Fan Fic - 50 Sombras de López... (Parte III - Capítulo 13)

hola! nueva lectora esta muy interesante el fic, y bueno aca me tenes enganchada xD
saludos!

sabes yo pensaba que 50 sombras de grey no podia ser mejor pero me equivoque porque en versión brittana es mucho mejor y amooooooo que los capitulos sean largos


pues ya sabes si no quieres que vaya a secuestrarte entonces no tardes mas de dos dias en actualizar


y que bueno que vallas adaptar los 3 libros


nos leemos pronto (eso espero) chau besos

¡Me fascinaaaaaaa! Me enamoro más de Santana de lo que ya estaba. Ahora es cuando me arrepiento un poquito de haber leído 50 sombras antes :( pero ya me he acostumbrado :D Brittany, la chica inocente y Santana, una mujer extremadamente sexy y madura que le enseñará a Brittany hasta lo que no! SIMPLEMENTE LO ADORO.

Me parece perfecto que aproveches el tiempo de lo de los comentarios y eso, solo espero que sigas actualizando seguido, por fa :) !

Wuao, nunca me imagine que hicieran un fic de este libro, no he leído el libro pero mis amigas siempre hablan de el así que más o menos me se la trama de la historia. Me encanta el hecho de que Santana sea la sexy y madura empresaria.

Espero la actualización

God! escribes tan bien, te juro que me encanta, en algunas parte quede sin respiracion xd... era como si una de ellas en cualquier momento se iria sobre la otra y se partirían la boca con un beso.... ufff...

Hasta el proximo cap, sigue asi :)

Nueva lectora!

Justo me acababan de recomendar el libro en la escuela y dije porque no? y ahora que estoy leyendo tu adaptación aparte de darme curiosidad por leer el libro creo que no puede ser más perfecto teniendo a las Brittana como pareja principal.

Hasta ahora me ha encantado la historia, una peculiar forma de conocerse y un sin fin de diferencias tanto en las personalidades como en los estilos de vida, es solo lo hace más interesante :)

espero leer tu siguiente capítulo, saludos!

Me encanto el capitulo.!!!

Por que Santana tiene que ser siempre tan irresistible??? Llega un momento en que odio a Brittany por poder tenerla.. Jajajaja

Espero la proxima actu..

Un abrazo!!

-Dai

Waooooo :o estoy muy sorprendida por la respuestas que ah tenido este fic de verdad muchas gracias no me lo esperaba espero q sigan asi :).... Referente a colocar la perpectiva de santana no creo xq el libro solo se basa en el lado de la protagonista q es britt pero relajados leyendo se daran cuenta de muchas cosas de santana todo poco a poco creo q todo se va desarrollando a su tiempo!!!... Sigan dejandome respuestas asi como ustedes se envician con la historia yo lo hago con sus mensajes ;)... Les dejo el nuevo capitulo graciasss de nuevo..... PD: no hay nada mas hot q santana en el papel de grey :)

Parte I - Capítulo 3

Quién se pone loca de contenta.
—Pero ¿qué hacía en Clayton’s?
Su curiosidad rezuma por el teléfono. Estoy al fondo del almacén e intento que mi voz suene des preocupada.
—Pasaba por aquí.
—Me parece demasiada casualidad, Brisa. ¿No crees que ha ido
a verte?
El corazón me da un brinco al planteármelo, pero la alegría dura poco. La triste y decepcionante realidad es que había venido por
trabajo.
—Ha venido a visitar el departamento de agricultura de la
universidad. Financia una investigación —murmuro.
—Sí, sí. Ha concedido al departamento una subvención de dos millones y medio de dólares..
—¿Cómo lo sabes?
—Britt, soy periodista y he escrito un artículo sobre esta mujer. Mi
obligación es saberlo.
—Vale, Carla Bernardo, no te sulfures. Bueno, ¿quieres esas
fotos?
—Pues claro. El problema es quién va a hacerlas y dónde.
—Podríamos preguntarle a ella dónde. Ha dicho que se quedaría por la zona.
—¿Puedes contactarla?
—Tengo su móvil.
Quinn pega un grito.
—¿La soltera más rica, más escurridizo, más enigmática de todo el estado de Washington te ha dado su número de móvil?
—Bueno… sí.
—¡Britt! Le gustas. No tengo la menor duda —afirma
categóricamente.
—Quinn, solo pretende ser amable.
Pero incluso mientras lo digo sé que no es verdad. Santana López no es amable. Es educada, quizá. Y una vocecita me susurra:
Tal vez Quinn tiene razón. Se me eriza el vello solo de pensar que
quizá, solo quizá, podría gustarle. Después de todo, es cierto que
me ha dicho que se alegraba de que Quinn no le hubiera hecho la
entrevista. Me abrazo a mí misma con silenciosa alegría y giro a
derecha e izquierda considerando la posibilidad de que por un
instante pueda gustarle. Quinn me devuelve al presente.
—No sé cómo podremos hacer la sesión. Le vi, nuestro
fotógrafo habitual, no puede. Ha ido a Idas Falls a pasar el fin de
semana con su familia. Se mosqueado cuando sepa que ha perdido la ocasión de fotografiar a una de las empresarias más importante del país.
—Mmm… ¿Y Noah?
—¡Buena idea! Pídeselo tú. Haría cualquier cosa por ti. Luego
llamas a López y le preguntas dónde quiere que vayamos.
Quinn es insufrible mente desdeñosa con Noah.
—Creo que deberías llamarlo tú.
—¿A quién? ¿A Noah? —me pregunta en tono de burla.
—No, a López.
—Britt, eres tú la que tiene trato con ella.
—¿Trato? —exclamo subiendo el tono varias octava.
Apenas conozco a esa mujer.
—Al menos has hablado con ella —dice implacable—. Parece
que quiere conocerte mejor y es gay y a ti te gustan las mujeres Britt, llámala y punto.
Y me cuelga. A veces es muy autoritaria. Frunzo el ceño y le
saco la lengua al teléfono.
Estoy dejándole un mensaje a Noah cuando Sugar entra en el
almacén a buscar papel de lija.
—Britt, tenemos trabajo ahí fuera —me dice sin acritud.
—Sí, perdona —murmuro, y me doy la vuelta para salir.
—¿De qué conoces a Santana López?
Sugar intenta mostrarse indiferente, pero no lo consigue.
—Tuve que entrevistarla para la revista de la facultad. Quinn no
se encontraba bien.
Me encojo de hombros intentando no darle importancia, pero no
lo hago mucho mejor que ella.
—Santana López en Clayton’s. Imagínate —resopla Sugar
sorprendida. Mueve la cabeza, como si quisiera aclararse las ideas
—. Bueno, ¿te apetece que salgamos a tomar algo esta noche?
Cada vez que vuelve a casa me propone salir, y siempre le digo
que no. Es un ritual. Nunca me ha parecido buena idea salir con la
hermana del jefe, y además Sugar es guapa como podría serlo la
vecina de al lado, pero, por más imaginación que le eché no puede
ser un héroe literario. ¿Lo es López?, me pregunta mi subconsciente
alzando su imaginaria ceja. La hago callar.
—¿No tenéis cena familiar por el cumpleaños de tu hermano?
—Mañana.
—Quizá otro día, Sugar. Esta noche tengo que estudiar. Tengo exámenes finales la semana que viene.
—Britt, un día de estos me dirás que sí —me dice sonriendo.
Y vuelvo a la tienda.
—Pero yo hago paisajes, Britt, no retratos —refundido Noah.
—Noah, por favor —le suplió.
Con el móvil en la mano, recorro el salón de casa contemplando
la luz del atardecer al otro lado de la ventana.
—Dame el teléfono.
Quinn me lo quita retirándose bruscamente el pelo rubio rojizo del
hombro.
—Escúchame, Noah Puckerman, si quieres que nuestra revista cubra la inauguración de tu exposición, nos harás la sesión mañana,
¿entendido?
Quinn puede ser increíblemente dura.
—Bien. Britt volverá a llamarte para decirte dónde y a qué hora.
Nos vemos mañana.
Y cuelga el móvil.
—Solucionado. Ahora lo único que nos queda es decidir dónde
y cuándo. Llámala.
Me tiende el teléfono. Siento un nudo en el estómago.
—¡Llama a López ahora mismo!
La miro ceñuda y saco la tarjeta de López del bolsillo trasero de
mis pantalones. Respiro larga y profundamente, y marco el número
con dedos temblor osos.
Contesta al segundo tono con voz tranquila y fría.
—López.
—¿Se… Señora López? Soy Brittany Pierce.
No reconozco mi propia voz. Estoy muy nerviosa. López se
queda un segundo en silencio. Estoy temblando.
—Señorita Pierce. Un placer tener noticias suyas.
Le ha cambiado la voz. Creo que se ha sorprendido, y suena muy… cálida. Incluso seductora. Se me corta la respiración y me ruborizo. De pronto me doy cuenta de que Quinn Fabray está observándome boquiabierta, así que salgo disparada hacia la cocina para evitar su inoportuna mirada escrutadora.
—Bueno… Nos gustaría hacer la sesión fotográfica para el
artículo.
Respira, Britt, respira. Mis pulmones absorben una rápida bocanada de aire.
—Mañana, si no tiene problema. ¿Dónde le iría bien?
Casi puedo oír su sonrisa de esfinge al otro lado del teléfono.
—Me alojo en el hotel Heathman de Portland. ¿Le parece bien a
las nueve y media de la mañana?
—Muy bien, nos vemos allí.
Estoy pletórica y sin aliento. Parezco una cría, no una mujer
adulta que puede votar y beber alcohol en el estado de Washington.
—Lo estoy deseando, señorita Pierce.
Veo el destello malévola en sus ojos Marrones. ¿Cómo consigue que
tan solo cinco palabras en cierren una promesa tan tentadora?
Cuello. Quinn está en la cocina, observándome con una mirada de
total y absoluta consternación.
—Brittany Susan Pierce. ¡Te gusta! Nunca te había visto ni te
había oído tan… tan… alterada por nadie. Te has puesto roja.
—Quinn, ya sabes que me pongo roja por nada. Lo hago por deporte. No seas ridícula —le contesto enfadada.
Quinn parpadea sorprendida. Es muy raro que yo me enrabie, y si lo hago, se me pasa enseguida.
—Me intimida… Eso es todo.
—En el Heathman, nada menos —murmura Quinn—. Voy a
llamar al gerente para negociar con él un lugar para la sesión.
—Yo voy a hacer la cena. Luego tengo que estudiar.
Abro un armario para empezar a preparar la cena, sin poder disimular que estoy mosqueada con ella.
Esa noche estoy intranquila, no paro de moverme y de dar vueltas
en la cama. Sueño con ojos marrones, monos de trabajo, piernas
largas, dedos largos y lugares muy oscuros e inexplorados. Me despierto dos veces con el corazón latiéndome a toda velocidad. Si no pego ojo, mañana voy a tener una pinta estupenda, me regaño a mí misma. Doy un golpe sobre la almohada e intento calmarme.
El Heathman está en el centro de Portland. Terminaron el impresionante edificio de piedra marrón justo a tiempo para el crack de finales de los años veinte. Noah, Travis y yo vamos en mi
Escarabajo, y Quinn en su CLK, porque en mi coche no cabemos
todos. Travis es amigo y ayudante de Noah, y ha venido a echarle
una mano con la iluminación. Quinn ha conseguido que nos dejen
utilizar una habitación del Heathman a cambio de mencionar el hotel en el artículo. Cuando explica en la recepción que hemos venido a fotografiar a la empresaria Santana López, nos suben de inmediato a una suite. Pero a una normal, porque al parecer la señora López está alojada en la suite más grande del edificio. Un responsable de marketing demasiado entusiasta nos muestra la suite. Es jovencísimo y por alguna razón está muy nervioso. Sospecho que la
belleza de Quinn y su aire autoritario lo desarman, porque hace con él lo que quiere. Las habitaciones son elegantes, sobrias y con muebles de calidad.
Son las nueve. Tenemos media hora para prepararlo todo. Quinn va de un lado a otro.
—Noah, creo que lo colocaremos delante de esta pared. ¿Estás
de acuerdo? —No espera a que le responda—. Travis, retira las
sillas. Britt, ¿puedes pedir que nos traigan unos refrescos? Y dile a
López que estamos aquí.
Sí, ama. Es tan dominante… Pongo los ojos en blanco, pero hago lo que me pide.
Media hora después Santana López entra en nuestra suite.
¡Madre mía! Lleva una camisa blanca con el cuello abierto,
unos pantalones grises ceñido al cuerpo que resalta su figura seductora y unos tacones a juego con su camisa. Lleva el pelo mojado. Al mirarla se me seca la boca… Está alucinantemente buena. Entra en
la suite acompañado de un hombre de treinta y pico años, con el
pelo rapado, un elegante traje negro y corbata, que se queda en
silencio en una esquina. Sus ojos castaños nos miran impasibles.
—Señorita Pierce, volvemos a vernos.
López me tiende la mano, que estrecho mientras parpadeo rápidamente. ¡Dios mío!… Está realmente hermosa… Cuando le toco la mano, siento esa agradable corriente que me recorre el cuerpo
entero, me enciende y hace que me ruborice. Estoy convencida de
que todo el mundo puede oír mi respiración irregular.
—Señora López, le presento a Quinn Fabray —susurro
señalando a Quinn, que se acerca y lo mira directamente a los ojos.
—La tenaz señorita Fabray. ¿Qué tal está? —Sonríe
ligeramente y parece realmente divertida—. Espero que se encuentre mejor. Brittany me dijo que la semana pasada estuvo
enferma.
—Estoy bien, gracias, señora López.
Le estrecha la mano con fuerza sin pestañear. Me recuerdo a mí misma que Quinn ha ido a las mejores escuelas privadas de Washington. Su familia tiene dinero, así que ha crecido segura de sí misma y de su lugar en el mundo. No se anda con tonterías. A mí me impresiona.
—Gracias por haber encontrado un momento para la sesión —le
dice con una sonrisa educada y profesional.
—Es un placer —le contesta López lanzándome una mirada.
Vuelvo a ruborizarme. Maldita sea.
—Este es Noah Puckerman, nuestro fotógrafo —le digo.
Y sonrió a Noah, que me devuelve una sonrisa cariñosa y luego mira a López con frialdad.
—Señora López —la saluda con un movimiento de cabeza.
—Señor Puckerman.
La expresión de López también cambia mientras observa a Noah.
—¿Dónde quiere que me coloque? —le pregunta López en tono
ligeramente amenazador.
Pero Quinn no está dispuesta a dejar que Noah lleve la voz cantante.
—Señora López, ¿puede sentarse aquí, por favor? Tenga cuidado
con los cables. Y luego haremos también unas cuantas de pie.
Le indica una silla colocada contra una pared.
Travis enciende las luces, que por un momento ciegan a López, y
susurra una disculpa. Luego él y yo nos quedamos atrás y observamos a Noah mientras toma las fotografías. Hace varias con la cámara en la mano, pidiéndole a López que se gire a un lado, al otro, que mueva un brazo y que vuelva a bajarlo. Luego coloca la cámara en el trípode y sigue haciendo fotos de López sentada, posando pacientemente y con naturalidad, durante unos veinte minutos. Mi deseo se ha hecho realidad: admiro a López desde una distancia no tan larga. En dos ocasiones nuestros ojos se encuentran y tengo que apartar la mirada de la suya, tan
inextricable.
—Ya tenemos bastantes sentado —interrumpe Quinn—.
¿Puede ponerse de pie, señora López? Se levanta y Través corre a retirar la silla. El obturador de la
Nikon de Noah empieza a chasquear de nuevo.
—Creo que ya tenemos suficientes —anuncia Noah cinco minutos
después.
—Muy bien —dice Quinn—. Gracias de nuevo, señora López.
Le estrecha la mano, y también Noah.
—Me encantará leer su artículo, señorita Fabray —murmura
López, y se vuelve hacia mí, que estoy junto a la puerta—. ¿Viene
conmigo, señorita Pierce? —me pregunta.
—Claro —le contesto totalmente desconcertada.
Miro nerviosa a Quinn, que se encoge de hombros. Veo que
Noah, que está detrás de ella, pone mala cara.
—Que tengan un buen día —dice López abriendo la puerta y apartándose a un lado para que yo salga primero.
Pero… ¿De qué va todo esto? ¿Qué quiere? Me detengo en el
pasillo y me muevo nerviosa mientras López sale de la habitación
seguido por el tipo rapado y trajeado.
—Enseguida le aviso, Taylor —murmura al rapado.
Taylor se aleja por el pasillo y López dirige su ardiente mirada gris
hacia mí. Mierda… ¿He hecho algo mal?
—Me preguntaba si le apetecería tomar un café conmigo.
El corazón se me sube de golpe a la boca. ¿Una cita? Santana López está pidiéndome una cita. Está preguntándote si quieres un café. Quizá piensa que todavía no te has despertado, me suelta mi subconsciente en tono burlón. Carraspeo e intento controlar los nervios.
—Tengo que llevar a todos a casa —murmuro en tono de disculpa retorciendo las manos y los dedos.
—¡Taylor! —grita.
Pego un bote. Taylor, que se había quedado esperando al fondo del pasillo, se vuelve y regresa con nosotros.
—¿Van a la universidad? —me pregunta López en voz baja.
Asiento, porque estoy demasiado aturdida para contestar.
—Taylor puede llevarlos. Es mi chófer. Tenemos un 4 x 4 grande, así que puede llevar también el equipo.
—¿Señora López? —pregunta Taylor cuando llega hasta nosotros con rostro inexpresivo.
—¿Puede llevar a su casa al fotógrafo, su ayudante y la señorita
Fabray, por favor?
—Por supuesto, señora —le contesta Taylor.
—Arreglado. ¿Puede ahora venir conmigo a tomar un café?
López sonríe dándolo por hecho.
Frunzo el ceño.
—Verá… señora López… esto… la verdad… Mire, no es necesario que Taylor los lleve. —Lanzo una rápida mirada a Taylor, que sigue estoicamente impasivo—. Puedo intercambiar el coche con Quinn, si me espera un momento.
López me dedica una sonrisa de oreja a oreja deslumbrante y
natural. Madre mía… Abre la puerta de la suite y la sostiene para que pase. Entro deprisa y encuentro a Quinn en plena discusión con Noah.
—Britt, creo que no hay duda de que le gustas —me dice sin el
menor preámbulo.
Noah me mira ceñudo.
—Pero no me fío de ella —añade Quinn.
Levanto la mano con la esperanza de que se calle, y
milagrosamente lo hace.
—Quinn, ¿puedes llevarte a Wanda y dejarme tu coche?
—¿Por qué?
—Santana López me ha pedido que vaya a tomar un café con ella.
Se queda boquiabierta, sin saber qué decir. Disfruto del momento. Me coge del brazo y me arrastra hasta el dormitorio, al fondo de la sala de estar de la suite.
—Britt, es una mujer rara —me advierte—. Es muy guapa, de
acuerdo, pero creo que es peligrosa. Especialmente para alguien como tú.
—¿Qué quieres decir con eso de alguien como yo? —le pregunto ofendida.
—Una inocente como tú, Britt. Ya sabes lo que quiero decir — me contesta un poco enfadada.
Me ruborizo.
—Quinn, solo es un café. Empiezo los exámenes esta semana y tengo que estudiar, así que no me alargaré mucho.
Arruga los labios, como si estuviera considerando mi petición. Al final se saca las llaves del bolsillo y me las da. Le doy las mías.
—Nos vemos luego. No tardes, o pediré que vayan a rescatarte.
—Gracias.
La abrazo.
Salgo de la suite y encuentro a Santana López esperándome apoyada en la pared. Parece una modelo posando para una sofisticada revista de moda.
—Ya está. Vamos a tomar un café —murmuro enrojeciendo de
nuevo.
Sonríe.
—Usted primero, señorita Pierce.
Se incorpora y hace un gesto para que pase delante. Avanzo por el pasillo con las piernas temblando, el estómago lleno de mariposas y el corazón latiéndome violentamente. Voy a tomar un café con
Santana López… y odio el café.
Caminamos juntas por el amplio pasillo hacia el ascensor. ¿Qué puedo decirle? De pronto el temor me paraliza la mente. ¿De qué
vamos a hablar? ¿Qué tengo yo en común con ella? Su voz cálida me
sobresalta y me aparta de mis pensamientos.
—¿Cuánto hace que conoce a Quinn Fabray?
Bueno, una pregunta fácil para empezar.
—Desde el primer año de facultad. Somos buenas amigas.
—Ya —me contesta evasiva.
¿Qué está pensando?
Pulsa el botón para llamar al ascensor y casi de inmediato suena
el pitido. Las puertas se abren y muestran a una joven pareja abrazándose apasionadamente. Se separan de golpe, sorprendidos e incómodos, y miran con aire de culpabilidad en cualquier dirección menos la nuestra. López y yo entramos en el ascensor. Intento que no cambie mi expresión, así que miro al suelo al sentir que las mejillas me arden. Cuando levanto la mirada hacia López, parece que ha esbozado una sonrisa, pero es muy difícil asegurarlo. La joven pareja no dice nada. Descendemos a la planta baja en un incómodo silencio. Ni siquiera suena uno de esos terribles hilo musicales para distraernos.
Las puertas se abren y, para mi gran sorpresa, López me coge de
la mano y me la sujeta con sus dedos largos y fríos. Siento la
corriente recorriendo mi cuerpo, y mis ya rápidos latidos se aceleran. Mientras tira de mí para salir del ascensor, oímos a nuestras espaldas la risita tonta de la pareja. López sonríe.
—¿Qué pasa con los ascensores? —masculla.
Cruzamos el amplio y animado vestíbulo del hotel en dirección a
la entrada, pero López evita la puerta giratoria. Me pregunto si es
porque tendría que soltarme la mano.
Es un bonito domingo de mayo. Brilla el sol y apenas hay tráfico.
López gira a la izquierda y avanza hacia la esquina, donde nos detenemos a esperar que cambie el semáforo. Estoy en la calle y
Santana López me lleva de la mano. Nunca he paseado de la mano de nadie. La cabeza me da vueltas, y un cosquilleo me recorre todo el cuerpo. Intento reprimir la ridícula sonrisa que amenaza con dividir mi cara en dos. Intenta calmarte, Britt, me implora mi subconsciente. El hombrecillo verde del semáforo se ilumina y seguimos nuestro camino.
Andamos cuatro manzanas hasta llegar al Portland Coffee House, donde López me suelta para sujetarme la puerta.
—¿Por qué no elige una mesa mientras voy a pedir? ¿Qué quiere
tomar? —me pregunta, tan educada como siempre.
—Tomaré… eh… un té negro.
Alza las cejas.
—¿No quiere un café?
—No me gusta demasiado el café.
Sonríe.
—Muy bien, un té negro. ¿Dulce?
Me quedo un segundo perpleja, pensando que se refiere a mí, pero por suerte aparece mi subconsciente frunciendo los labios.
No, tonta… Que si lo quieres con azúcar.
—No, gracias.
Me miro los dedos nudosos.
—¿Quiere comer algo?
—No, gracias.
Niego con la cabeza y López se dirige a la barra.
Levanto un poco la vista y la miro furtivamente mientras espera
en la cola a que le sirvan. Podría pasarme el día mirándola… Es
alta y delgada… Y cómo le quedan los pantalones… Madre mía. Un par de veces se pasa los largos y
bonitos dedos por el pelo, que ya está seco, aunque sigue peinado. Ay, cómo me gustaría hacerlo a mí. La idea se me pasa de pronto por la cabeza y me arde la cara. Me muerdo el labio y vuelvo a mirarme las manos. No me gusta el rumbo que están tomando mis caprichosos pensamientos.
—Un dólar por sus pensamientos.
López ha vuelto y me mira fijamente.
Me pongo colorada. Solo estaba pensando en pasarte los dedos
por el pelo y preguntándome si sería suave. Niego con la cabeza.
López lleva una bandeja en las manos, que deja en la pequeña mesa redonda chapada en abedul. Me tiende una taza, un platillo, una
tetera pequeña y otro plato con una bolsita de té con la etiqueta
TWININGS ENGLISH BREAKFAST, mi favorito. Ella se ha pedido un café
con un bonito dibujo de una hoja impreso en la espuma de leche.
¿Cómo lo hacen?, me pregunto distraída. También se ha pedido una magdalena de arándanos. Coloca la bandeja a un lado, se sienta frente a mí y cruza sus largas piernas. Parece cómoda, muy a gusto con su cuerpo. La envidio. Y aquí estoy yo, desgarbada y torpe, casi incapaz de ir de A a B sin caerme de morros.
—¿Qué está pensando? —insiste.
—Que este es mi té favorito.
Hablo en voz baja y entrecortada. Sencillamente, no me puedo creer que esté con Santana López en una cafetería de Portland.
Frunce el ceño. Sabe que estoy escondiéndole algo. Introduzco la
bolsita de té en la tetera y casi inmediatamente la retiro con la
cucharilla. López ladea la cabeza y me mira con curiosidad mientras
dejo la bolsita de té en el plato.
—Me gusta el té negro muy flojo —murmuro a modo de
explicación.
—Ya veo. ¿Es su novio?
Pero ¿qué dice?
—¿Quién?
—El fotógrafo. Noah Puckerman.
Me río nerviosa, aunque con curiosidad. ¿Por qué le ha dado esa
impresión?
—No. Noah es un buen amigo mío. Eso es todo. ¿Por qué ha
pensado que era mi novio?
—Por cómo se sonríen.
Me sostiene la mirada. Es desconcertante. Quiero mirar a otra
parte, pero estoy atrapada, embelesada.
—Es como de la familia —susurro.
López asiente, al parecer satisfecha con mi respuesta, y dirige la
mirada a su magdalena de arándanos. Sus largos dedos retiran el papel con destreza, y yo la contemplo fascinada.
—¿Quiere un poco? —me pregunta.
Y recupera esa sonrisa divertida que esconde un secreto.
—No, gracias.
Frunzo el ceño y vuelvo a contemplarme las manos.
—Y la chica que me presentó ayer, en la tienda… ¿No es su
novia?
—No. Sugar es solo una amiga. Se lo dije ayer.
¿Qué tonterías son estas?
—¿Por qué me lo pregunta? —le digo.
—Parece nerviosa cuando está con ellos.
Maldita sea, es algo personal. Solo me pongo nerviosa cuando
estoy con usted, López.
—Usted me resulta intimidante.
Me pongo colorada, pero mentalmente me doy palmaditas en la espalda por mi sinceridad y vuelvo a contemplarme las manos. La oigo respirar profundamente.
—De modo que le resulto intimidante —me contesta asintiendo
—. Es usted muy sincera. No baje la cabeza, por favor. Me gusta verle la cara.
La miro y me dedica una sonrisa alentadora, aunque irónica.
—Eso me da alguna pista de lo que puede estar pensando —me dice—. Es usted un misterio, señorita Pierce.
¿Un misterio? ¿Yo?
—No tengo nada de misteriosa.
—Creo que es usted muy contenida —murmura.
¿De verdad? Uau… ¿cómo lo consigo? Es increíble. ¿Yo,
contenida? Imposible.
—Menos cuando se ruboriza, claro, cosa que hace a menudo.
Me gustaría saber por qué se ha ruborizado.
Se mete un trozo de magdalena en la boca y empieza a masticarlo despacio, sin apartar los ojos de mí. Y, como no podía ser de otra manera, me ruborizo. ¡Mierda!
—¿A usted le atraen los hombres o las mujeres?
—Me atraen ambos
—Ya veo
—¿Siempre hace comentarios tan personales?
—No me había dado cuenta de que fuera personal. ¿La he
ofendido? —me pregunta en tono sorprendida.
—No —le contesto sinceramente.
—Bien.
—Pero es usted un poco arrogante.
Alza una ceja y, si no me equivoco, también ella se ruboriza ligeramente.
—Suelo hacer las cosas a mi manera, Brittany —murmura—.
En todo.
—No lo dudo. ¿Por qué no me ha pedido que la tutee?
Me sorprende mi osadía. ¿Por qué la conversación se pone tan
seria? Las cosas no están yendo como pensaba. No puedo
creerme que esté mostrándome tan hostil hacia ella. Como si ella
intentara advertirme de algo.
—Solo me tutea mi familia y unos pocos amigos íntimos. Lo prefiero así.
Todavía no me ha dicho: «Llámame Santana». Es sin duda una
obsesa del control, no hay otra explicación, y una parte de mí está
pensando que quizá habría sido mejor que la entrevistara Quinn.
Dos obsesas del control juntas. Además, ella es Atractiva —, como todas las mujeres de su empresa. No me gusta imaginar a
Santana y a Quinn juntas, además a Quinn no le van las mujeres. Doy un sorbo a mi té, y López pone
otro trozo de magdalena en la boca.
—¿Es usted hija única? —me pregunta.
Vaya… Ahora cambia de conversación.
—Sí.
—Hábleme de sus padres.
¿Por qué quiere saber cosas de mis padres? Es muy aburrido.
—Mi madre vive en Georgia con su nuevo marido, Bob. Mi padrastro vive en Montesano.
—¿Y su padre?
—Mi padre murió cuando yo era una niña.
—Lo siento —musita.
Por un segundo la expresión de su cara se altera.
—No me acuerdo de él.
—¿Y su madre volvió a casarse?
Resoplo.
—Ni que lo jure.
Frunce el ceño.
—No cuenta demasiado de su vida, ¿verdad? —me dice en
tono seco frotándose la barbilla, como pensativa.
—Usted tampoco.
—Usted ya me ha entrevistado, y recuerdo algunas preguntas
bastante personales —me dice sonriendo.
¡Vaya! Está recordándome la pregunta de si ella es gay. Vuelvo a
morirme de vergüenza. Sé que en los próximos años voy a necesitar
terapia intensiva para no sentirme tan mal cada vez que recuerde ese momento. Suelto lo primero que se me ocurre sobre mi madre, cualquier cosa para apartar ese recuerdo.
—Mi madre es genial. Es una romántica empedernida. Ya se ha
casado cuatro veces.
Santana alza las cejas sorprendida.
—La echo de menos —sigo diciéndole—. Ahora está con Bob.
Espero que la controle un poco y recoja los trozos cuando sus
descabellados planes no vayan como ella esperaba.
Sonrío con cariño. Hace mucho que no veo a mi madre.
Santana me observa atentamente, dando sorbos a su café de vez en cuando. La verdad es que no debería mirarle los labios. Me
perturba.
—¿Se lleva bien con su padrastro?
—Claro. Crecí con él. Para mí es mi padre.
—¿Y cómo es?
—¿Ray? Es… taciturno y me acepta como soy.
—¿Eso es todo? —me pregunta López sorprendida.
Me encojo de hombros. ¿Qué espera esta mujer? ¿La historia
de mi vida?
—Taciturno como su hijastra —me suelta López.
Me contengo para no soltar un bufido.
—Le gusta el fútbol, sobre todo el europeo, y los bolos, y pescar, y hacer muebles. Es carpintero. Estuvo en el ejército. Suspiro.
—¿Vivió con él?
—Sí. Mi madre conoció a su marido número tres cuando yo
tenía quince años. Yo me quedé con Ray.
Frunce el ceño, como si no lo entendiera.
—¿No quería vivir con su madre? —me pregunta.
Francamente, a ella qué le importa.
—El marido número tres vivía en Texas. Yo tenía mi vida en
Montesano. Y… bueno, mi madre acababa de casarse.
Me callo. Mi madre nunca habla de su marido número tres.
¿Qué pretende López? No es asunto suyo. Yo también puedo jugar
a su juego.
—Cuénteme cosas sobre sus padres —le pido.
Se encoge de hombros.
—Mi padre es abogado, y mi madre, pediatra. Viven en Seattle.
Vaya… Ha crecido en una familia acomodada. Pienso en una
exitosa pareja que adopta a tres niños, y una de ellos llega a ser una mujer hermosa que se mete en el mundo de los negocios y lo conquista sin ayuda de nadie. ¿Qué la llevó por ese camino? Sus
padres deben de estar orgullosos.
—¿A qué se dedican sus hermanos?
—Sam es constructor, y mi hermana pequeña está en París
estudiando cocina con un famoso chef francés.
Sus ojos se nublan enojados. No quiere hablar de su familia ni de ella.
—Me han dicho que París es preciosa —murmuro.
¿Por qué no quiere hablar de su familia? ¿Porque es adoptada?
—Es bonita. ¿Ha estado? —me pregunta olvidando su enojo.
—Nunca he salido de Estados Unidos.
Volvemos a las trivialidades. ¿Qué esconde?
—¿Le gustaría ir?
—¿A París? —exclamo.
Me he quedado desconcertada. ¿A quién no le gustaría ir a París?
—Por supuesto —le contesto—. Pero a donde de verdad me gustaría ir es a Inglaterra.
Ladea un poco la cabeza y se pasa el índice por el labio
inferior… ¡Madre mía!
—¿Por?
Parpadeo. Concéntrate, Pierce.
—Porque allí nacieron Shakespeare, Austen, las hermanas Brontë, Thomas Hardy… Me gustaría ver los lugares que les inspiraron para escribir libros tan maravillosos.
Al mencionar a estos grandes literatos recuerdo que debería estar estudiando. Miro el reloj.
—Voy a marcharme. Tengo que estudiar.
—¿Para los exámenes?
—Sí. Empiezan el martes.
—¿Dónde está el coche de la señorita Fabray?
—En el parking del hotel.
—La acompaño.
—Gracias por el té, señora López.
Esboza su extraña sonrisa de guardar un gran secreto.
—No hay de qué, Brittany. Ha sido un placer. Vamos —me
dice tendiéndome una mano.
La cojo, perpleja, y salgo con ella de la cafetería.
Caminamos hasta el hotel, y me gustaría decir que en amigable silencio. Al menos, ella parece tan tranquila como siempre. En cuanto
a mí, me desespero intentando analizar cómo ha ido nuestro café
matutino. Me siento como si me hubieran entrevistado para un
trabajo, pero no estoy segura de por qué.
—¿Siempre lleva vaqueros? —me pregunta sin venir a cuento.
—Casi siempre.
Asiente. Hemos llegado al cruce, al otro lado de la calle del hotel. Todo me da vueltas. Qué pregunta tan rara… Y soy consciente de que nos queda muy poco tiempo juntas. Esto es todo. Esto ha sido todo, y la he fastidiado, lo sé. Quizá sale con
alguien.
—¿Tiene novia? —le suelto.
¡Maldita sea! ¿Lo he dicho en voz alta? Sus labios se arrugan formando una media sonrisa y me mira fijamente.
—No, Brittany. Yo no tengo novias —me contesta en voz baja.
¿Qué quiere decir? No es gay. Ay, quizá no lo es. Seguramente
me mintió en la entrevista. Por un momento creo que va a darme
alguna explicación, alguna pista sobre su enigmática frase, pero no
lo hace. Tengo que marcharme. Tengo que poner mis ideas en
orden. Tengo que alejarme de ella. Doy un paso adelante, tropiezo y
salgo precipitada hacia la carretera.
—¡Mierda, Britt! —grita López.
Tira de mi mano con tanta fuerza que acabo cayendo encima de ella justo cuando pasa a toda velocidad un ciclista contra dirección, y no me atropella de milagro.
Todo sucede muy deprisa. De pronto estoy cayéndome, y en
cuestión de segundos estoy entre sus brazos y me aprieta fuerte
contra sus perfectos y visibles pechos, ¡Madre Mía!. Respiro su aroma limpio y saludable. Huele a ropa recién lavada y a perfume caro. Es embriagadora. Inhalo profundamente.
—¿Está bien? —me susurra.
Con un brazo me mantiene sujeta, pegada a ella, y con los dedos
de la otra mano me recorre suavemente la cara para asegurarse de que no me he hecho daño. Su pulgar me roza el labio inferior y contiene la respiración. Me mira fijamente a los ojos, y por un momento, o quizá durante una eternidad, le sostengo la mirada
inquieta y ardiente, pero al final centro la atención en su carnosa
boca. Y por primera vez en veintiún años quiero que me besen.
Quiero sentir su boca en la mía.

"Esa noche estoy intranquila, no paro de moverme y de dar vueltas en la cama. Sueño con ojos marrones, monos de trabajo, piernas largas, dedos largos y lugares muy oscuros e inexplorados."

Oh, si. Yo diría que demasiado inexplorados.


"Todo sucede muy deprisa. De pronto estoy cayéndome, y en cuestión de segundos estoy entre sus brazos y me aprieta fuerte contra sus perfectos y visibles pechos, ¡Madre Mía!."

¡Oh, you lucky motherf*cker!

Comparto completamente tu opinión: No hay nada más sexy que Santana en el papel de Christian Grey.

Gracias por otro capítulo. ¡BUENAS NOCHES!

Aaaaaahhhhhhhhhh!!!!

Me encantoo!!

Santana es taaaan misteriosa y Brittany es taaaaan inocente.. (Veremos hasta cuando) jajajaj

Me encanta tu fic, sin dudas uno de mis favoritos..

Son largos los caps pero siempre me quedan cortisimos.. Y mas con finales como este...

Espero la proxima actu..

Saludos!!

-Dai

Holaaa... Aqui nueva lectora!!!
Me han encantado los dos caps.. esta historia esta buenisima, la santana de este fic es akdskfjdlfksjla impresionante y britt toda embobada jejejee
Aqui tienes una fiel lectoraaaa, ya estoy enganchado con la historia..

Actualiza pronto!!

Nueva lectora, nueva fan, y leal ehh, wow! nunca habia escuchado de este libro pero despues de leer tu fic tratare de encontrar las novelas para leerlas.
Que si me gusta la historia, no!...Amo esta historia se me hace tan madura, tan fresca no lo se, solo me imagino a santana y ahkdhdjfhjhrfi jejejeje, espero que actualices seguido aunque entiendo ha de ser un rollaso adaptar la novela, yo por lo pronto no soy solo fan de la historia si no de ti, porque enserio ocupas un poco de tu tiempo en hacer algo maravilloso...Ya siento que te amo xD

Porfa enserio sigue con un buen trabajo y espero la lleves hasta el final.
Buena vibra! :)

dios amo esta historia y concuerdo contigo no ahi nada mas sexy que santana en el personaje de grey es ue es tan hjgasfshdfghsaf dios es perfecta

ya quiero ue actualices ya falta poco para que empiece la accion jajaja


besos cuidate

nueva lectora y dejame decirte que el fic esta buenisimo en serio asi que esperare la proxima actu

noooo que bueno que estuvo! es tan misteriosa santana y britt tan torpe e inocente
quiero leer mas xD
hasta la proxima!

Oh madre santa!! :D que lindooooo momento!!

:)aaaw Dios mío creo que necesito un aparato de esos para el asma... Jajajaja

Que buena BUENÍSIMO !!

Hasta la próxima actualización, xoxo

OMG!!! no me puedes hacer eso... ella quiere un besooo.. y yo quiero que lo obtenga xd, dios mio esto esta para infartarse, juro que no dejare de leer este fic, esta recontra- bueno, hace mucho que una historia no me motivaba tanto.

Hasta la proxima actu :)

OMG!!!! 50 sombras de Lopez!!!!!
escribiras la trilogía???
ohhh, seré fiel a tu fic....
esos libros son simplemente geniales.......
tienes nueva lectora o/
XOXO

Dioooooos esto es simplemente perfecto, hola, nueva lectora, ,me encanta tu fic, sigue actualizando porfa!! , esto esta buenisimooo, besos, cuidate!

Hola, nueva lectora. bueno que te puedo decir de este fic, es simplemente perfecto, la verdad que yo solo eh podido leer el primer libro de esta trilogía, por que simplemente no eh tenido tiempo para leer los dos últimos, pero que te puedo decir adaptado a las brittanas !!! Es simplemente PERFECTO. muchos saludos y no se te olvide publicar u.u

xoxoxoxox

Excelente adaptación, Ortografía perfecta. Sin duda algo extremadamente atrayente visualmente Cosas así dan muchísimo gusto de leer, espero que actualices pronto y seguido. Nueva lectora.. Y paisana por lo que veo :)

uff te quiero decir que cada capitulo que leo me deja queriendo mas
nos vemos hasta la actualizacion...