que esperaba —le digo. Estoy impaciente por llamar
a Britt para contárselo todo. —Es un placer. Sé de buena tinta que eres muy trabajadora. Quizá incluso puedas contarle a Britt lo mucho que te gusta esto, a ver si así vuelve a trabajar para mí.
—¿Cómo? —Britt trabajaba para nosotros antes de que Bolthouse nos la robara. Empezó aquí el año pasado, de becaria, hizo un gran trabajo y la contraté. Pero le ofrecieron más dinero y le permitían
trabajar desde casa. Dijo que no le gustaba tener que venir a la oficina, así que nos dejó. Figúrate. — Sonríe y se ajusta el reloj.
Me río nerviosa. —Le recordaré lo maravilloso que es esto.
No tenía ni idea de que hubiera tenido un empleo. No me lo ha
mencionado. El señor Vance desliza entonces la carpeta hacia mí.
—Acabemos con el papeleo. Después de treinta minutos de «Firma aquí» y «Pon tu nombre allá», el señor Vance me deja para que me «familiarice» con el ordenador y el despacho. Pero en cuanto se marcha y cierra la puerta al salir, en lo único en lo que puedo pensar es en dar vueltas en mi sillón giratorio y brincar de alegría. ¡Tengo un despacho!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jun 09, 2016 1:50 am

Capítulo 76


Vuelvo al coche después del mejor primer día posible y llamo a Britt. No lo coge. Quiero contarle lo bien que ha ido la mañana y preguntarle por qué no me ha dicho que había trabajado en Vance.
Cuando regreso al campus es sólo la una. Me han dejado salir pronto porque había una reunión muy importante o algo así. Básicamente tengo todo el día para rascarme la barriga, así que acabo yendo al centro comercial a pasearme. Después de entrar y salir en casi todas las tiendas, me decido por Nordstrom. Seguro que necesito un par de conjuntos más para las prácticas. Se me pasan por la cabeza nuestras imágenes en el espejo esta mañana, y pienso que también me vendrían bien algunas bragas y sujetadores nuevos. Mi ropa interior es muy sencilla y hace
tiempo que la tengo. A Britt no parece importarle, pero me encantaría ver la cara que pone cuando me quite la camiseta y se
encuentre un sujetador que no es liso y negro o liso y blanco. Repaso los rieles y encuentro varios conjuntos prometedores. Mi favorito es rosa chicle y casi todo de encaje. Me sonrojo simplemente al descolgarlo para mirarlo, pero me gusta mucho. Una dependienta de pelo rizado que lleva demasiado carmín se acerca a ayudarme. —Ése es muy bonito, pero ¿qué me dice de éste? —Me enseña algo que parece un montón de tiras rosa fucsia.
—No es mi estilo —le digo bajando la vista. —Veo que prefiere la ropa interior con más cobertura. ¿Por qué tenemos que hablar de mis preferencias en ropa interior? Esto no podría ser más
humillante. —Debería probar el estilo de slip de chico. Es sexi pero no en exceso — dice enseñándome el mismo conjunto rosa chicle que tengo en las manos pero con una braga distinta.
Slip de chico. Nunca me había parado a pensar en mis bragas porque nadie más las veía... Quién me iba a decir que esto iba a ser tan humillante y tan complicado. —Vale. Cedo y me saca unos cuantos más en blanco, negro y rojo. El rojo es un pelín demasiado, pero me intriga. Hasta el blanco y el negro parecen más exóticos que los que yo uso porque son de encaje. Su amplia sonrisa da un poco de miedo. —Pruébeselos. Son todos del mismo estilo.
Asiento educadamente y los cojo. Espero que no me siga al probador. Echo a andar y es un alivio descubrir que no me pisa los talones. Encuentro también un par de vestidos y unos zapatos que
parecen cómodos. La cajera tiene que repetirme el importe tres veces antes de que me decida a pagar. La ropa interior bonita es mucho más cara de lo que creía. Espero que a Britt le guste.
Cuando vuelvo a mi habitación, Rachel no está, y no hay noticias de Britt. Guardo la ropa nueva y apago la luz para echarme una siesta.
Me despierta el tono de un móvil que no conozco. Me doy la vuelta y abro los ojos. Cómo no, Britt está sentada en la silla con los pies encima de la cómoda de Rachel. —¿Has dormido bien? —pregunta sonriente. —La verdad es que sí. ¿Cómo has entrado? —Me restriego los ojos. —Rachel me ha devuelto la llave.
—Ah. ¿Cuánto llevas aquí? —Una media hora. ¿Qué tal tu día en Vance? No pensé que fueras a estar de vuelta tan temprano:
sólo son las seis. Pero aquí estás, durmiendo a pierna suelta y roncando. Debe de haber sido un día agotador —dice, y se echa a reír. Me incorporo y me apoyo en el codo para mirarla.
—Ha sido un gran día. Tengo mi propio despacho con mi nombre en la puerta. ¡Es increíble! Es maravilloso. Me van a pagar mucho más de lo que creía y voy a leer manuscritos. ¿No es perfecto?
Lo único que me da miedo es fastidiarla porque es demasiado perfecto. ¿Sabes lo que quiero decir? divago. —Vaya, veo que le has caído bien a Vance. —Levanta una ceja—. Lo harás
bien, no te preocupes. —Me ha dicho que trabajabas allí. —A ver cómo reacciona. —Le habrá faltado tiempo. —¿Por qué no me lo habías contado? Tampoco me has dicho que sigues trabajando. ¿De dónde sacas el tiempo para trabajar? —Siempre me haces muchas preguntas. —Se pasa la mano por el pelo—. Pero te contestaré — añade—. No te he contado que trabajaba allí porque..., bueno, no sé por qué. Y saco tiempo para trabajar. Cuando no estoy contigo, saco tiempo. Me siento con las piernas cruzadas. —Al señor Vance le caes muy bien, dice que le gustaría que volvieras a trabajar para él. —Me lo imagino, pero no, gracias. Ahora gano más que cuando trabajaba allí y trabajo menos —
presume, y pongo los ojos en blanco. —Háblame de tu trabajo; ¿qué haces exactamente? Se encoge de hombros.
—Leo manuscritos, los edito. Lo mismo que tú pero con un poco más de implicación. —¿Y te gusta? —Sí, Santana, me gusta. —Su tono es un poco borde. —Qué bien. ¿Quieres trabajar para Portland Independent cuando te gradúes? —No sé lo que quiero hacer. —Pone los ojos en blanco. —¿He dicho algo malo? —pregunto.
—No, sólo es que siempre haces demasiadas preguntas.
—¿Qué? —¿Está siendo sarcástica o lo dice en serio?
—No necesitas saber hasta el último detalle de mi vida —salta.
—Sólo quería charlar un rato, conversar con normalidad sobre tu trabajo —digo—. Ésas son las cosas normales que hace la gente, perdona por interesarme por tu vida cotidiana. No dice nada. ¿Qué mosca le habrá picado? He tenido un día fantástico y lo
último que quiero es pelearme con ella. Miro al techo y me callo. Descubro que tiene noventa y cinco paneles que sujetan cuarenta tornillos. —Tengo que ducharme —digo un buen rato después.
—Pues dúchate —bufa. Pongo los ojos en blanco y cojo la bolsa de aseo. —¿Sabes qué? Pensaba que eso era cosa del pasado y que habías dejado de comportarte como una ´perra sin motivo —le espeto, y salgo de la habitación. Me tomo mi tiempo en la ducha. Me afeito las piernas y luego las repaso una segunda vez para el
vestido que voy a ponerme mañana, mi primer día de verdad en Vance. Estoy muy nerviosa pero, sobre todo, entusiasmada. Ojalá Britt no fuera tan maleducada. Lo único que he hecho ha sido
preguntarle por un trabajo del que no me había dicho nada. Debería poder hablar con ella de algo así sin problemas. Hay muchas cosas que no sé de ella, y eso me hace sentir incómoda. Intento encontrar un modo de hacérselo entender pero, para cuando vuelvo
a la habitación, Britt se ha ido.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jun 09, 2016 1:51 am

Capítulo 77


Me molesta muchísimo la actitud de Britt, pero intento olvidarme del
tema. Me desenredo el pelo mojado y me pongo el conjunto de ropa interior rosa que he comprado hoy y una camiseta. Luego preparo las cosas para mañana. Lo único en lo que puedo pensar es adónde
habrá ido. Sé que soy obsesiva y que estoy un poco loca, pero no puedo evitar pensar que está con Kitty. Mientras decido si la llamo o no, recibo un mensaje de Rachel. No va a volver esta noche. No
entiendo cómo es que no se va a vivir con Quinn y con Blaine, si se queda a dormir allí cinco veces a la semana y Quinn la adora. Seguro que le habló de su trabajo en la segunda cita y que no es borde con ella sin razón. «Qué suerte tiene Rachel», me digo mientras cojo el mando a distancia de la tele. Pulso los
botones sin pensar y la dejo puesta en un episodio repetido de «Friends» que he visto por lo menos cien veces. No recuerdo la última vez que me senté a ver la tele, pero es genial tumbarse en la cama a disfrutar de una comedia sin complicaciones para escapar de la última escaramuza sin sentido con Britt. Después de varios episodios de distintas series, noto que empieza a entrarme sueño. En mi duermevela, se me olvida que estoy enfadada y le escribo un mensaje de buenas noches a Britt. Me duermo sin recibir respuesta.
—Mierda. Un golpe seco me despierta. Me sobresalto, enciendo la lámpara y veo a una Britt tambaleante que intenta encontrar su camino a oscuras. —¿Qué haces? —le pregunto.
Levanta la vista. Tiene los ojos rojos y brillantes. Está borracha. «Genial.» —He venido a verte —dice desplomándose en la silla.
—¿Por qué? —protesto. La quiero aquí, pero no borracha y a las dos de la madrugada. —Porque te echaba de menos. —Entonces ¿por qué te has ido? —Porque me estabas dando la tabarra.
«Ayyy.» —Vale. Voy a seguir durmiendo. Estás borracha y es evidente que vas a volver a tratarme mal. —No te trato mal, Santana, y no estoy borracha... Bueno, sí que lo estoy, ¿y?
—Me da igual que estés borracha, pero es entre semana y necesito dormir. Me quedaría toda la noche despierta con ella si supiera que no va a decirme burradas sólo por hacerme daño. —«Es entre semana»... —me imita en tono de burla—. ¿Podrías ser más
cuadriculada? —Se echa a reír como si hubiera dicho la cosa más divertida del mundo. —Será mejor que te vayas. Me acuesto y le doy la espalda. No me gusta esta Britt. Quiero que me devuelvan a mi Britt media cariñosa, no esta perra borracha.
—Venga, nena... No te enfades conmigo —dice, pero no le hago ni caso—. ¿Quieres que me vaya de verdad? Ya sabes lo que pasa cuando no duermo contigo —dice apenas en un susurro.
Se me cae el alma a los pies. Sé lo que pasa, pero no es justo que lo utilice en mi contra cuando está borracha. —Bien. Quédate. Yo me voy a dormir. —¿Por qué? ¿No quieres estar un rato conmigo?
—Estás borracha y estás siendo un borde —replico volviéndome para decírselo a la cara. —No estoy siendo un borde —dice con expresión neutra—. Lo único que he dicho es que me dabas la tabarra. —Es muy borde decir eso de alguien, sobre todo cuando lo único que he hecho ha sido preguntarte por tu trabajo.
—Dios, otra vez no. Vamos, Santana, déjalo ya. No me apetece hablar del tema —dice con tono quejumbroso y arrastrando las palabras. —¿Por qué has bebido esta noche? No me importa que beba, no soy su madre y ya es mayorcita. Lo que me molesta es que siempre bebe por algo, detrás siempre hay una razón. No bebe por diversión. Desvía la mirada hacia la puerta, como si buscara una escapatoria. —Yo... No lo sé... Me apetecía tomarme una copa... o varias. Deja de estar enfadada conmigo, por favor... Te quiero —dice buscándome con los ojos. Esas dos palabras diluyen casi todo mi enfado y de repente me muero por que me estreche en sus
brazos. —No estoy enfadada contigo, sólo es que no quiero que nuestra relación vaya hacia atrás. No me gusta cuando la pagas conmigo sin motivo y desapareces. Si estás enfadada por algo, quiero que me lo digas y lo hablemos. —No te gusta no tenerlo todo bajo control —replica, y se tambalea ligeramente. —¿Perdona?
—Eres de lo más controladora —añade, y se encoge de hombros como si fuera algo de dominio público. —No, eso no es verdad. Sólo es que me gustan las cosas de cierta manera.
—Sí, a tu manera. —Imagino que hemos terminado de discutir sobre eso. ¿Hay algo más que quieras restregarme, ya puestos? —salto. —No, sólo que eres muy controladora y que de verdad quiero que te vengas a vivir conmigo. ¿Qué?» Sus cambios de humor son como una montaña rusa. Deberías venirte a vivir conmigo. He encontrado un apartamento hoy. No he firmado nada, pero es bonito. —¿Cuándo? —Me cuesta seguirles el ritmo a las cinco personalidades de Britt. —Cuando me he ido de aquí. —¿Antes de emborracharte? Pone los ojos en blanco. La luz de la lámpara se refleja en el metal del aro de su ceja y lucho por hacer caso omiso de lo atractiva que me resulta. —Sí, antes de emborracharme. ¿Qué me dices? ¿Te vienes a vivir conmigo? —Sé que eres nueva en esto de salir con alguien, pero normalmente uno no insulta a su novia y, en la misma frase, le pide que se vaya a vivir con ella —la informo mordiéndome el labio inferior para reprimir una sonrisa.
—Bueno, a veces ciertas novias deberían relajarse un poco —sonríe. Incluso borracha es encantadora a rabiar. —Bueno, a veces ciertas novias deberían dejar de comportarse como unas capullas —
contraataco. Se echa a reír, se levanta de la silla y se acerca a mi cama. —Estoy intentando no ser una capulla, de verdad. A veces no puedo evitarlo. —Se sienta en el borde—. ¡Se me da de maravilla!
—Lo sé —suspiro. A pesar del episodio de esta noche, sé que se ha estado esforzando por ser más amable. No quiero buscarle excusas, pero ha hecho más de lo que esperaba. —¿Te vienes a vivir conmigo? —sonríe esperanzada. —Jesús, un paso detrás de otro. De momento, voy a dejar de estar enfadada contigo —le digo, y me incorporo—. Ahora ven a la cama. Enarca una ceja como diciéndome: «¿Lo ves? Eres muy controladora», pero se pone en pie para bajarse los vaqueros. Cuando se quita la camiseta, la deja en la cama delante de mí. Me encanta que tenga las mismas ganas que yo de que me la ponga. Me quito la que llevo puesta y me detiene. —Joder —masculla, y levanto la vista—. ¿Qué llevas puesto? Ha abierto mucho los ojos y su mirada es muy intensa.
—Me he comprado ropa interior nueva. —Me ruborizo y bajo la vista. —Ya lo veo... Joder —repite. —Eso ya lo has dicho. —Me río nerviosa. La luz de los ojos de Britt me ciega y me produce un cosquilleo en la piel. —Estás increíble. —Traga saliva—. Siempre estás increíble, pero esto es... Con la boca seca miro como se mueve cerrando lo mas que puede sus piernas como si quisiera hacer pis,pero se que eso no es lo que sucede. Es la quinta vez que
la energía entre nosotras cambia esta noche. —Iba a enseñártela antes, pero estabas muy ocupada comportándote como una gilipollas. —Mmm —musita. Está claro que no ha oído lo que acabo de decir. Apoya la rodilla en la cama y me mira de arriba
abajo antes de colocarse encima de mí. Sabe a whisky y a menta, una combinación celestial. Nuestros besos son tiernos e incitantes,
nuestros labios se acercan y se separan, su lengua baila juguetona con la mía. Me coge del pelo y siento su excitacion contra mi vientre. Me suelta el pelo para apoyarse en un codo y acariciarme con la otra mano. Sus largos dedos recorren las costuras de mi sujetador de encaje, se meten dentro y vuelven a salir. Se relame los labios cuando lleva la mano entre mis muslos y empieza a moverla arriba y abajo. —No consigo decidir si quiero que te dejes esto puesto... —dice. Me da igual: sus dedos maravillosos sobre mi piel me tienen totalmente fascinada. —Va, fuera —dice finalmente desabrochándome el sujetador. Arqueo la espalda para que me lo pueda quitar y gruñe cuando su entrepierna se aprieta contra la
mía. —¿Qué quieres hacer, Santana? —pregunta con voz temblorosa y sin control. —Ya te lo dije —contesto mientras aparta mis bragas. Ojalá no hubiera bebido esta noche, aunque a lo mejor su embriaguez me hace parecer menos rara e incómoda.
Grito cuando me penetra con los dedos y la rodeo con un brazo, intentando agarrarme a lo que sea. Pongo la otra mano entre nosotras y se la acaricio con la palma. Gime, aprieto y subo y bajo la
mano con suavidad. —¿Estás segura? —jadea, y veo la incertidumbre en sus cristalinos ojos azules. —Sí, estoy segura. ¡No le des más vueltas! Cómo se han vuelto las tornas. Ahora soy yo la que le dice eso. —Te quiero, lo sabes, ¿verdad? —Sí. —Aprieto los labios contra los suyos—. Te quiero, Britt —le digo sin separarme de su boca. Sus dedos continúan, dentro y fuera, muy despacio, y su boca se cierra sobre mi cuello. Chupa con fuerza y luego me lame para aliviar el dolor. Lo repite una y otra vez, y es como si todo mi
cuerpo estuviera en llamas. —Britt..., voy a... —comienzo a decir, y me saca los dedos al instante. Me besa cuando gimoteo en protesta. Se echa un poco atrás, enrosca los dedos en mis bragas y
me las baja. Luego me pone las manos en los muslos y me da un apretón antes de besarme el vientre y soplar con delicadeza en mi sexo húmedo. Mi cuerpo se arquea sin que yo se lo ordene y su lengua se mueve arriba y abajo mientras ella tiene los brazos enroscados en mis muslos para mantenerme bien abierta. A los pocos segundos empiezan a temblarme las piernas; me agarro a las sábanas mientras ella sigue dibujando círculos con la lengua.
—Dime lo mucho que te gusta —me pide sin apartar la boca.
De mis labios escapan sonidos guturales, intento decir algo, lo que sea. Britt sigue soltando guarradas y lamiéndome entre una y otra. Es un ritmo exquisito, me tiembla el cuerpo y estiro los pies
extasiada. Cuando recupero el conocimiento me besa en la boca. Mi pecho sube y baja y mi respiración es irregular. —¿Estás...?
—Calla... Sí, estoy segura —le digo, y la beso con ganas.
Le clavo las uñas en la espalda y le bajo las bragas por debajo del culo. Suspira al verse libre y ambas gemimos cuando nuestras pieles vuelven a entrar en contacto. —Santana, yo...
—Calla... —le repito. La deseo más que nada y no quiero que siga
hablando. —Pero Santanaa, tengo que contarte...
—Calla ya, Britt, por favor —le suplico, y la beso otra vez.
Cojo su vagina y la acaricio. Ella cierra los ojos y suspira. El
instinto toma el control y le paso el pulgar por la punta de su clítoris y sentirla palpitar en la mano. —Si vuelves a hacer eso, me corro —jadea. De repente, se levanta de un salto de la cama. Antes de que pueda preguntarle adónde va, «Vamos a hacerlo de verdad.»
Sé que debería estar asustada o nerviosa, pero lo único que siento es lo mucho que la quiero y lo mucho que ella me quiere a mí.
Sé lo que va a pasar, y la anticipación me llena de asombro y el tiempo parece que pasa mucho más despacio mientras aguardo a que vuelva a la cama. Siempre pensé que mi primera vez sería con
Sam, en nuestra noche de bodas. Sería en una cama gigantesca en un bonito bungalow en una isla del trópico. En cambio, aquí estoy, en mi diminuta habitación de la residencia de estudiantes, con
Britt, y no cambiaría un solo detalle al respecto.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jun 09, 2016 1:52 am

Capítulo 78



Menos mal que no puede leer mis pensamientos indecentes, aunque ella dice cosas mucho más guarras que las que yo he
pensado nunca. —¿Estás...? —dice con voz ronca.
—Si me lo preguntas otra vez, te mato. Me sonríe. —Iba a preguntarte si quieres ayudarme a ponerme a tono y en sintonía contigo o lo hago yo sola... Me muerdo el labio.
—Ah. Me gustaría hacerlo yo, pero... vas a tener que enseñarme cómo se hace. Lo que aprendí en clase de educación sexual no me
preparó para lo que se siente en un momento como éste, y no quiero fastidiarla. —Bien. Se sienta en la cama y yo cruzo las piernas. Me da un beso rápido en la frente. suelta una carcajada y menea la cabeza. —Ahora verás. —Me coge la mano, y usa nuestras manos entrelazadas para tocarse su sexo esta caliente resbaladiza—. esta con las mejillas coloradas. Entorna los ojos. —No ha estado mal para una virgen y una borracha —me río. Me levanta una ceja y sonríe. Me alegro de que podamos bromear y no sea todo tan serio e intenso; eso hace que lo que va a suceder a continuación me ponga menos nerviosa. —No estoy borracha, nena. Me he tomado un par de copas pero me he despejado discutiendo
contigo, como siempre. —Me regala una vista de sus pecas y me acaricia el labio inferior con el pulgar. Es un alivio saberlo. No me apetece en absoluto que se duerma a la mitad, o que me vomite
encima. Me río de pensarlo y la miro otra vez. Tiene la mirada despejada, no de borracha como hace una hora. —Y ¿ahora qué? —pregunto sin poder contenerme. Se ríe, me coge la mano —¿Me tienes ganas? —pregunta. Asiento. —Yo también te tengo ganas —confiesa, y me encanta sentir lo caliente y mojada que está en mi mano. Cambia de postura y se pone encima de mí. Con una rodilla me abre de piernas y luego me acaricia con los dedos.
Me pregunto si será cariñosa... Eso espero. —Estás muy mojada, eso lo hará más fácil —dice, y coge aire. Su boca encuentra la mía y me besa despacio, jugando con la lengua. Sus labios parecen hechos para los míos, a medida. Se separa un poco, me besa las comisuras, la nariz y otra vez en los labios. La abrazo intentando sentirla más cerca. —Despacio, nena. Tenemos que ir despacio —me susurra al oído—. Al principio te va a doler. Si quieres que pare, dímelo. Lo digo en serio —dice con ternura mientras me mira a los ojos esperando mi respuesta. —Vale —asiento, y trago saliva.
He oído que perder la virginidad duele, pero no puede ser tan malo. O, al menos, eso espero. Britt me besa otra vez. Noto el de su sexo en mi piel y me estremezco. Un segundo después intenta meter toda la longitud de sus largos dedos,esta vez no me esta masturbando, esta vez me esta penetrando profundamente. Es una sensación muy rara... Cierro los ojos y me oigo jadear.
—¿Estás bien? Asiento y los mete un poco más. Hago una mueca de dolor, es como si me pellizcaran muy adentro. Es tan malo como dice todo el mundo... O incluso peor. —¡Joder! —gime Britt.
Está muy quieta, tensa, pero sigue siendo increíblemente desagradable. —¿Puedo moverme? —pregunta con la voz estrangulada. —Sí... —digo. El dolor continúa, pero Britt me besa por todas partes: en los labios, en las mejillas, en la nariz, en el cuello, en las lágrimas que se agolpan en mis ojos. Me concentro en agarrarme a sus brazos y en su lengua tibia en mi cuello.
—Dios... —gime, y echa la cabeza hacia atrás—. Te quiero, te quiero con locura, Santana —susurra pegada a mi mejilla.
Su voz me sirve de consuelo y hace que me olvide un poco del dolor, pero éste se agudiza cuando sus caderas empujan un poco más contra las mías. Quiero decirle lo mucho que la quiero, pero me da miedo que, si abro la boca para hablar, me eche a llorar.
—¿Quieres...? Joder... ¿Quieres que pare? —tartamudea. En su voz puedo percibir cómo el placer y la preocupación libran una batalla en su interior. Niego con la cabeza y, cuando cierra los ojos, la observo fascinada. Aprieta la mandíbula para concentrarse. Sus músculos duros y firmes se contraen y se relajan bajo su piel tatuada. Viéndola disfrutar así casi ni me acuerdo del dolor. Me acaricia la mejilla con los dedos y me besa otra vez antes de enterrar la cara en mi cuello. Su respiración se acelera, caliente y
salvaje contra mi piel. Levanta la cabeza y abre los ojos. Soportaría el dolor una y otra vez con tal de poder sentirme así, de notar esta profunda conexión con Britt, que llega a lugares dentro de mí
que no sabía siquiera que existieran. Sus ojos azules brillan de emoción cuando me mira, y se me caen las lágrimas. Hacen que me
olvide de todo, y luego me atrae de nuevo hacia sí. La quiero y no tengo ni la menor duda de que ella también me quiere a mí. Aunque no dure para siempre, aunque acabemos por no dirigirnos la palabra , siempre sabré que este momento lo fue todo para mí.
Sé que le está costando mucho controlarse, ir despacio por mí, y eso hace que aún la quiera más. El tiempo transcurre cada vez más despacio hasta que se detiene; acelera y se detiene otra vez al
ritmo al que Britt entra y sale de mí. Lleva en los labios el sabor salado del sudor cuando me besa, y quiero más. La beso en el cuello y en ese punto debajo de la oreja que sé que la vuelve loca.
Se estremece y gime mi nombre. —Lo estás haciendo muy bien, nena. Te quiero mucho. Ya no duele, pero sigue siendo incómodo y sigue molestándome un poco cada vez que me embiste. Mis labios rozan su cuello y le tiro del pelo. —Te quiero, Britt —consigo decir.
Gime y me besa con los labios hinchados. —Voy a correrme, nena. ¿Te parece bien? —dice apretando los dientes. Asiento y la beso y le chupo el cuello. Los ojos de Britt permanecen fijos en los míos mientras se corre. Me promete amor incondicional para siempre mientras se tensa y se desploma con cuidado sobre mí.
Siento el fuerte latir de su corazón contra mi pecho y le beso el pelo
húmedo de la coronilla. Su pecho deja de subir y bajar, se incorpora y sale de mí. Hago un gesto de dolor ante el repentino vacío.
—¿Te encuentras bien? ¿Cómo te sientes? —Sus ojos estudian mi rostro y parece mucho más vulnerable de lo que imaginaba posible.
—Estoy bien —le aseguro. Cierro los muslos para aliviar el dolor. Veo la sangre en las sábanas pero no quiero moverme. Britt se aparta el pelo de la frente. —¿Ha sido... ha sido como esperabas?
—Mejor —respondo con sinceridad. A pesar del dolor, la experiencia ha sido deliciosa. No puedo dejar de fantasear con la próxima vez. —¿De verdad? —Sonríe. Asiento y se acerca más a mí y apoya la frente en la mía. —¿A ti te ha gustado? —digo—. Será mejor cuando tenga un poco más de... experiencia.
Su sonrisa se desvanece y con los dedos me levanta la barbilla para que la mire a la cara. —No digas eso. Ha sido genial, nena. Ha sido mejor que genial, ha sido... El mejor —dice, y pongo los ojos en blanco. Estoy segura de que ha estado con chicas mucho mejores que yo, que sabían lo que tenían que hacer en cada momento.
Como si me leyera el pensamiento, me responde: —No estaba enamorado de ellas. Es una experiencia completamente
diferente cuando amas a la otra persona. De verdad, Santana. Es incomparable. Por favor, no dudes de ti misma ni degrades lo que
acabamos de hacer. Su voz es dulce y sincera. Siento que mi corazón está henchido de felicidad y la beso en el puente
de la nariz. Sonríe y me rodea la cintura con el brazo. Me estrecha contra su pecho. Huele de maravilla. Britt sudada, mi perfume favorito. —¿Te duele? Me peina con los dedos y enrosca un mechón entre ellos. —Un poco. —Me río—. Me da miedo levantarme. Me estrecha más fuerte y me besa en el hombro.
—Nunca lo había hecho con una virgen —dice en voz baja.
Alzo la vista y sus ojos son tiernos, sin una sombra de burla.
—Ah. En mi cabeza se forman cientos de preguntas sobre su primera vez. Cuándo, dónde, con quién y por qué. Pero me las quito de la cabeza: no la quería. Nunca ha amado a nadie, sólo a mí. Ya no me importan las mujeres de su pasado. Son sólo eso: pasado. Lo único que me importa es la mujer guapa e imposible que acaba de hacer el amor por primera vez en su vida.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Jun 09, 2016 2:14 am

Capítulo 79


Una hora más tarde, Britt pregunta: —¿Lista para levantarte?
—Sé que debería, pero es que no me apetece —le digo restregando la mejilla contra sus pechos. —No quiero meterte prisa, pero me estoy haciendo pis —contesta, y me echo a reír. Me separo de ella y me levanto de la cama. —¡Ay...! —Se me ha escapado.
—¿Estás bien? —me pregunta por enésima vez. Extiende la mano para sujetarme y que no me caiga. —Sí, sólo un poco dolorida.
Tuerzo el gesto al ver las sábanas. Las mira. —Sí, habrá que tirarlas. Saca las sábanas de la pequeña cama. —Pero no aquí. Rachel podría verlas. —¿Dónde las tiro? —pregunta dando pequeños saltitos. Se ve que lleva un rato con la vejiga llena.
—No lo sé... ¿Podrías tirarlas a un contenedor cuando te vayas?
—¿Quién dice que vaya a irme? ¿Te acuestas conmigo y luego me echas? Le parece muy divertido. Recoge las bragas y los vaqueros del suelo y se los pone. Le paso la camiseta. Le doy una palmada en el trasero. —Ve a hacer pis y llévate las sábanas, por si acaso.
No sé por qué me importa tanto, pero lo último que necesito es a Rachel haciéndome un tercer grado en busca de información sobre cómo he perdido la virginidad. —Claro, porque nadie pensará que soy una pervertida o una loca peligrosa si me ven metiendo en
el coche unas sábanas ensangrentadas en mitad de la noche. Le lanzo una mirada asesina. Hace una bola con las sábanas y se dirige hacia la puerta. —Te quiero —dice antes de salir. Ahora que se ha marchado tengo un momento para pensar. Me pregunto si
mi aspecto reflejará lo bien que me siento, sosegada y a gusto. El recuerdo de Britt encima de mí justo antes de penetrarme me corta la respiración. Ahora entiendo por qué la gente le da tanto bombo al sexo. Y yo me lo he estado perdiendo. No obstante, sé que mi primera vez no habría sido tan fantástica si no hubiera sido con ella. Cuando me miro al espejo, la mandíbula me llega al suelo. Tengo el cutis resplandeciente y los labios hinchados. Me pellizco las mejillas y muevo los brazos. Se me ve distinta. Es un cambio imperceptible y no sé lo que es, pero me gusta. Me tomo un minuto para admirar las pequeñas marcas rojas en mi pecho. Ni siquiera recuerdo que
me las haya hecho. Mi mente vuelve a Britt haciéndome el amor, su boca ardiente y húmeda contra mi piel. La puerta se abre y me saca de mis ensoñaciones. Me sobresalto. —¿Contemplándote en el espejo? —comenta Britt burlóna. Cierra la puerta. —No... Yo... —No sé qué decir porque estoy en cueros delante del espejo, fantaseando con sus labios sobre mi piel. —No tienes de qué avergonzarte, nena. Si yo tuviera ese cuerpo, también me miraría al espejo. Me ruborizo. —Creo que voy a ducharme —le digo mientras intento cubrirme como puedo con las manos. No quiero quitarme su olor de la piel, pero todo lo demás sobra. —Yo también —dice. La miro enarcando una ceja y Britt levanta las manos con gesto inocente —. Lo sé, no podemos ducharnos juntas... Pero si vivieras conmigo sí que podríamos. Algo ha cambiado en ella, lo noto. Sonríe más a menudo y le brillan más los ojos. No sé si alguien
más sería capaz de verlo, pero yo la conozco mejor que nadie, a pesar de los muchos secretos que guarda y que planeo descubrir.
—¿Qué? —pregunta ladeando la cabeza. —Nada. Te quiero —le digo. Se ruboriza y sonríe de oreja a oreja, igual que yo. Parecemos dos quinceañeras embobadas la una con la otra. Me encanta.
Voy a coger el albornoz y se me acerca. —¿Has pensado acerca de lo de vivir conmigo? —Me lo pediste ayer. Sólo puedo tomar una decisión de vital importancia al día. —Me río. Se frota las sienes.
—Es que quiero firmar el contrato cuanto antes. Necesito salir de la
dichosa fraternidad. —¿Por qué no lo alquilas tú sola? —sugiero otra vez. —Porque quiero que sea nuestro. —¿Por qué?
—Porque quiero pasar contigo todo el tiempo que pueda. ¿Por qué te muestras tan reticente? ¿Es por el dinero? Yo correré con todos los gastos. —De eso, nada —protesto—. Si accedo a vivir contigo, quiero contribuir. No quiero ser una mantenida. No me puedo creer que de verdad estemos hablando de irnos a vivir juntas. —Entonces ¿cuál es el problema? —No lo sé... Apenas nos conocemos. Siempre he pensado que no me iría a vivir con alguien hasta que estuviéramos casados... —le explico. Ésa no es la única razón. Mi madre es una razón de peso, y también el miedo a tener que
depender de alguien. Incluso de Britt. Eso fue lo que hizo ella. Dependía de mi padre y de sus ingresos hasta que nos dejó y entonces se refugió en la posibilidad remota de que volviera. Siempre pensó que volvería a buscarnos, pero nunca lo hizo.
—¿Casados? Tienes una forma de pensar muy anticuada, Santana. —Se echa a reír y se sienta en la silla. —¿Qué tiene de malo el matrimonio? —pregunto—. No entre nosotras, sino en general —añado. Se encoge de hombros. —Nada, sólo que no es para mí.
Esto se ha puesto muy serio. No quiero hablar de matrimonio con Britt, pero me preocupa que diga que no es para ella. No he pensado en casarme con ella, es demasiado pronto. Faltan años para eso. Pero me gustaría tener esa opción, y quiero estar casada cuando cumpla los veinticinco y tener al menos dos hijos. Tengo planeado todo mi futuro. «Lo tenías planeado», me recuerda mi subconsciente. Lo tenía todo planeado hasta que conocí a Britt. Ahora mi futuro cambia constantemente. —Eso te preocupa, ¿no? —pregunta leyéndome otra vez el pensamiento. Que hayamos hecho el amor nos ha unido, en cuerpo y alma, con un cordón
invisible. Que mis planes hayan cambiado es para bien..., o eso creo. —No. —Intento ocultar la emoción en mi voz, pero no lo consigo—. Sólo es que nunca había oído a nadie proclamar con tanta seguridad que no quiere casarse. Creía que eso era lo que todo el mundo quería, que es lo más importante en la vida.
—No exactamente. Yo creo que la gente sólo quiere ser feliz. Piensa en Catherine y mira lo que el matrimonio supuso para ella y para Heathcliff. Me encanta que hablemos el mismo lenguaje narrativo. Nadie más podría hablarme de ese modo, que es el que yo entiendo mejor. —Porque no se casaron el uno con el otro, ése fue el problema —digo con una carcajada. Pienso en la época en que mi relación con Britt guardaba un parecido tremendo con la de
Catherine y Heathcliff. —¿Rochester y Jane? —sugiere. Me sorprende que Britt mencione Jane Eyre. —Es una broma, ¿verdad? Él era frío y reservado. Además, le pidió a Jane que se casara con él sin decirle que ya estaba casado con una loca que tenía encerrada en el desván. No me estás dando argumentos válidos.
—Lo sé. Sólo es que me encanta oírte hablar sobre héroes literarios. —Se aparta el pelo de la frente y, en un momento de infantilismo, le saco la lengua—. Entonces ¿lo que me estás diciendo es que quieres casarte conmigo? Te prometo que no tengo a ninguna esposa loca escondida en casa. Se acerca a mí. Ya, ya sé que no tiene esposa, pero me oculta un montón de cosas, y eso es lo que me preocupa. El corazón se me sale del pecho cuando la tengo delante. —¿Qué? —digo—. No, claro que no. Sólo hablaba del matrimonio en general, no de nosotras en concreto.
Estoy desnuda y hablando con Britt sobre el matrimonio. ¿Qué está
pasando en mi vida? —Entonces ¿no quieres casarte conmigo?
—No. Bueno, no lo sé. ¿Por qué estamos hablando de matrimonio?
Escondo la cara en su pecho y noto que se ríe, divertida.
—Era sólo por saberlo. Pero ahora que me has planteado un argumento válido tendré que reconsiderar mi postura en contra del matrimonio. Podrías hacer una mujer decente de mí. Parece que lo dice en serio, pero me está tomando el pelo, o eso creo. Estoy
empezando a preguntarme si se le ha ido la pinza cuando suelta una carcajada y me besa en la sien. —¿Podemos hablar de otra cosa? —refunfuño. Perder la virginidad y hablar de matrimonio en un mismo día es demasiado para mi cerebro melindroso.
—Claro. Pero no voy a cambiar de opinión sobre el apartamento. Tienes hasta mañana para pensarlo —dice—. No voy a esperar eternamente. —Qué tierna. —Pongo los ojos en blanco y se levanta para abrazarme. —Ya me conoces, soy doña Romántica. —Me da un beso en la frente—. Ahora vamos a ducharnos, que de tenerte desnuda me están entrando ganas de tirarte en la cama y volver a follarte como una loca. Meneo la cabeza y salgo de entre sus brazos; luego me pongo el albornoz. —¿Te apetece? —digo cambiando de tema y señalando mi bolsa de aseo para que venga a
ducharse. No sabes cuánto, pero me temo que por ahora tendré que conformarme con una ducha. Me guiña el ojo y acepto el brazo que me ofrece; luego caminamos juntas por el pasillo.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por micky morales Jue Jun 09, 2016 8:02 am

bueno ya san se entrego a britt y conociendola para ella es casi como un matrimonio, ojala acepte la idea de irse a vivir juntas, tal vez sera bueno para britt, aunque con ciertas normas, digo yo!!!!!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

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