[Fic Brittana] You Drive Me Wild | Capítulo 29: I can't lie

Hola! It's friday, lo que significa actualizacion :DD Me re emocioné ajajajaja. Una vez mas les agradezco por sus comentarios tan bonitos, Naty y yo estamos muy felices ♥

Alguien ya leyo 50 shades of Grey? Yo lo hice y no pude evitar imaginarme una version Brittana de eso *w*

Sin ninguna tonteria mas que decir, les dejo el cap. Hago las aclaraciones al final!


Capítulo 18: The best day

Llegó el sábado por la tarde, y como Santana prometió, fue por Brittany a su casa. Como ya todos sabían que era su novia, se tomó el atrevimiento de tocar el timbre, sin importarle que Susan le pudiera abrir la puerta.

¡Santana! –saludó Jenny abriendo la puerta.

S: ¡Hey! –sonrió.

Se dieron un pequeño abrazo y luego Jenny fue a buscar a su hermana. A los pocos minutos, bajaron las dos rubias.

B: ¡Saaaaaan! –se arrojó a los brazos de su novia y la llenó de besos.

S: Hola amor –dijo mientras reía– ¿Lista para irnos?

J: ¿A dónde irán, eh? Espero que no perviertas mucho a mi hermanita, ella aún es muy pura –guiñó un ojo a Santana, quien se puso a reír.

B: ¡Jenny! –se sonrojó.

Luego de unas cuantas bromas más, las Brittana se dirigieron a su destino. Lo único que la rubia sabía era que irían a la playa.

S: Quinn y Rach seguro deben estar divirtiéndose ahora –rió– Las dejé en el departamento solas.

B: Prefiero no imaginar qué estarán haciendo.

S: Yo menos. La imagen del hobbit haciendo esas cosas me da náuseas –bromeó.

Brittany la acompañó con una carcajada y para cuando llegaron a la playa, ya les dolía el estómago de tanto reír.

B: ¿Qué haces? –preguntó al ver que Santana paraba la moto y se bajaba.

S: Te voy a sorprender –sonrió.

Le vendó los ojos a la rubia y le pidió que se sostenga bien fuerte para no caer, ya que aún quedaban unos cuantos metros por recorrer. Al llegar, Santana ayudó a su novia a descender de la moto y la besó dulcemente.

S: Espérame aquí y no abras los ojos –exigió.

B: ¿Qué está pasando? –silencio– ¿Santana?

La rubia soltó un grito cuando la morena la abrazó por detrás y le besó la nuca.

S: Lo siento, no pude evitarlo –rió– ¿Preparada?

B: Sí...

Santana le quitó la venda de los ojos, y ante ellas estaba la casa de la que Brittany le había hablado la primera vez que fueron a la playa. La puerta estaba abierta y la moto ya estaba dentro.

B: ¿La alquilaste para nosotras? –preguntó ilusionada.

S: Eeeh... No tanto así –sonrió– La tomé prestada por un rato, pero nadie lo sabe.

B: ¿Y cómo se supone que abriste la puerta sin las llaves?

S: Subí por el muro y entré a la casa, adentro hay una copia de las llaves –respondió sencillamente– Tienes la novia más inteligente del mundo.

B: –rió– Esto está mal, pero es divertido.

Se tomaron de las manos y entraron a la vivienda. Si desde afuera se veía grande, desde dentro lo era aún más.

B: Esto es increíble –decía mientras subían al segundo piso.

S: Y espera a que veas la vista desde la terraza.

B: ¿Ya estuviste aquí antes?

S: Vine esta mañana a ver si estaba todo en orden, antes de traerte –sonrió.

B: Te amo.

S: Igual yo.

Como la latina lo dijo, la vista desde la terraza era asombrosa. Se quedaron varios minutos observando el atardecer y toda la playa desde arriba, hasta que Santana obligó a Brittany a volver adentro.

S: No preparé todo esto para que nos quedemos afuera –dijo señalando una fabulosa mesa, con la cena y unas velas encima.

B: ¿Lo preparaste tú? –preguntó con lágrimas en los ojos.

S: Quinn me echó una mano, pero la mayoría lo hice yo –contestó orgullosa.

Brittany la abrazó y derramó unas cuantas lágrimas en la blusa de la morena. Esta le devolvió el abrazo con mucha felicidad.

S: Basta de lágrimas –secó la cara de su novia con dulzura– ¿Quieres champagne?

B: Claro.

Se sentaron y empezaron a beber, recordando desde cómo se conocieron hasta que se hicieron novias y todas las anécdotas que surgieron entre ellas y las Faberry. Luego, la cena fue exquisita y Santana se sintió realizada porque a Brittany le haya gustado.

S: Y aún no terminan las sorpresas –dijo ya pasadas varias horas desde que llegaron, cuando el champagne se acabó.

B: ¿Otra más? –sonrió.

S: Acompáñame.

Le tendió la mano y la rubia la agarró gustosa. Santana la llevó hasta la habitación principal, donde había una gran cama bien puesta y con pétalos de rosas sobre las sábanas.

S: Ya lo sé, típico –miró a la rubia, quien tenía una cara de temor– ¿Qué sucede?

B: Yo nunca hice... ‘esas cosas’ con nadie –respondió avergonzada.

S: ¿Enserio? –preguntó sorprendida– Mira Britt, yo no lo sabía. Y quiero que sepas que con esto no pretendo obligarte a hacer nada que no quieras hacer. Te esperaré el tiempo que quieras...

Brittany tomó desprevenida a Santana mientras hablaba, y le rodeó el cuello con los brazos, mientras la besaba. La morena tardó un rato en reaccionar, pero luego, puso sus manos a los costados de la cintura de la rubia. Lentamente fueron caminando hasta la cama, y Santana se puso encima de su novia mientras seguía besándola.

S: ¿Estás segura de que quieres hacerlo? –preguntó separándose del beso.

Como toda respuesta, Brittany la tomó de la nuca y la llevó de nuevo a sus labios.

S: ¿Eso es un sí? Porque una vez que comenzamos, ya no hay vuelta atrás. No se vale dejarme con las ganas...

B: Sí San, ahora bésame –dijo molesta.

Esta vez el beso fue más apasionado y salvaje, pero sin dejar de lado la ternura. Esa noche, sólo la luna fue testigo del acto de amor entre las dos chicas, que de esa manera, hacían un pacto de pertenecerse la una a la otra para siempre.


Santana despertó por la mañana más feliz que nunca, y todo se lo debía a su hermosa novia rubia. Se volteó para darle el saludo de buenos días, pero no la encontró en la cama. Se levantó perezosamente y se vistió apresuradamente. La buscó en el baño y en el primer piso, pero seguía sin encontrarla. Así que se le ocurrió que tal vez estaría en la playa.

Subió de nuevo al segundo piso y se asomó por el balcón, para tener una mejor vista, y allí la vio. Brittany estaba caminando por la playa mientras el viento la despeinaba y la hacía ver aún más bella de lo que era.

Santana silbó lo más fuerte para llamar la atención de la rubia, quien al escuchar esto, se giró hacia el balcón con una gran sonrisa. Se saludaron con las manos y velozmente, Brittany corrió hacia la casa.

B: Hola Santy –saludó dulcemente.

S: ¿Cómo amaneciste preciosa? –sonrió.

B: Del 1 al 10, creo que 1 millón –rió– ¿Y tú?

S: Demasiado bien. Tuve la mejor noche de mi vida.

Santana agarró a Brittany por la cintura y se fundieron en un beso cargado de sentimientos. La rubia no podía estar más feliz porque se había entregado completamente a la chica que amaba; y la morena estaba orgullosa por haber sido la primera en la vida de su novia.

B: Mi mamá debe estar furiosa. Son más de las 8 de la mañana y yo no aparezco por la casa desde ayer.

S: Debe estar que muere –rió– ¿Ya quieres volver?

B: Primero vamos a desayunar, y luego...

S: Tus deseos son órdenes, mi reina –sonrió– Conozco un lugar que te encantará.

Recogieron todas sus casas y limpiaron la casa para que quede justo como estaba antes de que ellas fueran ahí. Luego, subieron a la moto y Santana condujo hasta una cafetería para desayunar.

El lugar no era muy grande, pero estaba lleno de gente. A Brittany le pareció un sitio muy acogedor y bonito para pasar un rato. Ordenaron el desayuno y mientras comían, la latina no sacaba los ojos de la rubia.

B: San... –dijo algo incómoda.

S: ¿Si?

B: ¿Por qué me miras tanto? Me haces sentir... rara.

Santana rió y extendió su brazo sobre la mesa, para acariciar la mano de su novia.

S: ¿Cómo no podría dejar de mirarte? Hoy estás tan hermosa y tienes un brillo especial en esos ojos azules que me vuelven loca.

B: Seguro debe ser porque alguien me dio la mejor noche de mi vida... –respondió pícaramente.

S: Pues ese alguien debe ser la persona más feliz del mundo por tenerte, ¿no?

B: Y yo soy más feliz aún porque ese alguien es la luz de mis días –sonrió.

Terminaron de desayunar ante la mirada de algunas personas que las veían con ternura, y otras que como siempre, criticaban sus demostraciones de afecto en público. Pero a ellas les importaba poco y nada.

S: ¿A tu casa? –tomó de la mano a Brittany.

B: A mi casa –sonrió.

Santana conducía lo más lento posible para atrasar un poco más el momento de despedirse. Pero en algún momento tenían que llegar a la casa de los Pierce, y cuando ese momento llegó, la tristeza se sentía en el aire.

S: Bueno... adiós, supongo –intentó sonreír.

B: No quiero que te vayas –hizo un puchero.

S: Tengo que hacerlo Britt... Tengo que ir a poner algo de orden en el departamento, seguro el par de calenturientas habrán hecho un lío.

B: ¿Rach y Quinn? –la morena asintió y Brittany rió– Está bien, pero llámame.

S: Lo haré –la besó– Te amo.

B: Yo también –abrazó a la morena antes de que se vaya.

La rubia se quedó observando cómo la motocicleta desaparecía a lo lejos, y después, ingresó a su casa.

Bonitas horas de llegar –dijo Susan apenas Brittany entró.

B: Hola mamá. Buenos días, ¿cómo estás? Yo también estoy muy bien –ironizó.

Su: Cuidado con esa boca señorita –le advirtió– ¿Dónde estuviste toda la noche?

B: Con mi novia –contestó desinhibidamente.

Su: ¿Y lo dices así nada más, sin una pizca de vergüenza? –se escandalizó.

B: Sí, no me avergonzaría de lo nuestro jamás –se cruzó de brazos– Si sólo vas a reclamarme esto, te recuerdo una vez más que soy mayor de edad. Ahora voy a darme una ducha, adiós.

Su: ¡Un segundo Brittany! –la detuvo– Esta conversación aún no termina, seguiremos después porque quiero que conozcas a alguien.

B: ¿A quién? –preguntó extrañada.

Susan la condujo hasta la sala, donde Jenny estaba hablando animadamente con un muchacho.

Su: Brittany, él es el nuevo vecino.

El chico se paró a saludar y sonrió a Brittany descaradamente. A la rubia no le gustó para nada esto y se molestó.

Sebastian Smythe –se presentó.

B: Brittany Pierce –saludó fríamente y luego miró a su madre– ¿Ahora ya puedo ir a darme una ducha?

Su: ¿Por qué no eres más amable con Sebastian? –reclamó.

Se: No se preocupe señora Pierce –sonrió– Yo ya tengo que irme.

Su: Fue un placer conocerte Sebastian, espero verte más seguido y disculpa a Brittany por su mala actitud.

Se: No se preocupe, espero que con el tiempo podamos ser amigos –dirigió a Brittany una mirada significativa– Un placer conocerte.

Jenny acompañó a Sebastian hasta la puerta, dejando a Susan y Brittany solas.

B: ¿Qué significa esto?

Su: Sólo quiero que hagas otras amistades, aparte el chico es muy amable y sería una buena compañía para ti, no como Santana.

B: ¡Te conozco mamá! –estalló– Se que pretendes hacerme pasar tiempo con Sebastian para que olvide a Santana, y solo porque es un chico y se nota que tiene un nivel social alto. Pero te equivocas, mi amor por Santana no se acabará con esta clase de patéticos intentos de tu parte. Aprende a aceptar que el amor es el amor, y déjame ser feliz.

Dicho esto, Brittany fue a su habitación hecha una furia.

Su: Ya veremos hija, ya veremos... –sonrió maliciosamente.

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Notas:
1- La parte donde las Brittana hacen sus cositas, la dejo a su imaginacion. Ni Naty ni yo sabiamos como escribir eso, asi que los dejamos a su cargo. Somos unas nenas aun jajaja :)

2- No pude evitar darle participacion a Sebastian. Grant es mi amor platonico (despues de Naya, Heather, Dianna, Lea y Melissa *larga lista*)

3- Sebastian es heterosexual, para que no queden dudas.

Hola hola! Me disculpo por no haber actualizado el lunes. Lo que paso fue que me enferme mal y estuve en cama :( Pero ahora ya estoy mejor y con todas las pilas!

Gracias de nuevo por sus comentarios, fueron 13! Wow, gracias ♥ Naty y yo las amamos ♥

Sin nada más que decir, aquí les dejo el cap 19. No creo que la historia sea muy larga, mas o menos 30 o 35 caps. Asi que el drama esta muy cerca mbuajajaja (?) Bueno ya, estoy loca. Disfrutenlo!

PD: Como algunas saben, en la historia original el tema entre los protagonistas (en este caso las Brittana), termina horrible. Estamos viendo como dejar las cosas porque no queremos que sufran :) Ahora si, el cap!


Capítulo 19: Back at your door

Los días y las noches corrían rápidamente, y con ellos el amor entre las Brittana aumentaba más y más. No pasaba un sólo día en que no se vieran aunque sea unos minutos.

Ese día, Brittany apenas salió del McKinley y ya se dirigió a la casa de los Connor, puesto que debía cuidar al hijo pequeño de esta familia. Luego de las debidas recomendaciones, los señores salieron, dejando a Max, el niño, con la rubia.

B: ¿Cuántos años tienes Max? –preguntó para romper el hielo.

Mx: Seis –respondió con una sonrisita– ¿Puedo ver la tele?

B: Claro que sí pequeño.

La bailarina encendió la televisión y dejó a Max viendo una caricatura, mientras ella iba a la cocina a preparar la merienda. En eso, su celular sonó.

B: Hola...

Hey preciosa, no te vi hoy.

B: ¡San! –una sonrisa apareció en su rostro– Lo siento, estoy cuidando al hijo de unos amigos de mis padres y tuve que correr, prácticamente, desde el colegio hasta aquí.

S: Ah... ¿y dónde queda la casa?

B: ¿Para qué quieres la dirección?

S: Para ir a verte. Sabes que no puedo aguantar mucho tiempo sin hacerlo –rió.

B: Pero San... estoy trabajando.

S: Sabes que no me importan las reglas. ¡Por favor Britt Britt! Dame la dirección –suplicó.

B: Y si te la doy y vienes, seguro que empezamos a hacer nuestras cosas y nos olvidaremos del niño...

S: Llevaré a Quinn conmigo para que se ocupe de él. Ella es muy buena niñera –esto lo dijo pensando en Tito, el perro de Sue.

B: Está bien, anota...

Brittany le dio la dirección y a los pocos minutos, Santana y Quinn ya estaban en la casa.

S: ¡Preciosa! –besó a su novia– ¿Cómo estás?

B: Ahora estoy mejor que nunca –sonrió y luego saludó a Quinn– ¡Hey!

Q: ¡Hey B! –echó una ojeada a la casa– ¿Y dónde está el bodoque?

Brittany las condujo hasta el lugar donde Max estaba viendo la televisión, y Quinn quedó encantada con él.

Q: ¡Miren que lindo niño!

Y de verdad que lo era. Con sus bucles rubios cayéndole sobre los ojitos verdes, y las mejillas rosadas, era el niño más tierno que había visto jamás.

B: ¡Max! –el niño se acercó a ellas con una sonrisa– Mira, te presento a unas amigas. Ellas son Quinn y Santana –las aludidas sonrieron– Te quedarás con Quinn un ratito, mientras yo voy con Santana a hacer cosas de adultos un rato, ¿si?

Mx: Sí –le tendió la mano a Quinn– ¿Quieres ver la tele?

Q: Claro –rió enternecida.

Las Brittana se quedaron un rato observando cómo Max conducía a Quinn hasta el sofá y la hacía sentarse a su lado, mientras la rubia de ojos verdes moría de amor.

B: Será una gran madre...

S: Sí –miró a Brittany– ¿A qué te referías con cosas de adultos?

B: –sonrió sugerentemente– No lo sé, dime tú...

S: Mmm, parece que alguien quiere algo de acción –rió.

La rubia llevó a la latina a la habitación principal. Estaban haciendo una locura, pero no les importaba nada. Cerraron la puerta con llave y Brittany acorraló a Santana contra la puerta y su cuerpo, besándola apasionadamente.

S: Me encanta cuando te pones en modo salvaje –dijo mientras besaba el cuello de su novia.

B: Y a mí me encanta todo de ti...

Los minutos pasaban y las ropas ya sobraban entre ellas. La temperatura aumentaba en la habitación, a medida que los besos y las caricias subían de tono. Parecía que nada podría quitarlas de la burbuja de ensueño en la que se encontraban, hasta que un ruido de algo cayendo en la sala, las sacó de ahí.

B: ¿Qué fue eso? –dijo separándose bruscamente de la morena.

S: Seguro a Quinn se le cayó algo, después vemos –respondió algo cortada.

Continuaron con lo que estaban haciendo, pero de nuevo, Brittany se separó de Santana al escuchar algo.

S: ¿Y ahora qué? –preguntó visiblemente enojada.

B: Escuché voces...

S: Deben ser Max y Q jugando –la tumbó de nuevo a la cama.

B: ¡No Santana! –se levantó y empezó a vestirse– Otras voces... Mejor voy a ver.

S: ¡Britt! ¡No puedes dejarme así! –rogó– Hagamos esto rápidamente y luego vamos a verificar que todo está bien, ¿okay?

La rubia negó con la cabeza y Santana no tuvo más remedio que vestirse.

S: Ya me cortaron la inspiración... –decía enojada.

Salieron a mirar, ¿y qué encontraron? Un total descontrol. La sala estaba llena de personas riendo y bebiendo alcohol. Quinn estaba en medio riendo con nada más y nada menos que Marissa, mientras Max las miraba extrañado.

B: ¡¿QUÉ RAYOS ES ESTO?! –gritó asustando a todo el mundo.

Nadie respondió, así que Brittany corrió hacia Max y lo alzó en brazos.

B: ¡LÁRGUENSE TODOS DE AQUÍ! –abrió la puerta– ¡AHORA!

Quinn se empezó a despedir de todos e hizo el amago de sentarse en el sofá, pero la bailarina casi la asesina con la mirada.

B: ¡TÚ TAMBIÉN QUINN FABRAY! –le gritó– ¡VETE!

Cuando todos se fueron de la casa, Brittany mandó a Max a su habitación y cuando el pequeño se retiró, se cruzó de brazos y miró a Santana.

S: Mataré a Quinn por esto, te lo juro.

B: No te hagas de la inocente Santana –resopló– Seguro tú tuviste algo que ver en esto.

S: ¿Qué dices?

B: ¡Sí! Por eso insististe tanto en venir y traer a Quinn, y cuando te dije que saliéramos a mirar qué ocurría, tú intentaste detenerme.

S: ¡No es cierto Britt, te lo juro!

B: Seguro que quisieron montar la fiesta en un lugar diferente, y qué mejor que engañar a tu novia diciéndole que querías verla, cuando en realidad lo que deseabas era la gran diversión –le dio la espalda y empezó a revisar los cajones de las mesas– Y para variar, debo ver que no han robado nada.

S: Pero Britt...

B: Y para colmo, a la mosquita muerta de Marissa se le ocurre aparecer como si nada. ¡Quién me asegura que no te sigues enrollando con ella!

S: ¡Brittany!

B: Maldita sea la hora en que mezclé el trabajo con el amor... –se detuvo en seco– No puede ser...

S: ¿Qué pasa? –se acercó rápidamente a la rubia.

B: No está el anillo de diamantes de la señora Connor –palideció– Yo lo vi claramente cuando abrió ese cajón y me pidió que no dejara que Max jugara con él.

Santana intentó decir algo, pero las palabras no salían de su boca. Los ojos de Brittany se llenaron de lágrimas y empezó a llorar desconsoladamente.

B: ¡Me van a mandar a la cárcel por robo! –sollozó– Los señores Connor regresan en dos horas y necesito pensar en qué decirles...

S: Britt, yo...

B: ¡Vete Santana! –señaló la puerta– ¡No quiero verte ahora!

S: Brittany...

B: ¡VETE! –exigió llorando– ¡JAMÁS VAS A CAMBIAR!

La morena se levantó triste, y antes de salir, habló por última vez.

S: Volveré con ese anillo, te lo juro.


Santana condujo la moto hasta el lugar de reunión de la pandilla. Tenía algunas sospechas de quién pudo haber robado el anillo, así que se dirigió a su objetivo directamente.

Encontró a los chicos ocupando un callejón, riendo entre ellos. Y también, vio el anillo en la mano de una de las chicas.

S: ¡DAME EL ANILLO AHORA! –dijo empujando a Marissa contra la pared.

M: Hola Santy, ¿cómo estás? –sonrió sínicamente– ¿Quieres el anillo? Pues ven y búscalo.

La pelirroja se metió el anillo en el sostén y miró provocadoramente a Santana.

M: Vamos San... tocaste ese lugar miles de veces...

La morena se sonrojó completamente, pero no desvió la mirada.

M: Tener novia te cambió completamente, tanto que das pena –se burló y sacó el anillo de entre sus pechos– ¿Qué me das a cambio de que te lo devuelva?

S: Esto...

Santana lanzó un fuerte puñetazo a la cara de Marissa, y esta respondió rápidamente con un rodillazo en el estómago de la latina, haciendo que esta cayera al suelo y se retorciera de dolor. La pelirroja se agachó y empezó a repartir golpes a lo largo de la cara de la morena. Los demás alentaban la pelea, mientras Santana se estaba rindiendo, pero consiguió sacar fuerzas pensando en Brittany y se quitó de encima a Marissa con un golpe en la nariz, que hizo que esta gritara de dolor y cayera al suelo. Santana aprovechó para tomar el anillo que se había caído al suelo y corrió a la moto, regresando a la casa de los Connor.


Brittany seguía llorando, mientras intentaba pensar en alguna excusa que decirles a los Connor. Su celular empezó a sonar, y como vio que era un número desconocido, se secó las lágrimas y se aclaró la garganta antes de contestar.

B: Hola...

¿Brittany? ¿Estás bien? –dijo la voz al otro lado de la línea.

B: ¿Quién eres?

Soy Sebastian, Sebastian Smythe. ¿Me recuerdas? –contestó.

B: Ah, sí, te recuerdo –hizo una pausa– ¿Cómo conseguiste mi número?

Se: Tu mamá me lo dio para que llame a averiguar cómo te está yendo en el trabajo. Me dijo que estás en casa de los Connor cuidando a Max. Yo fui unas cuantas veces ahí y el niño es un verdadero ángel.

B: Pues yo estoy bien –dijo cortante– Así que, adiós.

Se: ¡Brittany! Se que no lo estás. Tu voz se escucha rara...

B: Impresiones tuyas. Adiós.

La rubia cortó la comunicación y siguió pensando en excusas. Las ideas más locas y descabelladas se le pasaban por la cabeza, pero necesitaba algo lo suficientemente creíble para disculparse.

Minutos después, el timbre de la casa sonó. A Brittany le entró el temor de que más gente de la pandilla llegara, así que cuidadosamente abrió la puerta y se encontró con una gran sorpresa.

B: ¿Qué haces aquí?

Vine a verificar que todo está bien –contestó la otra persona.

B: Te dije que lo estaba, Sebastian.

Se: No te creo –empujó la puerta y entró a la casa como si nada– ¿Estuviste llorando?

B: No... –respondió dudosa.

Se: ¿Qué pasó? –tomó la mano de la rubia y la hizo sentarse en el sofá– Cuéntame.

B: Nada de tu incumbencia... –respondió con los ojos brillosos a causa de las lágrimas.

Se: ¡Vamos preciosa! Dímelo...

B: ¡No me digas así! Sólo una persona puede... –empezó a llorar.

Se: ¿Tu novio? –la rubia se tapó la cara con las manos, mientras sollozaba. Sebastian le pasó el brazo sobre los hombros y le acarició el brazo– Supongo que lloras por él, por tu novio, ¿no?

B: No tengo novio...

Se: ¿Entonces?

Tiene novia –dijo Santana irrumpiendo en la habitación.

Como no habían cerrado la puerta de la entrada antes de ir al sofá, a la morena le resultó fácil entrar a la casa. Pero lo malo fue que se encontró con la escena de un muchacho abrazando a su chica.

Se: ¿Y tú quién eres? –miró a la latina desafiante– Vete o llamaré a la policía.

S: Soy la novia de Brittany y más te vale que saques la mano de la espalda de MI chica –se acercó a Sebastian.

Se: Pues sólo estoy consolándola, ya que al parecer está sufriendo por tu culpa –la miró burlonamente– Así que la que sobra eres tú.

B: Sebastian, vete por favor... –dijo al ver la cara de Santana llena de golpes y sangre.

Se: Pero... –replicó sorprendido.

S: Ya escuchaste a la dama, vete –señaló la puerta.

Sebastian se levantó y antes de irse depositó un beso en la mejilla de la rubia, para molestar a Santana. La morena lo siguió hasta la puerta y el chico iba con una sonrisa de autosuficiencia.

Se: Estaré detrás de ella, para que lo sepas –susurró en el oído de la latina– Otra más y Brittany será mía.

S: Saca tu apestoso trasero de aquí.

Santana empujó a Sebastian y cerró la puerta de un golpe. Rápidamente se dirigió a Brittany y se arrodilló frente a ella.

B: ¿Qué te pasó en la cara?

Santana no respondió. Tan sólo extendió la palma delante de ella, dejando ver el anillo de la señora Connor. La cara de Brittany se iluminó y el color volvió a ella.

B: ¿Cómo lo conseguiste?

S: Marissa lo tenía. Digamos que fui y le di su merecido, y aquí estoy de vuelta –sonrió, pero la herida de su labio se volvió a abrir y empezó a sangrar– ¡Auch!

B: Espérame un segundo.

La rubia, asustada por el estado de su novia, fue rápidamente a la buscar un botiquín y curó las heridas de Santana. La morena apenas se quejó, ya que le encantaba tener las manos de la rubia recorriendo toda su cara.

B: Ya está mejor –dijo al finalizar su trabajo– ¿Cómo te sientes?

S: Ahora, mucho mejor –sonrió como pudo.

Brittany agachó la cabeza avergonzada.

B: Lo siento San... fui una tonta al decirte todas esas cosas. Ahora se que tú no tuviste nada que ver con lo que pasó.

S: No te preocupes Britt Britt, todo está olvidado –la abrazó y luego la besó dulcemente– Pero Quinn sí que me las pagará.

B: Ugh, hablaré con Rach para que la castigue –rió.

Santana se calló de repente y miró a su novia con seriedad.

S: ¿Quién era ese muchacho que estaba contigo?

B: Es mi nuevo vecino, Sebastian Smythe. Mi mamá insiste que me haga su amiga, cree que así me fijaré en él y me olvidaré de ti.

S: –palideció– ¿Y te gusta? Porque el tal Sebastian es muy apuesto y esos ojos verdes son aún más lindos que los míos –agachó la cabeza.

B: ¡Claro que no me gusta! –tomó a Santana del mentón y la obligó a mirarla– Yo te amo a ti y a nadie más. Y tus ojos marrones son más bonitos, tu piel chocolate es más sexy y por más de que no tengas todo el dinero que él tiene, no podré sentir por él lo que siento por ti.

Santana sonrió y besó dulcemente a su novia.

S: Te juro que si vuelve a poner una mano sobre ti, le rompo esa cara de niño consentido.

B: Te dije que no me gustan las personas violentas... –reprochó.

S: Lo siento, pero soy demasiado celosa. No quiero perderte jamás.

B: No me perderás, soy tuya por siempre.

Juntaron sus meñiques como promesa y se fundieron en otro beso lleno de amor.