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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 22, 2016 12:14 am

Capítulo 34


Britt se acerca a la cómoda, abre el primer cajón, saca unas bragas de cuadros azules y blancos y lo sostiene en el aire con cara de asco.
—¿Qué pasa? —pregunto recostada sobre el codo con la cabeza apoyada en la mano.
—Esto es horrible —dice.
Me río, pero también me alegro de que mis dudas sobre si había ropa o no en la cómoda se hayan resuelto por fin. La madre de Ryder o el padre de Britt deben de haber comprado toda la ropa de
la habitación para ella, y es triste que comprasen todo esto y llenasen la cómoda con la esperanza de que Britt viniera algún día.
—No están tan mal —le digo, y pone los ojos en blanco.
No creo que haya nada que le quede mejor que sus bragas ajustadas de siempre, pero tampoco creo que haya nada que pueda quedarle mal.
—En fin, a caballo regalado... Vuelvo enseguida —dice, y sale del cuarto vestida sólo con las bragas mojadas.
«Mierda. ¿Y si Ryder la ve? —pienso—. Qué humillación.» Mañana a primera hora tengo que buscar a Ryder y explicarle lo que ha pasado. Pero ¿qué voy a decirle? ¿Que no es lo que parecía?
¿Que sólo estábamos hablando, y entonces accedí a pasar la noche con ella, y no sé cómo acabé en bragas y camiseta y le hice lo más parecido que he hecho a una masturbacion? Eso suena fatal.
Apoyo la cabeza en la almohada y miro al techo. Considero levantarme y comprobar mi móvil, pero no lo hago. Lo último que necesito ahora es leer mensajes de Sam.
Seguramente estará asustado pero, la verdad, mientras no se lo cuente a mi madre, no me importa como debería. Si he de ser
completamente sincera conmigo misma, no he sentido lo mismo por él desde que besé a Britt por primera vez. Quiero a Sam; siempre lo he querido. Pero empiezo a preguntarme si realmente lo quiero como novio o como a alguien con quien quiero pasar el resto de mi vida, o si lo quiero porque me aportaba estabilidad. Siempre que lo he necesitado ha estado ahí y, en apariencia, somos la pareja perfecta, pero no puedo pasar por alto lo que siento cuando estoy con Britt. Nunca había tenido esta clase de sensaciones. Y no me refiero sólo a cuando estamos la una encima de la otra, sino a las mariposas que siento cuando me mira, a cómo necesito verla desesperadamente incluso cuando estoy furiosa con ella
y, principalmente, a cómo invade mis pensamientos incluso cuando intento convencerme a mí misma de que la detesto.
Britt se ha introducido en mi sistema, por más que intente negarlo. Estoy en su cama en lugar de con Sam. Entonces, la puerta se abre e interrumpe mis pensamientos. Miro hacia allí y veo a Britt con las bragas de cuadros y me río. Le están un poco grandes, y son
mucho más largos que sus bragas habituales pero, de todos modos, le sientan genial.
—Me gustan. —Sonrío y ella me fulmina con la mirada, apaga la luz y enciende el televisor. Se mete en la cama y se tumba cerca de mí.
—Bueno, ¿qué ibas a decirme? —me pregunta, y hago una mueca de fastidio. Esperaba que se le hubiese olvidado—. No te hagas la tímida ahora. Acabas de hacer que me corra en las bragas
—bromea, y me acerca hacia sí. Entierro la cabeza en la almohada y se echa a reír. Asomo la cabeza de nuevo y ella me acomoda el pelo detrás de la oreja antes de darme un tierno beso en los labios. Es la primera vez que me besa así, y me parece un gesto
más íntimo que cuando nos besamos con lengua. Apoya la cabeza en la almohada y cambia de canal. Quiero decirle que me
abrace hasta que me quede dormida, pero tengo la sensación de que ella no es de la clase de chica que se acurrucan con su pareja.
«Quiero ser buena persona por ti, San.» Sus palabras se reproducen en mi cabeza y me pregunto si lo decía de verdad o si era el alcohol el que hablaba.
—¿Todavía estás borracha? —pregunto, y apoyo la cabeza en su pecho. Se pone rígida, pero no me aparta.
—No, creo que nuestra competición de gritos en el patio me ha despejado —dice. Sostiene el mando a distancia con una mano mientras mantiene la otra suspendida en el aire sin saber muy bien qué hacer con ella.
—Bueno, al menos, de nuestra discusión ha salido algo positivo.
Gira la cabeza hacia mí.
—Sí, supongo —dice, y por fin apoya la mano en mi espalda.
Su abrazo me reconforta de una manera increíble. Me diga las cosas horribles que me diga mañana, no podrá arrebatarme este momento. Éste se ha convertido en mi nuevo lugar favorito, con
mi cabeza apoyada en su pecho y su mano sobre mi espalda.
—Creo que en realidad me gusta más la Britt ebria —digo bostezando.
—¿En serio? —repone, y me mira de nuevo.
—Puede —bromeo, y cierro los ojos.
—Se te da fatal desviar la atención de las cosas. Y ahora, habla.
—Estaba pensando en todas las chicas con las que has..., ya sabes, hecho cosas. Intento esconder el rostro en su pecho, pero ella deja el mando sobre la cama y me levanta la
barbilla para que la mire.
—¿Por qué estabas pensando en eso?
—No lo sé..., porque no tengo ninguna experiencia, y tú tienes mucha. Rachel incluida —contesto.
Cada vez que me las imagino juntas, me dan ganas de vomitar.
—¿Estás celosa, San? —dice con voz socarrona.
—No, claro que no —miento.
—Entonces, no te importará que te dé detalles, ¿verdad?
—¡No! ¡Por favor, no lo hagas! —le ruego, y ella se ríe y me estrecha con su brazo un poco más. No dice nada más al respecto, y siento un alivio tremendo. No podría soportar oír los detalles de
sus escarceos. Noto que empiezan a pesarme los párpados e intento centrarme en la televisión. Me siento tan a gusto aquí, entre sus brazos...
—No te estarás durmiendo, ¿verdad? Aún es pronto —dice, pero sus palabras apenas logran espabilarme.
—¿En serio?
Tengo la sensación de que son, por lo menos, las dos de la mañana. He llegado aquí sobre las nueve.
—Sí, son sólo las doce.
—Eso no es pronto. —Bostezo de nuevo.
—Para mí, sí. Además, quiero devolverte el favor.
«¿Qué?... Ah.»
La piel me arde al instante.
—Te apetece que lo haga, ¿verdad? —ronronea, y yo trago saliva.
Por supuesto que quiero. La miro e intento ocultar mi sonrisa ansiosa. Sin embargo, se da cuenta y, con un rápido pero delicado movimiento, hace que cambiemos de postura, de manera que queda suspendida encima de mí. Apoya el peso en un solo brazo y baja la otra mano. Levanto la pierna hasta su costado y, cuando flexiono la rodilla, ella desliza la mano desde mi tobillo hasta la parte
superior de mi muslo.
—Eres tan suave... —dice, y repite el movimiento.
Me da un apretón en el muslo y se me eriza el vello en cuestión de
segundos. Britt se inclina y me da un beso en un lado de la rodilla. El gesto hace que estire la pierna como por acto reflejo. Me
la coge y se ríe mientras la envuelve con su brazo.
«¿Qué va a hacer?» La anticipación me está matando.
—Quiero saborearte, San —dice con la vista fija en mi rostro para
analizar mi reacción. Se me seca la boca al instante. «¿Por qué me pide besarme si sabe que puede hacerlo cuando quiera?» Separo los labios y la espero.
—No. Aquí abajo —me explica deslizando la mano entre mis piernas. Debe de estar sorprendida ante mi tremenda falta de experiencia, pero al menos intenta contener la sonrisa. La miro con el ceño fruncido y me toca con el dedo por encima de las bragas, lo que provoca que inspire súbitamente y contenga el aliento. Sus dedos acarician suavemente mi sexo por encima de la ropa mientras sigue mirándome a los ojos.
—Ya estás mojada. —Su voz es más grave que de costumbre. Su aliento caliente me arde en la oreja, y desliza la lengua por mi lóbulo—. Háblame, San. Dime cuánto lo deseas.
Sonríe y yo me estremezco cuando aplica más presión en mi zona más sensible. Soy incapaz de articular una palabra porque mi cuerpo está en llamas a causa de sus caricias.
Unos segundos después, aparta la mano y gimo en señal de protesta.
—No quería que pararas —imploro.
—No has dicho nada —responde, y yo reculo.
No me gusta esta Britt. Quiero a la Britt alegre y juguetona.
—¿Es que no era evidente? —le pregunto al tiempo que me dispongo a levantarme.
Ella se incorpora y se sienta sobre mis muslos, apoyando el peso de su cuerpo sobre sus rodillas separadas. Acaricia con los dedos la parte superior de mis muslos y mi cuerpo reacciona al instante,
elevando las caderas para rozar el suyo.
—Dilo —me ordena.
Sé que sabe perfectamente que lo deseo, pero quiere que lo diga en voz alta. Asiento y ella menea el dedo de un lado a otro delante de mí.
—Nada de asentir. Dime que quieres que lo haga, nena —insiste, y se aparta de mis rodillas.
Sopeso mentalmente los pros y los contras de esta situación. ¿Merece la pena que me humille y le diga a Britt que quiero que me... bese ahí abajo a cambio de la sensación que puedo obtener si lo hace? Si es parecido a lo que me hizo con los dedos el otro día, sí que merece la pena. Alargo la mano y la agarro del hombro para evitar que siga apartándose de mí. Sé que estoy comiéndome la
cabeza demasiado al respecto, pero no puedo evitarlo.
—Quiero que lo hagas —digo acercándome más a ella.
—¿Quieres que haga qué, Santana?
Venga ya; sabe perfectamente lo que está haciendo.
—Pues eso..., besarme —digo, y su sonrisa se intensifica.
Se inclina y me besa en los labios. Pongo los ojos en blanco y me besa en los labios otra vez.
—¿Era esto lo que querías? —dice con una sonrisa traviesa, y le doy una palmada en el brazo.
Quiere que le suplique.
—Bésame... ahí. —Me pongo colorada y me tapo la cara con las manos. Ella me las aparta, riéndose, y la miro con el ceño fruncido—. Me estás haciendo pasar vergüenza a propósito. —Sus
manos todavía están sobre las mías.
—No pretendo hacerte pasar vergüenza. Sólo quiero oír lo que quieres de mí.
—Olvídalo, Britt —digo, y suspiro sonoramente.
Siento vergüenza, y tal vez tenga las hormonas revolucionadas y estén confundiendo mis emociones, pero ahora el momento ha pasado y estoy furiosa con su ego y su constante necesidad de
provocarme. Me doy la vuelta y me pongo de lado, de espaldas a ella, y me cubro con la sábana.
—Oye, lo siento —dice, pero finjo no oírla.
Sé que una parte de mí sólo está enfadada conmigo misma por convertirme en la típica adolescente salida cuando estoy cerca de ella.
—Buenas noches —le espeto, y oigo cómo suspira con resignación.
Masculla algo por lo bajo que suena como «vale», pero no le pido que lo repita. Me obligo a cerrar los ojos e intento pensar en otras cosas que no sean la lengua de Britt o el modo en que su
brazo me cubre el cuerpo mientras me quedo dormida.
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Mensaje por micky morales Dom Mayo 22, 2016 12:32 pm

este par son un caso, si no le dice con pelos y señales que quiere y como lo quiere no se lo hace y la otra tampoco insiste!!!! par de aburridas!!!!!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por 3:) Dom Mayo 22, 2016 3:05 pm

hola mar,...

ya no las separa nadies,..
a ver que pasa ahora..
por lo menos atracción ahi y mucha,.. falta ver cuando dale en amor!!!

nos vemos!!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 22, 2016 6:13 pm

Micky Morales Hoy A Las 11:32 Am este par son un caso, si no le dice con pelos y señales que quiere y como lo quiere no se lo hace y la otra tampoco insiste!!!! par de aburridas!!!!! escribió:

jajajaj si son todo un caso, pero creo que en ese sentido Britt es una amante que le gusta satisfacer y su lado pervertido desea escuchar las cochinadas que de previo pasan por su cabeza.

hola mar,... ya no las separa nadies,.. a ver que pasa ahora.. por lo menos atracción ahi y mucha,.. falta ver cuando dale en amor!!! nos vemos!! escribió:

Hola, bueno sip tienes razon, la tension sexual esta ahi, por que por lo menos solo ha habido preliminares , pero habra un momento en que los sentimientos tendran que salir.


Gracias por comentar Aqui mas mas mas mas
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 22, 2016 6:15 pm

Capítulo 35


Tengo calor, demasiado calor. Intento destaparme pero no lo consigo. Cuando abro los ojos me viene a la mente la noche anterior: Britt gritándome en el patio, el whisky en su aliento, el cristal roto en la cocina, Britt besándome, Britt gimiendo mientras la tocaba, su braga mojado. Intento levantarme, pero pesa demasiado. Tiene la cabeza apoyada sobre mi pecho y el brazo alrededor de
mi cintura, cubriéndome por completo con su cuerpo. Me sorprende que acabáramos así; debe de haberse movido durmiendo. Admito que no quiero salir de la cama, ni separarme de Britt, pero
tengo que hacerlo. Tengo que volver a mi habitación. Sam está ahí. Sam.
Sam...
Empujo con suavidad el hombro de Britt y la coloco boca arriba. Se da la vuelta y se pone boca abajo, gruñendo, pero no se despierta.
Me apresuro a levantarme y recojo mi ropa del suelo. Como la cobarde que soy, quiero marcharme de aquí antes de que se despierte. No creo que le importe, así no tendrá que malgastar
energías hiriéndome a propósito si me marcho por mi propia voluntad. Esto es lo mejor para las dos. A pesar de lo mucho que nos reímos juntas ayer, nada es igual a la luz del día. Britt recordará que nos entendimos bastante bien anoche, y sentirá la necesidad de ser aún más detestable para compensarlo. Es su manera de actuar, pero esta vez no estaré ahí para aguantarla. Ayer, por un
instante, se me pasó por la mente que tal vez nuestra noche juntas la haría cambiar de opinión, haría que quisiera tener algo más conmigo. Pero sé que no es así. Doblo su camiseta, la coloco sobre la cómoda y me abrocho la cremallera de la falda. Mi blusa
está arrugada por haber estado tirada en el suelo, pero ésa es la menor de mis preocupaciones en este momento. Me pongo los zapatos y, mientras abro la puerta, pienso que una miradita más no me va a matar. Britt sigue durmiendo. Su pelo revuelto descansa sobre la almohada y su brazo está ahora extendido hacia un costado. Está tan serena, tan guapa a pesar de los piercings de metal que salpican su rostro... Me doy la vuelta y giro el pomo.
—¿San?
Se me cae el alma a los pies. Me vuelvo lentamente hacia Britt,
esperando ver sus severos ojos azules mirándome con furia, pero están cerrados; ahora está frunciendo ligeramente el ceño, pero
sigue dormida. No sé si me alivia que esté dormida o si me entristece que haya pronunciado mi nombre en sueños. «Pero ¿lo ha hecho o estoy empezando a tener alucinaciones?»
Salgo de la habitación y cierro la puerta con cuidado. No tengo ni idea de cómo se sale de esta casa. Avanzo por el pasillo y siento alivio al encontrar la escalera fácilmente. Desciendo por ella y
casi choco con Ryder. Se me acelera el pulso mientras intento pensar en algo que decir. Sus ojos analizan mi rostro y permanece en silencio, esperando una explicación, supongo.
—Ryder..., yo... —No tengo ni idea de qué decir.
—¿Estás bien? —pregunta preocupado.
—Sí, estoy bien. Debes de pensar que...
—No pienso nada. Te agradezco de verdad que vinieras anoche. Sé que no te gusta Britt, y significa mucho para mí que vinieras a ayudarme a controlarla.
«Vaya. Qué bueno es. Demasiado bueno.» Casi deseo que me diga lo disgustado que está de que haya pasado la noche con Britt, dejando a mi novio solo en mi cuarto después de llevarme su
coche y correr al rescate sólo para sentirme todo lo mal que debería.
—Entonces ¿Britt y tú volvéis a ser amigas? —pregunta, y yo me encojo de hombros.
—No tengo ni idea de lo que somos. No sé lo que estoy haciendo. Es que... ella... —Empiezo a sollozar. Ryder me estrecha entre sus brazos para darme un abrazo de consuelo.
—Tranquila. Sé que a veces puede ser horrible —dice con voz suave. Un momento..., cree que estoy llorando porque Britt me ha hecho algo espantoso. Seguramente jamás imaginaría que estoy llorando por lo que siento por ella. Tengo que largarme de aquí antes de arruinar la buena opinión que Ryder tiene de mí y antes de
que Britt se despierte.
—Debo irme —digo—. Sam me estará esperando.
Ryder me sonríe con comprensión y se despide de mí.
Me monto en el coche de Sam y conduzco de regreso a la residencia lo más rápido que puedo, llorando durante la mayor parte del trayecto. ¿Cómo voy a explicarle todo esto a Sam? Sé que tengo que hacerlo, no puedo mentirle. No quiero ni imaginarme el daño que le voy a hacer. Soy una persona horrible por hacerle esto. ¿Por qué no me habré mantenido alejada de Britt?
Me calmo todo lo que puedo antes de dejar el coche en el aparcamiento de estudiantes. Camino todo lo despacio que soy capaz, sin saber muy bien cómo voy a enfrentarme a Sam.
Cuando abro la puerta de mi habitación, lo encuentro tumbado sobre mi pequeña cama, mirando al techo. Salta en cuanto me ve entrar.
—¡Joder, San! ¡¿Dónde has estado toda la noche?! ¡Te he llamado sin parar! —grita.
Es la primera vez que me levanta la voz. Hemos discutido antes, pero esto resulta bastante intimidante.
—Sam, lo siento muchísimo, de verdad. Fui a casa de Ryder porque
Britt estaba borracha y estaba destrozándolo todo, y supongo que no me di cuenta de la hora que era. Cuando terminamos de
recogerlo todo ya era muy tarde y se me había acabado la batería —miento. No me puedo creer que esté mintiéndole a la cara. Después de todas las veces que ha estado ahí cuando lo he necesitado, aquí estoy yo ahora, mintiéndole descaradamente.
Sé que debería contárselo, pero no quiero hacerle daño.
—Y ¿por qué no me has llamado desde otro teléfono? —dice en tono agresivo, pero entonces hace una pausa—. Bueno, olvídalo. ¿Britt estaba destrozándolo todo?
¿Estás bien? ¿Por qué te quedaste allí si estaba siendo agresiva?
Tengo la sensación de que me está haciendo mil preguntas a la vez, y empiezo a agobiarme.
—No estaba siendo agresiva; sólo estaba borracha. Nunca me haría daño —digo, y me tapo la boca, deseando desesperadamente poder tragarme esas últimas palabras.
—¿Qué quieres decir con que «nunca te haría daño»? ¡No la conoces, San! —exclama, y se aproxima a mí.
—Quería decir que no me haría daño físicamente. La conozco lo suficiente como para saber eso. Sólo estaba intentando ayudar a Ryder, que también estaba allí — contesto.
Pero lo cierto es que Britt sí me haría daño. Emocionalmente ya lo ha hecho, y estoy segura de que volvería a hacerlo. Sin embargo, aquí estoy, defendiéndola. —Creía que ibas a dejar de relacionarte con esa clase de gente. Nos lo prometiste a tu madre y a
mí. San, esas compañías no te hacen ningún bien. Has empezado a beber y a pasarte toda la noche de fiesta, y anoche me dejaste aquí tirado. No sé para qué me has hecho venir si luego te marchas así.
—Se sienta y apoya la cabeza entre las manos.
—No son malas personas; tú no los conoces. ¿Desde cuándo eres tan sentencioso? —le pregunto. Debería estar suplicándole que me perdonara por lo mal que lo he tratado, pero no puedo evitar
sentirme irritada por cómo está hablando de mis amigos.
«Especialmente de Britt», puntualiza la voz de mi conciencia, y me dan ganas de asesinarla.
—No soy sentencioso, pero tú nunca te habías relacionado con góticos antes.
—¿Qué? No son góticos, Sam, sólo son ellos mismos —respondo, y estoy tan sorprendida ante mi tono rebelde como él.
—Me da igual. No me gusta que salgas con ellos. Te están cambiando. Ya no eres la misma San de la que me enamoré. —No detecto malicia en su tono. Sólo tristeza.
—Verás, Sam... —empiezo, pero entonces la puerta se abre de golpe. Mi mirada sigue la línea de visión de Sam hasta una furiosa Britt que acaba de irrumpir en la habitación.
Miro a Britt, después a Sam, y luego a Britt otra vez. Sé que esto no
va a acabar bien.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 22, 2016 6:15 pm

Capítulo 36


—¿Qué haces tú aquí? —le pregunto a Britt, aunque no quiero saber la respuesta, y menos delante de Sam.
—¿Tú qué crees? Te has marchado a hurtadillas cuando dormía. ¡¿A qué coño ha venido eso?! —brama.
Contengo el aliento mientras su voz retumba contra las paredes. El rostro de Sam se inunda de ira, y sé que está empezando a encajar las piezas del rompecabezas. Me encuentro dividida entre explicarle a mi novio lo que está pasando o tratar de explicarle a Britt por qué me he marchado.
—¡Contéstame! —chilla Britt, y se planta delante de mí.
Me sorprendo al ver que Sam se interpone entre nosotras.
—No le grites —le advierte.
Me quedo paralizada mientras observo el rostro de Britt enfureciéndose. ¿Por qué está tan enfadada porque me haya ido? Anoche se burlaba de mi falta de experiencia, y probablemente me
habría echado ella de todas maneras. Tengo que decir algo antes de que todo esto me explote en la cara.
—Britt..., por favor, no hagas esto —le ruego.
Si se marcha ahora, puedo intentar explicarle a Sam lo que está
sucediendo.
—¿Que no haga qué, Santana? —pregunta, y empieza a caminar alrededor de Sam.
Espero que mi novio mantenga la distancia. No creo que Britt vacilase a la hora de golpearlo.
Sam está bastante fuerte de jugar al fútbol, sobre todo en comparación con el cuerpo definido y fibroso de Britt, pero estoy convencida de que ella es capaz de repartir lo suyo, y probablemente vencería. ¿Cómo ha cambiado tanto mi vida que ahora tengo que preocuparme de que Sam y Britt no se
peleen?
—Britt, por favor, márchate y ya hablaremos de esto más tarde —digo intentando calmar los ánimos.
Pero Sam niega con la cabeza.
—¿Hablar de qué? ¿Qué coño está pasando aquí, San?
«Joder.»
—Díselo. Vamos, díselo —insiste Britt.
No me puedo creer que esté haciendo esto. Sé hasta qué punto puede ser cruel, pero esto ya pasa de castaño oscuro.
—¿Qué es lo que tienes que decirme, Santana? —pregunta Sam, y veo que su actitud es agresiva a causa de Britt, pero se suaviza cuando se dirige a mí.
—Nada, lo que ya sabes, que he pasado la noche en casa de Britt y
Ryder —miento. Intento mirar a Britt a los ojos con la esperanza de que acabe con esto de inmediato, pero ella aparta la mirada.
—Díselo, San, o lo haré yo —ruge.
Sé que está todo perdido. Sé que ya no tiene sentido ocultarlo, y me echo a llorar. Pero quiero que Sam lo sepa de mi boca, no de la de la perra engreída que nos ha llevado a este punto. Me siento humillada, no por mí, sino por Sam. No se merece esto, y me
avergüenzo de cómo lo he tratado y de lo que voy a tener que confesarle delante de Britt.
—Sam..., yo... Britt y yo hemos estado... —empiezo.
—Dios mío —balbucea él, y sus ojos empiezan a humedecerse.
«¿Cómo he podido hacerle esto? ¿En qué demonios estaba pensando?»
Sam es tan bueno..., y Britt, en cambio, es tan cruel que es capaz de hacer que le rompa el corazón delante de ella.
Sam se lleva las manos a la frente y sacude la cabeza.
—¿Cómo has podido, San? Después de todo lo que hemos vivido juntos ¿Cuándo empezó esto? —Las lágrimas descienden por su rostro desde sus brillantes ojos verdes.
Jamás me había sentido tan mal. Yo he provocado esas lágrimas. Miro a Britt, y la odio que siento hacia ella es tan intenso que la empujo en lugar de contestarle a Sam.
La pillo desprevenida y se tambalea hacia atrás, pero recupera el equilibrio antes de caerse.
—Sam, lo siento muchísimo —digo—. No sé en qué estaba pensando.
Corro hacia mi novio e intento abrazarlo, pero él se niega a que lo toque. Y tiene todo el derecho del mundo. La verdad es que no me he portado bien con él desde hace algún tiempo. No sé en qué
demonios estaba pensando. Supongo que en algo tan absurdo como que Britt se transformara en una buena persona y en romper con Sam para salir con él. ¿Cómo he podido ser tan estúpida? O en que podría mantenerme alejada de Britt y Sam jamás se enteraría de lo que había sucedido entre nosotras. El problema es que no puedo mantenerme alejada de Britt. Soy como una polilla ante su
llama, y ella nunca duda en quemarme. Ambas eran ideas totalmente estúpidas e ingenuas, pero desde que conocí a Britt no pienso con claridad.
—Yo tampoco sé en qué estabas pensando —responde Sam con los ojos cargados de dolor y pesar—. No te reconozco.
Y, dicho eso, se marcha, de la habitación y de mi vida.
—¡Sam, por favor, espera! —grito.
Me dispongo a correr tras él, pero Britt me agarra del brazo e intenta
retenerme.
—¡No me toques! —chillo—. ¡No puedo creer que hayas hecho eso! Ha sido demasiado rastrero incluso viniendo de ti, Britt —le grito, y libero mi brazo de un tirón. La empujo de nuevo, con fuerza. Nunca había empujado a nadie hasta hoy, y la odio con toda mi
alma.
—Si te marchas detrás de él, esto se ha acabado —dice, y me quedo boquiabierta.
—¿Que se ha acabado? ¿El qué se ha acabado? ¿Que juegues con mis sentimientos? ¡Te odio! — No quiero alimentarla con mi furia, de modo que me relajo un poco y le espeto—: No se puede
acabar algo que nunca ha empezado. Ella deja caer las manos a los costados y abre la boca, pero no dice nada.
—¡Sam! —grito, y cruzo la puerta a toda prisa.
Corro por el pasillo y salgo al magnífico césped. Por fin lo alcanzo en el aparcamiento y veo cómo acelera el paso.
—Sam, por favor, escúchame. Lo siento muchísimo. Había bebido. Sé que no es excusa, pero yo... —Me seco los ojos, y la expresión de su rostro se suaviza.
—No puedo seguir escuchándote... —dice.
Tiene los ojos rojos. Intento cogerlo de la mano, pero la aparta.
—Sam, por favor. Lo siento. Perdóname, por favor. —No puedo perderlo. No puedo. Cuando llega a su coche, se pasa la mano por su pelo perfectamente engominado y se vuelve para mirarme.
—Necesito tiempo, San. Ahora mismo no sé qué pensar.
Suspiro, derrotada, sin saber qué responder a eso. Necesita tiempo para superarlo, y después podremos volver a la normalidad. Sólo necesita tiempo, me digo a mí misma.
—Te quiero, Santana —dice Sam, y me coge por sorpresa cuando me besa en la frente antes de montarse en su coche y alejarse conduciendo.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 22, 2016 6:16 pm

Capítulo 37


Cuando vuelvo a mi cuarto, Britt está sentado en mi cama como la
persona desagradable que es. Empiezo a imaginarme a mí misma cogiendo la lámpara y estampándosela en la cabeza, pero no
tengo energías para pelearme con ella.
—No voy a disculparme —me dice cuando paso por delante de ella en dirección a la cama de Rachel.
No pienso sentarme en mi cama mientras ella esté en ella.
—Ya lo sé —respondo, y me tumbo.
No pienso ceder ante sus provocaciones y no espero que se disculpe. Ya la voy conociendo. Aunque, vistos los últimos acontecimientos, creo que no la conozco en absoluto. Anoche pensé que sólo era una chica enfadada porque su padre la había abandonado, y que se aferraba a ese dolor usando la única emoción que conocía para mantener a la gente alejada. Pero esta mañana he visto que en realidad es una persona horrible y detestable. Britt no tiene un ápice de bondad. Si en algún momento pensé que sí, fue sólo porque ella me engañó para que lo pensara.
—Tenía que saberlo —dice.
Me muerdo el labio para intentar contener las lágrimas. Permanezco
callada hasta que oigo que Britt se levanta y se aproxima.
—Vete —le ruego, pero cuando levanto la vista, ella está de pie frente a mí. Cuando se sienta en la cama, me levanto.
—Tenía que saberlo —repite, y me hierve la sangre de rabia. Sé que sólo quiere provocarme.
—¿Por qué, Britt? ¿Por qué tenía que saberlo? ¿Qué tiene de positivo hacerle daño? A ti no te afectaba lo más mínimo que él no lo supiera. Podrías haber pasado el día tranquilamente sin
decírselo. No tenías ningún derecho a hacerle eso, ni a él ni a mí. —Siento que las lágrimas amenazan con aparecer de nuevo, pero esta vez no puedo detenerlas.
—Yo querría saberlo si fuera él —dice en tono frío.
—Pero tú no eres él, y nunca lo serás. He sido una estúpida por pensar que podrías llegar a ser algo parecido. Además, ¿desde cuándo te importa hacer lo correcto?
—No te atrevas a compararme con él —salta.
Detesto cuando decide responder sólo a una de mis frases, y que tergiverse mis palabras para provocarse a sí misma. Se levanta y avanza hacia mí, pero yo retrocedo hacia el otro lado de la
cama.
—No hay comparación. ¿Es que no lo entiendes? Tú eres una bastarda cruel y desagradable que sólo piensa en sí misma, y él... él me quiere. Él está dispuesto a intentar perdonarme por mis errores.
—La miro a los ojos—. Mis horribles errores —añado.
Britt da un paso atrás como si la hubiese empujado.
—¿Perdonarte?
—Sí, me perdonará esto. Sé que lo hará, porque me quiere. Así que tu patético plan de hacer que rompa conmigo para poder reírte a gusto no ha funcionado. Y ahora sal de mi cuarto.
—Eso no era... Yo... —empieza.
Pero la interrumpo. Ya he malgastado bastante el tiempo con ella.
—¡Largo! —chillo—. Sé que probablemente ya estarás planeando tu
próximo movimiento contra mí, pero ¿sabes qué, Britt? Ya no va a funcionar. ¡Y ahora lárgate de mi puta habitación! —Me
sorprendo de mis propias palabras, pero no me siento mal por usarlas contra ella.
—Eso no es lo que estoy haciendo, Santana. Pensaba que después de lo de anoche... No sé, creía que tú y yo... —Parece que no le salen las palabras, cosa extraña en ella. Una parte de mí, una enorme parte de mí, se muere por saber lo que va a decirme, pero así es como acabé metiéndome en este lío en primer lugar. Utiliza mi curiosidad en mi contra, como si todo fuera un juego para ella. Me seco los ojos con furia y me alegro de no haberme maquillado ayer.
—No esperarás que me trague eso, ¿verdad? Que sientes algo por mí. Tengo que detenerme, y ella tiene que marcharse antes de que pueda clavarme más sus garras.
—Por supuesto que siento algo por ti, Santana. Haces que me sienta tan...
—¡Basta! No quiero oírlo, Britt. Sé que estás mintiendo y éste es tu
maquiavélico modo de salirte de rositas. Hacerme creer que sientes por mí lo mismo que yo siento por ti, y después le darás
la vuelta. Ya sé cómo funciona esto, y no pienso seguir picando.
—¿Lo mismo que tú sientes por mí? ¿Estás diciendo que tú... sientes algo por mí? —Sus ojos relucen con algo que parece ser esperanza. Es mucho mejor actriz de lo que pensaba.
Sabe perfectamente que sí, es imposible que no lo sepa. ¿Por qué, si no, iba a mantener activo este círculo vicioso y malsano que hay entre nosotras? Con un temor que no había sentido antes, me
doy cuenta de que, aunque había admitido mis sentimientos por ella ante mí misma, ahora se los he revelado de viva voz, y le he proporcionado acceso para acabar con ellos.
Aún más de lo que ya lo ha hecho. Siento cómo mis muros empiezan a desmoronarse bajo la mirada de Britt, y no puedo hacer
nada por evitarlo.
—Vete —digo—. No voy a volver a pedírtelo. Si no te marchas llamaré a seguridad del campus.
—Santana, contéstame, por favor —me ruega.
—No me llames Santana. Ese nombre está reservado para mi familia y mis amigos, para la gente que se preocupa por mí. ¡Márchate! —grito, mucho más fuerte de lo que
pretendía. Necesito que se vaya y que se aleje de mí. Detesto que me llame San, pero detesto aún más que me llame Santana. Hay algo en el movimiento de sus labios cuando lo pronuncia que hace que suene tan íntimo..., tan encantadora. «Maldita sea, Santana. Ya basta.» —Por favor, necesito saber si tú...
—¡Qué fin de semana tan largo, chicas! ¡Estoy agotada! —dice Rachel irrumpiendo en la habitación con un tono alegre y cansado.
Sin embargo, al ver mis mejillas cubiertas de lágrimas, se detiene y mira con recelo a Britt.
—¿Qué pasa aquí? ¡¿Qué le has hecho?! —le grita—. ¿Dónde está Sam? —pregunta, y me mira.
—Se ha marchado. Y Britt también se iba ya —le contesto.
—Santana... —empieza Britt.
—Rachel, por favor, haz que se vaya —le ruego, y ella asiente.
Britt abre la boca, indignada ante el hecho de que haya usado a Rachel contra ella. Pensaba que me tenía atrapada otra vez.
—Vamos, Chica Maravilla —dice. La agarra del brazo y la arrastra hacia la puerta. Miro hacia la pared hasta que oigo que la puerta se cierra, pero oigo inmediatamente sus voces en el pasillo.
—Joder, Britt. Te dije que la dejases en paz. Es mi compañera de cuarto y no es como las otras chicas a las que mareas. Ella es agradable, inocente y, sinceramente, demasiado buena para ti.
Me alegra y me sorprende que Rachel me defienda así. Pero eso no alivia el dolor que siento en el pecho. Me duele el corazón, literalmente. Creía que se me había roto aquel día en el arroyo, pero
aquello no fue nada comparado con cómo me siento ahora mismo. Detesto admitirlo, pero sé que pasar la noche con Britt ha avivado todavía más mis sentimientos por ella. Oírla reír cuando me
hacía cosquillas, la ternura con la que me besaba los labios, cómo me envolvían sus brazos tatuados..., todo ha hecho que me enamore aún más de ella. Esos momentos íntimos que hemos
compartido han hecho que me importe más y, por tanto, también hacen que esto sea mucho más doloroso. Y para colmo de males, le he hecho mucho daño a Sam, y sólo puedo rezar para que me
perdone.
—No quiero marearla. —Enfadada, su acento se ha vuelto más marcado, y pronuncia las palabras de manera entrecortada.
—Venga ya, Britt —replica Rachel—. Te conozco. Búscate a otra con la que divertirte. Hay un montón de chicas más. Ella no es la persona adecuada para que hagas esto; ¡tiene novio, y no sabe
llevar esta situación de mierda!
No me gusta oírla decir que soy demasiado sensible, como si fuese débil o algo así, aunque supongo que tiene razón. No he hecho nada más que llorar desde que conocí a Britt, y ahora ha
intentado acabar con mi relación con Sam. No tengo lo que hay que tener para ser su amiga con derecho a roce, a pesar de cómo me hace sentir. Tengo demasiado amor propio como para meterme
en algo así, y soy demasiado sentimental.
—Vale. Me alejaré de ella —dice ella entonces, furiosa—. Pero no la
vuelvas a traer a ninguna fiesta en mi casa.
Luego oigo cómo se marcha. Mientras se aleja por el pasillo, su voz se aleja también cuando grita:
—¡Lo digo en serio! ¡No quiero volver a verla porque, como lo haga,
acabaré con ella!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 22, 2016 6:17 pm

Capítulo 38


Rachel entra en la habitación y me abraza inmediatamente. Es curioso cómo sus frágiles brazos pueden resultar tan reconfortantes.
—Gracias por sacarla de aquí —sollozo, y ella me abraza con más fuerza. Ahora estoy llorando con ganas, y no creo que vaya a parar en un buen rato.
—Britt es amiga mía, pero tú también lo eres, y no quiero que te haga daño —explica—. Lo siento mucho, todo esto es culpa mía. Sabía que debería haberle dado mi llave a Blaine, y no debería
haber dejado que se acercara a ti todo el tiempo. A veces puede ser una auténtica perra.
—No, no es culpa tuya en absoluto. Lo siento, no quería entrometerme en vuestra amistad.
—No seas tonta —dice.
Cuando me aparto, veo que me mira con preocupación. Agradezco que esté aquí, más de lo que pueda imaginar. Me siento completamente sola: Sam se va a tomar un tiempo para decidir si rompe conmigo o no, Britt es una inmadura, a mi madre le daría algo si le contara esto, y Ryder se sentiría muy decepcionado conmigo si supiera la verdad de mi situación con Britt. No puedo contar con nadie más que con esta chica tatuada con el pelo de fuego que jamás creí que llegaría a ser mi amiga.
Pero me alegro mucho de que lo sea.
—¿Quieres hablar de ello? —me pregunta.
La verdad es que sí. Necesito desahogarme. Se lo cuento todo, desde la primera vez que besé a Britt, lo del día en el arroyo, el orgasmo que le provoqué y cómo dijo mi nombre en sueños, hasta
la manera en que ha acabado con todo el respeto que pudiera sentir por ella al obligarme a contarle lo nuestro a Sam. Su rostro pasa de la preocupación a la sorpresa y de la sorpresa a la tristeza durante
mi historia. Para cuando termino mi relato, tengo la blusa empapada de lágrimas y ella me sostiene la mano.
—Vaya, no tenía ni idea de que habían pasado tantas cosas. Deberías habérmelo contado después de la primera vez. Me imaginé que ocurría algo la tarde que íbamos a ir al cine y apareció Britt. Acababa de hablar con ella por teléfono, y de repente se presentó aquí, así que supuse que había venido para verte. Mira, Britt es una buena chica, a veces. Quiero decir, en el fondo lo que le pasa es que no sabe cómo tratar a alguien como a ti, bueno..., como a la mayoría de las chicas les gusta que las traten. Si yo estuviera en tu lugar, intentaría arreglar las cosas con Sam, porque Britt no es
capaz de mantener una relación seria con nadie —dice, y me aprieta la mano. Sé que todo eso es verdad, y que tiene razón. Pero entonces ¿por qué me duele tanto? El lunes por la mañana, Ryder está apoyado contra la pared de ladrillo de la cafetería,
esperándome. Lo saludo al verlo, pero entonces me doy cuenta de que tiene el ojo derecho morado. Cuando me acerco, veo que tiene otra magulladura en la mejilla.
—¡¿Qué te ha pasado en el ojo?! —exclamo corriendo hacia él.
Entonces caigo en la cuenta, alarmada.
—¡Ryder! ¿Esto te lo ha hecho Britt? —digo con voz temblorosa.
—Sí... —admite, y me quedo horrorizada.
—¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —Quiero matar a Britt por hacerle daño a este chico.
—Salió hecho una furia de casa después de que te fueras, pero una hora más tarde volvió. Estaba muy borracha. Empezó a buscar más cosas que destrozar, de modo que la detuve. Bueno, nos
peleamos. En realidad no fue para tanto. Creo que los dos descargamos la rabia que sentimos. Ella también se llevó lo suyo —alardea. No sé qué decir. Me sorprende la ligereza con la que Ryder habla sobre su pelea con Britt.
—¿Seguro que estás bien? ¿Puedo hacer algo? —le pregunto.
Tengo la sensación de que esto es culpa mía. Britt estaba enfadada por lo nuestro. Pero ¿agredir a Ryder?
—No, de verdad, estoy bien. —Sonríe.
Mientras nos dirigimos a clase, me cuenta que el padre de Britt adelantó su vuelo y llegó a casa antes de que se mataran, y que su madre se echó a llorar cuando vio que Britt había roto todos
sus platos. Aunque no tenían ningún valor sentimental, le dolió que fuera capaz de hacer eso de todos modos.
—Pero en otro orden de cosas, tengo buenas noticias: Marley va a venir a visitarme la semana próxima. ¡Viene para la hoguera! —Sonríe.
—¿La hoguera?
—Sí, ¿no has visto los carteles por todo el campus? Es un acontecimiento anual, para empezar el Año Nuevo. Todo el mundo va. No suelo asistir a ese tipo de eventos, pero ya que viene ella...
Deberías decirle a Sam que venga también. Podríamos quedar los cuatro. Sonrío y asiento. Tal vez invitar a Sam sea una manera de demostrarle que tengo buenos amigos, como Ryder. Sé que Britt y Ryder..., quiero decir, Sam y Ryder se llevarían de maravilla, y
tengo muchas ganas de conocer a Marley.
Ahora que él ha mencionado lo de la hoguera, veo los carteles por todas partes. Supongo que la semana pasada estuve demasiado distraída y ni siquiera me percaté de que estaban ahí.
Sin apenas darme cuenta, estoy en clase de literatura y empiezo a ojear el aula en busca de Britt, a pesar de que mi conciencia me dice que no lo haga. Al no verla, sus palabras resuenan en
mi cabeza: «Acabaré con ella». ¿Qué podría hacerme que fuese peor que obligarme a confesarme con Sam? No lo sé, pero
empiezo a imaginarme todo tipo de cosas hasta que Ryder me saca de mi ensimismamiento.
—Creo que no ha venido. La oí hablando con ese tal Dani sobre
intercambiarse las clases. Qué lástima. Me habría gustado que vieras su ojo morado. —Ryder me sonríe y miro de inmediato hacia
la parte delantera del aula.
Quiero negar que estaba buscando a Britt, pero sé que no puedo. ¿Ella también tiene el ojo morado? Espero que esté bien. Bueno, no, en realidad espero que le duela a rabiar.
—Ah, vale —farfullo, y jugueteo con mi falda.
Ryder no vuelve a mencionar a Britt durante el resto de la clase.
El resto de la semana transcurre exactamente de la misma manera: yo no hablo de Britt con nadie, y nadie me lo menciona. Quinn se ha estado pasando por nuestra habitación todos los días, pero no me importa. La verdad es que me cae genial, y Rachel se ríe mucho con ella. Hasta yo me río, a veces, a pesar de que estoy viviendo lo que parece ser la peor semana de mi vida. Me he estado poniendo
cualquier cosa limpia que tenía a mano, y me he recogido el pelo en un moño a diario. Mi corta relación con el lápiz de ojos ha terminado, y he vuelto a mi rutina de siempre: dormir, ir a clase,
estudiar, comer, dormir, ir a clase, estudiar, comer...
Cuando llega el viernes, Rachel hace todo lo posible por sacar de su encierro a esta solterona.
—Vamos, Santana, es viernes. Vente con nosotras y te traeremos de vuelta antes de ir a casa de Brit..., a la fiesta —insiste, pero yo niego con la cabeza. No me apetece hacer nada. Necesito estudiar y llamar a mi madre. He estado evitando sus llamadas toda la semana, y necesito hablar también con Sam y averiguar si ya ha tomado una decisión. Le he estado dando espacio estos días, y sólo le he mandado unos cuantos mensajes amistosos con la esperanza de que venga. Me encantaría que viniera para la hoguera del próximo viernes.
—Creo que paso... Mañana quiero mirarme un coche, así que necesito descansar —digo, y es una verdad a medias.
Es cierto que quiero mirar coches mañana, pero sé que no voy a descansar nada aquí sola con mis pensamientos sobre lo que va a pasar con Sam y sobre cómo Britt hablaba en serio cuando dijo
que se alejaría de mí, cosa que me alegra, si bien no me la puedo quitar de la cabeza. «Sólo necesito un poco más de tiempo», me repito sin cesar. No obstante, su manera de actuar la última vez que la vi, como si quisiera algo de mí, se me ha quedado grabada.
Mi mente se traslada a un lugar imaginario en el que Britt es agradable y divertida; un lugar en el que nos llevamos bien; en el que salimos, como una pareja, y en el que ella me lleva al cine, o a
cenar. Me rodea con los brazos y se siente orgullosa de que sea suya. Me coloca la chaqueta sobre los hombros cuando tengo frío, me besa para darme las buenas noches y me promete que nos veremos al día siguiente.
—¿Santana? —dice Rachel.
Y mis pensamientos se desvanecen como una nube de humo. Sólo eran una fantasía, y la chica con el que soñaba despierta jamás podría ser Britt.
—Venga, mujer. Llevas toda la semana con esos pantalones grises — bromea Quinn, y me río.
Son mis pantalones de pijama favoritos, y me gusta llevarlos
especialmente cuando estoy enferma o atravesando una ruptura, o dos. Sigo confundida respecto al hecho de que Britt y yo hayamos
terminado algo que en realidad no era nada.
—Vale, vale, pero quiero que me traigáis de vuelta justo después de cenar, porque mañana pienso madrugar —les advierto.
Rachel aplaude y empieza a dar saltos de alegría.
—¡Bien! Pero deja que te haga un favor —dice con una inocente sonrisita mientras parpadea con aire suplicante.
—¿Cuál? —pregunto con recelo sabiendo que no planea nada bueno.
—Deja que te haga un pequeño cambio de look. ¡Por favooor...! —Alarga la palabra con fines dramáticos.
—Ni hablar. —Ya me estoy viendo con el pelo rosa y kilos de maquillaje y llevando sólo un sujetador a modo de camiseta.
—Nada exagerado. Sólo quiero que no parezca... que has estado hibernando en pijama durante toda la semana —sonríe, y Quinn intenta contener la risa. Cuando por fin cedo y digo «Vale», empieza a aplaudir de nuevo.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por 3:) Dom Mayo 22, 2016 9:29 pm

hola mar...

ammm,.. busquemos el lado bueno de lo que hizo britt,. quiere algo con san pero le salio todo mal,.. malisimo mal!!
san reventó con todo,.. ya no aguanto mas la bipolaridad de britt,..
a ver que pasa??
a ver como va el cambio de look para san,.. y cuanto le va a afectar a britt por que lo va a hacer!!

nos vemos!!!
3:)
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por micky morales Lun Mayo 23, 2016 7:05 am

no me parece justo, santana ni la dejo hablar, la trato como mierda y simplemente la corrio, ahora brittany es la mala, pues no me parece!!!!!
micky morales
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Mayo 23, 2016 4:36 pm

3:) Ayer A Las 8:29 Pm hola mar... ammm,.. busquemos el lado bueno de lo que hizo britt,. quiere algo con san pero le salio todo mal,.. malisimo mal!! san reventó con todo,.. ya no aguanto mas la bipolaridad de britt,.. a ver que pasa?? a ver como va el cambio de look para san,.. y cuanto le va a afectar a britt por que lo va a hacer!! nos vemos!!! escribió:

Hola, si tenemos que buscar el lado bueno de las cosas brittany quiere a Santana pero no sabe ni que es el amor, no sabe demostrarlo, y lo unico que sabe es autodefenderse


Micky Morales Hoy A Las 6:05 Am no me parece justo, santana ni la dejo hablar, la trato como mierda y simplemente la corrio, ahora brittany es la mala, pues no me parece!!!!! escribió:


Bueno, bueno ya veras que pronto cambiaras de opinion, lo unico malo en santana es esa inocencia en todo plano que la persigue. pero bueno ya lo veras


Chicas quisiera actualizar mucho pero mañana soy abogada defensora y tengo que prepararme solo pase aqui para poder refrescar mi mente.
Ya subo los cap. Gracias por leer


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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Mayo 23, 2016 5:19 pm

Capítulo 39

Después de que Rachel me depile las cejas, cosa que duele mucho más de lo que nunca habría imaginado, me da una vuelta completa y se niega a que me vea hasta que termine. Intento ignorar el
gusanillo que siento en el estómago mientras ella me echa los polvos sobre la cara. Le recuerdo una y otra vez que no se pase con el maquillaje, y ella me promete una y otra vez que no lo hará. Me cepilla el pelo y me lo riza antes de cubrir mi cabeza y media habitación con laca.
—Maquillaje y pelo: ¡listos! Vamos a que te cambies, y luego podrás
verte. Tengo unas cuantas cosas que te quedarán bien.
Es evidente que se siente orgullosa de su trabajo. Yo tan sólo espero no parecer un payaso. Mientras la sigo hasta el armario, intento mirarme de reojo en el pequeño espejo, pero ella me aparta
de un tirón.
—Toma, ponte esto —me dice descolgando un vestido negro de una percha
—. ¡Tú, fuera! —le grita a Quinn, y ella se ríe, pero tiene el detalle de marcharse de la habitación. El vestido no lleva tirantes y me parece tremendamente corto.
—¡No voy a ponérmelo!
—Vale... ¿Qué tal éste entonces?
Saca otro vestido negro. Debe de tener al menos diez. Éste me parece más largo que el anterior y lleva dos tirantes anchos. El escote me preocupa, porque tiene forma de corazón y tengo el pecho grande, al contrario que Rachel. Al ver que me paso demasiado tiempo observándolo, ella suspira.
—Tú pruébatelo, ¿vale?
Cedo y me quito el cómodo pijama, lo doblo y lo apilo con esmero. Ella me mira con los ojos en blanco, de broma, y sonrío mientras meto las piernas por el vestido. Me lo subo y ya lo noto un poco
justo antes siquiera de cerrar la cremallera. Rachel y yo tenemos una talla similar, pero ella es más alta y yo tengo más curvas. La tela despide un ligero brillo y es muy sedosa. De largo, el vestido me
llega hasta la mitad del muslo. No es tan corto como imaginaba, pero es lo más corto que yo me pondría jamás. Me siento casi desnuda con las piernas tan expuestas. Intento estirar la tela un poquito hacia abajo.
—¿Quieres unas medias? —me pregunta.
—Sí, me siento tan... desnuda. —Me río. Ella rebusca en un cajón y saca dos pares de medias diferentes—. Éstas son negras lisas y éstas tienen un estampado de encaje. Las medias de encaje me parecen demasiado, sobre todo teniendo en cuenta que debo de llevar unos cuatro kilos de maquillaje encima. Cojo las lisas y me las deslizo por las piernas mientras Rachel
busca unos zapatos en el armario.
—¡No sé llevar tacones! —le recuerdo. No sé, literalmente, parezco un pato mareado con ellos.
—Bueno, tengo tacones bajos o cuñas. Santana, lo siento, pero tus Toms no quedan bien con este vestido. La miro con el ceño fruncido, de broma. No tengo ningún problema con llevar las Toms a diario. Ella saca un par de tacones negros con pedrería plateada en la parte delantera, y debo admitir que me llaman la atención. No sería capaz de ponérmelos, pero por una vez desearía poder hacerlo.
—¿Te gustan éstos?
Asiento.
—Sí, pero no voy a saber llevarlos —le digo, y ella frunce el ceño.
—Que sí, ya lo verás, se abrochan alrededor del tobillo para que no te caigas.
—¿Para eso sirven las tiras? —pregunto.
Se ríe.
—No, pero ayudan. —Vuelve a reírse—. Tú pruébatelos.
Me siento sobre la cama y estiro una pierna al tiempo que le hago una señal para que me los ponga. Me ayuda a ponerme de pie, y ando unos cuantos pasos. Es cierto que las tiras ayudan a mantener
el equilibrio.
—¡Ya no aguanto más! Mírate —me dice, y abre la otra puerta del
armario. Me miro en el espejo de cuerpo entero y me quedo pasmada. ¿Quién narices es ésa? El reflejo es igual que yo, pero mucho mejor. Tenía miedo de que se pasara con el maquillaje, pero no ha sido así.
Mis ojos grises parecen más claros en contraste con la sombra castaña, y el colorete rosado de mis mejillas hace que éstas parezcan más prominentes. Mi pelo está brillante y rizado en grandes bucles, no en los pequeños ricitos que esperaba.
—¡Estoy impresionada! —Sonrío y me miro más de cerca. Me toco la mejilla con un dedo para asegurarme de que lo que estoy viendo es real.
—¿Lo ves? Sigues siendo tú misma, pero un poco más sexi y arreglada. — Suelta una risita y llama a Quinn para que se una a nosotras. Al entrar, se queda con la boca abierta.
—¿Dónde está Santana? —pregunta, y mira por toda la habitación
bromeando. Levanta una almohada y mira debajo.
—¿Qué te parece? —pregunto, y vuelvo a estirar el vestido.
—Estás guapa, muy guapa. —Quinn sonríe y rodea la cintura de Rachel con un brazo. Ella se apoya en ella, y aparto la mirada.
—Ah, una cosa más —dice entonces Rachel, y se acerca al armario, de donde saca un tubo de brillo de labios, y frunce la boca.
Cierro los ojos y la imito mientras ella esparce el pegajoso brillo por mis labios.
—¿Lista? —pregunta Quinn, y ella asiente.
Antes de salir, cojo el bolso y echo un par de Toms dentro, por si acaso. Durante el trayecto, me siento en la parte de atrás, miro por la ventanilla y dejo vagar la mente. Cuando llegamos al restaurante, me intimida ver la cantidad de motos que hay fuera. Había supuesto
que iríamos a algún sitio tipo T.G.I. Friday’s o Applebee’s, no a un bar de moteros. Cuando entramos, me siento como si todo el mundo estuviera mirándome, aunque es muy probable que no sea
así. Rachel me coge de la mano y me arrastra con ellos hasta una zona de reservados con sofás de respaldo alto.
—Blaine va a venir. Te parece bien, ¿no? —pregunta cuando tomamos asiento.
—Sí, claro —le digo. Mientras no sea Britt, me da igual. Además, me vendría bien algo de compañía, porque ahora mismo me siento un poco aguantavelas. Una mujer con más tatuajes que Rachel y Quinn se acerca a la mesa y toma nota de las bebidas.
Ellos piden cerveza. Debe de ser por eso por lo que les gusta venir aquí, porque no les exigen el carnet. La mujer enarca una ceja cuando pido una Coca-Cola, pero no quiero beber alcohol. Tendré
que seguir estudiando en cuanto vuelva a la residencia. Unos minutos después nos trae las bebidas, y mientras le estoy dando un trago a la mía oigo un silbido de halago en el momento en que Blaine y Dani se acercan a nuestra mesa. Cuando se aproximan, el pelo rosa de Kitty se hace visible... seguida de Britt.
Escupo el trago de Coca-Cola al vaso.
A Rachel se le salen los ojos de las órbitas cuando la ve también, y
enseguida me mira.
—Te juro que no sabía que iba a venir. Podemos irnos ya si quieres —susurra mientras Dani se desliza por el asiento y se coloca junto a mí. Tengo que obligarme a no mirar a Britt.
—Madre mía, Santana, estás impresionante —proclama Dani, y yo me sonrojo
—. ¡En serio, flipo!
Nunca te había visto así.
Le doy las gracias con una pequeña sonrisa. Blaine, Kitty y Britt se
sientan a la mesa de detrás. Quiero pedirle a Rachel que me cambie el sitio para darle la espalda a Britt, pero soy incapaz.
Debo evitar mirarla a los ojos todo el rato. Puedo hacerlo.
—Estás como un tren, Santana —dice Blaine por encima del separador, y yo sonrío porque no estoy acostumbrada a tanta atención. Britt no ha hecho ningún comentario sobre mi nuevo aspecto, pero tampoco esperaba que lo hiciera. Me alegro de que al menos no me esté insultando.
Britt y Kitty están sentadas justo en mi línea de visión. Puedo ver la
cara de ella a través del espacio que queda entre los hombros de Rachel y Quinn. «No me dolerá si miro una sola vez...» La miro de reojo antes de poder detenerme a mí misma, y me arrepiento al momento. El brazo de Britt rodea los hombros de Kitty.
Me invaden los celos, es el castigo por mirarla cuando no debo. Es
evidente que vuelven a estar liadas. O siguen. Supongo que nunca lo han dejado. Recuerdo lo cómoda que estaba ella sentada a
horcajadas sobre ella en la fiesta, y me trago la bilis que aflora a mi
garganta. Britt es libre de hacer lo que quiera y de estar con quien quiera.
—Está preciosa, ¿verdad? —los alienta Rachel, y todos asienten.
Siento los ojos de Britt fijos en mí, pero no puedo volver a mirarla.
Lleva una camiseta blanca, que seguro que deja entrever sus tatuajes, y el pelo perfectamente despeinado, pero me da igual. No
me importa la guapa que esté o lo vulgar que Kitty vaya vestida.
«No la soporto, con ese ridículo pelo rosa y esa ropa ordinaria. Es una zorra.» Me sorprenden mis pensamientos y mi odio hacia ella, pero es cierto. No la trago en absoluto. Creo que es la primera vez que llamo zorra a alguien, incluso mentalmente.
Y ella, por supuesto, escoge este preciso instante para hacerme un
cumplido.
—Estás muy guapa, chica, ¡mejor que nunca! —dice, y acto seguido se apoya en el pecho de Britt.
La miro a los ojos y finjo una sonrisa.
—¿Te importa si le doy un trago? —pregunta Dani, pero coge mi vaso antes de que responda.
Le dejo beber de mi copa, algo de lo que suelo estar en contra, pero me siento tan incómoda ahora mismo que no puedo pensar con claridad. Se toma de un trago media Coca-Cola, y le doy un
ligero empujón.
—Lo siento, nena, ahora te pido otra —dice con suavidad.
La verdad es que es muy atractiva, y tiene más pinta de modelo que de universitaria. Si no tuviera tantos tatuajes, seguramente sería modelo. Entonces se oye un ruido en la otra mesa, y clavo la mirada en Britt. Ella vuelve a aclararse la garganta, en alto, observándome con sus penetrantes ojos. Quiero apartar la vista, pero no puedo, me
quedo atrapada en su mirada mientras Dani levanta un brazo y lo apoya en el respaldo del sofá, justo por detrás de mí.
Britt entrecierra los ojos, y decido divertirme un poco.
Al recordar que antes era bastante insistente con que no quedara con Dani, me voy inclinando poco a poco hacia ella. A Britt casi se le salen los ojos de las órbitas, pero enseguida se recupera.
Sé lo inmadura y ridícula que es todo esto, pero me da igual. Si tengo que estar cerca de ella, quiero que esté tan incómoda como yo. La motera vuelve y toma nota de la comida. Me pido una hamburguesa con patatas, sin kétchup, y todos los demás piden alitas picantes. Ella le trae a Britt una Coca-Cola y al resto otra ronda de cervezas. Yo sigo esperando mi Coca-Cola, pero no quiero ser borde al recordárselo a la mujer.
—Aquí hacen las mejores alitas —me informa Dani, y yo le sonrío.
—¿Vas a ir a la hoguera el próximo fin de semana? —le pregunto.
—No lo sé, creo que no es lo mío. —Le da un trago a su cerveza y baja el brazo del respaldo para apoyarlo sobre mi hombro—. ¿Tú vas a ir? No miro en su dirección, pero me imagino lo indignada que estará Britt. La verdad es que me siento culpable por ligar con Dani descaradamente, y es la primera vez que intento ligar con alguien,
así que estoy segura de que se me da fatal.
—Sí —digo—, con Ryder.
Todos estallan en carcajadas.
—¿Ryder Lynn? —pregunta Dani, todavía riéndose.
—Sí, somos amigos —respondo cortante. No me gusta que todos se rían de él de esa forma.
—¿¡Que va a ir a la hoguera!? Es penoso —dice Kitty.
—No, en realidad, no —replico mirándola con odio—. Es genial —añado en su defensa.
Entiendo que mi definición de genial no es la misma que la de ellos, pero la mía es mejor.
— Ryder Lynn y genial no encajan en la misma frase —dice Kitty, y
le aparta el pelo de la frente a Britt.
«La odio.»
—Siento que no sea lo bastante guay para estar con vosotros, pero es... — comienzo a gritar y a enderezarme cada vez más en el asiento, apartando así el brazo de Dani de mis hombros.
—Eh, Santana, relájate. Estamos de coña —dice Blaine, y Kitty me dedica una sonrisa maliciosa. Me da la impresión de que yo tampoco le caigo muy bien.
—Bueno —replico—, pues no me gusta que la gente se meta con mis amigos, sobre todo si él no está aquí para defenderse.
Tengo que calmarme... Las emociones se están adueñando de mí por estar cerca de Britt y por cómo se está comportando con Kitty delante de mí.
—Vale, vale. Lo siento. Además, tengo que reconocerle algo de mérito por ponerle el ojo morado a Britt —señala Dani, y me rodea de nuevo con el brazo. Todos menos Britt se ríen, hasta yo.
—Sí, menos mal que aquel profesor detuvo la pelea, o ese perdedor le habría dado una buena paliza —dice Blaine, y acto seguido me mira—. Perdona, se me ha escapado —añade, y me dedica una
sonrisa de disculpa.
«¿Un profesor?» La pelea no la detuvo un profesor, la detuvo el padre de Britt. O Ryder me mintió o... Un momento, me pregunto si esta gente sabe siquiera que Britt y Ryder van a ser hermanastros dentro de poco. Miro a Britt, que ahora parece preocupada.
Les ha mentido. Debería delatarla ahora mismo, delante de todos.
Pero no puedo. No soy como ella. Me cuesta más que a ella hacer daño a la gente. «Excepto a Sam», me recuerda mi subconsciente, pero lo reprimo.
—En fin, creo que lo de la hoguera va a estar bien —digo.
Dani me mira con interés.
—Puede que aparezca por allí después de todo.
—Yo voy a ir —añade Britt de pronto desde la otra mesa.
Todos se vuelven para mirarla, y Kitty se ríe.
—Sí, seguro que sí. —Ella pone los ojos en blanco y vuelve a reírse.
—No, en serio, no va a ser tan horrible —insiste Britt por lo bajo,
ganándose otra mirada en blanco de Kitty.
«¿Britt va a ir porque Dani también irá?» Quizá ligar se me da mejor de lo que pensaba.
La camarera nos trae la comida y me pasa la hamburguesa. Tiene muy buena pinta, si no fuera por el kétchup que gotea por un lado. Arrugo la nariz e intento quitar todo lo posible con una servilleta.
Odio devolver comida, y ya lo estoy pasando bastante mal esta noche. Lo último que necesito es llamar aún más la atención.
Los demás comienzan a hincarles el diente a las alitas, y yo voy picando de las patatas fritas mientras la charla sobre la fiesta de esta noche se adueña del ambiente. En un momento dado, la
camarera vuelve a acercarse a las mesas y nos pregunta si queremos algo más.
—No, así está bien... —dice Quinn, y ella comienza a alejarse.
—Espera. Ella había pedido la hamburguesa sin kétchup —dice Britt en voz muy alta, y se me cae una patata en el plato. La camarera me mira consternada.
—Lo siento. ¿Quieres que la devuelva?
Estoy tan avergonzada que lo único que me sale es negar con la cabeza.
—Sí. Sí que quiere —responde Britt por mí.
«¿Qué narices está haciendo? Y ¿cómo se ha enterado de que llevaba kétchup?» Su única intención es hacerme sentir incómoda.
—Venga, cariño, dame el plato. —La camarera me sonríe y extiende el brazo—. Voy a traerte otra.
Se lo tiendo y bajo la mirada mientras le doy las gracias.
—Y ¿eso a qué ha venido? —oigo que Kitty le pregunta a Britt. Debería practicar más esa voz susurrada.
—Nada, es que no le gusta el kétchup —dice ella sin más.
Ella resopla antes de darle un trago a su cerveza.
—¿Y? —inquiere a continuación, y Britt la fulmina con la mirada.
—Y nada. Déjalo estar.
Al menos sé que no soy la única con la que es un borde.
Llega la nueva hamburguesa sin kétchup, y me la como casi toda a pesar de mi falta de apetito. Dani acaba invitándome a la cena, lo cual me parece un detalle bonito y raro al mismo tiempo.
El rebote de Britt parece aumentar cuando Dani vuelve a rodearme con el brazo en el paseo de después.
—¡Noah dice que la fiesta ya está a tope de gente! —anuncia Blaine
leyendo un mensaje.
—Deberías venir conmigo —se ofrece Dani.
Pero frunce el ceño cuando ve que niego con la cabeza.
—No voy a ir a la fiesta. Quinn va a llevarme a casa.
—Puedo llevarla yo a casa, he venido en coche —dice Britt.
Casi me caigo de bruces al oírla pero, por suerte, Rachel me sujeta por un brazo al tiempo que dice sonriendo:
—No, Quinn y yo la llevamos. Dani también puede venir con nosotras si quiere. Si las miradas matasen, Rachel estaría desplomándose en el suelo ahora mismo. Britt se vuelve entonces hacia Quinn.
—No creo que quieras conducir borracha por el campus; es viernes, y la policía va a estar buscando gente a la que multar.
Rachel me mira a la espera de que intervenga, pero no sé qué decir. No quiero estar a solas con Britt en el coche, pero tampoco quiero ir con Quinn cuando ha estado bebiendo. Me encojo de
hombros y me apoyo en Dani mientras ellos llegan a un acuerdo.
—Venga, vamos a dejarla y a pasar un buen rato —dice Kitty a Britt,
pero ella niega con la cabeza.
—No, tú vas con Quinn y Rachel —dice ella, tajante, y Kitty se amilana.
—Por favor, ¿podemos meternos de una vez en los coches y marcharnos?
—protesta Blaine, y saca
las llaves.
—Sí, vámonos, Santana —dice Britt, y yo miro a Dani y después a Rachel.
—¡Santana! —grita Britt de nuevo mientras abre la puerta del coche.
Se vuelve para mirarme, y tengo la sensación de que, si no voy ya, es capaz de arrastrarme hasta allí. Pero ¿por qué iba a querer estar conmigo si le dijo a Rachel que más me valía que me mantuviera
alejada? Britt desaparece en el interior del coche y arranca el motor.
—Todo irá bien, mándame un mensaje en cuanto llegues a la habitación — dice Rachel, y yo asiento y me dirijo al coche.
Me puede la curiosidad, y tengo que saber cuáles son sus intenciones. Tengo que salir de dudas.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Mayo 23, 2016 5:20 pm

Capítulo 40


Da igual lo mucho que me haya esforzado en evitarla durante la semana, no sé muy bien cómo he acabado con ella en su coche. No me mira mientras entro ni cuando me abrocho el cinturón. Vuelvo a
estirarme el vestido en un intento por cubrirme los muslos. Permanecemos un momento en silencio, y entonces sale del aparcamiento. Lo único que la salva es que no ha dejado
que Kitty venga con nosotras. Habría preferido caminar hasta casa que ver cómo le hace la pelota.
—¿Y ese nuevo look? —pregunta por fin una vez que hemos salido a la autovía.
—Pues..., bueno, supongo que Rachel quería probar algo diferente conmigo —digo.
Mantengo la vista fija en los edificios que van pasando al otro lado de la ventanilla. La música heavy que le gusta escuchar está sonando de fondo.
—¿Es un poco excesivo, no crees? —pregunta, y yo cierro los puños sobre el regazo. Ya sé su plan de hoy: insultarme todo el camino de vuelta.
—No hacía falta que me llevaras a la residencia, ¿sabes? —Apoyo la cabeza contra el cristal en un intento por crear todo el espacio posible entre nosotras.
—No te pongas a la defensiva; lo único que estoy diciendo es que tu
pequeño cambio de imagen es un poco extremo.
—Pues me alegro de que no me importe lo que pienses, pero teniendo en cuenta lo poco que te gusta mi apariencia normal, me sorprende que no te parezca que estoy mejor así —le suelto, y cierro los ojos. Ya estoy agotada de estar con ella, y está absorbiendo las pocas energías que me quedan.
La oigo reírse entre dientes, y apaga la radio.
—Yo nunca he dicho nada malo sobre tu aspecto. Sobre tu ropa, sí, pero sin duda preferiría verte con esas horrorosas faldas largas que con este vestido. Está intentando explicarse, pero su respuesta no tiene mucho sentido. Parece gustarle que Kitty
vaya vestida de este modo, aunque mucho más vulgar, así que, ¿por qué no yo?
—¿Me has oído, Santana? —pregunta al ver que no respondo, y siento que me toca el muslo.
Rehúyo su contacto y abro los ojos.
—Sí, te he oído. Pero no tengo nada que decir al respecto. Si no te gusta cómo voy vestida, no me mires.
Lo bueno de hablar con Britt es que, por una vez en toda mi vida, puedo decir todo lo que me venga a la mente sin tener que preocuparme por herir sus sentimientos, ya que por lo visto no los
tiene.
—Ése es justamente el problema, ¿sabes? Que no puedo dejar de mirarte.
—Cuando las palabras salen de su boca, considero abrir la puerta del coche y lanzarme a la autovía.
—Venga, ¡por favor! —Me río.
Sé que va a decirme cosas lo bastante bonitas, aunque ambiguas, para que luego sea aún más doloroso que las retire y me insulte.
—¿Qué? Es la verdad. Me gusta tu ropa nueva, pero no necesitas tanto maquillaje. Las chicas normales llevan toneladas de maquillaje para estar tan guapas como tú sin él.
«¿Qué?» Debe de haber olvidado que no nos hablamos, que intentó arruinar mi vida hace menos de una semana y que nos despreciamos la una a la otra.
—No querrás que te dé las gracias, ¿no? —digo medio riéndome.
Es tan complicada...; tan pronto está en plan enigmático y enfadada como al momento no puede dejar de mirarme.
—¿Por qué no les has contado la verdad sobre Ryder y yo? —pregunta cambiando de tema.
—Porque, evidentemente, no querías que lo supieran.
—Aun así, ¿por qué me guardas el secreto?
—Porque no me corresponde a mí contarlo.
Me mira con suspicacia y una ligera sonrisa en los labios.
—No te habría culpado si lo hubieras hecho, teniendo en cuenta que yo sí le conté el tuyo a Sam.
—Sí, bueno, yo no soy tú.
—No, no lo eres —dice con voz mucho más suave.
Y después permanece en silencio durante el resto del viaje, igual que yo. No tengo nada que decirle.
Cuando llegamos al campus, deja el coche en el aparcamiento más alejado de mi habitación.
Cómo no. Alcanzo el pomo de la puerta, y Britt vuelve a tocarme el muslo.
—¿No vas a darme las gracias? —Sonríe.
Yo niego con la cabeza.
—Gracias por traerme —digo con ironía—. Date prisa, Kitty te está
esperando —añado mientras me bajo. Espero que no me haya oído. No sé por qué le he dicho eso.
—Sí... Debería, me divierto mucho con ella cuando está borracha —replica con una sonrisa burlona. Intentando ocultar el hecho de que me siento como si acabara de darme un puñetazo en el
estómago, me inclino para mirarla por la ventanilla del acompañante, y entonces ella baja el cristal.
—Sí, seguro que sí. De todas formas, Sam va a venir dentro de poco — miento, y veo cómo entrecierra los ojos.
—¿Ah, sí? —Juguetea con las uñas de sus dedos, un hábito nervioso, supongo.
—Sí. Nos vemos. —Sonrío y me alejo.
Oigo cómo se baja del coche y cierra la puerta.
—¡Espera! —llama, y me doy la vuelta—. Esto..., da igual, es que pensaba que, eh..., que se te había caído algo, pero no. —Se sonroja. Es evidente que está mintiendo, y quiero saber lo que iba a decir, pero tengo que alejarme de ella, así que eso es lo que me limito a hacer.
—Adiós, Britt. —Esas palabras significan mucho más de lo que
aparentan. No miro atrás para ver si viene detrás de mí, porque sé que eso no va a pasar.
Me quito los tacones antes incluso de llegar al edificio y ando descalza el resto del camino por el campus. En cuanto entro en la habitación vuelvo a ponerme el pijama y llamo a Sam. Responde al
segundo tono.
—Hola —digo con una voz demasiado chillona.
«Es Sam, ¿por qué estoy tan nerviosa entonces?»
—Hola, Santana, ¿qué tal te ha ido el día? —pregunta con suavidad. No parece el mismo Sam distante del resto de la semana. Suspiro de alivio.
—Bien, aunque esta noche mi plan es quedarme en casa. Y ¿tú qué haces?
—Omito a propósito la cena con Rachel y los demás, incluido Britt. Sé que no me va a beneficiar en mi campaña titulada
«Por favor, perdóname».
—Acabo de salir del entrenamiento. Estoy pensando en estudiar esta noche porque mañana voy a ayudar a los nuevos vecinos a cortar un árbol. Siempre está ayudando a los demás. Es demasiado bueno para mí.
—Yo también voy a estudiar esta noche.
—Ojalá pudiéramos estudiar juntas —dice, y sonrío mientras arranco las diminutas bolitas de pelusa de mis calcetines polares.
—¿De verdad?
—Sí, claro, San. Sigo queriéndote, y te echo de menos. Pero tengo que saber que nada de esto volverá a suceder. Estoy dispuesto a dejarlo atrás, pero tienes que prometerme que te mantendrás
alejada de ella —dice. No le hace falta decir su nombre.
—Por supuesto que sí, lo juro. ¡Te quiero! —Una parte de mí sabe que estoy tan desesperada por que Sam me perdone porque no quiero quedarme sola e ir detrás de Britt, pero no le hago caso.
Después de intercambiar unos cuantos más «te quiero» con Sam, accede a acompañarme a la hoguera el próximo fin de semana y colgamos el teléfono. Busco en internet el concesionario de
coches más cercano al campus, y por suerte parece haber una gran cantidad de distribuidores dispuestos a desplumar a estudiantes universitarios. Tras anotar las direcciones de unos cuantos,
rebusco en la bolsa de Rachel hasta que encuentro las toallitas para
desmaquillarme. Tardo una eternidad, y este odioso proceso hace que no quiera volver a maquillarme nunca más, por muy guapa
que estuviera.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Mayo 23, 2016 5:21 pm

Capítulo 41

Saco los apuntes y los libros de texto y me sumerjo en mis estudios. Estoy trabajando en los deberes de la próxima semana. Me gusta llevar al menos una semana de adelanto para no correr el riesgo de
quedarme rezagada. Pero mis pensamientos se desvían hacia Britt y sus cambios de humor, así que en realidad no estoy prestando atención al ensayo que se supone que estoy escribiendo. No han
pasado más que dos horas desde que colgué el teléfono con Sam, pero parecen cuatro. Decido buscar una película y tumbarme en la cama hasta quedarme dormida, y elijo Todos los días de mi vida, a pesar de que la he visto mil veces. Cuando la película lleva menos de diez minutos, oigo a alguien maldiciendo en el pasillo. Subo el volumen del portátil, pero no le hago caso; es viernes, lo que significa gente borracha por toda la residencia. Unos
minutos después, vuelvo a oír los tacos. Es una voz masculina, y a ella se une una femenina. La chica empieza a gritar más alto, y
entonces reconozco el acento. Es Britt.
Salto de la cama y abro la puerta para encontrármela sentada en el suelo con la espalda pegada a la pared exterior de mi habitación. Una chica con el pelo rubio platino está delante de ella con el ceño
fruncido y los brazos en jarras.
—¿Britt? —digo, y ella levanta la mirada. Una enorme sonrisa aparece en su cara.
—Santana... —dice, y comienza a levantarse.
—¿Puedes, por favor, decirle a tu novia que se largue de mi puerta? ¡Ha derramado vodka por todo el suelo! —grita la chica furiosa.
Miro a Britt.
—No es mi... —comienzo a decir, pero ella me coge de la mano y me arrastra hacia la puerta de mi habitación.
—Siento haberlo derramado —dice, y le dedica una mirada en blanco a la rubia.
Ella resopla, se adentra echando humo en su habitación y cierra de un portazo.
—¿Qué estás haciendo aquí, Britt? —le pregunto. Ella intenta pasar por mi lado para meterse en el cuarto, pero le bloqueo la
entrada.
—¿Por qué no puedo entrar, Santana? Me portaré bien con tu abuelo. —Se ríe, y yo pongo los ojos en blanco. Sé que se está burlando de Sam.
—No está.
—¿Por qué no? Vale, entonces déjame entrar —farfulla.
—No. ¿Estás borracha? —Estudio su cara. Tiene los ojos rojos, y esa sonrisa burlona la traiciona. Se muerde el labio y mete las manos en los bolsillos—. Creía que no bebías, pero hoy te
has puesto morado.
—Sólo han sido dos veces. Relájate —dice, y me aparta para entrar y se deja caer en mi cama—.
Y ¿por qué no ha venido Sam?
—No lo sé —miento.
Ella asiente varias veces, como si se lo estuviera tomando muy en serio.
—Claro. Seguro que en GAP tienen las chaquetas rebajadas y por eso te ha dejado tirada —dice, y comienza a partirse de la risa.
La energía que llena la habitación es tan grande que no puedo evitar unirme a ella.
—Y ¿dónde está Kitty? —inquiero—. ¿En las rebajas de Chonilandia? Ella se interrumpe un instante y luego comienza a reírse aún más fuerte.
—Ha sido un intento nefasto de seguirme el rollo, Santana —bromea, y le doy una patada en el punto donde sus espinillas sobresalen de la cama.
—De todas formas, no puedes quedarte. Sam y yo volvemos a estar juntos, es oficial.
Noto cómo se le esfuma la sonrisa, y se frota las rodillas con las manos.
—Bonito pijama —dice, y yo bajo la vista.
¿Por qué está siendo tan amable? No hemos arreglado nada, y la última vez, que yo recuerde, íbamos a mantenernos alejadas la una de la otra.
—Britt, tienes que irte —repito.
—Déjame adivinar: ¿una de las condiciones de Sam para la reconciliación es que tienes que mantenerte alejada de mí? —Su tono es más serio ahora.
—Sí. Y, que yo recuerde, tú y yo no somos amigas ni nos hablamos. ¿Por qué dejaste la clase de literatura y por qué le pegaste a Ryder?
—¿Por qué haces siempre tantas preguntas? —refunfuña—. ¡Ahora no quiero hablar de eso! ¿Qué estabais haciendo tú y tu estupendo pijama antes de que entrara? Y ¿por qué tienes la luz apagada?
Britt es mucho más divertida cuando bebe, pero estoy empezando a
preguntarme por qué ha comenzado a beber de repente si antes no lo hacía.
—Estaba viendo una película —le digo; quizá si soy simpática con ella, Responda a alguna de mis preguntas.
—¿Qué película?
— Todos los días de mi vida —respondo, y la miro. Sé que va a reírse de mí, y tras unos segundos lo hace.
—Cómo te gusta ese pastel de película. No es nada realista.
—Está basada en una historial real —lo corrijo.
—Sigue siendo muy mala.
—¿La has visto acaso? —inquiero, y ella niega con la cabeza.
—No me hace falta verla para saber lo mala que es. Puedo contarte el final:ella recupera la memoria y viven felices y comen perdices —dice en un tono de voz muy chillón.
—Pues te equivocas; de hecho, no acaba así. —Me río.
Britt me saca de quicio la mayor parte del tiempo, pero en contadas
ocasiones como ésta hace que no recuerde lo terrible que puede llegar a ser. Se me olvida que debería odiarla, y en lugar de
eso me encuentro lanzándole una de las almohadas de Rachel. Ella deja que le dé, aunque podría haberla detenido con facilidad, y empieza a gritar como si le hubiese hecho daño de verdad, así que ambas nos reímos de nuevo.
—Deja que me quede y vea la película contigo —medio pregunta, medio exige.
—No creo que sea buena idea —le digo, y ella se encoge de hombros.
—Las peores ideas suelen ser las mejores —repone—. Además, no querrás que vuelva borracha, ¿no? —Sonríe, y no puedo resistirme, aunque sé que debería.
—Vale, pero te sientas en el suelo o en la cama de Rachel.
Hace pucheros, pero me mantengo firme. Dios sabe lo que podría pasar si nos tumbamos las dos en mi estrecha cama. Me sonrojo ante las posibilidades y me reprendo a mí misma por pensar en ello
cuando acabo de prometerle a Sam que me mantendría alejada de Britt. Parece una promesa muy sencilla, pero de alguna forma siempre acabo encontrando el camino hasta Britt. O bien, como esta
noche, ella encuentra el camino hasta mí.
Britt se desliza hasta el suelo, y yo me tomo un momento para admirar lo buena que está con una simple camiseta blanca. El contraste de la tinta negra con la tela blanca es perfecto, y me encanta la forma en que la enredadera de la base de su cuello sobresale por el borde de la camiseta y la tinta negra se entrevé por debajo del tejido.
Le doy al «Play» y, acto seguido, me pregunta:
—¿Tienes palomitas?
—No, deberías haberlas traído tú —bromeo, y giro la pantalla para que vea mejor desde el suelo.
—Siempre puedo ir a por otro tipo de picoteo —dice, y le doy con la mano abierta en la cabeza
de broma.
—Mira la película, y no hables más o te pongo de patillas en la calle.
Britt finge cerrarse los labios con cremallera y me tiende una llave
invisible, ante lo que me da una risita floja mientras finjo tirarla por detrás de mí. Cuando se recuesta contra la cama, me siento
más tranquila y en paz que en toda la semana.
Britt me mira a mí más que a la película, pero no me importa. Me doy cuenta de cómo sonríe cuando me río en una escena divertida, de cómo frunce el ceño cuando lloro por Paige cuando pierde
la memoria, y de cómo también suspira aliviado cuando Paige y Leo
acaban juntos al final.
—¿Qué te ha parecido? —le pregunto mientras busco otra película.
—Pura basura. —Pero sonríe, y le revuelvo el pelo antes de darme cuenta de lo que hago. Me incorporo, y ella se vuelve hacia la pared. «Bravo, Santana, por hacer que esto sea cada vez más raro.»
—Déjame elegir la siguiente película —dice, y me coge el portátil.
—¿Quién ha dicho que puedes quedarte a ver otra? —inquiero, y pone los ojos en blanco.
—No puedo conducir. Sigo borracha —contesta con una sonrisa traviesa. Sé que está mintiendo. Ya está casi sobria, pero tiene razón. Debería quedarse. Aguantaré todo lo que se le ocurra hacerme mañana con tal de poder pasar más tiempo con ella.
Soy muy patética, como ella mismo dijo. Y, en estos momentos, me da igual. Me gustaría preguntarle por qué ha venido y por qué no está en la fiesta de su fraternidad, pero decido esperar hasta que acabe la película, porque sé que se pondrá borde en cuanto empiece a hacerle preguntas. Britt elige una de Batman que no había visto y jura que es la mejor película de la historia. Me río ante su entusiasmo mientras intenta contarme las anteriores entregas de la trilogía, pero no entiendo de qué me está hablando. Sam y yo siempre vemos películas juntos, pero nunca he disfrutado tanto como con Britt. Sam mira la pantalla en silencio, mientras que Britt no deja de comentarla, y de esa forma le añade un toque sarcástico divertidísimo.
—Se me ha dormido el culo de estar en el suelo —se queja en cuanto empieza la película.
—La cama de Rachel es muy cómoda y mullida —digo, y frunce el ceño.
—No se ve la pantalla desde allí. Venga, Santana, tendré las manos quietas.
—Está bien —gruño, y me hago a un lado.
Ella sonríe, se tumba junto a mí boca abajo y me imita doblando las rodillas y levantando los pies. Apoya la cabeza en sus manos entrelazadas, lo que acaba con toda su chulería y hace que parezca
adorable. La película es mucho mejor de lo que esperaba, y debo de haberle prestado más atención que a Britt, porque cuando aparecen los créditos y la miro, veo que se ha quedado dormida.
Está tan perfecta, tan en paz cuando duerme... Me encanta la forma en que se le agitan los párpados, el modo en que se le mueve el pecho arriba y abajo y el encantador suspiro que se escapa
de sus finos labios rosados. Quiero estirar el brazo y acariciarle la cara, pero no lo hago. A pesar de que debería despertarla y hacer que se marche, la tapo con mi manta y me levanto a cerrar la puerta con llave antes de tumbarme en la cama de Rachel. Vuelvo a mirarla, y admiro la forma en que la tenue luz
de la pantalla le ilumina la cara. Parece más joven y mucho más feliz cuando duerme. En cuanto empiezo a quedarme dormida, me doy cuenta de que ya he pasado un par de noches con
Britt, pero ninguna con Sam. Mi subconsciente me recuerda
amablemente que he hecho muchas cosas con Britt que nunca he hecho con Sam.
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Mensaje por 3:) Lun Mayo 23, 2016 10:36 pm

hola mar..

el cambio de look,.. surtió efecto sobretodo en britt jajaj
si britt volvió a tomar no sera por san en gran parte, sin descartar lo de su familia,..
es difícil de separarse hagan lo que hagan,.. o prometan a quien prometan,..

nos vemos!!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por micky morales Mar Mayo 24, 2016 9:39 pm

ok tal vez britt no sea perfecta pero estoy segura que tan mala tampoco es!!!! en cuanto a santana no entiendo pq no pde entender que esa relacion con boca-trucha es mas por costumbre que por cualquier otra cosa y que deberia terminarla ya definitivamente!!!! y ese tonto no se da cta de que ella no lo quiere?????
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Mayo 25, 2016 1:40 am

3:) Ayer A Las 9:36 Pm hola mar.. el cambio de look,.. surtió efecto sobretodo en britt jajaj si britt volvió a tomar no sera por san en gran parte, sin descartar lo de su familia,.. es difícil de separarse hagan lo que hagan,.. o prometan a quien prometan,.. nos vemos!! escribió:

En los prox cap. sabremos un poco de la familia de Britt


Micky Morales Hoy A Las 8:39 Pm ok tal vez britt no sea perfecta pero estoy segura que tan mala tampoco es!!!! en cuanto a santana no entiendo pq no pde entender que esa relacion con boca-trucha es mas por costumbre que por cualquier otra cosa y que deberia terminarla ya definitivamente!!!! y ese tonto no se da cta de que ella no lo quiere????? escribió:

Sip, creo que la relacion de Sam y Santana no es una relacion tal cual, es como costumbre de saber que existe alguien pero nada mas es mas como hermano que otra cosa. y si pienso que deberian terminar espero que sea pronto. Britt no es mala pero es muy hiriente y santana esta aprendiendo.



Gracias aqui mas actualizaciones espero que la historia les este gustando.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Mayo 25, 2016 1:42 am

Capítulo 42


Un débil zumbido se entromete en mi sueño a intervalos fijos. ¿Por qué no para? Me doy la vuelta, sin querer despertarme, pero el odioso sonido insiste en que lo haga. Estoy desorientada, y he
olvidado dónde me encuentro. Cuando al fin me percato de que estoy en la cama de Rachel, tardo un poco en darme cuenta de que Britt está conmigo en la habitación. ¿Cómo es que siempre acabamos juntas? Y, lo que es más importante, ¿de
dónde proviene ese molesto zumbido? Bajo la tenue luz de la calle que se filtra por la ventana, sigo el ruido y éste me conduce al bolsillo de Britt. Me siento como si ese sonido me estuviera
llamando en sueños. Me debato entre meter la mano o no, con los ojos clavados en el bulto que forma el móvil en el bolsillo
delantero de sus apretados vaqueros. Deja de sonar cuando me acerco a mi cama, así que aprovecho la oportunidad para observar lo tranquila que está Britt mientras duerme. La suave arruga que le
sale en la frente de tanto fruncir el ceño ha desaparecido, así como la mueca de sus labios rosados. Suspiro y doy media vuelta, pero el zumbido vuelve a empezar. Voy a cogerlo, no se va a despertar.
Bajo la mano e intento llegar al bolsillo. Si no llevara unos pantalones tan ajustados podría sacar el teléfono..., pero no tengo esa suerte.
—¿Qué estás haciendo? —gruñe.
De la impresión, retrocedo unos pasos.
—Tu móvil no para de vibrar y me ha despertado —susurro, a pesar de que estamos solas en la habitación.
La observo en silencio mientras ella mete la mano en el bolsillo y saca el teléfono, no sin dificultad.
—¿Qué? —responde de forma abrupta cuando consigue sacarlo. Se frota la frente con la mano al oír la respuesta—. No voy a volver esta noche, estoy en casa de una amiga —dice.
«¿Somos amigas?» Claro que no, no soy más que una oportuna excusa por la que no va a volver a la fiesta. Empiezo a sentirme incómoda, y cambio el peso de una pierna a la otra.
—No, no puedes ir a mi habitación. Mira, voy a seguir durmiendo, así que no vuelvas a despertarme. Y mi puerta está cerrada con llave: no hace falta que pierdas el tiempo intentando entrar.
Cuelga, y yo retrocedo de forma instintiva. Es evidente que está de mal humor, y no quiero ser el blanco de su ira. Me subo con sigilo a la cama de Rachel y me tapo con la manta.
—Siento que el teléfono te haya despertado —dice con suavidad—. Era Kitty.
—Ah.
Suspiro y me tumbo de lado, de cara a mi cama. Britt me dedica una
ligera sonrisa, como si supiera lo que pienso sobre Kitty. No soy capaz de ignorar ese pequeño subidón de adrenalina por
el hecho de que ella esté aquí en lugar de estar con Kitty, aunque sus acciones no tengan ningún sentido para mí.
—No te cae bien, ¿verdad? —dice. Se pone de costado, y su pelo
alborotado se desparrama encima de mi almohada.
Niego con la cabeza.
—No mucho, pero no se lo digas, por favor. No quiero dramas —le ruego. Sé que no puedo confiar en ella, pero con suerte se le olvidará utilizar esa información para meter cizaña.
—No lo haré; no es que ella me importe mucho —murmura.
—Claro, se nota que no te gusta nada —digo con tanta ironía como soy capaz.
—En serio. A ver, es divertida y tal, pero es bastante coñazo —admite, con lo que ese subidón se intensifica un poco más.
—Bueno, entonces, a lo mejor deberías dejar de tontear con ella —insinúo, y le doy la espalda para que no pueda verme la cara.
—¿Hay algún motivo por el que no deba tontear con ella?
—No. Es que..., si piensas que es un coñazo, ¿por qué sigues con ella? —Sé que no quiero saber la respuesta, pero no puedo evitarlo.
—Para mantenerme ocupada, supongo.
Cierro los ojos y respiro hondo. Hablar de los escarceos de Britt con
Kitty me hace más daño del que debería. Su suave voz interrumpe mis pensamientos cargados de celos.
—Ven a tumbarte conmigo —dice.
—No.
—Venga, nada más que tumbarnos juntas. Duermo mejor cuando estás cerca —añade como si fuera una confesión.
Me incorporo y la miro.
—¿Qué?... —No puedo ocultar la sorpresa que me provocan sus palabras. Ya sea en serio o no, hace que me derrita por dentro.
—Duermo mejor cuando estás conmigo. —Aparta la mirada y luego la baja —. El fin de semana pasado dormí mejor que hace mucho tiempo.
—Sería el whisky, no yo. Intento no darle importancia a su confesión. No sé qué más hacer o decir.
—No, fuiste tú —me asegura.
—Buenas noches, Britt. —Me doy la vuelta. Si sigue diciendo ese tipo de cosas y continúo escuchándola, podrá volver a hacer conmigo lo que quiera.
—¿Por qué no me crees? —dice casi en un susurro.
—Porque siempre haces lo mismo: dices unas cuantas cosas bonitas y luego cambias el chip y termino llorando.
—¿Te hago llorar?
«¿Acaso no lo sabe?» Me ha visto llorar más que cualquier otra persona que conozca.
—Sí, bastante —contesto apretando la manta de Rachel con fuerza.
Oigo cómo su cama cruje un poco y cierro los ojos por miedo, y por algo más también. Los dedos de Britt me rozan el brazo cuando se sienta al borde de la cama de Rachel, y me digo a mí misma
que son las cuatro de la madrugada y que es demasiado tarde, bueno..., pronto, para esto.
—No es mi intención hacerte llorar.
Abro los ojos y la miro.
—Sí. Sí que es tu intención. Es justo lo que pretendes cada vez que me dices cosas hirientes. Y también era tu intención cuando me obligaste a contarle lo nuestro a Sam. Y cuando me humillaste en
tu cama la semana pasada porque no era capaz de decir justo lo que tú querías. Hoy me dices que duermes mejor cuando estás conmigo pero, si me tumbara contigo, en cuanto nos despertáramos me dirías lo fea que soy, o que no me soportas. Después del día del arroyo, pensé que... Da igual. Podríamos tener esta conversación una y otra vez. —Respiro hondo un par de veces, alterada por
haberme desahogado con ella.
—Esta vez te escucho.
No sé descifrar su mirada, pero me invita a continuar.
—Es que no entiendo por qué te gusta tanto jugar al gato y al ratón
conmigo. Ahora eres buena, ahora cruel. Le dices a Rachel que vas a «acabar conmigo» si me acerco a ti, y después quieres traerme a la residencia. Parece que no te aclaras.
—No lo dije en serio..., lo de que acabaría contigo. Es que..., no sé, a veces digo cosas así — replica pasándose las manos por el pelo.
—¿Por qué dejaste la clase de literatura? —pregunto por fin.
—Porque quieres que me mantenga alejada de ti, y yo necesito apartarme de ti.
—Y entonces ¿por qué no lo haces?
Empiezo a ser consciente del cambio de energía entre nosotras. De alguna forma, nos hemos acercado y nuestros cuerpos están a pocos centímetros de distancia.
—No lo sé —resopla. Entrelaza las manos y las apoya sobre las rodillas. Quiero decir algo, lo que sea, pero no puedo sin contarle que no quiero que se aleje de mí, que pienso en ella cada segundo de cada día.
Al final, ella rompe el silencio.
—Si te hago una pregunta, ¿serás totalmente sincera?
Asiento.
—¿Me has... me has echado de menos esta semana? —Era lo último que esperaba que me preguntara.
Parpadeo unas cuantas veces para aclarar mis frenéticas ideas. Le he dicho que le diría la verdad, pero me da miedo.
—¿Y bien? —insiste.
—Sí —murmuro, y escondo la cara entre las manos, pero ella las aparta y el contacto de sus dedos en mis muñecas hace que me arda la piel.
—¿Sí, que? —Su voz suena tensa, como si estuviera desesperada por oír mi respuesta.
—Te he echado de menos. —Trago saliva, a la espera de lo peor.
Lo que no esperaba es un suspiro de alivio y una sonrisa que se extiende en su precioso rostro. Quiero preguntarle si ella me ha echado de menos también, pero comienza a hablar antes de que tenga la ocasión.
—¿De verdad? —pregunta, casi como si no me creyera.
Asiento en respuesta, y me dedica una tímida sonrisa. Britt, ¿tímida? Más bien satisfecha por mi confesión, porque eso le dice que me tiene comiendo de su mano.
—¿Puedo acostarme ya? —protesto. Sé que no va a corresponder a mi confesión, y es muy tarde.
—Sólo si nos acostamos juntas. Me refiero a dormir, en la misma cama, claro. —Sonríe. Suspiro y murmuro «Vamos, Britt, ¿no podemos irnos a dormir sin más?», mientras me doy la
vuelta con cuidado de no tocarla. Pero un repentino tirón en las piernas me hace gritar de sorpresa, y enseguida me encuentro a Britt levantándome de la cama y echándome sobre sus hombros. Ignora mis patadas y mis súplicas de que me baje hasta que llega a mi cama, apoya una rodilla en ella y me tumba poco a poco en el lado de la pared antes de echarse junto a mí. Me quedo mirándola en silencio con el temor de que, si me paso con ella, se marchará, y eso es algo que no quiero que suceda. Alcanza y recoge la almohada que le he arrojado antes y la coloca entre nosotras a modo de barrera con una sonrisa traviesa.
—Mira, ya puedes dormir, segura y protegida.
Le devuelvo la sonrisa. No puedo evitarlo.
—Buenas noches —digo con una risita.
—Buenas noches, San. —Ella también se ríe.
Me pongo de costado. Pero, de repente, me doy cuenta de que no tengo nada de sueño, así que me quedo mirando la pared con la esperanza de que esa electricidad entre nosotras se disipe y me deje dormir. Bueno, una esperanza parcial al menos.
Unos minutos después, noto que la almohada se mueve y que el brazo de Britt me rodea la cintura y me aprieta contra su pecho. No me muevo, ni le llamo la atención por sus acciones. Estoy
disfrutando mucho el momento.
—Yo también te he echado de menos —susurra contra mi pelo.
Sonrío, sabiendo que no puede verme. Noto la ligera presión de sus labios sobre la nuca, y se me encoge el estómago. Por mucho que me guste la sensación, me siento más confundida que nunca
cuando me quedo dormida.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Mayo 25, 2016 1:43 am

Capítulo 43


La alarma suena muy temprano, y me doy la vuelta. Levanto el brazo para propinarle un manotazo y parar el odioso pitido que me está destrozando los oídos. Mi mano choca con una superficie suave y cálida, y abro los ojos de golpe para encontrar a Britt mirándome. Cojo la almohada para taparme de vergüenza, pero ella me la quita de un tirón.
—Buenos días para ti también —dice con una sonrisa frotándose el brazo. Le devuelvo la mirada mientras se me ocurre una disculpa. «¿Cuánto tiempo ha estado mirándome?»
—Estás adorable cuando duermes —bromea, y yo me incorporo tan rápido como puedo, convencida de que debo de tener una pinta bastante horrorosa, como suele ser habitual por las mañanas.
Me pasa el móvil.
—¿Para qué es la alarma?
La apago y me bajo de la cama.
—Voy a ir a buscar un coche, así que puedes irte cuando quieras —replico. Ella frunce el ceño.
—Está claro que lo tuyo no es madrugar —dice.
Me hago una cola, en un intento por evitar que mi pelo parezca un nido de pájaros.
—Es que... no quiero entretenerte. —Me siento un poco culpable por hablarle de un modo tan borde pero, para ser sincera, era lo que esperaba de ella.
—Y no es el caso. ¿Puedo ir contigo?
Miro a mi alrededor en la habitación mientras me pregunto si lo he oído bien. Entonces me vuelvo hacia ella con una mirada de sospecha.
—¿A ver un coche? Y ¿por qué ibas a querer venir?
—¿Por qué tiene que haber una razón? Te comportas como si estuviera tramando matarte o algo así. —Se ríe y se levanta, tras lo cual se revuelve el pelo.
—Bueno, me sorprende bastante verte de tan buen humor por la mañana..., que quieras ir conmigo a un sitio... y que no me estés insultando —admito.
Me aparto de ella y recojo la ropa y las cosas del baño. Tengo que darme una ducha antes de ir a ningún sitio.
Indiferente ante mi sinceridad, Britt sigue presionándome un poco más.
—Lo pasaremos bien, lo prometo. Pero tienes que dejar que te demuestre que podemos ser... que puedo ser amable. Sólo por un día. Su sonrisa es preciosa y convincente. Sin embargo, estoy segura de que Sam me dejará y no volverá a hablarme nunca si se entera de que Britt ha pasado la noche aquí conmigo, en mi cama,
agarrándome mientras dormíamos. No sé por qué tengo ese miedo
constante a perder a Sam; quizá sea miedo a la reacción de mi madre si cortamos, o quizá sea que mi antiguo yo sigue muy unido a él. Siempre ha estado ahí, y me siento como si nos debiera, tanto a él como a mí, continuar con la relación. No obstante, creo que la razón más importante es que sé que Britt no podrá y no querrá
darme el tipo de relación que necesito y que, francamente, quiero de ella. Mientras estoy sumida en mis pensamientos, parece que por fin consigo admitir que, por escuchar la pausada respiración de Britt junto a mi oído mientras dormía, vale la pena que Sam no vuelva a
hablarme nunca más.
—¡Tierra llamando a Santana! —dice Britt desde el otro lado de la
habitación, y yo vuelvo en mí. Me he quedado paralizada, debatiendo conmigo misma, y he olvidado por completo que Britt
estaba aquí.
—¿Pasa algo? —pregunta, y se acerca.
«No, nada, sólo que por fin estoy reconociéndome a mí misma que siento algo por ti y que quiero más, aunque ya sé que a ti no te importa nadie en este mundo, y menos aún yo.»
—Intento decidir qué ponerme —miento.
Baja la vista hasta la ropa que sujeto entre las manos e inclina la cabeza, pero se limita a decir:
—Entonces ¿puedo acompañarte? Así te será más fácil, porque no tendrás que coger el autobús.
Bueno, podría ser divertido. Y, desde luego, más sencillo.
—Venga, vale —digo—. Voy a arreglarme.
Camino hacia la puerta, y me sigue.
—¿Qué haces? —inquiero.
—Ir contigo.
—Eh..., voy a darme una ducha.
Balanceo la bolsa de aseo frente a su cara y me la arrebata de las manos.
—¡Qué casualidad! ¡Yo también!
Dichosos baños comunes. Me adelanta y abre la puerta sin mirar atrás. Me doy prisa en alcanzarla y le tiro de la camiseta.
—Qué detalle que te unas —bromea, y pongo los ojos en blanco.
—El día no ha hecho más que empezar y ya eres una incordia —la chincho en respuesta.
Unas cuantas chicas pasan por nuestro lado y entran en los baños; no se cortan un pelo en quedarse embobadas mirando a Britt.
—Chicas —las saluda ella, y ellas ríen por lo bajo como si fueran colegialas. Bueno, técnicamente son colegialas, pero también son adultas, así que deberían comportarse como tales.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Mayo 25, 2016 1:44 am

Capítulo 44


Después de una parada para ir al servicio, salgo y no veo ni oigo a Britt en las duchas, así que mi mente, cómo no, comienza a elucubrar que podría haberse ido a algún sitio con las chicas de antes. Ni siquiera se ha traído ropa, así que, si al final se ducha, tendrá que volver a ponerse la ropa sucia. Britt podría ponerse cualquier cosa rebozada en barro que seguiría estando más guapa que cualquier otra chica que haya visto. «Excepto Sam», me recuerdo. Tras una ducha rápida, me seco, me visto y vuelvo a la habitación, donde me alivia encontrar a Britt sentada en mi cama. «¡Chupaos ésa, colegialas!», grita una parte de
mí. Está sin camiseta, y el agua ha oscurecido aún más su ya rubio cabello. Cierro la boca para asegurarme de que no me cuelga la lengua.
—Has tardado un buen rato —dice. Se le contraen los músculos cuando lleva los brazos hacia atrás para apoyarse contra la pared.
—Se supone que tienes que ser simpática, ¿recuerdas? —replico, y me acerco al armario de Rachel y abro la puerta para usar el espejo. Tras coger el estuche de maquillaje de mi compañera, me
siento y cruzo las piernas frente a ella.
—¡Pero si estoy siendo simpática!
Permanezco en silencio e intento maquillarme un poco. Después de tres intentos por hacerme una raya recta en el párpado superior, lanzo el lápiz de ojos contra el espejo, y Britt se ríe.
—Ya sabes que no te hace falta —me dice.
—Me gusta —replico, y ella pone los ojos en blanco.
—Pues nada, vamos a quedarnos aquí sentadas todo el día mientras intentas pintarte la cara — contesta. Y hasta aquí el Britt amable. Se da cuenta y enseguida me dice «Perdona, perdona» mientras me limpio los ojos. Pero me rindo con el maquillaje. Es un poco complicado de hacer con alguien como Britt mirándome.
—Estoy lista —digo finalmente, y ella se levanta de un salto—. ¿Vas a ponerte una camiseta? —le pregunto.
—Sí, tengo una en el maletero.
Tenía razón: debe de tener millones de ellas ahí dentro. No quiero ni
pensar en las razones que hay detrás. Fiel a su palabra, Britt saca una camiseta negra lisa del maletero y termina de vestirse en el
aparcamiento.
—Deja de mirarme y sube al coche —bromea.
Intento negarlo, y le hago caso.
—Me gustas más con camiseta blanca —digo cuando ambas estamos dentro, y las palabras se me escapan antes de que pueda procesarlas. Ladeando la cabeza, me dedica una sonrisa engreída.
—¿Ah, sí? —Arquea una ceja—. Bueno, a mí me gustas con esos vaqueros. Te hacen un culo irresistible —dice, y me deja pasmada. Britt y sus obscenidades. Le doy un puñetazo, de broma, y se ríe, pero mentalmente me doy una palmadita en la espalda por
ponerme estos pantalones. Quiero que Britt me mire, aunque nunca lo admitiría, y me siento halagada por su extraña forma de dedicarme un cumplido.
—¿Adónde? —pregunta, y saco el móvil. Le leo la lista de distribuidores de coches de segunda mano en un radio de unos ocho kilómetros y le cuento un par de opiniones de cada uno.
—Le das demasiadas vueltas a todo. No vamos a ir a ninguno de esos sitios.
—Sí que vamos a ir. Ya lo tenía previsto; hay un Prius que quiero ver en el concesionario Bob’s Super Cars —le digo, y siento vergüenza ajena por un nombre tan ridículo.
—¿Un Prius? —dice indignada.
—Sí, ¿por? Tienen un buen rendimiento y son seguros y...
—Aburridos. No sé por qué, pero sabía que querrías un Prius. Te falta gritar: «¡Señorita con agenda busca Prius!» —se burla adoptando una voz de mujer, y empieza a partirse de risa.
—Búrlate de mí todo lo que quieras, pero me ahorraré una pasta en
gasolina todos los años —le recuerdo, riéndome a mi vez, cuando se inclina y me toca la mejilla con un dedo.
Me quedo mirándola, asombrada porque haya hecho algo tan simple pero encantador. Britt parece tan sorprendida por lo que acaba de hacer como yo.
—A veces eres adorable —me dice.
Vuelvo a mirar al frente.
—Hombre, gracias.
—Lo digo en el buen sentido, porque a veces haces cosas adorables — masculla. Parece que la incomoda pronunciar esas palabras, y sé que no está acostumbrada a decir nada de ese estilo.
—Vale... —digo, y miro por la ventanilla del acompañante.
A cada segundo que paso con Britt, mis sentimientos hacia ella crecen, y sé que es peligroso dejar que se den este tipo de pequeños y, en apariencia, insignificantes momentos entre nosotras,
pero no puedo controlarme cuando se trata de ella. Me he convertido en una simple observadora en todo este torbellino.
Britt acaba dirigiéndose a Bob’s Super Cars, y le doy las gracias. Bob resulta ser un hombre bajo, sudoroso y con exceso de gomina que huele a nicotina y a cuero, y en cuya sonrisa destaca un diente
de oro. Mientras hablo con él, Britt se queda cerca y se dedica a hacer muecas cuando él no está mirando. Al hombrecillo parece que lo intimida el tosco aspecto de Britt, pero no lo culpo. Echo
un vistazo al estado del Prius de segunda mano, y decido no quedármelo. Tengo la sensación de que se estropeará en cuanto salga del aparcamiento, y Bob tiene la norma estricta de no aceptar
devoluciones. Visitamos unos cuantos distribuidores más, y todos son igual de cutres. Después de pasar la mañana con incontables hombres de calva incipiente, decido suspender la búsqueda del coche. Tendré que alejarme mucho más del campus para encontrar uno decente, y hoy ya no me apetece seguir con ello. Decidimos comprar algo de comer en el servicio para coches de un bar de carretera y, mientras nos lo comemos, para mi sorpresa Britt me cuenta la historia de cuando arrestaron a Dani por vomitar por todo el suelo en un Wendy’s el año pasado. El día está yendo mucho mejor de lo que esperaba, y por una vez siento que podríamos pasar el semestre sin matarnos la una a la otra.
En el camino de vuelta al campus, pasamos por un monísimo y pequeño establecimiento de yogur helado, y le pido a Britt que pare. Ella gruñe y actúa como si no quisiera, pero veo un atisbo de
sonrisa oculto bajo sus disgustadas facciones. Britt me dice que busque un sitio libre, y ella va a por los yogures, que trae cargados hasta arriba de todos los tipos de dulce y galleta imaginables. Tienen una pinta asquerosa, pero me convence de que es la única forma de amortizar lo que valen. Por repugnante que parezca, está buenísimo. No consigo tomarme ni la mitad del mío, pero ella acaba
felizmente con su bol y los restos del mío.
—¿Britt? —dice la voz de un hombre.
Ella levanta la cabeza y entorna los ojos. «¿Puede ser que tenga acento?» El desconocido sujeta una mochila y una bandeja llena de tarrinas de yogur.
—Ah... Hola —dice Britt, y sé por instinto que es su padre.
El hombre es alto y delgado, como ella. Sus ojos tienen la misma forma, aunque son azul oscuro en lugar de azul cielo. Aparte de eso, son polos opuestos. Su padre lleva unos pantalones de vestir
grises y un chaleco de punto. En su cabello rubio se distinguen algunas canas, repartidas por los lados, y su porte es fríamente profesional. Hasta que sonríe, eso es, y muestra una amabilidad similar a la de Britt cuando deja de empeñarse en comportarse como una imbécil.
—Hola, soy Santana —digo con educación al tiempo que le tiendo la mano. Britt me lanza una mirada fulminante, pero la ignoro. No es que ella fuera a presentarme.
—Hola, Santana, soy Ken, el padre de Britt —dice el hombre, y me
estrecha la mano—. No me habías dicho que tenías novia —añade dirigiéndose a ella—. Deberíais venir las dos a cenar esta
noche. Karen va a preparar una cena estupenda. Es una excelente cocinera. Quiero mantener a raya el mal humor de Britt y decirle a su padre que no soy su novia, pero ella se me adelanta.
—Esta noche no podemos. Yo tengo una fiesta, y ella no va a querer ir —le suelta. Ahogo una exclamación por la forma en que Britt le habla a su padre. Ken se queda boquiabierto, y me siento fatal por él. —En realidad, me encantaría ir —intervengo—. También soy amiga de Ryder; vamos a clase juntos.
La sonrisa afable de Ken reaparece.
—¿Ah, sí? Eso es genial. Ryder es un buen chico. Me encantaría que vinieras esta noche — repite Ken, y sonríe. Siento la mirada penetrante de Britt clavada en mí.
—¿A qué hora vamos? —digo.
—¿«Vamos»? —pregunta su padre, y yo asiento—. Vale..., ¿pongamos a las siete? Tengo que avisar a Karen con tiempo o seré hombre muerto —bromea, y yo sonrío. Britt está furiosa, y permanece mirando por la ventana.
—¡Genial! —digo—. ¡Nos vemos esta noche!
Ken se despide de su hija, quien lo ignora de malas maneras, a pesar de que le doy un toque en el pie por debajo de la mesa. Un minuto después de que su padre se marche del local, Britt se levanta de golpe y estampa su silla contra la mesa. Ésta cae por el otro lado, y entonces comienza a propinarle patadas en medio del bar antes de salir corriendo por la puerta y dejarme sola ante las
miradas de todos. Sin saber muy bien qué hacer, dejo el yogur donde está, balbuceo una disculpa por lo bajo y
enderezo la silla con torpeza antes de salir detrás de ella.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Mayo 25, 2016 1:45 am

Capítulo 45


Llamo a Britt, pero me ignora. Cuando ya está a medio camino del
coche, se da la vuelta tan rápido que casi choco contra ella.
—¡Joder, San! ¡¿Qué mierda has hecho?! —me grita. La gente que pasa por nuestro lado empieza a mirarme, pero ella continúa—: ¿A qué clase de juego intentas jugar? —Se acerca a mí. Está
enfadada, más que enfadada en realidad. —No es ningún juego, Britt. ¿Es que no has visto lo mucho que quería que fueras? Estaba
intentando llegar a ti, ¡y tú has sido tan maleducada! —No estoy segura de por qué estoy gritando, pero no voy a dejar que me chille sin más.
—¿Llegar a mí? ¿Qué coño me estás contando? ¡A lo mejor tendría que haberse preocupado por llegar a mí cuando abandonó a su familia! —Las venas del cuello se le tensan bajo la piel.
—¡Deja de decir tacos! ¡Quizá está intentando recuperar el tiempo
perdido! La gente comete errores, Britt, y es evidente que le importas. Tiene una habitación para ti en su casa, llena de ropa
por si... —¡No sabes una mierda sobre él, Santana! —chilla, y se estremece de rabia —. ¡Vive en un pedazo de mansión con su nueva familia, mientras mi madre se mata a trabajar cincuenta horas a la semana para pagar las facturas! Así que ahórrate el sermón. ¡No te metas donde no te llaman! Se sube al coche y cierra de un portazo. Me apresuro a entrar también, por miedo a que se le
ocurra dejarme tirada; está histérica. Se acabó nuestro día sin discusiones. Está hecha una furia, pero por suerte permanece callada cuando salimos a la carretera principal.
Si pudiera mantener este silencio el resto del viaje, sería feliz. Pero una parte de mí insiste en que Britt tiene que entender que no puede gritarme así. Es uno de los puntos a favor que tengo que
reconocer de mi madre: me enseñó cómo no debe tratarme un hombre o una mujer.
—Está bien —digo fingiendo serenidad—. No voy a meterme donde no me llaman, pero pienso aceptar la invitación de esta noche, vayas tú o no. Como si fuera un animal salvaje enfurecida, se vuelve hacia mí.
—No, ¡ya te digo que no!
Manteniendo la falsa calma, añado:
—No es de tu incumbencia lo que yo hago o dejo de hacer, Britt, y, por si no te has dado cuenta, me ha invitado. Puede que le pregunte a Dani si quiere venir conmigo.
—¡¿Qué acabas de decir?!
Toda la suciedad y el polvo del coche se levantan cuando Britt gira el volante de golpe y se detiene en la cuneta de la transitada carretera. Sé que he ido demasiado lejos, pero a estas alturas estoy igual de cabreada que ella, y le grito:
—¡¿Se puede saber qué demonios te pasa? ¿Cómo te sales así de la carretera?!
—¡La cuestión es qué demonios te pasa a ti! ¿Le dices a mi padre que voy a ir a su casa a cenar y luego tienes el morro de insinuar que vas a ir con Dani?
—Ah, claro, perdona; ¿tus queridos amigos no saben que Ryder es tu hermanastro y te da miedo que se enteren? —digo, y me río de lo ridículo que me parece.
—Uno, no es mi hermanastro, y dos, ya sabes que no es por eso por lo que no quiero que vaya Dani. —Ha bajado mucho el tono de voz, pero sigue enfurecida. Sin embargo, a pesar del caos que reina en el coche, vuelvo a sentir un poco de esperanza ante
los celos de Britt. Sé que su actitud tiene más que ver con la rivalidad que con una preocupación real por que salga con Dani, pero hace que sienta mariposas en el estómago igualmente.
—Pues si no vienes conmigo, tendré que invitarla. —En realidad, nunca lo haría, pero eso ella no lo sabe.
Britt se queda mirando al frente durante unos segundos y entonces
suspira, con lo que expulsa parte de la tensión.
—Santana, de verdad que no quiero ir. No quiero estar con la familia perfecta de mi padre. Los evito por algo. Yo también relajo el tono.
—Bueno, no quiero obligarte a ir si vas a sentirte mal, pero me encantaría que vinieras conmigo. Yo voy a ir de todas formas.
Hemos pasado de tomar un yogur a gritarnos mutuamente, y ahora
volvemos a estar en paz. La cabeza me da vueltas, y tengo el corazón acelerado. —¿Sentirme mal? —Suena incrédula.
—Sí, si te va a molestar tanto estar allí, no voy a intentar convencerte de que vayas —respondo.
Sé que jamás podría conseguir que Britt hiciera algo que no quiere; no hay antecedentes de que haya cooperado nunca.
—Y ¿a ti qué más te da que me sienta mal? —Su mirada se encuentra con la mía, e intento desviarla, pero vuelve a tenerme embrujada. —Pues claro que me da; ¿por qué no iba a importarme?
—La pregunta es por qué sí te importa.
Me mira suplicante, como si quisiera que pronunciara las palabras, pero no puedo. Las utilizaría en mi contra, y lo más seguro es que no querría volver a quedar conmigo nunca más. Me convertiría
en la chica pesada que va detrás de ella, la clase de chica de la que me habló Rachel.
—Me importan tus sentimientos —le digo, y espero que la respuesta sea lo bastante buena para ella.
Interrumpiendo el momento, mi móvil comienza a sonar. Lo saco del bolso y veo que es Sam. Sin pensarlo, rechazo la llamada antes siquiera de darme cuenta de lo que estoy haciendo.
—¿Quién es? —Britt es un cotilla.
—Sam.
—¿No vas a responder? —Parece sorprendida.
—No, estamos hablando. —«Y prefiero hablar contigo», añade mi
subconsciente.
—Ah. —Es lo único que dice, pero su sonrisa es evidente.
—Entonces ¿vas a venir conmigo? Hace bastante tiempo que no como comida casera, así que no voy a desperdiciar la oportunidad. —Sonrío; el ambiente en el coche es ahora más tranquilo, aunque
sigue siendo tenso.
—No. De todas formas, tengo planes —murmura.
No quiero saber si esos planes incluyen a Kitty.
—Ah, vale —digo—. ¿Te enfadarás conmigo si voy yo?
Me parece un poco raro ir a la casa del padre de Britt sin más, pero
Ryder es mi amigo, y me han invitado.
—Siempre estoy enfadada contigo, San —dice y, cuando me mira, veo la diversión en sus ojos.
Me río.
—Yo también estoy siempre enfadada contigo —replico, y ella se ríe por lo bajo—. ¿Podemos irnos ya? Si viene la policía, nos van a multar. Asiente mientras arranca el coche y volvemos a la carretera. La discusión con Britt ha pasado mucho más rápido de lo que esperaba. Supongo que está mucho más acostumbrado que yo a los conflictos constantes, aunque yo preferiría pasar el tiempo con ella sin tener que discutir.
Me he prometido a mí misma no preguntarle, pero tengo que saberlo...
—Y... ¿qué... qué... planes tienes hoy?
—¿Por qué lo preguntas?
Aunque siento su mirada sobre mí, mantengo la vista fija en la ventanilla.
—Por curiosidad —digo—. Como has dicho que tenías planes, he sentido curiosidad.
—Tenemos otra fiesta. Es lo que suelo hacer todos los viernes y los
sábados, excepto anoche y el sábado pasado... Trazo un círculo en la ventanilla con un dedo.
—¿No te cansa? ¿Hacer lo mismo todos los fines de semana con los mismos borrachos? — Espero que no se ofenda.
—Sí..., supongo que sí. Pero estamos en la universidad, y estoy en una fraternidad; ¿qué más se puede hacer?
—No lo sé..., es que parece pesado tener que limpiar lo que los demás ensucian todos los fines de semana, sobre todo cuando tú ni siquiera bebes.
—Lo es, pero no he encontrado nada mejor que hacer con mi tiempo, así que... —Se interrumpe. Sé que todavía me está mirando, pero mantengo la vista apartada. El resto del viaje transcurre en silencio. No es incómodo, sino tranquilo.
Mientras camino sola desde el aparcamiento hasta la residencia, estoy tan atacada que creo que me va a dar algo. Acabo de pasar la noche y la mayor parte de la tarde con Britt y nos hemos
aguantado, más o menos. Me lo he pasado bien, muy bien. ¿Por qué no podré pasarlo tan bien con alguien a quien le guste de verdad? Como Sam. Sé que debería devolverle la llamada, pero quiero disfrutar del momento. De regreso en mi habitación, me sorprende ver a Rachel; normalmente pasa el fin de semana fuera.
—¿Dónde has estado, señorita? —bromea, y se lleva un puñado de
palomitas con queso a la boca. Me río, y me quito los zapatos antes de desplomarme sobre la cama.
—He estado buscando un coche.
—¿Lo has encontrado? —pregunta, y me dispongo a contarle los
cuchitriles en los que he estado, sin mencionar la presencia de Britt.
Unos minutos después, alguien toca a la puerta y Rachel se levanta para abrir.
—¿Qué haces tú aquí? —gruñe.
«Britt.» Levanto la vista, nerviosa, y ella se acerca hasta mi cama. Tiene las manos metidas en los bolsillos, y se balancea sobre los talones.
—¿Me he dejado algo en tu coche? —pregunto, y oigo un gritito ahogado de Rachel. Tendré que explicárselo después, aunque tampoco tengo muy claro cómo hemos acabado pasando el día juntas.
—Eh..., no. Es que, bueno, he pensado que quizá podría llevarte a casa de mi padre esta noche. Como no has encontrado ningún coche... —suelta de golpe, sin que parezca que se esté dando cuenta o que le importe que Rachel esté en la habitación con la mandíbula inferior rozándole el suelo—. Si no..., tampoco pasa nada, sólo quería ofrecerme. Me incorporo, y ella se muerde el aro del labio con los dientes. Me encanta que haga eso. Estoy tan
sorprendida por su oferta que casi se me pasa responderle.
—Sí..., sería genial. Gracias.
Sonrío, y ella me devuelve la sonrisa y se muestra agradable y visiblemente aliviada. Saca una mano del bolsillo y se la pasa por el pelo antes de volver a meterla donde estaba.
—Vale... Me paso sobre las seis y media para que llegues a tiempo.
—Gracias, Britt.
—San —dice con suavidad, y sale de la habitación y cierra la puerta tras de sí.
—Joder, ¡¿qué me he perdido?! —exclama Rachel.
—La verdad es que no lo sé —admito. Justo cuando pensaba que Britt no podía ser más complicada, va y hace una cosa así.
—¡No me puedo creer lo que acaba de pasar! O sea, Britt..., su forma de entrar, ¡como si estuviera nerviosa o algo! ¡Madre mía! Y se ha ofrecido a llevarte a casa de su padre... Un momento,
¿por qué vas a ir tú a casa de su padre? Y ¿pensabas que te habías dejado algo en su coche? ¡¿Cómo es que estoy tan perdida?! ¡Dame detalles! —grita prácticamente, y se coloca al pie de mi cama. Así que se lo cuento todo, le explico que se presentó aquí anoche y que vimos una película y se quedó a dormir, que hoy hemos ido a mirar coches... y que no le he mencionado antes que ella ha estado aquí porque suponía que, si había insistido tanto en que me ayudara a mantenerla alejada, habría sido un poco raro admitir que había estado con ella. Apenas digo nada sobre el padre de Britt, excepto que voy a ir a su casa a cenar, pero de todas formas Rachel parece estar más interesada en la noche anterior.
—No me puedo creer que se quedara aquí, es todo un acontecimiento. Britt nunca se queda, nunca. Y nunca deja que nadie se quede con ella. He oído que tiene pesadillas o algo parecido, no lo sé. Pero, en serio, ¿qué le has hecho? ¡Ojalá hubiera grabado la forma en que te ha mirado cuando ha
entrado! —chilla, y se ríe—. Sigue sin parecerme una buena idea pero, visto lo visto, te llevas mejor con ella que la mayoría. Aun así, ten cuidado —me advierte de nuevo. «¿Que qué le he hecho?» Nada, seguro. No está acostumbrada a ser amable, pero por alguna
razón lo está siendo conmigo. ¿Quizá es su forma de vencerme en alguna clase de juego o de demostrar que sabe fingir tener modales? Saco el tema de Quinn, y a partir de ahí Rachel toma las riendas de la conversación. Intento prestar atención a sus historias de la fiesta de anoche, a cómo Kitty acabó sin camiseta (qué
sorpresa) y cómo Noah venció a Blaine en un combate ebrio de pulso (jura que es una de esas cosas que tienen mucha más gracia cuando estás allí). Mis pensamientos vuelven a Britt, claro, y miro el
reloj para asegurarme de que tengo suficiente tiempo para arreglarme para esta noche. Son las cuatro en punto, así que debería empezar a vestirme a las cinco. Rachel sigue hablando hasta las cinco y media, y se vuelve loca cuando le
pido que me peine y me maquille. No sé muy bien por qué me estoy esforzando tanto en estar presentable para una cena
familiar a la que no debería ir, pero sigo adelante igualmente. Ella me maquilla de una forma tan sutil que apenas se nota, pero me veo genial. Natural pero guapa. Luego me riza el pelo igual que la otra
vez. Decido ponerme mi vestido marrón favorito, a pesar de los intentos de Rachel por que me ponga algo de su armario. El vestido marrón es bonito y conservador, perfecto para una cena familiar.
—Al menos ponte las medias de encaje debajo o déjame que le corte las mangas al vestido — gruñe.
—Venga, vale, dame las medias. Aun así, no está tan mal, es entallado —le rebato.
—Ya lo sé, pero es... aburrido. —Arruga la nariz. Parece más satisfecha cuando me pongo las medias y accedo a llevar tacones altos. Sigo llevando el par de Toms en el bolso desde ayer, por si
acaso. A medida que se acercan las seis y media, me doy cuenta de que estoy más nerviosa por el trayecto a su casa que por la cena en sí. Me incomodan las medias, y ando por la habitación unas
cuantas veces para practicar antes de que Britt se presente aquí. Rachel me dedica una extraña sonrisa, y yo abro la puerta.
—Madre mía, Santana, estás..., eh..., estás muy guapa —masculla ella, y yo sonrío. ¿Desde cuándo dice un «eh» en cada frase?
Rachel nos acompaña a la puerta, me guiña un ojo y exclama cual madre orgullosa:
—¡Pasadlo bien!
Britt le enseña el dedo corazón y, cuando ella le devuelve el gesto, ella le cierra la puerta en las narices.
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por micky morales Miér Mayo 25, 2016 7:38 am

espero que al final britt si se quede a la cena, y a ver que tal van las cosas!!!!!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por 3:) Miér Mayo 25, 2016 8:04 pm

holap,...

ya quiero leer como va la cena,..se quedara britt???
bueno por lo menos empezaron de nuevo la relación,.. y britt con sus ataques no cambia,..
si no habla y se llega a descargar con san nunca va a saber por que es asi!!

nos vemos!!
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Mayo 27, 2016 1:28 am

AQUI LA CENA Y MUCHO MUCHO MAS

Capítulo 46


El trayecto a casa del padre de Britt es agradable. La suave música de fondo no parece más que una distracción, y me fijo en que agarra el volante con demasiada fuerza. Durante el viaje tengo la
sensación de que está de los nervios, pero sé que, si quisiera hablar sobre algo, no tendría problemas en exponerlo.
Me bajo del coche y subo los escalones del camino de entrada. Con el sol todavía en lo alto del cielo, distingo unas viejas enredaderas que ascienden por los lados de la casa y las pequeñas flores
blancas que las acompañan. De improviso, oigo cómo se abre y se cierra la puerta de Britt, y el ruido de sus botas en el camino de entrada. Me vuelvo para ver que está a unos pocos pasos detrás
de mí.
—¿Qué estás haciendo? —le pregunto.
—Es evidente: ir contigo. —Pone los ojos en blanco y da una larga zancada para colocarse a mi lado al final de la escalera.
—¿En serio? Creía que no...
—Ya. Vamos a entrar ya y a pasar la peor noche de nuestras vidas.
Contrae las facciones y esboza la sonrisa más falsa que he visto en mi vida. Le doy un codazo y llamo al timbre.
—Paso de timbres —me dice, y gira el pomo.
Supongo que no importa porque es la casa de su padre, pero aun así me hace sentir algo incómoda. Cruzamos la puerta y entramos en el vestíbulo cuando su padre aparece. La sorpresa es evidente
en su rostro, pero nos muestra su encantadora sonrisa y se acerca a abrazar a su hija. Britt, sin embargo, lo esquiva y pasa de largo. El bochorno se hace patente en las hermosas facciones del
señor Scott, pero aparto la vista antes de que se dé cuenta de que he visto su expresión.
—Muchas gracias por recibirnos, señor Scott —digo mientras nos
adentramos en la casa.
—Muchas gracias por venir, Santana; Ryder me ha hablado un poco sobre ti. Parece que te tiene mucho cariño. Y, por favor, llámame Ken. —Sonríe, y lo sigo hasta el salón.
Ryder está sentado en el sofá con el libro de literatura en el regazo
cuando entro. Se le ilumina la cara y cierra el libro en cuanto me acerco y me siento a su lado. No sé adónde ha ido Britt, pero
aparecerá tarde o temprano.
—¿Britt y tú vais a darle otra oportunidad a vuestra amistad? —pregunta Ryder con el ceño ligeramente fruncido.
Me gustaría contarle lo que está ocurriendo entre Britt y yo pero, para ser sincera, ni yo misma lo sé.
—Es complicado. —Intento sonreír, pero titubeo.
—Sigues con Sam, ¿no? Porque parece que Ken piensa que Britt y tú estáis saliendo. —Se ríe. Espero que mi risa no suene tan falsa como me parece a mí—. No he tenido valor para
contárselo, pero estoy seguro de que Britt lo hará —añade.
Me revuelvo incómoda sin saber qué decir.
—Sí, sigo con Sam, es que...
—¡Tú debes de ser Santana! —La voz de una mujer resuena en la habitación. La madre de Ryder camina hacia mí y yo me levanto para estrecharle la mano. Tiene una mirada radiante y una sonrisa encantadora. Lleva un vestido turquesa, parecido a mi vestido marrón, y encima un delantal estampado con pequeñas fresas y plátanos.
—Me alegro de conocerla, gracias por invitarme. Tiene una casa preciosa —le digo.
Una amplia sonrisa se extiende por su rostro, y me aprieta la mano.
—De nada, cielo, el placer es mío. —Un pitido comienza a sonar entonces en la cocina, y ella se sobresalta un poco—. Bueno, voy a terminar de preparar la cena. Os veo a todos en el comedor
dentro de unos minutos.
—¿En qué estás trabajando? —le pregunto a Ryder cuando ella se
marcha, y él me muestra una carpeta.
—En los deberes de la próxima semana. El ensayo sobre Tolstói va a acabar conmigo. Me río y asiento; me costó horas escribir ese ensayo.
—Sí, es mortal. Lo terminé hace unos días.
—Bueno, si los empollones han acabado de comparar apuntes, me
encantaría cenar antes del año que viene —dice Britt.
La fulmino con la mirada, pero Ryder se limita a reírse y a dejar el libro antes de dirigirse al comedor. Parece que, después de todo, la pelea les ha ido bien. Los sigo a los dos hasta el enorme comedor. Hay una larga mesa decorada con muy buen gusto, con los cubiertos ya dispuestos y varias fuentes de comida en el centro. No
cabe duda de que Karen se ha dejado la piel en esto; será mejor que Britt se comporte, o tendré que matarla.
—San, Britt y tú os sentáis en este lado —nos indica Karen, y hace un gesto hacia la parte izquierda de la mesa. Ryder se sienta enfrente de Britt. Ken y Karen toman asiento junto a él. Le doy las gracias y me siento al lado de Britt, que está callada y parece
incómoda. Observo cómo Karen sirve el plato de Ken, y él le da las gracias con un beso en la mejilla. Es un gesto tan dulce que tengo que apartar la mirada. Me sirvo rosbif, patatas y calabacín,
y por último coloco un panecillo encima. Britt se ríe por lo bajo ante tal cantidad de comida.
—¿Qué? Tengo hambre —susurro.
—Nada, las chicas hambrientas son las mejores. —Vuelve a reírse y se sirve una montaña de comida más grande que la mía.
—Dime, San, ¿te está gustando la Washington Central? —pregunta Ken. Mastico a toda prisa para poder responder.
—Me está encantando. De todas formas, es mi primer semestre,
pregúnteme de nuevo dentro de unos meses —bromeo, y todos se ríen, excepto Britt.
—Eso está muy bien. ¿Estás en algún club del campus? —pregunta
entonces Karen, y se limpia la boca con la servilleta.
—Todavía no, tengo pensado apuntarme al club de literatura el próximo semestre.
—¿En serio? Britt era miembro —añade Ken.
Miro a Britt. Ha entornado los ojos, y parece molesta.
—¿Qué tal se vive en los alrededores de la WCU? —pregunto para desviar la atención de ella. Su mirada se suaviza, y me imagino que es su forma de agradecérmelo.
—Muy bien. Cuando Ken fue ascendido a rector vivíamos en una casa mucho más pequeña, hasta que encontramos ésta y nos enamoramos de ella al instante. Se me cae el tenedor en el plato de cristal.
—¿Rector? ¿De la WCU? —digo tras dar un respingo.
—Sí. ¿Britt no te lo ha dicho? —pregunta Ken al tiempo que desvía la mirada hacia su hija.
—No..., no lo he hecho.
Karen y Ryder siguen la mirada de Ken hasta Britt, y ésta se revuelve nerviosa. Por su parte, Britt le devuelve a su padre una penetrante mirada de odio. De pronto, se pone en pie y empieza a gritar:
—¡No! Vale, no, no se lo he dicho, y no entiendo por qué coño es tan importante. ¡No necesito ni tu nombre ni tu posición!
Mientras se aleja de la mesa echando humo, Karen parece que va a echarse a llorar, y a Ken se le ha puesto la cara roja.
—Lo siento muchísimo, no esperaba que... —empiezo a decir.
—No, no te disculpes por sus malos modales —me dice Ken.
Oigo el portazo de la puerta trasera y me levanto.
—Si me disculpan —digo, y salgo del comedor para buscar a Britt
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Finalizado Re: AFTER (BRITTANA) cap 92 -93 y 94-95-96 (97FIN)

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Mayo 27, 2016 1:29 am

Capítulo 47


Cruzo corriendo la puerta trasera y veo a Britt caminando de un lado a otro en el porche. No sé qué puedo hacer para ayudar, dada la situación, pero sé que prefiero estar aquí fuera con ella a enfrentarme a su familia en el comedor después del numerito. Aun así, me siento culpable, ya que he aceptado la invitación a pesar de que Britt no quería. Si de pronto ella comenzara a quedar con mi madre, sé que no me haría mucha gracia. «Ja, seguro que ella permitiría que eso ocurriera», señala mi subconsciente.
Como si me hubiera leído el pensamiento, Britt me mira enfadada.
Cuando me acerco a ella, se aparta.
—Britt...
—No, San, para —dice tajante—. Ya sé que me vas a decir que tengo que entrar y disculparme. Pero no voy a hacerlo ni de coña, ¡así que no gastes saliva! ¿Por qué no vuelves adentro, disfrutas de la cena y me dejas en paz de una vez? Doy un paso hacia ella, pero lo único que consigo decir es: —No quiero volver adentro.
—¿Por qué no? Encajas de miedo con sus remilgadas y aburridas
personalidades. «¡Ay! ¿Qué hago aquí otra vez?» Ah, sí, eso es: ser el saco de boxeo de Britt.
—¿Sabes qué? ¡Genial! Me voy. ¡No sé por qué no puedo dejar de
intentarlo contigo! —grito, pero espero que no me oigan dentro.
—Porque no eres capaz de captar la indirecta, supongo.
En cuanto las palabras salen de su boca, siento que se me forma un nudo en la garganta.
—Ya me ha quedado bien clara —replico.
Permanezco mirando el patio de piedra e intento tragarme la punzada de dolor de sus palabras, pero es imposible. Cuando levanto la vista para mirar a Britt, sus fríos ojos se encuentran con los míos.
—¿Ya está? ¿Ésa es tu respuesta? —Empieza a reírse y se revuelve el pelo con las manos.
—No te mereces ni un minuto más de mi tiempo. ¡Ni siquiera te mereces que te hable, ni que esa buena gente se moleste en organizar una cena para que tú la fastidies! Eso es lo que haces: fastidiar cosas, ¡fastidiarlo todo! Y ya me he hartado de ser una de esas cosas. Las lágrimas me empapan la cara cuando Britt se acerca a mí. Retrocedo, y tropiezo con algo. Ella me sujeta, pero me agarro a una silla del patio en su lugar. No quiero ni necesito su ayuda. Al levantar la vista, noto que parece agotada. También lo percibo en su voz cuando dice por lo bajo:
—Tienes razón.
—Ya lo sé. —Y me aparto de ella.
A una velocidad que no esperaba, me agarra de la muñeca y tira de mí hacia su pecho. Me apoyo contra ella sin dudarlo, con unas ganas tremendas de tocarla. No obstante, he aprendido la lección:
siento la alarma en los latidos de mi corazón, acelerado bajo mi pecho. Me pregunto si Britt también puede oírlos, o notar mi pulso en su mano. Su mirada está cargada de rabia, y sé que la mía
es un reflejo de la suya.
Sin previo aviso, estampa los labios contra los míos, y el ímpetu de su boca me resulta casi doloroso. Su reacción está tan movida por la desesperación y el deseo que estoy perdida. Perdida
por Britt. Perdida en el salado sabor de mis lágrimas en nuestros labios, perdida en sus dedos enroscados en mi pelo. Desliza las manos desde mi cabeza hasta mi cintura, y me levanta hasta la
barandilla del porche. Separo las piernas para ella, y se coloca entre ellas sin despegar un solo instante la boca de la mía. Nos enredamos la una en la otra en una ola de calor y gemidos. Mis
dientes rozan su labio inferior, lo que la hace gruñir y apretarme aún más contra sí.
Entonces, la puerta trasera chirría al abrirse, acabando así con la magia. Al mirar hacia allí, me horroriza encontrarme con la dulce mirada de Ryder. Se ha puesto rojo, y tiene los ojos muy
abiertos. Aparto a Britt de un empujón, salto de la barandilla y me
coloco bien el vestido en cuanto toco el suelo.
—Ryder, yo... —empiezo a decir.
Él me muestra la palma de la mano para acallarme y se acerca a nosotras. La respiración de Britt es tan pesada que juro que retumba entre la casa y los árboles. Tiene las mejillas encendidas,
y una mirada apasionada.
—No lo entiendo. Pensaba que os odiabais mutuamente, pero mira por dónde... Tienes novio, Santana, no me esperaba esto de ti. —Las palabras de Ryder son duras, pero el tono de su voz es
suave.
—No es lo que... No sé qué es. —Hago un gesto entre Britt y yo. Ella permanece en silencio, de lo cual me alegro—. Sam lo sabe, bueno..., lo de antes. Iba a decírtelo, pero no quiero que cambie tu
forma de verme —replico casi a modo de disculpa.
—No sé qué pensar... —dice Ryder, y vuelve a entrar en la casa.
Y entonces, como sacado de una película, el estallido de un trueno
atraviesa el aire.
—Parece que va a haber tormenta —comenta Britt estudiando el cielo, que ha empezado a oscurecerse. A pesar de estar tan alterada, su voz suena tranquila.
—¿Tormenta? Ryder acaba de pillarnos... besándonos —digo mientras siento cómo la pasión entre nosotras va desapareciendo poco a poco.
—No te preocupes por él —repone.
La miro y espero ver en ella una expresión engreída, pero no hay ni rastro. Lleva una mano a mi espalda y me la frota suavemente.
—¿Quieres volver a entrar o prefieres que te lleve a casa? —pregunta. Es alucinante la velocidad a la que su estado de ánimo puede pasar de la ira al deseo o a la calma.
—Me gustaría entrar y terminar de cenar. ¿Qué quieres hacer tú?
—Supongo que volver a entrar; la comida está bastante buena —dice sonriendo, y yo suelto una risita—. Es un sonido adorable —señala, y nuestras miradas se encuentran.
—Ahora estás de mucho mejor humor —digo, y ella vuelve a sonreír. Se frota la nuca, como hace siempre.
—Yo tampoco lo entiendo.
«Entonces ¿está tan confundida como yo?» Ojalá mis sentimientos por ella no fueran tan intensos; podríamos llevarnos mucho mejor. Cuando dice cosas así hace que me preocupe mucho más por ella.
Ojalá ella pudiera sentir lo mismo, pero ya me han advertido tanto Rachel como la propia Britt que eso no va a suceder nunca.
Vuelve a tronar, y Britt me da la mano. —Entremos antes de que empiece a llover. Asiento, y me guía hacia el interior. No me suelta la mano mientras volvemos al comedor. Ryder enseguida se da cuenta de ello, pero no dice nada. A pesar de que no quiero
que mi amigo lo vea, me encanta la sensación de tener la mano de Britt sobre la mía. Me gusta demasiado como para
retirarla. Ryder vuelve a concentrarse en su plato mientras nosotras
regresamos a nuestros asientos. Cuando me suelta la mano, Britt mira a su padre y a Karen.
—Siento haberte gritado así —murmura. La sorpresa es evidente en los rostros de todos los presentes, y Britt baja la vista hacia la mesa—. Espero no haber arruinado la cena en la que ambos
os habéis esforzado tanto —añade. No puedo evitarlo. Estiro el brazo por debajo de la mesa y apoyo la mano encima de la de
Britt para darle un ligero apretón.
—No pasa nada, lo entendemos —dice Karen—. No vamos a dejar que se estropee la velada; aún podemos disfrutar de la cena.
Sonríe, y Britt la mira y le dedica una pequeña sonrisa, un gesto que sé que le cuesta horrores. Ken no dice nada, aunque asiente para mostrar su acuerdo con el sentimiento general.
Retiro la mano despacio, pero Britt entrelaza los dedos con los míos y me mira de reojo. Espero no estar poniendo la cara de tonta que me imagino. Podría decirse que es la primera vez en mi vida que no estoy comiéndome la cabeza por todo, como, por ejemplo,
por el motivo por el que le estoy dando la mano cuando estoy saliendo con Sam. La cena va bien, pero Ken me intimida un poco ahora que sé que es el rector de la facultad. Es un cargo muy importante. Hablamos de su marcha de Inglaterra, de lo mucho
que adora Estados Unidos y el estado de Washington en concreto. Britt sigue cogiéndome de la mano, y ambas nos las
apañamos para comer con una sola, aunque a ninguna parece importarnos.
—El tiempo podría ser mejor, pero se vive muy bien aquí —explica Ken, y yo asiento para mostrar que estoy de acuerdo.
—¿Qué planes tienes cuando acabes la universidad? —me pregunta Karen mientras los demás terminan de comer.
—Quiero mudarme a Seattle, y espero trabajar en el sector editorial
mientras escribo mi primer libro —digo con confianza.
—¿En una editorial? ¿Tienes alguna en mente? —pregunta Ken.
—La verdad es que no. Quiero aprovechar cualquier oportunidad que se me presente para meter un pie en el sector.
—Qué bien. Resulta que tengo buenos contactos en Vance. ¿Has oído hablar de ella? —pregunta, y miro a Britt. Ella ya me había mencionado que conocía a alguien allí.
—Sí, he oído muy buenas opiniones sobre ella. —Sonrío.
—Puedo llamarlos de tu parte si quieres; sería una gran oportunidad para ti. Pareces una joven brillante, y me encantaría ayudarte.
Suelto a Britt y entrelazo ambas manos bajo la barbilla.
—¿En serio? ¡Sería muy amable por su parte! Se lo agradecería mucho — exclamo. Ken me dice que va a llamar a quienquiera que sea su contacto el lunes, y le doy las gracias una y
otra vez. Me asegura que no es nada y que le encanta ayudar siempre que puede. Vuelvo a meter la mano por debajo de la mesa, pero Britt ha apartado la suya, y cuando Karen se levanta para
recoger la mesa, ella se disculpa y se va al piso de arriba.
marthagr81@yahoo.es
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El mundo de Brittany

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