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Mensaje por Jane0_o Dom Sep 22, 2013 11:46 pm

Genial el capitulo
Y ya esperando con ansias
El encuentro wanky! De las brittanas!


Saludos!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por laura.owens Dom Sep 22, 2013 11:48 pm

Nueva lectora reportandose!! me encanta la historia FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos- - Página 2 1206646864 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Marta_Snix Lun Sep 23, 2013 9:30 am

Hola!! No...porque vas a tardar más...con lo que me gusta...

La historia esta genial, espero que pronto haya más acercamiento entre las chicas, a ambas le gusta la otra y ninguna es capaz de decirlo, aunque por lo menos San se a atrevido a decirlo

Espero ansiosa el próximo. Besos!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por noeliarodriguez Lun Sep 23, 2013 6:53 pm

Que bueno que esta el Ficc , ya quiero que le cuente Santana a Brittany que le paso en la pierna .

Con respecto a lo que preguntaste de los libros sos una genia creo que sos una de las pocas personas qe conozco que leyo percy jajajaja es un capo yo tengo todos los libros me faltan los de la saga del héroe perdido pero los leei online (se tendría que hacer una adaptación brittana a lo percy jajaja )desp los libros que pusiste los leei todos tmb leei la saga de Games of thrones tremendos libros y la serie esta muy sarpada y series miro unas cuantas tmb .

La pareja de Glee que mas me gusta es Brittana obvio y mi sueño seria que Unique este con Ryder jajajajaja con un amigo tenemos tenemos esas ganas de verlos juntos y que Quinn y Britt tengan una aventura jajajaja
Bueno saludos che :) re piola el fic
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por kaorip0 Mar Sep 24, 2013 12:34 am

OMG!!!!!!! Continuaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!! Me encanta la relacion Brittana ke refleja la historia. Ya kiero saber kee paso a la pierna d Santy (ojala pueda recuperar toda su movilidad).

Y otra cosita no se si lei y no m cuerdo o sino explicaste. La historia es una adaptacion o es tuya solo tuya???? Porke la vrdd esta perfecta *q* bye
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Invitado Miér Sep 25, 2013 8:45 am

holaaa, me perdi tres capitulos, pero aqui estoy, la historia va excelente, me gusta, espero que no te tardes tanto en actualizar, se ve muy buena..

bueno con respecto a las preguntas que dejaste en el capitulo dos , aca te las respondo:

libros: todos los de paulo coelho, sobretodo el alquimista, veronika decide morir y Manuscrito encontrado en Accra. Me encanta la saga de 50 sombras y de Harry Potter, y he leido algunos libros de Anne Rice.

series: Pll, glee, friends ( babeo a muerte por Jennifer Aniston) y 2 broke girls.

amo la musica de adele y taylor swift :3

glee: mi pareja favorita es brittana, fabrevans y faberry :)

hasta la proxima actu, cuidate, besos!

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Finalizado FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Cuatro-

Mensaje por Maitehd Sáb Sep 28, 2013 9:48 pm

Hola! Mil perdones que me demoré tanto en subir un capítulo, y si ahora no respondo comentario por comentario es porque ando con poco tiempo y si lo hago no se si alcanzo a subir el capítulo siguiente.
Prometo intentar actualizar más seguido, pero el trabajo me complica un poco las cosas. Sólo para que sepan que no miento con respecto a eso, trabajo en un cine y como pueden ver son muchas horas, por eso es que o llego muy cansada y prácticamente me duermo o hay veces que no me agarra internet como el jueves que iba a subir capítulo pero no me agarra el wifi u.u
Vi que hay nuevas lectoras o que se animaron a comentar, y eso me agrada :3 Espero sigan comentando y que se sumen más para comentar. Seguramente, suba el capítulo 5 el martes por la noche o el miércoles. Creo que haré eso, subiré un capítulo viernes o domingos y martes o miércoles, que son los días que más o menos salgo temprano del cine xD
Ahora sí, acá les dejo el capítulo, espero les guste y comenten.
Besos! :D



CAPÍTULO 04

Brittany detuvo su Mazda Miata de color verde oscuro a la entrada de la casa de sus padres, satisfecha de que la minivan de su hermano le diera sombra. Lo más seguro era que estuviesen todos en la piscina de la parte de atrás, impacientes por tostarse al sol. Aunque Brittany era rubia, tenía los ojos azules de su padre y los dos toleraban poco el sol que el resto de la familia.
¿Hay alguien en casa? —gritó desde el recibidor.
¿Brittany? —oyó la voz de su padre desde la cocina.
¡Papá!
Sin perder un segundo, se fue directa a su padre y le dio el abrazo que había estado reservándole desde el lanzamiento del transbordador el lunes anterior.
Enhorabuena.
Gracias, cariño, pero dámela cuando vuelvan a tierra. Desde el accidente del Challenger, en la NASA estamos tan pendientes de los aterrizajes como de los despegues.
Pues cuando aterrice te ganarás otro abrazo. Igualmente, el lanzamiento fue precioso.
La verdad es que sí. —Matthew se volvió para coger la bandeja de hamburguesas del mármol. A sus cincuenta y nueve años, Matthew Pierce aún lucía una espesa y ondulada cabellera rubia, si bien salpicada de canas, y era de constitución atlética, que cultivaba saliendo a correr a diario por la playa del Cabo.
¿Te ayudo?
No, tranquila. Ve a saludar a todo el mundo. A mí me toca la parte fácil.
Vale, pero después hablamos. Quiero que me cuentes cómo va la misión.
Su padre tenía un don a la hora de traducir el galimatías técnico en forma de hechos y anécdotas. Cuando iba a secundaria, su hermano Sam y ella jugaban a preparar a su padre para los periodistas acribillándolo a preguntas durante la cena. La tradición había continuado hasta la actualidad.
Brittany atravesó las puertas acristaladas que daban al patio cercado con malla metálica en donde, como había previsto, Sam y su mujer Sugar jugaban en la piscina con su hijo Josh, de cinco años, y su hija Jordán, de tres.
¡Hola, preciosa!
¡Mamá! —Brittany abrazó a su madre como si no la viera desde hacía siglos, aunque había estado allí hacía sólo dos semanas. La tensión por el lanzamiento del Atlantis había unido a todos los Pierce de manera natural.
Pensaba que ibas a cortarte el pelo. —Susan Pierce tiró de la coleta que sobresalía tras la gorra del USS Columbia que llevaba su hija.
Me acobardé —admitió Brittany. —Pero he pedido hora otra vez para dentro de dos semanas.
¡Bri! —Su empapadísimo sobrino de cinco años se le agarró de las piernas para decirle hola.
¡Hola, Josh!
Haciendo caso omiso del hecho de que su sobrino estaba chorreando, Brittany se agachó para darle un fuerte abrazo. Como no podía ser menos, su sobrina no tardó en unirse, igual de mojada.
¡Hola, Jordan!
Bueno, ya que estás mojada ven a meterte —le gritó su hermano desde la piscina.
Sam Pierce era inspector de estructuras y edificios del condado de Brevard, un puesto de mucha responsabilidad en una comunidad costera en donde los huracanes no eran extraños.
No, gracias. Sigue estando demasiado fría. —Era el primer día que los Pierce usaban la piscina desde octubre. Aunque la temperatura apenas llegaba a los 25° C, todos estaban impacientes por ponerse en remojo. —¿Todo bien?
Bien. ¿Viste el lanzamiento?
Por supuesto. Hasta me llevé a unos cuantos huéspedes de la planta Concierge a la azotea para verlo conmigo. —Brittany no tenía ni idea de por qué había revelado aquel pequeño detalle... salvo quizá por el hecho de que llevaba días dándole vueltas. —¿Vosotros adonde fuisteis?
Yo fui a la zona de prensa —contestó Sam. —Sugar fue al puente con los niños.
¿Fuiste a la zona de prensa?
A Brittany le dio mucha envidia. Por culpa del trabajo casi nunca podía ir, pero la zona de prensa del centro espacial Kennedy, en donde trabajaba su padre, era el mejor lugar para presenciar el despegue. Situada junto a la mastodóntica nave de ensamblaje de vehículos, la zona de prensa estaba a unos trece kilómetros de la plataforma de lanzamiento. El asta de la bandera y el reloj digital de casi dos metros de alto eran elementos básicos de las retransmisiones desde la NASA.
El próximo lanzamiento se hará en sábado —intervino su padre. —Dime si puedes ir y te sacaré un pase.
¡Guay!
Lo primero que se le pasó a Brittany por la cabeza fue que le gustaría muchísimo que Santana pudiera acompañarla. Conseguirle un pase de presa no sería muy difícil, pero el lanzamiento tendría que coincidir con un fin de semana en que ella viniera a la ciudad, y todo dependería de si podía venir un par de días antes.
La jornada transcurrió como el típico domingo en casa de los Pierce. Brittany y su hermano bombardearon a su padre con preguntas sobre la misión, y se pasaron una hora o más en el suelo jugando con los niños hasta que los pusieron a dormir la siesta. Le gustaba la compañía de su familia, pero no tenía ni idea de que su madre estuviera tan preocupada por ella.
Durante los últimos años, Susan Pierce sufría porque al parecer su hija no tenía vida fuera del trabajo y de las visitas quincenales a Cocoa Beach. Brittany no hablaba nunca de nadie especial, pero Susan no estaba segura de si era porque no había nadie o porque a Brittany no le gustaba hablar de su vida privada.
En una ocasión Brittany le había contado que resultaba muy difícil salir con alguien en serio con sólo dos noches libres a la semana. Pero Susan sospechaba que había algo más que eso. Era casi como si Brittany hubiera renunciado a encontrar a alguien con quien compartir su vida. Más bien se la veía satisfecha de que el trabajo ocupara el lugar central de su existencia.
Ahora bien, Susan conocía a su hija mejor que nadie y notaba que en las dos últimas semanas había cambiado algo. Brittany se veía relajada y feliz, y lo único que dijo del trabajo fue que había subido a la azotea para ver el lanzamiento con unos cuantos clientes del hotel. En particular, parecía muy animada al hablar de una huésped en concreto: una mujer de Baltimore.


Santana hizo una mueca de dolor mientras gateaba por el suelo de la habitación de su madre, siguiendo el cable del alargador hasta la parte posterior de la televisión. Sin duda, no era la mejor manera que se le ocurría de pasar un sábado por la tarde. Casi habría preferido haberse quedado en la oficina y adelantar trabajo.
No me extraña que se fundieran los plomos, Maribel. Me sorprende que no hayas prendido fuego a la casa —murmuró para sí. —¡Madre!
Santana contó hasta siete aparatos eléctricos enchufados en dos adaptadores y en el alargador. Probablemente, tres o cuatro al mismo tiempo eran más de lo que el circuito podía soportar.
¿Qué? ¿Has encontrado el problema? —Maribel López entró en la habitación para encontrar a su hija tirada en el suelo con la cabeza metida detrás de la televisión.
Santana salió de donde estaba y sostuvo en alto la colección de cables y adaptadores.
Esto es demasiado para estar enchufado en la misma toma de corriente.
Uno por uno, fue identificando los cables: la televisión, el vídeo, el descodificador de la televisión por cable, el reloj, la lámpara, el humidificador y el pequeño radiador.
Estás cargando la caja de fusibles con más de lo que puede aguantar.
Pero todo son cosas que necesito. ¿Cómo voy a leer la programación de la tele sin luz? —preguntó muy indignada. A continuación añadió: —¿Y qué quieres? ¿Que me congele ahí sentada?
No, pero algunas cosas tendrás que enchufarlas en otro sitio.
Uno por uno, Santana organizó los enchufes de manera que el reloj despertador y el humidificador estuvieran enchufados en la toma del rincón y el radiador y la lámpara estuvieran enchufados en el pasillo, con el alargador.
Pero queda fatal que se vean los cables así por el suelo —lloriqueó la Sra. López.
Es temporal, hasta que llames a un electricista para que te instale otro enchufe en la habitación, que vaya a un fusible diferente.
No me hace ninguna falta. Llevo viviendo en esta casa treinta y siete años y nunca he necesitado otro enchufe.
Pero antes no tenías todas estas cosas, mamá. —Santana gesticuló para abarcar los diversos aparatos de la habitación. Desde la muerte de su padre, su madre había usado la totalidad de la gran casa estilo Tudor cada vez menos y se había refugiado cada vez más en el amplio dormitorio, en donde había creado su espacio personal. —No hay vuelta de hoja. No puedes tener todo esto enchufado aquí. Es peligroso y además Sophie podría entrar un día, ponerse a jugar con los cables y electrocutarse.
Mencionar a su sobrina bastaría para convencerla.
Supongo que tienes razón.
¿Sabrás buscar a un electricista en las páginas amarillas y decirle lo que necesitas?
No sé si me acordaré de todo.
Santana no perdía la esperanza de que algún día le diera una respuesta diferente, pero nunca había suerte. Tendría que ser ella la que se ocupara de encontrar a alguien que viniera a arreglar el desaguisado.
No pasa nada. Llamaré yo el lunes. Pero tú tendrás que explicarle dónde van las cosas cuando venga.
Le repitió a su madre lo que debía decirle al electricista paso a paso hasta que consideró que lo había entendido. Entonces regresaron juntas a la primera planta de la vieja casa. Santana se dejó caer en el sofá, masajeándose la pierna dolorida.
Todavía te duele mucho, ¿verdad, cielo?
Santana suspiró al ver las lágrimas que afloraban a los ojos de su madre. Intentaba disimular el dolor que la atormentaba cada día, pero a veces no era capaz de hacerlo.
No está tan mal, mamá. Sólo se me resiente un poco.
Tendrás que hacerte la otra operación o no mejorará nunca.
Ya lo sé... Sólo que ahora no es un buen momento.
Santana era consciente de que la operación que debía soldarle el fémur dañado justo por encima de la rodilla era la última intervención programada para su recuperaron, pero era incapaz de volver a ponerse en manos de los médicos y después pasarse otras cuatro o seis semanas en cama. Sobre todo ahora que tenía cosas importantes que hacer en Orlando. Ya tendría tiempo cuando se quedara en paro.
¡Tita Santana! —Una vivaracha niña de dos años se abalanzó sobre su querida tía desde la otra punta de la estancia para abrazarla y darle un beso.
Hola, princesa. ¿Cómo está mi niña? —Santana adoraba a la hija de su hermana.¿Qué tal, Emily?
La hermana pequeña de Santana le pisaba los talones a su hija, que había entrado en la casa como un vendaval en cuanto reconoció el Volvo de su tía en la entrada. Emily se parecía mucho a su madre, del mismo modo que Santana era como su padre. Igual que Maribel, Emily era de estatura mediana y tenía el pelo castaño y unos expresivos ojos castaños. Su hermana había servido seis años en la marina y en la actualidad estaba sacándose el título de enfermería.
Muy bien. Venimos del parque y alguien que yo sé ha bajado por el tobogán ella sola —alardeó Emily.
Santana se volvió hacia su sobrina con los ojos abiertos como platos.
¿Tú sola?
Sophie asintió muy orgullosa.
¡Qué niña más mayor!
¿Tienes que volver a Orlando mañana? —preguntó Emily.
No, esta semana me toca quedarme en casa.
Seguro que te has pasado el día en la oficina —resopló Emily.
No era ningún secreto que no aprobaba la cantidad de horas que Santana dedicaba al trabajo. Santana tenía que ir a trabajar casi todos los fines de semana que estaba en la ciudad, para compensar el tiempo que pasaba fuera. Cuando regresaba de Orlando los jueves por la mañana, tenía la cuenta de correo a reventar, ya que no había nadie que pudiera ocuparse de los asuntos de marketing durante su ausencia. De hecho, tenía pensado trabajar en casa aquella noche y al día siguiente por la tarde para ponerse al día.
¿Te quedas a cenar? —preguntó Maribel, en un intento de aligerar la conversación.
No, tengo cosas que hacer en casa, pero gracias. Llamaré al electricista el lunes, pero no enciendas todo eso al mismo tiempo, ¿de acuerdo?
Lo que tú digas. Ya sabes que dependo de ti para esas cosas.
«Y para todo lo demás», pensó Santana con resignación, poniéndose en pie para marcharse.
Santana trató inútilmente de no cojear mientras bajaba los escalones del porche y se dirigía al coche. El accidente había cambiado muchas cosas en su vida, pero lo peor no era el dolor constante, pensó. Era otra cosa lo que la había convertido en una persona diferente.


Tras tres horas conectada, Santana eliminó el último mensaje de su bandeja de entrada. Entre la noche anterior y aquella tarde, había logrado ponerse más o menos al día y podría empezar la semana en Gone Tomorrow sin tener el agua hasta el cuello. La esperaba otra semana frenética en el trabajo, en casa, en casa de su madre, antes de volver a meterse en un avión para Orlando el domingo siguiente.
Sin embargo, le costaba no tener ganas de regresar, por mucho trabajo extra que le supusiera el proyecto de Orlando. Aquellos viajes quincenales que al principio le daban pavor se habían convertido en una especie de vacaciones de sus responsabilidades y tenían un aire de aventura, en parte gracias a su nueva amiga del hotel.
Santana sabía que dejar que sus pensamientos volaran hacia Brittany era una pérdida de tiempo, pero no podía evitarlo... ni quería hacerlo.
Por mucho que se repitiera que Brittany sólo hacía su trabajo, era difícil pasar por alto la sensación de que se estaba excediendo en sus obligaciones para conectar con ella. Santana sacó la cartera del maletín y sacó la tarjeta que le había dado hacía casi un mes. Brittany S. Pierce, supervisora adjunta. Y se fijó en que llevaba una dirección de correo electrónico.


Brittany acabó de redactar el último informe para gerencia de la semana. Como era domingo por la noche, Rory estaba en la recepción principal, echando una mano con la barahúnda de huéspedes. Brittany sabía que debería ir a relevarlo, para que también él pudiera acabar su papeleo, pero no pudo resistirse a aprovechar aquel raro momento de tiempo libre para echar un vistazo a las ofertas de trabajo de la empresa. Hacía tiempo que tenía asumido que ascender en Orlando era poco probable. Y, a eso, cabía añadirle el hecho de que su vida —no sólo en el trabajo, sino en general— estaba cada vez más estancada. Por mucho que odiara la idea de dejar aquel hotel, puede que fuera hora de plantearse un cambio. Entró en la red de hoteles Weller Regent, preguntándose si quizá habría alguna vacante en el área de Washington DC.
De repente, se enderezó en la silla y decidió que las ofertas de trabajo tendrían que esperar: había recibido un correo de SLópez.

Hola, Brittany:
Solo quería decirte que he estado siguiendo las noticias sobre la misión del transbordador con mucha atención y tengo muchas ganas de ver su regreso triunfal el viernes. De nuevo, muchísimas gracias por invitarme a disfrutar de aquella vista tan espectacular desde la azotea la semana pasada. Sinceramente, no sabes lo mucho que significó para mí y la de veces que he recordado esa imagen tan magnífica desde entonces.
Estoy impaciente por volver al Weller Regent el domingo que viene y espero que tengamos la oportunidad de saludarnos.
Gracias otra vez.
Santana


Brittany se reenvió el mensaje al servidor que empleaba para su correo personal. Si aquella enigmática mujer y ella iban a ser amigas, quería hacerlo a salvo de las miradas curiosas de los administradores de la red.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Marta_Snix Dom Sep 29, 2013 1:23 pm

Hola, por fin otro capitulo de esta genial historia. Ya estaba deseando ver que pasaba.
Me ha gustado el capitulo, hemos podido conocer un poco más de la familia de las chicas, me alegra que San se haya decidido a mandarle ese correo a Britt. Y espero que el trabajo de Britt nuevo se encuentre en Baltimore :P
Besos!! Espero impaciente el nuevo capitulo
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Silfide Dom Sep 29, 2013 4:31 pm

Holaa!
Entiendo que no te sea posible actualizar tan a menudo, pero es normal. El trabajo es lo que tiene! Aún así me alegra mucho de que puedas dos veces por semana ^^
El capítulo me gusto, al igual que todos de esta gran historia *-*
Me alegra poder haber podido conocer un poco de cada una de sus familias, al igual que Santana le escribiese el correo a Britt.
Estaré esperando el siguiente capítulo como siempre.
Besos :D
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Mensaje por micky morales Dom Sep 29, 2013 5:38 pm

Bueno, en verdad me ha encantado la historia, me gusta muchisimo como han interactuado las chicas. Podria decir que obviamente me encantan las Brittana, Quinn, Rachel, la entrenadora Beiste, Mercedes, Mike y Puck. En cuanto a series, logicamente Glee, Pretty little liars, S.H.I.E.L.D.S, Grey"s Anatomy. etc... y en cuanto a libros, todos los de 50 sombras de Grey, la saga Twilight, y otras que no me acuerdo en este momento, pero son muchos! gracias por tu historia y hasta pronto!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Maitehd Jue Oct 03, 2013 9:57 pm

Marta_Snix escribió:
Hola, por fin otro capitulo de esta genial historia. Ya estaba deseando ver que pasaba.
Me ha gustado el capitulo, hemos podido conocer un poco más de la familia de las chicas, me alegra que San se haya decidido a mandarle ese correo a Britt. Y espero que el trabajo de Britt nuevo se encuentre en Baltimore :P
Besos!! Espero impaciente el nuevo capitulo
Hola! Me estoy tardando bastante en subirla :/
Para el nuevo trabajo de Britt habrá que esperar mucho, primero en el medio van a suceder varias cosas :3
Gracias por comentar. Besos! :D

Silfide escribió:Holaa!
Entiendo que no te sea posible actualizar tan a menudo, pero es normal. El trabajo es lo que tiene! Aún así me alegra mucho de que puedas dos veces por semana ^^
El capítulo me gusto, al igual que todos de esta gran historia *-*
Me alegra poder haber podido conocer un poco de cada una de sus familias,  al igual que Santana le escribiese el correo a Britt.
Estaré esperando el siguiente capítulo como siempre.
Besos :D
Hola! Me retrasé un día, pero lo explicaré cuando suba el capítulo.
Sí, y poco a poco se conocerá mucho más de ambas.
Gracias por comentar. Besos! :3

micky morales escribió:Bueno, en verdad me ha encantado la historia, me gusta muchisimo como han interactuado las chicas. Podria decir que obviamente me encantan las Brittana, Quinn, Rachel, la entrenadora Beiste, Mercedes, Mike y Puck. En cuanto a series, logicamente Glee, Pretty little liars, S.H.I.E.L.D.S, Grey"s Anatomy. etc... y en cuanto a libros, todos los de 50 sombras de Grey, la saga Twilight, y otras que no me acuerdo en este momento, pero son muchos! gracias por tu historia y hasta pronto!
Hola! Me alegra que te guste la historia. Es que hay muchas series que están muy muy buenas :3
En unos minutos subo el siguiente capítulo. Gracias por comentar.
Besos! :3
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Finalizado FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Cinco-

Mensaje por Maitehd Jue Oct 03, 2013 10:32 pm

Hola! Sé que dije que subiría martes o miércoles, pero hoy colocaron wifi, por lo que ya no tengo que robarlo a ningún vecino, y puedo actualizar sin problema.
Estoy feliz, porque creo que conseguí un poster de la nueva película de Dianna Agron, no tengo idea si ella sale o no en el afiche, pero aún así lo tengo, las ventajas de trabajar en un cine xD Necesitaba compartir esa alegría :3
Espero que les guste este capítulo, es uno de los que más me gustan. Estaré eperando sus comentarios para ver qué les pareció el capítulo.
Besos! :D



CAPÍTULO 05

Brittany tenía la esperanza de estar en la recepción principal cuando Santana hiciera acto de presencia en el Weller Regent el domingo por la noche, pero no pudo ser así. En lugar de eso, estaba en la planta catorce, en medio de una disputa doméstica que cada vez iba a peor.
Señora Frandle, necesito que me diga si quiere poner una denuncia. Si decide hacerlo, llamaré al Departamento de Policía de Orlando y estarán aquí en cinco minutos. Si decide que prefiere no hacerlo, nuestro personal de seguridad acompañará a su marido fuera de las instalaciones por esta noche y con un poco de suerte se calmará. —Brittany estaba en el baño, a puerta cerrada, junto a una temblorosa Karen Frandle que se aplicaba hielo en el labio partido. —La decisión es suya.
No lo sé — suspiró la mujer, desecha en llanto— ¿Qué cree que debería hacer?
No estoy cualificada para aconsejarla en esto. Pero haré lo que usted me diga.
Brittany lo habría mandado a la cárcel de una patada en el culo.
Tengo miedo de que, si lo echan esta noche, pierda la cabeza y lo pague conmigo cuando vuelva —gimió lastimeramente. —¿Y si se lo llevan sólo un rato y después lo dejan volver?
Me temo que no podemos hacer eso, Sra. Frandle. A juzgar por lo que he visto y oído esta noche, su marido está teniendo un comportamiento violento, y en estos casos nuestra política es sacar a la persona de las instalaciones y no volver a permitirle la entrada.
Tras nueve años, los incidentes de violencia doméstica ya no eran ninguna sorpresa para Brittany, incluso entre parejas con aire sofisticado.
Entonces creo que nos iremos los dos —concluyó la mujer indignada.
Al punto, salió del baño y anunció que se marchaban.
No pienso pagar por esta noche —ladró Howard Frandle, mientras empezaba a meter sus cosas en la maleta de cualquier manera.
Brittany tenía autoridad para anular el pago de la noche y era preferible hacer eso a que permanecieran en el hotel.
Me encargaré de que le sea devuelto.
Vámonos de aquí, Karen —ordenó. —No pienso volver a pisar esta cadena de hoteles.
Brittany esperaba que fuera cierto. El Weller Regent no necesitaba huéspedes como ése. Esperó a que acabaran de recoger sus cosas y después los acompañó fuera con los dos guardias de seguridad.
Dadles un pase de parking y aseguraos de que los veis salir de las instalaciones —ordenó en voz baja a los guardias antes de dejarlos en el ascensor que los llevaría al garaje.
Una mirada rápida al reloj le confirmó que probablemente se había perdido la llegada de Santana López y, por culpa de haberse pasado la última hora y media liada con la disputa doméstica, iba a estar confinada en el despacho trabajando el resto de la noche.


Santana dormía plácidamente cuando la alarma la despertó con brusquedad a las seis y cuarto.
Hora de ir al gimnasio —refunfuñó para sí, a sabiendas de que los treinta minutos diarios que pasaba en la bicicleta estática eran lo único que le permitía moverse.
La noche anterior se había llevado una decepción por no haber visto ni sabido nada de Brittany, sobre todo después de que hubieran estado mandándose correos electrónicos la semana anterior. No obstante, Santana tenía que recordarse que, mientras que ella estaba en el Weller Regent sin nada que hacer, Brittany no. Como supervisora, debía de tener cosas importantes que hacer, y era una tontería esperar que pudiera dedicarle mucho tiempo.
De camino al baño, vio un sobre en el suelo. Debían de habérselo dejado por debajo de la puerta después de que se fuera a dormir, sobre las doce menos cuarto de la noche. Era un sobre con membrete del hotel y con el nombre del remitente escrito nítidamente. La caligrafía era ligeramente inclinada hacia la derecha. Alguien era diestro, se dijo con una sonrisa. Le gustaba aprender cosas sobre Brittany Pierce.

Santana,
Bienvenida de nuevo a Orlando. Siento no haber podido saludarte ayer por la noche. Tuvimos un par de imprevistos y acabé encerrada en el despacho hasta las dos de la mañana solucionando papeleo.
Si no te veo esta noche en el comedor, intentaré llamarte antes de que se haga muy tarde.
Brittany.
P.D.: Vaya aterrizaje el del viernes, ¿verdad?


Santana sonrió y dobló la nota, encantada de que Brittany hubiera intentado ponerse en contacto con ella. Cada vez estaba más claro que el trabajo de Brittany no les iba a dejar mucho tiempo de verse en el hotel. Iba a ser complicado llegar a conocerse, pero Santana no estaba dispuesta a tirar la toalla.


Vale, estoy lista. —Brittany estrujó los brazos de la silla y cerró los ojos con fuerza. Tras unos cuantos tijeretazos, ya fue demasiado tarde para volverse atrás. —¿Ya está?
Ya está esta parte. ¿Quieres mirar? —dijo Harmony mostrándole la larga coleta rubia.
¡No! Acaba. —Brittany no llevaba el pelo corto desde el verano que había pasado en Europa.
Harmony le dio la vuelta para que estuviera de cara al espejo.
Muy bien, esto es lo que quiero hacerte...


Por costumbre, Santana echó un vistazo al mostrador de recepción al pasar por el vestíbulo del hotel. La jornada había sido especialmente larga. Ya de mañana había tenido una reunión a la hora del desayuno con Jake, Emma y Ken Markoff, el presidente de Eldon-Markoff. Emma mantenía a su jefe informado de los avances del equipo puntualmente, pero, hasta ese día, éste no había conocido en persona a Jake y Santana.
Estaba agotada; sólo quería subir, coger algo de comer y meterse en la bañera de hidromasaje lo antes posible. Brittany no trabajaba los martes, así que esa noche no estaría en el comedor Concierge. No había razón para quedarse allí. En cambio, la noche anterior, su espera se había visto recompensada cuando Brittany se dejó caer un momento para saludarla y disculparse por no poder dedicarle más tiempo.
Santana giró la esquina que daba a los ascensores, pero se paró en seco cuando el reflejo de un espejo que había en la pared de enfrente le llamó la atención. Se volvió hacia el salón de belleza que había en la pequeña hilera de tiendas del hotel y enarcó sus cejas oscuras en gesto de sorpresa al ver a Brittany (con el pelo corto) envuelta en una capa de plástico negro.
Creo que necesito una manicura —dijo Santana en alto, aunque a nadie en particular.
Se había hecho una el sábado, pero por fin tenía una oportunidad de charlar con Brittany sin que ésta pudiera moverse.
Buenas tardes, quería hacerme una manicura.
Muy bien —contestó la estilista. —Siéntese, por favor. Iré a llamar a Grace.
Cuando la estilista desapareció en la trastienda, Santana se plantó justo detrás de su nueva amiga, cuyos ojos azules estaban abiertos como platos.
¿Cambiando de look? —El largo cabello de Brittany era precioso, pero el corte le estaba quedando de miedo.
Sólo un poquito. —Brittany casi se encogió en la silla.
Seguro que te queda genial —afirmó, en un intento de tranquilizarla. —¿Lo habías llevado corto alguna vez?
Desde el instituto, no.
Estarás guapísima —repitió Santana, esta vez con voz más grave. Habría jurado que Brittany se estremecía.
Tomó asiento frente a la silla de la estilista y se preparó para su manicura.
Enseguida apareció una mujer europea muy parlanchina que repasó con presteza las uñas impecables de Santana. La estilista y ella no dejaban de bromear, sobre todo en neerlandés, al parecer sobre el nuevo estilo de peinado de Brittany. De vez en cuando, Brittany se reía. Entendía la conversación, pero no participaba en ella.
Están hablando de mi jefe, Rory Flanagan —aclaró Brittany. —Está enamorado de una chica que trabaja en el Brooklyn Deli de esta calle.
Lo conozco. A veces como ahí.
Rory va cada día en su hora de comer para verla, pero siempre pasa por aquí antes para que estas dos señoritas lo aconsejen sobre qué hacer y qué decir.
¿Y lo aconsejan bien, o quieren que se hunda con todo el equipo?
La mayoría de veces lo aconsejan bien. Pero es un hombre muy tímido, así que se dedican a decirle que haga o diga cosas que él no sería capaz de decir o hacer ni en sueños.
Harmony casi había terminado su obra de arte: el nuevo peinado de Brittany. Farfulló algo rápido en neerlandés y, esta vez, las tres mujeres rieron a la vez.
Ahora me está aconsejando a mí sobre mi vida sentimental —tradujo Brittany.
Esto se pone interesante.
En inglés, Harmony. Y sé amable con nuestra huésped —dijo señalando a Santana. —Que después tengo que vérmelas con ellos cada día.
Vale, sólo decía que a los hombres les gusta creer que ellos llevan los pantalones, así que, aunque no sea verdad, hay que hacer que sigan creyéndoselo. ¿No le parece, señorita?
Sorprendida, Santana soltó una carcajada.
No tengo la menor ida de lo que les gusta a los hombres, pero, si de verdad son así, ¿para qué queremos uno?
¡Eso mismo pienso yo! —aplaudió Brittany.
Se volvió hacia Santana para intercambiar una reveladora mirada. En ese preciso instante, conectaron. Emocionada ante la nueva información, Santana le devolvió la sonrisa y le confirmó con los ojos el significado del mensaje en código que se habían pasado la una a la otra.
Brittany cogió el espejo de mano que le ofrecían para ver el peinado por atrás. Lo llevaba corto, justo por encima del cuello de la camisa. Harmony se lo había ahuecado por arriba y lo había fijado con laca. Sin embargo, Brittany se pasó la mano rápidamente para soltarlo.
¡Estás estropeando mi peinado! —se escandalizó Harmony.
Es mi peinado y parece que lleve un casco. Me gusta que caiga más natural.
Vamos a preguntarle a nuestra huésped. —La estilista se volvió hacia Santana y le preguntó: —¿Cuál le gusta más, el elegante peinado que yo le he hecho o la fregona en que lo ha convertido?
Lo primero que pensó Santana es que tenía que ser muy difícil acariciarle el pelo con toda aquella laca.
Creo que prefiero el look natural —respondió dedicándole una sonrisa radiante a Brittany. —Es más, creo que le queda fantástico.
Muchas gracias. —Brittany se volvió para mirar a Harmony y le sonrió burlona mientras se sacudía el pelo a conciencia.
Eso me ha dolido —dijo Harmony con un puchero.
Con una propina te sentirás mejor —repuso Brittany sacando la cartera.
Santana también le dejó propina a su manicura y las dos mujeres salieron juntas del salón de belleza.
Así que hoy no trabajas —observó Santana. Eso quería decir que las dos estaban libres en ese momento.
No, ni los martes ni los sábados —contestó Brittany.
¿Tienes algo que hacer ahora... trabajo o... algo?
No.
¿Sería posible convencerte de que cenáramos juntas? —Señaló el restaurante de cuatro estrellas del Weller Regent.
Estaba a punto de preguntarte lo mismo. Pero aquí no. ¿Te apetece dar una vuelta en coche?
Claro que sí. Estaría bien ver algo de Orlando que no sea la oficina, el hotel o el aeropuerto.
Entonces vamos.
Santana miró los téjanos de Brittany.
Tendría que cambiarme. ¿Me das un minuto?
Hacemos una cosa. Quedamos en el parking, en el nivel 2. Ve por la puerta que hay al final de este pasillo —explicó señalando por encima de su hombro. —Sube un tramo de escaleras y gira a la izquierda. Te espero allí.
Vale, en diez minutos.
Genial.
Santana sentía los ojos de Brittany clavados en la espalda mientras se dirigía al ascensor.
«No deberías estar haciendo esto», la advirtió una pequeña voz en su interior.
Pulsó el botón de la planta veintitrés y se apoyó en el riel de latón mientras se cerraba la puerta. Si por ella fuera, la vocecita podía irse a freír espárragos. No era más que una cena e iba a ir, fuera lo correcto o no. En su vida no había muchas cosas que no fueran obligaciones o responsabilidades. Brittany Pierce era un pequeño lujo.
«Así es como debería sentirme», se dijo, dejándose de remilgos. A lo largo de los años, Santana había conocido a decenas de mujeres en fiestas, discotecas, a través de amigos mutuos. Había seguido viéndose con algunas que parecían fuertes e independientes, incluso había salido con ellas unas cuantas veces a ver si surgía alguna chispa. Cuando no sucedía —y nunca había llegado a darse el caso, —dejaba que se enfriaran las cosas y volvía a su estado de hibernación. En raras ocasiones, lo que surgía era una chispa de atracción sexual, pero, en cuanto se agotaba, se daba cuenta de que aquel no era el tipo de persona que quería en su vida.
Con Brittany era distinto. Era justo el tipo de persona que Santana siempre había querido tener como pareja. Y, aunque casi no se conocían, ya había surgido la chispa. ¿De qué otro modo explicaba Santana que no dejara de pensar en ella? ¿Por qué contenía la respiración cuando recibía un correo suyo? ¿Por qué iba a salir a cenar con ella pese a que la vocecita en su cabeza le decía que no lo hiciera?
Santana se puso los pantalones finos color canela y el suéter rojo que había llevado en el avión el domingo anterior y cogió también una chaqueta, por si acaso refrescaba. Brittany llevaba puestos unos téjanos negros y un jersey blanco de manga larga y cuello de pico, así que ella no quería arreglarse demasiado.
Apareció por el hueco de la escalera en el segundo piso del parking justo a tiempo. El rugido de un motor le llamó la atención y se quedó mirando el deportivo descapotable que se detenía ante ella.
¿Qué? ¿No tenían otro más pequeño?
Venga ya, es más grande de lo que parece —replicó Brittany con una sonrisa satisfecha.
Santana no se hizo de rogar y se encogió como pudo para caber en el bajísimo asiento del acompañante. Una vez dentro, fue estirando las piernas poco a poco y se sorprendió de tener tanto espacio. Se inclinó sobre el cuadro de mandos y echó un vistazo debajo del volante.
¿Va con pedales?
Sí, así me mantengo en forma —respondió Brittany al punto.
Nunca te hubiera imaginado llevando un coche deportivo.
Seguramente es lo único de mi vida que no hago porque sea práctico —explicó. —Pero es que me encanta cómo se agarra a la carretera.
Seguramente porque la tienes mucho más cerca —rió Santana. —¿Tendré que clavar los talones en el suelo para frenar?
Sí, ya te avisaré —Brittany siguió la broma. —¿Te gustan las costillas?
¿Estás de broma? ¡Me encantan las costillas!
Genial. Conozco el lugar perfecto. —Brittany salió a la carretera con agilidad y se dirigió a la autopista —¿Tienes frío? Este cochecito viene con su calefaccioncita —le gritó.
¿Conduces con la capota bajada y la calefacción puesta? —Santana se apartó inútilmente el pelo de la cara.
A veces —se defendió Brittany. La miró de reojo y se dio cuenta de que el viento le estaba ganando la partida. —Ten, ponte la gorra. Yo ya no la necesito.
Sonrió ampliamente mientras se pasaba los dedos por el recién estrenado pelo corto.
Santana la cogió muy agradecida, se fijó en la insignia del USS Columbia y después se la colocó en la cabeza. Ahora que ya no tenía el pelo volando por todas partes, ir en coche al aire libre resultaba bastante agradable. Brittany se había puesto una chaqueta, pero, en comparación con el invierno de Baltimore, Santana no lo encontraba nada frío.
Quince minutos más tarde, Brittany aparcó delante del Buck's, un restaurante familiar decorado como bar deportivo. Santana se retorció para salir del coche.
Espera... estoy teniendo un dejà-vu. ¡Es de cuando nací!
Muy graciosa. —Brittany soltó una risita. —Supongo que tú llevarás uno de esos mamotretos que van por las carreteras.
Un Volvo Sedan. Aplastaría a esta cosa como si fuera una cucaracha.
Te informo de que no soy fácil de intimidar. —Brittany levantó una ceja en su dirección.
De eso ya me había dado cuenta.
Al cabo de unos minutos, las dos mujeres estaban sentadas la una enfrente de la otra en una de las mesas con bancos. El alto respaldo de los bancos de madera les otorgaba cierta intimidad en el, por otro lado, bullicioso establecimiento.
Te recomiendo las costillas de cerdo —le dijo Brittany. —Con salsa picante si eres lo bastante hombre.
Entonces pediré costillas de cerdo con extra de salsa picante.
Ohhhh... Una chica dura.
Créeme, soy una chica dura —contestó Santana. Fue su turno de levantar la ceja. —Y ya que a usted no se la intimida fácilmente, señorita Pierce, espero que nunca tengamos que llegar a las manos.
Aunque «llegar a las manos» con Brittany tenía que ser muy divertido...
Créeme, con todo lo que veo en el trabajo, lo último que quiero hacer en mi tiempo libre es llegar a las manos. —Brittany le explicó su experiencia del domingo por la noche con los Frandle y después le refirió varias anécdotas de cómo había tenido que disolver fiestas en las que todos iban borrachos y hasta una pelea o dos.
¿Sabes? Me di cuenta de que tenías madera para eso en cuanto te vi, la primera noche que nos conocimos, cuando supiste cómo tratar a aquel hombre que iba delante de mí en la cola. Das una imagen de autoridad. Es algo que admiro mucho de una persona.
Vaya, gracias. Tengo que ser así. Y estoy segura de que tú eres muy buena en tu trabajo.
Soy buena en mi trabajo. Pero no creo que eso vaya a bastar para conservarlo.
Fue el turno de Santana de hablar de asuntos laborales, sobre cómo la agencia para la que trabajaba había sido adquirida por Eldon-Markoff y cómo en esos momentos ella los ayudaba a centralizar las operaciones de marketing, cosa que la dejaría sin empleo.
Eso sí, la vicepresidenta de Ventas y Marketing es fantástica. De hecho, se parece mucho a ti en cierta manera. Es decir, es como si las dos...
¿Fuéramos armadas y peligrosas?
Exacto.
Llegó la cena y las dos le hincaron el diente, desafiándose mutuamente a añadir más tabasco a la ya cargadísima salsa barbacoa. Santana se percató de que la conversación fluía con facilidad, como si fueran viejas amigas. Era divertido conocer la faceta juguetona de Brittany. Ésta le volvió a hablar de su familia y de lo orgullosos que estaban todos por el éxito de la última misión del transbordador. Santana le habló de lo inepta que era su madre con todo lo de la casa.
Tengo que felicitarte por tu respuesta a la filosofía sobre los hombres de Harmony —le dijo Brittany. —¿Cómo sabías que lo pillaría?
No estaba segura de que lo hubieras pillado, hasta que te volviste y me miraste con aquella gran sonrisa... más o menos como la que tienes ahora.
Tenía que verte la cara para asegurarme. Tenía la impresión de que estábamos en la misma onda, pero nunca se pueden dar las cosas por sentado.
¿Y qué te hizo pensar que estábamos en la misma onda?
Ah, no sé. La noche que nos conocimos, por un momento tuve la sensación de que mientras repasaba tus datos tú me repasabas a mí —bromeó Brittany.
«Tuviste la sensación», claro. Eso es porque estabas flirteando conmigo.
¡Ah, no! Tú eras la que flirteaba: «¿Tengo que preguntar por usted?»
Sí, claro, señorita «Aquí tiene mi tarjeta con mi extensión directa. Por si necesita cualquier cosa».
Brittany se ruborizó y se llevó las manos a las mejillas.
¡Mira quién habla! ¿La que dijo «Prometo portarme bien»?
Santana frunció los labios con indignación durante un instante y finalmente agachó la cabeza fingiéndose avergonzada.
Estaba flirteando —admitió en voz queda.
Lo sabía.
Pero tú también.
Yo también —confesó Brittany al fin. Las dos rieron.
Mientras hablaban, la camarera les dejó la cuenta con discreción.
Gracias por dejarme invitarte a cenar —dijo Santana cubriendo la cuenta con la mano rápidamente. Tras una breve discusión, Brittany consintió y le dio las gracias, prometiendo que la próxima vez pagaría ella.
Santana dejó unos cuantos billetes en el plato y se levantó con una mueca de dolor.
¿Estás bien?
Sí, es sólo que la pierna se me agarrota si estoy mucho rato sentada.
¿Puedo hacer algo? Quiero decir, además de hacerte caminar hasta el coche y plegarte para meterte en ese asiento tan pequeño.
No, creo que con eso basta —repuso Santana, tratando de disimular la rigidez de la pierna y de la cadera.
Lo siento. Si hace tres años hubiera sabido que saldríamos a cenar, habría comprado un coche más grande.
Brittany le ofreció el brazo y las dos mujeres salieron al aparcamiento.
Y si yo pudiera retroceder tres años, pararía en aquel cruce aunque tuviera preferencia.
¿Así que fue un accidente de tráfico?
Sí. Un chaval robó una camioneta y estaba huyendo de la policía. Me dio de lado.
Qué horror. ¿Hubo algún herido más?
Santana asintió, con una oleada de tristeza, como le sucedía siempre que hablaba de aquella noche.
El chico murió. Sólo tenía quince años. Iba solo en el coche.
Siento oír eso. ¿Y pasó hace tres años?
Sí. Me han hecho varias operaciones en la pierna. Me falta una, pero no me decido a programarla.
¿Dejaría de dolerte?
En teoría sí. Pero tendría que estar un mes de baja y después hacer rehabilitación dos veces a la semana. Ahora mismo no tengo tiempo para eso.
Bajó la mirada y se fijó en que seguía asida al brazo de Brittany. Le dio un apretón cariñoso con la mano y después la soltó para subir al diminuto coche.
Bueno, definitivamente te llevas el Premio a la Chica Más Dura, amiga mía.
Como en la ida, Santana se puso la gorra del USS Columbia, remetiéndose el pelo lo justo para que no le viniera a la cara.
Me encanta que tengas esta gorra —dijo con melancolía al recordar el funesto día en que la tripulación del transbordador murió.
Lo que me recuerda que el próximo lanzamiento está programado en sábado. Si pudieras arreglártelo para venir el viernes, podría conseguir pases para el mirador de prensa que hay en el Cabo —propuso Brittany.
La idea de pasar el fin de semana con Brittany devolvió a Santana a la realidad de golpe. No podía permitirse que el coqueteo se le fuera de las manos.
No estoy segura. Si me dices la fecha, lo comprobaré en mi agenda.
De acuerdo... Ya me dirás algo.
La incomodidad de Brittany le hizo lamentar su frialdad al instante.
Intentaré arreglarlo, sería fantástico.
Condujeron en silencio hasta el hotel. Brittany detuvo el automóvil en la rotonda ante la entrada principal. Estiró el brazo y le dio un apretón a Santana en la mano.
Muchas gracias por esta noche. Lo he pasado muy bien.
Yo también.


Santana abrió la cama y se deslizó entre las sábanas, tratando de poner en orden sus sentimientos.
El baño de hidromasaje le había calmado el dolor punzante en la pierna, pero estaba de todo menos relajada. Lo que había empezado como una noche de aventura la había dejado hecha un manojo de nervios. No podía dejar que su amistad con Brittany fuera más lejos, pero eso no hacía que lo deseara menos. Se había pasado la noche mirándola, muriéndose de ganas de besar sus labios y estrechar su cuerpo contra el suyo. Pero sólo podía hacerlo en sus fantasías, como aquella de la que se disponía a gozar en ese mismo momento.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por monica.santander Vie Oct 04, 2013 1:40 am

Hola que tal que buena historia!!
Aqui tienes una nueva lectora!!
Saludos y espero que actualices pronto!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por micky morales Vie Oct 04, 2013 6:24 pm

y se puede saber pq santana no puede permitirse tener algo con Brittany?
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Marta_Snix Vie Oct 04, 2013 7:45 pm

Que bien que por fin pudieron ir a una cita, a San no hay quien la enrienda, va al salón de belleza a hacerse una manicura que no necesita para hablar con Britt, van a comer por ahí, coquetean y, a la hora de la verdad, empieza a retroceder...¡¡¿¿Quien la entiende??!!
No te preocupes, se entiende que por tu trabajo y la wifi no pudieras actualizar tan seguido, pero por lo menos nos dejas con un capitulo semanal, algo es algo
Besos!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Silfide Mar Oct 08, 2013 4:30 pm

Holaa!
No te preocupes, es normal por tu trabajo. Como fiel lectora siempre estaré aquí esperando a que actualices cuando puedas!
Me encantó el capítulo *-*
Por fin quedaron en una cita y pudieron hablar fuera del horario laboral, aunque no me gusta mucho eso de que Santana no quiera involucrase mucho, ¿por qué? :l con lo adorable que tienes que estar Brittany con el pelo corto jaj
Bueno estaré esperando el siguiente capítulo.
Besos :D
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Maitehd Miér Oct 09, 2013 8:38 pm

monica.santander escribió:Hola que tal que buena historia!!
Aqui tienes una nueva lectora!!
Saludos y espero que actualices pronto!!
Hola! Me alegra saber que te gusta la historia. Espero que te siga gustando y continúes comentando.
Gracias por comentar, y en unos minutos subo el capítulo.
Besos! :D

micky morales escribió:y se puede saber pq santana no puede permitirse tener algo con Brittany?
Hola! Eso se verá un poco más adelante, creo que por el capítulo 8 o 9 si no mal recuerdo.
Gracias por comentar. Besos! :3

Marta_Snix escribió:
Que bien que por fin pudieron ir a una cita, a San no hay quien la enrienda, va al salón de belleza a hacerse una manicura que no necesita para hablar con Britt, van a comer por ahí, coquetean y, a la hora de la verdad, empieza a retroceder...¡¡¿¿Quien la entiende??!!
No te preocupes, se entiende que por tu trabajo y la wifi no pudieras actualizar tan seguido, pero por lo menos nos dejas con un capitulo semanal, algo es algo
Besos!!
Hola! Retrocede por algo en particular, que más adelante se sabrá bien. Pero aún hay que esperar un poquito más xD
Si, creo que por ahora seguirá siendo un capítulo semanal.
Gracias por comentar. Besos! :D

Silfide escribió:Holaa!
No te preocupes, es normal por tu trabajo. Como fiel lectora siempre estaré aquí esperando a que actualices cuando puedas!
Me encantó el capítulo *-*
Por fin quedaron en una cita y pudieron hablar fuera del horario laboral, aunque no me gusta mucho eso de que Santana no quiera involucrase mucho, ¿por qué? :l con lo adorable que tienes que estar Brittany con el pelo corto jaj
Bueno estaré esperando el siguiente capítulo.
Besos :D
Hola! Se que eres fiel lectora y te lo agradezco mucho. Me alegra que te haya gustado el capítulo. A mí me cuesta un poco imaginarme a Britt con el pelo corto xD
El caso de que Santana no pueda involucrarse con ella, se verá en los próximos capítulos, si mal no recuerdo es por el 8 o 9.
Gracias por comentar, espero que te guste el próximo capítulo.
Besos! :D
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Finalizado FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Seis-

Mensaje por Maitehd Miér Oct 09, 2013 9:10 pm

Hola! Cómo andan? Espero que todo bien.
Se que dije que subiría dos capítulos a la semana, pero será una vez por semana, y seguramente sea el marte o el miércoles.
Sinceramente creí que este fic tendría más seguidores, y así poder continuar escribiendo mi propio fic, pero como una vez dije, continuaré subiéndolo hasta que no tenga ningún comentario. Aún así espero que quienes leen y aún no han comentado y les gusta la historia dejen un comentario para saber que piensan de ella.
Bueno, acá les dejo el capitulo y espero les guste.
En cuanto a que Santana no pueda permitirse estar con Brittany se sabrá por el capítulo 8 o 9, no recuerdo bien.
Besos! :D

CAPÍTULO 06

¿Qué es esta cosa? —Rory no podía disimular el asco.
Se llama edamame, y la idea es que no te lo comas entero, sino que te lo pongas entre los dientes y saques las semillas de soja.
Brittany había insistido en cenar algo diferente aquella noche, pese a las súplicas de Rory por volver al restaurante indio.
Si hubiera querido semillas, habría pedido un bol de chile y me lo habría comido a cucharadas.
Rory, necesitaba comer algo diferente, para variar. Puedes ir a verla mañana por la noche. A lo mejor te habrá echado de menos.
¿Te he contado que el viernes pasado salimos?
Sólo unas doce veces, pero, si te hace sentir mejor, puedes contármelo otra vez.
¿Y si en lugar de eso me hablas de tu novia? —Señaló el monitor, en donde aparecía Santana López saliendo de un taxi y cogiendo sus cosas una vez más.
Brittany había estado pendiente del reloj, ya que esperaba la llegada de Santana entre las nueve y las nueve y media.
No es mi novia.
Sin embargo, desde hacía dos semanas, Brittany estaba segura de que era la comidilla del hotel por haber salido a cenar con una huésped y después llevarla de vuelta al hotel.
Tendrías que bajar al mostrador y registrarla —le recomendó Rory.
No, mejor que no. Todo el mundo sabe que la última vez que estuvo aquí salimos juntas, y no me apetece aguantar sus miraditas. Además, Tina y Sebastian lo tienen todo bajo control.
La imagen del monitor había cambiado y en ese momento mostraba la recepción principal. Brittany podía ver a Santana haciendo cola, mirando en derredor. Habían estado enviándose varios correos electrónicos durante las últimas dos semanas y habían quedado en ir al cine y a comer una pizza el martes por la noche.
Nadie va a pensar nada —razonó Rory. —A estas alturas, todo el mundo sabe que es una cliente habitual, así que simplemente creerán que sois amigas.
Y eso es exactamente lo que somos, Rory. Simplemente prefiero que la gente no saque más de donde no hay.
A nadie va a importarle que seas lesbiana, Brittany. Todo el mundo sabe que Sebastian es gay y nadie lo mira de manera diferente. Además, sabes que no pueden despedirte, porque el WR tiene una cláusula de no discriminación.
Todo eso está muy bien, pero ¿sabes la verdad? Si salgo del armario con toda esa gente, la próxima vez que tenga que echar una bronca a alguien será porque soy una tortillera de mierda. Minaría mi autoridad. Prefiero que no se enteren, no es asunto suyo. Además, tampoco es que tenga una súper-vida privada para mantener en secreto.
Los dos observaron a Tina mientras completaba el registro de Santana López. Esta se dirigió a los ascensores. Rory hizo que la cámara la siguiera y Brittany y él observaron en silencio cómo dejaba pasar a los huéspedes que bajaban del ascensor y después desaparecía tras las puertas.
Por lo menos deberías llamarla —la animó.
A Rory no le cabía en la cabeza que alguien que tenía tanto que ofrecer como Brittany reprimiera tanto sus sentimientos. En los tres años que llevaban compartiendo el turno de noche, había llegado a conocerla muy bien. En todo aquel tiempo, sólo había mencionado una novia de pasada. Rory sabía que parte del problema era aquel terrible horario que tenían. Por suerte para él, Kitty también trabajaba de noche y sólo a media jornada.
A lo mejor luego.
Rory era lo suficientemente listo para saber que Brittany no la llamaría mientras él estuviera allí. Tendría que buscar una excusa para hacer mutis por el foro en una media hora más o menos.


Santana abrió el maletín y desperdigó su contenido en una esquina de la mesa de juntas. Eran las nueve menos cuarto. Normalmente, empezaban temprano, a las ocho y media, pero no había ni rastro de los demás. La invadió una oleada de pánico ante la idea de que se hubiera confundido de semana o que se hubiera cancelado su viaje y ella no se hubiera enterado.
Buenos días. Perdón por el retraso. —Emma apareció en la sala, tan exuberante como siempre, y Santana suspiró con alivio. —Hoy trabajaremos en mi despacho, si te parece.
Emma ayudó a Santana a recoger sus papeles.
¿Jake ya ha llegado? —quiso saber Santana.
No. Ken y yo hemos decidido que lo mejor es que sigamos tú y yo solas. A lo mejor tienes que hacer un viaje más, pero seguramente podremos avanzar más deprisa con menos discusiones.
Santana sabía que lo que quería decir era que habría menos objeciones por parte de Jake.
No me importa, lo que sea necesario para acabar el trabajo.
Sabía que dirías eso. Y te lo agradezco, de verdad. —La guió hacia su amplio despacho, en donde había café recién hecho y bollitos para desayunar. —No me ha dado tiempo de desayunar esta mañana, así que espero que no te importe. Sírvete.
No, gracias. He desayunado en el hotel.
¿Estás a gusto en el Weller Regent?
Es muy cómodo. Y tranquilo. Eso me gusta.
A mí también. Hay uno muy agradable en Washington, pero el de Nueva Orleans es mi favorito. Acaban de abrir uno nuevo en Dallas y otro en Denver.
Todavía no he tenido ocasión de visitarlos.
Hablando de Dallas, seguro que te estás preguntando por qué hemos decidido apartar a Jake del proyecto de marketing. —Emma la miró con un guiño de complicidad.
Lo imagino, pero prefiero no hacer suposiciones.
Eres muy diplomática, Santana. Seguramente tienes razón. Simplemente era cada vez más difícil avanzar con Jake poniéndole «peros» a cada paso del plan, sobre todo cuando se hizo patente que se oponía a todo lo que pudiera afectar a su puesto.
Santana asintió. Lo entendía: ése era Jake en dos líneas.
Lo cual me lleva a preguntarme por qué tú no has reaccionado igual. —Las palabras quedaron flotando en el aire durante un momento, pero antes de que Santana pudiera contestar, Emma prosiguió. —Desde el principio, he tenido claro que con la reestructuración iban a caer algunos puestos, y el tuyo es de los que corre más peligro. Sé que te has dado cuenta, pero no estás tratando de impedirlo. ¿Por qué? ¿Tantas ganas tienes de librarte de Eldon-Markoff?
No, en absoluto. Simplemente es que la centralización es lo mejor para la compañía y para los accionistas, y yo trabajo para ellos. Me doy cuenta de lo que se me viene encima, pero eso no cambia que, a nivel empresarial, eso sea la decisión correcta. Confío en que Eldon-Markoff serán justos conmigo si me quedo sin trabajo.
Pese a sus palabras esperanzadas, se le había hecho un nudo en el estómago al ver confirmado que su trabajo estaba en la cuerda floja.
Lo seremos, Santana. Te aseguro que no tienes que preocuparte por eso.
Gracias.


Brittany detuvo el coche delante de la entrada del Weller Regent y saludó educadamente a los aparcacoches. No tenía sentido quedar con Santana en el parking y salir a escondidas, dado que todo el mundo sabía que dos semanas antes había salido a cenar con ella. Además, no era necesario torturar a Santana con el tramo de escaleras que conducía al parking de empleados teniendo la pierna como la tenía.
Sonrió al ver a su acompañante esperando fuera. Enseguida, un hombre uniformado se adelantó para abrirle la puerta a Santana.
Buenas tardes, señorita Pierce. Espero que se diviertan.
Hola, Mike. Gracias. —Brittany puso la marcha atrás y se incorporó al tráfico lentamente. Esa noche tenía la capota echada, ya que había llovido durante el día. —Hola de nuevo, señorita López. ¿Está disfrutando de su estancia en el Weller Regent?
Por supuesto, señorita Pierce. Estoy especialmente satisfecha de las actividades que el personal del hotel propone para mi tiempo de ocio.
Brittany le dedicó una ancha sonrisa, tan excitada que la cabeza casi le daba vueltas. Le había parecido que la noche del martes nunca llegaría.
¿Qué película vamos a ver?
Brittany le habló de las diferentes opciones, y se decidieron por una película de aventuras que había tenido buenas críticas. Una vez dentro del cine, Brittany se relajó, ajena a lo nerviosa que Santana se había puesto de repente.
Santana había empezado la noche calmada y serena pero, en cuanto se sentaron, su fachada empezó a venirse abajo. A medida que sus ojos se ajustaban a la oscuridad, perdió toda capacidad de concentrarse en la película. Lo único en que podía pensar era en lo mucho que quería cogerle la mano a Brittany. Desde su último viaje a Orlando, se había convencido de que sólo saldría con Brittany si era como amigas. Pero allí, en el cine a oscuras, la necesidad de tocarla, aunque sólo fuera un momento, la abrumaba. Incapaz de resistirse, cogió la bebida del posavasos que compartían y la puso al otro lado. Entonces subió el brazo de las butacas entre ellas y con un movimiento poco sutil su mano halló la de Brittany. Enseguida se vio recompensada cuando los dedos de Brittany estrecharon los suyos. Poco a poco, el nudo que le atenazaba el estómago se aflojó y se dejó confortar por el contacto de Brittany. Lo único que tenía que hacer era no dejar que las cosas fueran demasiado lejos. Pero, si no pasaba de ahí, no había peligro.
Cuando salieron del cine dos horas después, Santana caminó del brazo de Brittany; estar tanto rato sentada le había agarrotado la pierna. Llegaron a la pizzería en pocos minutos.
¿Qué te va mejor para la pierna, una mesa con sillas o con bancos?
Con bancos —respondió Santana, señalando con la cabeza una que había libre cerca de la entrada. —Llevo tiempo queriendo decirte que una de las mejores cosas de venir a Orlando es poder meterme en esa fantástica bañera con hidromasaje al final del día.
Diría que te hace falta una en casa.
Santana negó con la cabeza.
Ya lo he mirado. No tengo sitio. Vivo en un adosado muy pequeño.
Bueno, siempre puede buscarse otra solución.
¿Mudarme?
De hecho, iba a sugerir que vinieras a quedarte con nosotros más a menudo. Es una opción.
Estoy segura de que tendría a medio hotel dándole a la lengua sin parar.
Una camarera las interrumpió para tomarles nota. Poco después, les llevaba dos jarras de cerveza helada a la mesa.
¿En tu trabajo saben que eres lesbiana? —preguntó Santana, y sorbió la espuma del borde de su jarra.
En realidad no. Es decir, Rory lo sabe, pero sólo se lo he dicho a él y a nuestra jefa. Claro que la mitad de los empleados deben de estar especulando sobre nosotras igualmente.
Entonces, a lo mejor debería alquilar un coche y la próxima vez que salgamos quedamos en otro sitio —propuso Santana.
No, yo no me perdonaría que hicieras eso. Lo que tengo que hacer es dejar de obsesionarme.
No, de verdad. Te entiendo.
¿Y qué, tú qué? ¿En tu trabajo lo saben?
Mmmm, sí y no. Me da igual que la gente lo sepa, por lo menos en Baltimore. No quiero tener que estar andándome con secretos todo el tiempo. Pero en Eldon-Markoff es otra historia.
¿No tienen un programa de prestaciones para parejas de hecho? Eso podría darte una idea de si son tolerantes o no.
Ya, pero creo que las empresas en general sólo lo ofrecen para poder ser competitivas. Lo único que hace falta para hundir tu carrera es que alguien escriba lo que no debe en tu carta de referencia. Y ya que se ve que no estaré en la empresa mucho tiempo, cuanto menos sepan de mi vida privada mejor.
¿Tienes antecedentes penales que deba conocer?
Santana rió.
Nada grave. Mi padre me pilló fumando maría una vez. La bronca me quitó diez años de vida.
Sé a qué te refieres. Estaba haciendo novillos en el instituto con mi novia cuando mis padres me llamaron para darme «la gran charla» —Brittany hizo el gesto de las comillas con los dedos. —Estaban preocupados porque pasaba mucho tiempo con Shauna y, como había dejado de salir con mis otros amigos, creían que nos habíamos metido en cosas de drogas. Ojalá tuviera una fotografía de la cara de mi padre cuando le conté lo que hacíamos en realidad.
¿Crees que habría preferido que fueran drogas?
Brittany soltó una carcajada.
A veces me lo he preguntado. Gracias a Dios se hicieron a la idea. Ellos tenían la esperanza de que fuera una fase, pero como no «se me pasó» tuvieron que acostumbrarse.
¿Y son amables con tus novias?
La verdad es que nunca he llevado a nadie a casa, salvo a Paula. Estuvimos saliendo unos meses hace dos años, pero no fue nada serio.
¿Cómo reaccionaron tus padres cuando te vieron con alguien?
Fueron amables con ella, pero se les veía incómodos. Ella no se dio cuenta, pero yo sí. Aunque la verdad es que no sé si reaccionaban así por Paula o por la idea de vernos juntas.
¿Habéis hablado de ello alguna vez?
Sí, con mi madre, un poco. Dice que quiere que sea feliz. Quiere que encuentre a una persona con quien compartir mi vida, en lugar de pasármela entera en el Weller Regent.
Sí, supongo que todos los padres son iguales. Quieren que seamos felices, pero les cuesta entender que no son ellos quienes deciden lo que nos hace felices o no.
Brittany chocó su jarra de cerveza con la de Santana.
Brindo por eso. ¿Cómo fue con tu familia?
Santana soltó una carcajada.
Bueno, ahora lo pienso y me parece divertido, pero te aseguro que en su momento no lo fue.
Les trajeron la pizza y las dos mujeres se abalanzaron sobre ella hambrientas.
Algo me dice que tu historia de cómo saliste del armario es más interesante que la mía.
Salir del armario me quitó otros veinte años de vida. Fue cuando iba a la universidad, en Maryland. Yo vivía en casa, pero conocí a una mujer que vivía cerca del campus y empecé a pasar varias noches en su casa. Mi madre no paraba de hablar de lo simpática que era Judith.
Santana interrumpió su historia para dar un trago.
¿Entonces empezaron a sospechar?
Santana cabeceó:
Ah, no, fue mucho más melodramático que eso. Verás, en la universidad, a los profesores les trae sin cuidado que tu segundo nombre sea el que tú utilices: te llaman siempre por el primero y el mío es Maribel, como mi madre. Judith no lo sabía y un verano, cuando ella estaba en casa, en Connecticut, me envió una tarjeta con una fotografía de dos mujeres desnudas, y para hacer la gracia, la dirigió a «Maribel S. López». Mi madre la abrió por error y casi le da un infarto. Por supuesto, se la enseñó a mi padre. Ese día durante la cena me la tiró a los morros, Emily la cogió y le dio un ataque de risa. Mi madre estaba con los brazos cruzados, echándome unas miradas que mataban, y mi padre estaba en plan «¿me pasas las patatas?».
Ah, eso es la monda. Sin duda, tu historia gana.
Como decía, ahora es más divertido de lo que lo fue entonces. Tuve a mi madre encima durante los tres años siguientes. A poco que mencionaba a alguna mujer, me preguntaba si era mi novia. Al final le dije que sí, y ella dejó el tema. Pero tengo que reconocerle el mérito: al final se ha hecho a la idea, igual que tus padres.
La camarera les trajo la cuenta y, esta vez, Brittany insistió en pagar ella.
Debería volver al hotel —dijo Santana. —Son casi las doce y tengo un desayuno de trabajo a las siete y media.
Brittany le ofreció el brazo y, lentamente, volvieron juntas al aparcamiento. Al llegar junto al coche se detuvieron y Brittany guió a Santana hacia la parte trasera del coche y la hizo sentarse sobre el maletero.
¿Sabes? Tener que dejarte delante de un hotel abarrotado tiene un inconveniente.
Santana empezó a temblar al darse cuenta de que Brittany iba a besarla. Brittany dio un paso hacia ella y le puso una mano en el hombro con suavidad.
¿Te parece bien? —le susurró bajando la cabeza poco a poco.
Santana alzó la mano y acarició la mejilla de Brittany, guiando sus labios a los suyos. Había decidido hacer oídos sordos a la vocecita que le negaba aquel placer. Al principio el beso fue tímido, pero al poco las dos mujeres jadeaban al entrelazar sus lenguas titubeantes con pasión. Justo cuando la mano de Santana empezaba a bajar por la cadera de Brittany, los faros de un coche que pasaba las interrumpieron.
Eso ha estado bien —murmuró Brittany.
Santana no pudo más que asentir. Miró a Brittany a los ojos durante unos instantes más, profundamente satisfecha del momento que acababan de compartir.
Supongo que debería llevarte a casa.
Entonces, supongo que una de las dos debería moverse.
Oh, supongo que debería ser yo —repuso Brittany. Dio un paso atrás para que Santana pudiera incorporarse. Después abrió la puerta del coche y se la aguantó abierta mientras subía.
Si no hubiera sido por el cambio de marchas manual Santana le habría vuelto a coger la mano a Brittany. Ansiaba mantener el contacto durante todo el tiempo que permanecieran juntas.
¿Entonces volverás dentro de dos semanas? —preguntó Brittany.
Ese es el plan.
El próximo lanzamiento será el último fin de semana de abril. Si puedes comprobar tu agenda, ya me dirás si te va bien venir y sacaré otro pase para la zona de prensa.
Me había olvidado de mirarlo, pero lo haré —prometió Santana. Faltaban casi seis semanas, pero dudaba que pudiera combinárselo.
Brittany maniobró el Mazda con fluidez y lo detuvo ante la rotonda de entrada.
Que tengas un buen día en el trabajo mañana y un buen viaje de vuelta. Lo he pasado muy bien esta noche.
El aparcacoches abrió la puerta del acompañante y Santana salió del coche, tratando de disimular la rigidez de la pierna.
Yo también. Gracias.
¿Dos semanas?
Dos semanas.


Santana se preparó para meterse en la cama. La cabeza aún le daba vueltas al pensar en la boca de Brittany contra la suya. Si ese beso había sido indicativo de lo que podían darse la una a la otra, no iba a ser tarea fácil mantener el control.
Por primera vez en su vida, había hallado a alguien que lo tenía todo: era inteligente, tenía sentido del humor, era independiente, ambiciosa... por no mencionar lo guapa que era. Brittany era el tipo de persona que quería como compañera.
Sin embargo, no podía dejarse llevar por aquellos deseos egoístas. Tenía que echar el freno antes de que las cosas se le fueran de las manos.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Elita Jue Oct 10, 2013 1:01 am

Holaaa :D

Debes saber que me gusta mucho el ff.. en realidad espero que no lo dejes xk aunque no comenten siempre hay alguien que lo lee;)

Y por fiiiin! Brittana *-* oh eso ha sido lindoo! Espero pronto ver mas de eso!
Saludos! :*
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Elisika-sama Jue Oct 10, 2013 3:53 am

holaaaa yo sigo tu fic desde el principio, aunq no haya comentado mas que unas pocas veces. Espero q lo continúes porque me encanta la historia, la unica pega es que tardas un poco pero no te lo reprocho porque a mi tambien me pasa.

Espero el proximo capitulo pronto. Cuantos cap son en total? besos
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El mundo de Brittany FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos- - Página 2 X


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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por Silfide Jue Oct 10, 2013 6:51 pm

Holaa!
Yo creo que el fic tiene más seguidores, lo que pasa que hay muchos que no comentan y solo leen de incógnitos y eso.
A mi me encanta el fic y seguiré comentando en todos los capítulos para que termines de subir la historia ^^
Respecto al capítulo me encantó, primer beso Brittana! que tierno *-* , tengo ganas de que lleguen los capítulos 8 y 9 para vez porque Santana no quiere jugársela por Brittany y estar con ella.
También quiero ver más acercamiento entre ellas!
Respecto al pelo corto de Britt, a mi también se me hace raro imaginarla así, pero seguro que estaría adorable :3
Estaré esperando el siguiente capítulo.
Besos :D
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Mensaje por Marta_Snix Sáb Oct 12, 2013 7:47 pm

Al fin Rory se salio con la suya y ha empezado a salir con Kitty.
Primera cita oficial de las chicas, a estado genial, me alegro que San haya decidido dar el paso y agarrarla de la mano en el cine y después dejarse besar por Britt.
Me ha gustado las historias de como las chicas salieron del armario con sus familias, aunque bueno San tuvo que pasarlo fatal, que forma de descubrirlas jajajaja
Espero es siguiente capitulo, ya sabes que me gusta esta historia. Nos vemos, besos FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos- - Página 2 918367557 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos-

Mensaje por micky morales Sáb Oct 12, 2013 8:21 pm

yo sigo esta historia desde el principio y me gusta mucho, me he dado cuenta pq sigo varias que mientras mas actualizaciones mas comentarios, yo entiendo que la mayoria de las personas que escriben estas historias tengan ocupaciones pero tambien deben comprender que cuando se deciden a hacerlo tienen que ser consecuentes pq todos los dias el que las lee busca la continuacion y al no encontrarla simplemente se aburre y busca otras que si tengan actualizaciones continuas. gracias.
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Mensaje por Maitehd Miér Oct 16, 2013 12:17 am

Elita escribió:Holaaa :D

Debes saber que me gusta mucho el ff.. en realidad espero que no lo dejes xk aunque no comenten siempre hay alguien que lo lee;)

Y por fiiiin! Brittana *-* oh eso ha sido lindoo! Espero pronto ver mas de eso!
Saludos! :*
Hola!! Me alegro que te guste, y no pienso dejarlo. Como dije y lo vuelvo a repetir lo dejaré en el momento en que no tenga ningún comentario.
Pronto verás más de eso, te lo aseguro :3
Gracias por comentar. Saludos! :D

Elisika-sama escribió:holaaaa yo sigo tu fic desde el principio, aunq no haya comentado mas que unas pocas veces. Espero q lo continúes porque me encanta la historia, la unica pega es que tardas un poco pero no te lo reprocho porque a mi tambien me pasa.

Espero el proximo capitulo pronto. Cuantos cap son en total? besos
Hola!No te preocupes que no lo voy a dejar. Y se me ocurrió hacer algo para subir capítulos más seguido :3
En minutos lo voy a subir. Son 22 capítulos, y ahora subiré el 7.
Gracias por comentar el capítulo. Besos! :D

Silfide escribió:Holaa!
Yo creo que el fic tiene más seguidores, lo que pasa que hay muchos que no comentan y solo leen de incógnitos y eso.
A mi me encanta el fic y seguiré comentando en todos los capítulos para que termines de subir la historia ^^
Respecto al capítulo me encantó, primer beso Brittana! que tierno *-* , tengo ganas de que lleguen los capítulos 8 y 9 para vez porque Santana no quiere jugársela por Brittany y estar con ella.
También quiero ver más acercamiento entre ellas!
Respecto al pelo corto de Britt, a mi también se me hace raro imaginarla así, pero seguro que estaría adorable :3
Estaré esperando el siguiente capítulo.
Besos :D
Hola! En eso tienes razón, por ejemplo hay una chica que lo sigue, no comenta pero me lo dice por el whatsapp xD No te preocupes, que la continuaré subiendo, lo que no creo que haga es adaptar otras historias, al menos por ahora.
Si, fue muy tierno el beso Brittana, la verdad a mi me gustó que fuera así xD Mala mía, perdón, se sabe eso en el capítulo 9 y 10 u.u Pero como una disculpa el 8 es muy wanky ;) El cual tiene mucho acercamiento xD Seguramente estaría adorable con el pelo corto :D
En unos minutos subo el siguiente capítulo. Gracias por comentar.
Besos! :D

Marta_Snix escribió:
Al fin Rory se salio con la suya y ha empezado a salir con Kitty.
Primera cita oficial de las chicas, a estado genial, me alegro que San haya decidido dar el paso y agarrarla de la mano en el cine y después dejarse besar por Britt.
Me ha gustado las historias de como las chicas salieron del armario con sus familias, aunque bueno San tuvo que pasarlo fatal, que forma de descubrirlas jajajaja
Espero es siguiente capitulo, ya sabes que me gusta esta historia. Nos vemos, besos FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Veintidos- - Página 2 918367557 
Hola! Sí! Por fin salieron, y a decir verdad me gusta esta rara pareja :3 Puede que la use en otros fics o adaptaciones xD
Si! Fue genial la cita entre ellas, sobre todo la parte del beso, al menos ya es un paso entre ellas xD
Una forma rara de salir del armario, pero no todos salimos de la misma forma y caemos bien parados xD
En unos minutos lo voy a subir. Gracias por comentar.
Besos! :D

micky morales escribió:yo sigo esta historia desde el principio y me gusta mucho, me he dado cuenta pq sigo varias que mientras mas actualizaciones mas comentarios, yo entiendo que la mayoria de las personas que escriben estas historias tengan ocupaciones pero tambien deben comprender que cuando se deciden a hacerlo tienen que ser consecuentes pq todos los dias el que las lee busca la continuacion y al no encontrarla simplemente se aburre y busca otras que si tengan actualizaciones continuas. gracias.
Hola! Entiendo perfectamente lo que decís, a mi misma me sucede que a veces me aburro de esperar que actualicen, pero lo sigo leyendo igual porque me agrada la historia xD Me molesta cuando cancelan o cierran un fic, sea el motivo que sea, uno está entretenido con la historia y de la nada se entera que ya no lo van a continuar. Por eso, decidí que voy a tratar de subir más seguido los capítulos. Lo explicaré bien cuando suba el siguiente capítulo en unos minutos.
Gracias por leer y por comentar. Besos! :D
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Finalizado FanFic Brittana: Sólo por esta vez -Capítulo Siete-

Mensaje por Maitehd Miér Oct 16, 2013 12:42 am

Hola! Cómo andan? Perdón por la demora, mi idea era subir el capítulo el sábado o el viernes pero tuve unas complicaciones en el trabajo u.u Por lo que tengo entendido ahora vuelve como todo a la normalidad, así que puede que actualice más seguido.
Por lo que estuve pensando que después de que haya tres comentarios subiré el siguiente capítulo, lo más rápido posible sin importar el día.
Me equivoqué cuando dije que en el capítulo 8 se sabía porque Santana quería mantener las distancias, eso se sabe en el capítulo 9 y 10. Pero igual no falta mucho.
Espero que les guste este capítulo, ya que el 8 es muy wanky :3
Espero sus comentarios. Gracias por leer.
Besos! :D


CAPÍTULO 07

Guau, ¿de dónde sacas toda esa energía?
Rachel llevaba media hora observando a Brittany mientras ésta realizaba su rutina de ejercicios como una posesa. Brittany se esforzaba al límite en cada máquina y, en cuanto acababa con una, se abalanzaba a la siguiente sin pararse a descansar.
No lo sé. Es que me siento con mucha fuerza.
En realidad, Brittany seguía saboreando su cita de la semana anterior con Santana y, sólo de saber que pronto volvería a verla, no podía parar quieta.
Estás enamorada.
No lo estoy. Casi no nos conocemos.
Puede que sea verdad, pero llevas toda la semana de buen humor y no has dejado de hablar de ella.
Eso no quiere decir que esté enamorada. Pero me gusta mucho. —Brittany se colocó en el banco de abdominales y empezó con sus flexiones. —Y creo... que a ella... también le gusto —resopló.
Claro, ¿cómo no ibas a gustarle? Te acuerdas de Robbie, ¿el tipo con el que estuve un tiempo saliendo?
Aja.
Quería emparejarte con uno de sus amigos y le dije que no creía que fueras a estar interesada. Y me dijo: «¡Qué lástima! ¡Está muy buena!».
Justo... lo que no... necesitaba.
Entonces, ¿qué pasará con vosotras? Es decir, ella vive en Baltimore, ¿no?
Sí... pero todavía... tiene que... hacer como cuatro viajes más...
Era difícil hacer flexiones y hablar al mismo tiempo, pero Brittany no podía estarse quieta. Además, no quería pensar en lo que pasaría cuando Santana acabara su trabajo en Orlando.
¿Y después?
No lo sé... ya pensaremos en... eso cuando... cuando llegue el momento.
Frena, que me está doliendo hasta a mí —ordenó Rachel. —¿Vamos a correr hoy?
En cuanto estés lista. —Brittany bajó del banco y cogió la botella de agua.
Tal y como estás hoy, seguramente echarías a correr y me dejarías atrás mordiendo el polvo.
Sólo hay un modo de averiguarlo —gritó Brittany por encima del hombro, al tiempo que echaba a correr hacia la pista de footing que discurría entre la urbanización y el campo de golf vecino. Si acortaban por la carretera principal y seguían la acera, podrían rodear el campo hasta llegar al otro lado. Era un recorrido de algo más de tres kilómetros, que harían dos veces.
Por cierto, me gusta mucho cómo te queda el pelo —jadeó Rachel, poniéndose a su altura.
Gracias. —Y, dado que toda conversación acababa inexorablemente volviendo a la mujer de Baltimore, Brittany añadió: —A Santana también.


Entonces, apuntas los recibos pendientes aquí y los sumas —explicó Santana. —Después lo restas de lo que sale en el extracto de cuenta, junto con las comisiones, y le sumas los ingresos que hayas hecho y no aparezcan aquí... la cantidad tendría que coincidir con la del talonario.
Santana y su madre compararon las cantidades.
Genial. ¿Y si no coinciden, qué hacemos? —preguntó Maribel.
Santana suspiró con exasperación.
Bueno, significa que te has olvidado de apuntar un recibo o que has hecho las cuentas mal.
Repasaron la cuenta juntas hasta hallar el error, y finalmente lograron equilibrar el saldo. A pesar de su frustración, Santana estaba satisfecha de ver que su madre se estaba esforzando de veras para aprender a hacerlo.
Mamá, tienes que hacer esto en cuando te llegue el extracto. Si no, perderás la cuenta de lo que gastas, y antes de darte cuenta estarás en números rojos —reprimió el impulso de añadir «otra vez».
Muy bien, lo intentaré.
Santana sabía que a su madre no le gustaba ser tan dependiente. Sencillamente, no sabía hacer ese tipo de cosas, porque su padre siempre se había encargado de ellas.
¿Qué vamos a hacer con el coche? —Santana suspiró. Su madre era reacia a deshacerse del Park Avenue, ya que era el último coche que había comprado su marido. Pero nunca se había preocupado de cambiarle el aceite, y al final el motor había dicho basta. La había llamado llorando desde una cabina, y Santana tuvo que ir a recogerla y llamar a la grúa para que remolcara el coche.
No tiene arreglo. Necesitarás otro coche.
¿Y qué voy a hacer? No entiendo ni papa de coches.
El sábado te acompañaré a mirar uno. Encontraremos uno bonito, que le hubiera gustado a papá. —Santana trató de que se animara con la última parte.
Gracias, cariño. Sinceramente, no sé si podría arreglármelas sin ti.
Seguro que le cogerás el truco, mamá.
Aunque su tono sugería que las dos sabían que no era cierto.


¿Has visto la carta esta de Starquest? —Rory tiró el papel a la mesa de Brittany. —Nos dan las gracias por organizar su reunión y mencionan tu nombre específicamente.
Brittany rió entre dientes.
Eso es porque dio la casualidad que pasaba por el corredor cuando su presidente se quedó encerrado fuera de la habitación en ropa interior.
¿Boxers o slips?
Boxers, y en un lado ponía «Miércoles». Sólo que era viernes.
La gente no se creería la de cosas se llegan a ver en los hoteles. —Rory cabeceó con asombro. —¿Te acuerdas de aquel otro tipo que se quedó encerrado fuera en ropa interior?
Querrás decir en ropa interior de mujer —rió Brittany. —O aquella mujer que...
El teléfono de su mesa interrumpió las batallitas. La pantalla indicaba que llamaban desde la recepción principal.
Sí, habla Brittany... aja... —Se volvió en su asiento y agarró el mando a distancia del monitor. —Sí, los veo. Ahora bajamos.
Colgó el teléfono y se volvió hacia su jefe.
Acaban de llegar los dos autobuses del grupo de música country. ¿Quieres hacer de recepcionista o de botones?
Rory gruñó.
De botones.
Una vez más, les iba a tocar pasarse media noche acabando papeleo.


Santana se acomodó con un suspiro en el asiento trasero del taxi. Ya estaba acostumbrada al trayecto desde el aeropuerto y, por tanto, no se dedicaba a contemplar el paisaje por la ventanilla.
«Tendría que haber reservado habitación en el Hyatt», se dijo. No, el problema no era el hotel. Ni siquiera el hecho de que Brittany Pierce la hubiera besado, sino que ella le había devuelto el beso.
Santana se había pasado las dos últimas semanas recriminándose el haber consentido que sucediera, a sabiendas de que ella había tenido parte de culpa. No tenía nada que ofrecerle a Brittany, y estaba mal dejar que se hiciera ilusiones. Incluso aunque fuera capaz de no involucrase emocionalmente (lo que, para empezar, ya era mucho suponer), era un error dejarse llevar por un beso, porque Brittany merecía mucho más que un simple escarbo sexual.
Fantástico —rezongó, al ver los autobuses que había ante la entrada del hotel. Iba a pasarse una hora haciendo cola ante el mostrador.
Santana pagó el taxi y bajó del vehículo cuando el aparcacoches le abrió la puerta.
¿Quiere que le entre la maleta? —le preguntó.
No, ya la llevo yo. Gracias.
Como era de esperar, había más de treinta huéspedes haciendo cola para registrarse, y al parecer todos se conocían. De inmediato, a Santana se le fueron los ojos hacia el rostro familiar tras el mostrador y aguantó la respiración: era maravilloso volver a verla. Mantener su deseo a raya iba a ser más difícil de lo que había creído.
Disculpe, ¿Srta. López?
¿Sí? —Santana se volvió para encontrar a un caballero alto y castaño, vestido con más sobriedad que el resto del personal, aunque se tratara también de un empleado.
¿Puedo pedirle que me acompañe, por favor? —Alargó la mano y cogió su maleta, mientras desenganchaba la cuerda trenzada que cerraba la fila. A continuación sacó una pequeña carpeta del bolsillo interior de la chaqueta. —Soy Rory Flanagan, supervisor de turno. La señorita Pierce se ha tomado la libertad de registrarla en la planta Concierge. Aquí tiene su llave. Si puede pasarse un momento por la mañana para que podamos pasar su tarjeta de crédito, podemos ahorrarle el lío de esta noche.
Es usted mi héroe, Sr. Flanagan —afirmó Santana con efusividad, reconociendo el nombre del jefe de Brittany, del que tanto le había hablado. —Muchísimas gracias.
No me las dé a mí, sólo soy el mensajero. Brittany le da la bienvenida.
Santana se volvió y alcanzó a ver a Brittany, que seguía ocupada tras el mostrador.
Por favor, dígale lo mucho que se lo agradezco.


Vaya, vaya. Hemos hecho un buen trabajo, Santana.
Emma estaba sentada en el suelo de su despacho, rodeada de tarjetitas indexadas para pautar el proceso de su propuesta de plan de marketing.
Me gustaría preparar una presentación de diapositivas con todo esto. ¿Se te da bien? Nunca he tenido la paciencia de aprender a usar el programa.
Puedo hacerlo. ¿Quieres que saque el portátil y me ponga con ello?
Claro, ¿por qué no? Cuando se lo enseñemos a Ken y a Wendell, será más fácil explicarlo con una presentación.
Ken Markoff, Wendell Martin y Emma Schuester eran la cúpula de la empresa. Sin duda, era gente a la que Santana quería impresionar. Hacia finales de abril, presentarían el nuevo plan de marketing a los analistas de Nueva York, con la esperanza de que la estrategia de reducción de costes y previsión de futuro aumentara el valor de sus acciones.
Ah, y la próxima vez que vengas, me gustaría experimentar con unos cuantos escenarios. ¿Sería muy difícil de hacer? Ya sabes, diseñar diapositivas diferentes para cada resultado posible.
No habrá ningún problema, pero me llevará un par de horas —dijo Santana.
¿Un par de horas? ¿Estás de broma? A Denise le llevaría un par de días —exclamó Emma, en referencia a su asistente. Enseguida, se llevó la mano a la boca al recordar lo cerca de la puerta que estaba la mesa de Denise.
Santana soltó una risilla disimulada ante el patinazo de Emma, y también por ver a una ejecutiva como ella, vestida de manera impecable, sentada en el suelo con las piernas cruzadas y con la falda del traje subida por encima de las rodillas. Desde que Jake había sido apartado del equipo, su relación había mejorado mucho. Charlaban mucho más mientras trabajaban y hasta habían comido juntas un par de veces.
¿Has podido visitar la ciudad desde que empezaste a venir a Orlando?
No mucho. Fui a cenar a un local donde hacían una carne a la brasa fantástica: Buck's. Y la semana pasada fui a ver una película en el centro.
A eso no se le puede llamar salir. ¿Sabes qué? —dijo mientras se levantaba del suelo con agilidad y atravesaba el despacho descalza, sólo con las inedias —¡Tengo un vale regalo para el Jack Elam's. ¿Lo conoces?
Santana negó con la cabeza.
Es el mejor restaurante de marisco de Orlando. Gané el vale en una rifa de la Cámara de Comercio, pero mi marido es alérgico al marisco. ¿Por qué no te lo quedas y vas con alguien?
Santana pensó en Brittany de inmediato. Aunque Brittany le había echado un cable con el registro la noche anterior, aún no habían tenido ocasión de verse.
Gracias, Emma.
¿Tienes a alguien con quien ir? ¿Quieres que te presente a alguien?
No, está bien. Tengo una amiga en la ciudad. Le preguntaré. Pero gracias igualmente, es muy amable por tu parte.
No es para tanto. Como te he dicho, Will no puede comer allí, y sería una pena desaprovecharlo. —Emma comprobó su reloj y se puso los zapatos. —Tengo una reunión con Ken en cinco minutos. ¿Qué tal si te dejo empezar con la presentación? Puedes utilizar mi mesa, ponte cómoda.
Santana se instaló cuando Emma se fue y enseguida se sintió muy a gusto en el luminoso despacho. Era difícil no soñar con tener un trabajo como el de Emma algún día.


Brittany leía con irritación el informe de los turnos anteriores respecto al comportamiento de los huéspedes del grupo country desde su llegada. Al parecer, la mayoría se habían quedado despiertos hasta altas horas de la madrugada y habían llegado muchas quejas sobre gritos por los pasillos y música demasiado  alta. Esa mañana, las encargadas de la limpieza del primer turno no habían podido despertarlos para limpiar las habitaciones y al personal del turno de Brittany se le había acumulado el triple de trabajo.
Eran casi las diez cuando por fin pudo escaparse un momento al comedor Concierge, pero, como temía, Santana ya se había ido hacía rato. Tenía la esperanza de poder salir con ella al día siguiente, en su día libre, pero, como aún no habían podido quedar, temía haber perdido la oportunidad. Lo último que quería es que Santana creyera que la estaba evitando.
Al ver que aún había luz en la habitación 2314, Brittany consideró sus opciones. Podía llamar a la puerta, pero quizá a Santana le molestaría que invadiera su intimidad a esas horas. Y tampoco era una buena idea que los empleados la vieran llamando a la puerta de una huésped, sobre todo si la invitaba a pasar. La mejor opción era llamar por teléfono.
Acarició la posibilidad de usar el teléfono del hotel, pero decidió volver a su despacho para tener más intimidad. Le hizo muchísima ilusión descubrir que Santana Se le había adelantado y le había dejado un mensaje en su línea directa.

Hola, Brittany, Soy Santana. Son cerca de las nueve y cuarto y te llamaba para ver si estás libre para cenar mañana. Mi jefa me ha dado un vale de regalo para un restaurante que se llama Jack Elam's y me encantaría invitarte... Tú pones el coche, por supuesto. En fin, por favor llámame a la 2314. Seguramente estaré levantada un par de horas más. Ah, y siento avisarte con tan poco tiempo, pero es que me lo ha dado hoy. Espero que hablemos pronto. Adiós.

Brittany marcó el número rápidamente, con la esperanza de poder hablar antes de que Rory volviera al despacho.
¿Santana? Soy Brittany... Ahora mismo venía al despacho pensando en llamarte... Me encantaría ir. ¿Te recojo en la puerta a las siete? —Hojeó la guía en busca del número del restaurante. —Si quieres puedo llamar hacer la reserva... Bueno, es un poco elegante, pero no muy formal. Una falda o un traje pantalón normal ya va bien... Tengo muchas ganas. Hasta mañana a las siete.
Brittany sonrió y suspiró dejándose caer sobre la silla. Tenía otra cita con Santana López.


A las siete clavadas, Brittany detuvo el coche ante la entrada y el corazón se le aceleró al ver a Santana vestida con un elegante traje negro de aspecto sobrio y profesional, aunque con la falda por encima de las rodillas. Era una mujer preciosa.
Brittany había elegido un traje pantalón de seda de col verde oliva, con un top de color amarillo pálido, la mayoría de los vestidos que tenía los había comprado para bodas o fiestas y eran demasiado elegantes para una simple cita, sobre todo porque imaginaba que Santana no había traído nada parecido en la maleta. Aquel traje pantalón era uno de sus favoritos, y agradecía el cambio después de tener que ir con traje y chaqueta cinco días a la semana.
Las dos mujeres charlaron livianamente durante el corto trayecto hasta el restaurante. Brittany enumeró la lista de problemas que le estaban dando los del grupo country, y Santana le explicó lo impresionados que habían quedado sus jefes con el primer borrador de su presentación.
Brittany se dio cuenta de que Santana mantenía las manos enlazadas sobre el regazo, como si quisiera mantener las distancias. Seguramente no quería decir nada. Lo único que necesitaban era pasar un rato juntas para recuperar la complicidad de dos semanas antes, en que la velada de conversación y coqueteo habían tenido un beso como broche final.
Al llegar al restaurante, Brittany dejó el coche al cuidado de un aparcacoches y cogió a Santana del brazo con naturalidad para entrar.
Este restaurante es muy bueno. Una vez vine con Sue.
¿Quién es Sue?
Es la directora del hotel, el gran jefazo. No podría haber pedido una jefa mejor. Probablemente me ha influido más de lo que se imagina.
Creo que no es habitual tener buenos jefes. Si no, la gente no se quejaría tanto de los suyos. A mí también me gusta mucho la mía.
¿Te refieres a la de Baltimore?
A las dos, a decir verdad. La mujer con la que trabajo aquí es muy inteligente. Es una pena que ya no vaya a trabajar con ella mucho más tiempo.
La camarera las condujo a una mesa para dos, junto al pasillo principal que llevaba a la puerta.
¿Te has dado cuenta de que cuando dos mujeres van a un restaurante suelen darles las peores mesas? —preguntó Brittany. —Mira a tu alrededor. Hay mesas con dos hombres, con hombres y mujeres... y todas en el centro de la sala. Pero en las tres mesas que hay pegadas a la pared hay dos mujeres.
No me sorprende. Me he fijado en que, cuando los aviones van llenos, las mujeres acaban en el asiento del medio. Y te aseguro que no me gusta el asiento del medio —bufó Santana.
Bien, tú eres la experta en marketing. ¿Por qué lo hacen? ¿De verdad no valoran a las mujeres como clientes?
En determinados negocios, sí. Grandes almacenes, tiendas de comestibles, incluso en el sector del automóvil están empezando a hacerlo. Pero con los servicios es diferente, como en los viajes o en la restauración, porque los empleados suelen ser más jóvenes, y normalmente los hombres infunden más respeto que las mujeres. —Señaló con la cabeza a una mesa libre que había en el centro y a la que estaban sentándose dos hombres —Si nos hubieran sentado ahí a nosotras, ellos se habrían tenido que sentar aquí y seguramente se habrían quejado. Creo que es lo que trataba de evitar la camarera. Puede que haya sido inconsciente, o puede que sea la política de la casa, pero el caso es que nosotras no nos hemos quejado y le hemos dado la razón.
Tendré que empezar a fijarme en cómo lo hacemos en el hotel. Si hacemos algo parecido, no es intencionado. Pero sí que es verdad que a veces nos saltamos el protocolo para solucionar problemas y normalmente acabamos premiando al que se queja, como con aquel hombre en el mostrador la noche que te hice el registro. De ahora en adelante voy a fijarme más en estas cosas.
Puede que sea simplemente que en el hotel las mujeres no se quejan tanto. Saben lo que cuesta limpiar una habitación y estar pendiente de todos los detalles, así que tienden a pasar los pequeños errores por alto, porque entienden que puede pasarle a cualquiera.
Pues voy a empezar a quejarme más —anunció Brittany con seriedad, dando un golpe suave sobre la mesa. —Pero esta noche no. Esta noche voy a disfrutar de la compañía de mi encantadora acompañante. —Le gustó ver que su piropo arrancaba a Santana una sonrisa.
Yo también disfruto con tu compañía. —Santana se resignó y habló con sinceridad. Por el momento había renunciado a resistirse a la atracción. Unas horas antes había decidido abrirse un poco y hablarle a Brittany de Baltimore. Así sería más sencillo que ambas tuvieran las cosas claras sobre dónde se estaban metiendo y lo que podían o no podían esperar de ello.
Sin embargo, en cuanto el Miata se hubo detenido en la rotonda de entrada, su determinación flaqueó. El tiempo que pasaba en Orlando era su único momento de descanso de sus responsabilidades, y no quería renunciar a eso. Además, dentro de poco su trabajo allá habría terminado, y ya no importaría.
Durante la cena, Brittany le estuvo contando anécdotas que habían sucedido en el Weller Regent durante los últimos años, y más de una vez a Santana se le saltaron las lágrimas de la risa. Había tantas cosas que le gustaban de Brittany..., pensaba Santana, observando a su acompañante. Era ingeniosa, madura, ambiciosa: todas las cualidades que a Santana le parecían atractivas y que había tratado de encontrar durante toda su vida sin éxito. Además, Brittany era extraordinariamente sexy...
Perdona, ¿qué decías?
Decía que conozco un sitio cerca de Disney World desde donde se ven muy bien los fuegos artificiales, si te apetece ir.
Puede ser divertido —accedió Santana sin dudar un segundo.
¿En qué estabas pensando?
Santana notó que se ruborizaba, y buscó torpemente algo que responder.
Sólo pensaba en... lo contenta que estoy de haberte conocido. La verdad, estos viajes me daban pavor, pero eso ya ha cambiado desde que puedo pasar tiempo contigo.
Santana dejó de resistirse y alargó la mano para tomar la de Brittany.
Brittany se la cogió y sonrió.
No tienes ni idea de lo mucho que espero tus visitas. A veces me vuelvo loca pensando que estás ahí mismo, en mi hotel, y yo no puedo...
Buenas noches, señoritas. —Un caballero de aspecto distinguido y una mujer muy elegante aparecieron de repente junto a su mesa, y Santana retiró la mano de inmediato.
Sr. Markoff, hola —balbuceó.
Por favor, llámame Ken. Esta es mi esposa, Rachelle.
Encantada de conocerla. Esta es mi amiga, Brittany Pierce.
Brittany se inclinó para estrechar la mano a la pareja. Reconocía al director general de la compañía de Santana de la época en que se había encargado de organizar las reuniones de negocios en el hotel.
Me resulta familiar, señorita Pierce —de repente la reconoció. —Ya recuerdo, dirige el Weller Regent.
Bueno, no lo dirijo exactamente, aunque a veces me siento como si lo hiciera.
Siempre hemos estado muy satisfechos con el servicio de su hotel. Ah, Santana, Emma pasó hoy para enseñarme algunas de las diapositivas que habéis preparado. Buen trabajo.
Gracias.
Ken, deberíamos dejarlas cenar tranquilas y salir del medio del pasillo. Ha sido un placer conocerlas —dijo Rachelle con sinceridad.
El placer ha sido nuestro —repuso Santana, aún aturdida tras haber tropezado con su jefe justo en el momento en que Brittany y ella se estaban cogiendo de la mano. Cuando se alejaron, miró a Brittany y bajó la voz, que le temblaba incontrolablemente. —A lo mejor deberíamos pedir la cuenta y marcharnos.
¿Estás bien?
Santana se encogió de hombros.
Supongo que no es para tanto. Total, no es que vaya a estar trabajando para ellos mucho tiempo. Sólo espero que no afecte a mis referencias.
La verdad, no parecían sorprendidos o incomodados ni nada. De hecho, creo que tu jefe se lo ha tomado con total naturalidad.
Sí, ¿verdad?
Sí, y nosotras también. Si hubiera sido el director general del Weller Regent, ahora tendrías que estar dándome masaje cardíaco.
Santana suspiró.
Nos montamos toda la película nosotras, ¿no?
¿Te refieres a creer que estamos haciendo algo malo?
Exacto.
Sacó el vale de regalo del bolso y dejó unos billetes de propina.
¿Quieres que vayamos a ver los fuegos?
No creo que ahora mismo sea una buena compañía. Quizá lo mejor es que lo dejemos aquí esta noche.
Maitehd
Maitehd
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