[Fic Brittana] You Drive Me Wild | Capítulo 29: I can't lie

Brittany retornó junto a Rachel con cierta rabia encima. La judía lo notó enseguida y le dejó respirar tranquila unos minutos, antes de interrogarla. También notó lo de su remera mojada, pero no quiso preguntar nada hasta que la rubia se calmara.

R: ¿Qué te hizo Artie esta vez? –preguntó luego de que pasó un considerado tiempo.

B: Nada. Él no hizo nada –suspiró– Creo que fui yo la que le hizo daño esta vez...

Rachel le apretó la mano en señal de apoyo, y Brittany le relató lo sucedido afuera, omitiendo su encuentro con Santana.

R: Ya le pasará la tristeza –hizo una pausa– Pero no creo que hayas venido con tanto enojo sólo porque rompiste el corazón de Artie... ¿qué pasó aparte de tu charla con él? Además no creas que no noté que estás totalmente empapada por algún tipo de bebida alcohólica, que por cierto huele muy mal.

Brittany giró la cabeza y se topó con la visión de Santana, quien desde la barra seguía comiéndosela con los ojos. La rubia desvió la mirada rápidamente y carraspeó para quitarse el nerviosismo.

B: Un simple accidente Rach... –se frotó las manos que estaban algo sudadas– Un chico se tropezó conmigo y me tiró todo el contenido de su vaso encima. Por eso estaba tan molesta...

R: ¡Qué mal! ¿No te lastimaste o algo así, cierto?

B: ¡No Rach! –rió– Me sorprende tu dramatismo.

Rachel se cruzó de brazos fingiendo enfado y desvió la mirada hacia la barra. Le sorprendió que una muchacha desconocida no sacara los ojos de encima de Brittany, a la par que hablaba con otra rubia, sentada a su lado.

R: No es por alarmarte ni nada por el estilo –susurró en el oído de la ojiazul– Pero hay una chica que no deja de mirarte. Creo que me está dando miedo...

Brittany nuevamente volteó, y esta vez, Santana le dedicó otra de sus grandes sonrisas.

R: ¡Qué descaro! –dramatizó– Mira que sonreírte de esta forma...

B: Vamos –dijo tirándola del brazo y llevándola en medio de la pista de la baile, para perderse entre la gente.

***

Santana regresó con una mueca de victoria en el rostro. Al verla, Quinn sonrió enormemente porque podía suponer el por qué de la alegría de la latina.

Q: Y bien...

S: Apenas me acerqué y ya empezó a tartamudear de lo nerviosa que la puse –bebió un poco del vaso de Quinn– Luego, quiso hacerse de la bravita y se fue.

La morena se acomodó en la silleta, para así tener una mejor visión de la rubia. Se percató de que estaba rodeada por un montón de chicos, que a su parecer se veían perdedores, pero ella sólo hablaba con una de las muchachas, seguro contándole lo que pasó.

Q: ¿Sólo eso? –bufó– Pensé que ya tenías una cita con ella o algo así.

S: ¿Cita? –dijo a la vez que Brittany le daba una ojeada, para rápidamente girar de nuevo– Yo no tengo citas. Sólo encuentros sexuales, salidas ocasionales y esas cosas.

Q: ¿Al menos le diste tu número?

S: Te acabo de decir que prácticamente salió corriendo. Pero pronto entraré en acción de nuevo.

Al decir esto, la chica que hablaba con Brittany se volteó y cruzó miradas con Santana. Enseguida la muchacha le habló al oído a la rubia y esta giró de nuevo, encontrándose con una gran sonrisa de la morena. A los pocos segundos, ambas fueron rápidamente a la pista de baile y se perdieron de la perspectiva de la latina.

S: Vamos a bailar –tomó a Quinn de la mano y la llevó, también entre la gente que se encontraba bailando.

R: Buena idea la tuya de escondernos entre la multitud –decía, mientras bailaba.

B: No nos estamos escondiendo Rach, sólo... sólo quise venir a bailar un rato –intentó sonreír, para ocultar el nerviosismo que se hacía presente en ella de nuevo– Aparte, no hay demasiada gente como para que tarden horas en encontrarnos...

R: Me estás mintiendo, pero no discutiré –rió– ¡Tan sólo divirtámonos!

La rubia intentaba disimular lo máximo que podía, pero a cada instante miraba a los costados para verificar que Santana no la estaba siguiendo. A medida que pasaban los minutos, se iba convenciendo de que tal vez la morena se dio cuenta de que no tenía ninguna posibilidad con ella, y la dejaría de molestar. Pero estaba equivocada.

R: ¡Voy por alguna bebida! –gritó, para que su amiga la escuchara– ¿Quieres algo?

B: ¡Lo mismo de hace rato! –le sonrió y se dispuso a acercarse a Sugar, para no quedarse sola en medio de la pista, pero alguien le impidió hacerlo.

Hola preciosa –le saludó la morena, de nuevo.

B: ¿Me estás siguiendo? Porque no me agradas –dijo fríamente.

S: Perdón, no te escuche –se acercó al oído de Brittany y le susurró– ¿Qué dijiste?

El cuerpo de la rubia tembló al sentir al de Santana tan cerca. La latina se percató de esto, y sonrió victoriosamente.

S: Bailemos –puso una mano en la cintura de la ojiazul y empezó a moverse sensualmente al ritmo de la canción.

B: Vete, por favor –pidió de la manera más amable posible.

S: ¿Y si digo que no? –la retó.

B: Mi amiga vendrá enseguida y entre las dos nos desharemos de ti –dijo intentando sonar convincente, porque sabía que ni en un millón de años Rachel haría algo así.

S: Yo creo que tu amiga está muy entretenida con alguien –señaló hacia la barra, y efectivamente, Rachel estaba hablando animadamente con Quinn.

¿Rachel hablando con una desconocida?, se dijo Brittany, esto es raro.

B: I-iré a buscar algo de beber –se excusó con el fin de sacar a su mejor amiga de las garras de la que identificó como la acompañante de Santana.

La morena la apretó aún más fuerte contra su cuerpo, evitando todo posible movimiento de la rubia, quien luchaba con todas sus fuerzas por liberarse del agarre.

¿Brittany? ¿Estás bien? –dijo alguien detrás de la latina, haciendo que esta soltara a la rubia, y esta lograra salir de entre los brazos de Santana.

B: ¡Artie! –contestó nerviosa– Sí, no te preocupes...

Artie miró a la morena con desconfianza, pero hizo caso a Brittany y se alejó de ahí rápidamente para volver con los chicos.

S: ¿Por qué no le dijiste lo que en verdad pasaba? –sonrió– ¿Acaso te gusta lo que te hago sentir? Porque me doy cuenta que cuando te agarro así –le agarró la cintura suavemente con una mano– empiezas a temblar –y efectivamente, así pasó.

Brittany agarró la mano de la latina y la retiró de su cintura, a la vez que la miraba desafiante.

B: No, no me gusta. Y ahora si me disculpas, me voy –finalizó, para luego apurar el paso hacia el patio.

Santana la siguió rápidamente, no quería perderla de vista por nada del mundo.

B: ¡Deja de seguirme! –gritó, haciendo que la gente que se hallaba en los alrededores voltearan a mirarla.

La morena no dijo una sola palabra, tan sólo se acercó a ella y la acorraló entre el borde de la piscina y ella.

S: Un paso en falso y te caes... Quizás sea yo quien te tire...

B: ¡No te atrevas!

S: Si con eso puedo hacer que te calles por un rato mientras nos divertimos juntas, no me importaría mojarme un poco.

Brittany levantó la mano para propinarle una cachetada, pero Santana fue más rápida y bloqueó el golpe.

S: No juegues sucio bonita –susurró– Estás muy alterada, quizás un baño frío te siente bien...

B: A mí me gustan los chicos, no las chicas. Y en caso de que sí me gustaran, jamás te elegiría a ti, ¡eres una pedante y maleducada!

Santana rió estridentemente por varios segundos, para sorpresa de Brittany.

S: Sí, seguro –se secó las lágrimas de risa– Quizás no te gusten las otras mujeres, quizás sólo te guste yo...

B: ¡Estúpida! –la empujó– Que a ti te gusten las mujeres no significa que todas seamos iguales...

S: Tienes razón, pero no es malo que me gusten las chicas –la miró sensualmente– Y menos si son tan lindas como tú. Además, también me divierto con chicos a veces. Aunque debo admitirlo, las chicas como tú son mi debilidad.

B: ¡No soy una zorra como tú para ir regalándome por ahí! –estalló, dejando muy sorprendida a Santana.

S: ¡Suficiente! Me cansaste.

Dicho esto, Santana tomó a Brittany en sus brazos con una fuerza inesperada y saltó al agua. La gente al ver lo que sucedía, en vez de ayudar a la rubia, también se sumaron a la ‘fiesta acuática’ y la piscina rebosó.

S: ¿Ves? No fue tan malo después de todo –dijo riendo al ver lo que sucedía a su alrededor.

B: ¡Te odio! –intentaba salir, pero Santana la tenía agarrada muy fuerte y no podía soltarse.

S: Y yo a ti, pero igual te considero hermosa y sigo pensando que nos divertiríamos juntas –sonrió.

***

Mientras tanto, Rachel seguía charlando alegremente con Quinn, sin percatarse del alboroto que ocurría afuera.

Q: Aún no me dijiste cuántos años tienes...

R: Acabo de cumplir 18 –rió estrepitosamente a causa de las copas que se traía encima– ¿Y tú Quinny?

La rubia rió ante la manera en que la había llamado, a la vez que sentía cierta ternura por esa chica.

Q: Te dije ya como tres veces que tengo 21 –sonrió– Me agradas Rachel.

R: Tú también Quinny –hizo una pausa– Es raro todo esto. Yo soy muy tímida y apenas hablo con desconocidos, pero contigo fue la excepción.

Quinn sonrió al escuchar esto, y ya le iba a proponer a Rachel ir a un lugar más privado, cuando un grupo de personas pasó corriendo enfrente de ellas, con dirección al patio.

Q: ¿Qué sucede allá? –preguntó confundida a la judía.

R: No sé –se levantó– ¡Vamos a ver!

Fueron apresuradamente y se encontraron con un espectáculo único. La fiesta se había trasladado a la piscina y era un total descontrol. Rachel buscó con la mirada a su mejor amiga, y la vio caminando hacia ella totalmente mojada, seguida de la morena de la barra.

B: ¡Rachel, aquí estás! –la estiró– ¡Nos vamos ahora!

R: ¿Y quién dijo que yo quiero irme? ¿Y si quiero quedarme un rato más? –echó una ojeada a Quinn, quien sonrió al escuchar eso.

B: Estás borracha Rach, vamos... –dijo suavizando la voz

Rachel se soltó del agarre de Brittany y la miró desafiantemente.

R: No.

B: ¡Genial! –miró a Santana, quien estaba detrás de ella– ¡Todo es tu culpa!

S: ¿Mi culpa? En tus sueños preciosa.

B: Brittany. Me llamo Brittany.

Q: Uy, sí que es brava como dijiste, Lopez.

Santana le sonrió a Quinn, y en ese momento pareció notar la presencia de Rachel.

S: ¿Quién eres tú, enana?

Q: ¡No le digas así a Rachel! –sonrió al pronunciar su nombre– Es muy agradable y me cae bien.

S: Sí claro, tú sólo la quieres para acostarte con ella una noche y jamás volver a verla luego. Eso es lo que hacemos siempre.

Brittany al escuchar esto se sintió realmente ofendida y tuvo ganas de gritar y golpear a la latina hasta dejarla inconsciente.

R: ¿Es cierto eso Quinny? –dijo casi llorando.

S: ¿Y ya te puso un ridículo apodo? Jajaja –rió irónicamente.

Q: ¡Cállate Santana! –miró a Rachel– Vámonos de aquí.

Quinn llevó a la pequeña diva dentro del salón de nuevo, mientras la morena continuaba riendo ante todo lo que había presenciado.

S: ¿Ves la clase de amiga que tengo? Que idioteces...

B: ¿Así que sólo te dedicas a perseguir chicas para una noche de sexo a lo loco? –la miró con tanto odio que por poco no la asesina con la mirada, aunque Santana no se dejó intimidar.

S: Básicamente... sí. Aunque me gustan las chicas, como ya te dije, también suelo divertirme con chicos.

B: ¿Y eso pensabas hacer conmigo?

S: Eh... sí. Como dijiste, pensaba. En pasado.

B: ¿Y qué te hizo cambiar de opinión?

S: Lo odiosa que eres. Creí que podría aguantarte, pero lo siento, no puedo. Tengo tantas ganas de pegarte un par de cachetadas de lo frígida que eres. Seguro que aún eres virgen, porque desde luego nadie querría hacer nada contigo. Pensaba llevarte hasta tu casa en mi motocicleta, pero estás absolutamente mojada y no dejaré que ensucies a mi bebé. Así que... adiós.

Santana se dio la vuelta y se retiró de la fiesta, dejando a una desconsolada Brittany llorando en medio del patio.

B: Santana Lopez, te odio –susurró.



PD: Hoy hace un año se estrenó Pot O Gold, el capítulo donde Brittana oficializó su noviazgo. Por lo tanto, hoy debería ser su aniversario :(

Hola gente! Como siempre, gracias por sus comentarios :) Nos alegran el día con su ternura <3

En este capítulo no hay Brittana, así que no nos odien. En cambio, hay Faberry. Tenía que dedicar este capítulo a mi segunda pareja favorita para explicar un poco las cosas, porque Rachel y Quinn cumplen un papel MUY importante para que la relación Brittana suceda :) Por cierto, el título hace referencia a la rebelde Santanita ;)

Sin nada más que decir, aquí se los dejo. Disfrutenlo!

PD: Ya tenemos más de 1000 vistas! Gracias a todos :')


Capítulo 5: I won't apologize

Rachel despertó con la cabeza hecha un lío. Tenía vagas imágenes de lo que había pasado la noche anterior, ni siquiera recordaba cómo llegó hasta su casa. Esperen un momento... ¡esa no era su casa!

Veo que ya despertaste, pequeña borrachina –dijo alguien interrumpiendo sus intentos de hacer memoria.

R: ¡No grites Brittany! –reclamó– Me duele la cabeza...

B: ¡Y cómo no! –rió– Te bebiste hasta el agua del florero, como se dice vulgarmente. Por cierto, no estoy gritando.

R: ¿Por qué estoy en tu habitación?

B: Te salvé el pellejo querida amiga –la apuntó con el dedo índice– ¿O acaso querías que tus padres te vean en tu primera borrachera?

R: No no, te agradezco mucho Britt –miró a su alrededor– Por cierto, ¿cómo me trajiste? Tenía entendido que fuiste en taxi y no en tu auto.

B: Tu 'nueva conquista' Quinn –hizo las comillas en el aire– nos trajo muy amablemente. ¿Por qué la antipática de su amiga no puede parecerse más a ella?

Rachel se quedó pensando por varios minutos en quién diablos era Quinn. Sólo recordaba una piscina y beber tequila con sal y limón del cuello de alguien.

R: ¿Quién es Quinn? –no aguantó la curiosidad y preguntó.

Brittany la miró animadamente, por lo visto la primera borrachera le cayó mal.

B: ¿Enserio no recuerdas? –rió– Anoche estabas muy cariñosa con ella. No quiero imaginar qué hicieron mientras yo no estaba contigo.

R: ¿Yo, cariñosa con una mujer? –preguntó incrédula, para luego reír estrepitosamente.

B: ¿Segura que ya se te pasó la borrachera? –la miraba sorprendida, mientras la otra seguía riendo– Y sí, estabas DEMASIADO amorosa con ella. La abrazabas a cada rato, le susurrabas al oído y lo más raro de todo: tu timidez no salió en ningún momento.

Rachel no podía creer lo que su mejor amiga le estaba diciendo, aunque en el fondo sabía que Brittany no estaba mintiendo por sus expresiones faciales, sí, la conocía demasiado bien.

La judía se tomó otro tiempo para intentar recordar a la tal Quinn, y en uno de esos intentos, la recordó. En su mente se formó la imagen de su corto cabello rubio con mechas rosadas, esos ojos verdes que brillaban como ningún otro, esa sonrisa alegre y dulce que le dirigía a cada rato. Recordó la sensación que le produjo cuando tomó su mano y lo suave que era su cuello cuando lamió la sal de él.

R: ¡Oh! –dio un salto de la cama– ¡Ya la recuerdo! Incluso, creo que anoté su número en mi celular.

B: ¿La llamarás? –preguntó curiosa– Estoy segura que se alegrará mucho si lo haces. A fin de cuentas, le debes un gracias por aguantar tus canciones raras todo el camino hasta mi casa.

R: ¡Ni loca! Que vergüenza. Aparte, es una chica...

B: ¿Y qué? ¿Acaso no tienes padres gays? No tiene nada de malo, yo lo entiendo Rach. Aparte, puedo ver en tus ojos que esa chica te gusta. Ya lo sé, puede ser salvaje y rebelde, pero al menos es más decente que su amiguita Santana.

R: Odio que me conozcas tanto... –se sonrojó e inmediatamente cambió de tema– ¿Quién es Santana?

En ese instante, Brittany captó que aún no le había informado a Rachel de esa parte de la historia, y se dispuso a contársela.

La misma escena se repetía en el departamento de las Quinntana. Santana se revolcaba perezosamente en la cama, huyendo de los rayos del sol que se filtraban por la ventana.

Q: ¡Ya levántate, Lopez!

S: ¿No crees que es muy temprano para tus condenados gritos? –se tapó la cara con la almohada– Déjame dormir.

A propósito, Quinn fui a abrir más la ventana. Santana le arrojó la almohada por la cara y se dirigió silenciosamente al baño. Se tardó más de media hora en la ducha, para malestar de la rubia, quien tenía ciertos asuntos que arreglar con la morena. Al fin, después de casi una hora, Santana se dignó a salir del baño. Se dirigió a la pequeña cocina, seguida por una Quinn algo molesta.

S: ¿Por qué me miras así? –preguntó, deteniendo lo que estaba haciendo porque le incomodaba la mirada de la rubia.

Q: Tú y yo tenemos que hablar, Santana.

S: ¿Estás enojada? Te juro que no era mi intención rayar tu motocicleta. Fue un accidente...

Q: ¡¿QUE HICISTE QUÉ?! –gritó– Okay, me calmo. Eso lo hablaremos luego. Ahora, quiero regañarte por ser una estúpida insensible.

La latina la miró extrañada, no tenía idea de por qué su amiga le estaba diciendo eso.

S: ¿Qué rayos te fumaste?

Q: Hablo enserio –la miró seriamente– ¿Qué se te pasó por la cabeza para tratar a Brittany tan grosera y antipáticamente anoche en la fiesta?

S: ¿Qué Brittany? –pensó por unos segundos– Ah! Ya me acuerdo... ¿Te enojaste por eso? –continuó con su desayuno– Bah, pensé que era algo más grave.

Q: Esto es grave, Santana.

S: ¿Desde cuándo te volviste tan aburrida? Que yo sepa, hasta ayer por la tarde estabas normal.

Q: Fue gracias a Rachel, ella cambió mi forma de ver el mundo...

S: Cursilerías...

Q: ¡Al menos déjame contarte!


Flashback

Rachel y Quinn se encontraban en la barra, tomando y hablando de todo un poco.

R: ¿Estudias?

Q: Nah –bebió– Nunca fui buena para esas cosas. Yo soy una chica de la noche. ¿Y tú?

R: Yo terminaré la preparatoria en unos meses y luego iré a Broadway.

Q: ¿Cantas?

R: Sí, seré la próxima Barbra Streisand.

Quinn sonrió ante las grandes expectativas de la judía. Definitivamente, una persona como ella no conocías todos los días.

Q: Cuando debutes deberías invitarme...

R: Claro Quinny, ten por seguro que lo haré.

Se quedaron calladas durante unos minutos, pero no era un silencio incómodo. Más bien, era un silencio en el que podían admirarse la una a la otra.

R: ¿Sabes? La vida a veces te da sorpresas. Uno nunca sabe a quién conocerá, ni con quién tropezará. Las cosas pasan por algo, y en tus manos está saber aprovechar las oportunidades. Definitivamente, al venir a esta fiesta no esperaba encontrarme con una persona tan dulce como tú, y menos aún sabiendo que tanta gente me trata mal y se burla de mí. Tú, eres especial.

Q: ¿Quién te trata mal? –definitivamente, iba a hacer pagar caro a esos canallas.

R: La mayoría en la secundaria. Mis amigos del Glee Club son los únicos que me comprenden, y ahora tú. Por eso algún día quisiera hacer un cambio, para que la gente deje de tratar mal a otros y burlarse por tonterías.

Quinn se quedó callada, con mucha vergüenza. Pensó en todas las veces en que ella y Santana, buscando algo de 'diversión nocturna', maltrataron a otros. O las veces en que se acostaron con un desconocido, y al día siguiente lo trataron como basura.

Fin del flashback


S: ¿Y eso en qué viene al caso?

Q: Que deberías disculparte con la chica.

S: ¡No voy a disculparme por lo que soy! –gritó– Que la enana esa te haya llenado la cabeza de estupideces acerca del amor y la fraternidad no es mi culpa. Ve a darle tus lecciones de convivencia a otros, yo sé muy bien cuán duro es el mundo y seguiré luchando. Esto es una jungla, el más fuerte es el que gana.

Dicho esto, la morena abandonó el departamento. No tenía ganas de escuchar reclamos. Si su personalidad era esa, fue porque el mundo que la rodea le obligó a eso.

S: Ser una niñita de mami nunca me dejó nada bueno –se dijo a sí misma.

Feliz sábado a todos! Les traigo un capítulo más de nuestro fic :D De nuevo, quiero agradecer por sus comentarios. Se pasan de buena onda, enserio :D

Respecto al cap de hoy, de nuevo no hay Brittana, así que no nos odien. Pero para compensar, hay mucho Quinntana :D Amarán a Quinn en este capítulo, lo sé.

Me estoy alargando de más jajaja. Bueno, disfrútenlo y que tengan un buen resto de jornada!


Capítulo 6: Begin again

Brittany le había contado toda la historia de su encuentro con Santana a Rachel. La judía escuchaba atentamente, y se acordó que intercambiaron miradas en la barra.

R: ¡Te lo dije! –saltó– ¡Apenas la miré y ya me cayó mal!

B: Es una insoportable, ojalá nunca vuelva a verla –resopló– Y bien... ¿llamarás a tu Quinny? –rió, haciendo que su amiga se sonrojara de nuevo.

R: No –negó rotundamente– Si es amiga de esa tal Santana, seguro que ella es también así.

En ese momento el celular de la pequeña diva comenzó a repicar. Apenas vio de quien se trataba, la cara se le iluminó con una gran sonrisa, a la vez que se ponía colorada como un tomate.

B: ¿Adivino? –su amiga no respondió– Sí, es Quinn.

El mensaje decía lo siguiente:

Hola Rachel. Espero que te acuerdes de mí, porque yo no pude olvidar tu linda sonrisa. Sé que sonará algo atrevido, pero quisiera invitarte a salir y mostrarte algo muy divertido una de estas tardes... Q.

R: ¡Me acaba de pedir una cita! –gritó de repente, asustando a la rubia– ¿Qué le digo?

B: ¿No era que ya no querías verla? –rió– Considerando que te mueres por verla de nuevo, y que yo la apruebo como tu cita –sonrió– ¡Dile que sí!

R: ¡Retiro lo dicho! –miró a Brittany– Jamás he tenido una salida formal con algún chico, y resulta ser que ahora estoy por aceptar la invitación de una chica.

B: Quizás lo tuyo siempre fueron las mujeres –le guiñó un ojo– Yo te quiero tal cual eres.

Rachel saltó sobre su mejor amiga y se fundieron en un abrazo. En momentos como ese, la judía se daba cuenta de que tenía la mejor amiga del mundo.


Quinn no podía dejar de dar vueltas al comedor por dos razones. La primera, esperaba una respuesta de Rachel y la idea de que la rechazara le comía la cabeza. La segunda, era que le preocupaba Santana. La latina había abandonado la casa hecha una furia, tomó su motocicleta y se largó. De eso ya hacían más de dos horas. La rubia sabía que su mejor amiga no tenía una mentalidad suicida, pero aún así, le preocupaba lo que podía hacer en tal estado de nervios.

Santana empezó a adquirir esa costumbre de enojarse tan fácilmente tres años atrás, cuando terminaron la secundaria. Siempre tuvo un carácter fuerte, pero jamás llegó hasta esos extremos. Quinn la comprendía, había pasado por cosas muy difíciles en su vida, y juntas tuvieron que apañárselas solas cuando huyeron de sus casas. Ellas, más que nadie, sabían que el mundo no era tan lindo como pensaban en su adolescencia, por eso, preferían no ver la verdad de las cosas y vivir a lo loco, sin detenerse a pensar en las consecuencias.

El celular de Quinn sonó, sacando a la rubia de sus pensamientos. Rápidamente lo agarró, y se puso muy nerviosa al ver que era la contestación de Rachel.

R: ¡Hola Quinn! Lamento contestarte casi 1 hora después, es que aún estoy recuperándome de lo anoche :s Y no creas que me olvidé de ti, jamás lo haría... Respecto a tu invitación, la acepto. Sólo dime cuándo y nos veremos :)

La rubia gritó de felicidad. Durante esa larga espera había pensado que Rachel jamás respondería o que si lo hacía, le diría que no volviera a molestarla y cosas por el estilo.

Q: ¿Qué te parece el próximo viernes por la tarde? Te paso a buscar del McKinley y de allí nos vamos ;)

R: ¿Cómo sabes dónde estudio? ¿Acaso estuviste averiguando sobre mi vida personal?

Q: ¡No Rach! jajaja. Lo dijiste unas mil veces anoche...

R: Ah, lo siento. Casi no recuerdo nada... Pero lo importante es que me acuerdo de ti :D El viernes está bien. Salgo a las 3, ¡nos vemos! :*

Q: ¡Genial! Besos :)

Definitivamente, conocer a la judía había cambiado todo su mundo.


Santana estaba en las afueras de la ciudad, específicamente, en una zona despoblada donde podías ver gran parte de esta desde cierto valle con no mucha altura. Los sonidos de la naturaleza lograban calmar un poco más sus sentidos, y los pájaros eran testigos del estado anímico en que se encontraba. Hacía ya casi una hora que llegó ahí, después de conducir por mucho tiempo. Quinn la estuvo llamando alrededor de veinte veces, pero no contestó.

Apreciando toda la vista enfrente de ella, se daba cuenta que era tan pequeña en comparación con todo el mundo. Pero sus problemas eran tan grandes que a veces sentía que se ahogaba en ellos, y al final era Quinn quien siempre estaba ahí para apoyarla y animarla. ¿Y qué hacía la morena? La trataba de la peor manera cuando la rubia sólo intentaba aliviarla un poco más de la carga emocional que poseía. A decir verdad, esta vez se había pasado de perra con su amiga, y lo aceptaba. Su corazón le decía que la llamara y se disculpara, además de notificarle dónde estaba para que no se preocupe. Sin embargo, su orgullo le decía que esperara que Quinn llamase y así ella no tendría que ‘rebajarse’ al nivel de pedir disculpas.

Mientras pensaba esto sonó su celular, y para su sorpresa, era Quinn.

S: Pensaba que ya te cansaste de llamar, Fabray –dijo a modo de saludo.

Q: Y yo sabía que por tu maldito orgullo no me llamarías, así que lo tengo que hacer yo –esperó la respuesta de la morena, que jamás llegó, así que continúo hablando– ¿Dónde se supone que estás?

S: No importa eso, ahora vuelvo a casa –se incorporó del suelo y se subió a la motocicleta.

Q: Bien, porque aún tenemos una charla pendiente.

S: No jodas más con eso –espetó.

Q: Pues lo seguiré haciendo hasta que hablemos decentemente.

S: Está bien –cedió– Nos vemos –cortó la comunicación.

Aún con muchos conflictos en la cabeza y en el corazón, Santana regresó al lugar que compartía con su mejor amiga, y que a pesar de todo, llamaban hogar.


Quinn esperaba que la pequeña escapada que se había dado la morena le hubiera servido para tranquilizarse un poco. Enfrentarse a una Santana enojada no era de lo más recomendable del mundo, sobre todo si querías conservar todos tus dientes y tu cara en perfecto estado.

Casi una hora después de la última llamada que intercambió con la latina, escuchó la puerta del departamento abrirse y a Santana dejando sus llaves sobre la mesa.

S: ¡Q! ¡Estoy aquí! –gritó.

Quinn salió a su encuentro, y la envolvió en sus brazos en un cálido abrazo porque podía adivinar cómo estaba su mejor amiga. Santana le devolvió el saludo, apretándola aún más fuerte contra su cuerpo.

Q: Me debes una disculpa –rió– Pero te ahorraré la vergüenza de pedírmela, así que directamente te perdono.

S: Eres la mejor –sonrió y se sentó en el desgastado y descolorido sofá.

Quinn fue a la cocina, y trajo algunas cosas que tenían para comer. Se sentó al lado de la morena y la miró fijamente, esperando que esta hablara cuando estuviera lista.

S: Querías hablar, ¿no? Pues adelante, hazlo...

Q: San... me preocupas –empezó– Se que no soy tu madre...

S: No me hables de ella –interrumpió.

Q: Lo siento –hizo una pausa– El asunto es... que cada día estás dejando que el mundo te consuma más y más. Sé que yo también lo he hecho, y de veras estoy arrepentida porque no disfruté verdaderamente estos tres años contigo, como tu amiga.

S: Aunque no lo creas, lo he pensado y tienes razón –agachó la cabeza– Soy un desastre Quinn, me odio...

Q: No San... Eres una persona genial y lo sabes. ¿Recuerdas nuestros años en la preparatoria, donde éramos personas diferentes? Debemos volver a eso...

S: Aunque admitamos que alguna que otra noche teníamos nuestras salidas nocturnas –rió acompañada de la rubia.

Q: Quizás eso no cambie más –bromeó– Pero el punto es que la vida que llevamos nos hará caer tarde o temprano.

S: Vaya Fabray, ¿la enana esa te hizo tan inteligente en una noche? –rió– Pues si es así, será mejor que la veas todos los días.

Quinn recordó la salida que planeó con Rachel, y se le ocurrió una genial idea.

Q: Hablando de eso... –se sonrojó– Tengo una cita con Rachel.

S: ¡¿Enserio?! Si que te tomas el cambio enserio...

Q: Sí. La iré a buscar del McKinley, que es donde estudia, y la llevaré a algún lugar cursi, y por la noche, iremos a ver las carreras clandestinas...

S: ¿No que ibas a dejar la mala vida de lado? Que yo sepa las carreras clandestinas de motos es algo malo.

Q: Tampoco seamos taaaaan estrictas –sonrió– Jamás podré alejarme de las carreras.

S: Como tú quieras. Disfruta de tu mini cita –rió estridentemente– ‘Mini’ porque la chica esa es una enana.

Quinn no pudo evitarlo y soltó una gran carcajada.

Q: Eres una idiota, Lopez.

S: Y así me amas –sonrió.

Q: Tú deberías ir conmigo al McKinley –dijo después de un largo silencio.

S: ¿A buscar a tu chica del colegio? Lo siento, pero es asunto tuyo.

Q: Brittany también estudia ahí, y recuerda que le debes una disculpa –Santana iba a protestar, pero Quinn la silenció con la mirada– Esa chica es buena, y me dio mucha pena cómo la trataste. Creo que estuvo llorando, no estoy segura porque siempre evitaba mirarme directamente...

El corazón de la latina dejó de latir. ¿Había hecho llorar a Brittany? Sí que era una idiota.

Q: Sólo sería ir y decirle: ‘Brittany, siento lo de la otra noche’. Luego puedes desaparecer y nunca más verla. Sé que tu orgullo es enorme, y que te costará hacerlo... Pero mira esto como una manera de empezar de nuevo, y empezar bien.

S: Lo pensaré –dijo.