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FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
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Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
Hamily...! Me encanta Hamily -No entiendo porque no las ponen de pareja en la serie XD, Faberry 2.0- y me encanta que salgan en tu Fic.
¿Quien haré entrar en razón a Brittany? Parece que ni su ex -que me sorprendió su propuesta- ni su mejor amiga- que la trata como su madre- van a lograr que busque una explicación...al menos no por ahora.
¿Que va a pasar con Santana? Dinos que nada malo, por que no soportaría que alguien le tocara un pelo.
En fin...:3 quiero más. Espero tu actualización, tardate porque las ansias siempre me dan un capítulo mejor.
Saludos...!
¿Quien haré entrar en razón a Brittany? Parece que ni su ex -que me sorprendió su propuesta- ni su mejor amiga- que la trata como su madre- van a lograr que busque una explicación...al menos no por ahora.
¿Que va a pasar con Santana? Dinos que nada malo, por que no soportaría que alguien le tocara un pelo.
En fin...:3 quiero más. Espero tu actualización, tardate porque las ansias siempre me dan un capítulo mejor.
Saludos...!
Ali_Pearce- - Mensajes : 1107
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Edad : 31
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
Hola! encontré tu fic y ya me puse al dia con tus actualizaciones (= , pero justo ahora que me he convertido en una de tus tantas fieles lectoras tu internet se arruina :c , en fin al tema que nos compete.... xD
Amo con locura tu fic!*-* La personalidad de Santana me encanta es tan autosuficiente pero tan frágil a la vez :3 ... Y Britt,simplemente la ternura con patitas xD. Su discusión fue bastante feita pero es necesario el drama en los fics o si no todo se vuelve monotono, en cambio así nos tienes a todas con el alma pendiendo de un hilo !! jajajaj.
Bien, querida mía, cuando pensaba que tu fic no podía ser mas perfecto... aparece Emily Fields <3 jijij. Te felicito la historia está super buena y la forma en que narras cada hecho y cada sentimeinto es tan... asdjajdaskdj aww*-* no sé si me explico xd
En fin, espero que las cosas se vayan arreglando entre ellas :c o si no moriré lentamente por tu culpa u,u jajaj bromis<3 Espero tu actualización , mil besos Bye :**
Amo con locura tu fic!*-* La personalidad de Santana me encanta es tan autosuficiente pero tan frágil a la vez :3 ... Y Britt,simplemente la ternura con patitas xD. Su discusión fue bastante feita pero es necesario el drama en los fics o si no todo se vuelve monotono, en cambio así nos tienes a todas con el alma pendiendo de un hilo !! jajajaj.
Bien, querida mía, cuando pensaba que tu fic no podía ser mas perfecto... aparece Emily Fields <3 jijij. Te felicito la historia está super buena y la forma en que narras cada hecho y cada sentimeinto es tan... asdjajdaskdj aww*-* no sé si me explico xd
En fin, espero que las cosas se vayan arreglando entre ellas :c o si no moriré lentamente por tu culpa u,u jajaj bromis<3 Espero tu actualización , mil besos Bye :**
Nicole Morris Rivera*** - Mensajes : 135
Fecha de inscripción : 12/09/2012
Edad : 29
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
hola..
creo que nunca te habia comentado pero por primera vez lo hare..empezare por el principio la verdades que me fascina tu fic la trama que le pusiste de san como prostituta es bastante interesante...
me encanta que casi todo el fic lo pongas desde la perspectiva de britt me hace sentir mas curiosidad por lo que esta pensando san y cuando lo pones de la perspectiva de san me aclaras muchas dudas encuentro genial eso...
me encanta que britt fuera valiente de primero buscarla sabiendo que era casi imposible que una prostituta se enamorara de ella y que dificilmente dejaria su trabajo por ella. tambien amo que haga tdo lo que se le ocurre por ayudarla a superar un poco los miedos que tiene la pobre san, amo que britt la trate como a una reina exepto por lo ultimo claro.
y san tan sexy y super hot ella me mato cuando le hizo la llamada a britt a la oficina jajajaja y despues solo queria 1313 me encanto esa necesidad que hacia notar por hacer el amor con britt jajaja juro que me parecio hasta tierna su desesperacion y cuando le declaro que la amaba por primera vez que amor...
tambien me muero de ternura cuando le cuenta a britt de su vida y le demuestra a su lado mas sensible y sus debilidades..me encanta que se halla atrevido a ser sincera con sus sentimientos y que se la halla jugado por la relacion, me gusta que haga notar demaciado la diferencia de hacer el amor con britt o hacer sus trabajos sexuales por dinero, amo que con britt todo sea distinto que por la cosa mas diminuta que sea con britt ella es totalmente feliz por que la ama.. me encantan juntas..
y si pienso que san deberia superar sus miedos pero no sola.. ha estado tanto tiempo sola y que britt la defienda ahora le puede dar mas seguridad ahora para ella superar esas cosas despues y no dejar que nadie la pase a llevar, por que al final igual pienso que britt la a ayudado arecuperar un poco la confianza en si misma.. aunque si creo que sus celos la llevaron a retroceder mucho y termino arruinandolo todo, lo unico que espero es que san la perdone y que britt la salveee.. jajaja
eso mencione que me encanta tu fic? jaj
saludos actualiza pronto
creo que nunca te habia comentado pero por primera vez lo hare..empezare por el principio la verdades que me fascina tu fic la trama que le pusiste de san como prostituta es bastante interesante...
me encanta que casi todo el fic lo pongas desde la perspectiva de britt me hace sentir mas curiosidad por lo que esta pensando san y cuando lo pones de la perspectiva de san me aclaras muchas dudas encuentro genial eso...
me encanta que britt fuera valiente de primero buscarla sabiendo que era casi imposible que una prostituta se enamorara de ella y que dificilmente dejaria su trabajo por ella. tambien amo que haga tdo lo que se le ocurre por ayudarla a superar un poco los miedos que tiene la pobre san, amo que britt la trate como a una reina exepto por lo ultimo claro.
y san tan sexy y super hot ella me mato cuando le hizo la llamada a britt a la oficina jajajaja y despues solo queria 1313 me encanto esa necesidad que hacia notar por hacer el amor con britt jajaja juro que me parecio hasta tierna su desesperacion y cuando le declaro que la amaba por primera vez que amor...
tambien me muero de ternura cuando le cuenta a britt de su vida y le demuestra a su lado mas sensible y sus debilidades..me encanta que se halla atrevido a ser sincera con sus sentimientos y que se la halla jugado por la relacion, me gusta que haga notar demaciado la diferencia de hacer el amor con britt o hacer sus trabajos sexuales por dinero, amo que con britt todo sea distinto que por la cosa mas diminuta que sea con britt ella es totalmente feliz por que la ama.. me encantan juntas..
y si pienso que san deberia superar sus miedos pero no sola.. ha estado tanto tiempo sola y que britt la defienda ahora le puede dar mas seguridad ahora para ella superar esas cosas despues y no dejar que nadie la pase a llevar, por que al final igual pienso que britt la a ayudado arecuperar un poco la confianza en si misma.. aunque si creo que sus celos la llevaron a retroceder mucho y termino arruinandolo todo, lo unico que espero es que san la perdone y que britt la salveee.. jajaja
eso mencione que me encanta tu fic? jaj
saludos actualiza pronto
pauly_brittana** - Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 04/03/2013
Edad : 31
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
quiero leer más, no me gusta eso de que tengas problemas con el internet, me encata emily (es una de mis series preferidas ademas de glee) y porfa que todo se arregle entre San y Britt
espero con ansias el prox cap
espero con ansias el prox cap
Brittana_Lopez* - Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 06/02/2013
Edad : 30
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
hOla soy nueva lei tu fic sta geneeal,, espero actualices pronto,,, concuerdo con los demas comentarios ,, Actualizaa!!xfis
ToLeedithaa.16** - Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Mi Reina de la noche
hola mis bellas lectoras muchass gracias por seguir mi historia y comentalas adoro
pauly_brittana , marissa paredes : chicas por comentarios como los de ustedes me desvelo escribiendo gracias de verdad
mi problema con el inter continua pero por mi ausencia publicare hoy dos capítulos
DRA Hilda Fields
pauly_brittana , marissa paredes : chicas por comentarios como los de ustedes me desvelo escribiendo gracias de verdad
mi problema con el inter continua pero por mi ausencia publicare hoy dos capítulos
capitulo 22
Al día siguiente después de dejar a quinn en el aeropuerto regresé a mi apartamento de un humor bastante distinto al que tenía cuando me marché. Sin embargo, todavía me acechaban las dudas y estaba convencida de que aún tardaría un par de días en asimilar todo lo que las chicas me habían dicho en la cabaña. Y entonces... ¿qué debía hacer? La verdad es que no tenía ni idea.
Una cosa estaba clara: la situación se estaba volviendo insostenible. Lo más seguro era que tuviera que mudarme a otra ciudad. Sí, esa sería la solución más fácil. Un poco más calmada, me dirigí a la cocina para calentar el agua del café. Ya tenía el hervidor en la mano cuando sonó el teléfono. Puesto que no contestar era ya casi unacostumbre, tardé un poco en reaccionar.
El teléfono siguió sonando y me puso nerviosa... por varios motivos. Fue entonces cuando recordé que Emily había prometido llamarme
en cuanto llegara a casa. Casi pude oír su voz regañándome por no coger el teléfono, así que finalmente contesté.
Al otro lado de la línea se oía una respiración agitada, pero esta vez ni siquiera pensé que pudiera tratarse de un psicópata.
—¿Qué quieres santana? —pregunté, más bruscamente de lo que pretendía.
La respiración era cada vez más audible y parecía muy fatigosa. De repente, se hizo el silencio y, al cabo de un momento, me llegó un ruido irreconocible a través del auricular. Se hizo de nuevo el silencio. “¿Ha pasado del sexo telefónico al acoso telefónico?”, me pregunté.
¡A lo mejor tendría que haber sido ella quien se fuera de fin de semana a la cabaña conquinn y Emily!—
—Di algo —exclamé, en tono amenazador— o cuelgo. —Oí de nuevo aquel ruido extraño y después, de repente, su voz.
—BrittPor favor... —dijo, casi sin fuerzas. No parecía su voz. Parecía como si procediera de un sótano o como si hablara a través de un pedazo de algodón, o ambas cosas a la vez.
—¿Sí? —pregunté en tono de expectación, el mismo que había utilizado ella la primera vez que la llamé.
—Por favor — oí de nuevo su voz a través del auricular, muy débil —¿Puedes venir?
¿Tan pronto? ¡Y eso que Emily pensaba que jamás volvería a dirigirme la palabra! Su respiración seguía siendo agitada y me pregunté qué estaría haciendo. No podía ir. Esa noche, no. Aún tenía que pensar en todaslas cosas que me habían estado rondando por
la cabeza a lo largo de los últimos días.
—No hace ni un cuarto de hora que he llegado a casa y son como las 3AM —dije—, y la verdad es que no tenía la más mínima intención de salir esta noche.
De nuevo percibí aquel sonido irreconocible, más alto en esta ocasión. No, no era irreconocible: sonaba como un lamento.
—¡Por favor, ayúdame! —Me pregunté qué estaba pasando.
—¿Qué pasa? —le pregunté, molesta.
—Por favor, ven —susurró de nuevo, muy débilmente. Allí estaba pasando algo.
La línea se quedó otra vez en silencio: dejé de oír la respiración, pero estaba segura de que no había colgado. Esperé un poco y luego colgué. “¿Qué hago?”, me pregunté. Tenía una voz muy rara, casidesesperada. Por otro lado, yo conocía de sobra sus dotes de actriz. ¿Qué me encontraría en su casa si iba a verla?
Regresé lentamente a la cocina, mientras mi inquietud iba en aumento. No podía quedarme en casa, tenía que descubrir qué estaba pasando. Y si lo único que quería era vengarse de mí, si lo único que pretendía era que se las pagara por tratarla tan mal y decirles todas aquellas palabras ofensivas durante nuestro último encuentro, bueno me daría cuenta a tiempo. Cogí la chaqueta y me dirigí a su casa con paso dudoso.
Una vez en su edificio Pulsé el botón del interfono correspondiente a su apartamento y me abrió de inmediato. Subí en el ascensorhasta su planta y, una vez frente a la puerta, dudé antes de pulsar el timbre. La puerta se abrió muy despacio. No la vi por ninguna parte. Entré y eché un vistazo a mí alrededor. Después me volví para cerrar la puerta y entonces la vi. Estaba medio encogida detrás de la puerta, apoyada en la pared.
Apenas se sostenía en pie. Llevaba el kimono negro, pero no se había abrochado el cinturón. No llevaba nada más debajo de aquella prenda. Tenía la cabeza inclinada, pero la levantó y me miró:
—¡Dios mío! —exclamé, horrorizada. Su cara estaba cubierta de moretones y ni siquiera le veía los ojos. Me abalancé sobre ella y traté
de sujetarla. Dejó escapar un gemido de dolor
—. Dios mío —me oí repetir. La cogí por los brazos e hice caso omiso de sus gritos de dolor—. Ven —le susurré—, tengo que llevarte a la cama. —Se quejaba a cada paso que daba.
Abrí la puerta de la habitación y la ayudé a tumbarse en la cama tan despacio como pude. Gemía de una forma espantosa. La miré y me sentí totalmente impotente. Me senté junto a ella en la cama y ese movimiento, apenas perceptible, la hizo quejarse otra vez. Quise consolarla, pero... ¿qué podíahacer yo, si le dolía todo?
—¿Qué ha pasado? ¿Quién demonios te hizo esto? —le pregunté.
Intentó contestarme, pero tenía los labios partidos y muy hinchados. Le hice una señal para que no hablara—. Déjalo... Ahora no es lo más importante . Voy a llamar una ambulancia. —Cogí el teléfono, que estaba sobre la mesilla de noche.
—¡No! —exclamó, con decisión. No la entendí.
—Pero tienes que ir a un hospital. Es necesario que te vea un médico.
De nuevo intentó hablar.
—Nada de hospitales —susurró con gran esfuerzo—, nada de policía. Yo ni siquiera había caído en eso, pero lo cierto es que también tendría que llamar a la policía. ¿Por qué no quería que lo hiciera?
Era obvio que alguien la había atacado.
—Sé razonable... ¡Yo no puedo ayudarte! Estás herida. Déjame llamar una ambulancia, por favor—Negó con la cabeza, y su rostro se contrajo en un gesto de dolor. Me sentí impotente. Mis conocimientos médicos se limitaban a saber hacer unos cuantos masajes que, desde luego, no serían de ayuda en esos momentos. Siguió quejándose y yo pensé que debía hacer algo. Llamé a emily.
— BrittTe he llamado tres veces —me saludó alegremente—¿Estabas durmiendo otra vez?
—No —le contesté en un susurro. Se dio cuenta al instante de que algo no iba bien.
—¿Qué pasa?
—Necesito un médico.
—¿Qué te has hecho? —me preguntó, sobresaltada—. Pero si acabamos de volver...
—No es para mí. Por muy extraño que resulte, pareció como si aquello lo explicara todo.
—Estás con ella —dijo. No era una pregunta, sino una afirmación.
—Sí —respondí.
—Dame la dirección —dijo. No me preguntó por qué, ni tampoco me dijo que fuera a un hospital. Si a lo largo de los últimos días no me hubiera dado cuenta de lo útiles que podían llegar a ser su amabilidad y su calma innatas, lo habría sabido en ese momento. Realmente, era una persona muy especial. Le di la dirección.
—Voy a intentar contactar con una doctora que conozco. Espero que esté en casa.
—¡Yo también! —dije, en tono apremiante—. ¡Y por favor, date prisa!
Emilyno dijo nada más y colgó. Sabía que haría todo lo que estuviera en su mano, así que lo único que podía hacer yo era esperar. Me pareció una eternidad. Intentélimpiarle la sangre de la cara con una toallita, pero se quejaba tanto que abandoné la idea.
Cuando sonó el timbre miré el reloj: habían transcurrido cuarenta y cinco minutos. Abrí la puerta y una mujer de pelo gris, de unos cincuenta y tantos años, se precipitó al interior del apartamento. Di por supuesto que era la doctora, pero no se molestó en presentarse.
—¿Dónde está? —me preguntó sin rodeos.
Le señalé la habitación y pasó a toda prisa junto a mí. La seguí y me la encontré junto a la cama: se estaba subiendo las mangas de la blusa blanca. Sacó un estetoscopio de la bolsa y miró hacia la cama.
—¡Malditos ladrones! —dijo, muy molesta. La miré. No dije nada, pero estaba prácticamente segura de que aquello no lo había hecho un “maldito ladrón”. La doctora la examinó con rapidez yprofesionalidad.
Ella se quejaba, pero la doctora le hablaba en susurros, y amabilidad
—No pasa nada, bonita. Ya casi está. — Cuando terminó se incorporó para mirarme—. Creo que ha tenido mucha suerte. Por lo que yo he visto, no hay lesiones internas, pero de todas formas habría que hacerle unaradiografía.
Desde la cama, nos llegó un leve quejido de protesta.
—Ya lo sé, bonita, Su vida no corre peligro —dijo, volviéndose de nuevo hacia mí—. En cuanto pueda caminar, llévala a un hospital y que le hagan radiografías. Si ya han transcurrido unos días, no les harán preguntas —me miró—. ¡Prométeme que lo harás! —Asentí,
Puesto que era una orden—. ¿Es tu novia? —me preguntó.
Aquello me tomo completamente por sorpresa. En cualquier otro momento, nohabría contestado a la pregunta, ya que hemos terminado , pero en ese momento me limité a asentir por segunda vez.
—Teniendo en cuenta a lo que se dedican —suspiró la doctora—, tendrán que cuidar un poco más la una de la otra.
¡Pensaba que yo era una...! A pesar de la gravedad de la situación, no pude evitar una sonrisa.
—La cuidaré —le prometí— y en cuanto pueda caminar, la llevaré a que le hagan radiografías. La doctora me miró directamente a los
ojos.
—Bien —dijo al fin—, estoy segura de que lo harás. —Sacó un bloc de recetas y escribió algo—. Ve a comprar esto a la farmacia que está abierta toda la noche y dale una pastilla cada hora durante las próximas doce horas.
Asentí, muy obediente. De todas formas, aquella mujer tampoco habría aceptado un no por respuesta.
—antes de irme, quisiera fotografiarle, las heridas, tal vez sea algo útil a futuro.—dijo sacando su celular del bolso
—Está bien—dije “de seguro las utilizara para hacer estudios los médicos están todos locos” pensé.
La doctora tomo las foto y puso su celular de vuelta al boso, Dio media vuelta y se alejó hacia la puerta.
—Sí, pero... —dije, extendiendo unBrazo dándole una suma de dinero. La doctora se detuvo junto al umbral.
—Ya está arreglado —dijo. Después se marchó y yo me quedé allí, junto a la puerta, absolutamente atónita. Un débil lamento procedente de la habitación me hizo volver a la realidad. Me acerqué a la cama y la miré. Me observó através de la ranura en que se había convertido
un ojo. El otro estaba tan hinchado que ni siquiera podía abrirlo.
—Voy en un momento a la farmacia que este de turno —le comuniqué—, a buscar las pastillas.
—No —protestó, con voz tan débil que apenas entendí lo que decía.
Me arrodillé junto a la cama.
—Vuelvo enseguida, pero tengo que ir.Cerraré la puerta por fuera. ¿Dónde tienes las llaves?
Si no me equivocaba al interpretar sus gestos, me estaba señalando el bolso. Lo abrí, encontré la llave y la tome.
—Vuelvo enseguida —le dije con dulzura, para que se tranquilizara. Acaricié el aire junto a su mejilla, evitando tocarla para no causarle aún más dolor. Después me fui a toda prisa.
Aquella madrugada fue una auténtica pesadilla para ella, ¿Quién rayos le hizo todo eso? No tengo ni la más remota idea pero de lo que si estoy segura, es que ese “ser” es el responsable de ese pequeño trauma que me dejo ver durante nuestro primer encuentro ¡maldita sea esa persona!
Santana estaba muy adolorida a pesar de las pastillas que le hacía tomar cada hora. Apenas podía tragarlas. Me quedé allí sentada, mirándola: cada vez que le daba una pastilla dormía un rato y, sin embargo, gritaba de terror hasta en sueños. En una ocasión gritó “¡No!” en voz alta y después se despertó. Le di otra pastilla, aunque aún no había pasado una hora. Todo siguió igual hasta que se hizo de día y entonces cayó en un profundo sueño del queno había forma de despertarla. Me senté en un sillón, envuelta en una manta, y yo también me quedé dormida de inmediato.
Una cosa estaba clara: la situación se estaba volviendo insostenible. Lo más seguro era que tuviera que mudarme a otra ciudad. Sí, esa sería la solución más fácil. Un poco más calmada, me dirigí a la cocina para calentar el agua del café. Ya tenía el hervidor en la mano cuando sonó el teléfono. Puesto que no contestar era ya casi unacostumbre, tardé un poco en reaccionar.
El teléfono siguió sonando y me puso nerviosa... por varios motivos. Fue entonces cuando recordé que Emily había prometido llamarme
en cuanto llegara a casa. Casi pude oír su voz regañándome por no coger el teléfono, así que finalmente contesté.
Al otro lado de la línea se oía una respiración agitada, pero esta vez ni siquiera pensé que pudiera tratarse de un psicópata.
—¿Qué quieres santana? —pregunté, más bruscamente de lo que pretendía.
La respiración era cada vez más audible y parecía muy fatigosa. De repente, se hizo el silencio y, al cabo de un momento, me llegó un ruido irreconocible a través del auricular. Se hizo de nuevo el silencio. “¿Ha pasado del sexo telefónico al acoso telefónico?”, me pregunté.
¡A lo mejor tendría que haber sido ella quien se fuera de fin de semana a la cabaña conquinn y Emily!—
—Di algo —exclamé, en tono amenazador— o cuelgo. —Oí de nuevo aquel ruido extraño y después, de repente, su voz.
—BrittPor favor... —dijo, casi sin fuerzas. No parecía su voz. Parecía como si procediera de un sótano o como si hablara a través de un pedazo de algodón, o ambas cosas a la vez.
—¿Sí? —pregunté en tono de expectación, el mismo que había utilizado ella la primera vez que la llamé.
—Por favor — oí de nuevo su voz a través del auricular, muy débil —¿Puedes venir?
¿Tan pronto? ¡Y eso que Emily pensaba que jamás volvería a dirigirme la palabra! Su respiración seguía siendo agitada y me pregunté qué estaría haciendo. No podía ir. Esa noche, no. Aún tenía que pensar en todaslas cosas que me habían estado rondando por
la cabeza a lo largo de los últimos días.
—No hace ni un cuarto de hora que he llegado a casa y son como las 3AM —dije—, y la verdad es que no tenía la más mínima intención de salir esta noche.
De nuevo percibí aquel sonido irreconocible, más alto en esta ocasión. No, no era irreconocible: sonaba como un lamento.
—¡Por favor, ayúdame! —Me pregunté qué estaba pasando.
—¿Qué pasa? —le pregunté, molesta.
—Por favor, ven —susurró de nuevo, muy débilmente. Allí estaba pasando algo.
La línea se quedó otra vez en silencio: dejé de oír la respiración, pero estaba segura de que no había colgado. Esperé un poco y luego colgué. “¿Qué hago?”, me pregunté. Tenía una voz muy rara, casidesesperada. Por otro lado, yo conocía de sobra sus dotes de actriz. ¿Qué me encontraría en su casa si iba a verla?
Regresé lentamente a la cocina, mientras mi inquietud iba en aumento. No podía quedarme en casa, tenía que descubrir qué estaba pasando. Y si lo único que quería era vengarse de mí, si lo único que pretendía era que se las pagara por tratarla tan mal y decirles todas aquellas palabras ofensivas durante nuestro último encuentro, bueno me daría cuenta a tiempo. Cogí la chaqueta y me dirigí a su casa con paso dudoso.
Una vez en su edificio Pulsé el botón del interfono correspondiente a su apartamento y me abrió de inmediato. Subí en el ascensorhasta su planta y, una vez frente a la puerta, dudé antes de pulsar el timbre. La puerta se abrió muy despacio. No la vi por ninguna parte. Entré y eché un vistazo a mí alrededor. Después me volví para cerrar la puerta y entonces la vi. Estaba medio encogida detrás de la puerta, apoyada en la pared.
Apenas se sostenía en pie. Llevaba el kimono negro, pero no se había abrochado el cinturón. No llevaba nada más debajo de aquella prenda. Tenía la cabeza inclinada, pero la levantó y me miró:
—¡Dios mío! —exclamé, horrorizada. Su cara estaba cubierta de moretones y ni siquiera le veía los ojos. Me abalancé sobre ella y traté
de sujetarla. Dejó escapar un gemido de dolor
—. Dios mío —me oí repetir. La cogí por los brazos e hice caso omiso de sus gritos de dolor—. Ven —le susurré—, tengo que llevarte a la cama. —Se quejaba a cada paso que daba.
Abrí la puerta de la habitación y la ayudé a tumbarse en la cama tan despacio como pude. Gemía de una forma espantosa. La miré y me sentí totalmente impotente. Me senté junto a ella en la cama y ese movimiento, apenas perceptible, la hizo quejarse otra vez. Quise consolarla, pero... ¿qué podíahacer yo, si le dolía todo?
—¿Qué ha pasado? ¿Quién demonios te hizo esto? —le pregunté.
Intentó contestarme, pero tenía los labios partidos y muy hinchados. Le hice una señal para que no hablara—. Déjalo... Ahora no es lo más importante . Voy a llamar una ambulancia. —Cogí el teléfono, que estaba sobre la mesilla de noche.
—¡No! —exclamó, con decisión. No la entendí.
—Pero tienes que ir a un hospital. Es necesario que te vea un médico.
De nuevo intentó hablar.
—Nada de hospitales —susurró con gran esfuerzo—, nada de policía. Yo ni siquiera había caído en eso, pero lo cierto es que también tendría que llamar a la policía. ¿Por qué no quería que lo hiciera?
Era obvio que alguien la había atacado.
—Sé razonable... ¡Yo no puedo ayudarte! Estás herida. Déjame llamar una ambulancia, por favor—Negó con la cabeza, y su rostro se contrajo en un gesto de dolor. Me sentí impotente. Mis conocimientos médicos se limitaban a saber hacer unos cuantos masajes que, desde luego, no serían de ayuda en esos momentos. Siguió quejándose y yo pensé que debía hacer algo. Llamé a emily.
— BrittTe he llamado tres veces —me saludó alegremente—¿Estabas durmiendo otra vez?
—No —le contesté en un susurro. Se dio cuenta al instante de que algo no iba bien.
—¿Qué pasa?
—Necesito un médico.
—¿Qué te has hecho? —me preguntó, sobresaltada—. Pero si acabamos de volver...
—No es para mí. Por muy extraño que resulte, pareció como si aquello lo explicara todo.
—Estás con ella —dijo. No era una pregunta, sino una afirmación.
—Sí —respondí.
—Dame la dirección —dijo. No me preguntó por qué, ni tampoco me dijo que fuera a un hospital. Si a lo largo de los últimos días no me hubiera dado cuenta de lo útiles que podían llegar a ser su amabilidad y su calma innatas, lo habría sabido en ese momento. Realmente, era una persona muy especial. Le di la dirección.
—Voy a intentar contactar con una doctora que conozco. Espero que esté en casa.
—¡Yo también! —dije, en tono apremiante—. ¡Y por favor, date prisa!
Emilyno dijo nada más y colgó. Sabía que haría todo lo que estuviera en su mano, así que lo único que podía hacer yo era esperar. Me pareció una eternidad. Intentélimpiarle la sangre de la cara con una toallita, pero se quejaba tanto que abandoné la idea.
Cuando sonó el timbre miré el reloj: habían transcurrido cuarenta y cinco minutos. Abrí la puerta y una mujer de pelo gris, de unos cincuenta y tantos años, se precipitó al interior del apartamento. Di por supuesto que era la doctora, pero no se molestó en presentarse.
—¿Dónde está? —me preguntó sin rodeos.
Le señalé la habitación y pasó a toda prisa junto a mí. La seguí y me la encontré junto a la cama: se estaba subiendo las mangas de la blusa blanca. Sacó un estetoscopio de la bolsa y miró hacia la cama.
—¡Malditos ladrones! —dijo, muy molesta. La miré. No dije nada, pero estaba prácticamente segura de que aquello no lo había hecho un “maldito ladrón”. La doctora la examinó con rapidez yprofesionalidad.
Ella se quejaba, pero la doctora le hablaba en susurros, y amabilidad
—No pasa nada, bonita. Ya casi está. — Cuando terminó se incorporó para mirarme—. Creo que ha tenido mucha suerte. Por lo que yo he visto, no hay lesiones internas, pero de todas formas habría que hacerle unaradiografía.
Desde la cama, nos llegó un leve quejido de protesta.
—Ya lo sé, bonita, Su vida no corre peligro —dijo, volviéndose de nuevo hacia mí—. En cuanto pueda caminar, llévala a un hospital y que le hagan radiografías. Si ya han transcurrido unos días, no les harán preguntas —me miró—. ¡Prométeme que lo harás! —Asentí,
Puesto que era una orden—. ¿Es tu novia? —me preguntó.
Aquello me tomo completamente por sorpresa. En cualquier otro momento, nohabría contestado a la pregunta, ya que hemos terminado , pero en ese momento me limité a asentir por segunda vez.
—Teniendo en cuenta a lo que se dedican —suspiró la doctora—, tendrán que cuidar un poco más la una de la otra.
¡Pensaba que yo era una...! A pesar de la gravedad de la situación, no pude evitar una sonrisa.
—La cuidaré —le prometí— y en cuanto pueda caminar, la llevaré a que le hagan radiografías. La doctora me miró directamente a los
ojos.
—Bien —dijo al fin—, estoy segura de que lo harás. —Sacó un bloc de recetas y escribió algo—. Ve a comprar esto a la farmacia que está abierta toda la noche y dale una pastilla cada hora durante las próximas doce horas.
Asentí, muy obediente. De todas formas, aquella mujer tampoco habría aceptado un no por respuesta.
—antes de irme, quisiera fotografiarle, las heridas, tal vez sea algo útil a futuro.—dijo sacando su celular del bolso
—Está bien—dije “de seguro las utilizara para hacer estudios los médicos están todos locos” pensé.
La doctora tomo las foto y puso su celular de vuelta al boso, Dio media vuelta y se alejó hacia la puerta.
—Sí, pero... —dije, extendiendo unBrazo dándole una suma de dinero. La doctora se detuvo junto al umbral.
—Ya está arreglado —dijo. Después se marchó y yo me quedé allí, junto a la puerta, absolutamente atónita. Un débil lamento procedente de la habitación me hizo volver a la realidad. Me acerqué a la cama y la miré. Me observó através de la ranura en que se había convertido
un ojo. El otro estaba tan hinchado que ni siquiera podía abrirlo.
—Voy en un momento a la farmacia que este de turno —le comuniqué—, a buscar las pastillas.
—No —protestó, con voz tan débil que apenas entendí lo que decía.
Me arrodillé junto a la cama.
—Vuelvo enseguida, pero tengo que ir.Cerraré la puerta por fuera. ¿Dónde tienes las llaves?
Si no me equivocaba al interpretar sus gestos, me estaba señalando el bolso. Lo abrí, encontré la llave y la tome.
—Vuelvo enseguida —le dije con dulzura, para que se tranquilizara. Acaricié el aire junto a su mejilla, evitando tocarla para no causarle aún más dolor. Después me fui a toda prisa.
Aquella madrugada fue una auténtica pesadilla para ella, ¿Quién rayos le hizo todo eso? No tengo ni la más remota idea pero de lo que si estoy segura, es que ese “ser” es el responsable de ese pequeño trauma que me dejo ver durante nuestro primer encuentro ¡maldita sea esa persona!
Santana estaba muy adolorida a pesar de las pastillas que le hacía tomar cada hora. Apenas podía tragarlas. Me quedé allí sentada, mirándola: cada vez que le daba una pastilla dormía un rato y, sin embargo, gritaba de terror hasta en sueños. En una ocasión gritó “¡No!” en voz alta y después se despertó. Le di otra pastilla, aunque aún no había pasado una hora. Todo siguió igual hasta que se hizo de día y entonces cayó en un profundo sueño del queno había forma de despertarla. Me senté en un sillón, envuelta en una manta, y yo también me quedé dormida de inmediato.
DRA Hilda Fields
capitulo 23
Me desperté al oír sus gemidos y cuando me despejé, me di cuenta de que estaba intentando levantarse.
—¿Estás loca? —Dije, mientras me ponía en pie de un salto—.¡Vuelve inmediatamente a la cama!— Se tumbó de nuevo, sin dejar de quejarse.
—Tengo que irme —murmuró, entre los labios hinchados. Tenía peor aspecto que la noche anterior. El kimono se le había caído y pude ver la parte superior de su cuerpo: tenía la piel cubierta de moretones y rasguños. Más exactamente, digamos que entre moretón y moretón se veía un poco de piel.
—Tonterías —repliqué con firmeza—. Quédate en la cama y dime qué quieres, que yo iré a buscarlo.
—No quiero nada —se resignó,suspirando con gran esfuerzo.
—Perfecto —dije. Me acerqué a la cama y me arrodillé junto a ella—¿Te duele mucho? —Pregunta estúpida: era obvio que le dolía.
—Estoy bien —afirmó. Un instante después, se le crispó el rostro de dolor.
—¿Quieres otra pastilla? —le pregunté, preocupada. Susurró algo, pero tuve que inclinarme casi hasta apoyar la oreja en sus labios.—Quiero... salir... de... aquí... —Le costó un esfuerzo terrible pronunciar esas palabras.
—¿Quieres que te lleve a mi casa? —Me horrorizó la idea de que la persona que le hizo esto volviera, no quería que santana me viera cometiendo un asesinato... Movió la cabeza imperceptiblemente, pero ese gesto le costó un nuevo grito de dolor.—París —jadeó, casi sin fuerzas.
“¿A París? ¿Y cómo piensa hacerlo?”, me pregunté. Y además, ¿pretendía pasarse varios días metida en un hotel en esas condiciones, cuando ni siquiera se tenía en pie? Lo mejor era que se quedara dónde estaba.
—Cuando estés un poco mejor, iremos a París —le dije. Cerró los puños con fuerza.
—¡Ahora! —insistió, con las pocas fuerzas que pudo reunir.
—No puede ser —le dije, en tono tranquilizador—. No aguantarás. Tienes que esperar un par de días.
—Por favor... —susurró, completamente agotada. ¿Qué se suponía que debía responder yo?
—De acuerdo —suspiré—. Tellevaré a París: no sé cómo, pero te prometo que te llevaré. —La crispación de su cuerpo desapareció—. Reservaré una habitación — dije, mientras me ponía en pie—. ¿Prefieres algún hotel en particular?
De nuevo trató de decir algo. Al principio no la entendí, pero luego la oí decir:
—Hotel no.
—¿Hotel no? ¿Quieres dormir debajo de un puente en ese estado? —Empezaba a sospechar que las heridas le habían afectado algo más que el cuerpo.
—Apartamento —dijo débilmente. Levantó la mano y señaló otra vez el bolso. Me sentí un poco confusa: ¿tenía un apartamento en el bolso? Cogí el bolso y lo dejé sobre la cama, a su lado
—.Abre —dijo. Lo abrí—. Direcciones — prosiguió ella. Supuse que quería una agenda y busqué una. Encontré un pequeño anuario de bolsillo: no era la voluminosa agendaencuadernada en piel en la que anotaba sus citas. Respiraba con muchas dificultades—.Primera página —jadeó, con sus últimas fuerzas.
Abrí el anuario. En la primera página se leía “apartamento López” y una dirección de París. La miré, con gesto interrogante.
—¿Aquí es donde quieres ir? ¿Siempre te quedas ahí cuando vas a París?—.Asintió, con los ojos cerrados. Bueno, por lo menos me pareció que asentía.
—¿Quieres que llame? ¿Quién vive ahí?—.Susurró algo ininteligible. Me incliné de nuevo.—Mi... —la oí decir. “¿Quién? ¿su tía, su prima, su abuela?” Respiró profundamente, al menos hasta donde se lo permitieron sus fuerzas—Mi... Apartamento —dijo.
—¿Es tu apartamento? —Su respuesta fue muy débil, pero supuse que intentaba confirmar mis palabras. No quise pensar en lo que significaba todo aquello: tenía la dirección, sabía lo que ella quería...
Ahora sólo quedaba el problema del transporte. Pensé en voz alta, saque mi celular del bolsillo y llame a la empresa, pedí dos boletos de avión a parís en primera clase, no podía usar el jet de la empresa, mis padres lo notarían y tendría que dar explicaciones, mi secretaria dijo que en unos minutos tendría los boletos a la mano.
—: No puedes caminar, como subirás al avión—paseé de un lado a otro de la habitación—. También tendré que llevar mi auto. Para trasladarte — La miré, tratando de imaginar cómo podía alguien en su estado soportar un viaje en avión de varias horas—. No sé si lo aguantarás.
—Lo... con... seguiré... —murmuró de nuevo. Ella tenía que saberlo. Y además, poseía una voluntad capaz de mover montañas, o eso esperaba yo. Por lo menos, una voluntad capaz de mover su cuerpo hasta París.
—Pues entonces, está bien —me rendí, resignada. Si la cosa no funcionaba, yo me daría cuenta, y entonces no le quedaría más remedio que acostumbrarse a la idea de quedarse en casa hasta que estuviera mejor—. Voy a casa recoger los boletos que llevara mi secretaria, unas cuantas cosas y después vuelvo con el coche. No tardaré mucho —trató de abrir los ojos, hinchados, en un gesto instintivo de miedo, pero el dolor le impidió hacerlo. Se quejó de una forma espantosa—. Vuelvo enseguida. Cerraré la puerta por fuera. Ayer no pasó nada, ¿verdad? ¡No tengas miedo! —tome la llave y me
marché.
Ya en casa, me esperaba mi secretaria me dio los boletos, sin preguntas, y se marchó, metí unas cuantas cosas en una maleta, tome mucho dinero , mi pasaporte y me apresuré todo lo que pude. También tome todo el material blando que encontré: mantas, cojines y —¡cómo iba a olvidármela!— una bolsa de agua caliente. Después lo llevé todo al auto. Cometí una infracción y entré en lacalle peatonal para poder aparcar delante de su puerta.
Cuando entré en su apartamento, estaba otra vez intentando ponerse en pie: se hallaba a medio camino entre estar tumbada y estar sentada. La ayudé a terminar de sentarse.
—Me parece que es hora de ponerse en marcha —dije—. Tienes que vestirte.
Me dirigí a su armario, nunca me había tomado el atrevimiento de abrirlo ni siquiera en los meses que estuvimos juntas siempre estábamos en mi apartamento donde aún ella tiene desde ropa hasta cepillo de dientes
Finalmente abrí las puertas del armario y al parecer, también allí había establecido una clara distinción entre su trabajo y su vida privada: no había ni una sola prenda de cuero. Busqué unas cuantas prendas cómodas y prácticas.
Sólo encontré ropa interior de seda, pero de todas formas la cogí. En el interior del armario encontré también una maleta y lo metí todo dentro, excepto lo que quería que se pusiera para el viaje: un chándal. Menos mal que tenía uno. De todas formas, siempre que podía hacía
Deporte.Regresé junto a la cama.
—¿Crees que podrás ayudarme? —le pregunté. Asintió débilmente. Le di la parte superior del chándal, pero fue incapaz de levantar los brazos sin ayuda y finalmente los dejó caer a los lados, decepcionada—. No pasa nada —la tranquilicé—, ya lo hago yo.
Instantes después, me dispuse a bajar su maleta al auto.
—Vuelvo enseguida a buscarte —dije.
—No —protestó. No quería quedarse sola ni un minuto más. Me colgué la bolsa en un hombro y apoyé su brazo en mi otro hombro. Se quejó de dolor, pero no le hice caso: la cogí por la cintura y la obligué a levantarse. Se quejó de nuevo, pero se apoyó en mí como pudo. Me
pregunté cómo terminaría todo aquello. Ni siquiera habíamos conseguido aún salir de la habitación.
—¿Estás segura de que esto es unabuena idea? —le pregunté, con cautela.
Su reacción fue violenta. Reunió todas sus fuerzas y dio un paso, mientras yo la sujetaba. Tras un gran esfuerzo, conseguimos llegar al coche. La acomodé entre mantas y cojines en el asiento trasero y recé para que aquello fuera suficiente.
Una vez en el avión se sentó Completamente agotada,. Tal vez se habíaquedado dormida: le había dado otra pastillaantes de salir del apartamento, pues de haber estado despierta no habría soportado el dolor. Cuando el avión despego hizo su característica turbulencia, soltó un grito.
—¿Estás convencida de lo que haces? — le pregunté, susurrando y mirándola desde mi asiento
—Sí —gruñó, con los dientes apretados. Sería mejor que no se lo volviera a preguntar. Los primeros kilómetros, antes de llegar al aeropuerto , fueron espantosos. Me entraron ganas de dar la vuelta y regresar o, por lo menos, deponerme unos tapones para los oídos, pues no paraba de quejarse.
Sin embargo, dejé de oírla cuando Llegamos al aeropuerto y subimos al avión : se había quedado inconsciente. De hecho, era lo mejor, así que esperé que se mantuviera en ese estado el máximo tiempo posible.
Durante el trayecto la acurruque dos veces sin que se despertara. La observé con atención: su rostro, hinchado, estaba contraído por el
dolor. Muy posiblemente, el estado de inconsciencia impedía que su mente pensara en las heridas, pero no protegía a su cuerpo del dolor.
Seguía quejándose de vez en cuando, aunque por suerte no se despertaba. Solo cuando llegamos al aeropuerto de parís y esperábamos la entrega de mi auto,
Una vez en el coche, Tuve que prestar atención al tráfico. Aunque fuera de noche, las calles de París siempre parecían un atasco en hora punta. Tenía que atravesar la ciudad e incluso tomar parte en la incomparable experiencia de meterme en el tráfico de los alrededores del Arco de Triunfo. Ahora, de noche, me sentía capaz de hacerlo, pero de día no lo hubiera intentado ni por todo el oro del mundo.
Seguí conduciendo, en busca de la calle que conducía a su apartamento. Ya no quedaba muy lejos. De repente, la oí gemir y
miré por el espejo retrovisor.
—¿Estás despierta? Como respuesta, percibí un ruido espantoso y luego un sonido áspero, como si alguien hubiera frotado un metal contra otro, me dolía verla así, no lo soportaba pero tenía que ser fuerte para ella .
—¿Dónde...? —preguntó, con una voz apenas inteligible.
—Estamos en el centro de París —le contesté en tono cariñoso—. Tu apartamento tiene que estar por aquí, en algún sitio. —Tenía curiosidad por ver su apartamento pero, sobre todo, deseaba que tuviera ascensor.
Encontré el edificio y aparqué en la calle. De repente, me pregunté qué estaba haciendo yo en París. Esperé aún unos momentos, para
que ambas tuviéramos tiempo de recobrarnos, y luego salí del coche. Abrí la puerta de atrás.
—¿Puedes salir? —le pregunté con cautela. Se movió un poco.
—Lo intentaré —dijo. Cogí su bolso del coche y busqué la llave, que estaba escondida en el fondo de un bolsillo interior, atada a una bonita cadena de plata.
La sostuve unos momentos en mis manos y la contemplé. En ese momento, ella se quejó en voz alta y me volví a toda prisapara mirarla. Tenía el rostro contraído por el dolor. Me acerqué, le pasé un brazo por encima de mis hombros y la sujeté por la cintura. La acompañé hasta la puerta y la abrí. Muy despacio, la ayudé a entrar y la puerta se cerró por sí sola cuando estuvimos dentro.
Nos hallábamos en un vestíbulo de enormes dimensiones: a derecha e izquierda había amplias escaleras que llevaban a la planta superior.
—¡Mi madre! —Estaba abrumada y profundamente impresionada. En ese momento, la noté estremecerse junto a mí, lo cual me ayudó a bajar de la nube y a ocuparme de lo que tenía entre manos. No vi
ascensores por ninguna parte. Aquel edificio parecía una construcción original europea del siglo XVIII.
—¿En qué planta está tu apartamento?—le pregunté, con cierta aprensión.
—Primera. —Su voz sonaba muy débil.Levantó apenas la mano para señalar hacia la derecha—. Ascensor.
Noté cierto alivio. Que su apartamento estuviera en la primera planta era una buena cosa, pero seguramente aquello que se veía al final de las escaleras no era la primera planta.
Y subir hasta allí... Aquellas escaleras tenían por lo menos medio kilómetro. Prefería el ascensor, la verdad. La llevé muy despacio hacia la derecha, aunque no veía ninguna clase de aparato tecnológico por allí. Finalmente, cuando llegamos a la esquina del vestíbulo de entrada, vi las puertas del ascensor, que estaban ocultas por completo tras una columna de mármol y lucían una decoración de lo más elegante. Entramos en el ascensor, cerré la puerta desde el interior y pulsé el botón donde decía “1”. Tal y como yo había sospechado, enrealidad era la segunda planta.
Había otro piso entremedio. Seguimos subiendo y, al llegar a la planta
indicada como primera, encontramos dos puertas. Ella se dirigió de inmediato hacia la de la izquierda. La acompañé hasta la puerta y abrí con la segunda llave del llavero. Una vez dentro del apartamento, me señaló sin decir nada el camino de la habitación... si es que se podía llamar así a aquel elegante tocador francés. La ayudé a tumbarse en la cama, un ensueño francés de seda y terciopelo, y le quité los zapatos, pero no me atreví a desnudarla. La cubrí con una manta y la miré.
Apenas podía mantenerse despierta. Me incliné y la besé delicadamente en la nariz, que parecía la parte menos dañada de su
Anatomía.
—Duerme —le dije—. Ya estás en París. Cerró los ojos.
—¿Estás loca? —Dije, mientras me ponía en pie de un salto—.¡Vuelve inmediatamente a la cama!— Se tumbó de nuevo, sin dejar de quejarse.
—Tengo que irme —murmuró, entre los labios hinchados. Tenía peor aspecto que la noche anterior. El kimono se le había caído y pude ver la parte superior de su cuerpo: tenía la piel cubierta de moretones y rasguños. Más exactamente, digamos que entre moretón y moretón se veía un poco de piel.
—Tonterías —repliqué con firmeza—. Quédate en la cama y dime qué quieres, que yo iré a buscarlo.
—No quiero nada —se resignó,suspirando con gran esfuerzo.
—Perfecto —dije. Me acerqué a la cama y me arrodillé junto a ella—¿Te duele mucho? —Pregunta estúpida: era obvio que le dolía.
—Estoy bien —afirmó. Un instante después, se le crispó el rostro de dolor.
—¿Quieres otra pastilla? —le pregunté, preocupada. Susurró algo, pero tuve que inclinarme casi hasta apoyar la oreja en sus labios.—Quiero... salir... de... aquí... —Le costó un esfuerzo terrible pronunciar esas palabras.
—¿Quieres que te lleve a mi casa? —Me horrorizó la idea de que la persona que le hizo esto volviera, no quería que santana me viera cometiendo un asesinato... Movió la cabeza imperceptiblemente, pero ese gesto le costó un nuevo grito de dolor.—París —jadeó, casi sin fuerzas.
“¿A París? ¿Y cómo piensa hacerlo?”, me pregunté. Y además, ¿pretendía pasarse varios días metida en un hotel en esas condiciones, cuando ni siquiera se tenía en pie? Lo mejor era que se quedara dónde estaba.
—Cuando estés un poco mejor, iremos a París —le dije. Cerró los puños con fuerza.
—¡Ahora! —insistió, con las pocas fuerzas que pudo reunir.
—No puede ser —le dije, en tono tranquilizador—. No aguantarás. Tienes que esperar un par de días.
—Por favor... —susurró, completamente agotada. ¿Qué se suponía que debía responder yo?
—De acuerdo —suspiré—. Tellevaré a París: no sé cómo, pero te prometo que te llevaré. —La crispación de su cuerpo desapareció—. Reservaré una habitación — dije, mientras me ponía en pie—. ¿Prefieres algún hotel en particular?
De nuevo trató de decir algo. Al principio no la entendí, pero luego la oí decir:
—Hotel no.
—¿Hotel no? ¿Quieres dormir debajo de un puente en ese estado? —Empezaba a sospechar que las heridas le habían afectado algo más que el cuerpo.
—Apartamento —dijo débilmente. Levantó la mano y señaló otra vez el bolso. Me sentí un poco confusa: ¿tenía un apartamento en el bolso? Cogí el bolso y lo dejé sobre la cama, a su lado
—.Abre —dijo. Lo abrí—. Direcciones — prosiguió ella. Supuse que quería una agenda y busqué una. Encontré un pequeño anuario de bolsillo: no era la voluminosa agendaencuadernada en piel en la que anotaba sus citas. Respiraba con muchas dificultades—.Primera página —jadeó, con sus últimas fuerzas.
Abrí el anuario. En la primera página se leía “apartamento López” y una dirección de París. La miré, con gesto interrogante.
—¿Aquí es donde quieres ir? ¿Siempre te quedas ahí cuando vas a París?—.Asintió, con los ojos cerrados. Bueno, por lo menos me pareció que asentía.
—¿Quieres que llame? ¿Quién vive ahí?—.Susurró algo ininteligible. Me incliné de nuevo.—Mi... —la oí decir. “¿Quién? ¿su tía, su prima, su abuela?” Respiró profundamente, al menos hasta donde se lo permitieron sus fuerzas—Mi... Apartamento —dijo.
—¿Es tu apartamento? —Su respuesta fue muy débil, pero supuse que intentaba confirmar mis palabras. No quise pensar en lo que significaba todo aquello: tenía la dirección, sabía lo que ella quería...
Ahora sólo quedaba el problema del transporte. Pensé en voz alta, saque mi celular del bolsillo y llame a la empresa, pedí dos boletos de avión a parís en primera clase, no podía usar el jet de la empresa, mis padres lo notarían y tendría que dar explicaciones, mi secretaria dijo que en unos minutos tendría los boletos a la mano.
—: No puedes caminar, como subirás al avión—paseé de un lado a otro de la habitación—. También tendré que llevar mi auto. Para trasladarte — La miré, tratando de imaginar cómo podía alguien en su estado soportar un viaje en avión de varias horas—. No sé si lo aguantarás.
—Lo... con... seguiré... —murmuró de nuevo. Ella tenía que saberlo. Y además, poseía una voluntad capaz de mover montañas, o eso esperaba yo. Por lo menos, una voluntad capaz de mover su cuerpo hasta París.
—Pues entonces, está bien —me rendí, resignada. Si la cosa no funcionaba, yo me daría cuenta, y entonces no le quedaría más remedio que acostumbrarse a la idea de quedarse en casa hasta que estuviera mejor—. Voy a casa recoger los boletos que llevara mi secretaria, unas cuantas cosas y después vuelvo con el coche. No tardaré mucho —trató de abrir los ojos, hinchados, en un gesto instintivo de miedo, pero el dolor le impidió hacerlo. Se quejó de una forma espantosa—. Vuelvo enseguida. Cerraré la puerta por fuera. Ayer no pasó nada, ¿verdad? ¡No tengas miedo! —tome la llave y me
marché.
Ya en casa, me esperaba mi secretaria me dio los boletos, sin preguntas, y se marchó, metí unas cuantas cosas en una maleta, tome mucho dinero , mi pasaporte y me apresuré todo lo que pude. También tome todo el material blando que encontré: mantas, cojines y —¡cómo iba a olvidármela!— una bolsa de agua caliente. Después lo llevé todo al auto. Cometí una infracción y entré en lacalle peatonal para poder aparcar delante de su puerta.
Cuando entré en su apartamento, estaba otra vez intentando ponerse en pie: se hallaba a medio camino entre estar tumbada y estar sentada. La ayudé a terminar de sentarse.
—Me parece que es hora de ponerse en marcha —dije—. Tienes que vestirte.
Me dirigí a su armario, nunca me había tomado el atrevimiento de abrirlo ni siquiera en los meses que estuvimos juntas siempre estábamos en mi apartamento donde aún ella tiene desde ropa hasta cepillo de dientes
Finalmente abrí las puertas del armario y al parecer, también allí había establecido una clara distinción entre su trabajo y su vida privada: no había ni una sola prenda de cuero. Busqué unas cuantas prendas cómodas y prácticas.
Sólo encontré ropa interior de seda, pero de todas formas la cogí. En el interior del armario encontré también una maleta y lo metí todo dentro, excepto lo que quería que se pusiera para el viaje: un chándal. Menos mal que tenía uno. De todas formas, siempre que podía hacía
Deporte.Regresé junto a la cama.
—¿Crees que podrás ayudarme? —le pregunté. Asintió débilmente. Le di la parte superior del chándal, pero fue incapaz de levantar los brazos sin ayuda y finalmente los dejó caer a los lados, decepcionada—. No pasa nada —la tranquilicé—, ya lo hago yo.
Instantes después, me dispuse a bajar su maleta al auto.
—Vuelvo enseguida a buscarte —dije.
—No —protestó. No quería quedarse sola ni un minuto más. Me colgué la bolsa en un hombro y apoyé su brazo en mi otro hombro. Se quejó de dolor, pero no le hice caso: la cogí por la cintura y la obligué a levantarse. Se quejó de nuevo, pero se apoyó en mí como pudo. Me
pregunté cómo terminaría todo aquello. Ni siquiera habíamos conseguido aún salir de la habitación.
—¿Estás segura de que esto es unabuena idea? —le pregunté, con cautela.
Su reacción fue violenta. Reunió todas sus fuerzas y dio un paso, mientras yo la sujetaba. Tras un gran esfuerzo, conseguimos llegar al coche. La acomodé entre mantas y cojines en el asiento trasero y recé para que aquello fuera suficiente.
Una vez en el avión se sentó Completamente agotada,. Tal vez se habíaquedado dormida: le había dado otra pastillaantes de salir del apartamento, pues de haber estado despierta no habría soportado el dolor. Cuando el avión despego hizo su característica turbulencia, soltó un grito.
—¿Estás convencida de lo que haces? — le pregunté, susurrando y mirándola desde mi asiento
—Sí —gruñó, con los dientes apretados. Sería mejor que no se lo volviera a preguntar. Los primeros kilómetros, antes de llegar al aeropuerto , fueron espantosos. Me entraron ganas de dar la vuelta y regresar o, por lo menos, deponerme unos tapones para los oídos, pues no paraba de quejarse.
Sin embargo, dejé de oírla cuando Llegamos al aeropuerto y subimos al avión : se había quedado inconsciente. De hecho, era lo mejor, así que esperé que se mantuviera en ese estado el máximo tiempo posible.
Durante el trayecto la acurruque dos veces sin que se despertara. La observé con atención: su rostro, hinchado, estaba contraído por el
dolor. Muy posiblemente, el estado de inconsciencia impedía que su mente pensara en las heridas, pero no protegía a su cuerpo del dolor.
Seguía quejándose de vez en cuando, aunque por suerte no se despertaba. Solo cuando llegamos al aeropuerto de parís y esperábamos la entrega de mi auto,
Una vez en el coche, Tuve que prestar atención al tráfico. Aunque fuera de noche, las calles de París siempre parecían un atasco en hora punta. Tenía que atravesar la ciudad e incluso tomar parte en la incomparable experiencia de meterme en el tráfico de los alrededores del Arco de Triunfo. Ahora, de noche, me sentía capaz de hacerlo, pero de día no lo hubiera intentado ni por todo el oro del mundo.
Seguí conduciendo, en busca de la calle que conducía a su apartamento. Ya no quedaba muy lejos. De repente, la oí gemir y
miré por el espejo retrovisor.
—¿Estás despierta? Como respuesta, percibí un ruido espantoso y luego un sonido áspero, como si alguien hubiera frotado un metal contra otro, me dolía verla así, no lo soportaba pero tenía que ser fuerte para ella .
—¿Dónde...? —preguntó, con una voz apenas inteligible.
—Estamos en el centro de París —le contesté en tono cariñoso—. Tu apartamento tiene que estar por aquí, en algún sitio. —Tenía curiosidad por ver su apartamento pero, sobre todo, deseaba que tuviera ascensor.
Encontré el edificio y aparqué en la calle. De repente, me pregunté qué estaba haciendo yo en París. Esperé aún unos momentos, para
que ambas tuviéramos tiempo de recobrarnos, y luego salí del coche. Abrí la puerta de atrás.
—¿Puedes salir? —le pregunté con cautela. Se movió un poco.
—Lo intentaré —dijo. Cogí su bolso del coche y busqué la llave, que estaba escondida en el fondo de un bolsillo interior, atada a una bonita cadena de plata.
La sostuve unos momentos en mis manos y la contemplé. En ese momento, ella se quejó en voz alta y me volví a toda prisapara mirarla. Tenía el rostro contraído por el dolor. Me acerqué, le pasé un brazo por encima de mis hombros y la sujeté por la cintura. La acompañé hasta la puerta y la abrí. Muy despacio, la ayudé a entrar y la puerta se cerró por sí sola cuando estuvimos dentro.
Nos hallábamos en un vestíbulo de enormes dimensiones: a derecha e izquierda había amplias escaleras que llevaban a la planta superior.
—¡Mi madre! —Estaba abrumada y profundamente impresionada. En ese momento, la noté estremecerse junto a mí, lo cual me ayudó a bajar de la nube y a ocuparme de lo que tenía entre manos. No vi
ascensores por ninguna parte. Aquel edificio parecía una construcción original europea del siglo XVIII.
—¿En qué planta está tu apartamento?—le pregunté, con cierta aprensión.
—Primera. —Su voz sonaba muy débil.Levantó apenas la mano para señalar hacia la derecha—. Ascensor.
Noté cierto alivio. Que su apartamento estuviera en la primera planta era una buena cosa, pero seguramente aquello que se veía al final de las escaleras no era la primera planta.
Y subir hasta allí... Aquellas escaleras tenían por lo menos medio kilómetro. Prefería el ascensor, la verdad. La llevé muy despacio hacia la derecha, aunque no veía ninguna clase de aparato tecnológico por allí. Finalmente, cuando llegamos a la esquina del vestíbulo de entrada, vi las puertas del ascensor, que estaban ocultas por completo tras una columna de mármol y lucían una decoración de lo más elegante. Entramos en el ascensor, cerré la puerta desde el interior y pulsé el botón donde decía “1”. Tal y como yo había sospechado, enrealidad era la segunda planta.
Había otro piso entremedio. Seguimos subiendo y, al llegar a la planta
indicada como primera, encontramos dos puertas. Ella se dirigió de inmediato hacia la de la izquierda. La acompañé hasta la puerta y abrí con la segunda llave del llavero. Una vez dentro del apartamento, me señaló sin decir nada el camino de la habitación... si es que se podía llamar así a aquel elegante tocador francés. La ayudé a tumbarse en la cama, un ensueño francés de seda y terciopelo, y le quité los zapatos, pero no me atreví a desnudarla. La cubrí con una manta y la miré.
Apenas podía mantenerse despierta. Me incliné y la besé delicadamente en la nariz, que parecía la parte menos dañada de su
Anatomía.
—Duerme —le dije—. Ya estás en París. Cerró los ojos.
[Continuara…]
mcmahonnn- |******|
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Fecha de inscripción : 12/02/2013
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
me encantaron los capitulos, ya nos tenias olvidadas, porfa no tardes tanto en actualizar, me encanta esta historia, espero que todo mejore, que pasen un buen tiempo en Paris para que se recupere!! besos, actualiza pronto..
Invitado- Invitado
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
holaaa Mc n.n.....
uffff 1º, de verdad Mc, te he extrañado u.u.... pero lo mejor esq solo has estado ausente x tu problema de intenet (uffff menos mal).... me alegro mucho q estes de vuelta.... u.u sin ti las charlas hasta las 4am no son lo mismo......
2º.... doble actu, debería de estar feliz pero no.... los 2 caps han sido muy triste.....
como explicarte, mmmm.... secuencia de emoticons:
cuand Mc apareció como x arte de magia en el chat del foro (fue tan raro q justo estaba preguntand x Mc):
cuand Mc escribió: estoy actualizando-----> .. awwwwwwww!!!! XD
cuando yo--->o/, empecé a leer la actu----->
y mientras seguia leyendo---->o/----->
q le pasa a San??.. Britt x q eres asi con ella? acaso no la escuchas?--> o/---->
pero q rayos!!! quien se atrevió a hacerle eso a San---->
San no quiere ir a un hospital----> o/---> (entiend a San, en lo personal no me gustan los hospitales u.u)
cuand regreso las lineas y o.O.. San, pero q te hicieron (si, a veces soy lenta XD)----> -----> -------> *pero quien fue tan tan tannn %&$%&$ para hacert eso*----------> espero q te recuperes con la medicina, no puedo imarginar la escena....----->
o.O, de verdad San?, quieres ir a Paris?... pero u.u... vamos Britt q esperas, llevala o q no recuerdas lo q dijo sobre esa ciudad ????
awwww Britt la llevará a Paris n.n... y no q no queria saber nada de ella..... aaahhhhh no lo niegs Britt, amas a San, q haces lo q fuera para q este bien n.n...........
.......... u.u... pobre San, esta muy mal... (Mc, me pones asi al imaginar la escena----->)....
espero q Santanita se recupere muy muy muyyyyyyy pronto n.n.... y bajo los cuidados de Britt, creo q pasará.....(x fa Mc, no mas drama de ese tipo, en verdad quede en shock u.u...)
Mc, lo sé u.u... te dije q no dejaría comment, pero me fue imposible.... todo lo q le sucedió a San, no me podia quedar sin comentar nada.....
mmmmmmmm..... nunk me imaginé q sucedería algo así u.u....buuuuuu q si le ponias un poco mas de drama lograbas lo q casi Dani (hacerme llorar XD)....
Mc, no te pierdas q te extrañams mucho ....
y ya sabes, como siempre estaré atenta a tu fic...... me gusta +.....
bye Mc...
XOXO
uffff 1º, de verdad Mc, te he extrañado u.u.... pero lo mejor esq solo has estado ausente x tu problema de intenet (uffff menos mal).... me alegro mucho q estes de vuelta.... u.u sin ti las charlas hasta las 4am no son lo mismo......
2º.... doble actu, debería de estar feliz pero no.... los 2 caps han sido muy triste.....
como explicarte, mmmm.... secuencia de emoticons:
cuand Mc apareció como x arte de magia en el chat del foro (fue tan raro q justo estaba preguntand x Mc):
cuand Mc escribió: estoy actualizando-----> .. awwwwwwww!!!! XD
cuando yo--->o/, empecé a leer la actu----->
y mientras seguia leyendo---->o/----->
q le pasa a San??.. Britt x q eres asi con ella? acaso no la escuchas?--> o/---->
pero q rayos!!! quien se atrevió a hacerle eso a San---->
San no quiere ir a un hospital----> o/---> (entiend a San, en lo personal no me gustan los hospitales u.u)
cuand regreso las lineas y o.O.. San, pero q te hicieron (si, a veces soy lenta XD)----> -----> -------> *pero quien fue tan tan tannn %&$%&$ para hacert eso*----------> espero q te recuperes con la medicina, no puedo imarginar la escena....----->
o.O, de verdad San?, quieres ir a Paris?... pero u.u... vamos Britt q esperas, llevala o q no recuerdas lo q dijo sobre esa ciudad ????
awwww Britt la llevará a Paris n.n... y no q no queria saber nada de ella..... aaahhhhh no lo niegs Britt, amas a San, q haces lo q fuera para q este bien n.n...........
.......... u.u... pobre San, esta muy mal... (Mc, me pones asi al imaginar la escena----->)....
espero q Santanita se recupere muy muy muyyyyyyy pronto n.n.... y bajo los cuidados de Britt, creo q pasará.....(x fa Mc, no mas drama de ese tipo, en verdad quede en shock u.u...)
Mc, lo sé u.u... te dije q no dejaría comment, pero me fue imposible.... todo lo q le sucedió a San, no me podia quedar sin comentar nada.....
mmmmmmmm..... nunk me imaginé q sucedería algo así u.u....buuuuuu q si le ponias un poco mas de drama lograbas lo q casi Dani (hacerme llorar XD)....
Mc, no te pierdas q te extrañams mucho ....
y ya sabes, como siempre estaré atenta a tu fic...... me gusta +.....
bye Mc...
XOXO
Invitado- Invitado
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
Ohhh por Diooos pobre san... no puedo creer que le hicieran eso... esa serena es una PSYCHO BITCH sabia que britt estaria con ella si le pasaba algo, lo que mas me sorprendio fue que san la llamara, pense que dejarian a san peor de lo que esta que ni podria haber pedido ayuda a alguien... pero suerte que pudo acudir a britt y que ahora estan en Paris... espero que esta estancia juntas les sirva para hablar!
Última edición por aria el Vie Abr 05, 2013 6:47 pm, editado 1 vez
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
oshh increíble historia,increíble escritora increíbles capítulos , increíble todo *___* ,enserio te felicito una y mil veces mas lo seguiré haciendo aparte de ser mi fanfic preferido es uno de los que me a sacado mas de una lagrima sonrisa y emoción simplemente basta con que escribas un pedazo para que nosotras tus lectoras logremos transportarnos y entender la historia de una manera maravillosa,enserio escribes de lo mejor <3.
Respecto a los capítulos me encantaron aunque sufrí mucho imaginándome a mi pobre santana así de débil con lo fuerte que es y a Britt tan cínica al principio pero me encanto que se decidiera ayudarla y se fueran a Paris para estar lejos de la desgraciada que lo hizo eso a Santana y asi puedan arreglar las cosas .
Que triste lo del problema del internet si yo pudiera te lo arreglaba para que todos los dias actualizaras por que puedo decir claramente que AMO tu fanfic .espero no nos abandones por tanto tiempo besos y hasta la próxima **___**
Respecto a los capítulos me encantaron aunque sufrí mucho imaginándome a mi pobre santana así de débil con lo fuerte que es y a Britt tan cínica al principio pero me encanto que se decidiera ayudarla y se fueran a Paris para estar lejos de la desgraciada que lo hizo eso a Santana y asi puedan arreglar las cosas .
Que triste lo del problema del internet si yo pudiera te lo arreglaba para que todos los dias actualizaras por que puedo decir claramente que AMO tu fanfic .espero no nos abandones por tanto tiempo besos y hasta la próxima **___**
santanalove1014- - Mensajes : 1113
Fecha de inscripción : 29/01/2013
Edad : 28
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
wooooooooooww pero que capitulooos!!! pobrecilla san aay siento muy feo todo lo que le paso yo espero que ahora que esta en paris se recupere pronto fisicamente aunque el trauma ahi seguira me has sacado las lagrimillas :\'(: por otra parte estoy un poco decepcionada de brittany, de su actitud hacia santana me enfada que la trate tan friamente.... donde quedo el amor que tanto decia sentir por ella, pff espero sea un poco mas delicada con san ahora mas que nunca... ah si olvida decirte que ooodiooooo a la vieja loca que le hizo todo eso a san... espero lo pague de la misma manera o peor!!
Lebam_Snix****** - Mensajes : 399
Fecha de inscripción : 21/11/2012
Edad : 36
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
hola MC hoy fue capitulo doble que bueno, aunque fue feo lo que le paso a santana ni siquiera me lo quise imaginar xq se me estruja mi corazón de pensar como la dejaron, espero que el problema con el Internet te lo resuelvan pronto por que en serio extraño las actualizaciones mas seguidas asi que hasta la próxima Chao!!!
Pame_21***** - Mensajes : 245
Fecha de inscripción : 31/10/2012
Edad : 33
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
pobre san tengo una idea de quien pudo haber hecho eso pero esperare a que me lo confirmes espero que esa mujer pague si es quien yo creo que es, que bien que britt la ha ayudado ojala todo entre ellas se soluciones pronto, y tu problema con el inter tambien me hacen falta las actualizaciones seguidas
lexis17******* - Mensajes : 424
Fecha de inscripción : 23/03/2013
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
Como odio a las personas que fueron capaces de hacerle eso a Santana ¿Quien fue? No lo se, ni idea tengo...pero ya tiene mi desprecio infinito.
Me sorprende Brittany, si yo fuera ella...al verla así me hubiera derrumbado y no hubiera querido hacer más que abrazarla. Pero esta siendo fuerte porque San lo necesita y la llevo a Paris lo cual me da una idea de lo que se viene.
Que bueno que estes de regreso. Ya extrañaba tu historia. Actualiza pronto...Saludos!
Me sorprende Brittany, si yo fuera ella...al verla así me hubiera derrumbado y no hubiera querido hacer más que abrazarla. Pero esta siendo fuerte porque San lo necesita y la llevo a Paris lo cual me da una idea de lo que se viene.
Que bueno que estes de regreso. Ya extrañaba tu historia. Actualiza pronto...Saludos!
Ali_Pearce- - Mensajes : 1107
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Edad : 31
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
Que capitulos de verdad me encantaron imaginar la situación de Santana me dio nostalgia y cosita por ella y Britt como se porto tan bien menos mal espero que no te pierdas tanto y actualizes cuando puedas si saludos xoxo
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
cuando vi que actualizaste dije yee de verdad dije yee jaja pero luego medio una ganas de meterle un sopapo a britt que ni te imaginas yo dije q sonsa por que se comparta así pero yo sabia que eso me olía mal y cuando leí lo de santana medio una gana de acecinar a esa estupid.. de m.. que se cree como le hizo eso a san pero britt la conoce es la hija de ese empresario no? hayyy q frustración tan grande si yo veo que le hagan a cualquier ser humano me indigno pero que se lo hagan a la persona que amo creo que sería demasiado puffffffff porfa actualiza pronto
imperio0720****** - Mensajes : 322
Fecha de inscripción : 19/04/2012
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
Woow!! Muchoo tiempo sin crusarme por el foro y me alegro de que el dia que me cruzo tu tienes actualizado y con doble obsequio !!
Estoy triste por lo que le paso a SAN huuuuu , pobre sufre muchoo pero esa canalla las pagara!! la odio!! BRITT apesar de todo fue al rescate ella la AMa tanto que la cuidara y junto con ese gran AMOR sanara a Santy !! SIII!! Woow!! que viajesote pero San es una chica fuerte Ojala y todo se arregle entre ellas se que Valdra la pena todo esto por lo que estan pasando!!! Eso la culpable pagara!! Aqui hay una sicopata disponible para hacerla pagar!! jaja!! Bueno chica me alegro mucho tu actualizacion la necesitava te extra~ava!! Saludos!!
Estoy triste por lo que le paso a SAN huuuuu , pobre sufre muchoo pero esa canalla las pagara!! la odio!! BRITT apesar de todo fue al rescate ella la AMa tanto que la cuidara y junto con ese gran AMOR sanara a Santy !! SIII!! Woow!! que viajesote pero San es una chica fuerte Ojala y todo se arregle entre ellas se que Valdra la pena todo esto por lo que estan pasando!!! Eso la culpable pagara!! Aqui hay una sicopata disponible para hacerla pagar!! jaja!! Bueno chica me alegro mucho tu actualizacion la necesitava te extra~ava!! Saludos!!
!!WowFabrevansWow!!* - Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 06/02/2013
Edad : 32
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
jaja Te mereces TODOS los elogios te juro me encanta tu fic jaja
me encanto que subieras dos capitulos de una por que la verdad ya me hacia falta una dosis de tu fic
Emm.. bueno estos capitulos a mi parecer fueron bastante intensos y llenos de drama me tenias asi
Para empezar me dio mucha pena lo de san me parte el alma que la sigan dañando fisica y emocionalmente, pero por su trabajo ella sabia que estaba expuesta a que esas cosas le pasaran.
Realmente en algun momento tuve la esperanza de que britt fuera a hablar con ella para arreglar las cosas y que justo presenciara la situacion y que pium pium la defendiera jajaja pero es muy fantasioso habria sido demaciado poco realista como de novela jaja y lo que mas me gusta de tu fic es el realismo y la coherencia que le das a cada personaje.
Pobre san en esa situacion toda lastimada se sintio tan vulnerable, en ese momento de temor a la unica que podia llamar era a britt despues de todo ella es la unica que la hace sentir segura apesar de que no estaban en su mejor momento, pero bueno britt es incondicional cuando se trata de ella sobre todo en problemas, me dio pena cuando san tenia miedo de quedarse solita era como una niña indefensa.
Bueno ambas chicas se aman y aunque britt estuviera siendo una cobarde al no querer seguir en su relacion por no creer soportar el trabajo de su novia, igual la ama y eso es inevitable... me encanto aunque dudara un poco de si era correcto ir o no olvidara todo y fuera igual, super preocupadisima que llevara a una doctora y corriera a comprar los remedios, despues cuando estaba alerta a los quejidos y de si necesitaba algo, de darle los remedios awwww britt te juro que me matas de ternura..
jaja me causo risa que britt no se hiciera ni un poco de rogar para llevarla a paris aunque fuera una tremenda locura en el estado que estaba, pero era lo que ella queria y al parecer lo mejor, espero que ahora san se recupere y traten de arreglar las cosas entre ellas.
bueno lo ultimo no quiero aburrirte jaja me causo mucha risa cuando britt penso "que hago yo en paris!" jajaja me ha pasado estar en lugares que pienso que hago yo aqui y despues recordar: a verdad que yo iria a cualquier lugar por mi amor n.n jaja en ese sentido creo que cuando alguien se enamora asi pfff no hay muchas cosas que no harias y britt esta jodidamente enamorada y actua pensando en lo mejor para san sin importarle dejar su trabajo, irse sin dar explicaciones a nadie ni a sus amigos y todo por ella. aww
bien eso es todo creo que me alargue una poca DD: no nos dejes tanto tiempo sin actualizar porfis..
cuidateee saludos.
pdt: ojala el problema de tu net se solucione.
me encanto que subieras dos capitulos de una por que la verdad ya me hacia falta una dosis de tu fic
Emm.. bueno estos capitulos a mi parecer fueron bastante intensos y llenos de drama me tenias asi
Para empezar me dio mucha pena lo de san me parte el alma que la sigan dañando fisica y emocionalmente, pero por su trabajo ella sabia que estaba expuesta a que esas cosas le pasaran.
Realmente en algun momento tuve la esperanza de que britt fuera a hablar con ella para arreglar las cosas y que justo presenciara la situacion y que pium pium la defendiera jajaja pero es muy fantasioso habria sido demaciado poco realista como de novela jaja y lo que mas me gusta de tu fic es el realismo y la coherencia que le das a cada personaje.
Pobre san en esa situacion toda lastimada se sintio tan vulnerable, en ese momento de temor a la unica que podia llamar era a britt despues de todo ella es la unica que la hace sentir segura apesar de que no estaban en su mejor momento, pero bueno britt es incondicional cuando se trata de ella sobre todo en problemas, me dio pena cuando san tenia miedo de quedarse solita era como una niña indefensa.
Bueno ambas chicas se aman y aunque britt estuviera siendo una cobarde al no querer seguir en su relacion por no creer soportar el trabajo de su novia, igual la ama y eso es inevitable... me encanto aunque dudara un poco de si era correcto ir o no olvidara todo y fuera igual, super preocupadisima que llevara a una doctora y corriera a comprar los remedios, despues cuando estaba alerta a los quejidos y de si necesitaba algo, de darle los remedios awwww britt te juro que me matas de ternura..
jaja me causo risa que britt no se hiciera ni un poco de rogar para llevarla a paris aunque fuera una tremenda locura en el estado que estaba, pero era lo que ella queria y al parecer lo mejor, espero que ahora san se recupere y traten de arreglar las cosas entre ellas.
bueno lo ultimo no quiero aburrirte jaja me causo mucha risa cuando britt penso "que hago yo en paris!" jajaja me ha pasado estar en lugares que pienso que hago yo aqui y despues recordar: a verdad que yo iria a cualquier lugar por mi amor n.n jaja en ese sentido creo que cuando alguien se enamora asi pfff no hay muchas cosas que no harias y britt esta jodidamente enamorada y actua pensando en lo mejor para san sin importarle dejar su trabajo, irse sin dar explicaciones a nadie ni a sus amigos y todo por ella. aww
bien eso es todo creo que me alargue una poca DD: no nos dejes tanto tiempo sin actualizar porfis..
cuidateee saludos.
pdt: ojala el problema de tu net se solucione.
pauly_brittana** - Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 04/03/2013
Edad : 31
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
Me alegra que hayas podido actualizar! ya echaba de menos tu historia Mc.
Los capitulos han sido demasiado fuertes no me imagino que clase de persona puede maltratar de esa manera a cualquier otro ser humano simplemente un ser sin escrúpulos y valores Morales lo haría, no se porque pero creo que ha sido la misma chica por la que las Brittana terminaron su relación.
Me alegra que a pesar de todo Britt haya decidido ayudarla y La Haya llevado a París, la situación no es fácil pero ha veremos como la resuelven.
Me encanta tu historia y ya extrañaba leer algo de lo que escribes, ya que siempre es realmente bueno, espero que pronto encuentres la forma de de arreglar tu problema de internet ;) para que ya no nos tengas a tan abandonadas.
Te mando saludo Mc! nos leemos en tu próxima actualización.
Los capitulos han sido demasiado fuertes no me imagino que clase de persona puede maltratar de esa manera a cualquier otro ser humano simplemente un ser sin escrúpulos y valores Morales lo haría, no se porque pero creo que ha sido la misma chica por la que las Brittana terminaron su relación.
Me alegra que a pesar de todo Britt haya decidido ayudarla y La Haya llevado a París, la situación no es fácil pero ha veremos como la resuelven.
Me encanta tu historia y ya extrañaba leer algo de lo que escribes, ya que siempre es realmente bueno, espero que pronto encuentres la forma de de arreglar tu problema de internet ;) para que ya no nos tengas a tan abandonadas.
Te mando saludo Mc! nos leemos en tu próxima actualización.
Andy_Pandy-* - Mensajes : 1796
Fecha de inscripción : 05/01/2013
Edad : 29
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
me encanta tu historia...y pues lastima ke algo tan traumante tuviera ke pasarle a la hermosa d Santy para ke las cosas cambien su rumbo por uno mejor para ambas protas.....en serio ke esta historia es de mis favoritas y m encanta el papel ke lleva a cabo Britt tan segura, un tanto seria y algo torpe (como siempre xD) pero siempre sincera y soñadora yo kisiera preguntar algo personalmente porke en serio estoy confundida......Santana dice en una parte ke ella no obtiene placer ni atención con sus clientas ke la mayoria prefieren ke ella ni sikiera se moleste en desnudarse....pero con Serena ke paso exactamente algo asi cm una violacion??????? por que no entiendo si dice no tener atencion por parte de sus clientas en algunas partes parece que ella si tuviera ke entregar su cuerpo.....SOLO kiero saber la idea real y original osea la de la autora para saber si en serio NUNCA la tocan o que de vez en cuando a las clientas se les da por tomarla :D saludos excelente fic LO AMO
kaorip0***** - Mensajes : 200
Fecha de inscripción : 07/04/2013
Edad : 32
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
Por Kaorip0 Hoy A Las 7:14 Am
me encanta tu historia...y pues lastima ke algo tan traumante tuviera ke pasarle a la hermosa d Santy para ke las cosas cambien su rumbo por uno mejor para ambas protas.....en serio ke esta historia es de mis favoritas y m encanta el papel ke lleva a cabo Britt tan segura, un tanto seria y algo torpe (como siempre xD) pero siempre sincera y soñadora yo kisiera preguntar algo personalmente porke en serio estoy confundida......Santana dice en una parte ke ella no obtiene placer ni atención con sus clientas ke la mayoria prefieren ke ella ni sikiera se moleste en desnudarse....pero con Serena ke paso exactamente algo asi cm una violacion??????? por que no entiendo si dice no tener atencion por parte de sus clientas en algunas partes parece que ella si tuviera ke entregar su cuerpo.....SOLO kiero saber la idea real y original osea la de la autora para saber si en serio NUNCA la tocan o que de vez en cuando a las clientas se les da por tomarla :D saludos excelente fic LO AMO
hola Kaorip0 pues exactamente Santana se refirió a alguna de sus clientas , "mas no su totalidad " no les gusta que ella se desnude solo recivir placer sin embargo el hay un porcentaje que prefiere estar con ella completamente...
espero haber aclarado tu duda y a las demas lectoras les digo: siéntase libres de hacer preguntas y de aclarar sus dudas
saludos y besos...
mcmahonnn- |******|
- Mensajes : 265
Fecha de inscripción : 12/02/2013
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
WOOOOOWW, tienes que actualizar yaa!!
jod....er tengo ganas de que Brittany pille a esa perra y le de su merecido
es que, como se atreve a hacerle eso a la pobre Santana.
Que RABIAA!!
Suerte que tiene a la rubia a su lado y la va a cuidar en Paris,
la ciudad del amor! ahhahahha
espero la actu!!
un besoo
jod....er tengo ganas de que Brittany pille a esa perra y le de su merecido
es que, como se atreve a hacerle eso a la pobre Santana.
Que RABIAA!!
Suerte que tiene a la rubia a su lado y la va a cuidar en Paris,
la ciudad del amor! ahhahahha
espero la actu!!
un besoo
dARk.R* - Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 12/11/2012
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
Nooooo dejame de joder!! Quien fue el animal te juro que me dolia a mi pobre Santana!! Por Dios actualiza pronto!!
Nos leemos!!
Nos leemos!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Mi Reina de la noche
hoooola mis bellas lectoras gracias por sus comentarios espero todas estén bien he ... hablado con muchos anonimos en el chat del foro y me dicen que les encanta el fic pues un saludo para ellas y aquí otro capitulo ...
Capitulo 24
Me pasé media hora dando vueltas por el lugar antes de encontrar un sitio para aparcar y, cuando lo encontré, no se hallaba precisamente cerca. No estaba muy segura de volver a encontrar el apartamento.
Me sentía tan agotada que las señales de tráfico temblaban ante mis ojos. Suspirando, aparqué el coche y después de buscar un poco,encontré el camino de regreso al apartamento. Lo primero que hice fue comprobar si seguía durmiendo.
Dormía, pues estaba muerta de cansancio, pero aún parecía inquieta. Sin embargo, de momento no había nada que yo pudiera hacer al respecto. Me sentía demasiado cansada para inspeccionar el apartamento, pero tenía la impresión de que era muy grande. En la habitación que ocupaba ella vi unos sofás perfectos para dormir.
Además, desde allí podía oírla. A pesar de que su cama era muy grande, no quería dormir junto a ella, pues me asustaba darle un golpe sin querer y hacerle aún más daño.
Cuando me desperté por la mañana, me costó un poco recordar dónde estaba. Con mi habitual aturdimiento matutino, elaboré mentalmente una lista de posibilidades: no era mi apartamento, ni el suyo... En ese momento, me llegó un débil gemido en la habitación. ¡París! Eso sirvió para despertarme del todo.
Me levanté y fui a ver cómo se encontraba. Se retorcía en la cama, inquieta, pero aún estaba dormida; no me pareció que despertarla sirviera para mejorar la situación. Me senté con cuidado en la cama y me dediqué a observarla: me pareció que tenía la cara más golpeada que el día anterior. Era terrible, especialmente teniendo en cuenta que era una mujer hermosa, pero me tranquilicé un poco al recordar lo que había dicho la doctora. Y estaba segura de que, con el tiempo, todas sus heridas externas desaparecerían. En cuanto a lo que sucedería con las heridas internas “las que no eran físicas”, no había forma de saberlo.
Supuse que seguiría durmiendo un poco más pues, de hecho, no tenía nada mejor que hacer. Me levanté de la cama y eché un vistazo a mí alrededor. Justo al lado de la habitación había un baño: entré y descubrí una bañera, ¡y qué bañera! Era pequeña, no estaba empotrada y tenía unas patas. El baño entero era una auténtica granada de lujo. Bueno, no, quizá “granada” sea una exageración, pero lo cierto es que allí una podía encontrar todo lo que Necesitaba sus esencias aromáticas, aceites, perfumes, jabones y todo de primerísima clase junto a la bañera.
No me costó mucho imaginar lo bien que le sentaban sus escapaditas a París. Salí del baño y eché otro vistazo a la cama. Seguía inquieta y no dejaba de moverse, pero me pareció que su respiración era más acompasada. Salí al pasillo que había justo delante de su habitación: aparentemente, hacia la izquierda se hallaban las estancias de uso más cotidiano, mientras que hacia la derecha había una puerta que daba a otro lugar y unos cuantos muebles antiguos, probablemente estilo Luis XV. Decidí ir hacia la izquierda: suponía que la cocina estaría en esa dirección y lo que más necesitaba en esos momentos era una buena taza de café. No me había equivocado: la cocina estaba al final del pasillo. Era exactamente la clase de cocina que cualquiera esperaría encontrar en un apartamento así: grande, elegante y perfectamente equipado.
Me pregunté para qué la quería, si jamás cocinaba. Busqué una cafetera y encontré dos: la primera era una de esas norteamericanas, como la que había visto en la cocina de su apartamento de new york ; la segunda era la clásica cafetera francesa, de las que se enroscan a mano. Elegí la segunda, pues me pareció más adecuada para mi primer día en París. También encontré café, pero no leche, ni siquiera en polvo. El café con leche tendría que esperar. Cuando el café estuvo listo, me serví una taza y regresé a la habitación. Ella seguía durmiendo. Mejor así, pensé, mientras empezaba una ruta turística por el apartamento.
Esta vez, cuando salí del cuarto donde ella dormía, me dirigí hacia la derecha: la primera puerta de la derecha daba a un dormitorio que, al parecer, ya no se utilizaba. A la izquierda había una especie de biblioteca o eso me pareció, a juzgar por la antigua estantería clásica que cubría la pared. Me acerqué y tome algunos libros, eran libros universitarios, de economía y administración ¡Eso era lo que estudiaba! de seguro se los trajo de Ohio Me sorprendió tanto que tuve que sentarme unos momentos.
De repente, me di cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas. Aún no estaba preparada para admitir que quinn y Emily tenían razón, pero en el fondo de mi corazón sabía que la amaba como nunca había amado a ninguna otra mujer. Me quedé allí sentada, aturdida y avergonzada a la vez , no me quedaba más remedio que esperar a que se recuperara un poco y Cuando llegara ese momento, lo más probable es que no quisiera saber nada más de mí. Seguramente, llevada por la desesperación, la única persona a quien se le había ocurrido llamar era a mí, pero cuando ya no necesitara mi ayuda recordaría lo sucedido durante nuestro último encuentro me dolía ya no estar con ella y me dolía verla en ese estado.
Me puse en pie y me sequé las lágrimas. Al otro lado de la habitación había otra puerta, que daba a un gran salón. Era obvio que allí pasaba la mayor parte del tiempo: había un gran piano , dos sillones de aspecto muy cómodo eran muy elegantes y, tal y como yo empezaba a sospechar, auténticos. En el centro había una chimenea pequeña sobre la cual descansaban —¡increíble!—unos libros de literatura. Para entonces, las lágrimas me resbalaban ya por las mejillas. Me acerqué para ver qué estaba leyendo de la autora gizellé : vous êtes le poison “tu eres el veneno” ¡en francés! Me pregunté si aquella era la lectura más adecuada y pensé que tendría que buscarle algo un poco más ligero para su convalecencia.
Aquella sala puso fin a mi ruta turística. Contemplé la calle a través de uno de los ventanales y sonreí al ver el típico bullicio parisino: en ese momento, varias personas cruzaban la calle con baguettes bajo el brazo; un motorista montado en un escúter pasó rozando a un peatón, que le lanzó diversos insultos; dos mujeres se encontraron y se pusieron a charlar con una vitalidad y afectuosidad muy difíciles de ver en las calles neoyorquinas . Y aquello era, precisamente, lo que más me gustaba de Francia, aunque también me hizo darme cuenta de algo: de que tenía que ir a comprar comida, para ella y para mí.
“Una experiencia nueva —pensé—. Será Divertido”.
Volví a la cocina, me serví una segunda taza de café y rebusqué en los armarios: al parecer, no cocinaba nunca, ni siquiera allí. aparte del café y varias clases de té, encontré unos cuantos platos precocinados en el congelador —supuse que para las emergencias— y nada más.
Reflexioné: seguramente aún faltaban un par de días para que ella estuviera en condiciones de salir a la calle. Mientras tanto, necesitaba algo que la ayudara a recobrar fuerzas y recuperarse. En cuanto a mí, no estaba dispuesta a vivir dos días sin baguettes o sin poder tomarme un café con leche. No había más que hablar: hice una lista, regresé a la habitación donde ella seguía durmiendo y tome una ducha ,me vestí. Antes de salir, volví a mirarla. Seguía durmiendo, lo cual era buena señal.
Mi excursión para ir a hacer la compra fue de lo más agradable: la simple oportunidad de poder hablar francés ya era mucho, aunque
el mío estaba un tanto oxidado por el desuso. Y además, estaba la gente: los franceses se gritaban y se regañaban unos a otros, pero un
segundo después se abrazaban como si no hubiera pasado nada, lo cual me parecía maravilloso.
Mis compras finales no tenían prácticamente nada que ver con lo que yo había previsto, pero daba igual porque la experiencia me había resultado de lo más grata y, sólo por eso, ya valía la pena.
Volví a casa silbando. La gente con la que me cruzaba me saludaba con un alegre “¡Bonjour!” y yo les respondía con la misma alegría. Ya en el apartamento, guardé la compra en la cocina, mientras silbaba en voz baja para no despertarla. Puse un cazo de leche a calentar —¡por fin el primer café con leche del día!
me dirigí a su habitación. Cuando entré, me miró y dejé de silbar de golpe. Por supuesto, ella no sabía qué había estado haciendo yo y de hecho, era mejor así, pues podría haberle parecido inapropiado.
Me acerqué a la cama.
—¿Te he despertado? —le pregunté, preocupada.
—No —contestó en voz baja, aunque era obvio que se sentía algo mejor—. Ya estaba despierta. —Arrastraba las palabras al hablar y todavía tenía los labios hinchados. Quise abrazarla para demostrarle lo mucho que me alegraba de que ya se sintiera mejor, pero aún era demasiado pronto.
—He ido a hacer la compra —le expliqué —. ¿Quieres comer algo?
—No —repitió—. Me estaba preguntando dónde te habías metido.
Oh, oh, aquello sonaba fatal... A pesar de la dulzura de su voz, no me costó mucho detectar el crujido del hielo. ¿Qué querría decir con eso de “dónde te habías metido”? ¿Acaso pensaba que la había dejado sola, que me había largado a mi casa o algo así? En todo caso, todavía estaba demasiado débil para mantener una discusión sobre ese tema.
—Me estoy preparando un café con leche —le dije, como si no me hubiera dado cuenta de su tono de voz—. ¿Te sientes capaz de beber algo? —dudó y yo detallé un poco mejor mi oferta—.También he comprado naranjas. Si quieres, te hago un zumo, que seguramente te sentará mejor. Además, tienes un exprimidor bastante bonito —sonreí de forma alentadora.
—¿Tengo un exprimidor? —me preguntó, sin demasiado entusiasmo. Debe estar muy enferma para no recordarlo
—Pues sí, tienes uno —me limité a confirmar—. Bien, pues zumo de naranja. Ella no me contestaba solo me miraba seriamente traté de sonreír con amabilidad.—Bueno, pues ahora me voy a la cocina a exprimir unas cuantas naranjas para hacerte un zumo. Además, la leche ya debe de estar a punto de hervir. —Di media vuelta y salí de la habitación.
Ya en la cocina, empecé a preguntarme por los motivos de su comportamiento. Alguien la había atacado salvajemente y, desesperada, me había llamado a mí. Yo la había traído a París. ¿Acaso le molestaba ahora el verse forzada a estar conmigo?¿Quería librarse de mí, ahora que ya estaba aquí, en su refugio más apartado y privado? ¡Pues si eso era lo que quería, así se haría! Pero sólo cuando estuviera lo bastante recuperada como para que yo pudiera largarme con la conciencia bien limpia. Hasta entonces, no le iba a quedar más remedio que soportarme.
Hice el zumo de naranja, lo puse en un vaso y cogí una pajita del paquete que había comprado. Lo coloqué todo sobre una bandeja
de desayuno —sí, también tenía una— y se la llevé.
Desde luego, estaba mucho mejor, pues había conseguido sentarse en la cama sin mi ayuda. Dejé la bandeja sobre su regazo y cogí mi taza de café. Después, y a pesar de su mal humor, me senté en la cama frente a ella.
—He pensado que así te resultaría más cómodo —dije, señalando la pajita. Cogió el vaso muy despacio.
—Sí —dijo, antes de beber un sorbo—. Muchas gracias por haberlo pensado —no me miró y por su voz no pude detectar si lo decía de corazón o sólo estaba tratando de ser educada.
—Tienes un apartamento precioso — elogié. “Como tú”, quise añadir, aunque ella no tuviera interés alguno en oír algo así. Sin embargo, no dije nada. Tal vez aún era demasiado pronto.
—¿Tú crees? —contestó, tan reservada como yo esperaba. —He echado un vistazo —proseguí, sin hacer caso de su mal humor—, mientras dormías. Espero que no esté prohibido.
Me miró a través de las dos rendijas que eran sus ojos. Aunque sabía perfectamente que por mucho que quisiera no podía abrirlos más, su gesto parecía intencionado, además de encajar muy bien con su tono de voz.
—No lo sé, porque hasta ahora no había tenido que tomar esa decisión.
Gracias a todo lo que habíamos pasado juntas hasta ese momento, yo sabía que lo que más le molestaba era que alguien invadiera su espacio privado, pero yo no tenía la culpa. No había leído sus cartas de amor —“¿habrá escrito o recibido alguna?” después inspeccionaré “que estoy pensando por supuesto que no lo hare, es su vida” , me dijé— ni tampoco había curioseado en sus armarios. Bueno, sólo en el de la cocina, pero ese no contaba.
—Espero que no —fingí que no me impresionaba en absoluto.
Tenía que hacerle entender que no estaba dispuesta a ceder ante su actitud defensiva, y se dio cuenta.
—Te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí —repitió, sin indicar si lo decía de verdad o no.
—¿Cómo te encuentras? —le pregunté. Desde luego, nadie podría advertir oscuros motivos tras esa pregunta.
—Mejor —dijo. No pareció especialmente entusiasmada en ofrecer más detalles, lo cual me hizo reaccionar con cierta rabia.
—Me alegro —comenté, en un tono un tanto forzado. Me estaba empezando a cansar de todo aquello y no dejaba de preguntarme qué le pasaba—. Quítate la sudadera —le ordené con frialdad, pensando que un pequeño sobresalto no le vendría mal. Al parecer, el truco funcionó.
—¿Qué? —me miró, asustada. Permití que sufriera durante unos
segundos y luego le expliqué la idea que me rondaba por la cabeza.
—He comprado un bálsamo para los moretones y voy a ponerte un poco en las heridas. También he encontrado un baño medicinal: esta tarde te pondré en remojo. Además, tienes que quitarte el chándal de
todas formas, porque lo levas puesto desde ayer. “A ver cómo debates eso”, pensé. Ni siquiera lo intentó. Se limitó a observarme a través de sus párpados hinchados,Dejé la taza de café en la bandeja de desayuno y me puse en pie.
—¿Dónde tienes los pijamas? —le pregunté. Si hubiera estado curioseando en los armarios, ya lo sabría, ¿no?
Señaló el cajón central de una cómoda muy antigua. Lo abrí y encontré por lo menos una docena de pijamas de seda.
—¿No tienes nada que no sea de seda?—pregunté, al mismo tiempo que me daba la vuelta. Tragó saliva, pues al parecer estaba muy alterada.
—No —explicó, bastante más dispuesta a cooperar que antes—, es...
—Ya sé, ya sé... —le sonreí amablemente—, te gusta el contacto de la
seda en tu piel.
Cogí un pijama del cajón y lo dejé sobre la cama. Después volví a la cocina a buscar el bálsamo. Cuando entré de nuevo en la habitación, no se había movido ni un centímetro. Supongo que aún seguía perpleja. Retiré a un lado la bandeja del desayuno. Después la miré y la compadecí, pues lo que me disponía a hacerle le iba a doler. Sin
embargo, era necesario.
—Espera, que te ayudo —dije. La tome por la cintura y tiré de la sudadera hacia arriba. Se quejó de dolor. Muy despacio, le levanté los brazos por encima de la cabeza y le quité la camiseta, mientras ella
se quejaba más vivamente. Cuando terminé de quitársela, dejó caer los brazos a los lados y gritó de dolor una vez más.
—Y ahora los pantalones —dije, al mismo tiempo que apartaba la manta—. Será mejor que te acuestes.
Muy despacio, y con mucha dificultad, se colocó en posición horizontal, lo cual no le supuso demasiado esfuerzo. Apenas podía Mirarla: tenía todo el cuerpo verde y morado y me pregunté por milésima vez quién podía haberle hecho eso ¿Quién fue esa persona tan malvada?. Desde luego, no tenía intención alguna de preguntárselo. Tendría que esperar que me lo dijera para así poder tomar cartas en el asunto , por supuesto que no se iba a quedar así. Tome el bálsamo.
—Si te duele, grita —le dije—, intentaré hacerlo con mucho cuidado.Sin embargo, sabía muy bien que no podía evitarle el dolor, aunque sospechaba que en realidad tenía más aguante de lo que yo creía.
Empecé a aplicarle el bálsamo y ella se retorcía cada vez que la tocaba. Al cabo de un rato, empezó a llorar en voz baja. Antes de decirle que se diera la vuelta, le permití descansar unos minutos. La miré.
—Grita si quieres —le dije, muy apenada —. No te oirá nadie —deseé poder hacerlo por ella. Me observó casi sin fuerzas.
—No puedo. Al cabo de un rato, terminé la operación, le puse el pijama y se quedó dormida de inmediato.
Cada vez era más evidente que estaba naciendo en mí un fuerte sentimiento de venganza hacia quienquiera que fuese que le había causado todas las heridas. Mientras le aplicaba el bálsamo, me di cuenta de que tenía unas marcas muy profundas en las muñecas, lo cual indicaba que alguien la había esposado. No me sorprendía, pues, que tuviera el aspecto que tenía: no había tenido la oportunidad de
defenderse.
Para mí, lo que había ocurrido seguía siendo un misterio. Me había asegurado que no estaba metida en esa clase de violencia, así que... ¿por qué de repente se había visto en una situación en la que alguien la esposaba? ¿O acaso había accedido voluntariamente? No, me parecía imposible, aunque hasta hacía muy poco había otras muchas cosas que también me parecían imposibles. Buena parte de esas cosas tenían mucho que ver con nuestra relación: por ejemplo, que fuera una prostituta y que yo me hubiera enamorado de ella.
No era algo que me hiciera feliz y, desde luego, tampoco me hacía feliz su profesión, aunque ahora ya estaba más preparada para aceptarlo. Tal vez no en el contexto de una relación, pero como mínimo estaba preparada para aceptar que esa era su forma de vida. Y lo que todo eso significaba para mí era obvio: la amaría siempre, pero no estaríamos juntas de nuevo.
De repente, me di cuenta de que estaba hambrienta. Me fui a la cocina y cogí unas cuantas cosas que había comprado para el desayuno. Por lo menos, me libraría de batallar con ella durante un rato. Cogí una Baguette y un poco de queso y me dirigí al gran salón. Enseguida supe por qué aquel era su rincón favorito, pues de inmediato noté la Calidez que había en aquella habitación. Una vez más, ella buscaba en los objetos el calor que no podía obtener de la gente. Me pregunté si habría traído a alguien aquí aunque… no lo creo.
Tenía que haber alguna forma de devolverle una parte de lo que me ofrecía tan generosamente, La alegría de la belleza y del amor.
Me habría encantado sentarme en su sillón, pero no quería quitarle su sitio, así que me senté en otro sillón que había Al lado y la imaginé sentada en su lugar, leyendo un libro. Pensé que sería maravilloso Pasar la velada en su compañía, sentarme tranquilamente a leer y levantar la vista de vez en cuando para contemplar su hermoso rostro.
“¿Tendré la oportunidad de vivir nuevamente algo así con ella?”, me pregunté.
Me acomodé en el sillón y empecé a soñar despierta. Supongo que me quedé dormida, pues me desperté sobresaltada al oír sus gritos, unos gritos espeluznantes que me obligaron a salir disparada hacia su habitación.
Me sentía tan agotada que las señales de tráfico temblaban ante mis ojos. Suspirando, aparqué el coche y después de buscar un poco,encontré el camino de regreso al apartamento. Lo primero que hice fue comprobar si seguía durmiendo.
Dormía, pues estaba muerta de cansancio, pero aún parecía inquieta. Sin embargo, de momento no había nada que yo pudiera hacer al respecto. Me sentía demasiado cansada para inspeccionar el apartamento, pero tenía la impresión de que era muy grande. En la habitación que ocupaba ella vi unos sofás perfectos para dormir.
Además, desde allí podía oírla. A pesar de que su cama era muy grande, no quería dormir junto a ella, pues me asustaba darle un golpe sin querer y hacerle aún más daño.
Cuando me desperté por la mañana, me costó un poco recordar dónde estaba. Con mi habitual aturdimiento matutino, elaboré mentalmente una lista de posibilidades: no era mi apartamento, ni el suyo... En ese momento, me llegó un débil gemido en la habitación. ¡París! Eso sirvió para despertarme del todo.
Me levanté y fui a ver cómo se encontraba. Se retorcía en la cama, inquieta, pero aún estaba dormida; no me pareció que despertarla sirviera para mejorar la situación. Me senté con cuidado en la cama y me dediqué a observarla: me pareció que tenía la cara más golpeada que el día anterior. Era terrible, especialmente teniendo en cuenta que era una mujer hermosa, pero me tranquilicé un poco al recordar lo que había dicho la doctora. Y estaba segura de que, con el tiempo, todas sus heridas externas desaparecerían. En cuanto a lo que sucedería con las heridas internas “las que no eran físicas”, no había forma de saberlo.
Supuse que seguiría durmiendo un poco más pues, de hecho, no tenía nada mejor que hacer. Me levanté de la cama y eché un vistazo a mí alrededor. Justo al lado de la habitación había un baño: entré y descubrí una bañera, ¡y qué bañera! Era pequeña, no estaba empotrada y tenía unas patas. El baño entero era una auténtica granada de lujo. Bueno, no, quizá “granada” sea una exageración, pero lo cierto es que allí una podía encontrar todo lo que Necesitaba sus esencias aromáticas, aceites, perfumes, jabones y todo de primerísima clase junto a la bañera.
No me costó mucho imaginar lo bien que le sentaban sus escapaditas a París. Salí del baño y eché otro vistazo a la cama. Seguía inquieta y no dejaba de moverse, pero me pareció que su respiración era más acompasada. Salí al pasillo que había justo delante de su habitación: aparentemente, hacia la izquierda se hallaban las estancias de uso más cotidiano, mientras que hacia la derecha había una puerta que daba a otro lugar y unos cuantos muebles antiguos, probablemente estilo Luis XV. Decidí ir hacia la izquierda: suponía que la cocina estaría en esa dirección y lo que más necesitaba en esos momentos era una buena taza de café. No me había equivocado: la cocina estaba al final del pasillo. Era exactamente la clase de cocina que cualquiera esperaría encontrar en un apartamento así: grande, elegante y perfectamente equipado.
Me pregunté para qué la quería, si jamás cocinaba. Busqué una cafetera y encontré dos: la primera era una de esas norteamericanas, como la que había visto en la cocina de su apartamento de new york ; la segunda era la clásica cafetera francesa, de las que se enroscan a mano. Elegí la segunda, pues me pareció más adecuada para mi primer día en París. También encontré café, pero no leche, ni siquiera en polvo. El café con leche tendría que esperar. Cuando el café estuvo listo, me serví una taza y regresé a la habitación. Ella seguía durmiendo. Mejor así, pensé, mientras empezaba una ruta turística por el apartamento.
Esta vez, cuando salí del cuarto donde ella dormía, me dirigí hacia la derecha: la primera puerta de la derecha daba a un dormitorio que, al parecer, ya no se utilizaba. A la izquierda había una especie de biblioteca o eso me pareció, a juzgar por la antigua estantería clásica que cubría la pared. Me acerqué y tome algunos libros, eran libros universitarios, de economía y administración ¡Eso era lo que estudiaba! de seguro se los trajo de Ohio Me sorprendió tanto que tuve que sentarme unos momentos.
De repente, me di cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas. Aún no estaba preparada para admitir que quinn y Emily tenían razón, pero en el fondo de mi corazón sabía que la amaba como nunca había amado a ninguna otra mujer. Me quedé allí sentada, aturdida y avergonzada a la vez , no me quedaba más remedio que esperar a que se recuperara un poco y Cuando llegara ese momento, lo más probable es que no quisiera saber nada más de mí. Seguramente, llevada por la desesperación, la única persona a quien se le había ocurrido llamar era a mí, pero cuando ya no necesitara mi ayuda recordaría lo sucedido durante nuestro último encuentro me dolía ya no estar con ella y me dolía verla en ese estado.
Me puse en pie y me sequé las lágrimas. Al otro lado de la habitación había otra puerta, que daba a un gran salón. Era obvio que allí pasaba la mayor parte del tiempo: había un gran piano , dos sillones de aspecto muy cómodo eran muy elegantes y, tal y como yo empezaba a sospechar, auténticos. En el centro había una chimenea pequeña sobre la cual descansaban —¡increíble!—unos libros de literatura. Para entonces, las lágrimas me resbalaban ya por las mejillas. Me acerqué para ver qué estaba leyendo de la autora gizellé : vous êtes le poison “tu eres el veneno” ¡en francés! Me pregunté si aquella era la lectura más adecuada y pensé que tendría que buscarle algo un poco más ligero para su convalecencia.
Aquella sala puso fin a mi ruta turística. Contemplé la calle a través de uno de los ventanales y sonreí al ver el típico bullicio parisino: en ese momento, varias personas cruzaban la calle con baguettes bajo el brazo; un motorista montado en un escúter pasó rozando a un peatón, que le lanzó diversos insultos; dos mujeres se encontraron y se pusieron a charlar con una vitalidad y afectuosidad muy difíciles de ver en las calles neoyorquinas . Y aquello era, precisamente, lo que más me gustaba de Francia, aunque también me hizo darme cuenta de algo: de que tenía que ir a comprar comida, para ella y para mí.
“Una experiencia nueva —pensé—. Será Divertido”.
Volví a la cocina, me serví una segunda taza de café y rebusqué en los armarios: al parecer, no cocinaba nunca, ni siquiera allí. aparte del café y varias clases de té, encontré unos cuantos platos precocinados en el congelador —supuse que para las emergencias— y nada más.
Reflexioné: seguramente aún faltaban un par de días para que ella estuviera en condiciones de salir a la calle. Mientras tanto, necesitaba algo que la ayudara a recobrar fuerzas y recuperarse. En cuanto a mí, no estaba dispuesta a vivir dos días sin baguettes o sin poder tomarme un café con leche. No había más que hablar: hice una lista, regresé a la habitación donde ella seguía durmiendo y tome una ducha ,me vestí. Antes de salir, volví a mirarla. Seguía durmiendo, lo cual era buena señal.
Mi excursión para ir a hacer la compra fue de lo más agradable: la simple oportunidad de poder hablar francés ya era mucho, aunque
el mío estaba un tanto oxidado por el desuso. Y además, estaba la gente: los franceses se gritaban y se regañaban unos a otros, pero un
segundo después se abrazaban como si no hubiera pasado nada, lo cual me parecía maravilloso.
Mis compras finales no tenían prácticamente nada que ver con lo que yo había previsto, pero daba igual porque la experiencia me había resultado de lo más grata y, sólo por eso, ya valía la pena.
Volví a casa silbando. La gente con la que me cruzaba me saludaba con un alegre “¡Bonjour!” y yo les respondía con la misma alegría. Ya en el apartamento, guardé la compra en la cocina, mientras silbaba en voz baja para no despertarla. Puse un cazo de leche a calentar —¡por fin el primer café con leche del día!
me dirigí a su habitación. Cuando entré, me miró y dejé de silbar de golpe. Por supuesto, ella no sabía qué había estado haciendo yo y de hecho, era mejor así, pues podría haberle parecido inapropiado.
Me acerqué a la cama.
—¿Te he despertado? —le pregunté, preocupada.
—No —contestó en voz baja, aunque era obvio que se sentía algo mejor—. Ya estaba despierta. —Arrastraba las palabras al hablar y todavía tenía los labios hinchados. Quise abrazarla para demostrarle lo mucho que me alegraba de que ya se sintiera mejor, pero aún era demasiado pronto.
—He ido a hacer la compra —le expliqué —. ¿Quieres comer algo?
—No —repitió—. Me estaba preguntando dónde te habías metido.
Oh, oh, aquello sonaba fatal... A pesar de la dulzura de su voz, no me costó mucho detectar el crujido del hielo. ¿Qué querría decir con eso de “dónde te habías metido”? ¿Acaso pensaba que la había dejado sola, que me había largado a mi casa o algo así? En todo caso, todavía estaba demasiado débil para mantener una discusión sobre ese tema.
—Me estoy preparando un café con leche —le dije, como si no me hubiera dado cuenta de su tono de voz—. ¿Te sientes capaz de beber algo? —dudó y yo detallé un poco mejor mi oferta—.También he comprado naranjas. Si quieres, te hago un zumo, que seguramente te sentará mejor. Además, tienes un exprimidor bastante bonito —sonreí de forma alentadora.
—¿Tengo un exprimidor? —me preguntó, sin demasiado entusiasmo. Debe estar muy enferma para no recordarlo
—Pues sí, tienes uno —me limité a confirmar—. Bien, pues zumo de naranja. Ella no me contestaba solo me miraba seriamente traté de sonreír con amabilidad.—Bueno, pues ahora me voy a la cocina a exprimir unas cuantas naranjas para hacerte un zumo. Además, la leche ya debe de estar a punto de hervir. —Di media vuelta y salí de la habitación.
Ya en la cocina, empecé a preguntarme por los motivos de su comportamiento. Alguien la había atacado salvajemente y, desesperada, me había llamado a mí. Yo la había traído a París. ¿Acaso le molestaba ahora el verse forzada a estar conmigo?¿Quería librarse de mí, ahora que ya estaba aquí, en su refugio más apartado y privado? ¡Pues si eso era lo que quería, así se haría! Pero sólo cuando estuviera lo bastante recuperada como para que yo pudiera largarme con la conciencia bien limpia. Hasta entonces, no le iba a quedar más remedio que soportarme.
Hice el zumo de naranja, lo puse en un vaso y cogí una pajita del paquete que había comprado. Lo coloqué todo sobre una bandeja
de desayuno —sí, también tenía una— y se la llevé.
Desde luego, estaba mucho mejor, pues había conseguido sentarse en la cama sin mi ayuda. Dejé la bandeja sobre su regazo y cogí mi taza de café. Después, y a pesar de su mal humor, me senté en la cama frente a ella.
—He pensado que así te resultaría más cómodo —dije, señalando la pajita. Cogió el vaso muy despacio.
—Sí —dijo, antes de beber un sorbo—. Muchas gracias por haberlo pensado —no me miró y por su voz no pude detectar si lo decía de corazón o sólo estaba tratando de ser educada.
—Tienes un apartamento precioso — elogié. “Como tú”, quise añadir, aunque ella no tuviera interés alguno en oír algo así. Sin embargo, no dije nada. Tal vez aún era demasiado pronto.
—¿Tú crees? —contestó, tan reservada como yo esperaba. —He echado un vistazo —proseguí, sin hacer caso de su mal humor—, mientras dormías. Espero que no esté prohibido.
Me miró a través de las dos rendijas que eran sus ojos. Aunque sabía perfectamente que por mucho que quisiera no podía abrirlos más, su gesto parecía intencionado, además de encajar muy bien con su tono de voz.
—No lo sé, porque hasta ahora no había tenido que tomar esa decisión.
Gracias a todo lo que habíamos pasado juntas hasta ese momento, yo sabía que lo que más le molestaba era que alguien invadiera su espacio privado, pero yo no tenía la culpa. No había leído sus cartas de amor —“¿habrá escrito o recibido alguna?” después inspeccionaré “que estoy pensando por supuesto que no lo hare, es su vida” , me dijé— ni tampoco había curioseado en sus armarios. Bueno, sólo en el de la cocina, pero ese no contaba.
—Espero que no —fingí que no me impresionaba en absoluto.
Tenía que hacerle entender que no estaba dispuesta a ceder ante su actitud defensiva, y se dio cuenta.
—Te agradezco mucho todo lo que has hecho por mí —repitió, sin indicar si lo decía de verdad o no.
—¿Cómo te encuentras? —le pregunté. Desde luego, nadie podría advertir oscuros motivos tras esa pregunta.
—Mejor —dijo. No pareció especialmente entusiasmada en ofrecer más detalles, lo cual me hizo reaccionar con cierta rabia.
—Me alegro —comenté, en un tono un tanto forzado. Me estaba empezando a cansar de todo aquello y no dejaba de preguntarme qué le pasaba—. Quítate la sudadera —le ordené con frialdad, pensando que un pequeño sobresalto no le vendría mal. Al parecer, el truco funcionó.
—¿Qué? —me miró, asustada. Permití que sufriera durante unos
segundos y luego le expliqué la idea que me rondaba por la cabeza.
—He comprado un bálsamo para los moretones y voy a ponerte un poco en las heridas. También he encontrado un baño medicinal: esta tarde te pondré en remojo. Además, tienes que quitarte el chándal de
todas formas, porque lo levas puesto desde ayer. “A ver cómo debates eso”, pensé. Ni siquiera lo intentó. Se limitó a observarme a través de sus párpados hinchados,Dejé la taza de café en la bandeja de desayuno y me puse en pie.
—¿Dónde tienes los pijamas? —le pregunté. Si hubiera estado curioseando en los armarios, ya lo sabría, ¿no?
Señaló el cajón central de una cómoda muy antigua. Lo abrí y encontré por lo menos una docena de pijamas de seda.
—¿No tienes nada que no sea de seda?—pregunté, al mismo tiempo que me daba la vuelta. Tragó saliva, pues al parecer estaba muy alterada.
—No —explicó, bastante más dispuesta a cooperar que antes—, es...
—Ya sé, ya sé... —le sonreí amablemente—, te gusta el contacto de la
seda en tu piel.
Cogí un pijama del cajón y lo dejé sobre la cama. Después volví a la cocina a buscar el bálsamo. Cuando entré de nuevo en la habitación, no se había movido ni un centímetro. Supongo que aún seguía perpleja. Retiré a un lado la bandeja del desayuno. Después la miré y la compadecí, pues lo que me disponía a hacerle le iba a doler. Sin
embargo, era necesario.
—Espera, que te ayudo —dije. La tome por la cintura y tiré de la sudadera hacia arriba. Se quejó de dolor. Muy despacio, le levanté los brazos por encima de la cabeza y le quité la camiseta, mientras ella
se quejaba más vivamente. Cuando terminé de quitársela, dejó caer los brazos a los lados y gritó de dolor una vez más.
—Y ahora los pantalones —dije, al mismo tiempo que apartaba la manta—. Será mejor que te acuestes.
Muy despacio, y con mucha dificultad, se colocó en posición horizontal, lo cual no le supuso demasiado esfuerzo. Apenas podía Mirarla: tenía todo el cuerpo verde y morado y me pregunté por milésima vez quién podía haberle hecho eso ¿Quién fue esa persona tan malvada?. Desde luego, no tenía intención alguna de preguntárselo. Tendría que esperar que me lo dijera para así poder tomar cartas en el asunto , por supuesto que no se iba a quedar así. Tome el bálsamo.
—Si te duele, grita —le dije—, intentaré hacerlo con mucho cuidado.Sin embargo, sabía muy bien que no podía evitarle el dolor, aunque sospechaba que en realidad tenía más aguante de lo que yo creía.
Empecé a aplicarle el bálsamo y ella se retorcía cada vez que la tocaba. Al cabo de un rato, empezó a llorar en voz baja. Antes de decirle que se diera la vuelta, le permití descansar unos minutos. La miré.
—Grita si quieres —le dije, muy apenada —. No te oirá nadie —deseé poder hacerlo por ella. Me observó casi sin fuerzas.
—No puedo. Al cabo de un rato, terminé la operación, le puse el pijama y se quedó dormida de inmediato.
Cada vez era más evidente que estaba naciendo en mí un fuerte sentimiento de venganza hacia quienquiera que fuese que le había causado todas las heridas. Mientras le aplicaba el bálsamo, me di cuenta de que tenía unas marcas muy profundas en las muñecas, lo cual indicaba que alguien la había esposado. No me sorprendía, pues, que tuviera el aspecto que tenía: no había tenido la oportunidad de
defenderse.
Para mí, lo que había ocurrido seguía siendo un misterio. Me había asegurado que no estaba metida en esa clase de violencia, así que... ¿por qué de repente se había visto en una situación en la que alguien la esposaba? ¿O acaso había accedido voluntariamente? No, me parecía imposible, aunque hasta hacía muy poco había otras muchas cosas que también me parecían imposibles. Buena parte de esas cosas tenían mucho que ver con nuestra relación: por ejemplo, que fuera una prostituta y que yo me hubiera enamorado de ella.
No era algo que me hiciera feliz y, desde luego, tampoco me hacía feliz su profesión, aunque ahora ya estaba más preparada para aceptarlo. Tal vez no en el contexto de una relación, pero como mínimo estaba preparada para aceptar que esa era su forma de vida. Y lo que todo eso significaba para mí era obvio: la amaría siempre, pero no estaríamos juntas de nuevo.
De repente, me di cuenta de que estaba hambrienta. Me fui a la cocina y cogí unas cuantas cosas que había comprado para el desayuno. Por lo menos, me libraría de batallar con ella durante un rato. Cogí una Baguette y un poco de queso y me dirigí al gran salón. Enseguida supe por qué aquel era su rincón favorito, pues de inmediato noté la Calidez que había en aquella habitación. Una vez más, ella buscaba en los objetos el calor que no podía obtener de la gente. Me pregunté si habría traído a alguien aquí aunque… no lo creo.
Tenía que haber alguna forma de devolverle una parte de lo que me ofrecía tan generosamente, La alegría de la belleza y del amor.
Me habría encantado sentarme en su sillón, pero no quería quitarle su sitio, así que me senté en otro sillón que había Al lado y la imaginé sentada en su lugar, leyendo un libro. Pensé que sería maravilloso Pasar la velada en su compañía, sentarme tranquilamente a leer y levantar la vista de vez en cuando para contemplar su hermoso rostro.
“¿Tendré la oportunidad de vivir nuevamente algo así con ella?”, me pregunté.
Me acomodé en el sillón y empecé a soñar despierta. Supongo que me quedé dormida, pues me desperté sobresaltada al oír sus gritos, unos gritos espeluznantes que me obligaron a salir disparada hacia su habitación.
[Continuara…]
Apartamento de Santana en parís
vestíbulo
Apartamento
chicas gracias por leer ... recuerden comentar y nos leemos prontito
besos a todas
mcmahonnn- |******|
- Mensajes : 265
Fecha de inscripción : 12/02/2013
Re: FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.
pobre san espero se recupere pronto y que sobre todoooo se reconcilie kn britt mui padre tu fic esperoo la sig actualizacion :D
itzel7** - Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 10/03/2013
Página 14 de 37. • 1 ... 8 ... 13, 14, 15 ... 25 ... 37
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