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BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
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Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Holaaaaa quisiera cuando actualizas!!!!
Por favor por favor!!!
Por favor por favor!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Actualiza pleaseeeeeeee :'(
saibelli** - Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 06/03/2013
Edad : 33
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Waaooo mas de 1000 comentarios tiene mi fic estoy asombrada por la respuesta que a tenido mi adaptación, maravillada por todos los hermosos comentario y alaga por todo de verdad que estoy muy contenta
Gracias a mis nuevas lectoras y a los lectores ocultos por que mi fic tiene mas de 26000 visitas y para mi es gratificante xq eso me demuestra que mi trabajo ha valido la pena..
Quiero decirles que me estoy guiando completamente de la historia siendo fiel a la autora pero adaptándola a las brittanas, y se que últimamente he tardado en actualizar pero ahora estoy algo complicada de horarios porque estoy trabajando y estudiando, y en lo que me da chance sacrifico unas horas de sueño para adaptarles este mágico fic gracias por todo y disfruten el cap espero sus comentarios.
Cuando me despierto antes de que suene el despertador a la mañana siguiente, Santana está enroscada sobre mi cuerpo como una planta de hiedra: la cabeza sobre mi pecho, el brazo alrededor de mi cintura y una pierna entre las mías. Además está en mi lado de la cama. Siempre pasa lo mismo. Si discutimos la noche anterior, así es como acaba: retorcida sobre mi cuerpo, dándome calor y restringiéndome los movimientos.
Oh, Cincuenta… Tiene tantas necesidades a ese nivel. Quién lo habría creído… La imagen de Santana como una niña sucia y desgraciada me viene a la mente. Le acaricio el pelo y mi melancolía se va desvaneciendo. Ella se mueve y sus ojos somnolientos se encuentran con los míos.
Parpadea un par de veces mientras se va despertando.
— Hola —susurra y sonríe.
— Hola. —Me encanta ver esa sonrisa por la mañana.
Me acaricia los pechos con la nariz y emite un sonido de satisfacción desde el fondo de su garganta.
Su mano va bajando desde mi cintura por encima de la fresca seda de mi camisón.
— Eres un bocado tentador —susurra.
— Pero por muy tentadora que seas —dice mirando el despertador.
— Tengo que levantarme. —Se estira, se desenreda de mi cuerpo y se levanta.
Yo me tumbo, pongo las manos detrás de la cabeza y disfruto del espectáculo: Santana desnudándose para meterse en la ducha. Es perfecta. No le cambiaría ni un pelo de la cabeza.
— ¿Admirando la vista, señora López? —Santana arquea una ceja burlona.
— Es que es una vista terriblemente hermosa, señora López.
Sonríe y me tira el sujetador, que casi aterriza en mi cara pero consigo cogerlo en el aire a tiempo, riendo como una colegiala. Con una sonrisa perversa aparta el edredón, pone una rodilla en la cama, me coge los tobillos y tira de mí haciendo que se me suba el camisón. Chillo mientras ella va subiendo por mi cuerpo, dándome besos desde la rodilla, por el muslo, siguiendo por… Oh, Santana…
— Buenos días, señora López —me saluda la señora Jones. Me ruborizo, avergonzada al recordar su encuentro con Taylor que presencié anoche.
— Buenos días —le respondo.
Ella me pasa una taza de té. Me siento en un taburete al lado de mi esposa, que está radiante: recién duchada, con el pelo húmedo, una camisa blanca recién planchada y la corbata gris plateado. Mi corbata favorita. Tengo muy buenos recuerdos de esa corbata y lleva una falda tubo a juego con la corbata.
— ¿Qué tal está, señora López? —me pregunta con la mirada tierna.
— Creo que ya lo sabe, señora López —le digo mirándola a través de las pestañas.
Ella sonríe.
— Come —me ordena.
— Casi no cenaste ayer.
¡Oh, mi Cincuenta, siempre tan mandón!
— Eso es porque tú estabas siendo petulante.
A la señora Jones se le cae algo en el fregadero y el ruido me sobresalta. Santana parece ajena al ruido; ignorándolo, se me queda mirando impasible.
— Petulante o no, tú come. —Su tono es serio y no tengo intención de discutir con ella.
— Vale. Ya cojo la cuchara y me como los cereales —digo como una adolescente irascible. Extiendo el brazo para coger el yogur griego y me echo unas cucharadas en los cereales. Después le incorporo un puñado de arándanos. Miro a la señora Jones y nuestras miradas se encuentran. Le sonrío y ella me responde con una sonrisa cariñosa. Me ha preparado mi desayuno favorito, el que descubrí durante la luna de miel.
— Creo que voy a tener que ir a Nueva York a finales de semana. —El anuncio de Santana interrumpe mis pensamientos.
— Oh.
— Solo voy a pasar una noche. Y quiero que vengas conmigo.
— Santana, yo no puedo pedir el día libre.
Me mira como diciendo: ¿tú crees, teniendo en cuenta que yo soy la jefa?
Suspiro.
— Sé que la empresa es tuya, pero he estado fuera tres semanas. ¿Cómo puedes esperar que dirija el negocio si nunca estoy? Estaré bien aquí. Supongo que te llevarás a Taylor, pero Sawyer y Ryan se quedarán aquí… —Me interrumpo porque Santana me está sonriendo.
— ¿Qué?
— Nada. Solo tú —dice.
Frunzo el ceño. ¿Se está riendo de mí? Entonces se me ocurre algo preocupante.
— ¿Cómo vas a ir a Nueva York?
— En el jet de la empresa, ¿por qué?
— Solo quería estar segura de que no ibas a coger a Charlie Tango —le digo en voz baja y un escalofrío me recorre la espalda. Recuerdo la última vez que pilotó ese helicóptero y siento una oleada de náuseas al evocar las tensas horas que pasé esperando noticias. Probablemente ese ha sido el peor momento de mi vida. Noto que la señora Jones también se ha quedado muy quieta. Intento olvidarme de eso.
— No iría a Nueva York con Charlie Tango. El helicóptero no puede recorrer esas distancias.
Además, todavía tiene que estar dos semanas más en reparación.
Gracias a Dios. Sonrío, en parte por el alivio, pero también porque sé que el accidente de Charlie Tango ha ocupado los pensamientos y el tiempo de Santana durante las últimas semanas.
— Bueno, me alegro de que ya casi esté arreglado, pero… —No acabo la frase. ¿Puedo decir lo nerviosa que me pone que vuelva a volar?
— ¿Qué? —me pregunta mientras se termina su tortilla.
Me encojo de hombros.
— ¿Britt? —pregunta con la voz tensa.
— Es que… ya sabes. La última vez que volaste con el helicóptero… Creí, creímos que… No puedo acabar la frase y la expresión de Santana se suaviza.
— Oye… —Me acaricia la cara con el dorso de los nudillos.
— Fue un sabotaje.
Algo oscuro cruza por su cara y durante un momento me pregunto si ya sabrá quién fue el responsable.
— No podría soportar perderte —le susurro.
— He despedido a cinco personas por eso, Britt. No volverá a pasar.
— ¿A cinco?
Asiente con expresión seria. Vaya…
— Eso me recuerda algo… He encontrado un arma en tu escritorio.
Frunce el ceño ante la falta de lógica de mi asociación y probablemente por mi tono acusatorio, aunque no era esa mi intención.
— Es de Leila —me dice por fin.
— Está cargada.
— ¿Cómo lo sabes? —Su ceño se hace más pronunciado.
— Lo comprobé ayer.
— No quiero que tengas nada que ver con armas —me regaña.
— Espero que volvieras a ponerle el seguro.
Parpadeo, momentáneamente estupefacta.
— Santana, ese revolver no tiene seguro. ¿Sabes algo de armas?
Santana abre mucho los ojos.
— Eh… no.
Taylor tose discretamente desde la entrada. Santana asiente.
— Tenemos que irnos —dice Santana. Se levanta distraída y después se pone la chaqueta. La sigo en dirección al pasillo.
Tiene el arma de Leila. Estoy desconcertada por esa información y me pregunto qué le habrá pasado a ella. ¿Seguirá en… dónde era? ¿East algo? ¿New Hampshire? No me acuerdo.
— Buenos días, Taylor —saluda Santana.
— Buenos días señoras López. —Nos saluda con la cabeza a ambas, pero procura no mirarme a los ojos. Se lo agradezco, al recordar lo poco vestida que iba anoche cuando me lo encontré.
— Voy a lavarme los dientes —les digo. Santana siempre se lava los dientes antes de desayunar, no comprendo por qué…
— Deberías pedirle a Taylor que te enseñe a disparar —le sugiero a Santana mientras bajamos en el ascensor. Santana me mira divertida.
— ¿Tú crees? —me dice cortante.
— Sí.
— Brittany, odio las armas. Mi madre ha tenido que coser a demasiadas víctimas de armas de fuego y mi padre está totalmente en contra de las armas. Yo he crecido con esos valores. He apoyado al menos dos iniciativas para el control de armas en Washington.
— Oh, ¿y Taylor lleva un arma?
Santana aprieta los labios.
— A veces.
— ¿No lo apruebas? —le pregunto al salir del ascensor.
— No —dice con los labios apretados—. Digamos que Taylor y yo tenemos diferentes puntos de vista en lo que respecta al control de armas.
Pues yo creo que estoy con Taylor en ese tema…
Santana me abre la puerta del vestíbulo y salgo en dirección al coche. No me ha dejado ir sola en coche a la editorial desde que descubrió que lo de Charlie Tango había sido un sabotaje. Sawyer me sonríe amablemente mientras me sujeta la puerta y Santana sube al coche por el otro lado.
— Por favor —le digo extendiendo el brazo y cogiéndole la mano.
— ¿Por favor, qué?
— Aprende a disparar.
Pone los ojos en blanco.
— No. Fin de la discusión, Brittany.
Y de nuevo me convierto en la niña a la que regaña. Abro la boca para responderle algo cortante, pero decido que no quiero empezar el día de trabajo enfadada. Cruzo los brazos y miro a Taylor, que me observa por el retrovisor. Aparta la vista y se concentra en la carretera, pero niega con la cabeza con evidente frustración. Veo que Santana también le saca de quicio a veces. La idea me hace sonreír y eso mejora mi humor.
— ¿Dónde está Leila? —le pregunto a Santana, que mira distraída por la ventanilla.
— Ya te lo he dicho. En Connecticut con su familia —me dice mirándome.
— ¿Lo has comprobado? Después de todo, tiene el pelo largo. Podría ser ella la que conducía el Dodge.
— Sí, lo he comprobado. Se ha inscrito en una escuela de arte en Hamden. Ha empezado esta semana.
— ¿Has hablado con ella? —le pregunto. Toda la sangre ha abandonado mi cara.
Santana vuelve la cabeza para mirarme al notar el tono de mi voz.
— No. Flynn es quien ha hablado con ella. —Estudia mi cara para saber qué estoy pensando.
— Ah —digo aliviada.
— ¿Qué?
— Nada.
Santana suspira.
— ¿Qué te pasa, Britt?
Me encojo de hombros porque no quiero admitir que tengo celos irracionales.
— La tengo vigilada —continúa Santana.
— Para estar segura de que se queda en su parte del país. Está mejor, Britt. Flynn la ha derivado a un psiquiatra en New Haven y todos los informes son positivos.
Siempre le ha interesado el arte, así que… —Se detiene y me observa. Y en ese momento me surge la sospecha de que ella es quien paga ese curso de arte. ¿Quiero saberlo? ¿Debería preguntarle? No es que no pueda permitírselo, pero ¿por qué se siente obligada? Suspiro. El equipaje de Santana no se parece nada a mi amiga Julie Evans de la clase de biología y sus torpes intentos de darme un beso. Santana me coge la mano.
— No te agobies por eso, Brittany —murmura y yo le aprieto la mano para tranquilizarla. Sé que está haciendo lo que cree que es mejor.
A media mañana tengo un descanso entre reuniones. Cuando cojo el teléfono para llamar a Quinn, veo que tengo un correo de Santana.
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 09:54
Para: Brittany López
Asunto: Halagos
Señora López:
Me han alabado tres veces mi nuevo corte de pelo. Que los miembros de mi personal me hagan ese tipo de observaciones es algo que no había ocurrido nunca antes. Debe de ser por la ridícula sonrisa que se me pone cuando pienso en lo de anoche. Es una mujer maravillosa, preciosa y con muchos talentos.
Y toda mía.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Me derrito al leer esas palabras.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 10:48
Para: Santana López
Asunto: Estoy intentando concentrarme
Señora López:
Estoy intentando trabajar y no quiero que me distraigan con recuerdos deliciosos.
Quizá ha llegado el momento de confesar que le he cortado el pelo regularmente a mi madre durante gran parte de mi vida. No tenía ni idea de que eso me iba a ser tan útil.
Y sí, soy suya, y usted, mí querida esposa dominante que se niega a ejercer su derecho constitucional enunciado en la Segunda Enmienda a llevar armas, es mía. Pero no se preocupe porque ya la protegeré yo. Siempre.
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 10:53
Para: Brittany López
Asunto: La pistolera Annie Oakley
Señora López:
Estoy encantada de ver que ya ha hablado con el departamento de informática y al fin se ha cambiado el apellido :D.
Y dormiré tranquila en mi cama sabiendo que mi esposa, la loca de las armas, duerme a mi lado.
Santana López
Presidenta que sufre Hoplofobia de López Enterprises Holdings, Inc.
¿ Hoplofobia? ¿Qué demonios es eso?
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 10:58
Para: Santana López
Asunto: Palabras largas
Señora López:
Me vuelve usted a impresionar con su destreza lingüística. De hecho me impresionan sus destrezas en general (y creo que ya sabe a qué me refiero…).
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:01
Para: Brittany López
Asunto: ¡Oh!
Señora López:
¿Está usted flirteando conmigo?
Santana López
Asombrada Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:04
Para: Santana López
Asunto: ¿Es que preferiría…?
¿… que flirteara con otra?
Brittany López Valiente editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:09
Para: Brittany López
Asunto: Grrr…
¡NO!
Santana López Posesiva Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:14
Para: Santana López
Asunto: Uau…
¿Me estás gruñendo? Porque eso me parece muy excitante…
Brittany López Retorcida (en el buen sentido) editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:16
Para: Brittany López
Asunto: Tenga cuidado
¿Flirteando y jugando conmigo, señora López?
A que voy a hacerle una visita esta tarde…
Santana López Presidenta afectada de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:20
Para: Santana López
Asunto: ¡Oh, no!
No, me porto bien. No quiero que la jefa del jefe del jefe venga a ponerme en mi sitio en el trabajo. ;)
Ahora déjame seguir trabajando o la jefa del jefe de mi jefe me va a dar una patada en el culo y me va a echar a la calle.
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:23
Para: Brittany López
Asunto:……. :$
Créeme cuando te digo que hay muchas cosas que se me ocurre hacer con tu culo ahora mismo, pero darle una patada no es una de ellas.
Santana López
Presidenta y especialista en culos de López Enterprises Holdings, Inc.
Su respuesta me hace reír.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:26
Para: Santana López
Asunto: ¡Que me dejes!
¿No tienes que dirigir un imperio?
Deja de molestarme.
Ya ha llegado mi siguiente cita.
Yo pensaba que eras más de pechos que de culos…
Tú piensa en mí culo y yo pensaré en el tuyo…
TQ
x
Brittany López Editora ahora húmeda de SIP
No puedo evitar que mi estado de ánimo sea un poco tristón cuando Sawyer me lleva a la oficina el jueves. El viaje a Nueva York que Santana me había anunciado ha llegado y aunque solo lleva fuera unas pocas horas, ya le echo de menos. Al encender el ordenador veo que ya tengo un correo esperándome. Mi ánimo mejora inmediatamente.
De: Santana López
Fecha: 25 de agosto de 2011 04:32
Para: Brittany López
Asunto: Ya te echo de menos
Señora López:
Estaba adorable esta mañana…
Pórtate bien mientras estoy fuera.
Te quiero.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Esta va a ser la primera noche que dormimos separadas desde la boda. Tengo intención de tomarme unos cócteles con Quinn, eso me ayudará a dormir. Impulsivamente le contesto al correo, aunque sé que todavía está volando.
De: Brittany López
Fecha: 25 de agosto de 2011 09:03
Para: Santana López
Asunto: ¡Compórtate!
Llámame cuando aterrices. Voy a estar preocupada hasta que no lo hagas.
Me portaré bien. No puedo meterme en muchos problemas saliendo con Quinn…
Brittany López Editora de SIP
Pulso «Enviar» y le doy un sorbo a mi caffè latte, cortesía de Hannah. ¿Quién iba a pensar que al final acabaría gustándome el café? A pesar de que voy a salir esta noche con Quinn, siento que me falta un trozo de mí; en este momento está a diez mil metros sobre el Medio Oeste, camino de Nueva York. No sabía que me iba a sentir tan alterada y ansiosa solo porque Santana estuviera fuera. Seguro que con el tiempo ya no sentiré esta sensación de inseguridad y de pérdida, ¿verdad? Dejo escapar un suspiro y sigo trabajando.
Más o menos a la hora de comer empiezo a comprobar frenéticamente mi correo y mi BlackBerry por si me ha mandado un mensaje. ¿Dónde está? ¿Habrá aterrizado bien? Hannah me pregunta si quiero ir a comer, pero estoy demasiado preocupada y le digo que se vaya sin mí. Sé que esto es irracional, pero necesito saber que ha llegado bien.
Suena el teléfono de mi oficina y me sobresalta.
— Britt Pier… López.
— Hola. —La voz de Santana es tierna y tiene un punto alegre. Siento que me embarga el alivio.
— Hola —le respondo sonriendo de oreja a oreja.
— ¿Qué tal el vuelo?
— Largo. ¿Qué vas a hacer con Quinn?
Oh, no.
— Solo vamos a salir a tomar unas copas tranquilamente.
Santana no dice nada.
— Sawyer y la chica nueva, Prescott, van a venir también para hacer a vigilancia —le digo para aplacarla un poco.
— Creía que Quinn iba a venir al piso.
— Sí, pero después de tomar una copa rápida.
¡Por favor, déjame salir por ahí! Santana suspira profundamente.
— ¿Por qué no me lo habías dicho? —me dice con calma. Demasiada calma.
Me doy una patada en la espinilla mentalmente.
— Santana, vamos a estar bien. Tengo a Ryan, a Sawyer y a Prescott. Y solo es una copa.
Santana permanece en testarudo silencio y percibo que no está nada contenta.
— Solo he podido quedar con ella unas pocas veces desde que tú y yo nos conocimos. Y es mi mejor amiga…
— Britt, no quiero apartarte de tus amigos. Pero creía que habíamos quedado en casa.
— Vale —concedo.
— Nos quedaremos en casa.
— Solo mientras esté por ahí esa lunática suelta. Por favor.
— Ya te he dicho que sí —le digo exasperada y poniendo los ojos en blanco.
Santana ríe un poco al otro lado del teléfono.
— Siempre sé cuándo estás poniendo los ojos en blanco aunque no te vea.
Miro el auricular con el ceño fruncido.
— Oye, lo siento. No quería preocuparte. Se lo voy a decir a Quinn.
— Bien —dice con alivio evidente. Me siento culpable por haberla preocupado.
— ¿Dónde estás?
— En la pista del aeropuerto JFK.
— Oh, acabas de aterrizar…
— Sí. Me has pedido que te llamara en cuanto aterrizara.
Sonrío. Mi subconsciente me mira un poco enfadada: ¿Ves? Ella hace lo que dice que va a hacer…
— Bueno, señora López, me alegro de que uno de las dos sea tan puntillosa.
Santana se ríe.
— Señora López, tiene un don inconmensurable para la hipérbole. ¿Qué voy a hacer con usted?
— Estoy segura de que se te ocurrirá algo imaginativo. Siempre se te ocurre algo.
— ¿Estás flirteando conmigo?
— Sí.
Noto que sonríe.
— Tengo que irme, Britt. Haz lo que te he dicho, por favor. El equipo de seguridad sabe lo que hace.
— Sí, Santana, lo haré. —Vuelvo a sonar irritada. Vale, he captado el mensaje…
— Te veo mañana por la noche. Y te llamo luego.
— ¿Para comprobar lo que estoy haciendo?
— Sí.
— ¡Oh, Santana! —le regaño.
— Au revoir, señora López.
— Au revoir, Santana. Te quiero.
Inspira hondo.
— Y yo a ti, Britt.
Ninguno de las dos cuelga.
— Cuelga, Santana… —le susurro.
— Eres una mandona, ¿lo sabías?
— Tu mandona.
— Mía —dice—. Haz lo que te digo. Cuelga.
— Sí, señora. —Cuelgo y me quedo mirando estúpidamente al teléfono.
Unos segundos después aparece un correo en mi bandeja de entrada.
De: Santana López
Fecha: 25 de agosto de 2011 13:42
Para: Brittany López
Asunto: Mano suelta
Señora López:
Me ha resultado tan entretenida como siempre por teléfono.
Haz lo que te he dicho, lo digo en serio.
Tengo que saber que estás segura.
Te quiero.
Santana López Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Ella sí que es una mandona. Pero con una llamada de teléfono toda mi ansiedad ha desaparecido. Ha llegado sana y salva y está demasiado preocupada por mí, como siempre. Me rodeo el cuerpo con los brazos. Dios, cuánto quiero a esa mujer. Hannah llama a la puerta, lo que me distrae y me devuelve a la realidad.
Quinn está fantástica. Lleva unos vaqueros blancos ajustados y una camisola roja y parece lista para poner patas arriba la ciudad. Cuando llego la veo charlando animadamente con Claire, la chica de la recepción.
— ¡Britt! —grita envolviéndome en uno de esos abrazos tan típicos de Quinn. Luego extiende los brazos para separarse un poco y me mira de arriba abajo.
— Ahora sí que pareces la mujer de la multimillonaria. ¿Quién lo habría dicho al ver a la pequeña Britt Pierce? Se te ve tan… sofisticada. —Sonríe y yo pongo los ojos en blanco. Llevo un vestido recto de color crema con un cinturón azul marino a juego con los zapatos planos.
— Me alegro de verte, Quinn —digo abrazándola.
— Bien, ¿adónde vamos?
— Santana quiere que nos quedemos en el piso.
— ¿Ah, sí? ¿Y no podemos tomarnos un cóctel rapidito en el Zig Zag Café? He reservado una mesa.
Abro la boca para protestar.
— Por favor… —suplica y pone un mohín muy dulce. Se le deben de estar pegando esas cosas de Rachel.
Ella antes no hacía esos gestos. La verdad es que me apetece mucho un cóctel en el Zig Zag. Nos lo pasamos muy bien la última vez que fuimos y está cerca del apartamento de Quinn.
— Uno —digo extendiendo el dedo índice.
Sonríe.
— Uno.
Me coge del brazo y salimos en dirección al coche, que está aparcado en la acera con Sawyer al volante. Nos sigue la señorita Belinda Prescott, que es nueva en el equipo de seguridad: una mujer afroamericana con una actitud bastante firme y autoritaria. Todavía no me acaba de caer bien, tal vez porque es demasiado fría y profesional. Su contratación no es definitiva aún, pero como el resto del equipo, la ha elegido Taylor. Va vestida como Sawyer, con un traje pantalón oscuro y discreto.
— ¿Puedes llevarnos al Zig Zag, por favor, Sawyer?
Sawyer se gira para mirarme y sé que está a punto de decir algo. Obviamente ha recibido órdenes.
Duda.
— Al Zig Zag Café. Solo vamos a tomar una copa.
Miro a Quinn con el rabillo del ojo y veo que está observando a Sawyer. Pobrecito…
— Sí, señora.
— La señora López ha pedido expresamente que ustedes fueran al piso —apunta Prescott.
— La señora López no está aquí —le respondo.
— Al Zig Zag, por favor.
— Sí, señora —repite Sawyer con una mirada de soslayo a Prescott, que inteligentemente se muerde la lengua.
Quinn me mira con la boca abierta como si no se pudiera creer lo que está viendo y oyendo. Yo frunzo los labios y me encojo de hombros. Vale, soy un poco más autoritaria de lo que era antes. Quinn asiente mientras Sawyer se introduce en el tráfico de primera hora de la noche.
— ¿Sabes que las nuevas medidas de seguridad adicionales están volviendo locas a Grace y a Rachel?
Me cuenta Quinn.
La miro boquiabierta y perpleja.
— ¿No lo sabías? —Parece no poder creérselo.
— ¿El qué?
— Que han triplicado la seguridad de todos los miembros de la familia López. O más bien la han multiplicado por mil…
— ¿De verdad?
— ¿No te lo ha dicho?
— No. —Me ruborizo. Maldita sea, Santana.
— ¿Sabes por qué?
— Por lo de Marley Rose.
— ¿Qué pasa con Marley? Creía que solo iba a por Santana.
Estoy alucinada. Vaya… ¿Por qué no me lo ha dicho?
— Desde el lunes —prosigue Quinn.
¿El lunes pasado? Mmm… Identificamos a Marley el domingo. Pero ¿por qué todos los López?
— ¿Cómo sabes todo eso?
— Por Sam.
Claro.
— Santana no te ha contado nada de esto, ¿eh?
— No —confieso y vuelvo a ruborizarme.
— Oh, Britt, qué irritante…
Suspiro. Como siempre, Quinn ha dado justo en el clavo con el estilo directo como un mazazo que la caracteriza.
— ¿Y sabes por qué? —Si Santana no me lo va a contar, tal vez Quinn sí.
— Sam dice que tiene algo que ver con la información que había en el ordenador de Marley Rose cuando trabajaba en Seattle Independent Publishing.
Madre mía…
— Tienes que estar de broma. —Siento una oleada de furia que me inunda el cuerpo. ¿Cómo puede saberlo Quinn y yo no?
Levanto la vista y veo a Sawyer observándome por el retrovisor. El semáforo se pone en verde y el vuelve a mirar hacia delante, concentrado en la carretera. Me pongo el dedo sobre los labios y Quinn asiente. Estoy segura de que Sawyer también lo sabe, aunque yo no.
— ¿Cómo está Sam? —le pregunto para cambiar de tema.
Quinn sonríe tontamente y eso me dice todo lo que necesito saber.
Sawyer aparca a la entrada del pasaje que lleva al Zig Zag Café y Prescott me abre la puerta. Salgo y Quinn lo hace también detrás de mí. Nos cogemos del brazo y cruzamos el pasaje seguidas de Prescott, que luce una expresión de malas pulgas. ¡Oh, por favor, es solo una copa! Sawyer se va para aparcar el coche.
— ¿Y de qué conoce Sam a Gia? —le pregunto dándole un sorbo a mi segundo mojito de fresa. El bar es íntimo y acogedor y no quiero irme. Quinn y yo no hemos dejado de hablar. Se me había olvidado cuánto me gusta salir con ella. Es liberador salir, relajarse y disfrutar de la compañía de Quinn. Se me ocurre que podría mandarle un mensaje a Santana, pero pronto rechazo la idea. Se pondría furiosa y me haría volver a casa como a una niña díscola.
— ¡No me hables de esa zorra! —exclama Quinn.
Su reacción me hace reír.
— ¿Qué te divierte tanto, Pierce? —me suelta fingiendo irritación.
— Que tengo la misma opinión de ella.
— ¿Ah, sí?
— Sí. No dejaba en paz a Santana.
— Creo que tuvo algo con Sam. —Quinn vuelve a hacer lo del mohín.
— ¡No!
Asiente, aprieta los labios y pone el patentado ceño de Quinn Fabray.
— Fue algo breve. El año pasado, creo. Es una trepadora. No me extraña que haya puesto los ojos en Santana, aunque no sabía que Gia fuera bisexual.
— Pues Santana está pillada. Le dije que le dejara en paz o la despedía.
Quinn vuelve a mirarme con la boca abierta una vez más, asombrada. Asiente orgullosa y levanta su copa en un brindis, impresionada y sonriente.
— ¡Por la señora Brittany López! ¡Cuidado con ella! —Y entrechocamos las copas.
— ¿Sam tiene algún arma?
— No. Está totalmente en contra de las armas —dice Quinn revolviendo su tercera copa.
— Santana también. Creo que ha sido influencia de Grace y Carrick —le digo. Empiezo a notarme un poco achispada.
— Carrick es un buen hombre —dice Quinn asintiendo.
— Quería que firmara un acuerdo prematrimonial —murmuro con cierta tristeza.
— Oh, Britt. —Estira el brazo sobre la mesa y me coge la mano.
— Solo estaba preocupándose por su hija. Las dos somos conscientes de que siempre vas a llevar el título de cazafortunas tatuado en la frente.
Me sonríe. Yo le saco la lengua y después me río también.
— Madure, señora López. —Ahora suena como Santana.
— Tú harás lo mismo por tu hijo algún día.
— ¿Mi hijo? —No se me había ocurrido que mis hijos también van a ser ricos. Demonios. No les va a faltar de nada. Y con nada quiero decir… nada. Tengo que darle unas cuantas vueltas a eso… pero ahora mismo no. Miro a Prescott y a Sawyer, que están sentados cerca y nos observan a nosotras y al resto de gente del bar con un vaso de agua mineral con gas cada uno.
— ¿No crees que deberíamos comer algo? —le pregunto.
— No. Deberíamos seguir bebiendo —responde Quinn.
— ¿Por qué tienes tantas ganas de beber?
— Porque no te veo todo lo que yo quisiera. No imaginé que te daría tan fuerte y te casarías con la primera persona que te pusiera la cabeza patas arriba. —Repite el mohín.
— Te casaste con tanta prisa que creí que estabas embarazada.
Suelto una risita.
— Eso sería muy difícil.
— Todo el mundo pensó lo mismo. Pero no resucitemos esa conversación, por favor. Y además tengo que ir al baño.
Prescott me acompaña. No dice nada, pero tampoco hace falta que lo haga. La desaprobación irradia de su cuerpo como un isótopo letal.
— No he salido sola desde que me casé —digo para mí, mirando la puerta cerrada del baño. Hago una mueca sabiendo que ella está de pie al otro lado de la puerta, esperando a que termine de hacer pis. ¿Y qué iba a hacer Rose en un bar? Santana está reaccionando exageradamente, como siempre.
— Quinn, es tarde. Deberíamos irnos.
Son las diez y cuarto y acabo de terminarme mi cuarto mojito. Ya estoy empezando a sentir los efectos del alcohol: tengo calor y la vista borrosa. Santana estará bien. Cuando se le pase…
— Claro, Britt. Me he alegrado mucho de verte. Se te ve tan, no sé… segura. El matrimonio te sienta bien, sin duda.
Me sonrojo. Viniendo de Quinn eso es más que un cumplido.
— Sí, es cierto —murmuro y como he bebido demasiado, los ojos se me llenan de lágrimas.
¿Podría ser más feliz? A pesar de todo el equipaje que trae, de su naturaleza y de sus sombras, he conocido y me he casado con la mujer de mis sueños. Cambio rápidamente de tema para alejar esos pensamientos tan sentimentales, porque si no sé que voy a acabar llorando.
— Me lo he pasado muy bien. —Le cojo la mano.
— ¡Gracias por obligarme a venir!
Nos abrazamos. Cuando me suelta, asiento en dirección a Sawyer y ella le pasa las llaves del coche a Prescott.
— Estoy segura de que la señorita “te miro por encima del hombro” Prescott le ha dicho a Santana que no estamos en el piso. Y ella se habrá puesto furiosa —le digo a Quinn. Y tal vez se le haya ocurrido alguna forma deliciosa de castigarme… Ojala…
— ¿Por qué sonríes como una tonta, Britt? ¿Es que te gusta poner furiosa a Santana?
— No. La verdad es que no. Pero es tan fácil… Es muy controladora a veces. —Más bien casi todo el tiempo…
— Ya lo he notado —dice Quinn lacónicamente.
Aparcamos delante del apartamento de Quinn y ella me da un abrazo fuerte.
— No te conviertas en una extraña —me susurra y me da un beso en la mejilla. Después sale del coche.
La despido con la mano y de repente siento una extraña nostalgia. Echaba de menos la charla de chicas. Es divertida y relajante y me recuerda que todavía soy joven. Tengo que esforzarme más en encontrar tiempo para ver a Quinn, pero lo cierto es que me encanta estar en la burbuja con Santana.
Anoche fuimos a la cena de una organización de caridad. Había muchos hombres con trajes y mujeres elegantes y arregladas hablando de los precios de las propiedades inmobiliarias, de la caída de la economía y de los mercados emergentes. Algo aburrido, aburridísimo. Es refrescante soltarme el pelo con alguien de mi edad.
Me ruge el estómago. Todavía no he cenado. ¡Mierda! ¡Santana! Rebusco en el bolso y saco la BlackBerry. Oh, madre mía… Cinco llamadas pérdidas. Y un mensaje:
*¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS?*
Y un correo:
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 00:42
Para: Brittany López
Asunto: Furiosa. Más furiosa de lo que me has visto nunca
Brittany:
Sawyer me ha dicho que estás bebiendo cócteles en un bar, algo que me has dicho que no ibas a hacer. ¿Te haces una idea de lo furiosa que estoy en este momento?
Hablaremos de esto mañana.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Se me cae el alma a los pies. ¡Oh, mierda! Ahora sí que la he hecho buena. Mi subconsciente me mira enfadada, después se encoje de hombros y pone la expresión de «tú te lo has buscado». Pero ¿qué esperaba? Pienso en llamarla, pero es muy tarde y probablemente estará durmiendo… O caminando arriba y abajo. Decido que un mensaje rápido será suficiente.
*ESTOY ENTERA. ME LO HE PASADO MUY BIEN. TE ECHO DE MENOS. POR FAVOR NO TE ENFADES*
Me quedo mirando la BlackBerry deseando que me responda, pero el aparato permanece en silencio. Suspiro.
Prescott aparca delante del Escala y Sawyer sale para abrirme la puerta. Mientras esperamos al ascensor, aprovecho la oportunidad para hacerle unas cuantas preguntas.
— ¿A qué hora te ha llamado Santana?
Sawyer se ruboriza.
— A las nueve y media más o menos, señora.
— ¿Y por qué no interrumpiste mi conversación con Quinn para que pudiera hablar con ella?
— La señora López me dijo que no lo hiciera.
Frunzo los labios. Llega el ascensor y subimos los dos en silencio. De repente me alegro de que Santana tenga toda la noche para recuperarse de su arrebato y de que esté en la otra punta del país. Eso me da un poco de tiempo. Pero por otro lado… la echo de menos.
Se abren las puertas del ascensor y durante un segundo me quedo mirando la mesa del vestíbulo.
¿Qué es lo que no está bien en esa imagen?
El jarrón de las flores está hecho trizas y los fragmentos desparramados por todo el suelo del vestíbulo. Hay agua, flores y trozos de cerámica por todas partes y la mesa está volcada. De repente siento que se me eriza el vello y Sawyer me agarra del brazo y tira de mí de vuelta al ascensor.
— Quédese aquí —dice entre dientes y saca un arma. Entra en el vestíbulo y desaparece de mi campo de visión.
Yo me pego contra la pared del fondo del ascensor.
— ¡Luke! —oigo llamar a Ryan desde alguna parte del salón.
— ¡Código azul!
¿Código azul?
— ¿Tienes a la persona? —le responde Sawyer.
— ¡Dios mío!
Me pego aún más contra la pared. ¿Qué está pasando? La adrenalina me empieza a correr por el cuerpo y tengo el corazón en la garganta. Oigo hablar en voz baja y un momento después Sawyer vuelve a aparecer en el vestíbulo y pisa un charco de agua. Ha guardado el arma en su pistolera.
— Ya puede entrar, señora López —me dice con tranquilidad.
— ¿Qué ha pasado, Luke? —Mi voz no es más que un susurro.
— Hemos tenido visita. —Me coge por el codo y yo me alegro del apoyo que me proporciona, porque las piernas se me han convertido en gelatina. Cruzo con ella las puertas dobles abiertas.
Ryan está de pie en la entrada del salón. Tiene un corte encima del ojo que está sangrando y otro en la boca. Parece que ha pasado un mal rato y tiene la ropa desaliñada. Pero lo que más me sorprende es ver a Marley Rose tirado a sus pies.
Gracias a mis nuevas lectoras y a los lectores ocultos por que mi fic tiene mas de 26000 visitas y para mi es gratificante xq eso me demuestra que mi trabajo ha valido la pena..
Quiero decirles que me estoy guiando completamente de la historia siendo fiel a la autora pero adaptándola a las brittanas, y se que últimamente he tardado en actualizar pero ahora estoy algo complicada de horarios porque estoy trabajando y estudiando, y en lo que me da chance sacrifico unas horas de sueño para adaptarles este mágico fic gracias por todo y disfruten el cap espero sus comentarios.
Parte III – Capítulo 9
Cuando me despierto antes de que suene el despertador a la mañana siguiente, Santana está enroscada sobre mi cuerpo como una planta de hiedra: la cabeza sobre mi pecho, el brazo alrededor de mi cintura y una pierna entre las mías. Además está en mi lado de la cama. Siempre pasa lo mismo. Si discutimos la noche anterior, así es como acaba: retorcida sobre mi cuerpo, dándome calor y restringiéndome los movimientos.
Oh, Cincuenta… Tiene tantas necesidades a ese nivel. Quién lo habría creído… La imagen de Santana como una niña sucia y desgraciada me viene a la mente. Le acaricio el pelo y mi melancolía se va desvaneciendo. Ella se mueve y sus ojos somnolientos se encuentran con los míos.
Parpadea un par de veces mientras se va despertando.
— Hola —susurra y sonríe.
— Hola. —Me encanta ver esa sonrisa por la mañana.
Me acaricia los pechos con la nariz y emite un sonido de satisfacción desde el fondo de su garganta.
Su mano va bajando desde mi cintura por encima de la fresca seda de mi camisón.
— Eres un bocado tentador —susurra.
— Pero por muy tentadora que seas —dice mirando el despertador.
— Tengo que levantarme. —Se estira, se desenreda de mi cuerpo y se levanta.
Yo me tumbo, pongo las manos detrás de la cabeza y disfruto del espectáculo: Santana desnudándose para meterse en la ducha. Es perfecta. No le cambiaría ni un pelo de la cabeza.
— ¿Admirando la vista, señora López? —Santana arquea una ceja burlona.
— Es que es una vista terriblemente hermosa, señora López.
Sonríe y me tira el sujetador, que casi aterriza en mi cara pero consigo cogerlo en el aire a tiempo, riendo como una colegiala. Con una sonrisa perversa aparta el edredón, pone una rodilla en la cama, me coge los tobillos y tira de mí haciendo que se me suba el camisón. Chillo mientras ella va subiendo por mi cuerpo, dándome besos desde la rodilla, por el muslo, siguiendo por… Oh, Santana…
— Buenos días, señora López —me saluda la señora Jones. Me ruborizo, avergonzada al recordar su encuentro con Taylor que presencié anoche.
— Buenos días —le respondo.
Ella me pasa una taza de té. Me siento en un taburete al lado de mi esposa, que está radiante: recién duchada, con el pelo húmedo, una camisa blanca recién planchada y la corbata gris plateado. Mi corbata favorita. Tengo muy buenos recuerdos de esa corbata y lleva una falda tubo a juego con la corbata.
— ¿Qué tal está, señora López? —me pregunta con la mirada tierna.
— Creo que ya lo sabe, señora López —le digo mirándola a través de las pestañas.
Ella sonríe.
— Come —me ordena.
— Casi no cenaste ayer.
¡Oh, mi Cincuenta, siempre tan mandón!
— Eso es porque tú estabas siendo petulante.
A la señora Jones se le cae algo en el fregadero y el ruido me sobresalta. Santana parece ajena al ruido; ignorándolo, se me queda mirando impasible.
— Petulante o no, tú come. —Su tono es serio y no tengo intención de discutir con ella.
— Vale. Ya cojo la cuchara y me como los cereales —digo como una adolescente irascible. Extiendo el brazo para coger el yogur griego y me echo unas cucharadas en los cereales. Después le incorporo un puñado de arándanos. Miro a la señora Jones y nuestras miradas se encuentran. Le sonrío y ella me responde con una sonrisa cariñosa. Me ha preparado mi desayuno favorito, el que descubrí durante la luna de miel.
— Creo que voy a tener que ir a Nueva York a finales de semana. —El anuncio de Santana interrumpe mis pensamientos.
— Oh.
— Solo voy a pasar una noche. Y quiero que vengas conmigo.
— Santana, yo no puedo pedir el día libre.
Me mira como diciendo: ¿tú crees, teniendo en cuenta que yo soy la jefa?
Suspiro.
— Sé que la empresa es tuya, pero he estado fuera tres semanas. ¿Cómo puedes esperar que dirija el negocio si nunca estoy? Estaré bien aquí. Supongo que te llevarás a Taylor, pero Sawyer y Ryan se quedarán aquí… —Me interrumpo porque Santana me está sonriendo.
— ¿Qué?
— Nada. Solo tú —dice.
Frunzo el ceño. ¿Se está riendo de mí? Entonces se me ocurre algo preocupante.
— ¿Cómo vas a ir a Nueva York?
— En el jet de la empresa, ¿por qué?
— Solo quería estar segura de que no ibas a coger a Charlie Tango —le digo en voz baja y un escalofrío me recorre la espalda. Recuerdo la última vez que pilotó ese helicóptero y siento una oleada de náuseas al evocar las tensas horas que pasé esperando noticias. Probablemente ese ha sido el peor momento de mi vida. Noto que la señora Jones también se ha quedado muy quieta. Intento olvidarme de eso.
— No iría a Nueva York con Charlie Tango. El helicóptero no puede recorrer esas distancias.
Además, todavía tiene que estar dos semanas más en reparación.
Gracias a Dios. Sonrío, en parte por el alivio, pero también porque sé que el accidente de Charlie Tango ha ocupado los pensamientos y el tiempo de Santana durante las últimas semanas.
— Bueno, me alegro de que ya casi esté arreglado, pero… —No acabo la frase. ¿Puedo decir lo nerviosa que me pone que vuelva a volar?
— ¿Qué? —me pregunta mientras se termina su tortilla.
Me encojo de hombros.
— ¿Britt? —pregunta con la voz tensa.
— Es que… ya sabes. La última vez que volaste con el helicóptero… Creí, creímos que… No puedo acabar la frase y la expresión de Santana se suaviza.
— Oye… —Me acaricia la cara con el dorso de los nudillos.
— Fue un sabotaje.
Algo oscuro cruza por su cara y durante un momento me pregunto si ya sabrá quién fue el responsable.
— No podría soportar perderte —le susurro.
— He despedido a cinco personas por eso, Britt. No volverá a pasar.
— ¿A cinco?
Asiente con expresión seria. Vaya…
— Eso me recuerda algo… He encontrado un arma en tu escritorio.
Frunce el ceño ante la falta de lógica de mi asociación y probablemente por mi tono acusatorio, aunque no era esa mi intención.
— Es de Leila —me dice por fin.
— Está cargada.
— ¿Cómo lo sabes? —Su ceño se hace más pronunciado.
— Lo comprobé ayer.
— No quiero que tengas nada que ver con armas —me regaña.
— Espero que volvieras a ponerle el seguro.
Parpadeo, momentáneamente estupefacta.
— Santana, ese revolver no tiene seguro. ¿Sabes algo de armas?
Santana abre mucho los ojos.
— Eh… no.
Taylor tose discretamente desde la entrada. Santana asiente.
— Tenemos que irnos —dice Santana. Se levanta distraída y después se pone la chaqueta. La sigo en dirección al pasillo.
Tiene el arma de Leila. Estoy desconcertada por esa información y me pregunto qué le habrá pasado a ella. ¿Seguirá en… dónde era? ¿East algo? ¿New Hampshire? No me acuerdo.
— Buenos días, Taylor —saluda Santana.
— Buenos días señoras López. —Nos saluda con la cabeza a ambas, pero procura no mirarme a los ojos. Se lo agradezco, al recordar lo poco vestida que iba anoche cuando me lo encontré.
— Voy a lavarme los dientes —les digo. Santana siempre se lava los dientes antes de desayunar, no comprendo por qué…
— Deberías pedirle a Taylor que te enseñe a disparar —le sugiero a Santana mientras bajamos en el ascensor. Santana me mira divertida.
— ¿Tú crees? —me dice cortante.
— Sí.
— Brittany, odio las armas. Mi madre ha tenido que coser a demasiadas víctimas de armas de fuego y mi padre está totalmente en contra de las armas. Yo he crecido con esos valores. He apoyado al menos dos iniciativas para el control de armas en Washington.
— Oh, ¿y Taylor lleva un arma?
Santana aprieta los labios.
— A veces.
— ¿No lo apruebas? —le pregunto al salir del ascensor.
— No —dice con los labios apretados—. Digamos que Taylor y yo tenemos diferentes puntos de vista en lo que respecta al control de armas.
Pues yo creo que estoy con Taylor en ese tema…
Santana me abre la puerta del vestíbulo y salgo en dirección al coche. No me ha dejado ir sola en coche a la editorial desde que descubrió que lo de Charlie Tango había sido un sabotaje. Sawyer me sonríe amablemente mientras me sujeta la puerta y Santana sube al coche por el otro lado.
— Por favor —le digo extendiendo el brazo y cogiéndole la mano.
— ¿Por favor, qué?
— Aprende a disparar.
Pone los ojos en blanco.
— No. Fin de la discusión, Brittany.
Y de nuevo me convierto en la niña a la que regaña. Abro la boca para responderle algo cortante, pero decido que no quiero empezar el día de trabajo enfadada. Cruzo los brazos y miro a Taylor, que me observa por el retrovisor. Aparta la vista y se concentra en la carretera, pero niega con la cabeza con evidente frustración. Veo que Santana también le saca de quicio a veces. La idea me hace sonreír y eso mejora mi humor.
— ¿Dónde está Leila? —le pregunto a Santana, que mira distraída por la ventanilla.
— Ya te lo he dicho. En Connecticut con su familia —me dice mirándome.
— ¿Lo has comprobado? Después de todo, tiene el pelo largo. Podría ser ella la que conducía el Dodge.
— Sí, lo he comprobado. Se ha inscrito en una escuela de arte en Hamden. Ha empezado esta semana.
— ¿Has hablado con ella? —le pregunto. Toda la sangre ha abandonado mi cara.
Santana vuelve la cabeza para mirarme al notar el tono de mi voz.
— No. Flynn es quien ha hablado con ella. —Estudia mi cara para saber qué estoy pensando.
— Ah —digo aliviada.
— ¿Qué?
— Nada.
Santana suspira.
— ¿Qué te pasa, Britt?
Me encojo de hombros porque no quiero admitir que tengo celos irracionales.
— La tengo vigilada —continúa Santana.
— Para estar segura de que se queda en su parte del país. Está mejor, Britt. Flynn la ha derivado a un psiquiatra en New Haven y todos los informes son positivos.
Siempre le ha interesado el arte, así que… —Se detiene y me observa. Y en ese momento me surge la sospecha de que ella es quien paga ese curso de arte. ¿Quiero saberlo? ¿Debería preguntarle? No es que no pueda permitírselo, pero ¿por qué se siente obligada? Suspiro. El equipaje de Santana no se parece nada a mi amiga Julie Evans de la clase de biología y sus torpes intentos de darme un beso. Santana me coge la mano.
— No te agobies por eso, Brittany —murmura y yo le aprieto la mano para tranquilizarla. Sé que está haciendo lo que cree que es mejor.
A media mañana tengo un descanso entre reuniones. Cuando cojo el teléfono para llamar a Quinn, veo que tengo un correo de Santana.
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 09:54
Para: Brittany López
Asunto: Halagos
Señora López:
Me han alabado tres veces mi nuevo corte de pelo. Que los miembros de mi personal me hagan ese tipo de observaciones es algo que no había ocurrido nunca antes. Debe de ser por la ridícula sonrisa que se me pone cuando pienso en lo de anoche. Es una mujer maravillosa, preciosa y con muchos talentos.
Y toda mía.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Me derrito al leer esas palabras.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 10:48
Para: Santana López
Asunto: Estoy intentando concentrarme
Señora López:
Estoy intentando trabajar y no quiero que me distraigan con recuerdos deliciosos.
Quizá ha llegado el momento de confesar que le he cortado el pelo regularmente a mi madre durante gran parte de mi vida. No tenía ni idea de que eso me iba a ser tan útil.
Y sí, soy suya, y usted, mí querida esposa dominante que se niega a ejercer su derecho constitucional enunciado en la Segunda Enmienda a llevar armas, es mía. Pero no se preocupe porque ya la protegeré yo. Siempre.
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 10:53
Para: Brittany López
Asunto: La pistolera Annie Oakley
Señora López:
Estoy encantada de ver que ya ha hablado con el departamento de informática y al fin se ha cambiado el apellido :D.
Y dormiré tranquila en mi cama sabiendo que mi esposa, la loca de las armas, duerme a mi lado.
Santana López
Presidenta que sufre Hoplofobia de López Enterprises Holdings, Inc.
¿ Hoplofobia? ¿Qué demonios es eso?
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 10:58
Para: Santana López
Asunto: Palabras largas
Señora López:
Me vuelve usted a impresionar con su destreza lingüística. De hecho me impresionan sus destrezas en general (y creo que ya sabe a qué me refiero…).
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:01
Para: Brittany López
Asunto: ¡Oh!
Señora López:
¿Está usted flirteando conmigo?
Santana López
Asombrada Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:04
Para: Santana López
Asunto: ¿Es que preferiría…?
¿… que flirteara con otra?
Brittany López Valiente editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:09
Para: Brittany López
Asunto: Grrr…
¡NO!
Santana López Posesiva Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:14
Para: Santana López
Asunto: Uau…
¿Me estás gruñendo? Porque eso me parece muy excitante…
Brittany López Retorcida (en el buen sentido) editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:16
Para: Brittany López
Asunto: Tenga cuidado
¿Flirteando y jugando conmigo, señora López?
A que voy a hacerle una visita esta tarde…
Santana López Presidenta afectada de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:20
Para: Santana López
Asunto: ¡Oh, no!
No, me porto bien. No quiero que la jefa del jefe del jefe venga a ponerme en mi sitio en el trabajo. ;)
Ahora déjame seguir trabajando o la jefa del jefe de mi jefe me va a dar una patada en el culo y me va a echar a la calle.
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:23
Para: Brittany López
Asunto:……. :$
Créeme cuando te digo que hay muchas cosas que se me ocurre hacer con tu culo ahora mismo, pero darle una patada no es una de ellas.
Santana López
Presidenta y especialista en culos de López Enterprises Holdings, Inc.
Su respuesta me hace reír.
De: Brittany López
Fecha: 23 de agosto de 2011 11:26
Para: Santana López
Asunto: ¡Que me dejes!
¿No tienes que dirigir un imperio?
Deja de molestarme.
Ya ha llegado mi siguiente cita.
Yo pensaba que eras más de pechos que de culos…
Tú piensa en mí culo y yo pensaré en el tuyo…
TQ
x
Brittany López Editora ahora húmeda de SIP
No puedo evitar que mi estado de ánimo sea un poco tristón cuando Sawyer me lleva a la oficina el jueves. El viaje a Nueva York que Santana me había anunciado ha llegado y aunque solo lleva fuera unas pocas horas, ya le echo de menos. Al encender el ordenador veo que ya tengo un correo esperándome. Mi ánimo mejora inmediatamente.
De: Santana López
Fecha: 25 de agosto de 2011 04:32
Para: Brittany López
Asunto: Ya te echo de menos
Señora López:
Estaba adorable esta mañana…
Pórtate bien mientras estoy fuera.
Te quiero.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Esta va a ser la primera noche que dormimos separadas desde la boda. Tengo intención de tomarme unos cócteles con Quinn, eso me ayudará a dormir. Impulsivamente le contesto al correo, aunque sé que todavía está volando.
De: Brittany López
Fecha: 25 de agosto de 2011 09:03
Para: Santana López
Asunto: ¡Compórtate!
Llámame cuando aterrices. Voy a estar preocupada hasta que no lo hagas.
Me portaré bien. No puedo meterme en muchos problemas saliendo con Quinn…
Brittany López Editora de SIP
Pulso «Enviar» y le doy un sorbo a mi caffè latte, cortesía de Hannah. ¿Quién iba a pensar que al final acabaría gustándome el café? A pesar de que voy a salir esta noche con Quinn, siento que me falta un trozo de mí; en este momento está a diez mil metros sobre el Medio Oeste, camino de Nueva York. No sabía que me iba a sentir tan alterada y ansiosa solo porque Santana estuviera fuera. Seguro que con el tiempo ya no sentiré esta sensación de inseguridad y de pérdida, ¿verdad? Dejo escapar un suspiro y sigo trabajando.
Más o menos a la hora de comer empiezo a comprobar frenéticamente mi correo y mi BlackBerry por si me ha mandado un mensaje. ¿Dónde está? ¿Habrá aterrizado bien? Hannah me pregunta si quiero ir a comer, pero estoy demasiado preocupada y le digo que se vaya sin mí. Sé que esto es irracional, pero necesito saber que ha llegado bien.
Suena el teléfono de mi oficina y me sobresalta.
— Britt Pier… López.
— Hola. —La voz de Santana es tierna y tiene un punto alegre. Siento que me embarga el alivio.
— Hola —le respondo sonriendo de oreja a oreja.
— ¿Qué tal el vuelo?
— Largo. ¿Qué vas a hacer con Quinn?
Oh, no.
— Solo vamos a salir a tomar unas copas tranquilamente.
Santana no dice nada.
— Sawyer y la chica nueva, Prescott, van a venir también para hacer a vigilancia —le digo para aplacarla un poco.
— Creía que Quinn iba a venir al piso.
— Sí, pero después de tomar una copa rápida.
¡Por favor, déjame salir por ahí! Santana suspira profundamente.
— ¿Por qué no me lo habías dicho? —me dice con calma. Demasiada calma.
Me doy una patada en la espinilla mentalmente.
— Santana, vamos a estar bien. Tengo a Ryan, a Sawyer y a Prescott. Y solo es una copa.
Santana permanece en testarudo silencio y percibo que no está nada contenta.
— Solo he podido quedar con ella unas pocas veces desde que tú y yo nos conocimos. Y es mi mejor amiga…
— Britt, no quiero apartarte de tus amigos. Pero creía que habíamos quedado en casa.
— Vale —concedo.
— Nos quedaremos en casa.
— Solo mientras esté por ahí esa lunática suelta. Por favor.
— Ya te he dicho que sí —le digo exasperada y poniendo los ojos en blanco.
Santana ríe un poco al otro lado del teléfono.
— Siempre sé cuándo estás poniendo los ojos en blanco aunque no te vea.
Miro el auricular con el ceño fruncido.
— Oye, lo siento. No quería preocuparte. Se lo voy a decir a Quinn.
— Bien —dice con alivio evidente. Me siento culpable por haberla preocupado.
— ¿Dónde estás?
— En la pista del aeropuerto JFK.
— Oh, acabas de aterrizar…
— Sí. Me has pedido que te llamara en cuanto aterrizara.
Sonrío. Mi subconsciente me mira un poco enfadada: ¿Ves? Ella hace lo que dice que va a hacer…
— Bueno, señora López, me alegro de que uno de las dos sea tan puntillosa.
Santana se ríe.
— Señora López, tiene un don inconmensurable para la hipérbole. ¿Qué voy a hacer con usted?
— Estoy segura de que se te ocurrirá algo imaginativo. Siempre se te ocurre algo.
— ¿Estás flirteando conmigo?
— Sí.
Noto que sonríe.
— Tengo que irme, Britt. Haz lo que te he dicho, por favor. El equipo de seguridad sabe lo que hace.
— Sí, Santana, lo haré. —Vuelvo a sonar irritada. Vale, he captado el mensaje…
— Te veo mañana por la noche. Y te llamo luego.
— ¿Para comprobar lo que estoy haciendo?
— Sí.
— ¡Oh, Santana! —le regaño.
— Au revoir, señora López.
— Au revoir, Santana. Te quiero.
Inspira hondo.
— Y yo a ti, Britt.
Ninguno de las dos cuelga.
— Cuelga, Santana… —le susurro.
— Eres una mandona, ¿lo sabías?
— Tu mandona.
— Mía —dice—. Haz lo que te digo. Cuelga.
— Sí, señora. —Cuelgo y me quedo mirando estúpidamente al teléfono.
Unos segundos después aparece un correo en mi bandeja de entrada.
De: Santana López
Fecha: 25 de agosto de 2011 13:42
Para: Brittany López
Asunto: Mano suelta
Señora López:
Me ha resultado tan entretenida como siempre por teléfono.
Haz lo que te he dicho, lo digo en serio.
Tengo que saber que estás segura.
Te quiero.
Santana López Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Ella sí que es una mandona. Pero con una llamada de teléfono toda mi ansiedad ha desaparecido. Ha llegado sana y salva y está demasiado preocupada por mí, como siempre. Me rodeo el cuerpo con los brazos. Dios, cuánto quiero a esa mujer. Hannah llama a la puerta, lo que me distrae y me devuelve a la realidad.
Quinn está fantástica. Lleva unos vaqueros blancos ajustados y una camisola roja y parece lista para poner patas arriba la ciudad. Cuando llego la veo charlando animadamente con Claire, la chica de la recepción.
— ¡Britt! —grita envolviéndome en uno de esos abrazos tan típicos de Quinn. Luego extiende los brazos para separarse un poco y me mira de arriba abajo.
— Ahora sí que pareces la mujer de la multimillonaria. ¿Quién lo habría dicho al ver a la pequeña Britt Pierce? Se te ve tan… sofisticada. —Sonríe y yo pongo los ojos en blanco. Llevo un vestido recto de color crema con un cinturón azul marino a juego con los zapatos planos.
— Me alegro de verte, Quinn —digo abrazándola.
— Bien, ¿adónde vamos?
— Santana quiere que nos quedemos en el piso.
— ¿Ah, sí? ¿Y no podemos tomarnos un cóctel rapidito en el Zig Zag Café? He reservado una mesa.
Abro la boca para protestar.
— Por favor… —suplica y pone un mohín muy dulce. Se le deben de estar pegando esas cosas de Rachel.
Ella antes no hacía esos gestos. La verdad es que me apetece mucho un cóctel en el Zig Zag. Nos lo pasamos muy bien la última vez que fuimos y está cerca del apartamento de Quinn.
— Uno —digo extendiendo el dedo índice.
Sonríe.
— Uno.
Me coge del brazo y salimos en dirección al coche, que está aparcado en la acera con Sawyer al volante. Nos sigue la señorita Belinda Prescott, que es nueva en el equipo de seguridad: una mujer afroamericana con una actitud bastante firme y autoritaria. Todavía no me acaba de caer bien, tal vez porque es demasiado fría y profesional. Su contratación no es definitiva aún, pero como el resto del equipo, la ha elegido Taylor. Va vestida como Sawyer, con un traje pantalón oscuro y discreto.
— ¿Puedes llevarnos al Zig Zag, por favor, Sawyer?
Sawyer se gira para mirarme y sé que está a punto de decir algo. Obviamente ha recibido órdenes.
Duda.
— Al Zig Zag Café. Solo vamos a tomar una copa.
Miro a Quinn con el rabillo del ojo y veo que está observando a Sawyer. Pobrecito…
— Sí, señora.
— La señora López ha pedido expresamente que ustedes fueran al piso —apunta Prescott.
— La señora López no está aquí —le respondo.
— Al Zig Zag, por favor.
— Sí, señora —repite Sawyer con una mirada de soslayo a Prescott, que inteligentemente se muerde la lengua.
Quinn me mira con la boca abierta como si no se pudiera creer lo que está viendo y oyendo. Yo frunzo los labios y me encojo de hombros. Vale, soy un poco más autoritaria de lo que era antes. Quinn asiente mientras Sawyer se introduce en el tráfico de primera hora de la noche.
— ¿Sabes que las nuevas medidas de seguridad adicionales están volviendo locas a Grace y a Rachel?
Me cuenta Quinn.
La miro boquiabierta y perpleja.
— ¿No lo sabías? —Parece no poder creérselo.
— ¿El qué?
— Que han triplicado la seguridad de todos los miembros de la familia López. O más bien la han multiplicado por mil…
— ¿De verdad?
— ¿No te lo ha dicho?
— No. —Me ruborizo. Maldita sea, Santana.
— ¿Sabes por qué?
— Por lo de Marley Rose.
— ¿Qué pasa con Marley? Creía que solo iba a por Santana.
Estoy alucinada. Vaya… ¿Por qué no me lo ha dicho?
— Desde el lunes —prosigue Quinn.
¿El lunes pasado? Mmm… Identificamos a Marley el domingo. Pero ¿por qué todos los López?
— ¿Cómo sabes todo eso?
— Por Sam.
Claro.
— Santana no te ha contado nada de esto, ¿eh?
— No —confieso y vuelvo a ruborizarme.
— Oh, Britt, qué irritante…
Suspiro. Como siempre, Quinn ha dado justo en el clavo con el estilo directo como un mazazo que la caracteriza.
— ¿Y sabes por qué? —Si Santana no me lo va a contar, tal vez Quinn sí.
— Sam dice que tiene algo que ver con la información que había en el ordenador de Marley Rose cuando trabajaba en Seattle Independent Publishing.
Madre mía…
— Tienes que estar de broma. —Siento una oleada de furia que me inunda el cuerpo. ¿Cómo puede saberlo Quinn y yo no?
Levanto la vista y veo a Sawyer observándome por el retrovisor. El semáforo se pone en verde y el vuelve a mirar hacia delante, concentrado en la carretera. Me pongo el dedo sobre los labios y Quinn asiente. Estoy segura de que Sawyer también lo sabe, aunque yo no.
— ¿Cómo está Sam? —le pregunto para cambiar de tema.
Quinn sonríe tontamente y eso me dice todo lo que necesito saber.
Sawyer aparca a la entrada del pasaje que lleva al Zig Zag Café y Prescott me abre la puerta. Salgo y Quinn lo hace también detrás de mí. Nos cogemos del brazo y cruzamos el pasaje seguidas de Prescott, que luce una expresión de malas pulgas. ¡Oh, por favor, es solo una copa! Sawyer se va para aparcar el coche.
— ¿Y de qué conoce Sam a Gia? —le pregunto dándole un sorbo a mi segundo mojito de fresa. El bar es íntimo y acogedor y no quiero irme. Quinn y yo no hemos dejado de hablar. Se me había olvidado cuánto me gusta salir con ella. Es liberador salir, relajarse y disfrutar de la compañía de Quinn. Se me ocurre que podría mandarle un mensaje a Santana, pero pronto rechazo la idea. Se pondría furiosa y me haría volver a casa como a una niña díscola.
— ¡No me hables de esa zorra! —exclama Quinn.
Su reacción me hace reír.
— ¿Qué te divierte tanto, Pierce? —me suelta fingiendo irritación.
— Que tengo la misma opinión de ella.
— ¿Ah, sí?
— Sí. No dejaba en paz a Santana.
— Creo que tuvo algo con Sam. —Quinn vuelve a hacer lo del mohín.
— ¡No!
Asiente, aprieta los labios y pone el patentado ceño de Quinn Fabray.
— Fue algo breve. El año pasado, creo. Es una trepadora. No me extraña que haya puesto los ojos en Santana, aunque no sabía que Gia fuera bisexual.
— Pues Santana está pillada. Le dije que le dejara en paz o la despedía.
Quinn vuelve a mirarme con la boca abierta una vez más, asombrada. Asiente orgullosa y levanta su copa en un brindis, impresionada y sonriente.
— ¡Por la señora Brittany López! ¡Cuidado con ella! —Y entrechocamos las copas.
— ¿Sam tiene algún arma?
— No. Está totalmente en contra de las armas —dice Quinn revolviendo su tercera copa.
— Santana también. Creo que ha sido influencia de Grace y Carrick —le digo. Empiezo a notarme un poco achispada.
— Carrick es un buen hombre —dice Quinn asintiendo.
— Quería que firmara un acuerdo prematrimonial —murmuro con cierta tristeza.
— Oh, Britt. —Estira el brazo sobre la mesa y me coge la mano.
— Solo estaba preocupándose por su hija. Las dos somos conscientes de que siempre vas a llevar el título de cazafortunas tatuado en la frente.
Me sonríe. Yo le saco la lengua y después me río también.
— Madure, señora López. —Ahora suena como Santana.
— Tú harás lo mismo por tu hijo algún día.
— ¿Mi hijo? —No se me había ocurrido que mis hijos también van a ser ricos. Demonios. No les va a faltar de nada. Y con nada quiero decir… nada. Tengo que darle unas cuantas vueltas a eso… pero ahora mismo no. Miro a Prescott y a Sawyer, que están sentados cerca y nos observan a nosotras y al resto de gente del bar con un vaso de agua mineral con gas cada uno.
— ¿No crees que deberíamos comer algo? —le pregunto.
— No. Deberíamos seguir bebiendo —responde Quinn.
— ¿Por qué tienes tantas ganas de beber?
— Porque no te veo todo lo que yo quisiera. No imaginé que te daría tan fuerte y te casarías con la primera persona que te pusiera la cabeza patas arriba. —Repite el mohín.
— Te casaste con tanta prisa que creí que estabas embarazada.
Suelto una risita.
— Eso sería muy difícil.
— Todo el mundo pensó lo mismo. Pero no resucitemos esa conversación, por favor. Y además tengo que ir al baño.
Prescott me acompaña. No dice nada, pero tampoco hace falta que lo haga. La desaprobación irradia de su cuerpo como un isótopo letal.
— No he salido sola desde que me casé —digo para mí, mirando la puerta cerrada del baño. Hago una mueca sabiendo que ella está de pie al otro lado de la puerta, esperando a que termine de hacer pis. ¿Y qué iba a hacer Rose en un bar? Santana está reaccionando exageradamente, como siempre.
— Quinn, es tarde. Deberíamos irnos.
Son las diez y cuarto y acabo de terminarme mi cuarto mojito. Ya estoy empezando a sentir los efectos del alcohol: tengo calor y la vista borrosa. Santana estará bien. Cuando se le pase…
— Claro, Britt. Me he alegrado mucho de verte. Se te ve tan, no sé… segura. El matrimonio te sienta bien, sin duda.
Me sonrojo. Viniendo de Quinn eso es más que un cumplido.
— Sí, es cierto —murmuro y como he bebido demasiado, los ojos se me llenan de lágrimas.
¿Podría ser más feliz? A pesar de todo el equipaje que trae, de su naturaleza y de sus sombras, he conocido y me he casado con la mujer de mis sueños. Cambio rápidamente de tema para alejar esos pensamientos tan sentimentales, porque si no sé que voy a acabar llorando.
— Me lo he pasado muy bien. —Le cojo la mano.
— ¡Gracias por obligarme a venir!
Nos abrazamos. Cuando me suelta, asiento en dirección a Sawyer y ella le pasa las llaves del coche a Prescott.
— Estoy segura de que la señorita “te miro por encima del hombro” Prescott le ha dicho a Santana que no estamos en el piso. Y ella se habrá puesto furiosa —le digo a Quinn. Y tal vez se le haya ocurrido alguna forma deliciosa de castigarme… Ojala…
— ¿Por qué sonríes como una tonta, Britt? ¿Es que te gusta poner furiosa a Santana?
— No. La verdad es que no. Pero es tan fácil… Es muy controladora a veces. —Más bien casi todo el tiempo…
— Ya lo he notado —dice Quinn lacónicamente.
Aparcamos delante del apartamento de Quinn y ella me da un abrazo fuerte.
— No te conviertas en una extraña —me susurra y me da un beso en la mejilla. Después sale del coche.
La despido con la mano y de repente siento una extraña nostalgia. Echaba de menos la charla de chicas. Es divertida y relajante y me recuerda que todavía soy joven. Tengo que esforzarme más en encontrar tiempo para ver a Quinn, pero lo cierto es que me encanta estar en la burbuja con Santana.
Anoche fuimos a la cena de una organización de caridad. Había muchos hombres con trajes y mujeres elegantes y arregladas hablando de los precios de las propiedades inmobiliarias, de la caída de la economía y de los mercados emergentes. Algo aburrido, aburridísimo. Es refrescante soltarme el pelo con alguien de mi edad.
Me ruge el estómago. Todavía no he cenado. ¡Mierda! ¡Santana! Rebusco en el bolso y saco la BlackBerry. Oh, madre mía… Cinco llamadas pérdidas. Y un mensaje:
*¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS?*
Y un correo:
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 00:42
Para: Brittany López
Asunto: Furiosa. Más furiosa de lo que me has visto nunca
Brittany:
Sawyer me ha dicho que estás bebiendo cócteles en un bar, algo que me has dicho que no ibas a hacer. ¿Te haces una idea de lo furiosa que estoy en este momento?
Hablaremos de esto mañana.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Se me cae el alma a los pies. ¡Oh, mierda! Ahora sí que la he hecho buena. Mi subconsciente me mira enfadada, después se encoje de hombros y pone la expresión de «tú te lo has buscado». Pero ¿qué esperaba? Pienso en llamarla, pero es muy tarde y probablemente estará durmiendo… O caminando arriba y abajo. Decido que un mensaje rápido será suficiente.
*ESTOY ENTERA. ME LO HE PASADO MUY BIEN. TE ECHO DE MENOS. POR FAVOR NO TE ENFADES*
Me quedo mirando la BlackBerry deseando que me responda, pero el aparato permanece en silencio. Suspiro.
Prescott aparca delante del Escala y Sawyer sale para abrirme la puerta. Mientras esperamos al ascensor, aprovecho la oportunidad para hacerle unas cuantas preguntas.
— ¿A qué hora te ha llamado Santana?
Sawyer se ruboriza.
— A las nueve y media más o menos, señora.
— ¿Y por qué no interrumpiste mi conversación con Quinn para que pudiera hablar con ella?
— La señora López me dijo que no lo hiciera.
Frunzo los labios. Llega el ascensor y subimos los dos en silencio. De repente me alegro de que Santana tenga toda la noche para recuperarse de su arrebato y de que esté en la otra punta del país. Eso me da un poco de tiempo. Pero por otro lado… la echo de menos.
Se abren las puertas del ascensor y durante un segundo me quedo mirando la mesa del vestíbulo.
¿Qué es lo que no está bien en esa imagen?
El jarrón de las flores está hecho trizas y los fragmentos desparramados por todo el suelo del vestíbulo. Hay agua, flores y trozos de cerámica por todas partes y la mesa está volcada. De repente siento que se me eriza el vello y Sawyer me agarra del brazo y tira de mí de vuelta al ascensor.
— Quédese aquí —dice entre dientes y saca un arma. Entra en el vestíbulo y desaparece de mi campo de visión.
Yo me pego contra la pared del fondo del ascensor.
— ¡Luke! —oigo llamar a Ryan desde alguna parte del salón.
— ¡Código azul!
¿Código azul?
— ¿Tienes a la persona? —le responde Sawyer.
— ¡Dios mío!
Me pego aún más contra la pared. ¿Qué está pasando? La adrenalina me empieza a correr por el cuerpo y tengo el corazón en la garganta. Oigo hablar en voz baja y un momento después Sawyer vuelve a aparecer en el vestíbulo y pisa un charco de agua. Ha guardado el arma en su pistolera.
— Ya puede entrar, señora López —me dice con tranquilidad.
— ¿Qué ha pasado, Luke? —Mi voz no es más que un susurro.
— Hemos tenido visita. —Me coge por el codo y yo me alegro del apoyo que me proporciona, porque las piernas se me han convertido en gelatina. Cruzo con ella las puertas dobles abiertas.
Ryan está de pie en la entrada del salón. Tiene un corte encima del ojo que está sangrando y otro en la boca. Parece que ha pasado un mal rato y tiene la ropa desaliñada. Pero lo que más me sorprende es ver a Marley Rose tirado a sus pies.
O_o***** - Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 05/05/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Impresionante!!!
ya quiero que actualizes!!!!! xD
pero comprendo que con los estudios el trabajo etc no tienes tiempo!
a mi corta edad creeme que lo se!!!
pero pasando al capitulo: genial !!
actualiza pronto!!!!!!!
ya quiero que actualizes!!!!! xD
pero comprendo que con los estudios el trabajo etc no tienes tiempo!
a mi corta edad creeme que lo se!!!
pero pasando al capitulo: genial !!
actualiza pronto!!!!!!!
Lorena_Glee** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 02/08/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Hola que tal!! gracias por actualizar aunque estes escasa de tiempo!!
Eso se agradece y mucho!!
El capitulo estuvo genial!! Estoy muy ansiosa por la reaccion de Santana
Eso se agradece y mucho!!
El capitulo estuvo genial!! Estoy muy ansiosa por la reaccion de Santana
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
que brios tiene esa arpia, presentarse en la casa del matrimonio Lopez-Pierce!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
o el capitulo fue muy corto, o yo lo leí demasiado rápido por el entusiasmo jajaj, supongo ahora santana no puede regañar a birtt por que no estuvo en el piso, maldita marley. gracias por escribir
Camila18**** - Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 28/05/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
El capítulo súper cortisimo JAJAJAJAJA' estaba muy ansiosa por leerlo y se me hizo corto ;c
Como Marley quería secuestrar a Brittany y así. Equis de quiero ver como reacciona Santana.
ACTUALIZA PRONTO!!
Como Marley quería secuestrar a Brittany y así. Equis de quiero ver como reacciona Santana.
ACTUALIZA PRONTO!!
Invitado- Invitado
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
jasdgiuasd esto esta muy bueno....
actualiza prontoooooo >.<
actualiza prontoooooo >.<
javavera** - Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 13/05/2012
Edad : 34
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Oh Dios mío..
no tengo palabras para describir el capítulo,
ha sido
¡IMPRESIONANTE!
no tengo palabras para describir el capítulo,
ha sido
¡IMPRESIONANTE!
...Y sin más, te agradezco bastante por actualizar ahora sabiendo el motivo por la cual no lo hacías, gracias, gracias, gracias una y mil veces :)
hasta la próxima Nina, saludos ♥
hasta la próxima Nina, saludos ♥
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Ohhh Por Diooos!!
La loca esa aparecio, en el Escala???
Pero como pudo entrar ahi?? Esa mujer se las trae.. porque sino mal recuerdo para ir al departamento de San hay que poner un codigo..
Esa kajnlskjfs;js;kjda ;@ a podido burlar el codigo??
Como ha entradooooooooo???
Oh pobre Britt-Britt ha hecho enfadar a la fiera... Mmmmm ya me imagino como la castigara cincuenta cuando regrese!
La loca esa aparecio, en el Escala???
Pero como pudo entrar ahi?? Esa mujer se las trae.. porque sino mal recuerdo para ir al departamento de San hay que poner un codigo..
Esa kajnlskjfs;js;kjda ;@ a podido burlar el codigo??
Como ha entradooooooooo???
Oh pobre Britt-Britt ha hecho enfadar a la fiera... Mmmmm ya me imagino como la castigara cincuenta cuando regrese!
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Tu fic produce adicción!!! y gracias a eso llevo un par nuevos accesorios debajo de los ojos llamados ojeras XD
No se que haré con mi vida cuando llegue el final.
No se que haré con mi vida cuando llegue el final.
Beverly_87*** - Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Como siempre me ha encantado el capitulo, pero por un momento deje de respirar, temía que algo le pasara a Britt, lo bueno que no paso, ya quiero leer el próximo capitulo, que bueno que atraparon a Marley, pero lo que mas quiero es leer la reacción de Cincuenta, seguro que con eso ni se acordara de lo que Britt la desobedeció...
Bueno, gracias por actualizar, hasta el próximo capitulo:*
Bueno, gracias por actualizar, hasta el próximo capitulo:*
LittleShipper* - Mensajes : 44
Fecha de inscripción : 11/07/2013
Edad : 33
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
ME ENCANTO EL CAPITULO !!!
sus correos son lo mas divertido del mundo
y ups ahora si se le armo a Britt con Santana
se enojo y enserio
y la loca de marley !! D:
actualiza me muero por saber que pasa
sus correos son lo mas divertido del mundo
y ups ahora si se le armo a Britt con Santana
se enojo y enserio
y la loca de marley !! D:
actualiza me muero por saber que pasa
Avrilita_LopezPierce*** - Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 21/09/2012
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
hola.
no se k pasa con tu fic pero cada capitulo es de loo mejor.
siempre en espera de tú próxima actualización.
con locura personal.
no se k pasa con tu fic pero cada capitulo es de loo mejor.
siempre en espera de tú próxima actualización.
con locura personal.
Hemonay Rivera*** - Mensajes : 145
Fecha de inscripción : 24/02/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
OH POR DIOS!!!!!
ES INCREIBLE CUANTO AMO TU FIC!!!!! LO ADORO!!! EN REALIDAD!!!!
CADA PARTE, CADA ORACIÓN ES UN INCREIBLE PLACER LEERLO!!!!
LOS CORREOS QUE SE MANDAN!! POR DIOS!!! ME MATAN DE LA TERNURA y DE LO COMICAS QUE PUEDEN LLEGAR A SER!!!!!!
BRITTANY LOPEZ!! ME ENCANTA!!!!
MARLEY APARECIÓ!! POR DIOS CASI ME INFARTO CUANDO RELATABA BRITT LO SUCEDIDO DESDE QUE ENTRABA EN EL LOFT!!!!!
ESTUVO INCREIBLE!!!
YA QUIERO SABER COMO SIGUE......................
SALUDOS!! NAT!
ES INCREIBLE CUANTO AMO TU FIC!!!!! LO ADORO!!! EN REALIDAD!!!!
CADA PARTE, CADA ORACIÓN ES UN INCREIBLE PLACER LEERLO!!!!
LOS CORREOS QUE SE MANDAN!! POR DIOS!!! ME MATAN DE LA TERNURA y DE LO COMICAS QUE PUEDEN LLEGAR A SER!!!!!!
BRITTANY LOPEZ!! ME ENCANTA!!!!
MARLEY APARECIÓ!! POR DIOS CASI ME INFARTO CUANDO RELATABA BRITT LO SUCEDIDO DESDE QUE ENTRABA EN EL LOFT!!!!!
ESTUVO INCREIBLE!!!
YA QUIERO SABER COMO SIGUE......................
SALUDOS!! NAT!
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Hola a todas ando por aqui de pasada estoy un poco apurada pero les dejo un nuevo capítulo.
Gracias por todos sus grandiosos comentarios jejeje me alegran el dia
Tengo el corazón acelerado y la sangre me retumba en los oídos; el alcohol que fluye por mi cuerpo amplifica el sonido.
— ¿Está…? —Doy un respingo, incapaz de acabar la frase, y miro a Ryan con los ojos muy abiertos, aterrorizada. Ni siquiera puedo mirar a la figura tirada en el suelo.
— No, señora. Solo inconsciente.
Siento un gran alivio. Oh, gracias a Dios.
— ¿Y tú? ¿Estás bien? —le pregunto a Ryan. Me doy cuenta de que no sé su nombre de pila. Resopla como si hubiera corrido un maratón. Se limpia la boca para quitarse un resto de sangre y veo que se le está formando un cardenal en la mejilla.
— Ha sido dura de pelar, pero estoy bien, señora López. —Me sonríe para tranquilizarme. Si le conociera mejor diría que incluso tiene cierto aire de suficiencia.
— ¿Y Gail? Quiero decir, la señora Jones… —Oh, no…
¿Estará bien? ¿Le habrá hecho algún daño?
— Estoy aquí, Britt. —Miro detrás de mí y la veo en camisón y bata, con el pelo suelto, la cara cenicienta y los ojos muy abiertos. Como los míos, supongo.
— Ryan me despertó e insistió en que me metiera aquí —dice señalando detrás de ella el despacho de Taylor.
— Estoy bien. ¿Está usted bien?
Asiento enérgicamente y me doy cuenta de que ella probablemente acaba de salir de la habitación del pánico que hay junto al despacho de Taylor. ¿Quién podía saber que la íbamos a necesitar tan pronto?
Santana insistió en instalarla poco después de nuestro compromiso. Y yo puse los ojos en blanco.
Ahora, al ver a Gail de pie en el umbral, me alegro de la previsión de Santana.
Un crujido procedente de la puerta del vestíbulo me distrae. Está colgando de sus goznes. Pero ¿qué le ha pasado?
— ¿Estaba sola? —le pregunto a Ryan.
— Sí, señora. No estaría usted ahí de pie de no ser así, se lo aseguro. —Ryan parece vagamente ofendido.
— ¿Cómo entró? —sigo preguntando ignorando su tono.
— Por el ascensor de servicio. Los tiene bien puestos, señora.
Miro la figura tirada de Marley. Lleva algún tipo de uniforme… Un mono, creo.
— ¿Cuándo?
— Hace unos diez minutos. La vi en el monitor de seguridad. Llevaba guantes… algo un poco extraño en agosto. La reconocí y decidí dejarla entrar. Así la tendríamos. Usted no se hallaba en casa y Gail estaba en lugar seguro, así que me dije que era ahora o nunca. Ryan parece de nuevo muy orgulloso de sí mismo y Sawyer le mira con el ceño fruncido por la desaprobación.
¿Guantes? Eso me sorprende y vuelvo a mirar a Marley. Sí, lleva unos guantes de piel marrón. ¡Qué espeluznante!
— ¿Y ahora qué? —pregunto intentando olvidar los distintos pensamientos que están surgiendo en mi mente.
— Tenemos que inmovilizarla —responde Ryan.
— ¿Inmovilizarla?
— Por si se despierta. —Ryan mira a Sawyer.
— ¿Qué necesitan? —pregunta la señora Jones dando un paso adelante. Ya ha recobrado la compostura.
— Algo con que sujetarla… Un cordón o una cuerda —responde Ryan.
Bridas para cables. Me sonrojo cuando los recuerdos de la noche anterior invaden mi mente. Me froto las muñecas en un acto reflejo y bajo la mirada para echarles un rápido vistazo. No, no tengo cardenales. Bien.
— Yo tengo algo: bridas para cables. ¿Eso servirá?
Todos los ojos se fijan en mí.
— Sí, señora. Eso es perfecto —dice Sawyer muy serio.
En ese momento quiero que me trague la tierra, pero me giro y voy hasta nuestro dormitorio. A veces hay que enfrentarse a las cosas sin arredrarse. Tal vez sea la combinación del miedo y el alcohol lo que me proporciona esta audacia.
Cuando vuelvo, la señora Jones está evaluando el desastre del vestíbulo y la señorita Prescott se ha unido al equipo de seguridad. Le paso las bridas a Sawyer, que lentamente y con un cuidado innecesario le ata las manos detrás de la espalda a Rose. La señora Jones desaparece en la cocina y regresa con un botiquín de primeros auxilios. Coge del brazo a Ryan, lo lleva al salón y se ocupa de curarle el corte de encima del ojo. El hace una mueca de dolor cuando ella le aplica un antiséptico. Entonces me fijo en la Glock con silenciador que hay en el suelo. ¡Joder! ¿Estaba Marley armada? Siento la bilis en la garganta y hago todo lo que puedo por evitar vomitar.
— No la toque, señora López —me advierte Prescott cuando me agacho para recogerla. Sawyer emerge del despacho de Taylor con unos guantes de látex.
— Yo me ocupo de eso, señora López —me dice.
— ¿La llevaba ella? —le pregunto.
— Sí, señora —asegura Ryan haciendo otra mueca de dolor a consecuencia de los cuidados de la señora Jones. Madre mía… Ryan se ha peleado con una mujer armada en mi casa. Me estremezco con solo pensarlo. Sawyer se agacha y coge con cuidado la Glock.
— ¿Es aconsejable que hagas eso? —le pregunto.
— La señora López querría que lo hiciera, señora. —Sawyer mete el arma en una bolsa de plástico.
Después se agacha y cachea a Marley. Se detiene y saca parcialmente un rollo de cinta americana de su bolsillo. Sawyer se queda blanco y vuelve a guardar la cinta en el bolsillo de Rose.
¿Cinta americana? Mi mente registra el detalle mientras yo observo lo que están haciendo con fascinación y una extraña indiferencia. Entonces me doy cuenta de las implicaciones y la bilis vuelve a subirme hasta la garganta. Aparto rápidamente el pensamiento de mi cabeza. No sigas por ese camino, Britt.
— ¿No deberíamos llamar a la policía? —digo intentando ocultar el miedo que siento. Quiero que saquen a Rose de mi casa, cuanto antes, mejor.
Ryan y Sawyer se miran.
— Creo que deberíamos llamar a la policía —repito esta vez con más convicción, preguntándome qué se traen entre manos Ryan y Sawyer.
— He intentado localizar a Taylor, pero no contesta al móvil. Seguramente estará durmiendo.
Sawyer mira el reloj.
— Son las dos menos cuarto de la madrugada en la costa Este.
Oh, no.
— ¿Habéis llamado a Santana? —pregunto en un susurro.
— No, señora.
— ¿Estaba llamando a Taylor para que nos diera instrucciones?
Sawyer parece momentáneamente avergonzado.
— Sí, señora.
Una parte de mí echa chispas. Esa mujer (vuelvo a mirar a la desmayada Rose) ha allanado mi casa y la policía debería llevárselo. Pero al mirarlos a los cuatro, todos con mirada ansiosa, veo que hay algo que no estoy entendiendo, así que decido llamar a Santana. Se me eriza el vello. Sé que está furiosa conmigo, muy pero que muy furiosa, y vacilo al pensar lo que va a decirme. Y ahora además se pondrá más nerviosa porque no está aquí y no puede volver hasta mañana por la noche. Sé que ya la he preocupado bastante esta noche. Tal vez no debería llamarla… Pero de repente se me ocurre algo.
Mierda. ¿Y si yo hubiera estado aquí? Palidezco solo de pensarlo. Gracias a Dios que estaba fuera.
Quizá al final el problema no vaya a ser tan grave.
— ¿Está bien? —pregunto señalando a Marley.
— Le dolerá la cabeza cuando despierte —aclara Ryan mirando a Marley con desprecio.
— Pero necesitamos un médico para estar seguros.
Busco en el bolso y saco la BlackBerry. Antes de que me dé tiempo a pensar mucho en el enfado de Santana, marco su número. Me pasa directamente con el buzón de voz. Debe de haberlo apagado por lo enfadada que está. No se me ocurre qué decir. Me giro y camino un poco por el pasillo para alejarme de los demás.
— Hola, soy yo. Por favor no te enfades. Ha ocurrido un incidente en el ático, pero todo está bajo control, así que no te preocupes. Nadie está herido. Llámame.
Y cuelgo.
— Llamad a la policía —le ordeno a Sawyer. El asiente, saca su móvil y marca.
El agente Skinner está sentado a la mesa del comedor enfrascado en su conversación con Ryan. El agente Walker está con Sawyer en el despacho de Taylor. No sé dónde está Prescott, tal vez también en el despacho de Taylor. El detective Clark no hace más que llenarme de preguntas a mí; los dos estamos sentados en el sofá del salón. El detective es alto, tiene el pelo oscuro y podría ser atractivo si no fuera por su ceño permanentemente fruncido. Sospecho que le han despertado y sacado de su acogedora cama porque han allanado la casa de una de las ejecutivas más influyentes y más rica de Seattle.
— ¿Antes era su jefa? —me pregunta Clark lacónicamente.
— Sí.
Estoy cansada (mucho más que cansada) y solo quiero irme a la cama. Todavía no sé nada de Santana. La parte buena es que los médicos de la ambulancia se han llevado a Rose. La señora Jones nos trae a Clark y a mí una taza de té.
— Gracias. —Clark se vuelve de nuevo hacia mí.
— ¿Y dónde está el señora López?
— En Nueva York. Un viaje de negocios. Volverá mañana por la noche… quiero decir, esta noche.
Ya es pasada la medianoche.
— Ya conocíamos a Rose —murmura el detective Clark.
— Necesito que venga a la comisaría a hacer una declaración. Pero eso puede esperar. Es tarde y hay un par de reporteros haciendo guardia en la acera. ¿Le importa que eche un vistazo?
— No, claro que no —le respondo y me siento aliviada de que haya terminado con el interrogatorio.
Me estremezco al pensar que hay fotógrafos fuera. Bueno, no van a ser un problema hasta mañana. Hago una nota mental de llamar a mamá y a Ray mañana para que no se preocupen si oyen algo en la televisión.
— Señora López, ¿por qué no se va a la cama? —me dice la señora Jones con voz amable y llena de preocupación.
La miro a los ojos tiernos y cálidos y de repente siento la necesidad imperiosa de llorar. Ella se acerca y me frota la espalda.
— Ya estamos seguras —me dice—. Todo esto no será tan malo por la mañana, cuando haya dormido un poco. Además, la señora López volverá mañana por la noche.
La miro nerviosa, conteniendo con dificultad las lágrimas. Santana se va a poner tan furiosa…
— ¿Quiere algo antes de acostarse? —me pregunta.
Entonces me doy cuenta del hambre que tengo.
— ¿Tal vez algo de comer?
Ella muestra una gran sonrisa.
— ¿Un sándwich y un poco de leche?
Asiento agradecida y ella se encamina a la cocina. Ryan sigue con el agente Skinner. En el vestíbulo, el detective Clark está examinando el desastre que hay delante del ascensor. Parece pensativo a pesar de su ceño. De repente siento nostalgia, nostalgia de Santana. Apoyo la cabeza en las manos y deseo con todas mis fuerzas que pudiera estar aquí. Ella sabría qué hacer. Menuda noche. Solo quiero acurrucarme en su regazo, que me abrace y me diga que me quiere aunque yo no haga lo que me dice…
Pero esta noche no va a poder ser. Pongo los ojos en blanco en mi interior… ¿Por qué no me dijo que había aumentado la seguridad de todos? ¿Qué había exactamente en el ordenador de Marley? Qué mujer más frustrante. Pero ahora mismo eso no me importa. Quiero a mi esposa. La echo de menos.
— Aquí tienes, Britt. —La señora Jones interrumpe mi agitación interior. Cuando alzo la vista veo que me está tendiendo un sándwich de mantequilla de cacahuete y gelatina con los ojos brillantes. Llevo años sin comer algo así. Le sonrío tímidamente y me lanzo a por ella.
Cuando por fin me meto en la cama, me acurruco en el lado de Santana con su camiseta puesta. Tanto su camiseta como su almohada huelen a ella y mientras me voy dejando llevar por el sueño deseo que tenga un buen viaje a casa… y que vuelva de buen humor.
Me despierto sobresaltada. Hay luz y me laten las sienes. Oh, no. Espero no tener resaca. Abro los ojos con cuidado y veo que la silla del dormitorio no está en su sitio habitual y que Santana está sentada en ella. Lleva un vestido de noche color crema es largo y a un lado tirados en el piso unos tacones altos a juego con el vestido. Me pregunto si estaré soñando. Abraza el respaldo de la silla con el brazo izquierdo y en la mano tiene un vaso de cristal tallado con un líquido ambarino. ¿Brandy? ¿Whisky? No tengo ni idea. Tiene las piernas cruzadas. El codo derecho descansa sobre el brazo de la silla, tiene la barbilla apoyada en la mano y se está pasando el dedo índice lenta y rítmicamente por el labio inferior. En la luz de primera hora de la mañana sus ojos arden con una grave intensidad, pero su expresión general es imposible de identificar.
Casi se me para el corazón. Está aquí. ¿Cómo ha podido llegar? Ha tenido que salir de Nueva York anoche. ¿Cuánto tiempo lleva viéndome dormir?
— Hola —le susurro.
Su mirada es fría y el corazón está a punto de parárseme otra vez. Oh, no. Aparta los dedos de la boca, se bebe de un trago lo que le queda de la bebida y pone el vaso en la mesilla. Espero que me dé un beso, pero no. Vuelve a acomodarse en la silla y sigue mirándome impasible.
— Hola —dice por fin en voz muy baja. E inmediatamente sé todavía está furiosa. Muy furiosa.
— Has vuelto.
— Eso parece.
Me levanto lentamente hasta quedar sentada sin apartar los ojos de ella. Tengo la boca seca.
— ¿Cuánto tiempo llevas ahí mirándome dormir?
— El suficiente.
— Sigues furiosa. —Casi no puedo ni pronunciar las palabras.
Ella me mira fijamente, como si estuviera reflexionando sobre qué responderme.
— Furiosa… —dice como probando la palabra y sopesando sus matices y su significado.
— No, Britt. Estoy mucho, mucho más que furiosa.
Oh, madre mía. Intento tragar saliva, pero es muy difícil con la boca seca.
— Mucho más que furiosa. Eso no suena bien.
Vuelve a mirarme fijamente, del todo impasible y no responde. Un silencio sepulcral se cierne sobre nosotras. Extiendo la mano para coger mi vaso de agua y le doy un sorbo agradecida, a la vez que intento recuperar el control sobre mi errático corazón.
— Ryan ha cogido a Marley. —Pongo el vaso de nuevo en la mesilla e intento una táctica diferente.
— Lo sé —responde en un tono gélido.
Claro que lo sabe…
— ¿Vas a seguir respondiéndome con monosílabos durante mucho tiempo?
Mueve casi imperceptiblemente las cejas, lo que demuestra su sorpresa; no se esperaba esa pregunta.
— Sí —responde después.
Oh… vale. ¿Qué puedo hacer? Defensa; es la mejor forma de ataque.
— Siento haberme quedado por ahí.
— ¿De verdad?
— No —confieso después de una pausa porque es la verdad.
— ¿Y por qué lo dices, entonces?
— Porque no quiero que estés enfadada conmigo.
Suspira profundamente, como si llevara aguantando toda su tensión durante un millón de horas, y se pasa la mano por el pelo. Está guapísima. Furiosa, pero guapísima. Absorbo todos sus detalles.
¡Santana ha vuelto! Furiosa, pero entera.
— Creo que el detective Clark quiere hablar contigo.
— Seguro que sí.
— Santana, por favor…
— ¿Por favor qué?
— No seas tan fría.
Vuelve a elevar las cejas por la sorpresa.
— Brittany, frío no es lo que siento ahora mismo. Me estoy consumiendo. Consumiéndome de rabia. No sé cómo gestionar estos…—agita la mano en el aire, buscando la palabra— sentimientos. —Su tono es amargo.
Oh, mierda. Su sinceridad me desarma. Lo único que yo quiero hacer es acurrucarme en su regazo, es todo lo que he querido hacer desde anoche. Qué diablos… Me acerco, cogiéndola por sorpresa y me acomodo torpemente en su regazo. No me aparta, que es lo que temía. Después de un segundo me rodea con los brazos y entierra la nariz en mi pelo. Huele a whisky. ¿Cuánto habrá bebido? También huele a perfume caro. Y a Santana. Le rodeo el cuello con los brazos y le acaricio la garganta con la nariz y ella vuelve a suspirar, esta vez más profundamente.
— Oh, señora López, qué voy a hacer con usted… —Me besa en el pelo. Cierro los ojos y saboreo su contacto.
— ¿Cuánto has bebido?
Se pone tensa.
— ¿Por qué?
— Porque normalmente no bebes licores fuertes.
— Es mi segunda copa. He tenido una noche dura, Brittany. Dame un respiro, ¿vale?
Le sonrío.
— Si insiste, señora López. —Aspiro el aroma de su cuello.
— Hueles divinamente. He dormido en tu lado de la cama porque tu almohada huele a ti.
Me acaricia el pelo con la nariz.
— ¿Por eso lo has hecho? Me estaba preguntando por qué estabas en mi lado. Sigo furiosa contigo, por cierto.
— Lo sé.
Me acaricia rítmicamente la espalda con la mano.
— Y yo también estoy furiosa contigo —le susurro.
Ella se detiene.
— ¿Y qué he podido hacer yo para merecer tu ira?
— Ya te lo diré luego, cuando deje de consumirte la rabia —le digo dándole un beso en la garganta.
Cierra los ojos y me deja besarla, pero no hace ningún movimiento para devolverme el beso. Me abraza más fuerte, apretándome.
— Cuando pienso en lo que podría haber pasado… —Su voz no es más que un susurro. Quebrada y ronca.
— Estoy bien.
— Oh, Britt… —Sus palabras son casi un sollozo.
— Estoy bien. Estamos bien. Un poco impresionados, pero Gail también está bien. Ryan está bien. Y Marley ya no está.
Niega con la cabeza.
— Pero no gracias a ti —murmura.
¿Qué? Me aparto un poco y la miro.
— ¿Qué quieres decir?
— No quiero discutir eso ahora mismo, Britt.
Parpadeo. Bueno, tal vez yo sí… Pero decido que no es el momento. Al menos ya me habla. Vuelvo a apoyarme contra ella. Ahora enreda los dedos en mi pelo y empieza a juguetear con él.
— Quiero castigarte —me susurra.
— Castigarte de verdad. Azotarte hasta que no lo puedas soportar más.
El corazón se me queda atravesado en la garganta. ¡Joder!
— Lo sé —le digo a la vez que se me eriza el vello.
— Y tal vez lo haga.
— Espero que no.
Vuelve a apretarme en su abrazo.
— Britt, Britt, Britt… Pones a prueba la paciencia de cualquiera, hasta la de una santa.
— Se pueden decir muchas cosas de usted, señora López, pero que sea una santa no es una de ellas.
Finalmente me concede una risa reticente.
— Muy cierto, como siempre, señora López. —Me da un beso en la frente y se mueve.
— Vuelve a la cama. Tú tampoco has dormido mucho. —Se levanta, me coge en brazos y me deposita en la cama.
— ¿Te tumbas conmigo?
— No. Tengo cosas que hacer. —Se agacha y recoge el vaso.
— Vuelve a dormir. Te despertaré dentro de un par de horas.
— ¿Todavía estás furiosa conmigo?
— Sí.
— Entonces me voy a dormir otra vez.
— Bien. —Tira del edredón para taparme y me da un beso en la frente.
— Duérmete.
Y como estoy tan cansada por lo de anoche, tan aliviada de que Santana haya vuelto, y tan fatigada emocionalmente por este encuentro a primera hora de la mañana, no lo dudo ni un momento y hago lo que me dice. Mientras me voy quedando dormida me pregunto por qué no habrá utilizado su mecanismo habitual para gestionar las cosas: lanzarse sobre mí para follarme sin piedad. Aunque, dado el mal sabor que siento en la boca, agradezco que no lo haya hecho.
— Te traigo zumo de naranja —dice Santana y yo abro los ojos otra vez.
Acabo de pasar las dos horas de sueño más profundo y relajante de mi vida y me levanto fresca.
Además, ya no me late la cabeza. El zumo de naranja es una visión que agradezco, igual que la de mi esposa. Se ha puesto el chándal. Por un momento mi mente vuelve al Heathman Hotel, la primera vez que me desperté a su lado. La sudadera gris está húmeda por el sudor. O ha estado entrenando en el gimnasio del sótano o ha salido a correr. No debería estar tan guapa después de hacer ejercicio.
— Me voy a dar una ducha —murmura y desaparece en el baño.
Frunzo el ceño. Sigue estando distante. O está distraída pensando en todo lo que ha pasado o sigue furiosa o… ¿qué? Me siento, cojo el zumo de naranja y me lo bebo demasiado rápido. Está delicioso, frío y mejora mucho la sensación de mi boca. Salgo de la cama, ansiosa por reducir la distancia, real y metafórica, entre mi esposa y yo. Echo un vistazo al despertador. Son las ocho. Me quito la camiseta de Santana y la sigo al baño. Está en la ducha, lavándose el pelo, y yo no lo dudo un segundo y me meto con ella. Se pone tensa un momento cuando la abrazo desde detrás, pegándome contra su espalda mojada. Ignoro su reacción y la aprieto con fuerza apoyando la mejilla contra su piel a la vez que cierro los ojos. Después de un instante se mueve un poco para que las dos quedemos bajo la cascada de agua caliente y sigue lavándose el pelo. Dejo que caiga el agua sobre mí mientras abrazo a la mujer que quiero. Pienso en todas las veces que me ha follado y las veces en que me ha hecho el amor aquí.
Frunzo el ceño. Nunca ha estado tan callada. Giro la cabeza y empiezo a darle besos en la espalda. Noto que su cuerpo se tensa otra vez.
— Britt… —dice y suena a advertencia.
— Mmm…
Mis manos bajan lentamente por su estómago plano en dirección a su vientre. Ella me coge las dos manos con las suyas y me obliga a detenerme mientras niega con la cabeza.
— No —dice.
La suelto inmediatamente. ¿Me está diciendo que no? Mi mente se desploma en caída libre. ¿Había ocurrido esto alguna vez antes? Mi subconsciente niega con la cabeza, frunce los labios y me mira por encima de las gafas de media luna con una mirada que dice: Ahora sí que lo has jodido del todo. Siento como si me hubiera dado una bofetada fuerte. Me ha rechazado. Y toda una vida de inseguridades desembocan en una idea horrible: ya no me desea. Doy un respingo cuando siento la punzada de dolor.
Santana se gira y me alivia como sus pezones están erectos no es totalmente indiferente a mis encantos. Me coge la barbilla, me echa la cabeza hacia atrás y me encuentro mirando sus ojos marrones y cautelosos.
— Todavía estoy muy furiosa contigo —me dice con la voz baja y seria. ¡Mierda! Se inclina, apoya su frente contra la mía y cierra los ojos. Yo levanto las manos y le acaricio la cara.
— No te pongas así, por favor. Creo que estás exagerando —le susurro.
Se yergue y palidece. Mi mano cae junto a mi costado.
— ¿Que estoy exagerando? —exclama.
— ¡Una puta lunática ha entrado en mi piso para secuestrar a mi mujer y tú me dices que estoy exagerando!
La amenaza parcial de su voz es aterradora y sus ojos me abrasan al mirarme como si yo fuera la puta lunática de la que hablaba.
— No… Eh… No era eso lo que quería decir. Creía que estabas enfadada porque me quedé a tomar las copas en el bar.
Cierra los ojos una vez más como si no pudiera soportar el dolor y niega con la cabeza.
— Santana, yo no estaba aquí —le digo intentando apaciguarla y tranquilizarla.
— Lo sé —susurra y abre los ojos.
— Y todo porque no eres capaz de hacer caso a una simple petición, joder.
Su tono es amargo y ahora ha llegado mi turno de ponerme pálida.
— No quiero discutir esto ahora, en la ducha. Todavía estoy muy furiosa contigo, Brittany. Me estás haciendo cuestionarme mi juicio.
Se gira y sale de la ducha, cogiendo una toalla al pasar y saliendo después del baño, dejándome allí sola y helada bajo el agua caliente.
Mierda. Mierda. Mierda.
Entonces el significado de todo lo que ha dicho empieza a abrirse camino en mi mente. ¿Secuestro? Joder. ¿Marley quería secuestrarme? Recuerdo la cinta americana de su bolsillo y que no quise darle vueltas a por qué la llevaba. ¿Santana tiene más información? Me enjabono rápidamente el cuerpo y después me lavo el pelo. Quiero saberlo. Necesito saberlo. No la voy a dejar que siga ocultándome cosas.
Santana no está en el dormitorio cuando salgo. Oh, sí que se ha vestido rápido… Hago lo mismo: me pongo mí vestido favorito color ciruela y las sandalias negras. Soy vagamente consciente de que me he puesto esta ropa porque a Santana le gusta. Me seco el pelo con energía con la toalla, me lo trenzo y lo recojo en un moño. Me pongo unos pendientes con un diamante pequeño en las orejas y voy corriendo al baño para darme un poco de rimel y mirarme en el espejo. Estoy pálida. Siempre estoy pálida. Inspiro hondo para tranquilizarme. Necesito enfrentar las consecuencias de mi decisión precipitada de querer seguir pasándomelo bien con una amiga. Suspiro y sé que Santana no lo va a ver así.
Tampoco hay ni rastro de Santana en el salón. La señora Jones está ocupada en la cocina.
— Buenos días, Britt —me dice dulcemente.
— Buenos días —respondo con una amplia sonrisa. ¡Por fin vuelvo a ser Britt!
— ¿Té?
— Por favor.
— ¿Algo de comer?
— Sí. Esta mañana me apetece una tortilla, por favor.
— ¿Con champiñones y espinacas?
— Y queso.
— Ahora mismo.
— ¿Dónde está Santana?
— La señora López está en su estudio.
— ¿Ha desayunado? —Miro los dos platos que hay sobre la barra del desayuno.
— No, señora.
— Gracias.
Santana está al teléfono vestida con un vestido negro corto ceñido, tacones a juego y llega el pelo recogido con una cola, vuelve a parecer la confiada presidenta de la empresa. Cómo pueden engañar las apariencias. Me mira cuando me asomo al umbral pero niega con la cabeza para dejarme claro que no soy bienvenida. Mierda… Me giro y vuelvo desanimada a sentarme en la barra del desayuno. Entra Taylor vestido con un traje oscuro y con el aspecto de haber dormido ocho horas sin interrupciones.
— Buenos días, Taylor —le saludo intentando averiguar de qué humor está. A ver si me da alguna pista visual de lo que está ocurriendo.
— Buenos días, señora López —me responde y oigo cierta compasión en esas cuatro palabras. Le sonrió amablemente sabiendo que ha tenido que soportar a una Santana enfadada y frustrada en su regreso a Seattle antes de lo previsto.
— ¿Qué tal el vuelo? —me atrevo a preguntar.
— Largo, señora López. —Su brevedad dice mucho.
— ¿Puedo preguntarle cómo está? —añade en un tono más suave.
— Estoy bien.
Asiente.
— Discúlpeme —dice, y se encamina al estudio de Santana. Mmm… A Taylor le deja entrar y a mí no.
— Aquí tiene. —La señora Jones me coloca delante el desayuno. Acabo de quedarme sin apetito, pero me lo como para no ofenderla.
Para cuando termino lo que he podido comer de mi desayuno, Santana todavía no ha salido del estudio. ¿Me está evitando?
— Gracias, señora Jones —le digo bajándome del taburete y dirigiéndome al baño para lavarme los dientes.
Me los cepillo y recuerdo la discusión con Santana por los votos matrimoniales. También entonces se refugió en su estudio. ¿Es eso lo que le pasa? ¿Está enfurruñada? Me estremezco al recordar la pesadilla que tuvo después. ¿Va a volver a ocurrir eso? Tenemos que hablar. Quiero saber lo que sea que pasa con Marley y por qué ha aumentado la seguridad de todos los López; todos los detalles que me ha estado ocultando a mí, pero que Quinn sí sabía. Obviamente Sam sí le cuenta las cosas.
Miro el reloj. Las nueve menos diez… Voy a llegar tarde al trabajo. Acabo de cepillarme los dientes, me doy brillo en los labios, cojo la chaqueta negra fina y me encamino al salón. Me alivia ver que Santana está allí desayunando.
— ¿Vas a ir? —me dice al verme.
— ¿A trabajar? Claro. —Camino valientemente hacia ella y apoyo las manos en la barra del desayuno.
Me mira sin expresión.
— Santana, no hace ni una semana que hemos vuelto. Tengo que ir a trabajar.
— Pero… —Deja la frase sin terminar y se pasa la mano por el pelo. La señora Jones sale en silencio de la habitación. Muy discreta, Gail.
— Sé que tenemos mucho de qué hablar. Si te calmas un poco, tal vez podamos hacerlo esta noche.
Se queda con la boca abierta por la consternación.
— ¿Que me calme? —pregunta en voz extrañamente baja.
Me sonrojo.
— Ya sabes lo que quiero decir.
— No, Brittany, no lo sé.
— No quiero pelear. Venía a preguntarte si puedo coger mi coche.
— No, no puedes —me responde.
— Está bien —acepto.
Ella parpadea. Obviamente estaba esperando que empezara a discutir.
— Prescott te acompañará. —Su tono es ahora menos beligerante.
Oh, por favor, Prescott no… Quiero hacer un mohín y protestar, pero al final no lo hago. Ahora que Marley ya no está, podríamos volver a reducir la seguridad…
Recuerdo las sabias palabras de mi madre el día de mi boda: «Britt, cariño, tienes que elegir bien las batallas que vas a librar. Te pasará lo mismo con tus hijos cuando los tengas». Bueno, al menos me deja ir al trabajo.
— Está bien —murmuro. Como no quiero dejarla así, con tantas cosas sin resolver y tanta tensión entre nosotras, doy un paso vacilante para acercarme a ella. Ella se tensa y abre mucho los ojos y durante un segundo parece tan vulnerable que me conmueve desde el fondo del corazón. Oh, Santana, lo siento. Le doy un beso casto en la comisura de la boca. Ella cierra los ojos como si saboreara mi contacto.
— No me odies —le digo en un susurro.
Me coge la mano.
— No te odio.
— No me has devuelto el beso…
Sus ojos me miran suspicaces.
— Lo sé —murmura.
Estoy a punto de preguntarle por qué, pero no estoy segura de querer saber la respuesta. De repente se pone de pie y me coge la cara con las manos. Un momento después sus labios aprietan con fuerza los míos. Abro la boca por la sorpresa y eso le da acceso a su lengua. Ella aprovecha la oportunidad e invade mi boca, poseyéndome. Justo cuando empiezo a responderle, ella me suelta con la respiración acelerada.
— Taylor y Prescott te llevarán a la editorial —dice con los ojos ardientes por la necesidad.
— ¡Taylor! —lo llama a gritos. Me sonrojo e intento recuperar un poco la compostura.
— ¿Señora? —Taylor está de pie en el umbral.
— Dile a Prescott que la señora López va a ir a trabajar. ¿Puedes llevarla, por favor?
— Claro, señora. —Taylor desaparece.
— Por favor, intenta mantenerte al margen de cualquier problema hoy. Te lo agradecería mucho —me pide Santana.
— Haré lo que pueda —le respondo sonriendo dulcemente. Una media sonrisa aparece reticente en los labios de Santana, pero la frena en cuanto se da cuenta.
— Hasta luego —me dice un poco fría.
— Hasta luego —le respondo en un susurro.
Prescott y yo cogemos el ascensor de servicio hasta el garaje del sótano para evitar a los medios de comunicación que hay fuera. El arresto de Marley y el hecho de que la atraparon en nuestro piso ya es algo del dominio público. Cuando me siento en el Audi me pregunto si habrá paparazzi esperando en la puerta de Seattle Independent Publishing como el día que anunciamos el compromiso.
Vamos en el coche en silencio hasta que recuerdo que tengo que llamar a Ray y después a mamá para que sepan que Santana y yo estamos bien y se queden tranquilos. Por suerte las dos llamadas son cortas y acabo justo antes de que aparquemos delante de la editorial. Como me temía, hay una pequeña multitud de reporteros y fotógrafos esperando. Todos se giran a la vez y miran el Audi expectantes.
— ¿Está segura de que quiere hacer esto, señora López? —me pregunta Taylor. Una parte de mí quiere volver a casa, pero eso significa pasar el día con la señora hecha una furia. Espero que el tiempo le dé un poco de perspectiva. Marley está bajo custodia policial, así que mi Cincuenta debería estar contenta, pero no lo está. Una parte de mí la comprende: demasiadas cosas han quedado fuera de su control, yo una de ellas, pero no tengo tiempo de pensar en eso ahora.
— Llévame por el otro lado, por la entrada lateral, Taylor.
— Sí, señora.
Ya es la una de la tarde y he conseguido concentrarme en el trabajo toda la mañana. Oigo que llaman a la puerta y Elizabeth asoma la cabeza.
— ¿Tienes un momento? —me pregunta con una sonrisa.
— Claro —murmuro sorprendida por su visita inesperada.
Entra y se sienta, colocándose el largo pelo negro detrás del hombro.
— Quería saber si estabas bien. Roach me ha pedido que viniera a verte —aclara apresuradamente mientras se sonroja.
— Lo digo por todo lo que pasó anoche…
El arresto de Marley Rose está en todos los periódicos, pero nadie parece haber hecho todavía la conexión con el incendio en las oficinas de López Enterprises Holdings, Inc.
— Estoy bien —le respondo intentando no pensar mucho en cómo me siento. Marley quería hacerme daño.
Bueno, eso no es nada nuevo. Ya lo intentó antes. Es Santana la que me preocupa.
Le echo un vistazo al ordenador por si tengo correo. Nada de Santana todavía. No sé si escribirle yo o si eso intensificará su furia.
— Bien —responde Elizabeth y esta vez, para variar, la sonrisa le alcanza los ojos.
— Si hay algo que pueda hacer por ti, cualquier cosa, solo dímelo.
— Lo haré.
Elizabeth se pone de pie.
— Sé que estás muy ocupada, Britt, así que te dejo volver al trabajo.
— Eh… gracias.
Esta ha sido la reunión más breve y absurda que ha habido hoy en todo el hemisferio occidental de la tierra. ¿Por qué le ha pedido Roach que venga? Tal vez esté preocupado; después de todo soy la mujer de su jefa. Aparto todos esos pensamientos sombríos y cojo la BlackBerry con la esperanza de que allí tenga un correo de Santana. Nada más hacerlo, suena un aviso en mi correo del trabajo.
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:04
Para: Brittany López
Asunto: Declaración
Brittany:
El detective Clark irá a tu oficina hoy a las 3 de la tarde para tomarte declaración.
He insistido en que vaya a verte porque no quiero que tú vayas a la comisaría.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Me quedo mirando ese correo durante cinco minutos completos, intentando pensar en una respuesta ligera y graciosa para mejorarle el humor. Como no se me ocurre nada, opto por la brevedad.
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:12
Para: Santana López
Asunto: Declaración
OK.
x
B
Brittany López Editora de SIP
Me quedo contemplando la pantalla, ansiosa por recibir su respuesta, pero no llega nada. Santana no está de humor para jugar hoy.
Me acomodo en el asiento. No puedo culparla. Mi pobre Cincuenta ha debido de pasar las primeras horas de esta mañana frenética. Pero entonces se me ocurre algo. Llevaba el vestido de noche cuando la he visto al despertarme esta mañana… ¿A qué hora decidió volver de Nueva York? Normalmente deja cualquier evento entre las diez y las once. Anoche a esa hora yo todavía estaba con Quinn.
¿Decidió Santana volver a casa porque yo estaba en un bar o por el incidente con Marley? Si volvió porque estaba fuera pasándomelo bien, no habrá sabido ni lo de Marley, ni lo de la policía, ni nada… hasta que ha aterrizado en Seattle. De repente me parece muy importante saberlo. Si Santana decidió volver solo porque yo estaba en un bar, entonces su reacción fue exagerada. Mi subconsciente enseña un poco los dientes y pone cara de arpía. Vale, me alegro de que haya vuelto, así que puede que sea irrelevante.
Pero Santana debió de quedarse de piedra cuando aterrizó. Es normal que esté tan confusa hoy.
Recuerdo sus palabras de antes: «Todavía estoy muy furiosa contigo, Brittany. Me estás haciendo cuestionarme mi juicio».
Tengo que saberlo: ¿volvió por mi salida a tomar cócteles o por la puta lunática?
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:24
Para: Santana López
Asunto: Tu vuelo
¿A qué hora decidiste volver a Seattle ayer?
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:26
Para: Brittany López
Asunto: Tu vuelo
¿Por qué?
Santana López Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:29
Para: Santana López
Asunto: Tu vuelo
Digamos que por curiosidad.
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:32
Para: Brittany López
Asunto: Tu vuelo
La curiosidad mató al gato.
Santana López Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:35
Para: Santana López
Asunto: ¿Eh?
¿A qué viene eso? ¿Es otra amenaza?
Ya sabes adónde quiero llegar con esto, ¿verdad?
¿Decidiste volver porque me fui a un bar con una amiga a tomar una copa aunque tú me hubieras pedido que no lo hiciera o volviste porque había una loca en nuestro piso?
Brittany López Editora de SIP
Me quedo mirando la pantalla. No hay respuesta. Miro el reloj del ordenador. La una cuarenta y cinco y sigue sin haber respuesta.
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:56
Para: Santana López
Asunto: He dado en el clavo…
Tomaré tu silencio como una admisión de que decidiste volver a Seattle porque CAMBIÉ DE OPINIÓN. Soy una mujer adulta y salí a tomar unas copas con una amiga. No entiendo las ramificaciones en cuanto a la seguridad de CAMBIAR DE IDEA porque NUNCA ME CUENTAS NADA. Tuve que enterarme por Quinn de que has aumentado la seguridad de todos los López, no solo la nuestra. Creo que siempre reaccionas exageradamente en lo que respecta a mi seguridad y entiendo por qué, pero cada vez te pareces más al niño que siempre decía «que viene el lobo».
Nunca sé si hay algo por lo que preocuparse de verdad o si todo se trata de tu percepción del peligro. Tenía a dos miembros del equipo de seguridad conmigo. Creí que tanto Quinn como yo estábamos seguras. Lo cierto es que estábamos más seguras en ese bar que en el piso. Si yo hubiera tenido TODA LA INFORMACIÓN sobre la situación, tal vez habría hecho las cosas de forma diferente.
Creo que tus preocupaciones tienen algo que ver con el material que había en el ordenador de Marley (mejor dicho, eso es lo que cree Quinn). ¿Sabes lo frustrante que es que mi mejor amiga sepa más que yo de lo que está pasando? Soy tu MUJER. ¿Me lo vas a contar o vas a seguir tratándome como a una niña, lo que te garantizará que yo siga comportándome como tal? Que sepas que tú no eres la única que está furiosa.
Britt
Brittany López Editora de SIP
Y pulso «Enviar». Hala… Chúpate esa, López. Inspiro hondo. Estoy furiosa. Me estaba sintiendo culpable por lo que había hecho, pero ya no.
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:59
Para: Brittany López
Asunto: He dado en el clavo…
Como siempre, señora López, se muestra directa y desafiante por correo.
Tal vez deberíamos discutir esto cuando vuelvas a NUESTRO piso.
Y deberías cuidar ese lenguaje. Yo sigo estando furiosa también.
Santana López Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
¡Que cuide mi lenguaje! Miro el ordenador con el ceño fruncido y me doy cuenta de que esto no me lleva a ninguna parte. No le respondo, sino que cojo un manuscrito que hemos recibido hace poco de un autor nuevo muy prometedor y empiezo a leer.
Mi reunión con el detective Clark transcurre sin incidentes. Está menos gruñón que anoche, creo que porque habrá podido dormir un poco. O tal vez es que prefiere trabajar en el turno de día.
— Gracias por su declaración, señora López.
— De nada, detective. ¿Está Rose bajo custodia policial ya?
— Sí, señora. Le dieron el alta en el hospital esta mañana. Con los cargos que tenemos contra ella, creo que pasará con nosotros una temporada. —Sonríe y eso hace que se arruguen las comisuras de sus ojos oscuros.
— Bien. Nos ha hecho pasar una temporada muy difícil a mi esposa y a mí.
— He hablado largo y tendido con la señora López esta mañana. Está muy aliviada. Una mujer interesante su esposa.
No se hace una idea…
— Sí, creo que así es. —Le sonrío educadamente y el entiende que con eso ha acabado aquí.
— Si se le ocurre algo más, llámeme. Tome mi tarjeta. —Saca con dificultad una tarjeta de la cartera y me la pasa.
— Gracias, detective. Lo haré.
— Que tenga un buen día, señora López.
— Igualmente.
Cuando se va me pregunto de qué irán a acusar a Rose. Seguro que Santana no me lo dice. Frunzo los labios.
Volvemos en coche en silencio al Escala. Sawyer es el que conduce esta vez y Prescott va a su lado.
El corazón se me va cayendo poco a poco a los pies conforme nos acercamos. Sé que Santana y yo vamos a tener una gran pelea y no sé si tengo fuerzas.
Cuando subo en el ascensor desde el garaje con Prescott a mi lado, intento poner en orden mis pensamientos. ¿Qué es lo que quiero decir? Creo que ya se lo he dicho todo en el correo. Tal vez ahora ella me dé algunas respuestas. Eso espero. No puedo controlar mis nervios. El corazón me late con fuerza, tengo la boca seca y me sudan las manos. No quiero pelear. Pero a veces ella se pone difícil y yo necesito mantenerme firme.
Las puertas del ascensor se abren y aparece el vestíbulo, otra vez en perfecto orden. La mesa está de pie y tiene un jarrón nuevo encima con un precioso ramo de peonías rosa pálido y blanco. Echo un vistazo rápido a los cuadros según vamos pasando: las madonas parecen todas intactas. Ya han arreglado la puerta del vestíbulo que estaba rota y vuelve a cumplir su función; Prescott me la abre amablemente para que pase. Ha estado muy callada todo el día. Creo que me gusta más así.
Dejo el maletín en el pasillo y me encamino al salón, pero me paró en seco al entrar. Oh, vaya…
— Buenas noches, señora López —dice Santana con voz suave. Está de pie junto al piano vestida con una camiseta negra ajustada y unos vaqueros… «Esos» vaqueros, los que normalmente lleva en el cuarto de juegos. Madre mía. Son unos vaqueros claros muy lavados, ceñidos y con un roto en la rodilla, que le quedan de muerte. Se acerca a mí descalza, con el botón superior de los vaqueros desabrochado y los ojos ardientes que me miran fijamente.
— Que bien que ya estés en casa. Te estaba esperando.
Gracias por todos sus grandiosos comentarios jejeje me alegran el dia
Parte III – Capítulo 10
Tengo el corazón acelerado y la sangre me retumba en los oídos; el alcohol que fluye por mi cuerpo amplifica el sonido.
— ¿Está…? —Doy un respingo, incapaz de acabar la frase, y miro a Ryan con los ojos muy abiertos, aterrorizada. Ni siquiera puedo mirar a la figura tirada en el suelo.
— No, señora. Solo inconsciente.
Siento un gran alivio. Oh, gracias a Dios.
— ¿Y tú? ¿Estás bien? —le pregunto a Ryan. Me doy cuenta de que no sé su nombre de pila. Resopla como si hubiera corrido un maratón. Se limpia la boca para quitarse un resto de sangre y veo que se le está formando un cardenal en la mejilla.
— Ha sido dura de pelar, pero estoy bien, señora López. —Me sonríe para tranquilizarme. Si le conociera mejor diría que incluso tiene cierto aire de suficiencia.
— ¿Y Gail? Quiero decir, la señora Jones… —Oh, no…
¿Estará bien? ¿Le habrá hecho algún daño?
— Estoy aquí, Britt. —Miro detrás de mí y la veo en camisón y bata, con el pelo suelto, la cara cenicienta y los ojos muy abiertos. Como los míos, supongo.
— Ryan me despertó e insistió en que me metiera aquí —dice señalando detrás de ella el despacho de Taylor.
— Estoy bien. ¿Está usted bien?
Asiento enérgicamente y me doy cuenta de que ella probablemente acaba de salir de la habitación del pánico que hay junto al despacho de Taylor. ¿Quién podía saber que la íbamos a necesitar tan pronto?
Santana insistió en instalarla poco después de nuestro compromiso. Y yo puse los ojos en blanco.
Ahora, al ver a Gail de pie en el umbral, me alegro de la previsión de Santana.
Un crujido procedente de la puerta del vestíbulo me distrae. Está colgando de sus goznes. Pero ¿qué le ha pasado?
— ¿Estaba sola? —le pregunto a Ryan.
— Sí, señora. No estaría usted ahí de pie de no ser así, se lo aseguro. —Ryan parece vagamente ofendido.
— ¿Cómo entró? —sigo preguntando ignorando su tono.
— Por el ascensor de servicio. Los tiene bien puestos, señora.
Miro la figura tirada de Marley. Lleva algún tipo de uniforme… Un mono, creo.
— ¿Cuándo?
— Hace unos diez minutos. La vi en el monitor de seguridad. Llevaba guantes… algo un poco extraño en agosto. La reconocí y decidí dejarla entrar. Así la tendríamos. Usted no se hallaba en casa y Gail estaba en lugar seguro, así que me dije que era ahora o nunca. Ryan parece de nuevo muy orgulloso de sí mismo y Sawyer le mira con el ceño fruncido por la desaprobación.
¿Guantes? Eso me sorprende y vuelvo a mirar a Marley. Sí, lleva unos guantes de piel marrón. ¡Qué espeluznante!
— ¿Y ahora qué? —pregunto intentando olvidar los distintos pensamientos que están surgiendo en mi mente.
— Tenemos que inmovilizarla —responde Ryan.
— ¿Inmovilizarla?
— Por si se despierta. —Ryan mira a Sawyer.
— ¿Qué necesitan? —pregunta la señora Jones dando un paso adelante. Ya ha recobrado la compostura.
— Algo con que sujetarla… Un cordón o una cuerda —responde Ryan.
Bridas para cables. Me sonrojo cuando los recuerdos de la noche anterior invaden mi mente. Me froto las muñecas en un acto reflejo y bajo la mirada para echarles un rápido vistazo. No, no tengo cardenales. Bien.
— Yo tengo algo: bridas para cables. ¿Eso servirá?
Todos los ojos se fijan en mí.
— Sí, señora. Eso es perfecto —dice Sawyer muy serio.
En ese momento quiero que me trague la tierra, pero me giro y voy hasta nuestro dormitorio. A veces hay que enfrentarse a las cosas sin arredrarse. Tal vez sea la combinación del miedo y el alcohol lo que me proporciona esta audacia.
Cuando vuelvo, la señora Jones está evaluando el desastre del vestíbulo y la señorita Prescott se ha unido al equipo de seguridad. Le paso las bridas a Sawyer, que lentamente y con un cuidado innecesario le ata las manos detrás de la espalda a Rose. La señora Jones desaparece en la cocina y regresa con un botiquín de primeros auxilios. Coge del brazo a Ryan, lo lleva al salón y se ocupa de curarle el corte de encima del ojo. El hace una mueca de dolor cuando ella le aplica un antiséptico. Entonces me fijo en la Glock con silenciador que hay en el suelo. ¡Joder! ¿Estaba Marley armada? Siento la bilis en la garganta y hago todo lo que puedo por evitar vomitar.
— No la toque, señora López —me advierte Prescott cuando me agacho para recogerla. Sawyer emerge del despacho de Taylor con unos guantes de látex.
— Yo me ocupo de eso, señora López —me dice.
— ¿La llevaba ella? —le pregunto.
— Sí, señora —asegura Ryan haciendo otra mueca de dolor a consecuencia de los cuidados de la señora Jones. Madre mía… Ryan se ha peleado con una mujer armada en mi casa. Me estremezco con solo pensarlo. Sawyer se agacha y coge con cuidado la Glock.
— ¿Es aconsejable que hagas eso? —le pregunto.
— La señora López querría que lo hiciera, señora. —Sawyer mete el arma en una bolsa de plástico.
Después se agacha y cachea a Marley. Se detiene y saca parcialmente un rollo de cinta americana de su bolsillo. Sawyer se queda blanco y vuelve a guardar la cinta en el bolsillo de Rose.
¿Cinta americana? Mi mente registra el detalle mientras yo observo lo que están haciendo con fascinación y una extraña indiferencia. Entonces me doy cuenta de las implicaciones y la bilis vuelve a subirme hasta la garganta. Aparto rápidamente el pensamiento de mi cabeza. No sigas por ese camino, Britt.
— ¿No deberíamos llamar a la policía? —digo intentando ocultar el miedo que siento. Quiero que saquen a Rose de mi casa, cuanto antes, mejor.
Ryan y Sawyer se miran.
— Creo que deberíamos llamar a la policía —repito esta vez con más convicción, preguntándome qué se traen entre manos Ryan y Sawyer.
— He intentado localizar a Taylor, pero no contesta al móvil. Seguramente estará durmiendo.
Sawyer mira el reloj.
— Son las dos menos cuarto de la madrugada en la costa Este.
Oh, no.
— ¿Habéis llamado a Santana? —pregunto en un susurro.
— No, señora.
— ¿Estaba llamando a Taylor para que nos diera instrucciones?
Sawyer parece momentáneamente avergonzado.
— Sí, señora.
Una parte de mí echa chispas. Esa mujer (vuelvo a mirar a la desmayada Rose) ha allanado mi casa y la policía debería llevárselo. Pero al mirarlos a los cuatro, todos con mirada ansiosa, veo que hay algo que no estoy entendiendo, así que decido llamar a Santana. Se me eriza el vello. Sé que está furiosa conmigo, muy pero que muy furiosa, y vacilo al pensar lo que va a decirme. Y ahora además se pondrá más nerviosa porque no está aquí y no puede volver hasta mañana por la noche. Sé que ya la he preocupado bastante esta noche. Tal vez no debería llamarla… Pero de repente se me ocurre algo.
Mierda. ¿Y si yo hubiera estado aquí? Palidezco solo de pensarlo. Gracias a Dios que estaba fuera.
Quizá al final el problema no vaya a ser tan grave.
— ¿Está bien? —pregunto señalando a Marley.
— Le dolerá la cabeza cuando despierte —aclara Ryan mirando a Marley con desprecio.
— Pero necesitamos un médico para estar seguros.
Busco en el bolso y saco la BlackBerry. Antes de que me dé tiempo a pensar mucho en el enfado de Santana, marco su número. Me pasa directamente con el buzón de voz. Debe de haberlo apagado por lo enfadada que está. No se me ocurre qué decir. Me giro y camino un poco por el pasillo para alejarme de los demás.
— Hola, soy yo. Por favor no te enfades. Ha ocurrido un incidente en el ático, pero todo está bajo control, así que no te preocupes. Nadie está herido. Llámame.
Y cuelgo.
— Llamad a la policía —le ordeno a Sawyer. El asiente, saca su móvil y marca.
El agente Skinner está sentado a la mesa del comedor enfrascado en su conversación con Ryan. El agente Walker está con Sawyer en el despacho de Taylor. No sé dónde está Prescott, tal vez también en el despacho de Taylor. El detective Clark no hace más que llenarme de preguntas a mí; los dos estamos sentados en el sofá del salón. El detective es alto, tiene el pelo oscuro y podría ser atractivo si no fuera por su ceño permanentemente fruncido. Sospecho que le han despertado y sacado de su acogedora cama porque han allanado la casa de una de las ejecutivas más influyentes y más rica de Seattle.
— ¿Antes era su jefa? —me pregunta Clark lacónicamente.
— Sí.
Estoy cansada (mucho más que cansada) y solo quiero irme a la cama. Todavía no sé nada de Santana. La parte buena es que los médicos de la ambulancia se han llevado a Rose. La señora Jones nos trae a Clark y a mí una taza de té.
— Gracias. —Clark se vuelve de nuevo hacia mí.
— ¿Y dónde está el señora López?
— En Nueva York. Un viaje de negocios. Volverá mañana por la noche… quiero decir, esta noche.
Ya es pasada la medianoche.
— Ya conocíamos a Rose —murmura el detective Clark.
— Necesito que venga a la comisaría a hacer una declaración. Pero eso puede esperar. Es tarde y hay un par de reporteros haciendo guardia en la acera. ¿Le importa que eche un vistazo?
— No, claro que no —le respondo y me siento aliviada de que haya terminado con el interrogatorio.
Me estremezco al pensar que hay fotógrafos fuera. Bueno, no van a ser un problema hasta mañana. Hago una nota mental de llamar a mamá y a Ray mañana para que no se preocupen si oyen algo en la televisión.
— Señora López, ¿por qué no se va a la cama? —me dice la señora Jones con voz amable y llena de preocupación.
La miro a los ojos tiernos y cálidos y de repente siento la necesidad imperiosa de llorar. Ella se acerca y me frota la espalda.
— Ya estamos seguras —me dice—. Todo esto no será tan malo por la mañana, cuando haya dormido un poco. Además, la señora López volverá mañana por la noche.
La miro nerviosa, conteniendo con dificultad las lágrimas. Santana se va a poner tan furiosa…
— ¿Quiere algo antes de acostarse? —me pregunta.
Entonces me doy cuenta del hambre que tengo.
— ¿Tal vez algo de comer?
Ella muestra una gran sonrisa.
— ¿Un sándwich y un poco de leche?
Asiento agradecida y ella se encamina a la cocina. Ryan sigue con el agente Skinner. En el vestíbulo, el detective Clark está examinando el desastre que hay delante del ascensor. Parece pensativo a pesar de su ceño. De repente siento nostalgia, nostalgia de Santana. Apoyo la cabeza en las manos y deseo con todas mis fuerzas que pudiera estar aquí. Ella sabría qué hacer. Menuda noche. Solo quiero acurrucarme en su regazo, que me abrace y me diga que me quiere aunque yo no haga lo que me dice…
Pero esta noche no va a poder ser. Pongo los ojos en blanco en mi interior… ¿Por qué no me dijo que había aumentado la seguridad de todos? ¿Qué había exactamente en el ordenador de Marley? Qué mujer más frustrante. Pero ahora mismo eso no me importa. Quiero a mi esposa. La echo de menos.
— Aquí tienes, Britt. —La señora Jones interrumpe mi agitación interior. Cuando alzo la vista veo que me está tendiendo un sándwich de mantequilla de cacahuete y gelatina con los ojos brillantes. Llevo años sin comer algo así. Le sonrío tímidamente y me lanzo a por ella.
Cuando por fin me meto en la cama, me acurruco en el lado de Santana con su camiseta puesta. Tanto su camiseta como su almohada huelen a ella y mientras me voy dejando llevar por el sueño deseo que tenga un buen viaje a casa… y que vuelva de buen humor.
Me despierto sobresaltada. Hay luz y me laten las sienes. Oh, no. Espero no tener resaca. Abro los ojos con cuidado y veo que la silla del dormitorio no está en su sitio habitual y que Santana está sentada en ella. Lleva un vestido de noche color crema es largo y a un lado tirados en el piso unos tacones altos a juego con el vestido. Me pregunto si estaré soñando. Abraza el respaldo de la silla con el brazo izquierdo y en la mano tiene un vaso de cristal tallado con un líquido ambarino. ¿Brandy? ¿Whisky? No tengo ni idea. Tiene las piernas cruzadas. El codo derecho descansa sobre el brazo de la silla, tiene la barbilla apoyada en la mano y se está pasando el dedo índice lenta y rítmicamente por el labio inferior. En la luz de primera hora de la mañana sus ojos arden con una grave intensidad, pero su expresión general es imposible de identificar.
Casi se me para el corazón. Está aquí. ¿Cómo ha podido llegar? Ha tenido que salir de Nueva York anoche. ¿Cuánto tiempo lleva viéndome dormir?
— Hola —le susurro.
Su mirada es fría y el corazón está a punto de parárseme otra vez. Oh, no. Aparta los dedos de la boca, se bebe de un trago lo que le queda de la bebida y pone el vaso en la mesilla. Espero que me dé un beso, pero no. Vuelve a acomodarse en la silla y sigue mirándome impasible.
— Hola —dice por fin en voz muy baja. E inmediatamente sé todavía está furiosa. Muy furiosa.
— Has vuelto.
— Eso parece.
Me levanto lentamente hasta quedar sentada sin apartar los ojos de ella. Tengo la boca seca.
— ¿Cuánto tiempo llevas ahí mirándome dormir?
— El suficiente.
— Sigues furiosa. —Casi no puedo ni pronunciar las palabras.
Ella me mira fijamente, como si estuviera reflexionando sobre qué responderme.
— Furiosa… —dice como probando la palabra y sopesando sus matices y su significado.
— No, Britt. Estoy mucho, mucho más que furiosa.
Oh, madre mía. Intento tragar saliva, pero es muy difícil con la boca seca.
— Mucho más que furiosa. Eso no suena bien.
Vuelve a mirarme fijamente, del todo impasible y no responde. Un silencio sepulcral se cierne sobre nosotras. Extiendo la mano para coger mi vaso de agua y le doy un sorbo agradecida, a la vez que intento recuperar el control sobre mi errático corazón.
— Ryan ha cogido a Marley. —Pongo el vaso de nuevo en la mesilla e intento una táctica diferente.
— Lo sé —responde en un tono gélido.
Claro que lo sabe…
— ¿Vas a seguir respondiéndome con monosílabos durante mucho tiempo?
Mueve casi imperceptiblemente las cejas, lo que demuestra su sorpresa; no se esperaba esa pregunta.
— Sí —responde después.
Oh… vale. ¿Qué puedo hacer? Defensa; es la mejor forma de ataque.
— Siento haberme quedado por ahí.
— ¿De verdad?
— No —confieso después de una pausa porque es la verdad.
— ¿Y por qué lo dices, entonces?
— Porque no quiero que estés enfadada conmigo.
Suspira profundamente, como si llevara aguantando toda su tensión durante un millón de horas, y se pasa la mano por el pelo. Está guapísima. Furiosa, pero guapísima. Absorbo todos sus detalles.
¡Santana ha vuelto! Furiosa, pero entera.
— Creo que el detective Clark quiere hablar contigo.
— Seguro que sí.
— Santana, por favor…
— ¿Por favor qué?
— No seas tan fría.
Vuelve a elevar las cejas por la sorpresa.
— Brittany, frío no es lo que siento ahora mismo. Me estoy consumiendo. Consumiéndome de rabia. No sé cómo gestionar estos…—agita la mano en el aire, buscando la palabra— sentimientos. —Su tono es amargo.
Oh, mierda. Su sinceridad me desarma. Lo único que yo quiero hacer es acurrucarme en su regazo, es todo lo que he querido hacer desde anoche. Qué diablos… Me acerco, cogiéndola por sorpresa y me acomodo torpemente en su regazo. No me aparta, que es lo que temía. Después de un segundo me rodea con los brazos y entierra la nariz en mi pelo. Huele a whisky. ¿Cuánto habrá bebido? También huele a perfume caro. Y a Santana. Le rodeo el cuello con los brazos y le acaricio la garganta con la nariz y ella vuelve a suspirar, esta vez más profundamente.
— Oh, señora López, qué voy a hacer con usted… —Me besa en el pelo. Cierro los ojos y saboreo su contacto.
— ¿Cuánto has bebido?
Se pone tensa.
— ¿Por qué?
— Porque normalmente no bebes licores fuertes.
— Es mi segunda copa. He tenido una noche dura, Brittany. Dame un respiro, ¿vale?
Le sonrío.
— Si insiste, señora López. —Aspiro el aroma de su cuello.
— Hueles divinamente. He dormido en tu lado de la cama porque tu almohada huele a ti.
Me acaricia el pelo con la nariz.
— ¿Por eso lo has hecho? Me estaba preguntando por qué estabas en mi lado. Sigo furiosa contigo, por cierto.
— Lo sé.
Me acaricia rítmicamente la espalda con la mano.
— Y yo también estoy furiosa contigo —le susurro.
Ella se detiene.
— ¿Y qué he podido hacer yo para merecer tu ira?
— Ya te lo diré luego, cuando deje de consumirte la rabia —le digo dándole un beso en la garganta.
Cierra los ojos y me deja besarla, pero no hace ningún movimiento para devolverme el beso. Me abraza más fuerte, apretándome.
— Cuando pienso en lo que podría haber pasado… —Su voz no es más que un susurro. Quebrada y ronca.
— Estoy bien.
— Oh, Britt… —Sus palabras son casi un sollozo.
— Estoy bien. Estamos bien. Un poco impresionados, pero Gail también está bien. Ryan está bien. Y Marley ya no está.
Niega con la cabeza.
— Pero no gracias a ti —murmura.
¿Qué? Me aparto un poco y la miro.
— ¿Qué quieres decir?
— No quiero discutir eso ahora mismo, Britt.
Parpadeo. Bueno, tal vez yo sí… Pero decido que no es el momento. Al menos ya me habla. Vuelvo a apoyarme contra ella. Ahora enreda los dedos en mi pelo y empieza a juguetear con él.
— Quiero castigarte —me susurra.
— Castigarte de verdad. Azotarte hasta que no lo puedas soportar más.
El corazón se me queda atravesado en la garganta. ¡Joder!
— Lo sé —le digo a la vez que se me eriza el vello.
— Y tal vez lo haga.
— Espero que no.
Vuelve a apretarme en su abrazo.
— Britt, Britt, Britt… Pones a prueba la paciencia de cualquiera, hasta la de una santa.
— Se pueden decir muchas cosas de usted, señora López, pero que sea una santa no es una de ellas.
Finalmente me concede una risa reticente.
— Muy cierto, como siempre, señora López. —Me da un beso en la frente y se mueve.
— Vuelve a la cama. Tú tampoco has dormido mucho. —Se levanta, me coge en brazos y me deposita en la cama.
— ¿Te tumbas conmigo?
— No. Tengo cosas que hacer. —Se agacha y recoge el vaso.
— Vuelve a dormir. Te despertaré dentro de un par de horas.
— ¿Todavía estás furiosa conmigo?
— Sí.
— Entonces me voy a dormir otra vez.
— Bien. —Tira del edredón para taparme y me da un beso en la frente.
— Duérmete.
Y como estoy tan cansada por lo de anoche, tan aliviada de que Santana haya vuelto, y tan fatigada emocionalmente por este encuentro a primera hora de la mañana, no lo dudo ni un momento y hago lo que me dice. Mientras me voy quedando dormida me pregunto por qué no habrá utilizado su mecanismo habitual para gestionar las cosas: lanzarse sobre mí para follarme sin piedad. Aunque, dado el mal sabor que siento en la boca, agradezco que no lo haya hecho.
— Te traigo zumo de naranja —dice Santana y yo abro los ojos otra vez.
Acabo de pasar las dos horas de sueño más profundo y relajante de mi vida y me levanto fresca.
Además, ya no me late la cabeza. El zumo de naranja es una visión que agradezco, igual que la de mi esposa. Se ha puesto el chándal. Por un momento mi mente vuelve al Heathman Hotel, la primera vez que me desperté a su lado. La sudadera gris está húmeda por el sudor. O ha estado entrenando en el gimnasio del sótano o ha salido a correr. No debería estar tan guapa después de hacer ejercicio.
— Me voy a dar una ducha —murmura y desaparece en el baño.
Frunzo el ceño. Sigue estando distante. O está distraída pensando en todo lo que ha pasado o sigue furiosa o… ¿qué? Me siento, cojo el zumo de naranja y me lo bebo demasiado rápido. Está delicioso, frío y mejora mucho la sensación de mi boca. Salgo de la cama, ansiosa por reducir la distancia, real y metafórica, entre mi esposa y yo. Echo un vistazo al despertador. Son las ocho. Me quito la camiseta de Santana y la sigo al baño. Está en la ducha, lavándose el pelo, y yo no lo dudo un segundo y me meto con ella. Se pone tensa un momento cuando la abrazo desde detrás, pegándome contra su espalda mojada. Ignoro su reacción y la aprieto con fuerza apoyando la mejilla contra su piel a la vez que cierro los ojos. Después de un instante se mueve un poco para que las dos quedemos bajo la cascada de agua caliente y sigue lavándose el pelo. Dejo que caiga el agua sobre mí mientras abrazo a la mujer que quiero. Pienso en todas las veces que me ha follado y las veces en que me ha hecho el amor aquí.
Frunzo el ceño. Nunca ha estado tan callada. Giro la cabeza y empiezo a darle besos en la espalda. Noto que su cuerpo se tensa otra vez.
— Britt… —dice y suena a advertencia.
— Mmm…
Mis manos bajan lentamente por su estómago plano en dirección a su vientre. Ella me coge las dos manos con las suyas y me obliga a detenerme mientras niega con la cabeza.
— No —dice.
La suelto inmediatamente. ¿Me está diciendo que no? Mi mente se desploma en caída libre. ¿Había ocurrido esto alguna vez antes? Mi subconsciente niega con la cabeza, frunce los labios y me mira por encima de las gafas de media luna con una mirada que dice: Ahora sí que lo has jodido del todo. Siento como si me hubiera dado una bofetada fuerte. Me ha rechazado. Y toda una vida de inseguridades desembocan en una idea horrible: ya no me desea. Doy un respingo cuando siento la punzada de dolor.
Santana se gira y me alivia como sus pezones están erectos no es totalmente indiferente a mis encantos. Me coge la barbilla, me echa la cabeza hacia atrás y me encuentro mirando sus ojos marrones y cautelosos.
— Todavía estoy muy furiosa contigo —me dice con la voz baja y seria. ¡Mierda! Se inclina, apoya su frente contra la mía y cierra los ojos. Yo levanto las manos y le acaricio la cara.
— No te pongas así, por favor. Creo que estás exagerando —le susurro.
Se yergue y palidece. Mi mano cae junto a mi costado.
— ¿Que estoy exagerando? —exclama.
— ¡Una puta lunática ha entrado en mi piso para secuestrar a mi mujer y tú me dices que estoy exagerando!
La amenaza parcial de su voz es aterradora y sus ojos me abrasan al mirarme como si yo fuera la puta lunática de la que hablaba.
— No… Eh… No era eso lo que quería decir. Creía que estabas enfadada porque me quedé a tomar las copas en el bar.
Cierra los ojos una vez más como si no pudiera soportar el dolor y niega con la cabeza.
— Santana, yo no estaba aquí —le digo intentando apaciguarla y tranquilizarla.
— Lo sé —susurra y abre los ojos.
— Y todo porque no eres capaz de hacer caso a una simple petición, joder.
Su tono es amargo y ahora ha llegado mi turno de ponerme pálida.
— No quiero discutir esto ahora, en la ducha. Todavía estoy muy furiosa contigo, Brittany. Me estás haciendo cuestionarme mi juicio.
Se gira y sale de la ducha, cogiendo una toalla al pasar y saliendo después del baño, dejándome allí sola y helada bajo el agua caliente.
Mierda. Mierda. Mierda.
Entonces el significado de todo lo que ha dicho empieza a abrirse camino en mi mente. ¿Secuestro? Joder. ¿Marley quería secuestrarme? Recuerdo la cinta americana de su bolsillo y que no quise darle vueltas a por qué la llevaba. ¿Santana tiene más información? Me enjabono rápidamente el cuerpo y después me lavo el pelo. Quiero saberlo. Necesito saberlo. No la voy a dejar que siga ocultándome cosas.
Santana no está en el dormitorio cuando salgo. Oh, sí que se ha vestido rápido… Hago lo mismo: me pongo mí vestido favorito color ciruela y las sandalias negras. Soy vagamente consciente de que me he puesto esta ropa porque a Santana le gusta. Me seco el pelo con energía con la toalla, me lo trenzo y lo recojo en un moño. Me pongo unos pendientes con un diamante pequeño en las orejas y voy corriendo al baño para darme un poco de rimel y mirarme en el espejo. Estoy pálida. Siempre estoy pálida. Inspiro hondo para tranquilizarme. Necesito enfrentar las consecuencias de mi decisión precipitada de querer seguir pasándomelo bien con una amiga. Suspiro y sé que Santana no lo va a ver así.
Tampoco hay ni rastro de Santana en el salón. La señora Jones está ocupada en la cocina.
— Buenos días, Britt —me dice dulcemente.
— Buenos días —respondo con una amplia sonrisa. ¡Por fin vuelvo a ser Britt!
— ¿Té?
— Por favor.
— ¿Algo de comer?
— Sí. Esta mañana me apetece una tortilla, por favor.
— ¿Con champiñones y espinacas?
— Y queso.
— Ahora mismo.
— ¿Dónde está Santana?
— La señora López está en su estudio.
— ¿Ha desayunado? —Miro los dos platos que hay sobre la barra del desayuno.
— No, señora.
— Gracias.
Santana está al teléfono vestida con un vestido negro corto ceñido, tacones a juego y llega el pelo recogido con una cola, vuelve a parecer la confiada presidenta de la empresa. Cómo pueden engañar las apariencias. Me mira cuando me asomo al umbral pero niega con la cabeza para dejarme claro que no soy bienvenida. Mierda… Me giro y vuelvo desanimada a sentarme en la barra del desayuno. Entra Taylor vestido con un traje oscuro y con el aspecto de haber dormido ocho horas sin interrupciones.
— Buenos días, Taylor —le saludo intentando averiguar de qué humor está. A ver si me da alguna pista visual de lo que está ocurriendo.
— Buenos días, señora López —me responde y oigo cierta compasión en esas cuatro palabras. Le sonrió amablemente sabiendo que ha tenido que soportar a una Santana enfadada y frustrada en su regreso a Seattle antes de lo previsto.
— ¿Qué tal el vuelo? —me atrevo a preguntar.
— Largo, señora López. —Su brevedad dice mucho.
— ¿Puedo preguntarle cómo está? —añade en un tono más suave.
— Estoy bien.
Asiente.
— Discúlpeme —dice, y se encamina al estudio de Santana. Mmm… A Taylor le deja entrar y a mí no.
— Aquí tiene. —La señora Jones me coloca delante el desayuno. Acabo de quedarme sin apetito, pero me lo como para no ofenderla.
Para cuando termino lo que he podido comer de mi desayuno, Santana todavía no ha salido del estudio. ¿Me está evitando?
— Gracias, señora Jones —le digo bajándome del taburete y dirigiéndome al baño para lavarme los dientes.
Me los cepillo y recuerdo la discusión con Santana por los votos matrimoniales. También entonces se refugió en su estudio. ¿Es eso lo que le pasa? ¿Está enfurruñada? Me estremezco al recordar la pesadilla que tuvo después. ¿Va a volver a ocurrir eso? Tenemos que hablar. Quiero saber lo que sea que pasa con Marley y por qué ha aumentado la seguridad de todos los López; todos los detalles que me ha estado ocultando a mí, pero que Quinn sí sabía. Obviamente Sam sí le cuenta las cosas.
Miro el reloj. Las nueve menos diez… Voy a llegar tarde al trabajo. Acabo de cepillarme los dientes, me doy brillo en los labios, cojo la chaqueta negra fina y me encamino al salón. Me alivia ver que Santana está allí desayunando.
— ¿Vas a ir? —me dice al verme.
— ¿A trabajar? Claro. —Camino valientemente hacia ella y apoyo las manos en la barra del desayuno.
Me mira sin expresión.
— Santana, no hace ni una semana que hemos vuelto. Tengo que ir a trabajar.
— Pero… —Deja la frase sin terminar y se pasa la mano por el pelo. La señora Jones sale en silencio de la habitación. Muy discreta, Gail.
— Sé que tenemos mucho de qué hablar. Si te calmas un poco, tal vez podamos hacerlo esta noche.
Se queda con la boca abierta por la consternación.
— ¿Que me calme? —pregunta en voz extrañamente baja.
Me sonrojo.
— Ya sabes lo que quiero decir.
— No, Brittany, no lo sé.
— No quiero pelear. Venía a preguntarte si puedo coger mi coche.
— No, no puedes —me responde.
— Está bien —acepto.
Ella parpadea. Obviamente estaba esperando que empezara a discutir.
— Prescott te acompañará. —Su tono es ahora menos beligerante.
Oh, por favor, Prescott no… Quiero hacer un mohín y protestar, pero al final no lo hago. Ahora que Marley ya no está, podríamos volver a reducir la seguridad…
Recuerdo las sabias palabras de mi madre el día de mi boda: «Britt, cariño, tienes que elegir bien las batallas que vas a librar. Te pasará lo mismo con tus hijos cuando los tengas». Bueno, al menos me deja ir al trabajo.
— Está bien —murmuro. Como no quiero dejarla así, con tantas cosas sin resolver y tanta tensión entre nosotras, doy un paso vacilante para acercarme a ella. Ella se tensa y abre mucho los ojos y durante un segundo parece tan vulnerable que me conmueve desde el fondo del corazón. Oh, Santana, lo siento. Le doy un beso casto en la comisura de la boca. Ella cierra los ojos como si saboreara mi contacto.
— No me odies —le digo en un susurro.
Me coge la mano.
— No te odio.
— No me has devuelto el beso…
Sus ojos me miran suspicaces.
— Lo sé —murmura.
Estoy a punto de preguntarle por qué, pero no estoy segura de querer saber la respuesta. De repente se pone de pie y me coge la cara con las manos. Un momento después sus labios aprietan con fuerza los míos. Abro la boca por la sorpresa y eso le da acceso a su lengua. Ella aprovecha la oportunidad e invade mi boca, poseyéndome. Justo cuando empiezo a responderle, ella me suelta con la respiración acelerada.
— Taylor y Prescott te llevarán a la editorial —dice con los ojos ardientes por la necesidad.
— ¡Taylor! —lo llama a gritos. Me sonrojo e intento recuperar un poco la compostura.
— ¿Señora? —Taylor está de pie en el umbral.
— Dile a Prescott que la señora López va a ir a trabajar. ¿Puedes llevarla, por favor?
— Claro, señora. —Taylor desaparece.
— Por favor, intenta mantenerte al margen de cualquier problema hoy. Te lo agradecería mucho —me pide Santana.
— Haré lo que pueda —le respondo sonriendo dulcemente. Una media sonrisa aparece reticente en los labios de Santana, pero la frena en cuanto se da cuenta.
— Hasta luego —me dice un poco fría.
— Hasta luego —le respondo en un susurro.
Prescott y yo cogemos el ascensor de servicio hasta el garaje del sótano para evitar a los medios de comunicación que hay fuera. El arresto de Marley y el hecho de que la atraparon en nuestro piso ya es algo del dominio público. Cuando me siento en el Audi me pregunto si habrá paparazzi esperando en la puerta de Seattle Independent Publishing como el día que anunciamos el compromiso.
Vamos en el coche en silencio hasta que recuerdo que tengo que llamar a Ray y después a mamá para que sepan que Santana y yo estamos bien y se queden tranquilos. Por suerte las dos llamadas son cortas y acabo justo antes de que aparquemos delante de la editorial. Como me temía, hay una pequeña multitud de reporteros y fotógrafos esperando. Todos se giran a la vez y miran el Audi expectantes.
— ¿Está segura de que quiere hacer esto, señora López? —me pregunta Taylor. Una parte de mí quiere volver a casa, pero eso significa pasar el día con la señora hecha una furia. Espero que el tiempo le dé un poco de perspectiva. Marley está bajo custodia policial, así que mi Cincuenta debería estar contenta, pero no lo está. Una parte de mí la comprende: demasiadas cosas han quedado fuera de su control, yo una de ellas, pero no tengo tiempo de pensar en eso ahora.
— Llévame por el otro lado, por la entrada lateral, Taylor.
— Sí, señora.
Ya es la una de la tarde y he conseguido concentrarme en el trabajo toda la mañana. Oigo que llaman a la puerta y Elizabeth asoma la cabeza.
— ¿Tienes un momento? —me pregunta con una sonrisa.
— Claro —murmuro sorprendida por su visita inesperada.
Entra y se sienta, colocándose el largo pelo negro detrás del hombro.
— Quería saber si estabas bien. Roach me ha pedido que viniera a verte —aclara apresuradamente mientras se sonroja.
— Lo digo por todo lo que pasó anoche…
El arresto de Marley Rose está en todos los periódicos, pero nadie parece haber hecho todavía la conexión con el incendio en las oficinas de López Enterprises Holdings, Inc.
— Estoy bien —le respondo intentando no pensar mucho en cómo me siento. Marley quería hacerme daño.
Bueno, eso no es nada nuevo. Ya lo intentó antes. Es Santana la que me preocupa.
Le echo un vistazo al ordenador por si tengo correo. Nada de Santana todavía. No sé si escribirle yo o si eso intensificará su furia.
— Bien —responde Elizabeth y esta vez, para variar, la sonrisa le alcanza los ojos.
— Si hay algo que pueda hacer por ti, cualquier cosa, solo dímelo.
— Lo haré.
Elizabeth se pone de pie.
— Sé que estás muy ocupada, Britt, así que te dejo volver al trabajo.
— Eh… gracias.
Esta ha sido la reunión más breve y absurda que ha habido hoy en todo el hemisferio occidental de la tierra. ¿Por qué le ha pedido Roach que venga? Tal vez esté preocupado; después de todo soy la mujer de su jefa. Aparto todos esos pensamientos sombríos y cojo la BlackBerry con la esperanza de que allí tenga un correo de Santana. Nada más hacerlo, suena un aviso en mi correo del trabajo.
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:04
Para: Brittany López
Asunto: Declaración
Brittany:
El detective Clark irá a tu oficina hoy a las 3 de la tarde para tomarte declaración.
He insistido en que vaya a verte porque no quiero que tú vayas a la comisaría.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
Me quedo mirando ese correo durante cinco minutos completos, intentando pensar en una respuesta ligera y graciosa para mejorarle el humor. Como no se me ocurre nada, opto por la brevedad.
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:12
Para: Santana López
Asunto: Declaración
OK.
x
B
Brittany López Editora de SIP
Me quedo contemplando la pantalla, ansiosa por recibir su respuesta, pero no llega nada. Santana no está de humor para jugar hoy.
Me acomodo en el asiento. No puedo culparla. Mi pobre Cincuenta ha debido de pasar las primeras horas de esta mañana frenética. Pero entonces se me ocurre algo. Llevaba el vestido de noche cuando la he visto al despertarme esta mañana… ¿A qué hora decidió volver de Nueva York? Normalmente deja cualquier evento entre las diez y las once. Anoche a esa hora yo todavía estaba con Quinn.
¿Decidió Santana volver a casa porque yo estaba en un bar o por el incidente con Marley? Si volvió porque estaba fuera pasándomelo bien, no habrá sabido ni lo de Marley, ni lo de la policía, ni nada… hasta que ha aterrizado en Seattle. De repente me parece muy importante saberlo. Si Santana decidió volver solo porque yo estaba en un bar, entonces su reacción fue exagerada. Mi subconsciente enseña un poco los dientes y pone cara de arpía. Vale, me alegro de que haya vuelto, así que puede que sea irrelevante.
Pero Santana debió de quedarse de piedra cuando aterrizó. Es normal que esté tan confusa hoy.
Recuerdo sus palabras de antes: «Todavía estoy muy furiosa contigo, Brittany. Me estás haciendo cuestionarme mi juicio».
Tengo que saberlo: ¿volvió por mi salida a tomar cócteles o por la puta lunática?
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:24
Para: Santana López
Asunto: Tu vuelo
¿A qué hora decidiste volver a Seattle ayer?
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:26
Para: Brittany López
Asunto: Tu vuelo
¿Por qué?
Santana López Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:29
Para: Santana López
Asunto: Tu vuelo
Digamos que por curiosidad.
Brittany López Editora de SIP
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:32
Para: Brittany López
Asunto: Tu vuelo
La curiosidad mató al gato.
Santana López Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:35
Para: Santana López
Asunto: ¿Eh?
¿A qué viene eso? ¿Es otra amenaza?
Ya sabes adónde quiero llegar con esto, ¿verdad?
¿Decidiste volver porque me fui a un bar con una amiga a tomar una copa aunque tú me hubieras pedido que no lo hiciera o volviste porque había una loca en nuestro piso?
Brittany López Editora de SIP
Me quedo mirando la pantalla. No hay respuesta. Miro el reloj del ordenador. La una cuarenta y cinco y sigue sin haber respuesta.
De: Brittany López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:56
Para: Santana López
Asunto: He dado en el clavo…
Tomaré tu silencio como una admisión de que decidiste volver a Seattle porque CAMBIÉ DE OPINIÓN. Soy una mujer adulta y salí a tomar unas copas con una amiga. No entiendo las ramificaciones en cuanto a la seguridad de CAMBIAR DE IDEA porque NUNCA ME CUENTAS NADA. Tuve que enterarme por Quinn de que has aumentado la seguridad de todos los López, no solo la nuestra. Creo que siempre reaccionas exageradamente en lo que respecta a mi seguridad y entiendo por qué, pero cada vez te pareces más al niño que siempre decía «que viene el lobo».
Nunca sé si hay algo por lo que preocuparse de verdad o si todo se trata de tu percepción del peligro. Tenía a dos miembros del equipo de seguridad conmigo. Creí que tanto Quinn como yo estábamos seguras. Lo cierto es que estábamos más seguras en ese bar que en el piso. Si yo hubiera tenido TODA LA INFORMACIÓN sobre la situación, tal vez habría hecho las cosas de forma diferente.
Creo que tus preocupaciones tienen algo que ver con el material que había en el ordenador de Marley (mejor dicho, eso es lo que cree Quinn). ¿Sabes lo frustrante que es que mi mejor amiga sepa más que yo de lo que está pasando? Soy tu MUJER. ¿Me lo vas a contar o vas a seguir tratándome como a una niña, lo que te garantizará que yo siga comportándome como tal? Que sepas que tú no eres la única que está furiosa.
Britt
Brittany López Editora de SIP
Y pulso «Enviar». Hala… Chúpate esa, López. Inspiro hondo. Estoy furiosa. Me estaba sintiendo culpable por lo que había hecho, pero ya no.
De: Santana López
Fecha: 26 de agosto de 2011 13:59
Para: Brittany López
Asunto: He dado en el clavo…
Como siempre, señora López, se muestra directa y desafiante por correo.
Tal vez deberíamos discutir esto cuando vuelvas a NUESTRO piso.
Y deberías cuidar ese lenguaje. Yo sigo estando furiosa también.
Santana López Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
¡Que cuide mi lenguaje! Miro el ordenador con el ceño fruncido y me doy cuenta de que esto no me lleva a ninguna parte. No le respondo, sino que cojo un manuscrito que hemos recibido hace poco de un autor nuevo muy prometedor y empiezo a leer.
Mi reunión con el detective Clark transcurre sin incidentes. Está menos gruñón que anoche, creo que porque habrá podido dormir un poco. O tal vez es que prefiere trabajar en el turno de día.
— Gracias por su declaración, señora López.
— De nada, detective. ¿Está Rose bajo custodia policial ya?
— Sí, señora. Le dieron el alta en el hospital esta mañana. Con los cargos que tenemos contra ella, creo que pasará con nosotros una temporada. —Sonríe y eso hace que se arruguen las comisuras de sus ojos oscuros.
— Bien. Nos ha hecho pasar una temporada muy difícil a mi esposa y a mí.
— He hablado largo y tendido con la señora López esta mañana. Está muy aliviada. Una mujer interesante su esposa.
No se hace una idea…
— Sí, creo que así es. —Le sonrío educadamente y el entiende que con eso ha acabado aquí.
— Si se le ocurre algo más, llámeme. Tome mi tarjeta. —Saca con dificultad una tarjeta de la cartera y me la pasa.
— Gracias, detective. Lo haré.
— Que tenga un buen día, señora López.
— Igualmente.
Cuando se va me pregunto de qué irán a acusar a Rose. Seguro que Santana no me lo dice. Frunzo los labios.
Volvemos en coche en silencio al Escala. Sawyer es el que conduce esta vez y Prescott va a su lado.
El corazón se me va cayendo poco a poco a los pies conforme nos acercamos. Sé que Santana y yo vamos a tener una gran pelea y no sé si tengo fuerzas.
Cuando subo en el ascensor desde el garaje con Prescott a mi lado, intento poner en orden mis pensamientos. ¿Qué es lo que quiero decir? Creo que ya se lo he dicho todo en el correo. Tal vez ahora ella me dé algunas respuestas. Eso espero. No puedo controlar mis nervios. El corazón me late con fuerza, tengo la boca seca y me sudan las manos. No quiero pelear. Pero a veces ella se pone difícil y yo necesito mantenerme firme.
Las puertas del ascensor se abren y aparece el vestíbulo, otra vez en perfecto orden. La mesa está de pie y tiene un jarrón nuevo encima con un precioso ramo de peonías rosa pálido y blanco. Echo un vistazo rápido a los cuadros según vamos pasando: las madonas parecen todas intactas. Ya han arreglado la puerta del vestíbulo que estaba rota y vuelve a cumplir su función; Prescott me la abre amablemente para que pase. Ha estado muy callada todo el día. Creo que me gusta más así.
Dejo el maletín en el pasillo y me encamino al salón, pero me paró en seco al entrar. Oh, vaya…
— Buenas noches, señora López —dice Santana con voz suave. Está de pie junto al piano vestida con una camiseta negra ajustada y unos vaqueros… «Esos» vaqueros, los que normalmente lleva en el cuarto de juegos. Madre mía. Son unos vaqueros claros muy lavados, ceñidos y con un roto en la rodilla, que le quedan de muerte. Se acerca a mí descalza, con el botón superior de los vaqueros desabrochado y los ojos ardientes que me miran fijamente.
— Que bien que ya estés en casa. Te estaba esperando.
O_o***** - Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 05/05/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Excelente el capitulo!
Ya quiero que actualizes!
Porque santana rechazo a brit? Muy mal de su parte!
me gustaría que britt haga lo mismo!
Ya quiero que actualizes!
Porque santana rechazo a brit? Muy mal de su parte!
me gustaría que britt haga lo mismo!
Lorena_Glee** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 02/08/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Ohhhh POr Dioos!!
Lo que le espera a Britt...
Actualizaaaa prontoooooooooooooooooooooooo
Lo que le espera a Britt...
Actualizaaaa prontoooooooooooooooooooooooo
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Que flojera me da Santana neta, no se porqué todos dicen que se enamoran de el(Grey) o en este caso de ella, actúa como una idiota todo el tiempo.
Actualiza pronto.
Actualiza pronto.
Invitado- Invitado
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
santana a veces se pone tan intransigente que provoca molerla a palos! britt deberia hacerle lo mismo, RECHASARLA!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
WOW
este capitulo fue simplemente sorprendente !!!
Estuvo de infarto completamente
Santana enojada? o santana queriendo jugar?
No comprendo, va a querer azotarla?
o.o me muero de curiosidad
Espero que actualices lo mas pronto posible
Por favor !! quiero saber que pasa !!
ACTUALIZA
este capitulo fue simplemente sorprendente !!!
Estuvo de infarto completamente
Santana enojada? o santana queriendo jugar?
No comprendo, va a querer azotarla?
o.o me muero de curiosidad
Espero que actualices lo mas pronto posible
Por favor !! quiero saber que pasa !!
ACTUALIZA
Avrilita_LopezPierce*** - Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 21/09/2012
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Simplemente
SOY ADICTA A TU FIC <3 NO DUERMO POR LEER
ES INCREIBLE
MI FIC FAVORITO SIN DUDA <3
ACTUALIZAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Kristen Rivera****** - Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 20/03/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
Hola que tal!!
Como me gustaria que Britt se niegue a todo lo de Santana tiene pensado!!
Me encantaria!!! y que la ponga en su lugar!!
saludos Por Dios regalanos otro capitulo por favor
Como me gustaria que Britt se niegue a todo lo de Santana tiene pensado!!
Me encantaria!!! y que la ponga en su lugar!!
saludos Por Dios regalanos otro capitulo por favor
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: BRITTANA FanFic - 50 Sombras de López...
aaahg santana me descoloca!! me ah encantado que britt la encare, asi se hace ella tambien le pertenece, nos has estado haciendo sufrir mucho por cada cap. gracias por escribir.
Camila18**** - Mensajes : 151
Fecha de inscripción : 28/05/2013
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