[Fic Brittana] You Drive Me Wild | Capítulo 29: I can't lie

Hola, aqui Gabi presente! Como estan? Yo la verdad estoy de aqui para alla preparando las cosas para mi ultimo dia de clases, osea mañana, porque tenemos que presentar una obra de teatro (la cual la tuve que escribir yo ¬¬). No iba a actualizar hoy debido a eso, pero me sobró algo de tiempo antes de ir a dormir y aqui estoy!

Tengo un anuncio. Recuerdan que dije que actualizaria todos los dias? Pues creo que ya no sera posible. Naty (le escritora principal) anda muy ocupada por ahora y no podemos tener nuestras sesiones de escritura hace como una semana, y los capitulos que tenemos escritos se nos agotan. Asi que ahora las actualizaciones seran los lunes, miercoles y viernes, y puede ser los findes, depende de Naty. Ella dice que lo siente mucho, pero tambien tiene vida social (?) lol. En fin, espero que nos comprendan :)

Sin nada mas que decir, aparte de agradecer por sus comentarios y por leernos, aqui les dejo el cap 16! Un capitulo mas cerca del drama (me gusta hacer comentarios crueles ajajaja). Bueno ya, adios y buena semana! :D


Capítulo 16: That’s the truth

Brittany caminaba por los pasillos del McKinley con una gran sonrisa en el rostro, producto del maravilloso día anterior que le había regalado Santana.

R: Parece que alguien está de muy buen humor hoy –dijo enlazando su brazo al de su amiga– ¿Se puede saber por qué? Ayer no me llamaste para contarme cómo te fue con Santana.

B: Lo siento Rach, se me pasó con lo emocionada que estaba de... –suspiró y luego sonrió– ¡que hayamos formalizado nuestra relación!

R: ¡¿QUÉEEEEE?! –dio pequeños saltos mientras aplaudía– ¡Te felicito amiga! –la abrazó.

B: Gracias Rach –respondió mientras reía– ¡Mira la hora! Debemos ir a clase antes de que sea tarde.

No tan rápido –las detuvo alguien.

Las chicas se voltearon, ¿y con quién se encontraron? Con nada más y nada menos que la mismísima Sue Sylvester.

R: ¿Qué se le ofrece profesora Sylvester? –preguntó temerosa.

Sy: Acompáñenme a mi oficina, por favor.

Brittany y Rachel se miraron asustadas. Que Sylvester las lleve a su oficina no era una buena señal y todo el colegio lo sabía.

Sy: Siéntense –ordenó ya en su despacho.

Las amigas cumplieron la orden rápidamente y en silencio. Sue hizo lo mismo, al otro lado del escritorio y procedió a hablar.

Sy: ¿Por qué no vino ayer al colegio, señorita Pierce?

B: Estaba enferma –sacó un papel de su bolsillo y se lo entregó a Sue– Ese es el permiso que firmó mi madre.

Pero todo era una mentira. En realidad, Jenny había falsificado la firma de Susan después de que Brittany le haya pedido un poco de ayuda.

Sy: Esto es muy raro Pierce –la observó fríamente– Hace unos minutos llamé a su madre para verificar cómo se encontraba de salud, ya que la explicación que me dio ayer su amiga Berry me dejó preocupada –esto lo dijo con clara ironía– ¿y sabe qué? Su madre ni estaba enterada que ayer faltaste al colegio.

La rubia palideció inmediatamente. Cómo no se le había ocurrido pensar que la plaga Sylvester le estaría siguiendo los pasos y que cualquier actitud sospechosa sería una oportunidad para hundirla. Y ahora las cosas se ponían peores, porque Susan ya sabía del engaño.

Sy: Su madre vendrá enseguida a tener una charla conmigo y con el director –miró a Rachel– Y usted Berry, estará en detención después de clases durante dos semanas, por encubrir un delito.


En la casa de los Pierce, el panorama para Brittany se veía oscuro. Susan estaba más furiosa que nunca, tanto que llamó a Louis a la oficina y lo hizo salir del trabajo.

L: ¿Me pueden explicar qué sucede?

Su: ¡Tu hija se está convirtiendo en una delincuente! –gritó– ¡Ayer se escapó del colegio y para mi suerte, la buena profesora Sylvester la vio y me lo comunicó!

L: ¿Cómo que la vio?

Su: ¡Sí! Estaba desayunando en su oficina, que casualmente tiene una ventana que da a la calle, cuando vio a Brittany subirse en una moto con una chica y se fugaron.

B: Esa Sylvester es una vieja entrometida... –susurró, pero su madre la escuchó.

Su: ¿Ves? –dijo a su esposo– Esa Santana está volviendo una salvaje a mi hijita.

L: Creo que deberías dejar que Brittany se explique.

Su: ¿Explicarse? ¡Por favor! –exclamó– Lo único que puede decirnos es que desobedeció mi orden de no volver a ver a esa criminal.

Brittany, quien se encontraba en esos momentos sentada en el sofá, se paró furiosamente y miró desafiante a su madre.

B: ¡Ya no soy una niña! –gritó– ¡Soy mayor de edad y puedo hacer de mi vida lo que quiera! Y si quiero ver a Santana, la veré las veces que quiera y a la hora que quiera, y tú –apuntó a Susan con el dedo índice– no podrás evitarlo.

Susan se acercó a ella y le volteó la cara de una cachetada. Los ojos de Brittany se llenaron de lágrimas, mientras el ardor en su mejilla aumentaba.

Su: ¡Insolente! ¿Cómo te atreves a hablarme así? –la regañó– ¡Soy tu madre y harás lo que te diga mientras vivas en mi casa!

L: ¡Cálmate Susan! –agarró a su esposa del brazo– ¡A los golpes no resolverás nada!

Su: ¡Es que esta niña parece no entender de otra forma!

Brittany se secó las lágrimas con las manos y suspiró largamente, antes de hablar.

B: No puedo creer que seas tan injusta conmigo, mamá –dijo calmadamente– Se que Santana tiene un pasado malo, pero está cambiando. Tienes que confiar en mí...

Su: ¡No quiero que seas amiga de Santana mientras vivas aquí! –gritó de nuevo.

B: Pues no somos amigas –hizo una pausa– Santana es mi novia y la amo.

La expresión enfadada de Susan se transformó en una mueca de sorpresa, ante semejante confesión. Louis, en cambio, sonrió a su hija con felicidad.

Su: ¿T-tu novia?

B: Sí mama, MI NOVIA –recalcó las últimas dos palabras– Y esa es la verdad.

Su: ¿Ahora también eres una lesbiana a causa de ella? –la furia se apoderó de sus ojos– ¡Me da asco!

B: ¡Mamá, cálmate! –la miró con dolor– No puedo creer que tu homofobia llegue hasta el punto de mirar con repugnancia a tu propia hija. Se supone que deberías entenderme y apoyarme en mis decisiones.

Su: ¡Jamás en la vida permitiría que mi hija sea una lesbiana! ¡y me importa un comino que sea ‘tu novia’, ahora mismo vas y terminas con esta tontería!

B: ¡No lo haré! Entiéndelo, es mi decisión.

Brittany salió muy enojada de la casa. Llamó a Santana llorando y le pidió que vaya a recogerla, para salir y despejarse un poco. Entre tanto, Susan y Louis seguían discutiendo.

Su: ¡Tienes que convencerla de que deje a esa delicuente! –fingió llorar– ¡Esto no será bien visto ante la sociedad!

L: Lo siento Susan –respondió calmadamente– Yo confío en las decisiones que toma nuestra hija y la apoyo, incondicionalmente.

Su: ¡No te pongas de su parte! ¡Sabes bien que esto está mal! –se sentó– Al menos busca a Santana y habla con ella, hazle ver el error que está cometiendo al salir con Brittany y confundirla respecto a su orientación sexual.

L: Hablaré con Santana, pero no para eso –se dirigió a la puerta– La felicitaré por hacer a nuestra hija feliz.

Dicho esto, Louis también abandonó la habitación, dejando a una rabiosa Susan sola.

Su: Juro que esto no se quedará así...


Santana fue rápidamente a la casa de los Pierce, y se encontró con una desconsolada Brittany llorando en la vereda.

S: ¿Qué pasa preciosa? –la abrazó.

B: ¡Mi madre, eso pasa! –se pegó mas al cuerpo de la morena– Vámonos de aquí, por favor.

S: ¿A dónde quieres ir? –secó delicadamente las lágrimas del rostro de la rubia.

B: A donde sea, lejos de aquí.

Como si sus deseos fueran órdenes, la latina condujo por la avenida con la intención de llevarla a la colina donde fueron con las Faberry.

S: ¿Quieres contarme mejor lo que sucedió? –preguntó cuando estaban esperando frente al semáforo.

B: Cuando lleguemos te lo contaré, ahora no.

S: Comprendo –sonrió– Te amo.

B: Y yo a ti –besó la mejilla de su novia.

Al lado de la motocicleta donde iban las chicas, estaba un auto de color negro, también esperando que el semáforo se pusiera en verde. En él iban dos personas, un hombre y una mujer. Brittany miró a la señora y se dio cuenta de que tenía un parecido extraordinario con Santana, cosa que la asustó un poco.

B: San... –susurró al oído de esta– Mira a la derecha, esa mujer se parece demasiado a ti.

Santana se giró curiosa y de inmediato, su expresión tranquila y alegre se transformó en una de enojo y sorpresa.

¿Santana? –dijo el hombre al notar la mirada de la morena.

La latina no respondió. Bajó de la moto apresuradamente y pateó la puerta del automóvil con todas sus fuerzas. La mujer bajó rápidamente y se acercó a ella, antes la mirada curiosa de las personas a su alrededor.

¡Cálmate Santana! –gritó la mujer.

S: ¡Aléjate de mi! –chilló– ¡No me toques!

Santana empujó a la señora, y volvió a su moto con la rabia presente en cada poro de su piel. El semáforo les dio camino libre y aceleró lo máximo que pudo. Brittany dirigió una última mirada a esas dos personas y luego enfocó su atención en la morena.

B: ¡Tranquilízate Santana! –gritó– ¡Vamos a chocar si no desaceleras!

Pero la morena parecía no escuchar nada, y al contrario de lo que le dijo la rubia, aceleró aún más.

B: ¡Santana, por favor! –seguía gritando asustada.

Finalmente, después de varios minutos de sufrimiento para Brittany, llegaron a la colina. Santana prácticamente dejó tirada la moto y corrió hasta que no pudo más. Llegó debajo de un árbol y se puso a patear el tronco de este, haciendo que le salgan lágrimas del dolor.

B: ¡Detente Santana! –la abrazó por detrás y la alejó de allí.

S: ¡Suéltame Brittany! –gritó resistiéndose.

B: ¡No te dejaré! –la abrazó aún más fuerte– Por siempre y para siempre juntas, ¿recuerdas?

S: ¡Lo único que quiero en este momento es golpear a alguien hasta matarlo!

B: ¡No digas eso! No me gustan las personas violentas... –suplicó.

Santana cedió ante la petición de su novia y se volteó para quedar de frente a ella. La miró con arrepentimiento y la besó suavemente.

S: Lo siento Brittany –dijo ya más calmada– Pero esta situación me supera.

B: No entiendo San... estabas tan bien y de repente ves a esas personas y te pones tan violenta que das miedo.

S: Lamento haberte asustado...

B: Te perdono –sonrió– Pero dime... ¿quiénes eran?

S: Mi madre y Ed.