FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Gracias me encantaron los capitulos la verdad ojala Britt y San puedan hablar aclarar todo.
Saludos y tambien espero que actualices pronto

WOWW... por favor siguelo .. siguelo ... simplemente espectacular !!!! 

Bueno de verdad entiendo a Britt pero como que ya no? ha pasado el tiempo y es justo que se den otra oportunidad y pdan hablar para aclarar las cosas!

muy bueno, sigue c:

Que puedo decir me ha encantado los capítulos al fin se encontraron que hablen por favor que hara Nritt asistira al evento o no que dudas solo espero tu próxima actualización slaudos

Elita escribió:Por fin! Espero que ahora todo salga bien :)

Cuidate :D

Mmm bueno, te dejo que leas y veas si sigue todo bien.
Gracias por comentar. Besos!

Jane0_o escribió:Gracias por los dos capitulos
Por fin se vieron otra vez!
Ahora aver como avansaran
Sentimentalmente!
Saludos

Espero que te hayan gustado los capítulos. Si, ahora se verán más seguido.
Gracias por comentar. Saludos!

monica.santander escribió:Gracias me encantaron los capitulos la verdad ojala Britt y San puedan hablar aclarar todo.
Saludos y tambien espero que actualices pronto

Para eso faltará un par de capítulos, no recuerdo exactamente en cual sucede.
En minutos subo el siguiente capítulo.
Gracias por comentar. Saludos!

Vn-Hide escribió:WOWW... por favor siguelo .. siguelo ... simplemente espectacular !!!! 

En minutos subo el siguiente capítulo.
Gracias por comentar!

micky morales escribió:Bueno de verdad entiendo a Britt pero como que ya no? ha pasado el tiempo y es justo que se den otra oportunidad y pdan hablar para aclarar las cosas!

Es entendible lo de Britt, tiene miedo de que Santana le vuelva a hacer daño, creo que la mayoría reaccionaría de esa manera. Ya hablaran, y lo otro lo veremos.
Gracias por comentar.

keikoko21 escribió:muy bueno, sigue c:

En minutos subo el siguiente capítulo.
Gracias por comentar.

Keiri Lopierce escribió:Que puedo decir me ha encantado los capítulos al fin se encontraron que hablen por favor que hara Nritt asistira al evento o no que dudas solo espero tu próxima actualización slaudos

Al fin se encontraron, se varan más seguido.
En minutos subo el siguiente capítulo.
Gracias por comentar. Saludos!

Hola! Me tardé dos días en subir capítulo, lo siento, cambio de horarios en el trabajo u.u
Acá les dejo el siguiente capítulo, el cual si tiene al menos 4 comentarios esta noche subo el siguiente.
Espero les guste y comenten.
Besos! :D


CAPÍTULO 16

Santana paseó la mirada por la urbanización con nerviosismo, con la esperanza de que Brittany se dejara caer en la fiesta. Pasaba mucho tiempo en casa de su madre y había visto a Brittany de lejos dos veces. En ambas ocasiones salía del gimnasio de la urbanización y se dirigía a la pista de footing que rodeaba el campo de gol.
El picnic del Día del Trabajo había empezado y habían asistido más de cien personas, entre residentes e invitados, que pululaban entre la piscina y el club. Los encargados del catering habían dispuesto un bufet de guarniciones, y otros dos hombres se ocupaban de la barbacoa.
—Vuelve a decirme cómo es —pidió Maribel.
Santana sospechaba que la curiosidad de su madre iba más allá de querer ver a la persona por la que estaba hecha un flan. También quería asegurarse de que la tal Brittany Pierce no tenía nada que ver con Elaine McKenzie.
—Está... allí. —A Santana se le iluminó la cara de emoción al ver a Brittany bajar las escaleras y unirse a la fiesta.
Al parecer, Brittany conocía a varios de los asistentes y fue parándose a saludar a bastantes grupos. Finalmente, se dirigió a la mesa en donde la esperaban Maribel y Santana.
—¡Hola! Me alegro de que hayas podido venir. —Santana se puso en pie enseguida y acercó otra silla a su mesa.
—Intento no perderme estas cosas. Es una buena ocasión de ver a mis vecinos.
A Santana le daban completamente igual sus razones. Lo importante es que estaba allí.
Brittany se volvió hacia Maribel y se presentó.
—Hola, soy Brittany Pierce. He oído que somos vecinas.
—Así es. Y yo he oído que mi hija y usted son amigas.
Santana completó las presentaciones apresuradamente, y las dos mujeres se estrecharon la mano. Brittany permaneció en pie, hasta que Maribel la invitó a sentarse con ellas.
—Bueno, ¿le gusta Orlando, Sra. López?
—Por favor, llámame Maribel. Al fin y al cabo, ahora somos vecinas. Nos gusta mucho Orlando, ¿verdad, Santana?
—Mucho.
—A mí también me gusta. Estoy muy contenta de haber vuelto. —Brittany se dirigía exclusivamente a Maribel con toda la intención. —Y también me gusta esta urbanización. Las instalaciones son muy agradables, y la gente es encantadora. ¿No le parece?
—Ah, sí. Es una urbanización muy bonita. —Santana no sabía dónde meterse, consciente de que Brittany la ignoraba por completo.
—Santana me ha dicho que os conocisteis en el hotel.
—Correcto. Antes éramos buenas amigas.
«¿Éramos?» Santana no había esperado que fuera fácil, pero tampoco que Brittany hurgara aún más en la herida.
—Bueno, sé que le ha hecho mucha ilusión que volvieras a la ciudad. No ha hecho muchos amigos aquí y no me gusta pensar que pasa tanto tiempo sola en casa. Estaría bien que empezara a salir más, ahora que estás tú aquí.
Santana se puso como un tomate ante las insinuaciones descaradas de su madre.
Brittany se puso en pie de golpe y se alejó un paso de la mesa.
—Tengo que irme. Tengo planes con mi familia, pero quería pasarme a saludar. Ha sido un placer conocerla, Sra. López.
—Ya te he dicho que me llamaras Maribel. Encantada de conocerte yo también. Santana, si quieres acompañar a tu amiga a casa, yo estoy bien aquí.
Santana se levantó, con las mejillas arreboladas, y fue con Brittany.
—Tu madre es de lo más sutil.
—Sí, sutil como un elefante en una cacharrería —asintió Santana avergonzada.
—Me sé el camino a casa, no es necesario que me acompañes.
—Ya lo sé, pero me gustaría que pudiéramos hablar un poco.
Santana se metió las manos en los bolsillos y aminoró el paso para obligar a Brittany a hacer lo mismo. La actitud de Brittany no había sido precisamente cercana y amistosa ese día, pero al menos había ido a la fiesta, y eso tenía que contar para algo.
—Muy bien —contestó Brittany, evasiva. —Tu madre ha dicho que pasabas mucho tiempo sola en casa. ¿Qué ha sido de tu chica?
Otra puñalada.
—Rompí con Elaine en cuanto regresé a Baltimore.
Brittany puso los ojos en blanco con incredulidad.
—Sí, ya lo sé. A buenas horas.
—Por decirlo de alguna manera.
Estaba claro que incluso ser amigas iba a ser desafío.
—Mira, ya sé que en Denver me dijiste que daba igual, pero quiero que sepas lo mucho que siento haberlo liado todo de esa manera.
—No tienes por qué disculparte —respondió Brittany mirando al frente al andar.
—Pues no te lo tomes como una disculpa. Tómatelo como una afirmación de lo mucho que lamento lo que hice, porque por culpa de eso perdí tu amistad y también la oportunidad de haber podido llegar a tener más que eso. Ya sé que debería haber sido sincera, pero la verdad es que nunca imaginé que las cosas entre nosotras llegarían tan lejos.
—Eso no es excusa, Santana. Da igual lo que creyeras que pasaría entre nosotras; tú y yo empezamos como amigas, y lo normal es que a las amigas se les ocurra comentar: «Oh, por cierto, en Baltimore vivo con alguien». Pero tú me lo ocultaste deliberadamente. Me hablaste de tu madre, de tu hermana y de tu sobrina. ¿Por qué no me hablaste de tu novia?
No tenía excusa. ¿Cómo podía admitir eso y aún así pedir su perdón?
—Brittany, tú y yo empezamos a coquetear desde la primera noche que nos conocimos. Nos lo estábamos pasando bien. No parecía que fuera a llegar a ninguna parte, pero era la primera vez en cinco años que lo pasaba bien con alguien. —Dio un profundo suspiro, preocupada de estar cavándose su propia tumba. —Mira, lo diré otra vez. Lo que hice estuvo mal. Tendría que haberte hablado de Elaine. Pero en ese momento no creía que hubiera ninguna posibilidad de que tú y yo llegáramos a ser algo más que amigas.
—Nos acostamos juntas, Santana. Fue contigo, ¿no? —bufó Brittany sarcásticamente, evitando mirarla a los ojos.
—Eso no lo tenía planeado. Nunca pensé que llegaríamos tan lejos, lo juro por Dios.
—Nunca debería haber llegado tan lejos, y si me hubieras contado lo de la tal Elaine no habría pasado. No tengo por costumbre robarle la novia a nadie para echar un polvo. Y, para tu información, da la casualidad de que compartirla tampoco me gusta.
Santana caminó unos cuantos metros en silencio, agudamente consciente del dolor que le atenazaba el pecho tras las airadas palabras de Brittany. Sin embargo, las dos necesitaban desahogarse, así que se jugó el todo por el todo.
—Brittany, todo lo que hice estuvo mal y lo sabía. Me repetía a mí misma una y otra vez que tenía que dejar de verte, sobre todo cuando me di cuenta de que cada vez que venía a Orlando lo que sentía por ti crecía y crecía.
Brittany la miró, sin dar crédito a sus oídos.
—No me mires así. ¿Acaso tú no lo sentiste?
—Yo era libre para sentir lo que quisiera. Tú no.
Santana suspiró.
—Sabía que estaba mal, pero no quería parar. Supuse que mi trabajo acabaría pronto y que las dos sabíamos que al final todo se habría terminado. Nunca pensé que lo nuestro iría tan lejos. Perdí el control.
—Yo también —confesó Brittany.
—Cuando salí de tu casa aquella mañana, me ofrecieron el puesto de vicepresidenta adjunta. No dejaba de pensar en que la había cagado contigo. Y entonces averiguaste lo de Elaine antes de que tuviera ocasión de contártelo. Y te lo habría contado, Brittany. Te lo juro. Me doy cuenta de lo oportuno que suena eso, pero es la verdad.
—¿Se lo contaste a Elaine?
—No, ya le hice bastante daño al romper con ella. No había ningún motivo para hacerle aún más daño.
—¿Habrías roto con ella si no hubiera sido por mí?
—Lo que está claro es que no le habría pedido que viniera a Orlando conmigo. Habría sido como comprometerme con ella, y nunca creí que lo nuestro fuera lo bastante serio como para hacer eso.
—Si te sentías así, ¿por qué estabas con ella?
Santana levantó las palmas de las manos, derrotada.
—Por las razones equivocadas. Algún día te lo contaré si de verdad quieres oírlo. Elaine es una buena persona. Simplemente no estábamos hechas la una para la otra. Me dolió mucho hacerle daño, igual que me dolió hacerte daño a ti.
Ninguna de las dos mujeres dijo nada mientras subían las escaleras. Por la costumbre, Santana se agarró de la barandilla para subir. Entonces se dio cuenta de que Brittany la estaba mirando y se soltó de la barandilla para demostrarle lo mucho que había mejorado.
—¿Al final te operaste?
—Sí, hace alrededor de un año. Creo que esto es lo máximo que puedo llegar.
—Parece que estás mucho mejor. ¿Te duele?
—No tanto como antes.
Llegaron al rellano y se detuvieron. Finalmente, Santana reunió el coraje de preguntarle lo que deseaba.
—Brittany, sé que no merezco tu amistad pero, si pudiéramos volver a empezar, te prometo que no volveré a mentirte nunca más.
Brittany le dio la espalda a Santana y metió la llave en la cerradura. Sin mirarla, contestó con sequedad:
—Santana, tienes que hacerte a la idea de que nunca podremos volver a empezar. Quizá algún día podamos volver a ser amigas —dijo, enfatizando la palabra «quizá» casi con crueldad— si me convences de que puedo volver a confiar en ti. Pero esa otra puerta está cerrada para nosotras. Así que, si eso es lo que tienes en mente, haznos un favor a las dos y olvídalo.
Pese a todas las reservas, la respuesta de Brittany fue suficiente para que Santana mantuviera vivas sus esperanzas. Si existía la posibilidad de que volvieran a ser amigas, a ella le bastaba.

hola!!

que puedo decir
mm tengo sentimientos encontrados se que santana se porto mal mintió y todo
lo peor que daño BRITT!!!
pero igual quiero que estén juntas
si la quiere de verdad que se la juegue...

uuff ..
saludoss que estes bien

Excelente cada vez mejor
Hasta tu pronta
Actualizacion

Saludos

Comentario N°3...
Omg!! que dura que es Brittany... aunque es entendible... dp de todo la quería...
pero donde hubo fuego cenizas quedan...

Sigue pronto porfa :)

# 4 actualiza xfaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

espero esten juntas pronto :)

me ha encantado el capitulo de verdad bueno al menos britt no fue tan seca y pues dio un rayito de esperanza a la morena espero tu próxima actualización y saludos

vaya, Brittany es bastante dura a mi parecer, ya santana se disculpo sinceramente y ella sigue con su sequedad, yo en realidad no ruego tanto!

Hola! Perdón que ayer no pude subir el capítulo, sinceramente me colgué poniéndome al día con las series que veo, ya que los miércoles son mis días de franco (el único día de la semana que no voy a trabajar) y aproveché para actualizarme.
Ahora ando media apurada, ya que en un par de horas entro a trabajar, es por eso que nuevamente no respondo comentario por comentario.
No se cuando voy a subir el siguiente capítulo, ya que estoy intentando adaptar otro libro y quiero comenzar a subirlo una vez que haya subido el último capítulo de esta adaptación.
Gracias por los comentarios!!
Espero que les guste el capítulo.
Besos! :D


CAPÍTULO 17

Santana sonrió para sí al girar hacia la urbanización de su madre y de Brittany Pierce. Emma tenía razón en que tener vida privada era muy importante para la salud. Por supuesto, Santana adoraba su trabajo y no le importaba dedicarle tantas horas como fuera preciso, pero era agradable tener un largo fin de semana por delante sin tener que estar pendiente de su bandeja de correo. En lugar de eso, podía pensar en Brittany, que al fin y al cabo había ocupado cada uno de sus pensamientos de las últimas semanas, desde que hablaron en el picnic del día del trabajo. Había estado buscando una excusa para volver a verla y al final la había encontrado: Brittany estaba lavando su pequeño deportivo en la entrada de su casa, Santana paró en la curva y bajó del coche.
—Siempre había creído que lavabas el coche en la bañera. Puede que en una bañerita para coches o algo así.
—Muy graciosa. —Brittany le dedicó una sonrisa irónica mientras cogía la manguera para aclarar el parabrisas y rociaba el suelo con toda la intención muy cerca de donde estaba Santana.
—¡Eh! Eres un peligro con eso en la mano.
—No lo dudes ni un segundo.
—No me das miedo —contestó Santana con otra sonrisa traviesa, sin importarle lo más mínimo que Brittany pudiera aceptar su desafío.
—¿No has oído lo que dicen? Muerdo más que ladro.
Dicho lo cual, agitó la manguera de nuevo y le empapó las bambas a Santana a propósito. Impertérrita, Santana se acercó más, ignorando el chapoteo de sus zapatillas.
—Qué valiente —dijo Brittany. —¿Qué te trae por aquí en este bonito día?
—Venía a ver a mi madre, pero de repente he pensado que sería un buen momento para lavar mi coche.
—¿Qué pasa? ¿Que en tu casa no tienes agua?
—Sí, pero no se me da tan bien como a ti. Yo el agua se la echo al coche, no a la otra gente.
Brittany sacó un trapo jabonoso de un cubo y se lo tiró a Santana, que lo cogió, pero no sin que antes le empapara la camiseta. Santana negó con la cabeza y empezó a frotar el parachoques del Miata.
—¿Esto significa que después podemos hacer el mío?
—Claro, ¿por qué no? —Brittany siguió dándole con la manguera mientras Santana frotaba. —Te has dejado un trozo.
Santana suspiró y la miró de reojo.
—A lo mejor deberíamos cambiar de sitio. Tú frotas y yo me hago la graciosa con la manguera.
—Eso sería muy estúpido por mi parte, ¿no?
Santana se daba cuenta de que Brittany estaba haciendo todo lo posible para no sonreír. Dejó el trapo en el cubo y se incorporó.
—Creo que sería una oportunidad excelente para demostrar que se puede confiar en mí.
La expresión de Brittany se volvió seria de repente.
—Te queda mucho para eso.
Desafiante, Santana dio un paso al frente y le cogió la manguera a Brittany.
—Por algo tendré que empezar.


Santana golpeó la puerta de su madre con los nudillos al entrar en la casa, para anunciar su llegada.
—¿Mamá? ¿Hay alguien en casa?
El apartamento estaba en silencio, cosa rara ya que la puerta no estaba cerrada con llave y Santana había llamado hacía un rato para decirle que venía.
—¿Dónde estás?
De repente, una niña de tres años salió corriendo de la habitación de invitados con los brazos abiertos y una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Tita Santana!
—¡Sophie! —Santana la cogió en brazos y le dio una vuelta— ¿De dónde has salido?
—De allí. —Señaló el dormitorio. Su madre y su abuela estaban apoyadas en el marco de la puerta.
—Puaj, yo no te abrazo, estás toda mojada —dijo Emily con una mueca.
Santana no le hizo ni caso y abrazó a su hermana pequeña igualmente.
—No sabía que ibais a venir.
—Queríamos que fuera una sorpresa.
—¿Cuánto tiempo os vais a quedar?
Emily se encogió de hombros.
—Depende. Me han despedido.
—¿Que te han qué...? ¿Cómo es posible?
—Han vendido la consulta, y los nuevos propietarios creen que pueden tirar con menos gente trabajando en rayos X. Y mira, me tocó a mí.
—Pero encontrarás otro trabajo, ¿no? —Santana se sentó en el sofá, y Sophie en su regazo húmedo.
—Sí, pero estaba pensando en buscar algo por aquí, ya que las dos nos habéis dejado abandonadas en la nieve y el frío de Baltimore.
Maribel estaba loca de contenta.
—¿No sería maravilloso? —Santana abrazó a Sophie con fuerza. —¿Queréis decir que podría ver a esta cosita siempre que quisiera?
—Sí, sería maravilloso.
—Estás toda mojada, tita Santana.
—Sí, ¿cómo es eso? —preguntó Emily.
—Vengo de lavar el coche.
—¿Desde cuándo tú lavas el coche? Siempre había creído que te daba miedo romperte una uña.
Santana le dio un codazo a su hermana.
—Desde que esa rubia tan mona se mudó a la casa de al lado —apuntó Maribel.
A Santana se le encendieron las mejillas de vergüenza.
—¿Tienes una novia nueva?
—Ojalá —dijo Santana.
—¿Vienes a la piscina con nosotras? —Sophie le tiro de la camisa empapada.
—No tengo bañador, pero bajaré a ver cómo nadas. ¿Qué te parece?
Sophie asintió y su madre la cogió de la mano.
—Vamos a cambiarnos.
Maribel se acercó a mirar por la ventana.
—Te he visto con Brittany ahí fuera. ¿La cosa va bien?
—No ha estado mal, pero no te hagas ilusiones. Casi no me habla.
Notó que su madre le ponía la mano en el hombro y, cuando levantó la vista, Maribel le dedicó una sonrisa de apoyo.
—Eso cambiará. Parece una joven muy dulce, Santana.
—Lo es. Ahora lo único que necesito es una oportunidad para compensarla por lo que hice.
—Ten paciencia. Las personas como ella... tienen buen corazón.


—No lo sé, mamá. Dos días seguidos sería como tentar a la suerte.
—Pues tiéntala. Lo peor que puede pasar es que te diga que no.
Santana miró por la ventana. La puerta del garaje de Brittany estaba abierta y dentro estaba el Miata.
—Ni siquiera tengo su número.
—Yo sí. —Maribel abrió un cajón de la mesa del teléfono, sacó un librito y se lo pasó a su hija. —Es la guía de propietarios.
Santana exhaló con inquietud.
—¿A qué hora?
—¿Por qué no hacemos la comida abajo, junto a la piscina? A los Shumachers les gustará. Pongamos a las cinco y media.
Maribel la dejó sola para que hiciera la llamada. Santana se armó de valor y finalmente marcó el número.
—¿Sí?
—¿Brittany? Soy Santana.
Silencio.
—Emm, mi hermana y mi sobrina llegaron de Maryland anoche. Mi madre quiere hacer una barbacoa mañana e invitar a algunos amigos del vecindario. Nos gustaría que vinieras.
—No recuerdo haberte dado este número.
—Mi madre lo ha mirado en la guía.
¡Por amor de Dios! Brittany tenía un don para apretarle las tuercas.
—¿Una barbacoa?
—Sí, sobre las cinco y media, al lado de la piscina. A mi sobrina le encanta la piscina, lleva todo el día ahí.
—¿Cuántos años tiene tu sobrina?
—Tres y medio.[b]
—[b]Mañana tengo planes —dijo Brittany sin más.
—Entonces... supongo que...
—Pero seguramente para las cinco y media ya habremos vuelto. ¿Puedo llevar a alguien?
Santana tragó saliva. Que Brittany se presentara con una cita no era exactamente lo que tenía en mente.
—Claro.
—Muy bien. Seremos cuatro. ¿Tenemos que llevar algo?
—No... no. Sólo ganas de pasarlo bien. Hasta mañana.


—No puedo creer que aún les queden energías después de pasarse el día entero en el Sea World —dijo Brittany. —¿Qué les das de comer?
Su cuñada soltó una carcajada.
—Has estado todo el día con ellos. Ya ves lo que comen: helado, algodón de azúcar, lacitos de galleta y más helado.
—Pues, de ahora en adelante, voy a comer sólo eso.
Josh y Jordán bajaron las escaleras a todo correr, con los bracitos para la piscina ya puestos.
—Cuidado con los coches —les gritó Sugar. —Dale la mano, Josh.
Obediente, Josh cogió a su hermana de la mano y se paró en la curva, miró a derecha e izquierda y después atravesó la calle hacia la zona vallada de la piscina. Maribel los recibió y les abrió la puerta.
Brittany trató de localizar a Santana en el grupo. Había una mujer sentada, con el pelo mojado, pero les daba la espalda y Brittany no distinguía quién era. Cuando se acercaron, la mujer misteriosa se levantó y bajó los escalones de la parte poco profunda de la piscina. Ya no había duda respecto a su identidad. Brittany se recolocó las gafas de sol que llevaba encima de la cabeza para disimular su atención. Santana era una mujer muy hermosa. Pero Santana en traje de bajo era una mujer indescriptible.
—Brittany, me alegro mucho de que hayáis podido venir. ¿Y quiénes son estos niños tan adorables? —Maribel les ofreció algo frío de beber a Brittany y a Sugar y señaló a Josh y a Jordán, que estaban en la parte de la piscina que no cubría, junto con Santana y Sophie.
Brittany saludó a los Shumachers, que agitaban la mano en su dirección, y le presentó su familia a Maribel. Después, Sugar y ella conocieron a Emily. Era fácil ver que Maribel y Emily tenían rasgos comunes, pero Santana no se parecía demasiado a ninguna de las dos.
Brittany se volvió para echarle otro vistazo a Santana, que en ese momento estaba de pie en la piscina, con el agua a la altura de los muslos, junto a los niños. El bañador negro le resaltaba la figura. Y, según recordaba Brittany, lo que había debajo era igual de hermoso.
—Me alegro de que hayas podido venir —la saludó Santana, aunque no se la veía demasiado entusiasmada.
—Será mejor que vaya a ayudarla con los niños —dijo Sugar.
Brittany se sentó en la silla que le ofrecía Emily, una posición perfecta para contemplar la actividad de la piscina. Le sorprendía un poco que Santana no hubiera salido a saludarla en cuanto habían llegado.
—Me han dicho que blandes una manguera muy peligrosa —dijo Emily.
Brittany sonrió ampliamente.
—Sí, mejor no tenerme de enemiga.
—Eso parece —Emily echó un vistazo a la piscina por encima del hombro. —Ojalá yo tuviera tanta energía.
—Eso mismo le decía antes a Sugar. Hemos estado todo el día en el Sea World y esos dos siguen frescos como una rosa.
—Me encantaría llevar a Sophie al Sea World. Estamos pensando en mudarnos aquí. A Santana y a mi madre les encanta...
Pese a sus esfuerzos por prestar atención a la conversación, Brittany no podía quitarle los ojos de encima a Santana. Sugar y ella se reían de algo, seguramente algo sobre los niños. Santana tenía una sonrisa cautivadora.
—¿... algo de eso?
Emily la miraba interrogadora.
—Perdona. Estaba... estaba mirando a Jordán y a Sophie. Parece que se han caído bien.
Emily se volvió otra vez.
—Pues sí. Te preguntaba si sabías algo de los colegios de la ciudad. A Sophie aún le faltan un par de años para empezar el parvulario, pero si compro una casa aquí quiero que sea en un barrio con buenas escuelas.
—Creo que las escuelas de por aquí son muy buenas, por si quieres mirarte algo en esta zona.
Siguieron conversando relajadamente otra media hora, hasta que Saúl Shumacher anunció que los perritos calientes y las hamburguesas estaban listos. Santana y Sugar se las arreglaron para sacar a los niños de la piscina y los ayudaron a secarse.
—Josh, Jordán, venid a decirme lo que queréis comer —les dijo Sugar.
—Tú también, Sophie —añadió Emily.
Santana se dejó caer pesadamente en una silla, de una de las mesas puestas, y empezó a masajearse la rodilla.
—Ojalá mi madre también me pusiera la comida...
—Oh, mi pobre hijita desvalida. ¿Qué quieres que te ponga?
—Lo que sea. Tengo tanta hambre que no tengo fuerzas para decidir —respondió melodramáticamente Santana.
—Ya se lo pongo yo, Maribel —se ofreció Brittany. —Tú sírvete.
Santana gimió.
—Algo me dice me he metido en un lío. —Brittany preparó dos platos idénticos y se detuvo al final de la mesa.
—¿El té helado lo quieres por encima del perrito caliente o en vaso?
—En vaso, por favor.
—Muy bien.
Volvió con Santana llevando los dos platos y se sentó en la silla libre que había junto a ella, sin poder evitar la decepción al ver que se había puesto una camiseta ancha por encima del bañador.
—Así que os lo habéis pasado bien en el Sea World.
—Sí. Ahora que han vuelto a empezar los colegios, no hay tanta gente.
—No he ido nunca. No salgo mucho, la verdad.
—Llevas un año aquí. ¿Qué te retiene?
Santana la miró directamente a los ojos.
—No es igual de divertido sin compañía.
Brittany sabía que quería provocarla. Esbozó una sonrisa traviesa y repuso:
—Ahora que Sophie está aquí, se acabó el problema, ¿no?
—Tenía la esperanza de encontrar a alguien de aquí para que me hiciera de guía turística.
—No debería serte muy difícil. Tú eres la agente de viajes.
—Entonces, si se me ocurre el sitio adecuado, ¿puedo contar con tus servicios?
—Tendrá que ser un sitio muy especial. He estado en todas y cada una de las atracciones de Orlando más veces de las que puedo contar.
Santana inclinó la cabeza y bajó la voz:
—Supongo que las excursiones nocturnas quedan descartadas.
Brittany estuvo a punto de derramar su bebida.
—Nunca se sabe, habría que preguntar —comentó Santana. Al parecer ella también disfrutaba tomándole el pelo.  —¿Otro perrito?
Brittany contempló a Santana mientras se acercaba a la barbacoa sin dar crédito a sus oídos. O Santana no había oído ni una palabra de lo que le había dicho en el picnic del Día del Trabajo o se estaba quedando con ella. Como juego, era interesante, pero tenía intención de ganarlo. Pinchar un poco a Santana con un comentario aquí, una sonrisita allá, sólo para que se diera cuenta de lo que había perdido, sería una venganza dulce.
Una hora después, los tres niños estaban tan cansados que empezaban a estar de mal humor. Brittany y Sugar dieron las gracias a sus anfitrionas y se fueron a casa con Josh y Jordán.
—Tienes suerte de tener unos vecinos tan amables —comentó Sugar. —Lo he pasado muy bien hablando con Santana.
—Sí, sabe cómo dar una buena impresión —contestó Brittany, con algo de sarcasmo, pero sin malicia.
—¿Qué quieres decir? ¿No te cae bien?
—Sí, me cae bien —admitió con un encogimiento de hombros. —Tuvimos algo antes de que me fuera a Denver, pero no funcionó. Desde entonces la situación es un poco incómoda, pero ya lo superaremos.
—Es muy guapa.
—Eso sin duda.
—¿Hay alguna posibilidad de que volváis a salir juntas?
Unos días antes, Brittany habría contestado que no sin dudar un segundo. Pero eso habría sido antes de aceptar la invitación a la barbacoa de Santana y, para su sorpresa, descubrirse impaciente por que llegara la hora.
—Me parece que ninguna de las dos quiere volver a pasar por eso, Sugar.
—Qué curioso... Cualquiera diría todo lo contrario.


Santana detuvo el coche a la entrada de su casa y pulsó el botón para abrir el parking que había en el visor del coche.
—¿Ves? Está cerca de casa de mamá. Puedo estar allí en cinco minutos si necesita algo.
—El vecindario es bonito —apreció Emily.
—Supongo que sí. No he salido mucho por el barrio. Conozco a más gente de la urbanización de mamá que de aquí.
—Así que ésa es la mujer que hace que se te caiga la baba —comentó Emily.
Santana le dio un golpe al volante al tiempo que apagaba el motor del coche.
—Caramba, ya se ve que con vosotras no se pueden tener secretos, ¿no?
—Eh... tú ahora no vayas de santa. Eres igual que nosotras. Las tres pasamos tanto tiempo metidas en la vida de las otras dos, que ya no sabemos qué es asunto nuestro y qué no.
Santana arrugó la nariz y le hizo saber a su hermana que había dado en el clavo.
—Por si no te habías dado cuenta, hemos llegado al garaje.
Emily salió del coche y cerró su puerta.
—Así que no me vas a contar nada sobre Brittany, ¿no?
—Seguro que mamá ya te ha dado los detalles más importantes.
—Ni siquiera te comportaste como si te alegrases de verla. Pensé que no ibas a salir de la piscina nunca.
—Porque creía que Sugar era su pareja. —Santana abrió la puerta de la cocina y encendió las luces. —Mi cocina de lujo.
—Aquí es donde metes la comida precocinada en el microondas, ¿verdad?
—Qué bien me conoces.
—Yo tuve que aprender a cocinar cuando Sophie se hizo demasiado mayor para comer potitos cada día.
Pasaron al comedor y Santana encendió la araña de luces.
—Mmm, perdona pero... ¿no tienes muebles?
Santana se encogió de hombros.
—Hay un sofá en la salita.
Continuó con la visita guiada, le dio a un interruptor y se encendió una lamparita que había en el suelo.
—¿Sólo un sofá?
—Es culpa de mamá. Cuando bajó conmigo el año pasado, me dijo que esperara a sentirme en casa para comprar cosas.
—¿Y aún no sientes este lugar como tu casa?
—No es más que una casa.
—Al menos tendrás una cama.
—Tengo dos.
Santana la guió por el pasillo y fue encendiendo luces a medida que pasaba por cada habitación. La primera estaba amueblada con el juego de dormitorio que había escogido su madre cuando vino a Orlando para ayudarla tras la operación.
—Esta es la habitación de invitados y tiene su propio baño. Y éste es mi despacho.
En el centro de la sala había un escritorio en forma de L con una silla de oficina de piel.
—Conociéndote, seguro que es tu habitación favorita.
—Ahora aprecio más que antes el dormitorio —dijo Santana.
—¿Quieres decir ahora que Elaine ya no está en él?
—Quiero decir porque viajo mucho, pero ahora que lo mencionas...
—¿Sabes algo de ella?
—No mucho.
Nada en absoluto. Otro interruptor reveló una bicicleta estática, un banco de ejercicios y una pequeña televisión.
—Mi gimnasio.
—Por cierto, ¿qué tal la pierna?
—Bastante bien. Siempre se me resiente un poco si estoy mucho rato de pie.
Santana encendió las luces del enorme dormitorio principal. Su cama de matrimonio de hierro estaba colocada en diagonal en el rincón opuesto. El conjunto lo completaban mesitas y cómodas antiguas.
—Guau. Mi antiguo apartamento habría cabido entero aquí.
Santana le enseñó el baño, que también era enorme, tenía una ducha con paredes de mármol y una bañera de hidromasaje bajo una claraboya.
—Esa bañera es la razón por la que compré la casa, y también por la que me da igual que haya muebles o no.
—Hablando de mi antiguo apartamento, hay algo de lo que tengo que hablarte.
Se sentaron en el sofá de dos plazas.
—¿De qué se trata?
—Mamá se ha ofrecido a vender algunos paquetes de acciones para que pueda buscarme un sitio para vivir.
—Lo que quiere es que vengas a Orlando.
—Creo que Sophie y yo necesitamos estar con vosotras. Pero mamá quería asegurarse de que te parecía bien.
—Claro que sí. ¿Por qué no iba a parecerme bien?
—Por el dinero.
—¿Qué pasa con el dinero?
—Ya sabes cómo es: siempre intenta tratarnos con igualdad. Tendrías que quedarte la mitad.
—No lo necesito, Emily. Tengo un buen trabajo y nada de tiempo para gastarme el sueldo.
—Entonces tampoco debería aceptarlo yo.
—Claro que deberías aceptarlo. —Santana se volvió en el sofá y cogió a su hermana de los hombros. —Mira, ya sé que Elaine se interpuso entre nosotras y yo no hice lo bastante para impedírselo. No tenía ni idea de que nos hubiéramos distanciado tanto hasta que ella desapareció de la ecuación y me di cuenta de cómo deberían haber sido las cosas. Si no quieres que mamá te dé mi mitad, te la daré yo. Quiero teneros cerca a ti y a Sophie y no volver a perderos nunca.
—Ahhh, qué cursi.
—Ya lo sé, me he vuelto una cursi rematada.
—Tienes que usar esa estrategia con Brittany.
—Me temo que no va a ser tan fácil.

Ya Brittany esta cediendo un poco!
Santana uff debe de ser mas romantica

Bueno espero gu proxima actualizacion
Saludos

Bueno, Brittany es dura pero santana parece sincera y eso de alguna manera se valora o no?

Hola que tal!! Pero que dura es britt por que hacerla sufrir aun mas a San??
Peroo se que de a poquito va a ceder!!
saludos y espero que actualices pronto!!

nº4 ihhhh actualiza !! c: qe me tienes intrigada, ojala brit se deje de lesear y admita qe quiere algo con santana xd
saludos

Jane0_o escribió:Ya Brittany esta cediendo un poco!
Santana uff debe de ser mas romantica

Bueno espero gu proxima actualizacion
Saludos

Si, Brittany de apoco va cediendo. Hay que tenerle paciencia xD
En unos minutos subo el siguiente capítulo. Gracias por comentar.
Saludos!

micky morales escribió:Bueno, Brittany es dura pero santana parece sincera y eso de alguna manera se valora o no?

Si, eso se valora, aunque es un poco entendible que Brittany no le haga las cosas fáciles a Santana.
En unos minutos subo el siguiente capítulo. Gracias por comentar.

monica.santander escribió:Hola que tal!! Pero que dura es britt por que hacerla sufrir aun mas a San??
Peroo se que de a poquito va a ceder!!
saludos y espero que actualices pronto!!

Hola! Britt ya sufrió demasiado con lo que hizo San, se está vengando un poco. Si, va a ceder de apoco.
En minutos subo el siguiente capítulo. Gracias por comentar.
Saludos! :D

keikoko21 escribió:nº4 ihhhh actualiza !! c: qe me tienes intrigada, ojala brit se deje de lesear y admita qe quiere algo con santana xd
saludos

Pronto va a pasar eso, me demoré bastante en actualizar, perdón.
Gracias por comentar.
Saludos! :3

Hola! Perdón por demorarme en actualizar.
Ya quedan muy pocos capítulos, sólo quedan 4 y se termina la historia.
Aún sigo pensando si adapto otra historia y me pongo a terminar de escribir la mía propia. Así que si quieren otra adaptación, me dicen y comienzo a hacer eso hasta que termine de subir estos capítulos.
Bueno, acá les dejo el capítulo. Espero sea de su agrado y comenten.
Besos!



CAPÍTULO 18

—No puedo creer que hayas encontrado entradas —exclamó Brittany. —¡Estaban agotadas para toda la temporada!
—Dijiste que tendría que ofrecerte algo especial —alardeó Santana.
Tener contactos y dinero había sido de ayuda, por supuesto. Desde que los Buccaneers ganaron la Super Bowl, era casi imposible encontrar entradas para sus encuentros en Florida. Sin embargo, algunas agencias de Eldon-Markoff reservaban entradas como parte de sus paquetes de viaje, y a menudo desbloqueaban esos asientos a última hora. Santana lo sabía porque el año anterior Emma y su marido la habían llevado a un partido.
—Bueno, sin duda te llevas el premio gordo. No se me ocurre nada más especial.
Santana no necesitaba oír nada más. De ahora en adelante se haría con entradas para todos los partidos si eso significaba ir con Brittany.
Subieron los escalones hacia sus asientos en la grada superior del Matthew James Stadium y se dejaron contagiar por la excitación del ambiente del día de partido. Brittany llamó a un vendedor ambulante y compró un perrito caliente para cada una y una cerveza de barril en una jarra de souvenir.
Santana estaba muy contenta por lo bien que estaba yendo el día. Le había costado un poco reunir el valor de llamar a Brittany, temerosa de que ésta diría que no o consideraría que una entrada para ver fútbol americano no era lo bastante «especial». Era la primera vez que estaban juntas las dos solas desde que habían vuelto a conectar. Al principio, en el coche, la situación había sido un poco rara, casi incómoda, ya que ninguna de las dos sabía de qué hablar. Pero luego se relajaron y el viaje a Tampa discurrió entre charlas sobre el sector hotelero, las agencias de viajes y las posibilidades que tenían los Buccaneers de volverse a meter en la Super Bowl.
—¿No se te hacer raro ir en contra de los Ravens?
—Un poco —admitió Santana, aunque se había hecho de los Buccaneers en cuanto dejó Baltimore. —Cuando juegan contra otro equipo los animo a ellos, pero ahora soy de los Bucs.
—Yo no fui capaz de sentirme de los Broncos en Denver. Creo que sabía que no estaría allí mucho tiempo, así que no me puse demasiado cómoda. Parece una tontería, ¿verdad?
—En absoluto. Yo habría hecho lo mismo si no hubiera estado segura de que iba a quedarme. Pero, cuando cogí el trabajo en Orlando, sabía que me quedaría aquí a largo plazo y quería integrarme.
—¿De verdad has convertido Orlando en tu hogar?
—Sí. No creo que «el hogar» sea un sitio concreto. Más bien es una manera de sentirse. Toda la gente que me importa está aquí. Y me gusta mi trabajo. Eso lo convierte en mi hogar.
Con el partido asegurado al inicio del último cuarto, decidieron salir pronto del estadio para evitar el tráfico. Brittany le propuso cenar en el Flanagan's, el bar en el centro de la ciudad en donde trabajaba su amiga Rachel. Una vez allí, se abrieron paso por el abarrotado local y se hicieron con una mesa alta y redonda, con dos taburetes.
—Voy a coger un par de cartas —se ofreció Brittany. Cuando regresó, Santana estaba hablando con un hombre atractivo de unos cuarenta años, que había colocado su cerveza sobre la mesa. —Aquí tienes. —Los interrumpió sin miramientos pasándole la carta por encima de la mesa.
—Gracias. ¿Qué me recomiendas?
Brittany iba a contestar cuando el hombre se metió en la conversación.
—A mí me gustan los burritos. ¿Qué me decís si traemos un par de taburetes más? Al parecer hay taburetes de sobra, pero no demasiadas mesas.
—En realidad, si queréis la mesa nosotras podemos ir a la barra —interpuso Brittany con sequedad.
Santana giró la cara para disimular la sonrisa. Normalmente ella era más sutil a la hora de pararles los pies a los hombres, pero el método de Brittany era mucho más rápido y mucho más divertido de observar.
—Bueno... no —balbuceó incómodo. —No hace falta que os cambiéis. Aquí hay sitio de sobra para todos.
—Seguro que sí, pero mi amiga y yo no nos hemos visto en mucho tiempo y la verdad es que nos gustaría hablar... a solas —dijo Brittany fulminándolo con la mirada.
El hombre miró a Santana, como si esperara que le echara un cable y lo invitara a sentarse. En lugar de eso, le sonrió a Brittany y cogió su bolso.
—Mira, acaban de quedarse dos asientos libres. Si nos damos prisa podemos cogerlos.


—Así que ésa era la mujer de Baltimore que te rompió el corazón... en mil pedazos... que te pisoteó y te dejó tirada como un pañuelo usado... —jadeó Rachel mientras hacía máquinas con las piernas.
—Esa era, la única e inigualable —contestó Brittany desde el espejo, frente al que trabajaba los tríceps con las pesas de mano.
—Se veía muy simpática.
—Es muy simpática.
—No habías mencionado que pareciera una modelo.
—Te dije que era muy guapa.
—Ya, pero pensé que era una de esas cosas que se dicen cuando «estás enamorada». Todo el mundo dice lo mismo cuando se enamora de alguien. Pero ella es guapa de verdad.
—Pues sí. Sí que lo es.
—¿Por qué discutíais?
Brittany soltó una carcajada.
—Por la cuenta.
—Venga ya, seguro que por algo más. Casi te salía humo por las orejas.
Brittany suspiró y dejó las pesas en su estante.
—Yo iba a pagar la cuenta, porque ella había comprado las entradas del partido. Pero se empeñó en pagarla ella. Decía que, como me había invitado a salir a mí, le tocaba pagar a ella.
—Suena razonable. ¿No puedes pagar tú la próxima vez y ya está?
—Esa no era la cuestión. La cuestión era que ella y yo somos sólo amigas. Se suponía que no era una cita y ella lo sabía, así que yo no quería que pagara la cuenta con la excusa de que me había invitado a salir. Contigo no habría habido ningún problema: lo habríamos pagado a medias, como hacen los amigos.
—A mí me parece que estás haciendo una montaña de un grano de arena. ¿Y qué si quería pagar ella? ¿Y qué si era una cita? Pasasteis el día juntas y os sentís atraídas la una por la otra.
—No nos sentimos atraídas la una por la otra. Antes sí, pero ya es agua pasada. —Sinceramente, Brittany no podía negar la atracción mutua que sentían, pero pensar en ella como cosa del pasado la ayudaba a mantenerse firme en su decisión. —Tú y yo hacemos cosas juntas y no lo llamamos cita. No quiero volver a jugar con ese fuego, gracias.
—Cualquiera diría lo contrario —murmuró Rachel.
—¿Cómo?
—¿Si no te interesa nada, por qué sales con ella?
—Porque es agradable. Porque me cae bien. Porque es divertida.
—¿Y entonces, qué problema hay con llamarlo cita? Está claro que hay química entre vosotras.
—Rachel, no puedo volver a pasar por eso. Después de lo que hizo no confío en ella.
—¿Y seguro que lo que buscas al salir con ella no es castigarla?
—¿Qué diferencia habría? Sea como sea, no le voy a dar ocasión de volver a hacerme daño.
—Creo que hay una diferencia muy grande. Si ella fuera del tipo de persona que trata mal a los demás, sería una cosa. Pero si es alguien que te gusta de verdad y lo único que pasa es que cometió un error, a lo mejor deberías pensártelo mejor antes de echarlo todo por la borda.
Brittany se encogió de hombros.
—¿Cómo se distingue a una persona de otra? Un error así solo lo comete cierto tipo de personas y, si lo hizo una vez, ¿cómo puedo estar segura de que no volverá a hacerlo? ¿Qué pasa si salimos juntas, ella se va de viaje de negocios y conoce a otra?
—La gente no es perfecta, Brittany. Quizá deberías darle otra oportunidad. Por lo que me has contado, parece buena persona.
Brittany volvió a coger las pesas para hacer una última serie.
—Es que... sé que Santana puede hacerme mucho daño si dejo que se acerque demasiado.
—Mira, no te culpo por tener dudas después de lo que pasó. Pero siempre que alguien te importa, le das poder para hacerte año. Es un riesgo que se corre y que tienes que valorar. Y, en este caso, lo que tienes que preguntarte es si esa mujer merece otra oportunidad.
Brittany colocó las pesas en su sitio y se volvió hacia la puerta.
—¿Lista para correr?
Por lo que a ella respectaba, aquella conversación había finalizado.


Santana encendió las luces de la cocina con el codo al franquear la puerta del garaje y entrar trabajosamente en la casa a oscuras. Tiró de la maleta para hacerla pasar por el umbral y las ruedas repiquetearon contra el suelo de baldosas. Dentro de dos días tenía que volver a subirse a un avión, esta vez para ir a San Francisco, el domingo por la tarde. Pero de todas maneras, como ese fin de semana Brittany trabajaba, podía aprovechar e ir a la oficina a trabajar unas cuantas horas.
Los últimos dos días en Miami habían sido frenéticos, pero provechosos. Estaba trabajando con un asociado de Eldon-Markoff en el sector de los cruceros para delinear la campaña de invierno. Últimamente tenía mucha autonomía para gestionar proyectos por su cuenta, aunque en la operación de San Francisco trabajaba conjuntamente con tres de los altos cargos de la empresa y con el director de recursos humanos.
Pese a lo cansada que llegaba a casa todos los días, a Santana le gustaba su trabajo cada vez más. Era exactamente como había soñado: estimulante, divertido e interesante. También tenía la suerte de encontrarse muy a gusto en el equipo. De hecho, no le resultaba difícil imaginarse trabajando en Eldon-Markoff durante muchos años.
Aunque agradecía el consejo de Emma de no dejar que el trabajo ocupara toda su vida, lo que la frustraba era no poder llenar su tiempo libre como le gustaría. Lo que quería era pasar más tiempo con Brittany. Ésta le había dado esperanzas de que algún día podría recuperar su amistad y su confianza. Pero, si lo que quería era ir más allá, había topado con un muro de piedra. Es como se sentía, sobre todo después de la tonta discusión sobre la cuenta que habían tenido en el Flanagan's.
Se quitó los zapatos, cogió el teléfono y recogió el correo acumulado del suelo. Había tres mensajes en el contestador: los dos primeros habían colgado, pero el tercero hizo que le diera un vuelco al corazón.
—Hola, Santana. Lo pasé muy bien en el partido y ahora me toca a mí proponerte algo especial. Había pensado que a lo mejor te haría gracia ir a ver un lanzamiento desde la zona de prensa la semana que viene. Ya sé que seguramente tendrás trabajo, pero está programado para el viernes a las doce y media. Si quieres venir, necesito que me des tu nombre completo, tu número de la seguridad social y tu fecha de nacimiento para que pueda pedirte un pase con tiempo. Claro que todo esto podría ser una tapadera mía para vaciarte las cuentas. Así que supongo que la pregunta es: ¿confías en mí?
—¿De verdad lo preguntas? Iría contigo hasta el fin del mundo —dijo Santana en voz alta.
Quiso llamarla en ese mismo instante, pero el sentido común se impuso. Aún no eran las once, pero Brittany empezaba su turno a las siete, así que ya se habría ido a la cama.
Pero, eso sí, aquello había que celebrarlo. Cogió una copa y descorchó una botella de cabernet-sauvignon. Era la primera vez que Brittany la invitaba a hacer algo. Habría sido especial hasta ir a cenar a un restaurante de comida rápida, pero sabía lo importantes que eran los lanzamientos para Brittany, lo que hacía que su invitación fuera excepcional.


Brittany condujo hasta la reja y le enseñó al guardia de acreditaciones de prensa. El militar reconoció a la hija de Matt Pierce y, aunque sabía que no trabajaba para ningún medio, el jefe de comunicación la había autorizado tanto a ella como a su acompañante, y no tenía intención de cuestionar su autoridad.
Avanzaron por la larga carretera, completamente plana, y, al pasar una hilera de árboles, una estructura enorme apareció a lo lejos.
—¿Qué es eso?
—Es la Nave de Ensamblaje de Vehículos.
—¿Dónde se ensamblan los vehículos?
Brittany rió.
—Muy aguda. Es donde acoplan los cohetes y preparan el transbordador para subirlo a la plataforma de lanzamiento. Es un edificio tan grande que tiene su propio clima.
Santana la miró escéptica.
—Bueno, no exactamente. Pero la humedad se acumula arriba y, cuando se condensa lo suficiente, se precipita como si fuera lluvia.
Santana no acababa de creérselo, no tanto porque la historia sonara poco verosímil como porque sabía que a Brittany le encantaba tomarle el pelo.
—¿Cómo llevan el transbordador desde ahí hasta la plataforma de lanzamiento?
—Lo llevan en un camión gigantesco, con tracción de orugas, como los tanques. El recorrido hasta la plataforma no está pavimentado, porque se hundiría con el peso. Está hecho de conchas marinas machacadas, que ceden un poco. Igualmente, cada vez que sacan un transbordador hay que reconstruir la carretera para la próxima vez. Lo peor es si al final se cancela el lanzamiento y tienen que volver a entrarlo para desensamblarlo.
—Tiene pinta de costar mucho trabajo.
—Créeme, lo odian.
Brittany entró con el coche en la zona de hierba que servía de aparcamiento y recorrió las hileras de vehículos hasta dar con un sitio libre donde aparcar su pequeño descapotable. Entre los cerca de doscientos coches había un par de docenas de camiones de prensa, fáciles de identificar por las antenas parabólicas que llevaban en el techo.
Llegaron a una tribuna que daba a la zona descubierta que los separaba de la plataforma de lanzamiento. Santana enseguida localizó el familiar reloj digital enorme de las retransmisiones y el mástil de la bandera de fondo.
Más allá de esos puntos de referencia, se extendía una zona pantanosa en donde vivían miles de aves, peces y reptiles. A unos once kilómetros estaba el transbordador Endeavor.
—Aquí es donde trabaja mi padre.
Brittany la guió al interior de un edificio de dimensiones más modestas, en donde se sucedían filas de terminales de prensa, paredes repletas de gráficos, mapas y avisos, estantes llenos de folletos y altavoces que transmitían todos los boletines oficiales del proceso de lanzamiento. Matt Pierce estaba sentado a un escritorio, en el interior de un pequeño despacho con paredes de cristal, y levantó un dedo para indicarle a Brittany que la entrevista acabaría en un momento.
—Será mejor que le esperemos aquí.
El parecido entre Brittany y su padre era asombroso. Tenían el mismo cabello, la misma tonalidad de piel, y el rostro de ella era nada más y nada menos que una versión femenina más suave del atractivo rostro de él. Santana se fijó en que incluso había heredado su sonrisa: dientes perfectos y un pequeño hoyuelo en un lado.
—Me alegro de que hayáis podido venir. ¿Algún problema en el trabajo?
—Yo no —respondió Brittany. —Lo he cambiado por mañana y ya está.
—Yo tampoco. No me he tomado un día libre en meses, así que pobre del que tratara de impedírmelo —explicó Santana. —Muchas gracias por sacarme una acreditación, Sr. Pierce. Esto es algo que no olvidaré.
—Por favor, llámame Matt. Brittany me dijo que entendías lo que en verdad hacemos en la NASA, así que ha sido un placer.
—¿Qué estatus hay, papá?
—A falta de una hora, parece que todos los sistemas funcionan. Hace un día fantástico. Diría que habrá lanzamiento.
Brittany se dirigió a Santana.
—Siempre es una lata que, después de venir hasta aquí y hacerse ilusiones, al final se cancele.
—Y pasa más a menudo de lo que nos gustaría —añadió Matt.
—Debe de ser muy duro para la tripulación.
—Sí, pero son profesionales. En el programa espacial todo el mundo sabe adaptarse a las circunstancias.
Brittany cogió a Santana del codo y la acompañó a la salida.
—Vamos a la tribuna, papá. Volveremos cuando haya despegado, ¿vale?
—Muy bien, divertíos.
A la excitación de Santana por ver el lanzamiento se sumaba su excitación por estar con Brittany. Para alguien como ella, que no pertenecía al programa espacial, aquello era algo que sólo se veía una vez en la vida, y por esa razón le hacía muchísima ilusión que la hubiera invitado. Pero, aún más que eso, se sentía honrada de que Brittany la dejara formar parte de algo que significaba tanto para ella a nivel personal. Le daba esperanzas de que algún día pudieran dejar atrás el pasado y ser más que amigas.
En la tribuna, Brittany sacó una pila de comunicados de prensa y leyó en voz alta algunos detalles interesantes sobre la misión y la tripulación. Santana la escuchó mientras observaba cómo la tribuna se iba animando al llenarse de periodistas e invitados. El altavoz anunció que faltaban cinco minutos para el lanzamiento.
—Vamos al borde del agua para ver cómo se levanta. —Brittany señaló al frente. Varios espectadores de pago habían empezado a colocarse en el margen del pantano.
Los altavoces cantaron la cuenta atrás de los últimos treinta segundos. Santana miró fijamente el cohete a lo lejos, a la espera de que se moviera. El primer signo del lanzamiento fue una nube de humo blanco que se arremolinó en la base de la plataforma de lanzamiento. La nube pronto se ensanchó, pero apenas ganó altura. La elevación inicial del transbordador fue casi imperceptible.
Su puesto de observación retumbó. Cientos de pájaros levantaron el vuelo desde la planicie que se extendía ante sus ojos. El agua se agitó con violencia y el suelo tembló.
—¡Ha salido de la plataforma de lanzamiento! —le gritó Brittany por encima del estruendo. —Ahora está en manos de Houston.
—¡Es impresionante!
Durante un momento, fue como si el transbordador estuviera suspendido en el aire antes de iniciar su rápido ascenso. Santana temblaba de emoción. El transbordador se dio la vuelta y describió un arco justo encima de sus cabezas. En menos de tres minutos ya no se lo veía a simple vista.
—¡Es lo más alucinante que he visto en toda mi vida!
—Lo sé, pienso lo mismo cada vez.
—¿Qué has dicho de Houston?
—Kennedy sólo dirige el lanzamiento. En cuanto despega de la plataforma, está en mano del Control de Misiones.
—¿Y el personal de aquí qué hace?
—Volver a respirar.
Santana miró hacia la tribuna. Los periodistas y los fotógrafos estaban recogiendo sus equipos, listos ya para enviar sus reportajes sobre el lanzamiento.
—Se acaba en un momento, ¿verdad?
—Sí, pero enseguida empiezan a prepararse para el siguiente.
Volvieron al edificio abovedado y Brittany abrazó a su padre.
—Buen trabajo, Matt —lo felicitó Santana, con la mano extendida. Para su sorpresa, él la tomó entre las suyas y le dio un apretón cariñoso, casi paternal.
—Gracias Santana, me alegro mucho de que hayas venido.
Se despidieron y Brittany y ella se dirigieron de vuelta al coche.
—Brittany, no sabes cuánto te lo agradezco. Creo que es lo más emocionante que he visto nunca. Significa mucho para mí que tu padre y tú me hayáis invitado.
—Sabía que te gustaría. Por eso te llamé aquella noche.
—¿Qué noche?
—Cuando te llamé a Baltimore y contestó Elaine. Te llamaba para saber si te iba bien venir a un lanzamiento el fin de semana. Tenía que saberlo al día siguiente para poder sacarte la acreditación.
A Santana le dio un vuelco el estómago al pensar en aquella noche. Por un segundo, su alegría se desvaneció con el recuerdo de una de las peores noches de su vida. Sin saber qué decir, se caló la gorra y se concentró en el paisaje que discurría por su lado, para evitar la mirada de Brittany.
—Lo siento, no debería haber dicho eso —se avergonzó Brittany.
—Supongo que me lo merecía.
—No, no te lo merecías. Nos lo estábamos pasando bien. Tendría que haberme callado la boca.
—No es culpa tuya. Como amigas, deberíamos ser capaces de hablar de cualquier cosa. Creo... —Negó con la cabeza y desvió la mirada. —Es igual.
—¿Crees qué?
—Creo que podríamos ser grandes amigas, pero antes vas a tener que perdonarme por lo que pasó.
La verja de seguridad apareció ante ellas y Brittany esperó a haberla cruzado para responder.
—Quiero perdonarte, porque no quiero que ninguna de las dos sigamos ancladas en el pasado —confesó. —Pero no he sido completamente sincera sobre mis sentimientos.
Santana se levantó la visera de los ojos y se volvió en el asiento para mirar a Brittany a la cara.
—Lo que pasó entre nosotras no fue sólo porque yo perdiera el control. Creía que lo nuestro era especial. Después me sentí fácil y usada, y estuve enfadada mucho tiempo, pero no sólo contigo. Para empezar, estaba enfadada conmigo misma por haber sido tan tonta y estuve un año enfadada con cada mujer que conocía en el hotel.
Santana se mordió el interior del labio. Era duro oír aquello. Ya sabía que Brittany estaba furiosa y no la culpaba por ello, pero no sabía que Brittany había sentido algo de verdad por ella. Nunca había creído merecerse que nadie la quisiera de aquella manera. Y lo peor era saber que lo había perdido por culpa de su hipocresía.
—Brittany, lo siento mucho. Daría lo que fuera por poder volver atrás en el tiempo y hacer las cosas como es debido.
—Ya lo sé. Te creo cuando me lo dices. Pero hace demasiado tiempo que llevo todo eso dentro y me va a costar un poco olvidarlo.
—Esperaré todo el tiempo que necesites si eso significa que podremos volver a ser amigas de verdad.
Brittany le dedicó una media sonrisa y le apartó el pelo de la cara.
—Voy a esforzarme más, ¿de acuerdo? Hoy lo he pasado muy bien contigo. Hasta lo pasé bien lavando coches hace dos semanas, pero no quería darte la satisfacción de decírtelo.
Santana exhaló con alivio y negó con la cabeza.
—No me sorprende que lo pasaras bien, porque fui yo la que llegó a casa empapada de la cabeza a los pies.
—Bueno, digamos que a veces me gusta hacerte sufrir un poco.
—Lo tendré en cuenta.
—No hace falta. Te lo recordaré.
—Seguro que sí.
A esas alturas, Santana ya se había relajado. Deseaba cogerle la mano a Brittany sobre la palanca del cambio de marchas, pero había demasiadas posibilidades de que la rechazara, y no estaba dispuesta a correr el riesgo.

Por fin britt ya le dijo lo que sentia de verdad!

Bueno sobre otra adaptacion por supuesto que si, aqui tendras a una fiel lectora!

Ya va a acabar mmm ni modo pero eso solo significa que se vienen los mejores capitulos!

Ahora si saludos y hasta la proxima actualizacion!

O y tambien estaremos esperando tu propio fic!

Pero que lindo capitulo!!!
Vamos Britt afloja!!!
Espero no demores en actualizar, saludos

Otra adaptacion perfecto, tu propio fic, tambien perfecto, que queden pocos capitulos de este no tan perfecto, en fin gracias por alegrarme la vida leyendo tus historias!

NOOOOOOOOOOOOOO!!!!!
Lo leí todo en un rato y me encantó! estoy colgadaaaaaaaaaaaa jajajaja tienes nueva lectora hasta las ultimas :D

Jane0_o escribió:Por fin britt ya le dijo lo que sentia de verdad!

Bueno sobre otra adaptacion por supuesto que si, aqui tendras a una fiel lectora!

Ya va a acabar mmm ni modo pero eso solo significa que se vienen los mejores capitulos!

Ahora si saludos y hasta la proxima actualizacion!

O y tambien estaremos esperando tu propio fic!

Sí, pero aún así falta un poco más. Aún lo estoy pensando, pero seguramente lo termine subiendo, ya que la estoy comenzando a adaptar y eso me lleva tiempo. Sí, eso es cierto, los mejores capítulos por lo general son los últimos.
Gracias por comentar, y en un futuro cuando suba mi propio fic espero que te guste.
Saludos!

monica.santander escribió:Pero que lindo capitulo!!!
Vamos Britt afloja!!!
Espero no demores en actualizar, saludos

Sí, Britt está aflojando de apoco xD
Me demoré un poco :/ Gracias por comentar.
Saludos!

micky morales escribió:Otra adaptacion perfecto, tu propio fic, tambien perfecto, que queden pocos capitulos de este no tan perfecto, en fin gracias por alegrarme la vida leyendo tus historias!

Lo de la otra adaptación estoy viendo, aún así la estoy adaptando por si me decido a subirla, pero imagino que con el trabajo que lleva adaptar un libro seguramente lo termine subiendo. Mi propio fic está muy avanzado, el problema es que ahora se me ocurrió acomodar unas cuantas cosas y no sé si escribirlo en primera persona o en tercera, por lo que me estoy tardando mucho más de lo pensado. Sí, cuando terminé de leer el libro esperaba que hayan más capítulos :/ Me alegra que te gusten las historias, y espero que te gusten las que tengo pensado subir :D
Gracias por comentar!
Besos! :D

Maca_tubbington escribió:NOOOOOOOOOOOOOO!!!!!
Lo leí todo en un rato y me encantó! estoy colgadaaaaaaaaaaaa jajajaja tienes nueva lectora hasta las ultimas :D

Me alegro que te haya encantado.
Gracias por leer y comentar.
Besos! :D