FANFIC KLAINE. "El chico que se escabulle en la ventana de mi habitación" Epílogo - Parte II

—¡Kurt! ¡Kurt! —escuché como una voz clamaba cerca de mí oído, seguida por unas manos sacudiéndome con fuerza. Era Blaine, lo reconocería donde fuera. Quería abrir los ojos con desesperación y verlo, pero por alguna razón mis parpados no respondían a mis órdenes. Estiré mi mano y acaricié su hermoso rostro con suavidad—. ¿Cuánto tiempo estuve desmayado? —susurré, con miedo a oír su respuesta.

—Solo unos minutos, Ángel. Es importante que sigas despierto, no debes dormir —ordenó, su voz vacilando entre la tristeza y el dolor.

—Esto es mi culpa —exclamé, sollozando una vez más. Él sacudió la cabeza ferozmente y se alejó de mí de un empujón. Sentí como mi corazón se rompía mientras finalmente lograba abrir mis ojos. Lo sabía; él me iba dejar ahora. Se puso de pie y fue hacia mi padre quien estaba intentando levantarse del suelo y comenzó a golpearlo de nuevo, gritando una retahíla de improperios.

Finn lo lanzó al piso.

—¡Détente! ¡Ve con Kurt, ahora! —ordenó, mirándolo con ira.

Blaine asintió y corrió de vuelta hacia mí.

—Voy a levantarte, ¿de acuerdo? —dijo suavemente.

Sacudí la cabeza, no podía moverme, mis piernas no respondían.

—No. Por favor no —susurré. El dolor me hacía sentir moribundo. Él lucía como si también estuviera sufriendo mientras se movía sobre mí, apartando el cabello de mi frente, besándome, murmurando palabras tranquilizadoras.

—¿Dónde está la maldita ambulancia? —le gritó a Finn.

—En camino. ¿Está bien? —preguntó Finn, arrodillándose junto a mí. Apreté la mano de Blaine, sin querer verlos pelear por esto si Finn se asustaba demasiado.

—No, Finn. El no debía golpearse la cabeza otra vez, el doctor lo dijo. Esto podría ser grave —explicó Blaine, luciendo aterrado.

 —¿P… por qué? —tartamudeó Finn, mirándome con preocupación.

—Voy a hacerte pagar por esto, pedazo de basura —gritó mi padre desde la puerta. Finn y Blaine, ambos se movieron para levantarse pero yo tomé la mano de Blaine, no quería estar solo de nuevo.

—Sal de aquí antes de que te mate yo mismo, y si algo malo le sucede a Kurt lo juro por Dios, estás muerto —gruñó Finn venenosamente.

—Finn, basta —susurré mientras me limpiaba la nariz con el dorso de mi mano, horrorizándome al ver sangre en ella.

—Me importa una mierda —gruñó mi padre.

Blaine estaba tan enojado que todo su rostro estaba rojo cuando se movió para levantarse una vez más. Justo en ese momento pude oír sirenas acercarse, haciéndose más intensas. El rostro de Blaine voló al mío, sonriendo débilmente.

—Está bien ahora, Ángel, la ayuda llegó. Todo va a estar bien —dijo suavemente.

Levanté la mirada para ver que mi padre se había ido; Finn estaba de pie en la puerta esperando la ambulancia. Blaine me estaba mirando, sus hermosos ojos avellanas apretados con preocupación. Lo amaba tanto, más que a nada.

El paramédico se acercó con Finn.

—¿Qué sucedió? —le preguntó a Blaine.

—Sufrió un traumatismo en la cabeza hace dos semanas. Ángel, ¿te golpeaste la cabeza o algo? —preguntó Blaine, sosteniéndome la mano con fuerza. Asentí, asustado de moverme en caso de que el dolor se pusiera peor, no podía soportar mucho más.

—¿Qué tipo de traumatismo? —preguntó el paramédico.

—Leve —respondió Blaine, mirándolo de forma suplicante.

—De acuerdo. Bueno, te llevaremos al hospital; te revisaré en la ambulancia. ¿Te duele en otro lugar, Kurt? —preguntó el paramédico.

—Me duele la espalda, y el pecho. —Hice una mueca cuando me guió para que yaciera sobre mi espalda.

Él asintió.

—Parece que podrías tener una ruptura de un vaso sanguíneo. Esto puede ser grave. —dijo en tono de disculpas. Asentí. Ya sabía eso, no había manera de que no fuera algo grave, esto era demasiado doloroso para no serlo.

Blaine sostuvo mi mano todo el camino, sólo mirándome, sin hablar. Su rostro era la imagen del dolor. Él estaba sufriendo mucho; podía ver el dolor en sus rasgos mientras me miraba. Cuando llegamos allí fui llevado en una camilla a un pequeño cubículo y un doctor vino casi inmediatamente.

—De acuerdo, Kurt, voy a tener que revisar y ver si tu cráneo esta fracturado —explicó, poniéndose unos guantes.

Miré horrorizado a Blaine, apretando su mano con más fuerza.

—Shh, todo está bien. Estoy aquí. Todo está bien —me calmó, frotando su mano libre suavemente contra mi rostro. Grité cuando el dolor me atravesó, haciendo que nuevas lágrimas cayeran mientras el doctor hacía su examen. Blaine las besó suavemente, mirándome, con el corazón roto.

—Lo lamento, pero estás teniendo una hemorragia, tu cráneo está fracturado. Necesitamos hacer un procedimiento de urgencia. No ha pasado un largo periodo desde la lesión así que necesitamos hacerlo lo más pronto posible o esto podría traer resultados peores. —dijo el doctor, arrojando lejos sus guantes manchados en sangre.

—¿Qué procedimiento? —preguntó Blaine.

—Una neurocirugía. En un proceso quirúrgico. Necesitará ser hecho bajo anestesia general y retirará todos los coágulos de sangre —explicó, mirándome con un poco de tristeza.

¿Proceso quirúrgico?

—¿Eso es seguro? —preguntó Blaine, apretando mi mano con más fuerza.

El doctor suspiró pesadamente.

—Es la forma más segura en casos de urgencia.

Asentí. Quería que esto terminara; no quería seguir sangrando, especialmente si era así de doloroso todo el tiempo. Blaine me miró, esperando que yo tomara la decisión.

—De acuerdo —murmuré, cerrando los ojos.

—De acuerdo, bien, iré y me aseguraré de que haya un quirófano libre. —indicó el doctor, asintiendo hacia Blaine mientras se iba rápidamente. Sorbí por la nariz y me volví hacia Blaine.

—Lo lamento tanto, Blaine, esto es mi culpa.

Él jadeó, y sacudió la cabeza con fiereza.

—¡Podrías dejar de decir eso! No es tu culpa, Ángel. Deja de culparte. Ese imbécil te hizo esto, no tú. —Se inclinó y me besó la frente con suavidad.

—No. No debí dejar tu casa. Me dijiste que me quedara allí. Debí haberte escuchado, y ahora puse nuestras vidas en peligro. Podrías ir a la cárcel, Blaine —sollocé, sintiendo como mi corazón se rompía una vez más.

Él salió cuidadosamente de la cama, intentando no moverme.

—Nada de esto es tu culpa, Ángel. Es sólo una de esas cosas. Sabes que soy un firme creyente en que todo sucede por una razón. No tienes la culpa. Si alguien tiene la culpa, ese soy yo, si no le hubiera dicho que saliera de encima de ti él no te hubiera golpeado —dijo quedamente. Sacudí la cabeza y sepulté mi rostro en su cuello, aferrándome a él con fuerza, esto no era su culpa, nada de esto era su culpa—. Te amo —susurró una y otra vez en mi oído, hasta que el doctor volvió y me llevó al quirófano.

Blaine caminó junto a mi cama hasta que llegué al cuarto y no se le permitió entrar más. Me besó, sus ojos brillantes con tristeza y dolor.

—Estaré aquí cuando despiertes. Te amo más que a nada —me prometió.

Sonreí ante sus palabras. Él todavía me amaba, todavía me quería. Sólo esperaba que no estuviese diciendo esas cosas solo porque yo estaba adolorido o sufriendo. Recé porque él realmente todavía me quisiera después de lo que había hecho. El podría ir a la cárcel por mi culpa.