FIC-KLAINE: I Owe It To My Diary.—CAP.#30—"LA PEOR VERGÜENZA"— ACTUALIZADO (21/07/2015)

Al cruzar tras aquella ancha puerta de acero color azabache, sentí como el estridente sonido de esa música rock-metálica me golpeaba los oídos con fervor. ¿Qué como sabía que era de Rock-Metálica dado que  yo soy una de esas pocas personas que se podría denominar como…  un aburrido nivel dios en cuanto a música se trata? Pues, bien, ¿Si recuerdan que  cuando yo era un niño de ocho años tenía un hermano mayor de dieciséis que vivía conmigo? Entonces él, cuando papá no estaba en casa y mamá se iba por los comprados al súper, sacaba su disco de Rock-Metal que tenía bien escondido bajo su cama, lo ponía en el aparato, y le daba el máximo volumen.

Y así  de esa manera ambos, yo contra su mi voluntad pero siendo el más pequeño no podía hacer nada,  nos la pasábamos escuchando esa clase de música todo el rato hasta que Finn, jugando bien perfectamente su papel de maniaco y para aparentarles a mis padres que era un hermano mayor “responsable” y que por ninguna de las circunstancia dejaría que su hermanito menor, al cual “amaba mucho”, escuchara esa clase de música; la cual eran puros insultos y palabras que solo incitaban a las personas a practicar sexo de las mil forma posibles… pero bien… lo connoto acá era que mi queridísimo hermano tanteaba la hora en que mamá llegaba a casa con los comprados y así quitaba el disco y  todo quedaba como si nada.  

Asunto resuelto.

Y vaya que me admire que nunca lo cacharan aún así nuestra fastidiosa vecina de a la par venia y se quejaba con nuestra mamá diciéndole de nuestro pequeño secreto.

Ahora recuerdo lo genial que era ese gigante loco y lo mucho que lo extraño.

Pero en fin… siguiendo con el lugar del terror al cual me estaba induciendo…. mientras seguía caminando por aquel largo pasillo, con Blaine a la par mía, Puck al otro lado  de él y Rachel—a quién no le había dirigido la palabra porque aún me sentía traicionado por ella y su enorme bocota— que estaba a la otra punta de donde yo estaba, sentí como la música de a poco se iba haciendo más estridente y tosca de cómo se escuchaba cuando cruce la puerta.

Los cuatros por fin llegamos al interior del  antro “La Caverna del Pecado”… y vaya que el nombrecillo si le daba justicia propia, ya que, aparte de que el lugar estaba repletamente abarrotado de gente loca que se besaban, se toqueteaban, bailaban, tomaban y se hacían los pirados por doquier….al girar mi cuello hacia una esquina de allí, en un rincón casi oscuro y a unos cuantos pasos de donde nosotros estábamos, habían varias parejas heterosexuales haciendo casi el amor en unos sillones color turquesa que habían allí. Pero eso no fue lo admirable, no, lo admirable fue ver a la par de ellos a otras parejas  de chicos gay y lesbianas que estaban en las misma condiciones o aún peor.

Ver tal cosa me dejo más que absorto y… ¡Dios!… ¿Como pude yo terminar en este lugar de locos cuando se “suponía”  que venía para una pijamada tranquila y la cual no incluía casi porno hetero acompañada de casi porno gay y lesbiana en vivo?

Sin tapujos un escalofrió me recorrió el cuerpo de punta a punta y fue ahí cuando recordé como termine viniendo a este loco lugar donde tal parce que no se juzga a nadie siempre y cuando vengas en plan de “divertirte a lo grande”.

La cosa fue más o menos así:

«—Ese creo que fue un buen cierre de trato, ¿No lo crees?—Dijo Blaine, con su voz agitada a causa de aquel intenso beso que nos acabábamos de haber dado y con el cual disque se había cerrado nuestro trato de ser amigos con derecho a rose.

—Ya lo veras…—Murmuro Blaine, con una ancha sonrisa en su rostro… algo que realmente no me sonaba nada bien y no hace falta decir que con anterioridad  yo sabía que eso no sería buena idea.»

Entonces fue cuando todo aquello que pensé que terminaría siendo una tranquila pijamada; en donde los cuatros comeríamos la deliciosa comida que mi papá y yo habíamos cocinado con tanto empeño, festejando el cumpleaños de Puck de manera civilizada y viendo una que otra película en silencio, se había extinguido en un abrir y cerrar de ojos y en lugar de eso termine en este mundano lugar, en “La Caverna del Pecado”.  El lugar que según Blaine era a todo dar y que era un paraíso en el sentido estricto de la palabra… cosa que hasta el momento de estar en este lugar, observando como un verdadero estúpido a aquella orgia que estaba en aquella oscura esquina casi teniendo sexo a lo loco y sin rienda suelta, me doy cuenta a que se feria con eso de “paraíso”… es que… yo debí de haberme imaginado algo así con anterioridad… cosa que no dudo que el termino paraíso era obvio que se refería al sexo seguro y sin ningún reniego que se podía conseguir en este lugar…

Fue ahí cuando un escalofrió me sacudió el cuerpo de arriba abajo y lo único que esperaba con todas mis ansias era el momento de largarnos de ese infernal lugar y tirarme en la cama de Puck en posición fetal como lo haría un niño asustado y temeroso.

—Vamos haya.—Dijo Blaine tomándome del brazo sorpresivamente, haciendo que diera un respingo de la sorpresa y señalando hacia un lugar donde habían unos esponjosos sillones color vino.

Todos, a excepción mía que era el aguafiestas de la noche, asintieron efusivamente y sin rechistar nos encamínanos hacia aquel lugar que había señalado Blaine.  

—¿Están seguros que no quieren volver a casa?—Murmuré haciendo un gesto raro con mi cara y haciendo que ese par de locos, Blaine y Puck, me observaran de manera dura, como diciendo “¿Qué a caso estás loco?”

No obstante sentí como el rostro se me ponía rojos de la vergüenza a causa de pensar en lo completamente ridículo que pude haberme escuchado diciendo semejante estupidez. Cosa que me quedaba más que claro al ver las caras enfurruñadas de ese parte de maniacos que no dejaban de ver el lugar con total admiración y como si un pedazo de pan les había caído del cielo justo en temporada de hambre.

Rendido solté un largo y muy profundo suspiro.

¿Y qué puedo decirles?… realmente no me sentía a gusto en ese lugar,  en ningún sentido posible… y tal vez era patético ¡porqué vamos! ¿Qué adolecente de mi edad no desearía estar en un lugar como este? Con mucha gente alrededor, con un ambiente que lo único que se percibía era lujuria, desenfreno, pasión y sexo seguro… mucho sexo. Pero no era mi caso, tal vez parezca enfermizo pero me asustaba ese lugar, me sentía… asfixiado, casi claustrofóbico.  Y mucho, muchísimo más, al sentir sobre mi cuerpo las miradas de todos esos chicos que estaban ahí y me miraban súper raro… como si yo fuera un jugoso y fresco filete al cual podían ponerle el diente encima.

Dios, eso era súbitamente de horror. Ver como sus ojos incandescentes me atravesaban hasta las entrañas y me decían sin emitir al menos una palabra las miles de cosas que me podrían hacer si les daba la oportunidad de meterse dentro de mis pantalones.

«¡Corre!, ¡Huye! y ¡Escapa mientras puedes de este lugar!» Me gritaba una voz en mi cabeza sin cesar, pero lo triste era que ya no podía hacer ninguna hazaña sin salir ileso de este lugar.

Además, ¿Qué pasaría si todos ellos que me miraban de esa manera rara fueran unos psicópatas que estaban metidos en una secta y de un momento a otro me arrastraban para un lugar donde no se puedan escuchar mis gritos y ofrecerme como un sacrificio?

Oh joder, era el momento donde me arrepentía de haber visto esa película de terror con mi padre... ya que, si mal no recuerdo una escena era idéntica a este lugar, con las misma locas personas… y  recordar eso justo en esos momentos que nos encaminábamos para aquellos sillones y al sentir todas aquellas miradas sobre nosotros no dejaba de pensar en ella y lo peor es que sin querer, todo en un acto inconsciente,  me aferre con toda vehemencia al brazo de Blaine

—Oh, vaya… ¿No sabía que estabas tan impaciente, nene?—Murmuro el muy psicópata con una jocosa sonrisa en su rostro al ver cómo me había pegado involuntariamente a su cuerpo.

Tuve ganas de tirarle una bofetada… ¿Qué acaso no notaba mis nervios?

—Ja-ja, no te hagas muchas ilusiones cariño.—Le dije enfurruñado, sacándole la legua infantilmente.—Esto será lo único que tendrás de mi por esta noche.—Agregue. 

Su sonrisa de hizo más ancha y más tétrica aún.

—Ya lo veremos a lo largo de la noche.—Murmuró, con sus aires de autosuficiencia, haciendo que al instante me arrepintiera de haberle dicho aquellas palabras, ya que, dado que en ese momento mi mente estaba atrapada en aquella película de terror… y si mal no recuerdo el loco maniaco que asesinaba a todas aquellas personas era la pareja de la pobre chica protagonista… y dado que Blaine y yo se podría decir que éramos algo así como una pareja… ¿A caso tengo que ser más claro?

En esos instantes todos se me hacían sospechosos.

—Oye, ¿Estás bien?—Me pregunto Puck, sacándome de mis pensamientos al instante, haciendo que diera un brinco.

Solté un suspiro… al final que Puck me había sacado de mis pensamientos me di cuenta que todo era producto de una loca y muy enfermiza paranoilla de mi cabeza y que obviamente nada de lo que había visto en esa película podría suceder en la vida real… más claro… los créditos al final de ella que decía que todo era ficticio.

¡Bah!, enserio que era patético. Aun sigo admirado de que no me hayan dejado en la casa, solo y encerrado como el triste perro faldero sin dueño.

—Sí, claro ¿Por qué no debería estarlo?—Dije sutilmente, queriendo aparentar tranquilo y muy emocionado de estar en este lugar.

Me solté del brazo de Blaine y vi como este hizo un mohín.

—Solo preguntaba porque te vi un poco azorado mirando para todos lados.—Murmuró Puck, alzando vagamente los hombros.—Además, me dio la impresión que mirabas a todos  con miedo y como si fueran a cortarte la cabeza o algo por el estilo…

¿¡Tan perceptible soy!? Puff, eso me demuestra que sí.

Pero antes de poder agregar algo más, llegamos a los esponjosos sillones color vino y mi primer intento fue tirarme sobre ellos de un solo brinco y rebotar como si estuviera en un trampolín. Enserio que se miraban esponjosos y el ambiente era muy tranquilo a diferencia de todo aquel bullicio que acabamos de atravesar.

—Tomemos asiento.—Propuso Blaine, quien al hacerlo se sentó en el mismo sillón que yo me había sentado y Rachel y Puck se sentaron al de la par.  Por unos segundos la mirada de la morena se cruzo con la mía, pude leer en sus ojos las palabras “Por favor perdóname” pero ligeramente aparte mi vista y la enfoque en otro punto.

La verdad era que yo no soy un rencoroso ni nada por el estilo. Para nada. Además, soy de eso que piensan que la vida es mejor sin líos, mucho más con tus amigos. Pero enserio si me había dolido mucho su traición, y es que… ¿Cómo pudo ella ir de boca suelta directo donde Blaine y decirle que yo y Puck no lo queríamos en la pijamada? Eso para mi había sido un golpe muy fuerte, mucho más para nuestra amistad. Eso me daba a demostrar que no podía confiar plenamente en ella… ¿Y a donde queda una amistad sin confianza? A ninguna parte.

Eso estaba claro.

Pero en fin, ya veré que hacer con ella. Por el momento su castigo será mi indiferencia. Ella debe de aprender que la amistad no se traiciona y mucho menos si eso involucra meter en problemas a un amigo, que en este caso habían sido dos, Puck y yo.

—Y bien… ¿Qué les pareció el lugar?

Abominable, temeroso, con ganas de salir huyendo.

—Esta súper padre.—Dijo Puck.—Además… el ambiente no está nada mal.—Agrego guiñándole el ojo a una hermosa chica rubia que acababa de pasar a la par nuestra. Quien de igual forma le sonrió y era más que evidente que en el transcurso de la noche ambos iban a terminar yendo a aquella oscura esquina que vi casi al entrar al bar.   Aquella donde todos intentaban tener sexo estrafalario.

—¿Lo ves? Yo sabía que te iba a encantar mi regalo de cumpleaños.—Murmuro con una ancha sonrisa el muy descarado que estaba a la par mía, súbitamente feliz de que a mi amigo, que de igual manera ahora también era de él, estaba contento del lugar al cual nos había traído.  

Yo por mi parte hice amago a su interesante conversación que estaban comenzando a entablar y me dispuse a hurgar con mis ojos mucho más el lugar, y la verdad es que no estaba tan mal después de todo, a excepción de aquella esquina del “amor” que vi al principio se podría decir que todo estaba muy bien. Sobre todo este lugar tan tranquilo en el cual nos encontrábamos.

…  …

…  …

—Oye, vamos a bailar un poco.—Me dijo Blaine, tomándome de sorpresa, colocando una de sus manos en mi rodilla.

Por un segundo gire mi vista para el centro del antro, donde se suponía que era la pista de baile y ver a todas esas personas echas un saco de locura… y que parecían una manada de serpientes en temporada de celo… mis ganas se fueron por los suelos.

—Yo paso.—Murmuré, cruzándome de piernas.

—Ándale, no seas tan aburrido, solo un baile y ya.

Lo fulmine con la mirada…. ¿Qué acaso no entendía lo que era la palabra ¡NO!?

—Ya te dije que no. Además ¡míralos!... todos allí parecen unos locos desenfrenados.

Torció una bonita media sonrisa.

—¿Y?... A eso se supone que vienes a estos lugares… a liberarte un poco. Anda, vamos a bailar.

Tomó de mi mano y en el momento que se puso de pies e intento darme un jalón logre liberarme.

—Eres tonto o ¿qué?... ¡ya te dije que no!—Refunfuñe ya exasperado de su insistencia maniaca, encrespado con más fuerzas mi mirada llena de frustración en sus ojos.

—¡Ahg!, tu eres un anciano.—Murmuró, soltando un suspiro y tirándose de mala gana nuevamente al sofá.—Mira a tus amigos, ellos si saben divertirse.—Dijo señalando a Puck que estaba bailando con aquella chica rubia a la cual  hace unos minutos atrás le había guiñado el ojo y a Rachel que no tenía ni la más remota idea de cómo y mucho menos de donde había conseguido a aquel  tipo grandulón de dos metros con quien estaba bailando muy desenfrenadamente.

Solté un enorme suspiro cansado, sintiendo un poco de celos de ver como ellos si se divertían y yo no. Como siempre. Y sinceramente, una de las más grandes causas por las cuales no quería ir a ese lugar, y aunque me daba mucha vergüenza aceptarlo, no era porque me daba cosa ver a todas esas personas bailando como unos locos, no, era porque yo… no… sabía bailar…. ¡Dios, odio mi vida!

Pero era cierto, yo nunca había ido a una fiesta… a ninguna. Mucho menos a un lugar como este…. Jamás… solo a la fiesta de Sam pero como todos ya sabemos en que acabo todo eso… y que no pude disfrutarla gracias a un salvaje que justo en esa noche se le dio por quererme violar en la mesa de la cocina… esa no contaba como fiesta.

Por ende, no conocía lo que era un baile…. Ni tantito… ni el baile de la cucaracha me sabia y por tal, ¿Qué haría yo en esa pista? ¿Quedarme  allí parado como el mero idiota de la noche mientras los demás se burlan de mí sin piedad alguna?  ¿O, ir y moverme como un loco enserie al cual todo mundo puede pensar que le ha dado un calambre o peor aún… un ataque de epilepsia?

No. Ni loco iría a esa pista. 

De aquí, de este sofá regordete, nadie me saca.

—Vamos Kurtsito, mira como los demás se divierten.—Siguió diciendo el loco insoportable ese, solo que esta vez había metido su labio inferior dentro de su boca, asiendo algo parecido a un puchero…. ¡Ja! Esta equivocado si piensa que con eso va convencerme. No esta vez. Esta vez no voy a caer y de eso estoy seguro… ¿Qué acaso quiere que me quiebre el oso del año ahí en la pista?

—No, no, no y ¡punto!

De pronto no fueron solo sus labios los que intentaban convencerme, no, al verlo a los ojos pude notar como estos se habían hecho más redondos de lo normal y en las esquinas de sus parpados tenían una gotita de lagrima… justo era la cara del gatito de Shrek la cual me pedía piedad.

Joder, que tipo más insistente. Y lo peor es que estaba a punto de ceder y de decirle que sí,  que fuéramos y que no me importaba hacer el ridículo frente a todos con mis dotes que no tenia para el baile.

Pero me mantuve tan fijo como una roca, firme y recto en mi decisión de la cual ni el poder de una fuerza divina podía sacarme.

…  …

…  …

Aún no entendía cómo es que había terminado cediendo.  Solo recuerdo que estaba en aquellos sillones rojos con el loco maniaco narcisista de Blaine pidiéndome que viniéramos a la pista de baile   y que yo no quería. Pero de repente ¡zaz! ya estaba acá, meneando mi cuerpo de un lado a otro mientras Blaine se sujetaba de mi cintura y me topaba a su cuerpo para poder  estar lo más pegado a mi posible.

Y lo triste es… que mi cuerpo reaccionaba a todos sus movimientos sin rechistar. Es como si tomara vida propia al sentir su tacto.

Oh Dios Mío, ¿Qué estaba sucediendo conmigo? ¿A caso ese petulante estaría estudiando hechicería?

¿Y si es como en la película de terror que vi y luego me llevaba a un lugar donde no se puedan escuchar mis gritos y hacer conmigo lo que se le plazca la gana?

Oh, no… estaba a punto de que me diera algo. Y lo más terrible es que estoy seguro de que todos están muy pendientes de mis pasos y de lo ridículo que debo de verme bailando.

¡Que alguien me ayude!

—¿Lo ves? No es tan malo después de todo. Además, bailar contigo así bien pegadito es una verdadera delicia.—Murmuro Blaine, acercando su boca a mi oído, haciendo que por arte de magia los vellos de mi cuerpo se pusieran firmes.

—Oh, cállate. Aún sigo enojado porque me trajiste a la fuerza.—Refunfuñe, alejando mi cuello casi de inmediato, lanzándole una fulminante mirada.

—Lo siento, pero no me dejaste de otra.

—Bla, bla, bla… si, claro. Lo que tú digas.—Miré para otra parte.

Por el revés del ojo pude ver como el no dejaba de verme, su mirada estaba tan concentrada en mi, que de cierta forma comenzaba a darme vergüenza.

Una sonrisa socarrona de escapo de sus labios.

—¿Te han dicho que te ves muy lindo cuando estas enojado?

¡Boom! Corrección… no estaba comenzando a avergonzarme, ¡ya estaba muy avergonzado!

¡AHG! Y es por eso que lo detesto tanto.  

En ese instante, sin querer, todo a causa de mi traicionero cuerpo, me puse rojo. Igual o más rojo que el interior de una sandia. Cielos, ¿No entendía como era que ese tonto tenía ese enorme poder de cambiar mi humor en un abrir y cerrar de ojos?. Del enojo, de aquellas inmensas ganas que tenia de darle un zapotazo en la cabeza por haberme obligado  venir a este lugar sin mi voluntad, me había hecho pasar  a la vergüenza y al sentirme como una loca enamorada por sus simple palabras de “¿Te han dicho que te ves lindo cuando te enojas?”

¡Puff!... como lo odiaba… lo odiaba como no debería ser posible.

Gire de nuevo mi vista para verlo a los ojos, el muy sínico tenía una sonrisa dibujada en su rostro y justo en el momento que iba vilipendiarlo con un montón de improperios… porque realmente se los merecía… el DJ del antro cambio la música por una más lenta, calmada y romántica…

—Es el momento de buscar a su pareja indicada, señores.—Dijo por el micrófono, con una ancha sonrisa en su rostro, y estuve a punto de tirarle mi zapato en su cara… ¡Maldito!... ¿Qué acaso no pudo buscar otro momento para poner su musiquita romántica?

De pronto sentí como unas fuertes manos se aferraban tras mí espalada, deteniéndose en mis omoplatos y trazando pequeños círculos que comenzaron a mandar punzadas a todo mi cuerpo, haciendo corto circuitos. Fugazmente dirigí mi vista hacia la de Blaine, este me miraba con detenimiento, con paciencia, con una manera que nunca antes me había visto y de cierta manera  eso estaba comenzando a poner mis pies aguados y como si fueran de liquido. Sus labios se curvaron en una bonita sonrisa y entonces dijo:

—Me permite esta pieza, señor.

¡OH, MIERDA! Eso… eso…. Eso fue tan… tan… tan ….

De golpe mi corazón se detuvo y nuevamente mi enojo se evaporo tan fácilmente como lo haría un grito al vacio… enserio no entendía todo el poder que ese chico tenia sobre mi ser pero para ese momento ni siquiera me importo… además, ya ni me acordaba porque estaba enojado con él.

Lo único que si puedo hacer referencia es que ante su pregunta automáticamente mis blancos y débiles brazos se colocaron alrededor de su cuello y en su susurro respondí:

—Si no me queda de otra.

El ojos color caramelo sonrió ante mi “cordial” respuesta al mismo tiempo que se aferro con más fuerzas de mi cintura y me atrajo en sí. Quedé tan cerca de su precioso rostro, a un centímetro para ser más exacto, podía sentir como su exquisito olor me golpeaba el olfato, sus ojos no dejaban de verme de manera mesurada en todo el tiempo, todo dentro de mí se revolvió sin rechistar y realmente me estaba haciendo el valiente para no besarlo. Sé que era un tonto, un estúpido por no hacerlo pero realmente no quería ponérsela fácil. Quería que él se diera cuenta que no soy como los demás, que no basta con una palabra bonita para que yo caiga rendido a sus pies y hacer conmigo todo lo que a él se le plazca… Además, quería dejarle bien en claro que  para que yo le diera un beso por mi iniciativa tenía que ganárselo. 

—Enserio que eres jodidamente precioso… tanto que es imposible no mirarte al rostro y saber que es una bendición el tenerte entre mis brazos.

Pero a ese ritmo iba a terminar haciéndolo en cualquier momento.

Por Dios, que alguien le ponga un calcetín en la boca.

Nuevamente me puse rojo… Oh mierda, en toda la noche fuera de la casa de Puck había logrado que me estremeciera con locura y a cada rato, ahora lograba ponerme rojo a cada segundo ¿Qué faltaba? ¿Un paro cardiaco? ¿Un ataque de epilepsia?

La canción romántica y extremadamente lenta, mucho a mi parecer, continúo sonando, nosotros dos seguíamos en nuestra misma postura, mirándonos en silencio, solo con nuestro leguaje del tacto… y de un momento a otro, cosa que mi cuerpo sin consultarle a mi mente hizo por voluntad propia, coloque mi mentón en su hombro, Blaine pego su oreja a la mía y así, en esa escena que parecía sacada de película, continuamos moviéndonos al ritmo lento de la música.

Y fue ahí cuando me percate que lo estaba haciendo… ¡Que yo estaba bailando por primera vez y que no era un desastre como pensé que lo seria en un principio!.... llámenlo milagro, magia, hechicería pero en realidad yo estaba bailando y aunque me duela reconocerlo, tristemente, todo era gracias a ese loco fastidioso que me rodeaba de la cintura con sus fuertes brazos y que hacía que mi cuerpo se moviera al ritmo que el quería.  Todo a su dominio. Pero si les soy completamente sincero, con la palma de mi mano en la altura del corazón, eso de alguna manera me gustaba. Pareciera loco pero sí, yo me sentía exorbitantemente bien siendo guiado por ese tonto.

Y fue en ese momento tan especial que ambos estábamos compartiendo al unisonó;  en ese donde no habían insultos,  gestos raros con nuestros rostros, y ninguna clase de pelea, fue cuando llegue a pensar que a lo mejor las cosas entre los dos estaban mejorando, que quizás poco a poco nuestra relación como amigos, novios de mentiras o lo que fuera iba avanzando un poco, y que tal vez había una pequeña esperanza para nosotros.

¿Quizás para ese entonces me estaba volviendo loco?

…  …

…  …

—¡ARR! ¿¡Eres un tonto o qué!? ¿QUÉ ACASO NO SABES QUE SOY ALÉRGICO A LA PIÑA?

Y la respuesta me cayó justo del cielo… como una señal divina… y si estaba loco en aquel momento que pensé que nuestra relación estaba mejorando… era obvio, requeté obvio, que nosotros dos nunca podremos llevarnos bien y que nunca eso va mejorar…. ¡Jamás!

—Oye, yo solo quise ser cortes… no tienes porque gritarme de esa manera. Además, ¡No sabía que eras alérgico a la piña!

Lo fulmine con la mirada y estaba enojado porque Blaine se había atrevido a pedirme una bebida mientras yo iba al baño… debo de confesar que dicho gesto se me había hecho  muy noble de su parte…  y que de cierta forma, muy pequeña, me había hecho flotar por las nubes como toda una concubina alucinada… eso hasta que al dar mi primer trago me di cuenta que la bebida contenía jugo de piña y justo ahora sentía la punta de la lengua dormida… ¡AHG! ¡Maldito idiota!

Lo único que le pedía a todos los santos del cielo es que la alergia no se propague a toda mi lengua y haga que se me hinche como una esponja… ya que de darse, ese pelo de brócoli puede darse por muerto y enterrado. 

—Es verdad, Kurt. Blaine no sabía nada que eras alérgico a la piña.

Vaya, que tacto el de mi amigo…. En otra ocasión, a lo mejor, hubiera tenido la decencia de al menos tomar en consideración sus palabras…. ¡Pero justo en este momento no era el caso! No cuando sentía una molestia en mi lengua, no cuando la sangre me hervía como la lava del volcán y no cuando sentía las enormes ganas de golpear a alguien, y justo era a él a quien quería agarrar como saco de boxeo…. Una porque si tenía una enorme razón al decir que Blaine no tenía la culpa y que aparte  no sabía nada acerca de mi alergia y que creo que fui un poco injusto con él al gritarle de esa manera…. Pero mi razón más grande por quererlo golpear con mis dos puños justo en su cara era porque él si estaba ahí, el si sabía de mi alergia, y lo mínimo como mi amigo que dice ser  hubiera sido advertirle a ese tonto de Blaine acerca de mi problema con esa fruta detestable llamada piña.

¡Pero no!, tal parece que él estaba en algo mucho más importante para ese entonces que  pensar en mi y en mi salud en esos momentos. Estaba claro que era mucho más importante meterle la lengua hasta la conciencia a esa hueca rubia que tenia sobre sus piernas y que aun viendo la gravedad del asunto no tiene ni el más mínimo pudor de soltarse de sus labios. 

Dios, lo único que le hacía falta a esa desvergonzada era sacarse la ropa y ofrecernos junto con Puck un espectáculo se sexo estrafalario justo frente a nuestras narices.

¿Aun me sigo preguntado cómo pude llegar a este lugar lleno de locos?

—Tu ni me dirijas la palabra.—Le dije a Puck, torciendo mi boca en un gesto enojado, ladeando instantáneamente mi rostro para otro lado.

Era lo mejor, ya que al ver como los dos se comían el uno al otro  sin cansancio alguno y como un par de conejos caliente,  algo me decía que en cualquier momento esos dos  tendrían una intensa sección de sexo y yo no estaba de humor para ver tal cosa… ¡Iuuu! ¡Asco!  

Molesto puse la bebida que Blaine me había pedido en la pequeña mesita de centro que estaba ahí frente a nosotros y me limite a mirar para todos lados menos a ellos.

Al final creo que la noche no fue como me lo esperaba… pero que estoy diciendo si siempre tuve el presentimiento que iba a terminar de esta manera…. Yo, como el experto indio de pueblo que se ser, enojado por cualquier cosa absurda mientras los demás se divertían a lo grande.

Y me odiaba a mi mismo por eso. ¿Por qué no puedo ser como los demás? ¿Por qué no puedo simplemente ser  libre, divertido, y hacer cosas desenfrenadas sin pensar en las consecuencias que mis actos locos pueden traer para el día  de mañana.

En lugar de eso soy un aguafiestas, un aburrido, uno que se enoja por todo, que hace berrinche y que de cierta forma arruino siempre todo.

Joder, y lo peor de todo es que apenas son las diez de la noche y como veo el estado de mis dos amigos y Blaine… falta mucho para irnos.

Solté un estruendoso  suspiro cansado al mismo tiempo que un chico con un uniforme color negro azulado se puso frente a mi rostro.

—Una sutil bebida para el niño cara de ángel.—Canturreó al tiempo que con una tierna sonrisa en su rostro puso la copa de cristal que traía en su bandeja justo entre mis manos.—Bueno, que la disfrutes.—Agrego, guiñándome un ojos al mismo tiempo que me dejaba en estado de azoramiento.

Me dio la espalda y se giro.

—¡Espera!—Le dije a los segundos, deteniendo sus pasos y haciendo que nuevamente se girara.

—¿Si?—Dijo.

—Yo no he pedido esto… a decir verdad, yo no he pedido nada. ¿A lo mejor te has equivocado de persona?

El chico de apariencia delgada que me había servido la copa que contenía un líquido de todos colores  frunció el ceño y esbozo una mueca pensante, pero luego con una efusividad de mil hombre dijo:

—¡Oh, si! Perdón...—Dio  unos cuantos pasos, los necesarios para estar cerca de mi cuerpo.—Se me había olvidado decirte que esa bebida te la mando aquel chico que esta haya.

Con su dedo señalo hacia dos chicos, uno de cabello rubio y uno de cabello negro lacio que estaban un poco lejos de donde yo me encontraba y que al estar con sus rostros de lado, platicando el uno al otro, se me era imposible verles el rostro.

—¿Cuál de ellos?—Le pregunte, sintiendo como un nudo automáticamente se formo en mi garganta y como mi corazón se comenzaba a agitar de los nervios…. ¿Y si era un asesino a sueldo y me mandaba una bebida para dormirme y llevarme a un lugar solitario y hacer conmigo lo que le plante la gana?

Creo que debería de dejar de pensar que todo mundo es un delincuente y que me quiere hacer algo.

Aunque bueno, mi abuela siempre me decía que no debía de confiar en nadie por más inofensivo que pareciera… y dado que ella fue una mujer muy sabia… yo siempre confió en ella.

—El de cabello negro.—Respondió y como si automáticamente mis ojos estuvieran llamando a ese chico que me había mandado la bebida, este giro su rostro, delatando su identidad…. En ese instante sentí como todo mi cuerpo se  paralizaba de golpe y un escalofrió me recorrió de punta a punta…. ¿Pero que hace él aquí?

—Es muy lindo, ¿No lo crees?—Agrego el muchacho que me había traído la bebida, con una traviesa sonrisa en su rostro.

—Aja…—Respondí, sin poder apartar mi mirada del chico que estaba al otro lado, quien al darse cuenta que yo ya sabía que él me había mandado la bebida de mucho colores y que lo estaba observando con detenimiento,  instantáneamente esbozo una sonrisa que me dejo absorto.

[..][..][..]

¡Hello princesa hermosa! 

Y ahí estaba yo nuevamente, con mis nervios de punta, con mis manos sudorosas y preguntándome… ¿¡¡Cómo fue que quede atrapado en esta infernal situación!!?
 
—Es mi turno.—Dijo un chico con su cabello recortado al estilo emo. El se inclino un poco hacia el frente, su flequillo pintado de azul en las puntas le tapo los ojos y con una sonrisa en su rostro, tomo por el centro aquella agobiante botella de cristal que el algún momento estuvo llena de licor pero que ahora era quien tenía todo el poder del destino de decidir por nosotros.
 
El chico de cabello azulado en la puntas enrosco un poco su mano hacia la izquierda y de un solo tirón aquella botella comenzó a girar velozmente sobre la mesa. Mis ojos la siguieron, mirando como poco a poco esta comenzaba a detenerse y un nudo se me formaba en el estomago cada vez que su punta marcaba en dirección mía…. estaba aterrado… súbitamente aterrado que estaba a punto de salir patinando de ese lugar…  y es que sinceramente, yo no quería que me tocara con ninguna de las personas que se encontraban en mi entorno, con nadie, y a mi alrededor había nueve personas;  cinco de ellos eran tres chicos y dos chicas que  jamás en mi vida había visto, mis dos amigos Rachel y Puck,  Blaine que estaba en un asiento justo frente de mi, con su rostro fruncido y haciéndole compañía a aquellos chicos extraños… Ah, y para rematar mi angustia…. también estaba Carmelo que se encontraba  a un costado de mi.
 
En ese momento me encontraba con mis entrañas a poco de extinguirse, con mi pulso acelerado y con mí vista como si fuera de cangrejo en ambos. Observaba como Blaine y Carmelo se miraban el uno al otro fugazmente, de una manera rara, aterradora, extraña y no me gustaba para nada esa forma con la que se miraban los dos.  
 
¿Qué como  termine en esta situación? ¿Qué como los otros chicos y Carmelo se nos incluyeron y qué como terminamos jugando a la botella?
 
Sinceramente no lo sé. No recuerdo como terminamos en esta situación.
 
O creo que fue algo más o menos así:
 
«Mi ojos no podían alejarse de los de aquel hermoso chico que me había mandado la bebida de muchos colores ¿Pero cómo no? si justo ese chico era nada más y nada menos que Carmelo, mi ex-vecino loco, ese fastidioso que hizo gran parte de mi infancia imposible, ese con quien me había topado hace un par de días en el supermercado.
 
¿Pero que hace acá? Puff, ¿Qué clase de pregunta es esa?… está claro que por lo mismo que hemos venidos nosotros, bueno en realidad yo he venido por no hacerle el baje a mi amigo Puck, pero qué más daba. Es claro que Carmelo ha venido por las mismas circunstancias que la mayoría viene a estos lugares.
 
A pasarla en grande, y con suerte a conseguir un poco de entretenimiento. Como el que tiene Puck y esa hueca rubia.
 
De un momento a otro, Carmelo levanto la copa que tenia sujetada en sus manos. Yo capte el mensaje ligeramente y al igual que él yo levante un poco la que me había mandado, afirmando que si… que si haba recibido su regalo. Entonces él con una sonrisa en su rostro levanto su pulgar y me hizo otra señal. La cual decía “Hasta el fondo”   
 
—¿Tu lo conoce?—Me preguntó aquel chico del traje negro azulado que me había traído la bebida, sentí su aliento rosarme las mejillas, seguramente se  había inclinado para hablarme y para que su voz no se perdiera entre el estridente sonido de la música que había en ese lugar. 
 
Aparte mi vista de la Carmelo por unos segundos y giré mi rostro para ver al otro chico.
 
—Claro…. es mi amigo.—Respondí, clavando mi vista en sus grandes e impresionantes ojos color marrón. Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo hermoso que eran. Pueda que fueran de un color marrón común y corriente  como el de la mayoría de personas, pero la textura parda de sus parpados le daban una exorbitante  belleza única.
 
 Y no voy a negarlo, como a cualquier chica o cualquier otro chico gay le hubiera pasado, a mi me encantaron sus ojos. Mucho. 
 
—Ya veo. —Murmuró, poniéndose los dedos en la barbilla, mirando hacia el otro lado, donde Carmelo seguía platicando con aquel chico rubio que de cierta manera se miraba concentrado en algo que el azabache le estaba comentando.—Mira, te señala.—Agrego, haciendo que de golpe mi vista se enfocara hacia ese lugar que señalaba con su dedo.
 
Y efectivamente era así, Carmelo me estaba señalando a mi justo al mismo tiempo que le decía algo a aquel chico rubio que al notar que yo lo estaba observando esbozo una sonrisa y me saludo con su mano. 
 
Mierda, ¿Que tanto le estaría diciendo sobre mi ese loco de Carmelo a ese rubio que no deja de sonreírme con picardía?…  seguro le estaba comentando algo como: “¿Ves a ese chico de piel pálida que está al otro lado?. Es un tonto y no sabes cuánto disfrutaba hacerle su vida de cuadritos cuando era un niño y además besa horrible”
 
¡Oh, joder! Por alguna extraña razón me aterraba pensar  en la idea de que Carmelo le estuviera diciendo eso a su rubito amigo… además él no dejaba de mirarme de aquella manera un tanto apabullante… que de cierta manera me hacía sentir sonrojar… pero aun así no me acobarde y de igual manera, con mi rostro alzado, le correspondí  su saludo con mi mano.
 
¡Ja! Se equivocan si piensan que yo voy a sentirme intimidado  como una ingenua niña exploradora.
 
Busque con mí mirada a aquel chico que me había traído la bebida para darle las gracias, pero él ya se había ido. Se encontraba al otro lado, apuntando algo que le estaba diciendo una chica de piel morena. Entonces solté un gran suspiro y justo al momento que iba a darle un trago a la bebida que Carmelo me había mandado una voz me detuvo a medio centímetro.
 
—Veo que aun no la pruebas.—Murmuro la inconfundible voz de Carmelo a unos pocos centímetros lejos de mi oreja. Yo gire mi cuello por un pequeño segundo y me tope con su azul mirada y con una sonrisa en su rostro que estaba a unos cinco centímetros lejos del mío.
 
Me sonroje en ese instante.
 
—A eso iba.—Le respondí, acercando unos pocos centímetros más el vaso a mis labios.—¿Esto no tiene alcohol, verdad? Realmente no quiero perder la razón en este lugar.—Agregue, deteniendo nuevamente mi mano.
 
Y era cierto, eso era lo que menos quería, me aterraba la idea de que yo pudiera perder la cordura en un sitio como este. Ya que, últimamente se me daba mucho por ver las noticias y casi a menudo salen casos de chicos y chicas  a los cuales les han hecho cosas indebidas por andar en las influencias del alcohol… y no es que yo pensará en que algo así pudiera pasarme en este lugar… no, pero es mejor prevenir…. Por si las dudas.
 
Vi la sonrisa de Carmelo hacerse más ancha y entonces mis pómulos se pusieron más rojos de lo que estaban… Carajos, seguramente ha de estar pensando que soy un completo simplón.
 
—No te preocupes, es libre de alcohol, niñito.—Musitó.—Tampoco tiene piña… un pajarito por allí me dijo que eras alérgico a ella.
 
Mi quijada cayó al suelo en ese instante…. ¿Cómo él sabía acerca de mi alergia a la piña? ¿Y si me estaba investigando para luego secuestrarme y  venderme a un hombre negro de dos metros para que hiciera conmigo lo que le plazca?
 
Dios, a veces me admiro de lo mucho que puede trabajar mi mente y de las locas cosas que me imagino. Era obvio que Carmelo nunca me haría eso… no lo creía capaz de tanto. Además, fue mi vecino por varios años y su madre era muy amiga de la mía… seguramente en algún momento él pudo enterarse por su madre.
 
—¿Cómo lo sabías?—Le pregunté, refiriéndome a como sabia el que yo era alérgico a la piña.
 
—Una vez  que tu madre me invito a comer con ustedes escuche que ella se lo dijo a tu padre.—Respondió él, mirándome a los ojos.—Recuerdo que ella le dijo “¡Burt Heraldo Hummel!, sabes perfectamente que Kurt es alérgico a la piña y tu traes mermelada de piña. ¿¡Que acaso quieres matarlo!?”
 
Ambos no reímos ante la  perfecta imitación de la voz y el ceño fruncido de mi madre que Carmelo había hecho…  Joder, le había salido idéntico y  justo como ella  lo hacía. Tanto que me había hecho reír hasta el cansancio.
 
—Eres un loco.—Le dije, sin poder parar de reír.
 
—Ya... mejor dime que hace acá.—Dijo él.
 
Coloqué en mi rodia derecha  aquel vaso que aún no me atrevía a probar su contenido y lo miré a los ojos.
 
—No es obvio. He venido a divertirme un poco.—Respondí con una falsa sonrisa.
 
Carmelo arqueó las cejas.
 
—Vaya… cuanto has cambiado.—Murmuró.
 
Fruncí mi ceño.
 
—¿Por qué dices eso?
 
—Porque el Kurt que yo conocía, hubiera preferido quedarse en su casa leyendo un libro en lugar de venir a estos lugares.—Respondió.
 
Nuevamente sentí como mi quijada volvía a tocar le piso… Oh, Gaga de mi vida, ¿Cómo es que este chico me conoce tan bien? ¿A caso se acordara de mí tan a menudo para no olvidarse de mi forma de ser? 
 
Obviamente no, porque quien ha de tener tiempo o lugar de acordarse de una persona tan aburrida y patética como yo. Solo un loco con malas intenciones lo haría.  O tal vez…. No, eso era imposible.
 
—La personas y los lugares cambian con el transcurrir del tiempo.—Murmuré, sintiendo como un nudo se me formaba en el estomago… ya que, era obvio que yo seguía siendo el mismo… el tiempo pasaba pero yo seguía siendo ese mismo Kurt que él conocía desde hace unos años atrás… ese mismo aburrido amante de la lectura, que seguía las reglas al pie de la letra y no se metía en problemas.  
 
Pero que podía hacer, yo era todo un caso. Un patético y aburrido caso.
 
—Yo solo decía…—Sollozo.—Tampoco es que el Kurt al que me refiero fuera tan mal… pero mejor dime… ¿Por qué estas solo en este sofá? ¿Y tus amigos?
 
—Ellos…
 
Y como si su pregunta hubieran invocado al mismísimo demonio, sentí como el otro lado del mismo sofá que yo estaba se hundió, sacudiéndome un poco e interrumpiendo lo que iba a decir. Entonces una voz que casi conocía a la perfección murmuró…
 
—Aquí hay uno.
 
Mis ojos se hicieron redondos en ese instante.
 
Evoque la vista hacia esa voz y me tope sorpresivamente con el rostro  gélido de Blaine que miraba sobre mi hombro. Tenia la vista fija en ese lugar y  miraba a la persona que estaba de pies tras de mi espalada. Miraba a Carmelo. Y no me gustaba esa mirada.
 
—¿Tu quien eres?—Blaine le pregunto sin tapujos a Carmelo, mirándolo de manera escrutable.
 
Fulmine con la mirada en ese instante a ese idiota… y es que por dios, ¿Quién carajos se creía ese bobo para preguntarle eso a Carmelo? Además, con qué derecho se lo preguntaba de esa manera tan frívola y tosca como lo había hecho.   
 
Es ese momento me sentí muy avergonzado con Carmelo y  tuve ganas de golpear a Blaine con algo… y la mejor opción era mi zapato.
 
Mis ojos nuevamente tomaron la atención de Carmelo y al parecer este no se había tomado a pecho la manera fría con la que ese grosero de Blaine le había hecho aquella pregunta.
 
—Soy Carmelo.—Respondió, de un modo sereno y con súbita amabilidad. Vaya, si que había cambiado un gran montón, el Carmelo que yo conocía seguramente hubiera dejado con la palabra en la boca a Blaine, eso antes de fulminarlo con la mirada.—Soy un viejo amigo de Kurt ¿Y tú eres?
 
Y como todos sabemos lo finamente amable que suele ser Blaine… se cruzo de piernas y con una voz sumamente “amable” le respondió.
 
—Blaine Anderson. Más que amigo de Kurt.
 
Carmelo en ese momento clavo con profundidad sus ojos en los míos, llenos de azoramiento y el esófago se me fue a los pies en ese preciso momento.
 
¡ARRR! ¡¡MALDITO BLAINE!! ¿CÓMO SE ATREVE HACERME SEMEJANTE COSA? 
 
Bien decía yo que eso de ser amigos con derecho iba a traerme alguna consecuencia… lo cual era la manera posesiva con la cual Blaine exaltaba ante el mundo que yo era algo más que su amigo.
 
Juro que voy a matarlo con mis propias manos.
 
—¿¡Ah, sí!?—Murmuró Carmelo luego de unos segundos, mirándome con una sonrisa traviesa.—Pues no lo sabía.
 
—Pues hoy ya lo sabes.—Le dijo Blaine, con una sonrisa victoriosa.
 
Pero aun así la sonrisa traviesa de Carmelo no se borro ni un poco de su rostro y eso realmente se me hacia un poco familiar. Yo conocía esa risita por parte suya… era esa que ponía antes cuando quería divertirse un poco.
 
 
—Pero es un poco raro…—Dijo Carmelo, poniendo un rostro malicioso.—Hace unos días me tope con Kurt en el supermercado, fuimos a tomar un café, hablamos un poco de todo  y en toda la plática ni siquiera te menciono. ¿No consideras un poco raro que no me haya contado acerca de ti? Digo, para ser más que su amigo, por lo menos hubiera mencionado tu nombre. A menos que a él no le importes tanto como piensas.
 
¡¡PERO QUE QUÉ!!
 
Por un carajo, ¿A que estaba jugando Carmelo? ¿A poner de malas a ese tonto? Pues a ese ritmo lo estaba consiguiendo con facilidad. Ya que, Blaine después de escuchar sus palabras tenía un semblante arrugado, una cara de poco amigos y me miraba a mí como si quisiera pasarme todas sus malas vibras.
 
¿Pero y yo que tenía que ver en todo eso? Yo no tenía la culpa de estar en shock cuando vi a Carmelo y que por ese motivo se me haya escapado contarle acerca de él.
 
Oh, Mierda, en esos instantes al que tenía ganas de golpear en la cabeza con mi zapato era al menso de Carmelo… ahora por su culpa  no solo me había ganado una mala mirada por parte de Blaine sino también las miradas de todas esas persona que  estaban a nuestro alrededor y nos visualizaban de manera acuciosa.— incluyendo a Puck y aquella rubia atolondrada que habían parado de besarse solo para ver lo que sucedía.
 
Todos ellos miraban la escena dramática que se había formado entre Blaine, Carmelo y yo y como deseaba en ese momento que la tierra me tragara completo. »
 
Así fue como Carmelo se nos incluyo, pero luego…
 
«—¡Oigan chicos! ¿Se les apetece jugar a la botella con nosotros?—Dijo la voz de aquel chico con su cabello al estilo emo, con una botella vacía entre sus manos,  apareciendo como mi salvador y justo en el momento que todos nos miraban a Blaine, Carmelo y a mí con desesperación y a que pasara algo emocionante.
 
Malditos chismosos.
 
—¿A la botella?—Pregunto Carmelo, dudoso,  arrugando su semblante.
 
—Si… ¿Les apetece?—Volvió repetir el mismo chicos, con una sonrisa entusiasmada.
 
Todos nos quedamos callados.
 
—Vamos Chicos… ¡Será divertido!—Exclamó Carmelo, emergiendo del exuberante silencio que había en esos instantes.—A parte de emocionante.—Añadió, dando hincapié a la palabra “emocionante”, cosa que lleno  de incertidumbre  a todos alrededor.
 
—Pues hagámoslo.—Puck fue el segundo en Murmurar, dándole un beso a su rubita que tenía entre sus piernas. Todos pusimos una cara de asco… o creo que solo fui yo.
 
—¿Entonces jugarán con nosotros?
 
—¡Pues claro que sí!—Carmelo se tomo el atrevimiento de responder por todos nosotros.—Solo espérenme un tris.
 
Salió como alma que se lleva  el diablo al lugar donde estaba anteriormente y a los pocos segundos apareció junto con aquel chico rubio que había estado con él antes de mandarme la bebida. 
 
«¿Qué será de él?» Me pregunté mentalmente, teniendo curiosidad por saber que era ese rubio de Carmelo; un amigo, un familiar, su compañero de habitación, su novio… dudaba un poco que pudiera ser eso último, sino Carmelo me lo hubiera dicho, ¿Cierto? También me dijo que no estaba saliendo con nadie… pero bueno, ya en algún momento me enteraría que era ese chico de Carmelo… además, no es que me importe de manera gradual.
 
—Bien… que esperamos.—Vociferó Carmelo.—Hoy si a darle.
 
Blaine que estaba sentado a la par mía, en ese preciso instante se puso de pie, todos evocamos nuestras miradas en él y yo pensé que como estaba enojado, y como el chico millonario berrinchudo que es,  iba a marcharse. Pero no fue así, en lugar de eso se sentó a la par de Rachel, en el otro sofá que quedaba frente a mí.
 
Me escruto con la mirada fugazmente y luego miró para otro lado. Entonces me di cuenta que  sus malas vibras eran solo para mí. Pero lo vuelvo a repetir… yo no tengo la culpa de que se me haya pasado ese ligero detalle de  no haberle contado a Carmelo acerca de él…. ¡Arr! ¡Pero aquí la culpa la tenía ese estúpido de Carmelo que se le dio por molestarlo con eso!.... ¡Maldito!
 
—Entonces juguemos…—Enunció el de corte estilo emo, tomando junto con sus amigos asiento en los puestos vacio. Carmelo ocupo el puesto que había dejado libre Blaine, justo a la par mía,  y su rubio amigo se sentó a al otro lado suyo.
 
—¡A JUGAR!—Exclamó Puck.»
 
Y entonces fue así como termine en este infernal juego llamado “A la botellita”… aunque realmente me pregunto como no pude huir cuando tuve la oportunidad… Pff, no lo hice por menso, por miedo a que todos me catalogaran como un ñoño-nerd-arruina momentos divertidos. 
 
¡Pero en este momento que me sentía aterrado quien seguía siendo ese mismo menso! Exacto, yo y solo yo.
 
Aquella botella de tequila que había hecho girar velozmente el chico del flequillo azulado comenzó a detenerse más y más y el nudo de mi estomago picaba con más intensidad… pero lo peor de todo era que…. ¡Oh por Dios!... esa maldita botella ya no tenía mucha intensidad y se iba deteniendo justo en dirección mía, apuntándome… No... yo no quería ser al primero que besaran… además, no con ese chico que se cargaba una cara de loco pervertido.
 
El de flequillo azulado miraba con devoción aquella botella, esperando ver con quien le tocaba y en el momento que su mirada se topo con la mía pude notar cómo se relamió los labios…. Maldito ¿Qué acaso deseaba que me tocará a mi? ¿Deseaba besarse… ¡CONMIGO!?... un escalofrió me sacudió el cuerpo en ese preciso instante.
 
Pero un alivio me tranquilizo cuando la botella se paso de largo y se detuvo en…. ¡Oh Gaga de mi vida! la botella se había detenido en el rubio amigo de Carmelo.   
 
El de cabello estilo emo al momento de ver con quien le había tocado besarse me miro a mi por un pequeño segundo, sus  ojos sin la necesidad de decir algo me dijeron las palabras “Que lastima”  pero ni lento ni perezoso busco al rubio amigo de Carmelo y le planto un buen beso en los labios… aunque la verdad no fue nada del otro mundo… cosa que por alguna locura de mi mente me llevo al enfermizo pensamiento: ¿Hubiera sido diferente si el beso hubiese sido conmigo? ¿Me  habría besado de esa manera o más lujuriosa?
 
Mierda, en ese momento no sabía ni lo que pensaba… además debería de dejar de pensar de esa manera, porque habían muchas posibilidades que en algún momento me tocará besarlo o a otra persona de las que estaban allí a mi alrededor… y lo triste es que no quería besarme con nadie.
 
…
…
Veinte minutos más y los únicos a los que nos les había tocado besarse con nadie era a Blaine y a mí, debo de reconocer que aunque hace unos minutos atrás era lo que quería,  ahora me sentía aburrido y sofocado. Todos se había besado ya y yo como el mero marginado solo había estado mirando una y otra y otra vez como lo hacían… y eso no era para nada padre.
 
—Es mi turno.—Dijo Rachel con una sonrisa… ¡Hasta ella se había besado ya dos veces e iba por la tercera!
 
Egoísta  y cruel destino. Como le gustaba restregarme en la cara que mi vida iba a ser patética y aburrida de por siempre.
 
La castaña hizo girar la botella y esta vez no me preocupe porque me tocará, deje de tomarle importancia al juego, ya sabía yo que con mi afortunada suerte no iba a tocarme nunca…
 
La botella se detuvo a los pocos segundos y en ese preciso momento mis ojos se hicieron tan redondos como una luna llena…. Pero que qué… ¿Cómo era eso posible? ¿Acaso esto era una burla?
 
Dicha botella se había detenido justo en…. Blaine. Lo que quería decir que él y Rachel eran los próximos en besarse… lo que indicaba que yo no estaba preparado para ver tal cosa.
 
Y justo en el momento que iba ponerme de pie y escaparme de ese momento incomodo que estaba a punto de ocurrir… la sonrisa socarrona que se formo en el  rostro de Blaine me corto completamente… ¿A qué venía eso?... pero tan pronto como esa pregunta rondo por mi cabeza, la mirada del colocho que estaba frente a mí, en el mismo sillón de Rachel, justo a la par de ella, me dio la respuesta. ¡El muy hijo de puta iba a desquitárselas conmigo justo en ese momento!
 
Iba a desquitárselas conmigo y como lo vuelvo a repetir…. ¡YO NO TENGO LA JODIDA CULPA DE QUE SE ME HAYA OLVIDADO MENCIONARLE DE ÉL A CARMELO! …. ¿Qué acaso no es tan simple comprender eso?  Digo, para ese momento lo único que nos unía a él y a mí era su puto chantaje, lo que no era algo de lo cual sentirme orgulloso y andarlo gritando por la vida.
 
Tal parece que él no puede comprender eso…  pero entonces no me movilice ni un pelo, estaba dispuesto a ver su juego y hasta donde podía llegar con su berrinche… situación que él se dio cuenta y con una ceja enarcada y desafiante, se medio giro para ver el rostro de Rachel, lo tomo entre sus manos y unió con ansias sus labios a los de ella.
 
Mis ojos miraron todo con detenimiento… sentí una fea opresión en el pecho…  lo que en realidad no sabía que era, era una sensación que nunca había sentido antes… pero aún así no iba a darle el gusto a ese idiota de notar como me sentí mientras él besaba con deseo la boca de mi amiga, quien por alguna razón se había quedado un tanto azorada.
 
Se alejo de ella, dejando a todos admirados por la manera intensa con la que había besado a Rachel, y como si nada tomo la botella entre sus manos.
 
—Al fin me toca.—Farfulló con una sonrisa… ¡Imbécil!
 
Aquella botella comenzó a girar y entonces yo aparte mi vista de sus ojos que me estaban observando con desafío… es un completo idiota, pero más idiota soy yo por sentirme así de fatal. No debería de sentirme así, al fin y al cabo él y yo no somos nada… si, ya lo sé, somos “amigos con derecho”… pero ¿y eso qué?… eso no nos ata a nada… no nos compromete a nada…. ¿Pero y entonces por qué  sentí eso tan horrible en mi pecho al verlo como se besaba con Rachel?,  como delineaba los labios de mi amiga con los suyos… ¡Oh Carajos! ¿Por qué me hago bolas yo mismo? Está claro que lo hizo para fastidiarme, para hacerme sentir justo como me estoy sintiendo en este momento… y yo, como el mero idiota que soy le estoy dando el gusto que lo disfrute.
 
Pero no voy a seguirle dando el gusto.
 
Volví a mirarle a los ojos, decidido a demostrarle que su juego infantil no puede contra mí, que me importa una mierda si se besa con Rachel o con cualquiera de los que hay allí… por mi puede besarse con medio antro y me vale madre…. pero entonces me doy cuenta de algo, que en el momento que mis ojos se juntan con los suyos, los de él están muy abiertos y lleno de sorpresa. Por el rabillo de mis dos  ojos alcancé a ver a mí alrededor y todos estaban de igual forma, me miraban a mí de la misma forma que  Blaine…. «¡La botella!»... esas palabras me rebotaron en la cabeza como un balde de agua fría  y mi vista automáticamente se bajó a la mesa.
 
Me quede absorto en se mismo instante. Esto si era toda una pasada, un lecho de mala suerte. Esa maldita botella me estaba apuntando a mí, justo a mí. Y nuevamente la vida me escupía en la cara con orgullo y fiereza.
 
Es que sinceramente no había persona más salada en este mundo que yo… aunque mirándolo bien, a lo mejor, la vida me estaba ayudando un poco… me estaba dando un poco de recompensa de todo lo malo que me ha dado.
 
Y yo iba a aprovechar ese regalo. Lo iba a aprovechar de la mejor manera.
 
¡De pronto una electricidad me recorrió el cuerpo!
 
Y antes de que Blaine se pusiera de pies, yo lo hice. Me puse justo en frente de él, coloque ambas manos a los costados de su rostro, recargándolas en el esponjo respaldar del sofá que él se encontraba sentado.  Al ver mi rostro a dos centímetros del suyo sonrió, con burla, con sorna, con malicia y con victoria. Pero sin importarme al menos algo, yo acerque un centímetro más a su rostro, justo donde nuestros alientos se mezclaban.  Blaine cerro sus ojos, esperándome y ese fue mi turno de reír, ya que, lo que él pensó que sería un beso con lujuria, con deseo, con ganas, con hambre. Se había convertida en un simple rose, un roce tan insignificante que no llegaba ni a ser un pico en los labios.
 
El abrió de golpe sus ojos, con su rostro ofuscado… pero al momento que reparó la situación, yo ya estaba sentado en mi anterior asiento, con una sonrisa en mi rostro… burlándome de él, sintiéndome liberado de aquel mal momento que me hizo pasar hace un rato…. Y aunque yo sabía que lo que estaba haciendo no era algo bueno, no era bueno lo que le había hecho, por ese tiempo no me importo.
 
—Es mi turno.—Dije, de la misma forma entusiasmada que Blaine había sonado la vez anterior. Mi mirada se topo con la suya, y él solo soltó un suspiro. Luego aparto la mirada… era como si yo no le importara un tanto…. y que el que le haya hecho aquello le importaba una mierda.
 
Tomé con fuerzas aquella botella y sin reparo alguno esta comenzó a girar sobre la mesa… mire impaciente como se detenía, nervioso por saber a quién me tocaría besar… solo esperaba que no me tocará de nuevo con Blaine, ni mucho menos con aquel chico que tenía su flequillo pintado de  azul en las puntas;  quien al verlo se notaba que estaba rezando porque algo así sucediera… ¡Puaj!, no entendía cual era su afán por quererme besar… cual era su rollo conmigo.
 
Pero entonces la botella se detuvo y junto con ella mi corazón. ¡Mierda, mierda, mierda! ¿Eso si era imposible? ¿Por qué a mi Dios mío? Acabas de regalarme un poco de suerte para poder vengarme de Blaine y ahora me la quitas de inmediato…. Por favor no me castigues de esa manera. 
 
Aquella infernal botella se había detenido justo en…. Carmelo. Eso si era un fuerte golpe de mala suerte. Esté ladeo un poco su nuca y me miro a los ojos, haciendo que mis manos comenzarán a sudar descomunalmente. Me vi en sus ojos y al ver mi reflejo en ellos, como magia, retrocedí unos cuantos años atrás, a la edad de doce años.
 
“—¿Que tal beso?
 
—No deberías de preguntarme eso.
 
—¿Por qué no si acabas de besarme?
 
—Porque besas como una princesa. Además, creo que tus labios son muy pequeños e inexpertos, como los de un mojigato.”  
 
¡Puta Mierda!, ¿Por qué tenía que recordar eso justo en este momento?  ¿¡Por qué tenía que recordar esas mismas palabras justo ahora que me tocaba besarlo!?
 
Y gracias a ello comencé a sentirme impotente… temerosos…. Asustado  con el alma a la idea de que lo que ocurrió hace unos cinco años atrás pudiese volver a repetirse, con el mismo chico. Era como tropezar con la misma piedra dos veces.  
 
Por un instante sentí la necesidad de huir, de salir corriendo a esconderme a un rincón oscuro pero lejos de ahí, pero no podía, todos me miraban atentos, escudriñados, con emoción de ver cómo me besaba con Carmelo y este no dejaba de verme de una forma apabullante… ¿Acaso estaría deseando besarme? ¿Tendrá ansias de revivir aquel momento solo para probar cuanto he avanzado o si sigo siendo aquel mismo mojigato al cual se refirió aquella vez? 
 
¡Por un carajos! Me sentía hecho un mar se sensaciones en ese instante.
 
Y por el otro lado estaba Blaine. Por una esquina de mi ojo pude notar como no quitaba su vista de Carmel y de mí. A la espera. Seguramente quería ver si besaría a Carmelo de la misma forma que lo bese a él o si sería diferente.
 
«El se beso con tu amiga, tú tienes que hacer lo mismo. Tienes que vengarte de ese tonto.» Una voz exclamó en mi cabeza y entonces recordé lo mal que me sentí cuando lo vi besar a Rachel con deseo y vehemencia. Volví a sentir esa punzada en mi pecho y entonces cegado por mi sed de venganza, de la misma forma que él beso a Rachel, yo lo hice con Carmelo.
 
Con ahincó junte mis labios con los del de mirada azul y al principio pude sentir su asombro y lo ofuscado que estaba. Pero al momento de reparar la situación, de la misma forma que yo estaba haciendo él  comenzó a participar del beso, correspondiendo a mis labios de magistral manera y por alguna razón, al momento de hacerlo, pude reconocer el sabor de su saliva. Era el mismo de aquel día, de aquella hora, de aquel lugar.
 
Sorpresivamente cerré mis ojos, y me sentí fatal por estar utilizando a Carmelo para vengarme de lo que me había hecho Blaine, pero entonces recordé que también fue en parte suya… por su culpa Blaine se había enojado conmigo… aunque sé muy bien que Carmelo lo hizo sin ninguna mala intensión. Solo quería divertirse un rato con él…  Cosa que no pudo entender Blaine porque es un completo imbécil... ¡Ahg! ¡Maldito Blaine! ¡Lo odio, lo odio, lo odio!
 
Lo odio porque me lástima, Lo odio porque me hace daño a propósito, Lo odio porque me confunde, Lo odio porque aunque sé que se merece sufrir en estos instantes me estoy sintiendo fatal por estarle haciendo esto…. Mierda,  lo odio porque en este momento deseo con mi alma que los labios que me están besando fueran los de él y no los de Carmelo.
 
¡Te odio Blaine Anderson! 
 
Me separe de golpe de los labios de Carmelo, sintiéndome extraño, con un dolor en mi pecho que se desplazaba hasta mi garganta.
 
Entonces me di cuenta porque sentía tal sensación. Yo me había comportado como un completo imbécil, como una escoria, como algo que no vale nada.  Y justo me había comportado de la misma forma que Blaine se había comportado, y me sentía exorbitantemente fatal por ello.
 
Ese no era para nada yo. No me reconocía.  Yo no soy un cretino, alguien que se deleita disfrutando del dolor de otra persona... ¿En que estaba pensando cuando me comporte así?
 
Entonces gire mi rostro, clavando mis ojos en los de Blaine. Estos me miraban con tristeza, quebrados, como diciendo “¿Por qué lo hiciste?”  y al momento que se puso de pies, alejándose de todos nosotros de una forma molesta… me di cuenta del gran error que había cometido por dejarme llevar por ese horrible sentimiento llamado “venganza”.
 

ACLARACIÓN:  Lo primero es, que este capitulo lo iba a publicar el Lunes. Pero dado que he tenido un par de problemas con el Internet lo he hecho hasta ahora (realmente no he tenido servio en toda la semana, hasta ayer y hasta la noche de este día). Lamento un poco la demora. Y lo otro es, que si ven un cambio entre la relación de Kurt y Rachel (dado que estaban enojados, peleados, o como quieran llamarlo), es porque ya pasaron unos días y como ya sabemos que el Kurt que yo escribo es para nada rencoroso, bueno, cuando lean el capitulo se darán cuenta XP. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pero para ese momento no me permití pensar en nada de eso y preferí seguir a mi instinto.

Te mando un beso y gracias por siempre seguirme. Cuídate mucho.