[Resuelto]FIC BRITTANA: Yo Estaré Contigo - Final

CAPÍTULO 1: VOCAL ADRENALINE

Brittany se encontraba totalmente perdida por los pasillos del instituto Carmel. Había aceptado la “sugerencia” de Puck de ir a espiar a Vocal Adrenaline y ahora pensaba que su plan, o más bien la falta de él, era estúpido. No había sido un buen día, mejor dicho, no estaba siendo un buen año para ella. El acoso en el McKinley había aumentado, se sentía sola y parecía que a nadie le importaba. El motivo de todo era que le gustaban las mujeres en vez de los hombres. Era cierto que en New Directions había dos chicos gays, Kurt y Blaine, pero ellos contaban el uno con el otro y las dos Cheerios más duras del instituto público no tomaban represalias con ellos como sí lo hacían con ella. Kitty y Bree eran una auténtica pesadilla para la rubia, haciendo de su vida un verdadero infierno.

Comenzó a bajar unas escaleras y se dio cuenta de que mucha gente seguía el mismo camino, así que se decidió y le preguntó a una joven que por allí pasaba.
– Disculpa, ¿Puedo hacerte una pregunta?, Soy nueva aquí.
– Si, dime – Respondió la castaña.
– ¿Qué esta sucediendo exactamente?
– Ah, eso... Vocal Adrenaline vamos a realizar una performance en el auditorio, si me disculpas, tengo un poco de prisa. No te preocupes, sigue a la multitud y llegarás. Te veo allí... – La chica comenzó a correr, pero a los pocos pasos se dio media vuelta – Por cierto, soy Rachel.
– Yo Brittany – Respondió la ojiazul todavía perpleja por lo que acababa de pasar.

La rubia decidió hacerle caso al consejo de la más baja y siguió a la multitud hasta llegar a un auditorio. Ocupó uno de los asientos de la primera fila, esperando a que el telón se abriera y apareciera Vocal Adrenaline. Cuando eso sucedió pudo ver que en el centro se encontraban ocho chicos y seis chicas divididas en dos filas, todos vestidos igual (entre ellos la joven castaña con la que había hablado Pierce en la primera fila en el centro). La música comenzó y Rachel, una chica rubia y un chico castaño cantaron Crazy in Love de Beyoncé. Todos los miembros del coro seguían la coreografía a la perfección. Cuando la canción terminó, varios integrantes se acercaron a Brittany y le pidieron que fuera con ellos a la cafetería. Cuando entró allí, estaba acompañada de la castaña, la rubia y el chico que habían cantado, además de otras dos chicas morenas y un joven.
– Supongo que me habéis descubierto – Afirmó la intrusa viendo cómo la otra rubia le tendía un vaso con café.
– No eres un buen espía – Dijo una de las morenas, de pelo rizado y ojos grises. – Por cierto, yo soy Drew, a Rachel ya la conoces – la más baja le dedicó una sonrisa – y ellos son Wendy, Quinn, Sebastian y Thad. – Dijo señalando a cada uno de ellos mientras decía su nombre.
– Yo soy Brittany – puso la sonrisa más inocente que pudo para evitar problemas.
– ¿Hay algo que te preocupe? – le preguntó la castaña.
– ¿Por qué lo preguntas? – se extrañó la ojiazul.
– No creemos que hayas venido sólo a espiarnos... – comenzó a decir Thad
– Si hubieras querido espiarnos habrías sido más discreta – Concluyó Berry mientras sujetaba la mano de la rubia.
– ¿Sois todos gays o lesbianas? – Preguntó la ojiazul. Todos se echaron a reír.
– No, bueno, Rachel y yo si lo somos, pero los demás no. De hecho, acabas de conocer a todos las lesbianas del Carmel. – le dijo Fabray e hizo un guiño.
– Déjame adivinar – Dijo la castaña – te acosan en tu instituto.
Los ojos de Britt se abrieron como platos, ¿tan obvia era?.
– Si necesitas contárselo a alguien, Rach y yo pasamos por lo mismo que tú, puedes confiar en nosotras. Al final vinimos aquí porque el Carmel tiene una política de cero tolerancia con el acoso pero nuestra experiencia puede servirte de ayuda. – Dijo Quinn
– Aquí no juzgamos a las personas por sus preferencias sexuales, religión, color de piel, etc. Todos somos iguales, tenemos los mismos derechos, así de simple – Aclaró Wendy.

Después de pasar una tarde muy agradable con los miembros de Vocal Adrenaline volvió a su casa, allí estaba su padre, Fred, viendo un partido en la televisión con su hermanastro Finn. Los saludó y se fue a la cocina para saludar a Brenda, su madrastra. Su padre aún no se había casado con ella, pero ya eran una familia. La joven había encontrado en ella el cariño y apoyo que su madre no le podía dar ya que falleció cuando ella era una niña... Y no podía negar que le agradaba tener a alguien cerca con quien poder hablar y hacer cosas de chicas. Después se fue a su habitación para hacer sus deberes. No había terminado cuando su teléfono vibró indicándole que tenía un mensaje.

Se fuerte, nadie podrá cambiar lo que eres, XO. R

Y entonces Britt decidió que iba a seguir el consejo de sus nuevos amigos.

CAPÍTULO 2: DUDAS

Al día siguiente, Brittany llegó al McKinley y recibió un Slushie, la metieron en un cubo de basura, le dedicaron insultos y la empujaron contra los casilleros... Vamos, nada nuevo en su vida. La diferencia era que no dejaba que esas agresiones le bajaran su autoestima, como la gran Gaga dice, “I'm beautiful in my way”.

La hora del club glee llegó y Brittany se sentó algo apartada del grupo y apenas atendió a la clase... ni siquiera se molestó en descubrir que canción cantaba Blaine en su enésimo solo. Sólo estaba pendiente del teléfono que no paraba de iluminarse. Wendy, Drew, Thad, Sebastian, Rachel y Quinn habían estado turnándose para mandarle mensajes a la rubia, dándole apoyo y recordándole que no debe dejarse influenciar por personas que no la conocen realmente, porque si la conocieran, se habrían dado cuenta de la maravillosa persona que es. La ojiazul no paraba de sonreír y eso llamó la atención de Sam, su mejor amigo, así que cuando acabó la clase, él se acercó a ella:
– ¿Y esa sonrisa?
– Ayer conocí a varias chicas y chicos que son muy divertidos y llevan todo el día haciéndome reír con sus bromas. – Dijo la joven señalando su teléfono.
– Chicas, eh. ¿Alguna candidata a ser algo más que “amiga”? – preguntó el rubio en tono pícaro.
– ¿Qué? No, dos de ellas son lesbianas pero no me siento atraída por ninguna de ellas.
– ¿Dónde los conociste?
– En el instituto Carmel, son de Vocal Adrenaline.
– ¡¡¿¿Qué??!! – Evans gritó de tal manera que Pierce pensó que lo habían escuchado hasta en Japón.
– Controlate. – suplicó –  Fui a espiarlos y ellos fueron muy ambles conmigo, a pesar de que me descubrieron.
– Ten cuidado Britt – Dijo el ojiverde muy preocupado.


Por mucho que lo intentara, la rubia no podría tranquilizar a su mejor amigo. Él estaba muy preocupado porque tenía miedo de que al acoso de las Cheerios se le añadiera algún tipo de maltrato por parte de Vocal Adrenaline. Decidió que lo mejor era hablarlo con Finn, encontrar una solución. Así que fue a casa de los Pierce-Hudson y le contó sus temores al hermanastro de Brittany. Con lo que ninguno de los dos contó, es que Fred escuchara toda la conversación.

– Britt, podemos hablar. – El hombre entró en la habitación de su hija.
– Claro papá.
– Voy a ser directo y quiero que seas totalmente sincera, ¿de acuerdo? – el mayor advirtió.
– Ok
– ¿Estás sufriendo acoso en la escuela?
La joven se quedó petrificada. No quería que su padre se enterara, le avergonzaba no haber sido capaz de enfrentar a sus problemas por sí misma.
– ¿Cómo te has enterado? – preguntó la rubia temerosa.
– Puede que escuchara una conversación entre Finn y Sam. Tengo otra pregunta, ¿qué o quiénes son Vocal Adrenaline?
Más relajada, la ojiazul le contó a su padre cómo los había conocido y lo que habían hecho por ella. A cada palabra que escuchaba, Fred se convencía más de que su plan era lo correcto. Por eso, cuando su hija terminó de contarle todo, él solo le dijo:
– También escuché mencionar el instituto Carmel y mi curiosidad me llevó a buscar información sobre él y he de decir que con lo que me has contado acabas de convencerme. Había pensado que quizá te gustaría transferirte allí.
– Papá, es muy caro.
– Tendría que hablarlo con Finn porque con Brenda ya lo he hecho, pero dejaríamos de buscar una casa más grande ya que el Carmel tiene habitaciones y sólo vendrías los fines de semana. El dinero que habíamos ahorrado para la casa lo invertiríamos en tu nuevo instituto. Piénsalo, ya tienes amigos allí, estarías más segura, tiene un buen departamento musical y esas cosas que tanto te gustan, es una mejor escuela, lo que te permitiría ir a una mejor universidad. Todo son ventajas. – dijo el padre emocionado
– ¿Me dejas pensarlo esta noche?
– Tómate el tiempo que necesites, yo sólo quiero tu felicidad.
Fred besó a su hija y salió de la habitación. La joven se quedó pensando. Su mente viajó a través de recuerdos con sus compañeros de New Directions, los abusos de las animadoras, los miembros de Vocal Adrenaline, su familia... Era consciente de que sólo podía hacer una cosa.

A la mañana siguiente Brittany entró a la cocina a desayunar y allí estaban los tres miembros de su familia esperándola.
– Papá, ya he tomado una decisión...






CAPÍTULO 3: LA DECISIÓN

Fred y Brittany se encontraban en el despacho del director del McKinley, solucionando el traslado de la rubia a su nuevo instituto. Finn miraba a través de los cristales de dicho despacho con melancolía. Se había acostumbrado a pasar tiempo con su hermana y ahora ésta se iba y lo abandonaba, porque así se sentía Finn, abandonado... No sólo Britt se iba, se enfrentarían en los Sectionals en unas pocas semanas, porque seguro que entraba en Vocal Adrenaline.

Brittany entró a la sala del glee club, sólo Finn sabía que esa era su despedida. Cuando Mr Schue entró, la rubia pidió la palabra.
– Quiero decir que os quiero mucho a todos. Por eso me resulta muy difícil hacer lo que tengo que hacer. Debo informaros que hoy es mi último día como estudiante del McKinley High School.
– ¡¡¿Qué?!! – Varios de sus compañeros gritaron.
– Lo siento, de verdad. Me encantaría quedarme aquí, pero no puedo. Tengo miedo, no duermo bien, no como...  No puedo seguir así y el Carmel me ofrece algo que el McKinley nunca podrá, una política de cero tolerancia al acoso. De verdad que lo siento y espero que lo entendáis y respetéis mi decisión, aunque no la compartáis.

Finn se levantó y abrazó a su hermana. ¿Qué iba a ser de New Directions sin Brittany? En esos momentos aferrarse al cuerpo de la ojiazul era lo único que el más alto podía hacer. Quería vengarse de todos los que la habían hecho sufrir. Quería que alguien pagara por esa situación. No era justo que su hermana fuera la que sufriera las consecuencias y tuviera que cambiar su vida por culpa de unas indeseables.

El resto se despidió de diversas maneras, como por ejemplo el llanto incontrolable de Tina, las bromas de Puck o el baile que compartió con Mike. Los abrazos, besos en la mejilla y buenos deseos se sucedieron. Al final, nada lo retenía allí, tenía que salir de ese lugar, tal vez para siempre.

Brittany decidió que si ya le había dado la noticia a los New Directions, ahora se la tenía que dar a sus nuevos amigos, así que se dirigió al Carmel. Llamó a Rachel y ésta le dijo que estaban haciendo sus proyectos de dibujo, por lo que estaban en una sala de estudio donde podían hablar y la ojiazul se dirigió allí. Cuando llegó vio a los seis miembros de Vocal Adrenaline y se sentó junto a ellos.
– ¡Hola! Tengo una noticia.
– ¿Buena o mala? – Quiso saber Wendy.
– Creo que buena, espero que buena – dijo la rubia.
– Dilo ya, que no puedo aguantar más – suplicó Rachel, que parecía una niña pequeña.
– ¡¡Me transfiero al Carmel!! ¡¡Empiezo mañana!!
Los chicos empezaron a saltar, gritar y darle abrazos a Brittany. Aunque no les gustaba el motivo de su traslado, le habían cogido mucho cariño a la joven.
– ¿Has elegido ya las clases a las que asistirás? – Quiso saber Quinn.
– No, mañana antes de las clases tengo una reunión con el director para hacer mi horario, recoger mis libros y la llave de la habitación.
– ¿Te quedarás a dormir también? – Thad estaba entusiasmado.
– Si. – Dijo la ojiazul con una gran sonrisa en los labios. Ver la alegría de sus amigos le hacía confirmar que había tomado la decisión correcta.
– Toma – Dijo la castaña – éste es mi horario. Así podremos compartir clases.
– Thad y yo tenemos el mismo – añadió Quinn. – Wendy y Drew van a un curso superior y Sebastian a uno inferior.
– Es genial, chicos. De verdad, muchas gracias.
Siguieron charlando durante un rato hasta que Brittany vio a una chica de origen latino con el pelo moreno ondulado que caía muy bien arreglado por su espalda. Estaba concentrado en su lectura con una pose desenfadada pero femenina. Algo en ella le llamó la atención, aunque no sabía explicar el qué.
– Chicos, ¿quién es esa? – Dijo la ojiazul señalando en dirección a la misteriosa joven.
– Ah, no. – Respondió Rachel – Puedes mirar, hablar y desear a cualquier chica del Carmel excepto a ella.
– Ya empezáis... – Susurró cansada Wendy.
– Por mucho que digáis, Lopez es homófoba. Las miradas que nos dedica a Rach y a mí son horrorosas. – Respondió Quinn de manera seria.
– Indeterminada – Opinó Drew.
– ¿Por qué no dejamos que Britt tome una decisión por sí misma? – Preguntó Thad.
– ¿Tu que opinas Seb? – Preguntó la ojiazul.
– Yo voy a química con ella. Somos compañeros de laboratorio. He intentado conocerla, tener una conversación con ella, pero no consigo más que monosílabos.  – Respondió el aludido.
– Y pensar que un día intenté que formara parte de Vocal Adrenaline... – Comentó Wendy.
– Yo se cómo vamos a convencer a Britt de que es homófoba. – Dijo la castaña con seguridad – Claro, si Q está dispuesto.
– ¿Dispuesta a qué? – preguntó la ojiazul desconcertada.
– Por mí está bien – Dijo la rubia. Antes de que nadie se diera cuenta, la lengua de la más alta estaba en la boca de su amiga. Pierce abrió los ojos como platos sorprendida ante esa muestra de “cariño” en público.
– Ella no está mirando – dijo Wendy y Sebastian, Drew y Thad empezaron a silbar y abuchear a la pareja para llamar la atención de toda la sala. En ese momento, Santana levantó la vista y vio la escena que habían montado las chicas. Brittany no tenía duda de que les dirigió una mirada nada amigable, le recordaba a la mirada que le dedicaba Kitty. Berry y Fabray se separaron y miraron a la rubia. No necesitaron preguntarle su opinión, la mirada de pánico que tenía la joven hablaba por ella.
– No te preocupes. – Susurró Wendy – No puede hacerte nada y lo sabe. Un solo insulto o agresión y está fuera de aquí.
– Tenéis razón. Solo me tiene que preocupar mi audición para Vocal Adrenaline – Dijo Pierce más animada.
– Así se habla – Gritó Rachel.
Poco después la ojiazul se marchó a casa para preparar sus cosas ya que al día siguiente empezaba su etapa en el Carmel.

CAPÍTULO 4: SORPRESAS

En un despacho muy elegante estaba la familia Pierce-Hudson acompañada de un señor de unos 50 años, pelo corto canoso, bajito y con ojos pequeños y oscuros.
– Bueno, señorita Pierce. Ya tiene su horario, sus libros y su uniforme. Nos queda tratar el tema de su habitación. Dormirá en la 204, compartida con una alumna de un curso inferior al suyo. Su nombre es Santana Lopez. – Dijo el señor Lance, el director del Carmel, mientras revisaba sus papeles.
– ¿Que? – Preguntó Brittany – ¿No puede ponerme en otra habitación? No puedo compartirla con ella.
– Supongo que ha pasado mucho tiempo con la señorita Fabray y la señorita Berry.
– ¿Qué es lo que sucede? – Quiso saber Fred.
– Estas chicas han venido reiteradamente a quejarse de la supuesta homofobia de la señorita Lopez. Sin embargo, ellas mismas han reconocido que ni les ha agredido ni les ha insultado... Si ni siquiera les ha dirigido la palabra.
– ¿Usted cree que es buena idea que Brittany y ella compartan habitación? – Preguntó Brenda.
– Creo que a las dos les vendría muy bien. Conozco a la señorita Lopez desde que nació, se que no va a hacerle nada a Brittany. No arriesgaría la reputación del Carmel por una alumna intolerante, se lo aseguro.

Recorrieron los pasillos de la residencia hasta llegar a una puerta que tenía el número 204 en ella y el director la golpeó. Poco después, la puerta se abrió dejando ver a una somnoliento Santana, descalza, con el pelo despeinado y un camisón rojo de tirantes que quedaba muy sexy.
– ¿Si? – Preguntó la morena.
– Hola señorita Lopez, le presento a la familia Pierce-Hudson. La señorita Pierce – señaló a Brittany – será su compañera de habitación.
– ¿Qué? No, no, no, no, no. Mi padre solucionará esto. – Santana entró, cogió la llave de su cuarto, una chaqueta del suelo y su móvil. Salió del lugar antes de que ninguno pudiera entrar y se fue por el pasillo.
– No se preocupen, espero a la señorita Lopez con ustedes. Puede ir acomodando sus cosas. – Dijo el señor Lance mirando a la rubia.
En la habitación había dos camas, dos escritorios, dos estanterías y dos armarios de madera muy simples, distribuidos de forma simétrica a ambos lados. El izquierdo era el lado de la latina, la ojiazul dedujo que lo había elegido porque en ese lado estaba la puerta del baño. La cama de la izquierda tenía la manta y sábanas revueltas, había ropa sucia alrededor de ella por el suelo. Había revistas de moda y de música mezcladas con libros de texto sobre la mesa. En la estantería, películas románticas y libros propios de adolescentes. La rubia cogió su neceser y se dirigió al baño. Allí había varios productos de belleza y mucho maquillaje. No había nada en ningún sitio que no fuera propio de una “señorita”. Colocó sus cosas intentando no tocar las de Lopez, pero parecía imposible. Después salió y comenzó a acomodar la ropa en el armario y sus dos peluches que había decidido llevar para que descansaran sobre su cama, un unicornio rosa y un gato gris que se parecía al que ella misma tenía, Lord Tubbington.

Habían pasado 15 minutos cuando Santana entró a su habitación acompañada de su padre. Se parecían bastante, aunque ella tenía un atractivo que el hombre jamás llegaría a tener. Sin decir palabra, la joven se tumbó en la cama y se puso a leer una de las revistas sobre moda. Su padre fue el que habló:
– Mi hija no comparte habitación, ese fue el trato.
– Lo se, pero la señorita Pierce no tiene otro lugar donde alojarse, tenemos todas las habitaciones ocupadas. – Dijo tranquilamente el señor Lance.
– Elige, o la señorita Pierce o mi hija. – El señor Lopez miró al director
– Está bien, Carlos, llévate a Santana. ¿Te harás cargo de ella?¿Le buscaras un nuevo colegio? El Carmel es el único que tiene alojamiento ¿Te ocuparás de que tu hija tenga cena todos los días?¿La educarás tú? – Dijo el director enfadado. Todos lo miraron sorprendidos por su cambio de actitud.
– Está bien. Se queda. – El señor Lopez se rindió. Se volvió para mirar a su hija. – Tu madre quiere saber si irás a Los Ángeles con nosotros en Acción de Gracias para comprar los billetes de avión.
– No. – Respondió la aludida.
– ¿Quieres que le diga algo de tu parte? – Indagó el padre.
– Que la veo en verano. – La joven se encogió de hombros sin darle más importancia a lo que acababa de decir, como si fuese normal que una madre y una hija de 16 años no se viesen ni se llamasen durante los casi 8 meses que quedaban para el comienzo del verano.
– Ok. Adiós. – Se despidió el Señor Lopez.
En la habitación se hizo el silencio. Todos miraban a Santana, sin embargo, parecía que no le había afectado lo ocurrido.
– Santana, ¿te parece bien compartir la habitación con Brittany? – El tono del señor Lance era muy diferente al que había utilizado hasta ese momento en frente de los Pierce-Hudson. No sólo era amable, también era cariñoso.
– No, pero no tengo elección. – Respondió la joven.
– La Santana Lopez que yo conocí hubiera estado encantada de compartir habitación con una chica como Brittany. – Comentó el director.
– Esa chica murió. – Dijo ella de forma fría.
El señor Lance se despidió de todos de forma educada y salió de allí. Finn, Brenda y Fred anunciaron que ellos también se iban y Brittany se ofreció a acompañarlos. Mientras los cuatro iban por el pasillo escucharon que alguien llamaba a gritos a la rubia.
– Hola Rachel. – Saludó muy contento el ojiazul. – Te presento a mi padre, Fred, a Brenda y a Finn.
– Encantada – dijo la joven saludando a todos con la mano. Luego se enganchó al brazo de la rubia – Si me lo permitís, tengo que llevarme a Brittany a su primera clase.
Todos se despidieron y las dos amigas comenzaron una conversación.
– ¿En qué habitación estas? – Quiso saber la castaña.
– En la 204.
– ¿Pero esa no es...?
– Si. – La interrumpió Brittany.