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FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
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Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Holaaaa Marta de nuevo yo por aqui jajajaja que puedo decir esa conversación Brittana fue más que genial de verdad que bueno que San se vaya soltando más con la rubia, Quinn pobre como seria esa relación abusiva solo espero que ni Rachel ni Quinn salgan lastimadas no se me hace justo. Sabes no me había dado cuenta que eras dramática soy algo despistada a veces no en realidad todo el tiempo y pues con ARIA MI QUERIDA ARIA no solo somos amigas del foro jajajaja estas buscando que la novia de ARIA me mate jajajaja bueno espero tu próxima actualización y saludos nena
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Cami Rivera escribió:¡Hola Marta! Espero que te encuentres muy bien.
Ha sido un excelente capítulo, por fin Brittany y Santana pudieron hablar a corazón abierto. ¡Joder! ese beso fue tan ¿perfecto?, si creo que es la palabra correcta. Me encantó, espero que puedas actualizar pronto. Lo único que me deja un sabor amargo es lo que está pasando con Rachel y Quinn. Claramente Rachel no está preparada para tener una relación sólo física, aunque piense de que es capaz, al final le terminará pasando la cuenta y sólo logrará sufrir y hacer sufrir a Quinn, que ya bastante dolor ha debido soportar a lo largo de su vida.
Un abrazo. ¡Hasta la siguiente actualización!
Hola Cami!!
Sí, ya iba siendo hora de que hablaran y se dijeran todo lo que pensaban, por lo menos San. Y sí, el beso fue perfecto, por lo menos a mi me lo parecio.
Bueno lo de las Faberry se sabrá más en el siguiente capitulo.
Te dejo el capitulo
Sí, ya iba siendo hora de que hablaran y se dijeran todo lo que pensaban, por lo menos San. Y sí, el beso fue perfecto, por lo menos a mi me lo parecio.
Bueno lo de las Faberry se sabrá más en el siguiente capitulo.
Te dejo el capitulo
monica.santander escribió:Hayyyy regalame otro capitulo por favor!!!
saludos
Como siempre tus deseos son órdenes
aria escribió:Un acercamiento mas Brittana, genial!
Por lo menos San ha sido sincera, me encanta que Britt sea tan directa y clara... Ojala que Santana acepte a Britt de una vez, se muere por ella, o es que acaso ella no lo ve??? Bueno por lo menos se ha dado un besito o mas bien besoteeee jejejeje
Oh vaya, ya me lo imaginaba lo de Quinn... Pero que tipo de relacion abusiva era esa?? Me mata la intrigaaaaaaaa
Se han dado un buen beso, sin que ninguna de las dos se quite, diciendose en el beso lo que no se dicen en palabras. No es que no lo vea, lo que le pasa a San es que le puede el miedo.
Ya mismo se sabra más de Quinn...ya mismo...
Besos linda
Ya mismo se sabra más de Quinn...ya mismo...
Besos linda
DafygleeK escribió:Pretty!!!!! Si!!!!!!! Mucho brittana!!!!! Me encanta!!!!! Te juro que recuerdo haberte comentado en el cap anterior y recuerdo que me respondiste! Estoy segura!!! Creo que ya me estoy volviendo loca. Lol.
Ya me perdi varias actualizaciones! No me desconectare nunca, nunca, nunca mas. Okno, pretty please actualiza pronto!!!!! ;) xoxo.
Sí, Brittana, el capitulo fue casi enteramente suyo, con algo de Faberry. Tus comentarios son invisibles y los mios se vuelven invisibles para copiarte, jajajaja, seguramente recuerdas el anterior, el 19 y no el 20.
No, debes tener vida fuera del foro, además ya queda muy poquito para que termine...
Aqui tienes uno nuevo, besos
No, debes tener vida fuera del foro, además ya queda muy poquito para que termine...
Aqui tienes uno nuevo, besos
Keiri Lopierce escribió:Holaaaa Marta de nuevo yo por aqui jajajaja que puedo decir esa conversación Brittana fue más que genial de verdad que bueno que San se vaya soltando más con la rubia, Quinn pobre como seria esa relación abusiva solo espero que ni Rachel ni Quinn salgan lastimadas no se me hace justo. Sabes no me había dado cuenta que eras dramática soy algo despistada a veces no en realidad todo el tiempo y pues con ARIA MI QUERIDA ARIA no solo somos amigas del foro jajajaja estas buscando que la novia de ARIA me mate jajajaja bueno espero tu próxima actualización y saludos nena
Hola Keiri!!! Me alegra tenerte por aqui de nuevo como buena acosadora :P
Sí, las Brittana estan cada vez más juntas, por lo menos consiguen hablar claro y se besan sin que ninguna haga como si hubiera sido un error.
Las Faberry tienen una parte importante en el siguiente capitulo...
Eres despistada? jajaja No me digas que no te diste cuenta de todo el drama de mis fic jajajaja
¿Aria tiene novia? ¿Te puso los cuernos? Yo que ya me había hecho la idea de todos esos pequeños minis acosadores...me quede sin los minis...
Besos Keiri, te dejo ya el capitulo
Sí, las Brittana estan cada vez más juntas, por lo menos consiguen hablar claro y se besan sin que ninguna haga como si hubiera sido un error.
Las Faberry tienen una parte importante en el siguiente capitulo...
Eres despistada? jajaja No me digas que no te diste cuenta de todo el drama de mis fic jajajaja
¿Aria tiene novia? ¿Te puso los cuernos? Yo que ya me había hecho la idea de todos esos pequeños minis acosadores...me quede sin los minis...
Besos Keiri, te dejo ya el capitulo
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Capitulo 21
Capítulo 21
Rachel estaba en casa de Quinn, de pie entre sus amigas, con los ojos cerrados mientras ellas tocaban sus instrumentos. Dejó que las vibrantes notas fluyesen en su interior. La guitarra de Brittany dejaba escapar notas tan transparentes como el cristal, notas que traspasaban el aire y se arremolinaban alrededor de Rachel, como animándola a seguirlas. Por fin dejó que su bien entrenada voz contase la historia de su desconcertado corazón. Simultáneamente, los dedos de Santana se clavaron en las teclas del piano digital, vibrantes como un trueno, para apoyar la voz de Rachel. Liberada del corsé de las palabras, esta alcanzó nuevas alturas y nuevas simas. Ella misma se estremeció al oír tan arrebatador sonido, casi más íntimo de lo que podía soportar. Lentamente se fue volviendo bajo los brillantes focos hacia el pequeño estrado donde Quinn tenía su batería electrónica. La cálida luz le permitía distinguir el perfil de su rostro. Quinn hacía sonar un ritmo suave y sugerente que permitía la competencia entre Brittany y Rachel. Se volvió hacia la guitarrista, quien para su nublada visión semejaba un hada salvaje con su rubio cabello flotando sobre los hombros. La luz era lo bastante fuerte como para permitirle ver los rápidos movimientos de las manos de Brittany sobre las cuerdas. Rachel actuaba por puro instinto; al notar que la música ascendía hacia un crescendo, se acercó con cautela a Brittany y posó la mano sobre su hombro. Brittany alzó el mástil de su guitarra, inclinándose hacia Rachel. Las graves notas juguetearon, subieron y bajaron de nuevo, hasta que por fin atraparon la voz de la intérprete justo al borde del precipicio. Todos los instrumentos la tomaron en sus brazos cuando se derrumbó por fin, y a Rachel le pareció que estaban acunando su voz. Poco a poco la música fue desvaneciéndose. Casi sin aliento, Rachel permaneció apoyada en el hombro de Brittany cuando se hizo el silencio, aunque la música seguía resonando en sus oídos.
—¡Joder! —suspiró Brittany—. Así que, tal y como sospechaba, no había sido flor de un día. Hoy ha estado todavía mejor, ¿no creéis?
—Sí —contestó Santana al tiempo que se ponía en pie e iba hacia ellas—. Tenía miedo de que hoy lo hiciésemos fatal. Me alegro de que no haya sido así —concluyó, enlazando a Rachel por la cintura y achuchándola suavemente.
—¿Bromeas? —preguntó Brittany, y soltó una carcajada—. Estamos en el buen camino para crear algo muy especial. Quinn, no sé de dónde sacas ese increíble sonido de tu batería, pero ha sido realmente brillante.
—Que me muera si lo sé. Simplemente os escuché y dejé que mis manos hiciesen todo el trabajo. Lo único que he de hacer es prestar atención.
—Pues suena como si llevases años ensayándolo —intervino Rachel, orgullosa de que Quinn hubiese desarrollado un talento tan notable a la batería gracias a que la utilizaba como válvula de escape para sus turbulentos pensamientos.
—Gracias. Me limito a tocar.
—Lo sé, linda.
Sin importarle si Santana y Brittany podían verla, Rachel se inclinó hacia Quinn y la besó cautamente en la mejilla. Ahora le era muy difícil calcular las distancias. Incluso teniendo cuidado, pasear a Perry y a Mason se había vuelto prácticamente imposible.
—Hacéis una pareja encantadora —les dijo Brittany con voz alegre—. Os complementáis la una a la otra. ¿A ti qué te parece, Santana?
Tras un breve silencio, la aludida contestó:
—Estoy de acuerdo. No se puede negar lo que ambas sentís, y os complementáis muy bien.
—Me alegro de que así te lo parezca. Seré feliz mientras Quinn me soporte.
—Rachel… —dijo Quinn, cariñosa pero con cierta cautela.
—Quinn es una persona fiel y dedicada —dijo Brittany—. Nunca se dará por vencida contigo, suceda lo que suceda.
Rachel apretó los labios. Le costaba hablar de su relación, pero le pareció que había llegado el momento de aclarárselo a sus amigas.
—Pues tendrá que hacerlo. No estoy metida en esto a largo plazo. Tan sólo he venido a actuar en el concierto benéfico, antes de retirarme. ¿Os ha parecido que mi vista ya no es lo que era? Pues estáis en lo cierto. Me estoy quedando ciega, y como mucho puedo esperar llegar a distinguir la diferencia entre la luz y la oscuridad, tal vez el borroso perfil de una figura.
—¡Rachel! —exclamó Santana, anonadada—. Sabía que era algo grave, pero… Lo siento mucho.
Rodeó con el brazo la espalda de Rachel y continuó:
—Sin embargo, eso no tiene por qué afectar a tu trabajo. Tu voz está intacta, y mejor que nunca.
—No pienso actuar después del concierto benéfico.
Rachel notó que un estremecimiento la recorría. “¿Es que no lo comprenden? No, tal vez no.” La niebla que había a su alrededor se hizo más densa. Se echó hacia atrás para apartarse de sus compañeras.
—Lo que estás padeciendo es horroroso, Rachel —intervino Brittany—, pero hay otros cantantes que son ciegos, y también intérpretes de otros campos: Andrea Bocelli, Ray Charles, Stevie Wonder, José Feliciano… ¡Su público los adora!
—¡Esto es diferente, vosotras no lo entendéis! —estalló Rachel, dejándose llevar por sus emociones.
Volvió la espalda a las tres y se dirigió hacia la cocina de Quinn, con las temblorosas manos extendidas ante ella.
—Espera, Rach —rogó Quinn, y yendo hacia ella la tomó suavemente del codo—. Explícanoslo, por favor. Somos tus amigas. Cuéntanoslo.
Era casi imposible resistirse a las graves súplicas de Quinn. Su mano le rodeaba el codo con amor, sin brusquedad alguna.
—Suéltame —pidió, pero ni siquiera a ella le pareció convincente.
—No quiero. Tú has establecido esas reglas, pero nunca he dicho que no pensase luchar contra ellas. Todavía no me conoces bien, ¿verdad? —le dijo Quinn, en tono amable pero firme—. A menos que puedas decirme a la cara que no significo nada para ti, o que la noche que pasamos juntas no fue lo que habías esperado…
—¡No sigas! Ya he dicho que no podéis comprenderlo.
—Ponme a prueba. A mí y a todas.
—Quinn tiene razón —intervino Brittany—. Anda, vamos a sentarnos.
Rachel fue hasta el sofá y se sentó en la esquina más alejada, sintiéndose verdaderamente acorralada. “No estoy preparada para analizar en voz alta lo que siento.”
—El progreso de la enfermedad que padezco, Neuropatía óptica hereditaria de Leber, es bastante pesimista. No existe cura alguna. El dolor irá desapareciendo lentamente, pero… —Rachel no supo qué más decir y se limitó a encogerse de hombros.
—¿Por qué no podrías ofrecer conciertos, o actuaciones especiales para la televisión? —preguntó Santana, mientras las demás tomaban asiento—. Eres la cantante de Broadway más popular desde Maria Callas entre los amantes de la música de todo el mundo, y para los entendidos creo que hay un empate entre Babra Streisand y tú.
—Estoy decidida —insistió Rachel, aferrándose a sus argumentos—. Ya es bastante difícil cantar sin tener encima que andar tropezándome con todo, sin poder leer la partitura ni ver al director de orquesta, al público ni a nadie.
—Me doy cuenta de que eso puede ser un problema, pero fíjate en nuestras sesiones de improvisación —terció Brittany—. Posees un increíble sentido del tiempo, y sobre todo un tono perfecto. Eso significa que seguramente podrás arreglártelas sin leer la partitura. Y, en cuanto a tu público, cuando estás allí de pie bajo los focos tampoco puedes verlos. Pero puedes sentirlos.
Rachel intentó recordar lo que pretendía decirles. Presionada por los argumentos de sus amigas, cruzó con fuerza las manos sobre el regazo.
—Vosotras mismas lo habéis dicho: yo era la mejor, el público me adoraba y comía en mi mano. No pienso conformarme con ofrecerles una actuación que no sea perfecta tan sólo por poder seguir bajo los focos —dijo, acabando la frase casi entre dientes.
—Nadie te pediría tampoco que lo hicieses —murmuró Santana apoyando la cabeza en su hombro—, pero hay otras formas…
—Para mí no. Mi intención es despedirme de una forma rápida e impecable.
—¿Y así es como planeas también librarte de mí?
Al oír la pregunta de Quinn, Rachel notó que le fallaban las fuerzas. Sintió un pinchazo en los ojos y no supo si atribuirlo a la discusión o a su enfermedad.
—Así es como lo razonas, ¿verdad, Rach? —musitó Quinn—. ¡Así es como contemplas nuestra relación, como algo parecido a una última oportunidad, un último intento antes de aislarte definitivamente del mundo porque, según tu opinión, eres defectuosa!
Quinn la sujetó del brazo y llegó casi a zarandearla.
—¡Pero ¿es que no lo ves?! ¡Todas nosotras somos algo defectuosas! No estamos perdiendo la vista, pero hay otras cosas en nuestras vidas que nos hacen imperfectas… ¡y es que nadie es perfecto!
—Tú sí lo eres —replicó Rachel, pues era como ella la veía.
—Santana, ¿qué tal si vamos a hacer un poco de café? —dijo Brittany en voz baja.
—Buena idea. Me vendrá bien una taza.
Rachel notó que las dos mujeres se levantaban del sofá y a continuación las oyó abandonar la estancia. Se apretó con fuerza contra el respaldo, como si Santana y Brittany hubiesen significado para ella un refugio ante los desatados sentimientos de Quinn.
—¡Ni me acerco siquiera a la perfección! —replicó esta, sollozante, acercándose más a ella hasta besarla detrás de la oreja—. Soy más defectuosa de lo que puedas imaginar. ¡Joder, soy un lastimoso ejemplo de mujer, que no consigue quedarse dormida si no se canta nanas a sí misma! Tal vez esa sea la verdadera razón por la que estás rompiendo la relación antes incluso de que haya comenzado.
El corazón de Quinn latía desbocado, y a cada contracción enviaba una extraña mezcla de hielo y sangre caliente por sus venas. El dolor era indescriptible, pero no podía culpar a nadie más que a sí misma. “Lo he hecho por segunda vez. Me había jurado que no volvería a pasar por esto, y sin embargo aquí estoy… a punto de dejar que destrocen y devoren mi corazón.”
Rachel se volvió hacia ella con tanta rapidez que sin querer tropezó con su hombro.
—Lo siento, ¿te he hecho daño? Qué pregunta tan estúpida: por supuesto que sí —se contestó a sí misma, y su rostro se volvió pálido—. ¿Qué puedo decir para hacer que te sientas mejor?
—Puedes decirme que no vas a abandonarme tan sólo porque te estés enfrentando a una enfermedad invalidante.
—¡Es imposible que desees quedarte junto a una mujer ciega mayor que tú!
—¡Me lo dices como si fuese un hecho consumado! Maldita sea, Rachel, creo que soy lo bastante mayorcita para poder decidir con quién quiero estar. ¡No tienes por qué andar protegiéndome!
—¡No puedo evitarlo! Si te animo a quedarte conmigo iremos directas hacia el desastre —replicó está haciendo un gesto vago con la mano.
Quinn meditó lo que Rachel acababa de decirle. “¡Parece agotada!” Y sin embargo, unos momentos antes, durante la sesión de improvisación, Rachel había estado vibrante y vigorosa. Su voz había pasado consecutivamente de angélica a cruda y terrena. “¡Estuviste maravillosa!”
—La descripción que haces de mí no es muy halagadora —dijo posando la mano sobre la de Rachel—. Si yo me estuviese quedando ciega, sorda o paralítica… ¿seguirías queriendo estar conmigo?
—Por supuesto que sí, pero es que eso es diferente…
—¡No lo es, prima donna! —le susurró Quinn mordiéndose los labios—. ¡Tu actitud es tremendamente arrogante!
—¡Cómo te atreves…! —exclamó Rachel, alzando bruscamente las manos en el aire, aunque enseguida las dejó caer, con gesto cansado y vacío—. ¿Tan horrible soy?
Quinn carraspeó para ahuyentar las lágrimas que atenazaban su garganta, lágrimas causadas por el miedo de tener que vivir sola el resto de su vida.
—No, eres maravillosa. Creo que tan sólo se trata de que estás asustada.
—Sin embargo tienes razón. En cierto modo soy muy arrogante —replicó Rachel cruzándose de brazos—. Pero es la realidad. Tú no vas a quedarte ciega, yo sí. Tú eres joven y tienes futuro, mientras que mi futuro es…
—… Es diferente al que creías que sería, pero no tiene por qué ser nada malo.
Había algo en la actitud de Rachel que hizo pensar a Quinn que tan sólo tenía una oportunidad para intentar convencerla, y que si no lo lograba la perdería.
—Necesitas ayuda, eso es cierto, pero seguirás siendo capaz de actuar. Tan sólo tendrás que cantar en escenarios diferentes. Tienes tanto que ofrecer que sería una pena que lo desperdiciases así. Por favor, Rach, ¿es que no lo entiendes? ¡Te necesito! —exclamó, aunque después su voz se convirtió en un murmullo entrecortado—. Eso es algo que nunca le he dicho a nadie. Nunca en mi vida.
Rachel quedó en silencio un momento. Sus preciosos ojos marrones estaban clavados un milímetro más abajo de los de Quinn.
—¿Por qué?
Aquella era la pregunta que Quinn temía. Notó que el estómago se le hacía un nudo, y las palabras no acudían a sus labios. Desesperada, dejó escapar un sollozo y escondió el rostro en el cuello de Rachel. La sedosa piel y el fresco aroma a limón y madera de sándalo la consolaron.
—Te necesito. Consigues que me sienta a salvo, al menos algunas veces. Lo que siento por ti me asusta, pero… no puedo dejarte marchar, no puedo.
—Linda…
—¿De verdad lo soy para ti, o es una palabra que utilizas con mucha otra gente?
—No, no, tú eres lo que más quiero. Nunca imaginé que llegaría a sentir lo que siento, porque hasta ahora siempre he mantenido a distancia a los demás. Tú escapaste a mi radar —explicó Rachel abrazándola; su voz tenía un matiz diferente a momentos antes—. Si no hubiese estado enferma, o a punto de necesitar ayuda en tantas cosas que he acabado por cargar sobre tus espaldas… cuando tú mereces muchísimo más… Si no fuera así, habría razonado de una forma muy distinta.
—¿Cargar sobre mis espaldas? ¡No has hecho nada de eso, ni nunca lo harás! ¿Acaso no ves que tú me has liberado? —murmuró Quinn, frenética—. ¡Me has dado muchas cosas! Desde el primer día me trataste como a una igual, como a una persona productiva que contribuye como todos los demás.
—Por supuesto que lo…
—Para ti no soy una inadaptada con un penoso ejemplo de padre detrás, ni un caso de beneficencia del que la sociedad ha de hacerse cargo. Contigo… yo pensaba, con todos esos sentimientos que surgen como una inundación cuando estamos juntas, que… ¡No puedes negar que existen!
Quinn estaba sollozando ya. Odió las lágrimas que corrían por sus mejillas. La “madre” de su primer hogar de acogida, quien aseguraba que las lágrimas eran un signo de debilidad y un lujo para una niña en sus circunstancias, la abofeteaba muy a menudo. “¡Si empiezas a llorar ahora lo harás durante toda tu vida!”, decía. ¡Pero no era más que una niña! Y ahora que ya era una adulta, Quinn sentía un dolor físico cada vez que las lágrimas le corrían por el rostro. Las enjugó de un manotazo, pero siguieron cayendo, como si hubiese roto accidentalmente el recipiente que contenía todos sus sentimientos heridos.
—No llores, Quinn. Por favor, por favor…
Rachel la tomó de los hombros y buscó a tientas su rostro. Se inclinó hacia él y besó las húmedas mejillas.
—Vamos… Tienes razón, por supuesto que la tienes. Escúchame, linda.
Los sollozos fueron perdiendo fuerza poco a poco, y Quinn quedó por fin inmóvil entre sus brazos.
—Di.
—Por supuesto que tienes razón, y yo sé que la tienes.
—Ah, ¿sí?
Rachel la besó tiernamente en los labios.
—Eres la mujer más extraordinaria que he conocido nunca, y te mereces todo lo mejor.
—Rachel, yo…
—Chsst, déjame acabar —la interrumpió esta posando un dedo sobre sus labios—. Estaba convencida de que necesitabas a alguien mejor que yo, más adecuado. Pero acabas de dejarme bien claro que no quieres que me vaya, como había planeado.
Las palabras que Rachel pronunciaba eran graves, pero no así el tono de su voz. Cálido como la arena en verano, su voz se deslizaba sobre Quinn, haciéndole cosquillas en la piel.
—Entonces, ¿no te irás después del concierto benéfico?
Rachel enarcó las cejas.
—No, no, ese no era el plan. Voy a retirarme, pero eso me proporciona una gran libertad de movimientos. Mi intención es quedarme en East Quay, ya que Boston no queda muy lejos y allí disponen de unos excelentes oftalmólogos.
Quinn se pasó la mano por el pelo con gesto cansado.
—Creía… Demonios, pensé que te irías dentro de una semana y que nunca más volvería a verte.
—No me extraña que lo hayas creído —murmuró Rachel tendiéndose hacia atrás; respiró hondo antes de continuar—. No he sido muy comunicativa que digamos, ¿eh? —concluyó, acariciándole la mejilla al tiempo que le rozaba brevemente el labio inferior con el pulgar.
—Entonces, si te quedas, ¿eso significa que no vas a alejarme de ti, como planeabas? —consiguió preguntarle Quinn, sin saber siquiera de dónde había sacado el valor para hacerlo.
—Te prometo dos cosas —contestó Rachel, buscando a tientas sus manos para apretarlas y dar así más énfasis a sus palabras—: No alejarte de mí deliberadamente y no hacer una escena para obligarte a quedarte conmigo si cambias de opinión.
A Quinn no le gustó la forma en que había planteado la segunda promesa: aquello sugería que, en su fuero interno, Rachel esperaba que la abandonase más pronto o más tarde.
—No cambiaré de opinión, que lo sepas.
—Muy bien.
Quedaron en silencio hasta que una cautelosa voz tras ellas las hizo dar un respingo.
—Hola, ¿todo bien por ahí? Santana y yo ya nos hemos bebido tres tazas de café cada una, y la verdad es que necesito pasarme un momento por el baño antes de irme a casa. Ah, y me alegro de no ver ninguna nubecilla con forma de champiñón por aquí —añadió Brittany con sonrisa maliciosa.
—Estamos bien, sí —contestó Rachel.
Santana se acercó hasta el sofá.
—¿Te encuentras bien, Quinn?
—Sí —dijo esta, y, por primera vez en mucho tiempo, era cierto.
Quinn sabía que tanto Rachel como ella tenían por delante un largo camino antes de llegar a confiar totalmente la una en la otra. Además, ninguna de las dos había mencionado la palabra “amor”. Pero el hecho de que Rachel hubiese desistido de su intención de acabar con la relación era un gran paso adelante. “¡Si pudiese decirte cómo me haces sentir, la magia que creamos juntas y la forma en que eso me afecta…! ¿Me atreveré algún día a preguntarte si tú también la sientes?”
Quinn sabía lo nuevos y frágiles que eran todavía aquellos sentimientos. Estaba dispuesta a hacer lo que fuese por Rachel, y ahora tenía más confianza en que esta nunca le pediría que hiciese algo que le fuese desagradable de cumplir. Brenda nunca había sido tan considerada, lo cual había estado a punto de destruirla como persona.
—Es hora de partir. Quinn tiene que volver al trabajo y yo he de redactar mi dimisión —dijo Brittany al regresar del baño.
—¿Tu jefe no te ha concedido la excedencia? —preguntó Santana, sorprendida.
—Qué va. Intentó asustarme para que me quedase, pero me limité a decirle “Dimito, Artie” y salí de allí. Tengo suficientes días de vacaciones pendientes para cubrir varias semanas. Seguramente no dará muy buenas referencias de mí, pero, dado que el libro me ocupará durante varios años, no me preocupa. Estaré perfectamente.
—Me alegro por ti —sonrió Quinn poniéndose en pie.
Tan sólo unos días antes, Brittany estaba preocupada y se sentía manipulada, mientras que ahora parecía ansiosa por comenzar. Quinn se enjugó las lágrimas, abrazó a ambas amigas antes de que se fuesen y después se volvió hacia Rachel:
—¿Qué tal si te quedas aquí mientras me ocupo de los clientes de la tarde? Después puedo acompañarte hasta casa.
—Suena bien. ¿Volverás a la casa de la playa al acabar tu trabajo, por la noche?
—Sí.
El rostro de Rachel resplandecía cuando tendió la mano hacia ella. —¿Me das un beso? —añadió.
Quinn sonrió al darse cuenta de que se había quedado sin aliento al oír aquella petición. Se arrodilló sobre el sofá y la besó con toda la ternura de que fue capaz.
—¿Te apetece escuchar la radio mientras estoy trabajando?
—No. Me quedaré aquí sentada, recordando nuestra sesión de improvisación. Ha sido extraordinaria, ¿verdad?
Rachel la contempló de arriba abajo, memorizando los hermosos rasgos, y respiró hondo para absorber su característico aroma a almizcle y flores.
—Extraordinaria.
Brittany se incorporó en la cama como movida por un resorte, sin saber a ciencia cierta qué la había despertado. El teléfono de la mesilla de noche sonó, haciéndole dar un respingo. Buscó a tientas el auricular, pues su dormitorio tan sólo estaba iluminado por la luz de la luna. Miró hacia el despertador: apenas podía distinguir la hora. ¡Las cuatro y veinte de la mañana! “¿Quién demonios…?”
—¿Diga?
—Brittany, soy Santana.
Despejada al instante, Brittany aferró ansiosamente el auricular.
—¿Qué sucede?
—Acaban de llamarme del Hospital East Quay Memorial. Es Sue.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó Brittany, mientras su mente trabajaba a mil por hora.
—Sufrió un colapso esta noche, y sus empleados la han llevado a urgencias. Ha pedido que vayamos.
Brittany estaba ya fuera de la cama, sobre todo porque pensó que Santana la necesitaría.
—¿Nosotras dos? ¿Estás segura?
—Sí. ¿Cuánto puedes tardar en prepararte?
Brittany notó que por su espalda comenzaban a resbalar pequeñas gotas de sudor helado.
—¿Es grave?
—Grave, sí.
—Dame cinco minutos.
—Muy bien, cinco —confirmó Santana.
Después hizo una pausa y susurró:
—Gracias.
Brittany entró corriendo en el baño y se recogió el pelo en una cola de caballo. Agradeciendo haber tenido la idea de ducharse antes de dormir, se vistió unos pantalones color caqui y un jersey verde de cuello alto. En lugar de su chaqueta favorita escogió un forro polar, y recogió el bolso de camino a la puerta principal. Ya estaba en el rellano cuando el ascensor se detuvo en su piso. Santana le dedicó una sonrisa algo cansada cuando la vio esperándola.
—Cuando dices cinco son cinco. Bueno es saberlo.
—No suelo molestarme en maquillarme en medio de la noche. Prefiero decidirme por un aspecto pálido e interesante.
Santana se echó a reír, con una carcajada corta y sorprendida.
—Pues lo has hecho muy bien, porque estás tanto pálida como interesante.
El ascensor se detuvo y salieron del edificio.
—Llevaremos el Lotus —dijo Santana—. No veo por qué he de despertar a Blaine.
—Buena decisión.
Circularon en silencio por las vacías calles, encontrándose un único taxi durante el corto trayecto. Santana estacionó su vehículo en una zona reservada del amplio aparcamiento que había tras el hospital. Ya en el edificio, una enfermera les indicó la habitación de Sue. En aquella enorme cama de hospital, con una multitud de tubos y cables conectados, Sue parecía todavía más diminuta que antes. Llevaba puesta una máscara de oxígeno que le cubría medio rostro, y una enfermera vigilaba sus constantes. Santana se acercó al lecho y se inclinó para besar su frente.
—Sue, ¿puedes oírme?
Brittany se acercó por el lado opuesto y pudo ver que el delgado párpado derecho de Sue se abría a medias. El izquierdo permaneció cerrado. La parte izquierda de su boca estaba caída, y le corría un hilillo de saliva por la mejilla. Brittany se acercó y lo enjugó con el dorso de la mano sin pensarlo siquiera. “¿Un ictus? Probablemente. Pobre Sue.”
—Santana… has venido —susurró Sue apartándose la mascarilla de oxígeno.
—Por supuesto que sí. Y me he traído a Brittany, ¿lo ves?
Sue consiguió girar la cabeza, que se agitó levemente por el esfuerzo.
—Sí, sí. Brittany, escúchame: escribirás el libro. Todo… está dispuesto… en mi testamento.
Los ojos de Brittany se llenaron de lágrimas. Tomó la mano inmovilizada entre las suyas.
—Prometo hacer un buen trabajo.
“Cree que ha llegado su hora. ¡Oh, Dios, y tal vez sea cierto!”
Brittany intentó relacionar la imagen de Sue en el hospital con su recuerdo de la fuerte mujer que pocos días antes era capaz de ofrecer discursos inolvidables.
—Y Santana, sólo para que lo sepas. La casa. Mi mansión…
—¿Qué ocurre con ella, Sue? Sabes que está en buenas manos mientras tú estás aquí.
—¡No! La casa… —dijo Sue tosiendo—. La casa es para ti, Santana —concluyó, y volvió a ponerse la mascarilla, por la que tomó aire trabajosamente durante un rato.
Santana alzó la vista hacia Brittany.
—¿Cómo? —murmuró, volviendo a mirar a Sue.
—Una de las condiciones del testamento —farfulló Sue tras la mascarilla, jadeante— es que no puedes vivir sola. Sólo con amigos… o alguien a quien ames.
Los hombros de Santana comenzaron a sufrir sacudidas, y Brittany comprendió que estaba llorando, aunque intentaba disimularlo.
“¡Interesante condición! La enorme mansión de los Sylvester será suya, si no vive sola.”
—Lo he comprendido, Sue —consiguió decir por fin—. Pero aún puedes ponerte bien.
—Ya… ya he vivido lo suficiente.
—No te rindas todavía. Seguimos necesitándote —susurró Santana junto a su oído.
—Después de todo un siglo… necesito descansar.
—No hay problema. Tú descansa; Brittany y yo nos ocuparemos de todo lo que haya que atender.
Santana miró de reojo a Brittany. El mensaje que había en sus ojos era bien claro.
—Sí —confirmó Brittany—. No tiene que preocuparse absolutamente por nada.
—Me alegro —musitó Sue con voz casi inaudible, mientras su palidez aumentaba todavía más; gotas de sudor le perlaban la frente, y su respiración era un puro jadeo. La puerta se abrió y entraron dos mujeres.
—Soy la doctora Goldberg, médico de cabecera de la señora Sylvester —se presentó una de ellas, tendiéndoles la mano.
—Y yo soy Vera Myles, jefa de enfermeras —dijo la otra—. ¿Salimos al pasillo?
—No —la interrumpió Sue desde el lecho, volviendo a apartar la mascarilla—. Sé la verdad. Podéis hablar aquí.
Brittany siempre había admirado a Sue, pero nunca tanto como ahora. Uno de los monitores emitió un pitido. La doctora Goldberg se acercó al lecho.
—Está bien, si me promete que seguirá con la mascarilla puesta y respirando adecuadamente —dijo; después ajustó el monitor y frunció el ceño—. No podemos dejar que el nivel de oxígeno le baje del noventa y tres por ciento. ¿De acuerdo, señora Sylvester? Muy bien.
A continuación la doctora señaló un rincón del cuarto donde había unas cuantas sillas. Todas se sentaron. Brittany se aseguró de que nadie diese la espalda a Sue.
—La señora Sylvester ha firmado un documento en el que la declara su pariente más cercano, señora López. Me ha dicho que la señora Pierce está escribiendo un libro sobre su vida, y también quiere que esté aquí.
Dejó de hablar un momento y las estudió detenidamente, como asegurándose de que lo comprendían todo.
—La señora Sylvester ha sufrido un ictus en el hemisferio cerebral derecho. No puede mover la parte izquierda del cuerpo, y también sufre una parálisis facial. Estamos medicándola con un anticoagulante llamado TPA, pero, tratándose de una persona de su
edad… el pronóstico no es muy alentador.
Conmocionada por la fría y realista exposición de hechos de la doctora, Brittany miró de reojo a Sue, quien sonreía serenamente.
—¿Qué puede hacerse en estos momentos? —preguntó Santana, con los puños crispados y dos pequeñas manchas rojas en las mejillas que destacaban su palidez.
—Hemos llevado a cabo una TC para localizar y valorar la extensión del ictus, y también hemos programado una resonancia para mañana por la mañana…
La interrumpió el pitido de alarma de uno de los monitores. La doctora corrió junto a Sue, le abrió los párpados y sacó una pequeña linterna. Brittany y Santana se pusieron en pie, y se quitaron de en medio colocándose junto a la pared cuando más personal entró corriendo en el cuarto.
—Maldita sea, tiene otro coágulo. Pupilas fijas y dilatadas —dijo la doctora Goldberg, pasando a auscultarla—. Y también en el pulmón izquierdo. ¿Qué demonios ocurre?
—La presión sanguínea ha caído a 56/38, doctora —informó una de las enfermeras.
La doctora Goldberg volvió a auscultarla. Varios monitores se apagaron al mismo tiempo.
—¡Código Azul! ¡Asístole! Inyéctenle vasopresina y adrenalina —ordenó, y se volvió a continuación hacia Brittany y Santana—. Por favor, aguarden fuera.
Brittany rodeó los hombros de Santana. Tuvieron que dejar entrar a más personal antes de poder salir del cuarto. Media hora después, la doctora Goldberg salió a su encuentro.
—Lo lamento, pero la señora Sylvester ha muerto a pesar de todo nuestro esfuerzo. Han aparecido varios coágulos en el cerebro y los pulmones. Ahora mismo no puedo decirlo con seguridad, pero parece haber contraído una dolencia sanguínea muy aguda. La autopsia puede decirnos más, si es que se lleva a cabo.
Brittany comenzó a llorar en silencio al comprender que la extraordinaria mujer a la que apenas estaba comenzando a conocer había fallecido. De un solo vistazo pudo comprobar lo mucho que había afectado a Santana la noticia: estaba tan pálida como la misma Brittany se notaba, y tenía los labios apretados, formando una delgada línea descolorida.
—No, nada de autopsias —contestó mecánicamente.
—Escribiré una nota en su historia clínica, pues. Por favor, acepte mis condolencias. La señora Sylvester parece haber disfrutado de una vida larga y saludable. Sé que eso no le sirve de consuelo, pero no todo el mundo tiene la misma suerte.
—Lo sé. Muchas gracias.
—Las enfermeras la han dejado algo más presentable. Volverán más tarde para encargarse de la señora Sylvester. Ahora disponen ustedes de unos momentos para presentarle sus respetos. Siento meterles prisa, pero tenemos escasez de camas y necesitamos la habitación.
—Lo comprendemos, doctora.
Brittany se asombró de lo sosegada que parecía Santana, hasta que quedaron a solas en aquel cuarto de hospital, junto al cuerpo de Sue. Las enfermeras le habían colocado las manos a los costados y alisado las sábanas. Al aproximarse al lecho y alargar la mano para acariciarle la mejilla, Santana pareció encogerse.
—¡Mi queridísima Sue! —susurró—. Ahora puedes descansar. Sé que Michael estará ahí para recibirte. Espero que, donde quiera que estés, te encuentres bien…
Santana dio media vuelta y se acercó a la ventana. El vidrio reflejó su imagen cuando se abrazó a sí misma y comenzó a llorar. Brittany cruzó la estancia en tres zancadas y la rodeó con sus brazos desde atrás.
—Chsst… Yo te sostengo.
—Es que… se ha ido tan deprisa…
—Lo sé. Sin embargo para ella ha sido lo mejor.
Santana se volvió entre sus brazos y la miró con un gesto de vulnerabilidad que Brittany nunca había visto en ella.
—¿Crees que habrá sufrido?
—No lo sé, pero quedó inconsciente bastante pronto —dijo Brittany, esperando que fuese cierto.
Santana pareció dispuesta a agarrarse a aquella opinión como si fuese un clavo ardiendo.
—Sí, sí, es verdad. Parecía serena incluso mientras estaban intentando reanimarla —dijo, pero enseguida hundió el rostro en el cuello de Brittany y exhaló un hondo suspiro—. ¡No puedo creer que ya no esté!
—Tardarás un tiempo en asimilarlo. Yo no la conocía de hace mucho, pero se portó maravillosamente conmigo.
Santana pareció extraer nuevas fuerzas de la cercanía de Brittany. La abrazó con más fuerza mientras le decía:
—Te admiraba mucho. Sue sabía juzgar muy bien los caracteres. Me ayudó en muchas ocasiones, cuando yo estaba completamente perdida.
—¿Te sentiste también perdida conmigo? —preguntó Brittany, y notó que Santana se estremecía ligeramente en sus brazos.
—Desde el primer día.
En ese momento llamaron a la puerta y Santana se apartó rápidamente, alisándose el peinado, que ya era perfecto. Dio un paso más hacia el lecho y miró de reojo a Sue con gesto algo más relajado, antes de elevar la voz para decir:
—¡Pase!
Dos auxiliares de enfermería entraron, disculpándose por tener que desocupar el cuarto con tanta rapidez. Aunque volvía a existir una distancia entre ellas, ahora Brittany conocía mejor la profundidad de los sentimientos de Santana, de modo que no le importó.
—Nos haremos cargo de todo en cuanto decidamos cuál será el tanatorio —dijo Santana.
Brittany sintió, más que oír, lo mucho que a Santana le temblaba la voz. Hizo un gesto de despedida a las enfermeras, tomó a Santana de la muñeca con gesto protector y la guió fuera de la habitación.
—Vayamos a casa, a ver si podemos dormir algo más. Ya tendremos tiempo mañana de ocuparnos de todo.
Cuando las puertas del ascensor se cerraron, Santana volvió a aferrarse al brazo de Brittany por un breve instante.
—Sí —murmuró—. Mañana.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
andre *-** - Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 07/07/2013
Edad : 28
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Buenisimo capitulo!!!
Pobre Sue!!
Saludos
Pobre Sue!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
se muriooooooooooo pufff pero Su pensó bien en dejarle la casa a san pero con el hecho de que viva con alguien ella conocía la soledad y no quería que san este así :( pobre san debe sentirse terrible felizmente tiene a britt me encantan las 2 historias la de brittana y las faberry, que bien q rachel decidió quedarse cdtm xaito
imperio0720****** - Mensajes : 322
Fecha de inscripción : 19/04/2012
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Que puedo decir me ha encantado el capitulo aunque un poco triste por lo de Sue ahora que hara Santana vivirá con la persona que ama si soy muy despistada jajajajaja y pues ARIA MI QUERIDA ARIA solo somos amigas del foro y nos tratamos así nada más jajajaja tenemos una química un poco rara pero ella es tan genial pero igual seguiremos siendo tus acosadoras jajajaja eso no lo dudes espero tu próxima actualización
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Esperando la actualizacion!
Saludos
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(
Pobre Sue!!!!!!!!!!!!!!!!!! Es muy triste!!!!!!!!!!!!! Me dio mucha ternura que le deje la casa a san! Eso signnifica que ahi sera el nidito de amor de las brittana!!!!!
Pretty estoy segurisisisisima que te comente!!! Y tu me respondiste!!! No me confundi de capitulo! Estoy segura de eso!!!! Pretty actualiza pronto please!!!!
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DafygleeK****** - Mensajes : 371
Fecha de inscripción : 23/06/2013
Edad : 24
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
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DafygleeK****** - Mensajes : 371
Fecha de inscripción : 23/06/2013
Edad : 24
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
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Pobre Sue!!!!!!!!!!!!!!!!!! Es muy triste!!!!!!!!!!!!! Me dio mucha ternura que le deje la casa a san! Eso signnifica que ahi sera el nidito de amor de las brittana!!!!!
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DafygleeK****** - Mensajes : 371
Fecha de inscripción : 23/06/2013
Edad : 24
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
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Pobre Sue!!!!!!!!!!!!!!!!!! Es muy triste!!!!!!!!!!!!! Me dio mucha ternura que le deje la casa a san! Eso signnifica que ahi sera el nidito de amor de las brittana!!!!!
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DafygleeK****** - Mensajes : 371
Fecha de inscripción : 23/06/2013
Edad : 24
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
ok me he malacostumbrado y es un hecho por que no haz actualizado buuuuuuuuuuuuuu te extraño leer y no a pasado ni un día, creo q la luna me esta haciendo mal
imperio0720****** - Mensajes : 322
Fecha de inscripción : 19/04/2012
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
andre *-* escribió:
Sí, lo sé
monica.santander escribió:Buenisimo capitulo!!!
Pobre Sue!!
Saludos
Bueno hay que mirarlo por el lado bueno, ha vivido más de un siglo...
imperio0720 escribió:se muriooooooooooo pufff pero Su pensó bien en dejarle la casa a san pero con el hecho de que viva con alguien ella conocía la soledad y no quería que san este así :( pobre san debe sentirse terrible felizmente tiene a britt me encantan las 2 historias la de brittana y las faberry, que bien q rachel decidió quedarse cdtm xaito
Sí, Sue ha estado demasiado tiempo sola, no quiere lo mismo para San. Sí, Rach finalmente sucumbio a Quinn y se queda
Nos vemos
Nos vemos
Keiri Lopierce escribió:Que puedo decir me ha encantado el capitulo aunque un poco triste por lo de Sue ahora que hara Santana vivirá con la persona que ama si soy muy despistada jajajajaja y pues ARIA MI QUERIDA ARIA solo somos amigas del foro y nos tratamos así nada más jajajaja tenemos una química un poco rara pero ella es tan genial pero igual seguiremos siendo tus acosadoras jajajaja eso no lo dudes espero tu próxima actualización
Por lo menos en este duro trance, estuvo Britt con San para darle fuerzas y apoyarla.
Lo de Aria estaba de broma, soy muy bromista, ¿quimica rara? Sí, lo entiendo ella es especial, es una gran persona. Y bueno, me conviene que no esteis juntas, asi mis acosadoras no me dejan y asi tendre a tus mini acosadores y a los de Aria. Muchos acosadores para mi!!!! Creo que soy la unica persona que desea acosadores...debo ir a un psiquiatrico...
Nos vemos
Lo de Aria estaba de broma, soy muy bromista, ¿quimica rara? Sí, lo entiendo ella es especial, es una gran persona. Y bueno, me conviene que no esteis juntas, asi mis acosadoras no me dejan y asi tendre a tus mini acosadores y a los de Aria. Muchos acosadores para mi!!!! Creo que soy la unica persona que desea acosadores...debo ir a un psiquiatrico...
Nos vemos
Jane0_o escribió:Esperando la actualizacion!
Saludos
Aqui la tienes ;)
DafygleeK escribió::(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(:(
Pobre Sue!!!!!!!!!!!!!!!!!! Es muy triste!!!!!!!!!!!!! Me dio mucha ternura que le deje la casa a san! Eso signnifica que ahi sera el nidito de amor de las brittana!!!!!
Pretty estoy segurisisisisima que te comente!!! Y tu me respondiste!!! No me confundi de capitulo! Estoy segura de eso!!!! Pretty actualiza pronto please!!!!
Bueno San prácticamente era la única familia que le quedaba es normal que le deje la casa a ella. Pues entonces si estas segura y ya no esta, hay que buscar el agujero negro del foro, se come nuestros comentarios jajajaja
imperio0720 escribió:ok me he malacostumbrado y es un hecho por que no haz actualizado buuuuuuuuuuuuuu te extraño leer y no a pasado ni un día, creo q la luna me esta haciendo mal
Hola, lo siento hoy se fue la luz y no tenia forma de subir capitulo, así que ahora que volvio, os pongo capitulo
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Capitulo 22
Capítulo 22
Vestida con pantalones de cuero negro, camisa blanca y un largo y estrecho abrigo negro, Quinn encajó firmemente la mano de Rachel en el hueco de su brazo para salir de la tienda. El pelo de Quinn había crecido algo más, y se rizaba ligeramente por encima del cuello de la camisa. Al saber que Rachel quería que la acompañase a la óptica, se las arregló para contratar una ayudante a tiempo parcial. Rachel se había comprado unas gafas de sol nuevas, prescritas por un oftalmólogo de Boston, que acentuaban el color de su cabello, recogido en un sencillo moño. Sin embargo, el conjunto de traje pantalón rojo, contrastando con el chal cachemir blanco, sugería a la vez elegancia y riqueza. Varios de los que paseaban por Main Street volvieron la cabeza y la miraron con curiosidad y admiración.
—¿Ves mejor con las gafas nuevas?
—Pues la verdad es que sí. Distingo mejor las formas de edificios y personas que este fin de semana. ¿Qué tal me quedan? —añadió volviéndose hacia Quinn.
—Magníficamente —contestó esta con una sonrisa—. Te pareces muchísimo a esa cantante de Broadway tan famosa.
—Muy graciosa —murmuró Rachel—. ¿Sigue estando la farmacia de Arnold en la esquina de Main y Graham? Tengo que ir a por mis recetas.
—Sí, allí sigue. Walgreen intentó hacerle la competencia, pero, por una vez, una cadena tan importante tuvo que darse por vencida. Toda la ciudad va a la farmacia de Arnold. Ahora es su nieto el que está a cargo de ella.
—¡Increíble! Es una de las cosas que he echado de menos de East Quay —dijo Rachel—, lo mucho que la gente de aquí puede llegar a unirse para respaldar detalles que para ellos son importantes.
—Es cierto.
“Y yo misma puedo dar fe de hasta qué punto pueden llegar a implicarse personalmente en ello.”
—Lo dices como si fuese algo malo —comentó Rachel frunciendo el ceño.
—Puede llegar a serlo, aunque no en el caso de Arnold. Bueno, ya estamos —dijo Quinn, cambiando rápidamente de tema—. Hay que subir dos peldaños y después atravesar una puerta de apertura automática.
—Gracias.
Entraron en el establecimiento y Quinn la guió hasta el mostrador, donde un joven les dedicó una sonrisa de bienvenida.
—¡Señora Berry, qué honor!
—Es un placer, joven —contestó Rachel, resplandeciente—. Querría recoger estas recetas.
—Tardaré diez o quince minutos. Puede sentarse allí, junto a la ventana, mientras espera, y la obsequiaremos con un café.
—¿Café? ¿Tú qué dices, Quinn?
—¿Por qué no?
Quinn escogió una mesa algo alejada. Las más cercanas a ella estaban ocupadas, pero la mayoría de los clientes les daban la espalda. Se aseguró de que Rachel estuviese cómoda y después regresó con dos humeantes tazas de café solo.
—No es un exprés con leche, pero huele bien.
—Sí, desde luego —dijo Rachel, probándolo con cautela—. No es como el tuyo, pero está bueno.
—¡Vaya, pero si es Quinn Fabray! —exclamó alguien a sus espaldas—. ¡Bien se ve que has ascendido de categoría!
Quinn apretó los dientes para evitar que castañetearan de miedo. Se volvió con deliberada lentitud para enfrentarse a la mujer que había convertido su vida en un infierno.
—Hola, Brenda.
—Caray, Quinnie, siempre tan seria y formal. ¿Es esa la forma de saludar a una vieja amiga?
Brenda Tilly se había vuelto sobre su asiento y ahora las escrutaba descaradamente.
—¿Es que no vas a presentarme? —añadió.
“Preferiría estrangularte antes que incomodar a Rachel con tu intolerable presencia.”
—Claro. Brenda, esta es Rachel Berry, una amiga. Rachel, esta es Brenda Tilly. Es una… empresaria de la ciudad. Nos conocemos desde hace varios años.
—Oh, Quinnie, por favor, fuimos algo más que conocidas —dijo Brenda, y sus ojos brillaron, llenos de malicia—. Vivimos juntas, ¿sabes, Rachel? Éramos inseparables.
—Encantada de conocerla, señora Tilly. Está claro que desde entonces Quinn ha hecho un largo camino por su propia cuenta, ¿no le parece?
El tono de Rachel era educado, pero Quinn pudo notar la firmeza con la que lo decía.
—Sí, claro, pero ya sabes lo que suele decirse: cuesta más eliminar un solo defecto que adquirir cien virtudes.
—¡Aquí no, Brenda! —murmuró Quinn, dedicando una mirada helada a la mujer que una vez había constituido todo su mundo.
Brenda la había atado a ella tan estrechamente que le había costado más de un año darse cuenta de que tenía la fuerza y la habilidad necesarias para salir adelante por sí misma. El maltrato verbal al que la sometía, sus berrinches y exigencias de obediencia absoluta acabaron por alejarla de allí. “¡Y todavía sigo abochornándome! La miro y me da vergüenza recordar cómo consentí que me arruinara la vida, y cuántas veces me humillé ante ella para complacerla. ¡En todos los sentidos!”
Quinn sintió que la ira la dominaba; se ponía furiosa sólo con pensar que Brenda intentaría causarle problemas con su habitual estilo calculador. Alguna vez se la había encontrado en la ciudad, pero había decidido no dirigirle ni una mirada.
—Creo que los viejos refranes como ese son ridículos y, la mayoría de las veces, completamente erróneos. Y el éxito de Quinn me parece una buena prueba de ello —replicó Rachel; el tono seguía siendo educado, pero sus ojos, por muy defectuosa que fuese su visión, eran puro acero, un acero teñido de azul.
Claramente sorprendida, Brenda hizo un nuevo intento:
—Usted no conoce a Quinn como yo, así que tal vez debería esperar a poder juzgarla mejor. En esa época estaba a mi entera disposición.
—Deberías dejarlo antes de que digas alguna estupidez, Brenda—rugió Quinn—. El día que te dejé fue la primera vez que hice algo bueno por mí misma, y desde entonces mi vida ha ido a mejor.
—¿A mejor? Por mucho que andes fingiendo que te relacionas con la flor y nata de la ciudad, todos te recordarán siempre como a la hija del borracho asesino de niños.
Quinn quedó helada al oírla.
—Llevas los genes de ese hombre, ¿no es así? Y me parece que estás cortada por el mismo patrón —dijo Brenda mirándola con odio—. Hasta puede que llegues a seguirle los pasos.
Quinn notó una opresión en el pecho. “¡Maldita sea! Habla de uno de mis mayores miedos como si nada. No tiene derecho a decirme esas cosas. ¡Nadie tiene derecho!” Se inclinó hacia ella y le dijo entre dientes:
—Mantente alejada de mí desde ahora mismo. No tengo nada más que decirte.
A continuación se volvió hacia Rachel, y pudo ver un esbozo de sonrisa que le elevaba las comisuras de los labios.
—¿Quieres que vayamos a ver si ya están listas tus recetas? —le preguntó.
—Claro, ¿por qué no? Afuera hace buen tiempo, y disfrutaré del paseo de vuelta al coche. Adiós, señora Tilly.
Quinn y Rachel pasaron junto a Brenda como si esta fuese transparente, camino del mostrador donde el nieto de Arnold aguardaba con una bolsita de papel en la mano.
—Aquí tiene, todo listo ya.
—Lamento la escenita —dijo Quinn cuando salían del local; le había sentado bien haber conseguido enfrentarse a Brenda cara a cara, pero temblaba por dentro y se preguntaba qué estaría pensando Rachel de todo aquello.
—No tienes por qué. Parece que esto venía ya de lejos, ¿no es así?
—Sí.
—¿Te sientes mejor por haber sabido mantenerte firme?
—Sí, aunque ha sido muy embarazoso. Ojalá no hubieses tenido que presenciarlo.
—Para mí no ha significado nada, linda —contestó Rachel apretándole cariñosamente el brazo—. Me pareces maravillosa, y tan fuerte como para haber convertido tu vida en lo que es ahora, después de un comienzo tan accidentado.
—“Accidentado” es un término muy suave. Mi padre era pescador. Trabajaba duro y lo festejaba por todo lo alto. Mi madre murió cuando yo tenía unos dos años, demasiado pequeña para guardar recuerdo alguno de ella.
Quinn guió a Rachel hasta el Parque William Sylvester, y se detuvo junto a un banco que estaba a la sombra de un viejo roble.
—¿Te apetece sentarte?
—Sí. Quiero oír lo que tengas que decirme. Es importante.
Animada por el interés de Rachel, Quinn se sentó junto a ella, sin soltar su mano.
—Mi padre ganaba bastante dinero cuando la pesca iba bien, y gastaba la mayor parte en cerveza, para sí mismo y para sus amigos del bar. Cuando regresaba a casa yo intentaba hacer lo que él quería, ocuparme de la casa y hacer mis deberes. Incluso intentaba cocinar, pero no tenía más que seis o siete años, de modo que se me daba bastante mal —explicó frunciendo el ceño—. No me pegaba muy a menudo, pero sí de vez en cuando, y me gritaba cada vez que hacía algo mal. Cuando tenía casi ocho años, alguien de la escuela, la enfermera o uno de los profesores, lo denunció a las autoridades por maltrato infantil. La asistencia social me colocó en un hogar de acogida temporal, pero mi padre recuperó la custodia unas semanas después, no sé cómo. Un día llegó a casa muy tarde, y en mitad de la noche vino a arrestarle la policía. A mí volvieron a llevarme a un hogar de acogida, distinto del primero, y ese fue el principio de mi calvario.
Quinn dejó escapar un hondo suspiro al verse transportada a tantos años atrás y recordar todo lo sucedido.
—Muchos hogares de acogida…
—Viví en nueve diferentes, antes de escaparme a los quince años.
—No pudiste soportarlo más… —dijo Rachel, y su tono no era interrogante.
—No. Ni un día más. Un año después conocí a Brenda, y me conquistó por completo. Acababa de reconciliarme con mi sexualidad, y allí estaba ella, algo mayor que yo, tan mundana y segura de sí misma. Era muy hermosa, y la rondaban tanto los hombres como las mujeres de nuestro círculo de amistades —explicó Quinn dirigiéndole una tímida mirada de reojo—. A veces, los que iban de un refugio a otro tenían una buena racha, y los servicios sociales les ayudaban a conseguir un apartamento. Brenda tenía uno, de una sola habitación, por detrás de la zona industrial. Las primeras semanas que pasé allí fueron lo más cercano al paraíso que he vivido nunca.
—¿Qué ocurrió?
—Brenda… tenía sus maneras de conseguir que accedieses a sus deseos —contestó Quinn enrojeciendo—. Tenía un voraz apetito sexual, y era muy agresiva en la cama. Intenté complacerla, pero pronto desapareció el entusiasmo y la sensación de estar enamorada, y en lugar de eso comencé a temerla. Tenía miedo de no saber complacerla y que se enfadase conmigo. Podía volverse muy desagradable, y tenía una lengua afilada como una cuchilla de afeitar, con la que me atormentaba de una forma… Todavía tengo pesadillas —concluyó, aferrándose a la mano de Rachel.
—No me extraña. Me alegro de que decidieses marcharte. No todo el mundo consigue reunir las fuerzas necesaria para hacerlo, y desde luego no sin ayuda externa.
—Por entonces no tenía quien me ayudase —admitió Quinn—, pero más tarde, cuando me refugié en el Centro Juvenil, conocí a Holly Holliday. Trabajaba como consejera voluntaria, y fue la primera persona en la que aprendí a confiar.
Los ojos de Rachel se volvieron de un castaño oscuro. Alzó la mano para acariciarle la mejilla.
—Estaré eternamente agradecida a Holly.
—Santana va a ayudarme a localizarla. Podemos ir juntas a visitarla, si quieres.
Rachel asintió.
—Sería estupendo, ¿no crees? Parece ser el tipo de persona que yo admiro inmensamente: generosa y solidaria, como el alma gemela de Santana.
—Sí.
Quinn quedó en silencio, repasando los acontecimientos de aquella tarde. “¡Menuda catarsis ha significado el encuentro con esa bruja! ¡Quién lo hubiera dicho! Rachel se lo ha tomado muy bien, incluso me defendió, aunque yo ya sabía que lo iba a hacer.”
—¿A qué se refería Brenda con esos crípticos comentarios sobre tu herencia genética? —le preguntó Rachel, interrumpiendo sus pensamientos—. ¿Y qué ocurrió con tu padre?
Quinn se quedó helada. Tenía la esperanza de que Rachel no se acordase de preguntarle aquello, pero comprendió que era una esperanza vana. Solía apartar tan lejos de sí aquel pensamiento que casi había llegado a olvidarlo ella misma.
—Oh, Rach —suspiró, adelantando la temblorosa mandíbula—. ¿Qué tal si volvemos al café? Está haciendo frío.
—Claro.
Volvieron paseando hasta el Honda Civic de Quinn e hicieron el trayecto de vuelta en silencio. Quinn se sentía incómoda; aquel tema que apenas habían tocado la reconcomía por dentro. Después de estacionar tras el café ayudó a Rachel a entrar por la puerta trasera, aunque esta se las arregló para bajar sola las escaleras. Respiró aliviada cuando por fin se encontraron entre los muros de su sótano. “¡A salvo! Aquí no puede pasarme nada. Bueno, nada malo al menos.” Rachel se quitó su abrigo de cachemir, se sentó en el sofá y se descalzó.
—¿Lista ya para continuar? Tenemos que hablar de esto… sea lo que sea, ya que vamos a intentarlo juntas.
“¿Estás hablando de un futuro que antes no contemplabas para nosotras?” Quinn temía que la verdad pudiese separarlas, aunque comprendió que Rachel tenía parte de razón: ella misma sabía muy bien lo que era vivir en una mentira, ocultar cosas a todo el mundo constantemente. Dejó la chaqueta de cuero sobre una silla y se sentó junto a Rachel.
—Da igual que haya intentado mejorar como persona: siempre seré la hija de Richard Fabray. Por suerte, poca gente sabía que tuviese una hija, y esos pocos no conocían mi nombre.
—¿Por qué es una suerte?
—Porque mató a una persona.
—Fundación López, oficina de la señora López, al habla Dennis Altman.
“Eficiente muchacho”, pensó Brittany, quien comenzó a girar un lápiz entre los dedos.
—Hola, Dennis, soy Brittany Pierce. ¿Puedes ponerme con ella, por favor?
—Lo siento, señora Pierce, pero la señora López no está y no regresará hasta el miércoles como muy pronto. ¿Quiere que le dé algún mensaje?
¿Cómo? Brittany se sintió desfallecer. “No dijo nada de tomarse días libres.”
—Soy una amiga. ¿Hay alguna forma de ponerse en contacto con ella? Le he dejado varios mensajes en el móvil.
—Lo siento, señora, pero la señora López todavía no ha llamado para anunciar su llegada. Cuando lo haga, si es que lo hace, le daré su mensaje.
“¿No está seguro de que vaya a estar localizable en todo el día? ¿Santana, la adicción al trabajo personificada?” Perpleja, Brittany comenzó a dar golpecitos con el lápiz sobre una libreta.
—¿Puede decirme a dónde ha ido?
—La señora López está en Boston, señora.
“¡En Boston!” Brittany dejó caer el lápiz, pero volvió a cogerlo. La última vez que hablaron, el día anterior por la mañana, al regreso del hospital, Santana no había dicho ni una palabra sobre sus planes de ir a Boston. Claro que no tenía por qué contarle todo lo que pensaba hacer, y tal vez había surgido algo de última hora, pero aún así… ¡dolía! Tal vez tuviese algo que ver con el testamento de Sue. Santana había subido a su ático y desde entonces Brittany no la había vuelto a ver ni supo más de ella, lo cual era bastante desolador. Se moría de ganas de verla y abrazarla para restablecer el frágil vínculo que había entre ellas. “Necesito verla, y punto.” Los cuarteles centrales de Industrias López se encontraban en Boston, pero Brittany tenía la intuición de que era alguien y no algo lo que había obligado a Santana a ir allí con tanta urgencia.
—Gracias, Dennis. Si da señales de vida dile por favor que me llame. Anota mis números de teléfono, por si los ha extraviado.
Al colgar el teléfono, Brittany sintió algo de náuseas y bastantes nervios. Había comenzado sus investigaciones sobre la dinastía Sylvester y, animada por lo que ya había encontrado, había deseado compartirlo con Santana, esperando que aquello le sirviese de consuelo. “¿Para qué me molesto? Ella no se ha preocupado ni un segundo por mí, desde luego no lo bastante para decirme que iba a estar fuera varios días.”
Volvió su atención hacia el ordenador, donde guardó varias páginas web en su disco duro, esperando poder utilizar varias de ellas. Elizabeth, la primera “mujer Sylvester”, por utilizar la frase de Harold Mills, había llegado a las colonias en 1693, procedente de Londres, como esposa del rico terrateniente William Sylvester. Había conocido al joven potentado en Inglaterra. Se casaron tan sólo dos meses después, y unas semanas más tarde embarcaron con destino a Newport. Lizzy gobernó el hogar de William con mano firme. Se preocupaba por los enfermos y los ancianos, y organizó un grupo de damas de su círculo social para llevar a cabo obras caritativas. Poco antes, Brittany había descubierto el diario de la nieta mayor de Lizzy en la biblioteca privada de Sue, y gracias a él supo que Lizzy había muerto de neumonía a los treinta y nueve años, y que su esposo no había vuelto a casarse. Se recostó en su asiento y pensó en los primeros Sylvester de East Quay. Lizzy debió de haber sido una mujer muy fuerte. Había criado siete hijos, cinco de los cuales llegaron a vivir lo suficiente para formar sus propias familias. Por entonces era muy duro vivir en el campo… claro que seguía siéndolo todavía hoy para mucha gente, pensó sombríamente. “Y por ellos es por quien se desvela Santana. Está dedicada al cien por cien a ayudar a los desfavorecidos, ¿cómo puedo competir con eso? Si no da prioridad a su propia felicidad, ¿qué posibilidades tengo?” Aquel era el núcleo del enigma que constituía Santana. Prácticamente había heredado su conciencia social, y era obvio que su abuelo, que sufría por los desafortunados y los extraviados, la había moldeado a su imagen y semejanza. Y a la vez, Santana parecía estar intentando hacerse perdonar algo. “¿Su lesbianismo? ¿La muerte de su hermano?” Brittany negó con un gesto. Esperaba que Santana llamase pronto, sólo por asegurarse de que estaba bien. Sabía que echaba mucho de menos a Sue; ojalá pudiese ayudarla a sentirse menos sola. “¡Lo que ocurre es que no te necesita de la forma en que creías que lo haría a estas alturas, tonta, más que tonta!” Su propia tendencia a aceptar la derrota en los temas de corazón la irritó. Decidió concentrarse en lo que se le daba bien, y comenzó a escribir palabras clave en el buscador Google.
—Llamará —murmuró para sí—. ¡Será mejor que lo haga!
—Es que no sé qué hacer…
Santana agradecía en el alma que Faith, su amiga desde hacía tanto tiempo, se molestase en escuchar sus problemas. Faith Dabrinsky era una mujer alta y morena, de aspecto enormemente autoritario. Santana sabía bien que, cuando Faith entraba en una sala de reuniones, no se oía ni el roce de una pluma. Aunque prefería vestirse con trajes pantalón color negro o gris oscuro y camisa blanca, aquel día llevaba puesto un conjunto de falda y chaqueta azul oscuro que suavizaba su aspecto, habitualmente más austero.
—Llevas dándole vueltas desde hace unas semanas, ¿no? Pareces agotada —dijo Faith, con un deje de ternura en su resuelto tono de voz.
—He perdido pie por completo… todo lo que creía saber, las verdades a las que me aferraba… —explicó Santana; sacó del bolso un pañuelo de papel y se enjugó el rabillo del ojo—. ¿Me estoy volviendo loca?
—No, ni mucho menos. En realidad creo que estás probando por primera vez cómo podría ser tu vida si te atreves a vivirla.
Atónita, Santana se quedó mirando fijamente a su amiga.
—¿Qué se supone que quieres decir con eso, que me he pasado los últimos cuarenta años dormida?
Faith se recostó en el sofá de cuero y se quedó mirando fijamente la chimenea, donde un tronco chisporroteaba con un sonido muy acogedor.
—No, claro que no. Llevas muchos años haciendo una labor increíble, y puedes estar más que orgullosa de tu contribución a la sociedad. Sin embargo, por ti misma no has hecho demasiado… aparte de esconderte.
Aquella franca respuesta la hirió en lo más hondo, pero Santana ocultó su dolor y asintió, enérgica:
—Continúa.
Faith tendió la mano para palmear suavemente la rodilla de Santana.
—Vamos, conozco esa mirada: es tu pose de Juana de Arco, ¿recuerdas? Esa mirada retadora que intimidó a más de un profesor de Harvard. No tienes por qué ponerte a la defensiva. Lo único que quería decir es que, dado que has hecho tanto bien a los demás, es justo que ahora busques tu propia felicidad. Y créeme: sólo podrás ser feliz si reconoces quién eres y lo que eres.
—La Fundación es más importante…
—Ah, pero ahí es donde te equivocas, al menos en parte. La Fundación es importante, vital incluso, pero no necesita que lo sacrifiques todo por ella. De hecho es más bien al contrario. Necesita de tu amor y tus cuidados, que sólo podrás ofrecerle si vives tu vida al cien por cien. ¿Estás de acuerdo?
—Se llama Brittany —susurró Santana, mientras las lágrimas reprimidas comenzaban a rodar en abundancia—, Brittany Pierce. Es la persona más increíble que he conocido nunca. Es íntegra hasta la exageración, y me ha conquistado por completo. Nunca en toda mi vida había tenido tanto miedo —concluyó, temblando como una hoja.
—¡Oh, mi niña! —exclamó Faith; no solía utilizar palabras cariñosas, pero esta vez lo hizo, al tiempo que se acercaba más a ella y la abrazaba estrechamente—. ¡Estás enamorada, por fin! ¡Gracias a Dios!
—No estoy segura de que sea eso lo que siento… ¡hasta podría ser un absurdo encaprichamiento! —exclamó Santana soltándose de sus brazos; la cercanía física era más de lo que podía soportar en aquellos momentos.
—Estás diciendo tonterías, y lo sabes —dijo Faith, en tono suave pero implacable—. Has venido aquí para preguntarme cómo salir de esta situación, ¿no es así?
Santana notó que sus mejillas enrojecían.
—Bueno, yo no lo explicaría así —dijo envolviéndose mejor en su jersey—. Necesito que me digas cómo… manejarlo.
—Tú no necesitas mi ayuda; lo que necesitas es escuchar a tu corazón, y no a tu cabeza.
—¿Cómo?
—Ya lo sabes. Tienes un gran instinto, para los negocios, para las obras benéficas. Sabes cómo manipular a los peces gordos para que abran la cartera y la chequera, y todo con una sonrisa —le dijo Faith acariciando la mejilla de su amiga, mientras sus ojos brillaban con regocijo—. ¿Acaso vas a decirme que no eres capaz de encontrar la forma de conseguir tu trozo de pastel y comértelo también? No lo digo con segundas, por supuesto —concluyó con un guiño.
—¡Faith! —se escandalizó Santana, aunque después soltó una carcajada—. ¡Eres tan imposible como hace veinte años!
—Lo sé —replicó esta, complacida.
Santana quedó en silencio. Su mente era un torbellino. Poco a poco comenzó a notar una extraña sensación de paz, gracias al plan que su analítica mente, por fin rendida a la evidencia, comenzaba a diseñar.
—Cuéntame cosas sobre ella —dijo Faith alzando su humeante taza de café solo—. Quiero saberlo todo de la mujer que ha conseguido atravesar tus defensas en tan sólo unas semanas.
—¿Que la describa? —preguntó Santana refugiándose tras su enorme taza—. Ojalá pueda hacerle justicia: íntegra y sincera, leal, amable y valiente. Lleva ya mucho tiempo declarándose abiertamente lesbiana.
—Tiene redaños. Continúa.
—Rubia, pecosa y de ojos azules. Está todo el tiempo dando abrazos, es como si le proporcionasen más energía. Tiene un gran don para consolar a los demás, y una forma de mirarme mientras me escucha, con los ojos entornados… Podría estar hablando toda la vida, sólo porque me mirase así…
Santana se quedó en silencio, mirando fijamente su taza de café. Después de un rato alzó lentamente la cabeza y miró a Faith, que bebía el suyo, esperando a que dijese algo más, de modo que asintió pensativamente y añadió:
—Está bien, Faith, está bien. Ahora ya sé qué hacer.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
quien no quisiera que la describan así, me encanto el capitulo valió la espera pobre quinn a pasado por muchas cosas duras y esa brenda la mandare a asolearse en medio de un volcán en erupción no me cae nadita lo repito Raquel es retierna me gusto como la comprendió, la amiga de sany es muy directa concreta y sincera justo lo que ella necesitaba ijijji pobre britt pensaba que a san no le importaba lo suficiente si supiera bueno me encanto espero el siguiente ahora q ya se el porque de tu demora ya estoy mas tranquila cdtm y disculpa por la insistencia
imperio0720****** - Mensajes : 322
Fecha de inscripción : 19/04/2012
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Pretty,Pretty,Pretty!!!! Este ha sido uno de mis capitulos favoritos!!!!! Esa brenda es una maldita idiota! Pero thank god que rachel no se asusto del pasado de quinn!!!! San acepto que esta enamorada de britt!!!!! Eso es maravillasticamente fabulantastico!!!!! Me pondre a investigar sobre el agujero negro que hace desaparecer nuestros comentarios! Okno lol.
Pretty actualiza pronto please!!!!!
Pretty actualiza pronto please!!!!!
DafygleeK****** - Mensajes : 371
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Edad : 24
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Ahhhhhhhhhhhhhh Sabia que lo de Quinn fue una relacion algo sado... Bueno no tanto asi como sado pero algo por el estilo, esa mujer que cae de lo peor.. La detesto suerte que Rach estuvo ahi para defender a Quinn y ella tambien se defendio, Puntos para la rubia..
Que triste que Sue haya muerto, San la queria mucho y WOW no puedo creer que le haya dejado la casa, Digo MANSION!!! Eso es genial, pero esa conducion XD muy sospechosa, o mejor dicho bien clara.. para una mujer de mundo y de su edad no pasan desapercibidas algunas cosas, como lo que hay entre Santana y Britt, es que solo San se niega a verlo, espero que con esta platica con su amiga le haya servido de algo, Britt ya esta se hecha un lio pensando lo peor...
Espero el siguiente... Besos linda!! :*
Que triste que Sue haya muerto, San la queria mucho y WOW no puedo creer que le haya dejado la casa, Digo MANSION!!! Eso es genial, pero esa conducion XD muy sospechosa, o mejor dicho bien clara.. para una mujer de mundo y de su edad no pasan desapercibidas algunas cosas, como lo que hay entre Santana y Britt, es que solo San se niega a verlo, espero que con esta platica con su amiga le haya servido de algo, Britt ya esta se hecha un lio pensando lo peor...
Espero el siguiente... Besos linda!! :*
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
No te disculpes por insistir, solo que cuando no puedo...no puedoimperio0720 escribió: quien no quisiera que la describan así, me encanto el capitulo valió la espera pobre quinn a pasado por muchas cosas duras y esa brenda la mandare a asolearse en medio de un volcán en erupción no me cae nadita lo repito Raquel es retierna me gusto como la comprendió, la amiga de sany es muy directa concreta y sincera justo lo que ella necesitaba ijijji pobre britt pensaba que a san no le importaba lo suficiente si supiera bueno me encanto espero el siguiente ahora q ya se el porque de tu demora ya estoy mas tranquila cdtm y disculpa por la insistencia
Sí, Brenda es... , le hizo pasar un mal rato a Quinn, por suerte Rachel es muy comprensiva. Britt si, penso que a San no le importaba nada, pero estaba muy equivocada
DafygleeK escribió:Pretty,Pretty,Pretty!!!! Este ha sido uno de mis capitulos favoritos!!!!! Esa brenda es una maldita idiota! Pero thank god que rachel no se asusto del pasado de quinn!!!! San acepto que esta enamorada de britt!!!!! Eso es maravillasticamente fabulantastico!!!!! Me pondre a investigar sobre el agujero negro que hace desaparecer nuestros comentarios! Okno lol.
Pretty actualiza pronto please!!!!!
Sí, por suerte Rachel comprendio el pasado de Quinn y la apoyó. Tardó, pero sí, San aceptó que esta enamorada de Britt. 2º palabra nueva, maravillasticamente. Cuando sepas algo del agujero negro avisa
aria escribió:Ahhhhhhhhhhhhhh Sabia que lo de Quinn fue una relacion algo sado... Bueno no tanto asi como sado pero algo por el estilo, esa mujer que cae de lo peor.. La detesto suerte que Rach estuvo ahi para defender a Quinn y ella tambien se defendio, Puntos para la rubia..
Que triste que Sue haya muerto, San la queria mucho y WOW no puedo creer que le haya dejado la casa, Digo MANSION!!! Eso es genial, pero esa conducion XD muy sospechosa, o mejor dicho bien clara.. para una mujer de mundo y de su edad no pasan desapercibidas algunas cosas, como lo que hay entre Santana y Britt, es que solo San se niega a verlo, espero que con esta platica con su amiga le haya servido de algo, Britt ya esta se hecha un lio pensando lo peor...
Espero el siguiente... Besos linda!! :*
Sí, esta vez Quinn se defendio, y Rachel estaba allí para apoyarla.
Sí, Sue vivio muchos años, no podía vivir eternamente, y bueno, se lo dejo para que viva con alguien o con sus amigas, estar solo es muy triste.
Britt es algo pesimista, aunque bueno, con San nunca se sabe, da un paso hacia delante y dos atras
Besos linda
Sí, Sue vivio muchos años, no podía vivir eternamente, y bueno, se lo dejo para que viva con alguien o con sus amigas, estar solo es muy triste.
Britt es algo pesimista, aunque bueno, con San nunca se sabe, da un paso hacia delante y dos atras
Besos linda
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Capitulo 23
Capítulo 23
Sonó el timbre de la puerta. Brittany dio un respingo en el sillón de su escritorio, se pegó en la cabeza con la lámpara y salió a toda prisa hacia la puerta, maldiciendo y frotándose la sien. “¡Santana, ha vuelto!” Abrió la puerta de golpe, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Hola. Estaba por aquí cerca y pensé en pasar a recoger la tostadora que Sandy te prestó. Va a necesitarla, ahora que se muda a Newport.
—Hola, mamá —suspiró Brittany, dejando pasar a Susan Pierce
Hacía como tres meses que no veía a su madre, algo bastante notable dado que vivían en la misma ciudad.
—Sandy me regaló la tostadora para celebrar que me había venido a vivir a esta casa —“lo cual es más de lo que tú hiciste, madre querida”—. No he cambiado mucho lo que había cuando vivía aquí la tía Amanda, pero puedes echar un vistazo, si quieres. Pronto volveré a pintar el baño, y pienso instalar una ducha.
—Buena idea —dijo Susan colgando su abrigo; después jugueteó unos segundos con el borde de su blusa—. La verdad es que no he venido por la tostadora.
—Ya me lo suponía. ¿Quieres un café?
Brittany hizo un gesto hacia la cocina, ahuyentando el recuerdo de Santana sentada en el suelo de aquella estancia.
—No, gracias, cariño. Mi doctor dice que debo limitarme a tomar té.
“¿Cariño? ¿Doctor?” Brittany se detuvo en seco, girando sobre sí misma con tal rapidez que estuvo a punto de derribar a su madre.
—¿Cómo? ¿Es que estás enferma?
—En realidad no es más que una pequeña úlcera, nada preocupante. Si no tienes té tomaré simplemente un vaso de agua.
—No, no, tengo té, de varios tipos. Elige tú misma.
Brittany guió a su madre hasta uno de los armarios de la cocina, y esta comenzó a examinar las cinco cajas.
—Son todos del Sea Fabray Café —comentó—. La dueña es amiga tuya, ¿no? ¿Una chica alta de pelo rubio?
—Sí, Quinn Fabray.
—Esa misma —confirmó Susan, señalando al tiempo la caja de en medio—. Té chai: es por el que delira todo el mundo en las reuniones de la iglesia.
Brittany no pudo evitar soltar una carcajada.
—¡Así que deliran en las reuniones de la iglesia! Parece que os lo pasáis muy bien allí.
Sorprendentemente, su madre reaccionó a su carcajada con una sonrisa.
—Nos lo pasamos mucho mejor de lo que imaginas. No nos minusvalores, Brittany.
—De acuerdo, siempre que tú hagas lo mismo conmigo.
—Me han dicho que has dejado tu trabajo en el periódico. Después de tener un empleo estable allí durante tantos años… ¿qué fue lo que se apoderó de ti?
—Una oportunidad única en la vida para hacer lo que siempre he soñado.
—¿Hacer el qué?
—No tienes ni la menor idea de cuáles son mis sueños, ¿verdad, mamá? —suspiró tristemente Brittany—. Aunque sabes que Sandy quería recorrer toda Asia y que Kelly quería ser bailarina profesional.
—Ninguna de las dos ha hecho nada de eso.
—Ése no es el tema: a ellas las conoces perfectamente, pero a mí nunca te has molestado en preguntarme lo que deseaba.
—Sabía que querías tocar esa guitarra tuya.
—Eso lo sabías solamente porque hacía mucho ruido ensayando en el garaje con mis amigos. Pero ese no era mi sueño, o al menos no del todo.
Susan respiró hondo y pareció prepararse para lo inevitable.
—Dímelo ahora, pues.
Una parte de ella, infantil, inmadura y vengativa, deseó negarse y replicar: “¡Pues ahora te chinchas!”, pero se regañó a sí misma: tenía que portarse como una adulta.
—Quiero ser una escritora de verdad, biógrafa o novelista. Amo las palabras tanto como amo la música. Quiero llegar a la gente con mis escritos, conseguir emocionarla. Lo mismo puedo decir de mi música.
—Ay, Señor —suspiró Susan dejándose caer sobre una silla de la cocina.
Brittany hizo té para las dos, y ninguna de ellas dijo nada más hasta que se sentó a la mesa, frente a su madre. “En lados opuestos, como siempre. Y sin embargo ella está diferente. Ha venido aquí sola. ¿Cuándo fue la última vez que lo hizo, si es que hubo alguna?”
—Cuando éramos adolescentes me fastidiaba mucho que Sandy y Nelly se libraran de tantas broncas. Yo era la hija perfecta en todos los aspectos excepto en uno, y sin embargo siempre lo pagaba todo, fuera lo que fuese.
Era la hora de la verdad, Brittany podía sentirlo.
—Tienes razón, así era.
Brittany notó que el aire se le quedaba atravesado en la garganta; tuvo que carraspear antes de poder beberse el té.
—Me alegro de que no lo niegues —consiguió decir—. No podemos cambiar el pasado.
—Creí que era sólo una fase, algo que se te pasaría al crecer. Eras muy joven, y con mucho la más brillante de las tres. Cuando nos lo contaste a tu padre y a mí, yo… no pude aceptarlo —confesó Susan, moviendo la cabeza de un lado a otro con gesto arrepentido—. Nunca me darás nietos, una niñita o un chico con tu belleza y tu inteligencia —concluyó, y las lágrimas asomaron a sus ojos.
—¿Es por eso? ¿Por eso no aceptaste nunca que fuera lesbiana? ¡Esa no puede ser la razón! ¿Y si me hubiese casado y no pudiese tener hijos por culpa de un defecto físico? Eso no te habría hecho rechazarme, ¿verdad? —preguntó Brittany, intentando no demostrar la furia que sentía.
—No fue solamente eso. La gente nos preguntaba en la iglesia una y otra vez cuándo y cómo conseguiríamos traer de nuevo al redil a aquella rebelde hija nuestra. Lo que tú eres va contra mi fe y contra la forma en que me educaron… y es lo que me ha impedido hasta ahora hablar siquiera de ello.
La sinceridad había tomado el lugar del desinterés y el rechazo. Brittany tendió la mano hacia ella por encima de la mesa, comprendiendo que tal vez había presionado demasiado a su madre.
—Puedo entender de dónde provienes, y no quiero que vayas contra tu fe.
Susan posó la mano sobre la de su hija y la apretó suavemente.
—¿No?
—No. Lo que quiero es que me quieras como una madre ama a su hija, sin condiciones. De esa forma podré aprender a confiar en tu amor, y tal vez también en el de papá, ya que él siempre respalda todo lo que tú haces. Puede que entonces pueda soportar el hecho de que sigas teniendo conflictos respecto a la homosexualidad, aunque no conmigo. Y, en cuanto a los nietos… con las tecnologías actuales, eso no está descartado, así que tal vez… algún día.
“¿Querrá Santana tener hijos algún día? —pensó Brittany cerrando los ojos—. ¿Querrá darme una oportunidad?”
—Entonces, ¿me estás diciendo que respetas mis creencias? —quiso saber Susan, agarrando ahora su mano como si no fuese capaz de soltarla.
“¡Me quiere! ¡Mi madre me quiere, y lamenta todos los sentimientos encontrados de estos años! Debe de haber luchado mucho consigo misma, contra el escándalo y la frustración que sentía, y yo sufrí las consecuencias.”
—¿Sabes, mamá? Tal vez la iglesia acabe por ser más indulgente con los homosexuales. Todos somos criaturas de Dios, y él hizo así a unos cuantos de nosotros. ¿Eso no te hace pensar? Soy tu hija, mamá, no el fruto del demonio.
Susan volvió a estallar en llanto, y Brittany se maldijo a sí misma en silencio por haber sido tan directa, como siempre. Se puso en pie y rodeó rápidamente la mesa.
—Lo siento, mamá —dijo, inclinándose para abrazar a su madre por primera vez en varios años.
—No, soy yo la que lo siente —dijo esta, hundiendo el rostro en la sudadera de su hija—. No he sido una buena madre. He cometido más pecados de los que tú cometerás en toda tu vida.
Brittany cayó de rodillas junto a la silla de Susan, sin dejar de rodearla con sus brazos.
—¿De qué estás hablando?
—Hablo del orgullo, que es un pecado horrible. Y de la mentira. Y tampoco he sabido amar al prójimo como es debido, lo que te incluye a ti, Brittany. Pero sobre todo era el orgullo el que hablaba en mi nombre.
Brittany apenas se atrevió a preguntar; era como estar pisando sobre un hielo muy quebradizo:
—¿Y qué ocurrirá ahora?
—No quiero que continuemos como hasta ahora. Sandy y Kelly han intentado hablar conmigo sobre lo tuyo muchas veces, y siempre me he negado. Pero cuando leí esta mañana el Chronicle y…
—¿Qué es lo que viste allí? ¿Salgo en el periódico?
—Sí. Tu antiguo fotógrafo escribió cosas muy bonitas sobre ti, para agradecer todos los años que pasaste en el periódico. Había también un artículo sobre la celebración en honor de la señora Sylvester y otro con su elogio fúnebre. En el artículo sobre la fiesta había fotografías, y tú estabas allí, sentada en la mesa principal.
—¿De veras? ¡Vaya! —Brittany no supo qué más decir—. No sabía que hubiesen hecho fotografías.
—Y cuando lo vi… deseé llevar aquellos recortes a nuestro grupo de mujeres de la iglesia y, bueno, presumir de mi hija. Y entonces comprendí que había tenido motivos para presumir de ti muchas, muchas veces, y nunca lo hice, porque me sentía ofendida por quien… por lo que tú eres —hipó Susan, enjugándose las lágrimas con un pañuelo de papel.
—¡Mamá! —exclamó Brittany volviendo a abrazarla—. Tal vez haya esperanzas para nosotras, ¿no te parece?
—Sí, sí que me lo parece, Brittany. He encontrado de nuevo a la hija de la que tan orgullosa estaba hace muchos años, y quiero volver a conocerla como entonces.
Brittany regresó a su asiento.
—La verdad es que esto es… tremendo.
Tanto como amaba las palabras, y en aquellos momentos no sabía qué decir.
—¿Tienes… novia? —preguntó Susan, y Brittany sonrió al oír aquel intento de su madre por parecer desenvuelta.
—No estoy muy segura, mamá, aunque tengo esperanzas de que así sea. Lo sabré en cuanto ella regrese de Boston.
Notó que se le encogía el corazón.
—Tengo mucho miedo, ¿sabes? Si decide rechazarme… —concluyó con un encogimiento de hombros, aunque sabía que su voz había temblado, revelando el dolor que sentía.
—Si lo hace, sea quien sea, es que está loca —dijo Susan, y bebió otro sorbo de té.
Brittany volvió a reír, más que nada por no llorar.
—Huy, no tienes ni idea.
—¿Quién es? ¿Alguien a quien yo conozca? ¿Alguna compañera de instituto?
—No, nada de eso —“Es hora de realizar un acto de fe, pero todavía no.”—. Si se atreve a darme una oportunidad te la presentaré con mucho gusto, pero no puedo traicionar su confianza. No es una lesbiana declarada, ¿entiendes?
—¿Declarada? Ah, quieres decir que está… ¿cómo decís, en el armario?
—Del todo.
Brittany se sentía agotada, pero en cierto modo agradecía aquel cansancio.
—Bueno; como ahora trabajas desde casa no voy a entretenerte más por esta vez. Volveré a pasarme por aquí más adelante, ¿la semana próxima tal vez?
—Claro. Y yo también puedo pasarme por casa, ya sabes. Y… ¡Oh, espera!
Brittany fue corriendo hasta su despacho y rebuscó en el escritorio. Cuando encontró lo que buscaba volvió con su madre, que ya estaba en el vestíbulo poniéndose el abrigo.
—Toma, mamá, dos entradas para el concierto benéfico de la Fundación López, este sábado. Vosotros no podríais permitiros pagar lo que cuestan, y yo tampoco normalmente, pero las he conseguido gratis. He pensado en enviárselas también a Sandy y su novio, a Kelly y Bob, y a Rory y su esposa, por supuesto. Así me quedarán una para mí y otra de sobra.
—Pero ¿no perderán así dinero para la obra benéfica? —dijo Susan examinando las entradas—. No me parece justo.
—Oh, están compradas y pagadas con dinero honrado, que irá directamente a la nueva ala del hospital. Y, si eso te hace sentir mejor, siempre puedes donar a la Fundación lo que puedas permitirte. Eso es lo que yo haré.
—Ah, y eso será un dinero extra para ellos. Buena idea —asintió su madre—. A tu padre le gustará. Le encanta la música.
—Lo sé. ¿Sabe que has venido?
—Sí.
—Que venga contigo la próxima vez.
—Muy bien —contestó Susan, casi tímidamente—. Espero que podamos vernos el sábado, pues. Y también la semana que viene.
—Claro, estaremos sentadas juntas. Además son muy buenos asientos.
—Magnífico —contestó Susan, besándola fugazmente en ambas mejillas—. Hasta pronto.
—Chao.
Brittany se quedó escuchando hasta que los pasos de su madre dejaron de oírse. “¿Es esta una señal de que mi vida va a cambiar en más sentidos? No estoy segura de poder digerir muchas más sorpresas. Excepto una: Santana. ¡Vuelve, esta espera me está matando!”
—¡¿Que mató a una persona?! ¡Oh, linda querida, qué horror para la familia de esa persona y para ti! —exclamó Rachel, abrazando con fuerza a Quinn.
—No lo supe durante mucho tiempo. Mi padre murió en prisión cuando yo tenía catorce años, y fue entonces cuando me enteré de la verdad —explicó Quinn, y escondió el rostro en el pecho de Rachel.
El pelo de Quinn olía a limpio y también a su perfume de sándalo, que ya le era familiar.
—Cuenta.
Quinn sollozó con hipos hondos y dolorosos.
—Según su expediente, mi padre me había dejado sola en casa, poco después de que volviesen a concederle mi custodia, para ir al pub a “celebrarlo” con sus amigos. Bebió bastante, y después decidió volver conduciendo. No era muy tarde todavía. Tomó un atajo desde el pub y… atropelló a un niño que circulaba por el carril bici.
—¡Oh, Dios mío! Y el niño murió…
—Sí, al parecer fue en el acto. Mi padre, tan borracho que ni se enteró, abandonó el lugar y siguió conduciendo hasta casa, de modo que no solamente mató al pobre chico, sino que lo dejó allí, sin intentar auxiliarlo siquiera. Cuando la policía vino a arrestarlo insistió en que ni sabía que había atropellado a alguien. Así de ido estaba.
Algo resonó en ese momento en la memoria de Rachel, pero no supo concretar qué era.
—De modo que fue sentenciado a prisión…
—Sí. Como era la tercera vez que lo pillaban conduciendo borracho, lo condenaron a quince años. Murió seis años después de ingresar en la cárcel, de un ataque al corazón.
Rachel intentó dar calor a Quinn, acariciándola lenta y suavemente por encima de la camisa vaquera. Pronto dejó de temblar y se sintió deliciosamente pesada, apoyada sobre los pechos de su compañera.
—Y Brenda estaba intentando hacerte creer que habías heredado los genes de tu padre —bufó Rachel—. Es cierto que puedes heredar la tendencia al alcoholismo, pero en cuanto al resto de las cosas que hizo tu padre, de ninguna manera; no tienes ni rastro de eso.
Quinn la abrazó con fuerza.
—Algunas veces me vuelvo loca pensando en mi pasado, y me entran ganas de golpear algo —susurró—. Entonces golpeo mi batería. Con mucha fuerza, quiero decir.
—Eso es precisamente a lo que yo me refiero —recalcó Rachel, alzando el rostro de Quinn hacia ella—. Golpeas los tambores; no a un ser vivo, cualquiera que sea, sino sólo objetos inanimados.
Se inclinó hacia ella y la besó.
—No hay nada malo en ti, linda. Eres una persona increíble, que ha tenido que pasar por pruebas de las que la mayoría de nosotros ni siquiera ha oído hablar. Y significas muchísimo para mí.
Volvió a besarla; esta vez le abrió los labios y su lengua penetró en la boca de Quinn con insistente suavidad. Ella le devolvió el beso. Rachel esperaba haber barrido así parte de su miedo, si no todo. Quinn le desabrochó la blusa y coló una mano dentro de ella, tomando uno de sus generosos senos para acariciarlo. Rachel gimió.
—¡Oh linda, me haces unas cosas tan extrañas y maravillosas…! —suspiró, y le besó la coronilla—. Me haces sentir cosas… cosas que nunca creí poder llegar a experimentar, y menos todavía en estos momentos…
“… en estos momentos en lo que todo lo demás se ha derrumbado a mi alrededor. Y sin embargo tú me estás enseñando una nueva vía, un nuevo sueño, ¡oh, Quinn!”
—Eres tan hermosa… Te deseo, Rachel, quiero sentirte sobre mi piel.
—Entonces desvísteme, cariño.
Qué fácil le había sido decirlo. El afectuoso apelativo no pasó desapercibido para Quinn; el latido de sus sienes se aceleró tanto que hasta Rachel pudo verlo.
—Déjame contemplarte —pidió Quinn; era obvio que la intimidad que ya compartían la volvía más osada—. Toda entera, Rach; ¡tienes un cuerpo tan sensual y maravilloso…! No me canso de mirarte.
Rachel dio un respingo al oír aquella inesperada petición, tan excitante, y notó un vivo rubor en las mejillas.
—Querida mía, haz lo que desees hacer —jadeó—. Espera sólo a que me desvista…
—No, déjame a mí.
Quinn se echó hacia atrás para alcanzar los botones más alejados. Le desabrochó por completo la blusa, la deslizó fuera de sus brazos y la hizo desaparecer. Rachel llevaba puesto un sujetador de encaje que apenas ocultaba nada, lo que dejó a Quinn sin el poco aliento que le quedaba.
—Quiero verlo todo —insistió, quitándole la prenda con dedos temblorosos.
—¡Dios Santo, Quinn! —exclamó Rachel, arqueando la espalda al notar que esta hacía rodar sus pezones entre los dedos, convirtiéndolos en dos firmes picos—. ¡Te deseo tanto que es casi doloroso! ¡No te detengas!
Notó que en su interior surgían mil emociones a la vez: deseo, cariño, nerviosismo y una ternura hacia Quinn que lo eclipsaba todo, dejándola temblorosa y decidida a ofrecerle todo el placer que la joven se merecía. La imagen de Brenda surgió en su mente sin ser invitada, pero Rachel rechazó de inmediato la comparación. Imaginaba que Brenda había intentado que Quinn la complaciese de una forma que a esta le parecía intolerable. Se juró a sí misma que ella nunca le pediría cosas así. Cuando Quinn se inclinó para abarcar uno de sus pezones con la boca, Rachel se apretó contra ella.
—Sí, así… —gimió con voz ronca—. ¡Oh, qué maravilla!
Quinn atrapó el pezón entre los dientes, dando suaves tirones, y su compañera dejó escapar un agudo grito antes de hundirse más en el sofá, llevándose a su pareja consigo.
—Quinn… linda… no te detengas. Pero quiero librarme de estas ropas, cuanto antes.
—Ahora mismo —contestó.
Soltó el botón y bajó la cremallera de los pantalones de Rachel antes de retirarlos de sus caderas, que ella mantenía elevadas, y después tiró, llevándose a la vez las braguitas y las medias de nylon.
—¿Tú también? —susurró Rachel mirando fijamente el borroso contorno del rostro de Quinn.
—Sí.
Pudo notar cómo se iba desvistiendo lenta y demoradamente. Rachel la acariciaba en cada punto en el que descubría un trozo de piel al descubierto. Por fin Quinn se sentó frente a ella, totalmente desnuda. Rachel quedó sin aliento. Se mordió el labio, muerta de deseo.
—Tienes una piel suavísima —le dijo, recorriendo el cuerpo de Quinn con las manos para así poder “verla”—. Me alegro mucho de haber podido verte antes de que mi vista se nublase del todo. Ahora sé que eres suave como el satén, con una perfecta piel aceitunada. Sabes lo que siento por ti, ¿verdad, linda? —concluyó, con la voz rota.
—Creo que tendrás que decírmelo. Prefiero no andar adivinando, porque suelo equivocarme.
Rachel dejó escapar una risita excitada y nerviosa, al tiempo que tiraba de Quinn hasta colocarla sobre ella.
—Lo sé, no es justo que te pida eso —convino.
Quedó un momento en silencio. Lo dijese como lo dijese, iba a sonar o bien demasiado formal o bien demasiado melodramático:
—Mi dulce Quinn, me has cautivado por completo, en todos los sentidos. No sé lo que me deparará el futuro, pero espero que estés conmigo para compartirlo… porque estoy enamorada de ti.
“Merde, parece como si me estuviese declarando o algo así… y tal vez sea eso lo que esté haciendo, en cierto modo.”
Quinn se quedó inmóvil. Cuando Rachel posó la mano entre sus senos pudo notar que el latido de su corazón era errático y poderoso. Quinn jadeó en busca de aire con el que llenar los pulmones, y pareció como si estuviese a punto de llorar. Rachel sonrió irónicamente para sí misma. “Esperaba algo más de alegría ante mi confesión de que estoy enamorada por primera vez en la vida.”
En ese momento, Quinn posó la mano sobre la de Rachel y la apretó con más fuerza contra su pecho.
—Yo también estoy enamorada. Te quiero, Rachel —declaró, con voz estrangulada pero clara, apretándose más contra ella y hundiendo el rostro en sus cabellos—. Te he querido desde el primer día que entraste en el café.
Rachel la rodeó con ambas piernas y la abrazó con fuerza, incapaz de contener la excitación que sentía.
—¡Me haces muy feliz!
—Déjame sentirte —pidió Quinn, incrustando una mano entre la parte inferior de ambos cuerpos.
Rachel abrió más las piernas y las encajó sobre la cintura de su pareja.
—¡Sí, sí, acaríciame!
—¡Oh, Rach, pero si estás empapada —gimió Quinn—, increíblemente suave y mojadita.
—Sí, y sólo para ti, cariño. Quiero que entres en mí… ¡Cuánto antes!
Rachel se dio cuenta de que sus entrecortadas palabras mostraban bien a las claras la necesidad que sentía, y supo también que si Quinn no hacía algo cuanto antes acabaría por suplicárselo.
“¡Va a hacerme suya! Y, si ella lo desea, le demostraré que yo también puedo hacerla mía.”
Quinn alzó unos centímetros las caderas y deslizó dos dedos por entre los copiosos jugos de Rachel. Las paredes interiores de su vagina se contrajeron alrededor de los dedos, y era como si Quinn estuviese buscando algo en aquel húmedo y latente horno. Fuese lo que fuese, Rachel supo el momento justo en que lo encontró. Cuando su compañera cerró los dedos y creó todo un océano de placer que se extendía por su vientre y sus muslos, Rachel dejó escapar un áspero grito.
—Rachel… tócame tú también… me estoy muriendo de deseo.
Rachel abarcó las nalgas de Quinn con ambas manos y la apretó contra sí. La besó en la boca, dándole mordisquitos en los labios mientras ella le masajeaba los pechos. Cuando extendió los dedos llegó incluso a hundirlos varias veces en su vagina. Era obvio que sus caricias no hacían más que aumentar la pasión de Quinn, pero esta se agitaba de tal manera que Rachel comprendió que su compañera necesitaba todavía más de ella: más caricias, más amor, más pasión.
—Ponte de costado —murmuró—. Así no puedo alcanzarte bien.
Rachel siguió abrazándola mientras Quinn obedecía, saliendo de encima de ella. Al colocarse a su lado se quedó a unos milímetros de caer al suelo.
—Será mejor que no me sueltes —le advirtió Quinn, con voz de guasa.
—Nunca —contestó Rachel con total sinceridad.
Siguió sujetándola con un brazo alrededor de su cuello mientras la otra mano buscaba los rubios rizos de entre sus piernas. La humedad que halló allí la animó a seguir, y ahora sabía qué hacer.
—Abre las piernas para mí, linda.
Quinn jadeó y comenzó a mover la mano, hundida todavía entre las piernas de Rachel; a continuación alzó la pierna izquierda y la posó sobre la cadera de su pareja. Inmediatamente, esta comenzó a hacer rodar el clítoris de Quinn entre sus dedos. Estaba hinchado y resbaloso. Seguía masajeándolo con el pulgar cuando entró en Quinn, primero con un dedo y después con dos.
—Es increíble lo suavísimo que es —jadeó Rachel—, y tan ardiente como el fuego… vas a hacer que me corra… muy pronto —concluyó, moviendo las caderas contra la mano de su pareja.
Quinn apretó la húmeda frente contra la de Rachel, y sus alientos se entremezclaron mientras sus respectivas manos se adentraban en lo más hondo del sexo de su pareja.
“Al unísono… en armonía… en un mismo acorde…” Los términos musicales aparecieron de pronto en la mente de Rachel, y esta comprendió que definían lo que ella sentía por Quinn. La besó tiernamente y musitó:
—Te quiero, linda. Deseo que disfrutes lo máximo posible. Quiero tenerte siempre así, en mis brazos. ¡Te necesito tanto… tantísimo, Quinn! ¡Oh… oh, Quinn!
Quinn siguió moviendo las caderas; Rachel pudo sentir cómo corría el sudor por sus sienes, mojándole el rostro, mientras su compañera se inclinaba sobre ella.
—Pues entonces bésame otra vez. Hazme tuya…
Rachel hundió los dedos de la mano libre en el cabello de Quinn, empapado de sudor, y la besó profundamente, deleitándose con todo el amor que ahora sí se veía con derecho a demostrarle. Como si al ponerse al descubierto la verdad de su mutuo enamoramiento hubiese dado a Quinn la suficiente libertad para disfrutar de la parte física del amor, esta llegó al orgasmo dejando escapar un fuerte gemido, con el cuerpo rígido de arriba abajo y la cabeza caída sobre el brazo de Rachel.
—¡Rach! ¡Oh, Dios mío… aah! —gimió, mientras su cuerpo se convulsionaba repetidamente.
Mientras acunaba a Quinn, dándole tiempo a recuperarse, Rachel notó un dolor muscular poco habitual en ella, aunque muy placentero. En la habitación no se oía más que la trabajosa respiración de ambas. Cuando por fin se calmaron, Quinn alzó la cabeza para besarle la punta de la nariz.
—Te quiero.
Lo había dicho sin dudar ni un instante, y aun así Rachel tuvo la impresión de que Quinn contenía la respiración al decirlo.
—Y yo te quiero a ti —contestó, notando que Quinn se relajaba al instante y apoyaba la cabeza en su hombro.
—Estoy feliz… y asustada al mismo tiempo. Nunca me había sentido tan feliz —explicó esta—, de modo que no sé muy bien cómo hacer que dure. ¿Tiene sentido lo que digo?
—Sí, en cierta forma sí. Pero, si eso te hace sentir mejor, te diré que yo tampoco he sido nunca tan feliz, y no tengo ni la menor idea de cómo seguir a partir de aquí. Lo único que sé con certeza es que, vaya a donde vaya, y haga lo que haga, quiero tenerte a mi lado, siempre que tú lo desees.
—Por supuesto que sí. Pero yo no puedo irme por ahí sin más —suspiró Quinn—. Tengo que ocuparme del café.
—Lo sé —contestó Rachel; la besó lenta y profundamente, confiando en que el beso explicaría mejor todas las emociones que sentía y que no podían definirse con palabras.
—Más pronto o más tarde tendrás que volver a tu casa, para atender a Perry y a Mason… —empezó Quinn.
Se quedó un momento en silencio. Rachel aguardó pacientemente lo que su compañera estaba a punto de declarar.
—¿Qué tal si meto unas cuantas cosas en una bolsa —continuó esta por fin— y me voy contigo? Puedo pasear a los chicos y pasar allí unas cuantas noches. ¿Te parece? —concluyó, encogiéndose de hombros con aire avergonzado.
—¿Lo harías, de verdad? —contestó Rachel, sonriente—. ¡Eso sería magnífico! Últimamente estoy preocupada por los perros. Todavía puedo pasearlos de día, pero cuando todo está oscuro tengo bastantes problemas.
—Es lógico —dijo Quinn, aliviada—. ¿Trato hecho, entonces?
—Trato hecho —convino Rachel, y su pecho se llenó de felicidad.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Pretty!!!!!!!! No puedo creer que britt y su mamá se arreglaron!!!!! Ahora esta todo bien entre ellas! Aunque creo que en tus fics algo asi significa que luego vendra mas drama no?!?!?
Estoy segura que el niño que atropello el padre de quinn es el hermano de san... Si es asi habra mas drama!... Pretty please actualiza pronto!!!!!! ;) xoxo.
P.D. Te avisare en cuanto sepa del agujero. Lol.
Estoy segura que el niño que atropello el padre de quinn es el hermano de san... Si es asi habra mas drama!... Pretty please actualiza pronto!!!!!! ;) xoxo.
P.D. Te avisare en cuanto sepa del agujero. Lol.
DafygleeK****** - Mensajes : 371
Fecha de inscripción : 23/06/2013
Edad : 24
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Pretty!!!!!!!! No puedo creer que britt y su mamá se arreglaron!!!!! Ahora esta todo bien entre ellas! Aunque creo que en tus fics algo asi significa que luego vendra mas drama no?!?!?
Estoy segura que el niño que atropello el padre de quinn es el hermano de san... Si es asi habra mas drama!... Pretty please actualiza pronto!!!!!! ;) xoxo.
P.D. Te avisare en cuanto sepa del agujero. Lol.
Estoy segura que el niño que atropello el padre de quinn es el hermano de san... Si es asi habra mas drama!... Pretty please actualiza pronto!!!!!! ;) xoxo.
P.D. Te avisare en cuanto sepa del agujero. Lol.
DafygleeK****** - Mensajes : 371
Fecha de inscripción : 23/06/2013
Edad : 24
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
puedes creer que me copio los capitulos los guardo en Word :3 y los leooo TOOOOODA La noche xD hasta donde termine GRACIAS por tan buen FIC! :3 alksdjlaksjdlaksjdlaksjdlaksjdlkasjl EXCELENTEE!!!!
Alessandra Fabray* - Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 23/09/2013
Edad : 29
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Definitivamente esta es una de mis historias favoritas, estos 4 capitulos han sido en verdad grandiosos, solo espero que al regresar santana de boston se decida a ser feliz con brittany y en cuanto a las faberry super lindas en verdad!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic [Brittana/Faberry] Café sonata. Epílogo
Woooooooww que lindo capitulo!
Britt y su mama camino a la rteconciliasion,Rachel y Quinn confesando su enamoramiento y San?? Quiero saber cual es du desicion!!!
Saludos
Britt y su mama camino a la rteconciliasion,Rachel y Quinn confesando su enamoramiento y San?? Quiero saber cual es du desicion!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
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